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Las doce promesas relacionadas a la devoción al
El mensaje recibido por
la religiosa de la Visitación
Santa Margarita María
Alacoque, de Paray-le-Monial,
contiene las llamadas “doce
promesas del Sagrado
Corazón”. Allí Jesús le revela
las gracias unidas a esta
devoción. El amor al Sagrado
Corazón de Jesús está
estrechamente unido al de
la Eucaristía. Como escribió el
gran apóstol de esta devoción,
el padre jesuita Henri Ramière,
“es en la Eucaristía que
encontramos de modo actual
el Corazón de Jesús como lo
más cercano a nosotros;
es en la Eucaristía que Él se
une de la manera más íntima
a nosotros y nosotros a Él”.
S
anta Margarita recibió muchos dones místicos
y algunas revelaciones por parte de Jesús.
Traemos aquí la lista de las llamadas “doce
promesas del Sagrado Corazón” que el Señor le
reveló a la Santa:
1. A los devotos de mi Sagrado Corazón daré
todas las gracias y ayudas necesarias al propio
estado (carta n. 141)
2. Estableceré y mantendré la paz en sus familias
(carta n. 35)
3. Los consolaré en todas sus aflicciones (carta
n. 141)
4. Seré para ellos seguro refugio en vida y
sobretodo en la hora de la muerte (carta n. 141)
5. Derramaré abundantes bendiciones en todas
sus fatigas y empresas (carta n. 141)
6. Los pecadores encontrarán en mi Corazón
una inagotable fuente de misericordia (carta n. 132)
© 2006, Edizioni San Clemente
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
FRANCIA, SIGLO XVII
“La Iglesia, verdadera ministra de
la Sangre de la Redención ha
nacido del Corazón atravezado
del Redentor y de Él mismo se
ha derramado también en sobrea-
bundancia la gracia de los San Claudio de la
Sacramentos que otorga la vida
eterna a los hijos de la Iglesia”
Colombière
“Deseamos que todos aquellos que
luchan activamente por instaurar
El Niño Jesús está representado
el Reino de Jesús en el mundo,
consideren la devoción al Sagrado
según una iconografía propia
del arte de la Contra-Reforma en
España, sobre un globo terrestre
Corazón de Jesús como su bandera.
(...) Queriendo ardientemente
Dibujo realizado oponer una segura barrera a las
por Santa Margarita
adornado de estrellas doradas.
El Niño tiene en la mano su
impías maquinaciones del
enemigo de Dios y de la Iglesia y
corazón. Colección del Museo
para hacer que las familias y las
Hiéron, Paray-le-Monial
naciones vuelvan al amor de Dios
y al prójimo, exhortamos la devo-
ción al Sagrado Corazón de Jesús
como eficacísima escuela de
caridad divina, de aquella caridad
sobre la cual es necesario construir
el Reino de Dios en las almas de
los individuos, en la sociedad
doméstica y en las naciones” (Papa
Pío XII, Haurietis aquas, 82-83)
“Jesús se encuentra en el Sacramento de la Eucaristía, en el cual el
“La Iglesia desea exhortar aún
más a los fieles para acercarse
amor lo tiene amarrado como una víctima siempre dispuesta a ser con confianza a este Santo
inmolada para la gloria de su Padre y nuestra salvación. Su vida está
totalmente escondida a los ojos del mundo, los cuales sólo logran
Misterio y a consumar cada vez
más los corazones en las llamas
vislumbrar las pobres y humildes apariencias del pan y del vino. (...)
Jesús está siempre solo en el Santísimo Sacramento. ¡Haced lo posible
de aquella caridad divina que
ardía en el Sagrado Corazón
por no perder una sola Comunión, no habría otro modo de darle cuando, en su infinito amor,
mayor gozo a nuestro enemigo el demonio! instituyó la Santísima Eucaristía”
SANTA MARGARITA MARÍA ALACOQUE Papa Benedicto XV
7. Las almas tibias se harán fervientes con la
práctica de la devoción (carta n. 132)
8. Las almas fervorosas subirán rápidamente a
una alta perfección (carta n. 132)
9. Mi bendición permanecerá donde será
expuesta y venerada la imagen del Sagrado
Corazón (carta n. 35)
10. A todos aquellos que obran para la salvación
de las almas, daré las gracias para poder convertir
los corazones más endurecidos (carta n. 141)
11. Las personas que difundirán esta devoción
tendrán sus nombres inscritos para siempre en
mi Corazón (carta n. 141)
12. A todos aquellos que comulgarán en los
primeros viernes de los nueve meses consecutivos,
daré la gracia de la perseverancia final y la salvación
eterna (carta n. 86)