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TRABAJO 1 HISTORIA DE LA TEOLOGÍA ANTIGUA

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DISCURSO 28 (2) SOBRE LA TEOLOGÍA
GREGORIO NACIANCENO
«Pongamos a la cabeza de este discurso al Padre,
al Hijo y al Espíritu Santo, que son su objeto,
de modo que el primero nos sea propicio,
el segundo nos asista y el tercero nos inspire,
o mejor, que de la única divinidad brote una única
iluminación, distinta en la unidad
y conjunta en la distinción»
(GREGORIO NACIANCENO, Discurso 28,1).

La experiencia de la fe en la Trinidad para los primeros judeocristianos y en cuyo centro se encuentra


el Misterio Pascual es el punto de partida que luego poco a poco irán expresando a través del marco
litúrgico en los credos, los ritos bautismales, las doxologías y la vida ordinaria: (Rom 1,3-4; 4,24-25;
1 Cor 8,6; 1 Tim 2,5; 3,16; 2 Tim 2,8; 1 Ped 3,18; Hech 8,37).
La primera reflexión patrística hereda, igual que los primeros cristianos, la fe en el único Dios pero
dentro del monoteísmo trinitario. Así pues, existe una vinculación del Dios único a Jesús y se da un
acercamiento a la Trinidad desde la unidad.
Algo primordial en el desarrollo de la fe en la Iglesia antigua y que sienta los fundamentos para la
posteridad en el cristianismo fue el camino que los santos padres, al lado de sus comunidades
cristianas en la segunda generación del cristianismo, emprendieron hasta afianzar el dogma trinitario.
“Gregorio de Nacianzo fue un pensador, contemplativo y obispo de Constantinopla, llamado desde
antiguo «el teólogo», por la profundidad de su doctrina sobre Dios. Era hijo del obispo Gregorio el
Anciano, un rico propietario convertido al cristianismo. Estudió en los centros más famosos de su
tiempo (Cesarea de Capadocia, Cesarea de Palestina, Alejandría y Atenas). Vuelto a su tierra, quiso
ser monje, pero su padre le ordenó presbítero. Pretendió huir, pero recapacitó y asumió el ministerio.
El año 374, muerto su padre, quisieron consagrarle obispo de Nacianzo, pero huyó, retirándose a un
monasterio de Seleucia, hasta el año 378, en que fue elegido para la sede episcopal de
Constantinopla, la ciudad imperial, donde una mayoría de cristianos no aceptaban el dogma niceno.
Gregorio se mantuvo en medio de dificultades, pronunciando sus famosos sermones, hasta que el año
381, en el Concilio de Constantinopla I, logró imponerse el dogma de Nicea.”1.
San Gregorio Nacianceno escribe sus Discursos teológicos hacia el año 380, en un contexto en el que
el arrianismo había alcanzado su máximo vigor, sobre todo tenían mucha influencia en Oriente. Esta
doctrina afirmaba la supremacía del Padre, por la que la ingenitud del Hijo era la esencia de la
divinidad y no la propiedad personal del Padre, por lo que el Hijo engendrado no puede ser Dios,
pues la generación implicaba necesariamente un comienzo: un antes y un después2.
Recordemos que la especulación teológica acerca de la vida íntima de Dios, para justificar la
compatibilidad de la herencia judía y del dato cristiano, deberá salvar lo siguiente: a) La divina

1
Xabier Pikaza. Diccionario de pensadores cristianos, EDV, España, 2012, p. 382
2
Cf. Gregorio Nacianceno. Los cinco discursos teológicos, Ed. Ciudad Nueva, Madrid, 1995, p. 23-24.
unidad: sólo existe un único Dios b) Jesucristo es el Hijo de Dios y es adorable c) Jesucristo, el Hijo
de Dios no es idénticamente el mismo que Dios Padre.
El Monarquianismo es el movimiento teológico que surge como oposición a la teología del Logos,
favorecedora según ellos de diteísmo. Este movimiento teológico salvaguarda el monoteísmo, la
unidad, la monarquía, pero no consigue explicar la subsistencia del Hijo. En este contexto se sitúa
San Gregorio Nacianceno.
Trataré de encontrar algunos de los elementos estudiados hasta ahora en el siguiente texto de
Gregorio.
Discurso 28 (2)
Sobre la teología
Introducción
a) La actitud del teólogo. Lo primero que plantea para ayudar al teólogo es una actitud
contemplativa ante el Misterio del que se va a hacer un discurso y a su vez dialógica ante los
demás (auditus temporis et alterius): “cuando tengamos serenidad interior, lejos del bullicio
de fuera (…) hasta que comprendamos o seamos comprendidos” (p. 93).
b) El discurso teológico. Habiendo escuchado la Escritura (auditus fidei) va a dar el siguiente
paso: el discurso de la teología (intellectus fidei): “con la Escritura, demos un paso más y
vengamos ahora al discurso de la teología.” (p. 93).
c) El objeto. El objeto de su discurso teológico será La Trinidad, aunque luego se centrará más
en el Padre y en el Logos: “Pongamos a la cabeza de este discurso al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo” (p. 93).
Primera parte
a) Intención de buscar la verdad, reconociéndose ante el Misterio y ante una llamada: “Me
dispongo a subir a la montaña (…) para decir la verdad, con diligencia y al mismo tiempo con
angustia, lo uno en razón de mi esperanza; lo otro por causa de mi debilidad (…) y
encontrarme con Dios, pues Dios así lo manda” (p. 94).
b) Apologética en un contexto de herejías que destruyen la doctrina + vida de los cristianos
(ortodoxia): “que no se esconda malévolamente en la espesura para saltar de repente y
apoderarse de alguna doctrina o palabra y desgarrar con calumnias las palabras sanas (…).
Porque las palabras verdaderas y sólidas son piedras para los hombres salvajes” (p. 94-95).
c) El pastor y la doctrina ortodoxa. Como pastor se distancia de los herejes, trata de
salvaguardar la fe y sentar bases para que su discurso quede como doctrina que guíe en la
Iglesia: “Nuestro discurso, en efecto, manteniéndose a distancia de ellos, quiere estar escrito
sobre tablas duras y de piedra” (96).
Segunda parte
1. El hombre ante el misterio: Sólo la “espalda” de Dios se pueden conocer. Aquí podemos ver la
influencia del platonismo del cual se ayuda para explicar lo que el hombre puede conocer del
Misterio del Dios trascendente e inefable, aunque accesible: “pues la espalda de Dios es todo lo que
se puede conocer de él tras su paso, como las sombras del sol sobre las aguas y las imágenes (…).
Moisés es el símbolo del teólogo: “pues aunque seas un Moisés (…) somos mezcla compuesta,
humilde e inclinada hacia abajo” (97).
2. Dios creador del universo y único Dios
En las siguientes líneas presenta a Dios como causa eficiente y conservadora de todas las cosas. Un
Dios bueno que crea al universo, la creación y al hombre buenos, posiblemente en contra de los
argumentos gnósticos: “que Dios sea la causa eficiente y conservadora de todas las cosas (…) ¿cómo
hubiera podido existir y subsistir ese universo si Dios no le hubiese dado la sustancia y le hubiese
mantenido? Si uno ve una cítara ornamentada con extrema belleza, su armonía y buena disposición
(…) no podrá pensar sino pensar en el artesano de la cítara y en el citarista” (100).
En contra de los estoicos para quienes la naturaleza de Dios es corporal, aunque sea en elementos
sutiles como el fuego o el viento, Gregorio de Nacianceno muestra la inmaterialidad (incorpóreo) de
Dios: “Resta pues admitir que es incorpóreo (…) ingénito, sin principio, inmutable, incorruptible
(…)” (104-105).
“Algunos de estos dioses (…) o de demonios (…) a través de estas cosas, nos condujo hacia el que
está pro encima de ellas y pro cuyo medio ellas tienen que ser (…) ¿quién mezclo y separó estos
elementos?” (114-115)
Tercera parte
3. Cristo, identificación con el Padre
“Con todo, ni esos a los que me he referido, ni ninguno de los que son como ellos, estuvieron en la
subsistencia y en la sustancia del Señor, según lo escrito; no conocieron ni explicaron la naturaleza
de Dios” (120).
4. Cristo, el Verbo, es quien puede hablar de la verdad (inefable) de Dios.
“del que habla de él, Cristo, el gran defensor y maestro de la verdad (…) el Verbo mismo evocaba al
hablar de esas cosas (…)” (121).
5. Del Logos al hombre en la participación de la divinidad
“¿Qué es esta mezcla que somos nosotros?, ¿Cómo ha podido mezclarse lo inmortal con lo mortal?,
¿Cómo puede la mente estar sometida a unos límites y a la vez ser ilimitada…? (124)
6. La grandeza de Dios se revela en la creación a la inteligencia humana (130-135)
7. Dios ilumina la inteligencia humana pues participamos de él
“El sol ilumina nuestros ojos como Dios ilumina nuestra mente” (136-138)

Cuarta parte: Afirmación del Dios Trinitario y su única divinidad en las Tres Personas.
8. Conclusión: 141-142
“Si todo esto ha sido cantado con dignidad, es gracia de la Trinidad y de la divinidad única en los
Tres (…) la primera y única sustancia (…) ¡la que está por encima de todas las cosas!

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