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REINOS GERMÁNICOS

Teodorico, rey de los ostrogodos

Teodorico, varón belicosísimo y animoso, era hijo natural de Valamir, llamado


rey de los godos. Su madre, goda, llamada Ereriliva, era católica y en el
bautismo recibió el nombre de Eusebia.

Preclaro y de buena voluntad para con todos, reinó treinta y tres años y
aseguró la felicidad de Italia treinta años y la paz para sus sucesores. Nada
hizo de malo. Así gobernó aunados dos pueblos, el de los romanos y el de los
godos. Aunque pertenecía a la secta arriana, nada intentó contra la religión
católica. Ofreció juegos en el circo y en el anfiteatro, lo que fue llamado por los
romanos un Trajano o un Valentiniano, en cuya época se inspiró. Y los godos lo
estimaron como su mejor rey por el Edicto en que estableció el derecho.
Prescibió a los romanos que el servicio militar fuese como bajo los
emperadores. Fue pródigo en dávidas y distribución de víveres y aún cuando
encontró el erario público exhausto, lo restableció y lo hizo opulento con su
labor. Aún cuando era iletrado, demostró tanta agudeza, que algunos de sus
dichos son aún hoy sentencia para el vulgo; por eso no nos avergüenza
recordar algunas de ellas. Dijo: "El que tiene oro y demonio no lo puede
esconder". También: "El romano miserable imita al godo y el godo útil imita al
romano". (...)

Era también amigo de las construcciones y un restaurador de ciudades.


Restauró el acueducto de Ravena, obra del emperador Trajano, y después de
mucho tiempo hizo correr agua; edificó el palacio hasta terminarlo, pero no lo
dedicó y acabó el pórtico alrededor del palacio. Además hizo las termas y el
palacio de Verona y agregó una galería desde la puerta hasta el palacio;
reedificó el acueducto que por mucho tiempo había estado destruido e hizo
circular el agua, circundó la ciudad con otros muros nuevos. También en Ticino
hizo un palacio, las termas, el anfiteatro y amuralló la ciudad.

Pero también benefició a otras ciudades. Tanto agradó a los pueblos vecinos,
que se ofrecieron a pactar con él en la esperanza de tenerlo por rey. También
llegaban hasta él comerciantes desde diversas provincias, pues había tanto
orden que, si alguno quería enviar a su dominio oro y plata, podía considerarse
tan seguro como si estuviera dentro de los muros de la ciudad. Y así fue en
toda Italia, que no dotó de puertas a ciudad alguna, ni las cerró donde las
había.

"Anonymus Valesianus", Trad. Y.E. Jasson y F.E. Roberts, "Anales de Historia Antigua y
Medieval", Buenos Aires, 1949, pp. 165-178.
Retrato de Teodorico por Procopio

Es necesario reconocer que gobernó a sus súbditos con todas las virtudes de
un gran emperador. Mantuvo la justicia y estableció buenas leyes. Defendió su
país de la invasión de sus vecinos y dió a todos prueba de una prudencia y de
un valor extraordinario. No cometió ninguna injusticia contra sus súbditos, ni
permitió que se cometieran, salvo que permitió que los godos se repartieran las
tierras que, en tiempos, Odoacro había distribuido entre los suyos.

En fin, aunque Teodorico no tuvo más que el título de rey, no dejó de alcanzar
la gloria de los más ilustres emperadores que hayan jamás ocupado el trono de
los Césares. Fue igualmente querido por godos e italianos, lo cual no sucede
habitualmente entre los hombres, que no estan acostumbrados a aprobar en el
gobierno del Estado aquello que no esté de acuerdo con sus intereses, y que
condenan todo lo que les es contrario. Después de haber gobernado durante
treinta y siete años y de haberse presentado como temible para sus enemigos,
murió de esta manera (...).

PROCOPIO DE CESAREA (500-565), "Histoire de la guerre contre les goths", en el vol. I de


"Histoire de Constantinople", París 1685, p. 353, recogido por A. LOZANO y E. MITRE,
"Análisis y comentarios de textos antiguos", I. Edad Antigua y Media, Madrid, 1978, p. 142-
143.

Algunos cánones del Sínodo de París (614)

I.- En primer lugar los cánones antiguos deben ser guardados por todos,
porque son ley por su prioridad en el tiempo y por su continuidad en la
observancia. Esto es, una vez muerto un obispo, en su lugar deben elegir uno
que sea agradable a Cristo. Según está ordenado, lo eligirá el metropolitano
con sus obispos sufragáneos, el clero y el pueblo de la ciudad, sin que
intervenga en ningún caso la simonía. Pero si consigue la potestad episcopal
de otro modo o manera ilegal o existe negligencia en la elección y no interviene
en la misma el metropolitano o tomara posesión de la sede episcopal sin el
consentimiento del clero o del pueblo de su diócesis, esta elección según lo
dispuesto por los padres no tiene validez.

XII.- También se acordó por unanimidad, que si algún monje o monja, que ha
ingresado por vocación religiosa en un monasterio y después ha querido
marcharse del mismo o por su propia voluntad o por la de sus familiares, y a
pesar de ser amonestado por su obispo con una carta, difiere el volver a
reincorporarse a la vida religiosa, sea suspendido de la comunión hasta su
muerte. Y no se le podrá administrar la gracia de la Eucaristía, si antes no se
ha reincorporado arrepentido, con humilde súplica, al redil del cual había salido
con toda insolencia.

XIII.- Las viudas y doncellas que cambiaron los vestidos laicos por el hábito
religioso en sus propias casas, tanto las que lo tomaron por la voluntad de sus
padres como las que lo hicieron por su propia voluntad, y luego, contra lo
establecido por los Padres de la Iglesia o por los preceptos de los cánones,
quisieran tomar estado matrimonial, no se les permita. Si alguna se uniera en
matrimonio, será privada de la comunión, mientras no repare la falta cometida;
si se niega a corregirse, será excluida a perpetuidad de la comunión
eclesiástica y de convenir con la comunidad cristiana.

XV.- Ningún judío tendrá mando militar o poder civil sobre los cristianos, tanto
si lo ha solicitado como si le hja sido otorgado por el príncipe. En consecuencia,
si se le otorgaba, será obligación del obispo de la ciudad, donde tiene su
mando, de bautizarlo junto con toda su familia, para que no esté en contra de
los cánones vigentes en la actualidad.

Ed. MANSI, "Sacrorum Conciliorum", Tomo X, col. 539, 540, 542 y 543. Recoge. M. Riu y otros,
"Textos comentados de época medieval (siglos V al XII)", Barcelona, 1975, pp. 94-98.

Del reinado de Liuva y Leovigildo

Después de la muerte del rey Athanagildo, ayuntaronse los godos en Narbona


e alçaron por rey a uno que avie nombre Luyba; e regno tres annos assi como
diz ell arçobispo don Rodrigo; mas don Lucas de Thuy diz que regno en las
Gallias en vida de Athanagildo syete annos, et despues en Espanna tres, assi
como dixiemos, e nos contamos aqui la estoria segund que la cuenta ell
arçobispo don Rodrigo, et dezimos que fueron tres annos. E el primero anno de
su regnado fue en la era de seyscientos et syete, quando andava el anno de la
Encarnación en quinientos e sesaenta et nueve, e el dell imperio de Justino en
ocho, e el dell papa Johan en nueve, e el de Chilperico rey de Francia otrossi
en nueve, e el de Theodomiro rey de los suevos en tres. Deste rey Luyba non
fallamos ninguna cosa que de contar sea que el fiziesse en estos tres annos
que el regno, si non tanto que en el segundo anno fizo a un su hermano, que
avie nombre Leovegildo, compannero consigo en el regno, et provisor de
Espanna. E ell estava en el regno de Gallia Gotica, que es allend los puertos
d'Aspa, e Leovegildo su hermano en el otro d'Espanna la de contra occident. Et
assi cumplio un regno a dos reys (...) Este Leovegildo caso con una duenna
que avie nombre Theodosia (...) e ovo della dos fiios que ovieron nombre ell
uno Herminigildo, et el otro Recaredo. Esse anno otrossi ovieron los
espannoles et los franceses muy grand contienda sobre departimiento de la
Pasqua quando la avrien ese anno, e fueron desabenidos los unos de los otros
et non se acordaron en uno; e los de Espanna tovieron esse anno la Pasqua
veyntiocho dias de março, e los franceses dizeocho dias de abril. E por que los
franceses fizieron aquella Pasqua derechamientre segund el composito de la
luna, demostrolles Dios por ende un fremoso milagro, ca las pilas que de suyo
se solien enlenar de agua pora batear los ninnos en viespera de Pasqua en
Espanna, enlenaronse a los franceses et non a los espannoles. El rey Luyba
pues que ovo tres annos conplidos en su regno, murio. E en este anno otrossi
murio el papa Johan e fue puesto en su logar Beneyto el primero, e fueron con
el sesaenta apostoligos.

"Primera Crónica General de España", Ed. R. MENENDEZ PIDAL, Madrid, 1977, p. 259.
La conversión de Recaredo (586-589)

En la era DCXXIIII, en el año tercero del imperio de Mauricio, muerto


Leovigildo, fue coronado rey su hijo Recaredo. Estaba dotado de un gran
respeto a la religión y era muy distinto de su padre en costumbres, pues el
padre era irreligiosos y muy inclinado a la guerra; él era piadoso por la fe y
preclaro por la paz; aquél dilataba el imperio de su nación con el empleo de las
armas, éste iba a engrandecerlo más gloriosamente con el trofeo de la fe.
Desde el comienzo mismo de su reinado, Recaredo se convirtió, en efecto, a la
fe católica y llevó al culto de la verdadera fe a toda la nación gótica, borrando
así la mancha de un error enraizado. Seguidamente reunió un sínodo de
obispos de las diferentes provincias de España y de la Galia para condenar la
herejía arriana. A este concilio asistió el propio religiosísimo príncipe, y con su
presencia y su suscripción confirmó sus actas. Con todos los suyos abdicó de
la perfidia que, hasta entonces, había aprendido el pueblo de los godos de ls
enseñanzas de Arrio, profesando que en Dios hay unidad de tres personas,
que el Hijo ha sido engrendrado consustancialmente por el Padre, que el
Espíritu Santo procede conjuntamente del Padre y del Hijo, que ambos no
tienen más que un espíritu y, por consiguiente, no son más que uno.

"Las historias de los godos, vándalos y suevos, de Isidoro de Sevilla", ed. C. RODRIGUEZ
ALONSO, León, 1975, pp. 261-263. Publ. A.LOZANO y E. MITRE, "Análisis y comentarios de
textos históricos. I. Edad Antigua y Media", Madrid, 1979, p. 142.

Epístola de San Braulio al rey Chindasvisto:

Al rey Chindasvisto del mismo Braulio. Sugerimos a nuestro gloriosísimo señor


el rey Chindasvisto, Braulio y Eutropio, obispos, vuestros siervecillos, con los
presbíteros, diáconos y todos los que pos Dios les están encomendados, así
como Celso, vuestro siervo, con los territorios que por vuestra clemencia tienen
a sí encomendados: El que tiene en sus manos los corazones de los reyes,
como tiene vuestra fe, rige a todos. Por ello, no carece de su inspiración lo que
deseamos sugerir a vuestra clemencia: que, señor piadoso, recibas de buen
grado los ruegos de tus siervos , lo que ves que anhelan con fiel intención.
Pues con esperanza y frecuente reflexión cada uno desea la tranquilidad de su
vida y evita las situaciones peligrosas, considerando de uno y otro lado, al
recordar ls diferencias pasadas, cuántos peligros, cuántas necesidades, cuánto
sufrimos con las incursiones de los enemigos, a los que vos arrojasteís por la
misericordia celeste, y vimos como por vuestro régimen fuimos elevados con
gran contemplación; y pensando en vuestros trabajos y mirando por el futuro de
la patria, vacilando entre la esperanza y el miedo, decidimos recurrir a tu
piedad: para que, pues nada hay más provechoso y tranquilo para la vuestra, ni
más propicio para vuestro caso, en tu vida y con tu beneplácito nos des a tu
siervo el señor Recesvinto como señor y rey, que pues está en edad de
combatir y soportar el sudor de las guerras, con el auxilio de la gracia suprema,
pueda ser nuestro señor y defensor y descanso de vuestra serenidad, de modo
que se apacigüen las insidias y tumultos de los enemigos y permanezca segura
y sin miedo la vida de vuestros fieles. Pues vuestra gloria no puede ser
discutida por tal hijo, y tanto provecho al hijo se debe al padre. Por tanto,
pedimos con ruegos suplicantes al Rey de los cielos y al rector de todas las
cosas, que como constituyó a Josué sucesor de Moises y en el trono de David
a su hijo Salomón, insinúe clemente en vuestra alma lo que sugerimos, y
perfeccione con el auxilio de su omnipotencia en vuestra alma lo que en su
nombre decidimos pedir. Y si acaso incurrimos en la temeridad con la petición,
no es por presuntuosa insolencia, sino como dijimos, como consecuencia de la
reflexión.

A.GARCIA-GALLO, "Manual de Historia del Derecho Español, II. Antología de fuentes del
Derecho español", Madrid, 1967, pp. 398-399.

Fideles visigodos:

Que los fieles de los reyes no sean defraudados por los sucesores en el trono
en el derecho de las cosas recibidas en "stipendium" del servicio que prestan.
Con igual providencia se da nuestra sentencia para los fieles de los reyes que,
si alguno sobreviviere al príncipe en las cosas justamente recibidas o
adquiridas de la largueza del príncipe no deba haber perjuicio, pues si
caprichosa o injustamente se perturba la merced de los fieles, nadie se decidirá
a prestar pronto y fiel obsequio en tanto todo quede en lo incierto y se tema la
causa de la discriminación en el futuro. Al contrario, la piedad del príncipe debe
proteger su salud y bienes, pues por el ejemplo se incitará a los demás a la fe,
cuando no se defraude a los fieles de la merced.

CONCILIO V DE TOLEDO, año 636, c. 6. A. GARCIA-GALLO,"Manual de Historia del Derecho


Español", Madrid, 1979, II. p. 407

Los monjes pastores en el reino visigodo:

Los que están encargados de alimentar a los rebaños deben poner tanto
cuidado sobre ellos, que no causen perjuicio a nadie en sus frutos, y deben ser
tan vigilantes y hábiles, que no puedan ser devorados por las fieras, y deben
impedir que se despeñen por precipicios y peñascos de los montes y
pendientes inaccesibles de los valles para que no rueden a los abismos. Y, si
por incuria y descuido de los pastores, les acaeciere algún peligro de los
predichos, arrojándose enseguida a los pies de los ancianos y deplorándolo
como los pecados graves, cumplirán por largo tiempo el castigo
correspondiente; y, terminando éste, recurrirán con súplicas a obtener el
perdón; o, si son jovencitos, recibirán el castigo de azotes con vara para su
corrección. Se han de encomendar a uno tan experimentado, que ya en el siglo
hubiese sido apto para este oficio y tenga afición al pastoreo, de modo que
nunca salga de su boca ni la más ligera murmuración. Pero, además se le han
de dar, para las diversas ocasiones, jóvenes que le ayuden a desempeñar el
trabajo, y a este objeto se les dará vestido y calzado, cuanto sea preciso para
su necesidad; y para este servicio habrá solamente una de las cualidades que
dijimos, y no tengan que preocuparse todos en el monasterio. Y, porque suelen
murmuran algunos de los que guardan rebaños, y creen que no tienen ningún
beneficio por este servicio, ya que no se les ve en las reuniones orando y
trabajando, deben prestar oídos a lo que dicen las reglas de los Padres y
pensar en silencio, reconociendo los ejemplos de los antepasados y
desmintiéndose a sí mismos, que los patriarcas apacentaron rebaños, y Pedro
desempeñó el oficio de pescador, y el justo José, con el que estaba desposada
la Virgen María, fue herrero. Por este motivo, éstos no deben descuidar las
ovejas que tienen encomendadas, porque por ello logran no uno, sino muchos
beneficios. de ellas se sustentan los enfermos, de ellas se nutren los niños, de
ellas se sostienen los ancianos, de ellas se redimen los cautivos, de ellas se
atiende a los huéspedes y viajeros, y además apenas tendrían recursos para
tres meses muchos monasterios si sólo hubiese el pan cotidiano en esta
región, más improductiva que todas las demás. Por lo cual, el que tuviere
encargo de este servicio, ha de obedecer con alegría de ánimo y ha de estar
muy seguro de que la obediencia libra de cualquier peligro y se prepara como
fruto una gran plaga, así como el desobediente se acarrea el daño de su alma.

"Regula Communis", ed. J.CAMPOS e I.ROCA, "Reglas monásticas de la España visigoda",


Madrid, 1971, pp. 186-188.

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