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COMENTARIO DE TEXTO I:

CRÓNICA DE UNA MUERTE


ANUNCIADA

Por fin, les dejamos redactado el comentario tercero referente a la


obra Crónica de una muerte anunciada del autor
hispanoamericano Gabriel García Márquez. Les recordamos la
misma metodología que utilizamos en La casa de Bernarda Alba:
- Se pueden "reciclar" los comentarios para los tres fragmentos a
comentar siempre y cuando cambiemos las partes pertinentes que
se refieran a cada texto.
- La opinión personal es única e irrepetible, recuerden que
facilitará la redacción si nos planteamos la siguiente pregunta:
"¿Se trata de un tema de actualidad?"
Era Angela vicario quien no quería casarse con el<<me parecía
demasiado hombre para mi>>, me dijo además Bayardo san
Román no había intentado ni siquiera seducirla, sino que hechizo
a su familia con sus encantos Angela vicario no olvido nunca el
horror de la noche en que sus padres y sus hermanos mayores con
sus maridos reunidos en la sala de la casa le impusieron la
obligación de casarse con hombre que con apenas se había visto.
Los gemelos se mantuvieron al margen<<que les pareció que eran
vainas de mujeres le dijo pablo vicario que el argumento decisivo
de lo padres fue que una familia significativa por la modestia que
no tenía derecha a despreciar aquel premio del destino. Ángela
vicario se atrevió apenas a insinuar el inconveniente de a apenas
la falta de amor, pero su madre le demolió con una sola frase de
amor: -también el amor se aprende a diferencia de noviazgos a
diferente de la época que eran largos y vigilados el de ellos solo
duro cuatro mese por urgencias de Bayardo san Román. No fue
más corto porque puro vicario exigió a que pueda terminar el luto
de la familia. Pero el tiempo los alcanzo sin angustias por la
manera irreversible con que Bayardo san Román arreglara las
cosas. <<una noche me preguntaron cual era la casa que mas le
gustaba que le había contado -Ángela vicario -y yo le contesté sin
saber para qué era, que lamas bonita del pueblo era la quinta del
viudo de xius yo hubiera lo mismo estaba en una colina barrida
por los vientos y desde la terraza se veía el paraíso los sin limites
de las sinienagas cubierta de las anemodas moradas y los días
claros se alcanzaba a ver el horizonte de los nítidos del caribe

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