Está en la página 1de 5

Génesis II Crónicas Oseas

Éxodo Esdras Joel

Levítico Nehemías Amós

Números Ester Abdías

Deuteronomio Job Jonás

Josué Salmos Miqueas

Jueces Proverbios Nahum

Rut Eclesiastés Habacuc

I Samuel Cantar de los Cantares Sofonías

II Samuel Jeremías Hageo

I Reyes Lamentaciones Zacarías

II Reyes Ezequiel Malaquías

I Crónicas Daniel
El milagro de la niña
Si buscas una historia corta para niños que les haga reflexionar, presta
atención a este texto del Nuevo Testamento que habla del milagro de la
hija de Jairo. Jairo era un sabio religioso que creía en la palabra de
Dios y se esforzaba por transmitirla al resto. Por eso, cuando su hija
enfermó repentinamente, fue en busca de la única persona que sabía
podría ayudarlo a sanar a su hija: Jesús.
Jairo encontró al hijo de Dios rodeado de gente en una calle, y de ahí
empezaron a saltar las voces que anunciaban que la hija de Jairo había
muerto. "¿Por qué molestar al Maestro?" le preguntaban a su alrededor "si
tu hija ya está muerta, no hay nada que hacer".
Jairo cayó desplomado, llorando y lamentándose por la hija de su
pequeña, pero Jesús se acercó a él y le pidió que tuviera esperanza, que
creyese en él aunque fuese difícil. Ambos pusieron rumbo hacia casa de
Jairo, donde una gran multitud lloraba encima del cuerpo de la niña...
"¡Está muerta!" exclamaban todos mirando a la pobre pequeña. Cuando
Jesús les dijo que no estaba muerta, que la niña solo dormía, se burlaron
de él y lo tomaron por loco. "No le creas" le decían a Jairo, "¿No ves que
ha muerto?"
Entonces Jesús echó de casa a todo el mundo excepto a Pedro, Santiago
y Juan. Tomó de la mano a la pequeña hija de Jairo y le instó: "Tálitha
cúmi", que significa "pequeña, a ti te digo: ¡levántate!". Entonces la niña se
levantó y empezó a caminar, llenando de alegría los corazones de sus
padres, quienes no podían creer el milagro.
Esta famosa segunda resurrección de Jesús según los Evangelios nos
recuerda lo importante que es creer incluso cuando es difícil, incluso
cuando los demás no tienen fe. No pierdas tú la tuya, pues al lado de
Jesús los milagros son posibles.
Jonás y la ballena
Una de las historias cristianas para niños más relevante sigue siendo la de Jonás y
la ballena. Tanto si buscas historias bíblicas para jóvenes como para adultos, estos
cuentos son magníficas opciones; sin embargo, para que puedas acercar los
aprendizajes cristianos a los más pequeños, te presentamos aquí la historia de Jonás
para niños adaptada:
Un buen día, Dios le pidió a Jonás el profeta que fuese a Nínive a predicar la buena
palabra del Señor y a advertirles que un oscuro futuro les depararía si no cesaban su
mal comportamiento. Pero Jonás sabía que Nínive era una ciudad pecaminosa y no
quería ayudar a sus habitantes, de modo que en vez de hacer caso a Dios, corrió hacia
un barco que zarpaba esa misma noche a otro lugar.
Pero al poco tiempo, Dios mandó una gran tormenta que lanzó el barco de un lado a
otro, y los pasajeros, asustados, empezaron a tirar por la borda todo su equipaje para
intentar salvarse. Jonás confesó que la tormenta era su culpa, pues Dios le castigaba
por no haber seguido su palabra, y admitió al resto de pasajeros que si lo tiraban por la
borda, todo volvería a la normalidad.
Y así sucedió... pero Jonás se ahogaba, no podía volver a la superficie, y fue entonces
cuando un gran pez llegó y se lo tragó, evitando así que se hundiera. Durante el tiempo
que pasó en la barriga de la ballena, Jonás oró y le agradeció a Dios su gesto, y
después del tercer día, Dios lo dejó salir. Le pidió entonces de nuevo que fuera a
Nínive... y esta vez Jonás obedeció.
No solo fue Jonás a la ciudad pecaminosa y les dio lecciones a todos sobre la
importancia de no desviarse del camino correcto de Dios, sino que pronto, todos los
habitantes de Nínive se dieron cuenta del mal que estaban causando a los demás, a
Dios y a ellos mismos con su comportamiento. Arrepentidos y avergonzados, pidieron
perdón por sus acciones y Dios les perdonó... pero Jonás, que tenía mucha rabia hacia
ese pueblo, no quería que se salieran con la suya y siguieran como si nada, sin ser
castigados por el Señor, así que enojado se fue hasta lo más alto de una montaña.
Fue entonces cuando Dios se acercó a él y le conto que Él era un Dios de amor, y que
todo el mundo merecía su misericordia y su cariño. Las historias de la Biblia para
reflexionar como esta nos recuerdan que Dios es sabio y comprensivo, y que no
quiere destruir a los que hacen el mal, sino darles una nueva oportunidad para que
sean mejores personas.
El Buen Samaritano

Jesús le cuenta a un doctor esta parábola: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de
salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente,
bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por
aquel sitio lo vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verlo tuvo
compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándolo sobre su
propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio
al posadero y dijo: «Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.» ¿Quién de estos tres
te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? » El doctor dijo: «El que practicó la
misericordia con él.» Dijo le Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»

MULTIPLICACIÓN DE PANES Y PECES

En una ocasión, algo de 5,000 hombres, más mujeres y niños, siguieron a Jesús para ser sanados
y escuchar Sus enseñanzas (Mateo 14:13-21). Cuando llegó la noche, la gente todavía estaba
con Jesús, y no había comido nada. Los discípulos sugirieron que Jesús despidiera a la gente
para que fuera a comprar comida en las aldeas, pero Jesús decidió alimentarle. ¿Cómo? Los
discípulos también se preguntaban lo mismo, ya que todo lo que había allí era cinco panes y dos
peces que eran el almuerzo de un jovencito (Juan 6:9). Jesús tomó los panes y peces, bendijo a
Dios, y mandó a los discípulos a repartirlos a la multitud. No, ellos no repartieron cinco panes y
dos peces; realmente, Jesús había multiplicado milagrosamente esas provisiones, y al final,
¡incluso sobró 12 canastas llenas de comida!
David y Goliat

Los filisteos estaban atacando a los israelitas. Todas las mañanas, un filisteo
gigante llamado Goliat desafiaba a cualquier israelita a pelear contra él.
Goliat era más grande y más alto que todos los demás, y era feroz. Llevaba
una pesada armadura y una espada, una lanza y un gran escudo. Nadie se
atrevía a pelear con él. David era un joven pastor que tenía fe en Jehová.
Sus hermanos mayores eran soldados del ejército de Israel. Un día, David
llevó algo de comida a sus hermanos. Cuando llegó al campamento del
ejército, oyó el desafío de Goliat. David preguntó a los soldados por qué
nadie defendía a Israel. Sus hermanos se enojaron y le dijeron que fuera a
cuidar de las ovejas, pero David sabía que Jehová defendería a Israel. El rey
Saúl se enteró de la fe de David, así que pidió verlo. David dijo a Saúl que
no tenía miedo de luchar contra Goliat. David explicó que una vez, cuando
estaba cuidando sus ovejas, mató a un león y a un oso. Jehová lo protegió
en ese momento y David sabía que Jehová lo protegería ahora. Saúl dio su
armadura a David, pero como no le quedaba bien, David se la quitó.
Decidió luchar sin armadura. David recogió cinco piedras lisas y las colocó
en una bolsa. Tomó su honda y su bastón de pastor y fue a enfrentarse a
Goliat. Cuando Goliat vio a David, gritó y se burló de él. Dijo que un
pastorcillo no podría vencerlo. ¡David le gritó a su vez que confiaba en que
Jehová lo protegería! David dijo que vencería a Goliat para mostrar la
grandeza de Jehová. David corrió hacia Goliat. Rápidamente lanzó una
piedra con su honda. La piedra golpeó a Goliat en la frente y el hombre
gigante cayó al suelo. Jehová ayudó a David a derrotar a Goliat sin espada
ni armadura. Cuando los filisteos vieron que Goliat había muerto, corrieron
atemorizados. Los israelitas ganaron la batalla. David confió en Jehová y
Jehová protegió a Israel.

También podría gustarte