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Título: Hipótesis de concurso aparente, concurso ideal y concurso real en delitos contra la propiedad
Autor: Terragni, Marco Antonio
Publicado en:
Cita: TR LALEY 0003/000391
SUMARIO: I. Cuestiones de técnica legislativa.- II. Si no existiese el art. 54 CP. - III. Concurso aparente.
Las relaciones.- IV. Concurso ideal.- V. Concurso real.- VI. Delito continuado.- VII. Aplicación de estas
nociones a casos de delitos contra la propiedad
I. CUESTIONES DE TÉCNICA LEGISLATIVA
El legislador describe una acción básica y del hecho fundamental parte para ir agregándole notas que lo
hacen cada vez más concreto. Muestra así distintas características que el suceso puede exhibir, de manera que su
concurrencia muestre la mayor o menor gravedad de la conducta.
Ocurre que muchas veces el contenido del tipo no se agota con la mera acción indicada, sino que abarca
otros elementos: referencias a objetos, a ciertos resultados, a circunstancias de tiempo y modo, etc.
Ordinariamente son estos ingredientes los que plantean casos de superposición de prohibiciones.
A medida que se va tornando compleja la normativa (pues lo usual es que el legislador vaya introduciendo la
mención de modalidades) el ámbito que abarca cada tipo puede coincidir en parte con el espacio cubierto por
otros.
Para que sea respetado el principio non bis in idem, es preciso que el intérprete examine con cuidado si la
conducta es captada por la ley penal y cómo; así aplicará solamente la pena que corresponda y no otra, sea esta
última más o menos severa que la primitivamente elegida.
Lo que no debe hacer es adoptar una decisión que implique desconocer que es legalmente inadmisible la
incriminación múltiple de características parciales de un mismo comportamiento.
Entendiéndolo así se resolvió que la acción típica del delito de hurto absorbe la posterior y necesaria
tenencia de la cosa hurtada -calificada como arma de guerra- no pudiendo reprimirse por segunda vez esa
tenencia, pues lo prohibe el principio non bis in idem (1).
a) Para evitar que se castigue más de lo que corresponde y también a fin de que cada delito acarree la
consecuente pena, se han elaborado principios relativos al concurso de tipos y al concurso de delitos.
Las instituciones concurso aparente, concurso ideal, concurso real y delito continuado dan solución a los
diversos problemas que se suscitan durante la búsqueda de la sanción que sea acertada.
A este tema nos referiremos en orden, específicamente, a los delitos contra la propiedad.
b) Ello nos permite recordar que, cuando se estructuró nuestra disciplina no existía una Parte General (y
tampoco códigos penales que la exhibieran) sino únicamente había un catálogo de figuras, descriptivas de los
hechos, indicando cuáles eran las penas que merecerían quienes los protagonizaran.
Una labor de más de dos siglos permitió ir conformando un conjunto de reglas aplicables a todos los sucesos
y éstas constituyen la Parte General de los ordenamientos modernos. Estas disposiciones generales tienen como
finalidad uniformar la interpretación de las situaciones diversas y, por supuesto, adjudicar correctamente las
sanciones.
II. SI NO EXISTIESE EL art. 54 CP.
Analicemos las figuras del Título Delitos contra la propiedad y pensemos por un momento que nuestro
código no tiene Parte General y, por lo mismo, que no contiene indicaciones sobre concurso de delitos y
específicamente que no existe el art. 54, relativo al concurso ideal.
¿Cuál es el panorama que se nos presentaría?
Tomemos los capítulos 1 y 2 sobre hurto y robo, respectivamente.
El intérprete observará que todo gira en torno del apoderamiento ilegítimo de una cosa mueble, total o
parcialmente ajena. Esto constituye el núcleo o figura rectora (Leitbild [2]), de manera que si el autor
materializó ese apoderamiento alguna de las disposiciones de esos capítulos le puede ser aplicable. Pero ¿cuál
de ellas?
La respuesta depende de si concurrieron o no particularidades, datos aportados por la ley y que se anexan a
la mera acción identificada por el verbo apoderarse.
Si así fuese la tipicidad será específica porque el tipo especial tiene más elementos que el básico del que
depende, y ello le permite al primero describir con mayor cantidad de detalles la conducta: Significa que se
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amplía el Tatbestand (supuesto de hecho al que se refiere la ley penal).


Si sólo se produjo el acto del simple apoderamiento, será aplicable el tipo del art. 162. Si concurrieron
circunstancias especiales, la mirada del intérprete debe dirigirse al resto de las reglas (no solamente a las de esos
dos capítulos sino a otras) para descubrir si el legislador ha previsto una pena que castigue de una manera
diversa el suceso en el que concurren esas características particulares.
En nuestro tema ¿en qué pueden radicar las notas individualizadoras?
Ciñéndonos al tipo rector, en relación a la acción de apoderarse ilegítimamente de una cosa mueble total o
parcialmente ajena, algunas de las notas peculiariedades -que nos proponemos señalar y al mismo tiempo
explicar brevemente cuál es el marco de la prohibición- pueden estar dadas por la concurrencia de:
a) Fuerza en las cosas o violencia física en las personas (robo, art. 164)
En relación a estas circunstancias calificantes por agravación insertadas en el código de 1921, las razones
fueron expuestas por el codificador, Rodolfo Moreno (h): El hurto acompañado de violencia ofrece a la vez un
atentado contra la persona y contra la propiedad. La distinción es antigua, como que las Partidas decían que el
robo es "Manera de malfetría, que cae entre furto y fuerza"(Proem. tít. 13, P. 7). Según las mismas, la pena
corporal podía llegar en el robo hasta la muerte, y en el hurto no pasaba de azotes o de galeras (L. 18, tít. 14, P.
7). Carlos Tejedor, autor del primer proyecto de Cód. Penal argentino, también recordaba esos antecedentes y
hacía la distinción entre hurto simple y calificado, llamando de este segundo modo al robo. El prefirió distinguir
y castigar separadamente los dos hechos, teniendo en cuenta que las cosas muebles se encuentran en general
más o menos defendidas por sus respectivos propietarios: cuando se ejercita una acción de hecho y se rompe o
fractura se consuma la fuerza a los efectos del apoderamiento (3).
Parte de la doctrina y parte de la jurisprudencia coinciden en el sentido que caracteriza el concepto fuerza en
las cosas: Es la modalidad del apoderamiento que, venciendo la resistencia de la cosa misma o de los elementos
puestos para asegurarla o contenerla, se ejerza de manera diferente a la natural que el legítimo tenedor tenga que
emplear para tomarla por sí.
Para otra corriente de opinión no se requiere una violencia anormal sino el simple empleo de energía de
cierta entidad, tesis que -en determinadas hipótesis- torna imprecisa la diferencia entre el hurto y el robo.
En cuanto a la violencia en las personas, ella comprende la actuación ruda que recae sobre el cuerpo o sobre
el ánimo de la víctima, determinando el arrebato de la cosa.
En algunos de estos hechos pueden encontrarse ejemplos de concurso aparente, porque a veces la
prohibición de que se afecte -aunque más no sea momentáneamente- la libertad queda abarcada por la previsión
del tipo penal del robo.
Volviendo al tipo rector definido como apoderamiento ilegítimo de una cosa mueble total o parcialmente
ajena, las relaciones se multiplican, porque a su vez los hurtos y los robos resultan calificados si son cometidos
mediante:
Diversas modalidades o en distintas circunstancias; como pueden ser las siguientes:
b) En banda (art. 166 inc. 2; art. 167 inc. 2)
No obstante que la jurisprudencia se había pronunciado de manera distinta durante un prolongado período,
hoy se puede afirmar que esta situación se presenta cuando tres o más personas de común acuerdo participaron
en la ejecución del hecho.
Ha sido entendida así en diversos, cuyos resúmenes son:
"Es suficiente que tres o más personas hayan tomado parte en el hecho, empleada esta expresión en el
sentido del art. 45 CP. , sin necesidad de que tales partícipes a su vez integren una asociación ilícita de las
descriptas en el art. 210 del mismo" (4).
"Se configura la banda que agrava el robo, si los autores fueron tres personas, sin que constituya obstáculo
que dos de los partícipes hayan eludido la acción de la justicia" (5).
Entendemos pues que la intervención de varias personas en la comisión del delito asume por sí una
particular gravedad, teniendo en cuenta la mayor vulnerabilidad en que el grupo coloca al bien jurídico, lo que
justifica la imposición de una pena superior.
Así no desaparecería la circunstancia calificante por el hecho de que uno de los partícipes no sea responsable
frente a la ley penal (por ejemplo, por ser un menor inimputable, siempre que su presencia signifique esa
amenaza más seria).

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La aplicación de la ley especial se debe efectuar en otras ocasiones, cuando ésta identifica:
Determinados objetos:
Ganado mayor o menor, productos separados del suelo, máquinas o instrumentos de trabajo, dejados en el
campo, o alambres u otros elementos de los cercos, causando su destrucción total o parcial (art. 163 inc. 1).
La interpretación exegética es útil, pues la Exposición de Motivos del Proyecto de Código Penal argentino
de 1891 (fuente más importante del ordenamiento actual) decía que era conveniente proteger contra el hurto los
productos o semovientes que por necesidad quedan en el campo, no siendo posible que el propietario tome
respecto de ellos las precauciones que se tienen con referencia a objetos que pueden ser guardados en un recinto
cerrado.
Sin embargo el motivo por el cual los animales han sido dejados en el campo (presupuesto del hurto de
ganado) es materia de planteos y controversias en casos concretos.
En uno el cuestionamiento a la aplicación de la figura agravante se basaba en que en el campo vivía un
puestero que debía vigilar los animales sueltos.
El tribunal consideró que la exigencia típica de que los animales sean dejados en el campo, no significa que
deban estar absolutamente solos, sin que persona alguna se encargue de las tareas propias de la conservación,
alimentación y crianza. Lo que se requiere es que los animales, a raíz de la naturaleza de su explotación, no
pueden contar con una custodia directa. El productor, frente a la necesidad impuesta por las particularidades de
la labor rural, se ve compelido a dejar los animales en una extensión de tierra sobre la que es imposible ejercer
una vigilancia directa en forma permanente. En estas circunstancias, la agravante del hurto cumple la misión de
otorgar a los bienes rurales una defensa más enérgica, teniendo en cuenta ese desamparo natural y propio de la
explotación ganadera, que sólo cuenta a su favor con la buena fe de los vecinos. El hecho de que en un
establecimiento ganadero de novecientas hectáreas resida y cumpla determinadas funciones un puestero, no
prueba que los animales en su totalidad (distribuidos en distintos potreros) cuenten con una vigilancia inmediata
y permanente. El laboreo de este único dependiente, no hace modificar la estructura de la explotación, pues aún
así los vacunos se mantienen en esa situación de desamparo. Por tanto, no existe razón para excluir la calificante
del hurto de ganado (6).
También se califica el hecho básico conforme al objeto sustraído, siendo que algunas de las cosas reciben un
resguardo legal superior teniendo en cuenta el número: Así ocurre con cinco o más cabezas de ganado; y en este
caso al medio empleado por el agente para la apropiación: Uno motorizado para su transporte, art. 163, inc. 1,
párr. 2º).
La razón de la segunda circunstancia agravante es la mayor seguridad que tienen los autores para procurar la
impunidad, siendo que pueden poner en corto lapso a buen resguardo a los animales que son su objeto (7).
Es suficiente que el medio motorizado se utilice para consumar el hurto, como es el caso en que se sacan por
arreo los animales y se los carga inmediatamente en el vehículo que espera en las inmediaciones para
conducirlos al lugar al que se propuso el agente hacerlo.
La existencia de la calificante se materializa por la unidad del hecho, de manera que no deja de aplicarse si
-en un mismo contexto temporal y en el mismo espacio físico- se van retirando los animales de a poco hasta
sumar cinco o más cabezas (8).
c) Cuando el hurto fuese de mercaderías u otras cosas muebles transportadas por cualquier medio y se
cometiere el hecho entre el momento de su carga y el de su destino o entrega, o durante las escalas que se
realizaren (art. 163 inc. 5)
Aquí se combinan características del objeto con la ocasión.
Puede encontrarse un antecedente de la norma y de su explicación en el Proyecto de 1891 cuya Exposición
de Motivos, al referirse al hurto de objetos o dinero de viajeros, decía que esta agravación se explica por la
menor defensa que se puede oponer al delito en esas circunstancias y por las mayores dificultades que tiene el
viajero para procurar la represión del delincuente.
La defensa menguada está por la mayor desprotección y por la reducida vigilancia.
Si bien la discusión parlamentaria previa a la sanción de la ley 23468 , que introdujo el inciso, advierte que
se trató de reprimir con mayor severidad la llamada piratería del asfalto, la disposición abarca todos los
supuestos.
d) Por el tiempo o por la ocasión
De un incendio, explosión, inundación, naufragio, accidente de ferrocarril, asonada o motín o aprovechando

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las facilidades provenientes de cualquier otro desastre o conmoción pública o de un infortunio particular del
damnificado (art. 163 inc. 2).
La ley contempla circunstancias objetivas, concurriendo las cuales, la defensa de las cosas disminuye e
incluso se anula. Ello se contrarresta con la amenaza de una pena mayor. Añade datos subjetivos reveladores de
un mayor contenido de injusto, ya que el autor deja de lado elementales deberes de solidaridad. Esta nota
explica asimismo el límite temporal de aplicación de la agravante, pues el hurto debe producirse en el mismo
momento de ocurridos el desastre o el infortunio, o inmediatamente después.
El tipo especial se formula, asimismo, teniendo en cuenta determinados resultados:
Si con motivo u ocasión del robo resultare un homicidio (art. 165).
Si por las violencias ejercidas para realizar el robo, se causaren lesiones graves o gravísimas (art. 166 inc.
1).
Estos supuestos plantean relaciones concursales con otras normas, por lo que dejamos el comentario para
cuando nos refiéramos a esos problemas de encuadramiento.
Se amplía la previsión básica cuando el suceso acontece en algunos lugares:
En despoblado (arts. 166 inc. 2; 167 inc. 1).
La ley remite a un sitio que está fuera del radio urbanizado. Sin embargo, es un concepto de carácter
circunstancial, pues no alude al lugar propiamente dicho (descampado) sino al aislamiento, a la ausencia de
personas que puedan acudir en auxilio del agredido, o que inhiban a los ladrones. A su vez, éstos aprovechan la
facilidad que el sitio aislado les ofrece para lograr el apoderamiento.
Así se ha desarrollado la idea entendiendo que se trata de un sitio solitario: no hay otras personas (aparte de
la víctima del robo y del pequeño grupo del que la familia forma parte) que puedan acudir en auxilio.
La circunstancia calificante puede estar representada por el medio:
Cuando se hiciere uso de ganzúa, llave falsa u otro instrumento semejante, para penetrar al lugar donde se
halla la cosa objeto de la sustracción o de la llave verdadera que hubiere sido sustraída o hallada (art. 163 inc.
2).
La razón de la agravante surge de la mayor seguridad en que la cosa se encuentra, resguardo que el ladrón
debe superar para penetrar al lugar en que se halla; ya sea usando un instrumento que reemplace al que
naturalmente permite la apertura o empleando de manera ilícita la llave verdadera.
En este punto hay que señalar que en su origen (Proyecto de 1891) lo que se procuró dejar en claro es que en
el suceso el autor no emplea violencia; pero se justifica un incremento de la pena porque el caso reviste una
gravedad especial, que lo hace diferente del hurto básico.
Otra forma de actuar agrava la sanción: Cuando se perpetrare con escalamiento (art. 163 inc. 4).
La doctrina y la jurisprudencia han prescindido de utilizar el significado literal del verbo escalar, aceptando
en cambio el criterio de los autores del Proyecto de 1891 según los cuales la acción debe entenderse como el
penetrar por una vía que no está destinada a servir de entrada, empleando un esfuerzo considerable para superar
un obstáculo de cierta significación.
Si el escalamiento se hace sin provecho el delito no se agrava. Así se ha resuelto que no califica el hurto el
ascenso o descenso realizado inútilmente por el ladrón, aunque él lo creyese necesario (9).
El medio es relevante:
Cuando el robo se cometiere con armas (art. 166 inc. 2).
El robo se ejecuta (y ello constituye el modo de violencia que caracteriza la agravante) con armas, cuando se
emplean las específicamente destinadas para el ataque o defensa de las personas, así como cuando se usan los
objetos que adquieren tal condición por ser empleados como medios contundentes.
Debe tenerse en cuenta para que sea correcta la interpretación de la circunstancia agravante del uso de
armas, la calidad de las mismas: si es un arma de fuego, que funcione, que sea apta para disparar, que esté
cargada, etc. Si no se dan esas condiciones no corresponde aplicar la agravante.
En una causa se resolvió que si bien se hallaba acreditado que el robo en grado de tentativa se cometió
exhibiendo un arma de fuego, no procede la aplicación de la agravante del art. 166 inc. 2 si sólo pudo
establecerse que el arma era apta para el tiro, porque lo que en definitiva interesa a los fines de calificar el hecho
es su efectiva posibilidad de disparar en el momento del hecho, cosa imposible en autos pues estaba descargada
(10).
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La razón por la cual se hace más severa la sanción en el caso del robo por el uso de armas, se encuentra
tanto en el mayor peligro corrido por la víctima, como en la superior intimidación que se ejerce sobre ella.
Así se ha resuelto que la jeringa que contiene sangre infectada de Sida tiene el carácter de arma, no sólo por
el específico poder vulnerante de su aguja, sino también porque además ésta fue acercada a una zona vital del
cuerpo de las víctimas, en acto idóneo para poner en grave peligro su integridad. Su uso agrava el delito de
robo, dado que la cantidad de fluido, más las manifestaciones del imputado en el sentido de que el mismo estaba
infectado de Sida, incrementan sin duda la intimidación ejercida sobre las víctimas, teniendo en cuenta el temor
que la sociedad tiene a dicha enfermedad (11).
El medio califica el suceso:
Cuando el robo se perpetrare con perforación o fractura de pared, cerco, techo o piso, puerta o ventana de un
lugar habitado o sus dependencias inmediatas (art. 167 inc. 3).
Es decir que se agrava el hecho cuando para su comisión se utiliza la fuerza para destruir aquello que
constituye el cerramiento de esos sitios, que - teniendo cierta solidez- hace a la seguridad de las personas y de
las cosas que allí se encuentran. El acontecimiento constituye una agresión a la intimidad del domicilio y pone
en peligro a quienes se encuentran en él.
e) Cuál es la situación en la hipótesis de concurrencia de varias agravantes?
En el caso de que la conducta encuadre en más de una agravante, no podrá entenderse que hay concurrencia
entre ellas, sino que debe imperar la figura preponderante, aquella que contiene más elementos de especialidad
(12). Fundamentalmente si una de las previsiones atiende a la protección de varios intereses, como en el caso de
la agravante de robo en poblado y en banda, esa circunstancia calificativa queda desplazada por la del uso de
armas, en razón de que el art. 166 inc. 2 contempla no sólo el bien jurídico de la propiedad sino también el de la
integridad física del sujeto pasivo y el incremento de la intimidación (13).
III. CONCURSO APARENTE
Las circunstancias anteriormente expuestas, relacionadas con el hurto y con el robo, así como con sus
circunstancias calificantes, obligan a examinar si es aplicable una u otra disposición, utilizando las reglas que
proporciona la teoría del concurso aparente.
Se le llama concurso aparente de delitos o concurso aparente de tipos.
Esta última denominación es la que preferimos, pues lo que ocurre es que hay una disputa entre tipos para
atrapar, de manera exclusiva uno de ellos, el hecho acontecido.
También el adjetivo calificativo aparente es cuestionado por alguna doctrina, pues da la idea de la carencia
de concurso, cuando en realidad lo que falta es un hecho delictivo plural. Los tipos confluyen, pues el ámbito de
cada uno de ellos se superpone en parte con el de los demás.
Sobre el punto Pessoa dice que el encuadre múltiple del hecho no es aparente sino efectivo (14); en el
sentido de que es cierto que concurren dos o más tipos penales. Esta convergencia se da cuando dos o más tipos
tienen elementos comunes en sus respectivas estructuras, revelando así pluralmente ciertos aspectos del suceso;
hay repetición de prohibiciones. Pero uno de los tipos aprehende en forma total la acción y los otros lo hacen de
manera parcial (15).
Se puede hallar coincidencia con esta idea que se desprende de este fallo: "Los delitos de calumnia y falsa
denuncia tienen elementos comunes y además elementos propios de cada uno de ellos. Cuando se dan los
comunes y los propios de ambos en un caso, se está ante un concurso ideal (16).
La consideración del ámbito de las respectivas prohibiciones está presente asimismo en esta otra sentencia:
"Si el hecho es único, no obstante que sus modalidades consumativas puedan diferenciarse materialmente, es
necesario distinguir si medió entre ellas alguna relación por efecto de la cual se unificarán jurídicamente o si,
por el contrario, al reclamar para el hecho la aplicación simultánea de más de una definición penal, en razón
precisamente de sus características modales, concurren idealmente según las previsiones del art. 54 CP. " (17).
Con las reglas que proporcionan solución a las dificultades del concurso aparente: se trata de ubicar la
tipicidad que corresponde a un hecho que, contrariamente a lo que ocurre en el concurso ideal, cae bajo una
única sanción penal.
Se procurará, entonces, saber cuál es la sanción penal que se adecua a ese suceso singular, para lo cual es
preciso analizar el ámbito de prohibición que delimitan las figuras, los distintos tipos penales. La concurrencia
(y de allí el empleo de la palabra concurso) es real, tomando este vocablo en el sentido de que tiene existencia
un encuadre múltiple con espacios superpuestos. El adjetivo aparente, que califica al sustantivo concurso, tiene

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el mero objeto de diferenciar esta hipótesis de los casos en los cuales el hecho debe castigarse de manera plural,
ya sea porque un mismo hecho acarrea multiplicidad de sanciones o porque así ocurre con sus acontecimientos
independientes.
Cuando se conoce el alcance de cada uno de los tipos es posible comparar esa potencialidad de prohibición
con la de los demás.
Las relaciones que se pueden dar son diversas, aunque no están definidas por la ley. Soler intentó hacerlo en
su Anteproyecto de 1960 cuyo art. 82 dice: "No hay concurso, y se impondrá la pena única que corresponda,
cuando las figuras legales en las que se encuadra el hecho sean entre sí incompatibles; cuando la una esté
contenida en la otra como elemento constitutivo o calificante; cuando la una sea específica en relación a la otra
o cuando se trate de actos que se presuponen normalmente ejecutados antes o después del hecho definido por
una figura legal".
La doctrina no concuerda en cuanto al número y al nombre de las relaciones que se producen entre los tipos.
Lo tradicional es que se mencionen las de especialidad, alternatividad (Aunque cuando las figuras se excluyen
recíprocamente en realidad no concurren; de manera que la denominación alternatividad alude a la simple
necesidad de encuadrar correctamente el hecho, descartando lo que, a primera vista, aparecía como problemática
apariencia de concurso de tipos) consunción y subsidiariedad.
En los llamados actos co-penados, anteriores y posteriores, algunos entienden que no hay concurso de tipos
y otro sector de la doctrina que así ocurre con los distintos grados de afectación de la integridad corporal
(lesiones leves, graves, gravísimas y muerte final), como en la hipótesis de destrucción de la cosa hurtada.
Una situación distinta se da en el caso de venta de la cosa hurtada, en que se configura un concurso real de
delitos, solución en que no todas las decisiones jurisprudenciales coinciden.
Hay casos en los cuales la superposición es total, ya que hay tipos que están íntegramente contenidos en los
demás. En otros convergen sobre una conducta, prevista por distintos tipos, aspectos diferentes de ella.
Para no abandonar, por ahora, los capítulos del hurto y del robo, diremos que cuando aparecen las
características particulares (una o varias, según las combinaciones que en cada figura se anotan) la previsión
especial desplaza a la general o básica; en el caso, la del hurto.
La elección entre los diversos tipos no significa necesariamente la exclusión definitiva de uno por el otro,
pues a veces se produce el llamado efecto de la "vuelta a la vida" (Wiederaufleben) del tipo desplazado; que
sucede en el caso de desistimiento de la tentativa calificada (18).
Con los casos que más adelante plantearemos se verá que el intérprete, no obstante contar con distintos
métodos que permiten abordar los problemas, se encuentra con dificultades.
Pero por ahora avancemos en aspectos generales relativos a los concursos, respondiendo previamente a la
pregunta que en su momento formulamos: ¿Qué pasaría si no existiese el art. 54 CP. ?
En ese caso deberían multiplicarse los tipos complejos, pero no obstante siempre quedarían sucesos no
previstos.
IV. CONCURSO IDEAL
La problemática del tema gira en torno del significado de la palabra hecho que utiliza el art. 54 CP.
Las distintas interpretaciones doctrinarias se esbozaron en torno de las siguientes ideas:
Unidad de acción: Entendida en el sesgo subjetivo de la relación de medio a fin. Lo decisivo es la finalidad,
que puede perseguirse a través de varios sucesos; pero ello descarta la unidad de hecho, a la que refiere el art. 54
CP. argentino.
Inseparabilidad natural o jurídica de las lesiones. La palabra hecho es entendida en un sentido amplio, no
limitado a "acción" sino comprensivo de acción y resultado y la expresión exceso de dolo (que aparece en este
laboreo doctrinal) quiere decir que el autor, queriendo producir una lesión, debe necesariamente causar la otra.
Pese a su aceptación por parte de la doctrina y de la jurisprudencia nacionales, no puede resolver por sí
misma las dificultades que el tema plantea.
Unidad de efecto real causado; unidad de lo que el hombre hace, sin que importe la separabilidad o no de las
lesiones ni el exceso o no de dolo. Se considera un hecho sustantivo y circunstancias de tiempo, lugar y modo,
que determinan un doble encuadramiento. Fijada la unidad de hecho natural, en ese sentido objetivo se presume
la unidad de resolución y hay concurso ideal siempre que exista también unidad personal de los bienes jurídicos
afectados.

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Toma de posición: La norma relativa al concurso ideal sirve como fórmula residual: se utiliza cuando no
pueden funcionar las reglas del concurso aparente, dado que el legislador no incluyó en el catálogo de las
infracciones ese hecho complejo. Si el poder de absorción de los tipos penales, aisladamente considerados, no
llega a abarcar la totalidad de las consecuencias jurídicas del suceso, se produce un concurso ideal.
De todas maneras es prioritaria la indagación de si existe un tipo penal único, en el que se encuadre el
suceso, pues ello tiene decisiva importancia; no solamente en orden al principio de legalidad sino también
respecto de la consecuencia: la pena. Ya que en un considerable número de casos se deberá aplicar pena menor,
comparados los tipos entre los cuales hay que seleccionar el que efectivamente corresponda. En cambio,
tratándose de concurso ideal es aplicable la pena que sea mayor comparadas todas las que confluyen en el hecho
único (art. 54 CP. ).
Hay concurso ideal, entonces, cuando utilizando la disposición general del art. 54, se castiga como ella
indica la realización simultánea del tipo objetivo de las distintas infracciones. Esto significa que el "hecho" al
que hace referencia el art. 54 se compone con los requisitos objetivos de todos los tipos en cuestión y con el tipo
subjetivo correspondiente a cada uno de ellos (19). Además, el ámbito de la prohibición definida por los
respectivos tipos no se superponen (no existen elementos comunes, o si los hay son mínimos) (20) pues de lo
contrario resultaría violado el principio non bis in idem, si se sancionase más severamente una prohibición ya
considerada.
¿Qué quiere el art. 54 con la frase "más de una sanción penal"?
La respuesta es que se refiere a más de un tipo autónomo y no a más de una pena (21).
En ese orden de ideas, si de un tipo básico (o rector) se desprenden varias circunstancias que lo califican, no
puede haber concurrencia formal entre ellas, por lo que llama la atención que se haya pensado en esa
posibilidad, aunque para descartarla en el fallo cuyo resumen es el siguiente:
Si bien el robo es cometido con armas y además en poblado y en banda, se trata de una sola entidad jurídica
que debe calificarse, por su mayor gravedad, en el art. 166 inc. 2 y no como concurso ideal con el art. 167 inc. 2,
aun cuando ha de considerarse esta última circunstancia para la graduación de la pena (22).
Para Pessoa la noción hecho, en cuanto patrón o medida para determinar la unidad y pluralidad delictivas,
no es el producto o resultante de la unidad de acción ni de resultados, sino que es una noción que se obtiene
especialmente del funcionamiento de los tipos penales que convergen sobre una conducta humana.
Soler había manifestado su implícito desaliento por no encontrar una solución al problema, y fue así como
suprimió la regulación específica del concurso ideal en su Anteproyecto de 1960. Lo explicó diciendo que "los
casos de concurso ideal y, en consecuencia de pena única, han ido restringiéndose en la doctrina moderna, y casi
puede decirse hoy que, salvo en los hechos culposos, solamente se admite esta figura para casos académicos".
Mantuvo, no obstante, la referencia al supuesto en que "un solo hecho importe la violación de varios
preceptos penales que sean aplicables simultáneamente" (art. 81) disponiendo se aplicasen las reglas
establecidas para la concurrencia de hechos independientes (arts. 79 y 80).
Sin embargo, sostenemos que es imposible borrar la institución concurso ideal, porque el problema sigue
estando presente.
Como vimos una de las teorías sobre la unidad de hecho, que identifica al concurso ideal, gira en torno de la
idea de inseparabilidad de las lesiones (23), lo que coloca sobre el tapete la inteligencia de si es un caso de
concurso ideal o real aquél en el cual -en un mismo contexto temporal- afecta bienes jurídicos pertenecientes a
más de un sujeto pasivo. Se podría utilizar el ejemplo del veneno puesto en la sopera de la cual se sirven varios
comensales, al que la doctrina ha dado soluciones diversas.
Resumiendo:
En el concurso ideal los tipos penales puestos en movimiento no están contenidos unos en otros, como en el
caso del concurso de tipos en el cual exclusivamente uno de los tipos aprehende la totalidad de la conducta y el
o los restantes toman solamente aspectos parciales.
En la hipótesis de concurso ideal solamente el conjunto de los tipos en juego abarca todo el hecho,
sucediendo que determinados aspectos del mismo están aprehendidos por los dos tipos.
Esta explicación resulta más acertada que la que insiste en la idea de unidad natural del acontecimiento, a
pesar de que es corriente que algunos fallos adopten este último criterio, como lo hace uno de la Suprema Corte
de la Provincia de Buenos Aires: "Para establecer si en el caso dado media la unidad de hecho esencial a la
hipótesis de concurso formal, es menester interpretar la expresión hecho en sentido natural, concepto que no se
determina por la unidad de acto típico, pues el hecho puede comprender más de un tipo penal, la unidad de los
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actos está fácticamente unificada por la unidad de su contexto, esto es, por la unidad de tiempo y lugar de su
ejecución que conceptualmente los presenta como una sola y misma conducta" (24).
Las hipótesis de concurso ideal se han ido reduciendo pues el Cód. Penal argentino suministra soluciones
para casos determinados: El legislador ha imaginado hechos con encuadre múltiple y los ha resuelto, acotando
de este modo el trabajo del intérprete. Pero ello no puede ser abarcativo, por lo que es necesario que
permanezcan las reglas del concurso ideal.
En la materia de los Delitos contra la propiedad, que nos ocupa, se podrían mencionar a modo de ejemplo
los siguientes sucesos complejos y las posibles soluciones legales:
a) Si el hecho configura el delito de robo y además el de homicidio la pena será de reclusión perpetua o de
prisión perpetua si el que mató lo hizo para perpetrar, facilitar, consumar u ocultar el robo o para asegurar sus
resultados o procurar la impunidad para sí o para otro o por no haber logrado el fin propuesto al intentar el robo
(art. 80 inc. 7).
Si no existiese esa norma el hecho caería bajo más de una sanción penal (la del homicidio y la del robo). En
el supuesto de esa carencia, de todas maneras el legislador habría dispuesto que se aplicase una única pena, en
este caso la más grave que contempla nuestro derecho penal común.
Esto, imaginando la hipótesis de que solamente estuviese vigente el inc. 7 del art. 80, pero como también lo
está el art. 165, el ejemplo propuesto plantea un problema de concurso aparente de tipos, que hace jugar la
llamada relación de alternatividad:
Dependiendo de la realidad fáctica se aplicará la previsión del art. 80 inc. 7 o las del art. 165.
Sobre el punto el Trib. Oral de Menores, n. 1 de Buenos Aires resolvió el 9/1/94: "Si el autor del hecho mató
para consumar el robo, para robar, esto es lo que caracteriza el homicidio criminis causae y lo distingue de la
figura del art. 165 CP.
Sobre el homicidio que prevé la figura típica del art. 165 se ha escrito que sólo puede ser reprochado a título
de dolo en cualquiera de sus grados: directo, indirecto o eventual. Aquí los autores del delito acuerdan de
antemano cometer un atentado contra la propiedad y durante el transcurso de tal acción deciden
imprevistamente, y como mero incidente del robo, matar. Lo que es accidental es la resolución, la decisión; pero
la intención dolosa existe: se decide robar y se roba; se decide matar y se mata. En el homicidio criminis causae
existe dolo directo más la conexidad subjetiva entre el homicidio y el otro delito: El autor preordena matar para
cometerlo. En forma reflexiva y meditada se ha propuesto el homicidio como medio para ejecutar la diferente
lesión. El ladrón muestra su desprecio por la vida ajena, eligiéndola como instrumento para apoderarse de la
cosa o para asegurar los resultados o la impunidad (25).
Por nuestra parte nos parece necesario recordar los antecedentes de esta forma de legislar, que se remontan
al Proyecto de 1891, en cuya Exposición de Motivos se decía que la norma de lo que es hoy el art. 165 se refiere
"al caso en que el homicidio fuese un medio accidental del robo". "Referida la disposición a un caso accidental,
es necesario despojar a la pena de su actual crudeza e inflexibilidad, dándole toda la extensión requerida para
que se atienda a todas las circunstancias que medien en lo que la ley no puede prever con precisión" (26).
Para nuestra forma de entender el problema, constituye un ejemplo de concurso aparente el trabajo de
encuadrar el hecho sea en el homicidio criminis causae del art. 80 inc. 7 o en la previsión del art. 165 (homicidio
resultante con motivo u ocasión del robo).
Sin embargo, nos llama la atención (y obra a modo de advertencia) que alguien haya pensado en la
aplicación de las reglas del concurso real. Así, luego de exponer su criterio según el cual la figura del art. 165
contempla un delito que sólo puede ser reprochado a título de dolo, en cualquiera de sus tres grados: directo,
indirecto o eventual, en el comentario de un fallo se lee:
"Descartada la forma culposa de esta norma adquiere sentido el sistema de concurso de delitos (art. 55 CP. ),
toda vez que es muy frecuente que en los robos ya sean simples o calificados se ocasionen lesiones y homicidios
culposos o preterintencionales, no teniendo por qué, en estos casos, aplicarse la disposición del art. 165, sino
que nos enfrentamos ante un verdadero concurso de delitos por el cual los agentes delictivos encontrarán una
adecuada sanción acorde al injusto cometido (por ejemplo: art. 167 [27] CP. y art. 84 CP. )" (28).
Si la víctima del homicidio es una persona distinta que la víctima del robo que se considere la existencia de
hechos independientes (29) derivaría de interpretar que las consecuencias son jurídicamente separables. Porque
un hecho (entendido como una acción más un resultado) sería el apoderamiento y otro el causar la muerte. De
manera que, siguiendo la idea expuesta en esa nota, la pena debería estar arreglada a las disposiciones del art.
55, teniendo como mínimo el mínimo mayor y como máximo la suma resultante de la acumulación de la pena

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de ambos hechos, aunque en el caso concreto resulta aplicable la regla del art. 56.
Si varias personas resultasen muertas los máximos se seguirían sumando hasta llegar al límite puesto por el
art. 55: No exceder el maximum legal de la especie de pena de que se trate.
Sin embargo, nuestra opinión es que en el caso deben aplicarse las reglas del concurso aparente.
b. Si el hecho configura un secuestro extorsivo mediante la sustracción, retención u ocultamiento de una
persona, para sacar rescate, de no existir la figura compleja del art. 170 caería bajo más de una sanción penal (la
de la extorsión y la de la privación ilegal de la libertad del art. 141).
Así se podría continuar con la enumeración de maneras diversas en que concurren varias sanciones penales
derivadas de un mismo hecho, formas que han sido previstas específicamente por el legislador.
Sin embargo, como éste no puede imaginar la infinita variedad de situaciones fácticas que se pueden
presentar, colocó en la Parte general la norma del art. 54, de manera que "cuando un hecho cayere bajo más de
una sanción penal, se aplicará solamente la que fijare pena mayor". Si no existiese el art. 54 CP. quedaría un
vacío legislativo.
V. CONCURSO REAL
El Cód. Penal está diseñado para que siempre la persona que materialice los hechos que en la Parte Especial
se describen, reciba una pena por cada uno de ellos.
Sin embargo, al momento de diseñar el sistema de sanciones la ley argentina no se inclina por el método que
consiste en efectuar una mera suma. Así para el caso de concurso real adoptó el sistema llamado por la doctrina
cúmulo jurídico, de forma que el resultado final del cálculo para establecer el máximo de la pena aplicable es la
adición de las penas correspondientes a los diversos hechos, pero el resultado no podrá exceder del maximum
legal de la especie de pena de que se trate (art. 55).
Para que esa forma de sancionar funcione, es requisito que los hechos sean independientes. Justamente las
dificultades interpretativas giran en torno de cómo se puede saber que los hechos son independientes.
En este tema es decisivo responder a la pregunta: ¿La independencia se construye sobre la acción o sobre los
resultados, o tienen que tenerse en cuenta ambos? De la contestación dependerá resolver el caso, por ejemplo,
de quien se propone matar a dos personas con un único disparo.
Contar delitos a partir de la cantidad de efectos materiales presenta inconvenientes, pues hay casos en los
que con un comportamiento imprudente que causa dos resultados se tendría que decir que hay dos lesiones o dos
homicidios culposos (30).
Se argumenta que en el concurso real no existe ninguna conexión típica o comunidad de elementos típicos:
No se superponen en la prohibición ciertos elementos del hecho.
Por nuestra parte creemos que resulta necesario desarrollar la idea, pues en casos extremos, en los que hay
separación temporal y encuadramiento en tipos inequívocamente diversos, no habrá duda acerca de la
inexistencia de conexión típica o comunidad de elementos típicos, pero la enunciación resulta insuficiente para
distinguir el concurso real del ideal o del delito continuando cuando existe conexión típica, cuando -por
ejemplo- los delitos se materializaron en un mismo momento y constituyeron agresiones a bienes jurídicos de
similar entidad: Volvemos a mencionar el caso de un mismo disparo que mata a dos personas.
La solución consiste en examinar cómo funcionan los elementos del tipo: en el concurso real el tipo objetivo
de ambos hechos, por lo general, no coincide. Y si se produjese lo contrario, en lo que no puede haber unidad es
en el tipo subjetivo: para que se produzca concurso real tiene que existir más de un dolo. De manera que si el
sujeto tuvo conocimiento de que su acción llevaría a la muerte de dos personas y voluntad de hacerlo los
homicidios concurrirán realmente; en cambio si conocía los alcances de lo que estaba haciendo y dirigía su
voluntad a la muerte de una de ellas, produciéndose la del otro por equivocada elección de los medios, habrá
concurso ideal entre el hecho doloso y el culposo.
Sin perjuicio de reconocer que esa problemática requiere un análisis más extenso, por ahora interesa
destacar que en la materia de los Delitos contra la Propiedad es posible que por los especiales modos empleados
para la agresión de ese bien jurídico y por particulares características subjetivas y temporales, aparezca dudoso
que exista separación entre los hechos (31).
Si estuviesen vinculados entre sí, ello da lugar a la aplicación de las reglas del delito continuado.
VI. DELITO CONTINUADO
Si hay dependencia entre los diversos sucesos, la sanción a aplicar será la correspondiente a uno solo. La
dependencia puede darse, según las diversas teorías, atendiendo a la unidad de determinación o a la uniformidad
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en la afectación del bien jurídico.


Distintos criterios:
a. Homogeneidad de los hechos e identidad del objeto lesionado. Como decía el Código de Baviera: los
actos se realizan en relación a la misma víctima y significan la violación del mismo precepto legal.
b. Tesis subjetiva. Unidad de resolución delictiva: el propósito inicial debe existir inalterado en la mente del
autor.
c. Consideración normativa: Según el Proyecto de 1891: "Si varios hechos, aunque cada uno de ellos
tomados aisladamente fuere punible, son de tal modo conexos que deban ser considerados como una sola acción
continua, se aplicará la disposición legal que fije la pena mayor" (art. 79). La Exposición de Motivos explicaba
que uno es el designio del autor y uno es también el fin que se propone conseguir. Los distintos hechos no son
independientes entre sí, no son sino diversos momentos de una sola acción, forman un conjunto.
d. Toma de posición: Los hechos son dependientes entre sí porque lo plural resulta de la modalidad
fraccionada de una ejecución delictiva con un único dolo.
Esta unidad del tipo subjetivo impide considerar los sucesos como separados, y por tanto amenazados con
una acumulación tal de penas, que tornarían injusta la solución.
Estas consideraciones tienen recepción jurisprudencial, pues se ha descartado la posibilidad del delito
continuado si nada prueba la existencia de un dolo inicial que abarque todas las acciones criminosas (32).
Para que exista delito continuado deben concurrir los siguientes requisitos básicos: a. Unidad de resolución;
b. pluralidad de acciones y c. unidad de lesión jurídica (33).
No hay delito continuado, sino concurso real si hay diversidades de sujetos pasivos, ya que esta
circunstancia obsta a su admisión, pues el procesado no puede haber pasado de la ofensa de una víctima a las de
otras, sin una particular determinación que le confiere una autonomía absoluta a cada acción (34).
Frente a un caso concreto, la cuestión radica en averiguar y decidir si realmente existe en la fax exterior y
perceptible del actuar criminoso, homogeneidad material y jurídica; y si en el proceso interno o intelectual
volitivo del agente, se da ese superelemento unitario que tiene la virtud de fusionar en un solo delito continuado
esa pluralidad de hechos que trasuntan la discontinuidad objetiva al servicio de la consecución y de un designio
único y precedente (35).
VII. APLICACIÓN DE ESTAS NOCIONES A CASOS DE DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD
Robo y lesiones leves: Alguien emplea violencia física contra la persona que tiene una cosa mueble,
apoderándose ilegítimamente de ella (robo, art. 164) y en el forcejeo le ocasiona lesiones leves (art. 89).
Las diversas maneras de enfocar la hipótesis son (36):
a) Concurso aparente de tipos
Buscando la solución por este lado se trataría de localizar, dentro del catálogo de infracciones (que esto es la
Parte Especial) si el legislador ha previsto un encuadramiento específico para un suceso de estas características.
Si al trazar el diagrama hipotético de las conductas posibles, ha contemplado una conducta que se ajuste al
molde establecido, esa previsión debe ser respetada.
Para iniciar la exploración de la Parte Especial (y no perdernos en indagaciones innecesarias) es preciso
pensar en cuáles son los bienes jurídicos afectados: en el caso la propiedad y la integridad corporal o la salud de
la víctima.
El Título 1 Delitos contra las personas, Capítulo 2 Lesiones no contiene ningún precepto que contemple
específicamente el caso. El Título 6, Capítulo 2 Robo, tampoco. Pero este último permite orientar la
interpretación de la siguiente manera: el robo es un hurto calificado; en una de las hipótesis, por violencia física
en las personas, lo que quiere decir que el agravamiento de la sanción del hecho de apoderarse, tiene como
razón de ser que puede resultar afectada la integridad corporal de la víctima. En el caso con un límite: que no
resulte la muerte (art. 165) ni se ocasionen lesiones graves o gravísimas (art. 166, 1).
Puede deducirse, entonces, que el castigo de las lesiones leves que se produzcan con motivo del robo está
comprendido en la sanción del hurto, agravada por el empleo de violencia física en las personas.
Efectivamente, la sala 2ª de la C. Nac. Crim. y Corr. ha resuelto que las lesiones leves integran, en forma de
un verdadero concurso aparente de tipos penales, la violencia necesaria para la configuración del robo (37). Las
lesiones leves, en el caso del robo, no concurren con éste, pues son absorbidas por la violencia del
apoderamiento: el art. 164 es lex consumens y el art. 89 lex consumpta: legis consumens derogat legi

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consumpatae.
Como consecuencia, será aplicable una sola sanción penal: la del robo (art. 164): "prisión de un mes a seis
años".
b) Concurso ideal
Se podría entender que el hecho es único y las sanciones penales en que cae son dos: la del robo (art. 164:
"prisión de un mes a seis años") y la de las lesiones leves (art. 89: "prisión de un mes a un año"). Aceptando esta
forma de entender el caso se aplicará solamente la sanción que fijare pena mayor (art. 54); la del robo "prisión
de un mes a seis años". El mismo tribunal había resuelto el 19/4/91: concurren formalmente el delito de robo
tentado y lesiones leves (38).
Aunque en esta aplicación el resultado final es el mismo, tanto si se interpreta que hay concurso aparente
como si se concluye en que el concurso es ideal, no hay absoluta coincidencia, pues el juez debería, al
individualizar la pena conforme a los arts. 40 y 41, adicionar a la sanción que estime corresponde al robo la de
las lesiones.
c) Concurso real
Aunque parece difícil argumentar que no se trata de un solo hecho, sino de hechos independientes, algunas
resoluciones así lo estimaron (39).
Parte de la doctrina que se ha elaborado en torno del concurso ideal podría ser utilizada, a contrario sensu,
para respaldar la tesis de la independencia: Me refiero a la teoría de la inseparabilidad de las lesiones jurídicas,
que alguna jurisprudencia ha considerado que es la que más se ajusta a las condiciones propias de la expresión
un hecho contenida en el art. 54 CP. (40).
NOTAS:
(1) C. Nac. Fed., sala Crim. y Corr., 4/11/66, LL 125-313.

(2) Jiménez de Asúa, Luis, "La ley y el delito", 2ª ed., Ed. Hermes, Bs. As., 1954, ps. 256 ss.

(3) Moreno, Rodolfo (h), "El Código Penal y sus antecedentes", H.A. Tommasi editor, Buenos Aires, 1923,
t. V, p. 127.

(4) C. Nac. Casación Penal, sala 1ª, 23/3/94, Aguilera, Oscar S.; sala 2ª, 3/10/94, Baratta, Rubén A.

(5) C. Nac. Crim. y Corr., sala 4ª, 8/7/93, Cánepa, Horacio D.; C. Nac. Casación Penal, sala 2ª, 3/10/94,
Baratta, Rubén A.

(6) C. Pen. Rafaela, Fallos II, Res. 14; 9/4/92.

(7) Fontán Balestra, Carlos, "Derecho Penal. Parte Especial", actualizado por Guillermo A.C. Ledesma, 14ª
ed., Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1995, p. 415.

(8) V. la opinión contraria en Estrella, Oscar A. y Godoy Lemos, Roberto, "Código Penal. Parte Especial.
De los delitos en particular", Ed. Hammurabi, Buenos Aires, p. 329.

(9) C. Nac. Crim. y Corr., sala 3ª, 26/5/92 - Bautista, Juan R.

(10) C. Nac. Crim. y Corr., sala 4ª, 4/3/94 - Echegaray, Marcelo.

(11) Trib. Oral Crim., n. 14, 24/2/94 - Muñoz, Carlos J.

(12) Es inadecuado el concurso de agravantes, pues debe imperar la figura preponderante, aquélla que
contiene más elementos de especialidad, y siendo que la modalidad de fractura incluye la violación del
domicilio de donde se extrajeron los efectos secuestrados, debe borrarse la mención al robo agravado por el
número de autores (C. Nac. Crim. y Corr., sala 5ª, 8/7/94 - Gómez, Néstor).

(13) Debe desplazarse la agravante del robo en poblado y en banda, por la de robo con armas, en virtud del
principio de la especialidad, dado que esta última contempla no sólo el bien jurídico de la propiedad sino
también el de la integridad física del sujeto pasivo y el incremento de la intimidación (Trib. Oral Nac. Crim., n.
24, 22/8/94 - Chávez, José A.).

Si bien el robo es cometido con armas y además en poblado y en banda, se trata de una sola entidad jurídica
que debe calificarse, por su mayor gravedad, en el art. 166 inc. 2 y no como concurso ideal con el art. 167 inc. 2

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aun cuando ha de consolidarse esta última circunstancia para la graduación de la pena (C. Nac. Crim. y Corr.,
sala 6ª, 8/11/94 - Pessina, Sergio P.).

(14) Pessoa, Nelson, "Concurso de delitos", Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1996, p. 52.

(15) Ob. cit., p. 66.

(16) C. Nac. Crim. y Corr. Fed., sala 2ª - Scherrer, Arnoldo y otro (LL 1987-D- 532).

(17) Trib. Sup. Córdoba, sala Crim., 21/3/79 - Hodelscoff, Raúl y otro, Rep. LL, XLI, A-I, 489, sum. 9.

(18) Pessoa, ob. cit., p. 95.

(19) Una cuestión interesante, cuyo desarrollo excedería la índole de este trabajo, es el análisis de la
incidencia del error de tipo en relación a alguno de los que concurren.

(20) Si la privación ilegal de la libertad forma parte de la ejecución del robo, de manera que fue un elemento
constitutivo de dicho delito, queda captada en la descripción del art. 142 inc. 1 CP. y concurre el doble
encuadramiento del mismo hecho, propio del concurso ideal (Cáceres, Horacio s/robo de automotor, Sup. Corte
Bs. As., LP P 038949, 22/8/89).

(21) No es posible aceptar sin análisis el concepto resumido de la siguiente manera: "En el concurso de
delitos el término hecho debe interpretarse como perteneciendo al mundo natural, histórico, ocurrido en la
realidad y no como la imagen resultante de la descripción de los tipos penales en la ley" (Sup. Corte Bs. As.,
31/8/82 - Kawahira, Carlos A., Rep. LL XLII, A-1, sum. 1).

(22) C. Crim. y Correc., sala 6ª, 8/11/94 - Pessina, Sergio P.

(23) Núñez criticó con acritud esta teoría, pero en el fondo su solución de eliminar la posibilidad de que
exista concurso ideal cuando los resultados afectan derechos personalísimos, no difiere mayormente de aquélla.
Lo mismo puede decirse a partir del siguiente sumario: Falsificar un documento y usarlo con un propósito
delictivo (estafa) implica la existencia de dos hechos delictivos, porque son dos las modificaciones que se
producen en el mismo exterior, ambas con significación delictiva. La "unidad de hecho" alude a la "unidad de
resultado material" de la conducta del delincuente, sea que éste lo logre con una o varias conductas o que
persiga uno o varios fines (C. 1ª Crim. Córdoba, 16/3/84 - Moyano, Juan R., LL 1984-C-783).

(24) Giménez, Martín A. y otro, 29/9/81, Rep. LL XLI, A-1,497, sum. 4.

(25) Anello, Lina, "Nuevo aporte para interpretación del homicidio criminis causae y el homicidio en
ocasión de robo", LL 1996-A-754.

(26) Moreno, Rodolfo (h), "El código penal y sus antecedentes", t. V, p. 136.

(27) Quizás haya un error y la cita deba ser el art. 166.

(28) Anello, Lina, loc. cit.

(29) Siempre pensando que las lesiones jurídicas se den dentro de una unidad de tiempo, lugar y modo.

(30) A nuestro juicio las diversas consecuencias de un hecho culposo no pueden hacer aplicables las reglas
del concurso real, pues no existen dos o más tipos objetivos independientes, sino una sola violación del deber de
cuidado.

(31) Si los desapoderamientos se presentan como consecuencias directas del dominio ejercido sobre el
conductor del vehículo y los pasajeros, no se advierte la nota de independencia entre el robo y la privación de
las libertades requerida por el art. 55 CP. Ambas conductas típicas deben considerarse unificadas en los
términos del art. 54 del mismo Código ("Salvaneschy, R.L., López, G.A. y Clemente S.A. s/privación ilegítima
de la libertad y robo", Sup. Corte Bs. As., 30/4/95, DJBA t. 129, p. 869, a. 1985, A y S, t. I, p. 635, a. 1985).

En otro caso se había resuelto: El art. 54 CP. se refiere a un hecho y, en consecuencia, no puede captar los
hechos -robo y privación de libertad -entre los cuales existió en el caso desconexión objetiva y en los que la
privación de libertad excedió lo requerido en el elemento subjetivo de la última parte del art. 1644 CP.
("Malagueño, Oscar O. y otros s/robo calificado, privación ilegal de la libertad agravada, resistencia a la
autoridad calificada, abuso de armas", Sup. Corte Bs. As., 6/2/87, S y D, t. Y, p. 35, a. 1987).

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(32) C. Nac. Crim. y Corr., 12/7/63, LL 114-562; JA 1964-II-533.

(33) Criterio seguido por varios tribunales, ver Reper. LL 2, vol. VI, p. 351.

(34) Sup. Corte Bs. As., 11/5/55, AS, 955-I-1010.

(35) Trib. Sup. Córdoba, sala Crim. y Corr., 16/4/71, BJC, XV-488.

(36) Ver Núñez, Ricardo C., "Tratado de Derecho Penal. Parte Especial V", Ed. Lerner, Bs. As., 1978, p.
226, nota 226.

(37) Burgos, G., 23/9/93.

(38) Pedro, Alejandro E.

(39) Ver "Doctrina Penal", 1988, ps. 330 y ss. con nota de Manuel de Rivacoba y Rivacoba, "Concurso de
leyes en el robo con violencia de que se siguen lesiones leves".

(40) C. Nac. Crim. y Corr. Fed., sala II, 23/10/78 - Verse, Guillermo J., LL 1979-D-439, con nota de
Ricardo C. Núñez.

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