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Simulac Cont Agrario
Simulac Cont Agrario
CONTRATOS AGRARIOS
por Horacio Maiztegui Martinez
Sumario: I. Introducción. II. El Derecho Agrario, los contratos agrarios y la cuestión agraria.
1. El Derecho Agrario y los principios. a) Las costumbres. b) Las normas de orden público
en el Derecho Agrario. c) Cláusulas en fraude a la ley. III. Caracteres de los contratos
agrarios. IV. La simulación en el contrato de arrendamiento rural. 1. La primera hipótesis:
simulación en el arrendamiento respecto del precio. 2. La segunda hipótesis de simulación:
en cuanto al plazo del contrato. V. La simulación en los contratos de aparcería. 1. La
primera hipótesis de simulación: el precio. 2. La segunda hipótesis de simulación: el plazo.
3. La tercera hipótesis de simulación: el ejercicio de la aparcería por una persona diferente
del aparcero tomador. VI. Síntesis final.
I. Introducción
Es para nosotros una gran satisfacción haber sido invitado para ex-
presar nuestras ideas en la Revista de Derecho Privado y Comunitario.
En primer lugar, entonces, queremos dar un enorme agradecimiento
porque con la invitación nos lleva a pensar y escribir sobre un tema
que prácticamente no se ha abordado en la especialidad: nos referimos
a la simulación en los contratos agrarios, así que intentaremos, en
este trabajo, desarrollar una propuesta para este caso.
Especialmente queremos remarcar que compartimos la preocupa-
ción de los organizadores por la temática elegida.
En una primera aproximación al tema, podemos decir que la te-
mática de la simulación, obviamente, está tratada en nuestro Código
Civil, y desde esa base, por todos conocida, trataremos de aportar algo
de luz en la cuestión agraria que nos ocupa.
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4
La teoría autonómica del Derecho Rural, Santa Fe, 1933.
5
Derecho Agrario, UNL, Santa Fe, 1953.
6 Lecturas de Derecho Agrario, Centro de Publicaciones Universidad Nacional
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Aires, 1992.
12 Arrendamientos rurales.
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a) Las costumbres
Hay quienes han definido a las costumbres como el conjunto de
normas jurídicas implícitas en la repetición más o menos constante de
actos jurídicos uniformes14.
La norma implícita que surge de la conducta repetida no es un
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res, 1971.
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21 Los contratos agrarios (como parte integrante del Derecho Privado argentino),
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general a todos los derechos que las leyes otorgan y también se prohíbe
resignar a los derechos conferidos por ellas cuando éstos miran no al
interés individual sino a algunos de esos intereses de orden superior,
políticos, económicos, religiosos, etcétera. En virtud de este mismo
canon, tampoco pueden abandonarse los derechos cuya renuncia está
prohibida.
Ya hemos citado también al académico cordobés Francisco Giletta22,
quien encuentra en la ley un orden público económico. En tal sentido
apunta que con relación a este tema existen dos extremos: el primero,
la vigencia casi total del orden público económico, prescindiendo de
la autonomía de la voluntad, y el segundo, pretender la aplicación lisa
y llana de la libre contratación. Entendemos que este principio del
orden público económico está definitivamente integrado al Derecho
Agrario argentino.
Ahora bien, sabido es que en las leyes, y también en la legislación
agraria, no todas las disposiciones de la ley 13.246 son de orden público.
Aquí el intérprete debe actuar con suma prudencia y deslindar el campo
de la libertad contractual del de las normas obligatorias e irrenunciables.
Pero es cierto que en la actividad agraria se justifica la intervención
del Estado y la protección a la parte más débil en los contratos. En
nuestro caso, en los arrendamientos y las aparcerías.
Se justifica, en fin, que exista el orden público en los contratos
agrarios por los ya individualizados y bien definidos riesgos de la
actividad agraria, como el riesgo técnico o biológico al que se exponen
los arrendatarios o aparceros al realizar sus cultivos o sus crianzas, y
el riesgo del mercado, es decir el riesgo de la comercialización, que
como sabemos hoy en esta suerte de liberalismo puro que vivimos en
nuestro país, los precios fluctúan según las necesidades de la oferta y
la demanda, pudiendo un productor agropecuario sufrir una pérdida
considerable una vez levantada la cosecha, como consecuencia de los
manejos o las condiciones que a diario el mercado nos muestra, y por
estos motivos resulta –en nuestra modesta opinión– válida esta dispo-
sición del artículo 1º de la Ley de Arrendamientos.
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Arrendamientos y aparcerías rurales, Ábaco, p. 66.
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Manual teórico-práctico de los contratos agrarios, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1980.
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La propia ley las considera “sin valor legal” (arts. 1º y 17, ley
22.298).
Como corolario de lo que antecede afirmamos entonces que la pre-
cisión legislativa de la ley 22.298 hace que las partes contratantes, en
el marco de un contrato de arrendamiento o de aparcería, deberían
efectuar sus acuerdos en base a tales previsiones, pues de lo contrario
–aun luego de un exhaustivo análisis– es probable que existan conse-
cuencias no queridas, y obviamente perjuicios o daños, que recaerían
en cualquiera de las partes.
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civil a partir del artículo 955 como hemos visto, que la simulación
que se genera o se efectúa en los contratos agrarios, y en particular
en el contrato de arrendamiento rural, se ubica en relación a dos as-
pectos:
– El acuerdo referido al precio del contrato.
– El tema del plazo del contrato.
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Es por eso que pensamos que una contratación o el pago del precio
de un arrendamiento en el campo en dinero efectivo, no implica una
simulación, pues esto estaría de acuerdo con los usos y costumbres
normales en el medio rural.
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se refiere a ellos y por tanto deben ser tenidos en cuenta por el juez
o por el intérprete en un caso agrario.
Por estas razones, citamos al comienzo los principios del Derecho
Agrario, que creemos esenciales para juzgar una cuestión agraria, pero
también los caracteres de los contratos agrarios, la importancia de los
usos y costumbres en el campo y en la actividad agropecuaria en
general, porque nos parece que para interpretar en su oportunidad una
probable “simulación”, si sucediera en un contrato agrario, el intérprete
no puede evitar acudir a valorar estas ideas y estos antecedentes.
Es decir que frente a un contrato agrario probablemente simulado,
el intérprete no puede dejar de lado los principios del Derecho Agrario,
no puede dejar de lado los usos y costumbres agrarias, y deberá tener
muy presente la forma habitual de contratación en la actividad agraria.
Sobre la cuestión agraria, ya Antonino Vivanco expresaba que “la
producción agropecuaria constituye uno de los factores determinantes
de la riqueza nacional, el conflicto de intereses que surgen entre los
sujetos intervinientes en la producción agropecuaria reclama, con la
mayor urgencia, la claridad de las normas jurídicas y la unificación
orgánica de las mismas, a fin de que su aplicación pueda efectuarse
con la mayor precisión, con miras a la salvaguarda de los derechos
de cada uno y de todos los ciudadanos vinculados a los intereses rurales
del país”.
Finalmente creemos, entonces, que en un tema tan concreto y tan
difícil de probar como es la “simulación”, quien intente accionar deberá
tener en cuenta los requisitos del Código Civil, pero quien busque la
verdad en el caso concreto deberá basarse inexorablemente en las ideas
de lo agrario, en las bases de nuestra materia, encuadrando a ese con-
trato en lo que las partes entendieron o pudieron entender, obrando
con cuidado y previsión.
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