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Libro La Abuelapeter Hartlingpdf
Libro La Abuelapeter Hartlingpdf
Peter Hinting
Ha publicado IibroS de poemas,
Cuentos y ensayos, y eS ITIU§ conocido
como novelista. En 1973 empezo
a escri bros para nil\oS
que se caracterizan por la actualidad
de su problemâtica y su autenticidad.
pachos. La abuela necesitaba e1 permiso para serio, acomodado tras un enorme escritOriO,
que le concedieran e1 subsidio de orfandad de les dijo:
Karli. Y eso, para ella, era importante, porque —No. Compete al veintidss.
la abuela al fin y al cabo era pobre y Karli Volvieron a esperar delante del vein-
—segun decia ella— se la estaba comiendo tidñs. Karli se dio cuenta de que la abuela
viva. se estaba hartando y de que apenas iba a
La abuela entonces decidiñ «intervenif haber forma de contenefla. De un momento
cerca del Negociado›. Cuando hablaba del a otro empezaria a dar gritos. El hombre que
Negociado la abuela se expresaba siempre con los recibiñ en el veintidss era bastante joven
mucha prosopopeya. todavia, aunque ya peinase algunas canas. Tal
—Tienes que acompañarme, Karli —ie vez fuera culpa de la mucha gente por la que
dijo la abuela—. Han de verte. Tu eres la le tocaba preocupafse. El hombre mirñ a Karli
prueba, Karli. El cuerpo del delito. y le dijo, como si fuera e1 paff co.
La abuela se puso su mejor vestido y — iVaya, vaya! Asi que aqui tenemos
a Karli no paraba de acicalarlo. Karli se enfadñ. al pobrecito.
Antes de salir de casa se comiñ unos copos de A Karli le entraron ganas de sacarle
avena para fastidiaf y volviñ a ensuciarse. la lengua. Luego penss que, para ayudar a la
—i Siempre me tienes que llevar la abuela, qui2as fuera mejor hacerse de verdad
contraria! el pobrecito y puso la cara tfiste.
La abuela estaba de mal humor. La abuela se sento de golpe y pofra2o
Fueron en tranvia. La abuela guardaba en la unica silla que habia delante del escritorio
silencio. Mps que guardar silencio lo que hacia y dijo:
era ir hablando bajito, consigo misma, reci- —tVenga, hombre! iNo se deshaga
tando frases que se habia aprendido de usted en lamentaciones! iMuévase!
memoria para soltarlas en el Negociado. A A Karli le dio la impresion de que el
Karli no ie hacia ni caso. hombre iba a iniciar la huida de un momento
En el Negociado el portero les enviñ al a otro. Pero Se quedo. Le tocaba quedarse:
despacho numero diecisiete. Esperaron media era su oficio. Le pfegunts el nombre a la
hora sentados en un banco de madera y sin abuela, buscs en un armario y sacñ un expe-
hablar tampoco. Cuando por fin let tOcS e1 diente bastante gordo, de tantas cosas como
turno, un señor ya mayor y de aspecto muy se habtan escrito ya sobre Kafli y la abuela.
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En el Negociado eran famosos. Tampoco y pantalones que rompe y todo lo que hace
parecla que let sirviera de nada. falta. ¿Se cree usted que soy millonaria?
El hombre se sento muy digno detras ¿Tengo yo cara de fabrica?
del escfitofio, humedecis el dedo y se puso A Karli, entretanto, el Negociado Ie
a hojear papeles, meneando a veces la cabeza parecia estupendo.
y asintiendo de cuando en cuando. Al final —Yo como muchisimo, de verdad
dijo: —dijo—. La abuela tiene razon. Y lo de los
Es un asunto complejo. pantalones es verdad también.
Karli no sabia lo que significaba.
—;Ahi lo tiene! —dijo la abuela.
tQué es complejo?
El hombre se echo a reir.
En lugar del hombre le respondiñ la
abuela. —Trataré de acelerar los tramites de
—Yo es que no lo se tampoco. cara a la resoluciñn del expediente —dijo.
—Su ca5o no tiene nada de sencillo El funcionario se expresaba, realmente,
explicñ el funcionario—. No se trata de con mucho empaque.
una simple cuidadora sino que usted ademâs — Acelere, hombre, acelere! —le dijo
es pariente del muchacho: su abuela para ser la abuela—. De lo contrario vuelve a tenerme
mas exactos. usted aqui la semana que viene. jse lo juro!
—tNo me diga! —exclamñ la abuela. El hombre volvis a reirse.
i Consigo déjese usted de ironias! Serra un placer —dijo—. Aunque
—le dijo el hombre. voy a hacer todo lo posible para que la cosa
—Para mi son cosas bastante serias se arregle.
—le dijo la abuela—. ¿Cuando van a darle
El funcionario se despidiñ de los dos
entonces la pensiñn a1 niño?
con un apretñn de manos. Tan pronto como
—¿No se puede usted pasar sin ella?
estuvieron en el pasillo la abuela pegñ un
ie pregunto el hombre.
saltito, un brinco tan sslo porque no era ya
La abuela se levantñ, echñ a un lado la
capa2 de saltar de verdad y dijo:
silla de un golpe y dijo:
— Haga el favor, hombre! Sabe usted Lo hacemos estupendamente, Karli.
perfectamente lo que cobro de pensisn. Esta Tenemos que seguir asi. Somos capaces de
ahi, en los papeles. Y sabe usted también lo ablandarle el corazon a cualquier funcionario.
que se traga al dia un chaval asi, los calcetines Karli estaba de acuerdo.
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—jEs que no lo oyes, imbécil! —con- rna rana y fue saliendo poco a poco. A Karli
testo la abuela. le entro la risa. La abuela se quedñ primero de
Karli se dio cuenta entonces de que no rodillas, se levantfi luego, se limpiñ la falda y
le habia pasado nada. Se asomo al borde del le solts una torta a Karli.
foso, vio un agujero entre el heno y oyñ jEncima que te rias! —le gfitñ—. Ya
resollar a la abuela mientras iba ascendiendo esta bien de vacaciones. iLas iiltimas!
a dufas penas. Por la noche, en la sala de estar, la
—¿No puedes ir a buscar una rama? abuela contñ la historia de una forma muy
—le dijo la abuela. distinta a como habia sucedido. Mucho mas
—¿Para qué? interesante y con rnas «suspense›. Sobre todo
— jNo me hagas preguntan tontas, lo de como volviñ a salir de entre los nabos.
Karli! Para sacarme. De un solo salto, segun ella.
—Ahora voy —di1 Karli. —Asi es como brinco yo todavia
Karli encontrs una rama larga, medio dijo—. iCon to vieja que soy!
podrida, y la metiñ en el foso. Sintio al A Karli le molestñ que la abuela
otro lado e1 enoEme pesO de la abuela. contara mentiras.
—iTira de una vez! —le gritñ la abuela. Por la noche Karli se despertñ y la
Karli tiro, se rompiñ la rama y la abuela abuela le pregunto que por qué no dormla.
empe2ñ de nuevo a lamentarse: Kafli hubiera podido responder que tenla la
—jContigo no hay manera! i nariz tapada.
Al cabo de un rato, tras un largo —Porque hoy has contado una mentira
silencio que asustñ a Karli, se la oyo apilar —dijo.
nabos. La abuela se ris.
—iQué haces? —pregunto Karli. —Mira, Karli, cuando a una le pasan
—Una escalera —dijo la abuela. tan pocas cosas como a mi hay que fantasear
Por ella fue subiendo entre suspiros. Al un poco. iNO te parece?
poco rato la abuela asomaba de la tierra hasta Karli no estaba de acueEdo.
media barriga, le miro indignada y pregunto: Fueron, en efecto, las unicas vacaciones
—¿Y ahora, qué? ¿Vuelo? que pasaron juntos. Con el tiempo la abuela
—iYo qué sé! —dijo Karli. fue inventandose nuevas historias de ese verano
La abuela trato de volar. Saltñ, se aga- despampanantes aventuras— y Karli se acos-
rrñ al borde del foso, estirñ la pierna como tumbrñ a haber vivido todo el montñn de
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La señorita estaba tan asustada que dejñ amor es el mejor método. ¿No va a bastarme
de hablar de los afreglos y afirmñ que le ahora? El cLico miente y se descarna. Torite-
parecia todo bien, pefo que pasaria a verles nan,’ Lablaré con él, ie apretaré un poco las
cada dos meses y, en caso necesario, les tuercas y ie enienaré a no tener miedo de los
ayudaria. de la tutelar, nl de la asistencla social, ni!
La abuela se puso mâs amable pero de todos esos jaleos. ¿ii con nosotros dos no
dijo aun: mercian lien las comas, con qulen Can de
—Hasta el presente nadie me ha marchar bien entonces? Ahora exagero, to sé.
ayudado, señoritiña, y ahofa es tarde. Karli Pero me ayuda.
ya ha pasado lo peor.
La señorita añadio todavia algo que
hizo estfemecer a Karli:
—Podria ocurrirle a usted cualquier
cosa. O podria ponerse tan enferma que
hubiera que llevarla al hospital. iQué hacemos
entonces con el niño?
La abuela la empujo mâs alia de la
puerta y respondiñ:
— Imposible!
Ese «imposible› se lo .repetia Karli
cada ve2 que se imaginaba que una ambulan-
cia iba a llevarse cualquier dia a la abuela
o incluso que se moria. Imposible!
La abuela discute @
La «Mpa, en realidad, es de Karli’. con el televisor
il no tuviera que orvparme de él andaba
a cuestas con mrs actaques, me quejana,
let daria la data a los vecinoi. Karli es mi
medicina.
Al principio Karli y la abuela solian
pelearse a la hora de elegir programa. Con
el tiempo e1 problema se fue solucionando
sñ lo, puesto que la abuela se interesaba muy
poco por la televisiñ n. La abuela preferia
coser o leer el periñ dico. Ademâ s, las peliculas
del oeste o las policiacas la aburrian sobe-
ranamente, con gran sorpresa por parte de
Karli. La abuela sñ lo queria ver peliculas que
ya conocia de antes. Y ahi si que no admitia
réplicas. Enviaba a Karli a la cama y le decia:
—Eso tu no lo entiendes porque eres
demasiado joven. Son cosas que pasaron
hace demasiado tiempo.
Karli habia visto con ella la mitad de
una de esas peliculas y la encontro
sentimental y aburrida. La abuela sin
embargo lloro a lâ grima viva.
Karli se desperto una vez por la noche
y oyo hablar a la abuela. Se asusts. La abuela
no le habia dicho que esperase gente. Karli
fue de puntillas hasta la puerta, la abriñ sin
hacer ruido y se asomñ al cuarto. La abuela
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—¿Qué pelicula era, abuela? —pre- lo querian guitar con engaños a la chica a la
guntñ Karli. que le tocaba. Y eso es una cochinada.
—Es eso que llaman cine de tesis o —A mi me da lo mismo —dijo Karli
algo asi. Se trata de una fiesta de cumpleaños —. Esas peliculas son muy aburridas.
en Inglaterra o en Norteamérica, una cuadrilla —A mi me aburren las del oeste. Y,
de insensatos que no trabajan, y en vez de ademas, tampoco son verdad. (Tu has visto
ricos resulta que son pobres, y estan locos alguna vez a gente cabalgando y disparando
o hacen como si lo fueran. iVete a saber por la ciudad? —pregunts la abuela.
tu por qué! —Son cosas que pasan en América
—Pues es divertido —dijo Karli—. En dijo Karli.
las peliculas. que a ti te gustan la gente va Con todo y eso —dijo la abuela
siempre de un lado a otro con esos trajes que tenia ganas de pelea.
antiguos y no paran de llorar y de abrazarse. Karli, no. Karli se limitñ a decir:
—Tu no lo comprendes —dijo la —Pacotilla es una palabra que me gusta
abuela—. La vida antes era asi. mucho.
—No lo creo —dijo Karli—. ¿Cñmo
en la pelicula esa de la señorita en el tejado
'o se cae? Yo esas cosas no las he
queo'f1 n’ca Siempre estâ bien saber to ‹fue
iignifica pacotilla pero que Karli me tome eI
Es que se trataba de una hefencia
pelo de esa forma, por llorona, Peso st ifue no!
dijo la abuela. No tendria que consent?rselo. Algo de razân
—tQué es una herencia? —preguntñ lleva cuando dice que esas peliculas iâlo sirven
Karli. para llorar a gusto. Io que pada es que yo las
Cizando una persona se muere, el modeznas ya no has entiendo. Quizâs tuviera
dinero que le pertenecla, las casas o las fabricas que hablar un poco mâs de politica con Karli.
van a parar a otros que suelen ser los parientes Mi marido nunca quiso. Aunque ie fueran
—tratñ de explicarle la abuela. siempre mat las cosas deck.-
—Tu no tienes mucho dinero, ni casas — Yo en un partido ni hablar. ;A mt
ni fabricas —dijo Karli. en esos negocios sucios que no me metan!
—Yo no —dijo la abuela—. Pero en Y eso que hubiera podido lucLar por
esa pelicula la gente tenia mucho dinero y se sus derechoi. Cuando yo, después de la
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