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L.

a evolución del capitalismo adquiere íu verdadero sentido histórico a medida ch¡' lizar, los
diversos hechos aislados que, i partir de la Edad Media, marcaron su« c< y se sucedieren asta
¡legar al slcjlo XI* en que maduraron sus características I I . mo comercial hiia ne,'e r el capitp.iismo
financiero y, consecuentemente, se efectuaron en la organizador de¡ trabajo y en las relaciones
entre patronos y obreros, lo < una acción prohr.da (¡obre las clases sociales. “Cualqu iera que sea
la upuM i capitalismo comercial no hsy que desconocer el papel de la industria”, dice Mi pues en
la nojfe iad contemporánea funcionan de manera concurrente las tro;. I capitalismo: omexial,
financiero e industrial.
Orígenes o;/ "ipitalisvo moderno es un texto de síntesis e historia compm sin partídarism' te
ninguna especie, ti autor piensa que comprender la iin,>. . etapa histórico .'¡a de gran utilidad Ii
para la sociología y la economía política, puf ii > y otra —en 'u r.'isión de buscar leyes generales—
no toman en cuenta sino en i> cundaria el espacio y el tiempo de las “contingencias”. Por lo
mismo, a fin <!• ambas ciencias por igual Henri Sée aborda el tema históricamente restringiendo
a una meU dizacíón basada en el estudio de los fenómenos económicos on n ^ determinadas.

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ORIGENES DEL CAPITALISMO


MODERNO
HENRI SÉE

ORIGENES
DEL
CAPITALISMO MODERNO

BMBAJADA I K MEXICO
GUATEMALA, GUATEMALA
BIBLIOTECA

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


M ÉXICO
I,

Primera edición en francés, 1926


Sexta edición revisada, en francés, 1951
Primera edición revisada, en español; 1961
Primera reimpresión, 1969
Segunda reimpresión, 1972
Tercera reimpresión, 1974
Cuarta reimpresión, 1977

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Traducción de
Makedonio Garza

Titulo original:
Les origines du capitalisme moderne ©
1926 Librairie Armand Colin

D. R. © 1961 Fondo de Cultura Económica Av. de la


Universidad, 975; México 12, D. F.

Impreso en México
ADVERTENCIA

!)r ninguna manera nos proponemos, al hacer este boceto, escribir la


historia general del capitalismo. Mucho menos ha sido nuestro propósito
escribir un estudio sociológico. Declaramos, Además, que este modesto
ensayo tampoco tiene la pretensión de rivalizar con la obra monumental del
profesor W. Sombart, Der MotU’me Kapitalismus, recomendable por su
amplia, aunque a veces un tanto confusa erudición, y principalmente por
sus opiniones tan sugerentes.
Nuestro propósito ha sido sencillamente reunir en forma *il ni ética
algunos datos históricos, comprobados de modo absoluto, estimulando
sobre todo los servicios que puedan prestar a la «nolologia y a la economía
política. En resumen, éste es un niNuyo de síntesis y de historia
comparada, escrito sin parti- ilm lsmo político o social de ninguna especie.
Hemos tratado de entender la importante evolución económica y social que
culminó en el siglo xix con el triunfo del capitalismo y de la gran Industria.
Creemos necesario, asimismo, indicar el método que hemos *e|(uldo. Si
nos hemos propuesto suministrar algún material liUtórico a la sociología y a
la economía política, ha sido procu- mndo no tomar nada de los métodos
propios de estas dos
rímelas. '
II n efecto, la sociología no toma en cuenta sino en una forma •« >
lindaría el espacio y el tiempo; su misión principal es describí i in abstracto
la organización de las sociedades, y para nuestro ob|etlvo ambos factores,
tiempo y espacio, son esenciales, pues lo • |im tratamos ante todo es de
estudiar la evolución de fenómenos nnnómicos en regiones bien
determinadas. La economía políti-
■ ii se propone estudiar las leyes de la producción, distribución ^ nmsumo
de la riqueza, sin preocuparse mucho de las "contin-
!» nrias”, por más que la idea de la evolución penetra lentamente
■ n la economía política y que ésta recurra cada vez más a los (latos de la
historia.1
Ahora bien, la historia debe ocuparse de un modo particular •ti estas
contingencias, lo cual no quiere, de ninguna manera, •leí Ir que no hayamos
sacado gran provecho acudiendo a sociólogos y a economistas. Éstos se
dedican, sobre todo, a la observación de la sociedad contemporánea,
mientras que el historia-

1 Vi 4ime W. Ashley, "Evolutionary Economics” (en francés, en la Revum


íwnomÍqut intemationale, 25 de septiembre de 1925).
7

Tic. 38440
8 ADVERTENCIA

dor, para comprender el pasado, necesita conocer el presente y percatarse


de él. Si no nos halláramos frente a una sociedad regida en gran parte por el
sistema capitalista, no se nos ocurriría estudiar la génesis del capitalismo.
El método que más legítimo y más fructuoso nos ha parecido, en el orden
de estudios que ahora emprendemos, es el método comparativo.2 Como
nuestra intención ha sido estudiar los orígenes del capitalismo, no en un
solo país sino dondequiera que éstos se encuentren, la práctica de la
historia comparada se imponía con más razón.
Nos hemos visto obligados, necesariamente, a referimos al espacio y
también al tiempo, ya que la acumulación de capitales —condición
necesaria del capitalismo— no se verificó en la Edad Media del mismo modo
que en los tiempos modernos, y la organización capitalista medieval,
esporádica y embrionaria, es muy diferente de la que habría de prevalecer
en los siglos xvm y xix. Son principalmente estas diferencias las que nos
permiten captar el sentido de la evolución y determinar el carácter de la
sociedad capitalista moderna.
Hemos recurrido constantemente a hechos concretos; pero, como
pretendemos realizar una obra de síntesis y hemos tenido que recurrir a la
generalización, no pudimos evitar toda abstracción, puesto que entre
generalización y abstracción existe un lazo muy estrecho.
Otro inconveniente en un estudio como éste es la necesidad de relegar a
la sombra hechos de otro orden —políticos, religiosos, intelectuales, etc.—
que indudablemente han podido ejercer, en muchos casos, una notable
influencia sobre la génesis del capitalismo. Y por más que las personalidades
pasen completamente a segundo plano ¿no han tenido también parte en la
evolución de los hechos económicos que estudiamos? ¿La obra de Colbert,
por ejemplo, por más que se haya exagerado su valor, no ha contribuido,
acaso, cuando menos en Francia, a la evolución del capitalismo?
En una palabra, todos los hechos individuales que forman la trama de la
historia general han sido sacrificados y, sin duda, de una manera excesiva.
Sin embargo, un ensayo de síntesis y de historia comparada como el que
hemos intentado ¿no podrá rendir algún servicio, aun a la misma historia
general? ¿No podrá explicar más claramente ciertos hechos de otro orden y
contribuir a mostrar los lazos que los unen? Puede decirse, sin

2 Véase el hermoso discurso de Pirenne, De la méthode comparative en


histoire (Compte-rendu du Congrès des Sciences Historiques de Bruxelles,
1923) y nuestro artículo "Remarques sur l'application de la méthode com-
parative a l'histoire économique et sociale” en la Revue de synthèse histori-
que, diciembre de 1923.
ADVERTENCIA 9

duda, que sólo lo individual corresponde a la realidad; pero, como lo general


es más inteligible que lo particular, su estudio nos puede ayudar a la mejor
comprensión de hechos que no se han producido más que una vez, de
manera determinada, y que, mientras permanecen aislados, son
difícilmente accesibles a la ciencia.4

3 Nota a la cuarta edición. En esta nueva edición de la obra de nuestro


colaborador, cuya ausencia tanto hemos sentido, nos hemos concretado a
corregir algunos errores que se deslizaron en la edición anterior. Simple-
mente, tomando en cuenta los intereses de los investigadores y
estudiantes ■Ule manejarán estos volúmenes, hemos completado la
bibliografía, actualizándola. Este trabajo lo ha realizado Henri Hauser.
INTRODUCCIÓN

Lo primero que necesitamos definir con exactitud es qué debe entenderse


por capitalismo moderno. Ciertos autores pretenden que el capitalismo
nació con el desenvolvimiento de la riqueza mobiliaria. Según esa opinión
no es dudoso que el capitalismo existiese en el mundo antiguo, no
solamente entre los romanos y los griegos, sino en las sociedades aún más
antiguas que practicaron activas transacciones comerciales.1
Pero en este caso se trata, si existía capitalismo, de un capitalismo
puramente comercial y financiero. En el mundo antiguo el capitalismo
nunca fue aplicado a la industria. En Grecia como en Roma, no se encuentra
sino pequeño artesanado, que trabajaba para mercados locales y, sobre todo,
mano de obra servil, cuya función era subvenir a las necesidades de la
familia, como es el caso de los latifundio, romanos.
En los primeros siglos de la Edad Media, por lo menos desde la época
carolingia, la economía tiene un carácter casi puramente rural; las ciudades
no son más que fortalezas o lugares de refugio: no hay todavía la menor
seña de capitalismo. Después las Cruzadas, al extender las relaciones con
los países de Oriente y provocar así un gran movimiento comercial,
permitieron a los genoveses, los písanos y, sobre todo, a los venecianos,
acumular grandes capitales. De esta manera se explican las primeras
manifestaciones del capitalismo en las repúblicas italianas.2 Pero aún no se
puede de ningún modo hablar de régimen capitalista en el sentido moderno
de la palabra.
De hecho, los caracteres esenciales de la sociedad capitalista tal como la
conocemos en la actualidad son no solamente la expansión del gran
comercio internacional sino también el florecimiento de la gran industria, el
triunfo de las grandes fuerzas financieras. En una palabra, la reunión de
todos estos fenómenos es lo que constituye verdaderamente el capitalismo
moderno.
Los orígenes más lejanos de este régimen no remontan más allá de la
época en que, en las regiones económicamente más activas —Italia y los
Países Bajos—, el capitalismo comienza a ejercer su imperio sobre la
industria: queremos referimos al siglo xm. Hay que advertir que se trata
todavía, casi exclusiva-

1 Tal es la tesis, por ejemplo, de Lujo Brentano, ob. cit. Bibl.*


2 Véase L. Brentano, ob. cit., Exkurs. II.
* Con el fin de no sobrecargar innecesariamente las notas con citas
bibliográficas, se han indicado ob. cit., Bibl. y art. cit. Bibl., las obras y los
artículos que están registrados en la bibliografía general que va al finaí del
volumen.
10
INTRODUCCIÓN 11

mente, de un capitalismo comercial, que ya comienza, sin embargo, n


"controlar” las actividades industriales. No es aún, como lo veremos sino un
humilde comienzo. Sin embargo, ya hay algo nuevo, la aurora de un
movimiento que acabará por revolucionar (mío el mundo económico.
Por fin, para evitar toda confusión, hay que tener el cuidado tle
distinguir claramente entre capital y capitalismo. Si nos «Unamos desde
un punto de vista estrictamente histórico, no tendremos que dar, como los
economistas, toda su extensión ni sentido de la palabra capital. Sin duda
que la tierra y los liifttrumentos de producción son, como los valores
mobiliarios, capitales productores de riqueza. Pero como valor mobiliario el
capital ha desempeñado el gran papel cuya evolución tratare- nion de
analizar.
Kn la práctica la palabra capital nació bastante tarde y únicamente
designó la suma destinada a ser colocada, invertida (investid, como se dice
en inglés) para que produjera un interés.3 Sin duda, por extensión, los
economistas han dado a esa palabra el ncntido que ha conservado en la
ciencia económica.
En realidad, el capital nace el día en que la riqueza mobiliaria se
desarrolló, particularmente en la forma de especie moneta- i In, La
acumulación de los capitales ha sido condición necesaria de lu génesis del
capitalismo, y se ha acentuado cada día más » partir del siglo xvx; pero no
ha bastado para determinar la Formación de la sociedad capitalista. Las
formas del capitalismo comercial y del capitalismo financiero son las que
inicialmente «e destacaron; pero, para que la evolución fuera completa, fue
Indispensable una transformación de toda la organización del Intbujo, de
las relaciones entre patronos y trabajadores, que ejer- i ló sobre las clases
sociales la acción más profunda observada liHNtn entonces. Así, el triunfo
de la organización capitalista no m anterior al siglo xix, ni siquiera, en casi
todas partes, anterior n la segunda mitad de dicho siglo.

* lin Francia la palabra "capital" fue al principio sólo un adjetivo. Lo


'jiiv hoy entendemos por capital se expresaba, en el siglo xvn, con la
palabra principal y aun con la palabra interés. Se decía, por ejemplo: "tomar
un Inlert*» de 5 000 libras francesas en un negocio". No fue sino hasta el
•lulo xviii cuando la palabra "capital" comenzó en realidad a tomar el sen-
litio (juc hoy le damos. Las utilidades en las sociedades comerciales en
.... se designaban con el nombre de beneficios y no con el de interés.
l u l a última palabra aparece en su sentido moderno hasta muy taide, pre-
i Imnnrnte cuando se desarrollaban las sociedades por acciones. Véase H.
Sée, "l itvolutlon du sens des mots intérêt et capital” (Rev. d'Hist. éc.,
1924). fn luuliiterra se usó primero la palabra stock y después vino el
término
i .iiillal stock. Véase E. Cannan, Historia de las teorías de la producción y
itlutrlhución en la economía política inglesa de 1116 a 1884, trad. esp., Méxi- iii,
1942 (F.C.E.).
I. LAS PRIMERAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO
EN LA EDAD MEDIA

1. EL capitalismo en el mundo antiguo

¿Existía el capitalismo en el mundo antiguo? Los documentos son muy


poco precisos para poder dar una respuesta categórica. En todo caso un
hecho aparece con toda claridad: en el Imperio Romano, como en Grecia y
en los Estados helénicos,1 la propiedad de la tierra representa el papel
predominante. La economía doméstica y la esclavitud hacen imposible la
gran industria.
Sin duda que la antigüedad no ignoró el comercio en gran escala,
particularmente el comercio marítimo; pero es difícil saber con exactitud
hasta qué punto llegaba su importancia. La acumulación de capitales
mobiliarios era, sobre todo, resultado de los impuestos, del comercio de
bienes y de la usura que practicaban los publícanos. Es indudable que en el
mundo romano existieron sociedades financieras, bancos y cambistas de
moneda, que efectuaban grandes operaciones financieras. Pero los
argentarii no pueden ser comparados a los banqueros modernos cuyos
inmensos capitales alimentan la industria y el comercio y dirigen el
movimiento de la vida económica actual.2
Como lo expone tan bien la excelente obra de Salvioli sobre Le
capitaíisme dans le monde antique, los romanos no conocieron la
organización del crédito, las letras de cambio, los valores mobiliarios.
Aun admitiendo que el capitalismo haya existido en algunos gran'des
centros comerciales, la mayoría del Imperio escapó a su dominio; las clases
ricas vivían principalmente en sus posesiones rurales y la vida urbana
carecía aún de suficiente importancia. Son poco numerosos los obreros
asalariados. Es cierto que en los tiempos del Imperio había en las ciudades
algunas organizaciones de artesanos; pero sus miembros, que eran libertos,
apenas podían competir con el trabajo de los esclavos. Bajo un régimen de
industria doméstica y servil, tanto las condiciones económicas cuanto las
sociales hacían imposible el desarrollo del capitalismo industrial. Lo que
podemos llamar una economía natural rige la vida económica y, cuando el
Im-

1 E. Cavaignac, Population et capital dans le monde méditerranéen antique,


1923, pp. I ww-e.
2 Sobre las funciones de los banqueros romanos (argentarii), véase Wil-
liam Stearns Davis, The Influence of Weallh in Imperial Rome. Nueva York,
1910, pp. 73-9.
12
IAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA 13

pcrlo se derrumba, la propiedad de la tierra es la única que queda en pie.

2. E L RÉGIMEN FEUDAL Y LOS PROGRESOS DEL INDIVIDUALISMO

A partir del reinado de Carlomargno, si no poco antes de la lídad Media, la


vida económica está restringida casi únicamente n los grandes dominios
rurales; la vida urbana queda reducida casi a nada. La industria y el
comercio tienen una importancia muy limitada y, como dice L. Halphen en
sus Études critiques sur le règne de Charlemagne, no hay que hacerse
muchas ilusiones sobre el supuesto renacimiento de la vida económica en
tiempos de Carlomagno. Hasta es posible, como piensa H. Piren- ne, que
esta época marque más bien una regresión en la que, a consecuencia de las
conquistas árabes, se interrumpió casi por completo la actividad comercial
que había subsistido parcialmente desde la antigua Roma.3 Como quiera que
fuese, la sociedad se inmovilizó "dentro de los marcos locales donde se
desarrollaron conjuntamente el sistema patrimonial y el sistema feudal".
Dentro de los estrechos límites de esta organización social no podían nacer
las formas nuevas de la actividad económica.
Sin embargo, el establecimiento del régimen feudal y la formación de
una nobleza militar lograron hasta cierto punto romper la excesiva rigidez
de los viejos cuadros, dándoles mayor elasticidad y contribuyendo, por lo
mismo, a las futuras transformaciones económicas y sociales que habían de
marcar el triunfo del individualismo.
En efecto, ¿quién es el caballero (miles)? Es el hombre libre, capaz de
equiparse y servir al ejército como combatiente a caballo. Para él no son
indispensables la fortuna, la posesión territorial. Era generalmente robusto,
enérgico, valiente y audaz : un hombre de veras apto para seguir a su jefe
militar en el campo de batalla ; era de origen, humilde, y aun se daba el
caso de que hubiera nacido siervo.
Se introdujo la costumbre de pagar los servicios del vasallo con la
concesión de un feudo. Originariamente esta práctica no implicaba más que
relaciones estrictamente personales ; pero bien pronto se estableció el
carácter hereditario del feudo: para los hijos de los nobles la posesión del
feudo basta para determinar su condición de noble. Pero esto no quiere
decir que la clase noble cerrase sus filas; los plebeyos poseedores de feudos
que reconocían vasallaje llegaban a nobles.
3 Véase H. Pirenne, "Un contraste économique: Mérovingiens et Caro-
lingiens" (Revue belge de philologie et d'histoire, abril, 1923), y A. Dopsch, ob. cit.
Bibl.
14 LAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA

La desaparición de la esclavitud —en el sentido antiguo de la palabra— y


su sustitución por la servidumbre, contribuyeron también a hacer la
sociedad más flexible. La servidumbre, a su vez, fue desapareciendo
gradualmente conforme los siervos lograban exenciones que los libraban de
sus deberes feudales y especialmente de aquellos caracterizados por
obligaciones jurídicas como la capitación, el foris maritagium * y la mano
muerta (en su sentido primitivo).
Es indudable que algunas de estas exenciones fueron el resultado de los
cambios o de las nuevas condiciones económicas. Así, a partir del siglo xn y
conforme los desmembramientos eran cada vez más numerosos, los señores,
laicos o eclesiásticos, llevan "huéspedes” a sus tierras (por lo general,
siervos desertores), para dar a éstas mayor valor, y con el fin de retener a
sus propios siervos están obligados a concederles mejores condiciones. Así,
la servidumbre no es, como la esclavitud, una condición inmutable.
Las manumisiones, tan numerosas en el siglo xn, rompieron realmente
los moldes de la sociedad feudal. Las clases rurales no forman ya una masa
homogénea y compacta: tienen bastantes categorías distintas. Luego, la
diferencia de condiciones económicas hace salir de sus cuadros a muchos
individuos; entre los siervos ya existen unos con suficiente riqueza, otros
son bastante emprendedores o han sido favorecidos por las circunstancias
notablemente para poder penetrar en las filas de las clases superiores. 8

3. M ANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN F LORENCIA

Es la vida urbana, sin embargo, la que va a ofrecer las primeras


manifestaciones del capitalismo en la Edad Media, a lo menos en su forma
puramente comercial. Las vemos aparecer principalmente en dos regiones
favorecidas desde el punto de vista económico: en las repúblicas
municipales de Italia y en las ciudades de los Países Bajos. ¿Por qué fueron
estas dos regiones los primeros campos de elección del capitalismo? Porque
el comercio marítimo con el Oriente, a continuación de las Cruzadas, llevó a
las repúblicas italianas una gran masa de capi-

* Derecho en dinero que recibían los señores por cada matrimonio de


los siervos contraído fuera de sus tierras. Sobre las diversas obligaciones
feudales, véase Melvin M. Knight, Economic History of Europe. Boston, 1926,
pp. 162-98.
s Véase Guilhiermoz, Essai sur L'orig. de la noblesse en Franee (París, 1902);
Fustel de Coulanges, Les orig. du régime féodal; Olivier Martin, Hist. de la
coutume de la vicomté et prévóté de París (París, 1922); H. Sée, Les classes
rurales et le régime dominial en France au Moyen Age (1901), y Marc Bloch, Rois
et serfs (París, 1920).
LAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA 15

(ules, y porque los Países Bajos fueron uno de los principales depósitos
marítimos entre el Oriente y el norte de Europa. Desde la Edad Media, como
se ve, el comercio en gran escala es la fuente esencial del capitalismo.
Por otra parte, para ver cómo el capitalismo nació y se desarrolló en
Italia, podemos tomar como ejemplo la gran ciudad de Florencia. En esta
ciudad los oficios se dividían en tres categorías: las artes mayores, las artes
medias y las artes menores. Las primeras se componían principalmente de
mercaderes: los vendedores y rematadores de géneros de ultramonte (arfe di
Calimala), los fabricantes de géneros (arte delta lana), los mercaderes de
novedades y sederías (arte di Por Santa María). El gran comercio
florentino, que sirvió de intermediario entre el Occidente y el Oriente,
adquirió pronto un carácter capitalista, en particular el arte di Calimala.
Los maestros de oficios realizaban el comercio al por mayor; tenían tiendas
en Levante y frecuentaban también las ferias europeas, particularmente las
de Brie Flandes y de Inglaterra. Tenían bajo su dependencia un número
considerable de sottoposti (contadores, empleados y artesanos, como
tintoreros, preparadores y esquiladores). Al saldar sus cuentas mediante
letras de cambio, ejercían naturalmente operaciones de banca.
Muy pronto surgen en Florencia los cambistas y los banquea ros,
especializados en esta clase de negocios. Estos banqueros y cambistas se
ocupaban a la vez de transacciones comerciales, de cambio y de la
expedición de metales preciosos; recibían depósitos, efectuaban préstamos
sobre prendas e hipotecas, emitían letras de cambio y de crédito,
comanditaban empresas, aseguraban navios. Pero las operaciones de
finanzas públicas eran las que enriquecían sobre todo a los banqueros.
Consideremos que la Santa Sede recibía rentas en todos los países de la
Cristiandad: los diezmos, el dinero de San Pedro (Peter’s Pence) en
Inglaterra y, en todas partes, legados y donaciones. Los bancos, gracias a
sus sucursales, percibían fácilmente estos ingresos y podían adelantar
dinero a la Corte Pontificia, la cual utilizaba diferentes bancos para sus
transacciones financieras: casas en Siena, en Lucca, en Pistoia y, después,
en Florencia. En 1263, bajo el Papa Urbano IV, los florentinos logran
suplantar a los sieneses en estos negocios.
Los banqueros florentinos extendieron también su campo de acción al
reino de Nápoles: Carlos de Anjou, que contrajo con ellos fuertes
empréstitos, les otorgó, en cambio, importantes privilegios comerciales y
monopolios de Estado, como la exportación de vinos y de trigo, las minas de
hierro, las gabelas, etc.6

« Véase G. Yver, ob. cit. Bibl.


16 LAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA

No es de asombrar, por consiguiente, que los socios de la banca Peruzzi


recibieran dividendos de un 40 %; estos grandes dividendos se explican
tanto más cuanto que la tasa de interés, que era corrientemente del 14 al 25
%, se elevaba muy a menudo al 45 o al 50 %, cuando los préstamos no eran
contratados por mes o por semana. La caída de los Templarios en el siglo
xiv aumentó todavía más la importancia de la banca florentina. En el siglo
xv, los Médicis, que habían dejado atrás a los Spini, los Spigliati, los Bardi,
los Pulci, los Alfani, lograron tanta fuerza que acabaron por adquirir un
poder principesco.
El poder financiero de los capitalistas italianos llegó a ser tan grande que
extendieron sus operaciones a todo el Occidente cristiano: Francia, España,
Portugal e Inglaterra. Señores, prelados, ciudades y reyes, en todas partes
recurrían a los banqueros florentinos y lombardos; Biche (Biccio) y Mouche
(Musciatto) fueron el brazo derecho de Felipe el Hermoso. Con frecuencia se
les atacaba como a usureros; a veces se les trataba como a cahorcinos 7 y a
judíos; pero no se podía prescindir de ellos.
Los italianos fueron, en realidad, los primeros, con los habitantes de los
Países Bajos, que sometieron la industria a la dominación del capitalismo.
Los fabricantes de géneros, que en Florencia constituían el arte delta lana,
después de haber comprado lana en el extranjero, la hacían trabajar por
numerosos artesanos de la ciudad y del campo (tejedores, bataneros, teñi-
dores) que estaban bajo la completa dependencia de esos fabricantes. La
industria lanera, que producía en gran escala para la exportación, es un
primer ejemplo de industria doméstica, que había de tener en todas partes
tan gran papel en la evolución del capitalismo. Cuando el arte di Calimala
decae en el siglo xiv, ocupa su lugar el arte delta lana, que florece hasta
mediados del siglo xv; después, el arte delta seta, la industria de la seda,
pasará a primer plano, hacia fines del xvi, cuando Francia principia a
hacerle una formidable competencia. La vida económica se debilita desde
entonces en Italia. Las potencias marítimas de Occidente ocupan ahora el
primer lugar.

4. E L CAPITALISMO EN LOS P AÍSES B AJOS


Se notan de igual modo en los Países Bajos, desde la Edad Media, las
primeras manifestaciones del capitalismo, al menos del capitalismo
comercial. Así lo destacan los trabajos del gran historiador Henri Pirenne. A
raíz de las invasiones normandas se inicia en los Países Bajos un activo
movimiento comerciad
i Los cahorsinos, originarios de la ciudad de Cahors, actualmente capital
del Departamento de Lot, Francia, ejercían el comercio del dinero en forma
semejante a la de los judíos.
IAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA 17

que se desarrolla antes que en la mayoría de las comarcas situadas al norte


de los Alpes. Favorecen, en efecto, a los Países Bajos su situación
geográfica, pues se hallan precisamente en la desembocadura del valle del
Rin, que es una de las grandes vías naturales entre la región mediterránea y
los países del Norte.8 Entonces surgen los depósitos comerciales, los portus
o poorts, como Brujas, Lieja, Gante, Bruselas, Douai, Ypres.
La ciudad comercial es "un lugar permanente de transacciones y el
centro de una actividad económica nueva”. La pueblan, sobre todo,
inmigrantes, muchos de ellos, sin duda, hijos de siervos; la mayor parte
ejerce el oficio de mercader (negociator). Son aventureros, hombres al
margen de la sociedad, singularmente enérgicos, astutos y emprendedores
que, primero con la piratería, y luego con atrevidas operaciones
comerciales, acumulaban capitales.
Los mercaderes del siglo xii no estaban especializados; vendían
mercancías de todas clases. La ciudad, además, no era para ellos sino una
"base de operaciones”; van de país en país y transportan sus mercancías de
una plaza a otra. Como las rutas eran poco seguras, se agrupaban en
corporaciones (guildas) y ligas (hanse), comprando y vendiendo en común,
dividiéndose los beneficios "a prorrata según su aportación de fondos”. En-
tonces empiezan a aparecer los instrumentos de crédito, como la "letra de
feria” y la letra de cambio. Otro resultado de la expansión comercial es el
aumento del stock monetario, lo cual produce un alza de precios que tiene
graves consecuencias sobre el régimen agrario, ya que viene a favorecer
particularmente el movimiento de liberación de los campesinos.
En los Países Bajos, tanto como en Italia, el capitalismo, aún
conservando su forma comercial, comienza a ser aplicado a la industria. En
todas las ciudades hay artesanos (panaderos, sastres, carpinteros) que
trabajan para el mercado local. Pero hay también industrias, como la
fabricación de géneros y del latón, que trabajan para la venta en mercados
lejanos. En estos oficios los artesanos no están en contacto con el público.
Viven bajo el dominio del negociante exportador, del fabricante de paños,
que suele comprar él mismo la lana, la hace trabajar, se encarga siempre del
acabado y vende luego el paño fabricado. Este pañero es un capitalista, y los
artesanos, muy numerosos en los centros industriales de lana, son nada
más asalariados. Así, en Gante ascienden a 4 000 en una población de 50
000 habitantes.
Esta forma de organización económica era verdaderamente nueva,
estaba basada en lo que se ha llamado "industria domés-
8 Sobre los progresos económicos del nordeste de Europa, véase Paul
Kletler, ob. cit. Bibl.
18 LAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA

tica", y ya anuncia el advenimiento de la gran industria moderna. De todas


maneras, aun en los Países Bajos, las industrias de forma capitalista no se
desarrollaron sino en un número muy restringido de ciudades, y no dieron
origen a grandes aglomeraciones: la población de Ypres, en el siglo xv, no
era superior a 10 000 almas ; las de Gante y Brujas, a 50 y 40 000,
respectivamente; las de Lovaina, Bruselas y Lieja, no pasaban de 20 a 30
000. Son nada más como islas diseminadas y poco densas.
La consecuencia de esta nueva forma de organización industrial fue,
como lo demuestra G. des Marez en su Étude sur la propriété foncière dans
les villes au Moyen Age, que la población urbana se dividió en una multitud
de clases económicas claramente separadas. Apareció la oposición entre
ricos y pobres ; se formó un patriciado urbano compuesto de mercaderes
enriquecidos y de rentistas poseedores de tierras y de casas. Sin embargo, a
fines de la Edad Media, la expansión del capitalismo en las ciudades y villas
de los Países Bajos encuentra obstáculos a causa de las revueltas de "gentes
comunes” contra el poder cada vez más exclusivo del patriciado urbano, que
gobernaba las ciudades. Esto no impide que desde la Edad Media veamos
formarse una economía industrial que no se desenvolverá plenamente en
otras partes hasta el siglo xviii.
En cuanto a las ciudades episcopales de los Países Bajos, su situación
económica se distingue por un carácter particular, que Pirenne ha definido
admirablemente. No encontramos ahí grandes mercaderes exportadores,
pero la numerosa corte que rodea al obispo ofrece una clientela hecha para
los innumerable«; proveedores, artesanos y mercaderes. Además, las
necesidades financieras de las instituciones eclesiásticas —a menudo consi-
derables— determinaron la formación de una clase de cambistas y de
negociantes cuyas operaciones crearon una verdadera forma de capitalismo
financiero.
Examinando los Países Bajos del Norte (Holanda y Zelandia) se puede
prever ya desde la Edad Media, que con ésta será la tierra elegida del
capitalismo comercial. El gran comercio se desarrolló allí pronto,
precisamente porque la naturaleza no dio a los habitantes todo lo necesario
para su vida económica. Pronto floreció la pesca, sobre todo la del arenque,
permitiendo una considerable exportación. Pero Holanda y Zelandia, países
de pastos y de pequeña horticultura, no producían la cantidad de granos
suficientes para su subsistencia: en un principio se vieron obligados a
traerlos de las ricas llanuras de Picardía, después de los países del Báltico, y
así fue como llegaron a establecer un depósito que proveía a muchos países
europeos. Los Países Bajos del Norte no teman tampoco bastante madera
para sus construcciones marítimas; ni los metales necesarios.
I.AS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA 19

ANÍ nace un poderoso intercambio que aumentará durante los alólos xv y


xvi, para florecer maravillosamente en el siglo xvn. Iln él la vida urbana
tuvo desde un principio una importancia preponderante: en Middelburg,
Dordrecht, Rotterdam, y después en Amsterdam, se concentró toda la vida
económica del puis.9

5. P RIMEROS SÍNTOMAS EN F RANCIA


No hay que ocultar que la situación económica de las repúblicas ll «lianas y
de las ciudades de los Países Bajos era, en realidad, excepcional. En otros
lugares el capitalismo no se manifestó ulno de una manera muy atenuada.
Esto se explica si se recuerda que el comercio —el gran comercio por lo
menos— aún no tenía un carácter permanente : era ocasional e
intermitente. Esto •e debía a las deficientes vías de comunicación, a la
ausencia de seguridad y al pequeño número de centros urbanos
importantes.
Ésa es la razón de que el comercio en gran escala se reconcentre casi
enteramente en las ferias hasta fines de la Edad Media. Las ferias más
importantes se forman naturalmente en el cruce de las grandes vías de
comunicación terrestre, como en Champagne, en Lyon, y algunas veces en
la proximidad de los grandes centros de producción, como las ferias
flamencas. Su decadencia se deberá al progreso del correo, a los mejores
caminos, a la creación de una policía eficaz, al aumento de grandes centros
urbanos. Veremos después cómo las ferias son poco a poco reemplazadas
por las lonjas o bolsas, cuyo desarrollo coincide con el del comercio
permanente.10
En la Edad Media, el desenvolvimiento económico de las regiones que
entonces formaban el reino de Francia fue mucho menos precoz que el de
las ciudades italianas y de los Países Bajos; la industria y el comercio
estaban casi por completo en manos de artesanos y mercaderes, que
disponían de recursos muy limitados y que no eran, de ninguna manera,
capitalistas. Sin embargo, poco a poco se va formando una categoría de
mercaderes al por mayor, que comienzan a diferenciarse de los que trabajan
en oficios. Entre ellos, y especialmente entre los merceros, se encuentran
las principales acumulaciones de capital. Un curioso reglamento del siglo xv
sobre las prerrogativas del “rey de los merceros”, nos muestra la variedad
de artículos

» Véase J. G. van Dillen, Het economisch karakter der middeleeuwsche stad


(Amsterdam, 1914); H. J. Smith, De opkomst van den handel van Amsterdam
(Amsterdam, 1914), y Z. W. Sneller, "Le développ. du commerce entre les
Pays-Bas septentr. et la France Jusqu’au milieu du xv* siècle” (Revue du
Nord, 1922)
îo Véase P. Huvelin, ob. cit., Bibl., y A. Allix, Les foires étude géographique
(La Géographie, 1923).
20 LAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA

que éstos vendían y el predominio económico que ejercían sobre bastantes


oficios. No es de extrañar, por consiguiente, que un privilegio real de 1413
eximiera a los merceros de la inspección de los jurados de profesiones (jurés
des métiers).
Sin embargo, el gran comercio marítimo —una de las fuentes principales
del capitalismo— aparece en realidad sólo en las regiones que todavía no
formaban parte de Francia, como Pro- venza, por ejemplo. Así, después de
las Cruzadas, en los siglos xn y xm, Provenza mantuvo un activo comercio
con algunos puertos de Levante. Burdeos tuvo estrechas relaciones
comerciales con Inglaterra, a la cual la Guiena estuvo sometida hasta el
siglo xv. Ya en 1213 los armadores de Bayona formaron una sociedad
mutualista y de repartición de beneficios. Marsella presenta desde el siglo
xm numerosos ejemplos de sociedades en comandita. Pero en el territorio
del reino apenas aparecen algunas corporaciones comerciales importantes,
semejantes a las que existían en los Países Bajos; sólo puede ser citada la de
"los mercaderes que frecuentaban la ribera de Loira”.
No olvidemos, por otra parte, que toda la expansión económica del reino
de Francia fue estorbada, casi paralizada, por los estragos de la terrible
Guerra de Cien Años. Sólo al finalizar esta guerra, en la segunda mitad del
siglo xv, las relaciones comerciales se desarrollaban nuevamente —como lo
demuestra la creación de numerosas ferias— y la riqueza mobiliaria toma
verdadero incremento.
Luis XI, mucho más todavía que sus predecesores, se esforzó en
favorecer el desarrollo del comercio y en introducir en Francia, durante su
reinado (1461-1483), las industrias de lujo. Obedecía ya a una concepción
"mercantilista", pues consideraba que la compra de telas preciosas en el
extranjero disminuía el stock monetario del reino; ésta es la razón esencial
por la cual trató de establecer la industria de la seda en Lyon, a pesar de la
repugnancia de sus habitantes, que hicieron fracasar el proyecto, y después
en Tours, donde prosperó durante su reinado. Se ve ya que la gran industria
no producirá en Francia, durante mucho tiempo, sino objetos de lujo, y que
deberá su existencia a la iniciativa y al fomento del Estado. Es un hecho
significativo que Luis XI, anticipándose en dos siglos a Colbert, haya
querido crear una gran compañía de comercio privilegiada, con concesiones
especiales para el tráfico con el Oriente, la "Compañía de Levante”, que
anunciaba las creaciones de Colbert. La formación del capitalismo comercial
en Francia ha sido, en gran parte, obra artificial, como la creación de su
gran industria.
I A'. MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA. EDAD MEDIA 21

6. E L CAPITALISMO EN I NGLATERRA
limante la mayor parte de la Edad Media, y aún en los siglos xm
V H I V , Inglaterra aparece como un país exclusivamente agrícola, » Myn
Industria es obra nada más de pequeños artesanos urbanos. A pesar de su
situación insular, el poder marítimo de Inglaterra cu muy poco importante,
y su comercio se halla casi enteramente mi manos de extranjeros. No fue
sino hasta el siglo xiv cuando iilmucenistas marítimos (staplers) participan
en el comercio in- Iti nacional, principalmente en la exportación de la lana
inglesa.
Sin embargo, ya a fines de la Edad Media, aparecen en Inglaterra las
primeras muestras del capitalismo comercial. Ciertos oficios urbanos se
distinguen de los demás por su riqueza; son ( asi únicamente oficios
mercantiles, como merceros, especieros y pañeros. Los progresos del
capitalismo comercial se acentúan <-ri el siglo xv, gracias al desarrollo de la
industria de telas, al que contribuyó grandemente la llegada a Inglaterra de
refugiados flamencos y brabanzones.11 Aparece entonces la clase de los
mercaderes de paños ( drapers); Inglaterra comienza, en efecto, n exportar
géneros de su propia fabricación. Los progresos de la industria de la lana
contribuyeron en gran escala a terminar con el sistema "señorial” y a crear
la práctica de la enclosure (terrenos cercados), que eliminará poco a poco la
pequeña propiedad campesina.
Pero por lo que toca al origen del capitalismo en Inglaterra, el fenómeno
más importante que debemos señalar es, quizás, la creación de lo que se
llama el régimen de la "industria doméstica y rural", que se desarrolló
considerablemente durante los siglos xv y xvi, cuando la industria textil
abandonó, en gran parte, las ciudades por el campo. En este sistema vemos
al capitalismo comercial, tan intensamente aumentado por la exportación
de telas, aplicarse a la industria, controlarla, para usar una expresión
moderna. Como dice tan bien Sir William Ashley, "el fabricante de paños
(clothier) compra la lana, la hace tejer, abatanar y teñir; paga a los
artesanos cada fase de la fabricación y vende a los comerciantes de géneros
la mercancía fabricada”. Representa ya, pues, el papel de capitalista
respecto a los artesanos, aunque el capital de la mayor parte de los
fabricantes sea todavía poco importante, y se encuentra al mismo tiempo
bajo la dependencia económica de los mercaderes exportadores. En 1527,
por ejemplo, cuando la ruptura de relaciones diplomáticas entre el Rey de
Inglaterra y el Emperador impidió a los comer

11 H. E. de Sagher, en Les immigrations de tisserands flamands et brabançons


en Angleterre sous Edward III (en Mélanges Pirenne, Bruselas, 1926), muestra
que se ha exagerado la influencia de estos inmigrantes en el desarrollo de
la industria textil.
22 LAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA

ciantes seguir vendiendo sus géneros en el extranjero, los fabricantes se


vieron obligados a suspender sus trabajos, causando la desocupación de los
artesanos que empleaban.
La segunda emigración de los flamencos a Inglaterra, a raíz de las
persecuciones religiosas de la segunda mitad del siglo xvi, acentuó todavía
más toda esta evolución económica; entonces Norwich se convirtió en un
centro importante de la industria de paños. La industria rural y doméstica,
como veremos después, fue apareciendo, además, en toda Europa, pero
mucho más tarde, según parece, que en Inglaterra.
A esta etapa de la evolución económica corresponde el advenimiento y
desarrollo de los "mercaderes aventureros” (Merchant adventurers),
precursores de la gran expansión marítima de Inglaterra, quienes, en vez de
contentarse, como los almacenistas (staplers), con mercados relativamente
restringidos, empiezan a aventurarse mucho más lejos, verdaderos
precursores de la gran expansión marítima inglesa. Esto nos ofrece un
notable ejemplo de la influencia recíproca que han ejercido entre sí la
actividad comercial y la actividad industrial.
Aun en España, país apartado de las grandes rutas comerciales y en el
que la vida económica era poco activa, vemos aparecer desde la Edad Media
algunas manifestaciones de incipiente capitalismo. Tal es el caso de Sevilla,
donde el desarrollo de la nueva organización económica fue favorecido
principalmente por la acción de genoveses y de judíos.12

7. E L CAPITALISMO FINANCIERO Y SU CARÁCTER


El capitalismo financiero aparece también desde la Edad Media, pero como
sucedáneo del capitalismo comercial, pues la mayor parte de los que se
dedicaban a transacciones financieras eran mercaderes entregados al tráfico
de mercancías, comerciantes en géneros, tenderos, merceros. Tal es el caso,
en Italia, de los nego- gociantes del arte di Calimala; tal es el caso,
también, en los Países Bajos, de los financieros de Arrás, y particularmente,
de la familia Crespin. Los lombardos mismos, que mantenían las mesas de
préstamos, tan abundantes en los Países Bajos, no se especializaron en
transacciones financieras.
Sin embargo, la práctica de empréstitos contraídos por los príncipes, por
las ciudades, por las instituciones eclesiásticas, para no hablar de los
simples señores y burgueses, contribuyó a acumular capitales considerables
en manos de los comerciantes de dinero. No olvidemos, en efecto, que la
tasa de interés era muy alta: rara vez inferior al 20 o 25 %, ascendía a veces
hasta

12 Véase Ramón Carande, "Sevilla, fortaleza y mercado" (Anuario de


historia del derecho español, t. II, 1925).
I AS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA 23

( I 50 y 60 %. Se va creando así una clase de financieros refor- /mln por los


financieros oficiales de los príncipes laicos o ecle- »Un ticos, entre los
cuales muchos son de origen italiano, lo que »<• comprende si recordamos
la gran superioridad técnica de Ion italianos en esta materia.
El cambio, exigido por la diversidad de monedas aun dentro do una
misma región, es también una de las grandes fuentes del capitalismo
financiero. Aparece por doquier un gran número de cambistas, sobre todo en
las plazas donde se efectúa el comercio internacional. Así, en ningún lugar
el cambio adquiere tonta importancia como en las grandes ferias de
Champagne, a las que concurren mercaderes de toda Europa. En estas ferias
se hace uso en gran escala, desde muy temprano, seguramente desde el
siglo xm, de las Letras de feria y de las Letras de cambio. Al principio las
cuentas eran saldadas al contado; pero después se desarrolló un sistema de
crédito y se procedió a la extinción de las deudas por vía de compensación.
Esta operación, llamada scontration, era un traspaso de partidas, y después
de haberse desarrollado en las ferias de Lyon, se perfeccionó todavía en las
ferias españolas y en las de Génova. "En las ferias, dice muy justamente
Huvelin, las mercancías y el dinero dejan de ser objetos de consumo para
convertirse en capitales."
El comercio marítimo desempeña un papel análogo al de las ferias. Así,
en Brujas se practica, desde el siglo XII , aunque en un plan inferior que en
las ferias de Champagne, el cambio internacional. A fines del siglo xv y en el
xvi, Amberes llega a ser una gran plaza de comercio y cambio internacional;
la ciudad y especialmente su bolsa constituyeron, como se ha dicho, una
feria permanente.
No hay duda que la transacción financiera no ha adquirido todavía en la
Edad Media una existencia totalmente independiente. Pero se comienza a
advertir la importancia que tendrá para la vida económica. Bigwood13 afirma
que, en los Países Bajos por lo menos, los empréstitos públicos no
favorecieron el desarrollo de un grupo de financieros en la comunidad. En la
mayor parte de los países parece haber ocurrido lo contrario, porque los
progresos de los Estados principescos contribuyeron grandemente a
desarrollar el capitalismo financiero desde la Edad Media. Los príncipes,
para su administración, su política y, sobre todo, sus guerras, se veían
obligados a recurrir a los acaparadores de dinero, que en ocasiones (que se
presentaban con frecuencia) concedían préstamos importantes, a cambio de
los cuales los príncipes íes permitían constituir monopolios, como los de las
“mesas de préstamos”, que autorizaban a pres

13 Le régime juridique et économique du commerce de Vargent en Bet- gique au


Mayen Age.
24 LAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA

tar dinero sobre prendas, las primitivas "casas de lombardos" o "empeños".


Indudablemente, como lo demuestra el profesor Sombart, existen relaciones
muy estrechas entre la evolución del Estado y el capitalismo; que aparecen
más claramente en los siglos posteriores.
El mecanismo de los cambios y también el de los empréstitos de los
principados engendraron forzosamente el préstamo a interés; es cierto que
éste estaba condenado por la Iglesia, por lo menos cuando no era el
beneficio de una comandita o cuando no afectaba la forma de una renta de
bienes raíces, pero la fuerza de las circunstancias acabó, sin embargo, por
imponerlo a la legislación de los diferentes países. Y el préstamo a interés
es, si no la fuente principal, al menos manifestación esencial del
capitalismo.
Desde la Edad Media, sobre todo en Italia, aparecieron las sociedades
comerciales, anuncio de las futuras sociedades por acciones, que
desempeñaron tan importante papel en la génesis del capitalismo moderno.
Estas sociedades comerciales revistieron dos formas: la sociedad en
comandita, que permitió dar mayor amplitud a las operaciones comerciales,
y las sociedades colectivas, que casi se funden con la comunidad familiar.
Las sociedades por acciones no se desarrollaron verdaderamente hasta
principios del siglo xvxi.
En la Edad Media todavía, y en Italia misma, nació el préstamo a "la gran
aventura” y el =>eguro marítimo, que están tan ligados a la historia del
capitalismo. La práctica de los seguros desarróllase inmediatamente, desde
fines de la Edad Media, en los demás países marítimos de Europa; los
negociantes portugueses contribuyeron en gran parte a su progreso como a
toda la elaboración del derecho comercial; aunque sobre esta cuestión los
trabajos son aún escasos. Se trata, nada más, por otra parte, de seguros
privados; las compañías de seguros no nacieron hasta el siglo xvn, cuando
las ventajas que ofrecía la repartición de los riesgos apresuraron su
creación.14

8. C ARÁCTER DE LAS FUERZAS FINANCIERAS EN LA E DAD M EDIA

Comenzamos ahora a darnos cuenta con bastante precisión de la naturaleza


de las fuerzas financieras en la Edad Media.
Algunas están, en cierto modo, confinadas a una ciudad o a un país. Tal
es el caso de esos “financieros de Arrás” (en particular los Crespin y los
Louchart) que recientemente nos ha descrito Georges Bigwood.’ 5
Enriquecidos, según parece, tanto por el

14 Salvioli, L'assicur. e il cambio marit. nella storia del diritto italiano, 1884;
Hamon, Hist. génér. de l'assurance en France, 1897; P. Huvelin, Le droit commerc.,
art. cit. Bibl.
15 Les financiers d'Arras, art. cit. Bibl.
LAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA 25

t 01 nercio como por sus propiedades y las rentas de sus bienes mices,
dispusieron, en el siglo xm y a principios del xxv, de calíllales suficientes
para hacer préstamos considerables a príncipes, como el Conde Saint-Pol y
el Conde d’Artois, a señores laicos y eclesiásticos, y a ciudades de los
Países Bajos, como Brujas. Establecidos en la ciudad de Arrás, no tenían
representantes en el extranjero, acudían a las ferias sólo para su comercio
y no cultivaban relaciones internacionales. Hubo, asimismo, un fun-
cionario, Guillermo de Duvenvoorde (1290-1353), consejero del (‘onde
Guillermo de Holanda, enriquecido principalmente por especulaciones
financieras: préstamos de dinero a particulares y, sobre todo, a los
príncipes; práctica de los cambios; compra tío rentas hacendarías, y
constituciones de lucrativas hipotecas. Con ello pudo acumular tanta
riqueza que llegó a tener una renta de 70 000 libras (cinco millones de
francos, al valor de 1921) que representaba un capital de cien millones de
francos. En 1404 casó su sobrina nieta con Englebert de Nassau, de modo
que a éste "nuevo rico” debe la casa de Orange-Nassau su fortuna pe-
cuniaria y, por tanto, su fortuna política.18
Sin embargo, las importantes fuerzas financieras que se constituyeron
en la Edad Media son aquellas que fueron favorecidas por las relaciones
internacionales. Tal es el caso de los poderosos bancos italianos, que tenían
sucursales en numerosos países, y el caso de los cambistas y lombardos17
que se extendieron por toda la Cristiandad; tal es, asimismo, el de los
miembros de la Liga Hanseática, que tuvieron importantes
establecimientos en las principales ciudades del noroeste de Europa.
Los judíos eran también una fuerza económica internacional. Dispersos
como estaban por todas partes, unidos por los lazos de esa religión a la que
debían humillaciones y persecuciones, hollábanse en condiciones
particularmente favorables para emprender importantes operaciones
comerciales y financieras. Es un error creer que los judíos se dedicaron
originalmente sólo a transacciones financieras; hasta el siglo xm se ocupan
de modo principal más en el comercio de mercancías que en el comercio de
dinero, como lo demuestran incontrastablemente Moses, Hof- inonn y
Kulischer.
En fin, la Iglesia misma es una de las fuerzas financieras internacionales
de la Edad Media. Los obispos, los cabildos de las abadías poseían grandes
propiedades raíces, y la necesidad de vender sus productos, sus granos y
sus lanas, los obligó a hacer comercio por su propia cuenta. Después se
dedicaron al comercio por cuenta de otros, a pesar de que lo prohibían las
decisio-

i« Véase J. Cuvelier, Les orig. de la fortune de la maison d'Orange- Nassau


(Memorias de la Academia Real de Bélgica, 1922).
17 Prestamistas sobre prenda.
26 LAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA

nes de los concilios, tanto más frecuentes cuanto más constantemente


violadas. El comercio de mercancías llevó a los poderes eclesiásticos al
comercio de dinero; los monasterios se convirtieron en verdaderos
establecimientos de crédito,18 y sobre todo las órdenes militares, cuyas
comandarías19 en todos los países les facilitaban la realización de cambios
lucrativos. Así, la Orden Teutónica se preocupaba tanto de sus
transacciones financieras y comerciales como de la evangelización de los
esclavos paganos, y los Templarios, a quienes los grandes confiaban
depósitos de metales preciosos y de dinero, prestaban sumas considerables
a los nobles, a los príncipes y a los reyes, hasta llegar realmente a ser sus
tesoreros. Éstos llevaban a cabo diversas operaciones bancarias y
acumularon tantas riquezas que tentaron la codicia de Felipe el Hermoso,
siempre escaso de fondos. El escandaloso proceso y la destrucción de la
orden se debió a esta circunstancia.20
El bosquejo que precede muestra suficientemente qué diversas eran las
fuentes del capitalismo en la Edad Media. Es a todas luces unilateral la tesis
del profesor Sombart que sostiene que el capitalismo nació principalmente
de la propiedad rural de los señores, así como del aumento de las
propiedades urbanas y de las rentas de la tierra acaparadas por el patriciado
de las ciudades.21 Ésta es, sin duda, una de las fuentes del capitalismo, pero
mucho menos fecunda que el gran comercio internacional de mercancías y
que el comercio del dinero que éste produjo. El fenómeno preponderante
para quien quiera explicarse la causa primera de la acumulación de
capitales son las relaciones internacionales que, aunque raras en la Edad
Media, ya habían empezado a tener un papel importante en la vida econó-
mica de la época.
Una última observación: fue principalmente el comercio del dinero, las
operaciones financieras, lo que dio nacimiento a la clase de los nuevos
ricos. Pero en cada generación aparecen nuevas figuras, como lo ha
mostrado tan bien el profesor Pirenne. Los descendientes de los que han
acumulado grandes fortunas no tardan en abandonar el mundo de los
negocios. Compraban señoríos o propiedades urbanas, adquirían rentas
(rentas de la

is Principalmente por las numerosas compras de rentas de la tierra,


como señala Génestal en el caso de Normandía; en el siglo xm las abadías
tuvieron funciones de bancos agrícolas.
Beneficios de que gozaban las órdenes militares.
2« Véase Léopold Delisle, Les opérations financières des Templiers (Mém. de
l'Acad, des Inscrpt., vol. 33, 1889); H. Prutz, Entwickelung und Unter- gag des
Tempelherrenardens (Berlin, 1888), y en todo lo que precede, el excelente
estudio de Kulischer ya citado.
21 Véase G. von Below, Die Entstehung des modemen Kapitalismus
(Historische Zeitschrift, 1903, vol. 91).
I.AS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA 27

1 Ierra y deudas de príncipes y de ciudades);22 entraban en las fi- liis


de la aristocracia rural o del patriciado de las ciudades. Renunciaban, en
suma, a la actividad económica, y no representaban más que el pasado.
Otros nuevos vendrán a tomar la antorcha y a crear, a su vez, nuevas
formas de actividad que precipitarán lu evolución del capitalismo.

9. No EXISTIÓ CAPITALISMO INDUSTRIAL

En la Edad Media el capitalismo sólo apareció, como se ha visto, en su


aspecto puramente comercial; el capitalismo industrial en el sentido
moderno de la palabra no existió en ninguna forma. Los artesanos, sobre
todo los proveedores de alimentos, ropa y los que trabajan en
construcciones y mobiliario, ellos mismos suministraban sus medios de
producción, en general muy limitados, como lo muestra, oor eiemnlo. el
registro de impuestos de París, en 1292, y el cálculo de impuestos de
Basilea, en el siglo xv. Trabajaban solos o con uno o dos compañeros, y no
producían para mercados lejanos; vendían directamente sus productos a los
consumidores de la locanaaa. Algunas veces trabajaban materias primas
suministradas por sus clientes.
El régimen corporativo, la organización de las “comunidades de oficios”
como existieron en todas partes en la Edad Media, tendieron a mantener al
artesano en una situación bastante humilde, impidiendo la competencia,
limitando el número de aprendices y asegurando a cada maestro la escasa
mano de obra que necesitaba.
En la gran mayoría de las ciudades las corporaciones obreras pudieron
mantener el régimen de la pequeña industria, no sólo durante la Edad
Media, sino aun en los tiempos modernos. Nada más en las corporaciones
de mercaderes apareció en ocasiones una diferenciación entre los maestros,
así como también una acumulación de capital. Éste es un fenómeno
significativo.

O BRAS DE CONSULTA

R. Davidsohn, Geschichte von Florenz, Berlín, 1896-1927, 4 vols.; For-


schungen zur Geschichte von Florenz, Berlin, 1896-1908.
A. Doren, Das Florentiner Zunftwesen vom 14. Jahrhundert zum 16., Stuttgart,
1908; Studien aus der Florentiner Wirtschaftsgeschichte, Stuttgart, 1901.
Georges Renard, Histoire du travail à Florence, París, 1914, 2 vols. Peruzzi,
Storia del comercio e dei banchieri di Firenze in tutto el mundo conosciuto del 1200
al 1345, Florencia, 1868.

22 Véase G. Bigwood, Les émissions des rents de la ville de Namur au xv'


siècle (Ann. de la Soc. Archéolog. de Namur, vol. 36, 1925).
28 LAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA

Piton, Les Lombards en France et à Paris, París, 1892.


Henri Pirenne, Histoire de Belgique (vols. I y II), Bruselas, 1902- 1926, 5
vols.; Les démocraties urbaines aux Pays-Bas, París, 1912; Medieval cities,
their origins and the revival of trade, Princeton University Press, 1925; Les
périodes de l’histoire sociale du capitalisme (Bull, de l’Académie de
Belgique, 1914).
Georges Espinas, L’industrie drapière dans ta Flandre française au Moyen Age,
1923, 2 vols.
G. Des Marez, L'organisation du travail à Bruxelles au xv' siècle, Bruselas,
1904; La lettre de foire à Ypres au xiii' siècle, Bruselas, 1901.
G. Fagniez, L’industrie et ta classe industrielle à Paris aux xiii' et xiV siècles,
Paris, 1877 (Bibl. de l’Ecole des Hautes Études, fasc. 33); Documents
relatifs à l’histoire de l’industrie et due commerce en France au Moyen Age,
Paris, 1898-1900, 2 vols.
Henri Hauser, Les orígenes du capitalisme moderne en France (Revue
d’Economie Politique, 1902).
Paul Huvelin, Essai historique sur le droit des marchés et des foires, Paris, 1897;
Le droit commercial (Revue de synthèse historique, 1904).
Martin Saint-Léon, Histoire des corporation de métiers, 3? ed., 1923,
H. Pigeonneau, Histoire du commerce de ta France (t. I), Paris, 1885.
W. Ashley, An Introduction to English Economic History and Theory,
2 vols., 1888-1893 (trad. franc.); The Economic Organization of England,
1914 (trad. franc.).
Georges Bigwood, Le régime juridique et économique du commerce de l'argent en
Belgique au Moyen Age (Mem. de la Académie de Belgique, 1921 y 1922).
R. Génestal, Rôle des monastères comme établissements de crédit, étudié en
Normandie du xi' à la fin du xiii' siècle, Paris, 1901.
Georges Mayer, Essai sur les origines du crédit en France du xiii’ au xiv' siècle,
Paris, 1902.
R. Ehrenberg, Das Zeitalter der Fugger (t. I), Jena, 1897.
Werner Sombart, Der Moderne Kapitalismus, 4? ed., 1922.
Josef Kulischer, Warenhaendler und Geldanleiher im Mittelalter (Zeitschrift für
Volkwirtschaft Sozialpolitik und Verwaltung, t. XVII).
Armando Sapori, Companie Mercantili dei Bardie e dei Peruzzi, Florencia, 1925;
Libri di commercio dei Peruzzi, Milán, 1934.
II. EL CAPITALISMO DE COMIENZOS DE LOS
TIEMPOS MODERNOS

1. La TEORÍA DE SOMBART SOBRE LA GÉNESIS DEL CAPITALISMO

Lu sociedad capitalista no podía nacer, naturalmente, más que de la


acumulación de los capitales. La cuestión que se plantea en primer término
es, pues, la de saber de dónde provino esta acumulación en los albores de
los tiempos modernos. Según Sombart, el comercio, como era practicado en
la Edad Media, fue Incapaz de producirla. Este autor ha compilado algunos
datos relativos a la pequeñez de las ganancias de esa época, los cuales,
aunque impresionantes, son con todo poco numerosos para convencer
plenamente. Además, hay que distinguir cuidadosamente el comercio local
del comercio interurbano o del comercio internacional, que se desarrolló
sin cesar en los últimos siglos de la Edad Media. La economía urbana jamás
estuvo tan "cerrada" (geschtossen) como lo imagina Bücher.1 De manera que
el comercio de la lana y de las telas como se practicaba en Italia y en los
Países Bajos parece haber sido la fuente primitiva, o una de las fuentes por
lo menos, de las grandes fortunas que por entonces se crearon en aquellas
regiones. Consideremos, por otra parte, que el comercio no estaba entonces
verdaderamente especializado, pues el comercio de mercancías como el de
especies monetarias se concentraba a menudo en las mismas manos. Es
sabido, asimismo, que los orfebres solían prestar dinero, y ejercían, por lo
tanto, oficio de banqueros.
Lo cierto es, y ésta es la parte verdaderamente sólida de la teoría de
Sombart, que la acumulación de capitales fue realizada con frecuencia por
personajes que percibían impuestos y contribuciones por cuenta de la Santa
Sede, de los reyes, o bien de las rentas de los grandes dueños de tierras,
eclesiásticos o laicos. Aceptemos también con Sombart que el préstamo a
rédito, como lo practicaban lombardos y judíos, puede ser considerado
como una de las fuentes del capitalismo.
Las explotaciones mineras también desempeñaron, en este sentido, un
papel bastante importante, como lo prueba el ejemplo de los Fugger. El
profesor Jacobo Strieder, ha demostrado que ya en el siglo xv estas
explotaciones habían dado lugar a la formación de sociedades por acciones
sobre todo entre los miembros ricos de la clase media (bourgeois) en la
Alemania del sur. Es indudable que también hay que tomar en cuenta el
aumento
i En su célebre obra Die Entstehung dar Votkswirthschaft. Tubinga, 1893
<tr. ingl.).
30 EL CAPITALISMO DE LOS TIEMPOS MODERNOS

de valor de los bienes raíces a medida que las ciudades crecían en población
y en riqueza.2 Esta plusvalía, beneficiaba, sobre todo, al patriciado de las
ciudades; éste con frecuencia se aliaba y llegaba a mezclarse con la nobleza
rural como demuestra el profesor Pirenne, en su obra Étapes de l’histoire
sociále du capi- talisme. Pero este patriciado urbano, que ganó riqueza y
poder con el comercio, parece haber desempeñado un papel menos activo en
el naciente capitalismo que los "hombres nuevos”, nuevos ricos.

2. L AS GRANDES POTENCIAS FINANCIERAS EN I TALIA Y EN A LEMANIA . L AS LONJAS

O BOLSAS

Si se quieren conocer los orígenes del capitalismo financiero es necesario


considerar las grandes potencias financieras que se constituyeron desde
fines de la Edad Media. Su desarrollo, como lo muestra Richard Ehrenberg,
se debió sobre todo al crédito público exigido por la formación de los
grandes Estados, principados o monarquías. Dichos Estados tenían cada vez
mayor necesidad de dinero, pues sus servicios militares, diplomáticos y
finaniceros no cesaban de aumentar. Así se explica la actividad financiera de
los italianos (florentinos, lucquinos, genoveses y otros) en Inglaterra, en los
Países Bajos y en Francia, así como la de los marranos (judíos portugueses
convertidos) en Ambe- res. En Alemania, los Fugger de Augsburgo, primero
mercaderes y luego propietarios de minas de cobre y plata y banqueros,
fueron los prestamistas oficiales de los Habsburgos y nadie ignora su
intervención tan importante en la elección de Carlos V. Hubo otras casas en
Augsburgo y en Nuremberg, como los Tucher y los Imhof, que fueron
grandes potencias financieras en la primera mitad del siglo xvi.
Los banqueros alemanes tenían, asimismo, una posición importante en el
extranjero. En Lyon, por ejemplo, uno apodado "el buen Kleberg” fue
durante años el personaje más conspicuo de esa ciudad. Se comprende que
desde esta época pudo constituirse una gran acumulación de capitales,
tomando en cuenta que las tasas de interés llegaban a veces a ser del 50 %,
y que las fuerzas financieras de la comunidad fueron grandemente
aumentadas por las sociedades comerciales, los sindicatos y los monopolios.
Es significativo el hecho de que las ferias, tan importantes cuando el gran
comercio tenía todavía un carácter únicamente periódico, van perdiendo
poco a poco su primitiva importancia

2 Sobre todo lo que precede, véase Sombart, Der modeme Kapitalismus, 2?


parte, caps, x y XI.
EL CAPITALISMO DE LOS TIEMPOS MODERNOS 31

ti medida que se desarrollaba el comercio sedentario y urbano.3 Ilntonces


aparecen, ya desde el siglo xvi, las lonjas o bolsas, algunas de las cuales,
como las de Amberes y Lyon, adquirieron importancia mundial, que cada
vez más toman el lugar de aquéllas.
En las ferias, las transacciones financieras nacieron como resultado de
las transacciones comerciales; pero en las lonjas o bolsas las mercancías no
eran ya traídas materialmente al merendó: se traficaba nada más con los
valores que las representaban. La lonja o bolsa de Lyon debió su
importancia más a la llnanza que al comercio; su desarrollo, además, fue en
parte obra de los reyes de Francia, porque era la plaza donde se negociaban
de preferencia los empréstitos públicos, a donde afluían los banqueros, en
su mayoría de Italia o de la Alemania del sur. Pero la plaza de Lyon acaba de
perder su preponderancia ban- mriu para trasformarse en un gran centro
industrial.
En el siglo xvi, como demuestra Ehrenberg en su hermoso libro Das
Zeitalter der Fugger, las lonjas o bolsas suceden en importancia a las
ferias, tanto en el comercio de mercancías cuanto rn el comercio de dinero.
En las ferias las operaciones sólo se efectuaban ocasionalmente; en las
bolsas, en cambio, no transcurría un solo día del año en que no se
negociaran mercancías
V valores. Son estas últimas, pues, las que contribuyeron intensamente a la
concentración de operaciones comerciales y finan- i leras. Estaban abiertas
"a los mercaderes de todas las naciones", romo dice la inscripción del
frontón de la Lonja de Amberes, cuya « relación, en 1531, fue un
acontecimiento de gran importancia rn la historia del capitalismo.
Merced a las bolsas de cambio los acontecimientos políticos
V la opinión pública empiezan a tener una gran influencia sobre los
negocios. Esto explica el origen de las gacetas, que dan a los traficantes las
noticias que les es necesario conocer. Las bolsas obran, asimismo, sobre el
crédito de los particulares, pues a todo hombre de negocios le interesaba
tener en ellas buena reputación (htiona ditta, según la expresión italiana), y
también sobre el crédito público. Nada, pues, tan importante en una plaza
comercial como las "cotizaciones de bolsa” y la tasa del interés, que fija la
bolsa, y que están en relación estrecha con los acontecimientos y las
vicisitudes del crédito público.

3. L A ESPECULACIÓN SOBRE LOS CAPITALES

Desde la primera mitad del siglo xvi floreció, asimismo, la especulación


sobre los capitales, la cual consistía en lo que se llama mercado de prima,
una especie de apuesta sobre los precios

« Véase André Allix, Les foires (La Géographie, 1923).


32 EL CAPITALISMO DE LOS TIEMPOS MODERNOS

y los tipos de cambio, y especialmente en el arbitraje, que dependía de la


diferencia de precios y de tipos de cambio entre diversas plazas: una
especulación que podía permitir ganar hasta un 5 % en el espacio de quince
o veinte días. El arbitraje, que ya en la Edad Media fue practicado por los
italianos, presupone mucha perspicacia y una ciencia verdadera y difícil, ya
que para practicarlo es menester tener en cuenta una multitud de
elementos diversos.
Es importante también el desarrollo del seguro marítimo. Practicado
primero en Italia y luego en Portugal, se desarrolló ampliamente en el siglo
xvi, principalmente en Amberes. Se llegó a una mayor fijeza en el importe
de las primas, y la participación en la especulación sobre seguros se hizo
más general: en 1564 esta especulación permitía vivir en la holganza a seis-
cientas personas. Los corredores de bolsa, muy poco honrados, favorecían
toda clase de fraudes en beneficio de aseguradores
o de asegurados. No fue sino hasta 1559 cuando el soberano trató de
reglamentar los seguros. No existían todavía compañías de seguros, aunque
a menudo sin el conocimiento del asegurado, lo cual solía provocar graves
fraudes y hasta crímenes.4
Es fácil comprender la relación que hay entre el seguro y la especulación,
pues el seguro, aun cuando sea honradamente aplicado, implica siempre
algún riesgo, cuando menos para el asegurador; este riesgo se atenúa en
cuanto la institución funciona en forma más regular.
Toda sociedad en la que se ha desarrollado la especulación se
caracteriza, asimismo, por la inclinación al juego en todas sus formas. De
aquí la organización de loterías, como la de 1565- 1567, que de manera
especial benefició a Margarita de Parma y a sus organizadores. De aquí
también la costumbre de apostar: en Amberes se apostaba hasta sobre el
sexo de los niños próximos a nacer, lo que daba lugar a fraudes, o bien sobre
el tiempo en que un caballo haría cierto recorrido, o sobre la fecha de un
acontecimiento histórico.6 En el ambiente febril del Amberes del siglo xvi
aparece todo un mundo de empresarios de proyectos más o menos
quiméricos, de consejeros, de gente dedicada a toda clase de negocios, así
como inventores e ingenieros. Gran número de éstos resultaban simples
caballeros de industria; pero había también figuras realmente interesantes,
como Gaspar Ducci y Leonardo di Benavento.
La consecuencia principal del desarrollo de la especulación fue la
movilización de los capitales y la transacción de negocios en los valores
que representaban a las mercancías, o que se suponía
♦ Véase A. Goris, Les colonies marchandes méridionales á Anvers de 1488 á
1565, Lovaina, 1925
5 Ibid., pp. 401 ss., 425 ss.
EL CAPITALISMO DE LOS TIEMPOS MODERNOS 33

<|iir las representaban. Aun los bienes raíces comenzaban a "mo VII
Izarse" gracias al desarrollo de la hipoteca.

4, L AS CRISIS FINANCIERAS Y EL PROGRESO DEL CRÉDITO PÚBLICO

Otro fenómeno nuevo del siglo xvi fueron las crisis financieras
Internacionales, provocadas por el desarrollo del crédito público.
En Francia, el cardenal de Tournon trató de crear una insti-
I m itin basada en el crédito público. Centralizó para beneficio del rey
todos los depósitos de los bancos lyoneses, prometiendo un interés no
inferior a un 10 %. Luego, en 1554 y también en
l. yon, se lanzó un verdadero empréstito público (el Grand partí) para
el cual hubo necesidad de recurrir a toda clase de personas, aun a las más
humildes. Hasta los criados iban a confiar •oís ahorros al Grand partí. Hubo
un verdadero furor de especulación, y los extranjeros no eran los menos
entusiastas. Los suscriptores recibían bonos u obligaciones. No tardó, sin
embargo, en ocurrir el desastre: el papel comenzó a bajar, primero un 15
%, después, en 1559, un 30 y aun un 50 %. Por el mismo tiempo, el Estado
español sufrió una crisis análoga. Estas bancarrotas afectaron gravemente
a todos los negociantes en dinero: 20 millones de ducados (dólares 50 000
000), si no perdidos, sí estuvieron gravemente comprometidos. El crédito
público se vio seriamente afectado. Las Guerras de Religión provocaron
otra grave crisis también: la decadencia de las plazas de Amberes y Lyon,
ambas ganadas en gran parte por la causa de la Reforma.
Una nueva bancarrota del Estado español, en 1575, provocó una crisis
bastante seria. Comprometió la prosperidad de las ferias españolas
(Medina del Campo, Villalón, etc..), en donde se trataban grandes
negocios y en donde los Fugger y los banqueros genoveses representaban
un papel preponderante. Esta bancarrota afectó en primer lugar a Nicolo
Grimaldi, a financieros españoles como Espinosa, a capitalistas de Sevilla
y de Burgos, así como a muchos particulares.
Se comprende que los príncipes, cada vez más necesitados de dinero,
hayan servido a la causa capitalista. El profesor Pirenne lo ha demostrado
claramente respecto a los Países Bajos.
Si los artesanos de las ciudades combatieron con tanto vigor el régimen
monárquico se debió a que éste amenazaba el exclusivismo municipal,
para el cual era, sin duda, funesto el triunfo del capitalismo. Ésta es la
verdadera significación de la revuelta de Gante en 1477 y de los
disturbios que la sucedieron. Felipe el Hermoso favoreció a Amberes, que
representaba el espíritu nuevo, sobre Brujas; y en 1500 sacrificó la
industria de géneros de Flandes y Brabante a los intereses de Amberes,
que entonces se dedicaba al lucrativo "acabado” de telas inglesas.
34 EL CAPITALISMO DE LOS TIEMPOS MODERNOS

Como se ve, es innegable la relación que existe entre el desarrollo de las


monarquías, de los grandes Estados, y el progreso del capitalismo. Por otra
parte, los empréstitos de los príncipes y las necesidades del crédito público
acrecentaron de una manera singular la importancia de las grandes fuerzas
financieras, de los Fugger y de sus émulos.

5. EL desarrollo de los bancos

El progreso de los bancos fue otro rasgo característico de la época. Los


bancos fueron fundados principalmente por italianos, que desde la Edad
Media adquirieron experiencia en esta clase de empresas, y también por
alemanes. Estos bancos eran instituciones de depósito. Gracias al dinero
que apuntaban los hombres de todas las clases sociales (nobles y
comerciantes), el banquero podía intentar la especulación en grande. Por
ejemplo, Ambroise Hoechstetter, que quiso acaparar el mercado del azogue,
y que terminó por amanarse y arruinar a sus comanditarios. En Lyon hubo
muchos bancos —sobre todo italianos y alemanes6—, y su existencia
convirtió a la ciudad en un gran centro internacional de transacciones de
dinero.
El desarrollo de los bancos trajo nuevas costumbres, como lo demuestra
Ludovico Guiccardini en la vivida descripción que hizo del Amberes del
siglo xvi:

Antes, los nobles que disponían de fondos los invertían en


tierras, lo cual proporcionaba trabajo a mucha gente y proveía al
país de lo necesario. Los comerciantes empleaban sus capitales en
sus negocios ordinarios, de manera de equilibrar entre las diferentes
comarcas la carencia y la abundancia; utilizaban un sinnúmero de
hombres y aumentaban las rentas de los príncipes y de las ciudades.
Hoy en día, por el contrario, una parte de IB noble/.« y los
comerciantes (la primera por conducto de lo* segundos, y los oíros
abiertamente), con objeto de evitar los trabajos y los peligros de la
actividad profesional ordinaria, dedican todo su capital disponible al
tráfico de dinero, que los atrae con sus elevadas y seguras
ganancias.

6. EL capitalismo comercial como fuente del capitalismo


FINANCIERO

Por más influencia que en la génesis del capitalismo hayan ejercido el


comercio monetario y la especulación, éstos no son su fuente más fecunda;
por sí mismos estos dos factores no hubieran bastado para fundar una
potencia económica sólida y du-

<i I,o* hnlitn también suizos y españoles; los banqueros de origen


lyonés Clinton milii vp/.iiiA» numerosos a partir del siglo xvi.
EL CAPITALISMO DE LOS TIEMPOS MODERNOS 35

rabie. Ehrenberg lo prueba de un modo evidente cuando compara llis ferias


de Génova con las de Francfort.
Las ferias de Génova cobraron gran importancia a raíz de la decadencia
de Amberes y siguieron florecientes durante medio ululo. Su principal
característica era que en ellas no se traficaba **ii mercancías: todas sus
operaciones eran de carácter financiero; operaciones particularmente
activas, pues había oportunidad de hacer operaciones de cambio con las
principales plazas comerciales de Europa. La Corona de España, por
ejemplo, recurría muy a menudo a las ferias de Génova para sus
necesidades financieras. Y como éstas daban margen a toda suerte de
especulaciones, favorecieron en gran escala la concentración de los
capitales. Pero como estas ferias no constituyeron un centro comercial
permanente, recuerdan el pasado más bien que anuncian el porvenir: son
como el último destello de la vida económica medieval.
Francfort era ya desde fines de la Edad Media el centro comercial más
importante de la Alemania occidental. La decadencia de Amberes acrecentó
su poder. Las ferias que en ella se efectuaban no tenían un carácter
puramente financiero; se realizaban operaciones comerciales de intensa
actividad. Progresaron más lentamente que las ferias de Génova, pero en
cambio, fueron más sólidas y sus éxitos más duraderos. Se sostuvieron aun
durante la Guerra de Treinta Años, y la plaza de Francfort continuó siendo
de vital importancia en el siglo xvm, aunque por entonces dependía en
cierto modo de Amsterdam. Una de sus mejores pruebas de prosperidad es
que el rédito nunca fue allí muy elevado; nunca excedió del 5 al 6 %, y aun
a veces menor.
En la Inglaterra del siglo xvi la expansión del capitalismo financiero fue
favorecida singularmente por el desarrollo de la industria y los progresos
del capitalismo comercial. La producción de la industria de paños aumentó
a más del doble en la segunda mitad del siglo, y este aumento creó la
necesidad de capitales, que fueron proporcionados por los comerciantes
exportadores. Otro tanto ocurrió con la industria minera.
Por otra parte, el desenvolvimiento de la exportación planteó la cuestión
de los cambios extranjeros.7 Está claro que Londres no tenía la organización
financiera de Amberes o de Lyon, pero gracias a su importante comercio
estaba en relaciones directas con los grandes mercados extranjeros y
principalmente con Amberes, Hamburgo, Lyon y Ruán.
Como el valor de la moneda solía variar considerablemente de una plaza
a otra, las operaciones internacionales de cambio
i Véase Th. Wilson, A discourse upan usury (1572), ed. Tawney, Intro-
ducción, Londres, 1925.
36 EL CAPITALISMO DE LOS TIEMPOS MODERNOS

producían grandes beneficios y daban lugar a activas especulaciones. No


se trata sólo del simple cambio de monedas de diversos países, sino de
variaciones sensibles y frecuentes del valor de las monedas de un lugar a
otro, y también de variaciones en la tasa de interés.
Como lo demostró un escritor contemporáneo de Enrique VIII, Thomas
Gresham, no pocos comerciantes enriquecidos en el comercio de paños
encontraban más lucrativo dedicarse a las especulaciones en cambios que
continuar en sus antiguos negocios; estos mercaderes traficaban ¿obre
todo en el mercado de Amberes y, sin muchos riesgos, sus operaciones les
dejaban muy a menudo hasta un 16 % de ganancia, ejemplo claro de los
vínculos que existían entre las transacciones comerciales y las
operaciones bancadas en el siglo xvi.

7. E L PRÉSTAMO A RÉDITO : L A DOCTRINA - DE LA I GLESIA


Y LAS NUEVAS PRÁCTICAS

Es fácil comprender que, lo mismo en Inglaterra que en toda la Europa


occidental, se planteara como una cuestión fundamental el préstamo a
rédito y el valor de cambio del dinero.
La doctrina canónica, que condena los préstamos a interés, imperó
soberana durante la Edad Media. Pero aun durante esta época, en la que,
como en la antigüedad, no se concebía la inversión de dinero más que
como usura, se llegó a la conclusión de que el préstamo puede ser una
operación legítima, en el caso de una comandita, ya que implica riesgos y
exige compensaciones. La Iglesia distingue entre préstamos estériles y
préstamos productivos. En Inglaterra, el cardenal Morton, canciller de
Enrique VII, declaraba en el Parlamento: “Su Gracia [el rey] os ruega
tomar en consideración las cuestiones de comercio, así como las
manufacturas del reino, y disminuir el empleo bastardo y estéril del
dinero en la usura y tráficos ilegales, para que se destine, como debe ser
su uso natural, al comercio y al tráfico legal.”
Tampoco hay que olvidar que la Iglesia reconocía la legitimidad del
“contrato de renta” (bail á rente) que era, en realidad, un préstamo
disfrazado. Pero, como observa justamente el profesor Ashley, a medida
que las relaciones comerciales crecían, el dinero adquiría cada vez más el
carácter de capital. Y, como dice Tawney, "las doctrinas que tendían a
proteger a los campesinos o a los artesanos contra los prestamistas sobre
prendas, no eran aplicables a los fabricantes de paños, a los propietarios
de minas y maestros de fragua y fundición, que tenían necesidad de ca-
pital”.
Con todo subsistía la doctrina escolástica, y para mercaderes
5"

EL CAPITALISMO DE LOS TIEMPOS MODERNOS 37

y negociantes fieles a la religión católica se presentaban casos de


conciencia sumamente embarazosos. Así se explica la curiosa consulta
que los comerciantes españoles de Amberes presentaron, por conducto de
su confesor, el franciscano Juan Bautista, a ln Universidad de París por el
año de 1532. El curioso documento que contiene la respuesta a dicha
consulta, que se conserva todavía y fue publicado por Goris, 8 muestra que
los teólogos católicos no habían renunciado a ninguna de sus ideas
tradicionales. Rechazan el "interés de cambio” como ilícito y usurario;
reprueban todo elemento especulativo en el comercio, y sólo admiten el
reembolso de gastos que el prestamista hubiera hecho, condenando de una
manera absoluta el "cambio de retomo” (change de retour) y el cambio seco.
r

Pero está claro que la práctica no podía obedecer a reglas tan rígidas.
Los mismos soberanos españoles, por católicos que fuesen Carlos V y
Felipe II, tuvieron que reconocer lo legítimo del interés, siempre que
fuese relativamente moderado y no excediera del 12 %. Pues ¿no fueron
ellos mismos grandes prestamistas? f-
En Inglaterra, en tiempo de los Tudor, las autoridades públicas se
vieron, asimismo, en grandes aprietos por la cuestión de los préstamos a
interés y de los cambios. Comprendieron la imposibilidad de atenerse a la
antigua concepción de la Iglesia y de seguir considerando el préstamo
como un "horrible pecado", y llegan así a la conclusión de qute lo
condenable no es pagar una suma razonable y legítima por el dinero
prestado, sino únicamente las exacciones a que el préstamo a interés
podía dar lugar. En 1545 el interés de ÍO %: fue autorizado por un decreto
real; éste fue derogado en 1552, pero entró de nuevo en vigor en 1571. Así
fue ganada en Inglaterra la causa del préstamo a interés, a pesar de la
resistencia que la Iglesia anglicana presentaba y de la oposición de un
buen número de escritores, entre ellos Thomas Wilson, cuyo Discurso sobre
la usura (1572) no hacía concesiones a las ideas nuevas. Y, sin embargo,
Wilson, comó lo hace notar Tawney, no era teólogo, sino un alto
funcionario, un magistrado culto y muy versado en cuestiones
económicas.

8. L A INFLUENCIA DE LA REFORMA CALVINISTA

Hay que tener en cuenta, además, que la Reforma religiosa, sobre todo la
calvinista, contribuyó de modo decisivo al desarrollo del capitalismo y de
la concepción capitalista, como lo han demostrado los sabios alemanes
Max Weber y Troeltsch.

8 Oh. cit. Bibl.


38 EL CAPITALISMO DE LOS TIEMPOS MODERNOS

La doctrina calvinista, en cuanto al préstamo a interés, está en abierta


oposición con la doctrina de la Iglesia católica. Y esto porque Cal vino no
establecía jerarquías entre lo espiritual, y lo temporal; consideraba digno de
elogio el trabajo o el ejercicio serio de cualquier profesión, y veía, por
consiguiente, como legítima la adquisición de riquezas. Desde este punto de
vista su doctrina se acerca al concepto judío, cuyas consecuencias
examinaremos más tarde. El individualismo, que caracterizó a la Reforma
calvinista, cuadró admirablemente con el individualismo de los centros
capitalistas nacientes en el siglo xvi, y es digno de observar que ciudades
como Lyon y sobre todo Amberes hayan abrazado con tanta decisión las
nuevas ideas religiosas. Más tarde se verá que fueron precisamente los puri-
tanos, al par que los judíos, los que contaban entre los agentes más activos
del capitalismo moderno.®
Por otra parte, no hay duda que la expansión del capitalismo contribuyó
al auge del Renacimiento. No fue solamente la riqueza y el lujo lo que
permitió a los mecenas fomentar las artes, sino también la independencia
de espíritu que la organización económica favorecía a su vez. El artista, no
sujeto al vínculo corporativo, goza de extraordinaria libertad, y las
relaciones entre los diversos países, cada vez más activas, abrieron nuevos
horizontes al espíritu. Ya sea que se considere el progreso del capitalismo o
bien la aparición del Renacimiento o de la Reforma, siempre nos
encontramos con el individualismo ya se considere el progreso del
capitalismo o la eclosión del Renacimiento y la Reforma.

O BRAS DE CONSULTA

Bonzon, La banque à Lyon, aux xvi', xvü« et xviii* siècles (Rev. d’Hist. de Lyon,
1902 y 1903).
W. Ashley, An Introduction to Engtish Economie History and Theory, Londres,
1888-1893, 2 vols. (trad. franc., 1900); The Economie Organ- ization of
England, Londres, 1914 (trad. franc., 1926).
Burgon, Lije of Gresham, 2 vols.
Richard Ehrenberg, Das Zeitalter der Fugger, Jena, 1896, 2 vols.
J. A. Goris, Les colonies marchandes méridionales à Anvers, de 1488 à 1567,
Univ. de Lovaina, 1925.
Henri Hauser, Spéculations et spéculateurs au xvi« siècle (en "Travailleurs et
marchands de l’ancienne France”, Paris, 1920).
Paul Huvelin, Essai historique sur le droit des marchés et des foires, Paris, 1897.
Henri Pirenne, Histoire de Belgique, t. III; Les étapes de Vhistoire sociale du
capitalisme (Mém. de l’Acad. de Belgique, 1914).

9 Véanse las páginas tan sugestivas de H. Pirenne, Histoire de Belgique, t.


III, pp. 285 ss.
EL CAPITALISMO DE LOS TIEMPOS MODERNOS 39

Heliunze, Englische Handelspolitik gegen das Ende des Mittelalters, Leipzig,


1881.
W. Sombart, Der Moderne Kapitalismus, 4* ed., 1922, 4 vols.; Die Juden und
das Wirtschaftsleben, 1911 (trad. franc., 1923); Der Bourgeois, 1913 (trad.
franc., 1925).
Jacob Strieder, Zur Genesis des modernen Kapitalismus, Leipzig, 1904.
Troeltsch, Die sozialen Lebren der christlichen Kirchen und Gruppen, Tubinga,
1912.
Marcelin Vigne, La banque à Lyon du xv" au xviii4 siècle, París y Lyon, 1902.
Max Weber, Die protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus, 1904-
1905 (reproducido en "Gesammelte Aufsätze zur Religionsoziologie",
Tubinga, 1920).
Th. Wilson, A discourse upon usury (1572), ed. Tawney, Londres, 1925 (con
una excelente introducción).
Th. Wilson, Religion and the Rise of Capitalism, ed. Tawney, Londres, 1926.
H. Hauser, Les idées économiques de Calvin (en Débuts du Capitalisme, 1927).
J. Strieder, Studien zur Geschichte Kapitalistischer Organisationsformen,
Münich, 1914; Jakob Fugger der Reiche, Leipzig, 1926.
III. EL GRAN COMERCIO MARITIMO, LA EXPANSIÓN COLONIAL Y
LOS PROGRESOS DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XVI

1. L AS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LOS GRANDES DESCUBRIMIENTOS

La fuente más fecunda del capitalismo moderno radica, sin duda, en los
grandes descubrimientos marítimos que principiaron con las expediciones
de los portugueses en el Océano Indico. Portugal estableció florecientes
agencias comerciales en la India y obtuvo asiento en Java, Sumatra y las
Islas Molucas.1 Vino después el descubrimiento de América y su conquista
principalmente por España, que era, con Portugal, la mayor potencia
marítima de los pueblos del Atlántico en el siglo xvi. La apertura del
Nuevo Mundo contribuyó al desarrollo del capitalismo porque los primeros
exploradores y navegantes buscaban directamente en los países
productores: algodón, seda, especias y azúcar, artículos ya de consumo
corriente, amén de otros productos hasta entonces desconocidos, como
maderas de tinte y de ebanistería, añil, café y tabaco.
En su origen el comercio colonial consistió sobre todo, como dice
Sombart, en la expropiación de pueblos primitivos que eran incapaces de
defenderse contra las armas invasoras. Mediante verdaderos actos de
piratería, los comerciantes europeos obtenían enormes ganancias, que en
ocasiones excedían del 200
o del 300 %. No era menos lucrativa la práctica del trabajo forzado que
los europeos exigían de los indígenas en las colonias; españoles,
portugueses y holandeses, todos mostrábanse igualmente despiadados con
las llamadas razas rojas o amarillas. En toda América, pero especialmente
en las Antillas, regiones enteras quedaban despobladas de indios, al grado
que era necesario sustituirlos con negros que los traficantes importaban
de África: comercio criminal, pero que dejaba enormes utilidades. Sombart
ha dicho con justicia: “Nos hemos enriquecido porque pueblos y razas
enteros han muerto por nosotros; por nosotros se han despoblado continentes
enteros,” Hay que convenir que ésa ha sido una de las fuentes —harto
impuras, por cierto— del capitalismo.2 Hechos innumerables, cuyo detalle
sería prolijo
;i Véase A. Zimmermann, oh. cit. Bibt.
Véase Sombart, oh. cit., cap. XIII; O. Peschel, Geschichte des Zeitalter dcr
Entdackungen (Stuttgart, 1877). No se puede negar, por otra parte, cilio
una vez pasado el periodo brutal de la Conquista, los colonos españoles
hicieron muy loables esfuerzos para dar valor al inmenso Continente del
que se habían posesionado; así lo ha reconocido el gran Humboldt. Véase-
C. Pereyra, /.a obra de España en América (Madrid, 1920).
40
\ ' >'
EL GRAN COMERCIO MARITIMO 41
mencionar, demuestran que el comercio colonial y la explotación de los
indígenas acrecentaron en proporciones enormes la cantidad de capitales
que luego se esparcieron por Europa.
Por otra parte, gracias a este comercio tan lucrativo, las antiguas
prácticas comerciales se perfeccionaron, se desarrollaron otras nuevas y
se elaboró un verdadero código marítimo. Éste fue, en gran parte, obra de
los mercaderes portugueses, que fueron los primeros en explotar las
nuevas fuentes de riqueza; muchos de ellos eran de origen judío, más o
menos convertidos al catolicismo (los llamados marranos).3 Los españoles
siguieron los pasos de sus predecesores inmediatos.

2. P ORTUGUESES Y ESPAÑOLES EN A MBERES

Así se explica el lugar tan importante que las colonias portuguesas y


españolas tuvieron en Amberes, al menos hasta el año de 1560. Sus navios
entraban en gran número al puerto del Escalda. Amberes llegó a ser el
centro de tránsito de las potencias marítimas, que entonces se ocupaban
en transportar los productos de Asia y del Nuevo Mundo, así como de los
países del norte y del noroeste de Europa. Por Amberes pasaban mer-
cancías con destino a la Península Ibérica y al Nuevo Mundo, además de
los ricos productos de los Países Bajos: telas, lino, tapicerías, artículos
religiosos, obras de arte. Importante como era la plaza de Amberes —y
ninguna entonces podía igualársele— resultaba insignificante si la
comparamos con los grandes centros del movimiento comercial moderno.
El tonelaje de los navios rara vez pasaba de 200 toneladas, y aunque había
carabelas de 300 a 500 toneladas, se utilizaban de preferencia las hulques,
ligeras y resistentes, que no pasaban de 110 toneladas, para el tráfico del
Sur. El movimiento del puerto, enorme para aquella época, parecería hoy
mezquino: el año de 1542 zarparon para España nada más que 36 navios.
Es cierto que en 1545, según lo ha demostrado Goris basándose en las
listas de recaudación de impuestos, el puerto de Amberes exportó
mercancías por cerca de seis millones de libras francesas —cifra muy
considerable para la época— al paso de las exportaciones del resto de los
Países Bajos que apenas fueron de dos millones. Podemos decir, usando la
expresión del profesor Pirenne, que "los Países Bajos eran nada más los
suburbios de Amberes”. Las mercancías importadas eran en su mayor
parte productos coloniales.
La colonia (o nación) portuguesa en Amberes desempeñó

3 Véase Sombart, Die Juden, etc., ob cit. Bibl.; Goris, ob. cit. Bibl. Existen,
desgraciadamente, pocas obras sobre las actividades económicas y
comerciales de los portugueses.
42 EL GRAN COMERCIO MARÍTIMO

un papel muy importante, por más que el número de sus miembros no haya
sido muy considerable (alrededor de sesenta familias en 1570); tenía dos
cónsules, con su jurisdicción consular y procedimientos rápidos y poco
costosos, muy favorables a los intereses de la colonia. El rey de Portugal
tenía, además, un representante que administraba los negocios comerciales
de su soberano. La colonia española en Amberes no estaba legalmente
constituida en "nación”; aunque no tenían jurisdicción especial como los
portugueses, gozaban en realidad de importantes privilegios. Tanto los
negociantes portugueses como los españoles representaban a importantes
casas de los países meridionales. Hasta 1550 estos agentes tuvieron un
doble carácter: eran corredores y financieros; pero hacia la segunda mitad
del siglo se estableció una diferenciación en dichas funciones.

3. El ORO Y LA PLATA DEL N UEVO M UNDO

Con todo, los progresos logrados en materia de operaciones comerciales no


constituyen el único motivo de la expansión del capitalismo. Hubo en la
segunda mitad del siglo xvi otro fenómeno de primera importancia: la
enorme afluencia de metales preciosos, de oro y de plata, que tan raros
habían llegado a ser a fines del siglo xv y principios del xvi. Luis XII, en su
decreto del 22 de septiembre de 1506, quejábase de la exportación de oro y
plata, que elevaba los precios “para nuestro gran daño y perjuicio".
Los portugueses acumularon con bastante anticipación grandes
cantidades de oro en la costa occidental de África; pero el acontecimiento
decisivo en esta materia fue la conquista de México (1519-1521) y de Perú
(1532-1541). Los conquistadores saquearon sin escrúpulos los tesoros
acumulados por los indios; sóJo el tesoro de los incas dio millones a Pizarro
y a sus compañeros. Después vinieron los tributos que, al tomar posesión
del país, impusieron los españoles a los indígenas y, por último, las rentas
periódicas de las minas. El descubrimiento de la mina de plata de Potosí
(1545) acrecentó notablemente la cantidad de metales preciosos; su
producción anual era de 300 000 kilogramos (10 000 000 onzas troy).
México, Nueva Granada, Perú y, en menos escala, Chile, derramaban sobre
Europa metales preciosos.4 En un siglo la producción de éstos aumentó de
un modo fantástico, particularmente la de plata que, de 1520 a 1620, casi
se quintuplicó. Las cuatro quintas partes del oro y de la plata de entonces
procedían de la América española.
4 La producción de oro no aumentó mucho (alrededor de un sexto).
Véase A. Soetbeer, Maíériaux pour facititer iintellig. et l'exam. des rapports Écon.
des métaux precieux et de la question mcmét. (trad. fr., 1889). No hay que
olvidar que todas estas valuaciones están sujetas a reservas.
EL GRAN COMERCIO MARITIMO 43

España debería haber recogido para sí todas estas riquezas. Trató, en


efecto, de instituir y mantener un monopolio, pero no
lo logró porque la realidad económica es más fuerte que todas Ins leyes y
todas las instituciones. De hecho, de esos tesoros aprovecharon más las
otras potencias marítimas que España, a
i uya decadencia contribuyó precisamente su sistema colonial.

4. E L SISTEMA COLONIAL DE E SPAÑA

Examinemos ahora cómo pretendió la monarquía española reglamentar el


comercio de América. No sólo trató España de reservarse para sí todo este
comercio, sino que, a fin de ejercer un mejor dominio, trató de concentrarlo
en un solo puerto: primero en Sevilla y luego, cuando las necesidades de la
navegación lo exigieron, en Cádiz, mejor situada que la capital de
Andalucía. Los demás puertos españoles protestaron contra este monopolio
exclusivo, y Carlos V se mostró favorable a sus protestas; pero bajo Felipe
II, a partir de 1574, triunfó Sevilla, hasta que Cádiz, en competencia con
ella, la venció definitivamente.
La Casa de Contratación administraba todo el comercio con España.
Creada en 1502, tuvo su primer asiento en Sevilla y después pasó a Cádiz,
en donde quedó definitivamente fijada desde 1517. Era una institución
esencialmente comercial, pero tenía derecho de jurisdicción. Al frente de
ella estaban tres funcionarios de gran autoridad: el tesorero, el factor y el
contador. Sus actividades, como las de toda la administración española,
fueron perjudicadas por la rutina.®
Las mercancías transportadas de Cádiz a la América española, o de
América a España, eran objeto de fuertes impuestos: la averia, cuya tasa
era de 2.5 %, y el almojarifazgo. Según el reglamento, todos los
cargamentos eran registrados e inscritos en los libros del contador. Pero el
contrabando era muy intenso y todas estas disposiciones resultaban
parcialmente inútiles. Por esto los derechos fueron reemplazados, en 1660,
por una suma fija de 790 000 ducados.
El rey de España pretendía reservar para sí la mayor parte, si no la
totalidad, de los metales preciosos de América; pero en realidad sólo una
parte ínfima de esas riquezas entró al tesoro real. El Gobierno español había
establecido, asimismo, impuestos extremadamente gravosos sobre los
negocios efectuados en las Indias y sobre la importación de mercancías y
metales preciosos (retornos) de América. Pero también en este caso sólo

5 Véase Clarence H. Haring, Comercio y navegación entre España y tas


Indias, F. C. E„ México, 1939, cap. I.
>
44 EL GRAN COMERCIO MARITIMO
% 1 percibía una muy pequeña parte de las sumas debidas, porque
privaban el fraude y la corrupción.
Además, en principio, sólo los españoles tenían derecho de
establecerse en América. Pero también en esta materia se cometían no
pocos fraudes. Por lo demás, es bien sabido que, para la extensión de las
regiones que dominaba España, el número de españoles que se estableció
en las Indias fue relativamente pequeño.6
Entre las potencias marítimas, España ocupaba una situación
privilegiada: a partir del siglo xvi era la única, con Portugal, que poseía
vastos territorios coloniales; había tomado posesión de todo un
Continente. Pero por esto mismo no pudo poner en todo su vigor el
llamado pacto colonial; no proscribió de una manera absoluta la industria
colonial, y así, la fabricación de textiles prosperó. El comercio
internacional, que estaba prohibido por la ley, se llevaba a cabo sin que
nadie pudiera evitarlo.
España, lo mismo que las demás potencias, se esforzó por reservarse el
monopolio del comercio con sus colonias; pero es difícil imaginar
prácticas comerciales más absurdas que las que quiso • imponer. Así, todo
el comercio colonial estaba concentrado en un solo puerto de España,
Cádiz, que tenía el monopolio de dicho comercio. Y en América las
mercancías debían ser desembarcadas en Veracruz, cuando iban a México,
y en Cartagena y en-Puerto Bello, cuando iban a buena parte de la América
del Sur. Una memoria francesa de 1691, relativa al comercio de Cádiz,
describe con precisión el carácter de ese tráfico:

Los galeones atracan primero en Cartagena. En cuanto arriban, el


general de los galeones avisa al virrey de Perú, que reside en Lima...
El virrey lo hace saber inmediatamente a todos los mercaderes y
gira las órdenes para el transporte del oro y de la plata que deben
ser enviados a Panamá por mar, y de ahí a Puerto Bello en muías.
Los galeones permanecen generalmente cuatro meses en Cartagena,
para negociar ahí y cambiar una parte de sus mercancías. El
comercio que realizan asciende a cerca de 4 millones de escudos. De
Cartagena los galeones van a Puerto Bello, donde se celebra
entonces una feria que dura 50 o 60 días; ahí dejan entre 18 y 20
millones de escudos de mercancías de Europa y recogen cerca de 25
millones de escudos en oro, plata y otros productos del país. De
Puerto Bello regresan a Cartagena, en donde permanecen 15 días
más, y de ahí van a La Habana, donde se quedan más o menos igual
tiempo... Las flotas van después a Veracruz, villa del reino de
México; ahí desembarcan de ordinario todos sus efectos, y los
comerciantes los venden en plaza, o los transportan, si quieren, a
otros lugares. Permanecen en ese puerto desde el

« Haring, op. cit., cap. TV; pp. 75 ss.


EL GRAN COMERCIO MARÍTIMO 45
mes de septiembre hasta el mes de junio, fecha en que se vuelven a
Cádiz...

Los españoles hacían también comercio en la región de la Pampa, por


conducto del Puerto de Buenos Aires y, finalmente, comenzaron a utilizar
la ruta del Cabo de Hornos para traficar con la costa del Pacífico. Esta
ruta era utilizada sobre todo por el comercio intérlope.

5. EL COMERCIO DE LOS EXTRANJEROS EN LA A MÉRICA ESPAÑOLA

El comercio con la América española lo efectuaban en realidad los


extranjeros, por lo menos de un modo indirecto, y principalmente las
potencias marítimas del noroeste de Europa. Como es sabido, estas
potencias se desarrollaron extraordinariamente a fines del siglo xvi y en la
primera mitad del xvn, a expensas de España. Así, Inglaterra ocupó un
puesto importante en el comercio colonial y Holanda aun más, porque, a
consecuencia del triunfo de la revuelta contra la monarquía española,
Holanda ocupó el magnífico imperio colonial que antes dominaba Portu-
gal. Francia figura en tercer lugar, pero el espíritu emprendedor de sus
armadores y de sus marineros en el Atlántico la convirtieron en
formidable competidor de España. Tales eran las nuevas fuerzas
económicas y políticas que, puestas en juego en el siglo xvi, habrían de
contribuir singularmente al desarrollo del gran comercio marítimo y del
capitalismo comercial.
Está claro que holandeses, ingleses y franceses no podían abiertamente
ejercitar un comercio directo con la América española; tenían que utilizar
para gran parte de sus negocios la vía de Cádiz, a donde enviaban sus
mercancías por mar; la mayor parte de ese transporte se hacía por
contrabando, para evitarse los derechos de aduana, que a veces ascendían
a un 23 %. La Memoria de 1691, ya citada, dice que de los 51 o 53 millones
de mercancías embarcadas en Cádiz, 50 pertenecían a franceses, ingleses,
holandeses, genoveses y flamencos, que traficaban bajo nombres
supuestos o de comisionistas españoles.
En esa forma los franceses enviaban paños, encajes, sederías y, sobre
todo, telas de lino, que constituían el artículo principal de comercio de
Saint-Malo. La misma Memoria calcula que los extranjeros recibieron por
las mercancías enviadas a América, las sumas siguientes:

Frances 13 o 14 millones
es 6 o7
Ingleses
Holandeses 1
.
..
Genovese
0
Hamburgues 11 o 4
s
es 12 6
Flamenco
s
46 EL GRAN COMERCIO MARÍTIMO

Se ve que los españoles se dedicaban, sobre todo, a la industria del


"acarreo"; los demás países de Europa eran los que suministraban los
objetos manufacturados que necesitaban las colonias de España.

6. La AFLUENCIA DE METALES PRECIOSOS Y LA CRISIS MONETARIA

A partir del siglo xvi la afluencia de metales preciosos fue cada vez más
intensa. Francia, que enviaba muchas mercancías y también verdaderas
colonias de artesanos de todas clases —según lo dice Juan Bodino en su
Respuesta a las paradojas de M. de Malestroit—, fue invadida a tal grado de oro
y plata españoles, que sufrió una revolución monetaria cuyas consecuencias
fueron extremadamente graves.
Vino primero una disminución en el peso de la libra de Tours, que servía
de unidad monetaria, y esto agravó la depreciación de la moneda. El edicto
de septiembre de 1577 trató, en vano, de impedir la circulación de monedas
de otros países; las monedas extranjeras —sobre todo las españolas—
inferiores en denominación y en valor a las francesas, invadieron Francia,
mientras las monedas fracesas huían al exterior. Desatóse una desenfrenada
especulación en los cambios, que enriqueció a banqueros y financieros, e
incitó a buen número de comerciantes a dejar el tráfico comercial por el
tráfico de dinero.7
La afluencia de metales preciosos y la especulación en los cambios
provocaron un alza de precios en el siglo xvi, especialmente en su segunda
mitad. El alza se hizo sentir sobre todo en el precio de los cereales, aunque
también en muchas materias valiosas y productos manufacturados. El
precio y la renta de la tierra también aumentaron. Es difícil determinar la
amplitud de esta alza en Francia. Parece que no fue inferior a 100 % y que
puede haber llegado hasta 200 %. En vano trató la administración de poner
remedio fijando un máximo para los precios y los salarios, especialmente en
los edictos de 1544, 1567 y 1577. Sólo unos cuantos contemporáneos
comprendieron las verdaderas causas del fenómeno, entre ellos Bodino, que
publicó su Discurso sobre el aumento y la disminución de las monedas en 1568.8
Estos fenómenos no eran peculiares de Francia. El alza de precios
ocurrió en toda Europa durante el siglo xvi, especialmen

7 Véase Germain Martin, art. cit., Bibl.; A. Liautey, La hausse des prix et la
lutte contre la cherté en France au xvi' siècle (Paris, 1921); P. Ra- veau, ob. cit. Bibl.

s Véase Henri Hauser, Controverse sur les monnaies (en Travaill. et marchands
de l'ancienne France, Paris, 1920). La afluencia de metales preciosos no fue,
sin embargo, la única causa del alza de los precios; a partir de 1570 y hasta
el fin del siglo hay que tomar en cuenta las devastaciones provocadas por
las guerras de religión.
EL GRAN COMERCIO MARÍTIMO 47

te en la segunda mitad de este siglo. Fue visible en Inglaterra, donde


contribuyó de modo poderoso al alza de las rentas señoriales.
Otra de las consecuencias de la afluencia de metales preciosos fue el
acrecentamiento del capital mobiliario. De esto resultó una gran actividad
económica que redundó primero en progreso para el comercio y, más tarde,
en la creación de nuevas industrias.
Aun en Francia hubo una activa especulación en la tierra y en los
productos agrícolas. Apareció una clase de mercaderes-agricultores que en
ocasiones llegó a ser suficientemente rica para comprar numerosas fincas y
aun feudos de nobles, siguiendo los pasos de los mercaderes de las ciudades.
Ésto ocurrió exactamente cuando los miembros de la antigua nobleza,
arruinados por el alza de los precios, vendían sus tierras y descendían a si-
tuación inferior si el favor de la Corte no les ayudaba "a redorar" sus
blasones, como lo ha demostrado recientemente Paul Raveau en su hermoso
estudio sobre L’agriculture et les classes paysannes dans te Haut-Poitou au XVI“
siècle. El aumento del capital mobiliario dio, asimismo, nacimiento a nuevas
ideas económicas, al sistema mercantilista y al proteccionismo. Esto ex-
plica la preocupación de las naciones por adquirir colonias para colocar en
ellas los productos de la Metrópoli y procurarse metales y materias
preciosas; esto explica también el pacto colonial, que debía asegurar a la
Metrópoli un verdadero monopolio del comercio.

« 7. Los PROGRESOS ECONÓMICOS DE LAS POTENCIAS MARÍTIMAS

A) Francia. El hecho saliente de la segunda mitad del siglo xvi es el


progreso de las potencias marítimas del oeste y del noroeste de Europa, que
vinieron a ocupar el lugar de España y Portugal.
Francia estaba destinada a representar entonces un papel de segunda
importancia, aunque bástante honorable. Su comercio exterior se desarrolla
principalmente con España, que tenía necesidad de sus productos y sólo
podía pagar con numerario, y con Inglaterra, en donde los productos
agrícolas de Francia eran bastante solicitados.9
Es cierto que Francia siempre había mirado hacia el Oriente. Celebró
primero una alianza con los Mamelucos de Egipto, y más tarde tuvo un
acuerdo con el Sultán (1536) relativo a un régimen de capitulaciones en que
se reconocía su protectorado sobre todos los católicos del Imperio otomano.
No teniendo ya
9 Véase P. Boissonnade, Les relat. commerc. de la France et de la Grande-
Bretagne au xvi’ siècle (Rev. hist., julio y sept., 1920).
48 EL GRAN COMERCIO MARITIMO

que temer la competencia de Venecia, Francia se convirtió en la primera


potencia marítima del Mediterráneo. Los franceses no descuidaron
tampoco el Nuevo Mundo; tomaron parte en numerosas expediciones a
Terranova, al Brasil, Guinea, a las costas de la América septentrional.
Jacques Cartier descubre el Canadá de 1534 a 1541. Ni en el Brasil ni en la
Florida lograron establecerse, pero participaron en el comercio de
contrabando en la América del Sur. La prosperidad de los puertos de
Nantes y de Burdeos data del siglo xvi, y el puerto del Havre surge durante
el remado de Francisco I.
B) Holanda. Con mayor fuerza todavía que Francia, Holanda se afirma
desde el siglo xvi como futura gran potencia marítima. Ya antes de la
revuelta contra la monarquía española, los Países Bajos poseían una
marina de primer orden, que ocupó en Amberes un lugar cada vez más
importante, y astilleros famosísimos por sus construcciones navales. 10
Sus mercaderes, sucesores de los de las ciudades hanseáticas, habían
acaparado gran parte del comercio del Báltico. 11
Ni siquiera durante la guerra contra España interrumpieron los
holandeses este comercio que, por ilegal y subrepticio, no era menos
lucrativo. Entonces inició Holanda su tráfico con Cádiz y empezó a
adquirir los metales preciosos que iban a formar su enorme stock
monetario. Así lo indica una interesante memoria de 1607:12
El tráfico y la navegación que dichos rebeldes han hecho en
tiempos pasados en España ha sido con la ayuda encubierta de
Francia, Inglaterra y Alemania, y esta navegación de España que
han tenido los rebeldes desde hace 22 años ha reportado a s,us
ciudades y provincias mucha plata y oro en cambio de quesos, trigo,
mantequilla, arenques, toda clase de manufacturas, carnes, cerveza,
brea, cera y otras mercancías de Oostlande (en el Báltico) y por este
medio han adquirido todavía mayores tesoros que no hubieran
podido lograr en sus pesquerías y su navegación de Oostlande, y con
grandes disimulos y engaños han dado a entender que son de
Dinamarca, de Noruega, o súbditos del Imperio, con falsos
certificados y pasaportes falsificados por personas que
especialmente tienen para este efecto.
La revuelta contra España tuvo otra consecuencia feliz para el progreso
del gran comercio marítimo y colonial de Holanda. Como Portugal fue
anexado a España por Felipe II en 1580, los
w Véase A. Goris, ob. cit. Bibl.; H. Pirenne, Hist. de Belgique, t. III, pp. 255
ss.
11 Véase H. J. Smith, De opkomst van den handel van Amsterdam,
onderzoekingen naar de economische outwikkeling der stad tot 1441 (Amsterdam,
1914).
12 Citado por T. G. van Dillen, Amsterdam marché mondial des métaux
précieux aux xvii' et xviii' siécles.
EL GRAN COMERCIO MARÍTIMO 49

holandeses no pudieron obtener directamente especias y mercancías


preciosas del Extremo Oriente, que acostumbraban comprar en Lisboa. Se
empeñaron entonces en ir a obtenerlas en los mercados de la India y de las
Islas del Océano Indico. Se fueron así adueñando poco a poco de los
mercados y de las colonias portuguesas y suplantando a Portugal en un
comercio tan lucrativo: así se explica la creación de la Compañía de las
Indias Orientales» a principios del siglo xvn.
C) Inglaterra. También en la segunda mitad del siglo xvi los ingleses
comenzaron a tomar en realidad parte en el gran comercio marítimo.
Fueron impulsados grandemente por los Tudor, quienes teniendo grandes
necesidades de dinero, se esforzaron en desarrollar las fuerzas económicas
de la nación, e inauguraron de este modo, bajo el reinado de Isabel, una
intensa política nacionalista.
Nada más significativo a este respecto que los esfuerzos de Burleigh para
impulsar el poder marítimo de Inglaterra. Tenía los ojos puestos en la
marina, cuando estimuló el cultivo del cáñamo y del lino, la fabricación de
telas para confeccionar velámenes, la producción de maderas de
construcción. Ordenó reunir toda la información relativa a los puertos e
hizo emprender obras importantes para repararlos. Para crear un cuerpo de
buenos marineros fomentaba la pesca, aplaudía las hazañas de los corsarios
y aun autorizaba el comercio ilícito de esclavos.13
Para desarrollar su comercio marítimo, los ingleses se preocupan por
abrir nuevos mercados. Un hecho característico es el creciente progreso de
la Compañía de los Aventureros Mercaderes (Company of Merchant Adventurers),
que, cuando el Hansa teutónica fue expulsada definitivamente de Londres,
en 1597, la compañía se estableció en Hamburgo (1611) y logró atraer una
parte considerable del comercio de Alemania.14 Pero no es menos
característica la creación de nuevas compañías privilegiadas: en 1544, la
Moscovy Company, que capta buena parte del comercio de Rusia y que puede
ser considerada como la primera gran sociedad por acciones; luego la
Eastland Company (1579), para el comercio del Báltico, que no tarda en
tropezar con la competencia, bien pronto victoriosa, de los holandeses; la
Compañía de Levante (1581), que se interna hasta Goa en la India; la Compa-
ñía de la Bahía del Hudson, a la cual el comercio de pieles ha dejado en su
larga vida pingües beneficios.15
Los ingleses intentan, asimismo, penetrar en Extremo Oriente y
encontrar un paso por el nordeste; este es justamente el propósito de las
expediciones de Willoughby y de Chancellor,

13 Véase Cunningham, ob cit. Bibl.; pp. 1 ss., 63 ss.


M Ibid., pp. 218 ss
15 Ibid., pp. 240 ss.
50 EL GRAN COMERCIO MARITIMO

que tienen como resultado el descubrimiento del Mar Blanco y la fundación


de Arcángel. Pero nada tan fecundo como la lucha contra España. Y nada
tan eficaz para este fin como las expediciones que emprende Drake de 1557
a 1580 en América: dobla el Cabo de Buena Esperanza, pilla las costas del
Pacífico, y luego, para escapar a la flota enemiga, hace vela hacia el Oeste,
volviendo a Inglaterra con un tesoro cuando menos de un millón y medio de
libras esterlinas en oro, plata y perlas; suma fabulosa si se considera que la
expedición no costó más de 5 000 libras y que se componía tan sólo de
cuatro pequeños bajeles, con un tonelaje total de 375 toneladas y con una
tripulación de 160 hombres.16 Hasta fines del siglo xvi los corsarios ingleses
continuaron atacando a los navios españoles, a los puertos y a las colonias
de sus enemigos. La destrucción de la Armada Invencible, en 1588, redobló
su audacia, y en 1600 los destinos marítimos de Inglaterra se delinearon ya
claramente.
Todas estas expediciones marítimas contribuyeron poderosamente, sin
duda, a la acumulación de capitales en las naciones de la Europa occidental.
Sin embargo, es imposible determinar numéricamente esa acumulación; los
índices más seguros que poseemos los constituyen las alzas de los precios
manifestadas en todos esos países. Todo ello tuvo por consecuencia el acre-
centamiento del poder político de estas naciones, lo cual explica cómo, a
partir del siglo xvn, Francia, Inglaterra y Holanda ocupan el primer lugar en
Europa.

8. O RIGEN DE LAS SOCIEDADES POR ACCIONES

Durante la segunda mitad del siglo xvi y los comienzos del xvn empiezan
también a aparecer instituciones económicas nuevas, tales como las
sociedades por acciones. Fue Inglaterra la que señaló el camino en este
campo. Es cierto que en Italia existieron desde la Edad Media las societates,
que afectaban dos formas: la sociedad en que todos los asociados
participaban en la dirección, y la otra, denominada commenda, que era
semejante a las sociedades en comandita, tales como existen actualmente
en Inglaterra (limitad partnerships).
Los Merchant Adventurers, que aparecieron a principios del siglo xv,
formaban una compañía comercial, especie de guilda como las que existían
ya en Inglaterra. Los comerciantes que componían esta asociación
traficaban cada cual por su propia cuenta; tratábase de capitales
individuales y no de capitales colectivos.
No fue sino hasta 1553 cuando cierto número de adventurers crearon la
"Corporación y Compañía de los Merchant Advenid Véase Scott, Joint Stock
Companies to 1720, t. I, 1911, pp. 78 ss.
EL GRAN COMERCIO MARITIMO 51

turers para descubrir regiones, dominios, islas y lugares desconocidos”;


se trataba, en realidad, de la Moscovia. Para estos comerciantes no
podía bastar la actividad individual, pues se trataba de verdaderas
expediciones, costosas y difíciles; había que penetrar en el Mar Blanco y,
tras de haber llegado hasta los depósitos de Arcángel, avanzar cientos de
millas para penetrar en el corazón de Rusia.17 Crearon, pues, una
verdadera sociedad por acciones, con 240 acciones de 25 libras
esterlinas cada una. Pero la compañía se limitaba a sólo un viaje, y los
beneficios eran repartidos al final de cada viaje en proporción al capital
invertido por cada uno de los asociados. Sólo más tarde estas sociedades
adquirieron un carácter permanente. Todas las sociedades inglesas crea-
das a fines del siglo xvi tuvieron por modelo a la Compañía de
Moscovia.18 Estaba reservado a Holanda el llevar la nueva institución a
su más alto grado de perfección.

O BRAS DE CONSULTA

Además de las de Sombart, Pirenne, Goris y Hauser, ya citadas:


Cunningham, The Growth of English Industry and Commerce (6? éd.),
Cambridge, 1915-1919.
Albert Demangeon, L’Empire britannique, París, 1923.
Haring, Comercio y navegación entre España y las Indias en la época de
los Habsburgos (traducción española publicada por el Fondo de
Cultura Económica, México, 1939).
Germain Martin, La monnaie et le crédit privé en France aux xviie et xviii"
siècles (Revue de l’Hist. des doctr. écon., t. II, 1909).
Paul Raveau, L’agriculture et les classes paysannes dans le Haut-Poitou
aux xvi’ siècle, Pans, 1925; La crise économique en Poitou au xvi'
siècle, (Revue hist. 1929).
H. Hauser, reed. de J. Bodin, 1931.
Liautey, La hausse des prix et la lutte contre ta cherté en France au xvi‘
s., 1921.
Paul Harsin, Les doctrines monétaires et financières de la France du xvi«
au xviii* s., 1928.
Alb. Girard, Le commerce français à Séville et à Cadix au temps des
Habsbourg, 1932.
Bento Carqueja, O capitalismo moderno e as suas origens em Portugal,
1908.
W. R. Scott, The Constitution and Finance of English, Scotch and Irish
Joint Stock Companies to 1720, Cambridge, 1910-1912, 3 vols. J. G. van
Dillen, Amsterdam, mercado mundial de metates preciosos en los siglos
xvii y xviii (en holandés); De Economist, 1923 (resumido en la Rev. Hist.,
julio, 1926).
Alfred Zimmermann, Die Kotonialpolitik Gross-Britaniens, Berlín, 1898,
2 vols. ; Die Kotonialpolitik der Niedertaender, Berlín, 1903.
11 J. Kulischer, ob. cit. Bibt.
18 Véase Scott, ob. cit.
IV. EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO EN EL
SIGLO XVII

1. D ESTRUCCIÓN PROGRESIVA DEL MONOPOLIO COMERCIAL DE E SPAÑA EN

A MÉRICA

Uno de los hechos más significativos que marcan la evolución del


capitalismo en el siglo xvn es que el comercio del Nuevo Mundo huye
cada vez más de las manos de España para pasar a las de las potencias
más activas: Holanda, Inglaterra, Francia. El monopolio comercial que
ejercía España en sus colonias fue desapareciendo poco a poco.
Amsterdam llega a ser en el siglo xvn el gran mercado monetario de
Europa, particularmente debido al enorme comercio de los holandeses
con España y especialmente con Cádiz. Activo ya durante la guerra, este
comercio lo es mucho más después de 1648, sobrepasando
notablemente las cifras correspondientes al comercio inglés y al francés.
Hacia fines de ese siglo, de 30 a 50 navío’s holandeses se encargaban de
transportar metales preciosos y especie monetaria, y embarcaban más
de la mitad de los stocks que llegaban a Cádiz. Desde la guerra de
Holanda ese tráfico suplanta en grado considerable al comercio francés.
Así lo indica Huet, obispo de Avranches, en sus Memorias sobre el co-
mercio de los holandeses (edición de 1717, p. 105):

Los españoles han favorecido mucho el comercio de los holandeses, lo más


que han podido, particularmente a partir del año de 1667, con la mira de
disminuir el nuestro, empresa en la que no han logrado poco. Pero el tráfico
comercial de los holandeses no fue nunca tan floreciente como durante el
periodo comprendido entre la guerra de 1672 y los comienzos de la de hoy
(guerra de sucesión de España), pues les proporcionaban a los españoles buena
parte de las mercancías que nosotros teníamos costumbre de venderles,
recibiendo en cambio muchas que, antes de la guerra de 1672 y de la de 1690,
acostumbraban los holandeses comprar en Francia.

El stock monetario de Holanda llegó a ser tan considerable que


permitía, contra las reglas del sistema mercantil, la exportación de
metales preciosos y monedas no solamente a la India para su propio
tráfico, sino, asimismo, a diversos países de Europa.
Pero, además del comercio de Cádiz, los holandeses, así como los
ingleses y los franceses, practican en la América española un comercio
intérlope que, iniciado desde el siglo xvi, se desarrolla
52
EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 53

sobre todo en la segunda mitad del xvn. Ello se explica si se piensa en la


extensión de las costas y en la venalidad de los gobernadores españoles.
Cuando franceses, ingleses y holandeses se establecen (después de
1650) en las Antillas, a las puertas de América, en la Martinica,
Guadalupe, Jamaica y Curasao, el comercio de contrabando se
intensificó, con gran ventaja de los ingleses y holandeses sobre los
franceses. En 1662 los galeones españoles encontraron los mercados de
"tierra firme” en América tan bien provistos que tuvieron que regresar
con la mayor parte de su cargamento.1 Los extranjeros llegaban frente a
un puerto americano, pedían que se les dejase reparar sus
embarcaciones, seducían con regalos al gobernador, y se consumaba la
mala jugada. Así lo indica Huet en la obra antes citada (p. 112):
Los holandeses llegaron incluso a encontrar el medio de tra-
ficar allí secretamente, para ser más exacto, directamente por la
Isla de Curasao, que se halla muy cerca de Cartagena. Los
comerciantes de esta famosa ciudad, así como los de algunas
otras de la costa marítima, se entienden con los holandeses, a
quienes les traen las mercancías hasta sus barcos, que están
anclados en lugares cómodos de las costas, y las cambian por
mercancías de Europa.

A fines del siglo xvii los mares del sur, es decir, las costas del Pacífico,
atraen la avidez de los extranjeros, sobre todo de los franceses y
especialmente de los comerciantes de Saint-Malo, que obtuvieron
pingües beneficios y en el término de unos cuantos años acumularon
más de 200 millones de libras francesas.2 Por último, el comercio de
Filipinas, que procura enormes ganancias (a veces hasta el 600 %), se
escapa en parte a la Metrópoli.
De ese modo se vio casi arruinado el monopolio comercial que
España pretendía arrogarse en sus colonias, sobre todo en el siglo xvni,
cuando los ingleses, después del tratado de Utrecht, obtuvieron el
asiento, o sea el privilegio de la trata de negros, así como el derecho a un
navio de permiso.3
Además, si los españoles dejaron perder esa fuente de riqueza, si no
supieron aprovechar para su beneficio propio sino en muy pequeña
escala los inmensos recursos de su magnífico imperio colonial, no se
debió únicamente a su incuria, a su incapacidad ni a la corrupción de
sus administradores, grandes o pequeños. Hay que tomar en cuenta
también la naturaleza misma de la penín

1 Véase Haring, ob. cit. Bibt., pp. Ili ss. y The Buccaneers in thè West Iridies in thè
vxiiith Century, Londres, 1910.
2 Véase Dahlgren, ob. cit. Bibl. y L. Vignols, art. cit. Bibt.
3 Véase Georges Scelle, La traite negrière aux Index de Castille, Paris, 1904.
54 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

sula ibérica, más africana que europea, en parte improductiva y


dividida en regiones naturales entre las cuales la comunicación es
singularmente difícil. Ya decía Jean Brunhes en su tesis sobre la
Irrigación en la península ibérica que “las cóndiciones geográficas
condenan a España, en buena parte de su superficie, a una pobreza
agrícola casi irremediable”. Ni la psicología del pueblo español, tan
inclinado a la pereza, tan dado, sobre todo a raíz de su larga cruzada
contra los musulmanes, a las armas, ni la expulsión de moros y judíos,
bastan para explicar la incapacidad de los españoles para sacar partido
de las inmensas tierras conquistadas. ¿Se puede, con toda propiedad,
hablar de la decadencia económica de España? ¿No fue siempre débil
su valor económico? Como los productos de su suelo eran en general
poco abundantes y precario el desarrollo de su industria, España, aun
con un gobierno mejor, no hubiera tenido los medios de intercambio
suficientes para conservar la primacía en el comercio con los países de
ultramar. Como quiera que sea, la afluencia excesiva de metales
preciosos, que no podía conservar ni aprovechar para fines económicos,
le fue funesta.

2. La POLÍTICA MERCANTIL

La afluencia de metales preciosos en Europa tuvo también por


consecuencia impulsar la política mercantil, o por lo menos contribuir a
su desarrollo. Dicha política llega a su apogeo en el siglo xvii. Con objeto
de atraer hacia Francia la mayor cantidad de dinero posible e impedir la
salida de numerario, Colbert instituyó su fuerte sistema proteccionista,
luchó con tesón contra el predominio comercial de Holanda y se dedicó
con energía y perseverancia a la creación de industrias.4 El mismo
Colbert lo expresa con toda claridad: "Las industrias harán afluir el di-
nero del exterior, y éste es el único objetivo del comercio y el solo medio
de aumentar la grandeza y el poder del Estado”.5 Inglaterra se había
adelantado en esto a Francia, pues sus Leyes de Navegación (1651 y
1660) son muy anteriores a las famosas tarifas protectoras de 1664 y
1667. No fue tampoco Colbert el único que quiso disminuir el precio de
la mano de obra; y en Inglaterra, lo mismo que en Francia, se hacían
esfuerzos por hacer bajar la tasa del interés.
La abundancia de numerario es considerada en todas partes, no tan
sólo como fuente de prosperidad para los particulares,

4 Véase H. Sée, Que faut-il penser de l’oeuvre économique de Colbert? (Rev. hist., 1926);

A. Deschamps, Le métallisme et la politique mercan- tile (Rev. d’hist. écon., 1920).

c Lettres, instructions et mémoires de Colbert, publicadas por P. Clément, t. II, p. 268.


EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 55

sino, asimismo, condición esencial del poder del Estado. El inglés Tomás
Mun, en su libro La riqueza de Inglaterra por el comercio exterior,
publicado en 1664, afirma que el enorme poder de los reyes de España y
de la casa de Austria hay que atribuirlo a los tesoros de las Indias. Y
Colbert no pensaba de otro modo.6
Este concepto mercantilista, que será vivamente combatido en el
siglo xvm por la escuela liberal, tuvo, en verdad, su razón de ser en los
momentos en que el capitalismo comercial y financiero estaba todavía
en su adolescencia y cuando el intercambio comercial entre las
potencias europeas estaba poco desarrollado, pues cada nación vivía,
por decirlo así, encerrada en sí misma. Los progresos del comercio y del
capitalismo trajeron precisamente como resultado la ruina de ese
sistema.

3. P REDOMINIO COMERCIAL y FINANCIERO DE H OLANDA

Otro fenómeno característico del siglo xvn es el desplazamiento de la


actividad económica hacia el noroeste.
Holanda fue la primera que sustituyó a las grandes potencias
marítimas de la antigüedad, España y Portugal, recibiendo prin-
cipalmente la herencia del imperio colonial de este útlimo país. Durante
todo el siglo xvn ejerció un verdadero predominio comercial y simbolizó,
en cierto modo, el capitalismo comercial y financiero, pues la agricultura
y aun la industria desempeñaron un papel secundario en la actividad
económica de los holandeses. Gracias a la lucha contra la monarquía
española, éstos adquirieron, a expensas de Portugal, importantes
agencias en la India y, después, las islas de la Sonda y las Molucas. Así,
Holanda recogía directamente en las islas del Océano Indico las tan
buscadas especias, sobre- todo la pimienta, cuyo monopolio poseía. Fue
la única que obtuvo el derecho de mantener un depósito en el Japón y
logró acaparar una parte del comercio de China, aunque el Celeste
Imperio no estaba entonces oficialmente abierto al tráfico europeo. Sus
puertos, principalmente Amsterdam, eran los depósitos a donde todos
los comerciantes del mundo acudían para proveerse de productos del
Oriente.
Además, a pesar de los esfuerzos de Inglaterra, Holanda conservó,
por decirlo así, el monopolio del comercio en el Báltico, principalmente
el comercio importantísimo del trigo, que Holanda transportaba a los
países de la Europa meridional, e incluso a Francia, en épocas de
carestía. En el comercio francés con los países del norte, Holanda era la
intermediaria indispensable. Los negocios que hacía con Francia,
España y el Levante eran muy considerables, y si se le escapó la
conquista del Brasil,
6 Colbert, Mémoires sur les affairs de Trance, publ. por P. Clément en Hist. de la vie et
de l’administr. de Colbert, p. 427.
56 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

adquirió la Colonia de Surinam, en la Guayana, y la isla de Curaçao,


cuya posesión le aseguraba una base necesaria para el comercio de
contrabando en América.
La superioridad de su flota y el volumen de su tráfico internacional
permitieron a Holanda gozar de los fletes más módicos de la época.
Pudo, además, con sus propios recursos, establecer entre el Extremo
Oriente y todo el mundo occidental un intenso movimiento de
intercambio. Sólo le faltó arraigarse firmemente en América para
desafiar por largo tiempo toda competencia. Asi se explica el admirable
triunfo de su comercio de comisión, contra el cual Colbert intentó luchar,
aunque con poco éxito. Las guerras del periodo final del reinado de Luis
XIV comenzaron a debilitar el poderío holandés.7

4. LA COMPAÑÍA HOLANDESA DE LAS INDIAS ORIENTALES Y EL BANCO DE


AMSTERDAM

Su gran poder comercial, unido a las considerables reservas monetarias


que había acumulado, hicieron de Holanda la mayor potencia financiera
de Europa. Dos instituciones de fundamental importancia, la Compañía
de las Indias Orientales y el Banco de Amsterdam, contribuyeron a ello.
La primera,8 fundada en 1602, tuvo por espacio de diez y nueve años
el monopolio del comercio en las Indias Orientales, y este monopolio era
renovado regularmente en los años siguientes. Constituida como una
moderna sociedad por acciones, aumentó su fondo primitivo de 600 000
florines hasta 6 300 000 florines. Las 2 100 acciones, cuyo valor unitario
era de 3 000 florines, se cotizaban en 16 950 florines en 1699, y los
dividendos solían ascender al 15 y aun al 25.%. Las acciones, cuyo valor
fluctuaba según las condiciones del mercado y los acontecimientos
políticos, daban lugar a continuas especulaciones; las acciones eran
compradas al contado y también a plazos, de suerte que, como lo decía
la Memoria relativa al comercio y la navegación de los holandeses (1699),
"sin poseer acciones ni la intención de adquirirlas, se pueden hacer
grandes negocios, y en realidad no ha existido nunca otro mejor”.
Negocio tanto más seguro cuanto que, mediante primas, el riesgo era
casi insignificante, a veces de un 2%. "Hay —agrega la Memoria— una
infinidad de sub-
7 Véase Huet, ob. cit. Bibl.; Mémories sur le commerce des Hollandais 1718; Mémoire
touchant le commerce et le navigation des Hollandais, 1699, publicado por P. J. Blok; H.
Sée, L’activité commerciale de la Hollande à la fin du xvii« siècle; P. J. Blok, Geschichte der
Niederlande (Coll. Heeren et Ukert), t. V.
8 Véase Le Mémoire touchant le négoce et la navigation des Hollandais, loc. cit.; S. van
Brakel, De Hollandsche Handelscompagnieen der xvii» eeuw; Ehrenberg, Die Amsterdamer
Aktienspekulation im 17 Jahrhundert (Jahrbücher für Nationalökonomie und statistik, 3t
serie, t. III).
EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO
57
terfugios más. Los que se ocupan de estos negocios son gente viva y
rápida cuyo mayor empeño es fabricar noticias falsas e inventar mil
medios para lograr sus fines”. La difusión de noticias falsas era ya un
juego de bolsa muy en boga.9 La compañía hizo además, una emisión de
bonos por valor de 12 600 000 florines, a un interés de 3 Vi %.
La administración de la Compañía semejaba la de una admi-
nistración de Estado; había directores, una Asamblea de los Diecisiete y
el General de las Indias, que regentaba los negocios en el Oriente,
además de una multitud de funcionarios bien retribuidos, a pesar de lo
cual incurrían a menudo en malversaciones. Hay que reconocer que la
organización de la Compañía de las Indias Orientales sirvió de modelo a
la mayor parte de las compañías comerciales privilegiadas que se
crearon en otros países durante los siglos xvn y xvm.
No es menos característica la organización del Banco de Amsterdam,
fundado en 1608 por el Consejo Comunal y con residencia en el mismo
Palacio del Ayuntamiento. Tenía así el carácter de una verdadera
institución de Estado, pues operaba bajo la autoridad de magistrados
municipales y sus funcionarios —guardianes del tesoro, tenedores de
libros, cajeros, etc.—, debían ser funcionarios jurados. El Banco debía
ocupar el lugar de los cambistas particulares, cuya actuación se
consideraba dañina.
El primer fondo del Banco (se ignora su monto) quedó constituido
con dinero de banco, el cual valía 5 % más que las especies en
circulación, cuyas variaciones de valor determinaron lo que se llama
agio. El Banco recibía en depósito especies monetarias que, por otra
parte, no guardaba totalmente en sus arcas, sino que hacía fructificar;
obtenía, asimismo, beneficios de su lombardo, especie de monte de
piedad, que prestaba a un interés del 6 %.
Todos los negociantes tenían dinero en depósito, en "cuentas
corrientes"; el Banco tenía casi siempre más de dos mil depositantes. ,
Cuando un particular —dice la Memoria ya citada— quiere pagar de su
cuenta alguna partida a alguien, debe llevar en persona el cheque o bien dar
poder ante los tenedores de libros a la persona que desea autorizar para que
presente el cheque.
Las letras de cambio de países extranjeros sobre Amsterdam y las de
Amsterdam sobre países extranjeros eran pagadas en el Banco. Otro
tanto sucedía con las transacciones de la Compañía de las Indias
Orientales, siendo de observar que las mercancías
9 Una curiosa memoria anónima de 1698 atribuye estas especulaciones sobre todo
a los judíos; véase L. Vignols, Le commerce hollandais et les congrégations juives à la fin du
xviv> siècle (Rev. hist., 1890, t. XLIV, pp. 327-30).
58 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

eran vendidas más baratas cuando el pago se hacía a través del Banco.
El Banco de Amsterdam no emitía billetes. Tampoco fue, en realidad,
una institución de crédito, aunque desde un principio hizo fuertes
anticipos a la Compañía de las Indias Orientales y aun a la
municipalidad de Amsterdamj Su capacidad financiera la revela el
hecho de que desde fines dél siglo xvn y durante casi todo el siglo xviii
sus valores en caja pasaban de 20 millones de florines. En diversas
ocasiones drenó en gran parte el numerario de Francia, principalmente
cuando la inflación de 1720 y la crisis comercial de 1763.
Así se explica que el Banco de Amsterdam desempeñara un papel tan
importante en las transacciones comerciales. "Para obtener crédito —
declara la Memoria arriba citada— era menester tener cuenta en el
Banco y pagar o recibir por su conducto, si se deseaba conservar el
crédito". En una palabra, "este Banco ha sido, sin lugar a contradicción,
el más importante que existió jamás, y no hay particular en Europa, por
poco que su comercio se extienda a estas provincias, que no tenga algún
interés directo
o indirecto en él, a menudo sin saberlo".
Se comprende que Amsterdam fuera el gran mercado financiero
mundial durante el siglo xvn y gran parte del xviii. Allí se negociaba la
mayor parte de los títulos y se fijaban los tipos de cambio. Todos los
comerciantes tenían los ojos puestos en Holanda, f Como dice Sombart
en su obra Los judíos y la vida económica, Holanda fue la que más
contribuyó a comercializar la- vida económica, a hacer que el crédito se
volviera impersonal, condición indispensable tanto para la expansión y
el triunfo del capitalismo cuanto para la formación de la mentalidad ca-
pitalista.
El ejemplo de Holanda (el Banco del Giro se creó en Venecia en 1615;
el mismo año surgió la banca en Hamburgo) muestra así la estrecha
relación que existe entre la expansión del gran & comercio marítimo y la
aparición de las instituciones más características del capitalismo:
sociedades anónimas y operaciones como la especulación sobre valores
de bolsa, compras a plazo, etcétera.10
5. La EXPANSIÓN MARÍTIMA Y COLONIAL DE I NGLATERRA
Inglaterra estaba lejos de ser en el siglo xvn una potencia ex-
clusivamente comercial, como lo era Holanda. La industria,
principalmente la de telas, ocupaba, como ya lo vimos, un lugar
io Sobre todo lo que precede véase también la Memoria de Loysen, ya citada, y
especialmente la gran colección de documentos de J. G. van Dillen sobre los bancos
holandeses. Véase, además, C. Mees: Proeve eenergeschiede- nis van het bankwezcn in
Nedertand gerundende du tijd der Republik (Rotterdam, 1836).
EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 59
importante, aunque entonces la industria lo era mucho menos para el
desarrollo del capitalismo que el gran comercio marítimo y colonial. Sin
embargo, a fines del siglo xvn un gran número de nuevas compañías
aparecieron en diversos campos, como las industrias metalúrgicas, las
textiles y las de papel.
Ya a principios del siglo xvii, Inglaterra empieza a convertirse en una
potencia colonial. A expensas de España adquirió sus primeras colonias
en las Antillas: ocupa Barbados en 1605, las Islas Bermudas en 1612,
San Cristóbal en 1622-24, y completó sus posesiones más tarde con lo
ocupación de Jamaica. La necesidad de trabajadores en las islas
azucareras llevó, como era natural, al establecimiento de la esclavitud, y
en 1618 se fundó la Compañía de Guinea para la trata de negros. Los
ingleses no pudieron fundar colonias en la América del Sur; pero en la
América del Norte fundaron, desde fines del siglo xvi, una colonia en
Virginia. Vinieron después las colonias de la Nueva Inglaterra. En 1667
Holanda cedió Nueva Amsterdam, que después se llamó Nueva York.
Desde 1606 se fundaron las Compañías de Londres y de Plymouth.
Durante la primera mitad del siglo xvii, los ingleses entran
vigorosamente en las Indias Orientales. En 1600 fundan la primera
Compañía de las Indias Orientales que, en 1662, se transforma en
sociedad anónima. Fundan en la India varias agencias: Surate, en 1609;
Madrás, en 1639; Hougly, en 1650, y Bombay, en 1665. Pero no
pudieron desplazar a los holandeses de las islas de la Sonda y de las
Molucas. Por otra parte, los disturbios políticos del reinado de Carlos I y
de la Revolución retardaron la expansión marítima y colonial de
Inglaterra, y Holanda se aprovechó de ese retardo para imponer al
mundo su dominio comercial.
Con la restauración de los Estuardo se reanudó la actividad
comercial de Inglaterra. Si las Leyes de navegación, más la de 1600 que
la de 1651, fueron acaso desfavorables a las colonias inglesas de las
Indias occidentales, permitieron en cambio a Inglaterra defenderse de la
supremacía holandesa. Entretanto su gran rival se ve debilitada en
cierto grado por las guerras de la época de Luis XIV, por la guerra de la
Liga de Augsburgo y más tarde, sobre todo, por la guerra de sucesión en
España. El Tratado de Utrecht, al finalizar la guerra española de suce-
sión (1713), marca los comienzos de la preeminencia comercial y
marítima de Inglaterra, o por lo menos la anuncia. Ya en 1708
Chamberlayne decía en su Magnce Britannice Notitia, no sin cierta
exageración: "Nuestro comercio es el más importante del mundo entero.”
Recordemos que en Utrecht Inglaterra tuvo el privilegio del asiento y del
llamado navio de permiso, concesiones que le permitieron captar parte
muy considerable del comercio
60 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

de la América del Sur, precisamente cuando Francia se veia obligada a


renunciar al tráfico de contrabando en la costa del Pacífico.11

6. P ROGRESOS DEL CAPITALISMO FINANCIERO EN I NGLATERRA


La gran expansión marítima de Inglaterra en las postrimerías del siglo
xvi y en el xvn fue un nuevo estímulo para el capitalismo financiero. Las
compañías comerciales con privilegios, mencionadas antes, afectan
todas una forma capitalista y fueron organizadas en sociedades por
accionesJTal ocurrió con la Moscovy Company, la Eastland Company y la
Compañía Africana.
Pero la Compañía de las Indias Orientales, fundada a principios del
siglo xvn, casi al mismo tiempo que la Compañía Holán- ' desa, era entre
todas ellas la organización capitalista más importante. Las acciones de
esta gran sociedad son designadas con el término “capitales” y no con el
de Stock,12 como ocurría entre los Merchcmt Adventurers. Sus dividendos
fueron desde un principio muy elevados, más del 30 %. La venta de las
acciones de la Compañía de las Indias Orientales dio lugar, tanto en
Inglaterra como en Holanda, a grandes especulaciones. Las compañías
fundadas para la explotación de las colonias de Norteamérica eran,
asimismo, grandes sociedades por acciones, cuyo capital ascendía a 300
000 libras esterlinas en 1624 —solamente el de la Compañía de Virginia
representaba 200 000 libras.
— ( Finalmente, la evolución del capitalismo financiero fue interrumpida
durante cierto tiempo por la guerra civil y la depresión comercial que
ella produjo. Pero con la Restauración principió un periodo de
renacimiento y de expansión tanto para el comercio cuanto para la
industria, que tuvo repercusiones en el campo financiero. El crédito se
desarrolló al grado, de que hacia 1678- 1680 el tipo de interés baja a 5 y
aun a 4 %¿¡Las grandes compañías comerciales, principalmente la de
África y la de la Bahía* del Hudson, obtuvieron enormes ganancias; las
de la Compañía de las Indias Orientales fueron las mayores; sus
dividendos llegaron hasta un 38 %.13 Es cierto que la guerra de la Liga
de Augsburgo causó grandes pérdidas al comercio, pero a fines del siglo
xvn aparecen gran número de empresas nuevas, en las industrias
metalúrgicas, textil y de fabricación de papel.[_En 1694 ocurre un hecho
muy significativo y de enorme importancia para
11 Véase el artículo de Vignols y Sée citado en la nota 2.
12 Stock implica todavía la idea de mercancía; el capital es un valor financiero
13 En la misma fecha los dividendos de la Compañía holandesa sólo ascendían al
166 %, pero su capital era cinco veces mayor que el de la Compañía inglesa. Estos
porcentajes están calculados sobre el valor original de las acciones.
EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 61

IB evolución del capitalismo inglés: la fundación de un banco üc Estado,


del Banco de Inglaterra, cuya creación vino a consolidar el crédito del
Gobierno que surgió de la Revolución de 1688.14]En total había unas 140
sociedades por acciones (cuyo capital sumaba 4 250 000 libras
esterlinas) en Inglaterra y en Escocia a fines del siglo xvn. Más de las tres
cuartas partes de dicha suma (3 232 000 libras) pertenecían a seis
empresas: la Compañía de las Indias Orientales, la Compañía Africana o
de Guinea, la Compañía de la Bahía del Hudson, la New River Company,
el Banco de Inglaterra y el Banco Million.
Había grandes fluctuaciones en los precios de las acciones; las de la
Compañía de las Indias Orientales cayeron de 200 libras en 1692 a 37 en
1697; en el mismo intervalo las acciones de la Compañía de Guinea
cayeron de 52 a 13 libras, y las de la Compañía de la Bahía del Hudson,
de 260 a 80. Tales fluctuaciones eran el resultado de las crisis y, sobre
todo, de intensas especulaciones que era imposible remediar a pesar de
las fuertes condenas que se imponían a numerosos corredores de bolsa.

7. El PAPEL RELATIVAMENTE SECUNDARIO de F RANCIA

En Francia sucedían fenómenos análogos, pero el desarrollo del


capitalismo era menos intenso que en Inglaterra. Con todo, el ca-
pitalismo comienza ya a manifestarse aun en el comercio interior. Se
notan claramente los progresos realizados en el comercio al por mayor,
emprendido por los mayoristas en mercerías y en telas. Jacques Savary,
en El negociante perfecto, se preocupa principalmente del comercio al
mayoreo, mostrando su importancia e insistiendo sobre los riesgos y
dificultades que entraña. Los negociantes que lograron inscribirse en los
cuadros de las jurisdicciones consulares estaban exentos de todas las
gabelas que pesaban sobre las comunidades de oficios y constituyeron
una nueva clase. Tenían, además, acceso a las filas de la nobleza :
En Francia, no sólo Luis XIII, en su Ordenanza de enero de
1627, permite a los comerciantes al por mayor entrar a la nobleza,
sino también Luis XIV los declara capacitados para desempeñar,
sin renunciar a su comercio, el cargo de secretario del rey, que da
nobleza a los que lo poseen en la actualidad o que lo han poseído
durante veinte años, así como a todos sus descendientes en línea
directa.15

14 Véase Philippovitch, Die Bank von England im Dienste der Finanzver- waltung des

Staates, Viena, 1885 (trad. ingl.): J. Sinclair, History of the Public Revenue of the British
Empire, Londres, 1785; Andréades, ob. cit., Bibl.
15 Por el edicto del 5 de diciembre de 1664, Colbert permitió a los gentil- hombres
hacer comercio marítimo sin perder la nobleza; el edicto de agosto
62 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

Los comerciantes al por mayor y principalmente los merceros, al


acumular capitales de consideración, tendían a rebasar los cuadros de
las organizaciones corporativas. De este grupo de comerciantes se
reclutaba el personal de las compañías de comercio privilegiado y los
directores de las diversas manufacturas. No es, pues, de sorprender que
tuvieran un papel importante en la formación de la Compañía de las
Indias, ni el monto de las aportaciones que suscribieron. Los merceros
vendían toda clase de artículos (telas, hilos, cintas de seda, galones,
cinturones, bordados), y la variedad de mercancías que vendían les
creaba constantes conflictos con los demás oficios. Los vendedores de
telas y los libreros les disputaban, por ejemplo, el derecho de vender
alfabetos y almanaques. Más tarde, los merceros fueron los primeros en
establecer almacenes de novedades.
Los merceros y los comerciantes de telas constituían la aristocracia
de la clase mercantil. En Dijón —dice Gastón Roupnel— sus fortunas
los convertían, más todavía que a los miembros de las profesiones
liberales, en el verdadero eslabón entre la clase privilegiada y los
artesanos.16
El progreso del comercio se distinguía, además, por el desarrollo del
espíritu de aventura y empresa. Savary nota la ansiedad de la gente por
establecerse por su propia cuenta y a menudo en forma imprudente:
Antiguamente servía uno doce, quince y aun veinte años antes
de dedicarse al comercio por cuenta propia; había, por tanto,
menos quiebras y bancarrotas que ahora; se puede decir sin
exageración que en los últimos treinta o cuarenta años han
ocurrido más quiebras y bancarrotas que en los cien años prece-
dentes.
Y Savary hace hincapié en la utilidad de un largo aprendizaje.
El capitalismo tiene, sin embargo, un papel secundario en el
comercio interior, porque las transacciones en productos agrícolas,
sobre todo cereales, ocupaban el primer lugar. En Languedoc, en donde
el comercio de vinos tenía menos importancia que ahora, pues sólo se
vendían fuera de la provincia los de calidadás superiores y los
aguardientes, las transacciones ascendían a cerca de 1 200 000 libras.
Adviértase, además, que en el siglo xvii no se acostumbraba acumular
existencias, como se acostumbró después, y que la mayor parte de las
ciudades, incluso las capitales de provincia, como Dijón y Rennes,
conservaron su carácter de mercados puramente locales.
de 1669 declaraba: "Deseamos que todos los gentilhombres puedan entrar en sociedad
y participar en los viajes comerciales, siempre que no vendan al menudeo."
16 Roupnel, La ville et la campagne au xvii' siècle; étude sur les popula- tiones du pays
dijonnais,. Paris, 1922, pp. 142-43.
EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 63

8. EXPANSIÓN DEL COMERCIO MARÍTIMO Y COLONIAL DE F RANCIA


Los progresos del capitalismo se manifestaron principalmente en el
comercio exterior, que había de desarrollarse de modo notable en el siglo
xvn, a pesar de las trabas que, en cierta medida, le opuso la política
mercantilista anterior a Colbert y que éste habría de acentuar con
singular vigor.17 Un hecho que a primera vista revela la creciente
importancia del comercio exterior de Francia, fue la situación
preponderante que ésta había de ocupar en las relaciones
internacionales. A partir de 1670, las grandes guerras —la de Holanda y
la de la Liga de Augsbur- go—18 fueron provocadas en gran parte por las
rivalidades económicas, y las cláusulas comerciales ocupaban un lugar
cada vez mayor en los tratados de paz.
Hay que reconocer que el comercio de Francia con las potencias
europeas beneficiaba más a éstas que a Francia misma. En las
transacciones con dicho país, Savary afirma que
no existe nación en Europa donde los franceses encuentren mayor
número de dificultades para introducir su comercio y donde sean
más maltratados que en Inglaterra y, en cambio, nadie recibe y
trata de modo más favorable a los ingleses que los franceses.
Con el fin de proteger las manufacturas de sus nacionales el
Gobierno inglés gravaba con derechos prohibitivos los productos
manufacturados franceses, de modo que Francia no podía exportar a
Inglaterra más que productos agrícolas, y esto en barcos ingleses que
cargaban en Burdeos, La Rochela o Nantes, trigo, vino y aguardientes.
El comercio con Holanda era, sin duda, muy importante, pero lo hacían
casi exclusivamente barcos holandeses. El de las ciudades hanseáticas,
que era relativamente próspero, así como el comercio con Rusia, se
hacía también por conducto de los holandeses. A pesar de que Colbert
creó en 1669 la Compagnie du Nord para que se encargara del tráfico co-
mercial, los comerciantes franceses continuaban confiando sus
mercancías a los extranjeros.19 Y no lograron establecer relaciones
directas ni siquiera con Brandeburgo. El comercio con España (uno de
los mejores clientes de Francia) se hallaba tam-

17 Véase P. Boissonnade, La production et le commerce des céréales, des vins et des


eaux-de-vie en Languedoc, dans la seconde moitié du xvii’ siècle (Annales du Midi, 1905, t.
XVII, pp. 329-60).
18 Los holandeses, sobre todo, se proponían destruir el comercio francés; véase G.
N. Clark, The Dutch Alliance and the War against French Trade (1688-1697), Manchester,
1923.
19 Véase Oudot de Dainville, Les relat. commerc. de Bordeaux avec les pays
hanséatiques (Hayem, Mém. et doc. sur l'hist. du commerce, 3? serie, pp. 211 ss.).
64 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

bién, en gran parte, en manos de los holandeses, a pesar de que muchos


navios de Nantes y de Saint-Malo tocaban puertos españoles, sobre todo
Bilbao y Cádiz.
El comercio de Levante parece haber sido más favorable a los
comerciantes franceses; al menos durante la segunda mitad del siglo
xvxi, pues hasta 1660 el comercio languideció; pero Col- bert contribuyó
a restablecerlo declarando a Marsella puerto franco. Es cierto que la
creación de la Compañía de Levante no dio los resultados que el ministro
esperaba; pero el comercio libre se desarrolló mucho a fines del siglo.
Los ingleses ocupaban el primer lugar, pero los franceses superaron a
los holandeses. En 1713 las mercancías de Levante desembarcadas en
Marsella representaban 11 millones de libras francesas; más de 300
navios estaban dedicados a este tráfico, y en todos los puertos del
Imperio otomano había comerciantes y cónsules franceses.20
El comercio marítimo y colonial seguía siendo el de mayores
rendimientos; para dicho comercio se recurrió, por primera vez, < a las
grandes compañías por acciones. Se pensaba, y no sin razón, que dada
la situación económica y política de Europa, las compañías de esa índole
eran las únicas que podían aventurarse en tal empresa. Se estimaba,
además, que los capitales individuales serían insuficientes para
expediciones tan costosas y de riesgos tan considerables.
A fines de 1664 Colbert trató de crear la Compañía de las Indias
Orientales y la de las Indias Occidentales, aunque tuvo grandes
dificultades para reunir los capitales necesarios. La Compañía de las
Indias Orientales tuvo resultados apreciables, a pesar de los grandes
obstáculos que encontró; pero la Compañía de las Indias Occidentales
tuvo tan poco éxito que en 1674 Colbert se vio obligado a abandonar su
intento de monopolio y a permitir que otros participaran en el comercio
de las Antillas, el Canadá y Acadia. La Compañía del Senegal, creada en
1673, sólo fue un negocio mediocre, a pesar del tráfico de esclavos
negros. En suma, los negociantes franceses preferían el libre cambio,
como lo demuestran las declaraciones expresas de los diputados del co-
mercio en 1701, y los mismos colonos eran de esta opinión.31 El
establecimiento de empresas para el comercio en gran escala encontró
en Francia grandes dificultades: la política comercial de Colbert fracasó
en gran parte. Los franceses no lograron tampoco suplantar a los
holandeses, como lo prueba el que nunca pudieron arrebatar a esos
últimos su posición de supremacía en el comercio del azúcar.
No obstante, los comerciantes franceses preferían aventurar

20 Véase P. Masson, ob. cit. Bibl.


21 Cf. Ph. Sagnac, "L’histoire économique de la France de 1683 a 1714"
(Revue d’Histoire Moderne, t. IV, pp. 5-15, 89-97).
EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 65

lqs capitales de que disponían en el comercio colonial. Cosa fácil de


explicar, pues se trataba del comercio de los tan deseados productos
tropicales (azúcar, especias, tabaco, café) y que servía al mismo tiempo
para dar salida a los productos de la metrópoli. Debemos a Savary la
expresión muy clara de las ideas, no sólo de Colbert, sino de muchos de
sus contemporáneos :
Es verdad que este comercio es más ventajoso para los negociantes, el
público y el Estado, que el que requiere largos viajes por mar, porque cada año
se llevan a estos países más de 4 millones de libras de mercancías y de
productos super- fluos en nuestro reino a causa de su gran abundancia y se
traen a Francia más de 6 millones de libras francesas de mercancías, que
aumentan los ingresos del Estado por derechos de internación, y que son
vendidas y distribuidas al público a la mitad de lo que los extranjeros las
vendían antes de que se estableciera la Compañía de Occidente... ; esas
mercancías no perjudican a ninguna de las manufacturas del reino. Y es digno
de reflexión que no se remite dinero, o se envía muy poco, a dichos países, al
paso que en el comercio con el Norte, el Báltico, la Moscovia y las Indias
orientales, el dinero es necesario si se desea obtener buenos resultados.
Las Antillas francesas (Santo Domingo, la Martinica y Guadalupe),
que se desarrollan rápidamente en la segunda mitad del siglo xvxi, dan
lugar a un tráfico muy importante: se exportan vinos, aguardiente,
carnes saladas, bacalao, arenques, aceite, queso, hierro, telas de lana,
lino, mercería; se importa azúcar, tabaco, café, algodón. Este comercio,
unido al más lucrativo de la trata de negros, enriqueció a los negociantes
de Burdeos, La Rochela, Ruán, Nantes y aun de Saint-Malo.22 Éstos
trataron de reservarse el monopolio de "las islas de América", pero a
pesar de los esfuerzos de Colbert, los ingleses —que difícilmente podían
renunciar a los productos de las Antillas francesas— y los holandeses
lograron burlar las medidas tomadas por el Go- beimo francés.23
Además, y ésta es la mejor prueba de los progresos del capitalismo
comercial, los monopolios comerciales se ven amenazados por todas
partes. Después de haberse dirigido a los empresarios ingleses y
holandeses, España entregó el privilegio del tráfico de esclavos a la
Compañía Francesa de Guinea, en 1701.24
A fines del siglo xvn el mercado del Pacífico atrae a los armadores
franceses, sobre todo a los de Saint-Malo. Éstos tratan de apoderarse de
mercado tan importante para dar salida, con

222? Parte, I-II, cap. x, t. I, pp. 537-38.


23Véase la excelente obra de S. L. Mims, ob. cit. Bibl.
24 Véase Georges Scelle, Histoire politique de la traité négrière aux Indes de Castille,
1906, 2 vols.
66 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

gànancias del 40 al 50 % cuando menos, a los linos de Norman- día y de


Bretaña, a los paños y las sedas de Lyon y de Turena, y a otras
mercancías, como encajes, sombreros de castor, medias de lana y de
seda, mercería, quincalla y papel. Entonces aparecen hombres de
negocios como Jourdan de Grouée y armadores como Noël Danycan, que
proveen navios para el comercio del Pacífico. En 1706 tres navios de
Danycan realizan una utilidad de 350 %.
Aunque el tratado de Utrecht reservaba el privilegio de asiento a
Inglaterra, los armadores franceses, sobre todos los de Saint- Malo,
continuaron por algunos años en las colonias españolas el comercio de
contrabando que les dejaba tan grandes beneficios.25 Magon de la Balue
realizaba en Saint-Malo un tráfico de lo más lucrativo con las colonias
españolas: en sus negocios emplea y hace producir dinero que muchos
particulares —principalmente un presidente del Parlamento de Dijón—;
le entregan en depósito. La plaza de Nantes progresa igualmente. En
1664 su puerto contaba apenas con unos cuarenta barcos de dos
puentes, destinados casi exclusivamente a la pesca del bacalao, y unas
cien barcas de un solo puente para el comercio con España, Inglaterra y
Holanda. Pero ya en 1715 Nantes se halla entregada a un enorme tráfico
con Guinea, las Islas de América, y no pocos de sus armadores se
hicieron poderosamente ricos.28
Los armadores ocupan desde este momento un lugar predominante
entre los capitalistas de la época. En el siglo siguiente participan con
frecuencia en las grandes empresas industriales, al lado de los
financieros. Noël Danycan, por ejemplo, adquiere la concesión de las
minas de Bretaña y del Borbonesado.27

9. D EFICIENCIA DE LA ORGANIZACIÓN FINANCIERA EN F RANCIA

Está claro que la evolución del capitalismo fue mucho menos rápida en
Francia que en Inglaterra y en Holanda. Una nueva prueba es el hecho
de que las sociedades por acciones fueron en Francia menos numerosas
y menos fuertemente constituidas que en aquellos países. Las fundadas
en la segunda mitad del siglo xvn fueron creadas artificialmente por
Colbert. No es, pues, de asombrar que Jacques Savary recomiende de
un modo especial la formación de sociedades en comandita, como un
medio para que las

25 Véase Dahlgren, Les relations commerciales et maritimes entre la France et les côtes de
l'Océan Pacifique, Paris, 1909.
26 Véase Gabory, La marine et le commerce de Nantes au xvii’ et au commencement du
xviii' siècle (Arni, de Bretagne, 1902, t. XVII).
27 Véase H. Sée, Les orig. de la Soc. minière de Pontpéan (Mém. de la Soc. d'Hist. et
d’Archéol. de Bretagne, 1924), y además, H. Sée, Le commerce de Saint-Malo.ob. cit. Bibl.
EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 67

empresas comerciales puedan obtener considerables capitales.28 A lo


que parece se constituyeron también sociedades en nombre colectivo. A
este propósito dice Savary:
En los lugares donde existen manufacturas de importancia, como en París,
Lyon, Saint-Chamond, Tours, Sedan, Amiens, Chálons, Reims, Ruán, Laval y
otras ciudades del reino, hay asociaciones de negociantes que se dedican al
comercio de las materias primas necesarias, las cuales venden a los obreros,
comprándoles en cambio mercancías manufacturadas para venderlas luego á les
de otras ciudades, quienes van a comprarlas allí mismo, o las compran por
comisión.

Hay otro hecho significativo: la deficiencia del régimen ban- cario.


Sólo la plaza de Lyon sigue siendo gran mercado de capitales, y aunque
sus operaciones fueron relativamente menos importantes que en el siglo
xvi, facilitaron las relaciones con Italia. Los banqueros de Lyon se
ocupaban del cambio de monedas y del comercio de metales preciosos, y
servían de intermediarios para efectuar pagos, recibir depósitos y hacer
descuentos.
Las liquidaciones de cuentas seguían haciéndose en Lyon como en el
siglo xvi. La Memoria del intendente d’Herbigny (1697) 29 las describe de
manera bien precisa:
Los quince primeros días que siguen a la apertura de pagos los pasan en
arreglos acreedores y deudores, directamente unos con otros, o bien por
mediación de corredores de cambios, para concertar la forma de pago, es decir,
si la letra se renovará o si se pagará por registro o al contado. Durante los
últimos quince días los pagos se hacen por registro, por medio de
transferencias de partida, es decir, por compensación. Con este motivo todos
los comerciantes y otros poseedores de saldos se reúnen en la lonja de cambios
desde las diez de la mañana hasta mediodía, y me- diante la confrontación de
sus cuentas, viendo quiénes son sus acreedores y sus deudores, ajustan tan
bien las compensaciones de unos y otros, que para liquidar negocios de 20
millones suelen no llegar a desembolsar ni 100000 escudos en efectivo.

Pero en los demás lugares del reino la organización bancada era muy
defectuosa; al único país a donde se podía enviar fondos directamente
era Inglaterra. Para los otros países era necesario dirigirse al Banco de
Hamburgo y, sobre todo, al de Ams- terdam, plaza que gozaba en esta
materia de una primacía incontestable. Ésta es una de las razones que
explican, según lo ha observado Hauser, por qué durante el reinado de
Luis XV “el cambio francés fue continuamente un cambio depreciado”.

28 Véase Savary, ob. cit., 2? parte t. I, pp. 242 ss.


29 Revue d'Histoire de Lyon, 1902, p. 331.
68 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

Esta observación esclarece las condiciones económicas de Francia


durante el siglo xvn.30
En el siglq xvn eran muy pocas las bolsas, y todavía no se había
fundado la Bolsa de París. En Lyon, los negociantes y los banqueros
obtuvieron, desde principios del siglo xvi, el derecho de concertar sus
negocios en la Plaza del Cambio. De 1630 a 1653 la Bolsa construyó un
edificio especial, y en el curso del siglo xvii se expidieron varios
reglamentos, especialmente el de 1667, fijando reglas para hacer pagos,
modelo que había de seguir después la Clearing House de Londres.

10. LOS FINANCIEROS FRANCESES Y SUS OPERACIONES

El capitalismo ha desempeñado en Francia un papel mucho menos


importante que en Holanda y en Inglaterra, y la razón principal es la
posición que ocupaban en el país los financieros franceses. Su actividad
consistía principalmente en aprovecharse de las dificultades del Tesoro
real y enriquecerse a su costa. Esta clase de financieros fue muy
numerosa, y en ella hay que incluir a los tesoreros reales. Uno de los
primeros empeños de Necker, en 1778 y 1779, fue el reducir el número
de tales funcionarios. Figuraban luego en la misma categoría los
tesoreros de comarca, principalmente de Bretaña y Languedoc,
verdaderos banqueros de su provincia y del rey. Estos banqueros, como
los Harouys y los Creissel, efectuaban operaciones financieras en gran
escala y solían incurrir en quiebras clamorosas.
No eran menos numerosos los recaudadores de todas clases: receptor
de cada generalidad, receptores de "tallas” en los “países de elección";
receptores de las décimas en los "países de Estado"; de los impuestos
indirectos (ferme générale), de consignaciones, etc. Los pagadores de
rentas (cada especie de rentas tenía los suyos) eran igualmente
numerosos, y había, además, los pagadores de gajes en las Cortes
soberanas. El estudio de los archivos de cualesquiera de las ciudades y
villas muestra la abundancia y la prosperidad de los funcionarios de
hacienda que en ella residían : figuraban entre los habitantes que
pagaban un impuesto de capitación más elevado. En Rennes existían en
el siglo xvm : agentes de los dominios reales, receptores del fogaje,
directores de víveres, los empleados que cobraban los impuestos sobre
bebidas y los oficiales de la moneda. Todos tenían cuotas muy elevadas,
y el receptor de dominios recibía 600 libras francesas.31 Todos estos
funcionarios de hacienda, a los que hay que agregar

30 Véase H. Hauser, Le "Parfait négociant”, de Jacques Savary (Rev. d'Hist. écon., 1925).

si Véase H. Sée, La populat. et ta vie écon. de Rennes au xviii' siècle (Mém. de la Soc.
dliist. de Bretagne, t. IV. 1923).
EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 69

los receptores de impuestos (fermiers généraux), crecían constantemente


en importancia y no se contentaban con cumplir nada más sus
funciones administrativas: hacían negocios y traficaban con los fondos
del Estado.
En una palabra, todos ellos pertenecían a la clase, tan opulenta
como execrada, de los llamados tratantes o partidarios (traitants,
partisants) y que, a cambio de anticipos al Tesoro real, obtenían el
derecho de recaudar tal o cual impuesto, o de distribuir los numerosos
empleos de toda suerte que, sobre todo en las postrimerías del reinado
de Luis XIV, creaba el poder real.
Todos estos "tratantes” se ocupaban, como hemos dicho, de
"negocios extraordinarios”, sin los cuales el Gobierno real no podía
pasarse, pues los antiguos impuestos no le bastaban para sus
necesidades. Las utilidades que obtenían a expensas del Tesoro eran
enormes. Aun en el tiempo de Colbert, sobre una enajenación de 14 420
000 libras francesas, los tratantes obtuvieron
1 320 000, sin contar otros beneficios. En total retuvieron 2 333 000
libras francesas, es decir, casi una sexta parte. Cuenta Boulain- villiers
que, de 1689 a 1709, recibieron 266 millones por contratos que
ascendían a 1 000 millones, o sea un cuarto del total. Esto era posible
porque sus exigencias crecían a medida que crecían las dificultades de
las finanzas públicas. En 1694, después de cinco años de guerra,
Vauban estimaba que los partisans habían ganado cerca de 100
millones.
Era imposible gobernar sin recurrir a la intervención de las personas
que disponían de grandes capitales. La mayor parte de los banqueros de
la época —entre ellos Samuel Bernard, los Crozat o aun Le Gendre—
prestaron grandes servicios en los momentos más críticos de la Guerra
de Sucesión de España. Samuel Bernard corrió varias veces el riesgo de
quedar en la ruina más completa.
Por otra parte, los proveedores y tesoreros de guerra eran, si es
posible, todavía más rapaces que los banqueros, y especulaban hasta
con el hambre. Recordemos que en el comercio de provisiones de guerra
comenzó la fortuna de los hermanos Páris, acaso los mayores
capitalistas del siglo xvm. Es un hecho significativo que la mayor parte
de los banqueros de esta época, entre ellos Menves, Hoggers y el mismo
Samuel Bernard, muchas veces se ocupaban más del crédito público
que de transacciones comerciales.32 No hay duda que, como lo
demuestran Germain Martin y Bezangon en su obra Histoire du crédit en
France sous le regne de Louis XIV, muchos de estos financieros sufrieron
en su carrera o acabaron por arruinarse; y aun solían verse obligados a
restituir. Pero fueron más numerosos los que fundaron familias

32 Véase Ph. Sagnac, Le crédit de VÉtat et les banquiers... (Rev. d'Hist. mod., t. X.
1908).
70 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

nobles, como un tal Béchameil, cuyo hijo, Béchameil de Nointel, fue


embajador en Constantinopla e intendente de Bretaña.
Es difícil establecer con precisión hasta qué grado los capitales
acumulados por los financieros contribuyeron a la expansión del
capitalismo comercial e industrial. Había sin duda financieros entre los
comanditarios de los armadores, como los Magon de Saint-Malo, así
como entre los accionistas de las grandes empresas industriales, sobre
todo, de las compañías mineras y carboníferas. Páris-Duvemey, por
ejemplo, invirtió considerablemente en la explotación de la mina de
plomo argentífero de Pontpéan. Pero estas riquezas tan rápidamente
adquiridas sirvieron, en gran parte, para comprar bienes raíces o
señoríos, y muchas de ellas fueron dilapidadas en lujos.33 No pocos
capitales, además, fueron en cierto modo inmovilizados cuando sus
dueños desempeñaron cargos parlamentarios, tan costosos en el siglo
xvix, o cuando ocupaban alguna de las innumerables funciones creadas
por el poder real.
Otros capitales escaparon a la circulación de la vida económica: se
invirtieron en bonos del Gobierno {rentas), que se multiplicaban sin
cesar desde el siglo xvi. Ya en 1598 las rentas o bonos municipales
ascendían a 3 428 000 libras francesas. El poder no cesó de crear
nuevas rentas, y evadía los pagos por medio de reducciones ruinosas
para los rentistas, sin contar con las supresiones de los pagos de los
intereses trimestrales. Colbert, por su parte, se vanagloriaba de las
“reducciones" que había logrado: en 1670 llegó a reducir las rentas en
una tercera parte de su importe. Después de él los préstamos
continuaron, lo mismo que el incumplimiento en los pagos a costa de los
rentistas. En 1789, las perpetuas a cargo del tesorero real ascendían a
62 millones. Las rentas emitidas por el clero (mucho más seguras que
las del Estado) ascendían a 149 millones. Había, además, rentas de los
gobiernos provinciales, al rédito moderado de 5 %, pues ofrecían
bastantes seguridades.
De lo que antecede podemos concluir que el gran número de los
“negocios financieros” del Estado, de los funcionarios y empleados
oficiales y el volumen de las deudas gubernamentales contribuyeron a
retardar en Francia la expansión del capitalismo comercial e industrial.
OBRAS DE CONSULTA

Además de las ya citadas de Cunningham, Haring, Scott, H. Sée, van


Dillen, Zimmermann:
P. Blok, History of the People of the Netherlands (trad. del holandés),
Londres, 1912, 5 vols.

33 Véase Thirion, ob. cit., al final del capítulo.


EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 71

E. W. Dahlgren, Les rélations commerciales et maritimes entre la France


et les côtes de l’Océan Pacifique, Paris, 1909.
Forbonnais, Recherches et considérations sur tes finances de la France,
Basilea, 1758, 2 vols.
P. D. Huet, Mémoires sur le commerce des Hollandais, Amsterdam, 1717-
1718.
Isaac Loysen, Mémoire touchant le négoce et la navigation des Hollandais,
1699 (edic. de P. Blok en "Bijdragen van het historisch genoot-
schap”, La Haya, N° XXIV).
M. Marion, Dictionnaire des institutions de la France aux xviï et xviii'
siècles, Paris, 1923. (Arts, ferme générale, receveurs généraux, rentes,
traitants, trésoriers.)
Germain Martin y M. Bezançon, L'histoire du crédit de la France sous le
règne de Louis XIV, Paris, 1913.
Jacques Savary, Le parfait négociant, 1? ed., Paris, 1675.
Georges Scelle, Histoire politique de la traite négrière aux Indes de
Castille, Paris, 1906, 2 vols.
Henri Sée, L’activité commerciale de la Hollande à la fin du xvii’ siècle
(Rev. d'Hist. écon., 1926).
Pringsheim, Beiträge zur wirthschaftlichen Entwicklungsgeschichte der
Vereinigten Niederlande in dem 17. und 18. Jahrhunderte, 1890
(Forschungen de Schmoller, vol. X).
Thirion, Vie privée des financiers au xviii’ siècle, Paris, 1895.
J. G. van Dillen, Bronnen tot de geschiedenis der Wissélbanken (Ams-
terdam, Middelburg, Delft, Rotterdam), La Haya, 2 vols.
-r-n*' '
f:s^

V. EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO COMERCIAL


Y FINANCIERO EN EL SIGLO XVIII

El siglo xvm —al menos en su primera mitad— no representa en la


historia del capitalismo ningún periodo nuevo, ya que continuó
predominando el capitalismo comercial. Pero las acumulaciones de
capitales fueron tan importantes que hicieron posibles transformaciones
radicales en la vida económica.

1. DECADENCIA ECONÓMICA DE HOLANDA


En el curso del siglo xvm Inglaterra conquistó el primer lugar como potencia
económica: Holanda pasa a segundo plano?) La decadencia de Holanda
fue lenta, pero progresiva.. Aunque no fue rnuy clara hasta después de
1730, y, sobre todo, después de 1750, los primeros síntomas de la
decadencia —cuyas causas merecen la atención particular del
historiador y del sociólogo— pueden descubrirse en el primer tercio del
siglo xvm. Es innegable que las guerras de la época de Luis XIV habían
debilitado en cierto modo el gran poder marítimo de Holanda.1 Pero las
causas esenciales eran más profundas: Holanda poseía solamente un
territorio muy reducido, sus productos naturales no eran ni abundantes
ni variados, y su producción industrial contribuía escasamente a
alimentar su comercio. El volumen de artículos manufacturados empezó
a disminuir en el siglo xvm, porque los países que poseían materias
primas trataban de proteger los intereses de sus nacionales y prohibían
la exportación de dichas materias a Holanda. El comercio holandés era
casi exclusivamente un comercio de comisión; en extremo próspero, es
cierto, pero susceptible de ser suplantado por las grandes potencias,
como Inglaterra y Francia, ricas en variedad de productos. A fines del
siglo xviii, Inglaterra combatió victoriosamente la actividad comercial de
Holanda y llevó su imperio hasta el Báltico. Amster- dam siguió siendo el
gran mercado financiero de Europa, debido a su enorme stock monetario
y a su poderosa organización ban- caria. En esta plaza se negociaban las
letras de cambio y las "letras de comercio” de toda Europa; en su Bolsa
se cotizaban todos los valores mobiliarios. Pero, a partir de la segunda
mitad del siglo xvm, Londres comienza a suplantar a Amsterdam aun en
el terreno financiero.2

1 Clark, The anglo-dutch alliance and the war against french trade, Manchester,
1923.
2 Véase P. J. Blok, Van Dillen, ob. cit.
72
EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 73

2. S UPREMACÍA MARÍTIMA Y EXPANSIÓN COMERCIAL DE I NGLATERRA

La supremacía marítima y colonial de Inglaterra se afirmó en el curso


del siglo xvm. Huelga extenderse sobre la lucha victoriosa que entabló
con Francia, tanto en América como en la India. En este sentido el
Tratado de París (1763) marca una de las fechas más importantes de la
historia universal. El triunfo de Inglaterra en América, efímero a causa
de la Guerra de Independencia, tuvo una significación mucho menor
que la ocupación de la India, porque ésta era la puerta del Extremo
Oriente, y su posesión inauguró un comercio de magníficas
perspectivas.
La evolución del capitalismo en Inglaterra fue determinada tanto por
su expansión colonial cuanto pof el desarrollo de su comercio exterior en
el curso del siglo xvm. El tonelaje de los navios que salían de Inglaterra,
que ascendía a 317 000 toneladas en 1700 y a 448 OOQ" en 1714, se
eleva a 661 000 en 1751, a 959 000 en 1783 y, por último, a 1 968 000
en 1821.3 El comercio exterior, que ascendía a 7 millones, y medio de
libras esterlinas en 1700, se eleva a 14 millones en 1801. Las
importaciones, que en 1715 eran apenas de 6 millones de libras
egüerlinas, ascendieron, en 1785, a 16 millones, y en 1800 a 30
millones. Es significativo el hecho de que el ascenso de las exportaciones
era más pronunciado que el de las importaciones.4
Es, pues, evidente que durante el siglo xvm el capitalismo ocupaba
una posición predominante. Mantoux, en La revolución industrial
durante el siglo xviii, ha demostrado que los exportadores impulsaron la
industria. Es indudable la influencia de los puertos de Bristol, Yarmouth
y Hull sobre el desarrollo de la industria de paños. Los fabricantes de
quincalla de Birmingham, que disponían de un equipo muy sencillo, no
daban muestras de gran actividad: los exportadores vinieron a
estimularlos y, más tarde, como en el caso de Matthew Boulton, de
Soho, dirigieron la producción. Por otra parte, las importaciones de
materias primas del Extremo Oriente vinieron a impulsar las industrias
del algodón y la seda.
No hay duda que el desarrollo de los centros comerciales trajo
consigo el desarrollo de los centros industriales. Liverpool, que antes del
siglo xvn era un pueblecito de pescadores, llega a ser, en el siglo xvm,
un gran puerto y, como dice Defoe, "una de las maravillas de la Gran
Bretaña". El tonelaje del puerto, qué era de 27 000 toneladas en 1700,
aumenta a 140 000 en 1770; su población asciende de 5 000 habitantes
en 1700, a más de 34 000

3 El tonelaje de los navios seguía siendo muy bajo: 100 toneladas como promedio.

4 En 1710 las importaciones no representan más que la décima parte de los objetos
consumidos; véase Hobson, ob. cit. Bibl.
74 EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

en 1773. El desarrollo de su comercio se debió especialmente a sus


relaciones con las colonias y a la importación de productos coloniales:
azúcar, café, algodón y, sobre todo, a la trata de negros. Liverpool era
esencialmente un mercado de tránsito, como Nantes en Francia, aun
antes de que la industria algodonera de Lancashire estuviera muy
desarrollada. Ésta debe en realidad su nacimiento a los progresos del
gran puerto vecino. La extensión de las relaciones comerciales y de los
mercados ejerció una influencia decisiva sobre toda la actividad
económica.
La importancia extraordinaria del comercio inglés atrajo la atención
de algunos observadores extranjeros, particularmente la de Voltaire,
quien hace notar en su Décima carta filosófica que:
Londres ha superado a París, tanto en superficie cuanto en
número de ciudadanos, únicamente porque los ingleses se han
vuelto comerciantes; por esto pueden echar 200 buques de guerra
al mar y tener aliados a sueldo... Todo esto llena de un justo
orgullo a un comerciante inglés, y le hace compararse, no sin
cierta razón, a un ciudadano romano.

3. F LORECIMIENTO DEL CAPITALISMO FINANCIERO EN I NGLATERRA

La enorme expansión del comercio marítimo y colonial tuvo, por


consecuencia natural, el florecimiento del capitalismo financiero,, según
lo comprueban hechos notorios. El capital del Banco de Inglaterra,
fijado originalmente en 1 200 000 libras esterlinas, se elevó a 2 200 000
en 1697, y alcanzó a 5 559 000 en 1710. El Banco de Escocia, en franca
prosperidad, repartía a sus accionistas dividendos de 20 %. A pesar de
la grave crisis de 1708, treinta de las sociedades por acciones
sobrevivieron, y pronto se inició una fiebre de especulación como no se
había visto nunca.
A este momento corresponde el famoso episodio de la South Sea
Company, fundada en 1711 con un capital nominal de 9 millones de
libras. Su organización, muy análoga a la de la Com- pagnie d'Occident
de Law, dio lugar, en la misma época (1719 a 1720), a especulaciones
igualmente desenfrenadas. D) enero a mayo de 1720 las acciones de
todas clases subieron rápidamente: las del Banco de Inglaterra, 36 %;
las de la Compañía de las Indias, 34 %; las de la South Sea Company,
225 %, y las de la African Company, 300 %.
En mayo, las acciones de la South Sea Company suben a 600 libras
esterlinas, y en junio a 1 050. Éste fue el punto máximo de inflación de
ésta y de otras sociedades. Como era natural, semejante auge fue
seguido por un rápido derrumbamiento: el pánico empezó en septiembre
de 1720, y todas las acciones de las sociedades citadas bajaron en
forma desastrosa.5
5 Según lo muestra el siguiente cuadro:
EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 75

Así acabó la South Sea Bubble, "el fraude del mar del Sur”, y la
Compañía ha quedado como el símbolo de todas esas nuevas sociedades
por acciones y de todos los auges de la época. Las consecuencias de ese
krach no fueron, sin embargo, tan desastrosas como las de la quiebra de
Law en Francia. Unos cuantos años después resurgieron en Inglaterra
las empresas capitalistas que hicieron posible el desarrollo de muchas
ramas nuevas y fructuosas del comercio.® De este modo, [a partir del
primer tercio del siglo xvm, empiezan a manifestarse en Inglaterra todas
las características del capitalismo moderno: fiebre de especulación, de
juegos de bolsa, y crisis que siguen a periodos de prosperidad.
Fenómenos, éstos, que Holanda había conocido en el siglo precedente,
aunque en proporciones menores.7
La creación de compañías de seguros sobre bases capitalistas fue otro
de los hechos característicos! El seguro marítimo no era, naturalmente,
nuevo. Existía en Ifália desde la Edad Media; pero no fue hasta la época
de la South Sea Company, en Inglaterra, cuando las compañías por
acciones empezaron a competir con los aseguradores individuales. Se
fundaron dos compañías: la London Company y la Roy al Exchange. ¡Los
seguros de vida y de incendio aparecieron casi al mismo tiempo. En
1706 se funda la Company of London Insurers, que aseguraba contra in-
cendio, tanto fincas como mercancías, y en 1714. The Union or Doubte
Hand Fire Office. Apareció, incluso, alguna compañía que aseguraba
matrimonios. Hay que notar, asimismo, las relaciones que existen entre
el seguro y el juego o la especulación. Si el seguro es una garantía para
el asegurado, el asegurador, sobre todo en el ramo marítimo, aceptaba
un “riesgo”, como se dice ahora.'El desarrollo del seguro es uno de los
fenómenos que caracterizan el progreso del capitalismo.
Hemos visto cómo y por qué el capitalismo financiero en Inglaterra
creció en fuerza y poder. Muy pronto Amsterdam no será ya la única
plaza que disponga de un enorme stock monetario. ¡Inglaterra, a raíz del
tratado de Methuen (1703), recibió de Portugal grandes cantidades de
oro procedentes del Brasil, y constituyó con ellas fuertes reservas
metálicas; 8 y en la segunda

Banco de Comp. de South Sea African


Inglaterra las Indias Co. Co.

Junio-agosto .......... . 265 449 1020 200


Diciembre ................ 132 145 121 45

6 Sobre todo lo que precede, véase Scott, ob. cit. Bibl.; y L. Melville, The South Sea
Bubble, Londres, 1921.
7 Véase Sombart, Die Juden. . . , ob. cit. Bibl.
s Daniel de Foe (A Tour Through Great Britain, ed. Cassell, 1898, pá-
76 EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

mitad del siglo xvm sucedió a Amsterdam como centro financiero
internacional.® Sin embargo, la organización bancada inglesa no estaba
tan desarrollada como la de Holanda: todavía a fines del siglo xviix
existían pocos bancos en provincia, aunque muchos comerciantes se
dedicaban accesoriamente a operaciones ban- carias.

4. E N F RANCIA EL PROGRESO DEL CAPITALISMO ES MÁS LENTO

El desarrollo del capitalismo en Francia fue mucho más lento, aun


durante el siglo xvm, que en Inglaterra; ello se debe a que el comercio
marítimo y colonial fue mucho menos floreciente en Francia. El
comercio con España, sobre todo con Cádiz, seguía siendo considerable,
pero declinó en la segunda mitad del siglo xvm; y el comercio con
Holanda no tenía ya la importancia que había tenido en el siglo xvn. En
cambio, el comercio con Italia y Alemania aumentaba en forma sensible,
así como el tráfico con los países nórdicos, aunque este último se seguía
haciendo por conducto de los holandeses. El comercio con Inglaterra se
veía constantemente estorbado por derechos aduanales que hubieran
sido prohibitivos si no fuera por el contrabando. El comercio con
Levante, como lo demuestra Paul Mas- son, estaba floreciente, a pesar
de lo que se diga en contrario, pues en vísperas de la Revolución, las
importaciones ascendían a 36 millones de libras francesas y las
exportaciones a 28 millones.
En Francia, tanto como en Inglaterra, el comercio ocupa el primer
lugar en el siglo xvm. La Compañía de las Indias, reconstituida en 1723
después del fracaso del sistema de Law, hacía un comercio considerable
con la India y el Japón. En el periodo de 1743 a 1756, sus utilidades se
elevaron a cerca de 72 millones de libras francesas anuales. La Guerra
de Siete Años, y más tarde el Tratado de París, le asestaron un golpe
mortal. En 1768, sus utilidades disminuyeron a 18 millones, y en 1769
cesó de existir.10 La pérdida del Canadá, que apenas se había
desarrollado, fue mucho menos sensible.
Pero el comercio con las Antillas, así como la colonización de ellas,
continuó desarrollándose en el siglo xvm. En vísperas de la Revolución
estaba en un estado floreciente, y el consumo francés de productos
coloniales (azúcar, café, tabaco y, en la segunda mitad del siglo, algodón)
había aumentado notablemente. El

ginas 145 .O observa que un servicio de paquebotes, que se acababa de establecer


entre Comuaille y Lisboa, transportaba mucho oro con destino a Londres. Véase,
además, Bento Carqueja, ob. cit. Bibl.
» Sobre todo lo que precede, Véase J. G. van Dillen, Amsterdam. . . , ob. cit. Bibl.
io Véase H. Weber, ob. cit. Bibl.
EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 77

comercio con las Antillas, que en 1716 era de 26 millones de libras


francesas, alcanzó en 1788 la cifra, considerable para la época, de 260
millones. La trata de negros ocupaba exclusivamente más de 2 000
navios. Así se explica la enorme prosperidad de los puertos del Atlántico,
como Burdeos y Nantes, y los notables progresos del Havre; se
comprende, asimismo, cómo Marsella, no limitada ya al tráfico del
Mediterráneo, cobra una importancia mundial.
El comercio exterior de Francia se cuadruplicó de 1715 a 1789,
desarrollo éste relativamente más rápido que el del comercio inglés. En
1788 pasa de 1 000 millones de libras francesas. Estos hechos revelan,
que la acumulación de capitales, que ya permitía adivinar los albores de
una revolución industrial, se debió principalmente al gran comercio
marítimo y colonial. En el curso del siglo xvm la importación de algodón
por los puertos normandos crea la industria algodonera de la región de
Ruán, mientras en Nantes el comercio con "las islas de América" da
nacimiento a las refinerías y a la manufactura de "indiana” o calicó.
5. EL CAPITALISMO FINANCIERO EN F RANCIA

Lo mismo que el capitalismo comercial, el capitalismo financiero floreció


mucho menos en Francia que en Inglaterra. Es cierto que el sistema de
Law suscitó en Francia una fiebre de especulación semejante a la que
reinó en Inglaterra cuando la especulación de la compañía South Sea.
Entonces se produjo un alza excesiva en las acciones de su Sociét&
(más de un 900 %), y hubo una enorme inflación de la moneda; Según
declaración del cajero Bourgeois, el Banco de Law emitió más de 3 000
millones de libras francesas en billetes. La inflación produjo un aumento
en los precios de más de un 100 %, hecho que atrajo la atención de
todos los observadores.11/'La caída de Law y el desastre de su "sistema”
retardó, sin duda, el progreso del crédito en Francia p por mucho tiempo
se vio con desconfianza todo lo que fuera "papel" y valores mobiliarios) A
pesar de todo, las actividades de Law fueron benéficas en algunos
respectos: parecen haber estimulado la expansión comercial, según lo
demuestra Gastón Martin en su estudio sobre el puerto de Nantes.12
Entretanto, los bancos, cuya historia es todavía poco conocida,
continuaban desarrollándose. En París el número de banqueros había
aumentado notablemente: de 21 que eran en 1703,

11 Véanse, por ejemplo, las cartas del Abate Tamisier al Cardenal Gualterio, en

1719-1720, publicadas por Saint-Simon, en sus Memorias (ed. Boislisle, 1925, t. 37, p.
486).
12 Le syst. de Law et la prospérité du port de Nantes (Rev. d’Hist. écon., 1925).
78 EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

a 51 en 1721. Dedicados especialmente al crédito público, los banqueros


parisienses hacían también operaciones con los grandes negociantes.13
En Marsella, las casas de banca, a pesar de los pequeños capitales de
que disponían, se especializaron en operaciones comerciales con
Levante; en Burdeos, lo mismo que en Ruán, los bancos negociaban
principalmente con los armadores. Después de la caída de Law, el banco
de Lyon no tuvo ya el lugar prominente que había ocupado en el siglo xvi
y, en menor grado, en el xvn. En los bancos franceses, por lo menos en
los de París, ocupaban un lugar prominente los ginebrinos, como los
Thélus- son. Pero, en general, las operaciones bancadas no constituían
todavía la principal ocupación de un cuerpo especializado de hombres de
negocios; eran una ocupación accesoria que desempeñaban buen
número de comerciantes, así como muchos financieros públicos,
recaudadores generales, recaudadores de los Estados, etcétera.14
En 1776 se crea una gran institución de crédito, la Caisse d’Escompte,
sociedad por acciones con un capital de 15 millones, que más tarde se
aumentó a 100, cuya función principal era el descuento de documentos
comerciales. Con ello ayudaba considerablemente al comercio y a la
industrial Su existencia se vio amenazada durante el segundo Ministerio
de Necker, en vísperas de la Revolución, cuando tuvo que conceder
fuertes préstamos al Tesoro Real. Con todo, esta institución es un índice
significativo del progreso del capitalismo en Francia.15
En el siglo xvn fue fundada también la Bolsa de París (1724). Fue
puesta bajo la jurisdicción del lugarteniente general de la ciudad, y abría
sus puertas todos los días, con excepción de los domingos y fiestas, de
las 10 de la mañana a la 1 de la tarde. Tenían acceso a ella los
"negociantes, comerciantes, banqueros, financieros, así como los agentes
de cambio y de comercio", etc. Todas las negociaciones de letras de
cambio, billetes al portador
o a la orden, mercancías y títulos comerciales, debían efectuarse en la
Bolsa; respecto a títulos y efectos comerciales, la intervención de un
agente de cambios era obligatoria.18 La creación de la Bolsa de París
facilitó toda clase de operaciones; su actividad en el siglo xvm no era, en
modo alguno, comparable a la de la Bolsa de Amsterdam. Hay que hacer
notar que la plaza de Pa-

13 Véanse algunos datos precisos en H. Sée, Le comm. de Saint-Malo. ob. cit. Bibl.
1 4 Véanse M. Vigne, ob. cit. Bibl., y G. Martin, L’hist. du crédit en France
sous le règne de Louis XIV (Paris, 1913), pp. 172 y 189ss.
15 Véase Necker, L’administr. des finances, 1784, t. III, pp. 236 ss.

18 Véase el edicto estableciendo la Bolsa en R. Ehrenberg, ob. cit. Bibl. (t. II, pp.
352ss.); sus disposiciones fueron reproducidas en la patente de 1771 que creó la Boisa
de Viena.
EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 79

r(s era más importante por sus operaciones financieras que por ■us
transacciones comerciales.
También en el siglo xviii se creó en Francia la primera gran compañía
de seguros, por acciones. En 1750 se fundó la Com- pagnie d’assurances
maritimes, la cual fue transformada, en 1753, en la Compagnie
d’assurances générales, que comprendía el seguro contra incendio de
edificios. El capital fijado en 1750 en
4 500 000 libras francesas, fue elevado el año siguiente a 12 millones.
Las acciones eran de 3 000 libras francesas cada una.17 La compañía,
cuyas primas eran muy moderadas para la época, hizo una despiadada
competencia a los aseguradores particulares, que abundaban tanto en
los puertos. Pero en lo tocante a seguros, Francia estaba todavía
atrasada en comparación con las potencias económicas más activas.18
Es interesante notar que la primera compañía de seguros contra
incendio no aseguraba los muebles; mientras que la segunda, creada el
6 de noviembre de 1786, bajo el nombre de Compagnie d’assurances
contre Vincendie, aseguraba los muebles, pero no las joyas ni los valores.
El seguro de vida apareció muy tarde : no fue sino hasta el 3 de
noviembre de 1787 cuando se concedió el privilegio correspondiente, por
quince años, a la "Compañía de seguros contra incendio", pero éste no
fue ejercido sino hasta 1793.19 El Comité de Mendicidad de la
Constituyente pensó en la creación de un sistema de seguro social
inspirado en un proyecto del matemático Duvillard, cuya obra,
Investigaciones sobre ¡as rentas, los préstamos y los reembolsos (1787)
mereció la aprobación de la Academia de Ciencias.20
Para tener una idea exacta de la extensión del capitalismo en el siglo
xvm, no hay que estudiar solamente París y los grandes centros
industriales y comerciales. Hay que saber que en las ciudades de
segundo orden había pocos capitales y la circulación del dinero no era
activa* Así Ives-Fr. Besnard, en sus Recuerdos de un nonagenario,
cuenta que "no se conocía entonces (hacia 1770), en Angers, ningún
banquero, ni un solo millonario en el comercio, ni aun en la nobleza”.
Las dotes mayores nunca pasaron de 20 000 libras francesas; las de 10
000 "causaban sensación”. Y agrega: "Muchos se retiran con gusto de
los negocios

17 Véase Savary des Brulons, ob. cit. Bibl., t. V, col. 1697 ss.
18 Observemos que, desde 1720, fue creada en Hamburgo una Compañía de Seguros
Marítimos. Véase Amsinck, Die Erste hamburgische Assecuranz- Compagnie und der
Actionhandel im Jahren 1720 (en Zeitsch. d. Ver. für Hamburg. Gesch., t. IX, pp. 465 ss.).

is Esta compañía daba al rey la cuarta parte de sus utilidades para el sostenimiento
de un cuerpo de bomberos en París.
20 Véase E. Blum, Les assur. terrestres en France (Rev. d’Hist. écon., 1920, pp. 95ss.);
Hamon, Hist. génér. des assur.; G. Bloch y Tuetey, Procés- verb. du Com. de mendicité; H.
Sée, Notes sur les assur..., art. cit. Bibl.
80 EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

cuando poseen una renta de 3 000 a 4 000 libras francesas, suma que
era considerada entonces, en todo el Tercer Estado, como una fortuna
muy respetable”. En las ciudades de menor importancia, en las aldeas y
en el campo, los capitales eran todavía más escasos, y esta penuria de
capitales es lo que explica la condición de atraso de la agricultura.

6. La TEORÍA DE SOMBART

¿Por qué el capitalismo, en sus formas comercial y financiera, fue más


precoz en Holanda e Inglaterra que en Francia? Sombart atribuye este
fenómeno a los judíos, quienes se establecieron a fines del siglo xvi en
Holanda y en el siglo xvii en Inglaterra. Otros historiadores, como Weber
y Troeltsch, opinan que fueron los calvinistas y los puritanos los que
desempeñaron un papel decisivo.21 ¿Cómo hacer derivar de una causa
única fenómenos de tanta amplitud? No hay duda que, en los siglos xvii
y xvm, los judíos ocuparon un lugar muy importante, sobre todo en el
gran comercio marítimo.22 Pero Holanda era ya, en 1593, antes de que
los judíos se establecieran en Amsterdam, una gran potencia marítima.
Y en Inglaterra, desde principios del siglo xvii, antes de la afluencia de
negociantes judíos, el capitalismo ya era suficientemente fuerte para
marcar los destinos del país.2®
Sin embargo, la tesis de Sombart, de Weber y de Troeltsch, parece
contener una parte de la verdad. Los judíos y los puritanos pueden muy
bien haber contribuido, en un grado que no es posible determinar con
exactitud, a crear en los países mencionados una “mentalidad
capitalista”. Ni los unos ni los otros, a diferencia de los católicos y aun
de los luteranos, ponen lo “espiritual" sobre lo "temporal"; consideraban
actividad loable la conquista de la riqueza y llevaban una vida bastante
sencilla para poder acumular capitales considerables. Así puede
explicarse la influencia que unos y otros ejercieron sobre la evolución
del capitalismo.24
En Francia misma, en el siglo xvm, los comerciantes de todas las
ciudades acusaban a los judíos de vender a precios demasiado

Véanse las obras citadas infra.


22 Véase, por ejemplo, H. Sée, Le comm. de Saint-Malo. . . , ob. cit. Bibl.; T. Malvezin,
Hist. des Juifs de Bordeaux (Burdeos, 1875); G. Cirot, Rech. sur les Juifs port. et
espagn. . . , ob. cit. Bibl., y Les Juifs de Bordeaux. .., ob. cit. Bibl.
23 H. Waetjen demuestra que, con excepción del caso del Brasil, Sombart ha

exagerado un tanto el papel que tuvieron los judíos en la colonización (véase


Vierteljahrschrift für Social und Wirthschaftsgeschichte, 1913).
24 Para la critica de la teoría de Sombart, véase Lujo Brentano, ob. cit. Bibl.
EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 81

bajos toda clase de artículos, y que, aseguraban, eran de mala calidad.


Como resultado de esta agitación, los judíos fueron expulsados de
muchas localidades, especialmente entre 1730 y 1740. Pero los judíos
conservaban el derecho de vender en las ferias, y como en general eran
más activos, más emprendedores y, sobre todo, más laboriosos, a
menudo superaban a sus competidores cristianos. A pesar de su
precaria situación, algunos de ellos, por ejemplo los Dalpuget, de
Burdeos, llegaron a crear verdaderas sucursales en distintos puntos.
Este nuevo método de organización fue muy fecundo y floreció durante
el siglo siguiente. A este respecto, la obra de Cirot La situation morale et
sociale des Juifs de Bordeaux contiene datos preciosos.26

7. M OVILIZACIÓN DE LA VIDA ECONÓMICA , LA ESPECULACIÓN


Y LA PUBLICIDAD

Si la causa a la que Sombart atribuye los nuevos fenómenos que


prepararon el triunfo del capitalismo parece hipotética, no se puede
negar validez 26 a lo que ha llamado "comercialización" o, mejor todavía
"movilización" de la vida económica, en continuo progreso durante el
siglo xvm. Hace notar, con gran justeza, que las relaciones económicas
tendían a ser "impersonales", gracias al desarrollo del "valor-papel”, ya
se trate de la letra de cambio pagadera al portador, de acciones y
obligaciones lanzadas al mercado por sociedades mercantiles o
industriales o por el Estado o, finalmente, de billetes de banco. Un
hecho interesantísimo revelado por Sombart, es la creación, en la
Holanda del siglo xvm, del crédito hipotecario en favor de los colonos del
Surinam, cuyos plantíos eran dados en prenda para obtener préstamos
de los bancos hipotecarios.27
Sombart señala igualmente el enorme progreso de la especulación
sobre valores en las bolsas de Amsterdam, Hamburgo y Londres durante
el siglo xvm. Tal progreso estaba, además, en relación con el desarrollo
de los negocios. Así se explica que, en París, las especulaciones sobre
valores no hayan sido frecuentes hasta fines del "Antiguo régimen”; y
entonces alcanzaron tales proporciones que provocaron los Decretos deï
Consejo del 7 de agosto y del 2 de octubre de 1785, confirmados por el
del 21 de septiembre de 1786, en que se declaraban "nulas las
transacciones y negociaciones de valores reales o de cualquiera otra
clase, expedidos a plazo, sin la entrega de dichos

28 Véase, además, H. Sée, Note sur le comm. des Juifs en Bretagne au xviiï siècle (Rev.
des étud. juives, 1925).
26 En Der moderne Kapitalismus y en Les Juifs et la vie économique, 1911 (trad.
francesa de 1923).
27 Véase Luzac, Le richesse de la Hollande, t. II, p. 200.
«2 EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

valores o sin el depósito real de ellos"; y este último decreto hacía


alusión a las operaciones que “hacen muy difícil descubrir la trama de
tales tratos".28
Durante la mayor parte del siglo xvm la especulación a plazo sobre
títulos fue siempre muy mal vista, aun en las esferas capitalistas. En
1733 se elevó a la Cámara de los Comunes inglesa una violenta protesta
contra “la infame práctica del agio en la Bolsa”. Para Postlethwayt, el
autor del Universal Dictiomuiry of Commerce and Trade, el agio era un
verdadero escándalo público.29 David Hume y Adam Smith condenaban
con igual energía las especulaciones bursátiles. Josef de Pinto, en su
Traité du crédit et de la circulation (1771), describe con gran precisión y
elogio el comercio de valores y la especulación sobre títulos.
Otro signo de los tiempos nuevos fue, en el siglo xvm, el nacimiento y
el desarrollo de la publicidad. Sombart ha mostrado claramente hasta
qué punto la publicidad era contraria a los antiguos hábitos económicos.
Las corporáciones se esforzaban por asegurar a todos los maestros los
medios de vida, principalmente procurándoles el trabajo necesario. La
idea de la competencia era del todo antipática a los artesanos y
comerciantes de la época. El maestro debía aguardar tranquilamente
que los clientes vinieran a su tienda, y ésta es la situación que, todavía a
principios del siglo xvm, presenta Defoe en su Complete English
Tradesman. El uso de noticias o anuncios comerciales era considerado
como un medio de competencia desleal. Con todo, el anuncio comercial
empezó a aparecer en Holanda en el último tercio del siglo xvn, y a fines
de ese mismo siglo en Inglaterra.
En este campo Francia también estaba atrasada, pues en el
Diccionario de Comercio, de Savary des Brûlons, la palabra rédame se da
como término de tipografía, y affiche conserva su sentido general de
“placard”. En 1751 se fundaron en París las Petites Affiches, publicación
en la que los anuncios comerciales se difundieron más bien de un modo
tardío. Una ordenanza de 1761 consideraba todavía como condenable el
hecho de que los comerciantes de París distribuyeran entre el público
avisos anunciando la venta de mercancías a precios inferiores que los
corrientes.30 En Francia la publicidad no progresó realmente

2» Véase Isambert, Anciennes lois françaises (t. XXVIII, pp. 24648). Hay también una
declaración, del 19 de marzo de 1786, ordenando que todos los negocios de los
agentes de París se traten en lugares establecidos (en número de 60); esta medida fue
provocada por “la extensión del comercio y la importancia de las negociaciones que se
realizan en nuestra capital". Ubid., t. cit., pp. 151-56.)
2« Artículos “Paper Crédit y Moneyed Interest’’, El Diccionario está basado en el de
Savary.
30 Germain Martin, La grande industrie sous te règne de Louis XV, pp. 164 ss
EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 83

hasta los años que precedieron a la Revolución, es decir, hasta t\ue


llegó un periodo de gran actividad económica.31 La historia de la
publicidad, y especialmente la de sus orígenes, ha sido apenas
bosquejada, y merece una investigación más precisa.32 En una palabra,
todas las nuevas prácticas financieras y comerciales anunciaban ya el
triunfo del capitalismo en todas sus formas.

8. El ALZA DE LOS PRECIOS

¿El alza de los precios durante el siglo xvm, sobre todo en su segunda
mitad, guarda alguna relación con la expansión del capitalismo? Cierto
que dicha alza afectó particularmente a los productos agrícolas (trigo,
carne, huevos, etc.), a las rentas rurales que a veces subieron hasta un
100 %, y, por consiguiente, al precio de la tierra.33 Y si los objetos
manufacturados bajaron ligeramente de precio, esto se debió a los
progresos de la industria. Arthur Young, en sus Viajes por Francia,
atribuye el alza de los precios al aumento de población. Pero ¿no se debe
más bien al aumento de capitales, que generalmente acarrea una baja
en el valor del dinero? Esta cuestión difícil no ha sido estudiada todavía
de una manera científica y, por el momento, tenemos que contentarnos
con hipótesis.

OBRAS DE CONSULTA

Además de las ya citadas de Cunningham, Germain Martin, Scott


y Sombart:
Georges d’Avenel, Histoire économique de la propriété, des salaires, des
denrées et des prix de l’on 1200 à Van 1800, Paris, 1894-1909,
5 vols.
Georges Cirot, Les Juifs à Bordeaux, leur situation morale et sociale de
1550 à 1789, Burdeos, 1920 (sobret. de la “Rev. hist. de Bordeaux").
Alph. Courtois, Histoire des banques en France, Paris, 1881.
Êmile Levasseur, Recherches historiques sur le système de Law, 1854.
Elie Luzac, La richesse de la Hollande, Amsterdam, 1778.
Paul Mantoux, La révolution industrielle au xvii' siècle, Paris, 1905.
Savary des Brûlons, Dictionnaire universel de commerce, ed. 1738 y
1759, 5 vols., in folio.
Henri Sée, L’évolution commerciate et industrielle de ta France sous

31 En las principales ciudades de provincia se crearon Affiches semanarios (como


los Affiches de Rennes, de 1784), pero sólo rara vez publicaban anuncios
comerciales.
32 Cf P. Datz, Histoire de la publicité, 1894; Henry Sampson, A history of
advertising, 1875.
33 Véase Zoila, Les variat. du revenu et du prix des terres aux xvif et
xviii' siècles (Ann. de l'École des Sc. Polit., 1893-1894).
84 EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO

VAncien Régime, Paris, 1925 ; Le commerce maritime de la Bretagne


au xviiï siècle (Mém. et doc. pour servir à l’hist. de l'ind. et du
comm., de J. Hayem, 9* serie, 1925); La France économique et sociale
au xviii* siècle, Paris, 1925.
Werner Sombart, Die Juden tmd das Wirtschaftsleben, Leipzig, 1911
(trad, ingl., 1913; trad, franc., 1923).
A. Seligmann, Les premières tentatives d'inflation fiduciaire en France,
1925.
Lewis Melville, The South Sea Bubble, 1921.
John Law, Oeuvres complètes, ed. P. Harsin.
W. R. Scott, The English, Scottish and Irish joint stock companies to
1720, Cambridge, 1912.
G. Andreades, History of the Bank of England, 1909.
VI. EL PROGRESO DEL CAPITALISMO Y EL
DEBILITAMIENTO DEL SISTEMA COLONIAL

1. EL SISTEMA COLONIAL DE ESPAÑA EN EL SIGLO XVIII

El debilitamiento del pacto colonial es uno de los indicios más


significativos de los progresos del capitalismo moderno. A España se le
escapan continuamente los beneficios del tráfico de sus colonias de
América; el régimen absurdo al qüe sometía dicho comercio fomentó el
fraude y el contrabando.
Los extranjeros, sobre todo los franceses, protestaban contra las
condiciones a que estaba sujeto el comercio de Cádiz, cada vez más
irregular e incierto. Hay que reconocer que la política francesa entre
1715 y 1725 perjudicó de un modo particular los intereses comerciales
de Francia en España. La supresión de los galeones y de las flotas en
1735, y su sustitución por los registros (navios particulares autorizados
para ejercer el comercio), no hicieron más que agravar la situación,
tanto que en 1755 fue recibido con júbilo el restablecimiento de las
flotas. Entretanto, el desorden no cesa, y Carlos III acaba por rendirse
en cierto modo al principio de la libertad de comercio en su Ordenanza
del comercio libre (1778), que suprimió el monopolio de Cádiz, aunque,
por otra parte, con la imposición de tarifas prohibitivas trató de proteger
a la industria española contra la competencia extarnjera.1 No estaba
lejano el día en que las colonias españolas reclamaran su
independencia, fundándose principalmente en razones económicas. Así
terminó el famoso monopolio comercial de España.
Pero, como se ha visto, fueron las otras potencias marítimas las que
aprovecharon el comercio con la América española y portuguesa :
Holanda, Inglaterra y, en una escala menor aunque importante,
Francia. En el siglo xvm Inglaterra se colocó en primer plano, tanto
porque su dominio de hecho sobre Portugal, asegurado por el Tratado
de Methuen (1703), puso en sus manos el oro del Brasil, como lo ha
demostrado Van Dillen, cuanto porque el desarrollo de sus industrias le
facilitó mayores medios de intercambio que los de las demás naciones.
Hay que notar que el comercio ultramarino en gran escala,
particularmente el tráfico legal o de contrabando con América, permitió
a las potencias del Atlántico acumular grandes capitales.

i Véase A. Girard, Une négociaticm commerciale entre VEspagne et la France (Rev. hist.,
1912, pp. 291 ss.).
85
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO
86
La afluencia de moneda acuñada y de metales preciosos se intensificó
en la segunda mitad del siglo xvn y en el siglo xvm, y el desarrollo de las
colonias españolas aumentó la demanda de artículos manufacturados
de procedencia europea. En estos momentos la industria hacía grandes
progresos en Inglaterra, y también, aunque en menor grado, en Francia.
Tampoco hay que desentendemos de los enormes beneficios del
comercio de contrabando o del comercio intérlope que, por sus
procedimientos, casi se confundía con la piratería. Este comercio, como
las correrías marítimas, era uha especie de bandidaje. El robo (Raub),
según la expresión de Sombart, parece ser una de las fuentes del capi-
talismo moderno.2

2. EL SISTEMA COLONIAL DE INGLATERRA EN LA AMÉRICA DEL NORTE

Para Inglaterra se planteó también la cuestión del monopolio comercial.


A principios del siglo xvn se establecieron colonias británicas en la
América del Norte. ¿Cuáles serían sus relaciones con la metrópoli? Por
más que el sistema inglés fuera notoriamente más hábil y menos
estrecho y rígido, ¿el desarrollo económico del Nuevo Mundo no llegaría
a provocar la independencia de las colonias inglesas?
Los colonos ingleses de la América del Norte gozaron, por
lo menos durante un siglo, de menos prosperidad que los españoles
de la América meridional. Los aventureros ingleses del siglo xvi vinieron
al Nuevo Mundo en busca de metales preciosos, productos tropicales y,
sobre todo, el famoso paso hacia la India. Sus esperanzas resultaron en
gran parte fallidas. Sin embargo, Virginia, que fue la primera región
colonizada, contaba con ciertos recursos y no tardó en convertirse en un
nuevo tipo de colonia: la colonia de residentes (peupíement), en el
sentido moderno de la palabra. En Nueva Inglaterra, con su clima más
rudo, este tipo de colonia se acentuó aún más. La Corona y las
compañías colonizadoras tenían interés en el establecimiento de
numerosos colonos, pues esto Contribuía a aumentar el valor de las
tierras. Por consiguiente, 4as colonias inglesas de la América del Norte
no fueron sometidas a un régimen puramente mercantil. Además,
estaban pobladas en parte por refugiados y disidentés políticos y
religiosos que aspiraban a ser más jo . .menos independientes de la
metrópoli.3
Pero sucedió que el capitalismo —por lo menos el capitalismo
comercial— empezó a acentuarse a mediados del siglo xvn. Nació así en
la política colonial inglesa el sistema mercantil, cuyos principios
esenciales son la balanza comercial, el equilibrio de las
2 Véase Dahlgren, ob. cit. Bibl., y Vignols, art. cit. Bibí.
s Véase Pasquet, ob. cit. Bibl.
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO 87

Importaciones y las exportaciones y el monopolio del comercio reservado


a los negociantes de la metrópoli. En ío que se refiere a las colonias,
Postlethwayt, en su obra Britain’s Commercial Interest Explained and
Improved4 (Londres, 1747), señala el verdadero carácter del monopolio
ejercido por la madre patria:
Las colonias no deben olvidar nunca lo que deben a la madre
patria por la prosperidad y riquezas de que disfrutan. La gratitud y
el deber las obligan a permanecer bajo su dependencia inmediata y
subordinar sus propios intereses, a los de ella. El resultado de tal
interés y de tal dependencia será procurar a la madre.patria: 1) un
mayor consumo de los productos de sus tierras ; 2) ocupación para
el mayor número de sus industriales, artesanos, pescadores y
marinos; 3) una mayor cantidad de las mercancías que necesite.
Tales reglas significaban que las colonias no deben dedicarse a
aquellas manufacturas o cultivos que las pongan en rivalidad con la
metrópoli; tampoco deberán consumir artículos extranjeros, ni comprar
mercancías de otros países si pueden obtenerlas de la madre patria. Las
colonias no deben dedicarse más que a la agricultura, y el transporte de
sus productos debe estar reservado a los marinos ingleses. Se creía,
naturalmente, que este régimen era igualmente ventajoso para los
colonos como paira Inglaterra misma.

3. POLÍTICA COMERCIAL DE I NGLATERRA

Por lo dicho se comprenderá cuál era el carácter de la política comercial


y colonial de Inglaterra. Ya en 1621 un decrete real prohibió a Virginia
que exportara sus productos al extranjero sin desembarcarlos
previamente en Inglaterra; pero gracias al tráfico de los holandeses, que
se llevaban parte del tabaco de Virginia, a cambio de mercancías
europeas, esta disposición fue letra muerta.
Mucho más importante y más general en sü alcance fue la Ley de
Navegación de 1651, la cual establecía: primero, que las mercancías
procedentes de Asia, África o América fueran transportadas a Inglaterra
en barcos ingleses cuya tripulación fuera inglesa en su mayoría, y
segundo, que las mercancías procedentes de Europa fueran
transportadas a Inglaterra o a sus colonias en barcos ingleses o en
barcos pertenecientes al país productor.
La Ley de 1660 fue mucho más intransigente, puesto que or-
* T. I, p. 153, ed. 1747. Sobre la historia comercial de los Estados Unidos, véase
Emory R. Johnson, History of Domestic and Foreign Commerce of the United States,
Washington, 1915; Cf. Herbert L. Osgood, American Colon- ies in the xviiih century,
George L. Beer, diversas ob. cit. Bibl., y C. L. Becker, Beginnings of the American People,
Boston, 1914.
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO
88
denaba que todos los transportes entre la metrópoli y sus colonias se
efectuaran en barcos ingleses, que pertenecieran a ingleses, irlandeses o
colonos británicos, y los tres cuartos de cuya tripulación debían ser
ingleses. De este modo se trataba de alejar de las colonias a los
extranjeros. Esta ley perjudicó, sobre todo, a Virginia y a Maryland, que
no podían sustraerse al comercio holandés; pero favoreció a Nueva
Inglaterra, porque estimuló el desarrollo de las construcciones navales. <
La Ley de 1660 enumeraba, además, determinados productos
coloniales que sólo podían ser transportados a Inglaterra o a sus
colonias: azúcar, jengibre, tabaco, algodón, añil, maderas de tinte. A
esta lista se agregaron en 1706 y 1722, melaza, arroz, materiales para
construcciones navales, cobre y pieles. Además la Ley de 1663
estableció que ninguna mercancía podía ser introducida en las colonias
sin pasar antes por Inglaterra.
Durante mucho tiempo estas Leyes de Navegación no fueron muy
estorbosas para las colonias inglesas. El Estado de Virginia tem'a interés
en vender su tabaco a Inglaterra, y el tráfico de Nueva Inglaterra era
principalmente con las Indias Occidentales. Por otra parte, las colonias
estaban muy alejadas, eran muy extensas y su vida económica
demasiado independiente para que el sistema mercantil pudiera ser
aplicado de una manera rigurosa, además de que, desde un principio,
gozaron de cierta autonomía política. Tales condiciones hicieron que el
comercio intérlope y el contrabando se desarrollaran en forma inusitada
a pesar de las leyes inglesas.
En los últimos cuarenta años del siglo (1660-1700), la metrópo
li tuvo muy poca influencia sobre la vida económica de las colonias
americanas. Éstas se desarrollaron con cierta lentitud, y su población
no pasaba de 250 000 a 300 000 habitantes, en su mayoría ingleses,
excepto en Nueva York, donde dominaban los holandeses, y en
Pennsylvania, donde se habían establecido bastantes holandeses,
alemanes y suecos. La agricultura era naturalmente la principal
actividad económica. Nueva Inglaterra es la región de las explotaciones
pequeñas, cultivadas por sus propietarios; en las colonias del centro
predominan las plantaciones de tamaño mediano, que con frecuencia
arrendaban los propietarios; en el Sur existen grandes plantaciones, que
producen principalmente .arroz y tabaco. El comercio de pieles
desempeña todavía un papel importante. En Nueva Inglaterra comienza
a desarrollarse la industria. Ahí se construyen (especialmente en
Massachusetts) muchos barcos, y a un costo menor que en Inglaterra,
de modo que las dos terceras partes de la flota comercial provienen de
ahí. El ron, fabricado con azúcar de las Antillas, es también una
industria importante.
Sin embargo, el principal recurso de Nueva Inglaterra era el
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO 89

comercio. Enviaban a la madre patria pescado, productos fores- tulcs,


ron y barcos; pero las leyes de granos (Corn Laws) le impedían enviar
trigo. Al mismo tiempo, su tráfico con las Indias Occidentales, es decir,
las Antillas, no dejaba de aumentar. En ellas se proveía de la melaza
para la elaboración del ron, y se exportaba, en cambio, carne salada,
cereales, madera para construcciones y negros porque es el gran centro
del tráfico de esclavos. El comercio de Nueva York, aunque en menor
escala, era en general semejante al de Nueva Inglaterra. El comercio
total de las colonias era una y media o dos veces más considerable que
su comercio con la metrópoli. En 1700 ascendieron a 344 000 libras
esterlinas las exportaciones y a 395 000 las importaciones.
La Revolución de 1688 fue muy favorable a Nueva Inglaterra, pues la
libró de la estorbosa política de la Restauración. Parece pues evidente
que, a fines del siglo xvii, el monopolio comercial de la metrópoli no era
del todo efectivo, a pesar de todas las leyes de navegación y de comercio.

4. CAUSAS ECONÓMICAS DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA

El progreso de las colonias inglesas de la América del Norte en el siglo


xvm se debió, sin duda, a sus propios esfuerzos y no a ninguna ayuda
de la madre patria. Todavía en 1760 la población era sólo de 1 600 000
habitantes. La agricultura continuaba desempeñando un importante
papel en la vida económica de entonces, sobre todo en las colonias del
centro, dedicadas a la producción de cereales, y en las colonias del sur
que cultivaban tabaco, arroz e índigo. Este último fue introducido en
1741 en la Carolina del Sur.
La industria tenía todavía una importancia secundaria. Esto fue en
parte, pero sólo en pequeña parte, una consecuencia del sistema
colonial. La metrópoli, deseando reservarse los mercados americanos
para sus productos industriales, dictó leyes para impedir la creación de
una industria colonial de hilados y tejidos, sombrerería y acero. No
dejaron, sin embargo, de crearse algunas industrias fomentadas por las
autoridades coloniales; pero la falta de capitales fue un serio obstáculo
para......................................................................................... su
............................................................................................... des-
arrollo. En el siglo xviii el comercio era lo más productivo en el Nuevo
Mundo y atraía, en consecuencia, el capital y la energía humana.
Además, la tasa elevada del interés (6 a 8 %) era desfavorable al
desarrollo de la industria, y el mismo efecto tenía la escasez de la
moneda. Otra dificultad igualmente seria era la falta de mano de obra:
los emigrantes eran atraídos constantemente hacia otros campos de
actividad más productivos. Por esta razón fracasaron los intentos para
desarrollar la industria metalúrgica en New Hampshire. Hecho
importante: los sala-
90 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO

ríos eran más altos que en Europa; en el ramo textil, por ejemplo, eran
50 % más altos que en Inglaterra.
En las colonias los establecimientos fabriles eran pequeños y muy
dispersos. Con todo, a fines del siglo se nota ya cierta tendencia hacia la
concentración. En 1775 fue creada en Filadelfia la United Company of
Phitadelphia for Promoting American Manufactures. Así se forman
pequeños centros de actividades industriales en Germantown, Lancaster
y Bethlehem en Pennsylvania, y en Haverhill en Massachusetts. En
1750 se fundó en Boston una planta para la manufactura de telas, y
después de 1760, y especialmente de 1770, la tendencia hacia la
concentración tomó cierto auge en la industria textil. Los jennies hacen
su aparición en Filadelfia y en Beverly (Massachusetts), pero la industria
textil en las colonias estaba muy atrasada en comparación con la de
Inglaterra, pues este país prohibió la exportación de maquinaria a
América.5 Pero el tardío desarrollo industrial de las colonias inglesas se
debió menos al sistema mercantil que a las condiciones generales de su
evolución económica. El comercio, más que la industria, atraía las
actividades de los colonos ingleses. El comercio se multiplicó
enormemente entre 1700 y 1774: diez veces, según Burke.
La metrópoli se esforzó por obtener de este comercio el mayor
beneficio posible y de reservarse para sí la mayor parte. Pero no lo pudo
lograr, pues el 40 % de las importaciones coloniales y el 45 % de las
exportaciones correspondían a otros países distintos de Inglaterra,
principalmente las Indias Occidentales, Nueva Escocia, Terranova y
otros de Europa y Asia.
Como puede verse, el cuadro siguiente, correspondiente al año de
1769, es bastante significativo, pues revela la gran importancia del
comercio con las Indias Occidentales, en el que representaba un
elemento considerable el comercio con las Antillas francesas, emporio de
azúcar y melaza a bajo precio- La competencia de las Antillas francesas
explica por qué los productores

Comercio de las Colonias de América del Norte 1769 (en libras esterlinas)

Gran Sur deIndias Oc-Africa Total


Bretaña
Europa cidentales

Importaciones 1604 000 1 76000 789000 151000 20 2 623 00Q 2


Exportaciones 552000 747000
531 000 278 852000

® Sobre esta cuestión, véase Víctor S. Clark, History of Manufactures in the United
States, Washington, 1916, y Carrol D. Wright, ob. cit., al final del capítulo.
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO 91

de azúcar de las Antillas inglesas urgieron al Parlamento para que


aprobara la Ley de 1733 (Sugar Act). Esta ley establecía un derecho de 9
peniques por galón de ron, de 6 peniques sobre la melaza y de 5 chelines
por cada 100 lbs. de azúcar importada a las colonias de tierra firme.
Si esta ley hubiera sido cumplida estrictamente, habría perjudicado
gravemente a las colonias; pero desde un principio fue letra muerta y no
se obedecieron sus disposiciones. El comercio con las Antillas francesas
continuó como antes, y ni siquiera lo interrumpió la Guerra de Siete
Años. Como base para dicho tráfico se empleaban de ordinario puertos
neutrales en islas holandesas o españolas; en 1'759, por ejemplo, el
puerto de Monte- Cristo, en la costa norte de Santo Domingo, fue
visitado por más de 100 navios de la América del Norte.
La Ley de 1764 (Sugar Act) parecía ser más eficaz que la de 1733.
Prohibía la importación de ron de las colonias extranjeras; elevaba los
derechos sobj:e el azúcar de 5 chelines a 1 libra y 7 chelines, pero
reducía los derechos sobre melaza de 6 a 3 peniques por galón. Dos
años después éstos los bajaron a 1 penique, cualquiera que fuera su
procedencia. Pero el contrabando continuó y aun esta ley resultó
ineficaz.
La importancia del comercio del azúcar con las Antillas se debía a su
estrecha conexión con la trata de negros; para comprar la melaza, los
propietarios de destilerías de Nueva Inglaterra recurrían al tráfico de
esclavos. El asiento permitía el transporte de 15 000 negros por año
entre 1713 y 1733, las dos terceras partes de los cuales iban a las
colonias inglesas. El número de negros creció rápidamente en estas
colonias: de 59 000 en 1714 a 195 000 en 1754, y a 697 000 en 1790.
También era importante el comercio con las Antillas en conservas
saladas, ya que ofrecían un mercado para la industria pesquera de
Nueva Inglaterra, en competencia con los franceses. En la pesca del
bacalao se empleaban 360 barcos (con una capacidad de 33 000
toneladas), de los cuales 300 pertenecían a los armadores de
Massachusetts.
A pesar de todo, el conflicto entre la metrópoli y las colonias era cada
vez más agudo. Las viejas tendencias se exageraban por ambas partes:
la metrópoli, por interés y por espíritu conservador, trataba de hacer
más estricta .la dependencia económica de las colonias; mientras que el
principio de libertad económica, que se afirmaba por doquiera, fortalecía
las reivindicaciones de los colonos.
El ministro inglés Grenville, no contento con aumentar el número de
“artículos listados”, que sólo podían ser exportados a Inglaterra, decidió,
en 1766, que todas las mercancías de las colonias debían ser
embarcadas a Inglaterra. Ésta no tardó en
92 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO

instituir un régimen de gabelas. Este acto planteó la cuestión del poder


del Parlamento sobre las colonias e hizo de la subordinación de las
colonias un problema político agudo. El impuesto del timbre de 1765
(Stamp Act) provocó la oposición de las colonias, y en 1767 las Leyes de
Townshend establecieron impuestos de importancia sobre el papel, el
vidrio, el plomo y el té.
Tan diversas medidas planteaban una cuestión de principio: los
colonos se opusieron a pagar los nuevos impuestos en vista de que no
estaban representados en el Parlamento británico. Impuestos sin
representación parlamentaria fue la cuestión planteada, y ésta, más que
la cuestión de la libertad comercial, tuvo una influencia importante en
los movidos acontecimientos que dieron origen a la Revolución
americana. Es de todos modos cierto que la legislación comercial,
imprudente e inadecuada, fue una de las causas profundas del
desarrollo de la Revolución.
Mientras más próspero era el comercio, más insoportables e irritantes
resultaban los intentos de la metrópoli para estorbarlo o reglamentarlo.
De modo que para el desarrollo económico de las colonias era necesaria
su completa independencia.6

5. El RELAJAMIENTO DEL MONOPOLIO EN FRANCIA

El mismo problema de- control y administración de las colonias se


presentaba para todas las grandes potencias marítimas; pero el carácter
de las soluciones fue tan variado como lo eran cada uno de los imperios
coloniales en población y recursos.
Los habitantes de las colonias españolas, por ejemplo, eran
principalmente funcionarios del gobierno (sin contar los siervos o semi-
siervos), y nobles que poseían inmensos dominios. Los colonos
españoles buscaban solamente el derecho de establecer relaciones
comerciales con los extranjeros. Los colonos ingleses de la América del
Norte, en cambio, eran agricultores, fabricantes o comerciantes y, por lo
tanto, sentían la necesidad imperiosa de librarse del monopolio de la
metrópoli. Dotados de gobiernos libres y gozando de bastante
autonomía, decidieron obtener su independencia económica, política y
religiosa. La necesidad de luchar no los desvió de defender lo que
juzgaban como derechos propios. Por esto fueron los primeros en eman-
ciparse y, con la Guerra de Independencia, las antiguas colonias dé
América formaron una nación nueva: los Estados Unidos de América.

6 Véase A. M. Schlesinger, ob. cit. Bibl.; C. H. van Tyne, The Causes of the War of
indep., Nueva York, 1922; H. E. Egerton, The Causes and Charact. of the Am. Rcv., Oxford,
1923; H. L. Osgood, ob. cit. Bibl.; H. Hauser, De quelques aspec.ts de la Rev. Am. (La Rev.
Franc., 1921, t. 74); James T. Adams. Revolutionary New England, Boston, 1923.
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO
93
Los colonos franceses de las Antillas, aunque menos independientes
que los ingleses, fueron, sin embargo, menos pasivos que los criollos
españoles. Reclamaban con bastante energía su derecho de traficar
libremente con los extranjeros. Su azúcar y melaza podían ser vendidos
con ventaja a las colonias inglesas de la América del Norte; necesitaban,
por otra parte, maderas, harina y pescado, artículos que podían
comprar a mejores precios en el continente vecino que en Francia. Estas
condiciones explican ’ el fracaso de la política comercial de Colbert en
las Indias Occidentales.7 La pérdida del Canadá y la Luisiana reforzaron
las demandas de los antillanos franceses respecto a su derecho de
seguir traficando con la América del Norte, y se recurrió al contrabando
para salvar los inconvenientes de la legislación existente. A fin de
cuentas, el gobierno se vio obligado a ceder gradualmente: después de
1763, Choiseul autorizó a los ingleses, a pesar de las reclamaciones de
los armadores franceses, a importar bacalao a las Antillas francesas,
mediante un impuesto de 8 libras francesas por quintal. Luego, el
decreto del Consejo de 1784 permitió a los barcos extranjeros tomar
carga en algunos puertos de las colonias francesas, con gran disgusto
de los armadores de la madre patria, para los cuales el comercio con las
"Islas de América” representaba una gran fuente de riqueza.
Se ve, pues, que los colonos de ambas Américas se oponían
unánimemente al antiguo sistema colonial, mientras los negociantes de
los diversos países del Viejo Mundo hicieron todo lo posible para
destruir los monopolios que favorecían a sus rivales, tratando de
conservar, sin embargo, los instituidos en favor de sí mismos. Este
conflicto provocó la rebelión de las colonias inglesas y españolas, y
aparecieron en el Nuevo Mundo repúblicas jóvenes llenas de promesas
para lo porvenir.
Este gran acontecimiento —uno de los más importantes de toda la
historia— estuvo en preparación durante siglo y medio, y fue provocado
por la revolución económica de los pueblos civilizados y por los
progresos del capitalismo, a los cuales dio el primer impulso el gran
comerció marítimo. El sistema colonial, adoptado desde el siglo xvi con
más o menos rigor por todas las potencias marítimas, tiene sus raíces
en el capitalismo comercial, en el deseo de todas las naciones de
procurarse productos tropicales y sobre todo metales preciosos, que
eran considerados como la fuente misma de la riqueza.
Lai afluencia de metales preciosos y el aumento de los stocks
monetarios tuvieron, sin duda, un papel enorme en la formación del
capitalismo moderno; así se explica la importancia mundial de plazas
como Cádiz, a donde llegaba el oro y la plata del Nuevo

1 Véase L. Mims, ob. cit. Bibl.


94 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO

Mundo, o como Amsterdam, que fue el primer mercado de dinero en el


siglo xvn, y más tarde como Londres, que reemplazó a Amsterdam en la
segunda mitad del siglo XVIII .
Pero el mismo desarrollo de este capitalismo iba acabando con el
antiguo sistema, que ya resultaba un obstáculo para la expansión de la
vida económica. España, que llevó al extremo, si no al absurdo, sus
intentos para establecer el sistema mercantil y el principio del
monopolio metropolitano, pagó con la ruina su ceguera. Inglaterra
concedió mayor libertad a sus colonias y sufrió menos los daños del
sistema; pero a pesar de todo tuvo que abandonarlo. La pérdida de las
Antillas francesas, las cuales constituyeron en el siglo xvn la gran
riqueza del comercio marítimo francés, se debe sólo indirectamente al
sistema colonial, aunque no se puede negar que las guerras de la época
revolucionaria fueron provocadas, en parte, por la rivalidad entre
Francia e Inglaterra, que existía desde hacía un siglo.

6. C AUSAS PROFUNDAS DE LA EMANCIPACIÓN DE LAS COLONIAS

La emancipación de la América inglesa y más tarde, en grado menor, la


de América española, abrieron nuevos campos de acción al capitalismo.
No de un modo inmediato; pero las posibilidades de desarrollo de estos
países nuevos eran inmensas, se* gún se verá más tarde en los Estados
Unidos. El capitalismo, más lento y tardío en su desarrollo acabó por
triunfar de un modo más cabal en los Estados Unidos que en la vieja
Europa. Tras de haber contribuido a enriquecer las metrópolis de
Europa, los países del Nuevo Mundo entraron en competencia con ellas.
Es fácil señalar las causas profundas de esta gran transformación
que se verificó a fines del siglo XVIII y a principios del xix. Durante dos
siglos se consideró, con no poca razón, que la riqueza de las naciones
dependía sobre todo de la posesión de un importante stock monetario,
como parecía demostrarlo el predominio holandés. Pero Holanda, pobre
en industria, con un territorio reducido, con productos naturales de
poca variedad y cantidad, y dedicada exclusivamente al comercio de
comisión, tuvo que ceder finalmente el paso a países como Francia e In-
glaterra, que con una creciente producción de artículos manufacturados
destinados a la exportación, acabaron por desplazar a Holanda de
muchos mercados.
La producción industrial se colocó desde entonces en primer plano.
Este cambio aparece primero, hacia mediados del siglo XVIII , en
Inglaterra, en donde se produjo lo que con mayor o menor justeza se
llama Revolución Industrial. En Francia, el movimiento es más tardío,
aunque ya a fines del "Antiguo régimen" se manifestaron síntomas
característicos. Es justo reco-
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO 95

noccr que Colbert, al estimular el desarrollo de su sistema de Industrias


privilegiadas, adivinó en cierto modo el porvenir. El fracaso del sistema
colonial y de los intentos para asegurar un monopolio exclusivo para las
metrópolis, está en estrecha rela- dón con el advenimiento de lá gran
industria, o mejor dicho, con el capitalismo industrial que, nacido del
capitalismo comercial, va a convertirse en el gran fenómeno de la
sociedad moderna. Porque, como lo prueban mil hechos, si en los dos
siglos un tenores la industria estuvo estrictamente subordinada a la
actividad .comercial, en los nuevos tiempos la industria llegó a normar y
en gran parte a dominar todas las relaciones comerciales.
En último análisis, la expansión marítima y colonial de las potencias
europeas parece haber sido el factor más importante en la génesis del
capitalismo moderno. Es elocuente que tal expansión haya dado origen
a algunos de los fenómenos más característicos del mundo capitalista
del siglo xix, es decir, a las sociedades anónimas, al juego y a las
especulaciones sobre valores mobiliarios. Apenas fundada la Compañía
Holandesa de las Indias Orientales, a principios del siglo xvn, sus
acciones fueron f objeto de especulaciones y de verdaderos juegos de
bolsa, y hasta se llegó al procedimiento fraudulento de las falsas
noticias. También en Inglaterra, aunque más tarde, pues su expansión
marítima fue menos precoz, las sociedades anónimas, creadas para el
comercio colonial, dieron lugar a especulaciones de la misma índole, que
llegaron al escándalo hacia 1720, en el mismo momento en que en
Francia las operaciones de John Law, basadas igualmente en el
comercio colonial, produjeron aberraciones semejantes. Hay que notar
que para favorecer a las plantaciones coloniales fueron creados por este
tiempo en Holanda los primeros bancos hipotecarios. ¿No es, en fin,
significativo que la organización bancaria se haya perfeccionado primero
en Holanda? El Banco de Amsterdam, el primer banco de Estado, fue
fundado casi un siglo antes que el Banco de Londres.
Notemos, además, que la primera fuente directa del capitalismo
industrial se deriva al parecer del comercio marítimo y colonial. El
régimen de la gran industria (el factory system) parece haberse
desarrollado primero en el ramo textil: manufactura de sedas y
especialmente de telas de algodón e indianas. En forma verdaderamente
profètica el autor anónimo inglés de las Consideraciones sobre el
comercio de tas Indias Orientales (1701) (Según P. J. Thomas, en su obra
Mercantilism and the India Trade, Londres 1926, el autor de esa obra fue
Henry Martyn), mostraba las profundas transformaciones que habría de
provocar la importación de mercancías de la India : Y así el comercio de
las Indias Orientales, al producir cosas con trabajo más redu
96 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO

cido y barato, va probablemente a obligar al hombre a inventar artes y


máquinas que permitan producir otras cosas con trabajo más
reducido y barato, de modo que pueda abatirse el precio de los
productos aunque no se reduzca el salario de los obreros.

OBRAS DE CONSULTA

Además de las ya citadas de Mantoux, Sée, Van Dillen:


Emory R. Johnson, Domestic and Foreign Commerce of the United States,
Washington, 1915, 2 vols.
Stewart L. Mims, Colbert’s West India Policy (Yale Historical Studies),
New Haven, 1912.
D. Pasquet, Histoire politique et sociale du peuple américain, Paris,
1924.
H. Sée, Documents sur le commerce de Cadix (Rev. d'Hist. des colonies
franc.).
Carroll D. Wright, Industrial Evolution of the United States, Nueva York,
1901 (trad, franc., 1901).
VII. LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL
Y DE LA GRAN INDUSTRIA

1. L A EXPANSIÓN COMERCIAL Y LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Los capítulos anteriores han puesto en claro la función esencial


desempeñada por el capitalismo comercial. Una de las grandes
contribuciones de éste a la vida económica fue el impulso que dio a la
gran transformación industrial que sobrevino en la segunda mitad del
siglo XVIII y que conocemos con el nombre de "Revolución Industrial”.
Ésta surgió en Inglaterra y de aquí se extendió a Francia. Inglaterra se
enriqueció ante todo por el comercio marítimo en grande; siguió el
ejemplo de Holanda cuyo comercio de comisión le valió la fortuna. La
evolución de Francia, fue más tardía y menos intensa; aquí la
Revolución Industrial sólo se producirá mucho tiempo después de la
transformación de Inglaterra.
( Paul Mantoux, en su excedente Revolución industrial en el siglo xviii,
demuestra que la fortuna industrial de Lancashire fue debida sobre
todo'a los progresos del puerto de Liverpool, el cual en un principio se
dedicó casi exclusivamente al comercio colonial: su importación de
algodón hizo que la región de Manchester se convirtiera en el centro de
la industria algodonera. El mismo autor insiste con razón sobre la
influencia que tuvo el mejoramiento de las vías internas de
comunicación sobre el progreso industrial. En Inglaterra una red de
canales y caminos se extendía rápidamente. Pero ésta parece haber sido
una influencia menos importante, pues Francia también construyó
caminos en gran escala en el siglo xvn y sobre todo en el siglo xviii. Está
claro que este mejoramiento contribuyó a transformar toda la vida
económica de Francia. Pero el superior comercio marítimo inglés nos
indica la razón por la cual la Revolución Industrial en este país fue
espontánea, mientras en Francia la introducción del maqumismo y la
creación de la gran industria bajo el antiguo régimen fueron sobre todo
obra del gobierno.1
El comercio se consideraba de tal modo la fuente de la actividad
industrial que en los siglos xvn y xviii la palabra comercio designa tanto
a la industria como al comercio propiamente dicho. La misma
observación es aplicable a la palabra inglesa trade. Notemos, además,
que en aquella época no era el productor indus

1 Sobre este punto véanse las interesantes observaciones de Charles Ballot, con
referencia especial a la industria de la seda (L’introduction du machinisme, París, 1923,
pp. 300 ss.)
97
98 LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL

trial quien solicitaba pedidos, o se esforzaba por ajustarse al gusto de


la clientela: ésta era tarea del comerciante al por mayor, del
exportador. Magon de la Balue, armador de Saint-Malo, que hacía sus
pedidos de seda a los comisionistas de Lyon, no cesaba de quejarse de
la fabricación defectuosa, de los engaños de los fabricantes y de su
poco empeño para satisfacer a la clientela.
Y en Lyon la fabricación ya estaba controlada por los comerciantes.
No hay que olvidar, sin embargo, que la industria misma contribuyó,
en cierto modo, a la acumulación de capitales. Así en Inglaterra la
industria de lana y especialmente la exportación de telas transformó a
este país en una gran potencia marítima. En muchos oficios bastantes
maestros se enriquecieron lo suficiente para poder diferenciarse de sus
compañeros y ser algo así como empresarios capitalistas. Éste es un
hecho que puede observarse en todos los países; pero que Unwin ha
señalado especialmente en Inglaterra en su obra The Industrial
Organization in the xvith and xviith Centuries.

2. LA INDUSTRIA RURAL Y DOMÉSTICA

El dominio efectivo del capitalismo comercial sobre la producción de


manufacturas fue posible debido a la industria rural y doméstica, fase
ésta de la evolución industrial que caracteriza la historia económica de
todos los países de la Europa occidental.
En los Países Bajos, como lo ha demostrado Pirenne en su Historia
de Bélgica, la industria rural presenta en el siglo xvi una notable
extensión y abarca muchas producciones que antes se limitaban a las
ciudades. En los campos del Flandes valón y del Hainaut, en los
alrededores de Lille, de Bailleul y sobre todo de Armentiéres y de
Hondschoote, se tejían con lana española telas sencillas y baratas, una
especie de worsted, con las que los fabricantes ingleses no podían
competir. La industria de telas se extendió también al campo, del mismo
modo que la de los encajes. Pero el ejemplo más típico es, sin duda, el de
la tapicería barata que abastecía el importante mercado de exportación
de Amberes. La tapicería de lujo seguía siendo monopolio de las
ciudades. En los Países Bajos, se distingue claramente en el siglo xvi la
empresa de capitalismo comercial de la empresa rural; los comerciantes-
fabricantes, empresarios capitalistas que concentran en sus manos,
para enviarlas a mercados lejanos, las telas que producen los artesanos
del campo. La industria carbonífera no afectaba aún, como lo nota
Pirenne, una' forma capitalista.
Ya desde el siglo xv vemos en Inglaterra al comerciante-empresario
"controlar” la fabricación de telas, someter a su domi
LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL 99

nio económico al artesano del campo, abasteciéndolo de materia prima y


aun a veces hasta de útiles, y concentrar en sus manos los productos
para venderlos en mercados lejanos.2'- Nada demuestra esto con tanta
elocuencia como la intervención del poder legislativo para fijar las penas
que se imponían a los artesanos culpables de robar las materias
primas.3
Como lo dice atinadamente el profesor Ashley en su Evolution
écotiomique de l'Anglaterre, lo que hacía falta a los artesanos del campo
no eran los instrumentos de producción, sino contacto con los
mercados. Veíanse, pues, obligados a aceptar la mediación de los
negociantes, excepto en Yorkshire, en donde, como lo explica el informe
del Comité de la Cámara de los Comunes de 1806, el obrero rural
adquiría la lana, la hilaba, fabricaba y teñía la tela, que luego vendía -en
los mercados de las ciudades vecinas, principalmente Bradford, Leeds,
Halifax y Wakefield. El artesano era independiente, pero poco a poco,
durante el siglo xvn, aun en esa misma región, se recibían cada vez más
pedidos de fuera de los mercados, y no estaba ya lejano el momento en
que el mercader iba a ejercer su dominio sobre el mismo proceso
industrial.’
La Industria irlandesa deí lino, que se iba concentrando en el Ulster,
sigue una evolución análoga. Los tejedores eran agricultores para
quienes la fabricación del lino, como sucede en la Bretaña francesa, era
sólo una ocupación accesoria. Las telas eran vendidas en los mercados
locales, como Belfast o Dublin, o bien las cedían a intermediarios que
las vendían a su vez a los comerciantes de las ciudades. En la segunda
mitad del siglo xvill, los trabajadores caen gradualmente bajo la
dependencia económica de los comerciantes, que frecuentemente van a
vender sus telas en Inglaterra. El comerciante-empresario ocupa una si-
tuación cada vez más importante. Hacia fines del siglo xviii los
blanqueadores, que en un principio no eran más que pequeños
empresarios, se vuelven con frecuencia grandes industriales que
concentran en sus manos todos los productos fabricados e introducen
las máquinas en la fabricación del lino, asegurando así en este campo el
triunfo del capitalismo industrial. Esos son los hechos que se
desprenden de la reciente obra de Conrad Gilí sobre la industria del
lino.
En Francia se distinguen dos tipos de industria rural. El primero es
característico de las regiones con recursos agrícolas insuficientes y
donde la vida urbana es pobre, como en Bretaña

2 Véase W. Ashley, Ecort. Org. of Engl., ob. cit. Bibl., pp. 140 ss.; E. Lip- son, Hist. of the
Woolen and Worsted Ind., ob. cit. Bibl.; H. Heaton, Yorkshire Worsted and Woolen Industry,
Oxford, 1920.
3 Postlethwait, Univ. Diction. of Trade and Comm, (1775), art. Manufacturera.
100 LOS ORÍGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL

y en el Bajo Maine. En estas provincias la industria rural del lino no les


hacía ninguna competencia a los oficios urbanos, que eran poco
numerosos. Los mercaderes se dedicaban exclusivamente a operaciones
comerciales; no dirigían la producción ni distribuían la materia prima,
que el campesino cosechaba ea persona. Cuando más, se ocupaban del
blanqueo y del acabado de las telas, y sólo excepcionalmente se
convertían en empresarios de manufacturas. Ni en Bretaña ni en el
Maine la industria rural produjo una industria capitalista. Vivían
principalmente de las exportaciones a Cádiz; la pérdida de este mercado
durante las guerras de la Revolución trajo su ruina, y la industria rural
cayó en decadencia a fines del siglo xviii y principios del xix, hasta que
desapareció definitivamente.
En otras provincias, como Flandes, Picardía y la Alta Nor- mandía, la
situación fue distinta. Aquí la agricultura era próspera, la industria
urbana se había desparramado por los campos circunvecinos, y la
industria rural se desarrolló sobre todo porque había muchos
campesinos sin tierras. En estas condiciones el artesano rural dependía
con frecuencia de los industriales, que le hacían pedidos y lo dirigían en
su trabajo. Los negociantes distribuían la materia prima a los
trabajadores del campo y aun a veces útiles de trabajo; sostuvieron la
"industria rural” hasta el punto de arruinar los talleres urbanos, si
hemos de creer las quejas de los fabricantes y trabajadores de Troyes.
Fueron dichos comerciantes los que al fin del "Antiguo régimen”
introdujeron los telares mecánicos en la bonetería y en los hilados de
algodón, con lo que fue aún más desastrosa para'la vieja industria
urbana la competencia del campo. Bastó que los telares se concentraran
en las fábricas para que naciera la gran industria y para que el
comerciante-empresario se transformara en patrón industrial.4

3. I MPORTANCIA DE LA CONCENTRACIÓN COMERCIAL

El capitalismo comercial también dominó la industria textil urbana, con


lo que los artesanos que antes eran independientes fueron reducidos a
la categoría de asalariados. El ejemplo más característico lo ofrece la
industria de la seda en Lyon, como lo demuestra la excelente obra de
Justin Godart sobre L’Ouvrier en soie de Lyon. Ya en el siglo xvn se hacía
distinción entre maestros mercaderes y maestros obreros, según se
desprende del reglamento de 1667. Y el reglamento de 1744 clasificaba
a los maestros obreros como asalariados y subordinados de los comer-^
* Véase Tarlé, ob. cit. Bibl.-, Bourdais y Durand, ob.cit. Bibl.; Demangeon, La
Picardie. . . . ob. cit. Bibl.; Sion, Les paysans de la Normandie orientale, París, 1909; R.
Musset, Le Bas-Maine, París, 1917; R. Lévy, ob. cit. Bibl.
LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL 101

ciantes. Éstos suministraban la materia prima y hasta los dibujos o


diseños, y aun a veces las cantidades necesarias para comprar útiles de
trabajo. Además, el precio de la hechura lo fijaba el comerciante, y el
salario se pagaba cuando el trabajo estaba terminado. Se comprenden
muy bien las causas de esta transformación: los comerciantes que
arriesgaban sus capitales estaban obligados, a medida que crecían la
producción y los mercados, a fijar condiciones a los obreros. Éstos no
conocían las condiciones del mercado. En las industrias de lujo el papel
de los comerciantes > era muy importante, ya que eran los únicos que
podían seguir los cambios de la moda, tan importantes para estas
industrias.5 Finalmente, hay que notar que esta evolución se consuma
antes de la introducción del maquinismo.
En la industria de las telas de lana se nota una evolución análoga,
aunque menos general. El dominio del capitalismo comercial sobre el
trabajo se explica sobre todo por razones técnicas, ya que dicha
industria requiere una variedad de operaciones. Primero la lana debe
ser lavada y desengrasada, y después vareada, cardada y peinada. Pasa
luego a los hilanderos y, sobre todo, a las hilanderas. Una vez hilada se
enmadeja y se empaca. En seguida pasa al teñido y, si se trata de lana
cardada, el fieltro. A esto siguen las fases definitivas: limpia, tunda y
doblado.
La función especial del comerciante en todos estos trabajos era la.de
dirigir los diversos procesos de fabricación: intervención que se hace
aún más necesaria cuando la industria se extiende a los campos. Ballot,
en su libro Introducción del maquinismo en la industria francesa, describe
de la manera más sencilla el papel del comerciante-industrial de telas:
El comerciante compra la lana en bruto y la hace lavar, desen-
grasar y teñir. Luego la entrega, algunas veces directamente, a las
cardadoras o hilanderas, pero con mayor frecuencia a un
empresario en pequeño, de ordinario obrero. Éste la distribuye
entre operarios del pueblo. Cuando le devuelven la hilaza, el
comerciante manda tejer la cadena, remitiéndola junto con el hilo
de la trama a un segundo empresario, tejedor de oficio por lo
general. Una vez que la pieza ha sido tejida, el comerciante la
manda para diferentes aprestos a los maestros cardadores y
tundidores. Por lo que hace al enfurtido no es raro que el
comerciante mismo sea dueño de algún molino.
Esta concentración comercial, aunque completa a fines del siglo xvin
en los más grandes centros, como Sedan, Reims, Ruán, y Elbeufí-no se
manifiesta en todas partes. Algunas veces, como en Amiens, el trabajo
era repartido entre empresarios sucesivos, independientes los unos de
los otros. En el Mediodía los pequeños fabricantes eran todavía
numerosos.
5 Véase P. Clerget, Les industries de la soie en France, París, 1925.
102 LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL

En los lugares donde la concentración comercial era completa, como


en Reims, ésta traía consigo un sistema de organización que puede
llamarse "concentración industrial", porque reunía en el mismo
establecimiento los diferentes procesos de la fabricación. Los
comerciantes tenían interés en agrupar a los obreros bajo el mismo
techo con el fin de vigilar el trabajo y evitar los gastos de transporte. Tal
era el caso, por ejemplo, de ciertas manufacturas en el sur de Francia,
en Trivalle, cerca de Carcas- sone, o en Villeneuvette, cerca de Clermont-
de-l’Hérault. En Montauban un fabricante construyó un edificio que le
costó 125 000 libras francesas; en Reims más de la mitad de los artesa-
nos fueron agrupados en grandes establecimientos. ErilLouviers la
concentración fue todavía mayor: quince empresarios agruparon a miles
de obreros; uno de ellos mandó construir una enorme fábrica que costó
200 000 libras francesas y en donde estaban reunidos cinco talleres.
Pero aun en estas condiciones subsistían bastantes obreros
independientes. El desarrollo de la industria textil muestra claramente
que la concentración industrial, que anunciaba ya la aparición de la
fábrica, no es consecuencia del maqumismo, ya que éste no aparece
*sino hasta el Primer Imperio.

'i
En la bonetería la industria cae bajo el capitalismo comer- ' cial sobre
todo por la introducción y el uso de los telares, cuyo precio era muy
elevado (300 a 400 libras francesas). Por doquiera los grandes
comerciantes-empresarios tienen a sus órdenes a los maestros
operarios: a fines del "Antiguo régimen", en Lyon, 48 mercaderes
empleaban a 819 maestros operarios y, en Orleáns, 55 mercaderes a 260
maestros. 7 És significativo el hecho de que estos comerciantes-
empresarios, aun cuando se trate de una fabricación dispersa, pudieran
llamarse con derecho manufactureros. El vocablo manufactura era a
menudo sinónimo del ^ictual industria, que sólo se empleó rara vez en el
siglo xix. 1 Así se decía, por ejemplo, "la manufactura del lino de
Rennes"; pero cuando se trataba del trabajo propio de los artesanos se
usaba el término "artes y oficios" (arts et métiers).«

4. L AS MANUFACTURAS

Parecería, pues, a primera vista, que las manufacturas han des-


empeñado un papel menos importante que el que a menudo se les
atribuye y al que Carlos Marx ha dado tanto relieve en Et capital.
Sin duda, las manufacturas reales de Francia y las empresas
« Véase H. Sée, A propos du mot "industrie" (Rev. Hist., mayo, 1925);
H. Hauser, Le mot "industrie” chez Roland de la Platiére (Ibid., noviembre de
1925).
LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL 103

privilegiadas, a cuya creación está unido el nombre de Colbert, no


dejaron de tener influencia sobre la génesis de la gran industria que
había de desarrollarse más tarde. Ayudadas por primas y subvenciones
oficialés, éstas empresas disponían de capitales más considerables que
la mayoría de las demás empresas de la época, con lo que podían
obtener, por lo menos para el acabado, útiles relativamente
perfeccionados. El carácter de monopolio que se les dio favorecía,
además, su desarrollo. La obra de Colbert no dejó de tener importantes-
consecuencias para el futuro: numerosos "islotes" industriales surgieron
y nuevas industrias fueron implantadas en Francia, algunas de las
cuales tuvieron verdadero éxito. jPero, generalmente, esas
manufacturas no tenían todavía el carácter de establecimientos
concentrados: empleaban en gran escala la mano de obra de la
industria rural o doméstica.; A este respecto no se puede señalar
ninguna transformación notable durante el siglo xvnx.
No obstante, las manufacturas constituyeron en Francia un factor de
importancia en la evolución industrial; los orígenes de la gran industria
y la introducción de las máquinas, como lo hace notar Ballot, fueron en
gran parte obra del Estado.
En Inglaterra, por el contrario, la gran industria surgió de un
esfuerzo espontáneo. De suerte que las manufacturas desempeñaron
allí un papel mucho menos importante que en Francia. Es cierto que los
Estuardo, para aumentar sus ingresos, crearon ciertos monopolios
como los establecidos, por ejemplo, para la fabricación de jabón,
alambre y naipes. Pero la nación entera protestó enérgicamente contra
dichos monopolios, y el mercantilismo, sostenido y hasta creado por la
monarquía de los Estuardo, desapareció con ella y fue sustituido por la
política del laissez-faire. La influencia de la Revolución de 1688 fue de
gran Importancia, pues favoreció la causa de la libertad comercial y
económica. Así se explica que los intentos para crear manufacturas,
sobre todo en la industria textil, hayan tenido tan poco éxito en el siglo
xvin.7

5. La TÉCNICA Y LA CONCENTRACIÓN INDUSTRIAL

La concentración industrial, condición indispensable de la existencia de


una gran industria, nació sobre todo de necesidades técnicas. La
industria de telas estampadas nos ofrece un ejemplo típico. En la
manufactura de telas estampadas la concentración industrial se
manifiesta bien pronto y en gran escala antes de lu Introducción del
verdadero maquinismo: "las condiciones técnicas de la fabricación,
como dice muy bien Ballot, requerían la

i Véase G. Unwin, The ittd. Org., ob. cit. Bibl., pp. 172 ss.
104 LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL

inversión de importantes capitales, la reunión de los obreros en los


talleres y la división del trabajo". Se necesitan vastos edificios para los
talleres, piezas amplias para secar y terrenos extensos para el blanqueo
de las telas. El equipo de trabajo es complicado y costoso; se requieren
grandes existencias de telas y materias colorantes; la diversidad de las
manipulaciones que deben efectuarse en el mismo local exige la división
del trabajo entre los numerosos obreros especializados que trabajan
bajo el mismo techo. Nada tiene de asombroso que hacia fines del
“Antiguo régimen" existiesen más de cien establecimientos de esta
industria con una producción de más de 12 000 000 de libras francesas
de telas estampadas.
La mayor parte pertenecía a compañías de muchos socios, y otras a
sociedades por acciones bastante ricas. La sociedad del célebre
Oberkampf tenía en 1789 un capital social de casi nueve millones de
libras francesas y sus utilidades alcanzaron en 1792 a 1 581 000 libras
francesas. Y, sin embargo, el estampado mecánico no comenzó a
emplearse hasta 1797.

6. L A INTRODUCCIÓN DEL MAQUINISMO

No obstante, la concentración obrera e industrial, condición ne-/ cesaría


de la gran industria capitalista, no podía constituir un fenómeno
verdaderamente general sino gracias al triunfo del maqumismo.
| Las máquinas empezaron a instalarse por primera vez para el
torcido de la seda; ya desde la primera mitad del siglo xvm, los Jubié
tenían máquinas bastante perfeccionadas; jen la segunda mitad de
dicho siglo los inventos de VaucansóffJson puestos en práctica por los
Deydier, de Aubenas. Todos estos progresos técnicos explican la
creación de grandes establecimientos para el torcido de la seda (por
ejemplo, los de Jubié en el Sóñe), mientras que el hilado de la seda
continuó siendo una industria doméstica y rural hasta bien entrado el
siglo xix.8
Pero en la nueva industria del algodón fue donde el maqui- nismo se
desarrolló más intensamente durante el siglo xvm. Las invenciones
técnicas aparecieron primero en Inglaterra, en donde esta industria fue
implantada antes que en ninguna otra parte. La primera invención fue
la lanzadera volante de Kay (1733), que hacía el tejido más rápido. Luego,
con el aumento de la demanda de hilo, se trató de intensificar la
producción; y así al hilado del algodón se refieren la mayor parte de los
inventos de entonces: la famosa spinning jenny (1765); el waterframe de

8 Véase Ch. Ballot, ob. cit., Bibl., pp. 297 ss. y Élie Reynier, La soie en Vivarais,
1921.
* LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL 105

Arkwright, dos años más*tarde, y en fin la mute-jenny de Crompton.


Francia estaba muy atrasada en este campo y tuvo que importar de
Inglaterra operarios y máquinas.
La jenny era un pequeño telar de mano que podía ser utilizado
aisladamente. No perjudicó de ninguna manera a la industria rural. La
mule-jenny, por el contrario, y otras máquinas de producción continua,
favorecieron la concentración. En Francia, lo mismo que en Inglaterra,
este hecho es incontestable: antes de la Revolución había cierto número
de manufacturas concentradas: la de Lecler, en Brives; la de Martin y
Flesselles, en Amiens; las fábricas fundadas por el duque de Orleáns, en
Or- leáns y Montargis, y, por último, la manufactura de Louviers.
Durante los primeros años de la Revolución el movimiento se acelera;
pero fue sobre todo en la época del Imperio cuando los hilados de
algodón se transformaron en una gran industria, debido al espíritu de
organización y a los recursos de capitales que tenían hombres como
Bauwens y Richard-Lenoir.
Tanto en Francia como en Inglaterra la industria lanera no fue
conquistada al maquinismo sino más tarde, a pesar del invento de
Cartwright. En Francia esa transformación se opera en la época
napoleónica, principalmente merced a grandes industriales conjo
Temaux, "que cubrió a Francia de fábricas y a Europa.de sucursales".
Pero aun cuando sólo consideramos la industria textil, la evolución
estaba lejos de ser completa, ni siquiera en Inglaterra, a principios del
siglo xix. El tejido mecánico se difundió lentamente, aun en la industria
del algodón, f Én la industria del lino, el maquinismo aparece más tarde,
En Francia hasta la monarquía de julio (1830-48) la introducción de
maquinaria no transformó la industria del lino. En las industrias secun-
darias, como la del vidrio y del papel, se realizaron grandes per-
feccionamientos técnicos antes de la Revolución i pero aunque había
algunos glandes establecimientos, como la papelería de Montgolfier en
Annonay, la gran mayoría de las empresas seguían siendo explotaciones
en pequeño que empleaban unos cuantos obreros.
En lo tocante a la metalurgia, como observa con razón Man- toux, al
principio "las máquinas no desempeñaron más que un papel secundario
en su más decisiva transformación", es decir, en la sustitución de la leña
por el coque para la fundición: innovación que determinó la creación de
grandes establecimientos como la fábrica de Creusot, empresa
capitalista de primer orden. Pero la transformación se operó lentamente,
sobre todo en Francia, en donde no terminó hasta la segunda mitad del
siglo xix. Al llegar la Revolución, la inmensa mayoría de las empresas
metalúrgicas eran pequeños establecimientos con un número restringido
de obreros; la industria continuó por mucho tiempo dispersa,
106 LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL

y como se utilizaba todavía leña para la fundición, la industria se había


localizado de preferencia en las regiones forestales. El maqumismo ganó
más rápidamente las industrias de elaboración del hierro, como el
laminado, las fábricas de herramientas mecánicas y los talleres
mecánicos cuyo desarrollo favorecía precisamente la difusión de las
máquinas en la industria textil.
La introducción de los motores mecánicos fue bastante lenta.
Primero se utilizaron los motores hidráulicos en Francia como en
Inglaterra; en este país, a fines del siglo xvm, la máquina de vapor tiende
por doquiera a reemplazar al motor hidráulico. En Francia, por el
contrario, las máquinas de vapor eran todavía escasas en 1789,
excepción hecha de las "bombas de fuego” para uso en las minas y de
algunas máquinas elevadoras. Pasará más de medio siglo para que la
máquina de vapor se difunda en toda la industria francesa.
La máquina de vapor fue una de las primeras aplicaciones de la
ciencia a la industria; aplicaciones que han seguido de lejos a los
inventos técnicos, fruto de intuiciones geniales o de dilatadas
experimentaciones. Entre las ciencias fue la química la primera que
contribuyó con mayor número de perfeccionamientos industriales, como
es fácil ver desde principios del siglo xix|
De lo anterior se puede concluir que si la difusión del máqui- nismo
podía asegurar el triunfo de la gran industria, en cambio, por lo que toca
a sus orígenes, la concentración industrial se debe mucho menos a la
introducción del maquinismo que a la multiplicidad de las operaciones
técnicas que requieren las diversas manufacturase en la industria textil
la concentración proviene de la complejidad del proceso productivo que
hizo indispensable la intervención del capitalismo comercial; en el
estampado de telas fue resultado de las condiciones muy particulares de
esa fabricación. El maquinismo sólo reforzó una transformación ya rea-
lizada o en vías de realizarse. *

7. C ARÁCTER DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL

Quien estudie el siglo xvm verá claramente que las empresas que
adoptaron la forma capitalista no fueron las industrias en las que el
maquinismo se había desarrollado más, sino aquellas que por su
naturaleza misma son las más costosas. La industria minera y sobre
todo la del carbón, nos ofrecen un ejemplo evidente. En un principio las
minas francesas fueron explotadas por sus dueños o por pequeños
empresarios, pero con tal deficiencia que el Gobierno, por decreto de
1744, decidió que ninguna mina fuera explotada sin concesión real. Los
dueños y los pequeños empresarios se veían a menudo desposeídos en
beneficio de extranjeros y principalmente de grandes compañías, como
la de
LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL 107

Anzin. ¡Sólo compañías con bastantes recursos podían introducir los


adelantos técnicos necesarios: sondajes, apertura de galerías y pozos,
ventilación, drenaje por medio de bombas (sobre todo "bombas de
fuego”). Esta explotación exigía capitales considerables para realizarla
científicamente.
Estas compañías y sociedades por acciones (sobre todo "en nombre
colectivo” o "en comandita”) tenían el aspecto de grandes empresas
capitalistas. Tales eran las de Alais, de Carmaux y de Anzin. Ya en 1756
la sociedad de Anzin, que operaba en el norte de Francia, empleaba 1
000 mineros y en sus talleres 500 operarios; en 1789 ocupaba 4 000
obreros; había abierto de 550 a 750 metros de galerías subterráneas, y
empleaba doce máquinas de vapor. En el mismo año extrajeron 3 750
000 quintales de carbón, y. las utilidades comerciales fueron de 1 200
000 libras francesas, que sobrepasaban en un 100 % a los gastos.9 En
las otras explotaciones mineras el carácter capitalista era menos
acentuado; pero se trataba de todos^modos de sociedades por acciones
formadas generalmente por ricos financieros o negociantes y por
armadores y entre cuyos accionistas figuraban, igual que en las
compañías carboníferas, nobles y magistrados.10
Por el contrario, en la industria algodonera las sociedades por
acciones eran raras, aun a raíz del triunfo del maqumismo; eran
frecuentes las sociedades en comandita, pero "el mayor número de las
fábricas eran propiedad de simples industriales” que recurrían a
empréstitos y a los buenos oficios de los banqueros, "sin que pudiera
decirse con exactitud de dónde provenían los capitales”.
En el estampado de las telas abundaban desde el siglo xvm las
sociedades por acciones o cuando menos las compañías en comandita.
Ya en esa época manifestábase en esta industria cierta integración, que
presenta un marcado carácter capitalista. Ballot nos describe con
precisión tal estado de cosas:
'Muy a menudo los fabricantes combinan el estampado, el hilado y el tejido; lo
hacen con tanto mayor agrado cuanto que dicha extensión de sus
operaciones no exige un gran aumento de capital ; mandan hacer este
trabajo al campo, y mientras son patrones de fábrica para el estampado, son
mercaderes-empresarios para la fabricación de las telas.
Bajo el Imperio, la mayor parte de las principales hilanderías del
algodón pertenecían a grandes industriales, que se dedicaban al tejido y
aun al estampado.

9 Véase Grar, Hist. de la rech., de la découv. et de la exploit. de la houille dans le


Hainaut fr., la Flandre fr. et VArtois, Valenciennes, 1847 y, sobre todo, M. Rouff, ob.
cit. Bibl.
10 Véase, por ejemplo, H. Sée, sobre la Sociedad minera de Pontpéan, art. cit. en
cap. iv, nota 26.
108 LOS ORÍGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL

Por otra parte, el desarrollo industrial y los progresos del ma-


quinismo trajeron la especialización; las diversas operaciones de la
fabricación dieron nacimiento a establecimientos especiales. Tal ocurría
sobre todo con las hilanderías: industríale^ como Boyer-Fonfréde, que
poseía establecimientos de tejidos e hilados, se dedicó exclusivamente a
éstos, los cuales eran antes del maqumismo una actividad subordinada
a la de los tejidos.11
Otra consecuencia que se manifiesta plenamente en la época \
napoleónica es el hecho de que algunos industriales particularmente
emprendedores multiplican sus establecimientos: Bauwens, en Béligca,
y Richard-Lenoir, que fundó fábricas de hilados y tejidos en Picardía y
en toda Normandía. Un ejemplo todavía más notable es el de Ternaux,
que establece plantas textiles en toda Francia y funda nuevos talleres
fuera de los grandes centros de su industria (Sedan, Reims, Louviers).
Al llegar a este punto de su desarrollo, la concentración industrial
subordina la actividad comercial a la industria. El gran industrial se
esfuerza en ser gran comerciante y se preocupa por encontrar mercados
para sus productos. Ternaux fundó en el extranjero y en Francia
sucursales para la venta de sus productos y para la compra de materias
primas. Su casa de París era "como el corazón que recibe y envía la
sangre a las venas y las arterias”: servía a todos sus establecimientos de
almacén de ventas o de aprovisionamiento y de casa de comisión.
Ternaux trató, además, de eliminar a los intermediarios y de emprender
la venta al por menor. Aun los fabricantes de estampados se dedicaron
desde el siglo xvm a operaciones comerciales. Ballot caracteriza así sus
actividades:
Mandan agentes a comprar directamente ya telas blancas en Lorient
(puerto de la Compañía de las Indias), ya materias tintóreas en los demás
puertos; los más importantes se ocupan en vender a los mercaderes o
directamente al público; muchos manufactureros tienen tiendas en París;
otros, que tienen relacio« nes extensas, exportan a Alemania, a los países
del Norte y a las colonias.
Se dice a menudo que la concentración industrial trajo consigo la
división del trabajo.Convendría empero definir bien la palabra. La
división del trabajo fue anterior a la concentración, si por aquélla
entendemos la multiplicidad de operaciones técnicas y de los oficios, lo
que podríamos llamar más propiamente la repartición de la fabricación
entre un gran número de diversos oficios. En este caso, la división del
trabajo ha provocado a veces la concentración con el fin de disminuir los
gastos de producción. Pero con frecuencia, la división del trabajo
subsistió por

11 Véase Ch. Ballot, ob. cit. Bibl., pp. 133 ss„ 284, 282, 132.
LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL 109

largo tiempo sin provocar la concentración. Así, para citar un ejemplo,


la cuchillería de Thiers, que conservó su carácter de dispersión extrema
y de extrema especialización de oficios hasta la segunda mitad del siglo
xix.12 Pero la concentración o, mejor dicho, la reunión bajo un mismo
techo de gran número de obreros, produce forzosamente lo que Bücher
llama la "subdivisión del trabajo" (Arbeitszerlegung), la repartición de las
tareas: en un taller concentrado cada obrero tiene una función
determinada y realiza una pequeña fracción de la fabricación total, con
notable economía de gastos y de tiempo.13
Consecuencia no menos importante de la gran industria fue el
notable aumento de la población, y el desplazamiento de su centro de
gravedad. El fenómeno llega a su máximo en Inglaterra, en donde no
solamente la población aumentó en proporciones enormes, sino donde
toda una Inglaterra nueva —la del norte y la del oeste— dejó en segundo
plano a la vieja Inglaterra de los condados del sur. En Francia no hubo
nada parecido: la transformación industrial aumentó la población
urbana a expensas de la rural, pero fue en proporciones mucho
menores que en Inglaterra y, considerando el país en su conjunto, se
mantuvo el antiguo equilibrio. Francia siguió siendo, en gran parte, un
país agrícola. La "Revolución Industrial” no fue allí muy intensa; se
produjo mucho más tarde que en Inglaterra, en donde, al menos en la
industria del algodón, triunfó en los últimos veinte años del siglo xvin. A
menudo los mismos personajes (entre ellos Samuel Oldknow), que en
1780 ejercían todavía como mercaderes-fabricantes, fundaron algunos
años más tarde grandes hilanderías con centenares de obreros.14 '
Las páginas que preceden habrán dado al lector, creemos, la
impresión de que la enorme transformación industrial operada fue
menos una "revolución”, según la expresión puesta en circulación por
Toynbee, que una “rápida e irresistible evolución”, según la frase, feliz
de Sir William Ashley. En el vasto teatro de la historia económica no se
producen cambios improvisados de decorado. Del mismo modo que
ciertas industrias, como la minería, presentan desde un principio, o por
lo menos desde el siglo xvi, la forma de empresas capitalistas, así la
antigua organización del trabajo y el artesanado no desaparecieron
bruscamente

12 Véase P. Combe, La coutellerie de Thiers... en "Armales de Géogra- phie”,


1922, pp. 360-65.
13 Bücher, Études d’Économie Politique (trad. franc., 1901, pp. 248 ss.). Para todo
lo que precede véase el estudio tan sugestivo de C. Bouglé, Rcv. gétiér. des íhéories
receñís sur la div. du travail ("Année Sociologique”, 1901-1902, pp. 73-133), y
Dechesne, La spécialisation et ses conséquences ("Rev. d’Écon. Polit.’’, 1901).

1 4 Véase el interesantísimo libro de G. Unwin sobre Oldknow, ob. cit. Bibl.


110 LOS ORÍGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL

de la escena : se les ve sobrevivir aún en la época del triunfo definitivo


del capitalismo industrial.

O BRAS DE CONSULTA

Además de las ya citadas de Mantoux y Sée: *


Th. S. Ashton, Iron and Steel in the Industrial Revolution, Londres, 1924.
Ch. Ballot, L'introduction du machinisme. dans l’industrie française (Comité
des travaux historiques, sect. d’hist. mod. et contemp.) Paris, 1923.
Conrad Gill, The Rise of the Irish Linen Industry, Oxford, 1925.
Justin Godart, L'ouvrier en soie de Lyon, Lyon, 1901.
Henry Hamilton, The English Brass and Copper industries to 1800, Londres,
1926.
Herbert Heaton, Yorkshire Woolen and Worsted Industry, Oxford, 1920.
Ëmile Levasseur, Histoire des classes ouvrières et de l’industrie en France
avant 1789, 2‘ éd., Paris, 1901, 2 vols.
Robert Lévy, Histoire économique de l’industrie cotonnière en Alsace, Paris,
1912.
E. Lipson, History of the Woolen and Worsted Industries, Londres/ 1921.
Germain Martin, La grande industrie en France sous le règne de Louis XIV,
Paris, 1889; La grande industrie sous le règne de Louis XV, París, 1900.
Louis Moffit, England on the Eve of the Industrial Revolution 1740- 1760,
with special reference to Lancashire, Londres, 1925.
Arnold Toynbee, Lectures on the Industrial Revolution, Londres, 1884;
nueva éd., 1927.
George Unwin, The Industrial Organization in the xvith and xviith Centuries,
Londres, 1904; Samuel Oldknow and the Arkwrights, Londres, 1924.
J. H. Clapham, An economic history of modem Britain, t. I (Cambridge,
1926).
\

VIII. EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN


EL SIGLO XIX

Sería un grave error creer que el capitalismo tuvo un lugar pre-


dominante en la organización económica a principios del siglo xix, aun
en aquellos países donde la evolución económica estaba más
desarrollada, después de las guerras gigantescas de la época revo-
lucionaria y del periodo napoleónico. La gigantesca guerra que envolvió a
la mayor parte de Europa pudo, en cierta medida, precipitar la evolución
capitalista, pero desde otro punto de vista la retardó, especialmente al
dificultar el gran comercio marítimo y colonial. Los resultados
económicos de la Revolución y de la larga guerra que ésta provocó,
aparecen en Francia un tanto contradictorios. Por una parte, la
interrupción del comercio marítimo perjudicó seriamente a las
industrias textiles que producían para la exportación, principalmente las
de seda y lino. Francia no podía enviar lino a Cádiz ni a las Antillas. Por
otra parte, el bloqueo continental, al cerrar los mercados de Francia a
los productos de Inglaterra, estimuló el desarrollo de las industrias
francesas de la lana y del algodón. Fue creada entonces la industria del
azúcar de remolacha, y la industria metalúrgica gozó de franca
prosperidad. La industria del algodón sufrió, sin embargo, por la
dificultad para obtener materia prima, que Inglaterra, dominadora del
mar, obtenía en gran abundancia. El comercio marítimo francés sufrió
mucho más que el inglés, y a fin de cuentas los comerciantes y
negociantes franceses se cansaron de un gobierno que prestaba tan
poca atención a sus intereses. Así, mientras la actividad económica de
Inglaterra sólo fue momentáneamente retardada en este periodo de
guerra (1793-1815), todo el desarrollo económico de Francia sufrió
duramente.

1. R ÁPIDOS PROGRESOS DEL CAPITALISMO EN INGLATERRA

Aunque todas las características del régimen capitalista eran evidentes


en Inglaterra hacia 1815, prevalecía, sin embargo, la antigua
organización del trabajo, por lo menos desde un punto de vista
cuantitativo. Como lo observa Hobson,1 la especialización geográfica no
era todavía completa, la exportación era relativamente pobre, y el capital
y el trabajo no estaban representados por cifras elevadas.
La gran industria siderúrgica parece que tendría que encontrar su
campo de elección en Inglaterra, puesto que el carbón y

1 The evolution af modem capitalism, Londres, 1894.


111
112 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX

los minerales de hierro se encuentran casi siempre en regiones vecinas y


cercanas al mar. Ya en 1815 las minas de carbón se habían desarrollado
notablemente: el número de obreros creció en fuertes proporciones, las
"bombas de vapor” se multiplicaron; pero las condiciones de trabajo no
habían cambiado mucho y en las empresas mismas la concentración
capitalista no se efectuó en la medida que era de esperarse.
En la metalurgia se puede notar que se multiplican los altos hornos y
que aumenta su rendimiento; pero el triunfo de la gran industria no es
general, pues todavía se fabrican en pequeños talleres objetos de
quincallería y juguetería.2
En la industria textil la fabricación algodonera resulta una excepción.
En 1815 la mayor parte de las hilanderías de algodón son
establecimientos en los que la concentración se ha realizado ya y el
triunfo del maqumismo es completo; pero los tejidos de algodón se
hacen en pequeños talleres domésticos: los handToom weavers (tejedores
a mano), que aceptan salarios bajos, subsisten en todas partes, a pesar
de la máquina de Cartwright, que data de 1785. La industria se
encuentra, como en el siglo anterior, en manos de comerciantes-
empresarios. La evolución comienza a presentarse en la fabricación de
lino irlandés, y aunque las máquinas empiezan a penetrar en la
industria de paños del suroeste de Inglaterra, la industria doméstica
predomina en todas partes, aun para los hilados. En 1806, de 466 000
piezas de paño fabricadas en Yorkshire, 8 000 solamente provenían de
fábricas. En la bonetería la evolución había avanzado todavía menos.3
* Hay que notar que la organización del crédito en Inglaterra era
superior a la de otras partes. Los bancos provinciales ascendían a más
de 750; pero en su mayoría eran bancos "privados” o dirigidos por
pequeñas sociedades. Una verdadera concentración financiera sólo se
manifiesta entonces en el Banco de Inglaterra. En consecuencia, la
industria no encontraba todo el crédito que necesitaba para extender
sus operaciones, y en tiempos de crisis tropezaba con serios obstáculos
financieros, como en 1815, cuando el cambio fue desfavorable debido a
la inflación de la moneda.4
La nueva organización industrial progresaba a pesar de todo, y una
muestra de este progreso fue el triunfo legislativo de la libertad
industrial, que estableció la libertad de contrato, que se anuncia en 1813
con la derogación de la ley que reconocía a los jueces de paz el derecho
de fijar los salarios, y en 1814 con la derogación de los reglamentos
sobre el aprendizaje.
Durante el periodo de 1815 a 1850 la organización capitalista de la
industria triunfa verdaderamente en Inglaterra. En la in-
2 Véase É. Halévy, ob. cit. Bibl., t. I, pp. 242 ss.
3 Ibid., pp. 258 55.
4 Ibid., pp. 319 55.

J
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX 113

dustria algodonera la concentración y el maqumismo hacen grandes


progresos, y la producción aumenta en proporciones notables : las telas
de algodón representan por sí solas la mitad de las exportaciones de
Inglaterra. Aun la industria del lino fue conquistada por la
concentración y el maqumismo,5 y la metalurgia se transformó en el
mismo sentido. Sólo en la fabricación de paños subsistieron las viejas
formas a pesar de los progresos del maquinismo.
A partir de 1836 la construcción casi febril de un gran número de
líneas ferroviarias revolucionó todo el sistema de la circulación interna y
violentó la transformación industrial.6 Otra muestra de este cambio es el
progreso de la industria del carbón : la exportación de carbón se elevó
de 250 000 toneladas en 1828, a 2 100 000 en 1845. No menos
importante es el aumento de las importaciones de materias primas:
algodón (de 51 millones de libras en 1813 a 490 en 1841) y lana (de 9
775 000 libras en 1820 a 49 millones en 1840).7
La concentración capitalista se manifestó en la creación de
innumerables sociedades anónimas. Más de 600 compañías de seguros,
abastecimiento de agua, gas, minas, canales, puertos, fomento y
ferrocarriles, fueron fundadas a partir de 1822. Representaban un
capital de 500 millones de libras esterlinas. Los bancos privados pierden
terreno y las sociedades bancarias aumentan. De éstas, en 1833,
Inglaterra contaba con 30 e Irlanda con tres, además de que entre 1833
y 1836 se fundan otras 72 en Inglaterra y otras 10 en Irlanda. Todas
ellas emitían billetes. Este florecimiento del capitalismo trajo consigo
grandes especulaciones y graves crisis, como la que estalló en 1825 y
cuyos efectos se hicieron sentir hasta 1832.8
No se puede decir que el capitalismo industrial haya triunfado
totalmente en Inglaterra hacia 1850. Los pequeños talleres eran todavía
numerosos. Los malleros de Leicester, los tejedores de algodón de
Lancashire y los de lana de Norwich y de Brad- ford continuaban
trabajando en sus casas, por salarios de hambre, ocho veces inferiores a
los de los obreros de la gran industria. De estos grupos salieron las
multitudes que destruyeron tantas máquinas en 1835 y los que, en
1839, se adhirieron al cartismo.
Pero ya en 1850 la industria capitalista tenía un papel pre-
ponderante. Fue así Inglaterra el primer país que tuvo una legislación
obrera cuyos grandes lincamientos estaban ya fijados
* Véase C. Gilí, ob. cit. Bibl.
e Véase Hobson, op. cit., p. 64. Sobre lo anterior, véase É. Havély, op. cit., t. III,
pp 255 ss. También E. Baines, History of the cotton manufacture in the Great Britain,
1835; Ch. Babbage, On the economy of manufactures and ■nachinery, 1832; A Ure,
The philosophy of manufactures, 1835.
7 Hobson, ob. cit., pp. 61 ss.
8 n. Halévy, ob. cit., t. II, pp. 209 ss., t. III, pp. 362 55.
114 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX

en 1850. La Ley de diez horas (1847) fue un acontecimiento decisivo.


2. P ROGRESO MÁS LENTO EN F RANCIA

La evolución capitalista en Francia en la primera mitad del siglo xix es, a


pesar de lo que diga Choulguine,9 mucho menos avanzada que en
Inglaterra. Al día siguiente de la Revolución, como lo demuestra
Hottenger para la Lorena, las instituciones jurídicas se modificaron
profundamente; pero la vida económica continúa siendo lo que era bajo
el "Antiguo régimen”. Los acontecimientos de la Revolución llegaron a
empobrecer las ciudades. El comercio languidecía, el crédito estaba muy
desorganizado y los medios de comunicación eran peores que antes de la
Revolución. Los banqueros eran escasos, y con frecuencia había que
recurrir a lo susureros. Finalmente, la industria carecía de obreros
calificados; las innovaciones técnicas principiaban apenas.
Aun la industria metalúrgica —a pesar de algunos grandes
establecimientos, como el de Fourchambaut o el de Le Creusot, que
tenía una maquinaria bastante moderna— sigue las viejas prácticas. La
fundición con coque está muy poco difundida, y la fundición con leña
predomina: en 1840, la primera sólo es empleada en 41 altos hornos de
462, pero la transformación fue más rápida después de 1840, y
especialmente después de 1850. A partir de entonces el desarrollo de las
grandes plantas se acentuó. El consumo de carbón se cuadruplica de
1830 a 1848.10
La industria de la lana apenas tiene el aspecto de una industria
concentrada; en Reims, por ejemplo, los pequeños talleres mantienen
todavía su situación predominante. Sin embargo, en Louviers existen ya
en la época de la Restauración algunas buenas fábricas y, bajo la
Monarquía de Julio (1830-1848), se desarrolló intensamente el hilado
mecánico de la lana peinada. Los mayores progresos de la gran industria
se manifestaron en la manufactura del algodón, tanto en Francia como
en Inglaterra', gracias a la extensión del maquinismo, que se difundió
hasta para los tejidos. En 1846 había ya 31 000 telares mecánicos en
Francia. En 1848 había cien molinos mecánicos de papel, en lugar de
cuatro que existían en 1827.
Es un hecho significativo que en 1847 Francia posea cerca de 5 000
máquinas de vapor (60 000 caballos de fuerza). Cincuenta años más
tarde tendría 100 000, con una fuerza de dos millones y medio de
caballos.
Un signo de la nueva organización industrial es la decadencia de la
industria rural y doméstica: la fabricación del lino des

9 L'organisaticm capitatiste et l'industrie existait-elte en France á la veille de la


Révolution? (Rev. d’Hist. Écon., 1922, pp. 184 ss.).
1« J. Levainville, L'industrie du fer en France, París, 1923.
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX 115

aparece casi completamente en Bretaña y en el departamento de


Mayenne, que se convierten en provincias exclusivamente agrícolas. En
regiones como Flandes y Picardía, la industria rural va a ceder el paso a
la gran industria, pero la transformación es más lenta. Puede
considerarse como excepcional el caso de Vivarais, en donde los hilados
de seda siguen siendo, en parte, un trabajo doméstico y en donde la
transformación no se realizará por completo hasta la segunda mitad del
siglo xix.11
Sin embargo, a mediados del siglo xix, la pequeña industria
conservaba todavía una función importante : predomina en París, como
lo demuestra la Estadística de la Cámara de Comercio de 1851. En la
mayor parte de las pequeñas ciudades se encuentran artesanos y
pequeños patronos, como lo probó la Encuesta del Comité de Trabajo de
1848, y en ciertas industrias, como en la de guantes de Grenoble, la.
concentración no se manifiesta verdaderamente hasta fines del siglo
xix.12
La actividad comercial y financiera de Francia también se desarrolló
muy lentamente en la primera mitad del siglo xix.
Consideremos, en efecto, que la larga serie de guerras de la
Revolución y del Imperio casi acabaron con el imperio colonial y con el
comercio marítimo de Francia. Este último se restableció poco a poco y,
gracias a la iniciativa de cierto número de armadores (especialmente de
Burdeos), se reanudaron en parte las antiguas relaciones o se crearon
nuevas con las regiones del Pacífico y el Extremo Oriente. A pesar del
régimen proteccionista nefasto al tráfico internacional, el comercio
exterior hizo progresos que, apreciables por el 1830, se* acentuaron
bastante bajo de Monarquía de Julio (1830-1848). El tonelaje de los
barcos que entraban a puertos franceses ascendía a 690 000 toneladas
en 1820, y se elevó a 1 000 000 en 1830 y a 2 300 000 en 1845.13
En cuanto al crédito y a la organización bancaria, el desarrollo fue
todavía más lento, sobre todo bajo la Restauración. El Banco de Francia
siguió siendo la principal institución de crédito, pero se establecieron
importantes bancos provinciales (sociedades por acciones con capitales
bastante considerables): en Burdeos, en 1818: en Ruán y en Nantes,
hacia la misma época, y después, de 1835 a 1838, en Lyon, Marsella,
Lille, el Havre, Tolosa y Orleáns. En 1830, el Banco de Francia descontó
docu-

11 En el Faucigny la industria de los relojes conserva su carácter familiar hasta el


siglo xx; los montañeses consagran a esta industria sus largos ocios invernales. Véase
A. Cholley, Les Préalpes de Savoie, Pans, 1925.
12 R. Blanchard, Grenoble, París, 1911, pp. 107 ss. Sobre todo lo que precede,
véase E. Levasseur, ob. cit. Bibl., y H. Sée, art. cit. al final del capítulo.
13 Véase P. de Joinville, Balguerie—Stuttenberg et son oeuvre, París, 1914;
Clapham, ob. cit., al final del capítulo, pp. 117 ss.; Levasseur, Hist. du comm., ob. cit.
Bibl.; Encyclopédie Départ, des Bouches-du-Rhône, t. IX, "le commerce”.
s
116 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XlX

mentos por 239 millones, y en 1840 por 251, y los bancos de provincia
lo hicieron por 60; en 1848, el Banco de Francia descontó 288 millones
en documentos y los otros bancos 90.
La “Alta Banca”, y particularmente la casa Rothschild, se ocupaba,
sobre todo, de empréstitos al Estado.14 Estos empréstitos, que eran
difíciles de conseguir aun a principios del siglo xix (recuérdense los
trabajos que pasó Prusia, deudora de Napoleón, para obtener préstamos
en Holanda),15 se multiplicaron en el curso del siglo y contribuyeron
notablemente al progreso del capitalismo financiero. Las grandes
instituciones de crédito: el Crédit Mobilier, el Comptoir d’Escompte y el
Crédit Lyonnais, no se crearon ni desarrollaron hasta la segunda mitad
del siglo. La Bolsa también aumentó en actividad, sobre todo gracias a
las especulaciones, provocadas por las compañías ferroviarias. Pero
todavía estaba lejano el día del triunfo del capitalismo financiero.
Bajo la Monarquía de Julio progresó grandemente la publicidad
comercial. Calculando las ganancias que obtendría de los "anuncios”,
Emilio de Girardin tuvo la idea de crear un periódico barato; en 1836
constituyó, para publicar La Presse, una sociedad por acciones, con un
capital de 800 millones (las acciones valían 250 francos cada una). El
mismo año fue creado Le Siècle, con un capital de 600 millones (acciones
de 200 francos). La Presse tuvo bien pronto 20 000 suscriptores. La
"industrialización" de la prensa constituyó una verdadera revolución: Los
demás diarios siguieron el ejemplo y, de 1836 a 1845, solamente en
París se fundaron 1 600 periódicos.16

3. R ENACIMIENTO ECONÓMICO DE B ÉLGICA

Manifestación significativa del progreso del capitalismo fue eí desarrollo


económico de Bélgica, que tanto había sufrido desde el siglo xvi, siglo de
la dominación española, y en donde la agricultura no se recobró de los
efectos de la depresión hasta el siglo xviii.17 El renacimiento de su
industria comenzó bajo eí Primer Imperio, pero —gracias a sus ricos
yacimientos de carbón, a su situación geográfica y a lo laborioso de sus
habitantes—, la industria belga progresó con un ritmo más rápido que la
francesa. Las industrias metalúrgicas y la del algodón se tomaron más
activas: ya en 1822, el rey de los Países Bajos había creado» una
institución para conceder créditos a la industria y al comer

14 P. Dupont-Ferrier, le marché de Paris sous le Second Empire, 1925.


is Véase Lesage, Napoléon 1er créancier de ta Prusse, Paris, 1924.
Véase G. Renard, Les travailleurs du livre, t. II, pp. 230 ss.; E. Hatin, Hist. de la presse
en France, 1859; A. Sirven, Journaux et journalistes, 1866.
i? Véase H. Pirenne, Hist. de Belgique, t. V; H. van Houtte, Hist. Êcon. de la Belg. à la
fin de l'anc. ré g., Gante, 1920.
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX 117

ció (la Société générale pour favoriser le commerce et l'industrie), que fue de
gran utilidad. Cuando Bélgica se emancipó a partir de 1830, el progreso
económico se aceleró todavía más.
El Banco de Bélgica, fundado en 1835, servía ante todo como
cobertura a las especulaciones reales, pero pronto iba a aumentar
notablemente las fuerzas capitalistas del país. Hacia 1850 se pudo ya
predecir que Bélgica sería uno de los centros del capitalismo europeo.18

4. P ERSISTENCIA DE LA ANTIGUA ECONOMÍA EN LA E UROPA CENTRAL , ORIENTAL Y MERIDIONAL

Por su parte, los países de la Europa central sólo recibieron débilmente


la influencia del capitalismo durante la primera mitad del siglo xix.
La antigua economía continuó predominando en Alemania. Prueba de
ello es que, en Prusia, en 1816, la población rural representaba el 73 %
de la población total, y todavía, en 1852, la proporción es de 71 %. La
pequeña industria tenía un lugar mucho más amplio en Alemania que
en Francia. En ciertas ciudades, el 80 y aun el 90 % de los maestros no
empleaban ni . trabajadores ni aprendices. Según las estadísticas
prusianas, en 1816 había 56 empleados (oficiales o aprendices) por cada
100 maestros, y en 1843 nada más 76. Sólo en 1845 un decreto pru-
siano (el Allgemeine Gewerbeordnung) quitó a Jas corporaciones su
carácter obligatorio y estableció prácticamente la libertad de trabajo.19
Aun en las regiones más industrializadas, el capitalismo no se
manifiesta más que bajo la forma de empresas (Verlagsystem), como en
Renania, Westfalia y Sajonia. La industria rural, especialmente en el
ramo textil, conservó su antiguo carácter; en lo que se refiere a la
organización industrial podría decirse que la vida económica de Prusia
era todavía la misma que en el siglo xvm.
La gran industria hizo tan pocos progresos en Alemania que,
incluyendo las minas de carbón de Westfalia, Sarre y Silesia, había
apenas 7 500 caballos de fuerza en toda Alemania en 1837, y sólo 22
000 en 1846, de los cuales más de la mitad (14 000) estaban en la
minería y en la metalurgia. En esta última industria sólo existen
pequeños establecimientos. Aun las minas de carbón eran poco
importantes; las del Ruhr comienzan a ser explotadas hacia 1815; en las
de Silesia no se empieza a trabajar activamente hasta 1840. En 1846
todas las minas prusianas, a

18 Véase Ch. Terlinden, La politique économique de Guiltaume Ier. roi des Pays-Bas,
en Betgique (1814-1830) (Revue Historique, enero, 1922).
is I-í C. M. Wendel, The evol. of Ind. Freedom in Prussia (1845-1849) Nueva York,
1921.
118 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX

pesar de la riqueza de sus vetas, sólo produjeron cosa de 3 200 000


toneladas inglesas, mientras la producción de las minas francesas fue de
4 500 000.
En 1831 no había en la industria algodonera de Alemania más que
25 500 telares, y de ellos solamente el 4 % eran mecánicos. Las
hilanderías mecánicas —tanto las dé lana como las de cáñamo y hasta
las de algodón— eran escasas. En una palabra, Ja industria textil seguía
siendo una fuente auxiliar de recursos para los campesinos.
En Alemania, las transformaciones industriales que acabaron por
asegurar el triunfo del capitalismo fueron, sobre todo, obra de los
gobiernos ; especialmente en Prusia, en donde el gobierno creó el
Instituto Industrial (Gewerbe Institut) y con su iniciativa de la Unión
aduanera (Zollverein) preparó la unidad económica de Alemania. Pero,
hacia mediados del siglo, Alemania era todavía un país de campesinos y
de artesanos.20
La organización del crédito en Alemania era todavía muy primitiva.
En Prusia, la principal institución bancaria era el Banco de Prusia,
creado por el Estado. En 1834 se fundó el Banco de Baviera, y en 1838,
el de Leipzig; ambos prosperaron y contribuyeron a la expansión
económica de Alemania en el periodo subsecuente. Los bancos privados
no eran de importancia, excepto en Francfort, que seguía siendo en el
siglo xix el gran mercado financiero de Alemania.
El capitalismo se había desarrollado todavía menos en los países
sometidos a la monarquía austríaca, que no habían salido todavía del
régimen feudal. Viena era el único mercado financiero de importancia.
La influencia del capitalismo se hace sentir muy poco en el Imperio
ruso que, exceptuando una parte de Polonia, era casi exclusivamente
agrícola. En algunas regiones, especialmente en Moscú, existían
manufacturas, pero habían sido creadas artificialmente. La gran
industria era todavía insignificante. Que la economía de Rusia
permanecía en gran parte en la etapa medieval lo demuestra la
importancia que todavía conservaba la gran feria de Nijni-Novgorod. Los
pocos efectos del capitalismo que se resintieron en Rusia eran
consecuencia del exterior y resultado del desarrollo del comercio
internacional. La exportación del trigo contribuyó especialmente al
acrecentamiento de los capitales que más tarde hicieron posible el
desarrollo del capitalismo en Rusia.21

20 Véase Clapham, Economie development of France and Germany, pp. 82 ss.; C.


Banfield, Industry of thè Rhine, 1846-1848; Dieterici, Der Volks- wohlstand in
Preussischen Staate, 1846.
21 Véase J. Kulischer, Russische..., ob. cit. Bibl.; P. Milioukof, Essai sur Vhist. de la

civilisât, russe (trad. franc., 1901); E. Schkaff, ob cit. Bibl.; A. Leroy-Beaulieu, L’Empire
des tsars et les Russes, 1881-1889.
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX 119

En la Europa Meridional,- en Italia,22 España y Portugal, subsistía el


antiguo régimen económico y, salvo la creación de importantes
manufacturas en Cataluña, iba a subsistir por mucho tiempo.
5. E L CAPITALISMO EN LOS ESTADOS U NIDOS

El capitalismo que se ha desarrollado maravillosamente en los Es- tados


Unidos en los últimos cincuenta años, apenas se iniciaba en la primera
mitad del siglo xix. Es verdad que en los estados del norte la gran
industria, el factory system, había comenzado a difundirse, por lo menos
en el ramo textil, y que el número de establecimientos concentrados se
multiplicó, sobre todo desde 1825. La industria metalúrgica, por otra
parte, y las minas de carbón, eran explotadas en modesta escala. Los
Estados Unidos seguían dependiendo de Europa, y especialmente de
Inglaterra, en cuanto a artículos manufacturados, a pesar de las tarifas
protectoras de 1816 y 1834. Esto se comprende si se piensa que los
americanos estaban aún preocupados en desarrollar los inmensos te-
rritorios que se extendían hacia el oeste; su expansión económica era
extensiva más que intensiva. Los estados del sur, en los que prosperaba
el cultivo del algodón, eran exclusivamente agrícolas y su agricultura
vivía del trabajo de los esclavos.
Pero ya en este periodo el incremento de las vías y medios de
comunicación anunciaba el desenvolvimiento futuro. Numerosos
caminos fueron construidos por lo menos en el este. La construcción de
los ferrocarriles empezó en 1830, más rápida e intensamente que en la
Europa Continental, y aun que en Inglaterra, precisamente porque el
sistema de caminos estaba muy poco desarrollado. La aplicación del
vapor a la navegación permitió a los Estados Unidos adelantarse a
Europa en el uso de medios modernos de transporte. A la terminación
del Canal Erie, en 1825, la navegación se hizo muy activa. Se puede
decir que si el capitalismo se desarrolló más lentamente en Estados
Unidos que en los países más avanzados del Viejo Continente, la
creciente acumulación de capitales preparó el futuro capitalista de la
gran república americana.23

6. L A TRANSFORMACIÓN DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EL TRIUNFO DEL

CAPITALISMO

El triunfo del capitalismo en la segunda mitad del siglo xix fuo


preparado por la transformación de los medios de comunicuclón,
22 Véase Barbagallo, Capitale é lavoro, Milán, 1925.
23 Véase D. Pasquet, ob. cit. Bibt.; C. D. Wright, ob. cit. al final «Id cap. vi; E. R.
Johnson, ob. cit., al final del cap. vi; V. S. Clark, <il> cit., ul final de este cap.; E. von
Halle, Die Baumwoltproduktion untí tllr l'lliin zungswirtschaft in den
nordamerikanischen Siidstaaten, Leipzig, 1 H‘J7.
120 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX

la navegación a vapor y los ferrocarriles. Las consecuencias económicas


de la revolución provocada por el desarrollo de los ferrocarriles no se
hicieron sentir en la primera mitad del siglo, excepción hecha de
Inglaterra, en donde los efectos se sintieron, aunque moderadamente.
En Francia las grandes líneas de ferrocarriles se comenzaron a construir
a partir de 1842. El desarrollo en Alemania fue también lento: en 1851
sólo existían 3 000 millas de vías férreas, y en Francia apenas 2 000. La
influencia de los nuevos medios de comunicación fue más marcada en
Alemania que en Francia. Los cambios provocados por la transformación
de los transportes fueron mucho más tardíos en Rusia y en toda la
Europa oriental.

7. L ENTA INFLUENCIA DEL CAPITALISMO SOBRE LA AGRICULTURA

En toda Europa la agricultura es la última que será afectada por el


capitalismo. Inglaterra fue en cierta medida una excepción a la regla; la
eliminación de la pequeña propiedad rural y la constitución de los
grandes latifundios tuvo por consecuencia la explotación en gran escala.
El hacendado o agricultor inglés es muy distinto del campesino francés
o alemán. Dispone generalmente de un capital importante y maneja su
empresa agrícola como manejaría una negociación industrial.24
En el continente las cosas pasan de otro modo. En él los efectos del
alza de precios, a la que Sombart atribuye tan gran importancia, casi no
se sintieron en la primera mitad del siglo xix. Solamente en la segunda
mitad del siglo se nota un fuerte aumento en la renta de la tierra y una
progresiva movilización del suelo.25
En Francia, sobre todo hasta el 1840, la economía rural se semeja a
la del "Antiguo régimen", aunque la condición social del campesino
mejoró con la abolición del régimen señorial y la venta de los bienes
nacionales, resultado, ambas, de la Revolución. Pero subsistieron
prácticamente los mismos sistemas agrícolas, a pesar de la creación de
las praderas artificiales, y a pesar de los numerosos desmontes y los
progresos de algunos cultivos nuevos, como el de la patata. Sólo en las
regiones más ricas de Francia se realizaron mejoras notables ; en las
regiones atrasadas los progresos seguían siendo muy lentos.
Sólo a partir de 1840 empieza la transformación de la agricul

24 Véase H. Sée, L'evot. du rég. agraire en Anglet. ("Rev. de Synthèse Hist.",


diciembre, 1924); J. L. y B. Hammond, The Village Labourer, 4? éd., Londres, 1927;
Lord Emle, English Farming Past and Present, 4’ éd., Londres, 1927.

*5 Sombart, ob. cit., lib. II, cap. v.


EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX 121

tura francesa, que no alcanzó sus mayores proporciones sino después de


1860. Los progresos de las vías de comunicación tuvieron una influencia
de primer orden, aunque hay que tomar en cuenta también la aplicación
de la ciencia a la agricultura, así como, sobre todo en el oeste, el retorno
a la tierra de la clase de propiedades nobles —legitimistas la mayor parte
de ellos— como consecuencia de la Revolución de Julio.26
En Alemania, sobre todo en la Alemania occidental y meridional, la
evolución no parece ser muy diferente; la industria rural y doméstica
perduró en este país más tiempo que en Francia, como lo ha demostrado
Sombart, y florecía todavía hacia 1850. Sólo los grandes fundos
aristocráticos de la Prusia oriental conocieron una evolución más rápida;
los propietarios invirtieron en la agricultura mayores capitales y
administraban por sí mismos sus haciendas como si fuesen
establecimientos industriales.27
En los Estados Unidos la agricultura presenta un aspecto particular,
pues se trata de un país muy nuevo y con una gran varie- ded de suelos
y de clima^v-Existen simultáneamente las diversas etapas del desarrollo
agrícola: la agricultura primitiva, el sistema de barbechos, las rotaciones
de los cultivos científicos. Pero en la primera mitad del siglo, conforme la
frontera avanza hacia el oeste, predomina el cultivo extensivo, y la
agricultura aún no cae bajo el control del capitalismo.28
En Rusia, donde se había perpetuado el régimen de servidumbre y
del mir, la agricultura conservaba aún su carácter primitivo, lo que
demuestra claramente el libro de Schkaff sobre la Cuestión agraria en
Rusia.
En una palabra, hacia 1850 la agricultura continuaba bajo la vieja
economía familiar: no comenzó a "industrializarse" y a "comercializarse”
hasta la segunda mitad del siglo. Y aun en el siglo xx —excepción hecha
de los Estados Unidos— la agricultura había sido influida por el
capitalismo sólo en una forma limitada: todavía no había caído
completamente bajo el dominio de la industria y del comercio. La técnica
se había transformado en gran parte, pero la naturaleza misma de los
trabajos agrícolas conservó intactas muchas de las formas de la antigua
organización social y económica que habían desaparecido casi del todo
en otros dominios de la vida económica.29

26 Véase H. Sée, Tm vie écon. de la France sous la mon. censit., ob. cit. Bibl.;
Demangeon, L/j Picardie, ob. cit. Bibl.; y las obras de Si on y de Musset, cit, en la p.
100, n. 4.
27 Sobre lo anterior, véase también H. Sée, Esquisse d'une histoire du régime
agraire, 1921.
2* N S. B. Gras, ob. cit. Bibl Hoy, por el contrario, no hay agricultura «que esté más
influida por tos mercados comerciales y por el capitalismo.
29 Véase Michel Augé-Laribé, L’évolution agricole de la France, 1912.
122 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX

8, C ONCLUSIÓN

Así, el advenimiento del régimen capitalista era evidente a mediados del


siglo xix, aunque la supremacía del capitalismo no era todavía un hecho
consumado. Su triunfo sólo se realizaría más tarde. Aun en los países
que habían evolucionado más perduran restos de la vieja organización.
En la industria las operaciones en gran escala no son universales. No se
puede hablar todavía de “integración” ; son desconocidos los cartels y los
trusts. La organización del crédito y el régimen bancario, a pesar de sus
grandes progresos, son todavía rudimentarios. ¿Y qué decir de los países
de la Europa oriental y de la Europa meridional, en donde la influencia
del capitalismo sólo se siente como un reflejo de sus relaciones con el
exterior?
Señalemos, además, que hacia 1850 sólo en Inglaterra se había
consumado, o estaba a punto de consumarse, la concentración
geográfica de la industria. En ningún otro país se percibe tanto como en
Inglaterra una de las consecuencias más curiosas del progreso del
capitalismo y de la gran industria: el aumento de la población, sin la
cual, como observa Sombart,30 no hubiera sido posible el triunfo del
capitalismo.
El régimen capitalista, después de un largo periodo embrionario, se
preparó durante siglos y tuvo una lenta y penosa adolescencia. En el
mismo siglo xx la evolución está muy lejos de consumarse plenamente:
esto explica la solidez del capitalismo moderno. La evolución no ha sido
una obra artificial, sino el resultado de una gran variedad de causas. Es,
pues, improbable que una revolución social brusca, catastrófica, sea
capaz de derribarlo, contrariamente a lo que pensaba Marx en 1847 al
redactar su Manifiesto comunista, pues no había sondeado todas las
capas profundas.
O BRAS DE CONSULTA

Además de las ya citadas de Cunnigham, Gilí, Mantoux, Pasquet,


Sombart y Carrol D. Wright :
Michel Augé-Laribé, L'évolution agricole en France, Paris, 1912.
J. H. Clapham, The Economie Development in France and Germany (1815-
1914), Cambridge, 1921.
V. S. Clark, History of Manufactures in the United States, 1607-1860,
Washington, 1916.
S. N. B. Gras, A History of Agriculture in Europe and America, Nueva York,
1925.
Élie Halévy, Histoire du peuple anglais au xix' siècle, Paris, 1913-1923, 3
vols.

W. Sombart, Der Bourgeois.


EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX 125

Emst von Halle, Die Baumwottprod.uk.tion und die Pflanzungswirtschaft in den


nordamerikanischen Südstaaten (Forschungen, de Schmoller), Leipzig, 1897.
Georges Hottenger, La Lorraine économique au lendemain de ta Révolution,
d’après les mémoires statistiques des préfets de l’an ix, Nancy, 1924.
Émile Levasseur, Histoire des classes ouvrières en France après 1789, 2* ed.,
Paris, 1903-1904, 2 vols.; Histoire du Commerce de la France, Paris, 1911,
2 vols.
Eugène Schkaff, La question agraire en Russie, Paris, 1922.
Henri Sée, Esquisse de l’évolution industrielle de la France, de 1815 à 1884 (Rev.
d’Hist. Écon., 1923); Esquisse d’une histoire du régime agraire en Europe aux
xviiï et xixe siècles, Paris, 1921.
G. M. Trevelyan, British History in the xixth Century, Londres, 1922.
IX. LAS REPERCUSIONES SOCIALES DE LA
EVOLUCIÓN CAPITALISTA

Sería interesante poder representarse con precisión las repercusiones


sociales de todo este movimiento económico que se realizó al triunfo del
capitalismo.

I. Influencia del capitalismo sobre LA propiedad territorial


Y EL RÉGIMEN AGRARIO
(I NGLATERRA, FRANCIA Y LOS P AÍSES BÁLTICOS )

Hay que examinar primeramente la influencia que el desarrollo del


capitalismo haya podido tener sobre el régimen de la propiedad
territorial y, por consiguiente, sobre la situación de los campesinos en
los diversos países. Desde este punto de vista el ejemplo de Inglaterra
parece ser particularmente instructivo.1 En este país, como en todos los
demás, el paso de una economía natural a una economía monetaria,
consecuencia del desarrollo del comercio, contribuyó a sustituir las
prestaciones feudales (corvées) por ¡os pagos en efectivo y, por
consiguiente, a la liberación de los campesinos y al mejoramiento de su
situación.
En el siglo xv la industria de paños, en continuo desarrollo en
Inglaterra, comenzó a trabajar para la exportación. La demanda de la
lana fue cada vez mayor, y la cría del carnero (sheep farming) cobró cada
vez más importancia, sobre todo en los condados del sur y del este. ¡Las
viejas formas feudales de propiedad de la tierra comenzarán a ser
sustituidas por un sistema de arrendamiento; el progreso industrial fue
disolviendo lentamente la antigua economía rural.
El alza de los precios en el siglo xvi obligó a los señores feudales
ingleses a cercar sus dominios y a subir las rentas sobre el nivel que
acostumbraban pagar los inquilinos. De aquí que la práctica de la
enclosure (cercado) se desarrolle cada vez más, con los consiguientes
despojos de numerosos poseedores y la concentración de la propiedad en
provecho de los señores, en gran detrimento de la pequeña propiedad
campesina, mientras el sheep farming disminuye el número de los
trabajadores asalariados.2
Sólo en el siglo xvm el sistema de enclosures produce todas

1 Sobr." lo que sigue, véase H, Sée, L’evol. du régime agraire en Arigl., art cit.
Bibl.
2 Véase Tawney, The Agrar. Problem, ob. cit. Bibl. En los Países Bajos, en el siglo xvi,

el capitalismo se infiltra también en la vida agrícola. Se desarrolla la práctica ie los


arrendamientos y nace un proletariado rural Véase Pirenne, Hist. de Belgique, t. III, pp.
256-58.
124
LAS REPERCUSIONES SOCIALES 125

sus consecuencias, eliminando casi totalmente la pequeña propiedad


campesina y provocando la despoblación de los campos. Contrariamente
a lo que se ha dicho a veces, la “Revolución Industrial” no fue la causa
esencial de este gran movimiento; más bien se trata de un caso inverso,
pero, por una .especie de. repercusión, el advenimiento de la gran
industria contribuyó a realizar por completo la transformación agraria,
tanto más cuanto que afectó profundamente a la industria rural. Por
otra parte, ni la eliminación de la pequeña propiedad campesina ni la
despoblación de los campos tuvieron en todas partes la misma
intensidad: Moffit3 demuestra que, en lo que concierne a Lancashire, por
ejemplo, los cambios entre 1740 y 1760 fueron sólo graduales.
El desarrollo del capitalismo comercial ejerció también cierta
influencia sobre la formación de las grandes propiedades rurales
(estates). Muchos ricos negociantes adquirieron tierras y trataron de
fundar familias de gentlemen. Según observa Daniel Defoe,4 "después de
una generación o dos los hijos de los comerciantes, o sus nietos cuando
menos se convierten en caballeros, parlamentarios, hombres de estado,
consejeros privados, jueces, obispos y nobles, como los de más alto
nacimiento y más antiguas familias”. En Francia, los hijos de los nuevos
ricos buscaban especialmente los cargos públicos, que les conferían
títulos de nobleza.
Si en Francia tanto la pequeña propiedad rural cuanto el régimen
señorial se mantuvieron intactos hasta la Revolución, ello se debe, en
parte, a que en este país la influencia del capitalismo obró muy
lentamente. En algunas regiones la afluencia de numerario en el siglo
xvx y el desarrollo de la especulación produjo cierta concentración de la
propiedad de la tierra y dio mayor movilidad e inestabilidad al estado
social campesino. En Francia, sin embargo, no se produjo nada
semejante al desenvolvimiento extraordinario de la industria inglesa de
paños. El gran comercio marítimo francés nunca alcanzó las
proporciones que el de Inglaterra, ni en los siglos xvn y xvm tuvieron los
capitales mobiliarios la importancia que alcanzaron en Inglaterra.; La
influencia del capitalismo no se sintió en el campo hasta el siglo xvm, y
sus efectos se manifestaron, sobre todo, por la extensión de la industria
rural.j No había ninguna razón para preferir la cría del ganado al cultivo,
ni para convertir en tierras de pastoreo las tierras cultivadas. No
olvidemos tampoco que los agricultores

3 Louis Moffit, England on the Eve of the Industrial Revolution, Londres, 1925. El
profesor Clapham, en su historia económica de Inglaterra (ob. cit. Bibl.), ha mostrado
que, en el periodo de 1815 a 1850, todavía no había desaparecido completamente la
pequeña propiedad.
* The Complete Engtish Tradesman, p. 74. Es interesante notar que las evicciones
agrarias y la despoblación de los campos determinaron un fuerte movimiento
migratorio que contribuyó a la expansión colonial inglesa.
126 LAS REPERCUSIONES SOCIALES

casi no producían para la exportación. La de trigo estaba prohibida y la


libertad del comercio de cereales sólo apareció a fines del "Antiguo
régimen”.
En Francia el dominio señorial conservó, pues, su forma tradicional.
Los viejos sistemas de explotación agrícola persistieron; el señor, lejos
de realizar la concentración de sus tierras, continuó dividiendo sus
dominios entre los medianos o pequeños aparceros y granjeros. El
sistema de los grandes fundos agrícolas, haciendas, empieza a aparecer
en algunas comarcas durante el siglo xviil, principalmente en donde la
agricultura se había desarrollado más, como en la Beauce y en el norte
de Francia. El fraccionamiento de la explotación continuó, así como la
división de las grandes propiedades. Los nobles, que frecuentemente vi-
vían de las rentas de sus "feudos”, tenían interés en mantener la
integridad del régimen señorial :5 ni pudieron, ni quisieron, tomar
ninguna medida análoga a la de las enclosures inglesas.
» Los progresos del capitalismo comercial parecen haber contribuido
también a modificar el régimen agrario de los países del Báltico:
aumentaron la sujeción de los campesinos y reforzaron la situación de
los terratenientes nobles. Los países limítrofes del Báltico (Polonia,
Livonia, Dinamarca, Rusia) eran los grandes productores de cereales
que necesitaban los estados de la Europa meridional. Por Stettin y
Hamburgo, y más tarde por Dantzig y Riga (ciudades situadas en la
desembocadura de ríos navegables), los mercaderes hanseáticos,
primero, y después los holandeses, exportaron en los siglos xvn y xvni
enormes cantidades de trigo. Aunque la agricultura de los países del
Báltico estaba muy abandonada, los nobles llegaron a exportar mucho
trigo y centeno, obligando a los campesinos a contentarse con pan de
cebada o de avena. Así, las exportaciones de trigo les permitieron obte-
ner, a muy altos precios, los objetos de lujo que deseaban. Los nobles
tenían interés en ensanchar sus dominios, en disponer de una mano de
obra abundante, cada vez más necesaria para el cultivo de sus tierras.
La servidumbre se implantó en el nordeste de Europa, precisamente en
la época en que se preparaba en el occidente la emancipación de los
campesinos. Así fue cómo, en el siglo xvi, los campesinos polacos, antes
libres y sujetos sólo a los censos, se convirtieron casi todos en siervos.®

6 Véase Loutchisky, L'état des classes agricoles en France à la veille de la


Révolution, 1911; H. Sée, Les classes rurales en Bretagne du xvi’ siècle a la
Révolution, 1906; y Esquisse d’une histoire d'une régime agraire en Europe aux xviiio
et xix’ siècles, Paris, 1921. Véase Georges Lefebvre, Les paysans du Nord pendant la
Révolution, Paris, 1924.
« Véase W. Naudé, ob. cit. Bibl.; H. Sée, sobre el régimen agrario en Europa, ob. cit.
Bibl.; J. Rutkowsky, Los campesinos sometidos en Polonia... (en polaco), Poznan, 1921;
P. Fox, The Reformation in Poland, Baltimore, 1924.
LAS REPERCUSIONES SOCIALES 127

En los países del Báltico el capitalismo ejerció una acción en cierto


modo indirecta y exterior. Pero cuando el capitalismo se desarrolla en
las regiones donde persistía la servidumbre, contribuyó a la
emancipación de los campesinos, pues el trabajo servil era menos
productivo que el trabajo libre. Así fue cómo en Polonia, en el siglo XVIII,
cierto numero de grandes señores, laicos y eclesiásticos, emplearon
colonos alemanes, que estaban sujetos a los censos, pero no a
prestaciones personales, y que gozaban de libertad personal y de una
verdadera autonomía comunal. Cosa curiosa: fueron los grandes
señores polacos quienes sostuvieron la causa de la emancipación de los
siervos en las dietas de 1774, 1775, 1788 y 1791, mientras que los
pequeños señores, que no podían abstenerse de las prestaciones
personales \corvées) de los siervos, se mostraron hostiles a dicha
reforma. Ha aclarado estos hechos Rutkowski en un importante trabajo
(en polaco), titulado El problema de la reforma agraria en Polonia en el siglo
xviii (Poznan, 1925).
Se imponía, además, la necesidad de asalariados para la gran
industria naciente. Tal fue particularmente el caso en el Imperio austro-
húngaro, en donde la abolición de las últimas cargas a los siervos y de
los derechos nobiliarios no vinieron sino después de la Revolución de
1848.7 Por otra parte, en la Europa central la emancipación no redujo la
extensión de las propiedades de los nobles, más bien tuvo el efecto
contrario, sobre todo en Prusia, en donde favoreció la extensión y
productividad de la gran propiedad.8
El fenómeno fue todavía más evidente en Rusia. El desarro
llo de la vida urbana en el siglo xix acentuó el carácter comercial de la
agricultura. Pero los esfuerzos por intensificar la producción agrícola
revelaron la imposibilidad de aumentar realmente la producción
conservando al mismo tiempo la servidumbre, que impedía todo
progreso agrícola. La economía capitalista trajo consigo la emancipación
de los siervos rusos; la guerra de Crimea y la campaña humanitaria de
los escritores rusos fueron sólo causas accidentales, que apresuraron la
Reforma de 1861. Por otra parte, la emancipación tuvo por consecuencia
un aumento en la mano de obra agrícola e industrial en Rusia como en
las demás partes de Europa.9

i Véase H. Sée, Esquisse d'une histoire du régime agraire, pp. 249 ss. s Hay que
observar que, en el siglo xvm, los fisiócratas, partidarios de la eran propiedad, estaban
en favor de la abolición de la esclavitud y de loa derechos señoriales; lo mismo se
puede decir de Arthur Young (Voyages en France, passim).
9 Véase Eugène Schkaíf, La question agraire en Russie, Paris, 1922.
128 LAS REPERCUSIONES SOCIALES

2. E L CAPITALISMO Y LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD

Parece que la abolición de la esclavitud guarda una relación más o


menos directa con el desarrollo del capitalismo. A primera vista
parecería que fue producto de los sentimientos filantrópicos y de las
ideas libertarias que se manifestaron tan fuertemente durante la
Revolución francesa. No se puede negar la influencia de los principios
del 1789, ni la acción de ciertas sectas protestantes inglesas; pero es
evidente que el progreso de la gran industria exigía un aumento de la
mano de obra, libre de todo lazo servil. Adarn Smith lo decía ya en La
riqueza de las naciones:i0

La experiencia de todos los siglos y naciones demuestra que una


obra hecha por esclavos es más cara que otra alguna, aun que
aparentemente sólo cueste el sustento. Un hombre que no tiene la
posibilidad de adquirir propiedad o dominio no puede tener otro
interés sino el de comer lo más que pueda y trabajar
lo menos que sea posible.
En los Estados Unidos fueron los estados corperciales e industriales
del norte los que sostuvieron la causa de la emancipación. Después de la
victoria del norte la industria empezó a desarrollarse en los antiguos
estados esclavistas.11 Además, un buen número de los escritores que
antes de la guerra se pronunciaron en favor de la emancipación de los
negros, invocaron razones de orden económico. Entre ellos H. C. Carey,
en su Slave Trade, Domestic and Foreign (1853), y Helper, en su Impending
Crisis (1857). Ambos consideraban que los progresos de la industria y del
comercio eran incompatibles con la existencia de la esclavitud. Los
estados del sur continuaron fieles a la vieja economía, aun cuando, a
mediados del siglo, era evidente la escasa productividad del trabajo
servil, tanto más cuanto que el precio de los esclavos no cesaba de
aumentar. Los colonos del sur, para conjurar la crisis que les
amenazaba, estaban obligados a obtener el restablecimiento del tráfico
de esclavos —retroceso imposible, ya que estaba condenado por la
opinión de todos los pueblos civilizados—, o bien a abrir a la esclavitud
nuevas y más fértiles comarcas. Por esto se esforzaron en introducir la
esclavitud en los territorios del occidente de Missouri. Esta pretensión
fue la causa directa de la Guerra de Secesión (1861-65).12
Si la esclavitud y trata de negros contribuyeron a la forma

10 Libro III, cap. 2.


11 Véase C. E. Caimes, The slave pcnver, 1861; Henry Wilson, The rise and falt
of slavery, 4? ed., 1875.
12 Véase también Emst von Halle, Baumwollproduktion und Pflanzungs-
wirthschaft in der nordamerikanischeti Siidstaaten (Forschungen Schmoller)
1897.
LAS REPERCUSIONES SOCIALES 129

ción del régimen capitalista, el desarrollo de éste, no dejó de tener


influencia sobre la abolición de aquélla.

3. I NFLUENCIA DEL CAPITALISMO SOBRE LA TRANSFORMACIÓN


DE LAS CLASES OBRERA Y COMERCIAL

La repercusión de las diferentes fases de la evolución capitalista sobre la


condición de las clases comerciales y obreras es más evidente.
Mientras predominó el capitalismo comercial, la clase de los
comerciantes conservó una posición preponderante en la vida
económica. Los artesanos del campo y aun un buen número de los
maestros de las ciudades, por lo menos en la industria textil, acabaron
por caer bajo su dependencia económica^ Los negociantes abrieron el
camino a los capitanes de industria del periodo áureo del capitalismo
industrial. Pero éstos, como observa justamente Mantoux, "no fueron
pura y simplemente los sucesores de los comerciantes-empresarios del
siglo xvin", quienes, por otra parte, no se resignaron fácilmente a
modificar sus hábitos, "que se trasmitían de padre a hijo". El mismo
historiador observa que muchos industriales provenían del campo,
salían, como los Peel, de la clase semi-agrícola, semi-industrial, que
ocupaba en Inglaterra una situación tan importante. El caso de los
maestros de fundición fue distinto, sin embargo, porque la mayoría de
éstos se habían especializado en la industria metalúrgica de generación
en generación.18
En Francia, como lo señala Charles Ballot, buen número de los
patronos industriales eran también hombres nuevos : Richard- Lenoir
era hijo de un granjero, y Oberkampf hijo de un tintorero. Claro que
también se puede citar el caso de François Perret, fabricante de telas de
seda de Lyon, que fundó la gran hilandería de algodón de Neuville, en
1780. Además, en cada fase sucesiva de la evolución del capitalismo
como lo demuestra Pirenne en su admirable trabajo sobre los Périodes de
l’historie sociale du capitalisme, los creadores de formas nuevas de
organización económica aparecen como self-made men, parvenus,
advenedizos, "nuevos ricos”, mientras que los representantes de las
viejas formas dejan el mundo de los negocios, buscan la tranquilidad y
aspiran sóio a penetrar en las filas de la vieja aristocracia. En Inglaterra,
su gran ambición era la de entrar a formar parte de la gentry, y, cuando
lo lograban, miraban con desprecio a los hombres de negocios. En
Francia aspiraban a los puestos públicos y a los cargos que conferían
títulos de nobleza.

13 Véase Southcliffe Ashton, Irán and Steel in industrial révolution, Londres,


1924.
130 LAS REPERCUSIONES SOCIALES

4. La CUESTIÓN OBRERA
Cuando los artesanos cayeron bajo la dominación de los empresarios
capitalistas, sobre todo en la industria textil, contribuyeron a formar la
clase de los obreros asalariados. Muchos obreros campesinos
engrosaban las filas del proletariado urbanoí Este último cambio fue
más lento y menos intenso en Francia que en Inglaterra; porque nunca
hubo en Francia un movimiento semejante al creado por el sistema de
endosares, que despobló los campos ingleses, y porque en Francia la
pequeña propiedad rural se mantuvo. En Francia, como en Inglaterra, la
gran industria capitalista creó un abismo, a menudo infranqueable,
entre ' la clase de los patronos y la de los empleados. La clase obrera
empieza entonces a tener una conciencia más clara de sus intereses
colectivos, cosa imposible en la época en que el maestro y el artesano
hacían más o menos la misma vida y cuando entre las diversas clases
industriales no existían separaciones tan rígidas. Bajo el nuevo régimen
los trabajadores tuvieron que organizarse para defender sus intereses
de clase. Este movimiento ocurrió mucho antes en Inglaterra que en
Francia, porque la transformación industrial era más avanzada en
Inglaterra y afectaba a masas de población más densas. El problema del
día no era, como en .1789, la cuestión campesina, sino la cuestión obrera.
El empleo de ios niños y las mujeres en la industria fue una de las
consecuencias más evidentes de la revolución económica. En Inglaterra
el empleo de los niños ocurrió mucho antes que en el continente, y los
abusos eran tan flagrantes que, ya en 1802, se votó una ley para
reglamentar el trabajo de los niños. En Francia el empleo de los niños
(limitado en un principio a los niños asilados) se generalizó en la
industria algodonera durante la época napoleónica.14 El trabajo de las
mujeres en las fábricas vino también en Francia más tarde que en
Inglaterra. Estos fenómenos son ya una consecuencia dire a de la
creación de la gran industria capitalista: los fabricantes encontraban
ventajoso emplear mujeres y niños, cuyos salarios eran inferiores a los
do los hombres.
Los obreros fueron, en general, hostiles a la transformación industrial
y, sobre todo, a la introducción de las máquinas. En Inglaterra esta
hostilidad se mánifestó enérgicamente en los últimos veinte años del
siglo xvm y en los primeros del xix. Con frecuencia eran destruidas las
máquinas, y en 1811-12 sobrevinieron los graves desórdenes del
movimiento Luddita. En Ruán, (Francia), un motín popular destruyó en
julio de 1789 el establc-

14 Véase Weill-Gével, L’introduction des machines et le travail des ni-


i anís assistés dans les manufactures (Bull. de la Sociéíé d’Histoire moderno,
febrero de 3923).
LAS REPERCUSIONES SOCIALES 131

cimiento de Brisout de Barneville; pero bajo el Primer Imperio rio se


registró ningún acto de violencia. A partir de 1815, las manifestaciones
contra las máquinas fueron más frecuentes, pero sin asumir la gravedad
que en Inglaterra, ya que en Francia el proceso de evolución fue más
lento.
Hecho en verdad sorprendente es que los obreros, antes de tornar el
aspecto de una clase revolucionaria, se distinguieron en su conjunto por
sus tendencias conservadoras. Ello se explica: los obreros pensaban,
sobre todo —cosa muy natural—, en los sufrimientos que las
innovaciones les ocasionarían. En Inglaterra pidieron que se mantuviese
y aplicara la antigua legislación de la Reina Isabel, los reglamentos
establecidos por el Statute of Artificers de 1563. Deseaban que se
conservase la obligación del aprendizaje, con la limitación del número de
aprendices y la fijación de salario por los jueces de paz. Pero sus
esfuerzos fracasaron y el principio de laissez-faire triunfó sobre el
principio de la intervención: en 1813 y 1814 fueron derogados los regla-
mentos relativos a los salarios y a los aprendices. La clase innovadora
parece haber sido, en cambio, la de los nuevos jefes de industria, gente
emprendedora y preocupada, sobre todo por aumentar la producción.
Pero apenas habían triunfado cuando numerosos pensadores
empezaron a criticar la sociedad capitalista, entretanto la clase obrera se
preparaba para organizar la lucha contra los patronos.
No hay duda que la formación de la gran industria, al menos en su
comienzo, agravó los sufrimientos de la clase obrera. No hay que olvidar
tampoco que antes de la era de la gran industria, y en países
esencialmente agrícolas como Bretaña, existía un proletariado más
numeroso de lo que ordinariamente se cree. El régimen de la pequeña
industria no impidió la miseria. Las corporaciones, aun admitiendo que
hayan ejercido una acción social benéfica, sólo comprendían un número
reducido de artesanos, pues muchas ciudades no poseían corporaciones
y, aun en las que las tenían, era raro que todos los maestros
pertenecieran a ellas.15
Si pasamos a considerar la Inglaterra de la primera mitad del siglo xix
y las condiciones de trabajo de entonces, encontramos, con Élie Halévy,
que ya en 1839 los obreros de la gran industria ocupaban una situación
relativamente favorable. Los que estaban en peor situación eran los
malleros de Leicester, los tejedores de seda de Spitalfields, los tejedores
de lana de Yorkshire, los tejedores de algodón de Lancashire y todos los
obreros a domicilio. Sus salarios eran ocho veces más bajos que los de
los obreros de las fábricas, y podían seguir existiendo precisamente
ir. Véase H. Sée, Les métiers bretons en Bretagne au xviii« siècle (Revue d'Histoire
Économique, 1925, fasc. 4).
132 LAS REPERCUSIONES SOCIALES

a causa de sus bajos salarios. Estos desgraciados supervivientes de un


régimen industrial caduco fueron las víctimas verdaderas de la
concentración industrial y del maquinismo, aunque de una manera
indirecta. Con ellos se formaron los principales efectivos del movimiento
cartista, del que al fin se separaron los sindicatos obreros de la gran
industria.16 En Francia se pueden notar por la misma época hechos
análogos: Adolphe Blanqui observa que las manufacturas dotadas de
equipos rudimentarios sólo podían luchar con los establecimientos mejor
organizados por los reducidos salarios que pagaban a sus obreros.17

5. E L CAPITALISMO Y LAS CLASES SOCIALES .


L AS DISTINCIONES ECONÓMICAS SUSTITUYEN A LAS JURÍDICAS

Otra consecuencia del triunfo del capitalismo es el haber dado a las


clases sociales un fundamento más bien económico que jurídico.
Sucedió lo contrario que bajo el ‘"Antiguo régimen”. En los siglos xvii y
xvm las distinciones sociales se vieron reforzadas en Francia por
distinciones de carácter jurídico o legal. Así, la nobleza, aunque continuó
reclutándose, hasta cierto punto, entre la clase enriquecida (sobre todo
en el mundo de las gentes de finanzas), tendía a ser, en ciertos aspectos,
una casta cerrada. Las reformas a la nobleza en la época de Luis XIV,
aunque se trataba principalmente de medidas fiscales, tenían el
propósito de excluir de la nobleza a las familias de reciente extracción,
sobre todo aquellas que continuaban ejerciendo el comercio, los
magistrados de puestos secundarios y, finalmente, los gentiles hombres
demasiado pobres, para hacer valer sus derechos. De suerte que, en el
siglo xvm, los cargos parlamentarios estaban vedados para los plebeyos
y, por otra parte, la nobleza no podía recurrir a otra ocupación que la
carrera militar. El abismo entre nobles y plebeyos era cada vez más
hondo.18
La Revolución tuvo precisamente por consecuencia destruir las
distinciones jurídicas que dividían las clases sociales y establecer la
igualdad de derechos de todos los ciudadanos. En 1789 el Tercer Estado
se levantó en masa para pedir la abolición de los privilegios de ]a
aristocracia, el acceso de todos a cualquier empleo y la abolición del
régimen señorial.
Sin duda que el desarrollo económico de la época —el primer empuje
del capitalismo— contribuyó grandemente a las transformaciones
sociales que se operaron alrededor de 1789. Los
Élie Halévy, Histoire du peuple anglais, t. III, pp. 306-6.
17 Ad. Blanqui, Des classes ouvrières pendant Vannée 1848, Paris, 1849, pp. 43-
45.
18 Véase H. Sée, La France économique et sociale au xviii« siècle, 1925, pp. 734.
LAS REPERCUSIONES SOCIALES 133

comerciantes y los hombres, de negocios tomaron parte activa en la


Revolución. La significación de este hecho comienza a ser apreciada y
nuevos estudios podrán poner en claro su importancia.19
Es útil observar que, mientras las clases sociales se distinguían sobre
todo por sus caracteres jurídicos, los individuos que las componían
tenían una noción muy confusa de la clase a que pertenecían. Así, por
ejemplo, bajo el "Antiguo régimen”, la nobleza comprendía muchas
categorías distintas, no sólo en cuanto a fortuna y modos de vida, sino
también en materia de privilegios, y existían grandes diferencias entre la
nobleza de la corte y los gentiles hombres del campo, entre la nobleza de
espada y la nobleza de toga. Está claro que los nobles tenían, con
relación a los que no lo eran, la conciencia de pertenecer a una clase pri-
vilegiada, pero pensaban, sobre todo, en los privilegios particulares del
grupo al que pertenecían y, a fin de cuentas, eran sus intereses de familia
lo que más les importaba. La nobleza provinciana de los estados de
Bretaña, que constituía la orden más influyente en la asamblea, se
preocupaba principalmente de los privilegios de su grupo. En sus
discusiones con el gobierno real
o con sus representantes, la nobleza tenía probabilidades de triunfar
combinando sus esfuerzos con los del Parlamento de Bretaña que, por lo
menos en el siglo xvm, estaba formado exclusivamente de nobles. Tal
alianza no se llevó a cabo, pues el Parlamento, por su parte, pensaba
sobre todo en proteger sus propios intereses: obedecía al espíritu de
cuerpo más que al interés de clase. La nobleza, al igual que las otras
clases, no tenía antes de la Revolución un concepto claro de sus
intereses colectivos.
Cuando en 1789 las clases privilegiadas tuvieron que defenderse
contra las reivindicaciones del Tercer Estado, sus esfuerzos tendieron
principalmente a salvaguardar un grupo de privilegios ; pero este
esfuerzo común se ejerció sin que existiera ningún sentimiento real de
solidaridad de clase. Por el contrario, las clases no privilegiadas se
daban cuenta de que todas teman que sostener las mismas
reivindicaciones y que combatir los mismos abusos, y esta idea los hizo
sentirse —al formar un bloque frente a la nobleza y al clero del Estado—
los verdaderos representantes de la nación. Pero ni la burguesía ni los
campesinos mismos consideraban que formaban clases bien definidas.
La burguesía de las ciudades comprendía muchos grupos distintos, y en
el campo había los propietarios acomodados, los pequeños propietarios,
los granjeros o aparceros y los jornaleros sin propieda

19 Véase Ph. Sagnac, La législatión civile de la Révolution française,


1898, Ch. Ballot, L’Introduction du machinisme dans l’industrie française, 1923;
Jean Jaurès, La Constituante (Historia socialista); A. Mathiez, La Ri- volution, t. I.
134 LAS REPERCUSIONES SOCIALES

des: categorías muy distintas cuyos intereses eran a menudo muy


diversos. A esto se debió que en la explotación de las tierras incultas los
propietarios acomodados estuviesen en pugna con la masa de
campesinos; éstos querían conservar sus derechos de uso sobre las
tierras comunales, mientras que los propietarios tenían interés en
apropiárselas por adjudicación o parcelamien- to.20 El “Antiguo régimen”
fue un régimen de intereses antagónicos, y esta característica se
extendió a todas las clases sociales: nobleza, burguesía y campesinos.
En el siglo xix, por el contrario, la noción de clase social y la
conciencia de los intereses de clase se fueron afirmando con mayor
precisión. Una de las principales razones, entre otras, fue que la
abolición de las clases jurídicas y los progresos del capitalismo habían
provocado una nueva distribución de las clases sociales fundada en su
posición económica. La clase de los grandes hombres de negocios, la de
los capitanes de la gran industria, cobró una importancia creciente. El
abismo entre los patronos y los obreros era cada vez más profundo. En
tales condiciones, y como reacción provocada por su influencia, nace
realmente la clase obrera y empieza a tener conciencia de sus intereses
colectivos. En la sociedad contemporánea la distinción de clases es ya
esencialmente de orden económico. Y el ingreso a la clase dirigente, la
clase capitalista —compuesta en buena parte de hombres nuevos, de
self-made men— está abierto a todos los que poseen las cualidades
requeridas. Esta nueva concepción de las clases sociales está
estrechamente ligada a una organización individualista de la sociedad.
Ahora el individuo está mucho menos vinculado que antes al grupo del
que forma parte. Está claro que, desde el punto de vista económico,
tiene intereses de clase; pero en los demás campos (el intelectual, el
político, etc.), es libre de unirse a otros grupos. Así, la movilidad social
es, en nuestros días, mucho mayor de lo que era antes: nuestra
sociedad altamente individualista forma un notable contraste con el
régimen de castas inmutables de la India.21
Al mismo tiempo, como ya ha sido justamente observado, la división
del trabajo es cada vez mayor en la sociedad actual. Ya sea en el campo
administrativo o en el político, la especialización se acentuó cada vez
más. Se crean constantemente oficios, nuevas industrias o nuevos
comercios accesorios, y este fenómeno tiene, además, por consecuencia
—como lo observa Bernstein— el retardo de la concentración
económica.22 Por esto los artesa-
20 Véase H. Sée, La vie economique et les classes sociales au xviii" sieclf París,
Alcan, 1? parte.
21 Véase C. Bouglé, Essai sur le regime des castes, París, 1908.
22 Véase C. Bouglé, Revue genérale des theories recentes relatives <i la division du
travail (Année sociologique, VI año, 1901-1902, pp. 73-133); Duchesne, La
spécialisation (Revue d'Economie Politique, 1899).
LAS REPERCUSIONES SOCIALES 135

nos no han desaparecido del todo. Por grandes que hayan sido los
progresos del capitalismo, su triunfo no Jia sido tan completo como lo
imaginó Carlos Marx. Aun en lós países en donde la evolución
capitalista es más avanzada subsisten rasgos de la antigua organización
del trabajo.
Ésta es una de las reservas que hay que hacer a la concepción
marxista. El estudio de los hechos revela otras. Si, en general, la
conciencia más clara que tiene la clase obrera de sus intereses
colectivos es consecuencia de la concentración industrial, no la ha
adquirido ni tan rápida ni tan plenamente como lo pretende la doctrina
marxista. En Inglaterra, ya desde 1839, las trade unions habían perdido
todo interés en el movimiento cartista.23 Uno de los delegados a la
reunión de Birmingham hacía constar:
El cartismo sólo pudo obtener unanimidad entre los grupos de
obreros peor pagados. Los que ganan 30 chelines a la semana no
se preocupan por los que ganan 15. y éstos, a su vez, se
preocupan muy poco de los que ganan 5 o 6. Existe una aristo-
cracia entre los trabajadores como la que hay en ei mundo
burgués.
Con razón observa Halévy que el movimiento cartista —"que no fue
más que una rebelión del hambre”— no procedió de ninguna ideología
socialista.
En fin, hay que observar que en la primera mitad del siglo xix el
florecimiento de las doctrinas socialistas fue mucho menos vigoroso en
Inglaterra —donde la "revolución industrial” fue precoz, intensa y
acompañada de perturbaciones sociales— que en Francia, en donde el
capitalismo industrial apareció más tarde y con menos vigor. ¿No fue la
persistente agitación sobre cuestiones sociales en Francia continuación
del admirable movimiento ideológico del siglo xvm? Es también muy
importante hacer notar que, en Francia, la propaganda socialista de
mediados del siglo xix tuvo sobre todo éxito entre los obreros
parisienses de la pequeña industria y de las industrias de lujo, cuya
condición apenas había cambiado desde el "Antiguo régimen”,24
mientras que los obreros de la gran industria se mostraron refractarios
a las nuevas doctrinas.
Las repercusiones sociales del capitalismo no pueden representarse
con fórmulas tan rígidas como lo piensa la ortodoxia marxista. Hay que
reconocer la influencia de las ideas y no tomar demasiado a la letra el
"materialismo histórico”. Si el triunfo del capitalismo ha hecho posible la
constitución de partidos de clase, como los partidos socialistas, ello se
debe en parte, y

23 E. Helévy, oh. cit., t. III, p. 306.


24 Véase O. Festy, Le mouvement ouvrier and debut de la Monarchie de iuitlet,
París, 1908; Mark Hovell, The chartigt movement, Manchester, 1918.,
136 LAS REPERCUSIONES SOCIALES

aun en gran parte, a la influencia de los teóricos, especialmente a Carlos


Marx, porque ha contribuido a despertar en el proletariado una
"conciencia de clase”.25 Ésta, además, no ha nacido bruscamente;
todavía oscura en el siglo xvm, ha ido saliendo poco a poco del dominio
del "subconsciente” por efecto de una lenta evolución, provocada por
fenómenos complejos que nuestro espíritu se inclina demasiado a
simplificar de una manera excesiva.

O BRAS DE CONSULTA

Además de las ya citadas de E. van Halle, É. Halévy, P. Mantoux y


Schkaff, H. Sée :
Ch. Bouglé, Revue générale des théories récentes relatives à la division du
travail (Année sociolog., vi año, 1901-1902, pp. 72-133); Essai sur le
régime des castes, Paris, 1908.
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1834), Paris, 1908.
H. Sée, La. condition des classes ouvrières et le mouvement ouvrier de 1815 à
1848 (Rev. d'Hist. Écon., 1924). Matérialisme historique et interprétation
économique de l’histoire, Paris, 1927.

25 Véase a este respecto la obra de Kurt Breysig, Vom geschichtlichen Werden,


t. I: Persoenlichkeit und Entwicklung, Berlín, 1925.
CONCLUSIÓN

I
De lo que precede se ve con claridad que, aunque la acumulación de
capitales es condición necesaria para crear una sociedad capitalista, la
simple existencia de ellos no basta para crearla; se desprende, además,
que dicha acumulación se ha debido, sobre todo, al comercio, muy
particularmente al comercio en gran escala.
Ya en la Edad Media, a raíz de las Cruzadas, el comercio con el
Oriente canalizó hacia la Europa occidental una masa relativamente
considerable de capitales, especialmente a las grandes ciudades
italianas, en donde aparecieron los primeros síntomas de la organización
capitalista.
Pero Italia no podía guardar para ella sola estas riquezas y se
estableció una corriente internacional de cambios, principalmente hacia
el noroeste de Europa. Los efectos de esta nueva influencia económica se
sintieron bien pronto en los Países Bajos» en donde el capitalismo
naciente se implantó desde los primeros momentos.
Sobre las rutas principales de este movimiento de cambios se
establecieron las grandes ferias, cuyo tipo característico lo ofrecen las de
Champagne. En estas ferias los primeros objetos de intercambio fueron
mercancías. Pero el simple trueque no cuadraba sino a épocas
completamente primitivas. Para la compra y la venta era menester el uso
de la moneda. Sin embargo, la diversidad de éstas era tal que hubo de
formarse una categoría de comerciantes dedicados exclusivamente al
cambio: los cambistas. De sus operaciones se derivó el cambio
internacional como hoy lo conocemos. No mucho después apareció la
letra de ■feria, que no tardó en dar origen a la letra de cambio, pues las
liquidaciones de cuentas no podían hacerse únicamente al contado, sino
a plazos. Más importante todavía, como lo ha demostrado Huvelin, es la
extinción de las deudas por compensación de letras de cambio vencidas
en las ferias. Este sistema (cambio de partes o scontration) era ya una
especie de operación de clearing house.
Así, el capitalismo comercial dio por fuerza nacimiento al capitalismo
financiero, el cual contribuyó a una nueva acumulación de capital al
provocar una circulación más activa de mercancías y dinero. Entró luego
en juego otro elemento que Som- bart ha esclarecido admirablemente:
las necesidades de dinero cada vez mayores de los grandes principados y
monarquías. Sus empréstitos enriquecieron a todos los que se dedicaban
al co-
137
138 CONCLUSION

mercio de dinero: recaudadores de impuestos, prestamistas, banqueros.


La creación del crédito público parece haber contribuido grandemente al
desarrollo de las grandes potencias financieras que aparecieron en la
aurora de los tiempos modernos.
Otra manifestación de la evolución del capitalismo fue la creación de
las Bolsas. Desde el siglo xvi éstas aumentan en importancia y suplantan
gradualmente a las ferias. Mientras las diversas operaciones de compra,
venta y ajustes eran sólo intermitentes o periódicas en las ferias, se
convirtieron en actividades cotidianas en las Bolsas. Así se comprende
en qué grado contribuyeron las Bolsas al progreso del capitalismo.
La importancia de las operaciones de cambios y su continuo
desarrollo obligó bien pronto a los gobiernos, si no a la Iglesia, a
reconocer como legítimo el préstamo a interés; y el préstamo a interés es
uno de los fundamentos esenciales del capitalismo moderno. Después
las transacciones a que daban lugar los cambios en las diversas plazas,
con sus cotizaciones fijadas en las ferias y Bolsas, tuvo por resultado
generalizar el uso de los valores mobiliarios, de los títulos. Este desarrollo
provocó a su vez una mayor movilidad de los capitales. No son ya objeto
de cambio directo las mercancías, sino más bien la representación
abstracta de ellas. Esto explica la importancia creciente de la
especulación y aun del juego, que ya tenían un papel importante en el
Ambe- res del siglo xvx, donde se manifestaba, como se ha dicho, "un
capitalismo desenfrenado”.

II
Pero Amberes no era más que una isla en una sociedad fundada
principalmente sobre la propiedad de la tierra, y aun en Amberes las
operaciones financieras sólo alcanzaban cifras que hoy nos parecerían
casi irrisorias.
Era necesaria una nueva afluencia de riquezas Y ésta vino con los
grandes descubrimientos, con la conquista del Nuevo Mundo por las
potencias de la Europa occidental. A partir del siglo xvi el gran comercio
marítimo y colonial desbordó sobre los mercados de Europa una masa
enorme de capitales, representados por los preciosos productos
tropicales, los del Extremo Oriente y sobre todo por el oro y la plata. Otro
punto de gran importancia es que este gran comercio marítimo y colonial
provocó la creación de las primeras sociedades por acciones —prin-
cipalmente las compañías (la inglesa y la holandesa) de las Indias
Orientales— que dieron singular incremento' al capitalismo y poderosos
medios de acción para la explotación de nuevos mercados y nuevas
fuentes de abastecimiento.
Así, el capitalismo aparece en un principio bajo su forma co
CONCLUSION 139

mercial y financiera, que constituye, sin duda, su origen. Lo que de un


modo esencial distingue al régimen capitalista de los demás regímenes
económicos es la movilidad de los capitales, que allana los obstáculos
nacidos del espacio y del tiempo. Por otra parte, el capital, acumulado
para obtener una renta, recibe una remuneración que no es propiamente
la recompensa del trabajo; opera en función del tiempo, contrariamente a
las concepciones de la antigüedad, de la Edad Media y a lo prescrito por
la Iglesia, la cual, como antes Aristóteles, no podía admitir que "el dinero
engendre dinero”.
Luego, en el siglo xvn, Holanda fue una gran potencia económica. Su
poder dependía del capitalismo comercial y financiero, y su supremacía
era principalmente el resultado de su éxito en el comercio marítimo y en
el tráfico de valores mobiliarios. Pero a principios del siglo xvm comenzó
a anunciarse su ocaso, porque Holanda era nada más un país
comercial, no tenía industrias. Inglaterra y hasta cierto punto Francia la
suplantaron porque podían exportar, además de productos agrícolas,
objetos creados por la industria. La decadencia de Holanda y el flore-
cimiento de Inglaterra y de Francia marcan el momento en que el
capitalismo comercial y financiero comenzaba a ejercer dominio sobre la
industria.
III
Este cambio marca el principio de una revolución en la organización de
la industria, pues ésta se hallaba desde hacía mucho tiempo en manos
de pequeños artesanos desprovistos de capitales. La primera etapa de
esta evolución se distingue por la acción de los comerciantes-empresarios,
cuyos esfuerzos para aumentar sus utilidades los hicieron buscar el
control de la industria rural y doméstica. El artesano del campo o el
maestro operario de la seda de Lyon no tenían ya ninguna relación
directa con el comprador; era el mercader el que corría en busca de los
mercados lejanos y el que regulaba y "controlaba" la producción; y él, ya
no el artesano, era quien lograba las mayores ganancias.
Más tarde este empresario se transformó en un capitán de industrias,
cuando la concentración industrial y obrera y el maqui- nismo redujeron
al trabajador a la condición de simple asalariado. Finalmente, el
capitalismo industrial triunfa verdaderamente cuando las sociedades
por acciones, que al principio sólo aparecieron en algunas industrias
cuyo equipo era particularmente costoso, como las empresas mineras,
se extendieron a todas las ramas de la producción industrial. Pero la
victoria final requería el perfeccionamiento de la organización del crédito
y la banca, así como también la transformación de los medios de comu-
nicación y transporte logrados por la máquina de vapor.
I

140 CONCLUSION

Cualquiera que sea la importancia del capitalismo comercial no hay


que desconocer el papel de la industria. En la Inglaterra del siglo xv los
progresos de la industria de paños dieron impulso al gran movimiento
de exportación. En los tiempos modernos la producción industrial es
cada vez más el sostén indispensable de la actividad comercial y
financiera. Ésta es una de las razones del triunfo de Inglaterra sobre
Holanda.
En suma, lo que caracteriza a la sociedad capitalista contemporánea
es que las tres formas del capitalismo —comercial, financiero e
industrial— funcionan de una manera concurrente. La última de ellas, o
sea la forma industrial, ha eclipsado de tal manera a las otras dos —al
menos en apariencia— que se ha acabado por considerarla,
erróneamente, como la manifestación esencial del capitalismo. No hay
duda que el capitalismo moderno ha ido invadiendo gradualmente una
gran parte del campo de la producción; pero dicha invasión no ha sido
completa. En las mismas regiones en que el capitalismo se ha
desarrollado más, la pequeña industria no ha desaparecido del todo. El
obrero y sobre todo la obrera continúa trabajando a domicilio, principal-
mente en las últimas operaciones del acabado (confecciones, ajustes,
etc.).1 ¡Y cuántos son los países donde la influencia del capitalismo
apenas se hace sentir, o donde el contacto con el capitalismo está
limitado a las relaciones con el exterior!
No hay que olvidar que la agricultura ha escapado en general al
imperio del capitalismo. Es cierto que ha sufrido desde hace mucho
tiempo su influencia indirecta; pero necesariamente ligada a la tierra, es
decir, al elemento estable por excelencia, la agricultura aún hoy no ha
sido afectada por el capitalismo, sino en cuanto se relaciona con la
especulación comercial o el crédito en sus diversas formas. Por otra
parte, el carácter "conservador” de la agricultura existe particularmente
en la vieja Europa; en los países nuevos, como en los Estados Unidos,
las empresas agrícolas presentan ya un carácter capitalista: el farmer
tiende a convertirse en un hombre de negocios.2
En los tiempos modernos la creciente influencia del capitalismo ha
ganado en profundidad, pero ya desde fines del siglo xvm ha venido
creciendo su difusión geográfica. Cuando se extiende al Nuevo Mundo, el
derrumbe del sistema colonial tiene una importancia inmensa. En un
principio el sistema colonial contribuyó poderosamente a la formación
del capitalismo; pero pot- una reacción de la historia el desarrollo del
capitalismo trajo consigo la ruina de los monopolios comerciales en favor
de las metrópolis, los cuales eran un estorbo cada vez mayor para la

1 Véase M. Ansiaux, Traité d'économie politique, t. I, París, 1921.


2 Véase S. N. B. Gras, op. cit.
CONCLUSIÓN 141

expansión económica. La caída del sistema colonial está en relación


directa con el advenimiento del capitalismo industrial.
IV
Para entender el carácter del capitalismo contemporáneo hay que tener
presente la evolución que lo ha preparado. No es suficiente estudiar el
capitalismo sólo en función del trabajo, como lo ha hecho Carlos Marx;
no hay que perder de vista sus elementos primordiales —sus formas
comercial y financiera— porque éstos son, en último análisis, los más
importantes. La concepción del producto sin trabajo, que Marx señala con
justicia como el rasgo más característico del régimen capitalista, es más
comprensible y evidente si se tiene presente el mecanismo de los
cambios, que ha provocado a su vez las demás formas de especulación ;
si, por otra parte, se tiene en cuenta la relación que existe entre el
capitalismo y la noción del juego —del riesgo que implican las
operaciones a plazos sobre los valores mobiliarios— y, además, las
diversas formas de seguros, de las que el seguro “a la gran aventura"
parece haber sido su forma primera.
Carlos Marx tuvo el gran mérito de descubrir más claramente de lo
que antes se había hecho, las repercusiones sociales de la evolución
capitalista, y de esclarecer cómo el capitalismo había tenido por
consecuencia la creación de clases sociales fundadas en distinciones
económicas y no ya jurídicas. Este cambio ha hecho a la sociedad
infinitamente más móvil y activa y, al propio tiempo, más inestable.
Marx apoya su doctrina sobre todo en hechos contemporáneos; pero
para comprender en toda su complejidad las transformaciones sociales
hay que considerar la evolución histórica en toda su amplitud y estudiar
los primeros síntomas de la nueva organización. Sólo mediante un
estudio atento y minucioso de los datos históricos, y evitando toda opi-
nión a priori y todo prejuicio político o social, se puede uno formar una
idea exacta, tanto de los orígenes del capitalismo moderno cuanto del
verdadero carácter de la organización económica y social que éste ha
determinado y que ha alcanzado ahora su pleno desarrollo.
El estudio de los hechos nos demostrará sobre todo que la conciencia
de clase no se manifestó en los obreros de un modo tan repentino como
se ha pretendido; que no procede sólo de transformaciones económicas,
y que es necesario tomar en cuenta la influencia ejercida por las ideas.
V
Existe otra serie de cuestiones que apenas hemos tocado. ¿Cuál ha sido
la acción del naciente capitalismo en los fenómenos de
142 CONCLUSIÓN

orden político, intelectual y religioso? ¿Cuál ha sido la reacción de éstos


en la nueva forma de organización económica?
El primer empuje del capitalismo según se manifestó en la Edad
Media, particularmente en Italia y en los Países Bajos, contribuyó a
disolver el viejo sistema feudal. Esto se ve con bastante claridad en las
repúblicas italianas y principalmente en Florencia. Hemos visto que a
principios de los tiempos modernos los progresos de los estados
principescos y monárquicos, de las organizaciones estatales,
contribuyeron de modo singular a la formación de las grandes potencias
financieras, entre las cuales los Fugger son el tipo más saliente. Los
empréstitos de los soberanos acrecentaron grandemente el comercio del
dinero y la especulación. Por otra parte, los monarcas absolutos, al crear
sobre las ruinas de las potencias feudales estados poderosos y unifica-
dos, ampliaron el campo de acción de las fuerzas comerciales y
financieras.
Si el capitalismo puede considerarse como responsable de muchos
sufrimientos —acaso durante el prolongado periodo de su formación
más que en su pleno florecimiento— hay que reconocer que ha sido
también un instrumento de actividad intelectual y de emancipación.
Ésta es, sin duda, la razón principal de que Italia en el siglo xxv y los
Países Bajos en los albores de los tiempos modernos, hayan sido el
asiento de las ciencias, las letras y las artes y también de que el
Renacimiento fuera tan floreciente y fecundo.3 Además, la formación de
grandes riquezas mobilia- rias creó toda una categoría de ilustrados
protectores de las artes y las letras. Toda la historia del arte podría ser
un ejemplo de ello, sobre todo en lo que concierne a Italia y los Países
Bajos.4 No es menos significativo que en el siglo xvn Holanda haya pro-
ducido un Rembrandt y un Ruysdël, y que haya sido un centro de
actividad científica y de libertad intelectual, asilo y refugio de hombres
de pensamiento.
Puede encontrarse un cierto lazo entre la evolución del capitalismo y
los movimientos religiosos. Se ha visto con qué tenacidad la Iglesia se
opuso al préstamo sobre cambios y valores. Por otra parte, el
individualismo que se manifestó en el terreno económico en el siglo xvi
encontró expresión correspondiente en la Reforma y especialmente en la
Reforma calvinista. Ya vi-

3 Las relaciones comerciales tan intensas entre Venecia, Génova, Pisa y Florencia con

el Oriente, tan intensas sobre todo a partir de las Cruzadas, no sólo contribuyeron a la
acumulación de capitales, de donde procede la primera eclosión del capitalismo, sino que
también obraron inmediatamente sobre el pensamiento y el arte italianos. Véase A.
Renaudet, Les influences orientales dans la “Divine Comédie" et dans la peinture
toscane (Revue de Synthèse Historique, diciembre de 1925).

4 Véase el sugestivo artículo de Haldvan Koth, Le problème des origines de la


Renaissance (Revue de Synthèse Historique, junio de 1924).
CONCLUSIÓN 143

xnos cómo Calvino consideraba legítimo el préstamo a interés, y cuánto


contribuyeron los no-conformistas a la acumulación de capitales. A este
respecto la influencia de los judíos es innegable, aunque no hay que
exagerarla.
En suma, entre la evolución del capitalismo y otras formas de la
evolución histórica existen conexiones a veces bastante estrechas. Pero
se trata de fenómenos tan complejos que en general es muy diP'.ii
disociar las influencias recíprocas y distinguir las causas y los efectos.
De todos modos el simple hecho de plantear estas cuestiones presenta
un interés real porque puede provocar nuevas investigaciones y abrir
fecundos caminos.

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GUATEMALA, OUAIfMAÍA
BIBLIOTECA V
BIBLIOGRAFIA GENERAL

Una bibliografía completa debe comprender la mayor parte de las


obras sobre historia económica; las que siguen son las más interesantes
y útiles en relación con nuestro estudio. Sólo indicamos las
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INDICE

Advertencia ....................................... ....................................

Introducción ...........................................................................

I. Las primeras manifestaciones del capitalismo en la Edad


Media ..........................................................................
I. El capitalismo en el mundo antiguo, 12; 2. El régimen
feudal y los progresos del individualismo, 13; 3. Manifes-
taciones del capitalismo en Florencia, 14; 4. El capitalismo
en los Países Bajos, 16; 5. Primeros síntomas en Francia,
19; 6. El capitalismo en Inglaterra, 21; 7. El capitalismo
financiero y su carácter, 22; 8. Carácter de las fuerzas
financieras en la Edad Media, 24; 9. No existió capitalismo
industrial, 27.

II. El capitalismo de comienzos de los tiempos modernos ....


1. La teoría de Sombart sobre la génesis del capitalismo,
29; 2. Las grandes potencias financieras en Italia y en
Alemania. Las lonjas o bolsas, 30; 3. La especulación sobre
las capitales, 31; 4. Las crisis financieras y el progreso del
crédito público, 33; 5. El desarrollo de los bancos, 34; 6. El
capitalismo comercial como fuente del capitalismo finan-
ciero, 34; 7. El préstamo a rédito: la doctrina de la Iglesia y
las nuevas prácticas, 36; 8. La influencia de la Reforma
calvinista, 37.

III. El gran comercio marítimo, la expansión colonial y los


progresos del capitalismo en el siglo xvi . .
1. Las consecuencias económicas de los grandes descubri-
mientos, 40; 2. Portugueses y españoles en Amberes, 41;
3. El oro y la plata del Nuevo Mundo, 42; 4. El sistema
colonial de España, 43; 5. El comercio de los extranjeros
en la América española, 45; 6. La afluencia de metales
preciosos y la crisis monetaria, 46; 7. Los progresos eco-
nómicos de las potencias marítimas, 47; 8. Origen de las
sociedades por acciones, 50.

IV. El capitalismo comercial y financiero en el siglo XVII ........


149
150 INDICE

i
1. Destrucción progresiva del monopolio comercial de España en
América, 52; 2. La política mercantil, 54; 3. Predominio comercial
y financiero de Holanda, 55; 4. La Compañía Holandesa de las
Indias Orientales y el Banco de Amsterdam, 56; 5. La expansión
marítima y colonial de Inglaterra, 58; 6. Progresos del capitalismo
financiero en Inglaterra, 60; 7. El papel relativamente secundario
de Francia, 61; 8. Expansión del comercio marítimo y colonial de
Francia, 63; 9. Deficiencia de la organización financiera en
Francia, 66; 10. Los financieros franceses y sus operaciones, 68.

V. Expansión del capitalismo comercial y financiero en el siglo


xvm ............................................................................. 72
1. Decadencia económica de Holanda, 72; 2. Supremacía
marítima y expansión comercial de Inglaterra, 73; 3. Flo-
recimiento del capitalismo financiero en Inglaterra, 74;
4. En Francia el progreso del capitalismo es más lento,
76; 5. El capitalismo financiero en Francia, 77; 6. La teoría
de Sombart, 80; 7. Movilización de la vida económica, la
especulación y la publicidad, 81; 8. El alza de los precios,
83.

VI. El progreso del capitalismo y debilitamiento del sistema


colonial 85
1. El sistema colonial de España en el siglo xviii, 85; 2.
El sistema colonial de Inglaterra en la América del Norte,
86; 3. Política comercial de Inglaterra, 87; 4. Causas
económicas de la Guerra de Independencia, 89; 5. El rela-
jamiento del monopolio en Francia, 92; 6. Causas profun-
das de la emancipación de las colonias, 94.

VII. Los orígenes del capitalismo industrial y de la gran industria 97


1. La expansión comercial y la revolución industrial, 97;
2. La industria rural y doméstica, 98; 3. Importancia de la
concentración comercial, 100; 4. Las manufacturas,
102; 5. La técnica y la concentración comercial, 103; 6. La
introducción del maqumismo, 104; 7. Carácter del capita-
lismo industrial, 106.

VIII. El progreso del capitalismo en el siglo xix . . . 111

1. Rápidos progresos del capitalismo en Inglaterra, 111; 2.


Progreso más lento en Francia, 114; 3. Renacimiento eco-
nómico de Bélgica, 116; 4. Persistencia de la antigua
economía en la Europa central, oriental y meridional.
ÍNDICE 151

117; 5. El capitalismo en los Estados Unidos, 119; 6. La


transformación de los medios de comunicación y el triunfo
del capitalismo, 119; 7. Lenta influencia del capitalismo
sobre la agricultura, 120; 8. Conclusión, 122.

IX. Las repercusiones sociales de la evolución capitalista .... 124


1. Influencia del capitalismo sobre la propiedad territorial y
el régimen agrario (Inglaterra, Francia y Los Países
Bálticos), 124; 2. El capitalismo y la abolición de la escla-
vitud, 128; 3. Influencia del capitalismo sobre la transfor-
mación de las clases obrera y comercial, 129; 4. La cues-
tión obrera, 130; 5. El capitalismo y las clases sociales.
Las distinciones económicas sustituyen a las jurídicas, 132.

Conclusión.............................................................................. 137

Bibliografía general 144

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