Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
a evolución del capitalismo adquiere íu verdadero sentido histórico a medida ch¡' lizar, los
diversos hechos aislados que, i partir de la Edad Media, marcaron su« c< y se sucedieren asta
¡legar al slcjlo XI* en que maduraron sus características I I . mo comercial hiia ne,'e r el capitp.iismo
financiero y, consecuentemente, se efectuaron en la organizador de¡ trabajo y en las relaciones
entre patronos y obreros, lo < una acción prohr.da (¡obre las clases sociales. “Cualqu iera que sea
la upuM i capitalismo comercial no hsy que desconocer el papel de la industria”, dice Mi pues en
la nojfe iad contemporánea funcionan de manera concurrente las tro;. I capitalismo: omexial,
financiero e industrial.
Orígenes o;/ "ipitalisvo moderno es un texto de síntesis e historia compm sin partídarism' te
ninguna especie, ti autor piensa que comprender la iin,>. . etapa histórico .'¡a de gran utilidad Ii
para la sociología y la economía política, puf ii > y otra —en 'u r.'isión de buscar leyes generales—
no toman en cuenta sino en i> cundaria el espacio y el tiempo de las “contingencias”. Por lo
mismo, a fin <!• ambas ciencias por igual Henri Sée aborda el tema históricamente restringiendo
a una meU dizacíón basada en el estudio de los fenómenos económicos on n ^ determinadas.
CM
52.04
1 151
U S R C
B I BL IO TE CR C EN TR AL
G U RT EM fl LR
470128889
-
-#1l Í'J%
S ECCIÓN DE O BRAS DE E CONOM I A *
ORIGENES
DEL
CAPITALISMO MODERNO
BMBAJADA I K MEXICO
GUATEMALA, GUATEMALA
BIBLIOTECA
■ ? ‘ s •••. .•
Traducción de
Makedonio Garza
Titulo original:
Les origines du capitalisme moderne ©
1926 Librairie Armand Colin
Impreso en México
ADVERTENCIA
Tic. 38440
8 ADVERTENCIA
(ules, y porque los Países Bajos fueron uno de los principales depósitos
marítimos entre el Oriente y el norte de Europa. Desde la Edad Media, como
se ve, el comercio en gran escala es la fuente esencial del capitalismo.
Por otra parte, para ver cómo el capitalismo nació y se desarrolló en
Italia, podemos tomar como ejemplo la gran ciudad de Florencia. En esta
ciudad los oficios se dividían en tres categorías: las artes mayores, las artes
medias y las artes menores. Las primeras se componían principalmente de
mercaderes: los vendedores y rematadores de géneros de ultramonte (arfe di
Calimala), los fabricantes de géneros (arte delta lana), los mercaderes de
novedades y sederías (arte di Por Santa María). El gran comercio
florentino, que sirvió de intermediario entre el Occidente y el Oriente,
adquirió pronto un carácter capitalista, en particular el arte di Calimala.
Los maestros de oficios realizaban el comercio al por mayor; tenían tiendas
en Levante y frecuentaban también las ferias europeas, particularmente las
de Brie Flandes y de Inglaterra. Tenían bajo su dependencia un número
considerable de sottoposti (contadores, empleados y artesanos, como
tintoreros, preparadores y esquiladores). Al saldar sus cuentas mediante
letras de cambio, ejercían naturalmente operaciones de banca.
Muy pronto surgen en Florencia los cambistas y los banquea ros,
especializados en esta clase de negocios. Estos banqueros y cambistas se
ocupaban a la vez de transacciones comerciales, de cambio y de la
expedición de metales preciosos; recibían depósitos, efectuaban préstamos
sobre prendas e hipotecas, emitían letras de cambio y de crédito,
comanditaban empresas, aseguraban navios. Pero las operaciones de
finanzas públicas eran las que enriquecían sobre todo a los banqueros.
Consideremos que la Santa Sede recibía rentas en todos los países de la
Cristiandad: los diezmos, el dinero de San Pedro (Peter’s Pence) en
Inglaterra y, en todas partes, legados y donaciones. Los bancos, gracias a
sus sucursales, percibían fácilmente estos ingresos y podían adelantar
dinero a la Corte Pontificia, la cual utilizaba diferentes bancos para sus
transacciones financieras: casas en Siena, en Lucca, en Pistoia y, después,
en Florencia. En 1263, bajo el Papa Urbano IV, los florentinos logran
suplantar a los sieneses en estos negocios.
Los banqueros florentinos extendieron también su campo de acción al
reino de Nápoles: Carlos de Anjou, que contrajo con ellos fuertes
empréstitos, les otorgó, en cambio, importantes privilegios comerciales y
monopolios de Estado, como la exportación de vinos y de trigo, las minas de
hierro, las gabelas, etc.6
6. E L CAPITALISMO EN I NGLATERRA
limante la mayor parte de la Edad Media, y aún en los siglos xm
V H I V , Inglaterra aparece como un país exclusivamente agrícola, » Myn
Industria es obra nada más de pequeños artesanos urbanos. A pesar de su
situación insular, el poder marítimo de Inglaterra cu muy poco importante,
y su comercio se halla casi enteramente mi manos de extranjeros. No fue
sino hasta el siglo xiv cuando iilmucenistas marítimos (staplers) participan
en el comercio in- Iti nacional, principalmente en la exportación de la lana
inglesa.
Sin embargo, ya a fines de la Edad Media, aparecen en Inglaterra las
primeras muestras del capitalismo comercial. Ciertos oficios urbanos se
distinguen de los demás por su riqueza; son ( asi únicamente oficios
mercantiles, como merceros, especieros y pañeros. Los progresos del
capitalismo comercial se acentúan <-ri el siglo xv, gracias al desarrollo de la
industria de telas, al que contribuyó grandemente la llegada a Inglaterra de
refugiados flamencos y brabanzones.11 Aparece entonces la clase de los
mercaderes de paños ( drapers); Inglaterra comienza, en efecto, n exportar
géneros de su propia fabricación. Los progresos de la industria de la lana
contribuyeron en gran escala a terminar con el sistema "señorial” y a crear
la práctica de la enclosure (terrenos cercados), que eliminará poco a poco la
pequeña propiedad campesina.
Pero por lo que toca al origen del capitalismo en Inglaterra, el fenómeno
más importante que debemos señalar es, quizás, la creación de lo que se
llama el régimen de la "industria doméstica y rural", que se desarrolló
considerablemente durante los siglos xv y xvi, cuando la industria textil
abandonó, en gran parte, las ciudades por el campo. En este sistema vemos
al capitalismo comercial, tan intensamente aumentado por la exportación
de telas, aplicarse a la industria, controlarla, para usar una expresión
moderna. Como dice tan bien Sir William Ashley, "el fabricante de paños
(clothier) compra la lana, la hace tejer, abatanar y teñir; paga a los
artesanos cada fase de la fabricación y vende a los comerciantes de géneros
la mercancía fabricada”. Representa ya, pues, el papel de capitalista
respecto a los artesanos, aunque el capital de la mayor parte de los
fabricantes sea todavía poco importante, y se encuentra al mismo tiempo
bajo la dependencia económica de los mercaderes exportadores. En 1527,
por ejemplo, cuando la ruptura de relaciones diplomáticas entre el Rey de
Inglaterra y el Emperador impidió a los comer
14 Salvioli, L'assicur. e il cambio marit. nella storia del diritto italiano, 1884;
Hamon, Hist. génér. de l'assurance en France, 1897; P. Huvelin, Le droit commerc.,
art. cit. Bibl.
15 Les financiers d'Arras, art. cit. Bibl.
LAS MANIFESTACIONES DEL CAPITALISMO EN LA EDAD MEDIA 25
t 01 nercio como por sus propiedades y las rentas de sus bienes mices,
dispusieron, en el siglo xm y a principios del xxv, de calíllales suficientes
para hacer préstamos considerables a príncipes, como el Conde Saint-Pol y
el Conde d’Artois, a señores laicos y eclesiásticos, y a ciudades de los
Países Bajos, como Brujas. Establecidos en la ciudad de Arrás, no tenían
representantes en el extranjero, acudían a las ferias sólo para su comercio
y no cultivaban relaciones internacionales. Hubo, asimismo, un fun-
cionario, Guillermo de Duvenvoorde (1290-1353), consejero del (‘onde
Guillermo de Holanda, enriquecido principalmente por especulaciones
financieras: préstamos de dinero a particulares y, sobre todo, a los
príncipes; práctica de los cambios; compra tío rentas hacendarías, y
constituciones de lucrativas hipotecas. Con ello pudo acumular tanta
riqueza que llegó a tener una renta de 70 000 libras (cinco millones de
francos, al valor de 1921) que representaba un capital de cien millones de
francos. En 1404 casó su sobrina nieta con Englebert de Nassau, de modo
que a éste "nuevo rico” debe la casa de Orange-Nassau su fortuna pe-
cuniaria y, por tanto, su fortuna política.18
Sin embargo, las importantes fuerzas financieras que se constituyeron
en la Edad Media son aquellas que fueron favorecidas por las relaciones
internacionales. Tal es el caso de los poderosos bancos italianos, que tenían
sucursales en numerosos países, y el caso de los cambistas y lombardos17
que se extendieron por toda la Cristiandad; tal es, asimismo, el de los
miembros de la Liga Hanseática, que tuvieron importantes
establecimientos en las principales ciudades del noroeste de Europa.
Los judíos eran también una fuerza económica internacional. Dispersos
como estaban por todas partes, unidos por los lazos de esa religión a la que
debían humillaciones y persecuciones, hollábanse en condiciones
particularmente favorables para emprender importantes operaciones
comerciales y financieras. Es un error creer que los judíos se dedicaron
originalmente sólo a transacciones financieras; hasta el siglo xm se ocupan
de modo principal más en el comercio de mercancías que en el comercio de
dinero, como lo demuestran incontrastablemente Moses, Hof- inonn y
Kulischer.
En fin, la Iglesia misma es una de las fuerzas financieras internacionales
de la Edad Media. Los obispos, los cabildos de las abadías poseían grandes
propiedades raíces, y la necesidad de vender sus productos, sus granos y
sus lanas, los obligó a hacer comercio por su propia cuenta. Después se
dedicaron al comercio por cuenta de otros, a pesar de que lo prohibían las
decisio-
O BRAS DE CONSULTA
de valor de los bienes raíces a medida que las ciudades crecían en población
y en riqueza.2 Esta plusvalía, beneficiaba, sobre todo, al patriciado de las
ciudades; éste con frecuencia se aliaba y llegaba a mezclarse con la nobleza
rural como demuestra el profesor Pirenne, en su obra Étapes de l’histoire
sociále du capi- talisme. Pero este patriciado urbano, que ganó riqueza y
poder con el comercio, parece haber desempeñado un papel menos activo en
el naciente capitalismo que los "hombres nuevos”, nuevos ricos.
O BOLSAS
<|iir las representaban. Aun los bienes raíces comenzaban a "mo VII
Izarse" gracias al desarrollo de la hipoteca.
Otro fenómeno nuevo del siglo xvi fueron las crisis financieras
Internacionales, provocadas por el desarrollo del crédito público.
En Francia, el cardenal de Tournon trató de crear una insti-
I m itin basada en el crédito público. Centralizó para beneficio del rey
todos los depósitos de los bancos lyoneses, prometiendo un interés no
inferior a un 10 %. Luego, en 1554 y también en
l. yon, se lanzó un verdadero empréstito público (el Grand partí) para
el cual hubo necesidad de recurrir a toda clase de personas, aun a las más
humildes. Hasta los criados iban a confiar •oís ahorros al Grand partí. Hubo
un verdadero furor de especulación, y los extranjeros no eran los menos
entusiastas. Los suscriptores recibían bonos u obligaciones. No tardó, sin
embargo, en ocurrir el desastre: el papel comenzó a bajar, primero un 15
%, después, en 1559, un 30 y aun un 50 %. Por el mismo tiempo, el Estado
español sufrió una crisis análoga. Estas bancarrotas afectaron gravemente
a todos los negociantes en dinero: 20 millones de ducados (dólares 50 000
000), si no perdidos, sí estuvieron gravemente comprometidos. El crédito
público se vio seriamente afectado. Las Guerras de Religión provocaron
otra grave crisis también: la decadencia de las plazas de Amberes y Lyon,
ambas ganadas en gran parte por la causa de la Reforma.
Una nueva bancarrota del Estado español, en 1575, provocó una crisis
bastante seria. Comprometió la prosperidad de las ferias españolas
(Medina del Campo, Villalón, etc..), en donde se trataban grandes
negocios y en donde los Fugger y los banqueros genoveses representaban
un papel preponderante. Esta bancarrota afectó en primer lugar a Nicolo
Grimaldi, a financieros españoles como Espinosa, a capitalistas de Sevilla
y de Burgos, así como a muchos particulares.
Se comprende que los príncipes, cada vez más necesitados de dinero,
hayan servido a la causa capitalista. El profesor Pirenne lo ha demostrado
claramente respecto a los Países Bajos.
Si los artesanos de las ciudades combatieron con tanto vigor el régimen
monárquico se debió a que éste amenazaba el exclusivismo municipal,
para el cual era, sin duda, funesto el triunfo del capitalismo. Ésta es la
verdadera significación de la revuelta de Gante en 1477 y de los
disturbios que la sucedieron. Felipe el Hermoso favoreció a Amberes, que
representaba el espíritu nuevo, sobre Brujas; y en 1500 sacrificó la
industria de géneros de Flandes y Brabante a los intereses de Amberes,
que entonces se dedicaba al lucrativo "acabado” de telas inglesas.
34 EL CAPITALISMO DE LOS TIEMPOS MODERNOS
Pero está claro que la práctica no podía obedecer a reglas tan rígidas.
Los mismos soberanos españoles, por católicos que fuesen Carlos V y
Felipe II, tuvieron que reconocer lo legítimo del interés, siempre que
fuese relativamente moderado y no excediera del 12 %. Pues ¿no fueron
ellos mismos grandes prestamistas? f-
En Inglaterra, en tiempo de los Tudor, las autoridades públicas se
vieron, asimismo, en grandes aprietos por la cuestión de los préstamos a
interés y de los cambios. Comprendieron la imposibilidad de atenerse a la
antigua concepción de la Iglesia y de seguir considerando el préstamo
como un "horrible pecado", y llegan así a la conclusión de qute lo
condenable no es pagar una suma razonable y legítima por el dinero
prestado, sino únicamente las exacciones a que el préstamo a interés
podía dar lugar. En 1545 el interés de ÍO %: fue autorizado por un decreto
real; éste fue derogado en 1552, pero entró de nuevo en vigor en 1571. Así
fue ganada en Inglaterra la causa del préstamo a interés, a pesar de la
resistencia que la Iglesia anglicana presentaba y de la oposición de un
buen número de escritores, entre ellos Thomas Wilson, cuyo Discurso sobre
la usura (1572) no hacía concesiones a las ideas nuevas. Y, sin embargo,
Wilson, comó lo hace notar Tawney, no era teólogo, sino un alto
funcionario, un magistrado culto y muy versado en cuestiones
económicas.
Hay que tener en cuenta, además, que la Reforma religiosa, sobre todo la
calvinista, contribuyó de modo decisivo al desarrollo del capitalismo y de
la concepción capitalista, como lo han demostrado los sabios alemanes
Max Weber y Troeltsch.
O BRAS DE CONSULTA
Bonzon, La banque à Lyon, aux xvi', xvü« et xviii* siècles (Rev. d’Hist. de Lyon,
1902 y 1903).
W. Ashley, An Introduction to Engtish Economie History and Theory, Londres,
1888-1893, 2 vols. (trad. franc., 1900); The Economie Organ- ization of
England, Londres, 1914 (trad. franc., 1926).
Burgon, Lije of Gresham, 2 vols.
Richard Ehrenberg, Das Zeitalter der Fugger, Jena, 1896, 2 vols.
J. A. Goris, Les colonies marchandes méridionales à Anvers, de 1488 à 1567,
Univ. de Lovaina, 1925.
Henri Hauser, Spéculations et spéculateurs au xvi« siècle (en "Travailleurs et
marchands de l’ancienne France”, Paris, 1920).
Paul Huvelin, Essai historique sur le droit des marchés et des foires, Paris, 1897.
Henri Pirenne, Histoire de Belgique, t. III; Les étapes de Vhistoire sociale du
capitalisme (Mém. de l’Acad. de Belgique, 1914).
La fuente más fecunda del capitalismo moderno radica, sin duda, en los
grandes descubrimientos marítimos que principiaron con las expediciones
de los portugueses en el Océano Indico. Portugal estableció florecientes
agencias comerciales en la India y obtuvo asiento en Java, Sumatra y las
Islas Molucas.1 Vino después el descubrimiento de América y su conquista
principalmente por España, que era, con Portugal, la mayor potencia
marítima de los pueblos del Atlántico en el siglo xvi. La apertura del
Nuevo Mundo contribuyó al desarrollo del capitalismo porque los primeros
exploradores y navegantes buscaban directamente en los países
productores: algodón, seda, especias y azúcar, artículos ya de consumo
corriente, amén de otros productos hasta entonces desconocidos, como
maderas de tinte y de ebanistería, añil, café y tabaco.
En su origen el comercio colonial consistió sobre todo, como dice
Sombart, en la expropiación de pueblos primitivos que eran incapaces de
defenderse contra las armas invasoras. Mediante verdaderos actos de
piratería, los comerciantes europeos obtenían enormes ganancias, que en
ocasiones excedían del 200
o del 300 %. No era menos lucrativa la práctica del trabajo forzado que
los europeos exigían de los indígenas en las colonias; españoles,
portugueses y holandeses, todos mostrábanse igualmente despiadados con
las llamadas razas rojas o amarillas. En toda América, pero especialmente
en las Antillas, regiones enteras quedaban despobladas de indios, al grado
que era necesario sustituirlos con negros que los traficantes importaban
de África: comercio criminal, pero que dejaba enormes utilidades. Sombart
ha dicho con justicia: “Nos hemos enriquecido porque pueblos y razas
enteros han muerto por nosotros; por nosotros se han despoblado continentes
enteros,” Hay que convenir que ésa ha sido una de las fuentes —harto
impuras, por cierto— del capitalismo.2 Hechos innumerables, cuyo detalle
sería prolijo
;i Véase A. Zimmermann, oh. cit. Bibt.
Véase Sombart, oh. cit., cap. XIII; O. Peschel, Geschichte des Zeitalter dcr
Entdackungen (Stuttgart, 1877). No se puede negar, por otra parte, cilio
una vez pasado el periodo brutal de la Conquista, los colonos españoles
hicieron muy loables esfuerzos para dar valor al inmenso Continente del
que se habían posesionado; así lo ha reconocido el gran Humboldt. Véase-
C. Pereyra, /.a obra de España en América (Madrid, 1920).
40
\ ' >'
EL GRAN COMERCIO MARITIMO 41
mencionar, demuestran que el comercio colonial y la explotación de los
indígenas acrecentaron en proporciones enormes la cantidad de capitales
que luego se esparcieron por Europa.
Por otra parte, gracias a este comercio tan lucrativo, las antiguas
prácticas comerciales se perfeccionaron, se desarrollaron otras nuevas y
se elaboró un verdadero código marítimo. Éste fue, en gran parte, obra de
los mercaderes portugueses, que fueron los primeros en explotar las
nuevas fuentes de riqueza; muchos de ellos eran de origen judío, más o
menos convertidos al catolicismo (los llamados marranos).3 Los españoles
siguieron los pasos de sus predecesores inmediatos.
3 Véase Sombart, Die Juden, etc., ob cit. Bibl.; Goris, ob. cit. Bibl. Existen,
desgraciadamente, pocas obras sobre las actividades económicas y
comerciales de los portugueses.
42 EL GRAN COMERCIO MARÍTIMO
un papel muy importante, por más que el número de sus miembros no haya
sido muy considerable (alrededor de sesenta familias en 1570); tenía dos
cónsules, con su jurisdicción consular y procedimientos rápidos y poco
costosos, muy favorables a los intereses de la colonia. El rey de Portugal
tenía, además, un representante que administraba los negocios comerciales
de su soberano. La colonia española en Amberes no estaba legalmente
constituida en "nación”; aunque no tenían jurisdicción especial como los
portugueses, gozaban en realidad de importantes privilegios. Tanto los
negociantes portugueses como los españoles representaban a importantes
casas de los países meridionales. Hasta 1550 estos agentes tuvieron un
doble carácter: eran corredores y financieros; pero hacia la segunda mitad
del siglo se estableció una diferenciación en dichas funciones.
Frances 13 o 14 millones
es 6 o7
Ingleses
Holandeses 1
.
..
Genovese
0
Hamburgues 11 o 4
s
es 12 6
Flamenco
s
46 EL GRAN COMERCIO MARÍTIMO
A partir del siglo xvi la afluencia de metales preciosos fue cada vez más
intensa. Francia, que enviaba muchas mercancías y también verdaderas
colonias de artesanos de todas clases —según lo dice Juan Bodino en su
Respuesta a las paradojas de M. de Malestroit—, fue invadida a tal grado de oro
y plata españoles, que sufrió una revolución monetaria cuyas consecuencias
fueron extremadamente graves.
Vino primero una disminución en el peso de la libra de Tours, que servía
de unidad monetaria, y esto agravó la depreciación de la moneda. El edicto
de septiembre de 1577 trató, en vano, de impedir la circulación de monedas
de otros países; las monedas extranjeras —sobre todo las españolas—
inferiores en denominación y en valor a las francesas, invadieron Francia,
mientras las monedas fracesas huían al exterior. Desatóse una desenfrenada
especulación en los cambios, que enriqueció a banqueros y financieros, e
incitó a buen número de comerciantes a dejar el tráfico comercial por el
tráfico de dinero.7
La afluencia de metales preciosos y la especulación en los cambios
provocaron un alza de precios en el siglo xvi, especialmente en su segunda
mitad. El alza se hizo sentir sobre todo en el precio de los cereales, aunque
también en muchas materias valiosas y productos manufacturados. El
precio y la renta de la tierra también aumentaron. Es difícil determinar la
amplitud de esta alza en Francia. Parece que no fue inferior a 100 % y que
puede haber llegado hasta 200 %. En vano trató la administración de poner
remedio fijando un máximo para los precios y los salarios, especialmente en
los edictos de 1544, 1567 y 1577. Sólo unos cuantos contemporáneos
comprendieron las verdaderas causas del fenómeno, entre ellos Bodino, que
publicó su Discurso sobre el aumento y la disminución de las monedas en 1568.8
Estos fenómenos no eran peculiares de Francia. El alza de precios
ocurrió en toda Europa durante el siglo xvi, especialmen
7 Véase Germain Martin, art. cit., Bibl.; A. Liautey, La hausse des prix et la
lutte contre la cherté en France au xvi' siècle (Paris, 1921); P. Ra- veau, ob. cit. Bibl.
s Véase Henri Hauser, Controverse sur les monnaies (en Travaill. et marchands
de l'ancienne France, Paris, 1920). La afluencia de metales preciosos no fue,
sin embargo, la única causa del alza de los precios; a partir de 1570 y hasta
el fin del siglo hay que tomar en cuenta las devastaciones provocadas por
las guerras de religión.
EL GRAN COMERCIO MARÍTIMO 47
Durante la segunda mitad del siglo xvi y los comienzos del xvn empiezan
también a aparecer instituciones económicas nuevas, tales como las
sociedades por acciones. Fue Inglaterra la que señaló el camino en este
campo. Es cierto que en Italia existieron desde la Edad Media las societates,
que afectaban dos formas: la sociedad en que todos los asociados
participaban en la dirección, y la otra, denominada commenda, que era
semejante a las sociedades en comandita, tales como existen actualmente
en Inglaterra (limitad partnerships).
Los Merchant Adventurers, que aparecieron a principios del siglo xv,
formaban una compañía comercial, especie de guilda como las que existían
ya en Inglaterra. Los comerciantes que componían esta asociación
traficaban cada cual por su propia cuenta; tratábase de capitales
individuales y no de capitales colectivos.
No fue sino hasta 1553 cuando cierto número de adventurers crearon la
"Corporación y Compañía de los Merchant Advenid Véase Scott, Joint Stock
Companies to 1720, t. I, 1911, pp. 78 ss.
EL GRAN COMERCIO MARITIMO 51
O BRAS DE CONSULTA
A MÉRICA
A fines del siglo xvii los mares del sur, es decir, las costas del Pacífico,
atraen la avidez de los extranjeros, sobre todo de los franceses y
especialmente de los comerciantes de Saint-Malo, que obtuvieron
pingües beneficios y en el término de unos cuantos años acumularon
más de 200 millones de libras francesas.2 Por último, el comercio de
Filipinas, que procura enormes ganancias (a veces hasta el 600 %), se
escapa en parte a la Metrópoli.
De ese modo se vio casi arruinado el monopolio comercial que
España pretendía arrogarse en sus colonias, sobre todo en el siglo xvni,
cuando los ingleses, después del tratado de Utrecht, obtuvieron el
asiento, o sea el privilegio de la trata de negros, así como el derecho a un
navio de permiso.3
Además, si los españoles dejaron perder esa fuente de riqueza, si no
supieron aprovechar para su beneficio propio sino en muy pequeña
escala los inmensos recursos de su magnífico imperio colonial, no se
debió únicamente a su incuria, a su incapacidad ni a la corrupción de
sus administradores, grandes o pequeños. Hay que tomar en cuenta
también la naturaleza misma de la penín
1 Véase Haring, ob. cit. Bibt., pp. Ili ss. y The Buccaneers in thè West Iridies in thè
vxiiith Century, Londres, 1910.
2 Véase Dahlgren, ob. cit. Bibl. y L. Vignols, art. cit. Bibt.
3 Véase Georges Scelle, La traite negrière aux Index de Castille, Paris, 1904.
54 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO
2. La POLÍTICA MERCANTIL
4 Véase H. Sée, Que faut-il penser de l’oeuvre économique de Colbert? (Rev. hist., 1926);
sino, asimismo, condición esencial del poder del Estado. El inglés Tomás
Mun, en su libro La riqueza de Inglaterra por el comercio exterior,
publicado en 1664, afirma que el enorme poder de los reyes de España y
de la casa de Austria hay que atribuirlo a los tesoros de las Indias. Y
Colbert no pensaba de otro modo.6
Este concepto mercantilista, que será vivamente combatido en el
siglo xvm por la escuela liberal, tuvo, en verdad, su razón de ser en los
momentos en que el capitalismo comercial y financiero estaba todavía
en su adolescencia y cuando el intercambio comercial entre las
potencias europeas estaba poco desarrollado, pues cada nación vivía,
por decirlo así, encerrada en sí misma. Los progresos del comercio y del
capitalismo trajeron precisamente como resultado la ruina de ese
sistema.
eran vendidas más baratas cuando el pago se hacía a través del Banco.
El Banco de Amsterdam no emitía billetes. Tampoco fue, en realidad,
una institución de crédito, aunque desde un principio hizo fuertes
anticipos a la Compañía de las Indias Orientales y aun a la
municipalidad de Amsterdamj Su capacidad financiera la revela el
hecho de que desde fines dél siglo xvn y durante casi todo el siglo xviii
sus valores en caja pasaban de 20 millones de florines. En diversas
ocasiones drenó en gran parte el numerario de Francia, principalmente
cuando la inflación de 1720 y la crisis comercial de 1763.
Así se explica que el Banco de Amsterdam desempeñara un papel tan
importante en las transacciones comerciales. "Para obtener crédito —
declara la Memoria arriba citada— era menester tener cuenta en el
Banco y pagar o recibir por su conducto, si se deseaba conservar el
crédito". En una palabra, "este Banco ha sido, sin lugar a contradicción,
el más importante que existió jamás, y no hay particular en Europa, por
poco que su comercio se extienda a estas provincias, que no tenga algún
interés directo
o indirecto en él, a menudo sin saberlo".
Se comprende que Amsterdam fuera el gran mercado financiero
mundial durante el siglo xvn y gran parte del xviii. Allí se negociaba la
mayor parte de los títulos y se fijaban los tipos de cambio. Todos los
comerciantes tenían los ojos puestos en Holanda, f Como dice Sombart
en su obra Los judíos y la vida económica, Holanda fue la que más
contribuyó a comercializar la- vida económica, a hacer que el crédito se
volviera impersonal, condición indispensable tanto para la expansión y
el triunfo del capitalismo cuanto para la formación de la mentalidad ca-
pitalista.
El ejemplo de Holanda (el Banco del Giro se creó en Venecia en 1615;
el mismo año surgió la banca en Hamburgo) muestra así la estrecha
relación que existe entre la expansión del gran & comercio marítimo y la
aparición de las instituciones más características del capitalismo:
sociedades anónimas y operaciones como la especulación sobre valores
de bolsa, compras a plazo, etcétera.10
5. La EXPANSIÓN MARÍTIMA Y COLONIAL DE I NGLATERRA
Inglaterra estaba lejos de ser en el siglo xvn una potencia ex-
clusivamente comercial, como lo era Holanda. La industria,
principalmente la de telas, ocupaba, como ya lo vimos, un lugar
io Sobre todo lo que precede véase también la Memoria de Loysen, ya citada, y
especialmente la gran colección de documentos de J. G. van Dillen sobre los bancos
holandeses. Véase, además, C. Mees: Proeve eenergeschiede- nis van het bankwezcn in
Nedertand gerundende du tijd der Republik (Rotterdam, 1836).
EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 59
importante, aunque entonces la industria lo era mucho menos para el
desarrollo del capitalismo que el gran comercio marítimo y colonial. Sin
embargo, a fines del siglo xvn un gran número de nuevas compañías
aparecieron en diversos campos, como las industrias metalúrgicas, las
textiles y las de papel.
Ya a principios del siglo xvii, Inglaterra empieza a convertirse en una
potencia colonial. A expensas de España adquirió sus primeras colonias
en las Antillas: ocupa Barbados en 1605, las Islas Bermudas en 1612,
San Cristóbal en 1622-24, y completó sus posesiones más tarde con lo
ocupación de Jamaica. La necesidad de trabajadores en las islas
azucareras llevó, como era natural, al establecimiento de la esclavitud, y
en 1618 se fundó la Compañía de Guinea para la trata de negros. Los
ingleses no pudieron fundar colonias en la América del Sur; pero en la
América del Norte fundaron, desde fines del siglo xvi, una colonia en
Virginia. Vinieron después las colonias de la Nueva Inglaterra. En 1667
Holanda cedió Nueva Amsterdam, que después se llamó Nueva York.
Desde 1606 se fundaron las Compañías de Londres y de Plymouth.
Durante la primera mitad del siglo xvii, los ingleses entran
vigorosamente en las Indias Orientales. En 1600 fundan la primera
Compañía de las Indias Orientales que, en 1662, se transforma en
sociedad anónima. Fundan en la India varias agencias: Surate, en 1609;
Madrás, en 1639; Hougly, en 1650, y Bombay, en 1665. Pero no
pudieron desplazar a los holandeses de las islas de la Sonda y de las
Molucas. Por otra parte, los disturbios políticos del reinado de Carlos I y
de la Revolución retardaron la expansión marítima y colonial de
Inglaterra, y Holanda se aprovechó de ese retardo para imponer al
mundo su dominio comercial.
Con la restauración de los Estuardo se reanudó la actividad
comercial de Inglaterra. Si las Leyes de navegación, más la de 1600 que
la de 1651, fueron acaso desfavorables a las colonias inglesas de las
Indias occidentales, permitieron en cambio a Inglaterra defenderse de la
supremacía holandesa. Entretanto su gran rival se ve debilitada en
cierto grado por las guerras de la época de Luis XIV, por la guerra de la
Liga de Augsburgo y más tarde, sobre todo, por la guerra de sucesión en
España. El Tratado de Utrecht, al finalizar la guerra española de suce-
sión (1713), marca los comienzos de la preeminencia comercial y
marítima de Inglaterra, o por lo menos la anuncia. Ya en 1708
Chamberlayne decía en su Magnce Britannice Notitia, no sin cierta
exageración: "Nuestro comercio es el más importante del mundo entero.”
Recordemos que en Utrecht Inglaterra tuvo el privilegio del asiento y del
llamado navio de permiso, concesiones que le permitieron captar parte
muy considerable del comercio
60 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO
14 Véase Philippovitch, Die Bank von England im Dienste der Finanzver- waltung des
Staates, Viena, 1885 (trad. ingl.): J. Sinclair, History of the Public Revenue of the British
Empire, Londres, 1785; Andréades, ob. cit., Bibl.
15 Por el edicto del 5 de diciembre de 1664, Colbert permitió a los gentil- hombres
hacer comercio marítimo sin perder la nobleza; el edicto de agosto
62 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO
Está claro que la evolución del capitalismo fue mucho menos rápida en
Francia que en Inglaterra y en Holanda. Una nueva prueba es el hecho
de que las sociedades por acciones fueron en Francia menos numerosas
y menos fuertemente constituidas que en aquellos países. Las fundadas
en la segunda mitad del siglo xvn fueron creadas artificialmente por
Colbert. No es, pues, de asombrar que Jacques Savary recomiende de
un modo especial la formación de sociedades en comandita, como un
medio para que las
25 Véase Dahlgren, Les relations commerciales et maritimes entre la France et les côtes de
l'Océan Pacifique, Paris, 1909.
26 Véase Gabory, La marine et le commerce de Nantes au xvii’ et au commencement du
xviii' siècle (Arni, de Bretagne, 1902, t. XVII).
27 Véase H. Sée, Les orig. de la Soc. minière de Pontpéan (Mém. de la Soc. d'Hist. et
d’Archéol. de Bretagne, 1924), y además, H. Sée, Le commerce de Saint-Malo.ob. cit. Bibl.
EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 67
Pero en los demás lugares del reino la organización bancada era muy
defectuosa; al único país a donde se podía enviar fondos directamente
era Inglaterra. Para los otros países era necesario dirigirse al Banco de
Hamburgo y, sobre todo, al de Ams- terdam, plaza que gozaba en esta
materia de una primacía incontestable. Ésta es una de las razones que
explican, según lo ha observado Hauser, por qué durante el reinado de
Luis XV “el cambio francés fue continuamente un cambio depreciado”.
30 Véase H. Hauser, Le "Parfait négociant”, de Jacques Savary (Rev. d'Hist. écon., 1925).
si Véase H. Sée, La populat. et ta vie écon. de Rennes au xviii' siècle (Mém. de la Soc.
dliist. de Bretagne, t. IV. 1923).
EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 69
32 Véase Ph. Sagnac, Le crédit de VÉtat et les banquiers... (Rev. d'Hist. mod., t. X.
1908).
70 EL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO
1 Clark, The anglo-dutch alliance and the war against french trade, Manchester,
1923.
2 Véase P. J. Blok, Van Dillen, ob. cit.
72
EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 73
3 El tonelaje de los navios seguía siendo muy bajo: 100 toneladas como promedio.
4 En 1710 las importaciones no representan más que la décima parte de los objetos
consumidos; véase Hobson, ob. cit. Bibl.
74 EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO
Así acabó la South Sea Bubble, "el fraude del mar del Sur”, y la
Compañía ha quedado como el símbolo de todas esas nuevas sociedades
por acciones y de todos los auges de la época. Las consecuencias de ese
krach no fueron, sin embargo, tan desastrosas como las de la quiebra de
Law en Francia. Unos cuantos años después resurgieron en Inglaterra
las empresas capitalistas que hicieron posible el desarrollo de muchas
ramas nuevas y fructuosas del comercio.® De este modo, [a partir del
primer tercio del siglo xvm, empiezan a manifestarse en Inglaterra todas
las características del capitalismo moderno: fiebre de especulación, de
juegos de bolsa, y crisis que siguen a periodos de prosperidad.
Fenómenos, éstos, que Holanda había conocido en el siglo precedente,
aunque en proporciones menores.7
La creación de compañías de seguros sobre bases capitalistas fue otro
de los hechos característicos! El seguro marítimo no era, naturalmente,
nuevo. Existía en Ifália desde la Edad Media; pero no fue hasta la época
de la South Sea Company, en Inglaterra, cuando las compañías por
acciones empezaron a competir con los aseguradores individuales. Se
fundaron dos compañías: la London Company y la Roy al Exchange. ¡Los
seguros de vida y de incendio aparecieron casi al mismo tiempo. En
1706 se funda la Company of London Insurers, que aseguraba contra in-
cendio, tanto fincas como mercancías, y en 1714. The Union or Doubte
Hand Fire Office. Apareció, incluso, alguna compañía que aseguraba
matrimonios. Hay que notar, asimismo, las relaciones que existen entre
el seguro y el juego o la especulación. Si el seguro es una garantía para
el asegurado, el asegurador, sobre todo en el ramo marítimo, aceptaba
un “riesgo”, como se dice ahora.'El desarrollo del seguro es uno de los
fenómenos que caracterizan el progreso del capitalismo.
Hemos visto cómo y por qué el capitalismo financiero en Inglaterra
creció en fuerza y poder. Muy pronto Amsterdam no será ya la única
plaza que disponga de un enorme stock monetario. ¡Inglaterra, a raíz del
tratado de Methuen (1703), recibió de Portugal grandes cantidades de
oro procedentes del Brasil, y constituyó con ellas fuertes reservas
metálicas; 8 y en la segunda
6 Sobre todo lo que precede, véase Scott, ob. cit. Bibl.; y L. Melville, The South Sea
Bubble, Londres, 1921.
7 Véase Sombart, Die Juden. . . , ob. cit. Bibl.
s Daniel de Foe (A Tour Through Great Britain, ed. Cassell, 1898, pá-
76 EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO
•
mitad del siglo xvm sucedió a Amsterdam como centro financiero
internacional.® Sin embargo, la organización bancada inglesa no estaba
tan desarrollada como la de Holanda: todavía a fines del siglo xviix
existían pocos bancos en provincia, aunque muchos comerciantes se
dedicaban accesoriamente a operaciones ban- carias.
11 Véanse, por ejemplo, las cartas del Abate Tamisier al Cardenal Gualterio, en
1719-1720, publicadas por Saint-Simon, en sus Memorias (ed. Boislisle, 1925, t. 37, p.
486).
12 Le syst. de Law et la prospérité du port de Nantes (Rev. d’Hist. écon., 1925).
78 EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO
13 Véanse algunos datos precisos en H. Sée, Le comm. de Saint-Malo. ob. cit. Bibl.
1 4 Véanse M. Vigne, ob. cit. Bibl., y G. Martin, L’hist. du crédit en France
sous le règne de Louis XIV (Paris, 1913), pp. 172 y 189ss.
15 Véase Necker, L’administr. des finances, 1784, t. III, pp. 236 ss.
18 Véase el edicto estableciendo la Bolsa en R. Ehrenberg, ob. cit. Bibl. (t. II, pp.
352ss.); sus disposiciones fueron reproducidas en la patente de 1771 que creó la Boisa
de Viena.
EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 79
r(s era más importante por sus operaciones financieras que por ■us
transacciones comerciales.
También en el siglo xviii se creó en Francia la primera gran compañía
de seguros, por acciones. En 1750 se fundó la Com- pagnie d’assurances
maritimes, la cual fue transformada, en 1753, en la Compagnie
d’assurances générales, que comprendía el seguro contra incendio de
edificios. El capital fijado en 1750 en
4 500 000 libras francesas, fue elevado el año siguiente a 12 millones.
Las acciones eran de 3 000 libras francesas cada una.17 La compañía,
cuyas primas eran muy moderadas para la época, hizo una despiadada
competencia a los aseguradores particulares, que abundaban tanto en
los puertos. Pero en lo tocante a seguros, Francia estaba todavía
atrasada en comparación con las potencias económicas más activas.18
Es interesante notar que la primera compañía de seguros contra
incendio no aseguraba los muebles; mientras que la segunda, creada el
6 de noviembre de 1786, bajo el nombre de Compagnie d’assurances
contre Vincendie, aseguraba los muebles, pero no las joyas ni los valores.
El seguro de vida apareció muy tarde : no fue sino hasta el 3 de
noviembre de 1787 cuando se concedió el privilegio correspondiente, por
quince años, a la "Compañía de seguros contra incendio", pero éste no
fue ejercido sino hasta 1793.19 El Comité de Mendicidad de la
Constituyente pensó en la creación de un sistema de seguro social
inspirado en un proyecto del matemático Duvillard, cuya obra,
Investigaciones sobre ¡as rentas, los préstamos y los reembolsos (1787)
mereció la aprobación de la Academia de Ciencias.20
Para tener una idea exacta de la extensión del capitalismo en el siglo
xvm, no hay que estudiar solamente París y los grandes centros
industriales y comerciales. Hay que saber que en las ciudades de
segundo orden había pocos capitales y la circulación del dinero no era
activa* Así Ives-Fr. Besnard, en sus Recuerdos de un nonagenario,
cuenta que "no se conocía entonces (hacia 1770), en Angers, ningún
banquero, ni un solo millonario en el comercio, ni aun en la nobleza”.
Las dotes mayores nunca pasaron de 20 000 libras francesas; las de 10
000 "causaban sensación”. Y agrega: "Muchos se retiran con gusto de
los negocios
17 Véase Savary des Brulons, ob. cit. Bibl., t. V, col. 1697 ss.
18 Observemos que, desde 1720, fue creada en Hamburgo una Compañía de Seguros
Marítimos. Véase Amsinck, Die Erste hamburgische Assecuranz- Compagnie und der
Actionhandel im Jahren 1720 (en Zeitsch. d. Ver. für Hamburg. Gesch., t. IX, pp. 465 ss.).
is Esta compañía daba al rey la cuarta parte de sus utilidades para el sostenimiento
de un cuerpo de bomberos en París.
20 Véase E. Blum, Les assur. terrestres en France (Rev. d’Hist. écon., 1920, pp. 95ss.);
Hamon, Hist. génér. des assur.; G. Bloch y Tuetey, Procés- verb. du Com. de mendicité; H.
Sée, Notes sur les assur..., art. cit. Bibl.
80 EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO
cuando poseen una renta de 3 000 a 4 000 libras francesas, suma que
era considerada entonces, en todo el Tercer Estado, como una fortuna
muy respetable”. En las ciudades de menor importancia, en las aldeas y
en el campo, los capitales eran todavía más escasos, y esta penuria de
capitales es lo que explica la condición de atraso de la agricultura.
6. La TEORÍA DE SOMBART
28 Véase, además, H. Sée, Note sur le comm. des Juifs en Bretagne au xviiï siècle (Rev.
des étud. juives, 1925).
26 En Der moderne Kapitalismus y en Les Juifs et la vie économique, 1911 (trad.
francesa de 1923).
27 Véase Luzac, Le richesse de la Hollande, t. II, p. 200.
«2 EXPANSION DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO
2» Véase Isambert, Anciennes lois françaises (t. XXVIII, pp. 24648). Hay también una
declaración, del 19 de marzo de 1786, ordenando que todos los negocios de los
agentes de París se traten en lugares establecidos (en número de 60); esta medida fue
provocada por “la extensión del comercio y la importancia de las negociaciones que se
realizan en nuestra capital". Ubid., t. cit., pp. 151-56.)
2« Artículos “Paper Crédit y Moneyed Interest’’, El Diccionario está basado en el de
Savary.
30 Germain Martin, La grande industrie sous te règne de Louis XV, pp. 164 ss
EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO COMERCIAL Y FINANCIERO 83
¿El alza de los precios durante el siglo xvm, sobre todo en su segunda
mitad, guarda alguna relación con la expansión del capitalismo? Cierto
que dicha alza afectó particularmente a los productos agrícolas (trigo,
carne, huevos, etc.), a las rentas rurales que a veces subieron hasta un
100 %, y, por consiguiente, al precio de la tierra.33 Y si los objetos
manufacturados bajaron ligeramente de precio, esto se debió a los
progresos de la industria. Arthur Young, en sus Viajes por Francia,
atribuye el alza de los precios al aumento de población. Pero ¿no se debe
más bien al aumento de capitales, que generalmente acarrea una baja
en el valor del dinero? Esta cuestión difícil no ha sido estudiada todavía
de una manera científica y, por el momento, tenemos que contentarnos
con hipótesis.
OBRAS DE CONSULTA
i Véase A. Girard, Une négociaticm commerciale entre VEspagne et la France (Rev. hist.,
1912, pp. 291 ss.).
85
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO
86
La afluencia de moneda acuñada y de metales preciosos se intensificó
en la segunda mitad del siglo xvn y en el siglo xvm, y el desarrollo de las
colonias españolas aumentó la demanda de artículos manufacturados
de procedencia europea. En estos momentos la industria hacía grandes
progresos en Inglaterra, y también, aunque en menor grado, en Francia.
Tampoco hay que desentendemos de los enormes beneficios del
comercio de contrabando o del comercio intérlope que, por sus
procedimientos, casi se confundía con la piratería. Este comercio, como
las correrías marítimas, era uha especie de bandidaje. El robo (Raub),
según la expresión de Sombart, parece ser una de las fuentes del capi-
talismo moderno.2
ríos eran más altos que en Europa; en el ramo textil, por ejemplo, eran
50 % más altos que en Inglaterra.
En las colonias los establecimientos fabriles eran pequeños y muy
dispersos. Con todo, a fines del siglo se nota ya cierta tendencia hacia la
concentración. En 1775 fue creada en Filadelfia la United Company of
Phitadelphia for Promoting American Manufactures. Así se forman
pequeños centros de actividades industriales en Germantown, Lancaster
y Bethlehem en Pennsylvania, y en Haverhill en Massachusetts. En
1750 se fundó en Boston una planta para la manufactura de telas, y
después de 1760, y especialmente de 1770, la tendencia hacia la
concentración tomó cierto auge en la industria textil. Los jennies hacen
su aparición en Filadelfia y en Beverly (Massachusetts), pero la industria
textil en las colonias estaba muy atrasada en comparación con la de
Inglaterra, pues este país prohibió la exportación de maquinaria a
América.5 Pero el tardío desarrollo industrial de las colonias inglesas se
debió menos al sistema mercantil que a las condiciones generales de su
evolución económica. El comercio, más que la industria, atraía las
actividades de los colonos ingleses. El comercio se multiplicó
enormemente entre 1700 y 1774: diez veces, según Burke.
La metrópoli se esforzó por obtener de este comercio el mayor
beneficio posible y de reservarse para sí la mayor parte. Pero no lo pudo
lograr, pues el 40 % de las importaciones coloniales y el 45 % de las
exportaciones correspondían a otros países distintos de Inglaterra,
principalmente las Indias Occidentales, Nueva Escocia, Terranova y
otros de Europa y Asia.
Como puede verse, el cuadro siguiente, correspondiente al año de
1769, es bastante significativo, pues revela la gran importancia del
comercio con las Indias Occidentales, en el que representaba un
elemento considerable el comercio con las Antillas francesas, emporio de
azúcar y melaza a bajo precio- La competencia de las Antillas francesas
explica por qué los productores
Comercio de las Colonias de América del Norte 1769 (en libras esterlinas)
® Sobre esta cuestión, véase Víctor S. Clark, History of Manufactures in the United
States, Washington, 1916, y Carrol D. Wright, ob. cit., al final del capítulo.
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO 91
6 Véase A. M. Schlesinger, ob. cit. Bibl.; C. H. van Tyne, The Causes of the War of
indep., Nueva York, 1922; H. E. Egerton, The Causes and Charact. of the Am. Rcv., Oxford,
1923; H. L. Osgood, ob. cit. Bibl.; H. Hauser, De quelques aspec.ts de la Rev. Am. (La Rev.
Franc., 1921, t. 74); James T. Adams. Revolutionary New England, Boston, 1923.
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO
93
Los colonos franceses de las Antillas, aunque menos independientes
que los ingleses, fueron, sin embargo, menos pasivos que los criollos
españoles. Reclamaban con bastante energía su derecho de traficar
libremente con los extranjeros. Su azúcar y melaza podían ser vendidos
con ventaja a las colonias inglesas de la América del Norte; necesitaban,
por otra parte, maderas, harina y pescado, artículos que podían
comprar a mejores precios en el continente vecino que en Francia. Estas
condiciones explican ’ el fracaso de la política comercial de Colbert en
las Indias Occidentales.7 La pérdida del Canadá y la Luisiana reforzaron
las demandas de los antillanos franceses respecto a su derecho de
seguir traficando con la América del Norte, y se recurrió al contrabando
para salvar los inconvenientes de la legislación existente. A fin de
cuentas, el gobierno se vio obligado a ceder gradualmente: después de
1763, Choiseul autorizó a los ingleses, a pesar de las reclamaciones de
los armadores franceses, a importar bacalao a las Antillas francesas,
mediante un impuesto de 8 libras francesas por quintal. Luego, el
decreto del Consejo de 1784 permitió a los barcos extranjeros tomar
carga en algunos puertos de las colonias francesas, con gran disgusto
de los armadores de la madre patria, para los cuales el comercio con las
"Islas de América” representaba una gran fuente de riqueza.
Se ve, pues, que los colonos de ambas Américas se oponían
unánimemente al antiguo sistema colonial, mientras los negociantes de
los diversos países del Viejo Mundo hicieron todo lo posible para
destruir los monopolios que favorecían a sus rivales, tratando de
conservar, sin embargo, los instituidos en favor de sí mismos. Este
conflicto provocó la rebelión de las colonias inglesas y españolas, y
aparecieron en el Nuevo Mundo repúblicas jóvenes llenas de promesas
para lo porvenir.
Este gran acontecimiento —uno de los más importantes de toda la
historia— estuvo en preparación durante siglo y medio, y fue provocado
por la revolución económica de los pueblos civilizados y por los
progresos del capitalismo, a los cuales dio el primer impulso el gran
comerció marítimo. El sistema colonial, adoptado desde el siglo xvi con
más o menos rigor por todas las potencias marítimas, tiene sus raíces
en el capitalismo comercial, en el deseo de todas las naciones de
procurarse productos tropicales y sobre todo metales preciosos, que
eran considerados como la fuente misma de la riqueza.
Lai afluencia de metales preciosos y el aumento de los stocks
monetarios tuvieron, sin duda, un papel enorme en la formación del
capitalismo moderno; así se explica la importancia mundial de plazas
como Cádiz, a donde llegaba el oro y la plata del Nuevo
OBRAS DE CONSULTA
1 Sobre este punto véanse las interesantes observaciones de Charles Ballot, con
referencia especial a la industria de la seda (L’introduction du machinisme, París, 1923,
pp. 300 ss.)
97
98 LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL
2 Véase W. Ashley, Ecort. Org. of Engl., ob. cit. Bibl., pp. 140 ss.; E. Lip- son, Hist. of the
Woolen and Worsted Ind., ob. cit. Bibl.; H. Heaton, Yorkshire Worsted and Woolen Industry,
Oxford, 1920.
3 Postlethwait, Univ. Diction. of Trade and Comm, (1775), art. Manufacturera.
100 LOS ORÍGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL
'i
En la bonetería la industria cae bajo el capitalismo comer- ' cial sobre
todo por la introducción y el uso de los telares, cuyo precio era muy
elevado (300 a 400 libras francesas). Por doquiera los grandes
comerciantes-empresarios tienen a sus órdenes a los maestros
operarios: a fines del "Antiguo régimen", en Lyon, 48 mercaderes
empleaban a 819 maestros operarios y, en Orleáns, 55 mercaderes a 260
maestros. 7 És significativo el hecho de que estos comerciantes-
empresarios, aun cuando se trate de una fabricación dispersa, pudieran
llamarse con derecho manufactureros. El vocablo manufactura era a
menudo sinónimo del ^ictual industria, que sólo se empleó rara vez en el
siglo xix. 1 Así se decía, por ejemplo, "la manufactura del lino de
Rennes"; pero cuando se trataba del trabajo propio de los artesanos se
usaba el término "artes y oficios" (arts et métiers).«
4. L AS MANUFACTURAS
i Véase G. Unwin, The ittd. Org., ob. cit. Bibl., pp. 172 ss.
104 LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL
8 Véase Ch. Ballot, ob. cit., Bibl., pp. 297 ss. y Élie Reynier, La soie en Vivarais,
1921.
* LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL 105
Quien estudie el siglo xvm verá claramente que las empresas que
adoptaron la forma capitalista no fueron las industrias en las que el
maquinismo se había desarrollado más, sino aquellas que por su
naturaleza misma son las más costosas. La industria minera y sobre
todo la del carbón, nos ofrecen un ejemplo evidente. En un principio las
minas francesas fueron explotadas por sus dueños o por pequeños
empresarios, pero con tal deficiencia que el Gobierno, por decreto de
1744, decidió que ninguna mina fuera explotada sin concesión real. Los
dueños y los pequeños empresarios se veían a menudo desposeídos en
beneficio de extranjeros y principalmente de grandes compañías, como
la de
LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL 107
11 Véase Ch. Ballot, ob. cit. Bibl., pp. 133 ss„ 284, 282, 132.
LOS ORIGENES DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL 109
O BRAS DE CONSULTA
J
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX 113
mentos por 239 millones, y en 1840 por 251, y los bancos de provincia
lo hicieron por 60; en 1848, el Banco de Francia descontó 288 millones
en documentos y los otros bancos 90.
La “Alta Banca”, y particularmente la casa Rothschild, se ocupaba,
sobre todo, de empréstitos al Estado.14 Estos empréstitos, que eran
difíciles de conseguir aun a principios del siglo xix (recuérdense los
trabajos que pasó Prusia, deudora de Napoleón, para obtener préstamos
en Holanda),15 se multiplicaron en el curso del siglo y contribuyeron
notablemente al progreso del capitalismo financiero. Las grandes
instituciones de crédito: el Crédit Mobilier, el Comptoir d’Escompte y el
Crédit Lyonnais, no se crearon ni desarrollaron hasta la segunda mitad
del siglo. La Bolsa también aumentó en actividad, sobre todo gracias a
las especulaciones, provocadas por las compañías ferroviarias. Pero
todavía estaba lejano el día del triunfo del capitalismo financiero.
Bajo la Monarquía de Julio progresó grandemente la publicidad
comercial. Calculando las ganancias que obtendría de los "anuncios”,
Emilio de Girardin tuvo la idea de crear un periódico barato; en 1836
constituyó, para publicar La Presse, una sociedad por acciones, con un
capital de 800 millones (las acciones valían 250 francos cada una). El
mismo año fue creado Le Siècle, con un capital de 600 millones (acciones
de 200 francos). La Presse tuvo bien pronto 20 000 suscriptores. La
"industrialización" de la prensa constituyó una verdadera revolución: Los
demás diarios siguieron el ejemplo y, de 1836 a 1845, solamente en
París se fundaron 1 600 periódicos.16
ció (la Société générale pour favoriser le commerce et l'industrie), que fue de
gran utilidad. Cuando Bélgica se emancipó a partir de 1830, el progreso
económico se aceleró todavía más.
El Banco de Bélgica, fundado en 1835, servía ante todo como
cobertura a las especulaciones reales, pero pronto iba a aumentar
notablemente las fuerzas capitalistas del país. Hacia 1850 se pudo ya
predecir que Bélgica sería uno de los centros del capitalismo europeo.18
18 Véase Ch. Terlinden, La politique économique de Guiltaume Ier. roi des Pays-Bas,
en Betgique (1814-1830) (Revue Historique, enero, 1922).
is I-í C. M. Wendel, The evol. of Ind. Freedom in Prussia (1845-1849) Nueva York,
1921.
118 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX
civilisât, russe (trad. franc., 1901); E. Schkaff, ob cit. Bibl.; A. Leroy-Beaulieu, L’Empire
des tsars et les Russes, 1881-1889.
EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX 119
CAPITALISMO
26 Véase H. Sée, Tm vie écon. de la France sous la mon. censit., ob. cit. Bibl.;
Demangeon, L/j Picardie, ob. cit. Bibl.; y las obras de Si on y de Musset, cit, en la p.
100, n. 4.
27 Sobre lo anterior, véase también H. Sée, Esquisse d'une histoire du régime
agraire, 1921.
2* N S. B. Gras, ob. cit. Bibl Hoy, por el contrario, no hay agricultura «que esté más
influida por tos mercados comerciales y por el capitalismo.
29 Véase Michel Augé-Laribé, L’évolution agricole de la France, 1912.
122 EL PROGRESO DEL CAPITALISMO EN EL SIGLO XIX
8, C ONCLUSIÓN
1 Sobr." lo que sigue, véase H, Sée, L’evol. du régime agraire en Arigl., art cit.
Bibl.
2 Véase Tawney, The Agrar. Problem, ob. cit. Bibl. En los Países Bajos, en el siglo xvi,
3 Louis Moffit, England on the Eve of the Industrial Revolution, Londres, 1925. El
profesor Clapham, en su historia económica de Inglaterra (ob. cit. Bibl.), ha mostrado
que, en el periodo de 1815 a 1850, todavía no había desaparecido completamente la
pequeña propiedad.
* The Complete Engtish Tradesman, p. 74. Es interesante notar que las evicciones
agrarias y la despoblación de los campos determinaron un fuerte movimiento
migratorio que contribuyó a la expansión colonial inglesa.
126 LAS REPERCUSIONES SOCIALES
i Véase H. Sée, Esquisse d'une histoire du régime agraire, pp. 249 ss. s Hay que
observar que, en el siglo xvm, los fisiócratas, partidarios de la eran propiedad, estaban
en favor de la abolición de la esclavitud y de loa derechos señoriales; lo mismo se
puede decir de Arthur Young (Voyages en France, passim).
9 Véase Eugène Schkaíf, La question agraire en Russie, Paris, 1922.
128 LAS REPERCUSIONES SOCIALES
4. La CUESTIÓN OBRERA
Cuando los artesanos cayeron bajo la dominación de los empresarios
capitalistas, sobre todo en la industria textil, contribuyeron a formar la
clase de los obreros asalariados. Muchos obreros campesinos
engrosaban las filas del proletariado urbanoí Este último cambio fue
más lento y menos intenso en Francia que en Inglaterra; porque nunca
hubo en Francia un movimiento semejante al creado por el sistema de
endosares, que despobló los campos ingleses, y porque en Francia la
pequeña propiedad rural se mantuvo. En Francia, como en Inglaterra, la
gran industria capitalista creó un abismo, a menudo infranqueable,
entre ' la clase de los patronos y la de los empleados. La clase obrera
empieza entonces a tener una conciencia más clara de sus intereses
colectivos, cosa imposible en la época en que el maestro y el artesano
hacían más o menos la misma vida y cuando entre las diversas clases
industriales no existían separaciones tan rígidas. Bajo el nuevo régimen
los trabajadores tuvieron que organizarse para defender sus intereses
de clase. Este movimiento ocurrió mucho antes en Inglaterra que en
Francia, porque la transformación industrial era más avanzada en
Inglaterra y afectaba a masas de población más densas. El problema del
día no era, como en .1789, la cuestión campesina, sino la cuestión obrera.
El empleo de ios niños y las mujeres en la industria fue una de las
consecuencias más evidentes de la revolución económica. En Inglaterra
el empleo de los niños ocurrió mucho antes que en el continente, y los
abusos eran tan flagrantes que, ya en 1802, se votó una ley para
reglamentar el trabajo de los niños. En Francia el empleo de los niños
(limitado en un principio a los niños asilados) se generalizó en la
industria algodonera durante la época napoleónica.14 El trabajo de las
mujeres en las fábricas vino también en Francia más tarde que en
Inglaterra. Estos fenómenos son ya una consecuencia dire a de la
creación de la gran industria capitalista: los fabricantes encontraban
ventajoso emplear mujeres y niños, cuyos salarios eran inferiores a los
do los hombres.
Los obreros fueron, en general, hostiles a la transformación industrial
y, sobre todo, a la introducción de las máquinas. En Inglaterra esta
hostilidad se mánifestó enérgicamente en los últimos veinte años del
siglo xvm y en los primeros del xix. Con frecuencia eran destruidas las
máquinas, y en 1811-12 sobrevinieron los graves desórdenes del
movimiento Luddita. En Ruán, (Francia), un motín popular destruyó en
julio de 1789 el establc-
nos no han desaparecido del todo. Por grandes que hayan sido los
progresos del capitalismo, su triunfo no Jia sido tan completo como lo
imaginó Carlos Marx. Aun en lós países en donde la evolución
capitalista es más avanzada subsisten rasgos de la antigua organización
del trabajo.
Ésta es una de las reservas que hay que hacer a la concepción
marxista. El estudio de los hechos revela otras. Si, en general, la
conciencia más clara que tiene la clase obrera de sus intereses
colectivos es consecuencia de la concentración industrial, no la ha
adquirido ni tan rápida ni tan plenamente como lo pretende la doctrina
marxista. En Inglaterra, ya desde 1839, las trade unions habían perdido
todo interés en el movimiento cartista.23 Uno de los delegados a la
reunión de Birmingham hacía constar:
El cartismo sólo pudo obtener unanimidad entre los grupos de
obreros peor pagados. Los que ganan 30 chelines a la semana no
se preocupan por los que ganan 15. y éstos, a su vez, se
preocupan muy poco de los que ganan 5 o 6. Existe una aristo-
cracia entre los trabajadores como la que hay en ei mundo
burgués.
Con razón observa Halévy que el movimiento cartista —"que no fue
más que una rebelión del hambre”— no procedió de ninguna ideología
socialista.
En fin, hay que observar que en la primera mitad del siglo xix el
florecimiento de las doctrinas socialistas fue mucho menos vigoroso en
Inglaterra —donde la "revolución industrial” fue precoz, intensa y
acompañada de perturbaciones sociales— que en Francia, en donde el
capitalismo industrial apareció más tarde y con menos vigor. ¿No fue la
persistente agitación sobre cuestiones sociales en Francia continuación
del admirable movimiento ideológico del siglo xvm? Es también muy
importante hacer notar que, en Francia, la propaganda socialista de
mediados del siglo xix tuvo sobre todo éxito entre los obreros
parisienses de la pequeña industria y de las industrias de lujo, cuya
condición apenas había cambiado desde el "Antiguo régimen”,24
mientras que los obreros de la gran industria se mostraron refractarios
a las nuevas doctrinas.
Las repercusiones sociales del capitalismo no pueden representarse
con fórmulas tan rígidas como lo piensa la ortodoxia marxista. Hay que
reconocer la influencia de las ideas y no tomar demasiado a la letra el
"materialismo histórico”. Si el triunfo del capitalismo ha hecho posible la
constitución de partidos de clase, como los partidos socialistas, ello se
debe en parte, y
O BRAS DE CONSULTA
I
De lo que precede se ve con claridad que, aunque la acumulación de
capitales es condición necesaria para crear una sociedad capitalista, la
simple existencia de ellos no basta para crearla; se desprende, además,
que dicha acumulación se ha debido, sobre todo, al comercio, muy
particularmente al comercio en gran escala.
Ya en la Edad Media, a raíz de las Cruzadas, el comercio con el
Oriente canalizó hacia la Europa occidental una masa relativamente
considerable de capitales, especialmente a las grandes ciudades
italianas, en donde aparecieron los primeros síntomas de la organización
capitalista.
Pero Italia no podía guardar para ella sola estas riquezas y se
estableció una corriente internacional de cambios, principalmente hacia
el noroeste de Europa. Los efectos de esta nueva influencia económica se
sintieron bien pronto en los Países Bajos» en donde el capitalismo
naciente se implantó desde los primeros momentos.
Sobre las rutas principales de este movimiento de cambios se
establecieron las grandes ferias, cuyo tipo característico lo ofrecen las de
Champagne. En estas ferias los primeros objetos de intercambio fueron
mercancías. Pero el simple trueque no cuadraba sino a épocas
completamente primitivas. Para la compra y la venta era menester el uso
de la moneda. Sin embargo, la diversidad de éstas era tal que hubo de
formarse una categoría de comerciantes dedicados exclusivamente al
cambio: los cambistas. De sus operaciones se derivó el cambio
internacional como hoy lo conocemos. No mucho después apareció la
letra de ■feria, que no tardó en dar origen a la letra de cambio, pues las
liquidaciones de cuentas no podían hacerse únicamente al contado, sino
a plazos. Más importante todavía, como lo ha demostrado Huvelin, es la
extinción de las deudas por compensación de letras de cambio vencidas
en las ferias. Este sistema (cambio de partes o scontration) era ya una
especie de operación de clearing house.
Así, el capitalismo comercial dio por fuerza nacimiento al capitalismo
financiero, el cual contribuyó a una nueva acumulación de capital al
provocar una circulación más activa de mercancías y dinero. Entró luego
en juego otro elemento que Som- bart ha esclarecido admirablemente:
las necesidades de dinero cada vez mayores de los grandes principados y
monarquías. Sus empréstitos enriquecieron a todos los que se dedicaban
al co-
137
138 CONCLUSION
II
Pero Amberes no era más que una isla en una sociedad fundada
principalmente sobre la propiedad de la tierra, y aun en Amberes las
operaciones financieras sólo alcanzaban cifras que hoy nos parecerían
casi irrisorias.
Era necesaria una nueva afluencia de riquezas Y ésta vino con los
grandes descubrimientos, con la conquista del Nuevo Mundo por las
potencias de la Europa occidental. A partir del siglo xvi el gran comercio
marítimo y colonial desbordó sobre los mercados de Europa una masa
enorme de capitales, representados por los preciosos productos
tropicales, los del Extremo Oriente y sobre todo por el oro y la plata. Otro
punto de gran importancia es que este gran comercio marítimo y colonial
provocó la creación de las primeras sociedades por acciones —prin-
cipalmente las compañías (la inglesa y la holandesa) de las Indias
Orientales— que dieron singular incremento' al capitalismo y poderosos
medios de acción para la explotación de nuevos mercados y nuevas
fuentes de abastecimiento.
Así, el capitalismo aparece en un principio bajo su forma co
CONCLUSION 139
140 CONCLUSION
3 Las relaciones comerciales tan intensas entre Venecia, Génova, Pisa y Florencia con
el Oriente, tan intensas sobre todo a partir de las Cruzadas, no sólo contribuyeron a la
acumulación de capitales, de donde procede la primera eclosión del capitalismo, sino que
también obraron inmediatamente sobre el pensamiento y el arte italianos. Véase A.
Renaudet, Les influences orientales dans la “Divine Comédie" et dans la peinture
toscane (Revue de Synthèse Historique, diciembre de 1925).
año III, París, 1930. Histoire économique de la France, 2 t., Paris, 1935.
F, Simiand, Récherches anciennes et nouvelles sur le mouvement des prix en
France de 1500 a 1800, Paris, 1932.
Werner Sombart, Des moderne Kapitalismus, 4- ed., Berlín, 1922, 4 vols,
(trad, franc, e ital.) ; Die Juden und das Wirtschaftsleben, Leipzig, 1911,
trad, ingl., 1913; trad, franc., 1913); Der Bourgeois, Leipzig, 1913
(trad. ingl. The Quintessence of Capitalism, Londres, 1915; trad, franc.,
1925).
Jakob Strieder, Zur Genesis des modernen Kapitalismus, Bonn, 1903,
Leipzig, 1904; Studien zur Geschichte Kapitalistischer Organisa-
tionsformen (Monopole, Kartelle und Aktiengesellschaften) im mittelalter
und zu Beginn der Neuzeit, 2* ed., Munich, 1925.
E. V. Tarlé, L'industrie dans les campagnes en France à la fin de VAncien
Régime, Paris, 1910.
Richard H. Tawney, The Agrarian Problem in the Sixteenth Century,
Londres, 1912.
George M. Trevelyan, British History in the Nineteenth Century, Londres,
1922.
Ernst Troeltsch, Die Sozialen Lehren der christlichen Kirchen und Gruppen,
Tubinga, 1912.
George Unwin, The Industrial Organization in the xvith and xviith Centuries,
1904; Samuel Oldknow and the Arkwrights, the Industrial Revolution at
Stockport and Marple, Londres, 1924.
A. P. Usher, An Introduction to the Industrial History of England, Boston,
1920.
Marcelin Vigne, La banque à Lyon du xv* au xviii' siecle, Paris y Lyon, 1902.
Léon Vignols, Le commerce interlope français à la mer du Sud au début du
xviii» siècle (Revue d'Histoire Économique, 1925).
Max Weber, Die protestantische Ethik und der Geist der Kapitalismus, 1904-
1905 (reim, en Gesammelte Aufsätze zur Religionsoziologie, Tubinga,
1920-1921).
Thomas Wilson, A discourse upon Usury (1572), editado con una excelente
introducción por R. H. Tawney, Londres, 1925.
Georges Yver, Le commerce et tes marchands dans l’Italie méridionale au
xiiie et au xiv* siècles, Paris, 1903.
A. Zimmermann, Die Kolonialpolitik Grocc Britanniens, 2 vols., Berlin,
1898; Die Koloniatpolitik der Niederländer, Berlin, 1903.
Heniy Weber, Le Compagnie des Indes Orientales, Paris, 1904.
INDICE
Introducción ...........................................................................
i
1. Destrucción progresiva del monopolio comercial de España en
América, 52; 2. La política mercantil, 54; 3. Predominio comercial
y financiero de Holanda, 55; 4. La Compañía Holandesa de las
Indias Orientales y el Banco de Amsterdam, 56; 5. La expansión
marítima y colonial de Inglaterra, 58; 6. Progresos del capitalismo
financiero en Inglaterra, 60; 7. El papel relativamente secundario
de Francia, 61; 8. Expansión del comercio marítimo y colonial de
Francia, 63; 9. Deficiencia de la organización financiera en
Francia, 66; 10. Los financieros franceses y sus operaciones, 68.
Conclusión.............................................................................. 137