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HISTORIA DE LA FARMACIA Y METODOLOGIA CIENTIFICA

1º Grado en Farmacia

Facultad de Farmacia
Universidad de Alcalá

Reservados todos los derechos.


No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
HISTORIA DE LA FARMACIA

UNIDAD TEMÁTICA II: HISTORIA DE LA FARMACIA Y FUNCIÓN SOCIAL DE LA


FARMACIA.

Tema 9: Precedentes de la farmacia en el mundo antiguo

La práctica farmacéutica en la prehistoria


Todas las sociedades se enfrentan al hecho de la enfermedad, consustancial a la propia
vida de cada ser humano. De ahí que en toda sociedad surja un conjunto de prácticas para curar o
aliviar la enfermedad e incluso prevenirla; en paralelo, surgen también conjuntos do prácticas que
intentan promover la salud. A este conjunto de prácticas en torno a la salud y la enfermedad
llamamos medicina.
Una de las prácticas médicas más frecuentes es la utilización de sustancias curativas o
lenitivas, que los humanos extraen y procesan de su entorno. A estas sustancias se les suele llamar
medicamentos o fármacos.
La palabra “fármaco” deriva del griego φάρμακον (phármakon), que significa
básicamente “remedio para una enfermedad”. La palabra “farmacia” por supuesto se relaciona
directamente con aquella. El uso de fármacos, en todo caso, está documentado mucho antes de la
civilización griega.
Las especies humanas en la Prehistoria, sin duda, utilizaban ya productos de su entorno,
como plantas o suelos, para intentar curar sus enfermedades. En estos, actuaban como otras
especies animales en las que se han descrito casos de la llamada zoofarmacognosia. El aspecto
adaptativo de la automedicación animal parece evidente, aunque el proceso evolutivo que conduce
a este comportamiento es todavía poco conocido y objeto de controversia.
El uso de plantas medicinales está atestiguado con pruebas moleculares de los restos de
la placa dental, por ejemplo, en el caso de los neandertales de Sidrón (Asturias).
En periodos más redientes, se ha mostrado la amplitud cronológica del uso de la
castañuela (Cyperus rotundus) por humanos de nuestra especie en una región de Sudán. Esta
planta, emparentada con el papiro y la chufa, tiene valor alimenticio y una probada acción anti-
cáries, correlacionada con una baja incidencia de esta patología en los restos humanos de los
yacimientos estudiados, datados a lo largo de al menos 7000 años, entre el Paleolítico superior y
el Neolítico.
Por otro lado, se han documentado varios yacimientos paleolíticos con acumulaciones de
plantas de diversas especies, con principios activos con propiedades terapéuticas, que indican
probablemente un acarreo y almacenamiento deliberado (difícilmente se explicaría a partir de los
patrones de distribución de esas especies).
Casos así indicarían que, a partir de ciertos momentos de la Prehistoria, el uso de fármacos
por los humanos adquirió un componente cultural complejo, tal vez asociado a la aparición de
individuos en las comunidades humanas con atribuciones especiales en el dominio de las fuerzas
de la naturaleza. La conexión del uso de fármacos, incluidas sustancias que alteran la conciencia,
con las ceremonias religiosas y los rituales mágicos se configuraría, pues, en épocas muy
tempranas de la historia de la humanidad.

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Las medicinas empírico-creenciales
La frontera entre experiencia clínica (incluida la administración de fármacos), magia y
religión es inconscientemente en la Prehistoria como también en múltiples manifestaciones de la
medicina que atraviesan la historia hasta nuestros días.
La medicina prehistórica era empírica-creencial, y continúan siéndolo las de algunos

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pueblos aborígenes que aún perduran en nuestros días. Pero es que también en las sociedades
modernas coexisten medicinas de este tipo (folk-medicinas) con la medicina racional académica,
en los que es una típica manifestación de pluralismo médico.
Muchas folk-medicinas adoptan elementos de la medicina científica moderna, tanto en
las explicaciones y lenguaje, como en la parafernalia externa.
Interpretación y tratamiento de las enfermedades en las civilizaciones antiguas:
Las llamadas medicinas arcaicas eran también de
carácter empírico-creencial. Eran aquellas desarrolladas en
las primeras sociedades urbanas, que además estaban ya
dotadas de escritura, mostraban economías abiertas, tenían
un cierto nivel de administración para el ejercicio de poder,
formulaban normas legales, etc. (en resumen, los grandes
imperios).
Las primeras civilizaciones de este tipo son
Mesopotamia y Egipto, surgidas en torno al comienzo del
tercer milenio a.e.c., seguidas por la civilización del valle del Indo, algo posterior. Se trata de
civilizaciones fluviales, pues vienen propiciadas por una intensificación agrícola asociada a
grandes ríos. En estos contextos se escriben los primeros textos conocidos de carácter médico,
con ejemplos importantes en las dos primeras.
MESOPOTAMIA:
En la medicina mesopotámica la enfermedad se liga a la acción de los dioses. La propia
palabra para enfermedad (shertu) significa también pecado, cólera divina y castigo.
La práctica médica estaba ligada a la casta sacerdotal, pues era una acción religiosa. El
diagnóstico se basaba normalmente un interrogatorio ritual al paciente, para así averiguar la
impureza moral o pecado que causaba la enfermedad, al permitir que un demonio invadiera el
cuerpo.
Los tratamientos incluían plegarias, sacrificios a los dioses, penitencias y, muy
notablemente, exorcismos para la expulsión de esas entidades maléficas o demonios patogénicos.
Había también tratamientos no rituales complementarios subsidiarios de los anteriores,
como baños, masajes, algunas intervenciones quirúrgicas y, desde luego, la administración de
algunos fármacos de origen diverso.
El estudio de las tablillas de arcilla donde se inscribían las listas de productos terapéuticos
a entender la existencia de varios centenares de remedio vegetales, animales, y minerales,
preparados de muy diversas formas: lociones, píldoras, etc.
La práctica médica, especialmente en su vertiente quirúrgica, contó con regulaciones
estrictas en los códigos legislativos.

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EGIPTO:
Las fuentes principales de la medicina del Antiguo Egipto corresponden a un conjunto de
papiros, los más importantes de los cuales son el Edwin Smith y el Ebers, ambos de un torno al
S. XVI a.e.c., pero que reproducen información de textos más antiguos.
El papiro Smith contiene un tratamiento quirúrgico incompleto, que se ocupa

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fundamentalmente de heridas, fracturas y dislocaciones. Es un escrito en el que no hay apenas
referencia a cuestiones mágico-religiosas, en buena medida porque se ocupa de alteraciones de
origen traumático y, por tanto, una causa material reconocible.
El papiro Ebers, mucho más largo, es una especie de enciclopedia médica. Buena parte
de su contenido hace referencia a enfermedades internas y su terapéutica. Hay prescripciones para
enfermedades de los ojos, la piel y las extremidades, y consideraciones sobre dolencias
específicamente femeninas, higiene y algo de cirugía.
El contenido mágico-religioso es explícito, con una invocación preliminar a los dioses y
diversas oraciones y ensalmos para tratar a los pacientes. La etiología de las enfermedades
internas está ligada parcialmente a causas ambientales (el viento como portador de mismas, la
mala alimentación, los parásitos, etc.) con espacio también, sin embargo, para las maldiciones
propiciadas por los dioses o por los seres humanos.
Los tratamientos mediante fórmulas rituales se complementan con indicaciones
terapéuticas basadas en la administración de numerosos fármacos, de origen vegetal (por
ejemplo, tomillo, acacia, camomila, incienso, mirra, ricino, mandrágora, etc.), animal (miel,
sangre, bilis, huesos, etc.) y mineral (alumbre, sosa, arcilla, potasa, etc.). Sobre este último
aspecto, el control de los yacimientos de estas sustancias era importante. Había rutas controladas
por estamentos gubernamentales para garantizar el aporte de estas sustancias minerales (que no
solo eran de interés farmacéutico). Se han registrado unos 700 fármacos distintos, la mayoría
citados en el papiro Ebers.
Se prescribían preparados compuestos bastante complejos (en un caso, con 37 componentes),
presentados bajo numerosas formas de administración (desde polvos para fumigaciones a
supositorios, pasando por pociones, tisanas, píldoras, electuarios1, colirios, etc.). La complejidad
de los preparados, que incluían junto a los fármacos activos el uso de excipientes y vehículos
diversos (desde leche hasta excrementos), hace pensar en el concurso de artesanos especializados
en su confección y conservación, así como para la recolección de los componentes, siempre bajo
la supervisión de los médicos.
Es posible que los médicos se auxiliaran de personal específicamente dedicado a la
preparación de medicamentos. El mundo egipcio médico ya es jerárquico, puesto que hay una
diferenciación social importante de ocupaciones sanitarias.

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electuarios: forma de preparación de los fármacos que envuelve un vehículo de administración
muy azucarado (como la miel), en el que se suspenden determinados principios activos
normalmente de origen vegetal. Estos electuarios fueron muy comunes en la
medicina/farmacología antigua, principalmente porque la miel garantiza unas muy buenas
condiciones de preservación de los principios activos

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En Egipto hubo diferentes grupos implicados en la práctica médica: sacerdotes que
desarrollaban determinados rituales; los llamados “sacerdotes de Sekhmet”, especializados en
procedimientos diagnósticos; y los swnw, ocupación laica asociada a la de escriba y que
desarrollaba los aspectos más prácticos de la medicina (incluidos, seguramente los fármacos), que
aprendían en centros específicos, las llamadas “casas de la vida”, que eran centros de formación
médica, que van más allá de la transmisión familiar o de maestro/discípulo, y donde también se

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depositaban aquellos papiros y documentos con información médica. A estas “casas de la vida”
también llegaban enfermos, para que los aspirantes a médicos pudieran realizar sus prácticas
(supervisadas por médicos, por supuesto). Lo interesante de estos lugares es que ya hay un control
y una regulación de la enseñanza.
Sobre los papiros, que haya muy pocos de carácter médico, no significa que no existieran.
En cambio, hubo gran cantidad de ellos, sin embargo, es el hecho de que fueran papiros lo que
explica que hayan desaparecido. Si bien tiene muchas propiedades ventajosas (como ligereza,
flexibilidad, capacidad de acumulación) tiene una vida corta al estar hechos de fibras de plantas.
En general, hay una presencia social importante de la medicina en Egipto y los sanadores
tenían un importante reconocimiento público. Cabe destacar que también hubo mujeres en el
ejercicio médico en Egipto.
Imhotep: médico y arquitecto que ocupa el máximo nivel durante la era del faraón Zoser. Con el
tiempo se convirtió en el dios de la sabiduría y la medicina (o, según algunas fuentes, dios de la
ciencia, la medicina y la arquitectura). Esto nos indica el alto estatus social que la práctica médica
llegó a tener en Egipto.
Las primeras medicinas racionales:
Hacia mediados del primer milenio a.e.c., aparecen en diversos ámbitos geográficos
(Grecia, el norte de la Indica, los valles de los ríos Huang-he y Wei en China) tendencias de
interpretación racional de los hechos naturales. En relación con dichas tendencias, surgirán las
primeras medicinas racionales o medicinas de las civilizaciones clásicas.
Las medicinas racionales excluyen las interpretaciones mágicas o religiosas y someten la
acumulación de experiencia (componente empírico) a unos principios teóricos. Se trata de
sistemas médicos que tratan racionalizarse, excluyendo interpretaciones que envuelvan
componentes mágico-religiosos por un lado y además se intenta construir teorías (médicas,
fisiológicas, de la constitución orgánica, etc.). En todo caso, su aparición no supondrá la extinción
de las medicinas empírico-creenciales en esas religiones, pues siempre habrá una coexistencia de
medicinas diferentes.
CHINA:
Los primeros vestigios de prácticas médicas en China hacia mediados del segundo
mileno a.e.c., entroncan con las tradiciones chamánicas de Asia oriental antigua, y su componente
mágico religioso es muy acusado. Y todavía existe un chamanismo activo en esa zona del mundo,
en grupos siberianos por ejemplo, aunque también lo está en países desarrollados como Corea (el
chamanismo en este país está muy ligado a la feminidad y está todavía perfectamente articulado
en la vida cotidiana).
Avanzado ya el primer milenio a.e.c., sin embargo, y bajo la influencia de corrientes de
pensamiento como el confucianismo y el taoísmo, empiezan a surgir tendencias racionalizadoras
que conformarían la medicina clásica china. El taoísmo es el referente intelectual básico de ésta.

El taoísmo deriva de 到 (dào), que es una palabra china que significa camino, senda, vía.
Pero en estas corrientes de pensamiento, el tao es un principio subyacente a toda la realidad. Es

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aquello que está como verdad profunda en todo aquello que vemos, sentimos o intuimos. El
problema con el tao es que es inaprensible; no podemos hablar de él sino de sus manifestaciones
visibles y sensibles.
Lo que pretenden los taonistas es captar esa entidad profunda que gobierna todos los
fenómenos de la naturaleza.
Lo importante no es captar el tao, sino la actitud que toma. Esa actitud está marcada por
una contemplación de la naturaleza en su flujo espontáneo, sin intervención humana. Se interesa
por como fluyen los procesos dinámicos en la naturaleza, y a partir de ahí es dónde podemos
captar el tao (dejar que las cosas transcurran como deben trascurrir).
El taonismo absorbe una doctrina que se representa mediante el ying-yang (oscuridad y
luz). El ying-yang representa una montaña a lo largo de un día, y de como las luces y las sobras
van marcando sus relieves (oscuridad y luz) pero no el sentido del bien y el mal, sino como pautas
de complementariedad. El frio es lo contrario a lo caliente, pero solo puede sentirse a partir de la
sensación de calor y viceversa; lo oscuro solo se aprecia en razón de la luz y la luz solo se aprecia
en razón de las sobras. Ésta es la idea del ying y el yang: la mutua complementariedad de los
pares en la naturaleza.
Los taonistas explican los fenómenos naturales por la alternancia de dos principios, lo
que marca el patrón primordial del camino. Estos caminos, yin y yang no son substancias, sino
modos funcionales, de qi, término que puede interpretarse como el aliento o energía primordial,
subyacente y dinámica que gobierna el mundo. Es el que recorre nuestros cuerpos por los
meridianos de acupuntura. Pero como buena energía, para que fluya necesita un gradiente, dado
por la alternancia de ying y de yang.
Yin es el qi en su modo denso, oscuro, abismal, receptivo y terrenal. Se asocia a lo frío,
húmedo, femenino. Yang es el qi en su modo ligero, brillante, ascendente, activo y celestial. Se
asocia a lo cálido, seco y masculino.
A estos dos principios se asocian cinco
agentes o fases: tierra, fuego, metal, agua y
madera. Las cinco fases representan etapas en la
transformación de qi.
Las cinco agentes generan toda una serie
de sistemas pentámero: los cinco planetas (5 astros
visibles desde la tierra, sin incluir ésta: mercurio,
venus, marte, júpiter y saturno), los 5 lugares (los
cuatro puntos cardinales más el centro), los 5
colores (verde-azul, rojo, amarillo, blanco, negro),
los 5 sabores (agrio, amargo, dulce, astringente, salado), los cinco sonidos musicales, etc.
La teoría médica quedó recogida a finales de la época Han en el Huangdi Neijing
(“clásicos de los interiores del emperador Amarillo”). Esta es una gran enciclopedia de saber muy
procesados por el pensamiento taonista.
La teoría de la enfermedad descansaba en consideraciones sobre el equilibrio entre el yin
y el yang, de modo que la terapéutica administraba los productos con la intención de aportar uno
u otro principio según fuera necesario para restablecer la armonía.
La base del diagnóstico médico en China tiene mucho que ver con la acción del ying-
yang. Las fiebres se tenían por desarreglos yang, mientras que los resfriados eran yin. Los
desórdenes yan fortalecían el pulso, mientras que los del yin lo debilitan. El pulso y la manera de

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tomar el pulso, es fundamental como procedimiento diagnóstico, aunque aparezcan también
observaciones, síntomas, auscultación, anamnesis2, etc.
Hay numerosos tratados médicos que tratan acerca del pulso.
El Suwen (primer texto del Huangdi Neijing) ofrece descripciones anatómicas según
esquemas pentaméricos: 5 órganos llenos u órganos ying (corazón, pulmones, páncreas/bazo,

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hígado y los riñones) y 5 vacíos u órganos yang (intestinos, vesícula biliar, estómago y vejiga
urinaria). Cada órgano se asocia con uno de los cinco agentes: corazón › fuego; pulmones › metal;
hígado › madera; bazo/páncreas › tierra; riñones › agua. Y de la misma forma lo órganos vacíos.
La terapéutica muestra un importante desarrollo en la medicina china. Además de la
acupuntura, las farmacopeas chinas describen una enorme cantidad de productos, de origen
básicamente vegetal, pero también animal y mineral. Al respecto, cabe destacar el desarrollo de
prácticas alquímicas en China desde épocas tempranas, lo que facilitó el desarrollo de
medicamentos de síntesis con bastante prontitud.
El gran tratado farmacológico chino, ya en época más tardía, es el Bencao Gangmu obra
del botánico y farmacéutico Li Shizhen durante la dinastía Ming. El Bencao Gangmu se considera
el libro médico más completo y exhaustivo de toda la historia de la medicina china tradicional.
Se trata de un compendio de materia médica (expresión clásica para designar el conocimiento de
los medicamentos o farmacognosia) que comprende 53 volúmenes, en los cuales se describen más
de 1800 especies vegetales de valor farmacéutico y unas 11000 prescripciones para los diversos
tratamientos.
Por otro lado, los usos alimenticios chinos incluyen la mayor cantidad de ingredientes de
todas las grandes culturas del mundo, con una variedad también muy marcada de plantas. Todo
este conocimiento natural se ha venido aplicando para curar las enfermedades hasta nuestra época,
así como preservar la salud.
La prolongación de la vida fue uno de los objeticos primordiales de la práctica médica y
farmacológica china. La ingestión de sustancias revitalizantes, prácticas higiénicas y dietéticas,
usos diversos de la vida con la idea de prologarla. Esta “obsesión” por la inmortalidad, también
aparecerá en otras tradiciones médicas y tratará de ser racionalizada en sistemas como la
terapéutica china.
INDIA:
El sentido preventivo y de mantenimiento de una vida sana está también muy presente en
la medicina clásica India, llamada en sánscrito Ayurveda (“saber de la longevidad”), la medicina
ayurvédica recibió influencias de otras medicinas racionales, como la china y la griega, y fue
avanzada en el desarrollo de procedimientos quirúrgicos.
Las referencias escritas fundacionales de la medicina de la India son unas colecciones de
escritos compiladas y reelaboradas entre los siglos I a.e.c. y VII e.c. Las más importantes son el
Charaka-samjita y el Susruta-samjita. En esta última se recogen sobre todo los desarrollos de la
cirugía, propiciados por un instrumental muy desarrollado, sino también por el uso generalizado
de origen vegetal, procedentes de plantas de la región que incluyen la amapola del opio y el
cannabis.

2
Anamnesis: es el proceso de la exploración clínica que se ejecuta mediante el interrogatorio para
identificar personalmente al individuo, conocer sus dolencias actuales, obtener una retrospectiva
de él y determinar los elementos familiares, ambientales y personales relevantes.

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El Charaka-samjita, por su parte es un compendio médico general en el que se exponen
las líneas fundamentales de la patología, la terapéutica, etc.
La teoría de la enfermedad en el ayurveda parte de la consideración de que las cinco
materias elementales que constituyen el universo (tierra, agua, fuego, viento, y éter) son también
los componentes fundamentales del cuerpo humano. Estos cinco componentes se combinan en el
cuerpo para establecer las formas corporales o dahsa: flema, bilis y aliento, que determinan la

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constitución del organismo.
Las estaciones, los climas, la alimentación y la higiene excitan o inhiben la acción de los
tres dahsa. Un predominio de una u otro puede deberse al temperamento de cada individuo, al
cual depende en toso caso de las circunstancias en que ha sido engendrado y de las condiciones
en que se ha desarrollado. Pero las circunstancias ambientales y la conducta también pueden
determinar un desequilibrio que conduce a la enfermedad. De ahí que la acción terapéutica, sea
quirúrgica o medicamentos, junto con las prescripciones dietéticas, pretenda restaurar la armonía
de los dasha.
La farmacopea india cuenta con centenares de remedios, la mayoría de origen vegetal,
según se describen en las grandes colecciones. Distinguen entre medicamentos fortalecedores y
curativos, y han sido muchos los que han sido adoptados por la medicina occidental a lo largo de
la historia, empezando por el periodo romano.
Reflexión:
Todas las culturas humanas, desde los orígenes más remoto, han elaborado respuestas a
la enfermedad y el dolor, dentro de las estrategias de supervivencia que impone el medio.
Más allá de los aspectos biológicos de la salud y la enfermedad, éstas se cargan de
componentes culturales cuando algunos individuos y grupos sociales adquieren conocimientos
diferenciales al respecto. La identificación, preparación y uso de los fármacos será un aspecto
tempranamente incorporado a esos conocimientos.
La asociación con los aspectos mágico-religiosos es común en las experiencias curativas
de muchos pueblos, aunque podamos encontrar racionalistas a partir de ciertos momentos
históricos. Estas no fueron exclusivas de la tradición cultural europea, en todo caso.

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Tema 10: El mundo clásico grecorromano
La civilización es considerada como un referente fundamental de primer orden en el
desarrollo de la cultura occidental. El mundo griego fue protagonista de una serie de desarrollos
intelectuales desde el siglo VIII a.e.c., aproximadamente, que moldearon el ideal del pensamiento
en el área mediterránea y regiones próximas durante prácticamente un milenio, con
prolongaciones posteriores que han mantenido vivo el legado hasta nuestros días.

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Esta consideración, de todos modos, no debe conducirnos a una visión acrítica del asunto,
sobre todo, debemos ser renuentes a aceptar generalizaciones banales, como la famosa expresión
del “paso del mito al logos”, o a seguir creyendo que Grecia tuvo el monopolio del pensamiento
racional en el mundo, y que lo desarrolló sin influencias externas. La experiencia intelectual
griega clásica, así como su expresión expandida y mestiza en el periodo helenístico, con una
materialización particularmente interesante en el ámbito romano, es tan contradictoria y
negociada como cualquier otra en la historia de la humanidad.
La Grecia arcaica: concepto de enfermedad y medicamento
El ámbito geográfico que llamamos Grecia (que desborda el territorio administrado
actualmente por el estado griego moderno), caracterizado por un relieve abrupto de clima
irregular, poco apto para la agricultura intensificada, fue un espacio muy convulso durante la
segunda mitad del II milenio a.e.c. Los sustratos poblacionales autóctonos se veían
periódicamente alterados por invasiones de pueblos procedentes de zonas septentrionales, que
absorbían, en todo caso, aspectos culturales de los poblados invadidos.
Grecia nunca se configuró como un ámbito políticamente unificado. Sin embargo y a
pesar de las precedencias diversas de los pueblos que sucesivamente se asentaron en el área,
incluidas las numerosas islas que tachonan las aguas mediterráneas en su rincón oriental, se
generó hacia el final de dicho milenio un cierto sentido de unidad étnica, basado en una lengua
común – muy peculiar y diferenciada de las lenguas de las religiones circundantes – y cierta
identidad religiosa sustentada en un acervo mítico parcialmente compartido. ¿Quiénes son los
griegos? No son los que viven en Grecia, es una zona extraordinariamente convulsa, no hay un
pueblo griego unificado, es una estratificación constante.
La lengua griega se dotó de escritura en torno al 800 a.e.c. Los griegos se apropiaron de
la escritura alfabética previamente inventada por los fenicios, un pueblo del extremo más oriental
de Mediterráneo (territorios en los actuales, Líbano, Siria, Israel y Palestina), con una vocación
marinera y comercial similar a la que aquellos también mostraron, y con el que entraron en
competencia por el dominio de las rutas de tráfico de mercancías. El alfabeto griego, dotado de
signos para los sonidos vocálicos, fue el origen de los principales alfabetos usados en las lenguas
europeas posteriormente.
Entre las primeras muestras escritas de la cultura griega, están las versiones fijadas de
antiguos poemas épicos cantados y transmitidos hasta entonces oralmente. Esos poemas llamados
homéricos, por su atribución tradicional a un supuesto autor, Homero, nos ofrecen ya información
sobre prácticas médicas de la Grecia Arcaica.
Así, la Ilíada es pródiga en descripciones de la acción de sanadores que se ocupan de las
heridas y enfermedades de los soldados griegos destacados en el asedio de troya. Se trata de
prácticas empírico-creenciales, donde la acción divina está incorporada de modo habitual y que
es complementada con la portación empírica de los sanadores a través de la administración de
fármacos y el despliegue de intervenciones quirúrgicas (quirúrgico = manual).
La noción en sí de fármaco es muy difusa en estas fuentes arcaicas. Junto a los fármacos
en el sentido restrictivo de remedios medicamentosos, aparecen otros, bajo la misma palabra, que

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hacen referencia a venenos (fármacos nocivos) e, incluso, a sustancias que causan hechizos. Una
vez más, las continuidades de la acción terapéutica con la magia y las creencias religiosas son
patentes en estos escritos arcaicos.
Entre los S. VIII y VII a.e.c. las polis griegas iniciaron un marcado proceso de expansión
comercial. Estas ciudades independientes empezaron a fundar colonias con fines comerciales en
otras regiones costeras mediterráneas e incluso del Mar Negro.
Esta colonización suscitó un sentimiento panhelénico entra las polis, que no se tradujo en
un deseo de unidad política, pero que ayudó a consolidar una cultura griega unitaria.
Por otra parte, la vocación comercial de los griegos los llevó durante el proceso
colonizador a establecer contactos con otros pueblos y culturas, especialmente con los egipcios
(de los cuales tomaron muchas ideas médicas) y, secundariamente con el ámbito mesopotámico
(de donde provenían muchas de las bases astronómicas y matemáticas luego ampliadas por los
propios griegos). La característica apertura de los griegos se forjó en estos contactos. La acción
viajera pudo estimular el sentido espacial-geométrico, ausente en las comunicaciones agrícolas
sedentarias. En este contexto hay que situar el surgimiento del pensamiento racional hacia el siglo
VI a.e.c.
La filosofía de la naturaleza en la Grecia clásica:
El origen del pensamiento racional en Grecia se liga geográficamente a las ciudades
jónicas de la costa de la península de Anatolia y especialmente a Mileto, una región bien
comunicada con Asia menor y Egipto. Esta forma de pensar se extendió rápidamente a otras
regiones griegas.
Este modo de concebir la realidad vino a llamarse filosofía (“amor por el saber”)
La filosofía plantea de manera crítica pregunta acerca de la naturaleza, a las cuales hay
que responder también de modo diferente a los acostumbrados hasta entonces.
Los primeros filósofos eran llamados físicos o fisiólogos (porque estudian la naturaleza,
physis). No apelaban a la intervención de las sustancias sobrenaturales (excluían a los dioses) para
hacer intervenir solamente causas naturales.
Entienden que el mundo era ordenado y predecible (kosmos); no estaba sometido, pues al
capricho de la intervención divina (no era lo que se denominaba en griego: kaos)
Las cuestiones que se planteaban estos primeros estudiosos de la naturaleza (llamados
presocráticos) se pueden agrupar tres grandes temas:
1. La cuestión de la realidad última
2. El problema del cambio
3. El problema del conocimiento
La filosofía de la naturaleza griega generó respuestas muy diversas a estas cuestiones
desde el principio. Hubo pues, una pluralidad intelectual que fomentó la discusión de ideas.
Algunos sanadores, practicantes de la llamada téchne ïatrikë (o “conocimiento manual de
la medicina”; los médicos tenían una consideración social de trabajadores manuales) se sintieron
atraídos por estos desarrollos. Dentro de la tradición pitagórica con su énfasis en la estructura
matemática de la naturaleza, encontramos al autor de los escritos específicamente médicos más
antiguos en Grecia, Alcmeón de Crotona. Su obra es conocida solo a través de fragmentos, pero
estos permiten reconstruir razonablemente sus ideas principales.

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Un concepto básico de Alcmeón es el de isonomía: la salud depende del equilibrio
adecuado entre las fuerzas naturales concurrentes en el cuerpo humano. En relación con esto, hay
que destacar la idea de que el cuerpo está ordenado (microcosmos) a imagen del orden universal
(macrocosmos), por lo que las fuerzas que organizan dichos órdenes se relacionan.
La filosofía de la naturaleza en la Grecia Clásica

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Tanto las nociones de equilibrio, como las correspondencias macrocosmos-microcosmos,
encontrarán desarrollos recurrentes en la historia de la ciencia y las ideas.
Otro corriente de pensamiento filosófico-naturalistas llamada a tener mucho
predicamento será el atomismo, representado especialmente por Demócrito de Abdera. Los
atomistas proponían que la materia estaba formada por infinidad de pequeños átomos que se
movían al azar en el vacío infinito. Los átomos serían todos de la misma sustancia, homogéneos,
eternos, indestructibles, inalterables, y, sobre todo, indivisibles. No sería posible pues dividir
sucesivamente la materia más allá de los átomos.
Los atomistas introdujeron una visión de la realidad de tipo mecanicista: el universo es
como una máquina, que funciona de modo necesario según la propia naturaleza de los átomos.
Así, con este determinismo, funcionó también nuestro cuerpo, así actuarían los fármacos, etc.
En todo caso, el autor posiblemente más influyente en el pensamiento médico racionalista
que devendrá dominante en los siglos siguientes fue Empédocles de Agrigento (450 a.e.c.)
Empédocles postuló custro sustancias primordiales o, como él les llamaba (“raíces”):
agua aire tierra y fuego. Estas cuatro raíces, irreductibles, invariables y eternas, se combinan entre
sí, en proporción variable, para formar de tal modo la variedad de materias que conocemos. Las
combinaciones están regidas por dos potencias opuestas, el amor o amistad y el odio o la
enemistad, es decir, la atracción t la repulsión que son independientes de la propia naturaleza de
las raíces. Esta teoría de la materia, denominada “de los 4 elementos”, fue recogida por pensadores
como platón y Aristóteles e incorporada por corporaciones como la de los médicos, de modo que
se construyó en las más influyentes en el curso de la posterior historia de la ciencia de Occidente.
La medicina hipocrática
Los escritos más importantes de la medicina clásica griega conforman la llamada
Colección hipocrática, reunión de más de cincuenta libros atribuidos, tradicionalmente a
Hipócrates de Cos (460-370 a.e.c.), y que acusan influencias filosóficas diferentes.
Hipócrates fue un médico que vivió realmente y cuya gran fama hizo que pasara a tener
una condición case legendaria. Din embargo, los libros de la colección hipocrática, lejos de estar
redactados por un solo autor, procedes de diferentes escuelas médicas, algunas de las cuales eran
incluso rivales.
También son de épocas diferentes, aunque la mayor marte fueron redactados entre los
siglos V y IV a.e.c.
Dos son las escuelas más influyentes de la medicina clásica griega, y a ellas hay que
atribuir buena parte de los libros de la colección.
Una, tal vez la más antigua, era la escuela de Cnido, ciudad situada en la costa jonia, al
sur de Mileto. Sus seguidores estaban influidos por los círculos pitagóricos y por la cultura persa
y, sobre todo, por la medicina egipcia, de cuyos papiros proceden algunas ideas y procedimientos.

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Tendían a agrupar los casos clínicos en tipo abstractos de enfermar y destacaba en su
terapéutica el uso de purgantes y otros medicamentos drásticos, por cuanto consideraban que
había que expulsar los elementes patógenos (siempre de origen natural) del interior del cuerpo.
La otra (la escuela de Cos) radicaba en una isla no muy lejana a Cnido. Los escritos de
la escuela de Cos, considerada la hipocrática en sentido estricto por cuanto el propio Hipócrates
estaba allí. Destacan por la objetividad y minuciosidad con las que recogen los fenómenos que se

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observan en los enfermos.
A través de la observación clínica precisa, los médicos coicos podían avanzar
diagnósticos y pronósticos sólidamente fundamentados en esa observación. Sus descripciones se
atienen más a las peculiaridades de cada enfermo, su idea de enfermedad es básicamente
sistemática, referida a todo el organismo, y sus tratamientos tendían a ser suaves y cautelosos.
Por encima de las diferencias de escuelas, los escritos hipocráticos manifiestan una visión
reverencial de la physis o naturaleza y enfatizan el buen proceder médico. Consecuentemente, la
teoría médica está inspirada por un naturalismo que excluye las presencias sobrenaturales y, por
tanto, intervenciones inspiradas por las creencias mágicas.
El hipocratismo generó una teoría de la constitución orgánica de base humoral. Por humor
se entiende un constituyente orgánico básico del organismo, usualmente bajo forma fluida, que
lleva asociada una serie de propiedades. De esta forma, el organismo estaría constituido por varios
humores en interacción.
La forma clásica de la teoría humoral adoptó cuatro humores (sangre, flema o pituitaria,
bilis amarilla o cólera, y bilis negra o melancolía), claramente inspirados por los cuatro elementes
de Empédocles, puesto que a cada elemento se le asocia un humor (respectivamente, aire, agua,
fuego y tierra), con el que comparte cualidades básicas.
Pares: caliente/frio; seco/húmedo (cualidades físicas que definen a los elementos). Fuego:
caliente y seco; agua: frio y húmedo; aire: cálido y húmedo; tierra: fría y seca.
✓ Habrá salud cuando haya equilibrio entre los humores
Todas las partes del cuerpo están formadas por mezclas, en proporción variable, de esos
cuatro humores. El equilibrio entre humores corresponde a un estado de salud; un desequilibrio
en la proporción, por el contrario, es la causa inmediata o primaria de enfermedad.
La causa de los desequilibrios humorales (causas remotas de la enfermedad) son,
básicamente, ambientales ¿Qué mecanismo explicativo se hace actuar? El predominio en el
ambiente de uno u otro elemento podía inducir un predominio del humor correspondiente en el
interior del organismo, lo que era causa de enfermedad. Lógicamente, según los momentos del
día o del año, uno u otro elemento estará en mejor condición de inducir en exceso de su humor
correspondiente.
La curación, consiguientemente, suponía la restitución del equilibrio humoral.
En la terapéutica hipocrática, el principio básico es que la naturaleza la que cura, de modo
que el médico es un simple auxiliar o asistente. De ahíla tendencia a tratamientos suaves,
favoreciendo de un restablecimiento mesurado del equilibrio humoral, frente a intervenciones
drásticas.
De ahí, también, la aceptación de la fuerza de la naturaleza cuando la evidencia de la
muerte era incontrovertible. El médico hipocrático nada tenía que hacer ante ella; la naturaleza
dictaba se sentencia y había que aceptarla.

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La composición humoral también determina los llamados temperamentos. Un pequeño
dominio constitucional de un humor en un individuo dado no produce enfermedad. Pero sí marca
una tendencia a enfermar determinada, así como el carácter psíquico del individuo.
En el corpus hipocrático, hallamos por lo menos tres conceptos diferentes de fármaco, que
deriva de la pluralidad médica que caracteriza a la colección:

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4. Sustancia exterior con acción favorable o desfavorable. Incluye también los alimentos.
5. Sustancia modificadora de la physis del organismo. Excluye los alimentos.
6. Sustancia purgante (acción purificadora o catártica, típico concepto asociado a los
cnídicos).
El uso de los medicamentos debía estar muy limitado, por cuanto suponía forzar el curso
natural de la enfermedad. En realidad, su administración era complementaria a la prescripción de
una “dieta” en el sentido amplio de “régimen” o “modo de vida”, favorecedora del
restablecimiento del equilibrio humoral.
*La dieta va más allá de la alimentación. Incluye el modo de vida (hacer ejercicio, madrugar,
tomar el sol, alimentarse bien, …)
En el conjunto del Corpus hippocráticum, encontramos más de 250 fármacos de origen
vegetal. La fitoterapia, sin duda, es la base de la farmacopea griega, con una presencia bastante
menos relevante de medicamentos de origen animal y mineral. Esta centralidad de las plantas tuvo
una larga continuidad en la medicina occidental. Hasta por lo menos el siglo VXI.
Aunque hay indicaciones en algunos libros hipocráticos sobre la preparación de los
medicamentos y su dosificación, la precisión de las mismas no es demasiados estricta, en líneas
generales. La tendencia a no usar drogas excesivamente fuertes tal vez se refleja en esta relativa
imprecisión.
Los médicos solían mantener un establecimiento para sus prácticas. Allí preparaban
también los fármacos y los conservaban.
No obstante, hay testimonios de la existencia de tiendas donde se vendían específicamente
medicamentos, como se cuenta en la comedia de Aristófanes Las Tesmoforiantes;
“Yo conocí a una mujer que estuvo diez días fingiendo dolores de parto hasta comprar
una criatura. Su esposo, en tanto, corría por toda la ciudad en busca de medicinas para
acelerar el alumbramiento”.
Aunque los médicos hipocráticos solían ser personas religiosas, excluyeron las
explicaciones basadas en las creencias y optaros por una interpretación estrictamente racional de
la salud, la enfermedad y la práctica médica. La reflexión racional era, en definición, la base del
arte del médico.
Pero la práctica médica en Grecia no quedó circunscrita a este proceder. Como también
sucede hoy en día en nuestro propio ámbito cultural, los sistemas médicos empírico-creenciales,
conformados en el ámbito griego mucho antes que los racionales, continuaron plenamente
vigentes. No podemos decir, pues, que con el hipocratismo desaparecieran las medicinas que
asumían una perspectiva mágico-religiosa de la práctica médica, sino, simplemente, que se
consolidó una perspectiva racional en competencia con las tradiciones empírico-creenciales.
Dentro de esa tradición mítica se fijaron divinidades relacionadas con la medicina y sus
prácticas asociadas. Dioses como Apolo asumieron desde esa época remotas atribuciones
sanadoras. El más significativo es Asclepio (Esculapio), dios de la curación, hijo de apolo. Fue
educado en el arte de la medicina por el centauro Quirón.

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Se fundaron templos para el culto a Asclepio (los llamados asclepeion) en todo el mundo
griego. Epidauro en la costa este de la península del Peloponeso y Cos en el mar Egeo fueron
importantes centros de adoración de Asclepio. El culto de Cos incluía tanto a sacerdotes como a
médicos que se consideraban descendientes de Asclepio, los asclepíadas. El asclepíada más
famoso de Cos fue Hipócrates, el médico y escritor del siglo V a.e.c. El juramento hipocrático
comienza invocando a Apolo, Asclepio y sus hijas Higía (salud) y Panacea (curalotodo) como
testigos.
El símbolo de Asclepio es su báculo o vara, en la que se enrolla una serpiente. El báculo
de esculapio representa la medicina.

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TEMA 11: El mundo clásico grecorromano.
El mundo griego experimentó grandes mutaciones en la segunda mitad del siglo IV a.e.c.
Un territorio no griego, pero profundamente helenizado (influido por la cultura griega), el reino
de Macedonia, situado al norte de la Grecia continental, inició una política expansionista que
supuso la conquista y sometimiento de la póleis griegas, antaño independientes.

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El dominio macedonio de Grecia, combinando la ocupación con los pactos, fue obra del
rey Filipo II. Tras su muerte, solo Esparta se mantenía independiente, Se hijo y sucesor Alejando
III de Macedonia, apodado Magno, completó el sometimiento de Grecia y se lanzó a la conquista
de Asía menor, Mesopotamia y Egipto, llegando sus ejércitos, formados en buena medida por
mercenarios griegos, al Norte de la India.
El imperio de Alejandro Magno fue el más extenso hasta entonces conocido, y se
construyó en menos de quince años de campañas militares. El emperador, sin embargo, murió
muy joven, con 33 años, cuando estaba preparando la conquista de Arabia.
Tras la muerte de Alejandro, sus diádocos o generales principales se repartieron el
imperio, del cual surgieron en primer término cuatro reinos, cuyas historias respectivas fueron
muy diferentes
En todo caso, la influencia griega se extendió por regiones remotas de Asia y el norte de
África; el griego pasó a ser una lengua conocida mucho más allá del Mediterráneo. UN
conglomerado cultural mestizo, fruto del encuentro entre la cultura griega y las culturas de los
territorios conquistados por Alejandro, dio lugar a la llamada cultura helenística, la cual,
expresada con una lengua griega simplificada o koiné, propició la consolidación y amplificación
de los desarrollos culturales griegos mucho más allá de sus territorios de origen.
La cultura helenística halló su culminación, en todo caso, de vuelta al Mediterráneo,
cuando permeó decisivamente la cultura latina original del gran poder político y militar del final
de la Edad Antigua: Roma.
La historia natural aristotélica:
Desde el punto de vista de la historia de la ciencia y del pensamiento, la transición del
periodo clásico griego al periodo helenístico está definida por la enorme o influyente figura de
Aristóteles (384/383 – 322 a.e.c.).
Además de por la amplitud y profundidad de su pensamiento, Aristóteles destacó por su
proximidad a la casa reinante macedonia. Hijo y nieto de médicos, Aristóteles, originario de
Estagira, en el norte de Grecia, pasó su infancia en la corte real de Pela, donde su padre era médico
del rey. El futuro filósofo forjó una amista con el futuro Filipo II, quien ya en el trono le
encomendó la formación de Alejandro.
Aristóteles dio un valor fundamental a la observación sistemática, rigurosas y atenta,
como base general del conocimiento; la observación, en cualquier caso, debía procesarse por el
racionamiento para dar cuenta del funcionamiento de la naturaleza, su esperar que de la mera
acumulación de datos observacionales pudiera surgir cualquier conclusión válida de alcance
general sobre las regularidades del mundo natural.
Entre los múltiples intereses intelectuales de Aristóteles, destacan sus estudios sobre
historia natural, es decir, sobre la descripción e interpretación de la diversidad de seres naturales.
Especialmente importantes fueron sus contribuciones a la zoología, plasmadas en cuatro grandes
tratados y una docena de monografías breves.

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En una época en que todavía no estaba autorizada la disección de cadáveres humanos
Aristóteles realizó contribuciones fundamentales a la anatomía, la fisiología, y la embriología, a
partir de observaciones y experimentos, Se ocupó de cuestiones como la herencia, la
reproducción, la sensibilidad, etc.
Una idea fundamental en la historia natural aristotélica es que la naturaleza no hace nada
en vano. Aplicado esto, por ejemplo, a la anatomía, no puede existir ninguna parte anatómica son

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una función dada. O, dicho de otra manera, cada parte está diseñada para una finalidad. Esta
orientación finalista, llamada técnicamente teleología (“finalidad”), modeló el pensamiento sobre
la naturaleza en Occidente durante más de 2300 años.
Todo en la naturaleza, pues, existe en razón de su finalidad, incluida la diversidad de los
seres naturales, con cada especie desarrollando un papel determinado en el orden general de la
naturaleza.
El otro aspecto fundamental de la historia natural de Aristóteles es su concepción vitalista.
La vida necesita una organización material determinada, y esa organización depende de un
principio no material, el alma. Esta alma no participa de la concepción espiritualista del alma que
desarrollaran algunas religiones posteriores, como el cristianismo. Es un principio causal que dota
de forma u organización a la materia para que la vida pueda darse. Por eso, todo ser vivo está
necesariamente dotado de un alma.
El vitalismo aristotélico se pondrá a lo largo de la historia de la biología a las
concepciones mecanicistas y materialistas da la vida.
La concepción de la vida de Aristóteles es fijista: las especies existen esencial y
eternamente, sin posibilidad de que unas se transformen en otras.
La medicina helenística:
Aristóteles formó a muchos discípulos, como Teofrasto de Ereso, estudioso de la botánica
que ocupó un lugar de referencia en la ciencia de las plantas similar a la de su maestro en la
zoología. Teofrasto sucedió a su maestro en la escuela que este fundara en Atenas, el Liceo o
Peripato.
Otro aristotélico destacado fue Demetrio de Falero, discípulo a su vez de Teofrasto, que
entro al servició del rey Ptolomeo I y proyectó la celebérrima Biblioteca de Alejandría.
EL aristotélico modeló las fundaciones de la Biblioteca y el Museo de la capital de Egipto
ptolemaico, financiadas por los propios soberanes. El museo era un centro de investigación dotado
de equipamientos y áreas residenciales para los estudiosos que, de todo el orbe helenístico,
acudían a Alejandría, la nueva capital de la cultura del griego.
Una de las disciplinas más favorecidas por las iniciativas de los tolomeos es la medicina.
La influencia de las tradiciones de manipulación de cadáveres propias de Egipto permeó en
Alejandría la investigación anatómica, que se desarrolló en el Museo al ser este dotado de una
sala de disección. Muchos médicos griegos, que no podían practicar la anatomía con cadáveres
humanos por las restricciones legales en la Grecia continental e insular, encontraron en Alejandría
el marco propicio para hacer avanzar el arte médica clásica en uno de sus aspectos más deficientes,
la descripción anatómica.
Además, el aristotelismo ya había calado mucho en los círculos médicos, y suscitó
aproximaciones crecientemente críticas a la tradición hipocrática. Como resultado, la medicina
helenística se caracterizó por una pluralidad de escuelas, con una discusión constante y abierta de
teorías y prácticas.

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El primer autor destacado en el contexto médico alejandrino fue Herófilo (siglo III a.e.c.).
Por lo que sabemos de él – quedan muy pocos testimonios directos de las obras médicas y de sus
autores entre el s III y I a.e.c.-, era crítico con el hipocratismo.
Herófilo se afanó en mejorar el conocimiento de la anatomía humana mediante
disecciones de cadáveres humanos. Investigó la anatomía cerebral y del sistema nervioso, y llegó
a distinguir nervios sensitivos y motores, lo que pone de manifiesto la finura de sus observaciones.

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También distinguió las arterias de las venas en razón del grosor parietal. El ojo, la cavidad
abdominal, el corazón y los órganos reproductores también fueron sometidos a su escrutinio
disectivo.
El segundo gran autor médico alejandrino fue Erasístrato (segunda mitad del siglo III
a.e.c.), quien había aprendido medicina en Atenas con los médicos aristotélicos antes de establecer
en la capital del reino de Ptolomeo.
Si el énfasis de Herófilo estuvo en la anatomía, el de Erasístrato acentuó la fisiología,
especialmente la del aparato circulatorio. Mejoró algunas descripciones de Herófilo acerca de la
estructura del corazón; su buen conocimiento anatómico de este órgano y de las venas y arterias
le llevó a proponer una hipótesis sobre su funcionamiento conjunto. El corazón era según él un
fuelle, que se contraía y expandía para expeler sangre a las venas y pneuma o aliento vital a las
arterias, una interpretación que ganó mucha influencia posteriormente.
Erasístrato se mostró crítico con el humoralismo hipocrático. Remarcó la importancia de
las alteraciones de las partes sólidas en la patogenia, y avanzó hacia la localización anatómica de
las enfermedades frente a la perspectiva sistémica y deslocalizada de la teoría humoral.
En los siglos siguientes del periodo helenístico, se multiplicaron las corrientes y escuelas
médicas, lo cual hace pensar en un ambiente de discusión abierta, al estilo de la tradición filosófica
griega, siempre muy plural.
Todas estas escuelas, pese a sus discrepancias mutuas y sus frecuentes críticas a la
tradición humoralista-hipocrática, mantuvieron de esta última el sentido racionalesta y su
adhesión al naturalismo.
Solo citaremos la escuela empírica, por su énfasis en la práctica médica y su menosprecio
a la teorización. Los empíricos insistieron mucho en la administración de medicamentos,
incluidos los fármacos compuestos de acción múltiple. Ejemplo de estos es la célebre triaca
magna, un preparado polifarmacéutico de 64 componentes, de elaboración muy delicada,
paradigma de medicamento totipotente que todavía se preparaba en muchas ciudades europeas en
el siglo XVIII.
Uno de los empeños de estos empíricos era hallar antídotos para los venenos. A la triaca,
por ejemplo, se le atribuía una acción amplia al respecto.
El autor más celebrado como tratadista de los venenos y sus antídotos fue Nicandro de
Colofón (siglo II a.e.c.), autor de varias obras en las que se describen los síntomas de las
mordeduras de serpientes, las picaduras de arañas y escorpiones, la intoxicación con plantas, etc.
Las contribuciones farmacéuticas de Plinio y Dioscórides:
La cultura helenística entro en su fase culminante con la expansión de Roma. La conquista
de Grecia por los romanos a lo largo del siglo II a.e.c., más la incorporación del Egipto helenístico
avanzado el siglo siguiente, supusieron la adopción por el nuevo poder imperialista de buena parte
de los desarrollos científicos y médicos de origen griego.

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Las mayores contribuciones científicas de la época romana fueron obra de autores griegos
o de autores romanos que escriben en griego. Incluso, hubo autores romanos que escribieron
directamente en griego. Las contribuciones escritas en latín eran menos originales que las griegas,
y no alcanzaban la altura teórica y el grado de abstracción del pensamiento griego. Sin embargo,
en latín se generaron, para garantizar una difusión mayor de conocimiento, una seria de obras
guiadas por la compilación enciclopédica de los saberes. Ya en el siglo I a.e.c. tenemos Los nueve
libros de las disciplinas de Varrón, una obra de la que solo nos han llegado fragmentos. Uno de
estos libros estaba dedicado a la medicina. Algo posterior es otra enciclopedia general, Sobre las
artes, de la cual solo conservamos la parte médica, obra de Aulo Cornelio Celso, autor del siglo
I a.e.c.
La obra que mejor ejemplifica la tendencia enciclopédica es la Historia Natural de Plinio
el Viejo. Plinio era un noble, natural del norte de Italia, voraz lector, ávido de información y
conocimiento, y escritor incansable. El resultado fue una obra monumental, formada por 35
volúmenes, en la que trata de cosmología, astronomía, geografía, antropología, zoología,
botánica, mineralogía, etc., desde un punto de vista básicamente divulgativa.
Plinio también se ocupa de cuestiones médicas a lo largo de su Historia Natural. Destacan
sus noticias sobre medicamentos al ocuparse de las plantas, los animales y los minerales.
Con frecuencia se denuncian el elemento fantástico en la obra de Plinio. Junto a remedios
naturales, por ejemplo, cita también tratamientos de base mágica. Plinio pudo no ser demasiado
riguroso ni suficientemente escéptico, pero este juicio no debe hacernos olvidar que mucha de la
información tiene una base racional. La obra sobrevivió como la enciclopedia de referencia para
el conocimiento de la naturaleza hasta el Renacimiento, mientras que otros muchos otros libros
se perdieron.
La mentalidad enciclopédica aparece también, pero focalizada en los fármacos, en la
Materia médica de Pedanio Dioscórides (ca. 30 – ca. 90) un autor procedente de Anazarba
(Cilicia, sur de la actual Turquía). Dioscórides era un médico de lengua griega (idioma en que
escribió su libro), que prestó servicios en las legiones romanas y llegó a ser médico del emperador
Nerón.
La Materia médica es un tratado en cinco partes sobre los medicamentos; es, de hecho,
la primera gran obra específica sobre el tema en Occidente. A partir de una combinación de
lecturas y experiencia clínica propia, Dioscórides describió más de 600 plantas medicinales,
alrededor de 50 productos minerales y algo más de 30 especies animales (la preeminencia de la
fitoterapia es clara), de los cuales apenas 130 remitían a la tradición farmacológica hipocrática.
La ampliación de la panoplia medicamentosa a cargo de Dioscórides fue, pues, muy destacada.
Dioscórides no solo aporta datos para la correcta identificación de las plantas; insiste
también en los modos de vida de esta para recogerlas en los lugares y momentos oportunos, pues
ya señala que la eficacia terapéutica puede variar a lo largo de las estaciones y de la propia vida
de las plantas.
Describe tanto formas de preparación como de conservación, y prescribe el uso de
diferentes recipientes: cajas de madrea para los simples vegetales; vasos de plata, loza, vidrio o
cuerno para los preparados húmedos; recipientes de latón y estaño, envoltorios de papel, etc.
La Materia médica de Dioscórides fue una de las obras con mayor influencia de la
medicina antigua, siendo difundida siglo tras siglo desde su redacción hasta prácticamente el siglo
XVIII, y por culturas tan diversas como la bizantina, la islámica medieval, la cristiana medieval
o la renacentista, con traducciones a idiomas diversos, como el latín, el árabe y, ya desde el
Renacimiento, a las lenguas vulgares europeas.

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Galeno y el galenismo:
Galeno de Pérgamo es, junto a Hipócrates, la gran figura médica de la Antigüedad. Su
importancia es tal que todavía hoy en día llamamos “galenos” a los médicos, e incluso existe una
importante disciplina denominada farmacia galénica, que se cursa en las facultades de farmacia
de todo el mundo.

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Galeno, originario de Asia menor, se convirtió en una celebridad en Roma, y acabó al
servicio de los emperadores Marco Aurelio y Cómodo.
Galeno aunó la medicina clínica (en su juventud llegó a ser médico de gladiadores) con
una labor de teorizador y tratadista, que le llevó a redactar numerosas obras sobre múltiples
aspectos de la medicina desde una actitud ecléctica. Además, escribió obras de filosofía.
Galeno asumió la teleología de Aristóteles: todas las partes del cuerpo humano han sido
establecidas según un orden preestablecido, y cada órgano está diseñado para su función propia.
La teoría de la enfermedad en Galeno era de base humoral hipocrática. No pocos de los
libros galénicos son comentarios a los tratados hipocráticos. En cualquier caso, consideraba la
enfermedad menos sistemáticamente que los coicos, pues enfatizaba la localización orgánica de
la patología. De hecho, el diagnóstico galénico se basaba en la identificación del órgano enfermo.
Galeno superó el hipocratismo donde este era más débil: en anatomía y fisiología. Huesos,
músculos y nervios fueron estudiados y descritos con una precisión jamás alcanzada hasta
entonces. Una grave cuestión, sin embargo, lastraba tales observaciones: no le fue posible a
Galeno utilizar cadáveres humanos, por cuestiones legales, y por eso se vio abocado a diseccionar
diversos mamíferos, como monos, cerdos, … Esto le llevó a postular la existencia en el cuerpo
humano de estructuras que realmente no aparecen en él.
Galeno estableció que cuatro transformaciones fundamentales estaban en la base del
funcionamiento orgánico:
1. El alimento pasa a ser quilo en el estómago
2. El quilo se transforma en sangre en el hígado; y de allí es distribuida por las venas.
3. La sangre se transforma en materia corporal en las distintas partes irrigadas por las venas,
4. Finalmente, una porción de sangre, transportada directamente desde el hígado por la vena
cava inferior, se mezcla en la parte izquierda del corazón con pneuma, procedente de los
pulmones y entonces asciende a la rete mirabile de la base del cerebro para dar el “espíritu
animal”; un principio material – a pesar de su nombre – muy sutil que, distribuido por los
nervios tras pasar por el cerebro y la médula espinal, permite que la distintas partes del
cuerpo desarrollen las funciones de relación.
En este esquema la sangre no circula, en el sentido de que hace un ciclo cerrado, sino que se
va consumiendo por el organismo.
En este esquema fisiológico, además, aparecen dos postulados anatómicos que no se
corresponden con la realidad observada en humanos. EN primer lugar, asume que la pared
interventricular es porosa; en segundo lugar, traslada una observación real en primates, la
existencia de un plexo vascular en la base del cerebro (la rete mirabile) que, sin embargo, no se
da en nuestra especie.
Más allá de esto, la notable es la integración de los tres aspectos tradicionalmente
considerados condiciones necesarias de vida /la incorporación de aire por la respiración, la ingesta
de alimentos y el mantenimiento de la sangre en el interior del cuerpo) en un todo funcional
coherente.

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Galeno superó la renuencia hipocrática a la administración de medicamentos. Clasificó
estos en razón de los pares de cualidades caliente-frio /húmedo-seco, lo que le permitía
sistematizar su aplicación según la alteración humoral correspondiente.
Galeno distingue conceptualmente los medicamentos de los alimentos en razón de la
capacidad de los primeros de alterar la proporción humoral, cualidad que los segundos no
presentan.

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Los medicamentos galénicos eran básicamente de dos tipos, alopáticos y purgantes. La
acción alopática supone enfrentarse a la causa de la enfermedad reestableciendo antagónicamente
la proporción humoral; por ejemplo, si hay una enfermedad por exceso de flema (humor frio y
húmedo), la puedo tratar mediante un medicamento cálido y seco. La acción purgante, por su
parte supondría administrar un medicamento que ayuda a expulsar el exceso de humor, causante
de la enfermedad; en nuestro ejemplo, un medicamento que ayudara a expulsar del cuerpo el
exceso de flema, como podría ser un expectorante.
La medicina de Galeno cristalizó como la gran referencia para los médicos del final de la
Antigüedad, la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna, no solamente en Europa y Asia
menor, sino también en el contexto del mundo islámico a partir del siglo VIII.
El galenismo resultante conformó un cuerpo doctrinal más rígido de lo que los escritos
de Galeno proponían, al transformarse en una verdadera medicina académica.
Galeno se planteó una serie de cuestiones:

• ¿Qué color tendrá esta sangre? Galeno se da cuenta de que hay dos colores.
• ¿Por qué piensa Galeno que son las venas quienes transportan la sangre? Esto se debe a
que el último impulso cardíaco, vacía la sangre de las arterias y la lleva a las venas, de
manera que cuando se realizaba una disección, las arterias estaban vacías, y las venas no.
Las ocupaciones farmacéuticas en Roma:
Los médicos como Galeno ejercerán fundamentalmente para familias ricas y ellos
mismos a veces con sus ayudantes, preparaban los medicamentos que prescribían. Gran parte de
la población, sin embargo, recurrían a sanadores populares, representantes de tradiciones
empírico-creenciales.
Los medicamentos de uso popular eran comercializados por una diversidad de
ocupaciones como los farmacopolas (vendedores de medicamentos en tiendas), los herbari
(herbolarios que vendían plantas medicinales son preparar), los unguentari (preparadores y
vendedores de perfumes y cosméticos), etc.
Durante el helenismo tardío, y principalmente en el entorno de Alejandría, una serie de
prácticas relacionadas con la transformación de las sustancias (algunas, relacionadas con
procedimientos mineros y metalúrgicos egipcios) fueron dotadas de unos marcos teóricos
interpretados, supuestamente basados en la autoridad de los antiguos filósofos de la naturaleza
griegos.
El conjunto de estás doctrinas y procedimientos se vio integrado por el llamado
pensamiento hermético, cuyo nombre proviene de un personaje mítico, Hermes Trismegisto,
escritor supuesto de unos tratados sin autoría verificada, de muy difícil interpretación, que tratan
de aspectos diversos: desde la concepción global del mundo y la materia, hasta la práctica de
hechizos.

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Fueron los escritos de autores de los siglos III y IV, como Zósimo de Panópolis o Sinesio,
los que empezaron a fijar un cuerpo de conocimiento alquímico, aunque con alusiones a otros
practicantes e iniciados anteriores, como la célebre María la Judía, a quien se le atribuyen técnicas
como el baño que lleva su nombre o instrumentos para la destilación y el calentamiento
controlado.
Zósimo suele ser considerado el autor que introdujo el término griego (chimeía), con el

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sentido de saber alquímico, centrado según él en la alteración de las características cromáticas de
los metales.
La alquimia, desarrollada en textos de difícil interpretación y deliberadamente oscuros,
halló en todo caso continuidad en los siglos medievales.
Reflexión final:
- Durante el periodo helenístico, incluido el esplendor de Roma, la medicina racional
griega clásica evolucionó hacia una pluralidad de escuelas.
- Aunque son relativamente escasos los textos helenísticos conservados, aquellos que se
transmitieron a los siglos siguientes, como los de Dioscórides, Celso o Nicandro, pasaron
a ser obras de referencia. Esto es especialmente notable en el caso de Galeno, cuyos libros
pasaron a ser la base de la enseñanza de la medicina, incluida la farmacia (en esto, en
combinación con Dioscórides), hasta bien entrada la Edad Moderna europea.
- En cuanto a la elaboración y comercialización de los remedios, hay una acción directa de
los médicos racionalistas, junto a la existencia de preparadores y vendedores de
medicamentos para las clases populares sin una educación médica formal.

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TEMA 12: La farmacia y la medicina en la edad media (I)
El imperio Romano estaba en decadencia en el siglo IV. Fue dividido en dos partes en
395, más o menos cuando se adoptó el cristianismo como religión oficial. El Imperio Romano de
Occidente mantuvo su capital en Roma hasta su caída en 476. Esta fecha representa
convencionalmente el comienzo de la Edad Media Europea.
La capital del imperio Romano de Oriente era Constantinopla, conocida como Bizancio;
de ahí el nombre de Imperio Bizantino, el cual representó la supervivencia de las instituciones
romanas en las orillas orientales del Mediterráneo, mayoritariamente de cultura de raíz griega.
El imperio bizantino, cuya presencia se prolongó durante casi mil años heredo los
desarrollos de la cultura griega y helenística. En cierto modo fue la reserva de la ciencia griega,
aunque no protagonizará novedades relevantes. Sin embargo, desarrolló un papel crucial en la
transmisión de ese legado griego a otras culturas desde sus fronteras y más allá de ellas.
A comienzos del siglo VII, el Imperio Bizantino encontró su principal amenaza en un
poder que aparece con la predicación de una nueva religión: el islam. Surgido en Arabia, se
extenderá rápidamente y en poco más de un siglo dominará un enorme territorio desde la
Península Ibérica hasta el norte de la India. Con el islam no solamente se expande una religión,
sino que se crea una Imperio de dimensiones colosales.
El islam, nacido en el seno de la cultura de lengua árabe (hasta fijar el Corán, una lengua
sin cultivo escrito), recibió pronto influencias intensas de las civilizaciones con las que se iba
encontrando en su proceso de expansión.
En los territorios que arrebató a los bizantinos, el islam entró en contacto con los restos
de la cultura griega y helenística, transmitidos por cristianos de la zona de Siria y Mesopotamia
de lengua aramea (una lengua próxima al árabe) pero que conocía el árabe.
Hubo una promoción oficial de las traducciones de las traducciones de las obras griegas,
como pone de relieve el funcionamiento en el siglo IX de equipos de traductores en la llamada
Casa de la Sabiduría de Bagdad, fundada y sostenida por los califas, los líderes del imperio.
Allí se tradujeron buena parte de las obras médicas griegas al árabe (muchos de los traductores
tenían formación en medicina); libros aristotélicos, incluidos varios de historia natural; obras de
astronomía y matemáticas, etc. Este proceso, complementado por otros traductores que trabajaban
en otros ámbitos, quedó virtualmente completado hacia el año 1000.
Al mismo tiempo, por el extremo oriental penetra la influencia científica india, que resultó
también muy importante, así como algunos aspectos de la ciencia y la técnica chinas
Contribución islámica a la medicina:
El islam le dio un carácter religioso al ejercicio médico. Al Profeta (Mahoma) se le
atribuyó la afirmación de que solamente existían dos ciencias, la de salvación del alma (teología)
y la de la salvación del cuerpo (medicina).
Esto, sin embargo, no comprometió la racionalidad de la medicina islámica. Si bien la
medicina árabe preislámica era empírico-creencial, la asimilación de la medicina de raíz cultural
griega propició un ejercicio eternamente racional de la misma entre los médicos cultivados.
La denominación árabe del médico es hakim, proviene de la raíz H-K-M, que significa
“ser sabio, tener experiencia, ser culto”. La expresión al-hakïm tenía sentido de “el sabio, el
maestro por excelencia, el filósofo”. La aplicación de este concepto a los practicantes de la
medicina es una prueba clara de la importancia reverencial que su ejercicio mereció en el islam.

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Las aportaciones de Avicena y Mesué:
Aunque el islam medieval se expresó muy mayoritariamente en árabe, la lengua de su
libro sagrado, en realidad era un ámbito multicultural. En el terreno médico-farmacéutico, además
de las contribuciones de los cristianos, destacaron las de los eruditos persas.
Hay que mencionar a Abü Muhammad ibn Zakaïyä al-Räzï, conocido en occidente como

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Rhazes, que estudió medicina en Bagdad y dirigió una de las instituciones asistenciales de la gran
capital. De espíritu muy abierto y proclive al acercamiento crítico, Rhazes era básicamente un
hipocrático que enfatizó la importancia de la observación clínica, lo que le permitió oponerse en
numerosos detalles a la teoría de la enfermedad de Galeno (la recepción de la ciencia griega nunca
fue pasiva y acrítica en el Isla). Aunque una gran parte de su obra perdió, se preservó su Al-Häwï
fi-l-Tibb (“El continente de la medicina”), traducido siglos después al latín como Liber continens,
sonde se muestra su enorme experiencia como clínico.
También persa fue la mayor figura de la medicina islámica, Abi 'Al al-Husayn ibn 'Abd
Allah ibn Sina, en Occidente llamado Avicena (980-1037), profundo conocedor no sólo legado
médico, sino también del filosófico, de los griegos. Médico itinerante por diversas cortes que se
habían desgajado del imperio abasí, Avicena escribió innumerables tratados sobre diversos
aspectos del saber. De su producción médica hay que citar Qänün (“La norma”), traducido al latín
en el siglo XII como Canon medicinae, inspirado por Galeno y fundamentado filosóficamente en
Aristóteles.
Se trata de una monumental compilación del saber médico, desde los fundamentos
anatómicos, patológicos e higiénicos, hasta las aplicaciones terapéuticas y la descripción detallada
de las enfermedades, con una deliberada búsqueda del equilibrio entre teoría y práctica. El Qänün
fue la base para la enseñanza de la medicina no solo en el islam, sino también en las universidades
europeas entre los siglos XII y XVI, y su modo de asimilar el galenismo fue normativo en ese
mismo contexto.
El Qänün está estructurado en cinco grandes partes o libro. Nos interesan especialmente
el segundo y el quinto, dedicados respectivamente a la medicamentos simples y compuestos.
La relación de fármacos que aporta Avicena en esta obra es numerosa y variada, y en ella
se refleja la ampliación cultural y geográfica de la materia médica islámica, mucho más allá del
legado grecolatino, con la incorporación de sustancias previamente utilizadas por árabes y persas
más una presencia creciente de productos de origen indio. Los intensos flujos comerciales que el
islam promovió entre el Mediterráneo y el Índico fueron clave en la movilización de un número
creciente de remedios.
Avicena también aportó en su: gran libro de instrucciones para la preparación de los
medicamentos
La influencia de Avicena cristaliza en la obra atribuía tradicionalmente a Juan Mesué el
Joven, nombre latino de un presunto médico cristiano de lengua árabe llamado Masawaih al-
Mardini (siglo XI), que bien podría representar, en realidad, a un grupo de discípulos del gran
médico persa.
Los Cánones de Mesué, traducidos al latín, son una especie de ampliación de los textos
farmacológicos con más riqueza de preparación y uso de los medicamentos. Hasta prácticamente
el siglo XVIII, fueron el manual básico para el arte de elaboración de las especialidades
farmacéuticas en Europa.

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Grabadines antidotarios:
La materia médica islámica, es todo caso, desborda las aportaciones de Avicena y Mesué.
Antes de las obras que hemos explicado, ya se había desarrollado una tradición de estudios sobre
los medicamentos, con raíces en fuentes helenísticas como Dioscórides, pero que acusa también
influencias persas e indias, lo que diversifica tempranamente la panoplia de remedios.

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Junto a tratados que exponen diversas teorías sobre la acción de los medicamentos y la
graduación de sus efectos (como el que compuso en el siglo IX al-Kindi) se consolidan sendos
géneros de libros de orientación eminentemente práctica: los grabadines y los antidotarios.
Los grabadines o agrabadines (del árabe agrabadhin) son formularios para guiar la
preparación de los medicamentos. En estas obras se desarrollaron nuevas formas de preparación
llamadas a tener mucho recorrido, como los jarabes. Los antidotarios, por su parte, son
colecciones de recetas.
La relevancia de la materia médica en el islam se refleja en el espacio que le conceden en
sus obras autores no médicos que elaboran grandes compendios del saber general, como fue el
caso de gran viajero al-Birüni, contemporáneo de Avicena, que asoció el conocimiento de los
medicamentos a su experiencia como geógrafo.
Ya en periodo final del esplendor de la medicina islámica medirval, a caballo de los siglos
XII y XIII, brilló el andalusí … conocido como Ibn al-Baytär, autos…
Ya en el periodo final del esplendor de la medicina islámica medieval, a caballo de los
siglos XII y XII, brilló el andalusí Diya A-Din Abü Muhammad Abdillah Ibn Ahmd al-Mälaqï,
conocido como Ibn al-Baytär, autor de una impresionante recopilación sobre las virtudes de
los medicamentos y alimentos, y en la cual se exponen unas 1.500 medicinas de origen
vegetal, animal y mineral.
Ibn al-Baytár aplicó sus grandes conocimientos botánicos en las diversas obras que
produjo. La materia médica islámica seguía basada fundamentalmente en las plantas, pese
a que ya no había una notable aportación alquímica.
La alquímica islámica:
La alquimia, en efecto, ya había sido considerada como un conocimiento de interés para
los médicos por Rhazes. El cultivo de esta tradición del saber, con fundamentos de nuestro
helenístico, había hallado amplia acogida en el islam. Muchos escritos alquímicos fueron
atribuidos a Jäbir ben Hayyän, conocido en Occidente como Geber, un autor de historicidad
más dudosa, que habría sistematizado los fundamentos de la alquimia.
De la enorme relevancia de la alquimia en el mundo medieval islámico, da buena
cuenta la conservación en la terminología química moderna de numerosas palabras
con raíces árabes (alcohol, álcali, matraz, alambique, etc.). Fueron numerosos los
productos descubiertos por la ciencia del islam que hoy en día son de uso cotidiano en
la vida corriente a en la investigación química: el alcohol etílico, los ácidos nítrico y
sulfúrico, el nitrato de plata, etc. También almas técnicas de referencia, como la
sublimación, la cristalización o la destilación, fueron tratadas y utilizadas
sistemáticamente por los alquimistas islámicos.
Reflexión final:
El islam medieval dio continuidad a la tradición médica de origen griego y helenístico,
pero, además, la amplio y mejoró con aportaciones de otras culturas como la persa y la india más
numerosas contribuciones originales. La imagen tradicional de la cultura

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islámica como simple transmisora del legado grecolatino en medicina y ciencia, sin
ninguna aportación de novedades ha sido desechada por la historiografía desde hace
muchas décadas.
La materia médica en el islam es un perfecto ejemplo de estas asimilaciones
suplementados con aportaciones originales. Los estudios teóricos y prácticos sobre
los medicamentos se cuentan entre las producciones más sobresalientes de la ciencia

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islámica.
El islam, finalmente, también ejerció una función capital como fundamento de la
práctica médica y farmacéutica en el Occidente cristiano medieval a través de las
traducciones de los textos árabes al latín a partir del siglo XII

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TEMA 13 y 14: Farmacia y medicina en la edad media:
La Europa subsiguiente a la caía de roma por las invasiones germánicas (siglo V) está
caracterizada por una notable división territorial, un notable descenso demográfico y una acusada
ruralización.
Ya durante la decadencia del imperio romano occidental, el conocimiento de la lengua
griega, incluso entre las menguantes elites cultivadas, estaba en retroceso, lo que dificultó muy
seriamente la continuidad en la transmisión de los saberes clásicos y helenísticos.
El latín, adoptado por la Iglesia como lengua propia, se consolidó como la lengua de la
cultura, y siguió siendo la lengua administrativa a pesar del origen centroeuropeo de los
nuevos gobernantes
La medicina monacal
La iglesia se convirtió en la gran ordenadora de la sociedad medieval y en la depositaria
y administradora del conocimiento.
En una Europa despoblada y con unas ciudades que habían perdido mucha de su
influencia, los monasterios de la Alta Edad Media, situados en zonas rurales, pasaron a ser las
reservas principales de conocimiento. Los monjes y monjas estudiaban en las escuelas de los
monasterios, que contaban con bibliotecas.
Al no tener conocimiento de la lengua griega, las obras de referencia para los distintos
ámbitos del saber partían de la tradición enciclopédica latina, con Plinio a la cabeza, a la que se
unieron nuevos compendios generales de las ciencias, con un nivel bastante elemental,
desarrollados por personalidades eclesiásticas como Isidoro, obispo de Sevilla (S VII), o el monje
ingles Beda el venerable (siglo VIII).
En estas enciclopedias, se incluían apartados sobre los saberes médicos, incluido el
conocimiento de los medicamentos, bajo una perspectiva humoralista. La medicina en los
monasterios (medicina monacal) uso ampliamente estas fuentes, además de incorporar prácticas
y saberes de los sistemas médicos de origen popular.
En los monasterios, de diferenciaban zonas específicas para el cuidado de los enfermos,
la fabricación de los medicamentos, un jardín para el cultivo de las plantas medicinales, etc. La
práctica médica y farmacéutica en tal ambiente religioso estaba revestida de las virtudes
evangélicas asociadas al cuidado de los que sufren.
La medicina monacal halló representantes muy reconocidos, que incluso escribieron
tratados sobre diferentes aspectos de la salud y la enfermedad. Uno de los casos más notables, ya
al final de la Alta Edad Media, fue el de la monja alemana Hildegarda de Bingen (1098-1179).
Personalidad multifacética, esta abadesa escribió, entre otras obras,
Physico (una especie de farmacopea) y Causae et curae (donde aborda la enfermedad y su
terapéutica), desde una visión de subordinación mutua entre el ser humano y el
universo.
La asimilación en la Europa occidental de las tradiciones clásica y árabe:
Entre los siglos X y XI, importantes cambios acontecieron en la Europa occidental
cristiana, Unos condiciones económicas y ambientales más favorables permitieron un repunto
demográfico que reactivó la vida urbana.

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La exigencia de saberes regulados legalmente y con unas garantías de formación para sus
practicantes forzó la apertura del monopolio docente de la Iglesia en favor de otras instancias
sociales.
Las prácticas médico-sanitarias se ven especialmente afectadas por estas mutaciones
socioeconómicas, de modo que una medicina académica empezó a constituirse a partir de esta
época, especialmente en aquellas zonas fronterizas de la Cristiandad con el mundo islámico.

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Un ejemplo muy temprano será la Escuela de Salerno, surgida en torno al siglo X en esa
ciudad del sur de Italia, cercana a Nápoles y estratégicamente situada en una zona donde la
influencia del islam, a través de la vecina Sicilia (un emirato hasta bien avanzado el siglo
XI) se complementaba con intensas relaciones con el imperio Bizantino, más la influencia de
grandes monasterios como Montecasino.
Allí funcionaba una especie de asociación de médicos que adquirió creciente fama y
reconocimiento y fue generando obras escritas sobre diferentes aspectos médicos,
claramente influidos por las obras y las traducciones árabes de los escritos griegos,
traducidas todas ellas a su vez al latín. Ya en el siglo XII, era una verdadera escuela de
medicina donde iban a formarse estudiantes de orígenes muy diversos.
En Salerno se produjeron algunas obras importantes sobre medicamentos, como el
Antidotarium Salernitarium, una selección de unas 140 recetas de preparados muy activos y
fabricados para garantizar una conservación duradera (los llamados “fármacos oficinales”) que
acabó siendo enseñado durante siglos como fundamento del arte farmacéutica en toda la Europa
occidental. Antidotarios más comprehensivos fueron desarrollados para sustentar conocimientos
más avanzados de los remedios.
La iniciativa más ambiciosa para la asimilación de la tradición greco-árabe, tanto en
medicina como en el resto de los saberes, radicó en Toledo, donde el arzobispo Raimundo,
en el siglo XII, estableció una escuela de traductores encabezada por Domingo
Gundisalvo, y donde convivieron y trabajaron en equipo eruditos musulmanes, judíos y
cristianos. Allí se tradujeron al latín las obras de autores como Avicena, Rhazes, Hipócrates,
Aristóteles, etc.
El origen de las universidades:
La creciente aportación de traducciones latinas de textos griegos y árabes, más las y
avistas necesidades de formalizar los estudios en diferentes disciplinas como la teología, el
derecho y la propia medicina, sacudieron a las escuelas de diferentes ciudades europeas en la
segunda mitad del siglo XII y comienzos del siglo XIII.
Las escuelas, normalmente especializadas en ciertas ramas del saber, fueron
convergiendo en las primeras universidades, impulsadas según casos por la iglesia, por el poder
civil o por iniciativas privadas. Las universidades surgen ante la necesidad de organizar a una
corporación de docentes y discípulos cada vez más numerosa, con la pretensión de
controlar la iniciativa educativa. Las universidades participaban de algún modo del espíritu
gremial que animó a muchas corporaciones de artesanos de la misma época.
Los estudios de las universidades comprendían la teología, el derecho y la medicina, cada
uno enmarcado en su propia facultad (el derecho tendió a dividirse en dos, para separar el derecho
civil del canónico). Además, había una facultad preparatoria, la Facultad de Artes, que habilitaba
le acceso a las facultades mayores a través de una formación filosófica en sentido amplio. Había
toda serie de grados y las clases eran en latín.

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La enseñanza se organizó en torno al concepto auctoritas (“autoridad”), no en el sentido
de ejercicio de mando, sino como “autoría de referencia obligada”: el libro o libros de un
autor determinado (la autoridad) debían ser explicados en clase (lectio) por el maestro o
lector, y los alumnos debían acreditar el conocimiento suficiente de las doctrinas de dicho
autor.
En medicina, las autoridades principales fueron Galeno, Avicena, Rhaces, etc. Los

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estudios médicos incorporaban, por supuesto, la enseñanza de los medicamentos desde todas sus
facetas: recolección, preparación, prescripción, administración, etc. Con autoridades como los
antidotarios salernitanos los Cánones de Mesué, etc.
Los tres pilares de la práctica médica:
Por Influencia de la medicina islámica, la medicina cristiana medieval practicada por los
académicos se organizó en torno a tres prácticas o pilares del conocimiento médico: la dietética
(diaetetica), el conocimiento de las sustancias curativas (pharmaceutica) y la cirugía
(chirurgia).
La dietética se ocupaba de las personas sanas y de su régimen de vida. En la dietética, la
influencia árabe fue especialmente notable, sobre todo al tratar de superar la dualidad
cuerpo-alma y dar una visión totalizadora de la vida.
En cuanto a la pharmaceutica, las bases terapéuticas se encuentran en la Edad Media en
la materia médica, la rama de la medicina que se ocupa de los medicamentos. Buena parte de ellos
seguían siendo de origen vegetal, aunque algunas sustancias animales y minerales (estas, por
influencia de la Alquimia, crecientemente practicada por los médicos) también tuvieron cierto
uso.
Son numerosos los libros que se ocupan de las propiedades medicinales de las plantas.
Aquí, los intercambios entre el mundo académico y el popular fueron frecuentes, como se revela
en los antidotarios, donde se recopilaban recetas procedentes tanto de la tradición clásica y de la
cultura árabe, como de las tradiciones populares.
La edad media consagrará la imagen del hortus sanitatis o “jardín de la salud”,
precisamente por esta preponderancia de las plantas como fuente de remedios.
Finalmente, la cirugía, como intervención radical, suponía de las manos y de una serie
de instrumentos. En ese sentido, el conocimiento médico en torno al embarazo, el parto y, en
general, las enfermedades de la mujer, entraba en el dominio quirúrgico.
La anatomía, básicamente heredada de Galeno y de los árabes, daba la base
propedéutica para la cirugía. La práctica de la disección era inicialmente rara, aunque
desde el siglo XIlI se empezó a realizar con frecuencia creciente en algunos centros de
enseñanza con fines demostrativos.
La práctica farmacéutica en el mundo islámico:
La demacración formal de la práctica farmacéutica, como una ocupación diferenciada de
la medicina, aconteció en la edad media.
Sería erróneo, en todo caso, hablar de una profesión farmacéutica ya en esta época. El
concepto de profesión es históricamente reciente, y para una época como la Edad Media es
mejor hablar de oficios u ocupaciones. Aunque en este contexto ya empiecen a aparecer
elementos propios de las profesiones en sentido pleno (conocimiento especializado, cierto
grado de organización corporativa, formación más o menos pautada, etc.), o bien no
estaban suficientemente generalizados y estandarizados, o bien no se planteaban todavía

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en su plena formalidad (una cosa es tener una formación prescrita, y otra obtener un título
académico).
En definitiva, aunque la Edad Media sea un momento crítico en la historia de la profesión
farmacéutica, no debemos entender que esta nace, precisamente, en esa época.
El amplio desarrollo farmacológico y farmacéutico que acontece en el mucho islámico

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medieval, conducirá a una incipiente especialización en el arte de la preparación de
medicamentos.
Hubo un aumento evidente de la variedad de medicamentos a lo largo del desarrollo de
la medicina islámica. Por un lado, como ya hemos visto, se asimilan tradiciones diferentes de
materia médica (grecolatina, persa, india, etc.). Por otro lado, la intensa actividad comercial
moviliza productos procedentes de regiones remotas hacia el mundo islámico, por sí mismo
muy variado en términos de geografía y diversidad de sustancias vegetales y minerales.
En consecuencia, el conocimiento pormenorizado de toda esta diversidad de
medicamentos simples (incluidas las valoraciones sobre su calidad) será cada vez más
exigente. Si a ello añadimos la creciente complejidad de los preparados que se desarrollan
a partir de aquellos, es lógico que aparezcan oficios relativamente especializados en el arte
de la farmacia.
Uno de los primeros ámbitos donde se formaliza esta especialización será el de las
instituciones asistenciales islámicas, los bimaristanes, para los cuales se escribieron algunos de
los primeros agrabadines, ya en el siglo IX. Los bimastrines acogían enfermos ingresados y fueron
también centros de enseñanza médica.
La necesidad de proporcionar medicamentos a los enfermos de manera continuada
aconsejó que los bimaristanes se dotaran de boticas, al frente de las cuales solía haber un
saidalïl o boticario.
Fuera de los hospitales, también trataban con medicamentos los perfumistas e incluso los
comerciantes de pasteles y mermeladas. Aun así, la acción inspectora que ejercían los muthasib
(motacenes o almotacenes) en los zocos y tiendas fue poniendo una presión
creciente en el mundo comercial de los medicamentos, que ayudó a consolidar la figura del
saidaïl también fuera del bimaristán.
La separación entre medicina y farmacia:
La separación de las ocupaciones de las ocupaciones de médico y farmacéutico fue un
proceso que también aconteció en la Europa occidental medieval, con la diferencia de que fue en
este contexto donde hubo ya disposiciones legales que la establecieron formalmente.
Las primeras regulaciones pueden datarse hacia finales del siglo XII, y eran de aplicación
local, como fue el caso de la ciudad provenzal de Arlés. Sin embargo, la primera norma de
alcance territorial más amplio se promulgó hacia 1240 por Federico II Hohenstaufen, cabeza
del Sacro Imperio Romano Germánico.
El emperador Federico promulgó unas ordenanzas sobre el ejercicio médico en el reino
de Sicilia, que pertenecía al Sacro Imperio desde finales del siglo anterior. No es precisamente
casual que el ámbito geográfico fuera precisamente este, pues en el reino de Sicilia estaba la
ciudad de Salerno.

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Las ordenanzas disponían:
1. La separación de las ocupaciones farmacéuticas y médica
2. La ilegalidad de toda asociación entre médicos y farmacéuticos
3. La autoridad preceptiva de ejercicio para los farmacéuticos, a partir de un juramento
4. La inspección sobre la forma de elaborar los medicamentos, realizada por médicos, y de
acuerdo con las preceptivas salernitanas.
5. La regulación de los beneficios sobre medicamentos
A veces se ha exagerado mucho el impacto de esta regulación, a fin de cuentas…
En el Reino de Castilla y León, el Código de las Siete Partidas del rey Alfonso X,
promulgado en torno a 1265, ya hace uso de la palabra «boticario», con el significado de
persona que prepara medicamentos. Aunque los boticarios ya están sometidos a
regulaciones, de acuerdo con este código, subsisten, sin embargo, ambigüedades
terminológicas (se habla también de los «especieros», por ejemplo) y competenciales
(los médicos o «físicos» podrían todavía elaborar medicamentos).
La separación ya resulta más neta en algunas disposiciones legales de la Corona de
Aragón del siguiente siglo, como en las ordenaciones de Alfonso IV el Benigno para el reino
de Valencia (1329).
Los gremios farmacéuticos en el mundo medieval cristiano:
Los siglos finales de la Edad Media, coincidiendo con la mayor actividad comercial y el
crecimiento de las ciudades, son también una época en que los oficios tienden a generar
estructuras corporativas para la defensa de sus intereses (un ejemplo no muy alejado nos lo
da la fundación de las universidades).
En el caso de los oficios relacionados con la fabricación de medicamentos, la ya estudiada
separación respecto al ejercicio de la medicina, más la creciente presencia de marcos
legales reguladores, deben ser asimismo enfocadas en relación con esta tendencia
gremialista.
Es cierto que, desde un punto de vista terminológico, no encontraremos «gremios de
boticarios». Los nombres de las corporaciones pueden ser variados: capítulo, universitas,
cofradía, collegium, etc. Todos ellos, sin embargo, muestran las características propias de
los gremios.
Estas características serían:
1. Finalidad económica y de defensa de las competencias del oficio, aunque
frecuentemente bajo la protección de una advocación religiosa.
2. Reclutamiento de nuevos miembros por un proceso de aprendizaje, normalmente de
larga duración, en el que un maestro supervisa el progreso de los aspirantes,
siempre en un número reducido.
3. Acceso a la maestría tras el pago de unas tasas y la superación de un examen.
4. Existencia de un órgano deliberativo o asamblea, en el que los maestros tomaban
decisiones relacionadas con la corporación gremial.
5. Presencia de unos representantes por mandatos cortos, encargados de las
negociaciones con las autoridades y veladores del cumplimiento de los estatutos de
la corporación.

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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Reflexión final:
La Edad Media europea, superada la crisis de conocimiento que precipitaron las
invasiones de los pueblos germánicos del siglo V, volvió a conectar con la tradición médica y
farmacéutica clásica y helenística a través de las traducciones de los libros en árabe. La
tendencia a la separación de la medicina y la farmacia se da ya en el mundo islámico
medieval, pero sólo cristalizará definitivamente en la Europa cristiano de los siglos XIII y

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XIV.
Esta separación no significará una equiparación, como demuestra el hecho de que los
médicos debían obtener un título universitario, mientras que la consideración de los
boticarios y demás oficios relacionados con la farmacia quedó asociada a una regulación propia
de los gremios artesanales y de comercio, con un sistema de aprendizaje no
universitario.
Hay que desechar definitivamente los tópicos de la Edad Media como una era de
oscuridad intelectual. Aunque no fue un periodo excesivamente innovador desde el punto de vista
teórico sí lo fue desde el aspecto de la acción educativa.

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Tema 15: La farmacia en el renacimiento
Desde finales del siglo XIV y hasta bien entrado el siglo XVI, acontece en Europa
occidental un enorme movimiento cultural originado en Italia, el renacimiento, que supuso una
renovación general profunda de la cultura europea en la creación artística, el pensamiento
filosófico, la práctica religiosa y la actividad científica.

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
El Renacimiento surgió del ansia por conocer y restituir el legado de los clásicos
grecolatinos. Un ansia que como sabemos, ya está presente en la Edad Media. El Renacimiento,
sin embargo, respondió de una manera distinta al resto, pues su objetivo era la restauración de la
cultura clásica como modelo intelectual y social.
La reforma cultural que esto suponía se llevó a cabo mediante los studio humanitatis, o
saberes humanistas; o sea, aquellas materias que se considera que están más
relacionadas con el conocimiento del ser humano: la historia, la gramática, la retórica, la
poesía, la filosofía moral y también, la medicina. Del énfasis teocéntrico del mundo
medieval, se pasaba así a un enfoque intelectual mucho más antropocéntrico.
El renacimiento fue posible por una conjunción de factores políticos, sociales y
económicos que no podemos detallar aquí, para nuestros propósitos, basta con fijarse en dos
acontecimientos: la caída de Constantinopla y el fin consiguiente del Imperio Bizantino, en
1453; y el desarrollo de la imprenta, en la segunda mitad del siglo XV.
El declive paulatino del Imperio Bizantino ante el empuje de los turcos promovió u éxodo
creciente de eruditos bizantinos hacia Italia, que llevaban consigo manuscritos griegos muy
antiguos, los cuales ofrecían versiones mucho más fieles a las originales que las traducciones
árabes y latinas de los siglos medievales.
Parte del programa humanístico era filológico: restituir el legado clásico en su pureza
lingüística. Ya no valían, pues, las traducciones medievales, mediadas por la lengua árabe y con
uso poco cuidadoso del latín. Fue posible apreciar las profundas contradicciones que había entre
unos autores y otros, incluso, entre las versiones medievales y las depuradas de un mismo autor.
Un nuevo impulso a la investigación, a la indagación personal, surgió de todo ello. Y a la
vez, se quebró el principio de autoridad que había sostenido hasta entonces el prestigio de
determinados textos considerados indiscutiblemente como referencia para tal o cual materia. Este
proceso, por supuesto, no fue unánime, y hubo mucha tensión con los defensores de mantener las
interpretaciones y soluciones tradicionales.
Los primeros textos impresos relacionados con la farmacia:
Las versiones depuradas de los textos griegos, más sus traducciones latinas, realizadas
con todas las garantías lingüísticas, encontraron en el libro impreso una vía muy potente de
difusión. Los libros aun siendo relativamente caros, resultaban más económicos.
Entre los primeros libros impresos de interés farmacéutico, se encuentran desde luego,
las ediciones y traducciones depuradas de los textos clásicos. Un ejemplo son las ediciones del
texto griego de Materia Médica de Dioscórides, seguidos de sus traducciones latinas e, incluso, a
otras lenguas, en ocasiones acompañadas de los comentarios de autores renacentistas.
La contribución al respecto del médico segoviano Andrés Laguna (ca.
1510-1559), catedrático en Alcalá entre 1536 y 1539, es realmente notable, con una
magnífica traducción castellana (1555) directamente del griego, copiosamente comentada e
ilustrada.

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Los boticarios de la época también empezaron a producir libros
impresos de su propia autoría. El primero, titulado Luminare maius (Venecia, 1494) lo
escribió el italiano Giovanni Glacomo Manlio di Bosco. Es básicamente una compilación de
recetas comentadas y extraídas de Mesué y otras autoridades medievales.
La presencia de Mesué es también fundamental en el primer libro impreso escrito por un
boticario en los reinos hispánicos: el Liber in examen apothecariorum del catalán Pere

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Benet Mateu, que apareció en Barcelona en 1521, pero terminado de redactar mucho antes,
en 1497. El tratado de Mateu recorre temas como las características de los medicamentos
simples, la triaca y otros compuestos, diferentes técnicas de preparación, etc.
También se editaron obras escritas por médicos, pero para la formación de los boticarios.
Un primer ejemplo de manual técnico de este estilo es el Compendium aromatariorum de
Saladino de Ascoli, publicado en Bolonia en 1488, y traducido al castellano con el título de
El compendio de los boticarios (Valladolid, 1515).
Y, por supuesto, también se imprimieron farmacopeas que estandarizaban las fórmulas,
con valor ya oficial y tenencia prescrita para los boticarios, cada vez más demarcados en
sus funciones de las de los médicos. Entre los primeros ejemplos, tenemos Recetario
Florentino (Florencia, 1498), Concordia Apothecariorum Barchinonensium (Barcelona, 1511)
y Concordia Aromatariorum civitatis Cesarauguste (Zaragoza, 1553)
Nuevas perspectivas médicas y farmacéuticas en la obra de Paracelso:
Aunque hay mucho de continuismo en los textos farmacéuticos renacentistas, también
empezó a notarse la acción de teóricos y prácticos que cuestionaban el legado de los antiguos,
según la tendencia a desafiar el principio de autoridad que antes hemos comentado.
El caso más notable, por su originalidad, radicalidad e influencia posterior, fue el del
médico suizo Teaphrastus Bombastus von Hohenheim, más conocido por su sobrenombre,
Paracelso (1493-1541).
Paracelso procedía de una región minera, donde seguramente se familiarizó con la
metalurgia y con la alquimia antes de estudiar medicina. Al parecer, estudió la ciencia en Italia, y
desde entonces no dejó de viajar por muy diversos lugares de Europa.
En 1527 lo hallamos en Basilea, ejerciendo la medicina, al tiempo que se dedicaba a la
enseñanza de modo informal. Paracelso, que enseñaba en alemán y no en latín, era de
hecho un decidido adversario de la medicina académica, tanto en su aspecto formal
como en el doctrinal, al considerar inútil la enseñanza libresca y superados el hipocratismo y
el galenismo. Al final, dejó Basilea al año siguiente, tras fuertes enfrentamientos con las
autoridades civiles y médicas, para proseguir su vida errante.
Paracelso postuló una constitución orgánica basada en los tres principios alquímicos:
mercurio, azufre y sal. Coherentemente con ello propuso una terapia química u en una noción de
la enfermedad como entidad individual, con características y localización orgánica propia, y no
resultado del desequilibrio humoral. El conocimiento alquímico, algunas nociones mágicas y una
fuerte carga crítica están tras este complejo y no siempre coherente sistema.
Frente a la polifarmacia galénica, proponía remedios específicos para cada dolencia: el
remedio ha de acoplarse a la enfermedad como la llave a la cerradura.
El legado paracelsista se expresó en la iatroquímica, que interpretaba en clase alquímica
la fisiología y la terapéutica. Menos enigmáticos y más prácticos que los alquimistas, los
iatroquímicos usaban manuales como recetas claras para preparar los medicamentos, materias

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primas con nombres claros e inequívocos y aparatos adecuados para preparar los medicamentos,
materias primas con nombres claros y despojaba de los aspectos más metafísicos y vitalistas del
paracelsismo, se convirtió en el siglo XVII en una corriente médica aceptada académicamente.
La botánica y el impacto de la expresión europea:
Las exploraciones portuguesas y españolas por las Indias Orientales y América, iniciadas
en la segunda mitad del XV, aportaron a lo largo del s XVI una ingente cantidad de novedades
zoológicas y botánicas que acrecentaron espectacularmente la nómina de seres vivos conocidos
por los europeos.
El estudio de las floras y geas de estos territorios estuvo estimulado por razones
emocionales (la curiosidad ente lo desconocido), económico-políticas (el aprovechamiento
práctico de los productos naturales), e intelectuales (el conocimiento sistemático de la diversidad
de los seres. Unos y otros estímulos, por supuesto se reforzaban mutuamente.
Médicos y boticarios fueron protagonistas destacados en este proceso, sobre todo aquellos
que habitaban en las ciudades comerciales, con puertos conectados con lugares lejanos,
donde se traficaba con animales, plantas y otros productos exóticos llegados de las
colonias.
Un ejemplo destacado es el del médico sevillano Nicolas Monardes, graduado en Alcalá,
que estudió intensamente las plantas de América que llegaban al puerto de su ciudad.
Especies como el guayaco, el sasafrás, la jalapa, el bálsamo del Perú o el
tabaco, fueron algunas de las plantas que Monardes investigó, incluso tras cultivarlas en
algunos casos en su jardín, y quedaron incorporadas por muchos siglos a las farmacopeas
europeas
Monardes escribió un gran tratado sobre la cuestión, la Historia medicinal de las cosas
que se traen de nuestras Indias Occidentales que sirven en medicina (3 vols., 1565-1574).
Conoció traducciones al latín, inglés, italiano y francés.
Junto a estos estudiosos de la botánica localizados en la metrópolis, hubo también autores
que exploraron activamente los nuevos territorios. El caso más notable fue el de otro graduado en
Medicina en Alcalá, el toledano Francisco Hernández (co. 1517-1587)
Hernández era médico en el acorte desde 1567 y fue promovido al cargo de protomédico
general de las Indias en 1569; en otras palabras, pasaba a ser la primera autoridad en los
aspectos médico-sanitarios en las colonias americanas.
El nombramiento le permitió dirigir una expedición para recoger información sobre las
plantas medicinales de México y América central. Desarrollada entre 1571 y 1577, suele ser
considerada la primera gran expedición con un fin específicamente científico de la historia.
Para los trabajos que se realizaron, contó con diferentes auxiliares, incluidos geógrafos,
herbolarios, escribientes, dibujantes y pintores, así como intérpretes para facilitar el flujo de
información con la población indígena.
El encuentro entre las culturas médicas de europeos y americanos a lo largo de la
expedición resultó en un auténtico mestizaje. Lejos de ser un simple caso de imposición de las
ideas de los dominadores para aprovechar la experiencia práctica de los colonizados, se produjo
un verdadero cruce de teorías y procedimientos, que generó flujos de conocimiento en todas las
direcciones.
Hernández redactó un texto trilingüe (en latín, castellano y náhuatl, la lengua indígena
más hablada en México), con el fin de facilitar la difusión de la información no solo por Europa,

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sino también por América. Ocupaba casi cuarenta volúmenes manuscritos, ilustrados con
dibujos y pinturas detallados. También se trajo semillas y plantas vivas en barricas, con la
intención de aclimatar cuantas se pudieran, por su valor principalmente medicinal, en los
jardines españoles.
Aquel tesoro de conocimiento, que desbordaba el fin estrictamente médico-farmacéutico,
para adentrarse en la historia natural en general, la etnografía y la geografía, no halló sin

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embargo el cauce más adecuado para su difusión completa, pues no pudo ser impreso por
falta de fondos.
Solo se llevó a la imprenta una selección en latín de lo escrito por Hernández, preparada
por el médico napolitano Nardo Antonio Recchi. El resultado apenas conservó un 15 % de la
información.
Aun así, el esfuerzo de Hernández y sus colaboradores no fue baldío. Una parte no
despreciable de la información no publicada ya estaba circulando por la comunidad
Internacional, de modo que permeó tanto las prácticas médico-farmacéuticas como
naturalistas de manera eficaz y espectacular. Muchísimas nuevas especies y numerosos
medicamentos fueron así incorporados al saber de los europeos, al tiempo que circulaba
ese conocimiento también en la América del Imperio español y más allá.
Reflexión final:
La pretensión de recuperar e l legado clásico por los renacentistas, sn la mediación de las
tradiciones medievales en el corto plazo un reenfoque y en el largo plazo condujo a una crítica
creciente de la autoridad de los antiguos.
Las nuevas exigencias legales y metodológicas que provocó la separación de medicina y
farmacia en la Edad Media, generó gran número de obras específicas tras la introducción de
la imprenta en Occidente.
Paracelso encarnó el mayor desafío renacentista a las doctrinas médicas de referencia,
con profundos impactos en la concepción fisiológica y terapéutica, y con la apertura de nuevas
líneas en el uso de los medicamentos de síntesis química, bajo la influencia de las prácticas
alquímicas.
La botánica, tanto en su vertiente descriptiva como farmacéutica, se desarrolló
extraordinariamente a raíz de la expansión imperialista europea por América y otros
territorios.

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Tema 16: De la ciencia especulativa a la experimental, repercusiones en las ciencias del curar
Las discrepancias entre las obras originales de la antigüedad clásica y sus versiones
medievales eran motivo de discusión en el contexto del humanismo renacentista. Cuando las
opiniones se contrastaban con nuevas observaciones para decidir quién tenía razón, podían surgir
nuevas explicaciones: ni las versiones originales ni las medievales eran siempre correctas. Así
pues, los autores antiguos eran falibles y su autoridad irrefutable se vino abajo.

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Por otro lado, la búsqueda de una experiencia observacional directa atrajo a algunos eruditos
hacia el mundo de los oficios prácticos y la artesanía. Además de incorporar procedimientos que
podríamos llamar experimentales, este contacto entre ámbitos de conocimiento hasta entonces
separados propició la incorporación de instrumentos novedosos a las prácticas de los estudiosos
de la naturaleza.
El desarrollo de la microscopía:
Uno de los casos más notables que muestra que la búsqueda de una experiencia personal
para el conocimiento de la naturaleza llevó a algunos estudiosos a aproximarse al mundo de
los artesanos y trabajadores prácticos, lo que condujo a su vez a la incorporación de nuevos
instrumentos, fue el del microscopio.
El microscopio fue concebido inicialmente, a finales del siglo XVI, para propósitos
diferentes a la investigación científica; entres sus primeros usos, en los Países Bajos, estuvo el de
valorar la calidad de los tejidos de lana. A lo largo del siglo XVII fue adoptado (y adaptado)
para estudiar el mundo de lo minúsculo desde una perspectiva mucho más amplia:
anatomía de plantas, animales y humanos; observación de seres vivos invisibles a simple
vista; estudio de la ultraestructura de la materia, etc. De este modo, la realidad natural se
reveló mucho más rica, compleja y estimulante de lo que se pensaba.
Los primeros microscopios eran de tipo simple, o sea, de una
sola lente, montada en un
bastidor perpendicular al soporte, y frente a una aguja para soportar
la muestra.
Con un microscopio así, autores como el neerlandés Antony van Leeuwenhoek
(1632-1723), observaron por primera vez protistas e, incluso, bacterias. Las trabéculas
óseas, el sistema nervioso y los vasos sanguíneos humanos fueron detalladamente
representados por el español Crisóstomo Martínez (1694), que trabajó en París becado
por el municipio de Valencia. Y el italiano Marcello Malpighi (1628-1694), catedrático de la
Universidad de Bolonia, pudo observar en 1660 la conexión efectiva de arterias y venas a
través de los vasos capilares en los pulmones de una rana.
Leeuwenhoek, que era comerciante de telas, describió por primera vez espermatozoides
de varios animales, algunas bacterias grandes (por ejemplo, Selenamonas de la boca humana)
y algunos infusorios (protistas). Observó pequeños animales acuáticos como rotíferos o
briozoos.
Leeuwenhoek representa una tradición microscópica arraigada en la historia natural. Su
principal interés era la descripción de seres vivos diminutos desconocidos, sin hacer
especial hincapié en las implicaciones médicas.
Crisóstomo Martínez, pintor y grabador valenciano, desarrolló un verdadero interés por
la microscopía aplicada a la medicina. El ayuntamiento de su ciudad encargó a Martínez
que estudiara anatomía y microscopía en París, con el fin de preparar un atlas anatómico
para las clases de la facultad de Valencia.

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Martínez realizó un conjunto de láminas muy detalladas y de gran calidad sobre anatomía
ósea microscópica. Algunas planchas de impresión fueron confiscadas por el gobierno
francés tras acusar a Martínez de espionaje.
Aunque la mayoría de los primeros microscopistas usaban microscopios simples, el inglés
Robert Hooke (1635-1703), uno de los fundadores de la Royal Society, fabricó un
microscopio compuesto (dos lentes).

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Hooke escribió un tratado ilustrado titulado Micrographia: or Some Physiological
Descriptions of Minute Bodies Made by Magnifying Glasses. Describió objetos naturales y
artificiales, poniendo en contraste los productos imperfectos de la humanidad con la perfección
de los seres naturales, de acuerdo con las ideas religiosas vigentes sobre la creación por Dios.
Hooke aplicó el término célula (del latín cellula, que significa “habitación o celda
pequeña”) a algunas estructuras observadas en una muestra de corcho. No eran verdaderas células
en el sentido moderno, sino sólo las cavidades definidas por las paredes celulares. Pero el término
se aplicó, mucho después, en el siglo XIX para definir la unidad morfológica y funcional básica
en los seres vivos.
Con un microscopio simple, el médico Marcello Malpighi estudió cosas tan dispares
como la anatomía de insectos y plantas, la embriología de diferentes vertebrados y los tejidos
humanos. Sentó las bases de la histología y describió con precisión la ultraestructura de los
riñones, el hígado y el bazo.
Malpighi, como ya hemos avanzado, aportó una observación crucial para demostrar
visualmente una teoría que, durante más de cien años, desde mediados del siglo XVI,
estaba suscitando grandes controversias entre anatomistas y fisiológicos: la circulación de
la sangre.
La renovación de la anatomía y la fisiología:
La lectura de las versiones originales de las obras de Galeno había provocado una gran
agitación entre los médicos a comienzos del siglo XVI. Especialmente en las universidades,
algunos profesores reivindicaron a este «Galeno reconstituido», frente a los partidarios de
las interpretaciones árabes y medievales del galenismo.
En la facultad de medicina de París, el profesor de anatomía Jacques Dubois, más
conocido como Sylvius (1478-1555), la forma latinizada de su nombre, enseñaba su asignatura
siguiendo al Galeno reconstituido, considerando la total fiabilidad de las representaciones del
cuerpo humano hechas por Galeno y reafirmando la autoridad de este, pero desechando
el valor de las interpretaciones de Galeno por los autores islámicos y medievales.
Recordemos, sin embargo, que Galeno basó su anatomía en observaciones en animales,
con el postulado de la existencia de estructuras que hoy sabemos que no están en el
cuerpo humano.
Fue un alumno flamenco de Silvio, Andries van Wessel de Bruselas (1514-1564),
conocido habitualmente como Andreas Vesalius (castellanizado como Vesalio), que enseñó
anatomía en la Universidad de Padua (Italia), quien dio el paso decisivo hacia el cuestionamiento
de la autoridad galénica en anatomía.
Vesalio promovió un nuevo sistema de estudio de la anatomía, basado en disecciones
regulares y frecuentes de cadáveres realizadas por el propio profesor. Vesalio criticaba la
práctica habitual de la anatomía en las universidades: el profesor se limitaba a leer los

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manuales (enseñanza libresca) mientras un barbero o un cirujano diseccionaba el cadáver ante la
indiferencia general de los estudiantes.
El enfoque sistemático de la anatomía de Vesalio, imitado por un número creciente de
alumnos, sobre todo en Italia y los reinos hispánicos (de nuevo, con las facultades de
Medicina de Valencia y Alcalá como protagonistas), produjo numerosas novedades
observacionales que cuestionaban los postulados galénicos sobre la estructura del cuerpo
humano.
La efervescencia en torno a la anatomía, coherente con el programa humanístico del
Renacimiento, condujo además a nuevas propuestas en la interpretación funcional de las
partes del cuerpo. Especial interés suscitaba la fisiología del corazón y los vasos
sanguíneos.
La teoría fisiológica de Galeno interpretaba que la sangre, producto de la transformación
de los alimentos, era consumida por los órganos. Nuevas ideas sobre una posible circulación
ya habían surgido en la medicina medieval islámica, y acabaron generalizándose en Europa
entre los siglos XVI y XVII. Autores como el italiano Realdo Colombo (ca. 1516-1559),
sucesor de su maestro Vesalio en Padua, o el médico y teólogo aragonés Miguel Servet
(ca. 1509-1533) postularon la existencia del circuito pulmonar y reinterpretando la doctrina
galénica.
Fue ya a comienzos del siglo XVII, con la obra del inglés Willam Harvey (1578-1657),
cuando el concepto circulatorio se generalizó a todo el organismo, con la propuesta del
doble circuito.
Desde cierto punto de vista, Harvey era un aristotélico tradicional, que pensaba
teleológicamente acerca de la funcionalidad de las partes anatómicas. Esto, sin embargo,
no le impidió aportar una novedad de enorme importancia, a través del desarrollo de una
práctica experimental que, mediante la cuantificación del flujo sanguíneo, señalaba la
imposibilidad de que la ingesta de alimento pudiera suplir el gasto de sangre que implicaba
la teoría de Galeno.
La obra de Harvey Ejercicio anatómico sobre el movimiento del corazón y de la sangre
en los animales (Londres, 1628) resume su doctrina sobre la circulación, que es exactamente
igual a la que seguimos sosteniendo.
Harvey desarrolló experimentos para demostrar sus hipótesis, basándose en
comparaciones entre los corazones de diferentes animales, un enfoque cuantitativo y
experiencias bastante sencillas con seres humanos.
Harvey tenía que demostrar tres cuestiones principales:
1. La cantidad de sangre que pasa diariamente del corazón a las arterias es muy
superior a la cantidad de alimento ingerido.
2. En las extremidades, la sangre fluye por las arterias y vuelve por las venas en una
cantidad superior a la necesaria para la nutrición.
3. La sangre vuelve al corazón por las venas, y sólo por las venas.
Sus condiciones no fueron aceptadas de inmediato, porque se basaban en inferencias y no
en observaciones directas que solo llegaron con microscopistas como Malpighi y
Leeuwenhoek, pero finalmente se convirtieron en un nuevo paradigma fisiológico.

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Tema 17: química y farmacia en el siglo XVI:

LA EVOLUCIÓN DE LA QUÍMICA DURANTE LOS SIGLOS XVI-XIX:


Van Helmont:
Juan bautista Van Helmont (1577-1644) describió algunos gases utilizando la balanza y

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la medicina de productos de reacción. Postuló que solo existía un único elemento: el agua. Su
Ortus Mediciane (1662) influyó en químicos como Boyle o Stahl.
Van Helmont, realizó el experimento del sauce, regó durante años un sauce con agua, y
como crecía, llegó a la conclusión de que el agua origina todo.
Boyle:
Robert Boyle (1627-1691) supuso un renacimiento de las teorías atomistas de Demócrito.
¿Cómo podía el aire comprimirse con facilidad, a menos que estuviese formado por átomos
minúsculos separados por el espacio y el vacío?
Boyle era un avanzado de su tiempo, y se ve reflejado en obras como:
- El químico escéptico (1661): abandona el término alquimia y lo sustituya por el de
química.
- “Ley de Boyle”: relación de proporcionalidad inversa entre la presión y el volumen de un
gas; Edme Marionette: la temperatura debe mantenerse constante.
El flogisto:
La teoría del flogisto fue establecida a finales del siglo XVII y duró un siglo
aproximadamente (última gran teoría alquimista). Era un sistema teórico próximo a los
establecidos por los paracelsianos y seguida por todos los químicos hasta Lavoisier. Fue difundida
y popularizada por Georg Ernst Stahl; y su caída llevó a la química nueva.
La capacidad de un cuerpo para arder o calcinarse se debe a la existencia de una sustancia,
el “flogisto” (de peso negativo), que se libera con un rápido movimiento rotatorio durante este
proceso; para devolver un cuerpo a su estado natural es necesario hacerlo arder utilizando cuerpos
ricos en flogisto (combustibles).
Precursores de Lavoisier:
Joseph Priestley: con sus descubrimientos contribuyó a la nueva síntesis teórica
explicativa de los fenómenos químicos de Lavoisier. Descubrió, a la vez que Scheele, el “aire
desflogisticado” (oxígeno).
Carl Wilhelm Scheele: (farmacéutico) Fue inferior a Lavoisier en su espíritu de
generalización y síntesis, pero quizás superior en todo lo relativo a los aspectos analíticos y
experimentales. Descubrió el oxígeno (“aire ígneo”), el cloro, caracterizó los compuestos de
manganeso y bario, descubrió el ácido fosfórico en los huesos, dio a conocer el ácido fluorhídrico,
el ácido arsénico, el éter, la glicerina, el tungsteno, etc.
LAVOISIER, EL FIN DE LA TEORÍA FLOGISTA:
Antonio-Laurent de Lavoisier y la Química pneumática: organizó tanto sus
descubrimientos como los de otros autores en una estructura explicativa armónica y nueva, basada
en las propiedades químicas de los gases, sobre la que se fundamentó la Química moderna.
- Realizó la medición de los productos de reacción, descubriendo la conservación de la
materia. Ya había sido estudiad por Mijaíl Lomonósov (1711-1765)

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- La “teoría antiflogista” de Lavoisier: las sustancias sólo arden en presencia de aire puro;
los no metales, al quemarse, producen ácidos (el gas que motiva la combustión se
denomina oxígeno -engendrador de ácidos-); los metales, al quemarse, se transforman en
“cales” (óxidos), absorben oxígeno y aumentan de peso; la combustión no se produce por
escape de flogisto, sino por combinación de la sustancia en cuestión, con el oxígeno.
- Adecuación de la nomenclatura química a esta nueva teoría: Methode de Nomenclature

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Chimique (1787), escrito por Morveau, Lavoisier, Betholet y Fourcroy. La química
dispone de un nuevo lenguaje. Luego Lavoisier lo compendió en el Traité élémentaire de
chimie, 1789 (cuyos dibujos fueron hechos por la mujer de Lavoisier)
Difusión de la obra de Lavoisier en España:
Pedro Gutiérrez Bueno (1745-1822), otro farmacéutico, tradujo el Traité élémentaire de
chimie de Lavoisier y a él se debe la primera traducción en 1788, de Methode de Nomenclature
Chimique, tan solo un año después de publicada esta obra.
Joseph-Louis Proust (1754-1826) y la ley de las proporciones definidas (1797)
Químico francés, hijo de boticario, que llevó a cabo su trayectoria profesional en España
(Real Seminario Patriótico de Vergara, Real Colegio de Artillería de Segovia y Laboratorio de
Química de Madrid)
Fue artífice de revistas: Los Anales de Real Laboratorio de Química de Segovia, y los
Anales de Ciencias Naturales.
Ley de las proporciones definidas: cuando el oxígeno y los metales se unen para formar
los óxidos metálicos, siempre lo hacen en unas proporciones determinadas inalterables (relación
constante de masas).
LITERATURA BARROCA DE INTERÉS FARMACEUTICO:
Gerónimo de la Fuente Pierola (1599-post. 1671): galenista ecléctico, introduce el
término “chímico” en Tyrocinio Pharmacopeo Método médico y Chimico (Madrid, 1660)
Fray Esteban Villa (m. 1660): examen de boticarios (Burgos, 1632; Zaragoza,
1698): libro de farmacia clásica, en el que se enseña a reconocer los simples incógnitos de la
medicina (Burgos, 1643) se recoge la primera defensa radical efectuada en España de la
terapéutica química y una de las primeras citaciones del proscrito Paracelso.
Nicolas Lemery (1645-1715): boticario parisino. Su Cous de Chimie (París, 1645) fue
reeditado en 13 ocasiones y se tradujo a media docena de lenguas, lo que le convierte en uno de
los mayores difusores de la espagiria en Europa. Texto claro y muy práctico que huye de
consideraciones alquímico-teóricas, destinado fundamentalmente a la preparación de los
medicamentos.
Félix Palacios: Palestra Pharmaceutica Chymico-galénica (Madrid, 1706) fue reeditado
en 8 ocasiones más. Es el libro de Farmacia más importante de la Ilustración, el que más hizo por
el conocimiento práctico de la Química entre los farmacéuticos, por la ordenación de los métodos,
por la simplificación de los medicamentos y por la unificación de los métodos operativos.

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Tema 18: La farmacia en la ilustración
Marco histórico-cultural y científico
- Abarca desde los inicios de XVIII hasta la derrota de Napoleón en Waterloo
- En España: desde el reinado de Felipe V hasta la guerra de independencia
- El imperio de la razón: la dialéctica ciencia/creencia. Centralismo, Modernización y

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Absolutismo
- “ciencia útil” – ciencia aplicada. “popularización de la ciencia”: entre las elites ilustradas
(aquellas que saben leer). Ciencia como entendimiento. Política científica.
Reforma sanitaria en España: Instituciones implicadas
Durante la Ilustración, se centraron en resolver diversos problemas como: brindar una
mejor asistencia a mendigos y marginados; saber actuar frente a las epidemias; mejorar las
condiciones higiénicas de vida (Carlos III introdujo en Madrid el alcantarillado, desagües, …),
etc.
Ejércitos: creación de los Colegios de cirugía de Cádiz (1748), Barcelona (1760) y Madrid
(en el hospital general de Madrid, en 1787).
La Junta suprema de sanidad fue creada en 1720 y sus misiones consistían en la vigilancia
de puertos y fronteras, el establecimiento de cordones sanitarios para impedir el comercio en
zonas afectadas, creación de lazaretos en algunos puertos (lazaretos = zonas de aislamiento para
los infectados), reglamentación en tiempos de epidemias, etc. Por todo esto, se podría decir que
la Junta actuaba más con criterios jurídicos y represores que sanitarios.
Real tribunal del Protomedicato (creado por los RRCC): su misión era atender todo lo
relativo a la sanidad en la corte y alrededor de ella. En el siglo XVIII esta institución se potencia
y los monarcas tratan de extenderla más allá que unas leguas alrededor de la corte. Estaba
dominada exclusivamente por médicos hasta 1780. A partir de 1741 se crean subdelegaciones del
Protomedicato castellano en Valencia, Sevilla, Galicia, Canarias, …
Los primeros sistemas de organización de los farmacéuticos se llevaban a cabo por el
Sistema de administración gremial hasta 1780, momento en el que pasa a ser controlado por el
rey a través del protomedicato de Farmacia.
En 1780 el protomedicato se divide en 3 audiencias (medicina, cirugía y farmacia): la de
farmacia estaba constituida por los boticarios de Cámara: el catedrático de Botánica del Real
Jardín y el de Química del Laboratorio de la corte; se ordenaba a los mancebos de botica
estudiasen en esas instituciones.
En 1800 se crea la Real Junta Superior Gubernativa de Farmacia, con competencias
absolutas en la dirección de la docencia y la dirección científica y técnica de las profesiones (visita
de botica, censura y aprobación de obras científicas, …) y de sus corporaciones; la enseñanza se
lleva a cabo en los recién creados (a partir de 1805) Colegios de Farmacia. Se produce por tanto
el máximo desarrollo del modelo absolutista de administración profesional y máximo grado de
notoriedad de la Farmacia.
Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias de Sevilla (1700): institución defensora
de la química, los remedios químicos y la “ciencia moderna”.
La Real Academia Médica Matritense (1734): nace de la tertulia de rebotica de José
Ortega. Principal foro de discusión científica de la época: Medicina, Higiene, Botánica, Química,
etc.

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Real Botica (1594): institución, rectora de la Farmacia durante el siglo XVIII, a través
de los boticarios de Cámara. Administración del monopolio comercializador de la quina.
Organismo informativo respecto de las drogas procedentes de América. A finales del siglo XVII
se crea el Real Laboratorio Químico.
Real Jardín Botánico: fundado en 1755 en el “Soto de Migas Calientes”, en 1774 se
traslada al Paseo del Prado. Centro íntimamente ligado a la política científica reformista, con
vocación sanitaria y formativa para los nuevos farmacéuticos. Las expediciones ultramarinas.
FARMACOPEAS ESPAÑOLAS:
Son libros de obligado cumplimiento en relación con la farmacia. Antes del siglo XVIII,
había farmacopeas regionales.
EN 1739 y en 1762 se publicaron las Pharmacopoeia Matritensis en Madrid por el
Colegio de Boticarios de Madrid. Estas fueron las primeras, pero durante el siglo VXIII se
publicaron 4 farmacopeas; las otras fueron las Pharmacopoea Hispana, publicadas en 1794 y
1797por el Protomedicato (controladas por el rey).
La inspección/visitas de boticas en Espala durante la Ilustración:
Auto del real tribunal del Protomedicato de 20-V-1743, titulado Instrucción de
Visitadores de Boticas, por el que se regulaba la manera de controlar la actividad profesional:

• Se impide a los visitadores hospedarse en casa del boticario a inspeccionar, el recibir


regalos y se obliga a presentar las actas de visita debidamente cumplimentadas ante el
Tribunal.
• Normas para los boticarios: prohibición de tener más de una botica y de ejercer la
Medicina y la Farmacia de manera simultaneas; debían residir en la misma casa donde
tuviese la botica y estaba prohibido de ausentarse de la misma. A las mujeres se les
prohibía tener la botica abierta.
• Normas para los visitadores: requerir los títulos de propiedad de los establecimientos,
exigir la presencia del libor Recetario, de la Farmacopea Matritensis, del Petitorio y de
la Tarifa y, en ocasiones, de otros libros.
El colegio de boticarios de Madrid:
Nace de la fusión, en 1732, de dos cofradías madrileñas, la de “Nuestra Señora de la
Purificación y Colegio de San Lucas” y la de Nuestra Señora de los Desamparados”.
Aunque sus fines son científicos, se acaba por convertir en un centro de producción de
medicamentos (trica Magna, mitridato, destilación aguardiente). Se transformó en un almacén y
lugar de preparación de estos medicamentos; e influyó en la administración profesional
farmacéutica. Fue una nueva forma de entender el gremialismo.
En 1932 se convierte en Academia Nacional de Farmacia y actualmente Real Academia
Nacional de Farmacia (Instituto de España).

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Tema 19: ciencias naturales y la farmacia en los siglos XVIII y XIX

Linneo y los sistemas de clasificación


Carl Linné (1707-1778) era un botánico sueco del siglo VXIIII. Buscó un método
sencillo, mediante el cual pudiera determinarse el modo en que estaba organizada la naturaleza;
las herramientas serían la lógica y la definición de conceptos, en segunda instancia quedaría la

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observación.
El sistema de clasificación era artificial: las plantas se agrupaban en función de un solo
carácter, definido e impuesto por el autor. En este caso, Linneo diseña un “sistema sexual”
fundamentado en el número, forma y disposición de los estambres.
La nomenclatura binomial: epíteto genérico + epíteto específico + autor (Ej: Papaver somniferum
L.)
Política científica en España ilustrada:
La política científica era liderada por los principales validos y reyes absolutistas, es decir,
que era absolutista, jerárquica y vinculada con la defensa del país y los profesionales del ejército
y la sanidad.
Se produce una apertura al exterior, de manera que se enviaba a los jóvenes científicos al
extranjero (C. Gómez Ortega, A. de Ulloa); a la vez que vinieron profesionales extranjeros
(Bowles, Proust, Dombey, …)
Se crean nuevas instituciones científicas donde enseñar las nuevas ciencias, que incorporan
los cambios experimentales: Colegios de Cirugía, Real Gabinete de Historia Natural, Academias
de medicina, Laboratorios químicos, Observatorio Astronómico… Las Sociedades Económicas
de amigos del País y escuelas de la Junta de Comercio de Barcelona.
EXPEDICIONES BOTÁNICAS:
Estas expediciones botánicas se produjeron por el mercantilismo, el colonialismo y la
ciencia. En ellas se identificaban y se realizaban inventarios de las plantas descubiertas.
Asimismo, se recogieron en herbarios y se crearon entornos aclimatados para cultivarlas, con el
objetivo de buscar plantas con propiedades medicinales (utilidad económico-comercial).
Botánica, Farmacología y Comercio.
El impulsor de estas expediciones fue Casimiro Gómez Ortega.
➢ Expedición botánica a Perú y Chile (1777-1788): Hipólito Ruiz, José Pavón y Joseph
Dombey. (controlada por Casimiro Gómez Ortega)
➢ Expedición botánica a Nueva España (1787-1803): Martín Sessé, José Mariano
Mociño y Vicente Cervantes. (controlada por Casimiro Gómez Ortega)
➢ Expedición botánica a Nueva Granada (1783-1808): José Celestino Mutis –
antagonista de José Casimiro Ortega.
Otras:
o Comisión científica de Juan de Cuéllar a Filipinas (1785-1801)
o Comisión científica del Conde de Mopox a Cuba (1796-1802): Baltasar Manuel Boldo
o Expedición de circunnavegación alrededor del Mundo de Alejandro Malaspina (1789-
1794): Antonio Pineda (zoólogo), Louis Neé y Thaddaeus Haenke (botánicos)

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DESCUBRIMIENTOS CIENTÍFICOS:
Evolución:
El proceso de evolución fue explicado por diferentes grupos:

• Fijistas: por ejemplo, Linneo, los cuales sostienen que las especies apenas han
evolucionado desde la Creación.

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6. Transformistas: Lamark (1744-1829). Las circunstancias introducen cambios en los
seres vivos. El uso de un órgano lo fortifica y desarrolla: la función crea el órgano. EL
cambio que se producía se transmitía a la descendencia.
7. Charles Darwin (1809-1882) - Darwinismo: Orígenes de las especies por medio de la
selección natural (1859, Londres): según Darwin todas las especies proceden de otras
anteriores a través de cambios lentos. La diferencia principal con Lamark es el
mecanismo por el cual se producían estos cambios: para Darwin eran los mejor adaptados
los que sobrevivían, y eran los cambios que se producían en estos sujetos mejor
adaptados, los que transmitían a la descendencia.
a. Darwinismo social: Charles Lyell y Thomas R. Malthus (economista – planteaba
que los recursos naturales eran limitados); consiste en la extrapolación de la
teoría de la evolución de las especies de Darwin a la historia del ser humano. En
otras palabras y de acuerdo con Darwin, la historia del ser humano es un proceso
de evolución y supervivencia de los más fuertes.
Herencia:
En el ámbito de la genética, el mayor representante fue Gregor Johan Mendel (1822-
1884), quién determinó caracteres fácilmente discernibles en los guisantes con los que trabajó,
como forma de la semilla, color de los cotiledones, etc.
Las leyes de Mendel (1865) fueron redescubiertas por Hugo de Vries (1845-1935).
Microbiología:
Louis Pasteur y Robert Koch se les considera los padres de la microbiología. Lo que
hicieron fue demostrar de determinadas enfermedades estaban producidas por microorganismos.
Louis Pasteur consiguió una vacuna efectiva contra la rabia (1885). A partir de aquí, se
abría una nueva en el conocimiento de la etiología de las enfermedades infecciosas. A su actividad
la denominó “microbiología”. Supuso el fin de la teoría de la “generación espontánea”.
Aparecieron las técnicas de: fermentaciones y pasteurización.
Robert Koch prefirió llamar “bacteriología” a esta nueva ciencia; identificó numerosos
microrganismos como los responsables del ántrax, la tuberculosis, o el cólera morbo asiático.
Joseph Lister introdujo el uso de desinfectantes en los quirófanos: disolución de ácido
fénico (fenol) vaporizado. Antisepsia y asepsia.

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Tema 20: Química y terapéutica en el siglo XIX

• Electroquímica: Alessandro Volta y la primera pila eléctrica; leyes de Faraday


• Química de las disoluciones: del concepto de afinidad a la cinética química y la
termoquímica: Arrhenius y la disociación electrolítica.
• La química orgánica: Justus Von Liebig, August Kekulé: estereoquímica
• La tabla periódica de los elementos (Mendeléiev)

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La química orgánica:
Orfila:
Mateu Josep Bonaventura Orfila i Rotger (1787-1853) y la química médica: química
hecha por médicos y farmacéuticos, con contenidos y objetivos próximos a las materias como la
Toxicología, la Farmacología, la extracción y análisis de principios activos vegetales (alcaloides,
glucósidos, …).
Liebig:
Justus con Liebig crea unos afamados laboratorios para la enseñanza de la química
práctica; a ellos acudieron alumnos de Farmacia y Química de todas las partes de mundo. Trazan
un nuevo modelo a seguir: química como utilidad práctica, Economía e interés nacional, un nuevo
profesional de la química y la farmacia.
Wöhler:
Friedrich Wöhler (1800-1882), es un alemán demostró que podía transformar una
sustancia inorgánica, como el cianato amónico, en una sustancia orgánica, como la urea. Fue el
punto de partida de ruptura con el vitalismo (defensa que el mundo de lo vivo y lo no vivo eran
inmiscibles).
Kekulé:
Friedrich August Kekulé von Stradonitz (1829-1896), la noción de valencia a la
organización estructural de las moléculas orgánicas. Empezó asignando valencia 4 al carbono y,
sobre esta base, a partir de 1856 empezó a elaborar la estructura de las moléculas más sencillas.
Sentó las bases de la moderna teoría estructural de la Química.
El benceno, no poseía ninguna fórmula que parecía satisfacer los requisitos de valencia y, a
la vez, explicar la gran estabilidad de este compuesto. La existencia de anillos de carbono.
LA REVOLUCIÓN TERAPÉUTICA:
Se produjo durante el siglo XIX y primer tercio del siglo XX, y sus rasgos generales fueron:

• Extracción de principios activos vegetales: La Química nos permite extraer


moléculas de las plantas que son lo que verdaderamente tiene efecto.
• Síntesis química de medicamentos.
• Aparición de la Microbiología: conocimiento cierto de la etiología de las
enfermedades (desmonta las teorías galénicas).
• Remedios específicos contra enfermedades correctamente identificadas.
La antigua "Materia Médica", gracias a los avances taxonómicos, micrográficos y
químico-analíticos, se convierte en Farmacognosia. La primera gran revolución farmacéutica
viene de la mano de los principios vegetales: glucósidos y alcaloides (morfina, cafeína, estricnina,
estricnina, quinina, etc.).

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➢ FW. Sertürner descubrió que la morfina era el principio activo del opio.
➢ PJ. Pelletier y J. Caventou aislaron la quinina en 1820.
Consecuencias del nacimiento de la microbiología:
- Vacunoterapia: Edwar Jenner, 1798
- Sueroterapia: medidas profilácticas de higiene social
Terapia etiológica:
Quimioterápicos y antibióticos (siglo XX); el “salvarsán”, sulfamidas y antibióticos.
Otros grupos terapéuticos.
La industria químico-farmacéutica:
Se consigue el medicamento industrial, y nuevas formas farmacéuticas (tema 22).
Otras terapéuticas:
Algunos médicos escépticos, anclados en el pasado, siguen utilizando sistemas antiguos
sistemas terapéuticos, como la Hidrología, la Balneoterapia, la Dietética, la utilización de
sangrías, purgantes, etc. Irrumpe la Homeopatía.

PREGUNTA DE EXAMEN: Pregunta larga sobre la Revolución Terapéutica, hay que


explicar tema 20 y 23

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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Tema 21: La profesión farmacéutica en el siglo XIX
Enseñanza de la farmacia en España; de los Colegios a las Facultades.
En 1650 Felipe IV declara a la Farmacia "Arte Científico en todo igual a la Medicina".
Sin embargo, la enseñanza farmacéutica seguía siendo gremial, mientras que la Medicina era
universitaria.

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
En el siglo XVIII, tuvieron lugar los primeros intentos por establecer una enseñanza
reglada y actualizada de la Farmacia: Real Jardín Botánico, Real Junta de Comercio de Barcelona.
Los textos de referencia para los boticarios: Palestra Pharmaceutica de Felix Palacios, las
"cartillas farmacéuticas” y las farmacopeas (Pharmacopea Matritensis -1739, 1762- y
Pharmacopea Hispana -1794, 1797-). Textos galenistas clásicos o anclados en la
iatroquímica.
De los colegios a las facultades:
En 1800, Concordia y Reales Ordenanzas para el Régimen y Gobierno de la Facultad de
Farmacia, se contemplaba el "método de estudios que han de seguir los que se dediquen a
esta ciencia y los grados y prerrogativas que se conceden en todos los dominios de S.M."
En 1804, se decreta la Real Cédula de S.M. y Señores del Consejo, por la cual se aprueban y
mandan observar las nuevas Ordenanzas formadas para el régimen y gobierno de la Facultad de
Farmacia, inicio de la formación superior reglada para los farmacéuticos en España.
Se creará un Colegio en Madrid, que “servirá de norma para los demás que sucesivamente
se fueren estableciendo"; Colegios de Farmacia, Madrid (1805) y Barcelona (1806)). A partir de
1815, los de Santiago y Sevilla (de corta vida).
En cada Colegio habrá dos catedráticos y dos sustitutos: Uno enseñará la Historia natural
en sus tres reinos animal, vegetal y mineral; y el otro la Química y la Farmacia.
Mientras los Catedráticos publican sus textos, se seguirá a Linneo y Lavoisier.

Requisitos para los alumnos:


➢ Fe de bautismo.
➢ Limpieza de sangre, no podía haber alumnos musulmanes, judíos que debían
rechazar su religión y convertirse al cristianismo.
➢ "Certificaciones de su buena vida y costumbres" y de haber estudiado Gramática
Latina, Lógica y Matemáticas.
➢ Quienes deseen ejercer la Farmacia deberán estudiar (Historia Natural, Química
y Farmacia Práctica) tres años en los Colegios de Farmacia y realizar las prácticas
correspondientes en los laboratorios de los Colegios o con boticarios aprobados
con botica abierta.
➢ Títulos de Bachiller, Licenciado y Doctor
Facultades de Farmacia:
Facultades de Farmacia (R.D. 25-IX-1845. “Plan Pidal”): los Colegios de Madrid y
Barcelona se incorporan a la Universidad. En 1850 se abre la de Granada y, en 1857, la de
Santiago. Los estudios se organizan en cinco cursos.
Existen diferentes planes de estudio, el plan actual: Espacio Europeo de Educación
Superior. En la actualidad, hay 22 facultades de Farmacia, (9 de ellas privadas) en las
universidades de: País Vasco (Vitoria), Barcelona, Granada, Complutense de Madrid, Navarra

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(Pamplona -privada-), Francisco de Vitoria (Madrid -privada-), Sevilla, Miguel Hernández
(Alicante), San Jorge (Zaragoza -privada-), Europea de Madrid -privada-, Católica
San Antonio de Murcia -privada-, Santiago de Compostela, Salamanca, Alfonso X El Sabio
(Madrid -privada-), La Laguna (Tenerife), Cardenal Herrera CEU (Valencia -privada-),
Valencia, Murcia, Albacete, blanquerna Ramón Llull (Barcelona -privada-) y Alcalá (Madrid).
Cambios fundamentales en la organización profesional y en la sanidad española: modelo liberal

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(1840-1917)
Se caracteriza por:
➢ La incorporación administrativa de la Farmacia a la Sanidad y de ambas al organigrama
funcional del Estado. Madurez: en 1855, Ley de Sanidad.
➢ En 1845 se incorpora la Farmacia a la Universidad. Se consolida el prestigio social del
farmacéutico (la farmacia pasa a formar parte de la élite). Intervención en puestos en la
administración sanitaria del Estado.
➢ Libertad para la instalación de oficinas de farmacia y reforzamiento legal del monopolio
profesional gracias a la ley de Sanidad (1855) y las Ordenanzas de 1860, que aseguran el
monopolio en la dispensación de medicamentos (aparición de medicamentos industriales:
específicos y las especialidades farmacéuticas).
➢ Este monopolio favoreció la creación de movimientos asociacionistas por la condición
monopolística. Las farmacias-droguerías. El “intrusismo profesional”.

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Tema 22: la industrialización de la Farmacia

Los modelos de industrialización: (mediados del s. XIX – principios del s. XX)


La industria farmacéutica centroeuropea y anglosajona:
Este modelo nació a partir de los laboratorios/industrias químicas (extractivas o fábricas

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de colorantes artificiales), por ello se potencia la composición del medicamento sobre el formato
(se le da importancia a la química del medicamento). Son industrias muy capitalizadas, grandes
y con mucho capital y mano de obra especializada.
Este modelo es coetáneo al modelo mediterráneo:
Para este modelo, lo importante es la presentación el medicamento (el formato del
medicamento); las sustancias que tienen acción son solo materias primas. La infraestructura
industrial es más discreta, donde el desarrollo científico no es excesivo (bienes de consumo). Son
exclusivamente farmacéuticas. Por tanto, tienen poco capital y trabajadores (farmacéuticos), muy
centradas en la producción de medicamentos. Este modelo sí que se podría decir que es un
desarrollo de las reboticas.
El medicamento bajo una nueva fisionomía:
El aspecto de la Terapéutica tradicional era el de la droguería medicinal bajo formatos
clásicos (tinturas, extractos, ungüentos, soluciones, etc.), entre el galenismo y la superstición.
El medicamento industrial se va a construir sobre tres pilares fundamentales: ciencia,
estética e industria; y los nuevos formatos de los medicamentos van a nacer para solventar los
problemas que tenían los formatos tradicionales (mal sabor, mal olor, …). Estos nuevos
medicamentos estaban formados por mono-componentes (un solo principio activo). Algunas de
las nuevas formas farmacéuticas: capsulas de gelatina (Mothes, 1833; thevenot, 1846; Lehuby-
Mursoch, 1846), comprimidos (Brockedon, 1843), cápsulas amiláceas (Gilliermond, 1853;
Limousin, 1973) y las ampollas inyectables (Limousin, 1886).
El medicamento industrial:
Los términos de “remedio secreto” o “específicos” e incluso “especialidades
farmacéuticas” fueron, a menudo, tratados como sinónimos por los detractores del medicamento
tradicional.
La posible diferenciación entre ellos:
- “remedio secreto”: deudor de la farmacia tradicional.
- “Específico”: producto del avance científico, de la Revolución Terapéutica.
- “Especialidad farmacéutica”: producto de la Revolución Terapéutica y del avance
tecnológico.
Características generales de estos medicamentos:

• Presentación: bajo una determinada forma farmacéutica (comprimido, jarabe, pomada,


inyectable, …)
• Utilizables en poblaciones patológicamente homogéneas
• Materias primas: principios activos vegetales u medicamentos químicos de síntesis.
• Solían envasarse y de aspecto atractivo.
• Se fabricaban al por mayor
• Sometidos a mecanismos de propiedad industrial. Generalmente marcas de fábrica.

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• Publicitadas, tanto en revistas de personal sanitario como entre los
consumidores/pacientes.
Etapas de la industrialización farmacéutica en España:
1º) Ca. 1850-1870: las farmacias centrales y los laboratorios de manipulación de materias primas
naturales.
2º) Ca. 1870-1914: el embrión de la industria galénica española, muy dependiente del extranjero
3º) Ca. 1914-1976: proteccionismo y registro de especialidades (1919). Consolidación de la
industria farmacéutica española del específico.
4º) Post. 1939: desarrollo de la industria químico-farmacéutica y de los productos biológicos
(antibióticos)
Específicos y especialidades farmacéuticas: reconocimiento legal
El reconocimiento legal de los medicamentos en España se produjo a través de la ley del
Timbre (30-VI-1892), por la que se gravan fiscalmente determinados artículos destinados al
consumo u a otros menesteres. Por tanto, no se dio con un objetivo médico, sino financiero: al ser
considerado medicamento, se dedicaba una parte del dinero obtenido a hacienda.
La primera definición oficial española de especialidad farmacéutica: primer Reglamento
para la elaboración y venta de especialidades farmacéuticas (1919). Allí se define como: "Todo
medicamento de composición conocida distinguida con el nombre del autor o denominación
convencional, dispuesto en envase uniforme y precintado para la venta".

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Tema 23: La Farmacia en el siglo XX

Quimioterápicos y antibióticos (I): salvarsán, sulfamidas


El primer quimioterápico: Paul Ehrlich en 1909, sintetiza un derivado arsenical eficaz
contra la sífilis, el salvarsán (“arsénico salvador”), el número 606 de screening farmacológico.
Fue comercializado por la Meister, Lucius & Brüning y redujo el número de casos de sífilis en

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países como Inglaterra o Francia, a la mitad. “balas mágicas”: concepto con el cual se refería a
que había logrado un fármaco que actuaba específicamente contra el microorganismo patógeno
sin dañar las células del cuerpo. Sin embargo, este medicamento tuvo que reformularse, ya que
resultaba tóxico.
El siguiente grupo que apareció fueron las sulfamidas: en 1932 científicos de la I.G.
Farbenindustrie (conjunto de fábricas farmacéuticas), dirigido por Gerhard Domagk, dan con un
producto colorante, el prontosil, aunque la verdadera molécula activa era un producto metabólico:
la para-aminobencenosulfoamida, o “sulfamida”. Salvaron muchas vidas y fueron muy utilizadas
hasta la llegada de los antibióticos.
Otro grupo terapéutico fue el de los antibióticos, descubierto por Alexander Fleming en
1928. El descubrimiento en sí tuvo muy poca trascendencia: se dio por la contaminación
accidental de los cultivos de estafilococos con Penicillium notatum y la constatación de la
inhibición en el crecimiento bacteriano (Staphylococcus). En 1896 este fenómeno ya había sido
observado por Ernest Duchesne, aunque no lo publicó; cosa que sí que hizo Fleming en 1929,
dándolo a conocer en foros científicos.
Purificación e inicio de la producción industrial:
En la universidad de Oxford, donde había muchos químicos, se inició un proyecto dirigido
por Florey y Chain. En 1940, este equipo aisló y purificó la penicilina (el principio activo que se
estaba sintetizando) y fue a partir de este entonces cuando Fleming comienza a ser conocido. (en
1945 obtendrían los 3 el premio Nobel de Fisiología).
La penicilina fue producida industrialmente por EE. UU., gracias a un programa de
investigación en que participaron el Estado y la gran industria farmacéutica (Pfizer, Squibb,
Merck). Estos laboratorios farmacéuticos produjeron penicilina y la dedicaron a la II Guerra
Mundial (resultando un factor importante en el campo de batalla). Más adelante fue distribuida
para la población civil.
Durante los momentos de crisis, se observan parámetros que se repiten: Covid-19.
Muchas de las farmacéuticas nombradas anteriormente, han sido muy importantes durante la
pandemia del coronavirus.
En España las primeras partidas de penicilina llegan en 1944. El Comité Nacional de la
Penicilina, presidido por Carlos Jiménez, reguló la distribución, el empleo y precio de la penicilina
procedente de EE. UU. Hasta ese entonces, la penicilina en España se conseguía a través del
Mercado Negro.
En el Decreto 1-IX-1948 se declara de “interés nacional” la fabricación de la penicilina.
En el año 1949, se entregan 2 licencias a: Antibióticos S.A. y a la Compañía Española de
Penicilina y Antibióticos (CEPA). En el año 53 se concede una tercera licencia en favor del
laboratorio Farmabión, del Grupo Alter. Las patentes de los dos primeros laboratorios son
americanas, mientras que la tercera era danesa. Sin embargo, ello no acabó con el contrabando.

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En 1969 se obtiene la “fosfonomicina”, o “fosfomicina”, el primer antibiótico
descubierto y desarrollado en España; esta sustancia fue aislada y purificada por técnicos de
CEPA a partir de cultivos de Streptomyces; Merck & Co. Realizarán la síntesis química. Fue
lanzada al mercado español en 1973.
Quimioterápicos y antibióticos: descubrimiento de otros antibióticos.

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
La estreptomicina se sintetiza en 1944 por A. Schatz, E. Bugie y S.A. Waksman. Fue
industrializada por Merck (EE. UU.) y resultó muy efectiva contra la tuberculosis.
Los actinomicetos y la era dorada de los antibióticos: (1940-50): la cloromicetina, o
cloranfenicol, fue sintetizada por el equipo de P.R. Burkholder y sufragada por Parke Davis. La
aureomicona (clorotetraciclina) por el grupo de B.M. Duggar con el patrocinio de Lederle. La
eritromicina lo haría en 1952, las rifamicinas en 1957 y las cefalosporinas en 1948.
Aspectos sanitarios, socio-económicos y legislativos:
La colegiación obligatoria en España:
R.D. de colegiación obligatoria médica y farmacéutica, de 12-IV-1898: creación de
colegios provinciales de farmacéuticos en todas las capitales de provincia
Esta disposición fue suspendida al poco tiempo por la polémica intraprofesional entre
partidarios y detractores de la colegiación obligatoria.
El R.D. de 23-X-1916: establece, definitivamente, los colegios provinciales de
farmacéuticos.
Los estatutos aprobados por la R.O. de 6-XII- 1917: “La colegiación obligatoria tiene por
objeto el mejoramiento, mutuo apoyo por objeto el mejoramiento, mutuo apoyo e instrucción de
la clase farmacéutica, otorgándose a los Colegios facultades disciplinarias para mantener a la
unión y prestigio profesionales”.
En 1915 aparece la Unión Farmacéutica Nacional y se encarga de aglutinar y coordinar a
los colegios provinciales de farmacéuticos. Fue creada a iniciativa de un grupo de farmacéuticos
madrileños, algunos de prestigio, interesados por “procurar la agrupación de farmacéuticos para
restablecer un ejercicio ordenado de la profesión”, con el fin último de “restaurar la ruinosa
economía propiciada por el negocio de las especialidades farmacéuticas y el abandono progresivo
de la fórmula magistral”.
En 1939, se transforma en el Consejo general de colegios oficiales de farmacéuticos
El 24-I-1941, Franco redacta un decreto en el que limita a las farmacias. Esto aparece en
el R.D: de 1978. Actualmente, es de competencia autonómica. La idea rectora de la intervención
administrativa viene dada por que la actividad farmacéutica es un comercio liberal, pero es, ante
todo, una actividad sanitaria que incide sobre la salud pública y, por tanto, debe estar controlada
por el Estado y sus instituciones.
El modelo corporativista de ejercicio profesional. (1917-1936)
Heredero del espíritu gremialista de antaño: son los farmacéuticos los que lo controlan
todo, pero no a través de gremios, sino de los Colegios. Se crea la Unión Farmacéutica Nacional
que luego en 1939 se transforma en Consejo General.
- Colegiación obligatoria (1917)
- Limitación de farmacias (1941)

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- Monopolio total de los farmacéuticos en la dispensación de especialidades farmacéuticas
(1936)

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.

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