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Turistificación en Medellín

Marco conceptual
Por: Jessika Cano Uribe
1. Planteamiento de la situación
La globalización de los 90’s implicó a muchos países la necesidad de comenzar un
proceso de internacionalización. Para esto, en 1992, Colombia le encargó a la Monitor
Company establecer cuáles eran las fortalezas y debilidades de cinco de sus ciudades en
términos de competitividad mundial y, hacer recomendaciones que fueran tenidas en cuenta
a partir de ese momento en la toma de decisiones (Cámara de Comercio, 1994). Según el
estudio realizado, basado en las potencialidades y las tendencias mundiales, el turismo fue
uno (el séptimo) de los sectores industriales priorizados para Medellín.

Es a partir del proyecto Monitor y del esperado aumento de la movilidad de personas


por todo el mundo, que se crea la primera Ley del Turismo en Colombia. En esta, la Ley
300 de 1996, se declara abiertamente que la industria turística tendrá una especial
protección por el Estado debido a su importancia para el desarrollo nacional (Congreso de
la República), lo que implicaría, expreso en la ley, la priorización de zonas francas de
turismo, incentivos tributarios para fomento de la actividad turística y la creación de fondos
de promoción turística y de planes sectoriales de turismo (1996).

El primer Plan de Desarrollo Turístico de Medellín se formula en el 2000, mismo año


en el que se crea la oficina de turismo. En este se plantearon los lineamientos iniciales del
sector y se definió la vocación turística de la ciudad: un destino de negocios, basado en la
carencia de atractivos naturales como los de sol y playa y, teniendo en cuenta la cultura
comercial e industrial antioqueña. (Alcaldía de Medellín, 2011),

En concordancia con el producto turístico identificado para la ciudad, los sectores


público, privado y mixto, emprendieron acciones en búsqueda del posicionamiento del
destino. En 2002, inicia la Subsecretaría de Turismo y Medellín Conventions and Visitors
Bureau; en 2006, se funda Plaza Mayor; en 2007, se crean los PIT’s Puntos de Información
Turística y el Sistema de Información Turística SITUR y; en el 2008, se crea el Clúster de
Turismo de Negocios y Convenciones (Mejía, 2019).

Tal fortalecimiento de la superestructura turística, la mejora en la infraestructura


(aeropuertos, vías, señalización, establecimientos de alojamiento y esparcimiento, etc.) y
las campañas internacionales de promoción turística lograron el objetivo: posicionar a
Medellín, la que una década0kj atrás había sido considerada la ciudad más violenta del
mundo, como un destino de talla mundial. Desde la creación del SITUR, exceptuando los
años de contingencia por Covid 19, la cantidad de llegadas de extranjeros más la de
colombianos que vxiven en el exterior ha aumentado cada año. En 2008, ingresaron a la
ciudad por vía aérea 270.080 personas; en 2009, 328.252; en 2010, 372.415 (SITUR); y así
sucesivamente se presentó el incremento hasta el 2022, año en el que se reportó el ingreso
de 1’400.000 visitantes internacionales, ubicándola como la segunda ciudad de Colombia
más importante para el turismo receptivo, después de Bogotá y seguida por Cartagena
(Alcaldía de Medellín, 2022).

El aumento en la afluencia de turistas internacionales trae efectos positivos para la


economía de las ciudades en cuanto aumenta el gasto turístico – inyección de dinero en la
economía local de un destino-, ingresan divisas, se genera empleo y surgen oportunidades
de negocios en la cadena de valor del sector (Juan Gabriel Brida, 2008), pero también
genera efectos de orden social y cultural que, en Medellín, son cada vez más evidentes en
el paisaje urbano y en las nuevas dinámicas presentes en los espacios públicos, por
ejemplo, el tránsito de extranjeros por barrios populares residenciales que han sido
turistificados, a partir del aprovechamiento de la visibilidad o acceso que traen ciertas obras
públicas o equipamientos (Sánchez, 2018).

En el barrio Las independencias de la Comuna 13, por ejemplo, a raíz de la


construcción de las escaleras eléctricas, que fue en 2011, se desencadenó una ola de
turismo nacional e internacional que, según una nota publicada en el periódico Alma Máter
(Turistas de barrio popular, en crecimiento): en el 2019, llegó a ser de alrededor de 18.000
visitantes, cada mes. Caso similar ocurrió en las comunas 1 y 2 cuando tras inaugurar la
línea K del Metrocable, en 2004 y, el que fue el Parque Biblioteca España, en 2007,
comenzaron a circular por sus empinadas calles, personas de todo el mundo.

Santo Domingo Savio fue el primer barrio periférico de Medellín en ser un atractivo
para el turismo de masas. Los impactos del turismo en este sitio y los demás barrios
impactados de las comunas Popular y Santa Cruz, han sido estudiados desde la
perspectiva de las disputas en el uso del espacio público y las tensiones entre moradores
y visitantes, por los comportamientos de los unos y los otros, totalmente inexpertos en un
fenómeno que era nuevo en la ciudad, como puede evidenciarse en el trabajo de grado de
sociología de Christian Giovanny Álvarez López sobre el surgimiento del turismo de barrio
popular en Medellín (2019) y en los episodios 1 y 2 del podcast Huellas de Barrio producido
por la emisora Ciudad Parlante (2020).

Hoy, que se han recorrido más de 10 años de turismo de barrio popular y dos
décadas después del inicio del proyecto de internacionalización de Medellín, han surgido
más discusiones en torno a su turistificación que, también tienen que ver con la relación
entre moradores y visitantes. Recientemente, ya no solo en barrios populares, se han
desatado acciones de resistencia ciudadana a los efectos negativos directos o indirectos
del turismo, tales como la mendicidad infantil y venta de drogas alrededor de los atractivos
turísticos, la explotación sexual con fines de turismo sexual, el encarecimiento de los
arriendos a causa del uso de plataformas de hospedajes como Airbnb y el alza de los costos
de esparcimiento en sectores de las comunas Estadio, Laureles y Poblado.

Para Juan Sobejano, los conflictos que se crean en los destinos turísticos entre
residentes y visitantes parten de las diferentes formas de estar en el espacio, de
comprender e interpretar el entorno y de consumirlo. El significado del territorio es distinto,
más profundo, histórico y connotativo para los residentes, y más superficial y directamente
experiencial para los viajeros (2014). Estos conflictos han sido estudiados por el
antropólogo español Claudio Milano, quien en su intervención en la Jornada ciutadana ús
de l’espai públic del Consell Municipal Turisme i Ciutat, aseguró que los movimientos
sociales entorno al turismo de masas y por otro lado la turismofobia, presentes en ciudades
como Barcelona, Berlín y Venecia tienen que ver, entre otras causas, con la congestión y
privatización de los espacios públicos (2017).

A lo largo de su ponencia y de gran parte de su producción académica, Milano


aborda el impacto de la saturación del turismo en distintos lugares de Europa, Asia y
Centroamérica. Uno de los efectos identificados es conocido como el Síndrome de Venecia,
que consiste en el despoblamiento de los habitantes autóctonos de las ciudades
turistificadas (Milano, 2018), y el otro efecto que también recae en la población local es el
del cambio de usos y apropiación turística de los espacios públicos, tal como está
sucediendo en Medellín.

Para comprender y contrarrestar efectos del turismo de masas, en la capital


antioqueña han surgido iniciativas que apuntan hacia la investigación, la pedagogía y la
promoción de estrategias de apropiación de ciudad por parte de los moradores. En la
comuna 1, en 2015, surge la idea de investigación La memoria se construye caminando,
enfocada en la pérdida y apropiación de espacio público (Zabala, 2019), proyecto en el que
participó el Grupo MASO Medio Ambiente y Sociedad de la Universidad de Antioquia, el
Parque Biblioteca España y jóvenes que a partir de este ejercicio fundaron la corporación
Casa Piedra en el Camino. Hoy, estas entidades y otros colectivos de las comunas 1, 2, 6,
8 y 13 de Medellín conforman el proceso Huellas de Barrio, que actualmente busca generar
alianzas intercomunales para el desarrollo del turismo comunitario que se contraponga al
turismo de masa en los barrios. Entre sus metodologías de trabajo están los recorridos de
reconocimiento territorial para los habitantes de Medellín (Parlante, Ciudad, 2020).

En ese mismo sentido, existen otras iniciativas promovidas por el sector comunitario
y el público a favor de que los medellinenses conozcan, transiten y ocupen los espacios de
su ciudad. Algunas de esas estrategias han sido Bajo la piel de Medellín, Apasionados por
Medellín, Memorias Vivas del Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, todas con la
intención de fortalecer la identidad cultural que se ha visto afectada, entre otros motivos,
por la invisibilización, no reconocimiento y cosificación de la memoria y del patrimonio
cultural material e inmaterial (Grupo MASO Medio Ambiente y Sociedad; Sistema de
Bibliotecas Públicas de Medellín, 2019) que se da en el turismo de masas.

En cuanto al periodismo, hoy existe una deuda en el abordaje del turismo en


Medellín, pues este se ha centrado actualmente en hacer eco a las críticas de la
turistificación y resonancia mediática a las acciones contestatarias; así como también ha
contribuido a los estereotipos formados a partir de las prácticas turísticas. Al revisar noticias
que conjuguen las palabras Turismo y Medellín se encuentran artículos encaminados en
resaltar los logros de la institucionalidad y de las agremiaciones del sector; también, se
hayan artículos que difunden la oferta turística de la ciudad que apuntan precisamente hacia
los lugares o eventos más congestionados. Por otro lado, se han publicado noticias que
cuestionan el turismo y sus implicaciones para la ciudad, dejando en evidencia cifras que
pueden alarmar tanto a locales como a visitantes, pero poco de análisis de los efectos
culturales de este fenómeno.
Ante este panorama surge la idea de crear un medio de comunicación cultural
que, consiente del crecimiento inevitable del sector turístico, entienda sus tensiones y les
dé un abordaje apropiado que, les permita tanto a habitantes como a visitantes entender el
fenómeno desligado de los estereotipos. Pero con este medio no se pretenderá únicamente
hacer un análisis cultural del turismo en Medellín, sino también narrar lo que tiene que ver
con su patrimonio cultural. De este modo, serían protagonistas de sus contenidos, los
lugares, personajes, tradiciones, acontecimientos culturales que son parte ya de la
identidad de Medellín, pero que a su vez son susceptibles de convertirse en un atractivo
turístico, es decir, los recursos y productos culturales que, son los puntos en los que se
encuentran los moradores y los visitantes.

Con este medio se esperaría aportar a la mitigación de los efectos negativos del
turismo disponiendo información sobre Medellín, que esté consolidada con rigor
periodístico, contrarrestando las narrativas que apuntan hacia la homogenización de la
cultura y tematización de la ciudad. Por otro lado, se buscaría ofrecer una mirada cultural
holística de Medellín que incluya sus bajos fondos y, se promoverían iniciativas de turismo
comunitario como las experiencias mencionadas en este planteamiento, intentando
contribuir a la descongestión de los espacios que son foco de visitas masivas, ya que por
un asunto de publicidad o de azar hoy reciben la mayor cantidad de peso del turismo.

2. Referentes conceptuales

2.1 Turistificación

Turistificación es como se conoce al proceso mediante el cual un sitio se convierte


en un enclave turístico (Hernández Cordero), lo que implica la transformación funcional del
espacio y la proliferación de actividades vinculadas directa o indirectamente al consumo de
los visitantes (Calle Vaquero). Este fenómeno se da a gran escala desde que el turismo fue
visto como una de las actividades más codiciadas por las economías locales y los centros
urbanos para la búsqueda de protagonismo en el panorama global (Benach Rovira, 2016).

Desde la década de 1990, políticas urbanas se orientan al crecimiento económico


en un contexto de creciente competencia interurbana y, ante el reconocimiento de los
aportes de la industria turística a este desarrollo, las ciudades pugnan por ganar un atractivo
como lugares de visita (Calle Vaquero, 2019, pág. 10). Este atractivo implica la mejora de
la calidad ambiental de determinados sectores con operaciones emblemáticas, el desarrollo
de grandes eventos y la mejora de las infraestructuras de acceso. La ciudad pasa a ser
vista como un producto y, por lo tanto, también requiere de marca y estrategia de
comunicación

Según Manuel de la Calle, existen cinco formas en las que se manifiesta la


turistificación en una ciudad: 1. Mayor presencia de visitantes en sus espacios centrales;
2. Incremento de actividades directamente vinculadas al consumo turístico; 3. Reorientación
de una gama cada vez más amplia de negocios a la clientela foránea; 4. Conversión de la
vivienda en una nueva mercancía turística; y 5. Creación de un paisaje o escena urbana
donde predominan elementos turísticos (2019).

Aunque el término alude al fenómeno de rápida transformación de los espacios


urbanos que entran en las redes globales turísticas (Bonilla Mena, y otros, 2021),
actualmente está siendo utilizado para demonizar al turismo y los impactos de su
masificación (Canalis, 2017). La turistificación es vista desde la perspectiva de los
residentes para quienes representa la reducción de la oferta y aumento de los precios en el
mercado de la vivienda, especialmente del alquiler; la desaparición del comercio de
proximidad orientado a ellos; y la pérdida de la funcionalidad del espacio público como lugar
de encuentro vecinal al pasar a ser espacios de consumo (Barrero Rescalvo & Jover Báez,
2020).

Este proyecto concibe la turistificación como el proceso promovido desde la


institucionalidad y el sector privado para convertir una ciudad en un destino turístico y a sus
elementos culturales y naturales en atractivos turísticos. Un proceso que tiene implicaciones
de orden arquitectónico y comercial; modifica los usos del suelo y la demografía de la
ciudad; además, incita a la generación de nuevos tipos de resistencia ciudadana como los
movimientos por el derecho a la vivienda y el derecho a la ciudad, debido a los impactos
que el turismo genera en el espacio público y en la vida de los residentes del destino.

2.2 Apropiación del espacio:

La apropiación del espacio es un proceso dinámico de interacción del individuo con


su medio externo (Korosec-Serfaty, 1986). Este proceso es cíclico y temporal, cambiante e
inestable, aunque paradójicamente en la medida que afecta la identidad, la autoimagen del
sujeto (o del colectivo), es resistente al cambio (Íñiguez-Rueda & Pol, 1996). La apropiación
puede darse tanto en el espacio público como en el privado, aunque para cada uno tiene
énfasis distintos. Para este trabajo tomaremos sus nociones que tienen que ver con lo
público, la vida urbana y la ciudad.

Brower en su texto sobre territorio en entornos urbanos define la apropiación como


el acto de ejercer control sobre un entorno particular, la relación con la ocupación, la
defensa y el sentido de pertenencia a un espacio (1980), diferenciando este último del
sentido de propiedad. Coincide con Leferbvre para quien apropiarse no es tener propiedad,
sino hacer su obra, modelarla, formarla, poner el sello propio; dejar en él su huella (1978),
es decir, las señales y marcas cargadas simbólicamente que dejan las personas, grupos de
personas y colectividades para transformar el espacio (Pol, 2005).

Apropiarse de un lugar es también integrarlo en las propias vivencias, enraizarse y


dejar la propia impronta, organizarlo. Así como también puede ser acotarlo para limitar el
acceso solo a los elegidos, y con ello diferenciarse de los demás (Lauwe, 1976) , por lo que
existen prácticas de apropiación de algunos agentes sociales (sector inmobiliario,
empresas, burguesía, élites) cuando se hacen, de grado o de fuerza, con lugares
privilegiados por sus valores sociales, paisajísticos o simbólicos (Martínez, 2014).
Para Paul-Henry Chombart de Lauwe existen unos aspectos que se oponen a la
apropiación de los lugares:

Ciudades impersonales con una excesiva cantidad de información que el ciudadano


no puede dominar, la manipulación de los mass media, la organización del espacio
urbano construido sin ninguna relación con las propias necesidades y aspiraciones
de sus habitantes y, la rapidez con la que se modifica el espacio urbano (1979).

Por lo anterior es que la definición de apropiación del espacio está acompañada de


su contraparte: la desapropiación, un concepto que incorpora el mismo autor con el que
refiere a todos aquellos procesos o medios que hacen que el sujeto, individualmente o en
grupo, sienta que el espacio no le pertenece o le es ajeno.

Este proyecto concibe la apropiación del espacio como el proceso mediante el cual
individuos o colectivos le dan sentido de lugar a tal espacio, transformándolo según sus
necesidades y deseos, otorgándole significados que tienen que ver son su cultura para
plasmar en él su identidad; habitándolo o haciendo uso de los elementos que lo componen
y, finalmente, preservando sus cualidades y su relación con él.

2.3 Turismo Cultural:

Según la última versión del glosario de la Organización Mundial del Turismo (OMT),
el turismo cultural es aquel en el que la motivación esencial del visitante es aprender,
descubrir, experimentar y consumir los atractivos/ productos culturales, materiales e
inmateriales, de un destino turístico (2018). Esta definición refleja la tendencia más actual
del turismo cultural en la que queda atrás el interés netamente centrado en el legado
material y los recursos históricos-artísticos y, se le da importancia al legado inmaterial, las
industrias culturales y a las comunidades locales y pueblos originarios como legítimos
transmisores de la cultura viva y anfitriones del visitante cultural (Molinero, 2019).

Con atractivos/ productos culturales la OMT se refiere a los elementos materiales,


intelectuales, espirituales y emocionales distintivos de una sociedad como lo son las artes
y la arquitectura, el patrimonio histórico y cultural, el patrimonio gastronómico, la literatura,
la música, las industrias creativas, así como las culturas vivas con sus formas de vida,
sistemas de valores, creencias y tradiciones (Glosario, 2018) que, motivan a una persona
a visitar un destino. Tal amplitud en la baraja de atractivos/ productos culturales es la que
favorece al turismo cultural para que se ramifique en diversas tipologías (religioso,
arquitectónico, histórico, gastronómico, literario, musical, urbano, entre muchas más) que,
también son definidas a partir de la múltiple demanda de los turistas culturales.

Actualmente, prácticamente todos los elementos culturales de una sociedad son


susceptibles de constituirse como un atractivo turístico. Aunque la mera existencia del
elemento cultural o el mero contacto de un turista con tal elemento no supone que se dé
turismo cultural, porque para esto son necesarias tres condiciones básicas, según la
Comisión de las Comunidades Europeas (Turismo Cultural en Europa, 1993):
1. Un deseo de conocer y comprender los objetos muebles y las obras materiales,
los lugares incluyendo la población con la que se entra en contacto, y las
tradiciones.
2. El consumo de un producto que contenga un significado cultural.
3. La intervención de un mediador, que tenga la función de subrayar el valor del
producto cultural, su presentación y explicación, propiciando una interpretación
efectiva y autentica del bien.

La definición de estas tres condiciones ha sido repetitivamente citada en la literatura


sobre turismo, incluso por la OMT, a pesar de que no contempla algunos aspectos más
actuales como la diversidad en los atractivos/ productos que el turista desea conocer, ni la
mediación a partir de las TIC’s, además, sus puntos se centran únicamente en la motivación
del viajero y no en su experiencia, un tema que se viene incorporando desde la primera
década de los 2000’s en las discusiones sobre turismo y cultura.

Alison McIntosh, en la conferencia Heritage and Cultural Tourism: The Present and
Future of the Past celebrada en 2009, afirmó la necesidad de que los estudios sobre el
turismo cultural se centren en la naturaleza personal, subjetiva y sensorial de la actividad,
comprendiendo el papel y protagonismo del visitante en la experiencia turística. En ese
sentido, los turistas se convierten en actores activos que dan forma a su trayectoria vital por
un entorno cultural (Gelbman & S. Ron, 2009, pág. 129).

Partiendo de cómo el punto de vista de McIntosh complementa la comprensión del


turismo cultural, este proyecto lo entiende como una actividad de encuentro cultural definida
por la oferta cultural de un destino y sus habitantes; la motivación y experiencia del turista
que lo visita y; el impacto que este cruce genera en ambos actores.

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