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Visión de los vencidos:

La perspectiva del Otro en la Conquista de América

Trabajo de Fin de Grado en Lengua Española y sus Literaturas

Autora: Beatriz Cabanas Fernández

Tutor: Eduardo San José Vázquez

Facultad de Filosofía y Letras

Curso 2022 – 2023

Enero 2023
TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

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Índice

Índice

Introducción 5

1. Encuentro entre dos pueblos. La Conquista 8

2. La doble visión del Otro 11


2. 1. Visión del vencedor 12
2. 2. 1. Visión de desigualdad 13
2. 1. 2. Visión de igualdad 18

2. 2. Visión de los vencidos 20


2. 2. 1. Presagios 22
2. 2. 2. Encuentro 25

Conclusiones 28

Bibliografía 31

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TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

4
Introducción

Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
No para siempre na la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea de plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Cantares mexicanos, fol. 17 r.

Introducción

En este trabajo se estudia uno de los temas más importantes de la literatura


hispanoamericana y de la historia en general, que, sin embargo, ha quedado
tradicionalmente relegado a un segundo plano: la visión de los vencidos durante la
Conquista de América, momento en el que el mundo occidental europeo inició la
exploración, ocupación y expansión del continente americano, tras el descubrimiento de
América. Este aspecto se relaciona, a su vez, con la visión del vencedor, poniendo de
relieve las diferencias. Partiendo de los estudios contemporáneos sobre la alteridad, se
tratará el problema del Otro, en un proceso de conocimiento en el que este es visto como
alguien inferior o igual. Un acercamiento colectivo en el que quien somete es visto por
el sometido como alguien superior, sentimiento que ha acompañado al mundo
americano a lo largo de la historia.

El objetivo de este trabajo estriba en la necesidad de ofrecer la parte que,


injustamente, suele quedar oculta, la mirada del Otro. A menudo se refleja,
lamentablemente, solo la visión de los vencedores, que son los que cuentan la historia.
No obstante, no podemos olvidarnos de que la Conquista fue un choque entre dos
pueblos muy distintos entre sí, y que este hecho marcó a ambas culturas y dejó una

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TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

huella imborrable en la historia hispanoamericana.

Si tan solo se valora una parte de los hechos, no sería una verdad completa. Se
debe, por tanto, valorar la voz de vencedores y vencidos para ahondar en el propio pasado
que teje las raíces de la historia indígena e hispánica.

Suele decirse que la historia la escriben los vencedores, pero eso no significa que
los vencidos no hayan dejado su huella, su sentimiento y su forma de vivir los hechos.
En América, sin embargo, los naturales también dejaron para la posteridad su visión del
trauma de la Conquista. Las culturas azteca, maya e inca, junto con el resto de pueblos
amerindios, dejaron una apreciable cantidad de historias escritas, crónicas donde cuentan
sus vivencias y que nos permiten ser partícipes de este capítulo de la historia.

Los testimonios históricos de la Conquista comenzaron a ser conocidos cuando el


investigador mexicano Miguel León-Portilla publicó Visión de los vencidos (1959),
donde recogía numerosos testimonios de los nativos sobre la conquista de México,
describiendo acontecimientos desde la óptica indígena, algo que, hasta ese momento, no
había sido contemplado.

Partiendo de esa lectura, en este trabajo se abordan, en primer lugar y de manera


general, los orígenes y la historia de los indios americanos, con un foco particular en el
choque cultural que se produce en el encuentro de los dos mundos. Brevemente, nos
detendremos en un excurso etimológico sobre la palabra indio y su uso. Una vez
planteado el escenario del encuentro histórico de la Conquista, ahondaremos en la visión
de ambas partes, analizando la evolución de las distintas teorías vinculadas al bando de
los vencedores y al de los vencidos, profundizando en estos últimos para comprender la
visión de un pueblo al que no siempre han dado voz para poder contar su realidad.

El propósito de este trabajo radica en conocer cómo fueron retratados los


conquistadores y cómo concibieron, bajo su vivencia, los naturales de Mesoamérica el
hecho de la Conquista. Podremos entender, así, el concepto que tenían sobre ellos a través
de las referencias que han dejado consiguiendo proyectar una aproximación histórica a la
cultura mesoamericana y sus culturas, tomando como referencia la obra de León-Portilla,
principal fuente de este trabajo de fin de grado, en la que muestra «la otra cara del

6
Introducción

espejo»1.

Desde el punto de vista conceptual, este trabajo lleva a cabo un análisis articulado
sobre la base del tópico de la visión del mundo desde la mirada de los vencedores,
buscando, en un intento de ahondar en la complejidad de los hechos, dar una visión clave
sobre la mirada, a veces perdida, de los vencidos.

Por ello, y a través de la recopilación, análisis e interpretación de estos escritos,


trataremos de dar una imagen aproximada de la forma en que fueron representados los
conquistadores por los conquistados.

1
YÁÑEZ, Agustín, «Discurso de bienvenida en el ingreso de Miguel León-Portilla al Colegio Nacional,
23 de marzo de 1971», Miguel León-Portilla: Imagen y obra escogida, Colección México, México,
UNAM, 1984.

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TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

1. Encuentro entre dos pueblos. La Conquista

América fue descubierta, conquistada y colonizada; se cambió su agricultura y


ganadería, sus minas fueron exprimidas para la producción de plata y oro, la sociedad
indígena fue diezmada y tuvo que integrarse finalmente en convivencia con los grupos
humanos que venían de Europa y África. En definitiva, su cultura se transformó
mediante una síntesis entre el Nuevo y el Viejo Mundo que moduló las características
propias de lo hispanoamericano.

La Conquista resulta un fenómeno inexplicable sin una causa compleja. Lo que


movió a los hombres al otro lado del Atlántico fue la ambición, el deseo de honra y
fama, la aventura, el servicio al rey, la necesidad, etc. Por otro lado, la población
indígena hizo frente a dos grandes problemas a lo largo del siglo XVI: la Conquista y
su integración en la sociedad virreinal, como pueblo dominado.

La colonización del Caribe, Mesoamérica y América del Sur por los españoles a
partir de 1492, cuando Cristóbal Colón divisa por primera vez las costas del Nuevo
Mundo, repercutió no solo en la vida, la política y las relaciones internacionales de los
países europeos, sino que influyó profundamente en todas las ramas del conocimiento.

La Conquista de América recuerda en muchos aspectos a la Reconquista


española, cuya inercia histórica aprovecha, y en la que «los territorios recuperados a los
árabes pasaban a poder de la Corona, que podía, a su vez, distribuirlos entre los
conquistadores, pero dejando siempre a los vencidos en sus propiedades, si aceptaban
la dominación cristiana»2.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que el Descubrimiento de América es


un encuentro único, un choque extremo rodeado de misticismo y asombro y un hecho
histórico incomparable con cualquier otro. Nunca hubo un desconocimiento completo
por parte de los europeos de la existencia de África, India o China, por lo que las
exploraciones de estos territorios no habían generado el mismo sentimiento de
incertidumbre y expectativa que marcó la Conquista de América. Esto marca las bases
de la expansión europea en el Nuevo Mundo.

2
LUCENA SALMORAL, Manuel, «Hispanoamérica en la época colonial», en MADRIGAL, Luis Íñigo
(coord.), Historia de la literatura hispanoamericana. Época colonial, 2.ª ed., Madrid, Cátedra, 1992, p. 13.

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1. Encuentro entre dos pueblos. La Conquista

La conquista de México supuso un punto de inflexión, llevando Mesoamérica de


ser, en 1400, un conjunto de pueblos que disputaban su hegemonía, a un territorio
sometido y dominado por los españoles, a partir de 1521.

A pesar de que gran parte de los documentos que avalaban la visión de los
indígenas se quemaron y destruyeron, muchos de ellos, producidos antes y durante la
Conquista, sobrevivieron. Gracias a esto, y a través de la recopilación e interpretación
de estos monumentos históricos y literarios, podemos conocer una imagen más
fidedigna o completa de la vivencia de los hechos.

Los pueblos amerindios tenían una cultura escrita no alfabética, desarrollada por
lo general en pictogramas, jeroglíficos y otros códigos simbólicos. Así, Moctezuma
mandó hacer un relato pictórico de la llegada de los españoles, de manera que podía
saber qué estaba ocurriendo y lo que iban haciendo en la distancia. De igual modo,
durante este proceso de conquista los distintos pueblos fueron representando estos
hechos. Al comparar los relatos en imágenes de los códices, podemos ver que la historia
contada por los españoles en las crónicas de Indias no coincide necesariamente y difiere
a menudo.

El argumento legitimador de los títulos de posesión de las nuevas Indias


españolas fue la cristianización, que pretendía encorsetar la América recién conquistada
bajo las doctrinas y creencias europeas para borrar su pasado. Las campañas de
evangelización realizadas por franciscanos en 1523 destruyeron inicialmente gran parte
del patrimonio oral y artístico, si bien enseguida, bajo el impulso de Juan de Zumárraga
o Diego de Landa, se esforzaron por recuperar los testimonios primitivos inicialmente
destruidos.

Con esto podemos ver cómo la Conquista no solo tuvo carácter militar. El trauma
de la conquista que el hombre blanco ejerció sobre los indios fue mucho más invasivo.
A la derrota militar, hay que añadir muchas imposiciones que resultaron, a la hora de la
verdad, más destructivas, como la obligación a aceptar las creencias religiosas de los
vencedores, la represión de las religiones nativas y la imposición del cristianismo como
culminación de una «conquista espiritual»3.

3
RICARD, Robert, La conquista espiritual de México, México, Fondo de Cultura Económica, 1986.

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TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

El concepto del Otro nos lleva a una reflexión global y anacrónica, la Conquista
de América es, «una historia ejemplar». Todorov plantea una dicotomía:
conocimiento/valoración del otro, que yo nombraría conocimiento /reconocimiento. De
este modo, Cortés entiende al indígena pero no lo valora. Esta dicotomía genera un
juicio negativo, ya que «comprender no va a acompañado de un reconocimiento pleno
del otro como sujeto, entonces esa comprensión corre el riesgo de ser utilizada para
fines de explotación»4.

4
Vid. TODOROV, Tzvetan, La Conquista de América: La cuestión del otro, México, Siglo XXI editores,
1987, p. 143.

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2. La doble visión del Otro

2. La doble visión del Otro

A raíz de la llegada de los españoles a América y de la certidumbre del


«descubrimiento» llevado a cabo por Cristóbal Colón, comienzan a surgir teorías sobre
los naturales de esas tierras. El mismo término descubrimiento señala una clara
pasivización del Otro en el proceso de la Conquista, lo que ha generado controversia
terminológica, ya que reduce e invisibiliza el Nuevo Mundo y cancela la complejidad del
encuentro, cuestionando la existencia autónoma de su historia, su territorio y
civilizaciones, por el hecho de haber sido descubiertas, algo que plantea su inexistencia
previa. Este uso lingüístico permite avalar que historiadores como Edmundo O’Gorman
o José Juan Arrom se refirieran al hito histórico de 1492 como un encubrimiento. Frente
a ellos, León-Portilla ha defendido que se trató de un encuentro entre dos culturas, no
exento de violencia y traumas colectivos, pero de una gran complejidad.

Los indígenas del continente que había permanecido desconocido para los
europeos, sólo entran en escena cuando ocurre que "son descubiertos", "son
conquistados", "son cristianizados" y son "colonizados"5.

A su vez, las posiciones encontradas sobre la condición del indio datan de la época
virreinal, van a persistir durante la Emancipación y perduran hasta la época republicana.
La utilización del término indio, surgido del error fundamental de considerar que el
Nuevo Mundo eran las Indias orientales, suponía desde el inicio la percepción de la
supremacía cultural europea. Desde entonces y a menudo, se ha visto al indio como
obstáculo para el desarrollo económico de los países hispanoamericanos y se lo considera
inferior al europeo o el criollo.

La razón por la que el punto de vista del Otro, es decir, la perspectiva de los indios
americanos, no fue recogido en los recuentos históricos de la Conquista deriva
directamente de que fueran considerados pasivos e inferiores, y, por tanto, sin la entidad
suficiente para considerar su punto de vista. No se puso voz a sus conciencias hasta que
algunos personajes históricos y los primeros defensores de los indios creyeron necesario
escucharles y mostrar que eran iguales en derechos y en dignidad: primero ante Dios y
enseguida entre los hombres.

«La concepción del otro remite al concepto mismo de civilización y por ende al
de cultura, al choque y confrontación que se produce en el encuentro con los otros, desde

5
LEÓN-PORTILLA, Miguel, «Encuentro entre dos mundos», Estudios de Cultura Náhuatl, 22 (1992), p.15.

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TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

entonces y hasta nuestros días»6. Sin embargo, no siempre ha sido así, algunas personas
no consideraban al indio como un ser civilizado y con cultura propia: un ejemplo de ello
es el caso de Juan Ginés de Sepúlveda, que, en el curso de su enfrentamiento con
Bartolomé de las Casas en los Debates de Valladolid (1545), los veía más semejantes a
las bestias que a los hombres.

La génesis del término indígena ya marca una distancia de quien lo enuncia, si


tenemos presente que en latín inde-gens significa «gente de allí». Es así como a partir de
la segunda mitad del siglo XX los estudios del «Otro» han tomado un enorme peso y
relevancia, ya que el análisis de la otredad ayuda a dar voz a aquellos que la historia no
ha querido tener en cuenta. Debemos, por tanto, plantear y comprender las dos vertientes
de la Conquista, tanto la visión del vencedor y la consideración del Otro, como la voz del
vencido.

2. 1. Visión del vencedor

Las divergencias entre las diferentes posturas se dieron desde el momento inicial
de la Conquista, generando polémicas y debates para justificar los distintos puntos de
vista. A continuación, explicaremos las principales vertientes de pensamiento, tomando
como referencias principales a los tres pensadores más influyentes en el naciente Derecho
de Gentes: Francisco de Vitoria, Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda,
quienes, con su opinión, no solo ayudaron a crear una doctrina política sobre el indio sino
que replantearon cuestiones ontológicas, éticas y morales ya debatidas por filósofos de la
Antigüedad y teólogos cristianos. Asimismo, la religión, la presencia de Dios y la Biblia,
impregnan las corrientes principales del debate sobre el indio.

La oposición filosófica entre naturaleza y cultura, la comparación entre el hombre


natural y el civilizado, se nutre del inagotable material con que provee el Nuevo Mundo.
Así, la distancia exótica y la otredad se impusieron en la mirada española sobre los
naturales americanos, a pesar de los intentos por la asimilación teológica y política del
indio, al considerarlo como cristiano bautizado y siervo de la Corona: «En España rara

RODRÍGUEZ VILLAFUERTE, Beatriz, «El encuentro con el otro: historia de expansión y conquista», en
6

La Palabra y el Hombre, 120 (2001), p. 114.

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2. La doble visión del Otro

vez se menciona al indio en este sentido; su defensa hubiera significado cuando menos el
repudio teórico de la Conquista, y las autoridades habrían visto con disgusto,
probablemente, semejante actitud. Por esta razón el indio aparece reflejado en la literatura
de forma exótica y pintoresca»7.

Los indios han tenido que soportar toda clase de opiniones de los europeos, tanto
a favor como en contra, como si fueran un experimento expuesto a ojos del resto del
mundo, mediante el que «el otro se veía reducido al estado de objeto»8. En el siglo XVIII,
en el curso de la segunda gran polémica por la humanidad de los indios tras mencionados
los Debates de Valladolid, en el curso de la que Antonello Gerbi denominó la «disputa
del Nuevo Mundo», Voltaire, al igual que harían, por ejemplo, Kant, Hegel o Samuel
Johnson, se mostró un activo defensor de la vida civilizada, desdeñando las virtudes
atribuidas a los salvajes; frente a ellos, algunos se volcaron en su defensa, como Rousseau,
el gran negador de la civilización europea, aun cuando sus hombres naturales tienen solo
una superioridad negativa; ni son lobos, como en Hobbes, ni son corderos, como en
Locke9. Asistimos pues, a un debate entre dos voces que se enfrentan: igualdad y
desigualdad relacionadas con la identidad y la diferencia.

Desde el inicio de la historia americana, inaugurada por el Diario de a bordo de


Colón, las cartas, informes y crónicas son algunas de las fuentes que nos desvelan las
acepciones que se tenía sobre los indígenas. En dichos documentos se alude a ellos como
hombres monstruosos: caníbales y seres de grandes orejas planas, otros con cara o cola
de perro, seres de color azul y cabeza cuadrada. Las hipérboles que se reflejaron hacían
pensar a los lectores europeos que se trataban de gigantes deformes. De ahí que los
primeros misioneros los consideraran salvajes, sanguinarios, seres sin alma y sin
raciocinio.

2. 2. 1. Visión de desigualdad

Desde el inicio, los defensores de la desigualdad delimitan a los indios unas

7
HENRÍQUEZ UREÑA, Pedro, «El nuevo mundo en la imaginación de Europa» en CEDOMIL GOIC,
Historia y crítica de la literatura hispanoamericana. Época colonial, Barcelona, Editorial Crítica, 1988, p.
49.
8
TODOROV, op. cit., p. 142.
9
Vid. HENRÍQUEZ UREÑA, op. cit., p. 53.

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TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

opciones en las que estos solo pueden elegir entre dos posiciones de inferioridad: «o se
someten por su propia voluntad, y se vuelven siervos, o serán sometidos por la fuerza, y
reducidos a la esclavitud»10.

Una de las misiones principales que justificaba la Conquista era la expansión en


la que era indispensable la conquista de almas y el crecimiento de los hijos de Dios.
Podemos ver esto reflejado en las palabras de uno de los primeros historiadores de Indias,
Francisco López de Gómara, quien plantea una idea espejo de la de su señor, Hernán
Cortés: «Quien no poblare, no hará buena conquista, y no conquistando la tierra, no se
convertirá la gente: así que la máxima del conquistador ha de ser poblar»11.

La concepción jerarquizada de la realidad parte de Aristóteles y la vemos


concretada en Sepúlveda. Este plantea un principio de oposición establecido por una serie
de disyuntivas nítidamente jerarquizadas (esclavo/libre, bestia/hombre, malo/bueno,
indios/españoles)12.

Los juicios extremos, tomados como axiomas, fueron determinantes para someter
a los indios a la semiesclavitud de facto de los repartimientos y encomiendas, en un
sistema de relaciones cuasi feudales, para lo que no dudaron en llevar a cabo matanzas en
varias poblaciones indígenas, tal y como podemos ver en el siguiente fragmento de
Bartolomé de las Casas:

Los españoles con sus caballos, espadas y lanzas, cometieron asesinatos y


extrañas crueldades. Entraban en pueblos y villas, sin perdonar la vida de los niños, ni de
los que dormían, penetraban sus estómagos y los cortaban en pedazos. Hacían apuestas
sobre si serían abatidos con una sola acometida de espada o cual golpe de espada con
mayor probabilidad y de forma más acertada cortaría su cabeza o penetraría sus
entrañas13.

En los inicios de la Conquista se radicaliza el pensamiento hasta transmitir que los


indios no poseen alma y no son humanos. Este pensamiento cambia, no por otro motivo
que para justificar la evangelización. Carece de sentido justificar la labor evangelizadora
de seres sin alma, por lo que el papa Paulo III declara que, aunque son indignos, son
verdaderos hombres, y que no solo son capaces de comprender la fe católica sino que

10
TODOROV op. cit., p. 159.
11
LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco, Historia general de las Indias, Barcelona, Orbis, 1985, p. 181.
12
Vid. GÓMEZ-MÜLLER, Alfredo, La cuestión de la legitimidad de la conquista: Las Casas y Sepúlveda
(trad. Jacob Buganza Torio), Orizaba, Ediciones del Ayuntamiento de Orizaba, 2005, pp. 22-32.
13
ESPADA NINFA, Portillo, Los indios desde la visión de los “vendedores” y los españoles desde la
visión de los “vencidos”, Cochabamba, UNICEN.

14
2. La doble visión del Otro

desean adscribirse a ella14.

Si bien la consideración sobre el indio cambia y se le confiere humanidad,


alejándolo de la animalidad, queda aún lejos de la igualdad, ya que necesitan ese rango
de inferioridad para justificar la Conquista. El dominico Francisco de Vitoria sostiene y
justifica la causa de la siguiente manera:

Esos bárbaros, aunque, como se ha dicho, no sean del todo incapaces, distan, sin
embargo, tan poco de los retrasados mentales que parece no son idóneos para constituir
y administrar una república legítima dentro de los límites humanos y políticos. Por lo cual
no tienen leyes adecuadas, ni magistrados, ni siquiera son suficientemente capaces para
gobernar la familia. Hasta carecen de ciencias y artes, no sólo liberales sino también
mecánicas, y de una agricultura diligente, de artesanías y de otras muchas comodidades
que son hasta necesarias para la vida humana15.

Sepúlveda traslada un planteamiento radical. En su Tratado sobre las justas


causas de la guerra contra los indios (1545) muestra sus motivos para justificar el
dominio sobre los indígenas, a los que llama «hombrecillos con apenas vestigios de
humanidad». Para Sepúlveda, la justificación de la Conquista de América se basa en que
el estado natural de la sociedad humana es la jerarquía y la única relación jerárquica que
conoce es la de superioridad/inferioridad16. Se basa en el «principio de
complementariedad» que se da entre lo inferior y lo superior. Considera a los indios
incapaces de gobernarse por sí mismos, por lo que necesitarían de alguien que los dirija,
y es ahí cuando entran en juego los europeos17. Vemos aquí un extracto de sus palabras,
en el que muestra claramente esa idea:

Se niegan a admitir la dominación de los que son más prudentes, poderosos y


perfectos que ellos; dominación que les traería grandísimas utilidades, siendo además
cosa justa, por derecho natural, que la materia obedezca a la forma, el cuerpo al alma,
el apetito a la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido, los hijos al padre, lo
imperfecto a lo perfecto, lo peor a lo mejor, para bien universal de todas las cosas 18.

Sepúlveda trata de dar respuesta en su tratado a las cuestiones principales que


surgen de la Conquista, ahondando en la conciliación de los valores del soldado y del
cristianismo y la justicia de la guerra contra los indios. El jurista Juan López de Palacios
Rubios, redactor de la fórmula del requerimiento empleada en la Conquista, indica que

14
Vid. MEJÍA BOTERO, William (comp.), Antología Histórica, Bogotá, Editorial Norma, s. f., pp. 25-26.
15
Ídem.
16
Vid., TODOROV, op. cit., p. 163.
17
Vid., GÓMEZ-MÜLLER, op. cit., p. 23.
18
SEPÚLVEDA, Juan Ginés de, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, México,
Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 153.

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TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

los indios «son, además, libres e ingenuos… Se les llama siervos, es decir, sirvientes, y
esta servidumbre tomada en sentido amplio fue introducida por la obra del derecho de
gentes, ya que es conveniente para el hombre imperito ser gobernado por el sabio y
experimentado»19.

De esta manera, normaliza la esclavitud como parte del derecho natural y divino.
Sepúlveda trata de justificar los motivos de la guerra justa, evidenciando la superioridad
cultural que autoriza a los españoles al sometimiento de los indios por condición natural,
pudiendo emplear la guerra para someterlos ante una negativa. Esto se apoya en la visión
aristotélica de la imposición del dominio de lo perfecto sobre lo imperfecto. En el plano
religioso señala a los españoles como los más indicados para evangelizar, dada su
devoción y compromiso20.

Sepúlveda considera que carecen de cultura y de leyes que impongan el orden; en


el aspecto religioso, alude a los sacrificios humanos que revelan salvajismo y
criminalidad; y militarmente, los ven limitados, carentes de estrategias y técnicas, ya que
el ejército español los supera con poco esfuerzo. Como defensor de los derechos de la
Conquista, vio en los ritos de sacrificio en que los indios mataban a otros indios como
ofrenda a sus dioses un motivo para liberar a los inocentes, convirtiendo a los españoles
en salvadores21.

Esto estaría estrechamente relacionado con el argumento religioso, la


evangelización como fin último para justificar la guerra que, de hecho, era la condición
que el papa Alejandro VI había impuesto en sus bulas de 1493 para otorgar las Indias a
la soberanía castellana. Este motivo les legitima para transmitir los preceptos de Cristo,
ya que considera que los españoles tienen la obligación de conseguir llevar a los infieles
a la fe cristiana22.

Teniendo en cuenta todo lo comentado anteriormente, podemos entender que se


valida a cualquier nación que profese el cristianismo para llevar a cabo esa misión, pero

19
ZAVALA, Silvio, Filosofía política en la Conquista de América (3ª ed. 2ª reimp.), México D.F, Tierra
Firme, 1993, p. 51.
20
Vid. GARCÍA PELAYO, Manuel, «Estudio preliminar» en SEPÚLVEDA, Juan Ginés de, Tratado sobre
las Justas causas de la guerra contra los indios, México, Fondo de Cultura Económica, 1941, pp. 28 y 29.
21
Ibidem., p. 32.
22
Vid. MARTÍNEZ CASTILLA, Santiago, «Juan Ginés de Sepúlveda y la Guerra justa en la Conquista de
América», Pensamiento y Cultura, 9 (2006), pp. 129, 130.

16
2. La doble visión del Otro

se resuelve con dos títulos que garantizan la exclusividad de España para llevar a cabo
esa colonización: la bula papal concedida a los monarcas españoles y el derecho del
primer ocupante, referenciando tanto el plano eclesiástico como el político, ya que el
segundo es necesario para el primero. En consecuencia, el Papa otorga a España la
exclusividad de la predicación de la fe y el dominio de las tierras para poder enfocarse en
su objetivo de evangelización23.

Es importante tener en cuenta que la concesión papal hace una distinción


elemental, dependiendo de si los infieles oponen resistencia o no a la llegada de cristianos.
Su objetivo es que reconozcan a los españoles y de este modo, puedan adoptar las virtudes
de las que carecen en pos de construir una sociedad civilizada. Considera que aquellos
que no se dejan someter pueden ser despojados de sus bienes, es decir, se autoriza por
derecho natural a esclavizarlos por su desobediencia y resistencia, no porque hayan
perdido su condición natural, mientras que los que por prudencia o miedo deciden
obedecer no serán despojados de sus bienes ni tampoco se les podrá quitar la totalidad de
su libertad y se les pondrá bajo un gobierno castellano para que abracen una vida más
sana, abandonando las malas costumbres y recibiendo el evangelio24.

Como refleja Beatriz Rodríguez Villafuerte25, este planteamiento introduce el


problema de «la paternidad del descubrimiento», en el que parece que la existencia del
indígena dependía de su descubrimiento; y de que, a partir de este, se les diese una
existencia que hasta entonces no tenía. En quienes los descubren nace un sentimiento de
propiedad, y se adjudican la paternidad no solo del descubrimiento en sí sino también de
todo lo que ello implica, incluso las gentes.

Para los conquistadores, el panorama descubierto no merece su concepción de


civilización, ni consideran que se haya desarrollado aún. Para su imaginario, la ciudad es
una condición inherente a la idea de civilización y, por tanto, el mundo natural y virgen
que encuentran lo es de la barbarie, pues, «por oposición a la ciudad, el bosque es el
espacio ontológico del salvajismo»26. Este argumento reforzaba su creencia de
superioridad como personaje conquistador y dominante de un nuevo territorio. Cuando lo
que los conquistadores encuentran no es un espacio inculto o silvestre sino grandes

23
Vid. GARCÍA PELAYO, op. cit., pp. 35 y 36.
24
Vid. ZAVALA, op. cit., pp. 55-57.
25
Vid. RODRÍGUEZ VILLAFUERTE, op. cit., p. 146.
26
BARTRA, Roger, El salvaje en el espejo, Barcelona, Destino, 1992, p. 43.

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TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

ciudades (Tlaxcala, Tenochtitlan, Cuzco), serán las costumbres nativas las que se vean
señaladas como salvajes y ofensivas a la ley de Dios: sacrificios humanos, antropofagia,
sodomía, incesto. Así, «los europeos se encontraron con la necesidad de responder al reto
de la adaptación y a la urgencia de introducir cambios en la tierra» 27, para ayudar al
salvaje a «desarrollarse». Su proyecto fue llevar a frailes que educaran en el cristianismo
y evangelizar sus creencias, dejando de lado las propias y la adoración a sus propios dioses
por uno nuevo.

Como es lógico, todo conquistador trata de justificar la Conquista escondiendo la


explotación directa que ejercen sobre los pueblos dominados. Para ello, se basan en la
inferioridad de sus gentes, cuyas costumbres y pensamientos son sometidas a juicio, bajo
la espada de los conquistadores y la cruz de los misioneros.

2. 1. 2. Visión de igualdad

Los pensadores y evangelizadores que apuestan por la igualdad buscan legitimar


la humanidad de los indios americanos28. Uno de los que buscó y promovió dicha igualdad
fue Bartolomé de las Casas, y es que «si bien la concepción jerárquica de Sepúlveda se
podía colocar bajo el patrocinio de Aristóteles, la concepción igualitarista de Las Casas
merece ser presentada, como ya lo fue en su época, como surgida de la enseñanza de
Cristo»29. Este fraile defendió, junto a otros, como Francisco de Vitoria o Domingo de
Soto, la humanidad de los indios, apostrofando a quienes solo ven en ellos bestias para el
trabajo. Y es que, a pesar de las aparentes diferencias, hay algo que hace iguales a todos
los individuos y es la pertenencia a la humanidad.

El pensamiento de Las Casas es una oposición frente a la servidumbre natural y


lo que había sucedido en los inicios de la Conquista. No fue el único que apostó por la
defensa de los indios. El primero que planteó esta vertiente fue el dominico Antonio de
Montesinos, que decidió denunciar los abusos que se estaban cometiendo. De esta
manera, los indios pasaron de ser un «buen salvaje» a ser comparable con el hombre
blanco. Las Casas recogió el testigo de Montesinos, apostando por esta causa y, al

ELLIOT, John H., «¿Tienen las Américas una historia común?», Letras Libres (junio, 1999), p. 10.
27
28
Vid. ZEA, Leopoldo, La filosofía americana como filosofía sin más, México, Siglo XXI Editores,
2003. p. 12.
29
TODOROV, op. cit., p. 173.

18
2. La doble visión del Otro

contrario que Sepúlveda, quien asienta sus argumentos sobre las teorías aristotélicas, Las
Casas rompe radicalmente con ellas, al manifestar que Aristóteles estaría quemándose en
el Fuego Eterno y que su figura en nada debía tenerse en cuenta30.

Las Casas tenía un pensamiento opuesto a la servidumbre natural y consideraba


que los indios no debían ser dominados. Era contrario a la servidumbre natural ya que su
condición humana, aunque era distinta, también era equivalente. Le confiere a todo ser
humano el raciocinio que le habilita para autogobernarse. Afirmar lo contrario, en el
pensamiento lascasiano, significaría ir en contra de la Ley natural, de la Ley divina. Para
Las Casas la libertad de los indios es un tema fundamental y defiende una libertad total
de la población nativa.

Los seres humanos que allí se encuentran son libres y han vivido con sus
paradigmas y modos, han funcionado así antes de la entrada de los europeos a sus tierras.
Este es el motivo por el que fray Bartolomé de las Casas mantiene:

Si todos los hombres son libres, y siendo los indios parte de este universo, luego
los indios son libres. Y como nadie tiene derecho legítimo de eliminar o coartar la
libertad de los otros, luego los españoles tampoco tuvieron derecho a esclavizar a los
indios, siendo éstos una serie de actos contra la sociedad humana31.

Las Casas no es el único que defiende los derechos de los indios y que proclama
su libertad y el rechazo a la esclavitud, ya que casi en su plenitud los documentos
emanados de la Corona responden a esto. Los reyes negaron a Colón el derecho de
comerciar con ellos como esclavos, e Isabel proclama en su testamento que no deben
sufrir ningún daño en su persona. Asimismo, las Leyes Nuevas de 1542, que abolían la
encomienda a la que estaban sujetos y que debían cumplirse en la totalidad de territorios,
se redactan con el mismo tenor, causando indignación en colonos y conquistadores,
aunque debemos tener en cuenta que la realidad fue otra distinta y que, en la mayor parte
de casos, no se respetaron esos mandatos y la situación del indio continuó siendo la
misma32. El misionero de la orden de los dominicos se convierte así en uno de los
primeros defensores de los indios en 1514, denunciando el trato cruel que se daba a los
indios y engendrando un enfrentamiento claro con Juan Ginés de Sepúlveda.

30
Vid. ZAVALA, op. cit., pp. 80-81.
31
LAS CASAs, Bartolomé de, Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión
(trad. Atenógenes Santamaría), México, Fondo de Cultura Económica, 1972, p. 422.
32
Vid. TODOROV, op. cit., pp. 173-174.

19
TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

Frente a Sepúlveda, Las Casas otorgó a los indios el uso de la razón y consideró
que su única falta era el desconocimiento de Dios y de la verdad cristiana. Esto confería
al colonizador la responsabilidad última de salvar el alma del indio, una opinión muy
alejada de la de Sepúlveda, cuyos juicios se fundamentaban en la inferioridad intelectual
del indio. Esta línea argumental fue apoyada por Carlos V, quien lo nombró en 1516 como
«protector de los indios», con el deseo de tutelar a los indios y rechazar la esclavitud.

Es importante tener en cuenta que, si bien aparentemente la vertiente sepulvedana


y la lascasiana están radicalmente opuestas en sus argumentaciones, la realidad es que, a
pesar de sus discrepancias, comparten máximas fundamentales que podemos ver
reflejadas en sus obras. En Democrates alter y en el Tratado de las justas causas de la
guerra contra los indios, de Sepúlveda; y en la Brevísima relación de la destrucción de
las Indias, de Las Casas, podemos ver elementos comunes, como la evangelización, que
no se cuestionan. La principal oposición estriba en la idea de guerra justa: mientras que
Sepúlveda apuesta por imponerse a la fuerza, a Las Casas se le atribuye una inclinación
más humanista pensando en el bienestar de los indios33.

Es importante comentar que, a pesar de las posturas enfrentadas en defensa del


indio o de la guerra justa de la Conquista, en ninguna de ellas se contemplaba escuchar la
voz de los indios. Tardó mucho tiempo en prestarse atención a los relatos que dejaron los
vencidos de la Conquista. Queramos o no, tomar el testimonio único de los vencedores es
respaldar una verdad a medias, mientras que la revelación de la verdad, la «catarsis es
valorar, más allá de filias y fobias, las palabras de vencidos y vencedores» 34.

2. 2. Visión de los vencidos

La obra de Miguel León-Portilla, alabada por otros autores como Georges Baudot,
Ángel María Garibay o Eduardo Matos Moctezuma, entre otros, nos permite
indudablemente entender y situar la cultura indígena. Nos adentra de manera única en la
comprensión de su mundo, su particular forma de verse a sí mismos y de contemplar a

FERNÁNDEZ SANTAMARÍA, José Antonio, «Juan Ginés de Sepúlveda y la guerra», en MARTÍNEZ


33

MILLÁN, José (coord.), Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558), Vol.1,
Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001, p. 43.
34
LEÓN-PORTILLA, Miguel, Visión de los vencidos, 8.ª ed., México, Universidad Nacional Autónoma
de México, 1980, p. V.

20
2. La doble visión del Otro

los otros a través de la compilación de documentos y testimonios. Gracias a esto


conseguimos dar forma a un rompecabezas complejo que habla del mundo indígena y que
nos ayuda a acercarnos a su filosofía, a su modo de vivir y pensar ese momento de la
historia.

Como hemos comentado con anterioridad, la Conquista fue una presentación de


dos pueblos y, al igual que despertó un interés de los conquistadores por el nuevo
continente, debemos considerar que, de igual forma, se generó en los indios de forma
recíproca una necesidad por saber algo más de la llegada de esas gentes de mundo ajeno
y desconocido para ellos.

Los nativos escribieron acerca de su historia, mostrándonos de primera mano las


civilizaciones aborígenes, la comprensión sobre su propio mundo y las vicisitudes
históricas, vistas desde la perspectiva de los vencidos:

El lenguaje de estos pueblos se remonta en el pasado y está presente hoy día, ya


sea en su expresión hablada o escrita, y dentro de esta última tenemos diversas maneras
de representarlas como aquéllas que utilizaron los diversos pueblos mesoamericanos
antes de la conquista europea, que con su genio creativo las dejaron plasmadas en los
códices, en el muro, en la piedra, en el barro…35.

Este es esencialmente el modo que tenemos de ver los hechos desde la posición
del pueblo subyugado. «A la visión hispánica de los vencedores se contrapone la de los
vencidos o la de aquellos que, como el Inca [Garcilaso], no saben resolver el conflicto
entre ambos mundos y terminan por gravitar sentimentalmente hacia el mundo
sometido»36.

Se trata, como subrayan Garibay y el propio León-Portilla, de profundizar en las


manifestaciones que nos permiten penetrar en la compleja realidad del contacto entre el
mundo indígena y el español, de tomar en cuenta el revés de la Conquista para tratar de
acercarnos a la visión de los vencidos.

¿Qué mejor que el legado de uno mismo para comprender la propia realidad?
Junto con la cronística española sobre América, hay un heroico esfuerzo de los pueblos

35
MATOS MOCTEZUMA, Eduardo, «Sobre Miguel León-Portilla, Literaturas indígenas de México»,
Estudios de Cultura Náhuatl, 24 (septiembre,1992), p. 510.
36
BELLINI, Giuseppe, «La voz de los nativos», en Nueva historia de la literatura hispanoamericana,
3.ª ed. corr. y aum., Madrid, Castalia, 1997, p. 79.

21
TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

dominados, estimulados por frailes y letrados españoles deseosos de saber más sobre sus
culturas, para dar testimonio de sí mismos y sobrevivir así en la memoria de los hombres.
De formas variadas nos brindan, a través de una escritura directa del pueblo, «el reverso
de la conquista»37.

Poemas como este son reflejo de la importancia de mantener los testimonios que
dejan constancia del trauma. A través de elegías y cantos tristes nos acercamos al
momento después de la caída de Tenochtitlan. Estos escritos anónimos nos conceden una
visión en primera persona y nos hacen partícipes de la existencia de sus testimonios de lo
que vieron y vivieron:

Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte
nos vimos angustiados.

En los caminos yacen dardos rotos,


los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.

[...]
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre 38.

2. 2. 1. Presagios

Las culturas mesoamericanas que aportan el testimonio de la voz del indígena son
la mexica y la maya. A partir de ellas, podemos averiguar la manera en la que
comprendían el momento que les tocaba vivir y de qué manera consideraban y veían a los
conquistadores. Así, tanto los españoles como los indígenas incorporaron en sus relatos
sucesos singulares, presagios con la finalidad de dar explicación y acreditar sus victorias

37
Vid., OVIEDO, Jose Miguel, Historia de la literatura hispanoamericana: De los orígenes a la
Emancipación, vol.1, Madrid, Alianza, 1995, p. 99.
38
Vid., LEÓN-PORTILLA, op. cit., p.168.

22
2. La doble visión del Otro

y sus derrotas39.

El misionero franciscano fray Toribio de Benavente, Motolinía, demuestra el


interés del indio por atesorar sus memorias y recuerdos de la Conquista en el viaje a
México-Tenochtitlan en el año 1524. Recoge la imagen que tenían los indios de la venida
de los españoles, tal como figura en las relaciones nahuas que podemos ver representadas
en este fragmento:

Ver una gente venida por el agua (lo que ellos nunca habían visto, ni oído que
se pudiese hacer, de traje tan extraño del suyo, tan denodados y animosos, […] con
tanta autoridad y osadía, como si todos los naturales fueran sus vasallos. Así mismo se
admiraban y espantaban de ver los caballos y lo que hacían los españoles encima de
ellos… A los españoles llamaron teteuh, que quiere decir dioses 40.

Como indica Motolinía, en la actualidad se conservan varias relaciones nahuas


que muestran la llegada de los españoles y los hechos que acontecieron durante la
Conquista y que, en conjunto, nos permite estudiar los rasgos representativos del
pensamiento indígena de la Conquista.

Los más antiguos testimonios fueron los cantares compuestos por los cuicapicque
o poetas nahuas supervivientes. Además de los poemas, existen relaciones netamente
indígenas, como el manuscrito conocido como Anales históricos de la Nación Mexicana,
escrito en náhuatl por autores anónimos de Tlatelolco, donde aparece por primera vez la
destrucción de la cultura mexica, tal como lo vieron algunos supervivientes. Se debe tener
en cuenta también tanto la relación de la Conquista que redactaron varios estudiantes
indígenas de fray Bernardino de Sahagún de Tlatelolco, en la que reflejan los informes de
los indios testigos de la Conquista, como los principales testimonios pictográficos que
reflejan la historia a través de la pintura. Además de las ya mencionadas, existen otras de
menor extensión así como los testimonios de los indígenas aliados con Cortés
descendientes de los que le apoyaron en la derrota de los aztecas 41.

Al igual que los conquistadores tenían unos prejuicios y mitos sobre lo que
encontrarían y veían ante sus ojos, los nativos también tenían sus creencias y mitos, con
lo que intentaban dar interpretación a los hechos que repentinamente estaba sucediendo

39
Vid. OLIVIER, Guilhem, «Indios y españoles frente a prácticas adivinatorias y presagios durante la
conquista de México», Estudios de Cultura Náhuatl, 37 (2006), p. 169.
40
BENAVENTE, Fray Toribio de, Historia de los indios de la Nueva España; apud LEÓN-PORTILLA, op.
cit., p. XV.
41
Vid. LEÓN-PORTILLA, op. cit., pp. XIV-XXIII.

23
TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

en sus vidas, la irrupción de esos «hombres desconocidos venidos de mas allá de las aguas
inmensas»42.

Cuando los nativos vieron a los europeos pensaron en un principio que hombre,
caballo y armadura constituían un solo ser y también se sorprendieron de los artefactos
que escupían bolas de piedra y hacían llover fuego. Para los indios estos hombres fueron
confundidos en un principio con «dioses». Más tarde fueron considerados «enemigos
barbudos».

Con las primeras proyecciones de sus mitos en la llegada de los mencionados


conquistadores, pensaron los indios que Quetzalcóatl y los otros tetehuv, como llamaron
a los españoles pensando que eran dioses, habían regresado. Esta teoría fue desechada
cuando vieron la reacción que tenían ante los objetos de oro que les mostró Moctezuma
y al contemplarlos directamente. Pasaron entonces a llamarlos popolocas, bárbaros.

En textos de los informantes indígenas de Sahagún contenidos en el Códice


Florentino, así como en una breve sección tomada de la Historia de Tlaxcala de Diego
Muñoz Camargo que refleja la opinión de los indios tlaxcaltecas, aliados de Cortés, se
mencionan una serie de prodigios funestos que afirmaron ver los indios, y especialmente
Moctezuma, unos diez años antes de la llegada de los españoles. Algunos de ellos son
presagios, como el de la espiga de fuego que ven como si estuviera goteando en el cielo
o el incendio de la casa de Huitzilopochtli, que con los intentos de sofocarlo solo
conseguían que se prendiera más, hasta que ardió todo; el templo al que le alcanzó un
rayo, la lluvia de chispas cuando aún estaba el sol, el agua hirviente que destruyó las
casas, la mujer que lloraba y gritaba anunciando que debían huir; u otros como la escena
en la que atraparon un pájaro ceniciento perforado en el medio donde podían ver el cielo
y en un segundo momento, hombres en pie agitándose, lo cual consideró Moctezuma un
mal augurio; o los hombres deformes de dos cabezas y un solo cuerpo que veían y luego
desaparecían. Con los presagios que vivían, entendían que eran los dioses que bajaban del
cielo y que finalmente relacionaron con la noticia de la llegada de la nueva gente 43.

Tras los presagios arriba mencionados, Moctezuma intentó averiguar si había


otras señales o noticias de algo similar. La respuesta la halló cuando un hombre del pueblo

42
Ibidem., p. XXVII.
43
Ibidem., pp. 2-11.

24
2. La doble visión del Otro

le presentó las primeras noticias de la llegada de unas «torres o cerros pequeños que
venían flotando por encima del mar donde se encontraban gentes extrañas de carnes muy
blancas más que nuestras carnes, todos los más tienen barba larga y el cabello hasta la
oreja les da…». Inquieto Moctezuma, mandó ir a ver esa misteriosa llegada, y no pudieron
hacer otra cosa que confirmar la presencia de esas dos «torres» con extraños hombres de
carnes blancas. Pensaban que el recién llegado era Quetzalcóatl, «nuestro principe»44, por
lo que les regalaron dones.

2. 2. 2. Encuentro

Cuando llegaron al encuentro de los forasteros, mantuvieron una breve


conversación, que fue posible gracias a Malintzin, la india Doña Marina o Malinche que
acompañaba a Cortés como intérprete y consejera, quien comprendía las palabras de los
indios. Tras la entrega de las ofrendas, el capitán trató de infundirles miedo atándolos.

Esta es la mención que tenemos de la llegada de Cortés, que aprovecha el


mencionado encuentro para averiguar a qué se enfrenta y cuál es la fortaleza de esos
indios. En cuanto pudieron, los nativos huyeron porque les temían. Contaron su vivencia,
describiendo la comida, los perros, los cuerpos y los aderezos de los españoles, ante lo
cual Moctezuma quedó atormentado. Envió entonces a magos y brujos para causar algún
maleficio e impedir que se acercaran a la capital, pero fracasaron.

Tanto Moctezuma como el pueblo mexica estaban aterrados ante la presencia de


este «dios» nacido del mito del retorno de Quetzalcóatl, y, a pesar de que deseaba huir y
esconderse, tuvo que enfrentarse y resignarse a esperar lo que iba a suceder.

Surge el primer choque con los españoles en el combate con los otomíes de
Tecoac, y, tras la derrota de estos, los tlaxcaltecas decidieron recibir a los forasteros en
son de paz y aliarse con ellos, con la secreta esperanza de ver derrotados a sus enemigos
los aztecas.

¡Cuán difícil resulta para el vencido en guerra poder dar su versión de lo


ocurrido…! Y es que el vencedor, que todo lo avasalla, no abre el menor resquicio por
medio del cual el denostado pueda, siquiera por un momento, erguir la cabeza para contar
la tragedia que sufre en carne propia. A la humillación de la derrota se une la imposición

44
Ibidem., p. 20.

25
TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

de todo tipo que lo deja en un plano de inferioridad que difícilmente puede sortear para
tratar de encauzar su vida por otros derroteros, pues la libertad se ausenta de manera
irremediable. ¡Ay de los vencidos…!, dijo Breno, jefe galo, quien para levantar el sitio
de Roma pidió cierta cantidad de oro la cual le fue entregada, pero pronto se dieron cuenta
los cónsules romanos encargados de entregar el rescate por su ciudad que las balanzas en
que se pesaba el oro estaban manipuladas, por lo que elevaron su protesta ante Breno.
Éste dejó caer su pesada espada sobre las balanzas y espetó la terrible frase que ha pasado
a ser proverbio pleno de realidad: Vae victis 45.

Las descripciones que se recogen de los indígenas muestran estupefacción y


extrañeza en el encuentro:

Y cuando cae el tiro [del cañón], una como bola de piedra sale de sus entrañas:
va lloviendo fuego, va destilando chispas, y el humo que de él sale, es muy pestilente,
huele a lodo podrido, penetra hasta el cerebro causando molestia [...] Pues si va a dar
contra un cerro, como que lo hiende, lo resquebraja, y si da contra un árbol, lo destroza
hecho astillas, como si fuera algo admirable, cual si alguien le hubiera soplado desde el
interior. [...] Los soportan en sus lomos sus “venados”. Tan altos están como los techos
[...] Por todas partes vienen envueltos sus cuerpos, solamente aparecen sus caras. Son
blancas, como si fueran de cal. Tienen el cabello amarillo, aunque algunos lo tienen
negro. Larga su barba es, también amarilla; el bigote también tienen amarillo [...] Pues
sus perros son enormes, de orejas ondulantes y aplastadas, de grandes lenguas colgantes;
tienen ojos que derraman fuego, están echando chispas: sus ojos son amarillos, de color
intensamente amarillo [...] Cuando hubo oído todo esto Moctezuma se llenó de grande
temor y como que se le amorteció el corazón, se le encogió el corazón, se le abatió con
la angustia 46.

En los escritos se revela cómo inicialmente consideran a los españoles dioses.


Debemos tener en cuenta que, cuando llegan los españoles a la capital azteca, coincidía
el «año 1-Caña» del calendario azteca, que se repetía cada 52 años y era el momento en
el que se esperaba la llegada del dios Quetzalcóatl. Ese año no se produjo el retorno del
dios, sino la llegada de los españoles; pero el propio Moctezuma, en su encuentro con
Cortés, los recibe con collares de flores y oro como ofrenda de bienvenida:

Inmediatamente se pone en pie, se para para recibirlo, se acerca a él y se inclina,


cuanto puede dobla la cabeza; así lo arenga, le dijo: –Señor nuestro: te has fatigado, te
has dado cansancio: ya a la tierra tú has llegado. Has arribado a tu ciudad: México. Aquí
has venido a sentarte en tu solio, en tu trono. Oh, por tiempo breve te lo reservaron, te lo
conservaron, los que ya se fueron, tus sustitutos47.

Podemos encontrar similitud con las referencias que nos encontramos en las

MATOS MOCTEZUMA, Eduardo, «Voces que fueron, voces que son…», en Vivir la historia. Homenaje
45

a Miguel León-Portilla, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones


Históricas, 2008, pp. 109-115.
46
LEÓN-PORTILLA, op. cit., p. 72.
47
Ibídem., p. 98.

26
2. La doble visión del Otro

crónicas de los Andes, como la de Titu Cusi Yupanqui, gobernante incaico del siglo XVI,
quien relató cómo vivieron sus antepasados la llegada de los españoles, considerados
como Viracochas, hijos del creador divino:

Decían que habían visto llegar a su tierra ciertas personas muy diferentes de
nuestro hábito y traje, que parecían viracochas, que es el nombre con el cual nosotros
nombramos antiguamente al Creador de todas las cosas, diciendo Tecsi Viracocham, que
quiere decir principio y hacedor de todo; y nombraron de esta manera a aquellas personas
que habían visto lo uno porque diferenciaban mucho nuestro traje y semblante y lo otro
porque veían que andaban en unas animalías muy grandes, las cuales tenían los pies de
plata: y esto decían por el relumbrar de las herraduras 48.

48
INCA TUTI CUSI YUPANGUI, Relación de la Conquista del Perú y hechos del Inca Manco, 2 vol.
[1570], en GARCÍA CABRERA, Juan Carlos (Comp.), Colección de libros y referentes a la Historia del Perú,
Lima, 1916, pp. 8-9.

27
TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

Conclusiones

En este trabajo hemos recogido una mirada ampliada de la Conquista, logrando


encontrar la equivalencia significativa que hay en los términos «alteridad» y «otredad»,
entendiéndolo como el proceso de colocarse o constituirse como otro, permutando la
propia perspectiva por la del «Otro» y teniendo en consideración su punto de vista y
concepción del mundo.

A través de este trabajo hemos podido recoger enfoques a preguntas pocas veces
formuladas, como qué pensaron y experimentaron los naturales del Nuevo Mundo a la
llegada de los conquistadores. Sus textos, pinturas y códices y las relaciones españolas
conforman las dos caras distintas del hecho histórico de la Conquista. y nos revelan toda
la información imprescindible para entender la historia completa a través de la obra de
Miguel León-Portilla, nuestra principal fuente, en una obra de referencia en los estudios
históricos y antropológicos de la América precolombina, considerada por el poeta
mexicano Jose Emilio Pacheco como «un gran poema épico de los orígenes de nuestra
nacionalidad […], un libro clásico y una obra indispensable para todos los mexicanos».

A partir de una lectura aproximativa de los relatos de la Conquista, en la que es


innegable que prolifera de manera notoria la bibliografía de los vencedores ante los
escasos testimonios e investigaciones sobre la otra visión, podemos plantear que el
término descubrimiento, que es el que se ha impuesto históricamente, no es el ideal, pues
resulta paradójico, ya que, en todo caso, el hito histórico de 1492 introduciría un
descubrimiento mutuo. Por otro lado, tratar este hecho histórico como un «encuentro»
parece algo más apropiado, ya que refleja tanto el acercamiento como el choque entre los
dos mundos, y nos ayuda a comprender la complejidad de la situación para ambos
pueblos.

No podemos olvidar que el encuentro debió de conllevar el acto de aproximarse


para conocerse, algo que realmente no sucedió de tal forma, pues no hubo por ninguna de
las dos culturas una aparente intencionalidad para acercarse a la otra cultura. En este
punto, Lourdes Arizpe señala que el descubrimiento de Colón realmente es el encuentro
con su propia teoría (expectativas, previsiones y prejuicios); y los acontecimientos, tan
solo el medio para confirmarla, tomando sus ideas preconcebidas por ciertas y bautizando

28
Conclusiones

a los habitantes de América como indios.

Esto, a su vez, dio origen a un error lingüístico que se ha perpetuado de forma


histórica hasta nuestros días, en los que continuamos haciendo uso del término indio para
discriminarlo del resto de grupos raciales que se irían asentando en las Indias españolas.

Sin entrar en juicios de valor sobre los hechos, el objetivo del trabajo no es emitir
opiniones para tomar bandos ni partidos sino plantear la necesidad, ante cualquier hecho
de la historia, de conseguir la información completa que nos ayude a plantear, conocer y
entender las distintas visiones de los hechos. Esto es lo que nos dará poder para revisar
las actitudes y tener en cuenta todos los aspectos de la Conquista.

A través del planteamiento de Todorov y de su obra La Conquista de América, la


cuestión del otro, podemos comprender la importancia de ahondar en la moralidad y
analizar la historia a través de la visión humana. Como el autor anticipa, su obra se acerca
más al mito que a la argumentación; aun teniendo en cuenta que parte de una historia real
y verdadera, su foco está en el presente y no en el pasado. No debemos olvidar que para
poder entender el presente es imprescindible analizar el pasado, en todos sus ángulos,
vertientes, voces y complejidades, a fin de poder construir un futuro.

El análisis de la historia de manera completa nos aleja de la reflexividad y de la


inercia de los pensamientos y nos dota de la capacidad de poder crear una opinión propia,
de ser seres críticos que, aunque posean diferentes puntos de vista, estén basados en la
totalidad de la información. Nos autoriza para extraer conclusiones más allá de los hechos.

La conquista de México ha sido siempre un tema muy controvertido, ya que


supuso no sólo el descubrimiento de un nuevo continente, hasta ese momento
desconocido, sino la dominación y el sometimiento de las civilizaciones que allí
encontraron.

Volviendo a la fuente principal de nuestro trabajo, Miguel León-Portilla, tal como


plantea Patrick Johansson sobre su obra, se ha ganado un hueco en la historia de la
conquista por su dedicación a dar visibilidad a la versión indígena y reivindicar la
dignidad y pensamiento de los indios:

En su obra es evidente el movimiento épico y el frasis emocional que sacude al


lector frente a las injusticias que sufren los indígenas. En este contexto, algunas

29
TFG. Visión de los vencidos: la perspectiva del Otro en la Conquista de América

expresiones impactantes acuñan ideas que guían al lector en la apreciación de los


hechos… convoca… a una reconsideración inteligente y sensible del pasado indígena de
México para ayudar a sortear las dificultades del presente y a conjurar las amenazas del
futuro49.

JOHANSSON, Patrick, «Sobre Miguel León-Portilla, La flecha en el blanco. Francisco Tenamaztle y


49

Bartolomé de las Casas en lucha por los derechos de los indígenas 1541-1556», en Estudios de Cultura
Náhuatl, 26 (1996), p. 479.

30
Bibliografía

Bibliografía

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