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EL SISTEMA FAMILIAR
RICK (1971) ha verificado un detallado estudio sobre tal desarrollo y parece que
las más recientes estructuras conceptuales para el análisis de la familia se
agrupan en torno a las siguientes: 1) Balance Theory; 2) Teoría de los juegos;
3) Teoría del intercambio; 4) T.G.S.y 5) Teoría de los sistemas sociales.
En este sentido, el enfoque aquí adoptado se polariza en los planteamientos
derivados de la T.G.S., desde la cual afronto cuanto sigue.
54 José Antonio Ríos González
a) Concepto de Sistema
El concepto más básico es el formulado por VON BERTALANFFY (1976) al
afirmar que "un sistema puede ser definido como un complejo de elementos en
interacción. Por interacción -continúa diciendo- entendemos unos elementos "p"
ligados por relaciones "R", de modo que el comportamiento de un elemento "p"
en "R" difiere de su comportamiento en otra relación IIR'II. Si se comporta del
mismo modo en "R II y IIR"·, no existe interacción, y los elementos se conducen
independientemente por referencia a las relaciones "R II y "R'".
La descripción hecha por T. PARSON y F. BALES (1955) presenta matices
que clarifican la operatividad del uso del concepto de sistema. Dicen ellos que
por sistema hay que entender el conjunto constituido por una o más unidades
lI
ligadas entre sí de modo que el cambio en el· estado de una unidad estará
56 José Antonio Ríos González
Sistema abierto:
Sistema cerrado:
Grupo primario
Los tres primeros tipos (1 ,2,3) son sistemas cerrados, mientras que los
siguientes (4,5,6), así como los dos finales (7 y 8) son sistemas abiertos, aunque
en algunas situaciones se comporten y actúen como sistemas cerrados.
El comportamiento de la familia dentro de esta escala adopta formas sorpren-
dentemente llamativas, hasta poder contemplar familias cuyo dinamismo no
sobrepasa los niveles más bajos de los aquí descritos. La conducta de los
miembros en tales sistemas adopta formas fuertemente deterioradas mientras
no se actúe sobre la estructura de tales sistemas.
b) Interacción en el sistema
Los fenómenos que tienen lugar en el interior de un sistema no responden más
a la explicación clásica representada gráficamente como
sino que lo que se observa en todo sistema es una interacción circular y sin fin
que puede representarse gráficamente como:
Manual de Orientación y Terapia Familiar 59
mientras que ahora -con la experiencia que permiten unos años trabajando en
problemas de diagnóstico y terapia de las relaciones familiares (STIRPE,
1965-1993)- lo que indago es el círculo sin fin que se establece en
designado ll
2. Empatía y hostilidad respecto al problema
3. Grado de acuerdo o desacuerdo acerca de las funciones primarias de la
familia
4. Concentración familiar o grado de acercamiento o lejanía de la familia
5. Percepción del rol ejercido por el otro (como esposo/esposa, padre/
madre, hijo/hija)
6. Percepción del propio rol
7. Comportamiento provocatorio de cada miembro de la familia y efectos
producidos por ello
8. Afecto primario de cada' miembro respecto a los otros
9. Grado de influencia en que queda atrapado ll cada miembro por los otros
lI
importante es ver el modo de relacionarse los miembros entre sí. Y para ello, es
válido y útil el esquema anterior.
S. MINUCHIN (1976) señala 6 sectores en los que ha de centrarse el diagnós-
tico de la interacción familiar:
6. Los modos a través de los cuales los síntomas del paciente designado se
usan dentro del sistema para mantener los modelos transaccionales
preferidos por la familia.
Es evidente que de todo ello puede obtenerse una idea bastante exacta de los
hilos secretos con los que se teje la vida de un sistema familiar. Sólo así puede
llegar a conectarse algo que de otro modo permanecerá como inexplicable o, lo
que es mucho peor, se explicará mediante atribuciones a los comportamientos
de un miembro aislado del sistema.
Para él se trata de una teoría cíclica: se parte de una pareja, se pasa por una
serie de estadíos de desarrollo, para terminar con la misma pareja originaria.
***
Aquí voy a seguir estos pasos aunque con alguna modificación, especialmente
en el punto 1, ya que aunque el encuentro de la pareja constituye un momento
especialmente significativo -excesivamente olvidado en el momento de analizar
la génesis de cualquier sistema originado en ese lIencuentroll_, parece impor-
tante centrar la atención en un II ciclo vital ll más amplio que voy a denominar lIel
inicio de la familia ll . Abarca mucho más que cuando la pareja se encuentra y
establece los vínculos que van a ir reforzándose en pasos sucesivos.
Pero veamos qué supone cada uno de los pasos citados.
***
El hecho de establecer unos determinados IIciclos vitales ll en el proceso de
desarrollo del sistema familiar, obedece al dato indiscutible de apreciar que la
realidad presenta cambios con un evidente sentido progresivo, así como otros
cargados de una fuerte tendencia regresiva. Es obvio que cada ciclo vital va a
presentar crisis, conflictos y tensiones ya que en el fondo de cada etapa se
encierran situaciones vitales en las que están implicados algunos, y a veces
todos, los miembros del propio sistema. No quiere decirse con esto que todos
los problemas que aparecen en una familia son idénticos. Los problemas -o, al
menos, sus percepciones- son diferentes. Mucho más diferentes son los modos
de afrontarlos, los métodos de intentar una solución, las formas de controlarlos,
como también son diversos los resortes a utilizar y las experiencias utilizadas
en función de la vivencia tenida y el recuerdo utilizable de las mismas.
Lo que interesa destacar en este momento es que los problemas que vive una
familia están relacionados con los conflictos básicos de la etapa de desarrollo
vital en que se encuentra el núcleo humano que constituye tal familia (BERNAN
y LIEF, 1975).
l. El Inicio de la familia
El comienzo de un sistema familiar constituye todo un ciclo vital en el que
juegan un papel importante actitudes personales de los miembros integrantes
de la pareja, así como estados emocionales que envuelven a los mismos de
modos claros, unas veces, y de modos llenos de componentes inconscientes,
la mayoría de las veces.
64 José Antonio Ríos González
Si hubiese que precisar los términos en que pudiera formularse lo que consti-
tuye el 11 conflicto básico ll del comienzo de una familia, me atrevería a concretarlo
en la dinámica y tensión que se desencadena desde el momento en que se es
consciente de la necesidad de disolver la dialéctica que se entabla entre el
sistema familiar de origen (S.F.O.) de cada uno de los cónyuges del matrimonio
o miembros de la pareja, y el sistema familiar creado (S.F.C.) que forjan los
mismos.
Tal conflicto se concreta en el modo de disolver unos determinados lazos y
crear otros igualmente necesarios para dar unidad, cohesión y posibilidad de
encuentro y progreso entre las dos personas que originan una nueva familia.
No es tarea fácil y, por ello, necesita orientación desde estos primeros
momentos. La etapa de formación de una unidad conyugal vital ll no es algo que
lI
Por otra parte, la adaptación es más fácil en cuanto que las situaciones de
relación en que intervienen elementos personales ofrecen la posibilidad de
mayores opciones para elegir con quién relacionarse o comunicarse. Así, por
ejemplo, en un ambiente laboral extenso en personas, como en un ambiente
social en el que haya muchas posibilidades de elegir con quién entablar lazos
más profundos de comunicación, resultará relativamente fácil conseguir un nivel
de adaptación satisfactorio.
Lo contrario sucederá cuando el tiempo de convivencia sea muy largo y el
número de personas con las que relacionarse sea reducido.
En la pareja que inicia su andadura, estos dos requisitos de seguridad en la
adaptación se ven un tanto limitados: porque se trata de una vinculación con
intención de continuidad en el tiempo, a la par que se trata de una relación con II
ll
una sola persona No es un deseo de vinculación amorosa para una temporada
•
1.
Encuentro biológico: el del recién nacido con la madre, que no se limita a
lo estrictamente biológico, sino que se convierte en camino hacia la
percepción de ciertas pautas ambientales y culturales.
2. Encuentro personal: del ser humano con el mundo interno del otro 11 11 ,
Sobre estos cuatro pilares se consolida la "confianza básica ll (5) que, por su
parte, va a convertirse en el gérmen del
Tipos de comunicación
Pueden distinguirse dos grandes tipos de comunicación que, a su vez, abar-
carán otros aspectos complementarios sobre los que es preciso tener algunos
conocimientos para su mejor utilización y puesta en práctica.
Estos dos grandes tipos son los siguientes:
• Comunicación verbal
• Comunicación no-verbal
Símbolos
Gestos
Signos
Símbolos
LENGUAJE LENGUAJE
DIRECTO CIFRADO
VERBAL CODIFICADO
I ¡
•
CONFLICTOS Y
"MALENTENDIDOS"
EN LA
COMUNICACION
EL MENSAJE
tiene
EL MENSAJE
ENCIERRA
UN DOBLE
VINCULO
EL MENSAJE
SE
ACOMODA
A REGLAS
Reconocidas Implícitas pero
Explicitas no reconocidas
Acordadas Secretas
"Metarreglas"
quieres?lI.
O se ignora: ni se registra el mensaje del otro, ni se reacciona ante él, ni se
ll
tiene en cuenta. Quien lo recibe actúa II como quien oye 1I0ver •••
nervios, una descarga agresiva, un insulto, un dolor físico que los movilice y les
74 José Antonio Ríos González
Una pareja en terapia refirió este incidente: El marido, estando solo en casa, recibió
una llamada telefónica interurbana de un amigo que le anunciaba que vendría a la
ciudad por algunos días. Inmediatamente lo invitó a estar con ellos, sabiendo que su
mujer estaría contenta por verlo, y sabiendo que ella habría hecho lo mismo. Sin
embargo, cuando la mujer volvió a casa surgió una fuerte discusión acerca de la
invitación que había formulado el marido. En la sesión de terapia en que se discutió
este problema, tanto la mujer como el marido parecían de acuerdo en el hecho de
invitar al amigo, ya que ello parecía la cosa más oportuna en aquella situación. Estaban
perplejos al ver que a propósito del mismo tema estaban de acuerdo en una parte y
no lo estaban en otra. Realmente había dos problemas implicados en la discusión: uno
se refería al modo más oportuno de actuar en el plano práctico, es decir, respecto a la
invitación hecha al amigo, mientras que el otro se refería a la relación entre los
comunicantes, es decir, el problema de quién tenía el derecho de tomar una iniciativa
sin consultar al otro. En el intento de resolver la falta de acuerdo, la pareja cometía un
error muy frecuente en la comunicación: el desacuerdo a nivel de IImensaje de relación ll
se transformaba en una falta de acuerdo a nivel de IIcontenidosll , plano en el que no
ll
había desacuerdo (CANCRINI, 1974).
•
Este caso típico ofrece un ejemplo en el que puede distinguirse cómo hay una
doble posibilidad de comunicarse: a nivel de contenidos y a nivel de relación,
todo ello en el encuadre de la misma comunicación. Puede desglosarse así:
ll
Marido: IIHe invitado a nuestro amigo que viene a la ciudad (mensaje de contenido);
ll
"10 he invitado yo, no tú (mensaje de relación).
Mujer: liNo debiste invitarlo porque no tenemos sitio, porque me resulta antipático,
etc. 1I (mensaje de contenido); lino te pertenece a tí tomar una decisión de
este tipo, soy yo quien debe decidir estas cosas" (mensaje de relación).
Marido: IIDebía invitarlo yo ya tí te resulta simpático" (mensaje de contenido);
lIiclaro que me corresponde a mí decidirlo!" (mensaje de relación).
(CANCRINI, 1974).
generoso y liberal en la actitud que tiene ante los hijos mientras que, al mismo
tiempo, no permite a los mismos el menor asomo de autonomía o libertad. O el
de aquéllos que hablan de afecto, cariño, amor, mientras que con la actitud no
comunican ni transmiten el menor signo de lo que proclaman con la boca.
En la pareja ocurre igual y las entrevistas conjuntas de las mismas son testigos
de cómo mientras se zarandean con los gestos y las críticas agresivas, se
adorna el lenguaje con epítetos aparentemente cargados de una gran riqueza
afectiva que no se vive en la realidad. El uso de diminutivos al dirigirse al
Manual de Orientación y Terapia Familiar 77
y rechazos feroces entrelazados con el uso de lIamor mío IIcariño ll , IIhijito ll , etc.
ll
,
• Reglas secretas (RS): Estas son las más difíciles de descubrir al estudiar
una familia. A veces hay que saber esperar para que comiencen a
mostrarse. Ordinariamente hay que desentrañarlas de un complejo envol-
torio de episodios y anécdotas que tras su nimiedad encierran estas claves.
Son modos de obrar con los que una parte del sistema, por ejemplo,
bloquean las acciones de otra parte o de otros miembros; son actos
tendentes a desencadenar actitudes deseadas por quien manipula el
resorte que lo provoca; son bloqueos de intentos de libertad, autonomía,
iniciativas con características creativas respecto a nuevos modos de
conducta; no faltan reglas que tienden a impedir la seguridad de un
miembro o a amenazar la estabilidad que ha logrado otro.
• Comunicación informativa
• Comunicación racional
• Comunicación emotiva, profunda
Las característica de cada uno de estos cuatro sistemas son las Siguientes,
ampliadas y adaptadas por mí en lo que se refiere a su utilización para un mejor
conocimiento de la familia:
1: En este sistema de comunicación lo que sucede es lo siguiente: los
miembros se relacionan para manejar realidades superficiales en las que
nadie entra en los sentimientos de los demás: II¿Qué tal estás?lI, II¿Qué
hiciste ayer?lI, II¿Has resuelto ya aquella papeleta?lI, II¿Qué hacemos
Manual de Orientación y Terapia Familiar 83
pero si a vosotros no, tomamos otra decisión", "Si todos nos encontramos
mejor, lo hacemos así" ...
Hay un verdadero contacto con el sentimiento de los otros desde la
profundidad y el riesgo de expresar los sentimientos propios. Se respeta
el mundo emotivo de los demás miembros.
De esta realidad parece que puedan establecerse tres modelos a los que
pueda reducirse el efecto final de las actitudes de búsqueda:
familia distante
familia simétrica
familia complementaria
Cada una de ellas tiene un perfil propio.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 85
G
G PARE'-'A
FAMILIA DISTANTE DISTANTE
'C.
PARE'-'A
COMPLEMENTARIA
ESPACIO
COMUN DE
ENCUENTRO
ESPACIO COMUN
FAMILIA COMPLEMENTARIA
DE ENCUENTRO
86 José Antonio Ríos González
Familia distante: En esta familia cada miembro anda por su sitio. No hay lugar
de encuentro porque los miembros están fuertemente motivados por un deseo
e impulso de independencia total que los dispersa. Cada uno es celoso de su
propia independencia y autonomía, pero en grado más alto del debido para que
se consiga una diferenciación personal sin temor a perder la propia identidad.
Entre los miembros no hay comunicación, porque comunicar sentimientos sería
amenazar el propio terreno. Hay, en síntesis, distanciamiento, alejamiento. Lo
que puede aparecer en algún chispazo, no deja de ser un leve intento de
encuentro que no se estabiliza y refuerza.
La imagen gráfica de este tipo de familia sería la denominada IIA II en la figura
anterior. Se indican los mismos tipos de pareja para mayor claridad del concepto
básico.
COMO
ES
v
TU
~
EN CADA UNO
SI
• IIEL OTRO II •
CON LO POSITIVO
CON LO NEGATIVO
\ TU
COMO
ES
EN
LO QUE NO PUEDE
SIN MASCARAS
SIN FALSEDADES
CON LO QUE PUEDO SI
\
CON LO QUE NO
SIN IDEALIZARLO
PUEDO COMO SIN SUBLIMARLO
TU
ES
EN
/
SI
contexto familiar.
Ellltú ll se percibe -y desde tal percepción se contacta con él y se relaciona con
el mismo- como algo que no tiene nada que ver con su auténtica realidad: a
veces porque se idealiza, otras porque se le despoja de límites y defectos,
algunas porque la misma vinculación afectiva se sitúa en niveles maníacos. En
pocas palabras: lo fantasmal prevalece sobre la realidad.
El esquema gráfico de este contacto sería así:
~
TU QUE SEA CONTINUAR A ...
/
PARA
-DETRAS DE ESTE
"TU" HAY UN
COMO SE "OTRO" AL QUE
YO PRETENDE EL "YO" QUIERE
~ TU QUE SEA QUE SE ASEMEJE
PARA O AL QUE SUPERE
COMO
EN LO QUE FUE
~TU
SOY COMO SE PARA EL "YO ...
EN PRETENDE AL TU SE LE
MI QUE SEA OBLIGAASER
PARA ALGO DISTINTO
A "SI MISMO".
COMO SE UN "TU" IDEALIZA·
PRETENDE DO, SIN LIMITES,
TU QUE SEA ~ SIN DEFECTOS
PARA
90 José Antonio Ríos González
Contacto por relación infantil: En ella los miembros que participan aportan
tipos diferentes de contacto y no todos tienen la misma libertad para iniciar,
decidir cualquier cosa. En tal contacto hay uno que toma la iniciativa mientras
que el resto de miembros siguen lo marcado por aquél. Es una "relación
complementaria ll (8).
Aquí no hay progreso ni comunicación enriquecedora.
dado que hay que delimitar muy bien el nuevo tipo de relación con los miembros
del sistema familiar de origen (S.F.O.).
Una idea que hay que destacar es que la fijación de estos límites o fronteras
no va contra ningún sentimiento profundo de ligazón afectiva con los familiares
próximos, sino que lo que se pretende es marcar un terreno propio donde se
realicen aquellas metas educativas y de relación interpersonal -primero entre
los componentes de la pareja y posteriormente entre éstos y los hijos que vayan
viniendo- que van a convertirse en el motor permanente del progreso y la
cohesión de todo el sistema iniciado.
Se trata, por tanto, de un replanteamiento del estilo de vida, del modo de
practicar la solidaridad con los otros, de aceptar un cierto corte ll con el pasado,
II
HiJo
Manual de Orientación y Terapia Familiar 95
• Delimitar muy bien que las aportaciones que hagan los sistemas familiares
de origen sean ayudas para organizar las nuevas funciones de la familia,
pero nunca a costa de romper o distorsionar el modelo que la pareja haya
establecido en su primera fase de constitución familiar.
• Precisar que el refuerzo con las familias de origen por los nuevos lazos
afectivos con un nuevo miembro, no se convierta en vínculos sutiles de
dependencias cuajadas de gratificaciones secundarias que hacen perder
autonomía y libertad intrasistémica en la pareja. Este es el caso, por citar
alguno, de los nuevos padres que hipotecan ciertas libertades a cambio
de que tíos, abuelos o parientes más o menos cercanos, cuiden del hijo
para poder disfrutar de un tiempo utilizado en expansión, libertad u ocio.
• .Cuidar, de modo especial, que la presencia del primer hijo no suponga la
creación del denominado "triángulo perverso", de tanta importancia para
el diagnóstico cuidado de la relación familiar.
Dada la importancia de este punto, merece la pena dedicarle un amplio
comentario.
El triángulo perverso
En la situación hipotética planteada más arriba al hablar de la posible amenaza
para la seguridad afectiva de un miembro de la pareja por el hecho de nacer un
hijo, se encierra un gérmen de lo que puede ser un "triángulo perverso". Veamos.
Por triángulo perverso se entiende "una situación de relación en el ámbito de
la cual tres miembros de un sistema relacional pertenecientes a dos generacio-
nes diversas, se disponen de tal modo que forman una alianza que una a dos
de ellos, de generaciones distintas, contra el tercero. Tal alianza se caracteriza
por el hecho de ser negada por parte de los dos 'aliados' todas las veces que
el tercero se lamenta de ello" (CANCRINI, 1973).
Pueden destacarse estas notas características:
1) Las personas que componen el triángulo no son iguales, y una de ellas
pertenece a una generación diversa de la de las otras: padre-hijo, supe-
rior-súbdito, diriginte-dirigido, jefe-subordinado...
2) En el proceso interactivo que se establece hay una persona de una
generación que forma coalición con la de la otra generación, de tal manera
que éstas, aliadas, se sitúan contra la que está en el mismo plano
generacional que la primera: madre-hijo "contra" padre; padre-hijo "con-
tra" madre.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 97
Hijo
(A)
(8)
98 José Antonio Ríos González
Hay un rodeo cuando los padres en conflicto utilizan al hijo, sin aliarlo
claramente a ninguno de ellos, para mantener el subsistema conyugal con algún
modo de equilibrio y armonía que no pasa de ser ilusoria.
En este caso al hijo se le convierte en un problema que hay que consultar, sin
darse cuenta de que ellos mismos refuerzan cualquier aspecto anómalo, para
poder desviar o tapar sus propios problemas.
Gráficamente se darían estas dos situaciones superpuestas al tiempo que la
situación (e) sirve de Iltapadera" para la situación (O):
Hijo
conflictivo
(C)
apareciendo muy unidos padre y madre en (e), frente al hijo, siendo la realidad
que padre y madre están en conflicto entre sí (O) y el hijo ha sido víctima del
"rodeo ll de ellos.
Hay una coalición estable (o triángulo perverso) cuando se establece una
coalición transgeneracional rígida contra el otro progenitor, como ya he descrito.
Gráficamente la situación sería ésta:
Manual de Orientación y Terapia Familiar 99
~I---
Padre
. Madre
------1/
Hilo ~
(E)
Dentro de estos tres modelos pueden clasificarse las posiciones más frecuen-
tes en la dinámica triangular Padre-Madre-Hijo, aunque en el caso de más hijos
las posibilidades de participar en más de un triángulo perverso complican la
realidad y hacen más ardua la tarea de descubrir en qué lugar exacto se
encuentra cada miembro. Por ello se ha afirmado (ZUK, 1970) que un sistema
familiar patológico está constituído por una estructura de triángulos perversos,
algunos de los cuales pueden venir transmitiéndose desde varias generaciones
atrás como modelo reforzado contra el que resulta difícil luchar con técnicas
terapéuticas.
El mismo autor hace esta consideración que no tiene desperdicio: 11 Si utiliza-
mos el triángulo como unidad de estudio y fragmentamos una estructura familiar
en sus componentes triangulares, aparece una complejidad aterradora. En una
familia de di~ensiones medias en la que haya: padre, madre, dos hijos, y padre
y madre de la primera pareja, con un total de ocho personas, aparecerán 56
triángulos. Cada miembro de la familia participa simultáneamente en 21 trián-
gulos (sin incluir en la cuenta tíos y tías, vecinos y dependientes o servidores
de la casa). Cada uno de los 21 triángulos en los que participan padres e hijos
encierra la posibilidad de una coalición entre generaciones. Si el establecimiento
de una coalición secreta entre generaciones es indudablemente patológica, la
potencialidad de que se presenten perturbaciones es extraordinariamente alta
ll
en cada familia (ZUK, 1970).
No es necesario insistir sobre la importancia de este dato en el conocimiento
exacto de una familia. Y la experiencia de la orientación familiar es elocuente
en este terreno hasta situaciones increíbles. Lo que encierra el tema de los
conflictos de los padres en los conflictos de los hijos o en los conflictos
padres-hijos, ha sido objeto de un trabajo personal en el que se amplian muchas
de estas ideas con ejemplos concretos vistos en mi consulta. Me remito a él
(RIOS GONZALEZ, 1980b), destacando aquí algunas conclusiones de mayor
interés:
100 José Antonio Ríos González
***
Ser padres constituye un paso importante en el proceso evolutivo del sistema
familiar. Y de su adecuado modo de vivir esta profunda realidad depende la
buena o mala salud mental del núcleo familiar.
Ha quedado apuntado un núcleo originario de problemas, aunque la misión
paterna y materna encierra otros aspectos que se verán en el próximo capítulo
todos los niños toman contacto con las instituciones educativas mucho antes,
ya que factores sociales, económicos y culturales presionan para que la incor-
poración a una institución (guardería infantil, jardín de infancia, parvulario) sea
mucho más precoz.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 101
Por otra parte, y desde una consideración psicológica, esta etapa exige
actualmente un mayor ajuste también desde el punto de vista del momento en
que se inicia. Tal afirmación viene respaldada por el hecho indiscutible de que
dentro de la infancia no basta hablar de dos o tres infancias (1 ª: del nacimiento
al tercer año; 2ª: de los cuatro a los siete años; 3ª: de los ocho al comienzo de
la preadolescencia -10/11 años-) (MONEDERO, 1972), sino que lIel primer año
ll
de vida constituye un ciclo vital con características tan peculiares y fenómenos
tan importantes que lo convierten en un período con entidad propia (SPITZ,
1970).
Esto obliga a ajustar, desde una perspectiva operativa y con vistas a dar
criterios claros a los padres sobre lo que representa la relación con los hijos,
mientras permanecen estrechamente vinculados al ambiente doméstico de la
familia, lo que aquí se entiende por período preescolar, ya que en él tienen lugar
procesos evolutivos de enormes repercusiones en la maduración de la perso-
nalidad del hijo.
Dicho esto podrían mostrarse dos esquemas en los que se vean claramente
las fases de la infancia y, posteriormente, lo que abarcaría teóricamente la edad
preescolar. A ello habría que añadir lo que en realidad, y dadas las circunstan-
cias sociales del momento en que se vive, va a considerarse aquí como lIedad
ll
preescolar :
INFANCIA:
Años 1 2 3 4 5 6 7 8 9 1O 11 ...
I 1 I
Inf. 1ª 2ª 3ª
Nacimiento 2 3 4 5 6
La situación real -la que viven cada día la inmensa mayoría de las familias-
plantea muchos problemas de cara a lo que ha de ser la maduración del niño.
La perspectiva teórica es válida para tratar de enfocar y poner luz en las
realidades que chocan con lo que psíquicamente es necesario mantener si
queremos ayudar al niño de cara a su futuro.
Hay que partir de un hecho cierto: muchos niños, y parece que cada vez más
conforme la incorporación de la mujer/madre al mundo del trabajo es más
frecuente, ya desde el primer año de vida viven en una institución más o menos
adecuada desde el punto de vista educativo. Algunos niños viven varias horas
diarias en la Guardería cuando sólo cuentan días.
Lo que es una realidad socio-familiar se convierte en un hecho irreversible. Y
la familia, en este ciclo vital concreto, precisa tener ideas claras sobre las
repercusiones que puede tenertal realidad. En la medida en que unos buenos
medios de orientación preparen a la familia para afrontar este desafío, podrán
evitarse mayores males.
***
En este ciclo vital tienen lugar procesos de capital importancia, la mayor parte
de ellos centrados en el tipo de relación madre-hijo, arrancando de ahí una serie
de repercusiones de gran profundidad.
Como se verá al hablar de la figura paterna, no todo queda reducido a tal
relación madre-hijo, pero sí puede afirmarse que el mayor porcentaje de inci-
dencia en lo que va a ser la constitución de la personalidad, corre a cargo de la
madre en este período. Más claramente de lo que suceda en el primer año de
vida, pero también del tipo de enriquecimiento afectivo que se consiga a lo largo
de toda la primera infancia (0-3 años de edad cronológica).
Los procesos centrales durante el período preescolar son los siguientes:
1. La relación afectiva con la madre
a) A través de la lactancia y el destete
b) En el aprendizaje de los primeros hábitos
c) A través de la pre-identificación
Manual de Orientación y Terapia Familiar 103
sobre el cual el niño podrá apoyarse para afrontar la realidad con may~r
seguridad e independencia. Si la madre no está presente -física y emocional-
mente- el sentimiento de amenaza impregnará los aprendizajes hasta inte-
riorizar estos temores para toda la vida.
Hay un momento muy poco valorado en el sentido que aquí se insiste, y es el
período alrededor del 9º mes de vida en el que se termina la denominada
ll
lIexterogestación (ROF CARBALLO, 1972). El ser humano, como se sabe, nace
poblado de inmadureces. Destacan tres: la inmadurez neurológica, la enzimá-
tica y la inmunológica. El nacer tras nueve meses de gestación no asegura la
maduración en estos aspectos, por lo que se hace preciso otro período de
idéntica duración (270 días) que es una gestación en el lI exterior El dato
II
ll ll
•
estimo que aumenta de día en día (10)- una fuerte concausa de actitudes de
"abandono" que incidirán necesariamente sobre la personalidad del hijo.
La experiencia clínica indica cómo el hijo no-deseado ni-aceptado, rumia una
morbosa culpabilidad por saber que ha venido al mundo sin ser deseado (S.
CIBELLI, 1958), teniendo ocasión de tratar a personas en las que la superación
de tal conflicto ha llevado largos años de psicoterapia hasta integrar los propios
valores con el sentimiento de rechazo que habían albergado durante muchos
años.
En el lactante puede vivirse un estado de abandono al verse privado del
alimento materno en una fase tan primordial como es la contenida en la relación
preobjetal. Si la carencia se estructura antes del período normal en el que la
relación se convierte en "objetal", el desarrollo psicoafectivo sufrirá alteraciones
de mayor o menor intensidad.
El abandono se estructura aquí porque el niño se separa de la madre mucho
antes de sentirla como algo distinto-a-sí-mismo. M. KLEIN (1932) fija como inicio
de la percepción de la madre como figura distinta-de-sí-mismo el segundo
cuatrimestre de vida (4º a 8º mes de vida), de tal modo que cualquier interrupción
de la relación madre-hijo en los meses anteriores, se vivirá como una verdadera
amputación emocional, con repercusiones físicas y neurológicas.
La relación preobjetal interrumpida ha sido estudiada por A. DELL'ANTONIO
(1968), llegando a la conclusión de que los niños que cambian de ama de cría
en el segundo semestre de vida tienen mayor número de reacciones adecuadas
a las situaciones de comunicación interpersonal y a la adaptación cuando
aparecen frustraciones en el juego. El daño es, por tanto, menor cuando el
cambio de "ama" se realiza después de iniciada la relación objetal con la que
sustituyó a la madre. El daño en el desarrollo psicoafectivo del lactante es mayor
si la relación con tal figura maternal se interrumpe en los primeros meses de
vida.
Otros estudios han puesto de relieve la incidencia de una alimentación al pecho
y una alimentación artificial en la aparición precoz del asma y algunos tipos de
eczemas (GRILLO, 1972, 1973; RESTA, 1955; NOCCIOLI y RUGANI, 1957;
PANTAROTTO y coL, 1976), aspectos que corroboran la importancia de la
relación afectiva con la madre.
En el análisis de la díada madre-hijo aparecen estados de semicarencias
particulares cuando alguna circunstancia específica altera lo que es la normal
relación entre estas dos personalidades. V. RAPISARDA, F.R. BARLETIA Y M.
MARCELLINI (1970) han estudiado las relaciones del prematuro entre los días
Manual de Orientación y Terapia Familiar 107
nales" que son el campo y el camino para la madurez biológica dentro del ámbito
de los comportamientos de vinculación.
Otro tipo de semicarencia puede vivirlo el niño durante el proceso de incorpo-
ración precoz a una institución de cuidados o pedagógica. Este es el caso a que
aludía anteriormente y que está constituyendo un verdadero problema desde
consideraciones psicológicas.
P. BENEDETTI Y G. DE GIORGIS (1959) han estudiado lo que sucede en 80
niños con una permanencia en el Asilo-Nido (equivalente a nuestras Guarderías
Infantiles), entre 30 días y 11 meses (con una media de 3,6) y separados de la
madre durante 8 horas diarias (de 8 de la mañana a 6,30 de la tarde) teniendo
todos ellos edades comprendidas entre 12 semanas y 16 meses. Sus conclu-
siones son las siguientes:
ll
o formas enmascaradas que tienen el significado de equivalentes depresivos
lI
***
Pero no todo ha de ser negativo en esta fase. En ella, de manera silenciosa y
oculta, se está fraguando un proceso de capital importancia para el porvenir del
niño: se inician las identificaciones con dos fenómenos trascendentales: la
preidentificación con la madre y la identificación con la figura paterna (identifi-
cación primaria). De una y otra van a depender los pasos siguientes en el
desarrollo de una personalidad adulta, madura y bien estructurada. Porque del
juego de identificaciones va a depender el tipo de identidad que se logre en la
adolescencia.
Estos dos puntos -preidentificación e identificación primaria- es aquí donde
cronológica y emocionalmente tienen su lugar. De ahí que la cercanía de las
figuras parentales no deba ser interferida ni interrumpida por una rotura de
ligámenes antes del tiempo debido. Esto debe estar consolidado antes de iniciar
la vida escolar.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 111
La socialización
No puede precisarse con exactitud cuándo se inician los procesos de sociali-
zación. Parece que una falta de estímulos por parte del ambiente bloquea las
necesidades de comunicación y contacto que experimenta el niño desde los
primeros días. Lo que en ello juegan tres signos de comunicación -mirada,
sonrisa y tacto- es cada vez más evidente. De tal modo que la carencia de ellos,
o lila defectuosa recepción de estímulos, por pobre «aferentización», se percibe
ll
en el segundo, tercero y en los años subsiguientes de la vida llegando a ,
consecuencias más graves como que lila articulación verbal es defectuosa, las
aptitudes para el juego pobres y limitadas, y, sobre todo, la adquisición de
conceptos generales sufre un grave deterioro. El mundo conceptual queda
lacunar, insuficiente. Es impreciso y desordenado. En los juegos se observa, en
estos niños, una defectuosa delimitación entre lo que es IItuyo y II mío" (ROF
ll
CARBALLO, 1972).
Por ello, el primer concepto o idea a tener en cuenta al afrontar el estudio de
la socialización del ser humano es que, si partimos de admitir que el niño está
en contínuo desarrollo, sería erróneo tratar de verlo como un ser aislado. Las
coordenadas sociales inciden sobre el desarrollo del ser humano. La socializa-
ción, de este modo, se convierte en una de las más fuertes causas de evolución
intelectual y afectiva del- hombre.
Pero la socialización no puede concebirse como la influencia del ambiente
sobre el niño pasivo. No está socializado el niño que logre una sumisión pasiva
a cuanto le viene dado desde fuera. El ser bien condicionado y eternamente
obediente no es ningún ideal educativo, como tampoco debe entenderse la
socialización como la aceptación sumisa de normas construidas por un deter-
minado grupo social.
Socializar no es, por tanto, distorsionar la personalidad, sino ponerla en camino
de ser persona con todo lo que tal expresión lleva consigo. Es, pues, una
participación activa y directa en las respuestas que el mismo sujeto debe darse
ante los otros, siendo una respuesta IIsuya" a las exigencias e interrogantes que
le presenta el grupo.
Aunque la socialización es un proceso inacabado pueden fijarse algunos
momentos especialmente significativos en orden a la estructuración de este tipo
112 José Antonio Ríos GonzáJez
Para WOLFF (1962), las etapas del desarrollo de la socialización son éstas:
1. Etapa del monólogo: el niño vive como unidad independiente.
2. Etapa de descarga: aparece la agresividad incontrolada. No tiene direc-
ción determinada.
3. Etapa de identificación con el medio ambiente.
4. Etapa de establecimiento de ideales concretos: en figuras o cosas toma-
das como modelos.
5. Etapa de propiedad.
6. Etapa de la competencia: capacidad para poseer la diferenciación entre
su propia individualidad y la de los demás.
7. Etapa de amor y agresividad hacia' una persona determinada.
8. Etapa de exigencia de una acción recíproca de cariño y agresión.
9. Etapa del altruismo que se expresa en la colaboración, sacrificio y agre-
sión.
10. Etapa de colaboración: comienza a tener conciencia de las relaciones con
los demás en cuanto personas. Esta es la fase que conduce a la conso-
lidación del nyon.
Desde un punto de vista práctico, hay que decir que el contacto con el mundo
escolar tiene una gran parte en la consecución de estas etapas, ya que en él se
verifica un ajuste entre dos tendencias muy claras: por una parte, el deseo de
adaptarse a un mundo lleno de todos esos desafíos; por otra, un ajuste de
tensiones porque en la adaptación al grupo se h~ce patent~ una clara resistencia
a incorporarse a las exigencias y necesidades de los otros. El grupo, además,
le servirá de estímulo, de diversión auténtica, de aprendizaje vital y en él tendrá
un terreno propicio al juego de las identificaciones con los que se relaciona.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 113
E/Juego
El encuentro con el mundo de los otros se realiza a través del trabajo y del
juego. Si la clase es para el niño una comunidad de trabajo, también debe ser
una comunidad de juego. Mediante ambos elementos, debidamente integrados,
el niño descubre que la relación con los otros no es una simple relación de
114 José Antonio Ríos González
dependencia, sino que encierra otros valores. En el juego descubrirá que puede
influir sobre los otros, y, a la vez, será influido de modo distinto a como lo había
sido hasta esta edad: no habrá presión autoritaria, sino que se convertirá en
motivación. Aparecerá al mismo tiempo el matiz de lo cooperativo, tendiendo a
permanecer al lado de los otros, jugar en colaboración una vez superadas las
etapas en que el objeto de juego era el propio cuerpo o el juego con su mundo
de imaginación y ensueño.
La actividad de grupo empieza a imponerse y necesita jugar con los otros para
seguir socializándose.
***
Pero hay que distinguir lo que supone en la vida del niño el juego como
expresión de vivencias internas y lo que no pocas veces se impone al niño al
tiempo que se le coloca fuera de un contexto emocional por la presión de lo que
desean para él los adultos.
Es ahí donde queda colocado el tema del juguete que constituye un nivel muy
peculiar de la actividad del niño ante la realidad y la fantasía. El juguete es un
objeto transicional en el que el niño vuelca muchos de sus deseos y transforma
parte de su mundo interno. Pero no todo juguete resulta educativo.
El niño, de por sí, no habría inventado el juguete. Este es un invento del adulto,
ya que para el niño todo es bueno para jugar: desde una caja de cartón que se
desecha por inútil, hasta un trozo de alambre, un pedazo de cinta aislante y un
palillo de dientes. Con estos tres trozos de cosas el niño construye un maravi-
lloso barco que sale a pescar en alta mar y regresa cargado de peces. Al niño
le basta una lata de sardinas vacía o una serie de sillas o un muelle viejo. Porque
Manual de Orientación y Terapia Familiar 115
un hermanito pequeño
que se monta a mis espaldas,
y otro hermano que es II soldao ll
con los botones de plata...
y me sé un nido de chovas
en lo alto de una rama...
y un rincón de amapolas,
y una estrella que me guiña,
y una araña... ¡Ah!... ¡Ah!
¡Y dice que no tengo nada!. ..
***
El niño en esta etapa necesita jugar, aunque el apoyo del verdadero juguete
no sea siempre necesario. Cualquier objeto, cualquier material (papel, palos, un
trozo de cuerda, residuos de material de ferretería ...) será suficiente.
Un buen juguete, cuando el niño tenga que buscar este apoyo, debería tener
las siguientes cualidades:
• Que no limite ni canalice con exceso el margen de elección e iniciativa del
niño
• Que se preste a ser empleado en varios sentidos
• Que permita hacer cosas para las que no ha sido fabricado
• Que suscite y provoque la creatividad
• Que permita hacer, decir, obrar II como sí. .. 1I
Juegos de Ejercicio
pensamiento:
Juegos de símbolo
... durmiese
b.1 Proyección de
esquemas simbólicos
sobre nuevos objetos: Dormir a un oso, a un perro
b.2 Proyección de esquemas
de imitación sobre nuevos
objetos: Como si se telefonease
b.3 Asimilación de un objeto Dejar correr arena entre los
a otro: dedos y decir: ··lIueve ll ...
b.4 Asimilación del propio
cuerpo a otra persona Andar a cuatro patas y decir
u objeto: II miau ll
b.S Combinaciones simbó- Inventar un pueblo donde viven
licas variadas: personas
b.6 Combinaciones com- IIComo si ll se vertiese agua cuando
pensatorias: se ha prohíbido jugar con agua.
b.7 Combinaciones liquida Jugar a estar muerto··
lI
doras:
Juegos de reglas
***
hay que detener el juego y ver qué pasa. Alguno ha quebrantado las leyes
o reglas acordadas. Si se trata de algo imprevisto, se reestructura la II regla ll.
el otro, y así hasta elegir al último por orden de capacidad. Al final, muchas
veces, queda el más inepto. Y ese, precisamente ese, es aceptado como
juez: será el árbitro. Se acepta el reglamento no por la capacidad de quien
lo defiende o custodia. Es una lección para un adulto que se cree IIsocia-
ll
lizado •
El juego: Teorías
• Teorías psicoanalíticas:
- El juego no es un instinto de imitación.
- En el juego el niño repite todo lo que en la vida le causa una honda
impresión, y con él intenta adueñarse de la situación.
- El juego es un procedimiento simbólico para controlar las relaciones
penosas con las imágenes introyectadas.
Dentro de ellas hay varios enfoques:
- Teoría catártica: (CARA, GROSS, FREUD)
- El juego purifica al niño de hábitos innatos antisociales, violentos,
favoreciendo la anulación, encauzamiento o sublimación de los
mismos.
- FREUD encontró analogías entre el juego simbólico infantil y los
sueños del adulto. Con el juego se hace activo lo que se ha sufrido
de manera pasiva.
- ERICKSON define el juego como la elaboración de experiencias
traumáticas, aunque también defiende que es expresión de renova-
ción.
- ANA FREUD ve en el juego una reproducción de satisfacciones
eróticas: los primeros juegos están ligados al cuerpo materno y al
propio cuerpo.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 123
El juego: Clasificación
Pero hay un matiz que es importante tener en cuenta por cuanto indica sobre
la profundidad de la vida emocional del niño. El amigo real se convierte muchas
/1 11
sexo. El empalme con la identidad será más fácil desde el terreno ya preparado
con esta identificación materna.
La identificación secundaria con otros adultos aparecerá la mayor parte de las
ll
veces bajo formas más o menos variadas de lIinfluencias que, en el momento
actual, son múltiples y entremezcladas. Ahí van a jugar un papel importante
figuras idealizadas, mitos ensalzados por la sociedad, imágenes más o menos
adulteradas de personajes reales que llegan al mundo emocional del niño con
ll
una fuerza en la que alternan elementos positivos y, por tanto, lIimitables y ,
elementos no tan sanos, a cuya eliminación habrá que ayudar al sujeto bien con
medios normales y con la fuerza equilibradora de la presentación de modelos
más sanos en el mismo ambiente cercano, o con medios de los que no están
ajenas las técnicas de terapia cuando el proceso ha profundizado en estratos
de la personalidad que hay que reestructurar.
El campo emocional de las identificaciones, por todo ello, se convierte en un
área necesaria de explorar en el trabajo de orientación familiar. Si los modelos
parentales han dejado un vacío que se ha llenado por figuras pertenecientes al
proceso de identificación secundaria, habrá que analizar hasta dónde esta
sustitución ha resultado positiva y enriquecedora. Igualmente habrá que analizar
los contenidos cuando la presencia de figuras secundarias pueden nublar,
desplazar o aniquilar de modo inadecuado lo que se había consolidado en la
identificación primaria. Pero tal identificación no se acaba aquí.
El niño puede tomar como superior a él -adulto en cierto sentido- a otros niños
de su misma edad pero que se le muestran como dignos de imitación en algún
plano. La identificación con el semejante puede ser también un factor de
identificación progresiva en cuanto que despierten deseos de superación y
permitan la incorporación de rasgos o particularidades que no encuentra en los
adultos que le rodean.
Tal dato llevará a la necesidad de plantearse la existencia de otras modalida-
des de identificación, tales como las regresivas, la identificación con el rival y la
identificación cruzada, todas ellas importantes para clarificar comportamientos
que tienen lugar a lo largo de todo el proceso evolutivo de maduración personal.
La identificación regresiva se hace presente cada vez que el niño toma como
modelo una persona que le obliga a adoptar formas de comportamiento en las
que predomina la repetición de esquemas ya superados y hasta abandonados
por inútiles en la fase evolutiva que atraviesa, y con cuya repetición se logran
determinados beneficios.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 129
Procesos de identificación
METODOLOGIA
• Completar la hoja de respuestas P.I.R.
130 José Antonio Ríos González
APL/CAC/ON
- Individual o colectivamente
- En casos de investigación: seguridad de anonimato
- Necesidad de ser sinceros
- Libertad para responder o no las cuestiones propuestas
3. Respuestas narcisistas
Comprende aquellas respuestas en las que el sujeto se propone a sí
mismo como ideal.
4. Respuestas negativas de la identificación
Incluye todas aquéllas en las que el sujeto ha respondido diciendo "nadie",
"no sé", o cualquier otra forma vaga de eludir una contestación directa y
clara.
***
134 José Antonio Ríos González
ll ll
Tal vez todo se deba a confundir "adolescencia y IIpubertad A cargar de
•
SUJETO
TEN f
(
BARRERA
~structura
DEN :;>r( :==". normal y
" equilibrada
elAS
f EMOCIONAL
(
,\~. I----------,
conducto anormal I
1.1 sintomos
ll
El sujeto debe llegar, en la satisfacción de IItendencias (necesidades, impul-
ll
sos, etc.) a una estructura normal y equilibrada que constituye la meta final de
lI
***
138 José Antonio Ríos González
• Proceso de interiorización
• Proceso de adaptación social
• Proceso de integración
• Proceso de maduración
Del mismo modo hay que distinguir ciertas dificultades que contribuyen a hacer
un tanto inestable la adquisición de esa personalidad que se verá coronada con
ll
la conquista de la lIidentidad personal •
Proceso de interiorización
El descubrimiento de la propia intimidad es un hecho indiscutible en el que se
vuelcan todas las energías del adolescente. Del 11 yo 11 infantil se pasará paulati-
namente alllyoll del adulto, atravesando todas las capas de la personalidad que
ll
deben ser conocidas en su estructura más íntima. El IIdespertar afectivo se
enriquece en esta etapa; la afectividad madura al compás que se logra la
aceptación respetuosa del adolescente. Su pudor exige respeto, y la aceptación
que pide para sí es la que él mismo va logrando mediante el enfrentamiento
consigo mismo en lo más íntimo de su ser.
Al interiorizar en sus sentimientos, emociones, afectos y en su mismo mundo
intelectual, se siente inseguro, ya que no acierta a unir lo que constituye una
clara tendencia a descubrir el mundo que le rodea al tiempo que contempla y
trata de comprender lo que aparece en su interior.
Este proceso necesita un clima determinado, como es el de permitirle realizar
el descubrimiento de su intimidad sin críticas ni rechazos. Y aquí los adultos
fallan muchas veces. La fácil irritabilidad del adolescente, la inestabilidad de sus
emociones, los cambios de humor, el rubor y la vergüenza no confesada de lo
que siente, descubre y desea, son factores influyentes en este proceso.
El adolescente siente nostalgia de la infancia en cuanto que sabía cómo obrar,
al tiempo que suspira por nuevos horizontes. Cuando San Juan de la Cruz nos
140 José Antonio Ríos González
núcleo familiar. Si esto es así en cualquier situación, tal vez en nuestros días se
aprecia una mayor tendencia a romper con cuanto se valora como esquema
tradicional más o menos rígido e inflexible.
Esta incorporación a la sociedad la realiza el adolescente mediante gestos de
independencia respecto a lo que puede ser calificado como lI estructuras forma-
ll
les que amenazan su independencia. De ahí que rechace cuanto puede venir
impuesto por el adulto. Conviene no olvidar que la sociedad es un producto de
Manual de Orientación y Terapia Familiar 141
Proceso de integración
Uno de los puntos más discutidos en la psicología dinámica es el modo y ritmo
de integrar cuanto se va adquiriendo en función de los mismos procesos de
desarrollo, evolución, crecimiento y maduración del individuo. Lo mismo sucede
si se considera el tipo, ritmo y modo de integrar lo que constituye planos de la
estructura interna de la personalidad y los factores de inteligencia.
Hay muchos modelos para enfocar este tema que, por lo que aquí intere~a,
adquiere un punto culminante en la adolescencia. El niño que va pasando de
unos ciclos a otros, tiene que ir estructurando todo lo adquirido de modo que le
sirva de soporte y apoyo para pasos posteriores. El adolescente también ha de
pasar por esta elaboración. Y ha de hacerlo en un momento en el que toda la
fuerza de tendencias, emociones, sentimientos, capacidades, impulsos, etc. se
unifican para dar como producto final un todo armónico y uniforme.
Para algunas escuelas psicológicas, la madurez se logra en el momento en
ll
que se consigue una sublimación de todos esos elementos. Para mí, la
II
Proceso de maduración
El adolescente madura al ritmo de sus necesidades y quiere ser aprobado por
los demás tal y como es y no como quisiéramos que fuera. El tiene una vida por
delante y quiere madurar con calma. Lo que de verdad desea el adolescente es
que le dejen imponerse a sí mismo el ritmo que puede soportar y el que
personalmente admite según sus propias características personales.
Muchas de las aparentes dificultades que hacen acto de presencia en la vida
del adolescente, no son más que defensas con las que salvaguardar tal ritmo
de maduración. Consciente o inconscientemente crea comportamientos de
fatiga, pereza, independencia, ociosidad, desorden, anarquía, con los que pone
entre su vida y la de los otros una barrera que le permite marcar los tiempos de
su ritmo evolutivo. Gracias a ello consigue pervivir como persona.
Es evidente que la maduración constituye un proceso complejo en el que
intervienen muchos factores que deben ser analizados con atención y cuidado.
Para ello me remito a manuales en los que la consideración de tales aspectos
pueda ser más ampliada de lo que aquí puede hacerse (MUSSEN, 1982;
NICKEL, 1978; MARCHESI y otros, 1983).
***
Todos estos procesos tienen dificultades específicas, de las que voy a destacar
las que estimo más importantes para un adecuado conocimiento de lo que puede
ser una amenaza para la buena realización del tránsito de la infancia a la edad
adulta.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 143
es algo más que la suma de las identificaciones que tienen lugar en la infancia.
Es interesante saber que su respuesta da la clave para comprender mejor en
qué consiste, de verdad, la identidad. Su planteamiento es el siguiente:
1. Es seguro que la identidad está preparada por las identificaciones que
tienen lugar en la infancia
2. Igualmente está preparada por la aceptación del rol correspondiente al
propio sexo en la fase edípica
3. Asimismo por la formación de la conciencia moral
Todo ello, afirma él, es necesario para la conquista de la madurez personal.
Pero la identidad es algo más que todo lo anterior. Al sentimiento de identidad
pertenecen también, como notas características, los siguientes aspectos:
• El sentimiento de pertenencia a un grupo
• La aceptación de los preceptos y prohibiciones del mismo grupo
148 José Antonio Ríos González
A ello hay que añadir que el resultado final será la conquista de la vivencia
II
• Quién soy
• Hacia donde me encamino: qué quiero
• De qué soy capaz
de estos "lenguajes·· eran entendidos por estos padres. El resto del comporta:-
miento de este adolescente no estaba al nivel de su etapa adolescente. Era un
verdadero niño, carente de la necesaria independencia porque en ese contexto
familiar no era posible conseguir un mínimo nivel de independencia emocional
desde el momento que los propios padres le habían negado el respaldo de
seguridad que se deriva de una comunicación espontánea y fluida que le era
negada todas las noches.
Como consecuencia de ello, y ante la presión interna que experimenta el
adolescente, la huida del hogar es una escapatoria inevitable. Se buscará fuera
del hogar lo que no se encuentra en él. Tal vez en el ciclo vital siguiente -la
juventud- este hecho vaya dándose con mayor frecuencia. Pero lo que es un
hecho indiscutible es que la tendencia a buscar fuera del hogar lo que éste le
niega a muchos adolescentes, obliga a plantearse tal huida en etapas cada vez
más precoces.
Cuando la familia no permite la independencia sana del hijo nos encontramos
ante un tipo muy definido de familia como se verá en su lugar. En este caso,
estamos ante la familia que puede denominarse familia simbiótica que, en la
etapa que ahora nos interesa resaltar, es un verdadero obstáculo para la
maduración del hijo, ya sea por parte de limitaciones que impone el padre o la
madre. El dinamismo de esta dinámica familiar se verá en su lugar, pero lo que
sí puede afirmarse aquí es que al final esta incapacidad para admitir la inde-
pendencia del hijo, cristaliza en la rotua violenta de los vínculos que unen a
padres e hijo, sin que con ello se resuelva todo el problema que ha crecido en
tal caldo de cultivo emocional.
Pero en muchas familias se ignora que el hijo adolescente precise tal autono-
mía como elemento básico para la estructuración de su personalidad. No sólo
no se valora, sino que en muchos casos se ignora y hasta se combate
abiertamente. El hijo -en el decir de tales padres- tiene que hacer lo que dicen
los mayores, acatar los modelos que éstos imponen, aceptar las normas que
derivan de la voluntad de los adultos. Aquí es donde se pone de relieve de una
manera palpable esa actitud que ya se ha descrito: al adolescente se le seguirá
tratando como a un niño, con el agravante de que con ello se le infantiliza, se le
obliga a vivir en permanente actitud de regresión, ya que los comportamientos
que debe adoptar ante la exigencia del ambiente son los típicos de etapas
evolutivas ya muy pasadas.
El modelo familiar que produce este tipo de obstáculos para el hijo adolescente
es la familia que vamos a denominar "familia restrictiva" o "familia limitante".
Tienen un modelo que no puede discutirse ni directa ni indirectamente. Los
efectos de tal tipo de familia sobre el hijo se verán en su lugar, aunque hay que
decir aquí que un resultado inmediato sobre lo que es el adolescente es el de
violentar cuanto suponga espontaneidad, originalidad, creatividad, afectando a
todos los niveles de la conducta, aunque resulte más llamativo en algunos a los
que los padres, particularmente, están más sensibilizados, tales como los que
ejercen sobre el conjunto de la vida escolar y los procesos de organización
mental.
También aquí aparecerán comportamientos sintomáticos: si en la familia
restrictiva no hay posibilidad de diferenciarse, no hay posibilidad de opinar, no
puede defenderse algo que vaya en contra de lo ya establecido, la conducta del
adolescente se poblará de lenguaje cifrados no-verbales. Ese es el sentido de
la autonomía ("hacer lo que me da la gana", aunque sea de manera descarada
y llamativa) en el modo de vestir cargando de agresividades contra lo tradicional,
lo formal, lo habitual en esa familia, en el modo de hablar cargado de novedades
ininteligibles para los padres a fin de hacer más patente y aguda la separación
entre una y otra generación, principalmente cuando en el mismo desgarro verbal
se pretende poner la fuerza de una clara división entre lo que es el mundo que
se está construyendo el adolescente con sus iguales y lo que es el mundo de
la familia de origen.
Es un modo de establecer un terreno propio en el que se busca una autonomía
y donde el adulto no tiene entrada ni posibilidad de comunicación. Los límites
que el mismo adolescente va a ponerse en este intento de definir su propia
personalidad frente a la que los adultos intentan imponerle, no pueden preverse.
156 José Antonio Ríos González
En tal intento se llega a los linderos de lo patológico que, con tal de conseguir
un deseo, pueden estructurarse formas que entran plenamente en lo patológico.
Es el caso, por ejemplo, de la anorexia mental cuando en ella se oculta un deseo
de marcar una frontera entre su mundo y el de las imposiciones de los mayores.
La anoréxica -y esto hay que aceptarlo psicodinámicamente para descifrar el
lenguaje contestatario y comunicativo que se oculta tras el cuadro clínico- deja
de comer para rebatir un modelo de relación en el que lo único que se pretende
mantener es la estructura formal de mostrar a los otros que hay una unidad
familiar hecha realidad bajo el modelo tradicional de IIcomer juntos ll , al tiempo
que se ignoran otras comunicaciones más significativas para la hija adolescente.
Se deja de comer para reservarse un terreno en el que sea posible la realización
de una cierta autonomía, aunque sea dañina desde otras perspectivas que se
escapan a quien pone en juego tal mecanismo de búsqueda de algo que es
importante para realizar una vivencia de IIser-sí-mismoll.
El tema del contexto familiar, aunque sea insistir machaconamente sobre el
particular, vuelve a ponerse así sobre el tapete.
denominar obsesiva, para terminar con aquellas en las que, dada la manipula-
ción de elementos y personas que son arrastradas hasta el juego caótico que
las envuelve, pueden ser denominadas "familias histeroides".
Si el hijo adolescente ~e ve atrapado por alguna de estas modalidades
familiares, sentirá en lo más hondo de su personalidad que "pinta muy poco",
que no significa casi nada. Y la explosión ante tal realidad será terriblemente
violenta: tratará de llamar la atención de "pintar algo" sea como sea, y aún a
costa de sacrificar realidades muy estimadas. Lo que le va a suceder al
adolescente -fruto indudable de su experiencia, de su impulsividad y de su
natural falta de exactitud al elegir objetivos- es que va a caer en un nuevo error:
el de no saber elegir lo que le ayudará a ser sí mismo de manera constructiva
y progresiva.
Hemos conocido el caso de un adolescente que ante la imposibilidad de
expresar su originalidad sana en el ambiente familiar que le había tocado vivir,
tuvo que elegir algo en lo que destacarse del resto de la familia. Como es
frecuente, erró la puntería porque se colocó en situación de ser algo distinto a
lo que eran los demás, gracias a un contenido en el que, por decirlo de algún
modo gráfico, "se especializó": nada más y nada menos que en "abrir coches
como no era capaz de hacerlo nadie de su familia". Así de ambicioso y así de
original. Sólo cuando la familia supo asignarle un papel más diferenciador y
sano, al tiempo que se le ayudaba a estructura su "sí mismo", pudo desemba-
razarse de esta trampa que él mismo se había tendido. "Esto, decía él, no lo
hace nadie en mi casa: ni mi padre, ni mi madre, ni mi hermana la guapa, ni mi
hermano el listo... nadie... nadie... sólo yo".
La elección de modelos de conducta cuando no hay salidas para la originalidad
es terriblemente complicada: hay quien, para ser original en un ambiente que
niega la necesidad de ser original, se orina en la cama; los hay que roban, otros
se drogan o se "hacen delincuentes", no faltando quien aprende a enfermar
como no lo hace ningún otro de la familia hasta hacerse ver por todos los
especialistas de la sociedad médica a la que pertenece ... o se masturba "como
no lo hace nadie": delante de todos, horrorizando a la madre, asustando a las
hermanas al tiempo que refuerza el comportamiento "original" porque "es lo
único que sé hacer bien y quieren que deje de hacerlo..."
Todo esto aparece siempre que se ha atacado y se ha impedido la realización
de tendencias y necesidades básicas que son sanas y naturales en la vida del
adolescente.
***
158 José Antonio Ríos González
ll
cómo responde el adulto ante lo que él vive como II maldad que no quiere.
Lo malo del adolescente es su agresividad no canalizada, intento de
II ll
ll
cuentro consigo mismo se verifique en condiciones óptimas. Entra ahí,
por supuesto, el proporcionarle un II rincón donde el adolescente pueda
ll
en que el joven adquiere una madurez plena y una segunda etapa que terminaría
hacia los 28/29 años según mi estimación personal.
Unificando ambos criterios, la edad juvenil podría sintetizarse de este modo:
Edad
Ciclo Conflicto Etapa o Cronológica Virtud
Vital de base Fase (Años) Básica
VI Intimidad
Aislamiento Juventud 17/21 Amor
Las características de este amplio ciclo vital dan como resultado final una
síntesis bastante compleja de la que pueden distinguirse y diferenciarse algunos
puntos que estimo esenciales para delimitar el camp.o en que habrá de actuar
el asesor u orientador familiar en aquellos sistemas familiares en que haya hijos
comprendidos en estas edades.
Las notas más importante a destacar son las siguientes:
1. Consolidación de la capacidad de amar, producir, comunicarse producti-
vamente con los demás.
2. Integración de la capacidad de dar y recibir de modo equilibrado y sano,
evitando la donación neurótica del que busca algo a cambio y la ansiosa
necesidad de recibir con actitudes inmaduras e infantiles.
3. Estabilidad progresiva de la madurez psicosexual en la que tomen parte
los componentes psíquicos y físicos sin disociaciones que obstaculicen
dicha estabilidad.
4. Adquisición y consolidación de las actitudes básicas de lIintimidad ll per-
fectamente integradas con la capacidad de saber salir de sí mismo para
vivir la solidaridad ll con los otros, tal y como corresponde al narcisismo
II II
ll
socializado •
5. Capacidad de crearse nuevas metas de vida de modo que con ellas pueda
desarrollarse plenamente la personalidad como totalidad unificada y
adaptada a las propias necesidades y a las exigencias del entorno.
6. Capacidad de IIsepararsell de quienes le han creado (padres), mediente
la conquista de una independencia adulta y sana que le libere de los
ligámenes primarios típicos de las etapas anteriores a la adolescencia.
162 José Antonio Ríos González
• Aislamiento destructivo
• Búsqueda de compensaciones y reivindicaciones llenas de exigencias con
respecto a los otros, esperando que ellos resuelvan todo y en el mismo
momento que impone la compulsividad angustiosa del que se encuentra
en este conflicto.
• Refugio en las figuras subjetivamente adornadas de características "ma-
ternales" o "paternales", con especial proyección en el momento de romper
vínculos afectivos para buscar otros de mayor madurez, como es, por
ejemplo, la elección de pareja.
• Incapacidad para resolver la vinculación por dependencia afectiva, cargán-
dola de componentes neuróticos que ocasionen la búsqueda neurótica del
afecto.
• Peligro de caer en comportamientos compulsivos cuando los otros no se
presten al juego que el sujeto intenta imponer a toda costa. La búsqueda
de compañero/compañera ("partner") adecuada a la edad que se posee,
se hace bajo el impulso de motivaciones en las que predominan los
elementos destructivos y de venganzas como proyecciones de figuras
masculinas/femeninas anteriormente vividas como "malas", ya sea por
abandonos reales o por complejos de sentimientos de abandono afectivo
como aparece en algunos momentos de la propia infancia.
A su vez, la falta de realización de las características comprendidas entre los
números 5 y 8, desencadenan comportamientos en los que está presente:
Manual de Orientación y Terapia Familiar 163
• El joven que rompe con los vínculos parentales cuando ha logrado una
adecuada identidad personal y la desvinculación se ha verificado de
manera progresiva, serena, aceptada interiormente y sin virulencia con
respecto a lo que ha de seguir siendo la relación afectiva con los padres,
habrá creado:
a) Una dependencia adulta con respecto a los padres, a los que no
rechaza pero sitúa en el lugar exacto que han de tener en la diná-
mica de relación interpersonal con ellos.
b) Una independencia, también adulta, por cuanto tal desvinculación
no crea los lazos neuróticos por los mecanismos de la pena, la
culpa, el temor a haberlos dañado, etc.
De esta segunda modalidad están plagadas las consultas que exponen padres
e hijos al orientador familiar que se mueve en estas dimensiones.
Todo lo dicho puede quedar sintetizado en el cuadro que sigue y en el que
resumo las características fundamentales de una y otra dependencia:
***
Una primera afirmación que es preciso formular es la que resalta que la
importancia de la relación interpersonal que se establece en las primera fases
de la vida, no quedará desvirtuada porque en el profundo mundo relacional
empiecen a aparecer algunas figuras. Unas aparecerán como consecuencia
natural y lógica del proceso de desarrollo a que se ve sometida la persona
humana. A ello contribuyen los procesos que en varios lugares de estas páginas
se han expuesto y seguirán apareciendo sucesivamente. La raíz de ellos es
puramente dinámica, inevitable, consustancial con el mismo fenómeno del
Manual de Orientación y Terapia Familiar 169
***
La marcha del hijo del hogar constituye para el sistema familiar, y esencial-
mente para los padres, una ocasión inigualable para replanear muchas cosas.
Culturalmente se considera "normal" que un hijo/hija abandone el hogar familiar
cuando decisiones adultas le llevan a tomar una postura personal ante la vida
y sus exigencias. Eso no es vivido emocional y socialmente como una rotura.
Es, suele decirse, "ley de vida". Y, tras la decisión, nada se rompe en los niveles
afectivos: sigue el contacto, se mantienen y reestructuran con mayor o menor
dificultad los nuevos lazos emocionales, sin que ello suponga violencias de
ningún tipo. La familia, por decirlo brevemente, no rompe nada esencial aunque
se modifiquen vías y modos de comunicación, porque los padres tendrán que
rehacer muchos aspectos de la propia vida al quedarse solos. Como ha
expresado bellamente GUITTON (1973) quedan como "supervivientes del
amor" y vuelven a encontrarse frente a frente como al inicio. Otras veces lo que
queda en este momento crucial de la familia son lilas restos del naufragio".
La otra posibilidad es la de no ver la marcha del hijo como "ley de vida". Supone
un trauma y existe una especie de alarma social ante otros modos de rotura que
están apareciendo: los hijos se marchan porque no se dejan controlar o porque
los padres no los saben controlar debidamente. Los datos empíricos son
evidentes: muchos hijos prefieren dejar la casa para instalarse por cuenta
propia, ya sea a solas o ya sea compartiendo un nuevo piso con jóvenes de su
misma edad, pero no exclusivamente del mismo sexo. Otros se marchan porque
no soportan un determinado tipo de convivencia familiar, sin faltar los que
motivan su decisión en un abierto rechazo de las actitudes educativas de los
padres.
En síntesis: se prefiere al grupo, el piso propio, la vida en el apartamento frente
a la vida de lo que algunos sectores de la juventud denominan lila familia
burguesa del siglo XIX".
En este panorama, contemplado a vista de pájaro pero que sintetiza una
realidad social que nadie puede negar, surge una pregunta que no vamos a
eludir aquí: ¿Qué está pasando tras estos hechos?
Desde el punto de vista psicológico -como psicólogo de la familia y de la edad
evolutiva- no interesa lo anecdótico que no pasa de ser un efecto más o menos
Manual de Orientación y Terapia Familiar 171
llamativo, sino que interesa indagar las "causas" que actúan a modo de motiva-
ciones desencadenantes de comportamientos como los que aquí se ponen en
juego.
Esa amplia gama de posibilidades explicativas puede sintetizarse en los
siguientes puntos:
1. La rotura con el hogar no es sólo y siempre una huida física de la casa
familiar de origen.
2. Hay una huida física que no lleva consigo la verdadera rotura de depend-
encias.
3. Hay roturas con el contexto familiar que son profundas aunque aparente-
mente se mantenga la permanencia física en el hogar de los padres.
4. La rotura con el hogar, así como su expresión externa de "huida de la
casa", es un fenómeno dinámico en el que, al menos, intervienen:
a) Una motivación tendencial.
b) Una peculiar percepción de la familia.
c) La necesidad de tomar una decisión traducida en una postura
personal con implicaciones racionales y repercusiones emotivas.
5. La rotura con el hogar obliga a estructurar un nuevo tipo de conducta,
tanto en el miembro del sistema que se aleja como en los miembros que
permanecen en el hogar de origen.
porque necesita irse, porque lIalgo le empuja a ello; porque con la huida se
ll
formulación por otra: ¿qué busca el hijo o hija?", ¿qué necesita?lI, .. ¿qué echa
11 11
huida de los hijos, deben preparar con tiempo, tacto y visión clara lo que
conducirá a una sana rotura como expresión de una desvinculación madura de
lo que son los Iigámenes de las etapas anteriormente vividas.
Es cierto que para tales situaciones no hay fórmulas mágicas o recetas de fácil
aplicación. A lo sumo, pero ya es algo importante, pueden darse IIcriterios" que
cada familia habrá de traducir en actos concretos.
Entre otros, pueden citarse algunos para estas situaciones:
174 José Antonio Ríos González
profunda de algunos padres es que, desde ahora, la vida pierde sentido por
comenzar a desvirtuarse lo que para ellos era la relación objetal con el hijo.
A veces esta situación resulta más dramática en el caso de que sólo perviva
uno de los cónyuges de la familia de origen. La pérdida del control directo sobre
los hijos se ve descompensada, a su vez, por la falta de un compañero o
compañera -según el caso- con el que reanudar una estructuración de los
procesos de integración y gratificación de las necesidades libidinales, afectivas
y emocionales que se ponen en juego en estos casos.
En el caso de que pervivan los dos cónyuges cuando la evolución vital de la
familia llega a este ciclo, pueden apreciarse dos posibilidades:
***
180 José Antonio Ríos González
en actitudes infantilizantes, está el gérmen del más profundo rechazo por parte
de éstos. Aunque no lo expresen. Aunque sólo lo sufran en el silencio que es el
único testigo de una inmadurez total porque los padres absorbentes han
impedido que tales hijos lleguen a la verdadera madurez (ROF CARBALLO y
otros, 1979).
NOTAS CAPITULO 11
(2) Este es el planteamiento culturalmente clásico del matrimonio, aunque en la realidad
estén haciéndose patentes otras realidades. Pero todavía la pareja que inicia una
familia lo hace con tal intención de estabilidad y aún los que lo plantean de otro modo
son conscientes de que parten de una amenaza, como indica la experiencia del análisis
de conflictos de matrimonios.
(3) La dinámica de la elección de pareja comprende muchos y varios aspectos: desde
la evolución de figuras que desean mantenerse, eligiendo así otra persona semejante
a aquélla, hasta la elección de un tipo de persona totalmente opuesta a aquélla que
prefería "borrarse". Algunos otros matices, centrados en componentes físicos y sexua-
les, han sido expuestos en WILSON, G. y NIAS, O. (1979) The Psychology of Sexual
Attraction. (Hay una traducción al portugués con el título Psicología da atra~ao sexual.
Ed. 70. Lisboa).
(4) Prácticamente en todas sus obras. Cfr. Bibliografía final.
(5) La "confianza básica ll es piedra angular de toda la teoría de la id~ntidad postulada
por ERICKSON como se verá al hablar de la adolescencia. Constituye tal tipo de
confianza uno de los polos del primer conflicto de base, y de su adecuada o inadecuada
consolidación van a depender los progresos ulteriores.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 183
APENDICE 1
APENDICE2
APENDICE3
DESARROLLO
Actualización de
funciones específicas
• evolución y cambio
• nuevos ritmos
• crecimiento flexible
• equilibrar cambios y mantenimiento
• negociar reglas y normas
• establecer rituales de pasaje y transición
APENDICE 4
ADOLESCENCIA
APENDICE 5
CONTRASTES INTERGENERACIONALES EN LA
ADOLESCENCIA
ll ll
de la familia familiar y cohesión familiar
II