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UNIVERSIDAD PARTICULAR

DE CHICLAYO
FACULTAD DE DERECHO

CATEDRA:
DEFENSA NACIONAL
DOCENTE:
GUTIERREZ VEGA, José Donald
TEMA: EL NUEVO FIN DEL ESTADO
ALUMNAS:
 SANTISTEBAN CAMPOS, Linda
 CESPEDES MUNDACA, Claudia
 VARGAS CHACHAPOYAS, Giovanna
 ANDONAIRE MIO, Guadalupe

 FERNANDEZ ESPINOZA, Marcos


CICLO: X S.A: II

OCTUBRE -2020
INTRODUCCIÓN.
Uno de los sucesos que han caracterizado en mayor medida los últimos años
ha sido, sin lugar a dudas, la apertura de un proceso de imparable
interconexión entre todos los rincones de nuestro planeta. Este fenómeno, al
que habitualmente denominamos globalización, ha traído consigo múltiples
consecuencias, algunas de ellas claramente positivas, otras de un tono más
ambiguo y, por último, algunas de carácter tristemente negativo. Entre estas
últimas debemos citar la que, de entre todas ellas, resulta a nuestro juicio
más preocupante: el paulatino predominio de la economía sobre la política o,
si se quiere decir de otra forma, la decisiva influencia de las consideraciones
económicas en la deliberación política.
A esta primera afirmación se nos pueden oponer dos tipos de
consideraciones. De un lado, las de todos aquellos que, desde una ideología
típicamente liberal, no ven nada de negativo en este hecho, sino que, más
bien, lo consideran como un maravilloso logro en el que ahondar. De otro,
hay quienes podrían objetar que esta situación no es nueva en absoluto, sino
que, mientras el mundo sea mundo, la economía tendrá mucho que ver con
la política. En lo que respecta a la primera objeción, no hay mucho que
podamos responder. A fin de cuentas, si alguien sigue defendiendo la validez
del modelo liberal a pesar de los estragos que ha causado en muchos de los
países en los que se ha aplicado, y de las falacias teóricas que encierra en sí
mismo, no nos tomaremos ahora la molestia de intentar rebatir sus
argumentos. No hay aquí espacio ni tiempo suficiente como para acometer
semejante tarea, que ocuparía, por sí misma, un libro entero. En cuanto a la
segunda consideración nos atreveremos a refutar que, si bien es cierto que
en todo momento ha existido un condicionamiento del poder político por
parte de la economía, lo que es una verdadera novedad es que sea el poder
económico, en sí mismo, quien se permita el lujo de incidir directamente en
la situación política internacional. De la misma forma, es este también el
momento en que las consecuencias económicas pueden, por primera vez,
condicionar la toma de decisiones de un gobierno hasta el punto de que
cualquier otro tipo de consideración sea dejada de lado.
Por otra parte, no debemos olvidar que, aun cuando lo que acabamos
de reflejar no fuera cierto, no son pocos quienes consideran que, en muchas
ocasiones, los Estados se sienten impotentes, encerrados dentro del estricto
marco de sus fronteras para hacer frente a la libertad de acción de la que
hacen gala muchas grandes compañías en un mundo libre de restricciones al
movimiento de capitales. Esto hace que, en ocasiones, las empresas puedan
utilizar a su libre antojo la rivalidad entre unos y otros estados, o la necesidad
de algunos países en vías de desarrollo para actuar de acuerdo con
parámetros que atentan contra los derechos humanos más básicos. A ello se
debe añadir, de otro lado, la capacidad que tienen muchas de las grandes
empresas para eludir todo tipo de responsabilidad amparándose en
sociedades interpuestas, o en el cumplimiento de las normas de países
subdesarrollados para llevar a cabo tareas que, sin embargo, pueden causar
graves perjuicios a los países que los rodean.
La conclusión más obvia que se puede entresacar de todo lo que acabamos
de exponer es que se está produciendo un trasvase evidente del poder desde
lo político hacia lo económico, consideración que, por otra parte, no tiene
gran cosa de original, sino que ha sido ya convenientemente interpretada por
muchos de nuestros más brillantes pensadores. Ahora bien, aceptada esta
primera hipótesis, debemos plantearnos inevitablemente una pregunta:
¿cómo va a afectar esta circunstancia a la actual estructura política? O, lo que
es prácticamente lo mismo: ¿qué va a ocurrir con el Estado? ¿Va a seguir
siendo el agente esencial de la acción política o va a ser sustituido por otro
tipo de institución capaz de contrapesar la imparable pujanza de la
economía? La respuesta que vamos a dar aquí a esta cuestión difiere mucho
de las que se han dado hasta ahora. A nuestro juicio, el Estado va a continuar
siendo el principal agente institucional, lo cual no significa que sea el agente
con mayor poder en el entramado internacional. De otro lado, va a ser cada
vez más incapaz de hacer frente a la importancia del poder económico.
1.ANTECEDENTES
EL SURGIMIENTO: Desarrollo económico y acumulación de capital en las
vísperas de la Revolución Industrial
A principios del siglo XVIII, en las regiones más avanzadas de Europa, las
técnicas aplicadas en la agricultura, las manufacturas y los servicios, eran solo
versiones mejoradas de conocimientos existentes desde la Baja Edad Media.
Las fuentes de energía seguían siendo la fuerza hidráulica y del viento,
aplicadas en la molienda de los granos y los aserraderos, las tejedurías y
curtiembres, las forjas y fraguas de las herrerías, las bombas para el drenado
de las minas y el regadío. La agricultura empleaba los conocimientos
acumulados sobre la rotación de los cultivos, el empleo del caballo y la
herradura, el arado de hierro fundido, la mejora de las semillas y la cría de
ganado. La rueca de hilar y el hierro para la producción de utensilios y
herramientas, eran las técnicas de punta en las manufacturas y artesanías.
Los productos más avanzados de la industria mecánica eran las esclusas de
los canales, los relojes mecánicos y la artillería para los ejércitos y la marina
de guerra. En el transporte y su infraestructura, los avances más importantes
estaban vinculados a la construcción de canales y de las instalaciones
portuarias. Los navíos y el material rodante para el transporte terrestre, eran
mejores que los disponibles en los inicios del Primer Orden Mundial, pero, en
definitiva, el progreso técnico era marginal. En el terreno de las finanzas, los
bancos y casas mercantiles operaban con instrumentos de crédito y
cancelación de pagos (cartas de crédito, letras de cambio). La creación del
Banco de Inglaterra en 1694 reflejaba la incipiente madurez del sistema
financiero británico. De todos modos, el dinero consistía todavía en plata y
oro. Consecuentemente, la capacidad multiplicadora del crédito por la
emisión de papel moneda era prácticamente inexistente. En tales
condiciones, la estrategia mercantilista de generar excedentes en el comercio
exterior, seguía siendo la vía principal de expandir la oferta de dinero y
satisfacer la creciente demanda generada por el comercio, la monetización
de la renta rural y, sobre todo, el financiamiento de las empresas militares de
los nacientes estados europeos. Por otra, la débil relación entre la tecnología,
la generación de ganancias y la acumulación de capital. En los dos siglos
iniciales (XVI y XVII) del Primer Orden Mundial, la productividad media en las
economías y sociedades más avanzadas de Europa siguió creciendo a una
tasa promedio entre 0.1% y 0.2 anual acumulativo. Es decir, el ritmo de
crecimiento no presentaba diferencias significativas con el registrado desde
el inicio de la expansión del capitalismo mercantil, alrededor del siglo XI. En el
caso de los alimentos, el lento aumento de la producción seguía sometiendo
a los pueblos europeos a las hambrunas provocadas por los periódicos
fracasos de las cosechas. El insignificante comercio de alimentos respecto del
consumo total, impedía resolver las crisis con el aumento de las
importaciones. Todavía hacia 1700, el débil crecimiento del producto por
hombre ocupado implicaba que las innovaciones tecnológicas no eran una
vía importante de generar ganancias y acumular capital. En la producción de
bienes y servicios, los salarios y la subsistencia de los trabajadores seguían
absorbiendo la mayor parte del producto. Los márgenes de beneficio eran,
por tanto, reducidos. De allí que las fuentes principales de utilidades y
acumulación seguían siendo las mismas que prevalecían desde los inicios del
Primer Orden Mundial. A saber:
I). La renta agrícola, apropiada principalmente por los propietarios
territoriales y, en menor medida, por las incipientes empresas agropecuarias
capitalistas.
II). El comercio y la explotación de los monopolios establecidos por las
Potencias Atlánticas para su comercio con sus posesiones de América, África
y Asia. La extracción de metales preciosos y las plantaciones para la
producción de azúcar, café, tabaco y algodón, en el Nuevo Mundo, eran otras
vías importantes de ganancias y acumulación.
III). La intermediación financiera fuertemente asociada a la actividad
mercantil y el financiamiento de los estados nacionales y principados. En
conclusión, a principios del siglo XVIII, en las regiones más avanzadas de
Europa, las instituciones del Medioevo estaban en vías de disolución y el
capitalismo se consolidaba como sistema de organización económica y social.
Las fuentes de formación de capital estaban bien establecidas en torno de
aquellos tres ejes principales y en ninguna de ellas el progreso técnico tenía
una influencia decisiva. Es claro que, a largo plazo, el aumento de la renta
agrícola y las ganancias del comercio y la banca, incorporaban los frutos del
avance tecnológico acumulado a lo largo de los siglos. Pero el cambio técnico
seguía siendo muy lento y, consecuentemente, escasa la posibilidad de elevar
las ganancias a través del aumento de la productividad. A comienzos del siglo
XVIII, en la mayor parte de las actividades productoras de bienes y servicios,
las innovaciones tecnológicas tenían poco que ver con la generación de
utilidades y la formación de capital.
TECNOLOGÍA, GANANCIAS Y ACUMULACIÓN DE CAPITAL
El cambio histórico que introdujo la Revolución Industrial fue transformar
este papel relativamente pasivo de la tecnología en el desarrollo del
capitalismo para convertirla en el principal instrumento del aumento de la
productividad, las ganancias y la acumulación de capital. Dada la dotación de
recursos naturales, el crecimiento del producto por hombre ocupado
depende del aumento de la inversión, la capacitación de la fuerza de trabajo
y la tecnología. A partir de la Revolución Industrial, este último elemento se
convirtió en el agente más importante del crecimiento del producto y del
desarrollo económico. Esto sucedía por primera vez en la historia y abarcaba
al conjunto del sistema productivo y las organizaciones sociales.
A partir de la Revolución Industrial, sin pausas y en medida creciente, la
tecnología se convirtió en protagonista decisivo del cambio económico, social
y político. Desde entonces, el dilema del desarrollo en un mundo global
quedó fuertemente asociado a la capacidad de respuesta frente a los
desafíos y oportunidades abiertos por la tecnología. Es decir, a la aptitud de
cada país de internalizar, dentro de su propio entramado social y productivo,
el cambio técnico y, consecuentemente, de apropiarse las nuevas fuentes de
utilidades. Este hecho histórico comenzó a gestarse en el último tercio del
Primer Orden Mundial y el cambio se registró, en primer lugar, en una de las
Potencias Atlánticas: Gran Bretaña. A comienzos del siglo XVIII, este país ya
operaba con la mejor tecnología disponible en la época en la agricultura y la
minería, las artesanías y la incipiente producción fabril, el transporte, el
comercio y las finanzas. Pero, en su gran mayoría, las técnicas disponibles
eran, todavía, solo versiones mejoradas de las ya existentes desde la Baja
Edad Media.
2.- EL PAPEL DEL ESTADO.
Muchos de los autores que se han ocupado del tema de la globalización han
llegado a una conclusión: ya que este fenómeno tiene un carácter
inequívocamente supranacional, es inevitable que el poder político olvide su
estructura actual, marcada por el Estado-nación, para dar origen o bien a una
situación muy parecida a la del estado de la naturaleza, o bien a
organizaciones supranacionales que puedan ejercer adecuadamente el poder
político. En lo que ya no coinciden los diversos autores es en la forma que
adoptarán estas instituciones supranacionales. Así, los hay que aventuran
que el Estado seguirá existiendo como tal, aunque la soberanía pasará a
residir en esos futuros supra estados, convirtiéndose así en partes o nodos de
una red más amplia. Otros, en cambio, consideran que el auge de lo local que
está surgiendo al calor de la globalización puede hacer que los estados
desaparezcan, siendo sustituidos por otras formas de representación
ciudadana que dé pie a una integración mundial fundada sobre el Derecho.
De la misma forma, no se puede hablar de unanimidad a la hora de juzgar la
probabilidad de que estos supra estados acaben formándose, ni de si
finalmente llegará a formarse un único Estado en el ámbito mundial.
Tampoco se puede hablar de consenso si de lo que se trata es de definir cuál
debería ser la estructura de esos macro estados, siendo así que hay quienes
consideran que pueden dar lugar a una democracia directa marcada por un
voto por cada ciudadano o una de corte más directo, en el que sea cada país
quien goce de un voto.
Este tipo de consideraciones son, desde nuestra perspectiva,
perfectamente lógicas si consideramos que la globalización trae como
consecuencia una pérdida notoria de poder por parte del Estado. A fin de
cuentas, si la fragmentación del poder político produce una inevitable
indefensión frente al ámbito de lo económico, parece inevitable pensar en
una futura unificación internacional. Sin embargo, este razonamiento olvida,
a nuestro juicio, un pilar básico: que los efectos de la globalización no son
simétricos, esto es, que hay algunos países que han salido ganando y,
probablemente, continuarán ganando con un proceso como el que está
teniendo lugar ahora mismo. Esta apreciación, sutil pero esencial implica,
desde nuestra perspectiva, que habrá quienes no tengan en más mínimo
interés en alterar el actual orden internacional. De este modo, surge una
evidencia que demasiado a menudo es pasada por alto: si hay Estados que no
pierden poder con la globalización, es más que probable que se nieguen a
perder su soberanía sólo por solidaridad con otros Estados que sí han salido y
saldrán perdiendo en el proceso. Ahora bien, ¿cuáles son los factores que
hacen que esa globalización no sea tan unificadora, que impulsan más bien la
diferencia entre unos y otros? En el siguiente apartado tendremos ocasión de
analizar este aspecto.
3. NEOLIBERALISMO
Los fundadores del liberalismo establecieron su teoría en los famosos
principios de Laisse faire et laisse passer declarando la autonomía absoluta
de cada uno de los campos de la actividad humana. El neoliberalismo pone
bridas a los principios citados para encarrilar la dirección múltiple, como la
rosa de los vientos al tren del proceso humano. El neoliberalismo es una
corriente de pensamiento y una práctica política, que tomó fuerza a finales
de los años setenta y de los ochenta, que da prioridad a las soluciones de
mercado para todos los problemas económicos y sociales de nuestro mundo.
Es un discurso y un programa de acción que difunden e imponen
economistas y políticos para dar a los mecanismos de mercado más
importancia, más libertad y más fuerza en nuestra sociedad a expensas de la
intervención de las autoridades y de la sociedad civil en el funcionamiento de
la economía y en los sistemas de protección social. El profesor del Colegio de
Francia, Perre Bordieu, lo definía como: «Un programa de destrucción de las
estructuras colectivas capaces de obstaculizar la lógica del mercado único.»
El neoliberalismo implica una tendencia intelectual y práctico-política a
primar, es decir, a estimar más y fomentar preferentemente las actuaciones
económicas de los agentes individuales, familias y empresas sobre todo de
las grandes empresas en los mercados que operan. Se prefiere la acción
individual a la acción de organizaciones, sean informales como el grupo de
los pensionistas sean formales como sindicatos y asociaciones de
consumidores, asociaciones políticas (partidos) y gobiernos. Por eso, el
neoliberalismo hace tanto hincapié en todo lo que garantice la libertad de
acción de los agentes individuales en la economía, sobre todo, en lo
referente a la propiedad privada e irrestricta de los medios de producción y a
las ganancias derivadas de los negocios.
Para los neoliberales, la plena libertad de acción económica es una garantía
de la libertad personal por lo menos, eso es parte de su argumento una
condición indispensable para el crecimiento personal en responsabilidad y
una necesidad para el uso eficiente de los talentos individuales y los recursos
colectivos de la sociedad. «La racionalidad se identifica con la racionalidad
individual». Se le llama neoliberalismo y no liberalismo a secas porque surge
en un contexto diferente al que había cuando surgió el primer liberalismo o
liberalismo original en los siglos XVIII y XIX. En aquellas épocas, el término
liberalismo significaba, en primer lugar, libertad personal frente a los
antiguos regímenes de la monarquía absoluta. En segundo lugar, y en el
mundo de la economía, liberalismo era sinónimo de libertad de comercio,
decisión del trabajo, eficiencia y progreso. En cambio, el neoliberalismo nace
y crece en sociedades plenamente democráticas, en las que el liberalismo
político con alternancia del poder es un hecho consumado, en las que los
derechos sociales y laborales son plenamente reconocidos.
A diferencia del liberalismo original, el neoliberalismo nace en sociedades
cuyas actividades económicas están ya básicamente organizadas en torno a
mercados libres, aunque regulados y a veces intervenidos por las
autoridades. La economía en ellas es con alguna limitación una economía de
mercado, aunque por razón de la presencia de las autoridades y de los
agentes sociales en las tomas de decisiones se la conoce como economía
mixta. Esta diferencia sustancial de las circunstancias en las que nacieron el
liberalismo original y el neoliberalismo moderno hará de las dos corrientes
cosas muy diversas, hasta el punto de que se dude seriamente de que el
neoliberalismo tenga algo que ver con el liberalismo clásico de los grandes
maestros de la economía británica de los siglos XVIII y XIX
4..- LOS MOTIVOS DE LA NO-INTEGRACIÓN
Hablar de integración es, de por sí, equívoco, porque se trata de un vocablo
que puede cobijar diferentes opciones, sin embargo, mutuamente
excluyentes. Así, se puede considerar como un proceso de integración la
creación de ámbitos de poder supraestatales, pero en los que los agentes
participantes en las votaciones sean los Estados, o de otros en los que sean
los propios ciudadanos quienes elijan a sus representantes. De la misma
forma, puede producirse una progresiva integración a través de organismos
que no posean soberanía, pero que ostenten un enorme poder que escape al
control de los propios Estados que ahora mismo existen.
En el presente apartado nos vamos a centrar exclusivamente en el
primero de esos tipos de integración. El motivo de esta limitación es que la
integración a través de una democracia supraestatal en el que sean los
propios ciudadanos quienes elijan directamente sus representantes y éstos
tomen todo tipo de decisiones en atención a su mandato nos parece harto
improbable en un futuro próximo. En lo que a esto respecta, no tenemos más
que ver que, después de cincuenta años, este objetivo no se ha logrado ni
siquiera en la Unión Europea, sin dudas el área del mundo que más
profundamente ha avanzado en la integración de varias naciones soberanas.
Pensar que un proceso de este corte pueda tener lugar en otras zonas, como
Latinoamérica, o el Sureste asiático es, por el momento, quimérico. Y todavía
lo es más creer que los ciudadanos de los países desarrollados estén
dispuestos a compartir su soberanía con los habitantes de otras naciones
menos favorecidas en algún tipo de democracia mundial o, al menos,
regional.
En cuanto a la segunda de las opciones presentadas, esto es, la
creación de centros de poder en el ámbito internacional, que, aunque no
ostenten soberanía alguna, sean capaces de imponer su voluntad a muchos
países, nos permitiremos indicar que se trata del modelo menos deseable de
entre todos los que podemos concebir. Baste para justificar nuestra
afirmación con observar la actuación que ha llevado a cabo en los últimos
años un organismo que cumple fielmente con todas las características que
acabamos de reseñar, como el FMI, para darse cuenta de lo poco deseable
que resulta este esquema. Así, el continuo secretismo que envuelve esta
clase de organismos, así como la posibilidad de actuar sin tener que
responder ante ninguna instancia democrática ha permitido, en último
término, que sus dirigentes asumieran decisiones claramente erróneas y de
gravísimas consecuencias sin tener que responder ante nadie por ello.
Nos queda, por tanto, el tercer modelo, esto es, la integración en un
modelo de soberanía compartida en el ámbito internacional, en el que los
principales agentes fueran los países. Dentro de este esquema podrían
apreciarse, a su vez, múltiples variantes, como una cesión de soberanía
centrada en un cúmulo de materias, como la justicia, la política exterior, la
política monetaria, etc., o en una unión más estrecha, que privara de
soberanía a los propios Estados que la componen. Si el primer modelo resulta
similar al de la Unión Europea, el segundo sería más parecido al de los
Estados Unidos de América o la Confederación Helvética. Evidentemente, es
mucho más fácil imponer el primer modelo que el segundo, pero, aun así, en
los últimos tiempos se ha demostrado que aún queda mucho camino por
recorrer para llegar hasta allí. Si esto es así se debe a múltiples motivos. De
entre ellos destacaremos ahora tres que, a nuestro juicio, no han sido todavía
lo suficientemente bien analizados.
4.1.-existencia de una única superpotencia.
Como es de sobra conocido, después de la caída del bloque soviético,
Estados Unidos ha permanecido como la única gran potencia político-militar.
Y después del 11 de septiembre, parece haber optado por una política de
inequívoco liderazgo, olvidando toda idea de aislacionismo, tan común en su
historia. Ese liderazgo, no obstante, se ha mostrado como un fenómeno más
desintegrador de lo que cabía esperar, por la insistencia americana en no
rubricar ningún acuerdo que merme mínimamente su soberanía. Las víctimas
de esta política han sido tratados de la importancia del Protocolo de Kyoto, o
instituciones a las que se supone trascendentales, como el Tribunal Penal
Internacional. A esto, por supuesto, debemos unir la grave tendencia de su
administración actual a obviar por completo a la ONU como foro de discusión
o la adopción de medidas unilaterales en materia económica, como los
aranceles sobre el acero, que más parecen propias de épocas pasadas.
Toda esta serie de hechos viene a indicarnos claramente que Estados
Unidos no está dispuesto a llegar a ningún tipo de acuerdo que suponga una
cesión de soberanía de ninguna clase, ni a pactar acerca de ningún asunto
que pueda suponer una mínima pérdida para sus intereses nacionales. Y
teniendo en cuenta que goza de la capacidad suficiente como para poder
actuar unilateralmente sin enfrentarse a grandes riesgos, parece claro que no
será fácil conseguir que Estados Unidos lleva adelante ningún proceso de
integración en un ámbito supraestatal. Si a ello sumamos que difícilmente
permitirá que sean otros países los que articulen este tipo de políticas,
podemos hacernos una mejor idea de por qué es tan complicado hablar de
integración si Estados Unidos está de por medio.
4.2.- Importancia del poder económico sobre el político.
En segundo lugar, debemos tener en cuenta que los propios intereses
económicos no desean en absoluto ningún tipo de acuerdo internacional que
suponga nuevas limitaciones a lo que constituyen sus intereses. En este
sentido, debemos recodar que, para el ideario liberal, un escenario como el
actual, en el que la mayor parte de los estados se ven cada vez más reducidos
a meros garantes del orden público roza la perfección. Por eso mismo, la
presión de las grandes compañías irá encaminada a promover la
fragmentación del poder político.
Por otra parte, es obvio que la propia configuración del nuevo orden
que está surgiendo dota a los grandes grupos de grandes oportunidades para
verse respaldados ante las naciones más débiles. En cuanto a las naciones
más poderosas, es cada vez más obvio que nadie pude llegar a la presidencia
de sus gobiernos sin un apoyo financiero sólido por parte de las grandes
compañías. Así, por ejemplo, el sistema americano de financiación de los
partidos políticos puede acabar ocasionando una inevitable degradación de
la democracia, inevitablemente mediatizada por los generosos donativos de
las grandes compañías a los candidatos electorales. Lo que en cualquier caso
resulta evidente es que muy difícilmente llegará a la Casa Blanca un
candidato dispuesto a adoptar medidas que mermen la impunidad con la que
se mueven muchos de sus grandes consorcios.
5.LA GLOBALIZACIÓN EN EL PERÚ
En el Perú, la globalización es entendida como un proceso de liberalización
del movimiento de capitales, bienes y servicios. Desde inicio de los 90 se
adoptó un modelo de desarrollo basado en la competencia que pretende que
la actividad económica en el país sea regulada por los mercados.
El proceso continuó con los acuerdos comerciales y se ha profundizado con
los Acuerdos de Complementación Económica y Tratados de Libre Comercio
(TLC) firmados por el Perú, en los cuales bienes y servicios son objeto de libre
comercio.
Si bien es cierto existen importantes ventajas en la globalización,
principalmente en el intercambio económico y cultural, que enriquecen a los
pueblos con información y oportunidades hasta hace poco insospechadas. No
obstante, la globalización presenta también grados importantes de
incertidumbre y de riesgos aún no mensurados como son: las reacciones de
nacionalismos excesivos, proteccionismo económico, etc. Todo ello demanda
continuar analizando y revisando los alcances de este proceso en el tiempo.
5.1. Logros alcanzados por el Perú
Perú tiene relaciones con más de un centenar de países; ha firmado
acuerdos económicos con regiones y países (de complementación económica
y tratados de libre comercio); tiene participación activa en instancias
internacionales, regionales y subregionales (Consejo de Seguridad de la ONU,
en la O.I.T., Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Unión
Interparlamentaria Mundial); es proactivo en pro de la seguridad
internacional y la inclusión de los más pobres e impulsor de la iniciativa de la
Cumbre para combatir la pobreza y el hambre; ha sido sede de eventos de
alcance mundial (Cumbre ALCUE y Cumbre APEC, 2008).
Gracias a las exportaciones de bienes primarios impulsadas por las
relaciones comerciales con el extranjero, Perú ha mejorado sus índices
macroeconómicos y empieza a destacar por su dinamismo económico. La
apertura comercial (suma de exportaciones e importaciones como
porcentaje del PBI) creció de 26%, en el 2000, a 32.7% en el 2004; el ingreso
per cápita de los peruanos ha mejorado entre el 2001 y 2008, y también ha
empezado a disminuir los índices de pobreza. (pero mantiene desequilibrios
o desigualdades en la distribución del ingreso).
Todo esto hace que el Perú ocupe el lugar 58 del ranking mundial de
globalización 2007 (Consultora A.T. Kearney con factores: existencia de TLC,
calidad de redes de comunicación, usuarios de Internet, adhesión a tratados
internacionales y participación en misiones de paz de ONU).
5.2. Globalización, Regiones y Ciudades en el Perú
Con la globalización se han producido cambios sustanciales en la
estructura de la actividad económica, con serias repercusiones en la
organización del territorio. Transformaciones son observadas a través de los
cambios en los sectores de la actividad económica y en las transformaciones
espaciales (urbano regionales y también rurales).
Los cambios globales que han ocurrido en los últimos treinta años,
influyen en la concepción del concepto de región y lo que ocurre en ellas,
Castells y Hall (1994) y Borja y Castells (1997), citados por Ryszard R, L,
(2001) mencionan que la geografía económica mundial se organiza en redes
globales de decisión e intercambio, cuyos puntos de confluencia son las
ciudades, es decir, la nueva economía global se articula territorialmente en
torno a redes de ciudades (Sassen, 1991); por lo que las ciudades adquieren
un papel aún más importante en el nuevo contexto mundial, constituyéndose
como los puntos articuladores del complejo modelo jerárquico del sistema
global, para lo cual deben ser capaces de afrontar la competencia mundial.
Las ciudades en las diferentes regiones toman un papel principal en las
relaciones que existen en los diferentes territorios, de tal manera que a nivel
mundial ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Paris, Londres, Tokio etc.,
tienen una gran influencia comercial y política sobre regiones de otros países
del mundo
Lo que ocurre a nivel mundial, se ve reflejado en las regiones interiores
de nuestros países, de tal manera que en los espacios regionales de cada país
existen ciudades rectoras de cada región. En el Perú, proceso de globalización
incorpora a Lima Metropolitana y principales ciudades macro regionales
(Arequipa, Trujillo) y regionales (Chiclayo, Piura, Cajamarca, Huancayo,
Cusco, Iquitos, entre otras). Cada departamento-región tiene ciudades
principales que influyen en los territorios aledaños.
Lima y las metrópolis regionales son atractivas para inversiones –
ligadas al sector servicios y al sector industrial. En estas ciudades surgen
múltiples centros especializados y redes de actividades informacionales,
industriales, comerciales y culturales, que generan alta densidad de
actividades y flujos de capital e información.
Las ciudades consideradas como competitivas atraen inversión
extranjera en sectores de manufactura. Otras inversiones se orientan a la
generación de negocios y la producción de bienes para exportar. En el Perú
se invierte en ciudades con manufactura, también llegan capitales al sector
financiero. Se observa tendencia por invertir en centros de formación y
educación, así como en áreas de investigación y desarrollo tecnológico.
Las diferentes regiones y ciudades experimentan la globalización de
diferente manera. Las regiones que crecen, no necesariamente
desarrollándose, son las que han podido insertarse bien en la economía
mundial a través de sus recursos naturales renovables o no renovables, de
procesos exportadores asociados a industria manufacturera liviana a través
de centros metropolitanos articulados a economía mundial por servicios
financieros, comerciales y turísticos. Se distinguen cuatro conjuntos de
espacios regionales: convergentes, ganadoras, estancadas y declinantes.
6.- EL TRIÁNGULO DE KRUGMAN
Uno de los mecanismos que mejor explican el incremento de poder
que experimentan algunos Estados en un escenario de liberalización
internacional del mercado de capitales es el triángulo de Krugman,
economista americano de reconocida fama. En consonancia con esta
explicación teórica, los Estados capaces de garantizar la confianza de sus
monedas tienen una libertad en un marco de liberalización de los mercados
de capitales de la que no gozan todos los demás. Por eso mismo, las crisis
provocadas por un ataque especulativo a una moneda sólo afectan a según
qué tipos de países, mientras que otros permanecen siempre a salvo de este
tipo de comportamientos. A largo plazo, esto hace que algunos países
cuenten con un poder mucho mayor que otro, en cuanto acumulan masas
ingentes de capital disponible.
Por este motivo, existe un interés obvio por parte de los países más
desarrollados para mantener liberalizado el mercado de capitales, sabiendo
de sobre que sus monedas están a salvo. La creación de cualquier ente
supraestatal que permitiera acabar con esta anarquía supondría, en último
término, la anulación de una ventaja comparativa muy importante para los
países desarrollados, ventaja que les gustaría mantener, aun cuando ello
pusiera en peligro la estabilidad de todo el sistema.
7.- EL FUTURO QUE NOS ESPERA
A partir de todo lo que acabamos de exponer, nos atreveremos a afirmar
que, pese a todo, el Estado-nación, tal y como lo conocemos, continuará
existiendo en un futuro próximo y, en algunos casos, llegará a hacerse más
fuerte que nunca. Motivos tan sólidos como los que acabamos de mostrar así
lo parecen señalar. Ello, no obstante, es obvio que ni siquiera los países más
poderosos serán capaces de ofrecer una respuesta efectiva a problemas
globales, como el del crimen organizado a escala internacional, los problemas
ecológicos o los que plantea la desigual distribución de los recursos en el
ámbito mundial. Como dice LIMA TORRADO, lo que es obvio es que los
problemas globales requieren soluciones globales, y a eso aún no hemos
llegado.
¿Significa esto que estamos abocados a un escenario pesimista, que no
tenemos ninguna posibilidad de reorientar nuestro futuro porque el marco
en el que nos movemos es perverso? Creemos sinceramente que no, pero
eso no significa que la batalla sea sencilla, ni mucho menos. Es necesaria una
reorganización ciudadana que, partiendo de la base de las limitaciones
inherentes a los Estados nacionales, sea capaz de crear un nuevo concepto
de democracia, que englobe una vuelta a la responsabilidad individual.
Necesitamos volver a hacer sentir a las personas como partes de una
realidad. Y partes capaces de modificarla. Necesitamos persuadir a las
personas de que su opinión sigue siendo importante, y que la democracia no
se agota necesariamente porque el voto político que pueden ejercer cada
cierto tiempo tenga cada vez menos valor. Porque la democracia no necesita
de Estados, ni de fronteras. Frente a esta realidad, siempre podrán crearse
nuevas formas de presión popular. Nos espera un futuro cargado de
organizaciones no gubernamentales, de protestas silenciosas, y de una más
que posible toma de conciencia del voto económico, todavía tan
desaprovechado. Y la clave, como muy bien ha indicado CABALLERO
HARRIET estará, entre otras cosas, en una vuelta efectiva a la cultura, una
vuelta que nos haga ser capaces de ver más allá de las limitaciones del marco
que se nos intentará imponer.
8.EL NUEVO ROL DEL ESTADO
Hemos determinado a lo largo del presente trabajo que la globalización no
supone el fin del Estado-Nación ya que este fenómeno se da principalmente
por acción de los propios Estado-nación ya que este fenómeno se da
principalmente por acción de los propios estados, sin que implique la
afectación de algunos de sus elementos sustanciales.
Además, se han dado ejemplos en la historia que indican que el mismo
puede ser reversible, y que esto sucede por lo general cuando las relaciones
internas producidas en los países presionan para proteger las economías
locales. Sin embargo, hemos encontrado un fenómeno que siendo distinto al
de la globalización si supone la afectación de la soberanía del estado,
elementos constitutivos de este, la cual se ve afectada como consecuencia
del proceso de regionalismo.
Si los propios estados están afectando sus bases como consecuencia
del regionalismo ¿Cuál será el futuro del estado nación dentro de este nuevo
esquema el Estado - ¿Nación deberá replantearse sobre la base de sí mismo,
y sin afectar sus demás elementos básicos participar en el escenario
mundial? este nuevo esquema del Estado dejará de ser el único centro de
poder legítimo para dar paso a órganos articulados sobre la base de un
esquema Estado -Región -Organismo multilaterales. Dentro de este supuesto
el nuevo Estado -Nación deberá compartir su soberanía transferida a favor
del órgano supranacional dividiendo competencias en función de los
intereses de sus nacionales y los de la región.
En este sentido el Estado deberá acotar su margen de acción
coordinando políticas conjuntas con sus pares y en donde todos constituyan
una suerte de neofederalismo estatal.
La obtención de un sistema de este tipo dependerá principalmente de
como se desarrolle la política mundial en los próximos años, un viraje
negativo en la misma podría llevar a los estados -Nación a la reversión del
proceso de globalización y regionalismo y forzar a los mismos a regresar a los
esquemas del estado autárquico en donde cada uno ejercía su ius imperium
de manera independiente.
CONCLUSIONES
a) Es importante diferenciar el concepto de soberanía con el concepto de
autonomía. Soberanía es la capacidad del Estado de ejercer su ius imperium y
gobernar sobre un territorio determinado, mientras que la autonomía es la
capacidad real del Estado para implementar y llevar a cabo sus políticas de
gobierno dentro de ese territorio en forma independiente.
b) La globalización es un fenómeno que implica tres aspectos básicos: uno
económico, uno informativo y uno estatal.
c) La globalización económica es la expansión de la actividad económica más
allá de las fronteras nacionales a través del movimiento creciente de bienes,
servicios y factores de producción.
d) La globalización informativa, supone un asombroso incremento de
intercambio de información entre los pueblos del globo, producida en tiempo
real y el cual desborda la capacidad del Estado de controlarla.
e) La globalización estatal es aquella que supone que los estados, al vivir en
comunidad, deben observar determinadas normas de conducta que estén de
acuerdo con los dictados de la mayoría.
f) La globalización es producto del comportamiento propio de los Estados
quienes con sus decisiones permiten que el fenómeno se produzca y, por lo
tanto, estos pueden, en caso de sentirse amenazados, revertir el proceso tal
como sucedió a partir de 1930.
g) A diferencia de lo que sucede en el nivel multilateral, en el regional los
Estados-Nación sí están comprometiendo su soberanía, debido a la
transferencia de la soberanía que efectúan en favor de los órganos
supranacionales. El regionalismo supone una alternativa a la globalización en
la medida que este nace de los propios Estados y busca el beneficio de los
mismos.

FUENTES BIBLIOGRAFICAS

 Dialnet-Historia De La Globalización

 pucp.edu.pe/noticias-y-eventos/noticias/la-globalizacion-en-el-peru/

 http://revistas.pucp.edu.pe/-revistas y sociedad.

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