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Cuento humoristico

Pasta de campeón
Matías Raia
“Mi nombre es Mark O. Codrilo. Soy entrenador de cocodrilos. Agradezco este
premio que me otorga la Sociedad de Estudios de Reptiles de Lagos y Ríos
Africanos y de Otros Continentes (SERLRAOC). Estoy muy contento y quiero
agradecer a las personas que me acompañaron en este peligroso camino.
Agradezco a mis padres que me llevaron al zoológico por primera vez. Allí vi al
cocodrilo Ernesto. Era verde, grande y feroz. Desde ese momento, supe que quería
ser entrenador de cocodrilos.
Agradezco a mi maestra de tercer grado, la señorita Mila Grimas de Coco que
me dio mis primeras lecciones sobre la variedad de reptiles que pueblan nuestro
planeta. Todavía recuerdo mi emoción al escucharla decir “Lección del día: El
lagarto Juancho”.
Agradezco, también, a ese hombre que una vez me regalo un chupetín que
tenia forma de cocodrilo americano. Fue el mejor chupetín de toda mi vida.
Agradezco a Lau Gartija, mi primera novia. Los dos cumplíamos cinco años
cuando nos pusimos de novios. Nuestro noviazgo fue hermoso. Los dos salíamos
de paseo con nuestros padres y visitábamos las jaulas del reptiliario de Avellaneda.
¡Qué tiempos aquellos!
Agradezco, además, a mi primer instructor en entrenamiento de cocodrilos, el
doctor Jaime Panza. Recuerdo la primera clase. Jaime me tiró una lagartija
pequeña y me dijo: contra una lagartija “Marco, si no puedes contra una lagartija,
jamás podrás contra una lagartija elefante”. Años más tarde, en mi primer
enfrentamiento con un cocodrilo elefante, yo recordé aquellas palabras.
Por último, agradezco a todas las manos de mis ayudantes en los momentos
mas peligrosos. Esas manos fueron lamidas, mordidas y masticadas por feroces
cocodrilos salvajes, pero nunca tuvieron miedo. A esas manos, dedico este ultimo
agradecimiento. Muchas gracias.

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