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LA CORRECCIÓN ES NECESARIA

Algo que caracteriza la Palabra de Dios en lo que se refiere a las enseñanzas de


Jesús, es el uso de parábolas, porque estas son paralelos espirituales, cuya verdad
se estableció para ser aplicada, así que Dios usa en su Palabra ejemplos terrenales
a través de estas parábolas para que entendamos cómo funciona el Reino de Dios.
Por eso, a través de una de las parábolas más conocida y menos aplicada, quiero
enseñarles cuán necesaria es la corrección en la vida del creyente. Esta parábola
empieza con el hijo menor de la siguiente manera:
Lucas 15:1 (RVR)
“También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre:
Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes”
Cuando el versículo empieza diciendo “También”, se está refiriendo a dos parábolas
que el Señor había enseñado anteriormente y que se conocen como parábola de la
oveja perdida y parábola de la moneda perdida y luego prosiguió con esta historia.
Las dos primeras nos hablan de buscar aquello que se había perdido, pero cuando
el Señor enseñó la parábola del hijo pródigo, nos mostró que el Padre, en esta, no
salió a buscar a su hijo.
La razón es porque en la parábola de la oveja perdida y la moneda perdida se está
refiriendo a una pérdida por accidente, por el contrario, en la parábola del hijo
pródigo, este se perdió por elección:
Lucas 15:2 (RVR)
“No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una
provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”
El muchacho en su libre albedrío escogió desobedecer la autoridad de su padre.
Hoy vemos a muchos creyentes irse en contra de la autoridad de Dios, de sus
pastores y en el caso de los hijos contra la autoridad de sus padres. Así que
tenemos dos caras de la moneda, aquellas consecuencias que son producto de un
accidente, como en las dos primeras parábolas, y las que se dan por elección.
Eso quiere decir que toda la humanidad está perdida, muerta en delitos y pecados
por accidente, es decir, nosotros no elegimos estar perdidos o separados de Dios,
sino que, por causa de Adán, por causa de su desobediencia, toda la humanidad es
esclava del pecado como resultado de lo que pasó en el Edén.
Por ese accidente, Dios amo tanto al mundo que envió a su Hijo Jesucristo para que
todo aquel que en él crea no se pierda más tenga vida eterna. Entonces, lo sucedido
con el hijo pródigo no fue un accidente, sino que él, sabiendo las reglas de su padre,
decide deliberadamente desobedecerlo, por tal razón, el padre no puede ir a
buscarlo.
Lucas 15:12 (RVR)
“... el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me
corresponde...”
Aquí el hijo menor, contrario a lo que muchos piensen sobre este versículo, estaba
declarando: “papá ya no te necesito, dame lo que es mío porque no quiero esperar
más”, estaba reclamando su herencia y es bien sabido que esta sólo puede
reclamarse cuando el testador ha fallecido. El muchacho dejó de reconocer la
autoridad del padre sobre su vida.
Hay un dicho popular que dice: “lo que empieza mal, termina mal”. El hijo pródigo es
un ejemplo de ello porque una vez recibió lo que pidió, miren lo que hizo:
Lucas 15:13 (RVR)
“No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una
provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”
El hijo menor, como lo dice claramente la Escritura, se alejó de su padre, de su
autoridad y su cobertura, hacia un lugar donde no estaba sujeto a reglas e hizo lo
que quiso. En el reino de Dios hay reglas que nos indican cómo vivir correctamente,
lejos de estas no hay posibilidad alguna de llevar una vida moralmente correcta.
Pero a la luz de esta parábola, muchos padres han malentendido las Escrituras
porque la Palabra dice: “Yo y mi casa serviremos a Jehová” Josué 24:15, pero
ustedes padres han cambiado los términos “mi casa y yo serviremos a Jehová”
permitiendo muchas veces que sus hijos asuman una posición que no les
corresponde, torciendo el orden jerárquico que Dios ha establecido en la familia.
Un hogar debe regirse por las reglas de la Palabra de Dios, de otro modo están
viviendo en contra de esta, porque ustedes padres no han puesto las reglas de la
casa y ahora vemos hogares donde los hijos hacen lo que quieren sin que asuman
las consecuencias. Pero los hijos deben enfrentar las consecuencias y entender que
la Palabra de Dios está por encima de todas las cosas.
Recuerden cuando les enseñe sobre el amor no es aceptación, tal parece que hoy
en día la mayoría de los padres son permisivos porque creen que el dejar que sus
hijos asuman las consecuencias de sus malas decisiones no es amor, en cambio,
consentir que hagan lo que quieran si es amor para ellos, pero la verdad es que sólo
pretenden calmar su conciencia porque en el fondo saben que no están ejerciendo
correctamente su autoridad y, en cambio, prefieren vivir engañados con la mentira
de que sus hijos algún día van a cambiar.
El Sacerdote Elí es un excelente ejemplo de lo que un padre no debe hacer con sus
hijos:
1 Samuel 2:12 (RVR)
“Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová”
Elí de la Tribu de Leví era Sacerdote, por lo tanto, sus hijos también lo eran. Elí
había criado al Profeta Samuel, y lo hizo bien, pero no fue así con sus propios hijos,
por qué no entendió el principio en la Palabra que dice “que el padre que ama a su
hijo, lo disciplina” Proverbios 13:24; 3:12 (RVR). Ahora les quiero mostrar las
consecuencias de no vivir según el orden de Dios. 1 Samuel 2:16 (RVR) “... No, sino
dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza...”

Los hijos de Elí estaban pasando por alto todo el sistema de sacrificios en el Antiguo
Testamento. Tomaban lo que querían, vivían en inmoralidad sexual y Elí tenía el
conocimiento de todo lo que hacían, sin embargo, no hacía lo que debía para
corregirlos.
1 Samuel 2:23 (RVR)
“Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo
vuestros malos procederes”
Elí hizo lo correcto, sí, pero no fue suficiente porque no tomó acciones para corregir
el mal comportamiento de sus hijos. La parábola del hijo pródigo enseña que un hijo
que viva perdidamente, no podrá hacerlo, bajo la casa que se sujete a la autoridad
de Dios.
La sociedad está en decadencia porque las familias cristianas no están viviendo
según las reglas de Dios, sino según su propia percepción del amor, permitiendo
que sus hijos hagan lo que quieran.
Proverbios 18:19 (NTV)
“Disciplina a tus hijos mientras haya esperanza;
de lo contrario, arruinarás sus vidas”
“el único purgante efectivo, para que un rebelde vuelva en sí, es el cien por ciento
del sufrimiento por sus malas acciones”

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