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Utópico terminando el prólogo


Blog de Samuel García Arencibia

Almodóvar o la microfísica del capital

Posted on abril 13, 2016

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Este poder, por otra parte, no se aplica pura y simplemente como una obligación o una prohibición, a quienes «no lo tienen»; los invade, pasa por
ellos y a través de ellos; se apoya sobre ellos, del mismo modo que ellos mismos, en su lucha contra él, se apoyan a su vez en las presas que ejerce
sobre ellos (Foucault, Vigilar y castigar, Suplicio I. El cuerpo de los condenados).

Almodóvar o la microfísica del capital

Las personas mundanas como yo ignoramos esas formas abstrusas que adquiere el dinero para evitar que le pongan frenos a su
acumulación. Cuando se ponen de moda escándalos como los de los papeles de Panamá no me entran ganas de averiguar qué significa la
mancha de los vinculados. Supongo que el ansia de acumulación de los implicados, asesorados por los conocedores de esos sofisticados
velos (legales e ilegales), les conduce al empleo de esas herramientas oscuras. También supongo que los escándalos que se destapan son
sólo una minúscula parte. Mis pocos entendimientos me impiden saber la razón y el camino para que estos escándalos y no otros hayan
llegado a nuestro conocimiento.

A pesar de esta confesa ignorancia mía sobre los enrevesados mecanismos que usa el dinero para esconderse de sus perseguidores, lo que
atino a comprender me permite comprobar la gran fuerza con la que el principio de acumulación está instalada entre nosotros.
Almodóvar me ayuda a reflexionar.

Las iras sociales se centran en Soria. Será porque es político y no se perdona a los políticos que en lugar de hacer un mundo maravilloso,
oculten dinero en paraísos fiscales. O será porque ha sido siempre un político con amistades peligrosas y con polémicas decisiones. O será
porque es del PP y una parte de los medios de comunicación de masas que casi no dicen nada malo de políticos del PSOE llenan páginas
y horas de prensa y radio con información sobre la corrupción de los otros (hay otra parte de los medios de comunicación que hacen lo
contrario en esta estrategia política del escándalo).

Soria es parte del alma arrogante y altanera del capital. Porque poseen capitales considerables o porque tienen amistad con esos capitales
o porque han trabajado para esos capitales o porque lo harán, piensan, dicen, hacen lo que esos capitales necesitan para crecer. Esta parte
del capital es ciega, sorda y muda con respecto a las grandes contradicciones entre la acumulación y la vida.

El capital es polifónico. Te mira a los ojos y te habla de muchas maneras. La parte del capital a la que pertenece Almodóvar tiene
remordimientos, es más discreta en su comportamiento, usa palabras llenas de humanismo. Le dice no a algunas guerras imperialistas,
protesta contra los recortes del bienestar.

Sin embargo, sea soberbio o sea bienintencionado, ambos tipos ideales de capital tienen un comportamiento parecido. Ya sabíamos que
Almodóvar tenía una SICAV y ahora sabemos que algunos de esos papeles panameños dicen que hacía otras cosas para que su dinero
fuera intocable. Otro cejudo como el Gran Wyoming (http://www.libertaddigital.com/espana/2014-10-26/wyoming-explica-sus-lios-con-
hacienda-me-han-metido-un-puro-que-alucinas-1276531741/) también fue llamado por las autoridades tributarias a regularizar su
situación (los días de los papeles de Panamá suya es la frase (http://www.lasexta.com/programas/el-intermedio/reflexiones-
wyoming/wyoming-fraude-fiscal-hay-dos-espanas-que-tiene-que-pagar-aunque-pueda-que-puede-pagar-pero-
quiere_2016041300407.html) «Hay dos Españas, la que tiene que pagar aunque no pueda y la que puede pagar pero no quiere»). Más allá,
hace unos meses descubrimos que Juan Carlos Monedero (http://www.eldiario.es/politica/Monedero-proceso-penal-Hacienda-
regularizara_0_414709404.html) también era usuario de ingenierías fiscales para impedir que un dinero venido de Venezuela aminorara al
ser declarado.

Seguro que el infierno está empedrado de bienintecionados anónimos o con nombres ilustres de la progresía que camuflaron dinero para
no compartirlo. Seguro que otros caerán en esa tentación. Seguro que algunos serán pillados. Quizá un día descubran que el autor de
estas palabras hizo esto o aquello para que su oro siguiera siendo suyo.

¿Por qué?.

La sociedad está tejida sobre unas relaciones sociales complejas. Las personas somos pobres insconcientes.

La mercancía es una relación social generalizada en la que la producción social está socialmente dividida y los poseedores de mercancías
las intercambian. El dinero se distingue entre las mercancías y se convierte en una mercancía especial, que se usa como medida de
cualquier otra mercancía, facilitando los intercambios, pero que también es fácil de acumular, mucho más fácil de acumular que las tierras
o que otras mercancías.
En la Historia de la sociedad de la mercancía y el dinero han ocurrido muchas cosas. Algunas nunca han sido adivinadas por la mente
humana. Algunas son prospectadas por grupos de reflexión sobre esta categoría. Una de ellas es que las personas que intercambian
mercancías no comprenden la forma de azar que adquiere el reparto de la renta. La teoría marxista entiende una ley de esta Historia en la
que cada vez menos participantes en el juego obtienen salarios y plusvalías y cómo en la relación entre salarios y plusvalías pesan cada
vez más las segundas. Pero es difícil entender por qué un trabajo tan absurdo como el mío, archivero de un país en el extrarradio del
primer mundo, está infinitamente mejor retribuído que un trabajo fundamental, como la producción del trigo con el que hacemos harina
y pan, contenga muchos o muchísimos tóxicos, o la fabricación de tejidos de algodón mezclados con derivados del petróleo, si estos
trabajos son realizados en los terceros, cuartos, quintos, … mundos.

El estado es otra de esas relaciones sociales generalizadas. Desde hace unas décadas (una milésima parte de la Historia de la humanidad
sapiente) y en unos pocos países, el estado no ha ejercido su control social sólamente con una policía cada vez más capaz y otros
mecanismos represivos. Ha incorporado las técnicas de disciplina social bien vistas: la escuela, el servicio militar, las pensiones, la
atención médica. Está escrito en los versículos del Génesis. El primer día el dios Estado creó la escuela y vio que era buena. El segundo
día el dios Estado creó las pensiones y vio que era bueno… Contribuyó en la aparición de otras técnicas disciplinariaas como la televisión
o el internet y vio que eran buena. Ivan Illich hizo importantes intentos para quitar el velo a esas técnicas, pero socialmente es difícil el
cuestionamiento.

Mercancía, dinero y estado son formas creadas por la sociedad, pero escapan a su dominio y más tarde se convierten en sus amos difusos,
difícilmente inteligibles. Algunos entendimientos de la sociedad consideran que la sociedad todavía se puede apropiar de estas formas
para asentar desde ellas el menos malo de los mundos.

El caso Almodóvar me hace pensar una vez más que ese propósito es frágil. Una parte de la socialdemocracia considera que las políticas
tributarias son fundamentales para corregir el desigual reparto de renta que hace el capital. Vocifera contra los escurridizos capitales que
huyen allí donde le aseguran más acumulación. La personificación del capital de rostro humano que es Pedro Almodóvar muestra
su esquizofrenia, el abismo entre sus palabras y sus hechos; hay que hacer recortes entre otras cosas porque las personas como él evaden
su deber de pagar impuestos. Al final el capital predica con sus actos.

Pero todos llevamos un Almodóvar dentro, como todos llevamos un Bárcenas dentro. Ese ejército de Almodóvares y Bárcenas gana
cualquier guerra a las bandas desorganizadas de fraternidad y comunidad.

Tiene fe Amancio Ortega de que se merece su fortuna. Tiene fe Currito Smith de que se merece su salario por encima del valor de su
fuerza de trabajo. Tiene fe Pepe El Laja de que no se merece su desempleo sin ayuda estatal. ¿Qué pensarán los africanos de los campos
de refugiados o qué pensarían las más de 1000 personas que murieron en noviembre de 2013 en el derrumbe de la fábrica textil de
Bangladesh?.

Los que tienen nada quieren algo,


los que tienen algo quieren todavía más.
Para pretender el mundo es largo.
Para conformarse se inventado el jamás (Silvio Rodríguez, Y Mariana).

Los hombres que piensan que se les paga demasiado son tan escasos como los hombres con dos cabezas. Está generalizada la sensación
de que se paga demasiados impuestos y se reciben insuficientes servicios estatales. La suma debe ser positiva.

En ningún sitio está escrito cuánta capacidad hay que aportar y cuántas necesidades se nos está permitido cubrir. En esa incertidumbre,
pese a lamentos de cara a la galería, vence el Almódovar que todos llevamos dentro, contribuiré lo mínimo, me aprovecharé lo máximo.
En esa microfísica del capital, como deseo de acumulación, es donde nace su fuerza descomunal. Los fondos de inversión o los planes de
pensiones son la forma más evidente, gigantescos capitales compuestos de pequeños, medianos y grandes capitales. El capital, como el
estado de Hobbes, es un Leviatán.

Esto es algo más que consentimiento o concordia; es una unidad real de todo ello en una y la misma persona, instituida por pacto de cada hombre
con los demás, en forma tal como si cada uno dijera a todos: autorizo y transfiero a este hombre o asamblea de hombres mí derecho de gobernarme a
mi mismo, con la condición de que vosotros transferiréis a él vuestro derecho, y autorizaréis todos sus actos de la misma manera. Hecho esto, la
multitud así unida en una persona se denomina Leviatán (Hobbes, Leviatán, Capítulo XVII)

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7 Responses “Almodóvar o la microfísica del capital” →
1.
Jesús

abril 14, 2016

Considero inadecuado plantearse si las plusvalías pesan más que los salarios, pues ese tipo de formulación forma parte, en el fondo,
del tejido moral que limita la profundidad del diagnóstico de la crisis y que está a la base de las no-soluciones de los programas
políticos al uso, sea cual sea su signo. Creo que el dilema habría que sacarlo de la primacía de lo marginal, para situarlo ante el hecho
de que vivimos un proceso de desaparición del trabajo abstracto y la consiguiente disminución de la masa global del salario y del
valor o plusvalía.

Saludos

Responder

Samuel García Arencibia


abril 14, 2016

Hola, Jesús.

Me ha costado descubrir dónde entendiste eso (que planteo en la reflexión que las plusvalías pesan más que los salarios). Es una
afirmación tangencial, que se refiere a la ley de El Capital por la que el hambre de plusvalía se satisface por el capital por medio del
aumento de la tasa de plusvalía. No es una propuesta de cambiar la distribución, semejante a la de los partidos. Lo central de la
reflexión es el intento de afirmar es que el instinto de acumulación está extendido socialmente en la forma que ha adquirido el
capital en la situación presente. Esa microfísica del capital, que es contraria a la idea de la perversidad sólo de los grandes capitales
personificados, es un factor de salud para el capital de las décadas próximas, lo que se opone a esa idea de ustedes de enfermedad
del capital porque se reduce la masa del valor, de lo que ya hemos hablado alguna vez.

Salud también para ti.

Responder

2.
Jesús

abril 17, 2016

¿No finitud del capital? La lectura parcial que haces de «la ley de El Capital» transmite la sensación de encontrarnos ante un proceso
sin fin, obviando que para su autor el capital genera su propia limitación. Cuando bota a la calle o precariza la fuente generadora de
plusvalía, cambiando su composición orgánica, está decretando su propia defunción. El tema no es nuevo, tanto Smith, como Ricardo
o Mill anticiparon el fin de la acumulación.
El capital, sea cual sea su magnitud, la representación que le demos o las peripecias del ser por él dominado, es una apisonadora sin
cualidades humanas, que en la actualidad se nutre de la misma medicina que le hace agonizar, o que, según Max Weber, sierra la
rama sobre la que se asienta: se ahoga en un océano de capital ficticio sin posibilidad de devolución, se trata de un capitalismo
invertido, necesitado de una permanente creación de burbujas especulativas dada su imposibilidad de generar valor en la medida que
el sistema lo requiere para su supervivencia, de pasar de D a D’. No es a golpe de futuro, de compra de tiempo, de esperanza de una
vuelta de la valorización global que minimizaremos los costes de la barbarie. La lucha a muerte que lleva el capital contra su propia
muerte no es más que el medio de acelerar la desaparición de nuestra especie.

¿Instinto de acumulación o forma de ser socialmente dominado por el capital? ¿De qué tipo de fantasías vivimos si no son la que los
estándares de la racionalidad dominante nos inculca? La acumulación, sea quien sea quien la lleve a cabo, la intensidad que aplique, la
forma que adquiera o la conciencia que tenga del acto, no deja de ser un reflejo de la sumisión a la lógica depredadora del capital.
En los vicios privados se fundamenta la riqueza de las naciones, pensaban Mandeville, Smith y hasta el Marqués de Sade; como
fetichismo de la mercancía lo concretizó Marx y en tanto que «pulsión de muerte» lo interpretó Freud.
Se me hace difícil pensar en «factor de salud».
Saludos.

Responder

Samuel García Arencibia

abril 17, 2016

Estamos de acuerdo en que la acumulación tiene pulsión de homicidio de la sociedad y la vida. No le importa exterminar la
biodiveridad o la diversidad cultural. O envenenar todo lo que nos rodea. O acabar con las fuentes de energía que le han permitido
hacer carrera plurisecular. También es evidente el desempleo que condena a la carencia de medios de subsistencia a una parte
mayor de la sociedad. La autofagia de la selva de los capitales. Hace poco intenté reflexionar sobre la tendencia hacia la
incapacidad, que hace a la sociedad más dependiente del capital. Cuando me refiero al hecho de que el capital esté asentado en la
sociedad no considero que sea una factor de salud para la sociedad sino para el mismo capital, que es una hidra a la que si le cortas
una cabeza le nacen varias, usando la penúltima imagen zapatista.

Las contradicciones halladas por la metahistoria marxista del capital sirven para comprender la Historia, pero la Historia es más
compleja y rebelde. La premonición de que el capital alcanzará el momento en el que ya no podrá reproducirse porque ya se
produce tendencialmente con cero valor está acompañada con esas otras conclusiones, como que ya no habrá consumidores, sólo
habrá un capital concentrado, con cero trabajo se produce infinita mercancía, et cétera. En la Historia la realidad se resiste a asumir
estas profesías. Unas chocan con otras y con otros hechos y ninguna se cumple. No entiendo ese empeño de la crítica del valor por
enfocar esa ley.

La ley, como muchas veces dice Marx, es tendencial. Obliga, fuerza, amaga, pero no concluye. Esa fe en que el capital se suicida me
recuerda a la otra interpretación de Marx del leninismo, interpretación a la que el mismo Marx abre la puerta. También esa
interpretación veía un final, feliz, en la dura historia de la lucha de clases, en la que el proletariado sepulta al capitalismo y a su
clase dirigente.

Responder

3.
Jesús

abril 22, 2016


Llevas razón sobre la desconfianza en las premoniciones y no trataré de justificar los desajustes en los que Marx pudo incurrir, pero
sería inadecuado dividir su proceso intelectual en compartimentos estancos o pretender que el conocimiento se adquiere de forma
lineal/ascendente.
Ya en vida tuvo desavenencias interpretativas con algunos que se decían seguidores de su pensamiento. Sólo fue el comienzo. Se ha
pretendido atribuir a Marx el haber tratado de establecer las leyes generales del devenir histórico, cuando sus análisis sólo se refieren
al modo de producción capitalista. La tendencia general se inclinó por la primera opción, desarrollándose teóricamente de forma
autojustificante en base a las tesis de la dominación de unos hombres por otros o la centralidad del trabajo como realidad
transhistórica, en oposición a que en el capitalismo son las estructuras sociales abstractas constituidas por los propios hombres
quienes llevan el timón de la dominación, nunca conceptualizable como una externalidad.
Isaak Rubin fue de los primeros en tratar de poner un poco la cosa sobre sus raíles con su «Ensayos sobre la teoría marxista del valor»
(1924). Stalin decidió acabar con el asunto más o menos expeditivamente.
Aún hoy, a la hora de los análisis, persiste mayoritariamente la tendencia a apostar más por las apariencias que por la esencia, como,
por ejemplo, el creer que el «valor», el «trabajo abstracto» o la «mercancía» son esencialmente categorías económicas y no
determinaciones reales del ser social bajo el capitalismo.
El capitalismo se ha vuelto anacrónico cuando su base, el trabajo que crea el valor, pierde importancia. Viéndose hoy las economías en
la necesidad de endeudarse de, aproximadamente, cinco dólares para obtener un crecimiento de un dólar de PIB; o, constatándose,
dada la creciente e irrefrenable complejidad del sistema, que éste necesita investir cada vez cantidades mayores de dinero para
obtener una renta marginal cada vez menor, resulta paradójico el empeño colectivo por salvar el barco en la creencia que la velocidad
imprimida en la navegación por la fuerza de los remeros superará con creces el efecto irreparable del caudal de agua que le entra por
las vías abiertas.
Sociedades produciendo «con valor cero» han existido, pero sin mercancías y no bajo dominación del capital (indirecta y abstracta), o
de su modelo de relación social homogeneizante.
El capitalismo determina una forma de sociedad más homogénea que cualquier otra anterior, presentándose como una totalidad, lo
que hace que cualquier crítica parcial aparezca como insuficiente, y de ahí la necesidad de que ésta sea totalizante, que exponga a la
luz del día el principio estructurante de esta sociedad. Creo que tal es la ambición de Marx cuando designa el valor como el principio
estructurante en cuestión. Debo añadir que la homogeneidad de la que hablo es perfectamente compatible con el carácter
contradictorio de la sociedad capitalista: la homogeneidad social se lleva a cabo en y mediante el propio desarrollo de la dinámica
contradictoria del capital.
No parece que hoy el dilema esté en elegir entre socialismo o barbarie, sino entre esto último y cómo limitar los daños de lo que se
avecina.
No sé ahora si existe algún texto en el que Lenin se exprese en el sentido que apuntas, pero yo lo veo señalando más bien a otras cosas,
hasta el punto de adelantarse con su ¿Qué hacer? a Taylor sobre la idea de la división de tareas en la industria y sobre la eficacia
instrumental. O, posteriormente y en otro orden de cosas, en lo relativo a su defensa del capitalismo de Estado. Él imaginaba un
capitalismo sin el Zar y sin la antigua clase dirigente, la introducción de la modernidad en un país agrícola, acompañada de la
introducción efectiva del proletariado en la sociedad del valor; una tesis opuesta a la sostenida por Marx -en la que apostaba, poco
antes de su muerte, por la comuna rural de entonces- solicitando que Rusia evitase a su población el sufrimiento de pasar por el
capitalismo en su tránsito hacia una sociedad emancipada. El leninismo fue el propulsor de la forma acelerada de capitalismo en la
URSS, para recuperar un supuesto tiempo perdido frente a otras zonas o países que le llevaban la delantera en el desarrollo capitalista.
Ello contribuye a demostrar que la imagen del proletariado como sepulturero es más fruto de la mística que del conocimiento de su
alienación, más de la idea de la realización del Sujeto que de su abolición.
¿»Es el desempleo [lo] que condena a la carencia de medios de subsistencia»? Es la realidad de las apariencias, es una especificidad del
orden social existente, donde lo normal es patológico, donde la norma social va ligada al ejercicio de una dominación social, un
producto de la interiorización de la dominación que padecemos. Hay que ver cómo la forma dominante que adquiere socialmente el
trabajo, y que inconscientemente avalamos, puede constituir en sí misma un obstáculo para nuestra autorrealización.
Lamentando la extensión, recibe un saludo.

Responder
4.
Samuel García Arencibia

May 19, 2016

Hola, Jesús.

Disculpa la tardanza. Tiempos de ajetreo.

A mí también me parece muy acertada la crítica a la sociedad capitalista de Marx desde las categorías que señalas. Me ayuda a creer
que entiendo. Jappe precisamente encontraba la virtud del intento comprensivo de Marx en su afán de totalidad, como tú dices.
Pienso que algunas continuaciones de esa obra ayudan de la misma manera y que otras obras son igual de interesantes. Pienso que
sólo nos ayuda a quiénes nos esforzamos en comprender desde ahí, porque también pienso que en la sociedad hay fuerzas que
ninguna teoría puede orientar (sólo si se convirtiera en fuerza social participaría).

Salud.

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1. Almodóvar o la microfísica del ca... →
abril 14th, 2016 → 8:50 pm
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