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DESAFÍOS:

Perspectivas de género
para la construcción de paz
en el posconflicto colombiano

Dayana De la Rosa Carbonell


Editora

Rafaela Vos Obeso, Dayana De la Rosa Carbonell,


Ligia Cantillo Barrios, Inés Morales Salcedo,
Darlyng Ayala Freites, Nevys Niño Rodríguez,
Sarelys Avendaño Escobar, Marina López Sepulveda
DESAFÍOS:
Perspectivas de género
para la construcción de paz
en el posconflicto colombiano

Dayana De la Rosa Carbonell


Editora

Rafaela Vos Obeso, Dayana De la Rosa Carbonell,


Ligia Cantillo Barrios, Inés Morales Salcedo,
Darlyng Ayala Freites, Nevys Niño Rodríguez,
Sarelys Avendaño Escobar, Marina López Sepulveda
ISBN IMPRESO 978-958-5131-95-8
ISBN ELECTRÓNICO 978-958-5525-50-4

DESAFÍOS: PERSPECTIVAS DE GÉNERO PARA


LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ EN EL POSCONFLICTO COLOMBIANO
Rafaela Vos Obeso, Dayana De la Rosa Carbonell, Ligia Cantillo Barrios,
Inés Morales Salcedo, Darlyng Ayala Freites, Nevys Niño Rodríguez,
Sarelys Avendaño Escobar, Marina López Sepulveda.

© Universidad del Atlántico, 2018

Edición:
Sello Editorial Universidad del Atlántico
Km 7 Vía Puerto Colombia (Atlántico)
www.uniatlantico.edu.co
publicaciones@mail.uniatlantico.edu.co

Impresión:
Calidad Gráfica S.A.
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Barranquilla, Colombia

Publicación Electrónica
Barranquilla (Colombia), 2018

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Cómo citar este libro:


Vos Obeso, R., De la Rosa Carbonell, D., Cantillo Barrios, L., Morales Salcedo, I., Ayala Freites, D.,
Niño Rodríguez, N., Avendaño Escobar, S. & López Sepúlveda, M. (2018). Desafíos: Perspectivas de
género para la construcción de paz en el posconflicto colombiano. Barranquilla: Editorial Universidad del
Atlántico.
A las Mujeres víctimas del conflicto armado colombiano
7

Presentación
En este libro Desafíos: Perspectivas de género para la construcción de
Paz en el Posconflicto colombiano, el grupo de investigación Mujer,
Género y Cultura, analiza en siete ensayos, varios tópicos de una
sociedad que aquejaba un conflicto interno armado con la guerrilla
más antigua del mundo, y que ahora debe empezar a solucionar los
conflictos de otras maneras que no sea la vía da las armas y la violencia.

Este trabajo también permite visibilizar a las víctimas del conflicto,


los problemas que se afrontan en la actual implementación de los
Acuerdos, la forma en la que debemos reeducarnos en cultura
ciudadana enfocada en la paz y la inclusión.

Universidad del Atlántico


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Contenido

PRESENTACIÓN ..................................................... 7

INTRODUCCIÓN. . .................................................... 13

CORPORALIDAD DE LA VIOLENCIA
QUE EMBARAZA A LA ADOLESCENTE Y
TRASTORNOS ALIMENTARIOS: PARADIGMA
DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE. 25

Introducción......................................................................... 25
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio
2015, el embarazo en la adolescencia y
el reto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible............... 30
Modelos Conceptuales en el abordaje del embarazo......... 36
El incesto y el embarazo adolescente................................. 39
Marco conceptual socioantropológico
del embarazo desde la teoría de Michael Foucault (2001).. 42
Conclusiones........................................................................ 46
Referencias Bibliográficas.................................................... 48

REFLEXIONES SOBRE EL CUERPO Y LA


SUBJETIVIDAD FEMENINA DESDE LA
DIVERSIDAD SEXUAL EN EL CONFLICTO
COLOMBIANO........................................................ 55

Introducción......................................................................... 55
Radiografía del Conflicto en Colombia .............................. 57

Universidad del Atlántico


Cultura, conflicto y mujeres en diversidad........................... 60
Imaginarios, mujeres lesbianas y conflicto........................... 65
Cuerpo y desarrollo de subjetividades
femeninas después del conflicto......................................... 70
Conclusiones ....................................................................... 75
Referencias Bibliográficas.................................................... 76

¿QUÉ SIGNIFICA SER MUJER EN EL


CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO? DE LA
VIOLENCIA SEXUAL COMO ARMA DE GUERRA....... 81

Conflicto armado, definición y características..................... 82


La Violencia sexual como arma de guerra........................... 88
Referencias Bibliográficas.................................................... 89

LAS MASACRES EN EL CARIBE COLOMBIANO:


UNA MIRADA DESDE EL GÉNERO........................... 91

Introducción......................................................................... 91
Las masacres........................................................................ 93
Las masacres en la región Caribe colombiana..................... 97
Los efectos de las masacres desde la mirada de género.... 102
Conclusiones ....................................................................... 109
Referencias bibliográficas.................................................... 111

PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES


EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA
Y LA PAZ.. ............................................................... 117

Introducción......................................................................... 117
El feminismo y su contribución al
fortalecimiento de la democracia........................................ 118
Los efectos de la Segunda Guerra
Mundial y la trasformación de los
imaginarios de una sociedad que se resistía a los cambios. 122

10
Universidad del Atlántico
Las convenciones internacionales y sus
aportes para el fortalecimiento de la
democracia y el compromiso con los
derechos de las mujeres...................................................... 127
Las mujeres y la guerra ....................................................... 129
Las Mujeres En Colombia Y Los Acuerdos De Paz ............. 141
Violencia y paz..................................................................... 141
Las organizaciones de mujeres en
Colombia, en el largo camino para lograr la paz................. 145
Conclusiones........................................................................ 151
Referencias bibliográficas.................................................... 152
MORALIDAD ADMINISTRATIVA COMO
DERECHO COLECTIVO: UN TEMA DE ÉTICA
PÚBLICA EN EL EJERCICIO DE LA CULTURA
CIUDADANA PARA LA PAZ...................................... 157
Introducción......................................................................... 157
Desarrollo............................................................................ 158
Exigibilidad de responsabilidades: una
forma de proteger el patrimonio público............................ 160
Confianza legítima: valor ético en la
construcción de la paz estable y duradera.......................... 163
Moralidad administrativa: un juicio de
poder en la ética del cuidado como
práctica democrática de ciudadanía.................................... 167
Conclusiones........................................................................ 171
Referencias bibliográficas.................................................... 172
AVANCES Y OBSTÁCULOS PARA LA
IMPLEMENTACIÓN DEL ENFOQUE DE
GÉNERO EN EL ACUERDO DE PAZ FIRMADO
ENTRE EL ESTADO COLOMBIANO Y LAS FARC-EP... 175

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Universidad del Atlántico
Introducción......................................................................... 175
Avances en la implementación del
enfoque de género en el Acuerdo de paz.......................... 181
Obstáculos en la implementación del
enfoque de género en el Acuerdo de paz.......................... 185
Papel de las mujeres victimizadas en la
construcción de memorias para la paz................................ 187
Conclusiones........................................................................ 191
Referencias bibliográficas.................................................... 192
ACERCA DE LAS AUTORAS.. .................................... 195

12
Universidad del Atlántico
13

Introducción
Este trabajo es el resultado de las actividades de investigación de
las docentes miembros del grupo de investigación Mujer, Género y
Cultura de la Universidad del Atlántico. El tema escogido ha sido una
apuesta de varios años, desde las distintas líneas de investigación, para
pensar nuestra sociedad, analizar los problemas que nos confrontan
y pensar en dinámicas que se puedan llevar a su aplicabilidad, todo
esto en perspectiva de género.

El posacuerdo y pensar en una sociedad en posconflicto, demanda


de una apuesta general de todos los sectores de la sociedad civil, por
supuesto, también desde la academia, el plantear nuevas dinámicas
para la resolución de los conflictos, fortalecer los ejercicios de ciuda-
danía enfocados a la paz, el análisis de las problemáticas que genera
la incorporación e implementación de los Acuerdos, las dinámicas
de acceso a la justicia y verdad para las víctimas, la reparación y las
garantías de No repetición, se convierten en el eje central de los
problemas que aborda este trabajo.

El libro está divido en dos partes; la primera titulada Cuerpo, género,


Conflicto y Posconflicto, que consta de cuatro ensayos; y la segunda,
Democracia, Ciudadanía, Construcción de Paz y Género.

Universidad del Atlántico


Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

En la parte I, tenemos el primer capítulo “Corporalidad de la violencia


que embaraza a la adolescente y Trastornos alimentarios. Paradigma
de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, desde el cual se aborda el
escenario biopsicosocial y cultural del embarazo adolescente, sugiere
que los condicionantes biológicos y los determinantes sociales deben
ser integrados y enfocados en un contexto multicultural, holístico,
transversal, en el que las percepciones, imaginarios, expectativas de
desarrollo y potencialidad del Ser sean indispensables para que los
derechos a la salud sexual y reproductiva con enfoque diferencial
de género, junto a los proyectos de vida, se conjuguen armoniosa-
mente en ambientes familiares y sociales funcionales. Desde Foucault
disminuir el embarazo producto de la violencia social y física en las
menores de 19 años exige de la rehabilitación familiar y social del
adolescente, la (des)construcción social del embarazo y la identifi-
cación corporal del adolescente, para el ejercicio de su ciudadanía
y libertad de la transformación fisiológica de su cuerpo. La familia,
la escuela y la universidad son espacios que coadyuvan u ocultan las
víctimas de la agresión del monstruo, son escenarios de desarrollo
o destrucción corporal, donde el acto de alimentarse, es liberador o
castigador de emociones y sentimientos hacia el producto que lleva
en su útero. Los adolescentes violentados desde la niñez muestran
comportamientos asociados a los trastornos alimentarios de acuerdo
a la intensidad y cronicidad de la victimización. Así mismo, su estado
nutricional se asocia a la presencia de infecciones de transmisión
sexual en ambos sexos, y abortos inducidos en adolescentes mujeres,
que recurren al uso de sustancias u objetos potencialmente fatales
para el embrión o feto.

Los cuerpos adolescentes violentados reflejan uso y abuso de drogas,


alcohol, cicatrices físicas y emocionales, observadas en pacientes
depresivos, femeninos y masculinos, que corporalizan con alteraciones
gastrointestinales y bulímicamente su aflicción. Los trastornos alimen-

14
Universidad del Atlántico
Introducción

tarios como objeto visible de la violencia en el período de gestación


durante la adolescencia exigen la integralidad de la atención por
nutricionistas dietistas formados y sensibilizados en contexto de
derechos, resiliencia y resolución de conflictos desde los entornos.
Su intervención permite la conjugación de acciones que potencian el
vivir, sobrevivir y la toma de decisiones que disminuyen la aflicción, la
tristeza, la impotencia y la rabia de un embarazo no deseado, facilita
la reconstitución de un cuerpo, la construcción de un nuevo ser y la
asunción y libre ejercicio de decisión sobre su cuerpo antes, durante
y después de la gestación. Adolescentes provenientes de clases
socioeconómicas vulnerables al peligro de ataque sexual y embarazo,
en territorios donde el reconocimiento de la igualdad de género es
desconocida e inaceptada se constituyen en íconos de revictimización
por gobiernos con leyes que castigan a la víctima, al mantener los
derechos de sus agresores, cuando promueven políticas excluyentes
de la participación informada y educada de niñas, niños y adoles-
centes en el cuidado de sí, la sexualidad y los riesgos presentes en
situaciones de conflicto y postconflicto que pueden llevar al embarazo
no deseado.

Palabras clave: Imaginarios y realidades embarazo adolescente, trans-


formación corporal, nutrición y derecho a la alimentación, ejercicio de
la salud sexual y reproductiva, cuerpo y monstruos sociales.

El segundo capítulo aborda las “Reflexiones sobre el cuerpo femenino


desde la diversidad sexual en el conflicto colombiano” en la contem-
poraneidad el cuerpo es objeto de reflexión constante. El feminismo,
la filosofía, la sociología y los estudios de género nos brindan distintas
miradas, encontrando en este un espacio de articulación, intersección
de saberes interdisciplinarios donde se puede analizar y estudiar al
ser desde sus singularidades y diferencias en contextos y problemá-
ticas de afectación directa como lo es el conflicto armado colom-

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Universidad del Atlántico
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

biano. Aquí, donde el cuerpo de las mujeres es instrumento de guerra


y la subjetividad femenina y diversidad sexual poco se expresa. Por
lo tanto, es necesario abordarlo, preguntarse ¿Qué pasa con estos
elementos dentro del conflicto armado? ¿Cómo estamos mirando
el cuerpo desde la diversidad sexual en el conflicto armado colom-
biano? ¿Cuáles son los imaginarios del cuerpo “femenino” en los
contextos del conflicto? En últimas, ¿cuál es la importancia de una
nueva concepción del cuerpo para el desarrollo de nuevas subjetivi-
dades femeninas que permitan el libre y pleno desarrollo de la ciuda-
danía después del conflicto armado? El presente capítulo pretende
reflexionar en torno a estos interrogantes para develar que la mirada
del cuerpo “femenino”, proveniente de pensamientos machistas,
religiosos y violentos, en situación de conflicto armado, afecta doble-
mente a las mujeres lesbianas en tanto que las invisibiliza, impidiendo el
cultivo de una nueva subjetividad femenina que busque la superación
del conflicto y la resiliencia. Y es que la poca documentación de casos
en términos comparativos con los hombres, y por supuesto, su casi
inexistencia en la población LGBTI hacen que no sea posible tener
una mirada real de lo que pasó con ellas durante el conflicto.

El conflicto armado colombiano es el reflejo del país y de la historia


misma de la humanidad, roles de dominación, poder y violencia.
Formas cotidianas de relacionarse desde la fuerza y la sumisión,
situaciones aceptadas socialmente que van más allá de los actores
armados y que tocan nuestras convicciones más íntimas sobre mascu-
linidad y feminidad. En este sentido, es un escenario interesante para
pensar y entender lo femenino en transformación permanente, mirar
la posición de las nuevas ciudadanías que propenden por el desarrollo
de subjetividades femeninas libres y diversas, identificadas dentro de
un grupo poblacional como la comunidad LGBTI que abre la puerta a
la reivindicación de los derechos humanos y civiles pero se olvida del

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Universidad del Atlántico
Introducción

análisis de cuestiones específicas vividas por las mujeres lesbianas, así


como la manera de percibirse dentro de la guerra.

Hay que mencionar que esta apuesta reflexiva, dividida en tres


momentos, constituye un conjunto de miradas filosóficas y socioló-
gicas en torno al cuerpo femenino en el contexto de la diversidad
sexual y el conflicto armado en Colombia. En primer lugar, aparece
una radiografía de los orígenes del conflicto y los intentos de
negociación entre el Estado y los actores armados, permitiéndonos
llegar al momento actual, el proceso de reconocimiento, memoria y
situación de las víctimas, mujeres lesbianas en el conflicto armado. En
segundo instante, los imaginarios del cuerpo femenino y la diversidad
sexual en el conflicto armado colombiano, vislumbrando la situación
de las mujeres lesbianas que al remitirlas al grupo LGBTI se invisibiliza
aún más, puesto que los hombres gozan de mayor juego político, y
en el grupo poblacional de mujeres son excluidas. El tercer y último
momento, responde a la propuesta de una nueva visión de cuerpo
femenino que dé paso al cultivo de subjetividades que conviven y
nacen desde la diferencia, cimentadas en el deseo y la imaginación,
matices que recogen la figura del sujeto nómade propuesta por la
filósofa Rosi Braidotti, entre otros autores que constituyen la columna
teórica de esta reflexión.

El tercer capítulo aborda la pregunta ¿Qué significa ser mujer en el


conflicto armado colombiano? De la violencia sexual como arma de
guerra; la pregunta ¿Qué es ser mujer? Fue la guía del trabajo filosófico
de Simone De Beauvoir para desarrollar su obra “El segundo sexo”.
Para responder esta pregunta Simone hace un recorrido epistemo-
lógico y hermenéutico por el destino, la historia, los mitos y, su propia
vida. Ahora, para responder esta pregunta en el marco del conflicto
armado, o de los conflictos, haré un recorrido por lo que significa “un
conflicto armado” y tomaré algunos conflictos como referentes, por

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Universidad del Atlántico
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

ejemplo, el de Ruanda, El Congo y, por supuesto, Colombia; sin duda,


cada conflicto tiene sus propias características, pero siendo así, ¿por
qué en cada conflicto las mujeres terminan siendo botín de guerra
o víctimas de violencia sexual? En el año 2010 las Naciones Unidas
reconocieron la violencia sexual como arma de guerra, por lo tanto,
como un delito de lesa humanidad.

Sin embargo, en Colombia, de manera sistemática este accionar por


parte de los actores del conflicto sobre las mujeres sigue siendo invisi-
bilizado aunque, por ejemplo, en “Justicia y paz” (proceso de desmo-
vilización de paramilitares - AUC), las violaciones y abusos sexuales a
las mujeres no implican ningún tipo de pena adicional y entran dentro
del paquete de ofertas-premios que han recibido los postulados. Igual
de grave es saber que en las negociaciones de La Habana con las
FARC-EP no existe una mesa dedicada a este problema, ni las mujeres
se encuentran representadas como víctimas. Sin embargo, el acuerdo
de justicia transicional acordó reconocer las violaciones como delitos
de lesa humanidad; como un tema menor, las mujeres estamos en
una sub-mesa de acuerdos. Finalmente, todo el análisis propuesto se
hará desde el trabajo de J. Butler “Marcos de guerra, vidas lloradas”,
aplicando hermenéutica filosófica con perspectiva de género.

El último capítulo de este apartado es sobre “Las masacres en el


Caribe colombiano: Una mirada desde el género”, presenta que las
masacres en la región Caribe son una estrategia para el control del
territorio por razones políticas, económicas y sociales, igualmente, los
efectos sobre las relaciones de géneros. Señala que el Caribe por su
situación geopolítica, riqueza de su biodiversidad, ecosistema natural
y recursos mineros se convirtió en epicentro de los actores armados
del conflicto, que por el control del territorio ejecutaron una serie de
masacres. De esta manera, demostraban que su sevicia carecía de
límites para aterrorizar, debilitar, aniquilar la vida y el tejido social de

18
Universidad del Atlántico
Introducción

la sociedad civil; revelar su capacidad de poder al grupo adversario y


lograr el reconocimiento como una fuerza política del país.

Las masacres en el Caribe produjeron graves impactos y devastación


a la población civil por las pérdidas humanas, materiales, devastación
del territorio, ecosistema, relación con el territorio, rompimiento del
tejido social, desplazamiento forzoso, y convirtió pueblos poblados y
prósperos en fantasmas. Estas pérdidas irreparables e incuantificables
afectaron de forma diferencial a hombres y mujeres, en razón a que
el conflicto armado colombiano reafirmó la impronta de la cultura
patriarcal que establece la dominación masculina como centro de las
relaciones humanas. Se requiere develarlo con el fin que el marco
del posacuerdo la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición
se intervenga desde las afectaciones particulares que sufrieron las
víctimas sobrevivientes de las masacres.

La segunda parte del libro se titula Democracia, Ciudadanía,


Construcción de Paz y Género, y consta de tres capítulos.

El primer capítulo de este apartado es “Mujeres, participación política


en la construcción de la democracia y paz”, en este se aborda el
rehacer, la participación y las luchas de las mujeres en el contexto
de los conflictos; conlleva reconstruir desde el desarrollo histórico de
sus derechos y experiencias de vida, sus aportes en la agencia para
la resolución de los desacuerdos representados en los antagónicos:
guerra y la paz. Este artículo realiza un recorrido histórico mostrando
las luchas empecinadas de las mujeres en el mundo y en la historia,
por la apertura de espacios democráticos, no solo para el logro de sus
derechos, sino cómo estos se encuentran enmarcados en un contexto
mundial. Además, se retoma que la resolución de los impactos
causados por las guerras implica la transformación de los Estados en
garantes de paz, bajo la mirada equilibrada de los organismos que
lideran estos procesos.

19
Universidad del Atlántico
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

El segundo capítulo es sobre la “Moralidad administrativa como


derecho colectivo: un tema de ética pública en el ejercicio de la cultura
ciudadana para la paz”, en el cual, la moralidad administrativa como
derecho colectivo representa la renovación del modelo patriarcal de
ciudadanía en la necesidad de nuevas agendas para la exigibilidad
de responsabilidades. Como ejercicio de cultura ciudadana para la
paz simboliza la ética pública en la transparencia del comportamiento
responsable del servicio público, en la construcción de identidad y en
los valores pactados como condición para la democracia y la convi-
vencia.

Es por ello, que lograr el cumplimiento de funciones motivadas exclu-


sivamente por el interés general resulta ser un desafío en las conductas
de obligatorio cumplimiento. De igual manera, la gerencia diligente
del patrimonio en el manejo de lo público bajo el cuidado que protege
los intereses comunes a manera de comportamiento ético y conducta
honesta.

En ese orden de ideas, moralidad administrativa significa el derecho


a actuar con transparencia, rendición de cuentas y objetividad en la
ética de mínimos, responsabilidad del cuidado y garantía del disfrute
de derechos en el contexto de los intereses colectivos. Sin desco-
nocer, el comportamiento acorde a derechos en el manejo ético no
solo de la actividad administrativa, sino de la información pública y las
acciones forjadas en la toma de decisiones.

Definitivamente, el conocimiento de lo público obedece a la realidad


viviente de la ética pública en el ejercicio de la cultura ciudadana
para la paz. Como valor ético de la confianza, la conducta vinculante
del acto propio en la legitimidad del comportamiento de buena fe
ofrece el debido proceso en el alcance jurídico de actitudes acordes
a la finalidad a la que sirve sin perjuicio a terceros ni daños colectivos
generados en el cumplimiento de funciones.

20
Universidad del Atlántico
Introducción

En el tercer y último capítulo se abordan los “Avances y obstáculos


para la implementación del enfoque de género en el Acuerdo de paz
firmado entre el Estado colombiano y las FARC-EP”, desde el cual
se analiza cómo las mujeres en Colombia han sido actoras invisibles
tanto de la guerra como de la paz, quedando en el imaginario social
que esta situación es solo asunto de hombres, negándose una vez
más la historia de las mujeres en la interacción humana. En el caso del
conflicto armado colombiano encontramos que el sexo mayoritaria-
mente victimizado han sido las mujeres, donde las pérdidas innume-
rables de vidas que ha dejado la guerra han sido la de padres, compa-
ñeros, esposos e hijos engendrados por mujeres, así mismo, estas han
vivenciado indistintas formas de violencia por razones de género, por
eso hoy resulta de gran importancia el enfoque de género contenido
en el Acuerdo de paz firmado entre el Estado colombiano y la guerrilla
de las FARC-EP, a partir del cual se reconoce y restablecen derechos a
las mujeres, las diversidades sexuales y grupos poblacionales minori-
tarios, como parte fundamental para el tránsito hacia la paz y de allí
la necesidad de su oportuna y efectiva implementación. Por lo tanto,
se pretende en este artículo aportar de manera específica algunos
elementos para la reflexión sobre los avances y obstáculos que se han
tenido en la implementación del enfoque de género en el acuerdo, así
como resignificar el papel que juegan las mujeres en la construcción
de memoria para la paz.

Dayana De La Rosa Carbonell

Filósofa y feminista

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Universidad del Atlántico
Parte I
Cuerpo, género, Conflicto y
Posconflicto
25

CORPORALIDAD DE LA
VIOLENCIA QUE EMBARAZA A LA
ADOLESCENTE Y TRASTORNOS
ALIMENTARIOS: PARADIGMA DE
LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO
SOSTENIBLE
Inés Sofía Morales Salcedo

INTRODUCCIÓN

La dinámica y el crecimiento poblacional mundial estimada en


promedio para julio de 2018 es de 7.535.800.000 habitantes (Grupo
Banco Mundial, 2018). La desigualdad de oportunidades y de
calidad de vida para el neonato son prevalentes en las comunidades
que habitan en espacios geográficos altamente vulnerables, donde
los contrastes entre la riqueza, la pobreza y los ingresos per cápita
presentan brechas diferenciales que afectan el potencial humano, el
desarrollo individual y colectivo. La asociación de pertenencia étnica
o cultural y el enfoque de género con el estado de salud, la escola-
ridad, la dinámica demográfica y las condiciones socioeconómicas,
son determinantes presentes cuando el embarazo en la adoles-
cencia1 se constituye en tema de preocupación, interés político, social

1 El que ocurre dentro de los dos años de edad ginecológica entendiéndose por tal al trans-
currido desde la menarca y/o cuando la adolescente es aún dependiente de su núcleo fami-
liar de origen.

Universidad del Atlántico


Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

y económico a nivel mundial, nacional, regional y local, generando


acciones de intervención en el ámbito de las políticas de salud pública,
que pretenden la disminución de embarazos no deseados en menores
de 19 años y la eliminación y/o reducción de la mortalidad materna
desde el enfoque de derechos y de género (DANE, 2014; OPS, 2016;
Grupo Banco Mundial, 2018; WHO, 2013, 2017).

El interés de los gobiernos por la integralidad de la salud en el ciclo


y el curso de vida, se refleja en las políticas de salud y las estra-
tegias implementadas desde los entornos y la identificación de los
sucesos integrales que permitan la garantía de la atención específica
y exhaustiva a la condición biopsicosocial de los adolescentes y las
acciones de promoción de estilos de vida saludable. Acciones que se
basan en los registros de los eventos negativos, indicadores de salud
y perfil epidemiológico de las comunidades, en las que la prevalencia
de embarazos no deseados en menores de 19 años lleva a las mujeres
y hombres a aplazar sus proyectos de vida (Minsalud, 2016; OMS,
2013). Registros que datan desde el siglo XX y que a la segunda del
siglo XXI han permitido el diseño de políticas fundamentales para la
implementación de la georreferenciación en otros espacios geográ-
ficos, en la búsqueda de estrategias efectivas para el control del
embarazo en adolescentes (INSP, 2016).

A nivel mundial datos de Estudios de Población estiman para 2018,


el tamaño poblacional en 7.530.796.000 habitantes, de los cuales
5.890.885.000 son hombres y mujeres que se encuentran en los Países
en Desarrollo – PenD2. Entre los PenD se encuentra Colombia, cuya

2 Según la clasificación de las Naciones Unidas, las regiones más desarrolladas, incluyen toda
Europa y América del Norte, más Australia, Japón y Nueva Zelanda. Todas las demás regio-
nes y países están clasificados como en desarrollo. Los países menos desarrollados son 49
países con ingresos particularmente bajos, alta vulnerabilidad económica e indicadores de
desarrollo humano inferiores; 34 de estos países están en el África subsahariana, 14 en Asia y
uno en el Caribe. Los criterios y la lista de países, según la definición de las Naciones Unidas,
se puede ver en http://www.unohrlls.org/en/ldc/25/. Consultado en Julio de 2014.

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Universidad del Atlántico
Corporalidad de la violencia que embaraza a la adolescente y trastornos alimentarios:
paradigma de los objetivos de desarrollo sostenible

población estimada para 2017 es de 49.265.616 habitantes, de estos


24.925.492 son mujeres (Grupo Banco Mundial, 2018)

La población colombiana se caracteriza por su etnicidad. En


Colombia, país constituido legalmente como Estado de Derecho, se
reconoce dentro de los determinantes sociales propios de la sociedad
multiétnica3 y multicultural que la identifican, los derechos, estilos de
vida, estado nutricional, la seguridad alimentaria y nutricional y en
general el estado de salud de sus habitantes (MinCultura, 2013).

En el Caribe colombiano reside el 42,8 % de la población indígena


del país, es decir un total de 596.190 indígenas. La población Rom
de la región representa el 61,6 % (2.991 habitantes) del total nacional.
Y finalmente, el 32 % de la población afrocolombiana, equivalente
a 1.380.102 habitantes, habita en los diferentes departamentos del
Caribe. El departamento del Atlántico es una región multiétnica,
con diversidad cultural, donde el 85 a 90 % de la población no se
identifica con los grupos étnicos existentes. La violencia en Colombia
ha afectado este grupo poblacional donde la desigualdad en términos
de educación, salud, y empleabilidad, entre otros, se asocian a
problemas nutricionales y a mortalidad materna e infantil. En Colombia,
“los pueblos indígenas, así como las comunidades afrocolombianas,
se encuentran entre las primeras víctimas colaterales del conflicto
armado interno colombiano, continuamente afectados por amenazas,
agresiones y desplazamientos forzados” (Laurent, 2018, p.7).

3 La diversidad étnica se caracteriza por la existencia de diferencias culturales entre grupos


humanos semejantes. La diversidad étnica colombiana integra a distintos grupos humanos
como las comunidades negras, mestizas, gitanas e indígenas, y a grupos rurales y urbanos.
Cada grupo étnico se relaciona con un territorio en el que interactúa con los espacios urbanos
y rurales, con el fin de encontrar un lugar para vivir y trabajar. En Colombia existen 81 etnias
indígenas; 10.000 personas organizadas culturalmente como el Pueblo ROM (gitanos), La
población rom o gitana es una población que se localiza primordialmente en las cabeceras
municipales, 94,05 %, en kumpanias o agrupación de familias Rom y el 5,95 % en el resto.
Las etnias de Colombia configuran una infinita gama de culturas, que la Constitución Política
Nacional de 1991 reconoció en la noción de país multiétnico y pluricultural. http://www.
colombiaaprende.edu.co/html/mediateca/1607/articles-201501_recurso_1.pdf.

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Inés Sofía Morales Salcedo
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Los niveles de escolaridad como factor protector o de riesgo se han


asociado al embarazo en los adolescentes, cuando la educación en
salud sexual y reproductiva es uno de los temas que los adolescentes
exploran en su medioambiente. La escolaridad en la educación terciaria
de los adolescentes colombianos se registra en el 41 % de las mujeres
y el 37 % de los hombres (PRB, 2013). Adolescentes que residen o
provienen de territorios identificados por la violencia generada desde
diferentes ámbitos, presentan alta vulnerabilidad para la deserción
escolar, el desconocimiento de la contracepción y el uso de anticon-
ceptivos modernos4, el embarazo precoz por abuso sexual, morta-
lidad materna, potenciando así el círculo de pobreza multidimen-
sional5 y exclusión social por la falta de oportunidades laborales y de
aceptación de ese estado fisiológico en los entornos en los cuales se
desarrollan (OPS, 2016; Corte Constitucional de Colombia, 2018). Las
estadísticas reflejan que el 68 % de las muertes en gestantes estaban
en el régimen de seguridad social subsidiado; y el 30 % de los casos
se presentó en madres con un nivel de educación igual o inferior a
primaria (p.33).

La violencia como factor de riesgo para la salud de las adolescentes


está presente en los continentes estudiados. En los países en desarrollo
donde el matrimonio con adolescentes es una práctica sociocultural,
se registra que el 10 % de las mujeres entre 20 y 24 años se han casado
desde los 15 años de edad y el 34 % está casada desde los 18 años
de edad. La prevalencia de matrimonios en Países menos desarro-
llados y para esas edades específicas es de 16 % de adolescentes

4 Los métodos “modernos” incluyen métodos clínicos y de suministro, como la píldora anti-
conceptiva, el dispositivo intrauterino (DIU), el condón y la esterilización.
5 La medición de la pobreza multidicional puede darse mediante la aplicación de “The Alki-
re-Foster (AF) method is a way of measuring multidimensional poverty developed by OPHI’s
Sabina Alkire and James Foster. It involves counting the various weighted deprivations that
people experience at the same time, such as a lack of education, poor health, lack of emplo-
yment, or inadequate living standards. People’s deprivation profiles are used to identify who
is poor and to construct an informationrich multidimensional poverty index (MPI)” (Foster,
2018, p.15).

28
Universidad del Atlántico
Corporalidad de la violencia que embaraza a la adolescente y trastornos alimentarios:
paradigma de los objetivos de desarrollo sostenible

casadas desde los 15 años y el 47 % de adolescentes casadas desde


los 18 años de edad, observándose que es en África y Asia donde se
presenta la mayor proporción de adolescentes casadas. En Colombia,
como país Latinoamericano y del Caribe, el 6 % de las adolescentes
entre 20 y 24 años se han casado desde los 15 años y el 23 % de ellas
se casaron desde los 18 años de edad (PRB, 2014).

La transición demográfica y social que se ha dado en las últimas dos


décadas en comunidades de diferentes regiones del mundo, y en
Colombia particularmente, caracteriza las sociedades donde la diver-
sidad étnica, los conflictos socioeconómicos, el reconocimiento de las
diferencias de género y sexo para la inclusión o exclusión de los rituales
de participación ciudadana se constituyen en factores determinantes
de su estado de salud. La presencia de enfermedades emergentes,
crónicas e infectocontagiosas, así como los de los eventos conside-
rados adversos y de notificación obligatoria están graficadas en el
mapa epidemiológico actual del país. Está dinámica poblacional ha
permitido la incursión en nuevos paradigmas de Investigación social
en el área de la Salud.

De las varias investigaciones surgidas en el campo de la antropología


de la salud, algunas deducciones que se imponen como resultado de
la observación:

“Cada sociedade ou grupo social dispõe de maneiras de conceber


e lidar com o corpo, sendo que 1. O saber biomédico contribuiu,
ao longo da história, na difusão da sua naturalização, tida como
universal; 2. da doença, como fenómeno social, que é capaz
de estabelecer uma relação entre as ordens biológica e social,
atingindo concomitantemente o indivíduo, no que deve à biologia
– o seu corpo –, a sociedade e as relações sociais; e 3. das muitas
indagações e significados, suscitados pela doença na sociedade,
superando os estreitos limites biológicos do corpo e as explicações

29
Inés Sofía Morales Salcedo
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

biomédicas”. (Canesqui, 2003: 1114 – 115 in Morales-Salcedo,


2011)

De hecho, la mediación de un cuerpo biológico en relación con un


grupo social se establece en la experiencia de la enfermedad, donde
el sentido es el resultado de un conocimiento vivido en lo cotidiano.
El cuerpo como espacio fenomenológico de una experiencia de
malestar, es el lugar y la razón de la objetividad y de la subjetividad que
permite la obtención de una lectura profunda, en donde el sentido de
la intersubjectividad posibilita la interpretación múltiple de la enfer-
medad (Otegui, 2000; Bláha, 2007; Nancy & Rand, 2008 en Morales-
Salcedo, 2011). El cuerpo violentado del adolescente se convierte
en cuerpo enfermo, donde la manifestación de rechazo al embarazo
resultado de la trasgresión y profanación corporal (Foucault, 2002;
Morales-Salcedo, 2011, 2014,2017) se visualiza con la presentación
clínica de alteraciones en el peso, signos de bulimia y anorexia, entre
otros eventos que se encuadran en los Síndromes de comportamiento
asociados a trastornos fisiológicos y factores físicos, en la Clasificación
Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados
con la Salud en su Décima Revisión - CIE 10 (OMS, 2011, 2018).

LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO 2015, EL


EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA Y EL RETO DE LOS
OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE
Desde la perspectiva histórica, los Objetivos de Desarrollo del Milenio
- ODM, producto de la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas
(OMS, 2000) engloban los determinantes de salud. Los objetivos
establecidos: 1) Luchar contra la pobreza extrema y el hambre; 2)
Lograr la enseñanza básica universal; 3) Promover la igualdad de
género y autonomía de la mujer; 4) Reducir la mortalidad infantil; 5)
mejorar la salud materna; 6) Combatir VIH-SIDA, paludismo y otras
enfermedades; 7) Garantizar la sostenibilidad del medioambiente; y 8)

30
Universidad del Atlántico
Corporalidad de la violencia que embaraza a la adolescente y trastornos alimentarios:
paradigma de los objetivos de desarrollo sostenible

Fomentar una asociación mundial para el desarrollo, se constituyeron


desde entonces y entre los otros, en los desafíos que las agendas
de salud pública de los diferentes Estados Miembros pretendieron
alcanzar a 2015.

El abordaje de los objetivos llevó a que fueran divididos por grupos


de intervención. En Colombia, las políticas gubernamentales le dieron
un enfoque de fracción a la intervención de los ODM, proyectándolos
individualmente, fraccionándolos y no como eventos que engloban
determinantes sociales, siendo un todo en su contexto de caracte-
rización de realidades asociadas a las particularidades propias de la
población, cultura y territorialidades existentes que influencian, como
determinantes sociales de salud que son el cotidiano del adoles-
cente. Situación similar se registró en otros países con características
similares a la población y sociedad colombiana. Los objetivos 1, 4, 5
y 6 fueron intervenidos como específicos del área de la salud, corres-
pondiendo a los profesionales y técnicos de ése ámbito la proyección
de las políticas de salud pública, desde el Ministerio de Salud Pública.
En todos ellos la mujer fue un objeto y sujeto de acción pasiva.

Pasada una década, en Colombia a 2010 y 2014, se observa para el


Objetivo 3 Promover la igualdad de género y el empoderamiento
de la mujer, llevó a la participación de la mujer al ejercicio de sus
derechos, sin embargo, los registros estadísticos sobre violencia
intrafamiliar incrementaron durante el año 2014, reportan:

76 mil denuncias, de las cuales 48.849 (64,33 %) correspon-


dieron a violencia de pareja y 41.802 de los casos (85 %) el
sexo de la víctima es identificado, como mujer. “Se registran
en 2014 un total de 21.115 exámenes médico legales por presunto
delito sexual, es decir, una tasa de 44,30 por cada 100.000
habitantes, fenómeno que representó un incremento de 376 casos
con respecto al año previo. Del total de delitos sexuales el 85 %

31
Inés Sofía Morales Salcedo
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

fueron mujeres y las más altas tasas se registraron en el grupo de


edad entre los 10 y 14 años de edad”. (p.25)

La meta 5A “Reducir la Mortalidad Materna - RMM en tres cuartas


partes entre 1990 y 2015”, propuesta para la medición del cumpli-
miento de los logros del Objetivo 5 a nivel nacional, reflejó que la
mortalidad materna continuó prevalente en los municipios de alto
riesgo socioeconómico y cultural (PNUD, 2010; PGDS & UIS, 2012;
NUD, MINSALUD 2014). El incremento en el registro de mortalidad
en mujeres adolescentes, analfabetas o con escolaridad básica, refle-
jados en las tendencias de prevalencias indican que

“aún mueren casi 400 mujeres al año por causas asociadas al


embarazo y al parto… El 18 % de las muertes maternas se
produjo en mujeres entre los 10 y 19 años de edad; el 24 % de
la mortalidad materna ocurrió en población afrocolombiana y
pueblos indígenas”. (p.)

Igualmente se registró un incremento en la tendencia para la utili-


zación de Métodos Modernos de Anticoncepción – MMA, en adoles-
centes con pareja estable u ocasional. El uso de MMA es uno de los
indicadores propuestos para la medición de la promoción de la salud
sexual y reproductiva que permitiría en la meta nacional 5B lograr
para el año 2015, el acceso universal a la salud (Minsalud, 2013). El
embarazo adolescente se constituye en la meta no alcanzada al corte
de 2010 y de 2014.

Las estadísticas reflejan que las mujeres aportan un aumento en la


mortalidad proporcionada por VIH-SIDA cuando evaluado el ODM 6.
Para el ODM 7, en el país las condiciones de deforestación se consti-
tuyen en un fenómeno en incremento, que sumado a las deficiencias
en el saneamiento básico en el 40 % de los municipios colombianos
contribuye a la generación de vulnerabilidad social y de salud de

32
Universidad del Atlántico
Corporalidad de la violencia que embaraza a la adolescente y trastornos alimentarios:
paradigma de los objetivos de desarrollo sostenible

la población. Las estrategias utilizadas para el cumplimiento de los


indicadores que permitan el cumplimiento del ODM 8, incluyen la
implementación de las TIC, de Internet y de la telefonía celular. Sin
embargo, estos servicios no son gratuitos y el acceso en las áreas
rurales muestra dificultades e inequidad para el beneficio que puedan
presentar en el empoderamiento de la mujer, desde la educación y la
salud.

El Objetivo 2 fue intervenido por los profesionales y técnicos del área


de la educación, por el Ministerio de Educación con énfasis en la
educación básica y media, alcanzándose la meta propuesta para las
regiones donde las condiciones socioeconómicas y políticas del país
han permitido la creación de cupos escolares y el acceso gratuito a
la educación básica. Regiones consideradas críticas por la violencia
prevalente continúan presentando altas tasas de analfabetismo. La
mujer se convierte en víctima del sistema y de las brechas sociales
que la rodean (ENS, 2010; Bayona-Contreras, 2011; PNUD, GSD &
UIS, 2012).

Para el logro del Objetivo 3, las Instituciones de Educación Superior


desde las Ciencias Sociales y ONG se constituyeron en espacios de
posicionamiento, como objeto de estudio e investigación. Lideró las
acciones de grupos de mujeres que hicieron de la igualdad de género
y autonomía de la mujer, el escenario de poder para la toma de
decisiones, la visualización de las competencias y el empoderamiento
del reconocimiento de sus derechos y de la lucha contra la violencia
en el entorno doméstico o laboral.

Los departamentos de Putumayo, Chocó, La Guajira, Córdoba,


Vichada, Vaupés, Guainía, Guaviare y Amazonas están entre los
que presentan comunidades de alto riesgo, por problemas de la
comunidad para acceder a los servicios de salud, sea por la topología
y ubicación geográfica en que se encuentra el área de residencia; sea

33
Inés Sofía Morales Salcedo
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

por las creencias y percepciones que tienen hacia las enfermedades


y procesos fisiológicos que los cuerpos van proyectando en la mujer
o en el hombre y/o por las situaciones de violencia física, sexual y
ambiental que las mujeres y hombres viven en las diferentes etapas de
la vida (Bayona-Contreras, 2011).

Considerando que los Objetivos de Desarrollo del Milenio permitieron


la identificación y la medición de indicadores de los Determinantes
Sociales en Salud desde la dinámica de estratificación social6 y
el modelo de producción social de la enfermedad, en este caso,
la violencia en el embarazo, el poder como elemento diferencial
en sociedades deprimidas, se constituye en un símbolo de control
permanente sobre la libertad de la mujer. La opción de decisión y
de empoderamiento de su cuerpo, solo puede ser ejercida cuando
existe equilibrio de recursos, de apropiación del conocimiento, de la
formación ciudadana reconocimiento del Otro (Solar & Irwin, 2007;
Diderichsen et al, 2011).

Después de 15 años de haber sido propuestos los ODM a los países


miembros pertenecientes a la Organización Mundial de la Salud, el
compromiso adquirido por los Estados Miembros que contempló la
intervención de 8 eventos y el incumplimiento de las metas, situación
que entre otros factores se atribuye al enfoque sectorial y fraccionado
de intervención de las diferentes entidades participantes en la elabo-
ración, planeación y ejecución de estrategias que permitirían la inter-
vención de la pobreza, el hambre y la mortalidad materno infantil,
entre otros, surgen los Objetivos de Desarrollo Sostenible - ODS u
Objetivos Mundiales, a partir de 2016 con proyección a 2030. Estos
identifican la problemática sociocultural prevalente en los países

6 Constituida por tres niveles de análisis: a) la exposición diferencial a los riesgos para la salud,
b) las vulnerabilidades diferenciales en cuanto a condiciones de salud y disponibilidad de
recursos materiales, y c) las consecuencias diferenciales -económicas, sociales y sanitarias–
de la mala salud para los grupos y los individuos en una posición de mayor o menor ventaja.

34
Universidad del Atlántico
Corporalidad de la violencia que embaraza a la adolescente y trastornos alimentarios:
paradigma de los objetivos de desarrollo sostenible

considerados con un Índice de Desarrollo Humano Medio o Bajo, el


enfoque de intervención de la pobreza multidimensional, el consumo
sostenible, el cambio climático, la justicia, la paz, la igualdad de
género y empoderamiento de las mujeres (HDR, 2014; PNUD, 2016).
Si bien es cierto, todos los 177 ODS determinan e influencian la ruta
de vida, para el desarrollo de una adolescencia libre de detonadores o
receptores de violencia, los primeros seis objetivos permiten la elabo-
ración de un modelo o ruta de prevención e intervención socioantro-
pológica del embarazo violento, así como la caracterización de los
entornos propicios para el fraccionamiento del cuerpo, la aceptación
o el rechazo del producto del embarazo y la instalación de trastornos
de conducta alimentaria, que se visualizan en adolescentes embara-
zadas con anorexia8 o “pregorexia” y/o bulimia provenientes de
entornos cargados de violencia (Cooper & Burrows, 2001; Duke,
Bryson, Hammer, & Agras, 2003, 2003).

7 1.- Erradicar la pobreza en todas sus formas en todo el mundo; 2.- Poner fin al hambre, con-
seguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, y promover la agricultura sostenible;
3.- Garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todos para todas las edades;
4.- Garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades
de aprendizaje permanente para todos; 5.- Alcanzar la igualdad entre los géneros y empo-
derar a todas las mujeres y niñas; 6.- Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del
agua y el saneamiento para todos; 7.- Asegurar el acceso a energías asequibles, fiables, sos-
tenibles y modernas para todos; 8.- Fomentar el crecimiento económico sostenido, inclusivo
y sostenible, el empleo pleno y productivo, y el trabajo decente para todos; 9.- Desarrollar
infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible, y fomentar
la innovación; 10.- Reducir las desigualdades entre países y dentro de ellos; 11.- Conseguir
que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sosteni-
bles; 12.- Garantizar las pautas de consumo y de producción sostenible; 13.- Tomar medidas
urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos; 14.- Conservar y utilizar de forma
sostenible los océanos, mares y recursos marinos para lograr el desarrollo sostenible; 15.-
Proteger, restaurar y promover la utilización sostenible de los ecosistemas terrestres, ges-
tionar de manera sostenible los bosques, combatir la desertificación y detener y revertir la
degradación de la Tierra, y frenar la pérdida de diversidad biológica; 16.- Promover socieda-
des pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar acceso a la justicia para todos
y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles; 17.- Fortalecer los
medios de ejecución y reavivar la alianza mundial para el desarrollo sostenible.
8 Las mujeres con anorexia nerviosa están en alto riesgo de presentar, además de los pro-
blemas descritos previamente, otros desórdenes que incluyen hipotermia, hipoglicemia,
infecciones y cifras aumentadas de muerte perinatal. Al respecto, es importante asegurar la
ingesta apropiada no solo de calorías y proteínas, sino también micronutrientes, como ácido
fólico, para prevenir defectos del tubo neural (Behar-Astudillo, 2013, p.23).

35
Inés Sofía Morales Salcedo
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

MODELOS CONCEPTUALES EN EL ABORDAJE DEL EMBARAZO


El modelo biocomportamental de la década de 1990, en el que las
enfermedades estaban asociadas a los comportamientos de convi-
vencia familiar, adopta los vectores determinantes de la familia psico-
somática, en el que se contemplan tres aspectos: 1) la evolución de
la enfermedad desde la vulnerabilidad fisiológica o constitucional,
donde entran las enfermedades psicosomáticas; 2) la estructura
familiar determinada por la adaptabilidad, la cohesión y la interacción;
y 3) la participación de los niños en los problemas de la pareja, sea
para potenciarlos o para apartarlos de sus conflictos por la atención
que demanda por su enfermedad. Con este modelo se explicaba
los efectos negativos de la interacción entre el individuo y la familia
disfuncional, que lo lleva a la desadaptación social y el agravamiento
del trastorno (Minuchin & Fishman, 1984).

En el caso del embarazo adolescente, la mujer replica comporta-


mientos aprehendidos y cuando el producto es producto de violencia
intrafamiliar o de pareja, el riesgo de mortalidad materna, de morta-
lidad infantil se incrementa y con él, la expectativa de vida al nacer
se afecta considerablemente. Para el adolescente el embarazo se
constituye en detonador de exclusión familiar o social, de percepción
de la inequidad, del acceso y la prestación de los servicios de salud.
Estos Determinantes Sociales de Salud9 se agravan cuando en la
comunidad envolvente existe la discriminación étnica y de género,
llevando al adolescente a padecer condiciones de alto riesgo. Las
brechas y los gradientes en salud son notorios en la población vulne-

9 "las condiciones en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, y los facto-
res estructurales de esas condiciones, o sea, la distribución del poder, el dinero y los recur-
sos". Los componentes básicos de los DSS incluyen: 1) posición socioeconómica y política:
2) los determinantes estructurales: acceso al empleo, posición social, raza y grupo étnico,
acceso a la educación, género y 3) los determinantes intermedios: factores conductuales
y biológicos, sistema de salud, cohesión social, circunstancias materiales y circunstancias
psicosociales (CDSS, 2005, WHO, 2008, 2010; 2011, Stanfield, 2006).

36
Universidad del Atlántico
Corporalidad de la violencia que embaraza a la adolescente y trastornos alimentarios:
paradigma de los objetivos de desarrollo sostenible

rable10, existiendo desigualdades en salud en adolescentes embara-


zadas con mejores infraestructuras y condiciones socioeconómicas
(Diderichsen et al., 2011).

Considerando que el embarazo11 humano requiere en su período de


tiempo cronológico de duración, condiciones óptimas específicas para
el desarrollo en la mujer, como sujeto receptor de una nueva vida, la
adolescencia12 como etapa sociocultural de aprendizaje y preparación
que el individuo asume en su medioambiente, en su entorno familiar y
comunitario, marcará su crecimiento corporal y desarrollo psicosocial,
de acuerdo a los comportamientos individuales, sociales esquemas
mentales que permanezcan en la transición de la niñez a esa fase
compleja del ser humano.

La iniciación de la mujer a la vida reproductiva se rodea de rituales,


creencias y expectativas propias del medio cultural envolvente y al
enfoque de género que predomine en la sociedad de dominio y de
permanencia del adolescente. El inicio de los cambio físicos propios
en la prepubertad y de la pubertad son indicadores del inicio de la
sexualidad y de la respuesta sexual tanto en el hombre como en la
mujer.

Es en esta interacción del hombre-mujer que se presenta la mayor


incidencia de embarazos en la adolescencia13 enmarcados en deter-

10 Se Refiere a la relación directa entre la posición socioeconómica y estado de salud, constitu-


yéndose en un indicador de inequidad de salud para toda la población.
11 Es la gestación o proceso de crecimiento y desarrollo de un nuevo individuo en el seno
materno. Abarca desde el momento de la fecundación hasta el nacimiento pasando por la
etapa de embrión y feto. En el ser humano la duración promedio es de 269 días (cerca de 10
meses lunares o 9 meses-calendario).
12 La adolescencia es la etapa que transcurre entre los 10 y 19 años, considerándose dos fases:
la adolescencia temprana (10 a 14 años) y la adolescencia tardía (15 a 19 años).
13 El que ocurre dentro de los dos años de edad ginecológica entendiéndose por tal al transcu-
rrido desde la menarca y/o cuando la adolescente es aún dependiente de su núcleo familiar
de origen.

37
Inés Sofía Morales Salcedo
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

minantes sociales14 que contribuirán al desenlace satisfactorio o no


del embarazo en esta etapa de la vida para un nuevo inicio del ciclo
vital (OMS, 2014) en condiciones de calidad, independientemente del
áreas de residencia del y de la adolescente. La mujer, agente de socia-
lización, símbolo de pureza en territorios enmarcados por conceptos
religiosos que determinan los derechos que le son propios, símbolo
de división sexual para la especificación de roles laborales y recorrido
escolar, se convierte en todos estos objetivos, en actor social, sujeto
y objeto de estudio, de intervención y vigilancia de programas que
pretenden a través de su inclusión la consecución de los ODM (PNUD,
2012, 2014).

El tabú de los roles y de la santidad se pierde en las comunidades


que reconocen el papel de liderazgo de la mujer para la construcción
y reconstrucción de una sociedad justa, donde el concepto de
salud integra la consecución de los ocho ODM. En este enfoque, la
interacción de los determinantes de salud con los causales de inequi-
dades permitiría la proyección de estrategias específicas e integradas
para la reducción de la morbilidad y mortalidad materna, el embarazo
adolescente, la violencia de género con diferencial de sexo y la morta-
lidad en niños y niñas de 1 a 4 años de edad.

Se aseguraría así la recuperación de la estratificación social y de la


gobernanza en la mujer, sin diferenciación de raza y de grupo étnico15,
de pertenencia mediante la intervención oportuna del estado nutri-
cional, del consumo de sustancias psicoactivas, de las alteraciones
genéticas y biológicas que afectan el proceso de fecundación y el

14 Para la OMS los factores determinantes relacionados con la mortalidad materna son: la aten-
ción en salud, la nutrición, la educación, el ingreso y la legislación sobre la igualdad de los
derechos y de la mujer.
15 Grupos sociales que con frecuencia comparten un patrimonio cultural y una ascendencia, y
cuyas características son forjadas por sistemas en que "un grupo se beneficia del dominio
que ejerce sobre otros grupos, y se define a sí mismo y a los otros a través de esa domina-
ción y de la posesión de características físicas selectivas y arbitrarias, por ejemplo, el color
de la piel" (Solar & Irwin, 2007).

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Universidad del Atlántico
Corporalidad de la violencia que embaraza a la adolescente y trastornos alimentarios:
paradigma de los objetivos de desarrollo sostenible

período de gestación, el estrés y el rompimiento o fractura del


ambiente familiar. La resiliencia sería el impacto logrado si todos los
factores fueran identificados, asumidos e intervenidos por el actor
social sujeto de acción política y gubernamental (Durkheim, 1985;
Solar & Irwin, 2007).

EL INCESTO Y EL EMBARAZO ADOLESCENTE

Siendo la mujer adolescente víctima del sistema y de un modelo


desestructurado, la inequidad en salud se incrementa en el embarazo,
la debilita en su esperanza y proyectos de vida. Dependiente del
modelo de familia al que se encuentre vinculada socialmente, tradi-
cional, de forma restricta o extensa o sí el (la) adolescente provienes
de una familia nuclear, o si proviene de una familia instituida/ insti-
tuidora, su independencia y equilibrio socioeconómico y cultural será
determinado por la pertenencia y funcionalidad que la familia provea
y de la clasificación de riesgo que tenga la familia (Durkheim, 1985;
Solar & Irwin, 2007).

Para Durkheim, el incesto y la antropofagia, surgen en relación con


la alimentación y la escoja. ¿Qué comes y con quién no te casas?
¿Con quién tienes lazos de sangre y qué tienes derecho a cocinar?
Son las reglas de la alianza, del totemismo, de las sociedades primi-
tivas que consideran la antropofagia como parte de su identificación.
Para Durkheim, el incesto desde el concepto de la criminología, repre-
senta el problema de la devoración, de la introyección de los buenos
y malos objetos, es un crimen de los hambrientos.

Lévi Strauss (1969), difiere de los conceptos dados al incesto y lo


explica desde tres cuestionamientos: 1) La prohibición del incesto es un
compuesto de elementos tomados en parte de la naturaleza y en parte
de la cultura. 2) La prohibición del incesto tiene un origen puramente
natural. 3) La prohibición del incesto tiene un origen puramente

39
Inés Sofía Morales Salcedo
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

cultural. Para Lévi-Strauss la prohibición del incesto protege además


de la degradación genética al nuevo ser. La naturaleza se supera así
misma cuando rechaza el incesto.

“Por outro lado, desde o paleolítico o homem teria promovido


uniões !endógamas de plantas e animais para fins de produtividade:
nesse caso, a “consangüinidade” teria tido um efeito positivo; nada
mais lógico que se extrapolasse a mesma lógica para as uniões
humanas; entretanto, isso nunca aconteceu. Mais ainda, entre os
próprios animais, em estado natural, não há nenhum impedimento
a cópulas entre “pais”e “filhos”ou “irmãos”, sem que isso”dete-
riore” a espécie”. (Lévi-Strauss, 1969)

La rehabilitación familiar y social de la adolescente exige de la


(des)construcción social del embarazo, la postura frente a su cuerpo y
el manejo de las emociones con recuperación y aceptación del poder y
el saber para el ejercicio de su ciudadanía y la protección de su cuerpo
(Culham & Nind, 2003; Nancy & Rand, 2008 en Morales-Salcedo).

En Colombia, según el lugar de origen y residencia, urbano o rural,


la mujer adolescente embarazada se ve obligada a permanecer en
su casa, organizándose como una familia monoparental, si el hombre
dependiendo de la edad16 que tenga y de las circunstancias socioeco-
nómicas que invoque, no asume la responsabilidad de su participación
en la reproducción de la mujer o si por las condiciones de vulnerabi-
lidad derivadas de la violencia social se ve obligado al desplazamiento.
Esta tendencia es mayor en el embarazo de adolescentes que residen
en las urbes. En las áreas rurales, se presenta con mayor frecuencia
la unión libre en adolescentes, llevando a la deserción escolar y a la
realización de tareas que requieren menos competencias cognitivas.

16 En Colombia es penalizada la relación sexual con menores de 18 años, edad legalmente


establecida para la mayoría de edad.

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Universidad del Atlántico
Corporalidad de la violencia que embaraza a la adolescente y trastornos alimentarios:
paradigma de los objetivos de desarrollo sostenible

El modelo de familias recompuestas o reconstituidas se observa en


mujeres y hombres adultos, sin embargo, la investigación social en
esta temática es pobre, cuando el referente es el embarazo en la
adolescencia. Para este modelo, la libertad de escoja y de opción
prevalecen frente a otras circunstancias, los sentimientos y esperanzas
por “encontrar el amor” (Théry, 1997) están presentes en mujeres y
hombres adultos, con estabilidad económica y descendencia; allí lo
que se pretende es estabilidad emocional.

Cuando la mujer proviene de estratos socioeconómico menos favore-


cidos, es joven, con hijos y con poca escolaridad, la búsqueda de
pareja para constituir una familia, tiene como criterios relevantes las
restricciones económicas, la búsqueda de seguridad económica prima
frente a otras circunstancias. Las familias recompuestas surgen de los
modelos emergentes de uniones de hecho y las monoparentales. Este
modelo plantea una definición de “padre” que incluye tres criterios
la parentalidad biológica, la parentalidad doméstica y la parentalidad
doméstica (Dubelly, 1997; Théry, 1997).

En la población atlanticense hay pocos estudios realizados en las que


los resultados indiquen que la violencia sexual está presente en la
población menor de 19 años, provenientes de los diferentes tipos y
modelos de familia, y en contexto de inequidades presentes en los
determinantes sociales de salud, donde los roles de sexo y recono-
cimiento de género se constituyen en factores de riesgo frente a la
violencia, a la discriminación y a la deserción escolar. En las adoles-
centes, los trastornos alimentarios, como la anorexia y la bulimia se
manifiestan en alta prevalencia durante el período de abuso y durante
el período gestacional, especialmente cuando el responsable es un
miembro de la familia. El incesto ha sido registrado como un evento
y un tabú presente en la comunidad del departamento de Santander.

41
Inés Sofía Morales Salcedo
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

En el incesto hay manipulación del vínculo familiar (Dallo-Arenales et


al, 2008; Galindo -Roa, 2005).

MARCO CONCEPTUAL SOCIOANTROPOLÓGICO DEL


EMBARAZO DESDE LA TEORÍA DE MICHAEL FOUCAULT (2001)
En el ámbito de la violencia que surge en espacios vacíos, espacios
de comfort y de caos, el monstruo, en su contextualización biológica
abusa del poder; puede en la investidura que le ha sido otorgada
combinar lo imposible y lo prohibido, este monstruo produce errores,
infracciones que violan la ley, obtiene el poder de controlar los efectos,
impidiendo la voz de protesta y de reclamaciones. Es el monstruo
que detecta los errores en la prestación de servicios de salud, que
por el poder de la sumisión que encuentra, se mantiene y se vuelve
recurrente. La suspicacia. Como recurrentes son los embarazos en
adolescentes en sociedades de derecho y legítimación de las ofensas
frente al silencio y a la complicidad de las estructuras que crean las
prohibiciones, los castigos y las recompensas.

La figura del “monstruo humano”, que representa la Ley que en su


esencia jurídica viola las leyes de la sociedad y de la naturaleza. Es un
ser cosmológico y anticosmológico.

Monstruo que representa la dicotomía, la mezcla del defecto y del


monstruo; del hermafrodita, del recién nacido que nace con una
malformación congénita, que vive y muere. En este contexto, el
nacimiento de niños de bajo peso al nacer17 y su mortalidad explica el
simbolismo del monstruo producto de un embarazo no deseado en
la adolescencia y de la transgresión de las leyes naturales, jurídicas,

17 Las evidencias médicas indican que 1 de cada 6 embarazos en adolescentes tienen producto
final con bajo peso al nacer (OMS, 2013). En el ámbito de las enfermedades infecciosas y
maternas perinatales, la prevalencia de bajo peso al nacer constituye uno de los principales
factores de riesgo para la mortalidad neonatal. Durante el quinquenio 2005-2010 ha tenido
una tendencia constante al incremento. Alrededor del 9 % de los niños nacen con un peso
inferior a 2.500 gramos (PDSP, 2013, p.65).

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Universidad del Atlántico
Corporalidad de la violencia que embaraza a la adolescente y trastornos alimentarios:
paradigma de los objetivos de desarrollo sostenible

sociales y religiosas. La aparición del monstruo genera desorden y


caos en las comunidades que precedieron al siglo XXI y a las de este
milenio.

Frente a estas circunstancias, la adolescente embarazada, que otrora


era considerada mujer símbolo de pureza y visión angelical, en el
siglo XIX se convierte en uno de los tres dominios que representaban
la anomalía. La anomalía de la sociedad representada por figuras
monstruosas, individuales todas que al reunirse producen el caos.

¿Qué debe hacer la mujer adolescente embarazada para prevenir la


aparición y llegada del monstruo? ¿Quién debe vivir, a quien se debe
someter a una cirugía en el caso de siameses y en realidades que
atribuyen la presencia del mal en estos eventos? ¿Quién debe preva-
lecer entre el hombre o la mujer que se encuentran recluidos en un
solo cuerpo?

Aquí es donde surgen las actitudes y miedos desde lo legal y lo


médico que llevan a la práctica de abortos inducidos, a las complica-
ciones derivadas de procedimientos artesanales, sin las condiciones
que por ley deben revivir las mujeres que opten por abortar en un
tiempo establecido legalmente y por las circunstancias igualmente
establecidas por el Monstruo legal.

El cuerpo de la adolescente se manifiesta frente a la agresión por el


abuso y refleja huellas de su rechazo a un estado no deseado. Abortos
o amenazas de aborto son el reflejo del reconocimiento de la agresión
o no planificación del embarazo. Esta situación de salud pública, que
refleja las condiciones en que adolescentes de estratos sociocultu-
rales y económicos viven el embarazo se asocian en muchas ocasiones
a la mortalidad materna. El nacimiento del monstruo que habrá que
corregir, del monstruo, monstruo que en la sociedad donde aparece,

43
Inés Sofía Morales Salcedo
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

donde nace carece de derechos por los sucesos que le preceden y


que le llevan a la estigmatización por su condición de monstruo.

En el reconocimiento de la sexualidad en la mujer adolescente, el


discurso médico de la antigüedad es de reprensión, de acusación y
juicio sobre la moral y la honradez de la mujer que vive su sexualidad
fuera de las normas establecidas. Impureza, ruindad, fealdad, desen-
freno es la corporalización que se da a la mujer activa sexualmente.
El médico se ve impedido a pronunciar los nombres de los órganos
sexuales femeninos. Hablar de sexualidad limita y reconoce solo en la
creencia de la Santidad de María “que lleva a nuestro Salvador en su
seno” (Foucault, 2001).

Con la institución del matrimonio reconocido como un acto y ceremonia


sagrada, las relaciones sexuales son legalizadas, aceptadas y pierden
su connotación de pecaminosas, siempre que sean realizadas en el
vínculo del sacramento instituido. Esto presupone una nueva corpo-
ralidad para la vagina y el útero de la mujer. La “matriz” es un templo
digno de amor, divino y milagroso; es potencialmente “un precepto
divino”. La mujer es venerada e instituida como guardiana del hogar,
responsable por proteger y dar en herencia los bienes a sus descen-
dientes.

Con ese reconocimiento de la mujer, el médico del siglo XVII explora


la “matriz” sagrada. El desconocimiento que el médico tiene de las
funciones y funcionamiento de la misma y al “vergonzoso silencio”,
sinónimo de ignorancia y del Monstruo Corregido, segundo monstruo
identificado en la sociedad del siglo XVIII y XIX. El silencio vergonzoso
es asociado entonces a la mortalidad materna, a la muerte neonatal y a
los mortinatos. En esta relación el cuerpo de la mujer es sometido con
el simbolismo de lo sagrado unido al poder del sistema económico y
social del matrimonio.

44
Universidad del Atlántico
Corporalidad de la violencia que embaraza a la adolescente y trastornos alimentarios:
paradigma de los objetivos de desarrollo sostenible

Y es aquí, donde Foucault introduce la segunda figura del Monstruo


que representa al individuo que debe ser corregido. Este monstruo
es representado en el arte, en la escrita y hace su aparición en la
sociedad del siglo XVII y XVIII. Un monstruo con límites y escenario
delimitado para actuar y ejercer su poder: la familia. Las relaciones se
establecen entre las instituciones comunitarias que lo reconocen y él
reconoce, la escuela, la iglesia, el centro de salud. En esos espacios se
encuentra el individuo a corregir, no hay que descubrirlo, él está a la
espera de esa interacción. Aquí, el adolescente y el niño representan
el monstruo que surge frente a las asimetrías de género, de roles, y al
que en su inconformidad exige el derecho de ser oído, de escuchar
su voz. En la violencia intrafamiliar o intracomunitaria, el abuso o la
violación sexual, el embarazo adolescente se constituye en un acto
merecedor que permitirá la corrección del comportamiento.

La tercera figura del monstruo, es la masturbación, que representa el


reconocimiento del cuerpo por el propio cuerpo, en el silencio y en el
espacio estrecho de su propio cuerpo. Es un monstruo universal que
hasta el siglo XIX y XX, se ocultaba en una máscara perfecta, en el
secreto que solo le pertenece al detentor del secreto.

A este fenómeno, a este monstruo se le atribuyen las enfermedades


que hasta el siglo XIX y XX, no tenían una causalidad evidenciada en
hombres y en mujeres indistintamente de la edad. Los tres monstruos
en espacios reducidos se superponen y conviven en un solo cuerpo,
representando la desviación sexual, las patologías que son identi-
ficadas y ejecutadas en el mismo espacio. Un solo Monstruo. Ser
desagradable, malvado y repugnante. Un ser que utiliza la mentira,
culpabilizando al próximo, para justificar el resultado de la satis-
facción de su cuerpo en otro cuerpo, distante y sin vínculo familiar.
Un monstruo que desequilibra la familia y su entorno social (Foucault,
2001-2002).

45
Inés Sofía Morales Salcedo
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Desde este enfoque la mujer y el hombre adolescente vivencia en su


desarrollo sexual los monstruos que la sociedad identifica, aprueba
o reprueba, y en la búsqueda de su “libre ejercicio de derechos” el
embarazo adolescente surge en la sociedad que ignora y reconoci-
miento o no la mostruosidad del poder de la sexualidad sin control,
sin responsabilidad y/o en situaciones de violencia entre pares o intra-
familiar.

CONCLUSIONES

Con esta descripción básica del perfil epidemiológico y cultural


del Mundo tomado de diversos estudios internacionales y nacio-
nales, el Gobierno de Colombia ha construido políticas de salud con
enfoque diferencial e inclusivo y aborda la Prevención del Embarazo
en los Adolescentes con el propósito de cumplir con los Objetivos
del Desarrollo del Milenio n.3 y n.5 y con el Objetivo de Desarrollo
Sustentable 3, Garantizar una vida sana y promover el bienestar para
todas y todos en todas las edades, desde la Constitución Colombiana
y durante el siglo XXI se han consolidado acciones y estrategias que
procuran garantizar entre otros, el derecho a la salud de sus ciuda-
danos en las diferentes regiones geográficas del país con enfoque de
género y en especial la atención y la intervención del embarazo en los
adolescentes.

La participación ciudadana, la comunicación por medios de comuni-


cación y el oir-escuchar a los adolescentes se constituye en una de las
estrategias planteadas para el diagnóstico situacional:

“Influyen más los pares que el Programa de Educación para la


Sexualidad y Construcción de Ciudadanía”… “la sexualidad es algo
cotidiano, personal, íntimo”, “nadie debe intervenir, sobre todo los
adultos”, “es algo de lo que no hay que estar hablando constante-
mente”; “los jóvenes y las niñas se asesoran mutuamente, porque

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Universidad del Atlántico
Corporalidad de la violencia que embaraza a la adolescente y trastornos alimentarios:
paradigma de los objetivos de desarrollo sostenible

prefieren hablar entre ellos que con los adultos, pero también les
llega lo que les da el colegio y la familia”. (Gallo, 2008 en Conpes
147, p.6)

El enfoque formulado en las políticas de salud de los colombianos


retoma lo expresado en las orientaciones internacionales así:

“En vez de considerar la prevención de los problemas de los jóvenes,


el desarrollo de los jóvenes y el desarrollo de la comunidad como
prioridades que compiten entre sí, se deben considerar como metas
inseparables”… “el bienestar social, físico y cívico, y las habili-
dades vocacionales que permitan a los jóvenes afirmarse como
individuos, facilitar escenarios en donde se propicien relaciones
significativas (“connectedness”), ser queridos y comprometidos,
tener un fuerte sentido de seguridad y estructura, un sentido de
pertenencia, además de un sentido de propósito, de responsabi-
lidad y de ser valiosos”. (Schutt-Aine, J. Maddaleno in CONPES,
2003, p.7).

Esta corta revisión del estado del arte del embarazo producto de la
violencia en la adolescencia ha permitido desde la perspectiva de Salud
pública de lo internacional a lo nacional, la identificación de factores
de riesgo presentes en el embarazo adolescente y que permitirán el
establecimiento de acciones que pretendan abordar su prevención
y/o control, así como también la disminución de los efectos negativos
en la calidad de vida del trinomio madre-hijo18-padre, con enfoque de
género y con la mirada hacia la intervención socioantropológica nutri-

18 Las evidencias indican que 1 de cada 6 embarazos en adolescentes tienen producto final con
bajo peso al nacer (OMS, 2013). En el ámbito de las enfermedades infecciosas y maternas
perinatales, la prevalencia de bajo peso al nacer constituye uno de los principales factores
de riesgo para la mortalidad neonatal. Durante el quinquenio 2005-2010 ha tenido una ten-
dencia constante al incremento. Alrededor del 9 % de los niños nacen con un peso inferior
a 2.500 gramos (PDSP, 2013, p.65).

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Inés Sofía Morales Salcedo
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

cional y alimentaria de los trastornos de la conducta alimentaria poco


explorada en Colombia y en especial en el territorio atlanticense.

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Inés Sofía Morales Salcedo
55

REFLEXIONES SOBRE EL CUERPO


Y LA SUBJETIVIDAD FEMENINA
DESDE LA DIVERSIDAD SEXUAL EN
EL CONFLICTO COLOMBIANO
Darling Ayala Freites
Sarelys Avendaño Escobar

INTRODUCCIÓN

En la contemporaneidad el cuerpo es objeto de reflexión constante.


El feminismo, la filosofía, la sociología y los estudios de género
nos brindan distintas miradas, encontrando en este un espacio de
articulación, intersección de saberes interdisciplinarios donde se
puede analizar y estudiar al ser desde sus singularidades y diferencias
en contextos y problemáticas de afectación directa, como lo es el
conflicto armado colombiano. Aquí, donde el cuerpo de las mujeres
es instrumento de guerra y la subjetividad femenina y diversidad
sexual poco se expresa. Por lo tanto, es necesario abordarlo, pregun-
tarse, ¿qué pasa con estos elementos dentro del conflicto armado?
¿Cómo estamos mirando el cuerpo desde la diversidad sexual en
el conflicto armado colombiano? ¿Cuáles son los imaginarios del
cuerpo “femenino” en los contextos del conflicto? En últimas, ¿cuál
es la importancia de una nueva concepción del cuerpo para el desar-
rollo de nuevas subjetividades femeninas que permitan el libre y
pleno desarrollo de la ciudadanía después del conflicto armado? El
presente capítulo pretende reflexionar en torno a estos interrogantes

Universidad del Atlántico


Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

para develar que la mirada del cuerpo “femenino”, proveniente


de pensamientos machistas, religiosos y violentos, en situación de
conflicto armado, afecta doblemente a las mujeres lesbianas en tanto
que las invisibiliza, impidiendo el cultivo de una nueva subjetividad
femenina que busque la superación del conflicto y la resiliencia. Y
es que la poca documentación de casos en términos comparativos
con los hombres, y por supuesto, su casi inexistencia en la población
LGBTI hacen que no sea posible tener una mirada real de lo que pasó
con ellas durante el conflicto.

El conflicto armado colombiano es el reflejo del país y de la historia


misma de la humanidad, roles de dominación, poder y violencia.
Formas cotidianas de relacionarse desde la fuerza y la sumisión,
situaciones aceptadas socialmente que van más allá de los actores
armados y que tocan nuestras convicciones más íntimas sobre mascu-
linidad y feminidad. En este sentido, es un escenario interesante para
pensar y entender lo femenino en transformación permanente, mirar
la posición de las nuevas ciudadanías que propenden por el desarrollo
de subjetividades femeninas libres y diversas, identificadas dentro de
un grupo poblacional como la comunidad LGBTI que abre la puerta a
la reivindicación de los derechos humanos y civiles pero se olvida del
análisis de cuestiones específicas vividas por las mujeres lesbianas, así
como la manera de percibirse dentro de la guerra.

Hay que mencionar que esta apuesta reflexiva, dividida en tres


momentos, constituye un conjunto de miradas filosóficas y socioló-
gicas en torno al cuerpo femenino en el contexto de la diversidad
sexual y el conflicto armado en Colombia. En primer lugar, aparece
una radiografía de los orígenes del conflicto y los intentos de
negociación entre el Estado y los actores armados, permitiéndonos
llegar al momento actual, el proceso de reconocimiento, memoria y
situación de las víctimas, mujeres lesbianas en el conflicto armado. En

56
Universidad del Atlántico
Reflexiones sobre el cuerpo y la subjetividad femenina desde
la diversidad sexual en el conflicto colombiano

segundo instante, los imaginarios del cuerpo femenino y la diversidad


sexual en el conflicto armado colombiano, vislumbrando la situación
de las mujeres lesbianas que al remitirlas al grupo LGBTI se invisibiliza
aún más puesto que los hombres gozan de mayor juego político y
en el grupo poblacional de mujeres, son excluidas. El tercer y último
momento, responde a la propuesta de una nueva visión de cuerpo
femenino que dé paso al cultivo de subjetividades que conviven y
nacen desde la diferencia, cimentadas en el deseo y la imaginación,
matices que recoge la figura del sujeto nómade propuesta por la
filósofa Rosi Braidotti, entre otros autores, que constituyen la columna
teórica de esta reflexión.

RADIOGRAFÍA DEL CONFLICTO EN COLOMBIA


La violencia en Colombia es conocida como el período de tensión
social entre los partidos liberal y conservador que se da en la mitad
del decenio de los años cuarenta hasta la mitad de los sesenta. Sin
embargo, “la modalidad de violencia en el ejercicio de la política logró
extenderse hasta llegar a la confrontación armada entre gobierno y
grupos planteados como revolucionarios” (Ortiz, 1995, p.371).

Una vez resuelta las disputas bipartidistas con la creación del Frente
Nacional, en el cual se propone alternar el poder entre los partidos
tradicionales, los nuevos actores sociales entran en escena mostrando
su inconformismo con las decisiones del Gobierno. La expansión del
capitalismo y la necesidad de subsanar los problemas económicos,
sumado a la idea de modernidad del Estado y de centralizar el poder,
trajo como consecuencia el descontento por parte del campesinado
quienes se consideraron excluidos del proyecto de modernidad que
el Estado tenía pensado. Luego, el abandono de este último hizo
que los campesinos apoyaran a los grupos “rebeldes” no informando
sobre la presencia de grupos armados en la zona, proporcionándoles
alimentos, entre otras acciones. Entonces, el respaldo del campesinado

57
Darling Ayala Freites - Sarelys Avendaño Escobar
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

fue importante para el sostenimiento y continuidad de la lucha pero


no determinante ya que los grupos insurgentes no lograron tomarse
el poder. El movimiento insurgente se desarrolló en las áreas rurales,
pero tuvo sus áreas de influencia en las zonas urbanas como lo fue el
Movimiento 19 de abril (M-19).

Cabe resaltar la influencia de otros factores que le impidieron a los


movimientos insurgentes alcanzar el acceso al poder, entre ellos se
destaca el carácter heterogéneo, la falta de unificación, la diversidad
de ideologías para determinar lo que querían lograr. No obstante,
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), las
Autodefensas unidas de Colombia (AUC) y demás movimientos al
margen de la ley, según el autor Eduardo Pizarro (2004), logran legíti-
marse en aquellas regiones que denominó “zonas de frontera” para
referirse aquellas regiones en las cuales el Estado no puede llegar
como figura interventora, y por ello, las guerrillas suplen esa necesidad
legitimándose de tal manera que encuentra respaldo en dichas pobla-
ciones para administrar la justicia, brindar recursos y protección, como
es el caso del departamento del Guaviare.

Empero, lo que termina ocurriendo según Pizarro (2004), es un


“empate negativo” en el cual no logra imponerse el Estado sobre
la guerrilla, ni esta sobre el Estado, dándose en últimas una guerra
prolongada. Si bien la guerrilla tiene claro que ya no va a detentar el
poder por la vía política, quiere que se lleven a cabo ciertas reformas
por las cuales ha peleado, pretendiendo desgastar los recursos del
Estado.

El Estado, para socavar el conflicto opta por la vía del diálogo y de


los Acuerdos de Paz, ofreciéndole a los grupos insurgentes ciertas
prebendas a cambio de dejar las armas y reincorporarse a la vida
civil. En este recorrido los llamamientos a una apertura democrática
y la propuesta de una tregua entre grupos armados por parte del

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Universidad del Atlántico
Reflexiones sobre el cuerpo y la subjetividad femenina desde
la diversidad sexual en el conflicto colombiano

entonces presidente Belisario Betancur, no dio los mejores resul-


tados. Luego, los mandatos de los presidentes Gaviria y Samper
replantearon la manera de atacar a la guerrilla, se implementó la
reforma constitucional de 1991, la cual logra recoger mucha de las
ideas de los grupos insurgentes declarando a Colombia como un
país multiétnico y pluricultural, además de un modelo neoliberal para
reducir el papel del Estado en el ámbito de la educación y la salud.
Mientras que la guerrilla incrementa la capacidad bélica y se expande
a zonas articuladas con la vida política y económica de la nación.

Podemos decir que los procesos de paz en nuestro país constituyeron


modelos de ensayo-error que no lograron concretarse pero, que sin
duda fueron experiencias previas importantes en tanto que señalaron
el sendero, la necesidad de construir memoria, reconciliación y justicia
que se debe aplicar para resarcir a quienes han vivido la guerra. En
este contexto el Gobierno de Juan Manuel Santos retoma el proceso
de paz, teniendo a Cuba como país garante, donde se dialogaría
sobre la situación que ha afectado al país por más de 50 años. Allí, un
hecho importante es la polarización en la ciudadanía, sectores insat-
isfechos con lo propuesto y otros a favor, sin olvidar que el conflicto
armado cobró millones de vidas, desplazamientos forzosos, separa-
ciones familiares, agresiones a la comunidad LGBTI y violaciones a un
sin número de mujeres cuyos cuerpos fueron tomados como instru-
mento de guerra en las distintas regiones del país.

En este punto es importante hablar de las mujeres dentro del conflicto


y del posconflicto, no solo como víctimas, sino también como victi-
marias. El rol de las mujeres en la solución del conflicto armado ha
sido el de sujetas activas, según la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) Mujeres (2017):

La participación de las mujeres en el proceso de paz en Colombia


entre el Gobierno y las FARC-EP, ha sido una realidad. En las Mesas

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Darling Ayala Freites - Sarelys Avendaño Escobar
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

de trabajo regionales para contribuir al fin del conflicto, el 46 % de


las participantes fueron mujeres, que aportaron con sus propuestas
acerca de la verdad y los derechos de las víctimas; en los Foros
Nacionales representaron el 40 % de los participantes que contribu-
yeron a analizar 4 de los puntos del Acuerdo sobre desarrollo integral
agrario, participación política, solución a las drogas ilícitas, y derechos
de las víctimas. (p.1)

Las mujeres víctimas tienen un papel preponderante, ya no son una


cifra más entre los muertos que deja el conflicto, son actores que
cobran vida, tienen algo que contar y es que la reparación y las
garantías de no repetición contribuyen a que ellas –todas– alcemos
la voz en contra de los atropellos cometidos con nuestros cuerpos,
identidades y diversidad.

CULTURA, CONFLICTO Y MUJERES EN DIVERSIDAD


El discurso de los derechos humanos y las ciudadanías se ha consti-
tuido en un componente importante de las democracias en vía de
desarrollo porque legítiman unos derechos sociales, económicos
y políticos a partir de reformas públicas que deberían beneficiar a
todos los grupos sociales. Ahora bien, hablar de derechos humanos
en tiempos de crisis social, política, económica y procesos de paz
implica cuestionarse las posibilidades reales de estos en situaciones
de conflicto armado o violencia, más aún, revisar qué tan real es el
discurso de derechos humanos en grupos poblacionales que han
sido históricamente maltratados y excluidos, como las mujeres que a
pesar de sus diferencias (raza, nivel económico, educativo, orientación
sexual), todas tienen en común contextos de dominación sutiles y
algunos muy marcados, definidos desde las historias personales,
grupales y comunitarias. ¿Existe ante esto alguna estructura lógica que
lo justifique? desde una postura cultural no se encuentran evidencias
históricas contrarias, más bien se constatan y se validan como acciones

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Universidad del Atlántico
Reflexiones sobre el cuerpo y la subjetividad femenina desde
la diversidad sexual en el conflicto colombiano

encaminadas al orden social y cultural de forma legítima en la cual los


actores armados no son ajenos.

Los aportes del pensamiento feminista se han reflejado en mostrar


la reafirmación de la opresión y de la desigualdad manifestada en la
asignación de roles por razón de género, donde las más afectadas y a
la vez reproductoras de ellos son las mujeres, que conjuntamente con
los hombres dan perpetuación a la dominación. Vemos pues que las
diferencias no es un asunto que compete a los dos sexos biológica-
mente aceptados, sino que trasciende todas las esferas de la vida, un
ejemplo es la legítimación de los derechos humanos que hoy permite
hablar de víctimas desde un enfoque diferencial y circunstancial que
lejos de ser negativo para quienes están ahí, porque la lesbianidad
solo ha tendido a ser invisible, les da un lugar especial para reivindicar,
entender y, por supuesto, proteger.

La lesbianidad en el conflicto armado marcó diferencias, convir-


tiéndola en el pretexto para imponer la creencia de que es contra-
natural amar a las mujeres y desechar a los hombres del escenario
erótico-afectivo, empezaron a reproducirse las miradas discrimi-
natorias y misóginas que abrieron un lastre repulsivo sustentados
en los imaginarios, consolidándose “las condiciones reproductivas
del poder producido; es decir, garantizan la continuidad del poder
producido” (Fernández, 1993, p.240); luego los imaginarios tienen
en su fondo histórico e ideológico reproducir percepciones alteradas
de lo real, obligando a racionalizar las conductas de las mujeres
desde la mirada del patriarcado que hilan fino; el poder y la violencia
encierran imágenes que parten desde lo atroz, lo cual obliga a las
mujeres lesbianas a interrogarse constantemente desde sus acciones
más cotidianas el cómo responder al modelo social establecido que
las imagina fijas, homogéneas y al hacerlo, las limita creando muros

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Darling Ayala Freites - Sarelys Avendaño Escobar
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

alrededor que cierran las posibilidades de subjetividad que permite


hacer de sus cuerpos un lugar de derechos humanos y no de conflicto.

Es notable que la visibilización de la diversidad sexual esté más


documentada para los hombres, foco permanente de juicios desde
su feminidad, pero la masculinidad de las mujeres está más allá de
la comprensión de lo humano, subvierte el orden bíblico y al hacerlo
recarga en su contra el odio de la cultura patriarcal. Se puede decir
que la cultura se ha ocupado de hablar solamente de los gays, invisi-
lizando en el proceso a las mujeres lesbianas. Ahora bien, ¿cómo se
reproducen tantas ideas acerca de lo femenino? A través del cuerpo,
controlado y subyugado por el sistema patriarcal que representa el
poder simbólico, el discurso y la legitimidad cultural como recurso de
primera mano que organiza las acciones y el universo de la vida de
las mujeres en el mundo y especialmente, en situación de conflicto
armado.

La violencia contra las mujeres en ese sentido es la perpetuación


de imaginarios que repercuten en el ser, no construidos desde sus
miradas, sino a partir de los otros, y es que la posesión fragmenta
la subjetividad de las mujeres y permite la desestructuración síquica.
Como lo menciona Velázquez (2003) en su texto Violencias cotidianas,
violencia de género:

La ideología dominante privilegia valores que hacen invisible las


violencias […] Desestructuración síquica que es el elemento clave
en la perpetuación de las violencias, imaginadas, naturalizadas y
creadas en los discursos de la organización social y cultural del
mundo. (p.30)

La cultura, cimentada en el patriarcado, percibe a todas las mujeres


como iguales, todas vistas desde su biología, pensadas en utilidad de
su aporte reproductivo y del cuidado que le brindan a la sociedad,

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Reflexiones sobre el cuerpo y la subjetividad femenina desde
la diversidad sexual en el conflicto colombiano

sesgadas de sus particularidades y sexualidades, todas son lo mismo


desde la cultura, y es que la diversidad de las mujeres no es ocupación
especial de análisis porque el cuerpo femenino se piensa desde la
homogeneidad y no en la diversidad. Dadas estas condiciones cultu-
rales, pensar las diferencias no ha sido un trabajo fácil en la teoría,
siendo mucho más acuciante vivir las diferencias en lo cotidiano por
la configuración de esencialismos que parten del cuerpo, como es
la condición biológica del sexo. En el caso de la guerra, se aniquila
lo opuesto a sus intereses culturales e ideológicos, transformando la
cotidianidad, los actores armados impusieron reglas donde la diver-
sidad sexual es negativa, la división entre los grupos poblacionales,
heterosexuales y homosexuales afectó a todas las mujeres, especial-
mente a las lesbianas que sin culpa alguna padecieron el doble castigo,
en el que su cuerpo era un lugar para demostrarle a los otros que las
“aberraciones” se podían corregir, además del poder y el control que
tenían en esa poblaciones.

Por tal razón, nace el enfoque de género, que hizo posible enfatizar en
la igualdad en la implementación del Acuerdo de paz, cuyo objetivo
sería que mujeres, hombres, homosexuales y heterosexuales parti-
cipen y se beneficien de la igualdad de derechos como apuesta priori-
taria en miras al logro de una paz estable y duradera.

La situación de Latinoamérica y Colombia con respecto a la violencia


ejercida, en el conflicto armado, contra la población LGBTI está
marcada por la sevicia, generar en estas personas el mayor dolor
posible, a la vez para que sirva de ejemplo en los otros u otras, es
la intención. Aquí, los imaginarios constituyen un abanico de tergi-
versación de la cruel realidad que padecen las mujeres lesbianas en
zonas de conflicto armado, las amenazas representadas en panfletos
evidencian no solo el castigo latente, sino también el lenguaje discri-
minatorio y lleno de prejuicios. Según el Informe de Violencia hacia
personas LGBT en Colombia (2015):

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Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Expresiones como “maricas”, “areperas”, “promiscuos”,


“desviados” o “pervertidos”, son términos cotidianos, despec-
tivos y cargados de prejuicio utilizados para hacer referencia a las
personas LGBT. Adicionalmente, a través del lenguaje utilizado en
los panfletos se suele asociar de manera automática a las personas
LGBT con otros grupos poblacionales que se encuentran en
situación de vulnerabilidad. (Colombia Diversa, Caribe Afirmativo y
Santamaría Fundación, p.113)

Es importante destacar que en el año 2015 fueron asesinadas once


mujeres lesbianas de las cuales, Valle del Cauca y Magdalena presen-
taron tres y dos víctimas, respectivamente el modo de ultimarlas fue
asfixia, arma de fuego y arma blanca; las razones: perjuicio hacia la
orientación sexual de las víctimas; tres de la víctimas registradas se
encontraban con sus parejas, una asesinada por su exparejam otra
por amenazas por su orientación sexual; en el informe de Caribe
Afirmativo, Colombia Diversa & Santamaría Fundación presentado en
2015, se concluyó que la visibilidad de la orientación sexual, sería el
detonante de estas agresiones, el hecho de subvertir el orden hetero-
sexual suele ser una causa de este tipo de acciones, la cultura de la
subordinación de las mujeres parece no ser una posibilidad para las
lesbianas.

Tres elementos se rescatan de este acercamiento, uno que entiende


el cuerpo como botín de guerra; el segundo, que está enmarcado
en la imposición de valores reconocidos por los actores armados
como el ideal de las costumbres morales. Y por último, la diferen-
ciación de las mujeres dentro del territorio que era invadido porque
representaban, según su función en la vida comunitaria, ejemplo de
deshonra o no. En este punto, las violaciones eran legítimadas como
control, pero tenían especial interés en las mujeres que generaban
para la comunidad llamados de atención, en los casos de lesbianas la

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Universidad del Atlántico
Reflexiones sobre el cuerpo y la subjetividad femenina desde
la diversidad sexual en el conflicto colombiano

violación era correctiva proponía además la visibilización del hecho,


por ser lesbianas, por transgresoras de la pauta moral generando así
un mensaje específico en el cual la responsabilidad de las víctimas
estaba en el hecho de elección amorosa, se soportaba la violencia en
los imaginarios que las personas tienen de las lesbianas como mujeres
que quieren ser hombres o con desórdenes mentales, facilitando así
un clima de odio hacia ellas durante y después del hecho violento, en
ese aspecto, las construcciones de imaginarios facilitó la legítimación
de las acciones violentas.

IMAGINARIOS, MUJERES LESBIANAS Y CONFLICTO

Los imaginarios sociales, actúan como detonantes de situaciones


específicas con respecto a poblaciones, además, a partir de su
metodología se pueden entender distintos fenómenos.

Lo imaginario, o más precisamente, un imaginario, es un conjunto


real y complejo de imágenes mentales, independientes de los
criterios científicos de verdad y producidos en una sociedad a
partir de herencias, creaciones y transferencias relativamente
consientes; conjunto que funciona de diversas maneras en una
época determinada y que transforma en una multiplicidad de
ritmos. Conjunto de imágenes mentales que sirve de producciones
estéticas, literarias y morales, pero también políticas, científicas y
otras, como diferentes formas de memoria colectiva y de prácticas
sociales para sobrevivir y ser trasmitido. (Escobar, 2000, como se
citó en Martínez & Muñoz, 2009, p.210)

Que las lesbianas son anormales, que no pueden criar a sus hijos, que
no son mujeres, estas tres percepciones de ser lesbiana están ligadas
a la historia de la imagen mental que se tiene del hecho, distorsiona la
realidad produciendo criterios que no son discutidos son dado como
verdades absolutas, en el informe de Centro de Memoria Histórica,

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Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

titulado Aniquilar la Diferencia (2015), estos testimonios corroboran


lo dicho:

Patricia, una mujer lesbiana de 32 años, tres paramilitares en Bolívar


la drogaron y la violaron. Producto de ese abuso, nació un niño,
que tiempo después le arrebataron sus padres considerando que
por gustarle las mujeres, no era apta para criarlo.” Ni siquiera las
sesiones de exorcismo lograron que ella cambiara su orientación
sexual. “Me llevaron al psicólogo, al psiquiatra, ante un sacerdote,
decían que como yo era así se me había metido el diablo”. Mientras
tanto, a casi 700 kilómetros, en Nariño, Alejandra, también lesbiana,
relata el temor que vivió cuando guerrilleros irrumpieron en su casa
y la amenazaron. Con una escena más: su padre, al enterarse de su
orientación sexual en boca de los subversivos que le gritaban que
la iban a enseñar qué es ser mujer, le pegó una cachetada seguida
de un puño en el rostro.

Se puede apreciar el juicio de los hombres, el padre y los agresores,


sintiéndose ofendidos, manifestando solidaridad masculina que dirige
la agresión de forma espontánea porque:

A través de los procesos de socialización diferencial, que difunden


las creencias y actitudes (misóginas) que genera la cultura patriarcal
y se aprenden “los modelos normativos de lo que es ser un hombre
masculino y una mujer femenina” (Esperanza Boch Fiol y Victoria
Ferrer, 2014), a los que autoras como Marcela Lagarde (1999, 2005)
denominan mandatos de género. Estos modelos de masculinidad
y feminidad nos sirven de referencia y condicionan nuestras expec-
tativas, nuestras conductas y los escenarios en los que vamos a
desarrollarlas (ámbito público o privado). (Esperanza Boch Fiol y
Victoria Ferrer, 2014 citado por Llorens Aguado, 2014, p.34)

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Reflexiones sobre el cuerpo y la subjetividad femenina desde
la diversidad sexual en el conflicto colombiano

Estos esquemas en sí llevan una conexión con el mundo social,


haciendo posible que aspectos de la vida queden fijados como
una organización de la biografía de las personas, alterar este orden
supone una pérdida de legítimación desde lo cultural. Ahora, todo
cuento envuelve a las mujeres, tiene una marca de obediencia que las
lesbianas rompen y al hacerlo, rompen el molde de una estructura que
define y cambia el mundo de la vida.

Raquel Osborne (1993), citando a Koedt (1970):

Destaca el miedo de los hombres a no resultar necesarios, pero,


sobre todo, realiza la importante distinción entre heterosexualidad
e institución heterosexual, de esta forma, al convertirse la primera
en una opción, los fundamentos de su funcionamiento pueden
ser cuestionados y se abren las puertas al lesbianismo como una
posibilidad más. (p.112)

Se puede afirmar que los imaginarios en esa medida se configuran


como elementos que han determinado la identidad. Más allá de la
actividad consciente de institucionalización, las instituciones encon-
traron su fuente en el imaginario social. “Un imaginario no es necesa-
riamente material: es una realidad imaginada – real contingente a la
imaginación de un sujeto social concreto. Por supuesto, hay diversas
visiones sobre el estatus ontológico del imaginario colectivo”.
(Anonymous, 2013, p.433)

Esta definición constata que la sociedad, como afirma Castoriadis


(1975; citado por Cabrera, s.f): “plantea la exigencia de la signifi-
cación como universal y total, en tanto postula su mundo de las signi-
ficaciones como aquello que permite satisfacer esta exigencia” (p.4).

La mirada hacia las lesbianas tiene en su construcción teórica y fenome-


nológica elementos amplios de análisis, en esa medida se corre el

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Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

riesgo de tratar de hablar de todo y no concretar, quizá este sea uno


de los problemas recurrentes de ciertos temas, su poco conocimiento
plagado de ideas que conceptualmente no logran abarcar el universo
de la realidad. Con relación a esto, Platero (2009) afirma que:

Existe un gran consenso a la hora de señalar que “lesbiana” es una


etiqueta para una experiencia a menudo tan diversa, con un grado
de indefinición tal, que es difícil de delimitar y que, sin embargo,
todavía contiene una utilidad estratégica. (p.38)

De manera que los roles históricamente establecidos hacen meya


en cómo nos vemos y lo que representamos desde nuestro género,
convirtiendo en una tarea casi titánica romper el molde, modificar
estereotipos socioculturales prefijados y salir airosos en el intento,
pues ir más allá de eso, es llegar a lo desconocido. Entre otras cosas,
porque romper los esquemas de la cultura sugiere una represalia, esta
se ha inscrito en la violencia, en la anulación y por supuesto en la
satanización de una opción válida como proceso humano, como lo
diría Platero (2009): “la sociedad castiga y señala en las mujeres tanto
las transgresiones y rupturas con el comportamiento señalado como
propio y exclusivo de los varones, como la orientación sexual lésbica”
(p.37).

Ahora, este complejo de suposiciones deja preguntas que tienen que


ver con el tema de la identidad y por su puesto con los imaginarios
acerca de esa construcción histórica, esto tiene elementos contex-
tuales de género algo que supone una claridad en el concepto como
lo expresa Restrepo (2007): “las identidades son construcciones histó-
ricas y como tales, condensan, decantan y recrean experiencias e
imaginarios colectivos (p.25).

Una realidad que se escurre en todas las formas de reproducirla, el cine,


la literatura y medios de comunicación alimentan y forman a públicos

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Reflexiones sobre el cuerpo y la subjetividad femenina desde
la diversidad sexual en el conflicto colombiano

diversos sobre aspectos de las mujeres lesbianas, que obedecen casi


siempre a una ideología cimentada en medias verdades o medias
mentiras como sinónimo de lo real. Pisano (2004) afirma:

Las mujeres hemos sostenido largas luchas externas e internas con


nuestras capacidades, de querer ser actuante de nuestros deseos,
de entendernos mujer en lo individual y mujeres en lo colectivo.
Nuestro diálogo fundamentalmente ha sido de feminidad a
feminidad, es decir siempre en el marco de la construcción
simbólica patriarcal. (p.167)

Esta apreciación tiene inmersa una configuración de lo femenino


desde los otros, que a su vez solo responden de forma adecuada a
esas construcciones de lo femenino, la homogeneidad que tiene como
mandato, las mujeres no son pensadas e incluso ellas no la sienten
impuesta, sin embargo, cuando el cuerpo expresa otro sentir desde el
desarrollo de la subjetividad, esa necesidad para muchas de sentirse
bien consigo mismas es una apuesta riesgosa en la construcción de
lo que llaman identidad, en donde cada situación que vivimos como
grupo social y humano clasifica la naturalización de los otros y otras.
En este caso, el conflicto armado realza las consecuencias físicas,
morales, psicológicas y sociales que solo en el camino de nuevas
perspectivas sobre el propio cuerpo de las mujeres lesbianas, da paso
a subjetividades femeninas capaces de vivir, aceptarse en la diferencia
para construir iniciativas de resiliencia.

El fundamento de los imaginarios sociales de mujeres lesbianas en las


zonas del conflicto armado radica en el cuerpo, porque:

Saber que alguien es gay o lesbiana no nos dice nada, o muy


poco, acerca de sus prácticas sexuales, y sin embargo seguimos
pensando que el sexo anal es entre hombres y el sexo oral entre
mujeres nos da el paradigma de la conducta gay y lesbiana, y que,

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Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

del mismo modo, la penetración vaginal nos da para los hetero-


sexuales. Quizá en nuestra urgencia por desencializar el género y
la identidad sexual, nos hemos olvidado de desencializar el sexo.
(Halberstam, 2008, p.137)

Es de vital urgencia repensar lo construido hasta ahora, mirar la


cultura como creadora de ideologías que revisten a las mujeres de
un mundo simbólico que quizás ellas no han pensado, solo interio-
rizado, ocultando de esta manera subjetividades cambiantes, diversas,
solidarias, revolucionarias, feministas, en otras palabras, subjetivi-
dades femeninas nómades.

CUERPO Y DESARROLLO DE SUBJETIVIDADES FEMENINAS


DESPUÉS DEL CONFLICTO

Las historias de las mujeres se repiten una y otra vez, viven renun-
ciando a singularidades y diferencias para acoger figuras establecidas
e inmóviles, aparentemente seguras y tranquilas que solo sobreviven
a través del esquema dominación/sumisión impuesto por la cultura.

El cuerpo dentro del conflicto armado ha sido el instrumento de guerra,


opresión y poder. Pero también ha sido lo desechable, lo “otro” sobre
lo que no hemos querido hablar, sino invisibilizar, la lesbianidad.
Abordar estos problemas contemporáneos que encarnan los cuerpos
femeninos, nuevas posibilidades teóricas en estructuras que busquen
salir de los sistemas filosóficos donde el único pensamiento existente
es el masculino, es el compromiso. Por tal razón, la escogencia de
Rosi Braidotti, autora que ve la posibilidad de reivindicación desde el
término “mujer”, insuficiente, sospechoso y contradictorio pero útil
en la representación y luchas de derechos.

La apuesta filosófica de Braidotti se concentra en la subjetividad


nómade. Luego, nos interesan las subjetividades femeninas nómades

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Reflexiones sobre el cuerpo y la subjetividad femenina desde
la diversidad sexual en el conflicto colombiano

para reflexionar sobre el papel del cuerpo de las mujeres y la diver-


sidad sexual dentro del conflicto armado.

Solo las vivencias y experiencias constituyen la visión que construimos


de nuestro cuerpo y el mundo. Es evidente la necesidad de cambio
de perspectiva sobre el cuerpo, en particular el de aquellos excluidos
y definidos por otros. Entonces, asegura Braidotti (2000): “reconcebir
las raíces corpóreas de la subjetividad es el punto de partida para
iniciar un proyecto epistemológico del nomadismo” (p.29). Y es que
la subjetividad nómade se fundamenta en lo movedizo, reversible y
deconstructivo del ser. Por esta razón sirve para desmontar y repensar
todo lo que se ha dicho con respecto a la pregunta por el cuerpo,
especialmente el femenino. Allí, la definición de cuerpo como lo
privado se desvanece por completo, ahora el cuerpo es un habitar
público ya que en él se compactan guerra, violencia y lesbianidad.

Detenerse en las consideraciones sobre el cuerpo femenino en el


conflicto armado colombiano es una manera de elaborar un camino
reflexivo, para citar las acciones concretas que tengan como objeto
que la subjetividad femenina sea desplegada al tiempo que logren
transformar las condiciones en las que cuerpos sexuados comparten
el mundo.

Cabe anotar, que una serie extensa de discursos falogocéntricos


han empleado la distinción binaria como arma para producir seres
excluidos, particularmente a la mujer. Los binarios animal/humano,
máquina/humano, razón/pasión, ficción/realidad se han convertido en
base de prácticas que atribuyen a la mujer una “naturaleza” invariable
y asociada a la parte del binario que no le permita tomar protago-
nismo de su historia y su enunciación: la mujer como madre, como
cuidadora, la mujer como ser natural, ser de pasiones. De manera
que trasgredir el código de estas estructuras binarias que canalizan el
poder y determinan su flujo es una empresa a la que necesariamente
debe apuntar el desarrollo de la subjetividad femenina nómade.

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Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Debe partir de la experiencia vivida por las mujeres, que atestigua la


exclusión y, por lo tanto, no puede devenir una inversión del orden
actual, la creación de nuevas y nuevos oprimidos.

Entendemos que una nueva visión del cuerpo, supone una nueva subje-
tividad. Siguiendo esta línea, Rosi Braidotti (2000, p.31) desarrolla el
concepto de subjetividad nómade como una contribución filosófica al
feminismo y para incitar cierto tipo de acción política particular guiado
por una “conciencia crítica que se resiste a establecerse en los modos
socialmente codificados del pensamiento y conducta”.

El nomadismo de Braidotti se referirá al menos a tres cosas: una opción


teórica, un estilo de pensamiento y una condición existencial. Siendo
así, la perspectiva filosófica de Braidotti apunta a que la evocación
conceptual esté estrechamente ligada con la práctica política,
entiendo esta última como una acción capaz de desestabilizar las
separaciones modernas entre el espacio público destinado al debate
“racional”, el deber ser según el orden patriarcal y heteronormativo
y el espacio privado al cual se confina el deseo, el querer ser. En este
sentido, la autora insiste en la formación de pensamiento crítico a
partir de nuestro concepto-experiencia del cuerpo, señalando que “el
sujeto ‘mujer’ no es una esencia monolítica definida de una vez y para
siempre, sino que es más bien el sitio de un conjunto de experiencias
múltiples, complejas y potencialmente contradictorias, definido por
variables” (Braidotti, 2000, p.30).

El cuerpo es nuestro habitar en el mundo, expresión de cómo enten-


demos la vida de maneras distintas como la lesbianidad. Comprender
que el cuerpo de las mujeres no es fijo, ni un lugar de violencia, como lo
ha sido durante el conflicto y fuera de este, incita el desarrollo y cultivo
de nuevas subjetividades, libres, múltiples, mutantes y transgresoras,
reafirmadas desde el deseo, la voluntad y la diferencia. Subjetividades
femeninas que adoptan y desechan figuras para su plena expresión en

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Reflexiones sobre el cuerpo y la subjetividad femenina desde
la diversidad sexual en el conflicto colombiano

el tiempo, entidades que transitan posicionarse frente a su plasticidad


y posibilidad de transformación, es decir, respecto a un mundo en el
que el cuerpo como encarnación del poder, dispone de tantas posibles
líneas de fuga. En este punto, Braidotti (2000) resalta la potencia de
la imaginación como constructora de lecturas divergentes que se
valgan de la manera de narrar y relacionar elementos para alcanzar
un desplazamiento en el orden sensible del mundo. De allí que la
autora entienda su contribución filosófica, el sujeto nómade, como
una figuración, como el vuelco capaz de integrar poesía, narrativa y
teorización a fin de proveer de herramientas una revolución desde
el deseo y el cuerpo: “La elección de esta figuración lleva implícita
la creencia en la potencia y la relevancia de la imaginación de la
construcción de mitos” (Braidotti, 2000, p.30).

El sujeto nómade como posibilidad de la subjetividad femenina tiene


que ver con el ir y venir a través de la interdisciplinariedad. Aceptar
el proyecto nómade es deconstruir la identidad desde ángulos inter-
disciplinarios, es el fluir de experiencias pensando en el mismo fluir
a través de la afirmación de la diferencia y lo significativo de esta.
Braidotti (2000) enfatiza en su obra, Sujetos nómades, que “una
práctica feminista radical posmoderna exige que se preste atención a
la identidad como conjunto de identificaciones y también a la subje-
tividad política como la búsqueda de lugares de resistencia” (p.57).
Resistencia desde las acciones, resistencia como único camino para
enfrentar las consecuencias del conflicto en nuestra personalidad y
entorno. Por lo tanto, “la afectividad representa lo preconsciente y
lo prediscursivo; el deseo no solo es inconsciente, sino que además
permanece no pensado en el corazón de nuestro pensamiento, porque
es la fuerza que sostiene la actividad misma” (Braidotti, 2000, p.44).

Situarse partiendo desde el deseo, pone en suspensión las teorías de


la internalización de la norma en los cuerpos de las mujeres como si

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Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

de una superficie pasiva se tratara y admite, más bien, que existe un


proceso de intencionalidad material y sensible que permite la norma.
Es por eso que para Braidotti (2000) la fuga tiene que ver con el juego
entre imaginación y sensibilidad. El nomadismo es una afectación del
orden en término sensibles o una “progresión vertiginosa hacia la
desconstrucción de la identidad” (p.48). En esta línea, el cuerpo es
la mezcla entre lo biológico, lo simbólico y sociológico. Constituye
aquellas diferencias, fuerzas donde se plasman nuestras experiencias
con los demás cuerpos que no se encuentran en un tiempo fijo, sino
en una realidad cambiante.

La lesbianidad permite que se expresen sujetos deseantes, nunca


estables, siempre renovables como el concepto mismo de mujer
que es la localización de múltiples, porque solo lo femenino puede
tener significado liberador en la realidad de las mujeres, en tanto que
señale un carácter amplio y mutable cuya única condición sea el de
no afirmarse nunca como único y siempre, como alternativa, como
posibilidad de fuga.

Braidotti es consecuente en toda su extensión con la necesidad de la


transformación, siendo esta capaz de modificar la ontología histórica
en la que ha devenido el cuerpo de la mujer. Otras versiones del
nomadismo podrían ser desarrolladas desde otros cuerpos condu-
ciendo a conclusiones que no necesariamente sean acordes a la
acción feminista que plantea la autora. Desde esta perspectiva abre el
camino a las otras identidades que no se hayan en lo heterosexual y lo
reconocen como la representación arcaica del conflicto.

El nomadismo tendrá entonces como finalidad expresar la diferencia


sexual, permitir que, a través de la inventiva, el deseo femenino —el
de los cuerpos de las mujeres, en el sentido ya explicado anterior-
mente— pueda afirmarse. Esta propuesta que toma como punto de
partida y de llegada, el cuerpo, invita a reconocer, desde ese espacio

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Reflexiones sobre el cuerpo y la subjetividad femenina desde
la diversidad sexual en el conflicto colombiano

compartido en la negación del falogocentrismo, una afirmación


propia, móvil, pero que se construya desde el deseo que no se ha
podido expresar hasta ahora y que siga un camino aún inacabado de
recuperar el cuerpo de nosotras que desde siempre nos fue robado.

CONCLUSIONES

El Estado se ha visto en la necesidad de reconstruir los hechos que


han marcado la historia de la violencia en Colombia. El Centro de
Memoria Histórica es la entidad que se encarga de ello. Sin embargo,
el fenómeno de conflicto armado en Colombia carece de miradas
académicas y feministas que puedan reflexionar en torno a esta
problemática y su afectación en las mujeres.

La mirada de la academia es necesaria para tener otra lectura del


conflicto, en el sentido, que, las políticas de memoria cambian
dependiendo del Gobierno en turno y eso hace difícil la tarea de
representación del pasado.

Abordar el cuerpo y la subjetividad femenina desde la diversidad


sexual en las dinámicas del conflicto armado colombiano como
compromiso ineludible para académicas y académicos de las Ciencias
Sociales y Humanas comprometidos en el proceso del postconflicto.

La necesidad de que los discursos humanistas tengan en su sustento


teórico todos los elementos de la práctica social, entendidos estos
como la inclusión de todos los grupos sociales en los diferentes
contextos.

Las violencias durante el conflicto en Colombia ha sido una radio-


grafía no solo de la naturalización de hechos prolongados de violencia
y desarraigo, sino también es un campo donde se puede observar de
qué forma está concebido el cuerpo de las mujeres, estas miradas

75
Darling Ayala Freites - Sarelys Avendaño Escobar
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

impregnadas de territorialidad donde la tierra como el cuerpo de


ellas, es lugar de expropiación.

Otro aspecto importante a identificar es la voz de las víctimas, sus


narraciones sobre el hecho durante y después de este, dando cabida
de esta forma a la visibilización de formas particulares de actuar
sobre las subjetividades que son fragmentadas, en particular para las
mujeres lesbianas en las que recaen formas de disciplinarlas basadas
en el hecho de estigmatizarlas, humillarlas y, por último, hacer uso de
su cuerpo como algo que necesita ser “normal”.

Con respecto a la actitud de los hombres en el conflicto armado, la


complicidad no tiene lugar en la cercanía emocional, paramilitares,
guerrilleros, padres, hermanos y exparejas ratificaban cómo debía
enseñarse que su conductas eran reprobables y encontraban de ese
modo un punto de sinergia entre ellos, negativa para las mujeres
lesbianas víctimas.

Cabe anotar que la identificación de la humillación pública, la estig-


matización y la forma de indicar que no debe repetirse como elección
amorosa y erótica, mostrar a los demás lo que les pasaría si rompían
los comportamientos patriarcales, la cosificación de la vida privada
correspondía a lo que se entendía de la tierra y de la población donde
se irrumpía con violencia, expropiación y deslegitimización.

Finalmente, los rostros de las mujeres lesbianas víctimas del conflicto


armado colombiano encierran el mundo de todas, madres, hermanas,
hijas amantes, tías, tenían una vida que no volvió a ser la misma,
resarcir a las víctimas no será completo, no podrán devolverles “el
antes de”, porque vivirán siempre con “el después de”, la narración
de las víctimas que enseñará más allá de todas las posibilidades de la
comprensión humana es la expresión de una nueva subjetividad que
se reconoce distinta desde su cuerpo, un cuerpo que nunca olvidará

76
Universidad del Atlántico
Reflexiones sobre el cuerpo y la subjetividad femenina desde
la diversidad sexual en el conflicto colombiano

los daños de la guerra pero que aún vive, cambia, se transforma y


siente.

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79
Darling Ayala Freites - Sarelys Avendaño Escobar
81

¿QUÉ SIGNIFICA SER MUJER EN EL


CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO?
DE LA VIOLENCIA SEXUAL COMO
ARMA DE GUERRA
Dayana De La Rosa Carbonell

“Se ha vuelto más peligroso ser una mujer


que va a buscar agua o a recoger leña que
un combatiente en la línea de fuego”.
Sra. Margot Wallström
Representante Especial de las Naciones
Unidas sobre la violencia sexual en los
conflictos, 2012

La pregunta ¿Qué es ser mujer? fue la guía del trabajo filosófico de


Simone De Beauvoir para desarrollar su obra El segundo sexo. Para
responder esta pregunta Beauvoir hace un recorrido epistemológico
y hermenéutico por el destino, la historia, los mitos y, su propia vida.
Ahora, para responder esta pregunta en el marco del conflicto armado,
o de los conflictos, es necesario significar “conflicto armado” y tomar
algunos referentes, como el de Ruanda, para finalizar con Colombia.

Ahora bien, si cada conflicto tiene sus propias características, ¿por


qué en cada conflicto las mujeres terminan siendo botín de guerra o
víctimas de violencia sexual, usada la violencia sexual como arma de
guerra? En el año 2010 las Naciones Unidas reconocieron la violencia
sexual como arma de guerra, como delito de lesa humanidad, lo que
visibiliza a las víctimas de este flagelo.

Universidad del Atlántico


Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Sin embargo, en Colombia, de manera sistemática este accionar por


parte de los actores del conflicto sobre las mujeres sigue siendo invisi-
bilizado aunque, por ejemplo, en “Justicia y paz” (proceso de desmo-
vilización de paramilitares AUC) las violaciones y abusos sexuales a las
mujeres no implica el reconocimiento como hecho victimizante y por
lo tanto ninguna acción ni sanción de tipo penal. Algo similar ocurre
en el Acuerdo de paz firmado entre las FARC-EP y el Gobierno colom-
biano, en donde no hay visibilización del uso de la violencia sexual
como arma de guerra. Empero, el acuerdo de justicia transicional (JEP)
convino en reconocer las violaciones como delitos de lesa humanidad;
como un tema menor, las mujeres estuvimos en una sub-mesa durante
las negociaciones del Acuerdo, aunque valga decir, que ha sido el
único conflicto negociado que ha incluido la perspectiva de género
en el proceso y en el documento final.

Por último, debemos centrarnos en una propuesta que permita la visibi-


lización de las víctimas de violencia sexual en el marco de un conflicto
armado, el derecho a la verdad y las garantías de no repetición a las
que tiene derecho.

CONFLICTO ARMADO, DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS

Los conflictos armados han sido definidos por las Naciones Unidas y
el Derecho Internacional Humanitario como conflictos armados inter-
nacionales y conflictos armados no internacionales, caracterizando las
prácticas de guerra a partir de la conformación de las Naciones Unidas
(1954), la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
(1948) y la Convención de Ginebra (1949).

El conflicto armado internacional es aquel que surge entre dos o


más países, Estados o Naciones, mientras que los conflicto armados
internos son aquellos que se dan dentro de un país o nación y que
responden a las necesidades no resueltas políticamente, lo que lleva a

82
Universidad del Atlántico
¿Qué significa ser mujer en el conflicto armado colombiano? De la violencia sexual como arma de guerra

que un grupo (o grupos) se alce en armas y busque alcanzar el poder


mediante ellas.

Jean Pictet en su libro Desarrollo y principios del Derecho Internacional


Humanitario (1998) explica cómo se desarrolla la idea del conflicto
armado no internacional (interno) a partir de la guerra civil, de la cual
se puede afirmar, en sus palabras “engendran proporcionalmente
más sufrimientos que las guerras internacionales, a causa de su índole
rencorosa y encarnizada. ¿Por qué? Permítasenos ser cínicos: porque
se conoce a la gente contra la que se combate y porque hay razones
personales para estar resentidos con ella”.

Como lo plantea Pictet, mientras rara vez un combatiente tiene razones


de odio para participar en un conflicto armado internacional, en un
conflicto interno existen multiplicidad de razones para que se lleve
a armas, la cuales no son ni legítimas ni ilegítimas. No es el interés
particular de este trabajo defender las razones de alzarse en armas.

Siendo así, cada conflicto armado no internacional tiene sus caracte-


rísticas únicas y de contexto que se diferencia de otros conflictos, en
los que se pueden hallar similitudes, pero que no se pueden abordar
como iguales.

Al revisar la historia de la humanidad, la guerra, los conflictos y la


violencia como método de resolución, han estado presente y son tan
antiguos como la historia misma. A su vez, regular y hasta “humanizar”
las guerras ha sido costumbre.

El modo en el que se dan los conflictos ha ido en evolución cultural,


tecnológica y jurídica. Responden a situaciones propias de su tiempo
y contexto. Por eso es necesario revisar como referentes algunos
conflictos armados no internacionales como el de Ruanda, comparar
con el conflicto armado en Colombia, y entender cómo desde las

83
Dayana De La Rosa Carbonell
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

diferencias del conflicto, una acción, como la violencia sexual, se


use como arma de guerra en ambos casos, como en otros conflictos
armados tanto internacionales como internos.

El conflicto armado no internacional de Ruanda es reconocido


en el mundo como un genocidio. En la página web oficial de
UNHCR – ACNUR (Comité español) recoge la historia del conflicto
vivido en esta población históricamente hasta el estallido en el
genocidio perpretado en 1994:

“En 1994, más de 7 millones de personas vivían en Ruanda divididas


en tres grupos étnicos: hutus, que suponían la gran mayoría de la
población, tutsis y twa. Antes de la era colonial, los tutsis ocupaban
el más alto estrato en el sistema social y los hutus el más bajo,
pero eso llegó a invertirse en el s. XIX. Tras la I Guerra Mundial,
Ruanda pasó a pertenecer a Bélgica y, con la descolonización de
los años 50, las tensiones aumentaron y comenzaron los conflictos
étnicos entre hutus y tutsis. En 1959, cientos de tutsis fueron asesi-
nados. Cuando Ruanda consiguió la independencia, miles de
tutsis pidieron refugio en los países vecinos. Desde allí, los tutsis
comenzaron a organizarse y prepararon un ataque contra los hutus
y el Gobierno, asesinando a numerosos civiles y creando nuevas
oleadas de refugiados. Al final de los años 80, casi medio millón
de ruandeses estaban refugiados en Burundi, Uganda, Zaire y
Tanzania. En 1988, fundan en Uganda el Frente Patriótico Ruandés
(FPR), compuesto principalmente por tutsis exiliados que habían
participado en la resistencia. En 1990, el FPR lanzó el mayor ataque
a Ruanda desde Uganda. Los tutsis que vivían en Ruanda fueron
tratados como traidores y cómplices de lo sucedido. En 1993,
ambos países firman los acuerdos de paz de Arusha y se crea un
gobierno de transición compuesto por hutus y tutsis”.

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Universidad del Atlántico
¿Qué significa ser mujer en el conflicto armado colombiano? De la violencia sexual como arma de guerra

Sin embargo, esto que parecía tener ya una solución política a través
del Acuerdo de paz firmado y la creación del Gobierno de transición,
conformado por hutus y tutsis, fue una tensa calma que duró muy
poco. En 1994, el 6 de abril, fue asesinado el presidente de Ruanda
Juvénal Habyarimana, de etnia tutsi; con su muerte se reactivan los
homicidios, las masacres y por supuesto, las violaciones a mujeres, por
razones étnicas, por ser tutsis.

Según ACNUR, se estima que 1 millón de personas fueron asesinadas


y aproximadamente unas 200.000 mujeres fueron violadas. Es decir,
tenemos aquí que las razones políticas y étnicas del conflicto interno
ruandés, fueron también escenario para la violación de las mujeres
tutsis, y otros tipos de crímenes contra las mujeres.

En los conflictos armados, las principales víctimas de la violencia


sexual son las mujeres y las niñas, sin embargo, vale la pena resaltar
que también se tienen registros de violaciones a hombres, sobre todo
cuando son prisioneros de guerra. No obstante, desde que se tienen
registros los focos de acciones de guerra, las mujeres son botín y
objetivo militar, que debe ser sometido para dominar al enemigo, pues
se humilla al pueblo entero al que la misma pertenece, como “una
vía para redibujar las fronteras étnicas” (Palacián, 2014, p.1) ligada
al hecho de verlas como reproductoras encargadas de mantener la
descendencia de su población, si se les accede y preña, se empieza a
establecer la legitimidad por sangre.

También, como lo reconoce las Naciones Unidas, “las violaciones


cometidas en tiempos de guerra son con frecuencia sistemáticas y
tienen como objetivo aterrorizar a la población, destrozar a las familias,
destruir las comunidades y, en ocasiones, modificar la composición
étnica de la próxima generación. A veces, también se cometen para
impedir la procreación de la comunidad atacada”.

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Dayana De La Rosa Carbonell
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Aunque es claro que la violencia sexual contra las mujeres es un delito


frecuente en el mundo, que no se restringe unicamente a hechos de
guerra o marcos de conflictos. Según las estimaciones hechas por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) por cada cinco mujeres, una
ha sido víctima de alguna forma de violencia sexual.

En Colombia, no han logrado llegar a acuerdos los académicos,


intelectuales y población civil en general para determinar desde
cuándo se establece el conflicto armado interno, sin embargo, es
claro que hay una sistematización del conflicto con unos actores
participantes muy claros que permiten decir que desde la toma al
municipio de Marquetalia por parte del grupo subversivo FARC-EP
en 1964, antecedida por la violencia vivida en Colombia y el estallido
de hechos violentos en las calles del país con la muerte del candidato
presidencial Jorge Eliécer Gaitán (1948), se cuenta como el momento
de inicio del conflicto armado colombiano.

A ambos casos se aplica la normatividad establecida para Conflicto


armado no internacional de acuerdo al Tratado de DIH y el artículo 3
común a los Convenios de Ginebra de 1949, además del artículo 1 del
Protocolo adicional II: “a) Conflicto Armado No Internacional (CANI)
en el sentido del artículo 3 común. El artículo 3 común se aplica a un
“conflicto armado que no sea de índole internacional y que surja en
el territorio de una de las Altas Partes Contratantes”. Puede ser un
conflicto armado en el que participen uno o más grupos armados no
gubernamentales. Según la situación, puede haber hostilidades entre
las fuerzas armadas gubernamentales y grupos armados no guberna-
mentales o entre esos grupos únicamente”.

Así pues, el tratamiento dado al conflicto, en ambos casos, por la


comunidad internacional ha sido el de apoyar un Acuerdo de paz, una
solución pacífica, una salida en paz del conflicto.

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Universidad del Atlántico
¿Qué significa ser mujer en el conflicto armado colombiano? De la violencia sexual como arma de guerra

En Colombia, a diferencia de Ruanda, el conflicto tiene unos matices


de complejidad debido a los grupos participantes en el mismo; por
un lado se encuentran los grupos revolucionarios subversivos como
las FARC-EP, con los que ya se firmó un acuerdo, el ELN (Ejercito
de Liberación Nacional) con quienes se está en diálogo, los grupo
paramilitares (de extrema derecha), las fuerzas del Estado, incluso la
relación de todos los grupos con el narcotráfico pone de manifiesto
un cóctel característico único.

Un Acuerdo de paz con un grupo es insuficiente para un país que


tiene esta realidad social. El sometimiento de las AUC a través de un
proceso de paz (Autodefensas Unidas de Colombia), fuerza paramilitar
que como lo demuestran fallos judiciales, trabajó de manera conjunta
con miembros de las fuerzas del Estado; el proceso de Justicia y
Paz, en 2005, deja en el país un rastro de violencia que no termina
con la firma y el sometimiento a la justicia de los paramilitares. Hay
unos logros importantes que reconocer, como el Centro de Memoria
Histórica con el fin de mantener la memoria de las víctimas para dar
garantías de no repetición. Sin embargo, permanecen grupos de
autodefensas denominadas ahora como BACRIM (Bandas criminales)
o Águilas Negras.

En el proceso de paz con las FARC-EP, donde apenas se está dando


inicio a la JEP (Justicia Especial para la Paz), se resalta el hecho de
incluir la perspectiva de género desde la mesa de diálogo hasta el
documento final.

Sin embargo, en ambos procesos la violencia sexual ha quedado como


un hecho victimizante menor, que no es objeto directo de verdad,
justicia, reparación y no repetición.

En el siguiente, apartado se aborda el problema de la violencia sexual


como arma de guerra.

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Dayana De La Rosa Carbonell
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

LA VIOLENCIA SEXUAL COMO ARMA DE GUERRA

Reconocer la violencia sexual como arma de guerra, se hizo desde el


derecho internacional, el cual consideró que estos actos de violencia
sexual son una afrenta al honor y pudor de la mujeres; no fue sino hasta
el año 2008 donde el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
a través de la Resolución 18209, consagró los actos de violación y
violencia sexual contra la mujer como crímenes de guerra, crímenes
contra la humanidad y Genocidio. Sin embargo, la violencia sexual no
había sido tenida en cuenta como relevante en los procesos de paz
ni en los análisis de los conflictos, eran vista como un hecho menor,
como daño colateral del conflicto mismo.

El primero en juzgar este tipo de crímenes fue el Tribunal penal para


la antigua Yugoslavia, primero también en reconocerlo como una
forma de tortura y esclavitud sexual. Con la creación de la Corte Penal
Internacional se incluirían entonces, un compilado de crímenes de
naturaleza sexual, entre los que figuran la prostitución y el embarazo
forzado. (Palacián, 2014, p.1).

Ahora bien, una descripción clara sobre el uso de la violencia sexual


es el siguiente: “En toda la historia de las guerras, las mujeres han
sido uno más de los botines de los guerreros. Junto a los tesoros y
alimentos, las mujeres son otro de los “objetos” que los vencedores
podían tomar a la fuerza como premio a sus triunfos y esfuerzos en
los campos de la muerte. Objeto del solaz, placer y desahogo sexual
de los combatientes (...). Los penes de los varones guerreros más
poderosos se transformaron en una poderosa arma contra el “honor”
de los varones enemigos. Terrible combate de honores patriarcales
varoniles que se instala a través de la apropiación violenta del cuerpo
de las mujeres y de su capacidad reproductiva” (Bedregal, 1993).

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Universidad del Atlántico
¿Qué significa ser mujer en el conflicto armado colombiano? De la violencia sexual como arma de guerra

Por supuesto, no es posible pensar, que en Colombia ha sido distinto.


Cada uno de los grupos al margen de la Ley han optado por tomar
a las mujeres como botín de guerra, por ello las violan y cometen
otros delitos de índole sexual. Nada de esto ha tenido trascendencia
jurídica ni política en el país.

Es necesario construir y visibilizar políticas que les permitan a las


víctimas de violencia el derecho a la verdad, es decir ,que se reconozca
que esas mujeres fueron usadas y que la violación fue un arma de
guerra; que tengan derechos a la justicia, y sobre todo, que haciendo
visible el hecho victimizante, que se den garantías de NO repetición,
para ellas y para el resto de las mujeres.

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Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

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en contexto del accionar del frente resistencia Tayrona de las AUC
comandado por Hernán Giraldo Serna. Tesis de grado. Maestría
en promoción y prevención de los Derechos Humanos y Derecho
Internacional Humanitario. Universidad del Magdalena.

90
Universidad del Atlántico
91

LAS MASACRES EN EL CARIBE


COLOMBIANO: UNA MIRADA DESDE
EL GÉNERO
Ligia Cantillo Barrios

INTRODUCCIÓN

Colombia está impregnada por un conflicto armado de distintos


modos, formas y circunstancias de lugar y tiempo. El fenómeno afectó
las relaciones políticas, sociales, económicas y culturales del país, lo
cual generó trasformaciones en la distribución de la población en el
territorio, la vida cotidiana de las víctimas directas y el desconcierto
de la sociedad en general frente a la constante inseguridad de la
violación a los derechos humanos.

La atrocidad de la guerra interna en Colombia se manifestó en diversas


formas y afectaciones para la sociedad civil, quien fue, en últimas, la
más afectada en medio de los actores del conflicto armado. Sobre
esta población, a la final, recayó la voracidad demencial de una guerra
que se fue intensificando y barbarizando en relación con las circuns-
tancias de tiempo y lugar, de acuerdo a las conveniencias y tentáculos
políticos, económicos y territoriales de sus protagonistas. El Informe
General del Centro Nacional de Memoria Histórica (2013) afirma, que
la población civil ha resultado más afectada de tal modo que “por
cada combatiente caído han muerto cuatro civiles” (p.32).

Universidad del Atlántico


Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Dentro de la amalgama de división regional del país, la región Caribe


colombiana, por su situación geopolítica y su biodiversidad natural, se
convirtió en epicentro de la lucha armada de los territorios por parte
de los actores de guerra. En este territorio se asentaron los grupos
armados al margen de la ley: primero, lo hicieron los grupos guerri-
lleros, y luego los grupos paramilitares. Ambos actores generaron
acciones cruentas para dominar el territorio.

En la lucha por la apropiación del territorio, los actores del conflicto


realizaron una serie de violaciones a los derechos humanos sobre la
población civil, tales como asesinatos selectivos, masacres, desapari-
ciones, minas antipersonales, secuestros, reclutamiento ilícito, acoso
y violación sexual, expropiaciones de bienes materiales, torturas y
desplazamiento forzoso, entre otros. Estas acciones se sucedían sobre
la sociedad civil bajo la justificación y acusación de apoyar el grupo
contrario. Los actores del conflicto utilizaban el terror y el miedo como
una forma para garantizar el dominio de la población civil y, de esta
manera, estabilizar su seguridad en el territorio.

La atrocidad de la guerra se ha ensañado con la sociedad civil colom-


biana, y, en particular, con los sectores rurales, a quienes se les
trasformó profundamente el tejido social y los estilos de vida de su
cotidianidad, a los cuales habían estado habituados por generaciones.
Esto afectó directamente a los hombres y a las mujeres de la sociedad
colombiana y, en ella, la región Caribe.

Entre esas violaciones a los derechos humanos realizadas en la región


Caribe son significativas las masacres, en razón a que en este territorio
se ocasionó una variedad de ellas, con grandes impactos y para la
población civil ante las muertes, pérdidas materiales, devastación del
territorio y desplazamiento forzoso.

92
Universidad del Atlántico
Las masacres en el caribe colombiano: una mirada desde el género

En este capítulo, se realizará una reflexión sobre las masacres ocurridas


en la región Caribe y su impacto en la sociedad civil desde una mirada
de género, basada en los textos revisados sobre la temática. Se busca
no solo conocer sus efectos sobre la población, sino también identi-
ficar cómo se presentaron sus afectaciones para las mujeres y los
hombres, teniendo en cuenta que la cultura patriarcal ha establecido
una división binaria entre los roles masculinos y femeninos, y, a partir
de ello, plasma formas distintas sobre cómo unos y otras interactúan
en el mundo de la vida.

Desde esta perspectiva, Bourdieu (2000) manifiesta que la diferencia


que se establece en la división binaria de masculino y femenino es el
producto del hacer histórico de la socialización de lo biológico y de
biologización de lo social (p.50). Es decir, que esta división binaria se
reafirmó en el conflicto armado colombiano a partir de que los actores
armados utilizaron el cuerpo femenino como botín de guerra.

LAS MASACRES

La degradación de la guerra en el territorio colombiano facilitó


realizar y masificar diversas formas de violencias atroces, entre ellas
las masacres. Estas se efectuaron más en las zonas rurales que en las
urbanas, las que son utilizadas como una estrategia pues operan en
sitios separados del control estatal, bajo la lógica del factor sorpresa
y en donde se cometen una serie de atrocidades que violentan bruta-
mente la dignidad humana. Las mismas se ejecutan frente a toda la
población y/o parientes sin ningún tipo de escrúpulos por el derecho
al reconocimiento de la otredad. Acerca de ello, Sofsky (1996) afirma
que “la masacre es una acción pública que escapa a la vigilancia y a la
moral social” (p.164).

El Centro Nacional de Memoria Histórica, GMH, (2013) plantea que


existen dos tipos de masacres: Las pequeñas y las grandes, diferencia

93
Ligia Cantillo Barrios
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

que se establece según el número de víctimas: “Una masacre se


considera pequeña cuando registra entre cuatro y seis víctimas. Por
masacre grande se entiende aquella que tiene como resultado más de
diez víctimas”. Las masacres grandes tienden a tener más publicidad
periodística, lo cual les facilita a los actores armados trascender lo
local y ganar impacto nacional. No obstante, sin importar el tamaño,
las masacres representan una violación desalmada a los derechos
humanos (p.42).

La misma fuente, el Centro Nacional de Memoria Histórica (2013)


expresa que, para los paramilitares, las masacres han sido importantes
como forma de violencia porque les ha permitido visibilizar la manera
cruel con la que están dispuesto asumir la guerra, e igualmente, una
forma para enfrentar a la guerrilla dentro del territorio. Además,
mostrar el tipo de guerra que los paramilitares realizarían para tener
control total del territorio (p.50).

El documento del Grupo de Memoria Histórica (2013) informa,


además, que las masacres se incrementaron en el país como un modo
de violencia que usan los grupos paramilitares para controlar el terri-
torio frente a las guerrillas, considerando además que se constituyó en
una forma de mostrar su desacuerdo con el Estado central, en medio
del proceso de paz entre el Gobierno del presidente Andrés Pastrana
y las FARC (1998-2002), porque la consideraban desventajosa para
sus intereses. “Los paramilitares usaron las masacres como la única
acción eficaz para golpear y desmoralizar a la guerrilla, con lo cual
aspiraban a ser reconocidos como un tercer actor político que podría
tener asiento en la mesa de negociaciones” (p.51).

Desde esta perspectiva, los actores del conflicto utilizan las masacres
como una forma de garantizar el control social, económico y político
del territorio a través de la fuerza atroz para aterrorizar, debilitar,
aniquilar la vida y el tejido social de su población, produciendo el

94
Universidad del Atlántico
Las masacres en el caribe colombiano: una mirada desde el género

miedo y el terror, y, de esta forma, generar el desplazamiento forzoso,


lo que permite a los violentos disminuir la capacidad de poder del
grupo adversario en la zona y, así, imponer su dominio. Sobre esa
situación, el Centro Nacional de Memoria Histórica (2013) manifiesta:
“La población civil es para los actores armados una fuente de respaldo
político, económico, moral y logístico, que suma al resultado final del
conflicto. Aunque para los victimarios, poco importa si ese respaldo es
consentido o forzado” (p.37).

En este sentido, las masacres son acciones violentas que se suceden


en contra de la población civil y que carecen de enfrentamiento con
otro de los actores armados, son formas de violencia unilaterales
donde el violentador enfrenta a las y los violentados en un cara a
cara y en el cual estos últimos no tienen una opción distinta sino la de
recibir todo tipo de vejaciones hasta que se produzca la muerte por
parte de sus verdugos. Para Sofsky (2004) y Uribe (1992), las masacres
son acciones de extrema barbarie y crueldad donde se produce la
muerte a más de cuatro personas.

Los actores de las masacres le imponen a la población civil asumir una


actitud de pasividad y/o de imploración ante el aniquilamiento. Esta
actitud la logran realizando atrocidades demenciales en la que se usa
el miedo como estrategia para silenciar y anular a quien se masacra.
Además, en la sevicia de estas acciones se les suele imprimir actos
rituales que circulan entre lo profano y lo sagrado, como una forma de
sacralizar y consagrar al mismo tiempo y espacio la vida y la muerte,
convirtiéndose en una forma de indicar que su capacidad de poder y
accionar no tiene límites. De esta manera, les señalan a las víctimas su
capacidad para “celebrar” el evento, mostrando realmente con ello
que carecen de cualquier ética del valor humano ante la vida y la
muerte para ejercer la barbarie. Uno de estos ritos se realizó en la
masacre de El Salado, departamento de Bolívar (2000) según el testi-

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Ligia Cantillo Barrios
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

monio de un sobreviviente: “Durante la masacre se realizaron rituales:


lectura de la biblia, tambora, gaita, tomaban trago y brindaban al son
de los gemidos” (Arbeláez, 2013, sp).

En otro aspecto, los violentadores durante las masacres, con la


convicción de que tienen el control sobre el territorio, su gente y se
encuentran aislados, manejan los tiempos y pueden tener el interés
de mostrar su poder, de modo que las acciones suelen ser amenizadas
con música, alcohol, actividades deportivas, y en las que habitúan a
usar los cuerpos desvertebrados de las víctimas como objeto para su
diversión. En esta misma dirección, Sofsky (1996) afirma que “después
del ataque por sorpresa, sus autores no tienen prisa; conscientes de
su superioridad, hacen pausas, interrumpen la acción, reposan entre
una y otra muerte; a veces, mientras la ejecutan, sus autores comen
o beben. Todos los medios de prolongar la efusión de sangre son
permitidos. Hay deleite en la angustia de la víctima” (p.160).

Existe otro razonamiento más para los violentos: los actores armados
utilizan las masacres con la intencionalidad de maximizar el horror de
la guerra a través de la barbarie, bajo el lema: “en la guerra todo
vale”. Bajo este paraguas perpetran cualquier forma de sevicia sobre
los proyectos de vida de hombres y mujeres, sin importar, la edad y la
etnia, y, en particular, la realizan más en los sectores campesinos. Los
cuerpos victimizados son destruidos como estrategia para producir
el terror colectivo, constituyéndose en una forma de salvajismo que
se convierte en un hecho públicos dantesco, donde se humilla la
dignidad humana y se violenta el valor ético y el respeto tanto por la
vida como por la muerte. Igualmente, podían ser desaparecidos como
una forma de no dejar huellas de la barbarie.

Por otra parte, las masacres tienen una intencionalidad para los
actores que la perpetran: a partir de la reflexión de las lecturas y testi-
monios, se puede identificar que entre sus finalidades se encuentra la

96
Universidad del Atlántico
Las masacres en el caribe colombiano: una mirada desde el género

de controlar el territorio por razones políticas, económicas y sociales,


las cuales pueden ser la explotación minera, cultivos ilícitos, corredor
estratégico para la movilización, aniquilar el grupo contrario, retalia-
ciones, táctica de terror y ocupación de tierra arrasada para generar
el desplazamiento y, de esta manera, apoderarse del territorio para
imponer su poder y ejecutar las acciones de su interés.

LAS MASACRES EN LA REGIÓN CARIBE COLOMBIANA

La región Caribe está ubicada al norte de Colombia, con una población


en la que se inserta la cosmovisión de la identidad en el entramado del
ser como gran característica. Esta región se conformó como resultado
del sincretismo multicultural, multilingüistico y multirreligioso que
se originó del encuentro de la diversidad étnica, cultural, religiosa y
migraciones constantes sucedidas para su conformación histórica.

El Caribe tiene una situación geopolítica estratégica como puerta


de entrada de Suramérica; posee costa sobre el mar Caribe; cuenta
con una amplia y variada biodiversidad y ecosistema natural; recursos
mineros, corredores naturales terrestres e hídricos para la movilidad
y una población con riqueza multicultural. El mar Caribe y el Océano
Atlántico le permiten amplia conectividad porque le posibilita
establecer un corredor que conecta al país internamente y con el
exterior; se agrega además su diversidad de flora y fauna, las que
facilitan la variedad de cultivos.

También, se han llevado a cabo algunos de los proyectos agroindus-


triales y de infraestructura importantes para el desarrollo de la región.
Todos estos hechos la convierten en una zona clave para realizar
acciones de trascendencia económica y política, razones por las
cuales se colmó el interés de los actores armados del conflicto para
establecer su dominio en este territorio.

97
Ligia Cantillo Barrios
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Lo anterior se ratifica con lo expresado por el Centro Nacional de


Memoria Histórica en su texto Una nación desplazada: Informe
nacional del desplazamiento forzado en Colombia (2015) en el que se
refiere a que

la disputa territorial entre los grupos guerrilleros y paramilitares


giraba principalmente en torno al control del golfo de Morrosquillo.
Por un lado, el golfo adquirió un renovado interés económico en el
circuito exportador de la economía nacional a partir de la apertura
económica y el control del paso del oleoducto. […] Por otro lado, el
golfo se convirtió en uno de los principales puertos para el tráfico
de cocaína hacia Estados Unidos. (p.175)

En la lucha por el control del territorio, los actores armados ejecu-


taron una serie de masacres inhumanas y demenciales en Colombia.
El Centro de Memoria Histórica (2013) documentó 1.982 masacres
entre 1980 y 2012 y muestra que por cada masacre que perpetraron
los grupos guerrilleros, los paramilitares efectuaron tres (p.36). Por su
parte, Herrera y Pérez (2001) señalan que todos los frentes del Bloque
Norte ejecutaron en la región norte del país más de 400 masacres en
los departamentos de Atlántico, Cesar, Magdalena y La Guajira, con
un resultado de más de 1.600 muertes (p.39).

En la misma ruta, el Centro de Memoria Histórica, en su proyecto audio-


visual Rutas del Conflicto (2018), en la sección titulada “Cronología de
las Masacres”, documentaron 115 masacres ejecutadas en el marco
del conflicto por los grupos armados en la región del Caribe colom-
biano, en el período comprendido entre 1987 hasta 2009 (22 años).
Estas masacres (Gráfica 1) mantuvieron desde el año 1987 hasta 1994
una constante porcentual de ejecución representada en un 0,9 %,
diferencia que se establece en el año 1988 con un 2,6 %. Sin embargo,
a partir de 1996 se inicia (5,2 %) un período de recrudecimiento que
llega a su máxima cúspide en 2001 (20,0 %) y luego, en el 2002, inicia

98
Universidad del Atlántico
Las masacres en el caribe colombiano: una mirada desde el género

una etapa de descenso (12,2 %) hasta llegar en el 2009 a un 0,9 %, es


decir, con el porcentaje que iniciaron.

En su proyecto, el Centro de Memoria Histórica (2017), indica que el


período de mayor recrudecimiento de las masacres sucedió desde
1997 hasta el 2002, con un total de 67 masacres, que representan
porcentualmente un 60,3 %. Este incremento está en relación con las
nuevas dinámicas militares impuestas por los grupos paramilitares,
interesados en tener el control político, militar y económico de la
región. Plazas- Díaz (2017) afirma que entre 1994 y 2002, el fenómeno
del paramilitarismo pasó de aplicar una estrategia de guerra para
combatir a los grupos insurgentes a buscar un reconocimiento a nivel
nacional como actor y sujeto político e instrumento de política.

Igualmente, el Centro de Memoria Histórica (2013) manifiesta que la


escalada paramilitar, en su primera fase, para conquistar el territorio a
sangre y fuego, fue de terror y devastación para un gran sector de la
población de la región Caribe colombiana. Una vez tuvieron el primer
objetivo, pasaron al control político y para ello los mandos del Bloque
Norte de las AUC (‘Jorge 40’) convocaron a su dominio a la sección
política de la región. De esta manera, prepararon listas únicas apode-
rándose de gobernaciones, alcaldías y curules en el Congreso, tal
como se dio en los departamentos del Magdalena, Cesar y La Guajira.

Los datos del recrudecimiento de las masacres en la región Caribe


coinciden con el panorama nacional cuando el Centro de Memoria
Histórica (2013) señala que entre 1996 y el 2002 se produjo el mayor
número de masacres, 1.089, en las que resultaron 6.569 víctimas, lo
que equivale a un 55 % de las masacres de todo el período estudiado
por este Centro desde 1980 hasta 2012 (p.51).

La misma fuente del Centro de Memoria Histórica (2013) explica que el


incremento de las masacres entre 1996 y 2002, se debe a la expansión

99
Ligia Cantillo Barrios
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

del conflicto armado, el cual es el resultado del fortalecimiento militar


de las guerrillas, el esparcimiento nacional de los grupos paramilitares,
la crisis del Estado, la crisis económica, la reconfiguración del narco-
tráfico y su reacomodamiento dentro de las coordenadas del conflicto
armado. Además, que, como otro resultado, la fuerza pública, luego
de los ataques, se marchó de muchos territorios, situación que fue
aprovechada por los ejércitos irregulares de la guerrilla y los paramili-
tares, para hacer más vulnerable a la población civil (pp.33 y 39).

Sigue afirmado el Centro de Memoria Histórica (2013) que la estra-


tegia regional de control del territorio fue complementada con una
estrategia política de incidencia nacional. Esto explica por qué se
sucedieron en todo el país y, en particular, en la región Caribe colom-
biana, las grandes masacres contra la población civil para impactar a
la opinión pública y, al mismo tiempo, para combatir y desmoralizar a
la guerrilla en Los Montes de María cometidas entre los años 2000 y
2001; la masacre de El Salado (2000) con 60 víctimas; la de Chengue
(2001) con 35; la Macayepo (2000) con 17 víctimas y Las Brisas (2000),
con 12 (p.39).

Igualmente, otras grandes masacres cometidas en la región Caribe


(proyecto audiovisual Rutas del Conflicto 2018), en otros lugares, como
Nueva Venecia (2000) con 37 víctimas; El Limón (2002) con 16; Playón
de Orozco (1999) con 27 víctimas; La Secreta, La Unión, Parranda Seca
y el Chimborazo (1998) con 20 cada una; La Mejor Esquina (1988) con
27 víctimas y Flor del Monte (2000) con 42 (sp).

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Universidad del Atlántico
Las masacres en el caribe colombiano: una mirada desde el género

Gráfica 1. Fecha de las masacres


Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Centro de Memoria
Histórica, en su proyecto audiovisual Rutas del Conflicto (2018)

A partir de los datos que presenta el proyecto audiovisual Rutas del


Conflicto (2018) las masacres en la región Caribe presentan el siguiente
porcentaje de ejecución por departamentos: en el Magdalena con un
40,9 %; seguido de La Guajira con 19,1 %; Cesar, 11,3 %; Bolívar, 9,6 %;
Sucre, 7,0 % y Atlántico y Córdoba, con igual porcentaje, 6,1 %. Estas
incursiones armadas se sucedieron tanto en las cabeceras municipales
de esos departamentos, como en corregimientos, veredas, fincas y en
las vías públicas (Gráfica 2).

Gráfica 2. Departamentos
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Centro de Memoria
Histórica, en su proyecto audiovisual Rutas del Conflicto (2018)

101
Ligia Cantillo Barrios
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

En el departamento del Magdalena, a partir de los datos del proyecto


audiovisual Rutas del Conflicto (2018), los municipios con mayor
masacre fueron Ciénaga con 7,8 %; Fundación, 4,3 % y Pivijay y
Aracataca con 2,6 %. En La Guajira, los municipios de Maicao, 4,3
% y Dibulla, 3,5 % y Distracción, 2,6 %; Cesar, en los municipios
Chiriguaná, 3,5 % y Agustín, 2,6 %. Sucre, en el municipio de Colosó,
2,6 % y Bolívar en el municipio del Carmen de Bolívar, 4,3 %. El corre-
gimiento con la mayor masacre fue el departamento del Magdalena
y se dio en Orihueca, 2,6 % y el resto de corregimientos y veredas
donde hubo masacres los porcentajes van del 0,9 % al 1,7 %.

Las masacres en estos departamentos, a partir de los datos que


presenta el Centro de Memoria Histórica (2013), fueron ejecutadas 86
(74,7 %) por grupos paramilitares; 26 (22,6 %) grupos no identificados;
2 (17,3 %) grupos guerrilleros y 1 (0,8 %) miembro de la fuerza pública.
De los grupos paramilitares con presencia en la región Caribe, el que
realizó mayor masacre fue el Bloque Norte, con 56 (48,7 %), seguido
por los paramilitares de Los Montes de María con 13 (13,3 %).

LOS EFECTOS DE LAS MASACRES DESDE LA MIRADA DE


GÉNERO

Las masacres en el país, y en particular, en la región Caribe colom-


biana, han generado pérdidas humanas y materiales irreparables.
Son pérdidas incuantificables por todo el dolor humano que han
producido, constituyéndose en un dolor que se insertó en el cuerpo
y la memoria de las víctimas sobrevivientes como un sello indeleble
que permanecerá por siempre en sus memorias. Molano (2001) señala
a este respecto:

La memoria es una actividad subjetiva, que se realiza en un


momento o período presente. Consiste en dar sentido a aconteci-
mientos del pasado – sea pasado vivido por una persona o grupo, o

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Universidad del Atlántico
Las masacres en el caribe colombiano: una mirada desde el género

transmitido por otros como parte de la tradición o de las creencias


compartidas. (p.29)

Fue una violencia que propinó el irrespeto a toda la comunidad y


a la población afectada directamente, trasformándole los estilos
de vida de su cotidianidad, rompió el equilibrio y la armonía con el
ecosistema en lo biosicosocial, cultural y ambiental. Igualmente, el
desplazamiento forzado conllevó la trasformación en la distribución
poblacional en el país, pues unas zonas fueron despobladas, incluso
abandonadas, y otras recibieron mayor población.

Las violencias armadas en Colombia perturbaron a toda la población,


de manera que unas la sufrieron en forma directa y otras de forma
indirecta. Según las cifras del Registro Único de Víctimas, RUV (2018),
las víctimas directas fueron 8.356.734 personas. Al segregarlas por
sexo, los hombres son 4.144.352 (49,5 %), las mujeres el 4.149.080
(49,6 %) y poblaciones lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e
intersexuales 2.196 (0,2 %) y, sin información, 61.106 (0,7 %). Las
estadísticas muestran similitud porcentual de las afectaciones de la
guerra entre hombres y mujeres en el país. La edad de las víctimas
entre 12 y 17 años es 1.039.526, entre 18 y 28 es 1.806.035 y entre 19
y 60 años 2.900.036 (s.p).

La misma fuente, el Registro Único de Víctimas, RUV, (2017) al clasi-


ficar la violencia sufrida por las mujeres se representan así: 3.780.677,
víctimas del desplazamiento; 458.781, víctimas de feminicidios;
191.784, de amenazas; 77.100, de desaparición forzada; 47.627, de
pérdida de bienes muebles o inmuebles; 40.231, víctimas de actos
terroristas, atentados, combates y hostigamientos y 17.350, víctimas
por violencia sexual (s.p).

Igualmente, el mismo Registro Único de Víctimas, RUV (2017) señala


que 18.544 mujeres fueron víctimas de delitos contra la libertad y la

103
Ligia Cantillo Barrios
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

integridad sexual, en los cuales dos departamentos del Caribe colom-


biano aparecen con la mayor recurrencia de hechos: Magdalena, con
1.929, y Bolívar. Para el resto, aparecen cifras significativas (sp).

A partir de los datos registrados por el Centro de Memoria Histórica,


Rutas del Conflicto, Cronología de las Masacres, de las 115 masacres
documentadas en la región Caribe, del año 1987 hasta 2009, aparecen
brutalmente asesinadas 857 personas. Al segregarlas por sexo,
indican que el 90,1 % fueron hombres y el 9,1 % mujeres. Si bien esto
datos son subregistros, al parecer en las masacres la arremetida de
los violentos para asesinar a las mujeres no era la constante, aunque
solían ser víctimas de violencia sexual; más bien, la tendencia era
excluirlas, a no ser que fuera selectiva, al identificarla con el grupo
contrario u otra circunstancia.

Esto se evidencia con los reportes del Centro el Centro de Memoria


Histórica, Rutas del Conflicto, Cronología de las Masacres (2018),
cuando en algunos lugares de las masacres se ordenaba a que las
mujeres fueran aislada del lugar de los hechos, tal como sucedió,
entre otros, en Playón Orozco (2000), donde las mujeres, niños y niñas
fueron encerrados en la iglesia y los hombres fueron colocados contra
la pared en la plaza del pueblo; y en Pichilín (1996) ordenaron que los
hombres se reunieran en el centro del pueblo, mientras las mujeres y
los niños fueron enviados al puesto de salud (sp).

Al revisar los primeros porcentajes generales de víctimas, indican la


escasa diferencia de las afectaciones de la guerra en Colombia entre
hombres y mujeres, a diferencia de los datos de las masacres en
los que se establecen una amplia diferencia entre unos y otras. No
obstante que las cifras son subregistro, no se desconoce que el horror
del conflicto ha tenido vivencias distintas para ellas y ellos, en razón
a que la cultura patriarcal establece una división tangencial de los
roles masculinos y femenino. Lerner (1990) define que el patriarcado

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Universidad del Atlántico
Las masacres en el caribe colombiano: una mirada desde el género

establece “la relación entre un grupo dominante, al que se considera


superior, y un grupo subordinado, al que se considera inferior, en la
que la dominación queda mitigada por las obligaciones mutuas y los
deberes recíprocos” (p.60).

Esta dominación masculina fue más evidente en el conflicto armado,


dado a que los hombres armados bajo la concepción castrense y
un uniforme, asumieron con mayor precisión los imaginarios que le
otorga la cultura de dominación masculina. Por un lado, arremetieron
contra los hombres para establecer la lucha de poder masculina y, por
otra parte, abusaron del cuerpo femenino.

Esto explica por qué las mujeres fueron sometidas a la violencia sexual
en el marco del conflicto, en el que sus vida y cuerpos fueron objetivo
militar para usar y abusar de distintas formas, como una manera de
aniquilarles su integridad, intimidad e igualmente cuestionar el poder
masculino de los hombres en el territorio. Pero al mismo tiempo,
las mujeres solían ser separadas, igual que la niñez, de los hechos
violentos.

En la “Encuesta de prevalencia de violencia sexual en contra de


las mujeres en el contexto del conflicto armado colombiano entre
2010-2015” (2017), realizada en 29 departamentos y 142 municipios
del país con presencia de fuerza pública, guerrilla y paramilitares,
se señala que en ese período 875.437 mujeres fueron víctimas de
violencia sexual en Colombia. De esas víctimas, el 16,7 % fue por
violencia; el 45,2 % por acoso sexual, siendo las mayores víctimas las
mujeres negras, entre 15 y 24 años de estratos socioeconómicos uno.
Equivalentemente, el resto de mujeres, en el rango de edad entre 15
y 34 años. Los tipos de delitos sexuales que se registran son: 64,2 %
regulación de la vida social; 42,2 %, acoso sexual; 16,8 %, violación;
13,9 %, servicios domésticos forzados; 6,5 %, aborto forzado; 3,9 %
prostitución forzada; 2,7 % embarazo forzado; 2,9 %, otros y 1,6 %,

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Ligia Cantillo Barrios
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

esterilización forzada. Sin embargo, el 78 % de estas mujeres víctimas


no denunciaron. En otras palabras, alrededor de 620.418 mujeres no
denunciaron la violación que sufrieron, y solo el 20 % (174.990) (pp.5,
16, 18, 24 y 29).

Entre otras formas de violencia sufrida por las mujeres en el marco


del conflicto, se encuentran: obligadas a ejercer la prostitución
forzada; esclavitud sexual; servicio doméstico forzado no remunerado;
embarazo forzado; regulación de la vida social como imponerles
estilos de vestir, caminar y el control de su vida cotidiana.

Esta violencia sexual perpetradas contra las mujeres, se explica a la


luz del concepto de género, cuando la antropóloga Lagarde (2012)
define el género como las asignaciones de tributos que las personas
en vínculo con su sexo, son selladas por el poder, de acuerdo con
los modelos sociales, demográficos y económicos en cada sociedad
y cultura. También lo define según los tributos de las personas en
relación con el sexo, el poder y los modelos (p.243).

Para el caso colombiano, Mejía y Espinosa (2013) afirman que el


machismo que caracteriza al ser Caribe constituye un fenómeno
cultural del machismo y su condición poliginia simbolizada, igual-
mente, en su dialecto, como un hecho que trasluce el entramado
subjetivo de su condición enamoradiza, son circunstancias objetivas
que dejan entrever las diferencias sociales, políticas y económicas del
ser Caribe (p.149).

En este sentido, la población de la región Caribe naturalizó la


dominación masculina como parte de la relación entre hombres y
mujeres, lo que creó una cultura familiar de carácter patriarcal con
evidente representación masculina y en donde la cultura impone la
división binaria de los roles masculinos y femenino, y, que, a su vez,
facilitan y toleran la dominación de la mujer por el hombre y, en parti-
cular, la violencia sexual, como parte del hacer social.

106
Universidad del Atlántico
Las masacres en el caribe colombiano: una mirada desde el género

Por otra parte, otro factor grave del conflicto armado fue el desplaza-
miento forzoso. según el Informe desplazamiento 2015, realizado por
la Consultoría para los Derechos Humanos y la Consultoría para los
Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES), con la colabo-
ración de la Red para la construcción de territorios Sumak Kawsay y
el Sistema de Información sobre Desplazamiento Forzado y Derechos
Humanos (SIISDHES), identificaron que, por lo menos, 7.345.236
personas se desplazaron desde 1985 al 2015. Al segregarlas por sexo,
señala el estudio que el 51,4 % son mujeres y 48,5 % hombres. Al
distribuirla generacionalmente, el 35,5 % son menores de edad; 56,9
% son adultos y 7,6 % son adultos mayores; y se clasifican por etnias:
17 % corresponde a comunidades afro, mientras que el 6 % a pueblos
y comunidades indígenas. Además, que en promedio el 14,6 % de
la población colombiana se ha desplazado de su lugar de origen,
producto del conflicto armado (pp.6 y 14). Esta cifra ubica al país en
los primeros lugares del desplazamiento forzoso a nivel mundial.

La fuente de Acción Social del despacho de la Fiscal Tercera de


Justicia y Paz (citada por Herrera y Pérez, 2011) afirma, que los depar-
tamentos en la región Caribe con más desplazamiento son: Bolívar,
con 232.423 personas; Magdalena, con 161.960 y Cesar, con 138.431,
los cuales corresponde con los años del auge de la guerra (2000 y
2003) y señalan que este período coincide con la época de las peores
masacres, usurpación de tierras y desaparecimientos en la región, lo
que se disminuyó con la desmovilización de los paramilitares en 2006
(p.39).

Asimismo, una investigación realizada por la Facultad de Ciencias


Humanas de la Universidad Nacional sobre el desplazamiento
entre 2000 y 2005 (citada por el periódico El Espectador, 2013) da
cuenta que el desplazamiento ha afectado más a las mujeres que a
los hombres. El estudio analiza 1.600.000 casos de desplazamiento

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Ligia Cantillo Barrios
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

forzado, entre 2000 y 2005; e identifica que el 63 % de los casos la


persona desplazada era una mujer, que casi siempre es viuda y en el
ciclo de edad entre 15 y 45 años. Además, el estudio revela, que el
49 % de los hogares desplazados se desintegraron durante el despla-
zamiento. También, que el 6 % de las familias queda compuesto
apenas con los hijos, los cuales generalmente eran menores de edad,
a quienes les tocó asumir la vida urbana sin sus padres, teniendo que
sobrevivir casi solos o solas. En particular, estos hechos se presentan
en Los Montes de María y el norte del departamento de Magdalena
(sp).

En el mismo sentido, Memoria Histórica (2015) afirma que el despla-


zamiento forzoso ha generado cambios importantes en los roles de
hombres y mujeres. A las mujeres cabeza de familia les toca asumir
en forma extraordinaria y abrupta su rol de proveedoras del hogar, ya
sea por la muerte, desaparición o separación de sus esposos, o por las
dificultades que enfrentan sus compañeros para acceder a una fuente
de recursos estable (p.411). Mientras que los hombres, por limita-
ciones a las fuentes de recursos estables, les toca asumir su papel
de no proveedor, hecho poco fácil para un hombre rural del Caribe
colombiano, que tiene interiorizado fuertemente el rol de proveedor,
que le asigna la cultura patriarcal.

Otro aspecto que afecta a la población desplazada forzada es la


pérdida abrupta con el territorio, el rompimiento del tejido social, las
redes comunitarias, afectivas y familiares, de las cuales las mujeres son
sus mayores gestoras y protectoras. El desplazamiento impuso que
asumieran en el lugar receptor la estigmatización, la revictimización
y la pérdida de la identidad por ser desplazadas. Algunas de estas
personas superaron tal situación, pero otras no lo han logrado.

La guerra en Colombia interrumpió la paz y la tranquilidad de la


convivencia humana habituada por generaciones, más en las zonas

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Universidad del Atlántico
Las masacres en el caribe colombiano: una mirada desde el género

rurales que en las urbana. Los horrores del conflicto causaron mucho
dolor, sangre, muertes, viudas, huérfanos y pueblos enteros que eran
prósperos fueron despoblados y convertidos en pueblos fantasmas.
Fue un gran sector de la población que quedó sumida en el terror y
la pobreza, que, pese al tiempo trascurrido, aún no se reponen del
dolor, aunque hayan reconstruido su tejido social en otros lugares.

No obstante, hubo quienes no se resistieron y tampoco se acostum-


braron a vivir lejos de sus territorios y sus redes socioambientales, en
razón a que no aceptaron sentirse extraños en tierra ajena, y retor-
naron con el apoyo del Estado o sin él, con la intención de recuperar su
hábitat natural y sociocultural, sus viviendas y hasta su propia dignidad
violentada y su identidad de hombres y mujeres relacionados con el
mundo de la vida de la tierra.

Otra afectación de las masacres para la población sobreviviente en


sus nuevos lugares de recepción del desplazamiento, lo constituye
la necesidad de reinventarse y construir nuevos tejidos sociales y
productivos, alejados de las prácticas tradicionales y ancestrales,
relacionado con el aprovechamiento de la tierra para garantizar la
seguridad alimentaria.

CONCLUSIONES
El conflicto armado en Colombia devastó a la población en general y,
en particular, a quienes sufrieron directamente la barbarie y el horror
de la guerra. Este fue un conflicto demencial y cruel que dejó muchas
pérdidas humanas y materiales incuantificables e irreparables por el
dolor y la sangre que tiñó el territorio colombiano.

La guerra trasformó el poblamiento de la geografía colombiana, a


causa del desplazamiento forzoso, dejando sectores despoblados y
a otros se le incrementó la población. La mayoría llegó a las urbes a
engrosar los cordones de miseria e incrementar su pobreza, mientras

109
Ligia Cantillo Barrios
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

quienes asumieron una actitud propositiva pudieron reconstruir su


tejido social con mejores condiciones de vida.

La región Caribe colombiana, por su condición geopolítica, su diver-


sidad de flora, fauna, sus corredores estratégicos para conectarse
internamente y con el exterior y sus riquezas minerales, se convirtió
en epicentro de los actores armados del conflicto para establecer
su dominio. Para ello, se realizaron acciones crueles en contra de la
población civil, que violentó toda su vida cotidiana. Esta población
fue asesinada, y otras son, en la actualidad, víctimas sobrevivientes,
en su mayoría, en condición de desplazamiento.

Las masacres perpetradas por los actores armados se encuentran


entre las mayores devastaciones de la guerra. Los actores armados
ejercieron la modalidad de tierra arrasada a través del miedo, el
asesinato masivo, la destrucción del tejido social, el contexto natural
y simbólico del territorio; violentaron los espacios donde se ejercía la
ciudadanía, acosaron y violentaron sexualmente a las mujeres con el
fin de controlar el territorio para realizar sus acciones.

Los agentes armados escenificaron las masacres con sevicia y suplicios


para generar el miedo. Fue en una forma sistemática que buscaban
que la población saliera despavorida y desocuparan las tierras para
ellos pasar a ocuparlas y establecer en ellas su dominio político,
económico y social.

Las masacres afectaron a todos los sectores de la sociedad colom-


biana, pero tuvo perturbaciones diferentes para hombres y mujeres,
producto de la cultura patriarcal que establece roles diferenciales para
ellas y ellos. Desde esta perspectiva, el cuerpo femenino se convirtió
en botín de guerra para usar y abusar.

110
Universidad del Atlántico
Las masacres en el caribe colombiano: una mirada desde el género

Se requiere que el Estado y la sociedad asuman la responsabilidad


social con las víctimas sobrevivientes de las masacres para que la
verdad, la justicia, la reparación y la no repetición se cumplan, de
forma que esta población pueda reivindicar sus derechos humanos
violentados y logren ejercer su ciudadanía plena en el posacuerdo. Se
trata de que, de esta manera, obtengan reparación de todo el dolor
humano, psicológico y las pérdidas materiales que les dejó una guerra
demencial a la que no los invitaron, pero de la que fueron víctimas
inocentes. Se busca que puedan seguir inventándose nuevos tejidos
sociales más propositivos, personales, familiares y comunitarios.

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Universidad del Atlántico
Parte II
Democracia, Ciudadanía,
Construcción de Paz y Género
117

PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS


MUJERES EN LA CONSTRUCCIÓN
DE LA DEMOCRACIA Y LA PAZ
Rafaela Vos Obeso1

INTRODUCCIÓN
Seguir las huellas de la participación de las mujeres en la construcción
de la democracia, ha sido un camino largo que representa siglos de
compromisos, de creatividades y persistencia, con el objetivo de
reclamar ante la sociedad las injusticias históricas impuestas por el
imaginario social, determinado por su rol de madre.

Este capítulo hace un sucinto recorrido histórico, sociológico y político,


enfatizando en los hechos más destacables, conscientes de que son
insuficientes, de ahí que al énfasis de esta investigación bibliográfica
y documental, se une la vivencia generacional que, a la larga, se
convierte en un compromiso con la memoria del feminismo.

En este texto se muestran las luchas por la apertura de espacios


democráticos para las mujeres, enmarcados en un contexto mundial
en los que la resolución de los impactos causados por los efectos de

1 Investigadora, Coordinadora del Grupo de Investigación Mujer Género y Cultura. Socióloga.


Magíster en Ciencias Políticas UNAM (México). Magíster en Historia, Universidad Nacional
de Colombia, Candidata al Premio Nobel de la Paz, “Mil Mujeres y un Nobel de Paz” (2005):
Vicerrectora de Investigaciones Extensión y Proyección Social, (2009-2016) y exRectora (E)
(2015-2017) de la Universidad del Atlántico. Profesora Emérita. y Docente en la Maestría de
Estudios de Género y Violencia Intrafamiliar de la misma Institución.

Universidad del Atlántico


Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

los regímenes militares y las guerras, entre otros fenómenos, motivan


a transformar las relaciones entre los Estados del mundo, logrando
los organismos internacionales reconocer la importancia del beneficio
que conlleva la paz del mundo.

En ese contexto, el movimiento social de mujeres y feministas alcanzan


logros organizativos con acciones y activismo contra la guerra y a favor
de la paz, entregando como ejemplo al mundo la defensa de la vida
por encima de las diferencias.

En el análisis, las mujeres colombianas no son la excepción, trayendo


a colación los orígenes de la etapa denominada La Violencia en
Colombia y las décadas trascurridas en el contexto colombiano de la
guerra, a lo que se agrega en este proceso el reconocimiento de las
víctimas y los mecanismos jurídicos, en los que la verdad, la justicia y
la reparación individual y colectiva, serán los garantes para una paz
duradera.

EL FEMINISMO Y SU CONTRIBUCIÓN AL FORTALECIMIENTO DE


LA DEMOCRACIA

La larga historia de luchas de las mujeres por reivindicar derechos


como el de la ciudadanía y el acceso a la educación, en el mundo
occidental estuvo unido a los combates por la democracia, pero nació
coja, porque los derechos de las mujeres fueron negados, y tuvieron
que trascurrir varios siglos para su reconocimiento.

Desde el lejano Renacimiento, las expresiones de inconformidades


del sexo femenino se manifestaron de múltiples formas, pues utili-
zaron diversas estrategias de protestas reflejándose, por ejemplo, con
obras como La Ciudad de las damas, escrita en 1405 por la veneciana
Christine de Pizán, quien, formada en Francia, se integró a los círculos
instruidos aristocráticos, ya que su participación en las discusiones

118
Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

con la intelectualidad le dio acceso a privilegios negados a las mujeres


de estos tiempos.

Su obra, sumergida en el olvido, fue considerada siglos después como


un texto de relevancia política, de

instrucción moral, civil, jurídica e histórica, ya que Christine abordó


temas, como la violación o el acceso de las mujeres al conoci-
miento. Fue reconocida en la posteridad como la primera mujer
de su época, que se atrevió a rebatir los argumentos misóginos en
defensa de los derechos de la mujer. (Varela, 2005, p.25

Referentes históricos como la Revolución Francesa de 1789 marcan


otro hito para la humanidad con los principios de “libertad, igualdad
y fraternidad”, que chocan con las estructuras mentales y jerarquías
del Medioevo, sin embargo, aquellos principios de la Ilustración no
tuvieron nada que ver con los derechos de las mujeres, ya que los
mismos fueron negados.

La líder francesa Olympe de Gouge, al verse traicionada por los


revolucionarios franceses y ante la abrumante realidad, se ve obligada
a publicar La declaración francesa de los Derechos de la Mujer y
la ciudadana, en contraposición a los “Derechos del hombre y del
ciudadano”, lo que causó la ira de Robespierre, quien la mandó a
guillotinar argumentando que “había olvidado las virtudes de su sexo
para mezclarse en asuntos de la República” (Mavila León, 1991, p.18).

En ese mismo contexto, la inglesa y escritora Mary Wollstoncraft


(1792), enriquece el camino con sus aportes filosóficos para pensar en
una ética feminista “que, inspirada en el proyecto Ilustrado, propone
el reconocimiento de la ciudadanía de las mujeres, y la necesidad
de construir una civilización basada en la necesidad de cambiar las
estructuras sociales para el bien de todos” (Wollstoncraft, 1977, p.9).

119
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Podemos señalar entonces, que su obra se constituye en una crítica a


la ética universalista y androcéntrica, ya que considera a la educación
como opción viable para justificar y promocionar la autonomía de
las mujeres, lo cual, según Wollstoncraft, se logra mediante una
formación que fomente en las mujeres el desarrollo de sus capaci-
dades racionales, es decir, una educación para la libertad (Vos Obeso,
2002, pp.55 y 56).

Con referencia a lo anterior, Amelia Valcárcel reconoce en la obra


Vindicación de los derechos de la mujer, de Mary Wollstoncraft, como
la obra fundacional del feminismo, porque considera que es un

alegato pormenorizado contra la exclusión de las mujeres del


campo completo de bienes y derechos que diseña la teoría
política rousseauniana2. Esta obra decanta la polémica feminista
ilustrada. Sintetiza sus argumentos y por su articulación proyectiva
se convierte en el primer clásico del feminismo en sentido estricto.
Pero así mismo reconoce que el feminismo es un hijo no querido
de la Ilustración3. (Valcárcel, 2001, p.8)

Para diferentes autoras, como Nuria Varela, estas pioneras formaron


la parte de la primera Ola de la historia del Feminismo. Ante ello,
escribe: “Al siglo XVIII se le conoce como el siglo de la Ilustración,
‘siglo de las luces’…y de las sombras. La Ilustración y la Revolución

2 Amelia Valcárcel considera que el concepto de Rousseau sobre la democracia es exclu-


yente: “La igualdad entre los varones se cimienta en su preponderancia sobre las mujeres.
El estado ideal es una república en la cual cada varón es jefe de la familia y ciudadano”
(Valcárcel, 2001, p.9).
3 Cuando hace esta afirmación Amelia Valcárcel, considera que se pone de relieve que, como
“producto de la polémica Ilustrada sobre la igualdad y la diferencia entre los sexos, nace
un nuevo discurso crítico que utiliza las categorías universales de su filosofía política con-
temporánea. Un discurso, pues, que no compara ya a varones y mujeres y sus respectivas
diferencias y ventajas, sino que compara la situación de privación de bienes y derechos de
las mujeres con las propias declaraciones universales. Estas declaraciones se compusieron
usando las líneas y terminologías acuñadas por Rousseau, de ahí que el papel de su pensa-
miento sea tan importante para entender el propio feminismo como teoría política” (Valcár-
cel, 2001, p.9)

120
Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

francesa alumbraron el feminismo, pero también su primera derrota”


(Varela, 2005, p.23).

De esta manera, la segunda Ola del Feminismo se reconoce con la


emergencia del movimiento sufragista hasta la aparición del libro El
segundo sexo, de Simone de Beauvoir (1949), período histórico que
corresponde aproximadamente desde finales del siglo XIX e inicios
del siglo XX hasta mediados del mismo. Para otras pensadoras, de
Beauvoir inaugura con su texto La tercera Ola del Feminismo.

Si bien el sufragismo irrumpe como movimiento continuo desde


principios del siglo XX, tienes varias manifestaciones desde mediados
del siglo XIX, por ejemplo, con las protestas de las mujeres que
participaron en las luchas antiesclavistas, que reivindicaron también
el derecho al voto, quienes fueron traicionadas al ser aprobado el
voto en 1866 a los esclavos, pero negado a las mujeres negras. Sin
embargo, las mujeres sufragistas negras y blancas se radicalizaron a
finales del siglo XIX (1890) e irrumpieron el siglo XX con manifesta-
ciones multitudinarias en Nueva York y Washington (1910) hasta que
lograron su objetivo, cuando en 1920 el voto femenino en Estados
Unidos fue aprobado.

Ante ello, declara Valcárcel que “el sufragismo fue un movimiento


épico donde las mujeres demostraron su capacidad y su paciencia”
(2001, p.8). Y agrega que fue un movimiento de agitación interna-
cional presente en todas las sociedades industriales, que tomó dos
objetivos concretos —el derecho al voto y los derechos educativos—
y consiguió ambos en un período de 80 años, lo que supone tres
generaciones militantes empeñadas en el mismo proyecto (Valcárcel,
2001, p.8).

Así mismo, sigue sustentando Valcárcel:

121
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

El sufragismo se planteó las formas de intervenir desde la exclusión


en la política, y estas formas tenían que ser las adecuadas para
personas no especialmente violentas y relativamente carentes de
fuerza física. De modo que la manifestación pacífica, la interrupción
de oradores mediante preguntas sistémicas, la huelga de hambre, el
autoencadenamiento, la tirada de panfletos vindicativos, se convir-
tieron en sus métodos habituales. Hoy entendemos esto como la
forma normal de lucha ciudadana que por lo general prescinde de
atentados, incendios y barricadas. El sufragismo innovó las formas
de agitación e inventó la lucha pacífica4 (Valcárcel, 2001, p.19).

Sin embargo, el derecho al voto siguió siendo una lucha por la emanci-
pación femenina durante las seis primeras décadas del siglo XX ya que
en países como Colombia fue aprobado en 1954, pero solo ejercieron
este derecho las mujeres en 1957.

LOS EFECTOS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y LA


TRASFORMACIÓN DE LOS IMAGINARIOS DE UNA SOCIEDAD
QUE SE RESISTÍA A LOS CAMBIOS
Los efectos de la primera y Segunda Guerra Mundial fueron devasta-
dores para la humanidad. Durante este período, los varones tuvieron
que enfrentar el conflicto e ir a la guerra, y las mujeres, en los países
que formaron parte de la conflagración, ocuparon en el mercado
laboral muchos de sus oficios, como cobradoras de tranvía, trabaja-
doras de factorías, soldadoras y otros tantos, y, con nuevas compe-
tencias, se enfrentan a nuevos retos históricos.

Retornados los hombres de la guerra, las mujeres fueron expulsadas


del mercado laboral, y se pretendió que regresaran a los oficios

4 Valcárcel llega a una conclusión muy interesante afirmando que ignora “por qué este hecho
es a menudo obliterado y se hace recaer la intención de la lucha pacífica en las supuestas
raíces pacíficas ancestrales del hinduismo de Mathama Gandhi. En todo caso esto lo tomó
del sufragismo”, asevera (2001, p.19).

122
Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

“propios de su sexo”, lo que no fue así exactamente, y es cuando


irrumpe con furia la protesta de las mujeres europeas y norteame-
ricanas que se van organizando para conquistar derechos hasta ese
momento negados.

El ingreso a las universidades y el derecho a la educación, fueron


conquistas con un alto costo emocional para las mujeres, porque la
herencia histórica pesaba sobre las creencias y costumbres que las
“inhabilitaban mentalmente” para que pudiesen desarrollar habili-
dades y destrezas, que la cultura delegaba solamente a los hombres
(Vos Obeso, 2002, p.61).

En ese contexto es cuando la obra de Simone De Beauvoir El segundo


sexo (1949) causa un gran impacto en las conciencias femeninas como
producto de la reflexión de sus vivencias como mujer, con la que
millones de mujeres se sintieron identificadas. El libro tuvo un éxito
avasallador, para sorpresa de la misma autora.

Las nuevas pesquisas sobre el ser femenino, sus vivencias, y miedos


identificadas también por De Beauvoir, estimulan nuevas luchas en
la conquista de libertades, lo que contribuye a la renovación de las
páginas de la historia y de la democracia, y se constituye El segundo
sexo en uno de los textos pilares fundamentales que aportan profun-
damente en la trasformación de la vida de millones de mujeres en el
mundo.

En esa obra, Simone De Beauvoir identifica la necesidad de que el


sexo femenino recupere su propia identidad, ya que muchos de sus
acondicionamientos vienen determinados por la educación y la cultura
y no por su condición genética. De ahí su célebre frase “no se nace

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Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

mujer, se llega a serlo” (2013), y con cuyo significado contribuiría a la


fundamentación de la categoría género5.

De esta manera, la obra revoluciona metodologías que aborda el


feminismo desde el enfoque interdisciplinar, y esto lo trae a colación
Nuria Varela, apoyando a Teresa Pardina, cuando argumenta la impor-
tancia y necesidad de la utilización de los saberes interdisciplinares
para poder llegar a conclusiones trascendentales. Por estas razones
afirma:

no hay nada biológico ni natural que explique esa subordinación


de las mujeres, lo que ha ocurrido es que la cultura —desde la Edad
de Bronce — dio más valor a quien arriesgaba la vida —que es lo
que hacían los hombres en la guerra y conquista de nuevos terri-
torios — que a quienes la daban —que es lo que hacían las mujeres
con su poder de concebir. (López Pardina, citado por Varela, 2005,
p.85)

Los cambios que se iban dando, estremecieron a la sociedad de


postguerra; aquella sociedad norteamericana sublimada, se vio
sacudida en su perfecto orden, con la estampa idealizada de la mujer
y madre perfecta, y rodeada como ama de casa de aparatos domés-
ticos que “simplificarían” la jornada doméstica a las mujeres, como

5 Marta Lamas, citando a Joan Scott Scott, expresa que la autora propone una definición de
género que tiene dos partes analíticamente interrelacionadas, aunque distintas. Lo central
de la definición es la "conexión integral" entre dos ideas, referidas a, el género es un ele-
mento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los
sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder. Scott distingue
cuatro elementos constitutivos de la categoría: –Los símbolos y los mitos culturalmente Con-
sultados, que evocan representaciones múltiples. –Los conceptos normativos, ya que estos
conceptos se manifiestan en doctrinas religiosas, educativas, científicas, legales y políticas
que afirman categórica y unívocamente el significado de varón y mujer, masculinas y feme-
ninas. -Las instituciones y organizaciones sociales de las relaciones de género: el sistema de
parentesco, la familia, el mercado de trabajo segregado por sexos, las instituciones educa-
tivas, la política. -La identidad. Scott señala que, aunque aquí destacan los análisis indivi-
duales -las biografías- también hay posibilidad de tratamientos colectivos que estudian la
construcción de la identidad genérica en grupos (Lamas, 1995, pp.14-15).

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Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

cuidadoras de su hogar, siempre dispuestas a recibir a su esposo con


comida fresca y pasteles recién elaborados6.

A esta sociedad y al poder político, se le presentan un gran dilema


moral: aceptar los nuevos tiempos y romper con la imagen idealizada
del ser femenino para realizar rupturas con los imaginarios del pasado
o aceptar la realidad de las movilizaciones y de la conciencia colectiva
de las mujeres.

Entonces, vemos que se profundiza un nuevo componente de análisis7:


el de las acciones del movimiento de mujeres y feministas en la lucha
por el fortalecimiento de la democracia, a favor de la paz, y, por ello,
contra la guerra.

Estas contribuciones no solo se deben reivindicar desde los estilos


innovadores utilizados para reclamar derechos, sino también por
los grandes aportes investigativos que, desde la academia y el
movimiento social de mujeres, se han realizado, los cuales permitieron
describir, interpretar y deconstruir la historia de la democracia, la cual,
sin las mujeres, representantes de la otra parte de la humanidad, no
se puede reconocer como tal.

6 En la película Las horas (2002), de Stephen Daldry, basada en la novela homónima de


Michael Cunningham, en una de sus escenas, se recrea a través de la interpretación de
Nicole Kidman, el estado de ánimo de una de sus protagonistas al verse rodeada de una
vida cómoda pero sus aspiraciones se encuentran frustradas, como lo refleja la vida de las
mujeres norteamericanas durante los años 50.
7 Son los tiempos que aparecen investigaciones como : La mística de la feminidad, de Betty
Friedan, La mujer domada, de Hanelore Shütz y Ursula von Kardorff (1974), de Esther Vilá
con El varón domado (1973); igualmente producciones como las de Marilyn French con el
libro Mujeres (1979), El Derecho a vivir de otra manera, de Catherine Valabrégue (1977),
Opresión y marginalidad de la mujer en el orden social machista de E. Ander-Egg, Norma
Zamboni, Ana T. Yáñez y otros (1972), Aborto y control natal de Guillermo Cualla Uribe
(1972) y la reedición de La mujer y el socialismo, de Auguste Bebel (1972), entre otros, las
que son apenas una muestra de la explosión de publicaciones y de las discusiones desde
diferentes concepciones políticas y creencias de la época, las cuales se centraban en visibi-
lizar la opresión femenina y las problemáticas agravadas que vivían las mujeres del mundo,
poniéndose en evidencia la marginalidad de ellas y el cuestionamiento del “modelo” tradi-
cional de ser mujer, así como la necesidad de luchar por sus derechos.

125
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Las movilizaciones no se hicieron esperar, y en diferentes partes del


mundo se tomaron las calles. En las avenidas de muchas ciudades
de Estados Unidos resonaron consignas como las del movimiento
NOW (por sus siglas en inglés, Organización Nacional de Mujeres),
cofundada en 1966 por Betty Friedman, representante del feminismo
liberal, quien se moviliza con la consigna central: No, children, No
chicken, No church (No Niños, no cocina, no iglesia), frase que marca
pautas y rupturas en la mentalidad de millones de mujeres en el mundo,
y que refuerza la necesidad de reivindicar espacios sociales negados
hasta ese entonces. Esas reivindicaciones fueron compartidas por el
radicalismo feminista y hasta por las corrientes más moderadas.

El activismo internacional rindió su fruto, como puede verse en el


impacto de las consignas “Mi cuerpo es mío” —a raíz de la lucha a
favor del aborto—, y “I Do it” (Yo también puedo hacerlo), entre otras,
ante lo cual el mundo desvía su mirada hacia este nuevo fenómeno
social, el cual representa el preámbulo para que las mujeres en el siglo
XX continúen con la obligación ininterrumpida de fortalecer un largo
y creativo camino de reconocimiento por los derechos humanos del
sexo femenino.

De esta manera, con la herencia de las pioneras, el compromiso de


la mujeres académicas y de los académicos y el activismo del diverso
movimiento social de mujeres y feministas, se van develando con
sus producciones y acciones nuevos derroteros de legitimidad de
sus luchas, con el aporte de enfoques y categorías innovadores, que
permiten revisar lo construido, con el objetivo de intervenir acciones
futuras. Una de las tantas intervenciones ha sido cambiar la mirada de
la participación de las mujeres, desde el ámbito internacional, en la
lucha a favor de la paz y contra la guerra.

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Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

LAS CONVENCIONES INTERNACIONALES Y SUS APORTES PARA


EL FORTALECIMIENTO DE LA DEMOCRACIA Y EL COMPROMISO
CON LOS DERECHOS DE LAS MUJERES
Las denuncias, el activismo incansable, las grandes movilizaciones
donde las mujeres exigían cambios en las legislaciones del Estado,
comprometen a los entes internacionales en la necesidad de realizar
intervenciones políticas y legislativas de impacto que implicaran a los
Estados miembros. Un ejemplo es el de las Naciones Unidas, quien
ha jugado un papel importante en este proceso de inclusión de los
derechos de las mujeres y de la diversidad. El ente realizó cuatro confe-
rencias internacionales a través de varias décadas, con el objetivo de
evaluar las políticas y superar los obstáculos que se presentan en el
cumplimiento de los pactos por los Estados miembros, y legítimar los
derechos de las mujeres.

La primera conferencia se realizó en México en 1975, conocida como


el “Año Internacional de la Mujer”. La segunda, en Copenhague en
1980, la tercera en Nairobi, en 1985, y la cuarta, en Pekín, en 1995.

Este contexto fue propicio para que en 1979 la Asamblea General de


las Naciones Unidas aprobara la Convención para la Eliminación de
Todas las formas de discriminación contra las mujeres (CEDAW, por sus
siglas en inglés). Este instrumento jurídico internacional compromete
a los Estados miembros a cumplir las obligaciones pactadas.

Estas es una de las razones para que, en estas décadas, se haya presen-
ciado el empoderamiento jurídico de los derechos de las mujeres, los
cuales son guía para la acción en la lucha contra su discriminación.

Pero fue la Conferencia de Beijing (1995), donde se incluyó la


categoría género como su transversalización en todas las decisiones y
políticas de los Estados; es decir, debían evaluar las políticas de inter-
vención para dar cumplimiento a los principios de la igualdad desde

127
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

la diferencia entre hombres y mujeres, y esto incluye el poder en las


decisiones, tanto para el desarrollo humano como para la paz.

Por estas razones, en el Protocolo de la Conferencia de Beijing, se lee


como uno de los compromisos:

Promover la potenciación del papel de la mujer y el adelanto


de la mujer, incluido el derecho a la libertad de pensamiento,
de conciencia, de religión y de creencia, lo que contribuye a la
satisfacción de las necesidades morales, éticas, espirituales, e
intelectuales de las mujeres y los hombres, individualmente y en
comunidad con otros, por lo que les garantiza la posibilidad de
realizar su pleno potencial en la sociedad plasmado en vida de
conformidad con sus propias aspiraciones. (“Informe de la Cuarta
Conferencia Mundial sobre la mujer”, 1995, p.3, en línea)

Agregado a lo anterior, el Sistema Interamericano valida y difunde


diversas propuestas transformadoras, que incorporan formas de
concebir y practicar los derechos humanos, bajo un enfoque globali-
zador e integral, que propone educar para la autonomía, acompañado
con estrategias articuladas en el ámbito internacional, nacional,
regional y local, de tal manera que mujeres y hombres incorporen
nuevas formas de relacionamiento humano en la vida cotidiana
y pública, que promuevan la justicia, la tolerancia, la dignidad, la
igualdad y la equidad.

Es por ello que en la Resolución 1325 de octubre del 2000, el Consejo


de Seguridad de las Naciones Unidas llama a los países miembros
para inscribir a las mujeres en las diferentes fases de las negocia-
ciones para la resolución de conflictos y postconflictos, así como en
el proceso de construcción de la paz y la democracia, incluyendo, así
mismo, la perspectiva de género como su lógica, reconociendo, de
esta manera, su exclusión de los procesos políticos, en los partidos

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Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

políticos, la diplomacia, en los grupos armados y en las instituciones,


entre otras, develando la falta de voluntad política de los Estados para
su cumplimiento.

Todos estos antecedentes forman parte del largo camino recorrido


por las mujeres en el mundo para abrir espacios y constituirse en
coprotagonistas, con el objetivo de formar parte en procesos de
negociación para la solución de conflictos con el objeto de construir
sociedades pacíficas. Este camino conquistado, le entregó herra-
mientas y la autoridad a las mujeres, para exigir desde diferentes
culturas y escenarios políticos, el derecho: “Sí a la paz, no a la guerra”.

LAS MUJERES Y LA GUERRA


La crudeza de la afirmación de Cyntia Cocburn (citada por Villellas
Ariño, 2010, p.12), en la cual expresa que

un conflicto ha de ser una iniciativa organizada colectivamente;


debe implicar el uso de las armas y ser potencialmente mortal,
ha de convertirse por un objetivo o un interés; lo más importante,
tiene que estar socialmente aceptado, de manera que provocar
muertes no es considerado asesinato.

manifiesta la inclemencia de la visión guerrerista del conflicto armado


al no considerar como asesinato la vida humana, lo que demuestra la
crueldad y la lógica de la guerra de la aceptación de la muerte ante
la vida.

La historia ha demostrado con creces que las guerras han sido deter-
minadas por estructuras patriarcales, ya sea por la lucha por poder,
control territorial o intervención política, trayendo como conse-
cuencias exterminadoras la pérdida de vidas humanas, desarticu-
lación de los lazos familiares, desplazamiento forzado y atraso en el
desarrollo de las comunidades y en las sociedades en general. En los

129
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

conflictos se busca identificar salidas de negociación y oportunidades


para erradicar las diversas manifestaciones de violencias, entre ellas,
la pérdida de vidas humanas, lo que impone la necesidad de resolver
tales incitaciones guerreristas.

Generalmente sociedades que han tenido que enfrentarse a la crudeza


de las conflagraciones han construido formas de sobrevivencias de
estas horrendas experiencias, y exigido del Estado y de los actores
armados acciones correctivas y reformas estructurales para el bien de
la sociedad.

En virtud de lo anterior, las experiencias vividas por las mujeres bajo


las guerras en historias nacionales y regionales, hizo que se levan-
taran sus voces para criticar los enfoques tradicionales en relación
con el conflicto, identificando su impacto diferencial entre hombres
y mujeres.

Estas miradas enriquecieron el enfoque de género en el contexto del


conflicto armado, lo que sirvió, así mismo, para identificar las conse-
cuencia en los grupos poblacionales diversos y étnicos, con diferencias
religiosas y políticas, entre otros, lo que permitió una intervención más
integral, con un cambio en el significado de la guerra y la paz en las
últimas décadas.

Los años 90, y los inicios del siglo XXI, son señalados como la década
de la profundización, de los estudios y publicación sobre las causas
y efectos de las guerras, teniendo en cuenta el impacto negativo
para la humanidad y, en contraste, se profundizan las investigaciones
en relación a la paz, lo que permitió la ampliación conceptual para
su compresión con nuevos aportaciones desde diferentes ciencias,
especialmente de las Ciencias Humanas (Villellas Ariño, 2010, pp.35-
43).

130
Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

Estos estudios permiten, así mismo, evaluar los enfoques conserva-


dores en el proceso de negociación, ya que han tenido romper con
la mirada tradicional acerca de los roles femeninos, pues han consi-
derado a las mujeres en sus papeles de víctimas de la guerra o en su rol
maternal, es decir, como agentes históricamente pasivos, en contraste
a la concepción que se tiene para los hombres, como agentes históri-
camente activos.

De esta manera, paulatinamente, se ha venido rompiendo con


los imaginarios sociales sobre la naturalización cultural del innato
pacifismo de las mujeres con base en su rol materno, lo que ha sido
cuestionado por corrientes feministas no maternalistas, que arguyen
que el rol de ser madres no debería excluirlas de participar en las
negociaciones de los conflictos (Villlellas Ariño, 2010). Sobre ello,
la misma autora argumenta: “La capacidad de las mujeres para ser
agentes de paz está conectada con su exclusión de la esfera pública,
y no se debe tanto a la naturaleza biológica o a sus experiencias como
madres o ciudadanas” (p.27).

Virginia Woolf se anticipó a esta situación para lo cual son pertinentes


las cita que sobre ella realiza Ximena Bedregal (2003, en línea), sobre
la respuesta que da Woolf a raíz de la publicación de su libro Tres
guineas, a un contradictor. Este indaga a la escritora, a través de una
carta enviada en 1935, con la pregunta: “¿Cuál es la manera, en su
opinión, de parar la guerra?” Inicia Woolf aclarándole a su interlocutor
que “hay una dificultad de comunicación entre nosotros que hace casi
imposible responder a su pregunta”. Y agrega:

disparar ha sido un juguete y un deporte de los hombres en la caza


y en la guerra […] en la lucha, hay cierta gloria, cierta necesidad,
cierta satisfacción que nosotras jamás hemos sentido ni gozado;
para ustedes la guerra es una profesión; una fuente de realización
y diversión; y también es cauce de viriles cualidades sin las cuales

131
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

los hombres quedarían menoscabados y que nos hace imposible


comprender los impulsos que inducen a ir a la guerra […] estos
tres puntos suspensivos representan un abismo, una separación tan
profunda entre nosotros que, durante estos tres años, he estado
preguntándome, sentada en mi lado del abismo, si acaso puede
servir de algo intentar hablar al otro lado (Bedregal, 2003, párr.7,
en línea).

Y sigue argumentando Virginia Woolf, según cita Bedregal: “la mejor


manera en que podemos (las mujeres) ayudar a evitar la guerra no
consiste en repetir sus palabras y en seguir sus métodos, sino en hallar
nuevas palabras y crear nuevos métodos” (párr.8).

Woolf, como pionera del feminismo, fue una gran defensora del
derecho de las mujeres a pensar y educarse, y en el texto arriba
enunciado, desgrana la simbólica masculina del poder, basada en
el autoritarismo, con el que crea históricamente una cultura de privi-
legios.

En la búsqueda, como afirmó Wolf, de investigar nuevos métodos


como antídoto contra la guerra, Janeth Rankin8 es recordada por ser
una firme activista por los derechos humanos de las mujeres, quien
luchó por el derecho al voto lo que se logró para aquel Estado, en
1914. Quedó para las páginas de la historia como la única persona
–entre 50 legisladores– que votó en contra del ataque de Estados
Unidos de Pearl Harbor, en la isla Oahu, en el archipiélago de Hawái
el 7 de diciembre de 1941.

Las grandes secuelas de la Segunda Guerra Mundial para la humanidad,


entre estos la impactante persecución nazi contra los judíos, motivó a

8 Nació el 11 de Junio de 1880 en el Estado de Montana y falleció en 1973. Republicana


elegida a la Cámara de Representantes de EE.UU, constituyéndose en la primera integrante
femenina del Congreso.

132
Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

que en 1946 el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas


instituyese la Comisión de Derechos Humanos, encabezada por
Eleanor Roosevelt (1884-1962), quien mostró su gran compromiso
con los derechos humanos, independientemente de la raza, religión
o sexo (ONU, Historia de la declaración de los Derechos Humano, en
línea). Fue presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos de las
Naciones Unidas y fuerza impulsora —que fue su legado— para que el
10 de diciembre de 1948 se firmara en París la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, y con ella el reconocimiento del Derecho
Internacional, la cual que expresa en su primer artículo: “Todos los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y,
dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse frater-
nalmente los unos con los otros” (ONU, en línea).

Esta Declaración, de consecuencias universales, se basa en el principio


del respeto de la dignidad humana y en los derechos imputables como
son la libertad y la igualdad, trascendental para la humanidad y para la
trasformación de la vida de las mujeres, porque convirtió la percepción
sobre los derechos de las personas y la responsabilidad de los Estados
por el respeto por los derechos humanos, ya que “hasta ese momento,
diferentes países estaban convencidos que los derechos humanos
eran un asunto interno de cada país y que en nada debía intervenir la
comunidad internacional”, según indica Juan Blanco Aristín (Derechos
Humanos, Tendencias 21, en línea). En los años 60, la humanidad se
venía recuperando de los efectos de la Segunda Guerra Mundial, se
encontraba en el período de la Guerra Fría y, al mismo tiempo, surgían
movimientos de protesta en el mundo. En este sentido, la juventud
norteamericana y de varios países, se movilizan contra la guerra de
Vietnam, en Latinoamérica protestan contra los regímenes militares y
en Centroamérica se consolidan durante la década del 70.

133
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

En América Latina, las mujeres formaron parte de la oposición a


diferentes regímenes militares, protestando contra la desaparición de
sus hijos e hijas, por ejemplo, durante la dictadura de Rafael Videla
en Argentina, a través de la asociación de “Las Madres de la Plaza de
Mayo”, quienes cada jueves, a la misma hora, se reúnen y marchan
alrededor de la Pirámide de Mayo, en la Plaza del mismo nombre,
ubicada al frente de la Casa Rosada —Casa de Gobierno—, y han
protestado por décadas por la desaparición de su descendencia,
logrando éxitos parciales y muy importantes, que dividieron la historia
política de este país, pues obtuvieron la apertura de casos de los
responsables de las desapariciones y los crímenes cometidos, promo-
viendo su enjuiciamiento.

Pero también lograron identificar la compatibilidad genética de nietos


y nietas en adopción por militares, y la lucha no ha cesado porque
continúa, pues ahora, con años a cuestas de luchas y experiencias se
denominan “Abuelas de la Plaza de Mayo”, candidatizadas al Premio
Nobel de la Paz por seis veces a lo largo de 40 años de disciplinada

Otro de los casos que ha inmortalizado en América Latina la lucha y el


compromiso de las mujeres por una sociedad mejor, fue el asesinato
de las dominicanas hermanas Mirabal, Patria, Minerva y María Teresa,
el 25 de noviembre de 1960; denominadas también Las Mariposas, por
su trabajo político en su lucha contra el régimen de Rafael Leonidas
Trujillo.

Fueron asesinadas brutalmente y lanzadas a un barranco por la policía


dominicana, para disimular un accidente. En su memoria, el Primer
Encuentro Feminista y Latinoamericano del Caribe, realizado en Bogotá
en 1981, consagró el 25 de noviembre como el Día Internacional de
la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, lo que fue ratificado
por las Naciones Unidas el 17 de diciembre de 1999, a través de la

134
Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

Resolución 54/134 (en línea) (Día internacional de las mujeres por la


paz y el desarme, 2016).

En ese mismo contexto, en El Salvador, ante la desaparición de


parientes prisioneros y activistas políticos, se fundó en 1977 las
Comadres del Salvador (CoMadres), quienes, con la ayuda de la
Arquidiócesis Católica y el liderazgo del padre Óscar Romero —poste-
riormente asesinado—, lograron evidenciar ante los ojos del mundo la
situación política que vivía este país, y presionaron al gobierno salva-
doreño para la libertad y el respeto de la vida de los presos políticos.

En este contexto, es necesario recalcar que desde

los años 80, a partir de las atrocidades realizadas por los regímenes
militares latinoamericanos, surgieron grupos de mujeres que recla-
maron la recuperación de la memoria, la superación de la impunidad
y reparación como garantías de una real reconciliación y proceso
democrático (Ameco Press, en línea)

De hecho, la líder indígena guatelmateca Rigoberta Menchú, perte-


neciente al grupo Maya Quiché, recibe el premio Nobel de la Paz
como defensora de los derechos humanos, la justicia social y la recon-
ciliación entre diferentes grupos étnicos en el año de 1992 y el Premio
Príncipe de Asturias en 1998.

Los casos enunciados solo son una muestra de las luchas de las mujeres
en este continente, en la búsqueda de ayudar a construir sociedades
más justas, luchando unas veces contra los regímenes militares, y en
otras movilizándose a través de la resistencia pacífica en la construcción
de canales participativos que fortalezcan la democracia social y étnica.

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Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

EL COMPROMISO DE LAS MUJERES EN LOS DIFERENTES


CONFLICTOS DE EUROPA, ASIA Y MEDIO ORIENTE

En Europa, Asia y Medio Oriente, entre otros continentes, la presencia


de las mujeres en la lucha contra los conflictos bélicos son de gran
relevancia; se puede corroborar con acciones y la experiencias de
la Asociación de Mujeres de Negro, fundada en 1988 y conformada
por mujeres israelitas que, vestidas de negro y en silencio, protes-
taron contra la guerra y por la ocupación de los territorios palestinos,
denunciando a su propio Gobierno, deponiendo las diferencias contra
el pueblo palestino y prevaleciendo por encima de las diferencias
políticas el derecho a la vida.

Las mujeres de Palestina se unieron a la convocatoria, y, juntas,


fundaron en 1988, la Red de Mujeres de Negro, a la que se unirían
muchas mujeres de diferentes países del mundo en guerra, quienes
organizaron la Marcha por la Esperanza, en las que más de 3 mil
mujeres de ambos países caminaron durante dos semanas hasta la
residencia del presidente de Israel Benjamín Netanyahu, en Jerusalén,
para exigir un Acuerdo de paz entre las dos naciones.

Sobre los objetivos de Mujeres de Negro, se indica:

Las Mujeres de Negro contra la guerra tienen como principios


el feminismo, el pacifismo, el antimilitarismo y la defensa de los
derechos humanos, sobre todo los de las mujeres. Sus símbolos:
el color negro, por el luto permanente en el que se encuentran las
mujeres por ser víctimas de las guerras y por el silencio ante todos
los horrores de las guerras y las violencias. Luchar por la hermandad
y solidaridad hacia la construcción de una paz con justicia social y
hacia la no violencia como ética social, política opuesta a la lógica
patriarcal, son sus objetivos. (Felma, 2016, en línea).

136
Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

Esta alianza se constituye en un ejemplo de solidaridad, por encima


de las diferencias, acción acogida por muchos países en el mundo y
mujeres de países en conflicto, quienes se han venido organizando
desde los movimientos antimilitaristas y feministas, fundando la Red
Internacional de Mujeres de Negro contra la guerra, la cual existe
actualmente en varios países del orbe.

Con una larga historia de luchas por composición de la complejidad


étnica del conflicto, las guerras étnicas han determinado despla-
zamientos masivos, mafias organizadas a través de la cocaína y la
heroína, prostitución y trata de personas, lo que se ha constituido en
otra bandera de lucha para las Organizaciones de Mujeres.

Lo anterior puede verse con la influencia de la Red de Mujeres en


Yugoslavia, en el que juega un papel importante9 luego de los crueles
enfrentamientos entre los grupos étnicos en que se dividía la zona de
entonces.

Memoria de lo anteriormente expuesto, en Serbia, el 22 de junio del


2009, Jasmina Tesanovic, activista feminista, integrante de las Mujeres
de Negro, denunció el asesinato de una de las activistas contra la
guerra, Natalia Estemirova, y evidenciaba ante el mundo la indife-
rencia y el silencio de la sociedad ante el hecho. En aquel momento
expresó: “Y sin embargo, todos nos quedamos callados frente a

9 Como se recordará, la República Federativa de Yugoslavia, fue fundada por Josip Broz Tito,
luego de que se fraccionara al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Constituida por seis
Repúblicas socialistas: Croacia, Bosnia, Serbia, Eslovenia, Macedonia, y Montenegro, per-
maneció unificada políticamente hasta el 25 de junio de 1991, desintegración que estuvo
influenciada por la caída del Muro de Berlín en 1989. (“El conflicto armado en pocas pala-
bras”, 1995, El Tiempo, en línea). La República Federal de Yugoslavia, ya con una composi-
ción geográfica diferente, permaneció hasta el 2003, y desde esa fecha pasó a denominarse
Serbia y Montenegro, que existió hasta 2006, cuando Montenegro se separó de la unión, y
en este momento Serbia también reclamó su autonomía. El pueblo kosovar, que formaba
parte de Serbia, se autonomizó (2008), denominándose República de Kosovo, reconocida
como Estado por 113 de los 193 países. Finalmente, en 2013 los ministros de Serbia y
Kosovo firmaron en Bruselas un acuerdo para la normalización de las relaciones, las que
todavía se mantienen no sin lidiar las secuelas sociales de décadas del aberrante conflicto.

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Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

su muerte. Muchos de nosotros vuelven la cabeza hacia otro lado,


como si no fuera asunto nuestro” (Natalia Estemirovan por Jasmina
Tesanovic, 2009, en línea).

Y continúa:

En Chechenia, todo el peso de la guerra ha recaído sobre las


mujeres. Cuando comenzaron los secuestros, fuimos las mujeres
las que nos enfrentamos denunciando estos crímenes. En 1995
organizamos una marcha pacífica desde Moscú hasta Grozni. Y no
denunciamos únicamente los crímenes y la violencia del Gobierno
ruso, también la violencia de nuestro propio gobierno y de los
grupos armados [...] ¡Solas y sin ninguna arma! Si pensamos en lo
que los hombres consideran actos de heroísmo, nuestras acciones
sí que son actos de heroísmo: el trabajo diario por la supervivencia.
Recuerdo cuando no teníamos comida y no nos llegaba ningún
tipo de alimento, las mujeres encontraron la manera de atravesar
los controles militares y de transportar alimentos para sus familias.

Primero negociando con los militares y con un carro, intentando


llegar a Grozni, sin que nos disparasen. Después alquilamos un
tanque y después un helicóptero. Convertimos el armamento de
la guerra y la destrucción en herramientas para la vida. A pesar
del papel importante de las mujeres chechenas, Chechenia es una
sociedad muy tradicional, conservadora y patriarcal (Tesanovic
Estemirova: in memoriam, 2009, en línea).

Con un llamamiento para trasformar la sociedad chechena, cierra


Jasmina Tesanovic, con preocupación, sus comentarios sobre la guerra
y la reconstrucción de su país.

Muchos son los ejemplos de organizaciones de mujeres que han


luchado por la firma de acuerdos de paz, como es la Coalición de

138
Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

Mujeres de Irlanda del Norte, partido que fue liderado por mujeres,
quienes propusieron que las mujeres de ambos lados del conflicto
(Irlanda del Sur) estuviesen representadas durante las negociaciones
de paz. El Acuerdo de paz se firmó el Viernes Santo de 1998.

En Kosovo se encuentra otro hecho histórico por la solidaridad de las


mujeres con la fundación, en 1996, de la Coalición de Mujeres por
la Paz, nacida como respuesta a la guerra con Serbia. La coalición —
informalmente en un inicio— estuvo integrada por mujeres de distintas
regiones de Kosovo. La Coalición ha seguido creciendo vinculándose,
entre otras, las Mujeres de Negro y la Red de Mujeres Kosovares,
quienes apoyan la defensa de los derechos de las mujeres, a la salud,
contra la violencia doméstica y la trata de personas.

Es muy importante resaltar que las organizaciones señaladas, han


depuesto las causas que han originado los conflictos, y defendido la
vida y los derechos de las mujeres y de la población por encima de las
diferencias religiosas y étnica, entre otras, lo cual le ha entregado a la
humanidad ejemplos basados en principios éticos fundamentados en
la dignidad humana como es la defensa de la vida.

Todas estas acciones conllevaron a que el 25 de octubre del 2008 se


iniciara una escalada de compromisos mundiales en la lucha por la paz,
para lo cual se lanzó en el Simposio del Centro Mundial de Estudios
Humanistas en Punta de Vaca, Argentina, la Marcha Mundial por la Paz
y la No Violencia, y posteriormente, en Málaga, en junio de 2009, fue
refrendada esta iniciativa, apoyada también por la Asociación Mundo
sin Guerra y por el Centro de las Cultura y el Instituto Andaluz de la
Mujer.

Se agregan también otra serie de asociaciones a su recorrido, la cual


se realizó en 104 países y más de 300 ciudades del mundo. La marcha
inició el 2 octubre de 2009 en Nueva Zelanda (Día Internacional

139
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

de la No Violencia) y concluyó el 2 de enero en los pies del Monte


Aconcagua, en el límite entre Chile y Argentina (Movimiento Paz es
Fuerza, 2009).

En Colombia10, su capital, Bogotá, fue la primera ciudad del mundo


que se comprometió con la Marcha Mundial por la paz y la No
Violencia. En aquel momento, Samuel Moreno, su alcalde, expresó:
“los gobiernos solo se movilizarán hoy si hay una presión popular,
ojalá internacional, que los obligue a movilizar sus políticas hacia la
paz y la no violencia” (Movimiento Paz es fuerza, en línea).

La Marcha Mundial por la Paz y la No violencia reivindicó los siguientes


objetivos en la lucha por la paz internacional: el desarme nuclear a
nivel mundial, el retiro inmediato de las tropas que están invadiendo
territorio, la reducción progresiva y proporcional del armamento
convencional, la firma de tratados de no agresión entre países, y la
renuncia de los gobiernos a utilizar las guerras como medio para
resolver conflictos (Movimiento Paz es fuerza, 2009, en línea).

Todas estas acciones y estrategias en la lucha por la paz traen a colación


la reivindicación histórica de la neoyorkina Julia Ward, abolicionista,
activista, luchadora por los derechos de las mujeres, escritora, predi-

10 El Programa Suizo para la promoción de la Paz con el apoyo de la GTZ lanzó la campaña
en el 2004-2005, “Mil Mujeres y 1 Nobel de Paz”, con la cual promocionó, en todos los
países del mundo, que las Organizaciones de Mujeres representadas en diferentes países
del mundo y a través de un Comité se escogiera representantes de diferentes países del
mundo, en América Latina, liderado por Gloria Cuartas M. (Colombia) y Nora Franco(Qepd)
(Coordinadoras para América Latina) logró que todos los país postularan a 1.000 mujeres
por sus compromiso en la lucha reivindicativa de los derechos de las mujeres, para ser candi-
datizadas al Premio Nobel por la paz. Por Colombia fueron escogidas: María Eugenia Zabala
(Córdoba), Virginia Chara (Valle del Cauca), Beatriz Rodríguez (Florencia-Caquetá),Hilda Liria
Dominico (Urabá- Antioquia), María Beatriz Aniceto (Tierradentro), Yolanda Becerra Vega
(Barrancabermeja), María Tila Uribe (Bogotá), Rafaela Vos Obeso (Barranquilla), Luz Perly
Córdoba (Arauca); Nubia Castañeda B. (Quibdó-Chocó), Patricia Buritica C. (Bogotá), Ana
Teresa Bernal M. (Bogotá). Cada una de estas mujeres representan compromisos en dife-
rentes espacios en la lucha de la conquista por la construcción de una sociedad en paz. En
el 2005 la editorial suiza Kontrast, editó el texto en inglés 1000 Peace Woman Across the
Globe, en que resume la hoja de vida de las 1000 mujeres escogidas presentadas al Premio
Nobel de Paz 2005.

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Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

cadora, reformadora, y poeta. Escribió en 1870 la Proclama del Día de


la Madre, para promover la paz y el desarme. Esta reivindicación no
la pudo ver en vida, pues fue hasta 1914 cuando se estableció el Día
de la Madre. Pero se reivindica su legado con la conmemoración del
24 de mayo, Día Internacional de las Mujeres por la paz y el desarme.

LAS MUJERES EN COLOMBIA Y LOS ACUERDOS DE PAZ

“La paz para nosotras es la defensa del territorio, la soberanía alimen-


taria, los derechos de la mujer”. Asociación Nacional de Mujeres
indígenas Campesinas de Colombia (ONU) Mujeres Colombia (2015)
en línea.

VIOLENCIA Y PAZ

El artículo 22 de la Constitución Política de la República de Colombia


de 1991, promulga la paz como un derecho y un deber de obligatorio
cumplimiento. Y el artículo 95 afirma que el ejercicio de los derechos
y libertades reconocidos en la Constitución implica responsabilidades,
entre ellas, propender al logro y mantenimiento de la paz. Bajo estos
presupuestos se han basado las organizaciones políticas y sociales, las
redes gestoras de paz, entre otras, para reclamar el derecho a vivir en
una sociedad pacífica.

Las luchas de las mujeres colombianas por la participación en la


negociación de la paz, con el objeto de acabar con la guerra, deviene
de décadas como resultado de hechos violentos que marcaron las
cimientes más profundas de la sociedad colombiana, cercenando la
vida de generaciones de hombres y mujeres provenientes, fundamen-
talmente, del campo.

Este período denominado por analistas como el fenómeno de La


Violencia en Colombia, impactó el ethos colectivo de nuestro país,
señalando su procedencia aproximadamente desde la década de los

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Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

años 50 del siglo XX, período recrudecido por el asesinato del líder
liberal Jorge Eliécer Gaitán.

Al respecto, Fals Borda en Once ensayos sobre la violencia (1985), cita


a Camilo Torres:

la violencia acabó también con el aislamiento de muchas comuni-


dades rurales […] las viejas tradiciones no podían mantenerse una
vez que se abatieron las fronteras ecológicas, y las migraciones y
desplazamientos fueron imperativos para sobrevivir. Esta movilidad
hasta entonces sin precedente hizo posible que los campesinos
comparasen su situación con la de otros grupos socioeconómicos,
más favorecidos. De esta manera, encontraron nuevos argumentos
para implantar los preceptos de Gaitán con una floreciente
conciencia de clase, inimaginable en los tiempos sacralizados.
(1985, p.45)

Al respecto, la Comisión sobre Estudios de la Violencia de la


Universidad Nacional de Colombia, en el año de 1987 entregó un
detallado informe sobre la situación del país, en el que pone de
manifiesto que la violencia impedía el cumplimiento de los derechos
humanos, fundamentalmente el derecho a la vida. Y si bien la violencia
no tiene una única fuente de conflicto como es la guerra, existen otras
razones como la pobreza extrema de comunidades indígenas, negras,
campesinas y urbanas, de la cual el Estado y sus instituciones no son
garantía ante la sociedad.

De esta manera, el estudio resalta la necesidad de construir el plura-


lismo y la tolerancia para construir las bases de una paz duradera para
las nuevas generaciones, y afirma además:

Vale la pena aclarar que los derechos deben ser de todos y para
todos. Pero no para que seamos “iguales”, sino más bien para que

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Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

podamos expresar nuestras diferencias de sexo, de origen étnico,


de creencias políticas, religiosas o de cualquier otra índole, y por la
vía del acuerdo. Hagamos posible la existencia de la diferencia y el
desenvolvimiento armónico de la totalidad. (Sánchez Gómez: 2009,
p.255, citando la Sentencia T-131/06 de la Corte Constitucional)

La anterior reflexión es de relevancia, porque, desde la década del 80,


las investigaciones de los llamados Violentólogos y el contenido de
sus análisis, harían también la apertura de discursos democráticos en
los que la igualdad desde las diferencias enriquecería la metodología
y la estrategia del enfoque de género en las negociaciones por la paz.

Al respecto Álvaro Camacho y Álvaro Guzmán, sobre este periodo


afirman:

[las] confrontaciones sobre el poder del Estado entre una guerrilla


y un ejército han existido en Colombia por mucho tiempo. Pero
básicamente desde el Frente Nacional, la guerrilla se ha conso-
lidado como una perspectiva que no representa sectores o
fracciones dominantes (como fue el caso de la guerrilla liberal),
sino por el contrario, sectores sociales tradicionales dominados
(como el campesinado) o sectores producto de la sociedad colom-
biana contemporánea (como los sectores urbanos de clase media y
populares) […] de la confrontación de estos dos polos resultó una
guerra no declarada, que es un caso típico de violencia política en
la que hay un orden legítimo en el sentido weberiano y un levan-
tamiento sobre dicha legitimidad que opta por la confrontación
directa, el uso de la violencia y encuentra una respuesta igual por
parte de quienes ostentan el monopolio legítimo de la fuerza.
(Camacho y Guzmán: 1986, pp.93-94)

En este sentido, se presentan los hechos violentos ocurridos en el


campo motivados por la lucha de poder político y de posiciona-

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Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

miento territorial, representados no solo por la política tradicional,


sino por grupos guerrilleros que se organizaron a través de la guerrilla
gaitanista armada, y franjas campesinas inconformes que fundaron
las FARC (1964), a lo que se agregan los efectos de la revolución
cubana (1969), la aparición del ELN, el EPL, y en la década del 80, el
M-19 y Quintín Lame, entre otros, quienes, en sus banderas y en sus
diferentes matices, reivindicaron la lucha contra la pobreza ante un
Estado inequitativo que no lograba las reformas sociales ni minimizar
el impacto de la pobreza en las franjas más desfavorecidas de la
población colombiana.

Al respecto, en el texto Una nación desplazada, del Centro Nacional


de Memoria Histórica, se observa:

en este sentido, con el éxito de la Revolución Cubana —y su


impacto en toda la izquierda armada en el continente— el acuerdo
bipartidista11 sería un detonante del conflicto armado interno que
daría lugar a un nuevo período de violencia, entre otras a partir del
nacimiento de los grupos subversivos. (2015, p.46)

Como producto de esta historia de violencias, y en los que también


hay que incluir los grupos armados al margen de la ley, las guerrillas
en las últimas décadas han venido acogiéndose paulatinamente a
procesos de paz y a las respectivas propuestas de amnistías que han
ofrecido los diferentes gobiernos colombianos, como se presentó
con el Acuerdo Final de Paz firmado en Bogotá con la FARC-EP en
noviembre de 2016.

11 Hace referencia al Frente Nacional, pacto firmado entre el líder liberal Alberto Lleras
Camargo y el conservador Laureano Gómez, en la ciudad de Benidorm, para dar inicio a
este el 24 de Julio de 1956, a través del cual los partidos se turnarían alternativamente la
presidencia y, con ella, todos los espacios de poder.

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Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

LAS ORGANIZACIONES DE MUJERES EN COLOMBIA, EN EL


LARGO CAMINO PARA LOGRAR LA PAZ

[…] Y hay también otros silencios que nos duelen: mientras el país
entero veía en televisión una versión simulada de la guerra, nosotros
huíamos de los campos, “nuestras” (comillas colocadas por la autora)
mujeres eran violadas, millones fuimos desplazadas y obligadas a vivir
en la indiferencia de las ciudades. Y nosotros no sabíamos vivir así.
Nunca quisimos vivir así. Una sociedad que es capaz de continuar
su camino dejando de lado sus propios hermanos, es sin duda una
sociedad fracasada (Bayuelo Catellas, 2016, p.72).

Uno de los hechos más dramáticos producto del conflicto por décadas
vivido por Colombia, ha sido el desplazamiento forzoso, ya “que no
es un fenómeno reciente, sino un elemento estructural que carac-
teriza trasversalmente la historia colombiana, partiendo de diferentes
procesos de despojo y expulsión de la población” (Una nación
desplazada, 2015, p.35), el cual, según la Corte Constitucional, tiene
como punto de referencia, en forma aguda, en la década de 1980.

En este contexto es muy importante destacar el papel jugado por


varias organizaciones de mujeres, entre otras, la Red Nacional de
Mujeres, e iniciativas de agencias como

la constituyente Emancipatoria de Mujeres por la Paz y la Ruta


contra la Guerra promovida por la Ruta Pacífica de Mujeres, y la
Organización Femenina Popular de Barranca (OFP) en regiones
altamente afectadas por el conflicto armado. Además de las inicia-
tivas regionales y locales impulsadas por grupos y organizaciones
como la Asociación de Mujeres del Oriente Antioqueño (Amor),
las mujeres indígenas y las mujeres negras. (Villarriaga Sarmiento,
2005, p.201)

145
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Es necesario destacar el Movimiento Nacional de Víctimas del Estado,


que lleva 12 años de existencia y ha avanzado en la identificación de
las modalidades de estos crímenes12.

Todos estos esfuerzos mancomunados desde hace varias décadas,


realizados por todas las organizaciones del movimiento social, las
organizaciones de Mujeres en el país comprometidas con la Paz,
han venido señalando los efectos destructores de la guerra para las
mujeres y la sociedad civil, propugnando por la gestión negociada del
conflicto y visibilizando los crímenes de guerra, como son las viola-
ciones de las mujeres por parte de los diferentes actores armados. En
atención a ello, han exigido medidas de reparación colectiva como
el derecho a la Verdad, la Justicia y la Reparación, para reconstruir
la memoria histórica individual y colectiva para que los aberrantes
hechos no se vuelvan a repetir. Por estas razones, Gloria Tobón, en el
año 2003 afirmó:

Tras casi cuarenta y cinco años de conflicto armado y veinte de


procesos de paz, de los cuales algunos de los realizados han
conducido a la desmovilización de combatientes y otros han sido
infructuosos, en Colombia no hemos sido capaces de resolver por
la vía de la negociación política y social el conflicto armado que
cada día se hace más complejo y se degrada con la afectación de
la población civil. En estos últimos años diversas organizaciones de
mujeres han orientado sus esfuerzos a potenciarse para incidir en el
desmonte de la guerra que afecta de manera crítica a la población
femenina. (Tobón, 2003, p.15).

12 “Entendido como crímenes de estado por acción y omisión, viola los derechos humanos.
Por lo general son actos que se cometen con una intencionalidad y de forma sistémica para
detener intereses privados (Castro Sánchez y Melo Amaya, 2015, p.28, en Crímenes de
Estado desde la Memoria de las Mujeres).

146
Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

Se llegó a la vía de negociación del conflicto por las masacres de


pueblos enteros, con la consecuencia de un gran número de pérdidas
de vidas humanas, desplazamiento forzoso, entre otros efectos de
impactos aberrantes para el desarrollo social, así como transformación
del medioambiente, salud, educación, urbanismo y en la calidad de
vida de la población desplazada y receptora, que agudizaron los
niveles de pobreza.

Los diferentes actores armados como el narcotráfico, las guerrillas y


los paramilitares, como lo reconoce el Centro Nacional de Memoria
Histórica, han usado los ríos como medios de transporte para movilizar
drogas, insumos y armas, convirtiéndolos en tumbas, pretendiendo
desaparecer la evidencia de sus actos. En el mapa del desplazamiento
forzoso, los ríos Magdalena, Atrato, Catatumbo, Ariari, Guayabero,
Patía, Putumayo, Arauca y Cauca, son reconocidos como los más
afectados por los diferentes ciclos de violencias (Centro Nacional de
Memoria, 2015).

Dentro de tan complejo contexto, las permanentes denuncias del


daño e impacto de la guerra en las víctimas, permitió, en las últimas
décadas del siglo XX e inicios del siglo XXI, su visibilidad internacional
ya que el desplazamiento forzado permaneció como una proble-
mática inadvertida, invisibilizada, y en muchos casos justificada como
una consecuencia del “efecto colateral” a la mas de cinco décadas
continuas del conflicto armado” (Una nación desplazada, 2015, p.26).

La dirigente sindical Aída Avella, en su entrevista plasmada en el libro


Mujeres, política y poder, afirma:

hay un gran vacío en la historia de la violencia en Colombia, y es


que las víctimas nunca han escrito su historia. Nos hace falta la
versión de las víctimas, que es necesarísima. Quienes han ayudado
a aclarar muchas etapas de la Segunda Guerra Mundial fueron las

147
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

víctimas que sobrevivieron. Muchos judíos, pero también mucha


gente que se fue a la resistencia, que estuvo salvando vidas”
(Avella, 2016, p.185)

El proceso vivido en el país ha traído a la superficie la visibilidad de


las víctimas ya que el Estado empezó a reconocerlas como tal solo
hasta el año 2011, cuando la presión internacional y nacional eviden-
ciaron el fenómeno social del desplazamiento forzoso, llegando a ser
reconocida Colombia como el país con el índice más alto de despla-
zamientos en el mundo.

Por las razones anotadas, existe especial protección constitucional a


las mujeres, niños, niñas y adolescentes, adultos y adultas mayores,
poblaciones indígenas y afrodescendientes, quienes han sido histó-
ricamente los grupos poblaciones más afectados por la violencia
política.

Con estos resumidos antecedentes, las Organizaciones de Mujeres


captaron en los diálogos de La Habana la oportunidad para reivindicar
espacios en la negociación reivindicados por décadas, conscientes de
que la experiencia les permitiría a las mujeres participar en los pacto
para lograr la paz.

Desde 2012, cuando se inician las últimas negociaciones con las


FARC EP, se radicalizan las exigencias de la presencia femenina en los
diálogos por la paz, sin embargo, fue en el 2014 cuando se accede,
por las presiones, a incluir a las mujeres en la Mesa de Negociaciones.

En la II Cumbre Nacional de Mujeres y Paz, realizada en Bogotá del 19


al 21 de septiembre de 2016, más de 500 mujeres resaltaron la impor-
tancia de la participación de las mujeres en la refrendación, verifi-
cación e implementación de los mecanismos del Acuerdo General

148
Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable


y duradera.

Durante 3 días de la Cumbre, las participantes analizaron

los Acuerdos de Paz desde una perspectiva de género, debatieron


sobre cómo mitigar los retos específicos para las mujeres, como
la baja representación en los espacios de toma de decisiones, las
condiciones para una participación paritaria de las mujeres en los
programas de restitución de tierras, de verdad, justicia, y reparación,
así como en el proceso de abandono de armas y reintegración y
la garantía de justicia para las víctimas de violencia sexual, y otras
formas de violencias hacia las mujeres […] También se presentaron
propuestas en la construcción de la paz en la etapa posterior a los
acuerdos. (II Cumbre Nacional de Mujeres y Paz, en línea)

Bajo la consigna “No queremos ser pactadas, queremos ser pactantes


por la paz”, la Ruta Pacífica de Mujeres se expresó como parte de las
presiones para la inclusión de representación de las mujeres en las
negociaciones por la paz.

El presidente Santos, entonces, designó a dos mujeres para la Mesa


de Negociaciones. Aunque se incumplió con la representación
paritaria, estuvo por encima del promedio mundial en la escogencia
de representación femenina en procesos de negociación en contexto
de guerra. Ello hace pensar en el hecho de que las organizaciones de
mujeres hayan solicitado enfáticamente su presencia en este espacio,
expresa también la marginalidad histórica de la participación política
que hemos vivido las colombianas, lo que manifiesta las inequidades
de nuestra democracia.

Aunque es un hecho comprobado, en las negociaciones las FARC –


EP delegan en sus representantes mujeres el rol como plenipoten-

149
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

ciarias con mayor poder decisorio, hecho del que da cuenta el texto
Vivencias, aportes y reconocimiento: las mujeres en el proceso de paz
en La Habana (2017, p.10).

En el largo camino histórico recorrido por las mujeres en la lucha por


la construcción de la democracia, la justicia ha sido el pilar funda-
mental con el objetivo de que el funcionamiento de la sociedad esté
basada en los principios de igualdad y equidad desde la diferencia,
lo que enmarca la necesidad de consolidar la justicia de género para
superar las desigualdades entre hombres y mujeres, en la población
diversa, que fomente el respeto por las diferencias étnicas, religiosa,
entre otras, como bases para la edificación de una sólida esperanza
para cimentar una sociedad más justa.

El Acuerdo de paz firmado por el Gobierno y las FARC el 26 de


septiembre de 2016 en Cartagena, es de trascendental importancia
histórica ya que conlleva “enterrar el conflicto de medio siglo con la
principal guerrilla del país, [y] significa despejar el camino para que el
Estado llegue sin los tropiezos de la violencia a las zonas atrapadas en
la marginalidad” (Santos, 2016, sept. 26).

El Acuerdo se apoyó en principios jurídicos nacionales e interna-


cionales como el Derecho Internacional, del Derecho Internacional
de los Derechos Humanos, del Derecho Internacional Humanitario
(Convenios y Protocolos), fundamentados en los mandatos del Estatuto
de Roma (Derecho Internacional Penal), la Constitución Nacional, así
como de los fallos proferidos por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos relativos a los conflictos y su finalización. Con ello se ratificó
que los contenidos y principios de lo pactado contribuyen al respeto
de los derechos políticos, jurídicos sociales, culturales y económicos.

Con el Pacto se abren los canales de esperanza para el país, ya


que, a pesar de todas las polarizaciones políticas, se convierte en el

150
Universidad del Atlántico
Participación política de las mujeres en la construcción de la democracia y la paz

Acuerdo más importante en la historia del país, puesto que las partes
negociaron la paz ante la imposibilidad de que ninguno de los dos
bandos ganara la guerra.

CONCLUSIONES
Virginia Wolf escribió hace casi ocho décadas acerca del hecho de que
las mujeres debemos comprometernos con nuevos métodos y formas
más creativas para que las sociedades puedan vivir en paz, lo cual, ha
sido un camino cimentado con nuevas miradas y teorías de relaciones
humanas en todos los ámbitos, que van desde la convivencia hasta el
espacio público.

Es importante resaltar que el Acuerdo pactado es, hasta el presente,


el único en el mundo en donde la perspectiva de género lo trans-
versaliza, sintetizando dicho enfoque y su incorporación a las luchas
históricas del movimiento social para posicionar los derechos de las
mujeres, con el objeto de construir una sociedad más justa.

El nuevo Acuerdo Final presta especial atención a los derechos funda-


mentales de las mujeres, de los grupos sociales vulnerables, como
son los pueblos indígenas, las niñas, niños y adolescentes, las comuni-
dades afrodescendientes y otros grupos étnicos diferenciados; de los
derechos fundamentales de los campesinos y campesinas y de los
derechos esenciales de las personas en condiciones de discapacidad
y los desplazados por razones del conflicto; de los derechos funda-
mentales de las personas adultas mayores y de la población LGBTI
(Acuerdo final para Paz, p.4, en línea).

La justicia prospectiva, como lo dice el Acuerdo al reconocer derechos


fundamentales esenciales, se constituye en una garantía para la
preservación a las nuevas generaciones, de conocer sus orígenes, su
identidad, los aciertos y errores y a resguardar la libertad y la paz
como valor fundamental. Por ello la importancia de salvaguardar las

151
Rafaela Vos Obeso
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

memorias del conflicto, para el establecimiento de los hechos, de


forma que la justicia que claman las víctimas llegue. De esta manera
hombre y mujeres de Colombia tenemos grandes retos, como los de
aprender a construir la paz y conocer por qué hemos crecido en la
guerra.

A este respecto, señala Elizabet Lira:

El reto para Colombia ha sido construir la paz en medio de las


tensiones, incertidumbres y expectativas contradictorias de víctimas
y victimarios, pero también de quienes han vivido como si el
conflicto no existiera. Colombia ha ido acumulando un patrimonio
para la paz a través de la reconstrucción de la memoria histórica.
Se han hecho visibles las víctimas y sus padecimientos. La identifi-
cación y reparación de cada víctima reconociendo su experiencia
de vulneración es un reto gigante para la sociedad colombiana,
pero también lo es para las propias víctimas. (Lira, 2016, p.71)

El pueblo colombiano, hombres y mujeres, seguiremos esperando la


consolidación de la paz, conscientes de que no será un camino fácil
pues las tensiones y la incertidumbre seguirán persistiendo, en cuyo
camino la justicia, el perdón y la reconciliación, serán valores funda-
mentales para reconstruir el país, entregando una “herencia sin testa-
mento” para las nuevas generaciones.

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MORALIDAD ADMINISTRATIVA COMO


DERECHO COLECTIVO: UN TEMA DE
ÉTICA PÚBLICA EN EL EJERCICIO
DE LA CULTURA CIUDADANA PARA
LA PAZ
Marina E. López Sepúlveda

INTRODUCCIÓN

La moralidad administrativa como derecho colectivo representa la


renovación del modelo patriarcal de ciudadanía en la necesidad de
nuevas agendas para la exigibilidad de responsabilidades. Como
ejercicio de cultura ciudadana para la paz, simboliza la ética pública
en la transparencia del comportamiento responsable del servicio
público, en la construcción de identidad y en los valores pactados
como condición para la democracia y la convivencia.

Es por ello, que lograr el cumplimiento de funciones motivadas exclu-


sivamente por el interés general resulta ser un desafío en las conductas
de obligatorio cumplimiento. De igual manera, la gerencia diligente
del patrimonio en el manejo de lo público bajo el cuidado que protege
los intereses comunes a manera de comportamiento ético y conducta
honesta.

Universidad del Atlántico


Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

En ese orden de ideas, moralidad administrativa significa el derecho


a actuar con transparencia, rendición de cuentas y objetividad en la
ética de mínimos, responsabilidad del cuidado y garantía del disfrute
de derechos en el contexto de los intereses colectivos. Sin desco-
nocer, el comportamiento acorde a derechos en el manejo ético no
solo de la actividad administrativa, sino de la información pública y las
acciones forjadas en la toma de decisiones.

Definitivamente, el conocimiento de lo público obedece a la realidad


viviente de la ética pública en el ejercicio de la cultura ciudadana
para la paz. Como valor ético de la confianza, la conducta vinculante
del acto propio en la legitimidad del comportamiento de buena fe
ofrece el debido proceso en el alcance jurídico de actitudes acordes
a la finalidad a la que sirve sin perjuicio a terceros ni daños colectivos
generados en el cumplimiento de funciones.

DESARROLLO

La moralidad administrativa como derecho colectivo, en el contexto


del Estado Social de Derechos, democrático, participativo, laico, inclu-
yente y ecológico, deja ver la existencia de cosmovisiones distintas,
convicciones fundamentadas en imaginarios socio-culturales y reali-
dades imperantes en la potestad del mando para la obediencia.

Es posible afirmar que la moralidad pública (i) es un elemento


adicional en la constitucionalización de los derechos de los ciuda-
danos, (ii) es fuente de limitaciones de derechos constitucionales,
en tanto permite al Estado imponer restricciones con el objetivo
de armonizar proyectos de vida disímiles en el contexto de una
democracia, (iii) está compuesta por los principios que se encuentran
en relación de conexidad necesaria con la idea de Estado social y
democrático de derecho, cuales son, entre otros: dignidad humana,
la búsqueda de la paz, el pluralismo y la tolerancia. En ese orden

158
Universidad del Atlántico
Moralidad administrativa como derecho colectivo:
un tema de ética pública en el ejercicio de la cultura ciudadana para la paz

de ideas, frente a la vaguedad conceptual e indeterminación de


fuentes normativas de reglas y principios en el ámbito de la moral
pública. (Corte Constitucional, Sentencia T-301 de 2004)

Como tema de ética pública en el ejercicio de la cultura ciudadana para


la paz, incorpora el tejido de convivencia en términos de dignidad,
honestidad y equidad, entre otros.

La Ética Pública es una ética procedimental, que no señala criterios


ni establece conductas obligatorias. Supone la ética pública
un esfuerzo de racionalización de la vida política y jurídica para
alcanzar la humanización de todos. (Peces, 2004:13)

En ese orden de ideas, como lo personal sigue siendo político (Millet,


1995), la moralidad administrativa como tema de ética pública debe
garantizar el ejercicio viviente de la cultura ciudadana para la paz. Lo
que significa, que la actitud política en el aprendizaje de la acción
sin daño debe garantizar mejores modales de convivencia para vivir
juntos y en armonía.

Los que acceden a un cargo público no deben olvidar que lo hacen


para servir a los intereses colectivos y, en definitiva, a esos adminis-
trados que, de una u otra forma, acuden a la administración pública;
por ello no pueden prescindir de los hábitos, costumbres y modo de
vivir de estos (Mesa, 2013).

Por ende, en la objetividad del Derecho surge el enunciado de


seguridad jurídica, no solo en la garantía del valor ético de la confianza
legítima, sino en el comportamiento coherente, acorde a derechos, y
el restablecimiento del orden perturbado en la naturaleza dinámica
de las actuaciones, en el incremento del riesgo que no se está en el
deber de soportar y en el peligro que ocasiona perjuicios que deben
ser reparados en su integralidad.

159
Marinas E. López Sepúlveda
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Incluyendo, la reparación al daño ocasionado al buen nombre,


meritorio de protección en la dignidad de un cargo público.

EXIGIBILIDAD DE RESPONSABILIDADES: UNA FORMA DE


PROTEGER EL PATRIMONIO PÚBLICO

Exigir el cumplimiento de responsabilidades en el obrar a favor de los


intereses colectivos como forma de proteger el patrimonio público,
revela la garantía de los derechos en el reconocimiento de ciuda-
danía. El deber diligente de proteger el patrimonio público, no solo
hace referencia a la defensa de bienes muebles e inmuebles, sino a la
finalidad a la que sirven los cargos en las distintas instancias públicas y
en el cumplimiento de funciones y competencias asignadas.

Por ello, resulta relevante mencionar el modelo basado en la


construcción de experiencias del servicio público en el ejercicio de
buenas prácticas de la cultura ciudadana para la paz. En la evidencia
real de protección del patrimonio público consigue satisfacer necesi-
dades sociales en la garantía de los derechos colectivos, cuya titula-
ridad recae en toda la comunidad

Siendo relevante la coadyuvancia de la actuación diligente en razón


de funciones que protegen derechos e intereses colectivos con trans-
parencia como herramienta fundamental en la gestión pública.

Los cargos públicos deben ser ocupados por las personas más
capaces, por aquellas que son leales a la Constitución Política y
que tengan un gran sentido de justicia. Lamentablemente, existe
un marcado interés por ocupar un cargo público sin tener la debida
preparación, sin contar con la formación necesaria para ello. La
conducta de aquellos que quieren sobresalir sin asumir la impor-
tancia y la responsabilidad que conlleva el ejercicio de la función
pública afecta a los resultados de la misma. (Naessens, SF)

160
Universidad del Atlántico
Moralidad administrativa como derecho colectivo:
un tema de ética pública en el ejercicio de la cultura ciudadana para la paz

Si bien es cierto, que en la actualidad coexiste una crisis de valores y


principios éticos manifestados en el comportamiento de las personas
que desempeñan diferentes roles en la cotidianidad de la vida
pública. También es cierto, que se debe promover con apremio en la
obligación que corresponde asumir y en la prevención de conflictos,
la ética pública en la tarea por hacer de funcionarios públicos para
interrumpir la conmoción que produce el estado de cosas en el funcio-
namiento deseable de la administración pública.

Pareciera que lo referenciado fuera un tema estrictamente jurídico


y que el conocimiento que de ello se desprende no sea aprehen-
sible por individuos que no tengan una formación en Facultades de
Derecho o de ciencia de la administración; no obstante, si lo que se
pretende es educar en cultura ciudadana y mediante dicha acción
(o conjunto de acciones) obtener mejores ciudadanos, debemos
partir de una premisa fundamental: los derechos colectivos y por
ende la moralidad administrativa hacen parte de aquellos valores
consensuados por la colectividad para conseguir una mejor y
armónica convivencia. (Rincón, 2009)

Atendiendo que el tema de ética pública resulta ser también un


argumento de cultura ciudadana, se hace necesario hablar de
democracia participativa, transparencia y respeto por los valores,
creencias y actitudes que orientan el bien común en el buen hacer del
poder encomendado, sin necesidad de generar daño al entramado
político ni social. Los actos de corrupción en el acceso al poder político
y social, involucra denegación a derechos y recursos, a justicia y a
intervención contextualizada en la garantía, no solo de una actuación
diligente, sino de prevenir los delitos.

Además de incidir sobre la forma cómo la ciudadanía percibe, reconoce


y usa los entornos institucionales y la manera cómo se relacionan en la
legalidad de la acción sin daño. Sin desconocer, la necesidad de incluir,

161
Marinas E. López Sepúlveda
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

en el abordaje de las relaciones de poder construidas, la perspectiva


de género como deber ético, incorporada en las necesidades diferen-
ciadas por género de la población objetivo de intervención con el
fin de garantizar justicia social entre mujeres, hombres y personas de
diversa identidad y orientación sexual, atendiendo la percepción que
la sociedad tiene de las personas en su equivalencia.

Por ello, la perspectiva de género como deber ético simboliza el


reconocimiento en legitimidad del otro y la otra en términos de
dignidad, derechos y oportunidades, posibilitando la convivencia sana
en el contexto de la equidad en medio de actuaciones saludables,
trabajo en equipo y gestión conjunta de acuerdo a las necesidades
institucionales, participación en el contexto de la democracia de
género y responsabilidad en el desarrollo de propuestas. La forma
de actuar, en la práctica de los principios éticos, en el fortalecimiento
de la honestidad que honra y en el ejercicio de derechos, deberes
y garantías de respeto viabiliza la toma de decisiones democráticas,
autónomas e independientes en la ciudadanía que resuelve de manera
coherente lo que se piensa, dice y hace en la búsqueda del bien
común, en las diferencias de opinión y jerarquía, en la optimización
de bienes y recursos públicos, rechazando cualquier acto que trans-
greda el correcto cumplimiento de las normas, jurídicas y de compor-
tamiento social, encaminadas a la concertación de intereses, eficacia
de funciones, competitividad y cumplimiento de la misión institucional
en términos de calidad.

Definitivamente, el poder transformador del Derecho en el compromiso


de objetivos misionales contribuye al despertar de conciencia colectiva
en las políticas e indicadores de la gestión con calidad de un buen
gobierno. Por ende, desarrollar un ambiente interno de trabajo insti-
tucional con reglas claras, precisas y transparentes en el compromiso
de actuaciones de la función pública eficiente resulta ser un reto signi-
ficativo en el estilo de dirección unificada.

162
Universidad del Atlántico
Moralidad administrativa como derecho colectivo:
un tema de ética pública en el ejercicio de la cultura ciudadana para la paz

Lo que en últimas, otorga credibilidad, confianza, y fortaleza en la


orientación estratégica de actuaciones de mejora continua de los
procesos que evidencian el mejor esfuerzo ético, leal y crítico que se
caracteriza por la excelencia del servicio a la ciudadanía como función
básica del servidor público. En el desarrollo de la función pública,
se debe priorizar la calidad del servicio como meta voluntaria en la
cultura organizacional que orienta el uso de bienes y recursos públicos
destinados exclusivamente para asuntos de interés general.

Como la exigibilidad de responsabilidades resulta ser una forma


de proteger el patrimonio público, la incorporación de criterios del
enfoque de género, establece la forma diferenciada e inclusiva que
es considerada en la normatividad vigente como garantía formal para
el ejercicio real de las buenas prácticas laborales. Como pautas de
comportamiento humano le apuestan al beneficio obtenido en la
armonización de los ambientes de trabajo con una edificación pública
para todas y todos, sin inequidad, brechas ni barreras de cualquier
tipología, simplemente analizando las situaciones problemáticas, las
afectaciones generadas y la manera de enfrentarlas con estrategias de
empoderamiento que prioricen los beneficios.

CONFIANZA LEGÍTIMA: VALOR ÉTICO EN LA CONSTRUCCIÓN


DE LA PAZ ESTABLE Y DURADERA

La confianza legítima como valor ético en la construcción de la paz


estable y duradera sitúa el tema de seguridad en el contexto de la
espiritualidad política. Lo que posibilita, re-crearnos como seres
autónomos, infinitos e interdependientes, capaces de enfrentar
cualquier imposición con valentía creativa.

La espiritualidad, tiene que ver con un estado de ultra conciencia…


que nos permita tanto amar con la razón, como entender con el
corazón, para deshacer las falsas dicotomías en que nos ha dividido

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Marinas E. López Sepúlveda
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

la ideología patriarcal. Con esta conciencia nueva, podremos sentir


y pensar el mundo de manera nueva. … definitivamente necesi-
tamos otras actitudes y otros valores. (Facio, 2003)

Desde ese orden de ideas, se necesita generar confianza en la


motivación de las actuaciones humanas, en las acciones que no
generen daño, sino que orienten la seguridad en el mandato jurídico
de licitud como conducta manifestada por quien ostenta un cargo
público en el ejercicio acorde al Derecho, a las buenas costumbres y al
comportamiento de responsabilidad social. El ordenamiento jurídico,
protege la confianza suscitada por el comportamiento de otro y no
tiene más remedio que protegerla, porque poder confiar, como hemos
visto, es condición fundamental para una pacífica vida colectiva y una
conducta de cooperación y, por tanto, de la paz jurídica (Larenz, 1958).

Es por ello, que la confianza cobra importancia de gran relevancia en


el argumento de la conducta honesta que se espera de una persona
en el cargo de la función pública. Lo cual, debe generar confianza
legítima, no solo en el ámbito del ejercicio de los derechos de ciuda-
danía en el imperio del mandato constitucional, sino en el ambiente
de las relaciones amables en el cumplimiento de los deberes y obliga-
ciones, en el reconocimiento de autoridad y en la exigibilidad de
responsabilidades como dinámica del respeto por el acto propio.

Allí donde se ha perdido la confianza, la comunicación humana está


perturbada en lo más profundo. Pues bien, esta es la triste realidad
que nos ofrecen las relaciones privadas y públicas. La adminis-
tración pública ofrece un panorama poco alentador. A medida
que se agiganta y proliferan sus tentáculos, se hace más fría, más
inhumana, más despiadada e implacable. Incluso en aquellos
de sus servicios en que más necesarios son el calor humano y la
comprensión, el administrado se encuentra solo, desamparado,
desasistido, aún cuando esté rodeado, en los pocos casos en que

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Universidad del Atlántico
Moralidad administrativa como derecho colectivo:
un tema de ética pública en el ejercicio de la cultura ciudadana para la paz

lo está, de unos excelentes medios materiales al servicio de la más


depurada técnica. Ahora bien, humanizar esas relaciones, actuando
con la lealtad, honestidad y confianza que los demás esperan, es,
en definitiva, lo que comportan los principios de la buena fe y la
confianza legítima, y la doctrina de los actos propios. (Mesa, 2013)

Definitivamente, las mujeres como “mediadoras culturales” (Astellara,


2003) han aportado históricamente en columnas de igualdad con los
hombres a construir estrategias para interpretar la realidad, solucionar
problemas y cimentar diálogos de saberes. Que no fuera reconocido
de igual manera, resulta ser otro tema de discusión académica que
también merece atención en los resultados reveladores que pueden
seguir asombrando y ante lo cual, ocasionar miedos humanos que
impiden aceptar a las mujeres en su pleno ejercicio de participación
ciudadana, empoderadas y dignas de reconocimientos en columnas
de igualdad.

Lo anterior, teniendo en cuenta que el tema que nos convoca en


el argumento de los derechos colectivos no es estático sino que
obedece a un proceso dinámico que incluso admite lecturas diversas y
heterogéneas (Pérez Luño, 2002, p.94). No se puede seguir negando,
la identidad que armoniza, subsiste y socializa los conocimientos
ancestrales, traducidos en acción sin daño en la importancia de ser
simplemente humano, solidario y creativo para identificar los intereses
comunes hacia la protección real de los derechos colectivos.

Bien lo afirma, De Lauretis (1984) cuando nombra la posicionalidad


como la capacidad de escoger y tomar una posición de garante para
alterar el argumento de la realidad en la toma de decisiones, el forta-
lecimiento de autonomías y el empoderamientos de ciudadanía que
interesa en la relación; Sociedad-Estado-Poderes Públicos.

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Marinas E. López Sepúlveda
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Acá nuevamente se subraya la necesidad de construcción de un


lenguaje que deje de lado el “yo” (sin renunciar a él) para detenerse
en el “nosotros”. (Colaço Antunes, 1991, p.417)

Lo cual, replantea los intereses difusos en la actividad de la adminis-


tración pública, en el argumento de la confianza legítima como valor
ético y en la construcción de la paz estable y duradera como nuevo
comportamiento de buena fe en canales de legítimación. Lo que, en
últimas edifica el lenguaje común del deber de ciudadanía en términos
de gobernanza.

El principio de la buena fe encuentra su sustento en la Constitución


Política de Colombia, en su artículo 83, que establece que las
actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas deben
ceñirse al principio de la buena fe, el cual, según la jurisprudencia
constitucional, se entiende como un imperativo de honestidad,
confianza, rectitud, decoro y credibilidad que acompaña la palabra
comprometida, se presume en todas las actuaciones y se erige
en pilar fundamental del sistema jurídico que se constituye en un
límite a la actuación estatal y de los particulares. (Mesa, 2013)

De esa manera, el espacio de las libertades cobra relevancia en


contravía de las colonizaciones históricas que han ocasionado no solo
el destierro de poblaciones étnicas sin mediación social del conflicto
sino el aporte de las mujeres como sujetas de especial protección
con el argumento dicotómico de la discriminación y violencias por
condición de género, sin posibilidades de reconocimientos reales en
medio de la moralidad administrativa.

La moralidad administrativa, incluye el tema de la ética con perspectiva


de género en la mirada, análisis y crítica, no solo de la dominación
patriarcal que ejerce acción con daño como forma de sometimiento
y obediencia, sino en el comportamiento del cuidado, teniendo en

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Universidad del Atlántico
Moralidad administrativa como derecho colectivo:
un tema de ética pública en el ejercicio de la cultura ciudadana para la paz

cuenta el desarrollo moral de mujeres y hombres con sus propias voces


femeninas y masculinas en medio de juicios unidos a sentimientos,
emancipaciones y relaciones de poder.

MORALIDAD ADMINISTRATIVA: UN JUICIO DE PODER EN LA


ÉTICA DEL CUIDADO COMO PRÁCTICA DEMOCRÁTICA DE
CIUDADANÍA
La moralidad administrativa como honradez viviente en lo público
tiene que ver con la sensibilidad de género en la cultura institucional
de la ética interna como guía del sendero. Respecto, a las concep-
ciones, creencias e imaginarios en el contexto de valores establecidos
por estereotipos socio-culturales se visibiliza la tarea que descalifica a
las mujeres, no solo en el ejercicio usual de los hombres, sino como
práctica cotidiana entre las mujeres.

Por ello, resulta significativo el entrenamiento de buenas prácticas en


la toma de decisiones que generan confianza y otorgan legitimidad;

Tratarnos como amigas y creernos mutuamente, en vez de


envidiarnos, maldecirnos, traicionarnos, engañarnos y maltra-
tarnos… con una espiritualidad feminista podríamos lograr que en
vez de partir de la desconfianza, de que algo me queréis quitar o
hacer, entendamos lo que siempre dijimos; que lo que es bueno
para vos es bueno para mí. (Facio, 2003)

Por lo cual, se hace necesario establecer códigos de ética con lenguajes


inclusivos que resulten útiles para la toma de decisiones como garantía
de igualdad, no solo de condiciones, derechos y oportunidades, sino
de resultados dignos, eficaces y con indicadores de calidad.

La ética, en un primer sentido, tiene por tarea mostrarnos cómo


deliberar bien con objeto de hacer buenas elecciones. (Cortina,
1998)

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Marinas E. López Sepúlveda
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

En ese orden de ideas, el cuidado resulta ser una práctica democrática


de ciudadanía;

El cuidado puede entenderse de forma amplia que recoja todo lo


que hacemos para mantener, reproducir y reparar nuestro mundo
de tal manera que podamos vivir en él de la mejor manera posible.
(Featherstone, 2010, p.76)

Por lo cual, cada persona es responsable de cualquier actividad


fraudulenta, no solo generada por si misma, sino silenciada y no
reportada. Siendo de obligatorio cumplimiento la certificación ética
del compromiso asumido con la humanidad por parte de quien
cumple el rol de servidor público. Como norma interna en el ejercicio
profesional, traslada acciones guiadas por lineamientos de conducta
ética.

Definitivamente, la moralidad administrativa como juicio de poder en


la ética del cuidado a manera de práctica democrática de ciudadanía
cuestiona la lealtad del servidor público en su compromiso institu-
cional frente al control fiscal, recursos públicos y deber de rendición
de cuentas. Sin desconocer, la responsabilidad, no solo social, sino
legal en términos de transparencia, permanencia laboral, eficacia y
honradez.

Respecto a la igualdad de trato en el manejo de los bienes públicos


como ejercicio de la cultura ciudadana para la paz, debe prevalecer la
confianza en la contraloría social que le otorga valor ejemplarizante a
la toma de decisiones en equidad como acto político. Siendo así, el
rompimiento de la confianza genera responsabilidad en el rigor ético
y disciplinario de la función pública, desde la dignidad del cargo que
se ostenta.

168
Universidad del Atlántico
Moralidad administrativa como derecho colectivo:
un tema de ética pública en el ejercicio de la cultura ciudadana para la paz

En este contexto, la formación de la persona, servidor público, debe


estar encaminada hacia el fomento de valores éticos en el marco de
un proceso continuo que es la basa esencial para el desarrollo de una
política que dignifique el ejercicio de la gerencia pública.

Por ello, la moralización de la función pública resulta ser un deber


de obligatorio cumplimiento en la interiorización de los valores éticos
como estado de cosas deseables, que posibilita prevenir la corrupción
enmarcada dentro de la gestión de la administración pública. Sin
desconocer el hecho histórico de la poca probabilidad de sanción,
disciplinaria y penal, de la corrupción como comportamiento humano.

Si bien es cierto que la libertad política en el ejercicio autónomo de


ciudadanía significa transparencia en el actuar del obrar humano y
administrativo que dignifica. También es cierto, que la ética simboliza
la intencionalidad en las actuaciones realizadas para el bien común,
individual y colectivo, en la justa medida de la equidad que armoniza
las relaciones sociales y políticas de los unos con las otras.

Como tema de moralidad administrativa se fundamenta en el compor-


tamiento correcto de funcionarias/os en el ejercicio de una función
pública que convoca al juicio, no solo legal, sino moral como derecho
sobre la base de valores instrumentales. Desde, un análisis político se
puede afirmar que las instituciones públicas y el personal a su cargo
deben ajustarse a la filosofía constitucional que inspira la necesidad
de protección de derechos de ciudadanía como estrategia organi-
zativa a la luz de la ética de fines en la gestión pública.

Circunscribiendo el respeto de los principios de la ética pública en el


desempeño diligente de las tareas asignadas. Sin olvidar, la seguridad
pública en defensa de Derechos Humanos, participación y delibe-
ración con calidad en la toma de decisiones sobre la garantía de
saberes, independiente a consensos o disensos que se generen en el

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Marinas E. López Sepúlveda
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

libre encuentro de la igualdad de oportunidades, el marco jerárquico


del interés general y la capacidad de juicio y crítica.

Siendo así, en el contexto de la moralidad administrativa como


derecho colectivo se reflejaría una buena gobernanza para la igualdad
de género, reduciendo brechas de género como tema de ética pública
en el ejercicio de la cultura ciudadana para la paz. Incrementando el
empoderamiento de las mujeres y reduciendo riesgos para enfrentar
retos y propiciando agendas significativas para una ineludible reforma
estructural, incluyente y sostenible.

El tema de la moralidad administrativa contiene, indiscutiblemente, la


toma de decisiones en contextos de políticas incluyentes e implemen-
taciones inteligentes, equitativas y sostenibles. Sin olvidar, la impor-
tancia de la armonización legislativa e incluso el concepto de mejora
de la atención a la ciudadanía y la gestión de calidad en las entidades
de la administración pública, desde el enfoque de género e intercul-
turalidad.

Por ende, la honradez de la administración pública como iniciativa


transparente para promover la ética de servicio a modo de “doctrina
de las costumbres” (Ferrater, 1939, pp.1141 y 1142. Citado por
Martínez Chávez, 2003) incide indudablemente en la moralidad
positiva, la interiorización del servidor público y el cumplimiento de
la función pública. Como gestión ética, sintoniza el desempeño de
comportamientos de conductas ciudadanas en medio de la cultura
institucional de buenas prácticas como ejercicio democrático.

“La administración pública es una ciencia jurídica objetiva que


descansa sobre las hipótesis de que los comportamientos son
voluntarios y racionales, que están guiados por la legalidad y la ética
y que los administradores públicos hacen lo que se les indica. La
gestión es el arte de determinar objetivos, conducir a las personas,

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Universidad del Atlántico
Moralidad administrativa como derecho colectivo:
un tema de ética pública en el ejercicio de la cultura ciudadana para la paz

armonizar objetivos y recursos, buscar equilibrios, reaccionar ante


el turbulento entorno del mercado y buscar oportunidades de
“beneficio”. (OCDE, 1999)

En ese orden de ideas, también se hace necesario precisar;

La moralidad administrativa es el conjunto de principios, valores


y virtudes fundamentales aceptados por la generalidad de los
individuos, que deben in­formar permanentemente las actuaciones
del Estado, a través de sus organismos y agentes, con el fin de
lograr la convivencia de sus miembros, libre, digna y respetuosa,
así como la realización de sus asociados tanto en el plano individual
como en su ser o dimensión social. En el campo de la moralidad
administrativa existen conductas no solo generalmente aceptadas
como inmorales, sino ilegales y hasta penalmente sancionadas,
tales como el cohecho por dar u ofrecer, el tráfico de influencias
y la celebración indebida de contratos. (Consejo de Estado, 2001)

Atendiendo, el fundamento constitucional de la mora­lidad adminis-


trativa como parámetro normativo de conducta ética, concebida
también, no solo como principio de la función administrativa (art.
209 Constitución Política), sino como derecho de naturaleza colectiva
(art. 88 Constitución Política). Sin olvidar, que también resulta ser un
postulado de dignidad, honradez y buena fe en las buenas costumbres
de la ética pública en la relación dinámica del Estado, la sociedad y las
personas en la finalidad de las actuaciones públicas, traducidas en la
primacía del interés general.

CONCLUSIONES

Definitivamente, la moralidad administrativa como derecho colectivo


resulta ser un tema de ética pública en el ejercicio de la cultura
ciudadana para la paz. Lo que debe estar reglado en códigos de

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Marinas E. López Sepúlveda
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

ética institucional, desde el enfoque de derechos y la perspectiva de


género.

Sin desconocer la transformación de los lenguajes, comportamientos


y conductas acordes a los valores éticos. Los senderos de la justicia,
conducen al ideal de convivencia pacífica en el deber de ciudadanía
que corresponde asumir en el equilibrio que busca armonía.

En últimas, corresponde asumir con liderazgo ciudadano la tarea de


motivar la gobernanza como nueva forma de concebir lo público a
partir de la ética del cuidado de los mínimos. La contraloría social,
como mecanismo significativo contribuye a la transparencia, eficacia
y honradez de la gestión gubernamental, el buen uso de los recursos
públicos y al servicio público para reducir las brechas de género, incre-
mentando la calidad de la vida de mujeres y hombres, sin el histórico
de corrupción.

Lo anterior, atendiendo que el tema de corrupción administrativa


como fenómeno político es también un argumento que genera daño
a la imagen institucional en los criterios morales que la establecen
en la modalidad de los Derechos Humanos que resultan violentados.
Por ello, su valoración, tratamiento y sanción genera reproches, no
solo jurídicos sino social e incide, con desconfianza en el deber de
transparencia por el abuso de posiciones de poder en detrimento del
interés y los derechos colectivos y en beneficio del interés particular
con acciones, decisiones u omisiones concretas, independiente, si
resultan favorecidas las mujeres o los hombres.

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174
Universidad del Atlántico
175

AVANCES Y OBSTÁCULOS PARA LA


IMPLEMENTACIÓN DEL ENFOQUE
DE GÉNERO EN EL ACUERDO DE
PAZ FIRMADO ENTRE EL ESTADO
COLOMBIANO Y LAS FARC-EP
“Tenemos que exigir por principio todo lo
que consideramos justo”
ZIETS

Nevys Niño Rodríguez1

INTRODUCCIÓN
A las mujeres, desde la antigüedad, se les ha rotulado como el “sexo
débil”, debido a que la sociedad de ese tiempo determinó, a partir
de las diferencias biológicas, comportamientos socio-culturales y
derechos “naturales” a cada uno de los sexos, asignándoles a las
mujeres posiciones de inferioridad y subordinación ante el hombre,
lo que ha llevado a establecer a lo largo de la historia relaciones
asimétricas, dicotómicas, violentas y de poder entre los géneros;
sin embargo, las mujeres han mostrado en diversos contextos de la
historia que han sido capaces de rebelarse y transgredir la posición
de subordinada y sumisa que le ha construido la historia, por el
contrario, han sido protagonistas en el trasegar de sus derechos como

1 Filósofa, con Mg. En Estudios de Género y Violencia Intrafamiliar, Docente investigadora


Universidad del Atlántico.

Universidad del Atlántico


Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

seres humanas racionales y en igualdad de condiciones que el sexo


masculino.

En ese trasegar por el reconocimiento de los derechos humanos


de las mujeres, muchas de nuestras antepasadas, representadas en
mujeres guerreras, emancipadoras y feministas, fueron asesinadas,
guillotinadas, enviadas a la horca, desterradas, encarceladas y tortu-
radas por atreverse a transgredir y subvertir ese destino “natural” de
la mujer. Mención especial merece la francesa Olympia de Gouges,
guillotinada en 1791 por haber redactado y publicado la “Declaración
de los derechos de la mujer y la ciudadana”, como respuesta a la
carta de los “Derechos del hombre y el ciudadano” promulgados
en la Revolución Francesa, bajo los ideales de libertad, igualdad y
fraternidad, en el período de la Ilustración, desconociendo y dejando
de lado los derechos de las mujeres, pero, como diría Alicia Puleo,
citando a Cristina Molina:

La Ilustración no cumplió sus promesas en lo que a la mujer se


refiere, quedando lo femenino como aquel reducto que las luces no
supieron o no quisieron iluminar, abandonando por tanto a la mitad
de la especie en aquel ángulo sombrío de la pasión, la naturaleza o
lo privado. (Molina, citada en Puleo, 1993, p.28)

Lo anterior permite vislumbrar que las mujeres han sido protagonistas


invisibilizadas en las luchas por sus derechos en igualdad de condi-
ciones a los hombres; no obstante, se les ha victimizado, cosificado y
violentado de múltiples formas. Gracias a las luchas de esas mujeres
transgresoras, hoy se goza del reconocimiento de derechos, los cuales
se siguen peleando, visibilizando y exigiendo su cumplimiento.

Hoy, en el contexto colombiano, resulta de gran importancia analizar


la implementación del Acuerdo de paz firmado entre el Estado colom-
biano y la guerrilla de las FARC-EP el 24 de noviembre del año 2016,

176
Universidad del Atlántico
Avances y obstaculos para la implementación del enfoque de género en el Acuerdo de paz firmado
entre el estado colombiano y las FARC-EP

por lo que constituye la reivindicación, visibilización y exigencia de


derechos de los/las colombianos/as en el marco del conflicto político,
social y armado que se ha vivido por más de cincuenta años a lo largo
y ancho del territorio. En especial, este Acuerdo de paz establece un
enfoque de género transversal en cada uno de los puntos acordados,
determinando una carta de derechos en específico para las mujeres y
orientaciones sexuales diversas, reconociendo las necesidades especí-
ficas de las mujeres, en especial, de quienes han sufrido violencias por
razones de género en el marco del conflicto armado colombiano y
restableciendo los derechos de las mismas.

En este sentido, encontramos que, por primera vez en la historia


de los procesos de paz en Colombia, se reconoció y asignó a las
mujeres un papel protagónico en la construcción de paz, lográndose
establecer una subcomisión de género que hizo parte de los diálogos
en La Habana (Cuba), y a través de esta, se recogieron las propuestas
con rostros y miradas de mujeres multiculturales, interseccionales y
con identidades de género diversas. En palabras de Nigeria Rentería,
encontramos que: “El objetivo de la subcomisión no fue considerar
a las mujeres desde una mirada revictimizante, sino como sujetas de
derechos y protagonistas en la construcción de paz” (El Espectador,
2018).

Las mujeres aquí fueron “pactantes” de la paz y no “pactadas” como


en otros momentos de la historia, lo que nos lleva afirmar que hoy ,las
mujeres en Colombia, tenemos incluida nuestra carta de derechos,
pese a las falencias, dificultades y todo lo que faltó por incluir. Es
de reconocer la esencia que tiene este documento en el reconoci-
miento de los derechos fundamentales para la dignificación de la vida
humana, en particular la de las mujeres.

El Acuerdo de paz es, sin lugar a dudas, un importante paso para la


construcción de una paz estable y duradera en Colombia. Su esencia

177
Nevys Niño Rodríguez
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

radica en el reconocimiento de derechos con enfoque de género,


diferencial y territorial para todas las personas, lo cual representa
un importante paso para la construcción de paz en Colombia. No
obstante, sabemos que la materialización de la paz requiere mucho
más que eso, pues hacen parte de ello superar las condiciones de
miseria, de inequidades, de injusticias y brechas sociales en las que
viven la mayoría de la población colombiana, constituyéndose quizás
en el mayor reto para la paz.

En Colombia, hasta el año 2017, según cifras de la Unidad para la


Atención y Reparación Integral a Víctimas –UARIV–, se encuentran
registradas 8.332.081 víctimas del conflicto armado, de las cuales
4.135.870 corresponden a mujeres y 2.149 a LGBTI (RUV, 2018). Estas
cifras nos llevan a afirmar que hoy en Colombia la mayoría de las
víctimas reconocidas en la Ley 1448/ 2011 son mujeres, y sin contar con
aquellas mujeres y diversidades sexuales que optaron por el silencio,
de las cuales poco o nada se sabe. Las mujeres en los diferentes roles
que puedan tener como madres, hijas, hermanas, esposas y/o compa-
ñeras, son las que han sufrido y vivido de manera directa y despro-
porcional los efectos de la guerra, principalmente con la pérdida de
la vida de sus familiares masculinos y su propia vida. Por lo anterior,
podemos afirmar entonces, que las mujeres en su mayoría han sido
las víctimas del conflicto armado colombiano, por lo cual su partici-
pación e incidencia en la construcción e implementación del enfoque
de género en el Acuerdo de paz es trascendental para superar las
condiciones que las han victimizado.

A través de historias narradas y escritas de muchas mujeres que han


vivido y sufrido la violencia de género en el marco del conflicto armado
colombiano, encontramos cómo estas han adquirido la capacidad
de lucha y resistencia a las violencias, promoviendo escenarios de
paz, razón por la cual coincido con Elsy Marulanda cuando señala

178
Universidad del Atlántico
Avances y obstaculos para la implementación del enfoque de género en el Acuerdo de paz firmado
entre el estado colombiano y las FARC-EP

que “Las mujeres sufrieron la violencia y vivieron la guerra, sí, pero


nunca dejaron de cantarle a la vida, de hacerla florecer infinitamente”
(Marulanda, 1995, p.500).

Podemos, entonces, señalar que las mujeres han ganado una posición
como sujetas de derechos y actoras principales en la resolución de
conflictos, construcción de paz y, por ende, son piedra angular en la
reconciliación de este país, en especial las mujeres victimizadas, que,
con su coraje, resistencia y resiliencia, nos enseñan a seguir soñando
y luchando por la posibilidad de transitar a una sociedad realmente
democrática, incluyente y equitativa para hombres, mujeres e identi-
dades de géneros diversas y libres; pero nada está garantizado, la
tarea en la visibilización, seguimiento y exigibilidad que se cumpla lo
pactado en el enfoque de género, es el mayor reto que hoy se tiene
para la materialización de la paz en Colombia.

El texto final del Acuerdo para la terminación del conflicto y la


construcción de una paz estable y duradera define el enfoque de
género, como:

El reconocimiento de la igualdad de derechos entre hombres y


mujeres y de las circunstancias especiales de cada uno, especial-
mente de las mujeres independientemente de su estado civil, ciclo
vital, relación familiar y comunitaria, como sujeto de derechos y
de especial protección constitucional. Esto implica en particular la
necesidad de garantizar medidas afirmativas para promover esa
igualdad, la participación activa de las mujeres y sus organizaciones
en la construcción de la paz y el reconocimiento de la victimización
de la mujer por causa del conflicto”. (A. F2., 2016, p.193)

2 A partir de aquí se utiliza la sigla A.F. que significa Acuerdo Final.

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Nevys Niño Rodríguez
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Aquí el concepto de género podemos entenderlo desde la


categoría de análisis que plantea Joan Scott cuando señala que
“el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales
basadas en las diferencias que distinguen los sexos, y el género es
una forma primaria de relaciones significantes de poder” (Scott,
1996, p.18), es decir, a partir del uso de esta categoría, se devela
cómo las construcciones sociales e históricas crearon represen-
taciones de feminidad y masculinidad, basados en un sistema
de diferencias normativas entre hombres y mujeres, los cuales
generaron relaciones jerárquicas de poder entre lo masculino
(superior) y femenino (inferior), excluyendo, discriminando y violen-
tando a quienes no asumen la heteronormatividad socialmente
establecida.

De acuerdo con esa conceptualización, encontramos que el Acuerdo


final tiene incorporados más de 1003 disposiciones observables
y medibles, orientadas a la realización de acciones afirmativas que
buscan el resarcimiento de derechos y creación de nuevos espacios e
instituciones encargadas del abordaje con enfoque de género de las
situaciones y realidades vivenciadas por las mujeres y personas LGBTI
en el contexto del conflicto armado.

Encontramos medidas específicas de derechos en igualdad de


géneros en temas como: el acceso y formalización de la propiedad
rural en igualdad de condiciones con los hombres; garantías de los
derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres y personas
con orientación sexual e identidad de género diversa en el sector
rural; promoción de la participación de las mujeres en espacios de

3 Existen numerosas organizaciones comprometidas en el seguimiento a la implementación


del enfoque de género en el A. F. y cada una ha identificado disposiciones en materia de
género coincidiendo en su mayoría, pero variando en su número, es así como encontramos
que el instituto Kroc identificó 130, Género en la Paz 122, ONU Mujeres 125 y CSIVI-FARC
146.

180
Universidad del Atlántico
Avances y obstaculos para la implementación del enfoque de género en el Acuerdo de paz firmado
entre el estado colombiano y las FARC-EP

representación, toma de decisiones y resolución de conflicto, y parti-


cipación equilibrada de las mujeres en las instancias de decisión
creadas en los acuerdos; medidas de prevención y protección que
atiendan los riesgos específicos de las mujeres; acceso a la verdad, a
la justicia y a las garantías de no repetición, evidenciando las formas
diferenciales en que el conflicto afectó a las mujeres; reconocimiento
público, no estigmatización y difusión de la labor realizada por mujeres
como sujetas políticas; gestión institucional para el fortalecimiento de
las organizaciones de mujeres para su participación política y social y
sistemas de información desagregados.

Ahora bien, tomaremos algunos elementos de análisis que den cuenta


sobre los principales avances y obstáculos que se han presentado en
la implementación del Enfoque de Género en el Acuerdo final.

AVANCES EN LA IMPLEMENTACIÓN DEL ENFOQUE DE


GÉNERO EN EL ACUERDO DE PAZ
Ha transcurrido un año y varios meses desde que se dio la firma
del Acuerdo, y, en este tiempo nos preguntamos en qué estado se
encuentra la implementación del enfoque de género en el mismo,
encontrando, dentro de lo que podemos señalar de “avances”, que
el Acuerdo de paz en su conjunto cuenta con un marco normativo
y legislativo aprobado mediante vía fast track4 en el año 2017, del
cual, según el informe de balance del primer año del Acuerdo de paz,
realizado por Sisma Mujer, se indica que:

En el punto 1 el total de normas que cuentan con la incorporación


de enfoque de género es del 30 %, el punto 2 tiene la inclusión
del 100 %, el punto 3 tiene del 16,3 %; en el punto 4 es del 100 %;

4 El fast track (vía rápida) es un mecanismo contemplado en el acto legislativo número 1 de


2016, que reduce el número de debates –en el Congreso de la República– que se requieren
para la aprobación de leyes y reformas constitucionales que permitan la implementación del
Acuerdo de paz en Colombia.

181
Nevys Niño Rodríguez
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

para el punto 5 es del 57,1 % y, finalmente, en el punto 6 es del 9


%. (Sisma Mujer, 2017, p.5)

No obstante, fueron 83 las normas revisadas para la incorporación


del enfoque de género, de lo cual solo se aprobó un 24 % del total,
lo que permite mínimamente contar con una normativa con enfoque
de género, lo que implica que las mujeres y diversidades sexuales
conozcan y aprehendan el uso de la normativa dispuesta para que
las acciones que se implementen en el proceso de paz se desarrollen
según lo acordado en materia de género.

En conversación con Victoria Sandino, excomandante de las FARC y


líder en la inclusión del enfoque de género en el Acuerdo de paz,
señala que el mayor avance en materia de género que se puede
resaltar en este proceso de paz es “haber mantenido el enfoque de
género en el Acuerdo de paz”, en lo cual coincidimos, puesto que
recordamos que en Colombia, cuando el Acuerdo de paz se sometió
a refrendación a través del mecanismo del plebiscito (2 de octubre de
2016), el discurso que ganó el NO y modificó el acuerdo inicial de La
Habana, fue la manipulación de la categoría género, ya que sectores
religiosos y políticos de derecha, ultraconservadores y retrógrados,
generaron una opinión mentirosa y tergiversada de lo que llamaron
“ideología de género”. Esta expresión se redujo a sinónimo de LGBTI
y familias homosexuales. Estos sectores que salieron a votar por el
No, lo hicieron bajo el lema de conservar la familia tradicional, lo que
refleja que aún hoy, en gran parte de la sociedad colombiana, no se
reconoce la inclusión de las mujeres y diversidades sexuales como
sujetos de derechos, ante lo cual seguimos en una sociedad hetero-
normativa, que normaliza y reglamenta las relaciones sociales a partir
de la masculinización de la vida.

También se cuenta con la creación de una Instancia Especial de


Género, conformada por delegadas de organizaciones territoriales y

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Universidad del Atlántico
Avances y obstaculos para la implementación del enfoque de género en el Acuerdo de paz firmado
entre el estado colombiano y las FARC-EP

nacionales de mujeres y LGBTI para contribuir a garantizar el enfoque


de género en la implementación del acuerdo final, como mecanismo
de articulación territorial para la ejecución de lo concertado en el
Acuerdo de paz. Sandino dice que

Lo que más resalta en términos de avances para el enfoque de


género es la creación y puesta en marcha de la instancia especial,
resultado de un proceso democrático donde participaron más de
830 organizaciones a nivel nacional, esta instancia debe visibilizar lo
que ha venido trabajando, fundamental el aporte que realizaron en
la inclusión del enfoque de género en el plan marco para la imple-
mentación. (Entrevista personal, Barranquilla, 30 de junio 2018)

En términos de participación democrática, la instancia especial es un


espacio legítimo de las organizaciones de mujeres y de la sociedad civil
que representan las luchas territoriales por la defensa de los derechos
de las mujeres, diversidades sexuales y mujeres étnicas, por lo tanto,
se constituye en un mecanismo de interlocución y construcción perma-
nente con los territorios.

De acuerdo con el informe presentado por la Secretaría Técnica (ST)


del componente internacional de verificación, se puede indicar:

La inclusión de disposiciones correspondientes al enfoque de


género es transversal en la normativa expedida para la implemen-
tación de cada uno de los puntos del Acuerdo Final. La inclusión
de este enfoque es de carácter enunciativo y no presenta de forma
explícita las acciones concretas tendientes a garantizar su imple-
mentación y cumplimiento. (S.T., 2018, p.24)

Pese a esta situación, se reconoce que las disposiciones contemplan


un avance frente a la participación, priorización, focalización e

183
Nevys Niño Rodríguez
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

inclusión de la población femenina en los programas y espacios de


participación establecidos en el acuerdo final.

También se ha avanzado en la creación de un Plan Marco de


Implementación (PMI) que contiene un capítulo específico para
género con 51 indicadores específicos y 29 indicadores transversales
en todo el documento, para un total de 80 indicadores de género, lo
cual resulta de gran relevancia en el papel que cumple el PMI en la
materialización del Acuerdo, cuya función principal consiste en que

Orientará las políticas públicas requeridas para el cumplimiento del


Acuerdo Final durante los próximos 15 años, y facilitará su segui-
miento por parte de las diferentes instancias dispuestas para este
fin. De igual forma, será el principal referente para la inclusión de
los componentes de paz dentro de los próximos Planes Nacionales
de Desarrollo en los términos establecidos en el Acuerdo Final y en
el Acto Legislativo 01 de 2016. (PMI, 2018, p.2)

Esto permite darle un carácter vinculante a los territorios para la imple-


mentación de las disposiciones de género con indicadores y acciones
específicas contenidas en el PMI.

Es importante resaltar que, hasta el momento, las instancias que se han


venido creando para la implementación del Acuerdo han sido confor-
madas de manera equitativa con la representación de las mujeres. Por
ejemplo, la Comisión del Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia
y la no Repetición, se encuentra conformada por 11 miembros, de los
cuales 5 son mujeres y 6 hombres. Así mismo, de los 51 magistrados y
magistradas que conforman la Jurisdicción Especial para la Paz, 25 son
mujeres. Con lo anterior, podemos afirmar que existen unos avances
significativos, pero insuficientes para la exigibilidad del cumplimiento
de los derechos expresados en el Acuerdo final.

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Universidad del Atlántico
Avances y obstaculos para la implementación del enfoque de género en el Acuerdo de paz firmado
entre el estado colombiano y las FARC-EP

Cabe reiterar aquí que la inclusión del enfoque de género se da desde


una perspectiva analítica y propositiva que:

Implica examinar las desigualdades injustas y los desequilibrios de


poder entre varones y mujeres en la familia, las instituciones, el
Estado, las comunidades y las organizaciones y su alcance en la
vida de las personas y en el ejercicio de sus derechos. (ST, 2018,
p.3)

De allí que, cada avance normativo, político y social que implemente


cada uno de los puntos del Acuerdo de paz, resulta significativo para
el ejercicio de ciudadanía y derechos humanos de hombres y mujeres.

OBSTÁCULOS EN LA IMPLEMENTACIÓN DEL ENFOQUE DE


GÉNERO EN EL ACUERDO DE PAZ
El 10 de diciembre de 2017, la Federación Democrática Internacional
de Mujeres –FDIM– presentó el II informe de verificación a la imple-
mentación del enfoque de género en el Acuerdo de paz, señalando
que a un año de la firma del acuerdo: “Este período ha sido para
la elaboración de marcos normativos y creación de una instituciona-
lidad que complejiza el funcionamiento ágil y efectivo del Estado para
ejercer su función social” (FDIM, 2017, p.4). Lo anterior se constata
cuando, desde el territorio, las mujeres desconocen el funcionamiento
de la normativa y los mecanismos aprobados para la implementación
del enfoque de género en el Acuerdo.

En diferentes territorios del país, las mujeres, las excombatientes


reincorporadas y las diversidades sexuales, no han logrado acceder
a las medidas afirmativas de los derechos de participación e inclusión
contemplados en el Acuerdo. Por el contrario, manifiestan que en
muchos de los espacios donde se están definiendo propuestas, tales
como el Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), no
han sido convocadas y tenidas en cuenta para la realización de los

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Nevys Niño Rodríguez
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

mismos, teniendo en consideración que los PDET representan un


instrumento para lograr zonas libres de violencia, que deben generar
espacios de diálogo y concertación para el desarrollo de los derechos
sociales y económicos.

El acceso de las mujeres rurales a tierras, créditos y proyectos produc-


tivos que permitan la sobrevivencia familiar, autonomía alimentaria y
erradicación voluntaria de los cultivos de la hoja de coca, presentan
pocos avances, además de que existen preocupaciones principal-
mente en lo referente a los presupuestos para la cobertura y sosteni-
miento de los proyectos alternativos.

Una de las mayores preocupaciones sigue siendo las garantías para


el liderazgo político, social y de derechos humanos de las mujeres,
pues estas, siguen enfrentando situaciones negativas, como las faltas
de garantías de seguridad para desarrollarse como líderes políticas,
sociales y defensoras de derechos humanos. De acuerdo con la
Defensoría del Pueblo:

Entre enero de 2016 y febrero de 2018, fueron asesinadas 40


mujeres y solo en el período comprendido entre el 1 de enero
de 2017 al 27 de febrero de 2018 fueron asesinadas 23 mujeres
dirigentes sociales y defensoras de derechos humanos, 2 de ellas
mujeres transexuales. (Defensoría del Pueblo, 2018, citado de
Primer Informe de la implementación del Enfoque de Género en
los Acuerdos de Paz en Colombia)

Esta situación refleja que las mujeres siguen siendo victimizadas en su


condición de sujetas políticas.

Lo anteriormente señalado, se constituye en retos políticos y sociales


en el que las mujeres juegan un papel preponderante en la organi-

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Universidad del Atlántico
Avances y obstaculos para la implementación del enfoque de género en el Acuerdo de paz firmado
entre el estado colombiano y las FARC-EP

zación, lucha y resistencia para superar y garantizar la construcción de


una sociedad justa, equitativa y en paz.

PAPEL DE LAS MUJERES VICTIMIZADAS EN LA CONSTRUCCIÓN


DE MEMORIAS PARA LA PAZ
El Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de
una paz estable y duradera, reconoce que:

El conflicto armado, que tiene múltiples causas, ha ocasionado un


sufrimiento y un daño a la población sin igual en nuestra historia,
especialmente en aquellos grupos poblacionales más vulnerables
que incluyen a mujeres y niñas, así como a la población LGBTI,
contra quienes se presentaron impactos desproporcionados, así
como otras formas menos visibles pero no menos dolorosas de
victimización, como la violencia sexual, las afectaciones psicoló-
gicas, o la convivencia con el miedo. (PMI, 2018, p.125)

De allí, resulta llamativo un proceso de construcción de paz en que se


conozcan las memorias de esas/esos actores invisibles de la guerra,
desde las narrativas de las víctimas niñas/adolescentes/mujeres/
diversidades sexuales; conocer de primera fuente cómo han sido
esas formas de victimización presentes en el contexto del conflicto
armado colombiano con el objetivo de develar las causas estructu-
rales que ocasionaron los daños, así como las violencias de género en
este sector específico de la población colombiana. A este respecto,
Thomas manifiesta:

Las mujeres tienen mucho que decir sobre la guerra, pero desde
otras palabras, desde otras vivencias [...] ellas, cada una de ellas,
me confirmaron algo que ya sabía pero que no había podido
comprobar: que es imposible ganar una guerra porque en ellas
todos y todas seguiremos perdiendo vidas, matando sueños y
sembrando desolación; me confirmaron la urgencia de seguir regis-

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Nevys Niño Rodríguez
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

trando los impactos de las guerras desde la mirada de las mujeres”.


(Thomas, F. 2001, p.239)

En el proceso de implementación del Acuerdo con las FARC, se cuenta


con la posibilidad de que las mujeres relaten su historia en la guerra
y en la paz. En el punto 5 del Acuerdo de paz, encontramos que se
establece todo un Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y
No repetición (SIVJRNR), cuyo principio es el:

Reconocimiento de las víctimas como ciudadanos con derechos;


del reconocimiento de responsabilidad por parte de todos quienes
participaron de manera directa o indirecta en el conflicto y se
vieron involucrados de alguna manera en graves violaciones a los
derechos humanos y graves infracciones al Derecho Internacional
Humanitario; del principio de satisfacción de los derechos de las
víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición,
sobre la premisa de no intercambiar impunidades, teniendo en
cuenta además los principios básicos de la Jurisdicción Especial
para la Paz, entre los que se contempla que deberá reparase el
daño causado y restaurarse cuando sea posible. (A. F., 2016, p.127)

El SIVJRNR busca reconocer que las violaciones de derechos y las


violencias vividas en el marco del conflicto causaron impactos diferen-
ciados en cada uno/una de los actores, que las causas y modalidades
que generaron las victimizaciones fueron diferente en cada territorio
y, en este sentido, los/as niñas/niños, mujeres/hombres/diversidades
sexuales, tienen afectaciones diferentes. Por ello, la verdad y la justicia
deben trabajarse en sinergia, con el fin de responder a medidas
reparadoras y restaurativas, en lo que se puede llamar una justicia de
género5, que abran el camino para la superación de las condiciones

5 La justicia de género tiene como propósito eliminar las desigualdades entre las mujeres y los
hombres que se producen en la familia, la comunidad, el mercado y el Estado.

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Universidad del Atlántico
Avances y obstaculos para la implementación del enfoque de género en el Acuerdo de paz firmado
entre el estado colombiano y las FARC-EP

originarias del conflicto y las garantías de no repetición a violencias


por razones sociales, políticas y de género.

En este reconocimiento de derechos, en especial a las víctimas, se les


habilitan espacios de participación y acción, tales como la Comisión
para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición,
cuya esencia es dar a conocer en la sociedad la verdad de los hechos
ocurridos en el marco del conflicto armado colombiano. Esta comisión
cuenta en su interior con un comité de trabajo en materia de género,
cuya función es garantizar el relato de las mujeres de tal forma que
estas no sean revictimizadas. Victoria Sandino señala que:

Las mujeres colombianas tendremos en general, en medio de


todas las diversidades, que empezar a contar esos relatos y que se
reconozca la participación en el conflicto, la afectación que tuvieron
las mujeres de manera directa en el transcurso del conflicto, el tipo
de victimizaciones, que no fue solamente violencia sexual; también
se padeció la violencia económica, violencia política, violencia
social, exclusión social históricamente, eso es parte de lo que
las mujeres, todas, mujeres rurales, étnicas, campesinas, mujeres
urbanas, jóvenes, mayores, deben hacer a lo largo de este proceso,
para reivindicar la memoria histórica, pero también la historia de
Colombia que ha sido contada sin las mujeres. (Entrevista personal,
Barranquilla, 30 de junio 2018)

En este sentido, las mujeres y diversidades sexuales podrán, en este


proceso, aportar en la construcción del relato colectivo de la verdad
histórica, la cual se articula con la verdad judicial, pero va más allá de
la justicia penal.

De acuerdo con Diana Gómez, cuando afirma que “para algunas


víctimas la justicia tiene que ver con el reconocimiento y apropiación
colectiva de lo que ocurrió y con la capacidad de escucha por parte

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Nevys Niño Rodríguez
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

del resto de la sociedad colombiana” (Gómez, 2017, p.11), podemos


inferir que, como parte de la justicia, uno de los retos que se tiene es
poder escuchar desde las voces de las víctimas los daños y pérdidas
humanas que nos ha dejado la guerra en Colombia. La justicia debe
ser pensada desde una justicia para la vida que implique toda una
“ética del cuidado, de la responsabilidad de vivir juntos y la capacidad
de erradicar el código de muerte” (Gómez, 2017, p.11).

La participación de las mujeres como tejedoras de memoria brinda las


garantías para la justicia de género y el reconocimiento de cada historia
de vida de quienes han resultado victimizados/as en una guerra que
solo ha dejado muertos. Por eso, como derecho fundamental para la
no repetición de actos tan violentos, las mujeres reclaman el derecho
a la memoria como fuente de verdad, justicia y reparación. Para el
caso de las mujeres excombatientes, Sandino señala que:

El ejercicio de memoria en las mujeres excombatientes se está


dando a través de una metodología de relato histórico y de memoria
histórica, tanto colectiva como individual, a partir de los relatos
que realiza cada una de las excombatientes. Se ha establecido una
línea de tiempo, en donde se plante el reconocimiento y/ o parti-
cipación de las mujeres en la lucha insurgente, cuáles fueron los
aportes, experiencias, luchas y padecimientos, así como mujeres
guerrilleras fueron victimizadas por parte del Estado. Todo esto
debe conocerse, así como en qué consistieron las violaciones a
los derechos humanos contra las mujeres y la población sexual-
mente diversa al interior de la organización. (Entrevista personal,
Barranquilla, 30 de junio 2018)

El ejercicio de memoria que puedan realizar las actoras en sus


diferentes roles como agentes del conflicto, víctimas del conflicto y
como agentes de paz, las constituye en tejedoras de memorias para
la transformación de las violencias de género y construcción de una

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Universidad del Atlántico
Avances y obstaculos para la implementación del enfoque de género en el Acuerdo de paz firmado
entre el estado colombiano y las FARC-EP

paz estable y duradera en Colombia. Las mujeres, en medio del dolor


producido por la muerte, las vejaciones y violencias vividas, han tenido
la capacidad de resistir y sobrevivir con la responsabilidad moral
de recordar para no olvidar, por lo que, entonces, hacer memoria
es uno de los derechos fundamentales que hoy tienen las mujeres
para entregar a la sociedad en general. Las mujeres se constituyen
en las Mnemósine de Colombia, y tienen el poder de hacer que los/
las colombianos/nas hagamos memoria, para recordar lo que hemos
sido, lo que somos y lo que seremos.

CONCLUSIONES

El enfoque de género contenido en el Acuerdo de paz, no es otra cosa


que la reivindicación de derechos a mujeres y diversidades sexuales
que históricamente han sido vulneradas, violentadas y victimizadas
en el marco del conflicto armado colombiano, inmerso en el sistema
patriarcal, es decir, en el contexto del conflicto, las cuales reproducen
las estructuras del patriarcado y, con ello, la cultura sexista y violenta
por razones de género.

Resulta de gran importancia y trascendencia que, de manera transver-


salizada, el Acuerdo de paz incluyó el reconocimiento y resarcimiento
de derechos para las personas desde la perspectiva de género,
gracias a la acción organizada, participativa y propositiva de mujeres,
movimientos de mujeres y diversidades sexuales. Una vez más se ha
logrado visibilizar de manera específica las necesidades y realidades
de las mujeres, siendo entonces hoy, el enfoque de género la carta de
navegación para el reconocimiento y exigibilidad de derechos a las
mujeres colombianas.

Es de resaltar que hasta la fecha existen unos avances significativos,


sobre todo en términos del marco normativo para la implementación
de derechos con enfoque de género y la creación de nuevas insti-

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Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

tuciones para la paz, que trabajen por la inclusión y participación


permanente de las mujeres en las diversas esferas de la sociedad, no
obstante, siguen siendo insuficientes para garantizar la satisfacción y
pleno cumplimiento de los derechos allí contemplados.

Pero, como en todo proceso de lucha y resistencia, encontramos


que se presentan obstáculos políticos, sociales y económicos para la
implementación efectiva del enfoque de género en el Acuerdo de
paz, los cuales deben constituirse en retos a superar por parte de las
mujeres, quienes, desde su capacidad de resiliencia y transformación,
son piedra angular en la construcción de paz y reconciliación de la
sociedad colombiana.

Esto implica conocer los diferentes roles que las mujeres han tenido
en el conflicto armado, donde ellas, como agentes de paz, agentes de
guerra y mujeres victimizadas, han sido protagonistas invisibilizadas
de las historias de violencias que ha padecido Colombia por más de
medio siglo. Por ello, tienen la responsabilidad moral y social en hacer
uso del derecho a la memoria como garantía para la no repetición de
lo hechos atroces y deshumanizantes que les ha tocado vivir a millares
de colombianas y colombianos. La memoria desde las mujeres tiene
el poder de hacernos recordar lo que ha pasado y lo que no queremos
que siga pasando.

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Aguilar.

194
Universidad del Atlántico
195

ACERCA DE LAS AUTORAS


Dayana De La Rosa Carbonell

Profesora de Filosofía de la Universidad del Atlántico. Profesora


invitada de la Universidad del Magdalena. Máster en Filosofía, Cultura
y Sociedad de la Universidad de la Laguna, España. Doctorante en
Filosofía de la Universidad de la Laguna, España. Miembro de la
Asociación Colombiana de Filosofía del Derecho y Filosofía Social.
Miembro del grupo de Investigación Mujer, Género y Cultura.
Líneas de Investigación: Filosofía Feminista y Teorías de Género,
Problemas contemporáneos de la Filosofía de la Cultura y Problemas
Contemporáneos de la Ética y la filosofía política.

Rafaela Vos Obeso

Socióloga (Tesis Meritoria), Maestra en Ciencias Políticas de la


Universidad Nacional Autónoma de México, (Tesis Mención de
Honor), Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia
(Tesis Meritoria). Docente, investigadora, profesora Emérita, escritora,
autora de libros, y de múltiples artículos, conferencista en escenarios
internacionales, nacionales y locales, columnista.

Especialista, asesora, consultora en temas de Sociología, Historia de


Género, Ciencias Políticas, y Políticas Pública, y en procesos de gestión
en Ciencia, Tecnología, Innovación y Cultura, con capacidades para la
implementación de programas de desarrollo humano y sistemas de
gestión de la calidad ISO 9001.

Universidad
Marina
del Atlántico
E. López Sepúlveda - Katherine Pacheco López
Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Se desempeñó como Jefa del departamento de Investigaciones y


como Vicerrectora de Investigación, Extensión y Proyección Social
(2005-2014) en la implementación de procesos en C,T, I +C (Ciencia.
Tecnología, Innovación y Cultura), y en el fortalecimiento en la
gerencia y gestión de procesos estratégicos de calidad, innovación e
investigación.

Ha recibido múltiples reconocimientos por entidades internacionales,


nacionales y regionales, entre ellasm Mujer Cafam Costa Atlántica, y
es Mujer de Paz por ser nominada como “Candidata al Premio Nobel
de la Paz: “Mil Mujeres y 1 Nobel de Paz”, 2005- Fundación Suiza por
la Paz.

Rectora Encargada, de la Universidad del Atlántico (Agosto 2015-Junio


2107).

Coordinadora del Grupo de Investigación. Mujer Género y Cultura, y


docente en la Maestría: “Estudios de Género y Violencia Intrafamiliar”
de la misma institución.

Ligia Cantillo Barrios

Socióloga, Especialista, Magíster y candidata a Doctora, interesada


en el desarrollo de procesos organizativos, formativos y de gestión
en áreas en donde se ha centrado acción profesional. Docente,
investigadora, Coordinadora de la Maestría en Estudios de Género
y Violencia Intrafamiliar, integrante del Grupo de Investigación Mujer,
Género y Cultura de la Universidad del Atlántico. Experticias teóricas
y empíricas en estudios socioeconómicos, perspectiva de género,
desarrollo humano, derechos humanos, etnias, ambiente sostenible,
desastre natural, violencias de géneros, diversidad sexual (LGTBI),
mecanismos de participación ciudadana, veeduría ciudadana,
mecanismos alternativos de resolución de conflictos, organización,

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Universidad del Atlántico
Acerca de las autoras

desarrollo comunitario, elaboración de diagnóstico socioeconómicos


y construcción de políticas públicas. Igualmente he desempeñado
con facilidad en la administración pública en la asesoría y la ejecución
de programas de políticas de intervención social.

Marina López Sepúlveda

Abogada, Docente, Investigadora, Consultora y Defensora de los


derechos de la mujer, Directora del Consultorio Jurídico y Centro de
Conciliación de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad del
Atlántico, Especialista en Derecho Penal y Criminología, en Derecho
Constitucional, con Maestría en Género, Sociedad y Políticas Públicas
y Doctorante en Ciencias Políticas; tiene publicaciones en España,
México y Colombia, con artículos científicos en revistas indexadas
en Publindex, Latindex y Dialnet, de amplia circulación, ha sido
reconocida a nivel local, nacional e internacional por su trabajo en
defensa de los derechos de las mujeres. Autora de artículos en medios
periodísticos, cartillas pedagógicas y libros, tales como: Basta de
Violencia: Derechos de las mujeres y seguridad en línea en Colombia
(autoría compartida); Derecho-Género-Justicia: Una propuesta
sensible e incluyente a los dominios masculinos del ordenamiento
jurídico; En columnas de Igualdad, una experiencia histórica en busca
de la equidad; Construcción de las Políticas Públicas de Mujeres y
Géneros en Barranquilla para el fortalecimiento de la Red del Buen
Trato y Kip Pedagógico para el trabajo comunitario con Mujeres Mujer,
Autonomía y Ciudadanía para el proceso de formación, organización
e incidencia política de las mujeres en Barranquilla, Cartillas pedagó-
gicas; es integrante del Comité Académico en representación de la
Subregión Andina de la Universidad Feminista Itinerante (UFI) del
Comité de América Latina y el Caribe para la defensa de los Derechos
de las Mujeres (CLADEM), Proyecto de Formación Jurídico Político
Feminista.

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Estudio de derecho penal:
Dogmática, criminología y política criminal

Inés Sofía Morales Salcedo, PhD

Coordinadora Maestría en Seguridad Alimentaria y Nutricional de


la Universidad del Atlántico (1 agosto 2017- 1 de agosto 2018),
Investigadora Grupo Mujer, Género y Cultura – UNIATLÁNTICO,
Línea de investigación Seguridad Alimentaria con enfoque de género
o Socioantropología de la alimentación con enfoque de género y paz
Investigadora Universidade Fernando Pessoa, Oporto – Portugal.
Investigadora y Líder del Grupo de Investigación de la TNC LTDA,
Colombia: Nutracéutica: estudios socioantropólógicos y aplicados
en salud – GII NUTRAESA AS. Investigadora y Líder Grupo de
Investigación, Innovación e Intervención de los Determinantes Sociales
de la Salud de los Atlanticenses. Docente de Pregrado y Postgrado en
la Universidad del Atlántico.

Directora de Trabajo de Grado de la Maestría en Epidemiología –


Universidade Nova de Lisboa, Portugal.

Email: inesmorales@mail.uniatlantico.edu.co

ismsalcedo@gmail.com

ismsal@gmail.com

ismsalcedo@ufp.edu.pt

giitncltda@gmail.com

Nevys Niño Rodríguez

Filósofa con Mg. En Estudios de Género y Violencia Intrafamiliar de


la Universidad del Atlántico, Docente Investigadora con experiencia
en derechos humanos y derechos de las mujeres, integrante del
Grupo de Investigación Mujer, Género y Cultura de la Universidad

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Universidad del Atlántico
Acerca de las autoras

del Atlántico, asesora ad honorem del Comité Permanente por la


Defensa de los derechos humanos en asuntos de género en el depar-
tamento del Atlántico.

Darling Ayala Freites

Socióloga, Magíster en Estudios de Género y Violencia intrafamiliar,


Docente e Investigadora de la Universidad del Atlántico.

Sarelys Avendaño Escobar.

Es egresada del Programa de Filosofía de la Universidad del Atlántico,


estudiante de la Maestría en Estudios de Género y Violencia Intrafamiliar
de la misma institución. Integrante del Grupo de Investigación “Mujer,
Género y Cultura” y su semillero Genealogías de la Universidad del
Atlántico. Cabe resaltar que ha participado en diversos eventos nacio-
nales como ponente de propuestas cimentadas en Filosofía del arte,
Género y Tecnología. Sus temáticas de investigación son: el cuerpo,
filosofía y género, la filosofía del arte, entre otras.

199
Universidad del Atlántico

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