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ENTERRAR Y CALLAR

Las masacres en Colombia, 1980-1993

VOLUMEN I
ENTERRAR Y CALLARR
Las masacres en Colombia, 1980-1993

VolumenI

María Victoria Uribe


Teófilo Vásquez

Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos


Fundación Terres des Hommes
Indice

Amanera de prólogo. Las masacres colombianas en los años 80 y 90. 5

Introducción.. * *****°°***°°°**°** 11

Primera parte ****** *** **°*°**°°*°*°*** 19

1. Presentación.. 21
2. Critica de las fuentes.. .23
3. Algunos comentarios acerca de la década de 1980 **********'***°*'*°
. .24
****************
A. Las vicisitudes del régimen político . . . 25
B. El proceso de paz...
****°***°° ***°******°°*°*** .30
4. Colombia, una construcción social violenta. ******* 34
A. La masacre como expresión limite de la violencia. .37
Masacres politicamente orientadas.. 38
Masacres orientadas societalmente.. 39
Masacres orientadas económicamente. .40

Segunda parte... .41

Análisis de algunos casos regionales:. .43


A. El occidente de Boyacá o zona esmeraldifera. ************* **** .43
a) Las masacres, expresión de la guerra entre esmeralderos ... 45
B. Puerto Boyacá y el Magdalena medio. * ******''** ** '**'****** .. 46
C. El departamento del Meta... ***'******** 49
a) El proceso de colonización: la delimitación sociopolitica del Meta.** ..J2 2
b) Los años 80 o la segunda violencia: colonización, narcotráfico y guerilla....53
c)El municipio de El Castillo. La masacre y la vida politica local ..... 58
d) Los testimonios. ... 60
Castigar lo público ..060
Impedir las elecciones ''********"'*****'***********'******** . 62
D. Medellin y su área metropolitana. ''***''''*''***°******'°'***

a) Algunos apuntes acerca de la situación de la ciudad... ***''*** 6 3


.64
b) Los jóvenes, sujeto y objeto de violencia . . . ' ' ' ' ' ' ' ' ' ' * * ' ' ' ' '***
644
e) Las masacres en las diferentes zonas de Medellin ' '**'''*''*°''''
Zona nororiental... . ..... 66
'''' ''''''*
*****66

Zona noroccidental. '**''° ''**'***'


.68
Zona centroriental .... ''''* ***°*°°°'** '********°**********°***°
69
'

****''''''*'* .....

Zona centroccidental. *******''°**'*'* '****'****'***'***** ** . ... 71


Zona suroriental. . **''°*''*°**''°°'°*°*'''°°°***'**** °*°*°'°**''''''*°*
Zona suroccidental.. ****
'**'**'*'***°''***''**''*'* '***** . ...
. 72
d) El abismo de las calles.
*********** . ****./3
e) Los escuadrones de la muerte, agentes de la violencia en Medellín
y el Valle de Aburá..
*'°°*°'***'**°*****'°**°* ***** ... 14
f) Los testimonios *****'***********°°* **°**°****°°**°°*********** .
******'**
.77
E. Ciudad Bolívar: una mirada desde la localidad...
****'°°'°***°°*******
. .85
a) Algunos elementos del contexto socioeconómico de Bogotá ***** 88
b) Los testimonios **°°*******
**** ************** * *****
92
c) Muerte sistemática y continuada de jóvenes. Una modalidad de masacre ....
103
d) La juventud, grupo de alta vulnerabilidad. ************ . 105
e) Juventudy estigma.. *****
*** ****°*°*. 106
2. Reflexiones y
consideraciones finales. .
109
3. Bibliografia.
113
Gráficos... ***** ".. 121
Mapas.. 131
Agradecimientos

A Fernán González, investigador del CINEP, por la presentación del trabajo.

A Graciela Fernández, del Instituto Colombiano de Antropología, por su paciencia


para digitar la base de datos y hacerle correcciones.

A Eduardo Ariza, Leonardo Vega y César Rozo, del Plan Nacional de Rehabilita-
ción, por la elaboración de los mapas y los cuadros que acompañan este trabajo.

Al doctor Alfredo Vázquez Carizosa, a Luz Marina, a Ingrid y a Héctor, del Comi-
té Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos.

A Ute Sodemann, Terres des Hommes.

A todos aquellos que nos contaron sus historias de muerte en el Meta, Medellíny
Ciudad Bolívar, de Bogotá.
La presente obra se basa en la
investigación tituladaMMasacres en Colombia, 1980- 1993 la cual
seadelantó con recursos de la Fundación Terres des
Hommes y del Comité Permanente por la
Defensa de los Derechos Humanos, la
con
participación de los siguientes investigadores

MARIA VICTORIA URIBE ALARCÓN.


nacida en Bogotá. Egresada de la Escuela de
Antropóloga, arqueóloga e historiadora colombiana,
sidad Autónoma del mismo país. Obtuvo su
Antropología e Historia de México, y de la Univer-
maestría en historia en la Universidad Nacional de
Colombia.
Como escritora-investigadora ha
publicado obras tanto en el país como en el exterior sobre temas
arqueológicos, etnohistóricos y antropológicos.
Ha desempeñado cargos administrativos de
dirección y organización en entidades públicas y pri-
vadas. Docente en la Universidad de los
Andes, de Bogotá, en el Departamento de Antropologia.
Acutalmente ocupa el cargo de directora del Instituto Colombian de
Antropología,
de Colcultura.

TEÓFILOVÁSQUEZ DELGADO. Sociólogo colombiano. Egresado de la Universidad Nacio-


nal. Destacado investigador, ha trabajado sobre temas de la violencia en nuestro
Actores de lapazy la violencia l1980-1990, y La violencia en Cundinamarca. Es
país, como en
asistente de
docencia e investigación del departamento de historia de la Universidad Nacional.
Actualmente
trabaja como investigador en el Banco de datos de derechos humanos del CINEP.

MAR*A SOLITA QUIJANO. Sicóloga colombiana de la Universidad Innca de Colombia.


en historia de la educación y la pedagogía, de la Universidad
Magister
fnó como directora y docente en la Escuela de
Pedagógica Nacional. Se desempe-
Psicología la Universidad Innca, fue miembro de
de
la Unidad de Actividades Regionales de la misma institución.
Actualmente es investigadora en historia de la educacióny la pedagogía. Hace parte de la Cor-
poración Sociedad Colombiana de Pedagogía.

OMER CALDERON. Psicólogo y pedagogo, nacido en Neiva. Egresado de la Universidad


Pedagógica Nacional. Profesor de las universidades Jorge Tadeo Lozano y Distrital, Francisco
José de Caldas. Adelantó estudios de magister en ciencia política en la Universidad de
los Andes,
de Bogotá. Dirigió la Corporación Casa de Juventud.

Los AUTORES
A manera de prólogo

Las masacres colombianas en los años 80 y 90

Colombia es un país singular. Ostenta los caracteres de un régimen democrático en el cual están
proclamados los derechos civiles y las garantias sociales, teniendo en la base humana, algunos, con
unos instintos feroces y un ánimo de venganza y de retaliación que les permiten ejecutar abomina
bles delitos.

TERRES DEs HoMMES, en su sección alemana, ONG que estudia y denuncia las infracciones de los
derechos hunmanos en el mundo, ha contribuido generosamente para ejecutar esta encuesta sobre
uno de los fenómenos tipicos de la violencia en Colombia, o sea las matanzas colectivas desde el 1°
de enero de 1980, al 31 de diciembre de 1993. El Comité Permanete por la Defensa de los
Derechos Humanos ha estinmulado esta investigación, levada a cabo por la antropóloga e historia-
dora María Victoria Uribe con Teófilo Vásquez, María Solita Quijano y Omer Calderón.

Es un estudio denso que se inicia con los aspectos políticos y económicos de los años ochenta,
cuando había terminado el período del Frente Nacional y la paridad obligatoria en el gobiemo
nacional y en la administración de los departamentos y municipios, lo mismo que el cambio del
régimen económico cepalino por otro neoliberal. Se piensa en la paz en todo el país, a sabiendas
de que se trata de un ideal imposible por la turbulencia en muchas regiones, como la de Urabá, el

Magdalena Medio, Santander, Caquetáá y las regiones del sur de Colombia. Sin olvidar a Medellin
yel Valle de Aburrá violencia
que eran, desde entonces, centros de una inaudita violencia, y ciudad Bolivar
ha roto los de la civilidad.
en Bogotá, donde la cauces

Las ciudades colombianas, especialmente Bogotá, Cali, Medellin, congregan una muchedumbre
de campesinos a los cuales ha ahuyentado la violencia. En el mismo sentido está Barrancabermeja,
el centro petrolero de Colombia, a donde han llegado innumerables familias campesinas para llevar
una vida efimera, con los trabajos Ocasionales de una ciudad primordialmente obrera. Los refugia-
dos del canpo en las ciudades han sido censados, en 500 a 600 mil personas en todo el pais, por
la Conferencia Episcopal Colombiana en 1995, sin embargo pueden ser más numerosos por el
sinnúmero de situaciones violentas en todas las regiones del pais. Tales refugiados, sin trabajo
formal, están sujetos a privaciones de toda especie y forman centros de violencia en muchas ciuda-
des al lado de los habitantes del lugar.
La estructura social de Colombia es discontinua, son zonas despobladas cruzadas por rios
s cauda-
losos y tierras fértiles para la agricultura o la ganadería. La colonización espontáneade
regiones es acompañada por otray, entre ambas, se sucede un conflicto inevitable, coma esas
que se trata de núcleos humanos de distinto origen. De alli que sea necesaria una colonia. quiera
zación
planeada por el Estado en forma de una agricultura intensiva y unos predios provistos de canm
y de medios para la movilización de la producción de las mismas regiones a los mercados
de
consumo.

Es muy claro y acertado el concepto que se incluye en esta obra, en la cual se dice:

"El Estado no tiene el monopolio de la fuerza y ejerce un dominio muy parcial sobre el
territori
nacional, dejando libres una serie de territorios vastos y vacios, que son ocupados por poderes
locales con mayor o menos legitimidad. Entre estos se encuentran los grup0s
guerrilleros, el narco-
tráfico, las autodefensas y las milicias populares.

Deigual manera se dice una verdad incuestionable:

"Lajusticia por mano propia se ejerce porque se considera que el orden judicial garantizado por el
Estado no es satisfactorio".

Los comentarios de esta obra en los cuales se detallan las circunstancias


masacres son de igual interés que los anteriores de carácter
personales de algunas
general. ejemplo, todo el análisis
Por
relativo al municipio de EI Castillo, en el
departamento Meta, permite apreciar las enemistades
del
y las rivalidades entre las Farc, los paramilitares y las autoridades del lugar, que trajo como conse-
cuencia la muerte de la alcaldesa María Mercedes Méndez,
"quien durante dos
años, esta dice
publicación, luchó para que se sustituyera el conflicto armado por cooperativas campesinas y
fiestas populares"

La lucha por el poder local es la causante de todos esos


crímenes, ya que, además de la alcaldesa
saliente, fueron asesinados el alcalde entrante y tres funcionarios más.
El género de las masacres es diverso tanto en las
que están políticamente orientadas o socialmente
dirigidas. Sobre las primeras están las estatales, paraestatalesodependientes de la guerrilla. En
cuanto a las segundas hay que distinguir aquellas que se dirigen contra grupos marginales y de
excluidos o contra grupos familiares. Están, además, las masacres orientadas
económicamente por
el narcotráfico y las causadas por el
desequilibrio siquico.
En cuanto al número de masacres al de sus
y víctimas, los años de 1990 a 1993 son especialmente
sangrientos con más de ciento setenta y cinco muertes colectivas, en uno de esos años, y mu
victimas. Los lugares más frecuentes donde se ejecutaban las masacres eran Medellin
Sobre la clase social de las víctimas están los
y Bogota
bros de sindicatos obreros.
campesinos como hecho muy frecuente y los
miet
Colombia, por lo general, necesita -de manera apremiante-la paz concertada entre el Estado y los
grupos insurgentes, acompañada de una revisión a fondo de la justicia penal, bastante imperfecta
en las condiciones actuales, para darle una aplicación cabal a los Derechos Humanos.

Este libro ilustra de manera


palmaria estas conclusiones.

ALFREDO VAzQUEZ CARRIZOSA


Presidente del Comité Permanente
por la Defensa de los Derechos Humanos
Introducción

La despreocupación de la opinión pública general frente a la proliferación masiva de


asesinatos colectivos, después de unos días de atención en los medios de comunica-
ción masivos, es un fenómeno tan preocupante como el de las masacres mismas.
Sobre todo cuando éstas no tienen dueños ni dolientes. Los asesinatos contra deter-
minado grupo político y étnico producen llamados de solidaridad del grupo afectado,
porque sus reclamos hacen parte de la lucha política o social del grupo. Pero las
matanzas de jóvenes anónimos, campesinos o destechados, travestis o prostitutas,
parecen no preocupar a nadie, porque aparentemente carecen de sentido político por-
que no confrontan ni amenazan directamente al Estado .

Sin embargo, reflejan un problema político mucho más fundamental: el hecho de que
determinados grupos sociales o personas asuman que pueden tomar justicia por mano
propia y solucionar privada y violentamente los conflictos que los ataien, significa
que no se acepta la mediación del Estado como espacio público para la solución de
los problemas. O sea, que la violencia privada o grupal, en la escala en que la afronta
Colombia, está socavando la legitimidad del Estado en sus cimientos más profundos,
pues significa que no se acepta al Estado como detentador del monopolio de la fuerza
legítima.

Por otra parte, el hecho de que la mayoria de los asesinatos colectivos o individuales
no tenga motivación directamente politica no es nada tranquilizador: significa que la
lucha no se da por enfrentamientos en torno al control del Estado, sino en el seno de
la llamada sociedad civil. Además, obliga a plantear otra pregunta fundamental: hasta
qué punto la apelación a la violencia, en nombre de una u otra ideología o de determi-
nados intereses económicos, produce, en el largo plazo, la disolución de los lazos de
solidaridad en los que se basa la misma sociedad civil? /Hasta qué punto la violencia
política de guerilleros y paramilitares y la violencia económica de los narcotrafican-

11
es sirvieron para profundizar la tendencia a solucionar cualquicr tipoo de tnA
por insignificante que parczca, por medios violentos?

De ahí la
importancia de este estudio de María Victoria Uribey sus colaa.
que busca rescatar el aspecto humano y subjetivo del hecho violento
yendo mi
de las 11amadas causas estructurales de la violencia, colocar
para en el nte
análisis a los actores violentos en su vida cotidiana e intentar
cornprender las masar
como
expresión de un determinado conflicto local o regional, o n peculíaridadeea
muy específicas.

El análisis parte de criterios y consideraciones generales para


pasar luego a exarnitee
casos regionales, urbanos rurales: el
y en campo se toman los casos de la z
esmeraldífera de Boyacá, el Magdalena medio y el Meta; para las
a los
ciudades, se cue
ejemplos de Medellin y Bogotá. Este primer volumen es complementado por
una base de datos que cubre lo. de enero de 1980 hasta el 3I de
desde el
1993. Los autores del estudio son conscientes de diciembre de
que la mayoria de las fuentes um
parcializadas, pues los denunciantes son a menudo juez y parte, porque con
cia buscan inferir autorías y utilizar frecuen
politicamente
Esto obliga a estar confrontando y cruzando
las denuncias sobre las masacres
constantemente los datos.

Además, insisten en necesidad de leerlos de la manera menos


la
desagregada posible ideológica y más
para evitar asi la lectura catastrofista y
masacres, que impide un acercamiento
apocalíptica de las
complejo al problema.
Tanto los hechos violentos como los
propios actores tienen particularidades locales
muy especificas. Paramilitares y guerrilleros son actores nada
que empezar a diferenciar. Cada frente guerrillero tiene estilo
homogéneos, que hay
diferente de operación
y diverso tipo de inserción con la población circundante. Lo
mismo ocurre con los
grupos paramilitares: unos son asociaciones circunstanciales fortuitas mientras
que
otros son verdaderos grupos
organizados, en actividad permanente.
El estudio se inicia con una caracterización de la
coyuntura política y económica de
la década de los afñios ochenta: el desmonte
gradual del régimen bipartidista del Fren-
te Nacional, el tránsito de un modelo económico de
corte cepalino a uno neoliberaly
las vicisitudes del proceso de paz enmarcan el escenario de los hechos violentos
recientes. El proceso de paz aparece ligado al desmonte del Frente Nacional y a la
situación caracterizada como "empate militar negativo" entre la
guerrilla y el ejercpor
to, que lleva a la conclusión de que la insurgencia crónica sin resultados temina
disminuir las posibilidades de acelerar la democratización de
y ampliar la participa
ción popular. Todo esto va conduciendo a la convicción de la necesidad
relegitimación del régimen politico y de la búsqueda de salidas negociadas a
d
12
enfrentamiento armado, desde el final del gobierno de Turbay, pasando por la pro-
puesta de paz de Betancur, hasta los primeros logros de Barco y Gaviria. Estos desa-
rrollos pueden verse, el largo plazo, como un
en
proceso de aprendizaje por ensayo y
error: se puede, afirman los
autores, concluir que el proceso de paz de Betancur
fracasó por las ambigüedades de la
guerrilla y porque se trataba casi de un proyecto
individual del presidente, que era boicoteado,
explícitao implícitamente, por el ejer-
cito, los partidos políticos y los gremios.

Por otra parte, el fracaso de las negociaciones de Caracas y Tlaxcala parece deberse a
las pretensiones maximalistas de la guerrilla y a su insistencia en negociar desde
posiciones de fuerza, unidas a la poca voluntad del gobierno y a la inflexibilidad de
sus negociadores y asesores, aferrados al
esquema de la desmovilización y dejación
de armas, que había arrojado resultados favorables con el M-19. Los autores termi-
nan su evaluación de estos procesos señalando la "comedia de
equívocos" del proce-
so de paz de Gaviria: no entienden cómo el gobierno nacional se niega rotundamente
a los diálogos regionales, mientras el PNR basa su estrategia en el reconocimiento de
las particularidades locales. Por su parte, tampoco entienden por qué la guerrilla s
niega a dialogar directamente con el gobierno, cuando la experiencia de las negocia-
ciones con las comisiones de Betancur mostró que era muy frágil negociar por perso-
na interpuesta. Pareciera, sostienen los autores, que tanto el gobiemo como la gueri
lla estuvieran buscando disculpas autoargumentadas para resistirse a las presiones de
sectores de la sociedad civil en pro de una salida negociada.

A partir de este escenario general, los autores desembocan en la caracterización de


Colombia como "una construcción social violenta", en la que las masacres expresan
un fenómeno social más amplio: inspirados en categorías weberianas (acción social,
tipo ideal), intentan caracterizar las masacres como relación social, cuya forma de
ucha es la aniquilación del contrario, para señalar después las diversas posibilidades
de acercamiento al fenómeno que ofrecen la sociología, la antropologia y la ciencia
política.

Desde el punto de vista político, los autores describen a Colombia como un conglo-
merado humano profundamente fragmentado con relación al manejo del poder, ya
que el Estado no detenta el monopolio de la fuerza legítima ni ejerce el dominio total
del territorio nacional. Por consiguiente, no existe un espacio público para la resolu-
ción de los conflictos, sino que personas y grupos pretenden ejercer la justicia por
propia mano, alegando la insuficiencia del orden judicial del Estado. Además, exis-
ten vastos territorios "vacíos", copados por grupos locales con poderes de mayor
menor legitimidad en sus respectivos ámbitos: guerrillas, paramilitares y narcotrafi-
Cantes. Por parte de la sociedad civil, también existe la misma tendencia a la
fragmentación y falta de cohesión social, pues hay la tendencia a excluir al diferente

13
ya que las sociedades tienden a considerar antisociales a los que se mueven
n en las
tronteras del sistema, especialmente en las áreas relativamente carentes de
de estruct
ra. Se mueven con la lógica de considerar transgresores a los que estánfuera. c
fin de reforzar la conformidad de los que están dentro.
fuera, conel
En conclusión, la estructura social en el que se producen las masacres se caracteriza.
por
tener un tejido social no homogéneo, donde se contraponen sectores fuertemente articul
dos al Estado y sus instituciones con otros, desarticulados o mal
Estado está ausente o precariamente presente. En
articulados, donde el
las
zonas articuladas se
concentran l
centros constituidos del poder político y económico, que constituyen la parte
explícita y
formal de las estructuras sociales, mientras que en los bordes débilmente estructurados
existe la posibilidad de que esos centros puedan ser reemplazados por
formas
endógenasy alternativas de poder. Se puede entonces afirmar que en Colombia co
existen, junto con el Estado nacional en formación, formas contraestatales (guerila
y narcos), paraestatales (paramilitares y escuadrones de la muerte), protoestatales
milicias populares) y subestatales (formas de poder local relativamente autónomas)

Así, las matanzas se realizan principalmente en los espacios desarticulados o mal


articulados de las zonas rurales, en sitios más o menos aislados (caminos veredales o
viviendas campesinas aisladas) y en los barrios marginales de las ciudades, en los
territorios de nadiel Los autores clasifican estas acciones según su orientación o fina-
lidad: las masacres políticamente orientadas están relacionadas con la lucha violenta
por el poder y buscan eliminar al enemigo, que es genérico e individual; las masacres
societalmente orientadas buscan eliminar a los individuos considerados peligrosos o
indeseables, personal o genéricamente; finalmente, las masacres económicamente
orientadas buscan la apropiación de bienes ajenos o la eliminación de rivales en el
negocio.

En esta última categoría se colocan las matanzas en la zona esmeraldífera (occidente


de Boyacá), donde la rápida acumulación de capital en manos particulares permite la
consolidación de poderes privados de orden local, con una estructura militar coercit:
va y cierta legitimidad entre los habitantes de ese ámbito, pero sin cuestionar
confrontar directamente la legitimidad del Estado nacional. En cambio, en el va
medio del Magdalena, donde confluyen migraciones campesinas de diferente origen
regional por el impacto de sucesivas olas de violencia, la situación es otra: sujetos a
control y proselitismo armado del IV frente de las FARC, que insertan en l0s
se

problemas obrero-patronales de la zona petrolera y en los problemas rurales de zonas


de colonización campesina, los pobladores y los narcoganaderos terminan pore
dc
formar grupos de autodefensa y ejércitos privados, inicialmente para defenderse
las contribuciones y secuestros de la guerrilla y, luego, para limpiar la zona de cuatte

guerrilleros, simpatizantes de izquierdao simples sospechosos de serlo.


Esta categ

14
Tia puede ampliarse a campesinos, supuestos o reales auxiliadores de la guerrilla, o0 a
lideres civicos, considerados base de
apoyo de la guerrilla, o a simples campesinos,
atrapados en el fuego cruzado de unos y otros.

Por otra parte, las matanzas del departamento del Meta pueden ilustrar el caso de las
orientadas politicamente, pero la historia del departamento como zona de frontera
puede servir para explicar las causas estructurales de la violencia en el país, tomando
como hilo conductor su gradual inserción en el dominio territorial y politico del
nacIonal. Es una tipica zona de frontera, de colonización reciente, donde
Estado
confluyen diferentes olas de colonización, desde la llamada "colonización armada",
auspiciada por el partido comunista en las zonas donde impone su influencia y se
refugia de la violencia de los años cincuenta, la colonización institucional de los
inicios del Frente Nacional, hasta la más reciente, de tipo espontáneo y aluvional,
intermitente, vinculada a la expansión de la coca. Las tres representan tipos diferen-
tes de conflictos, que confluyen en la violencia reciente: las zonas influidas por el
partido comunista son estigmatizadas como "repúblicas independientes, mientras
que el fracaso de la colonización oficial lleva al predominio de la colonización em-
presarial, que desplaza al colono campesino original y reproduce los conflictos del
mundo rural andino. Más tarde, la colonización vinculada a la coca termina por con-
solidar la estructura local de poder, pues la élite tradicional acumula parte de sus
beneficios por medio de los canales comerciales tradicionales.

Además, las tres modalidades y épocas de la colonización producen una delimitación


espacial con base en la homogeneidad de la filiación partidista, que configura el telón
de fondo de las violencias de los años ochenta: la zona de colonización original, hace
50 afños, era conservadora porque los campesinos provenían de zonas conservadoras
de Cundinamarca y Tolima. En la violencia de los cincuenta, 1legan campesinos de
orientación comunista y liberal, que huían unos de la represión oficial del ejército y
otros de la violencia conservadora. La segunda violencia se desencadena por la gra-
dual conversión del narcotráfico de actor meramente económico a actor también

sociopolítico y por la creación de la Unión Patriótica durante el proceso de paz de


las FARC, que resuelven pasar a la
Betancur, que coincide con el cambio de estilo de
ofensiva militar. El éxito electoral de la UP, que convierte la influencia informal del
modificar el reparto del poder local
partido comunista en poder legal, amenaza con
de los sectores militaristas de izquierda en la
en la región. A la vez, la insistencia
alcaldes populares de la UP entre la
combinación de las formas de lucha coloca a los
de terror contra los electores y candidatos
espada y la pared: la campaña sistemática
de la UP y la eliminación de varios de sus alcaldes, junto con las tomas guerilleras
convivencia.
de las poblaciones, minan cualquier posibilidad de tránsito pacífico a la
electoral
La guerra sucia produce entonces la progresiva disminución del potencial
narcotráfico descubre
de la UP en el Meta, mientras que la burguesia emergente del
15
coincidencias entre sus intereses y la política de exterminio contrainsurgente del
La inicial convivencia entre guerrilla y narcos se
poderes locales.
ejército y de los
los límites entre unos actores y otros se hacen
rompe por la avidez de la guerrilla, y
se enfrentan a las
como terratenientes, los narcotraficantes
imposibles de distinguir:
contra las FARC por los beneficios
propuestas de reforma agraria de la UP y luchan
del negocio.

En resumen, los nuevos grupos paramilitares aprovechan la


secular debilidad del
Estado colombiano frente a las élites regionales, que es la condición estructural para
élites locales liberales habían
el surgimiento del paramilitarismo. Por otra parte, las
la organización de las guerrillas
surgido en el Meta del recurso a la violencia, de
liberales de autodefensa frente a la violencia del gobierno y de los poderes locales
conservadores. A esto se suma la llegada de la guerrilla influida por el partido comu-
con su "colonización armada". Y en los años recientes,
la del narcotráfico con
nista,
sus ejércitos privados.

De la consideración de las masacres rurales, los autores pasan al análisis de los asesi-
natos colectivos en las grandes ciudades, Medellin y Bogotá. A partir de la descrip-
ción de los cambios recientes en Medellin (aceleración de la migración campesina,
crisis de la industria textil, descenso de la tasa de escolaridad), se diferencian los
barrios de cada comuna según el estilo de conformación y de cohesión social. Los

investigadores constataron que el mayor número de asesinatos colectivos aparece en


la comuna nororiental (33), seguida de la centroriental (20) y de la noroccidental

(17), pero no los barrios de migración reciente y aluvional sino en barrios


tanto en
consolidados de estrato medio y bajo (Manrique, Castilla, San Javier, Belén). Se
destaca el hecho de que la mayor parte de las masacres aparece en Manrique, fruto de
cierto desarrollo planificado que ha sufrido un reciente proceso de deterioro. Alli se
registran 10 masacres, cuando en el Popular, de estrato más bajo y migración aluvional,
se produjeron 4, lo mismo que en Santacruz, barrio pirata de los años treinta y sesen-
ta. En Castilla, más antiguo y consolidado, se registraron 5, lo mismo que en San
Javier, barrio popular tradicional. En los barrios de invasión reciente se da un mayor
número de asesinatos indiscriminados de jóvenes a manos de escuadrones de la muerte
y sicarios. Otro dato sorprendente es que las masacres no ocurren en los barrios
donde hay mayor número de bandas juveniles (como Aranjuez) sino en los que hay
menos, como en Manrique. El sentido territorial y de fuerte identificación de estas
bandas hace que diriman sus conflictos por medio de asesinatos individuales pero no
de masacres colectivas. Por ello, ni las bandas juveniles ni las milicias populares
aparecen vinculadas a las matanzas.

El caso de Ciudad Bolívar, en Bogotá, donde confluyen formas legales e ilegales de


urbanización, diferentes estratos socíales y diversos procesos migratorios, plantea

16
importantes diferencias. Uno de los datos importantes de la investigación señala que
el número de homicidios no es de los más altos en el conjunto de las localidades de la
capital: entre 1991 y 1993, el registro de homicidios pasó de 244 a 255,
Cuando
Antonio Nariño pasó de 508 a 654; Los Mártires, de 563 a 665; Kennedy, de 402 a
566, San Cristóbal, de 495 a 442, y Tunjuelito, de 135 a 331. En cambio, enl
masacres por intolerancia social (drogadictos, jóvenes, delincuentes) entre 1988 y
1991, Ciudad Bolivar aparece con 16, Los Mártires con 15, Usme con 11, Puente
Aranda con 9, Chapinero con 6 y Kennedy con 5. Según los testimonios recogidos
por los investigadores, hay varios casos que involucran a personajes de cierta impor-
tancia de los barrios, "gente de arriba'", comerciantes o miembros de las juntas de
acción comunal, que a veces instigan a la policía de la zona, la cual aparece señialada
como involucrada en las matanzas, según varios informantes. Estos informantes ad-
vierten que las olas de asesinatos coinciden con frecuencia con la instalación de
CAIS o puestos de policía en los barrios, afirmando que la policia a veces interviene
motu proprio y a veces a pedido de miembros de la comunidad.

Estas matanzas están asociadas a una mala imagen del barrio, que la policia tiene
interés en mantener, sostienen los informantes. junto con una estigmatización de la
juventud en general, que aparece casi como "un objetivo de aniquilamiento", pues se
parte del principio de que todo joven es un delincuente, un drogadicto, un ladrón.
Este estigma es un mecanismo de legitimación del asesinato contra conductas e iden-
tidades indeseables, o asimiladas a ellas: todo grupo que desarrolle sus actividades en

la calle, todo joven que se vista de cierta manera, que asista a determinadas fiestas, se
reúna en especiales canchas deportivas, o que esté fuera de su hogar a altas horas de
la noche, puede ser asesinado porque su comportamiento es asociado o asimilado con
las pandillas delictivas, así el resto de la comunidad certifique que son "chinos
sanisimos".

tiende a socializarse en la
Esto significa que el grupo juvenil, que en estos barrios
de bien" de la
calle y adopta patrones diversos de los que esperan las "personas
inhibir a los
comunidad, es suprimido por parecerse a los grupos delincuentes, para
de las
delincuentes reales o potenciales. El contexto de marginalidad, de precariedad
condiciones de vida, de inseguridad y de poca presencia de las autoridades locales,

hace sino reforzar la tendencia a la justicia y seguridad privadas que


caracterizan
no

a la cultura política colombiana.


Dada la fragilidad del Estado y la falta de un ámbito
es la ley del talión: "el
público para la resolución de los conflictos, lógica aceptada
la
informantes más opuestos a las masacres se mueven
que la hace, la paga'". Incluso los
afirman que no había ninguna razón
implícitamente dentro de esa lógica, cuando
masacre en el barrio Juan Pablo II, ya que ellos
para asesinar a los muchachos en una
"no se metían con nadie, jugaban fútbol, hacian fiestas y ni siquiera pertenecían
a

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