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VOLUMEN I
ENTERRAR Y CALLARR
Las masacres en Colombia, 1980-1993
VolumenI
Introducción.. * *****°°***°°°**°** 11
1. Presentación.. 21
2. Critica de las fuentes.. .23
3. Algunos comentarios acerca de la década de 1980 **********'***°*'*°
. .24
****************
A. Las vicisitudes del régimen político . . . 25
B. El proceso de paz...
****°***°° ***°******°°*°*** .30
4. Colombia, una construcción social violenta. ******* 34
A. La masacre como expresión limite de la violencia. .37
Masacres politicamente orientadas.. 38
Masacres orientadas societalmente.. 39
Masacres orientadas económicamente. .40
****''''''*'* .....
A Eduardo Ariza, Leonardo Vega y César Rozo, del Plan Nacional de Rehabilita-
ción, por la elaboración de los mapas y los cuadros que acompañan este trabajo.
Al doctor Alfredo Vázquez Carizosa, a Luz Marina, a Ingrid y a Héctor, del Comi-
té Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos.
A todos aquellos que nos contaron sus historias de muerte en el Meta, Medellíny
Ciudad Bolívar, de Bogotá.
La presente obra se basa en la
investigación tituladaMMasacres en Colombia, 1980- 1993 la cual
seadelantó con recursos de la Fundación Terres des
Hommes y del Comité Permanente por la
Defensa de los Derechos Humanos, la
con
participación de los siguientes investigadores
Los AUTORES
A manera de prólogo
Colombia es un país singular. Ostenta los caracteres de un régimen democrático en el cual están
proclamados los derechos civiles y las garantias sociales, teniendo en la base humana, algunos, con
unos instintos feroces y un ánimo de venganza y de retaliación que les permiten ejecutar abomina
bles delitos.
TERRES DEs HoMMES, en su sección alemana, ONG que estudia y denuncia las infracciones de los
derechos hunmanos en el mundo, ha contribuido generosamente para ejecutar esta encuesta sobre
uno de los fenómenos tipicos de la violencia en Colombia, o sea las matanzas colectivas desde el 1°
de enero de 1980, al 31 de diciembre de 1993. El Comité Permanete por la Defensa de los
Derechos Humanos ha estinmulado esta investigación, levada a cabo por la antropóloga e historia-
dora María Victoria Uribe con Teófilo Vásquez, María Solita Quijano y Omer Calderón.
Es un estudio denso que se inicia con los aspectos políticos y económicos de los años ochenta,
cuando había terminado el período del Frente Nacional y la paridad obligatoria en el gobiemo
nacional y en la administración de los departamentos y municipios, lo mismo que el cambio del
régimen económico cepalino por otro neoliberal. Se piensa en la paz en todo el país, a sabiendas
de que se trata de un ideal imposible por la turbulencia en muchas regiones, como la de Urabá, el
Magdalena Medio, Santander, Caquetáá y las regiones del sur de Colombia. Sin olvidar a Medellin
yel Valle de Aburrá violencia
que eran, desde entonces, centros de una inaudita violencia, y ciudad Bolivar
ha roto los de la civilidad.
en Bogotá, donde la cauces
Las ciudades colombianas, especialmente Bogotá, Cali, Medellin, congregan una muchedumbre
de campesinos a los cuales ha ahuyentado la violencia. En el mismo sentido está Barrancabermeja,
el centro petrolero de Colombia, a donde han llegado innumerables familias campesinas para llevar
una vida efimera, con los trabajos Ocasionales de una ciudad primordialmente obrera. Los refugia-
dos del canpo en las ciudades han sido censados, en 500 a 600 mil personas en todo el pais, por
la Conferencia Episcopal Colombiana en 1995, sin embargo pueden ser más numerosos por el
sinnúmero de situaciones violentas en todas las regiones del pais. Tales refugiados, sin trabajo
formal, están sujetos a privaciones de toda especie y forman centros de violencia en muchas ciuda-
des al lado de los habitantes del lugar.
La estructura social de Colombia es discontinua, son zonas despobladas cruzadas por rios
s cauda-
losos y tierras fértiles para la agricultura o la ganadería. La colonización espontáneade
regiones es acompañada por otray, entre ambas, se sucede un conflicto inevitable, coma esas
que se trata de núcleos humanos de distinto origen. De alli que sea necesaria una colonia. quiera
zación
planeada por el Estado en forma de una agricultura intensiva y unos predios provistos de canm
y de medios para la movilización de la producción de las mismas regiones a los mercados
de
consumo.
Es muy claro y acertado el concepto que se incluye en esta obra, en la cual se dice:
"El Estado no tiene el monopolio de la fuerza y ejerce un dominio muy parcial sobre el
territori
nacional, dejando libres una serie de territorios vastos y vacios, que son ocupados por poderes
locales con mayor o menos legitimidad. Entre estos se encuentran los grup0s
guerrilleros, el narco-
tráfico, las autodefensas y las milicias populares.
"Lajusticia por mano propia se ejerce porque se considera que el orden judicial garantizado por el
Estado no es satisfactorio".
Sin embargo, reflejan un problema político mucho más fundamental: el hecho de que
determinados grupos sociales o personas asuman que pueden tomar justicia por mano
propia y solucionar privada y violentamente los conflictos que los ataien, significa
que no se acepta la mediación del Estado como espacio público para la solución de
los problemas. O sea, que la violencia privada o grupal, en la escala en que la afronta
Colombia, está socavando la legitimidad del Estado en sus cimientos más profundos,
pues significa que no se acepta al Estado como detentador del monopolio de la fuerza
legítima.
Por otra parte, el hecho de que la mayoria de los asesinatos colectivos o individuales
no tenga motivación directamente politica no es nada tranquilizador: significa que la
lucha no se da por enfrentamientos en torno al control del Estado, sino en el seno de
la llamada sociedad civil. Además, obliga a plantear otra pregunta fundamental: hasta
qué punto la apelación a la violencia, en nombre de una u otra ideología o de determi-
nados intereses económicos, produce, en el largo plazo, la disolución de los lazos de
solidaridad en los que se basa la misma sociedad civil? /Hasta qué punto la violencia
política de guerilleros y paramilitares y la violencia económica de los narcotrafican-
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es sirvieron para profundizar la tendencia a solucionar cualquicr tipoo de tnA
por insignificante que parczca, por medios violentos?
De ahí la
importancia de este estudio de María Victoria Uribey sus colaa.
que busca rescatar el aspecto humano y subjetivo del hecho violento
yendo mi
de las 11amadas causas estructurales de la violencia, colocar
para en el nte
análisis a los actores violentos en su vida cotidiana e intentar
cornprender las masar
como
expresión de un determinado conflicto local o regional, o n peculíaridadeea
muy específicas.
Por otra parte, el fracaso de las negociaciones de Caracas y Tlaxcala parece deberse a
las pretensiones maximalistas de la guerrilla y a su insistencia en negociar desde
posiciones de fuerza, unidas a la poca voluntad del gobierno y a la inflexibilidad de
sus negociadores y asesores, aferrados al
esquema de la desmovilización y dejación
de armas, que había arrojado resultados favorables con el M-19. Los autores termi-
nan su evaluación de estos procesos señalando la "comedia de
equívocos" del proce-
so de paz de Gaviria: no entienden cómo el gobierno nacional se niega rotundamente
a los diálogos regionales, mientras el PNR basa su estrategia en el reconocimiento de
las particularidades locales. Por su parte, tampoco entienden por qué la guerrilla s
niega a dialogar directamente con el gobierno, cuando la experiencia de las negocia-
ciones con las comisiones de Betancur mostró que era muy frágil negociar por perso-
na interpuesta. Pareciera, sostienen los autores, que tanto el gobiemo como la gueri
lla estuvieran buscando disculpas autoargumentadas para resistirse a las presiones de
sectores de la sociedad civil en pro de una salida negociada.
Desde el punto de vista político, los autores describen a Colombia como un conglo-
merado humano profundamente fragmentado con relación al manejo del poder, ya
que el Estado no detenta el monopolio de la fuerza legítima ni ejerce el dominio total
del territorio nacional. Por consiguiente, no existe un espacio público para la resolu-
ción de los conflictos, sino que personas y grupos pretenden ejercer la justicia por
propia mano, alegando la insuficiencia del orden judicial del Estado. Además, exis-
ten vastos territorios "vacíos", copados por grupos locales con poderes de mayor
menor legitimidad en sus respectivos ámbitos: guerrillas, paramilitares y narcotrafi-
Cantes. Por parte de la sociedad civil, también existe la misma tendencia a la
fragmentación y falta de cohesión social, pues hay la tendencia a excluir al diferente
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ya que las sociedades tienden a considerar antisociales a los que se mueven
n en las
tronteras del sistema, especialmente en las áreas relativamente carentes de
de estruct
ra. Se mueven con la lógica de considerar transgresores a los que estánfuera. c
fin de reforzar la conformidad de los que están dentro.
fuera, conel
En conclusión, la estructura social en el que se producen las masacres se caracteriza.
por
tener un tejido social no homogéneo, donde se contraponen sectores fuertemente articul
dos al Estado y sus instituciones con otros, desarticulados o mal
Estado está ausente o precariamente presente. En
articulados, donde el
las
zonas articuladas se
concentran l
centros constituidos del poder político y económico, que constituyen la parte
explícita y
formal de las estructuras sociales, mientras que en los bordes débilmente estructurados
existe la posibilidad de que esos centros puedan ser reemplazados por
formas
endógenasy alternativas de poder. Se puede entonces afirmar que en Colombia co
existen, junto con el Estado nacional en formación, formas contraestatales (guerila
y narcos), paraestatales (paramilitares y escuadrones de la muerte), protoestatales
milicias populares) y subestatales (formas de poder local relativamente autónomas)
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Tia puede ampliarse a campesinos, supuestos o reales auxiliadores de la guerrilla, o0 a
lideres civicos, considerados base de
apoyo de la guerrilla, o a simples campesinos,
atrapados en el fuego cruzado de unos y otros.
Por otra parte, las matanzas del departamento del Meta pueden ilustrar el caso de las
orientadas politicamente, pero la historia del departamento como zona de frontera
puede servir para explicar las causas estructurales de la violencia en el país, tomando
como hilo conductor su gradual inserción en el dominio territorial y politico del
nacIonal. Es una tipica zona de frontera, de colonización reciente, donde
Estado
confluyen diferentes olas de colonización, desde la llamada "colonización armada",
auspiciada por el partido comunista en las zonas donde impone su influencia y se
refugia de la violencia de los años cincuenta, la colonización institucional de los
inicios del Frente Nacional, hasta la más reciente, de tipo espontáneo y aluvional,
intermitente, vinculada a la expansión de la coca. Las tres representan tipos diferen-
tes de conflictos, que confluyen en la violencia reciente: las zonas influidas por el
partido comunista son estigmatizadas como "repúblicas independientes, mientras
que el fracaso de la colonización oficial lleva al predominio de la colonización em-
presarial, que desplaza al colono campesino original y reproduce los conflictos del
mundo rural andino. Más tarde, la colonización vinculada a la coca termina por con-
solidar la estructura local de poder, pues la élite tradicional acumula parte de sus
beneficios por medio de los canales comerciales tradicionales.
De la consideración de las masacres rurales, los autores pasan al análisis de los asesi-
natos colectivos en las grandes ciudades, Medellin y Bogotá. A partir de la descrip-
ción de los cambios recientes en Medellin (aceleración de la migración campesina,
crisis de la industria textil, descenso de la tasa de escolaridad), se diferencian los
barrios de cada comuna según el estilo de conformación y de cohesión social. Los
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importantes diferencias. Uno de los datos importantes de la investigación señala que
el número de homicidios no es de los más altos en el conjunto de las localidades de la
capital: entre 1991 y 1993, el registro de homicidios pasó de 244 a 255,
Cuando
Antonio Nariño pasó de 508 a 654; Los Mártires, de 563 a 665; Kennedy, de 402 a
566, San Cristóbal, de 495 a 442, y Tunjuelito, de 135 a 331. En cambio, enl
masacres por intolerancia social (drogadictos, jóvenes, delincuentes) entre 1988 y
1991, Ciudad Bolivar aparece con 16, Los Mártires con 15, Usme con 11, Puente
Aranda con 9, Chapinero con 6 y Kennedy con 5. Según los testimonios recogidos
por los investigadores, hay varios casos que involucran a personajes de cierta impor-
tancia de los barrios, "gente de arriba'", comerciantes o miembros de las juntas de
acción comunal, que a veces instigan a la policía de la zona, la cual aparece señialada
como involucrada en las matanzas, según varios informantes. Estos informantes ad-
vierten que las olas de asesinatos coinciden con frecuencia con la instalación de
CAIS o puestos de policía en los barrios, afirmando que la policia a veces interviene
motu proprio y a veces a pedido de miembros de la comunidad.
Estas matanzas están asociadas a una mala imagen del barrio, que la policia tiene
interés en mantener, sostienen los informantes. junto con una estigmatización de la
juventud en general, que aparece casi como "un objetivo de aniquilamiento", pues se
parte del principio de que todo joven es un delincuente, un drogadicto, un ladrón.
Este estigma es un mecanismo de legitimación del asesinato contra conductas e iden-
tidades indeseables, o asimiladas a ellas: todo grupo que desarrolle sus actividades en
la calle, todo joven que se vista de cierta manera, que asista a determinadas fiestas, se
reúna en especiales canchas deportivas, o que esté fuera de su hogar a altas horas de
la noche, puede ser asesinado porque su comportamiento es asociado o asimilado con
las pandillas delictivas, así el resto de la comunidad certifique que son "chinos
sanisimos".
tiende a socializarse en la
Esto significa que el grupo juvenil, que en estos barrios
de bien" de la
calle y adopta patrones diversos de los que esperan las "personas
inhibir a los
comunidad, es suprimido por parecerse a los grupos delincuentes, para
de las
delincuentes reales o potenciales. El contexto de marginalidad, de precariedad
condiciones de vida, de inseguridad y de poca presencia de las autoridades locales,
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