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Colección Criminología
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CRIMINOLOGÍA
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COLOMBIA
© Farid Samir Benavides Vanegas, Ph.D
Queda prohibida la reproducción parcial o total de este libro por cualquier proceso
reprográfico o fónico, especialmente por fotocopia, microfilme, offset o mimeógrafo.
Ley 23 de 1982
ISBN 978-958-749-xxx-x
Introducción ..................................................................... 15
1. INTRODUCCIÓN .....................................................................15
2. CRIMINOLOGÍA POSITIVISTA EN COLOMBIA....................19
3. LA TEORÍA DE LA DEPENDENCIA........................................21
4. LA REPRESIÓN Y EL VIAJE INTELECTUAL DE LOS ..................
LATINOAMERICANOS...........................................................23
5. LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA EN COLOMBIA Y EL ....................
MOVIMIENTO POR LOS DERECHOS HUMANOS. ................24
6. LAS CRISIS EN LA CRIMINOLOGÍA Y LOS DEBATES . ..............
SOBRE LAS TRES ESCUELAS................................................27
7. EL RETO DE LA CRIMINOLOGÍA EN COLOMBIA................28
8. LOS CAPÍTULOS DE ESTE LIBRO..........................................29
1. INTRODUCCIÓN .....................................................................35
2. ESCUELA POSITIVA ITALIANA.............................................37
3. ESCUELA DEL ENTORNO SOCIAL FRANCESA....................39
4. ESCUELA SOCIOLÓGICA ALEMANA....................................41
8 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.................................. 57
1. INTRODUCCIÓN .....................................................................61
2. LOS PROBLEMAS DEL ABOLICIONISMO PENAL, . ......................
SEGÚN FERRAJOLI. ...............................................................63
4. OBSERVACIONES CONCLUSIVAS..........................................98
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.................................101
Tabla de Contenido 9
1. INTRODUCCIÓN ...................................................................105
2. MUJERES Y CRIMINALIDAD EN COLOMBIA EN ........................
LA DÉCADA 2005–2014. .........................................................107
3. ¿POR QUÉ LAS MUJERES COMETEN DELITOS?................. 115
4. CULTURA: CARACTERIZACIÓN DE LA CRIMINALIDAD ........
DE LAS MUJERES EN LA PRENSA COLOMBIANA ......................
2005–2014 ...................................................................121
5. NUESTRO ESTUDIO..............................................................123
6. CONCLUSIÓN ...................................................................130
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.................................133
1. INTRODUCCIÓN ...................................................................139
2. LA FUNCIÓN DEL CASTIGO COMO LÍMITE . .................................
INFRANQUEABLE: ¿POR QUÉ EXISTE LA PENA?.............. 141
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.................................153
10 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
1. INTRODUCCIÓN ...................................................................155
2. LAS NOCIONES DE IMPUNIDAD, CASTIGO Y PRISIÓN .............
EN EL DEBATE SOBRE LA PAZ EN COLOMBIA..................159
3. EL CASTIGO COMO INSTITUCIÓN SOCIAL CON .........................
CAPACIDAD DE PREVENCIÓN, COMUNICACIÓN .......................
Y NEGOCIACIÓN..................................................................168
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.................................189
1. INTRODUCCIÓN ...................................................................193
Tabla de Contenido 11
1. INTRODUCCIÓN ...................................................................233
2. EL DEBATE “CRIMINOLOGÍA” VS “POLÍTICA CRIMINAL”. ..236
3. POLÍTICA PÚBLICA Y POLÍTICA CRIMINAL. .....................243
4. ANÁLISIS DE POLÍTICA PÚBLICA CRIMINAL. ..................251
1. INTRODUCCIÓN ...................................................................273
2. ORÍGENES DEL MAPEO DEL DELITO Y LA FOCALIZACIÓN .......
TERRITORIAL DESDE LA CRIMINOLOGÍA...........................275
12 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
1. INTRODUCCIÓN ...................................................................349
2. EL CRIMEN COMO FENÓMENO . ........................................350
3. EL “COMPLEJO DE DIOS” ....................................................355
4. LA INGENIERÍA Y LOS SISTEMAS ARTIFICIALES............360
5. EL CRIMEN DESDE LA INGENIERÍA DE .........................................
SISTEMAS SOCIALES...........................................................368
6. DESCRIBIR VS. PRESCRIBIR. ..............................................376
7. EL CRIMEN: PROBLEMA DE INGENIERÍA..........................379
8. INVITACIÓN ...................................................................382
1. INTRODUCCIÓN
1
Baratta, Alessandro, Criminología Crítica y crítica del derecho penal, México:
Siglo XXI editores, 1986; Jock Young et al. La nueva criminología, Buenos Aires,
Paidós, 1977; Jock Young et al. Criminología Crítica, México, Siglo XXI editores,
1977a. Cito a estos autores en su versión en español, pues fueron estos textos los que
fueron leídos por los autores latinoamericanos. Por excepción, y dado el carácter
elitista de la educación en la región, fueron leídos en su idioma original.
Introducción 17
2
Es importante destacar que tanto Reyes Echandía, como su discípulo y magistrado
auxiliar, Emiro Sandoval Huertas, fueron ponentes en el Seminario.
3
Aragón Holguín, Arcesio, Elementos de Criminología y de Derecho Penal, Popayán,
Imprenta del Cauca, 1934 y Ingenieros, José, Criminología, Buenos Aires, Editorial
Helmer, 1957. En 1950 el penalista caucano Pérez, Luis Carlos publica su libro
Criminología, en el cual se hace un análisis del delincuente desde una perspectiva
lombrosiana. Tiempo después renegaría de ese texto y abordaría un estudio más crítico
del sistema penal, como resultado de la aplicación de un análisis marxista al derecho
penal. Algunos quieren ver en este antecedente un anuncio de la criminología crítica,
pero debe tenerse en cuenta que es simplemente el resultado de aplicar el modelo
marxista al estudio de las ciencias sociales. Sin embargo, los otros elementos como
la crítica de la ideología de la defensa social y la aplicación de un modelo estructural
a la teoría del etiquetamiento están ausentes. Ver Pérez, Luis Carlos, Criminología,
Bogotá, Universidad Nacional de Colombia y López Cabrera, Ramiro, “Vislumbrando
la Criminología Crítica en 1950, desde la concepción naturalista del delito de Luis
Carlos Pérez”, Cuadernos de Derecho Penal (Febrero 2014). pp. 107- 133.
4
Ver Reyes, Alfonso, Derecho Penal Colombiano, Parte General, Bogotá, Universidad
Externado de Colombia, 1964; Estrada Vélez, Federico, Manual de Derecho Penal,
Medellín, Jurídica Colombiana, 1975; Fernández Carrasquilla, Juan, Derecho Penal
Fundamental, Bogotá, Editorial Temis, 1982. Hoy en día se sigue con esta visión cerrada
del trabajo criminológico y la idea de que la criminología auxilia al derecho penal. Ver
Velásquez, Fernando, Derecho Penal, Bogotá, Ediciones Nueva Jurídica, 2012.
18 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
5
Del olmo, Rosa, América Latina y su Criminología, México, Siglo XXI editores, 1981.
6
Bergalli, Roberto, Prólogo a Georg Rusche y Otto Kirchheimer. Pena y Estructura
Social, Bogotá, Editorial Temis, 1984.
7
Muñoz, Francisco y Frommel, Monika, lo muestras para el caso alemán en la disputa
que en los años cincuenta se dio entre el finalismo y el causalismo. Ver Frommel,
Monika, “Los orígenes ideológicos de la teoría final de la acción en Welzel”.
Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales (1989). Pp. 621 – 632; y Muñoz Conde,
Francisco, Mezger, Edmundo y el Derecho Penal de su tiempo: estudios sobre el
derecho penal en el nacionalismo, Valencia, Tirant lo Blanch, 2002.
Introducción 19
8
Concha, Jose Vicente, Derecho Penal, Paris, 1897. Este libro llegó a 7 ediciones,
la última de las cuales fue en 1929, 7 años antes de la reforma positivista de 1936.
9
Sozzo, Máximo, Viajes culturales y cuestión criminal, Caracas, UNES, 2013;
Benavides, Farid, “A global zero tolerance? Colombian prisons from a World-
system perspective”. Revista Pensamiento Jurídico No. 23 (2008) y Benavides,
Farid, “Criminal law as a constitutive strategy: the Colombian case”. Latin
American & Iberian Institute. University of New Mexico (2009).
10
Marroquín, Germán y Camacho, Jaime, “Historia de la Criminología en
Colombia”, En http://criminologiausco.blogspot.com.es/2005/08/historia-de-la-
criminologia-en.html Última visita 6 de octubre de 2015. Se trata de una conferencia
dictada en la ciudad de Cali en el año 1986.
20 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
11
Ferri, Enrico, citado por Pérez, Luis Carlos, en su Criminología en la página 15.
Tomo esta cita de López Cabrera (2014): 117.
12
Reyes Echandía, Alfonso, Criminología, Bogotá, Universidad Externado de
Colombia, 1968.
13
Por ejemplo, en el libro La violencia en Colombia, Fals, Orlando y Umaña,
Eduardo, analizan las causas de la misma, pero esto no es visto como un estudio
criminológico sobre el delito en Colombia. O el libro de Hobsbwawm, Eric,
titulado Bandidos, en donde se analizan a los guerrilleros y bandidos de la época
de la Violencia. Ver Guzmán, Germán; Fals, Orlando y Umañá, Eduardo, La
Introducción 21
3. LA TEORÍA DE LA DEPENDENCIA
16
Dussel, Enrique, Filosofía de la Liberación Latinoamericana, Bogotá, Editorial
Nueva América, 1979 y Gustavo Gutiérrez. A theology of liberation. History,
politics, and salvation. Maryknoll: Orbis Books, 1988.
17
Dos Santos, Theotonio, Imperialismo y Dependencia, México, Ediciones Era,
1980; Bambirra, Vania, Teoría de la Dependencia: una anticrítica, México,
Ediciones Era, 1983; y Marini, Rui Mauro, Subdesarrollo y Revolución, México,
Siglo XXI editores, 1969.
18
Faletto y Cardoso, 1969.
19
García Méndez, Emilia, Autoritarismo y control social: Argentina, Uruguay,
Chile, Buenos Aires, Hammurabi, 1987.
Introducción 23
20
Fueron importantes los dos libros de Young, Jock (1977; 1977a); el de Baratta
(1986); el de Pavarini, Massimo, Control y Dominación. Teorías criminológicas
burguesas y proyecto hegemónico, México, Siglo XXI, 1983; Melossi, Dario &
Pavarini, Massimo, Cárcel y Fábrica. Los orígenes del sistema penitenciario siglos
XVI – XIX. México, Siglo XXI editores, 1985; Foucault, Michel Vigilar y Castigar.
Nacimiento de la prisión, México, Siglo XXI editores, 1976; y Rusche Georg y
Kirchheimer, Otto, Pena y estructura social, Bogotá, Editorial Temis, 1984.
24 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
21
Ayen, Xavier, Aquellos años del boom, Barcelona, RBA libros, 2014.
22
El manifiesto fue publicado en las memorias del seminario. AAVV. I Seminario
Internacional de Criminología Crítica, Medellín, Universidad de Medellín, 1984.
23
Aponte, Alejandro, “Delito político. Estrategias de defensa jurídica, derecho
penal y derechos humanos en Colombia. Una reflexión crítica”, Revista de Derecho
Público No. 6 (Junio de 1996). pp. 139 – 172.
Introducción 25
24
El texto de Fernando Rojas Hurtado es uno de estos textos en los que prima la mirada
marxista y económica sobre la idea de una crítica teórica del derecho. Ver Fernando
Rojas Hurtado. El Estado en los ochenta: un régimen policivo? Bogotá: CINEP, 1980.
25
Reyes Echandía, Alfonso, Legislación y seguridad nacional en Colombia, Revista
Nuevo Foro Penal No. 32. (Abril – Junio 1986).
26
Reconozco el carácter centralista de mi relato, pero ello es debido simplemente
al desconocimiento del desarrollo en las regiones. En una posterior investigación
espero analizar las contribuciones de los abogados y abogadas a la crítica del
derecho penal en Colombia y en las diferentes regiones del país.
26 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
27
Sandoval Huertas, Emiro, Sistema Penal y Criminología Crítica, Bogotá,
Editorial Temis, 1989 y Sandoval Huertas, Emiro, Penología. Parte especial,
Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 1984.
Introducción 27
28
Martínez, Mauricio, Qué pasa en la criminología moderna, Bogotá, Editorial
Temis, 1990; Martínez Sánchez, Mauricio, La abolición del sistema penal:
inconvenientes en Latinoamérica, Bogotá, Temis, 1990a.
29
El texto que con frecuencia se cita es el de Young, Jock et al, What is to be done
about law and order. Crisis in the nineties, London, Pluto Press, 1993; y Young,
Jock & Mathews, Roger, Confronting Crime, London, Sage, 1986.
28 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
30
Baratta, Alessandro, “Principios de Derecho Penal Mínimo”. Doctrina Penal No. 37
Año 10 (1987). Republicado en Baratta, Alessandro, Criminología y sistema penal,
(Compilación in Memoriam). Buenos Aires, B d F, 2004. pp. 299 – 333 y Ferrajoli,
Luigi, Derecho y Razón, Teoría del Garantismo Penal, Madrid, Editorial Trotta, 1995
(este texto se publicó originalmente en italiano en 1989).
31
Sobre esta discusión ver Benavides, 2009.
32
Zagrebelsky, Gustavo, El derecho dúctil, Ley, derechos, justicia, Madrid, Editorial
Trotta, 1995.
33
AAVV. Por una América Latina más segura. Una nueva perspectiva para prevenir
y controlar el delito. Bogotá, Corporación Andina de Fomento, 2014; Gaviria,
Introducción 29
1. INTRODUCCIÓN
han sido definidos como guerras que debieron perpetrarse a favor del
establecimiento de un orden mundial.
Lo anterior tiene consecuencias tanto en el ámbito interno como
externo del Estado, ya que impulsa el orden político del Estado a través
de la institucionalización de la vida política, la práctica militar, los
procesos de innovación tecnológica y crecimiento económico; desde la
perspectiva internacional los órdenes políticos crean las condiciones por
las cuales los Estados se adscriben a un sistema internacional de reglas
específicas de comportamiento y relación (Patiño Villa, 2005, p. 74).
Por ello pretender determinar que existe una criminología tradicional
y que ésta ha omitido los crímenes de mayor alcance, conlleva el estudio
de las escuelas criminológicas a las que se les ha denominado como
tradicionales, iniciando, por el reduccionismo biológico, que no se reducen
a la investigación de Lombroso, que sintetizó las ideas que para el siglo
XIX se encontraban en el ambiente y que se fundamentaban en las ideas
evolucionistas de Darwin (Zaffaroni R. E., 2011, pp. 96-99), sino que se
extendía por el viejo continente existiendo una clasificación de los humanos
en una escala de perfección o gran cadena del ser, donde se debía atacar a
aquél que no había logrado culminar todo su proceso de evolución.
En ese sentido, el positivismo se fundamentaba en el paradigma
etiológico, indagando por las causas que llevaban a la comisión de
un crimen, por ello, la criminología tenía entonces por objeto los
fenómenos reales del delito, mientras que la ciencia del derecho penal
se ocupaba de sus elementos normativos (Seelig, 1958, p. 7), por lo
que ésta clara división con la dogmática, hacía que el curso de su
desarrollo tuviera una investigación independiente.
Los fundamentos del positivismo, además partían de una perspectiva
consensual de la sociedad, ello es la concepción del contrato social
de Rousseau, en el que todos los miembros del conglomerado social
habían pactado las normas bajo las cuales se iban a regir y quien decidía
apartarse de tal voluntad colectiva, no podía ser otra clase de sujeto sino
uno irracional o biológicamente inferior porque su rechazo hacia el
orden provenía de su inferioridad física y moral, sustituyéndose el libre
albedrío por el determinismo (Del Olmo, 1981, p. 31).
Siendo, una ciencia que empleaba la percepción y por ende
significaba, en sí misma una ciencia empírica, se utilizaba el método
inductivo para determinar los factores que llevaban a un sujeto a
realizar un comportamiento anormal, siendo necesario recurrir a
El Positivismo Frente a Violaciones de Derechos Humanos 37
los delitos sexuales (Ferri, Grupp, & Sellin, 1968), ejemplo de ello es
la instrucción que poseían los delincuentes examinados, toda vez que
los llamados anormales, caracterizados por su inmadurez psicológica,
personalidad poco estructurada y profundo desequilibrio (Focault,
2007, p. 29), eran el doble de analfabetas que los normales y éstos a su vez
eran considerados genios pero que cometían estafa contra los príncipes,
determinados por su originalidad y por ser verdaderos inventores del
mal (C. Lombroso, 1975, p. 507), entonces no se cuestionaban aquellos
fenómenos que estaban ocurriendo en la transformación del orden
mundial y las víctimas que los mismas causaban.
La investigación de Lombroso, tuvo una repercusión directa en
el desarrollo de la teoría del delito de Enrico Ferri, que consideraba
que el delito, el suicidio, la locura y la miseria no eran efecto del libre
albedrio, sino que todo fenómeno social era el resultado fatal, preciso,
de las condiciones históricas del medio ambiente (Ferri et al., 1968,
p. 64), lo que reafirma, que además de las condiciones biológicas
analizadas previamente, la escuela positiva, incluyó factores sociales,
como causas de la producción del delito.
La participación en política de Ferri, se evidencia en sus declaraciones
sobre el socialismo, al que consideraba como necesario en el desarrollo
social y directamente relacionado con la selección natural de Darwin,
como precisó en su texto Ciencia Positiva, donde se evidenciaba su
distanciamiento por el anarquismo y su cercanía al gobierno de Benito
Mussolini, trayendo consigo que el partido fascista empleara su proyecto
de Código Penal propuesto en 1921, para socavar los principios de legalidad
y culpabilidad (Swaaningen, 2011, p. 65), considerando que Ferri junto
con otros, se convirtieron en el sustento intelectual del fascismo italiano
(Gregor, 1979, p. 22).
La anterior afirmación, se corrobora con el apoyo que tuviera el
Código Penal de 1930, conocido como el Código de Roco, por parte de
Enrico Ferri, que consideraba que la promulgación de tal código era
una manifestación fundamental del Estado para disciplinar al anormal
y además es en sí mismo, una representación del poder político del
estado (Parati, 2012, p. 248), de allí parte de los cuestionamientos
realizados al positivismo, como presupuesto legitimador de conductas
segregacionistas y de exclusión, bajo el argumento de la defensa social.
Por lo que la aplicación del positivismo significaba legitimar la
reacción frente a ese sujeto irracional, en aras de la defensa social,
El Positivismo Frente a Violaciones de Derechos Humanos 39
7. POSITIVISMO EN COLOMBIA
8. LO INVISIBLE
Y si bien Lombroso fue el médico que hizo que sus estudios sobre
el hombre criminal tuvieran directa incidencia en el derecho penal,
también lo es que el reduccionismo biológico fue la teoría legitimadora
del colonialismo y propulsora de la clase burguesa en Europa; a partir
de un paradigma etiológico, que se preguntaba por las causas del
El Positivismo Frente a Violaciones de Derechos Humanos 51
CONSIDERANDO
Que la huelga de trabajadores de esta Provincia ha
degenerado en asonadas, motines y tumultos y que están
52 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
Decreta:
Art. 1º. De conformidad con el Decreto Legislativo Número
1 de 5 de diciembre de 1928, ordeno perentoriamente la
inmediata disolución de toda reunión mayor de tres individuos;
Art.2º. Ordenase a la fuerza pública que, con las
prevenciones legales, de estricto cumplimiento a este
Decreto, disparando sobre la multitud si fuere el caso;
Art.3º. Ninguna persona podrá transitar después del
toque de retreta; (…)”
1. INTRODUCCIÓN
⃰ Con Rouse discutí el alcance de una de las tesis de Ferrajoli, que me ayudaron a
caer en la cuenta de elementos de la discusión del autor con el abolicionismo que
no había visto antes con suficiente claridad. Agradezco su paciencia para conversar
sobre temas filosóficos.
62 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
fijar la pena tendría que ver, en ambos casos, con la medida de sanción
idónea para disuadir en general o para hacer sentir compensado a quienes
estuvieran pensando en reaccionar contra el imputado y evitar así ataques
arbitrarios. Es decir, la pena debería en todo caso intimidar y hacer
desistir de la comisión de delitos. Pero además de esta indistinción entre
fines, si, conforme el segundo fin de la pena en Ferrajoli, la medida
de esta viene dada por la disuasión a las víctimas para que desistan
de la venganza, de acuerdo con Nelken sería dudosa la guía que el
utilitarismo reformado proporcionaría para fijar las penas en aquellos
casos en que los delitos no dan lugar a venganzas en razón de que las
víctimas no son individualizadas, son indeterminadas o débiles. Una
vez más, Nelken asume unas ideas que Ferrajoli no sostiene.
De acuerdo con el utilitarismo reformado, como se expresó, el segundo
fin de la pena no es de ningún modo disuadir la comisión de venganzas
contra el imputado, venganzas que consistirían a su vez en delitos. Ni,
por ende, tampoco la prevención de «venganzas delictivas» determina el
límite máximo que deben poseer las sanciones. El segundo fin de la pena
es minimizar o limitar las reacciones arbitrarias y desproporcionadas que
sufriría el autor de la conducta, pero si no existiera el derecho penal. Por
lo tanto, la venganza en que está pensando Ferrajoli no es la que, aquí
y ahora, sería ilícita, sino aquella que sería «legal» en ausencia de derecho
penal, conforme un esquema como el que propondría el abolicionismo,
es decir, utilizada aquella como sistema de control social alternativo al
derecho penal (Ferrajoli, 1993, p. 493). Se debe, entonces, pensar en
términos de la cantidad de sufrimiento y la agresión que recibiría el
imputado, no si se le impone una pena muy baja que no satisfaga las ansias
punitivas de la víctima, sino en los ataques y reacciones que sufriría de
no existir el derecho penal y sería solo esto lo que jugaría como límite
máximo que podrían tener las penas (Ferrajoli, 1993, p. 495). La pena se
hallaría justificada solo si efectivamente disminuye las reacciones contra la
persona y, logra ese propósito, si fija sanciones inferiores a las que aquella
padecería en ausencia de derecho penal.
Conforme la propuesta de Ferrajoli, la pena a fijar por un delito no
debe ser equivalente a aquella que las víctimas le propinarían al autor
de la conducta, ni esa es la medida del límite sancionatorio, pues si lo
que se pretendiera fuera disuadir de la venganza delictiva, el derecho
penal solo sería la oficialización de la venganza. Emitiría el mensaje
de que el Estado ejecuta la venganza y hace justicia adecuadamente a
Entre Garantismo y Abolicionismo Penal. Las Razones del Desacuerdo 83
fin de que nadie recurra al delito para hacer justicia por mano propia.
Pero Ferrajoli es muy claro al decir que el derecho penal no es la
oficialización sino la negación de la venganza y, si esto es exactamente
así, la pena en sí misma, es decir, la mera existencia del derecho penal
y de la pena como técnica institucional niega ya a la venganza como
forma alternativa de control social, según dice el autor. Precisamente, el
hecho de que las reacciones informales y desproporcionadas vengan a
ser consideradas como formas de control social alternativas al derecho
penal permite, según Ferrajoli, que el límite máximo sugerido por
aquél pueda ser contenido en una medida ampliamente inferior al
sufrimiento producido por la anarquía punitiva y, al mismo tiempo,
limitar fuertemente la tendencia al derecho penal máximo demandada
por el fin de disuasión de los delitos (Ferrajoli, 1993, p. 495).
Ferrajoli reconoce que en caso de que la venganza esperable de
algunas conductas en un contexto de anarquía punitiva fuera muy baja,
el fin de la disuasión general exigiría un mínimo de pena, mínimo
que, no obstante, estaría fuertemente restringido por el otro fin de
evitación de reacciones desreguladas. El autor, así mismo, recuerda
que los dos objetivos son conflictivos y no ofrecen una fórmula mágica
para la solución a priori de los problemas de elección en orden a la
calificación de la pena, sino solo criterios sobre la base de los cuales
los problemas van presentados. La cuestión importante, recalca,
es que ambos son esenciales y, sobre todo, no incompatibles sino
complementarios. El límite mínimo sería idóneo para maximizar el
derecho penal en medida potencialmente ilimitada y el límite máximo
para minimizarlo a medidas virtualmente simbólicas y, en todo caso,
no superiores al límite mínimo (Ferrajoli, 1993, p. 496).
Así las cosas, la objeción de Nelken parte de un profundo
malentendido que, obviamente, le resta total capacidad para afectar
el proyecto de Ferrajoli. Se equivoca al interpretar que con «límite
mínimo», como papel atribuido al fin de disuasión general se hace
referencia a una mínima cantidad de sanción, en lugar que a la idea de
que ese es un fin que mínimamente, básicamente, debe tener la pena.
Que la prevención general debe ser el límite mínimo de la pena, no
equivale a decir que ese fin influye cuantitativa, numéricamente, en
la fijación de una pena. Equivale, en cambio, a que necesariamente la
pena debe ser disuasiva, aunque ese fin no sea en sí suficiente. Por otro
lado, se equivoca Nelken también al considerar que el límite máximo
84 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
de la pena está dado por la medida idónea para disipar los riesgos de
venganza contra el imputado. Como se ha explicado, según Ferrajoli,
la venganza en cuanto medio alternativo de control social es proscrita
y negada por la sola existencia de la pena, pero correlativamente,
el límite máximo del castigo (y, por lo tanto, su justificación) está
determinado por los ataques que hipotéticamente recibiría una persona
como retaliación si el derecho penal no existiera y se diera vía libre
a reacciones ilimitadas como forma de control social alternativo al
derecho penal que precisamente la pena busca minimizar.
Interesa ahora examinar el intercambio entre Ferrajoli y autores
propiamente afines a las doctrinas abolicionistas.
más fuerza, más poder político y económico. Pero, por supuesto, la pena
se justifica como un mal menor, siempre que signifique efectivamente esa
minimización del dolor y que, por lo tanto, no inflija más sufrimiento del
que resguarda al imputado (Rodríguez Mesa, 2007).
Mauricio Martínez pareciera suscribir una posición similar a la
de Ferrajoli al criticar al abolicionismo y atribuirle al derecho penal
y a la pena un carácter eventualmente progresista, por lo menos en
los países latinoamericanos. Ese parecido es, no obstante, solamente
aparente. Martínez ve las sociedades latinoamericanas envueltas en
una lucha permanente de clases y sostiene que los desfavorecidos,
víctimas de las estructuras de poder y de la dominación, no se podrán
liberar solamente con la eliminación del derecho penal. Cree que la
crítica del abolicionismo es valiosa pero la estima como insuficiente,
pues es desaparecimiento del sistema penal no soluciona todos los
problemas ocasionados por la dominación capitalista.
Martínez sostiene que, antes bien, el proyecto abolicionista
resulta regresivo en las condiciones actuales. Afirma que el
abolicionismo ocasionaría la eliminación de las garantías que se han
construido al interior del sistema penal en la lucha de los ciudadanos
por sus derechos. Cree, por el contrario, que en sociedades como
las latinoamericanas, el Estado y el derecho penal deben intervenir
a favor de las clases desfavorecidas y en contra de la impunidad de
los poderosos. Martínez defiende, así, la idea de que la aplicación
efectiva de la ley, y no su abolición, representa un sentimiento
colectivo de la población afectada que, ante la impunidad permanente
de las autoridades implicadas en abuso de poder y otros ilícitos,
tiene el derecho a poner a las autoridades en estado de «sospecha
indiscriminada» (Martínez Sánchez M. , 1990, p. 120). En otras
palabras, el autor cree que el derecho penal puede ser puesto a favor
de la clase dominada, como un instrumento de lucha contra la clase
dominadora que abusa de su poder y que lleva a cabo todo tipo de
maniobras tendientes a asegurar la impunidad de sus crímenes.
Ferrajoli ve también en el derecho penal un potencial carácter
progresista (dependiendo de la satisfacción real del modelo
normativamente concebido), pero no de la manera en que lo entiende
Martínez. Si el derecho penal es comprendido exclusivamente como
una forma de defensa y lucha de una clase contra otra, el fin de la
pena sería solamente disuadir a los dominadores para que infrinjan
Entre Garantismo y Abolicionismo Penal. Las Razones del Desacuerdo 97
la ley. Pero, como debe recordarse, para Ferrajoli este único fin
permitiría modelos de derecho penal máximo e instrumentalizar al
ser humano para propósitos ajenos. El segundo fin del utilitarismo
penal reformado supone que el derecho sirve, adicionalmente y sobre
todo, como una herramienta de protección y de defensa, pero de quien
es penalmente perseguido, de forma que se impidan los excesos en
las reacciones y en las respuestas y, sobre todo, el abuso de poderes
públicos y privados contra quien en ese momento se vuelve débil.
Desde mi punto de vista, el rasgo más distintivo del garantismo de
Ferrajoli es el control y la regulación de toda forma de omnipotencia
pública o privada en la sociedad frente al débil. Los abolicionista
tenderían a liberalizar esos poderes y a dejarlos desprovistos de cualquier
control. Pavarini ha mostrado que el enfoque del etiquetamiento en
criminología, al fijar la atención en los modos y formas en que se produce
el etiquetamiento, sin aclarar el aspecto del proceso de criminalización…
hace que el espíritu libertario que recomienda la tolerancia en relación
con todos los comportamiento termine legitimando una hipótesis
neoliberal (Pavarini, 2002, pp. 130-131). Pareciera que esto mismo
sucede con el abolicionismo (Martínez Sánchez M. , 1990, pp. 31-
32). Al adelantar una crítica importante y necesaria al funcionamiento
de la pena en la práctica, de cómo responde a unos intereses y procesos
histórico y económicos, inspirado por fines humanitarios y libertarios, el
abolicionismo termina por promover un estado de cosas neoliberal, «una
práctica del lassaire-faire en el sector social, esto es, una intervención
a abstenerse de toda intervención dirigida a la superación de las
contradicciones socioeconómicas» (Pavarini, 2002, p. 131).
Con Ferrajoli diríamos, no tanto que el abolicionismo invita a
abstenerse del intervencionismo orientado a superar las contradicciones
socioeconómicas, pero sí que promovería la supresión de control y de
los límites a los poderes públicos y privados (Ferrajoli, 2005, p. 251).
El individuo quedaría sometido, así, a la ley del más fuerte o, como dice
Fernández Carrasquilla, «merced de los poderes incontrolables de
las comunidades vecinales o laborales o del nudo poder administrativo
de la policía». Al respecto, Gómez ha criticado que la tesis de Ferrajoli,
por un lado, compone los discursos que legitiman la racionalidad de la
prisión al creer que puede la pena llegar a humanizarse y, por el otro,
parte de considerar que el sistema penal que tenemos es una realidad
ante la cual sólo podremos luchar en términos de una construcción de
98 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
4. OBSERVACIONES CONCLUSIVAS
1. INTRODUCCIÓN
2. MUJERES Y CRIMINALIDAD EN
COLOMBIA EN LA DÉCADA 2005–2014
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Total 342 031 270 025 228 000 166 043 198 141 220 285 224 726 264 512 278 029 272 839
capturas en
Colombia
Mujeres 31 269 24 269 21 458 14 538 19 739 21 156 22 090 26 021 27 655 28 294
capturadas
10.37%
Porcentaje
Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
de mujeres 9.14% 8.98% 9.41% 8.75% 10.67% 9.60% 9.82% 9.83% 9.94%
capturadas
postura fue Smart (1976), quien propuso que las mujeres cometen
delitos como resultado de una condición social desigual en la que,
históricamente, han sido relegadas al espacio privado (el hogar) y a
una condición de inferioridad con respecto a los hombres. De acuerdo
con Daly y Chesney-Lind (1996), las teorías sobre delincuencia y
género se han desarrollado en tres direcciones: una primera dirección,
denominada por las autoras como el Problema de Generalización, en
la que se busca aplicar teorías existentes y desarrolladas con muestras
de hombres para ser confirmadas en muestras de mujeres, como en el
mencionado estudio de Giordano y Mohler Rockwell (2000). Una
segunda dirección, denominada como el problema de la Proporción de
Género, en la que se busca responder a la pregunta sobre por qué las
mujeres delinquen menos que los hombres; y una última dirección, en
la que se yuxtaponen los problemas de proporción y generalización, y
se examinan en particular los contextos organizacionales y los factores
criminogénicos estructurales (e.g., niveles de violencia en el medio).
Paralelamente, algunas autoras feministas han hecho un énfasis
especial en las formas en que la cultura facilita la explotación de las
mujeres y en el vínculo entre el comportamiento delictivo y la experiencia
previa de abuso físico y sexual de las mujeres (Chesney-Lind, 1997). Este
énfasis ha sido útil para comprender los delitos sexuales perpetrados por
mujeres, los robos, y la participación de las mujeres en grupos criminales
o pandillas, incluso en el caso Colombiano.
La idea de que las mujeres cometen crímenes sexuales contra niños
o contra hombres ha sido, y todavía es, catalogada como absurda. Sin
embargo, el estudio de Colson, Boyer, Baumstrack & Loundou (2013)
identificó 6.293 casos de delincuentes sexuales contenidos en 611
publicaciones de tres bases de datos (Medline, EMBASE y PsycoInfo)
entre 1984 y 2011. La revisión confirmó que alrededor de la mitad de las
mujeres perpetradoras de delitos sexuales han sido víctimas de abuso
sexual (49.1%) u otros tipos de violencia e inestabilidad (55.4%), y/o sufre
de trastornos psiquiátricos, depresión y/o retraso mental (51.2%). De la
misma manera, confirmó que las víctimas de estas mujeres tienden a
ser sus propios hijos o familiares muy cercanos. Sin embargo, desafió
otras creencias populares: no encontró una relación estadísticamente
significativa entre delito sexual cometido por mujeres y uso de alcohol
y/o drogas; encontró que la mayoría de las delincuentes sexuales cometen
La Delicuencia de las Mujeres en Colombia Durante la Década 2005–2014... 119
4. CULTURA: CARACTERIZACIÓN DE LA
CRIMINALIDAD DE LAS MUJERES EN LA
PRENSA COLOMBIANA 2005–2014
5. NUESTRO ESTUDIO
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
103
Número de noticias
publicadas sobre delitos 51 46 127 105 138 64 66 65 62
cometidos por mujeres
Proporción de
noticias sobre mujeres 2 1.8 4.9 4 5.3 2.5 2.5 2.5 2.4 4
delincuentes publicadas
Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
por semana
IBAGUEREÑA,
AFECTADA POR LA
MUJER AMENAZA CON
ESQUIZOFRENIA
EXPLOTAR SU CASA
ASEGURA QUE MATÓ
PARA EVITAR DESALOJO
A SU HIJA ‘POR
(31 de Enero de 2008)
ORDEN DEL DIABLO’
(19 de Abril de 2007)
MUJER ENFRENTA 14 MUJER DA BRUTAL
AÑOS DE CÁRCEL POR PALIZA A SU HIJA
CASTIGAR A HIJO POR DE SIETE EN SU
NO TOMAR SOPA CUMPLEAÑOS
(7 de Febrero de 2014) (27 de Mayo de 2013)
EN UN ATAQUE DE
CELOS, UNA MUJER MUJER COMENZÓ
MATÓ CON CUCHILLO INCENDIO EN SU PROPIA
A UNA JOVEN DE 17 CASA EN BOGOTÁ
AÑOS, EN EL TOLIMA (2 de Marzo de 2011)
(27 de Junio de 2007)
6. CONCLUSIÓN
1. INTRODUCCIÓN
1
Diaz, Elias, Estado De Derecho y Sociedad Democrática, Taurus, 1984.
140 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
de por qué castigar y para qué castigar, además debe procurar, tal como
advierte Ferrajoli (1989) responder válidamente a ellas estableciendo
criterios limitadores de las arbitrariedades que en su uso surjan contra
las libertades y dignidad de todos los individuos.
A través del análisis de la separación conceptual y metodológica
entre función y fin como nociones que responden a preguntas diversas
se puede establecer si las mismas se encuentran legitimadas dentro del
sistema penal, o si por el contrario existe un desbordamiento de los
límites del poder punitivo. La función del castigo responde a la pregunta
¿Por qué debe existir la pena? En términos de función la respuesta
debe ser descriptiva. Ferrajoli lo explica en términos de “reacción
institucional coactiva frente un hecho delictivo”2, se refiere entonces a
la situación fáctica sujeta a ser verificada. La pena se reconoce como un
mal que se infringe. El fin por su parte, pretende responder a la pregunta
¿para qué castigamos? y para la cual el castigo ya no es un mal que se
infringe, sino un bien útil a la sociedad, como es el caso del utilitarismo
penal, para quienes la pena no se significa por su contenido intrínseco,
sino por fines extra-punitivos. Es así como la justificación del castigo
desde la función pasa de observar un hecho sujeto de análisis científico,
a prever unos resultados deseables, unos fines ideales.
La función del castigo ha encontrado diversos ámbitos de
explicación. La política criminal como potestad legislativa con
carácter dinámico analiza la existencia o no de criterios coherentes
para la determinación del castigo en el ámbito de la pregunta, ¿por
qué existe la pena?. La formulación de soluciones desde el ámbito
legislativo-punitivo a problemas inmediatos, denota un problema en
poder identificar criterios descriptivos unívocos que den alcance a la
explicación del castigo como límite del poder punitivo.
Por su parte la justificación del castigo ha desarrollado múltiples
fines del derecho penal, que aunque respondan a la pregunta ¿para
qué se castiga? , estos terminan por pretender validar una justificación
de la existencia del castigo, y por tanto excluirse entre sí.
Se denotará a lo largo del documento, que el castigo actualmente
no tiene límites enmarcados dentro de los postulados de un Estado
de Derecho, y que por tanto, deviene un mero instrumento de poder
punitivo para cualquier fin, abriendo la posibilidad a que exista un
2
Ferrajoli, L., El Derecho Penal Mínimo, Universidad de Camerino, p. 22.
Los Criterios Subyacentes en la Determinación del Castigo 141
3
Jakobs, Günther, Derecho Penal del Enemigo, Primera Edicción, Thomson Civitas,
Traducción de Manuel Cancino, Meliá, 2003.
142 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
4
De igual forma, Kant establece como “...para nada tenemos en cuenta en las leyes
prácticas de la razón este placer o esta pena, porque son extraños al fundamento de
las leyes prácticas, y no se refieren más que al efecto subjetivo del cumplimiento o de
la violación al deber; efecto que trasciende el alma cuando el arbitrio se determina
por estas leyes, y que puede ser diferente según las personas, sin aumentar en nada
ni disminuir el valor o la influencia objetiva de las leyes morales; es decir, que
quedan éstas absolutamente las mismas a los ojos de la razón” (1968, p. 21).
Los Criterios Subyacentes en la Determinación del Castigo 145
valoración del castigo con los valores supremos y pasa a definirse con
base en la legalidad. El castigo se fundamenta en la medida en que los
hombres libres e iguales facultan al Estado a castigar “bajo la condición
de que las penas se encuentren determinadas y todos estén igualmente
sometidos a ella” (1826). También se aparta de los retribucioncitas en
tanto para estos el castigo reafirma la vigencia de la norma, mientras
que para los utilitaristas el objeto del castigo no es reafirmar el derecho
sino prevenir conductas similares. El mensaje no es “el derecho sigue
vigente” sino “esto es lo que pasa cuando se vulnera el derecho”. A
partir de esto último, y bajo el principio de utilidad es que establece
cómo el objeto del castigo es prevenir actos semejantes.
Así, la determinación de la pena para el fin propuesto de prevención
general debe ganar el cálculo que hace el delincuente de asumir el
castigo; esto es, que el mal de la pena exceda el provecho del delito
(Bentham, 1826). En este sentido, la proporción de la pena viene
dado como un principio subyacente, pero que no prima sobre el efecto
intimidatorio que deba darse con ella. Con las distintas penas según
Bentham, se puede lograr la imposibilidad física al delincuente de
realizar nuevamente el delito (incapacitarle), la reforma del delincuente
o el temor (intimidante), tal como se observa, el análisis de la función
del castigo se realiza con posterioridad a la determinación de los fines
que se pretenden conseguir. De esta manera se hace eco la teoría de
la prevención general y especial con el principio de mayor utilidad, y
esto debe determinarse con base en un cálculo matemático.
Bentham también establece que la proporción de la pena debe tener
plena coherencia con la gravedad de los delitos, pero esto para efectos
del cálculo de efectividad de los fines, y no para justificar su existencia.
Según éste autor, si un delincuente es castigado por robar igual que
por asesinar, tendrá motivos para asesinar. La certeza de la pena surge
como corolario para entender la desigualdad en la misma. No sufre en
la misma intensidad diez años de prisión un joven de 20 años, que un
viejo de 80. Así como tampoco una mujer soltera, que una madre cabeza
de familia. En estos términos se deja claro que la misma pena nominal
no es la misma real, criterio olvidado para la determinación de la pena
a la luz de las orientaciones en materia de política criminal.
En la teoría de la prevención general de Bentham, la pena se determina
conforme a un cálculo matemático en el cual la palabra coste refiere lo
que la justicia distributiva denomina bienes primarios: el derecho a no ser
Los Criterios Subyacentes en la Determinación del Castigo 147
5
Ferrajoli, L., Derecho y Razón Teoría del Garantizmo Penal, Madrid, Editorial Trotta;
“(… y el positivismo jurídico si por un lado está en la base del principio de estricta
legalidad, por el otro también permite modelos penales absolutistas caracterizados por
la ausencia de límites al poder normativo del soberano, 1989, (…) pág. 33.
6
A propósito, Roxin, afirma: “Si en efecto, la pena debe determinarse según el grado
de culpabilidad, es porque de este modo se consigue la finalidad político-social
de restablecer la paz jurídica perturbada y de fortalecer la conciencia jurídica de
la comunidad imponiendo al autor del delito una sanción que ha «merecido», es
decir, una sanción que corresponda a la gravedad de su delito”, 1981, pp. 96-97.
7
Ferrajoli, L., El Derecho Penal Mínimo, Universidad de Camerino.
Los Criterios Subyacentes en la Determinación del Castigo 149
8
Ibidem, pág.11.
150 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
5. CONCLUSIÓN
1. INTRODUCCIÓN
1
A mayo de 2013, 122 Estados de los cinco continentes habían ratificado el Estatuto
de Roma. En: ICC Official Website http://bit.ly/18zHW78. Consultado el 10 de
noviembre de 2014.
2
“The International Criminal Court (ICC), governed by the Rome Statute, is
the first permanent, treaty based, international criminal court established to
help end impunity for the perpetrators of the most serious crimes of concern to
the international community”. En: ICC Offcial Website http://bit.ly/18zHW78.
Consultado el 10 de noviembre de 2014.
156 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
3
De acuerdo con la página oficial de la Unidad para la Atención y la Reparación
Integral a las Víctimas (UARIV) del gobierno de Colombia, a noviembre de 2014,
estaban registradas 6.941.505 víctimas del conflicto armado colombiano. En: http://
bit.ly/1dpDoOf. Consultado el 12 de noviembre de 2014.
Hacia una Definición de Impunidad en el Modelo de Justicia Transicional... 157
una definición amplia del castigo. Tal síntesis se expone como una opción
viable en contextos de negociación política entre actores armados.
Finalmente, se emplean las reflexiones sobre el castigo y la justicia
restaurativa para ensayar una definición de impunidad que no está
restringida a la falta de castigo para todos los perpetradores, sino que la
orienta a partir de las consecuencias sociales que tiene la prolongación del
conflicto armado. En otras palabras, la negativa a acoger medidas de justicia
preventiva, comunicativa y de negociación –que no se limiten a las penas
de cárcel para todos los responsables– puede generar impunidad en tanto
que no permite alternativas jurídicas razonables para superar las causas
estructurales del conflicto armado y sus consecuentes vulneraciones a
los DDHH de la población. Con base en una perspectiva restaurativa del
castigo, que resalta los retos para la estabilidad que tiene una sociedad en
transición, esta aproximación plantea propuestas para garantizar que los
autores de graves crímenes asuman su responsabilidad, reparen los actos
cometidos durante un conflicto armado y, en el camino, se sumen a las
víctimas y la comunidad en general para negociar alternativas preventivas
y comunicativas a las de un derecho penal punitivista y desigual.
4
Expediente D–9499 - Sentencia C–579/13 (agosto 28) M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
5
Presidencia, Oficina del alto Comisionado para la paz. Intervención en el proceso
de constitucionalidad del Acto Legislativo 1 de 2012 Expediente D-9499.
160 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
6
Acto Legislativo 1 de 2012.
Hacia una Definición de Impunidad en el Modelo de Justicia Transicional... 161
7
Corte Constitucional. Comunicado de prensa N. 34. 28 de agosto de 2013.
8
Ibíd. p. 3.
9
ibíd. p. 3.
10
Ibíd. p. 5.
11
Ibíd. p. 6.
162 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
12
Ibíd. p. 6.
13
Ibíd. p. 4.
14
Algunas ONG de investigación y, en particular, voces de la academia colombiana
han centrado su interés en la justicia transicional y sus alcances para el contexto
Hacia una Definición de Impunidad en el Modelo de Justicia Transicional... 163
19
América economía. “Timochenko’ ratifica que las FARC no quieren ir a la cárcel
tras proceso de paz”. http://bit.ly/17ScKA1. Recuperado el 15 de octubre de 2013.
Sobre la posición oficial de las FACR sobre el Marco jurídico para la paz ver:
“FARC-EP NO se someten a marco jurídico para la paz”. En http://bit.ly/1a2OHOp.
Consultado el 10 de agosto de 2013.
20
El discurso con base en la lucha contra la impunidad se ha expandido además
en el derecho penal internacional reciente con la jurisprudencia de la Corte
166 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
22
Diario el País. “La impunidad es la partera de nuevas violencias”: ex presidente
Uribe, Álvaro, En http://bit.ly/1albWRf. Recuperado el 14 de julio de 2013.
23
Constitución Política de Colombia Artículos 11, 12 y 13.
24
Op.cit.
168 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
qué tanta reparación y verdad se consiguió? Por otro lado, los fines del
Estado de los que hablan los magistrados de la Corte Constitucional
que aclararon su voto sobre el Acto legislativo del Marco Jurídico
para la paz, ¿se ven satisfechos si en vez de una vocación punitiva, se
toman otras medidas de justicia que excluyan la prisión o propongan
alternativas a los procedimientos penales ordinarios?
Para contestar estas preguntas, en el siguiente apartado se esbozan
aproximaciones a los fines de la pena que permiten ilustrar los
fundamentos tradicionales que respaldan la demanda de cárcel para
criminales. Si bien se exploran inicialmente las nociones de castigo
en la justicia penal ordinaria, los elementos sociológicos y críticos con
los que se complementa el análisis ofrecen un punto de partida teórico
que puede ampliar el debate en el contexto de la justicia transicional.
ley, introduce la idea de un actor racional que bien sea por sus pasiones
o intereses personales, pone en riesgo el pacto social que evita el caos.
Esta perspectiva que individualiza al infractor encuentra un desarrollo
positivo en La idea del fin en el derecho penal (1882) de Franz Von
Liszt. El pensador austriaco observa la pena desde una concepción
finalista en la que el propósito del castigo es la protección de un bien
jurídico, esto es, de intereses de la vida humana individual o social
tutelados por el derecho. Dicha protección puede darse a partir de una
prevención general (sobre el conjunto de los sujetos de derecho) o
sobre el propio delincuente como prevención especial. A este último,
según Von Liszt, se le puede resocializar o neutralizar.
El elemento crítico de la aproximación finalista de la escuela
jurídico penal sociológica es su desplazamiento de la idea retributiva
de matriz ética por la preventiva, enfocada en el provecho social.
Sin embargo, la idea de corte relativo en la que ya se inscribe Von
Liszt incluye la clasificación y posterior segregación perpetua de
delincuentes irrecuperables. Si bien este finalismo comparte con
Beccaria la postura de que una pena justa es una pena necesaria para
el bien del Estado, encuentra una diferencia cualitativa en la visión
multidisciplinar que exige la objetivación de la pena, el examen del
delincuente y el abandono de la retribución como fin del castigo: “la
venganza de sangre es dejada de lado por los coasociados, limitada
y prohibida por el creciente poder estatal (…) [la pena estatal] se
conforma con el debilitamiento en vez del aniquilamiento de los bienes
jurídicos de que es titular el delincuente”. (Von Lizst: 1994: 88).
La aparente humanización del castigo en Von Lizst es cuestionada por
Roxin en su manual de Derecho Penal (1994). En contraste con las teorías
absolutas defendidas por el idealismo Alemán, en la que se equilibra y
expía la culpabilidad del autor por el hecho cometido, independientemente
de la existencia del Estado (con base en un imperativo categórico de justicia
(Kant, 1798) o como la negación de la negación del derecho (Hegel,
1821)), Von Lizst es situado en la teoría de la prevención especial. La
interpretación finalista de la pena pretende asegurar a la comunidad,
intimidar al autor o corregirlo (Roxin, 1994: 86). Para Roxin el defecto
más grave de esta aproximación es que no pone límites a la pena. La
resocialización puede poner en riesgo la libertad del individuo en un Estado
liberal de derecho e imponer una educación particular del Estado que un
ciudadano racional no tiene por qué aceptar incondicionalmente (Roxin,
170 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
1994: 88). Ello sin mencionar que la reincidencia es difícil de tratar del
mismo modo que la resocialización puede no ser funcional en todos los
casos (como los miembros del partido Nazi que se escondieron una vez
terminada la guerra y como tal se volvieron inofensivos para la sociedad,
pese a haber cometido graves crímenes durante el régimen).
La prevención general (aquella que pretende influir sobre la
comunidad y no solo sobre el autor) es igualmente problemática para
Roxin. Feuerbach (1801), precursor positivista de esta corriente,
sostenía que la ley es una coacción psicológica que se configura mediante
el poder efectivo y armónico entre los poderes legislativo y ejecutivo para
intimidar el impulso sensual de los individuos hacia la lesión jurídica y
así preservar la libertad de todos. Semejante interpretación de la ley hace
que el objetivo de la pena sea la intimidación de todos como posibles
protagonistas de lesiones jurídicas con el fin de preservar la confianza
en el ordenamiento jurídico (Feuerbach 2007: 52-53).
La prevención general negativa de Feuerbach tiene el poder de hacer
de la pena algo necesario, incluso en la ausencia del delito, pues su propósito
es disuadir a la población general y no solo a los autores de crímenes. En
este sentido, tiene un carácter objetivo, pues debe ser exacta en establecer
el tipo de conductas que el Estado prohíbe a los individuos. Sin embargo,
Roxin considera que las deficiencias teóricas y prácticas de la prevención
general también residen en la imposibilidad de limitar las penas, lo cual
puede conducir a un Estado autoritario que imponga terror basado en el
bien general. Asimismo, tiene un alto riesgo de atentar contra la dignidad
humana pues el castigo se justifica en una idea abstracta de comunidad
y no en el respeto de los derechos del individuo. Finalmente, la teoría de
prevención general también enfrenta la dificultad de justificar la ejecución
del castigo sobre el infractor, pues la intimidación se dirige exclusivamente
a la comunidad y no al autor que ya ha cometido el delito (Roxin, 1994: 93).
La apuesta por una teoría mixta que vincule retribución, prevención
especial y prevención general como fines de la pena que se persiguen
simultáneamente, parte de la idea de que ninguna de las aproximaciones
puede justificarse por sí sola. No obstante, para Roxin, en términos
de fundamentación teórica, no es posible sostener al mismo tiempo la
compensación de la culpabilidad que requiere la retribución, junto con
las pretensiones de intimidación de la prevención especial y general.
La propuesta es entonces una teoría unificadora preventiva de carácter
dialectico que anula el pensamiento retributivo y toma los aspectos
Hacia una Definición de Impunidad en el Modelo de Justicia Transicional... 171
de los daños ocasionados y los factores internos del autor del delito
–contrapuestas a las exigencias preventivas y resocializadoras–. Así,
la exigencia de la teoría unificadora advierte que “nadie puede ser
castigado más duramente de lo que se merece y “merecida” es solo
una pena acorde con la culpabilidad” (Roxin, 975: 100).
Günther Jakobs (1991) se aproxima a las teorías absolutas (retributivas)
y relativas (preventivas) de la pena de una manera muy distinta a Roxin.
Reconoce que el debate doctrinal actual sobre el fin de la pena se inclina
al mantenimiento del orden social, pero interpreta tal orden como la
“estabilización de la norma” (Jakobs 1991: 20). De este modo, critica el
dispositivo unificador de Roxin de mesurar la pena con la culpabilidad. De
acuerdo con Jakobs “no se puede fundamentar con los fines preventivos
“educación” o “intimidación” la imposición de una pena que es demasiado
corta para educar o intimidar “pero sí adecuada a la culpabilidad” (Jakobs
1991; 24). Esto quiere decir que la relación dialéctica entre lo preventivo
especial y lo preventivo general es, para Jakobs, una suposición incierta
que no puede determinar el alcance de la culpabilidad o de la prevención.
Para evitar los problemas exteriores o prácticos de los cuales no se
puede predicar, dada su imprecisión, y por su opinión de que el derecho
penal no puede sanar las consecuencias de la infracción, Jakobs opta
por establecer los fines de la pena en el terreno estrictamente normativo
(Jakobs 1991: 12). La contradicción a la norma por medio de una conducta
debe ser castigada para garantizar que el modelo de orientación que supone
el derecho penal no sea desautorizado. En otras palabras, la pena se justifica
para evitar el conflicto social que implica poner en tela de juicio la norma,
entendida como modelo de orientación (Jakobs 1991: 13).
La estabilización normativa de Jakobs pude ubicarse entonces en
un modelo de prevención general positiva, pues su función consiste en
ejercitar el reconocimiento de la norma. El problema de esta postura es
que no satisface las demandas fácticas de una sociedad en constante
transformación. Educar las expectativas sobre la norma no garantiza que
quienes han sido infractores reconozcan la norma como herramienta para
la superación del conflicto social de su comunidad particular. En efecto,
la noción de conflicto social no se puede limitar al desconcierto que
experimenta un segmento de ciudadanos a causa de la ausencia de castigo
contra quienes alteran el orden codificado en las normas. Por el contrario,
puede generar la percepción, en contextos de segregación, de que la norma
es una forma de control de los reductos sociales que no tienen acceso a los
centros de poder político y económico de una sociedad.
Hacia una Definición de Impunidad en el Modelo de Justicia Transicional... 173
25
Ver: Uprimmy Yepes, Rodrigo, ¿Justicia para todos? Sistema judicial derechos
sociales y democracia en Colombia, Bogotá, grupo editorial norma, 2006. p. 331.
180 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
26
Ver: Caracol Radio: “Gobierno y FARC publican borradores sobre lo acordado en
La Habana” En: http://bit.ly/1oi6EeS. Recuperado el 24 de septiembre de 2014. El
gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC han llegado acuerdos parciales en
la mesa de negociación que se ocupan de elementos estructurales de las políticas
económicas y sociales del país: acceso y uso de la tierra, participación política,
solución del problema de las drogas ilícitas.
Hacia una Definición de Impunidad en el Modelo de Justicia Transicional... 181
27
La visión restaurativa de la justicia que defendió Tutu en la Comisión de la Verdad de
Sudafrica partía de principios de interconexión espiritual y social propios de ciertas
tribus del sur del continente africano. La postura se puede sintetizar en máximas como:
“Mi humanidad está vinculada inextricablemente a la tuya”, “lo que te deshumaniza,
me deshumaniza”, “una persona es una persona a través de otras personas”, “soy
humano porque pertenezco a un comunidad”, “la armonía, la amistad y la comunidad
son los mayores bienes”. Tutu Desmond Il n `y a pas d´avenir sans pardon, Albin
Michel, Paris, 2000, pp. 21-41. Esta perspectiva ha sido criticada desde el derecho
penal internacional (Reed 2001; Wilson 2001) por considerar que el balance pragmático
entre una justicia ideal y un realismo político no puede promover el mensaje del
imperio de la ley que requiere el discurso de los derechos humanos. Estos autores
consideran que es imposible procesar todos los perpetradores de un régimen criminal,
pero la selectividad de una Comisión de la verdad basada en principios restaurativos
también puede crear injusticia. En el mismo sentido, alegan que no se puede imponer la
reconciliación a partir de una verdad institucional. Las comisiones de la verdad pueden
distraer la atención internacional y disminuir recursos que pueden servir a satisfacer
la justicia entendida como penas de prisión para responsables de graves crímenes. La
crítica se intensifica además al afirmar que la comisión de la verdad descansa en una
idea de reconciliar el discurso de los derechos humanos con visiones locales de justicia
para disfrazar un proyecto nacionalista cuyo propósito es legitimar un nuevo régimen
político. De manera similar a Duff, Wilson opina que el debido proceso en un juicio
criminal envía un mensaje de superación de los excesos del antiguo régimen y una
superación de su poder político mientras que Ubuntu es un concepto abierto y popular
que permite hacer propaganda a un discurso de unificación nacional. Finalmente, se
alega que la Sudáfrica post apartheid está lejos de superar la segregación, cuenta con
altísimas tasas de crimen y una población urbana que todavía demanda penas para los
responsables de los crímenes. En este sentido, estos autores piensan que solo el castigo
retributivo logra enviar un mensaje de la prevalencia del imperio de la ley que las
amnistías subvierten. Brody Reed “Justice, the First Casualty of Truth”, HRW, http://
hrw.org/english/doc/2001/04/30/global12849_txt.htm. Wilson Richard The Politics
of Truth and Reconciliation in South Africa: Legitimizing the Post-Apartheid State,
Cambridge, Studies in Law and Society, 2001, pp. 1-27.
28
Puntos de partida en el que se incluyen elementos restaurativos en los procedimientos
de la ICC pueden ser encontrados en Findlay, Mark & Henhman, Ralf. Beyond
Hacia una Definición de Impunidad en el Modelo de Justicia Transicional... 187
1. INTRODUCCIÓN
1
Esta es la expresión utilizada por la sentencia de primera instancia en contra del
excoronel Alfonso Plazas Vega para describir los hechos investigados. La sentencia
fue emitida por la Juez Gloria Stella Jara como cabeza del Juzgado Tercero
Especializado del Circuito de Bogotá, bajo el radicado 11001320700320080002500, el
9 de Junio de 2010. La misma puede descargarse en el vínculo http://www.google.com/
url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0CB4QFjAA&url=http%3A%2F
194 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
2
Desde una mirada histórica, Leal Guerrero y Gómez Angarita realizan un
detallado estudio del caso, en el cual se da cuenta de los hechos del caso estudiado
(Leal Guerrero / Gómez Angarita 2009). Así mismo, desde el punto de vista
judicial pueden consultarse las sentencias objeto de estudio.
3
Al respecto puede consultarse la noticia publicada en el vínculo https://www.
youtube.com/watch?v=krTPkzOyuaM (Consultada el 3 de abril de 2015)
4
Para el momento en que se escribe el presente, existe sentencias de primera y
segunda instancia en su contra como responsable de las desapariciones forzadas
de dos personas, y se espera el pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia
por vía del recurso extraordinario de casación sobre el tema. Así mismo, debido a
la nulidad decretada en segunda instancia por el Tribunal Superior de Bogotá, se
continúa la investigación en contra del excoronel por otra decena de desaparecidos.
5
En la medida que este estudio no pretende ser un estudio normativo, no se analizarán
los problemas de argumentación y construcción de conceptos en la atribución
de responsabilidad penal pues ello sería un trabajo independiente. Bastará con
decir que alrededor de la sentencia se discute actualmente, entre otros temas, la
flexibilización del principio de legalidad y la imprescriptibilidad de la persecución
penal en el caso (Álvarez, Álvarez, 2012) (Sotomayor Acosta/Tamayo Arboleda
(2014).
6
La resolución de la situación jurídica era una figura que aparecía en la ley 600 de
2000 en la cual el fiscal encargado de la investigación definía si existía o no mérito
para acusar y si se imponía o no detención preventiva al investigado.
7
Los delitos por los cuales se acusó al procesado aparecían consagrados en los
artículos 269 (secuestro) y 270.1 (agravante) del decreto 100 de 1980, y 165
Castigo Penal y Graves 195
condenado a mitades del año 2010 a treinta años de prisión. Así como
la sangrienta retoma del Palacio, dicha sentencia sería cuestionada,
no sólo por aquellos que afirmaban la inocencia del excoronel, sino
también por aquellos que, a pesar de reconocer la responsabilidad del
militar en los sucesos, reprueban los argumentos normativos a los que
se recurrió para la emisión de su condena, afirmando que las garantías
penales que se deben respetar a todo procesado no permitían emitir
una condena contra el mencionado a pesar, incluso, de su demostrada
responsabilidad. (Álvarez Álvarez, 2012).
Así, el caso iniciado a las once y cuarenta minutos del 6 de
noviembre de 1985 parece estar marcado por la violencia, aquella
que llevó a la muerte de un tercio de los presentes en el Palacio de
Justicia durante la retoma, la aparente ejecución de un magistrado8 y
la desaparición de algunas personas; y aquella que llevó a encontrar
en el castigo a un individuo una forma de expiación de culpas de
un suceso que aparenta ser mucho más complejo que un arrebato
de maldad individual. En el caso del presente escrito, antes que
interesar todo el proceso de retoma, llama particularmente la atención
el problema de los desaparecidos, pues son estos los que ligan los
sucesos de aquel noviembre con la condena contra el excoronel.
De las pruebas recogidas durante el proceso, pareciera derivarse la
participación del excoronel en dichas desapariciones –sin embargo,
no puede obviarse que la sentencia del Tribunal Superior de Bogotá
cuenta con un análisis de las pruebas que parece apuntar en la
dirección contraria o que, por lo menos, parece generar algunas dudas
sobre la participación del excoronel–, con lo cual, de ser esto cierto,
el reproche moral a su conducta resulta necesario y su señalamiento
como responsable ineludible; sin embargo, otra cosa ocurre con el
reproche penal pues este no puede convertirse en la imposición de una
pena ilícita según el ordenamiento, sino que debe ser en un proceso
de establecimiento de responsabilidades dentro de los marcos del
ordenamiento, minimizando la violencia estatal y mandando un
verdadero mensaje de protección de los derechos humanos, que se
9
La sentencia de primera instancia ya fue enunciada en la cita Nro. 1., la sentencia
de segunda instancia fue emitida bajo el mismo radicado por parte de la Sala Penal
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, el 30 de enero de 2012. En
dicha sentencia, que se emite por un cuerpo colegiado de tres magistrados, se
presentó una situación particular, el primer proyecto de sentencia, realizado por el
Magistrado Hermes Darío Lara Acuña, absolvía al excoronel Plazas Vega por
falta de pruebas. Dicho proyecto no fue aprobado por los magistrados Fernando
Adolfo Pareja Reinemer y Alberto Poveda Perdono. El segundo proyecto, que
decidió condenar fue aprobado por los dos mencionados y contó con un extenso
salvamento de voto del primero, que luego sería publicado como libro (Lara
Acuña, 2012). Dicho libro contó con un estudio introductorio, si así puede llamarse
a dicho panfleto, de un periodista cuya militancia en favor de la extrema derecha
en el país es de amplio conocida, y en el cual se resumen en casi diez páginas los
argumentos presentados por el excoronel Alfonso Plazas Vega en su propio libro
sobre los desaparecidos del palacio de Justicia (Plazas Vega, 2000)
10
Teniendo en cuenta la complejidad que implica buscar explicaciones a una sentencia
de este tipo, resulta necesario aclarar que lo ofrecido en el presente artículo resulta
superficial en muchos aspectos, en la medida que se evade el debate probatorio y
normativo de las providencias judiciales; además, como se sostendrá en infra 1 y
2, no creo que sea posible dar explicaciones definitivas a este suceso, por lo que
sólo pretendo contribuir con una mirada de los factores externos presentes en el
texto de la sentencia que servirán para avivar la discusión.
Castigo Penal y Graves 197
11
Un caso ejemplar podría ser el de Catharine A. MacKinnon, cuya impresionante
teoría feminista del Estado –o mejor, de reforma del Estado– fue empañada por su
lucha política por la prohibición de la pornografía, pues termina por caer en esta
idea de que prohibir y castigar son los mejores recursos del derecho para solucionar
problemas sociales, y que la mujer, objeto de sus ideales emancipatorios, encontrará
su libertad en el castigo del opresor.
12
El caso de los menores resulta necesario hacer referencia, en el contexto colombiano,
a la propuesta política de la exsenadora Gilma Jiménez, cuya plataforma política se
ocupaba de dos elementos fundamentales, la lucha por los derechos de los niños y el
endurecimiento de las penas contra personas que cometen delitos contra aquellos.
Esta política terminaría por materializarse en la ley 1098 de 2006 que aumentó
las penas y restringió los subrogados penales en los delitos en que la víctima es
un menor de edad.
13
Por ejemplo, al momento de la escritura de este artículo cursa en el congreso
colombiano, con aprobación en primer debate, una ley para imponer más de tres
años de cárceles a quienes maltraten un animal, la cual ha sido impulsada por
varias organizaciones en favor de los derechos animales.
198 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
14
Si bien los derechos humanos pueden cubrir una amplísima gama de delitos, pues
muchos de los delitos del código penal son, de forma directa o indirecta, violaciones
contra los derechos humanos, la expresión delitos contra los derechos humanos
o equivalentes deben entenderse en el marco de la sistematización que la ciencia
penal ha llevado a cabo a partir de los bienes jurídicos, por ello, en este caso, se
tomará como referencia para llenar de contenido a dicha expresión a los delitos
contenidos en el estatuto de la Corte Penal Internacional.
Castigo Penal y Graves 199
15
Desde luego, una vez admitida la existencia del derecho penal resulta difícil
pensar que los bienes jurídicos no se refieran a los derechos humanos, incluso,
podría pensarse que ello resulta ideal para garantizar la intervención mínima; sin
embargo, en el caso de este artículo no se hace referencia a la conveniencia o no de
penalización de conductas, sino a la forma en que se usa el discurso de los derechos
humanos para restringir los derechos de las personas perseguidas penalmente,
antes usuarios predilectos de la protección que los derechos humanos brindaban
a los ciudadanos.
16
Sobre el tema pueden consultarselos trabajos de: Silva Sánchez (2001); A.a.
V.v. (2000); Mendoza Buergo (2011); Sotomayor Acosta, 2008; Sotomayor
Acosta/Tamayo Arboleda (2014)
200 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
entre los delitos contra la libertad, tiene la pena más alta permitida
por la ley para un delito individual –sólo equiparable al genocidio y
el homicidio agravado–.
Más allá de la conveniencia de tener este tipo de prohibiciones en el
Código Penal –con toda la ingenuidad que implica creer que la solución
al genocidio está en el uso de la cárcel17–, lo que puede señalarse es
que indudablemente la génesis de todos estos delitos se encuentra en
la protección de los derechos humanos y es altamente influenciada por
las organizaciones y tratados internacionales suscritos por Colombia.
Así, dejando de lado la discusión sobre la legitimidad de dichas
prohibiciones, se muestra que el discurso de los derechos humanos
ha impactado el Código Penal expandiéndolo, lo que alimenta una
idea que hace carrera en el derecho internacional y nacional: la mejor
forma de proteger los derechos humanos es violándolos. En efecto, a
pesar de la amplia difusión de los derechos humanos, pareciera que
el derecho internacional y los derechos nacionales han olvidado que
la protección de los derechos humanos surge por la necesidad de
limitar el poder estatal -con lo que el protegido por excelencia es el
perseguido penalmente (Pastor: 2009, pp. 147-153, Ferrajoli: 2011)
–, olvidando que castigo penal es, esencialmente, una restricción de
derechos humanos (Pastor: 2009, p 114).
El impulso hipertrófico que los derechos humanos han dado al
poder punitivo alcanzó su manifestación más alta en la formación
de una Corte Penal Internacional. En esta, se materializó finalmente
el discurso que propone que el mejor mecanismo para proteger los
derechos humanos es el Castigo. En el estatuto que dio origen a dicho
organismo, su preámbulo se encargó de plasmar la denominada la
ideología de la “punición infinita” (Pastor: 2006, pp. 75-80).
La ideología de la punición infinita se soporta en la idea del castigo
como el remedio a todos los males de la sociedad, una ingenua posición
que entiende que el mismo sistema que ha fracasado sistemáticamente
en la prevención del homicidio o el hurto, es útil para la prevención del
17
Esta es precisamente la idea sostenida por los funcionarios encargados del fallo
contra el excoronel, en la medida en que entienden que el castigo en este contexto
sería una herramienta de prevención que haría que sucesos como los desaparecidos
del palacio de justicia no vuelvan a repetirse. Al respecto también puede verse la
Sentencia Nro. 32672 de la sala penal de la Corte Suprema de Justicia, MP. Julio
Enrique Socha Salamanca.
202 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
18
Al respecto infra 1 b).
19
Entre otros, véase las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos humanos
Almonacid y otros vs. Chile; La rochela vs. Colombia; Mapiripán vs. Colombia;
Barrios Altos vs. Perú.
204 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
20
En Colombia, la prensa ha dirigido esta preocupación por la impunidad con sus
reportes, en ocasiones como columnas de opinión y en ocasión dando cuenta de
las declaraciones emitidas por representantes de organismos internacionales. Al
respecto véase: http://www.semana.com/opinion/articulo/palacio-justicia-camino-
impunidad/253451-3 (Consultado el 5 de abril de 2015) http://www.semana.com/
nacion/articulo/onu-condena-contra-plazas-vega-paso-importante-lucha-contra-
impunidad/117853-3 (Consultado el 5 de abril de 2015) http://www.elespectador.
com/noticias/judicial/toma-del-palacio-de-justicia-sigue-rodeada-de-impunidad-
articulo-233137 (Consultado el 5 de abril de 2015) http://www.elespectador.
com/noticias/judicial/amnistia-internacional-pide-justicia-victimas-de-toma-d-
articulo-457701 (consultado el 5 de abril de 2015)
Castigo Penal y Graves 205
21
Al respecto puede verse el discurso sostenido en las sentencias C-454 de 2006 y
C-209 de 2007 emitidas por la Corte Constitucional colombiana.
22
Aunque dicho argumento se viene abajo cuando aparece el trabajo de Sikkink/
Booth Walling (2007) que también deja de lado a Colombia.
23
Lo que se sostendrá es que no, pero por la extensión del texto no será posible
entrar en todos los factores que pueden contradecir su teoría, un claro ejemplo de
elementos que no se tocarán será la importancia de la cultura en la persecución de
dichos crímenes, por ejemplo, Rubén Blades, cuya distribución tuvo lugar en el
año 1984 como parte del álbum Buscando América, se preguntaba “dónde están
los desaparecidos”. Esta muestra de sucesos atomizados en la cultura sirven para
criticar los trabajos de Sikkink/Lutz (2000 y 2001) y Sikkink/Booth Walling
(2007) que pretenden explicar las persecuciones contra los delitos contra los
derechos humanos como un asunto fundamentalmente de activismo de algunos
individuos. Sin embargo, el recurso al artista no es el único, en Argentina las
agrupaciones musicales Todos tus muertos, Hijos, Bersuit Bergarabat, Serú Girán
Castigo Penal y Graves 207
o Fabulosos Cadillacs, entre muchos otros, representaron una lucha directa contra
las violaciones de derechos humanos y la impunidad de las desapariciones durante
la dictadura, y películas como la noche de los lápices marcaron generaciones mucho
más que la lucha de algunos activistas. Así, el ideal del mundo en que vivimos
como construido por unas mentes privilegiadas es un absurdo que deja de lado la
complejidad de la sociedad y la psiquis humana. En todo caso, al no poder estudiar
todos estos fenómenos culturales que implicaron un cambio en el sentimiento social
sobre los derechos humanos y los delitos contra estos, obliga a dejar la presente
nota como una crítica meramente marginal pero que no debe desestimarse para
entender que las explicaciones ofrecidas en torno a la persecución y castigo de los
delitos contra los derechos humanos son siempre incompletas.
24
Salvo el caso de la fallecida senadora Gilma Jiménez, no existen en Colombia
campañas populistas que giren en torno a las víctimas. Un estudio sobre el tema
en Uribe Barrera (2013). También crítico con el populismo punitivo, Pérez Toro
(2001)
208 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
Así las cosas, aunque no puede negarse que han existido grupos
externos que han influido en el discurso penal colombiano en materia
de violaciones contra los derechos humanos, organizaciones de
víctimas al interior del país y apoyo político a las mismas, explicar los
aspectos que han cambiado en Colombia desde 1985 hasta 2010 que
permitieron la condena de Alfonso Plazas Vega a partir de dichas
situaciones resulta incompleto, pues el discurso político mayoritario
en Colombia parecía orientarse a pedir la absolución del excoronel por
no haber participado en las desapariciones o, incluso, a la negación de
la ocurrencia misma de los hechos, las asociaciones de víctimas eran
desorganizadas o atomizadas y el peso político de las organizaciones
no gubernamentales era poco o, en el peor de los casos, acallado por
vía de la violencia25.
Por demás, resulta curioso que haya sido durante el mandato de
Álvaro Uribe Vélez –durante el cual varios militares, senadores y
otros miembros del Estado y del partido presidido por el exmandatario
fueron señalados (y algunos de ellos condenados) como partícipes de
asesinatos, torturas y desapariciones–, en el que se investiga, juzga y
condena al excoronel, pues el mencionado alto mandatario siempre
ha sostenido, no sólo la inocencia de Plazas Vega –incluso después
de sus condena–, sino la necesidad de establecer un amplio margen
de actuación a las fuerzas armadas durante sus intervenciones,
reforzado por un fuero militar que busque protegerlos de eventuales
juicios de responsabilidad por actos delictivos durante la prestación
del servicio26.
25
En efecto, los informes emitidos por la oficina del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de Colombia, denuncian para
los años 2001 a 2012 la reiterada preocupación por la desaparición de defensores
de derechos humanos. Todos los informes desde el año 1998 hasta el 2014 pueden
descargarse en el siguiente vínculo: http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/
informes/altocomisionado/informes.php3?cat=11 (Consultado el 5 de abril de 2015)
26
Ello puede verse en las noticias publicadas por la revista semana y el diario el
espectador: http://www.elespectador.com/noticias/politica/uribistas-buscan-
reforma-revisar-todas-condenas-del-pas-articulo-524878 (Consultado el 5 de abril
de 2015) http://www.semana.com/nacion/articulo/plazas-vega-la-primera-jugada-
del-uribismo/396519-3 (Consultado el 5 de abril de 2015) http://www.semana.com/
nacion/articulo/un-articulito-favor-plazas-vega/344739-3 (Consultado el 5 de abril
de 2015) http://www.semana.com/politica/articulo/uribe-polemica-propuesta-
excarcelar-militares-condenados-palacio-justicia/258669-3 (Consultado el 5 de
abril de 2015)
Castigo Penal y Graves 209
27
El énfasis en la responsabilidad individual resulta absurdo en la medida que la
responsabilidad penal siempre es individual, incluso, en el renovado debate sobre
la responsabilidad de las corporaciones jurídicas siempre ha estado claro que, al no
poder encerrar en la cárcel a una empresa, quienes deberían pagar las consecuencias
serían sus representantes. Con ello, la declaratoria de la responsabilidad penal
internacional individual es sólo un discurso que permite subrayar la existencia de
ciudadanos anormales. Una crítica a la enunciación de la responsabilidad individual
en el estatuto de la Corte Penal Internacional puede verse en Pastor (2006, pp.
80-85)
Castigo Penal y Graves 211
28
En efecto, la Juez Gloria Stella Jara debió abandonar el país por amenazas –cuya
lógica dice que provienen del Estado u organizaciones paramilitares-. Al respecto
véase las noticias: http://www.elespectador.com/noticias/judicial/refuerzan-
seguridad-al-juez-de-caso-plazas-vega-articulo-206068 (Consultada el 5 de abril de
2015) http://www.semana.com/nacion/articulo/justicia-terror/107352-3 (Consultada
el 5 de abril de 2015) y http://www.semana.com/nacion/justicia/articulo/jueza-
condeno-coronel-plazas-vega-sale-del-pais-amenazas/118358-3 (Consultada el 5
de abril de 2015)
29
A pesar que la razón fue la supuesta inefectividad de la fiscal, Angela María
Buitrago perdió su puesto en la fiscalía un par de años después de emitida
la sentencia contra el excoronel y, si bien es posible que la realidad sea esta, la
situación no deja de levantar sospechas, máxime cuando su nivel de efectividad
parecía estar por encima de muchas otras fiscalías. Al respecto véase las noticias
http://www.semana.com/nacion/articulo/angela-maria-buitrago-revelo-el-horror-
del-palacio/411855-3 (Consultada el 5 de abril de 2015) y http://lasillavacia.com/
historia/17759 (Consultada el 15 de abril de 2015) http://www.semana.com/
nacion/articulo/palacio-de-justicia-habla-exfiscal-angela-maria-buitrago/408221-3
(Consultada el 5 de abril de 2015).
Castigo Penal y Graves 215
30
El vídeo con las declaraciones del entonces coronel Alfonso Plazas Vega puede
verse en: https://www.youtube.com/watch?v=RXqIdy56LlU (Consultado el 5 de
abril de 2015)
Castigo Penal y Graves 217
31
Auto del 13 de Mayo de 2010, MP. María del Rosario Gónzalez de Lemus.
218 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
32
Prueba del clima político en favor del coronel puede verse además en el artículo:
http://www.semana.com/nacion/articulo/manifestantes-marchan-pidiendo-
libertad-del-coronel-alfonso-plazas-vega/107487-3 (Consultada el 5 de abril de
2015)
Castigo Penal y Graves 219
33
El mismo puede encontrarse en el vínculo http://www.semana.com/nacion/articulo/
la-teoria-condeno-coronel/253260-3 (Consultado el 5 de abril de 2015)
34
Sobre la autoría mediata pueden buscarse la obra clásica de Roxin (1998, pp. 267-
278) sobre el tema.
35
Algunas críticas se formulan por Díaz y Conlledo por entender que esta categoría
difumina los límites entre la autoría y la participación. (Díaz y Conlledo, 2008)
220 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
36
No en vano la Corte interamericana afirmó en el caso Almonacid contra Chile que
el Estado no podrá argumentar la irretroactividad de la ley penal para excusarse
de su deber de investigar y sancionar a los responsables (Malarino: 2012, p. 55)
Castigo Penal y Graves 221
37
Fue precisamente éste el título de un artículo publicado por la revista semana a
finales de 2009: http://www.semana.com/nacion/articulo/cojea-pero-llega/111220-3
(Consultado el 5 de abril de 2015)
222 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
38
Sobre el tema pueden verse los artículos publicados por los medios de
comunicación: http://www.elespectador.com/noticias/judicial/fraude-resolucion-
judicial-denunciaran-director-del-inp-articulo-210804 (Consultado el 5 de abril
de 2015) http://www.elespectador.com/noticias/judicial/ordenan-traslado-de-
coronel-r-plazas-carcel-picota-articulo-209762 (Consultado el 5 de abril de 2015)
http://www.elespectador.com/noticias/judicial/tutela-ordena-explicar-coronel-r-
plazas-no-fue-picota-articulo-229748 (Consultado el 5 de abril de 2015) http://
www.semana.com/nacion/articulo/plazas-vega-no-ira-carcel-la-picota/348262-3
(Consultado el 5 de abril de 2015) http://www.semana.com/nacion/articulo/las-
penas-deben-pagar-carceles-verdad/340636-3 (Consultado el 5 de abril de 2015)
Castigo Penal y Graves 225
39
Al respecto pueden verse los trabajos de Roxin (2002) Pérez Toro (2001) y Ortíz
de Urbina Jimeno (2003).
226 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
4. CONCLUSIONES
40
Los requisitos de la autoría mediata pueden encontrarse en la obra clásica de Roxin
(1998, pp. 267-278)
228 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
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Roxin, Claus (1998), Autoría y dominio del hecho en derecho penal,
trad. Joaquín Cuello Contreras y José Luis Serrano González
de Murillo, Barcelona, Marcial Pons.
232 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
1. INTRODUCCIÓN
1
Gran parte de este capítulo recoge las principales conclusiones a las que llegué en
otra oportunidad (Caicedo, Franco, 2013).
2
De Sousa Santos Boaventura (2009) en un sentido igualmente emancipador pero
mucho más ambicioso, exaltó la Epistemología del Sur como “la búsqueda de
conocimientos y de criterios de validez del conocimiento que otorguen visibilidad
y credibilidad a las prácticas cognitivas de las clases, de los pueblos y de los grupos
sociales que han sido históricamente victimizados, explotados y oprimidos, por
el colonialismo y el capitalismo globales.” Queda claro que Zaffaroni no ha
sido unilateral ni está solo en la comunidad académica comprometida con la
transformación estructural del estado de cosas.
234 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
3
Una de las premisas fundamentales de Castells Manuel (2001) para explicar las
transformaciones en tan corto tiempo en la economía, la sociedad y la cultura
humanas es que las tecnologías de la información (principalmente digitales) han
manipulado las dimensiones de tiempo y espacio, algo que no era posible y de lo
que desconocemos su límite.
4
Es interesante la lectura de Elbert Carlos Alberto respeto el proceso de globalización
cuyos efectos en el centro y la periferia confirman la persistencia de esta distinción.
Dos de los ejemplos que resalta el autor son los cambios en los ordenamientos
jurídicos de los países periféricos del núcleo del poder militar y económico a expensas
de las demandas de los grupos económicos para que sus economías sean atractivas
para la inversión extranjera, así como los acuerdos de impunidad de los militares
estadounidenses en misiones de apoyo en la lucha global contra el terrorismo
(2006, págs. 233-238). Una reflexión similar es la de Córdoba Triviño, Jaime,
quien advierte que “la globalización ya no solo trae consigo la concentración de la
riqueza y el reparto de la pobreza sino una nueva ola de restricción de las libertades
públicas como mecanismo de lucha contra el terrorismo pues en los actuales tiempos,
independientemente del país en el que nos encontremos, de la posición que ocupemos
o de las ideas que profesemos, todos podemos ser asumidos como potenciales
enemigos del sistema. De allí la actualidad de la reformulación de la legislación
penal en nuestros distintos países, pues se trata de ponerla a tono con las exigencias
impuestas por tal concepción político criminal” (2006, págs. 15-16).
5
“Resulta innegable que la visión y teleología que en esos dos núcleos de poder
[estadounidense y europeo] se tenga acerca de la conducta desviada y de la
connotación del control social formal, incide en mayor o menor grado en los países
latinoamericanos en la determinación de los criterios y parámetros a seguir para
Política Criminal, Política Pública y Ciclo de la Política 235
2. EL DEBATE “CRIMINOLOGÍA” VS
“POLÍTICA CRIMINAL”
7
Consúltese, por ejemplo, la edición N° 20 de la revista especializada Molecular
Psychiatry donde se ha publicado el artículo titulado “Genetic background of extreme
violent behavior”. En él, un equipo de científicos europeos y estadounidenses dicen
haber descubierto dos genes que se relacionan con comportamientos violentos: el
MAOA que produce una enzima que afecta neurotransmisores y el CDH13 que
se vincula con trastornos de impulsividad. Las muestras se han tomado de 800
personas condenadas por delitos violentos y no violentos de origen finlandés.
8
Porque generalmente buscan explicar comportamientos de violencia física, no así
la violencia estructural que resulta ser más lesiva al agregado social.
9
De acuerdo con Martínez, Mauricio, el término “criminología” no es problemático
para los cultores de la corriente positivista, “ellos siguen utilizando la nomenclatura
como equivalente a ‘tratado del crimen y de sus causas’ e invocando las palabras
crimen o criminología con mayúsculas, para especular con fórmulas mágicas
supuestamente idóneas para ‘combatir la criminalidad’” (1999a, pág. 261). No
obstante –continúa Martínez–, es con el cambio del objeto de estudio que tuvo
lugar desde la década del setenta que el término se ha puesto en entredicho para las
tendencias “no positivistas”. Las siguientes dos décadas se caracterizaron por un
entusiasmo político de los académicos de la disciplina criminológica (De Castro,
Aniyar 1987; Pavarini, 2002), especialmente con la inclusión del Sistema Penal y
el ejercicio del poder por medio de éste como objeto de estudio (Baratta, 1986;
Bergalli, 1996; Gómez Albarello & Orozco Abad, 1997); no obstante, la
situación al finalizar el siglo XX y en lo corrido del nuevo XXI parece caracterizarse
por una crisis epistemológica al interior de las tendencias herederas de la nueva
criminología respecto de la cual se identifican, al menos, siete nuevas opciones: (i)
considerar inviable la criminología como ciencia en sí; (ii) recurrir al subjetivismo
gnoseológico y al anarquismo epistemológico para negar la existencia de la
238 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
criminología y de todas las ciencias; (iii) volver a las teorías filosóficas que inspiraron
en algún momento la criminología crítica e iniciar un proceso de reconstrucción
epistemológico; (iv) hablar de “criminologías” y que el interesado se adscriba a la
que más le conviene; (v) transferir todo a la sociología; (vi) transferir todo a la ciencia
política; o (vii) reformular la criminología en un nuevo orden sistémico que integre
las concepciones causal-explicativas y sociológicas. (Elbert, 2010). No obstante,
una de las discusiones más vigentes tiene que ver con el descubrimiento de un nuevo
objeto de estudio, que es interpretado por algunos autores como una oportunidad para
revivir la discusión epistemológica: los delitos sistema, del Estado y de los mercados
que causan gran daño social (Bernal, Cabezas, Forero, Rivera, & Vidal, 2014).
Esto como consecuencia de la obra de Wayne Morrison (2012) en la que cuestiona
cómo ha actuado la criminología (principalmente la crítica) respecto de los crímenes
que se han cometido a escala global como parte de un proceso civilizador.
10
“Adoptar un punto de vista externo al sistema penal significa, entre otras cosas,
que las definiciones del comportamiento criminal producto de la instancia del
sistema (legislación, dogmática, jurisprudencia, policía y sentido común) no sean
consideradas más como punto de partida, sino como problema y objeto de estudio,
a partir del cual vienen utilizados los instrumentos puestos a disposición de la
historia y del análisis de la estructura social”. (Baratta, 2004, pág. 169).
11
Esto se explica en parte porque la criminología acumula discursos durante siglos,
manteniendo vigentes todos al tiempo, como una suerte de zoológico de especies
contradictorias vivas o un bosque donde hay árboles de distintos tamaños, que se
cruzan, se oponen, pero perviven (Zaffaroni, 2005, págs. 8-9).
Política Criminal, Política Pública y Ciclo de la Política 239
12
Tieghi, Osvaldo (2009) sostiene que “la política criminal social o de prevención
comunitaria es aquella que, mediante la aplicación de los conocimientos
antroposociales que sirven para explicar la dinamogénesis filo, fisio y ontogenética
de la conducta social y delictiva, orienta las medidas que resultan convenientes para
disminuir -y eventualmente suprimir- aquellas causas o factores que favorecen el
aprendizaje criminal y, consecuentemente, la ‘tasa operante del delito’”.
13
Norza Céspedes & Torres (2013) destacan que el Observatorio ha obtenido
resultados exitosos aplicando esta metodología que consiste en cuatro etapas
conocidas por la sigla S.A.R.A. (en inglés, Scanning o búsqueda de problemas
delictivos; Analysis o desentrañamiento de un problema específico; Response o
solución al problema; y Assessment o evaluación de los resultados). Según los autores,
“este diseño metodológico sigue algunas propuestas de Tieghi, quien afirma que ni
la criminología crítica, ni las políticas criminales abolicionistas han contribuido al
estudio de causas y efectos, ni mucho menos de métodos científicos para la prevención
no tratamiento del fenómeno criminológico.” (Norza-Céspedes & Torres Guzmán,
2013, pág. 11). Efectivamente, Tieghi, Osvaldo (1995) sostiene esto. Además acusa a
estas corrientes críticas del pensamiento criminológico de ser meras propuestas –en
el mejor de los casos– porque rehúyen al estudio etiológico de las leyes que rigen el
fenómeno biopsicosocial de la criminalidad, escapando al campo filosófico político
y –afirma Tieghi- “¡allí todo puede afirmarse sin ser susceptible de verificación
empírica alguna!” (1995, pág. 312). Quizá este autor debería aclarar, en primer lugar,
que nunca ha sido una pretensión de la criminología crítica descubrir causas (sobre
todo fundamentadas en la psiquis o composición biológica del sujeto) o resolver
situaciones percibidas como problemáticas por quienes han ostentado la posición
política de decidir qué lo es y qué no, en perjuicio de otras colectividades sociales o
invisibilizando comportamientos que afectan de forma estructural el bienestar social.
Este sesgo de selección afecta su objeto de investigación, por lo que no puede hablar
de imparcialidad en la obtención de resultados.
240 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
Para Lola Aniyar una razón por la que no se puede adoptar el término
“política criminal” exclusivamente, es porque el término “criminología”
no puede desampararse. Según la autora venezolana, mantener el nombre
“criminología” en el seno de los estudios críticos del control social
permite –estratégicamente– seguir participando en aquellos lugares
(escuelas, institutos, publicaciones, etc.) en los que está librando una
batalla por establecer su objeto de estudio (1987, p. 35).
Para Mauricio Martínez mantener la diferencia terminológica
resulta estratégico a la hora de participar en debates de construcción
política donde las diferentes posturas pueden hacer emerger prejuicios
o antagonismos respecto de una idea que se ha presentado como
“criminológica crítica” y no como “político criminal” (1999a, p. 263).
Nadie duda de la influencia de Alessandro Baratta en el
pensamiento criminológico latinoamericano. Por supuesto, él también
participó en esta discusión (1990; 2004) y tuvo la oportunidad de
opinar sobre la voz “política criminal”. Según él, este concepto se
caracteriza por ser complejo porque a pesar de que su finalidad es
el control del delito cuenta con una gama de opciones no penales
indeterminadas. Habida cuenta de tal indeterminación, el concepto es
problemático porque los instrumentos no penales desdibujan la línea
que debe separarlos de otras políticas (como las sociales, humanitarias,
económicas, urbanísticas, etc.)14. Y finalmente, el uso dado al concepto
o su apuesta discursiva legitima y reproduce el estado de cosas social,
por lo que también es ideológico15 (Baratta, 2004, pp. 152-ss.).
Ya en otra ocasión tuve la oportunidad de resaltar una confusión en
la que incurría la criminología crítica cuando le atribuían a la política
de seguridad ciudadana ser la faceta local o territorial de la política
criminal, sin ningún referente empírico que lo sustentara (Franco
Caicedo, 2013). Traigo esto a colación, porque allí me valí de una
precisión semántica para definir qué es “política pública criminal”.
14
Para distinguir qué tipo de política tenemos enfrente, Baratta sugiere acudir a la
finalidad subjetiva de la política, esto es la intencionalidad que ponen los actores
de la política en práctica; en oposición a la finalidad objetiva o función social que
suele ser la justificación declarada (2004, págs. 153-154).
15
“Utilizo aquí la palabra “ideología” en el sentido de una construcción discursiva
de hechos sociales apta para producir una falsa conciencia en los actores y en el
público. La ideología funciona sustituyendo los conceptos con los clichés, o sea
con los hábitos mentales, corrompiendo el cálculo clasificatorio con operaciones
ocultas y subrepticias.” (Baratta, 2004, págs. 155-156).
242 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
16
También sobre esta precisión, ver: Alejo Vargas (1999, págs. 55-56) y Gonzalo
Ordóñez (2013, págs. 27-28).
Política Criminal, Política Pública y Ciclo de la Política 243
17
Este término ha sido una preocupación para las ciencias políticas por los debates
en torno a las manifestaciones del poder del Estado y cómo se hacen concretas
en cuánto a lo público (Vargas Velásquez, 1999; Roth Deubel, 2007a; Roth
Deubel, 2007b).
18
En los sistemas políticos latinoamericanos, a diferencia de los anglosajones, se
presenta un uso elástico de los términos “política”, “programa” y “proyecto”. Una
forma convencional –e ideal– de presentar la distinción sería así: mediante proyectos
se ejecutan aspectos específicos en el marco de un programa que desarrolla una
política pública. No obstante, antes de asegurar que ésta es la interpretación
válida sobre las otras, es importante tener presente que estas no son realidades
administrativas sino figuras literarias que se utilizan para asignar jerarquías en
documentos oficiales. (Roth Deubel, 2014, págs. 39-47).
19
Un importante recuento de las definiciones que nos podemos encontrar en la
literatura lo presenta Gonzalo Ordóñez (2013, págs. 29-32).
20
Este campo de aplicación determina el objeto de la política, su división sectorial
y espacial de la realidad (Roth Deubel, 2014, pág. 38).
Política Criminal, Política Pública y Ciclo de la Política 245
21
“Hace relación al conjunto de elementos de orden ideológico, institucional y
sociológico que concurren a formar el gobierno de un país dado durante un periodo
determinado y se le señalan como sus componentes esenciales: a) el principio de
legitimidad; b) la estructura de las instituciones; c) el sistema de partidos; y d) la
forma y el rol del Estado” (Vargas Velásquez, 1999, pág. 18).
22
“El término gobernabilidad se aplica para describir una condición social en la cual
existe una adecuada relación entre el gobierno y la sociedad civil. Es decir, una relación
que permite al gobierno ‘gobernar’, porque los ciudadanos respetan la autoridad
establecida y no recurren a métodos violentos o ilegales para influir en las decisiones
públicas (salvo minorías claramente identificadas); pero que también permite a los
ciudadanos mantener expectativas razonables sobre el comportamiento del gobierno
en términos de eficacia en la acción institucional –como respuesta a demandas sociales
extendidas– y respeto al estado de derecho”. (Rojas Bolaños, 1994, pág. 11).
246 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
23
Que es “una mezcla de economía de mercado y Estado fuerte, y se apoya mucho
en estrategias punitivas para controlar el descontento social que causan en gran
medida las propias fuerzas del libre mercado.” (Iturralde, 2010, pág. 24).
24
En criminología crítica ya es clásico referirse al eficientismo penal o la actitud
política (polity) de que cualquier problema social puede ser enfrentado de alguna
Política Criminal, Política Pública y Ciclo de la Política 247
manera con el Sistema penal. Es una forma de pensar que invierte el principio de
ultima ratio y en esa vía se incrementa la punición, con todo el costo social que
deben asumir las personas en sus derechos y garantías (Baratta, 2004, pág. 179).
Un ejemplo de esta actitud está en la política contra las drogas que ha establecido
un derecho penal máximo como herramienta político criminal que no diferencia
al consumidor del narcotraficante y los pune casi igual (Uprimny, 2006)
25
El campo teórico de las políticas públicas no ha sido pacífico. Así como en el seno de la
criminología se han presentado disputas reflejo de los grandes debates epistemológicos
de las ciencias humanas, en el campo de estudio de las políticas públicas estas disputas
de paradigmas también se han librado. Para un recuento de esta parte de la historia del
pensamiento, ver: Roth (2007b, págs. 61-65) y Franco (2013, págs. 23-26).
26
Una de las ideologías instrumentales documentadas por la criminología crítica es la de
la defensa social. Según ésta, en la sociedad existe una minoría mala que encarna las
desavenencias morales y conductas desviadas en contra de una mayoría buena que está
legitimada para oponer una dura defensa. Se dice que es una ideología instrumental
porque utiliza este maniqueísmo para ejercer gobierno (Baratta, 1986, pág. 35).
27
Principalmente: (i) la imposibilidad de separar los hechos de las cargas valorativas,
(ii) la imposibilidad de la objetividad, (iii) la importancia de las construcciones
discursivas, y (iv) la necesidad de develar las relaciones de poder existentes dentro
de los procesos de formulación y análisis de políticas públicas que manipulan la vida
cotidiana. (Franco Caicedo, 2013, pág. 25; Roth Deubel, 2014, págs. 72-79).
248 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
28
“Si los problemas sociales son construcciones, es evidente que las condiciones que
perjudican a las personas no necesariamente se convierten en problemas”. (Edelman,
1991, pág. 20).
Política Criminal, Política Pública y Ciclo de la Política 249
29
“Entre las censuras más eficaces y más recónditas se encuentran las que consiste
en eliminar a algunos agentes de la comunicación, excluyéndolos de los grupos que
hablan con autoridad o de los espacios donde se habla con autoridad. Para dar razón
de lo que puede o no decirse en grupo, hay que tener en cuenta no sólo las relaciones
de fuerza simbólicas que se establecen y que dejan a determinados individuos fuera
de la posibilidad de hablar (por ejemplo, las mujeres), o los obligan a conquistar por
la fuerza su derecho a la palabra, sino también las mismas leyes de formación del
grupo (por ejemplo, la lógica de la exclusión consciente o inconsciente) que funcionan
como una censura previa.” (Bourdieu, 2008, pág. 141).
30
Según Edelman “los ciudadanos mejor informados sobre los desarrollos políticos
pueden proteger y promover más eficazmente sus propios intereses y el interés
público.” (1991, pág. 7).
31
En la criminología crítica que se dedicó a los estudios sociológicos del control se
identifican dos tipos: el control social formal y el informal. El control social formal
es todo un sistema institucionalizado que se activa oficialmente con ocasión de un
delito o contravención al que opone una reacción coercitiva de orden preventivo o
reactivo, allí encontramos al Sistema Penal, la policía y los cuerpos de investigación
criminal, el sistema penitenciario, etc. (Zaffaroni, 1988, pág. 15). Por otro lado, el
control social informal se asocia con los procesos de socialización de un individuo
y la aprehensión de valores adquiridos en los contextos sociales a los que estuvo
y está adscrito: su familia, sus vecinos, los lugares donde estudió, la iglesia, los
medios de comunicación a los que está expuesto y, en general, otros espacios a
250 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
33
Esta es una de las conclusiones más importantes de la Comisión Asesora para el
Diseño de la Política Criminal para el Estado colombiano (2012).
34
Las decisiones de naturaleza política que definen un enemigo prioritario (grupos
violentos subversivos, organizaciones narcotraficantes, terroristas, delincuencia armada
organizada, paramilitarismo, corrupción, etc.) acondicionan la institucionalidad para
hacerle frente, fluctuando entre procesos criminalizantes, descriminalizantes o de
justicia negociada (Uprimny, Las transformaciones de la administracion de justicia
en Colombia, 2001, pág. 291).
252 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
científico para los académicos, así como uno de los más recurrentes.
Surge durante la segunda mitad de la década del cincuenta de la mano
de Harold Laswell, pero toma fuerza quince años después con el
trabajo de Charles Jones de 1970 que se titula An introduction to the
study of public policy (Calderón Romanov, 2010, p. 82).
De acuerdo con este enfoque analítico, la política pública puede
descomponerse o segmentarse en fases que permiten una mejor
aprehensión por parte del investigador y generaría una especialización
del conocimiento por etapa, siendo esto su mayor fortaleza pero a su
vez su mayor debilidad: una tendencia a perder la lectura integral de
la política (Roth Deubel, 2014, p. 84; 2010, p. 26).
De acuerdo con este enfoque, el ciclo de la política se divide en
cinco fases (Roth Deubel, 2014; Calderón Romanov, 2010):
35
Principalmente que esta división por fases difícilmente ocurre en la realidad, que la
implementación no es un despliegue mecánico de las acciones que se han decidido
dadas las circunstancias contextuales a las que están sometidos los ejecutores de la
política, o que el enfoque parte del supuesto de que las políticas resuelven problemas
cuando realmente son los actores los que intervienen mediante la implementación
de las estrategias junto con su capacidad de gestionar los conflictos que puedan
presentarse (Roth Deubel, 2014, pág. 89).
254 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
36
Abordar todos los marcos y teorías para el análisis de las políticas públicas supone una
tarea que desborda por mucho el propósito del presente capítulo. Sin embargo, he decidido
presentar un par de enfoques representativos que –considero– ofrecen interesantes
insumos para el análisis de la política pública criminal. Para profundizar en éstos y otros
enfoques se recomienda: Roth (2010); Fischer, Miller & Sidney (2007).
Política Criminal, Política Pública y Ciclo de la Política 255
37
Para Binder la “política criminal es un sector de las políticas que se desarrollan
en una sociedad, predominantemente desde el Estado. Ella se refiere al uso que
hará ese Estado del poder penal, es decir, de la fuerza o coerción estatal en su
expresión más radical. La política criminal es, en síntesis, el conjunto de decisiones,
instrumentos y reglas que orientan el ejercicio de la violencia estatal (coerción
penal) hacia determinados objetivos.” (1997, págs. 42-43).
Política Criminal, Política Pública y Ciclo de la Política 257
38
El rol del analista también es importante para Binder, y hace referencia a quien,
“sobre la base de conocimientos técnicos más desarrollados, puede contribuir
en el diseño o ejecución de la PC [política criminal] o en su evaluación, en tanto
forma parte del mismo proceso de políticas públicas y no de una investigación
independiente.” (2012, pág. 248).
Política Criminal, Política Pública y Ciclo de la Política 259
39
Que recomiendo sea consultado directamente de la obra del autor para captar más
de la riqueza metodológica que propone.
40
Según él, que otros disciplinas busquen dar aportes con “enfoque político criminal”
obstruye “la construcción de un verdadero Análisis Político Criminal con capacidad
específica para racionalizar (con todos los problemas que tiene el uso de ese verbo) el
uso organizado de la violencia por parte del Estado, creando para ello un método y un
aparato conceptual apropiado, es decir, una disciplina que esté al servicio del diseño, la
formulación, la gestión la evaluación y el debate sobre la política criminal como política
pública y que se focalice sólo sobre ella y no de una manera oblicua o tangencial como
hoy ocurre con los “enfoques” político criminales”. (Binder, 2010, pág. 228).
Política Criminal, Política Pública y Ciclo de la Política 261
41
Esto vuelve a suceder con el proyecto de ley que en la actualidad cursa en el Congreso
y modifica el Código de Policía, cuyos autores son la policía misma. Es una práctica
autoritaria que la policía sea la que ponga a discusión la necesidad de reformar el
control social formal administrativo solamente en sus términos, mediante una táctica
bastante sencilla: redactar ella misma el proyecto de ley y la exposición de motivos (o
identificación del problema social) reformando lo que quiere y llegar a un escenario
de debate en el que la discusión parte del texto mismo.
42
Cuando se pregunta Binder sobre la relación que existe entre política criminal y
democracia sostiene que hay una “relación directa, ya que el modo como el Estado
haga uso del poder penal es uno de los indicadores más precisos de la profundidad
del sistema democrático en una sociedad y el grado de respeto a la dignidad de todas
las personas que es la base esencial del concepto democrático” (1997, pág. 45).
43
“Si hasta hoy, la principal corriente de análisis consideró la información ofrecida
por los análisis de política pública como una información útil solo para los
decisores de política pública como una información útil solo para los decisores
políticos –en una perspectiva top-down netamente tecnocrática si no autoritaria-,
los aportes realizados por la teoría crítica, el construccionismo y la corriente de
análisis interpretativa permiten reintroducir los valores y el debate democrático
en el proceso mismo de las políticas y de la acción pública. Es decir, se reafirma
el carácter fundamentalmente político, ‘en valor’, del análisis frente a una ilusoria
pretensión de objetivismo científico y apolítico.” (Roth Deubel, 2010, pág. 52).
Política Criminal, Política Pública y Ciclo de la Política 263
44
“Problema es entonces un significado que apunta a algunos de los siguientes rasgos:
1. Se centra en el nombre de una condición indeseable o de una amenaza al bienestar;
2. Las actividades gubernativas que un foco tal racionaliza comprenden una
secuencia de formulaciones y acciones ambiguas que cambian y son frecuentemente
inconsistentes entre sí porque constituyen respuestas a diferentes intereses del
grupo. (…); 3. Ese ‘bricolage’ de acciones y formulaciones verbales a veces mejora
la condición y a veces la empeora, pero algunas consecuencias de las políticas
perseguidas son siempre inversiones del valor formalmente proclamado como
meta de la actividad.” (Edelman, 1991, pág. 23).
45
“La acción propiamente política es posible porque los agentes que forman parte
del mundo social poseen un conocimiento (más o menos adecuado) de ese mundo,
y porque podemos intervenir en el mundo social a través del conocimiento que
esos agentes tienen de él. Esta acción tiene como objetivo producir e imponer
representaciones (mentales, verbales, gráficas o teatrales) del mundo social capaces
de actuar sobre ese mundo a través de las representaciones que de él se hacen los
agentes. O, más concretamente, hacer y deshacer grupos –y, al mismo tiempo, las
acciones colectivas que pueden llevar a cabo para transformar el mundo social
conforme a sus intereses– al producir, reproducir o destruir las representaciones que
los hacen visibles ante sí mismos y ante los demás.” (Bourdieu, 2008, pág. 123).
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Una Mirada Crítica al Mepeo del Delito y la Focalización Territorial... 281
más serios prosperan en áreas donde los residentes toleran las conductas
desordenadas y que infringen las reglas sociales. Según Wilson and
Kelling, primeros autores de esta propuesta, las incivilidades –que
pueden ir el deterioro físico hasta la presencia de habitantes de calle o
la invasión del espacio público– se convierten en señales de desacato a
la ley, atrayendo a delincuentes que invaden estos barrios y desarrollan
otro tipo de actividades criminales más complejas. Tanto la prevención
del delito a través del diseño urbano como el enfoque de incivilidades
han influenciado enormemente las estrategias de mapeo del crimen y
la policía focalizada en comportamientos desordenados e infracciones
menores, al estilo de lo impulsado por el exalcalde Rudy Giuliani y
su jefe de policía William Bratton en Nueva York en los años 1990s.
Tercero, los enfoques situacionales se centran en el contexto específico
de los eventos delictivos, desplazando la mirada de las relaciones socio-
económicas nacionales o urbanas, hacia el espacio físico de unidades
geográficos menores, como calles y cuadras16. Cada vez más hay
esfuerzos de focalización de estrategias de seguridad ciudadana en puntos
específicos de las ciudades. Esta tendencia se apoya en la teoría de patrones
delictivos17, que explora la influencia del uso del suelo y el entorno físico
del espacio en la percepción de los delincuentes y sus víctimas en su vida
diaria. Las unidades de análisis pueden ser nodos de actividades tales
como bares o parques, recorridos que delincuentes y víctimas transitan, o
bordes como los límites entre barrios o autopistas que dividen la ciudad18.
Según la propuesta de los patrones delictivos, las motivaciones inmediatas
16
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17
La teoría de patrones delictivos es el tercer pilar conceptual de la PSD, junto
con las teorías de elección racional y de actividades rutinarias. Ver: Patricia L.
Brantingham and Paul J. Brantingham, “Nodes, Paths and Edges: Considerations on
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Weisburd (Monsey, N.Y.: Criminal Justice Press, 1995), 1-33.
18
Aunque no lo citan los autores, estas unidades de análisis parecen estar inspiradas
en el enfoque de Lynch sobre ejes de planeación urbana. Ver: Kevin Lynch, The
Image of the City, Vol. 11 (Cambridge, MA: MIT Press, 1960).
282 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
19
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20
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Predatory Crime: Routine Activities and the Criminology of Place,” Criminology
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Una Mirada Crítica al Mepeo del Delito y la Focalización Territorial... 283
21
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284 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
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Una Mirada Crítica al Mepeo del Delito y la Focalización Territorial... 285
27
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28
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286 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
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35
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Maintenance Policing New York Style,” Michigan Law Review (1998): 291-389.;
288 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
él37. Al hacerlo, ignoran que el espacio urbano es una red de varias capas
de “lugares” con distintos significados para diferentes personas y grupos
en los que las relaciones de poder se manifiestan en torno a lo que allí
ocurre38. En la vida real, los espacios urbanos no son sólo el escenario
material de la acción social, sino componentes dinámicos que afectan a
la vida social y refuerzan los patrones estructurales de las diferencias de
género, las jerarquías sociales y el poder39. Los enfoques situacionales no
dan debida cuenta de esto. Como asevera Joanna Shapland40, una de las
críticas de la PSD –y lo reconoce Ronald Clarke41, uno de sus mayores
defensores- la PSD está basada en representaciones del delito concebidas
de arriba hacia abajo que simplifican las dinámicas espaciales. En la
búsqueda de descubrir las tendencias generales de la delincuencia y los
patrones espaciales, la especificidad de los lugares se sacrifica, así como
sus significados y efectos sobre las personas.
Las tecnologías SIG contribuyen a tal ‘producción automática del
espacio’, es decir, a la reducción de dinámicas urbanas complejas en
‘espacios codificados’ definidos por algoritmos predefinidos42. Las
funcionalidades SIG para el análisis espacial pueden ser muy útiles
como soporte de ejercicios de investigación o de toma de decisiones.
Sin embargo, categorizaciones de zonas críticas de criminalidad
a partir de datos sin contexto a menudo ocultan las enormes
diferencias alrededor de un mismo fenómeno delictivo en distintos
37
Keith Hayward, “Five Spaces of Cultural Criminology,” British Journal of
Criminology 52, no. 3 (2012): 441-462.
38
Elaine Campbell, “Transgression, Affect and Performance: Choreographing a
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18-40, http://bjc.oxfordjournals.org/content/53/1/18.abstract.
39
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41
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Von Hirsch, David Garland and Alison Wakefield (Oxford and Portland, Oregon:
Hart, 2000), 97-112.
42
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290 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
43
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44
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of Visual Culture 8, no. 1 (2009): 5-24.
45
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of Spatial Information Science, no. 1 (2010): 3-20.:14
Una Mirada Crítica al Mepeo del Delito y la Focalización Territorial... 291
46
Ver: Anselin and others, Spatial Analyses of Crime, 213-262.; Jerry H. Ratcliffe,
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48
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292 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
49
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Departamento Administrativo de Estadísticas, República de Colombia,[2013])
(accessed 17/02/2014).
50
Jerry H. Ratcliffe, “Geocoding Crime and a First Estimate of a Minimum
Acceptable Hit Rate,” International Journal of Geographical Information Science
18, no. 1 (2004): 61-72.: 69 (Las itálicas son propias)
Una Mirada Crítica al Mepeo del Delito y la Focalización Territorial... 293
de interés. Incluso para delitos con una tasa casi completa de registro,
como el homicidio, la información espacial es a veces contradictoria,
debido a diferentes estándares utilizados por las entidades para
determinar la ubicación del evento. A pesar de que en América Latina
hay esfuerzos de armonización de datos a través de observatorios
y centros de análisis, especialmente a nivel local, los métodos de
registro aún varían significativamente dependiendo de las fuentes de
información, sean éstas medicina legal, entidades de investigación
judicial, o departamentos de policía51.
Aún en el caso en que los delitos pudieran ser geocodificados
efectivamente, la heterogeneidad espacial de la denuncia de delitos
crea nuevos problemas, especialmente para detectar patrones
espaciales. Una de las técnicas más utilizadas para el análisis de los
patrones espaciales de la delincuencia son los Indicadores Locales
de Análisis Espacial52 (LISA, por sus siglas en inglés). Los LISA
se utilizan para evaluar la heterogeneidad u homogeneidad de los
datos integrando en el análisis la autocorrelación espacial global, lo
que la hace una técnica poderosa y confiable. Si bien este método es
útil con información de poblaciones totales altamente desagregada,
como datos del censo, su aplicación con datos de delitos reportados
es problemática. Con la excepción de datos de homicidio, los niveles
de denuncia de delitos varían espacialmente, invalidando la premisa
de aleatoriedad espacial de la muestra. Por ejemplo, las tasas de
denuncia varían según la condición socioeconómica: mientras que
los estratos socioeconómicos más altos en Bogotá (5 y 6) reportaron
entre el 40% y el 50% de los delitos en 2003, los más bajos (1 y
2) reportaron menos del 25%53. Además, la denuncia de delitos
varía mucho dentro de Bogotá, reflejando la marcada segregación
socio-económica. Las localidades del nororiente –como Chapinero,
Usaquén, Santa Fe y Candelaria- alcanzaron tasas de denuncia por
51
Rodrigo Guerrero Velasco and others, “Sistema De Indicadores Comparables
De Convivencia Y Seguridad Ciudadana: Un Consenso De Países.” Revista
Panamericana De Salud Pública 31, no. 3 (2012).
52
Anselin and others, Spatial Analyses of Crime, 213-262.; Jerry Ratcliffe, “Crime
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53
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Administrativo de Estadística. República de Colombia,[2003]) (accessed
17/02/2014).
294 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
5. IMPLICACIONES DE LA
FOCALIZACIÓN TERRITORIAL
54
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Una Mirada Crítica al Mepeo del Delito y la Focalización Territorial... 295
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296 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
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63
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Una Mirada Crítica al Mepeo del Delito y la Focalización Territorial... 297
64
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298 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
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Criminology of Place.” Criminology 27, no. 1 (1989): 27-56.
306 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
1
UNODC.
2
En adelante se entenderá como E.B.P.
3
Traducción realizada por el autor de este capítulo.
310 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
4
En un apartado más adelante se explicará con mayor detalle.
312 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
5
Según Roberts, et, al. (2003), es la búsqueda de medidas penales, en respuesta
a una necesidad popular de reducir el delito, reducir el crimen o promover la
justicia, con el objetivo de tener ganancias en adhesiones sociales o favorabilidad
y aceptación, sin considerar su efectividad.
6
Para nuestro caso hablaremos de criminología entendida como una ciencia
multidisciplinaria encargada de estudiar el comportamiento criminoso.
Introducción 313
7
Proceso evidente en el desarrollo de los observatorios del delito de la Policía de
Colombia, explicado más adelante.
8
La georeferenciación del delito o “hotspots”, fueron y son acciones que permitieron
o permiten priorizar en los sitios críticos del delito, señalando a la policía un
aumento de patrullajes o presencia en esas zonas (Sherman 2013). Así mismo, el
modelo de policía comunitaria o policía de proximidad fue diseñado para afianzar la
relación entre ciudadanía y policía, enfocando las acciones a la solución (de la mano
con la comunidad) de las causas generadoras de conflictividad. Estas estrategias y
otras, por señalar algunas, fueron y son tomadas por diferentes policías del mundo;
pero el papel de la policía es asumir E.B.P. en su actividad policial.
314 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
9
Siguiendo los planteamientos de EBP, identificando los mejores resultados
empíricos para contextualizarlos y replicarlos en Colombia.
10
El crimen si no es enfrentado de forma permanente con una institución legitima
y que represente la regulación de los comportamientos criminosos o conductas
desviadas a la norma, no se obtiene control, prevención y disminución de los delitos
o conflictos de una ciudad.
Introducción 315
11
Llamado en sus inicios como Plan Nacional de Vigilancia Comunitaria por
Cuadrantes (PNVCC).
316 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
12
POP (Problem-Oriented Policing) propuesto por Goldstein (1979).
318 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
13
Para el 2009 la participación de Bogotá en el índice nacional de homicidios,
correspondía al 9% del total de este delito en todo el territorio colombiano (la
participación porcentual más alta de todas las ciudades).
14
San Juan (2000; 2013), planteó como espacios crimipetos, las características
estructurales de un lugar que facilitan la ocurrencia de un delito, en ellas están
inmersas las características culturales, demográficas, sociales y urbanísticas, entre
otras.
15
Término anglosajón utilizado por Sherman (1990) para definir las zonas críticas
o puntos críticos de mayor concentración de un delito.
322 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
16
En otras palabras actividad de policía basada en la evidencia empírica: EBP.
Introducción 329
17
Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cúcuta, Bucaramanga, Pereira y Cartagena.
18
Modelo POP utilizado por diferentes policías del mundo y adaptado al contexto colombiano
a través de las características exitosas en la evaluación de la policía de otros países.
330 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
19
Aplicar principios de la criminología para obtener el diagnóstico del crimen.
Introducción 331
20
Para la explicación del Think Tank criminológico aquí descrita, se incluye un
aparte del artículo publicado por Norza y Torres (2013) en la revista Archivos
de Criminología, Criminalistica y Seguridad Privada, Año 5, Vol. X enero-julio
2013, en la cual fue publicado de manera más amplia el texto y se ha solicitado
autorización a su grupo editorial para incluirlo en este escrito.
21
El modelo norteamericano se caracteriza por un staff numeroso con investigadores
estables que abracan todos los temas de pertinencia para la institución.
332 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
los años, cada vez más personal en todo el territorio nacional para el
desarrollo de las diferentes investigaciones judiciales y coordinaciones
entre organismos de la rama judicial, a través de los diferentes actores
entendidos como fiscales, jueces y funcionarios de policía judicial;
conformando de tal manera un equipo o aparato judicial responsable de
la investigación, captura y condena de los victimarios en el país.
Sin embargo, al reflexionar sobre el deber ser de la reacción formal
del Estado hacia el crimen, fue claro encontrar la necesidad de generar
estrategias multidimensionales frente al delito, comprendidas desde
la prevención, disuasión, control y tratamiento del crimen; es decir, la
operacionalización concreta de la criminología como ciencia fundamental
en la política pública encauzada al crimen en un Estado y que se
convertiría en el principal objetivo del Observatorio del Delito (Norza,
Ruiz, Rodriguez, y Useche, 2011). En este entendido la Policía Nacional
de Colombia como institución de más de 120 años, creó en el año 1955 el
Departamento de Información y Estadística Criminal, como un organismo
subordinado a la Rama Judicial e inicia la consolidación sistemática de
los datos correspondientes a los delitos y contravenciones ocurridos en el
país, designando a un equipo de profesionales estadísticos, matemáticos,
psicólogos y funcionarios de policía quienes efectuaban las coordinaciones
con cada departamento geográfico, para finalmente suministrar al país
los registros de los delitos ocurridos cada año en el territorio nacional.
Posteriormente en 1958 se editó y se lanzó por primera vez la
Revista Criminalidad como el resultado de la estandarización de cifras
delincuenciales en Colombia, brindando al país los indicadores y datos
orientadores de las estrategias y acciones encaminadas al delito. En tal
sentido, se dio origen a las primeras aproximaciones criminológicas
referentes al conocimiento de la realidad criminal vivenciada por los
colombianos, permitiendo una aproximación a la dinámica delictual de las
regiones, traducida en el insumo para los primeros mandatarios locales y
la primera autoridad del país, en la línea base para la creación de políticas
públicas que atendieran el nivel de conflictividad esclarecido año tras año.
Por consiguiente, la Policía Nacional fue la primera institución en Colombia
que inicia con la adopción de la criminología como ciencia fundamental en
la planeación de las actuaciones encaminadas a la seguridad y convivencia.
Durante las décadas siguientes fortalece un equipo multidisciplinario
encargado de la consolidación y análisis estadísticos de las noticias
criminales acaecidas durante cada año, surgiendo en 1974 la oficina
Introducción 333
22
Instituto Colombiano para el avance de la ciencia y la tecnología.
Introducción 335
23
Goldstein, H. “Problem-Oriented Policing: The Rationale, the Concept, and
Reflections on its Implementation”. Universidad de Wisconsin, Madison, 1996.
Introducción 337
24
Problem Oriented Policing, por sus siglas en inglés.
25
Plan Nacional de vigilancia por cuadrantes.
26
Eck, J.E., y W. Spelman. 1987. Problem Solving: Problem-oriented policing in
Newport News. Washington, D.C.: Police Executive Research Forum.
338 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
27
Diagrama propuesto para el análisis de variables que intervienen en el delito, donde
interactúa la víctima, el victimario, la cultura, las economías ilícitas, el control
social, la vulnerabilidad, las medidas secutarias y el NBI.
28
Antropólogos, sociólogos, matemáticos, psicólogos, criminólogos, economistas,
administradores policiales, abogados, entre otras.
Introducción 339
29
Entendida como la capacidad de implementar corresponsabilidades con trabajo
inter-agencial.
Introducción 341
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. INTRODUCCIÓN
del científico (que como tal puede o debe tomar posiciones frente a
cuestiones morales) y del quehacer científico (cuya conducta puede
juzgarse éticamente), se tiende a asumir que sus productos y sus
resultados (evidencia, hipótesis, teorías, leyes) deben permanecer
libres de cargas valorativas. De hecho la criminología de ve atrapada
en esta “neutralidad científica” de sus teorías lo que para algunos
académicos significa no pronunciarse éticamente sobre cuestiones de
crimen que afectan a una sociedad (Clear & Natasha, 2008).
El crimen se vuelve además un fenómeno especial pues no es
deseable su ocurrencia. Es entendible por lo tanto la expectativa
acerca de los beneficios que puedan traer las teorías para prevenirlo,
menguarlo o eliminarlo. Es decir, la criminología denota una
inclinación hacia la acción efectiva para intervenir el fenómeno que
estudia, se espera que la aplicación de las teorías que la criminología
produce sirvan para proponer iniciativas y estrategias que prevengan,
disminuyan o controlen el crimen—algunos hacen la distinción
explícita de una “criminología aplicada” (Brodeur, 1999; Miller,
2009)—típicamente a través del diseño de política pública e.g. (Clear
& Natasha, 2008). Ejemplos de preguntas de investigación científica
que ilustran la racionalidad causal con fines de aplicación son: ¿si
las penas son más fuertes disminuye el crimen? ¿Los programas
de prevención de la drogadicción favorecen la disminución del
crimen? ¿La resocialización en cárceles disminuye la reincidencia?
Es decir, la criminología no es “ciencia básica desinteresada” para
explicar unas observaciones sino que tiene la inclinación a producir
conocimiento que al aplicarlo sea útil para realizar transformaciones
sociales (Brodeur, 1999). Se asume entonces que la aplicación de
teorías científicas puede llevar a resolver los problemas relacionados
con el fenómeno pues se espera que sirvan como recomendaciones
para la acción, pues para los criminólogos “las políticas contra el
crimen deben ser guiadas por la ciencia” (Barlow & Decker, 2010,
p. xi) o en general estar basadas en investigación científica (Fagan,
2014), es decir, “informadas por lineamientos teóricos científicamente
establecidos que sean predeciblemente capaces de perfeccionar las
mejores prácticas” (Miller, 2009, p. 3) y que sean generalizables y
replicables (Miller, 2009; Welsh & Farrington, 2001). Las versiones
más recientes de esta posición idealista à-la-Berkeley son la
criminología experimental y la criminología basada en evidencia
(Fagan, 2014; Welsh, Braga, & Bruinsma, 2013a; Welsh & Farrington,
Crimen: Cuestión de Ingeniería 355
3. EL “COMPLEJO DE DIOS”
existe (ni se busca) una “teoría general de puentes” para aplicar en cada
instancia, es un problema de diseño el cual es nuevo cada vez. Petroski
(1992, 2004, 2010) ilustra esta singularidad precisamente para el caso
de la ingeniería estructural y la construcción de puentes. Y dentro
de cada particularidad no hay una única solución, no es cuestión de
“encontrar la solución” pues esta no está pre-determinada. El proceso
de diseñar requiere tomar múltiples decisiones: hay que crear nuevos
objetos, nuevas posibilidades, nuevos espacios de solución, cuestiones
que no se descubren, hay que decidirlas; igualmente hay que decidir
acerca de las posibles soluciones a considerar, decidir cuáles excluir y
por qué, decidir criterios de desempeño y de valoración de alternativas,
resolver conflictos entre soluciones contradictorias, decidir sobre
intercambios de corto y largo plazo (trade-offs), decidir criterios
de satisfacción si no se llegan a cumplir todas las especificaciones,
requerimientos y restricciones que el problema plantea. Todas estas
decisiones le dan forma al diseño resultante (Kroes, 2012), es decir, lo
que la ingeniería produce está permeado y determinado por decisiones
particulares, contingentes, políticas, valorativas.
El pragmatismo epistemológico del diseño de ingeniería, orientado
a la acción efectiva, implica que debe considerar elementos que se
quedan por fuera de enfoques naturalistas orientados hacia la teoría, la
abstracción y los modelos idealizados, pues un diseño debe funcionar
en la práctica y cumplir con el propósito y las especificaciones que
lo motivaron; el ingeniero no puede hacer lo mismo que el científico,
no puede idealizar el problema que tiene al frente; la resistencia del
aire, la fricción de los materiales, los intereses y decisiones de los
actores involucrados, la manera como un sistema opera realmente
en la práctica, no los puede obviar (Goldman, 2004; Hansson,
2007; McCarthy, 2010). La primacía de la efectividad del diseño
implica que satisfacer las condiciones funcionales—así sea de forma
aproximada—es suficiente, el diseño debe resolver el problema de la
mejor forma posible. En ingeniería, al contrario de lo que usualmente
se piensa, la precisión matemática y las soluciones analíticas exactas no
son estrictamente requeridas (Hansson, 2007), soluciones numéricas
y aproximaciones pueden ser suficientes. Un diseño además implica
consideraciones valorativas, e.g. “amigable al usuario”, “riesgoso”,
“legal”, “deseable”, “satisfactorio”, etc. ajenas a la actividad científica.
De hecho un artefacto que va a cambiar un estado de cosas refleja
intenciones humanas las cuales están abiertas a la crítica valorativa y
Crimen: Cuestión de Ingeniería 365
Ciencia Ingeniería
Descubrir Diseñar
Describir Prescribir
Comprender, contemplar,
Actuar, transformar
observar
Práctica, tecnologías, tarea
Teoría
específica
Universal Particular
Eterno Temporal, histórico
Utópico, libre de contexto Contextual
Normalidad, homogeneidad Singularidad, heterogeneidad
Abstracto Concreto
Absoluto Relativo a una situación
Conocimiento justificado Conocimiento injustificado
Know-that Know-how
Método científico Heurísticas
Incondicional, necesario Contingente
Desinteresado Propósitos
Valoración, consecuencias,
Éticamente neutral
ética
Certero (probabilidades Incierto (probabilidades
conocidas) desconocidas)
Tabla 1. Ciencia e Ingeniería: epistemologías diferentes
Basado en Goldman (2004) y Olaya (2012a)
e.g. (Considine, 2012; Johnson & Cook, 2014; Linder & Peters, 1984)
aunque no siempre desprendiéndose de la aspiración científica la cual
pareciera irrenunciable. Mark Moore, profesor de política criminal
de la Universidad de Harvard, a pesar de haber identificado en 1983
la diferencia de propósitos entre la ciencia y el análisis de políticas
(Moore, 1983), se vio en la necesidad de repetir su argumento casi
20 años después (Moore, 2002) pues se declaró “decepcionado de
que [estas diferencias] no han sido ampliamente comprendidas” (p.
35)—lo que coincide con la motivación para escribir este capítulo.
Moore identifica algo que parece obvio pero cuya diferencia no parece
comprenderse: que las ciencias sociales tienen metas diferentes de las
metas de los diseñadores de políticas públicas y tomadores de decisión;
a estos últimos no les interesan las teorías ni el funcionamiento
general del mundo sino saber cómo enfrentar los problemas
particulares a los que se enfrentan en su parcela concreta del universo,
razonamiento que la ciencia no está en capacidad de ofrecer por su
pretensión de universalidad que ignora las particularidades concretas
de cada singularidad. No están interesados en descripciones sino en
prescripciones. Moore (2002) finaliza así su argumento:
Los hallazgos de las ciencias sociales nunca están en la capacidad
de dictar completamente la respuesta correcta a una pregunta
importante de políticas [policy]… porque las cuestiones normativas
permanecen enteramente por fuera del alcance de la ciencia… Una
pregunta importante para aquellos que utilizan métodos científicos,
teorías, y hallazgos para informar políticas es, entonces, cómo deben
ellos materializar los compromisos que tienen con razonamientos
desapasionados y su interpretación de evidencias, con temas que
actualmente (y quizás para siempre) están por fuera del alcance de
la ciencia. La respuesta a esa pregunta nos mostraría de qué forma
debería ser el mundo del diseño y análisis de políticas, y sospecho
(bueno, realmente sé) que es un mundo muy diferente del mundo de
las ciencias sociales (p. 42).
Lo llamativo es que ni Wilson ni Moore caen en la cuenta de
vincular sus argumentos con la epistemología de la ingeniería,
ni siquiera el término aparece en sus discursos. El diseño de
política pública, artefacto para enfrentar el crimen colectiva e
institucionalmente, consiste en la creación intencional de sistemas
artificiales complejos para alcanzar propósitos determinados; esto
382 Farid Samir Benavides Vanegas, PhD
8. INVITACIÓN