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1

Esposa (E): “No puedo creer que hayas hecho esto, Juan. ¿Cómo pudiste
serme infiel?”
Esposo (J): “María, lo siento. Fue un error, una debilidad momentánea.”
E: “¡Debilidad momentánea! Llevabas meses ocultándome esto. ¿Cuántas
veces te vi mirando tu teléfono con esa sonrisa estúpida?”
J: “No quería lastimarte. Pero sí, cometí un error. No puedo justificarlo.”
E: “¿Y ella? ¿Quién es? ¿Cuánto tiempo lleva esto?”
J: “No quiero hablar de ella. Esto no debería haber sucedido.”
E: “¿No quieres hablar de ella? ¡Claro! Porque es más fácil para ti. Pero
yo estoy aquí, destrozada.”
J: “María, por favor, déjame explicarte…”
E: “No hay explicación que justifique esto. ¿Cómo puedo volver a confiar
en ti?”
J: “Lo sé. Pero, por favor, dame una oportunidad para demostrarte que
puedo cambiar.”
E: “Una oportunidad… después de todo esto. No sé si puedo.”
J: “Te amo, María. No quiero perder nuestra familia.”
E: “El amor no debería doler tanto. Pero ¿sabes qué? No merezco esto.”

2
E: No quiero escuchar excusas. No puedo seguir viviendo en esta mentira.
Nuestro matrimonio se ha vuelto insostenible. Necesito el divorcio.
H: (con voz quebrada) María, lo siento. No puedo negarlo. Cometí un error
terrible. Pero te amo. ¿No podemos intentar arreglar las cosas?
E: (con lágrimas en los ojos) Juan, el daño está hecho. La confianza se ha
roto. No puedo seguir viviendo con la sombra de la infidelidad sobre
nosotros. No merezco esto.
H: (desesperado) María, por favor. Dame una oportunidad para
enmendarlo. Haré lo que sea necesario.

E: Ya no puedo. (se levanta) Presentaré la demanda de divorcio. Quiero


empezar de nuevo, sin mentiras ni traiciones.
H: (derrotado) Entiendo. Pero nunca olvides que te amo, María.
(María se aleja, dejando a Juan solo en la habitación, con el corazón roto y
la certeza de que su error ha costado el amor de su vida).

3
Narrador: El sol se asoma tímidamente por la ventana, pintando de tonos
dorados la habitación. El aire es fresco, y el día siguiente se presenta
como una hoja en blanco, llena de posibilidades. La pareja, con los
corazones aún heridos por la confesión de infidelidad, se enfrenta a un
nuevo amanecer. Las palabras dichas la noche anterior siguen resonando
en el silencio de la habitación. ¿Podrán sanar las heridas? ¿Encontrarán la
manera de seguir adelante juntos? Solo el tiempo lo dirá. La hija, ajena a
los conflictos de sus padres, se despierta en su habitación. Sus ojos se
posan en la fotografía en la mesita de noche: una imagen de la familia
sonriente en tiempos más felices. Las lágrimas amenazan con escapar,
pero ella se las traga. No quiere que la vean llorar.
Hija: (susurrando) Mamá, papá, ¿por qué no pueden ser como antes?
¿Por qué todo cambió?
En la cocina, la madre prepara el desayuno. El aroma del café se mezcla
con la tristeza que flota en el aire. El padre, con la mirada perdida, se
sienta a la mesa.
Madre: (con voz temblorosa) Hoy es el día, ¿verdad? El día en que todo se
rompe.
Padre: (asintiendo) Sí. No podemos seguir así. No es justo para ninguno
de nosotros.
La hija entra, con los ojos hinchados por el llanto silencioso. Se sienta
frente a su madre.
Hija: (con voz entrecortada) ¿Van a divorciarse?
La madre toma su mano y la aprieta con ternura.
Madre: (suspirando) Sí, cariño. Papá y yo hemos tomado esa decisión.
Pero no te preocupes, siempre estaremos aquí para ti.
La hija asiente, pero su corazón duele. La línea que separa a sus padres
se vuelve más profunda. Las palabras no pueden arreglar lo que está roto.
Padre: (con tristeza) Hija, esto no cambia nuestro amor por ti. Siempre
seremos tus padres.
La hija se levanta y abraza a ambos. Las lágrimas fluyen libremente ahora.
Hija: (sollozando) Los amo a los dos. No quiero que se vayan.
Madre: (acariciando su cabello) Siempre seremos tu familia, incluso si
vivimos en casas diferentes.
Y así, en ese día siguiente lleno de incertidumbre, la familia se desgarra y
se reconfigura. La hija, con su inocencia y su corazón frágil, intenta
comprender lo inexplicable. El amor, herido, pero no olvidado, se convierte
en un hilo que los une a pesar de la distancia.

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La hija, ajena a los conflictos de sus padres, se despierta en su habitación.
Sus ojos se posan en la fotografía en la mesita de noche: una imagen de la
familia sonriente en tiempos más felices. Las lágrimas amenazan con
escapar, pero ella se las traga. No quiere que la vean llorar.

Hija: (susurrando) Mamá, papá, ¿por qué no pueden ser como antes?
¿Por qué todo cambió?

En la escuela, el ambiente es diferente. Los pasillos, que solían ser un


lugar de risas y amistad, ahora se sienten hostiles. La hija camina con la
cabeza gacha, tratando de evitar las miradas y los comentarios hirientes.
El bullying se ha convertido en su sombra constante.
Compañero 1: (riendo) Miren, aquí viene la niña de los padres divorciados.
¿Todavía lloras por las noches?

5
Compañera 1: (burlándose) Debe ser difícil ser la hija de un traidor.

La hija aprieta los puños, sintiendo la impotencia y la tristeza. No quiere


que nadie vea su dolor. Pero el bullying no se detiene. Las palabras
crueles se clavan en su corazón.

Compañero 2: (empujándola) ¿Por qué no te vas con tus padres rotos? No


perteneces aquí.

6
Niño 2: (riendo) ¿Tus padres ya no se aman? ¡Qué triste!
Niña: (con voz temblorosa) Por favor, dejen de burlarse. No es fácil para
mí.
Niño 1: ¿Qué pasa, llorona? ¿Vas a llorar ahora?
Niña: (tragando sus lágrimas) No quiero pelear. Solo quiero que me dejen
en paz.
Niño 2: (empujándola) ¿Qué vas a hacer al respecto? Tus padres se están
divorciando. Eres una perdedora.
Niña: (mirando al suelo) No soy una perdedora. Solo estoy pasando por un
momento difícil.
Niño 1: (señalándola) ¡Miren, todos! La niña de los padres rotos.
Niña: (con determinación) No me importa lo que digan. Mis padres pueden
estar separados, pero eso no me define. No soy débil.
La niña se aleja, sintiendo la soledad y la tristeza en su corazón. Los niños,
sin embargo, no se dan cuenta del dolor que causan con sus palabras
hirientes.

7
La niña se promete a sí misma que no permitirá que el bullying la derrote.
Narrador: Las noches se vuelven más largas para la niña. El silencio de su
habitación solo es interrumpido por el sonido de sus sollozos. La ansiedad
se apodera de su mente, y el miedo al futuro la atormenta.
Niña: (susurrando) ¿Por qué? ¿Por qué mis padres no pueden estar
juntos? ¿Por qué me siento tan sola?
Voz interna: Eres fuerte, recuerda. Pero la tristeza no se va. Se queda
contigo, como una sombra.
Niña: (abrazando su almohada) No quiero sentirme así. No quiero estar
asustada todo el tiempo.
Voz interna: La ansiedad es como una tormenta en tu mente. Pero también
eres resiliente. Respira. Inhala. Exhala.
Niña: (cerrando los ojos) ¿Cómo puedo superar esto? ¿Cómo puedo
encontrar la paz?
Voz interna: A veces, la paz está en aceptar lo que no puedes cambiar. Y
en buscar ayuda. Habla con alguien, comparte tu dolor.
Niña: (susurrando) No quiero ser una carga para nadie.
Voz interna: No lo eres. Las personas que te aman quieren ayudarte. No
estás sola en esto.
La niña se sumerge en sus pensamientos, luchando contra la oscuridad.
Pero también hay una pequeña luz dentro de ella, una chispa de
esperanza que se niega a apagarse. Quizás, con el tiempo, esa luz
crecerá y la guiará hacia la sanación.
8
Narrador: Una tarde, los padres de la niña notan un cambio en su
comportamiento. La ven más callada, con ojeras bajo los ojos y una
tristeza que no puede ocultar.
Madre: (preocupada) ¿Qué pasa, cariño? Has estado muy callada
últimamente.
Padre: (acercándose) Sí, y hemos notado que no estás durmiendo bien.
¿Hay algo que quieras compartir con nosotros?
Niña: (tragando sus lágrimas) No quiero ser una carga para ustedes.
Madre: (tomando su mano) No eres una carga. Eres nuestra hija, y
siempre estaremos aquí para ti.
Padre: (sentándose junto a ella) ¿Algo está pasando en la escuela?
¿Alguien te está molestando?
Niña: (suspirando) Los niños en la escuela se burlan de mí. Dicen cosas
sobre mis padres y… (se quiebra) me siento sola.
Madre: (abrazándola) Oh, cariño. No tienes que enfrentar esto sola.
Hemos estado tan ocupados con nuestra propia situación que no nos
dimos cuenta.
Padre: (con determinación) Escucha, no queremos que sufras. Vamos a
hablar con tus maestros y asegurarnos de que esto se detenga.
Niña: (mirando a sus padres) ¿Y si no puedo soportarlo?
Madre: (con ternura) No tienes que hacerlo sola. Vamos a buscar ayuda
juntos. Un terapeuta puede ayudarte a manejar la ansiedad y a lidiar con el
bullying.
Padre: (acariciando su cabello) Eres fuerte, pero incluso los más fuertes
necesitan apoyo. No estás sola en esto, cariño.
La niña se siente aliviada al saber que sus padres están a su lado. Juntos,
buscarán soluciones y la ayudarán a sanar. La habitación se llena de amor
y comprensión, y la niña sabe que no importa lo que pase, siempre tendrá
a su familia a su lado
9
Narrador: La niña, abrumada por la tristeza y la ansiedad, busca ayuda.
En la sala de terapia, se sienta frente a una profesional comprensiva.
Terapeuta: Hola, ¿cómo te sientes hoy?
Niña: (con voz temblorosa) Me siento atrapada. Mis padres se están
separando, y los niños en la escuela no dejan de burlarse de mí.
Terapeuta: Es normal sentirse así. Pero recuerda que no estás sola. Estoy
aquí para escucharte.
Niña: (con lágrimas en los ojos) No quiero que me vean como una víctima.
Terapeuta: No eres una víctima. Eres una persona que está pasando por
un momento difícil. ¿Has hablado con tus padres sobre cómo te sientes?
Niña: (negando con la cabeza) No quiero preocuparlos más.
Terapeuta: A veces, compartir tus sentimientos puede aliviar la carga. Y
también podemos trabajar en estrategias para manejar la ansiedad.
Niña: (suspirando) ¿Cómo puedo encontrar la paz?
Terapeuta: La paz no llega de la noche a la mañana. Pero podemos
explorar técnicas de relajación, como la respiración profunda. Y también
puedes escribir tus pensamientos en un diario.
Niña: (mirando a la terapeuta) ¿Crees que algún día estaré bien?
Terapeuta: Creo que eres fuerte y valiente. Y con el tiempo y el apoyo
adecuado, encontrarás la paz que buscas.
La niña sale de la terapia con una mezcla de esperanza y miedo. Pero
sabe que está dando un paso hacia la sanación. La ansiedad no
desaparece, pero tal vez, con el tiempo, pueda aprender a vivir con ella.
10
En el parque, un año después

Narrador: El tiempo ha pasado, y la niña ha crecido. Aunque sus padres


siguen separados, han aprendido a coexistir en armonía por el bienestar
de su hija.
Madre: (sonriendo) ¿Listos para el picnic en el parque?
Padre: (tomando la canasta) Siempre. ¿Sabes? A veces me sorprende lo
bien que nos llevamos ahora.
Niña: (corriendo hacia ellos) ¡Vamos, vamos! Quiero jugar al frisbee.
Madre: (lanzando el frisbee) Tu hija tiene razón. Aunque no estemos
juntos, somos una familia.
Padre: (atrapando el frisbee) Exacto. Y siempre estaremos aquí para ti,
pequeña.
Niña: (riendo) No importa si viven en casas diferentes. Ustedes son mis
padres, y los amo.
Madre: (abrazando a la niña) Y te amamos a ti, cariño.
Padre: (mirando a su ex esposa) A veces, la vida nos lleva por caminos
inesperados. Pero aquí estamos, encontrando la felicidad en pequeños
momentos.
Niña: (señalando al cielo) Miren, una cometa. ¿Creen que papá pueda
hacer una igual?
Padre: (riendo) Claro que sí. Y tú también, mamá.
Madre: (tomando la mano del padre) Juntos, aunque separados, siempre
seremos una familia feliz.
La niña corre tras la cometa, y sus padres la observan con amor. Aunque
sus caminos se bifurcaron, encontraron una nueva forma de ser felices. La
separación no definió su historia; el amor y la resiliencia lo hicieron.

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