Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
141
por muchas vidas, por muchos cuerpos animales. Puede que empieces a
aullar, puede que empieces a gritar, puede que empieces a rugir como un
león. No sabes.
Cualquier cosa es posible: eso produce miedo. Necesitas mantener el
control para no perderte a ti mismo en algo. Por eso nunca conocemos nada.
Y a menos que conozcas, no puedes trascender. Acepta, profundiza, entra
hasta las mismas raíces. Esto es tantra. El tantra aboga por experiencias
profundas. Cualquier cosa que se haya experimentado puede ser
transcendida; cualquier cosa que se haya reprimido, nunca puede ser
transcendida.
142
Capítulo 9
Los Sutras
13 O imagina que los círculos de cinco colores de la cola del pavo real son tus
cinco sentidos en el espacio ilimitable. Ahora deja que su belleza se funda
por dentro. Del mismo modo, con cualquier punto del espacio o de una
pared: hasta que el punto se disuelva. Entonces tu deseo de otro se hace
realidad.
14 Pon toda tu atención en el nervio, delicado como el estambre del loto, del
centro de tu columna vertebral. Así, sé transformado.
145
miedo, angustia. Toda su vida será simplemente una lucha, una pugna, y una
pugna que está destinada a ser un fracaso. El hombre no puede triunfar
porque una parte nunca puede triunfar contra el todo.
No puedes triunfar contra la existencia. Puedes triunfar con ella, pero
nunca contra ella. Y ésa es la diferencia entre un hombre religioso y un hom-
bre no religioso. Un hombre no religioso está contra el universo; un hombre
religioso está con el universo. Un hombre religioso se siente en casa. No
siente que ha sido arrojado al mundo; siente que ha crecido en el mundo.
Hay que recordar la diferencia entre ser arrojado y haber crecido de algo.
Cuando Sartre dice que el hombre es arrojado al mundo, la misma
palabra, la formulación misma muestra que no estás en tu sitio. Y la palabra,
la elección de la palabra «arrojado», significa que has sido obligado sin tu
consentimiento. De modo que este mundo te parece hostil. Entonces el re-
sultado será la angustia.
Sólo puede ser de otra manera si no eres arrojado al mundo, sino que
creces como parte de él, como una parte orgánica. En realidad, sería mejor
decir que eres el universo que ha crecido en una dimensión específica que
llamamos «humana». El universo crece en multidimensiones: en árboles, en
colinas, en estrellas, en planetas..., en multidimensiones. El hombre es
también una dimensión de crecimiento. El universo está realizándose a sí
mismo a través de muchísimas dimensiones. El hombre también es una
dimensión junto con la altura y la cima. Ningún árbol puede tomar conciencia
de sus raíces; ningún animal puede tomar conciencia de sus raíces. Es por
eso que para ellos no hay ansiedad.
Si no eres consciente de tus raíces, de tu centro, nunca puedes ser
consciente de tu muerte. La muerte es sólo para el hombre. Sólo existe para
el hombre, porque sólo el hombre puede tomar conciencia de sus raíces,
conciencia de su centro, conciencia de su totalidad y su enraizamiento en el
universo.
Si vives sin un centro, si sientes que eres un extraño, el resultado será la
angustia. Sin embargo, si sientes que estás en casa, que eres un creci-
miento, una realización de la potencialidad de la existencia misma -como que
la existencia misma se ha vuelto consciente en ti, como que ha tomado
conciencia en ti -, si te sientes así, si realmente lo percibes de esta manera,
el resultado será la dicha.
La dicha es el resultado de una unidad orgánica con el universo, y la
angustia es el resultado de un antagonismo. Pero, a no ser que conozcas el
centro, estás abocado a sentir un «arrojamiento», como si te hubieran
impuesto la vida a la fuerza. Este centro que está ahí, aunque el hombre no
es consciente de él, es de lo que tratan estos sutras de los que vamos a
hablar. Antes de entrar en el Vigyan Bhairav Tantra y sus técnicas referentes
al centro, dos o tres cosas más.
Una: cuando el hombre nace está enraizado en un punto concreto, en un
chakra -centro- concreto, que es el ombligo. Los japoneses lo llaman hara:
de ahí el término harakiri. Harakiri significa suicidio. Literalmente, el término
significa matar el hara, la columna, el centro. El hara es el centro; destruir el
centro es el significado de harakiri. Pero, en cierto modo, todos hemos
cometido el harakiri. No hemos matado el centro, pero nos hemos olvidado
de él, o nunca lo hemos recordado. Está ahí esperando, y nos hemos ido
distanciando más y más de él.
Cuando nace un niño, está enraizado en el ombligo, en el hara; vive por
medio del hara. Observa a un niño respirando: su ombligo sube y baja.
Respira con el abdomen, vive con el abdomen; no con la cabeza, no con el
corazón. Pero poco a poco tendrá que distanciarse.
Primero desarrollará otro centro: el corazón, el centro de la emoción.
Aprenderá el amor, será amado, y se desarrollará otro centro. Este centro
146
no es el centro verdadero; este centro es un derivado. Por eso los psicólogos
dicen que si un niño no es amado, nunca será capaz de amar.
Si un niño es criado en circunstancias no amorosas -en circunstancias que
son frías, sin nadie que le ame y dé calor-, él mismo no será capaz de amar
a nadie en su vida, porque el centro mismo no se desarrollará. El amor de la
madre, el amor del padre, la familia, la sociedad: eso es lo que contribuye a
desarrollar un centro. Ese centro es un derivado; no naces con él. De modo
que si no se le ayuda a crecer, no crecerá. Hay muchísimas personas sin el
centro del amor. Siguen hablando del amor, y siguen creyendo que aman,
pero les falta el centro, así que ¿cómo van a poder amar? Es difícil tener una
madre amorosa, y muy difícil y excepcional tener un padre amoroso. Todo
padre, toda madre, piensa que ama. No es tan fácil. El amor es un brote
difícil, muy difícil. Pero si no hay amor al principio para el niño, él mismo
nunca será capaz de amar.
Por eso la humanidad entera vive sin amor. Seguís produciendo niños,
pero no sabéis cómo darles el centro del amor. Más bien, por el contrario,
cuanto más civilizada se vuelve la sociedad, más fuerza a que surja un tercer
centro, que es el intelecto. El ombligo es el centro original. Un niño nace con
él; no es un derivado. Sin él, la vida es imposible, de modo que se recibe. El
segundo centro es un derivado. Si el niño recibe amor, responde. En este
responder, crece en él un centro: el centro del corazón. El tercer centro es la
razón, el intelecto, la cabeza. La educación, la lógica y la enseñanza crean un
tercer centro; ése también es un derivado.
Pero vivimos en el tercer centro. El segundo está casi ausente; o, incluso
si está presente, no está en funcionamiento; o, incluso si a veces funciona,
funciona irregularmente. Pero el tercer centro, la cabeza, se vuelve la fuerza
básica en la vida, porque la vida entera depende de este tercer centro. Es
utilitario. Lo necesitas para la razón, la lógica, el pensamiento. De modo que,
tarde o temprano, todo el mundo se orienta hacia la cabeza; empiezas a vivir
en la cabeza.
La cabeza, el corazón, el ombligo: éstos son los tres centros. El ombligo es
el centro que se nos da, el centro original. El corazón se puede desarrollar, y
es bueno desarrollarlo por muchas razones. También es necesario desarrollar
la razón, pero no debe ser desarrollada a costa del corazón, porque si la
razón se desarrolla a costa del corazón, pierdes el nexo y no puedes volver al
ombligo. El desarrollo es de la razón a la existencia y al ser. Tratemos de
entenderlo de esta manera.
El centro del ombligo está en ser; el centro del corazón está en sentir; el
centro de la cabeza está en saber. Saber es lo que está más lejos de ser;
sentir está más cerca. Si te falta el centro de sentir, entonces es muy difícil
crear un puente entre la razón y ser: verdaderamente difícil. Por eso una
persona amorosa puede tomar consciencia de estar en casa en el mundo
más fácilmente que una persona que vive mediante el intelecto.
La cultura occidental ha puesto el énfasis básicamente en el centro de la
cabeza. Es por eso que en Occidente se siente una profunda preocupación
por el hombre. Y la profunda preocupación viene con su no estar en casa, su
vacío, su desarraigo. Simone Weil escribió un libro, La necesidad de tener
raíces. El hombre occidental se siente desarraigado, como si no tuviera
raíces. La razón de ello es que sólo la cabeza se ha vuelto el centro. El
corazón no ha sido adiestrado, falta.
El latido del corazón no es tu corazón, sino sólo una función fisiológica. Así
que si sientes el latido, no lo entiendas mal y pienses que tienes corazón. El
corazón es otra cosa. Corazón significa la capacidad de sentir; cabeza
significa la capacidad de saber. Corazón significa la capacidad de sentir, y ser
significa la capacidad de ser uno, de ser uno con algo..., la capacidad de ser
uno con algo.
La religión tiene que ver con el ser; la poesía tiene que ver con el corazón;
la filosofía y la ciencia
147
tienen que ver con la cabeza. Estos dos centros, el corazón y la cabeza, son
centros periféricos, no centros auténticos, tan sólo centros falsos. El centro
auténtico es el ombligo, el hara. ¿Cómo llegar a él de nuevo? ¿O cómo
percibirlo?
Normalmente, sólo sucede a veces -sucede alguna que otra vez,
accidentalmente-, cuando te acercas al hara. Ese momento se volverá un
momento muy profundo y dichoso. Por ejemplo, a veces en el sexo te
acercas al hara, porque en el sexo tu mente, tu consciencia, va hacia abajo
de nuevo. Tienes que salir de la cabeza y bajar. En un profundo orgasmo
sexual, a veces sucede que estás cerca de tu hara. Por eso hay tanta
fascinación en torno al sexo. No es realmente el sexo lo que te da la
experiencia dichosa: en realidad, es el hara.
Al bajar hacia el sexo pasas por el hara, lo tocas. Pero para el hombre
moderno, incluso eso se ha vuelto imposible, porque para el hombre mo-
derno incluso el sexo es un asunto cerebral, un asunto mental. Incluso el
sexo se ha metido en la cabeza; el hombre moderno piensa en él. Es por eso
por lo que hay tantas películas, tantas novelas, tanta literatura, pornografía y
cosas así. El hombre piensa en el sexo, pero eso es un absurdo. El sexo es
una experiencia; no puedes pensar en él. Y si empiezas a pensar en él, te
resultará más y más difícil tener la experiencia real del sexo, porque no es
incumbencia de la cabeza en absoluto. La razón no es necesaria.
Y cuanto más incapaz se siente el hombre moderno de profundizar en el
sexo, más piensa en él. Se convierte en un círculo vicioso. Y cuanto más
piensa en él, más cerebral se vuelve el sexo. Entonces incluso el sexo se
vuelve fútil. Se ha vuelto fútil, una cosa repetitiva, aburrida. No se gana
nada, sigues repitiendo simplemente un viejo hábito. Y en el fondo te sientes
frustrado, como si te hubieran estafado. ¿Por qué? Porque, en realidad, la
consciencia no está bajando otra vez al centro.
Sólo al pasar por el hara sientes dicha. De modo que, sea cual sea la
causa, siempre que pasas por el hara sientes dicha. Un guerrero que lucha
en el campo de batalla a veces pasa por el hara, pero no los guerreros
modernos, porque ellos no son guerreros en modo alguno. Una persona que
tira una bomba sobre una ciudad está dormida. No es un guerrero; no es un
luchador; no es un kshatriya: no es Arjuna luchando.
A veces, cuando uno está a punto de morir, es arrojado de vuelta al hara.
Para un guerrero que lucha con su espada, la muerte es posible en cualquier
momento, en cualquier momento puede dejar de existir. Y cuando estás
luchando con una espada no puedes pensar. Si piensas, dejarás de existir.
Tienes que actuar sin pensar, porque pensar lleva tiempo; si estás luchando
con una espada no puedes pensar. Si piensas, entonces el otro ganará,
dejarás de existir. No hay tiempo para pensar, y la mente necesita tiempo.
Como no hay tiempo para pensar y pensar supondrá la muerte, la
consciencia baja de la cabeza: va al hara, y un guerrero tiene una
experiencia dichosa. Por eso hay tanta fascinación en tomo a la guerra. El
sexo y la guerra han sido dos fascinaciones, y la razón de ello es ésta: pasas
por el hara. Pasas por él en cualquier peligro.
Nietzsche dice: «vive peligrosamente». ¿Por qué? Porque en el peligro
eres arrojado de vuelta al hara. No puedes pensar; no puedes resolver las
cosas con la mente. Tienes que actuar inmediatamente.
Pasa una serpiente. De repente ves la serpiente y se produce un salto. No
hay un pensamiento deliberado acerca de ello, que «hay una serpiente». No
hay ningún silogismo; no discutes dentro de tu mente, no arguyes dentro de
tu mente. «Ahora hay una serpiente y las serpientes son peligrosas, así que
debo saltar.» No hay ningún razonamiento lógico como ése. Si razonas de
esa manera, no estarás vivo en absoluto. No puedes razonar. Tienes que
actuar espontáneamente, inmediatamente. El acto viene primero y luego
viene el pensar. Cuando has saltado, entonces piensas.
148
Primero: O imagina que los círculos de cinco colores de la cola del pavo
real son tus cinco sentidos en el espacio ilimitable. Ahora deja que su belleza
se funda por dentro. Del mismo modo, con cualquier punto del espacio o de
una pared: hasta que el punto se disuelva. Entonces tu deseo de otro se
hace realidad.
149
Piensa que tus cinco sentidos son cinco colores, y que esos cinco colores
llenan todo el espacio. Simplemente imagina que tus cinco sentidos son cinco
colores; colores bellos, vivos, expandidos en el espacio infinito. Entonces
entra en ti con esos colores. Entra y siente un centro en el que estos cinco
colores se están fusionando dentro de ti. Esto es sólo la imaginación, pero
ayuda. Imagina que estos cinco colores penetran en ti y se unen en un
punto.
Por supuesto, estos cinco colores se unirán en un punto: el mundo entero
se disolverá. En tu imaginación hay sólo cinco colores -igual que en torno a
la cola de un pavo real- expandidos por todo el espacio, entrando en lo
profundo de ti, uniéndose en un punto. Cualquier punto servirá, pero el hara
es el mejor. Piensa que se están uniendo en tu ombligo; que el mundo entero
se ha convertido en colores, y que esos colores se están uniendo en tu
ombligo. Ve ese punto, concéntrate en ese punto, y concéntrate hasta que el
punto se disuelva. Si te concentras en el punto, se disuelve, porque es sólo
imaginación. Recuerda: cualquier cosa que hayamos hecho es sólo
imaginación. Si te concentras en ella, se disolverá. Y cuando el punto se
disuelve, eres arrojado a tu centro.
El mundo se ha disuelto. No hay mundo para ti. En esta meditación sólo
hay color. Has olvidado el mundo entero; has olvidado todos los objetos. Sólo
has elegido cinco colores. Elige cinco colores cualesquiera. Esto es
especialmente para los que tienen un ojo muy agudo, una sensibilidad
150
del color muy profunda. Esta meditación no será útil para todos. A no ser que
tengas ojo de pintor, consciencia del color, a no ser que puedas imaginar
color, será difícil.
¿Has observado alguna vez que tus sueños no tienen color? Sólo una de
cada cien personas es capaz de ver sueños en color. Sólo ves en blanco y
negro. ¿Por qué? El mundo entero es de colores y tus sueños son sin color. Si
alguno de vosotros recuerda que sus sueños son en color, esta meditación es
para él. Si alguien recuerda que, aunque sea a veces, ve colores en sus
sueños, entonces esta meditación será para él.
Si le dices a una persona que es insensible al color: «Imagina el espacio
entero lleno de colores», no será capaz de imaginarlo. Incluso si trata de
imaginar, si piensa «rojo», verá la palabra «rojo», no verá el color. Dirá
«verde», y aparecerá la palabra «verde», pero no habrá verdor.
De modo que si tienes sensibilidad para el color, prueba este método. Hay
cinco colores. El mundo entero es sólo colores, y esos cinco colores se están
uniendo en ti. En alguna parte profunda de ti, esos cinco colores se están
uniendo. Concéntrate en ese punto, y sigue concentrándote en él. No te
muevas de él; permanece en él. No des ocasión a la mente. No intentes
pensar en el verde y el rojo y el amarillo y en los colores en general; no
pienses. Simplemente velos uniéndose en ti. ¡No pienses en ellos! Si piensas,
la mente se ha movido. Simplemente llénate de colores que se unen en ti, y,
entonces, en el punto de unión, concéntrate. ¡No pienses! Concentración no
es pensar; no es contemplación.
Si de verdad estás lleno de colores y te has vuelto un arco iris, un pavo
real, y todo el espacio está lleno de colores, esto te dará una profunda
sensación de belleza. Pero no pienses en ello; no digas que es bello. No te
pongas a pensar. Concéntrate en el punto en el que todos estos colores se
juntan, y sigue concentrándote en él. Desaparecerá, se disolverá, porque es
sólo imaginación. Y si fuerzas la concentración, la imaginación no puede
permanecer, se disolverá.
El mundo ya se ha disuelto; sólo había colores. Esos colores eran tu
imaginación. Esos colores imaginarios se estaban juntando en un punto. Por
supuesto, ese punto era imaginario; y ahora, con profunda concentración,
ese punto se disolverá. ¿Dónde estás ahora? ¿Dónde estarás? Serás arrojado
a tu centro.
Los objetos se han disuelto mediante la imaginación. Ahora la imaginación
se disolverá mediante la concentración. Sólo quedas tú como subjetividad. El
mundo objetivo se ha disuelto; el mundo mental se ha disuelto. Estás sólo
como consciencia pura.
Es por eso que este sutra dice: Con cualquier punto del espacio o de una
pared... Esto será útil. Si no puedes imaginar colores, entonces cualquier
punto de una pared servirá. Toma cualquier cosa como objeto de
concentración. Si es interno, es mejor; pero de nuevo hay dos tipos de
personalidad. Para los que son introvertidos, resultará fácil imaginar todos
los colores juntándose por dentro. Pero hay extrovertidos que no pueden
imaginar nada dentro. Sólo pueden imaginar fuera. Sus mentes sólo se
mueven en el exterior; no pueden ir hacia dentro. Para ellos no hay nada
interno.
El filósofo inglés David Hume ha dicho: «Siempre que entro en mí, nunca
encuentro ningún yo. Lo único que encuentro son reflejos del mundo
externo: un pensamiento, alguna emoción, alguna sensación. Nunca
encuentro lo interno, sólo encuentro el mundo externo reflejado dentro.»
Ésta es la mente extrovertida por excelencia, y David Hume es una de las
mentes más extrovertidas.
De modo que si no puedes sentir nada por dentro, y si la mente pregunta:
«¿Qué significa eso de lo interno? ¿Cómo entrar ahí?», entonces prueba
mejor con cualquier punto de la pared. Hay personas que vienen a mí y me
preguntan cómo llegar a su parte interna. Es un problema, porque si sólo
conoces lo externo, si sólo conoces los movimientos
151
Pon toda tu atención en el nervio, delicado como el estambre del loto, del
centro de tu columna vertebral. Así, sé transformado.
Para este sutra, para esta técnica de meditación, uno tiene que cerrar los
ojos y visualizar su columna vertebral, su espinazo. Es bueno mirar en algún
libro de fisiología la estructura del cuerpo, o ir a alguna facultad médica u
hospital y mirar la estructura del cuerpo. Entonces cierra los ojos y visualiza
tu columna vertebral. Deja que la columna esté recta, erguida. Visualízala,
vela, y justo en medio de ella visualiza un nervio, delicado como el estambre
del loto, que recorre el centro de tu columna vertebral. Así sé transformado.
Si puedes, concéntrate en la columna vertebral, y luego en un hilo en el
centro de ella; en un nervio muy delicado como un estambre de loto que lo
atraviesa. Concéntrate en él, y esta concentración misma te arroja a tu
centro. ¿Por qué?
La columna vertebral es la base de toda tu estructura corporal. Todo está
ligado a ella. En realidad, tu cerebro no es más que un polo de tu columna
vertebral. Los fisiólogos dicen que no es más que un desarrollo de la columna
vertebral; en
153
154
155
Pasaron doce años. Eno no volvió al maestro porque eso no estaba
permitido. Esperó, esperó, esperó..., simplemente esperó. No era
considerado más que un sirviente. Los eruditos venían, los meditadores
venían, y nadie le prestaba siquiera ninguna atención. Y había grandes
eruditos en el monasterio.
Entonces el maestro anunció que su muerte estaba próxima, y ahora
quería designar a alguien para que tomara su lugar, así que dijo: «Los que
piensen que están iluminados deberán componer un pequeño poema de
cuatro líneas. En esas cuatro líneas deberéis poner todo lo que habéis gana-
do. Y si apruebo algunos poemas y veo que las líneas muestran que ha
sucedido la iluminación, elegiré a alguien como mi sucesor.»
Había un gran erudito en el monasterio, y nadie intentó hacer el poema
porque todos sabían que iba a ganar él. Era un gran conocedor de las
escrituras, así que redactó cuatro líneas. Esas cuatro líneas eran así..., su
significado era éste: «La mente es como un espejo, y el polvo se acumula
sobre él. Limpia el polvo, y estás iluminado.»
Pero incluso este gran erudito tenía miedo, porque el maestro lo sabría. Él
ya sabe quién está iluminado y quién no. Aunque todo lo que ha escrito es
hermoso, es la esencia misma de todas las escrituras -la mente es como un
espejo, y el polvo se acumula sobre él. Limpia el polvo, y estás iluminado-,
éste era el fondo de todos los Vedas, pero sabía que eso era todo lo que era.
Él no había sabido nada, así que tenía miedo.
No fue directamente al maestro, pero por la noche fue a la cabaña, a la
cabaña de su maestro, y escribió las cuatro líneas en la pared sin firmarlas,
sin ninguna firma. De esta manera, si el maestro les daba el visto bueno y
decía: «Muy bien, esto está en lo cierto», entonces él diría: «Las he escrito
yo.» Si decía: «¡No! ¿Quién ha escrito estas líneas?», entonces permanecería
en silencio, pensó.
Pero el maestro las aprobó. Por la mañana, el maestro dijo: «¡Muy bien!»
Se rió y dijo: «¡Muy bien! Quien haya escrito esto es un iluminado.»
De modo que todo el monasterio empezó a hablar de ello. Todos sabían
quién lo había escrito. Estaban debatiendo y valorando, y las líneas eran
hermosas, realmente hermosas. Entonces algunos monjes fueron a la cocina.
Estaban bebiendo té y charlando, y Eno les estaba sirviendo. Oyó lo que
había sucedido.
En cuanto oyó esas cuatro líneas, se rió. Así que alguien preguntó: «¿Por
qué te ríes, tonto? Tú no sabes nada; durante doce años has estado sir-
viendo en la cocina. ¿Por qué te ríes?»
Nadie le había oído reírse antes. Lo consideraban un idiota que ni siquiera
podía hablar. Así que dijo: «No sé escribir, y tampoco soy un ilumina do, pero
estas líneas están equivocadas. Así que si alguien viene conmigo, dictaré
cuatro líneas. Si alguien viene conmigo, las puede escribir en la pared. Yo no
sé escribir; no conozco la escritura.»
De modo que alguien lo siguió, en plan de broma. Acudió un tropel de
gente y Eno dijo: «Escribe: No hay mente y no hay espejo, así que ¿dónde
se puede acumular el polvo? Quien sabe esto está iluminado.»
Pero salió el maestro y le dijo: «Estás equivocado», a Eno. Eno le tocó los
pies y volvió a su cocina.
Por la noche, cuando todos dormían, el maestro vino a Eno y dijo: «Estás
en lo cierto, pero no podía decirlo delante de esos idiotas; y eso es lo que
son, idiotas instruidos. Si hubiera dicho que tú eres designado como mi
sucesor, te habrían matado. ¡Así que escápate de aquí! Tú eres mi sucesor,
pero no se lo digas a nadie. Y supe esto el día que llegaste. Tu aura estaba
creciendo; ésa es la razón por la que no se te dio ninguna meditación. No era
necesario. Ya estabas en meditación. Y estos doce años de silencio -sin hacer
nada, ni siquiera meditación- han vaciado completamente tu mente, y el
aura se ha vuelto completa. Te has vuelto una luna llena. ¡Pero escapa de
aquí! Si no, te matarán.
«Has estado aquí durante doce años, y la luz ha estado emanando
constantemente de ti, pero
156
157