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FICHA #1

EVOLUCIÓN DEL ESTADO EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

Al iniciarse el siglo XX el sistema mundial de Estados mostraba un avance del


modelo de Estado constitucional generado en Europa Occidental, que se extendía,
al menos formalmente, por el continente americano.

África permanecía en términos generales como territorio colonizado por las


potencias europeas y quedaba otro grupo de Estados tradicionales cuyos rasgos
respondían fundamentalmente al modelo absolutista anterior a la Revolución
francesa.

Las pugnas entre los países con mayor desarrollo económico condujeron al
estallido de la Primera Guerra Mundial, que reprodujo antiguos conflictos
europeos.

Las inconformidades propiciadas por los desequilibrios sociales derivados de la


Revolución industrial; la insuficiente maduración de las instituciones democráticas
en Estados recientemente unificados como Alemania e Italia y la reacción frente a
una desenfrenada especulación financiera, condujeron a tres modelos estatales
que se abrieron paso en la primera mitad de esa centuria: el Estado socialista, el
Estado fascista y el Estado de bienestar.

EL SURGIMIENTO DEL ESTADO SOCIALISTA


La forma de Estado conocida como Estado socialista constituyó el primer caso
histórico en que el poder político se organizó a partir de un conjunto de ideas
previamente establecidas.

La orientación ideológica precedió a la organización económica y a la situación


sociopolítica.

Las pésimas condiciones en que se desarrollaba el trabajo en las factorías que


habían proliferado con motivo de la Revolución industrial hicieron reflexionar a
múltiples pensadores desde la primera mitad del siglo XIX acerca de las causas
que
producían una aguda contradicción entre el progreso material significado por las
nuevas formas de producción y la profunda desigualdad social a la que daba
origen.

El inglés Robert Owen fue uno de los precursores del socialismo en la década de
1820. Otros autores como Saint Simon, Fourier, Reybaut y Von Stein
contribuyeron
a la difusión del término socialismo como una doctrina vinculada a la crítica de la
explotación obrera y del liberalismo político y económico que la hacían posible.
Los socialistas cuestionaban la propiedad privada, de cuyo ejercicio derivaba la
injusticia social. Para combatir el origen de estos males era preciso propiciar
formas asociativas que permitieran el ejercicio colectivo de la propiedad para
lograr un reparto equitativo de los frutos de ésta.

Louis Blanc (1811-1882) pensaba en el acceso de los proletarios al poder por la


vía democrática mediante el control del Parlamento y planteaba claramente la
actividad del Estado como dueño de fábricas y talleres.

Proudhom (1809-1865) sostenía abiertamente que la propiedad era un robo e


incitaba a los obreros a rebelarse, así como a crear asociaciones para defender
sus intereses.

A estos primeros pensadores socialistas se les conoce como utópicos, calificativo


que les fue aplicado principalmente por Karl Marx y Frederich Engels, quienes
oponían a tal utopismo el carácter científico del pensamiento que propugnaban.

Marx parte de una rigurosa crítica del sistema económico capitalista y hace notar
que hay una parte del trabajo ejecutado por el obrero que incorpora valor a las
cosas, pero que no le es retribuido, de manera que ese beneficio se traslada al
capital, y lo denomina plusvalor o plusvalía.

A fin de eliminar esta distorsión sostiene que es necesario suprimir la propiedad


privada de los medios de producción, para que los productores mismos asuman el
control directo de tales medios y se elimine el trabajo asalariado como fuente de la
injusta distribución de la riqueza.

Tanto Marx como Engels combaten la concepción del socialismo como un ideal y
sostienen la existencia de una inexorable ley de carácter histórico que determina
el paso de un modo de producción a otro, de manera que las propias
contradicciones
del capitalismo habrán de generar su superación para que éste sea sustituido por
una fase socialista en la que la clase obrera deberá apoderarse de los medios
productivos y después alcanzar finalmente el estadio de la sociedad comunista en
la que cada quien aporte según su capacidad y reciba de acuerdo con su
necesidad.

Las ideas socialistas se difundieron rápidamente por Europa y en 1848 los


seguidores de esta corriente participaron de manera activa en diferentes
movimientos revolucionarios que cundieron por Europa en aquel año. Sin
embargo, tales movimientos sostenían fundamentalmente postulados de carácter
liberal. Así, por ejemplo, en Francia la Revolución de 1848 condujo al
establecimiento de la Segunda República y del sufragio universal.

La corriente socialista se manifestó a través de partidos socialdemócratas que


participaban en los procesos electorales y sus ideas permitieron introducir algunos
cambios en las condiciones de trabajo para beneficiar a los asalariados.
LA TEORÍA MARXISTA DEL ESTADO
Karl Marx (1818-1883) no desarrolló sistemáticamente una teoría política. En el
conjunto de sus escritos es posible encontrar diversos conceptos sobre la
formación
y el papel del Estado.

A partir de estas consideraciones y de las nociones divulgadas por Frederich


Engels (1820-1895) en su obra El origen de la familia, la propiedad privada y el
Estado, diversos pensadores han delineado la denominada teoría marxista del
Estado dentro de la cual desempeña un papel importante la interpretación de
Lenin a las ideas marxistas, formulada en su libro El Estado y la Revolución de
1917.

Los elementos principales de la teoría del Estado marxista son los siguientes:

1. Marx considera que las condiciones materiales en las que una


sociedad produce sus satisfactores constituyen la base de la
estructura social y de la conciencia que el hombre tiene respecto de
la misma. Por tanto, la forma de Estado está determinada por las
relaciones de producción.

En este punto Marx refutaba el pensamiento de Hegel, quien veía al


Estado como un producto del desarrollo del espíritu humano.

El conjunto de las relaciones de producción, según Marx, constituye


la estructura de la sociedad y a partir de la misma se desarrolla una
superestructura política y jurídica. Ésta obedece a concepciones
esencialmente determinadas por las condiciones materiales de
producción y las relaciones a que dan lugar entre los seres humanos.
En consecuencia, la forma que toma el Estado deriva del modo de
producción dominante en una sociedad determinada.

2. El Estado así configurado no representa al bien común, sino los


intereses concretos de la clase dominante en el modo de producción
del que se trate. Con el desarrollo del capitalismo la burguesía
aparece como la clase que domina en dicho modo de producción y,
por ende, el Estado representa el interés de esta clase social.

Según vimos en las múltiples teorías de carácter liberal, el Estado


surgido de un contrato social era considerado como la expresión de
los intereses generales de la sociedad en su conjunto, pero en el
pensamiento de Marx representa a la clase económicamente
dominante.

3. Como consecuencia del postulado anterior resulta que el Estado, que


por definición es una institución centralizada del ejercicio del poder,
se convierte en el instrumento de dominio de la burguesía y en su
aparato represor.

Todas las teorías del Estado anteriores reconocen como elemento


distintivo del Estado su capacidad represiva.

En las teorías liberales el uso de la fuerza se justifica en tanto se


supone que su objetivo es garantizar el bienestar colectivo; empero,
la teoría marxista del Estado introduce la concepción de que el
poderío estatal está exclusivamente al servicio de la clase dominante
como medio para reprimir a las demás, a fin de garantizar la
perpetuación del predominio de la burguesía y el mantenimiento de
una estructura clasista que habrá de reproducir la dominación de una
clase y la subordinación de las otras.

En síntesis, el Estado constituye un instrumento de control de la clase dominante.

No obstante, la teoría marxista del Estado considera que éste, como una
superestructura que tiene características propias, adquiere cierto margen de
autonomía relativa. En razón de que la burguesía no gestiona de manera directa el
aparato estatal, la burocracia instalada en los puestos de mando desarrolla
intereses propios con lo que genera una capacidad de actuación autónoma.

Además, los intereses capitalistas no son absolutamente monolíticos y las


contradicciones que aparecen en su interior originan también un espacio
autónomo para la actuación estatal.

De cualquier modo, las leyes económicas que rigen el sistema capitalista


requieren
que el Estado garantice la acumulación de capital y la extracción del plusvalor
generado por la clase trabajadora.

La doctrina marxista, al sostener la sucesión evolutiva de los modos de


producción,
suponía que la rebelión de la clase trabajadora tendría que darse en función de las
condiciones del capitalismo industrial. Lenin adaptó las consideraciones marxistas
a la situación del Imperio zarista que dominaba la Rusia de la época, cuyo sistema
político era de carácter absolutista, de naturaleza muy similar al que fue combatido
y derribado por la Revolución francesa de 1789.

Lenin encabezó el movimiento bolchevique que no aceptaba la vía electoral


pacífica como forma de acceder al poder y encabezó un movimiento revolucionario
encaminado a cambiar las condiciones materiales de producción a partir de la
asunción del poder del Estado por la fuerza.

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