Está en la página 1de 11

LAS FISGONAS

¡YA ESTA LA SOPA!

En el interior de un recipiente con escasa luz, la burbuja pequeña recorre lentamente una
mezcla viscosa de alta coloración naranja. Dentro del mundo submarino en el que
conviven arvejas verdes, trozos de zanahoria y papa, las burbujas reinan, pues por más
insignificantes que sean, hacen tambalear hasta al más grande de los pedazos de papa.
En su recorrido vertiginoso, choca con dos arvejas, que dando giros se separan,
disparándose cada una hacia un extremo opuesto de la olla, para luego, por las vueltas
que da la mezcla, volverse a encontrar. La pequeña emerge a la superficie justo cuando
la luz irrumpe, es una luz que a su paso dibuja la silueta de una media luna, es el fin,
pensaría la burbuja si las burbujas pensaran. De pensar, esta insignificante burbuja
pensaría: ¡Plop! que insignificante fui.
Vista desde el interior de la pequeña burbuja, la cara de la joven que mira hacia el
interior de la olla se ve deforme, con contornos difuminados, la gran nariz explayada a
lo ancho y unos ojos tan saltones que harían estallar de espanto a la burbuja reina.
¡Plop! Perdemos a la pequeña burbuja, ¡que insignificante fue! ; Pero ganamos la
imagen de una hermosa joven, de ojos negros y alargados, ¡tan bellos! que en complot
con las pestañas, parecen escritos antiquísimos que de haber sido descubiertos en algún
papiro indescifrable de la antigua civilización egipcia, le hubieran robado la paz al más
escéptico de los arqueólogos. Negros, negros renegridos. La oscuridad vuelve al interior
del recipiente.

En el interior del recipiente, burbujas grandes que chocan unas con otras, recorren
rápidamente la mezcla viscosa, van removiendo con violencia cuanta arveja se
encuentran a su paso, hasta que emergen a la superficie. La luz sobre la mezcla cambia
súbitamente y queda iluminada en su totalidad desde el cenit. Frente a una boca
femenina de labios gruesos, hay un gran cucharón rebosante de la sustancia viscosa. La
mujer sopla y sorbe. Con el mismo cucharón agarrado por el mango, la gorda golpea
tres veces un costado de la olla grande de agarraderas negras y culo tizna´o. En la otra
mano tiene una tapa grande. Su boca se abre cuál grande es y grita escupiendo un par de
burbujas, propias de la combustión interna que la mantiene viva y que comparte con los
comensales todos los días sin falta. ¡Que sería de la sazón de las comidas, sin el ADN
de las cocineras!

-¡Ya está la sopa!

Un tapete que reposa en el andén, contiguo al umbral de una puerta que da a la calle, es
halado hacia el interior de un local por unas manos femeninas de largos dedos.
Los postigos de una gran ventana son llevados hacia adentro por unos brazos cortos y de
movimientos lentos.
Una cortina metálica desciende hasta tocar el piso. Se corta el ruido de poleas.

Frente a la calle, una puerta delgada de vidrio con marco de madera, se cierra. La mano
femenina de largos dedos, cuelga en un gancho del costado interno de la puerta, un
letrero en el que se lee: “vuelvo a las 2”
El cucharón entra con violencia hasta el fondo de la olla y gira un par de veces. La
mezcla se mueve como remolino y el cucharón jacto de comida, sale con sopa al ras.
Sobre una larga mesa de madera hay una serie de platos hondos, ordenados sobre su
respectivo plato chico. Una mano femenina, agarra uno de los platos. Cuesta pensar que
esos dedos cortos y torpes, con rastros de compulsión por morderse las uñas,
pertenezcan a la misma chica de encantadores ojos negros, negros renegridos. De
haberlos hallado momificados, el mismo arqueólogo se hubiese hecho muchas
preguntas y hasta hubiese formulado una hipótesis.

No existieron las manicuristas en la civilización egipcia.

El contenido del cucharón es vertido dentro del plato, que queda de sopa ¡hasta el
borde!; la joven, que de princesa egipcia devino en obsesivo-compulsiva, pone seis
platos humeantes sobre una bandeja, la agarra de los costados y la levanta; avanza hacia
la salida de la cocina, da medio giro, queda de espalda a la puerta y la empuja con la
cola. Sale hacia el comedor mientras la puerta oscila. El movimiento de la puerta
permite ver en intervalos cortos un recinto grande con dos ventanales abiertos, uno en
frente y otro a la izquierda; contra la pared derecha un mueble alto que ocupa parte
considerable del espacio y en medio del salón una mesa grande de seis puestos,
alrededor de la que están sentados, cuatro hombres, una mujer y un bebé.

¿Estás segura que todo eso lo alcanzas a ver durante el vaivén de una puerta?

En otro lugar del pueblo, otra puerta vaivén oscila, pero esta es verde y su movimiento
me deja ver en intervalos cortos el interior de una cocina vieja con horno de barro y un
gato disputándose un hueso con un perro; se oyen unos pies que avanzan
arrastrándose… ¡Ah! Es una anciana encorvada que lleva puesto un saco tejido de color
llamativo, está peinada con una larga trenza, que enrollada se hace moño y ganchos
invisibles que templan sus pelos aferrándolos a la cabeza como un todo.

Eso me recuerda a esas momias expuestas que después de tantos años disecadas, se
niegan a perder sus últimos cuatro pelos.

En las huesudas y temblorosas manos de la momia andante, hay una gran olla negra, ¡es
una olla 3 veces más grande que su cabeza! Y está llena de sopa humeante, que convive
con un gran cucharón del que sobresale el mango.

Hm… ¡Pero esta sopa no huele como la otra, no! En esta casa hicieron otro tipo de
sopa, a ver… a ver… también tiene papa… en esta zona debe darse mucho la papa,
¡porque en todas las sopas del pueblo hay! tiene arvejas… zanahoria… pero además de
eso tiene fideítos delgados, arroz, una patita de pollo, un corazón de pollo, un… un…
¿hígado de pollo? ¡Sí! Sin duda es sopa de menudencias y si, es que las menudencias
siempre están baratas y son de gran alimento, bueno… eso dicen. A las embarazadas
por ejemplo, les hacen caldito de cabeza de pescado y luego de dar a luz, sopita de
menudencias, porque si hay para el pescado del caldo de la parturienta, no hay ni para
la leche, ni para los pañales del recién nacido ¿y la madre? ¡Que se joda! Si ya tiró al
crio ¡que nos importa! que Dios nos guarde y que por su bien cierre la fábrica, porque
no hay espacio para más gente en este planeta.
La vieja se desplaza por un corredor techado. A lo largo del costado izquierdo, colgadas
por encima de la cabeza, hay sementeras con flores plantadas de diferentes especies,
orquídeas, lirios…; por debajo hay una baranda de madera pintada de rojo que divide el
corredor techado, de un patio. Al costado derecho hay una pared alta, pintada de blanco.
El piso es de baldosas con series de cuadros que se relacionan una con otra; algunas
están sueltas, otras elevadas y muchas rotas.

El saco de la anciana, se ve ¡tan maltrecho! ya muchas de las lanitas no están tejidas.


¡Ay pobre! ¿La irán a enterrar con su saquito raído de lana? Esta pobre mujer no debe
tener ni familia que autorice la exhibición de sus restos momificados, ¡Ah! porque
seguro es candidata a exposición en un panteón, ¡mírenle no más las manitas! Tan
flacuchentas que me producen frío, ¿cómo es posible que no tenga el suficiente tejido
adiposo para proteger sus huesitos del frio? ¡Ah! porque músculos es evidente que no
le quedan. ¡Oigan! ¡Ole alguien! ¡¿Acaso, no hay nadie que le ayude a esta mujer a
llevar esa olla tan grande y pesada?! ¡Por favor que desconsideración con esta pobre
anciana! Les hace de comer y encima tiene que llevarles la p*ta olla, a la m·erda mesa,
por el porquería e´ corredor, engarrotada de frio y… y… no esto es demasiado para
mí, mejor me voy de aquí, no sea que… ¡Válgame Dios, pero de quién es ese culo tan
grande! Parece un jamón mal empacado, a medio envolver, ¡qué digo a medio
envolver! mal embutido en tela gruesa tipo industrial color azul rey. Se aleja. Si,
parece ser una mujer porque tiene el pelo trenzado hasta la cintura.

Su traje completo es un overall con la parte de arriba descolgada, las mangas caen a los
lados en sentido invertido y calza botas negras de caucho. Sostiene del borde, un plato
de sopa humeante, con las puntas de los dedos de una mano y el dedo pulgar metido
dentro de la sustancia… ¡Guas! ¡En esta sopa prefiero no meter mis narices! A juzgar
por la nata grasosa y el aspecto de la descripta, ¡en esta casa se alimentan como
cerdos!
En su recorrido, empuja una puerta con la mano libre y sale del recinto. La puerta queda
oscilando y hay ruido de bisagra sin aceitar. ¡Ay mis dientes!
En intervalos cortos conforme el movimiento de la puerta, se ve que la persona, hasta
ahora parece ser mujer, sale a un corredor destechado y se dirige a una mesa cuadrada,
que está justo frente a la puerta, cubierta por un mantel de colores vivos y apoyada
contra una pared sin pintar. Hay dos sillas, cada una en un extremo opuesto. Se sien…
mientras gira la cabe… ¿Me Vio? La puerta se detiene.

¿Me habrá visto? ¡Por suerte la oscilación de esta puerta duro poco!

Estoy frente a una puerta que se abre, se ve un costado de la joven “dedos feos, lindos
ojos” que de espalda a la puerta, la empuja con la cola; lleva en las manos una bandeja
con platos hondos humeantes sobre su respectivo plato chico. La puerta de madera
oscila y aparece ese ruido de bisagra sin aceitar, ¡que me arruina los dientes! Entra en
un salón amplio, de paredes altas cubiertas con papel decorativo; hay retratos y cuadros
paisajistas colgados. Un mueble alto de madera oscura, ubicado contra una de las
paredes ocupa 1/3 del espacio. Hay dos grandes ventanales abiertos, que dan a calles
diferentes. Los pisos son de madera.
En medio del salón, hay una mesa larga de seis puestos, cubierta con un mantel
bordado. En el centro de la mesa hay dos fuentes una con ensalada y otra con frutas, en
medio de las dos un florero con flores frescas, (suspiro) ¡Si que son frescas!
Hay puestos cinco individuales con sus respectivos cubiertos y vasos. En la cabecera de
la mesa esta sentado un hombre canoso, de bigote prolijo; a su derecha un hombre de
mediana edad y junto a este una mujer con un bebé en su regazo; Frente a ellos, dos
hombres jóvenes. Todos tienen los ojos cerrados, las manos juntas y la cabeza
levemente inclinada. (Bostezo) y si, esto está demasiado protocolario, me aburren esas
familias de pueblo que les da por las buenas costumbres y la bendición de los alimentos
y las reuniones con el grupo de voluntarias de la parroquia, cuando sabemos que no
descienden de la nobleza, solo tienen deudas, un prontuario medio turbio y pa´
completar los hijos salen chuecos, si no es que uno les sale afeminado y lo obligan a
casarse, el otro se va a la capital y estudia medicina para seguirle los pasos al padre y
heredar la nada ingrata tarea de tocar todas las vaginas del pueblo, eso sí con licencia
para hacerlo, ¡ja, ja!

Bien lo hizo el carnicero, cuando su mujer carnicera iba a parir a su hijo el


carnicerito, “A mi mujer solo se la toco yo” ¡Y así fue! ¡Dicho y hecho! con toda su
gran experiencia para descuartizar animales grandes, le abrió las patas a su mujer
y siguió muy de cerca el trabajo de parto contando los minutos y los centímetros de
dilatación, tal y como hizo de joven cuando ayudaba a las yeguas y a las vacas a
parir. La acostó en el mesón de partir reses mientras esperaba que fuera la hora de
“darle una mano”, mirándola desde la zona de desangrar cerdos y pelar gallinas.
Luego con el mismo cuchillo de cortar vísceras cortó el cordón ¡y listo! Un
muchachote grande, digno de sus padres, de 1.80 de alto por 1.60 de ancho,
¡válgame Dios, lo que son esos tres cuerpos! ¿En qué cajones los van a meter cuando
les llegue la hora? ¡Van a tener que mandárselos a hacer sobre medidas! Y prontito,
porque con todo lo que comen, deben tener taponadas las arterias coronarias.
Después de la proeza del carnicero, muchos lo intentaron, sin éxito por supuesto, el
sepulturero, por ejemplo, se desmayo cuando vio tanta sangre ¡y claro
acostumbrado a ver tantos tipos fríos! ¿Cómo querías que reaccionara?
La mujer del alcalde, que lo veía como una tendencia muy fuerte que debía seguir,
para no quedarse atrás le exigió al marido que la asistiera para dar a luz y a la
pobre le tocó mudarse a la casa de citas dos días antes del parto porque su marido
estaba entrelazado con una virgen nueva; terminó recibiendo al niño la madame,
mientras el respetadísimo señor alcalde y nuevo padre, lloraba borracho en medio
de las tetas de la virgen nueva.

-¡Qué niño más afortunado rodeado de tantas mujeres, bellas!

Respetadísimo señor alcalde y nuevo padre, ¿Usted no puede dejar de mentir ni


borracho? ¿Cuáles mujeres bellas? 4 gordas besuconas con bigotes, que no saben ni
mamarla bien, que así impresentables como son, venían a besuquear a la criatura,
entre cliente y cliente, ¡sin paso previo por una ducha! ventilando al niño con las
faldas, ¡por Dios! el aire de concha vieja que recibió en este mundo a ese niño ¡Qué
olor insoportable!
No, pero la mejor fue la del plomero, tratando de arreglar el desagüe con una llave
maestra cuando se rompió la placenta, ¡que papelón!; Tuvieron que recurrir todos
al carnicero, que se volvió la competencia de los Santos, la familia de doctores del
pueblo y después los Santos, se fueron en contra del carnicero por prácticas
ilegales. ¡Vaya! Como si no nos hubiéramos enterado todos que los meses que el
carnicero hizo de partero, ellos practicaron 12 abortos. ¡Válgame Dios con la cantidad
de niños que adoptan los europeos! ¡Que Dios los perdone, pero en Europa esos 12
niños hubieran sido alguien! ¡Y con la cantidad de viejos que hay en Europa! Muchos
se mueren por venir a uno de estos países subdesarrollados a hacer la caridad más
grande de sus vidas, con la que se ganarán el cielo y el reconocimiento en la tierra.

-¡oh is pretty! ¡one mono very, very beautiful! ¿where you wanted? ¿On the jungle?
¡Oh! ¡Its precious! ¡Hi mono! ¿banana? ¿Do you like banana, mono? Do you… ¡No
monkey this is my finger! ¡No, mono, this is my hand, no mono your muse its precious
but in my lips no… ¡oh my bubbies mono! yes… yes… yes… mono… ¡give me more,
mono! ¡give me! ¡give me… oh! ¡Fuck you! ¡Oh! ¡Its wonderful! ¡¡¡Big!!! ¡¡Big mono!!
¡¡Oh!! ¡¡Your body is a wonderland!!
¡O Very exotic! ¡Wow! ¿Do you speak? ¿Do you THINK? Do you … ¡oh! ¡Is beautiful
monkey!

¿Ahora entienden porque en la sopa de los Santos, no hay ni un huesito de res? Pura
papa, arveja y zanahoria, les tocó hacerse los vegetarianos por filimiscos, porque
ninguno de los carniceros del pueblo les vendió y por ahí cada que uno iba a la capital
traía algo de carne pero se la devoraban en 2 días, estos tigres voraces; eso está bien,
¡que recen! ¡Recen santitos! Que lo que es de este pueblo el día menos pensado, los
sacan a piedrazos. ¡Aférrense a algún santo familiar!

Yo que estoy en todo, supe lo de los abortos y me encargue de regar la bola por todo el
pueblo, susurrando la noticia en oídos claves por supuesto, ¡habrase visto mayor
atrocidad y matanza en el pueblo! El carnicero recibiendo niños y el médico de
carnicero.

La cosa del carnicero no prospero, porque ya saben ese tipo de familias que inclinan las
cabezas para agradecer por los alimentos y que le conocen muchos secretos al alcalde,
también chantajean al párroco y le redactan el sermón de los domingos ¡habrase visto
atrocidad mayor! El carnicero haciendo de partero, el médico de carnicero y el cura de
títere.

Pero mejor volvamos a la casa de los Santos. La empleada pone un plato sobre el
individual del hombre más joven, este es el que tienen que casar rápidamente porque es
medio… medio… ¡ya saben!; avanza poniendo a los sucesivos comensales, el plato por
la izquierda. El bebé le da palmadas a la mesa. La mujer agarra con sus largos dedos, la
pequeña mano y se dirige a él suavemente.

-Sh…
¿Sh…? ¿Es la manera como te diriges al crio nena? ¿Sh? ¿Qué manera de educar a tu
hijo es esa? Ashi… ashi… ¡como a las gallinas! Que Dios nos perdone pero hay que
cerrar esta fábrica, ¡No sabes nada de niños querida! ¡Nada!

La empleada joven, que de faraona fue bajada a mordedora compulsiva de uñas, pone
el plato del hombre contiguo a la mujer. Se dispone a poner el plato de la mujer. El bebé
le da una palmada a una cuchara en una parte del mango, que provoca que se eleve y de
giros en el aire.

Este bebe me gusta, hace lo que se le da la gana. ¡Je, je!

En un recinto amplio, de techo alto, a media luz; hay una mesa de seis puestos, cubierta
por un mantel de tela blanca, calada y bordada con diferentes motivos en tonos pastel.
A los costados de la mesa, están sentadas tres señoritas de medianas edades; en la
cabecera un hombre adulto, dándole la espalda a una ventana cerrada y frente a una
puerta abierta. Después del umbral de la puerta hay un corredor techado, separado de un
patio por una baranda roja y sobre esta, una hilera de sementeras colgadas con flores
plantadas, orquídeas… lirios... Las paredes del salón son blancas, hay un retrato
colgado en la pared del costado izquierdo del hombre. En este se ven, una mujer joven
sentada en un sofá blanco con un bebé en su regazo; a los pies de ella, una niña vestida
de marinero, sentada en el piso y con la cabeza sobre los brazos doblados, apoyados en
las piernas de la mujer. A la izquierda de la mujer, hay una joven con el ceño levemente
fruncido, sentada en el brazo del mueble; sus manos entrelazadas descansan sobre las
piernas juntas. Detrás del sofá, un hombre de pie vestido con traje, con la mano sobre el
hombro de la mujer…

En la casa de los Santos la cuchara sigue dando giros en el aire.

…Debajo del retrato familiar; a media pared, hay un mueble de madera oscura, sobre el
que reposan platos pintados a mano, con soporte de pata y una fuente con frutas. Tiene
cuatro cajones grandes en el centro y dos puertas a los costados, con rejillas horizontales
a través de las que se ven pilas de platos… (Bostezo) ¡Ya saben, me hartan el protocolo
y las descripciones minuciosas!

En la casa de los santos el bebé hace de las suyas, ¡je, je! y la cuchara sigue dando
vueltas en el aire.

…Sobre la mesa, cuatro individuales están dispuestos con su respectivo plato hondo
sobre un plato pequeño y cubiertos a los lados; tres de los platos que corresponden a dos
de las señoritas y al hombre, largan humo. ¡Me aburro!
En el centro de la mesa, hay una fuente con pan tajado; en la punta libre de la mesa, esta
la gran olla negra humeante de la que sobresale el mango de un cucharón. La anciana
encorvada esta oculta tras la olla; se descubre con un par de pasos hacia su derecha;
carga un plato hondo humeante en sus temblorosas manos, que pone sobre el plato
pando que corresponde al individual de la más joven de las señoritas. Agarra con las dos
manos, un plato hondo vacío; Se desplaza y se ubica detrás de la olla. La señorita más
joven se apresura y agarra una cuchara, esta a punto de meterla a la sopa, el hombre le
hace una señal con la mano izquierda y la joven se detiene en el acto. Descarga la
cuchara al lado del plato. (Suspiro)
Por encima de la olla, se ve la mano huesuda de la anciana que agarra el cucharón por el
mango y lo eleva mientras escurre sopa por los costados. ¡Mírenle no más esas
manitas! ¡Pobre vieja, que desconsideración! Mano y cucharón desaparecen detrás de
la olla; la mano reaparece por encima de la olla con el cucharón vacío agarrado por el
mango y lo descarga dentro de la olla. La mano huesuda aparece por un costado de la
olla y agarra una cuchara que esta sobre la mesa.

¿Es necesario tanto detalle para decir que son 1 mocosa, 2 solteronas y un hombre
los verdugos de la momia?

La anciana se descubre. ¡Ah! ¡Porque como verán, esa olla es 3 veces su cabeza!
Sostiene temblorosa un plato hondo, que larga humo; se desplaza hacia una silla auxiliar
ubicada junto a la puerta abierta, con el espaldar apoyado en la pared; se sienta y pone el
plato sobre sus piernas. Está todo dicho, pobre anciana. ¿Qué estará haciendo el
bebé? ¡ja, ja! La cuchara sigue suspendida en el aire. ¡Bien bebé, así me gusta!

¡Uy, me cambiaron de cuadro! Se ven la espalda y cuello de la persona con el pelo


trenzado, ¡Pero qué grasoso este pelo, que asco! ¿Hace cuando no se lo lavará? Debe
ser de esas que lo trenza y ahí lo deja por meses. Está como esos muchachos jóvenes,
que se hacen esas “rastras” ¿es? Y si, de arrastrados, que disque alcanzan a tener 5
clases de piojos diferentes. ¡FUEGO! ¡FUEGO! ¡FUEGO PARA ESE PELO!

Estoy en el momento que la cerdita de trenza agarra la cuchara con la mano derecha, la
eleva y la mete con violencia a la sopa, cuál puñalada certera. Pone la cuchara en la
posición que tiene la manecilla pequeña del reloj cuando marca la una. Suena como una
flecha que corta el aire.

- … por estos alimentos. Amén.

Una decena de cucharas entran con violencia a platos humeantes, simultáneamente


suenan diez flechas que cortan el aire. Cada personaje pone su cuchara, conforme una
ubicación de la manecilla que marca las horas en el reloj. Las señoritas y el hombre
usan la mano derecha, van desde la ubicación que tiene la manecilla cuando son las dos
hasta las cinco; La anciana pone su cuchara en las seis. La familia del bebé es zurda,
van desde las siete hasta las once.
La cuchara que dió giros en el aire, cae con violencia en la sopa, tomando el lugar de la
más corta de las manecillas, cuando el reloj marca las 12. Todo se salpica de sopa y
reina el silencio.
La mujer le limpia la cara al bebé, con una servilleta de tela blanca.

-Sh…

Veo los labios de muchas personas, que soplan y sorben sopas de diferentes colores,
servidas en platos, ollas, taza, ¿botella? una que otra cuchara agujereada, otra muy
brillante, ¡ah no, es un diente de oro que brilla! hay rostros característicos, como el
del ciego, que a pesar de mendigar parece haberse rasurado esta mañana, la
comisura de sus labios está caída y su mandíbula inferior ¡tiembla tanto al saborear!
¡Que parece que se fuera a desencajar! ¡Las arrugas que hay en ese rostro! ¡Y miren
esos dientes en tan mal estado! Que miseria. (Estornudo) al jefe de bomberos
¡¿porque le gustará tanto la pimienta?!

Líneas de expresión, Muchas líneas de expresión, las carreteras y rutas del país
estampadas en estos rostros maltrechos, Otra boca con un diente de oro que brilla.
Alguien corta un pan con las manos, ¡que uñas negras las del sobandero! ¿No sabe
usted lo que es un sobandero? ¡El que repara las torceduras de pies y cuando uno se
troncha una mano o se cae sobre un brazo! Ese, ese hombre de Dios que le repara los
huesos, ¡Track! ¡De un solo jalón! Bueno, eso, una especie de quiropráctico, eso; se lo
lleva a la boca, lo mastica, lo traga... el pedazo de pan.

La vecina de Alcirita de Diaz, ¡Qué necesidad tiene de ir a la mesa con la cara llena de
aceite de almendras! Le escuuu…rre el sudor por encima de la capa de aceite. Por
media hora sin el aceite de almendras, no va a impedir el imprudentísmo paso del
tiempo, es su estiradísima cara, misia Martica.

Y doña Bertilda, cuando se va a mandar quitar ese lunar de carne, ¡Qué asco! el pelo se
le mete en la sopa, además dicen que ese tipo de lunares es mejor sacarlos porque son
cancerígenos. ¡Eso dicen! ¡Ya se lo han dicho!

-Mire comadre Bertilda, que ese tipo de lunares es mejor mandárselos a quitar. ¡Eso
dicen!
-Mamá, tiene que dejarse quitar ese lunar, mire que dicen que son malos.
-Bebita mija, hágale caso a lo que dice el doctor, mándese sacar ese lunar o por lo
menos córtese el pelo, que vea, se le mete en la sopa.

A lo que la vieja Bertilda responde: “Es que a Raúl le gustaba”

Uff… la cantidad de viejas de este pueblo, que siguen haciendo cosas porque “a mi
marido le gustaba”. Pero Doña Bertilda, fíjese que don Raúl está enterrado hace más
de 15 años, ¡lo que hará que usted no se corta ese asqueroso pelo! ¡Vieja terca!

Siguen los rostros y labios, dale a la sopita, los pequeños carnicero, carnicera y
carnicerito, cada uno con un plata´o e´ sopa y al lado un libra de carne, para cada uno,
¿No habrá un método mejor para deshacerse de las moscas? ¡¿Quién inventó la
desagradable bolsa transparente llena de agua, colgada de la percha, para que
quedaran pegadas de colección las moscas?! Cuantos fósiles de mosca tendrán
pendiendo de una cuerda arriba de sus cabezas, mientras se toman la sopa.

¡Qué calor! Y si, es el prostíbulo, ¿Que habrá en la olla de ellas? ¿Juaga dura de
calzón? Je, je, ¡Ah no, mira! tienen hasta hueso en la olla, esta sopa está hasta mejor
que la de los Santos.
Y si, como se van a descuidar las rechonchitas putas del pueblo, si son la alegría de los
señores.
Que se me muera la doña, que se muera la nuera, la monja, la suegra, la pinta, la niña y
la santa maría, pero que no se me muera la puta. ¡Ah no, quédese tranquilo señor, que
eso putas siempre va a haber! Oiga, ¿Cómo seguirá todo dónde los Santos?

La mujer tiene al bebé en su regazo. Junto a su plato hondo con sopa humeante, hay un
plato pequeño. Ella mete la cuchara, hasta el fondo del plato y remueve la sopa;
selecciona algunas arvejas, papas y trozos de zanahoria, ¡je! no hay más que eso,
separándolos del agua contra los bordes del plato; saca la cuchara del plato hondo con
los trozos húmedos y la lleva sobre el plato pequeño; vierte los trozos ahí y los hace
puré con el dorso de la cuchara. Lo recoge con la misma cuchara, se la lleva frente a la
boca y sopla. Lo lleva cerca de los labios del bebé, él lo rechaza. Me gusta este bebe,
tiene personalidad. La mujer lleva la cuchara cerca de sus labios y hace la acción falsa
de comer con un estruendoso sorbo, le sonríe al bebé y este aplaude. Ella le acerca la
cuchara a la boca y el bebé la rechaza; ella finge comer y sorbe estruendosamente, el
bebé ríe.

¡Hola monoso! ¡Hola! Qué lindo bebé, tú no irás a salir torcido como tu abuelo y tu
padre, ¿no? ¡Ay como se ríe, que lindo! o putito maricón como tu tío Luisito ¿no
bebé? ¡NO! ¡NO! ¡Cielto bebé! ¡Cielto! ¡Qué monono! Chao, chao… ¡Ay mira como se
ríe! Me gusta este bebe, hace lo que quiere. Chao… chao… un besito… ¡eso!

En un corredor destechado, hay una mesa cuadrada contra una pared sin pintar; cubre la
mesa, un mantel de colores vivos con motivos de cocina. En una punta de la mesa, esta
la persona de la trenza larga; pero tiene cubierto el rostro por un plato hondo que
sostiene con las dos manos, para mí que es mujer, sorbe ruidosamente el contenido del
plato con una sola toma de aire. Si una mujer aunque enrazada con cerdo, me acerco
más para ver si pesco una feromona… pero, un momento, la persona baja el plato… se
descubre el rostro… ¡Sí! ¡Sí! es una mujer de mediana edad con rasgos bruscos; pone
el plato sobre la mesa con violencia y traga. Pero… esperen un momento ¿qué le pasa?
¡Está tambaleando! es como si quisiera devolver algo, por las dudas yo me alejo un
poco, progresivamente aparece la totalidad del corredor desolado, la mujer se tambalea
sentada en la silla, desde la punta de la mesa cuadrada, ¿se encontrará bien? Qué tipo
de ataque es ese... ¡No! ¡No! ¡Noooo! ¡Corran por sus vidas! ¡Sálvese quién puedaaa!
¡Una borrasca de aire continuo, abre con violencia las ventanas, tambalea la manzana
entera, vibran los vidrios, tiemblan las cortinas metálicas de los locales! La mujer de
mediana edad enrazada con cerdo produce un terremoto inmarcesible con su eructo.

¿Por eso es que no hay hojitas en los arbolitos del solar de su casa? ¡Hm… quién sabe!

He aquí las réplicas: La mujer tiene alzado al bebé, con la pequeña barbilla apoyada en
su hombro, sobre el que hay un babero de tela de toalla. La mujer le da palmadas en la
espalda. Eructa el bebe.

-¡Joche, malanito!

Eructa el bebé
Eructa el doctor,
Eructa la nuera
Eructa Luisito
Que puto bonito.

Eructa la suegra
La madre e´ la nuera
Que está con su perro
Que apenas le ladra
A unas pocas cuadras
De la casa de los santos

¡Esto no me salió con rima! pero bueno, sigamos…

Eructa el prelado
Y el episcopado
Eructa la monja, el zorrero y el lord
Porque por más pueblo e´ montaña que sea
¡Algún extranjero se queda, señor!

¡BIEN! ¡Sigue, sigue!

Eructa el viejito cieguito


Eructa la niña bonita
Eructa la hermana dominica,
Eructa el artista cagado de hambre

¿Y este que eructa? ¿Aire?

Eructa el niñito chiquito


Eructa doña Josefina
Eructa la seño’ clarita
Eructa hasta la tortuguita

¡Un momento! ¿Las tortugas eructan? ¡Qué pregunta!

Eructa todo el pueblo


Que saca de adentro
El plato de sopa
Que le hizo provecho
Tanto trabajo,
Tanta burbuja,
Tanto Garbanzo
Hecho puré
Tanto ADN ajeno en sus bocas
Miren pa´ lo que fué.

(Eructo)

También podría gustarte