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TERAPIA DE ACEPTACIÓN

Y COMPROMISO

METÁFORAS

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 INDICE

1. Establecer el contexto para la terapia..........................................................................................6


- Metáfora de los dos escaladores.
- Metáfora de conocer el lugar.
- Metáfora de la calle con tiendas.
- Metáfora del vaso sucio.
- Ejemplo de la educación de los hijo/as.
- Metáfora del diente enfermo.
- La terapia como camino.

2. Desesperanza creativa....................................................................................................................8
- Metáfora del granjero y el asno.
- Metáfora del hombre en el hoyo. *(También se puede usar en el control como problema)
-Metáfora de las arenas movedizas. *(También puede usarse en el control como problema)

3. El control como problema y estar abierto/dispuesto al contenido psicológico…......................10


- Metáfora la pantalla del ordenador.
- Metáfora del polígrafo.
- Metáfora el dique con agujeros.
- Metáfora de la burbuja en la carretera.
-Metáfora de las dos escalas.
- Metáfora la lucha con el monstruo.* (También se puede usar en desesperanza creativa)
-Metáfora del tigre.

4. Defusión........................................................................................................................................14
-Metáfora de la taza mal.
-Metáfora pasajeros del autobús.
-Metáfora del ajedrez.
-Metáfora de la mente como otro órgano más.
-Metáfora de la casa y los muebles.

5.Aceptación......................................................................................................................................18
- Metáfora Paco el vagabundo.
-Metáfora del Globo que se infla.
-Metáfora de llevarte las llaves contigo.
-Metáfora olas en la playa.
-Metáfora de las nubes grises.
-Metáfora de la radio siempre encendida.
-Metáfora de la burbuja azul.
-Metáfora del globo en el estómago y la gran ola.
-La manta sobre la hierba.
-El torno del dentista.
-Aceptar las sensaciones.
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-El callejón oscuro.
-La luz.
-El riesgo de aprender a montar en bici.
-Entrenamiento para el maratón.

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6. Trabajar valores en la terapia.....................................................................................................24
-Metáfora de la semilla y el árbol.
- Metáfora general del viaje.
-Metáfora del punto en el horizonte.
-Metáfora del punto en el horizonte y las olas.
-Metáfora esquiar.
-Metáfora el sendero de la montaña.
-Metáfora de la burbuja en la carretera.
-Metáfora el corpus delicti.
-Metáfora de “ya sabes conducir”.
-Metáfora de los dos monjes. * (Valido también para recaídas)
-La metáfora de la mancha en la cara.
-La metáfora del sombrero.
-Metáfora la rata en el laberinto.
-Metáfora de buscar un sitio para el objeto/caja “molestos”.
-La metáfora de túnel.
-Metáfora de las llaves que abren puertas.
-Metáfora de bienvenidos todos y el invitado grosero.
-Metáfora caminar con chinas en el zapato.
-El punto en el horizonte.
-Metáfora general del viaje.
-Apostar entre dos caballos.
-Aprender a ser un experto en manejar la bicicleta.
-Metáfora de la tortuga.
-El ejemplo de la pera y el bono.
-Versión de las dos escalas (aplicada a valores).
-El saloon del oeste.

7. Metáforas breves útiles para temáticas concretas….....................................................37

Toma de decisiones
-El camino al andar.

Ansiedad
-Maldición gitana.
-El monstruo que se alimenta de adrenalina.
-La evitación impide la habituación.

Desmantelamiento del lenguaje


-El mapa no es el territorio.
-Superman.
-El loco en la consulta.
-La mente como una caja.

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El miedo y la percepción
-El ratón en el cuarto oscuro.
-El león y las serpientes.
-La bicicleta.
-El tigre y el mueble.

Medicalización de los problemas en la vida


-Buscamos la moneda debajo de la farola encendida.

Exposición
-El cinturón de seguridad.
-Afinar un instrumento.
-Dejar de correr por un callejón oscuro.
-Superar el miedo cómo aprender a nadar.

Recaídas
-Caerse del caballo o de la bici.

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1. ESTABLECER EL CONTEXTO PARA LA TERAPIA.

Metáfora de los dos escaladores

Objetivo;

Establecer un contexto para la relación terapéutica de modo que se refleje la similitud que existe
entre el psicólogo/a y el paciente. Siguiendo la filosofía contextualista de ACT, sitúa a ambos al
mismo nivel y establece además algunas claves funcionales y orientación a valores sobre los que se
incidirán en sesión.

Verbalización;

Es como si nosotros dos fuéramos escaladores, cada uno en su propia montaña, separadas por un
gran valle. Yo puedo ser capaz de ver un camino por el cual subir tu montaña, no porque la haya
escalado antes que tú, ni porque yo esté en la cima gritándote a ti por dónde tienes que subir, sino
porque estoy situado en un punto desde el que puedo ver cosas que no pueden verse desde
donde estás tú. Esta es tu terapia, pero si fuese la mía, yo tendría mi propia montaña que subir, y
entonces tu podrías decirme algo sobre el camino por el que estoy subiendo. Mi ventaja aquí no
consiste en que yo sepa más, sea mejor o más fuerte que tú. Es simplemente la ventaja de la
perspectiva. Por otro lado, hay cosas respecto a tu montaña que yo no puedo saber, cosas
respecto a la cuales tendré que confiar en lo que tú me digas porque sólo tú puedes verlas desde
ahí. Por ejemplo, si la montaña que tú estás tratando de escalar es la montaña “correcta” o no, es
sólo una cuestión de valores. Únicamente tú puedes responder a eso. Asimismo, aunque yo sea
capaz de aconsejarte acerca de la senda que veo, no puedo subir tu montaña por ti. En realidad,
eres tú quien tiene la tarea más difícil.

Metáfora de conocer el lugar

Objetivo;

Permite mostrar al paciente el rol que tiene el psicólogo/a en la relación terapéutica, donde el
psicólogo/a asume un papel de curiosidad y comprensión de las experiencias y vivencias del
paciente.

Verbalización;

Es como ir a un nuevo trabajo donde hay numerosos aparatos que manejar y reglas de
organización, pero uno va sin conocer nada sobre la sensibilidad de los aparatos y las reglas del
sistema, o sin saber quién organiza el trabajo y el papel de cada uno. Uno haría mejor el trabajo si
se dispusiera a aprender el manejo de los aparatos y las reglas de funcionamiento. Dígame todo lo
que pueda para que yo pueda entender su problema, su experiencia y sus reglas, lo que le trae a
consulta.

Metáfora de la calle con tiendas

Objetivo;
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“El mismo que en la metáfora de conocer el lugar”

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Verbalización;
Le decimos al paciente que piense que su vida es como ir por las calles de una ciudad. Va por unas
calles y no por otras por las razones que quiera. Se le dice que las calles están repletas de tiendas,
escaparates, sonidos y carteles luminosos que le invitan a pararse, a entrar en ellas y comprar sus
productos. Sin embargo, no es lo mismo caminar por las calles y no llegar a ningún sitio porque
constantemente paramos en los escaparates y entramos a comprar lo que allí se ofrece. Al cabo
del tiempo, uno ve que su vida está al servicio de lo que se ofrece en las tiendas, y parece que
hemos perdido la dirección y no se sabe por dónde uno camina ni qué dirección tomar al llegar a
una encrucijada…Excepto que la elección fuera salir a comprar, comprar constantemente hace que
la vida esté entrecortada frecuentemente.

Le preguntamos al paciente por qué calles quiere ir y por las numerosas tiendas que tiene en el
camino cuyos productos le atrapan, aunque no quisiera que le atraparan, por los pensamientos
que surgen y que funcionan ordenándole que entre a comprar y lo hace (Por ejemplo “no puedo
salir, tengo ansiedad” y no sale). Le pedimos que nos hable de sus calles, dónde conducen, y por
las tiendas y productos que le atrapan, si le hacen parar o cambiar la dirección en la que quiere ir.

Metáfora del vaso sucio

Objetivo;

Tiene el fin de que el paciente comprenda que la terapia puede ser dolorosa, pero con significado.
Reduce la probabilidad de que, si el tratamiento llega a ser doloroso el paciente se sienta víctima
del psicólogo/a.

Verbalización;

Suponga que tener un vaso limpio y transparente fuera algo relevante para usted. Sin embargo, el
vaso está muy sucio, lleno de partículas y elementos que no le gustan, le molesta verlos. Para
poder conseguir ver el cristal transparente hay que echar agua en el vaso, y durante el proceso el
vaso estará aún más sucio que al principio. Es paradójico que esté más sucio cuando se está
limpiando. La cuestión es que ese proceso turbio, confuso, donde el vaso parece más sucio que
antes tiene un valor en tanto que es parte del proceso para conseguir limpiar el vaso.

Ejemplo de la educación de los hijos

Objetivo;

“El mismo que en la metáfora del vaso sucio”

Verbalización;

A veces negar algo a un hijo va cargado de dolor al ver la reacción que ellos experimentan ante la
negativa. Sin embargo, en los padres es un dolor aliviado, ya que esa experiencia está alterada por
el significado que tiene: está en la dirección de que entienden que es lo mejor para que su hijo
aprenda a caminar por la vida, o sea, que valoran el “no” de ahora sobre el bien posterior, pero en
cualquier caso puede resultar doloroso.

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Metáfora del diente enfermo

Objetivo;

Permite mostrar el dolor inherente al hecho de afrontar los problemas. El paciente comprende
que el trabajo que están emprendiendo, será a veces confuso y otras doloroso.

Verbalización;

Si usted acude al dentista con un diente en mal estado y el dentista echa un vistazo a su boca,
hurga en ella, pincha y rasca, pero sólo toca los dientes que están sanos, la cita tal vez no sea
dolorosa, pero tampoco habrá proporcionado ninguna utilidad para el diente enfermo. Si el
dentista le cobra por ese trabajo, es posible que no le haya hecho ningún daño, pero, en realidad,
le ha estafado: usted sale de su consulta con el mismo diente enfermo.

La terapia como camino

Objetivo;

Mostrar a través de la metáfora que en esta terapia nos vamos a basar en su experiencia.

Verbalización;

Cuando vas a una dirección nueva, alguien te señala el camino, te dice lo que te vas a encontrar y
cuando tienes que torcer o seguir derecho. Luego tienes que andar ese camino, y surgen dudas,
¿me habré pasado? ¿será esa la gasolinera que me dijo?, ¿no es demasiado lejos ya? ... La terapia
tiene dos fases primero, se trata de saber qué hacer y luego hay que andar y encontrarse con las
dificul- tades para poderlas superar.

2. DESESPERANZA CREATIVA.

Metáfora del granjero y el asno

Objetivo;

Fomentar la desesperanza creativa: tratar de encontrar el sentido de la desesperanza y su valor.

Verbalización;

Había una vez un granjero que tenía un asno muy viejo. Un día, mientras el asno estaba
caminando por un prado, pisó sobre unas tablas que estaban en el suelo, se rompieron y el asno
cayó al fondo de un pozo abandonado. Atrapado en el fondo del pozo el asno comenzó a rebuznar
muy alto. Casualmente, el granjero oyó los rebuznos y se dirigió al prado para ver qué pasaba.
Pensó mucho cuando encontró al asno allí abajo. El asno era excesivamente viejo y ya no podía
realizar ningún trabajo en la granja. Por otro lado, el pozo se había secado hacía muchos años y
tampoco tenía utilidad alguna. El granjero decidió que enterraría al viejo asno en el fondo del
pozo.
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Una vez tomada esta decisión, se dirigió a sus vecinos para pedirles que vinieran al prado con sus
palas. Cuando empezaron a palear tierra encima del asno, éste se puso aún más inquieto de lo que
ya estaba. No sólo estaba atrapado, sino que, además, lo estaban enterrando en el mismo agujero
que le había atrapado. Al estremecerse en llanto, se sacudió y la tierra cayó de su lomo de modo
que empezó a cubrir sus patas. Entonces, el asno levantó sus cascos, los agitó, y cuando los volvió a
poner sobre el suelo, estaban un poquito más altos de lo que habían estado momentos antes. Los
vecinos echaron tierra, tierra y más tierra, y cada vez que una palada caía sobre el asno, este se
estremecía, sacudía y pisoteaba. Para sorpresa de todos, antes de que el día hubiese acabado, el
asno apisonó la última palada de tierra, y salió del agujero a disfrutar del último resplandor del sol.

Diálogo post-metáfora;

Terapeuta: Me pregunto si no siente usted que los problemas de su vida lo están enterrando
literalmente. ¿Y si hubiera alguna forma en la que usted, como el asno de la historia, pudiera
encontrar la manera de pisotear sus dificultades? Si hubiera un modo por el cual las mismas cosas
que ahora parecen estar amenazando su existencia pudieran en realidad usarse para elevarse,
¿podría entonces alcanzar esa vida que tanto anhela? Me gustaría hacerle notar que en esta
historia el asno no podría haber salido del pozo de no ser por la misma tierra que amenazaba por
enterrarlo.

Cliente: ¿Y cómo puedo pisotear mis problemas?

Metáfora del hombre en el hoyo

Objetivo;

Situar la experiencia o sentimiento de desesperanza creativa.

Verbalización;

La situación en la que te encuentras se parece un poco a esto. Imagínate que estás en un campo,
llevando una venda en los ojos y una pequeña bolsa de herramientas. Se te ha dicho que tu tarea
consiste en correr por ese campo con los ojos vendados. De hecho, es como se supone que debes
vivir tu vida. Y tus haces lo que te han dicho que hagas. Pero lo que no sabes es que en ese campo
hay hoyos grandes y muy profundos, lo ignorabas completamente. Así que empiezas a correr por
el campo y tarde o temprano caes en uno de esos grandes agujeros. Empiezas a palpar las paredes
del hoyo y te das cuenta de que no puedes salir de él, no puedes saltar, ni hay otras vías de
escape. Es probable que, en un apuro semejante, tu cojas la bolsa de herramientas que te han
dado y empieces a mirar qué hay en ella, pues quizás así encuentres algo que puedas usar para
escapar del hoyo. Ahora supón que efectivamente hay una herramienta en esa bolsa, pero se trata
de una pala. Y eso, aparentemente, es todo lo que tienes. Así que empiezas a cavar, pero muy
pronto te das cuenta de que así no puedes salir del hoyo. Entonces intentas cavar más y más
rápido, pero sigues en el hoyo. Lo intentas con grandes paladas y con pequeñas, arrojando lejos la
tierra o arrojándola cerca…pero continúas en el agujero. Todo ese esfuerzo y todo ese trabajo y,
por raro que parezca, lo único que has conseguido es que el hoyo se haga cada vez más y más
profundo. ¿No es así? Y entonces vienes aquí pensando; ¡Bueno tal vez el/ella tenga una pala lo
bastante grande, una preciosa pala mecánica para ayudarme! Pues no, no la tengo. Y si la tuviera,
no la usaría, porque cavar no es la forma de salir de un hoyo: al contrario, cavando es como se
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hacen los hoyos.

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Tal vez lo que pasa es que todo el plan está equivocado y no tiene solución; cavando no puedo
conseguir una escapatoria, lo único que hace es hundirse aún más.

Metáfora de las arenas movedizas

Objetivo;

Plantear una alternativa diferente a lo que ha estado haciendo hasta ahora para manejar su malestar.

Verbalización;

Sería como si tu estuvieras atrapado en arenas movedizas. ¿Has visto lo que sucede cuando la
gente queda atrapada en ellas? Por supuesto, lo más sensato en un principio es tratar de salir de
ellas, intentar hacer todo lo que uno pueda para librarse y poder escapar, aunque lo que hiciera le
llevara a enterrarse aún más profundo. Sin embargo, lo único que uno/a puede hacer cuando cae
en estas arenas movedizas es extender la mayor parte de su cuerpo para entrar en contacto lo
mayor posible con ellas. Quizás lo que te pasa es parecido a esto. Puede que no suele muy lógico
al principio, pero quizás otra opción pueda ser dejar de batallar y en lugar de ello, entrar en
contacto total con lo que has tratado de evitar.

3. EL CONTROL COMO PROBLEMA Y EL ESTAR ABIERTO/DISPUESTO AL CONTENIDO


PSICOLÓGICO.

Metáfora la pantalla del ordenador

Objetivo;

Plantear el problema del control.

Verbalización;

Suponga que hay una persona frente a la pantalla de un ordenador. Está en su trabajo y en la
pantalla aparece: “eres una mala persona”, “no sirves”, “estas vacía”, “Volverás a fracasar”, “no
puedes” (el contenido se ajusta a la lucha que el cliente mantenga). Esa persona rápidamente se
“pega” a la pantalla buscando en el teclado la forma de quitar eso de la pantalla y lo consigue,
pero queda pendiente de los mensajes del ordenador. Tan pronto como aparece otro mensaje en
la pantalla, rápidamente busca las teclas para eliminarlo, y así sucesivamente. Su vida es la vida de
una persona “pegada” a la pantalla. Si los mensajes le gustan, se siente bien y se despega y
desentiende sólo un poco de la pantalla, pero en poco tiempo vuelven los mensajes negativos.
Vuelve a quitarlos y se desentiende un poco, pero no mucho realmente, ya que ha de seguir
pendiente para quitar los mensajes tan pronto como aparezcan las primeras señales. Su vida
transcurre así, pendiente de la pantalla, y ya ni los mansajes positivos resultan favorables, ya que
siempre están cercanos los negativos y estos son cada vez más insistentes en la pantalla. Su vida
está muy limitada. Es una vida sin vivir. Sin embargo, otra persona cercana a ésta se ocupa de su
trabajo, y cuando surgen mensajes como éstos en vez de pegarse al teclado para buscar la manera
más rápida de dejar de ver aquello echa su silla hacia atrás y a avisa a otros cercanos, les dice
miren lo que dice la pantalla; no le gusta, pero sigue con su trabajo.
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La pantalla va ofreciendo sus mensajes y esta persona no hace nada por cambiarlos, simplemente
surgen, los mira y sólo los toma en serio si son útiles para seguir con su trabajo.

Metáfora del polígrafo

Objetivo;

Muestra la ineficacia del control de la emoción.

Verbalización;

Tomemos el ejemplo de la ansiedad. Supongamos que le conecto a mi polígrafo superpotente.


Usando este equipo de alta tecnología, puedo decirle si está experimentando incluso la mínima
cantidad de ansiedad. Imagina que te tengo totalmente conectado y te doy las siguientes
instrucciones; “Bajo ninguna circunstancia se ponga nervioso o ansioso. Si lo hace, seré capaz de
detectarlo sin la menor duda”. Ahora con el objetivo de asegurarnos de que estas adecuadamente
motivado/a, voy a desenfundar mi pistola de nueve milímetros y te voy a apuntar a la cabeza; ten
la seguridad de que te dispararé si detecto la menor ansiedad. ¿Cuánto tiempo cree que
aguantaría?

Ahora quiero que te des cuenta del efecto que ejerce la pistola. Si yo te hubiera pedido que
pasaras la aspiradora o cambiaras los muebles de sitio, la pistola hubiese hecho mucho más
probable que tu obedecieras y dejaras esto limpio. Con la ansiedad, lo que ocurre es que es mucho
menos probable que consigas lo que pretendes. Es extraño ¿no?

Metáfora del dique con agujeros

Objetivo;

Ayudar a discriminar la acción de estar abierto frente a la acción para controlar los pensamientos o
sentimientos que producen malestar.

Verbalización;

Veamos, imagina un dique que tiene agujeros por los que antes o después sale agua y supo que
aquí está una persona para quien ver correr el agua a través de esos agujeros le produce una
sensación de descontrol y desasosiego extremo que no puede soportar.
Pero no hay problema, porque esta persona parece que ha encontrado un modo de evitar su desa-
sosiego y su necesidad de controlar que el agua fluya. Verá (aquí el terapeuta representará los mo-
vimientos que describe esa persona para controlar eso). Esta persona está pendiente de ver si fluye
el agua por los orificios. Tan pronto ve que el agua fluye por uno, rápidamente se tranquiliza
porque lo resuelve poniendo el dedo índice en el pequeño agujero. Más tarde, tampoco tiene
problemas, ya que cuando el agua fluye por otro orificio, sitúa el otro dedo índice. Más tarde, ve
que fluye agua por otro, pero tampoco hay problemas, coloca un dedo del pie derecho.

Más tarde, coloca el dedo del pie izquierdo en otro orificio. Vuelve la tranquilidad y la sensación de
control. Aún sigue sin problemas, ya que cuando surge agua por otro agujero sitúa su nariz en el
orificio y vuelve a tranquilizarse. Y así sucesivamente.

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Parece que está controlando, eh, ¿qué le parece? Fíjese cómo está...Sin embargo, este hombre no
encuentra la tranquilidad, ya que sí parece que pueda controlar el agua, pero ¿a qué precio? Se
lamenta de no poder llevar su vida, tiene que estar controlando que el agua no salga. Finalmente,
no es feliz en esa posición.

¿Qué le sugiere?, ¿qué es lo que, como el agua, no puede soportar usted? Y ¿cuál es el precio que
tiene que pagar por no ver fluir el agua?

Metáfora de la burbuja en la carretera

Objetivo;

Muestra una forma diferente (alternativa a la evitación) de interactuar con el contenido psicológico
difícil.

Verbalización;

Supón que tenemos una burbuja de jabón. ¿Has visto cómo las burbujas grandes tocan a las
peque- ñas y estas son absorbidas por la grande? Imagina que ahora tú eres una burbuja de jabón
y te mueves por el camino que has elegido. De repente, otra burbuja aparece y se pone frente a ti
y te dice “stop”. Paras un momento e intentas esquivarla. Pero, cuando te mueves, la burbuja te
blo- quea; si vas hacia arriba la burbuja se pone arriba, si vas hacia abajo la burbuja se pone abajo.
Sólo tienes dos opciones o bien dejar de moverte, pararte o bien puedes tomar la burbuja dentro
de ti, abriendo las puertas de tu corazón al contenido que sea, y continuar en la dirección valiosa
con esa burbuja dentro. Este movimiento es lo que significa estar dispuesto/a o abierto/a. Tus
barreras ahora mismo son “no estoy dispuesto, no quiero, no puedo con tanto dolor y tristeza…”.
Ellos están realmente dentro de ti, pero parece que estuviesen fuera. Estar abierto a esas barreras
no es un sentimiento o un nuevo pensamiento, es lo de menos, es una acción que responde a la
pregunta que la barrera le hace cuando se pone delante de ti; ¿me vas a tener dentro porque
eliges hacerlo, o no? Para caminar por la dirección valiosa, debe responder sí, pero eso es algo que
sólo tu puedes hacer; sólo tú eliges moverte de un modo u otro.

Metáfora de la lucha con el monstruo

Objetivo;

Plantear el problema del control. El contenido de esta metáfora puede hacerse a modo de diálogo
socrático. El contenido tiene como objetivo que el cliente lo relacione con su experiencia de lucha.

* Antes de ello enumerar verbalmente las diferentes soluciones que el cliente ha puesto en práctica
para luchar contra sus eventos privados negativos. Se tiene que hacer ver el esfuerzo que ha reali-
zado, la sensación de impotencia del cliente y la sensación de haber perdido mucho tiempo y
muchas cosas que esperaba hacer en su vida.

Verbalización;

Se le pregunta al cliente si su problema (ansiedad, preocupación, recuerdos, culpabilidad, pensa-


mientos negativos...o el problema que plantee) se parece a una persona que estuviese unida a un
monstruo por una cuerda y con un foso entre ambos. Mientras el monstruo está tranquilo,
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dormido,

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tumbado, esa persona puede verlo, pero en cuanto despierta se hace insoportable, insufrible, y
esa persona tira de la cuerda para conseguir tirar al monstruo al foso. A veces parece que se calma
al tirar de la cuerda, como si se diera por vencido, pero lo que ocurre a la larga es que cuanto más
tira esa persona, más próxima está del filo del foso y, por el contrario, más grande, fuerte y
amenazante está haciéndose el monstruo. Así la situación es que esa persona tiene que estar
pendiente cons- tantemente de si el monstruo se levanta para tirar de la cuerda, y además,
cuando ella tira el mons- truo también lo hace, lo que a veces lleva a que ella esté al borde del
abismo. Y mientras, su vida se limita a estar pendiente de la cuerda. A esa persona le gustaría no
estar atado al monstruo, pero eso no es algo que pueda cambiarse, de manera que se plantea qué
puede hacer basado en su experiencia. Una posibilidad para hacer su vida es soltar la cuerda y ver
al monstruo. Otra que su vida se limite a estar pendiente de la cuerda.

En realidad, la ansiedad, los pensamientos negativos, la culpabilidad, los recuerdos, la


preocupación es como un monstruo que vive y se alimenta de adrenalina. Cuando algo nos avisa
de que hay un peligro, como cuando bajamos por una escalera mucho más empinada de lo que
esperábamos, rea- lizamos una descarga automática de adrenalina y el monstruo de la adrenalina
que estaba dormido se despierta y hace que de forma automática nos agarremos a la barandilla y
así nos ayuda a no caernos. Nos damos cuenta de que tenemos el monstruo dentro y que se ha
quedado, porque mien- tras digerimos la adrenalina todavía le queda alimento para vivir y
seguimos sintiendo ansiedad. Cuando pasa el tiempo sin que veamos un nuevo peligro, el cuerpo
recupera su nivel normal de adrenalina y el monstruo hiberna. Cuando es el propio monstruo el
que nos da miedo y luchamos para echarlo del cuerpo, para que desaparezca de inmediato, la
lucha nos lleva a hacer otra descarga de adrenalina. El monstruo, encantado porque tiene más
alimento, crece y se hace más amenaza- dor, nos dice cosas terribles como que va a comernos el
cerebro, que nos va a dañar el corazón y que nos va a paralizar la garganta para siempre. Si
aceptamos al monstruo en nuestro cuerpo y no hacemos nada para que se vaya, entonces
dejaremos de darle alimento y el monstruo hibernará de nuevo.

Metáfora del tigre

Objetivo;

Ilustra el modo en que al evitar e intentar controlar nuestros problemas, pensamientos y emociones, solo
logramos que empeoren.

Verbalización;

Imagina que un día te despiertas y te encuentras, justo delante de tu puerta, a un adorable cachorro de
tigre juguetón que está maullando. Por supuesto, lo metes dentro de tu casa y lo adoptas como mascota.
Después de jugar con él un rato, observas que está maullando sin parar y, entonces, te das cuenta de que
debe tener hambre. Le das un poco de carne, ya que te imaginas que eso es lo que deben comer los tigres.
Haces lo mismo cada día y, día tras día, tu mascota de tigre crece un poquito más. Al cabo de dos años, la
comida diaria de tu tigre pasa de ser pedacitos de hamburguesa a bifes enteros. Al poco tiempo tu tigre ya
no maúlla cuando tiene hambre, en cambio, él te ruge ferozmente cuando piensa que es la hora de comer.
Tu adorable mascota se ha convertido en una bestia salvaje incontrolable dispuesta a destrozarte sino
consigue lo que quiere.
Tu lucha con tus pensamientos y emociones dolorosas puede compararse con este tigre imaginario. Cada
vez que le das poder a tu dolor alimentándolo con la carne de la evitación experiencial (es decir, todo lo que
haces que te ayuda a evitar pensamientos y emociones dolorosas) ayudas a que tu tigre del dolor crezca y
se haga más fuerte.
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Alimentarlo de este modo parece lo prudente. El tigre del dolor ruge ferozmente diciéndote que lo
alimentes con lo que quiere o te comerá. Sin embargo, cada vez que lo alimentas, ayudas a que el dolor se
vuelva más fuerte, más intimidante y que tenga más control de tu vida.

4. DEFUSIÓN

Metáfora de la taza mala

Objetivo;

Evidenciar como las evaluaciones se pueden disfrazar de descripciones.

Verbalización;

Tenemos cosas en nuestro lenguaje que nos arrastran a batallas psicológicas innecesarias y es
bueno tener una idea de cómo se produce eso para que podamos aprender a evitarlo. Uno de los
peores trucos con que nos engaña el lenguaje se da en el ámbito de las evaluaciones. Para que el
lenguaje funcione, las cosas tienen que ser lo que decimos que son cuando nos implicamos en ese
tipo de charla que consiste en denominar y describir. De otro modo, no podríamos hablar los unos
con los otros. Si describimos una cosa con precisión, las etiquetas no podrán ser cambiadas hasta
que cam- bie la forma de los acontecimientos. Si yo digo “Esto es una taza”, no puedo cambiar a
continuación y decir que no es una taza sino un coche de carreras excepto que cambie la taza de
alguna forma. Por ejemplo, podría fundir la materia prima de la taza y utilizarla como una parte del
coche de ca- rreras. Pero sin un cambio en la forma, será una taza. La etiqueta no se puede
cambiar de cualquier manera. Piensa ahora, lo que ocurre con la charla de tipo evaluativa. Imagina
que yo digo: “Esta es una buena taza” o “esta taza es bonita”. Suena igual que si dijera;” Esta taza
es de cerámica” o “esta taza es de un cuarto de litro”. ¿Pero realmente es lo mismo? Imagina que
todas las criaturas vivien- tes del planeta se murieran mañana. La taza aún seguiría estando
encima de la mesa. Era una taza de cerámica antes de que todo el mundo desapareciera y sigue
siendo una taza de cerámica, pero
¿Sigue siendo una taza buen y bonita? Sin ninguna persona que pueda tener ese tipo de opiniones,
las opiniones habrán desaparecido porque “bueno” o “bonito” nunca formaron parte de la taza.
Bonito es una palabra que surge en la interacción entre la persona y la taza. Pero observa como la
estructura del lenguaje oculta esta diferencia. Parece lo mismo como si “buena” perteneciera a la
misma descripción de “cerámica”. Los dos términos parecen añadir información a la taza. ¿Y qué
pasa si alguna otra persona dice; “¡No esa taza es horrible!”. Si yo digo que es buena y tu dices que
es mala, tenemos un desacuerdo que, aparentemente tenemos que resolver. Uno de los dos tiene
que ganar y el otro tiene que perder; no podemos tener los dos la razón. Por otro lado, si buena es
sólo una evaluación o un juicio, algo que uno hace sobre la taza y no algo que este en la propia
taza, entonces eso supone una enorme diferencia. Dos evaluaciones opuestas pueden coexistir
tranqui- lamente. Tú puedes pensar que la taza es bonita y yo pensar que es horrorosa. El hecho
de que tengamos dos opiniones distintas no supone algo imposible de imaginar- como afirmar que
la taza es de cerámica y de metal al mismo tiempo-. Mas bien esto sólo refleja el simple hecho de
que los acontecimientos pueden ser evaluados como buenas o malos. Y por supuesto, es posible
que una persona pueda adoptar más de una perspectiva. El lunes, yo pensaba que la taza era
horrible; el martes, cambié de opinión y pensé que era bonita. Ni las evaluaciones son algo
concreto ni tampoco es necesario imponerse a los demás.

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Metáfora pasajeros del autobús

Objetivo;

Trabajar la defusión de los pensamientos.

Verbalización;

“Imagínate que eres el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensa-
mientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con
una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y
con una apariencia peligrosa. Mientras conduces el autobús algunos pasajeros comienzan a amena-
zarte diciéndote lo que tienes que hacer, dónde tienes que ir, ahora gira a la derecha, ahora vete
más rápido, etcétera. Incluso te insultan y desaniman: “eres un mal conductor”, “un fracasado”,
“na- die te quiere”,… Tú te sientes muy mal y haces casi todo lo que te piden para que se callen, se
vayan al fondo del autobús durante un rato y así te dejen conducir tranquilo. Pero algunos días te
cansas de sus amenazas, y quieres echarlos del autobús, pero no puedes, discutes y te enfrentas
con ellos. Sin darte cuenta, la primera cosa que has hecho es parar, has dejado de conducir y ahora
no estás yendo a ninguna parte. Y además los pasajeros son muy fuertes, resisten y no puedes
bajarlos del autobús. Así que, resignado, vuelves a tu asiento y conduces por donde ellos mandan
para aplacarlos. De esta forma, para que no te molesten y no sentirte mal, empiezas a hacer todo
lo que le dicen y a dirigir el autobús por dónde dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos.
Haces lo que te ordenan y cada vez lo haces antes, pensando en sacarlos de tu vida. Muy pronto,
casi sin darte cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que girarás a la
izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre ti y te amenacen. Así, sin tardar mucho,
empezarás a justifi- car sus decisiones de modo que casi crees que ellos no están ya en el autobús y
convenciéndote de que estás llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos
pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos
que nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando
aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer
mucho daño, y por eso acep- tas el trato y haces lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se
vayan al final del autobús donde no los puedas ver. ¡Intentando mantener el control de los
pasajeros, en realidad has perdido la di- rección del autobús! Ellos no giran el volante, ni manejan
el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. El conductor eres tú.

Metáfora del ajedrez

Objetivo;

Sirve para explicar la lucha entre los pensamientos positivos y negativos.

Verbalización;

Se pide al paciente que se imagine un tablero de ajedrez en el que hay fichas blancas y negras ju-
gando una partida. Las fichas blancas serían, p. Ej., los pensamientos "positivos" que el paciente
tiene, aquellas cosas que le gusta pensar. Por el contrario, las fichas negras son los pensamientos,
emociones, etc. contra las que el paciente ha estado luchando, aquello que ha intentado expulsar
de su vida. Pues bien, planteada así la situación, se pregunta al cliente quién sería él en esta
hipoté- tica situación. Habitualmente, las personas suelen contestar que ellos son las fichas
20
blancas.

21
Ante esta respuesta el terapeuta debería pararse y pedirle al cliente que considere alguna otra
po- sibilidad. Si él no fuera las fichas blancas ¿quién sería? Se puede sugerir al cliente que tal vez
fuera el tablero que contiene tanto las fichas blancas (los pensamientos, emociones, etc. que
gustan) como las negras (los que no gustan).

Terapeuta: Ahora, déjeme preguntarle, en este ejemplo, ¿quién es usted?


Cliente: Las fichas
Terapeuta: Pero usted pelea contra unas fichas que también están en usted. Entonces, ¿usted pelea
contra usted mismo?
Cliente: Es lo que he hecho siempre, pelear, soy el jugador.
Terapeuta: Suponga que usted no es ninguna ficha en particular ni tampoco es el jugador; entonces,
¿quién sería?
Cliente: No sé.
Terapeuta: ¿Pueden existir las fichas sin tablero, las que le gustan y las que no?
Cliente: No, claro...entonces, soy el tablero.
Terapeuta: Desde luego, ¿dónde estarían las piezas, sus pensamientos, sin usted para darse cuenta
de que ellas están?... Las piezas no pueden existir sin usted. Ellas no le sujetan, mejor es usted
quien las mantiene a todas. Tenga en cuenta que desde la posición de tablero la guerra entre las
piezas realmente no importa, da igual que estén situadas de un modo que de otro. El tablero no
cambia. Es más, siendo tablero, usted puede ver todas las piezas, estar en contacto muy cercano
con las piezas y ver cómo se mueven. Y además, usted puede moverse en las direcciones que son
valiosas para usted mientras ve tales piezas y sus movimientos.

Es frecuente en nuestros clientes que pregunten cómo conseguirían estar al nivel del tablero. El
siguiente diálogo muestra el caso de una cliente que luchaba con sus pensamientos de culpa, de
verse imperfecta, peligrosa, de sus recuerdos sobre la negligencia de sus hijos y el accidente
sufrido por uno de ellos:

Cliente: Y ¿cómo consigo ser siempre el tablero?


Terapeuta: No lo sé, pero dime ¿en qué dirección va el buscar algún mecanismo que le mantenga
siempre como tablero? ¿Para qué quieres estar siempre al nivel del tablero?
Cliente: Está claro, para no tocar las fichas..., para estar segura de que esos pensamientos no me
van a hacer daño, para no sentirme mal, para acabar con esto.
Terapeuta (cuidadosamente interrumpe esta cadena de razones): Ya, buscar eso ¿es algo familiar
para ti?
Cliente: Sí, es lo mismo de siempre, buscar algo para no volver a tener esto nunca más.
Terapeuta: Y tú lo sabes bien, ¿cómo te ha ido? ¿qué te dice tu experiencia cuando has tratado
por todos tus medios de no volver a tener esos pensamientos, esos recuerdos, esas sensaciones...?
Cliente (llorando): Entonces, tampoco voy a conseguir ser tablero siempre.
Terapeuta: De eso se trata; si en un momento te peleas con las fichas, intentas controlarlas y te
das cuenta y sabes por tu experiencia dónde te conduce eso, ¿qué puedes hacer?
Cliente: Dejar de pelear con las fichas. Saltar de ahí y ponerme como tablero.
Terapeuta: Sólo una cosa es segura: cuanto más practiques ese “salto”, más habilidad tendrás para
situarte al nivel del tablero cuando estés enfrascada con las fichas. Es como practicar con la bici. La
práctica te hace hábil pero no te garantiza que no te caigas. Nadie puede garantizar si uno se va a
caer de la bici, se cae incluso el ciclista más experto. Pero si uno se cae, si uno se encuentra al nivel
de las fichas, sólo tienes que saltar como tú dices, y eso se consigue con la práctica de darte
cuenta de que estás haciendo caso a las fichas, peleando con ellas y, entonces, abandonas la lucha,
las dejas, y te resitúas en la dirección elegida (pausa). Y luego, cuando otra vez te veas iniciando la
22
lucha, sólo

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tienes que abandonarla. La práctica es darte cuenta de que estás peleando con las fichas. Es darte
cuenta de que al hacer caso a los pasajeros de tu autobús te has salido de la carretera, pero como
tú eres quien conduce, sólo tienes que girar el volante en la dirección conveniente para ti. Eso sí,
oyendo a todos los pasajeros, a los que te animan y a los amenazantes y críticos que te desaniman
(pausa). ¿Qué pasajeros tienes ahora, qué fichas andan por ahí (pausa)? Da dos pasos hacia atrás y
contémplalas desde el tablero.

Metáfora nuestra mente es un órgano más

Objetivo;

Mostrar cómo la mente funciona al mismo tiempo que controlar o manipular sus contenidos (pensamientos,
recuerdos, sentimientos…etc) no es útil ya que no sirve a su propósito.

Verbalización;
Nuestra mente es un órgano como otro cualquiera de nuestro y genera pensamientos constantemente
igual que, por ejemplo, nuestros intestinos hacen desechos. Nuestros intestinos ponen a disposición del
resto del cuerpo los nutrientes que nos permiten vivir, pero también generan desechos. No tiene lógica
pedir que los intestinos solamente se dediquen a asimilar, porque no todo lo que comemos es asimilable,
incluso hay cosas que cuanto antes las echemos mejor. Nuestra mente genera pensamientos muy positivos
que nos permiten hacer muchas cosas con conocimiento de causa, pero también genera pensamientos que
no nos sirven para nada o que nos hacen daño.

¿Qué pasaría si el intestino dejara de producir desechos? No sería una buena cosa. Cuando salen los
desechos, algunas personas echan una ojeada a ver si todo está correcto antes de tirar de la cadena y está
bien hacerlo, por si acaso. Pero no tiene sentido revolverlos con un palito y desarrollarlos y expandirlos. Con
nuestros pensamientos ocurre igual. Cuando lo que produce nuestra mente son desechos, tiene sentido
mirarlos por encima, pero no estudiarlos en profundidad ni desarrollarlos ni expandirlos. Aceptemos su olor
por desagradable que sea, no analicemos su contenido y dejemos que nuestro intestino (mente) siga
produciendo los nutrientes que nos permiten desarrollar nuestra vida.

Metáfora de la casa y los muebles


Objetivo;

Producir sensibilidad a las alternativas y promover un yo contexto.

Verbalización;

Imagínate que tu eres una casa llena de muebles. Los muebles no son y nunca serán la casa. Los
muebles son lo que contienen la casa o lo que está dentro de ella. La casa sólo da cabida o
contiene a los muebles y les da un lugar para que puedan funcionar como muebles. Ahora, si
considerásemos a los muebles como buenos o malos, esto no diría nada respecto al valor de la
casa, porque una cosa son los muebles y otra la casa. De la misma manera lo que tu piensas o
sientes no forma parte de tu identidad, eso no eres tú.

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5. ACEPTACIÓN

Metáfora de “Paco el vagabundo”

Objetivo;

Permite trabajar la falta de disposición de los pacientes. Muestra el hecho de que no podemos elegir
qué contenidos van a surgir en un determinado momento, ni cómo van a aparecer.

Verbalización;

Imagina que estrenas una casa nueva e invitas a todos los vecinos del lugar a una fiesta de inaugu-
ración de tu vivienda. Todos cuanto viven en el vecindario están invitados- incluso has colocado un
anuncio en el supermercado. De modo que allí se presentan todos los vecinos. La fiesta es genial y,
de pronto, aparece Paco, que vive detrás del supermercado junto a los contenedores de basura.
Paco huele que apesta y tú piensas; “¡Oh cielos! ¿Por qué ha tenido que venir?”. Pero en tu
anuncio tu habías puesto; “Todo el mundo es bienvenido”. ¿Podrías ser capaz de darle la
bienvenida también a él y hacerlo realmente, plenamente, aunque no te guste que se haya
presentado? Puedes darle la bienvenida, aunque no tengas muy buena opinión de él. No tiene que
gustarte. No tiene que gus- tarte como huele o su estilo de vida ni su vestimenta. Puede que te
sientas avergonzado de la forma en que se está lanzando a la comida. Tu opinión sobre Paco, o la
evaluación que hagas sobre él, es algo completamente distinto de tu disposición a acogerlo como
invitado en tu casa.

Ahora bien, también podrías decidir que, a pesar de haber dicho que todo el mundo era
bienvenido, en realidad, él no es bienvenido. Pero, en cuanto adoptas esa actitud, la fiesta cambia.
Ahora, tú tienes que estar delante de tu casa, vigilando la puerta para que le no vuelva. Ahora
bien, si tú dices: “de acuerdo, eres bienvenido” pero en realidad, no quieres decir eso (y te refieres
a que sólo es bienvenido si se queda en la cocina y no anda por en medio de los demás invitados)
entonces vas a tener que estar continuamente pendiente de que sea así y toda tu fiesta va a
limitarse a eso. Mien- tras tanto la vida sigue, la fiesta continúa y tú eres el guardián de paco. Eso
no es calidad de vida. No se parece a una fiesta. ¡Es demasiado trabajo! ¿Y qué pasaría si todos los
sentimientos, recuerdos y pensamientos que no te gustan y, sin embargo, te vienen a la cabeza,
fueran precisamente otros vagabundos en tu puerta? La cuestión es; ¿Qué postura adoptarás
entonces?, ¿Serán bienvenidos?,
¿Puedes decidir darles la bienvenida, aunque no te guste el hecho de que hayan venido? Si no,
¿cómo va a ser tu fiesta?

Metáfora del globo que se infla

Objetivo;

Trabajar en el fortalecimiento de la aceptación. Trasmite la idea de quedarse con el contenido


perturbador y las vivencias indeseables para seguir avanzando en la dirección de los propios valores.

Verbalización;

Piensa que eres un globo que se infla. En la punta del globo hay una zona de expansión en la que
siempre se ve la misma pregunta: “¿Eres lo bastante grande para tener esto?” No importa lo
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grande que te hagas, siempre puedes hacerte mayor.

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Cuando se presenta algún tema emocional, se te plantea la misma pregunta y tú puedes decir “si”
o “no”. Si dices “no”, te vuelves más pequeñito. Si dices “si” te haces más grande. Responder
siempre “si” no hace que la tarea resulte más fácil porque los temas que van surgiendo puede que
sean tan complicados como los anteriores. Sin embargo, decir “si” se convierte en una especie de
hábito y tu experiencia te brinda una reserva de energía. Si aparece un problema difícil, podrías
pensar; “No, no quiero que ahora me venga este problema”, pero la vida te presenta un tema
nuevo a medida que tu situación evoluciona y puede que no tengas la posibilidad de elegir la
secuencia de los desafíos”.

Metáfora de llevarte las llaves contigo

Objetivo;

Ayuda a mostrar la diferencia entre observar el dolor y fundirse con el dolor.

Verbalización;

Le preguntamos al paciente si lleva unas llaves consigo y le pedimos que nos las deje. Colocamos
las llaves sobre la mesa y le decimos; “Bien, suponte que estas llaves representan las cosas que has
estado evitando. ¿Ves esta llave? Es tu ansiedad. ¿Ves esta otra? Es el rencor que sientes hacia tu
madre. (seguimos asociando los principales problemas del paciente con cada una de las llaves). De
este modo, las llaves están colocadas delante del paciente. Le preguntamos; ¿Qué vas a hacer para
evitar las llaves? Si el paciente dice “dejarlas ahí” le contestaremos; “entonces, van a pasar dos
cosas. Primero que, en vez de dejarlas ahí, vas a volver una y otra vez a comprobar que siguen ahí,
de manera que no vas a poder ir a ninguna parte. Y, segundo, es difícil vivir sin las llaves; algunas
puertas no se abren sin ellas. Entonces, “¿Qué vas a hacer con tus llaves?”.
El proceso continúa a la espera de que el paciente haga algo. La mayoría se sienten un poco
incómodos, cuando realmente recogen las llaves. Por una parte, el ejercicio parece un poco
absurdo (lo que en sí mismo, es otra llave) y además, las llaves son símbolos de cosas “malas”. En
tal contexto, hacerse cargo de las llaves, en la realidad, constituye un paso adelante y el
psicólogo/a sigue ofreciéndoselas hasta que las recoja. Si el paciente dice; “me siento un poco
ridículo cogiéndolas”, señalar una de las llaves y decir; ¿Ese sentimiento? ¡Ah sí! Es esta llave de
aquí. ¿Entonces qué vas a hacer con las llaves? Cuando, finalmente, las recoja le diremos algo así
como; Muy bien, ahora, la pregunta es; ¿A dónde vas a ir? Y hacerle ver que puede ir a cualquier
sitio, cualquier dirección que elija y tener consigo las llaves. Hacerle observar también que le van a
seguir apareciendo otras llaves, que responder afirmativamente a una pregunta no significa que la
vida no le vaya a volver a plantear la pregunta una y otra vez, y otra. Una buena tarea para realizar
entre sesiones es que el paciente asocie la utilización de una llave con “abandonar” la lucha con
sus vivencias internas.

Metáfora olas en la playa

Objetivo;

Brindar la posibilidad de considerar la aceptación como una alternativa al control. Distinguir la


aceptación del mero hecho de tolerar e incluso de querer.

Verbalización;

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Aceptar es como disponer de una gran playa de arena en la que las olas del mar acaban rompiendo
paulatina y mesuradamente unas tras otras. Tengan la altura o fuerza que tengan, siempre acaban

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deshaciéndose como si nunca hubieran sido tan enormes. Para ello sólo hay que estar dispuesto a
tener una gran playa que acoja todas las olas mientras uno no trata de controlarlas, sino que “ve
las olas como si estuviera en el paseo marítimo” y se implica en lo que le importa en la vida. Hacer
espacio para ver las olas desde el paseo, tanto las más pequeñas como las que se ven
“amenazantes”, es justo lo contrario a luchar o soportar los pensamientos, las sensaciones y otros
eventos privados. Esto último sería como bajar a la playa a tratar de controlar el curso de las olas,
sería hacer algo para interrumpir el proceso de disolución natural, intentando eliminarlas,
sujetándolas o rompiéndolas. Implicarse en tales acciones es como estar en el corazón de la ola, es
peligroso, la ola envuelve, y desde ahí no podemos ver nada, sólo quedar a sus expensas. Sin
embargo, haciendo el hueco preciso, o sea, sin intentar nada para controlarlas, todas las olas entran
en la playa y terminan por deshacerse con más o menos dulzura mientras uno se ocupa, por
ejemplo, del cuidado de las plantas de su jardín, es decir, de construir las cosas que son
importantes para uno en su vida.

Metáfora de las nubes grises

Objetivo;

Tiene como objetivo la aceptación de los contenidos vividos negativamente.

Verbalización;

Como humanos que somos, recordamos, y a veces los recuerdos afloran a nuestra mente como
ocurre con las nubes que aparecen en el cielo sin apenas darnos cuenta y, es más, oscurecen todo
lo que está bajo su sombra. Le preguntamos si su experiencia con la depresión es como un cielo
que se cubre de nubes grises frecuentemente y que en vez de mirar y dejar que las nubes sigan su
curso, se queda atrapada en la nube como “pegada” a ella, “dentro de ella” y estando atrapada no
llega a ver la nube ni el cielo que la contiene ni la tierra porque está completamente envuelto/a en
la nube., fundido con ella y, estando así, está al albedrío de la nube sin poder cuidar las plantas de
su jardín. Le preguntamos si así consigue que la nube sea más ligera o que aparezca menos en su
vida…Le preguntamos si siente que eso es lo único que puede hacer…Le preguntamos si su
experiencia al quedar atrapado por la nube es como si se pelease con ella, le habla, le increpa,
razona para que se vaya, pero eso engorda la nube, y, mientras su jardín está descuidado. Hay una
alternativa; dejar estar a las nubes, saludarlas cuando lleguen a su vida, ver como a veces
oscurecen lo que tenemos entre manos y esperar a que pasen, aunque, a veces, descarguen
bruscamente. Sin duda, pasarán, volverá a salir el sol, y probablemente vuelvan mil veces más. Le
preguntamos; Recuerdas ¿Cuáles son los números? Son como las nubes, aparecen cuando tienen
que aparecer. ¿Y si deja que las nubes sigan su curso en el cielo de su vida mientras usted sigue su
rumbo vital?

Metáfora de laradio siempre encendida

Objetivo;

Permite distanciar al paciente del lenguaje al mismo tiempo que se hace espacio a la aceptación.

Verbalización;

A veces, la mente es como tener una radio que siempre está encendida y en la misma emisora sin
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que podamos cambiarla. A veces, la emisora dice cosas bonitas y otras dice cosas que perturban
profundamente.

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Preguntamos, ¿Qué está diciendo su sistema verbal, su “radio” ahora, en este momento? ¿Y si lo
que hubiera que hacer es tratar a las voces como si fueran mensajes de la radio: órdenes, consejos
y críticas? La radio siempre encendida y está ahí para ser oída, pero no necesariamente para
atender sus mensajes. ¿No está cansado ya de tomarlos en serio y así parar su vida según lo que
escucha en su “radio”? ¿Y si ocurriese que lo que hay que aprender es a tener la radio siempre
encendida y hacer lo que más nos convenga? La radio siempre encendida, en su caso ¿qué le está
diciendo ahora? (pausa). Otras veces dirá (incorporamos el contenido amenazante o cualquier otro
relevante al caso),
¿Y si escucha la radio mientras atiende y se mantiene haciendo lo que le importa?

Metáfora de la burbuja azul

Objetivo;

Alterar la literalidad y el contexto en la evaluación y el dar razones/explicaciones.

Verbalización;

Veamos, si tenemos alrededor de nuestra cabeza una burbuja azul, es probable que digamos que
las cosas tienen cierto matiz azul. Vemos a su través y vemos todo de color azul. ¿Qué ocurriría si
colocaras tus manos alrededor de la burbuja y la tomaras para colocarla a tu lado? No es
eliminarla, es sólo situarla a tu lado para que puedas ver desde ese lugar seguro que hay en ti en
vez de ver todo a su través. Si la colocas aquí (hacemos el movimiento de sacarla de la cabeza y
ponerla al lado del cliente), puedes ver cómo es, su forma, sus características, y además puedes
ver que la estás viendo. Hay una diferencia entre tener la burbuja alrededor de tu cabeza y colocar
la burbuja a tu lado. A la burbuja alrededor de tu cabeza ni la ves, y todo te hace verlo a través de
ella. Si la pones a tu lado, podrás ver cómo es desde ese lugar privilegiado que te permite ver
cualquier cosa.

La metáfora del globo en el estómago y la gran ola

Objetivo;

Promover la aceptación de los eventos privados como alternativa al control.

Verbalización;

Se les dice a los pacientes que las ansias pueden verse del siguiente modo. Por ejemplo; ¿Qué pasa
si las ansias son como una ola que vemos a lo lejos, al principio no muy grande pero que poco a
poco va creciendo y creciendo? Si seguimos mirando esa ola que va creciendo y creciendo, nos
damos cuenta de que llega un momento en que la cresta de la ola llega a su punto máximo y
entonces, simplemente, la inmensa ola se rompe en la playa en mil pedazos. Y ese globo que notas
creciendo en tu interior, que lo ves con mucho poder, es como una ola que va creciendo que nos
puede envolver pero que, si la contemplamos desde lejos, sin hacer nada especial, nos damos
cuenta de que llega un momento en que no crece más y se rompe en mil pedazos en la playa.

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La manta sobre la hierba

Objetivo;

Mostrar cuidadosamente la distinción que existe entre la aceptación y el hecho de tolerar o incluso
de querer.

Verbalización;

En ocasiones la aceptación es comparable a la experiencia de ser una manta tendida sobre la


hierba, la cual acepta, las hojas y las gotas de lluvia que, inevitablemente, caen sobre ella. La
manta no “desea” las hojas, ni las “tolera”. La manta no se resiste, ni intenta atraer, ni tan siquiera
trata de controlar las hojas. La aceptación podría entenderse como el deseo de ser un contenedor
de pensamientos, emociones, recuerdos y otras experiencias sin intentar controlarlos, darles
nombre o cambiarlos en modo alguno. Estar abierto a los eventos privados con los que uno ha
estado luchando para quitárselos de encima es una lucha infructuosa que ha resultado ser inútil,
estar abierto es como ver las cosas que están contenidas en una caja. La caja no hace presión para
contener o no contener las cosas, simplemente las contiene.

El torno del dentista

Objetivo;

Mostrar a través de un ejemplo cómo actuamos y cuál es el resultado de no aceptar nuestras sen-
saciones.

Verbalización;

Cuando luchamos contra las malas sensaciones es como ir al dentista y nos pone el torno para ha-
cernos un empaste y en lugar de aceptarlo y quedarnos quietos, nos ponemos a darle manotazos
para apartar el torno. El resultado será que acabaremos con la caries y con la boca hecha cisco.

Aceptar las sensaciones

Objetivo;

Mostrar a través de un ejemplo cómo debemos de ver nuestras sensaciones.

Verbalización;
Hay que hacerse amigo de las sensaciones dedicarles tiempo conocerlas, aceptarlas, aunque sean
desagradables, etc. A los amigos les dedicamos tiempo, no les echamos de casa, no huimos de
ellos cuando dicen o hacen algo que no nos gusta, les dejamos que nos ocupen toda la mente y el
cuerpo.

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El callejón oscuro

Objetivo;

Que comprenda que uno de los objetivos de la terapia es dejar de evitar aquello que nos da miedo
y optar por una estrategia distinta.

Verbalización;

Es de noche y vas por un callejón oscuro que nos han dicho que es peligroso. De pronto oyes pasos
detrás de ti a lo lejos. Te paras y se paran, aceleras y aceleran. Ves sombras que te persiguen. De
inmediato empiezas a correr porque crees que es un ladrón o un asesino. Corres y corres, los
pasos te persiguen. Te cansas, ya no puedes más. Te paras, los pasos se paran esperas encogido a
que te maten o te roben. No pasa nada, con terror te das la vuelta y ves que no había nadie, que
son tus propios pasos los que te han hecho huir y tu propia sombra quien te perseguía. Pero para
compro- barlo tienes que arriesgarte a que te cojan, a que y sea verdad y te maten.
El miedo nos hace ver fantasmas, y tenemos que tener el valor de pararnos y darnos la vuelta y
comprobar si en realidad son nuestros pasos o es un asesino. La terapia te va a pedir que corras el
riesgo de parar y dar la vuelta.

La luz

Objetivo;

Trabajar la aceptación de los pensamientos.

Verbalización;

¿Qué ocurre cuando se funde una bombilla o se va la luz? Que entramos en una habitación y, a sa-
biendas de que la luz no va a encenderse, apretamos el interruptor. Pasa lo mismo que con los
pensamientos, es algo que tenemos automatizado.

Riesgo de aprender a montar en bici

Objetivo;

Aceptar las recaídas durante el proceso de la terapia.

Verbalización;

Para aprender a montar en bici ya sabemos que hay que caerse unas cuantas veces.

Entrenamiento para el maratón

Objetivo;

Que comprenda el sentido de la continuidad y compromiso en el camino de lo uno/a desea.


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Verbalización;

La habituación actúa como el entrenamiento para el maratón, no basta con leerse el plan de
ejerci- cios, es necesario ponerlo en práctica y cansarnos un día y otro para irnos fortaleciendo y
pudiendo cada día más.

6. TRABAJAR VALORES EN TERAPIA.

Metáfora de la semilla y el árbol

Objetivo;

Establecer un contexto para el trabajo posterior en valores.

Verbalización;

Imagina por un momento que quieres cultivar un bonito árbol. Para conseguirlo, yo colaboraré
aportándote una semilla. A partir de ahí, todo depende de ti. Si tienes una semilla y quieres que se
convierta en un árbol, ¿qué tendrás que hacer? La respuesta para la mayoría de urbanitas sería
“conseguir un recipiente, tierra y abono”. Y, ¿esto donde se encuentra? En una floristería, por
ejemplo. Pero como habría que buscar una cerca y no hay tantas disponibles, seguramente nos dé
pereza acercarnos hasta allí. Y entonces diremos, “ya iré”, posponiendo nuestro proyecto. Al
decidir que irás en otro momento, estás consiguiendo que en ese instante el esfuerzo inevitable de
tener que moverte para comprar se elimine. Pero entonces hay un problema. Cuando te metas por
la noche en la cama, ¿qué tendrás en la mano? ¡LA SEMILLA! Pero no ha empezado a convertirse
en árbol. Y sí, es verdad, podrías comprar el árbol del que estamos hablando, pero también sabes
que nunca sería lo mismo que si lo hubieras cultivado tú. Al día siguiente, si quieres que al
acostarte no esté la semilla en tu mano ¿qué tendrás que hacer? ¡Ir a comprar! Y para conseguirlo,
tienes que ser paciente contigo mismo y con la sensación de falta de ganas de ir en ese momento,
porque es cierto que desplazarse hasta la floristería supone un esfuerzo, pero justamente eso es
compatible con tener ganas de tener un árbol. Supongamos que, finalmente, decides ir a comprar.
El siguiente paso, de vuelta a casa, será plantar la semilla, ¿verdad? Pero podemos sentir que por
hoy ya nos hemos esforzado suficiente —y no digo que no sea así. Aunque, si nos dejamos llevar
por esa sensación,
¿qué será lo siguiente que nos apetezca hacer? Descansar. Y al llegar la noche y meternos en la
cama, ya puedes imaginar lo que pasará. ¿Qué descubrimos en nuestra mano?... ¡UNA SEMILLA! Al
día siguiente, con voluntad te decides a plantarla, pero al abrir el saco de tierra descubres con
desagrado que... ¡mancha! Y tú no te quieres manchar. Para no experimentar esa suciedad, ¿qué
harías? Efectivamente, cualquier otra cosa. Pero, al llegar la noche, ¿qué encuentras en tu mano?
¡CLARO, UNA SEMILLA! Si decides vivir calmadamente la experiencia de ensuciarte, te pondrás
manos a la obra y prepararás todo lo necesario, y... ¡ya podrás desprenderte de la semilla! El
siguiente paso es regar, pero claro, ¿qué haces regando un trozo de tierra? La imagen de uno
mismo regando un trozo de tierra es un poco extraña, y si no quieres sentir que eso es muy raro,
¿qué harías? No regar. ¿Y qué probabilidades tienes de tener un árbol? ¡Cero! Te decides que por
raro que sea regar tierra, eso tiene sentido porque saldrá un árbol, o no.

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Porque, ¿quién te garantiza que vaya a brotar? ¿Quién te asegura que tu esfuerzo tendrá
resultados? Como no estás dispuesto a esforzarte en vano, ¿qué haces entonces? Lo adivinaste
una vez más: No regar. Y ¿qué probabilidades tienes de tener árbol? Cero. Una vez más te superas
a ti mismo, y sigues adelante, pero aparece otra duda: ¿Y si sale un árbol que no me gusta?
Esforzarte por algo que no valga la pena no está en tus planes. Así que… ¡dejamos de regar!
Resultado: cero posibilidades de que brote. Y por cierto, ¿recuerdas por qué empezó todo esto?
PORQUE QUERÍAS UN ÁRBOL. Aunque sé que a estas alturas ya no tienes muy claro si lo quieres o
no. ¿Te suena esa sensación de confusión?. Si a pesar de todos esos obstáculos sigues adelante, es
posible que tengas alguna oportunidad de tener un árbol. Es verdad que nadie puede
garantizártelo, pero —a menos que lo compres— cultivarlo es la única forma de conseguirlo. Si
logras que brote, ¡FELICIDADES!; y si no
¡FELICIDADES! Porque nunca te podrás reprochar que no tuviste el árbol por falta de compromiso,
te podrás decir: “he hecho todo lo que pude”. Supongo que ves a dónde quiero llegar con esta
historia, ya sé que he exagerado un poco, y que plantar un árbol quizá no sea para tanto, pero ¡ya
sabes como somos los psicólogos! Imagina que ese árbol del que hablamos es tu vida, te das
cuenta de todos los pasos que tenemos que dar para hacerla “brotar”, para hacer que siga
adelante. E inevitablemente, muchos de esos movimientos suponen algún tipo de estados
emocionales desagradables (no tengo ganas, “¿de qué servirá?”, esfuerzo, etc). Si para no
experimentar ese malestar, nos deshacemos de él de manera inmediata, es posible que también
nos estemos apartando de la oportunidad de conseguir desarrollar una vida de la que sentirse
orgulloso, en la que no te puedas recriminar que no jugaste con toda la energía que requería.

Metáfora general del viaje

Objetivo;

Muestra que tomar una dirección valiosa no significa que en cada momento se vean los resultados
que uno desea, sino que la dirección valiosa incluye circunstancias de todo tipo. (Útil sobre todo en
aquellas personas que están orientadas al resultado inmediato de su comportamiento y sentirse
bien rápidamente).

Verbalización;

Tomar una dirección es como elegir hacer un viaje. Lo hacemos con razones pero no por razones
específicas cada instante…Muchos momentos del viaje no resultan placenteros, e incluso podemos
estar perdidos. Sin embargo, continuamos en el viaje porque hacerlo tiene valor para nosotros,
aunque en algunos momentos tengamos que mantenernos fieles al viaje cuando el camino tiene
giros inesperados (algo puede sentarnos mal, podemos perder una maleta, el coche puede
estropearse…). (La metáfora de la montaña se retoma aquí). Imagina que tu dirección a la cima de
la montaña tiene subidas y bajadas, recovecos, lugares oscuros, húmedos, caminos llenos de
zarzas que pinchan y hierbas altas que no dejan ver. A veces, cuando el camino tiene bajadas, nos
parecerá que vamos bajando. Cuando nos encontremos con lugares sombríos, sin luz, no veremos
claro donde estamos y a dónde vamos. Pero un observador desde otra montaña con unos
prismáticos vería a la gente ir hacia arriba, aunque ellos en el sitio específico en el que se
encuentran vean que están bajando. A veces, habrá que seguir el recorrido con fe, con fidelidad a
los valores de uno. Esa sensación de falta de claridad es una señal en dirección valiosa. Si lo
relacionamos con la experiencia en otros momentos (tenerlo claro para seguir caminando), esa
sensación de confusión es nueva y está señalando en la brújula, hacia lo que importa.
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Metáfora de esquiar

Objetivo;
Dramatizar los factores que producen vitalidad, al centrarse en el proceso.
Verbalización;
Imagina que estás esquiando. Te subes al telesilla hasta la cumbre de la montaña y te dispones a
descender con los esquíes cuando aparece un tipo y te pregunta a dónde vas. “Voy hasta el
refugio, al pie de la montaña”, le contestas. Él te dice; “Yo te puedo ayudar” y, rápidamente te
agarra y te mete en un helicóptero, te lleva volando hasta el refugio y, luego, desaparece.
Entonces, tú miras a tu alrededor; aturdido, vuelves a subirte al telesilla hasta la cumbre de la
montaña y estás a punto de descender con los esquíes cuando el mismo tipo te vuelve a agarrar;
te mete en el helicóptero y te lleva, otra vez, al refugio. Seguro que ibas a estar algo molesto
¿verdad? Probablemente dirías; Eh! ¡Que quiero esquiar!
Esquiar no consiste meramente en llegar al refugio. Eso se puede conseguir de muchas maneras.
Esquiar es una manera de llegar hasta allí. Pero date cuenta de que llegar al refugio es importante
para esquiar porque nos permite llevar a cabo el proceso. Valorar el descenso más que el remonte
es necesario para bajar la pista esquiando. Si intentas ponerte los esquíes para subir la montaña
en vez de bajarla, ¡no vas a poder conseguirlo! Todo esto se puede expresar mediante el cual el
proceso puede llegar a ser el resultado. Necesitamos objetivos, pero lo realmente importante es
que participemos plenamente en el viaje.

Metáfora el sendero de la montaña

Objetivo:

Ayuda al paciente a que entienda los peligros de estar comprobando continuamente los progresos
hacia un objetivo concreto en vez de conectarse con los valores como proceso. Muestra además,
que cada parte dolorosa o traumática de la vida se puede integrar en una senda globalmente
positiva si aprendemos de ellas.

Verbalización:

Imagina que estás haciendo una caminata por la montaña. Ya sabes cómo hacen esos senderos de
montaña, sobre todo cuando las pendientes son empinadas: se retuercen a un lado y a otro y
forman giros en los que uno, literalmente, va y vuelve y a veces, descienden por debajo del nivel
que ya había alcanzado un momento antes. Si, en un punto concreto del sendero, yo te pidiera
que evaluaras lo bien que estás llevando a cabo tu objetivo de llegar a la cima, iba a escuchar una
historia diferente en cada momento: Si te encontraras en una zona donde el camino serpentea,
probablemente me dirías que las cosas no están yendo demasiado bien y que nunca ibas a
conseguir llegar a la cima; si estuvieras en una zona de terreno despejado desde la que pudieras
ver la cumbre de la montaña y el sendero que conduce hasta allí, probablemente me dirías que lo
estas haciendo bien. Ahora, imagínate que vamos por el valle observando con unos prismáticos a
la gente que esta haciendo el sendero por ese camino. Si nos preguntaran qué tal lo estaban
haciendo, les daríamos un informe positivo cada vez.

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Nosotros podríamos ver que la dirección general del sendero- no lo que se aprecia en un
momento determinado, sobre el terreno, es la clave para el progreso. Veríamos que seguir ese
enrevesado sendero serpenteante es, precisamente, lo que conduce a uno hasta la cima.

Metáfora de la burbuja en la carretera

Objetivo:

Manifiesta la relación entre la disposición y la habilidad de tomar una dirección de valores. Útil en
aquellas personas que presentan miedo a no poder mantener los compromisos, en combinación
con la fusión con una historia en la que los fallos respecto a propósitos anteriores se interpretan
como que los compromisos futuros son también imposibles.

Verbalización:

Imagínate que eres como una burbuja de jabón. ¿Has visto alguna vez cómo las burbujas grandes
pueden chocar con otras más pequeñas y las pequeñas son absorbidas por la grande? Bueno, pues
imagínate que eres una burbuja de esas y que vas moviéndote por el camino que has elegido. De
pronto, aparece otra burbuja frente a ti y te dice: ¡Alto! Tú, te detienes unos segundos. Cuando te
dispones a rodear a la otra burbuja, o a pasar por encima de ella, la otra burbuja se desplaza
rápidamente para cortarte el paso. Ahora, tienes dos elecciones: Puedes dejar de avanzar en la
dirección de tus valores o puedes chocar con la otra burbuja de jabón y seguir adelante
llevándotela dentro. Esta segunda opción es a lo que nos referimos con “estar dispuesto”. Tus
barreras, en buena medida, son sentimientos, pensamientos, recuerdos y demás. En realidad,
están dentro de ti, aunque parecen estar fuera. Por ejemplo, la burbuja más pequeña puede decir;
“no puedes comprometerte con este sendero porque en el pasado fallaste a la hora de mantener
tu compromiso”. La disposición no es un sentimiento ni un pensamiento; es una acción que
responde a la pregunta que la barrera te plantea; ¿Me vas a llevar dentro de ti por propia elección
o no? Para que puedas tomar una dirección de valores y puedas desarrollar una nueva pauta de
conducta, debes responder; “Si, pero sólo tu puedes elegir la respuesta”. Por ejemplo, ¿puedes
tener miedo de fallar en tu compromiso y, aún así, hacer ese compromiso?

Metáfora del corpus delicti

Objetivo:

Ejemplifica el potente reforzador que es “estar en la posición de hacer lo correcto”. Muestra que
se trata de elegir entre tener razón o guiarse por la experiencia, o sea, si lo que hace está en la
línea de construir su vida, o no.

Verbalización:

Hay una figura en derecho que quizás conoces. Se llama el Corpus delicti y dice que para que haya
sentencia tiene que haber pruebas, un cuerpo. Sin cuerpo no hay juicio ni sentencia condenatoria,
ni hay un asesino a quien condenar. Si no hay víctima, no hay nadie a quien perseguir. Te
pregunto,
¿no te sientes así con frecuencia, como victima por lo que hicieron contigo? Te pregunto, ¿Quizá
comportarte como lo haces te sirva para no olvidar quién te hizo lo que te hizo, quizá comportarte
como lo haces te sirva para no olvidar quién te hizo lo que te hizo, quizá al hacer lo que haces
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pruebas que esas personas están siendo juzgadas y condenadas?

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Como hipótesis, dime, si en quien más confías te dijera que tienes razón, que tus explicaciones son
correctas al cien por cien, vale bien, ¿y ahora qué? ¿de qué te serviría eso? ¿En qué podría
ayudarte?

Metáfora de “ya sabes conducir”

Objetivo;

Sirve para ir planteando al paciente la necesidad de ir finalizando la terapia.

Verbalización;

Este trabajo que hemos hecho tiene cierta similitud con aprender a conducir. Mientras se está
aprendiendo a conducir, se requiere mucha atención por parte de otro. Sin embargo, cuando uno
ya ha aprendido a conducir, la atención adicional sería contraproducente; impediría que la
habilidad de conducir estuviera controlada por las condiciones completamente naturales que
corresponden. Por eso, cuanto antes comencemos a distanciarnos y menos interferencias tengas,
más valiosa será tu conducción y especialmente valiosa cuando notes a tus pasajeros molestos. Ya
tienes la experiencia con ellos y sabes mantener y girar el volante en la dirección que te importa.

Metáfora de los dos monjes

Objetivo:

Se emplea en recaídas y sirve para entender que, aunque se trabaje para no caer, se ha de estar
abierto a pensamientos sobre futuras caídas y a los efectos psicológicos cuando estas ocurren.

Verbalización:

Dos monjes caminaban por el sendero de un bosque en algún lugar de Asia. Ambos iban en
silencio para mantener el precepto de no hablar en favor del noble silencio. Llegaron a una curva
en el sendero y divisaron a una joven mujer muy atractiva vestida de blanco que dudaba en el
borde de una ensenada cubierta de lodo. No había manera de atravesar la ensenada sin
mancharse sus vestidos en las aguas muy sucias. Ambos monjes sabían que tenían votos de no
tocar, ni siquiera mirar, a una mujer como parte de su tradición religiosa. Cuando se aproximaban
a la mujer, sin embargo, uno de los monjes rápidamente tomó en sus brazos a la mujer y la llevó al
otro lado sin decirle una palabra. Los dos monjes siguieron caminando. Pasaron varias horas y el
otro monje no daba crédito a lo que había visto. Finalmente no pudo soportarlo más y rompió su
voto de silencio. Gritando, le dijo: “¿Cómo has podido hacer eso? No sólo la miraste, sino que la
tomaste en tus brazos y la llevaste al otro lado”. El otro monje miró a su acusador y pausadamente
le replicó: “Yo dejé a esa mujer en el suelo hace horas. Parece como si tú la estuvieras
transportando aún, ahora mismo.”

Metáfora de la mancha en la cara

Objetivo:

Aceptación de eventos privados como barreras a la hora de continuar.

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Verbalización:

Imagina que una persona tiene una mancha en la cara que no le gusta. Para ella, significa ser una
persona diferente a las demás. Imagina que es una mancha que no puede ser eliminada de ningún
modo. ¿Qué ocurre? Que su vida gira en torno a la mancha a pesar de que la persona está mas o
menos funcionando en su vida. Pero no acaba de sentirse liberada. Veamos como es su
funcionamiento. Por ej, si está estudiando y por lo que sea se nota la mancha, entonces para y va
al espejo a mirarla a ver si ha cambiado en algo. Si sale con sus amigos y cree que alguien está
mirando su mancha, entonces busca la manera de taparla adoptando posiciones raras en las que
los demás no son ajenos y pierde el hilo de lo que estuvieran hablando. Si está trabajando, todo va
bien, hasta que por alguna razón la mancha se hace evidente, entonces se distrae del trabajo o
comete errores porque está pensando en la mancha. Esta persona no deja de hacer lo que tiene
que hacer, pero no ha incorporado la mancha en su vida, no soporta tenerla y gasta mucho tiempo
pendiente de ella, de si está grande o más pequeña. Al final, todo lo que hace está impregnado de
la mancha… ¿Qué puede hacer?
Preguntamos entonces a la cliente si entonces si a pesar de estar haciendo los recorridos que
quiere, a pesar de haber cambiado el rumbo de su vida y haber conseguido una relativa paz
consigo misma, las dificultades que está teniendo no tendrán que ver con aprender a ver su estado
de ánimo, bien arriba bien abajo, como si fuera una mancha que siempre estará con ella. Y si,
simplemente, como con la mancha, a lo mejor la alternativa a querer estar siempre con un estado
de ánimo, saludar a su estado de ánimo, saludar esa sensación que no te gusta y dejarla estar
como está una mancha sobre la piel que uno lleva de nacimiento o por años. Y si la ambivalencia
entre tu estado de ánimo no es algo a resolver, sino algo simplemente a tener y contemplar.

Metáfora del sombrero

Objetivo:

Sirve para normalizar las reacciones de la persona incluidas las quejas y los razonamientos.

Verbalización:

Imagina que esas reacciones que comentas son como un sombrero que una persona tiene que
llevar sobre su cabeza. Dime algo que lleves siempre contigo…por ej. tus gafas o tu barba. Ahora
imagina que eso es igual a una persona que tiene que llevar un sombrero que no le agrada. Sin
embargo, renunciar a ponérselo sería como renunciar a tener brazos. ¿Te sitúas? Al principio lo
nota clavado en la frente. Cada vez que le molesta el sombrero, lo cambia de posición a una en la
que no note que lleva el sombrero, pero al rato le empieza a molestar de nuevo y lo cambia de
nuevo y otra vez, y otra vez… ¿Qué crees que pasa? Se pasa las horas con las manos puestas en el
sombrero, una gran parte de su vida gira en torno al sombrero, no se acostumbra a llevar el
sombrero y no solo eso, sino que como está todo el día con las manos puestas ahí, la gente lo nota
y le pregunta, entonces el sombrero se vuelve aún más presente en su vida e impregna todo lo
que hace…esta opción ya sabemos para lo que sirve… veamos otra; “pasar del sombrero” y “ya se
acostumbrará”. Esta otra opción es poner los ojos en lo que esta haciendo, en lo que le importa, lo
que ha elegido hacer y mientras dejar estar al sombrero… ¿Y si dejas estar tus quejas y
razonamientos?, ¿Y si van a ser tus acompañantes de por vida como tus gafas o tu barba? Puede
que al principio lo notes más, como si te pones un sombrero, como cuando son los primeros días
sin afeitarse porque quieres dejar tu barba larga.

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Al principio como si de llevar un sombrero se tratase, lo notarás y las manos casi se irán
automáticamente a recolocarlo (o a rascarte la barba), pero al cabo del tiempo con el sombrero
puesto qué crees que pasará?...al final no notarás que lo llevas, lo cual no significa que no lo lleves.
Y si todo el problema de “no acabar de disfrutar” tiene que ver con que haces un problema de ese
sentimiento y de tus razonamientos. Y si andas con el sombrero por donde quieres sin recolocarlo
para que esté bien puesto. ¿Y si todo fuera que al hacer lo que quieres lleves el sombrero de tus
quejas y tus razonamientos, dejando que caigan como caigan sin retocarlo? Tu sabes que molestan
mucho y que las manos casi se te van solas para colocarlo; tienes dos opciones; una la conoces
bien;
¿Te imaginas cada día de tu vida de aquí a 5 años colocando y recolocando el sombrero de quejas
y razonamientos? Otra es dejarlo estar y cuando se ladee de tu cabeza o se haga más pesado
dejarlo estar y ya se aligerará cuando se tenga que aligerar.

Metáfora la rata en el laberinto

Objetivo:

Muestra la elección entre tener razón (no puedo estar equivocado) y lo que quiero.

Verbalización:

(Con ayuda de papel y lápiz y con gestos se plantea el siguiente escenario). Decimos al cliente que
aquí hay un ratón hambriento, lo más importante para el es la comida. El ratón está en este punto
(la confluencia con dos caminos A y B y la comida la ponemos al final del punto A) ¿Crees que
tardará mucho en ir por ese camino y conseguir lo que más le importa en su vida al estar
hambriento (comida)? El cliente contesta que tardará poco y comerá. Pasado un tiempo el ratón
está hambriento otra vez, y lo ponemos en el mismo sitio, rápidamente llega a la comida. Así
muchas veces. El ratón va por ese camino y consigue lo que quiere.
Un día que está muy hambriento, lo ponemos en el mismo sitio, pero cambiamos la comida del
camino A al B. ¿Qué hará el ratón? Al principio irá por el camino A, pero luego irá al B y comerá.
Eso es lo que hacen los ratones; ajustan su comportamiento a lo que quieren. Los humanos
continuamos, no siempre somos así.
Lo que parece que hacemos muchas veces es que cuando nos cambian la comida del punto A al B
seguimos yendo por mucho tiempo al A y nos lamentamos porque ahí no está lo que queremos
“porque no comemos”.
Decimos; “tiene que haber algún error, la comida siempre ha estado ahí” o decimos que ahí es
donde nos dijeron que estaría la comida, nos decimos que otros han ido por ahí y han conseguido
la comida, no puede ser que no encontremos lo que buscamos ¿Cómo todo el mundo va a estar
equivocado? La cuestión es que seguimos yendo por ahí y al hacerlo no sólo no conseguimos lo
que queremos, sino que cada vez comemos menos, estamos desesperados y desmoralizados, pero
seguimos por ahí porque no podemos estar equivocados, no puede estar tanta gente equivocada,
tiene que estar ahí la comida. Nuestra lógica, nuestra razón nos deja sin comer y nos lleva a eso.
Yo te pregunto; ¿Por cuánto tiempo más vas a seguir por el camino A? ¡Eso sí! Estando en lo cierto.
La cuestión es que no alimenta lo que tu quieres para tu vida, eso no es cuidar las plantas que te
importan de tu jardín. ¿Qué eliges tener razón o tener la vida que quieres?, las dos cosas tal como
tu experiencia te dice, no van juntas.

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Metáfora de buscar un sitio para el objeto/caja “molestos”

Objetivo:

Sirve para flexibilizar la reacción del cliente ante las barreras y generar unas condiciones propicias
para que el cliente se exponga al contenido que actúa como barrera.

Verbalización;
Le preguntamos si esa sensación de tristeza, de impotencia, si esos pensamientos de “no puedo”,
“no soy capaz” son familiares para él, si han ocurrido otras veces, cuándo recuerda que ocurrieron
de forma insistente y desde cuando los recuerda acompañándole. Se le pregunta por las cosas que
ha dejado de hacer en su vida al aparecer ese contenido de “no puedo…”, “no soy capaz”….se le
plantea cómo hubiese sido su vida si esos pensamientos no hubiesen aparecido , qué estaría
haciendo en la actualidad…Le sugerimos que si no le da la impresión de que esos pensamientos
son como algo que siempre está rondando y que uno no quisiera y si no le da la sensación de que
son como una caja que no sabemos que tiene dentro y que con frecuencia anda por medio como
un objeto que uno no quiere tener en casa pero que forma parte de ella, que siempre anda por
medio pero que no le hemos dado un sitio. ¿Qué podemos hacer con ese objeto sino podemos
tirarlo y siempre anda por medio porque no le hemos dado un sitio? Una opción es dejar que
siempre ande por medio. Otra opción es buscar un sitio en la casa de manera que, si lo
encontramos por ahí, simplemente lo coloquemos en su sitio y sigamos con nuestras cosas.
Entonces le decimos; ¿Y si ocurre lo mismo con tus pensamientos de “no puedo” y “no soy capaz”?
Detrás de estas afirmaciones que tanto te duelen y te paralizan ha de haber algo, algo de mucho
valor que está unido a esos pensamientos. Esas afirmaciones encierran algo poderoso, ya que de
otro modo serían irrelevantes para ti. Y si miramos que encierra ese “¡no, por ahí definitivamente
no!” y si nos detenemos en ello y de una vez por todas miramos las características de ese no y de
lo que encierra, para situarlo en un buen lugar, como lo haríamos con un objeto que no tiene sitio
y siempre está por ahí.

La metáfora de túnel

Objetivo:

Cambiar la postura del cliente ante la exposición, en tanto que retoma, una vez más, la
importancia que puede tener pasarlo mal si tiene un valor significativo para uno (elección personal
cargada de significado).

Verbalización:

Imagina que lo que es importante para ti está al final de un túnel. Pero no le gustan los túneles; de
hecho, los odia. Ha buscado atajos, ir por encima del túnel, pero esto no le ha conducido al final
del túnel. Supón que el único modo de llegar es atravesando el túnel. Entre no pasar el túnel y
pasarlo, tú eliges pasarlo porque lo que te importa está al final de él. Sin embargo, cuando
caminas por el túnel hay oscuridad y frío, no sabe que hay dentro del túnel, vislumbra algún
insecto que no le gusta, el hedor es apreciable y comienza a sentirse mal. Antes de pasarlo aún
peor, giras sobre tus pasos para volver al comienzo del túnel. Entrar y volver atrás al inicio del
túnel cuando te sientes mal es como estar dispuesto a pasar por dentro del túnel pero con un
límite.
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Tu sistema te dice; si me siento mal entonces cierro la válvula de estar dispuesto a sentirme mal.
Pero entonces te tendrás que conformar con lo que hay en ese lado del túnel. Si eliges pasar el
túnel tendrás que moverte dispuesto a pasar al cien por cien con las sensaciones y pensamientos
que implican atravesar el túnel. Tiene un gran valor hacerlo en el sentido de que lo que importa
está al otro lado del túnel. Se trata del recorrido de tu vida; con los túneles que uno no sabe
cuando acaban, pero se trata de ser fiel a ese recorrido que le importa si es lo que se elige.

Metáfora de las llaves que abren puertas

Objetivo:

Mostrar el coste que tiene no estar abierto totalmente a los eventos privados. Ejemplifica el coste
del control y la ventaja de la aceptación.

Verbalización:

Le pedimos al cliente sus llaves (un manojo de llaves sirve mejor para nuestros propósitos). Le deci-
mos, que imagine que: cada una de esas llaves es una sensación, pensamiento; recuerdo que le
ate- moriza, que no le gusta.
Es más, que-eso que siente en ese mismo momento (no quiero, me atemoriza) son más llaves. Por
ejemplo (agarrando una llave) este es el pensamiento de que tu ansiedad será mayor, este de que
no podrás soportarlo, esta son tus dudas, esta es tu tristeza, tus ganas de beber agua, ser una
mala persona, y así sucesivamente.
Le preguntamos, entonces, si las llaves le impiden ir a donde quiere ir; ≪Te tas puedes meter en el
bolsillo de tu pantalón. Quizás si antes no las has llevado nunca contigo; puede que las notes al
principio, pero finalmente. qué ocurre?... parece que forman parte de ti y ni las notas, pero lo cierto
es que las llevas. Y son muy útiles. Dime para que sirven las llaves, aunque a veces resulten
molestas en el pantalón y no te guste llevarlas :(eso de ≪no me gusta llevarlas, abultan>> eso es
otra llave). Dime para que sirven... sirven para abrir puertas y entrar en sitios-y hacer; lo que te
importa en tales sitios. Y si te planteas que todas esas cosas que sientes y piensas son llaves y que,
como las llaves tienen un gran valor, ¿aunque no te gusten? Y si estas llaves también te sirven para
abrir puertas que han estado cerradas mucho tiempo, ¿quizás toda la vida?, ¿Y si hacer uso de esas
sensaciones, llevarlas contigo, en vez de rechazarlas, también te abre puertas? Llevarlas contigo
como se llevan las llaves, sin pelear con ellas. Al principio de nuestro trabajo no podías llevar
ninguna llave y no abrías ninguna puerta de las que querías. Ahora llevas ya algunas' llaves pero'
parece que no estás dispuesto a llevar todas las que tienes. Dime: ¿Cuánto podrías ganar si dejaras
de ser selectivo con las llaves que tu historia te da? Y si cada una que la vida te da; ¿la miras bien,
la pones en tu mano y después la sitúas en tu bolsillo y te vas con todas a abrir las puertas de tu
vida? ¿Qué te lo impide? (todo lo que el cliente responda aquí es otra barrera, otra llave). Le
decimos; “eso es otra llave, ponla en tu bolsillo y llévala contigo. ¿Acaso no puedes caminar con
ella?, ¿Acaso llevarla cambia lo que te importa?”

Metáfora de bienvenidos todos y el invitado grosero

Objetivo;

Ayudan a que el cliente contacte con su sistema verbal lógico, que le dice: ≪Si la ansiedad o el
malestar y la depresión son muy altas, entonces cierra la escala de estar abierto, aléjate≫

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Verbalización;

Suponga que se dispone a celebrar la fiesta de su vida y usted es el anfitrión, Solo hay una única
norma en la localidad para poder celebrar fiestas, y es que se ha de poner un cartel en la entrada
que diga: ≪Bienvenidos todos≫.
Usted accede. aunque no está muy convencido. Pone el. cartel y comienzan a llegar invitados. Cual-
quiera puede entrar, porque hay un cartel que dice ≪Bienvenidos todos≫. Antes de que pueda
usted disfrutar de su fiesta, observa a un invitado grosero; sucio, maloliente y maleducado.
Inmediata- mente, se alerta y va hacia el para” echarle”, pero no puede hacerlo (está el cartel de
≪Bienvenidos todos≫ e inmediatamente volvería a entrar). No tiene otra opción que
ir detrás del invitado grosero para. conseguir que no moleste a otros invitados. ¿qué hacer para
que no moleste a los demás? Se te ocurre que puedes encerrarlo en una habitación, pero entonces
tienes. que estar pendiente de que no salga de allí. Finalmente, estas todo el tiempo llevándole a
la salida y tienes que quedarte ahí para que no vuelva a entrar. Si te despistas el vuelve a colarse
entre los invitados y tienes que estar pendiente para volverlo a echar y no incordie. La cuestión es
que si quiere que el invitado no moleste, tiene que ser su guardián, y a pesar de ello, se le escapa
frecuentemente. Lo que puede hacer es que, es libre de hacerlo, pero tiene un coste muy alto. ¿Está
realmente el anfitrión en su fiesta o se la está perdiendo? , ¿Y qué puede hacer que no sea echarlo,
pues ya sabe que esta el cartel ≪Bienvenidos todos≫? Otra opción es estar en a la fiesta viendo o
tolerando al invitado grosero, lo contrario es perderse la fiesta de su vida. ¿Se parece esto a lo que
te pasa a ti cuando aparecen en su vida diaria los… (y citamos los contenidos del cliente)? Puedes
elegir ser el guardián de eso, o mejor su prisionero o estar en la fiesta de su vida y dar la
bienvenida a los invita- dos groseros que entren en ella ¿Qué eliges?

Metáfora caminar con chinas en el zapato

Objetivo:

Qué contacte con la experiencia de que dar pasos al caminar hacia lo que les importa puede que no
les resulte agradable.

Verbalización:
Les decimos que a veces la elección de tener otra vida es como aprender a caminar con chinas en el
zapato que no se pueden quitar. Si ante la primera china en el zapato paramos, para lamentamos
de la mala suerte que tenemos porque otros no tienen chinas, de que nos dijeron que
caminaríamos sin chinas. La vida siempre nos hará la misma pregunta… ¿Eliges caminar con chinas
en el zapato porque hacerlo es dirigirte hacia lo que te importa o no? Tu experiencia no yendo por
ese camino para no encontrar chinas lo conoces muy bien. Eres experto y es otra opción si lo eliges,
pero si te mantienes fiel a lo que te importa tal vez con la práctica aprendas a caminar con chinas
en el zapato.

El punto en el horizonte

Objetivo:

Cuando comenzamos a trabajar valores sirve para mostrar al cliente a lo que nos referimos cuando
hablamos de una dirección valiosa.
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Verbalización:

Le decimos que tomar una dirección valiosa es como dirigirse hacia el ESTE, le decimos que no
importa cuan lejos se vaya hacia el ESTE; siempre se puede ir un poco más en esa dirección
(siempre hay más ESTE se esté donde se esté, nunca se acaba). También le decimos que cuando
uno está dirigiéndose hacia el ESTE puede seleccionar algún punto en el horizonte, la cima de la
montaña o un gran árbol y dirigirse hacia allí. De la misma manera caracterizamos las metas a
largo plazo como puntos en el horizonte; no son fines en sí mismos, más bien son lugares a lo largo
del camino que nos pueden ayudar a seguir orientados en nuestro viaje. Si pasamos mucho tiempo
mirando ese punto del horizonte podemos tropezar con algún obstáculo que este justo delante de
nosotros. Por otra parte, si prestamos demasiada atención a cada paso, evitaremos el obstáculo
que está enfrente, pero si no nos orientamos ocasionalmente hacia nuestro punto en el horizonte
podemos perder el rumbo fácilmente. Viajar hacia lo que valoramos implica necesariamente cierta
tensión entre prestar atención al próximo paso y controlar hacia dónde nos dirigimos.

Metáfora general del viaje

Objetivo:

Generar condiciones para que el cliente aprenda que tomar una dirección valiosa no significa que
en cada momento se vean los resultados que uno desea, sino que una dirección valiosa incluye
circunstancias de todo tipo que sitúan a la persona en momentos muy básicos donde revaloriza
seguir por el camino recorrido o dejarlo.

Verbalización:

Decimos a los clientes que tomar una dirección es como elegir hacer un viaje. Lo hacemos con
razones, pero no por razones especificas cada instante... Muchos momentos del viaje no resultan
placenteros, e incluso podemos estar perdidos.
Sin embargo, continuamos en el viaje porque hacerlo tiene valor para nosotros, aunque en
algunos momentos tengamos que mantenernos fieles al viaje cuando el camino tiene giros
inesperados (algo puede sentamos mal, podemos perder una maleta, el coche puede estropearse).
(La metáfora de la montaña se retoma aquí.)
Imagine que su dirección a la cima de la montaña tiene subidas, bajadas, recovecos, lugares
oscuros, húmedos, cambios llenos de zarzas que pinchan y con hierbas altas que no dejan ver. A
veces, cuando el camino tiene bajadas, nos parecerá que vamos bajando. Cuando nos
encontramos' en lugares sombríos, sin luz, no veremos claro dónde estamos y donde vamos. Pero
un observador
desde otra montana con unos prismáticos vería a la gente ir hacia arriba, aunque ellos en el sitio
especifico en que se encuentran vean que están bajando. A veces, habrá que seguir el recorrido
con fe, con fidelidad a los valores de uno. Esa sensación de falta de claridad es una señal en
dirección valiosa.
Si lo relacionamos con la experiencia en otros momentos (tenerlo claro para seguir caminando),
esa sensación de confusión es nueva y esta señalando, en la brújula, hacia lo que importa.

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Apostar entre dos caballos

Objetivo:

Mostrar se trata de establecer un compromiso con lo que le importa en su vida y que esa dirección
no cambia porque uno falle o tenga miedo al fracaso.

Verbalización:

No establecer un compromiso por miedo al fracaso es como apostar en una carrera de caballos en
la que sólo se puede elegir únicamente entre dos caballos, sólo que uno de ellos está muerto y el
otro vivo; puede que gane o puede que no gane. Pero no hacer un compromiso es como apostar
por el caballo muerto.

Aprender a ser un experto en manejar la bicicleta

Objetivo:

Mostrar al cliente que el malestar que produce la practica que voluntariamente uno ejercita tiene
un significado, o lo que es igual, está al servicio de lo que uno quiere.

Verbalización:

Se puede centrar y poner el énfasis en el valor que tiene la práctica para fortalecer los músculos
(por lo que sea), o bien la práctica para llegar a ser habilidoso con la bicicleta (por ejemplo, para
una competición). La práctica sistemática de la bicicleta en muchas condiciones es necesaria
para conseguirlo. Por ejemplo, se ha de practicar tanto si llueve como si hace calor, con el viento a
favor o en contra, tenga ganas o no, piense que podrá o lo contrario, sea por asfalto o por
tierra, por montaña o por recorridos sin cuestas, con un tipo de bicicleta y con otra, etc.
Lo importante es el pedaleo en muchas condiciones, aunque en muchas de ellas la práctica no
resulte placentera. Es algunas, manejar la bicicleta (por lo que sea) supone también que se caerá y
que habrá de aprender a levantarse y seguir. Eso significa mantenerse fiel al significado valioso que
pueda tener el hecho de manejar la bicicleta. Sin ese significado, no merece la pena. Su experiencia
ha sido abandonar la bicicleta en cuanto lo nota. Si ahora quiere ir en otra dirección, va a tener que
hacerse experto en manejar la bicicleta con las sensaciones y pensamientos que fluyan, y también
que habrá que practicar el levantarse para seguir pedaleando, por donde quieras… . ¿Qué ciclista
sería más experto, aquel que va en bici solo por caminos asfaltados siempre que el tiempo sea
bueno, vaya acompañado y, además, se siente con ánimo o aquel ciclista que va en bici por muchos
tipos de caminos, en cualquier día, solo o acompañado y con uno u otro estado de ánimo?

Metáfora de la tortuga

Objetivo:

Ejemplificar el costo de lo que se quiere.

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Verbalización:

Imagínate una tortuga que se dirige hacia su cueva, donde están sus crías y 'el resto de las
tortugas... Pero la tortuga, cada vez que llueve, cuando sopla el viento, cuando se topa con
piedras, se mete en su caparazón. A veces sale del caparazón, avanza un poco, pero en cuanto
ocurre a su alrededor algo inesperado (aparece una mariposa, ve un relámpago...) se mete de
nuevo dentro del caparazón...
¿Crees que de esta forma puede alcanzar lo que pretende? A lo mejor la alternativa es avanzar con
todo el cuerpo fuera, en pleno contacto con el suelo, abierta a todo lo que pueda surgir en ese
camino, notando todo lo que surja mientras avanza en dirección a sus crías, el resto de las
tortugas... Probablemente no le guste muchas de las cosas que estén en ese camino, o tal vez sí,
pero eso es absolutamente distinto de su compromiso de avanzar por el sendero...

El ejemplo de la pera y el bono

Objetivo:

Ejemplificar el costo de lo que se quiere y el valor de la práctica.

Verbalización:

A veces, lo que uno elige como horizonte en su vida, por ejemplo, las relaciones personales, se
parece al acto voluntario de comer una pera sin prescindir de ninguna parte de ella. O sea, que el
conflicto es que si quieres comer. la pera tienes que comerte lo que te gusta y lo que no o bien no
comer la pera. Por tanto, si se elige comer esa pera; ello supone que uno esta tanto para las partes
que le gustan de la pera como para las que disgustan.
Lo mismo que si no elige irse de viaje y el único modo posible —supongamos es comprar un bono
completo de actividades y recorridos de los que uno no puede prescindir; claro está, a no ser que
quiera prescindir del bono...

Versión de las dos escalas (aplicada a valores)

Objetivo;

Muestra la experiencia del cliente de acabar con su problema a la par de estar abierto como una
opción.

Verbalización;

“Imagina dos escalas (como el volumen y el tono de un estéreo) siendo una la “ansiedad” (o la de-
presión o la obsesión) y la otra la “voluntad” o “gana”, graduables de 0 a 10. La ansiedad está al
máximo y desearía rebajarla (por eso busca ayuda). Sin embargo, la otra escala de la que no se ha
hablado es la más importante y la que hace la diferencia. Cuando la ansiedad está a 10, la gana
está a 0. La meta es conseguir cambiar el foco de atención de la ansiedad a la gana. En concreto, lo
conveniente sería centrarse únicamente en esta segunda escala y olvidarse de la ansiedad (con
cuya escala siempre ha tenido problemas). Cuando haga esto yo le garantizo que su ansiedad
podrá estar baja o alta pero no estaremos intentando cambiarla.
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El saloon del oeste

Objetivo;

Aceptación de los eventos privados.

Verbalización;

Cuando surge un pensamiento malo o desagradable o que nos causa miedo, tendemos a discutirlo
sacando pensamientos buenos y alternativos para contrarrestarle y echarle de nuestra cabeza, y
establecemos una lucha de los pensamientos buenos contra los malos con toda nuestra energía.
Convertimos de esta forma nuestra cabeza en un saloon del oeste en el que entra el equipo de ma-
tones de turno que busca pelea y se ponen a lanzar bravatas y amenazas. Todo el mundo se asusta
y se esconde, pero llega el bueno y se enfrenta a él. Comienza la pelea. Aparentemente se hacen
daño, pero en realidad no mucho, se recuperan rápidamente. Además, cuando uno de los conten-
dientes parece vencido, reacciona con renovadas fuerzas o llega otro de su equipo y continúa la
lucha. En los pensamientos hay un equipo de matones, que está diciendo lo terrible que te va a
pasar si no les haces caso, el equipo bueno son los pensamientos que discuten con él y salen a callar
a los malos. Normalmente nos identificamos con el equipo bueno, que es quien nos va a salvar,
pero también somos el equipo malo, que genera los pensamientos amenazantes. Pero en realidad
somos el saloon en el que se está dando la pelea y que acaba totalmente destrozado. La verdad
es que los luchadores no se hacen daño entre ellos, para ellos es el juego del fin de semana en el
que queman energías y cuando se van, si se van, el saloon hay que remozarlo enteramente. Pero
¿qué hacemos si no sacamos al equipo bueno? El equipo malo estará en el saloon, le darán por
ganador, y dejará nuestro orgullo herido y nuestro honor por los suelos y pasaremos un muy mal
rato; pero realmente, al no tener con quien luchar, se tendrá que ir. Antes fanfarroneará y
tendremos que escuchar todas sus amenazas y fantasías y sus retos para que salga el equipo
bueno; pero si este no
sale, se aburrirá y se irá a buscar pelea a otro sitio y cuando desaparezca el saloon no habrá
recibido ningún golpe importante, aunque haya estado en un peligro real. La lucha y el intento de
control de los pensamientos asociados a la ansiedad producen la reacción paradójica de aumentar
su probabi- lidad, de forma que cuanto más queremos echarlos más aparecen; cuando no
queremos pensar en ellos, ahí están; cuando decimos “¡qué bien! hace dos horas que no pienso en
ello”, el pensamiento se hace presente.

7. METÁFORAS BREVES ÚTILES PARA TEMÁTICAS CONCRETAS

Toma de decisiones

El camino al andar.
Las razones, los sentimientos, las creencias, y especialmente los impulsos, todo puede cambiar. Si
tus elecciones dependen de ellos, es posible que te encuentres constantemente corriendo de un
lugar a otro sin una dirección clara, yendo por el mundo como pollo sin cabeza. Por otro lado, si
esperas a tener certeza o pruebas irrefutables de que la elección que vas a tomar es la adecuada,
es posible que nunca te muevas.

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Si eliges sabiendo a dónde quieres llegar, cualquier elección tendrá más probabilidades de ir en la
dirección correcta, sobre todo si, luego, vas haciendo camino al andar, un camino que te conduzca
desde donde te encuentres hacia donde deseas.

Ansiedad

Maldición gitana.

La ansiedad es como la famosa maldición gitana: “¡Cuánto más corras, más te duela y si te paras
explotes!

El monstruo que se alimenta de adrenalina.

En realidad la ansiedad es como un monstruo que vive y se alimenta de adrenalina. Cuando algo
nos avisa de que hay un peligro, como entrar en una escalera mucho más empinada de lo que
esperába- mos, realizamos una descarga automática de adrenalina y el monstruo de la adrenalina
que estaba dormido se despierta y hace que de forma automática nos agarremos a la barandilla y
nos ayuda a no caernos.
Nos damos cuenta de que tenemos el monstruo dentro y que se ha quedado, porque mientras dige-
rimos la adrenalina todavía le queda alimento para vivir. Cuando pasa el tiempo sin que veamos un
nuevo peligro el cuerpo recupera su nivel normal de adrenalina y el monstruo hiberna. Cuando es el
propio monstruo el que nos da miedo y lo queremos echar del cuerpo, que desaparezca de
inmediato, volvemos a hacer otra descarga de adrenalina para esforzarnos en luchar contra él, para
que se vaya. El monstruo, encantado porque tiene más alimento, crece y se hace más amenazador,
nos dice que va a comernos el cerebro, que el corazón nos lo va a dañar, y la garganta nos la va a
paralizar para siempre. Si aceptamos al monstruo en nuestro cuerpo, no hacemos nada para que se
vaya, dejamos de darle alimento y el monstruo hibernará de nuevo.
Siempre viviremos el riesgo de que no se vaya, porque no estamos haciendo nada por ello y tendre-
mos que acostumbrarnos a escucharle decir ¿y si no me voy y te da un ataque al corazón o te
vuelves loco, o te mueres?; no son más que sus intentos de pedir alimento, de que le demos
adrenalina para comer.

La evitación impide la habituación.

El antiguo chiste del hombre que iba por la calle principal de su pueblo aterrorizado y golpeando de
forma extraña dos palos y le preguntaron que qué hacía. Contestó “Espantando leones”, le dijeron,
“pero si aquí no hay leones” ante lo que afirmó con seriedad “¡Claro! Los he espantado a todos”.
La evitación, golpear los palos, no permite a la persona afrontar la experiencia de lo que ocurriría
si dejara de hacerlo, en el ejemplo si dejara de chocar los palos, comprobaría que no pasa nada, y
dejaría de hacer tonterías.
Pero si no se arriesga a ser comido por un león, no comprobará nunca que en realidad lo que está
haciendo no le sirve de nada y seguirá creyendo en la necesidad de golpear los palos para espantar
a los leones. Si espera a que se le pase el miedo para arriesgarse, nunca lo hará, tiene que sentir y
vivir el miedo a dejar de golpear los palos y ser comido por el león que no ha espantado.

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Desmantelamiento del lenguaje

El mapa no es el territorio.

El lenguaje crea un mapa de la realidad. En ese mapa podemos hacer y deshacer virtualmente, sin
que ocurra nada irremediable. Nos sirve para planificar y simular nuestras acciones. Podemos, en
el mapa, jugar a la guerra con soldaditos imaginarios; pero no olvidemos que EL MAPA NO ES EL
TE- RRITORIO.

Superman.

Puedo pensar que soy Superman e imaginarme que vuelo y pasármelo incluso bien, y no pasará
nada. Pero ¿qué pasará si intento volar tirándome por el balcón?

El loco en la consulta.

Entra una persona en la consulta y empieza a hablarnos y decirnos que le hagamos caso. Si discuti-
mos con él dejamos de hablar de lo que nos interesa y logrará llevarnos hacia donde el quiere. Si
queremos echarle y nos peleamos con él, será peor todavía. Lo mejor que podemos hacer es
dejarle que diga todas sus locuras y no hacerle caso, tomarle como ruido de fondo.

La mente como una caja.

La mente es limitada como una caja. Cuando está llena de algo no puede estar ocupada por otra
cosa. Si nos preocupamos pensando que no se nos ocurre nada, no dejamos que en la caja entre
otra cosa, por eso ni nos enteramos de lo que nos dicen. Si queremos quitarnos un pensamiento,
la forma de hacerlo es meter otro, porque la caja pocas, muy pocas veces estará vacía.

El miedo y la percepción

El ratón en el cuarto oscuro.

Si una persona que tiene miedo a los ratones entra en una habitación oscura y sucia en la que
puede haber ratones, entrará despacio y con cuidado por si hay algún ratón y mirará a todas
partes para buscarlo, incluso antes de encender la luz. Si aparece una sombra de algo que se
mueva le parecerá un ratón y si hay un ratón, sin duda, lo verá. Puede también entrar en la
habitación abriendo rápi- damente la puerta y haciendo ruido para asustar al ratón que puede
haber allí. Al abrir la puerta violentamente, levanta aire que mueve una pelusa del cuarto que está
sucio.
El miedoso ve una cosa que se mueve y se imagina un ratón. Sale corriendo y no comprobará
nunca que ha sido una pelusa. Es más, se incrementará su miedo y le costará mucho más entrar en
la habitación la siguiente vez.
Una persona que no tiene miedo a los ratones entrará en la habitación haciendo ruido y
encenderá la luz, hará ruido y luego mirará a ver lo que ve. Si hay un ratón en la habitación,
asustado con el ruido y con la luz correrá a esconderse y la probabilidad que tiene de verlo la
persona que entra es mucho menor. El que tiene miedo lo puede ver más fácilmente y además
confundirá las sombras con ratones.

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El león o las serpientes.

Descendemos de los prehistóricos que más eficaces han sido para evitar las serpientes, es decir,
de aquellos que han tenido más capacidad para verlas donde estaban y de correr para evitarlas. Si
nos encontramos una serpiente, miraremos a prudente distancia para ver que hace y, si hace el
menor ademán de ir hacia nosotros saldremos corriendo.
Mientras lo estamos haciendo nada nos va a distraer, ya puede llamarnos la persona que más que-
ramos que no quitaremos la vista de la serpiente. Por eso no nos podemos distraer de los pensa-
mientos ni de las cosas que nos producen ansiedad y miedo.

La bicicleta.

Cuando tenemos miedo a algo no lo perdemos de vista, cuando queremos evitar algo lo miramos
fijamente, pero el cuerpo es como una bicicleta, vamos hacia donde miramos y es muy difícil lle-
varla hacia un sitio al que no miramos.

El tigre y el mueble.

Cuando tenemos un pensamiento no podemos quitárnoslo de la cabeza, cuando queremos, sola-


mente cuando la ocupamos con otro sale y deja su sitio, para volver en cuanto nuestra cabeza está
desocupada. Normalmente podemos dedicar nuestra atención a otra cosa y así el pensamiento se
va. De hecho hay muchos estímulos que obviamos y no tenemos en nuestra cabeza.
Seguro que cerca de donde estamos leyendo esto hay un mueble que ha pasado desapercibido
hasta este momento. Pero nos podemos preguntar ¿podríamos quitarle la vista de encima si en
vez de un mueble fuera un tigre? Cuando estamos ante algo amenazante no podemos quitárnoslo
de la mente y de nuestra atención porque nos puede pasar algo en cualquier momento.
Con un pensamiento amenazante estaremos preguntándonos siempre si lo tenemos o no y enton-
ces, como los elefantes voladores azules estará en nuestra cabeza.

Medicalización de los problemas en la vida

Buscamos la moneda debajo de la farola encendida.

Interpretamos nuestras sensaciones desagradables como enfermedad porque la medicina nos pro-
mete curación y felicidad y como no sabemos como quitárnoslas de otra manera acudimos a ella.
Es como cuando un borracho busca una moneda que se le ha caído alrededor de una farola. Llega
un viandante y se pone a ayudarle. Como no aparece la moneda, le pregunta “¿por dónde se le ha
caído?”. Responde: “se me cayó en aquella esquina”, “Pero entonces ¿por qué lo busca aquí?”;
“porque en aquella esquina no hay luz y aquí sí”.

Exposición

El cinturón de seguridad.

Hacer las cosas con la fuerza justa, cuando lo hacemos con más nos bloqueamos. Cuando quere-
mos hacer algo a más velocidad de la precisa nos pasa como con el cinturón de seguridad que nos
bloqueamos más- Hay que ir a la velocidad justa para podernos mover libremente, si no hacemos
nada no conseguiremos nada y si lo hacemos demasiado deprisa tampoco.

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Afinar un instrumento.

Cuando afinamos una guitarra o un violín tenemos que tensar las cuerdas en su justo medio. Si las
tensamos demasiado, se romperán y si las dejamos demasiado flojas, no sonarán. Por eso en la
vida cuando realizamos una tarea tenemos que hacer la fuerza justa dentro de un intervalo. Si nos
pasa- mos, estropearemos la cuerda. Si no llegamos, no saldrá nada.

Dejar de correr por un callejón oscuro.

Es de noche y vas por un callejón oscuro que nos han dicho que es peligroso. De pronto oyes pasos
detrás de ti a lo lejos. Te paras y se paran, aceleras y aceleran. Ves sombras que te persiguen. De
inmediato empiezas a correr porque crees que es un ladrón o un asesino. Corres y corres, los
pasos te persiguen. Te cansas, ya no puedes más. Te paras, los pasos se paran esperas encogido a
que te maten o te roben. No pasa nada, con terror te das la vuelta y ves que no había nadie, que
son tus propios pasos los que te han hecho huir y tu propia sombra quien te perseguía. Pero para
compro- barlo tienes que arriesgarte a que te cojan, a que y sea verdad y te maten.
El miedo nos hace ver fantasmas, y tenemos que tener el valor de pararnos y darnos la vuelta y
comprobar si en realidad son nuestros pasos o es un asesino. La terapia te va a pedir que corras el
riesgo de parar y dar la vuelta. Se trata de dejar de huir de quien nos persigue para averiguar que
son fantasmas y que si se afrontan adecuadamente desaparecen.

Superar el miedo de como aprender a nadar.

Aunque nos leamos 20 libros no aprenderemos, nos tenemos que meter en la piscina. Podemos
hacerlo de golpe, con alguien controlando lo que ocurre o lo podemos hacer poco a poco, por
donde no cubre, luego nos vamos soltando hasta que somos capaces de nadar.

Recaídas

Caerse del caballo o de la bici.

Cuando alguien se cae de un caballo o de la bici lo primero que tiene que hacer uno/a es volver a
montarse.

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