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GRACIAS PAPÁ, PORQUE NOS ENSEÑASTE

QUE NO ERES MÁS HOMBRE POR SER INFALIBLE,

SINO PORQUE ERES MÁS HONESTO Y RECONOCES

TUS ERRORES.

Lo saludamos en esta fecha especial porque sabemos que usted pertenece al grupo de padres
especiales que ponen a diario su mayor esfuerzo; para ver al final de la jornada laboral una sonrisa
en el rostro de sus hijos.

Sabemos cuan difícil es ser padre que solo las valientes asumen esta responsabilidad a plenitud
ofreciendo cariño, amparo, protección espiritual.

Las cobardes huyen o permanecen física pero no espiritualmente, dejando tras de si tristeza y
desconcierto; en hijos que no solo mendigan sabiduría sino cariño y amparo.

El amor de padre es fuego en el corazón de sus hijos. Un padre es un modelo fuerte, seco,
sabio, conocedor, que habla sin titubeos y descubre lo que uno no se atreve a confesar.

Es la solución de lo que nos parece un imposible.

Es el control que a veces te echo en cara, porque creo que lo sé todo y luego la vida me
demuestra que te necesito.

Eres ese padre jacarandoso y bromista que le quita a la vida ese sello adusto que tanto incomoda.

Él conoce los peligros antes que uno, nos alerta, previene nos pone en guardia

Él lee los ojos de sus hijos, lo que quieren ocultar, adivina lo que no quiere mostrar a nadie y así
les va enseñando a crecer poco a poco.

Cuando obtienen un triunfo, valora lo que les ha costado conseguir, y agradece la ayuda que han
recibido de Dios.
Cuando fracasamos, no hiere, ni recrimina, ni acusa. Nos muestra un rayito de luz para seguir.

Ser padre es tener una cubierta dura, pero con una húmeda ternura que ablanda.

Un padre que parece inflexible, tenaz, indoblegable.

El padre es como un árbol.

Tiene el tronco recio, pero con una pulpa dulce.

La corteza dura, pero aterciopelada por debajo.

La cáscara seca, pero derretida la semilla.

La voluntad de acero, la vista de águila y el corazón de niño.

Usted siempre está vinculado a nuestra vida, como un lazo que nadie puede romper.

Gracias, papá porque nos has dado lo mejor de ti.

Gracias por esforzarte para darnos cada día un ejemplo y una guía.

Gracias porque siempre has tenido tiempo para nosotros y todo lo importante para mí te interesa.

Siempre como hija te agradeceré porque:

Nunca amarraste las alas: me enseñaste a volar

Nunca disfrazaste los peligros: me alertaste para protegerme

Nunca construiste el edificio: pusiste los cimientos

Nunca moviste mis pies: me enseñaste a caminar

Gracias porque nos has hecho un bien.

Eternamente agradecida.

Tu hija
Mónica Beatriz

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