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En Argentina, la historia del presupuesto nacional se remonta a los orígenes del país. Ya que los
primeros presupuestos datan de la década de 1820. El presupuesto, en tanto Ley, ha sufrido los
avatares propios de las instituciones republicanas en los convulsionados siglos XIX y XX.
Ya en el siglo XX las sucesivas interrupciones de la vida democrática, y por ende del estado de
derecho, impidieron a su vez el desarrollo de sólidas instituciones republicanas, entre las que se
encuentra el presupuesto. Independientemente de los intentos de algunos gobiernos militares de
introducir un marco normativo, como el Decreto-Ley de Contabilidad de 1956.
Desarrollo de la clase
El carácter documental del presupuesto es a menudo uno de los más frecuentemente soslayados.
La riqueza de la información contenida en los presupuestos es muy importante por su volumen y
relevancia. En general, salvo excepciones tales como operaciones cuasifiscales, lo que no está en
el presupuesto no existe, ya que no cuenta con fondos para llevarse a cabo.
Finalmente, su carácter de acto legislativo no puede bajo ningún punto de vista subestimarse, ya
que es lo que permite visualizar su carácter político. Si bien todo presupuesto, en tanto plan de
gobierno, es político, ya que corresponde a los ideales y cosmovisión de un determinado
conjunto de autoridades, democráticamente elegidas, al mantenerse en la esfera del Poder
Ejecutivo tal dimensión corre el riesgo de permanecer oculta, bajo cierta pátina de planificación
tecnocrática o determinismo económico. Es entonces en el plano legislativo donde se pone más
claramente de manifiesto esta dimensión política al producirse un espacio de debate y
negociación respecto a los objetivos y medios de gobierno, propio de la división de poderes.
En los gastos los topes que fija el presupuesto pueden ejecutarse hasta el
nivel máximo de las respectivas asignaciones financieras, en cambio, en
los recursos no hay límites ni techos ya que no se deja de recaudar aún
cuando se haya llegado al nivel previsto en el presupuesto.
Esto último también determina una diferencia con respecto a la legalidad. Los gastos se originan
en la propia ley de presupuesto. Mientras que en materia de recursos, las previsiones se realizan
en base a normas preexistentes relacionadas con el sistema tributario.
Es un tipo de presupuesto que puede vincularse estrechamente con la idea de control legal, es
decir que el presupuesto sea gastado por quién y en lo que corresponde. El objetivo de legalidad
no carece en modo alguno de importancia, sin embargo parece ser insuficiente como norte para
la gestión pública. Prueba de ello es que el criterio predominante a la hora de formular el
presupuesto de sucesivos ejercicios, bajo un enfoque tradicional, es el inercial. Esto es la noción
de que los gastos deben repetirse año a año en su distribución institucional y en el patrón de
compras públicas que reflejan, sin considerar, no ya el objeto, sino el objetivo último de tales
erogaciones, es decir el para qué.
Ambos tipos de análisis son valiosos en materia de producción pública aunque no están exentos
de problemas. En el caso de la eficacia resta preguntarse acerca de la pertinencia y precisión de
la meta originalmente programada. Así, que el Estado cumpla con los objetivos que se propone
no implica que tales objetivos sean importantes e incluso deseables para la ciudadanía. Del
mismo modo, es posible que si tales objetivos han sido subestimados para la capacidad técnica,
política y económica de quien los desarrolla su cumplimiento diga poco acerca de la eficacia de
la gestión pública.
Puede concluirse entonces que el reemplazo del presupuesto tradicional por el presupuesto por
programas es un avance en términos de administración financiera, al introducir el análisis físico-
financiero, pero que constituye un punto de partida antes que uno de llegada, en tanto considera
el gasto pero no el costo, ni la traducción de la producción pública en términos de resultados e
impactos sobre la población, para lo que tendrían que tenerse en cuenta cuestiones complejas
como la pertinencia, accesibilidad y calidad de los bienes y servicios producidos por el Estado.
Realizar una enumeración, no taxativa, de las ventajas que ha introducido el presupuesto por
programas permite dar cabal dimensión de los avances que ha significado, a saber:
Tales rigideces impiden la posibilidad de realizar una experiencia de presupuesto base cero, o a
lo sumo eso sería más un ejercicio teórico o muy acotado en su alcance. Aún con tales
limitaciones, el presupuesto por programas es una herramienta útil para la determinación de
prioridades, la elección entre cursos de acción alternativos y la detección de tareas ritualistas
inconsistentes con los objetivos institucionales vigentes.
Este último tipo de rigidez se vincula, a nivel general, con la afectación de tributos a usos
específicos, tales como la seguridad social, la construcción y mantenimiento de la red vial o la
promoción de la industria cinematográfica.
El presupuesto plurianual
El presupuesto plurianual surge como una herramienta que, entre otros beneficios, permite
reducir un poco la rigidez presupuestaria, al menos en relación a los gastos de carácter no
permanente pero cuya duración excede a la del año.
Conviene distinguir entonces las dos variantes del presupuesto plurianual, el mismo puede ser de
carácter limitativo o indicativo. Si es limitativo opera exactamente igual que el presupuesto
anual, es decir que, en su acepción más tradicional, implica un límite en los gastos autorizados
para un período dado que no suele rondar el trienio.
La cadena de resultados parte de los resultados que se quieren lograr (en términos de cobertura,
tiempo de respuesta, calidad de la atención, o cualquier otro tipo de indicador que relaciones la
oferta pública con la demanda ciudadana). El logro de dichos resultados requiere determinado
tipo y nivel de producción pública, cuantificada bajo la forma de metas.
A su vez, para llevar adelante dicha producción necesaria para atender las necesidades de la
población, es imprescindible contar con una serie de insumos materiales, tales como bienes,
servicios, personal, instalaciones y espacios de trabajo.
Así, dentro de la gestión por resultados, el presupuesto por resultados u orientado a resultados,
surge de determinar los niveles de producción pública, alineados con cierto grado de satisfacción
de determinadas necesidades de la población, y de valorizar, en términos monetarios, los
insumos que dichos procesos productivos requieren, transformando así al presupuesto en la
expresión financiera de un plan operativo anual. La gestión por resultados descansa entonces en
cuatro pilares fundamentales, a saber:
Surge así, un sistema de indicadores que resulta de utilidad tanto para el nivel máximo nivel de
responsabilidad política (macro), como para los actores que intervienen a nivel sectorial (meso) y
para los responsables de programa (micro). Todos los indicadores que integran el universo
descripto, es deseable que cumplan con una serie de condiciones:
Vale destacar que, en general, los indicadores suelen tomar la forma ratios a partir de variables
mensuradas a través de definiciones, unidades de medida, periodicidad, rezago y fuentes de
información predeterminadas.
Por su parte, resulta fundamental, para el esquema de gestión por resultados contar con datos
confiables y medibles, que permitan construir indicadores de producto y de resultados.
El enfoque adoptado en nuestro país, identifica al Presupuesto Orientado a Resultados como una
técnica presupuestaria, que busca que los procesos de presupuestarios se adecuen a las
características necesarias para impulsar la implementación de la Gestión por Resultados en el
Sector Público.
Resulta claro que para que tal determinación de prioridades no obedezca a una encarnizada
negociación política, es necesario que se corresponda con un horizonte más amplio de
planificación estratégica que permita establecer de antemano, cuanto menos, áreas críticas de
intervención.
Es que dada la ausencia general de tal horizonte de planificación en el caso argentino, y del
elevado costo, en términos financieros pero sobre todo de tiempos y recursos humanos, que esta
técnica implica, su aplicación generalizada en experiencias nacionales es más bien una rareza.
Sin embargo, puede constituir una herramienta útil si se aplica en forma parcial, o bien a
programas seleccionados por su evidente necesidad de reforma o como un complemento al
presupuesto por programas, por ejemplo en la etapa de presupuestación preliminar, en que cada
dependencia o unidad puede plantear las necesidades mínimas para su funcionamiento junto con
diferentes objetivos de desarrollo institucional, con los respectivos costos asociados.
El presupuesto participativo
Fue lanzado en Brasil por el Partido de los Trabajadores (PT) en la ciudad de Porto Alegre en
1989. Y en estos casi treinta años ha sido adaptado y adoptado por más de 1400 ciudades en más
40 países, con una gama amplia en América Latina. También se desarrolla, con distinta
intensidad, en Francia, Alemania, España, Portugal e Italia. Y encontró eco en los continentes
africano y asiático.
En cuanto a los aspectos que dificultan una mejor aplicación del PP, se destacan los conflictos
que emergen dentro del Estado: tanto en la falta de coordinación entre áreas, como la
insuficiencia de recursos, que repercuten en demoras en la ejecución de las obras. También se
señala la resistencia al cambio por parte de las burocracias, exponiendo la ruptura que significa
el PP en la cultura tradicional de la gestión las organizaciones públicas.
Cierre de la clase
A lo largo de la presente clase se ha establecido cual es la definición principal de presupuesto.
Asimismo, se ha realizado una breve descripción de los doce principios presupuestarios.
De igual modo, se ha establecido una visión entre el presupuesto y las políticas públicas y por
último, se ha dado un primer pantallazo sobre las diferentes técnicas presupuestarias.
Bibliografía
LAS HERAS, JOSÉ (1999): Estado eficiente. Sección 2: Capítulo 1: Valor e
importancia del Presupuesto; Sección 2: Capítulo 2: Restricciones y
condicionantes de la Programación Presupuestaria. Editorial Universitaria
de Córdoba (Eudecor). Córdoba.
GONZÁLEZ, CARLOS (2000): Breve historia del Presupuesto en la
Argentina.