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13 Diferencias De Culto Entre El Yoruba Y La

Santería.

¿ Cual Es El Correcto ?. Decidamos Por Nosotros Mismos Después De


Leer Este Artículo.

Mucho se ha hablado y escrito acerca de la Santería en relación al culto Yoruba que


se practica en Nigeria principalmente. Hemos visto escrito una y mil mentiras acerca
de que el verdadero culto es el que se practica principalmente en Cuba y que el resto
de las diferentes prácticas nunca puede o mejor dicho no son correctos o están
deformados..... En este artículo queremos dejar bien expuesto las diferencias de culto
entre lo que se practica en Nigeria y los que se practica en Cuba (Santería) y dejar al
libre albedrío de cada uno de los que lean este artículo la decisión de que es lo
correcto o lo incorrecto en relación al culto.

Nuestra postura en este aspecto es independiente, y si sacamos a la luz este artículo


es debido a los cientos de email recibidos en que nos piden que aclaremos nuestra
postura acerca de la Santería y de los diferentes cultos
practicados en el Nuevo Mundo.

Basamos nuestro artículo en las diferentes formas en que se concibe el Culto en


Nigeria y como se concibe en Cuba y para ello comenzaremos escribiendo acerca de
las diferencias acerca de la coronación de Orisha y de Ifá.

1.- La consagración sacerdotal Orisha que se hace en los sincretismos ( la Santería en


Cuba, la Umbanda en Brasil ...... ) es muy diferente a la que se lleva a cabo en el ritual
yoruba. Esto de por sí marca diferencias muy claras entre un sacerdote (olorisa),
ordenado bajo el ritual yoruba y otro ordenado bajo el ritual sincrético. Y ello es así
porque los yorubas que arribaron al Nuevo Mundo nunca quisieron revelar los secretos
de la verdadera iniciación sacerdotal Orisha yoruba, y en vez de ello optaron por
utilizar en el Nuevo Mundo una liturgia diferente creada específicamente para tal fin.
¿Por qué lo hicieron?, es la pregunta que todos deberíamos hacernos y mas teniendo
en cuenta como veremos más adelante las diferencias que existen en ambos rituales.

2.- La consagración sacerdotal de Ifá que se hace en los sincretismos ( Ifá en Cuba
principalmente), es muy diferente a la que se lleva a cabo en el ritual yoruba. Esto de
por sí marca diferencias muy claras entre un sacerdote y/o sacerdotisa (babalawo o
iyanifa), ordenado(a) bajo el ritual yoruba y otro(a) ordenado(a) bajo el ritual sincrético.
Y ello es así porque los yorubas que arribaron al Nuevo Mundo nunca quisieron
revelar los secretos de la verdadera iniciación sacerdotal yoruba de Ifá, y en vez de
ello optaron por emplear en el Nuevo Mundo una liturgia diferente. Al respecto
obsérvese que en tierras yorubas de África la ordenación de los sacerdotes y/o
sacerdotisas Ifá (babalawos e iyanifas), debe estar imprescindiblemente presidida por
el "Fundamento de Odu o Igba Iwa" del Oluwo que preside la ceremonia. Sin embargo,
el secreto del "Fundamento de Odu o Igba Iwa" nunca fue revelado a nadie en el
Nuevo Mundo por los yorubas. En su defecto crearon una especie de sucedáneo que
denominaron "Fundamento de Olofin". ¿Por qué lo hicieron ?, es la pregunta que todos
deberíamos hacernos y mas teniendo en cuenta como veremos más adelante las
diferencias que existen en ambos rituales.

Estas dos realidades nos deben hacer reflexionar sobre el por qué los yorubas que
llegaron como esclavos al Nuevo Mundo, aunque trajeron consigo su religión, su
cultura y sus costumbres, sin embargo, no quisieron legarnos muchos de los aspectos
básicos de sus secretos religiosos como los dos mencionados anteriormente. Al
parecer ellos quisieron preservar esos secretos para que siempre se marcaran
diferencias entre los cultos sincréticos yoruba-católicos del Nuevo Mundo y los que
habían dejado atrás en su Viejo Mundo. Entonces podemos concluir afirmando que,
lejos de lo que muchos creen, los yorubas sólo legaron al mundo occidental que
inhumanamente les esclavizó, parte de su enorme herencia cultural y religiosa. Ahora
pasemos a examinar algunos de los aspectos negativos y/o contradictorios que
subsisten dentro de muchos sincretismos yoruba-católicos del mundo occidental.

PRIMERO.- Ponen en dudas la moral de algunos Orisas. El acerbo mitológico


presentado en forma de poesía, refranes y patakíes, paradójicamente constituye el
arma ideológica principal de la mayoría de los sincretismos yoruba-católicos, tal y
como también lo ha sido en yoruba. Ello indica que los subsistemas religiosos afro-
americanos aún no logran la necesaria transición del mito al logos, o sea, el paso de la
leyenda y/o la fábula fantasiosa a la actuación racional, basada en elementos más
objetivos y acordes con los principios lógicos, éticos y/o morales que rigen la mayoría
de las sociedades civilizadas actuales. Resultan repulsivas las leyendas mitológicas
que se repiten incesantemente dentro del seno de algunos sincretismos, las que
inmiscuyen constantemente a los Orisas en actos impuros, violentos, incestuosos,
amorales y vergonzosos de toda ralea, como son los casos de un Obatalá
irresponsable capaz de emborracharse con vino de palma en pleno cumplimiento de
su labor creadora, cuya negligencia –entre otras-, trajo como resultado las
imperfecciones físicas y mentales de los seres humanos. Un sanguinario y diabólico
Ogún cortando cabezas a diestra y siniestra, masacrando desmedidamente a pueblos
enteros disfrutando del genocidio y del olor de la sangre de sus víctimas. Otra inmoral
faceta del mismo Orisa intentando violar a su madre Yemú o Yembó, traicionando a su
vez, a su padre Obatalá. Los hermanos Sangó y Ogún combatiendo eternamente a
muerte por el amor de una mujer, su hermana Oyá. Un Orunmila sectario e injusto
decretando el cese de los sacrificios humanos porque un día le correspondió el turno a
Él de perder la vida de una hija suya por medio del sacrificio. Sangó haciendo el amor
con sus hermanas Osún y Oyá. El Orisa Obi despreciando a los pobres y miserables
de la Tierra. Un demoniaco Esu cuyas maldades y travesuras no tienen límites, tanto
en el olimpo de los dioses, como en el mundo de los seres humanos......

¿Cómo pretender que se adoren y respeten dioses tan malévolos, imperfectos y


amorales?. ¿Cómo intentar convencer a los seres humanos que deben tener fe en
semejantes entidades?. ¿Cómo aceptar de buena gana que Olorun ha permitido a los
Orisas de Su Creación tales desmanes?. ¿Cómo pretender que Orisas tan
imperfectos, negligentes, inmorales y malvados sean objeto de adoración por amor, en
vez de por temor a su cólera?. Esa desagradable imagen de los Orisas que da la
mitología pseudoyoruba que pulula por el Nuevo Mundo en un intento desmedido e
injustificado por humanizar a las deidades, demuestra el casi total apoyo ideológico
que sobre la mitología aún conservan los sincretismos afro-americanos, lo cual resulta
cada vez más inaceptable para la mayoría de los miembros de las sociedades
civilizadas actuales. La mitología con sus leyendas y fábulas fantásticas, está muy
unida al folclore y a las tradiciones legendarias y fantasiosas de muchos pueblos, y
aunque en la antigüedad era la base argumental fundamental de las tradiciones
religiosas y culturales de esos pueblos, con el paso del tiempo -unido al avance de la
civilización en las sociedades modernas-, los primitivos conceptos mitológicos se han
ido sustituyendo por formas más racionales del pensamiento cuando éstos tienden a
justificar ideológicamente la existencia de conceptos religiosos. Sin embargo, hoy en
día en la mayoría de los países civilizados, cuando la tendencia es a resaltar el
folclore, la imaginación y las primeras y más ingenuas manifestaciones de la cultura y
sabiduría popular de un pueblo, entonces para ello se recurre a la mitología.
En la mayoría de los subsistemas yoruba-católicos afroamericanos los Orisas han sido
humanizados hasta extremos a veces desagradables y decepcionantes por el abuso
de algunos vulgares pasajes mitológicos.

SEGUNDO.- Se emplean con frecuencia en "trabajos" de magia y brujería.


Contrariamente a lo que muchos piensan, en la práctica de las auténticas tradiciones
religiosas yorubas, las transformaciones, las relaciones entre creyentes, antepasados
y Orisas, se materializan únicamente mediante el empleo de adimús, ebós, oraciones,
cantos y bailes, y por supuesto, a través de los oráculos por los que envían sus
mensajes antepasados y Orisas. No existen prácticas mágicas de ningún tipo -mucho
menos los actos de hechicería y/o brujería-. O sea, que para el seguidor del CULTO
YORUBA todo acto que implique el empleo de la magia para obtener transformaciones
-lo mismo para bien que para mal-, es ilegal y reprochable. Tales actos son
catalogados de brujería, lo que en tierras yorubas de Africa implica la imposición de
severos castigos a los responsables de ellos.
Las liturgias que emplean actos de magia -de cualquier tipo y color-, no son
usualmente concebidas dentro de la práctica religiosa yoruba. Aquellas, además de
ser reconocidas como actos de brujería y/o hechicería, también se identifican como
prácticas ocultistas de dudosa moralidad y oscuros fines.
En contraposición con las prácticas litúrgicas que establecen las normas religiosas
yorubas actuales, para algunos sincretismos afro-americanos no basta el empleo de
adimú, ebó, adoración y súplica dirigida a los antepasados y Orisas para conseguir las
transformaciones, sino, que éstas se buscan fundamentalmente mediante el empleo
de la magia, o sea, empleando la brujería y/o la hechicería (los denominados
"trabajos"). Ello quiere decir que la "actividad ocultista" es intensa dentro de muchos
sincretismos afroamericanos.
El "ancestralista" intenta buscar las transformaciones (éstas siempre positivas y
benéficas para el ser humano), a través de la petición y la súplica. Por ello siempre
espera con humilde paciencia e incertidumbre si sus peticiones han sido escuchadas,
y si éstas han merecido las bendiciones solicitadas, única vía a través de las cuales se
producen dichas transformaciones. Este creyente y/o practicante no se considera
merecedor de los favores divinos por el simple hecho de haber ejercido mayores
sacrificios económicos y/o materiales a favor de antepasados y Orisas. Él sabe que la
ofrenda es una forma de adoración del agrado de las divinidades, pero también sabe
que con nada se puede comprar el favor de las mismas. La magia -en cualquiera de
sus manifestaciones-, como acto subjetivo y fantasioso de causa-efecto desvinculada
totalmente de los valores racionales, como elemento que sólo existe dentro de la
psiquis humana, es reconocida por el seguidor "ancestralista" como una de las
miserias más detestables del ser humano, el cual, por medio de las manipulaciones
mágicas pretende risiblemente de manera prepotente emular con el enorme poder de
las divinidades. Entonces, mientras dentro del seno de algunos sincretismos se gestan
y realizan actos de magia de toda ralea en quimérica búsqueda de las más variopintas
transformaciones -unas para el bien de algunos a la vez que para el mal de otros-, los
verdaderos seguidores de yoruba se desmarcan de toda practica ocultista (y mucho
menos mágica), para exponer un culto y una liturgia donde absolutamente nada es
secreto; ni tan siquiera los más sofisticados de sus actos rituales y/o consagracionales.

TERCERO.- Sustituyen por una "jerga sagrada" a la lengua yoruba.


En los comienzos de la esclavitud en el Nuevo Mundo fueron muchos los
representantes de diversas tribus yorubas los que se asentaron en las distintas
colonias. Aunque por el solo hecho de haber sido reconocidos como yorubas hablaban
una lengua madre común, también debe ser reconocido que entre éstos llegaron a
identificarse hasta 19 dialectos diferentes, los cuales se hablaban entre miembros de
las diferentes tribus. Esta diversidad lingüística, acompañada de la carencia de
escrituras que obligaba a la trasferencia oral de todos los conocimientos -incluyendo
los de la propia lengua-, trajo como consecuencia que, con el paso de los años, ésta
también se mezclara con otras también de origen africano, llegando a formarse una
enmarañada trama lingüística necesaria para que esclavos de diferentes etnias y
pueblos de África pudieran entenderse entre sí. Por esta causa, en las antiguas
colonias europeas del Nuevo Mundo, las lenguas y dialectos originales africanos se
fueron perdiendo poco a poco con el tiempo.
Entonces, puede llegar a comprenderse el porqué hoy en día la mayoría de los
sincretismos yoruba-católicos del Nuevo Mundo, en la práctica cotidiana de sus
respectivas liturgias, hacen uso de diversas "jergas sagradas" que generalmente no se
corresponden con el idioma original que se habla en el país de los Orisas. Esto último
acentúa aún más la individualidad que yoruba reconoce en los cultos sincréticos, ya
que hasta la lengua empleada por éstos en sus rituales resulta ser una muy particular,
resultado de la mezcla de los diferentes dialectos y lenguas madres existentes en las
antiguas colonias del continente americano.
Por lo tanto, el yoruba no solo no entiende íntegramente la "jerga sagrada" que
exhiben sus sincretismos, sino que, entre los propios miembros de éstos, en su
mayoría, tampoco se entienden entre sí en esa lengua, la cual solo utilizan en rezos y
cantos aprendidos de memoria, pues con ella les resulta imposible estructurar
oraciones y frases completas. Por ello encontramos a muchos olorisas, babalawos,
hounganes, mambos, padres y madres de santo pertenecientes a los subsistemas
yoruba-católicos del Nuevo Mundo que no son capaces ni tan siquiera de traducir
literalmente lo que expresan en sus rezos y cantos sagrados. Mucho menos lo son de
entenderse entre sí. Por lo tanto, como lo que hablan estas personas no es lengua
yoruba propiamente dicha, solo puede afirmarse con seguridad hasta ahora, que se
expresan en una "jerga sagrada" que no ha podido ser catalogada de manera exacta
por los especialistas hasta la fecha. El practicante de yoruba cree fielmente en los
efectos trascendentales de los sonidos a través del lenguaje y por esta causa da
mucha importancia a la integridad idiomática a la hora de realizar los actos sagrados.
Los sonidos de su lengua original no son los mismos que se producen en la "jerga
sagrada" de los sincretismos, por esta causa es de esperarse que los resultados
originados por los mismos también sean de índole diferente, aunque aquí no se
cuestione la calidad de estos últimos.

CUARTO.- Poseen falsos conceptos sobre el bien y el mal. El concepto sobre el bien y
el mal es otro de los aspectos discordantes entre el CULTO YORUBA y los
sincretismos religiosos afro-americanos. Para la primera el bien y el mal
necesariamente coexisten juntos como consecuencia natural de imperfecciones
propias de La Creación y como mecanismo de comprobación y comparación. Pero no
se reconoce a nadie, dentro o fuera del panteón Orisa, que ostente el poder del mal en
clara oposición al Ser Supremo Olorun, pues éste es Omnipotente en toda Su
Creación y nada puede oponerse a su Divina Voluntad. Para muchos sincretismos el
mal es el poder que ostenta y administra un ser maligno y/o diabólico al cual llaman
por diversos nombres, el que se opone permanentemente a la voluntad de Olodumare.
También consideran que la mayor parte de los Orisas poseen dos facetas dentro de sí,
a saber, la del bien y la del mal, lo cual admite la posibilidad de que en determinados
momentos estas deidades puedan ser estimuladas -por sacerdotes, brujos y/o
hechiceros-, para hacer el bien o para traer el caos y la destrucción a la humanidad
(¡nada más lejos de la realidad!).
El "ancestralismo" no concibe a los Orisas practicando el mal en contra de la voluntad
de Olorun, y mucho menos alentados por un simple mortal. Para los "ancestralistas" la
llamada faceta negativa de las deidades es consecuencia directa de la necesidad de
perfeccionamiento de La Creación en determinados momentos, pero no una fuerza
opositora a los designios y leyes impuestas por el Ser Supremo. Sin embargo, sí se
acepta que el mal -a escalas únicamente reducidas a los quehaceres cotidianos del
ser humano-, puede ser practicado por estos últimos y por algunos espíritus
imperfectos en determinados momentos de la vida encarnada de la humanidad, pero
todo a expensas de responder posteriormente por ello ante la Autoridad Suprema
representada y/o designada por Olodumare para juzgar las incorrecciones provocadas
por el libre albedrío de los seres humanos y las almas correspondientes.
Lo expuesto determina que el mal a escalas naturales (como las plagas, las
enfermedades, el libre albedrío, las eventualidades negativas del destino, los
desastres naturales etc.), que afecta tanto a la naturaleza como a los seres creados,
es reconocido como "necesarias correcciones" que tan solo Olodumare lleva a cabo y
administra en su incesante labor creativa y perfeccionista, considerándose por ello,
que los conceptos que sobre el bien y el mal tienen los seres humanos, no concuerdan
con los de las deidades que nos gobiernan. Y, con ello, se identifica al hombre como el
principal causante del mal a la humanidad, debido a las imperfecciones creativas de
aquel, puestas siempre de manifiesto a través de la práctica de su libre albedrío.

QUINTO.- Practican una injustificada complejidad litúrgica.


Otro de los aspectos antagónicos que constantemente se ponen de manifiesto entre
las normas y/o procedimientos litúrgicos de yoruba y sus sincretismos, son las
diferencias -en calidad y contenido-, existentes entre sus correspondientes liturgias y/o
actos rituales. Al respecto, por regla general, mientras yoruba siempre busca la
simpleza, la sencillez y la homogeneidad en todos sus actos litúrgicos, de manera que
éstos sean fácilmente asimilados y ejecutados, los sincretismos han creado
individuales estructuras plagadas de complejos y enmarañados procedimientos que
históricamente han suscitado muchas veces la polémica y la anarquía entre
sacerdotes y devotos. Prueba de lo expuesto lo es el hecho innegable de la falta de
homogeneidad litúrgica que generalmente existe en el seno de muchas de las
congregaciones sincréticas, donde cada sacerdote y/o cada practicante, muy a
menudo, establece sus propias normas y procedimientos litúrgicos, creando así su
propio manual de procedimientos. Esto último determina que generalmente cada Casa
de Santo, Terreiro y/o congregación religiosa afro-americana posea sus propios
criterios litúrgicos y/o ritualísticos, los cuales a veces ni tan siquiera coinciden con los
de sus homólogos religiosos. En pocas palabras, que litúrgicamente hablando, es muy
frecuente que dentro de los cultos en cuestión muchos hagan lo que les viene en
gana. La liturgia exagerada de la mayoría de los subsistemas abarca prácticamente
todos los aspectos del ritual religioso, con lo cual las más simples acciones litúrgicas
se convierten en complicados procedimientos. Éstos generalmente están influidos por
las particulares concepciones culturales y folclóricas de quienes operan la liturgia
sincrética. Por ello en muchas ocasiones un sencillo acto de adoración, salutación u
ofrenda a una deidad, se convierte en un injustificado derroche de fantasía, sonido y
color, acorde con determinados pasajes mitológicos que sirven de guía para tales
actos.

SEXTO.- Llegan al barbarismo en los actos de sacrificio. En lo referente a la práctica


del sacrificio de fuerza vital dedicado a los antepasados u Orisas, el yoruba siempre
intenta buscar la muerte del animal de una manera rápida, limpia y eficaz, evitando de
esta manera el sufrimiento innecesario de éste. En muchos sincretismos, sin embargo,
los sacrificios en ocasiones llegan a convertirse en verdaderas sesiones de martirio y
tortura al propinárseles intensos dolores y/o sufrimientos a los animales antes de
dárseles muerte. Por ello con mucha frecuencia -antes de producirse la muerte a los
animales-, a sangre fría les arrancan pelos y plumas, les extraen ojos o testículos, o
les rompen huesos momentos antes de quitarles la vida. Todo ello es muestra de un
acto de vulgar ensañamiento criminal en vez de un sagrado acto litúrgico de elevado
sentido místico. Incluso, son muchos los sacerdotes del Nuevo Mundo que llevan a
cabo un acto denominado "presentación de las carnes" que consiste en que, una vez
muertos los animales que han sido sacrificados, hábilmente descuartizan sus cuerpos
mientras se entonan alegres cantos –dependiendo de la seriedad del oficiante-,
dedicados a las deidades, como si éstas se regodearan del dantesco escenario de
sangre y muerte que se les ofrece. Esta absurda, innecesaria y morbosa complejidad
del acto del sacrificio rompe con la pureza y los principios que rigen el marco
ideológico original que prescribe el sacrificio de fuerza vital yoruba como uno de los
actos litúrgicos más sagrados de su tradición religiosa (téngase en cuenta que yoruba
no realiza ningún acto de "presentación de las carnes", porque en nuestra tradición
éstas son destinadas únicamente para el consumo de los devotos, no para los Orisas).
No tiene ningún sentido ético -y mucho menos sagrado-, arrancar trozos de carne,
extraer huesos, tejer tripas, sacar membranas y vísceras de los cadáveres de los
animales sacrificados para luego cantar y bailar con ellos o alrededor de ellos (como
hacen algunos con las cabezas de los cabritos y las ovejas sacrificadas), tal y como lo
hacían antiguamente los bárbaros y otras etnias semisalvajes con las cabezas
cortadas de sus enemigos. El CULTO YORUBA otorga gran importancia al acto del
sacrificio. Éste lo ejecuta con gran seriedad, silencio y respeto, porque la presencia de
La Muerte imprime gran trascendencia al acto. Los animales son ejecutados con
rapidez y precisión mientras que, al caer la sangre, se trata de que ésta bañe los
correspondientes "Fundamentos Orisa". Posteriormente, al limpiar los animales para
que sus carnes sean usualmente consumidas por los devotos, simplemente se
seleccionan algunas vísceras y se cocinan cuidadosamente para luego ser ofrecidas
también a los Orisas.
Durante todo el proceso del sacrificio solo se pronuncian rezos y se dedican discretos
cánticos a las deidades a quienes se les está dedicando la ofrenda. No hay danzas
macabras ni descuartizamientos litúrgicos. Los animales se despiezan simplemente
para limpiar las carnes que van a ser consumidas por los devotos. Aquí no existen las
innecesarias y absurdas complicaciones litúrgicas que practican algunos sincretismos,
las cuales incluyen cantos específicos que se entonan momentos previos al sacrificio,
diversos cantos durante el sacrificio, cantos al extraer partes de los cadáveres, cantos
y bailes con las cabezas de los animales, cantos con la exhibición de determinadas
membranas ensangrentadas, e incluso, ciertas invocaciones al momento de levantar
del suelo los cuerpos sin vida de los animales sacrificados.

SEPTIMO.- Abusan de una innecesaria parafernalia litúrgica.


En algunos sincretismos las ceremonias dedicadas a la "Coronación o Asiento" del
Orisa gobernante o tutelar de una persona, en ocasiones llegan a convertirse en
verdaderas fiestas de disfraces. En éstas, a los futuros "iniciados" a veces les
disfrazan con vestidos de diseños específicos y colores relacionados con el Orisa que
se corona y/o asienta. Les cortan total o parcialmente el pelo, les pintan la cabeza y el
rostro de diferentes colores, y algunas veces hasta les producen daño corporal
propinándoles pequeñas heridas o incisiones en el cuero cabelludo, a través de las
cuales consideran que entra dentro del cuerpo la radiación de la deidad que se está
consagrando. Estas ceremonias sincréticas de coronación, llenas de innecesarias
manipulaciones ritualisticas, tienden más a satisfacer las exigencias de determinados
marcos culturales y/o folclóricos, que las que reviste el acto sagrado en sí. Todas, por
supuesto, son acompañadas de invocaciones y cantos específicos en la "jerga
sagrada" que antes se ha señalado. En contraste con lo expuesto, la liturgia que
caracteriza en el CULTO YORUBA -siempre reconocida por ser lo más ligera y sencilla
posible-, para llevar a cabo una "Coronación y/o Asiento", no abusa de las telas, las
pinturas, de los extravagantes vestidos y los llamativos colores. Tampoco agrede el
sentido estético de las personas mediante el cambio superficial de apariencias -como
los poco discretos cortes de cabello que se llevan a cabo-, y mucho menos atenta
contra la integridad corporal de la persona produciéndole heridas, aunque éstas sean
insignificantes. Al contrario, en la auténtica liturgia yoruba, la purificación, la meditación
trascendental, el recogimiento espiritual y la intensa preparación psicológica del
individuo juegan el papel más importante del acto consagracional.
En el "ancestralismo" todas las acciones van precedidas de gran seriedad y
trascendencia mientras son acompañadas con sencillas y directas invocaciones en
verdadera lengua sagrada yoruba, incluyendo a veces los cánticos dedicados a Orisa.
Aquí en ningún momento se utilizan disfraces de ningún tipo, pues la persona en todo
va vestida de color blanco en representación de la pureza del acto ritual que se lleva a
cabo. Al respecto, en general, en la práctica litúrgica actual de la tradición yoruba los
rituales tienden a ser estrictamente escuetos y directos; en ellos no hay lugar para
recrear manifestaciones culturales y/o folclóricas tendientes a rememorar aspectos de
las vidas, costumbres y/o hazañas mitológicas de las deidades. Aquí no hay lugar para
fantasías, sino, únicamente para lo trascendental. Una manifestación concreta de la
exagerada complejidad ritual que venimos estudiando la tenemos en la propia
Santería, Regla de Ocha y/o Lucumí cubana en la cual actualmente se precisan siete
días -por regla general-, para llevar a cabo las "coronaciones y/o asentamientos"
mencionados. Entretanto, y en contraposición con lo anterior, la liturgia actual de la
Religión Yoruba Tradicional y/o Ancestral solo precisa de tres días para llevar a cabo
"coronaciones y/o asentamientos" de mucha mayor envergadura consagracional,
según conoceremos más adelante.
En el sincretismo mencionado se ocupan los tres días iniciales en las labores propias
del "asentamiento" mientras los cuatro días restantes son utilizados indistintamente
para meditación, recogimiento, festejos, presentación del iyawó, la visita a una iglesia
católica (véase aquí la influencia del catolicismo), y la visita a un mercado donde
contradictoriamente se le hace "robar" frutas a los iyawós, y en cuyas cuatro esquinas
se hace ebó dedicado a Esu. De más está decir que durante estos cuatro días también
se recrea una liturgia innecesaria y exagerada que conlleva a que al final del período
de consagración (los siete días), el(la) iyawó se sienta exhausto(a), con lo cual
probablemente se resta intensidad a la sensación de inmensa espiritualidad en la que
debe estar inmersa la persona durante el proceso de "coronación y/o asiento".
En el ritual de la "Coronación y/o Asiento" que lleva a cabo el CULTO YORUBA no hay
lugar para parafernalias y liturgias innecesarias. Aquí la meditación y el recogimiento
es responsabilidad absoluta del(la) iyawó, debiendo realizar estas acciones en solitario
en la intimidad de su propio hogar u otro lugar escogido previamente por éste. El
festejo y presentación del(la) iyawó –vestido(a) estrictamente de blanco-, se realiza el
mismo tercer día, después de concluido el Itá (incluso si hay presentación al tambor se
hace este mismo día). No se visita ninguna iglesia porque no hay necesidad de
cumplimentar con otros cultos religiosos, así como tampoco se visita el mercado
porque se considera que de ofrendas los Orisas correspondientes están saturados en
esos momentos. El ebó dedicado a Esu en las cuatro esquinas del mercado no se
considera oportuno, al contrario, se considera reiterativo e innecesario porque a Esu
durante esos tres días han sido dedicadas muchas ofrendas, ebós y rogaciones,
incluyendo las que dan por cerrados los rituales. Por lo tanto, en esta modalidad
litúrgica hay un consecuente ahorro de cuatro días que son considerados
improductivos e innecesarios.

OCTAVO.- En la Santería el "asiento" es incompleto.


Hemos dicho antes que en el CULTO YORUBA se realizan actos rituales de
"coronación y/o asiento" de mayor envergadura consagracional que en muchos
sincretismos, y ello se refiere a las diferencias cualitativas que existen entre las
consagraciones para alcanzar la categoría sacerdotal principalmente. Pero esto no es
nada nuevo, es algo tradicional dentro de los subsistemas religiosos afroamericanos,
lo cual quiere decir que los primeros yorubas que llegaron a las colonias de occidente
y sus más directos descendientes en el Nuevo Mundo lo aceptaron y lo establecieron
así, quizás porque creyeron fervientemente que debían existir diferencias entre el
sacerdocio Orisa que se alcanzaba bajo el auténtico ritual yoruba y los que se
alcanzaban bajo la influencia de los sincretismos yorubacatólicos de los países del
Nuevo Mundo.
En algunos sincretismos como la propia Santería, Regla de Ocha y/o Lucumí, el día de
la coronación, en el momento de "la parada", se coloca el Fundamento Orisa tutelar
y/o gobernante (el Angel de la Guardia), del iyawó en su cabeza -representando éste
el acto de coronación en si-, sin que dichos Fundamentos hayan recibido previamente
la sangre de los sacrificios. Hasta ese momento el Fundamento Orisa del iyawó solo
ha sido lavado con omiero, ¡pero no ha "comido", y por lo tanto "no ha nacido"!.
En este caso no se puede considerar que el Fundamento Orisa ha nacido porque sus
otanes y caracoles simplemente han sido sometidos previamente a lavatorios con
omiero, pues aún no han sido consagrados con la sangre de los sacrificios. Esta
manera de actuar no es compatible con la filosofía yoruba que afirma que en nuestra
religión "no hay nacimiento sin ewé, sin agua, sin sangre y sin fuego". Por lo tanto, el
Fundamento de un Orisa se considera "nacido y vivo" solo después de haber sido
lavado previamente en el agua de los omieros, después de haber sido bautizado con
la sangre del sacrificio de los animales, y por último, después de haber sido
consagrado con el fuego de las velas o las lámparas que elevan tal consagración.
Lo expuesto quiere decir que presentar el Fundamento de un Orisa que aún no ha sido
bautizado con la sangre de los sacrificios sobre la cabeza de un devoto, para llevar a
cabo el acto de la "coronación o asiento", es lo que llamamos una acción
espiritualmente "suavizada", que carece de la fortaleza e intensidad que conlleva el
"Fundamento vivo". El profundo sentido místico y sagrado, el verdadero Asé de la
consagración llevada a cabo después del sacrificio de fuerza vital no puede ser
alcanzado por un Fundamento Orisa que no ha recibido la sangre del sacrificio, pues
en este caso sencillamente aún no hay Orisa materializado y presente en el alma de
los otanes que componen dicho Fundamento. Por lo tanto, quien ha coronado o
asentado santo bajo el ritual de La Santería, Regla de Ocha y/o Lucumí, sólo ha
recibido en su cabeza el Asé de un Orisa incompleto, lo cual es una manera diferente
(aunque válida, ¡por supuesto!), de recibir el sacerdocio Orisa.
Mientras, por el contrario, dentro del contexto litúrgico del CULTO YORUBA, es
absolutamente imprescindible que un Fundamento Orisa siempre haya "nacido
plenamente" entiéndase por esto el haber atravesado los tres procesos descritos
anteriormente-, antes de ser presentado a la cabeza del devoto que se asienta o
corona. Además, previamente dicho Fundamento "come" y se consagra junto con la
cabeza (el Ori), de la persona que lo recibe, con lo cual se garantiza que el Asé entre y
sea asimilado íntegramente por Ori. Sin embargo, con esto no queremos decir que la
"coronación o asiento" llevada a cabo por La Santería no tenga validez alguna. Por
supuesto que la tiene, sobre todo dentro de sus propios contextos religiosos. Lo que
no se puede pretender es que un Fundamento Orisa incompleto como el que dicho
sincretismo consagra en la cabeza del creyente, tenga la misma fuerza sacramental y
el Asé de aquel que ha nacido con la intensa energía del sacrificio de fuerza vital. Aquí
tenemos un ejemplo clásico de las diferencias existentes entre los sincretismos y el
CULTO YORUBA. Es por ello que cada estructura religiosa debe ocupar su propio
lugar, pues ninguna es cualitativamente igual a la otra, y pretender establecer
igualdades y/o competencias entre ellas es sencillamente absurdo.

NOVENO.- Entregan indiscriminadamente los Fundamentos Orisa.


Otro aspecto contradictorio de la liturgia de algunos sincretismos del Nuevo Mundo se
observa también dentro del contexto del ritual de asiento y/o coronación. Al respecto,
muchos acostumbran a entregar al iyawó el Fundamento de su Orisa tutelar y/o
gobernante (su Angel de la Guardia), conjuntamente con los de otras deidades afines,
denominadas generalmente Orisas de Fundamento (son cuatro o cinco Fundamentos
Orisas adicionales que recibe el iyawó). Respecto a este proceder, el seguidor de las
auténticas tradiciones religiosas yorubas no puede comprender cómo es posible que a
una persona se entreguen tantos Fundamentos Orisas sin que antes hayan sido
respectivamente consultadas dichas deidades por medio de los oráculos, a fin de
conocer si ellas están en disposición o no de ir con la persona en cuestión. Por otro
lado, hacer entrega de cinco Fundamentos Orisa a una persona, podría determinar
que ésta se convertirá en sacerdote y/o sacerdotisa de igual cantidad de Orisas, lo
cual en la vida práctica es bastante improbable.
Por lo expuesto, en el CULTO YORUBA decimos que, "un Fundamento Orisa
cualquiera se entrega a una persona cuando la deidad ha pedido expresamente estar
con la misma", razón por la que generalmente en nuestra tradición, en el acto de la
coronación o asiento, sólo hacemos entrega del Fundamento Orisa tutelar y/o
gobernante (el Angel de la Guardia), no descartándose con ello que dicha persona
pueda recibir otros Fundamentos Orisa con posterioridad, siempre y cuando esto sea
prescrito previamente por la adivinación. Por lo tanto, entregar Fundamentos Orisa por
decreto del hombre es una práctica inadecuada y poco aconsejable dentro de la
liturgia religiosa yoruba, razón por la cual el "ancestralismo" marca nuevas diferencias
con algunos sincretismos yorubacatólicos
del Nuevo Mundo.

DECIMO.- Poseen un falso concepto sobre la dirección de los rituales.


Continuando con los rituales de coronación o asiento de La Santería, Regla de Ocha
y/o Lucumí, tampoco aquí podemos pasar por alto una de las diferencias litúrgicas
más representativas que prevalecen entre ésta y el CULTO YORUBA. En el Nuevo
Mundo es costumbre casi generalizada que quienes presiden estos actos litúrgicos
sean exclusivamente los Obas u Oriatés (babalorisas especializados en la ritualística
del asiento).
Sin embargo, en la autentica tradición Orisa "ancestralista"quien dirige estos actos
litúrgicos, así como el culto en general, es el sumo sacerdote, o sea, el babalawo. Esta
diferencia es razón más que suficiente para que entre el sincretismo que nos ocupa y
el CULTO YORUBA existan diferencias insalvables, pues para esta última el babalawo
representa la máxima autoridad religiosa, debido a sus más amplios conocimientos de
los secretos religiosos Orisas en general, ya que antes de convertirse éste en
sacerdote de Ifá y aprender nuevos y más profundos conocimientos religiosos, fue
obligatoriamente durante un mínimo de años un sacerdote Orisa u olorisa entre otros
aspectos que se requerirá.
Lo anterior quiere decir que el babalawo -contrariamente a la opinión de algunos-,
nunca pierde su doble condición sacerdotal; está capacitado y autorizado para actuar
indistintamente como olorisa o como sacerdote de Ifá, según sea el caso. ¿Es que
acaso el "asentamiento" al que fue sometido cuando hubo de "coronar" su Angel de la
Guarda para convertirse en olorisa, desaparece o se borra por el hecho de convertirse
en babalawo? Esto sería lo mismo que decir que un especialista en cualquier rama de
la medicina, ha perdido su condición de médico general por haber cursado estudios
superiores. Entonces, entiéndase por simple lógica, que no es posible que sacerdotes
de nivel intermedio como los olorisas, puedan dirigir actividades litúrgicas cuya
competencia corresponde exclusivamente a sacerdotes de mayor rango como los
babalawos, aunque ello no signifique que los olorisas dejen de tener responsabilidades
importantes muy propias y concretas dentro de las diferentes liturgias religiosas, las
cuales también revisten gran envergadura.

DECIMA PRIMERA.- Esperan innecesariamente tres días para hacer Itá.


De acuerdo con la liturgia de algunos sincretismos casi siempre que se sacrifican
animales de cuatro patas a los Orisas obligatoriamente hay que hacer ceremonia de
Itá (adivinación), a los tres días. Según argumentan, esta regla se debe a que se
precisan tres días para que la ofrenda del sacrificio llegue a Ara Onu (el cielo), y se
haga firme allí a los pies de Olofin; esto lo dicen tanto los olorisas como los babalawos
del Nuevo Mundo. Sin embargo, el CULTO YORUBA nos enseña que para que una
simple oración, un sencillo rezo o una humilde petición llegue a conocimientos de una
deidad determinada, no se precisan plazos de tiempo específicos, ni tampoco la
existencia de condiciones especiales de ningún tipo. En este orden tampoco se
considera sensato que para que una ofrenda de sacrificio -del animal que sea-, sea
aceptada por un Orisa determinado, tenga que transcurrir una determinada cantidad
de tiempo. Sencillamente esto último carece de sentido, a la vez que representa una
gran contradicción con relación a la filosofía que se aplica al resto de las ofrendas
dedicadas a Orisas y antepasados, ya que éstas sí se espera sean recibidas
inmediatamente. Al respecto, no se recuerda a ningún olorisa o babalawo
perteneciente a cualquiera de los sincretismos, diciendo que determinadas ofrendas
destinadas a los Orisas -excepto las de sangre de animales de cuatro patas-, precisen
de cierto tiempo para llegar a su sagrado destino.
La liturgia del yoruba actual contempla la ejecución del Itá después de un sacrificio de
"Fuerza Vital" de un animal de cuatro patas (oveja, cabrito, etc.), destinado a
determinados Orisas, pero lo hace de manera inmediata, generalmente mucho antes
de los polémicos tres días, porque lo que interesa -según he dicho antes ya-, es hacer
una liturgia simple, escueta y directa; la estrictamente necesaria, pero ni más ni
menos. Finalmente se piensa que ese innecesario hábito de esperar tres días para Itá
responde exclusivamente a la mala costumbre -que como hemos visto antes, tienen
algunos sincretismos-, encaminada siempre a exagerar y complicar absurdamente
todas sus liturgias.

DECIMA SEGUNDA.- Son fanáticamente intransigentes en el uso de "ewé"..


La marcada exigencia de muchos sincretismos yorubacatólicos del Nuevo Mundo al
uso estricto de determinadas variedades de hierbas y plantas frescas en los rituales
Orisa, representan una limitación evidente para el avance de las tradiciones religiosas
yorubas en países del llamado primer mundo. Ewé es la palabra yoruba que quiere
decir genéricamente "hierbas y/o plantas" de cualquier tipo, las cuales pertenecen -
todas-, al Orisa Osanyin. Éstas son utilizadas comúnmente en nuestra práctica
religiosa con fines esotéricos y terapéuticos. Sin embargo, la Religión Yoruba que
llevaron los esclavos a las nuevas colonias europeas delcontinente americano enseñó
que a cada Orisa-independientemente de Osanyin-, se le asociaba un grupo más o
menos determinado de plantas. En aquellos primeros tiempos del siglo XVI algunas
variedades botánicas que encontraron los africanos allí correspondían a las que
conocían en Africa, mientras que otro grupo considerable de aquellas no pudieron ser
halladas, siendo necesario por tanto -para evitar la pérdida de la tradición-, que con el
paso del tiempo se fuera produciendo en tierras del Nuevo Mundo otro sincretismo,
pero esta vez botánico. Algunas de las plantas oriundas de Africa no fueron
encontradas en los nuevos asentamientos y fueron sustituidas por variedades locales.
Así los Orisas "recién nacidos" en las colonias americanas continuaban contando con
un grupo específico de plantas asociadas a ellos, aunque éstas no fueran exactamente
las mismas que mantenían en el Viejo Mundo. Así la Religión Yoruba indistintamente
continuó contando durante algunos siglos con una variedad botánica asociada a cada
deidad, tanto en América como en Africa.
Hoy en día los sincretismos americanos aún siguen utilizando prácticamente las
mismas plantas, aquellas que surgieron como consecuencia del que hemos
denominado "sincretismo botánico". También en la actualidad, en tierras yorubas de
Africa, a pesar de que muchos conceptos religiosos han sido modernizados, la
"Tradición y Cultura Orisa" y/o la "Religión Tradicional de Ifá", siguen utilizando casi las
mismas hierbas que antaño -aunque ahora con un criterio más científico de ellas-,
porque la flora no ha cambiado en sus bosques y/o selvas tropicales. Hasta aquí
vemos como en dos de las versiones de yoruba continúan prácticamente inalterables
las tradiciones botánicas, y ello solo es posible porque en las dos zonas del mundo
donde ambas manifestaciones religiosas se desarrollan más intensamente, la
naturaleza, las condiciones medioambientales, climáticas y sociales aún lo permiten.
Además de lo dicho, debe conocerse que hasta ahora las hierbas y/o plantas -para
cualquier fin que sea-, se han utilizado y utilizan frescas o recién cortadas, previa
ejecución de una serie mas o menos compleja de liturgias dedicadas a Osanyin, las
que se llevan a cabo en el monte o el bosque, por sacerdotes y/o personas
especializadas que en algunos sincretismos se conocen como hierberos u osainistas.
Cuando nos enfrentamos a esta situación nos surge automáticamente una
interrogante; ¿qué sucede y/o sucederá con el desarrollo y/o la practica de la religión
allí en medio de las modernas ciudades que están alejadas a veces hasta miles de
kilómetros de los bosques tropicales? ¿En esas urbes no nacerá la semilla de la
tradición religiosa Orisa por el mero hecho de no contar en ellas con la flora adecuada
para cumplimentar los requisitos de ciertas liturgias?
Aquí nos enfrentamos a una situación análoga a la de muchas otras religiones y/o
creencias del mundo que han podido sobrevivir hasta hoy, las cuales surgieron en
épocas y países diferentes, en medio de gentes con idiosincrasias distintas, y en
entornos naturales y sociales que nada tienen que ver con los actuales. Por poner un
simple ejemplo tenemos el caso del budismo primitivo. Éste antiguamente requería
condiciones de aislamiento medioambientales naturales muy especiales para la
práctica de la meditación trascendental en busca del nirvana. Para ello se buscaban
solitarios montes, cuevas aisladas, alejados templos, etc., mientras hoy en día, a pesar
de la cada vez más remota posibilidad de encontrar lugares como los de antaño -
debido al enorme crecimiento demográfico actual-, un budismo similar (en lo que a su
esencia ideológica básica se refiere), continúa practicándose con éxito, pero esta vez
adaptado a las nuevas circunstancias medioambientales que ofrece el mundo
moderno. Quiere esto decir que la adaptación a las nuevas condiciones que ofrece la
civilización actual (válida para cualquier prácticaancestral), es vital para evitar la
extinción de ciertas tradiciones.
Por otro lado, las respuestas a las preguntas anteriores únicamente pueden
encontrarse si nos remontamos a los primeros tiempos de la llegada de los esclavos
yorubas a tierras del Nuevo Mundo. Ellos se encontraron en una situación carencial
algo parecida a la que atraviesan actualmente los seguidores de ciertas tradiciones en
las grandes ciudades del llamado mundo civilizado. Como hemos visto, aunque en
aquellos primeros tiempos la totalidad de las hierbas y plantas prescritas por la
tradición religiosa de los esclavos no fueron encontradas por éstos en los nuevos
territorios, aquellas fueron imperativamente sustituidas por otras, utilizando para ello
los oráculos sagrados, de manera que las propias deidades fuesen las que dieran
siempre la última palabra en materia de sustituciones. Y, así fue como se produjo el
sincretismo botánico salvador, pues de lo contrario la religión como tal se hubiera
perdido, ya que prácticamente toda su liturgia está vinculada al uso de ewé. Entonces,
¿porqué unsincretismo botánico salvador -similar al de aquellosprimeros esclavos
yorubas-, no va a colaborar ahora a solucionar el problema del uso de ewé en la
práctica religiosa yoruba en las grandes ciudades del mundo civilizado actual?
No es admisible para los creyentes -y mucho menos para los Orisas-, que las
tradiciones religiosas yorubas sobrevivan solamente en países tercermundistas de
Africa y de América, y que éstas no puedan expandirse al mundo civilizado actual -
representado en gran medida por sus imponentes ciudades-, únicamente porque en
éstas no se disponga de una flora adecuada a las exigencias de ciertos principios
litúrgicos que ya se sabe, pueden ser perfectamente alterados sin que se corra el
riesgo de incurrir en irreversibles errores ideológicos. Es sencillamente absurdo
aceptar tal imposibilidad. Por estacausa el CULTO YORUBA , tomando en
consideración quetodas las plantas pertenecen al mismo Orisa Osanyin; que en
general las propiedades terapéuticas, medicinales y esotéricas de la mayoría de las
plantas no se pierden aún estando secas, y que no hay razón lógica para que todas no
sean asociadas indistintamente a cualquier Orisa (siempre y cuando éste las acepte
previa adivinación).
Igualmente, para la elección de las variedades de plantas que corresponden a cada
Orisa, los sacerdotes (babalawos y olorisas), rigurosamente utilizan sus
correspondientes medios de adivinación para determinar cuáles y cuántas hierbas
serán utilizadas para cada deidad durante el ceremonial en cuestión. Así, se ha
salvado exitosamente, una vez más, nuestra tradición religiosa allí donde no es posible
acceder a la rica foresta de los países tropicales. De esta manera, yoruba (en
cualquiera de sus manifestaciones), con relación al uso de las hierbas y plantas hoy
puede sobrevivir a la prueba de los tiempos modernos en medio de las grandes
civilizaciones actuales.

DECIMA TERCERA.- Frecuentemente atentan contra la salud pública.


Algunos sincretismos yoruba-católicos del Nuevo Mundo, en su liturgia, con mucha
frecuencia acostumbran a tirar los ebós, rogaciones y/o animales muertos por los
sacrificios en plena calle (cuatro esquinas, al pie de palmeras en jardines públicos,
hospitales, cárceles, etc.), sin tener en cuenta el respeto por el ornato público, las
reglas de urbanidad y la salud pública. Estas formas de actuación son manifestaciones
antisociales que son incompatibles con las normas de conducta de la sociedad
moderna actual.

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