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Resumen 2
Resumen 2
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Código: 211352
Los misioneros que interactuaron con los Huaorani consideraron que los artículos
que ofrecieron como regalos eran elementos valiosos y significativos. Por ejemplo, el
primer regalo consistió en una olla de aluminio, botones brillantes, sal y cintas de colores.
Los misioneros pensaron que la olla sería útil para la cocina de los Huaorani y que los
botones servirían como decoración, incluso para aquellos que no usaban ropa. La sal se
consideraba un medio para ganarse la amistad de los Huaorani, si pudieran descubrir su
uso.
Este primer acto de regalar artículos comunes en el oriente, pero desconocidos para
los Huaorani, fue visto como un éxito en la "Operación Auca" de los misioneros. Los
Huaorani recibieron los regalos y parecieron entusiasmados, lo que llevó a los misioneros a
creer que habían logrado su primer éxito en la operación.
El segundo regalo que los misioneros ofrecieron a los Huaorani fue un solo
machete. Los misioneros entendieron que para los Huaorani, quienes habían matado a
personas y robado machetes de otros grupos indígenas y trabajadores petroleros, los
machetes eran objetos de gran valor en su sociedad de la Edad de Piedra. Aunque los
misioneros se preguntaron por qué solo entregaron un machete en lugar de varios,
consideraron que este gesto fue un signo de confianza y reciprocidad.
A medida que los regalos continuaron, los misioneros interpretaron las reacciones
de los Huaorani como señales de entusiasmo y deseo de contacto. Cuando ofrecieron
alimentos cocinados a cambio de más regalos, los misioneros consideraron que los
Huaorani habían comprendido sus intenciones. Creyeron que los Huaorani esperaban los
vuelos y estaban ansiosos por recibir los regalos. También notaron que los Huaorani habían
construido una plataforma para agarrar los regalos de las cuerdas con mayor facilidad, lo
que interpretaron como un indicio de que deseaban el trueque.
Durante esta interacción, los misioneros estaban decididos a mostrar que podían
comunicarse y comprender a los Huaorani. A pesar de las limitaciones lingüísticas,
intentaron pronunciar algunas palabras en la lengua Huaorani, aunque lo hicieron de
manera incorrecta y fuera de contexto. A pesar de estas dificultades, los misioneros
sintieron que habían establecido una comunicación rudimentaria con los Huaorani.
Sin embargo, a medida que avanzaba la interacción, los misioneros notaron que los
Huaorani no regresaban al día siguiente, lo que los llevó a creer que los indígenas se habían
aburrido de la relación. Esto revela una visión etnocéntrica por parte de los misioneros, ya
que esperaban que los Huaorani se comportaran de acuerdo con sus propios estándares
culturales.
Un aspecto interesante del contacto fue la asignación de nombres a los Huaorani por
parte de los misioneros. Los misioneros eligieron nombres bíblicos como Delilah y George
para los Huaorani con quienes interactuaron. Sin embargo, el nombre de Delilah, basado en
un personaje bíblico que traicionó al gran juez de Israel, reflejaba un prejuicio de género.
Los misioneros no asignaron un nombre a la mujer mayor, lo que revela su desconfianza y
temor hacia ella.