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GUARDAR SILENCIO ES UNA VIRTUD

“Hay bajo el sol un momento para todo, y un tiempo para hacer las
cosas. Tiempo para callar, tiempo para hablar, tiempo para amar,
tiempo para la paz. (Qohelet 3, 1. 7)

PENSEMOS EN EL VALOR DEL SILENCIO


María Santísima es una excelente mujer del silencio

La esperanza es un componente esencial de la existencia humana.


Sin ella sería imposible vivir. María se convierte en modelo de fe, esperanza y caridad.
María es el modelo perfecto de la vida cristiana, es la Madre del sacrificio, del silencio, de la
oración, de la perfecta entrega, de la generosidad, de la grandeza y nobleza de corazón.

La esperanza cristiana no se alimenta de falsas ilusiones, su base es la Palabra de Dios


y la presencia de Cristo en medio de la humanidad. El Papa Francisco enseña que Jesús es el
autor de la esperanza: La esperanza es una virtud arriesgada, una virtud, como dice San
Pablo, de una ardiente expectativa hacia la revelación del Hijo de Dios (Rom 8, 19). No es una
ilusión" (Homilía de Santa Marta, 29 de octubre de 2013).

María Santísima es modelo perfecto del silencio sabe callar, sabe guardar silencio, sabe
escuchar, sabe responder desde el profundo silencio.

REFLEXIONA MOMENTOS DE MARÍA SANTÍSIMA ANTE EL SILENCIO

La Virgen María se queda en silencio ante la respuesta de su Hijo: Dice el santo


Evangelio: "Su madre le decía: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo
hemos estado muy angustiados mientras te buscábamos.» Él les contestó: «¿Y por qué me
buscaban? ¿No saben que yo debo estar donde mi Padre?» Pero ellos no comprendieron esta
respuesta." (Lucas 2, 48-50).

María Santísima obedece en silencio, el deseo de su Hijo. Dice la Sagrada


Escritura: Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la
madre de Jesús. También fueron invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Y, como faltase el
vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino, Jesús le respondió: Mujer, ¿qué nos va a ti y a
mí? Todavía no ha llegado mi hora. Dijo su madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga.
(Juan 2, 1-11).
San Juan Crisóstomo decía: “No sería necesario recurrir tanto a la palabra, si nuestras
obras diesen auténtico testimonio"
María Santísima se destacó por su profunda meditación y silencio. Mujer de pocas
palabras y más testimonio. María permitió que hablaran más sus obras, su manera de ser, sus
reacciones que las mismas palabras.

María Santísima se queda en silencio ante el acontecimiento de su embarazo. "María


quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero
el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu
seno y darás a luz un hijo" (Lucas 1, 29-31). La Virgen María guardó silencio a lo largo de la
vida de Jesús de Nazareth, dejó que su Hijo cumpliese la misión. Buen ejemplo de la Virgen
Para enseñarnos a guardar silencio y no estar opinando a todo momento. María Santísima
nuevamente aparece en silencio después del acontecimiento del Pentecostés. Admirable su
silencio ante la espectacular obra de su propio Hijo.

María Santísima es considerada históricamente la mujer del silencio. El Padre


Ignacio Larrañaga escribe una obra que titula “La virgen del silencio”. Dice el padre: “Madre
del silencio y de la humildad, tu que vive perdida y encontrada, en el mar sin fondo del
misterio del Señor. Eres disponibilidad y receptividad, eres fecundidad y plenitud, eres
atención y solicitud, estás vestida de fortaleza.

María Santísima es mujer que enseña y forma desde el silencio a lo largo de su vida.
Vivía en silencio, cumplió su misión en silencio, recibió en silencio el anuncio del Ángel san
Gabriel. Mientras su hijo recorre palestina y cumple su misión, la Virgen se queda en silencio,
no sabemos de su vida. Su vida la conserva en silencio y discreción. Alguien dijo en la
historia: “Virgen María Santísima, Nuestra Señora del Silencio. Tus silencios son tus mejores
enseñanzas, son silencios que gritan que se clavan dentro. Enséñanos a saber callar. Vivimos
en unos momentos, en que todos quieren hablar, gritar y perorar.”

San José no entiende lo que está pasando, se queda en silencio. El ángel de Dios le
indica lo que debe hacer, cómo debe actuar ante ese impacto. “José su marido que era un
hombre justo y no quería denunciarla, decidió dejarla en secreto °°° El ángel le dice: José hijo
de David, no tengan ningún reparo en recibir en tu cada a María tu mujer” (Mateo 1, 19-20).

El silencio de María Santísima permite: ESCUCHA DECISIÓN Y ACCIÓN


Escuchar merece todo el grado de atención. Quien escucha en silencio, medita y permite que
el Espíritu de Dios le indique el camino a seguir, será un bienaventurado de Dios. El Papa
Francisco indica el camino de Dios para nosotros, con tres actitudes de la Virgen María: La
primera, María sabe escuchar, es atenta, guarda la voz de Dios. (cfr. Lucas 1,36). La segunda,
capacidad de decisión: María no vive de prisa, conserva las cosas y las medita. (cfr. Lucas
1,34). La tercera, la acción. María sale de viaje, tiene claro lo que Dios le pide, por eso van
sin demora, no tarda, lo hace. (cfr. Lucas 1,39).
María escucha, decide y actúa. (cfr. Homilía 31 de mayo 2013). María, mujer de la
escucha, abre nuestros oídos; haz que sepamos escuchar la Palabra de tu Hijo Jesús entre las
mil palabras de este mundo; haz que sepamos escuchar la realidad en la que vivimos, cada
persona que encontramos, especialmente aquella que es pobre, necesitada, en dificultad.

Escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios, es el programa de vida para un


cristiano. Para Dios es muy importante que las personas aprendan a escuchar. Quien
escucha entiende, comete menos errores, es alguien obediente. Dice la Sagrada Escritura: “El
que tiene oídos para oír, que oiga” (Mateo 11,15). “Todos deben estar listos para escuchar, y
ser lentos para hablar y para enojarse.” Santiago 1,19).

SOCIALIZACIÓN
¿En qué consiste el silencio, según la Virgen María?
¿Qué otras virtudes gana una persona que conserva más el silencio?
Explica la siguiente frase: Tus silencios son las mejores enseñanzas.
¿Cómo podrías combinar el silencio con el testimonio de vida?

Enseñanzas del Evangelio ante el silencio


Muchas personas buscaron al Nazareno en el silencio.

Dice la Escritura: Partiendo de allí, se fue a la región de Tiro, y


entrando en una casa quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido, sino que,
en seguida, habiendo oído hablar de él una mujer, cuya hija estaba poseída de un espíritu
inmundo, vino y se postró a sus pies. Esta mujer era pagana, Sirofenicia de nacimiento, y le
rogaba que expulsara de su hija al demonio.

Él le decía: «Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de
los hijos y echárselo a los perritos». Pero ella le respondió: «Sí, Señor; que también los perritos
comen bajo la mesa migajas de los niños». El, entonces, le dijo: «Por lo que has dicho, vete; el
demonio ha salido de tu hija». Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la
cama y que el demonio se había ido.” Marcos 7, 24-30.
¡Cuánta gente hace este camino y el Señor la espera! Pero es el mismo Espíritu Santo
que le lleva adelante para hacer este camino. Cada día en la Iglesia del Señor hay personas
que hacen este camino, silenciosamente, para encontrar al Señor, porque se dejan llevar
adelante por el Espíritu Santo. (Homilía, Papa Francisco, 13 de febrero, 2014).

Enseñanzas del Evangelio ante el silencio


Bienaventurada aquella persona que lleva su Cruz en silencio
Indica el santo Evangelio: “Si quieres venir en pos de mí, toma tu cruz y sígueme”
(Mateo 16, 21-27). El Papa Francisco propone en el ambiente espiritual pensar en la
posibilidad de la Cruz, como camino de obediencia. Con la cruz no se puede negociar, o se
abraza o se rechaza. Y con su humillación, Jesús quiso abrirnos el camino de la fe y
precedernos en él. Con la Cruz se aprende no al triunfalismo, si a la humildad. El mismo
silencio y la oración vencen el triunfalismo. (cfr. Ángelus, 14 de abril, 2021).

Enseñanzas del Evangelio ante el silencio


El servicio se hace más elocuente en el silencio
El Papa Francisco enseña que: El amor, por lo tanto, es el servicio concreto que nos
damos los unos a los otros. El amor no son palabras, son obras y servicio; un servicio
humilde, hecho en el silencio y escondido, como Jesús mismo dijo: «Que no sepa tu mano
izquierda lo que hace tu derecha» (Mateo 6, 3). Esto comporta poner a disposición los dones
que el Espíritu Santo nos ha dado, para que la comunidad pueda crecer (cfr. 1 Corintios 12, 4-
11). (Homilía 12 de marzo 2016)

Enseñanzas del Evangelio ante el silencio


Jesucristo toma las grandes decisiones desde la oración y el silencio
La oración es básica y define la vida de un discípulo. La colaboración del ser humano
es muy importante para Dios. El Salvador insiste en la santidad de vida, en la fe, y en el
compromiso total, en la oración, el silencio, la meditación. Nuestra oración puede ser sencilla,
humilde y sincera. Sencilla como la súplica del niño. Humilde como la petición del pobre.
Sincera como la oración del publicano. El Papa Francisco insiste en orar, para poder
conocer la voluntad de Dios. La oración para querer hacer la voluntad de Dios, y oración
para conocer la voluntad de Dios. Y cuando conozco la voluntad de Dios, también la oración,
por tercera vez: para hacerla. Para cumplir esa voluntad, que no es la mía, es la suya. Y no es
fácil. (cfr. Homilía, 27 de enero 2015).

Enseñanzas del Evangelio ante el silencio


Servir y contemplar tienen su secreto
Afirma el Evangelio: “Entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió
en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor,
escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se
paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile
que me eche una mano.» Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa
con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»
Lucas 10, 38-42.
El afán de servir disminuye las posibilidades para encontrar lo mejor. Dice el
hermeneuta bíblico: En la vida hay que aprender a encontrarle gusto a la Palabra del Señor,
no se trata de cumplir obligaciones, no se trata de tiempo, no se trata de espacio, el asunto es:
dónde está ubicado tu corazón. Cuando los sentimientos y la nobleza del espíritu apuntan al
corazón de Dios, el problema está solucionado. Hemos logrado la ubicación perfecta;
conocemos nuestras responsabilidades, cumplimos nuestros compromisos, estamos
conscientes de lo que realizamos. Lo logramos gracias al silencio y la reflexión

La contemplación es indispensable, hace parte de la vida de la fe, la oración, la


reflexión ante la Palabra del Maestro. El Catecismo de la Iglesia Católica, propone una
persona de oración, contemplativa y que no se excede en el servicio y tiene tiempo para estar
en silencio delante de Dios: “La oración contemplativa es la expresión sencilla del misterio
de la oración. Es una mirada de fe, fijada en Jesús, una escucha de la Palabra de Dios, un
silencioso amor. Realiza la unión con la oración de Cristo en la medida en que nos hace
participar de su misterio (cfr. números 2709 - 2719). El Papa emérito Benedicto XVI indica que
no debemos despreciar la vida activa de una persona, sino que la propuesta de Dios, es
entender que escuchar su Palabra es muy necesario. (cfr. Ángelus, 18 de julio 2010).

Enseñanzas del Evangelio ante el silencio


Dios nos habla en el silencio
Afirma la Escritura: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro,
publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias porque no
soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano.
Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en
cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo”. °°° Lucas 18, 9-14.

La pregunta sería: ¿Cuál debe ser el espíritu de nuestra oración? Las respuestas
dependen de la personalidad, de la conciencia, de la formación, de la madurez, del estilo, del
conocimiento que una persona pueda tener sobre el tema y la Escritura. El equilibrio en la
oración define el ser y la posición de una persona frente a los demás. El silencio y la
prudencia pueden definir una persona de oración. Un desequilibrio en la oración podría ser:
personas arrogantes, orgullosas, autosuficientes. O un desequilibrio que no es común, pero lo
usan algunos, presentarse ante Dios como alguien que no vale nada, que no es nadie. El otro
lado de la balanza, es: Personas de oración, que tienen como base la humildad, el
agradecimiento, la piedad, el arrepentimiento, el secreto. Quizás otro grupo de personas, que
convierten todas sus experiencias de fe, en gloria y alabanza para Dios. Toda oración siempre
debe presentar la confianza y la humildad delante de Dios. A Dios se le habla de rodillas.
(cfr. Romanos 14, 11).

El Papa Francisco enseña que aquella persona que se considera justa e irreprochable,
olvida el mandamiento esencial de un creyente: amar a Dios y amar a los demás. El santo
Padre propone evaluar nuestra manera de orar. Es necesario aprender a encontrar el camino
hacia nuestro corazón, recuperar el valor de la intimidad y del silencio, porque es ahí que
Dios nos encuentra y nos habla. °°° se es justo o pecador no por la propia pertenencia social,
sino por el modo de relacionarse con Dios y por el modo de relacionarse con los hermanos.
(cfr. Audiencia, 1 de junio, 2016).

SOCIALIZACIÓN
Medita y saca tus conclusiones en las siguientes afirmaciones:

Muchas personas en silencio buscan el camino de Dios


El silencio y la oración vencen el triunfalismo de una religión mal vivida
Aprendemos a llevar nuestra Cruz en silencio y con sacrificio
Practicamos la caridad en silencio “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha”
La oración contemplativa exige un profundo silencio
Dios siempre habla en el silencio del alma de cada persona
El silencio y la prudencia definen una persona de oración

El silencio aquilata la personalidad


Y las buenas relaciones con los demás

Cuando hay silencio, pensamos y cometemos menos errores.

Alguien enseñó en la historia °°°

Cuando hablamos poco, cometemos menos errores y fastidiamos menos a los demás
Guardamos silencio en la imaginación, juzgamos menos y amamos más a los demás
Guardamos silencio en la memoria, olvidamos más rápido y no archivamos rencor
Guardamos silencio en el corazón, tenemos sentimientos más nobles, puros y sinceros
Guardamos silencio en el espíritu, nos entendemos más con Dios y su Santa Palabra
Guardamos silencio cuando debemos lanzar un juicio y practicamos correctamente la justicia
Guardamos silencio en la voluntad, nos convertimos en obedientes y sinceros
Guardamos silencio con nosotros mismos, nos quejamos menos y producimos más

Oración y silencio
El modelo es: Jesús Maestro de oración

Nuestro querido Papa Benedicto XVI, reflexionaba el tema del


silencio en Jesús de Nazareth y por ende su relación Dios su Padre.
Decía el santo Padre:

El Verbo enmudece, se hace silencio mortal, porque se ha “dicho” hasta quedar sin
palabras, al haber hablado todo lo que tenía que comunicar, sin guardarse nada para sí» La
sabiduría del mundo y la sabiduría de Dios: “El lenguaje de la Cruz es una locura para los
que se pierden; pero para nosotros, que nos salvamos, es poder de Dios.” (1 Corintios 1, 18).

La cruz de Cristo no sólo muestra el silencio de Jesús como su última palabra al


Padre, sino que revela también que Dios habla a través del silencio: «El silencio de Dios, la
experiencia de la lejanía del Omnipotente y Padre, es una etapa decisiva en el camino terreno
del Hijo de Dios, Palabra encarnada. Colgado del leño de la cruz, se quejó del dolor causado
por este silencio: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc 15, 34; Mt 27, 46)

Debemos educarnos en el valor del silencio. «Redescubrir el puesto central de la


Palabra de Dios en la vida de la Iglesia quiere decir también redescubrir el sentido del
recogimiento y del sosiego interior. La gran tradición patrística nos enseña que los misterios
de Cristo están unidos al silencio, y sólo en él la Palabra puede encontrar morada en nosotros,
como ocurrió en María, mujer de la Palabra y del silencio inseparablemente» (cfr. Exhortación
apostólica, Verbum Domini, 66).

«Cuando el Verbo de Dios crece, las palabras del hombre disminuyen» Los Evangelios
muestran cómo con frecuencia Jesús, sobre todo en las decisiones decisivas, se retiraba
completamente solo a un lugar apartado de la multitud, e incluso de los discípulos, para orar
en el silencio y vivir su relación filial con Dios. El silencio es capaz de abrir un espacio
interior en lo más íntimo de nosotros mismos, para hacer que allí habite Dios, para que su
Palabra permanezca en nosotros

Jesús enseña a los discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los
gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues
vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis» (Mt 6, 7-8): un corazón atento,
silencioso, abierto es más importante que muchas palabras.

La oración de Jesús nos indica que necesitamos detenernos, vivir momentos de


intimidad con Dios, «apartándonos» del bullicio de cada día, para escuchar, para ir a la
«raíz» que sostiene y alimenta la vida. Uno de los momentos más bellos de la oración de Jesús
es precisamente cuando él, para afrontar enfermedades, malestares y límites de sus
interlocutores, se dirige a su Padre en oración y, de este modo, enseña a quien está a su
alrededor dónde es necesario buscar la fuente para tener esperanza y salvación. (cfr.
Audiencia, 7 de marzo, 2012).

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