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EL PROBLEMA

DE LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO


ANALISIS HISTÓRICO DE LA LLAMADA
$PARADOJA DE OLBERSu*

Para todo el mundo es evidente que la noche es oscura, y este hecho


cotidiano nos es tan natural que no intentamos buscar explicación alguna.
y nos parecerá por lo menos ucuriosou, por no decir «absurdo>),todo in-
tento de dar una explicación. Pero no ocurre lo mismo en Astronomía
y en Cosmologia: según el modelo de Universo que adoptemos, el explicar
l a oscuridad de la noche -o, en términos actuales, la escasa radiación
que nos alcanza - puede presentar serios problemas. De hecho, históri-
camente los ha presentado: la llamada Paradoja de Olbers, que se pre-
senta en el modelo de universo newtoniano ha sido a lo largo de fa historia
un verdadero tormento para los cosmblogos.
Uno de los problemas experimentales con que se enfrenta actualmente
la Radioastronomía es la medida de la radiación que nos llega procedente
de todas las radiofueotes, fundamentalmente de las galaxias; ya que una de
las características,más marcadas del mundo..que nos rodea es la extraor-
dinaria escasez de radiación que llega hasta nosotros. Ocurre, en cambio,
que estamos tan acostunibrados a este fenómeno, que fácilmente dejamos
de valorar su importancia. Nos parece evidente el hecho de que el
cielo aparezca oscuro por la noche, excepto en los lugares donde brilla
una estrella cercana. Incluso en las teorías de mayor pretensión especu-
lativa difícilmente se tienen en cuenta las temperaturas de rol4 grados, en
las cuales la energía de agitación térmica de la materia es del orden del
equivalente energético de su masa. Sabemos que la densidad media de
* Este trabajo se ha beneficiado de una beca de la Fundación March y de la
ayuda concedida a la :1 Catedra de Lengua Arabe (Barcelona) con cargo al crOdito
destinado al Fomento de la InT'cstigación en la Universidad.
Ir
la energía de radiación en las partes observadas del espacio es una fracción
mínima de la densidad de energía de la materia. En cierta manera se con-
sidera a la energía radiada como energía ((perdida)),tomando al espacio
por algo así como un receptor infinito de energía, como un ((sur@dero»
casi perfecto. El calentamiento de una estrella por la energía que cruza
el espacio es de tal manera despreciable que ni siquiera se menciona. Todos
estos fenómenos nos parecen ((evidentes)),y son un indicio bien conocido de2
extraordinario desequilibrio termodinámico de las partes observables
del universo.
Tal estado de cosas tiene una repercusión notable en Cosmología.
Mientras por un lado las teorías cosmológicas actuales procuran tener en
cuenta este hecho y explicarlo; por otro, en el campo experimental se
realiza un gran esfuerzo para tener una información lo más completa po-
sible de las radiaciones que nos llegan desde las radiofuentes extragalác-
ticas. En este sentido hay que destacar especialmente los Surveys conse-
cutivos que se han llevado a cabo en Mullar Radio-Astronorny Observatory
de la Universidad de Cambridge (Inglaterra) aplicando el principio d e
interferencia desarrollado por M. Ryle.1 Completado recientemente el
cuarto Survey, el quinto se está llevando a cabo con el último interferó-
metro instalado por Ryle.
Nuestro problema está también estrechaniente ligado al modelo d e
universo que se adopte y a las dimensiones que se atribuyan al Universo
físico, ya que, a pesar de !os espectaculares avances de la Radioastronomía
en el estudio de los objetos muy lejanos, no liay acuerdo sobre la extensión
total de nuestro universo y en particular sobre su dimensihn espacial
finita o infinita. Hasta cierto punto los pareceres contradictorios provienen
ya de antiguo. Los antiguos atomistas, Lucrecio entre ellos, creyeron que
los átomos se estendian por todo el espacio infinito. Lucrecio afirma que
el espacio carece de todo fin o límite y se extiende en todas direcciones
de igual manera, y que el mundo material tanipoco puede ser finito y estar
a la vez rodeado por un vacío infinito: los átomos de este mundo finito se
dispersarían rápidamente por tcdo el espacio infinito, no dejando ningún
rastro apreciable de n ~ a t e r i a .Aristóteles,
~ en cambio, afinna que el uni-
verso físico debe de ser finito, y ofrece una serie de argumentos en contra
de un universo i n f i n i t ~ . ~
Durante la Edad Media predoiilinó la idea aristotélica de un universo
finito, idea que estaba de acuerdo con la astronomía tolomaica, muy

I. M. RYLE,A New Radio Interferometer and its application to the observatiow


of weak radio stars, aproceedings of the Roya1 Societyi), 211.A (1952). 351.
2. Lucretius, De Rerum Natura, con traducción inglesa de W. H. D. Rouse
(Cambridge, Mass.), 1, 1105.
3. ARISTOTELES, De Coelo, 1, V-VIII.
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opuesta a la arictotélica por otros conceptos. Esta idea medieval conlienza
a tambalearse en el siglo xv - Nicolás de Cusa es el primero que rechaza
la concepción medieval del Cosn~os-,4 iniciándose así el proceso de'infi-
nitización del Universo llevado a cabo por la filosofía y por la ciencia rena-
centistas, y que ha sjdo estudiado con perspicacia por Alejandro K ~ y r é . ~
Uno de los partidarios más decididos de la infinitización del Universo
.es Giordano Bruno, quien, llevado por su intuición personal y por razones
filosóficas, defendió un universo infinito, inmenso y no numerable, poblado
con una infinidad de (mundos))semejantes al n u e ~ t r o . ~
Newton es el primero que de una manera clara y consciente, y por
razones puramente científicas, derivadas de su teoría gravitatoria, extiende
hasta el infinito las dimensiones del Universo. Esta infinitazación no se
hace impunemente. Un universo infinito concebido como espacio euclídeo
presenta serias dificultades, sobre todo si no queremos que la Tierra sea
u n punto singular en este Universo, lo cual sería volver a introducir elemen-
tos de las concepciones precopernicanas. Una primera dificultad es que
a l tender a infinito el volumen de una distribución de materia de densidad
finita, en cualquier punto el potencial gravitatorio supera a cualquier
número finito y también la expresión de la fuerza de gravedad se hace
infinita. Otra dificultad la presenta el hecho de que en un Universo de
extensión infinita con un número infinito de estrellas, el cielo, por la noche,
tendría que brillar con el resplandor correspondiente al brillo medio de
la superficie de las estrellas.
En fin, el problema de la escasa intensidad de la radiación de fondo
del cielo debida a radiofuentes que llega hasta nosotros no es un problema
exclusivo de nuestros días, sino que tiene una larga historia. Ciertamente,
no siempre se ha expresado con los mismos términos, pero fundamental-
mente el problema ha sido el mismo.
En este trabajo estudiaremos el planteo y el desarrollo histórico del
problema de la luminosidad del cielo desde su origen, a partir de Newton
y su modelo de universo infinito en un espacio euclídeo, hasta su formu-
lación en los modelos de universo de las cosmologías actuales. Haremos
hincapié, sobre todo, en los distintos intentos para solucionar la paradoja,
destacando su relación con la concepción cosmológica adoptada por los
autores respectivos, y su evolución al compás del avance de los conoci-
mientos y teorías astronómicas.

4. Cf. su obra De Docta Ignorantia en Opera Omnia, Iussu et auctoritate Aca-


demiae litterarum Heidelbergensii ad codicum fidens edita (Lipsiae, 1932), vol. 1.
5. From thc Closed World to the Infinite Universe (Baltimore, 1957).
6 . Giordano BRUNO, De l'infinito universo e mondi en Opere Italiane (ed. G . Gen-
tile; Bari, 1907), y tambi6n De innumerabilibus, immense et infigurabili: sive de uni-
verso et mundis libri octo en Opera Latina (Nápoles, 1879).
Quiero expresar aqui mi vivo agradecimiento al doctor Jnan Vemet,
quien siempre me ha atentado con su entusiasmo y su consejo valioso
de cienttfico, maestro y amigo. En particular quiero agradecerle el interés
que ha tenido por incluir este trabajo en la serie de Publicaciones del
Seminario de Historia de la Ciencia de la Real Academia de Buenas
Letras de Barcelona dirigido uor él. El trabaio fue realizado durante el
v .

curso 1968 en la L'niversidad de Cambridgc (lnglatcrra) bajo la direcciún


del doctor 11. H. Hoskin. hcncticiáiidose dc una beca de la I'undaciijn
(1 Jnan Marchn; lo publicamos tal y como fue presentado a dicha Fundación

en diciembre de 1968, salvo algunas correcciones de detalle. Entretanto


ha aparecido el libro de Stanley L. Jaki, The Puvadox a/ Olbers' Puradox
(Nueva York, 1969) sobre el mismo tema, el cual, por razones obvias, no
lo pudimos utilizar en nuestro trabajo. Cabría objetar sobre la oportunidad
de publicar la presente monografta con posterioridad al libro de S. L. Jaki;
pero creo que ambos trabajos no interfieren, sino que se complementan,
S. Jaki pone especial énfasis en destacar los condicionamientos y la acti-
tud mental con que ha sido abordado el problema por los distintos autores,
mientras que nuestro trabajo es más analttico, ciñiéndose al estudio del
planteo y soluci6u del problema elaborado por los autores que se han
ocupado de él.

I. El nacimiento de una Nueva cosmologla

Al final de la Edad Media el modelo astronómico de Tolomeo está


en crisis como resiiltado de un largo proceso de avance científico. Todos
los esfuerzos para hacer concordar la observación con la teoría habtan
fracasado en gran parte, surgiendo, por tanto, cada vez con más evidencia,
la insuficiencia de la teorta tolomaica para dar explicación satisfactoria
de los fen6menos observados.
El primer paso importante hacia una nueva síntesis astronómica lo
da Nicolás Copéruico con su nueva teoria heliocéntrica, aunque conviene
subrayar que los motivos que le condujeron al heliocentrismo no eran
tan ~irevolucionariosucomo luego se ha prctendido.7 Con esta teoría Copér-
7. Basta leer con detenimiento el comienzo do su obra De Rouolutionibus,.. para
caer en la cuenta de que la idea primordial de CopOrnico era volver de nuevo a la
regularidad de las órbitas y movimientos circulares pactuiados por Aristóteles, frente
a la diversidad de modelos que se requieren en el sistema tolomaico. EL hecho de
que, para salvar a Arist6teles, el Sol pace a ocupar el centro del sistema es una con-
secuencia y no la intuici6n primaria. Deberiamos ser más prudentes y no hablar con
tanta facilidad de aRevoluci6n Copemicanao o, al menos, no atribuida directamente
M LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 85
nico inicia un proceso que, encauzado adecuadamente por Tycho Brahe
y J. Kepler, alcanzará una formulación magistral en los Principia de
1. Newton.
No es cierto, cosa que se ha venido afirmando por largo tiempo, que
las ideas de Kepler encontrasen fuerte oposición o que permaneciesen
casi ignoradas por la mayor parte de sus contemporáneos. Es verdad que
el cartesianismo era predominante y estaba ampliamente extendido por
Europa. Con todo, en Inglaterra. por ejemplo, hubo un amplio sector
científico que aceptó en gran parte las ideas de Kepler; entre otros: Jeremy
Horrocks, Seth Ward y Hooke.
Hooke tiene el mérito de haber enunciado una ley mostrando que
las fuerzas de-atracción varían de manera inversa al cuadrado de la dis-
tancia. Pero se equivocó al admitir por cierta la ley kepleriana de las velo-
cidades y careció del aparato matemático desarrollado más tarde por
Newton. Este instmmento permitió a Newton elaborar la sintesis astro-
nómica que ha durado tantos años. Newton redujo las tres leyes descrip-
tivas de Kepler a una sola: la ley de la atracción universal. Su síntesis
es el resultado de un largo proceso. A partir de una concepción cartesiana,
que, siendo estudiante, Newton aprendió en Cambridge junto con la tradi-
cional teoría aristotélica; y a través del estudio de la teoria y leyes de
Kepler, alcanzó, hacia 1684, la cunclusión que constituye la base fundamen-
tal de los Principia: que las tres leyes de Kepler. que muestran el movi-
miento de los planetas, se pueden obtener como resultado de una simple
ley, que combina la inercia lineal con una fuerza central inversa a! cuadrado
de la distancia.
En los Principia Newton se preocupa fundamentalmente del sistema
Solar, como es evidente fijándose, por ejemplo, en la Hipótesis 1 y en
las Proposiciones XI y XII del Libro 111, donde trata del Sistema del
Mundo.8 La extensión de la ley a todo el universo la haría Newton más
tarde.

2. El Universo de Newton: Correspondencia con R. Bentley

El primer intento para extender la teoría de Newton a todo el Universo


se debe al misnlo Newton y a Richard Bentley. Lo podemos encontrar

a Copernico; sino fijarnos en que el sistema resultante de la concepción copcrnicana


es mucho más complicado que el de Tolomeo, como muy bien hace notar O. NEU-
GEBAUER en The Ezact Sciences in Antiquity (Providence, Rhode Island. 1957).
p. 204. s.
8. Isaac NEWTON,Philo~ophiae Naturalis Principia Mafhematica (Londres,
1687). libro 111. Citamos según la traducci6n inglesa de A. MOTTE(1729) revisad?
por F. Cnlonr (Berkeley y Los Angeles, 6.- ed., r966), p. 461.
en la correspondencia que intercambiaron durante los años,16gz y 1693.B
Estas cartas constituyen el pnmer intento de construir unanueva Cosmo-
logia basada en la teoria newtoniana. El éxito de la teoría para explicar
el sistema solar sugería.la posibilidad de extender su validez a todo el
bU.n.iverso. Esta extensión implica, entre otras cosas, Ia aceptación im:
plícita de lo que ahora llamamos el Principio Cosmológico. Es equivalente,
en parte, a las Reglas de razonar descritas por Newton en el comienzo
del libro 111 de los Principia. Pero aquella extensión no es en absoluto
evidente. Veremos más tarde que presenta serios problemas.
El intercambio de correspondencia entre Newton y Bentley se suscitó
como consecuencia de una serie de conferencias tituladas (4 confutation
of atheism~),que Bentley desarrolló durante 16gz en Londres. La finalidad
de estas conferencias era mostrar en términos científicos algunas de las
verdades cristianas. Bentley publicó sus conferencias en 1693 y, como en
ellas hace uso de las ideas de Newton, consultó previaniente a éste sobre
su correcta interpretación. A través de las respuestas de Newton podemos
hacernos una idea de las líneas generales del modelo cosmol6gico que re-
sulta al extender a todo el Universo la validez de las leyes establecidas
por Newton para explicar el sistema solar.
En su primera carta (10 dic. 1692), Newton rechaza la hipótesis de
que toda la masa del universo contenida en un espacio euclídeo infinito esté
concentrada en una región finita, ya que entonces utodas las partículas
estarían bajo el efecto de la gravedad... y la materia exterior, debido a la
gravedad, tendería hacia la materia interior, y conio consecuencia caería
en el centro del espacio donde formaría una gran masa esférica)). Eviden-
temente esto no ocurre y debemos rechazar, por tanto, un universo finito
y suponer que el universo es infinito. Newton presupone una distribu-
ci6n uniforme de la materia, esparcida inicialmente por todo el espacio
infinito. Y explica la formación del Sol y de las estrellas por la concentra-
ción de esta materia bajo la acción de la gravedad en una infinidad de
centros de concentración, origen de la multitud de estrellas que ocupan
el espacio.
Esta carta de Newton a R. Bently es posiblemente el primer intento
de concebir el universo como infinito partiendo puramente de considera-
ciones científicas, con excliisión de toda especulación filosófica. Esta
concepción presupone la extensión a todo el Universo de la validez de la
ley de la gravedad. Ello es un procedimiento plenamente aceptado en
la metodologia científica mientras no aparezca oposición entre la teoría
ampliada y la observación ulterior. Desgraciadamente, en nuestro caso:
una vez hecha la ampliación, empiezan a surgir las dificultades.
g. H. W. Tunxsrir~y J. F. SCOT,Tlze Corresflondence of Isaac Newton (Cam-
bridge, 1961). vol. 111, 223-256.
E71 LA LUMINOSIDAD DE FONDO .DEL CIELO 87
.. ., ,

3. El problema del fiotcncial grauitatorio

Una dificultad, que Bentley ya sugiere en su respuesta a Newton,'O


es que el potencial gravitatorio se hace infinito en cada p n t o del espacio.
Bentley lo expresa así: «...cada partícula de materia en el espacio infinito
tendría a todo alrededor una cantidad infinita de materia y, por consi-
guiente, experimentaria una atracción infinita en todas direcciones y.
por tanto; tendría que permanecer en equilibrio...». La idea de Bentley
queda clara: Si tenenios una distribución uniforme de materia en un es-'
pacio infinito, no nos cabe esperar que esta materia se concentre en un
número infinito de estrellas bajo la accidn de la fuerza de la gravedad,
como Newton sugiere en su primera carta; sino que permanecerá en equi-
librio.
En su segunda carta", Newton rechaza la argumentación de Bentley
diciendo que dos infinitos no son iguales* y presentando distintos tipos
de infinito: Infinito matemitico, sucesiones indefinidas, etc. Newton des-
taca acertadamente la dificultad que se presenta en fisica al enfrentarse
con los infinitos, pero la explicación que da a Bentley no es satisfactoria.
Da la impresión de que Newton escribió aquella carta deprisa, sin prestar
atención excesiva a las críticas de Bentley. Casi un mes más tarde, en una
nueva carta (11 febrero 16g3)IZ2,Newton admite que, con anterioridad
a las cartas de Bentley, había tomado muy poco en consideración la difi-
cultad que se presenta en ana distribución uniforme de la materia en un
espacio infinito. riewton acepta la critica de Bentley y, ante la iniposi-
bilidad de darle una explicación fisica, admite como solución la interven-
ción de la Divinidad. Este argumento pudo ser del tipo que huscaha Ben-
tley, pero no resuelve el problema.
Esta dificultad del potencial gravitatorio infinito fue propuesta en
forma moderna por Neumann en 1874 y por Seeliger en 189513 y re puede
hallar una clara formulación de la misma en la Relatiuilal de EinsteinXs.

10. H. W. TURNBWLL y J. F. Scor, The Correspondence .... carta n. 398, p. 223.


Ir. El 17 de enero de 1692/3. H. W. TURNBULL ...,
..., The Corrospondence carta
". 399.
12. H. W. TURNBULL ..., The Cwrespondence.,., carta n. 403,
13. C. NEumanN, nAbh. Math. Phys.~.226 (1874, 97 y también Allgemeine
Untevsuchungen .ubar das Newton'sche Prinzip dev Fernwirkungen (Leipzig. 1896).
H . SEELIGER, Ueber das Nereiton'sche Grauimlionsgesef~,uAstronomische Nachrichtenn, ,~
137 (1895).129-36. y con el mismo titulo dos años despues en ~Sitzungberichteder
K. Bayerischen Akademie der Wissenschaften zu Münchenr, 26 (1896). 373-400.
14. Albert EINSTEIN, 0 b e i die spezielle wnd die allgemeine iielafiuitüfslheorie,
gemeinuerstdndlich (Braunschweig, 1917). Citamos según la traducción inglesa de
R. W. Lawson. Relativify, The Speciol and Ihe General Theory (Nueva York. 1961).
p. 106.
Resumiendo, seria así: según la teoría de Newton, el número de iíneas
de fuerza que, procedentes del infinito, tenninan en una masa m es pro-
porcional a dicha masa m. Si suponemos que, por termino medio, la den-
sidad de ntasa p, es constante por todo el universo, entonces la masa
media contenida en una esfera de volumen V será p. V. El número de
líneas de fuerza que cruzan la superficie S de la esfera y penetran en su
interior es proporcional a p -.v
'S
o bien a p, R. Por tanto, al hacer tender
el radio hacia infinito, l a intensidad del campo en la superficie de la es-
fera valdria tamhih infinito, lo que es imposible.
Pero &Stano e s la única dificultad que se presenta a un modelo new-
toniano de universo. Hay también otra dificultad fundamental, que es,
la que nos interesa.

4. El problema de la luminosidad del ciolo nocturno

Una nueva difucultad se presentó todavia al modelo newtoniano de


universo, ya en vida de Newton. A saber, que en la hipótesis de un uni-
verso euclídeo infinito con un número infinito de estrellas, todas aproxi-
madamente del mismo brillo y distribuidas uniformemente por el espacio.
la cantidad de luz en cada punto debería ser idéntica a la cantidad de luz
en la superficie de una estrella cualquiera.
Para verlo basta considerar una gran corona esférica de centro arbi-
trario, de radio r, mucho mayor que su grosor dr. Si U es el producto $.el
número medio de estrellas contenidas en la unidad de volumen por la
luminosidad media de cada estrella, podemos suponer que el volumen de
cada capa esférica 4 nr2 dr es suficientemente grande, de forma que la
luz emitida por las estrellas contenidas en dicha capa sea aproximadamente
4 nr2 dr U . La intensidad de la luz en el centro de la esfera, debida a las
estrellas contenidas en la capa esférica, es U dr y es, por tanto, indepen-
diente del radio de la esfera. Si suponemos una sucesión continua de capas
esféricas, de forma que la superficie exterior de una de ellas coincida con
la superficie interior de la siguiente, cada capa aportará la misma can-
tidad de luz para incrementar la intensidad en el centro común. Como la
sucesión de capas conckntricas la podemos suponer indefinida, a primera
vista, parece que la intensidad de luz en el centro sería infinita. Si tenemos
en cuenta el efecto de pantalla, ocultación de una estrella por otra más
cercana, la conclusión es que la intensidad de la luz en el centro ha de
ser igual al brillo medio de la superficie de una estrella. Pero el centro
era un punto arbitrario; por tanto, el resnltado es v6lido en todo punto
del espacio de Newton. Evidentemente, la realidad es muy otra y hay
[gl LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 89
que explicar de alguna manera esta contradicción entre la teoría y la ob-
servación.
Todavía en vida de Newton, E. Halley recoge esta dificultad e insi-
núa los primeros intentos de solución. Con ello inicia un largo proceso,
estrechamente ligado con la historia de los modelos cosmológicos.
Al ser reavivado modernamente este problema por B ~ n d i , ' ~éste le
di6 el nombre de ((Paradoja de Olbers*, ya que, su primer contacto con
el problema fue a travks de un articulo de Olbers de 1823.18 Como veremos,
Olbers no es el primero en plantear el problema, ni en buscarle solución.
El nombre de Paradoja de Olbers es, pues, inadecuado; aunque lo usamos
en algunos casos por ser el modernamente aceptado, utilizaremos de pre-
ferencia el nombre de (iProblema de la luza o (<dela Luminosidad del Cielos,
que es el empleado generalmente por los astrónomos que se han ocupado
del problema.
En los capitulas siguientes vamos a analizar el desarrollo de dicho
problema desde su nacimiento hasta la época actual.

I. E . Halley y el sistema cosmoMgico de I . Newton

La problemática anterior es recogida por E. Halley en dos comunica-


ciones presentadas en la Roya1 Society de Londres," donde Halley acepta
las ideas de Newton sobre la constitución del Universo y analiza las difi-
cultades que se presentan.
En la primera comunicación, On the Infinify of th? Sphere of the Fixed
Stars, se encuentra un breve resumen de algunas de las ideas contenidas
en la correspondencia intercambiada entre Newton y Bentley sobre las
implicaciones que comporta la extensión a todo el Universo de la Ley
newtoniana de la gravedad, y que hemos estudiado en el capitulo anterior.
Halley acepta la hipótesis de que las estrellas están distribuidas por
todo el espacio infinito: cThe System of the World, as it is now understood,
is taken to occupy the whole Abyss of Space, and to be as such infinite».18
Esta opinión parece un resultado obvio de la teoría, confirmada además
15. H . BONDI,Cosmology (Carnbridge, 1952). cap. 3 .
16. Wilhelm OLBERS,Uebev die Durchsichtigkeit des Weltraums. aBerliner Astro-
namisches Jahrbuch für das Jahr 18260 (Berlio 1923), pp. X I O - Z ~ Z ,
17. Edmond HALLEY, 0%the i 4 i n i t y o f the Sphere of the Fired Stars y O/ the
Numbev, O~der,and Lizht of lhe Fized Stars. irPhilosophica1 Transactions of the Royd
Societyo, 3 1 (I~zo),22-26.
18. E. HALLBY, 0% ihe infinity ... p. 22
por la experiencia; ya que por un lado, al aumentar el poder resolutivo
de los telescopios aumenta cada vez el número de estrellas débiles y dis-
tantes que se descubren. Por otro, si el sistema de las estrellas fuese finito,
no ocuparía ninguna porción determinada del espacio infinito, que nne-
cesaria y evidentemente existe», y estaría totalmente rodeado por un
espacio vacío. En estas circunstancias, todas las estrellas cercanas a los
bordes del sistema se moverían hacia el interior bajo la acción de la atrac-
ción gravitatoria ejercida por las cercanas al centro y acabarían por reu-
nirse todas, formando una gran masa.
Como vemos, repite el argumento usado por Newton en su primera
carta a R. Rentle+9 para probar la infinitud del Llniverso. De hecho, esta
argumentación no es del todo exacta, ya que no tiene en cuenta las (duer-
zas tangencialesh; con todo, el argumento es suficiente para Halley. Si, por
el contrario, el sistema de las estrellas tiene una extensión infinita, entonces
cada estrella, piensa Halley, se hallará bajo la acción de la misma fuerza
atractiva en todas direcciones y permanecerá en equilibrio o bien tenderá
hacia una posición de equilibrio y pemianecerá en reposo. Por todo ello,
considera Hal!ey que se puede aceptar eThe Infinity of the Sphere oí Fixed
Starsio, el que el universo de las estrellas fijas sea infinito, como una hipó-
tesis bien fundada en la realidad.

2. Objeciones que se presentan contra un Universo wwtoniano

Contra este universo se pueden presentar, según Halley, dos obje-


ciones. La primera, más de carácter metafísico que físico, está relacionada
con el sentido físico del concepto de infinito: exactamente, sobre el sentido
que tiene decir que el número de estrellas es mayor que cualquier número
finito y que dos puntos puedan distar más que cualquier distancia finita.
Se trata de un problema muy antiguo, fuente de innumerables discusiones
entre filósofos y científicos: el sentido del infinito actual, especialmente
cuando aplicamos a la realidad física el concepto lógico de infinito. Halley
cree solventar la dificultad mostrando (según su opinión) que la misma
dificultad se puede usar contra la posibilidad de una duración eterna, ya
que ésta no se puede completar por ningún número finito de días.
La segunda objeción, de orden físico, es el problema de la luz:
Another argument 1 have urged, that if the number of fixed stars were
more than finite, the whole superficies of their apparent Sphere would
be luminous, for that those shining bodies would be more in number than
there are seconds of a Degree in the area of the whole Spherical Surface,

IQ. H. W. TuRNsmr y J. F. Scor, The Corresfiondence....carta n. 398, p. 223.


[11] LA LUMIKOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 9'
which 1 think cannot be denieda.S0 La objeción no es original, sino que,
de acuerdo con la observación de Halley cuando se refiere a la objeción
como a nan argument ihat 1 have heard urgeds, fa observación debería
de ser común entre los astrónomos de la época.
Con todo, que yo sepa, Halley es el primero que la presenta de una
forma estructurada. Evidentemente no acepta una conclusión que se opone
de forma tan patente con la evidencia y procura hallar una solución; aunque
su solución, hay que decirlo, no queda del todo clara.

3. Primer intento de solución

Halley empieza por presuponer una distribución uniforme de estre-


llas: todas las estrellas tienen la misma luminosidad intrínseca y están
distribuidas en sucesivas superficies esféricas conct'ntricas. Las estrellas
de primera magnitud, y todas las demás estrenas, se hallan a la misma
distancia unas de otras, siendo esta unidad la distancia del Sol a las estre-
llas más cercanas. Como todas las estrellas tienen la misma luminosidad
«at a greater distance their Disks and Light will be diminished in the pro-
portion of Squares, and the Space to contain them will be increased in the
same proportion; so that in each Spherical Surface the number of Stars
it might contain will be as the Biquadrate (cuarta potencia) of their
distance~a.~'
Es cierto que la intensidad de las estrellas decrece en razón inversa
al cuadrado de la distancia y que lo mismo ocurre con su superficie apa-
rente, mientras que el ángulo sólido abarcado por el cielo aparece siempre
constante. Por otro lado, el tamaño real de las estrellas no varía y hay que
tomarlo constante, apesardeque lacapacidad delas capas esfericas sucesivas
centradas en el observador aumenta según el cuadrado del radio. Es decir,
la última afirmación de Halley eso that in each Spherical Surface the
number of Stars it might contain will be as the Biquadrate of their distan-
cess es errónea y, o bien, hay que suponer que el texto está equivocado,
o bien es Halley quien se equivoca y confunde las magnitudes reales y
aparentes de las estrellas. Esta última interpretación la di6 Olbers en el
artículo ya citado y que estudiaremos más tardez2 y es aceptada por A.
Annitage en su biografía de E. halle^.^^ Con todo, es dificil suponer tal
error en un astrónomo de la categoría de Halley; sin olvidar que. incluso
en el supuesto de que lo hubiese cometido, probablemente los demás miem-

20. E. HALLEY,0%the infinity..., p. 2 3 .


21. E. HALLEY,0% fhe infinity.... p. z q
22. W. OLBERS.Uebpr die Durchsichtigkeit ...
Edmond Iíalley (Londres, 1966). p. 193.
23. A. ARMITAGE,
g2 E. MILLÁS VENDRELL [121

bros de la Royal Society se habrían dado cuenta del error al conocer la


Comunicación. Prefiero, por tanto, suponer que el texto está equivocado
y que el pensamiento de Hailey es correcto; es decir, que considera e1 nú-
mero de estrellas que cada superficie esférica puede contener proporcional
al cuadrado de la distancia. Además, como veremos más adelante, la
segunda comunicación también confirma esta interpretación, ya que en
ella Halley intenta mostrar que de hecho las estrellas están distribuidas
aproximadamente de acuerdo con esta ley teórica ((en superficies esféricas
condntricas y en número proporcional al cuadrado de la distancian.
En el párrafo siguiente de su primera Comunicación Halley añade
ciPut then the Distances immensely great, as we are assured they cannot
but be, and from thence by an obvious calculus, it will be found that as
the light of the Fixed Stars diminishes, the intervals (angular distance)
betwten them decrease in a less proportion, the ones being as the distances
and the other as the Squares thereof, reciprocallyi). Halley ofrece aquí
una explicación para evitar el problema de la luz, pero el hecho que él
subraya -que la luz de las estrellas decrece más rápidamente que
sus distancias angulares, la primera proporcionalmente a la sucesión
1 1 1 1 1 1
-

2i
- y
e 42 > "' y las segundas proporcionalmente a - , -, -, ....
a
3 4
a pesar de ser una condición necesaria para resolver el problema, con
todo no es suficiente.
De hecho, él mismo es consciente de la insuficiencia de su explicación
y para concluir se limita a destacar el hecho de que la cantidad de luz
que nos llega desde las estrellas es muy pequeña y que a pesar de los más
perfectos telescopios no podemos percibir el brillo de las estrellas más
alejadas.

4. Comprobacidn experimental de una distribucidn uniforme de estrellas


En una segunda comunicación Of tlze Nurnber, Order, and Light of
t h Fixed Stars,24 Halley intenta ofrecer una comprobación experimental
de que la distribución uniforme de estrellas que ha presentado antes tiene
cierta base en la realidad. Para hallar cuántas estrellas se pueden colocar
en la superficie de una esfera que tenga al Sol por centro y de tal forma
que disten unas de otras una cantidad igual a su distancia común al Sol,
se vale dc la figura geométrica del icosaedro. La arista del icosaedro es
un poco mayor que el radio de la esfera circunscrita; es decir. los vértices
unidos por una misnia arista distan entre si muy poco más de lo que distan
de su centro. Por tanto, suponiendo las estrellas distribuidas de manera

24. E. HALLEY,Of the number ..., p. 24-26


[131~ LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 93
análoga a los doce vértices del icosaedro, resulta que en la superficie esfé-
rica caben doce estrellas y todavía sobra espacio; o incluso pueden situarse
trece, aunque el sitio sea un tanto escaso. El número 13 es, con cierta apro-
ximación, el número de estrellas que Halley considera de primera mag-
nitud sin lugar a dudas. Halley es consciente de que el número de estrellas
de primera magnitud es 16 y de que su distribución en el espacio dista
mucho de la regularidad que él pretende; con todo. en el orden de ideas
en el que se mueve le parece razonable aceptar ese artificio como un pro-
cedimiento suficiente aproximado. Una segunda esfera, concéntrica con
la anterior y con un radio doble, tendría una superficie cuatro veces mayor
y podría acomodar a 4 x 13 = 52 estrellas, formando un segundo orden
de brillo. De nuevo se verifica, según Halley, que ese número es, con sufi-
ciente aproximación, el número de estrellas que hallamos de segunda
magnitud. Esferas sucesivas de radio 3, 4, 5 ... 10 veces el radio de la
primera contendrían 9, 16, 25 ... roo veces el número de estrellas que con-
tiene la primera.
Pero esta distribución de estrellas que Halley nos propone no solventa
el problema; sino a1 contrario, como ya hemos visto en el capitulo anterior;
nos presenta la paradoja con toda su fuerza, pues conduce a la conclu-
sión de que todo el cielo seria; por lo menos, tan brillantecomo la super-
ficie del Sol. (Llegó Halley a darse cuenta de que el modelo que pretendía
presentar para solventar la paradoja de la luz en realidad conducía a
subrayarla con mayor fuerza? No puede afirmarse con certeza a partir
del articulo que comentamos; pero lo que sí está claro es que Haliey no
queda satisfecho con la explicación que ofrece para solventar la objeción
de la luz. El último párrafo de su articulo es bastante significativo. Según
su distribución de estrellas tina esfera de radio cien veces el radio unidad
-
podría dar ca6ida a 130.000 estrellas, cada una brillando según Halley -
con la diezmilésima parte de la luz de una estrella de primera magnitud.
La conclusión obvia seria que la cantidad de luz aportada por las estrellas
de esa esfera - y por las de cualquier esfera -es la misma que la que
aportan las 13 estrellas de primera magnitud y, por tanto, si el número
de estrellas es infinito y, con suficiente aproximación, se puede considerar
que están distribuidas según el procedimiento que nos ofrece Halley, la
cantidad total de luz emitida debería ser también infinita. Pero ése no
es el rebltado a que llega Halley; sino que su conclusión es muy dis-
tinta: athis is so small a pulse of light, that it may well be questioned whe-
ther tha eye, assisted by any artificial help, can be made sensible thereof.
But IOO times the distance of a star we see is still finite: from whence 1
leave those that please to consider it attentively to draw the conclusionr)."
De nuevo se fija en el hecho de que, por ahora, ni tan siquiera somos
capaces de ver algunas de las estrellas situadas a distancia finita. Pro-
bablemente la couclusión obvia en la mente de Halley es que no influye
mucho el que aumente el número de estrellas indefinidamente, ya que
seremos incapaces de verlas. Tenemos el hecho de que ni'tan siquiera
podemos ver estrellas, lejanas sí, pero situadas a distancia finita. Halley
nos da quizá la explicación que sugiere el sentido común, pero no una
raz6n válida de por qué el cielo es oscuro en un universo newtoniano.

111. PLANTEO
MATEMÁTICO DEL PROBLEMA: J. P. DE L. DE CHÉSEAUX

I. El Astrdnwno Jean-Philippe de Loys de Chéseaux

En realidad e1 primer astrónomo que elaboró matemáticamente las


cmsecuencias de la Cosinología de Newton y propuso por primera vez de
forma clara el problema de la luminosidad del cielo es Jean-Philippe
de Loys de Chéseaux (1718-1751).
A pesar de que en el siglo x ~ yx principios del actual muchos astró-
n0mos2~atribuyen el planteo del problema a De Chéseaux, ha sido opinión
corrientemente aceptada durante este siglo que el famoso astrónomo
alemán W. Olbers fue quien descubrió la paradoja en 1823. Esta opinión,
implantada por H. Bondi y F. G ~ l d , ~y ' compartida por todos los que les
siguen en su planteo, ha prevalecido largo tiempo hasta qiie recientemente.
O. Struve en su articulo Some Thoughts on Olbers Paradox" mostró
que ya en 1744 De Chéseaux había presentado el problema de la luz como
objeción a un universo newtoniano de extensión infinita. Posteriormente
G. A. Tammann" ha destacado la prioridad de De Chéseaux con más in-
sistencia.
J. Ph. de Loys de Chéseaux descendía de una antigua familia noble
del Cantón de Vaud y nació en 1718. Su abuelo, J.-P. de Crousaz, se
encargó de su educación; es dudoso que recibiese ninguna educación ulte-
rior. Cuando tenía sólo diecisiete años De Chéseatix escribió ya tres trabajos
sobre Física que fueron mandados a la Academia de Ciencias de París, y
ésta los publicó en 1743. De Lo$s mandó construir en su finca particular
su propio observatorio, donde realizó un gran número de obseriiaciones.
El 13 de diciembre de 1743 descubrió un cometa que siguió observando
26. Aci hacen F . Arago. F . G . W . Struve, R. W o l f , J . H . von ~ a d i o r ,P. G .
Tait, M . Paschoud, H . Kobold, O. Struve. etc ...
27. H . BONDI,Cosmology. cap. 3 .
28. 0 . S T R U ~«Sky
, and Telescope*, zg (1963). 140.42.
29. G . A. TAMMANN, Jean-Philippe de Loyi de Chdseauz nnd his discovery o/
the so-cailed Oibers's Paradox. uscientiar, enero-feb. (1966). 1-11.
[U1 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 95
hasta el final del año y calculó después sus efemérides a partir de la teor'a
de Newton. Empleó para ello un método nuevo y directo, siendo uno de
los primeros astrónomos en predecir la trayectoria de un cometa a partir
del Sistema de Newton. Con su nuevo método logró un acuerdo muy
notable entre sus predicciones y la observación. El 13 de agosto de 1746
De Loys descubrió otro cometa. Esta vez una enfermedad le impidió hacer
un número suficiente de obserciones, y los elementos que calculó en este
caso carecen de la precisión de los anteriores.
De Loys publicó los elementos del cometa de 1744 y el método que
usó para calcularlos en su obra fundamental Traité de la comkfequi a paru
en décembve 1743 et en Jonvier, Fezirier et Mars 174.4. A nosotros nos inte-
resa especialmente el capitulo que añadió como apéndice a dicha obra,
titulado «Sur la force de la lumiere et sur sa propagation dans I'Ether,
et sur la distance des Etoiles fixess.30 donde estudia en detalle una de
las objeciones que se presenta en un universo newtoniano infinito. De
Chéseaux muestra que si el Universo contiene un número infinito de es-
t~ellasluminosas, el cielo por la noche debería presentar un resplandor
igual al brillo medio de la superficie de las estrellas.

2. Planteo del problema por De Chéseaux

De Chéseaux empieza por suponer que podemos tomar al Sol como


estrella tipo. Todas las estrellas situadas a la misma distancia tendrán,
por término medio, el mismo diámetro aparente y el mismo brillo. Esto
era una hipótesis corrientemente aceptada por los astrónomos, ya que
les permitía relacionar el brillo aparente de las estrellas con su distancia;
nada se sabia sobre el hecho de que el brillo real puede diferir de una
estrella a otra. En aquella hipótesis la luz que nos llega desde cualquier
estrella es proporcional al área de su superficie aparente e inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia.
A continuación considera las estrellas distribuidas uniformemente
por el espacio en superficies esféricas concéntricas, cuyo centro es el Sol.
El número de estrellas n en cada capa es proporcional a la superficie de
la capa, es decir, proporcional al cuadrado de la distancia D2 al Sol. En
estas condiciones la cantidad de luz que recibimos de las estrellas de cada
capa es proporcional al número de estrellas n contenidas en dicha capa
-
multiplicado por el cuadrado de sus diámetros aparentes 6 (L n . S2).
Pero
n De y 8 = -;d
D
-
por tanto, L Da .-da
DZ '

30. J.-P. DE LOYCDE CIIESZAUX. Tvaitd de la ComBte gui e peru en dd~embre


,743 d cn Janvier. Fevrie- et Mars 1749 (Losana y Ginebra, '744). 223-229.
es decir, que L es constante, y cada superficie esférica nos manda la misma
cantidad de luz, independientemente de su distancia.
A continuación de Chéseaux trata de averiguar el valor de la cantidad
de luz que recibimos de cada superficie esférica. Evidentemente la razón
entre la luz de la primera capa y la luz que recibimos del Sol es igual a
la razón entre el cuadrado de la distancia Tierra-Sol y el cuadrado del
radio de la primera esfera dividido por el número de estrellas que contiene,
esto es aproximadamente igual a 7 1
y equivale a decir que las estre-

ocuparían 4 7 de la superficie solar


1
llas de la primera capa juntas
aparente. La misma relación se verificará para las estrellas de las sucesivas
esferas. Por tanto, De Chéseaux concluye que si el espacio fuese sólo
7,36. rol4 veces mayor3' que el ocupado por la primera esfera, y con mucha
mayor razón si fuese infinito, cada punto del cielo estaría ocupado por
una estella. Resultando que está claramente en contradicción con la evi-
dencia.
Más adelante De Chkseaux justifica las cifras. que utiliza para su
cálculo. Establece la distancia de la primera esfera, es decir, de las estre-
llas de primera magnitud, igual a 240.000 veces la distancia del Sol. Para
llegar a esta conclusión compara el brillo de una estrella de primera mag-
nitud con el brillo de Marte. Teniendo presente las relaciones geométricas
entre el Sol, Marte y la Tierra, obtiene la relación entre el brillo del Sol
y el de una estrella de primera magnitud. Con esto puede calcular su dis-
tancia, que para una estrella de primera magnitud es de 240.000 unidades
astronómicas. La aproximación de su resultado es sorprendente si tenemos
en cuenta la gran diferencia entre el brillo del Sol y la más brillante de
las estrellas. Corresponde a 1.17 parsecs, valor muy cercano al aceptado
actualmente de 1.75 parsecs. La exactitud de De Chéseaux es notable
si comparamos su valor con el que había obtenido Huyghens algunos
años antes en su Cosmotheoros," donde al determinar la distancia de Sirio
con un procedimiento parecido halla 27.664 unidades astronómicas; es
decir, según Huygens una estrella de primera magnitud dista sólo o,@
parsecs.
El diámetro aparente del Sol a una distancia de 1,17 parsecs sería
de o".oo8, valor que De Chéseaux toma como expresión del diámetro apa-
rente de una estrella de primera magnitud. Si suponemos que la primera
esfera contiene doce estrellas de primera magnitud, juntas recubrirán
1
- - del disco solar. Las estrellas cuyo brillo es la cuarta parte del de
q . loo

31. En el texto De Cheseaux figura 7.6.10". Cf. Traité..., p. zzg.


32. Ch. HUYGHENS, Cosmotheovo~(La Haya. 1698).
Ir71 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 97
las estrellas de primera magnitud, estarán a una distancia doble; sus diá-
metros aparentes quedarán reducidos a la mitad, pero en la hipótesis de
una distribución uniforme, su número será cuatro veces mayor, con lo que
la superficie del cielo que ocuparán será igual a la ocupada por las
estrellas de primera magnitud. Y así sucesivamente. Por tanto, las estreiias
contenidas en esferas sucesivas, cuyos radios aumentan cada vez en 1.17
parsecs, recubren la misma porción de firmamento. Como además hacen
falta 183.700 discos solares para recubrir toda la superficie del firmamento,
.
concluye que si hubiese ((únicamenten 4.10'. 1,84.105 = 7,36 rolP, super-
ficies esféricas todas pobladas uniformemente con estrellas semejantes al
Sol, cada punto del cielo estaría ocupado por una estrena. Es decir. que
el cielo por la noche sería 91.850 veces más brillante que el Sol, ya que éste
es el número de veces que su disco cabe en un hemisferio. De Chéseaux
queda sorprendido por un resiiltado tan abiertamente en contradicción
con la experiencia.

3. Solución que adopta: La Hipótesis de un fluido interestelar absorbente

Para solventar esta contradicción De Chéseaux ha de introducir nue-


vas hipótesis en su teoría. Se le ofrecen dos posibles soluciones: o bien
a ) el Universo es no sólo finito, sino incluso menor que las dimensiones
finitas que estaba dispuesto a atribuirle, o bien b) hay que suponer la
existencia de un fluido interestelar, de composición desconocida, que
contribuye a debilitar la intensidad de la luz en una cantidad superior
de la que correspondería exclusivamente según la ley de disminución de
intensidad inversamente proporcional al cuadrado de la distancia.
De Chéseaux prefiere la segunda solución porque le parece más simple.
Con su fluido hipotético puede explicar el problema de la luz sin necesidad
de introducir ninguna alteración fundamental en su modelo cosn~ológico
newtoniano. En sus propias palabras (p. 225) (~Cettederniere supposition
est assez vrai semblable, elle demande seulement que i'espace étoilt! soit
rempli de quelque fluide capable d'intercepter, tant soit peu la luniiere~.
Para resolver la paradoja es suficiente que la transparencia del fluido
.
absorbente sea 3,3 107 veces superior a la del agua. Utiliza como trans-
parencia del agua el valor calculado por Bouguer.83 En estas condiciones
l a cantidad global de luz que nos llega desde un hemisferio quedaría re-
1
ducida a -
43 . 'o1 de la luz que recibin~osdel Sol, solventando el problema
de la luz en un universo infinito de Newton.
33. P.ROUGUER, Essai d'ofltipue sur la gradalian de la lumidre. M4moires de 1'Aca-
démie Roya1 de Paris (París, 1729).
'3
Con todo, De Chéseaux no aporta ninguna pmeba en favor de su
hipótesis de absorción y habrá de transcurrir más de medio siglo antes
de que se intente dar alguna. Pero como veremos más adelante, la absor-
ción es una explicación insuficiente, ya que durante el proceso el medio
absorbente se calentaría basta alcanzar una temperatura en la que irra-
diaría tanta energía cuanta recibiere, manteniendo de esta manera la
densidad media de radiación.
De Chéseaux hubiese podido pensar todavia en otra solución que, de
hecho, no menciona. Consistiría en considerar el Universo finito no en el
espacio, peto sí en el tiempo y suponer que la creación del TJniverso es un
hecho suficiente reciente de forma que la luz de las estrellas más lejanas
todavia no ha tenido tiempo de llegar hasta nosotros, justificando así la
oscuridad de la noche. De Chéseaux conocía ciertamente que la velocidad
de la luz es finita, pero esta solución significaba de nuevo introducir un
cambio notable en su concepción general del universo.

4 . 'Primeras criticas a la absorcidn: J . H . Lambert

Con su hipótesis de la existencia de un fluido absorbente, DeChiseanx


inicia una línea de solución que será seguida años más tarde por varios astró-
nomos al tenerse que enfrentar con el problema de la luz. En la época de
De Chésearix y en el tiempo inmediato posterior, el interés de los astróno-
mos por este problema teórico es reducido. La mayoría de ellos están más
preocupados en trabajos de observación y en recoger datos para fundamen-
tar una posible explicación teórica del Universo.
Hay, con todo, algún astrónomo que se preocupa del problema de la
luminosidad del cielo, así el alsaciano J. H. Lambert (1728-1777).SU
opinión es interesante, ya que está en desacuerdo con el planteo de De Ché-
seaux; en su obra P h o t o m e t ~ i a en
, ~ ~el capítulo sobre la luz y la distancia
d e las estrellas fijas, estudia el procedimiento con que De Chéseaux trata
el problema de la luz y rechaza no sólo su solución, sino incluso su planteo
general.
En primer lugar Lambert no está de acuerdo con la distribución
uniforme de estrellas propuesta por De Chtseaux, ya que, según los datos
de observación de que dispone, la distribución de las estrellas no es uni-
forme. sino que se asemeja a la forma de un disco. Por tanto Lambert, en
vez de suponer las estrellas distribuidas en capas esféricas concéntricas,
las supone formando un sistema jerárquico, en el que cada sistema está
inte~radopor la agrupación de varios miembros de constitución sin~ilar,
94. J. H. LAMBERI, Photomefria, slue de menswa et gradibus uminis ~olorum
rt umbrae (Augsburg, 1760). patte VI, cap. 3
íI91 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 99
subsistemas de orden inmediato inferior. Como consecuencia, Lambert
rechaza también la solución de la. paradoja propuesta por De Chéseaux.
Con todo, Lambert ni dice claramente si en su universo jerárquico se
presenta el problema de la luz, ni, en caso de ser así, ofrece ninguna posible
solución.

5. El Universo Jerárquico de Lambert


El año siguiente, en 1761, Lambert presentó con mayor amplitud
sus ideas sobre la constitución del Universo en su obra Cosmologische
Briefe Gbev die Einrichtung des Wellbaues." A pesar de que este libro,
más que ser una obra científica, se acerca mucho a la especulación imagi-
nativa. con todo su circulación por Europa fue grande y se tradujo a
varios idiomas.$"
Sus ideas fundamentales son que la ley de la gravedad se cumple en
cualquier lugar del Universo donde la materia está presente. Las estrellas
se mueven en órbitas descritas bajo la acción de las fuerzas gravitatonas.
Las estrellas se hallan además agrupadas en sistemas, y la Vía Láctea
contiene a varios de dichos sistemas. Cada sistema tiene su propio centro.
Varios sistemas juntos tienen un centro común, formando un sistema
de orden superior, y así sucesivamente. Fina+nente, Lambert cree en la
existencia de un centro universal para todo el Universo, alrededor del
cual giran todas las cosas. Los centros de los distintos sistemas no están
vacíos, sino que se hallan ocupados por cuerpos opacos. Estos cuerpos
pueden reflejar la luz de una o varias estrellas y hacerse visibles. incluso
con fases. Podemos añadir que, aunque Lambert consideraba a las nebu-
losas como grupos de estrellas, es muy probable que no las considerase
como universos exteriores a nuestra galaxia.'
El interés del universo jerárquico de Lambert reside en el hecho de
que dicha hipótesis fue presentada años más tarde como una solución
posible al problema de la luminosidad del cielo. La idea, sugerida por
J. Herschel, tuvo destacados partidarios en Foumier d'Albe y sobre todo
en Charlier, quien en 1908 y en 1922 trató el tema con amplitud, mos-
trando matemáticamente que la hipótesis de un universo jerárquico per-
mitía construir un modelo del Universo en el que se evitaba el problema
de la luz.
?5. T. H . LAMBERT. Cosmolopische Briefe über die Einvichtunev des W#ltbaucr
u

( ~ u g b u r i ,1761).
36. Un resumen bajo el titulo Lettrtres Cosmologiques en uJournal Encyclopé-
dique6 (1765). SystPma du Monde, publicado por M. M6rian (Berlín, 1770). segunda
edición de 1784. Lettres Cosmologipues sur I'organisation de I'Vniuers, traducido por
M . Darquier y publicado y ampliado por J. M. C. d'utenhoven (Arnsterdam. 1801).
The Sjistenr ot lhe World, traducido del francés por J. Jacquc (Londres. 1800).
IV. H. W. OLBERSY LA POSIBII.IDAD DE UN UNIVERSO INFINITO

Hacia finales del s. xv111 el estudio de los cometas se convirtió en una


rama importante de la Astronomía. Heinrich Wilhelm Olbers (1758-1840).
astrónomo alemán que trabajó varios años en el observatorio de Bremen,
es uno de los primeros en incorporar el estudio físico de los Cometas al
dominio de la astronomía práctica. En 1779 había ideado ya un nuevo
método para calciilar las órbitas de los cometas mucho más simple que
el utilizado hasta entonces. Pero, aparte de su interés central por los
cometas, Olbers dedicó también su atención a los problemas cosmológicos.

I. Las dimensiones del Universu

Uno de los problemas fundamentales para la cosmología de entonces


era determinar las dimensiones del Universo, si era finito o infinito. Nunca
se tuvo la menor sospecha de que pudiese existir otro tipo de espacio dis-
tinto del euclídeo, y el éxito de los Princi$ia de Newton reforzaba todavía
más el presupuesto tácito de que el espacio a gran escala es idéntico a
la apariencia que nos ofrece a escala reducida.
En mayo de 1823 Olbe~sescribió un articulo titulado Ueber die Durch-
sichtigkeit des Weltraums, que fue publicado en el (Berliner Astrononiis-
ches Jahrhuclia que editaba J. R. Bode,37y que muy pronto fue traducido
al inglés y al francé~.~e En dicho artículo Olbers se rnnestra partidario
de un universo infinito por razones metafísicas y astronbmicas, e intenta
resolver l a dificultad de la luz, que, como ya hemos visto, se presenta
inevitablemente en tal universo.
En los primeros párrafos de su articulo Olbers destaca como, a pesar
de que los recientes descubrimientos de William Herschel han ampliado
notablemente las regiones exploradas del espacio, todavía carecemos de
los datos suficientes para clasificar el problema de las dimensiones de#
Universo. La duda permanece. Según las propias palabras de Olbers:
'

(<¿Haconseguido la investigación cuidadosa de Herschel penetrar basta


los limites del Universo? O, ihnicamente se ha acercado a ellos de manera
notable? ¿Podemos efectivamente pensar así? (Acaso el espacio no es
infinito?».39Este es el problema fundamental.
37. (Berlin, 1823). p. 110-rzr. E1 artículo de Olbers está fechado el 7 de mayo
de 1823, Cf. tambien GesammeMe Werke en Wilhelm Olbers seis Leben und seine Werka,
ed. C . Schilling, 2 vols. (Berlín, 1894-1909). vol. 1 .
38. H . W . OLBEXS, On the Trans9arency of Space, «The Edirnhurgh New Philo-
saphical Journalu, 1 (1826).SU+'la T l a n ~ p a v ~ rBihlioth&que Universeile
denE'Espac~,
~~
des Scienccs et Artse, 31, feb. (1826).
39. H. W . OLBERS,Ueber die Durchsichtigkeil ..., p. 111.
Lz11 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 101

Varios filósofos, Kant entre otros, habían intervenido en la discusión,


aportando argumentos filosóficos en favor de un universo infinito en espacio
y tiempo. Las ideas de Kant se encuentranen su Allgemeine .Ratnrgesclcichte
nnd Theorie des H i r n r n e l ~y, ~uno
~ de los propósitos de Olbers en el trabajo
que comentamos es aportar razones científicas en apoyo de las ideas de
Kant, completando así los arpmentos religiosos y metafísicos de Kant
en pro de un universo infinito.

z. Imposibilidad de dar zma prueba directa a favor de m Uni7ierso infinito

Olbers acepta el razonamiento de Kant y concluye también que es


muy probable que todo el espacio infinito esté poblado con estrellas seme-
jantes al Sol. Con todo, Olbers es consciente de que no se puede aportar
una prueba directa en este sentido: muestra razón limitada no nos puede
dar ninguna certeza en este asunto».
Ya hemos visto que Halley, siguiendo la línea de Newton y de Ben-
tley, intentó dar una. prueba de la dimensión infinita del Universo y del
niimero de las estrellas. argumentando que, de no ser así, en un Universo
finito las estrellas se concentrarian en el centro de atracción bajo la acción
de las fuerzas gravitatorias. Olbers critica el argumento de Halley y mues-
tra que su razonamiento es insuficiente, ya que sólo tiene en cuenta las
fuerzas gravitatorias, prescindiendo de las duerzas de proyeccióni), que
es el nombre que daban a las fuerzas centrífugas." Las ((fuerzasde pro-
yección~)aparecen claramente, según Olbers, en los movimientos propios
de las'estrellas. Con todo, no era tan fácil para los astrónomos el admitir-
las, quedaba siempre conio trasfondo el problema del centro de gravedad
del sistema. No es tarea fácil el considerar el universo material en rotacirjn
incluso en el caso de poder recurrir a las <fuerzas de proyección,.

3. La hipótssis del Universo Infinito: dificftltad qze pres~nta

Ciertamente Halley se equivocó al intentar demostrar que el uni-


verso es infinito. Con todo, prosigue Olbers, nada nos impide, a no ser
que se presenten dificultades insuperables, suponer que las estrellas ocupan
. .
40. 1. IIANT,Allgemeine Nalurgeschichte und ~ h e o r i edes Himmpls (1755). Cf.
también la edición de H. Ebert (Leipzig, 1890).
41. Bn el original alemán hay nn párrafo. omitido en las traducciones inglesa
y francesa, en el que Olbers destaca el hecho de que bajo la acción de las nfuerzas de
proyeccióno ni tan siqcieru los planetas de nuestro sistema se concentrarlan en el Sol,
y esto independientemente de la existencia de las estrellas fijas. Cf. H. W. O ~ a s n s ,
Uebe? di* Dt*rchsichtigkeit..,, p. 113, nota 1 .
todo el espacio infinito. Se repite la idea de siempre: el espacio es infinito,
el tiniverso ocupa todo ese espacio con infinitas estrellas, cuya distribu-
ción, aunque no es uniforme, se puede considerar como tal en una pri-
mera aproximación. Aparece inmediatamente la dificultad de la luz; si
no la consigue resolver, Olbers tendrá que ceñirse a un universo finito.
OIbers plantea el problema con toda claridad en términos matemá-
ticos. Su procedimiento es muy parecido al de De Chéseaux y lo omitimos.
Es fácil ver que al aumentar indefinidamente el número de capas esféricas
las estrellas llegarían a cubrir todo el firmamento y el cielo brillaría con
la misma intensidad que la superficie del Sol y no con una intensidad
infinita. Esto es debido al efecto de pantalla, por el que las estreltas cer-
canas impiden el paso de la luz de las estrellas más alejadas.
Se llega a este resultado a partir de la hipótesis de una distribución
uniforme de estrellas; pero se puede ver que el resultado sería el mismo,
aunque las estrellas estuviesen agmpadas en sistemas separados unos de
otros por enormes intervalos.

4: La cxis2cncia de materia absorbente como sokdún. Valov de la absorción


Hay que explicar la contradicción manifiesta entre la observación y la
teorfa. Una solución inmediata es suponer que el Universo es finito; pero
Olbers no está dispuesto a abandonar su idea del universo infinito y pro-
pone otra solución. La paradoja se presenta en la hipótesis de que el espa-
cio es completamente transparente; pero este hecho, para Olbers, no sólo
no está demostrado; sino que le parece bastante improbable. Sugiere, por
tanto, que el espacio debe de estar ocupado por ((alguna substancia ma-
terial~capaz de absorber una pequeña cantidad de la luz que cruza el es-
pacio, pero cuya densidad es tan pequeña que no afecta para nada el
movimiento de los cuerpos celestes. Olbers presenta lo que para él son dos
motivos que apoyan sn opinión y que le han sugerido la idea: el hecho de
que tanto la materia que forma la cola de los cometas como la materia
que produce la luz zodiacal sólo pueden proceder del espacio exterior.
Olbers acepta, pues, como un hecho real que el espacio no es abso-
lutamente transparente y que una pequeña deficiencia en su transparen-
cia es ya suficiente en orden a solventar el problema. Para calcular el
valor de la absorción presupone que la luz de las estrellas queda debilitada
en la proporci6n Eal recorrer la distancia unidad (deCirio al Sol). Como
según ula ley que da la disminución de la luz que atraviesa un medio homo-
géneo no totalmente transparente$, la disminución de la intensidad es
proporcional a la misma intensidad. Olbers calcula que en su hipótesis
el coeficiente de absorción valdrá a = 0,0005432.
[231 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 103

Basándose en este cálculo y suponiendo que el brillo de la Luna en


1
el plenilunio es - del brillo del Sol, concluye que una estrella ten- '

dría que estar aproximadamente a xo.ooo veces la distancia de Cirio para


que su luz tuviese el brillo de la luna en el plenilunio.
Si quisiésemos que la estrella tuviese el mismo brillo que el fondo
del cielo en una noche iluminada por la Luna llena, tendriamos que colo-
carla aproximadamente a 20.000 veces la distancia de Cirio.
Finalmente, Olbers calcula el brillo de una estrella que estuviese a
30.000 veces la distancia de Cirio, sería 659. 103 veces más débil que el brillo
de la Luna en el plenilunio, o bien, 732.250 veces más débil que el brillo del
hemisferio celeste cuando está iluminado por el plenilunio. Según Olbers
esta asombra debe considerarse como perfecta oscuridads, y así concluye
que, con la absorción admitida por- él, las estrellas 30.000 veces más ale-
jadas que Sirio no contribuyen ya a incrementar la cantidad de luz del
cielo, y éste nos parecerá oscuro.
Por tanto, con su hipótesis de absorción, Olbers abre la posibilidad de
un universo infinito; aunque su parte observable se limite a una esfera
de un radio aproximado de 300.000 años luz.
Lo mismo que decíamos en el capítulo anterior al hablar de De Ché-
seaux, lo podríamos decir ahora de Olbers y destacar la sencillez y simpli-
cidad de su solución. Es inadecuada, como ya vimos; pero tiene el mérito
de procurar resolver el problema sin cambiar las líneas fundamentales
del modelo cosmológico de partida. Hay un detalle que nos interesa ana-
lizar más: la semejanza entre el planteo y solución presentados por 01-
bers y De Chéseaux es tan cercana que nos vamos a fijar un momento en
este punto.

5. Posible influencia de De Chésealm en el 9lanteo de Olbers

Es muy probable que Olbers deba su idea al trabajo de De Chéseaux. a


pesar de que nada dice sobre él. Es curioso, en cambio, que cita largamente
a Halley y critica alguno de sus fallos. ¿A qué se debe este silencio? (Des-
conocía en verdad Olbers el trabajo de De Chéseaux? ¿O cabe más bien
pensar que precisamente porque conocía el trabajo y conocia también
que era dificil encontrarlo, ya que aparecía como un apendice en la obra
~ T v a i t éde la Comdte...,42 de tema diverso, Olbers prefirió no citar el tra-
bajo y permitir que se creyera que la idea era original suya?
No es fácil decidir sobre este punto. Normalmente se ha venido acep-
tando como explicación del silencio el desconocimiento por parte de Olbers
del trabajo de De Chéseaux, dado que es difícil de hallar,43y si bien F. G. W.
Stmve muestra su asombro por el silencio de Olbers: (unais je m'étonne
de ce qu'il a passé sons silence le nom de i'astronome 1.. De Chéseauxo44,
máxime teniendo la seguridad de que, por lo menos, Olbers debería de
conocer el libro, ya que, tal como afinna el mismo Struve, el ejemplar
que poseta la biblioteca del Observatorio de Pulkovo era el antiguo ejem-
plar de Olbers. Con todo, Struve acepta de buen grado la ignorancia de
Olbers como explicación.
Es dificil decidirse al respecto, la opinión contraria también ha sido
defendida recientemente por S. L. Jaki en su articulo Olbers', Halley's
or whose p a ~ a d o x ? Ciertamente
.~~ es posible que Olbers pasase por alto
el estudio de De Chéseaux en el apéndice del libro, pero es poco probable.
Sabemos por un lado que Olbers tenía un ejemplar en su biblioteca par-
ticular, que probablemente utilizaría, ya que el tema del libro, las órbitas
de los cometas, formaba parte considerable de su trabajo astronómico.
Y sobre todo es notable la semejanza entre las líneas generales seguidas
por De Chéseaux y Olbers en el planteo y solución del problema.

Acabamos de ver que. en una situación en la que el conjunto de hipó-


tesis conduce inevitablemente a una contradicción con la observación,
De Chéseaux y Olbers escogen como solución la hipótesis de que el espacio
no es enteramente transparente. Teniendo presente la teoría de la propa-
gación de la luz por el éter, parece obvio sugerir la hipótesis de que el es-
pacio contiene algún medio, excesivamente rarificado para afectar el
movimiento de los cuerpos celestes, pero capaz de absorber una pequeña
proporcinn de la luz que lo atraviesa. Hay que subrayar que este medio
no tiene por qué coincidir con el éter de la física clásica.
La hipótesis de absorción iba a encontrar una base experimental
en el trabajo de Struve Sur i'Extinctimz de la Lumiire des étoiles dans son
passage par Z'esfiace céleste, contenido en (~Etudesd'Astronomie Stellaireo.4~

43. Ésa es la opinión de F. G. W. Stnive, O. Stmve, J. North, F. P. Dickson.


44. F. G. W. STRUVE, .&udes d'Aslrononie Stellaire (San Petersburgo. 1847),
P. 84.
45. STANLEY L. JAKI,Olbev~',Ha2ley.s or whose paradoz?, vAmerican Journal
of Physicsn, 35 (1967). 200-210, y especialmente p. 205, En un libro ulterior, este mismo
autor se muestra más comedido: ef. S. L. JAKI. The Paradox o/ Olbers' Pavador (Nueva
York, 1969), p. 140 S.
46. H. G. W. S~Ruve,Ztudes d'Astrononzie Steilaive suv la. Voie Lacte'~e: sur l a
distancr des dtoiles fixes (San Petersburgo. Academia Imperial de Ciencias. 1847).
LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 1°5
F. G. W. Struve (1793-186q), trabajó en los observatorios de Pulkovo y
Dorpat; Su interés se centraba más en la astronomía experimental que
en la especulación te5rica; por eso, aunque acepta las ideas de Olbers sobre
el Universo, su intención fundamental ya no es, como en el caso de Olbers,
justificar un universo infinito, sino exclusivamente presentar evidencia
cienttfica en favor de la hipótesis de absorción.
Struve dio una demostración basada en su análisis estadístico del nú-
mero de estrellas situadas a distintas distancias correspondientes a sus
magnitudes aparentes. Su intento es el primer estudio científico que aborda
el problema de la materia interestelar y en él se fomiula por primera vez
con precisión la teoría matemática de la absorción interestelar.

I. Preliminares de la idea de Struve

Diez años antes de la publicación de sus Études. Struve ya intentó


dar alguna evidencia científica en favor de la absorción en su obra St~llamm
Dzlplicium et Multiplicium ...47 En esta ocasión trata el asunto con brevedad
y basa sus cálculos en la fotometría de Steinheil;" con todo, la idea central
desarrollada más tarde en los Etudes ya está presente. Afirma que podernos
calcular el valor de la absorción si conocemos para cada grado consecutivo
de magnitud las distancias relativas de las estrellas a partir de su número
y la proporción de su brillo a partir de las medidas fotométricas. Propone
una fórmula para el cálculo y halla el valor de la absorción a partir de los
datos de Steinheil. Es consciente de que su teoría no es del todo convin-
cente. ya que trabaja con un número reducido de estrellas.

z. Evidencia a favor de la absorcidn interestelar

Al publicar sus Éludes d'Astronomie Stellaire en 1847, Struve se ocupa


con más detalle de la absorción interestelar. Su punto de partida es el
artículo de Olbers de 1823." Acepta las ideas de Kant y de Olbers sobre
la infinitud del Universo y de las estrellas, y resume las soluciones pro-
puestas por Halley, De Chéseaux y Olbers al problema de la luz. La inten-
ción de Struve es dar una prueba cientifica de la absorción, ya que ni De
Chéseaux ni Olbers pudieron hacerlo.

47. F. G . W . SrnuvE, Stellarum Du9licium et Multi9licium Mensurae Micro-


metvicae (San Petersburgo, 1837), p. 91-93,
48. STEINHEIL, Elemente dar Helligkeitsmersingen am Sternenhimmel (Munich,
1836).
qg. H.W. OLBERS,Uebw die ...
14
Intenta averiguar si del conocimiento de la Vía Láctea se desprende
algún hecho que pueda estar en relación con la extinción de la luz. Para
ello se fija en el poder de penetrar en el espacio -poder resolutivo - del
telescopio de Herschel de 20 pies y compara el valor teórico obtenido
por cálculo con el valor que se despreude de las observaciones que de
hecho se pueden realizar. Halla que el valor teórico supera bastante al
valor deducido de la observación y presenta este hecho como una prueba
en favor de la absorción de la luz.
Para determinar el poder resolutivo teórico del telescopio, Struve
sigue las líneas generales establecidas por W. Herschel en su artículo On
the Power of penetrating into Space by te1escopes.m Para el telescopio de
20 pies halla que su poder resolutivo teórico alcanza hasta una distancia
igual a 74.83 veces la distancia de las estrellas de h." magnitud, o bien
74.83. 8,8726 = 663,94 veces la distancia media de las estrellas de pri-
mera magnitud.
Para obtener el valor a partir de la observación utiliza un cálculo
basado en la ley de agrupación de las estrellas a partir de las observaciones
de W. Herschel y de los catálogos de Argelander y Bessel. Encuentra que
una esfera, que incluyese las estrellas más alejadas que se pueden apreciar
en el reflector de 20 pies, tendría aproximadamente un radio igual a 25.672
veces la distancia de las estrellas de 5.8 magnitud!' Es decir, que el'valor
real sólo es aproximadamente un tercio del valor teórico. Para Stmve
este hecho es una clara prueba de que la intensidad de la luz disminuye
con la distancia en una cantidad superior a la que correspondería exclu-
sivamente a la ley de disminución inversamente proporcional al cuadrado
de la distancia. Por tanto, tiene la pmeba de que a su paso por el espacio
la luz es realmente absorbida. Sus palabras son bien significativas: ((Par
tontes ces considérations, j'ose avancer que nous avons décnvert un fait,
dans leqnel I'extinction de la lumi8re des étoiles s'est manifestfe presque
indubitablement.u62

3. Determinación del valov de la absorcidn

Para determinar el valor de la absorción Struve presupone como


principio fundamental que la luz disminuye en pogresión geométrica
mientras el espacio que recorre aumenta en pogresión aritmética. Toma
como unidad de distancia la de las estrellas de primera magnitud. Sea
h el coeficiente de extinción, es decir, la extinción experimentada por

50. Cf. F. G. W. STRUVE, ftudes ..., p. 23 de las notac.


51. F. G. W. STRUVE, &udes ..., p. 80.
52. F. G. W. STnuvE, ftudes ..., p. 87.
[271 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 1°7
la-unidad de intensidad al recorrer la unidad de distancia y sean p y p'
el poder penetrador (resolutivo) teórico y práctico, respectivamente, del
telescopio. Entonces se verifica la relación

es decir,

de donde

Con Ia unidad de distancia escogida, los valores de @ y 9' para el teles-


copio de zo pies son:
P = 663,94
P' = 227.78
sustituyendo estos valores en la fónnula anterior queda:
~oeficieitede extinción. h, = o,QQ06Sl
Extinción... . ...... . . . .. p, = o.oog34g = -
1
O
'7

igual a ,
Es decir, la luz, a1 recorrer la unidad de distancia sufre una extinci6n
1
de su intensidad.
Para otra distancia cualquiera x , se verifica:

Por tanto, el brillo aparente 5 de una estrella ya no es función exclu-


sivamente de la distancia, sino también de la extinción. La nueva rela-
ción adoptada por Stmve
1
k=-..~r-i
zB

da el brillo aparente de una estrella a distancia x y muestra que la dismi-


nución es mayor que la debida exclusivamente al alejamiento.
Strnve considera que ha fundamentado el hecho de la absorción de
la luz en la base firme de la observación. Por tanto, es evidente que más
allá de determinada distancia la luz de las estrellas es incapaz de produ-
cir ningún efecto sensible en un observador colocado en la Tierra. El
brillo aparente de1 fondo del cielo dependerá exclusivamente de la luz
de las estrellas contenidas dentro de este limite.
4. Conclusiones de Struve

Como resultado de su trabajo, Struve saca las siguientes conclusiones,


que considera en pleno acuerdo con la apariencia que le presenta el cielo.
a ) Gracias al efecto de la absorción, la luz de una Via Láctea ilimi-
tada no puede ser infinita.
b) Las estrellas que pemianecen fuera del alcance del telescopio
de Herschel de 20 pies no contribuyen más allá del 12 por ciento al brillo
de la Vía Láctea.
G) Si prescindimos del efecto producido por las estrellas visibles a
simple vista, el brillo del fondo del cielo en el centro de la Vía Láctea será
o,gzoo7, siendo el brillo total igual a uno.
d ) El brillo total del cielo en la dirección del polo galáctico es única-
mente el o,zz por ciento del brillo en el centro de la Vía Láctea.
e) La relación entre el brillo producido por estrellas de distinta mag-
nitud en ambas direcciones no es constante.
f ) Si prescindimos de las estrellas visibles a simple vista, el brillo
del cielo en la dirección de los polos del plano galáctico es un sexto del
brillo de la Vía Láctea.
Struve finaliza destacando la necesidad de seguir trabajando en
fotometna y en la observación directa para aumentar nuestro conocimiento
de la Vía Láctea.
Pero los resultados de Struve no fueron universalmente aceptados.
Su convicción de que había demostrado científicamente la absorcion de
la luz sería puesta en duda, poco después, por varios astrónomos.

VI. EL PROBLEMA DE LA LUMINOSIDAD DEL CIELO


DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL ACTUAL

1. Perspectiua general

El hecho de que un astrónomo de la personalidad y categoría de


F. G. W. Struve se ocupase del problema de la luminosidad del cielo hizo
nacer entre los astrónomos una corriente de interés por aquel problema.
Durante la segunda mitad del siglo XIX,y como resultado de los tra-
bajos de W. Herschel y de su hijo John, la observación astronómica está
en auge y sigue la trayectoria iniciada por aquéllos. En consecuencia se
aprecia un aumento de la preocupación general por basar cualquier afir-
mación teórica en datos de obsen~ación.Mientras la idea de que el espacio
que contiene al universo es infinito (el espacio euclídeo de la geometría
1291 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 109
clásica) sigue siendo general, las opiniones sobre las dimensiones del uni-
verso y sobre el número de estrellas están divididas:
Muchos astrónomos siguen fieles a la idea de un universo infinito
poblado con infinitas estrellas. Para resolver el problema que se presenta,
además de la hipótesis de la absorción, que, planteada tal como la cono-
cemos, pierde popularidad por falta de evidencia, se presentan otras solu-
ciones nuevas. La Iiipótesis más corriente es la de los c<UniversosIslaso.
Esta explicación está inspirada en los estudios sobre las nebulosas y tiene
su origen en los trabajos de W. Herschel y sus teorías sobre la constitución
del universo.53 Consiste en suponer las estrellas distribuidas en universos
finitos semejantes al nuestro y totalmente aislados unos de otros. El pro-
blema de la luz se obvia, bien suponiendo que entre uno y otro universo
existe ei vacío absoluto, con lo que la luz no puede pasar debido a la falta
de éter, necesario para su transmisión según la teoría contemporánea;
o bien suponiendo que la absorción, en vez de tener lugar dentro de cada
universo, ocurre en el espacio que separa los universos.
Algunos astrúnomos prefieren adoptar como solución la hipótesis de
que existen, juntamente con las estrellas luminosas, infinitas estrellas
oscuras que interceptan el paso de la luz. De hecho, esta explicación la
podemos considerar como una variante de la hipótesis de absorciún.
Otro grupo notable de astrónomos son partidarios de una manera
decidida de un universo finito, primordialmente como resultado de los
datos obtenidos a partir de la observacibn, y también como única posibi-
lidad de solventar el problema de la luz, ya que la absorciúu carece para
los actrónomos de este grupo de base experimental. A pesar de todo, la
absorción sigue teniendo sus partidarios.
Evidentemente, no se pasa de una manera discontinua de una hipó-
tesis a otra ni los limites entre las distintas posturas están bien delimi-
tados. Son muchos los astrónonios que no tienen una posición definida,
presentan varias soluciones posibles e indican, a lo más, sus preferencias
por la que les parece más adecuada. Se insiste mucho, por tanto, en la
necesidad de mayor observación para poder decidir con objetividad entre
una y otra solución. En otras ocasiones, en cambio, las opiniones se radi-
caiizan y las discusiones adquieren posturas de total intransigencia.
Asistimos en fin a la incorporación del universo jerárquico de Lani-
bert en la serie de posibles soluciones, presentada iniciahnente como una
alternativa hipotética sin base real.

53. Cf. M. A. HOSKIN,Wzllzam Hers~heland fhe Construcfion a[ the Hoavens


(Lmdres, 1963).
110 E. MILLÁS VENDRELL I301

2. Ufliuerso'infinito c m in!ilzitas estrellas: Universos Islas

En 1833 poco después de la publicación del trabajo de Olbers Uber


die Durchsichtigkeit des Weltrazkms y años antes de la publicación de los
...
Études por Struve, J. Herscbel estaba dispuesto a aceptar, basándose
en la observación, que el número de estrellas es infinito, aunque sin ana-
lizar las consecuencias de dicha afirmación." Se fundaba en el hecho de
que, al aumentar el poder resolutivo de los telescopios, aumentaba tam-
bién el número de estrellas que podíamos observar y no vefa por qué hay
que poner limite a dicha progcesión. Afirma, por tanto, en una primera
fpoca, que el número de estrellas puede ser realmente infinito.
Anos más tardes5 su opinión es distinta. Sigue defendiendo todavía
la posibilidad de infinitas estrellas, pero sólo en determinadas direcciones.
Sus observacioues sobre la forma y constitución de la Vía LácteaSBy la
constatación de su aspecto variado e irregular le llevan a cambiar de opi-
nión y a afirmar que en algunas direcciones los telescopios pueden penetrar
incluso más allá del limite de la capa de estrellas que nos rodea. Dos hechos
fundamentales le llevan a esta conclusión: uno es el reducido número
de estrellas ((de laq más pequeñas que se ven en determinadas direcciones
y otro es el hecho de que en estas direcciones el fondo celeste es casi per-
fectamente oscuro. Hechos que Herschel considera indicios claros de que
en esas direcciones el universo es finito. Admite, con todo, la posibilidad
de que sea infinito en otras direcciones.
En 1844, W. H. Smyth57 mantiene una opinión similar a la de John
Herschel en 1833. Cita lo que él llama «paradoja de Halley>tsobre el número
de estrellas y afirma que &as son más numerosas que cualquier número
finito,) y que algunas se hallan ;<máslejanas que cualquier distancia finita.
Las estrellas son. pues, innumerables y el universo no tiene líniite. Habla
tanibién de la posibilidad de una multitud de nebulosas distribuidas por
el espacio infinito.
La idea de Universos Islas aparece más claramente en Nichol,58 pro-
fesor de ~strbnorniaen la Universidad de Glasgow. Afirma que el universo
es infinito y que está constitiiido por galaxias semejantes a la nuestra,
separadas por distancias enormes: únicamente tiene sentido hablar de
universo finito si limitamos el significado a nuestra nebulosa.

54. J. F. W. HERSCHEL,Astvonomy (Londres, 1833). cap. XII y especialmente


PP. 373 Y 375.
55. J . F. W. HERCCHEL,Oz~tlinesot Astronomy (Londres, 1849), p. 578-681.
56. J. F. W. HERscaEL, Resrlts of Astronomical Obseniationa at the Ca$e of
Good Hofia.
57. W. H. SMYTH,A Cycle ol Celestial Obyects, 2 vols. (Londres, 1844). p. 270
58. J. P. NICHOL,The Stellar U?ziuerse (Londres, ~ 8 4 8 ) capc.
. z y 3.
[31! LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 111

La niisnia idea, de modo más explicito, la defiende Lardner.sg Afirma


que nuestra galaxia es un universo finito y que universos finitos semejantes
al nuestro están esparcidos por todo el espacio infinito formando Uni-
versos Islas. Como confirmación de su concepción presenta las nebulosas
extragalácticas recientemente descubiertas.
Dentro de esta corriente es interesante la figura de J. E. Gore; sus
ideas, niás o menos desarrolladas. aparecen en varias de sus obras.60 Por
un lado mantiene que el número de estrellas visibles es finito, pero por
otro le repugna un número finito de estrellas en un espacio infinito. Para
obviar la dificultad de la luz, analiza todas las soluciones posibles que
entonces se ofrecían, desde un universo finito en espacio o en tiempo hasta
la absorción por partículas de materia o por algún fluido especial. Per-
sonalmente acepta, como solución más verosimif, los universos Islas to-
talmente aislados unos de otros bien por un vacío absoluto, bien admi-
tiendo la extinción de la luz para las regiones intergalácticas.

3. Universo real finito

Ya hemos visto que J. Hersche1,Bl como resultado de sus observaciones


en el hemisferio Sur, cambió su visión de la Vía Láctea, defendiendo la
opinión de que en muchas direcciones el Universo es finito y de que incluso
llegamos a penetrar en la osctiridad más allá de sus límites. Admitía con
todo la posibilidad de que fuese infinito en otras direcciones.
S. Newcomb insiniía en 1 8 7 8 ~la ~ postura que en 1901 defenderá
más categóricamente en su'obra The S i a r ~ante
: ~ ~la imposibilidad de evitar
la paradoja de la luz en un universo infinito, no nos queda más remedio
que admitir un universo finito; opinión que, además, parece confirmada
por la experiencia, cosa que no ocurre con otras soluciones, absorción y
universo jerárquico, por ejemplo, que más bien parecen en contradic-
ción con la observación.
Otros partidarios decididos de un universo finito son Secchi y Clerke.64
P. G . Tait también parece inclinarse por esta postura en su artículo Light
de la Enciclopedia Británica,B5donde cita lo que él llama <<elcélebre ar-

jg. D. LARDNER, Handbook of Aslronomy (Londres, 1875).


60. J. E. GORE. The Visible Universe (Londres, 1893). caps. 16 y 18.
61. J. HERSCHEL, Oullines ..., p. 579.
62. S. NEWCOMB, Pofiwlar Astrmomy (Londres, 1878).
63. S. NEWCOMB, The Slars, a Stwly of the Universe (Londres, Igor), cap. 14,
64. A. SECCHI. Le S f e l l ~ saggio
, d'Aslronomia siderlrb ( M i l h . 1878) y A. M.
CLERKE,Thc System of the Slars (Londres, 1890). pp. 360 y 380-81.
65. P. G. TAIT,articulo "Lighto de la Encyclofiaedia Bvilannica, 9.8 ed. (Edin-
burgo, 1882). vol. 14. 577-614.
gumento De Chéseanx en favor de un universo finitos. Esto no es exacto;
ya vimos que De Chéseaux creía en un universo infinito, parece más bien
una interpretacihn parcial de Tait.
También el célebre astrónomo Charlier se inclina en 1896a6 por un
universo finito, a pesar de su postura filosófica le predispone en contra.
Pero debe rendirse a lo que él cree es la evidencia observacional. Como
veremos en el capítulo siguiente con más detalle, adopta esta postura
porque parecía que la observación aportaba razones conclusivas en favor
de la pertenencia de las nebulosas a la Vía Láctea y, por tanto, a favor
de un universo finito. Años más tarde Charlier cambiará de opinión.
' el p.",imero
Citemos, aunque sea de paso, dos artíciilos de B ~ r n s . ~En
estudia la distribución de las estrellas a partir de los datos experinientales
como medio que ayude a dilucidar las dimensiones del universo. Admite
como un hecho claro que el número de estrel!as disminuye con la distancia.
En el segundo articulo intenta una explicación teórica de aquel hecho.
De las cuatro hipótesis que presenta, adopta como más probable y más
sencilla la del universo finito en espacio y tiempo. Su artículo es muy equi-
librado y sensato, propio de un científico observador sin excesivo afkn
especulativo. Motivó, con todo, una viva disputa entre los finitistas e infi-
nitistas,Gs de la qiie Burns se mantuvo al margen.
Burns no es el Único que intenta justificar un universo finito a partir
de la observación. 1. Roberts está también en esta línea, en ~ g o r ~ % d u c e
la evidencia de las observaciones fotográficas realizadas en los iiltimos
doce años como prueba de un universo de extensión limitada que incluye
las estrellas y las nebulosas. No excluye, con todo, la existencia de otros
universos posibles desconocidos para nosotros e6 la inmensidad del espacio
infinito.
Otra discusión también virulenta sobre las dimensiones del universo
la ocasionó un artículo de A. R. Wallace en uThe Fortnightly Review>~.~Q
El artículo era un avance del libro que publicaría más tarde" con el mismo
titulo. La idea fundamental era presentar varios argumentos en favor de
un universo finito. Entre los diversos astrónomos que intervinieron en la

66. C. V. L. CHARLIER, Ist die Weit cndlich oder unendlich i n Rnum und Zeit?.
nArchiv für cystematiscbe Philosophieu, 2 , 4 (1896), 977.494.
67. G. J . B u n ~ s Distribvtion
, o / Stars in Sl>ace, otinowledgeo, julio (18gg), 152-
155, y I s the Stellar Unioerse Finite?, «Knowledge,),nov. (1899), zq8-49.
68. Véase los números de Knowledge dc julio, agosto, octubre, noviembre y di-
ciembre de 1899. y de enero, febrero y marro del siguiente año.
69. 1. K o e ~ n ~Photographs
s. o/ tlzo CIu~tavsM 35 nnd V I 17 Geminorum, nKnow-
ledger. zq. 183 (rgor), I r ss.
70. A. R. WALLACE, M a s ' s Place i n the Universe, ~ T h eFortnightly Reviown,
marzo ( ~ g o j ) 395-4".
,
71. A. R. WALLACE,Man's P ~ ~ in c the
P Universe (Londres, 1903). especialmente
el cap. 7: -Are the Stars infinite in Numher?h.
[331 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 1x3
discusión vale la pena citar a Tumer,?2 MaundeP y Flammarion7' entre
los partidarios de un universo infinito, y a A. Clerke75 y Monk7' en favor
de un universo finito.

4. La hifidtesis de Absorcidn: Criticas y revnlorizacidn

La hipótesis de Absorción, cuya validez había intentado demostrar


Struve, se ha de enfrentar con una seria oposición. Una de las primeras
criticas proviene de J. Herschel, quien en 1848 muestra la inviabilidad
de aquella solución,77 ya que el calor absorbido calentada el medio absor-
bente hasta que &te empezase a radiar tanto calor cuanto recibiese.
El mismo argumento lo encontramos años más tarde en T. Zbllner,78
quien objeta a una absorción con pérdida de energia, ya que la absorción
de energía deberiaproducir una gran elevación de la temperatura, equi-
valente en sentido mecánico a la energía de radiación perdida.
En otra ocasión Herschel critica de nuevo79 la solución de Struve.
Esta vez desde otro punto de vista. Destaca la falta de evidencia fun-
damentada en la observación y el hecho de que los datos de que parte
Struve, tenidos por correctos cuando piiblicó su trabajo, no son del todo
exactos, como se puede ver a partir de las últimas observaciones de Hers-
chel, posteriores a aquel trabajo. Esta crítica tuvo eco inmediato en la
obra de J. P. Nichol.80 Un par de años más tarde la recoge R. Grant y la
desarrolla más ampliamente.81 Grant resume el trabajo de Struve y muestra
que la diferencia entre la resolución teórica y efectiva de los telescopios,
presentada por Struve como una prueba de la extinción de la luz, también
se puede explicar suponiendo que la densidad de las estrellas disminuye
al acercarse al límite de la Vía Láctea.
Una crítica semejante por falta de base en la observación se encuentra
en otros muchos autores. Así Huggins.82 quien señala que uno de los pre-

72. H. TURNER,A Re& to Dr. WaJlace. i<FortnightlyReviewu. abril (rgo3),


598-605.
73. E. W. M~uivnER, «Knowledgoir. abril (1903). p. 81-83.
74. C. FLAMARION, «Knowledgei>,junio (1903).
75. A. M. CLERKE, L e t t ~ rto the Editors, ~Knowledgeu,mayo (1903). p. TOS.
76. W. H. S. MONK.Lslter to the Editovs, uKnowledgea, mayo (1903). p. rog-10.
77. J . F. W. HERSCHEL, H~<mboldt'sKoamos, aEdinburgh Reviewn, enero (1848).
Existe una reiinpresión de dicho articulo en Essays f r o n the Edinburgh and Quarterly
Reviews (Londres, 1857). p. 257-364
78. J. C. F. ZOLNER,Uber die Natur der Cometen (Leipzig, r872>,p. 309-jrr.
79. J . F. W. HERscEIEL. OutJines ..., p. 580-81.
80. J . P. NICKOL,The Architecture o/ the Heavens (Londres, 185o), p. rrg-~29.
81. R. GRANT,H i ~ l o r yoi Physical Astronomy (Londres. 1852). cap. 2 1 .
82. W. H u c c r ~ s ,Further obsetwotion on the spectra o/ aome o/ the Nebuiae
with a moda o/ d e t w n i n i n g the brightness oj lhese badies, oPhilosophical Transactionso,
supuestos de Struve. el que la distancia de las estrellas sea inversamente
proporcional al brillo aparente, es erróneo, pues la experiencia demuestra
que no se cumple. Análoga opinión mantienen A. Secchi,a3 A. Clerke.84
J. E. Gore,s5 y S. N e w c ~ m b . ~ ~
C. A. Hirns' también rechaza la posibilidad de la absorción, pero sus
razones son algo diversas. En SU obra analiza desde el punto de vista de
la Mecánica Celeste y de la Termodinámica el movimiento de los planetas,
satélites y cometas en la hipótesis de la existencia de materia interestelar.
Compara despues sus resultados teóricos con los datos que da la observa-
ción, ve que están en desacuerdo y concluye negando la existencia de tal
materia interestelar. El espacio celeste está completamente vado, y la
absorción de la luz no puede tener lugar.
Pero no todo son críticas, todavia quedan algunos partidarios de la
absorción. Una postura intermedia la encontramos en F. Arago,88 pues,
si por un lado critica la absorción tal como la proponen De Chéseaux y
Olbers, por otro, la solución que él propone, la existencia, juntamente
con las infinitas estrellas luminosas de infinitas est~ellasoscuras que inter-
ceptan la luz de aquéllas, se puede considerar comouna variante de la
hipótesis de absorción.
Francamente interesante es la opinión de Schiaparelli en su arricolo
Sulla Distribzczione apparenle delle stelle visibili ad occhio nudo,89 donde
estudia la posibilidad de la extinción. Con los datos de las observaciones
fotométricas de Pickering y aceptando la extinción como hipótesis de
trabajo, llega a la conclusión de que la extinción permite conciliar las
observaciones fotométricas de Harvard con una distribución uniforme de
las estrellas cercanas. La hipótesis, con todo, no es imprescindible, ya que
también resuelven el problema otras hipótesis que analiza en primer lugar.
Además, la absorción sería tan pequeña, que su efecto sobre las estrellas
visibles a simple vista sería nula. Por esto considera la hipótesis superflua
para las estrellas cercanas, i. e., contenidas en nuestra galaxia. En cambio,
cree posible que pequeñas partículas de materia produzcan una extinción
apreciable de la luz de las estrellas más alejadas, extragalácticas, ya que

. . -181. Puede vcrse tambien en W, XUGGINC,S t i e + ~ t i lPi ~~ ~ c Yvol,


- (r8661,
xq6 s , 2 (xgog),
p. 120 CS.
83. A. SECCHI, Le Stelb. ..
84. A. &l.CLERKE, A P O ~ U ~History
DY of Astronony during the 19th Centuvy
(Eclinburgh, 1885). p. 45; véasc también del mismo autor Tke System o/ Ihe Sfavs.
85. J. E. GORE, The Visible Uniuerse.
86. S. N E W C ~ M EThe
, Stars.. .
87. G. A. HIRN,Con~titulio?lde I',??space Céleste (Colmar-París, 1889).
88. F. ARAGO,Astronomie Populaire (París-Leipzig, 185q), vol. I , p. 385 s.. y
también la traducción inglesa Popular Astronomy (Londres, 1855), val. I, p. 247-48.
89. G. V . S c w ~ a ~ ~ n s SuZla
r ~ r , Distribuzione Apperente delle slelle visibili ad
occhio nudo, nPublicazioni del Reale Osservatorio di Brerar, 34 (Milan, 188g), 1-29.
[351 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 1x5

le parece la explicación más sencilla de la oscuridad de fondo del cielo.


Con ella se evita tener que acudir a una limitación de las dimensiones del
espacio o del número de estrellas, o tener que hacer conjeturas sobre la
naturaleza y distribución local del éter transmisor de la luz.
A principios del siglo xx la hipótesis de absorción cobró de nuevo
cierto vigor. Un intento serio para demostrar su validez lo realiza F. W.
Very en I ~ I I .En~ ~su trabajo se muestra partidario de la hipótesis de
extinción como soluci6n de la paradoja de la luz y quiere demostrar que
efectivamente la extinción tiene lugar en el trayecto que la luz recorre
entre las neljulosas estragalácticas y nosotros. Utiliza para ello un metodo
estadístico, en el que hace intervenir el mayor número posible de las
nebulosas contenidas en los Catálogos de J. Herschelsl y del Observatorio
de Lick,sa buscando si hay alguna relación entre el brillo intrinseco, que
por término medio y según su concepción ha de ser el mismo para todas
bulosas, y el tamaño de las nebulosas. Advierte que, sistemáticamente,
el brillo iutrinseco de las nebulosas de menor tamaño aparente es menor,
Una explicación podría ser suponer que las nebulosas aparentemente
más pequeñas son realmente de'menor diámetro y están constituidas por
estrellas de brillo más débil o en menor número. Pero no hay ningún mo-
tivo para postular algún tipo de relacihn sistemática entre las dimensio-
nes reales de las nebulosas y la distancia a que se encuentran; sino que es
más lógico suponer que l a composición de las nebulosas es aproximada-
mente la misma en todas partes y que están distribuidas indiscriminada-
damente respecto a su tamaño real: Si tomamos un número de nebulosas
suficientemente grande, sus diámetros aparentes serán, por término medio,
inversamente proporcionales a ladistancia. La conclusi6n de Very es, por
tanto, que la disminución de la luz,:sufrida por las nebulosas aparente-
mente menores, pero en realidad más distantes, ha sido causada por la
absorción a su paso por el espacio.

j. Aparece como solucidn la hipdtesis del Universo jevcirqz4ico


con densidad decreciente

Al hablar de Lambert en el capítulo 111 y exponer sus ideas sobre la


constitución del Universo, ya vimos93 que, tomando el sistema solar como
base, construía un universo jerárquico de sistemas subordinados. Aunque
90. F. W. VERY,Are lhe Whzte Nebulae Galazzss?. ~AstronornischeNachrichtenu.
189 i ~ ~ r r441-454.
i,
gr. J. F. W. HEnscaE~.A General Catalogue o/ Nebulae and Cluslers o/ Stars.
"Phii. Trans.o (1864). parte 1.
92. Catalogue of Nem Nebulae Discovered o n fhe Negaliues, en el vol. 8 de las
Publicaciones del Observatorio de Lick.
93. Cf. el cap. 111 y J . H.L&MBEn.r, Cosmologis~heBriefe ... . . .
Lambert no lo relaciona, hadamos notar que dicho modelo ofrecía la
posibilidad de solventar el problema de la luminosidad del cielo.
Posiblemente J. Herscbel es el primero que recoge la idea de Lambert
y la aplica a nuestro problema. La primera vez lo hace casi de paco al
criticar, en su Humboldt's Kosmos,gs el articulo de Olbers y, en particular,
su conclusión de que cada punto del cielo brillarfa con una intensidad
igual a la de la superficie del Sol. Herscbel dice que el argumento de Olbers
es inválido, ya que motbing is easier than to imagine modes of systema-
tic arrangement of the stars in space... whick shall strfke away the only
foundation on which it can be made to rest, while yet fuUy vindicating
tbe absolnte infinity of their numben).
La misma idea, esta vez bastante más desarrollada, pero sugerida
siempre como mera hipótesis, la repite Herschel en carta a R. A. Proctor
el 20 de agosto de 1869. La carta fue publicada años más tarde95 por el
mismo Proctor. Años antes, en 1869, Proctor había presentado98 la hipó-
tesis de un universo jerárquico con densidad decreciente como una posible
alternativa; aunque con pocas posibilidades de fundamento en la experien-
cia. Gore recogería m;ís tarde la misma idea, también como hipótesis poco
probable, en su obra The Visible Univer~e.~'Proctor pretende tener la
prioridad en sugerir un unuverso jerárquico como posible solución de
nuestro problema. Ya sabemos que esto no es verdad, hemos visto que
J. Herschel tuvo ya f a idea en 1848; además se puede dudar si Proctor
no derivó su idea de la carta de Herscbel de 1869. En obra posteriorSS
Proctor afirma claramente que no y está dispuesto, a lo más, a conceder
una paridad de intuición.
El primero que acepta el Universo jerárquico como un hecho real
es Foumier d'Albe en su obra Two New Worlds,8* curioso libro. cuya idea
central es mostrar con pretensiones cientificas de muy poco valor, pero
de gran imaginación, que existe una concatenación sucesiva de universos
en la que nuestro universo visible es un mero eslabón comprendido entre
el .microcosmos y el macrocosmos.
Al hablar del macrocosmos, en la segunda parte de su obra, Fournier
#Albe ataca duramente a los principales defensores de un universo finito,
Newcomb, Wallace, Clerke, y se inclina decididamente por un universo
infinito en espacio y tiempo. Sus presupuestos fundamentales son:
94. Cf. Essays irom fhe Edinburgh..., p. 284.85.
95. 'iKnowledgeu,9. 3 (1886), p. 83. Ya con anterioridad, Proctor la habiarepro-
dueido parcialmente en su obra Ofhrr Wo'orldsfhm Ours (Londres, 1870), p. 276, nota.
96. R. A. PnocToR, A New Theory of ;he Uniuerse, oThe Student ind Intellectual
Observero, en tres partes, en los números de fabrero, marzo y abrii de 1869. Cf. esp.
parte 11, p. 110 ss.
97. J. E. GORE,The VÍsiblc..., p. 3~8.20.
98. R. A. PROCTOR, Ofher Wovlds $han Ours (Londres. 1870). p. 276.
99. E. E. FounNrER DIALBE,Two New Wor2ds (Londres. 1907).
[371 LA LUMINOSIDAD DE FONDO. DEL CIELO 117
I. El Universo material tiene extensión infinita en el espacio euclídeo
y duración etema en el tiempo.
2. La ley de la gravedad es válida en todo el espacio y tiempo infi-
nitos.
3. El éter transmisor de la luz tiene las mismas propiedades en todo
el espacio.
Foumier d'Albe muestra que estos presupuestos no se oponen a la
observación; sino, al contrario, que la observación está a su favor. Notemos
de paso que, basta cierto punto, lo que implícitamente Fonrnier d'Albe
postula es el cumplimiento del Principio Cosmológico Perfecto.
Evidenteniente, Fournier d'Albe ha de enfrentarse también con el
problema de la luminosidad. Analiza todas las soluciones posibles y muestra
que sólo dos de ellas son compatibles con sus presupuestos. Una es suponer
la existencia de infinitas estrellas oscuras juntamente con las luminosas.
Otra, suponer que en su universo jerárquico la densidad disminuye a me-
dida que subimos de orden.
La primeia solucibn implicada un universo relativamente compacto
y con una densidad algo mayor que ,la de la Vía Láctea. Como además
falta la evidencia en favor de una gran preponderancia de estrellas oscuras
en nuestro sistema galáctico, Foumier d'Albe prefiere adoptar la segunda
solución: un universo jerárquico con densidad decreeiente. Este modelo,
además de ofrecer una mayor posibilidad para la distribución de los astros.
es más probable desde el punto de vista de la estabilidad y está en conso-
nancia con la idea predominante en la obra de Fournier d'Albe.

VII. DESARROLLO
DEL PROBLEMA EN EL SIGLO xx

I . EL Universo jerárquico de Charlier

La obra de Fonrnier d'Albe, a pesar de su poco valor científico, tiene


el mérito de haber inspirado a Charlier la idea que, desarrollada maté-
máticamente poi &te, daría a los astrónomos la posibilidad de defender
con cierta base cientifica un universo infinito. Ya hemos visto como
Foumier d'Albe'OO para resolver el problema de la luz, ante la falta de
evidencia sobre la existencia de estrellas opacas, se inclinaba por un uni-
verso jerárquico con densidad decreciente. Y esto, no tanto por razones
positivas, sino siguiendo su idea central de jerarquizacióu de universos.
Ya en 1896 manifiesta Charlier su preocupación por las dimensiones
118 E. MILLAS VENDRELL ,[381

del universo.'O1 Escribe su &tículo bajo la influencia de los últimos des-


cubrimientos astronómicos, cuando parecía que el debatido problema
sobre la situación de las nebulosas quedaba resuelto definitivamente a
favor de su inclusión en la Vía Láctea. Charlier tuvo que renunciar, por
tanto, a su visión anterior de que las nebulosas eran exteriores a nuestra
galaxia. Además, el hecho de que las nebulosas estén a.una distancia rela-
tivamente pequeña -los limites de la Vía Láctea - es una prueba de
que el universo no es infinito. Así, pues. la evidencia parecía estar en contra
de la inclinación de Charlier a aceptar, por razones filosóficas,un universo
infinito.
Muy otra es la posición de Charlier algun{s años después.102 Tal como
él mismo narra, la lectura de Foumier d'Albe le sugiere la idea que per-
mite la posibilidad teórica de un universo infinito. Las dos objeciones
fundamentales, gravedad y luminosidad, desaparecerían si el universo
fuese tal que,. al carecer indefinidamente, la densidad media tendiese
a cero.
Charlierc~nstruyematemáticamente ese'universo y luego comprueba
'que ese universo teórico coincide suficientemente con los datos que aporta
la experiencia.Añosmás tarde103 Charlier vuelve a tratar el mismo pro-
blema con más detalle, dándole una soluci6n más perfeccionada. La idea
fundamental consiste en adoptar una sucesión indefinida de. sistemas
]erárquicos:,uiia galaxia d i estrellas, una supergalaxia de galaxias, y así
sucesivamente.
Como, ya vi'rnos,10P la idea de un universo jerárquico se debe a Lam-
bert. Varios autores posteriores la recogen y la sugieren como posible
solución al problema de la luminosidad del cielo, aunque sin base obser-
vacional. Charlier le da forma definitiva: empieza por reemplazar el sis-
tema plenatario de Lambert por el concepto másmodernode galaxia
como elemento base en l a estructura jerárquica. Charlier supone que N ,
estrellas -galaxias de orden G, - forman una galaxia de primer orden
G,: N, de estas galaxias forman una galaxia de segundo orden G,; N, ele-
mentos de orden G; forman una galaxia de tercer orden G3; y a d progre-
sivamente en sucesión indefinida. Los miembros o (<elementoss de cada
galaxia se suponen de dimensiones similares y distribuidos uniformemente
dentro de l a galaxia. Para simplificar el cálculo supone que las galaxias
tienen forma esférica. La solución en caso de forma elipsoidal se obtendría

101. ...
C. V. L. C e a ~ r i ~ n1 s,t die W d t endlich oder unendlich
roz. C.'V. L. CXARLIKR, Wie eine unendliche Wolt aufgebaut siin kann,',:Arkiv
fbr Matematik, Astronomi och Fysiks, 4. 24 (Uppsala, 1908).
103. C. V. L. C i r n n ~ I ~ n , en infinile world may be buill u#, nArkiv fbr Mate-
Hom
matik. .$, 16, 22 (Uppsala, 1922). 1-37.
104. Cf. cap. Zil.
[391 LA LUMINOSIDAD DE FONDO .DELCIELO 119

de manera análoga. Sea R, el radio de una estrella y R, el radio de una


galaxia de orden G,. Entonces, mediante un razonamiento apropiado,
Charlier muestra que tanto la objeción de la luz como la de la gravedad
desaparecen si se verifica la relación:

Es decir. si los radios de las galaxias cousecutivas satisfacen la anterior


desigualdad, entonces la luminosidad total y el potencial gravitatorio
del universo son finitos, ya que ambos vienen representados por series
convergente. Éste es el resultado fundamental a que llega Charlier.
A continuación analiza las implicaciones que esta cosmologia com-
porta, alguna de las cuales vale la pena mencionar. Si vi es la velocidad
de un cuerpo que cae en la galaxia G, desde una distancia indefinida, enton-
ces, a partir de la relación [I] y de

donde Mi es la masa (en unidades astronómicas) de Gi (i. e.: M, = N ,


M;-, = M , N , N ,... N,), halla la relación vi < Nil/4 vi.i.
Otro punto de interés es el movimiento de un elemento G,, en la
galaxia G,. Su ecuación del movimiento será.

Halla también la órbita de este elemento y encuentra una elipse concén-


trica con la galaxia Gi y tal que el periodo de~revolución

es el mismo para todos los elementos, y se puede tomar como el período


de la galaxia.
Evidentemente todas estas conclusiones son vilidas únicamente si
siiponemos como punto de partida que cada miembro G,., permanece
dentro de la esfera R;,ya que en el exterior de esa esfera la relación [z]
no se verifica.
Para poder presentar su teoría como explicación del Universo real,
Chirlier compara sus resultados con los datos de la observación. Consi-
dera evidentemente, como sistema G, a nuestra propia galaxia; pero en
su af5n por construir la galaxia de orden inmediato superior, considera
como otras tantas galaxias G, a todas, o casi todas, las nebulosas descu-
biertas hasta entonces. Tabula a varios miles de dichos objetos y los con-
sidera, junto con muchos otros todavía por descubrir, como los elementos
constituyentes de una galaxia G,. Charlier Uega incluso a intentar dibujar
los resultados que obtiene mediante su fórmula.

2. El 77niverso +~árquicode F . Selety

En el mismo año en que Charlier publicaba estos resultados, F. Selety


defendía una posición parecida en su artículo Beitrüge zzhm Kosmologi~c~en
Problem.'" Con todo, Selety se preocupa fundamentalmente del problema
gravitatorio. Para él la objeción de SeeligerlU6es inválida si se puede cons-
truir un sistema en el que la aceleracihn en cada puilto tienda a un limite
finito. Afirma que esta condición se cumple, si la densidad media en un
punto disminuye más rápidamente que el inverso de la distancia de ese
punto a otro cualquiera. Muestra incluso que se puede construir un sis-
tema que se mantenga en equilibrio, en el cual la velocidad media sea
pequeña, niientras que el potencial y la masa sean infinitos. Este <<murido
con jerarquia moleculars no necesita centro; su densidad media tenderá
a cero, mientras que su densidad local es finita en cada punto.
A este artículo siguió una discusión polémica con Einstein sobre si
el Uamado Principio de gach era necesario a toda teoria.147 Pero esta
discusión se aparta ya de nuestro tema.

3. Aceptacidn de la idea de Universo +rRrquico

A pesar de que la hipótesis del espacio euclideo había sido puesta en


duda y de que la de un universo estático estaba a punto de serlo; con todo,
el sistema de Charlier encontró varios partidarios. La razón fundaniental
es que se la consideraba a la vez simple y eficaz para resolver simultánea-
mente las objeciones de la luz J T de la gi.avedad.
Por otro lado, la soliición de esas dificultades, estática la de Charlirr
y casi estática la de Selety, se conseguía sólo a expensas de introducir
tipos complejos de homogeneidad, de los que no se aducía ninguna evi-
dencia experimental satisfactoria. Era dificil que la opinión de Charlier
fuese ampliamente aceptada antes de la publicaci6n de las.obscrr,aciones
de galaxias realizadas por Hubble en rgz3-25 y de la subsiguiente coiifit-

105. F. SELETY. Beitrdge zzin kosmologischen Problem, "Annalen der Physikn,


68 (Leipzig, 1922), 281.334.
106. Ueb8v das Nawfan!scha...
107 Cf. A. EINSTEIN, «Annaien der Physib, 69 (1922). 436. F. SELETY,iiAnna-
lcn...D. 72 (1923). 58; y 74 (1gz4). 291.
C411 LA LUMINOSIDAD DE FONDO D E L CIELO 121

mación por E. Opik v K. Luudmark. En su estudio de unas 400 nebulosas


extragalácticas, Hubble tomó como hipótesis de trabajo la considera.ci6u
d e que el espacio y las nebiilosas es aproximadaniente uniforme. Llegó
pronto a la concepción de que nuestra &~a?<ia:~ertenece a un grupo local.108
Se conocían desde luego enjanihres de nebulosas, perotodavía era dominante
la creencia de que había una conexión dinámica entre nuestra Galaxia
y el sistema general de galasias entonces observado.Era casi imposible
conseguir una distribución de estas agmpaciones de galaias de fomia
que justificasen la hipótesis de Charlier, y Lundmark, que era partidario
d e esa hipótesis, se vio forzado a admitir que no había evidencia experi-
mental de las aglomeracioues de tercer orden.108
Otros seguidores que merece la pena notar son Silberstein,"o quien
a pesar de ser partidario de la teoría cosinológica de De Sitter, por pare-
cerle la que más se armoniza con los hechos; con todo, para el caso en que
la observación llegare a contradecirla, considera la cosmología de Char-
lier como una buena explicación, que posibilita la existencia de un uni-
verso infinito.
E. Borel en su obra (L'Espace et le Temps»"' cuando habla de la po-
sibilidad de que el universo sea infinito, acepta con simpatía el universo
de Charlier como unaexplicación satisfactoria para el caso en que la hipó-
tesis de absorción, que le parece bastante conforme con la experiencia,
no sea válida. Ya con anterioridad, Borel se había preocupado del problema
d e las dimensiones del universo, intentando hacer formalmente inteligible
la idea de un universo infinito.112
Es interesante también el artículo de R. Fessenkoff.113 donde a la
hipótesis de Charlier de un sistema jerárquico indefinido, incorpora el
hecho experimental de la existencia en el plano galáctico de una capa
d e materia absorbente y de difusión; hecho que extiende a los demás sis-
temas. Busca así las condiciones que han de satisfacer las dimensiones
de los sistemas consecutivos y la absorción en los niedios respectivos.

108. E. HUBBLE.eAstraphysical Journal», 62 (1925). 409; 63 (1926). 263; 69


(1929). 103; 76 (1932)~ 44.
109. K. LONDMARK, <rMeddel.i>,30 (Uppsala, 1927).
110. L. SILBERSTEIN, Theory o! Relatiuity. ed. (Londres,rgzq), apéndice H.
Irr. E. BOREL,~ E S P ~etCleP Temps (París, 1933). p. 242.47.
112. E. BOREL,Ddfifinition avithmdtigua d'une disfribulion de masses s'dtendanl
A l'infini e6 guasa pbiodiyue, awec une densitd moyonne nuile, oComptes Rendues hebd.
de i'Acad6mie de Sciencesn, 174 (Paris, IgZz), 977.79 En relacibn con el mismo tema
...
vease tambien W. D. MACMILLIN,(~ComptesRendues o, 175 (1922).1044-45;A. COSTA.
nComptes Rendues ...o, 175 (1922). 1190-91;F. SELE-ZY, ~ComptesRendues ...o, 177
(1923). 104-5.
113. B. FESSENKOFE, L'Univevs infini et la Luminositd du Ciei noduvne, «Com-
tes Rendues (Doklady) de i'Acad4mie des Scienccs de i'URSSn, 15. 3 (1937).
P a a los sistemas encuentia como luminosidad resiiltante I la misma
serie que Charlier."$

y, por tanto, la misma condición


R;- 1
ni -< I
R:
En el caso de existir materia absorbente y de difusión, encuentra
como luminosidad resultante

donde Si son funciones bastantes complicadas; pero que s610 dependen


.
de la masa óptica total K, Ri del sistema correspondiente !Kies el coe-
ficiente de absorcibn). La serie será convergente si
8, =S, = 6, = ... =Cte.
o bien si
K, R, = K z Rz= K , R, = ... = Cte.

Entre los autores recientes, algunos se interesan por Charlier. Así


Finlay Freundlich,lls quien considera la soliición de Charlier como l a
más aceptable dentro del campo de la relatividad. Otros, Ovenden,"~
Scliatzman,"7 S~iama,~~%610 lo citan como una curiosidac! o como una.
posibilidad remota carente, por ahora, de base experimental.
En conjunto, la solución de Charlier niereció atención limitada: sim-
plemente llegaba demasiado tarde. En aquel momento Einstein Iiabia ya.
dado a conocer su teoría de la relatividad general y los modelos de uni-
verso basados en su teoría de la gravitación polarizaban !a atención de
los cienlificos. Ademks, se habian medido las primeras velocidades radiales
de nebulosas extragalácticas y nada aparecía que hiciese verosímil l a
hipótesis jerarquizante. Hoy día, en cambio, las ideas cosinoló~icasde
Einstein, aunque siguen siendo el punto de partida de todos los trabajos
cosmológicos actuales, son rechazadas o discutidas rn varios puntos. E n
Irq. B. FBCSENI~OFF, L'Uni~.ws infini..., p. 125.
Irs. E. FINLAY-FREUNLICH, cf. su articulo Cosnzology cn International Ency-
clopaedia of Unified Science (Chicago. igsz). 1. 2, 8, p. 505-65.
116. M. W. OVEXDEN, Cosmology and Melagalaxy, oscience Progrecs*,43 ( ~ g j j ) .
58-66.
117. E. SCEATZMAN. Origine et l?volution de l'Uniriers (París, 1957). cap. 7
1x8. D. M'. SCIAMA,The Unitiy of the Univars (Londres, rgsg), cap. 6.
t431 LA LUMINOSIDAD DE FONDO. DEL CIELO 123
cuanto a la subordinación de galaxias en sistemas y supersistemas, piensan
algunos autores, como Vacoulenrs, que nuestro grupo local pertenece
a un superenjambre de enjambres con centro en Virgo. Podría ser que al-
guno de los puntos de vista de Chaxlier alcanzase de nuevo cierta popula-
ridad, pero ciertamente faltan datos de observación para poder decidir
sobre ello.

4. La Sclucidn de MacMillan
Es interesante también, por ser uno de los primeros casos en que se
pone en cuestión el principio de conservación de la masa, la solución pro-
puesta por MacMillan en su articulo On Stellar E v o Z ~ t i o n .MacMiUan
~~
aparece preocupado por dos problemas. Uno es, qué ocurre con la gran
cantidad de energía irradiada por el sol y las estrellas. Y otro, de dónde
procede la energía' subatómica, descubierta bacía poco en los e!ementos
radiactivos y que debe existir en los demás elementos. Se ie ocurre unir
los dos problemas. ya que uno resuelve al otro, y suponer que la energía
procedente del sol y de las estrellas, que desaparece en el espacio, reapa-
rece de alguna manera como la energia subatómica de los elementos. Es
decir, reaparece en la forma de átomos de hidrógeno.
E n su artículo, MacMillan analiza las dificultades que se presentan
en un universo infinito, presentando y criticando ias soluciones que se
han intentado dar. Le parece que Iiay que recumr a una absorción de la
energía por el éter, pero esta energia, al ser absorhida, realiza al@n trabajo.
-&qui surge la posibilidad de que contribuya a la formación de los átomos
d e hidrógeno.
Algunos años más tarde repite la misma idea.'ZO La teoría de MacMillan
era suficientementeverosíniil como para tener partidarios. R. A. Miikan,
uno de sus colegas en Chicago. la usó para justificar el origen de los rayos
cósmicos. Pero. finalniente, en 1935, la hipótesis fue abandonada ante la
evidencia proporcionada por A. H. Compton de que ese proceso de trans-
formación de radiación en materia no bastaba para justificar la alta
energía que los rayos cósmicos poseen en ciertas ocasiones.

5 . El Univefso de Einstein

Vamos a fijarnos en el Universo de Einstein, ya que, al ser finito, el


problema de la luminosidad queda a primera vista resuelto. Einsteinlleg6
a él intentando resolver el problema que presenta el potencial gravita-
torio en un iiniverso newtoniano infinito.
En 1915 Einstein di6 a conocer su teoria de la gravitación, identifi-
cada, de hecho, con su teoria de la relatividad generalizada. Pronto se vi6
que sus ecuaciones de campo, integradas en primera aproximación, con-
ducían como caso límite a los mismos resultados que las ecuaciones new-
tonianas. Es decir, que la teoría gravitatoria de Newton se podía considerar
como un caso particular de !a más general de Einstein. Pero, además, con
la nueva teoría se podían explicar varios fenónienos -la flexión de los
rayos fuminosos por el campo gravitatorio solar, la precesión del perihelio
de Mercurio...-, que quedaban sin justificación en la teoría newtoniana.
IAgicamente, pues, se consideró también la nueva teoría como punto d e
partida para intentar construir un esquema general del universo, ya que
los intentos realizados a partir de la teoria newtoniana no resultaban
satisfactorios.
En la teoría de Newton la órbita que una partícula (astro, planeta ...)
describe alrededor del sol, se considera como el resultado de la compo-
sición del movimiento libre inicial de dicha partícula con el que le im-
prime la fuerza de atracción ejercida sobre elia por el sol. Para Einstein,
en cambio, la trayectoria es simplemente el movimiento de la partícula en
libertad en una región de su espacio. Este es de tal indole, que las geodési-
cas descritas por las partículas ponen de manifiesto las órbitas planetarias.
En la teoría de Newton la masa crea el campo gravitatorio y éste
queda determinado en cuanto se conoce si1 potencial V. En el vacío. V
satisface a la ecuación de Laplace A V = o; y en un espacio de densidad
variable p, a la de Poisson A V = j rc G p siendo G la constante de la
gravitacibn. Para construir su universo. Einstein necesita deducir a par-
tir de SU teorta de la relatividad general las ecuaciones equivalentes.
El intervalo entre dos sucesos próximos, que es independiente del ob-
servador, viene expresado en relatividad general por
d ss = glr d x 'd xX [311

donde las componentes g, del tensor métrico fundamental son funciones


de las cuatro coordenadas. Además, la relación 133 se cumple siempre,
, independientemente de la presencia de campos gravitatorios.
El principio general de la relatividad exige que todas las leyes del
universo se puedan establecer mediante la misnia expresión por todos
los observadores, i. e., que son invanante o covariantes en toda transfor-
mación de coordenadas. Para ello Einstein tuvo que servirse de la geo-
metría de Riemann, más general que la euclidea.
Como expresión equivalente a la ecuación de Laplace, Einstein escogí6
G,. = o ( 1 % = 0.1.z.3) 141
1451 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 125
donde el tensor del primer miembro tiene por componentes los del poten-
cial g,, y sus derivadas primeras y segundas respecto a las coordenadas.
Como ecuación equivalente a la de Poisson adoptó.
G,, - b g,, G = - kT,. [51
el primer miembro es un tensor cuya divergencia es nula para satisfacer
una condición de conservación, ya que la divergencia del segundo miembro
también es nula. T,,es el tensor de energía-momento y k es una constante
que vale 8 n z, constante de gravedad.
Al construir su universo, Einstein quería evitar, evidentemente, las
dificultades que presenta el universo infinito de Newton. El universo ni
podía ser infinito. ni podía tener limites fijos; por tanto, el espacio ocupado
por él no podía ser euclídeo. Einstein escogió el espacio esférico de Rie-
mann, de curvatura constante y positiva en todos sus puntos, pues ni es
infinito ni presenta límites finitos. Al complejo espacio-temporal, que
forma el Universo de Einstein, se le suele llamar cilíndrico, ya que a las
hipótesis de homogeneidad e isotropía añadió la de la independencia de su
mktrica respecto del tiempo y de la existencia como caso limite, en todo
dominio suficientemente pequeño sin demasiada materia, de un universo
euclideo tangente, traducción teórica de nuestra experiencia local coti-
diana.
Este universo es lleno y estático, pero tiene el inconveniente de que
es inestable, por eso ya no se acepta tal cual. Einstein lo ideó. Su interés
para nosotros es que, con la relatividad general. Einstein inició un camino
de gran riqueza y posibilidades para tratar los problemas cosmológicos.
Asi lo demuestran los trabajos y modelos de De Sitter, Friedmann, Le-
maitre, Robertson.

VIII. RENOVADO INTERÉS POR EL PROBLEMA


DE LA LUKINOSIDAD DEL CIELO

x. H. Bondi y su replanteo del problema

En general, las cosmologías contemporáneas no se ocuparon en de-


talle del problema de la luminosidad del cielo hasta que Bondi en 1952
puso de nuevo el problema de actualidadlZ1al subrayar el hecho de la es-
casa radiación de fondo del cielo, insistiendo en la responsabilidad que
tenía toda cosmolo~iade enfrentarse con aquel hecho e intentar explicarlo
de forma adecuada.

121. H. BONDI,Cosmology (Carnbridge, 1952). cap 3.


126 E. MILLÁS VENDRZLL 1461

Ya algunos años antes, cuando juntamente con Gold, y como conse-


cuencia de su aceptación del (,Principio cosmológico plenos, presentaron
la teoría del Estado estacionario122 se encontraron con que tenían que
justificar la situación de gran desequilibrio termodinámico en que se halla
el universo. La expansión les ofrecía una solución adecuada y considera-
ron ese desequilibrio como una consecuencia directa del movimiento de
expansión. Esto equivalía a ofrecer una solución nueva al problema de
la luminosidad del cielo. Esta solución, como veremos, había de tener
gran éxito.
Algunos años mis tarde, al publicar su obra ya citada, Bondi dedica
todo un capítulo a! problema de la luminosidad del ciel0.'2~Empieza cons-
tatando el hecho de la extrema escasez de radiación que llega hasta noso-
tros y advierte como ya en 1826 Olbers se había dado cuenta de este hecho
y había intentado explicarlo. Bondi ignora a los demás astrónomos que
han prestado atención a este problema. Ya hemos visto como el problema
tiene una larga historia y que no iue Olbers, ni mucho menos, el primero
en plantearlo.
Rondi analiza la exposición de Olbers, la contradicción a que llega
y la solución que propone: la hipótesis de absorribn. Muestra que esta
hipótesis nada resuelve, ya que al cabo de un tiempo la materia absorbente
irradiaría tanta energia cuanta recibiese, dejando las cosas igual que
antes.
Dado, pues, que por un lado no existe ninguna explicación satisfac-
toria del tipo absorción y que, por otro, Bond'i no acepta el universo jerár-
quico de Charlier por su complejidad y por falta de base ob~ervacional,'~~
no le queda más remedio que concluir que alguno de los presupuestos de
la argumentacidn de Olbers estará equivocado. Estos presupuestos Bondi
los enuncia así:
a) La densidad y la luminosidad medias de las estrellas se pueden
considerar constantes si tomamos regiones del espacio suficien-
temente amplias.
6) Las mismas cantidades son invariables a lo largo del tiempo.
c ) Las estrellas carecen de movimientos sistemiticos en gran escala.
d) El espacio es euclídeo.
e ) Las leyes corrientes de la física son válidas.
Hay que advertir. por eso, que Rondi reinterpreta a Olbers a partir
de su concepción cosmológica. Estrictamente hablando los presupuestos de

12%. H. Bonoi y T. GOLD. The Stcady-Stat~Theory of ihe Ezpanding Univerre,


oMonthly Notices of the Roya1 Astronarnical Societyn, 108 (1948). 252-70.
123. H. BONDI, Cosnology, cap. 3.
124. H . BONDI,Co~wzology,p. 19.
1471 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 127

Olbers serfan a ) , d ) y e); b) y c) caen fuera de la problemática astro-


nómica contemporánea a Olbers. Pero no creo que haya que escandalizarse
de su inclusión, como hace Jaki en un artículo recient~,~25 ya que de hecho
el presupuesto b), insluído por Bondi coinu consecuencia de su aceptación
del Principio Cosmoiógico Perfecto, se pnede relacionar con la aceptación
por Olbers de un universo infinito en espacio y tiempo. La suposición cJ
es la negación de la expansión del Universo y también se puede aceptar
como un presupuesto de Olbers, ya que entonces eran totalmente igno-
norantes de la posibilidad de este hecho.
Bondi analiza los distintos presupuestos. Primero hace ver que la
paradoja se pnede deducir a partir *e a), b), c) y e ) , sin necesidad de
utilizar d); basta con suponer que el espacio es homogéneo, lo que es casi
un corolario de a). Por tanto, los presupuestos a ) , b ) , c) y e ) no se pueden
conciliar con la observación y al menos uno de ellos ha de ser inválido.
Dado que todas las teorias cos~i~o!ógicasadmiten a) y e ) como válidos,
Bondi estudia solamente si se podria resolver el problema de la lumino-
sidad del cielo cambiando el presupuesto b) o el c).
Si suponemos que b ) no se verifica,,eutonces U , la luniinosidad media
por unidad de v o l n ~ e nserá
, una función del tiempo. Si b) lo consideramos
inválido, i. e. si sólo aceptamos el principio cosmol6gico en sentido res-
tringuido, entonces debe existir un tiempo universal bien definido. En
'este caso, cuando miramos al espacio, de Iiecho estamos mirando al pasado,
y si U (t) es suficientemente pequeño, las regiones distantes no contri-
buirán a incrementar la cantidad de radiación. Fácilmente se puede ver
que la densidad media de radiación en un universo estático (hemos su-
puesto que c) se verifica) con U (1) variable será igual a la integral de
U (1) a lo largo del tiempo transcurrido hasta e1 momento de fa observa-
ción; por tanto, la paradoja de Olbers (o el problema de la luminosidad
del cielo) no se presentaría en un universo estático en el cual los astros
hubiesen empezado a radiar hace un número limitado de años. A partir
del valor de U y de la cantidad de radiación actuales, aquel número se
puede fijar aproximadamente entre ros y 10'~años atrás.

2. Una nueva solucidn: la Exeansidn del Universo

La solución anterior no es del agrado de Bondi; por eso, a continua-


ción, estudia la manera como se puede resolver el problema cuando con-
sideramos la hipótesis b) válida y abandonamos la c). Es decir, admitimos
ia posibilidad de movimientos sistemáticos de las estrellas en gran escala.

125. S . L. Jaicr. Olbers', Hall-y's ...


Bondi se limita a considerar el caso de un universo no estático, pero que
nos presenta siempre el mismo aspecto, ya que es el universo que corres-
ponde a su teoría del estado estacionario. Le interesa hacer ver que en
ese universo la radiación puede ser baja a pesar de que U es constante.
Esto exige que la contribución a la radiación de las estrellas lejanas quede
reducida en gran manera. En el universo que está considerando el único
hecho conocido que pueda producir aquel efecto es el corrimiento Doppler
de la luz: es decir, si las galaxias lejanas se están apartando de nosotros
a gran velocidad: la luz emitida por ellas, al recibirla aparecerá corrida
hacia el rojo y habrá perdido parte de su energía. Si la velocidad de ale-
jamiento de las galaxias es suficientemente grande, la pérdida de energía
puede ser tal que reduzca la densidad de radiación al nivel observado.
Nos encontramos, pues, con que la expansión del universo, hecho corrien-
temente aceptado como explicación del sistemático corrimiento de las
rayas expectrales hacia el rojo, nos ofrece una posibilidad de resolver el
problema de la luminosidad de1 cielo.
Por tanto, si aceptamos el principio cosmológico en su forma rcs-
tringida las soluciones posibles son dos: r) El universo es joven, o bien 2)
El universo está en expansión. Si, como hace Bondi, sólo aceptanios
el principio cosinológico perfecto, entonces la única solución posible
es 2).
Bondi subraya con perspicacia el hecho de que el interesante resultado'
que acaba de obtener se basa tan sólo en la aplicación del principio cos-
mológico perfecto y en la simple observación de ta oscuridad del cielo
por la noche comparada con el brillo de una estrella cualquiera; y apro-
vecha así la ocasión para subrayar a la vez la mayor fuerza del principio
cosmológico pleno y, por tanto, de su teoria.
La postura adoptada por Bondi ha tenido gran kxito y su solución,
que atribuye la oscuridad del cielo a la expansión del universo, ha sido
ampliamente aceptada. Actualmente no hay Cosmología en la que no
aparezca nu capitulo dedicado a lo que todavía siguen llamando ($Para-
doja de Olbers~.La mayor parte de los autores siguen de cerca la exposi-
ción de Bondi, y es dudoso que muchos de ellos conozcan directamente
la obra de Olhers, ya que lo interpretan mal.
El primero que recoge la idea de Bondi y la trata con cierto detalle,
es F. Hoyle.lze Plantea el problema de Olbers, expone brevemente algunas
de las soluciones dadas con anterioridad y acaba por aceptar la expansión
como la explicación más verosimil y de la que tenemos evidencia obser-
vacional. Dentro de la misma línea encontraríamos a Ovenden,lz7Jones

126. F. Hourz, Fronliers of Astronomy (Londres, 1955). cap. 18.


127 M . W . OVENDEN,Cosmology and Melagalnry.
C49I LA LUMINOSIDAD DE FONDO .DEL CIELO 129
et 'alia,'zs Lyttlet0n,l2~Schatzman,'30 S t r ~ v e , ' A~mitage,'~~
~~ Tammann,'33
W~od,'~* Dickson,faS etc. . .
Algunos, como hace Sciama en su interesante obra The Unity o/ thc
Unherse,'3B llegan a afirmar que Olbers podía haber descubierto la ex-
pansión del universo a partir de sn observación de la oscuridad de la noche
en un universo infinito. Yo no lo creo, esta afirmación me parece excesiva
y gratuita. La ciencia no avanza por saltos bruscos; sino con cierta con-
tinuidad, y no es válido proyectar en el pasado nuestra problemática
actual: el tema de la expansión era totalmente ajeno a la astronomía en
tiempo de Olbers. Además, ya hemos visto que Olbers escogió la solución
que le parecía más sencilla: la absorción de la luz por algún medio» inde-
terminado. Así podía resolver el problema sin tener que alterar su concep-
ción fundamental del universo,. Cambios radicales de sistema se realizan
únicamente cuando el sistema antiguo resulta totalmente inadecuado para
explicar la realidad.
Incluso hay quien interpreta a Olbers al revés, como hace Ronan.1"
y también Asimov en su obra The. Universe,138 excelente por otro lado,
donde parece atsibuir a Olbers el origen de las dudas sobre la posibilidad
de un universo infinito; ya sabemos que lo que Olbers pretendía era pre-
cisamente todo lo contrario: justificar la posibilidad deun universo infinito.

3. Trabajos recie~tesrelacionados con las cosmologías actuales

El camino iniciado por Bondi ha suscitado también, aparte de los


que siguen su línea con más o menos literalidad. una serie de trabajos muy
interesantes sobre los problemas que plantea la radiación de fondo en los
modelos cosmslógicos modernos.
Ya previamente a los trabajos de Bondi cabe notar la contribución
realizada por Milne13s en conexión con el modelo de universo uniforme-
mente en expansión introducido por él en 1932. En este modelo, en el
128. G. O. JONESet alia, Atoms and the Univers (Londres, 1956). p. 2x4, 226-30.
129. R. A. LYTTLETON, The Modarn Universe (Londres, 1956). p. 186-92.
130. E. SCHATZMAN, O~igin8et ~ v o l u t i o...,
n cap. 7.
131. O. STRVVE,Some thoughts on Olbers' Parador, aSky and Telescopeu. 25
(1963). 140-42.
132. A. ARMITAGB, Edmond Hallay, p. 195.
133. G. A. TAXMANN, Jean-Philipppe de Loys de Chdseaur...
134. H . C W o o ~Unveililig
, fhe Universe (Sydney, r967), p. so8 s.
135. F. P. DICKSON.The Bowl O/ Aiight (1968). cap. 6.
136. D. W. SCIAMA.The Unity...
137. C . A. RONAN,Changingviews o/ the Uniuerse (NuevaYork, 1961). p. k67-68.
138. 1. Asrxov. The Universe (Londres. 1967). p. 42.
139. E. A. MILNE, U ? o ~ l d - S f v ~ ~and
h < rthe
~ ErPansion o/ t h e . U ~ i v e r ~~Zeits-
e,
chrift für Astrophysikn, 6 (1933). 1-95. . .
momento t, las fuentes luminosas forman un conjunto abierto en el interior
de la esfera de radio ct. Como Milne presupone implícitamente que la lumi-
nosidad media absoluta de una galaxia no cambia de forma apreciable
con el tiempo, tiene que demostrar que la cantidad total de radiación en
cada punto de su modelo se mantiene finita. Milne calcula que la lumino-
sidad aparente de una radiofuente que se aleja con velocidad V comparada
con una fuente estática similar queda reducida por este factor

Como en su modelo el número total de emisores con velocidad relativa


+
en el intervalo (V, V dV) es proporcional a
VD d V
(1 -v=/ca)='
integrando sobre todo el intervalo O 2 V ic, resulta inmediatamente
que la cantidad total de radiación en el origen (V =O),y por tanto en
cualquier punto del modelo es finita.
Siguiendo en la línea de Milne y Bondi, pero con una intención mucho
más general, Whitrow y Yallopl4Qestudiaron la radiación de fondo en
modelos homogéneos e isótropos. Suponen que las galaxias son equiparables
a puntos luminosos y que la absorción intergaláctica es despreciable;
deducen fórmulas generales y teoremas que dan la intensidad total de la
radiación de fondo para varios tipos de modelos.
Mayor interés para nosotros tiene el articulo de Bonnor"' ya que
es el análisis más general de nuestro problema realizado en términos mo-
dernos. Tomando las galaxias como centros emisores y teniendo en cuenta
el efecto de pantalla ejercido por las galaxias cercanas sobre las lejanas.
Bonnor deduce una fórmula que da el flujo de luz en un punto para un
modelo general de universo. Aplica los resultados a varios modelos par-
ticulares, mostrando como por distintos factores en todos ellos queda
reducida la cantidad de luz. En los modelos expansivos el efecto de pan-
talla queda reforzado por la expansión, que disminuye la intensidad de
la luz. Los modelos más corrientes - Einstein, de Sitter, estacionario -
todos conducen a los mismos resultados y en uinglin caso se encuentran
en 'desacuerdo con la observación. Recogiendo la afirmación de Bondi,
de que todo modelo cosmol6gico debe explicar el problema de la lwni-
nosidad del cielo, Bonnor concluye que por ahora no parece probable
que a partirde ese problema se pueda excluir por inadecuado a ninguno
de los modelos cosniológicos existentes.
140 G. J . W ~ i r n o wy B. D. YALLOP, The Background Radiation in Homo-
ganeous Isotra#ic Wwld-Models, M N , 127 (1964). 301-18.
141. W. B. BONNOR, 0s OLbe~s'Paradoz, MN, 128 (1964). 33-47.
[SI LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 131

4. La Paradoja de Olbers para el caso de los Neutrinos

En 1962 Weinberg publicó un articulo (~TheNeutrino problem in


Cosmologya14Z mostrando que se puede presentar para los neutrinos un
problema parecido a la paradoja de Olbers para la luz. Pero en este caso
no se puede recurrir al corrimiento hacia el rojo. como ocurre con la luz,
para resolver la paradoja. En el caso de fotones sólo la energía total tiene
significación física; en cambio, los neutrinos transportan además un nú-
mero cuántico, y el corrimiento hacia el rojo afecta a su energía, pero no a
su niimero. Weinberg muestra que las cosmologias modernas no abocan
a la paradoja para neutrinos, pero cada una por razones diversas: en el
modelo estacionario, que tiene una métrica independiente del tiempo,
la velocidad de los neutrinos se anula más allá de cierta distancia; en los
modelos evolutivos la emisión de neutrinos sólo ha tenido lugar durante
un tiempo limitado; en los modelos oscilantes hay que tener en cuenta
l a absorción, que juega un papel importante durante la fase contractiva.

5 . La solucidn de E. R. Hanison: escasa densidad eslelar

Finalmente nos vamos a fijar en un articulo de Harrison,l4$ donde


muestra que el corrimiento hacia el rojo interpretado como resultado de
la expansión del universo no sólo no es una razón suficiente para resolver
el problema de la luminosidad, sino que influye muy poco para disminuir
la densidad de radiación. Basándose en el principio de la conservación
de la energía obtiene las condiciones que cada modelo cosmológico debe
cumplir para evitar la paradoja. Curiosamente. la condición es la misma
para todos los modelos: el cielo es oscuro por la noche debido a que la
densidad de las estrellas es muy pequeña. Volvemos a una solución de
carácter geométrico del tipo que habia intuido Halley, y con cierto pare-
cido al universo jerárquico de densidad decreciente de Charlier.
Harrisou detem~inala radiación de fondo en un modelo homog6neo
e isótropo a partir de una ecuación diferencial. Supone que V es un ele-
mento macroscópico de volumen siificientemente grande para representar
las condiciones generales de un universo bomogkneo e isótropo. El uni-
verso se puede suponer constituido por un buen niiniero de estos elemen-
tos de volumen con superficie perfectamente reflejante, de forma que en

142. S. WEINBERG, The Neutrino Problem is Cosmology, a11 Nuovo Cimentoa.


25 (1962)~15-27.
143. E. R. ~ ~ A R R ~ S O N
Olbers'
, Paradox and ihe Backgros<nd Radialion Density
i a an Isolvopic Homogeneous Uniuerse, MN, 131 (19651, 1-12,
cada instante las condiciones de radiación aparecen las mismas para
un observador en V y para otro exterior. En cada elemento de volu-
men se verifica:
d ( E V ) + PdV = 8Q [I]

siendo p = 113 E la presión de radiación y 8Q el incremento de energía.


Si el observador en V usa las ecnaciones de la termodinámica clásica para
calcular la radiación emitida por las estrellas obtiene:
--1
VliS dt
( V * @E ) = -
1
4
cS (E, - E )
[21

donde E, es la radiación media de la superficie de las estrellas y el segundo


miembro, por tanto, la luminosidad de las estrellas en V menos la absor-
ción de la radiación de fondo por las estrellas. La expresión [z], transfor-
mada adecuadamente, puede tomar la forma
R'
d
(R4E ) = -(E, - E )
7

siendo r el (kiempo medio de colisións de un fotón.


En un universo estático, R es constante, e integrando [3] se obtiene

pues para t = o, E = o.
Según el principio de conservación de la energía, en un universo es-
tático las estrellas s61o pueden emitir radiación al nivel actual durante
un período finito de tiempo. Por tanto, si E es la frecuencia media a que
la unidad de masa produce energía radiante entonces e t < c2, y para
E- . t
Te
.
I erg g-' . S-', - < 3 10-'0 resultando

Dado que t << T., se sigue que E << Es Es decir, la conclusión de Olbers
E = E , no es cierta, ya que en un universo estático con una densidad de
estrellas semejante a la nuestra el cielo por la noche será siempre oscuro.
Las estrellas no pueden haber emitido radiación con la intensidad actual
v.

por un período de tiempo de 10%&os. Al contrario, como -c" = p,

-
E,
To
si tomamos p, I O - ~gm-* y para E el valor de Bondi,"' resulta a partir
de 153 que las estrellas sólo pueden haber radiado por un tiempo t aproxi-
madamente de 1010 años.

144. H.BONDI,Cosmoiogy, 2.. ed. (Carnbridge, 1960).p. 46.


- í531 LA LUMINOSIDAD DE FONDO DEL CIELO 133
Para modelos no estáticos con n > -I integrando [3j resulta

. .
donde se puede ver que la radiación de fondo es menor que la radiación
en la superficie de una estrella cuando t < (S 3- 1) .T. Si la radiación de
fondo es escasa, no se debe, pues, a que el universo sea no-estático, sino
primordialmente a que es muy grande (del orden de IOW años).
Resumiendo, según la argumentación de Harrison en la actualidad
en nuestro universo la intensidad de radiación es muy pequeña, y el cielo
es oscuro por .la noche, simplemente porque las estrelias están muy sepa-
radas unas de otras o, en otras palabras, porque 7 es muy grande.

A traves de nuestro recorrido histórico hemos podido apreciar el iu-


terés que ha despertado en los astrónomos el problema de la luminosidad
del cielo. Hemos probado que tiene su origen en la Cosmologia de Newton
con su modelo de universo infinito ocupando la totalidad del espacio
euclideo, y que desde entonces hasta nuestros días el tema se halla pre-
sente, en mayor o menor grado, en la problemática astronómica y cos-
mológica. Actualmente el problema cosmológico correspondiente es ex-
plicar la gran escasez de radiación que apreciamos en el espacio que nos
rodea. En cada epoca se han esforzado por resolver el problema de acuerdo
con las teorías y conocimientos astronómicos contemporáneos, dando
lugar a una notable variedad de soluciones. Es interesante apreciar que
en cada ocasión se escoge la solución que encuadra mejor en la correspou-
diente concepción astronómica.
El motivo por el que un hecho tan simple a primera vista, como es
el que el cielo sea oscuro por la noche, tenga importancia significativa
en Cosmologfa es que depende de factores extiernadamente alejados. En
los experimentos de laboratorio manejamos siempre cantidades que pode-
mos alterar y apreciar así la influencia de un factor en otro. En Cosmo-
logia ocurre al reves, la mayor parte, por no decir toda la información,
la hemos de obtener de fenómenos muy alejados, que escapan a nuestro
control y hay el peligro de que esos fenómenos, cuya influencia se aprecia
sólo a largo plazo, no capten nuestra atención debido a su constancia y
a su uniformidad. Y si los llegamos a percibir, tendemos a atribuirles un
carácter evidente y absoluto. Dar una explicación consistente de dichos
fenómenos es uno de los cometidos primordiales de la Cosmologla. Por
desgracia, al enfrentarnos con cantidades que caen fuera de nuestro con-
trol, la comprobación de una teoría se hace muy dificil, ya que no se pueden
aplicar los métodos de verificación usuales en Física. buscando la rela-
ción entre la alteración de los datos y la alteración del resultado. En este
caso hay que limitarse a criterios menos ciertos y objetivos, como pueden
ser la simplicidad de una teoría y su eficacia para explicar los fenómenos.
En esta perspectiva, creemos que en el estado actual de los conoci-
mientos astronómicos, la soluci6n propuesta por Hamson, que acabamos
de ver en el capítulo VIII, es la más adecuada por su simplicidad, por
basarse en el principio universalmente aceptado de la conservación de
la energía y porque la condición teórica que halla -la misma, en lineas
generales, para todos los modelos - está de acuerdo con los datos de
observación que poseemos: 7 , el atiempo medio de colisión» de un fotón
entre la emisión y la absorci6n es extremadamente grande, del orden
de 1028 años, y a esto se debe el que la intensidad de la radiación de fondo
es mucho menor que la intensidad de radiación en la superficie de una
estrella.

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