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La homosexualidad como antagonista de la sociedad

“De todos los pecados,


la sodomía es el más torpe, sucio y deshonesto, y no se encuentra otro más
aborrecido por Dios y por el mundo. Por este pecado lanzó Dios el diluvio sobre la
tierra y por este pecado destruyó las ciudades de Sodoma y Gomorra.
Por lo tanto, mandamos que todo hombre que cometa ese pecado, sea
quemado y convertido en polvo por el fuego, para que ya nunca de su cuerpo y
sepultura se tenga memoria”.
Extracto de los tratados de teología moral de la época
de la conquista.

Muy buen día tengan todos ustedes, alumnos, jurado calificador, maestros presentes y
público en general.
Me dirijo a ustedes para hablarles sobre un tema de gran contingencia social en la
actualidad. Es menester recalcar la importancia de este tema en particular pues hoy por hoy
constituye un factor de discriminación dentro de la sociedad. Sabrán que me refiero a la
homosexualidad vista como una enfermedad y antogonista para la sociedad.
Desde principios de los tiempos o desde que la humanidad tiene conocimiento éste ha sido
un tema tabú dentro de la sociedad, pues aún con la evoluación historica de la aceptación o la
tolerancia, se ha visto una discriminación y una no tolerancia a lo distinto, pudiendo ser ésta una
postura conservadora discriminatoria o simplemente homofóbica.
Es a mediados del siglo XX cuando empieza a haber una gran interrogante sobre este tema,
ya que tanto la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) y la Organización mundial de la salud
(OMS) tenían dentro de sus estatutos declarado la homosexualidad como una enfermedad de
trastorno mental, lo cual trajo una gran incomodidad en la población homosexual pues los tenian
catalogados como enfermos. No es, sino hasta varios años después que comenzaron a tener más
preocupación por investigar las conductas sexuales. Y en 1973 la Asociación Americana de
Psiquiatría (APA) decidió eliminar la homosexualidad del 'Manual de Diagnóstico de los
trastornos mentales' (DSM) y urgió rechazar toda legislación discriminatoria contra gays y
lesbianas. Éste sólo fue el primer paso de un lento proceso de cambio que tardaría en llegar al
resto del mundo, pues hubo que esperar aún dos décadas, hasta 1990, para que la Organización
Mundial de la Salud (OMS), retirara la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. El
concepto homosexualidad terminó por definirse como un estilo de vida y preferencia sexual que
implica escoger personas de la misma identidad sexual como compañeros de vida, pero que no
implican desajuste mental.
Desde eso, con el paso de los años diversas instituciones han tratado de concientizar y
hacerle entender a la humanidad que la homosexualidad NO es un enfermedad. Pero estás
intituciones, asociaciones y personas son solo una parte en el mundo, la otra sigue pensando y
buscando cura a una enfermedad que no existe.
Existen aún muchas personas empeñadas en creer y demostrar esta absurda “teoría”, y
aunque no lo expresan abiertamente, mediante sus conductas no dejan de decir lo intolerantes y
homofóbicos que son. Un clarísimo ejemplo es el psicoterapeuta estadounidense Richard Cohen,
que en su libro titulado “Abriendo las puertas del armario” asegura, mediante un método, “curar”
la homosexualidad no deseada. Richard habla del término homosexualidad como una enfermedad
de la que en los últimos 15 años ha "curado" a decenas de hombres y mujeres ¿Ustedes creen que
este hombre realmente puede ayudar a las personas homosexuales? Este hombre es incapaz de
aceptar lo desconocido, lo diferente; y de rechazar los prejuicios, tradiciones y cánones religiosos,
porque vivimos en una sociedad hostil donde este tipo de personas solo buscan una justificación a
su falta de tolerancia y aceptación.
Nos llamamos “tolerantes” porque aceptamos a personas de otras religiones, a personas de
otras culturas y etnias, sin embargo vemos a menudo en la televisión, en la internet y el periódico
como algunos hombres y mujeres son insultados, discriminados y excluidos por la percepción de
que son gays. Fue precisamente este mes que Amnistía Internacional, declaró en la red, que la
homosexualidad sigue siendo ilegal en más de 80 países y que en diez de ellos aún conlleva pena
de muerte. Entonces señores ¿Cómo podemos decir que somos tolerantes si en pleno siglo XXI
seguimos haciendo estás aberraciones?
Apenas hace un par de meses atrás surgió un video en Youtube en donde se muestra la
reacción de 13 niños, entre los 5 y 13 años, después de mostrarles un par de videos sobre
propuestas de matrimonio gay, uno entre hombres y otro entre mujeres. La reacción de los niños a
estos vídeos y a la serie de preguntas que se les hizo posteriormente es simplemente increíble.
“Eso es lo que me gustaría ver mucho… gays y lesbianas no deberían estar escondiéndose” fue lo
que comentó una chica de once años. Cuando el entrevistador le dice a estos niños que algunas
personas dicen que la gente elige ser gay y que es algo que se puede corregir o arreglar, dijeron
que eso no podía ser posible, que uno no puede mandar a la gente y ser así de malo con alguien.
Incluso un niño de siete años dijo: “el amor es una libertad y no te lo pueden quitar”. Entonces, si
las nuevas generaciones se atreven a aceptar a las personas homosexuales ¿por qué no aceptarlas
nosotros adultos?
Primero fue la esclavitud, luego la mujer no podía votar, hemos progresado muchísimo y
hubo obstáculos en el camino, pero ahora estamos frente a otro obstáculo que nos negamos a
superar por temor e ignorancia.
Si todas las personas alrededor del mundo aceptaran este concepto de homosexualidad
como aceptan el concepto de heterosexualidad, ¡cuántas muertes por depresión, represión y
violencia se podrían evitar! ¡A cuántos jóvenes adolescentes y adultos podrían otorgarles libertad!
Si dejaran de ser tan horribles los unos con los otros y de sentir tanta repulsión por el héroe
del futbol Michael Sam, las cantantes Tegan y Sara Quinn o la actriz Ellen Page cuanto potencial
humano abría y cuan mejor sería este mundo.
En México y alrededor del mundo sigue existiendo la intolerancia a las diferencias
sexuales. Aunque cada vez parece que disminuye, gracias a las campañas contra la homofobia y
las distintas leyes a favor de la diversidad de orientación sexual, la realidad es que aún queda
mucho por hacer. Mientras tanto se seguirá pretendiendo que hay tolerancia y respeto para que
tampoco se diga que hay injusticia.
Albert Einstein dijo una vez hace más de 100 años: ¡Trise época la nuestra! Es más fácil
desintegrar un átomo que un prejuicio. Y déjenme decirles señores, es una lástima que aun
después de un siglo esto no haya cambiado.

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