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Fiducia Supplicans: para una lectura geopastoral y sinodal

No conceder un espacio adecuado a la confrontación inter e intraeclesial, o peor aún,


ignorar la aportación que puede venir de todas las Iglesias, reduciéndola a un problema
de «contexto» y de «cuestiones culturales», que hay que superar con «prudencia
pastoral» y nunca con «una negación total o definitiva de este camino», corre el grave
riesgo de traducirse en una forma de «colonización ideológica». La misma condenada
reiteradamente por el Papa Francisco fuera de la Iglesia.
En un tiempo de heridas, fuera y dentro de la Iglesia, donde la lacra del poder y de los
abusos sexuales sigue sin resolverse, la cuestión homosexual se sitúa en el centro de la
urgencia eclesial. La cuestión en la que la Iglesia ha decidido gastar, para bien o para
mal, su compromiso y la credibilidad de un nuevo rostro. También sobre esto, el
reciente Sínodo de los Obispos hizo un llamamiento para «invertir en ello las mejores
energías».
Bendición de las parejas
Salvo posiciones ideológicas prejuiciosas, lo que ha suscitado dudas en gran parte de la
comunidad católica no es la conocida evidencia de que el amor de Dios se dirige a toda
persona, heterosexual u homosexual, santa o pecadora, como todo hombre y mujer de
este mundo. Tanto más cuanto que «el individuo que pide la bendición -no la
absolución- puede ser un gran pecador, pero no le negamos este gesto paterno en medio
de su lucha por sobrevivir», como afirma el Card. Fernández.

Más bien, lo que hace saltar más de una alarma es el riesgo de una legitimación (¿mal
entendida?) a través de las «bendiciones de parejas»: así se mencionan en la Fiducia
supplicans, y además, en el comunicado aclaratorio posterior se distingue entre las
bendiciones «de la persona o de la pareja».

Un aval que, de resultar real, se referiría a un estatus de vida que tradicionalmente se


nos ha indicado como irregular (no por prohibición, sino por nuestro propio bien,
conviene señalar), todo menos limitado a las parejas homosexuales. Pero al mismo
tiempo un refrendo -hay que subrayarlo- que la Declaración Fiducia supplicans niega
negro sobre blanco, aunque tal vez permita entenderlo entre líneas.

Geopastoral
La urgencia de legitimación, más allá de los casos particulares, parece más bien fruto
del interés propio y consecuencia de la presión de la ideología de género y woke sobre
la Iglesia, como ya ha ocurrido en la agenda política de diversos estados y organismos
internacionales, en otras confesiones cristianas y no cristianas, en la producción cultural
y cinematográfica, y en los estilos de comunicación. A riesgo, en muchos casos, de
retroceder ante el desastre de un totalitarismo mal disimulado.

Y, a la vista de las reacciones de las últimas semanas, que la Declaración Fiducia


supplicans ha «tocado un punto muy delicado, muy sensible», como ha dicho el
Secretario de Estado, Cardenal Piero Parolin, es casi un eufemismo. Pero, ¿el punto
delicado es realmente -sólo- la cuestión homosexual? Más bien parecen ponerse en tela
de juicio dos ámbitos mucho más amplios y diferentes.
El primero es una visión antropológica distinta, que, sin embargo, sería reductivo
atribuir sólo a una oposición entre la cultura occidental homologada y las múltiples
culturas del continente africano, ni a una «rebelión» de las periferias tan queridas por el
Papa Francisco. El aspecto geo pastoral de la Fiducia supplicans es mucho más
complejo y delicado, tanto más cuanto que, a juzgar por lo manifestado desde la
publicación de la Declaración, no es sólo África la que ha adoptado una postura crítica.

Junto a las numerosas Conferencias Episcopales nacionales del continente africano, que
también han llegado a una Síntesis común, hay que considerar de hecho la no menos
clara oposición de la Iglesia greco-católica ucraniana, ya enfrentada con el Papa
Francisco por la conocida «equivocidad» con las partes en conflicto, así como
numerosos obispos de Europa Central y Oriental, América Latina, y casos más aislados
en Francia, España y Estados Unidos.

Sinodalidad
El segundo nervio en carne viva reside en el espacio que se está dispuesto a conceder
realmente a la sinodalidad en la Iglesia. En este sentido, es natural fijarse en la reciente
XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, «Por una Iglesia sinodal:
comunión, participación y misión», el llamado «Sínodo sobre la sinodalidad». Sólo 51
días separan la publicación del Informe de Síntesis de la primera sesión del Sínodo (28
de octubre de 2023) de la Declaración Fiducia suplicans (18 de diciembre de 2023).

«Algunas cuestiones, como las relacionadas con la identidad de género y la orientación


sexual […], son controvertidas no sólo en la sociedad, sino también en la Iglesia, porque
plantean nuevos interrogantes. A veces, las categorías antropológicas que hemos
desarrollado no bastan para captar la complejidad […]. Muchas indicaciones son ya
ofrecidas por el Magisterio y esperan ser traducidas en iniciativas pastorales
apropiadas», se lee en la Síntesis (15, g). ¿Que ya se atisba la Fiducia supplicans?
Ninguna referencia en todo el documento, sin embargo, a la situación de las parejas
heterosexuales u homosexuales irregulares, ya consideradas divisorias. «De diferentes
maneras, las personas que se sienten marginadas o excluidas de la Iglesia a causa de su
situación conyugal, su identidad y su sexualidad piden también ser escuchadas y
acompañadas, y que se defienda su dignidad. […] Escuchar es un requisito previo para
caminar juntos en busca de la voluntad de Dios» (16, h).

Sinodalidad y Camino: ¿una respuesta latina a la Iglesia alemana?


Tras la clausura de la primera sesión del Sínodo, las alas progresistas de algunas Iglesias
occidentales no han ocultado su frustración. Quizá incluso por el método mismo de la
sinodalidad, que corre el riesgo de dar realmente voz (y peso) a toda la Iglesia universal,
y no sólo a sus regiones más ruidosas y ricas. Algunos círculos de la Iglesia alemana,
por ejemplo, nunca han ocultado sentirse «rehenes» del tradicionalismo, cultural y
eclesial, de la Iglesia católica que vive en África.

Dando por buena la lectura ofrecida por el Cardenal Fernández, que ve en la Fiducia
supplicans una «clara respuesta» a las solicitudes de la Iglesia en Alemania, cabría
interpretar la Declaración en un sentido restrictivo, en su reafirmación de la prohibición
de las bendiciones públicas y ritualizadas de parejas en situación irregular, que algunos
obispos y no pocos sacerdotes ya habían aventurado en las iglesias. Por otra parte, la
reacción entusiasta de la Iglesia alemana atestigua claramente cómo la recepción del
documento -¿lo no escrito, el meta-texto, la instrumentalización? – ha superado con
creces la redacción oficial, hasta el punto de la subversión total.

La más trágica necesidad de diálogo parece haber cogido, proféticamente, a la Iglesia en


la onda larga del Sínodo sobre la sinodalidad. No conceder un espacio adecuado a la
confrontación inter e intraeclesial, o peor aún, ignorar la aportación que puede venir de
todas las Iglesias, reduciéndola a un problema de «contexto» y de «cuestiones
culturales», que hay que superar con «prudencia pastoral» y nunca con «una negación
total o definitiva de este camino», corre el grave riesgo de traducirse en una forma de
«colonización ideológica». La misma condenada reiteradamente por el Papa Francisco
fuera de la Iglesia.

ENERO 23, 2024 SIMONE VARISCOOPINIÓN


Fuente: https://es.zenit.org/2024/01/23/fiducia-supplicans-para-una-lectura-
geopastoral-y-sinodal/

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