Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Los riesgos.
Reservados todos los derechos. No se podrá reproducir ninguna
parte de esta publicación, ni almacenarla en un sistema de
recuperación de datos o transmitirla en cualquier forma o por
cualquier procedimiento, electrónico, mecánico, fotocopia, grabación
o cualquier otro, sin invit-ación previa al autor de un café.
Palabras Previas:
Extraña fuerza el deseo que nos mueve a transformar esta empobre-
cida o irremediable realidad, la que cada uno tiene que vivir o dejarse
vivir.
De todos los deseos la escritura encierra un solo sentido: “escribir
es una manera de quedarse a vivir para siempre” y eso sucede cada vez
que se abre un libro se hacen presente “Todos los deseos del escritor”.
Escribir entonces es ese deseo que no muere nunca y que es in-
finito; que pasaran los años y estará ahí aún cuando ni siquiera quede
nadie.
Este libro es la expresión de “Todos esos deseos de O.S.” que nos
deja para dicha y desdicha su lectura.
Su imaginación; la que alimenta estos relatos, fue capaz de crear
un mundo un lugar en donde todo alguna vez aconteció o sucederá.
Relatos que comienzan diciendo que desde alguna parte nos va estar
mirando y riéndose de nosotros. Para alegría y celebración de la vida
misma.
Acá encontraremos voces que llenaran nuestras horas, día y noche.
Historias insólitas y absurdas como la vida misma. . Batallas de super-
vivencias cotidianas y batallas de amores para sobrevivir.
Historias que seguro volverán a su “imaginador” en un ser entra-
ñablemente querido e inolvidable.
Robertino Salvatierra
Los riesgos
OSVALDO SALGADO
OSVALDO SALGADO
PRIMERA PARTE
7
OSVALDO SALGADO
8
LOS RIESGOS
Suma, en cambio, sospechaba que estaba “at have sex” en algún hotel
de mala muerte como venganza por la escena (infundada por cierto) con
que ella lo había torturado dos noches atrás.
9
OSVALDO SALGADO
El tercer día de falta sin aviso de “Z” al Laboratorio disparó una alarma
que puso los sistemas de búsqueda a funcionar. Para mantener el secreto
de sus investigaciones y evitar que los científicos fueran fácil presa de las
potencias extranjeras, en ningún registro estaban sus domicilios reales. Así
que la búsqueda le fué encargada al Servicio de Investigación del Estado.
10
LOS RIESGOS
11
OSVALDO SALGADO
Los agentes entraron a los gritos y pateando todo lo que se les pus-
iera en el paso. Terminamos con las manos esposadas y de jeta contra
el piso. En el camión celular nos encontramos con el turco. La causa la
tiene la Dra. Fernández.-
El “asunto ése” era, por lo menos para mí, lo menos parecido a lo que
tenía registrado como telescopio, en vez del esperado tubo largo que
empezaba más fino donde se pone el ojo y terminaba más grueso en la
otra punta, se parecía más a un termo gordo, corto y recto conectado a
una notebook y montado sobre una cosa llena de articulaciones que se
apoyaba sobre lo único que me resultaba familiar, un trípode.
13
OSVALDO SALGADO
En “La Mezquita”, Sibel se hacía lugar para recordarnos que Azad (el
Turco para nosotros) seguía tras las rejas “mientras ustedes (nosotros)
se la pasan tomandu café y hablandu cosas que nu entiendo” y seguía
refunfuñando en tono bajo y en turco.
Era uno de esos jueves y, al llegar, Suma nos alertó “el que está en
la caja hablando con Sibel es el mismo tipo que fue a mi casa diciendo
que era compañero de Peter”. Levanté la vista, lo ví alejarse y subirse a
un auto oscuro que lo esperaba frente al café. Sibel hacía como que no
había pasado nada.
15
OSVALDO SALGADO
17
OSVALDO SALGADO
19
OSVALDO SALGADO
21
OSVALDO SALGADO
-“No lo vas a poder creer flaco, pero creéme, anoche la rubia se subió
al auto del hijo’eputa de H, y lo sé porque yo tengo bien memorizada
la patente”. El mensaje terminaba allí; no sólo nos quedó la certeza
de lo comunicado por Víctor sino también una especie de nudo en el
pecho. ¿Entonces la tetona estaba entongada con el Doctor H? Si H era
informante de los Servicios, por carácter transitivo ¿Suma también lo
era?...¿Era por eso que ella siempre zafaba antes que nosotros cada vez
que nos encanutaban?
23
OSVALDO SALGADO
(la yapa)
Sin embargo, decía Víctor con cierta parsimonia, nada indica que Píter
no haya encontrado la forma de reencarnarse en algo que le permita re-
anudar lo realizado o, ¿por qué no?, rehacerse de los logros que le robó,
en su anterior existencia, aquel crápula innombrable …quien sabe…
25
OSVALDO SALGADO
-“Diga para que sepamos Sibel, ¿Uds. son alevíes?” La pregunta del
Colo descerrajada apenas ella se había sentado nos sorprendió a todos,
menos a Sibel quien con una sonrisa respondió “¿así que amigu Colo
estudió?, claro, tiene razón, Azad y yo, los dos”.
Fue la tercera vez que el Turco se apareció con otra vuelta de cerveza
que Víctor dijo “¡Pará Turco, ¿qué te dio por tanta generosidad?!” “¿Y quién
LOS RIESGOS
te dijo que soy generoso, el generoso es el tipo que hace varios jueves
llega un poco antes que Uds pide una vodka se queda un rato haciendo
unas anotaciones y deja pagada la vuelta de cerveza que, eso sí, les tengo
que servir en cuanto él se va ”.
27
OSVALDO SALGADO
Más allá, una concha gigantesca se abre exhibiendo una perla trans-
parente dentro de la cual se puede ver una pareja de humanoides con
cabeza de rata copulando con un ángel que está cayendo (sempiterno
costo de su rebeldía), una repentina opresión en el pecho me sacude y
caigo en una suerte de pozo de aire que produce un sobresalto en mi
respiración mientras hacia el Este y entre nubes extraordinariamente
blancas, unas manzanas verdes navegan impávidas y me invitan a
recuperar el aliento. Me dejo flotar entre tanta amigable surrealidad,
miro hacia mis pies y no los veo, compruebo que la Tierra es azul, de ese
azulquenoseexplica y que no necesita explicación, un azul lapislázuli,
de resplandeciente Titicaca, del que surge una serpiente emplumada
que se aparea a mi vuelo y, juntos, ejercitando unos giros espiralados y
simétricos, partimos hacia otro resplandor.
Alli frente a tus ojos estará, justo a la derecha del eje del artefacto de
losa blanca y a tu altura, ese cuadrado beige con un marmolado más
oscuro que dibuja nubes de dudosa seriedad, nubes turgentes, inqui-
etantes, escondedoras, sibilinas. Nubes castañas con bordes diluidos
con esfuminos. Será entonces que descubrirás dentro de ese cuadrado
ennubecido esa cara sonriente con una enorme boca y un sombrero tipo
Peter Pan que se aloja cerca del vértice inferior izquierdo y, muy cerca
de él, comenzarás a divisar lo que podría ser un fox terrier con la cola
parada, que también podría ser una cabeza de caballo, mirando de otro
ángulo, claro. Sobre la mitad del borde derecho surgirá algo así como
un unicornio, aunque en realidad podría ser una cebra….o una cabra
(pero nunca una cobra, bromearás burlonamente). Aunque sí. La cobra
se hará presente justo en el tercio medio del borde superior, enroscada
como hacen las cobras de buena estirpe y las que se ven en los docu-
mentales sobre la India e irás viendo, debajo de ella, una cara barbada y
entonces la cobra podría ser un turbante a la usanza árabe, y hablando
de árabes, cerca del foxterrier/caballo encontrarás, sorprendido, el ojo
de Moira enmarcado por unos cabellos que no son de Moira, pero que,
te dirás, nadie podría asegurarlo pues existen los coi eurs, y que se con-
tinúa, Moira, en una suerte de velo que se confunde con la nube hasta
terminar desapareciendo en la melena de ese ¿león? que fuma una pipa
recostado sobre un partérre de caléndulas en el margen inferior sobre la
línea de pastina marfil. Entonces, inclinándote un poco de costado, con
cuidado para no orinarte los zapatos, encontrarás un largo bigote que
te llevará a lo que creerás un turco con fez y que te recordará aquellas
alfombras mágicas que poblaron tu imaginación de niño. Naturalmente,
como si fueras la Alicia de Dogdson, no resistirás la curiosa tentación de
saber que sucedería si cruzaras la amarfilada línea de pastina hacia los
cuadrados vecinos, tan provocadores, llenos de promesas y aventuras.
Aceptarás el reto, tomarás a la cebra por las riendas, te calzarás el fez y
29
OSVALDO SALGADO
Leonor había quedado huérfana luego del accidente en que los tíos
Laura y Germán se ahogaran cuando el ómnibus en que viajaban cayera
del puente que cruza el río. Desde entonces paseó su adolescencia entre
nosotros, y esto no fue inadvertido.
31
OSVALDO SALGADO
El ruido es poco audible pero me alarma pensar que hay algo roto
dentro del cuerpo de la cámara, con suavidad corro la cortina y alumbro
con la linterna, ahí está, parece el plomo de una bala calibre 32.
I-Investigar
“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén”.
“De algo se puede estar seguro, parece viva”, con esa frase el atildado
y algo anticuado Escribano Bagrale da por cerrada el Acta y la discusión
abierta acerca de las causas de la inesperada muerte de la candidata.
LOS RIESGOS
33
OSVALDO SALGADO
“¿Te diste cuenta”, le dice la Dra. al Inspector, ”que la señora está sin
ropa interior?”. “¿Vos decís que se estaba ventilando?”, “Dalcic, no te
hagas el gracioso, yo no digo nada hasta que la examinemos”, “¿cuánto
tardás?’”, ”mañana, Dalcic, ahora es tarde…mañana, total no se va a ir
a ninguna parte ¿no?” .
35
OSVALDO SALGADO
Dalcic cree inútil explicar que las entradas para llevar al pibe al cine
eran parte del convenio con el dueño de la sala por algo de protección
extra. Mientras Lila lava la loza, sale a fumar al patio y trata de ordenar
en su cabeza los pocos elementos que tiene sobre el caso de la candi-
data, ningún rastro de violencia, nada que sugiera robo. Sabe que debe
cuidarse porque está metida la política. Vuelve a colocar el arma bajo su
axila “tengo que irme” dice y sale.
le explico al fiscal” se dice. Todo está igual con excepción de que falta la
señora. “¿desde cuándo los de Científica actúan tan rápido?” se pregunta.
“¿Pero es o no es?”
-“ Ah, bueno! Por lo que me dice deduzco que usted entró a la escena
del óbito sin molestarse en pedirme autorización…muy bien Dalcic, muy
bien… y a esta hora me viene con historias de cuerpos que se esfuman…
¿por casualidad, no hay muertos que se menean?...¡déjese de joder Dalcic! ”
37
OSVALDO SALGADO
La cabo Armida dice que el que cerró la puerta con llave fue el subo-
ficial Genta y que lo único que ella hizo fue poner la faja. Genta dice que
la última en salir fue la Dra. Eva quien le ordenó cerrar, y eso fue lo único
que hizo, Eva dice que la dejó en el sillón. “¡Carajo!”
39
OSVALDO SALGADO
Ud. sabe Dalcic, tan bien como yo, que ser un eficiente detective no
asegura que sea igualmente eficiente como Jefe de la fuerza. Si tenemos
en cuenta el alto grado de corrupción que se escurre entre todos los
niveles policiales como si fuera una inodora viscosidad, si nos fijamos en
cuánta de esa corrupción es alimentada desde los andariveles políticos
y soslayada por un sector del sistema judicial, si tenemos en cuenta esas
“cositas”, tenemos que coincidir en que su ascenso y designación distan
mucho de ser un premio.
41
OSVALDO SALGADO
se dicen en los pasillos que no hay que otorgarles mucha validez pero
tampoco hay que desoír. Qué, ¿cómo sé yo lo que se rumorea? Ésa es una
pregunta retórica mi amigo.
43
OSVALDO SALGADO
conoce desde antes de ser policía y con quien sé los une una larga amis-
tad, de qué manera, digo, podría jugar en la designación del Ministro de
Seguridad quien, en definitiva, sería su jefe; lo que podría ser entendido
por la gobernadora como que se estaría conformando un sector de poder
ajeno a su completo control. Si a eso le sumamos su conocimiento de
ciertos ingeniosos ardides empleados por la actual gobernadora en su
campaña, yo diría que su actual situación está, por lo menos, siendo
observada. No, no estoy diciendo que creo que Ud. utilizaría lo que sabe
como elemento extorsivo…pero ¿sabemos lo que piensa la gober? Por lo
que sé, y en parte deduzco, la relación entre ustedes tiene un solo punto
en común: Eva. ¿Me equivoco?
“El odio es una tendencia a aprovechar todas las ocasiones para per-
judicar a los demás”; ¿cuánto odio despiertan hasta las más inocentes
acciones? ¿De qué forma uno podría neutralizar el odio? ¿podríamos
neutralizarlo, o sólo adormecerlo? Disculpe Dalcic esta digresión con
forma de soliloquio; pero en estos tiempos parece que el odio es el más
poderoso motor social y no dejo de sentir algo así como vergüenza ajena.
En casi dos mil años desde que Plutarco observara estas cosas nada
parece haber mejorado… ¡qué cagada!, ¿no?
Pero, ¡claro que tiene que ver con lo que veníamos hablando!... y
usted lo está entendiendo ¿verdad? En realidad yo sostengo que en la
construcción del muro de odio los ladrillos están hechos de miedo. Y,
como el miedo reniega de toda racionalidad, dispara las acciones más
estúpidas y alocadas. Habría que preguntarse si en el origen del miedo
no habita muchas veces la inseguridad. El no saber exactamente con
LOS RIESGOS
Por eso, para mí, el odio/miedo nos acecha y en mayor grado si ocu-
pamos algún lugar relevante, como es su caso. Si yo fuera la gobernadora
y sabiendo, como seguramente sé, de su amistad con el Presidente del
Tribunal ¿no sospecharía que usted intentaría pasar de la Jefatura a ser
Ministro de Seguridad? ¿dónde está, si es que hay uno, el límite de su
ambición? ¿por qué no intentaría consolidar un grupo de poder reuniendo
fuerzas de seguridad y sistema judicial, poniendo con ello un condicio-
namiento a mi accionar? … ¡Ah, Dalcic! el poder se afianza sólo cuando
se identifican los miedos porque sólo entonces se pueden elaborar las
estrategias para eliminarlos. Por un minuto, mi estimado Jefe de Policía,
imagine ser la gobernadora y cómo vería que aquel a quien ascendió como
premio a su colaboración durante la campaña electoral se convierta en
una posible amenaza a su espacio de poder ya que, tanto usted como el
Presidente del Tribunal, son políticamente indescifrables para la gober, y
eso no es precisamente tranquilizador para ella; si fueran de alguna línea
política definida sabría cómo actuar…pero ésta le resulta una situación
incontrolable. Por su gesto deduzco que comparte.
45
OSVALDO SALGADO
47
OSVALDO SALGADO
SEGUNDA PARTE
ISLA DE ÑUSTAS
Bajo sus pies, la isla se mece sobre el azul del lago como una balsa
pesada, o un iceberg de roca color bronce entre las demás islas e islotes
que componen este archipiélago fantástico. Cada cual con su color, con
sus cadencias. Otra danza, más lenta.
Como si una vara rígida uniera mi barca con la isla en que ellas se
deslizan (no parecen tener pies, no lastiman el suelo) la distancia que nos
separa no mengua. En vano, mis brazos imponen al remo todo su vigor;
49
OSVALDO SALGADO
Ansío ser flecha, atravesar el espacio y hendir sus carnes; ser capa,
para acercarme y acariciar, para alejarme y volver a acariciar; ser serpi-
ente y enroscarme en esas piernas con sigilosa firmeza; ser el huayno
que las envuelve.
Aflojo el chumpi que rodea mi cintura y lo dejo caer y, con él, el wara
cocoy de fino algodón con el que cubro mi urgencia; sólo mantengo so-
bre mi piel el collar de lapislázuli y jade y las ushutas. Levanto del piso
el chumpi y en sus bordados leo todas las formas en que mis ancestros
me dicen quién soy y quiénes puedo ser; entonces me sumerjo en su
lectura tratando de encontrar el modo en que puedo obtener ayuda.
Veo un burro cruzando un puente, luego un jaguar cazando un pez y
en el siguiente cuadro una serpiente con dos cabezas que surge de una
concha espiralada. Al principio y al final de la faja sendas chacanas vib-
rando en carmines.
con ligeras plumas que, poco a poco, se tiñen con los colores del collar
que adorna mi cuello. Entonces abro los ojos y me elevo, atravieso el
aire, la distancia y los sonidos hasta llegar a sobrevolar las capas, las
pieles, la danza.
ART NOUVEAU
Así fue que llegó a su nueva residencia, la nueva sede del gobierno
estatal, construida para exponer la solvencia y pujanza de la clase gober-
nante de entonces, no muy diferente a la de estos días. Para consolidar
la imagen prestigiosa no dudaron en tomar prestadas, de aquí y allá,
algunas de las propuestas ornamentales de las arquitecturas del Viejo
Mundo, por lo que el nuevo edificio abundaba en referencias a distintos
estilos sin que se entreviera un diseño unificador; en fin, un pasticho
grandilocuente.
51
OSVALDO SALGADO
Y así fue como el inodoro pasó a ser parte de la patricia familia com-
partiendo intimidades de todo orden, como la interminable diarrea que
casi manda al campo santo a la ex primera dama, o los numerosos tal-
los de perejil ocupados en el intento de liberar a la hija de ese feto mal
habido, o aquella vez que el Tio Andrés cayó a su lado a raíz del balazo
que le metió el primito G (la identidad del menor debe ser preservada)
luego de ser violado por enésima vez por el recientemente ascendido a
Obispo. Claro que, en tal oportunidad, la colaboración del médico forense,
el subcomisario de la 1ª, el Fiscal de turno y la prensa no fue gratis; un
conveniente “accidente doméstico” cerró la cuestión y abrió las puertas
del internado del Colegio Marista al primito.
LOS RIESGOS
53
OSVALDO SALGADO
-“¡Felicitaciones!”-cerró Errazú
-“Pero…”
-“¿Cómo?”
-“Su secreto está seguro conmigo … claro que podría dejar de estarlo…
¿entiende? Lo que significa que ya somos socios.”
Un poco por la cotidianeidad y el paso del tiempo y otro poco por una
íntima decisión de Erminda/Erlinda la relación entre los nuevos socios
fue distendiéndose hasta que finalmente se distendieron sobre la cama
de Erlinda/Erminda en cuyo cuarto de baño señoreaba el inodoro art
LOS RIESGOS
a Marinês
Advertencia:
Todos tuvimos, tenemos y tendremos malos pensamientos. Al respecto,
hay quienes sostienen que son las tentaciones que nos presenta Satanás;
otros, con un criterio más naturalista, que son parte de la condición hu-
55
OSVALDO SALGADO
-----------
No nos debe importar cuáles fueron los motivos por los que Dianara
tomó la decisión, ese dia de un mes cualquiera, de cruzar la calle; lo
importante en esta historia deberían ser los sucesos que se produjeron
durante y después que cruzara la calle.
Porque mientras Dianara realizaba los primeros pasos que daban inicio
al cruce de la calle, dos bueyes uncidos a un robusto palo y arrastrando un
pequeño barril que con dificultad se sostenía sobre dos macizas ruedas
de madera, se acercaban, sin conductor y a buena velocidad, por esa
misma calle pedregosa y pasaron raudos tras el sostenido y firme paso
de Dianara.
Tan cerca de ella pasaron que, con una ligera sonrisa, tomó ese acto
como una rúbrica de su decisión, el signo de finalización de una etapa
de su vida.
Claro está que, del otro lado de la calle, estaba la casa de Jacinto.
Y, por extraño que parezca, nunca más nadie supo de aquellos bueyes
sin conductor.
- Te escucho hijo.
57
OSVALDO SALGADO
vaya uno a saber qué fuerzas-, así que lo que restaba era disfrutar de la
fresca sombra y dejar vagar la mirada, inundarse de los aromas, dejarse
atravesar por los colores. A esa hora de la madrugada, de ese nuevo día
de ese mes cualquiera, aún no se registraban movimientos en el camino.
Era fácil imaginar, y así lo hizo, gente desayunando bollos y mate, quizás
algún dulce hecho con la fruta disponible en los alrededores. Desayunos
silenciosos, a veces alterados por la voz de algún niño enérgico y despreo-
cupado, lejos de la carga de asumir el día que iniciaba.
De pronto sintió bajo sus piés que el suelo se tornaba húmedo. Enton-
ces detuvo su andar. Sin moverse, giró su cabeza para comprobar que,
tras suyo, quedaba la marca de sus pisadas en la tierra húmeda, como
un sello, un registro de su paso por allí en una única dirección: ésa que
ahora retomaba más ágilmente, imbuída de una nueva certeza.
59
OSVALDO SALGADO
61
OSVALDO SALGADO
EL OSO BLANCO
Vea tía, voj no le va’crer pero ¡no sabe lo que nos hemos reídu!¿ha
visto la tranquera del aeródromo? ahí mesmito estaba el gringo
LOS RIESGOS
ése, tan sólo, tan alto en medio’el barro’, tan mojau y verlo subir
a la caja del camión, con esa valija rodante, nos daba entre risa
y pena. Y no vá’crer que por alto, quedaba fuera de esa lona
cortita que tiene en la caja el camión del Zacarías y que apenas
nos cubría de esta lluvia funchuda, el mesmito temporal que
vay’uno a sabé hasta cuándo va a durar ¿no?.¡Nos hubiera
visto tia!. Entre nosotros nos codeábamos y nos mirábamos
comiéndonos las risas, ¿quién iba a imaginar al gringo ése n’el
camión?. Bueno, sí claro tía, si Ud. va a tomar la acompaño.¡Jajáy!
¡Y usted lo viera tratando de mantenerse en pié y que la valijita
ésa no se le fuera del camión! Si hasta suerte tuvo pues se le
trabó en la bolsa de Ña Úrsula ésa en que lleva sus gallinitas
para vender nel mercau. Velay tía!, si de yapa venía el Chusku
en el camión ¿se lo acuerda? el de la comadre Tolaba, ése que
anda baboseándose y riéndose sin reírse ¿vió?, el tontito ése
medio asqueroso que anda siempre tocándose,eh?. Bueno, sí
tía, con dos de azúcar, gracias.¡Ah, y mire tiíta! la verdad que el
viaje fué una sola libersión ansina como le cuento,, hasta que
llegamos a la ciudad y el tipo se bajó, amolau y mojau , alto,
con valija y todo frente a la estación del tren.
63
OSVALDO SALGADO
Lucho sordamente con la mujer que pretende invadir con sus bultos
mi reducido espacio, abroquelado en mi asiento, mientras afuera llueve y
atravesamos paisajes algo fantasmales y yo trato de salvar la esperanzada
botella de champagne que ocupa el corazón de mi valija con ruedas.
65
OSVALDO SALGADO
EL TIPO
Hay que reconocer que el tipo era un personaje interesante, esa clase
de especímenes que al irse dejan algo. Considere que, aunque estuviera
un poco chispeado, siempre se notaba su solvencia cultural. Bromeaba
sin caer en el mal gusto y disfrutaba provocando a todo aquel en el que
percibía el suficiente humor como para seguirle el juego.
67
OSVALDO SALGADO
cuchado. Lo que puedo hacer por Usted es convidarlo con otro trago y,
por favor, tenga la amabilidad de mantenerse callado.
Ella tiene un buen cuerpo y también esa edad maravillosa que dice a
gritos que es capaz de practicar un buen sexo. En esa materia, cosa juzgada.
El aire está cargado del aroma azul de las flores de la arboleda que
bordea la calle.
69
OSVALDO SALGADO
-“Yo también puedo hacerte ver el cielo y por ahí te encontrás con
una yegua en vez de un caballo” – escucho que dice insinuante mientras
sorbo de la bombilla.
71
OSVALDO SALGADO
73
OSVALDO SALGADO
Alcira era bella, joven, soltera y con un hijo que había sido la causa de
su destierro. Pero tenía otras cosas más: la firme decisión de no dejarse
avasallar y todas las tierras de alrededor del muelle y la farola. Incluídos
los médanos.
75
OSVALDO SALGADO
CARA DE MÉDICO
Ella había dicho “cara”. Hubiera sido más simple que yo le preguntara,
por ejemplo, cara de qué médico o si ella creía que había una cara de
médico, una de conductor de ómnibus u otra de florista, pero todo eso me
alejaría del objetivo central de esta primera cita, porque era una primera
cita, pactada luego de meses de chats y que, a esta altura, ya se había
ido al diablo. No así la reunión que, todos los viernes, teníamos en el bar
del Gallego con Tucho (né Albert según él), Juanjo (Juan José según él
y sólo él) y Blas (Araujo y no Parera como gusta aclarar), esta vez con el
auxilio del video-WhatsApp para incorporar a la mesa a Blas con gripe.
77
OSVALDO SALGADO
Claro que, viudo y con dos hijos – cuatro y seis- llevar adelante la
cosa no resulta nada fácil así que insistí con una nueva primera cita
esforzándome en la elección de la candidata.
Está claro que no soy el candidato ideal, si es que tal cosa existe,
pero puedo ofrecer un pasar económico razonable y hasta ahí, porque
para ofrecer riqueza y esplendor debería ser financista, profesional de
la política o cualquier otro tipo de corrupto, y sólo soy un eficiente pro-
gramador de sistemas.
-“Yo voy a tomar un vino blanco, ¿y vos?”, lo dijo cuando aún no había
terminado de acomodarse.
- “¿Sauvignon blanc?”-respondí
79
OSVALDO SALGADO
BAILE
81