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Formas puras e impuras del gobierno de Aristóteles.

En la Grecia clásica hay una importante corriente de pensamiento político


aristocrático que se remonta a Heráclito y Teognis, ambos de estirpe noble, y se
manifiesta en un lamento frente a la decadencia de los ideales aristocráticos y la
creciente hegemonía de la democracia y el igualitarismo. Heráclito rechaza el
ofrecimiento del pueblo de Éfeso para que ejerza la función de legislador, indicando
que “la ciudad se rige por una mala constitución” y enfatizando la desigualdad entre
los seres humanos: “Pienso que un hombre vale por diez mil si es el mejor”

La política de Aristóteles es un clásico de la filosofía, en ella se encuentran las


principales ideas éticas y políticas del Estagirita, y aquella famosa frase: el hombre
es un animal político. De acuerdo con este criterio, introduce su esquema de seis
constituciones, que distingue entre tres constituciones justas, monarquía,
aristocracia y Politeia, y tres corruptas, tiranía, oligarquía y democracia.

Para Aristóteles, hay tres formas justas de gobierno:

1. Monarquía: es el gobierno en el que solo un hombre es el soberano;


2. Aristocracia: es la forma en que algunos hombres gobiernan;
3. Democracia (politía): forma de gobierno en que la multitud, el pueblo, ejerce
la soberanía;

Estas son consideradas las 3 formas puras o justas de gobierno. La forma de


gobierno se considera justa/correcta cuando busca atender el bien común de la
Polis (ciudad), es decir, la felicidad de todos.

Cuando estas 3 formas justas citadas anteriormente dejan de buscar el bien común,
degeneran en:

1. Tiranía: es el desvío de la monarquía; cuando el soberano gobierna de


acuerdo con sus propios intereses;
2. Oligarquía: forma degenerada de la aristocracia en que se gobierna
buscando el interés de los ricos;
3. Demagogia: desviación de la república en la que se busca solo los intereses
de los más pobres, y no de todos. Hay un debate sobre la traducción correcta
de este término, algunos traducen como democracia.

Para Aristóteles, la ciudad tiene una finalidad moral que es crear condiciones
favorables para el desarrollo de las virtudes, promover la felicidad de los
ciudadanos, en fin, proporcionar una buena vida.

Aristóteles menciona “La Ciudad es una sociedad establecida, con casas y familias,
para vivir bien, o sea, para llevar una vida perfecta y que se baste a sí misma. […]
La mejor existencia para cada uno en particular y para todos los Estados es la virtud
con bastante riqueza para poder practicarla.”

La ciudad no es un lugar solo para vivir, ni ha sido instituida para defenderse de las
injusticias, tiene esta finalidad de propiciar una vida buena. Y para Aristóteles, tener
una buena vida no significa tener riquezas, como se podría pensar.

El celo por el medio también está presente en el ideal aristotélico de una Ciudad
perfecta. Esa no debe ser ni muy populosa, ni tener poquísimos habitantes, debe
tener un equilibrio, su territorio tampoco podría ser muy extenso.

Los ciudadanos de esta ciudad deberían tener las mismas características que los
griegos, una síntesis de los pueblos europeos y orientales. Los jóvenes debían ser
guerreros, en la madurez consejeros, y en la vejez, sacerdotes.

Para Aristóteles no sólo era importante distinguir las formas de gobierno de acuerdo
con quienes gobiernan, sino también cómo lo hacen, es decir, si lo
hacen bien o mal. Teniendo presente el fin que todo gobierno debe tener: alcanzar
el bien común. Así, el criterio para distinguir cuándo una forma de gobierno es
buena o mala se refiere al tipo de interés que persigue el gobernante: el social o el
individual. Las formas buenas serían aquellas en las que el poder se aplica en la
búsqueda del interés común; las formas malas, aquellas en las que el poder se
ejerce para alcanzar intereses propios. Estas últimas son consideradas formas
corruptas o degeneradas porque van en contra del fin que debe tener todo gobierno;
en ellas el poder político se desvía de su objetivo principal que debe ser, como
dijimos, el bien común.

La clasificación aristotélica de las formas de gobierno ha sido una de las más


importantes, a lo largo de la historia se han elaborado otras tipologías. Entre las
propuestas contemporáneas es de mencionar la clasificación hecha por Hans
Kelsen, que comprende sólo dos tipos de gobierno: la autocracia y la democracia.
Para este jurista, el único criterio riguroso para distinguir los tipos de gobierno es la
manera en que una constitución regula la producción y modificación del
ordenamiento jurídico que caracteriza a un Estado de Derecho. Sólo existen dos
maneras de producir dicho ordenamiento: desde “arriba” o desde “abajo”.
Decimos desde arriba cuando los destinatarios de las normas no participan en su
creación; y desde abajo, cuando sí lo hacen

UNAM • Conocimientos Fundamentales | Filosofía. (s. f.).

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Vieira, S. (2023, 27 enero). Formas de gobierno según Aristóteles. Filosofia do

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