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Apuntes Religión 2º ESO

TEMA 2

1. COLABORADORES DE LA CREACIÓN. SOMOS SERES LLENOS DE CONTRASTES

- La acción humana

Por suerte, o por desgracia, los seres humanos no estamos programados para actuar de
una determinada manera, por lo que continuamente tenemos que decidir qué hacer y
cómo hacerlo. En eso consiste vivir, en ir construyendo nuestra vida con nuestras
acciones y elecciones hechas desde nuestra libertad. No es tarea fácil, pero sí es
apasionante. Muchas veces al día decidimos si hacer una cosa u otra, si elegir una
opción o la contraria. Pensamos, decidimos y actuamos. A veces acertamos y otras veces
cometemos errores, pero no nos podemos quedar quietos sin actuar, no podemos estar
«inmóviles al borde del camino». Somos agentes por naturaleza y no meros
espectadores.

La acción es un acto consciente y voluntario. Por lo tanto, la acción es una característica


especí camente humana, puesto que solo el ser humano es un ser agente consciente y
libre. Decimos que el viento actúa cuando erosiona la roca, que el animal actúa cuando
construye su madriguera, incluso que un ordenador actúa cuando resuelve una operación
compleja. Sin embargo, no consideramos acción a estos hechos, porque ni el viento ni el
animal ni el ordenador lo están haciendo de forma consciente y libre. Un animal ejecuta
acciones, pero está condicionado por su genética. Un ordenador también ejecuta
acciones, pero estas acciones están de nidas por un programa informático
predeterminado.

Toda acción humana tiene una intención o voluntad. Lo especí co de nuestro


comportamiento es que podemos elegir entre hacer una cosa u otra. Si mi intención es
hacer del mundo un lugar mejor, optaré por una opción determinada; si mi intención es

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otra, mi opción también será distinta. Puedo hablar o callar, puedo mentir o decir la
verdad, puedo construir o destruir.

Ahora bien, toda acción tiene unas consecuencias. Y por eso todo ser humano, como
sujeto libre y creador, es responsable de sus actos.

- La libertad

Si podemos elegir entre realizar unas acciones u otras es porque somos libres. Ser libre
es una característica especí camente humana, nuestro mayor tesoro. Nos puede parecer
incuestionable el hecho de ser libres y pensamos que es una obviedad a rmar que cada
uno es dueño de sí mismo. Sin embargo, tiene sentido el debate sobre si el ser humano
es realmente libre. ¿Piensas que eres libre? ¿Qué es la libertad?

Un punto de partida para responder a estas cuestiones es distinguir dos modos


diferentes de entender la libertad: la libertad externa y la libertad interna.

+ Libertad externa. Es la ausencia de obstáculos que nos impiden hacer lo que


deseamos, la ausencia de trabas externas. Somos libres porque podemos hacer lo que
queramos sin que nada ni nadie nos lo impida, dentro del marco legal propio de cada
país. Esta libertad externa depende de la sociedad en la que vivimos, porque toda
sociedad plantea unas normas que limitan y regulan nuestras acciones. Esta libertad
entra en estrecha relación con la idea de justicia. Cuando decimos que una persona
secuestrada o encarcelada no es libre, nos referimos a esta libertad. También se llama
libertad de acción, libertad política o libertad social.
+ Libertad interna. Es la capacidad que tenemos todos los seres humanos de decidir por
nosotros mismos. Somos libres para elegir cómo queremos construir nuestra vida
conforme a nuestros valores e ideales. La libertad interna es la libertad moral,
también llamada libertad de elección o libre albedrío. Y no depende de la sociedad,
sino de uno mismo.

Hablar de libertad externa y libertad interna no es algo contradictorio. Entre ellas


existe una estrecha relación, porque la sociedad hace al individuo y el individuo hace la
sociedad.

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2. ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA

- Nada de este mundo nos resulta indiferente

La vida es el primer regalo que una persona recibe. El segundo regalo es poder vivirla
libremente. Con cada decisión que tomamos, con cada acto que realizamos, vamos dando
forma a este don de la vida, vamos proyectando una dirección y un sentido.

Ser conscientes del don de la existencia, es decir, darnos cuenta de que estamos en el
mundo pudiendo no estar, causa verdadera fascinación y abre un horizonte de sentido.
Pero somos seres de naturaleza tan frágil que no tenemos capacidad para vivir de un
modo autosu ciente. Necesitamos una comunidad cálida, en la que ser cuidados y
atendidos generosamente por otros. Por lo tanto, el cuidar también es un don y a la vez
un pilar de la existencia humana.

Los seres humanos irrumpimos en el mundo. La Tierra, que nos precede, también nos ha
sido dada. San Francisco de Asís nos recuerda que nuestra casa común es también como
una hermana, con la cual compartimos la existencia, y es como una madre bella que nos
acoge entre sus brazos.

En el mundo, todo está conectado. Formamos con los demás seres del universo una
preciosa comunión universal. Para los cristianos, el mundo no se contempla desde fuera
sino desde dentro, reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los
seres.

La dignidad especial que tenemos como personas nos capacita para darnos cuenta y ser
conscientes de que formamos parte de un Todo orgánico y vivo. Nos capacita para
descubrir en la Creación a su Creador. Los cristianos no entendemos esta superioridad
como motivo de gloria personal o de dominio irresponsable sobre el planeta, sino como
una capacidad diferente, que a su vez le impone una gran responsabilidad que brota de
su fe.

- Apostar por otro estilo de vida

Si miras a tu alrededor, descubrirás que nuestra casa común está sufriendo


profundamente. Estamos en peligro por cuestiones como la contaminación, el cambio
climático, la pérdida de la biodiversidad, la falta de agua potable, etc.

¿Qué le está pasando a nuestro planeta? ¿Cuáles son las causas de los daños que está
sufriendo nuestra casa común? Al analizar la situación actual, comprobamos cómo el

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modelo de crecimiento de los últimos siglos no ha signi cado en todos sus aspectos un
verdadero progreso integral ni una mejora de la calidad de vida. Los seres humanos
hemos crecido pensando que éramos los propietarios y los dominadores de la Tierra y
que estábamos autorizados a expoliarla.

El consumismo exagerado y el abuso desmesurado de los recursos del planeta han


producido una devastación medioambiental grave, un deterioro de la vida humana y una
degradación social profunda. ¿Qué ha pasado con esa preciosa comunión universal? La
armonía inicial entre el Creador, la humanidad y todo lo creado se está destruyendo por
haber pretendido ocupar el lugar de Dios. En la raíz de esta ruptura está el egoísmo,
que provoca la violencia y la destrucción.

Al menos, aún estamos a tiempo de reconocer de qué modo estamos ofendiendo a la


Creación de Dios con nuestras acciones y podemos cambiar de forma de vivir. Este
cambio conlleva una conversión ecológica interior, un cambio en el corazón que oriente
nuestras decisiones y acciones hacia el bien común. Se trata de asumir nuestra
responsabilidad en el mundo y aportar lo mejor de nosotros mismos para transformarlo
en un lugar más fraterno y habitable.

La espiritualidad cristiana propone una conversión ecológica integral, que brote desde el
corazón y se irradie hacia los demás.

Esta conversión profunda consiste en conjugar diversas actitudes que movilicen un


cuidado generoso y lleno de ternura. Estas actitudes son las siguientes:

+ Reconocer el mundo como un don recibido del amor del Padre. Este reconocimiento
provoca actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos. También implica la
amorosa conciencia de estar conectados con los demás seres. Cada criatura re eja
algo de Dios y tiene un mensaje que enseñarnos a los demás.
+ Desde esta lógica del don, debemos comprender de otra manera la libertad. Ser libres
no consiste esencialmente en elegir, sino que consiste en liberarse. Es libre el que
libera el don que tiene en sus adentros y lo irradia fuera de sí mismo, compartiéndolo
con los demás. Tenemos que conseguir liberarnos del egoísmo que nos hace estar más
atentos a lo que nosotros queremos que a lo que los demás necesitan.
+ Salir de uno mismo e ir al encuentro de los otros. No basta con que cada uno sea
mejor individualmente. Para resolver una situación tan compleja como la que afronta el
mundo actual, tenemos que trabajar conjuntamente por un mundo mejor. La conversión
ecológica que se requiere para crear cambios duraderos es también una conversión
comunitaria.

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