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RESEÑA No. 04: DEBATE HART – DWORKIN.

Hart, propone una distinción en las normas de Derecho: reglas primarias y reglas
secundarias. Las reglas primarias imponen deberes, como las obligaciones civiles.
Mientras que las reglas secundarias otorgan potestades a los particulares o las
autoridades públicas.
Adicionalemnte, Hart dice que,las reglas secundarias se dividen a su vez en tres
categorías: (I) reglas de cambio, que son las que dan facultades a los particulares y
a los legisladores para crear reglas primarias; (II) reglas de adjudicación, que son
normas sobre el ejercicio de la función judicial y; (III) regla de reconocimiento, de
particular importancia en la teoría Hartiana, pues es la que le otorga validez al
derecho vigente.
Dworkin dice que, además de las reglas, entendidas como pautas de conducta, el
Derecho se conforma por otro tipo de normas que se denominan: principios.
Respuestas correctas en los casos jurídicos difíciles
Según Dworkin, en los casos difíciles, es decir, aquellos en los operadores jurídicos
experimentados no llegan a solución jurídica común, los jueces no pueden decidir
de forma discrecional, como afirma Hart, pues si así fuera, el juez invadiría la función
del legislador.
Lo anterior en razón a que, el juez al dictar su sentencia no debe crear derechos,
sino ratificar o negar los derechos que los sujetos tenían antes de llegar a su
despacho.
Los principios son las herramientas que facilitan al juez buscar las respuestas
correctas en los casos difíciles. Para Dworkin, si existe una única respuesta
correcta en los casos difíciles pues, según el autor, así lo demuestra la práctica
común, ya que los abogados y jueces dicen que “las normas correctamente
interpretadas determinan un solo resultado, y ofrecen argumentos para sustentar
esa posición”
Crítica de Dworkin a Hart Respuesta a las críticas que propone
Dworkin

 El que a los jueces le sean confiadas


Critica a discrecionalidad del juez: facultades legislativas -cuya regulación
no está prevista en el Derecho- puede
Los jueces por lo general no son ser considerado como un precio que hay
elegidos, y en una democracia se que pagar para evitar la inconveniencia
afirma, solo los representantes de recurrir a métodos alternativos de
elegidos por el pueblo debieran tener la regularlos, tales como referirlos a la
facultad de legislar. legislatura;
 La delegación de facultades legislativas
limitadas al ejecutivo es un rasgo
conocido de las modernas democracias
y una delegación semejante al poder
judicial no parece constituir una
amenaza mayor para la democracia.

Derecho incompleto:  Las reglas y principio jurídicos


identificados en términos generales con
Dworkin rechaza la idea de que el los criterios suministrados por la regla
derecho pueda ser incompleto y deje de reconocimiento poseen con
vacios que deban ser llenados por el frecuencia lo que he denominado
ejercicio de una discrecionalidad que “textura abierta”, de manera que cuando
crea derecho. el problema reside en decir si una regla
dada se aplica a un caso particular, el
derecho no puede determinarlo y por
esta razón resulta ser parcialmente
indeterminada.

Criterio de validez:  Una prueba moral puede ser una prueba


para el derecho preexistente solo si hay
El positivismo débil, en cuanto permite hechos morales objetivos, sin embargo,
que un criterio de validez jurídica sea es una filosofía controvertible; de no
en parte una prueba moral, incurrirá existir tales hechos, el juez a quien se le
según Dworkin en una inconsistencia. pide que aplique una prueba moral, solo
puede entender este requerimiento
como el llamado a la discrecionalidad de
crear la ley según su comprensión de la
moral y sus exigencias.

Para la explicación de su teoría, Dworkin acude a un juez ficticio llamado


"Hércules", capaz de conocer e interpretar correctamente todos los principios y
normas relevantes en un sistema jurídico, y por ende el único juez capaz de
determinar una única respuesta correcta en un caso difícil. Como ese juez no existe,
la finalidad de Dworkin es la de representar en él, el derrotero hacia el que los
jueces deberían dirigir sus actuaciones.

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