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CONTACTO
Respeto a la nación.
Respeto y obediencia a los padres.
Honor a los amigos.
Justicia y omisión a la violencia innecesaria.
Valor.
Cortesía Integridad
(Ye Ui) (Yom Chi)
Autocontrol Perseverancia
(Guk Gi) (In Nae)
Espíritu Indomable
(Baekjul Boolgool)
La voluntad es una joya que tiene buena venta en el mercado, y el que la tiene posee
un tesoro.
1.
La voluntad necesita un aprendizaje gradual que se consigue con la repetición de actos
en donde uno se vence, y lucha, y cae y vuelve a empezar. A esto se llama en psicología
"habito", es necesario adquirir hábitos positivos.
2.
Para tener voluntad hay que empezar por negarse o vencerse en los gustos y
estímulos e inclinaciones inmediatas.
Saber hacer atractiva la responsabilidad, el deber y las exigencias concretas. La
voluntad libera. La liberación que trae la voluntad consiste en apartar obstáculos, allanar
el camino para hacer lo que se había programado, para ir consiguiendo que los sueños se
hagan realidad poco a poco.
Cualquier aprendizaje se adquiere más fácilmente a medida que la motivación es
mayor.
El que no sabe lo que quiere, el que no tiene ilusión de alcanzar algo, es difícil que
tenga la voluntad pronta y dispuesta para la lucha.
3.
Es fundamental tener objetivos claros, precisos, bien delimitados y estables.
La cabeza no tolera la dispersión de objetivos. Ni tampoco querer abarcar más de lo que
uno puede.
Querer es pretender algo concreto y renunciar a todo lo que distrae y desvía de los
planes dibujados.
4.
Las grandes ambiciones, las mejores aventuras brotan de un pequeño riachuelo que
crece y se hace caudaloso a medida que la lucha personal no cede, no baja la guardia,
insistiendo una y otra vez. Lo importante es dar pequeños pasos hacia arriba.
5.
Uno no hace lo que le apetece, ni lo más fácil ni escoge el camino más blando, sino
que se dirige hacia lo que es mejor. Cuando la voluntad es más sólida, ya esa persona ni se
plantea el cansancio o lo que es su apetencia, sino lo que sabe que será más positivo
para ella de cara a los planes diseñados.
6.
Una persona con voluntad alcanza las metas que se había propuesto. El orden,
la tenacidad, la disciplina, la alegría que no desfallece y la mirada puesta en lo alto del
camino. El compararse con otros, el mirar demasiado las vidas ajenas puede ofrecer esta
cara negativa de no disfrutar con lo que se tiene, deseando lo que no se tiene.
7.
Es importante llegar a una buena proporción entre objetivos e instrumentos.
Buscar la armonía entre fines y medios. Intentar una ecuación adecuada entre “actitudes”
y “limitaciones”. Pretender sacar lo mejor que hay en uno mismo, poniendo en juego la
“motivación” entrelazada de “ilusiones” junto al orden, la constancia, la alegría, la
autoridad sobre nosotros mismos para no ceder ni un ápice en lo propuesto.
8.
Una buena y suficiente educación de la voluntad es un “indicador de madurez
de la personalidad” cualquier avance de la voluntad se acrecienta con su uso y se hace
más eficaz a medida que se incorpora con firmeza en el patrimonio psicológico en donde la
voluntad brilla con luz propia.
:
9.
La educación de la voluntad no se termina nunca. Y que además el haber
alcanzado un buen nivel no quiere decir que se esté siempre abonado al mismo. También
hay que citar la desorientación de la sociedad actual: tan permisiva y con pocos valores de
referencia, lo que impide ver ejemplos positivos a su alrededor que puedan ser servidos
como “modelos de identidad”. Los perdedores y los triunfadores no se hacen de un día para
otro, sino después de años de dejadez y abandono, de empuje y obstinaciones repetidas.
10.
Hoy en la gente joven se da con relativa frecuencia lo que yo he llamado la filosofía
de lo que me apetece: “es que no tengo ganas, es que no me apetece, eso me cuesta
...” por este derrotero se llega a ir teniendo una personalidad débil, caprichosa, blanda,
veleta que gira según el viento del momento, inconstante, incapaz de ponerse metas y
objetivos concretos, a merced del primer estímulo que le llega de fuera y le hace
abandonar lo que estaba haciendo.
El que tiene educada la voluntad, después de una brega pertinaz consigo mismo, sabe
lo que es la alegría. La alegría es un puente que está por encima del placer y por debajo de
la felicidad, porque el que lucha está siempre contento. Y el resultado es un hombre recio,
sólido, firme, consistente, que no se desanima fácilmente.
Y como telón de fondo, el esfuerzo por sacar lo mejor que tenemos dentro. Dicho de
otro modo: la felicidad es un estado que consiste en intentar sacar el máximo
partido a nuestras capacidades, mezclando la lucha tenaz con la alegría.
Humildad
La humildad proviene de hacer nuestra tarea con dedicación,
de entregarnos a ella dócilmente, y de avanzar con calma.
Humildad es dedicación hasta el punto de no pedir nada a cambio. Si tú
no amas la tarea el cien por cien, en algún momento, te resultará
agobiante y, por lo tanto, exigirás algún tipo de reconocimiento.
Cuando te gusta lo que haces, solamente tienes en cuenta lo
que es bueno para tu trabajo, y no para ti. Tomas de todos y de todo
sólo lo que necesitas para completar tu tarea, nada más. La humildad es
una fuerza que atraviesa las fluctuaciones mentales y nunca se apoya
indebidamente en nadie ni impide a otros hacer lo que quieren hacer, ni
les quita energías.
Una persona humilde nunca cesa de aprender, pero nunca considera a nadie,
en particular, como su maestro. Una roca puede enseñar a alguien humildad, si justo se
encuentran ambos en el lugar y en el momento preciso. Elige un maestro conscientemente
y tendrás siempre que repetir: “El/ella es mi maestro”. Tú te has posicionado y, por lo
tanto, detenido. Es mucho mejor seguir marchando con el ojo atento a las lecciones
espontáneas. No es necesario el reconocimiento o la creación de un conjunto de principios
preimpuestos. La vida es lo suficientemente rica.No hay nada que comprar.
Resulta extraño que una de las condiciones más importantes de la humildad sea un
fuerte sentido de identidad: perder el “mi” de la vida pero nunca el “yo”. El sentido
de quién eres realmente, de los altibajos de tu personalidad, tus valores y tus partes no
explotadas, todo esto tiene que conocerse y entenderse bien, pero, al mismo tiempo, debe
haber una disposición a liberar todo eso y observar cómo la vida puede llegar a utilizar los
:
aspectos más “espinosos” de nuestra personalidad, si fuera necesario enlazar todo. Como
si se envolviera un bonito obsequio. Si tú no puedes ser el obsequio, al menos será posible
que seas el papel y la cinta. Si no existe un sentido de identidad, es difícil aprender de
alguien. En lugar de aprender de esa persona, querrás ser ella.