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Época prehispánica en México

Antes de la conquista por los españoles en el siglo XVI, lo que es ahora México
fue habitado por pueblos de culturas avanzadas que interactuaron entre ellos en
diverso grado, en el tiempo y el territorio. De aquella época sobresalen la cultura
Olmeca, la Tolteca, la Teotihuacana, la Maya, la Náhuatl y la Totonaca, la
Zapoteca, la mixteca la tarasca entre otras.

Este periodo de México, de la época prehispánica o Precolombina, va desde 2500


a.C. al año de la caída de Tenochtitlán, las civilizaciones se asentaron en el
centro, sur y suroeste del país principalmente.

Periodo Preclásico ó Formativo 2500 a.C - 200 d.C.: Prácticas Agrícolas


incipientes, vida sedentaria en aldeas y ciudades. Primeros centros ceremoniales
con construcciones de estructura piramidal, plataformas y plazas. Religión
Politeísta, culto a la fertilidad principalmente. Inicio de Organización social con
Jerarquías. Inicio de intercambio de Productos e Ideas. Inicio de Conocimientos
matemáticos, médicos, astronómicos, técnicos y artísticos.

Periodo Clásico 200 d.C. - 900d.C.: Practicas agrícolas con avanzadas sistemas
hidráulicos, construcción de grandes ciudades y arquitectura monumental, religión
Politeísta, sociedad teocrática fuertemente estratificada. Comercio intensivo.
Consolidación de conocimientos matemáticos médicos etc.

Periodo Posclásico 900d.C - 1521 d.C.: Prácticas Agrícolas con avanzados


sistemas hidráulicos, Influencia de Pueblos guerreros del norte, religión Politeísta,
Sociedad teocrática fuertemente estratificada. Comercio intensivo, pago de
tributos. Perfeccionamiento de los avances tecnológicos y científicos del clásico.

Hace acerca de cinco mil años, en el México Prehispánico se cultivaban


prioritariamente- el maíz y el frijol, y se domestico el guajolote, por lo que la base
alimenticia estaba completa. Las ruedas inventadas en nuestro continente tuvieron
aplicación ritual o se utilizaron en los otros lados. En el México Prehispánico se
construyo una extraordinaria, compleja y rica cultura dominada por la región.

Se le reconoce al México Prehispánico por tener una rica cultura, mucho


conocimiento y sociedades muy bien establecidas y orgullosas. Su principal
economía era la agricultura y el comercio.

Las civilizaciones prehispánicas estaban formadas por diversos grupos sociales:


gobernantes, sacerdotes, jefes militares, comerciantes, guerreros, artesanos,
agricultores, etc. También fueron excelentes astrónomos y matemáticos.
El hombre intervino en los procesos de las plantas utilizando como fertilizante el
agua rica de nutrientes del fondo del lago y pudo incrementar su productividad y
asegurar su sustento desarrollando sistemas de riego adaptándolas a sus
necesidades

Los nativos se especializaban en diferentes actividades todas de una gran


importancia: monumentalidad, orfebrería, minería, indumentaria, agricultura, pesca
etc. Luego se procedía al intercambio de noticias y de sus riquezas por otras en
los grandes mercaderes y mercados, en estos mercados también se vendían
medicinas para tratar la fiebre, mordeduras de serpiente etc.

Obras hidráulicas.

Como es bien sabido, la agricultura intensiva constituyó la base económica


fundamental de las culturas mesoamericanas y para tener éxito en sus cultivos,
aprovecharon las fuentes cercanas de aprovisionamiento de agua. Con este fin los
tempranos agricultores construyeron ingeniosos canales de irrigación que
conducían el vital líquido desde manantiales y ríos hasta las parcelas donde
crecían los diversos cultivos, especialmente el maíz. Richard MacNeish localizó en
sus recorridos por la región del valle de Tehuacán, Puebla, las evidencias de una
presa de considerables dimensiones que tenía cinco niveles constructivos, con el
propósito de colectar agua de los arroyos en las cercanías. Esta presa de la Fase
Purrón, en Moquitongo, fue construida varios siglos antes de la era cristiana y
constituye, sin lugar a dudas, la obra más temprana de este tipo en nuestro país.

Del tiempo de los olmecas, hacia 1000-800 a C., en La Venta, Tabasco y en San
Lorenzo, Veracruz, se conservan curiosos ductos, integrados por lozas de piedra
acanaladas. Éstos conducían el agua a recipientes de carácter ritual, ubicados
específicamente para realizar ceremonias dedicadas a las deidades acuáticas. En
la península yucateca, los mayas excavaban depósitos bajo los pisos de sus
casas, llamados chultunes, los cuales se impermeabilizaban y se utilizaban para
captar el agua de lluvia. Los habitantes de Teotihuacan, a lo largo de su historia,
100-650 d. C., planearon y construyeron una compleja red de ductos, excavada
por debajo de las calles y de los pisos de los conjuntos habitacionales. Los
canales eran de forma cuadrangular y estaban construidos con lozas de piedra,
cuyas juntas eran selladas con estuco; todo el sistema iba tapado con lozas. De
esta manera aseguraban que el agua de lluvia corriera por la red -sin basura e
impurezas-, colectándola en grandes depósitos, de donde la extraían según sus
necesidades.

Algunos de los sistemas hidráulicos más sofisticados que conocemos se deben al


ingenio de Nezahualcoyotl, tlatoani acolhua que gobernó en Texcoco durante el
siglo XV de nuestra era. A este ilustre personaje se le considera uno de los
grandes hacedores de la época prehispánica. Hizo construir, utilizando abundante
mano de obra indígena, los muy famosos "jardines de Texcotzingo", cuyos restos
se conservan hasta hoy día. El agua para irrigarlos se obtenía de los manantiales
ubicados en las montañas al oriente de esta localidad, cercana a la ciudad de
Texcoco; el líquido era conducido por canales, mediante la acción de la gravedad,
hasta un poco antes del Texcotzingo. El mayor problema del sistema se presentó
a causa de una profunda cañada que corría de norte a sur; Nezahualcoyotl,
entonces, ordenó que se tapara la hondonada con toneladas de tierra y piedra,
uniendo dos cerros. Así nació un original acueducto de carácter indígena. Ya en
el Texcotzingo el agua se distribuía mediante canales excavados en la roca,
llevándola a curiosos depósitos que hoy día llevan el nombre de los baños del rey
y de la reina. En ciertas secciones, las escalinatas también excavadas en la roca
se transformaban en cascadas cuando así se requería.

SISTEMA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LOS BASAMENTOS


PIRAMIDALES.

La arquitectura monumental del mundo precolombino es el testimonio mejor


conocido del ingenio constructivo indígena debiendo puntualizarse que las
diferencias en sus sistemas de edificación dependían de la región donde se
ubicaban y, especialmente, del acceso a las fuentes de aprovisionamiento de
materia prima. En Teotihuacan, los constructores utilizaban diferentes técnicas, y
una de las más peculiares fueron los cajones de adobe de planta cuadrangular
con troncos de árbol en sus esquinas para dar fuerza a estos cercados; en
nuestras construcciones los castillos de varilla y concreto tienen el mismo fin.
Estos cajones rellenaban los espacios con piedras y tierra y, al concluir un nivel,
se edificaba encima de ellos. De esta manera, dieron una gran solidez a todo el
núcleo de la construcción, la que finalmente recubrían con piedras careadas para
obtener una superficie de textura! homogénea. Este acabado permitía
posteriormente la cobertura total con estuco.

Para llegar a las alturas requeridas, durante la construcción de los edificios, se


levantaban taludes de piedra y tierra por donde subía la interminable hilera de
cargadores, quienes llevaban en canastos sobre sus espaldas los diversos
materiales requeridos por los antiguos arquitectos. En el mundo maya, la piedra
caliza -de hermoso color blanquecino y gran suavidad cuando está húmeda-,
constituyó la materia prima por excelencia en las edificaciones rituales y
palaciegas. Los fragmentos de forma irregular se utilizaban Como núcleo de las
pirámides o en las paredes de las habitaciones y los templos; esta misma roca se
transformaba en el material adherente, que ha probado su fuerza y duración a
través de los siglos. Primero la trituraban hasta obtener pequeños trozos y a
continuación, en un horno de buenas dimensiones, alimentado con brasas, la
calentaban hasta transformarla en cal viva. Fue utilizada con gran éxito en la
construcción, mezclándola con agua. Las poblaciones que no contaban con roca
caliza en abundancia aprovechaban su cercanía con el mar para obtener
toneladas de conchas de ostión las que sometían al mismo procedimiento,
obteniendo cal viva de la misma calidad.

La roca caliza permitía a los arquitectos mayas diseñar extraordinarias fachadas,


la tallaban y le integraban diversos elementos decorativos a manera de curiosos
mosaicos de piedra. La utilización de la roca caliza como material del núcleo y
elemento adherente, permitió que el ingenio de los mayas desarrollara el llamado
arco falso o arco maya. A través de éste crearon bóvedas extraordinarias, que
sustentan hasta hoy día el peso de todo el techo de los templos y palacios del
sureste mexicano y, además, llevan sobre ellos la pesada crestería: uno de los
elementos arquitectónicos más significativos de aquellas latitudes.

En Comalcalco, Tabasco, donde los mayas no contaron con el recurso de la


piedra caliza, el ingenio constructivo no se detuvo ante esta eventualidad; ya que
desarrollaron la producción masiva de ladrillos de barro cocido de diferentes
dimensiones, con los cuales edificaron sus basamentos piramidales, templos y
palacios. Estos peculiares ladrillos resultaron un material tan exitoso que aún hoy
en día en la gran acrópolis, se levanta solitario el muro central del enorme salón
de ceremonias, donde se aprecian los restos de los muros internos, de la doble
bóveda de forma triangular. Los hacedores de ladrillos dejaron su impronta
personal excavando, esgrafiando o modelando distintos motivos rituales,
calendáricos o de carácter cotidiano en estos elementos constructivos, que han
sido cuidadosamente colectados por los arqueólogos.

LA UTILIZACIÓN DE SISTEMAS DE PILOTAJE

A lo largo de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el Centro


Histórico de la Ciudad de México, se han podido precisar que los constructores de
las ciudades-islas de México-Tenochtitlan y México-Tlatelolco, solucionaron el
tremendo problema de edificar en islotes de lodo, utilizando un curioso sistema de
pilotaje; encajaban troncos de ahuejote, árbol característico de la Zona lacustre del
centro de México que todavía da identidad al paisaje de Xochimilco. Esta madera
tiene la peculiaridad de resistir los ambientes húmedos por largo tiempo, siempre
que no quede expuesto a la intemperie. Este material, de gran fuerza y resistencia,
puede soportar enormes volúmenes de peso; razón por la cual se le utilizó para
sustentar los basamentos piramidales, conjuntos palaciegos y todas las
construcciones de carácter público en estas capitales indígenas.

El arqueólogo Francisco González Rul estudió el sistema constructivo de la


Calzada de Iztapalapa; detectó el sistema de pilotaje a lo largo de toda esta vía,
que al estar sustentada en una gruesa capa de grava, soportó el transporte de los
inmensos monolitos, ornamentos en su tiempo de la ciudad de Huitzilopochtli. En
los relatos de Fray Diego Durán apreciamos el esfuerzo increíble de los obreros
indígenas, quienes rodaban sobre troncos aquellas grandes rocas de origen
volcánico: andesitas y basaltos, hasta el lugar a donde los escultores da- ban
forma a piezas como la Coatlicue o la Piedra del Sol. Debemos recordar cuando
contemplamos con gran asombro los grandiosos espacios de Monte Albán, o nos
deleitamos ante el cúmulo de figuras geométricas y zoomorfas del cuadrángulo de
las Monjas en Uxmal, o contenemos el aliento asombrados ante la armonía de la
Pirámide de los Nichos, en Tajín, que detrás de esa inconmensurable belleza, está
el trabajo arduo de los cargadores de piedra, de los hacedores de cal y,
especialmente, de los arquitectos y diseñadores antiguos, quienes manejaron con
gran sabiduría el ancestral conocimiento de la construcción.

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