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SOCIALES. UN
ESTUDIO PARA LA
PREVENCIÓN DEL
SINHOGARISMO.
Contenido
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN ................................................................
................................................................................................
...................................................................................
................................................... 3
PREVENIR EL SINHOGARISMO,
SINHOGARISMO, ¿CÓMO?, ¿CUÁNDO?
¿CUÁNDO? ........................................................
........................................................ 8
HISTORIA Y DESARROLLO
DESARROLLO DEL PROGRAMA IPSO .............................................................
............................................................. 10
LOS PARTICIPANTES ................................................................
................................................................................................
..........................................................................
.......................................... 16
¿Dónde viven?..................................................................................................................... 30
Itinerario residencial ........................................................................................................... 41
Situación laboral y de ingresos .......................................................................................... 47
Ingresos ............................................................................................................................... 52
La red de ayuda .................................................................................................................. 60
BUSCANDO LA SOLUCIÓN ................................................................
................................................................................................
.................................................................
................................. 71
Futuro .................................................................................................................................. 76
Causas, responsables y chivos expiatorios....................................................................... 79
CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS
SUGERENCIAS ................................................................
.....................................................................................
..................................................... 84
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA
REFERENCIA ................................................................
.........................................................................................
......................................................... 93
ANEXOS ................................................................
................................................................................................
..........................................................................................
.......................................................... 101
ANEXO I.- GUIÓN Grupo de Discusión PROFESIONALES ............................................... 102
ANEXO II.- GUIÓN Grupo de Discusión PERSONAS EN RIESGO ..................................... 103
ANEXO III.- Cuestionario.................................................................................................... 104
ANEXO IV.- MATRIZ DE RIESGO (RIESTRIZ) .................................................................... 115
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INTRODUCCIÓN
Del mismo modo, la mayor parte de los estudios empíricos españoles han tenido carácter
académico y teórico (Cabrera, 1998 y 2000; Muñoz, Vázquez y Vázquez, 1998 y 2003;
Sánchez Morales, 1999), yendo encaminados a construir un corpus de investigación básica
que permitiera hacer avanzar el conocimiento sobre el problema, pero en cambio no han sido
demasiados (Panadero Herrero, 2004; Cabrera, 2010) los ejemplos de investigación aplicada
a la evaluación y mejora de los programas sociales existentes, de manera que se aunaran en
ellos la pasión por conocer, con la voluntad de transformar las condiciones de existencia de
quienes viven excluidos sin hogar.
Por otro lado, si conocer quiénes son las personas que viven sin techo es importante, y
avanzar en los procedimientos y metodologías que permitan rescatarlos de esa situación es
fundamental en la lucha contra el sinhogarismo, no es menos cierto que resulta urgente
establecer estrategias de prevención eficaces que eviten la caída en la calle y nos permitan
combatir el problema antes de que éste surja, evitando así la aparición de sus
manifestaciones más extremas.
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Aunque sea adelantarnos a la presentación de los datos recogidos durante el trabajo de
campo, parece oportuno presentar un testimonio obtenido durante la celebración de un grupo
de discusión en el que una de las participantes nos relataba los últimos momentos que
precedieron a verse viviendo dos días a la intemperie, sin techo, y nos muestra la ineficacia de
los dispositivos y agencias que debían haber actuado preventivamente para detener su
aterrizaje en la calle:
R.: Me tiré dos días en la calle. Eso sí que es una locura. Eso…, de verdad, procurad no
estar en la calle, porque yo… Eso es una locura. Que pensaba, que me da… Me pasé
dos días andando, ¡dos días andando! Porque yo decía: ¿a dónde voy? /…/ Porque a mí
me desalojó la policía de mi casa. Y los bomberos porque es una obra de esas…, de
estructura de la casa. Pero esto no ha sido ayer, esto ha sido ya hace años. Pero dos
días en la calle… Ahí pierdo la cabeza, yo pierdo la cabeza…
Moderador: Pero el desalojo que tuviste, ¿te obligó a estar en situación de calle?
¿Conocías los Servicios Sociales?
R.: ¡Hombre! Es que me dijo la policía, los bomberos y el administrador: ‘Vete a un hotel
que hay ahí, al lado de la plaza Santa Ana’. Tú te crees que yo, cobrando el paro en
aquel momento, que cobraba 299 euros, ¿me puedo ir a un hotel a la plaza Santa Ana?
Pues agarré mi bolsa y ¡a andar! ¡Pam! [palmada]… Yo los SS.SS no sabía ni que
existían porque no los he necesitado nunca, nunca en la vida, ¿vale? Y llamé, luego
otra cosa, llamé al albergue, uno que hay por ahí por….
R.: Sí, y… “Señora, búsquese la vida, porque según me describe usted, usted no es la
persona idónea para venir aquí, porque aquí le puede pasar cualquier cosa” ¿Sabes?
Eso desde una cabina.” (Grupo de discusión de personas en riesgo de exclusión
socioresidencial)
Tal y como han puesto de relieve los estudios internacionales más importantes (Quilgars,
2005; Netto, 2006 y 2009; Edgar et al. 2007; Burt et al. 2007; Busch-Geertsema et al. 2010)
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es preciso implementar políticas centradas no sólo en mejorar la asistencia y la reinserción de
las personas sin hogar sino también aquellas otras actuaciones de la Administración que sean
también capaces de prevenir el problema y adelantarse a su aparición. Asimismo en la
Conferencia Europea sobre Sinhogarismo1, celebrada en Bruselas el mes de diciembre de
2010 bajo los auspicios de la Presidencia belga de la UE y organizada por FEANTSA
(Federación Europea de Asociaciones que trabajan con personas sin hogar) se insistió en la
necesidad de extender los programas destinados a prevenir el sinhogarismo, y así fue
reflejado en el documento final que recoge las recomendaciones del Jurado Internacional
encargado de elaborarlas cuando dice: “mientras que siempre habrá un flujo potencial de
personas viviendo en situación de sin hogar […] las medidas de prevención e intervención en
el contexto de estrategias integradas nacionales/regionales frente al sinhogarismo, pueden
impedir tanto que la gente se vea sin hogar como que se garanticen con rapidez, soluciones
de larga duración a quienes ya se hallen viviendo sin hogar”. En este sentido, según quedó
establecido en las conclusiones de la Conferencia, los objetivos que se debería marcar una
política destinada a combatir eficazmente el problema en los países europeos deberían ser:
b) Reducir su duración.
Figura por tanto en primer lugar el objetivo de la prevención, que esencialmente consiste en
anticiparse a la caída en la calle mediante programas que refuercen los recursos con que
cuentan las personas (económicos, sociales, relacionales, institucionales, psicológicos y
motivacionales) evitando de ese modo que pierdan su alojamiento o conseguir que mejore su
situación residencial adaptándola a su situación personal. En este sentido se insiste en la
necesidad de trabajar tanto desde la prevención específicamente orientada (prevenir
desahucios, intervención temprana en situaciones de ruptura familiar, o asegurando el
alojamiento tras una desinstitucionalización), como la prevención de tipo sistémico o genérica,
1 http://www.eutrio.be/consensus-conference-homelessness
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a través de las políticas generales de bienestar, vivienda, educación, empleo, etc. En este
campo, el jurado internacional considera particularmente importante continuar el intercambio
de experiencias y el aprendizaje mutuo en el marco de las políticas de desarrollo y
coordinación de la UE y concluye afirmando que la: “Prevention should be a key element of
national/regional homelessness strategies”.
En esta misma línea, la Asociación Realidades, entidad especializada en el trabajo social con
personas sin hogar con las que lleva trabajando desde hace más de 20 años, inició a
comienzos del año 2011un proyecto denominado IPSO orientado a intervenir de forma
preventiva, “cuando la vulnerabilidad y la precariedad han alejado a la persona de la inclusión
total pero mantiene aún resortes, recursos y capacidades que posibilitan trabajar con ella
para no avanzar hacia situaciones de exclusión”, estimando que un 50% de las personas que
les son remitidas desde los Servicios Sociales porque atraviesan dificultades severas
relacionadas con el alojamiento pero que aún no se encuentran viviendo sin hogar, serían
susceptibles de ser atendidos desde un programa de acompañamiento social con carácter
preventivo y podrían ver reforzada su situación residencial y de alojamiento, con lo que se
evitaría que llegaran a verse en la calle e iniciaran un recorrido por albergues y centros de
alojamiento de emergencia con todo lo que ello implica en términos de estigmatización y
desacreditación social.
Como este programa tenía un carácter pionero y experimental, se pensó que podría ser muy
útil acompañarlo de un proyecto de investigación-reflexión ligado a la propia acción que
permitiera orientar y monitorizar su puesta en marcha, así como evaluar sus resultados al final
del primer año y proponer sugerencias o mejoras que pudieran contribuir a su consolidación, y
favorecieran la expansión y difusión de actuaciones preventivas entre las entidades y
administraciones que operan actualmente en el sector de la intervención social frente al
sinhogarismo.
Así pues, este informe recoge el resultado de la colaboración entre los profesionales de la
Asociación Realidades, los Servicios Sociales del distrito Centro del Ayuntamiento de Madrid y
los investigadores universitarios que han asesorado y acompañado la investigación-acción que
se denominó “Activando redes sociales. Un estudio para la prevención del sinhogarismo”
desarrollado desde la convicción de que ACTUAR antes de que se produzca esta situación,
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evita considerables dosis de sufrimiento humano y permite actuar directamente sobre las
causas del problema.
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PREVENIR EL SINHOGARISMO, ¿CÓMO?, ¿CUÁNDO?
En España, la prevención de aquellas situaciones que llevan a la gente a quedarse sin hogar
es una asignatura pendiente para la intervención social que se realiza desde el sistema
público de Servicios Sociales de atención primaria, pues hasta ahora la atención que se dedica
a este asunto ha estado más centrada en asistir a las personas que ya se encuentran viviendo
en las peores circunstancias residenciales, bien sea utilizando los dispositivos de alojamiento
de emergencia o directamente en la calle, mientras que no se ha prestado demasiada
atención a intentar atajar, anticipándose y estableciendo cortafuegos, al momento de la caída
en la calle. Por eso mismo, el propio proyecto de prevención IPSO es un hecho novedoso al
tratarse de un estilo de intervención apenas explorado y desarrollado en nuestro país. Cubrir
las necesidades más básicas y perentorias es sin duda un objetivo fundamental de muchas
acciones institucionales que buscan mejorar las condiciones de vida de quienes se encuentran
sin hogar/sin techo y expresar la solidaridad con ellos, pero debemos tener presente que
actuando desde la filosofía de la prevención evitamos mucho sufrimiento personal, tanto para
las familias como para la propia comunidad, y nos anticipamos a un proceso que de seguir
adelante cursaría con enormes costes tanto económicos, como psicológicos y sociales.
La ciudad de Madrid se encuentra subdividida territorialmente por distritos, en cada uno de los
cuales contamos con uno o varios Centros de Servicios Sociales desde los que se lleva
adelante la política social a nivel municipal y se encuentran las Unidades de Trabajo Social que
realizan el trabajo de Atención Primaria y de Zona en su ámbito territorial. En el distrito Centro
contamos con dos, el ubicado en la calle Divino Pastor que cubre los barrios de Universidad y
Justicia y el Centro de Servicios Sociales de Puerta de Toledo cuyo ámbito de actuación son los
barrios de Sol, Embajadores, Palacio y Cortes. El distrito Centro es el casco antiguo de la
ciudad, y en éste reside un volumen importante de población en riesgo de quedarse sin hogar
y que presente algunos rasgos y características sociodemográficas y económicas que los
vuelven sumamente vulnerables: existe un alto porcentaje de inmigrantes, muchos de ellos en
situación irregular, una población envejecida con escasos recursos económicos, bajo nivel
educacional y alta tasa de desempleo, e igualmente se concentran en esta zona un gran
número de establecimientos y alojamientos precarios asentados históricamente en esta parte
de la ciudad (pensiones, casas de huéspedes, edificaciones en estado de ruina, mala o
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deficiente habitabilidad, o casas ocupadas). Como espacio urbano en el que poner en marcha
un proyecto pionero como es IPSO orientado a prevenir el sinhogarismo parecía
particularmente idóneo, de manera que es dentro del ámbito geográfico y poblacional del
distrito Centro donde desarrolla y circunscribe nuestro Proyecto de Prevención IPSO. La mayor
parte (por no decir la totalidad) de la participación e implicación en este proyecto ha sido del
centro de Puerta de Toledo (conocido como “la Paloma”). Únicamente se ha realizado una
entrevista a una trabajadora social del centro “Divino Pastor”. Puesto que la dirección de los
SS.SS. del distrito Centro se encuentra en “La Paloma”, se ha organizado todo el trabajo de
campo desde allí y hemos tenido la suerte de contar con la colaboración y el apoyo entusiasta
de sus responsables lo que ha facilitado enormemente nuestro trabajo.
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HISTORIA Y DESARROLLO DEL PROGRAMA IPSO
El proyecto IPSO, empieza a pergeñarse a mediados de 2010 si bien es a finales de ese año
cuando se presenta a los responsables municipales y a los profesionales de los centros de
servicios sociales del distrito Centro para acordar con ellos la derivación a la Asociación
Realidades de las personas que se estimen en riesgo de sinhogarismo y pueda comenzarse a
trabajar con ellos de forma preventiva, poniendo en marcha un trabajo de acompañamiento
orientado a reforzar y/o ampliar sus redes sociales y establecer acuerdos de colaboración con
entidades especializadas en el ámbito del empleo y del apoyo al alojamiento, como por
ejemplo, la Fundación Íntegra de inserción laboral de personas excluidas, con la que se tenía
firmado un acuerdo de colaboración, y con la Asociación Provivienda, que desarrolla
programas relacionados con el alojamiento social.
A lo largo de todo el 2011 se lleva a cabo el trabajo con las personas en riesgo detectadas y
derivadas desde los Servicios Sociales municipales y se realizan entrevistas de acogida y
valoración de cada caso personal, se elabora un Plan de Mejora individual con las personas
que se incorporan al proyecto, y se inicia un trabajo de asesoría, orientación y
acompañamiento para facilitar la conexión con recursos sanitarios, de empleo, formación,
psicológicos, ocio y tiempo libre, etc que sirvan para fortalecer su capital social y prevenir el
desarraigo. Con cada una de estas personas se pone en marcha una tutoría de seguimiento
para evaluar la consecución de los objetivos previamente negociados y acordados. Las
previsiones eran poder llevar a cabo el trabajo con 60 personas en riesgo de exclusión
residencial extrema entre marzo y diciembre de 2011, de manera que al final pudiera
evaluarse la actuación y decidir si merecía la pena ampliar su alcance a otros Distritos o si
podían extraerse enseñanzas y herramientas aplicables a mayor escala y con mayor
continuidad
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no se pudiera comenzar el estudio hasta el mes de agosto, período atípico por coincidir con las
vacaciones estivales de gran parte de la población que apenas si pudo dedicarse a construir y
afinar los instrumentos de recogida de información, de manera que el trabajo de campo real,
sólo fue posible iniciarlo en septiembre.
Hemos contado pues con apenas cuatro meses para desarrollar el trabajo que estaba previsto
realizar en diez, lo que ha supuesto tener que reducir plazos de intervención y comprimir
actuaciones para intentar ajustarnos al calendario disponible. En cambio, cuando empezamos
la investigación disponíamos de una experiencia acumulada de ocho meses, funcionando en
estrecho contacto con los Servicios sociales municipales, lo que nos permitió adelantar mucho
trabajo y sortear algunos inconvenientes que habían aparecido en estos meses previos. Así
por ejemplo, se había podido constatar una cierta dificultad para lograr que las trabajadoras
sociales de los Servicios Sociales derivaran derivar casos de personas en riesgo de exclusión
social severa. De hecho, se habían realizado muy pocas derivaciones y sólo por parte de una
trabajadora social. El resto de profesionales, alegaban que no contaban entre su clientela “con
este perfil de usuario”. Lo que remitía directamente a un problema de capacidad para detectar
y estimar las situaciones de riesgo previas al sinhogarismo, muy probablemente debido al
hecho de mantener una visión del problema altamente estereotipada y circunscrita a los casos
más arquetípicos y representados en el imaginario colectivo (varón, con signos de
autoabandono, enfermedad mental o alcoholismo, desarraigo afectivo, etc).
Más preocupante era el hecho de que las pocas derivaciones que se nos hacían eran de
personas que se encontraban en situación de exclusión social severa (viviendo en albergues o
en la calle) o bien, se hallaban en riesgo inminente de quedarse en situación de calle, con lo
que difícilmente se podía empezar a prevenir lo que ya había ocurrido o estaba a punto de
ocurrir en las próximas horas.
Esta situación nos permitió adelantar una serie de razones o posibles causas, por las que se
producía esta escasa capacidad de anticipación del riesgo de sinhogarismo entre los
profesionales de los Servicios Sociales de atención primaria:
- Las trabajadoras sociales tienen dificultades para detectar las situaciones de riesgo
porque carecen de referentes conceptuales que les permitan identificar y descubrir las
situaciones de vulnerabilidad y riesgo de sinhogarismo. Asimismo, tienen problemas
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para reconocer y diferenciar las situaciones de vulnerabilidad/riesgo según sus
distintos grados de gravedad o exposición al sinhogarismo, y que por tanto requieren de
actuaciones preventivas de distinto nivel: prevención primaria, prevención secundaria.
- La información transmitida hasta ese momento por parte del equipo de Prevención de
Realidades, respecto de cuál podía ser el perfil de población que accediera al Proyecto
IPSO, así como la fórmula de derivación que se propuso inicialmente no había resultado
suficientemente orientadora ni eficiente para las profesionales.
- Por último, debido a las condiciones de sobrecarga en el trabajo a las que se enfrentan
estos profesionales, nos encontramos con que es relativamente frecuente que las
trabajadoras sociales tengan un gran desconocimiento de las situaciones y los cambios
más recientes que han experimentado los usuarios de los SS. SS. ya que no siempre
pueden trabajar con la continuidad y la sistematicidad en la recogida de información
que requerirían los casos de vulnerabilidad y riesgo de exclusión social, en donde las
circunstancias residenciales pueden cambiar y modificarse sustancialmente de un día
para otro, más aún en tiempos de crisis económica como los que vivimos hoy en día.
Para lograrlo intentamos establecer un marco conceptual común con los SS. SS. de Centro, y
las entidades Provivienda y EMES que trabajaban los procesos de búsqueda de alojamiento
para población en riesgo en el distrito y hacerlo coincidente con el que se utiliza desde la
Asociación Realidades. Estos conceptos básicos debían ayudar principalmente a las
profesionales de los SS. SS. en la detección y derivación de posibles participantes en el
estudio, pero también estaban orientados a las profesionales de las otras entidades
colaboradores. Todas las dificultades observadas nos servían como material para mejorar la
exploración durante las entrevistas y grupos que pensábamos realizar con los profesionales
durante nuestra investigación. Como hemos tenido ocasión de descubrir en otros estudios, a
veces los mayores obstáculos para una intervención exitosa en el ámbito de la exclusión, no
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residen tanto en las propias personas excluidas como en las insuficiencias, las carencias
formativas o la falta de visión de quienes trabajamos con ellas.
Igualmente intentamos aprovechar los contactos ya establecidos con Provivienda y EMES para
incluir en el estudio a participantes que por sus circunstancias de “precariedad” personal
habían llegado a recursos de alojamiento gestionados por estas entidades como casos
derivados desde los SS. SS.; y por tanto habían sido ya objeto de una intervención precoz
desde los propios SS. SS. puesto que habían activado los medios preventivos que habían
evitado que la persona hubiera llegado a verse en una situación de exclusión socio-residencial
en su forma más severa. Esto nos daba la posibilidad de explorar cuáles eran los niveles o
grados de riesgo de exclusión social severa que se habían dado en estas derivaciones y qué
tipo de circunstancias de precariedad o gran precariedad habían hecho que se dispararan las
alarmas y se procediera a derivarles a estos recursos de alojamiento; igualmente podíamos
tratar de identificar el momento preciso en que empezaban a actuar estos recursos de apoyo
para el alojamiento.
Para poder desarrollar el trabajo, contamos con un despacho cedido para las entrevistas
dentro del Centro de SS. SS. de Puerta de Toledo, lo que ha favorecido enormemente, no sólo
el trabajo de entrevista con los usuarios, sino la multiplicación de encuentros y contactos
informales con el personal, que resultan enormemente productivos, durante estos ratos
muertos de conversaciones en el pasillo, pudimos aprender que a pesar de haber enviado
información por email, el hecho es que la dinámica del trabajo en el día a día, había hecho que
prácticamente ninguna de las TS conociera a fondo el asunto, no por desinterés o mala
voluntad sino porque, como ocurre en tantos otros lugares, las urgencias cotidianas hacen que
sólo se asomen a ver los correos por encima, de manera que además veían que email venía
con archivo adjunto, se opta por dejarlo para leerlo al final del día y finalmente terminaban por
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olvidarlo debido a las prisas y “las carreras con las que vamos todo el día”. De alguna forma,
esto es un reflejo del grado de saturación y burocratización en medio del cual deben realizar
su trabajo muchos profesionales excelentes. Algo tan simple como esto: la precipitada gestión
real del correo electrónico que efectivamente se realiza cada día, pudo haber dado al traste
con nuestro trabajo de no haberlo detectado a tiempo y si no hubiéramos contado con el
apoyo y la colaboración de las responsables del Centro que nos permitieron insistir en la
difusión del proyecto e instaron a que cada trabajador social nos derivara al menos a dos
personas, con lo que rápidamente estuvimos en condiciones de alcanzar la muestra de
sesenta personas que habíamos acordado inicialmente.
Los guiones de entrevista así como el cuestionario utilizado figuran al final en el ANEXO.
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TABLA 1. CARACTERÍSTICAS DE
DE LOS ENTREVISTADOS
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LOS PARTICIPANTES
Al final de esta primera fase del proyecto IPSO-Realidades nos encontramos con 60 personas
participantes (25 mujeres y 35 varones) de las que disponemos de información registrada
recogida a través de una entrevista personal en la que se utilizó el cuestionario que figura en
anexo.
Sexo
Mujer (41,7%)
Hombre (58,3%)
Si repasamos las entrevistas mantenidas con algunos de estos encuestados, podemos ver
reflejada en sus discursos la diferencia que separa a varones y mujeres cuando se trata de
andar los últimos escalones de la exclusión, los que conducen a vivir en la calle. Para empezar,
la reacción del entorno familiar más inmediato es muy distinta. Resultaría muy difícil encontrar
entre las mujeres un testimonio como el que nos ofrecía este varón de 37 años: “Mi familia me
dejó de ayudar hace un montón de años. Mi madre me echó a la calle, me dijo ‘Tú, fuera’, y ya
16
está. Sería con 18 o 19 años”. En una situación así, es mucho menos probable que se vea
envuelta una chica. Acaso por una pauta cultural sexista que hace que la casa siga siendo un
espacio más “femenino”, mientras que la calle es un ámbito prioritariamente “masculino”, el
hecho es que la voluntad de proteger, arropar, cuidar, y mantener dentro de casa a las hijas se
extiende y amplía hasta cubrir “errores” que a un hijo puede que le pongan de patitas en la
calle. De hecho el protagonista anterior, continúa hablando de su madre diciendo: “En algunas
cosas tenía razón, pero no es para tanto” Y finalmente, se autoinculpa: “Me echó porque era
un cabrón”.
Pensemos además que detrás de la ruptura familiar con una hija, se produce casi
inevitablemente, la ruptura con la generación de los nietos. Hoy por hoy, en caso de
separación es mucho más probable que sea la mujer la que se vea acompañada -o tenga que
hacerse cargo- de los hijos, y esto ocurre también entre quienes se mueven en el espacio de la
precariedad social. De esta forma, mantener el vínculo y la relación con la hija que pasa por
momentos difíciles, conlleva poder mantenerlo también con los nietos: “A mi madre no la veo
desde Navidad, que me hice una escapada porque me mandó 100€ y cogí a la niña y me fui.
Pero hacía dos años que no la veía” (21 mujer esp)
Pero, en fin, esta respuesta preventiva más eficaz que se desencadena en los instantes
previos a verse “en la calle”, se produce no sólo entre los profesionales y entidades formales
de ayuda, ya sean estas públicas o privadas (“Sí, se acababa el tiempo de alojamiento y el
hecho es que me tenía que ir de este sitio completamente sola, a la calle, con un niño
pequeño. Entonces tenía miedo por supuesto. /…/ Y por eso nos han puesto en contacto con
la asociación Provivienda y gracias a ellos desde que he salido de estos pisos estoy residiendo
a través de alquiler a través de la asociación Provivienda”), sino que también encontramos
esta mayor disposición a ayudar entre los ciudadanos particulares, personas anónimas que
muestran su faceta más solidaria en situaciones como la que describe esta otra mujer
entrevistada: “Encontré un piso. Le dije al dueño: ‘tengo una niña, no tengo trabajo, estoy
enferma, yo me comprometo a pagar pero no tengo forma de responder con nóminas y
demás’. Esa persona me dijo que se fiaba de mí y que adelante. Conseguí los 600€ que
costaba el primer mes, pero la fianza no la tenía, entonces recurrí a los SS SS a ver si ellos
podían darme una ayuda urgente, para tener un hogar más que nada por mi niña, porque veía
que es lo mejor” (21 Mujer esp).
En cuanto a la edad,
edad tenemos una edad media de 44,12 años, con un tramo modal situado
entre los 45 y los 64 (ver tabla sig.) que ciertamente viene a ser el período vital en que resulta
más frecuente recoger el resultado de los múltiples fracasos (familiares, laborales, personales,
etc) que suelen operar como telón de fondo entre las personas que viven sin hogar.
TABLA 2.-
2.- EDAD DE LOS PARTICIPANTES
PARTICIPANTES
IPSO-
IPSO-Realidades
Menos de 30 años 14 23,3%
De 30 a 44 años 14 23,3%
De 45 a 64 años 29 48,3%
18
65 y más 3 5,0%
TOTAL 60 100,0%
Edad media: 44,12 años
El pequeño número de personas mayores de 65 años que encontramos entre los entrevistados
nos habla de la diferente estructura de oportunidades residenciales que se halla disponible
para los ancianos jubilados si los comparamos con la que tienen los adultos de cierta edad (45
a 64 años), la etapa es donde se concentran por un lado los mayores riesgos vitales y las
menores instancias formales de apoyo y soporte.
¿Cuál es su nacionalidad?
4. ¿Y tiene Ud. permiso de residencia o autorización?
Española (66,1%)
Residencia y trabajo (65,0%)
Entre nuestros entrevistados había pues 20 extranjeros, de los que 13, esto es, la gran
mayoría (65%), disponían de permiso de residencia y trabajo. Ciertamente, la situación de los 5
que sólo cuentan con permiso de residencia y no digamos la de los 2 que carecen de
“papeles”, es doblemente complicada y difícil en términos de pronóstico y evolución futura.
Ciertamente, como veremos a lo largo de todo este informe, el hecho de ser extranjero
condiciona radicalmente la forma de vivir el itinerario hacia la exclusión sin hogar y lo llena de
19
limitaciones y posibilidades específicas. Más aún en momentos de crisis como los actuales,
cuando el crecimiento del paro hace tambalearse todos los objetivos en los que descansaba el
proyecto migratorio (“Ahora no tengo para enviar dinero a mi familia. Antes cuando trabajaba,
sí” (18) o bien: “Antes viajaba todos los años a Venezuela. Este año son dos años que no he
podido viajar.” (19). En tiempos así, se vuelve doblemente difícil la simple estancia en España:
“Cuando vivía en mi país. Venía de una familia muy pobre, muy humilde que no teníamos
donde vivir. Emigré a los 18 años. Y desde ahí hasta hace un mes, pues, digamos que las
cosas han ido bien, siempre tuve trabajo, con contrato. Las cosas ahora han cambiado un
poco. Hemos pasado de pobres, a situación media, y ahora estamos a ver qué pasa” (19
Mujer inm). Estar a la espera, a la expectativa, “a ver qué pasa”, quizás sea esta una expresión
que resume la situación en que se encuentran actualmente muchas personas inmigrantes en
nuestro país que han visto detenerse la progresión hacia una vida con más oportunidades en
un país distinto al suyo. Un país en donde las redes de contactos y relaciones sociales no son
tan numerosas, ni tienen tanto poder de influencia como aquellas de las que disfrutan los
autóctonos: “estoy sola en este país y sobrevivir en un país extraño… Soy extranjera y mi
familia está en EE.UU así que, pues, estoy sola en este país. Y sobrellevar un país extraño,
siendo extranjera, no conociendo muchos de los sitios... /…/ Ahora es otra: la crisis. Y no hay
trabajo, no lo encuentro. No hay manera de conseguirlo si no es por un amigo… Vamos hay un
dicho muy claro: ‘el que tiene padrino se bautiza’, el que no tiene padrino, no se bautiza. Pues
así es…Estoy cansada ya” (05 mujer inm). Un país desde el que es difícil mantener la malla de
vínculos y lazos afectivos con los que se encuentran lejos, y en donde cada aproximación y
encuentro con los que uno quiere, ha de ser valorado en función del coste económico que
representa: “Familia no tengo aquí, solo teléfono. Y amigos así, les veo una vez por mes, o
cada quince días. Cuando me veo con ellos solemos ver películas en casa. Y la mayoría de los
paseos que hago yo son museos…todo lo que consigo gratis para despejarme” (11 mujer inm).
20
Y con eso te lo digo todo”. O este otro testimonio recogido durante el mismo grupo: “Yo, es
que la familia… te pone más... te mete más zancadillas. Porque yo tengo familia, pero a mí, mi
madre, me ha metido muchas veces más la zancadilla. O sea, que voy mejor por libre que con
la familia. Porque a mi familia le va bien; mi hermano tiene un trabajo bueno y tal. Pero él va a
lo suyo; no se preocupa de los demás. Como todo el mundo, ‘cada uno cuelga lo que mata’,
como dice el refrán. O sea...”.
Soltero/a 79,7%
Viudo/a 1,7%
Divorciado/a 10,2%
Casado/a 1,7%
Separado/a 1,7%
Si comparamos los datos referidos al estado civil de nuestra población, con los que arrojaba el
último censo nocturno de personas que vivían literalmente sin techo en las calles de Madrid,
realizado en el mes de febrero de 2010, nos encontramos con que hay importantes
variaciones entre unos y otros (ver gráfico sig.). Probablemente tienen que ver con el tipo de
detección que se hace desde los Servicios Sociales de atención primaria del riesgo de
sinhogarismo, donde además de la escasez de medios económicos y de un lugar de residencia
estable, se considera particularmente peligroso el hecho de no contar con un núcleo afectivo y
familiar de apoyo directo. Igualmente, los datos pueden verse afectados por el “pequeño”
porcentaje de extranjeros, ya que eran precisamente estos los que arrojaban mayor porcentaje
de personas que mantenían sus vínculos afectivos entre la gente sin techo de las calles
madrileñas.
21
Pero no sólo el Estado civil expresa la situación relacional y de convivencia en estos
momentos, por eso mismo, se incluyó en el cuestionario la siguiente pregunta. “¿Cuál es su
situación actual de convivencia” , esto es, ¿con quién vive usted actualmente?. Las respuestas
son claramente diferentes entre los hombres y las mujeres (ver tabla, sig.). Mientras que vivir
solos es la situación modal entre los varones, para las mujeres, lo más habitual es vivir con
hijos menores de edad.
22
Una de cada tres mujeres entrevistadas, en riesgo de exclusión residencial severa, van
acompañadas de sus hijos. Una circunstancia que resulta ser un inconveniente para buscar
trabajo o desarrollar una vida más autónoma y llena de actividades que puedan servir para
expandir la red de contactos y el capital social de las mujeres en situación de vulnerabilidad
social (“en algunas oportunidades me apunto a actividades y no cubren el servicio de
ludoteca, y entonces como no tengo con quien dejar al niño ni ná, pues no puedo participar de
ello. Eso también sería bueno que se viera. El servicio de ludoteca existe si hay tres niños
apuntados mínimo y como a veces soy yo la única que llevo a un niño pues…Es que mi
situación es mi hijo y yo no tengo a nadie más, no tengo a familia que me lo cuide. A donde
voy, va mi hijo y si yo quiero participar de un video fórum, por ejemplo, no puedo si no hay
servicio de ludoteca y para eso dependo de que otras mamás lleven mínimo dos niños más y
en ocasiones ha ocurrido que no había niños, no ha podido haber ludoteca y no he podido
participar de estas programaciones” 05 mujer esp). No obstante, también es cierto, que ese
mismo hecho, la presencia de los niños, proporciona una vía de incorporación a redes de
solidaridad y apoyo mutuo, habitualmente entre mujeres:
“A mi hermana y a mi cuñado les veo una vez al mes, o al mes dos veces. Y lo que solemos
hacer es ir al parque, que tengo la sobrina que es de la edad de mi hija pequeña, y estamos
ahí toda la tarde, y luego regreso porque tengo tantas cosas que hacer…” (17). En varias
ocasiones ha aparecido durante las entrevistas esta referencia a los parques, sobre todo entre
personas inmigrantes, un espacio donde se puede emplear el tiempo en encontrarse con otras
personas en situación similar, y hacerlo sin prisas, sin tener que consumir ni gastar nada,
simplemente estando junto a los semejantes, aireando la mente y el corazón, poniendo un
poco de distancia frente a la tensión y la ansiedad de cada día, en este sentido, los hijos
aparecen como una limitación (“Como estamos con los niños, no puedo salir) pero también
como una oportunidad: “Cuando salimos con los amigos solemos ir en el parque con los niños;
como tenemos hijos todos, estamos en el parque.” (18 mujer inm), o en este otro caso:
“cuando bajo al parque, ahí veo a una de mis amigas que también tiene un niño. Pero no salgo
mucho. Con mi amiga, nos sentamos en el parque mientras los niños juegan y a las 9 ó 9,30,
a casita desde la 7,30”. Ratos largos de conversación y charla para poner coto a la dureza de
una vida que, como en este último testimonio, se mueve entre apreturas y estrecheces: “Me
quedé embarazada con 19 años. Estaba sin trabajo, debía atender a mi hijo. El ver a mi hijo
que no puedo darle un colacao, o que se quede mirando algo, unas chuches, me da mucha
tristeza.” (20 mujer inm).
23
Respecto al nivel de estudios,
estudios nos encontramos con que son pocos los que han accedido a la
Universidad, y aproximadamente la mitad sólo cuentan con estudios primarios, lo que
obviamente no puede dejar de tener consecuencias de cara a su recuperación vía empleo.
Primarios (48,3%)
Secundarios (43,3%)
Más aún si tenemos en cuenta que prácticamente todos los usuarios del programa manifiesta
haber sufrido el impacto de la actual crisis económica. Más adelante veremos en qué forma.
No (6,8%)
Sin embargo, aún cuando un mayor nivel de estudios opera como un factor de protección
frente a la pobreza y la exclusión, lo cierto es que no siempre ocurre así. Y entre las personas
que se ven en riesgo de exclusión, quizás sea en aquellos casos que disponen de un buen
nivel de estudios, donde nos encontramos con una mayor dosis de frustración y desesperanza:
“Tengo magisterio, tres años de periodismo, cursos de música… Tengo un buen currículum
que no me sirve para nada. ¿Para qué he estudiado si no tengo oportunidad? Y llevo tiempo
luchando, mandando currículum por todas partes… Y no soy negativa. Es lo que veo. Están las
24
cosas muy mal. /…/ Las cosas están cada vez peor. Yo me veo ahora mismo un poco
estancada, que no puedo estar toda la vida viviendo en una habitación. Mi objetivo es salir
adelante, tener un trabajo, que pueda vivir mejor” (12 mujer esp). Ciertamente, aunque pase
por ser la estrategia de integración social más habitual y extendida en nuestra sociedad, no
siempre funciona la secuencia: Estudios Empleo Ingresos; o no lo hace de modo
adecuado, ni en todos los momentos de la vida, ni en cada período histórico funciona con el
mismo nivel de eficiencia. No estamos ante un automatismo que de forma inevitable, traduzca
la inversión en educación en un salario más alto y suficiente para poder pagar un lugar donde
vivir unos años mas tarde.
Si (43,9%)
No (56,1%)
25
“Veo a gente que está mal. Cada vez peor. Es más, gente que se está volviendo loca. Loca
porque no puede hacer frente a la vida cotidiana, de pagos de esto y de lo otro; en
depresiones que terminan en locura! ¿quién tiene la culpa?” (Grupo). Esta última observación,
expuesta por un de las participantes en el grupo de discusión, nos la encontrábamos
enunciada en primera persona por una de las mujeres entrevistadas: “lo he pasado mal y he
venido aquí (Servicios Sociales) para ver si podían ayudarme de alguna forma, con psicólogos.
Fui a la Seguridad Social. Al final me ayudaron en un centro parecido a éste. […] Estaba tan
mal que tuvieron que ponerme una inyección para calmarme y a partir de ahí, ponerme más
pastillas para los nervios” (22 mujer esp).
Pero quizás sea en el siguiente fragmento de diálogo recogido durante la celebración del grupo
de discusión, donde mejor podamos apreciar el impacto sobre el equilibrio psicológico que
representa vivir día tras día en precario, así como el temor a que el descenso no tenga fin y
acabe por afectar a la salud mental:
R.: “No, si iba a decir lo mismo que ella. Lo mío no es de hace unos meses. Y cuando la
prensa dice que el país está muy mal y que no sé qué…No, no, es que lo mío viene ya
de…, cómo dice ella, más o menos, yo es que llevo 10 años -o más de diez años ya
llevo-, que es como si estuviera en lo alto de una escalera y fuera bajando escalones,
¿sabes? Y cada día un poco más, un poco más, un poco más… Porque mi nivel
adquisitivo cada vez es más pequeño. Y llega un momento, como dice él, que entras en
un maremágnum que dices: ‘Bueno, María que el tarro se te descoloca’. Que se te
descoloca de tal forma que puedes llegar a…”
M. A.: “¡A la locura! No, no. Porque no sabes cómo hacer frente a esas cosas.”
M. A.: “Que no duermes por la noche, por esto, por lo otro, lo otro… Y claro ya
empiezas... Ya terminas…que no sabes hacerle frente…”
26
Pero si seguimos repasando las respuestas de nuestra encuesta relativas al nivel de salud de
nuestros protagonistas, nos encontramos con que paradójicamente, a veces, la enfermedad se
convierte en un factor de protección social, al menos cuando se traduce en unos niveles de
discapacidad o minusvalía reconocida que permiten aspirar a determinadas prestaciones.
TABLA4. % DISCAPACIDAD
Pero más específicamente aún, de cara a prevenir el sinhogarismo, el hecho de contar con
una discapacidad reconocida superior al 33%, como les ocurre a diez de nuestros usuarios, da
derecho a entrar en la cuota de reserva para el alquiler y la adquisición de viviendas
protegidas2. Creemos sin embargo que este aspecto no está suficientemente abordado desde
los servicios sociales, quizás porque la superposición de etiquetas estigmatizadoras que pesan
sobre las personas en riesgo de exclusión social, lleva a obviar esta circunstancia.
Pero en fin, sin desvelar la identidad de los respondentes, sirva como reflejo de la realidad
sanitaria que sufren el listado de las “enfermedades” que padecen, tal y como ellos mismos
las han expresado (ver tabla sig.)
28
TABLA 5. TIPOS ENFERMEDADES PADECEN LOS PARTICIPANTES
Estamos hablando por tanto de personas en las que el riesgo de exclusión socioresidencial
viene a sumarse muy frecuentemente a un estado físico y de salud bastante precario. Una
situación que en la mayor parte de los casos (91,3%) se arrastra desde hace más de un año y
que lógicamente ha debido de operar en el tiempo de forma muy limitadora e incapacitante.
Tan sólo dos de las personas que dicen tener reconocido algún grado de discapacidad cuentan
con él desde hace menos de un año.
29
Tal y como ellos mismos reconocen, se trata de una circunstancia con consecuencias
negativas de cara a buscar empleo (68%), o para realizar actividades básicas de la vida diaria
(40%) sin duda, pero que también actúa como importante limitador para la vida social y de
relación (24%). Y no olvidemos que nuestro proyecto se orienta a tratar de movilizar el capital
social y relacional como elemento preventivo frente a la exclusión residencial.
TABLA 6. INCIDENCIA
INCIDENCIA DEL ESTADO DE SALUD/DISCAPACIDAD
¿Y de qué manera le afecta esta enfermedad o discapacidad? (Respuesta
(Respuesta múltiple sobre N=25)
Para buscar trabajo 68%
Para actividades de la vida diaria (comer, vestirme, asearme, comprar, tareas del 40%
hogar)
Para relacionarme
relacionarme 24%
No me afecta 8%
Otros 12%
En todo caso, con más o menos salud, con minusvalía reconocida o no, ninguna de estas
circunstancias tiene por qué funcionar como un mecanismo de eliminación de las personas
afectadas, impidiéndolas funcionar como sujetos activos y actores protagonistas de su propia
vida, tal y como nos resumía una mujer que a pesar de todos sus padecimientos, seguía
reivindicándose a sí misma como válida y capaz, pese a encontrarse “minusválida de esta
mano. Lo que pasa es que ahora tengo que pasar un agravamiento, por discapacidad, por la
bipolaridad”. Una mujer que un tiempo atrás, buscó, encontró un trabajo y firmó un contrato:
“Me lo hicieron desde el primer momento indefinido. Vamos superé los 15 días de prueba y
como los superé, inclusive los 2 primeros años no cogí vacaciones y los trabajé también, para
demostrarles que yo a pesar de ser minusválida, o sea, valía, podía trabajar” (04). Enfermos o
sanos, con discapacidad reconocida o sin ella, en una sociedad desarrollada y rica como la
nuestra, no se puede arrojar a vivir en la calle a quienes no cumplen con todos y cada uno de
los requisitos, baremos, cláusulas o indicadores establecidos por las burocracias que
administran el bienestar, ya que estamos hablando de mínimos que no pueden traspasarse
sin poner en tela de juicio la viabilidad como proyecto global de toda nuestra sociedad.
¿Dónde viven?
30
Para empezar a aproximarnos a la situación residencial de nuestros protagonistas,
empezamos por pedirles que nos dijeran dónde se encontraban viviendo en este momento.
Las respuestas son las que se se reflejan en el siguiente gráfico. El hecho más frecuente es
vivir de alquiler,
alquiler uno de cada cuatro se encuentran en esta circunstancia, que implica tener
renta mensual suficiente para poder sostener el alojamiento. Sin embargo, cuando hablamos
de personas en riesgo hemos de pensar en situaciones enormemente precarias, también en
los casos relativamente privilegiados en que pueden pagar un alquiler: “Vivo en un
apartamento de un dormitorio, en alquiler, y llevamos un año y medio ahí aproximadamente.
Ahora mismo hago frente a los gastos con el paro y la ayuda de amigos y familiares,
conocidos. Cobro la prestación por desempleo desde el mes pasado. Dicen que son 20 meses
pero eso dicen que va menguando. Ahora cobro 680, en los cuales 600 son para el alquiler y
bueno me queda poco más para sobrevivir, y que igual va bajando la cantidad a medida que
van pasando los meses y no sé cómo irán las cosas luego” (19 Mujer inm).
Algo parecido, aunque en circunstancias más precarias y limitadoras, les sucede a quienes
viven en una habitación alquilada que suponen el 15% de la población con la que hemos
trabajado (“Vivo en Getafe desde hace unos cuatro meses, en una habitación por medio de
anuncios. Hago frente a los gastos de alojamiento con algunos trabajos puntuales, ahorrando
muy bien, pero muchas veces no se puede. Procuro no gastar casi en nada” (13 Varón inm);
“en un piso, en una habitación alquilada que era... El piso era de otra persona, yo solo
alquilaba la habitación que era de unos nativos.” (09 varón inm); “Vivo en una habitación
desde hace dos semanas. Para los gastos me ayuda una asociación. Puedo estar un mes y
después, no sé, pero ahora tengo un contrato de un mes” (18 mujer inm). En casi todos los
casos, las personas que pagan un alquiler disponen de economías muy débiles, por lo que
deben derrochar austeridad e imaginación para conseguir mantenerse, mal que bien, bajo un
techo: ““Estoy viviendo en un piso de una habitación pero que tiene una terraza que se ha
cerrado, entonces esa terraza la he alquilado como habitación a un amigo mío del Senegal, y
bueno el alquiler es de 600€ y él me está pagando 250. Llevo aquí desde diciembre” (21
mujer esp). Y desde luego, en ningún caso, parece probable que puedan hacer suyo el
recorrido hacia la seguridad residencial que desde hace décadas se ha convertido en el más
habitual y mayoritario entre nosotros: la compra de una vivienda en propiedad: “Con mis
ingresos, me cubre solo la vivienda. O sea me están sacando el sueldo entero pagando un
31
alquiler. Ni pensar en una hipoteca. O sea, no puedo, ni siquiera pensando en el futuro, ¿cómo
me voy a meter en la letra de un piso para que mi hijo el día de mañana tenga donde vivir? es
imposible. Y hoy día no hay quien me avale. Los bancos te roban todo lo que pueden y es que,
entonces: la vivienda es imposible, el trabajo está difícil… ; entonces, ¿qué nos queda?,
¿vamos todos a las chabolas?” (05)
Un porcentaje idéntico (el 15%) es el de los encuestados que viven de pensión (“Estoy viviendo
en una pensión desde agosto. Pago 130 de alojamiento y con los 140 que me quedan…
[cobra la RMI] No tengo muchos gastos, porque como estoy yendo a comedores…. Estoy yendo
a un centro de día” (23 varón); “Ahora mismo tengo pensión hasta el día 1. El día 1 me tengo
que ir” (14 varón esp). En todo caso, vivir permanentemente en régimen de pensión es algo
lleno de limitaciones que resulta enormemente difícil de entender si sólo pensamos en la
experiencia de unas cuantas noches pasadas en un hotel. La vida en pensión puede ser muy
desequilibrante y actuar como un factor muy exclusógeno, especialmente cuando se alarga
demasiado tiempo (“Vivo en una casa de huéspedes desde hace unos siete años
aproximadamente. […] En este sitio es un poco complicado vivir: tengo que cocinar en un
microondas, o sea, es a base de imaginación, porque no es lo mismo cocinar en una
habitación que en una cocina. En la habitación tengo el microondas y un librito de cocina y me
invento comidas” (12 mujer esp). Esta referencia al microondas, como resumen minimalista de
la cocina en una verdadera casa, nos volvió a aparecer en boca de uno de los varones que
participó en el grupo de discusión “Yo el inconveniente que tengo es que no puedo cocinar. No
te deja cocinar en la cocina, el dueño de donde vivo, del hostal. Entonces tengo que utilizar un
microondas que me he comprado como te he comentado y yo me invento mis platos. Pero yo
porque me busco la vida, o sea igual me hago un arroz, me compro sopa o me compro un
filete. O sea yo me busco la vida pero me lo aso en el microondas. Si no es por el microondas
me muero de hambre también”. En cualquier caso, aunque el alojamiento temporal en una
pensión, pueda entrar a formar parte del proceso de intervención social, nunca puede
representar una solución residencial más allá de un brevísimo plazo, ni se acompaña de la
dignidad en derechos que la ciudadanía espera recibir de la Administración pública: “Por
circunstancias yo tengo una casa, pero tengo muchos problemas porque voy a ser otra de las
que van a ser desahuciadas. Me van a echar a la calle, si no me han echado ya. Y tengo que
vivir, como consecuencia de unas obras, tengo que vivir en una pensión. Pues la Trabajadora
Social, quedo con ellas, primero una y luego otra, son encantadoras y han hecho todo lo que
32
han podido. Y yo se lo agradezco, pero luego, yo veo que estamos en las mismas. En la
pensión donde vivo ¡me siento ciudadana de tercera!” (Grupo)
Estas tres situaciones que acabamos de resumir, reúnen al 55% de los usuarios del programa.
Obviamente, la prevención del sinhogarismo, en estos casos paso por una actuación
encaminada al sostenimiento de la renta y los ingresos mínimos necesarios, ya sea a través
del empleo o de una prestación económica regular y suficiente (PNC, RMI, etc).
Casi uno de cada cinco, se encuentra ya alojado en algún tipo de programa supervisado por un
profesional (trabajador social o similar) que le facilita un lugar donde residir (“Vivo en una casa
alquilada. Estoy viviendo de alquiler. Ahora somos dos personas y entre los dos pagamos la
vivienda. Yo cobro el RMI y él la paga de mayores de 52 años.” (09, Provivienda); “me ha
ayudado Provivienda en el piso que estoy que pertenece a Provivienda, que me ha mantenido
ahí cuatro meses, claro, después han pedido una ayuda al ayuntamiento de dinero para que
paguen los cuatro meses y por eso me he salvado porque si tuviese un piso normal, que me
alquilara un dueño un piso… ya estaría en la calle debajo de un puente, pero Provivienda me
33
ha mantenido ahí en el piso” (01 varón esp). Este 18, 3% de población en riesgo de verse sin
hogar, que sin embargo dispone de un techo gracias al trabajo de apoyo y sostén de entidades
sociales como Provivienda, resulta un porcentaje nada desdeñable que nos habla de la
importancia de mantener y ampliar estos programas que no utilizan los albergues y centros de
acogida colectivos, sino que intentan llevar a cabo una intervención social desde un medio
más “normalizado” en viviendas convencionales, habitualmente alquiladas a precios de
mercado y supervisadas por profesionales y especialistas en apoyo psicosocial.
Por último, si sumamos a los que viven en casa de algún familiar (6,7%), de su pareja (1,7%) o
de unos amigos (6,7%), nos encontramos con que alrededor de un 15% de estas personas en
riesgo de sinhogarismo, cuentan con un techo sobre su cabeza que, de alguna forma, les es
facilitado a través de su mundo afectivo y relacional. En la medida en que este capital social
permanezca estable y sólido, estas personas no se verán viviendo en la calle. Nótese que este
porcentaje viene a ser casi idéntico al de quienes dicen “deber” su alojamiento a la actuación
de un profesional, pero sin que implique coste económico alguno para el sistema de
protección social y servicios sociales.
Finalmente, hay cinco personas que alimentan la categoría “otros”, en donde se reúnen
situaciones tan dispares como una habitación subarrendada, dos inquilinos que han dejado de
pagar hace tiempo el alquiler y por tanto se definen como okupas, una persona que anda en
litigios por la propiedad de la casa en la que vive y por último, está el caso de una persona que
para cuando se realizó la entrevista había pasado a vivir en el albergue “Luis Vives” del
Ayuntamiento de Madrid.
Desgraciadamente, no contamos con datos actualizados a nivel nacional que nos muestren el
panorama de la precariedad residencial en que seguramente viven cientos de miles o incluso
millones de personas en nuestro país, pero es precisamente en ese segmento de situaciones
en las que se encuentran tantas personas que parecen “vivir de milagro” donde la actuación
preventiva debería reforzarse y ampliarse desde los Servicios Sociales con carácter general,
puesto que el nivel de prestaciones actuales se muestra radicalmente insuficiente para
garantizar el derecho al techo: “Vivo en casa de unos amigos argentinos que conozco de hace
muchos años. Algunos los conocía de Argentina y algunos los conocí acá, por ser amigos de
34
los amigos. No me cobran el alquiler y yo colaboro con la luz y el gas con mi RMI que por
suerte el mes pasado me empezaron a pagar” ( 10 varón inm).
35
Y, sin embargo, las personas parecen tener “buen conformar”, puesto que cuando más
adelante les preguntamos sobre su grado de satisfacción con el alojamiento actual, una gran
parte (44%) opta por calificarlo de Bueno, o incluso de “Muy bueno” (12%); apenas la tercera
parte opta por calificarlo de Malo/Muy Malo (33,8%), lo que pone de relieve una vez más lo
relativo que es casi todo en esta vida y cómo la satisfacción subjetiva es reflejo en gran parte
tanto de la experiencia pasada como del nivel de expectativas que se mantienen de cara al
futuro.
36
¿Cuál de estos espacios son compartidos con otras personas
que no sean de su familia? (Respuesta múltiple.% sobre N=60)
Habitación 13 21,7%
Baño/Aseo 39 65,0%
Cocina 34 56,7%
Salón comedor 28 46,7%
Ninguno 21 35,0%
Pero el carácter compartido del alojamiento, no se limita a los espacios. Como no podía ser
menos, tratándose de vidas en precario, también afecta y de modo notable a los gastos que
han de ser compartidos en dos de cada tres situaciones ver gráfico sig.)
Probablemente sea aquí donde se aprecia en toda su fuerza el efecto del capital social para
hacer posible una situación residencial relativamente independiente y que, de momento al
menos, ha servido para evitar la calle o la residencia en un albergue colectivo. La cuarta parte
comparte los gastos de su alojamiento con amigos (23%), y otra buena parte con la familia
(7%), la pareja (7%), lo que considerado en su conjunto da un total de casi un 40% que se
apoya económicamente en su propia malla relacional, a los que cabría sumar el 13% que
dispone de un apoyo formal facilitado por alguna asociación o entidad social. Con lo que
sumadas las diferentes especies de apoyo (formal e informal) nos encontramos con que un
62% de nuestros usuarios, mantienen un lugar donde alojarse merced a su capital social,
gracias al cual pueden afrontar los gastos de alojamiento. Aquí tenemos pues, una prueba
empírica de la eficacia con que actúan las relaciones sociales como freno y contenedor de la
exclusión sin hogar. Los testimonios que hemos recogido durante las entrevistas, son
enormemente ilustrativos de las situaciones, a veces increíbles, que permiten a la gente vivir
en el filo de la navaja, pero con un techo sobre su cabeza, gracias a sus relaciones afectivas:
37
casos como el siguiente?: “Estoy viviendo en lo que era la casa de mis padres. Yo me tuve que
venir a cuidar de mi madre porque no podía valerse por sí misma, en una casa de alquiler de
renta antigua. Entonces al morir ella, solo tenía derecho a vivir dos años. Pasados los dos
años quise negociar con la casera algún tipo de forma de pago que no fuera hacer nuevo
contrato, y me pidió 750€. La casa está para rehabilitar, no por mí, sino porque al tener dos
habitaciones tenía la posibilidad de tener unos ingresos para pagar. Pero de entrada yo no
podía pagar ese alquiler. Al final no llegamos a un acuerdo, me ha llegado una denuncia, juicio
y el desahucio. Se ha suspendido y estoy otra vez a la espera de otra citación” (22 mujer esp).
De hecho, esta cifra (el 62%) podría elevarse hasta superar el 70% puesto que los seis casos
de la categoría “otros”, son situaciones que resumen formas de soporte afectivo aún más
importantes, puesto que los gastos de alojamiento son asumidos en su totalidad por personas
de su entorno afectivo. Estas son las respuestas ofrecidas por los propios entrevistados.
38
Es de notar que apenas un 12% consigue retener el alojamiento apoyándose únicamente en
las prestaciones económicas que reciben, ya sea mediante ayudas económicas, o gracias al
RMI o a la renta activa de inserción.
Ahora bien, si ponemos en relación el tipo de apoyo que sirve para afrontar (compartir) los
gastos de alojamiento, con el tiempo que lleva viviendo cada persona en la situación
residencial actual3 que, no lo olvidemos, implica un riesgo objetivo de sinhogarismo, nos
encontramos con el panorama que resume el siguiente gráfico.
Digamos que en los casos de aparición reciente del riesgo, son relativamente importantes los
efectos de contención de la red de protección social formal y de los Servicios sociales, además
de las relaciones sociales de soporte afectivo y relacional de la persona afectada. En cambio, a
medida que el riesgo se hace estable o “crónico”, lo que cuenta realmente es el capital
relacional y la capacidad para sobrevivir y salir adelante sin ayuda de nadie. Los
3 Cada uno de los tres grupos viene a estar integrado por unas 20 personas: 19, “Menos de un año”; 21, “Entre 1 y 5
A nuestro modo de ver refleja lo lejos que aún estamos de considerar el derecho al techo como
una condición de carácter permanente y sostenido que antecede como premisa a cualquier
intervención psico-social que pueda llevarse a cabo, tal y como ocurre por ejemplo en la
filosofía de los programas orientados desde el enfoque del “housing-first”. En el fondo,
seguimos considerando que el rol de los servicios y entidades sociales como sostenedores del
alojamiento, ha de limitarse temporalmente a cubrir un período concreto y determinado.
02: Pues por mediación de G. [compañera de piso-amiga] porque ella entró a vivir en el
piso antes que yo y entonces yo, como iba al psiquiatra por aquel entonces… Yo con
mis hijos no podía llevar ninguna relación, de hecho tengo problemas con mi hijo, el
pequeño, que es insoportable vivir con él. Y entonces el Dr. P. me hizo un papel de que
yo necesitaba salir de la casa de mi madre, que era propia, y entonces gracias a eso
entré a Provivienda, en el programa de Provivienda” (04)
40
Itinerario
Itinera rio residencial
Antes de vivir en donde se encuentran, las personas vienen de residir en otras circunstancias,
normalmente menos precarias, que andando el tiempo se volvieron insostenibles, como por
ejemplo ocurrió en el siguiente caso:
“E: Cuando estabais viviendo en Usera, tuvisteis que cambiar de piso porque el casero
os subía el alquiler.
R: Nos subía el alquiler porque el contrato ya expiraba a los 5 años. Y luego él tenía un
derecho a la revisión y nos incrementó el precio del alquiler. Nosotros, a lo mejor los
compañeros quizás podían o no, pero yo, ni con el incremento, ni sin incremento. Yo no
podía porque me quedaba sin ningún tipo de ingreso. Estaba esperando el RMI” (08
varón esp)
Son estas trayectorias de alojamiento precario y sometido a enormes riesgos, las que se
reflejan en el siguiente gráfico, donde se compara las respuestas a las preguntas por el
alojamiento actual y el que tuvieron anteriormente.
41
Quizás el aspecto más distintivo entre el antes y el ahora, sea el incremento de las personas
que residen en alojamientos con supervisión profesional. Este tipo de casos prácticamente se
multiplican por tres, y reúnen trayectarias como por ejemplo la de este varón español: “Estaba
viviendo con mi madre y la tuve que ingresar en una residencia. Y ella tiene una buena
pensión, pero todo lo que tenía de pensión se lo quedaba la residencia que era concertada.
Pero a mí ya no me dejaron seguir en el piso, o sea, yo en ese momento no tenía empleo, con
lo cual tuvieron que venir asistentes sociales y se hicieron un poco cargo de mí. Primero
estuve un periodo de tiempo, cerca de un mes, de una pensión en otra, que me lo pagaban y
tal y… a raíz de ahí, me ofrecieron el piso con Provivienda, en el programa de Provivienda, de
unos 6 meses... (08); o la de estas dos mujeres españolas: “hemos estado alquiladas en
varios sitios. Antes de estar alquiladas en Provivienda hemos estado alquiladas en varios sitios
ella (una amiga) y yo. Pero que no nos llegaba. O pagábamos el mes, o teníamos que ir a
parroquias para que nos dieran vales para comidas, o sea horroroso…” (04)
En la tabla que sigue, hemos reflejado la evolución más reciente de la situación residencial de
nuestros usuarios. Leída en sentido horizontal, nos indica cómo se han distribuido cada una de
las personas que anteriormente vivían…en “piso o casa propia”, “piso o casa en alquiler”, etc.
42
Si leemos la tabla en sentido vertical, las cifras nos indican el origen residencial anterior de la
categoría que figura encabezando cada columna.
Habitación alquilada
alquilada - 3 3 2 - 2 - 1 1 12
Pensión / casa de
1 2 1 2 - - - - 1 7
huéspedes
Casa de unos familiares - 1 1 1 1 3 - - - 7
Casa de mi ex pareja - - - 1 - - - - - 1
Otros ¿Cuál? 1 3 2 1 - 1 - - 1 9
TOTAL 2 15 9 9 4 11 1 4 5 60
El limitado número de casos de observación con los que contamos hasta el momento, no nos
permite distinguir ninguna pauta típica pero en cambio sí que nos permite constatar
empíricamente que estamos ante una realidad enormemente cambiante y variada, tal y como
la reflejan las múltiples trayectorias y transiciones de una situación residencial a otra que
muestra la heterogénea y plural distribución de las cifras a lo largo y ancho de la tabla. Esto
nos tendría que volver enormemente cautelosos antes de aventurar pronósticos sobre la
condición atípica o “crónica” de las personas excluidas.
Pero podemos profundizar algo más en la evolución del apoyo al alojamiento si comparamos
con quien comparte actualmente los gastos con la situación anterior (ver gráfico sig.) En este
punto se aprecia fácilmente cómo la pareja y los familiares, ceden el paso a los amigos y los
desconocidos, por no hablar del hecho de haber tenido que recurrir mucho más a los apoyos
sociales formales, de manera que es la condición de asistido por los Servicios Sociales o por
Asociaciones especializadas en estos temas la que, inevitablemente -siguiendo la visión de
Simmel-, hace aparecer la conciencia de “ser pobre” y necesitado de ayuda.
43
GRÁFICO 15. GASTOS ALOJAMIENTO (%)
A la luz de estos datos, resulta evidente, el laborioso proceso de reconstrucción del capital
social que sigue a cada paso que se da en el proceso de deterioro de la identidad que
conocemos como exclusión social. Lo cual viene a abundar en la utilidad de implantar
programas de apoyo y soporte que traten de activar la malla de relaciones sociales de las
personas en riesgo de exclusión residencial.
De hecho, los motivos que llevan a cambiar de alojamiento en esta última etapa tienen que ver
sobre todo con las dificultades económicas que se resumen en impagos (22%) o desahucios
(7%), así como en el deterioro de las redes afectivas que se refleja en los problemas familiares
(8,5%), los problemas de convivencia (7%), de los amigos (2%) o de salud (2%).
44
¿Cuál fue el principal motivo de cambio de alojamiento?
Impago, 22,0%
Desahucio 5,1%
NS/NC 1,7%
De todos modos, la complejidad de las situaciones que se dan cita en las biografías de
personas en riesgo de exclusión, hace que la categoría “Otros” que se ofrecía como cajón de
sastre termine por acumular más de la mitad de las explicaciones que ofrecen los usuarios del
programa para explicar su último cambio de alojamiento. A continuación ofrecemos la lista de
motivos tal y como han sido recogidos textualmente.
45
¿Cuál fue el principal motivo de cambio de alojamiento? (Opción "OTROS")
Mejora de alojamiento
Desahucio del propietario de la vivienda al que pagaban el alquiler
Desalojo
Desalojo por mal estado del edificio
Deshaucio del casero que no pagaba al banco
Edificio ruinoso. Rehabilitación
El piso de RAIS pasa a ReALIDADES, eligiendo quedarse con RAIS
Fallecimiento del Sr. al que cuidaba y a cambio recibía alojamiento y manutención
Finalización del tiempo de estancia
Finalización periodo de estancia en piso tutelado
Le resultaba más barato en 1984 pagar un estudio que una habitación en una pensión
Malas condiciones de la vivienda
Malos tratos sufridos por parte de la expareja. Sale huyendo después de 5 años de maltrato sistemáticos.
Dos hijos en común. la pequeña consigue enviarla a Ecuador y la mayor vive con su abuela paterna.
Mejora situación
Para cuidar a su madre
Piso IVIMA en régimen de alquiler
Por cierre
Por espacio
Por la lejanía de su trabajo
Por trabajo
Reagrupación familiar
Ruina del edificio
Salir de situación de calle
Se cerró la pensión
Se dió de alta voluntaria en el recurso residencial de Cáritas de Sta. Hortensia
Se lo ofrecieron desde el Ayto (gestión EMES)
Situación ruinosa del edificio
Subida precio alquiler
Suspensión de la RMI
Violencia de género
En la tabla anterior se pueden observar, desde los cambios para intentar mejorar el
alojamiento, o por razones de trabajo, hasta los casos de violencia de género y maltrato,
pasando por quienes se encontraban viviendo en edificios ruinosos y en mal estado, o alojados
como inquilinos por caseros poco fiables o como contraprestación por cuidados a personas
mayores y dependientes. Aunque quizás de todo el abanico de situaciones que llevan al
deterioro del alojamiento, quizás las más difíciles de asumir sean aquellas que tienen que ver
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con la finalización de un período de estancia limitado dentro de una institución de acogida o
como resultado de un programa social que se extingue, modifica sus criterios o pone fin a la
prestación, sin que medie la voluntad de abandonarlo por parte de la persona atendida. Así se
refleja en el siguiente testimonio, recogido en una de las entrevistas:
06: Pues, todo viene por lo que viene…Pues los conocí por suerte y mala suerte. Suerte,
porque si no estoy ahora en un albergue, es porque estoy en Provivienda; y la mala
suerte de que se me iba a caer la buhardilla. Estuvo a punto de caerse y llegaron
urgentemente para desalojarnos y nos llevaron al Samur Social a dormir esa noche. Y
de ahí nos derivaron a los Servicios Sociales y de ahí a Provivienda. Primero en un
sistema de pisos de acogida que era, digamos, gratuito, que no teníamos que pagar
alquiler, todo lo subvencionaba Provivienda. Pero eso duraba máximo 6 meses. A los 6
meses te vas o te vas, ellos te buscan algo o te lo buscas tú… son 6 meses que no hay
más”
E: Y la persona que no pudo pagar y se fue (del piso compartido de Provivienda) donde
está?
06: En SINTEL, y estuve 15 años. Venía de estar en Alcatel que era de la misma rama,
de telefonía. Estuve 6, era instalador de centrales telefónicas y la empresa se fue a
pique. Dieron indemnizaciones al primero que se iba porque los 2.000 ó 3.000 que se
quedaron no han visto un duro están esperando el fondo salarial por esperar,
esperar…Y de allí ya se acabó el trabajo. Estuve trabajando para la Comunidad
pintando siete, ocho meses y algunos trabajillos así, esporádicos, de dos o tres meses,
pero ¡bah!, poca cosa” (06)
El hecho es que de entre todas las personas participantes en el programa IPSO, apenas una
sexta parte están trabajando de alguna forma, ya sea con contrato (8%) o sin él (5%).
Desempleado/a (86,7%)
Entre los que alguna vez han trabajado de modo más o menos formal, al menos la cuarta
parte lo han hecho siempre sin contrato (“Sin contrato sin papeles ni nada. Un trabajo de
48
vigilante de obra. El fin de mes te dan seiscientos, quinientos, por ahí…. 09 Varón inm). Del
resto son mayoría (46%) los que hace más de tres años que no trabajan regularmente, con
contrato; lo que parece reflejar el deterioro de las condiciones laborales como consecuencia
de la crisis que se inicia en el año 2007 y que ha convertido casi en un milagro la consecución
de un contrato de trabajo: “Anteriormente estuve trabajando como interina en el Ministerio de
…. Entonces yo tenía trabajo; lo más… quince días y me volvían a llamar. Pero luego sacaron la
renovación de la bolsa, no me enteré y no entré. De todas maneras llevaba como año y pico
en la bolsa anterior y no me llamaban” (mujer esp); “He logrado salir de los baches siempre
trabajando. Es que antes no es lo mismo que ahora. Es que antes hacía así y me salían cuatro
trabajos, y tenía mi móvil y todo. Y entonces les daba mi número y me llamaban, pero es que
ahora te tiras 40 años buscando y no lo encuentras” (14 varón esp).
Aunque el impacto de la crisis se deja sentir no sólo en la reducción de empleo formal, con
contrato, sino que también escasean las “chapuzas”, los trabajillos informales que han
permitido salir adelante a mucha gente: “La crisis, yo la he notado en todo, en hacer la
compra. En que yo antes me buscaba un extra mensual de 150 euros, o bien de mozo o bien
de eso, lo que se le llama economía sumergida. Pero en todos
los países existe eso, ¿no? La gente, antes te decían: ’¡Oye!, ayuda a ese a llevar eso’. Y ahora
lo hacen ellos mismos. La gente que compra el mueble y que se lo llevaras, ahora lo hacen
ellos porque no pueden gastarse esos 100 ó 200 que antes pagaban a 4 ó 5 mozos por
ayudarles a vaciar el piso” (Grupo) O bien, esta otra intervención durante el mismo grupo de
discusión de personas en riesgo: “yo antes daba clases particulares y ahora es que no me
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llaman casi nada. O sea, yo pongo… antes ponía cartelitos para dar clases particulares a niños
y lo que fuera, pero es que ahora no me llama nadie. Es que no me llama prácticamente
nadie, o sea, es una cosa increíble. Es que yo antes notaba que sí que me llamaba gente,
bastante, pero de un tiempo a esta parte es que ¡no te llama ni dios!”.
Y, claro está, también en este capítulo es crucial la importancia de las relaciones y el capital
social disponible, tal y como queda reflejado en el siguiente gráfico. Los amigos (33%), esto es,
el boca o boca de los conocidos (junto con la familia (5%) son más eficaces que las agencias
oficiales (8%) o las entidades sociales (15%) para encontrar un trabajo que permita salir
adelante aunque sea en condiciones precarias e irregulares (“¡joer!, estoy esperando a que me
llamen para un curso desde que me dieron de baja en el trabajo. Desde el 2008 estoy
esperando para el cursillo. Me he apuntado a cinco cursillos, uno de ellos de ordenador; me
llamaron me dijeron que no hay plazas, y hasta hoy. Desde el 2008 me he apuntado para
bolsa de empleo del INEM, para jardinería, de peón…y no hay manera. Que haya bolsa de
empleo también en los SS. SS. y no solo en el INEM” 15) . Pensemos que muchos de los que
dicen haberlo encontrado “por su cuenta”, muy probablemente reflejan este recurso a fuentes
de información y referencia personales. El aislamiento y la incomunicación vuelven a ser el
enemigo a batir cuando se trabaja a favor de la inserción social de estas personas.
Y no obstante, a pesar de que la experiencia acumulada indica la mayor eficacia de las redes
de contactos personales, en estos momentos, las personas que fueron entrevistadas, están
utilizando sobre todo las vías formales de búsqueda de empleo, ya sea el INEM (22%) o alguna
50
asociación (25%). Lo que parece ser un reflejo del deterior de su malla relacional, ya que
apenas la quinta parte lo buscan a través de amigos o conocidos y nadie cuenta con ayuda de
familiares. En todos estos casos, se trata de vías complementarias al intento de buscarse la
vida por sí mismo (“por mi cuenta”), lo que vienen a afirmar casi las dos terceras partes; el
tercio restante ya no busca trabajo, bien sea porque ha tirado la toalla, porque ya está
jubilado, se encuentra realizando un curso en el INEM o porque justo acaba de firmar un
contrato temporal (hay una persona en cada uno de estos casos).
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GRÁFICO 12. UTILIDAD APOYO PROGRAMAS EMPLEO Y ASOCIACIONES
Sí (33,3%)
A veces (35,0%)
No (23,3%)
Ingresos
Ingr esos
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Aproximadamente, ¿cuántos ingresos
totales obtiene al mes?
Promedio = 407,30
Mediana = 397,50
Mín = 0 Máx = 1 200
Nro. % cit.
Menos de 200 9 15,0%
De 200 a 399 27 45,0%
De 400 a 599 11 18,3%
De 600 a 799 11 18,3%
800 y más 2 3,3%
Total 60 100,0%
De hecho (ver gráfico sig.), el 43% de estas personas cobra la RMI que se constituye así en la
fuente principal de ingresos (“Hago frente a los gastos a través de lo que percibo de la RMI, de
SS SS y de unos trabajillos que hago eventualmente por mi cuenta, unas clases particulares y
algunas cosillas por ahí. Llevo cobrando la RMI desde que llevo en este alojamiento” (12
mujer esp), seguida de los trabajos puntuales o chapuzas (27%), la Renta Activa de Inserción o
subsidio de desempleo que se cobra cuando se ha perdido el derecho a seguir cobrando la
prestación contributiva por desempleo (13%) y las pensiones de baja cuantía (12%). Con lo
que el proceso de deterioro económico, va acelerándose a medida que se alcanzan los niveles
prestacionales más bajos, cuando la capacidad adquisitiva se vuelve mínima: “En el 2008
cobré el paro. Y en el 2010 empecé a cobrar el PRODI. Cuando empecé a cobrar el prodi tuve
que irme a una habitación pues la pensión era muy cara y no podía. Cuando se acabó el prodi,
estuve 6 meses sin poderle pagar a la dueña de la casa. Y entonces tuve que tirar de un
dinero que realmente no era mío, que era un plan de pensiones para mi jubilación. Y me lo
tuve que gastar para pagar la casa, mientras a mí se me arreglaba el tema del RMI.” (15 varón
esp). El PRODI al que se refiere este entrevistado, es el programa temporal de protección por
desempleo e inserción puesto en marcha por el anterior gobierno, que permite cobrar 426€
por un único período de seis meses cuando ya se ha agotado el derecho a recibir la prestación
o el subsidio por desempleo.
Ese era también el caso relatado por este otro entrevistado: “El paro, tuve dos años cuando
salí de la empresa. Se me acabó el dinero, mi madre vivía. Pues mientras mi madre vivía, pues
tenía casa. Mi madre murió y yo como he sido muy “viva la virgen” y no he sabido decir…,
estirar el dinero; me lo he fundido muy rápido. Al punto de que no tenía para pagar un piso,
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¿sabes? Yo he estado ahí en pensiones ocho años que me lo ha pagado mi madre…Y de la
pensión… al albergue porque ya no tenía dinero para pagar la pensión” /…/ “Yo he cobrao
ahora esta ayuda para mayores de cincuenta y dos años, que son 426 euros. Eso es lo que me
mantiene. Con 426 euros, paga piso compartido, luz, agua, y ya tienes ahí los 300 euros. Y
eso que es un piso de los más baratitos… Me lo han cogido ahí, porque tenía una ayuda
económica y tal; en otro piso se nos ponía a ochocientos euros y pico, entonces dijeron
(Provivienda): ‘Venga, vamos a este barrio, no es la misma calidad, pero vais a pagar menos’.”
(06 varón esp). Con todo, incluso siendo muy bajos, estos pequeños ingresos mensuales,
pueden constituir la clave para poder realizar un trabajo de acompañamiento y contención,
como el que relataba este entrevistado que estaban llevando a cabo con él desde
Provivienda”. Lo mismo ocurre, aunque con otros matices, en este otro testimonio recogido:
“Vivo en C. [un barrio] desde hace un año, en un piso alquilado por intermediación de
un piso de Provivienda.
Mis ingresos son el subsidio de desempleo de 426 euros y la verdad, eh…la pensión de
alimentos que me pasa el papá por el niño pequeño que tengo en casa” (05)
Del mismo modo, por lo que se refiere a la renta mínima de inserción, hay que tener en cuenta
que la cuantía de la RMI que se recibe en Madrid, está entre las más bajas de España (es poco
más de la mitad de la que se ofrece en el País Vasco) siendo uno de los lugares donde la vida
resulta más cara, de modo que sólo en parte puede contener el riesgo de verse sin techo: “Me
queda irme a una habitación, pagándomelo con el RMI los 300€ que cuesta. La RMI son 375.
Para mi mujer van 50, para los libros o para…Que me quedo sin un duro. Aunque ella tiene
razón, porque se ha gastado 200 en los libros, eso y la ropa y…Claro, no le voy a decir que no
se lo doy…, pues se lo doy” (14 varón esp). Esta escasa cuantía, sobre todo cuando hablamos
de un adulto solo, no da para mantenerse a flote, sino que más bien sirve para introducir a los
perceptores en el circuito de “los necesitados de ayuda”: “Nada, ya te digo, yo empecé con el
IMI4 y ¡bua! He estado en comedores sociales, en cantidad de ellos. Estuve en Martinez
Campos… estuve como un par de años yendo. Llevo mucho tiempo ya sin trabajo, entonces….
He estado… Ahora estoy yendo a otro que, por cierto, a la 13.00 tengo que estar allí, que es
en Argüelles. Es un centro social para personas con pensiones bajísimas, o discapacitados, o
Del mismo modo que es imprescindible agilizar los trámites para poder percibir la prestación
económica en el momento mismo en que se presenta la crisis, sería también imprescindible,
flexibilizar los criterios de extinción de la misma para evitar el efecto perverso que en algunos
momentos lleva a quienes se encuentran recibiéndola a rechazar la firma de un contrato de
trabajo temporal por unos pocos días, con lo que se desincentiva el trabajo formal, y se
estimula el trabajo sumergido o incluso el no trabajar:
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Por no hablar de las personas extranjeras, cuyo régimen de movilidad geográfica y su propio
proyecto migratorio, entran a veces en colisión con una prestación que se gestiona desde cada
autonomía y exige un tiempo de radicación y arraigo en la misma que resulta incongruente con
una búsqueda de empleo que no entiende de fronteras interautonómicas, sino que cuenta con
moverse en todo el territorio nacional: “Me enteré de la RMI y de los SS SS por una persona
conocida. De momento no he solicitado la RMI pues no llevo con padrón en Madrid un año,
porque he estado en otros sitios. Pero esto es difícil, porque si me sale un trabajo por 4 ó 5
meses en otro lado… pues yo voy allí, porque los papeles son lo primero, si no la policía está
ahí” (13 varón inm)
Un ejemplo del tipo de estrategias con movilidad interautonómica que han servido para
complementar la escasa cuantía de la RMI madrileña, al menos antes de la llegada de la crisis
económica, es el nos ofreció un varón español durante el grupo de discusión: “Antes te
buscabas la vida un poquito, un extra. Si antes estabas cobrando la RMI, estabas pagando
una habitación. Yo estuve una época cobrando el RMI y cobraba trescientos y pico. No,
trescientos setenta euros y pagaba de habitación trescientos. ¿Cómo…? Pues me las tenía que
ingeniar por ahí, buscando algo o lo que sea. O decir: ‘Oyes, te hace falta esto’; ‘Oye, vente
aquí a Toledo, para ayudar a descargar unas cajas de unas cosas que tengo, y tal’. Oye, pues
vo. Me dio 50 euros y me valieron para comer esa semana o dos semanas. Y cosas así como
esta, o similares a esta o parecidas me salían. Ahora no me salen. ¿Por qué motivo?... La
economía, el problema que hay porque está todo el mundo muy mal de dinero” (Grupo)
Pero, en fin, para poner todos los datos sobre la mesa, el esfuerzo de austeridad y contención
que es preciso realizar para salir adelante en Madrid con la RMI, hay ocasiones en que puede
(y ¿por qué habría de ser de otro modo?) ser compatible con situaciones personales que no
siempre encajarían dentro de los parámetros de una estricta moral calvinista o similar: “Hace
dos años pedí la RMI pero como pensé que se iban a arreglar las cosas, no continué, y como
no tuve problemas…Trabajo, lo dejo, trabajo, lo dejo. Y ahora recién, tengo la RMI y puedo
hacer las cosas, paso a paso, y tratándolo escalonadamente” /…/ “No gasto más de 5-10 € al
día. El problema está en que gasto…bueno, yo consumo marihuana, estoy ahora tratando de
cortar con esa adicción…pero llego perfectamente con el dinero de la RMI. Es más, si no
consumiera hasta podría ahorrar un poco” (varón). Pues bien, también en estos casos, como
en el de quien bebe algo de más, o tiene algún que otro hábito costoso, la RMI puede y debe
57
seguir proporcionando una ocasión para contener y prevenir la caída en el sinhogarimo y la
vida en la calle.
Más allá de estas fuentes queda para algunos la ayuda de la familia y los amigos (10%), la
venta ambulante (5%) y otras opciones minoritarias. Todo ello sin que resulte desdeñable el
grupo de los trabajadores pobres, con o sin contrato que suponen el 8,3%.
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TABLA 12. DINERO DESTINA AL ALOJAMIENTO
Con lo que las filigranas que deben hacer para conseguir esquivar el riesgo de verse en la
calle, son de lo más variopinto: “tengo 3 horas de trabajo en una biblioteca y aparte de eso soy
minusválida y bueno con mi pensión me da para pagar el alquiler” (03 mujer). Lo que incluye
también a desplegar austeridad e imaginación a muchos trabajadores pobres, cuyo empleo a
duras penas les da la posibilidad de hacerse con un alojamiento: “Tienes que dar el mes de
fianza. Tienes que…y en torno a eso, se iría prácticamente todo el sueldo. En eso… yo…, todo
el sueldo. Donde más puedo llegar a ganar es haciendo horas. Pero el salario base que tengo
es de 650 €. Una cosa así. Con añadidos, a mil euros no llego. O sea, hacer frente yo a un
hipotético alquiler, yo solo, pues…. no puedo. La luz, el agua, el transporte, la alimentación…El
transporte solo me cuesta… Porque encima yo no estoy trabajando cerca de casa
precisamente. Utilizo para ir: cercanías, metro y los autobuses interurbanos. Para el regreso
intento hacer otra combinación, porque ya vengo más tranquilo, porque ya diez minutos más o
diez minutos menos… Pero es que el abono del B1 son más de 54 euros” (08). Esta es la
experiencia cotidiana de quienes viven en un hilo y deben hacer filigranas para continuar
teniendo un techo sobre sus cabezas: “Vivo en un estudio en alquiler. Vivo con mi madre, con
mi hermana y con mi hijo. Vivo en esta casa desde hace 9 años. Para hacer frente a los
gastos, hago unas horas extras planchando. Mi mamá, que ha empezado otra vez a cobrar el
subsidio, recién. Y antes estaba cobrando yo, hace 6 meses o así, el subsidio. Y con eso nos
vamos defendiendo un poco. Ahora mismo he empezado a trabajar, un mes de suplencia, con
contrato y gano 900. No me han dicho nada de continuar” (20 mujer inm), etc., etc., etc.
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Lo que hemos podido ver reflejado en la vida de las personas en riesgo de verse sin hogar, ha
sido la pequeña fracción que ha aflorado del enorme iceberg hecho de sufrimiento humano
que acompaña a la pobreza. Al escuchar los testimonios de quien lo vive en propia carne,
podemos desvelar e intuir el entorno de miseria que subyace a tantas situaciones como
afluyen a los negocios que se anuncian diciendo “Compro Oro” y que han proliferado como
hongos en las ciudades españoles de unos años a esta parte, especialmente desde el estallido
de la crisis: “Gracias a un dinerito que tenía ahorrado, que me dejó mi madre cuando murió,
pues he ido tirando, tirando, tirando… Pero, claro, tres años y medio casi [en paro]… , pues se
ha ido acabando, porque con 426 € no te da para nada. Y he tirado como he podido. Y gracias
a que me ha salido un trabajo de seis meses, a ver si puedo seguir seis meses más. Tenía
cositas de oro. Las de mi madre no quiero venderlas porque no quiero que se enfade mi
hermano, es más si las quiere él, pues para él. Yo ya lo he vendido todo. Ya no tengo nada”
(22 mujer esp). Ciertamente, hemos vivido mucho tiempo en una cierta fantasía de riqueza
fácil y fiebre consumista, pero los platos rotos de esa fiesta, no los están pagando quienes la
organizaron, sino sus invitados, por más que estos puedan llegar a vivirlo con cierto complejo
de culpabilidad: “…para pagar todo lo que debo al banco. Lo que se me ha ido acumulando…
Tiraba de la pensión… pues claro, no tenía para todo... Te iban dando dinero… Pero, ¡yo no he
pedido dinero a extraños! He pedido al banco. Créditos… Que no me los concedieran tampoco,
si sabían la nómina que tenía, ¿verdad? Digo yo…, que me hubieran parado y no me dieran así
tampoco… Pero, en fin, lo he hecho, no puedo culpar a nadie porque es culpa mía…Yo es que
me lo he buscado, el culpable soy yo y ahora me lo tengo que pagar” (02 varón esp).
La red de ayuda
Hay que pensar que esta fragilidad financiera, necesariamente debe dejar terriblemente
expuesta a la persona que vive esta precariedad, en el momento en que surgen necesidades o
gastos extraordinarios, así por ejemplo, las respuestas a la pregunta “Si Vd. está en una
dificultad financiera y necesita pedir prestado 100 euros, ¿a quién pediría ayuda?” arrojan el
resultado siguiente:
Aproximadamente un tercio de estas personas no cuenta con nadie a quien pudiera pedir
prestados 100€ en caso de necesidad. Un 40%, podría recurrir a algún amigo, y un 22% a
algún pariente, le sigue bastante más lejos la posibilidad de “sablear” a algún conocido (8%) o
a un compañero de Piso/Pensión/Albergue, este es el núcleo fundamental de la red de apoyo
económico informal.
Finalmente hay 7 personas (“Otros”) que intentarían pedírselos a Cáritas (1), a los Servicios
Sociales (2) o a su Asistente/Trabajora social (2) y, por último, en dos casos responden que los
pedirían en el Banco, lo que supone que tan sólo el 3% de esta población en riesgo, logra
acceder mínimamente a las entidades financieras, quedando por tanto casi en su totalidad,
excluidos (también) del crédito.
Todo ello hace que deba recurrir a buscar ayuda de carácter social en organización formales,
públicas o privadas (ver gráfico sig.). En primer lugar se cita al Centro de Servicios Sociales:
“Estoy yendo a Maria de Maetzu y allí estoy recibiendo atención psicológica y, bueno, intento
participar en las actividades que hacen tanto para relacionarme con las mujeres y gente del
barrio como también par estar entretenida y que no le dé tantas vueltas al tema este de no
tener trabajo y tal, y el hecho es que en algunas oportunidades me apunto a actividades” (5
mujer esp). Curiosamente, el primer contacto con el sistema público de Servicios Sociales, se
produce a veces por vías espúreas y casi “sin querer” como por ejemplo en el siguiente caso:
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“Conocí los Servicios Sociales por una denuncia de una vecina por supuesto maltrato a mi hijo.
Gracias a eso conocí los SS. SS. No sabía que esto existía. Nunca he conocido sitios como
éste. Y de casualidad, fui el 1 de agosto, y el 15 me quedé sin empleo. Me han ayudado
mucho psicológicamente, moralmente y hasta económicamente. Me han ayudado a conseguir
asistencia jurídica gratuita, guardería para el niño, y cosas así. No te dan dinero pero te dan
ayuda que te solventa lo que tú no puedes solventar económicamente” (Mujer inm). Este sería
un clarísimo ejemplo, de la extraordinaria labor preventiva frente a la exclusión que se realiza
desde el sistema de atención primaria, y que a menudo permanece en la sombra incluso para
los propios protagonistas y profesionales, no digamos para la opinión pública que, mientras
que ha tenido contacto masivamente con el sistema educativo o sanitario y valora su utilidad y
beneficios sociales, sigue en gran parte ciega, sorda e ignorante frente a la generación de
bienestar que se produce desde los Servicios Sociales.
“E.: Únicamente los servicios sociales. Para mí es lo mejor que…, de verdad, lo mejor
que hay son los servicios sociales. Porque, la verdad, han sabido ayudarme. Y lo más
oficial y lo mejor que hay. Porque es una cosa que más o menos está bien, que es
seguro, que te ayuda.
M. A.: Es que hay mucha gente que si no fuera por SS.SS, estaríamos… No sé dónde
estaríamos….
Esta precedencia de los Centros de Servicios Sociales cuando las personas entrevistadas
relatan las fuentes principales de ayuda es lógica si tenemos en cuenta que el acceso a esta
62
población se ha realizado desde este tipo de dispositivos, aunque en algunos casos, el
contacto se haya realizado de forma indirecta, esto es, a partir de la entidad intermediadora
entre los SS. SS. y las personas en situación de riesgo. Dejando pues aparte la respuesta que
alude al centro de SS.SS., nos encontramos que citan en primer lugar a entidades sociales que
se ocupan de facilitar alojamiento (43%) como por ejemplo Provivienda, EMES, Realidades o
RAIS, y en segundo lugar a quienes preparan para la búsqueda de empleo (37%). Techo y
trabajo se constituyen por tanto en los dos objetivos prioritarios para estas personas. Nótese
que estamos hablando de los escalones previos y anteriores para tratar de detener la caída en
la situación de calle y/o en la red de albergues y residencias colectivas.
Cuando faltan otros apoyos sociales informales como familia y los amigos, es fundamental la
labor preventiva que realizan un buen número de entidades sociales, que actúan como
cortafuegos y ponen diques para evitar la caída en la calle y todo el deterioro psicosocial que
eso conlleva. A veces esta tarea de contención, opera con muy pocos medios y por vías
sinuosas que encadenan derivaciones y traslados de una entidad a otra, tal y como se refleja
en el relato de este varón inmigrante que actualmente se encuentra alojado con Provivienda:
63
Más allá de estas dos áreas de privación (techo y trabajo), se encuentra la urgencia por
remediar la necesidad de comer y vestirse, lo que hace que un 22% recurra también a los
comedores sociales y un 5% a los roperos, como parte de una estrategia de supervivencia y
ahorro de los parcos ingresos disponibles: “Yo en ese sentido siempre he sabido moverme,
me he ido al centro de SS.SS. de María Fallas [sic] y ahí me han movido comedores, me han
movido parroquias, me han movido todo, o sea que sí hay medios para que te ayuden …”
(mujer esp). Esta función compensadora de la última red de asistencia cubriendo necesidades
muy básicas, como comer y alimentarse, es particularmente importante en tiempos de crisis,
cuando la propia red informal se encuentra debilitada y atravesando por dificultades similares:
“Sí, he necesitado ayuda de amigos. Pero ahora están todos con problemas, sin dinero. No
quieren contestar ni siquiera al teléfono por la situación que tienen. Me prestaron dinero. Y
Cáritas que me da de comer. Aunque me dan hidratos de carbono y nada más” (11 Mujer
inm). Es obvio que, la tarea de las instituciones religiosas y su deseo de prestar ayuda a
quienes se encuentran en dificultades, no siempre es recibido con el mismo entusiasmo, ni
suscita en todos los casos el agradecimiento o la adhesión a los principios y valores que las
inspiraron y tratan de transmitir o mostrar: “He estado con los testigos de Jeová recibiendo
clases y demás, pero realmente me han confundido mucho y de momento lo tengo eso quieto.
Porque eso de poner la otra mejilla cuando alguien te golpea… como que está pasado ya de
moda. No puedes poner la otra mejilla. Mira, yo por abrir la puerta de mi casa y ser amable o
amiga me han robado el móvil, o sea que…no” (05).
Por no hablar de las eventuales quejas sobre la real o pretendida mala calidad de la comida o
su carácter insuficiente. Pensemos que estamos ante personas muy golpeadas, que viven un
fuerte estrés y que eventualmente sólo pueden quejarse y levantar la voz en este tipo de
centros: “Que no es que me vuelva loca por volverme loca, que es una cosa, otra cosa. Eso es,
un cumulo de cosas. Entre mi casa, que veo que me quedo sin casa, el comedor, que no
como… Que es que muchas veces tengo hambre. ¡Ayer, organicé unos pollos! Y algunas veces,
me cabreo tanto, que salgo de allí, me meto en un restaurante y digo: ¡ocho euros! Pues si no
tengo mañana, ¡pum! [golpe nudillo en la mesa]: ¡hoy como!” (Grupo).
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¿Recurre habitualmente a alguno de estos recursos sociales? (Respuesta múltiple)
Nro.
A Centro de Servicios Sociales 46 76,7%
A Roperos 3 5,0%
A ninguno 5 8,3%
En el caso de una persona mayor que contestó a nuestra encuesta, es en el hogar del jubilado,
que hace las veces así de comedor social, donde encuentra la posibilidad de comer a precios
muy reducidos.
Claro que incluso siendo precios reducidos, no siempre se adaptan a las minúsculas
economías de algunos de nuestros entrevistados:
M. A.: De mayores, ¿no? Sí, ya, ya, de los que cobran cuatro y algo, ¿no?
R.: ¡4,25!
Al final del cuestionario colocamos una serie de tres preguntas que nos permiten asomarnos al
estado actual de la red de ayuda e intercambio con la que cuentan estas personas. Así por
ejemplo a la pregunta sobre el número de amigos que viven cerca del entrevistado, ¡un 43%!
nos dijo que no tenía ningún amigo próximo viviendo cerca de él (a 15-20 minutos caminando
o a 5-10 en transporte). A veces se nos olvida que Madrid es muy grande, y las distancias
operan como barreras insalvables cuando no se dispone de medios para acceder al transporte
público: “también tengo el problema del transporte. Necesito bono de metro para ir a la
parroquia y para encontrar trabajo. Y necesito un teléfono, sin teléfono no se encuentra
trabajo. Voy a preguntar por alguna oficina que me ayuden en esto” (11 mujer inm).
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GRÁFICO 15.
15. CANTIDAD AMIGOS VIVEN CERCA DE SU CASA
1ó2 30,0%
3ó4 13,3%
5 o más 13,3%
Ninguno 43,3%
Cuando estas redes naturales de apoyo faltan o son escasas, esto implica que para poder
realizar un trabajo de corte preventivo, es necesario prestar atención al trabajo de conexión
con el vecindario y el entorno más próximo, saliendo al paso del aislamiento y la lejanía que
parece imponer la vida en una gran ciudad como Madrid, con toda la desesperanza y el
desencanto que puede llegar a generar: “No tengo amigos en Getafe y solo algún conocido en
Madrid. Amigos solo vienen al caso cuando tienes dinero, cuando puedes invitarles a algo,
pero cuando estás en una situación difícil, los amigos se desaparecen.” (13, varón inmig).
El papel crucial que puede representar el transporte público en la prevención y la lucha contra
la exclusión, si se pudiera utilizar como una herramienta más dentro del proceso de
intervención social desde los Servicios Sociales, lo ponía de relieve de manera lúcida y
perspicaz una de las personas que intervinieron en el grupo de discusión de personas en
situación de riesgo:
“Yo lo que si le dije a una asistenta social y se calló la boca, pero no lo pasó. Digo:
“Bueno, vamos a ver, ¿por qué a los que tienen la RMI no se les da un billete de
transporte para el metro?” Para el metro no hay ningún coste puesto que van a tener
los mismos trenes, las mismas empleadas y los mismos…Se calló la boca y no dijo
nada. Porque a ti te dan un billete de transporte gratis y tú lo utilizas para ir a esto, a
buscar trabajo. Porque como tú tengas menos capacidad de dinero, tú no tienes
oportunidad de buscar trabajo, porque tú no puedes irte mucho más fuera o irte más
lejos, entonces los transportes son de la Comunidad, si son de la Comunidad, para la
Comunidad no hay ningún gasto en que tú entres. El único gasto es el que te den el
66
billete, pero entrar…, van a estar utilizando los mismos servicios, porque tú entres no
van a dejar de utilizar otros, ¿por qué no lo hacéis y dais más capacidad?, ¿eh?... Se
calló la boca y no dijo nada..” (J. Grupo de discusión)
No obstante, más allá del inconveniente grave de la distancia, el hecho es que la mayoría de
las personas mantiene una red de intercambio y ayuda mutua que se refleja en los dos
gráficos siguientes:
No (35,0%) No (28,3%)
Sí (65,0%) Sí (71,7%)
Dos de cada tres han vivido en el último medio año, la experiencia de verse ayudado por
alguien, ya fuese vecino, amigo o simple conocido, y de forma paralela, más del 70% han
podido ayudar a su vez a alguien: “Sí me han ayudado. Normalmente económicamente no he
tenido problemas, a la hora de si he tenido que pedir a un familiar algo, o me ha hecho falta
para los libros del niño. Me han ayudado sobre todo para el niño. O sea, el tema mío personal,
gastos que yo tenga, no; sobre todo para el niño: ropa, libros, alguna vez que no me ha llegado
para pagar el comedor. Cuando lo he necesitado, no he tenido ningún problema. /…/ Yo
también les he ayudado. Los familiares y amigos, más cercanos son los que siempre nos
ayudamos. Yo les he ayudado económicamente. Por ejemplo, yo a mi madre por ejemplo,
somos cuatro hermanas, y a veces se hace un poco cuesta arriba sacar adelante a todas, se
hace un poco complicado y he pagado yo comedor, transporte…” (16 mujer esp). Aparte del
indudable valor en términos económicos que representa esta red informal de ayuda e
intercambio, no es posible calcular lo que puede llegar a representar en términos de ilusión y
soporte del sentido vital: “A mis amigos les veo muy a menudo. Digamos que nos movemos en
un entorno muy familiar, muy amigable y nos vemos siempre. A la semana, 2 ó 3 veces, para
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organizarnos a buscar trabajo y hacer cosas, para no estar todo el tiempo en casa sin nada
que hacer. Salimos a jugar al voleibol, o a dar un paseo en bicicleta en el parque de las
Naciones…Muchas cosas” (19 mujer inm).
En el caso de las personas que un día emigraron, ya sean extranjeros o autóctonos, y dejaron
lejos a la familia, son los amigos los que sustituyen a aquella en esa función de apoyo y sostén
que todos necesitamos: “Mis amigos sí. Cuando quiero dejar los niños y para trabajar y para
hacer otras cosas, me ayudan con los niños. No tengo familia aquí. Mi pareja. Solos aquí” (18
mujer inm); “A mis amigos les veo cada semana o así. A veces veo a mi madre, cada dos
semanas, al mes o así. Vive en un pueblo lejos.” (06). En este sentido, hay que entender que
no hay ninguna prestación económica o de otro tipo, o relación profesional de ayuda por buena
técnicamente que esté realizada, que pueda sustituir el papel imprescindible y gratuito que
prestan los amigos, por pocos en número que estos sean: “Tengo muy pocos amigos. Tengo
una amiga en concreto que vive al lado de mi casa y la puedo ver casi diariamente porque
bajamos al parque con los perros. Aparte de que ella está pasando por una situación personal
muy particular y nos contamos las penas la una a la otra y nos reímos. Y participamos en
todas las manifestaciones que hay. […] Cuando me veo con mi amiga nos vamos al parque,
porque no tenemos un duro. Yo ya no sé qué es eso de: ‘¡Vamos a tomarnos un café!’. Si miro
para atrás la vida que llevaba antes a la que llevo ahora, pienso que lo he soñado o que era
otra persona. Que alguien me diga ahora: ‘Ven a comer a mi casa’, para mí es fiesta” (21
mujer esp). Está bien poder comer cuando lo necesitas, es bueno que existan comedores
sociales, pero cuando es un amigo el que te invita, entonces estamos ante algo mejor que
bueno, entonces: ¡es una fiesta!
Es más, a veces, esa misma comida que se reparte gratuitamente en un comedor social, es
doblemente apreciada, sabe mejor, cuando es vehiculada a través de una relación de amistad:
“Esto ya me lo llevo para mí…Pero la depresión… que he estao unos seis meses. En el
momento que tuve que solicitar los 420 euros que puso entonces el gobierno de los seis
meses… Ya ahí me quedé a cero y tuve la suerte de que fue un mes solo. Los compañeros
también me ayudaron…ellos van a los comedores sociales y me traían latas…comida de los
comedores... Por eso, también la relación con los compañeros es muy buena, hay mucha
unión; que he dado con buenos compañeros de piso” (08 varón esp). La misma lata, sabe
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mejor, resulta doblemente sabrosa, y acaba por ser medicinal frente a la depresión cuando
llega expresando amistad y afecto.
Esto es lo que hace tan imprescindible -y al mismo tiempo tan difícil de medir y evaluar- el
trabajo profesional orientado a fortalecer y/o crear las redes sociales de las personas que se
encuentran en riesgo de exclusión: saber que hay resultados que únicamente pueden
alcanzarse desde la gratuidad de una relación no técnica, no profesional. No obstante,
podemos contribuir a que esa relación informal aparezca, pero debemos saber que su
virtualidad preventiva y vigorizadora es propia, específica y opera al margen de nuestra
relación profesional por muy bien planteada que la tengamos.
En muchas ocasiones, son esas relaciones, por muy escasas, lejanas o debilitadas que se
encuentren, las que proveerán de recursos para poder seguir adelante, no sólo desde un
punto de vista material (“En el último tiempo sí he tenido que pedir ayuda. Por parte de mi
madre, ella no puede ayudarme con más de 200€, y de vez en cuando nos manda por un
vecino, por alguien, un paquete con comida desde Galicia. Este es la única ayuda que tengo”
(21 mujer esp), sino también como proveedores de esperanza y sentido. A fin de cuentas, una
de las consecuencias más devastadoras de la pobreza cuando se vive desde la soledad, la
miseria y la exclusión social es la que se traduce en la posibilidad de llegar a olvidar todo
lo que uno puede, a pesar de todos los pesares, seguir todavía ofreciendo a los demás,
actuando gratuita y generosamente: “Yo ayudo a todo el mundo desde mi posibilidad. Por
contar una anécdota, perros de la perrera que están a punto de ser sacrificados, me los he
llevado a casa para buscarles un hogar. Que no te aporta beneficio económico pero sí
satisfacción personal” (21 mujer esp)
Esta dinámica que consiste en dar y recibir es profundamente humanizadora y por lo tanto,
contribuye decisivamente a detener el proceso de deterioro y aislamiento que conlleva vivir en
riesgo de exclusión social y sin hogar. Cuando cruzamos las respuestas de nuestros
encuestados a las preguntas sobre si habían hecho o recibido algún favor en los últimos seis
meses, nos encontramos con el resultado que se muestra la ilustración siguiente, que no deja
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de ser un reflejo del estado actual de la red de ayuda mutua de la que disponen estas
personas.
70
BUSCANDO LA SOLUCIÓN
A veces, es precisamente el hecho de sentir que se ha tocado fondo, lo que hace brotar las
fuerzas en algunas personas para volver a resistir y hacerle frente al proceso que a otros les
lleva a permanecer en la calle:
M. A.: No, no. No es que me humille, no, es que me voy hundiendo más. Y yo es
que… ¡quiero salir!, ¡quiero salir!
M. A.: Voy viendo eso. Voy viendo esos sitios. Voy viendo a la gente que, por
desgracia claro, al no tener nada…, la gente está muy, muy…
M. A.: Que ya le da igual todo y se aclimatan a eso. Y yo no quiero. Por eso fui
una vez al comedor de Martínez Campos y no volví más. Fui una vez al de
Calcuta al desayuno. Y lo que te dan, está bien. Algunos chismes están a punto
de caducar, o han caducado, pero eso no quiere decir que no se puedan comer,
¡se pueden comer! Porque un alimento aunque diga caduca tal día…, pero tú lo
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puedes comer incluso una semana después, no quiere decir que no se puede
comer aunque está caducado. Pero bueno, fui ahí y al día siguiente que, por
desgracia ¡oye!... Pero es que yo no quiero ir más. Voy a acabar más hundido.
Me busco la vida un poco por ahí. A ver si puedo salir. Aunque tenga ochenta
años, pues intentaré salir. Lo consiga o no” (Grupo)
ayudaban a gente, nada, nada, pero ya cuando me vi muy mal, muy mal, muy enfermo, me
veía en una plaza durmiendo…, pues acudí” (Grupo).
Pero antes de analizar la perspectiva que nos ofrecen los profesionales, es bueno que
conozcamos cuál es la visión que tienen los propios afectados. Por ello, al final de las
entrevistas preguntábamos: “¿a tu modo de ver qué es lo que deberíamos hacer para poder
ayudarte a mejorar o transformar tu situación?”.
Y llegados a este punto, la unanimidad es casi absoluta, con unas u otras palabras la gente
que se ve en riesgo de sinhogarismo, se refiere al trabajo, al empleo como la clave que
cambiaría radicalmente su situación: “Mejoraría mi situación con un trabajo. Esto es lo que
muchos de nosotros queremos. Trabajar y salir de esta situación porque esto no es nada
bueno para nadie” (13 Varón inm). El trabajo, aparece no sólo como la solución fundamental,
aunque difícil de conseguir dadas las circunstancias (“Está mal la situación, muy mal. Hay
mucho desocupado. Me gustaría estar bien de salud y tener un empleo” (10 varón inm), sino
que a veces como una especie de panacea que en caso de conseguirla podría cambiarlo todo:
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“¿La manera de cambiar mi situación? Trabajar. Nada más. Siéndote sincero, yo encontrando
trabajo, soy el tío más feliz del mundo. Con un trabajo, realmente se acabarían todos mis
problemas” (15 varón esp). Y no, no es verdad que teniendo un empleo acaben todos los
problemas, a veces cuando se encuentra es precisamente cuando se reproducen los
problemas y conflictos de fondo, aquellos que momentáneamente habíamos olvidado,
mientras se fantaseaba con el empleo cura-lo-todo que nunca acababa de llegar.
En otros casos, la insistencia en el trabajo como solución, es más coherente con la trayectoria
personal, que efectivamente se ha visto golpeada por el desempleo y la falta de ingresos. Este
es el caso, especialmente de muchas personas inmigrantes: “para mejorar mi situación
necesito que me ayuden a, primero, un trabajo. Lo necesito mucho para mí y para mi pareja
también. Si tenemos trabajo, no necesito nada más. Cuando trabajo, tenemos para vivir,
tenemos para coger casa, tenemos para organizarnos. Si tenemos trabajo… bueno, no
necesito ayuda. Ahora estoy cansada, …con cuatro hijos, sin dinero” (18 mujer inm); “Lo que
necesitaría ahora mismo para cambiar mi situación es un trabajo estable, no más. Con un
trabajo estable es la única manera de ayudarme cualquier persona. Porque lastimosamente lo
que mueve es el dinero y no los sentimientos o la buena voluntad de nadie” (20 mujer inm).
Con el trabajo, razonablemente bien pagado, viene el techo, la casa, el lugar en el mundo
donde radicarse y continuar viviendo: “Lo que necesitaría para cambiar mi situación sería un
trabajo, que esté más o menos bien remunerado, que no me hagan trabajar 14 horas por
600€, tener mi piso propio con mi niño” (16 mujer esp). Esta es la secuencia lógica de pasos
que describen extranjeros y autóctonos de una u otra forma: “En estos momentos lo que
cambiaría mi situación es un trabajo. Ni más ni menos. Prefiero estar en la calle y estar
trabajando, que luego ya sales. A mí me ha pasado. Sí, sí, he estado un mes en la calle. He
estado jodido pero luego he ganado dinero; entonces, cojo la habitación” (14 varón esp).
Es verdad que en esa secuencia de pasos de una u otras formas repetidas por los
entrevistados (Trabajo; Dinero; Techo), los extranjeros son conscientes de las dificultades
específicas que deben sortear: “Tener un trabajo, un contrato. Es lo que me haría falta. Porque
me dieron los papeles solo por residencia, y claro, necesito un contrato de trabajo para poder
trabajar, porque si no, no me sirve de nada la residencia” y como último recurso termina
concediendo: “O al menos, eso, para cobrar el RMI” . (17 mujer inm)Pero, lo importante es el
trabajo, el empleo que abra las puertas a la autosuficiencia, a la autonomía personal, lo demás
73
parecen parches, escapatorias, subterfugios para entretener la espera, o bien, tal y como
repetía una de nuestras entrevistadas, lo demás es “limosna”
¿La solución? “Pues, sí ó sí: trabajo. No limosna, lo que no quiero es la limosna… Que
me den una miguita de aquí, una miguita de allí… porque eso es pan para hoy y hambre
para mañana. Lo que necesito es trabajo, creo que todo el mundo estamos en la
misma situación. Y por supuesto una vivienda asequible para no tener que depender de
otras entidades” /…/ “Lo primero es un trabajo. Es que es lo que digo, nosotros no
queremos limosna. Yo no quiero vivir y decirle a Servicios Sociales: ’Por favor, cúbreme
dos meses de…, o lo que se pueda de comedor escolar’. Dame trabajo y yo me lo cubro
y ya no lo necesito. Dame trabajo y dejo de ir a buscar los alimentos a Cáritas; dame
trabajo y me compro yo la ropa y no tengo que ir a un ropero, ¿sabes? Que me den
trabajo, que me den la solución, que no me den las migajas, la limosna. Limosna es: ‘Te
pago este mes de comedor’… ¿Y el mes que viene que hago?, ¿Vuelvo a pedir la
limosna? O sea, no me des la limosna, dame la solución, dame trabajo. Es que es eso:
un trabajo y una vivienda” (05)
Un trabajo y una vivienda. Ahí está la llaga sobre la que ponen el dedo una y otra vez las
personas entrevistadas, sobre el vínculo roto entre el derecho al trabajo y el derecho al techo.
¿Cómo reparar el cortocircuito actual de forma que podamos conectar de verdad y en la
práctica, los artículos 355 y 476 de la Constitución Española?
5
“Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la
promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin
que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.”
6
“Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán
las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la
utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”
74
encontrar un empleo decente: “Lo que me ayudaría sería facilitar la búsqueda de empleo, en
el sentido de que a veces hay muchos requisitos,. Por ejemplo, a veces tengo la experiencia,
pero no la titulación, y eso es muy frustrante. Yo ahora mismo, que estoy en desempleo, he
intentado acceder a una FP, para poder certificar lo que sé y no poder ingresar, porque la lista
es “requeterrecontralarga”. Que se den más oportunidades a las personas que realmente
queremos [trabajar]. Realmente lo que se necesita no son tantas ayudas sino oportunidades”
(19 Mujer inm).. Siendo así las cosas, y teniendo una tasa de desempleo que ronda el 25% y
se eleva hasta alcanzar casi el 50% entre los jóvenes, ¿es razonable o resulta plausible
siquiera mantener supeditado el derecho a un techo, una vivienda, o un alojamiento, al hecho
previo de contar con un empleo? Si no trabajas, ¿pueden quedar eclipsados hasta
desaparecer los derechos básicos más elementales de ciudadanía, aquellos que se precisan
para tener garantizada la mera supervivencia? “Lo que cambiaría mi situación sería saber que
tengo una casa, tener una casa es lo más importante. No es importante que sea en propiedad,
con saber que tienes una casa…que pueda pagar, y un trabajo. Yo no necesito otra cosa” (22
mujer esp); “[Para mejorar mi situación] ahora necesito una casa para mí y para mis hijos” (18
mujer inm).
Más allá de esa diada (trabajo y casa), lo que resta es más azaroso, cuestión de suerte, la
suerte de tener salud, de que el cuerpo responda para hacer posible ese sueño de autonomía
e independencia: “Fundamentalmente lo que necesito para mejorar mi situación es el trabajo,
pero también tener más salud que la que tengo. Trabajo en lo que sea. Hoy en día no
encuentras trabajo ni para planchar, ni para limpiar ni para nada de eso. Estoy harta de
moverme con el curriculum; la gente me dice que cómo con un curriculum tan bueno que
tengo, no encuentro trabajo” (mujer esp). Porque “está mal la situación, muy mal. Hay mucho
desocupado. Me gustaría estar bien de salud y tener un empleo” (10 varón inm).
75
cosas. No para darme el lujo de ir al cine, pero puedo comer y por lo menos tengo una
habitación que es lo principal, una vivienda digna” (01). En ese caso, lo principal consiste ya
básicamente en tener “una habitación” y poder comer. Lo demás parecen lujos, cuestiones
prescindibles acaso por inalcanzables.
Futuro
“Pues, yo veo que puede haber una revolución. Yo creo que de aquí a un año como la
cosa siga así… Porque está el movimiento del 15-M. Yo veo que la gente va a salir por
ahí, a pelearse por todas las calles, porque está cada vez peor la cosa. Porque por
ejemplo el movimiento del 15-M este, yo creo que está muy bien este movimiento,
pienso yo. Porque es una manera de revelarse la gente contra el sistema, y me parece
fenomenal lo que hacen. Y que hayan cogido ahí un hotel, en la calle Carretas y quieran
meter a los desahuciados de la gente que no puede pagar las hipotecas de las
viviendas. Me parece fenomenal. Y que hagan así con todo…Yo creo que tiene que ser,
hacer como en los países árabes: rebelarnos todos. No ser tan ovejas. Porque somos
todos ovejas. En España somos todos ovejas y ya está.” (Grupo)
Sin embargo, más allá de este deseo, impreciso pero fuertemente sentido, de que las cosas
cambien radicalmente y que pone el acento en la lógica imperante en el sistema social actual.
Lo más normal es que la gente no sueñe con grandes cambios ni a nivel de la sociedad en
general ni a nivel individual. En las circunstancias presentes, el futuro personal se presenta
lleno de nubarrones o bien se elabora de forma vaga y sin definir del todo.
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“E: y cómo te ves a ti mismo dentro de un año?
02: Pues la enfermedad me la veo…, la catarata me la veo peor. Me veo dentro de unos
días en la calle porque yo estoy que yo no aguanto más aquello. No soluciono. Cuando
tengo dinero, bueno, mi café, mi desayuno… hecho mi cuponcito, que eso sí me gusta.
Pero no me toca, hija, para quitarme y quedarme aunque sea… Aunque tuviera que
estar en el piso compartido, pero libre, con todos los meses el ingreso… Aunque a
saber. En fin…” (varon esp)
El futuro es una lotería, y en esa lotería hay quien piensa que ya ha jugado todas sus cartas:
“¿Yo, futuro? Yo ya no tengo ninguna fe en el futuro. Cada vez es menos tiempo… y cada vez
más mayor. Y como dice el chiste, virgencita que me quede como estoy” (06). El futuro o no
existe o es puro azar, de modo que en caso de que siga habiendo algún futuro, ¿quién sabe lo
que puede ocurrir? (“¿dentro de un año? Bueno, dentro de un año ya quisiera yo saber lo que
va a pasar. Si yo pudiera predecir el futuro…”), porque además, a tenor de lo mal que están las
cosas en estos momentos, no parece que la cosa vaya a mejorar. De modo que más vale reír
por no llorar:
04: Pues ¡fatal! (RISAS) me veo fatal , me veo que no me va a llegar ni para comer
(RISAS) porque está todo carísimo. Cada vez más caro todo…1,50 si no te sacas el
bono , ¡uno cincuenta el metro! Entonces, yo digo, compro cualquier cosa con 20 euros
y no hago nada. Me voy con 100 euros a la compra y yo con mi hijo, tal como come, no
hago nada. No me duran ni una semana a mí cien euros”
Pero no todo son risas aunque se hagan bromas, como por ejemplo la que se permitía una
mujer latinoamericana, una broma fruto del seseo al pronunciar la palabra suicidio: “¿Qué
haré cuando se me acabe el subsidio? Es que casi la palabra es para cambiarle dos letras,
SUICIDIO (RISAS). No, no, lo digo en plan broma que no te creas, que tengo un hijo precioso
que no haría nada, pero es que hay mucha gente que no sé como lo lleva. Yo de momento
estoy con psicólogos para sobrellevar esto” (mujer)
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Desde esa conciencia vulnerada por la situación en que viven, queda espacio sin embargo
para la esperanza aunque ésta sea pequeña, discreta y deba ser administrada en pequeñas
dosis: “Yo todavía estoy muy endeble. En X. [un país de Latinoamérica] están mis hijos. Tengo
miedo, mucho miedo, de que las cosas no salgan bien. Tengo una idea de futuro, de hacer
estampado textil y serigrafía, y sé que me puede ir bien, pero tengo que hacer las cosas bien.
Estoy en proceso de estabilizarme emocionalmente. El futuro…Tengo esperanza, si no, no
estaría haciendo el tratamiento. Lo que se me está ayudando ya es suficiente, todo lo demás
depende de mí” (varón); o bien este otro ejemplo de mirada estoica ante la vida: “Yo no soy
una persona de grandes exigencias. Yo con mis cositas normales… Como digo yo: ‘tener un
techo y poder tener una independencia’. No pido tampoco mucho” /…/ “Si tuviera, digamos,
una estabilidad cierta en el trabajo… Dentro de la dificultad que hay en presuponer eso... Y
luego encontrar algo que se acomodase a mis ingresos…, pues claro. Pero también la cosa del
trabajo donde yo estoy no me permite hacer grandes planes” (08 varón esp). La esperanza,
pequeña, que el empleo venga acompañado de un salario suficiente para poder hacerse con
un techo sobre la cabeza. No es gran cosa, ciertamente, no parece que sea pedir demasiado
cuando se vive en uno de los veinte países más ricos del planeta.
En fin, para el futuro se espera, aunque con aprensión, que haya pasado la crisis, que las
noticias sobre la prima de riesgo y el diferencial de la deuda sean cosas del pasado: “Espero
que se haya acabado la crisis, que tengamos trabajo. Que la gente que se ha quedado sin
casa y está peor que yo, esté muy bien” (20 mujer inm). En definitiva, que la crisis no sea
eterna ni universal, que venga un tiempo en el que podamos mirar atrás con un suspiro de
alivio, porque pese a lo mal que están las cosas, todavía se tiene capacidad de perspectiva y
se es consciente de que hay incluso a quien le está yendo todavía peor que a uno mismo, de
manera que se percibe con nitidez la sustancial diferencia que separa todavía a quien se
encuentra en riesgo de perder la casa y a quien ya la perdió.
Sobre esa sutil pero fundamental frontera hemos de trabajar creativamente para tratar de
prevenir la exclusión residencial que lleva a algunos de nosotros a verse viviendo sin techo, sin
hogar.
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Causas, responsables y chivos expiatorios
Si elevamos la vista más allá de las razones particulares que en cada caso nos han dado los
participantes en el programa para explicar por qué se encuentran en una situación tan
complicada y les preguntamos por las causas últimas de la situación general de crisis
económica y social, tanto en las entrevistas como en el resto del trabajo de campo, nos
encontramos con que aparecen tres tipos fundamentales de actores responsables: los bancos,
los políticos y… los inmigrantes. Si los dos primeros aparecen como los responsables remotos
e imposibles de alcanzar que han generado con su avaricia o su falta de ética los problemas y
dificultades de muchos ciudadanos, los extranjeros en cambio vienen a ser la referencia
próxima, xenófoba, y quizás casi inevitable, a un chivo expiatorio que nos pueda proporcionar
el atajo en nuestra búsqueda de culpables cercanos y fáciles de señalar con el dedo.
Alguna de las referencias a los bancos como favorecedores del endeudamiento de los
ciudadanos y responsables de los muchos desahucios que están sufriendo familias y personas
que no pueden hacer frente a la amortización de hipotecas contratadas en los momentos del
boom inmobiliario ya han salido a lo largo de este informe. En cuanto a las manifestaciones
que acusan a los políticos de corrupción y malversación del dinero público son actualmente un
lugar tan común y habitual que hubiese sido extraño no encontrarlas entre nuestros
entrevistados: “Porque la gente que ahora se está sublevando por internet, ahora en plan
pacífico, son pasotas pero no tontos. No es como hace cuarenta años, que éramos tontos.
Éramos ignorantes todos a la vez, ¿entiendes? Ahora la gente tiene inteligencia, son un poco
más pasotas pero tienen inteligencia. Y tienen sabiduría y se puede armar gorda ¿eh? Porque
el motivo…, porque…. los grandes políticos…. ha habido muchos robos, muchos robos. Si
ahora se devolviera todo ese dinero que han robado entre políticos de toda índole, de alcaldes
o concejales hasta el presidente, podríamos vivir diez años mucho mejor” (Grupo); “como las
cosas no cambien y los políticos no cambien de su manera de trabajar me veo igual o peor si
no. Si las cosas no cambian me veo igual y peor, porque las facturas de la luz siguen
subiendo, la factura del gas… Dicen que la de la luz queda quieta pero la del gas va a subir. Y
si no sacan de aquí, sacan de allá, el IVA también sube, los alimentos suben, sube todo; el
abono transporte ya lo ves, el billete del metro, de autobuses, todo sube menos el trabajo,
79
menos el subsidio, el subsidio se acaba porque tienes un plazo y tal pero la crisis no tiene
plazo de fin y el subsidio sí. Me pregunto yo, ¿qué haré cuando se me acabe el subsidio? (05
Mujer inm). En esta visión escéptica, desencantada y un tanto ácrata de la política, se incluye
también a veces a los sindicatos: “Yo, para mí, pienso que los políticos son los títeres de los
ricos, y los sindicatos son los títeres de los políticos y de los ricos. Porque mientras que los
sindicatos no se autogestionen, no pueden defender nunca en la vida a un trabajador”
(Grupo).
Pero, en fin, puestos a bucear en las razones de por qué la situación en nuestro país resulta
tan difícil para muchas personas, ha sido inevitable que afloraran las actitudes xenófobas.
Hasta cierto punto, es lógico que quienes no encuentran la forma de salir adelante, por
carecer de empleo o ver limitados sus derechos y prestaciones sociales, se revuelvan contra
quienes piensan que están recibiendo lo que “no les pertenece”, por ser extranjeros. En ese
sentido, el pensamiento políticamente correcto, no tiene mucho que hacer cuando la
competencia por recursos escasos parece poner en juego la simple subsistencia. La mirada
condescendiente con que pueden mirarse ciertas cuestiones desde la situación privilegiada de
la clase media y alta, no es posible sostenerla cuando se ocupa un lugar en la pirámide social.
Es el fenómeno conocido de los blancos pobres en sociedades pluriétnicas a la busca de un
chivo expiatorio sobre el que elevar mínimamente su orgullo herido, y que en la vieja Europa
encuentra su eco en opciones políticas de corte racista, xenófobo y excluyente.
Por eso, no es casual, que haya sido precisamente durante la celebración del grupo de
discusión, cuando nos encontramos con que ese tipo de discurso puede fluir más libremente y
sin cortapisas En el momento en que una primera insinuación sobre “los extranjeros que
vienen aquí a aprovecharse” encuentra algún eco en los otros participantes, las explicaciones
de carácter xenófobo se multiplican y expanden con mayor facilidad, al encontrarse reforzadas
y eventualmente hasta jaleadas por las demás personas. Como por ejemplo se resume en el
siguiente diálogo:
“J.: Por ejemplo lo que dice ella, de los extranjeros que vienen. Bueno, es que la
inmensa mayoría… Hay una gran parte de extranjeros que vienen, que vienen de
todas partes de Suramérica, que vienen… Y estamos confundidos, esos no son
trabajadores. Esos son gente de clase media que han vendido allí sus pequeños
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negocios. Y entonces vienen aquí a hacer dinero. Y como vienen a hacer dinero
se van a la Cruz Roja a que les den comida.
J.: Aunque tienen sus coches, van a cualquier lado, lo aparcan más atrás…
J.: Van allí, cogen su caja y después se la llevan al coche, porque así se ahorran
toda la comida.
Llegados al punto en que parece asumirse el acuerdo general sobre la culpabilidad del “otro”,
se multiplican los relatos y anécdotas orientados a reforzar la visión xenófoba, que insiste en la
distinta cualidad moral de los extraños frente a la probidad e inocencia de los autóctonos: “Yo
lo he visto con mis propios ojos. He ido una vez a un sitio por ahí, por Oporto, que daban
comida, eh… Yo no puedo cocinar pero le dije a mi hermana: ‘Oye, que esta gente da harina,
azúcar, da leche y da…’ Y como es una personas que se ha separado y tiene una niña y todo ,
pues ¡vamos! Yo te ayudo y te lo llevas todo para ti… Un coche aparcado, pero de alta gama,
en la siguiente esquina y es todo gente de fuera, todo, todo. Y venga a coger bolsas… Porque a
nosotras nos ofrecían más, pero digo: ¿para qué queremos más? Si con eso tienes bastante
como para un mes. Y ellos se lo llevan. Y se lo llevan al coche de alta gama. Pero bueno, ¿en
qué quedamos?”
Una vez lanzados, y ya puestos a desgranar todos los tópicos y lugares comunes que señalan a
los inmigrantes como responsables de todos los males que nos aquejan a los españoles, no
podría faltar la explicación del desempleo como consecuencia de su presencia en nuestro
país:
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J.: Eso lo que te hace es una competencia a la gente de aquí, a la gente de aquí,
pues, ya les dan menos porque ya ellos lo copan.
E.: ¿Les pagan menos? Todos los trabajos están copaos por…
E.: No, yo creo que no, pero ¿por qué cogen antes a un sudamericano que a un
español?
J.: Te pagan igual, pero cogen sudamericanos para que el español acepte el
sueldo que les pagan a los sudamericanos.
R.: Sí señor…
J.: Les pagan a todos igual, pero mucho menos. Por eso ahora vas a cualquier
supermercado, ahora mismo: DIA , LIDL…, y el 70% son sudamericanas, ¿por
qué? Porque van a…” (Grupo)
82
¡cómo se buscan la vida! Y yo a lo mejor… No, a lo mejor no, lo necesitaba…, pero no estaba
enterada de muchísimas cosas”.
En fin, puestos a negarles su derecho a permanecer aquí, se les niega incluso el derecho a ser
pobre e intentar “buscarse la vida” en la economía sumergida, tal y como hacen prácticamente
todas las personas que viven en precariedad y riesgo de exclusión. Porque al final…, sí,
también son responsables los extranjeros de que suban los alquileres de los pisos:
J.: Chicos como por ejemplo, negritos que te venden. Ahí tienes, los de las
mantas Top. Hay los más tontitos que van por aquí, y los más listos que se
buscan mejores sitios; que sacan un buen dinero. Y a pesar de sacar un buen
dinero, esa gente, pues a ellos no les importa, como lo suyo es que les paguen
menos…. Pues es que se meten y por eso influye en que suban los alquileres,
porque se meten veinte en una casa y están durmiendo ¿eh?
J.: Si pagan 1000 euros de alquiler, no importa. Porque si se meten veinte, son
cincuenta. Y tienes un negrito que está sacando un montón de pasta más que
otro.
Sirvan estos testimonios como desahogo emocional de quienes viven entre apreturas
insoportables y se revuelven contra todo aquello que perciben como amenaza. Obviamente, no
puede dárseles la razón en un análisis tan poco racional e inconsistente, pero no podemos
dejar de reflejarlo en este informe, ya que forma parte inevitable de aquellos elementos que
nos ayudan a entender, desde dentro, la experiencia subjetiva de quienes viven en riesgo de
encontrarse excluidos sin hogar.
83
CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS
Una vez completado el proyecto IPSO en esta primera fase, estamos firmemente convencidos
de la necesidad de implantar con carácter general y de forma urgente, programas preventivos
que impidan la caída en la situación sin hogar de un amplio abanico de personas que en estos
momentos se encuentran viviendo una fuerte vulnerabilidad social. Estos programas de
prevención, pueden y deben estar conectados con el trabajo que a diario se lleva a cabo desde
los Servicios Sociales de Atención Primaria y Zona, ya que constituyen una puerta de entrada
universalista puesta a disposición de toda la ciudadanía que vive en dificultad y una forma de
acceso privilegiado a los recursos, prestaciones y dispositivos, tanto públicos como privados,
que pueden utilizarse en la actualidad para contener los riesgos de exclusión socio-residencial
en Madrid.
Durante el trabajo de campo, no sólo hemos podido obtener una visión de primera mano de
las circunstancias que se dan cita en las biografías de personas que viven en riesgo de verse
en la calle, sino que también hemos podido asomarnos a la perspectiva que poseen los
profesionales que trabajan con ellos. Si no hemos hecho un análisis particular de este último
grupo de actores, es porque su pequeño número haría difícil mantener la privacidad y el
anonimato de nuestros informantes en caso de exponer sus testimonios con detalle. Sin
embargo, tendremos ocasión de recoger sus opiniones a lo largo de estas conclusiones. De
hecho, sólo gracias a la información que ellas (puesto que en todos los casos se ha tratado de
mujeres) nos han aportado, hemos podido redactar estas conclusiones y sugerencias que en
casi en su totalidad son fruto del diálogo y el intercambio mantenido con estas profesionales.
84
comprensión común y semejante entre los profesionales de Servicios Sociales, y los de las
entidades sociales participantes: EMES, Provivienda y Realidades.
• Del mismo modo, hemos disfrutado de un excelente nivel de participación por parte
de las personas afectadas. Ha habido muy pocas personas en riesgo de
sinhogarismo que hayan rehusado participar en las entrevistas o grupo de
discusión.
E: ¿y desmotivación?...
85
X: Si, si. Si, porque dedicas mucho tiempo a cosas que no entiendes para qué
sirven”
Y en otra entrevista: “[En las reuniones] nos dicen las indicaciones que hay
desde el Área. Que siempre las indicaciones del Área están alejadas de la
realidad y de lo que es la vivencia diaria del ciudadano o del ser humano que se
te sienta ahí enfrente. Y nosotras tenemos que hacerlo por narices, y ya está.”
“Igual si nosotros tuviéramos recursos para todos… Igual si a esas familias les
pudiéramos facilitar el mismo acceso que tienen los demás, las personas de
riesgo, te digo, el mismo acceso que tienen esas personas normales…,
podríamos a lo mejor prevenir algunas situaciones de riesgo que se podrían dar
en el futuro. Lo que pasa es que, si se parte…, yo parto de la base de que si se
tiene apoyo familiar, un apoyo de amigos; quien tiene una casa en propiedad y
no puede pagar la hipoteca; quien tiene años trabajados y sus hijos van a un
colegio concertado, etc, no tienen el mismo riesgo. O sea no tienen riesgo de
caer en un proceso de exclusión, ¿sabes? Para mí la persona que tiene riesgo
de exclusión es la persona que está sola, que no tiene vínculos familiares sobre
todo, que los vínculos son de amistad, se mueven con gente como ellos, que
están en la cuerda floja, que viven de alquiler o en pisos compartidos y mañana
les van echar…”
86
Es decir, las personas “en riesgo de exclusión”, serían según esta perspectiva, las
persona que ya están excluidas. Lo que no es sino una forma de filtrar el exceso de
potenciales demandantes para quedarse exclusivamente con los casos más graves
y de fácil connotación como “usuarios de servicios sociales” (“Sí, nosotras tenemos
el dicho de: ‘los usuarios son los usuarios’. ¿Qué le vas a pedir a los usuarios?, ¿qué
quieres?, ¿de qué te extrañas?.. Por algo son los usuarios de servicios sociales”)
• En definitiva, todo ello nos habla básicamente, no tanto de las dificultades que
presentan los “usuarios”, como de la precariedad de recursos disponibles para la
intervención profesional. Una escasez de recursos vivida desde los Servicios
Sociales destinados a prevenir los efectos de la actual crisis económica, cuando se
supone que son el espacio de la prevención por excelencia. De hecho, no se cuenta
con los medios más básicos para contener situaciones de riesgo: ayudas de
emergencia escasas; prestaciones económicas que conllevan procesos largos de
gestión y aprobación; escasos recursos de alojamiento…. Y no sólo son escasos,
sino que además, los pocos que hay para utilizar en momentos de crisis, están
destinados a albergar a personas que muestren unas dificultades añadidas al
hecho de verse sin techo, dificultades que requieran de un acompañamiento
educativo, terapéutico y recuperador adicional, y no a personas con mayor
autonomía, no están pensados para personas “normales”, ciudadanos comunes
que no se hallen ya previamente marginalizados.
• A ello hay que añadir la saturación de trabajo en la que deben moverse las
trabajadoras sociales, lo que significa que apenas tienes tiempo para detenerse a
pensar, a hacerse con herramientas y formación, de modo que en el día a día se ven
envueltas en un activismo que deja poco espacio para la planificación y la reflexión.
En algún caso, incluso nos pidieron permiso para poder continuar rellenando unos
papeles mientras se desarrollaba nuestra entrevista. No es por tanto extraño que
nos confiesen lo difícil que es encontrar la forma de “crearnos una alarma ante la
velocidad del trabajo diario…Y decir: Aquí. En este momento es donde tengo que
activar los mecanismos y actuar e intervenir” de forma preventiva. Lo que les
conduce a la perplejidad de no saber “¿Cuál sería ese momento para prever que
pudiera derivarse en un riesgo mayor?”.
• Por otra parte, hemos podido constatar que se necesita urgentemente potenciar el
trabajo en red, haciendo que en torno a la persona en dificultad, se movilicen las
87
distintas instancias y agencias de la Administración (Servicios Sociales, Salud,
Educación, Empleo, etc) en lugar de obligar a moverse de un lado a otro al
ciudadano, que se ve objeto de propuestas e intervenciones a veces contradictorias
entre sí, cuando no duplicadas o innecesarias. En este punto, sería crucial poder
trabajar coordinadamente con los centros de Salud, por ejemplo, para llevar a cabo
una detección precoz de los problemas sociales.
89
intervención y propicia una cierta separación esquizoide entre el responsable
último, funcionario, y el técnico de proximidad que trabajaba en una entidad privada
y subordinado al primero. Así por ejemplo, EMES y PROVIVIENDA son servicios que
conocen de cerca la realidad de la exclusión social y residencial de la zona centro
de Madrid y, en tanto que recursos específicos, tienen mucho que aportar en
cuanto a conocimiento de las situaciones de vulnerabilidad social y prevención del
sinhogarismo. Sin embargo, son los Servicios Sociales, alejados de esta misma
realidad, quienes “fiscalizan” sus usuarios, los casos que llevan y las formas de
actuación. Lo que a veces, no proporciona margen suficiente de actuación a estas
entidades, ni facilita el trabajo conjunto, en red, para buscar y plantear entre todos
la solución a cada caso con el menor coste y evitando situaciones de deterioro. Esa
es la experiencia que resumía un técnico de una de estas entidades cuando decía:
“¿Sabes lo que pasa? Que yo creo que también hay factores externos.
Que están ahí. Todo el mundo los conocemos, pero no los controlamos,
¿no? Cuando una persona pierde su empleo, le queda un subsidio bajo o
no le queda. No puede hacer frente al pago de un alquiler; o no sabe; o
no puede; o hay un acercamiento tardío a Servicios Sociales; o incluso a
nosotros. Nos han llegado casos de Servicios Sociales…, de saber que va
a ocurrir un desahucio. No pararlo, ayudando económicamente… Y al
final, que acabe en un recurso como este, Cuando nosotros siempre
hemos devuelto: ‘Oye, ¿por qué no lo habéis parado ahí? Porque os va a
salir más barato una persona que viva en su propio domicilio, que no
empezar a usar recursos como nosotros. Que al final es dinero público
también, ¿no? Entonces yo creo que hay mecanismos de la
administración que no funcionan y que también ‘ayudan’ al final para que
una persona termine aquí”
• Pero quizás, de entre todos los recursos y prestaciones que existen y se pueden utilizar
eficazmente para llevar a cabo una tarea preventiva y de contención del sinhogarismos,
el más importante de todos sea la Renta Mínima de Inserción. Como ya lo hemos dicho
en varias ocasiones a lo largo de este informe, no vamos a insistir mucho más sobre
ello, pero parece obvio que, según la opinión de todos los técnicos y profesionales
consultados, sería necesario elevar su cuantía actual que hoy por hoy se demuestra
insuficiente para cubrir las necesidades básicas, así como agilizar los trámites y
flexibilizar el procedimiento para su concesión y/o extinción, ya que es incompatible con
trabajos puntuales que pueden conllevar la suspensión de esa renta tan
parsimoniosamente conseguida, y hace que el tiempo de demora para volver a
solicitarla y obtenerla de nuevo se traduzca en que la persona vuelva a encontrarse en
91
una situación de carencia y deterioro que entorpece la prevención del sinhogarismo y,
paradójicamente, estimula el trabajo sumergido (“Hombre, la RMI…la RMI no es…Es
muy poco dinero. Para comer únicamente. ¿Que luego la gente lo combina con otras
cosas? Pues también, ¿no?”).
• Esto significa reconocer explícitamente lo que, hoy por hoy, es el principal y más valioso
recurso de cuantos disponemos: los propios profesionales como recursos humanos. Un
bien precioso y valiosísimo, más aún en momentos de crisis como los actuales, cuando
se reducen los presupuestos y se recortan prestaciones de todo tipo, mientras se
multiplican las situaciones de dificultad para muchos ciudadanos que nunca antes
hubieran pensado que llegarían a encontrarse llamando a las puertas de un Centro de
Servicios Sociales.
92
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100
ANEXOS
101
ANEXO I.-
I. - GUIÓN Grupo de Discusión PROFESIONALES
Temas a plantear:
1.- Hablar sobre las situaciones de exclusión social, ¿cómo son, qué nos
podemos encontrar?
6.- ¿Con qué apoyos pueden contar las personas en situación de riesgo o
vulnerabilidad social?
102
ANEXO II.-
II. - GUIÓN Grupo de Discusión PERSONAS EN RIESGO
Temas a plantear:
3.- ¿Qué pensáis que hace la gente para poder llegar a fin de mes? ¿Qué
soluciones buscan? (estrategias de supervivencia)
4.- Hablar sobre los tipos de dificultades que está encontrando la gente en
el reconocimiento de derechos como ciudadanos para solucionar sus
problemas y ¿por qué?
103
7.- ¿Como es la situación laboral de cada uno de vosotros?, ¿y la de
vuestros familiares y amigos más cercanos?
ANEXO III.-
III. - Cuestionario
CUESTIONARIO PERSONAL
Buenos días, somos de la asociación “Realidades”, una organización social que está trabajando en
este momento sobre el efecto de la actual Crisis. Para mejorar nuestro trabajo necesitaríamos su
colaboración en esta encuesta que no le llevará más de 10 min. Le recordamos que esta encuesta es
anónima por lo que puede contestar con total sinceridad.
INDICACIONES: Por favor, marque con una “X” la casilla correspondiente a la respuesta que usted elija.
Gracias por su colaboración.
1.-
1.- Sexo:
Sexo Hombre Mujer
2.-
2.- ¿Podría decirnos su edad?: _____
3.-
3.- ¿Cuál es su nacionalidad?:
Otra ¿Cuál?__________
4.-
4.- ¿Y tiene usted permiso de residencia o autorización?
Solo de Residencia
104
Residencia Y Trabajo
Sin permiso
5.-
5.- ¿Cuál es su estado civil?
6.-
6.- ¿Y cuál es su situación de convivencia? (Pregunta con opción de respuesta múltiple).
Solo/a
Con Amigos
Hijos menores
Padres/abuelos
En pareja
Con ex pareja
Con Desconocidos
Otros Familiares
7.-
7.- ¿Cuál es su nivel de estudios?
Primarios
Secundarios
Superiores
8.-
8.- ¿A usted le ha afectado la actual crisis económica?
105
Sí
No
9.-
9.- ¿Y padece usted en la actualidad algún tipo de enfermedad (física o psicológica) ó discapacidad?
No
10.-
10.- Si es que sí, ¿Desde hace cuánto tiempo?
Entre 1 y 3 meses
De 3 a 6 meses
De 6 a 12 meses
Más de 1 año
11.-
11.- ¿Y de qué manera le afecta esta enfermedad o discapacidad? Pregunta con opción de respuesta
múltiple.
Para actividades de la vida diaria (comer, vestirme, asearme, comprar, tareas del hogar)
Para relacionarme
No me afecta
Otros_____________
12.-
12.- ¿Dónde vive actualmente?
actualmente?
106
13.-
13.- ¿Cuál de estos espacios son compartidos con otras personas que NO SEAN DE SU FAMILIA?
(pregunta con opción de respuesta múltiple)
Habitación
Baño/ Aseo
Cocina
Salón-Comedor
Ninguno
NS/NC
14.-
14.- ¿Y con quién compartes los gastos?
Con mi pareja
Con Amigos
Con familiares
Con desconocidos
Con nadie
Otros ¿Cuál?_______
NS/NC
15.-
15.- ¿Cuánto tiempo hace que vive usted en este alojamiento?
Menos de 1 año
Entre 1 y 3 años
Entre 3 y 5 años
Más de 5 años
16.-
16.- Y cuál es su grado de satisfacción respecto al lugar donde vive?
107
Bueno
Muy bueno
Regular
Malo
Muy malo
17.-
17.- Y antes de vivir aquí ¿dónde vivía?
Habitación alquilada
Pensión/Casa de Huéspedes
Casa de mi pareja
Casa de mi ex pareja
Otros ¿Cuál?_______
16.-
16.- ¿Y antes con quién compartía los gastos?
Con mi pareja
Con Amigos
Con familiares
Con desconocidos
Con nadie
Otros ¿Cuál?________
108
NS/NC
17.-
17.- ¿Cuál fue el principal motivo de su cambio de alojamiento?
Problemas familiares
Impago
Desahucio
Problemas de salud
Otros ¿Cuál?______
NS/NC
18.-
18.- En estos momentos, ¿Cuál es su situación laboral?
Desempleado/a
19.-
19.- ¿Cuándo fue la última vez que trabajó con contrato laboral?
20.-
20.- ¿Cómo encontraste tu último trabajo?
Por mi cuenta
Por un familiar
109
NS/NC
21.-
21.- ¿Y cómo buscas en estos momentos trabajo?
Por mi cuenta
No estoy buscando
Otros ¿Cuál?______
NS/NC
22.-
22.- ¿Crees que los apoyos de asociaciones y programas de empleo son útiles?
Sí
No
A veces
NS/NC
23.-
23.- ¿De cuál de las siguientes fuentes obtiene usted sus ingr
ingresos?
esos? Pregunta con opción de respuesta
múltiple.
110
Ayuda por Violencia de género Otras, ¿Cuál?__________
24.-
24.- Aproximadamente, ¿cuántos ingresos totales obtienes al mes?
Menos de 100€
Más de 600€
Ningún ingreso
25.-
25.- ¿Y cuanto dinero destinas al alojamiento?
Más de 600€
26.-
26.- Usted está en una dificultad financiera y necesita pedir prestado 100 €, ¿A quién pediría ayuda?
Pregunta con opción de respuesta múltiple.
Marido/Mujer/Pareja Conocidos
Amigo NS/NC
Vecino
27.-
27.- ¿Recurre habitualmente a alguno de estos recursos sociales? Pre
Pregunta
gunta con opción de respuesta
múltiple.
111
A un Centro de Servicios Sociales
A Comedores sociales
A Roperos
A ninguno
Otros ¿Cuál?_______
28.-
28.- Pensando en general respecto a los equipamientos de su barrio ¿Cómo los calificaría?
Buenos
Muy buenos
Regulares
Malos
Muy malos
29.-
29.- ¿Cuántos amigos cercanos viven a 15-
15-20 min caminando ó a 5-
5-10 min en transporte?
transporte?
Uno ó dos
Tres ó cuatro
Cinco ó más
Ninguno
Otros
NS/NC
30.-
30.- Usted necesita que alguien lo lleve para estar en un lugar urgentemente, ¿a quién le pediría
ayuda? Pregunta con opción de respuesta múltiple.
112
Marido/Mujer/Pareja Conocidos
Amigo NS/NC
Otros
31.-
31.- En los últimos 6 meses, ¿Algún vecino/amigo/conocido le hizo un favor a usted?
Sí
No
Acaba de mudarse
NS/NC
32.-
32.- Y Usted, en los últimos 6 meses, ¿le hizo algún favor algún vecino/amigo/conocido?
Sí
No
Acaba de mudarse
NS/NC
33.-
33.- Durante
Durante estos últimos meses, ¿Ha sido víctima de algún tipo de delito (robo, agresión, abuso,
violación)
No
Sí
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113
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114
ANEXO IV.
IV . - MATRIZ DE RIESGO (RIESTRIZ) REJILLA FILTRO DE NIVELES DE
RIESGO
NIVEL DE
RIESGO
Ingresos Sin empleo Privación de Riesgo de Escasa red social:
social Escasa
económicos estable: equipamientos cronificación por cualificación:
cualificación
precarios e básicos: ausencia de red -Débil red social (3 ó
inestables:
inestables: -En ·Vivienda
Vivienda insegura social:
social 4 personas) -Estudios primarios
-Ingresos entre desempleo -Sin contrato -Ausencia de red -Media intensidad finalizados
400€ y 600€ entre 6 -Pensiones o casa de social o familiar (contacto esporádico, -Sin cualificación
RIESGO 1 -Gasto en meses y 1 huéspedes en caso de 1 ó 2 veces en 15 ocupacional pero sí
vivienda de año -Viviendo con familia o enfermedad o días) experiencia laboral
entre -Contratos amigos de forma incapacidad que -Problemas de -Cualificación
300€ y 400€ temporales temporal dificulta un convivencia con ocupacional
-Reducción de de menos -Habitación seguimiento del amigos o obsoleta
gastos de 6 meses alquilada/sub tratamiento desconocidos
domésticos y -Sin arriendo médico -Se han producido en
personales permiso de -Desahucio el pasado conflictos
-Prestaciones trabajo (propiedad) familiares (últimos 3
sociales (RMI, -Trabajo por -Impago alquiler años)
PNC, pensión cuenta -Bajo amenaza de
viudedad, propia violencia
vejez, -Venta
discapacidad, ambulante
paro)
-Deudas
Ingresos Con acceso Precariedad en las Precariedad por Debilitamiento de la Con acceso
económicos precario al condiciones de problemas de red social:
social limitado:
precarios e empleo:
empleo vivienda: salud:
salud -Escasa red social (1
incompletos : -Sin ·Vivienda
Vivienda inadecuada -Disminución ó 2 personas) -Personas sin
-Ingresos entre contrato -Casa móvil/caravana económica por -Baja intensidad estudios
200€ y 400€ -Sin alta en -Ocupación ilegal problemas de (escaso contacto 1 ó -Abandono
RIEGO 2 -Problemas la S.Social (chabolismo,nómadas) salud 2/mes) educación
pago vivienda -Economía -Habitáculos -Problemas -Conductas asociales secundaria
-Ingresos de sumergida impropios según la graves de salud -Existencia de obligatoria
familiares o -Menores legislación nacional con necesidad conflicto familiar -No hablar español
amigos de 45 años -Por encima de las de apoyo.
-Ayudas de en normas nacionales de -Produce
asistencia desempleo hacinamiento dificultad en la
social (RAI, más de 1 búsqueda de
subsidio año empleo,
desempleo, trabajo…
violencia de
género)
-Deudas
Falta de Exclusión Exclusión en el acceso Exclusión en el Ausencia de red No acceso:
ingresos del a la vivienda: acceso:
acceso social:
social
económicos: mercado · Sin vivienda -Ausencia de -Ausencia de -Analfabetismo en
-Ingresos entre laboral:
laboral -Alojamiento con cobertura relaciones sociales personas menores
100€ y 200€ -Persona apoyo de especialistas sanitaria por -Conductas delictivas de 50 años
-Personas sin mayor de -Alojamiento con desconocimiento o asociales -Estudios de
RIESGO 3 ingresos 45 años apoyo grupal o ausencia de -Ruptura con los enseñanza
durante el más de 1 -Alojamiento con derecho lazos familiares obligatoria sin
último año año en apoyo individual -Dificultad en el -Individualidad finalizar en
-Problemas desempleo -Hogares para jóvenes tratamiento explícita personas menores
económicos -Personas médico por -Individualidad de 40 años.
con menores de limitación de implícita -Discriminación
restricciones 45 años sin ingresos Racismo/Xenofobia
frecuentes en experiencia
el gasto laboral
115
familiar -Hogares
-Sin ayudas con S.P en
sociales desempleo
más de 1
año
-Hogares
con todos
los activos
116