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Eduardo Grüner

Elfin de las
pequeñas historias
De los estudios culturales
al retorno (imposible)
de lo trágico
,
Gri¡Tl~r, Eduordo
El tin de las pC'l\lcña, hi'l",iJs; de los esrudia> c-ulrur-Jle,"1
retomo (imp",i]'le) de lo tr:igico ,_ 1" od.- Buenos Aire"
Indice
P"i<i<'>,_ cIJO:'.
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lSR" ')i()-I:'-ó5~;-O

1. Tirulo _ 1 ClllrUr-J e In,titllciones

cultura Libre
Cubierta de Gustavo Macri

redición, 2002 Palabras preliminares (después del 11 de setiembre de 2001) 11


QUC'J" Tig"""""""" prohibJda.l. ,in la au"'Ti"",i"'" "",i" d< lo, [imlar<, del copm~!", mojo 1", ,,,n,,inn« Prólogo: De las ruinas en peligro 33
e"ahi&ida., <n la., 10\'01. la re¡>rodue,¡,," 10,,1 n pano;,1 d< «la obm por "",I<I,,i« ",,,,!io,, i"oc'dimien'o.
•'()mproodjdo, la rep';'gr.f;,) el "",,,,i,o(o ioformá,j('o. ,. la Jj"riouá'," ,je 'jempla", dc cila modja",<
alquikr o r"""""'" púhlico,

~) 2002 de lodas las edicionc\


PRnIER\ PARTF
Editorial bid", SAICf
Defen,a 599. Buenos Aires ¡Estudios culturales () tcaria crítica de la cultura?
e-mail: literaria@editorialpaidos_com.ar
Ediciones Paidós Ibéri,-a SA
\lariano Cubí 92. Barcelona
Editorial Paidós Mexicana SA
Introducción. La cultura después de Kosovo . 53
Rubén Darío ua. México D. F. 1. La angustia sin influencias . 62
2. Horizontes en marcha .. 70
Queda hechu el dCp<Ísito que pre,'iene la Le\ 11.723
lmpreso en la Argentina. Printed in Argentina 3. e na cuestión de límites . 78
4. Cómo hacer palabras con las cosas . 91
Impreso en Gráfica \1PS 5. ¿Historia de las diferencias o diferencia histórica? 104
Santiago del Estero 338. LanLÍs_ en abril de 2001 6. .La modernidad ya no es moderna? . 113
Tirada: 2000 cjcmplare'
7. Mulriculruralismos, multifundamentalismos, etcétera . 128
8. De la corrección política a la perversión crítica . 142
ISB" 950--12-6525-0
Eduardo Grüner

SE.Gl"':\"D.\ PARTE

Ln g!ol",!i;:.aciólI, o la lógiw (no sólo) mlmm!


dvl colollJ[/!i:¡1Il0 tal"d/o

Introducción: De las "novedades" teóricas


y sus políticas posibles . 167
l. Xlundiabzació» capiralistn, poscolonialidad
v sistema-mundo en In era de la (¡lsiI totalidad 171
, De las ventajas del colonialismo a 135 Yirtudes
del imperio. Aijaz Almud ¿,:en·lIS: Negri y Hardr . 20J
l' ~
3. Interludio filosófico . .. ..) ¡
4. Literatura, arte e historia en L1 era poscolonial de L1 El milI/do de hoy se, 110S aparece horrible,
rnuudialización capitalista. O la suma de las partes nialoado. sin esperill¡z{f. Erra es ía tranquila desa-
es ll1<ÍS que el todo . 249 zón de un hombre que morirá en ese mundo, No
obstante, es[ustntncnte a eso a lo que 1JU resisto. Y
séquemoriréesperanzado. Pero esnecesario crear
TERCER..>, P.>,RTE
11I1 !uJldallle1Jto para la esperanza.
Por 111I retorne a lo [cnda-meutnl
JEA..~-PAL"L SARTRE
1. La COS3 política . 283
2. LJ experiencia de lo tLÍgico . 305
3. La experiencia de lo poético . 317
4. La experiencia de lo político . 335
5. El nudo de las experiencias,
o la estrategin antropof.irrica .. . . 369

Conclusión, o bes) experienciaó)


de un recomienzo . 379

Dill1iografíJ . 405
Segunda parte
La globalización, o la lógica (no sólo)
culturaldel colonialismo tardío
Introducción:
De las "novedades" teóricas
y sus políticas posibles

CAPITULO DE LITERATURAS PAG 46


La teoría poscolonial y la teoría del sistema-mundo capitalista
emergen en las últimas dos o tres décadas como las grandes
"novedades" teórico-metodológicas que se proponen el análisis
crítico de las conflictivas relaciones centro-periferia creadas por el
colonialismo (pero continuadas luego de la "descolonización") y
por la expansión mundial del modo de producción y acumulación
capitalista (a partir de la propia emergencia del protocapitalismo
enlos albores de la modernidad), respectivamente. Lo hacen desde
perspectivas}' cruces transdisciplinarios nurydifcrenres, pero que,
en nuestra opinión, deberían buscar articularse, incluyendo en esa
articulación su rnurua crítica: la rcorfn po-colonial adopta básica-
mente el punto de vista más "flexible" de la cultura -en el sentido
más amplio del término- de las sociedades poscoloniales, pero
también de los efectos simbólicos del intercambio cultural
histórico con los centros coloniales, y sus fundamen tos teóricos
se nutren en la teoría literaria y estética, la filosofía postcstructu-
ralista, la historia y antropología culturales, el psicoanálisis (usual-
mente en su corriente lacaniana), lasvariantes del giro lingüístico,
etcétera, todo lo cual ha contribuido a ororgarle un cierto aire
[osbion en Jos universidades anglosajonas, como capítulo (una ubi-
cación a nuestro juicio discutible) de los hoy más establecidos y
academizados estudios culturales.

167
Eduardo Gtiiner De las "novedades" teorices y suspolíticas posibles

Por su parte, la teoría de! sistema-mundo adopta e! punto de sistema-mundo, por la propia formación académica de sus miem-
vista más "duro" de la economía, lasociedad y la política mundiales, y bros (básicamente historiadores, economistas o sociólogos) suele
sus bases teóricas hay que ubicarlas más bien en la historia descuidar, o en todo caso rematizar sólo muy lateralmente, una
económica, la sociología histórica y la teoría política (general- dnncnsíon filnsófica --en el sentido, al menos, de una filosofía políti-
mente de inspiración marxista "heterodoxa", o por lo menos cer- ca de la culrura- que en nuestra opinión es decisiva para darle un
cana a ella), sin que eIJoimpida su extensión -siempre ene! marco alcance reflexivo y crítico más amplio a sus investigaciones; por el
de esas disciplinas "duras" dentro de las ciencias sociales y hu- contrario, la teoría posco1onial, por la misma índole de su objeto
manas- a problemas que con frecuencia se ~l..lperponcn con laspreo- de análisis (laesfera de 10estético-cultural, 10ideológico-discursi-
cupaciones de la teoría poscolonial: por ejemplo, la cuestión del va y lo "subjetivo"), sí contiene esa dimensión filosófica, pero para
nacionalismo, el racismo o las minorías étnico-culturales en el con- nuestro gusto demasiado "sesgada", como dijimos, hacia una im-
texto de la expansión mulrisecular del sistema-mundo capitalista. pronta textualista o desconsrructivista que, sin dejar de ser par-
cialmente útil y pertinente, descuida la basemateriai-en e! sentido
En ambos casos, como puede verse, estamos ante perspectivas
estricto de los fundamentos histórico-económicos y a veces inclu-
capitales para la comprensión y la crítica tanto de la actualidad
so sociopolíticos- de los "discursos", así como, aun desde el punto
como del proceso de conformación de un mundo desigualmente
de vista filosófico, desecha ciertas tradiciones del pensamiento
polarizedo -como dirían los estudiosos de la teoría del sistema-
crítico --empezando por e! marxismo clásico, pero incluyendo a
mundo- en un "centro" progresivamente explotador y enriqueci-
pensadores del marxismo crítico y renovado de la talla de Lukács,
do y unas "periferias" progresivamente explotadas y empobre-
Sartre o los miembros de la Escuela de Frankfurt-, que no por
cidas (tanto en términos económico-sociales como culturales),
"antiguos" (pues a veces pareciera que la teoría poscolonial menos-
aunque cada uno de ellos se halle a su vez atravesado por la fractura
precia o directamente ignora todo 10que se ha pensado antes de
interna de explotadores/explotados que corresponde a un modo
Fouccule o Derrida) son menos, y en muchos casos son más,
de producción mundial cada vez más desigualitario. Doble pCl1Í~ "pertinentes" para sus propios objetivos.
1IC1lClil, pues, para nuestra propia situación latinoamericana, ya Intentaremos, entonces, ilustrar la necesidad de una articu-
que ambas perspectivas asumen un compromiso ético eideológi((J con lncion -que de ninguna manera supone una mera superposición
los oprimidos, especialmente los "periféricos", pero sin perder la ecléctica-entre la teoría poscolonial y lateoría del sistema-mundo,
visión totalizadora del verdadero desgarramiento humano globill ya la vez la necesidad de que dicha articulación sea sostenida por
que ha significado la ruundialización del sistema capitalista, y ha- una fundamentación filosófico-crítica que pueda simultáneamente
ciéndolo con un rigor teórico e intelectual que supera en mucho darle a la misma un alcance reflexivo más "totalizador", pero res-
las hipótesis "dependenristas" o "tercermundistas" de la década guardando la c.lpecificidild y la concreción de los análisis de ambas
del sesenta. Y -a propósito de esto último- hay que celebrar, en teorías. Para ello procederemos en cuatro pasos:
ambas, su voluntad de reintrodutir en el debate teórico e inrelcc-
rua! una dimensión histórico-política amplia que el así llamado 1) una exposición lo más sucinta posible de los ejes teóricos y
"posmodemismo" -v» sea por interés ideológico o por meralige- temáticos centrales de la teoría poscolonial que han sido blan-
reza de espíritu- había creído poder despachar con su mediocre co de mayores críticas, así como de los planteas de la teoría del
crítica de los "grandes relatos". sistema-mundo, incluyendo una breve argumentación sobre
Pero ello no obsta, claro está, para que ambas configuraciones los modos en que-ésta puede ofrecer un paradigma de con-
tcóricas no sean pasibles de (respetuosos) reproches; 1<1 teoría del tcxtualización extremadamente útil para aquélla;

168 169
Eduardo Grimer

2) un examen crítico, basado en esa articulación, de ciertos pre-


supuestos del marxismo (tanto "ortodoxo" como "neo") sobre
1. Mundialización
la cuestión del (post)colonialismo, y complementariamente,
un examen igualmente crítico de la alternativa teórica sobre la
capitalista, poscolonialidad y
globalización propuesta por Hardt y Negri;
3) algunas hipótesis sobre una posible fundamentación crítico-
sistema-mundo en la era
filosófica y teórico-política de tal articulación entre la teoría
poscolonial y la del sistema-mundo;
de la falsa totalidad
4) apoyándonos en estos supuestos teórico-metodológicos, en-
sayaremos su aplic-ación a una problemática específica: la re-
lación entre ciertas formas de la literatura y la expresión
estética y la (re)construcción de "identidades" colectivas (étni-
co-nacionales) en el contexto de la mundialización capitalista
pos colonial.
Como ya lo adelantáramos, la teoría poscolonial está "in-
formada", en muy alta medida, por la afiliación teórico-metodo-
lógica a la "alta" teoría francesa postestrucruralisra: notoriamente
-por sólo nombrar a los grandes paradigmas- al pensamiento de
jacques Lacan, Michel Foucault o jacques Derrida (anotemos,
de paso, nuestra duda respecto a que el pensamiento de Lacan
pueda ser tan fácilmente cciquerable como postestrucruralista). Y
es justamente la "intrusión" de estas sofisticadas teorías europeas
en el trabajo de pensadores como Edward Said, Homi Bhahha o
Gayatri Cbakravorry Spivak -todos ellos provenientes de so-
ciedades ex colonizadas como Palestina, Pakist.in o la India, si bien
formados en las universidades del Primer Mundo-Jo que ha causa-
do mayores controversia". Aunque es de señalar que no siempre
ha sido necesariamente así:uno de h~ críticos más agudos de esta
"posresrrucruralizació» afrancesada" de la teoría poscolonial ha
sido, como veremos, AijazAhmad, otro pensador poscolonial -aun-
que no es seb'11ro que él aceptaría el mote- formado en otra muy
diferente tradición europea, a saber, el marxismo heterodoxo.
La controversia, como siempre, tiene sus representantes ex-
tremos: de un lado, por ejemplo, Roben Young~aunquesin pri-
varse de críticas- sostiene que Said, Bhabbu y Spivak (la "sagrada
trinidad" de la teoría poscolonial, como él mismo 1<1 llama) han
posibilitado una reconccprualización radical de las relaciones en-

] 7]
] 70
Eduardo Grüner Mundializacion capitalista, poscolonialidad y sistema-mundo

rre cultura, etnicidad, nacionalidad, identidad colectiva y produc- necesariamente lo mismo en la práctica (incluso la "práctica reóri-
ción estético-literaria que tiene una decisiva importancia teórico- ca") de intelectuales identificados con las clases y sectores domi-
crítica y filosófica no sólo -aunque sí principalmente- para el nantes -social y mundialmente-, que en la de aquellos que se
análisis del mundo "periférico".' Por el contrario v en el otro ex- identifican con las clases y sectores dominados -también social y
cremo, el premio Nobel antillano Derek \Vald¿tt lamenta sin mundialmente-, subordinados o "subalternos" (para utilizar una
eufemismos el "hedor" y la"podredumbre" de los "pescados muer- categoría spivakiana].
tos" del criticismo francés, que a su juicio han arruinado las "bue- Tampoco es tan fácil evaluar hasta qué punto la inscripción de
nas ideas" (para no mencionar las buenas intenciones) de los teóri- la teoría poscolonial en los ámbitos académicos "centrales" -pre-
cos pcscoloniales, transformándolas en una muy poco útil cedida por el éxito de la "alta teoría" francesa en las universidades
"masturbación inrelecrual't.z inglesas y sobre todo norteamericanas- ha producido un aplana-
Cuando el río suena es porque trae as'Ua, sin duda, aunque se III iento y domesticación de sus aristas más críticas y "militantes"

trata de medir con prudencia su verdadero caudal. Pero no es (algo que sí ya puede evaluarse negativamente, con las exccp-
cuestión, tampoco, de adoptar un ecléctico justo medio, sino de ciones de costumbre, para el caso de los estudios culturales): to-
interrogar críticamente los!lIJu!r!1lu:ntosmismos de una teoría para davía es demasiado pronto para juzgarlo con rigor. Lo que sí
evaluar la profundidad de su inscripción en una IÓ!!:Íca vuna praxis parece un debate mucho más importante ---en la medida en que
verdaderamente cuesrionadoras de la dominación
" v. no única- afecta a toda una concepción teórico-critica sobre el análisis del
mente su mavor o menor pertinencia teórica, filosófi~ o científi- mundo contemporáneo- es el de las críticas dirigidas por muchos
ca. Por otra parte, la mencionada afiliación de los autores de la pensadores poscoloniales(\Vole Soyinka, ChristopherMil1er,Paul
"sagrada trinidad" a la alta teoría francesa dista mucho de ser Cilroy, Robert Youngy, más matizadamente, el propio Bhabha) al
homogénea y simétrica: Said, por ejemplo, ha venido sufriendo pensamiento marxista, al que consideran parte de los "grandes re-
una progresiva decepción con gran parte de esa "alta teoría" que latos" eurocéntricos justificadores de la explotación colonial, al
subyace tras su pionero ensayo OI1f:1ItaliSJIlQ (juzgado por muchos mismo nivel -o casi- que las filosofías de la Historia orientalistas
como el "acta de fundación" de la teoría poscolonial); por su parte, en el sentido amplio de Said, es decir, constructoras deuna imagen
Spivak es notoriamente más simpatizante del pensamiento ins- exótica yen general inferiorizada del mundo no europeo como un
pirado en el marxismo que Homi Bhabha -el cual es mucho más Orro en contraste con el cual se afirma la Razón "superior" de las
'simpatizante de Lacen que los otros dos-, mientras que Said es culturas "desarrolladas". En el caso de las críticas dirigidas a Marx
ambivalente frente a ?\larx, y más inclinado hacia Foucault que y el marxismo, el hecho de que esa fonua de pensamiento actúe
Bhabha, aunque no más que Spivak, que a suvez busca un vínculo bajo las "buenas intenciones" de evitar todo efecto de inferior-iza-
entre Foucault y Grarnsci que los otros no parecen atender, vasí ción no la privaría de permanecer encerrada en un eurocentrismo
sucesivamente. . de hase (expresado, por ejemplo, en la idea evolucionista/eco-
Además, por supuesto, no se puede juzgar la utilización de esa nomicista de que, aun sin disculpar los males del colonialismo,
"alta teoría" en abstracto: el propio concepto de teoria no significa éste tuvo el beneficio secundario de extender el desarrollo de las
fuerzas productivas y las relaciones de producción más "avanza-
1. Robert Young: H/hite AfyrhQlogies: Writing History imd t{,c n"J1, Londre~, das" al mundo periférico).
RomJedge, 1990. Esta crítica, en tanto simultáneamente informada como he-
1. Derek \VJlcott: "CJligula's Horse", en Stel'heo Slemon ,. Heleo Tlffin
(comps.), After Eltmpe; C,-itica/ Theory and Post-Colonial Writi"g: ;\IunJelstrop,
mos visto por las teorías postesrructuralistas recusedoras de todo
Dangaroo, 19~9. pensamiento "fundacionalista" o "esencialista", se extiende a las

172 173
Eduardo Gnaicr Mundialización capitalista, pcscclonialuiad y sistema-mundo
consabidas acusaciones de "reduccionismo de clase" (que no el romanticismo al modernismo, pasando por el realismo y el
tomaría en cuenta o al menos menospreciaría otras líneas de con- naturalismo. Asociado a otros discursos críticos más o menos re-
Hiero "mulrículruralista" basadas en identidades más "blandas" cientes (el feminismo, los estudios culturales, el desconstruc-
que las clasistas: poscolonialidad, emicidad, cultura, género, elec- tivismo), este recorrido sin duda ha contribuido a alterar los modos
ción sexual, etcétera) o "esencialismo identitar-io" (que supondría académicos de análisis de la cuestión dominantes en la segunda
una teoría de la subjetividad prepsicoanalúica ysociocconomicis- posguerra, socavando -al igual que, a su manera, lo hicieron los
ra, con sujetos sociales r culturales preconstituidos y rfgidamenre pro;os estudios culturales- las fronteras interdisciplinarias: el
determinados por su posición en las relaciones de producción, "análisis de! discurso" colonial y poscolonial se articula -al menos
etcétera). ése es su declamado deber ser- con la historia, la soeiolohría, la
Nada de esto es estrictamente cierto, v dedicaremos buena o , la ciencia política y, por otro lado, con la crítica
antropolojrfa
parte del resto de este capítulo a tratar de demostrarlo: baste decir estética en el sentido más amplio. Yhay que empezar por reconocer
por ahora que no por ello creemos que el marxismo "duro" sea en 10 que puede haber de saludable en una estrategia que si, p?~ una
modo alguno mfiáCllte p.1ra dar cuenta de la compleja diversidad parte, desafía ciertas nociones dominantes en e! ac-adcmlClsm,o
del mundo actual, m de rodas las consecuencias teóricas o filosófi- estructuralista previo -hasicameme, la de una absoluta autonorrua
cas de esa diversidad. Pero sí creemos que por el momento sigue discursiva respecto del contexto histórico y social-, por a.tra.' se
siendo necesario, al menos mientras exista el modo de producción propone hacerlo de Ca 1manera que quede preservada la especifiCidad
capitalista, respecto del cual el marxismo sigue siendo el más rigu- sinotdar de los discursos literario v estético. Por supuesto, no se
roso método de pensamiento crítico (independientemente de pu~de decir que esto sea estricta~lcnte novedoso, y es sólo la a
ciertos contenidos particulares siempre discutibles): en este sen- veces poco matizada impaciencia -eo habría que decir ~esc.ono­
ndo, corno se verá, no pensamos que a la teoría poscolonial le cimicnto-> de los teóricos coloniales hacia conceptuahzaclones
sobre el marxismo, smo más bien ,11 contrario, qne cierto marxismo provenientes de las escuelas críticas del marxismo (por ejemplo, la
le hace falta, al menos en dosis más homeopáticas. autonomíarclatiua de Althusser, o la complejamente dialéctica idea
En efecto, la critica poscnlonial se ha visto crecicntemeute de la ohra autónoma de Adorno) lo que explica que frecuentemente
concernida por la investigación de [a complicidad ele una gran los poscoloniales consideren que han fundado una nueva me-
parte de la rultura occidental (en todos sus posibles registros,
todología. . .
desde la literatura inulesa
o de los siclos X\llI y. XIX hasta las
~ Es cierto que -v ya hemos hecho este reproche- casr ninguno
óperas de Verdi, pasando por la filosofía de la historia de Hegel de esos críticos marxistas "occidentales" se había ocupado con-
con su negación de qu e las sociedad es periféricas sean verdad ern- secuentemente de I3 cuestión colonial o poscolonial desde una
merite "históricas", etcétera) con ],\S actitudes y valores ideológi- perspectiva específicamente literaria o estético-cultural (casi nin-
cos de la empresa de exp;msión capitalista-colonial. 1Iabiendo guno decimos: dos manifiestas excepciones son, en primer lugar,
comenzado por las referencias más que obvias a autores como Sartr~, que en el contexto de su radical postura anticoloni.a,lista
Defoe,Kiplingo Contad, el análisis crrncodeloposcolonial seha venía ocupándose desde la década del eineucnu de la cuesuon. y
hecho extensible hacia atrás -hasm el Renacimiento, por ejem- no solamente desde un punto de vista estrechamente "político";'
plo- y hacia adelante -hasra el actual eme de Hollywood, por y mas recientemente, por supuesto, Frerlricj ameson). La "nove-
ejemplo-, y ha prestado atención creciente a ]05 vínculos que
mantiene la expansión colonial no solamente con autores par rice- 3. \'¿ase, por ejemplo. jean-Paul Sartre: "Orfeo Negro", en La 1"<'pliblica del
lares, sino con movimientos estético-literarios y culturales, desde Jitenú". Bueno>Aire>.Losada. 1960.

174 17,
Eduardo Gruner Mundializacidn capitalista. poscolonialidady sútema-mundo

dad", pues, es porun lado temático, si podemos decirlo así, yporel "duro" en la teoría poscolonial resiente sus-porotra parte amenu-
otro de remisión a un "marco" teórico que privilegia ciertas co- do muy sutiles-análisis del "discurso" (posncolonial, en la medida
a
rrientes críticas mucho más la page --el postestructuralismo, el en que dicha ausencia, combinada con su remisión a la "alta
desconstructívismo- en detrimento de aquel marxismo hete- teoría" posresrrucruralisra francesa, produce un inevitable des-
rodoxo y crítico. El resultado previsible es que ese programa lizamiento hacia los excesos de abstracción "fragmentarista" y
originario --el de respetar la especificidad discursiva sin por ello paradójicamente deshistorizada de las filosofías "post".
dejar de articularla complejamente con el contexto histórico-so- En este sentido, no hay duda de que la crítica poscolonial
cial y cultural de los procesos (postjcoloniales-.c menudo parece constituye un tIluyinteligenteyútil conjunto de prácticas de lectu-
quedar castrado, a mitad de camino, puesto que, para empezar, la ra, fundamentalmente preocupada por el análisis de las formas
estrategia dcsconstructivista "post" resiste, casi espontáneamente, culturales que "reflejan", mediatizan o incluso desafían a las múl-
su articulación con tales contextos, salvo bajo una fonna un tanto tiples relaciones de subordinación y dominación (también las
"exterior" y forzada. Y vale la pena recordar aquí, dicho sea de económicas, políticas y sociales) entre regiones o naciones del
paso, que algo semejante había ocurrido ya mucho antes con los capitalismo mundial, tanto como en el interior de esas naciones y
formalistas rusos, que (a modo de otra saludable reacción contra regiones, o entre razas, etnias y culturas, o incluso entre subjeti-
los "psicologisrnos" e idealismos varios, así como contra el meca- vidades colectivas diferenciales: formas de dominación, todas
nicismo seudoruarxista de la 11 Internacional) se habían empeña- ellas, que típicamente echan rafees en la historia del colonialismo
do en restaurar la especificidad material y autónoma del lenguaje, europeo moderno y que continúan operando en la actual era de
para luego reartícularla con la serie histórica y social, con el efecto neo/poscolonialismo y giobalización. En esta medida, la dimen-
de que esas series -digamos, para simplificar: la discursivo-poética sión intrínsecamente política y critica de semejante lectura es con-
y la sociohistórica- aparecían como preconsti midas y m utuarnen te sustancial a la teoría poscolonial (aunque ya no lo es a la versión
exteriores. Tuvo que llegar la "metarreaccíón" de un Bejr¡n (am- hegemónica de los estudios culturales). Pero los efi'aosde esa lec-
tura están atravesados por una importante ambivalencia; aquella
bivalenremente vinculado, en sus inicios, al propio formalismo)
carencia de un soporte más firme en la teoría (histórica, económi-
para advertir sobre la necesidad de una estrategia más dialéctica,
ca, socia!, política) del sistema-mundo corre el constante peligro,
que permitiera analizar 01 intcriormismo de la especificidad discur-
como seii.aLíbamos recién, de un deslizamiento hacia la transfor-
siva los conflictos históricos y sociales que la atraviesan e inclu-
mación de lo colonial o lo poscolonial en un concepto abstracto y
so la determinan.
cuasi metafísico. Eso tiene el curioso efecto, además -basado en la
El problema central, a nuestro juicio, es que para recuperar-esa
"tendencia "post" a pensar el texto como una suerte de superficie
dialéctica no sólo es necesario contar con una teoría general de la
discursiva que se conjuga en puro "presente"-, de dcsbiJtorizaro la
historia yuna perspectiva particular desde donde elaborarla (como
propia teoria pOJcolonial, como si ella no tuviera precedentes teóri-
pueden ser la teoría y la perspectiva desde la plataforma del colo-
cos a los cuales remitirse, aunque fuera para confrontarlos. Yeso
nialismo y el poscolonialismo}, sino también con herramientas
justifica, hasta cierto punto, críticas a veces exageradamente acer-
para un análisis concreto de las etapas, períodos y movimientos de bas como las de Aijaz Ahmad, cuando menciona sarcásticamente
esa historia, en función de sus coordenadas económicas, sociales y que los poscoloniales parecen creer que la crítica del colonialismo
políticas, herramientas queprm"ee la teoría -y el estudio histórico- empezó a mediados de la década de 1970, cuando se publicó aquel
del modo de producción capitalista como sistema constituti- "acta de fundación" del movimiento que fue Orientalismo de
vamente mundial de dominación. La ausencia de este soporte más Edward Said.

176 177
Mundializacion capitalista, poscoltmialidad y sistema-mundo
Eduardo Grúner
orden social neocoloníal.y en ese contexto puede ser entendida
En efecto, recién en 1985, en e! posfacio de una nueva reedi- como una nueva expresión de la histórica voluntad de poder occi-
ción de su obra fundacional, el propioSaid reconoce su deuda con dental sobre e! resto del mundo." En efecto, Alunad interpreta
una enorme cantidad de autores anteriores, no solamente euro- esta teoría como el producto de una fracción de clase privilegiada
peos anticolonialistas (como sería e! caso de tantos ensayo~ de y desarraigada, aislada de Ias realidades materiales de las luchas del
Sartre sobre la cuestión colonial y, en general, tercermundista, Tercer Mundo, cuyas energías dinámicas son apropiadas}' do-
también demuchos ensavosvbuena parte de la poesía, la narrativa mesticadas por una "mercancía intelectual" sin duda muy "fina",
y el cine de Pier Paolo Pas~lini, profundamente compromet~do pero en última instancia acomodaticia, que circula fundamental-
con la marginalidad étnico-cultural y e! cruce de culturas), SlOO mente en los claustros de la academia occidental. En ese marco, la
también con algunos autores que retroactivamente pueden ser teoría poscolonial reproduce en el interior de la esfera universitaria
llamados propiamente posco/vllialcs, como Franrz.Fanon o Aimé la división internacional del trabajo actualmente "autorizada" por
Ccsaire, Leopold Senghor, Panikkar, Anwar Abdel Malik, A.L el capitalismo global. En este circuito, los productores culturales
Tibawi, Abdullah Laroui, 1:11a1 Asad, S. H. Alaras, Romila Tbapar, del Tercer Mundo exportan "materia prima" a las metrópolis,
etcétera (y ello por circunscribimos apenas al siglo X.X r no citar, donde es transformada en un "producto elaborado" principal-
por ejemplo, al extraordinario Ibn Khaldun, que concibe ya una mente para el consumo de la elite cultural metropolitana, y luego
suerte de historia poscolonial de! mucho más restringido sistema- una recortada porción del mismo es reexportada como "teoría" al
mundo del... isiglo A'1I1!). La cuestión, claro está, es que la gT'Jn Tercer Mundo.
mavorra de esos autores "modernos" están teórica y práctica- Asimismo, Ahmad subraya la jerarquía que organiza la selec-
mente comprometidos con alguna versión más o menos hete- ción de los objetos de estudio de la teoría poscolonial: el campo
rodoxa del marxismo; y ya hemos visto que los pensadores favorito de análisis es el discurso colonial, lo cual tiende a privi-
poscoloniales actuales mantienen un vínculo sumamente ambi- legiar al canon occidental por sobre la cultura periférica y, sobre
valentc, y por momentos resístenciaí. con esa corriente de pen- todo, representa una dcspolitizadora desatención a los fenómenos
samiento. A decir verdad, a nosotros eso no nos perturba tanto del neocolonialismo actualen favor de las "ficciones" producidas
como a Ahmad. Ya hemos dicho también que no pretendemos en una etapa anterior de colonialismo fol7l1al, ahora felizmente
fetichizar al marxismo como la única forma de pensamiento críti- "superado". Una prueba -entre muchas-de los efectos actuales de
co pertinente para la actualidad, pero es cierto, por otra parte, que una crítica "desviada" del enemigo real por el afán de construir lo
esa resistencia, como intentábamos mostrar algunas líneas más que Ahmad llama una teoría "migratoria", sería la asunción (por
arriba, parece a menudo empujar a los autores posccloniales ha.~ia parte de Said y sus seguidores) de que un autor como Salman
los brazos ---e incluso hacia "el abrazo dcl oso" - de una abstraCClon Rushdie representala auténtica voz de su cultura de origen, pasan-
do pora Ita el hecho de que-independientemente de lacondenable
discursiva deshistorizanre.
Se justifica a medias, entonces, la violencia de los ataques de persecución dc que ha sido objeto- un texto como LOJve1"SosJatdui-
(0.1" pertenece íntimamente a una larga tradición, recientemente
Ahmad, que pone e! acento en los potenciales efectos conserva-
renovada, de ernocentrisrno antiislámico occidental, y es con esa
dores de la teoría poscolonial, e incluso llega a sugerir que ésta es
tradición occidental (y no con la tradición crítica de Marx, por
un recurso más a través de! cual la autoridad de Occidente (y hay
ejemplo) con la que Rushdie "dialoga". Entonces, la atención
que darle toda su fuerza incluso etimológica al término "autori-
dad", en el sentido de autoria, del lugar en el que pretcndidarnente
.:l.Aij:ll Ahma<L fu TbcUl)'. o!J, cit.
nace ese discurso) se reinseribe actualmente en el seno de un nuevo
179
178
Eduardo Griaier Mundializacoin capitalista, poscoíonialidad y sistema-mundo

central que la teoría poscolonial dedica a un corpus cultural que ha parte --como argumen taremos luego con más detalle- el solo hecho
sido, en un sentido decisivo, interpelado por la cultura occiden- de ocuparse del canon occidental o de la cultura ya interpelada o
tal dominante, sólo consigue finalmente reforzar las relaciones "cooptada" no es ensí mismo un pecado de lesa radicalidad crítica:
tradicionales entre centro y periferia. Pero, sobre todo, Ahmad los pecados, tanto como las virtudes, no están tanto en el objeto
fustiga a la teoría poscolonial por extraer sus procedimientos teó- mismo como en la construcción dela "mirada"intetpretatiuaacrítica
rico- metodológi cos principal1Jlf?llte de teorías europeas con tcmpo- con la que se lo aborda. Va de suyo que la cultura dominante
ráneas que en muchos aspectos son políticamente regresivas, en siempre intentará incorporar cwdquiFl,teoría (lo ha hecho incluso
tanto sustituyen -muy especialmente en su apropiación por la con la marxista) a la división internacional del trabajo por ella
academia anglosajona-las formas materiales previas de activismo "autorizada": pensar otra cosa seria un pecado de excesiva ino-
porun "compromiso" puramente textual que considera "la mera cencia, o de mala fe. Pero, aun dentro de una relación de fuerzas
lectura como la forma más pertinente de política". manifiestamente desfavorable, esa generalidad no decide de
Debemos apresurarnos a aclarar que no e.\1tl1l1osplenamente de antemano qué sucederá con cada caso en panicular. Y lo mismo
acuerdo con todas las críticas de Ahmad. Para empezar por lo más vale pnra el hecho de ocuparse de la literatura colonial "del pasado":
general, ni por asomo la teoría poscolonial ha conquistado todacia además de que la interpretación del pasado en el presente -a la
-no quiere decir que no lo pueda lograren un futuro más o menos manera benjaminiana (y sin dejar de señalar que Benjamín es otro
inmediato-fa misma legitimidad académica que los mucho más autor que los poscoloniales ignoran o desconocen)- puede adquirir
institucionalizados estudios culturales. Y en parte ello se debe, un enorme potencial político, es un postulado básico de la teoría
justamente, a que muchos de sus practicantes son, de hecho, acti- poscolonial que la conformación histórica de una "subjetividad"
vistas decididos y políticamente comprometidos en luchas ideo- colonialista!colonizada a través de la cultura no es algo que ha
lógicas extremadamente incómodas para las academias que, sin desaparecido con el colonialismo "a la antigua"; por el contrario,
embargo, los albergan (es el caso palmario de Said y su firme es una condición fundente de la persistencia de la subordinación
defensa de L1 causa palestina en el seno de una comunidad acadé- cultural en e! poscolonialismo. Evidentemente, se puede estar en
mica corno lanorteamericana, pnra la cual In condena de esa misma desacuerdo con esta (para nada desesti mable) hipótesis; pero no se
C:lUS;:¡ es un artículo de sentido común). Por otra parte, aunque es ve muyb¡en qué sentido tiene acusar a los pensadores pos coloniales
cierto que se trata de intelectuales "desarraigados" vreletioamemc de ser consecuentes con sus propias premisas,
aislados -es decir, no de manera absoluta, como acabamos de Dicho esto, e! argumento más consistente de Alunad -y con el
mencionar para el caso de Said- de las luchas del Tercer Mundo, cual, a esta altura, e! lector ya sabe que estamos enprincipio de total
no es tan cierto que todos sus objetos de análisis se limiten al canon acuerdo- es el referido al carácter tenden cialmen cedcspoli rizador
occidental, o cuanto mucho a la literatura de! Tercer Mundo que o conservador de las teorías "post", y muy especialmente en su
ya ha sido interpelada por --o directamente incorporada a-la cul- adopción por la academia anglosajona. Pero aquí nos encontra-
tura oficial metropolitana: casualmente no tanto en Said, pero sí mos en un terreno de una ambigüedad mucho más compleja que la
en los políticamente menos "comprometidos" Bhabha o Spivak, que Ahmad parece estar dispuesto a admitir. Muchas de las refe-
pueden encontra rse 11lUCVOS ensayos y análisis críticos sobre formas rencias teóricas a las que se remiten los pensadores poscoloniales
o autores de literatura y arte periféricos que, intencionalmente (de Foucaulr a Deleuze, por ejemplo, que a su manera [ueron
o no, cuestionan, a veces muvradicalrnenre, la hegemonía cultural intelectuales críticos "comprometidos"; pero incluso en los casos
del canon occidental (pors~puestoque no es éste e!caso particular de Lacen o Derrida, cuya obra más "esotérica" no ha dejado de
de Rushdic, yen eso Ahmad tiene toda nuestra simpatía). Por otra tener efectos políticos de alguna importancia) no pueden ser tan

ISO lSI
Mundializacion capitalista, poscokmialidad y sistema-mundo

inequívocamente calificadas de "conservadoras". Claro está que mación de un sistema-mundo es un efecto específiro del proceso de
ninmmo de ellos puede ser ni remotamente comparado, en ese acumulación y reproducción ampliada capitalista, y por lo tanto
terreno, con Marx (o con Adorno, Sartre, Fanon o cualquiera de está estrechamente unido al proceso igualmente específico de la
los poscoloniales combativos mencionados por el propio Said), expansión colonial (es la posición de Wallerstein y Amin, y tam-
pero ello no se debe tanto -al menos desde el punto de vista bién la nuestra), lo cual implica que el capitalismo representa una
teórico- a su falta de compromiso como a su renuncia, que su ruptura cualitativa radical con cualquier arra sistema aproximada-
propia teoría les impone, a todo proyecto de totalizacuin, por más mente "mundial" anterior, pero también implica que la actual
problemático, provisorio e "imaginario" que dicho proyectO fuese. globalización ---que Amin prefiere, por buenas razones, llamar
y es eso vno meramente el hecho de ser inrelecrunles "rnicrantes", "mundialización capiralisra"- es una continllidadbajo nuevas for-
lo quc ~~mhién "problema tiza" a la teoría poscolonial.s Resta por mas (una "etapa superior", si se quiere decir así) de ese proceso
ver qué sucedería si se inscribieran muchos de los análisis de la colonial, luego "neo'tcolonial yahora "post'tcolonial. O bien (es
teoría poscolonia! a propósito, por ejemplo, de id construcción la posición de Gunder Frank, Gills yotros) no hoy tal "ruptura",
etnocéntrica del Otro a través de sus m úl tiples instancias cul rumie s y el sistema-mundo capitalista es meramente e! por ahora último
v estético-literarias -análisis que no por ser parciales dejan de tener "momento" (con sus características específicas, claro está) del
a veces muchísimo interés-, en aquel proyecto dc totalizaeiÓn. largo proceso-cinco mil años, según estos autores-de con~orma~
Uno de esos proyectos (ciertamente no el único, pero sí el que nos ción de un sistema mundial que obviamente ha expandido sus
interesa pensar en esta segunda parte del libro) es el de la teoría del límites geográficos, pero sin modificar su "naturaleza" esencia].
sistema-mundo, emblemáticamente representada por autores t'\o hace falta abundar sobre las consecuencias no sólo teóricas
como Immanuel Wallersrein v Samir Amin, v sobre la que ahora sino también políticas de esta segunda posición; si el sistema mun-
quisiéramos decir, muy esque;lláticamente, algunas palabras.e dial actualmente dominante, por más "capitalista" que ahora sea,
Xo se nos escapa -v más bien nos felicitamos de que así sea- el es prácticamente tan antiguoy está tan establecido como la misma
complejo cúmulo de cuestiones problemáticas que una combi- historia de la humanidad "civilizada", poco se puede hacer para
nación semejante abre. Une de ellas, y no la menor, está vinculada transfo17lIarlo de raíz, criticando y buscando revolucionar (como
al enérgico debate que viene produciéndose desde hace ya varios pretendía Marx) sus relaciones de producción mundiales específi-
al10S en el interior mismo de la teoría de! sistema-mundo (que está cas e lustoncas; sólo podernos aspirar, como máximo, a mejorarlo o
lejos de constituir un paradigma homogéneo y plenamente con- reformarlo desde adentro (va que adentro designa no sólo su espa-
sensuado).? y que gira sobre la cuestión nada rrivia] de si la confor- cialidad, que hoyes el mundo entero, sino también su tempora-
lidad, una vez más, la historia escrita casi entera).
5. Entiéndase que nOminimizamos I·J cU~5tión del -d csarraigo". al contrario, No tiene sentido, en este momento Yen este lugar, entrar en la
en nuestro prólog-o h~rnos ~nfJti7.ado cómo la mirada crítiu CSlJ forwsanlcnle bizantina polémica de si hoyes posible transformar de raíz e! siste-
,'il//ildrl. Pero en ~'I contexto de la discusión de este capítulo nO l'.,r~c~ pntin~nt~
~doptar rI p,-á,,"i, yen abstracto. una posición :lmi "co,rno]",liu", _ ma -tampoco lo hace Amin: su propuesta de la desconexión es ad-
6. Lo que sigue está basado en los siguiemes lihro>: Irnmanuel \\".,llep.<tem: El mitidamente reformista y parcial, pero está pensada, si se quiere,
Il11JllenlO sinr>J1tI 1II1111<li,d, t. 1, ,'Iléxico, Siglo XXI, 1979; El mpirnlimtO bisterico. como un paso acuumiatino y táctico hacia la posibilidad futura de
.\léxico, Siglo XXI, 1983; lll/pms,n L,sciCilá,lS soaelcs, xtenco. Siglo x..'\I, 1998, una "revolución" más profunda-. Limitémonos a constatar que
Sarnir Amin: Lo, """rjTo< d" L, nlllllditdic:dláó", .\léxico, Siglo XXI, 1997.
7 PJr,\ apreciar la' posiciones de este dcbatc, vúnse :\ndré Cundcr FrJnk;- las tesis de Gunder Frank y Gills abortan desde el vamos la posibi-
BJrr)"K. Gilk Tbe lliJ,-¡d Sysu:m. Fíre HlIll<b'ed 1"m:> OT Fí:» Tbo¡IJ-m"Ii', LondT~', lidad siquiera tairica de una crítica radical e históricamente si-
Rcudcdge, 1<)9(,. tuada, como diría Sartre. Por otra parte, cierta impronta evolu-

182 183
Eduardo Grüner Mundializacicn capitalista, poscokmialidad y sistema-mundo

cionista/organicista que se asoma por detrás de esa concepción tan a lo que es la especificidad de! modo de producción capitalista: a
corre el peligro (en el que los autores no caen, es justo aclararlo) de saber, que la lógica de acumulación yreproducción de dicho com-
precipitarse en alguna larvada defensa, o al menos justificación plejo socioeconómico, político e id eológico-cul rural implica necc-
"comprensiva", de! colonialismo capitalista -y por lo tanto, de la seriamente (casi como si dijéramos: lleva inscripto en su "naturale-
actual globalizacíón-, ya que al menos y "objetivamente", él sí za") el "momento" de expansión territorial, sea por ocupación
habría supuesto, en las sociedades colonizadas, una aceleración física directa (colonialismo clásico), dominación político-
inédita de las fuerzas productivas y sus correlativas relaciones de económica indirecta (neocolonialismo, imperi alismo) o condicio-
producción, de la medermzaciou económica, política, social y cul- namienroideológico-culrural (poscolonialismo, que desde lue-
tural, y finalmente una integración del mundo entero a las penurias go no excluye al anterior): la incorporación de mercados, fuentes
'Pero también a las "ventajas" de la modernidad. Sostenemos que, de materias primas, fuerza de trabajo yclases dominantes "asocia-
si hay algo de verdad en todo esto, esa verdad es muy parcial y por das" de las formaciones sociales periféricas y semiperiféricas no
10 tanto víctima fácil del fetichismo ideológico, y que someter a es, como para Roma o el Islam (o incluso, en la primera etapa de la
crítica esa "media verdad" supone una rearticulación como la que conquista de América, para España}' Portugal), el resultado de la
vcni mas proponiendo entre (no ún icarnente, como se verá, pero sí mera ambición de poder y/o e! afán de enriquecimiento por vías
especialmente) la teoría poscolonial y la teoría de! sistema-mundo "externas", sino un resorte constitutivo e imprescindible, una con-
en su versión representada por Wallerstein y, sobre todo, por dición de posibilidiUl del propio proceso de acumulación en elcentro
Amin, ya que ésta es capaz de explicar mucho mejor la racionalidad (o, mejor dicho, en lo que a partir de entonces deviene "centro").
de las desviaciones (por no decir las perversiones) de la globaliza- Desde ya, esta tesis está íntimamente ligada a la diferencia,
ción/mundialización capitalista. señalada por Marx, entre e! capitalismo}' lo que Amin llamaría las
En lo que sigue procederemos según e! recurso (retórico, en el sociedades (prccapiraliscas) "tributarias",« sea: la coacción econó-
mejor sentido) de suponer, parJ someterlos a crítica, cinco argu- mica mtema al desarrollo de! sistema (la obtención de plusvalor
mentos tendientes a restarle especificidad al colonialismo y pos- tanto por la transformación en rnercancfa de la fuerza de trabajo
colonialismo Cflpitalistas, y por lo tanto a "disculpar" sus "errores y "libre" corno, complementariamente, por e! "intercambio desi-
excesos" -aun admitiendo que deben ser criticados y "corregi- gual" con la periferia), coacción íntraecandmíca que sustituye a la
dos"-, en función de sus supuestos "beneficios". E intentaremos coacción eX1l"f1ecollrimica-de carácter político-militar e ideológi-
responderlos poniendo, por hablar así, en acto cienos postulados CO-, característica de los imperios tributario'>. Entre otros efectos,
básicos de la teoría del sistema-mundo, y privilegiando además los esto determina el pasaje de la política y la ideología corno funcio-
postulados que no'> parecen más pertinentes como soportes de la nes dominantes locales a la economía (también en tanto ideología y
articulación con la teoría poscolonial que venimos proponiendo. política económicas) como función dominante en el plano mun-
Dichos hipotéticos argumentos rezan así: dial, cualquiera sean sus "sobredetennínaciones''. En efecto, la
diferencia fundamental entre el sistema capitalista y todos los
anteriores es el imperio de la "ley de! valor nmndmlizada": mien-
1) Si bien es, por supuesto, estrictamente cierto que desde tras ella no se ha transformado en la lógica dominante, sólo cabe
mucho antes del capitalismo existió e! impulso a formar grandes hablar de elementos protocapiralistas sometidos ala lógica tribu-
imperios colon inles, tanto dentro de Europa (Roma es e! ejemplo taria. Inversamente, el predominio de la ley del valor capitalista
paradigmático), como fuera de ella (el Islam es el otro ejemplo por supuesto no implica la desaparición -pero sí el sometimiento
igualmente paradigmático), las tesis de Wallerstein o Amín apun- a ell.i- de elementos precapitalistas: por e! contrario, dichos ele-

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Eduardo Gruner Mnndializacion capitalista, poscokmialidad y sistema-mundo

memos pueden ser perfectamente funcionales y hasta indispen- Pero, desde luego, aquellos elementos protocapitalisras no
sables, en las zonas periféricas, para la acumulación en el centro aparecieron de la noche a la mañana el l Z de octubre de 1492: ya
según la ley del valor capitalista" La persistencia de la esclavitud en estaban presentes desde hacía siglos en ciertas regiones (que por
los Estados Unidos hasta la segunda mitad del siglo XIX es e! esa razón constituían, en cierto modo, el "centro" previo), en
ejemplo princcps; lo cual sirve, de paso, para desmentir e! ideo- particular en la cuenca del Mediterráneo -en las ciudades del
logema hoy tan extendido que hace equivaler automáticamente e! norte italiano y asimismo en el mundo érabe-musulmén-, pero
capitalismo a la democracia y la libertad. también en la India yChina" ¿Por qué entonces no hablar de capita-
Pero es importante destacar que -como lo ha mostrado Wa- Iismo ya en 1350 (como lo hace, porejemplo,]anetAbu-Lughod)
Ilcrstcm- e! sistema-mundo no es sólo la forma relativamente o incluso mucho antes (como a veces parecen hacerlo Gunder
reciente de! capitalismo, que se remontaría apenas al último tercio FrankyGills)? Simplemente, porque la colonización de América
de! siglo XLX, cuando aparecc e! "imperialismo" en e! sentido accleró de una manera excepcional la expansión de esos elementos
leninista. Porelcontrario, esta dimensión mundial-esta tendencia protocapitalisras, a tal punto que todo e! sistema social mundial de
a generalizar e "internacionalizar" la ley de! valor- se expresa los siglos siguientes quedó progresivamente subordinado a aqué-
desde los orígenes y se mantiene como una constante de! sistema llos" Una vez más, Inglaterra parece ser el caso "anómalo" (y es
en las sucesivas etapas de su desarrollo. Admitiendo que los justamente por eso que Marx lo toma como modelo para su teoría
elementos esenciales de! capitalismo hayan empezado a cristalizar del desarrollo capitalista interno), ya que su prorocapitalismo agra-
en Europa a partir del Renacimiento (en los comienzos de lo que rio es muy anterior a su predominio como gran potencia colonial;
eufemísticamente se llama la "modernidad"), 1492, año del des- pero tal "anomalía" podría ser parcialmente aparente si se tiene en
cubrimiento de América, sería la fecha emblemática de nacimiento cuenta que, casualmente, ese predominio ultramari no coi ncide con
simult.ineo del capitalismo y del sistema mundial moderno, si la emergencia de la llamada Revolución Industrial, en la cual In-
bien --como es sabido- no fueron las primeras potencias colo- glaterra tiene un rol pionero.
nialistas de la época (España y Portugal) las principales benefi- Claro está quc todo esto requirió un largo período de tran-
ciarias del empujón que la conquista dio a la acumulación capita- sición (los famosos tres siglos de alumbramiento de los que habla
lista "primitiva" en Europa, justamente porque eran lassociedades :\1arx), que -desde e! punto de vista superesrrucrural- incluyó la
del centro en las que los elementos prorocapitalistas internos consolidación y caída de las monarquías absolutistas, así como la
estaban IIIcllosdesarrollados. Como se ve, esta tesis tiene laventaja, construcción de los Estados nacionales jurídica y políticamente
entre otras, de volver un tanto ociosa la polémica -paradigmárica definidos C:prirnera "herramienta" del capitalismo o última del
a partir del debate Dobb-Sweczvo del llamado "debate Brenner''- feudalismo? Las tesis del sistema-mundo, que implican también
sobre si las causas de la acumulación y el desarrollo capitalista son la simultaneidad de aquella consolidación con la expansión
"internas" o "externas": si la emergencia del capitalismo y la del colonial, podrían transformar el célebre debate Anderson-
sístema-: .iundo son simultáneas y, por así decir, mutuamente in- Poulanrzas en otra discusión sobre e! huevo y la gallina).
cluyenres o coexrensívas, entonces todas las causas -ranto la trans- No hace falta adarar que esta necesaríednd del proceso de rnun-
formación de! dinero en capital y la de la fucrza de trabajo en dialización no equivale a una disculpa para el colonialismo capi-
mercancía [()IIIO la expansión colonial yel comercio internacional- talista en cualquiera de sus formas, pero tiene una consecuencia
son "internas", y e! debate se reduce a la discusión circular sobre si política decisiva: si e! capitalismo no puede 710 SC," "colonialista"
fue primero el huevo o la gallin3. (en un sentido laxo), y al mismo tiempo queremos ser conse-

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Eduardo Grüner Mundializacion capitalista, poscoionialidad y sistema-mundo

cuentemente anticolonialisras, no podemos sino concluir que el dar aquí que, sin embargo, Marx ya era perfectamente consciente
capitalismo no es "reformable", por así decir, desde adentro. de la cuestión: véase, por ejemplo, su razonamiento a propósito de
cómo los obreros ingleses se beneficiaban indirectamente con la
explotación colonial de Irlanda, un problema decisivo que le hizo
2) Supongamos que, aun admitiendo esto, adujéramos que cambiar en buena medida su hipótesis sobre una correlación
ol;j{'ti~'a1lf{'nte,
y a la larga, el desarrollo de las fuerzas productivas necesaria entre el mayor desarrollo de las fuerzas productivas y las
que fue la consecuencia <no necesariamente buscada- de! colo- probabilidades de una revolución social; una transformación en
nialismo sobre las economías colonizadas fue beneficioso para su su teoría que los marxistas ortodoxos siempre han despachado con
introducción, aun periférica, en la "corriente central" de la Histo- ligereza.
ria, definida por la acumulación capitalista (como se sabe, hasta el Desde luego que esta relación es (para incurrir en un ana-
mismísimo Marx sufrió en algún momento la tentación de un cronismo)dialéaica: incluso terminológicamente, no hay un "cen-
razonamiento semejante -funtlarncntalmcntc respecto de lacolo- tro" y una "periferia" hasta que dos entidades entran en contacto
nización británica de la India-, aunque de una manera harto más y una de ellas sehace centro a costa de hacerde la otra periferia (la
efímera y calificada de lo que sus detractores le atribuyen). Pero, teoría del "desarrollo desigual y combinado" supone, precisa-
justamente, la posición delos pensadoresdel sistema-mundo como mente, que la dcsiglloldnd es un efecto de la wwbillación). Y está de
Wallerstein o Amin es que sucedió exactamente lo contrario, y no más aclarar lo que es --o debería ser- obvio: Europa sólo se hace
por algún azar histórico: aquella necesariedaddel proceso de acu- centro del sistema mundial a partir de la emergencia en su seno del
mulación no sólo implica la expansión, sino también la consi- modo de producción capitalista, emergencia cuando menos
guiente palarizacidn entre "centros" y "periferias"; vale decir -r "impulsada" o fuertemente "ayudada" por la expansión colonial;
aún sin llegara lasprimitivasvun tanto simplistas caracterizaciones antes era, en el mejor de los casos, una modesta provincia "perifé-
dcpcndenristos del "desarrollo del subdesarrollo"-, la acelera- rica" de algún centro tributario (el Islam, el Imperio Otomano,
ción, gracias a la explotación colonial, de! proceso de acumulación etcétera), o bien una descartable zona marginal y más o menos
y "reproducción ampliada" en las potencias centrales y la dctauion "bárbara", Amin, como hemos visto, llega tan lejos como para
de la posibilidad -por más hipotética que fuese- de un desarrollo afirmar que, de no haber mediado complejas circunstancias que
autónorno de lusfuerzas productivas r las relacion es de producción hicieron entrar en crisis esos centros anteriores, el capitalismo
proto-capiralistas en la periferia. O, por lo menos, provoca un podría haberse desarrollado en otras regiones, fuera de Europa,
desarrollo decididamente deformndo en beneficio de los intereses como consecuencia de la ampliación del comercio y los inter-
de la potencia colonial r las clases dominantes "nativas" asociadas: cambios financieros con su propia "periferia", que a la larga hubiera
el caso de las vías férreas en lugares tan distintos como la India obligado a transfonnaciones del proceso económico y las rela-
y la Argentina es un ejemplo palmario, aunque sólo uno entre ciones de producción. Sino sucedió así (como no sucedió tam poco,
tantos. dentro de la misma Europa, con las ciudades italianas que fueron
La corriente principal de la crítica socialista al capitalismo se la cuna del prorocapitalismo comercial y financiero) fue-además
construyó en lo esencial como recusación del modo en que e! de por aquellas causas inrernas- justamente porque la debilidad (y
capital explota al trabajo, pero elaboró sólo muy escasamente la no la fortaleza) de Europa, debilidad que fue la que originariamen te
otra dimensión: el despliegue del sistema mundial basado en la la impulsó a la aventura colonial con el objeto de salir de su ais-
polarización, que tatubicn afecta diferencialmente a la explotación larnicnto, obturó esa posibilidad al mismo tiempo que favorecía su
del trabajo. Volveremos sobre esto más adelante, perocabc rccor- acumulación capitalista interna, "periferizando" al resto del mun-

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Eduardo Grüner Mundíalizacion. capitalista. poscolonialidad y sistema-mundo

doy transformando el mapa topológico del planeta. La tesis es de millones de campesinos en nombre de la Libertad/Igualdad/
problemática demostración, y seguramente discutible (también Fraternidad, o en el de la democracia.
en el sentido de que merece ser discutida). Pero al menos tiene la Por supuesto que hubo contradicciones V voces disidentes
virtud de obligarnos ade.'ltluto1Jlatizornucsrra percepción sobre los ¿cómo no? Ya las había habido en los inicios mismos de la Con-
presuntos "beneficios" (materiales, si no morales) de la colo- quista (aunque Bartolomé de Las Casas propusiera seriamente
nización. reemplazar la explotación de los indígenas americanos por la de
los esclavos africanos, o aunque Monraigne dirigiera su elocuente
indignación contra el exterminio de las culturas de América, pero
3)?'\0 obstante, hablemos también de los "beneficios morales". sin enunciar una palabra sobre el de las de África: el humanismo
Desde una perspectiva más superestrucrural (si se me permite aún colonial también tiene sus "claroscuros"). También hubo "com-
otro recurso a una noción anacrónica), el capitalismo es el primer pensaciones" simbólicas, bajo una forma igualmente ambigua: el
sistema mundial cuya conquista colonial se hace, al menos explíci- "estado de naturaleza" de los conu-acrualisras o "el buen salvaje"
tamente, no en nombre del mero derecho otorgado por la supe- de Rousseau (figuras muy obviamente inspiradas en la imanen
rioridad física o militar, sino en nombre de las más sublimes abs- "orientalista" de las colonias) tendían, a veces, a reconocer las posi-
tracciones éticas, reli glosas, culturales o filosóficas. Lo que en los bies ventajas de una vida supuestamente rnrisbucólica y tranquila;
imperios tributarios apJrece muy transparentemente como una pero también areforzar el prejuicio de que las culturas beneficiarias
racionalización o Justificación ideológica (por ejemplo, combatir de esa presunta tranquilidad eran comunidades totalmente ajenas,
a los dioses enemigos o a los "infieles"), o como una abierta ex- a la civilización, por las cuales -como diría Hegel-el "espíritu obje-
presión de voluntad de poder (la "grandeza de Roma"), en la tivo" de la Historia había declinado transitar. i
expansión capitalista ya no se presenta como un "particularismo" De todas maneras, la cuestión no es ésa: la cUcs(Íóncentral es la
superiora más poderoso que otros, sino como la empresa "civili- de la inéditaper,m-siólI que supone aniquilar, expoliar o esclavizar
zadora" unioersal que consiste en "exportar" al mundo entero, por a pueblos enteros en nombre de la Razón Universal, o de su "ausen-
ejemplo (y no es un ejemplo cualquiera), el reino de la Razón, sea cia" de la Historia, como todavía pretendía Hegel. Es un doble
bajo su modalidad religiosa o laica. Piénsese en los argumentos crimen: no solamente contra las culturas "periféricas", sino con-

-
evannelizadores de la Iglesia Católica en América, o enlos argu-
-
mcnros "dcrnncratizadorcs" de Napoleón. nunca como en el colo-
- tra la propia cultura "central", cuyos mejores hombres desarro-
llaron -y frecuentemente pagJ.ron con su libertad o su vida- esas
nialismo capitalista se \"Cri fica con mayor exactitud la idea de AIarx ideas magníficas, ahora utilizadas para justificar los fines exacta-
de que la operación ideológica por excelencia es la de hacer apa- mente contrarios a aquellos para los cuales habían sido imaei-
recer los intereses particulares de la(s) clasets) dominante(s) nadas. o
como el inrerésgmcral de la sociedad toda. Y"toda" alude aquí ::Es suficiente decir que, a pesar detodo, la introducción de con-
-por eso la idea de .:\brx se verifica en su mayor alcance posible-al ccptos como los de razón, libertad o democracia, o incluso el de
mundo entero. En efecto, la empresa colonial se presenta como socialismo (que no dejó de ser introducido en untas regiones por
una gran cruzada de salvación de la humanidad para sacarla de la los tanques estalinistas], resultó beneficiosa para muchos pueblos
oscuridad de la "barbarie": la guerra "humanitaria" de la O'l:-\1'\: que de otra manera jamás hubieran tenido acceso a ellos? Hay
contra Serbia es, por ahora, el último avatar de esta monstruosa incluso una versión "izquierdista" y "dialéctica" de este argumen-
construcción simbólica: en la década de 1960, los franceses en to: gracias a la llegada de esas ideas en la punta de las bayonetas
Argelia o los norteamericanos en Vietnam pudieron masacrar coloniales, los pueblos sojuzgados pudieron rearmarse espiritual-

190 191
Eduardo Grüner Mundislizacion capitalimz, poscoúmialidnd y sistema-mundo
mente para luchar mejor contra los mismos opresores que se es- identidad cultural más amenos homogénea con el objeto de con-
cudaban en ellas. Es posible: tal vez sea otra vuelta de tuerca de la trolarlas mejor, enfrentar una "nación" con otra en beneficio pro-
heeeliana astucia de la Historia. Pero queda el gusto amargo del a pio, vnegociar por separado con las así debilitadas clases domi-
pes~'-de todo: la letra con sangre entra, pero a qué precio. Y quién nantes (ni hablarde las subalternas) "nacionales". El caso paradig-
sabe si esa utilización perversa de las "buenas ideas" de Occidente mático de la balcanizacidn poscolonial de América latina -que
no es la responsable de que tanta gente, hoy, haga una ape!ació.n representa uno de los éxitos más clamorosos de la diplomacia
puramente ritualista, pero en el fondo escéptica -cuando no ~l­ comercial británica del siglo XIX- es uno de los ejemplos más
rectamente ctnica-, a emblemas simbólicos bastardeados)'vacla- espectaculares, y el que nos toca más de cerca, pero está muy lejos
dos de sentido. de ser el único (los propios Balcanes, de donde se extrajo la ex-
presión originariamente, son otro ejemplo trágicamente actua-
lizadoen los últimos años). Los intentos "regionalistas" de hoy
4) Otro razonamiento a veces esgrimido es que -otra vez, a en día -frecuentemenre alentados por las propias potencias cen-
pesarde todo-, e! proceso de acumulación mundial capita.lista-co- trales por complejas razones esrrarégicus- no desmienten la nece-
lonial pavimentó el camino para el borramienro de las fronteras sidad de la existencia, al menos por ahora, del Estado-nación, sino
ficticias entre Estados-nación, fronteras puramente "políticas", q ue, en el mejor de los casos, constituyen un complemento. Entre
en el mal sentido de que respondían no a auténticas identidades otras razones, porque -con muy contadas y singuiares excepcion es,
culturales, linsüísticas
= .v de "psicología = colectiva", sino a los inrc- como es el ahora tan debatido caso de una jurisdicción inter-
reses geopolíticos de los poderes de turno (hasta hay quien ~nvoca nacional en materia de derechos humanos o de terrorismo extra-
párrafos enteros de! Manifiesto Ccmunism para mostrar como la fronterizo- un ordenamiento jurídico y por lo tanto represivo
expansión capitalista hace que "todo lo sólido se disuelva en el "nacional" sigue siendo el método por e! momento más eficaz
aire", solideces entre las cuales estarían las estúpidas demarca- pat'a mantener el control en las sociedades que podrían expe-
ciones "nacionales"). La llamada globalización sería asimismo la rimentar conflictos internos provenientes de la obcecada
etapa superior de este proceso, con su definitiva transformación resistencia de cienos sectores sociales a acogerse a los "beneficios"
del mundo en una totalidad integrada (desigualmente, quizá, pero de la globalízación. Si se nos autoriza un mal chiste, la OTAN,
intetrrada al fin) donde las anticuas naciones son rémoras del como el superyó freudiano, no dÜ1ala ley, sino que aparece sólo
" que va no' tienen razón de"ser, corno queda por otra parte
pasado cuando la ley"local"fillln, vale decir, cuando no es capaz por sí sola
probado por la tendencia hacia In regionalización (Comunidad de guruntizar el "orden cerrado" interno.
Europea, J\~AITA, Mercosur y demás). Ouod erat demcnstmudum. En segundo lugarfytal vez más importante para los propósitos
Ahora bien, el problema con esta argumentación es que adolece de este capítulo), es una burda patraña que la globalizacion consti-
de la más crasa [alsedad tanto histórica como conceptual (por no tu:'a una totaíidnd integrada del mundo (aunque fuera desigual-
mencionar su falsedad ideológica). En primer lugar, lagenemliza- mente); el proceso de la mundialización puede extenderse a la
ciÓII clobal-si no estrictamente su creación-de las fronteras políti- circulación de mercancías, al flujo y reflujo del capital financiero
cas ;acionales es un resultado de la expansión capitalista colonial (y especulativo, a los productos de la industria cultural y los medios
vale la pena recordar, entre paréntesis, que la propia idea de un de comunicación e información, incluso-hasta cieno punto-a la
nacionalismo "político" no es anterior a la Revolución Francesa). producción industrial; pero deUill[lIl/ami/llera alcanza al menado
Fueron las potencias coloniales o neocolonialcs las que fomenta- de fl"tl/JiljO, como lo saben mllY bien los sufridos trabajadores turcos
ron la fraementación "nacional" de enormes regiones con una en Berlín, los magrebres en París o Barcelona, los "espaldas moja-
"
192 193
Eduardo Gniner Mundializacion capitalista, poscolonialidad y sistema-mundo

dasvmexicanos en los Estados unidos, que pagan con su libertad, trabajo en la economía-mundo capitalista, es decir, con la antino-
su marginación o su vida el haberse persuadido --como es lógico, mia centro/periferia, y más específicamente Norte/Sur, que es
según el discurso oficial-de que la globalización y la obsolescen- la división espacial correspondiente a aquella división axial; y a su
cia de las fronteras nacionales incluía su derecho a buscar trabajo vez, e! concepto de "nación" está estrechamente relacionado con
en cualquier parte del mundo donde fueran mejor remunerados. la superestructura política de este sistema histórico, con los
Pero ene! capitalismo no puede haber tal cosa: a pesar de que-en Estados soberanos que constituyen el sistema interestata] deri-
virtud de las radicales transformaciones en la naturaleza de las vado de la di...i sión axial. Incluso en e!"centro" (o sea, en el Norte),
fuerzas productivas- la plusvalía ya no sea lo que era en tiempos de los Estados-nación que pueden reivindicar un nombre y una acri-
.Marx, las diferencias "nacionales" en la tasa de explotación y las vidad administrativa permanente en lamisma ubicación gCOb'Táfic'a
consiguientes desigualdades en los costos de la fuerza de trabajo desde antes de 145ü-y es un número mucho más reducido del que
siguen siendo un mecanismo central de la acumulación/re- se suele pensar: Francia, Rusia, Portugal, Dinamarca, Suecia y
producción del sistema, En ese sentido, al menos, no se vislumbra Suiza- sólo se han constituido como Estados soberanos "moder-
nos" a partir de la aparición del sistema-mundo protocapitalista.
ninguna posibilidad de una tctaíizacián más o menos cercana de la
Este lugar de C/"l/CI: entre la "raza", la nación y el nacionalismo,
economía global; el proceso real es lo que Amin llama una mun-
las minorías étnico-culturales, etcétera, es desde luego un proble-
dialízación truncada, una falsatotalidad (para decirlo con la expre-
ma que constituye un objeto central de análisis para la teoría pos-
sión filosófica que Adorno reservaba para designar la apariencia
colonial: sin embargo, con las honrosas excepciones de siempre,
de "complerud'' del mundo moderno), que sólo existe en e! dis-
ella ha hecho muy poco para articular el necesario estudio de los
curso fetichista de sus beneficiarios o en e! imaginario febril de los
conflictos nacionales o étnico-culturales (no digamos ya la pro-
"intelectuales orgánicos" que han comprado la panacea universa-
ducciónIiteraria y estética) provocados por las "derivas" migrato-
lista de la globalización.
nas con su base material en la división axialyespecial del trabajo y
Los duros hechos son mucho menos idílicos: la mundializa-
la expansión diferencial de la ley del valor mundializada por el
ción capitalista ha logrado replicar la histórica balcanización colo- capitalismo. Pero e! marxismo ortodoxo tampoco sale muy bien
nial y poscolonial con una balconización social y laboral y una
parado de esta cuestión: como señala Ciovanni Arrighi, en tanto
consecuente polarización clasista y étnica que, mientras decreta la no ha sabido ver la importancia de la po!{{/"iwnó¡¡ mundial (es decir,
inutilidad yel anacronismo de todo nacionalismo político, fomenta la distribución de los "ejércitos laborales de reserva" activos y
y alienta los más retrógrados "nacionalismos ocupacionales", que pasivos en sus respectivas localizaciones geográficas políticamente
hoy son -sublimaciones ideológicas al margen-la principal fuente separadas: e! centrar la periferia, el Norcevel Sur), supuso que e!
de racismo y xenofobia en los países civilizados de ese Primer vaivén continuo de los mismos sujetos proletarizados entre los dos
.\lundo que promulgó la Declaración Ullh'cr;;ll! de los Derechos ejércitos aseguraría la unidad de! frente anticapitalista y, por lo
I rumanos, Yadecía Frantz.Fanon (al que hoyes tan poco elegante tanto, el rápido éxito de su acción global. La polarización explica,
citar) que el racismo no es una "ley" de la psicología -aunque se en cambio, que una vez rota esa unidad, históricamente hayan
apore en las tendencias subjetivas a la feuchización-, sino que su, aparecido dos estrategias (en principio) "anrisistema" cada vez
"psicología" está determinada por una coincidencia entre las mayo- más contrastadas: la socialdemocracia en e! centro, desde fines del
res tasas de exploración de! trabajo y las "razas" de la periferia; desde siglo XIX, y la combinación SlII gCIUTÍs de leninismo/maoísmo/
el principio de la rnundializacion --como ha mostrado 'Vallerstein- nacionalismo tercermundista en ia periferia (incluyendo la "pcri-
el concepto de "raza" está relacionado con la división axial de! feria" del centro, como los Panteras K ef,rras en los Estados Unidos

194 195
Eduardo Griiner Jlundltlliznárin capitalista, poscoloníalidad J' sistema-nmndc
o los estudiantes sescnriochistas), acelerada con los procesos de realizan los mejores debates de hoy en día). Se discutía el proble-
descolonización que culminan en los años sesenta del siglo XX. ma de las mujeres violadas y, por supuesto, no faltó el eterno cover-
Con la crisis v hundimiento definitivo del campo socialista -que nario que formulara la hipótesis de que, en el fondo, "a ellas les
hacía de una' suerte de peudant entre ambos-, la primera estra- gusra'', a lo cual otro interlocutor dio la respuesta más inapelable
tegia devino frontalmente prosisrema, y la segunda fue sustituida posible: "Su pong-Jmos que eso fuera clerco.de todos modos, nadie
por los nacionalismos fundamencalistas sin base de clase. tiene derecho a ob/l>l..dra otro a hacer lo que le gusta". Para colmo,
Es tam bién en este sentido que -como veremos en el siguiente muchas de las (sin duda preexistentes) rivalidades "tribales" o
aparrado-elos ncofundamenta1ismos nacionalistas del ex Tercer "nacionales" dentro de las sociedades colonizadas fueron utiliza-
Mundo, que el discurso dominante indica como el principal peli- das y profun dizadns maquiavél i camen te (dicho esto sin detrimcnro
gro polrol Ul10l parffica coexistencia mundial, son una respuesta rCI/("- del gran filósofo florentino) por los colonizadores, en beneficio
tn:a (completamente equivocada, sin duda, pero ¿se puede acertar de un mayor control del conjunto y como un ejemplo más de su
cuando, como lo afirma ese mismo discurso único dominante, no política halcanizadora. Se dirá que tampoco esto es un invento del
bav alternativas p,lra eleuir-) al universulisrnn Falsario e hipócrita
. - capitalismo: la política de dividir para reinar es vieja como el
de 13 ideología de la gloiJalización. mundo. Puede ser. Pero, dada la extensión y la profundidad del
capitalismo colonial, en ninguna época anterior conoció esa políti-
ca una planificación tan sistemática (también en este aspecto se
5) U» último argumento posible gira en romo a que -puesro aplicó a rajatabla la racionalidad instrumental característica de la
que el colonialismo r la conquista no fueron, por cierto, un inrcnta cultura burguesa, de la que hablaban Weber o la Escuela de F rank-
del capitalismo, sino que fucron frecuentemente practicados por furr). y esa política sistema rica es, en buena medida, responsable
rodas las sociedades, incluvendo las colonizadas por el capitalis- de In recaída en las guerras tribales de la era poscolonia], en la
mo-, muchos pueblos sojuzgados por sus vecinos (los bereberes cual -frenrc al fracaso de una opción socialista o de democracia
por 105 árabes, los toltecas por los aztecas, los musulmanes por 105 participativa plena- reverdecen con nueva virulencia las divisiones
hinduisms o los swnhil¡ por los hurus) pueden haber recibido con no sólo anteriores a la etapa colonial, sino, sobre todo, las fomcn-
más alivio que rencor la inesperada "liberación" ofrecida por los tadas por la administración extranjera: el de Argelia, por ejemplo,
nuevos conquistadores. 1'\0 faltan tcstimonios ,11 respecto, y en ,11- es un caso particularmente dramático, que ha servido a los secto-
guna medida ello explicaría la repetida situación de que una partc res reaccionarios para argumentar "cuanto peor" están las nacio-
de la SOCiedad colonizada, V no solamente sus sectores más privi- nes descolonizadas desde que el bondadoso amo abandonó sus
leuiados v cuvas razones podrían ser más pragm<Íticas, se plegara a tierras.
lo~ nuevos conquistadores en contra de los antiguos. Escierro que, Generalizando más, otro tanto puede decirse de los violentos
en abstracto, semejante conducta contradice el más elemental rebrotes de fundamentalismo nacional, étnico o religioso que -des-
sentido común que se cuestionaría cuél es la ventaja de luchar para de la caída del Muro- se han transformado en el "gran cuco" de las
cambiar de amo; pero lavorágine de los acontecimientos históricos potencias centrales beneficiarias de la mundialización, como si
no suele dejar mucho espacio para el sentido común. esos fenómenos (al igual que, según pretenden los historiadores
Pero nuevamente, la cuestión está mal planteada así, o cons- revisionistas alemanes, sucedió con el nazismo) fueran un incspe-
rirnve una falacia de mala fe. Para explicarlo con un apólogo, diga- rada e inexplicable rayo cayendo en día sereno, r no un estricto
mos que el debate se parece a otro que tuvimos ocasión de aunque perverso producto de la dialéctica de expansión-polariza-
presenciar en un café de Buenos Aires (donde, como es sabido, se ció» mundial, que victimiza a las regiones que no puede incorporar,
196 197
Eduardo Grüner Mundíaliracion capitalista, poscolonialidad y sistema-mundo

ordenada y resignadamente, como "subproletariado" mundial. elevada a categoría de (falsa) totalidad, que con su polarización
Los llamados neofundamentalismos, ya Io hemos tematizada ante- excluyente produce una implosión indetenible de "fragmentos
riormente, no son ninguna enigmática regresión a formas cul- culturales" o "nacionales", imposibilitados de encontrar un lugar
turales arcaicas y superadas por la posmodernidad: pare! contra- mínimamence tolerable en el "nuevo orden", yque por otra parte
rio, son la consecuencia necesaria (lo cual no quiere decir indefec- no tienen alternativa a la cual dirigirse; lo cual se resuelve, insista-
tible, aunque de hecho sucedieron) de la posmodcrnidad, es decir, mos, no por medio de una regresión, sino más bien de una huida
de! capitalismo en su acrual fase de acumulación y reproducción. bacía adelante reactiva, violenta y,si se quiere, "irracional". Pero es
:\~o se trata de la "maldad" personal (que seguramente existe más una irracionalidad que no hace más que mostrar la otra cara de la
alla o más acá de la propaganda de la OTA....'" o la C~0.) de los moneda -valga la expresión, en esta era de la "financiarización"
señores Khomeini, Husscin o Milosevic: se trata de una polí- globalizada- de la racionalidad instrumental del capitalismo tar-
tica mundial-en el sentido más amplio, empezando por e! de una dío, que a su vez es la profundización de la lógica colonial origina-
política económica- que ofrece la ocasion: y hasta cierto punto la ria. Después de todo, y para tomar un ejemplo a la orden del día,
justificación, para que aparezcan esos señores con un discurso parece estor históricamente documentado que e! Islam previo a la
demagógico de recuperación nacional, relativamente persuasivo expansión del sistema-mundo capitalista de ninguna manera fue
para las masas desesperadas porsu horror a quedarse "fuera" de un especialmente fundamenralista, al menos no más que la Iglesia
mundo que de rodas maneras nada tiene para ofrecerles. Ocasión Católica: no fueron precisamente los musulmanes los inventores
como la que se dio en su momento para la aparición de un Hitler: de la Santa Inquisición; y, por otra parte, en el ;\Iedio Oriente
¿o hemos olvidado el reparto del mundo neocolonia! después de la nunca hubo ningún particularantisemitismo-que, por Jomenos en
Primera Guerra Mundial, las exorbitantes "compensaciones" de su versión más fundamentalista, es un fenómeno específicamente
guerra a que fue sometida Alemania, la crisis de 1929, etcétera: La europeo- antes de que Israel se transformara en un Estado-cuña de
diferencia, por supuesto, es que -contr» la interesada propaganda las potencias capitalistas en esa zona estratégica. Claro está que
de las potencias centrales- Milosevic 110 puede ser Hitler, entre nada de esto disculpa el fundamentalismo o el antisemitismo, pero
otras razones porque ya no existe la "amenaza roja" que hizo que mucho menos disfraza la responsabilidad del poscolonialismo
en la década de! treinta las potencias "democr.itiras'' toleraran, V capitalista mundializado.
aun alentaran, la soberbia rearmada de una Alemania imaginada f'0 puede caber duda alguna de que estas premisas de la teoría
corno cuila contra el Este soviético, hasta que decidieron que el del sistema-mundo (aun con toda la brevedad y el esquematismo
remedio era peor que la enfermedad, yque ya era hora de volver a con que las hemos presentado) son extremadamente pertinentes
encadenar al monstruo de F rankenstein. como apoyatura histórica "dura" para la teoría poscolonial. En
Si no supiéramos que son perfectamente intencionadas, habría realidad, ellas deberían constituir-si se nos permite bromear con
que decir que son completamente ridículas, en este contexto, las un a merátora que nosotros lTl ismos hemos criticad o- algo así como
tcorizaciones "culruralistns" del profesor (y asesor de la CIA.) la base economica de lamperestJ7lálil'll "cultural" representada por la
Samuel Huntinston a propósito del "choque de civilizaciones" teoría poscoioniol. claro que no en un sentido "arquitectónico"
que en el próximo siglo (::0tal vez milenios) reemplazará a la lucha vu) gar, según el cual la superestructura se levantarcáre la base (yen
de clases, las guerras anticoloniales o el corn bate ideológico entre consecuencia, está separada de ella), sino en el sentido de que la
la "democracia'tv el "comunismo" (todos anacronismos supera- base está atravesada ya por la superestructura. La dcsconsrrucción
dos, corno se silbe). Ridículas, para empez"lr, porque en el marco por la teoría de les discursos (postjcoloniales no quedaría enton-
de la nrundiolización capitalista no hoy más que //lIil civilización, ces limitada al gesro de dispetsion de los fragmentos ideológico-

19S 199
Eduardo Gruner

culturales que han infonnado tomoa la subjetividad colonial como


a la colonizada, sino que -al revelar simultáneamente la solida- 2. De las ventajas del
ridad yel conflicto entre baseysuperesrrucrura- pennitiría quizás
una 1rCOnm-IICaÓIl o una retotalizacion (de horizonte abierto, por así
decir) del "gran relato" que arrastra consustancial mente a la cul-
colonialismo a las virtudes
tura (posncolonial y a la historia de la propia estructuración del
modo de producción capitalista.
del imperio
Aijaz Abmad ¿versus? Negri y Hardt
IR A PAG 46

Antes de proseguir, es imprescindible que nos ocupemos de


algunos fantasmas que vienen planeando insistentemente sobre
todo lo anterior-y que, porotra parte, guardan una estrecha relación
entre sí: el fantasma del.Marx "procolonial" y el de la globalizacion
actual como transformación del "imperialismo" (o del neo-posco-
lonialismo) cn un "imperio" de nuevo (pero en realidad, muy anti-
gua y reeditado) tipo, que no dejaría de tener algunas virtudes,
digamos, "objetivas", las cuales abrirían nuevas posibilidades de
emancipación, tan inéditas corno el propio proceso que las haee
posibles. Como es obvio, en este segundo caso estamos hablando
de las últimas posiciones del binomio Antonio Negri-Michael
Hardr. Para "atravesar", como se dice, el primer fantasma, habre-
mos de apoyarnos en un autor que hemos citado al pasar, Aijaz
Ahmad.8
Como dice Ahmad, en efecto, en las últimas décadas se ha
vuelto un lugar común -incluso y especialmente entre ciertos
sectores de izquierda y/o "nacional-progresistas", a los que ahora
hay que agrcg.lra muchos críticos poscolonialce-considerar a Marx

R. Yéase par, 10que sigue, Aijaz Ahmad: Linra¡;rsQfrbe Pm·mt, ;";uev;¡ Delhi,
Tulib, 1996,y ,\lichael Hardt y Antonio¡';cgri,Empire, ob. cit. rEd. casto;Imperio.
Buenos Aires, Paidós, 200n

200 20/
Eduardo Grana- De las ventajas delcolonialismo a lasvirtudes delimperio

un partidario entusiasta de! colonialismo y la modernización que contribuye decisivamente al retraso de las formaciones sociales
el mismo traería "objetivamente" aparejada. Esto implica inter- periféricas: ellas son atrasadas (sic).l1
pretar a Marx como un teórico par:a e! cual el colonialismo sólo Pero quizá no habría que extrañarse tanto: la desestimación de
ruvo una importancia marginal en e! desarrollo del capitalismo la cuestión colonial (o imperialista, o neo-poscolonial) entre cier-
como tal; de donde ha llegado a deducirse (también como tas corrientes del pensamiento marxista no es nueva. Por dar un
subproducto de laverdadera manía antilcninista que ha capturado ejemplo célebre, el famoso debate rripartito Miliband-Poulanrzas-
últimamente a la izquierda) que e! imperialismo rnodnrnn fue una Laclau sobre la naturaleza del Estado capitalista no menciona una
sola vez la cuestíón.n no se hace cargo de que lo que se postula
suerte de excrecencia en buena medida innecesaria, y a veces
como Estado capitalista "ideal-típico" (para decirlo j¡ la \Veber),
incluso perjudicial, para el proceso de acumulación en los países
es decir, el Estado europeo (y norteamericano) moderno, es -o
metropolitanos. Así, por ejemplo, Schlomo Avincri describe a
fue, si se quiere sostener que ahora ha cambiado o desaparecido, lo
;\Tarxcomo un verdadero teórico de LJ. "modernización" desarro-
cual para nuestro argumento actual dalo mismo- un Estado anpe-
llista a;.-amla iertre, admi radar del trasplante de la "civilización"
¡'ialista (colonial, neo-poscolonial) con funciones económicas, políti-
occidental al Asia "bárbara";9 Aidan Foster-Ccrrv, volviendo so-
cas, culturales YJllilit{l/"/:;-más que concretas y decisivas.
bre el clásico debate Dobb-Sweezy, propone nuevamente que la Estos postulados, unidos a la comprensible decepción con las
transformación de las relaciones de producción en la Europa del posiciones marxistas ortodoxas tanto como con las insuficiencias
norte es la explicación necesaria y suficiente para dar cuenta de la del "dependentismo", han supuesto, o en todo caso han contri-
transición al capitalismo, mientras que la acumulación de capital buido a provocar, un retomo (al que los estudios culturales no son
proveniente de las colonias y la adquisición de mercados externos indirectamente ajenos, como hemos visto) no de las rigurosas
tienen una escasa y marginal relevancia; roAlbert Szyroanskí, por hipótesis "productivistas" y "anticirculacionistas'' --en todo caso
su parte, argumenta que lo que habitualmente se llama "imperia- mm' atendibles en sus propios términos- de los propios Dobb o
lismo" es estrictamente superfluo para la acumulación de capital, Bre'nner, sino de una suerte de liberalismo neouniversalisra y
y que los países "centrales" podrían hoy renunciar tranquilamente ncoilurninista, frecuentemente neobntiano (de Rawls a Haber-
a la explotación de las "periferias", sin detrimento para dicho mas, dig-amos): un liberalismo "progresista", "de izquierda", que
proceso de acumulacióntt (:se supone que si no lo hacen es por demoojza roda referencia al imperialismo o al neocolonialismo
pura maldad-). Otros autores, empezando por el mismísimo no solamente COIIlO anacrónica (ya que la dichosa globalización
Roberr Brenner, despachan a los ex teóricos de la "dependencia" Y' habrfa transformado tan radicalmente el propio modo de produc-
el "intercambio desigual" como meros "neo-smithianos'' y sos- ción que p es ocioso hablar de centros y periferias), sino como
tienen que el sistema de intercambio global que se lleva a cabo hoy pe!igro samente cómplice de toda clase de nacionalismos, populis-
dentro de la estructura global capítalísra-vcuyo sector dominan- mas anticolonialismos v rercermundismos -no hablemos va de
te, como sabemos, es el financiero-ose es especialmente desigual ni los l;eofulldamcntalism~-, que en realidad son ideologías ;etró-
gradas que le hacen más mal que bien ala causa de la universaliza-
9. Schlorno Avineri: Tbc So(itll and l'ofili<'fl( Tho/lgh ni Km'( Marx. Londres, ción de los "derechos CIUdadanos".
Cambridge Universiry Prcss, 1968.
\O. Aidan Fosccr-Carry: "Thc modc of production debatc",X,~",' Lrji Rrr'in', 12. R"I,t:rt Brcnner: "The economics of globalnnbulencev.Vec- l.ift Rfc'i,,"-',
nO 107, 1978. non') 1998
11..Albert SZYIIIanski: "C~l'it;l¡ .ccurnulation 011 me world s~ale .nd thc -13'. Ra1l'h \¡jlih~nd; Nicos Poulantl",>Y Eme'>to Laclau: Ddlllwsobl"fd I'..rtado
necess;tv ofnupcrialism'', JIiJ'llrgmt Soci%h"!'n" 7, 1987. (,'pif;l/iHa, flu~n'" A.in:o>, Imagc ,\lundi, 1990.

202 203
Eduardo Gruner De lasventajas del cclouiaiismo a lasvirtudes del imperio

Se supone, en efecto, que la era del imperialismo ha llegado a India disrravéndose de todo lo demás que los propios Marx y
su fin; que, de todas maneras, mientras existió, su desarrollo fue Encels l:scribieron sobre el tema, e imputándoles a las distintas
"dialécrico'': queriéndolo o no (¡ah, la bendita astucia de la Razón'}, versiones de "bolchevismo" el haber deformado el "pensamiento"
estableció vigorosas bases pJra la industrialización de la periferia, de Marx, enceguecidos por el hecho de que, casualmente, las revo-
y ni qué decir para b introducción de los ideales democráticos y luciones socialistas (v así les fue) se realizaron en las sociedades
republicanos emanados de la Revolución Francesa, empezando económicamente 11/;/10.1, vno1ntú, des<lrrolladas.
porla universalidad de los derechos humano'>; que, desde e! puma Que el marxismo puede ser entendido como un puro "pen-
de vista estrictamente económico (pero ¿1J1I{~ es "estrictamente sarnicnto" contra el cual el movimiento histórico, bueno o malo, se
económico">, .;no resulta interesante observar lo fácilmente que habría "equivocado" ypor lo tanto el "pensamiento" emanado de
caen estos "heterodoxos" en e!mecanicismo de la "base'vl.condu- él nc es "auténti camcnre marxista", es ya un postulado suficiente-
jo a un inmenso despliegue de las fuerzas productivas a escala global mente irrisorio, por no decir risible. Pero, passons. La cuestión
(las fuerzas productivas son, como se ve, fuerzas en sí miSIlUS central es que a partir de esa premisa, todo el que (de Snmir Amin
animadas. y no efectos de relaciones sociales: ¿"fetichismo", decía- a los poscolonialc,>, de Arghin Emmnnuel a los dependentistas, de
mosj ), que rápidamente borrarán las distancias entre las reglones S\\TeZVa\ Vallersre¡», etcétera) se atreva siquiera a sugerir la exis-
(en un cercano~' promisorio futuro, debemos colegir, no habrá tencia -de una cuestión "colonial", "neocolonial", "imperiahsta",
diferencia entre SOrll,¡]h y, digamos, Dinamarca). Cuando esto "nacional" o lo que fuere, será pasible de las más implacables
efectivamente ocurra -o, como ironiza cáusticamente Aluuad, descalificaciones por su irracionnlismo o su subordinación a la
cuando todos nuestros hijos, blancos, negros o amar-illos, vivan mitología tercermundista, nacionalista o---en versión "postv-esen-
igualmente felices en el paraíso corporativo mulriculrura 1-cuton- cialista, fundamenralisra y, como dirían Josingleses, ~-I}{1t baueJ'(jll.
ces podrá comenzar la lucha por el socialismo "global", porque .Quc el colonialismo puede haber obstaculizado el desarrollo de
habrá sido superada la era de la "escasez". l-as fllerzas productivas -para no mencionar las relaciones social-
Es absolutamenre increíble que, más de cuarenta añns después es- en las colonias? .Que la dominación imperial pudo haber
del estrepitoso fracaso del llamado "desarrollismo", y m;ís aún, un impedido o deformad~ el proceso de acumulación en la periferia?
siglo después de la Segunda Internacional, renazcan desde la "iz- ;Di'>par,ltes! iPropag:mda irracional tercermundista! ¡l\-litolobría
(jI/lerda" estas insensateces crudamente positivistas o neocvolu- naoionalista a! servicio de las clases dominantes locales! Por el
cioniscas. 0, mejor dicho, no es en absoluto increíble: es el testi- contrario, la "expansión mundial" ha actuado como un poderoso
monio de la siempre presente -v políticamente pusil.in ime- ten- motor para el camhio social, p,lra la modernización económica y
tación de "arrojar al niño con e} aglJa de la bañera" (aunque J decir política. Y por favor, no nos pongamos sentimentales invocando
verdad, como lo ha sugerido Zizek, la metáfora correcta sería la los millones de víctimas humanas que semejante "progreso" ha
inversa: estos "progresistas" quieren retener en toda su pureza costado. la historia, lo sabemos por el propio ,\hrx, carece de
inocente al "niúo'' capital ista ydeshacerse del "agua sucia", cuando inocencia.
es el niño el que debería desecharse). Al igual que muchos teóricos Está bien: no nos pondremos sentimentales, ni estúpidamente
de la Segunda Internacional ymuchos desarrollisras (.;acaso, entre "hnrnanistas". Xo recordaremos la históricamente inaudita vio-
nosotros, Rogclio Frigerio y el propio Arturo Frondizi no fueron lencia que ha acompañado la mundialización del modo de pro-
acusados de "conmnistas'<), estos neoprogresisr.rs creen poder ducción capitalista. :-\0 mencionaremos la completa destrucción
basarse en los canonizados -para bien o para mal- artículos de (económica, social, física y moral) de países enteros como \ "iet-
.:\hrx sobre el colonialismo inglés y su función "objetiva" en la narn, de continentes enteros como África, a los que -como si lo

204 20S
Eduardo Grüner De las ventajas del cclcnialismo a las virtudes delimperio

mencionamos antes, pero, perdón, no volveremos a hacerlo-se ha no: el de Tercer Mundo, por ejemplo. Como bien señala Ahmad,
vuelto tierra baldía desde acá hasta varias generaciones futuras. una de las principales fallas de la llamada "teoría de la dependen-
~TO insistiremos con esos "subproductos" del inevitable avance cia" fue que términos como "colonialismo", "neocoloníalismo'' o
científico-tecnológico, y prometemos escuchar con atención los "imperialismo" eran utilizados casi sin especificaciones para de-
argumentos purmllCllte "económicos". Por ejemplo, losque e"t,arime signar procesos mundiales más o menos uniformes, mientras que
desde haceva dos décadas Bill \Varren --exhaustivamente Citado por "Tercer Mundo" -o el mundo colonizado/neocolonizado/dc-
Alunad-, un prestib"¡osO economista der:4I1ienlll, que publica en la pendiente- era considerado un mero objeto de determinaciones
no menos prestigiosa editorial de izquierda New Lcfr.Asaber- externas; en ambos casos lo que teníamos eran "campos" relativa-
mente homogéneos, y no sistemas complejos de formaciones so-
Que en el período poscolonial, la política de los países llamados ciales reales. históricamente constituidas. La consecuencia politica
imperialistas [... j favorecela industrializao ón v el desarrolloeconómi- e ideológica frecuente era que muchas veces las clases dominantes
co de los países subdesarrollados, de mudo 'que la distribución del de la periferia o bien caían masivamente dentro del campo de las
poder polírico-econónnco se está haciendo ca();¡ HZ menos dcsicual
.
[y ahora estamos viviendo] en una era de imperialismo declinante v
" víctimas impotentes {recuértlense los interminables debates so-
capiralismocreciente [... ]Los términos del intercambio sonde hech~ bre el rol de la burguesía nacional), o bien eran malvados agentes
favorables a l Iercer .vlundo [ ) el índice de expansiónindustrial es del capital metropolitano. Pero nunca eranSluctos histáricas cancre-
nuis rápido en la periferia [ j De allí la Ilación de un mundo uni- tos, que tomaban decisiones y construían alianzas con el objeto de
f?rmeme:lte capitalistaal borde de abolir la desigualdad entre países defender, consolidar o acrecentar intereses de clase específicos. Los
neos y paises pohres.t-t análisis subsiguientes se centraban, pues, en los procesos y qunll-
tumsde extracción y distribución de la plusvalía mundial: utilizan-
Aunque el lector no lo crea, esto escribía un neomarxista ... en do los grandes números globales, no era difícil demostrar que el
i 1980! ~TO era el único, por supuesto, r la fecha es importante: imperialismo llevaba todas las de ganar mientras el Tercer Mundo
era la "edad heroica" de la reacción neoconservadora v de la re- sufría uniformemente (como si las clases dominantes locales no
conversión neoliberal, en la que surgió, entre Otras cosas, el "mar- obtuvieran beneficio alguno de la susodicha plusvalía). Pero esta
xismo analfrico'' (por oposición, es de suponerse, al marxismo "demostración", ¿contribuyó realmente a un mejor amocimicnto
"sintético", es decir, dialéctico), acusando recibo de las nuevas
de los procesos históricos?
tendencias.
1\0 vamos a poder cumplir nuestra promesa. Vamos a tener
a
Desde la vereda opuesta, los "neomarxistas" la Warren razo-
nan exactamente igual: "Tercer Mundo" aparece como una cate-
que esgrimir, acompañando a Ahmad, algunos argumentos no
goría de análisis totalizadora y homogénea, como si toda la periferia
plll.H~/C11te econórnicos (el propio Warren, después de todo, se
pasara, al mismo tiempo, por la misma experiencia histórica y el
trarcionn, ha blando de la "distribución de poder político-económi-
mismo ti po de transfonnación social y económica, sin distinciones
co"), aunque sin dejar de hablar de economía. Pero épor qué no
regionales,
e nacionales •V declase. Es una forma de fetichizaeión que
empezar por e1lengullje, ),a que finalmente todo el fundamcnro
tiene, por supuesto, dos caras: siempre se pueden tomar como
fi!osófico. de las teorías "neo" y "post" no deja de apelar al sem-
ejemplo experiencias particulares de industrialización relativa-
prtemo giro lingüístico> Empecemos, pues, por cualquier ténni-
mente rápida (digamos, Corea o Brasil) y proyectarlas al conjunto
del Tercer .\1undo. Y ello para no mencionar que ya tomar a la
1-f. Dil] \\'arr~n, ¡",!'criflfim¡, PioIlCCl-a/C"pi/{¡fiml, Londres Xe\\" Lef! Booh
19S0. Citado ['"r AijalAhmad, oh. cit. ' , industrialización como índice del "desarrollo de las fuerzas

206 207
Eduardo Gruner De los uentajas del colonialismo a los virtudes del imperio

productivas" es un gesto de fetichización escandaloso (vferichis- No hay; por supuesto, manera de saber qué hubiera pasado
mo de la fábrica", lo llama Ahmed) que ni siquiera diferencia entre realmente sila historia de los últimos quinientos años hubiera sido
los distintos tipos de industrialización, las relaciones sociales diferente de la que fue. Pero sí hay evidencia empírica, absoluta-
cOlw'etasque ese específico tipo de industrialización engendra, y las mente irrefutable según cualquier criterio "científico", de que,
novedosas e intensas formas de "dependencia" que han acom- por ejemplo, las "fuerzas productivas" de una gran cantidad de
puñado a esa industrialización en los campos de las finanzas, la formaciones sociales asiáticas o africanas -desde la Malasia hasta
tecnología. las comunicaciones, los códigos de consumo, la cultu- las costas de África oriental- estaban muchomás avanzadas antes
ra, etcétera. de la colonización que en cualquier otro período posterior hasta la
Ybien,no. El colonialismo-en el sentido amplio del concep- descolonización. Tomemos el caso de los tres principales países
to-I10 erun proceso uniforme y homogéneo: la postulación de que asiáticos: la India fue plenamente colonizada, China fue durante
ha favorecido la industrialización del Tercer ;\Iundoen suconjun- siglos una "semicolonia'', y Japón consiguió resistir la conquista
to y a paso rítmico es pura mitología, en el mal sentido de la colonial. Ko puede ser una mera casualidad que solamente Japón
palabra. Cuando empezó el último proceso de descolonización en -Revolución Mei j i mediante- haya logrado una exitosa transición
la década de 1950, el nivel de industrialización de Africa apen<lS hacia el más desarrollado capitalismo industrial. Pero tomemos,
estaba a la altura del nivel de industrialización de América latina incluso, el caso de la India: antes de la colonización -a principios
cuando ella se descolonizó, casi un siglo y medio antes. En las del siglo XIX-las "fuerzas productivas" indias no eran de lliugllna
colonias portuguesas -1<J.s más antiguas del mundo- no había manera tan atrasadas como pretende la historiografía emocéntri-
1I111grín nivel de industrialización. Por otra parte, no hay ninguna ca y pro-colonial; existían un desarrollo importante de la manu-
razón para pensar (va hemos citado las hipótesis de Samir Amin a factura preindustrial y del comercio, así como un sistema muy
este respecto) que regiones como el Islam o la India no podían eficiente de transporte, un nivel considerable de urbanización, un
haber alcanzado al menos el mismo nivel de industrialización sin sistema bancario y financiero con capacidad de inversiones a largo
colonialismo de por medio (vello incluso sin someter a discusión plazo,una multitudinaria fuerza de trabajo (no solamente agrícola)
las diferencias en las relaciones sociales que una industrialización distribuida por las principales regiones del país, etcétera. Claro
"autónoma" hubiera podido producir). Si nos concentramos en está que nada de esto significa, por sí solo, que la India estuviera en
los últimos veinte o treinta años, sin duda países corno los ya los umbrales de ninguna revolución industrial. Pero, mutatis
nombrados Brasil y Corea, la India, Singapur, etcétera, han expe- mutandis, no hay manera alguna de demostrar que, de no ser por la
rimcnmdo niveles importantes de industrialización. Pero ~ysere­ ocupación británica, la India no podría haber tenido su equiva-
mos obedi entes ;;no bablnnmosde los "costos sociales"- e1imperia- lente de, por ejemplo. la Revolución Meiji. Lo que sí parece se-
lismo o la globnlización no son necesariamente la causa exclusiva guro, atendiendo a los argumentos que defienden los beneficios
del proceso: las tasas de industrialización son tanto o más airas en indusrrializadores de ti colonización, es que la transición a un
Corea del Xorte que en la del Sur; Egipto es el país árabe compa- desarrollo capitalista sostenido se tendría que haber llevado a cabo,
rarivamente más industrializado, pero su tasa de industrialización con toda lógica, en la India y no en lapón. ¿Dónde está el error?
era considerablemente más alta durante el período nasserista, con ¿En la historia, oen los "argumentos"?
las (todo lo inconsecuentes que se quieran) nacionalizaciones, los Los teóricos del sistema-mundo, como hemos visto, vienen
fuertes impedimentos para el capital extranjero y la importación desde hace mucho reconociendo que efectivamente se produjo un
de tecnología del bloque soviético, que en la era de las "puertas proceso de industrialización y capitalización del Tercer Mundo
abiertas" para el capital multinacional. bajo el imperio colonial. De ninguna manera niegan -¿cómo po-

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Eduardo Grüner De las ventajas delcolonialismo a las virtudes del imperio

drían hacerlol-. que el colonialismo haya tenido el efecto de rrans- la base más "dura" de los factores históricos, económicos, socia-
formar el modo de producción capitalista en universalmente les y políticos tal como lo propone la teoría del sistema-mundo.
dominante. El propio Samir Amin señala la conformación, en el :Y qué pensar -para hacer sólo una brevísima referencia al
seno de esta economía mundializada, de una clase obrera "glohal" tema- sobre la tan mentada cuestión de la distribución de poder
de la cual la mavoría
. de sus miembros Vde . sus estratos más explo- politico, o aunque fuera mínimamente de una democratización
rados cstá localizada en elTercer Mundo. Pero este reconocimien- "formal", que supuestamente trae aparejada la modernización in-
to es justamente la base para demostrar las maneras en las que el dustrializadora> Hay que estar muy ciego para no ver que, pre-
modo capitalista periférico y la globalización aceleran el proceso cisamente en 1980, cuando un autor como el citado Warren hacía
de acumulación en la metrópolis a costa de la periferia, profundi- su encendida defensa del rol democrarizador de la globalización.
zando el proceso histórico que, colonialismo mediante, asignó a la inmensa mayoría de los países de la periferia en los cuales el
las múltiplcsy diferenciadas periferias su lugar en la división mun- capital multinacional industrial v financiero estaba más activo
dial del trabajo, o la lógica por la cual la internacionalización de la (digamos, por sólo tomar el Con~ Sur de A..mérica latina: Chile,
producción industriallocaliza diferentes ramas de la industria y Argentina, Brasil) se encontraban sometidos a las peores dictadu-
diferentes tipos de tecnología en diferentes regiones del sistema. ras militares yterrorismos estatales de toda su historia. ¿Ydespués?
y por supuesto que este punto de vista no es, no puede ser,pura- Ciertamente, la década de 1980 presenció una bienvenida ola de
mente económico: no se trata de la cantidad de fábricas instaladas "democratizaciones" en la periferia. Pero ¿en qué condiciones ya
o de mercancías producidas, sino de las relaciones de producción qué precio? Ahora, casi dos décadas después, sabemos que lasviejas
globales realmente engendradas por este tipo de industrialización, y nuevas formas de dependencia, en todo caso, se han profllndiultlo
aun cuando ella se hubiera realmente producido -lo que, como una vez que esos terrorismos estatales lograron disciplinar aun a
hemos visto, está muy lejos de ser un fenómeno universal y uni- las sociedades más tímidamente resistentes, y que es a cambio deeso
forme-. Lo que sí es "universal", en todo caso, es la dependencia que se nos ha hecho el gracioso regalo de permitirnos votar cada
común de toda:ilas periferias respecto de la tecnología, las políticas dos o cuatro años, con el resultado de que cada ciclo electoral-con
financieras, las relaciones de mercado y el capital de las potencias muy pocas excepciones- no hace sino continuar profundizando la
dependencia, la polarización social y mundial, la supcrexplota-
metropolitanas: no considerarlo así es oscurecer el grado de
ción, la miseria y, por supuesto, el empobrecimiento y la defor-
dependencia y deformación generado por el propw p1WCSO de
mación de las identidades culturales, estético-literarias y subje-
indnsrnalizacion en estas condiciones, que ha hecho que la brecha
tivas. Las "nuevas democracias" se han transformado, así, en el
entre el centro y la periferia se haya ahondado hasta niveles
botíndegllf1T(f del poder económico global. Por supuesto, es mejor
históricamente inéditos, produciendo a su vez brechas inéditas
que existan, pero no puede dejar de advertirse que su existencia es
entre los propios países y regiones de la periferia (:cómo COIll- la ccarrada de una marcha implacable de la ealobalización cuva
parar, por mencionar un ejemplo, Hong Kong y RU~lllda~). Y lo .
lógica es profunda e incurablemenreaendemocracíca, en cualquier
que también es "común" -y es un manifiesto mérito de la teoría sentido "sustancial" de la palabra. Y esto para no mencionar la
poscolon¡al el haberlo puesto de relieve- es la dramática trans- crasa falacia histórica que significa imaginar alguna COIIS1IJTaJJ-
formación que todo ello ha producido en el campo de las iden- cialidad o coexrensividad entre el capitalismo y la democracia.
tidades culturales, estético-literarias y subjetivas en la relación Como dice Alunad, pensemos en una mujer tratando de partic¡ par
centro/periferias; pero insistiremos hasta el cansancio en la en las elecciones del Parlamento británico ... en 1913, o en un
necesidad de articulare! análisis de esas transformaciones sobre negro tratando de que le sirvan un café en un bar de Carolina del

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Eduardo Griincr De las ixntajas del colonialismo alas virtudes de/Imperio

Sur. .. en 1953. Y ni siquiera la democracia funcionó siempre para buena voluntad pudiera llamarse una teoría marxiana del colonia-
los hombres blancos "ciudadanos" de las potencias centrales, es lismo es necesariamente un archipiélago muy fragmentado y lle-
decir, hasta aproximadamente el advenimiento del moderno siste- no de lagunas, incluso de inconsistencias o conflictos internos al
ma nnmdin! imperialista (digamos, la década de 1880), la demo- propio (O/pus, y por lo tanto sujeto a roda clase de interpretaciones
cracia formal parlamenraria -no estamos hablando de ninguna interesadas. Ahora bien: el "interés" de los que avalan la tesis del
"democracia social", o eCOnÓITIlCa, o culrural-. fue una forma de Aba etnocénn-ico v procolonial está casi siempre exclusivamente
gobiemo burgués esporádica, tenue, recortada y limitada aun en "demostrado" por su remisión a los dos canonizados artículos
los países m.is desarrollados (más industrializados) de Europa: sobre la India escritos para el Herald Trilmne: "La dominación
existía en (/1:-'111110:> países, parta del tiempo, para algunos sectores de británica en la India" y "Futuros resultados de la dominación britá-
la población (::hay que recordar una vez m.is que en Suiza -¡en nica en la India". Ambos artículos pertenecen a la década de 1850,
Suizal- LIs mujeres no votaron hasrala década de 1970?). "H.ISt;l cuando la colonización de la India recién estaba completándose,
aproximadamente el advenimiento del sisrem:l mundial irnpe- taltahan aún muchos años para el inicio de las Guerras del Opio,
rialista", hemos dicho: ¿habrá una relación, aunque fuera muy faltaba más de un cuarto de siglo para la Conferencia de Berlín que
mediatizado, entre el advenimiento de dicho sistema y la expansión produciría la división y reparto colonial de Africa, v cl estado de
(relativa) de [a democracia en Pllropa? El enriquecimiento de Lis los conocimientos sobre las formaciones sociJle~ asiáticas en
sociedades centrales a expensas de las periféricas que, como está general era más que rudimentario.
ampliamente demostrado, permitió la "cooptación", a fuer de Por otra parte, sería no sólo injusto sino metodológicamente
incrementos salariales y algunas otras ventajas, del proletariado y incorrecto -incluso desde un punto de vista marxista-leer estas
otros sectores popuIares,::no es todavía otro testimonio (yvan. ..) dos piezas por sí solas, sin analizar su articulación -ultamente
de la benjaminiana consustancialidad, no entre capitalismo y de- contlicriva, como dijimos- con las otras, muchas, cosas que Marx
mccracia, sino entre civilización y barbarie? escrihió sobre el tema: eSJ lectura "cruzada" mostraría que, lejos
Ahora, volvamos a .\brx, a su supuesto procolonialismo "obje- de mantener una visión uniforme del colonialismo como fenó-
tivo'', cmorcntrico de[ano, presumiblemente basado en una cele- meno "objetivamente progresivo", tanto .\1arx como Enge1s re-
bración mecanicista del desarrollo de las fuerzas prOdUCD\·'IS ca- gistran numerosos giros y evoluciones en su análisis del mismo,
pitalistas como beneficioso en sí mismo para el proceso de que incluso culminan en una durísima crítica del colonialismo
modernización de las resiones b
"barbaras" v• la cOllsecuente crea- europeo corno un proceso sangriento, de indefendible violen-
ción de las condiciones favorables p,lr,l el pasaje :11 estadio superior cia económica, social y cultural. Ello para no mencionar que, aun
del socialismo. Para empezJr por lo ruris obvio, es casi ocioso desde el registro de nn.ilisis más "objetivo", ya en sus cscritos
recordar que .\larx nunca produjo ni un solo texto específico y sobre Irlanda de fines de la década de 1860, Marx modi fica mdicat-
consistente sobre el tema del colonialismo en tauro tal, ni siquiera mente sus posiciones evolucionistas a propósito de que una trans-
Ull corpus coherente de ensayos decididamente teórico-históricos formación en sentido socialista del mundo debía necesariamente
sobre la cuestión, aun cuando el pretexto hubiera sido más o menos comenzar por las sociedades donde las fuerzas productivas y las
"coyuntural": no hay, por así decir, Ull >..1>7[[ Bmmano de LlIIs relaciones de producción correspondientes estuvieran mris de-
Bonaparte o un texto como Lucbas de dases CII Francia parJ el sarrnlladas. En ciertas situaciones, por el contrario, parece ser la
colonialismo, sino una serie considerablemente dispersa (en el rebelión del "proletariado externo" (una expresión que hizo fa-
tiempo y en los tópicos) de arnculos periodísticos y/o de ocasión, mosa Toynbee, pero que puede encontrarse en j\íarx) de las so-
Cualquier reconstrucción que se haga, pues, de lo que con ml1~' ciedades coloniales la que actúa como cansaeficiente de un proceso

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Eduardo Grüuer De las ventnjas delcolonialismo a lasvirtudes del imperio

mundial. Exi.\1C, pues, para Marx, una "cuestión nacional" que atisbo de etnocentrisrno, ni siquiera de un etnocentrismo "revolu-
viene a articularse con una "cuestión social" mundial, aunque la cionario" que por ejemplo oponga la "madurez civilizada" del
"detenninación en última instancia" esté, desde luego,de1ladodc proletariado europeo a la "irracionalidad bárbara" del indiferen-
la segunda (y es interesante constatar, de paso, que si hay una ciado populacho colonial, o algo por el estilo. Y se trata precisa-
cuestión nacional es porque hay una "cuestión mundial" -a saber, mente de una cuestión de estilo (al cual deberíamos por cierto
el carácter consri rurivamente global, de sistema-mundo, del rnod o prestar atención: ¿o acaso el análisis del estilo no forma parte
de producción capitalista: no <;e trata de una oposición sino de una sustancial del giro lingüístico, el rexrualísmo, la desconstrucción,
permanente tC¡IJIÓI/, como venimos insisriendo-, que pl~U1!I~CC la el estudio del discurso ydemás?): cada vez, en efecto, que Marx y
c-uestión nacional). Pero lo importante, para nuestro análisis, es Engels escriben sobre alguna insurrección o acto de resistencia
que entonces b "cuestión mundial", cuya expresión polí~ic.o­ anucoloníal, el tono adquiere las cadencias líricas, y aun románti-
económica históricamente concreta no es otra que el coloniabs- cas, de la exaltación revolucionaria; se celebra el carácter insurrec-
mo, l/O es en modo alguno un dato marginal del desarrollo del cional de las masas v el alcance continental del movimiento anti-
modo de producción, sino uno de los dos "datos" centrales que colon ial, como parte de una guerra de 1ibcración nacional mundial;
explica el propio surgimiento de las coJldiciolle~ de po.:ibilidnd d.e la los coolies chinos son considerados a la altura de los omnnunards
existencia del capitalismo, como puede leerse sm eqUl\"OCO posible parisinos, y todo aquel que asimila el colonialismoaJ progreso tout
en el famoso capírulo Xxlv de El Capital, dedicado al análisis de la court queda descalificado como "depredador de civilizaciones"
acumulación oriuinaria. El otro dato es, por supuesto, la cmer- (según la feliz expresión de Engels).
uencia de la fuerza de trabajo como mercancía -es decir, de! Está claro que todo esto no pretende atenuar los "errores" de
~rolet,¡riado- en las sociedades más desarrolladas; per~ ¿son ,\ofarx en sus dos artículos sobre la India, siempre que al mismo
verdaderamente dos datos? Si uno toma a sobrevuelo el fenómeno tiempo tengamos la suficiente sobriedad como para, nuevamente,
histórico más amplio en el que ambos se inscriben -a saber, el ponerlos en estado de tensión con todo 10otro que Marr ramhién
proceso lJ/l/lldia! de separación entre los productores dircet~syJos dijo (v no solamente en el capitulo XA'TV), Eso, en primer lugar.
medios de producción, que requiere una paralela acumulación de Secundo: eomo es obvio, ahora, ciento cincuenta años después,
copiral, uno de cuyos requisitos fue de berba la exacción tributaria y sabernos infinitamente más de lo que podía saber Marx; el proble-
el pillaje de Liscolonias>, ';110 se ve que la sustitución de una clase ma, pues, no es tanto deI\1arx corno de los marxistas "ortodoxos"
dominante por "otra" (o por la misma "reconvertida") por gene- o "neos" que, aun cuando les disculpáramos el ya muy discutible
ración "espontánea" en lassociedades del centro y por i:llpo~ición gesto de basarseweveereen los dos artículos sobre la India, hacen
colonial en las periferias son expresiones muruamente implicadas gala de una imperdonable ignorancia del estado actual de la
del 11/1.17110 proceso: cuestión, Ahora sabemos, por ejemplo --entre otras fuentes gra-
Yen cuanto al carácter "progresivo" de [acolonización, no hay cias a las rigurosas investigaciones historiográficas de los pensa-
una sola línea en ese capitulo XXIV que justifiquc éticamente, dores del sistema-mundo-, que las formaciones precolonínles
aparte de e"tpl'Cln-histónca vveconómicamenre". lo que el propio cxrraeuropeas, especialmente las de ese sistema-mundo que se
,'..Tarx califica de explotación "horrorosa", esclavización, aniqui- extendía desde Cantón a Zanzfbar y desde Indonesia al Medite-
lación genocida, pcuperizacióngeneral y enajenación cultural de rnineo Oriental, no eran en absoluto tan "atrasadas" como 10
civilizaLuones enteras de Asia, Africa y América latina. Y en todas suponían los contemporáneos de Marx -ya hemos examinado al
Ins ocasiones en que :\brx y Eng'c1s escriben sobre el colonialismo pasar los datos que aporta Ahmad sobre la misma India-, mientras
desde un registro político más gcneral, no hay el más mínimo que sí quedaron extraordinariamente atrasadas con respecto al

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De ÚlS ixrua]as del colonialismo a ÚlS virtudes del imperio

"centro" después de haber pasado por la experiencia colonial, es suficiente autonomía como para transformarse en hegemónico,
decir, después de haber sido transformadas en "periferias". Yese en tanto precondícián lógica (no necesariamente cronológica: he ahí
retraso no es nunca pllrmnenre económico, sino también (pero ya la diferencia con la teoría de la revolución por etapas) de la lucha
lo hemos visto: son instancias inseparables) social, político, de clases en sentido socialista.
cultural. Y es poreso-y la cuestión queda harto más clara cuando se Era, en el peor de los casos, una apuesta; pero no parece una
adopta la perspectiva del sistema -mundo que considera el conflic- apuesta totalmente irrazonable O infundada. Lo más importante
to entre la parte y el todo, la articulada tensión entre la particu- para nosotros, sin embargo, es que de hecho, la propia estructura
laridad nacional o regional r la universalidad societaria global- del razonamiento, si por un lado retoma como hemos dicho cier-
que en tantas ocasiones históricas la lucha anricolonial (otra vez, ros hilos de la lógica "subterránea" de los escritos de Marx y En-
en sentido amplio, se alude a la lucha nacional, anriimperialista, gcls sobre el colonialismo, por el otro anticipa, nuevamente, la
poscolonial, etcétera) es parte censtítutica y frecuentemente deci- lógica -aungue claro está que no todos los contenidos específicos-
siva de la lucha de clases: ¿cómo pensar por fuera de la cuestión de las tesis del sistema-mundo según las cuales la perspectiva del
(posncolonial la orientación "socialista" -con todos los defectos sistema como sistema mundial (y no como mero agregado de
que se quieran, y son muchos- de revoluciones como la china, la Estados nacionales "discretos") permite, no diminarís cuestión
cubana, lavietnamita, la mozambiqueúa? Por supuesto que ningún nacional (coloniallposcoloniaVantiimperialista, etcétera), sino al
movimiento dc resistencia anri (posncolonial es garantía ell sÍ1JJ1S- contrario, considerarla en toda su complejidad contradictoria de
1110 de un resultado radicalmente emancipador: se trata siempre resultado -en permanente redefinición- de las relaciones de pro-
del "análisis concreto de la situación concreta". Y no hemos citado ducción (económicas, sociales, políticas, culturales) de alcance
esta célebre expresión de Lenin en vano: su teoría del imperialis- global: otra vez, aquí la cuestión (post)colonial se revela como la
mo (así como las concomitantes teorías de la "revolución perma- conflictiva parte que le falta al todo, y cuya espectacular OIlSCll(Ía es
nente" o del "desarrollo desigual r combinado" de Trotski}, con lo que le permite al sistema autoimaginarse como (falsa) totalidad,
todos los defectos o insuficiencias que también ella pueda tener, y es al mismo tiempo el síntoma que lo denuncia como 110- Todo.
fue un intento en su momento importantísimo de definir un pen- Xo obstante, recientemente hablábamos de una apuesta. Es
samiento y una praxis adecuados a la "actualidad" dc la lrígica del oportuno decir que, en muchos momentos de la historia, y en
pensamiento deMcrx al respecto. Su apoyo inequívoco a los mo- particular de la historia posterior a la Segunda Guerra Mundial, la
vimientos de liberación anticolonial no se basaba en una mera apuesta se pc/-dió: los movimientos anticoloniales y nacionales se
afirmación teórica y ética del derecho a la "autodeterminación replegaron -lucha de clases también perdida de por medio- sobre
nacional" de los pueblos, sino en una rigurosa percepción polÍtica un nacionalismo (en el mal sentido: nacionalismo puramente bur-
del carácter estratégico de esa lucha. Por una parte, se reconocía gués, o incluso semifeudal) dictatorial, tiránico, represivo, ami-
allí que el carácter parasitario del capitalismo neocolonial o im- popular, irracionalista o fundamentalista, emanado incluso de los
perialista obstaculizaba el proceso de acumulación "indígena", de movimientos que, aun sin mengua de sus múltiples contradic-
modo tal que podía esperarse que la independencia política ciones, ambigüedades o conflictos internos, se mostraban como
favoreciera un desarrollo más "armónico" de las "fuerzas pro~ más promisorios (piénsese, por sólo tomar un ejemplo pcradig-
ductivas", Y;l fuera en un sentido capitalista o 110. Por otro lado, la mritico, en la revolución argelina). Desde luego, entra en la natu-
relativa debilidad de las burguesías "colonizadas" hacía posible raleza misma de las apuestas la posibilidad de perderlas. Pero no
esperar la composición de un bloque de clases entre los tra- podemos limitamos a esa constatación más que trivia]. .Cuál es el
bajadores propiamente dichos y la intclligcl/w{/ "patriótica" con la contexto amplio que explica esos fracasos? ¿Ha cambiado, con la

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Eduardo Grüner De lasventajas del colonialismo o los virtudes del imperio

reconversión neoliberal (tecnológica, productiva, financiera, polí- Heidegger o Carl Sclimirt, en su última obra, este "clasicismo
tica) y con la globalización, la naturaleza misma del sistema crítico" puede retroceder hasta 'Iucdides, Polihio o Tito Liyio,
mundial, hasta el punto de desmentir la utilidad de las tesis del obviamente leídos a través de un Maquiavelo marxistizado). Esta
sistema-mundo para la nueva etapa? ¿Se han modificado las rela- es, desde luego, una actitud estrictamente anri-vposmodema'':
ciones de producción -también las mundiales- hasta e! punto de nada, en este -sentido, de fin de la historia, de desaparición de los
que no se pueda ya hablar de lucha de clases entre la burguesía vel [!}'fmdes relatos emancipadores sino, por el contrario, un benjamí-
proletariado, ni siquiera admitiendo su superposición con ins- niano relampaguear de los mis cuesrionadores fragmentos de la
tancias más "blandas" (étnico-culturales, de género, etcétera)? historia en el actual instante de peligro. Es igualmente encomiable,
¿La emergencia del giro cultural y de la posmodernidad ha replan- en la misma línea, su especie de exaltado "optimismo de [a volun-
teado sustancialmente la estructura de las tensiones ideológico- tad" que, lejos de adoptar la resignación un poco cínica de buena
culturales y de las "identidades" subjetivas hasta volver utópico parte de la izquierda ante la "renuncia" del proletariado a la lucha
todo intento de reconstrucción de una teoría critico-cultural por el socialismo, extiende la noción de proletariado a la sociedad
"totalizadora"? Y si dio es así, propuestas como la teoría posco- en su conjunto, a una spinoziana mtdtitudo conformada por
loninl, lejos de prometer la posibilidad de una productiva multiplicidades no unificadas y en permanente recomposición:
articulación con b. teoría del sistema mundo, ¿serían un mero un Universal hecho de particularidades prácticamente infinitas,
reemplazo, sintomático de la "nueva era''? ¿HtI), una "nueva era" un heteróclito caldero de los condenados de lit fierro, que ejerce, de
para el sistema capitalista mundializado> Ésta es, como se dice, la manera permanente aunque no necesariamente consciente, su
pregunta de! millón: ¿hemos "superado" las etapas del colo- poderconstituyente socavador, "subvertidor" de la pretendida natu-
nialismo, el neocclonialismo, el imperialismo, e incluso de la pos- ralidad o eternidad del poderconstituido. Esta idea permite, por 10
colonialidad parJ entrar en la era de 10que 1'\egri); Hardr llaman menos en la teoría, desplazar por un lado la bizantina discusión
el "imperio", que sería algo radicalmente difereme? V,lle la pena sobre el sujeto de la política emancipadora: sin que haga falta
detenemos un poco en la cuestión, aunque sea de manera harto someterse al escepticismo "post" que postula una directa inexis-
esquemática. tencia de tal sujeto, lo que tenemos ahora, nuevamente, es un
En el presente texto hemos citado con frecuencia a Antonio sujeto heterogéneo y jamás predeterminado. en perpetuo proceso
"Ton¡" Negri, y lo volveremos a hacer. Su trabajo intelectual (que de {/lIto(re)cOI¡strllcúóll; por otrO lado, ese incesante movimiento de
no puede ser autouonrizada -valpa b expresión, tratándose del la multimda en pos de una democracia radical r "absoluta" (Spi-
líder de la ex "autonomía obrera"- de sus posiciones políticas, 1101.:1, encm-e), en sí mismo es 10que puede llamarse "comunismo",

incluso de sus "errores" del pasado, lo que lo hace nuis interesante) que ahora es (imdcfinido no como un punto de llegarla sino como
consrimve uno de los m.is originales, renoYJdores vopasunuuios una forma de praxis, lo cual permite a su vez sortear otro bizantino
producido en el Clmpo de la izquierda en [as últimas décadas. Es debate, el de la "espontaneidad" de las masas ¡Y1TIIS la "organiza-
ción" del partido, y asíNegri pone al servicio de su propuesta,
especialmente estimable su inventiva y su capacidad de articu-
como hemos dicho, una igualmente heteróclita multimda de: dis-
lar -en lugar de opol/er-los aspectos mejores y mis críticos del
cursos \.saberes críticos en constante ebullición, con un nivel muy
pensamiento "post" (F oucault y Deleuze/Guattari, fundamenta]-
alto decomplejidad y sofisticación teórico-filosófica, que no obs-
mente) con los aspectos mejores y mis críticos del pensamiento
tanre encuentra su unidad v concreción en la vigorosa hipótesis
"clásico" (Vlnquicvclo, Spinoza, .\bIT, Gramsci, pero también
del poder omstimvcntc. Y si'bicn sus propuestas cspecificamenre
"préstamos" muy creativamentc re interpretados de Xierzsche,
pohticas (determinadas de todos modos por una figura de militante
218 219
Eduardo Griiner De las ventajas del colonialismo a lasuirtudcs del nupa-ío

"eterno" y de intelectual radicalmente "comprometido" muy los estudios culturales y la teoría poscolonial, así como las teorías
infrecuente en la actualidad) no siempre encuentran la misma del sistema-mundo), para no hablar de las referencias a la tradi-
concreción y nitidez, el cuadro teórico-político, en su conjunto, ción literaria modernista -seguramente una "novedad" aportada
está atravesado por una exaltación y grandiosidad de, efectiva- por el especialista literario Michael Hardt- mediante nombres
mente, granrelato "multitudinario", muy saludablemente a con- como los de Melville, Kafka, Musil o Céline.
rramaun de las peqllei/as bistones tnn parcamente reivindicadas por Las premisas básicas de la nueva propuesta son dos, y en prin-
los ideólogos "post". cipio muy sencillas. a) los sistemas de poder basados en el Estado-
El reciente libro Imperio, escrito en colaboración con el teórico nación imperialista están volviéndose aceleradamente obsoletos;
norteamericano Michael Hardt, participa sin duda-e incluso las b) no obstante, la globalización --que es la causa principal de esa
lleva a extremos inéditos- de esa exaltación y esa espectacularidad "obsolescencia"- no puede ni debe ser entendida como un simple
de gran teoría militante, Pero esta vez, pcrmftascnos decirlo, a proceso universal de regulación de los mercados, Al revés, han
Kegn se le va la mano, y su "optimismo de la voluntad' tiende a proliferado una serie de complejas e interconectadas formas de
borronear en exceso el gramseiano pcndant dialéctico del "pesi- regul"ciól1, p.lra conformar un orden múltiple y acéfalo, suprana-
TllISJIlO de la inteligencia" .l.i El tono general del libro es decidida- cional y "universalista", que los autores llaman "imperio" p.lnt
mente épico: los autores recusan desafiantcmenre el balance nega- distinguirlo sustancialmente de otras formas "modernas" de do-
tivo de los "resignados'tque ven en las transformaciones sufridas minación ¡Jlter-nacional (es decir, ellas sí basadas en el sistema de
por el capitalismo mundializado de las últimas décadas un síntoma Estados-nación), como los colonialismos y/o imperialismos
de espectacular derrota para la izquierda. Por el contrario, si sabe- clásicos. En el imperio, pues, no se trata de una lógica bajo la cual
rnos leer bajo la superficie, captando los movimientos subterrá- los "tributos" fluyen de una(s) periferia/s) hacia un(os) centrofs),
neos pero íntimos e inmanentes (toda noción de trascendencia es sino de una constitución, por así decir, más foucaultiana: una
un antiguo ariatema p;lra Xegri, y en esto ha permanecido consts- red -o mejor, un entretejido de redes heterogéneas- de poder
tcntemcnre spinoziano) al proceso de globalización. veremos que omniabarcador, Los flujos de información, de riqueza, de comu-
estarnos viviendo una auténtica "primavera de los pueblos", una nicación y, sobre todo, de y,ente (ya veremos la importancia
época desbordante de cnergüs insurgentes, una incipiente "edad sustantiva de este elemento) generados por este asistemático
de oro" del podcr constituyente de la nndtituda. Para demostrar sistema serian incontrolables desde cualquier centro de poder
esta tesis por lo menos exuberante -tamhién en el buen sentido del uni ficado "merropolicano". El antiguo sistema "escuistn " basado
término, ~; cuyo llamado a un férreo "principio esperanza" es en binarismos de dominación tales como burguesía/proletariado
necesario rescamr-, el libro pone en juego teórico una "transdisci- o centro/periferia se ha derrumbado (o al menos, está decayendo
pIi11<\ riedad" verdadc ramen te estracrdinatia: desde nací ones criri- vertiginosamente) en favor de un intrincado patrón de desi-
C,IS provenientes del canon más clásico de la filosofía occidental gualdades de todo tipo, y es este planetario "flujo de flujos" de
hasta los trabajos más recientes de origen anglosajón (incluyendo entremezcladas jerarquías lo que propiamente se designa como
"imperio", Se trata deun acontecimiento de enorme importancia
olltológlw, en la medida en que el mismo "Ser" dcl mundo actual
15 P<lr<l lo que sigue -~- atendiendO;l que sería imposible en el eSC<lSO espacio
queda radicalmente alterado: ya no puede pensarse ese mundo en
que tenemos resumir Jdecuc"bmente bs tesis de Impaia---, sesruirelllOS mur de
cerea. ;l\"'que "ree,cribiéndolo" para los propósitos de e,re c;¡pitulo, el análi,;,
los términos clásicos de cualquier filosofía política, aun la más crí-
crítico de C;ulpan IbbhishnJn (véase "\írgilian \ ísioll-,n, Sc;:;· ¿,ji Rc'·¡'-';:' nO 5. tica, que siga abrevando en dicotomrcs como Estado/sociedad, gue-
octubre/setiembre de :?OOO)_ rra/ paz,libertad/con rrol,poder/con trapoderfo resistencia),etcétera.

220 221
Eduardo Griincr De las ventajas del colonialismo a los virtudes del imperio

Lo más interesante (del proceso en sí, pero también a nuestro imperio moviliza corno condición misma de su existencia, ypara la
juicio de las hipótesis analíticas que presentan los amores) es la cual ya no existen s priori fronteras jurídico-políticas, territoriales
imagen del ardenjurídico-polít leo que supone este "ca pitalismo pos- o étnico-culturales).
tardío" -s¡ podemos llamarlo asi-: se vive a sí mismo como porta- , último, el "determinante en última instan-
,.Cuél es el orisen
dorde una misión universal de pacificaciólI, comparable a la de los, cia" de esta transformación "ontológica" del sistema, más allá de
justamente, imperios antiguos (como el romano) que declarada- las necesidades de renovación tecnológica. reconversión finan-
mente se proponían fundar una era de pazy prosperidad para todo ciera, paliativos a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia,
el mundo conocido. De allí la importancia de la relectura de cier- incremento de la competitividad global, entre otros? Aquí el libro
tos clásicos del antiguo imperio en el nuevo contexto: Polibio. por presenta una de sus más sorprendentes y estimulantes (lo cual no
ejemplo, quien sostenía que Roma había podido superar los ciclos necesariamente significa correctas) hipótesis: lejos de ser un sín-
de inestabilidad de la polis tradicional mediante una constitución toma de las sistemáticas derrotas sufridas pur los sectores con-
política "mixta" (como por otra parte ya lo había sugerido a su testatarios al capital, su propia emergencia es el testimonio
manera Aristóteles) que combinaba monarquía, aristocracia vde- paradójico de las heroicas luchas de masas que sacudieron al anti-
ruocracia en proporciones que permirfan contrabalancear las po- guo y eurocéntrico régimen de los Estados nacionales y el colo-
tenciales "degeneraciones" de cada uno de esos sistemas de gobier- nialismo. El capitalismo actual, aunque aparentemente imper-
no por separado. Análogamente, en el imperio posmodcrno, el turbable ante cualquier desafío aorisisrémico, es en cambio un
componente rnonrirquico estaría representado por la supremacía poco menos que desesperado ccese dedefensa ante la nueva, inde-
militar norteamericana (no, obsérvese, po-el Estado de los Estados teniblc vplcbcva "invasión bárbara", yprecisamente la dispersión
Unidos como tal), el componente aristocratice -u "olig.irquico't- (foucaultiana, otra vez) de sus redes de poder lo vuelve múl-
por el poder económico de las grandes corporaciones transna- dplenienre vulnerable, dada la extrema permeabilidad de sus
cionales y sus expresiones organizacivas (del F.:\Hal Grupo de los límites --que es, también paradójicamente, la que ha favorecido la
Siete, digamos), y el principio democrático por las nuevas construcción de semejante modelo de poder-: La importancia
posibilidades interactivas de la comunicación, es decir, em- creciente (hoy en día, ya prácticamente dominante) del trabajo
blemáticamente, por Internet (consignemos por ahora asombra- intelectual e inmaterial y de los sectores de "valor agregado" en la
dos signos de admiración, pcro dejemos pasar la cuestión hasta economía conforma un "trabajador colectivo" de nuevo tipo con
obtener más data). Todo ello no como un retrato puramente triun- incremenrada potentía subversiva. Esta multitud global, que abarca
fal, desde ya: aparte de Políbio, tamhicn son necesarias otras refe- a todos los que simplemente trabajan, pera también a los deso-
rencias clásicas -Monrcsquieu o Gibbon, por ejemplo- que dan cupados y marginales, o a los pobres y explotados de todas las
cuenta de un paralelo proceso de decadencia y corrupción ccnsns- clases, ya no puede pensar sus propias amumidades imaginadas
ttmcialy .lilllll!tfíllea al proceso de constitución del imperio en todo (para retomar la célebre terminología de Benediet Anderson) en
su esplendor (como se sabe, la llama de la vela brilla con mayor los límites de los Estados-nación integrados y autosuficientes.
fuerza en el momento previo a la extinción): la metáfora se lleva al Pero -al contrario de lo que celebran los estudios culturales en sus
extremo de asimilar la potencia revolucionaria de la nmltitndc versiones más I(r¡;bt, y en esto los autores tienen toda nuestra sim-
contemporánea a los movimientos cristianos del 1mperio romano patía- la mera "hereroglosia" o los tan mentados procesos de
tardío, como punta de lanza de un inexorable vaciamiento interno "hibridación" a lo García Canclini no ofrecen alternativa crítica
de este terrenal orden de cosas, y el inicio de una nueva y reju- alguna. 'Iodo lo contrario: la ideología más poderosa correspon~
vcnecedom ola de migraciones bárbaras (la golte que el nuevo diente al imperio es justamente una estetizacion nndtícnítural

222 223
Eduardo Griiner De lasventajas delcolonialismo a lasonmdes delimperio

extraordinariamente flexible, que desactiva rápidamente las había aparecido, que sepamos, un cuerpo unitario yconsistente de
potencialidades "revolucionarias" de la propia globalización. Los teoría que desde lo izquierda intentara dar cuenta de los aspectos
entusiasmos académicos por la diversidad cultural, lejos de "positivos" de la globalización para la construcción de una alter-
cuestionarla, contribuyen a la legitilllflárin de una lógica sistémica nativa, o por [o menos para la resistencia. Claro está que-yes por
que aparece como infinitamente inclusiva, y que ya ha más que eso que todo esto es muy discutible- estas dos cosas son completa-
superado su meta física histórica y neoda rwinista de las d iFerencias mente diferentes la perspectiva cambia totalmente si uno dice
jerárquicas "naturales". Incluso las más insospechables O~G que que el imperio es el producto de la potencia de la multitud (v por lo
aparecen como agencias de una sociedad civil "global" en frenrada tanto lo que la multitud hace.ella misma lo deshará),« si dice que
al Estado igualmente global, en el fondo pueden terminar el imperio genera contradicciones que pueden llegar a ser insos-
movilizando a la opinión pública, "objetivamente", en favor de tenibles para él (éste es un antiguo truismo marxista: el capitalis-
"intervenciones humanitarias" como las de Kosovo: o sea, con- mo genera su propio sepulturero bajo la forma del proletariado,
tribuyen a justificar el nuevo orden juridico-politico del imperio, etcétera). La primera perspectiva implica lo que podríamos de-
que como ya hemos sugerido se basa en la pretensión de una pas: nominar una sobreualoracuin de los factores "subjetivos" de la lucha
planetaria, si es necesario mantenida -como toda pax en condi- de clases. Y enriéndasenos: estamos completamente a favor de
ciones desigualitarias de poder, por otra parte- a la fuerza, r me- valorar esos factores; las perspectivas excesivamente "estrucru-
diante la "guerra justa". Esta capacidad imperial de movilizar- a ralistas" --que ponen el acento excluyente en los factores objetivos-
favor del poder los propios deseos "emancipadores" multitu- suelen tener un efecto paradójicamente conseruadot; en el sentido
dinarios es la expresión más acabada y perfecta de una (Foucault, de que los "progresos" dentro de las relaciones de producción
de nuevo) sociedad de (01111·01 que ha venido a sustituir insidiosa- dominantes (el caso de la emergencia del llamado Estado de
mente ~y por eso tanto más eficazmenre-. a la sociedad de pura Bienestar es un e]emplo princeps) terminan apareciendo como con-
dominación. cesiones de la burguesía determinadas "en última instancia" por
Pero ello no quita (más bien al revés, il/lplicfI) que el imperio necesidades estructurales del proceso de acumulación-reproduc-
sea un orden mundial en permanente "estado de emergencia y ción, y no -como lo son Siempre, en buena medida- como
excepción" (el vocabulario schmitriano es aquí explícito), puesto "impulsados" por las luchas populares. Pero la sobrevaloración
quesu multiplicidad de puntos vulnerables está dada por el hecho del rol del movimiento popular en la obtención de esos progresos
mismo de que, repirámoslo, es el poder amstimventc propio de la es igualmente peligrosa: termina en una posición irracionalmente
multitud (los "deseos plebeyos" que el imperio tiene que movilizar idealista, en la que toda la realidad-vbuena" o "mala"-es como si
para tejer sus redes de poder) lo que lo "constituye" cotidiana- estuviera completamente confimlllldfl por la iniciativa de la multi-
mente, yal mismo tiempo lo que lo socava desde adentro, desde su rud. En el caso de Imperio, y aun teniendo en cuenta las reservas
propia raíz. Porque el deseo último e íntimo de la multitud (cuva que los propios autores manifiestan en varios momentos del texto,
satisfacción el imperio promete falazmente) es el de la mús irres- el tono épico al que nos referíamos es tan fuerte y exaltado que el
tricta "libertad de movimiento" (metaforizada, entre otras cosas, lector termina recibiendo la impresión de que la propia consri-
por los "flujos" migratorios tanto corporales como simbólicos), rccíón de la nucva maquinaria imperial de dominación es final-
que lógicamente debería culminar con la demanda de una ciu- mente un triuu]o del deseo multitudinario.
dadanía global y total. El problema es que ni la realidad empírica ni la propilllógiCll del
Repitamos que todo esto es notablemente estimulante. Y si es libro ofrecen demostraciones satisfactorias para esas hipótesis.
discutible, es porque vale la pena que sea discutido: hasta ahora no Desde el puma de vista de la realidad empírica, habría que creer en

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De las'ventajas del colonialismo a las virtudesdel imperio

un agudo masoquismo de las masas mundiales para autoconven- Es aquí donde uno recibe una extraña, y un poco inquietante,
cerse de que es su deseo multitudinario lo que ha constituido un sensación de dijo vu: es como si -desde luego con una inmensa
sistema de un grado de opresión implícita, de explotación y mise- complejidad y sofisticación teórica-los autores repitieran para el
ria física, cultural ysubjetiva inéditos en la historia del siglo xx. A imperio los argumentos marxistas ortodoxos neoevolucionistas
menos que el mundo entero se haya vuelto loco, esto tielleque ser a propósito de las virtudes "objetivas" de la transformación de las
la consecuencia de una gigantesca derrota, yningún refinamiento fuerzas productivas por el colonialismo (la noción de los efectos
teórico o retórico alcanza para hacer de esa "necesidad" una vir- democratizadores de la \Veb es, en este sentido, casicaricaturesca).
tud. Lo cual no significa que no haya un deseo en juego: pero en Claro está que esta repetición aparece como una novedad, puesto
todo caso, si se quiere hablar así, se trataría, freudianamente, de un que, en efecto, para Hardt y Negri, el imperio representa una era
deseo tandtice. Y aun sin necesidad de llegar a eso, ¿no tenernos absolutamente nueva, un modelo de poder que no tiene liada 'lile
una larga tradición de pensamiento, que arranca desde Hegel y -cn- con el colonialismo o el imperialismo clásicos. Como hemos
Marx y llega hasta nuestros días con -por ejemplo- Slavoj Ziáck, visto, para ellos ya no se puede pensar en los términos binarios de
pasando por Lukács, Adorno y Horkhcimer, Sartre, Althusser y centro/periferia, de Primer/Tercer Mundo, por ejemplo (o de
tantos otros, para explicarnos que uno de los grandes triunfos del burguesía/proletariado en el registro social global), puesto que la
sistema es su extraordinaria capacidad para secuestrar el deseo de intrincada red de "Ilujos" económicos, comunicacionales, cul ru-
las masas, para hacerlo jugara su favor? ¿?-\oes la cifra misma del rales y sobre todo poblacionales. han desarticulado lasreferencias
poder su habilidad para hacer que la potencia constituyente de la geográficas tradicionales: hoy el Tercer Mundo está también den-
multitud no sólo no obstaculice sino que contribuya a la reproduc- tro del Primero (representado principalmente por la "invasión"
ción del poder constituido? Efectivamente, la estctizacion fasci- mulriculmral exrraeuropea del "centro", fundamentalmente en
nante de ese deseo-a la cual Hardt v i'\egri dedican algunas de las busca de trabajo) tanto como el Primero está dentro del Tercero
mejores páginas del libro- es una reflexión que ya obsesionaba al (representado principalmente por la instalación de unidades pro-
Walrer Benjamin de la década del treinta, que en la década del ductivas flexibles y de capitales industriales, comerciales y finan-
cuarenta produjo la pesimista pero muy lúcida teoría de la indus- cieros en la "periferia "). La desestabilización de los límites territo-
tria cultural de la Escuela de Frankfurr (a la cual los autores riales clásicos así provocada ha vuelto obsoleto cualquier análisis
despachan en unas breves y bastante desconsideradas líneas), r basado en el carácter dominante o dominado de los Estados-nación
que llega hasta nuestros días con las hipótesis jamcsonianas de la como tales, en favor, nuevamente, de redes y flujos de poder que
mutua implicación entre la mercantilización de la cultura y la no pueden ser identi ficados con uno o varios poderes nacionales.
"culrurulizacion" de la economía. Pero ninguno de esos notares (y Esta última es una premisa básica del libro, como ya hemos
tantos otros que podrían invocarse) celebran ese hecho como una dicho" Como tal, parece coincidir con las perspectivas del sistema-
expresión ni siquiera "objetiva" de un triunfante deseo de las ma- mundo de \Vallcrstein o . .u nin. Pero con esta diferencia, absolu-
sas. Y en el propio Imperio no hay ellllinglÍ¡¡ momento una expli- tamente decisiva: para los pensadores del sistema-mundo, el puma
cación clara -rnucho menos una demostración- de cómo yen qué de vista, justamente. del sistema mundial es el único que -desde su
momento la potencia de la multitud podría haber dado lugar al prioridad lógim- permite entender la propia conformación y el
Imperio: la cuestión es siempre soslayada con una gran ambigüedad carácter de dominantes o dominados de los Estados-nación mo-
-por no decir vaguedad-, y finalmente es algo que tenemos que dernos, pero de este punto de apoyo teórico-metodológico en
dar por sentado, una premisa ad boc sin la cual buena parte del modo alguno deducen la completa desaparición empírica de los
razonamiento posterior carecería de apoyaturn" Estados-nación como usiearos de poder o como "víctimas" de ese

226 2- ,
'"
Eduardo Grüner De las ventajas del colonialismo a las uirtudcs delimperio
poder. Por supuesto que esto no se produce de la misma manera preguntas: sólo decimos que el libro de Hardry Negri no propone
que en el colonialismo o imperialismo chísicos, y que la flexibili- argumentos 10suficientemente contundentes como para respon-
dad del poder de la globalización na puede asimilarse a la rigidez derlas de forma taxativa por la negatiua. ¿Hay tanto Tercer Mundo
de la ocupación colonial, ni ala relativamente mayor elasticidad dentro del Primero como Primero dentro del Tercero> Probable-
de la "dependencia" del centroimperialista. Pero no es Un evidente mente sea cierto: ha)' una fluidez inmensamente mayor del inter-
que se hayan borrado magicamente las fronteras (territoriales, cambio de población, de dinero, de mercancías, de información y
políticas o incluso culturales y "metafóricas"). "mensajes", de la que hubo nunca antes en la historia. Pero cierta-
Como hemos visto, los mismos Hardt y :\ef,'l'i hablan de un mente es un intercambio más que desigual, sometido a relaciones
componente "rnonñrquico'' representado por el poder militar de poder 1}H:n materiales (que Hardr y Negri por supuesto no
norteamericano, como ultima ratio del nuevo orden jurídico- nietran v al contrario, combaten muv• firmemente: aunque por
b .'
político de[acto que se estar-ía conformando alrededor del imperio momentos parecen fascinados por [a imagen de la "fluidez de los
-v va hemos dicho, también, que ésrc es uno de los tramos más flujos"). Quiero decir: .;es 10 mismo arrastrarse de rodillas para
ricos v originales del libro, v partimos del reconocimiento de que pedir ser explotado por monedas en las metrópolis ricas -a riesgo
allí h:1)' ef~cti\'amente una' "novedad">; pero, precisamente; un de ser maltratado, discriminado, expulsado o directamente que-
orden jurídico, político y sobre roda ntilitm: requiere todavía un madovivo, como les ha sucedido a tantos turcos en Berlín o marro-
Estado que lo sostenga, o al menos que lo hegernonice (ni la O,'\~U quíes en España- que instalar fábricas, bancos, subccnrros de es-
ni la OTA!'\"por sí mismas han constituido aún un gobierno su- peculación finnnciera, redes de TV parca ble y Jhoppingsde marcas
pranacional integral que pueda elevar-se "boncpcrtísticamente" transnacionalcs en Kwaln Lumpur, ejerciendo un control econó-
por encima de las PUj,lS y las relaciones de fuerza, las alianzas o mico, político y cultural (es decir, un control pleno sobre la vida, y
conflictos mtis o menos sordos, de los Estados nacionales que la a veces la muerte) en sociedades manifiestamente indefensas? Uno
componen). Cabe preguntarse entonces: .;hay, hoy en día, mejor siente gomas de preguntar: ¿esque alguien ha visto alguna vez, por
candidato que los Estados Unidos para ocupar ese difuso pero ejemplo, a un técnico dinamarqués metiéndose en un barco clan-
efectivo lugar hegemónico? .Se puede realmente establecer una destino p,lra ir de contrabando a implorar trabajo a Etiopía? EI·c
distinción que sea algo más que una ficción analítica entre poder flujo es ind udablementc unidireccional. Además, como bien dicen
militar -que los autores admiten que es dominantemcnte nortea- Samir Amin v \Vallerstein entre otros, bajo la giobalízacíón en
menean o- y E,tado? ").,T O es que sea el ánice, por supuesto, pero ¿no curso, casnshncnre, los sectores sociales cualitativa y cuantita-
sigue siendo el Esmdo decisivo que está detrás de la maquinaria del tivumcnrc más superexplotados -cuando no directamente "ex-
imperio? ¿Se ha terminado, realmente, el "complejo industrial- eluidos"- del planeta tienden a coincidir con lasetnias, las regiones
militar" del que sigue hablando Noam Chomskv desde hace o naciones que, mal o bien, suelen pertenecer al llamado Tercer
décad,ls? Yen cuanto a la "oligarq uia" económica r fin,l nciera, .;es .\\undo. En estas condiciones, ciertas formas de representación "te-
sezuro
:o que no han • un D,ado heoemónico
:o dentro del Grupo de rritorial" (no decimos necesariamente y siempre de estricta loca-
los Siete? ¿Es segum que el F.:\lIo el Baucovlundíal no son -entre !i:::,aciólI territorial, aunque, como acabarnos de ver, también la
otras cosas pero de manera también decisiva-e un instrumento "localización" persiste rozudamente), como las del Primer y Ter-
oligárquico del Estado económicamente hegemónico? 7':0 nos cer Mundo o las de centro y periferia, siguen siendo p()1' fo /JUliO,
estamos apresurandctrequeriría mucho más espacio y competen- tan pertinentes corno las figuras -en muchos casos mucho mas
cia de los que disponemos aquf) a responder ajll7!ltItr.-ameutc esas "met.lfóricas"- de la "dcsrerrírorialízación''. E incluso esta última

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Eduardo Gtiíncr De lasventajas delcokmialísma a lasvirtudesdelimperio
figura está sometida al poder de! "intercambio desicual''. los des- mente, en un aspecto, el resultado de la dominación económica
te.n:itorializados son siempre los 'vencidos; un alto °ejecutivo de! (nortearnericanaj.tc
Ciribank en Senegal no está desrerrirorializado, como no lo estaba
un funcionario colonial británico en la India, y como no lo está un Si esta posición puede ser tachada de "tercermundista", o des-
miem bro de la propia clase dominante senega lesa. Son los trabaja- calificada por pensar todavía en los obsoletos términos del Esta-
dO/T:}senegaleses, en todo caso, los que están tan desterritorializa- do-nación, es materia discutible; sin embargo, parece describir
dos si viven y son explotados en PaJÍs como si lo hacen en Dakar: con bastante precisión lo que podemos 'ver que está sucediendo
los flujos de intercambio SOn también una función de la desizual- cotidianamente a nuestro alrededor. Habría que tener mucha mala
dad de clase, en su cruce con la cuestión étnica, cultural o "nacional". fe para no admitir que aquí no se trata de una defensa cerril,
¿Y qué decir de la "democracia" comunicativa? -Podemos irracional o fundamenralista de los arcaísmos o los tradicionalis-
considerar un hecho meramente anecdótico que e! modelo cul- mos culturales "nacionales" -cuya autenticidad, de todas mane-
tural que se impone a pasos agigantados a través del fabuloso ras, es siempre harto dudosa-, sino de que la imposición de pautas
desarrollo comunicacional, mediatice e informaeional es a todas culturales "desde arriba" -por medio de un "libre mercado" cul-
luces elnorteamericano> No cabe duda de que la Web permite rural sometido al poder global económico y político (como lo ha
mayor fluidez y hasta mayor inrcractívidad que cualquiera de las mostrado clásicamente Polanyi, se necesita mucha intervención
otras formas de comunicación unidireccional de la modernidad' estatal para crear "mercados libres"}-I7 no parece ser una alter-
en es~sentido, hay muchos más "flujos deseanres" en la Web que: nativa que favorezca la omstruccion diferencial v democrática de
por ~Je1l1pl~), en la televisión convencional, cuya propia lógica de pautas culturales y subjetividades colectivas autogeneradas por la
funcionamiento excluía la posibilidad de intervenciones de! re- potencia espontánea de la mu ltirud. aquí, como en otros terrenos,
ceptor, no digamos ya de sabotajes backers. Pcro, una vez más, .es es esa imposición la que precisamente genera (reacrívamenre) los
seguro que -pensado írankfurtianamcnre.. esto no es una nueva v nacionalismos arcaizantes o fundamenralisras en el plano de la
~sp,c~"tacular~l.lelta de tuerca en la fleAibilidad, y por lo tanto en l~ cultura, en una lógica "binaria" de pinzas que desplaza o vuelve
insidia, de la industria cultural secuestradora del propio "deseo" invisible la tarea verdaderamente democrática de la construcción
(lue ella moviliza? Otra vez: no respondemos afirmativamenre cultural.
pero Hardr y I'\e,gri no nos convencen de hacerlonegativamcnte: Y, a propósito: Hardty Negri no dejan de elogiar e! empren-
y much~ .menos cuando, justamente porque la globalización ha dimiento teórico y político de la crítica. poscolonial (y algo más
permeabilizado y flexibilizado las barreras entre las "instancias", lateralmente, de la teoría del sistema-mundo), especialmente los
cada vez hay una relación mas estrecha entre "cultura" v "eco- trabajos de Homi Bhabha, pero le critican duramente el hecho de
nomía". Como dice jameson, . que, a pesar de toda su sofisticación intelectual "postestrucruralís-
ta" es, en e! fondo, una teoría anticuada, en el sentido de que se
r...] laestandarización de la cultura mundial, con Unas formaslocales, sigue manejando con las oposiciones binarias y con unos criterios
popu lareso tradicionales de cultura expulsadas o al menos achatadas de análisis que pertenecen a la modernidad (colonialismo, neceo-
para dar lugar-ala televisión, la música,lacomida, la ropa o laspelícu- lonialismo, poscolonialismo, imperialismo, etcétera), sin ver que
las 11017eamel1(¡l!/aS, puedeser vistapor muchos como el corazón rms-
~o de la globalización. Y ese temor de que los modelos nortea me-
nc:nos estén sustituyendo a todo lo demás se traslada ahora de la 16. F rcdric jameson. "Globalizarion and polincalsrratcgy'', x,...~· Lift Rf1:ir'~"
estera de la cultura a las erras esferas: porque este proceso es clara- n° '1-, iulio-ag;osto de 2000.
17. Véa~~ KJ.rl POlall}i, Lo gran rram[!i11Jlilcirí", 1\bdrid, End,mion, 1C)~C).

230 231
Eduardo Gnmer De las ventajas delcokmialismo a las uirtudes delimperio

la posmodernidad ha barajado de nuevo las cosas, operando una Pero, cualquiera sea la naturaleza de las novedades introducidas
transformación "ontológica" y dando lugar -comc insisten por el imperio (y son por cierto muchas) tampoco es tan evidente
ohsesivamcnte los aurores- a un "imperio" que en nada se parece que pueda eliminarse de plano todo análisis de una cierta y subte-
a aquellas formas previas de dominación. Los teóricos posco- rránea continuidad. Finalmente, si uno adopta la perspectiva del
lonialcs, pese a recurrir a autores como Foucaul t, Derrida o incluso sisrema-mundo, o más "filosóficamente", la perspectiva jameso-
Lacan, estarían atrapados en una filosofía política obsoleta, tribu- niana de la totalidad del modo de producción, históricamente e!
taria de la noción moderna de "soberanía nacional", cuando lo que imperio, su existencia misma, es posible porque, entre otras cosas,
rige el mundo actual es una "soberanía imperial" que puede per- hubo antes colonialismo e imperialismo "clásicos", más allá de los
fectamente -mis aún: es una condición de su hegemonía ídeológi- avatares de! recambio de las "tres hegemonías" de las que habla
co-culrural- incorporar la celebración de las "diferencias". Al Oíovanni Arrighi. Y no hace tanto de eso-las colonias pormgue-
retrotraer el debate a la oposición (otra vez, "binaria") entre lo S,lS obtuvieron su independencia políticahaeeno más deun cuarto
Mismo y lo Otro, criticando la falaz y etnocéntrica proyección de siglo- como para que las transformaciones, sin duda radicales,
hacia el exterior de un Otro, corno en el caso del o1"lelltlllis1llo de introducidas por la globalización posmodema hayan liquidado
Said, los poscoloniales confunden al enemigo, cuando en verdad, totalmente las pautas culturales conformadas por la glohalización
dicen, "el poder ya ha evacuado el bastión que ellos atacan" y previa, durante los quinientos años anteriores de colonialismo clási-
ahora el propio poder combate en favor de la diferencia. Bajo esta co. ¿Quién dijo que el imperio no puede cosvaé-con formas cul-
argumentación! los autoresparectl/ coincidir-con críticas como las turales prevícs;e incluso que no necesita hacerlo, así como e! pro-
de Jameson y Zñck (v que nosotros mismos compartimos sin pio capitalismo, que sigue siendo el núcleo del imperio, según los
reservas, corno ya lo hemos afirmado repetidamente) a una no- célebres análisis de Marx, pudo y necesitó convivir con el escla-
ción de "mulriculruralismo" que pasa por alto que elpropio muíti- vismo y el trabajo senil en las colonias, no sólo e peJarde, sino para
culmraíismo dcfendido por los estudios culturales es)'(/ un cierto contribuir decisivamente al proceso de acumulación que permitió
producto -y una conveniencia, si no directamente una mercan- la "libertad" de la fuerza de trabajo en las potencias centrales? ¿Y
cía- del poder. Pero no es tan evidente que todos los poscnloniales, no sucede algo semejante hoy en día con los millones de seres
en sus análisis, compartan cstricmruenre esta celebración abstrac- sometidos, en las ex colonias y también a menudo en los "centros",
ta y carente de conflictos de la diferencia cultural. ¡\lu}' especial- a una explotación laboral semiesclava y a una casi completa "des-
mente Said, y en muchísimos momentos Spivak, pero incluso a ciudadanización" y marginalizacíón social, no sóloe pesar de, sino
menudo Bbabha -que probablemente sea el más "post" de todos para que los países centrales puedan gozar del bienestar y los
ellos, aunque por razones no muy claras sea el mas elogiado por plenos derechos que los enorgullecen? ¿Y no requiere todo eso
Hnrdr y Xef,,'Ti- mantienen una a guda conciencia de que el multí- justificaciones y racionalizaciones ideológicas, construcciones de
culruralismo y las diferencias cultura les constituyen un probiClffil, "orrcdadcs" vvoriemalismos", que no pueden ser tan cualitativa-
atravesado por las tensiones, las relaciones de poder y las hegemo- mente difere~tes de las del colonialismo clásico? Al fin ya! cabo, la
nías ideológicls quc cortan transversalmente al mismo illteriorde imaginación en materia de fetichizaciones culturales es limitada:
la hibridez cultural o de los flujos poblacionales, étnicos, etcétera. la construcción de un multiculturalismo híbrido y difuso que co-
Es posible que -de nuevo, muy especialmente a Said- se les rresponde al imperio posmodemo, como el etnocentrismo más
pueda imputar un excesivo apego a criterios críticos "modernos", "binario" correspondía al colonialismo clásico, no es lógicll1m:nte
provenientes de la era del colonialismo e imperialismo clásicos. tan distinta de los orientalismos de Said o de las exotizacmncs de

,"
-,- 233
Eduardo Grüner De los ventajas del colonialismo a las virtudes del imperio

Spivak.ta Es justamente la relación entre los restos de esa "moder- coloniales y la soberanía colonial son dialécticas en su forma, resulta
útil en v ariossentidos.Antetodo, laconstrucción dialécticademuestra
nidad bárbara" y las nuevas formas surgidas en el imperio pos-
que no hay nada esencialen las identidades en pugna. Los blancos y
moderno -v que se rerroalimentan mutuamente, así como se los negros, los europeos y los orientales, el colonizador y el coloniza-
retroalirnentan la globalización y la persistencia de los Estados- do son todas representacionesque funcionanen una relaciónrecíproca
nación-lo que constituye, en buena parte, al llamado "poscolonia- yque (apesarde lasapariencias) no tienen ninguna basereal necesaria
lismo". Otra parte, por supuesto, está constituida por el análisis en la naturaleza, la biologíao la racionalidad. [...] El primer resultado
(sobre todo en Bhabha o Spivak, que se ocupan menos que Said de la lectura dialéctica es pues la desnaturalización de la diferencia
del colonialismo clásico) de la potencia constituvente en el plano de racial y cultural. Esto no significa que, una vez reconocidas como
la cultura ejercida por las estrategias de reapropiación y respuesta construcciones artificiales, lasidentidades colonialesse disuelvanen
estética y lireruria que trabajan, nada "binariamenre", sobre las el aire; son apariencias realesy continúan funcionando como si fue-
ran esenciales.[... ] En segundo lugar,lainterpretacióndialéctica deja
tensiones y conflictos de lo Mismo y lo Otro, de las permanentes
claro que el colonialismo y lasrepresentaciones colonialesse fundan
recomposiciones y negociaciones de los "flujos" identitarios, et- en una violenta lucha que debe renovarse permanentemente. El sí
cétera. Entonces, las críticas que nosotros mismos hemos dirigido mismo europeo necesita la violenciay necesitaafrontar a suOtro para
-yvolveremos a hacerlo- a los poscoloniales por su sometimiento sentir V mantener su poder, para rehacerse continuamente. [... ] En
a los rextualisrnos "post", no se dirigen a suexcesa, sino en todo caso tercer [u ocar' el hecho de presentar el colonialismo como una dialéc-
a su fohade "modernidad", en el sentido de aquella modernidad rica negativa de reconocinúento muestra claramente el potencial de
critica que -como es el caso palmario de la Escuela de Frankfurt- subversión j nherente a la situación.Pan un pensador como Fannn, la
se sitúa en conflicto consigo misma (es decir, en conflicto iI/1!1O- referencia a Hegel sugiere que el amo sólo puede alcanzaruna forma
nante, como lo piden Hardr y 0.~ egri) par.! sabotear las ilusiones hueca de reconocimiento; esel esclavo, a travésdeuna lucha devidao
muerte, quien posee el potencial para avanzar hasta la plena
idenrirarias y falsamente totalizadoras tanto como lo hacen a su
conciencia)O
modo los poscoloníales.
Y, después de todo, los propios Hardr y ¡-"Tegri, en su propio
Se trata, sin duda, de una excelente lectura de las propuestas de
texto Imperio, tienen palabras de encendido elogio hacia autores
Sartre y Fanon. Pero, ¿por qué Hardt y i\~egri elogian estas pro-
tan inequívocamente modemos(enel sentido crítico recién apunta-
puestas "modernas" en detrimento de las "posmodernas" de los
do) como.nadamenos.Iean-Paul Sartre y Frantz Fanon. Deellos
poscoloniales, al mismo tiempo argumentando que éstos son en
sí rescatan su dialéctica -a la que tan irónicamente descalifican en
última instancia nüs "modernos" delo que ellos creen? La verdad
el resto del libro por su binarismo, sin que se entienda muy bien
es que no se entiende. Estas citas elogiosas parecen sugerir que, en
por qué toda dialéctica, la de Marx por ejemplo y para empezar,
el[ond». tampoco Hardt y Negri están demasiado convencidos de
debería ser necesariamente binaria-.'? En efecto,
que no haY'l una cierta continuidad entre el colonial ismo clásico-y
La obra de numerosos autores, tales como jean-Paul Sartre y
Frantz Fanon, quienes reconocieron que las representaciones Scaoss, digamo,) que de la dialéctica de cuño hegeliana, y mucho menos de la
mJ.rxi,tJ: la rel:<~i<Ín burguesía/prole!J.riJ.do, por ejemplo -tal como es entenduJa
por e1l'ropio ,\1.1 rx y COmO es complejarncnte dcsa rrolladJ. Cll el I.u kies de Histons
18. Véanse, a este respecto, las ya citadas tesis de Huntington sohre el "choque
\' mnámeÚ/ de di/se, entre otros autores-, no es en modo alguno "binaria", ni
de ci\ilizaciones".
-much¡,imomeno, loes la tensión entre particularidad vunivcrsalidad en la dialéc-
19.:";0 es éste el lugar para iniciar lo que >en. una complejísima discusión,
tica une¡;<ltin" de Adorno.
B"re dccir'lue el binarismo (con todas sus ,emajas e inconvenientes) es anres una
20_1-hrdt y Xegri,lillprrio, ob. cit., págs. 127 Y 128.
característica propia del pensamiento estruerur-.lista clásico (de Saussure a Lévi-

214 235
Eduardo Grüuer

el imperio, que puede denominarse, ocrbi gratia, "poscolonialis-


mo". Es cierto que a continuación explicarán que abara hemos 3. Interludio filosófico
pasado a otra etapa, pero la cita anterior no es necesaria en el
contexto de la teorización de la nueva era. Sea como sea, los au-
tores no logran ccnvencemos s nosotros de que ya no pueda ni deba
pensarse hasta cierto punto en términos de esa continuidad. Si
ahoravolvemos a AijazAhmad, podemos observar con qué lucidez
él analiza el otro pasaje, el del colonialismo decimonónico al
"imperialismo" en sentido leninista:

J.as décadas iniciales de la era imperialista presenciaron así una


conjunción crucial de hechos: aceleración sin precedentes de la COI1-
ijllüt.(/ m!mzi{ll, acompañada por el crecimiento del nacionalismo v el
anncolonialismo en la periferia, e igualmente inédita prosperidad
capitalista en los países metropolitanos, acompañada por la incorpo-
ración de vastos segmentos de la clase obrera europea al parlamenta- Es, nos parece, el momento de hacer una cierta recapitulación,
rismo burgués vía la acción de la socialdemocracia.2l que al mismo tiempo sirva, por así decir, de puente para lo que
sigue. ¿Qué hemos pretendido demostrar con todo 10 anterior?
¿Seve entonces que el imperialismo, lejos de dejar atrás, puede Simplemente, que la IJl1l11di{/li~ICIÓn colonitll (sea bajo su forma
reqmJ"lr 1I11{/ profimdiZilciúll del colonialismo clásico? No hav sufi- "clásica", "semi", "neo", "post" o 10que se quiera) es una caracte-
cientes y sólidos argumentos en el libro de Hardr y Negri para rística cspccijim), necesaria del modo de producción capitalista, y de
pensar que el imperio sería, en eresenrido, algo tan diferente. Está ninguna manera una contingencia azarosa ypor lo tanto relativa-
claro que ya no hay colonialismo "territorial" (aunque no está mente disculpable o reformable mediante algún ordenamiento
forzosamente excluido: .cómo pensar el caso palestino-), pero la jurídico internacional más "justo" (que, por supuesto, sería bien-
lógica "cultura]" del colonialismo que ha dado en llamarse "post" venido). En ese sentido, la nUC\"3 era representada por el imperio
colonialismo, ensu imbricación con un mapa mundial cuyo diseño de Hardr y Xegri se constituye --en la medida en que sigllC siendo
todavía puede en gran medida ser explicado por la co~tinuidad una expresión del modo de producción capitalista- en una dialéc-
histórica analizada por las teorías del sistema-mundo, hace que tica de ruptura y continuidad conflictivas con la etapa anterior.
por elmomenro debamos considerar la cuestión como muy lejos Del mismo modo que la lIalTI;](L!. pO.\7l1odcl7lid({d no es algo radical-
de quedar resuelta. Con todos los extraordinarios hallazgos -que mente distinto J contrario a la modernidad, sino la profundización
no hay razones para subestimar- del libro de Hardr y ?\egri, el hasta el límite de ciertas tendencias inherentes a ella que ahora, en
debate queda abierto. virtud de la completa "mundialización", atraviesa la cultura del
modo de producción en su conjunto (la posmodemidad es la "lógi-
ca cultural del capitalismo tardío", para insistir con la ya citada
definición de Jarncson], el llamado po.I"Colonialis7llo en el seno del
nuevo imperio no cs algo cualitativamente diferente del colonia-
] l. Aijaz Ah1l1ad: Lillrtlg"s ofrbc Prescnt, oh. cit.
lismo en sus diferentev formas, sino también la profundización y
"sofisticación" de las tendencias coloniales inherentes al capíca-
236 237
Eduardo Grüuer Interludiofilosófico

lismo. Parafraseando ajameson: el poscoloníalismo imperial es la "determinación en última instancia", como suele repetir ritual-
lógica cultural "mundial izada" del capitalismo colonial tardío. Y mente el marxismo ortodoxo: todas las dimensiones de lo humano
del mismo modo que el capitalismo neoliberal hoy heaemónico -desde la económica en sentido estrecho a la política, desde la
oculta su carácter explotador y generador de cotas implacables de laboral a la estética, desde la comercial a la amorosa, desde la
miseria bajo el funcionamiento formal de la "democracia", el pos- famil iar a la metafísica, desde la cultural a la erótica-están sometidas
colonialismo imperial oculta las nuevas formas mundiales de a la lógica globalizada yposcolonial del fetichismo de la mercancía
periferización, polarización y exclusión de regiones enteras de! que, como ya lo habían previsto Benjamín y Adorno entre otros,
planeta bajo el pretexto de que ya no hay, formalmente hablando, conforma la matriz modelizante de nuestra "civilización", y si-
"colonias", sino una lógica de "globalización" e "inrcrdcpenden- multáneamente de nuestra barbarie. Citando una vez más a] ame-
cia" que traslada al mercado mundial 1:1 lógica del mercado tone son: un efecto central de la gloha1ización poscolonial y su trans-
COII,.t. formación de las formas productivas y culturales es que hay una
Es un gran mérito de la teoría poscolonial (yeso la hace de suerte de reciprocidad por la cual, mientras la economía sevuelve
enorme interés) haber advertido, por un lado, 1:J. persistencia de una toda ella cultural-es decir, atravesada y hasta determinada por los
sernioculra hegemonía de la ideología colonialista en las más di- sistemas de representación virtual de la informática, los medios de
versas formas culturales de las sociedades destoloniz,ldas, así como comunicación, la publicidad, el cibcrespacio y esa "producción
formas también nuevas de reststeuaa a esa inercia, tanto como a las imaginaria" de valor que implica la especulación financiera-, la
novedosas introducciones ideológicas de la "globalizacion" cul- cultura se vuelve toda ella económica -es decir, sometida al feti-
tural. Y, por orro, metodológicamente, el llamar la atención sobre chismo de la mercancía que, por otra parte, como lo vio genial-
la Importancia fundamental de la esfera simbólica, cultura] v"sub- mente Marx, ya tenía en simismo una dimensión culrural-.
jeciva" (en el sentido ampl io de las "subjetividades colecti..:as") en La teoría poscoloníal, decíamos, tiene la virtud de llamar la
el análisis crítico de esas persistencias y/o resIstencias. En efecto, atención sobre la importancia de la esfera simbólica, cultural y
ya hemos visto que uno de los fenómenos característicos del capita- subjetiva en esta nueva era de "mundialización", y por lo tanto de
lismo tardío mundial izado es el de la dominación históricamente indecidibilidad de los "lindes" (los in-betureen de Homi Bhabha)
inédita de "fuerzas productivas" -la infonudtica, los mcdios de igualmente simbólicos, culturales r subjetivos, sobre la indeter-
comunicación, la industria cultural en sus mulrivariadas formas- minación tantas veces conflictiva de las "identidades" (nacionales,
que, a falta de mejor denominación, llamaremos ideológico-sim- sociales, étnicas, sexuales, y aun "personales"), que e! arte y la
bólicas y, por lo tamo, prodfldu1'llS (y ya no sólo "ínfluenciadoras") literatura de las sociedades poscoloniales expresan, a veces con
de la subjetividad. Diríamos que, hoy, la base eCOIlólllicfI del modo desgarramiento y desesperación, 3 veces con esperanza ycomba-
de producción capitalista escí también omstitnidapor la cultura, la tividad. Es, en muchos aspectos, un aporte absolutamente indis-
simboiicidad y 1:1S subjetividades sobre las que se apoyan los pensable para entender la historia del mundo desde la perspectiva
mecanismos de producción y reproducción del sistema. Es por de sus conflictos actuales, y al mismo tiempo desde un punto de
eso, entre otras cosas, que -como decíamos más arriba siguiendo vista que intenta dar cuenta de las jracmras humanas producidas
a Amin-. la economía es actualmente la instancia idcokioicn domi- por la dominación mundial, y no de sus aparentes (y compla-
o
nante: porque la economía no puede ya entenderse en su acepción cientes, cuando no cómplices) "consensos", de Washington o de
estrecha y especializada, sino que ella es, nos animaríamos a decir, donde sea. Y en este sentido, la teoría poscolonial ysus fundamen-
algo así como Jaimtropolog/rlfilosofica del "ser socia!" del ccpírabsmo tos filosóficos deberían formar parte indisoluble de los programas
tardío r el poscolonialismo. En ese sentido, es algo más que una de investigación en materias tales como Relaciones Intemaciona-

23S 239
Eduardo Gruner Interludio filosófico

les, Historia Económica y Social.Antropología Cultural o Teoría cada uno a su manera, y tal como ya lo había hecho Marx -sólo que
Política (v no solamente de los de Estudios Culturales y Teoría eso podemos verlo ahora, retrospectivamente, gracias a ellos-,
Literaria, como sucede hoy): al menos, de aquellos progr3mas que estos autores han intentado mostrar el progresivo dominio de1ft-
se propusieran ser no un mero ejercicio académico impulsor de ticbismo en el mundo contemporáneo. Vale decir, han buscado
carreras universitarias, sino una producción de conocimientos analizar las formas bajo las cuales el desarrollo mundial y la
críticos eficaces para la lucha contra la injusticia mundial. hegemonía del modo de producción capitalista han sometido a su
Pero no es suficiente. Lo que más arriba hemos llamado la propia lógica elpmstllllÍClltoy lamltum (en los sentidos más amplios
"tentación textualista" de la teoría poscoloninl (es dec-ir, cierta de esos términos), "funcionalizándolos" para disolver toda posibi-
tendencia al redlIi:CiOJlú711oculturalista que se acantona en e! análisis
lidad de emergencia o de producción de un pensamiento y una
desconsrrucrívisra de los textos simbólicos o imaginarios en su
cultura críticos y resistentes que al menos planten los cimientos
acepción estrecha), impide-o al menos obstaculiza-una rearticu-
teórico-filosóficos de una alternativa. El "fetichismo", en este sen-
lación con el análisis igualmente crítico de la totalidad (ya se habrá
tido -si bien su matriz lógica está moldeada en los análisis de Marx
comprendido que no consideramos un tabú esa noción hoy tan
sobre el fetichismo de la mercancía, o de Freud sobre el fetichismo
devaluada) de! modo de producción capitalista en su actual fase de
como "perversión" constitutiva del sujeto como tal-, define la
mundialización poscolonial. En nuestra opinión, sólo una rear-
operación ideológiCil por [a cU'JI una situación específica e histórica
ticulación como ésta -por ejemplo, con la teoría del sisrema-mun-
-aunque sea una ltlrga historia, como la que ya lleva el medio milenio
do a partir de las seguramente ampliables y debatibles tesis de
de mundialización capitalista- puede aparecer como una suerte de
Wallersrein, Amin, Arrighi yerros- puede, aun en su provisoriedad,
empezar a reconstruir una teoría crítica de la "glob;:¡Jización" y del
allfologlÍl de lo social-histórico como tal, como la naturalización de
una fOI11],] de dominación que, por así decir, no tiene "lado de afue-
sistema de dominación mundial en este capitalismo que hoy
sufrimos. ra", en tanto conforma una totaiidad cerrada sobre sí misma, de una
Pero además, esta rearticulación debería incluir, a nuestro inconmovible completud sin fisuras: es lo que se ha congelado, en su
juicio, una revisión igualmente critica de los supuestos tcru-iro- expresión más caricaturesca, bajo el sintagma del "fin de la historia".
filosóficos que pueden contribuir a su rigurosidad intelectual. Es una operación de fetichización ideológica, por lo demás,
Principalmente, de los aportes que un conjunto decisivo de pensa- que se apoya en una gigantesca subjetividad social que ella misma
dores críticos del siglo AA (Lukács, Freud, Sartre, .:\1crleau-Pon- ha creado y que, sin embargo (segundo movimiento fetichista),
ry, los miembros de -la Escuela de Frankfurt,] amcson, Zízek, entre aparece como su condición preexistente de posibi Iidad. A los" eineo
Otros} han hecho a la relación conflictiva entre Particularidad v monopolios" a los que se refiere Amin (monopolios de las finan-
Totalidad, que -aparte de constituir en sí mismo un deb'J.t~ zas, las comunicaciones, la rccnologfn, las armas y el conocí-
filosófico de primera importancia- resulta un elemento central miento), habría que agreg,]r, pues, como su consecuencia mas
para el análisis de un mundo como el actual, desgarrado por la profunda, e! mOl/opolio delpcnsamicnro, expresado a su vez -puesto
tensión entre un (falso, como hemos sostenido) "universalismo" que todo ahora, en la era dellllar!.:cting, se expresa en la forma de
determinado por la mundiallzación capitalista, y unos "particula- eslogan propagandístico- en la idea del pensamiento único. Por
rismos" (nacionales, culturales, étnico-religiosos, estéticos, socia- supuesto que no es exactamente así -que hay quienes siguen pen-
les, etcétera), que no por "imaginarios" (en el sentido del pen- sando y luchando en direcciones diferentes de la dominante--,
samiento "identirario" al que se refi ere Casroriadis) tienen menos pero el solo hecho de que ptlrc::,m ser nsi para la mayoría de los
efectos matcnrdes sobre la configuración de ese mundo. En efecto, sujetos sociales (que no alcanzan a advertir que ellos mismos son

240 241
Eduardo Griiner Interludio filosófico

el producto de ese "parecer") ofrece un testimonio dramático del mas la más mínima intención de dejarnos extorsionar por la
peso que han logrado la hegemonía y la dominación mundiali zadas. ideología dominante para abandonar esos "hallazgos" de Marx,
Un primer acto para aliviarnos de ese peso, entonces, es el que que seguirán siendo herramientas de análisis indispensables mien-
realizan los autores nombrados cuando no se limitan a denun- tras exista la sociedad de clases), la dominación inéditamenteglo-
ciar-con sus herram ien ras "filosóficas"- el fetichismo ideológico, lml a la que aspira, y que está consiguiendo, el modo de produc-
sino que muestran lossÍntontl1s" disfuncionales'' de aquella aparente ción capitalista -íssociedad de administración totalde la que hablaba
totalidad, develando que es una [alsa totalidad, que sólo el feti- la Escuela de F rankfurt, actualmente expresada en los "cinco mo-
chismo imperante puede hacerla ver como acabada e impasible, nopolios" de Amin- requiere, como decíamos, que se repiense
como va-no-pasible de transformación. "Muestra" en el sentido desde su propia base la subjetividad social (cultural, política, psico-
de la DcutuJlg marxiana O freudiana, de un señalamiento crítico lógica, sexual, estética, etcétera) en tanto tal.
que invita a la "interpretación del mundo", pero no como devela- En 1924, en Historia y COllClC/UÚ' declase, Lukács había formula-
miento pasivo de una verdad oculta, a la manera de la hennenéu- do la hipótesis de que la cosificación capitalista del trabajo pro-
tica tradicional, sino como construcción actita y colectiva de un duda un efecto paradójico en el proletariado: justamente por su
nuevo "sentido" del ser social-histórico; porque, justamente, no alienación, el proletario empieza por experimentarse a sí mismo
se trata de oponer a la deshisrorizada "ontologización" fetichista como objeto, y por ello tiene Que construirse como sujeto (al con-
una "desontologizada" historización, una no se sabe qué deriva trario del burgués, que como propietario es ya siempre sujeto en-sí
azarosa y contingente de la Historia. Se trata de buscar los y para-sí; es este sujeto bistórico burgués el que aparece "ente-
fundamentos de una re-fundacion del ser social ypolítico (tal como lcgizado" en el cogito cartesiano o en el Sujeto Trascendental kan-
lo intentan, todo 10imperfectamente que se quiera, la Olltologítl del tiano). Por eso el proletario puede potencialmente -una vez "supe-
ser social de Lukács, la Critica de la razólI diaíectirn de Sartre, la rada" su alienación- "rehacer" la Historia, que consiste precisa-
Dialéctica negatáN de Adorno o, a su modo más "poerizanrc'', las mente en su auroconsrrucción subjetiva. Mucho se le criticó en su
Tesis sobre in Filosofía delaHistor;u/ de Benjamín, o, ¿por qué no? el momento a Lukács que cierta tendencia suya a fusionar el con-
intento latinoamericano de la Etica dela liberación de Dussel, o más cepto genérico hegeliano de "alienación" (entendida como un
recientemente El poder constítuyemc de Toni Negri): una refun- momento necesario del proceso de trabajo, en el que e! hombre
dación que necesariamente será transitoria y abierta, porque tam- "objetiva" la naturaleza en la forma de producto) con el concepto
bién ella estará sometida a la Historia, entendida como la praxis marxiuno específico de "cosificación" (entendida como forma
autónoma de la sociedad en su conjunto. bístdtica, y por lo tanto supera.ble, de alienación en las relaciones
Pero este propósito requiere de dos especi ficacioncs, a nuestro de producción/exploración capitalistas) producía, entre otras, dos
juicio esenciales: consecuencias problemáticas:

Primera eJpecjfim{ióJl. Es una re-jundaciou porque necesaria- 1) Desde un punto de vista estrictamente poliriro, no dejaba lugar
mente abarca a la sociedad mundial toda (con la excepción, claro para una explicación del pasaje de la clase en-sí (el proletario
está, de las clases dominantes y sus grupos cómplices, sobre los como objeto) a la clase para-sí (el proletario como sujeto): si la
quera debería abandonarse la ilusión de "corregirlos"). Aunque la alienación constitutiva, "antropológica", se superpone a la cosí-
explotación diferencial "mundializada" de! proletariado y laconsi- jiúlciólI histórica y específicamente proletaria, ¿quién está ca-
guiente "lucha de clases" sig-an siendo las cate ganas fundumen- pacitado para romper ese círculo, para producir una diferen-
tales de ll[{fcTo-explimciól1 del ~funcionamicnto del sistema (no tene- cia? Políticamente hablando, no puede ser otro que elP({rtirio,

242 243
Eduardo Gruner Interludiofilosófico

el "intelectual colectivo" y "orgánico" del proletariado, el que centrada en la triada naruralcza/trabajc/Ienguaje: perspectiva que
salda la brecha, lo cual daría lugar a un "susriruismo'tvanzuar- ya era, se recordará, la del joven Marx de los Mannscntcs de 1844.
dista -y quizá, en última instancia, al estalinismo-o ~ Esto le abre -tanto a un nuevo pensamiento como a una nueva
1) Desde un punto de vista filosófico mas amplio (que, como se praxis política que todavía no estamos en condiciones de defi-
verá, de ninguna manera está desvinculado del anterior), la nir- una tarea inmensa, mucho más ímproba incluso que la de una
identificación aliamcion estructurnl '" cOJijimcióll bistórica está revolución socialista en su sentido clásico. El primer paso teórico-
mediada por las formas de pensamiento funcionales al desa- critico para aportar a tal tarea es el de la indispensable comprensión
rrollo de las fuerzas productivas, es decir, por la tccuica (en el del proceso de "mundialización técnica", y principalmente de los
sentido amplio de la "racionalidad instrumental" wehcriano- "cinco monopolios" deAmin. Las tesis del sistema-mundo son un
írankfurriaua, y que es efectivamente la cuestión filosófica del instrumento de enorme utilidad para esa comprensión, pero ellas
siglo Xx, desde Heidcugerhasra Haberrnaso Foucault, pasan- no pasarían de ser un ntero instrumento si no pudieran inscribirse,
do por Adamo, Bcujamin o Marcusc). Pero aquí, entonces, el como decíamos, en una perspectiva más abarcadora, más "filo-
riesgo es el de "onrologizar" a la técnica como MI, haciendo de sófica", que diera cuenta al menos del horizonte de un pensamiento
ella el cncmigo, una suerte de .\b! mctafísico combatiendo de la refundación ontológica de lo social-histórico.
control. el cual es fici} 1.1 recaída en UTlJ. especie de irracionalix-
IltO romántico que muy poco ayudaría al an,í!isis crítico de las SegundanpecijiulClón. La cOlllprem"IÓ1l intelectual-crítica de ese
modulaciones históricas con las cuales el capitalismo ha "mun- proceso de dominación mundial no puede ser abstracta, vale decir,
dializado" ClertaJfchciones socio-técnicas (la "técnica ", corno "desencarnada" de una matcnalidnd -incluso corporal, si se la quie-
todo, es una relación social, y como tal transformable, v no una re nombrar asi-, de un «aquí y ahora" que de alguna manera
mera inercia mecánica) que sir-ven a su dominación global. mtcntc dar cuenta de la experiencia vívida, de una historia no sólo
actual sino simada, para volver a esa noción sartreana: y esa "situa-
Pero, he aquí la paradoja. que ínesperadamcnn hoy podría ción" es en primer término, ya 10hemos dicho, espacial: la "perife-
ria", el Sur. 'lodo el inmenso acervo de saber acumulado por el
darle la razón a Luk.irs (aunque no por los motivos implícitos en su
pensamiento occidental es legítimamente utilizable, y debe ser
razonamiento original): la sociedad de tldlllinútmáólI toral, bajo la
utilizado, siempre que se lo haga bajo la forma de lo que los antro-
hegemonía de lo que Habermas llamaría no la "ideoloota o
técnica"
pólogos llaman una /'fapropiai"ÍÓ¡' cultural realizada desde la cons-
sino la tcanca <"01IIU idcologlÍl, ha alcanzado un grado de dominación
rrucciónde un vinculopropio, singular vacrivc, quevJ.ya más allá
tal-expresada al máximo en su capacidad de produci rvsubjerividcd
del falso e inmóvil universalismo de la cultura dominante para
social", como decíamos más ar riba-, que hoyes la Joáeddd tuda la
restituir la pnrticularizaacn de ese universalismo en las periferias
que se experimcn ta a sí misma como objeto (puesto que una "suli-
par;) las cuales éste es también (aunque no sea solamente, como en
jetivución desde arriba ", en [a que la sociedad no tiene parte activa,
los ir-racionalismos neofundamentalistas) una forma de domi-
equivale a una objetivación) y tiene que (re)colI:;trtlll'JeCOmo sujeto.
nación mundial. De allí la (parcial, como todas) utilidad de la
Como le gusta repetir a Toni ~""egri, el mundo entero es una
teoría poscolonial, por dos motivos fundamentales.
gigantesca "fábrica social" alienad;].:El propio Lukács parece ha ber
extraído tal consecuencia en la última etapa de su vida, puesto que
1) Porque ella adopta, precisamente, la perspectiva de íc denuncia
en su opem 1Ilagna póstuma, la Omulug/a del ser soaat, vuelve a
de la ferichizacíón universalista abstracta (deshistorizada y des-
adoptar la perspectiva antropológica del ser humano cenérico politizada) que hace pasar mili cultura por la cultura, corno si
'" ""
244 245
Eduordo Griiner Interludio filosófico

esto no fuera una expresión particular de los "cinco monopo- restituir el discurso a su vínculo con lo real-material; vínculo
lios". Genéricamente considerada, la teoría poscolonial no cae imposible, se dirá Iacanianamentc sin embargo, hay que dar
en la trampa in....ersa, reactiva, característica de todo funda- cuenta de esa imposibilidad, ya que los discursos, al menos los
menralisrno, de postular la inversión simétrica (es otracultura, más interesantes en el campo de la literatura y el arte o de la
la "nuestra", la que es la cultura), sino que parte de la base de cultura en general, hacen escuchar cómo están atravesados,
que no hay tal cosa como la cultura (en el doble sentido de que desgarrados, por esa relación imposible.
no hay "una" y de que ninguna está hecha de una vez y para
siempre): que toda cultura es una recreación permanente y Una rearticulación como la que aquí venimos proponiendo
dútiógica de su relación (posiblernen te con flictiva yambívalen te, entre la teoría poscolonial y la teoría del sistema-mundo sería ~na
pero relación al fin) con otras, y por ello la teoría poscolonia! se aproximación nada desdeñable a aquella restitución, en la medida
interesa por los tn-betuiecn. los espacios fronterizos e indecisos en que permitiría contextualizar los análisis de la primera en el
entre lasculturas y las "identidades". Pero no por pensar que la proceso histórico-económico de la mundialización capitalista.
cultura es una relación pierde de vista que en esa relación existe Como también lo sería una rearticulación de ambas teorías con el
una búsqueda de dominacion, una "voluntad de poder" que en pensamiento crítico (marxista o no) del siglo XX, que permitiría
la historia concreta de la(s) cultura(s) de los últimos cinco sentar los fundamentos filosóficos -incluso "ontológicos", como
siglos se ha expresado en la "mundialización" colonial y pos- hemosvisro-de este multiparadigma crítico. Para la teoría poseo-
colonial. lonial en particular, es fundamental la lectura que hace elya citado
2) Porque ella se ocupa, justamente, de laC1lltura: de la dimensión Toni Negri de Spinoza. aunque ella no se refiere específicamente
simbólica e imaginaria que se expresa en J.J producción discur- a la cuestión poscolonial, resalta la imponancia del politeísmo
siva, estética, literaria y en general t..úrico-ideológica, ya sea teológico-político del gran filósofo del siglo XVII, su "dialéctica"
de las sociedades colonizadoras (los "orientalismos" dc Said, de lo Uno y lo Múltiple, que permite pensar la relación entre las
como estrategias inconscientes de reducción de las comple- partes y el Todo de una manera no reductiva, ysimultánea~ente
jidades}' especificidades del "Otro" a las grillas de control vde pensar una política de masas, basada en la pasión de la multitudo,
justificación de la propia voluntad de poder, siguen siendo el que -lejos de caer en el populismo condescendiente al que han
paradigma), o de las sociedades (posncolonízadas, que buscan sido tan proclives las propuestas de liberación "rercermundísras"-
reapropiarse de, resistir o "reescribir" la cultura dominante en apuesta a una potencia (tanto en el sentido de "poder" com~ de
función de su propia reconstrucción cultural. En cualquier "posibilidad") creadora de nuevos lazos sociales y culturales ms-
cuso, ese "ocuparse de la cultura" es un gesto de capital impor- pirados al mismo tiempo en una "unidad en la multiplicidad" que
rancia: se hace cargo -aunque casi nunca llegue a explicitarlo se diferencia radicalmente del "universalismo" abstracto, coartada
tan frontalmente-de que la rnundiaiización dominante supone de la dominación centraldel capitalismo mundializado.
-contra las apariencias ideologizadas de la aséptica noción de Resumiendo una rearticulación semejante -de la que aquí,
rnulticulturalismo-. un aplastamiento homogcneizador de las como es obvio, no hemos podido ofrecer más que un esbozo bajo
diferencias}' Jos conflictosinherentcs a la reconstrucción cultural. la forma de tímidas hipótesis- cumpliría un cuádruple propósito:
El problema, como lo hemos señalado repetidamente, es el de
su excesivo sometimiento (por "seducción" teórica com- 1) Permitiría inscribir el análisis teórico-crítico de la realidadma-
prensible, pero sometimiento de todos modos) a cierta sofisti- taiai de! mundo actual en una reflexión "filosófica", e incluso
cación "discursivista" y acadernizante imposibilitada de en una "ontología" de lo social-histórico que afecte y compro-

246 247
Eduardo Grüner

meta al pensamicnte como tal, evitando las posibles recaídas en


alguna clase de empirismo fetichizado y promulgando la pro- 4. Literatura, arte ehistoria
duccián de ideas, y no solamente el registro de los conocimientos
y Jos hechos, por más contenido de "denuncia" que ellos en la era poscolonial de la
tengan.
2) Inversamente, permitiría encarnar dicho pensamiento en la mundializadon capitalista
realidad material de la auténtica catástrofe civilizator¡a que
vive y sufre la sociedad mundial actual, sin sentimentalismos
bcrimógenos (que tantas veces han servido de coartada para la
pereza intelectual), pero asimismo sin ese "vacío" elegante
o la suma de las pm1:es es más que el todo
pero desapegado que a veces se encuentra en la filosofía v las
humanidades. .
3) Ubicando dicha "encamación" en la perspectiva amplia pero
situad" de b periferia arrasada por la mundialización capita-
lista, eufemísticamente llamada "globalización", y a su vez El interés de la teoría poscolonial ror la literatura como espa-
postulando a esta última como la "etapa superior" y "poseo- cio privilegiado de "ficcionalización" del in-hemcen de Homi
lonial" de la confonnación -desde inicios del siglo Avl- de un Bbabba es, por supuesto, una derivación de su interés por las
sistema mundial de divisíón/polarización/explomcíér, del tra- teorías postesrrucruraliscas y desconstructivistas cuyo punto de
bajo, se puede contribuir a la reconstrucción de un verdadero partida es el retorno al giro lingüístico y a la concepción extrema
"gran relato" de la modernidad que restituya lo que walrer de que tanto la subjetividad como, en cierro sentido, la propia
Benjamín llamaría "la historia subterránea de los vencidos". Historia que la enmarca son efectos de {('l/guaje. Hay un "efecto
4) Finalmente, y aun a riesgo de resultar redundantes, insistire- sujeto" cruzado con un "efecto Historia" que -3 través de, y al
mos en que esa rearticulación debería también jugar un rol de mismo tiempo originados en, los "juegos de lengu:lje" infinita-
bcrnmuenm teónco-polítlca que aportara un grano de arena más mente desconstruibles para mostrar su ausencia de verdadera
en la reconstrucción de un programa emancipador que guarde m..'1f/llcIffOIiS'lnaria- generan un "efecto identidad" (nacional .étni-
la memoria activa del pasado, pero nggiol7lado acorde con las ca, de clase, de género, etcétera). En esta perspectiva, ciertasprdeti-
características del mundo presente. Para ello, sería necesario casde la1ireratura -cuyas estrategias inconscientes, al parecer, sólo
extraer una serie de hipótesis políticas "prácticas" -pero, como pueden ser explicitadas teóricamente, pero por una recria que no
se sabe, la acción sin teoría es poco más que un conjunto innr- puede ella misma ser pensada corno algo sustancialmente distinto
gánico de golpes a ciegas- de las hipótesis teóricas previas. de la ficción- logran tanto construir como, a veces en el mismo
movimiento, descoll.itrtlir!as ilusiones de esa "susrancialidad'' iden-
titaria. La idea, ciertamente, no es nueva: hemos visto que pode-
mos encontrarla, bajo otra forma, en las críticas de Adorno al
PCIISIIJIllClltO idcntitario. Pero en la teoría poscolonial (que, como
también hemos visto, prácticamente ignora, o mejor, des-conoce la
obra de Adorno) b propia palabra "pensamiento" esva sospecho-
sa de pecado identitar-io: en todo caso, la cscrímra tiene un

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Literatura. arte e historia en la era poscolonial

paradójico estatuto de no-pensamiento, o de "pensamiento negati- sino 10contrario, que decir poéticas) sobre no se sabe qué disalu-
vo", por el cual se "des-piensa" a sí misma constantemente, im- cion del sujeto, a las que nos tiene acostumbrados -vsaturados- la
pidiendo la cristalización de cualquier identidad de la palabra con vulgata posmodema.
la cosa. La situación poscclonial es un terreno de experimenta- Como sea, la noción de "identidad", acuñada originariamente
ción ideal para semejante práctica, en la medida en que es en ella para hablar de los individuos, pronto se trasladó al ámbito de las
donde la cuestión de una "identidad cultural" aparece como más sociedades, y empezó a hablarse de identidad nacional. Otra nece-
problemática, ya que allí el "efecto Historia" es siempre indeciso, sidad burguesa, evidentemente, estrechamente vinculada a la cons-
incierto, ante la evidencia de que las sociedades poscoloniales-.a trucción moderna de los Estados nacionales: e" decir, a la estricta
las que la colonización, en su momento, les arrebato incluso la delimitación territorial y política que permitiera "ordenar" un
posibilidad de generarporsí mismas.en su propia "escritura", una espacio mundial cada vez más "desterritorializado'' por el fun-
ilusión de identidad- están necesariamente despinzados respecto cionamiento tendencialmente (como se dice ahora) g!ob¡¡{izatW de
de un imaginario cultural que en las sociedades "centrales", en la economía. La paradoja de que a una progresiva unificación
cambio, se da por "naturalmente" adquirido. En lo que sigue procu- económica del mundo corresponda una concomitante fragmenta-
raremos evaluar críticamente esta postura, haciendo especial ción po//tim en "Estados-nación" es otro de esos fenómenos de
(aunque noúnico) hincapié en la literatura latinoamericana. expansión/contracción (de "sisrole-diásrole", si se nos disculpa la
Como todo el mundo sabe (aunque simule ignorarlo para vivir metáfora un tanto organicista) analizados por la teoría del siste-
más tranquilo) el concepto de identidad es quiaé el más resbaladi- ma -mundo. Pero ello no quita que la construcción de una identidad
zo, confuso, contradictorio e impreciso que ha inventado-puesto nacional en la que todos los súbditos de un Estado pudieran reco-
que es un invento-el pensamiento moderno-puesto que es exclu- nocerse simbólicamente en una cultura común fue desde elprincipio
sivarnente modemo-, En efecto, sólo la así llamada modernidad (a un instrumento ideológico de primera importancia. Y desde el
la que además habría que calificar. la modernidad burguesa) nece- principio la lmglla -y, por lo tanto, la literatura, entendida como
sitó ese concepto para atribuírselo, en principio, a otro de sus institución- fue un elemento decisivo de dicha construcción: por
inventos, fundamental desde el punto de vista ideológico: el in- sólo poner un ejemplo fundanee, ya en las postrimerías de la Edad
dividuo -y su expresión macroteórica: el Sujeto cartesíano-, base Media, Dante Alighieri provocó un verdadero escándalo po!Hico al
filosófica, política y económica de toda la construcción social de la escribir su opera magua en el dialecto toscano -que luego pasaría a
burguesía europea a partir del Renacimiento. Claro está que-se ser el italiano oficial-y no en el ecuménico latín, que era la lengua
hace necesario repetir esto hasta el cansancio- hav otra mo- "global" de los cultos. Escribir en la lengua "nacional y popular"
dernidad, una modernidad (auto)cn'tiC/l ejemplarmente represen- de la comunidad v no en el código secreto de la elite, era un
tada por el pensamiento de Marx, Nietzsche o Freud, que im- movimiento indispensable para el logro de aquella identificación
placa blemente se dedicó a cuesti on ar ese universalismo de la iden- (léase: de aquel reconocimiento de una identidad) del pueblo con
tidad' ese esencialismo del Sujeto moderno. Y ya hemos defendi- "su" Estado.
do antes nuestra opinión de que, con una paradoja sólo aparente, Pero, ¿es eso todo? Las cosas ¿no serán un poco más complica-
semejante cuesrionamienro -que supone una imagen fractunIdo das? Por ejemplo: ya hemos recordado cómo la casi "natural"
del Sujeto moderno, ya sea por la lucha de clases, por la "voluntad predisposición del capitalismo-y etgode la nueva clase dominante
de poder" agazapada detrás de la moral convencional, o por las en ascenso, la burguesía- a expandirse mundialmente tuvo como
pulsiones irrefrenables de su inconsciente- es infinitamente más rápido efecto (y hay incluso quienes, desde la teoría del sistema-
mdiculque las declamaciones poerizanres (lo cual no es Jo mismo, mundo, dicen que fue una ctnss v nn un efecto) la promoción por

250 251
Eduardo Grüner Literatura. arte e histeria en la era pOJc%lliai

los Estados europeos de la empresa colonial, que no sólo supuso el sucesivos desplazamientos, según fuera la ideología, la postura
más gigantesco genocidio de la historia humana (unos cincuenta política, la posición étnica o de clase de quienes intentaran rea-
millones de aborígenes "desaparecidos" solamente en América lo propiarse de esa noción. Para ejemplificar con lo más obvio: si en
demuestran), sino un igualmente gigantesco etnccidia, que im- algunos casos se promovía una cultura nacional opuesta a los
plicó el arrasamiento de lenguas y culturas a veces milenarias, vsu valores metropolitanos tradicionales pero inspirada en nuevos
sustitución forzada por la lengua)' la cultura dd Estado merropo- valores metropolitanos (la modernidad, el racionalismo, el posi-
Iitano, así como el invento de "naciones" allí donde, en la mayoría tivismo o el liberalismo francés y anglosajón), en otros se defendía
de los casos, sólo había delimitaciones lineüístíco-culturales. Las la idea de una cultura nacional resistente a esos valores nuevos, en
guerras de la Independencia fueron llevadas a cabo fundamental- la. medida en que también vehiculizaban ideológicamente nuevas
mente bajo la dirección de las elites trasplantadas (con la única formas de dependencia, neocolonialismo o por 10menos hetero-
excepción de la primera de ellas, Haití, donde la conjunción étnica nomía. Esa resistencia tuvo sus vertientes de "derecha" -riacio-
y de clase desató una insólita -p;¡ra la época- insurrección con nalismo autoritario, cerril restaurador de las tradiciones hispánicas
masivo protagonismo popular), es decir, bajo la dirección de las y refractario a toda modernidad aunque fuera prerendidamenre
nuevas burguesías coloniales que habían desarrollado intereses racioualista/iluminisra-, o de "izquierda" -nntiimpcrialismo más
propios)' locaiistas yque en general mantuvieron -v aun profundi- o menos populista que no cuestionaba la modernidad como fa/pero
zaron, con laayuda de las potencias rivales de la antigua metrópoli, discutía su funcionamiento al servicio de los intereses de las nuevas
como Inglaterra y Francia- la situación heredada de "balcani- metrópolis y de las fracciones de las clases dominantes locales que
acción". Y sus intelectuales orgánicos, repitiendo forzadamcnre v hacían de "correas de transmisión" para aquéllas-e Pero, salvo
en condiciones bien distintas el modelo europeo, se aplicaron a algimas voces con una inflexión más com pIeja y mayoritariamente
generar culturas "nacionales" allí donde no habían existido aisladas que ind:lgaban con insistencia qué significaba, en estas
uerdadcrus naciones. condiciones, una cultura ya no limitadamente "nacional" sino
La situación es interesante: si por un lado el proceso de creación latinoamericana (.\1ariátegui, Manuel Ugarre o vasconcelos, por
y definición de dichas "culturas nacionales" tuvo mucho de ficción, ejemplo), en general no se cuestionó seriamente aquel origen
por el otro cumplió un rol ideológico nada despreciable en la [iccional dc la idea misma de una "cultura nacional" que (incluso sin
lucha anricolonial, tendiente a demostrar que hJs culturas "lo- llegar a la metafísica ;¡bSITUSa del "ser nacional", como muchos lo
cales" (en el sentido de la cultura de aquellas elites trasplantadas: hicieron) se dio por más o menos sentada. Otra vez: "dialéctica-
las anteriores, y realmente "autóctonas", va habían SIdo destruí- mente", como se dice, la idea de XaClón -utilizada por el propio
das en distintas medidas) podían aspirar ala autonomía respecto imperio europeo como emblema de una "superioridad" nacional
de las madres patrias, España y Portugal. Pero, al mismo tiempo, justificadora del colonialismo- no dejó de tener efectos simbóli-
yen tanto se había partido de una ficción de autonomía, no pudie- cos importantes en la resistencia al imperio. Y vuelve a tenerlos
ron sino tomar su inspiración dc la cultura de las nuevas "madres hoy, en el marco de la globalizacíón, y también en los dos sentidos
patrias" informales, de las nuevas metrópolis neocoloniales, pos- contradictorios antes citados: el de los neofundamentalismos rene-
coloniales e "imperialisras'' cuya penetración económica (Y, por cionuriosv el dc los movimientos de resistencia poscoloniales. Pero
vía indirecta, política) necesariamente tenia que acompañarse de aquel origen ficcional sigue sin someterse a verdadero debate.
lo que en una época se llamó "colonización culturar'. Esto creó Quizás -es apenas una tímida hipótesis de trabajo- esto expli-
una particular posición de culturas intersticotlcs. de culturas de ill- que por qué, si bien en todo intento de definir una cultura "nacio-
bertccen; bajo la cual la propIa noción de "cultura nacional" sufrió nal" o "regional" la literatura, como hemos visco, tiene un papel

2)2 253
Ednarda Grüna- Literatura, arte e historiaen la era poscolonial

decisivo, en e! caso de Latinoamérica fue el espacio dominante-y en su momento fonnulóMarx, cuando explicaba la emergencia de
casi nos atreveríamos a decir: el único relativamente exitoso- de la más grandiosa filosofía política burguesa, la de Hegel, ~recis~­
construcción de tal cultura: es coma si la plena yconscicnre asun- mente parla impotencia alemana para realizar en su propla,reall-
ción de una materia prima ficcional fuera la forma sobresaliente dad "nacional" (que a principios del siglo XIX era todavía una
de praxis en la articulación de una "verdad" latinoamericana que quimera) la revolución que los franceses habían realiza~o en la
pertenece en buena medida al orden de lo iJllaginario, lo textual suva. Tal vez pueda decirse, remedando aquel famoso dictum de
que se desborda a veces en un barroquismo cuyos excesos de "sig- 1l~rx, que los latinoamericanos hemos hecho a través de la pluma
nificación flotante" denuncian una relación inestable con la "rea- de nuestros escritores la revolución, la transformación profunda
lidad", y lo alegórico, en el sentido benjaminiano de las ruinas que aún no hemos podido hacer sobre e! equívoco originario que
sobre las cuales construir un futuro aún índeodíble. Por otra "oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos". "
parte, la (re)construcción de una verdad a partir de materiales En este contexto, quisiéramos aprovechar la oportunidad para
fíccionalcs no es ninguna operación insólita: es exactamente el ocuparnos de un tema aparentemente lateral y específicamente
mecanismo descubierto por Freud para el funcionamiento del académico, pero que a nuestro juicio tiene ímplicancias histórico-
Inconsciente -que se las arregla para decir una verdad mter-dicta sociales, políticas e ideológicas no inmediatas aunque de largo
(entre-dicha) mediante los "textos ficcionales" del sueño, el lap.\1lJ, alcance. Nos referimos al modo en qce.desde hace algunos años,
el acto fallidoy, por supuesto, también la obra de arte-, yes por eso la literatura latinoamericana está siendo tomada, cada vez con
que e! propio Freud -tal como lo lee Lacan-cpodia afirmar que la mavcr énfasis, como objeto de estudio en el Primer Mundo, por
ucrdad time eJ1171ctU1"Il de ficción" los "estudios culturales y en particular la teoría poscolonial. .
Pero, entiéndase bien: no estamos nosotros mismos adoptan- Es obvio, para empezar, que este interés no es azaroso, 01. se
do un textualismo extremo o un desconstructivismo a ultranza produce en un marco cualquiera" Si bien.ya desde ~l tan prom~;IO­
que vea en la ficción o en la dispersión escrirural una suerte de nado boom de los años sesenta, nuestras literaturas ingresaron por
sustitucion de la realidad material dura, desgarrada, conflictiva v la puerta grande" al mercado cultural mundial yadqujri~roncarta
frecuentemente mortal que los latinomnericanos -como tanto"s de ciudadanía en los departamentos de lenguas extranjeras o de
otros sujetos'tposcoloniales''- sufrimos en carne propia cotidiana- literatura comparada de las universidades norteamericanas yeu-
mente. Sólo estarnos diciendo que e1J11tilmtcllllido originario de ropeas, hoy ese mismo interés se da en el marco de lo que eufe-
nuestra propia identidad nacional parece haber sido tomado por místicamente se llama globaliwáóll: lo cual, indudableme.nte, crea
buena parte de nuestra literatura como el sustrato mismo, e! problemas, desafíos e interrogantes relativamente inéditos para
escenario o el telón de fondo de b producción estética (no sólo una teoría de la literatura históricamente sftlll/dl/. n y ello aun
literaria). Y aquí, por supuesto, serían necesarios análisis específi- teniendo en cuenta que, en cierto modo, para los lntinoamericanos
cos que dieran cuenta de la irreductiblesingllwridad de lns rextua- la globali7~lción empezó hace ya más de quinientos afias.
lidades concretas: de otra manera se corre el riesgo de caer en ~ De modo que, si se nos permite, no vamos a hacer aquí el
ciertas generalizaciones abusivas que luego criticaremos. Pero análisis de obras v autores particulares (aunque haremos algunas
permírasenos al menos ensayar esta generalización. tal vez la gran menciones cmmclonos parezca necesario), sino que intentaremos
literatura latinoamericana sea el subproducto paradójico, en el apenas abrir algunas cuestiones vinculadas ~ cier:as condicjon~s
plano de lo imaginario, de la impotencia de una praxis política y de producción discursivas de la teoría literaria aqm y ahora, no SIO
social renovadas en el plano de lo rea!. Tal \"CZ pueda decirse de ese
horizonte "utópico" de nuestra Iircrarura algo seincjanre a lo que l~.Je~Il-Paul Sartre, Qué es ftl líroratura, BUen05 Aires, Losada, 1966.

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Eduardo Gruner Literatura, arree historia en la era poscoloniaí

dejar establecido que --con todas las mediaciones que se quieran- neo, cuya estrategia de globalización (eufemismo con el que se
toda teoría literaria}' cultural es tombiél/, en el sentido amplio del han sustituido términos más viejos y gastados, como "imperialis-
término, una teoría políticn.'23 mo" O "neocolonialismo", pero que efectivamente indica fonnas
Vamos a partir, como corresponde en estos quehaceres en- nU(7)aS de esas antiguas operaciones, como las que identifican
savfsticos que obligan a la brevedad.de una afirmación caprichosa Hardt y Negri bajo la etiqueta de "imperio") apunta por cierto a
y dogmática: una noción central para la teoría literaria y la crítica borrar las fronteras culturales, y ello en sentido amplio pero es-
cultural contemporáneas es la noción de límite. El límite, comose tricto: la cultura -el "territorio" de producción, distribución y
sabe, es la simultaneidad -en principio indecidible- de lo que consumo de mercancías simbólicas o imaginarias- atraviesa, des-
articula y separa: es la línea entre la naturaleza y la cultura, entre la de el predominio rardocapitalista de fuerzas productivas como la
leyy la transgresión, entre lo consciente y lo inconscien te, entre informática y los medios de comunicación, toda la lógica de las
lo masculino}' lo femenino, entre la palabra y la imagen, entre el relaciones económicas y sociales, de tal modo que se podría decir
sonidoyel sentido, entre lo mismo y lo otro. Es también -yen esto que hoy todo la industria es "cultural", en el sentido frankfurria-
constituye un tema casi obsesivo de la teoría poscolonial-Ia línea 110.2+ Toda ella incluye constitutivamente una interpelación
entre los territorios, materiales y simbólicos: territorios naciona- ideológica productora de subjetividades sociales aptas para la do-
les, étnicos, lingi.iísticos, suhculrurales, raciales; territorios, en fin, minación.
gellú"icoJ, en el doble sentido de las "negociaciones" de la identidad En el territorio que nos compete directamente, ese desvane-
en el campo de las prácticas sexuales, y de los gbICI'OJ literarios o cimiento de límites puede verificarse en el borramiento de las
estéticos en general. Si esta cuestión de los límites se ha trans- distinciones entre lo Real y lo Imaginario, entre, digamos, el
formado en un rema tan central, se debe l/O solamente (aunque mundo r su representación, que ha sido tematizada hasta el har-
también sea por eso) a una subordinación característica de las tazgo por las teorías posmodernistas, postestructuralisras, des-
modas académicas, sino al sintonmde una inquietud, de un "males- coestructivistas y demás yerbas de variada especie. Yhay que decir
tar en la cultura": el malestar ligado a una sensación difusa de que, en estas condiciones, es muy difícil discriminar hasta dónde
borramiento de las fronteras, de dislocación de los espacios, de debemos celebrar la inmensa potencialidad de estímulos teóricos
destcrnumalizaciin de las identidades. y críticos que esas condiciones abren, y a partir de cuándo ese
Esa experiencia, hay que repetirlo, no es únicamente el efecto borramiento de Jos límites -bajo la dominación fetichista de la
de la "producción textual" o de LIs "intervenciones hermenéuti- lógica cultural del capitalismo tardío-as se transforma en una gi-
cas" de] intelectual crítico o del profesor universitario -aunque se gantesca y patética obscenidad. Pero, en todo caso, lo que sí se
pueda nombrar a más de un ñlósofomediarico que ha contribuido puede decir es que por primera vez después de mucho tiempo, la
a dramatizarla, y generalmente a fesrejarls.-; es también, y quizá teoría literaria y la crítica de la cultura (especial, aunque no única-
principalmente, el efeao de sentido (o de sinsentido) de las con- mente, en Américalatina) se ven confrontadas de nuevo con sus
diciones materiales de producción del capitalismo contempera- propias condiciones de producción, con las condiciones de pro-
ducción del mundoen el cuallvdelcual)viven, ycon el consiguiente
23. Con lo cual quiero decir, simplemente, quela literatura es siempre. pOlcn-
ciaiJnente, una intarogaeiiÍn crítica a la lengua (por lo tanto a las normas) cOIlg:e-
lada de la poli>: no se trata, por 10tanto, de n'dllcir la literatura a I~ política, ,ino al ~.:¡. \ 'éas~, para esto, Theodor \V Adamo r ¡\LIX Horkhcimcr: Diafferi,'a d~ la

contrario. de w'l/!ld,,¡¡-la. fronteras de lo que se sude Iblllar "poluica", para hacer /li/50'''á611, oh. cit.
ver qu~ Ellano se detiene en IJs demarcaciones de lo ;nstitucion,tl. ~ 5. f",dricJame,on: T;1l>"")'O, sobre d pOJllIodemiJ1lw, Buenos .Aires, ob. cit..

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Eduardo Grüner Literatura. arte e historia en la eraposcolonial

borra miento de los propios límites disciplinarios. La cuestión de supone en un extremo -la disolución de las lenguas y las iden-
los límites es también, para la teoría literaria y cultural, la cuestión tidades en la tierra de nadie-, supone, en el otro extremo, la per-
de sus límites. manente pugna por un reordenamiento, por una "vuelta al redil"
Sin embargo, hay una cierta inromodidad asociada al concepto del texto en suslímites genéricos, estilísticos, incluso "nacionales".
de "límite". Parecería ser una palabra que indica una terminación, Suponernos que no es para nada azaroso que estas nociones
una separación infranqueable entre territorios, una nítida distin- hayan emergido en elseno de la teoría poscolonial. La producción
ción entre espacios. Pero esa impresión puede resultar engañosa, cultural, estética y literaria (y por supuesto, en primer lugar, la
o peor aún, paralizante, en tanto implica la idea de un borde producción de la experiencia existencial) de las sociedades co-
preexistente, de un punto ciego preconstituido, y no de una pro- lonizadas, descolonizadas y re/neo/poscolonizadas en el trans-
ducción de la mirada; ya a fines del siglo Av'lII, Kant era perfecta- curso de la modernidad, no es otra cosa -en toda su compleja
mente consciente de esta incomodidad, cuando decía que una rnulriplicidad- que una consciente o inconsciente pugna por la
barrera es, justamente, lo que permite ver del otro lado. De aquí definición de nuevos lindes simbólicos, lingüísticos, identitarios y
en adelante, pues, pnx'Uraremos sustituir ese término por el de hasta nos atreveríamos a decir subjetiios, en condiciones hoy abso-
linde, con el que hemos intentado torpemente traducir la compleja lutamente inéditas: en condiciones en las que ya no hay, no puede
yya Citada noción de in-benscen de Homi Bhabha, e~"c "en tre-dos" haber; una "vuelta atrás" de esas sociedades a situaciones pre-
que crea un "tercer espacio" de indeterminación, una "tierra de coloniales, pero donde no se trata, tampoco, de la conquista de
nadie" donde las identidades (Incluidas las de los dos espacios U?3 autonomía nacional plena, inimagi nable en el mundo hegcmó-
lil/deTOSen cuestión) están en suspenso, o en vías de redefinición.ze ruco de la economía globalizada,en condiciones en [asque -frente al
Entiéndase: no se trata aquí de ningún nutlticulrumlismo -que papel subordinado y marginal que les toca a esas sociedades en el
supone, otra vez,la ilusióndela existencia preconstituida de lugares nuevo orden mundial- es necesario también repetir que la
simbólicos diferenciados en pacífica coexistencia- ni de ninguna emergencia de toda clasede fundamentalismos nacionalistas, reli-
bt'lmdez ---<:Iue imagina una estimulante mezcla cultural de la que giosos o étnicos 1/0 representa en ab:..oluto (como hemos visto que se
cualquier cosa podría salír-, sino al revés, dc la perspectiva que han apresurado a calificar los teóricos neoconservadores al estilo
hace anteceder el momento del encuentro al de la constitttcuin, El de Huntingtonjz- un retroceso amíticas pautas culturales arcaicas
momento del encuentro: es decir, en última instancia, el momen- () "premodernas", sino al contrario, una "huida hacia adelante"
to de la lucha; cs decir, el momento profundamencepcórec. como reacción a los efectos de la llamada posmcdemidad sobre esas
En efecto, el concepto de "linde" tiene la ventaja dc llamar la sociedades, una reacción que por lo tanto es constitutiva de los
atención sobre un territorio sometido, en su propia delimitación, propios lindes de esa posmodernidad, en Condiciones finalmente
a la dimensión del conflicto y de las relaciones de fuerza, donde el en las que las dramáticas polarizaciones económic~s y sociale~
resultado del combate por Ia'begcmollía (por la facultad de hacerles internas de esassociedades vel proceso de marcrinalizaci6nprovo-
decir qué cosas a qué palabras, para expresarlo como el conejo de cado por ellas han produ~ido una gigantesca diáspora hacia el
Lewis Carroll) es indeterminable pero no indeterminado, puesto mundo desarrollado, con losconsiguientes conflictos raciales, cul-
que también él está sobrcdeul1Iúllada por las condiciones de su rurales y sociales que todos conocemos.
propia producción. Es decir: ese "tercer espacio" también tiene En las condiciones mencionadas, no es de extrañarse que se
sus propios lindes, en la medida en que la dispersión textual que pong-J en juego -casi trágicamente, podríamos decir-la cuestión

~(i. Hom; nhabha: Tbe LOf/lliOIi o[el/Ir",-e, oh. cit. ~7 Samu~l P.Hunriugmn. El [bo'l"e de /,;,,-át'iliuláolles, oh. cito

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Eduardo GI'ÜIll:r Literatura. míe e historia en id eraposcolonial

de los lindes, de las identidades, de las aporías y paradojas de los una nueva brecha, una nueva "tierra de nadie" abierta entre ese
juegos de lenguaje que no tienen reglas preestablecidas ni tra- desorden de producción textual y nuestra estricta (imjposibilidad
diciones congeladas a las que remitirse. En estas condiciones, la de acceder a él, salvo por las conradísimas excepciones en las que
literatura (\-, en general, las prácticas culturales) se transforma podemos leer a, digamos, Kureishi, Mahfuz o Rushdie en prolijas
efecriyame;ue en un enorme caldero en ebullición, en el que se traducciones al dialecto castizo (estrictamente incomprensible
cocinan procesos de 1'óignificanríll de destino incierto y de origen para un argentino) de algunas editoriales españolas.
en buena medida contingente, Según afirman los entendidos, el Pcro también aparece la posibilidad de una nueva acepción del
desorden lingüístico-literario creado por esta situación desborda concepto de linde, justamente como concepto lindero, inter-
rodas las posibles grillas académicas que prolijamenre nos hemos mediario o "puente" --ocomo se 10quiera llamar- entre lacaregaría
construido para contener las derivas del significante, incluidas de orientaíimm (Edward Said),28 •v la de esencialismo estrateoicco
todas las sensatas "polifonías" y "heteroglosias" bajtinianas con (Gayarri Chakravorry Spivakj.zv Asaber: en un extremo, el "orien-
las que nos consolamos de nuestras parálisis pedagógicas. talismo" puede ser entendido como una categoría general que da
y subrayo . la frase Sf!J1íl1
o afi17lunI las entendidos, no solamente cuenta del proceso de [etichiztlcirin uniuersalista por el cual ese
porque nosotros no 10somos, sino también porque -10 cual no deja territorio indecidible e indecible del desorden literario intenta ser
de ser asimismo un consuelo- potrece ser que es imposible serlo. Y subsumido y reordenado en los términos de una alteridad homo-
ello por la sencílIarazón de que no sier» pre se esconsciente -nosorros génea y auroconsistente que se podría llamar, por ejemplo, "la
no lo éramos hasta hace poco- de cuántas lenguas se hablan en los literatura del Otro", y aparecería cargada de todo el enigmático
países llamados "poscoloniales". algo así como cinco mil, a lascuales, exotismo inevitable cuando del Otro 10ignoramos casi todo pero
desde luego, hay que sumar toda la serie de dialectos, ídíolectos y pretendemos de todos modos dar cuenta de él (situación que cono-
sociolecros emergidos en el marco de la diáspora y lamezcla culrural, cen hicn los escritores latinoamericanos, condenados a ser [crever
Solamente en la India, por ejemplo, bcyveinte lenguas reconocidas more "realistas magicos'', so pena de no encontrar más lugar en los
por elEstado,vnuis de trescientas que sepractican extraoficialruente. papen universitarios y congresos primermundisms), en el otro
En todas ellas, es de suponer, se hace literurura escrita u oral, se extremo, el "esencialismo estratégico" puede interpretarse como
produce algún artefacto cultural. En este contexto, ¿quépuede querer el gesto policico-ideclógico de pretender asumirse plenamente en
decir una expresión tan alegre y despreocupada como la de literatura la identidad cerrada y consolidada de ese Otro expulsado a los
1I1li"i'ma!? ¿OliteTatll1Ylannparada? ¿Comparada con qué? Qué puede márgenes, para desde esa posición de fuerza abrir una batalla
querer decir, en todo caso, aparte del hecho de que esta situación tendiente a demostrar que ellugardel Otro no es ningún territorio
revela, por si todavía hiciera falta, el escandaloso etnocenrrismo de preconsrítuido u originario, ninguna reserva de rousseauniana
adjudica r1 ealguna clasede "universalidad" a lascuatro o cinco lenguas pureza natural, sino el producto de una dominación histórica y
en las que, con mucha suerte, algunos pocos eruditos son edpaces de cultural. En el medio, ellinde aparece como una suerte de corree-
leer. tivo para ambas tentaciones "csencialistas" u ontologizanres, re-
Todo lo cual, sin duda -y si nos despreocupamos de lasuerte de cordándonos que en ese territorio indccidible se trata, precisa-
unos cuantos cientos o miles de millones de personas (incluyendo mente, de una lucha por el sentido, de un conflicto por ver quién
las que todavía no nacieron, pero que ya tienen su suerte echa- adjudica las identidades, las lenguas, los estilos. Por ver, en defi-
oa)-, crea un escenario, digamos, semióticamente apasionante,
Para empezar, crea la conciencia (falsa, en el sentido de que todo 28. Edward Said: Ori<1ltl//;'71lG, oh. cit.
esto no debería constituir ninguna novedad) de un nuevo linde, 29. G,'yatri Chakr-J,·ort)" Spivak: The Tca.-biJlg JI,It'bine, ob. cir.

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Eduardo Griiller Literatura. arte e historia en la eraposcolonial

niriva, quién (cómo, desde dónde, con qué capacidad de im- ta"- los riesgos de descontextualizaeión de ciertas expresiones
posición) construye la identidad. _ programáticas como la de la "muerte del autor". Sin duda, en la
En estas condiciones, en fin, na resulta extranc tampoco el obra de Roland Barthes, Foucault o Derrida ésta resulta una
interés de los teóricos poscoloniales por la teoría y la crítica post- metáfora de alta eficacia; pero, ¿qué pasa cuando en circunstancias
estrueturalista. La lectura desconstructiva, la crítica dell ogocen- históricas y culturales diferentes (como suelen ser las de la pro-
trismo, la noción de "diferencia" (que el propio Homi Bhabba, ducción textual en condiciones poscoloniales, yen las específica-
por ejemplo, opone a la de "diversidad") perecen sin.gularmeme mente latinoamericanas) esa metáfora se literaliza? La muerte del
aptas para explorar los lindes. Sobre esto conviene, sm embargo, autor, ¿puede ser tomada como mero fenómeno textual por,
levantar aléiUnas reservas, casi siempre pertinentes ante los exce- digamos, Salman Rushdie? Entre nosotros, ¿pudo ser ramada
sivns entusiasmos del mercado cul rural. Creo que la teoría rosco como metáfora por Haroldo Conti, por Rodolfo Walsh, por F ran-
lonial tanto como los estudios culturales deberían atender a los cisco Urondo, por Miguel Ángel Bustos?
siguientes riesgos:
Segundo 1-iesgo: es el de otra forma de fetichismo (paradójica-
Primer ric.'Igo: pese a las ventajas que hemos señalado, la fasci- mente complementaria de la anterior), bastante característico de
lución posresrrucruralista tiene, para los fines políticos de la teoría algunas perspectivas dentro de los estudios culturales, a saber, el
pos colonial, algunos rasgos que -con el único ánimo de .asu_star.~n de la universalización abusiva, o del "orientalismo al revés", es
poco-vamos a llamar dederecha. A s"aber, la lógica de f~n~hlzaclon decir, un esencialismo por el cual se atribuye al Otro una infinita
de lo "particular", del "fragmento, de la arreferencl~hda~ \que bondad ontológica, y a la propia cultura una suerte de maldad
no es lo mismo que el anrirrefereocíalismo), de la ahisroricidad constitutiva tan deshisrorizada como la del hipertextualismo. Es
(que no es lo mismo que el anrihisrorícísmo) y, para decirlo todo, d ecir, revirtiendo el razonamiento de los "modernizadores" más o
del tcstuatismo. entendido como la militancia seudoderridiana del menos rosrowianos, que pretendían que el centro fuera el modelo
"dentro del texto todo/fuera del texto nada". El rextualismo, está que mostraba a la periferia su indefectible futuro, se hace de la
claro, tiene la enorme virtud de volvemos sensibles a las singu- cultura per¡ férica una trinchera de resistencia ante los males de
laridades de la escritura, las diseminaciones del sentido y otras la modernización, con lo cual quedamos en el mismo lugar en el
ventajas que hemos obtenido en relación con la liipercodificada y que ya nos había puestoHegel: fueradelaHistori'J.Latinoamérica
hinarista aridez del esrrucruralisrno "duro", tanto como sobre los y el Tercer Mundo -se nos sugiere-no deben ingresar a la moder-
economicismos o «iciologismos reductores. Sin embargo, no nos nidad, que fue la fuente de todos los males que nos aquejan, según
parece tanta ganancia la posible caída en el ya citado mcxístencm- venimos a enterarnos ahora gracias a ciertas formas del
/1.\1110 de \ 'ídal-(\ aquer, que desestima el conflicto entre el texto y la pensamiento postescructuralista, posmarxista y/o posmodemista
"realidad" -cualquiera sea el estatutO que se le dé a ese ténnino de tan buen ratillg en nuestras universidades, pensamiento que se
prnblem.itico-Uv La eliminación de la "realidad'~ como lo Otro precipita a condenar cualquier forma de racionalidad moderna o
de cuva naturaleza inaccesible el texto se hace smtoma, se nos de "gran relato" teórico. Aclaremos: no cabe duda de que el racio-
aparece como un .empobrecimiento y ~o como ~na g:~nancia..y nalismo instrumental iluminista, positivista o "progresista" tiene
ello para no mencionar -denrro de la misma vertiente textualis- un grado de complicidad imperdonable en el genocidio colonial y
en la demonizacién o la subordinación incluso "textual" del Otro (v,
30. Picrre Vidal-Xaquer Lasasesines-de 1(1 111"'"017n, ob. cil. dicho sea entre paréntesis, no sólo del Otro oriental, como lo de-

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Eduardo Grii¡lcr Literatura, arte e historia enla eraposcoionial

muestran entre otras cosas algunos campos de concentración ale- Jameson, en alguno de sus textos menos felices- hacer del llamado
manes). Pero, ¿y Marx?, ,y F reud?, ¿y Sartre>, ¿y la Escuela de Tercer Mundo una quimera homogénea y sin fisuras en su
Frankfurf ¿0.TO pertenecen ellos también, a su manera 1·CÚ.\1e11tc, a la identidad de víctima, y de la cultura europea un bloque sólido de
racionalidad europea moderna? ¿No son, por así decir, la conciencia voluntad de poder imperialista, racista y logocéntrico." Como si
implacablemente aiticade los lí mites, las inconsistencias y lasilusiones ambos esferas (celestial una, infernal la otra) no estuvieran atrave-
ideológicas de la Razón occidental, desde adentro de ella misma? sadas por la lucha de clases, la dominación económica, étnica o
Aquella forma de masijicacion textual, pues, que opone en sexista, la corrupción política, la imbecilidad mediatica, en una
bloques abstractos la modernidad a la no-modernidad (sea ésta palabra, todas las lacras del capitalismo tardío rransoacíonelizado,
"pre" o "post"), oun Primer Mundo al Tercero (donde ahora hay, que hoy en día no tiene "lado de afuera". Claro está que muchas de
se sabe, un segundo excluido) puede ser profundamente despoliti- esas lacras se lasdebernos a lahistoria de la dominación imperialista
zadom -porque tiende a eliminar el análisis de las contradicciones vneocolouial que ahora llamamos'tglobalización''. Perojllstfl1lU:1lte
v fisuras internas de las formaciones culturales, v no sólo entre poreso, es necesario que veamos también los lindes internes que
~llas-, profundamente desbistoriumtc -porque roma la ideología atraviesan nuestras propias sociedades, nuestras propias lenguas,
colonialista o imperialista como esencia textual desconectada de nuestras propias producciones culturales. Así como el Primer
su soporte material en el desarrollo del capiralismo-, profunda- Mundo debería recordar rnr propics lindes internos, de los cuales
mente ideológica -porque toma la parte por el todo, neutralizando no siempre puede estar orgulloso: sena bueno recordar, por ejem-
las tensiones y los lindes de la producción cultural-, y teóricamente plo, que la exquisita lengua francesa, con la que la cultura riopla-
paralizante -porque bloquea la posibilidad de que la teoría tense mantuvo siempre estrechas "relaciones carnales", a la que
poscol onial y los estudios cul rurales constituyan un mnéntíco"gran nuestra literatura siempre le ha envidiado su papel progresista de
relato", incorporando las complejidades de la relación conflictiva profunda unidad cultu,"?l, era hasta no hace mucho apenas el dia-
de la modernidad con sus múltiples Orros-. Se podría decir, en lecto hegemónico de la Ile de France; que en 1789, el ochenta por
este sentido, que lo que la teoría poscolonial está potenciada para ciento del pueblo que hizo la revolución llamada "Francesa" 110
revelar y denunciar es justamente que la crítica a los grandes relatos hablaba francés, sino occitano, gascón, bretón, languedoeil ovasco,
occidentales tiene razón por las razones contrarias a las que yque la celebrada unidad cultural bajo la lengua francesa se impuso
argumenta el posmodemismo. a saber, porque la gran narra tiva de muchas veces a sangre y fuego, por un feroz proceso de colo-
la modernidad es incompleta, es un relato pequeño dúfri/::.ndo de nialismo "inreroo't.u Una vez más V/alter Benjamín. no haydocu-
grande, en la medida en que se constituye a sí mismo por la exclusuin
mento de civilización que no sea también registro de barbarie.
o la "naturalización" deuna buena parte de las condiciones que lo
También los latinoamericanos, precipitándonos muchas veces
han hecho posible -ejemplarmente (pero no únicamente), el colo-
en la defensa irrestricta de nuestras lireraturasyculruras "naciona-
nialismo v el imperialismo-. Tendremos que volver sobre esto.
les", olvi damos a menud o nuestros propios Iindcs internosyprefe-
Pero, en todo caso, aunque fuera por las razones inversas, dispensar
rimos encantamos con nuestro reflejo homogéneo y cristalino en
a las culturas periféricas de su inclusión en la modernidad es otra
el espejo de ese Orrc construido por las culruras del centro para
manera de excluirlas, cuando lo que se requiere es pensar las
maneras conflictivas r desgarradas, incluso sangrientas, de su
inclusión en ella. 31.•Aijaz Ahmad: 1,1 Tbecry, ob. cit.
Desde adentro mismo de la teoría poscolonial, Aijaz Ahmad 31. \'éJSC Jeall-Loui., Calvet: "Le coloniali,me lingüistique en Frunce", Les
Temps .'Hodernes, nO 32-1-326, 1973.
(con buenas razones) le ha reprochado a Said -v al propio F rcdric

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Eduardo Gruner Literatura, arte e historia en la cm poscolonial

mantener algu1Ia esperanza de que allá lejos queda una rnacondia- puede pensarse linealmente, ya que "fenómenos que aparente-
na tierra incontaminada por el barro y la sangre de la Historia mente tienen siglos de antigüedad y están muertos resurgen y se
globalizada: con lo cual, está claro, nos condenan a unos cuantos reafirman a sí mismos". Las nocionesunilineales del tiempo com-
cientos de años de soledad, en la espera de que nuestras literaturas piten con otras, yescas "sensibilidades mezcladas", en el campo de
sigan construyendo su "alegoría nacional", como la llama Jameson la cultura, formaron parte sustancial del espíritu de lasañas sesen-
en su famoso artículo sobre "La literatura del Tercer Mundo en la ta y setenta, en el que coexistieron simultáneamente (pero no
era del capitalismo multinacional")3 Y conste que citamos críti- azarosamente, se puede deducir) críticas radicales a la"dependen-
camente a] ameson sólo para extremar nuestro argumento, puesto cia" latinoamericana como herencia desplazada del pasado colo-
que estamos hablando del que posiblemente sea el más inteligente nial, y el resurgimiento de la literatura regional con su tan promo-
v sutil teórico marxista de la literatura con que cuenta hoy en día el cionado booJll. Ti-es escritores "de la época" (¿de aquella época,
Primer Mundo, admirable por ser de los pocos que en ~l vientre debemos entender?, ¿entonces,síhayun "tiempo unilineal'P) son
mismo del "pensamiento débil" posmodemo no ha depuesto las para Srern paradigmáticos de esa "indecídibilidad" histórica. El
armas de la crítica.Pero también él, en el fondo, quiere alimentar primero es Julio Cortézar, que en su cuento emblemático "La
aquella esperanza, quiere absolutizar ese lugar del Otro, postu- noche boca arriba" hace oscilar al lector entre la "realidad't y/o la
lando que toda la literatura del Tercer Mundo no es otra cosa que la "ficción" (pero, ¿cuál es cuál?) de la modernización tecnológica de
construcción textual de la "alegoría nacional" y la búsqueda de la la ciudad de México actual, y la era de los sangrientos sacrificios
identidad perdida a manos del imperialismo y el colonialismo. Pero humanos de los aztecas. El segundo es, previsiblemente, Gabrie!
es un flaco favor el que así nos hace, pasando un rasero igualador García Márqucz y sus novelas Cien ([I10S de soledad y El otoño del
por nuestros conflictivos] indes y por esos nuestros maleneen didos patnarca. Si, por una parte, la referencialidad de esas novelas es
originarios que señalábamos más arriba, bloqueando la visión del perfectamente fechable -respecrivamente, la masacre de trabaja-
campo de batalla cultural que constituye la literatura latino- dores en Colombia y la creación de dictaduras títeres de! imperia-
americana (para no hablar en general del Tercer Mundo, esa ente- lismo en e! Caribe-, esas obras parecen promover una suerte de
lequia de los tiempos en que había otros dos). mitología "quintaesencial" que resiste o directamente ignora toda
Encontramos orro ejemplo de este tipo de análisis, más suge- localización cronológica específica: en .Macondn llueve durante
rente e ingenioso que realmente riguroso, en un ensayo (por otro años y años o la gente duerme durante semanas o meses, en el
lado historiogréficamenre muy satisfactorio) de Steve Srern.t- Una Caribe la era de la conquista colombina se fusiona con la del neoco-
hipótesis central de Stem es que e! pasado colonial ha contri- lonialismo yanqui, y así. Finalmente, LOJ pasos perdidos de Alejo
buido, en Latinoamérica, a una alteración radical de la percepción Carpentier asume unas coordenadas espacio-temporales ("cro-
imaginaria del tiempo (y, por consiguiente, de la Historia): en esa notopicas'', como diría Bajrin) en las que un viaje por el espacio,
región, y por extensión en toda sociedad poscoloninl, el tiempo no desde Caracas hasta el corazón de la selva amazónica venezolana,
se transforma a la vez en un viaje en el tiempo, desde la aparente
"civilización" moderna hasta el "primitivismo" más arcaico.
33. F redric jamescn , "Th;rd-world literarure in the era of multinational Ahora bien, independientemente del hecho de que la hipótesis
c~[lital;sm",SoonlTrxt, na 19, 1980. de Stern es totalmente tributaria deuna concepción evolucionista
H. Steve Stem, "Tbc rricksofnme. coloniallegaciesand historical sensibilities
in Latin Amerita", en Icrcmv Adelman (ed.), Coúminl úf,l1fi(.<; T/x Problem of
y hasta eurocéntrica (no se nos aclara, por ejemplo, si lo que está
Prnirtmce in Úfrill AllUriCilI1 HiJ1ory, Londres, Rourledge, 1999. haciendo Cortazar es mera "literatura fantástica" o una metáfora

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Eduardo Gruner Literatura, arte e historia en la era poscolonial

del carácter "sacrificiul", para los sectores populares, del México "nacional" de 10 que la critica suele advertir, concebía a la Argen-
actual; o si la lluvia macondiana es una alegoría de las desgracias tina más bien al revés, como una alegoría delmundo. Incluso.corno
que caen sobre Latinoamérica haciendo que la gente se "duerma" puede leerse enEIAleph, un punto infinitesimal en una casa de un
por impotencia; o si la "primitiva" selva amazónica es un simple barrio escondido de Buenos Aires puede contener el universo en-
rezago cultural o la contracara necesaria de la "civilizada" Caracas, tero; ¿y qué tal suena eso, en todo caso, como alegoría de la globa-
etcétera), la verdad es que Srcrn no necesitaba apelar-a la literatura lización all"Cvé);? (este es un ejemplo que Srem se perdió).
para descubrir aquello sobre lo que ya Marx había teorizado Podríamos hacer el razonamiento, justamente, al revés, para
abundantemente hace un siglo y medio: que el desarrollo"desigual mostrar que la función "alegoría nacional" de la literatura no es
vcombinado" del capitolismoy el colonia 1ismo genera "tiempos privativa de Latinoamérica ni del Tercer Mundo; ¿acaso no po-
históricos" igualmente desiguales -en los que la desigualdad es drían leerse Rojo J' negro de Stendhal o Laguerray la Pl/':, de Tolsroi
un efecto de la combinación-, pero bajola dominación del modo de como alegorías nacionales de esas sociedades que tienen que re-
producción hegemónico. Ahora bien, en primer lugar, eso no es constituir su entera identidad después de las catástrofes de la Re-
una característica de ciertas literaturas, sino de la realidad del volución Francesa o la invasión napoleónica? ¿;\'o podría leerse
capitalismo mundializado como tal, y por lo tanto no solamente como alegoría nacional, otra vez, el Ulises de joyce, que tras-
de Latinoamérica. Yaun cuando pretendamos encontrar alegorías pone la epopeya homérica, es decir, la propia acta de fundación de
literarias de esa "realidad" (Io cual es desde luego perfectamente la literatura occidental, a las calles irreductiblemente locales del
legítimo) un historiador no puede pasar por alto, precisamente, Dublín de principios de siglo? Claro está que aquí se me objetará
que las historias parüadares de México, Venezuela o el Caribe con mis propios argumentos; justamente porque -al revés de lo
como sociedades poscoloniales, así como los estilos particulares de que sucede con Francia, con Irlanda o con Rusia-Latinoamérica
Corcízar, Carpcntier y Garete Marquez como escritores merecen no ha partida de una auténtica identidad nacional, es que necesita
un análisis más puntualizado. Para no mencionar que mitolo- "alegorizada" mediante la literatura de manera semejante a como
gizaciones y con-fusiones cronotóp icas muy semejantes -al menos, Hegel ':i los románticos alemanes lo hicieron en su momento
ran epidérmicamenre consideradas- se pueden encontrar en mu- mediante la filosofía. Lo admito: yo mismo he empezado por
chas otras literaturas no latinoamericanas, incluidas las europeas plantear esa hipótesis; pero lo que estoy intentando mostrar ahora
(¿qué otra cosa hay, por citar un caso canónico, en el Ulíses de es que esas diferencias son hútóricas-tienen que ver con el desa-
Joyce?). rrollo particular, "desigual y combinado", de los distintosregvee-
Es hora de que seamos claros; no hay tal cosa como la literatura tos mund iajes defi nidos y del imitados por las c-ansformaciones del
del Tercer Mundo, no hay tal cosa como la literatura latinoame- modo de producción capíralísra-, yno suponen una diferencia de
ricana; no hay ni siquiera tal cosa como la literatura argentina, cu- "naruraleza",ontológica. y, después de todo, si elcriteriode "pos-
bana o mexicana. Por supuesto que -Pere circunscribirnos a las li- colonialidad" va a ser generalizado con tanta amplitud, Rusia,
teraturas arjrentinas-. no niego la fuerte presencia de una suerte de Irlanda}' hasta la propia Francia (según vimos para el caso de la
"alegoría nacional" en Jascbras de Marechal, de Mnrrfnez Estrada, imposición de la lengua francesa posrevolucionaria) también fue-
o más atrás, de Sarmiento o Echeverría. Pero habría que hacer un ron, a su manera y en su momento, poscoloniales.
esfuerzo ímprobo para encontrarla raí mal (quiero decir; sin un Insistimos; no es bajo la homogeneidad de la alegoría nacio-
enorme esfuerzo hermenéutico, desconstrccovo o lo que fuere) nal, aun cuando ella exista, que se encontrará la diferencia e~pccifi(({
en Macedonio Femandez, en Bioy Casares, en Silvina Ocampo, o de las literaturas latinoamericanas, o por lo menos no la mis inte-
aun en el propio Borges, que siendo un escritor mucho más resante. ,\Hs bien al revés, estamos convencidos de que nuestras

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Eduordo Grüner Literatura, arte e historioen la ero poscoíonial

literaturas --con su enorme fr-agmentación v diversidad estética V que las teorías "post" condenan en bloque el pensamiento
cultural, porno decirlingüístic;(pues hayun'a "lengua "rioplatense falsamente "totalizador" de lamodernidad, ignorando que, desde
como hay una "lengua" caribeña}. constituyen en todo caso un el interior mismo de la modernidad, pensadores como Marx o
modo de usar las lenguas llamadas "nacionales" en descomposición Freud señalaron las heridas internas de las supuestas totalidades
como alegoría de un mundo que se nos ha vuelto ajeno, yen buena dd Yo, la Sociedad o la Historia.
medida incomprensible, pero no porque estemos fuera de él, en Puesto que hemos reconocido en la teoría poscolonial la vo-
algún limbo de alteridad inmodificable. Estamosdcnh"O del mundo luntad de reintraducir una imagen problemáti ca de la historicidad
capiralísm globalizado, del mismo modo como está un turco en "moderna", no se comprende muy bien por qué esa resistencia a
Berlín, un argelino en París o un chicana en Nueva York: en una incorporar (también "problemáticamente", claro está) los
situación de conflicto con nuestros propios lindes, que por otra hallazgos teórico-críticos de esas tradiciones.
parte no son sólo nacionales, sino también lingüísticos, culturales Por otra parte, y paradójicamente, la reintroducción de la di-
y de clase. mensión histórico-política por parte de la teoría poscoloníaí
Además, las literaturas de alegoría nacional, de todos modos adolece con frecuencia de un exceso metafísico y a la larga deshís-
no son leídas ni producidas de la misma manera por aquellos para torizante (lo que posiblemente también se explique por el recurso
quienes la "Nación" es un mero coro de caza y depredación, que masivo a los textualismos "post") que cae en ciertas ontologías
por aq ue I1 os pa ra quienes es un dolor interminable e insoportable, sustancialistas muy similares a las de la vieja denominación de
una "pesadilla de la que no se puede despertar", como decía el "Tercer Mundo" Cama entelequia indiferenciada en la que todos
propio jovce acerca de la Historia. 1:11 vez sea esta inconsciente los gatos son pardos: es problemático, por ejemplo, aplicar el
resistencia a alegorizar el horror, a estetizmío para volverlo rranqui- mismo tipo de análisis a la producción cultural de sociedades
lizadoramenre comprensible, lo que haya impedido a la literatura nacionales --o a la de las metrópolis en relación con dichas socie-
argentina, por ejemplo, tener la gran novela delllamado Proceso. dades "extemas"-que lograron su independencia política formal
y no hay "estudio Cultural" ni "poscolonial" que pueda ha- ya muy entrado el siglo XX (digamos, la India, el Magreb o la
cerse c;lrgo de eso, que pucda integrar al texto de la teoría ese plus mayor parte, si no todas, de las nuevas naciones africanas) y por
de borra- indecible que sostiene nuestra Historia. Dicho sea esto otra parte a las naciones que conquistaron dicha independencia
no como un llamado para desesperar de la teoría, sino todo lo con- durante el siglo )"'IX (todas las del continente americano, para
trario: p,lra volverla eficaz señalándole sus lindes; para ponerle un empezar), en alguna medida como subproducto de las "revolu-
límite que nos permita ver lo que hay más allá de ella, lo que sólo ciones burguesas" metropolitanas --en particular la francesa,
una praxis de construcción permanente, en la lucha interminable aunque también la revolución anticolonial norteamericana v las
por el sentido, nos permitirá interrogar. Como dina el mismo crisis metropolitanas- y mucho antes de que se constituyera como
Sartre: ahora no se trata tanto de lo que la Historia nos ha hecho, tal el sistema estrictamente imperialista y neocolonial. Aunque no
sino de qué somos nosotros capaces de hacer con eso que nos ha sea éste el lugar para estudiara fondo el problema, tiene que haber
hecho. diferencias enormes entre la autoimagen simbólica y/o la iden-
Pero hay una segunda cuestión, más general v'filosófica". si se tidad imaginaria de un país -digamos, Argelia- constituido como
quiere decir así, a la que ya nos hemos referido de paso y que ha tal en el marco de un sistema de dependencias internacionales
producido equívocos a nuestro juicio lamentables en la corriente plenamente desarrolladas, de "guerra fría" entre bloques económí-
principal de las disciplinas preocupadas por la cultura (incluyendo Cos y políticos conflictivos, de un Occidente en camino a un capi-
a la teoría literaria). En efecto, ya hemos examinado las formas en talismo tardío en proceso de renovación tecnológica profunda,

no 271
Eduardo Grane- Literatura, arte e historia en la era poscotonial

con carrera armamenrisrica y peligro de guerra atómica, con plena Eso es lo que a veces ha sucedido -para volver a un caso ya
hegemonía de la industria cultural y la ideología del consumo, citado- aun con pensadores tan complejos comoJameson, cuando
etcétera, y por otra parte un país -digamos, la Argentina- consti- han intentado interpretar toda la literatura del Tercer Mundo
mido un siglo y medio antes, cuando nada de eS[Q existía ni era bajo el régimen hermenéutico global de la ya citada "alegoría
imaginable. Es obvio que la producción cultural y simbólica de nacional", con lo cual sale el tiro por la culata y se obtiene, para
dos sociedades tan radicalmente diferentes en su historia es por lo continuar con la figura, lo peor de dos mundos: por un lado, se
menos difícilmente mensurable. Pero además, está esa otra dice una obviedad de un grado de generalización poco útil (cual-
diferencia fundamental de la que hablábamos antes: mientras que quin' producto de la cultura de cualquier sociedad transmite en
lasrevoluciones an ricoloniales del siglo :A'lX (las latinoamericanas alguna medida imágenes "nacionales"), por Otro lado, se pasa un
en general, repetimos que con la única excepción de Haití) fueron rasero unificador que tiende a suprimir toda la riqueza de las espe-
impulsadas por las elites económicas locales que buscaban un cificidades estilísticas, scmán ricas, retóricas, etcétera, que -tratan-
mayor marzen de maniobras para sus necocios y por lo tanto una dose de obras de ane- conforman propiamente hablando la pol[ti~
• • •
mayor autonomía respecto de los dictados de la metrópoli, y sólo ca de la producción estética, que también está atravesada por la
bajo su férrea dirección permitieron cierto protagonismo popu- dimensión histórica. En este sentido, ¿cómo podría compararse a,
lar, las revoluciones anticoloniales o poscoloniaJes del siglo XX digamos, los ya nombrados Nahgib Mafouz o Hani Kureishi con
(deArgelía a Vietnam, de México a la India, de China a Granada, Sarmiento o Borges?Y ello para no mencionar que, aun comparan-
de Cuba a Angola, de los rnau-mau a Nicaragua, etcétera) fueron do entre contemporáneos, aquella diferencia entre las respectivas
fUIlMlllCmal y directamente asumidas por las masas plebeyas, por la historias suele ser decisiva paru la estrategia de interpretación y
conjunción de fracciones de la clase obrera y el campesinado, por lectura: no es difícil encontrar "alegorías nacionales" -nun des-
el "pueblo", más allá o más acá de que esos mO\;mientos hayan contando el monto de reduccionismo de la especificidad estética
sido luego absorbidos (o abiertamente traicionados) por las elites que supone leer bajo ese régimen de homogeneización- en autores
emergentes. Esto no sólo le dio a esos movimientos un carácter provenientes de sociedades de descolonización reciente que
completamente diferente respecto de los del siglo anterior desde todavía están luchando por la propia construcción de su "iden-
el punto de vista de su praxis política, sino que en el plano teórico tidad"; la tarea es menos simple en aquellos que provienen de
la diferencia misma obliga a reintroducir la perturbadora (pero sociedades de descolonización antigua, en todo caso sometidas a
persistente) cuestión de clase. Más adelante veremos que por su- otros procesos de dependencia, neocolonialismo o "globalización
puesto ésta no esla única cuestión: en análisis como losya canónicos subordinada". Pero aun cuando es posible encontrar esas alegorías
ensayos "proco-poscoloniales" de Frantz Fanon sobre la revolú- de manera más o menos transparente (\0 cual es más fácil en las

.
ción argelina, las cuestiones étnica, de género, de psicología social
.V culturales en seneral tienen una importancia de primer orden;
pero la tienen, precisamente, en sUlwfÍeulnciólI-siempre específica,
literaturas de lasnaeiones no rioplatenses, con una identidad étnica
y cultural más compleja y contradictoria) resulta patente que ellas
se construyen de un modo radicalmente distinto del de las socie-
no reductible- con la cuestión de clase. De todos modos, lo que dades que, como decíamos, todavía pugnan por encontrar su"iden-
nos importaba destacar es el hecho mismo de la diferencia entre tidad", sólo muy recientemente enfrentadas al problema de la
seculares "estilos" revolucionarios, que impiden su homologación "autonomía" nacional.
bajo fórmulas teóricas generales. Pretender ponerlos en la misma Yel problema se complica aún más cuando -como ocurre a
bolsa i.mplica un.a homogeneización reduccíonisra y empobrece- menudo en los estudi os cu1rurales y los teóricos de la poscol on ial i~
dora, aunque se haga en nombre de Lacan o Derrida. dad- se amplía el concepto de "poscolonial" para incluir a las

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Eduardo Grüner Literatura, arte e historia en la eraposcolonial

minorías étnicas, culturales, sexuales, etcétera, internas a las pro- l6giCtl de la teoría adomíana.se En la Teoria estetica. por ejemplo, la
pias sociedades merropolira nas, ya sea por vía de la diáspora mi~a­ obra de arte autónoma no "trasciende" la historia, sino que se
toria de las ex coloni aso por la opresión mul tisecular de las propIas consdruye como una forma histórica específica, que depende de la
minorías raciales (indígenas y negros en casi toda América, por "separación de las esferas" socioeconémica y estética característi-
ejemplo). La extraordinaria complejidad que puede alcanzar la ca de la cultura burguesa, y que se remonta por lo menos al siglo
"alegoría nacional" de un autor negro o chicana de Nueva York, AI/III, a mediados del cual, casualmente, con Baumgarten y luego
de un autor pakistaní o jamaiquino en Londres, de un autor con Kant, la estética se autonomiza como disciplina. Si se ignora la
marroquí o etíope en París, de un autor turco en Berlín, a lo cual autonomía de la obra de arte, entonces se supone que la relación
podría agregarse la condición de mujer, judía y homosexual, esa entre la obra y su contexto es inmediata y transparente. Se asume
extrsord inaria compl ejidad de cruces en rre distintas y a veces con- que el "mensaje" de la obra está completamente contenido en su
tradictorias situaciones "poscoloniales" no deja, para el crítico -si significado, independientemente de la "forma". Semejante análi-
es que quiere ser nerdadcramentc crítico y no simpli~caren exceso sis, por lo tanto, ignora o al menos simplifica la relación sintonuiti-
su lectura- otro remedio que retomar al análisis CUidadosode las ca de la obra con su contexto histórico, en este caso su contexto
estrategias especificas de la producción literaria en ese autor, de las post Ilustración (que incluye, claro está, el contexto poscolonial,
singularidades irreductibles de! estilo: vale decir, para po~ernos aunque Adorno nolo mencione). En cambio, cuando Adorno des-
nuevamente adornianos, de las particulm'idadesque determinan su cribe la obra de arte, leibnizianamente en apariencia, como
autonomía específica respecto de la totalidad poscolonial. "mónada sin ventanas", su intención no es separarla del contexto
Recientemente, un autor norteamericano no muy conocido histórico, sinoarticularla comofo17/wsoeialespecífica. SegúnSaid,
que ya hemos citado en otro contexto, PatrickMcGee,.i?spirán- en la medida en quc esta forma social es propia y única de Occi-
dose asimismo en Adorno pero también en Lacan, ha utilizado un dente, "es un error argumentar que las literaturas no europeas,
arrumento semejante a éste para discutir algunas de las posiciones esas con más obvias filiaciones con el poder y la política, pueden
del "padre" de la teoría poscolonial, Edward Said. En efecto, en ser estudiadas respetablemente, como si su realidad fuera tan pura,
un libro notable en muchos sentidos.U Said escribe: "todas las autónoma y estéticamente independiente como la de las literatu-
formas culturales son híbridas, mixtas, impuras, y ha llegado e! ras occidentales".
momento, para e! análisis cultural, de reconectar su crítica con su
A esto puede replicarse, por supuesto, de varias maneras. Em-
realidad", luezo de lo cual critica a la Escuela de Frankfurt (como pecemos por reproducir algunos de los argumentos de IVIcGee
lo hemos hecl~o, al pasar, nosotros) por su silencio ante la cuestión con los que concordamos plenamente, para luego exponcr algu-
de! imperialismo y e! colonialismo, si bien admite que ese silencio nos propios. Como dice .i\kGee, esta manera de pensar entraña el
ha caracterizado a la mayor parte de la crítica cultural de los países peligro -paradójico r contradictorio con los propósitos mismos
metropolitanos, con excepción de la teoría feminista y de los estu- de Said- de menospreciar el placer propiamente estético que se
dios culturales influidos por Racmond \Villiams yStuart Hall. Sin puede obtener de la lectura de los textos poscoloniales, "tercer-
embargo, como señala McGee, e! propio énfasis de Said en e! mundistas" o como se los quiera llamar, puesto que sugiere para
carácter fetichizador de las categorías de análisis estético domi- dichos textos una "simplicidad" artística que desestima su real
nantes en las metrópolis apunta hacia la pertinencia histórica de la

36. Patrick XIcGee: Ci1l<:11Io, Tbcorv: olldPoliriml R<:<ponsibiliry ín Contemporery


35. Edwm:l \v. Said- Cultura e "l/perTaljS'mo, Barcelona, Anagrama, 1997. CJlfl/ire, Cambridge, U.P., 1997. -

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Eduardo Grüner Literatura, arte e historia en ÚJ era poscotonial

complejidad y sofisticación. Pero, justamente, si "toda obra de cordar esa noción de Krisreve), frecuentemente rompen sus
arte es híbrida, mixta e impura", y Said hace de eso una condición propios condicionamientos, y lo hacen en el terreno de la especi-
de su complejidad estética, cuánto más híbridos, mixtos e impuros ficidad y la singularidad de su [arma estética. Como lo subraya
-por las razones ya apuntadas- serán los textos poscoloniales en provocacivamente el propio Adorno, "la junta militar griega sabía
general, sometidos en mayor medida aún al entrecruzamiento de muy bien lo que hada cuando prohibió las obras de Becken, en las
lensuas culturas v constelaciones simbólicas heteróclitas, y en que no se dice ni una palabra sobre política". Por lo tanto, no es
" .
particular los textos latinoamericanos, que construyen sus propias principalmente en la naturaleza, una vez más, de las obras metro-
"alegorías" sobre las ruinas del equívoco primigenio de sus "cul- politanas r poscoloniales donde debería busc-arse la diferencia
mrus nacionales". .Por qué, entonces, negarles a ellos tal comple- (que por supuesto existe, tanto en el registro de la "forma" como
jidad para reducirlos a una mera cuestión de "contenido", de "fi- dd "contenido"), sino en la mirada del crítico, que deberla apli-
liación con el podery la política" inmediata y transparente? Ka es carse a encontrar las maneras específicas en que actúan las con-
que esta filiación no exista, y probablemente sea cierta que ella es tradicciones internas a unosy otros textos, la manera específica en
más evidente, por necesidades históricas, que en las "altas" lite- que ese trabajo textual particular sintomatiza la relación con la
raruras metropolitanas. Pero se trata de una cuestión de grado y totalidad histórica, tan compleja y sofisticada en unos y OtrOS,
no de naturaleza, que no atenúa la importancia de la foJ111a estética aunque por razones distintas. Y para ser absolutamente justos con
en que dicha "filiación" se articula par,l darle a cada obra su dife- el propio Saíd-va que permitirnos algunas críticas no nos priva de
rencia específica de estilo. manifestar nuestra admiración por uno de los pocos "intelectuales
Pero entonces -agregarramos nosotros- si el carácter de au- críticos" que aún quedan- esto es precisamente lo que él hace, por
tonomía estética de la obra es tan válido para los textos poscolo- ejemplo -v tampoco es un ejemplo cualquiera-, en sus exrraordi-
nicles como para los europeos, recíprocamente 1!O escierto que la narios análisis sobre la narrativa dejoseph Cont-ad, a la que descu-
literatura europea sea inttinsccanumte tan "autónoma", "estética- bre en su irresoluble conflicto entre la aceptación escéptica del
mente independiente" y por lo tanto "respetable" como parecen principío abstracto y la crítica iracunda de la concreta sítuacién
creerlo algunos teóricos poscoloniales. en primer lugar, aunque colonial.J?
parezcJ una perogrullada (pero es una perogrullada que ellos no Como yc hemos visto, un teórico como Aijaz Ahmad ha llega-
parecen tener en cuenta), la literatura y la cultura europeas en do a sugerir que estas ¡t¡[tas, combinadas con los excesos del post-
general no sOl/ojmils-todo lo contrario- a la cultura no europea, si estructuralismo, implican el peligro ya no de licuar el potencial
se recuerda lo dicho más arriba sobre la importancia del colonia- radicalismo político de la teoría poscolonial, sino de precipitarla
lismo para la propia constitución de la "idcnridad'' europea moder- directamente en el conservadurismo, en 1:1 medida en que el re-
na. En segundo lugar, la literatura y la cultura europeas están tan curso teórico a la diseminación del sentido, la disolución de las
atravesadas como las no europeas por "el barro y la sangre" de la identidades ideológico-políticas y el textualismo pueden ser tema
Historia, sólo que sus "estrategias de contención ideológica" de apasionantes debates académicos, pero tienden a separar la
(como las llamaría el propío Iameson) son más sutiles y sofistica- teoría de cualquier forma de compromiso político con las prácti-
das, por la sencilla razón de que han tenido más tiempo y ma?or cas de resistencia: "Las formas materiales de activísmo son así
necesidad de desarrollarse. Pero, tal como sucede en cualquier
literatura o texto estético, su autonomía relativa respecto de esas
"estrategias de contención", las estructuras en buena medida in- 37. Véase, por ejemplo, Edward Said: Bcginlli"p, :';un-a \ork, Columhia
Cni"~rsity Press.198j.
conscientes y "descantes" de su "productividad textual" (para re-

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Eduardo Grüne- Literatura, arte e historiaen la era pescoloniol

sustituidas por un compromiso textual que visualiza a la lectura 1) La reínsercion de la mirada crítica de la teoría poscolonial en la
como la única forma apropiada de hacer política't.se Como ya teoría del sistema-mundo, para el caso que nos ocupa, per-
hemos aclarado, esta crítica le cabe menos a Said que a los otros mitiría discriminarhi.l1rlricamente la relación entre la especifi-
poscoloniales "canónicos", pero, en su conjunto, la crítica misma cidad o la autonoruía relativa de lasestrategias textuales (inclui-
es muy pertinente. Sin embargo, no es que Ahmad adopte una das las de resistencia consciente o inconsciente) y los procesos
actitud de militancia populista contra la teoría. Como tampoco lo de constitución de la mundialidad capitalista.
hace Barr Moore-Gilberr al proponer, sugestivamente, que 2) Un soporte filosófico de tipo sartreano o frankfurtiano para ese
análisis critico-histórico pennitiría pensar la compleja dialéc-
la teoría poscolonialha sido decisiva para hacer visibles las inrer- tica. parte/todo, tal como se e:.:presa,para el caso quenas ocupa,
conexionesentre la produccióncultural r las cuestionesde raza,im- en las tensiones entre la (falsa) totalidad "cultura occidental" y
perialismo y etnicidad [...] pero ciertamente se puede argumentar
la (igualmente falsa) parcialidad "cultura (o literatura, arte,
que aún quedamucho por hacer en elcampoposcolonial.Como lo he
sugerido antes, el área de las cnestíoncs declase todavía ha sido insufi- etcétera) poscoloníal".
cientemente considerada, incluso en el análisis del discurso colo- 3) Ello permitiría demostrar (no tenemos la pretensión de haber
nialista, y lo mismo puede decirse respecto de la cultura poplllllr. .J~ completado esa tarea aquí) la pertinencia de nuestra hipótesis
[La bastardilla es nuestra.] inicial apropósito de "la" literatura latinoamericana (otra falsa
totalidad, enunciada aS1) como equívoco original tributario de
Tanto Ahmad como Moore-Gilbcrt, sin embargo, descuidan una supuesta completad idenritaria, que ahora podría ser
un poco unilateralmente, en nuestra opinión, un factor del mal ya entendida como renegación de un movimiento "constituyen-
señalamos sus ambigüedades pero del que ahora quisiéramos res- te" en permanente construcción, en pennanenrc proceso de
catar su pertinencia. La teoría poscoloninl-aveces incluso a pesar (rc)towliz.fIúrJlI de una "causa" identiraria perdida en el origen.
de sí misma- ha hecho el gesto para nosotros muy importante de
rcinrroducir una dimensión no sólo histórica sino cJtético-filosófim Esta cuestión es -¿cómo podría no serlo?- política. Pero no en
en las ciencias sociales, contribuyendo, por así decir, a desposto- el sentido estrecho de /rlspolíticas al uso, sino en el sentido hondo,
"izarlas. El problema es que lo ha hecho por la vía exclusiva y trágico, de lo político. O mejor -pero es sólo otra manera de
excluyente de la filosofía y la teoría estética "post", yaun dentro de decirlo-de lo que nos gustaría llamar, en la tercera y última parte
ella privilegiando a ciertos autores (Foucault, Derrida y Laclau en de este libro: la "cosa política", y sus (sospechoso término)fim-
primera fila) en detrimento de OtrOS que incluso hubieran sido damentcs.
mis pertinentes para su propia estrategia (Deleuzc o Badiou, por
ejemplo). i\tís adelante nos ocuparemos de esta cuestión. Diga-
mos, por ahora, que:

3H. Aija7 .\hm.J: "Culture, nationJIi,m, and me role of inrelleccuals", en


Ellen .\leiksin \\'ood,; ~-john B. Fosrer (ed,.): bld'frmrQj! ¡iJ101)',Momhly Re,;ew
Pre".l')9/,.
39. Rart.\ loore-Gilbcrr: Po>!<'OlQ>linl Tbrol)': Contcxt; Pm'1ias, Polirics, r.on~
dre." \'erso, 1997.

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Tercera parte
Por un retorno a lofunda-mental

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