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¿Qué se necesita para salvar a los ajolotes?

Para empezar, que les devolvamos Xochimilco. Convertir las chinampas, unas parcelas agrícolas
con técnicas ancestrales, en negocios atractivos para los turistas ha sido uno de los golpes más
fuertes para esta especie.

El ajolote mexicano —un anfibio de color oscuro con el extraordinario hábito de la neotenia, o
de conservar el cuerpo joven durante toda su vida— alguna vez creció en las mejores
condiciones en estos canales. Aunque los ajolotes se han reproducido ampliamente como
animales de laboratorio y en el comercio de acuarios, donde suelen ser rosas o amarillos
gracias a mutaciones genéticas, actualmente es cuestionable que quede una población
silvestre significativa.

La única forma de salvar y estudiar al ajolote salvaje, según determinaron Zambrano y sus
colegas, era promover un renacimiento de las prácticas agrícolas ancestrales y, después,
convertir segmentos de los canales de los agricultores en santuarios para los ajolotes, con la
esperanza de que algún día pudieran cruzarse. Durante más de una década.

Este animalito es originario del Lago de Xochimilco, un sitio que más que ser un hogar, se ha
vuelto en una amenaza para el ajolote. De primera instancia, el sistema de lagos es eutrófico.
Esto quiere decir que la vida vegetal en pleno desarrollo mata a las especies endémicas, pues
les quitan el oxígeno.

Sin duda se trata de una genial solución, que necesita de mucha ayuda. Hay que sembrar
especies vegetales en la zona, acondicionar el entorno natural y cuidar de los ajolotes. Lo cierto
es que Xochimilco es mucho más que mariachi y trajineras, se trata del hogar de una de las
especies más maravillosas de nuestro país.

Es nuestro deber como capitalinos ayudar a preservar la zona, informar a quienes no saben
sobre el peligro que enfrentan los ajolotes y si se puede, ser voluntarios con las organizaciones
que hacen todo para evitar su extinción.

Educa a los demás sobre la importancia de la conservación de los ajolotes. Publica artículos y
noticias en las redes sociales sobre la importancia de proteger los ajolotes y su hábitat.
Proporciona enlaces a organizaciones benéficas y sitios web de buena reputación de forma que
tus amigos, parientes y conocidos puedan leer sobre ellos de fuentes confiables.

No promuevas el negocio de las mascotas que reduce la diversidad genética del ajolote.
Podrías sentirte tentado de querer tener a uno de estos anfibios tiernos en casa, pero no debes
tenerlos como mascotas.

Dona dinero a un grupo de conservación de ajolotes. Busca “grupo de conservación de


ajolotes” u “organización benéfica para salvar a los ajolotes” y lee un poco sobre lo que hagan
para ayudar a proteger a los ajolotes. Dona cuanto desees para ayudar a financiar
investigaciones y expediciones para conservar su sustento.

Evita usar productos de plástico desechables y recicla cuando puedas. No uses bolsas de
plástico en el supermercado y lleva tus propias bolsas reutilizables. Haz el intento de no
comprar alimentos que se vendan en recipientes de plástico que podrían terminar
contaminando el aire, la tierra y el agua más adelante al quemarlos o transportarlos a un
vertedero. Si no puedes evitar los recipientes de plástico, asegúrate de que sean reciclables.
Investiga antes de visitar zoológicos o acuarios para asegurarte de que no exploten a los
animales (incluyendo a los ajolotes). Una buena opción son los zoológicos y acuarios que
dirigen las organizaciones sin ánimo de lucro.

No debes tratar de liberar a un ajolote que se haya criado en cautiverio, ya que es posible que
no sobreviva y podría introducir un hongo al ecosistema y dañar a otras especies. Muchos
científicos optan por evitar la reintroducción a su estado salvaje a raíz de este riesgo.

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