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UNIDAD 2
Las condiciones de inseguridad que prevalecen en gran parte del país y de otros países
vecinos, conforman un factor desencadenante para tratar de entender la problemática que
aqueja a nuestra sociedad, es por ello compañero estudiante que durante esta unidad
trataremos de entender que para que una sociedad pueda responder racionalmente a
fenómenos delictivos que preocupan en la actualidad, como son, entre otros, la violencia
doméstica, la delincuencia juvenil o los delitos de cuello blanco, es necesario que se
conozcan las teorías globales que explican los fenómenos delictivos; razón por la cual te
invitamos a que analices los temas que se te presentan a continuación y su relevancia social,
de igual manera plantees las problemáticas de tu localidad y realices un análisis de estas.
MAPA DE UNIDAD 2
EXPLICACIÓN Y PREVENCIÓN DE LA CRIMINALIDAD
VINCULACIÓN DIDÁCTICA
CONTENIDO – COMPETENCIAS
El estudiante:
INTRODUCCIÓN
La criminalidad en México ha sido un flagelo que se incrementó a partir del año 2000, con
la llegada al poder de personas ineptas e irresponsables, quienes sin más iniciaron una estéril
y cruenta lucha, particularmente en el ámbito de las drogas, renglón que en todo el mundo
tiene su propia estabilidad, no obstante, en mi patria se convirtió en el único tema de los
gobiernos panistas; como consecuencia de ello, se acrecentó el crimen en forma
descomunal; empero no sólo se propició el aumento del tráfico de enervantes, sino también
su consumo, amén de delitos graves como la privación ilegal de la libertad, la extorsión, la
trata de personas y el lavado de dinero.
La delincuencia es una cuestión lacerante y el pan de cada día en México. Resulta importante
destacar que el bajo número de detenciones y encarcelamientos de malhechores, hacen
mayor el problema, ello aunado a una economía raquítica y la corrupción imperante en las
instituciones de seguridad pública y de justicia.
UNIDAD 2
Resulta ser un mero instrumento de catalogación y sistematización del crimen, que nos
proporciona el estudio de los datos cuantitativos concernientes a él crimen en particular y
a la población criminal, de la misma suerte de su ubicación social y geográfica.
Considerada también como la disciplina que se ocupa de la observación y del cálculo de los
fenómenos delictivos; es decir, de la investigación sistemática y metódica de la expresión
numérica de la delincuencia, que permite elaborar indicadores para la óptima
instrumentación de políticas criminales. El informe Estadístico contempla la situación
delictiva de la un área geográfica determinada, además de detallar los delitos cometidos por
lugar de los hechos y modalidad. En cada tema se incluyen gráficas para su mejor
comprensión.
México vive un proceso de desbordamiento del crimen organizado que todos los días
amenaza la paz y la tranquilidad de la población y pone a prueba tanto la fortaleza de sus
estructuras de seguridad como la de sus instituciones jurídicas y políticas.
Estudios técnicos, señalan que la economía mexicana necesita crecer al menos 5 por ciento
cada año para absorber a la población joven que se incorpora al mercado laboral, así como
7 por ciento para arrancar fuerza de trabajo del subempleo y el empleo precario y llevarla
hacia el empleo formal. Sin embargo, como promedio anual en los últimos diez años, la
economía mexicana ha crecido apenas un 2 por ciento, con todas las consecuencias
negativas de esa falta de dinamismo, unas 468 mil personas trabajan en México en actividades
relacionadas con el comercio ilícito de drogas, tres veces más que el personal de PEMEX,
la compañía petrolera con mayor número de empleados del mundo. Estimaciones de
Organizaciones No Gubernamentales (ONG´S) indican que alrededor de 30 mil jóvenes
menores de 18 años cooperan de distintas formas con grupos criminales.
El panorama actual se traduce en una fuerte presión sobre el sistema de seguridad pública
–reconocido por la misma Secretaría de Seguridad Pública federal, puesto que mientras las
filas de la delincuencia organizada son continuamente alimentadas por la alta cantidad de
jóvenes sin oportunidades de empleo o educación, en México hay un total aproximado de
entre 360 mil y 409 mil 536 policías tanto judiciales como preventivos, con ingresos
promedio mensuales de 6 mil 229 pesos mexicanos (Olivares, A. 2010).
México registra niveles de impunidad del orden de 97 por ciento, ya que solo 3 por ciento
de los delitos que se denuncian llegan a sentencia. De la mano de la corrupción se forjó
toda una cultura de la impunidad. Instituciones académicas como el Centro de Investigación
y Docencia Económicas (CIDE) han documentado la ineficiencia del sistema de procuración
de justicia y las debilidades del sistema de impartición de justicia, demostrando que en
México se consignan menos casos de delitos contra la salud que en Chile, que tiene solo 15
millones de habitantes; el porcentaje de sentencias por ese delito es diez veces menor en
México (Magaloni, A.; 2009).
Sobre las causas que alimentan las guerras entre grandes cárteles, podría citarse la siguiente
exposición de Eduardo Guerrero Gutiérrez (2009):
Primero, la baja gradual de los precios de las drogas en Estados Unidos, lo que ha hecho
más cruenta la lucha por controlar más cruces fronterizos, puntos de embarque y
corredores.
Segundo, la competencia por conseguir los “contratos” de los cárteles colombianos para
la transportación y distribución de su cocaína y de la heroína sudamericana en Estados
Unidos.
Cuarto, un aumento de la inversión en violencia por parte de los cárteles como respuesta
a la agresiva estrategia del gobierno.
El concepto anterior ofrece una amplia visión de lo que sus tratadistas difunden, pero se
enfrenta al problema que todas las ciencias en sus comienzos, así en principio que surge un
nuevo cuerpo de conocimientos, hay ocasiones en que el mismo es de tanta resonancia en
el medio científico que pasa a colocarse de moda. Hace tiempo la ciencia de moda era la
Biología con el Darwnismo, después el Psicoanálisis con el freudismo, la Sociología con los
estudios previos de la física social y de forma más sistemática con Comte, y no se puede
dejar pasar a la Criminología que derivó de la Antropología Criminal Lombrosiana y
darwiniana, dichas hoy ciencias (o se les ha acercado a tal nivel) perduran en el pensamiento
filosófico (Hikal, W.; 2009). Todos los conocimientos tienen sus épocas de reinado, ahora,
le corresponde a la victimología hacer lo propio para lograr su reconocimiento.
Para la Organización de las Naciones Unidas, víctima se define como la persona de manera
individual o colectiva que ha sufrido un daño, incluido física o mentalmente, que ha sufrido
alguna pérdida económica o alguna violación a sus derechos fundamentales.
Naciones Unidas considera que una persona puede ser víctima fuese o no el crimen
reportado a la policía, incluso si el crimen no ha sido reportado, si el criminal no haya sido
identificado, perseguido, aprendido e incluso si tuviera relación con los familiares de la
víctima.
Cabe señalar también que las víctimas tienen su clasificación, siendo el parámetro más
conocido el siguiente de acuerdo con Benjamín Mendelshon: inocentes (que no tienen
relación con el hecho), culpables (intervinieron en el acto o dieron lugar), provocadoras
(incita con sus conducta al hecho criminal), imprudenciales, voluntarias (pone a la vista su
deseo de ser victimizado), ignorantes (es la que facilita su victimización), agresoras,
Que la víctima de un delito sea desatendida ya no es un hecho que cause novedad en México,
así como en otras partes del Mundo, en el caso particular, el artículo 20 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos señala que a la víctima se le debe proporcionar
atención psicológica, médica y jurídica, además de la reparación del daño y la facilidad de
cooperar con el Ministerio Público en la aportación de pruebas (Constitución Política de
México, 2008).
Pero lamentablemente en la práctica, la víctima no recibe ninguna atención integral, esto es,
que instituciones de Atención a Víctimas del delito desconcentradas de las propias
procuradurías, o de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, solo ponen en el camino
a la víctima, esto es en la denuncia ante el Ministerio Público, a donde son abandonadas a
su suerte, pues nadie da seguimiento a la indagatoria, dejando a la víctima en una situación
más difícil que la que ya tenía.
La Antropología Legal se ocupa de estudiar todos aquellos aspectos de las distintas culturas
relacionados con el control social a través de las leyes y el Derecho. Uno de los principales
problemas con que se enfrenta es determinar qué son leyes y qué Derecho, puesto que las
definiciones que maneja nuestra sociedad no pueden traspasarse directamente a otras
sociedades. En general, se trabaja con la idea de que la ley agrupa las reglas de conducta que
rigen en una sociedad, así como los mecanismos existentes para asegurar su cumplimiento.
El siguiente problema que se plantean los antropólogos es qué reglas de una sociedad
concreta deben considerarse como leyes. Tantos los juristas como los antropólogos
contemporáneos suelen aceptar que deben agruparse como parte del Derecho aquellas
normas que vayan asociadas a sanciones institucionalizadas considerando como sanciones
los medios existentes para conseguir que los miembros de esa sociedad respeten las normas
establecidas. Las sanciones pueden ser tanto positivas como negativas (castigos) y se
consideran legales cuando son impuestas por alguna institución reconocida, ya sea de
carácter político, religioso o militar. Todas las sociedades poseen reglas legales.
Una cuestión que se plantean los antropólogos legales es el porqué de las leyes. Malinowski
estableció que la razón por la que los individuos acatan las leyes no es por miedo al castigo,
sino:
— Porque son educados en la creencia de que las normas establecidas en su sociedad son
buenas y adecuadas.
Una vez aclarada la diferencia entre lo que debe considerarse como ley y como leyes, los
antropólogos dedican su atención a diversos temas relacionado con el ámbito jurídico. Entre
estos, Mair (1975), destaca:
— Infracciones civiles y penales. Para nuestra sociedad, son infracciones civiles las que
afectan sólo al individuo o a un colectivo v se sancionan mediante un pago, mientras que las
penales afectan al Estado y se sancionan mediante castigos impuestos en nombre de la
sociedad en su conjunto. En el primer caso, lo importante es la indemnización que puede
recibirse por el daño causado. En el segundo, las sociedades simples reconocen muy pocas
infracciones penales que se castiguen con la muerte o el destierro. Casi siempre se trata de
conductas que también se consideran pecado porque ofenden a sus seres espirituales y
contaminan la sociedad.
— Los procesos judiciales primitivos. En las sociedades donde existe una autoridad jurídica,
ésta trata tanto de fijar las indemnizaciones como de reconciliar a las partes en el caso de
delitos civiles y de castigar los delitos en el caso de los penales.
— Los derechos sobre la tierra. Los pueblos que cultivan la tierra sólo para subsistir no
consideran la tierra como fuente de negocio. Así, si un propietario no cultiva su tierra dejará
que otro lo haga sin obtener renta alguna por ello.
sus limitaciones más o menos importantes. Actualmente existen tres tipos diferentes de
estudio, las estadísticas oficiales, las encuestas y los estudios sobre la victimización.
Los estudios iniciales sobre el delito se dirigían al análisis de la tasa de criminalidad a partir
de las fuentes estadísticas tradicionales. Entendiéndose por ellas aquellos datos procedentes
de los ámbitos policiales y judiciales. La recogida de información en dichas fuentes se
sistematiza en España durante la década de los 40, pero no se informatiza hasta finales de
los 80.
Dicha conclusión aparece refrendada en múltiples estudios, pero no puede establecer una
relación directa causa-efecto entre factores sociales-económicos (paro, drogas, etc.) y
criminalidad, por las limitaciones de las presentes estadísticas y otros factores intermedios
(calidad de vida, etc.).
Si bien suele aceptarse, aunque no existe confirmación empírica de que el porcentaje varía
según los delitos, dicha tasa oscura es menor en los delitos contra la propiedad,
aproximadamente un 60%, y mayor en los delitos personales, pudiendo alcanzar según los
países el 80% (Zauberman, R.; 1985).
Para clarificar los límites de las estadísticas sobre la criminalidad, se han diferenciado
diversos conceptos que afectan a la comprensión de su estructura y extensión real:
b.l) La cifra oscura: aquel volumen de delitos que no aparece en las estadísticas, aun
conociéndose al autor, por la falta de denuncia de la víctima.
b.2) La criminalidad oculta: hace referencia al volumen de delitos que no aparecen en las
estadísticas oficiales por que la víctima desconoce que el suceso fuera un hecho delictivo.
Las principales críticas hacia las fuentes estadísticas oficiales hacen referencia a la necesidad
de desarrollar dos nuevos apartados:
Las limitaciones de las estadísticas oficiales se han visto compensadas por la aparición de
nuevos y más sofisticados métodos evaluativos. Por todo ello, desde mediados de los afines
80, no todos los estudios sobre la victimización se centran exclusivamente en estas fuentes;
sino que también se utilizan otras procedentes del campo social, como son las encuestas, o
de los propios delincuentes, ejemplo las encuestas de delincuencia autorregistradas u otros
sistemas de autorreporte (Zauberman, R.; 1985).
a) Incremento de la criminalidad real durante la década de los 60. Hasta dicha fecha la
criminalidad en USA se mostraba estable y con tasas relativamente bajas, pero en 1964 el
impacto delictivo sobre la sociedad americana era tremendo, así como la preocupación
social por la seguridad, y ella produjo que la criminalidad y su tasa real se convirtieran en
un tema de debate electoral.
b) Problemática social percibida. A partir de dicha fecha y hasta la actualidad el delito paso
a ser una de las preocupaciones más importantes de la sociedad americana, así a partir de
1968 fue ya el problema más importante dentro del país (Zauberman, R.; 1985).
EI modelo elaborado sirvió como punto de partida para su aplicación allende del país
americano, así se aplicó, a mediados de los 70, en Europa y Australia y, a finales de la misma
década, en España (CSIC, 1978). Con posterioridad se introdujeron diversas modificaciones
para ajustarlo a la realidad.
Posteriormente se han desarrollado intentos por realizar una encuesta internacional, pero
sus costos elevados y la baja fiabilidad de sus resultados han generado numerosas dudas
sobre su utilidad. EI primer intento de estandarización en forma de modelo único fue la
propuesta de la OCDE, a principios de los 70, que dio como resultado diversos trabajos
pilotos en USA, Holanda y Finlandia. Posteriormente destaca la elaborada por Van Dijk,
Mayhew y Killias (1989) sobre 14 países, principalmente europeos, y tres ciudades de otros
estados del mundo, que se prolonga hasta la actualidad, Según dichos autores, este tipo de
encuestas aportan dos tipos de ventajas sobre las estadísticas policiales que tradicionalmente
sirven de comparación: la denuncia policial de los delitos varía enormemente de unos países
a otros y se conoce poco sobre ello, y las comparaciones de estadísticas policiales se ven
claramente delimitadas por factores culturales, del derecho y técnicos, respecto a la
clasificación, definición y contaje de los eventos delictivos.
A pesar de las ventajas evidentes de las encuestas de victimización sobre las estadísticas,
oficiales tampoco se han librado de las críticas. Por ejemplo, en la actualidad de la primera
realizada, solo la tercera línea continua. De las tres, la primera se abandonó por las
dificultades de comparaci6n entre ciudades y la segunda por estar bien documentada dicha
criminalidad en las estadísticas policiales.
Los estudios iniciales sobre el delito se dirigían al análisis de la tasa de criminalidad a partir
de las fuentes estadísticas tradicionales. Entendiéndose por ellas aquellos datos procedentes
de los ámbitos policiales y judiciales. La recogida de información en dichas fuentes se
sistematiza en España durante la década de los 40, pero no se informatiza hasta finales de
los 80.
Dicha conclusión aparece refrendada en múltiples estudios, pero no puede establecer una
relación directa causa-efecto entre factores sociales-económicos (paro, drogas, etc.) y
criminalidad, por las limitaciones de las presentes estadísticas y otros factores intermedios
(calidad de vida, etc.).
Si bien suele aceptarse, aunque no existe confirmación empírica de que el porcentaje varía
según los delitos, dicha tasa oscura es menor en los delitos contra la propiedad,
aproximadamente un 60%, y mayor en los delitos personales, pudiendo alcanzar según los
países el 80% (Zauberman,R.; 1985).
a) Incremento de la criminalidad real durante la década de los 60. Hasta dicha fecha la
criminalidad en USA se mostraba estable y con tasas relativamente bajas, pero en 1964 el
impacto delictivo sobre la sociedad americana era tremendo, así como la preocupación
social por la seguridad, y ella produjo que la criminalidad y su tasa real se convirtieran en
un tema de debate electoral.
b) Problemática social percibida. A partir de dicha fecha y hasta la actualidad el delito paso
a ser una de las preocupaciones más importantes de la sociedad americana, así a partir de
1968 fue ya el problema más importante dentro del país (Zauberman, R.; 1985).
EI modelo elaborado sirvió como punto de partida para su aplicación allende del país
americano, así se aplicó, a mediados de los 70, en Europa y Australia y, a finales de la misma
década, en Espana (CSIC, 1978). Con posterioridad se introdujeron diversas modificaciones
para ajustarlo a la realidad.
ciudades, realizadas en las 26 mayores ciudades de USA; las encuestas comerciales, donde
se analizaban los delitos de robos y atracos producidos en lugares comerciales, y finalmente,
el panel de crimen nacional, donde, utilizando una muestra estratificada al azar de
direcciones de ciudadanos, se reentrevistaba, cada seis meses durante tres años y medio, a
personas con edades superiores a los 12-13 años, para conocer si habían sido víctimas de
algún delito.
Su éxito fue inmediato, destacaron en sus resultados dos grandes conclusiones: primero,
que la tasa de victimización aparecida fue el doble de la recogida por la estadística policial
tradicional, y segundo el número de delitos graves era escaso respecto del total delitos
cometidos, las precauciones tomadas por la población para prevenir el riesgo de ser
victimizado, nacional, pero sus costos elevados y la baja fiabilidad de sus resultados han
generado numerosas dudas sobre su utilidad. EI primer intento de estandarización en forma
de modelo único fue la propuesta de la OCDE, a principios de los 70, que dio como
resultado diversos trabajos pilotos en USA, Holanda y Finlandia. Posteriormente destaca la
elaborada por Van Dijk, Mayhew y Killias (1989) sobre 14 países, principalmente europeos,
y tres ciudades de otros estados del mundo, que se prolonga hasta la actualidad, Según
dichos autores, este tipo de encuestas aportan dos tipos de ventajas sobre las estadísticas
policiales que tradicionalmente sirven de comparación: la denuncia policial de los delitos
varía enormemente de unos países a otros y se conoce poco sobre ello, y las comparaciones
de estadísticas policiales se yen claramente delimitadas por factores culturales, del derecho
y técnicos, respecto a la clasificación, definición y contaje de los eventos delictivos.
A pesar de las ventajas evidentes de las encuestas de victimización sobre las estadísticas,
oficiales tampoco se han librado de las críticas. Por ejemplo, en la actualidad de la primera
realizada, solo la tercera línea continua. De las tres, la primera se abandonó por las
dificultades de comparación entre ciudades y la segunda por estar bien documentada dicha
criminalidad en las estadísticas policiales. Aunque algunas de ellas pueden realizarse
esporádicamente: en Barcelona se analiza la delincuencia en tiendas en 1990.
Block (1989) realizó una comparación entre diferentes modelos mundiales de encuestas
(USA 1972 y1989; Holanda, 1989; Australia, 1974; Suecia, 1978 y 1982; Israel, 1979 y 1981;
Inglaterra, 1981; Gales y Escocia, 1981; Canadá, 1981):
En sus conclusiones destaca como todas ellas cubren cuatro grandes áreas de estudio:
a) Las precauciones tomadas por la poblaci6n para prevenir el riesgo de ser Victimizado.
Se diferenciaron en las preguntas formuladas, en las muestras utilizadas, las Actitudes y los
comportamientos de las víctimas y la explicitación del evento delictivo.
De forma gráfica podemos observar cómo el total de delitos resultaría inabarcable, y los
tres métodos de estudio más desarrollados se solaparían unos con otros, siendo las
encuestas de victimización aquellas de mayor potencia.
Lorenz afirma que la necesidad de las personas, al igual que los animales, de descargar la
agresividad nos lleva a realizar actos criminales, acciones militares o bien actividades
deportivas o de relación social agresivas.
Dentro del campo de la Socio biología, Wilson afirma que las emociones, el
autoconocimiento y la conducta se hallan bajo el control de predisposiciones genéticas, Este
elemento favorece la mejora en la capacidad de reproducción de la especie, la supervivencia
del sujeto en el medio y el altruismo.
Según su opinión la agresión expresa una predisposición universal emocional. Pero que se
haya sujeta a la adaptación cultural y al aprendizaje individual, es decir no se encuentran
determinados por la biología, pero si condicionada significativamente.
Vamos a tratar ahora de bosquejar un breve esquema de las relaciones entre la ciencia de
la Psicología y el Derecho, a modo de introducción, ya que no hay que olvidar que gran
parte de este contenido está dedicado precisamente a la Psicología jurídica. El interés de
este apartado reside en proporcionar un croquis que sirva para orientarse en la lectura de
otros capítulos de la obra más especializados.
Si recogemos la definición que Muñoz Sabaté (1975): Los conocimientos psicológicos aplicados
a la ciencia jurídica, tendremos una idea tan global del área que aunque seguramente abarca
todas las posibilidades, no nos permitirá hacer un uso operativo de ellas, por lo que
trataremos de desgranarla un poco más a través de las definiciones de otros autores.
Garrido (1982) define la Psicología Jurídica en esta misma línea, como una unión entre la
Psicología General y la Criminología, en la que se tratan de aplicar los conocimientos y la
metodología de la Psicología a la resolución de los problemas del Derecho.
Para Garzón (1989), debe considerarse, además, la existencia de otro término similar al de
Psicología Jurídica, el de Psicología judicial. Este suele ir asociado a la aplicación de la
Psicología a todo aquello que ocurre en la Sala de juicios, y hasta el siglo XX formaba parte
del campo teórico más amplio de la Psicología jurídica o Psicología del Derecho, y se reducía
a una «Psicología en y para el Derecho». En definitiva, una distinción entre la ciencia teórica
y aplicada que ya no se emplea dado que ambos términos se utilizan como sinónimos.
De acuerdo con su definición, Muñoz Sabaté sólo recoge la parte que hace referencia a la
Psicología Aplicada, mientras que otros autores, como Seoane (1989), se centran más en
los aspectos teóricos al dejar para la Psicología Jurídica el estudio de los «procesos y
mecanismos» que, primero, justifican o alteran el orden social y, segundo, «facilitan o
dificultan la regulación de los conflictos ante la norma».
En la misma línea, Garzón (1989) nos da una definición donde no aparece la idea de la
aplicación de los conocimientos psicológicos: ciencia que trata de describir y explicar los
supuestos psicológicos del poder judicial, los procesos cognitivos (representaciones, creencias,
actitudes) de la justicia y los procesos y fenómenos psicológicos de los actores judiciales, que
cristalizan en el marco ideológico de los sistemas judiciales.
Algo similar nos dice Teixidó (1978) cuando afirma que el objeto de estudio de la Psicología
Jurídica es el análisis y descripción de aquellas conductas y motivaciones que traspasan la
propia individualidad (objeto de la Psicología pura) para producir efectos jurídicos.
Todas estas definiciones, y algunas más, pueden resumirse en las tres visiones de la
Psicología Jurídica que nos presenta Muñoz Sabaté (1975):
— Como Psicología del Derecho. Partiendo de la idea de que casi todo el Derecho «está
lleno de componentes psicológicos, se requiere a la Psicología para su puesta en
funcionamiento».
— Como Psicología en el Derecho. Tomando como base la misma idea, se estudian las
normas jurídicas como «estímulos verbales que tratan de mover o retraer determinadas
conductas» (siguiendo una línea skinneriana) por lo que la formulación y aplicación, de tales
normas requiere de la concurrencia de la Psicología para lograr un máximo de eficacia
jurídica dada la gran cantidad de variables ambientales y de los sujetos que influyen e n el
cumplimiento de esas normas. La Psicología y otras ciencias sociales son campos a los que
el jurista puede acudir en busca de asesoramiento para la definición normativa.
— Como Psicología para el Derecho. La Psicología actúa como auxiliar del Derecho cuando
éste necesita información sobre sus fines, sus estrategias o para interpretar hechos relativos
a casos específicos.
No obstante, para este autor la Psicología jurídica sólo se entiende en y para el Derecho y
aún en este caso sólo en lo que atañe a la interpretación del caso jurídico concreto en tanto
en cuanto la Psicología pueda aplicar sus técnicas y conocimientos a la prueba de unos
sucesos (Psicología probatoria). En definitiva, una parte de la Psicología que trata de aplicar
los métodos y los resultado de la Psicología experimental a la práctica del Derecho, en el
mismo sentido en que hablamos de una Psicología Industrial, Clínica o Educativa (idea
defendida también por Garrido, 1982). La Psicología Jurídica debe atenerse a la norma
jurídica, sin valorar si es o no justa ni pretender argumentar sobre sus fines. Una Psicología
que pretenda aclarar los fines del Derecho no puede, dada su amplitud y generalidad,
encuadrarse en un ámbito específico como la Psicología Jurídica, sino que forma parte de la
Psicología General.
Esta es una perspectiva clásica, desde la que se ve al Derecho como una forma de crear
equilibrio y orden social en aquellas agrupaciones sociales cuyo desarrollo y complejidad
requieren cada vez de una mayor ordenación. Relaciona a la Psicología Jurídica más con la
Filosofía y Sociología del Derecho que con la Psicología Aplicada.
La Psicología del Derecho es una Psicología que se centra en el estudio teórico del Derecho.
Su objeto de estudio, señala Garzón, son todos «aquellos aspectos psicológicos» que,
inevitablemente, existen en el Derecho: «la fundamentación psicológica y social del
Derecho». Haward (1976) señala que uno de los papeles a desempeñar por el psicólogo
jurídico hace referencia con el proceso de elaboración de leyes, bien aportando sus
conocimientos sobre una materia particular o bien oponiéndose a las leyes existentes
cuando en su investigación recoja resultados contrarios a ellas.
Aunque esta visión de la Psicología Jurídica ha sido poco defendida por algunos autores
(Muñoz Sabaté, L.; 1976) ha comenzado a ser más considerada a partir de la pasada década,
según Garzón (1989), gracias a:
— Las críticas realizadas a una Psicología centrada en analizar los parámetros más
conductuales que se encuentran en la Sala de Juicios.
Otros factores que han contribuido a este hecho son, según Jiménez Burillo (1986), el
creciente interés de la opinión pública por todo cuanto se relaciona con el delito, unido a
la vocación cada vez más decididamente aplicada de la Psicología Social y a la mayor
receptividad de los estamentos jurídicos a los resultados de la investigación psicológica.
Siguiendo a Muñoz Sábate (1975), si entendemos como norma las reglas destinadas a
producir efectos jurídicos (las leyes, las resoluciones judiciales y administrativas, los laudos
arbitrales, los contratos), la Psicología aplicada al Derecho consistirá en explicar todos y
cada uno de los términos psicológicos que utiliza la norma (por ejemplo, voluntad) e
interpretarlos en el caso concreto. Esto es necesario porque los conceptos psicológicos
pueden ser ambivalentes dado que muchos de ellos se han tomado del lenguaje común
aunque posteriormente hayan sido matizados por la Psicología.
Además, los juristas se ven obligados a realizar un análisis a fondo de la conducta humana,
dado que la norma se refiere comúnmente a la actuación de los individuos y su propósito
es condicionar sus acciones de una u otra forma («conducencia» o capacidad de una norma
jurídica para ser cumplida por los sujetos a que va destinada). Sólo dominando las leyes
conductuales el jurista podrá aumentar la conducencia de una determinada norma. La
Psicología Jurídica puede ofrecer desde la interpretación de las expresiones faciales hasta el
AV. JOSÉ MA. MORELOS PTE. NO. 905
SECRETARÍA DE EDUCACIÓN TERCER PISO COLONIA LA MERCED
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UNIDAD 2: EXPLICACIÓN Y PREVENCIÓN DE LA CRIMINALIDAD
Desde esta perspectiva, las investigaciones en Psicología Jurídica tratarán a la norma como
variable independiente y la conducencia (medida por la frecuencia en que esa norma es
cumplida) la variable dependiente. Queda pendiente en cambio el conocimiento de las
variables extrañas: los operadores jurídicos (legisladores, jueces, abogados) y los sujetos de
ese control (los ciudadanos) que pueden determinar tanto la «forma y el contenido de una
ley o sentencia, el consejo de un abogado o la obediencia espontánea de la norma».
Haward (1976) considera que aquí el psicólogo jurídico puede actuar desde dos vertientes:
Por otro lado, cuando tratamos de definir algo puede ayudarnos el describir primero
aquellas partes que lo componen. En el caso de las ciencias, aquellos temas de los que se
ocupan. Así, el conocer los ámbitos de trabajo de la Psicología Jurídica puede darnos una
mejor idea de lo que abarca, si bien hemos de tener en cuenta la aparición un tanto tardía
de estos estudios debido tanto a la poca receptividad de los juristas como al hecho de que
hasta no hace mucho tiempo la Psicología científica tenía pocas cosas que ofrecer en ese
campo. No obstante, el abanico de conductas susceptibles de ser estudiadas por la Psicología
Jurídica es muy amplio, aunque a la hora de aplicarla efectivamente todavía el campo de
acción se ve algo restringido. Los temas de estudio han sido y son, según señalan Muñoz
Sábate (1975), Garrido (1982), Garzón (1989), Jiménez Burillo (1986), los siguientes:
— La Psicología del testimonio, que fue uno de los primeros campos de la Psicología
Aplicada. Se tratan los procesos psicológicos involucrados en el testimonio (errores de
memoria y perceptivos).
(Jiménez Burillo, 1986) comentaba que la Psicología Jurídica debía estudiar los procesos
mentales de los legisladores, jueces, testigos, litigantes, abogados, administradores del
Estado y ciudadanos.
— Peritajes psicológicos.
— Estudios sobre la norma jurídica: de los descriptores y de los reforzadores, así como los
procesos psicológicos de su edición.
— Psicodinámica.
— Relaciones abogado-cliente.
— Programas de terapia y rehabilitación para las víctimas del delito, tratando sobre todo
de determinar si ha sufrido alteraciones psicológicas tras su victimización y su alcance
(personas que han sufrido un secuestro o torturas, por ejemplo). Una propuesta ideal sería
(Jiménez Burillo, 1986) llegar a diseñar programas de prevención orientados a grupos de
víctimas potenciales.
No faltará nunca la mención de Münstenberg, 1908 (véase Balu, 1984, Marcowitz, 1976).
Münstenberg mostró la imperiosa necesidad que tiene la ley positiva de conocer y aplicar
los hallazgos de la Psicología científica, especialmente en el campo del testimonio presencial.
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UNIDAD 2: EXPLICACIÓN Y PREVENCIÓN DE LA CRIMINALIDAD
La cita siguiente, recordada por Zimbardo (1975), es larga, pero-merece la pena: es uno de
los primeros testimonios en que se muestra la necesidad de que el juez tenga en cuenta la
Psicología de los «sentidos: «Los periodistas se sentaron inmediatamente delante del
estrado. Uno escribió que los oyentes estaban tan sorprendidos por mi discurso que éste
fue acogido con un completo silencio: otro, que yo era constantemente interrumpido por
vivos aplausos, y que al final de mi arenga éstos continuaron varios minutos. El primero
escribió que yo no dejé de sonreír durante el discurso de mi contradictor y el segundo
anotó que mi rostro se conservó serio, sin una sonrisa. Según uno, me puse colorado; según
otro, blanco como, la pared. El primero contó que mi adversario no dejó de pasear por el
escenario durante mi discurso, y el otro que permaneció siempre sentado a mi lado y que
me daba paternalmente golpecitos en la espalda».
Un segundo e importante momento histórico tiene lugar en el año 1962, con el juez Bazelon.
Psicólogos y psiquiatras no están de acuerdo en el diagnóstico de la enfermedad mental de
Yenkins. El juez admite la cualificación del psicólogo para diagnosticar en temas de
enfermedad mental. Tal como demuestra Balu (1984) y lo prueban Poythress y Petrella
(Poythress, 1979; Petrella y Poythress, 1983), mediante estudios comparativos y
representativos, los diagnósticos de psicología forense pueden ser mejores que los de los
psiquiatras.
Tomados en conjunto estos dos casos históricos, se advertirá que existe en ellos un gran
sesgo a favor de la ley positiva: parece que tal relación tuviera lugar solamente en el ámbito
de la ley procesal (capacidad del acto responsable o veracidad del testimonio). Y, en verdad,
AV. JOSÉ MA. MORELOS PTE. NO. 905
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UNIDAD 2: EXPLICACIÓN Y PREVENCIÓN DE LA CRIMINALIDAD
Los psicólogos, sin embargo, no estarían de acuerdo en limitar las relaciones entre psicología
y ley a sólo estos campos. Como se verá más adelante, la gran pretensión de los psicólogos
es, dentro de unos límites, convertir a la psicología en el fundamento de la ley positiva y de
sus aplicaciones concretas: fundamento racional de su formulación, auxiliar indispensable en
su ejecución y juez evaluador de sus logros. Tal es la opinión de autores como Monahan y
Loftus (1982), Haney (1984), Blackman, Müller y Chapman (1984), Kirby (1978), Muñoz
Sabaté (1980), Tapp y Levine (1977), etc., y, en general, es la pretensión de todos los que
directa o indirectamente se han acercado epistemológicamente a esta relación, incluida la
presente.
Por eso, los psicólogos suelen citar con cierta sesgada querencia la sentencia del Tribunal
Supremo de los Estados Unidos de América en la que se prohíbe la educación discriminada
entre negros y blancos. En ella se afirma explícitamente que las ciencias sociales han
demostrado que la educación separada promueve la segregación. Es el tercer hecho
histórico al que quería referirme. Aquí las ciencias sociales; entre ellas la psicología, han
ofrecido la realidad social que da sentido, que da aplicación concreta a la ley y ayuda a quien
ha de aplicarla, ayuda que consiste en ofrecerle el verdadero sentido de lo que quiere la ley:
en 1896 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos dictó una sentencia judicial acerca de
la doctrina de «separados pero iguales» en las relaciones raciales, normalizando que la
segregación racial legislada no viola la Constitución. En 1954 el Tribunal dio la vuelta a esta
decisión anterior al declarar que la segregación racial legalizada en las escuelas públicas es
intrínsecamente desigual, por lo tanto una violación de los derechos constitucionales. Para
llegar a esta conclusión el Tribunal de 1954 tuvo en cuenta gran número de documentos de
las ciencias sociales, que cita en una nota a pie de página de la decisión.
Mientras el psicólogo, en sus relaciones con la ley positiva, se restrinja a su papel de experto
que aconseja a la parte jurídica en temas de conducta humana, parece que no se crean
demasiados problemas. En definitiva, mientras el jurista siga detentando el poder de esta
relación y el psicólogo sea' el auxiliar y le ofrezca los datos a los principios sobre los que
fundamentar su argumentación, no se plantean mayores problemas, ni epistemológicos ni
de competencia. Cuando, por el contrario, la psicología o cualquier otra ciencia social
pretenden convertirse en árbitro, las relaciones entre psicología y ley se hacen difíciles.
Se han recomendado tres hechos históricos con cierta relevancia que definen, teórica y
prácticamente, las posibles relaciones entre la psicología y la ley positiva: la necesidad de
contar con los descubrimientos psicológicos en las pruebas: Münstenberg; la cualificación
científica del psicólogo para emitir evaluaciones forenses: Bazelon, y la influencia de los
conocimientos psicológicos en el cambio de la legislación.
“Prevención del delito” no es más que tomar medidas y realizar acciones para evitar una
conducta o un comportamiento que puedan dañar o convertir a la población en sujetos o
víctimas de un ilícito.
2. Los factores y los hechos que afectan la toma de decisiones de un mismo delincuente,
varían de manera importante tanto en las fases necesarias ejecutar para la comisión de un
delito en particular, como en las diferentes fases de cualquier otro delito. Por este motivo,
Cornish y Clark (1998) manifestaron la necesidad de estudiar la “especificidad del delito”
cuando se analizara la toma de decisiones del delincuente y su selección de oportunidades;
y la necesidad de tratar también de forma separada las decisiones relacionadas a la etapa
donde se integra el delincuente en el acto o evento criminal. Por ejemplo: Tratar las
decisiones que toma el delincuente en la etapa donde se incrimina inicialmente en el acto o
evento criminal, separadamente de las decisiones tomadas por el mismo relacionadas con
el evento en sí, como es el caso de la selección del objetivo. Esto, indicaron los autores,
permite una visión más “holística” de la toma de decisiones y de la selección de
oportunidades del delincuente, permitiendo de esta forma, un análisis más amplio que
permita la implementación de intervenciones más apropiadas.
1.- Prevención Primaria.- Es toda actividad de carácter general que tiene un fin de
saneamiento social que se espera evite o reduzca la incidencia de fenómenos delictivos y de
los que producen riesgos a la comunidad.
2.- Prevención Secundaria.- Es la que se ejerce sobre personas de las que se pueda afirmar
la posibilidad o la probabilidad de cometer delitos o de adoptar una forma de vida que las
pueda hacer especialmente peligrosas.
3.- Prevención Terciaria.- Es la que propone evitar que personas que ya han delinquido o
incurrido en actividades especialmente peligrosas, persistan en su conducta socialmente
nociva.
Las medidas preventivas las podemos agrupar de manera general o individual de acuerdo a
los factores que generan.
Para llevar a cabo el análisis de los riesgos, es preciso levantar los procesos de negocio para
identificar puntos vulnerables e incorporar los elementos de control y gestión que sean
necesarios.
Sí, las hay. Están latentes en todo México. En nuestro país existen buenas prácticas en
prevención del delito y la violencia que permiten mejorar la calidad de vida en las
comunidades. Pero cómo reconocer una buena práctica, cuáles son sus características,
cómo sistematizarlas y en qué consisten.
Se consideran buenas prácticas a los conocimientos útiles sobre los elementos de gestión
de un proyecto, proceso o programa, que ha sido monitoreado y evaluado de manera
adecuada, que ha probado parcial o exhaustivamente su eficacia y permite su adaptación.
Por otra parte, se definen como prácticas promisorias a los conocimientos útiles sobre los
elementos de gestión de un proyecto, proceso o programa que pueden sistematizarse para
ofrecer recomendaciones valiosas, que a su vez permiten incrementar la eficacia de
intervenciones similares en otros contextos, pero que no requieren haber probado su
eficacia, ni han demostrado ser susceptibles de réplica.
RESUMEN
entre otros. Pero no hay que olvidarse que está el delito común o callejero que dista de ser
organizado y estructurado jerárquicamente.
ACTIVIDAD DE
UNIDAD VALOR
APRENDIZAJE
Total
10 %
Unidad 2
BIBLIOGRAFÍA
MESOGRAFÍA
Garrido, María José y Fernández Guinea, Sara (2003). Déficit neuropsicológicos en alcohólicos:
implicaciones para la seguridad vial. II Congreso Internacional de Neuropsicología en Internet.
Fecha de recuperación: 11 de abril de 2012.
http://www.serviciodc.com/congreso/congress/pass/conferences/Garrido.pdf
http://redalyc.uaemex.mx/principal/ForCitArt.jsp?iCve=40211229002#