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DIVERSIDAD CULTURAL

Bartolina Sisa

fue una mujer indígena de etnia aymara, comerciante y guerrillera que lideró luchas del
levantamiento contra el colonialismo español junto a Tupac Katari, su compañero y
lider insurgente, Inca Rey de los Aymara y Virrey del Inca

Según estudios que recuperan su trayectoria, Bartolina tiene posible


origen en el 24 de agosto de 1753, en el corregimiento de La Paz,
cuando parte del territorio boliviano era conocido como Alto Perú.
Habiendo crecido en el seno de una familia acomodada por el
comercio de coca, no se dejó cegar ante la realidad de los demás.

Bartolina fue una de las participantes del primer cerco a la ciudad de


La Paz. A inicios de 1781, organizó campamentos durante la
sublevación en ciudades como como El Alto, o zonas de la capital,

como Killi Killi, Poto Poto (hoy Miraflores) y Pampahasi. El 13 de


marzo de aquel año, el grupo montó campamento en La Ceja de El
Alto, cerrando los accesos a la ciudad. La ocupación llevó semanas, y
solo fue levantada en junio por una acción del Ejército. Bartolina fue
presa un mes después, según fuentes, a consecuencia de una
traición, y sufrió torturas para que entregara a los líderes de la
insurgencia indígena, pero no hay indicios de que haya dicho una sola
palabra. Se relata que, en el día de su cumpleaños, su agrupación
organizó una “fiesta” en su homenaje, produciendo sonidos
descentralizados alrededor de la zona de la ciudad donde estaba
ubicada la cárcel, en una demostración de fuerza política y afirmación
cultural.

Después de una segunda rebelión que nuevamente cercó La Paz, las


fuerzas españolas arrestaron y sentenciaron a muerte a las y los
líderes del levantamiento, incluso Tupac Katari, quien fue
descuartizado en espacio público. A él se le atribuye la siguiente frase,
que se mantiene viva hasta los días actuales: “a mí sólo me matarán,
pero mañana volveré y seré millones”.

Fue muy difícil mantener los múltiples levantamientos que ocurrieron


en 1781, pues toda la estructura hispánica estaba en su contra.
Asimismo, jugaron un papel central para la independización. Según
una investigación realizada por la historiadora Pilar
Mendieta, que estudió los diarios de un oidor miembro de las élites
locales, “le
sorprende el hecho de que las mujeres indígenas sean protagoni
stas en actos políticos que sólo son válidos para la esfera masculina,
combatiendo junto con sus maridos, lanzando piedras e incluso
comandando ejércitos. La actuación de las mujeres indígenas se
realiza fuera de los muros de la ciudad sitiada, en el contorno espacial
que dominan los indígenas.” En el diario, el oidor escribió que
“circunvalaron con sus mujeres la ciudad como si concurrieran por
cómputo diez o doce mil de ellos, bajaron los hombres y acometieron
por todas partes con muchedumbre de una pedrea continua”.

Bartolina Sisa fue asesinada el 5 de septiembre de 1782, hace


exactos 239 años. Su muerte fue violenta, en un intento colonial de
poner miedo a sus compañeras y compañeros rebeldes, como
muestra la brutal descripción del oidor recuperada por Mendieta: “(…)
que sacada del cuartel a la plaza mayor por su circunferencia, atada a
la cola de un caballo con una soga de esparto al cuello, una
coroza de cuero y plumas y una aspa afianzada
sobre un bastón de palo, en la mano, y a voz del pregonero qu
e publique sus delitos sea conducida a la horca y se ponga pendiente
de ella, hasta que
naturalmente muera y después se claven su cabeza y manos
en picotas con el rótulo correspondiente, y se fijen para el público
escarmiento en los lugares de Cruz
Pata, Alto de San Pedro y Pampajasi, donde estaba acampada
y (…) después de días se conduzca la
cabeza a los pueblos de Ayo Ayo y Sapaaqui, de su domicilio y
origen, en la
provincia de Sicasica, con la orden de que se queme después d
e tiempo y se arrojen sus cenizas al aire donde estime convenir.” Su
asesinato se debió a su intenso liderazgo y radicalidad en la batalla
contra el poder colonial. Esta lucha, que no se apaga, se vuelve
semilla para las nuevas luchadoras.

Micaela Bastidas

(1744–1781)

Fue clave para el movimiento independentista peruano como asesora y


estratega de su marido, el revolucionario Túpac Amaru II. Micaela ayudó a
involucrar a cientos de mujeres indígenas en la lucha contra la opresión del
mandato español. Pasó a la historia por su inteligencia y valentía, pero
también por su trágica muerte luego de ser torturada y ejecutada junto a
Túpac Amaru II y a su hijo mayor.
Hija de un descendiente de africanos y de madre indígena, a Micaela le
decían la Zamba. Recibió la educación básica y casera, a los quince años se
casó con José Gabriel Condorcanqui, noble incaico descendiente de Túpac
Amaru, que además se convirtió en su tutor intelectual e ideológico. En
1764 Condorcanqui fue nombrado cacique de Pampamarca, Tungasuca y
Surimana, de modo que el matrimonio, se instaló en la localidad de Tinta,
cerca de Cusco.

Cansado de los abusos de los españoles, que imponían reiteradas alzas


fiscales a los locales y explotaban a los indígenas hasta el punto de
esclavizarlos, José Gabriel tomó el nombre de Túpac Amaru II y comenzó
la rebelión de Tinta, apoyado por Micaela. La correspondencia del
matrimonio permite constatar que fue ella la encargada de proveer a las
tropas rebeldes de armas. Como estratega organizó la retaguardia indígena,
implementó un servicio de chasquis a caballo para transmitir información y
levantó un escuadrón de luchadoras quechuas y aimaras, quienes
participaron en las batallas junto a sus hijos y maridos. Micaela mostró
gran coraje en los enfrentamientos y fue nombrada jefa interina de la
rebelión tras el triunfo de Sangarará.

A comienzos de 1781 los revolucionarios lograron sumar a los criollos y


contaban con un ejército de siete mil hombres y mujeres que proclamaron a
Túpac Amaru II emperador de América. Ese mismo año, el matrimonio,
junto a dos de sus tres hijos, cayeron en una emboscada española y fueron
trasladados a Cusco. Allí los torturaron en busca de información sobre el
ejército rebelde, pero no tuvieron éxito. Fueron condenados a muerte y
conducidos a la Plaza de Armas. Aunque trató de luchar contra sus
verdugos, a Micaela le cortaron la lengua y la golpearon hasta la muerte.
Lo mismo a su marido. Ambos cuerpos fueron desmembrados y sus partes
enviadas a diferentes pueblos para mostrar las posibles consecuencias del
alzamiento. Sin embargo, este hito marcó un precedente vital para el
fortalecimiento de la causa independentista. Por eso, Micaela Bastidas es
considerada una de las grandes heroínas de su patria.

Gregoria Apaza

“Mujer singularísima y una de las figuras más interesantes de la rebelión


de 1781 en los territorios de Charcas”. 2

Gregoria Apaza nació el 23 de junio de 1751 en Ayo Ayo,


Bolivia, hija de Nicolás Apaza y Marcela Nina. Fue una
revolucionaria aymara que junto a su hermano Tupac Katari
(Julián Apaza) y su cuñada Bartolina Sisa, lideró una de las
más importantes rebeliones indígenas contra el dominio
español en el Alto Perú.
Estuvo casada con Alejandro Pañuni -desapareció en
batalla- y tenía un hijo. Durante 109 días -entre el 13 de
marzo y el 30 de junio de 1781-, el levantamiento indígena
encabezado por su hermano puso sitio a la ciudad de La
Paz, lapso en el que muchos de los sitiados fallecieron por
hambre y enfrentamientos con los indígenas.

Gregoria era la generala de Tupac Katari, administraba los


bienes de los saqueos, organizaba los campamentos y
dirigía a los guerreros en el campo de batalla. El sitio debió
levantarse con la llegada de tropas españolas.

Un segundo sitio se produce el 15 de agosto. Para ese


entonces había llegado Andrés Tupac Amaru, sobrino de
José Gabriel Condorcanqui, líder de la rebelión Inca en
Perú, para apoyar a los rebeldes.

En poco tiempo, el joven quechua y Gregoria, diez años


mayor que él, eran inseparables en la lucha y en la vida.
Valle de Siles 2 escribió: "La pasión amorosa que les
envolvió fue tan notoria, tan espontánea y abierta que no
pudo pasar inadvertida para nadie. De ahí que todos los
declarantes en los juicios (a los insurrectos, después de
aplacada la rebelión) les señalen como amantes y que ella
misma termine por reconocerlo (...)"

Cuando el cerco a La Paz parecía consolidado, Tupac Katari


encargó a su hermana la conquista del valle paceño de
Sorata que logró tras cruentas batallas lideradas por ella y
Andrés.

Mientras Tupac Katari controlaba La Paz, Gregoria y Andrés


avanzaban por el Altiplano para encontrarse con las tropas
peruanas de Tupac Amaru que ya habían cruzado el lago.
En plena gloria de septiembre de 1781, una carta de su tío
obligó a Andrés a viajar a Azángano. Esa fue la despedida
definitiva.

El 17 de octubre, las tropas españolas lograron levantar el


cerco indígena a La Paz y apresan a Tupac Katari. Gregoria
armó su ejército en Sorata y viajó a La Paz para ayudar a
su hermano; pero tras una cruenta batalla fue también
apresada.

Mujer independiente y apasionada, llegó a ser


llamada "reina" por los suyos. De sus confesiones, al ser
apresada, se sabe que no sabía leer ni escribir, aunque
debió hablar castellano, se la interrogó con ayuda de un
intérprete de la lengua aymara.

Compartió prisión con su cuñada y fue ejecutada junto a


ella el 5 de septiembre de 1782 en la Plaza de Armas de La
Paz, hoy Plaza Murillo.

CONCLUSION

La vida de estas tres mujeres nos enseña que la mujer


indígena ha luchado contra las injusticias de los
conquistadores españoles igualando o superando a los
varones indios.Son un referente de su género para las
mujeres actuales en su lucha contra el patriarcado.

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