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La paradisiaca playa do Vilar, en pleno parque natural de Corrubedo, amanece

casi desierta en esta mañana desapacible de enero. Nada parece distinto de


cualquier otro día del duro invierno gallego, con viento, lluvia y la fina arena
mojada por las grandes olas. Hay que agudizar mucho la vista para distinguir,
entre esta arena, las diminutas bolas de plástico transparente que se
entremezclan con los sedimentos y las algas.

Pero una vez que se ve, es imposible dejar de verlo. Los pélets, palabra que ya
empieza a hacer fortuna en el vocabulario gallego como -aunque a otro nivel- ya
ocurrió el chapapote hace más de 20 años, llegan con cada ola a este espacio
protegido. Lo hacen ya en prácticamente todo el litoral gallego y de buena parte
del Cantábrico, pero fue en este municipio donde alertaron por primera vez de su
llegada.

Todo empezó un 13 de diciembre, cuando recibieron las primeras llamadas por la


aparición de grandes sacos con bolas de plástico dentro en las playas de
Espiñeirido y Balieiros, en la parte exterior de la costa, la que da al Océano
Atlántico, cuenta Luis Pérez, alcalde de Ribeira. Fue una "vorágine de sacos"
señala Marcos Fernández, al frente del equipo de emergencias de la localidad y
quien estaba de guardia ese día que se multiplicaron las llamadas.

Vertido de pélets de plástico en Galicia y el Cantábrico: un residuo que puede


dañar a los ecosistemas durante añosSAMUEL A. PILAR

Solo 42 sacos retirados en un día

Solo aquella jornada retiraron 42 sacos de 25 kilos cada uno. A día de hoy, ya son
78. Proceden de un vertido de varios contenedores del carguero 'Toconao' frente
a las costas portuguesas el pasado 8 de diciembre.

En Ribeira movilizaron también a su equipo de limpieza municipal para


"literalmente barrer las playas", según su alcalde, y ahora otean con drones las
decenas de ensenadas para comprobar si hay más sacos. Aunque a vista de dron,
los pélets, por separado, son aún más invisibles que al ojo humano.

Un operario de emergencias de Ribeira muestra los pélets de plástico ÁLVARO


CABALLERO/RTVE

Más tarde, desde el 6 de enero, y como en otros ayuntamientos afectados, se han


unido en las labores de limpieza trabajadores de la empresa pública Tragsa, a
cargo de la Xunta de Galicia, y se espera ahora que lleguen dispositivos
movilizados por el Gobierno, después de que el Ejecutivo autonómico

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