Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
—Siéntense.
—Es necesario usar un ancla para poder recuperar la cuerda de la base de la montaña.
Es necesario amarrar bien las puntas de la cuerda en el ancla, y pasar la cuerda doble
alrededor de las piernas, de adelante hacia atrás, y alrededor de los glúteos. Es
extremadamente importante que la cuerda esté amarrada debajo de los músculos de
los glúteos, y no por la cavidad entre los glúteos. Proceda sosteniendo la cuerda de
forma diagonal…
—Número Cinco.
—No.
—Pero estoy listo. He practicado mis saltos espaciales como dijiste. ¿Ves?
—Un salto espacial es trivial comparado con lo desconocido del viaje en el tiempo:
uno es como deslizarse por el hielo, el otro como descender ciegamente a las
profundidades de aguas congeladas y reaparecer como una bellota.
—No entiendo.
—“No estás listo”, sí, claro. ¡Vanya! ¡Ben! ¡Papá! ¡Alguien! ¡Vamos!
—Sobreviví con sobras. Comida enlatada, cucarachas, lo que pudiera encontrar. ¿El
rumor de que los Twinkies nunca caducan? No es cierto.
—Haces lo que sea para sobrevivir. O mueres. Nos adaptamos. Superábamos lo que
la vida nos traía.
— ¿“Nos”?
—Si envejeciste ahí, en el apocalipsis, ¿cómo es que aún te ves como un niño?
—Papá siempre solía decir que… viajar en el tiempo te arruina la mente. ¿Quizás eso
es lo que está pasando?
—Buenas noches.
Motel Luna
— ¿Y la otra?
— ¿Qué?
—No tiene sentido guardarlo o te dará acidez y te quejarás sobre eso también.
— ¿Qué haces?
—Una regla hecha por un burócrata que nunca tuvo que cargarlo. Pueden meterse su
protocolo por el culo. Ya los quiero ver cargándolo.
—Nunca había buscado a uno de los nuestros. ¿Dijeron qué le pasó a los primero?
—Eliminados.
—Eso pasa cuando contratan a alguien barato. Bueno, ¿dónde está el tipo?
Prohibido pasar
—Estoy de acuerdo.
—La misma arma en cada víctima, todos ejecutados. Los casquillos son de calibre
223. ¿Sabes qué creo? Creo que estos idiotas se dispararon entre sí.
—No.
—Cuénteme.
—Fue una noche lenta, tranquila. Mis últimos dos clientes fueron un tipo viejo y su
hijo. El tipo comió una dónut… No, no fue así. El tipo comió un eclair de chocolate y
el niño tomó café. Fui a la oficina de atrás para buscar más cambio, y escuché que
arrancó la grúa. Se marcharon. Escuché disparos. Y para cuando regresé… todos
estaban… Usted sabe…
—No. No lo creo. Perdón. No quiero ser grosera, usted parece ser linda… ¿Debo
pasar de nuevo por todo esto?
— ¿De nuevo?
—Y esto.
—Antes te gustaba.
—Ya no.
—Por cierto, todo esto podrá parecer un robo fallido, pero algo me dice que algo más
está pasando aquí. La mesera. Mencionó al tipo de la grúa. Quizás vio algo.
—Sí. Lo sé.
— ¿En serio? Porque actúas como si pudieras ser parte de esto. Y no puedes. Ya no.
—Soy bueno en esto. Sabes que puedo ayudarte.
—Sé que me das acidez y no necesito, ni quiero tu ayuda. ¿Sí? Señor, me pones a
prueba.
—Mierda. Hola.
—Hola.
—Es gracioso. Tuve la misma rutina los últimos cuatro años. Ahora que volví, no
estoy seguro de qué hacer. Sé cómo te sientes.
—No creí que fuera posible extrañar tanto a una persona. Pero tengo cosas que hacer
antes de verla. ¿Sabes? Algún día… me encantaría que la conocieras.
— ¿Yo?
—Es que cuando te fuiste, parecía que… lo único que querías era olvidarte de este
lugar.
—Del lugar, sí. Pero de ti no. Cuando Claire era pequeña solía leerle libros sobre la
luna. Le decía que su tío vivía ahí. Que él estaba protegiéndonos del peligro.
— ¿De verdad?
— ¡Klaus!
— ¡Klaus!
—Tú pro…
— ¡Ayúdame!
—Tengo una idea loca. ¿Por qué no intentas comenzar el día con un vaso de jugo de
naranja o huevos?
—No puedo fumar huevos. Uno de estos debe estar chapado en oro, ¿no? ¡Válgame
Dios! Pogo.
—Perdone, Sr. Klaus. Tengo una pregunta para usted. Faltan objetos de la oficina de
su padre, en particular, una caja adornada con incrustaciones de perla.
— ¿De verdad?
Ayer.
— ¡Vamos!
Casa de Empeño
—Mentiroso.
—Muérete.
—Golpe bajo.
— ¡Cállate!
— ¿Disculpe?
—No me refería a ti. Solo… han pasado muchas cosas con las que estoy lidiando. Un
montón de recuerdos presentes. Los buenos momentos. Bueno, no eran tan buenos,
más bien eran horribles, espantosos y deprimentes.
—Así es.
— ¿Puedo ayudarte?
— ¿Dónde lo conseguiste?
—Lo sé.
—Te diré lo que puedo hacer: me quedaré con el ojo y lo devolveré a su dueño.
Seguro que él o ella estará agradecido, así que si puedes…
— ¡No! Escucha tú, imbécil. Pasé por mucho para esto, por mierda que tu pequeño
cerebro no podría ni comprender, así que dame la información que necesito y seguiré
mi camino. Y si me llamas jovencito una vez más atravesaré esa maldita pared con tu
cabeza.
—Cielos.
—Llama a seguridad.
—Se dispararon.
—Sí. Citando a una mujer muy inteligente: “Estos idiotas se dispararon entre sí”.
También identificamos a los caballeros fallecidos, no son tan caballeros, al parecer.
— ¿Registros criminales?
—Bueno, ya está.
—Las huellas dactilares no coinciden. Pero se pone más raro. Sí coincidieron con un
caso sin resolver de… adivina esto… 1938.
—Sí, suena muy divertido. Pero creo que te perdiste de algo cuando te expulsaron de
la academia policial. Déjame explicar. Esta mierda es lo que consigue condenas en un
juzgado. Lo que haces ahí afuera es fantasía. Me encantaría jugar a policías y
ladrones, usar máscara y sentirme importante, pero ¿adivina qué? El recreo se acabó.
Es hora de ser adulto. Aún tratas de comprobar que tu niñez corriendo por ahí con
esos uniformes estúpidos… no fue en vano. Sí. También te conozco, Diego. Ahora
vete antes que cambie de parecer.
—Sí. Sepárense.
—Disculpen.
—No, busco información de uno de los tipos que usa su gimnasio. ¿Diego
Hargreeves?
— ¿Trabaja aquí?
—Bueno. Gracias.
Sala de Calderas
— ¿Cinco? ¿Estás arriba? ¿Cinco? Gracias a Dios. Estaba preocupada por ti.
—No, yo soy la que debe disculparse. No te tomé en serio y… Supongo que no supe
procesar lo que estabas diciendo. Y aún no puedo, para ser honesta.
—Quizás estabas en lo correcto al ser así. Quizás no fue real. Se sintió real. Como
dijiste, el viejo dijo que viajar en el tiempo puede contaminar la mente.
—Y quizás yo no soy la persona correcta con quien debes hablar. Solía ver a alguien,
un terapeuta, puedo darte su información.
—Gracias, pero… Creo que solo descansaré un poco. Ha pasado mucho tiempo desde
que dormí bien.
—Bueno.
—Es tan… conmovedor. Todo eso sobre la familia, papá y el tiempo. ¡Vaya!
—Estoy conmovido.
—Cuando terminemos.
—Bueno, pero solo para estar claros en los detalles, solo debo ir a ese lugar y fingir
que soy tu querido papá, ¿cierto?
— ¿Cuál es la historia?
— ¿Era muy joven cuando te tuve? ¿Cómo a los 16? ¿Muy joven y…
desencaminado?
—Claro.
—Tu madre, esa zorra. Quienquiera que haya sido. Nos conocimos en… la discoteca.
¿Sí? Recuerda eso. Dios mío. El sexo era increíble.
—Lo juro por Dios, no sé de qué demonios estás ha… Solo soy un chofer de grúa. Ni
siquiera he ido a Londres.
—Es muy parecido, sí. Pero el espacio entre los ojos es distinto, la barbilla no es la
misma. Tiene un hoyuelo.
—Tiene un hoyuelo.
—Sin hablar.
— ¿Comida italiana?
— ¿Y él?
—Cuesta entenderlo.
—Lo que recuerdo es que quería direcciones a una tienda departamental. Eso es todo,
lo juro.
—Pero ya estoy saliendo al aeropuerto, no creo que sea problema faltar una vez.
Patrick, era el funeral de mi padre. Seguro que el tribunal reconoce eso como
circunstancias atenuantes. ¿Y Claire? Sí, me gustaría saludar a mi hija si te parece
bien. No. ¡Patrick! No…
— ¿Estás bien?
—Sí.
—No es cierto.
— ¿Sabes lo que es amar a alguien así? ¿Que cuando te alejas de ella no puedes
respirar? Como que podrías morir, y me refiero a realmente… morir… por saber que
está bien y feliz. Tú te separas de todo y de todos, siempre lo has hecho.
— ¿Y te obligó a escribir ese libro sobre nosotros? Ya eres adulta, Vanya. No puedes
culpar de tus problemas a nadie más que a ti.
—Como le dije antes a su hijo, cualquier información sobre las prótesis que hacemos
es estrictamente confidencial. Sin el consentimiento del cliente, no puedo ayudarle.
—No es mi problema. Disculpe. No hay nada más que pueda hacer, así que…
— ¿Disculpe?
— ¿Qué?
—Ya me escucho.
—Está loco.
—No tienes idea. Paz en la tierra. Que dulce. Dios, eso dolió.
—Hubo un ataque en la oficina del Sr. Big y necesitamos a seguridad. ¡Ya! Esto es lo
que pasara, Grant.
—Soy… Lance.
—En 60 segundos, dos guardias entraran por esa puerta y van a ver bastante sangre y
se preguntaran: “¿Qué demonios paso?”. Y le diremos que tú… nos diste una paliza.
Te ira genial en la prisión, Grant. Créeme. He estado ahí. Un pollito como tú. Dios
mío, te pasaran alrededor como un… Te ira genial. Es todo lo que diré.
—Gracias.
—Qué raro.
— ¿Qué?
—Nuestros registros dicen que el ojo con ese número serial… No puede ser. Ni ha
sido fabricado aun. ¿Dónde lo obtuviste?
— ¿Tu 20 dólares?
—Vamos. Relájate, viejo. Oye, ¿sabes? Me acabo de dar cuenta de porque eres tan
rígido. ¡Debes estar muy caliente! Todos esos años solo… Seguro te afecto la mente.
—Cuéntame de eso.
— ¿Treinta años? ¡Vaya! El mayor tiempo que he estado con alguien ha sido… no sé,
tres semanas. Y solo porque estaba tan cansado de buscar un lugar para dormir. Pero
su osso buco era realmente fantástico… ¿Cinco?
— ¡No está aquí, Sra. Kamowski! El Sr. Puddles no está aquí. ¿A quién buscas?
—No, claro que no. La mayoría de mis alumnos son niños. Es más fácil aprender
música cuando joven. Es como un segundo idioma.
— ¡Ich verstehe! Es el alemán para “yo entiendo”. Tome tres años de eso en la
secundaria. Y es todo lo que recuerdo.
—Si.
—Hola, Diego.
—Hola, Diego.
Sala de Calderas.
— ¿Qué…?
—Me gusta.
— ¿Decirte que?
—Pues no tengo que probar ni inocencia ante ti, o ante cualquiera en la familia.
—Está bien.
—Vas progresando.
—Quien sabe. Mi próximo estudiante podría sermonearme sobre lo que hago mal.
Ella… es un tanto prodigiosa.
—Ya somos dos. Te veré la próxima semana. Practica sostener bien el arco y…
consigue un violín.
—Puedes ser honesta. ¿Crees que es raro querer aprender a tocar el violín tan tarde en
la vida?
—No. Monet no comenzó a pintar hasta sus 40. Y lo hizo bien. Si amas la música,
estas en el lugar correcto.
—Diría que describes a mi papa más que a mí. Él era el amante de la música. Por eso
estoy aquí. El murió hace un tiempo.
—Perdón.
—Si.
—Soy carpintero. Tengo una tienda en Bricktown. Deberías pasar por ahí. Darle un
vistazo.
—Adiós.
—No fue difícil. Aquí es donde siempre venia cuando estaba molesta.
—En realidad fue la señorita Vanya. Llamo para asegurarse de que usted estuviera
bien.
—Lo dudo. No sabe nada de mí, lo cual está bien porque no se ni mierda sobre ella.
—Cuide su lenguaje.
—Perdón. Es solo… Ha pasado mucho tiempo desde que vivimos todos juntos.
—Casi 13 años.
—Su padre dejo de grabar hace años. Pero aun vengo aquí de vez en cuando. Cuando
los extraño a ustedes.
—Pogo, esto es… Las familias tienen películas caseras para recordar. Nosotros
tenemos videos de vigilancia.
—Si no está apresurada, el resto de las cintas están en ese gabinete. Asegúrese de
cerrar bien al salir. Hay cosas que se han perdido últimamente. Estas son muy
importantes para perderse.
Rebobinar.
Reproducir.
10% de Descuento.
Mujeres.
—Dolores. Me alegra verte. Te he extrañado, obviamente. Bueno, han sido un par de
días difíciles.
— ¿Ves eso?
—Comienzas allá, yo iré al otro extremo. Nos vemos en el medio. Dispara a lo que se
mueva.
—Sí.
—Lo tengo.
—Vamos.
—Mierda.
— ¿Qué?
— ¿Qué?
—Tenías razón sobre papa. Vamos, debo mostrarte algo. ¿Cinco? ¿Qué demonios te
paso?
—No hay nada que puedas hacer. No hay nada que nadie pueda hacer.