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Advertencia
Esta obra es oscura, violación y las relaciones sexuales no
consensuadas son un aspecto constante e importante de la
trama, también hay muertes de personajes, trauma psicológico,
descripciones de la violencia en el campo de batalla y
referencias a tortura. Leer a discreción es recomendable.

Fandom: Harry Potter

Pairing: Draco Malfoy x Hermione Granger, Dramione.

Fanfic inspirado en la novela de Jk Rowling

Traducción: blaisemalfoyy

Edición y correción: Cazz_Hime

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Nota del autor:

Los personajes de esta obra no son míos, pertenecen a JK Rowling, quien


puede que no sea yo. La inspiración inicial de esta trama se produjo al
ver el primer episodio de The Handmaid´s Tale, en homenaje hay
elementos que se mantienen a lo largo de la historia. El título High Reeve
se extrajo de la historia de Lady of Clunn, “Uncoffined”.
Esta historia difiere del canón, se sitúa después de la conclusión de Harry
Potter y la Orden del Fénix.

Trabajo alfa/beta de Jamethial y Pidanka. Todos los errores restantes son


mi trabajo original.

Resumen:

Harry Potter está muerto. Después de la guerra, para


fortalecer el poder del mundo mágico, Voldemort realiza
un esfuerzo de repoblación. Hermione Granger tiene un
secreto de la Orden, perdido pero oculto en su mente,
por lo que es enviada como una subrogada esclavizada
al High Reeve hasta que su mente pueda romperse.

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Flashback 1
3 años antes
Marzo 2002.
Casi seis años después de la muerte de Albus Dumbledore.

A Hermione le rechinaban los dientes de frustración mientras embotellaba


pociones de antídoto. Acababa de salir de otra reunión inútil de la Orden. A
veces se preguntaba si era la única consciente de que estaban perdiendo la
Guerra. Mientras colocaba los nuevos frascos en las repisas, se metió unos
cuantos en el bolsillo y se apresuró a entrar en la habitación contigua, donde
Madam Pomfrey estaba ajetreada, yendo de aquí para allá. El ala del hospital
que ocupaba el segundo piso de Grimmauld Place estaba inquietantemente
silenciosa. Nadie en la habitación tenía una herida que se curara fácilmente.
Lee Jordan estaba acostado en una cama, aún le supuraba materia cerebral de
los oídos, gota a gota. Hermione había descubierto una forma de anular la
maldición, pero el contrahechizo actuaba con lentitud. Sólo podía esperar que
el goteo cesara durante la siguiente hora. Era dudoso que recuperara sus
funciones mentales. El daño cerebral era severo e irreparable. No estaba segura
de su alcance exacto. Tendría que esperar hasta que él despertara. Si es que
despertaba. Lo más probable, suponiendo que no estuviera completamente en
muerte cerebral para cuando cesara el goteo, era que la Orden tuviera que
hacer una carrera para dejarlo en San Mungo, cuando los dejaran perdonar a
alguien.
George Weasley estaba sentado en una cama junto a su amigo, estaba pálido
de dolor y desesperación. Había sido golpeado en el muslo derecho con una
maldición de necrosis de acción rápida, para cuando logró sobreponerse al
dolor y aparecer de nuevo, la podredumbre se había extendido hasta la cadera.
No había contra-maldición para la necrosis. Hermione apenas había logrado
evitar sus órganos vitales al tener que cortársela, ni siquiera había tenido un
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segundo libre para detenerse y noquearlo. Sus manos aún estaban temblando,
sin importar cuántos Calming Draughts y pociones para el dolor le administrara
Hermione.
Katie Bell yacía en una cama en la esquina más alejada. Durmiendo. Con
suerte, la darían de alta pronto. Algún Mortífago asquerosamente creativo
había conjurado un puercoespín dentro de su pecho. Las púas habían
triturado y destrozado los pulmones y el estómago de la niña y,
milagrosamente no le detuvieron el corazón. Estuvo a punto de ahogarse con
sangre antes de que Hermione y Madam Pomfrey consiguieran desvanecer a
la criatura y estabilizarla. Katie había estado allí durante tres semanas. Aunque
en su mayor parte se había recuperado, aún tenía todo el torso cubierto de
una multitud de pequeñas cicatrices redondas. Su respiración emitía un leve
traqueteo cuando se movía.
Hermione se acercó y vertió una poción antiveneno en la garganta de Seamus
Finnegan. Había caído en un pozo de víboras y fue mordido treinta y seis veces
antes de que se las arreglara para aparecer. Fue sólo gracias a la inmunidad de
los magos a las heridas de criaturas no mágicas que había conseguido regresar
antes de morir.
Había una docena de cuerpos más en la sala del hospital, pero Hermione no
sabía los nombres de aquellos combatientes de la Resistencia, y estaban
demasiado heridos para decírselo. De pie en la habitación, inspeccionando
los cuerpos silenciosos y heridos, Hermione se sentía perdida. Acababa de
llegar de otra reunión en la que había instado a la Orden a que comenzaran a
usar maldiciones más efectivas a la hora de pelear. La habían rechazado. Una
vez más.
Había una extraña especie de optimismo entre muchos de los miembros de la
Orden, creían que, de alguna manera, podrían ganar la Guerra sin utilizar las
artes oscuras. La mayoría de los guerrilleros de la Resistencia seguían
recurriendo al aturdimiento o la petrificación cuando se encontraban
acorralados, como si los Mortífagos no pudieran cancelar esos maleficios en
unos segundos y luego aparecer en la siguiente escaramuza para matar o mutilar
horriblemente a alguien. Habían unos pocos que habían comenzado a usar
hechizos más despiadados. La mayoría de los cuales habían recibido una
maldición que casi los mata. Era un secreto mal guardado entre las filas de la
Resistencia; todo el mundo hacía la vista gorda, pretendiendo que no era el
caso.
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Cada vez que Hermione aparecía en una reunión de alto nivel de la Orden,
exponía el caso de por qué todos los luchadores necesitaban aprender magia
más eficaz para batirse en duelo. En todas las ocasiones recibía miradas de
incredulidad. Aparentemente, estar en el lado de “la Luz” requería que
pelearan en contra de todas las probabilidades. Sin importar que sus enemigos
querían matarlos a todos, y luego asesinar y esclavizar a todos los Muggles en
Europa. Al parecer, ésa seguía siendo una razón insuficiente para matar a
Mortífagos en defensa propia.
La respuesta que obtenía cada vez era la misma. Era una sanadora, ¿no sabía
que el usar artes oscuras eventualmente corrompía a una persona? Si los
miembros de la Orden y la Resistencia tomaban la decisión personal de usar
ese tipo de hechizos, era su decisión. La Orden nunca se lo exigiría a nadie.
Nunca se lo enseñaría a nadie. Además, alguien siempre le recordaba a
Hermione, ella apenas sabía lo que era estar fuera en el campo de batalla
enfrentándose a la decisión de acabar con la vida de alguien más. Siempre
estaba en Grimmauld Place haciendo de sanadora, Maestra de Pociones, y
como investigadora para la Orden. Ahí era donde la necesitaban. Necesitaba
dejar a la gente especializada en combate ser quienes tomaran las decisiones
sobre las estrategias de guerra. Era suficiente para que Hermione quisiera
gritar.
Mientras estaba de pie junto a Lee Jordan, enfurecida, escuchó un chirriante
golpeteo de madera contra el suelo y se volteó para encontrar a Ojo Loco
Moody entrando a la habitación. Él la observó directamente.
—Granger, una palabra—.
Armándose de valor, se giró para seguirlo por el pasillo. Esperaba que no la
regañaran, una vez más, por tener la audacia de cuestionar la estrategia de
guerra de la Orden. No imaginaba que Ojo Loco Moody lo hiciera; era uno
de los pocos miembros de la Orden que no discrepaba al respecto.
Moody la guió hasta una pequeña habitación y, una vez que estaban dentro,
se volteó y lanzó una serie de complejos y poderosos hechizos de privacidad.
Cuando terminó, observó alrededor de la habitación cuidadosamente. Su ojo
mágico estaba girando mientras escudriñaba cada rincón. Después de un
minuto volteó a verla. Parecía extrañamente tenso, incluso para un hombre
que ladraba “Vigilancia constante” más seguido de lo que decía cualquier otra
cosa. Parecía incómodo.
—Estamos perdiendo la guerra —dijo él, después de un momento.
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—Lo sé, —dijo Hermione con voz plomiza— A veces siento que soy la única
persona consciente de eso—.
—Algunas personas, sólo pueden luchar alimentadas por el optimismo—
Moody menciono lentamente— Pero, nos estamos quedando sin optimismo—
Hermione simplemente se quedó mirándolo. No necesitaba que él se lo dijera.
Ella lo sabía. Era la que tenía que sujetar a las personas mientras morían en
agonía por maldiciones que no podía revertir. Quien, después de eso, tenía
que entrar en una sala de interrogatorios y enumerar a los muertos y heridos,
detallando cuánto tiempo se esperaba que durara la recuperación y si esas
personas podrían regresar a pelear una vez finalizada.
—Una oportunidad se ha presentado, —dijo Moody en una voz baja, estaba
estudiando su rostro cuidadosamente— Una que podría cambiar el rumbo de
la guerra—.
A Hermione no le quedaba ninguna reserva de esperanza en su interior como
para alegrarse ante esas palabras. Basádose en el contexto en el que Moody le
estaba hablando, sospechaba que el precio de aquello, era lo suficientemente
elevado como para ser cuestionable.
—¿Oh? —
—A medida que las fuerzas de Voldemort han crecido, la inteligencia de
Severus se ha limitado. Principalmente se ha mantenido investigando y
desarrollando nuevas maldiciones con Dolohov. No le informan sobre las
estrategias de ataque—.
Hermione asintió. Lo había notado durante los últimos meses. Algunos
miembros de la Orden lo habían tomado como una oportunidad para
comenzar a cuestionar la lealtad de Snape, una vez más.
—Tenemos la oportunidad de traer a un nuevo espía. Alguien con un alto
rango en el ejército de Voldemort está dispuesto a trabajar para nosotros—.
Hermione miró a Moody con escepticismo.
—¿Alguien de alto rango quiere convertirse ahora?—
—Condicionalmente, —clarificó Moody— El chico Malfoy. Dice que se
convertirá en espía para vengar a su madre. Con la garantía de un perdón total
y… —vaciló— Y te quiere a ti. Ahora y después de la guerra—.
Hermione se quedó aturdida, si Moody simplemente la hubiera maldecido,
no podría haber estado más estupefacta.

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—Severus cree que la oferta es legítima. Dice que Malfoy tenía algún tipo de
fascinación contigo en el colegio. No hay nada que indique que la oferta fue
hecha bajo órdenes—.
Hermione apenas registró las palabras mientras se tambaleaba internamente.
No había visto a Malfoy desde la escuela. El sexto año apenas había iniciado
cuando él comenzó la guerra al asesinar a Dumbledore y luego salir huyendo.
Escuchaba sobre él ocasionalmente cuando Severus daba actualizaciones sobre
la estructura militar de Voldemort. Malfoy había estado ascendiendo de rango
constantemente a lo largo de los años.
¿Por qué se convertiría Malfoy? La culpa de la guerra podía recaer
legítimamente sobre sus hombros. No había ninguna razón plausible para un
cambio de alianza tan tardío. Tal vez el poder de Voldemort no estaba tan
garantizado como pensaban. Tal vez las filas estaban comenzando a romperse.
Parecía demasiado bueno para ser verdad.
¿Pero por qué la quería? No recordaba que su rivalidad escolar fuera algo
digno de mencionar. Él siempre había prestado mucha más atención a
intimidar a Harry antes que a ella. Siempre había sido más una nota a pie de
página; un insulto adicional por ser nacida de muggles. Nunca había sido en
realidad el verdadero objetivo de su crueldad. A menos que... demandarla
fuera un especie de venganza contra Harry. Tal vez él pensaba que ella y Harry
estaban juntos. Bastardo. Se quedó ahí de pie, pensando hasta que Moody
habló de nuevo.
—No hay mucho que no haría por la inteligencia que él podría ofrecer. Pero
tienes que estar de acuerdo. Él quiere que estés dispuesta—.
No. No. Nunca.
Se tragó su rechazo. Sus manos se cerraron en puños hasta que pudo sentir
los contornos de sus huesos metacarpianos debajo de la piel.
—Lo haré —dijo ella, sin permitir que su voz temblara— Siempre que él no haga
nada que interfiera con mi capacidad de ayudar a la Orden. Lo haré—.
Moody la estudió cuidadosamente.
—Deberías pensarlo un poco más. Puedes tomarte unos días. Si haces esto, no
puedes decírselo a nadie. No hasta después de la guerra. Ni a Potter, ni a
Weasley, ni a nadie más. Kingsley, Severus, Minerva y yo seremos los únicos
miembros de la Orden que lo sabremos—.

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Hermione lo miró fijamente. Tenía una sensación en el pecho, como si algo
en su interior se estuviera marchitando y muriendo, pero no se permitió
prestarle atención.
—No necesito más tiempo para pensar —dijo bruscamente —Me doy cuenta de
lo que se me está pidiendo. Mientras más pronto obtengamos la información,
mejor. No voy a demorarlo para tener tiempo de reflexionar o temer una
decisión que ya he tomado—.
Moody asintió tajantemente.
—Entonces enviaré un mensaje de que estás de acuerdo—.
Quitando las protecciones de la puerta, Moody se marchó; dejando a
Hermione sola para asimilar lo que había aceptado. No estaba segura de lo
que sentía. Tenía ganas de llorar. Ese fue su deseo más inmediato. Sentía
como si Moody hubiera dejado caer la guerra sobre sus hombros. Pero
también, esperanza, tal vez. En la medida en que era posible sentirse
esperanzada después de esencialmente haber aceptado venderse a un
Mortífago como premio de guerra.
Hermione no se había sentido esperanzada en mucho tiempo. De algún
modo, hasta que Dumbledore murió e incluso un poco después, había
pensado que la guerra sería sencilla y corta. Harry había escapado de la muerte
tantas veces en el colegio. Él, Ron y ella habían vencido tantos obstáculos
imposibles. Así que había pensado que ser inteligente, ser bueno, que la
amistad, la valentía, y el poder del Amor eran suficientes para ganar la guerra.
Pero no lo eran.
Ser inteligente no era suficiente. La bondad que había en ella se estaba
haciendo polvo debajo del peso de todas esa vidas perdidas o arruinadas sin
nada que demostrar todavía. La amistad no impedía que alguien muriera
gritando en agonía. La valentía no ganaba una batalla cuando tu enemigo
tenía una multitud de métodos para removerte permanentemente de la
guerra, y tú estabas intentando ganarle con una maleficio de petrificación. El
Amor aún no había vencido al Odio de Voldemort.
Cada día que la guerra se prolongaba parecía hacer que las probabilidades se
redujeran un poco más. Harry se estaba rompiendo bajo la presión y la culpa.
Estaba tan delgado y agotado que ella temía que se derrumbara cualquier día.
Seguía recluyéndose, más y más en sí mismo. La muerte de Dumbledore tan
poco tiempo después de la pérdida de Sirius parecía haberlo derribado de una
forma en la que nunca se recuperó por completo. Cada muerte y lesión entre
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sus amigos parecía empujarlo un poco más cerca a un precipicio, del que no
estaba segura, él pudiera regresar. Harry se aferraba a la esperanza de que, de
algún modo, la guerra terminaría de tal manera que la vida podría ser normal
después. Era esa creencia imposible la que seguía llevándolo hacia adelante.
Era él quien insistía más rotundamente en que la Orden y la Resistencia
nunca usaran magia oscura. Si lo hacían, argumentaba, no habría vuelta atrás.
Estarían manchados por el resto de sus vidas. No serían mejores que los
Mortífagos. Así que Hermione fue obligada a ver cómo la Orden y la mayoría
de la Resistencia se ponían de su lado. Y luego ver morir a sus amigos en la
sala del hospital. Confiaban en Harry, si se desesperaba, se rompería por
completo y se rendiría.
La Orden necesitaba desesperadamente una ventaja. Un poco de
información. Saber antes de que ocurriera un ataque. Dónde estaban las
vulnerabilidades. Lo que fuera. Malfoy podía darles eso. Había sido
personalmente entrenado por su tía Bellatrix antes de que muriera junto a su
madre. Había ascendido muy alto. Ahora les había hecho una oferta la cuál
no podían rechazar. A la cuál ella no podía negarse. Claramente él lo sabía,
actuando como un rey exigiendo un tributo, porque él estaba fascinado con
ella... reflexionó sobre ello.
Si Severus no lo hubiera corroborado, nunca hubiera creído tal cosa. Para
vengar a su madre. Por un perdón. Por ella, ahora y después de la guerra.
¿Cuál era el verdadero motivo? ¿Era alguno de ellos? ¿O había otro ángulo con
el que estaba jugando? Su madre llevaba muerta más de un año, en un extraño
accidente junto a Bellatrix Lestrange cuando un Mortífago intentó impedir
que Harry y Ron escapasen de la Mansión Lestrange. No era realmente culpa
de ninguno de los dos bandos que ella hubiera muerto. Si su muerte hubiera
acabado con la lealtad de Malfoy, habría sucedido en ese entonces. No un año
después. No después de usar el vacío que su tía dejó para ascender a una
posición de poder más alta. Sin embargo, querer un perdón parecía extraño.
A menos que hubiera algunas probabilidades increíbles de las cuales ella no
era consciente, la posibilidad de que la Orden pudiera ganar parecía, en el
mejor de los casos, escasa.
Entonces, ¿por ella? Tal vez la odiaba más de lo que ella sabía. O deseaba… se
estremeció de repulsión, e intentó apartar el pensamiento antes de contenerse
y, obligarse a parar y considerarlo. Si desearla era su motivación... la
oportunidad dependía de algo más que de su consentimiento.
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Cuando la hubiese tenido una vez, o quizás unas cuantas, si sólo estaba
alimentado por la venganza, se cansaría de ella. Tal vez sólo era un juego para
él. Jugar al espía por un tiempo, tener la oportunidad de ponerla de rodillas.
Sabiendo que se arrastraría por él si eso significaba salvar a Harry. Salvar a la
Orden. Y luego, una vez que él tuviera lo que quería, daría marcha atrás. La
desecharía y los vería morir a todos. Se le contrajo la garganta y sintió que iba
a vomitar. Empujó a un lado su horror e ignoró la desgarradora y retorcida
sensación en la boca de su estómago. Tenía que encontrar la forma de
cautivarlo. De mantener su atención e interés ¿acaso sería posible?

Salió de la habitación, sintiéndose congelada, y regresó al ala del hospital. La


habitación aún seguía en silencio.
—Poppy, ¿me necesitas ahora mismo? ¿O te parece bien si voy afuera?—
preguntó silenciosamente.
—Por supuesto, querida. Deberías ir a descansar. Has estado de pie por doce
horas —Pomfrey le dijo gentilmente— Si pasa algo, te llamaré—.
Hermione jugueteó con el brazalete que llevaba en la muñeca. Contenía un
amuleto protector que la Orden utilizaba para convocarla a los refugios donde
se la necesitaba con más urgencia. Salió de la sala del hospital y se dirigió a su
habitación. No tenía intención de descansar. Fue a ponerse ropa limpia,
enseguida salió a los escalones frontales y desapareció.
El mundo mágico no tenía lo que necesitaba. Se encaminó hasta el
Waterstones más cercano. Navegó a través de las secciones. Escogiendo libros;
de la sección de filosofía, de la sección de psicología, de la sección de
relaciones, y de la sección de historia hasta que tuvo un buen puñado.
La empleada que formó una pila con ellos arqueó una ceja mientras escaneaba
los títulos. “Varias historias y biografías de concubinas y mujeres espías” “Una gruesa
guía sobre sexo” “El Arte de la Guerra por Sun Tzu” “El arte de la sabiduría mundana
de Baltasar Gracian” “El príncipe de Maquiavelo” “Influencia: ciencia y práctica de
Robert Cialdini” “Un libro sobre lenguaje corporal”
Era cierto que era una selección extraña.
—Son para un ensayo de la universidad —Hermione mintió impulsivamente,
sintiendo la necesidad de explicarse.
—Algunos de ellos también serán útiles para uso personal, considero—.
La empleada le guiñó un ojo con picardía mientras metía los libros en una
bolsa.
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Hermione sintió que se sonrojaba, pero se forzó a reír.
—Bueno, los estoy comprando —bromeó, pero las palabras le sabían a arena en
la boca.
—Si vuelves a pasarte por aquí tendrás que hacerme saber si ese ensayo le
agradó a tu tutor. Y si alguno de estos termina siendo útil para actividades
extracurriculares—.
Hermione asintió torpemente mientras pagaba y sacaba la bolsa de la tienda.
El rostro de McGonagall había aparecido frente sus ojos ante las palabras de
la chica. Minerva también sabía. Pero Moody había sido el elegido para hablar
con Hermione. Se preguntó por qué. Se sintió ligeramente enferma al mirar
la selección de libros que ahora poseía. Quería una taza de té. Bueno, en
realidad quería meterse en un agujero y morir ahí, pero el té era su segunda
opción. Encontró una tienda cercana y sacó el libro cuyo título menos la
inquietaba mientras esperaba.

“Trabaja para coseguir tus objetivos, tanto indirecta como directamente. La


vida es una lucha contra la malicia humana, en la que la sabiduría se
enfrenta a la estrategia del designio. Este último nunca hace lo que se le
indica; de hecho, pretende engañar. La fanfarria está en la luz pero la
ejecución está en la oscuridad, el propósito es siempre engañar. La intención
es revelada para distraer la atención del adversario, luego se cambia para
obtener el fin mediante lo inesperado. Pero la intuición es sabia, cautelosa y
espera detrás de su armadura. Sintiendo siempre lo contrario de lo que iba a
presentir y reconociendo enseguida el verdadero propósito del truco, permite
pasar cada primer indicio, se queda esperando por un segundo, e incluso un
tercero. La simulación de la verdad ahora sube más alto al encubrir el engaño
e intenta, a través de la propia verdad, falsificarse. Cambia la jugada para
poder cambiar el truco y hace que la razón parezca el fantasma fundando el
mayor fraude sobre el mayor candor. Pero la cautela está en la guardia viendo
claramente lo que se pretende, cubriendo la oscuridad que estaba revestida de
luz, y reconociendo aquel designio más ingenioso que parece más ingenuo.
De esa manera, la obstinación de Python se compara con la simplicidad de
los rayos penetrantes de Apolo.”

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Hermione se mordió el labio mientras se servía una taza de té y meditaba sobre
Malfoy de nuevo. Su mano deambuló hasta su garganta y jugó nerviosamente
con la cadena de su collar, retorciéndolo en bucles alrededor de los dedos.
Luego rebuscó en su bolso y usó su varita subrepticiamente para transfigurar
su pluma y pergamino en un bolígrafo y un pequeño cuaderno. El cuaderno
se encontraba lleno de notas al momento en que su tetera quedó vacía.
Mientras guardaba los libros en su bolsa expandida, reconsideró la situación
en la que se encontraba. No podía adentrarse en ella con cualquier suposición.
Si lo hacía, probablemente pasaría algo por alto.
Después de casi seis años como Mortífago, Malfoy probablemente era un
manipulador muy hábil. Los informes de Severus sobre lo que sucedía en el
círculo íntimo de Voldemort indicaban que se trataba de un entorno político
despiadado. Voldemort era un Amo cruel, e implacable en sus castigos. Los
Mortífagos tenían poca lealtad entre sí. Estaban ansiosos por eliminar a los
que estaban delante de ellos, si eso les ayudaba a asegurar sus propios puestos
o a acceder a un mayor poder y protección para sí mismos.
La oferta de Malfoy fácilmente podía ser una estratagema para ascender aún
más alto. Para convertirse en un doble agente de Voldemort, de la misma
forma en la que Snape actuaba como tal para la Orden. Para alimentarlos con
información falsa en un punto crucial que podría conducirlos a la perdición.
Sin embargo, Severus estaba apoyando la idea, aparentemente con la opinión
de que la oferta de Malfoy era legítima. Ella tendría que hablar con él, quería
saber exactamente en qué se había fijado para creerlo. Se deslizó por un
callejón y se apareció de regreso a Grimmauld Place.

Mientras subía a su habitación notó a Lavender Brown saliendo de la


habitación que Ron compartía con Harry y Fred. Ron y Lavender no estaban
exactamente en una relación por así decirlo. Ron tenía alrededor de cinco
chicas con las que alternaba en función de su disponibilidad después de las
misiones y escaramuzas. La Guerra lo había enfurecido y tensado. Estaba
constantemente al límite mientras elaboraba estrategias para incursiones y
escaramuzas. Su talento para el ajedrez mágico se había traducido en talento
para la estrategia bélica. Tendía a tomar cada víctima como una
responsabilidad personal. Si no se estaba cogiendo a alguien, tendía a tener
ataques explosivos de rabia.
Todos tenían diferentes mecanismos de supervivencia.
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Neville Longbottom y Susan Bones fumaban tanto boomslang en el ático que
apestaban a él incluso después de que se les hubiera aplicado un
encantamiento desterrador y refrescante de humo. Hannah Abbott se mordía
las uñas hasta que sangraban.
Charlie tenía una petaca que Hermione sospechaba que tenía un hechizo de
expansión indetectable dado que su veneno del día nunca parecía agotarse.
Harry fumaba cigarrillos, y habitualmente frecuentaba clubes clandestinos de
lucha muggle. Hermione vaciló en el pasillo, mirando fijamente a Lavender
por un momento antes de acercarse y golpear suavemente la puerta del
dormitorio.
—¡Está abierto! —Ron gritó.
Hermione se asomó y encontró a Ron poniéndose una camisa.
—¿Todo bien? —preguntó él.
—Si, —dijo ella torpemente —Sólo me preguntaba si podrías contarme lo que
pasó cuando se quemó la Mansión Lestrange. Estaba realizando una
investigación acerca de hechizos. Fue Fuego Maligno, ¿verdad? —
Ron la miró con extrañeza.
—Eso fue hace mucho. Pero sí, después de que Harry y yo fuimos atrapados
por esos carroñeros. Le di en la cara con un hechizo urticante para que no lo
reconocieran de inmediato. Nos llevaron con Bellatrix, y su hermana también
estaba allí. Mandaron llamar a Malfoy para que viniera a identificar a Harry
antes de llamar a Voldemort. Pero, antes de que llegara, Luna había avisado a
la Orden y ella, Moody, Tonks y Charlie aparecieron en ese dragón y se
estrellaron contra la maldita ventana—.
Él pasó sus dedos por el cabello y Hermione notó con una punzada que tenía
mechones grises en él.
—En fin, fue una locura después de eso. Los hechizos volaban y Crabbe, creo,
trató de detenernos con una maldición de Fuego Maligno y perdió el control.
Siempre fue un idiota. Quemó todo el lugar en minutos. Probablemente todos
hubiéramos muerto de no ser por el dragón de Charlie. Pero, no pudimos
alcanzar a Luna. Estaba demasiado lejos... una de las quimeras de fuego se la
tragó—.
Mientras hablaba, la expresión de Ron se volvió más lejana y atormentada.
—¿Y así fue como Bellatrix y Narcissa murieron también? —Hermione
preguntó casualmente.

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—Si. Probablemente podrían haber aparecido fuera de la mansión si se
hubieran dado cuenta a tiempo. Pero Crabbe estaba justo detrás de ellas
cuando lanzó la maldición. Las golpeó primero, probablemente por eso perdió
el control. Probablemente se asustó cuando se dio cuenta de lo jodido que
estaría por matar a Bellatrix—.
—Probablemente —dijo Hermione asintiendo.
—El Fuego Maligno no es un juego, Hermione —Ron la estaba observando
seriamente —Sé que siempre estás diciendo que quieres que la Orden
comience a usar hechizos más peligrosos, pero sólo porque no sea magia
oscura no significa que sea menos serio. Si vas a intentar presionar para que
se use Fuego Maligno en un campo de batalla, voy a ser el primero en
impedirlo—.
Hermione apretó los labios y apretó la manija de la puerta hasta que sonó
levemente. Aflojó el agarre rápidamente.
—No soy idiota, Ronald. Sólo necesito huevos de ashwinder para hacer
pociones y estoy tratando de decidir cuál sería el mejor hechizo de fuego—.
Era una mentira ridícula, pero habían pasado años desde que Ron había
hecho una poción.
—Oh. Bueno, probablemente no sería Fuego Maligno—.
Ella asintió bruscamente con la cabeza.
—Bueno, tengo que investigar un poco más entonces—dijo, y se retiró de la
habitación.
Cuando abrió de un empujón la puerta de su propia habitación, Harry y
Ginny se separaron de un salto, con cara de culpabilidad.
—Lo siento, —Hermione se disculpó —¿Estoy interrumpiendo algo? —
—No, —dijo Harry rápidamente —Sólo estaba preguntándole a Gin por más
detalles sobre la misión de la que volvieron Dean y ella—.
Él salió rápidamente de la habitación. Hermione miró a Ginny.
—¿Detalles de la misión? —
Ginny se sonrojó.
—Sólo estábamos hablando. Él todavia… no. Sólo, viene a hablar algunas
veces—.
Harry y Ginny llevaban años danzando el uno alrededor del otro. Su interés
era obvio, pero Harry se rehusaba a entablar una relación.
Decía que era demasiado peligroso. Que pintaría un objetivo en la espalda de
Ginny. Pero cada vez que Ginny salía con alguien, la tendencia de Harry a
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escabullirse en el Londres muggle y volver a casa sin dientes, con la nariz rota,
los nudillos partidos, así como las cuencas de los ojos y las costillas fracturadas
tendía a aumentar drásticamente. Ginny llevaba más de un año sin salir con
nadie. Cómo un hoyo negro, su disponibilidad parecía arrastrar a Harry hacia
ella. Parecía no poder mantenerse alejado de ella, pero tampoco se atrevía a
reconocer su interés.
—Bueno, por lo menos está hablando contigo —Hermione murmuró.
Hermione y Harry se habían, distanciado. Su insistencia en el uso de la magia
oscura fue vista como una falta de confianza en él y en Dumbledore.
Posiblemente incluso una traición, aunque ni Harry ni Ron en realidad
utilizaban esa palabra. Cada vez que ella decía algo acerca del uso de las artes
oscuras, él apenas le dirigía la palabra durante días.
Alejó el pensamiento, no podía pensar en ello. Ya tenía demasiadas cosas en
las que reflexionar.

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Flashback 2
Marzo 2002

Hermione examinó minuciosamente los libros que había comprado durante


cada minuto libre que tenía. Los transfiguró para que parecieran textos de
aritmancia, runas antiguas y sanación, y así nadie se sorprendía al verla
hojearlos mientras preparaba pociones, durante los momentos de
tranquilidad en la sala del hospital o durante las comidas.
No estaba segura si alguna de la información fuera realmente útil, pero estaba
completamente perdida sobre cómo prepararse. Los libros eran el único
recurso que tenía. Así que leía, reflexionaba tomando notas y se preocupaba,
y se encontró a sí misma contestando defensivamente a la gente.
—Lo siento, Fred —dijo, haciendo una mueca de dolor cuando pasó a visitar a
George.
Él había intentado de aligerar el ambiente recomendándole que le
proporcionara una rutina de enfermera traviesa mientras cuidaba de su
hermano. Hermione, encontrando repentinamente el tema delicado, explotó
contra el y casi lo abofeteó.
Ella apartó la mirada— Es que… no he dormido mucho últimamente—.
Era una excusa patética. Nadie estaba durmiendo mucho y no lo habían hecho
en mucho tiempo. Sin importar la casa segura, siempre había unas cuantas
personas despiertas a cualquier hora; jugando a las cartas, fumando, y
haciendo cualquier otra cosa para pasar las largas horas de la noche. Harry
casi siempre estaba entre los insomnes. Parecía existir en una cantidad de
sueño imposiblemente insuficiente, ya ni siquiera estaba seguro si las
pesadillas eran de Voldemort o sólo su propio estrés y culpa. Cuando
comenzaba a chocar contra las paredes y a quedarse de pie con la mirada
perdida en el espacio, Hermione lo arrastraba hasta el ala del hospital y le
administraba una dosis de Dreamless Sleep.

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Hermione tenía sus propias pesadilla, la mayoría de Harry y Ron muriendo
mientras ella intentaba salvarlos y fallaba. Los rostros de los muertos también
la atormentaban. Todas las personas con las que no había sido lo
suficientemente rápida; no había sido lo suficientemente inteligente; no había
sido lo suficientemente hábil para salvarlas.
Colin Creevey aparecía seguido en sus sueños. Colin había sido la primera
persona que murió bajo el cuidado de Hermione. Fue poco después de que
Voldemort se apoderara del Ministerio, antes de que la Orden se viera
obligada a abandonar Hogwarts. Madam Pomfrey había salido a comprar
nuevas pociones cuando Colin fue ingresado de urgencia. Harry había estado
ahí, haciéndole compañía a Hermione durante lo que había sido una tarde
tranquila. Colin había sido golpeado por una maldición desolladora. No
había contra-maldición para eso. Hermione no pudo noquear a Colin. La
maldición lo obligaba a permanecer consciente. Stupefy. Dreamless Sleep.
Incluso Draught of Living Death. Nada de eso funcionó. La maldición lo
atravesaba y lo mantenía consciente.
Hermione intentó todo lo que se le ocurrió para revertirla. Para frenarla. Para
detenerla. La piel seguía cortándose. Colin seguía gritando. Si ella restauraba
la piel en algún lugar, se desollaba de nuevo. Si no reemplazaba la piel, la
maldición se profundizaba. Hacia los músculos y tejidos. La maldición no
paró hasta que llegó a sus huesos. Colin Creevey murió rodeado de un
montón de capas fínisimas su carne y un charco de sangre mientras Hermione
sollozaba y trataba de hacer todo que se le ocurría para salvarlo. Él se había
covertido en un esqueleto perfectamente extirpado cuando Madam Pomfrey
regresó.
Hermione nunca se recuperó de aquello. No fumaba, no tomaba, no se metía
en peleas, no tenía sexo casual. Sólo trabajaba más y durante más tiempo. No
tenía tiempo para aflijirse o lamentarse. Siempre le traían un nuevo cuerpo y
no tenía tiempo para dudar de sí misma. Dormía cuando estaba demasiado
agotada para soñar.
Volteó a ver a Fred— Es sólo un mal día—.
Él esbozó una sonrisa tensa— Está bien, Mione, tienes derecho a tenerlos como
el resto de nosotros. Honestamente, por más que lo intento sigo sin entender
como sigues haciendo esto—.
Hermione se giró y miró alrededor de la enfermería sintiéndose impotente.
—Si yo no lo hiciera, ¿quién lo haría? —
19
La Orden dependía de que ella estuviera allí. No era un sentimiento nacido
de una opinión exagerada. Simplemente era un hecho. En aquel momento de
la guerra, Hermione estaba más especializada en curar magia oscura y
maldiciones que nadie más en el resto de Gran Bretaña.
Cuando Voldemort se apoderó del Ministerio de Magia, la Orden había sido
forzada a dejar de acudir a San Mungo. Cualquier miembro de la Resistencia
envíado al hospital era inmediatamente arrestado por cargos de terrorismo y
desaparecía en las prisiones de Voldemort.
La toma de control sobre el Ministerio había sido cuidadosamente planeada.
La primera ley promulgada fue la Ley de Registro de Nacidos de Muggles.
Voldemort entendía el rol vital que desempeñaba la sanación en una guerra,
por lo que, San Mungo fue el primer lugar purgado bajo la nueva ley. Todos
los sanadores nacidos de muggles y mestizos fueron rápidamente arrestados y
les rompieron sus varitas antes de que pudieran escapar en busca de la Orden.
De repente, Poppy Pomfrey se convirtió en una de las Sanadoras más
experimentadas de la Resistencia. Hermione había sido su aprendiz y había
estudiado intensamente con ella desde la muerte de Dumbledore. Cuando los
Sanadores Europeos que simpatizaban con la Resistencia se acercaron en
secreto y ofrecieron entrenamiento, Hermione había sido la única persona
con suficientes conocimientos de sanación como para capacitar, que la Orden
podía permitirse prescindir.
Había dejado atrás a todo el mundo. Se despidió y viajó de contrabando a
través de Europa de hospital en hospital para aprender toda la magia curativa
avanzada que pudiera. Regresó después de casi dos años, cuando el hospital
se vio comprometido durante una batalla y los sanadores que habían reclutado
habían sido asesinados junto con Horace Slughorn. Severus había entrenado
a Hermione en pociones hasta que se fue y ella había continuado sus estudios
relacionados con la sanación durante su entrenamiento a través de Europa.
Cuando regresó, Hermione era al mismo tiempo una sanadora
completamente entrenada en emergencias y pocionadora médica. Su
especialidad era deconstruir maldiciones para así poder desarrollar hechizos
contrarrestantes. El primer hechizo contrarrestante que inventó fue para la
maldición desolladora. Con la división de desarrollo de maldiciones de
Voldemort estrenando constantemente nuevos hechizos experimentales
durante cada batalla, necesitaban de ella con desesperación.

20
Hermione entrenó en curación a tantos miembros de la Resistencia como
estuvieron dispuestos a aprender. Desafortunadamente, la sanación mágica
era un arte preciso y bastante sutil. Requería una inmensa atención y
devoción para tener éxito. La Orden trataba de incluir al menos una persona
con habilidades curativas en el campo de batalla en cada escaramuza para
intentar mantener a los combatientes con vida el tiempo suficiente para
mandarlos de regreso a la enfermería. Pero, debido a la gran demanda para
desplegarlos, los sanadores de campo estaban sobrecargados de trabajo y
tenían las tasas de mortalidad más altas de la Orden.
La mayoría de los guerrilleros preferían pasar su tiempo libre practicando más
magia defensiva antes de creer que necesitarían saber algo más que primeros
auxilios mágicos básicos. El obstinado optimismo que revelaba hacía que
Hermione temblara de frustración cuando se permitía pensar en ello.
La Orden simplemente no tenía suficientes personas para utilizar bien a
muchas de ellas. Los fracasos en el liderazgo se filtraron y afectaron a toda la
Resistencia. No se habían preparado para la guerra, la muerte de Dumbledore
les había cortado las piernas eficazmente y habían estado esforzándose por
sobrevivir desde entonces.
Malfoy había hecho eso. El asesinato de Dumbledore los había paralizado. Los
había condenado. Ahora intentaba presentarse como un retorcido salvador,
dispuesto a suturar la herida que él mismo había abierto. Hermione lo odiaba.
Más de lo que odiaba a nadie excepto a Voldemort. Antonin Dolohov, el jefe
de la división de desarrollo de maldiciones ocupaba un cercano tercer lugar.
Malfoy había empezado la guerra, había causado todo el sufrimiento y ahora
a ella se le solicitaba tragarse todo su odio y estar… dispuesta.
El terror desde su conversación inicial con Moody ya la estaba devorando. No
sabía cómo dejar de odiar a Malfoy. No creía ser lo suficientemente buena
actriz como para pretender que había dejado de hacerlo. El pensamiento de
estar en la misma habitación que él sin tratar de maldecirlo, de castigarlo por
todo aquello de lo que era responsable, no estaba segura poseer el autocontrol
necesario.
Hermione apretó los dientes y presionó su frente contra el cristal de una
ventana mientras intentaba pensar, tratando de forzarse a respirar y no romper
algo o comenzar a llorar. No podía derrumbarse. Tenía que
compartimentarse. Necesitaba meter todo su odio hacia Malfoy en una caja y
guardalo en algún lugar donde no pudiera desangrarse y manchar todas sus
21
interacciones con él. No pensaría claramente si constantemente estuviera
hirviendo de rabia. Necesitaba tener una perspectiva más amplia. Utilizar su
espionaje era más importante que la satisfacción a corto plazo de odiarlo. Lo
necesitaban. Sin embargo, una parte de ella quería hacerlo sufrir. No podía
evitar albergar la esperanza de que, una vez que tuvieran lo que necesitaban
de él, podría hacerlo pagar.
Pero, si llegaban a ganar la guerra, la victoria se la deberían a él. Hermione
había aceptado ser el precio de ello. Por mucho que lo detestara, si los salvaba
a todos, sabía que se sentiría obligada a cumplir con su palabra. Sin importar
lo que él pretendiera hacerle. De repente sintió náuseas. Estaba temblando, y
simultáneamente sentía frío y calor. Apartó su frente del cristal. Su respiración
había creado un círculo de condensación en la ventana. Después de un
momento, estiró la yema de un dedo y dibujó la runa thurisaz; la fuerza de
destrucción y la defensa, dificultad, introspección y concentración. Junto a
ella, dibujó su reverso. Su merkstave: para peligro, traición, maldad, malicia,
odio, tormento y despecho. Ella. Malfoy. Observó cómo las runas se
desvanecían mientras la condensación se evaporaba de vuelta en el aire.
Volvió a sus libros. Moody la encontró esa tarde.
—Tenemos hora y lugar—.
—¿Dónde? —
—Bosque de Dean. Viernes. Ocho de la noche. Lo exploraré y te apareceré en
la dirección la primera vez—.
Hermione asintió, encontrándose con el ojo de Moody. Había una parte
amarga en ella que quería que él recordara el momento. Para que grabara en
su memoria cómo era ella, antes. Él pareció dudar antes de que su expresión
se endureciera.
—Necesitas mantener su interés tanto tiempo como puedas—.
La boca de Hermione se torció pero asintió.
—Me he dado cuenta de eso —dijo ella, pasando la punta de un dedo por la
orilla de su libro hasta que sintió que las páginas impolutas estaban a punto
de cortarla.
—No estoy segura de poder, pero haré lo mejor que pueda. ¿Hay alguna
posibilidad de que pueda hablar con Severus antes del viernes? Tengo algunas
preguntas para él—.
—Lo organizaré —dijo Moody. Luego se volteó y se fue.

22
Viernes. Faltaban dos días. Tan poco tiempo para prepararse. Pero tanto
tiempo para temer. No había comido desde su primera conversación con
Moody. No podía hacerlo. Cada vez que trataba de probar un bocado, se le
cerraba la garganta. Había estado viviendo a base de té. Hermione cerró los
ojos y se esforzó por respirar uniformemente. Cerró de golpe el libro que
sostenía y se concentró en su oclumancia. De acuerdo a Severus, tenía talento
para ello.
Se deslizó a través de sus propios recuerdos y pensamientos, clasificándolos y
organizándolos. Reforzó las paredes que rodeaban las reuniones importantes
de la Orden. Los horrocruxes. Luego empujó lejos todos los recuerdos en los
que intentaba no pensar. Habían demasiados recuerdos de gente muriendo
dentro de su cabeza. Los empujó al fondo de su mente y trató de aplastarlos
para no escuchar los gritos moribundos con los que estaban repletos. Filtró su
odio hacia Malfoy y lo guardó cuidadosamente en un rincón donde no
pudiera distraerla ni abrumarla.
Practicar oclumancia era lo más cercano a la paz mental que podía encontrar.
Era parte de lo que la convertía en una talentosa sanadora. Podía silenciar su
simpatía y empatía y simplemente concentrarse en el proceso y procedimiento
de curación. Parecía que era un rasgo común entre los sanadores. Algún día,
cuando la guerra terminara, quizás Hermione podría hacer un estudio sobre
el número de oclumantes naturales en el campo de la curación. Sospechaba
que la mayoría de los sanadores tenían al menos un poco de propensión
subconsciente hacia ella. La oclumancia rara vez se enseñaba, la mayoría de
las personas probablemente no se daban cuenta cuando la utilizaban.
Hermione no lo había hecho. Durante mucho tiempo, había pensado que
simplemente era fría. A medida que los años de la guerra pasaban, su creciente
tendencia a apagar sus emociones y simplemente ser racional era un marcado
contraste al impulso emocional de Ron y Harry. No era insensible, sentía
cosas. Pero las emociones eran suplementarias. No decidían cosas por ella.
Siempre era primero la cabeza, después el corazón.
Había empezado después de la muerte de Colin. Ella no podía ser como
Harry. Esa muerte se convirtió en un momento definitivo para cada uno de
ellos. Después de ver a Hermione tratar de salvar a Colin, Harry se había
convencido completamente de la maldad pura de la magia oscura. Se dejó
impulsar por lo que sentía era correcto; por cómo creía que se suponía que
debían ser las cosas.
23
Para Hermione, había ocurrido lo opuesto. Se dio cuenta de la ventaja
insuperable que los Mortífagos tenían sobre la Orden. Fue su despertar al
precio del fracaso. Se convenció de que casi cualquier medio podía justificarse
para detener a Voldemort. El costo de optar por adscribirse a una moral idílica
y perder era demasiado elevado. Era simplemente la conclusión lógica.
Mientras más durará la guerra, más gente buena e inocente sufriría y moriría.
Esa diferencia de conclusiones creó un abismo entre ella y Harry.
La magia oscura era responsable de haberle robado a sus padres, a Sirius, a
Dumbledore, a Colin... Todos habían sido arrebatados por las artes oscuras.
Que la solución de Hermione fuera combatir lo semejante con lo semejante
era impensable para Harry. Harry estaba decidido; no iban a ser asesinos. La
Orden no iba a ser así. El Amor había vencido a la Maldición Asesina antes.
Derrotaría a Voldemort.
Los miembros cínicos y pragmáticos de la Orden fueron prácticamente
rechazados por todos los demás. Incluso a medida que la guerra empeoraba,
la convicción sólo se afianzaba más firmemente con cada nueva vida perdida.
Los creyentes en la Luz no podían abandonar su posición porque les obligaría
a admitir que todas las muertes habían sido en vano. Que le habían pedido a
la gente morir por un ideal que finalmente fracasó. En lugar de enfrentarse a
una verdad tan amarga, se convencieron cada vez más de que los sacrificios y
las pérdidas eran de algún modo tan tremendos que tenían que valer la pena.
Que el equilibrio de la balanza entre el bien y el mal pronto se inclinaría su
favor, porque… simplemente así debía ser.
Esto hacía que Hermione saliera de las juntas de la Orden a punto de llorar
de frustración. Incluso recurrió a escribir una presentación que explicara la
falacia del costo hundido, la escalada irracional del compromiso y la teoría de
la autojustificación. Cuando trató de explicar la psicología muggle, la dejaban
de lado, y cuando intentaba insistir, era tratada como su fuera una especie de
monstruo cobarde; tratando de usar psicología para legitimar el asesinato.
Una vez pasó trece horas en la enfermería reconstruyendo minuciosamente
los pulmones del profesor Flitwick. Cuando la convocaron para una junta de
la Orden inmediatamente después, acudió exhausta y abordó el tema de la
magia oscura con renovada furia. Un Ron igualmente enojado y exhausto le
había informado con furiosamente que estaba siendo una perra y que ni
siquiera parecía entender el objetivo de la Orden. Varios miembros más

24
asintieron. Harry no lo había hecho, pero se rehusó a mirarla, le había dado
una palmada en el hombro a Ron mientras salía de la junta.
Ella lloró después de eso. Severus la había encontrado en un armario de
servicio, teniendo un colapso emocional. Después de alternar entre insultarla
levemente e insultar groseramente al resto de la Orden durante varios
minutos, él logró que ella recuperará la compostura, con halagos a modo de
contención.
La siguiente vez que él asisitió a una reunión de la Orden le había dado un
libro sobre oclumancia. No había tenido tiempo de entrenarla, pero
Hermione no había necesitado entrenamiento. La simple lectura de los
conceptos le permitió internalizar la técnica. Severus le dijo más tarde que lo
había sospechado. Ella era una oclumante natural. Era parte de su talento para
la sanación y las pociones. Tenía la habilidad de compartimentarse
completamente cuando lo necesitaba.
Después de cinco años de guerra, Hermione sentía como si toda su vida se
hubiera ido encerrando gradualmente en varias cajitas. Su eternamente tensa
relación con Ron y Harry estaba cuidadosamente enterrada en una esquina
donde no podía sentirla. La mayoría de sus relaciones se sentían puestas a un
lado. En el centro de sí misma, en el enorme espacio que su amistad con Harry
y Ron había llenado durante tanto tiempo, había ahora una caverna que
mantenía diligentemente ocupada con el trabajo. Después de unos minutos,
volvió a abrir los ojos y continuó leyendo. Sólo tenía dos días más para
prepararse.
Minerva McGonagall llegó inesperadamente a Grimmauld Place la tarde
siguiente, cuando el turno de Hermione en el hospital terminaba. La antigua
directora de Hogwarts rara vez salía de Escocia. Después de que Hogwarts
fuera cerrada, McGonagall había asumido la tutela de todos los magos y brujas
menores de edad que habían quedado huérfanos o cuyos padres estaban
luchando en la guerra. Había regresado a la mansión de su padre en Caithness
y, tras abusar absurdamente de los encantos de expansión, la había hecho lo
suficientemente grande como para albergar a más de cien niños. Consideraba
que todos aquellos que no tenían padres estaban bajo su cargo. Con los padres
de Hermione bajo el encantamiento obliviate y escondidos en Australia, eso
significaba que Minerva también consideraba a Hermione bajo su amparo.
Fueron a tomar el té al Londres muggle. Cuando tomaron asiento, observó
silenciosamente a Hermione durante un largo tiempo.
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—Tenía la esperanza de que te negaras —Minerva dijo al fin.
—¿De verdad creíste que lo haría? —Hermione preguntó con voz firme mientras
terminaba de servir el té.
—No, —Minerva dijo con rigidez —Mis esperanzas y creencias han sido cosas
separadas desde hace algún tiempo. Por eso dije que era inconcebible—.
—La Orden necesita esto—.
Hubo un silencio mientras cada mujer se estudiaba una a la otra. La tensión
entre ellas vibraba; como el sollozo del arco de violín tensado
descuidadamente sobre las cuerdas. Agudo. Doliente. Sentido
profundamente. Después de un minuto, Minerva habló nuevamente.
—Tú… fuiste una de las alumnas más extraordinarias a las que tuve el privilegio
de enseñar. Tu tenasidad en Hogwarts fue algo que siempre admiré…—
Minerva pausó.
—¿Pero..? —Hermione presionó, preparándose para la dura crítica que
aguardaba al otro lado del cumplido.
—Pero…—Minerva volvió a poner su taza de té en su platillo con un chasquido
seco.
—La forma en la que has llevado esa tendencia hacia la guerra me ha
preocupado. A veces me pregunto dónde está el límite para ti. Si es que tienes
uno—.
Anteriormente, tal reprensión hubiera hecho que Hermione se sonrojara y
recapacitara. Ahora ni siquiera parapadeaba.
—Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Para enfermedades
extremas, métodos extremos de curación, en cuanto a la limitación, son los
más adecuados—.
La expresión de Minerva se endureció, sus labios se tensaron.
—¿Y qué hay de “primero no hacer daño”? ¿O crees que el juramento no aplica
cuando el daño es hacia ti misma? —
—Hipócrates nunca lo dijo —Hermione tomó un sorbo de té con más
despreocupación de la que sentía. —Primum non nocere. Fue acuñado en el siglo
XVII. El latín lo delata. Además, no estoy haciendo esto como sanadora—.
—Que Moody te esté pidiendo esto lo hace tan depravado como la mente que
lo concibió —el acento escocés de Minerva se hizo evidente por la emoción
que transmitía su voz— Pensaba que habría límites. ¿Cuándo el precio de ganar
se vuelve demasiado elevado? Esta es una guerra que ya se ha librado con la
sangre de niños. ¿Ahora también los estamos vendiendo? —
26
Hermione suspiró.
—Ya no soy una niña, Minerva. Es una decisión que estoy tomando. Nadie me
la está imponiendo—.
—Cualquiera que te conoce sabía que aceptarías. Draco Malfoy sabía sin duda
alguna lo que dirías cuando te hicieran la pregunta. ¿De verdad crees que para
alguien de tu naturaleza fue alguna vez una cuestión de elegir? —
—No más que convertirme en sanadora o cualquier otra cosa que haya hecho
entonces. —Hermione de repente se sintió exhausta— Tomar decisiones
difíciles… alguien tiene que hacerlo. Alguien tiene que sufrir. Yo estoy
dispuesta a hacerlo. Puedo soportarlo. ¿Por qué tratar de obligar a alguien que
no puede? —
—Eres tan parecida a Alastor, —Minerva dijo en un tono amargo. Parecía haber
lágrimas en las comisuras de sus ojos.
—Cuando me lo dijo, le dije que no. Le dije, nunca. Hay líneas que no pueden
cruzarse porque una vez que preguntamos esas cosas, no somos mejores. Y
entonces me dijo que no me lo decía para consultarme. La decisión ya había
sido tomada por él mismo y Kingsley. Simplemente me lo estaba diciendo para
que alguien que se preocupara por ti estuviera al tanto, en caso de que Draco
Malfoy te hiciera… —la voz de Minerva se quebró abruptamente.
Hermione se sintió abrumada por una oleada de afecto, pero se obligó a no
reaccionar. A no flaquear.
—Él mató a Albus, —Minerva dijo después de un momento, las palabras
temblanron con emoción.
—Lo sé. No lo he olvidado—.
—Él apenas tenía dieciséis años en ese entonces. Mató a uno de los mejores
magos de nuestro tiempo a sangre fría en un pasillo lleno de estudiantes de
primer año. Incluso Tom Riddle estaba más cerca a los diecisiete cuando
comenzó a asesinar, y empezó con una colegiala, a escondidas en un baño.
¿Qué clase de persona crees que Draco Malfoy es ahora? Seis años después—.
—Él es nuestra mejor oportunidad para darle vuelta a esta guerra. Necesitamos
esto, Minerva. Tú ves a los huérfanos, pero yo veo los cuerpos. No podemos
permitirnos desperdiciar ninguna oportunidad ahora. No voy a rechazar algo
que puede darle a la Orden incluso una fracción de una mejor oportunidad
de ganar. Ninguna persona importa más que toda la guerra—.
—Harías lo que fuera para terminar esta guerra—.
—Lo haría—.
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—James Potter solía decir que la guerra es un infierno. Solía estar de acuerdo
con él. Pero ahora, pienso que estaba equivocado. La guerra es mucho peor
que el infierno. No eres ninguna pecadora; este no es un destino que
merezcas. Y aún así, parece que estás determinada a condenarte a ti misma si
eso significa ganar—.
—La Guerra es Guerra. El Infierno es Infierno. Y de los dos, la guerra es mucho
peor —citó Hermione y luego sonrió con tristeza— Mi padre solía decir eso.
Venía de un programa de televisión muggle—.
Hermione dudó por un momento antes de agregar.
—Tienes razón. Estoy dispuesta a hacer lo que sea para ganar esta guerra. No
sé si estoy haciendo lo que correcto, estoy segura que la mayoría de la gente
diría que no. Sé que no habrá vuelta atrás después de esto, ni para Harry ni
para Ron, incluso si al final nos compra la victoria. Pero, salvarlos vale la pena
para mí. Siempre he estado preparada para pagar el precio de los límites a los
que estoy dispuesta a llegar. Nunca he sido ciega a las consecuencias—.
Minerva no respondió, dio un sorbo a su té, y miró fijamente a Hermione
como si esperara nunca volverla a ver. Hermione le devolvió la mirada y se
preguntó si sería verdad.

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29
Flashback 3
Moody envió un mensaje informando que Severus estaría en La Hilandera el
viernes a última hora de la tarde. Hermione se alistó y esperó que fuese una
conversación más fácil que la que había tenido con Minerva. Severus y ella
habían entablado una especie de amistad durante la guerra. La había iniciado
Hermione cuando apareció en su puerta después de la muerte de
Dumbledore, pidiéndole que la entrenara en la elaboración de pociones. A lo
largo de los años, a medida que las relaciones de Hermione con otros
miembros de la Orden se volvieron cada vez más tensas, llegaron a disfrutar
la amargura mutua en compañía del otro.
No es que fueran muy cercanos. Ninguno de los dos tenía tiempo para ser
amigo de nadie. Simplemente demostraban su respeto mutuo con pequeños
gestos. Severus al no insultar viciosamente a Hermione durante juntas de la
Orden de la misma forma en la que insultaba a todos los demás, y Hermione
al acallar las continuas sospechas de Harry y los demás sobre si Severus estaba
realmente del lado de la Orden, ya que no estaban ganando.
Cuando Hermione llegó a la casa de Severus, encontró la puerta entreabierta
esperando por ella, y a Severus preparando pociones en la cocina. La
habitación llena de vapor era un asalto sensorial. La preparación de pociones
le había dado a Hermione el hábito de identificar olores compulsivamente. El
aire estaba cargado de la mezcla de los aromas de hierbas cocidas y tinturas.
Casi podía saborear en el aire milenrama aguda y dulce, el olor a humedad de
las flores secas de diente de león, el amargor mineral de las raíces molidas y el
ardor y la arenilla de los cascarones de huevo de ashwinder. El sabor de la Magia
se difundía a través de las esencias adhiriéndose a su piel y cabello.
—¿Algo nuevo? — preguntó ella después de observarle inclinado sobre el
caldero durante varios minutos.

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—Claramente —respondió en tono sarcástico mientras agregaba una gota de
veneno de acromántula.
La poción eructó una nube de vapor amarillento y Severus dio un paso atrás
para evitarla con un leve siseo de irritación. Hermione echó un vistazo a los
ingredientes esparcidos.
—¿Hay una nueva maldición? —
—Así es. Dolohov se ha superado a sí mismo esta vez. Fácil de lanzar y
altamente eficaz. Contrarrestarla es sencillo pero el daño es inmediato.
Comenzarán a usarla en el campo pronto—.
—¿De qué tipo? —
—Forúnculos ácidos contagiosos—.
Hermione presionó sus labios, y respiró hondo. Tendría que investigar mucho
para prepararse. En el pasado, los hechizos ácidos rara vez se habían
presentado durante las batallas, pero sus efectos solían ser devastadores y
difíciles de sanar. Severus añadió cuatro gotas de moondew y luego se volvió
para mirarla directamente.
—Tienes veinte minutos —dijo él, adelantándose a ella y dirigiéndose a la sala
de estar. Ella se demoró un momento más para estudiar la poción que hervia
lentamente antes de voltearse para seguirlo.
—Escuché que te estás sacrificando por la causa —dijo arrastrando las palabras
desde un sillón antes de que ella se sentara.
—Moody dijo que pensabas que era una oferta legítima —ella anunció con
ecuanimidad.
—Es verdad —respondio. Él no le ofreció té.
—¿Por qué? —preguntó.
No tenía sentido ser tímida. Quería respuestas directas. Después de tantos
años de guerra, había descubierto que Severus respondía mejor que nadie a
las preguntas cortas y directas.
—Draco Malfoy no está al servicio de nadie —contestó. Hermione esperó.
—Por supuesto, técnicamente le sirve al Señor Tenebroso —dijo, haciendo un
gesto desdeñoso con la mano— pero es por necesidad, no por lealtad. Su
motivación es de naturaleza personal. Cualquiera que sea el motivo, él ha
decidido que la Orden puede ayudarlo a lograrlo mejor de lo que el Señor
Oscuro puede—. Severus pausó y luego agregó— No será leal a la Orden pero
será un espía tan excelente como lo es siendo Mortífago—.

31
—¿Vale la pena si no podemos confiar en él? —Hermione preguntó.
—En este punto no creo que la Orden tenga otra opción ¿tú sí? —
Hermione negó con la cabeza y se agarró a los brazos de la silla.
—Y… creo que calculó mal en cierto modo cuando hizo su oferta —Severus
añadió.
—¿Cómo? —
—Preguntando por ti. Creo que fue un error de su parte —Severus dijo
mirándola especulativamente.
Hermione parpadeó —¿Por qué? —
—Como le mencioné a Moody, observé que Draco sentía una especie de
fascinación por ti en el colegio. No lo malinterpretes; no estoy diciendo que
haya sido algo significativo, mucho menos serio. Sin embargo, eras alguien
quién él notaba. Tal vez puedas usar ese hecho a tu favor. No creo que él se
dé cuenta de eso—.
—Demandó poseerme. Creo que se da cuenta —señaló Hermione.
—Si sólo quisiera un cuerpo para poseer o follar, podría conseguir
prácticamente cualquiera que quisiera con poco esfuerzo. Difícilmente eres
Helena de Troya, e incluso si lo fueras, no te ha visto en casi seis años. Y
ciertamente no lo eras en ese entonces. Dudo que siquiera sepa cómo te ves
actualmente. En la lista de rencores que probablemente guarda ahora, dudo
que tu rivalidad académica aún califique como una de ellas —Snape replicó—
Tú no eres el motivo de su cambio de lealtad—.
Las palabras de Severus sumieron a Hermione en un estado de alivio y
desesperación simultáneos. No quería la atención de Draco Malfoy, pero la
necesitaba. De repente se sintió tentada a llorar por la pura imposibilidad de
la misión que tenía.
—Por lo tanto, —continuó Snape— su decisión al agregarte a sus demandas es
una apertura. Si decides tomarla. Tú, podrías hacerlo leal—.
—¿Al hacer qué? ¿Seducirlo? —preguntó Hermione con escepticismo.
—Manteniendo su interés, —dijo Snape, poniendo los ojos en blanco como si
ella fuera tonta. —Eres una bruja lo suficientemente inteligente. Sé interesante
para él. Encuentra el camino hacia su mente para que comience a querer lo
que no puede simplemente exigirte. Seguramente no vas a retenerlo con tus
artimañas femeninas —Snape resopló mientras lo decía.
—Los hombres como Draco Malfoy son ambiciosos, lo que hace que se
aburran rápidamente con cualquier cosa que les resulte fácil de obtener—.
32
—El sexo es posiblemente una de las cosas más fáciles de conseguir para él;
incluso el sexo contigo ahora, dados los términos que puso. Tendrás que ser
más que eso, y tendrás que hacérselo ver—.
Hermione asintió bruscamente con una seguridad que no sentía mientras
Snape añadía:
—Tendrá una considerable ventaja de poder sobre ti. Sin embargo, el hecho
de que mantengas su atención significa que aún puedes tener una mano que
valga la pena jugar. Después de casi seis años, cuando tuvo la oportunidad de
exigir cualquier cosa, tú fuiste lo que se le ocurrió pedir. Tendrás que utilizar
ese conocimiento cuidadosamente si deseas igualar las cosas o hacerlo leal—.
—Malfoy no es estúpido. Lo esperará—.
—Lo hará—.
—¿Pero crees que podré hacerlo? —
—¿Estás intentando pescar cumplidos, señorita Granger? —Severus dijo
fríamente— A estas alturas de la guerra, creo que vale la pena intentar casi
cualquier cosa. Que tengas alguna posibilidad de éxito es altamente
improbable. Has aceptado venderte a cambio de información a un mago
increíblemente peligroso que ha obtenido la mayor parte de su poder gracias
a su propia y considerable inteligencia. Un mago cuyos motivos actuales son
un misterio; incluso para aquellos que lo conocen de toda la vida. Está
excepcionalmente aislado y voluble, incluso para los estándares de un
Mortífago. No llegó a donde está por ser fácilmente vencido o tener
debilidades predecibles—.
Hubo una larga pausa. Parecía que Snape no tenía nada más que decir.
Hermione se puso de pie, sintiéndose recientemente desmoralizada. Se estaba
vendiendo en una apuesta con múltiples puntos de fracaso. Probablemente
sería inútil. Iba a hacerlo de todas formas. Dudó, con una pregunta elevándose
en sus labios, que casi temía formular.
—¿Él es…—ella tartamudeó— ¿Qué tan… cruel sabes que es? —
Snape la miró fijamente con sus inescrutables ojos negros.
—No lo conozco muy bien desde tu quinto año. Sin embargo, por muy
bravucón que fuera, nunca lo consideré un sádico—.
Hermione asintió entrecortadamente, sintiéndose mareada mientras se daba
la vuelta para irse.
—Te deseo suerte, señorita Granger. Eres una mejor amiga de la que Harry
Potter alguna vez merecerá—.
33
La voz de Severus contenía un rastro de arrepentimiento. Hermione pausó y
se llevó la mano a la garganta, recorriéndose la clavícula con el pulgar un
momento antes de retorcer la cadena del collar entre los dedos.
—No estoy haciendo esto sólo por Harry —.
Severus resopló y ella lo miró a la defensiva.
—Hay un mundo entero ahí fuera que ni siquiera sabe que depende de
nosotros. Además, si perdemos, ¿qué posibles oportunidades crees que
tendré?—
Él asintió ligeramente en señal de concordancia. Ella salió de la Hilandera sin
decir otra palabra. Cuando Hermione regresó a Grimmauld Place, entró en
el cuarto de baño y observó su reflejo. Estaba delgada y se veía cansada. Su
piel estaba pálida por la falta de luz solar. Sus rasgos eran más afilados de lo
que habían sido en el colegio; un poco más delicados. Sus pómulos salientes
le daban un aspecto más elegante. Sus ojos, bueno, siempre había pensado
que eran su mejor atributo, grandes y oscuros, pero con suficiente fuego como
para no parecer demasiado ingenua. Su pelo seguía siendo su principal
pesadilla, seguía siendo espeso, pero ultimamente era lo suficientemente largo
como para que el peso lo mantuviera un poco quieto. Lo mantenía trenzado
y recogido para que no le molestara en la cara cuando preparaba pociones o
estaba sanando.
Se quitó la ropa y se metió en la ducha. El agua caliente cayendo sobre su piel
le daba una sensación de seguridad. No quería salir de ella, pero después de
frotarse de la cabeza a los pies se obligó a cerrar el grifo y salir. Se lanzó un
hechizo de afeitado rápido en las piernas y axilas y, se secó con una toalla.
Limpiando el vapor del espejo, evaluó críticamente su cuerpo en el reflejo.
Tendría que esperar que el interés subconsciente de Malfoy estuviera
principalmente en su mente porque ciertamente no era Helena de Troya. El
estrés se había comido sus curvas. Era huesuda y de extremidades delgadas.
No era especialmente imperfecta en ninguna parte, pero en general carecía de
suavidad en los lugares que a los hombres normalmente les gustaba sostener.
En cuanto al atractivo sexual en general, era ciertamente mediocre.
Simplemente, no era una cualidad en la que hubiera pensado nunca o tenido
tiempo de cultivar en sí misma. Reflexionando sobre cómo se presentaba
sexualmente, simplemente no parecía tener una importancia apremiante. No
se le había ocurrido que la guerra iba a exigirle que se ofreciera ¿como amante?
¿Prostituta? ¿Premio de guerra? a un Mortífago.
34
No se molestó en preocuparse por su ropa interior o atuendo mientras se
vestía. No tenía sentido intentar fingir que tenía artimañas o atributos que no
tenía. Sin duda lo haría mal. Tratar de adoptar un enfoque adicional podría
hacer que excediera sus limitaciones y revelar su mano.
Mientras se preparaba para irse, se miró en el espejo y tocó la cadena alrededor
de su cuello, dudando antes de sacarla del interior de su blusa y observar el
amuleto que colgaba de ella. El colgante de Aset, un trono diminuto
descansaba sobre una piedra de un profundo color escarlata, un disco solar,
encajado entre dos cuernos. Se lo habían dado a Hermione cuando estudió
sanación brevemente en Egipto, antes de regresar a Europa para estudiar en
Austria. Se lo quitó y lo metió en una bolsa de cuentas que tenía debajo de la
cama. Si moría, Severus probablemente sabría lo que era.
La ubicación que Malfoy había proporcionado estaba en el pueblo de
Whitecroft. Moody la apareció ahí, y después de observar cuidadosamente los
alrededores durante un minuto con su ojo mágico, se desvaneció nuevamente
con otro crujido. Sintiéndose tan visceralmente abandonada que le dolía la
piel, Hermione subió por el camino de grava del domicilio, observando un
terreno vacío. Inlocalizable. O bien, un punto intermedio antes de que la
dirigieran a la ubicación real.
Después de observar nerviosamente, tragó saliva fuertemente y se resignó a
esperar. Había un montículo a un lado del camino, se sentó. Después de otro
minuto, sacó un libro, manteniendo sus oídos alerta a cualquier sonido.
Había leído seis páginas cuando un sonido a su izquierda la hizo levantar la
vista rápidamente. La luz de una puerta flotante en el terreno vacío apareció
de repente, y con ella una choza en ruinas empezó a aparecer a la vista.
Draco Malfoy estaba parado, enmarcado en la puerta. No lo había visto en
más de cinco años. Guardó el libro en su bolsa y caminó hacia adelante; su
ritmo cardíaco aumentaba a cada paso. Había crecido más alto y más ancho.
La altivez de sus días escolares se había desvanecido, reemplazada por una fría
sensación de poder. Una seguridad mortal. Incluso después de que ascendiera
los escalones, él se elevaba por encima de ella. Era casi igual de alto que Ron,
pero se sentía más grande. La altura de Ron siempre se veía contrarrestada por
su delgadez y torpeza. Malfoy se adueñaba de cada centímetro de su estatura,
como si fuera un testimonio más de su superioridad, mientras la miraba
fijamente por debajo de su nariz. Su rostro había perdido todo rastro de
juventud. Era cruelmente hermoso. Sus afilados rasgos aristocráticos tenían
35
una expresión dura e inflexible. Sus ojos grises eran como cuchillos. Su cabello
seguía siendo igual de pálido, rubio platinado, peinado despreocupadamente
hacia un lado.
Se apoyó despreocupadamente contra el marco de la puerta. Sólo dejó el
espacio suficiente para que pudiera entrar, siempre y cuando rozara
ligeramente su túnica, percibió el penetrante aroma a cedro en la tela al pasar.
Parecía peligroso, podía sentir el rastro de magia oscura a su alrededor.
Acercarse a él era como caminar hacia un lobo o un dragón. Su cuerpo entero
se sentía tenso mientras se acercaba. Luchó contra un miedo que se sentía
como si se abriera paso a través de su columna vertebral.
Una sensación de crueldad colgaba de él. Había asesinado a Dumbledore a
la edad de dieciséis, y aquello sólo había sido el principio de su ascenso
manchado de sangre. Si la espada de un asesino se convirtiera en un hombre,
tomaría la forma de Draco Malfoy. Ella lo observó fijamente. Asimilándolo.
Hermoso y condenado. Un ángel caído. O tal vez el ángel de la muerte.
Tantos clichés, y aún así de alguna manera lo plasmaban. Si era complicado o
conflictivo, no lo demostraba; sólo parecía cruel, severo, y hermoso.
—Malfoy. Tengo entendido que quieres ayudar a la Orden, —dijo después de
entrar a la choza y él cerrara la puerta detrás de ella.
Luchó contra el impulso de estremecerse o girarse bruscamente cuando oyó
el clic. Estaba sola en una casa con Draco Malfoy, a quien había aceptado
venderse a cambio de información. La dosis de Calming Draught que había
tomado inmediatamente antes de partir con Moody estaba lejos de ser
suficiente alivio para calmar el terror nauseabundo arrastrándose en su
interior. Lo sentía por todas partes; en la columna, en el estómago, en las
manos, y cerrándose alrededor de su garganta como si la estuviera
estrangulando. Enderezó los hombros y se obligó a observar la habitación
lentamente. El edificio parecía estar compuesto principalmente por una gran
habitación vacía. Apenas habían muebles visibles. Dos sillas. Una mesa. Nada
más. Ninguna cama.
—¿Entiendes las condiciones? —él dijo fríamente cuando ella volteó a verlo
nuevamente.
—Un perdón. Y a mí. A cambio de la información—.
—Tanto ahora como después de la guerra —sus ojos brillaron con una mezcla
de crueldad y satisfacción mientra lo decía.
Hermione no se sobresaltó.
36
—Sí. Soy tuya a partir de ahora. Moody dice será agente del vínculo si requieres
un Juramento Inquebrantable —dijo ella, intentando que su tono no reflejara
amargura.
Él esbozo una fina sonrisa.
—Eso no será necesario. Confiaré en esa nobleza Gryffindor que tienes si lo
juras ahora—.
—Lo juro. Soy tuya. Tienes mi palabra —dijo sin darse tiempo para dudar.
Deseaba poder sentirse triunfante de que él le dejara una salida. Pero, si
ganaban la Guerra a estas alturas sería gracias a él. Estaría en deuda con él.
Todos lo harían.
—Hasta que ganemos, no puedes hacer nada que interfiera con mi capacidad
de contribuir a la Orden —le recordó firmemente.
—Ah sí. Tendré que asegurarme de mantenerte con vida hasta que esto
termine —él sonrió mientras la volteaba a ver.
—Quiero que lo jures —dijo ella con voz tensa.
Sus ojos brillaron mientras ponía una mano sobre el corazón.
—Lo juro —dijo en tono de burla— no interferiré con tus contribuciones a la
Orden—.
Luego él hizo un gesto de desaprovación con la boca.
—Vaya, sí que sospechas de mí, ¿no es así? Preocupada de que todo esto sea
sólo una táctica de mi parte para obtener una parte de ti antes de que la guerra
termine y mueras —especuló— No te preocupes. Como muestra de mi
sinceridad, no te tocaré… todavía. Después de todo, he esperado todo este
tiempo para conseguirte como mi premio, puedo contenerme un poco más —
Le sonrió como un lobo.
—Mientras tanto, dejaré que vuelvas corriendo a tu preciada Orden con mi
información, y me sustentaré con tu encantadora compañía—.
Si Malfoy estaba tratando de poner nerviosa a Hermione, estaba haciendo un
excelente trabajo. Como si la idea de consentir cualquier cosa horrible que
quisiera hacerle no fuera lo suficientemente mala, tener que seguir
temiéndolo casi se sentía peor. Apretó los dientes y se obligó a respirar. Deslizó
una mano detrás de la espalda y la apretó en un puño fuertemente, luego se
forzó a abrir los dedos lentamente. Preparándose a sí misma. Aclarando su
mente.

37
Así era mejor, razonó. Cuanto más esperara él para actuar, más tiempo tendría
ella para tratar de asegurar su lealtad; para encontrar una forma de tenerlo a
sus pies antes de que se aburriera de ella. Ella asintió cortamente.
—De acuerdo. Eso es, muy generoso de tu parte—.
Él puso una mano sobre su corazón.
—No tienes idea de cuanta felicidad me provoca escuchar que digas eso, —dijo
él con falso júbilo.
Los ojos de Hermione se entrecerraron. No podía comprenderlo, su
verdadero motivo se le escapaba completamente. Odiaba la desventaja que eso
provocaba.
—Pero sabes... —dijo Malfoy de repente pareciendo contemplativo— Quizás,
deberías darme algo…—
Hermione observó
—Para calentar mi frío corazón —dijo lascivamente— Un recuerdo que me
mantenga motivado—.
—¿Qué quieres? —preguntó ella con voz rígida. Comenzó a calcular
mentalmente las opciones probables. Tal vez la haría desnudarse. O
chupársela, nunca antes había hecho eso, seguramente lo haría terrible. O
venirse en su cara. O tal vez quería que se quedara parada y dejarlo maldecirla.
O simplemente darle una bofetada en la cara en retribución por el tercer año.
—No suenas muy entusiasmada —dijo Malfoy— estoy ofendido, sinceramente—
Hermione trató de contenerse para no fulminarlo con la mirada.
—¿Quieres que te bese o sólo que permanezca de pie y deje que me maldigas?—
preguntó en el tono más recatado que pudo conseguir.
Malfoy soltó una carcajada.
—Por dios, Granger. Estás desesperada—.
—Estoy aquí. Supuse que eso era obvio—.
—Muy cierto —dijo asintiendo— Bueno, ya terminé con los duelos por el día
de hoy. Veamos si esa boca tuya es capaz de hacer algo más que hablar—.
Hermione pensó que iba a vomitar, y la repulsión debió mostrarse en su
rostro. Malfoy sonrió cruelmente.
—Bésame, —dijo a modo de aclaración— como muestra de tu sinceridad—.
Él le sonrió con satisfacción y no se movió. Se quedó allí de pie, esperando a
que ella se le acercara. El cuerpo entero de Hermione se sentía inundado de
frío temor ante el pensamiento de acercarse y tocarlo. De que él la tocara con
sus manos frías, pálidas y asesinas. De presionar su boca contra la de él.
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Estar parada cerca de él sin tener la varita apuntando a su corazón se sentía
tan vulnerable como exponer su garganta a un lobo. Ella titubeó.
—¿Cómo quieres que te bese? —preguntó.
—Sorpréndeme, —dijo, encogiéndose de hombros.
Sorprenderlo. Bueno, eso era un comienzo, una oportunidad la cual tenía que
aprovechar. Lo analizó rápidamente. La estaba provocando. La conversación
entera parecía intencionalmente destinada a que se enojara con él. Para verla
retorcerse bajo el poder que tenía sobre ella. Este beso probablemente tenía
la intención de sellar su animosidad. Él esperaba que ella fuera resistente y
orgullosa, incapaz de suprimir su odio; para poder engañarla al alimentar su
propio castigo y mantenerla distraída con sus emociones. No podía darle eso.
Se armó de valor. No perdería.
Se acercó a él, estudiando su rostro cuidadosamente. Nunca antes había
estado tan cerca de él. Para ser alguien tan “deseoso” de ella, no lo parecía.
Tenía los iris contraídos, sus ojos mayormente grises. Parecía… divertido. La
espiral de miedo en su columna vertebral se sentía como una aguja clavada en
su espalda. Su corazón estaba latiendo con tanta fuerza que sentía como si
estuviera magullándose contra sus costillas. Deslizó los brazos alrededor de su
cuello y le atrajo hacia ella. Él sonrió burlonamente y lo permitió.
Cuando sus labios estaban a punto de tocarse, ella se detuvó, medio esperando
encontrar un cuchillo enterrado hasta la empuñadura en su estómago. Hubo
un breve momento de quietud entre ellos, respirando lentamente. Lo
suficientemente cerca como para que el aire se reflejara en sus rostros. El
aliento de él olía a enebro, picante y afilado como una hoja perenne recién
cortada. Ella estudió la mortandad y frialdad de sus ojos. Se preguntó qué
vería él al devolverle la mirada.
Los asesinos siguen siendo hombres, se dijo a sí misma.
Luego le dio un beso lento y dulce. Imaginó cómo lo haría con alguien por
quien sintiera afecto. Deslizando las manos por su cabello mientras
profundizaba el beso. Le jugueteó con la lengua en sus labios y murmuró
ligeramente contra su boca. Sabía a ginebra. Claramente no era lo que él había
esperado. Al parecer las sorpresas no eran realmente lo suyo. Se quedó inmóvil
visiblemente asombrado en el momento en que sus labios se encontraron
suavemente, y después de un momento se apartó de ella.
Sus ojos estaban más oscuros ahora. Hermione no estaba segura de si estaba
complacida o preocupada por ese detalle. Su ritmo cardíaco disminuyó un
39
poco. Su diversión se había desvanecido, y de repente parecía estar
considerándola más seriamente.
—No peleas mucho, ¿verdad? —preguntó abruptamente.
—No. La mayor parte de mi trabajo es fuera de las redadas, —ella admitió,
indispuesta a detallar lo que hacía. Estaba ahí para obtener información, no
para darla.
—¿Sabes oclumancia? —
—Si. Moody me entrenó, —mintió— No he tenido mucha práctica, pero dijo
que era bastante competente—.
—Bueno, eso es un alivio. Sería un problema si alguna vez te detuvieran y
encontraran los detalles de este arreglo en tu mente, —dijo con la expresión
más seria que había visto hasta el momento en su rostro. Luego él se burló.
—Espero que no te moleste si compruebo por mí mismo qué tan buena eres—
Esa fue toda la advertencia que dio antes de entrar bruscamente en su mente.
Los escudos de Hermione ya estaban levantados y la fuerza con la que los
golpeó fue suficiente para hacer que su cabeza resonara como si hubiera
tocado un gong en su interior. Siguió empujando con fuerza contra sus
paredes, una y otra vez, hasta que ella jadeó de dolor mientras lo mantenía
fuera. Entonces él hizo una pausa, y ella estuvo a punto de tropezar.
—Eres sorprendente buena en ello, —dijo, luciendo como si de verdad
estuviera sorprendido.
El cumplido la agarró desprevenida. Abruptamente, él volvió a penetrar en su
mente. La breve pausa había sido una finta. No estaba lo suficientemente
preparada para un nuevo ataque. Él encontró un punto débil, y lo atravesó
con la velocidad de una flecha. Trató de empujarlo nuevamente hacia afuera,
pero él se metió rápidamente tan profundo en sus recuerdos que no pudo.
Apenas si podía frenarlo. Entonces repentinamente, sin siquiera detenerse
para buscar algo en su mente, se retiró. Estuvo a punto de caerse de espaldas,
pero se detuvo y presionando su frente mientras jadeaba por el dolor.
—Es un truco común, —dijo él casualmente, sin parecer que el asalto en su
mente hubiera requerido algún esfuerzo de su parte.
—Después de un ataque intenso, cuando un oclumante cree que ha
terminado, se relajan ligeramente. Es la oportunidad perfecta para entrar—.
Hermione aún estaba recuperando el aliento y no podía responder, así que él
continuó:

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—Si alguna vez estás bajo interrogatorio por un legeremante realmente
experimentado, nunca lo mantendrás fuera con la mera fuerza de tus paredes
mentales. Si fueras una miembro menor de la Resistencia, probablemente te
matarían en vez de hacer el esfuerzo de entrar. Pero eres un miembro de la
Orden. La favorita de Potter. Si alguna vez pusieran sus manos sobre ti,
probablemente te traerían ante mí, o Severus, o incluso al mismísimo Señor
Oscuro. Me temo que tendrás que trabajar más en tus habilidades de
oclumancia—.
—¿Cómo? —Su voz sonaba rasposa.
No sabía que era posible que un ataque mental fuera tan poderoso. Con razón
Harry había odiado sus sesiones con Snape. Su mente estaba en agonía.
—El truco es dejarlos entrar —Malfoy le informó.
—¿Qué? —
—Pon un poco de esfuerzo, pero eventualmente pretende renunciar. Una vez
que estén dentro, dales recuerdos falsos o distráelos al guiarlos hacia algo de
menor importancia. Nunca mantendrás al Señor Tenebroso fuera de tu
mente, pero si él cree que eres débil, asumirá la victoria. Tendrás que
renunciar a algo lo suficientemente valioso como para que parezca legítimo.
Sin embargo, es una forma de mantener las cosas más importan escondidas—
El cerebro de Hermione se agitó mientras lo consideraba. Por supuesto, tenía
que haber algo más que muros mentales. No había forma de que Severus
hubiera engañado al Señor Oscuro durante tantos años simplemente
negándose a permitirle el acceso a su mente.
—Dedica tiempo a pensar en ello. Si estoy buscando información sobre Potter,
o Weasley, o la Orden, ¿a qué puedes renunciar para que parezca el mayor
secreto que tienes? La legeremancia es como incendiar la casa de alguien. Las
mentes huyen instintivamente para proteger lo que es más importante ocultar.
Tienes que entrenarte para hacer lo contrario. Apresúrate hacia lo que no
importa. Practica extraer esos recuerdos en tu mente como si los estuvieras
escondiendo. Volveré a intentarlo la siguiente semana—.
Hermione asintió. Odiaba el pensamiento de que él estuviera en su mente de
nuevo, pero su razonamiento era sólido. Sería una habilidad invaluable.
Malfoy se metió la mano en el bolsillo y le lanzó algo. Ella lo atrapó
reflexivamente, observó la palma de su mano. Era… bueno, parecía una
alianza, si las alianzas vinieran en negro. Observó a Malfoy con asombro.

41
—Tu encantamiento proteico de quinto año me inspiró— sonrió complacido,
y levantó la mano derecha señalando un anillo de ónix que hacía juego con el
de ella.
—Quemará brevemente si necesito que nos veamos. Dos veces si es urgente.
Te recomiendo venir rápido si te quema dos veces. Si quieres contactarme, los
escudos de aquí me harán saber cuando llegues. Pero de lo contrario,
deberíamos apegarnos a un horario ¿hay alguna hora a la que puedas escaparte
sin levantar sospechas? —
Hermione deslizó el anillo en el dedo índice de su mano izquierda. Era un
anillo sencillo, ligeramente geométrico. Nada llamativo ni susceptible de
llamar la atención. Sospechaba que tenía un fuerte encantamiento
desilusionador en él.
— Salgo a buscar ingredientes para pociones los martes por la mañana
temprano. Podría añadir media hora más sin que nadie lo note. ¿Te parece
bien a las siete y media? —
Él asintió.
—Si no puedo venir por alguna razón, regresa a la misma hora en la tarde — le
informó.
—¿Y si no puedo venir? —Hermione preguntó.
Los ojos de él se entrecerraron, estaba tratando de determinar qué era lo que
ella hacía para la Orden. Bueno, no estaba interesada en ofrecer
voluntariamente la información.
—Esperaré cinco minutos y asumiré que no puedes venir—.
—Bien —ella aceptó rotundamente.
Él sonrió satisfecho, y con un movimiento de varita conjuró un rollo de
pergamino el cual le entregó.
—Mi primera entrega —dijo arrastrando las palabras, mirándola lascivamente
de nuevo.
Ella lo tomó y lo desenrolló parcialmente, echando un vistazo a varios mapas
y planos de construcciones.
—Confío en que Moody tenga la sensatez de no utilizarlo todo a la vez —.
—Tu servicio será uno de los secretos más cuidadosamente protegidos de la
Orden. Serás inútil una vez que te descubran. No lo arriesgaremos—.
—Bueno —dijo él fríamente— Te veré el martes entonces. Practica tu
oclumancia—. Se desvaneció con un crujido.

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43
Flashback 4
Abril 2002

La siguiente vez que llegó a la choza, apenas había cruzado la puerta antes de
que Malfoy apareciera abruptamente, casi encima de ella. La agarró
firmemente, y la arrinconó contra la pared mientras sus labios se estrellaban
contra los de ella. Hermione apenas tuvo tiempo para pensar o reaccionar, sus
ojos se abrieron de par en par con asombro, y mientras lo hacían, los ojos de
él se encontraron con los suyos y súbitamente invadió su mente. Se había
sobresaltado tanto que sus muros de oclumancia habían caído. La horripilante
distracción de su cuerpo presionado contra el de ella mientras la besaba le
dificultó poder concentrarse únicamente en la sensación de su mente
abriéndose paso a través de su conciencia.
Él recorrió vagamente a través de sus recuerdos recientes: preparando una
poción de invisibilidad para el anillo que él le había dado, llevando a Lee
Jordan y dejarlo en San Mungo. Descubrió el recuerdo de su encuentro
enterior. Ella podía sentir cómo lo vivenciaba, aunque también era muy
consciente de cómo sus labios se alejaban de los suyos y la besaban a lo largo
de la mandíbula, mientras sus manos se deslizaban por su cuerpo.
Él comenzó a moverse hacia el recuerdo de su conversación con Snape. No.
Ella no quería que viera eso. Aunque sabía con certeza que él sabía lo que ella
estaba intentando hacer, no quería que lo confirmara. Se esforzó a no apartar
el recuerdo o esconderlo, en lugar de eso, se aferró a la primer cosa en la que
pudo pensar y lo empujó con fuerza hacia el interior de sus recuerdos.
Malfoy tenía que saber que era una distracción, pero animosamente la
persiguió. Después de mantenerlo alejado de sus recuerdos durante unos
segundos, ella dejó que los atrapara.

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Malfoy, de tercer año parado frente a ella, con expresión despectiva.
—¿Alguna vez han visto algo tan patético? —dijo Malfoy— ¡Y se supone que es
nuestro profesor!—
Harry y Ron se movieron enfadados hacia él, pero Hermione fue la más rápida,
¡SMACK!
Abofeteó a Malfoy en la cara con toda la fuerza que pudo reunir. Su mano se
sentía inflamada por la fuerza, y la pálida piel de él inmediatamente se torno
escarlata donde ella le había golpeado. Él se tambaleó, observándola con una
mezcla de dolor y sorpresa.
—No te atrevas a llamar patético a Hagrid, asqueroso.. malvado—gruñó.

Malfoy salió abruptamente de su mente y se alejó, temblando. Hermione lo


observó, esperando que estuviera furioso por haberlo engañado con ese
recuerdo. Luego, después de un momento se dio cuenta de que se estaba
riendo. Eso se sentía más aterrador.
—Bien hecho —él dijo, aún riéndose después de un minuto— Esperaba que te
tomará más tiempo ser capaz de hacerlo—.
Hermione estaba desplomada contra la pared, tratando de recuperarse de su
ataque mental y físico combinado. Una migraña había comenzado
progresivamente a apoderarse de ella.
—¿Esta es la forma en la que normalmente enseñas oclumancia? —dijo ella al
cabo de un momento.
Los labios de Malfoy se torcieron ligeramente.
—Sólo contigo —dijo con una ligera sonrisa— No puedo permitir que dudes de
mi sinceridad, ¿verdad? Necesitaba hacer algo para atraparte desprevenida. Así
que… —se encogió de hombros— Dos gnomos, un kneazle. Estoy seguro que no
esperabas que mantuviera mis manos solamente para mí—.
Hermione luchó contra el impulso de mirarle con desprecio.
—¿Debería usar medias la próxima vez que venga? —preguntó, con voz cáustica.
Los ojos de él parecieron oscurecerse.
—Hmm. No. Me gustas más así. Estar sucia y desaliñada con ropa muggle te
queda bien. Y tengo la intención de saborearte. No hace falta que empieces a
usarlas… todavía—.
Hermione sintió la recorría un escalofrío; de miedo, pero también por la
tensión que había entre ellos, una sensación de enemistad y calculación
llenaba el aire.
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Él se acercó más a ella y tomó su mano izquierda, levantándola mientras
deslizaba el pulgar a través del anillo que reapareció en su mano cuando él
volteó a verlo.
—¿Cómo funciona esto? —
—La poción está basada en Principios Mágicos similares a los de Fidelius —dijo
ella, deslizando su mano para liberarla.
—Sólo es visible si sabes cómo buscarlo. De otra forma, es indetectable. Sólo
tú y yo podemos verlo—.
Malfoy arqueó una ceja con aprobación.
—No creo haber escuchado sobre esa poción—.
—Es nueva —ella dijo, rígidamente.
—¿Es tuya? —
Hermione asintió a regañadientes.
—No es realmente tan útil. Sólo funciona en metales—.
—Interesante —murmuró él, acercándose.
Cada vez que se acercaba, ella sentía una renovada conciencia de lo peligroso
que era. La magia oscura se desprendía de él en oleadas; se aferraba a su ropa
y cabello y casi emanaba de su piel. Era como si llevara una capa de oscuridad
y rabia que simplemente mantenía bajo control cerca de ella. Había demasiada
oscuridad. Todas las muertes de las que era responsable, él estaba empapado
en ellas.
—Vamos a intentarlo de nuevo. Y ver cuánto tiempo lográs mantener el
ritmo— sus labios formaron una breve sonrisa burlona— No te besaré… esta
vez—.
Él entró nuevamente en su mente. Ella lo mantuvó afuera con sus muros
durante un minuto mientras organizaba su mente y recuerdos. Luego, fingió
que los escudos se deshacían. No estaba segura si en realidad era buena en
ello, o si él estaba teniendo la decencia de limitarse a no hurgar en todos sus
recuerdos. Permitió que sus fuertes intentos por distraerlo tuvieran éxito.
Después de que ella lograra tener éxito una docena de veces, él se retiró.
Hermione sentía como si su cabeza estuviera a punto de partirse en dos; como
si el dolor fuera una forma de compresión que amenazaba con atraversarle el
cráneo. El dolor era agonizante. Los ojos se le llenaron de lágrimas, y se
mordió el labio para evitar llorar.

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—Bébete esto —le ordenó, deslizando un frasco de poción analgésica en su
mano— de otra forma, podrías desmayarte cuando trates de aparecer. No lo
recomendaría—.
Ella lo tomó, bastante segura de que no la iba a envenenar.
—¿Te ha pasado a ti? —preguntó cuando el dolor comenzó a disminuir lo
suficiente para que pudiera hablar nuevamente y su visión dejó de estar llena
de puntos negros parpadeantes.
—Más de una vez —Malfoy dijo brevemente— Mi entrenamiento fue…
riguroso—.
Ella asintió. Aún parecía difícil de creer que fuera el mismo bravucón del
colegio que había conocido. La frialdad y la dureza estaban construidas a su
alrededor como los muros de un castillo. Toda esa rabia apenas reprimida. El
niño que recibía cajas de dulces y al que le habían comprado un lugar en el
equipo de quidditch, quien había llorado y se había quejado sobre un brazo
rasguñado, había desaparecido. Todo lo suave, indolente y mimado que había
en él fue removido por la guerra. No había comprado su camino entre las
tropas de Voldemort con galeones. Había pagado con sangre.
Todo era demasiado severo y preciso. Su sonrisa burlona, sus miradas lascivas,
y los caprichos de su cortesía parecían una actuación, como una máscara que
llevaba para disimular lo frío que era. Si quería tener éxito, necesitaba poder
superar esa máscara, su frialdad y rabia. Quizas tenía la intención de usarla
sólo como una forma vengativa o divertida de aliviar el estrés, pero seguía
determinada en convertirse en algo más. Necesitaba ganarse su confianza
hasta que pudiera entender su motivación… hasta que encontrara una
vulnerabilidad por la cual pudiera deslizarse. Nadie era hielo puro. Ni siquiera
Malfoy. Había algo acerca de él. En sus ojos. Algo que parecía fuego escondido
en lo más profundo, necesitaba encontrar una forma de llegar a él y luego
alimentarlo hasta convertirlo en algo que pudiera utilizar. Él esperaba que ella
lo odiara y tratara de manipularlo con falta amabilidad y simpatía. Tendría
que ser astuta al respecto. Más astuta que él.
—¿Eso fue después de quinto año? —
La miró un tanto bruscamente— Sí —dijo en tono cortante.
—¿Tu tía? —
—Hmm —él tarareó en señal de confirmación.
Ambos se observaban el uno al otro atentamente.
—No fue la única cosa que aprendiste ese verano —comentó.
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—¿Necesitas una confesión para algo, Granger? ¿Debería contarte todo lo que
he hecho? —se acercó hasta elevarse sobre ella, y le miró al rostro con
desprecio.
Ella se obligó a no encogerse ni acobardarse, lo miró fijamente a los ojos.
—¿Quieres? —
Hubo un ligero destello de sorpresa en su expresión, parecía sorprendido por
la pregunta. Se sentía solo. Lo había sospechado, pero ahora estaba segura.
Madre muerta, padre demente. Estaba en los más altos rangos de Voldemort
y entre ellos abundaban notoriamente las apuñaladas en la espalda. Si alguna
vez había tenido arrepentimientos sobre algo, nunca se lo había dicho a nadie.
—No —dijo, con voz cortante mientras se alejaba de ella.
No insistió. Si pensaba que estaba presionándolo, se cerraría como una
almeja. No necesitaba saberlo. Sólo necesitaba que él se diera cuenta que
quería decírselo a alguien… quería decírselo a ella. La haría emocionalmente
valiosa para él. Sería un anzuelo. Una abertura. La haría interesante.
—¿Quieres intentarlo de nuevo? —preguntó después de un momento.
Él la observó fijamente, con los ojos plateados inexpresivos.
—Cuando fui entrenado, ella tenía a alguien para hacerme el crucio mientras
intentaba entrar en mi mente. Eso es probablemente lo que te pasará si alguna
vez te atrapan—.
No le dio tiempo para reaccionar a la información antes de que entrara de
golpe. Cuando se detuvo, no esperó a que ella recuperara el aliento antes de
soltar un nuevo pergamino de información a su lado y desaparecer.

Esa semana Hermione regresó a Waterstones. Compró libros sobre los efectos
psicológicos de la soledad. Libros sobre huérfanos. Investigaciones sobre la
psicología de los niños soldados. No dudó mientras subrayaba secciones sobre
sus vulnerabilidades; las formas en las que eran propensos a ser aprovechados
y manipulados. En un cuaderno sobre el que colocó una maldición de
seguridad bastante desagradable, comenzó a trazar un boceto psicológico de
Draco Malfoy. Lo que había notado acerca de él. Preguntas y teorías que tenía.
El centro de él… su motivación, seguían siendo un misterioso espacio en
blanco. Pero sentía que empezaba a hacerse una idea de sus bordes.
El martes siguiente, él no comenzó forzando sus atenciones hacia ella. Se
dedicó a provocarla de otras formas. No se contuvó en absoluto cuando
invadió su mente para otra ronda de entrenamiento de oclumancia. Escarbó
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en el fondo de ella y luego serpenteó a través de los recuerdos que encontraba
por casualidad. Obligándola a revivir algunas de las muertes en las que más se
esforzaba por no obsesionarse. Luego, por mero accidente, se encontró con el
recuerdo inmediatamente posterior a su conversación con Snape. Ella
retrocedió cuando él se acercó, y él inmediatamente se abalanzó. La vio
examinar sus rasgos faciales críticamente antes de entrar a la regadera. Y
cuando salió y evaluó su cuerpo desnudo en el espejo, él se detuvo y observó
detenidamente, siguiendo su búsqueda mental de fallos. Podía sentir su
diversión condescendiente mientras la observaba. Ella se retorció de vergüenza
y él también lo sintió. Permaneció en el recuerdo mucho más tiempo de lo
que había durado y luego se retiró completamente de su mente.
—Bueno —dijo, luciendo como si estuviera a punto de reírse— Esa sí que es
una forma de distraer a un legeremante—.
Ella lo fulminó con la mirada. Estuvo profundamente tentada de patearlo en
la entrepierna y luego tratar de sacarle los dientes.
—¿Complacido con tu adquisición? —su tono era corrosivo.
Él soltó una carcajada en voz baja.
—Eres bastante escuálida. Si me hubieras enviado el recuerdo de antemano,
podría haber pedido a alguien más —dijo mientras daba un paso hacia atrás
para mirarla en persona.
—Una pena para ambos entonces —dijo, torciendo la boca mientras se cruzaba
de brazos defensivamente.
—Quizás... pero por otra parte, si no te hubiera conseguido, nunca habría
tenido la oportunidad de encontrar un cerebro organizado como un
archivador —su voz era ligera y despreocupada, pero sus ojos de mercurio se
endurecieron abruptamente. Inclinó la cabeza ligeramente hacia un lado.
—Moody no te entrenó. Eres una oclumante natural—.
Hermione asintió resignada. Había supuesto que se daría cuenta
eventualmente. Cuando había inventado la mentira, no había esperado que
él pasara tanto tiempo hurgando alrededor de su cabeza.
—¿Autodidacta, entonces? —
—Tenía un libro, —dijo rígidamente.
Él soltó una carcajada. —Por supuesto—.
La observaba con una expresión que no podía descifrar, como si la estuviera
reevaluando. El entendimiento de ello parecía estar haciéndole reevaluar algo
sobre ella. Hermione no quería que él reevaluara, si lo hacía, podría decidir
49
cambiar de estrategia. Le gustaba la forma actual en la que no estaba teniendo
sexo con él.
—¿Qué? —espetó impaciente, esperando romper su tren de pensamientos.
Pareció funcionar, la expresión entrecerrada de sus ojos se calmó ligeramente.
—Nada —dijo haciendo un gesto con la mano— es sólo que nunca me había
encontrado con uno antes —sonrió con suficiencia.
Ella le observó con los ojos entrecerrados— Tú también lo eres —dijo con
creciente terror. Intentaba traspasar las defensas de alguien que también podía
cerrar y aislar sus emociones y deseos.
Hizo una reverencia burlona— ¿Cuáles son las probabilidades? —musitó
encogiendose levemente de hombros.
Hubo un largo silencio. Ambos estaban reevaluando.
—¿Entonces aún me enseñarás oclumancia? —preguntó al fin.
—Si... —él dijo lentamente— sería un descuido hacerlo sólo a medias. Serás
capaz de aprender más rápido de lo que había esperado—.
—De acuerdo —asintió y se preparó así misma.
Se acercó más a ella. El corazón de Hermione tartamudeó, el movimiento le
recordó al de un animal acechando a su presa. Lento, sútil, gradual y luego de
repente, demasiado cerca. Le miró a la cara para que no enfocarse en su
fisionomía, en lo fácil podría romperla con sus propías manos. Sus dedos
subieron y le tocaron ligeramente la barbilla, inclinándole la cabeza hacia atrás
para que su garganta se sintierá al descubierto.
—Estás tan llena de sorpresas —él dijo, arrastrando la mirada por su rostro
antes de clavarla en sus ojos.
Hermione puso los ojos en blanco brevemente.
—¿Le dices eso a todas las chicas? —dijo sarcásticamente en un tono dulce.
No se molestó con los muros exteriores mientras él se hundía en su
conciencia. Era el proceso de traspasarlas lo que hacía que le doliera más la
cabeza. Ya se sentía razonablemente segura de su capacidad para fingir que se
rompían fácilmente. No hizo que la invasión fuera dolorosa, lo cual le
sorprendió. Había asumido que la legeremancia era inherentemente dolorosa,
en su lugar, sintió como si su mente fuera un pensador en el cual él
simplemente se estaba dejando caer. Las consciencias de ambos se fusionaron.
Él parecía estar absorbiendo su estado mental natural. Sin el dolor del ataque
de legeremancia, Hermione fue capaz de ser más sútil e intencionada en su

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estrategia, revolvía sus recuerdos con falso descuido, atrayendo su atención y
luego deslizando algunos hacia los rincones más lejanos de su mente.
Era, como aprender a bailar. O tal vez como aprender artes marciales. Todos
los movimientos se hacían lentamente. Sin fuerza. Él le dio tiempo para
aprender la técnica. Sentir lo que era hacerlo apropiadamente. Repasando las
formas. Ejercitándolo una y otra vez hasta que pudo hacerlo instintivamente,
sin necesidad de pensar. Finalmente se retiró y miró su muñeca.
—Nos hemos pasado de tiempo—.
—Oh —dijo en voz baja, aún mentalmente preocupada por la técnica que había
intentado hacer bien.
La miró fijamente hasta que ella se enderezó y levantó la vista hacia él.
—¿Tienes alguna información esta semana? —
—En realidad no. Hay más vampiros que van a llegar este mes desde Rumania.
No hay detalles específicos todavía—.
—En caso…—Hermione dudó.
Él arqueó una ceja hacia ella, observándo hacia abajo y esperando.
—En caso de que necesitáramos algo ¿serías capaz de conseguirlo para
nosotros? —preguntó.
—Dependería de lo que fuera—.
—Un libro—.
Él resopló.
—Se llama Secretos del Arte Más Oscuro. He hecho todo lo posible para
encontrarlo. Pero los recursos de la Orden son limitados—.
—Veré lo que puedo hacer —suspiró con irritación.
—Ten cuidado —se encontró a sí misma diciendo.
Él parecía sorprendido.
—No quieres que Voldemort sepa que lo estás buscando—.
—¿Qué tan importante es este libro? —él preguntó con los ojos entrecerrados.
—No lo sé. Puede que no sea nada. O puede ser muy importante. Pero, no
arruines tu tapadera por él—.
Él puso los ojos en blanco.
—Como si fuera a hacerlo —murmuró antes de voltear a verla mordazmente.
—Deberías de irte. Estoy seguro de que Potter estará ansioso por verte—.
Hermione tomó su bolso de ingredientes para pociones y salió de la choza.
Malfoy la miraba pensativo mientras ella cerraba la puerta y desaparecía.

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Cuando regresó a Grimmauld Place, estaba pensativa mientras embotellaba y
preparaba los ingredientes. Malfoy no era lo que ella había esperado.
Era mucho menos cruel de lo que había anticipado. Seguía esperando que su
malicia atravesara repentinamente su fachada. Pero o era menos malicioso de
lo que pensaba, o quería algo más complejo y sofisticado de sus interacciones
con él. Y se sentía casi segura de que no tenía ninguna inclinación especial
por lastimarla.
No podía descifrar lo qué él quería. Severus había tenido razón. Malfoy ya
estaba probando ser un excelente espía. Toda la información que le había
dado a Moody había sido de gran calidad y utilidad. La Orden había logrado
allanar con éxito una prisión y había sacado a más de cincuenta personas. Sin
embargo, su motivo seguía siendo un misterio. No podía entender qué
posiblemente podía conseguir espiando. Con su posición en el el ejército de
Voldemort, seguramente cosecharía grandes recompensas con la desaparición
de la Orden. Si la Orden ganaba, incluso con un perdón, indudablemente se
convertiría en un paria en el mundo mágico por el resto de su vida. Los espías
y traidores se ganaban poco respeto, sin importar qué tan vital fueran sus
contribuciones.
Además, Lucius Malfoy era un devoto seguidor de Voldemort. Culpaba de la
muerte de Narcissa a Ron y Harry, y dirigía casi toda su energía rigurosamente
a vengarse de ellos. Aunque Draco pudiera no compartir ese sentimiento,
ponerse en desacuerdo con su padre le parecía cuestionable. Se había
moldeado a sí mismo tan cuidadosamente siguiendo a su progenitor en el
colegio, y se había encolerizado por el encarcelamiento de su padre en
Azkaban al final del quinto año.
Hermione colocó una bandeja llena de dittany y lanzó un hechizo de calor
con la punta de su varita. Masajeando ligeramente su sien con la otra mano
mientras observaba cómo se secaban las hojas.
Malfoy no estaba interesado en ella; no físicamente. Al menos no más de lo
que un hombre solía estar interesado en cualquier mujer al azar. Había
estudiado la fisiología de la atracción sexual y él no mostraba casi ninguno de
los signos, incluso después de pasar varios minutos mirando fijamente a su
reflejo desnudo. Se sonrojó. La experiencia se posicionó indudablemente
como el momento más vergonzoso de su vida. Así que, ¿de qué se trataba todo
eso? ¿Por qué los besos y manoseos? Si era todo para provocarla y hacerla

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enojar, la pregunta de por qué aún seguía en pie. ¿Por qué quería provocarla?
¿Qué impulsaba las diversas tácticas que estaba empleando?
Inicialmente, él había esperado que ella estuviera tan llena de odio hacia él
que no pudiera contenerlo. Luego, cuando la había besado agresivamente para
romper sus escudos de oclumancia, parecía pensar que podía usar eso para
lograr que las emociones la consumieran lo suficiente como para que pensara
con claridad. La forma en que la había evaluado en el espejo también tenía la
clara intención de herirla. Quería que ella lo odiara. Pero cuando se dio
cuenta de que era una oclumante, aparentemente había decidido cambiar de
táctica otra vez. Finalmente se había dado cuenta de por qué no podía
provocarla fácilmente, y se adaptó una vez más. ¿Pero adaptarse para qué?
¿Cuál era el punto? No podía entenderlo.
Hermione puso todas las hojas secas de dittany dentro de un mortero grande,
y comenzó a molerlas hasta convertirlas en polvo.
—¿Mione? —Charlie asomó la cabeza dentro de su armario de suministro para
pociones.
—¿Si? —
—Snape vino hace un rato a buscarte—.
—Oh. ¿Dijo por qué? —
—Tenía una nueva receta para ti, creo. Se la dio a Poppy. Para sanar una nueva
maldición que ayudó a inventar—.
La expresión de Charlie se troció de ira. Muchos de los miembros de la Orden
culpaban a Severus por cada maldición desarrollada en la división de
maldiciones de Voldemort. Pensaban que si Severus de verdad estuviera del
lado de la Orden, encontraría una forma de sabotearlo todo. Hermione puso
sus ojos en blanco.
—Sabes que si él no estuviera allí, perderíamos a docenas personas más antes
de que pudiéramos descifrar las contra-maldiciones. Su información es vital
para darme tiempo de prepararme—.
—Sí, ¿y a cuánta de nuestra gente crees que ha matado para conseguir esa
información? Esa es nuestra gente con la que están experimentando para
hacer los hechizos. Está asesinando gente, pero está bien “porque nos está
mandando inteligencia para las contra-maldiciones”. ¿De verdad funciona de
esa forma? —
Hermione se quedó quieta, dejando de moler el dittany.

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—Es un espía, Charlie. Esas son el tipo de cosas que tienen que hacer para
mantener su tapadera. Si lo arruinara para salvar a un grupo de prisioneros o
tratara de sabotear el lugar, Voldemort simplemente crearía uno nuevo y
perderíamos la inteligencia. La pérdida nunca valdría la pena a largo plazo—.
—Eso dices —dijo Charlie, con los labios labios apretados y los ojos
endurecidos, se volteó y se fue caminando.
Hermione molió el dittany durante varios minutos más antes verterlo en un
frasco. Severus debió de haber creado una poción para curar la maldición
ácida, esperaba que fuera diferente de la que había estado preparando cuando
pasó por la Hilandera. Ella no tenía veneno de acromántula, se requería una
identificación emitida por el Ministerio para comprarla en las boticas. Tendría
que intentar encontrar un proveedor en el mercado negro; probablemente
costaría cientos de galeones. La Orden estaba baja en recursos.
Los Goblins habían adoptado una posición neutral en la guerra, pero aunque
Gringotts permanecía abierto para la Orden, entrar al banco por dinero sin
ser arrestado era un desafío. Sin mencionar que ser nacido de Muggles era un
delito penado con encarcelamiento. La mayoría de los miembros de la
Resistencia eran inempleables, ya fuera por sangre o por asociación. Era
afortunado que Harry tuviera una gran bóveda, porque de lo contrario
probablemente se hubieran muerto de hambre.
Si la poción requería veneno de acromántula, con un poco de suerte Severus
sería capaz de darle algunas gotas. Si no, dudaba que la Orden le diera
presupuesto para comprarlo, a menos que la maldición se usara
constantemente. Cruzó los dedos y fue a buscar a Poppy.
El ala del hospital estaba saturada nuevamente. El rescate en la prisión había
sido exitoso, pero muchos de los prisioneros tenían heridas de tortura o
estaban desnutridos. Había ocurrido un enfrentamiento durante el escape, y
algunas maldiciones brutales habían sido usadas. Aquellos con lesiones
menores habían sido enviados a otras casas seguras, pero Grimmauld Place se
quedaba con las lesiones más complejas y difíciles para que Hermione y Poppy
pudieran curarlas. Poppy se inclinaba sobre la cama de Rolanda Hooch. Una
pequeña incisión en la tráquea de Hooch seguía reapareciendo y creciendo
lentamente a pesar de todos sus esfuerzos por curarla. Quienquiera que
estuviera de guardia en la sala del hospital tenía que mantener un
temporizador de dos minutos funcionando en un ciclo constante para
monitorearla.
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—¿Algún cambio? —preguntó Hermione, inclinándose y examinando la lesión
junto a Poppy.
—Oh, Hermione, has vuelto —Poppy dijo con voz triste— Severus vino y la
observó. Dijo que no es una de las nuevas de Voldemort. Así que,
seguramente es una maldición mal lanzada—.
Hermione suspiró aliviada antes de que una fuerte ola de culpa la golpeara. Si
era una maldición mal lanzada, era poco probable que volvieran a encontrarla.
Pero también significaba que serían incapaces de curar a Rolanda. Hermione
había tratado sin éxito deconstruir la lesión con análisis de hechizos,
intentando de desentrañarla. La estructura estaba tan destrozada e
inconsistente que era imposible de neutralizar.
—¿Cuánto tiempo más crees que funcionaran los hechizos curativos? —Pomfrey
preguntó en voz baja, observando con tristeza a su colega de tanto tiempo.
Hermione mentalmente calculó el tiempo que había transcurrido desde que
Madam Hooch había sido traída. Era un conocimiento poco conocido, pero
con el tiempo los encantamientos curativos dejaban de funcionar cuando se
utilizaban con demasiada frecuencia. Ni siquiera la magia no podía forzar a
un cuerpo a seguir repararse a sí mismo a partir de cierto punto.
—Si seguimos sanándola cada dos minutos, los hechizos probablemente
seguirán funcionando por veinte horas más —Hermione le dijo gentilmente.
Poppy asintió y acomodó las sábanas suavemente alrededor del cuerpo de
Rolanda.
—Severus dejó una nueva receta para ti —le informó a Hermione— Dijo que
deberías de tener una jarra lista—.
Poppy metió la mano en su bolsillo y sacó un pequeño rollo de pergamino y
un frasco. Hermione levantó el frasco hacia la luz. Dos gotas de veneno de
acromántula. Probablemente valían más de cincuenta galeones. No podía
permitirse cometer ningún error. Deslizó el frasco en su bolsillo y desenrolló
la receta para ver qué era lo que necesitaba para prepararla. Tenía todos los
ingredientes. Excepto fluxweed, la cual tenía que recolectar bajo la luna llena.
Calculó el siguiente ciclo lunar. Tendría que esperar una semana antes de
tener todo lo que necesitaba para hacer un lote.
Si la maldición era tan grave como Severus había indicado, tendría que esperar
que no hubieran escaramuzas antes de la luna llena. Lo que probablemente
era una idea delirante. Al final de la receta, Severus había incluido el

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contrahechizo para la maldición ácida con su escritura puntiaguda. Lo revisó.
Era simple, como él había dicho.
Hermione copió la contra-maldición en una nueva hoja de pergamino. Una
lesión que involucraba ácido requería ser contrarrestada inmediatamente.
Esperar algunos segundos más para llamar a un sanador o aparecer al herido
podía agregar días a la recuperación. El contrahechizo era lo suficientemente
simple; todos los miembros de la Resistencia podrían aprenderlo. Anotó una
breve nota explicativa, y con un movimiento de su varita dobló la nota en
forma de avión de papel y lo mandó volando a toda velocidad a través de la
casa en busca de Harry.
—¿Podrías tomar tu turno temprano? —preguntó Poppy.
Hermione miró hacia arriba y se dio cuenta de que Poppy lucía triste por la
pena.
—Por supuesto —Hermione dijo rápidamente.
—Quiero escribirle a Filius, Pomona, y Minerva. Probablemente quieran venir
a despedirse, —dijo Poppy, con los hombros caídos— Las notas de lo que he
hecho están todas en el libro de registro, y acabo de resellar la incisión. Así
que puedes empezar la cuenta de los dos minutos ahora—.
Hermione observó a Poppy Pomfrey mientras caminaba con pasos lentos y
cansados fuera del ala del hospital. Hermione se acercó y observó el cuaderno
de registros, no habían sorpresas en él. Caminó silenciosamente de cama en
cama, todos seguían durmiendo, y a unos pocos se les había dosificado con
Draught of Living Death. Era un método para mantenerlos vivos mientras
preparaba ciertas pociones de cocción lenta para curarlos. Hizo un diagnóstico
preventivo en cada cuerpo y repasó una lista mental de control acerca de las
pociones que necesitaba encargarse. Necesitaba mandar las primeras dosis de
la Poción Matalobos a todos los licántropos de la Orden. Era un día tranquilo
en la sala del hospital. Aparte de lanzar repetitivamente el hechizo sanatorio
en Madame Hooch, la mayoría de las demás heridas simplemente requerían
una cuidadosa supervisión y tiempo.
Hermione se sentó y especuló sobre cómo podría ser Malfoy durante su
siguiente encuentro. El hecho de que también fuera un oclumante natural
era, problemático, por decirlo en los términos más sencillos. Significaba que
su control era profundo. Tratar de encontrar una forma de entrar y hacerlo
leal sería casi imposible si era capaz de disipar y contener cualquier efecto que
ella tuviera sobre él. Si quería tener la mínima oportunidad de éxito, tendría
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que ser lenta e insidiosa, para hundirse tan profundo en su psique que él no
pudiera sacarla o disiparla. Encontrar una camino hacia su corazón. El único
lugar que ninguna cantidad de oclumancia podía bloquear o aislar.
Se estremeció ligeramente. Nunca antes se había sentido cruel. Fría.
Insensible. Le habían llamado de esa forma y creía que podían ser ciertas. Pero
ser cruel era un límite del que siempre se había considerado por encima. Pero,
lo que estaba contemplando era posiblemente una de las cosas más crueles
que podía concebir.
Aplastó la vacilación. Él fue quien la había demandado. Ahora y después de
la guerra. Estaba en su derecho de asegurarse de que pagara el precio completo
por sus demandas. Si no la quería, no debería haber preguntado. Se armó de
valor y sacó un libro de su bolso.

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Flashback 5
Abril 2002

El martes siguiente, Malfoy se comportó de forma muy parecida a como lo


había hecho la semana anterior. Le enseñó oclumancia, la dejó practicar las
formas y técnicas. No hizo que le doliera. Apenas le dirigió la palabra. Sólo la
tocó una vez, para inclinar su cabeza hacia atrás y poder hacer contacto visual.
Y luego, mientras él estaba en su mente, pudo sentir su mano descansando en
su cuello, con el pulgar presionando su garganta. No necesitaba tocarla. Ella
lo sabía. Él podía realizarle legeremancia fácilmente desde varios metros de
distancia.
No fisgoneó, no metió la cabeza en recuerdos en los que ella abiertamente no
quería que entrara. Simplemente la dejó usar su presencia como una especie
de muñeco de práctica para aprender maniobras mentales evasivas. Cuando
se retiró, ella lo observó con curiosidad.
—¿Dónde aprendiste eso? Asumo que tu tía no usaba esa técnica—.
—No lo hacía —sus dientes aparecieron ligeramente mientras lo decía— Lo leí
en un libro. La Mansión Malfoy tiene una gran librería. No funcionaría con
la mayoría de la gente, sólo con otro oclumante natural. Incluso aunque
cualquiera puede potencialmente aprender oclumancia o legeremancia hasta
cierto punto, siempre es dolorosa, o tan sútil que apenas pueden sentir
cuando sucede —la miró y agregó con una sonrisa burlona— podría decirse que
estoy experimentado contigo—.
Hermione puso los ojos en blanco.
—¿El libro también imponía el contacto físico? —dijo con voz dulce, señalando
su mano con los ojos, inmediatamente se arrepintió de haberlo dicho.
La mano de él se tensó ligeramente, lo suficiente para cambiar de descansar a
sujetar, sus ojos se oscurecieron a medida sus iris se expandían
paulatinamente.
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—No. Eso… es sólo porque puedo —sonrió satisfecho mientras la acercaba y
bajaba la cabeza para besarla.
Fue un beso frío. Sus labios presionados contra los de ella no eran deseosos
ni apasionados. Simplemente era un recordatorio. De que podía. Que se
estaba conteniendo. Que, si quería, podía demandarle lo que fuera que
deseara y ella ya había accedido a dárselo. Hermione no respondió al beso, se
limitó a dejar que sus fríos labios se encontraran con los suyos sin oponerse
hasta que él se alejó de nuevo.
—¿Tienes alguna información esta semana? —preguntó mientras su mano se
deslizaba lejos de ella y él daba un paso hacia atrás, sacó un pergamino de su
túnica y se lo entregó.
—Análisis de hechizos e información de contrahechizos para nuevas
maldiciones de la División de Desarrollo de Maldiciones del Señor
Tenebroso. Hay un nuevo grupo al que se está capacitando actualmente—.
Hermione abrió el pergamino y echó un vistazo a la información enlistada.
Severus ya le había dado a la Orden todos los detalles sobre las maldiciones,
pero Malfoy no podía saberlo. Que se le hubiera ocurrido era una señal de lo
útil y proactivo que era capaz de ser. Si perdían a Severus, Malfoy podría
proporcionarles ambos tipos de inteligencia. Un excelente espía.
—Esta información es invaluable —dijo, guardándola cuidadosamente en su
bolso.
Él se encogió de hombros.
—No, de verdad. Esto salvará vidas. Ni siquiera pensé en pedir esto. Que lo
hicieras, no sé cómo agradecerte lo suficiente—.
Malfoy se veía vagamente incómodo con la gratitud.
—Como sea. Era una pieza obvia de información para proveer. Las tasas de
mortandad en tu Resistencia se están volviendo notables—.
Hermione sintió toda la sangre drenarse de su rostro, y él la miró fijamente.
—¿Cuánto tiempo más crees que pueden todo ustedes seguir luchando? —
Se le hizo un nudo en la garganta.
—El tiempo que haga falta, o hasta que no quede nadie. No hay plan B,
Malfoy. Para nosotros no existe el rendirnos—.
Él asintió— Es bueno saberlo—. Luego pausó como si abruptamente recordara
algo— ¿Hay una casa segura que involucre a muchos niños en Caithness? —
Hermione palideció— ¿Por qué… por qué lo preguntas? —

59
Su rostro se endureció— Ha sido detectada. Es probable que alguien sea
enviado a investigar al final de la semana. No dejes que encuentren nada—.
Hermione asintió fuertemente.
—Tengo que irme —dijo, apresurándose hacia la puerta. Invocó un patronus
corpóreo mediante pura fuerza de voluntad. Se habían convertido en un
problema para ella desde que utilizó el encantamiento obliviate en sus padres.
Le había tomado varios años recuperar la habilidad, y nunca recuperaron la
luminiscencia plateada que habían tenido durante su quinto año.
—Encuentra a Minerva McGonagall —ordenó— Dile que se prepare para
evacuar—Mientras su nutria se alejaba corriendo, lanzó otro hechizo. La
estilizada y translúcida criatura se irguió sobre sus patas traseras y la miró
fijamente.
—Ve a buscar a Kingsley Shacklebolt. Dile que necesitamos una nueva casa
segura para Caithness—.
Luego se desapareció para buscar a Moody.

El proceso de evacuar niños era lento y arduo. Todos ellos eran incapaces de
aparecerse por sí mismos, lo que significaba que había que movilizar a todos
los miembros disponibles y fácil de contactar de la Resistencia, para llevarlos
a un lugar seguro mediante escobas, apariciones consecutivas, o en lomos de
los thestrals. Crear trasladores consumía demasiado tiempo. Ninguna de las
casas seguras podía arriesgarse a tener una conexión a la red flu.
La ubicación remota había sido una decisión estratégica. La esperanza era que
pasara desapercibida para Voldemort a pesar de la presencia de un gran
número de niños extraños en un pueblo tan pequeño. En retrospectiva, fue
pura suerte que hubieran tenido éxito durante tanto tiempo. Había pocas
opciones adecuadas para intentar realojar a tantos niños en un rango tan
disparejo de edades. No tenían una casa segura de repuesto para tantos. Los
niños tuvieron que ser divididos a través de docenas de refugios.
Transportarlos en pequeños grupos a otras partes del Reino Unido y luego
reubicarlos, expandiendo habitaciones y transfigurando nuevas camas.
Hermione hizo tres viajes. Al regresar del último, se desplomó contra una
pared de cansancio. Había aparecido a varios niños pequeños hasta Irlanda del
Norte. Habían vomitado, gritado, y llorado con cada aparición progresiva. Ella
se había visto obligada a parar y consolarlos hasta que se quedaban lo

60
suficientemente quietos para que ella pudiera aparecerlos con seguridad de
nuevo, sin despartimentar a nadie.
Minerva apareció y se detuvó frente a Hermione, con expresión conflictiva.
—¿Tu información? —Minerva preguntó silenciosamente.
Hermione asintió.
—Moody le dirá a cualquiera que le pregunte que se enteró mientras
interrogaba a un carroñero—.
Minerva asintió fuertemente en reconocimiento y presionó sus labios,
observando fijamente a Hermione durante varios segundos.
—Eres una buena chica; espero que eso nunca sea cuestionado por nadie.
¿Estás… bien? —
—Él no me ha hecho nada—.
Fue todo el consuelo que Hermione pudo dar. Algo se desenrolló en la
expresión de Minerva, asintió bruscamente y luego se alejó para ayudar a
derribar las barreras y encoger los muebles. Hermione vio la hora. Había luna
llena esa noche y necesitaba fluxweed. Se levantó y caminó fuera de la mansión
hasta llegar al borde de las barreras anti-aparición. Entonces comenzó la serie
de saltos de vuelta a Londres.
Se detuvo en un gran campo donde a menudo comenzaba a buscar
ingredientes cerca del Bosque de Dean. Sosteniendo su varita en alto, lanzó
encantamiento brújula y lo siguió en busca de la planta. La brillante luz de la
luna proyectaba sombras nítidas sobre el mar de hierba. El cúmulo de árboles
cercanos se alzaban como una cortina negra contra el brillante cielo nocturno.
Mientras Hermione se deslizaba por una pequeña pendiente, una ráfaga de
viento se movió a través del campo, agitando la hierba de modo que susurró
suavemente.
Cuando el sonido deslizante y cambiante se desvaneció, un aullido grave
emergió de los árboles a espaldas de Hermione. Se quedó paralizada. Un
hombre lobo. Nunca antes había visto hombres lobos en el área. Había estado
tan cansada y distraída que ni siquiera había pensado en tomar precauciones.
Entonces otro aullido emergió. Más lejos. A su derecha. Y otro aullido. Había
una manada de hombres lobo en el Bosque de Dean.
Estuvo apunto de desaparecer pero pausó, dudando. Necesitaba fluxweed. Si no
la conseguía esa noche, no sería capaz de conseguirla hasta el mes siguiente.
Tenía que hacer la poción. Severus no ofrecía consejos o se tomaba el tiempo

61
de inventar pociones a menos que fuera urgente. Bajó corriendo la colina en
la dirección que el hechizo localizador estaba indicando.
Otro aullido. Más cerca.
Sacó el cuchillo de plata de su bolsillo y comenzó a cortar secciones de fluxweed
tan rápido como pudo sin afectar la potencia. No había suficiente. Volvió a
lanzar el hechizo localizador y corrió en la dirección que su varita le indicó. Al
hacerlo, levantó la mirada para ver la sombra alargada y afilada de un hombre
lobo que bajaba tranquilamente por la pendiente hacia ella. Patinó y estuvo a
punto de caerse cuando llegó a un lugar con varias fluxweed y las cortó en
cuestión de segundos. El hombre lobo estaba a menos de cuatro metros y se
agazapaba en una embestida cuando finalmente giró sobre sus talones y se
apareció en el lugar más cercano en el que pudo pensar.
Hermione apareció en los escalones de la choza indetectable de Malfoy.
Mientras buscaba aire, se dejó caer en el escalón más alto y se sentó jadeando
mientras trataba de recuperar el aliento. Se recargó contra la puerta y cerró los
ojos mientras su corazón seguía latiendo violentamente. Estaba terriblemente
fuera de forma. No podía creer lo rápido que se había cansado de correr. Su
esófago ardía, y sentía un dolor agudo y punzante atravesando sus pulmones
cada vez que inhalaba.
Aparte de caminar por el campo en busca de ingredientes para pociones,
Hermione no realizaba ninguna actividad físicamente extenuante. Después de
que la sacaran de las peleas, no había tenido tiempo para entrenar o practicar
ni siquiera de preocuparse por su resistencia física. Por Merlín, era una inútil.
Si alguna vez se encontraba de nuevo en el campo de batalla, probablemente
sería abatida en segundos. Su respiración se había estabilizado, pero
permaneció en su sitio por otro minuto más, mientras intentaba que su ritmo
cardíaco se relentizara.
La puerta detrás de ella se abrió bruscamente, y cayó de espaldas dentro de la
choza. Su cabeza se golpeó contra la madera y estrellas brillaron ante sus ojos
mientras descubría a Malfoy mirándola fijamente, enfurecido.
—Carajo, Granger ¿qué estás haciendo? —
—¿Malfoy? —dijo, observándolo confundida— ¿qué estás haciendo aquí? —
—¿Qué estoy haciendo aquí? —gruñó— Activaste los escudos. Asumí que me
necesitabas para algo—.

62
—Oh —dijo Hermione, el calor manchaba sus mejillas— No me había dado
cuenta que el monitor de los escudos se extendía más allá de la habitación.
No quería molestarte—se dio la vuelta y se levantó.
Malfoy la miró de arriba abajo— ¿Qué estabas haciendo? —
—Necesitaba fluxweed cosechada bajo la luna llena —dijo, dándose cuenta que
aún estaba jadeando ligeramente.
—Y había hombres lobo. No podía esperar hasta el siguiente mes. Así que tuve
que correr y tratar de conseguirla sobre la marcha. Pero ya no tengo muy
buena condición. Me dejó sin aliento. Este era el lugar más cercano para
aparecer. Así que estaba intentando recuperar el aliento—.
—¿De dónde sacabas fluxweed? — su tono era un tanto nervioso.
Ella señaló por encima del hombro.
—Hay un campo cerca de aquí, en el Bosque de Dean. Es uno de los lugares a
los que usualmente voy a buscar ingredientes para pociones—.
—Usualmente…—hubo una pausa— deambulas por el campo de noche
¿buscando ingredientes? —su expresión se había congelado.
—Si —Hermione asintió, mirándolo— mencioné esto—
—No... dijiste que estabas consiguiendo ingredientes para pociones. Supuse
que eso significaba que tenías un proveedor —su expresión se estaba
endureciendo y sus ojos eran acusadores como si ella le hubiera mentido.
Hermione lo miró con incredulidad.
—Soy una terrorista. Cuesta una pequeña fortuna comprar ingredientes para
pociones en el mercado negro. No voy a malgastar mi presupuesto cuando
puedo conseguirlo gratis y de mejor calidad haciendo el trabajo yo misma—.
—¿Así que te paseas por el campo de la Gran Bretaña mágica, de noche, para
recolectar ingredientes para pociones? ¿Sola? —
—Obviamente —dijo Hermione, resoplando— Por eso nos vemos los martes
por la mañana después de que termino—.
Hubo un largo silencio.
—No puedes —anunció en tono contundente— Te detendrás. Te quedarás
dentro de cualquier triste y pequeña casa segura en la que te mantienen
sanando, y no saldrás a buscar ingredientes de nuevo—.
Hermione lo observó indignada durante varios segundos, sorprendida.
—¡Ciertamente no lo haré! No controlas lo que hago—
Su expresión se endureció, un brillo depredador apareció en sus ojos.

63
—De hecho, sí lo controlo. ¿Lo has olvidado? Yo soy tu dueño. Si te digo que
te sientes en esta habitación y mires a la pared hasta la semana siguiente, diste
tu palabra de que lo harías—.
Hermione sintió que la rabia la invadía.
—No, no lo haría. Porque diste tu palabra de que no interferirías con mi
trabajo en la Orden. Buscar ingredientes es parte de mi trabajo. No es
negociable. Si quieres controlar todo lo que hago, entonces tendrás que
esperar hasta que ganemos. Tú también diste tu palabra—.
Malfoy se quedó de pie, observándola, con ojos calculadores. Luego
bruscamente cambió el tema.
—¿Así que escapaste de los hombres lobo? —
Ella se sonrojó.
—No. Quiero decir… no estuvieron muy cerca hasta el final. Sólo corrí unos
cien metros a lo mucho—.
—¿Y aún estás jadeando por eso? —dijo con escepticismo.
—Yo… yo realmente no hago ningún trabajo de campo además de buscar
ingredientes. No hay mucha necesidad de trabajar en mi resistencia —dijo,
poniéndose a la defensiva.
Malfoy se quedó con la boca abierta; la cerró de golpe y pusó una mano sobre
sus ojos durante varios segundos como si tratara de recomponerse. Luego
apartó la mano y la observó detenidamente.
—¿Cuándo fue exactamente la última vez que alguien te entrenó? Asumo que
practicas duelos básicos, dado que eres tan importante que ya no te dejan
pelear. Seguramente, ya que te dejan salir, sola, a mitad de la noche; tu defensa
debe ser insuperable—.
Hermione bajó los ojos y jugueteó con la correa de su bolso.
—Estoy muy ocupada. Parte de la razón por la que me sacaron de combate fue
porque hay muchas otras cosas más para las que me necesitan—.
—¿Cuánto tiempo ha pasado, Granger? —su voz era dura.
Miró a través de la habitación, el estúpido lugar ni siquiera tenía algo para que
ella pudiera pretender que lo estaba observando. Se concentró en un remolino
en la madera del suelo.
—Probablemente… alrededor de dos años y medio —dijo en voz baja.
Él dejó caer la cara en su mano y se quedó en silencio, como si ni siquiera
pudiera soportar mirarla. Hermione puso los ojos en blanco.

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—Bueno, me iré entonces —dijo al fin con voz quebradiza— Perdón por
molestarte. No volverá a pasar—.
—Te voy a entrenar —Malfoy dijo abruptamente, enderezándose y mirándola
con severidad.
—Qué? —lo observó confundida.
—Voy a entrenarte —dijo lentamente— Ya que intentar que te detengas
aparentemente no es una opción. No perderé mi tiempo lidiando con un
nuevo contacto de la Orden, sólo porque no eres lo suficientemente
inteligente como para permanecer en condiciones de combate. Dada la forma
en la que todos ellos pelean, estoy seguro de que cualquier otro que consiga
sería una mierda en oclumancia y es probable que eventualmente sea
capturado en una escaramuza—.
Bueno, el instinto de autoconservación Slytherin de Malfoy era ciertamente
fuerte todavía. Hermione suspiró con irritación.
—Realmente no es necesario. Yo no peleo. Rara vez hay problemas cuando
estoy buscando ingredientes. No debes preocuparte por los inconvenientes de
perder tu preciado premio de guerra—.
—¿En serio? —dijo, su voz aireada mientras se acercaba a ella— ¿No quieres?
Porque pronto terminarás de aprender oclumancia. Pensaría que preferirías
ocupar tu tiempo practicando duelos en lugar de algunas de las otras
actividades en las que podría exigirte que participes—.
Hermione lo fulminó con la mirada. Dudaba que tuviera alguna intención de
seguir adelante con su poco disimulada amenaza, dado que no había mostrado
ninguna disposición en particular. Si quisiera enseñarle a batirse en duelo, no
había nada de malo en ello. Ciertamente, ella lo preferiría. Necesitaba seguir
pasando tiempo con él. No podría tener éxito en su misión si no pasaban
tiempo juntos.
—Bien —espetó ella, su expresión retorcida en ligera burla.
—Te ves tan resentida —su expresión era despiadadamente burlona— Uno
pensaría que solamente exigí que me follaras en vez de no hacerlo
¿decepcionada? —
—Sólo en tus sueños —dijo, lanzándole una mirada fulminante.
—Todas las noches—.
Ella puso sus ojos en blanco.— ¿Compras toda tu compañía? —dijo, con voz
dulce y expresión condescendiente.
Él ni siquiera parpadeó.
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— Disfruto del profesionalismo —dijo suavemente, mirando al techo como si
estuviera recitando un mantra— líneas claras. Sin drama. No estoy obligado a
pretender que me importa—.
Se burló de la última palabra, como si preocuparse fuera el concepto más
ofensivo conocido por el hombre.
—Por supuesto. Muy tú—
—Bastante —estuvo de acuerdo con una ligera sonrisa.
Hubo un silencio. Hermione quería decirle que era vil, pero estaba segura de
que él ya lo sabía. Se sentía cansada y eso le daba ganas de ser cruel.
—¿Les hablas y lloras contándoles lo triste y solitaria que es tu vida? ¿O
simplemente las inclinas sin decir una palabra? —preguntó, con la voz
melodiosa por la burla.
Sus ojos brillaron— ¿Quieres que te enseñe? —su voz era cortante y fría como
una astilla de hielo.
El casi encuentro de Hermione con los hombres lobo aún la hacía sentir la
adrenalina a flor de piel. Estaba acostumbrada al elevado estrés del ala del
hospital, pero siempre se trataba de la vida de alguien más. Se sentía exaltada
por la emoción de su roce cercano con la muerte. De repente comprendió a
Harry. Sentía que podía hacer cualquier cosa. Un pensamiento repentino vino
a ella ante la amenaza de Malfoy. Lo observó fijamente, levantando la barbilla.
—No lo harás —.
Los ojos de él se volvieron crueles, pero antes de que pudiera contestar ella
continuó:
—Sería demasiado real para ti. Hacerlo con alguien que conoces. Alguien a
quién volverías a ver. Arruinaría esas líneas claras—.
—¿Poniéndome a prueba, Granger? —su voz era grave y cariñosa.
Lo miró sin apartar la vista.
—Supongo que sí —dijo fríamente, pero su corazón estaba comenzando a latir
fuertemente al darse cuenta de lo que acababa de hacer.
Se inclinó hacia ella, con mirada penetrante, hasta que su cara quedó a
centímetros de la suya.
—Desnúdate—.
Hermione no vaciló y él tampoco, así que se acercó lentamente hasta que ella
retrocedió arrastrando los pies. Se cernió sobre ella, los ojos le brillaban.
—Te está matando, ¿no es así? Preguntándote. Esperabas que te hiciera esto de
inmediato. Así que esperar, tratar de adivinar cuándo podría hacerlo, eso te
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molesta más que la idea de realmente tener que follarme —se burló— Bueno,
ya tienes mi atención. Desnúdate—.
Hermione lo miró fijamente, sintiendo que se le calentaba el rostro mientras
el resto de su cuerpo se volvía increíblemente frío.
—Ni siquiera me quieres. ¿Por qué me incluiste en tus demandas? ¿Qué sentido
tiene? —preguntó. Su voz estaba enojada y confundida.
Él sonrió satisfecho— Estás en lo correcto. No te quiero—.
No debería haberle dolido escuchárselo decir, pero de alguna manera le dolió.
Especialmente con la burla vengativa en su expresión mientras la miraba
fijamente.
—Sin embargo, ser tu dueño nunca va a envejecer “ahora y después de la
guerra”. No puedo esperar a ver con qué amargura puedo hacer que te
arrepientas de esas palabras. Así que, desnúdate —su voz se agravó— ¿O quieres
que lo haga por ti? —
Las manos de Hermione subieron hasta el cuello de su camisa y lo tomó
defensivamente. Estaba aterrada y enfurecida hasta el punto que pensó que
podría comenzar a llorar. Él sí era su dueño, ella había aceptado a ello. La
mandíbula le castañeaba y sus manos comenzaron a temblar.
—El poder te excita, ¿no es así? —su voz temblaba de rabia mientras se obligaba
a desabrocharse el botón superior de la camisa.
—Lastimar a alguien que no puede, o no quiere, pelear de vuelta. Usando lo
que a la gente le importa para torturarlas y enjaularlas, y forzarlas a hacer cosas.
Eres igual que Voldemort—.
La malicia en la expresión de Malfoy se desvaneció abruptamente y palideció.
El freno a su rabia desapareció de repente y la oscuridad y la magia brotaron
de él en oleadas, llenando y retorciéndose por el aire. La furia helada que
apareció en su expresión era desconcertante. Sus ojos se volvieron negros, sus
labios se curvaron en un gruñido, y seguía volviéndose cada vez más y más
pálido mientras la miraba fijamente. Hermione abrió los ojos, aterrorizada, y
se apartó, preparándose. Un maremoto de furia crecía a su alrededor.
—¡Fuera! —estalló.
Se quedó mirándolo, sin moverse, como un animal petrificado por el miedo.
Él gruñó de rabia. De repente, la puerta de la choza se abrió de golpe con tanta
violencia que las bisagras se partieron y cayó al suelo.
—¡FUERA! —rugió.

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Hermione no necesitaba más invitación. Se apresuró hacia la puerta y
desapareció el segundo en el que sintió libre de los escudos.

Cuando pasó por la puerta de Grimmauld Place, colapsó en el suelo del


vestíbulo, temblando de terror.
Estúpida. Estúpida. Estúpida.
Se reprendió a sí misma, tratando de obligarse a respirar. Sentía que estaba
teniendo un ataque de pánico. No podía entender qué la había impulsado a
intentar provocarlo. Si no fuera medianoche, se habría golpeado la cabeza
contra el suelo de frustración por su idiotez. Después de todas las
innumerables veces que había regañado a Harry, advirtiéndole sobre las
consecuencias de su estúpida búsqueda de emociones; podría haberle ganado.
Era una idiota. Presionó la mano sobre su corazón palpitante y dejó caer la
cabeza sobre la curva de su codo. Lloriqueó en voz baja.
Draco Dormiens Nunquam Titillandus.
Excepto que no le había hecho cosquillas a un dragón dormido. Sus acciones
parecían haber estado más en el ámbito de bailar el vals y golpearlo en la
cabeza con un bate de golpeador. Necesitaban a Malfoy. Lo necesitaban
desesperadamente, y un poco de adrenalina la hizo perder la cabeza.
Él tenía razón, no podía soportar el pavor. La anticipación constante.
Agotándose a sí misma preguntándose qué era lo que quería. Lo que pretendía
hacerle. Esperando constantemente por lo inevitable. Se la estaba comiendo
viva. Si él iba a lastimarla o a follársela, sólo quería saberlo y que lo hiciera.
Acudir a él cada semana, sin la certeza de lo que él pudiera hacer a
continuación… la estaba rompiendo en pedazos.
Se mordió el labio mientras se acurrucaba contra la puerta. Trató de no
estallar en lágrimas mientras el torrente de norepinefrina perdía el efecto
sobre ella, y se sintió fuertemente abatida. Estaba inundada de horror y
desesperación. Enterró la cara entre sus manos y sollozó en silencio. Su
ansiedad probablemente le había costado la guerra a la Orden. O por lo
menos incontables vidas. Tenía que encontrar una forma de arreglarlo. Se
envolvió entre sus brazos, trató de calmarse y pensar.
Respira. Respira. Respira.
Cuando su pecho finalmente dejó de temblar, se levantó y se limpió las
lágrimas. Se dirigió a su armario de suplementos para pociones, almacenó el

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fluxweed y pasó varios minutos tratando de organizar sus pensamientos y
forzando a sus manos a dejar de temblar.
Fue hacia su habitación. La puerta estaba entreabierta, lo cual era extraño,
porque tanto ella como Ginny solían ser generalmente meticulosas a la hora
de mantener la puerta cerrada con llave. Grimmauld Place no era
generalmente accesible para la Resistencia, pero a veces había individuos
entrometidos con poco respeto hacia la privacidad o posesiones personales.
Hermione se asomó y respingó de sorpresa. Ginny y Harry estaban
semidesnudos y, si no lo estaban haciendo ya, parecían estar a segundos de
follar. Hermione rápidamente lanzó un hechizo de privacidad en la puerta y
se apresuró a irse. En el rellano de la escalera se detuvo y vaciló. Las
habitaciones de Grimmauld Place estaban abarrotadas por ahora. Algunos de
los niños mayores de Caithness habían sido traídos allí.
La salón de abajo estaba ocupado actualmente por todos los insomnes. No
quedaban muchos lugares donde dormir. Estaba tan cansada, su ataque de
llanto la dejó sintiéndose vacía internamente. Se arrastró hasta un asiento
junto a la ventana e intentó quedarse dormida, pero su mente no se
tranquilizaba. Seguía repitiendo su conversación con Malfoy. Preocupada por
la poción que necesitaba preparar. Reviviendo el momento en que toda la
rabia de Malfoy se desbordó y rugió hacia ella. No la había lastimado. Había
tenido toda la oportunidad y la furia más que suficiente, pero se había
contenido y la había ahuyentado en su lugar. Un Mortífago asesino con algún
tipo de código moral. Un oxímoron si alguna vez hubo uno. Tenía que estar
relacionado con su motivo para colaborar con la Orden. ¿Qué era lo que
quería? Le fastidiaba profundamente no poder averiguarlo.
Después de dar vueltas en el asiento de la ventana durante media hora, se
incorporó con un suspiro. No quería intentar hacer la poción de Severus hasta
que hubiera descansado. Trepó y subió al piso superior de la casa. Había una
sala de prácticas ahí. Entró y la encontró vacía. Se dirigió al centro de la
habitación y, sacando la varita, comenzó a hacer algunas posturas de duelo.
Cuando regresó de su entrenamiento como sanadora a través de Europa, sólo
había participado en dos pequeñas escaramuzas antes de que la Orden
decidiera sacarla permanentemente del combate. Tras los años de ausencia, se
había oxidado y era mucho menos competente para batirse en duelo que
cualquier otra persona de su edad.

69
El resto de los miembros del Ejercito de Dumbledore (ED) eran rápidos y
lanzaban poderosos hechizos, esquivando y serpenteando mientras mantenían
una excelente precisión incluso desde la distancia. La sanación era sútil. Casi
siempre requería contenerse. Un trabajo minucioso con atención a los
pequeños detalles. Intentar batirse en duelo de nuevo era un cambio tan
radical en la técnica que se le había dado fatal. Ron y Harry dedicaron bastante
tiempo a intentar ayudarla a ponerse al día, pero antes de que lo consiguiera,
Kingsley aconsejó apartarla por completo del combate. Nadie hizo ni un
murmullo de desacuerdo. Hermione entendía la justificación, pero años
después la decisión seguía doliéndole. Se había sentido como si hubiera
fallado de alguna forma y estuviera siendo desplazada, lejos de todos los
demás. El ED original se había convertido en una unidad de combate bastante
unida de la cual no formaba parte.
Hermione se mordió el labio y lanzó un protego tan poderoso como pudo. El
escudo floreció frente a ella. Suspiró aliviada mientras retiraba el hechizo. Al
menos todavía podía manejar eso. Lanzó una serie de maleficios a los
maniquíes al otro lado de la habitación, la mitad de ellos golpearon sus
objetivos, ninguno de ellos con precisión. Se sonrojó y volvió a intentarlo. De
alguna manera fue peor la segunda vez. Hermione se reprendió a sí misma.
Estaba inmóvil, no en un campo de batalla, no mientras le dirigían hechizo
de regreso. Era una porquería.
En el improbable caso de que Malfoy la entrenara, la haría pedazos por lo
inepta que se había vuelto. Enderezó los hombros y lo intentó de nuevo. Lanzó
unas cuantas maldiciones más complejas. Bueno, podía lograr eso. No era falta
de destreza cuando se trataba de magia de combate. Simplemente se le daba
fatal el combate en sí. Eso la consolaba. Bueno, en realidad no. Siguió hasta
que estaba tan cansada que sus manos estaban temblando del agotamiento.
Luego se dejó caer en una de las colchonetas de entrenamiento y se quedó
dormida.

—¿Hermione, maldita sea? ¿Por qué estás aquí? —


A la mañana siguiente, Hermione entrecerró los ojos y encontró a Ron de pie
junto a ella, escoltado por Ginny, Neville, Dean, Seamus, Lavender, Parvati,
Padma, Fred y Angelina. Se incorporó con un gruñido y frotó sus ojos.
—Mi cama fue ocupada en la reubicación aleatoria —mintió, lanzando una
mirada a Ginny— Vine aquí para dormir—.
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—Oh —dijo Ron— Bueno, vamos a estar practicando una formación de ataque
antes de que Neville y Seamus tengan que salir a esa misión de
reconocimiento. Así que, necesitamos la habitación—.
Hermione asintió y se levantó.
—¿Puedo ver? —se encontró a sí misma preguntando.
Ron frunció el ceño y la miró fijamente.
—Por supuesto. Supongo. Si tienes tiempo para eso. Sólo, mantén un escudo
arriba. Muchos maleficios serán lanzados—.
Hermione se quedó en una esquina y observó cómo Ron exponía la estrategia.
No podía entender todos los términos que usaban. No era la terminología de
combate tradicional, más bien una especie de taquigrafía que había
evolucionado entre los luchadores a lo largo del tiempo. Su propio lenguaje.
Mientras se dispersaban a través de la habitación, lanzó un escudo alrededor
de sí misma. Ron activó una de las protecciones de la sala con un hechizo, y
luego todos comenzaron a lanzar una serie de maleficios hacia las paredes. Los
hechizos rebotaban de un lado a otro a través de la habitación. Rapidamente
la sala estaba llena de magia voladora.
Hermione observó cómo los miembros del ED comenzaban a correr siguiendo
la formación de ataque. Todos sus hechizos eran precisos. Sus escudos eran
poderosos. Ninguno de ellos ni siquiera fue rozado por los hechizos voladores.
Era instintivo para ellos. Sabían cuándo sus escudos necesitaban ser
renovados. Sabían cómo peleaban todos los demás; quien los cubriría.
Luchaban de cerca y lanzaban hechizos no verbales. Sus habilidades de
combate eran vastamente superiores a las de ella. Necesitaría un milagro para
alcanzarlos. Los observó correr siguiendo la formación dos veces antes de darse
la vuelta y salir de la habitación de práctica. Fue hacia su armario de
suplementos para pociones, juntó los ingredientes y se preparó para comenzar
la cocción.

El martes siguiente apareció en Whitecroft y se acercó a la ubicación de la choza


lentamente. Se preguntó si Malfoy estaría ahí. Rezó para que así fuera. No
tenía ni idea de cómo arreglar las cosas si él se rehusaba a aparecer. Sólo podía
esperar que lo que fuera que le estaba provocando espiar fuera suficiente
motivación para que sus acciones no pudieran disuadirlo. Si él no estuviera
allí, esperaría. Si estuviera ahí, esperaba que sólo la castigara y acabara de una
vez con ello, en vez de forzarla a temerlo continuamente.
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La puerta había sido reparada. Se preparó y la abrió de un empujón. Estaba
vacía. Después de esperar durante un minuto, caminó hacia la silla junto a la
mesa. El estómago se le retorcía de terror, y trató de distraerse recitando
fórmulas de aritmancia mientras estaba sentaba ahí. Sólo necesitaba dejar de
pensar en lo que podría ocurrir a continuación. De repente se oyó un fuerte
crujido y se levantó y se volteó rápidamente mientras Malfoy aparecía.
Se quedó de pie mirándola fijamente, su expresión era indescifrable.
Hermione no dijo nada, se limitó a observarlo. Se sintió aliviada de no estar
temblando. Se obligó a sí misma a encontrar su mirada. Una sensación
punzante de terror comenzó a recorrerle la espalda, de repente se sentía fría.
Podía sentir el cabello de su nuca erizarse mientras se preparaba. Podía ver
cómo apretaba la mandíbula y apartaba la mirada de ella. Aparentemente él
no tenía la intención de hablar primero.
Respiró profundamente. Ella lo necesitaba a él. Claramente aún estaba
furioso con ella pero tenía que arreglarlo. Costara lo que costara.
—Lo siento —dijo desesperadamente— Perdí la cabeza y crucé una línea. Lo
siento. Lo que sea que tenga que hacer para arreglarlo… haré lo que quieras.
Sólo déjame arreglar esto—.

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73
Flashback 6
Abril 2002

Draco la miró fuertemente, con algo que ella no podía leer parpadeando a
través de su expresión.
—Está bien —dijo con voz dura— Cuando dije que te quería dispuesta, eso
significaba que tenías permitido decir que no. Aunque quizas intenta decirlo
en vez de provocarme a propósito—.
Hermione lo observó estupefacta.
Él presionó la mano en un puño y la presionó contra su frente como si tuviera
un dolor de cabeza.
—¿Quieres continuar con la oclumancia? —preguntó.
Hermione se movió ligeramente pero no contestó. Se sentía desconcertada.
La conversación no había… ella no… ¿A qué se refería? ¿Acaso era una trampa,
para poder atraparla desprevenida? Si tenía permitido decir que no a ciertas
cosas, él ciertamente no se había molestado en comunicárselo. De hecho,
había insinuado fuertemente lo opuesto. Aunque, en realidad no había hecho
mucho más que no fuera principalmente provocarla.
Así que… lo miró con recelo.
Algo que le había dicho esa noche había accidentalmente tocado un nervio.
Profundamente. ¿Qué era lo que había dicho? Que el poder lo excitaba.
Lastimar a alguien que no podía, o no quería, pelear de vuelta. Usar lo que le
importaba a las personas para torturarlas, enjaularlas y forzarlas a hacer cosas.
Que era igual a Voldemort... Que era igual a Voldemort. Probablemente era
eso. Probablemente se consideraba mejor que su Maestro. Tal vez pensó que
si ayudaba a la Orden a derrocar a Voldemort dejaría un vacío de poder que
él podría llenar. Aquel pensamiento hizo que sus entrañas se torcieran.
¿Era realmente eso? ¿Estaba enfrentando a ambos bandos, pensando que
podría tomar el poder después? Tal vez tenía se oponía al reino de terror de
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Voldemort; los ataques utilizados para inculpar a la Orden y todas las torturas
y experimentos. Malfoy probablemente imaginaba que gobernaría de una
manera gentil, donde las mujeres estuvieran evidentemente “dispuestas” y las
ejecuciones fueran ceremoniales. Sin embargo, parecía que se había sentido
mucho más que ofendido. Su furia, la rabia que cargaba era seguramente más
grande que el simple ego o la ambición. Su expresión cautelosa pareció
molestarlo. Siseó ligeramente y sus dientes aparecieron brevemente.
—Basta con decir que no voy a lastimarte —estableció— así que deja de verme
como si esperaras a que te lance una maldición por la espalda—.
Las palabras hicieron que Hermione se estremeciera. Si no estuviera tan
desesperada par asegurarse que él siguiera espiando para ellos, le habría
mirado con desprecio y preguntado por qué no había hecho tal indulgencia
con Dumbledore. Él pareció ver la réplica en su expresión y su mandíbula se
contrajo. Ella se mordió la lengua y miró torpemente alrededor de la choza.
—Quiero terminar de aprender oclumancia—.
—De acuerdo—
Su tono era cortante y parecía haber resguardado su ira. Su rostro se suavizó
en esa máscara fría e indolente una vez más. Pero sus ojos plateados
continuaban estudiándola, casi podía sentir su mirada contra su piel. Se
movió hacia ella. Se sentía simultáneamente igual y sin embargo diferente,
como si él estuviera haciendo los mismos movimientos, pero más
conscientemente que en el pasado. Había un sútil elemento de exceso de
precisión. Le inclinó la cabeza hacia atrás con la punta de los dedos, cuando
ella le miró profundamente a los ojos, pudo ver una amargura que no creía
que hubiera estado ahí antes. Él se hundió sin dolor dentro de su mente.

Fue más de lo mismo durante las siguientes dos semanas. Más oclumancia y
un Malfoy reservado. La conversación permanecía forzada, aunque la
inteligencia que él proveía continuaba fluyendo generosamente y seguía
siendo acertada. Hermione se reprendía internamente cada semana mientras
él desaparecía después de intercambiar menos de una docena de palabras con
ella. Su bosquejo psicológico de él se había estancado. Cada semana añadía
más preguntas sin respuestas. La lista de motivos potenciales oscilaba desde lo
magnánimo a lo monstruoso.
Se daba cuenta de que casi había terminado el entrenamiento de oclumancia.
Las invasiones de Malfoy a su mente estaban volviéndose agonizantemente
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dolorosas y agresivas a medida que él ponía a prueba su técnica y sus
habilidades. Se sintió tentada a preguntarle si aún tenía la intención de
entrenarla en duelos, pero tenía miedo de mencionar el tema. Estaba
comenzando a sentirse desesperada.

Cuando llegó a la choza se paseó nerviosamente, tratando de encontrar una


forma de romper la incomodidad. Tenía que haber alguna manera de poder
llegar a él. Alguna debilidad que pudiera encontrar para entrar. Malfoy
apareció frente a ella con un brusco crujido, y pareció hacer una leve mueca de
dolor al enderezarse. Hermione había visto esa sutil expresión con la suficiente
frecuencia como para identificarla de inmediato, sin importar cuán
cuidadosamente se disimulara. Sin siquiera detenerse a pensar, sacó su varita
y le lanzó un rápido diagnóstico. Antes de que pudiera voltear a ver los
resultados, Malfoy se abalanzó sobre ella, le quitó la varita de un golpe, y la
inmovilizó contra la pared.
—¿Qué estás haciendo? —gruñó.
Cierto, probablemente no estaba acostumbrado a dejar que las personas
lanzaran magia en su dirección. Ella le miro a los ojos firmemente .
—Estás lastimado—.
Apartó las manos de ella y dio un paso atrás.
—No es nada. Me ocuparé de ello más tarde—.
Los ojos de Hermione bajaron hasta los colores y detalles que rodeaban su
varita, tirada en el suelo a unos metros de distancia, leyendo las partes más
obvias.
—Tienes varias costillas fracturadas, una concusión, y hematomas internos. Me
tomará diez minutos sanarte. Y…—le dirigió una mirada mordaz— aparecer
dolerá incluso más la siguiente vez. Si dejas las fracturas y sigues haciéndolo,
tus costillas probablemente se rompan completamente. Podrías perforarte un
pulmón. Si hay fragmentos, habría que extirpar las costillas y crecerlas
nuevamente—.
La miró fijamente durante varios segundos antes de poner los ojos en blanco.
—De acuerdo—.
Ella se arrodilló y tomó su varita.
—Desnúdate, de la cintura para arriba—.
Él se quedó quieto durante un momento.

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—Pensé que esa era mi línea —finalmente dijo mientras se movía y rígidamente
desabrochaba su capa, dejando que se amontonara en el suelo.
—Si tanto me deseabas, sólo tenías que pedírmelo—la miró lascivamente de
una manera abiertamente falsa.
Todos tenían métodos para soportar el dolor. Harry se quedaba muy callado,
mientras que Ron se convertía en lo que Fred y George habían denominado
“una perra”. Seamus y Charlie decían tantas groserías en un volumen y fuerza
tan altos que tenían que ser silenciados. El dolor claramente hacía a Malfoy
aún más sarcástico de lo que ya era. Por lo menos eso significaba que le estaba
hablando de nuevo. Hermione puso los ojos en blanco.
—Si. Nada me excita más que ver un abdomen manchado de moratones
morados y verdes—.
—Siempre supe que eras una perra sádica—.
El comentario agarró a Hermione tan desprevenida que soltó una carcajada.
Malfoy parecía sorprendido por el éxito mientras comenzaba a desabotonarse
la camisa e intentaba incómodamente quitársela encogiéndose de hombros.
También tenía una lesión en el hombro.
Ella extendió la mano lentamente como si se estuviera acercando a un animal
a la defensiva. Él no se apartó, así que se dispuso a quitarle la camisa
gentilmente y a examinar los daños. Parecía haber sido arrojado, con
extremada violencia, contra… algo. Se había dislocado el hombro, pero él
debió de haberlo puesto de vuelta en su lugar. Tenía todo el costado derecho
completamente cubierto de moretones. Era sorprendente que su brazo no
estaba destrozado.
—¿Qué pasó? —preguntó con sincera curiosidad.
—Una nueva manada de hombres lobo —respondió brevemente— Había
problemas de liderazgo—.
—Entonces, ¿qué? ¿Peleaste contra un hombre lobo alfa? —preguntó
escépticamente mientras empezaba a repararle las costillas.
—Bueno, él tenía estrictamente prohibido morder o rasguñar, y yo no tenía
permitido matarlo. Pero… cuando tienes bestias con una jerarquía de manada
y tratas de dirigirlas sin derrotarlas para que se sometan primero, sólo estás
esperando una insurrección —Malfoy explicó como si esas cosas fueran
conocimiento general.
—¿Todo esto es por haber ganado o por haber perdido? —preguntó mientras
reparaba la fractura de otra costilla.
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Él la fulminó con la mirada.
—De haber ganado, obviamente. No hubiera aparecido en ningún parte si
hubiera perdido. El maldito animal ni siquiera pensó en usar su varita. Todos
se vuelven salvajes una vez que comienzan a correr en manada —puso los ojos
en blanco mientras lo decía y luego agregó:
—Ahora evidentemente soy el alfa de una manada de hombres lobo. Creo que
eso aumenta mi encanto natural—.
—El alfa seguramente intentará matarte —Hermione señaló.
Malfoy resopló— Es bienvenido a intentarlo. Me tomará menos de un minuto
derribarlo una vez que tenga permitido matarlo —se burló.
Hermione no respondió. Con un hechizo no verbal invocó su bolsa y sacó el
botiquín de emergencia que siempre llevaba consigo.
—Siéntate y bebe esto —instruyó mientras le entregaba una poción— Se ocupará
de la concusión que tienes—.
Mientras él la estaba tomando, ella frotó sus manos para calentarlas y luego
hundió los dedos en un pequeño frasco de pomada. Lo miró pensativa por
un momento antes de poner suavemente la mano sobre su hombro desnudo.
Él estuvo a punto de pegar un brinco.
—Relájate —dijo, sintiendo cómo los músculos de sus hombros se tensaban
bajo sus dedos.
—No se absorberá bien si estás tenso—.
Malfoy no se relajó en absoluto. Ella puso los ojos en blanco, pasó los dedos
ligeramente sobre su hombro, esparciendo la pomada y dejándolo
acostumbrarse al contacto. Los músculos de sus hombros se encogieron y
retorcieron ligeramente. A Hermione le recordó como era acariciar a un
caballo asustadizo.
De todos los contextos en los que había imaginado a Malfoy eventualmente
semidesnudo en su presencia, curarlo sorprendentemente no había sido uno
de ellos. Pero… ella podía usar esto para arreglar las cosas y continuar
trabajando en su estrategia inicial. Él seguramente estaba solo. Parecía
inquietarle el contacto físico que no fuera violento o sexual.
Supuso que no era sorprendente, ¿a quién tenía que fuera amable con él?
Según su relato, su brutal entrenamiento con Bellatrix no había sido
impedido por nadie, ni siquiera por su madre. El pensamiento la hizo temblar
ligeramente. Hacerle crucio a un niño de dieciséis años para enseñarle
oclumancia y luego dejarlo desmayarse por ello. Podía usar ese vacío, esa
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soledad. La necesidad de consuelo estaba inscrita en el psique humana. Podía
ser que Malfoy ni siquiera estuviera lo suficientemente consciente de la
ausencia como para ponerse a la defensiva. Si ella despertaba esa necesidad…
estaría dentro.
El contacto físico no sexual era algo con lo que se sentía cómoda. Tocar
cuerpos. Estar para tranquilizar y reconfortar. Era, se dio cuenta, una ventaja
inesperada que tenía sobre Malfoy. A él le gustaban las líneas claras. Ella las
difuminaría y luego se deslizaría por los huecos. Se inclinó hacia adelante, sólo
un poco, para que su boca estuviera cerca de su oído. Su piel olía ligeramente
a sal, junto con un sutiles y penetrantes matices de musgo de roble y el intenso
aroma verde del papiro.
—Esto dolerá un poco —dijo suavemente.
Luego comenzó a amasar el músculo para introducir la pomada curativa
profundamente en el tejido y restaurar los tendones estirados. Si no conseguía
hacer que penetrara por completo, el daño podría ser permanente y Malfoy
podría volverse propenso a dislocarse el hombro.
—Mierda —gruñó— eres una perra—.
Sus manos se detuvieron por un momento antes de continuar.
—La afirmación ya se ha hecho antes —señaló en voz baja.
La respuesta pareció atrapar a Malfoy ligeramente desprevenido. Él se calmó
y apretó la mandíbula mientras ella continuaba. Al cabo de un minuto había
terminado, pero siguió masajeándole el hombro. Gentilmente. En una forma
que, estrictamente hablando, no era médicamente necesaria. Después de un
minuto más, pausó con las manos descansando ligeramente en su hombro.
—Necesito terminar con tus costillas ahora. Es más fácil si te recuestas—.
Él suspiró y se acostó en el suelo. Ella le pusó la capa detrás de la cabeza y e
cambió de sitio para quedar sentada a su lado. La estaba observando con
intensa desconfianza. Ella se entretuvó con su botiquín de curación, y sacó un
gran frasco de suero. Después de un rápido hechizo para limpiarse la pomada
de las manos, vertió el líquido viscoso en la palma de su mano. Se lo esparció
a lo largo del brazo, el costado y el pecho en pequeños movimientos circulares.
Tomó nota de dónde se desvanecía más rápido y agregó una capa adicional de
suero. Con la mano libre lanzó un nuevo hechizo de diagnóstico. También
tenía una contusión en el riñón. Ella suspiró ligeramente.

79
—Tienes un riñón magullado. No tengo la poción para eso conmigo, así que
tendrás que ver a un sanador para eso. No es severo, pero dolerá por algunos
días si no te haces cargo—.
Los moretones en su pecho se estaban desvaneciendo lentamente bajo sus
dedos. Mientras lo hacían, las mociones circulares que estaba dibujando se
volvieron gradualmente más lentas mientras lo observaba. Él era… bastante
atractivo. Físicamente. Debía tener una propensión genética hacia tener poca
grasa corporal, porque todos los músculos de su torso y brazos se destacaban
con una gran definición. Todo su cuerpo era duro y anguloso, sin ningún
atisbo de suavidad. No era un fisicoculturista, pero estaba… en forma.
La mayoría de los hombres tenían al menos una capa de grasa cubriendo su
carne antes de encontrarse con el músculo. A pesar de lo fuerte que eran todos
los chicos Weasley, su definición muscular era, generalmente, algo tenue bajo
la piel. Harry tenía una eterna propension a la escualidez,
independientemente de su condición física.
No era sorprendente, supuso. Lucius Malfoy era fornido y estaba lejos de ser
corpulento, mientras que Narcissa había sido tan delgada como un listón.
Estudió a Malfoy pensativamente.
—¿Miras lascivamente a tus pacientes, o yo soy especial? —Malfoy abruptamente
arrastró las palabras.
Ella se sobresaltó y se sonrojó
—No lo estaba haciendo —dijo defensivamente— sólo me preguntaba por tu
proporción de grasa corporal—.
—Por supuesto que lo hacías —Malfoy dijo resoplando.
Ella alejó las manos.
—Estás listo —le dijo en voz baja.
Él se sentó y rotó su hombro mientras estudiaba su trabajo de reparación en
las costillas. Luego volvió a ponerse la camisa, y la abotonó rápidamente.
Hermione apartó la mirada y comenzó a empacar su botiquín de curación.
—Entonces… ¿cómo vence una persona a un hombre lobo sin matarlo?—
preguntó.
—Un Bombarda Maxima con la punta de la varita contra su ojo parece hacer
ser el truco —Malfoy dijo casualmente mientras levantaba su capa y se ponía
de pie— pero necesitas dejarlos acercarse. Lo cual obviamente no salió
completamente como lo había planeado—.
Lo miró fijamente— ¿Le volaste el ojo? —
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—Esa habría matado a un mago, pero los hombres lobo nunca saben cuándo
morir—.
—Seguramente va a intentar matarte —Hermione le dijo seriamente.
—Cuento con ello —dijo salvajemente.
Ella puso los ojos en blanco y se levantó.
—Así que. Más hombres lobo ¿alguna otra información? —
Él conjuró un pergamino sin la necesidad de su varita.
—Unas cuantas nuevas maldiciones no letales que tu Orden podría dignarse a
usar sin impugnar sus preciadas conciencias. Detalles sobre una nueva prisión
en Cornwall. Además, el Señor Tenebroso está considerando convertir su
nombre en un tabú. Quizá quieras advertir a todos tus temerarios
combatientes que no lo digan al aire como demostración de su valor
Gryffindor—.
Hermione lo aceptó y él se volteó para irse.
—Gracias por el remiendo, Granger — desaparecio.
Hermione miró alrededor de la choza por un momento antes de deslizar el
pergamino en su bolso. Había sanado a Draco Malfoy. Había curado a muchas
personas, pero, de alguna forma sanarlo se sentía diferente. Durante unos
minutos no se había sentido como un Mortífago. Simplemente había sido una
persona que sufría. Una persona. No estaba acostumbrada a pensar en él de
esa manera. Se sentía más segura haciéndolo impersonal. Un concepto en su
mente.
Mortífago. Asesino. Espía. Objetivo. Herramienta.
Así era como prefería categorizarlo. No como una persona herida. No como
alguien que respingara por costillas fracturadas. No alguien tan
desacostumbrado al contacto físico que se alejaba por reflejo. No como
alguien, atractivo. La interacción había parecido reparar la incomodidad;
acortar el distanciamiento que se había formado. Pero también había
erosionado la “otredad” que había sido capaz de aplicarle; como su enemigo,
el asesino de Albus Dumbledore. La perspectiva que le había permitido pensar
inquebrantablemente sobre la posibilidad de manipularlo hasta llevarlo a la
tumba. Pensar en él como una persona lo hacía menos mounstroso en su
mente.
No podía permitirse hacer eso. Despertó a la Hermione de Hogwarts, la niña
de catorce años que había tejido sombreros y había fundado la Plataforma
Élfica de Defensa de los Derechos Obreros. Aquella adolescente justiciera
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estaría horrorizada al ver cómo su yo del futuro racionalizaba la necesidad
estratégica de deshumanizar intelectualmente a Draco Malfoy. Las manos de
Hermione temblaron ligeramente mientras apartaba el pensamiento en el
fondo de su mente. Y… él había acudido a ella en cuanto ella había llegado.
A pesar de sus lesiones. Había venido. Se preguntó si eso significaba algo.

Hermione regresó a Grimmauld Place e inmediatamente subió a su


habitación. Antes de entrar, miró subrepticiamente alrededor de la puerta
para asegurarse de que la habitación estuviera vacía. Harry y Ginny “no”
estaban juntos. Ginny había buscado a Hermione varias semanas antes para
asegurarle ese detalle. Simplemente había sido una aventura, en el calor del
momento. Aparentemente, había mucho calor, dado que Hermione había
estado a punto de sorprenderlos una docena de veces desde entonces.
Hermione, junto con todos los demás en Grimmauld, fingían ignorar la
dramática mejora en el estado de ánimo de Harry, paseaba por la casa como
un ciervo feliz.
Hermione sacó la libreta de debajo de la cama y murmuró los contrahechizos
de las medidas de seguridad que le había puesto. Hojeó las páginas
cuidadosamente. Repasando todo lo que había escrito, tomando nota de
cómo sus opiniones y teorías habían evolucionado y se habían dispersado.
Mordisqueó la punta de la pluma mientras subrayaba un comentario que
había hecho semanas atrás.
Solitario. Aislado.
Cada vez estaba más convencida de que era un pilar central en él. Madre
muerta. Padre demente. Amigos ambiciosos, todos dedicados a su propia
autoconservación. Lo que fuera que impulsaba a Malfoy a alejarse de
Voldemort y unirse a la Orden era probablemente un secreto para todos. No
había lugar para la honestidad y la amistad mientras servía bajo el reinado de
un megalómano que era el legeremante más poderoso del mundo mágico.
Hermione estaba casi segura de que nadie en el bando de Voldemort sabía
que Malfoy era un espía. Era imposible que se arriesgara. Hermione podría
ser un depósito seguro para sus secretos. Si lograba que confiara en ella. Si su
oclumancia fuera lo suficientemente buena, él sería capaz de racionalizarlo
para sí mismo. Ella convertiría sus fortalezas en debilidades de las cuales se
pudiera aprovechar.

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Asomó la cabeza bajo la cama en busca de un libro de psicología que quería
consultar. Mientras miraba los libros apilados, se congeló… los habían
movido. La diferencia era mínima, pero estaba segura. Alguien había estado
husmeando bajo su cama. Lanzó un hechizo de detección que no arrojó
ningún resultado. Volvió a mirar su libreta. Lanzó una serie de
encantamientos y hechizos analíticos sobre ella, buscando alguna
manipulación. No había señales de ello. Miró debajo de la cama nuevamente,
y luego alrededor de la habitación. Kreacher.
El maldito elfo rara vez hacía más que enfurruñarse e insultar a las personas,
pero ocasionalmente se ponía a limpiar a medias. Parecía que habían quitado
el polvo de la habitación. La cama de Ginny, generalmente deshecha, había
sido arreglada un poco. Hermione se relajó ligeramente, pero lanzó algunos
hechizos adicionales sobre sus libros y una protección que le notificaría si
alguien volvía a perturbar los libros. También añadió un hechizo de bastante
completo de autodestrucción a la libreta por si alguna vez alguien lo
manipulaba. Mientras se estaba levantando para irse, Ginny entró.
—Regresaste temprano —dijo Ginny.
Hermione miró su reloj. Regreso temprano. Sus encuentros con Malfoy
regularmente excedían la media hora establecida. Era la primera vez que volvía
antes de las 8:30. Normalmente Hermione tenía que apresurarse a acomodar
los ingredientes de las pociones antes de su turno de las 9:30 en el ala del
hospital.
—Día de suerte —dijo Hermione.
—Sí —dijo Ginny, luciendo un poco incómoda. —Um, quería... preguntarte
algo—.
Hermione esperó. Ginny tiró nerviosamente de su cabello, lo mantenía corto
justo por debajo de la barbilla desde que la habían agarrado, tomando su larga
cola de caballo, durante una batalla y casi había sido asesinada por una Arpía.
—Yo... bueno... tú, obviamente sabes sobre Harry y yo —dijo Ginny.
Hermione asintió brevemente.
—Bien. Bueno. La cosa es que quiero tener cuidado. He estado usando el
hechizo. Pero, hay algo acerca de las Prewetts, no son como otras familias
mágicas. Simplemente quedan embarazadas de alguna manera. Ron y yo
fuimos accidentes después de que llegaron los gemelos. Entonces, me
preguntaba si me harías una poción anticonceptiva. Si tienes tiempo. Siempre
fui una basura con las pociones. Si no puedes, está bien. Puedo preguntarle a
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Padma. Sé que estás terriblemente ocupada. Yo sólo ... no quería que pensaras
que no quería preguntarte—
—Por supuesto. Estaré haciendo pociones esta noche de todos modos. Será
una cosa fácil de incluir. ¿Tiene alguna preferencia sobre el sabor? Las más
efectivas no saben muy bien—
—No me importa a qué sabe si funciona —dijo Ginny con audacia.
—Bueno, ya tengo algunos frascos de una variante. Puedo dártelos ahora, si lo
deseas—
—¿Los tienes? —Ginny parpadeó y miró a Hermione con sospecha—¿Estás…? —
Hermione podía ver a Ginny haciendo una lista de posibles hombres en la
vida de Hermione.
—No estás… con Snape, ¿verdad? —Ginny se atragantó de repente. Hermione
se quedó boquiabierta.
—¡Dios no! —balbuceó— ¡Soy una sanadora! Tengo un montón de cosas a
mano. ¡Dios mío! ¿Por qué... por qué pensarías..? —
Ginny parecía un poco avergonzada.
—Es la única persona con la que pareces hablar por mucho tiempo. Aparte de
Fred, que está con Angelina. Con todos los demás terminas peleando, y no de
la manera ardiente, molesta y angustiosa del “sexo para después”—.
—Eso no significa que me lo esté follando —murmuró Hermione, sintiendo
como si su rostro estuviera a punto de estallar en llamas.
—Es un colega. Le consulto sobre pociones—.
—Es que pareces tan solitaria —dijo Ginny, dándole a Hermione una larga
mirada. Hermione se sobresaltó y miró a Ginny.
—No hablas con nadie hoy en día —dijo Ginny— solías estar siempre con Ron
y Harry. Pero incluso antes de que te fueras para convertirte en sanadora,
parecías cada vez más y más sola. Pensé que tal vez tenías a alguien. Por
supuesto, Snape sería una elección extraña por muchas razones, pero es una
guerra. Es demasiado para que alguien pueda manejarlo solo—.
—El sexo catártico es cosa de Ron. No mío —dijo Hermione con rigidez—
Además, no es como si estuviera peleando—.
Ginny la miró pensativamente por un momento antes de decir:
—Creo que la sala del hospital es peor que el campo de batalla—.
Hermione desvió la mirada. A veces se había preguntado si podría serlo, pero
nunca había sido una pregunta que pudiera hacerle a nadie.
Ginny continuó:
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—Pienso en ello cada vez que estoy allí. En el campo, todo está tan
concentrado. Incluso cuando alguien está lesionado. Simplemente lo apareces
y luego regresas. Ganas algo. Pierdes algo. A veces te golpean. Tú devuelves el
golpe. Y tienes días para recuperarte si es malo, o si tu compañero de duelo
muere. Pero en la sala del hospital, cada batalla parece una derrota. Siempre
estoy más traumatizada después de estar allí que por las batallas—.
Hermione guardó silencio.
—Y nunca tienes tiempo libre —dijo Ginny —Estás de guardia para cada
escaramuza. Nunca pueden prescindir de ti, ni siquiera para dejarte afrontar
el duelo. Sé, por Harry y Ron, que todavía estás presionando por las Artes
Oscuras cuando vas a las reuniones de la Orden. No estoy de acuerdo, pero
lo entiendo. Me doy cuenta de que ves la guerra desde un ángulo diferente al
resto de nosotros. Probablemente el peor. Así que sólo digo que si tuvieras a
alguien, me alegraría mucho por ti. Incluso si fuera Snape—.
Hermione puso los ojos en blanco.
—Probablemente deberías dejar de hablar ahora si aún quieres esa poción
anticonceptiva —dijo Hermione con una mirada furiosa.
Ginny cerró la boca automáticamente. Hermione tomó su bolsa de la cama.
—Vamos. Están en mi armario de suministro para pociones —dijo Hermione,
saliendo de la habitación.
Los frascos estaban guardados en la repisa más alta en una caja pequeña.
Hermione sacó una docena y las metió en una bolsita para Ginny.
—Una por día. Es mejor si las tomas a la misma hora todos los días. Haré otro
lote esta semana y te daré suministro para un mes—.
—Gracias, Hermione—.
Ginny se escabulló y Hermione colocó nuevamente la cajita en la repisa más
alta. Había mentido. El anticonceptivo no era una poción que tenía a la mano.
Había sido el suministro personal de Hermione, el cual había estado tomando
como una precaución desde el día siguiente al que Moody le informara sobre
Malfoy.

La semana siguiente Malfoy estaba en la choza cuando Hermione llegó.


Cuando abrió la puerta, él la miró fijamente con una expresión de leve
irritación. Ella lo miró confundida.
—¿Llegué tarde? —preguntó, mirando su reloj.
—No— dijo, con tono cortante.
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Ella cerró la puerta torpemente y esperó.
—Creo que ya terminamos con la oclumancia —dijo él después de un minuto.
—Está bien—.
Comenzó abrir la boca para preguntarle si tenía la intención de entrenarla en
duelos, pero luego la cerró nuevamente y esperó. Algo en su estado de ánimo
la inquietaba ligeramente.
—Empezaremos con duelos básicos para que pueda ver que tan mala eres en
ello —anunció.
Hermione puso los ojos en blanco.
—Bien —dijo ella— ¿Cuáles son las reglas? —
—Ninguna para ti. Haz lo que quieras. Me restringiré a los maleficios
punzantes. Quiero ver cuánto puedes durar—.
Hermione se sonrojó.
—Sólo te diré desde ahora voy a ser horrible —.
—Si. Estoy esperando eso—.
Lo miró con desprecio, dejó el bolso en el suelo junto a la puerta y lanzó un
escudo protector a su alrededor. Luego se volteó para verlo cara a cara. Se
movió a través de la habitación y se recargó perezosamente en la pared.
—Muy bien —metió la mano en la túnica y sacó su varita.
Ella ladeó la cabeza hacia un lado— Esa no es tu varita del colegio, ¿o sí? —
preguntó.
Él bajó la mirada y la hizo girar entre los dedos.
—No, —admitió— mi pelo de unicornio no soportaba muy bien las Artes
Oscuras, así que, tuve que cambiarla. Sigue siendo madera de espino, pero
menos flexible, con una núcleo de corazón de dragón. También es unos
centímetros más larga —levantó las cejas sugestivamente mientras decía la
última frase.
Hermione archivó la información para analizarla en un futuro. Pensó que
había un libro sobre teoría de varitas en Grimmauld Place en la librería Black.
Se dispuso en posición de duelo. Malfoy se enderezó y entró en la misma
posición con una floritura. Hermione había estado intentando practicar
batirse en duelo siempre que encontraba el tiempo de colarse en la habitación
de práctica.
Le disparó un hechizo aturdidor no verbal y él lo desvió fácilmente con un
escudo mientras le lanzaba una serie de maleficios punzantes. Ella lanzó su
propio escudo rápidamente y lo mantuvó en su lugar con un hechizo fianto
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duri. Malfoy lanzó una interminable corriente de maleficios y
despreocupadamente derribó cualquier hechizo que ella le mandaba sin
siquiera moverse. A pesar del bajo impacto del hechizo que él estaba usando,
la velocidad con la que lanzaba maleficios estaba desgastando el escudo de
Hermione. Antes de que pudiera volver a lanzar su escudo, él le lanzó un
maleficio bajo los pies. Ella gritó ligeramente al ser golpeada en el tobillo. A
partir de allí todo fye cuesta abajo rápidamente. Ella saltó hacia atrás sin
pensarlo, y se dejó al descubierto. Él inmediatamente la golpeó con cinco
maleficios adicionales.
—¡Está bien! —gritó— Ganaste ¡para! —
—Así no es como funciona, Granger —arrastró las palabras mientras seguía
lanzándole maleficios no verbales— En el campo de batalla ganas o mueres. O
sales corriendo—.
Hermione esquivó físicamente sus hechizos y finalmente logró volver a lanzar
su escudo. Se mantenia parada cuidadosamente sobre un pie. Su costado,
donde la había golpeado repetidamente, estaba hinchando e inflamando.
Enojada le lanzó con rabia una maldición ligeramente oscura. Nada que fuera
mortal pero sí más grave que un aturdimiento. Malfoy la desvió y arqueó una
ceja.
—La gatita tiene garras —dijo con fingido asombro.
—Oh, guárdatelo —gruñó mientras lanzaba una serie de hechizos no verbales
en su dirección.
—No puede ser, Granger, tu puntería es atroz —dijo sin dejar de ametrallarla
con maleficios punzantes— Ni siquiera me estoy moviendo y no logras
golpearme—
—Soy consciente—.
—Ya no hay duda de por qué te sacaron de combate—.
—¡Cállate! —
—Toqué una fibra sensible ¿no es así? —dijo secamente.
Sus ojos grises estaban brillando y se dio cuenta de que la estaba castigando
por algo. Lo que fuera que le había irritado cuando llegó, se estaba
desquitando con ella por eso.
Imbécil pasivo agresivo.
Él ni siquiera lo estaba intentando, ya sabía que era una basura. Sólo lo estaba
haciendo para su propio entretenimiento. Ella evadió sus melficios y volvió a
lanzar su escudo, ya se estaba cansando de la combinación de esquivar y de
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lanzar. Agarró la varita con más fuerza y continuó hasta que él golpeó la mano
de su varita con tantos maleficios que ya no pudo sostenerla. Su varita cayó al
suelo. En vez de tratar de esquivarlos, se quedó allí de pie mientras él la
golpeaba en el torso y piernas con docenas de maleficios más. Entonces,
finalmente se detuvó y lo miró fijamente.
—¿Te sientes mejor ahora? —ella preguntó.
Él sonrió satisfecho y guardó la varita.
—He querido maldecirte durante años —dijo con un brillo de satisfacción en
los ojos.
—Ya te dije que podías —dijo con voz inexpresiva mientras comenzaba a
catalogar mentalmente todas las partes del cuerpo en las que había sido
golpeada.
—Pero supongo que te gusta fingir que das una ventaja deportiva—.
—No es culpa mía que seas tan patética en defensa—.
—No. Eso es culpa mía —dijo silenciosamente, levantando la mano y
encogiéndose ligeramente de dolor mientras trataba de mover los dedos.
El hechizo punzante no era permanente en su daño, pero tampoco podía
revertirse mágicamente. Con la cantidad y la concentración que Malfoy había
usado, tomaría más de un día para que el dolor de todas las ronchas se
desvaneciera. Estaba segura de que había elegido ese maleficio específicamente
por eso.
—Para que conste —dijo, intentando que su voz no temblara —esto califica
como una interferencia en mi trabajo. Así que, tal vez intenta usar una
maleficio reversible, o mantenerlo siempre en un mismo lugar, la próxima
vez—.
Malfoy no dijo nada.
—Entonces.. —preguntó después de un minuto— ¿Puedo saber por qué? —
—Cuando se trata de maldecirte, Granger, tu mera existencia es razón
suficiente—.
Ella presionó los labios, y tragó saliva fuertemente. Una sensación de dolor se
esparció a través de su nariz y mejillas y parpadeó para alejarla.
—¿Tienes alguna información esta semana? —
—No—.
—Muy bien. Bueno, me retiró entonces —dijo, arrodillándose rígidamente para
levantar su varita con la mano izquierda.

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Luego caminó y puso el bolso en su hombro, encogiéndose ligeramente
cuando la correa cayó sobre varias de las ronchas. Malfoy no dijo ni una
palabra mientras ella salía. Ella se quedó de pie fuera de la choza, sintiéndose
perdida. No por la crueldad de Malfoy, sino por lo que se suponía que debía
hacer. No podía volver Grimmauld Place y que alguien notara que había sido
maldecida. No tendría explicación para ello. Caminó con cautela hacia el
montículo y se sentó en el borde. Con un suspiro, se quitó el bolso de su
hombro y comenzó a sacar bolsitas y botellas. Tendría que tirar todos los
ingredientes para pociones que había recolectado. Requerían
almacenamiento cuidadoso para mantener su eficacia mágica. En su
condición actual no sería capaz de realizar los hechizos necesarios con la mano
con la que sostenía su varita.
Con tristeza tiró los tentáculos de murtlap en el suelo. Tendría que atrapar y
matar a otro. Y las alas de hada. Luego tiró todo lo demás hasta que sólo tenía
un manojo de ortiga urticante. Con una mueca, las agarró y las apretó contra
ambos tobillos y en ambas manos y muñecas. Luego, acarició ligeramente su
rostro con el manojo también. Dejó caer las ortigas urticantes al suelo y
observó cómo una multitud de pequeñas ronchas le formaban ampollas en la
piel y ocultaban todos los maleficios que su ropa no disimulaba. Con un
suspiro, se levantó, y sosteniendo ligeramente la varita, apareció de regresó en
Grimmauld Place.

—¿Hermione? ¿Qué te pasó? —Angelina le preguntó con los ojos abiertos


mientras entraba por la puerta.
—Me tropecé y caí en un campo de ortigas —Hermione mintió.
—Caramba —Angelina miró al rostro de Hermione hasta que comenzó a
sonrojarse ligeramente— ¿hay algo que puedas hacer al respecto? —
—Desafortunadamente no. No hay muchos hechizos para las picaduras de
ortigas. Deberían desvanecerse en un día. Pero no pude encontrar
ingredientes muy bien. Así que voy a tener que ir mañana de nuevo—.
—Que mal. Tu pobre cara—.
Hermione se encogió de hombros ligeramente.
—Mis manos están peor. Tengo que decirle a Pomfrey. No estoy segura de
cuánta ayuda puedo ofrecer hoy en el hospital—.
Debido a los maleficios de Malfoy, Hermione se encontró inesperadamente
con un día libre. No es que pudiera disfrutarlo mucho sin poder usar las
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manos. Ni siquiera podía doblar los dedos lo suficiente como para agarrar y
pasar la página de un libro. No podía recordar la última vez que había tenido
tiempo libre. Cada vez que descansaba de la sanación, lo dedicaba a preparar
algunas de las pociones más complejas, o abastecer su suministro de pociones.
Se sentó y miró por la ventana del ático, observando a los muggles que pasaban.
Se preguntaba qué era lo que había provocado a Malfoy. Se preguntaba si tal
vez ser maldecida por él podría ser una buena señal. Significaba que estaba
llegando a él, y por eso estaba actuando a la defensiva. Sanarlo la semana
pasada había supuesto un cambio en su interacción; probablemente veía el
maldecirla como una forma de ponerla de vuelta en su lugar. Era tan
vengativo.
El entrenamiento de oclumancia había dolido mucho más, pero había sido
constructivo. El dolor había servido para algo. Había pociones para lidiar con
las migrañas. Maldecirla sólo había sido su rencor. Era una forma despreciable
de evaluar sus habilidades de combate, porque una vez que la golpeó con los
maleficios, no podía volver a empezar hasta dentro de una semana. Si hubiera
querido evaluar su puntería o resistencia, podría haberla inmovilizado,
petrificado o aturdido repetidamente.
No había usado ningún maleficio serio o permanente, presumiblemente
porque rozaba ese código moral del que tanto presumía. Su “línea ética”. No
le gustaba pensar sobre sí mismo como alguien sádico o vengativo.
Probablemente se decía a sí mismo que le estaba dando una ventaja deportiva.
Que se merecía cada vez que la golpeaba porque debería haber esquivado los
hechizos. No quería pensar sobre sí mismo como alguien cruel,
probablemente pensaba que era mejor que eso.
Hermione bajo la mirada hacia sus manos. En la gran escala del dolor y la
crueldad, los maleficios punzantes apenas tenían importancia. Sin embargo,
emocionalmente, se dio cuenta de que la experiencia la había destrozado más
de lo que estaba dispuesta a admitir. Presionó los ojos contra la curva de su
brazo mientras se esforzaba por no llorar.
Las lágrimas salieron de todas formas.

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91
Flashback 7
La semana siguiente, Hermione se levantó aún más temprano para ir en busca
de ingredientes para pociones. Tomó frascos y charolas, y preparó por
completo los ingredientes de las pociones antes de guardarlos en su bolso. No
podía darse el lujo de tirar su suplemento semanal de nuevo.
Cuando apareció de vuelta en la choza, respiró hondo varias veces, tratando
de armarse de valor antes de abrir la puerta. Había llegado a la conclusión de
que había la suficiente posibilidad de que Malfoy repitiera el mismo método
de duelo por segunda ocasión. El brillo cruel de satisfacción en sus ojos la
semana anterior, cuando había guardado su varita, la hizo esperarlo.
La habitación estaba vacía cuando llegó, puso su bolso en una esquina y le
lanzó una protección. Luego se quedó de pie esperando. Sus dedos seguían
golpeando su pierna nerviosamente. Casi se sentía desfallecer. Odiaba esperar.
Odiaba que la dejaran con el temor. Su mente siempre comenzaba a recorrer
escenarios salvajes de lo que podía pasar. Usualmente su imaginación era peor
que la realidad.
Pero Malfoy tenía un talento inusual para sorprenderla. Estaban a punto de
pasar cinco minutos y aún no había llegado. No estaba segura si se suponía
que tenía que seguir esperando. Él había dicho que sólo esperaría cinco
minutos por ella, pero nunca dijo nada sobre cuánto tiempo se suponía que
ella tenía que esperarlo. No creía que fuera a abandonar a la Orden sólo
porque finalmente la había maldecido. Casi se sentía enferma por la ansiedad.
No podía… No iba a quedarse simplemente ahí sentada esperando a que él se
desquitara de nuevo.
Se dio la vuelta bruscamente y le quitó las protecciones al bolso y, lo colgó
sobre su hombro. Estaba cruzando la puerta cuando él apareció en la
habitación con un crujido. Se detuvo y lo miró fijamente. La mera vista de él
le produjó un mal presentimiento. Sintía como si estuviera alojado en la
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garganta y apenas pudiera tragar. Él la miró directamente. No se veía irritado.
Parecía… incómodo.
—Llegué tarde —.
Ella asintió y regresó de vuelta a la choza, cerrando la puerta. Hubo una pausa.
—¿Lo mismo esta semana? —preguntó en voz baja, apartando la mirada de él.
—No—.
Lo dijo tan abruptamente que ella volteó a verlo rapidamente. Él suspiró y
pasó los dedos por su cabello. Era el gesto más evidente de incomodidad que
ella había visto en él.
—Yo… me sobrepasé —dijo, lo cual no era una disculpa— No te volveré a hacer
eso—.
—Está bien —aceptó automáticamente, sin fiarse de él en absoluto.
Estaba segura de que, si se les daba suficiente tiempo, encontraría una nueva
acción vengativa que pudiera racionalizar. La miró fijamente durante varios
segundos. Hermione sospechaba que aún tenía una expresión ligeramente
adolorida en el rostro, por alguna razón, sin importar cuanta oclumancia
utilizara, aún no era capaz de eliminarla completamente. Él abrió la boca
como si quisiera decir algo más, pero luego se tragó las palabras.
—¿Qué? —preguntó amargamente. Armándose de valor para lo que él fuera a
hacer a continuación, eso era la peor parte.
—Yo… dije que no iba a lastimarte —dijo en voz baja— Y luego lo hice. Lo
siento—.
Lo miró confundida. Él era una montaña de contradicciones.
—Siempre esperé que lo hicieras—.
Sus ojos brillaron con irritación. Ah, claramente había ofendido su código
moral de nuevo.
—Y sin embargo, aquí estás —.
—Si —se encogió de hombros y encontró su mirada— Porque si la Orden pierde
esta guerra, voy a morir. Y Harry, y Ron, y Ginny, y todos a los que conozco.
Así que… ser lastimada por ti realmente no importa—.
—No, supongo que no —aceptó, con expresión fría.
—Si vas a hacerlo de nuevo, sólo hazlo. No lo conviertas en una farsa al
tenerme intentando pelear en contra —dijo inexpresiva— sólo acéptalo—.
La boca de él se torció ligeramente, su furia, de repente rozó un poco más
cerca de la superficie.
Hermione se armó de valor.
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Él subitamente se calmó.
—Lo primero en lo que tenemos que trabajar es en tu puntería —dijo,
cambiando el tema.
—Está bien—.
Sacó su varita y conjuró un muñeco de práctica. Con la punta de la varita
marcó una X en el centro y lo envió al otro lado de la habitación.
—Usa los hechizos que quieras, sólo haz diez. Quiero ver tu tasa de precisión—
le instruyó.
Puso su bolso en el suelo y se colocó en posición junto a él, sintiéndose
profundamente consciente de su proximidad. El objetivo estaba alrededor de
unos cuatro metros de distancia. Apuntó a la X y le lanzó un hechizo
aturdidor, una maldición petrificante, varios maleficios punzantes y un
hechizo inmovilizador. Lo golpeó ocho de diez veces pero sólo cuatro
acertarón directamente en la X. Se detuvo y se preparó para la crítica mordaz
de Malfoy. Él estaba callado, lo que, de alguna forma se sentía mucho peor.
—Haces mayormente hechizos de cerca, ¿no es así? —preguntó al fin.
—Si —Hermione dijo rígidamente.
—Eso pensé —dijo y asintió pensativamente— Tu técnica de hechizos está bien,
pero eres tan precisa que le prestas atención innecesaria a controlar la punta
de tu varita y luego te olvidas de concentrarte hacia donde estás apuntando.
Los maleficios y las maldiciones no requieren un control motor tan preciso;
la mayoría de ellos no tienen movimientos de varita complicados. Tu exceso
de concentración te está perjudicando en combate—.
—Oh... —
—Por el lado positivo, eso es algo bastante fácil de arreglar. Es mucho más
difícil entrenar a un mal lanzador. Prueba una maldición con un movimiento
de varita complicado y recuerda apuntar con el extremo de tu varita mientras
la estás terminando—.
Hermione buscó en su mente una maldición con un movimiento complicado.
Malfoy estaba en lo correcto, la mayoría de las maldiciones eran simples.
Puñaladas, tajos, rara vez había algo más que eso. No se había dado cuenta del
cambio de técnica que suponía ese detalle con respecto a la curación. Se le
ocurrió un hechizo. Tomando una respiración profunda, realizó el
movimiento y se aseguró de que la punta de su varita estuviera sobre la X
mientras las últimas palabras del encantamiento se deslizaban de sus labios.
Una luz escarlata atravesó la habitación y cayó directamente sobre la X.
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Inmediatamente, un pequeño chorro de alquitrán negro y caliente explotó
desde el lugar donde el hechizo había hecho contacto. Si hubiera sido una
persona de verdad, el chorro seguiría reproduciéndose a sí mismo, pero en un
maniquí de práctica cesó rápidamente. Malfoy soltó una risita.
—Vaya, vaya, Granger, ¿tu Orden aprueba las maldiciones que conoces? —
—No —Hermione dijo con voz amarga.
No tenía sentido mentir. Los Mortífagos posiblemente no podían ignorar que
la Resistencia usaba casi exclusivamente hechizos no letales.
—Me imagino que no. Dime, Granger, ¿estás dispuesta a matar a alguien? —
Malfoy la observaba intensamente mientras preguntaba.
Levantó la mirada encontrando sus ojos, él se encontraba a escasos
centímetros de ella. La expresión en su rostro le recordó el momento antes de
besarlo. Atento. Entretenido.
—No quiero ser cruel. Pero… si es entre ellos o yo, o para proteger a alguien
que me importa, lo haría—.
Siguió observándola durante otro momento, antes de sonreír con burla
ligeramente. Sus fríos ojos brillaron con un brillo mortífero, y Hermione se
dio cuenta de repente de lo cerca que estaban el uno del otro.
—Imagino que lo harías —dijo silenciosamente, luego se volteó para ver al
objetivo nuevamente— Diez hechizos más. Veamos si tu puntería mejora ahora
que entiendes por qué estás fallando—.
Hermione lanzó otra serie de maldiciones simples a través de la habitación y
golpeó al maniquí de práctica cada vez, seis veces directamente sobre la X.
—Continúa —Malfoy le instruyó.
Siguió lanzando, pero se distrajo cuando él se movió detrás de ella, y ya no
podía verlo.
—Sigue lanzando —su voz estaba directamente detrás de ella.
Hermione se armó de valor y trató de seguir lanzando, pero el nerviosismo de
no poder verlo y a la vez sentir que estaba cerca la ponía tensa. Los hechizos
se dispersaron. Malfoy reapareció a su otro lado.
—Sigue lanzando —dijo nuevamente.
Continuó y su puntería mejoró de nuevo.
—Estás demasiado plantada —finalmente dijo mirándola a los pies.
Ella miró hacia abajo.
—¿Qué es eso? —dijo, ladeando la cabeza y mirando con aire sarcástico— ¿una
pose de esgrima? —
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Hermione se sonrojó y arrastró los pies.
—Al estar en combate en un campo de batalla, particularmente uno sin
escudos de aparición, en realidad no hay mucho avance. Puedes estar donde se
te de la maldita gana siempre y cuando te dé una vista clara de todos los demás.
Lo importante es ser capaz de moverte rápido. Un ataque puede venir de
cualquier dirección, a menos que tengas a un compañero de duelo que te esté
cubriendo. Tienes que estar lista para moverte—.
Él lanzó un hechizo a través de la habitación hacia el maniquí de práctica.
—Limítate a los hechizos no letales por ahora, rebotarán directamente hacia el
lugar desde donde fueron lanzados—.
Hermione lanzó los hechizos más lentamente mientras intentaba mantenerse
de pie y alejarse rápidamente en cuanto los hechizos salían de su varita. Estaba
bastante absorta en eso y casi se olvidó de que Malfoy estaba dando vueltas
detrás de ella, observando su técnica.
—Merlín, Granger, estás demasiado tensa —Malfoy murmuró directamente
detrás de ella.
Se congeló y saltó tan violentamente que se interpuso en la trayectoria de un
stupefy que estaba volando de regreso a través de la habitación.
—Rennervate—.
Se despertó y encontró a Malfoy arrodillado a su lado con una expresión de
diversión y enfado simultáneos.
—Tensa… como dije —reiteró.
Se incorporó, sacudiendo la cabeza para despejarla. No tenía moretones… lo
que implicaba que no había caído al suelo. Malfoy posiblemente la había
atrapado. La idea de Malfoy sosteniéndola mientras estaba inconsciente era
aterradora. Se preguntó cuánto tiempo había pasado. Él se levantó y le ofreció
una mano, ella la aceptó incómodamente y se levantó.
—De nuevo —instruyó— y trata de no maldecirte cuando hablo—.
Puso los ojos en blanco y continuó, cuando su ritmo logró pasar de glacial a
perezoso, Malfoy decidió que era suficiente progreso para el día.
—Practica, si puedes —ordenó.
—Lo he estado haciendo —dijo en voz baja— Era incluso peor hace algunas
semanas. Si puedes creerlo—.
Malfoy se abstuvo de indicarle si lo creía o no. Sólo la observó pensativamente.
—Eres demasiado escuálida —comentó.
Hermione cruzó los brazos defensivamente.
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—Hoy en día hay mucho más en el combate que sólo la técnica de duelo.
Particularmente si nos concentramos primeramente en mantenerte con vida
mientras vas a pasear por el campo. Eres más propensa a encontrarte con una
arpía u hombres lobo que con un grupo de Mortífagos—.
—Bueno, siempre esta la aparición —ella le recordó.
—No, no siempre —dijo rápidamente— Como la población de criaturas oscuras
aquí en Gran Bretaña sigue creciendo debido a la guerra, se están colocando
barreras anti-aparición en enormes extensiones del campo. Si es un lugar donde
es probable que encuentres ingredientes mágicos, es posible que las arpías, los
vampiros o alguien más quiera vivir ahí. Hay muchas posibilidades de que
algún día te encuentres deambulando por allí y descubras que no puedes
desaparecer—.
Hermione se sintió palidecer— ¿Sabes dónde? —preguntó.
—Algunos de ellos. No estoy a cargo de eso, y dado que nadie más deambula
regularmente solo por bosques peligrosos antes del amanecer, la mayoría de
las personas no lo considera información muy relevante. Así que ten cuidado.
Supongo que no vas a detenerte—.
—No puedo—.
La miró y asintió resignadamente. Sacó un pergamino y se lo entregó.
—Se me ocurrirá algún tipo de régimen de ejercicios que no te quitará mucho
de tu valioso tiempo y no llamará la atención—.
—Bien —acepto, sin ansias de aquello.
De repente Malfoy nuevamente parecía ligeramente incómodo.
—¿Hay algo más? —preguntó.
Con un movimiento de varita, un gran libro encuadernado en descolorido
cuero negro apareció. Se lo entregó. Ella lo aceptó tímidamente.
Secretos de las Artes Más Oscuras.
—Lo encontraste —dijo en voz baja.
—Espero que te sea útil —dijo. Luego desapareció.

Hermione guardó el libro en su bolso y se apresuró de vuelta a Grimmauld


Place. Estaba eufórica de que Malfoy lo hubiera encontrado. Había sido el
único libro conocido sobre horrocruxes del cual había podido encontrar alguna
referencia. Slughorn había dicho que Hogwarts solía tener una copia, pero
sólo había admitido tales detalles después de que la escuela hubiera sido
cerrada y tomada por Voldemort.
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Acomodando todos los ingredientes preparados para sus pociones en su
armario, se apresuró hacia la biblioteca de Grimmauld Place para comenzar a
leer. Hermione había estado lejos entrenando como sanadora cuando la
revelación de que Voldemort tenía horrocruxes se había descubierto. Horace
Slughorn admitió que Tom Ryddle lo había cuestionado sobre el tema, y
Severus había revelado que Dumbledore había sido mortalmente herido por
un anillo de la Casa Gaunt.
Gradualmente la Orden concluyó que Voldemort había creado de alguna
forma más de un horrocrux, aunque el cómo los había hecho era un misterio
porque nadie sabía cómo funcionaban aquellos objetos oscuros. Era, estaban
casi seguros, la razón por la cual Voldemort había sido capaz de revivir después
de intentar matar a Harry cuando era bebé. El diario de Tom Ryddle que casi
había matado a Ginny había sido uno. El Anillo Gaunt. Pero no estaban
seguros si habían algo más que eso, ni de cuáles eran los objetos, o dónde
podían encontrarlos. Habían creado una línea del tiempo de la vida de
Voldemort después de su graduación de Hogwarts, tratando de adivinar si
habían otros puntos en los que Voldemort hubiera podido crear más.
Leyó a través de las secciones sobre horrocruxes que tenía el nuevo libro.
Detallaba exactamente cómo crearlos. Se requería de un asesinato para
desgarrar el alma, y luego una encantamiento para extraer la parte del alma y
unirla a otro objeto. No se mencionaba la posibilidad de crear más de uno.
Hermione se preguntaba si los contenedores del alma tenían que ser
inanimados o si podían ser potencialmente contenedores vivos, considerando
el extraño apego que Voldemort tenía con su serpiente Nagini.
Resumió toda la información en un pergamino y luego lo guardó
cuidadosamente en un portafolios protegido. Lo deslizó dentro del escritorio
y lo dejó para que Moody lo recogiera. Intentaban limitadar las reuniones
reales para disipar las sospechas. No había ninguna razón en particular para
que Moody se reuniera con la sanadora de la Orden cada semana.
Mientras se dirigía a su habitación, evaluó su interacción con Malfoy de aquel
día. Se había disculpado. Lo cual había sido bastante sorprendente.
Sacó la libreta de debajo de la cama y reflexionó. La semana anterior había
hecho una página donde detallaba sus mejores conjeturas sobre el código
moral de Malfoy. Releyó los comentarios que había hecho la semana pasada.

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Mejor que Voldemort. Engreído sobre su moral. Cree en la libertad de poder tomar
decisiones. Racionaliza la crueldad. No cree que sea vengativo.
Agregó una nota:
“Considera su palabra de alguna manera comprometedora. Trata de enmendarse
cuando cree que ha roto sus reglas”
El libro sobre los horrocruxes probablemente había sido su forma de intentar
comprar su perdón. Se preguntó si él llevaba tiempo guardándolo o sólo se
había tomado la molestia de intentar obtenerlo porque se sentía culpable de
haberla maldecido tantas veces.
Agregó:
“Cree que el perdón puede ser comprado”
Esa era una pieza muy útil de información. Luego cerró la libreta y la puso de
vuelta bajo la cama, poniendo con cuidado los escudos nuevamente. Se
recostó en la cama y observó al techo. Se sentía agotada. Sólo había tenido
algunas horas de sueño antes de levantarse a las cuatro de la mañana para ir a
recoger suministros para las pociones. Ya se le había acabado la poción de
Severus contra la maldición ácida. Ya no tenía más veneno de acromántula
para hacer más. La maldición era terrible y de lenta recuperación. El daño que
inflingía era inmediato y difícil de revertir. La poción que Severus había
inventado era un analgésico que ayudaba a neutralizar el ácido e impedir que
siguiera corroyendo el cuerpo una vez anulada la maldición. Severus había
estado en lo correcto sobre lo fácil que era utilizarla. Un escudo fuerte podía
detenerla, pero se había vuelto la lesión más frecuente que atendían en la sala
del hospital. No importaba dónde había sido golpeado el cuerpo, la
recuperación era lenta.
Hermione había preparado todos los analgésicos y bálsamos alcalinizantes que
se le habían ocurrido, pero su eficacia palidecía en comparación con la poción
que contenía el veneno de acromántula. Se comenzaba a sentir tan desesperada
que se planteó intentar cazar una acromantula. Sabía que Voldemort tenía su
servicio junto con el resto de los demás seres oscuros. Sus ojos de repente se
abrieron. Quizás Malfoy podría conseguirle un poco, si aún sentía que le debía
algo, probablemente acceptaría hacerlo.

La siguiente semana su puntería había mejorado considerablemente. Había


estado practicando con el hechizo de rebote hacia los maniquíes de prácticas
en Grimmauld Place y se había vuelto más hábil para moverse mientras
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lanzaba hechizos. Malfoy parecía vagamente satisfecho, criticó aún más su
forma, y acechaba a su alrededor escudriñando su técnica de una manera que
encontraba inquietante. Cuando terminó, él le entregó un pergamino de
cosas que debía hacer para ponerse en forma. Lagartijas y saltos y abdominales
y algo llamado un “burpee” lo cual Hermione vagamente recordaba que su
prima le había enseñado. Había media docena de cosas más que también
estaban incluidas.
—Tu puntería ha mejorado lo suficiente; Lo más importante es aumentar tu
resistencia a un nivel razonable. Cuando tengas tiempo, haz repeticiones de
estos—dijo, señalando al pergamino.
Hermione hizo una leve mueca, pero lo metió en su bolso sin decir una
palabra.
—¿Alguna información? —preguntó, volteándolo a ver.
Su expresión se volvió rígida y su boca se crispó como si estuviera dudando.
—El Señor Oscuro saldrá del país en secreto durante la siguiente semana. Lo
que significa que la respuesta a la actividad de la Orden será retrasada un
poco. Si la Orden ha estado esperando por una apertura, puede que sea la
grieta que han estado buscando. No sugeriría intentar retomar el Ministerio,
pero si la Orden atacara múltiples prisiones simultáneamente, la respuesta
sería… menos cohesiva—.
—Se lo diré a Moody —respondio.
Luego alzó su mirada hacia él y comenzó a abrir la boca. Él arqueó una ceja y
esperó. Casi le preguntó sobre el veneno de acromántula, pero no se atrevió.
—Me iré entonces —dijo, bajando la mirada.
Él desapareció antes de que ella saliera por la puerta.

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Flashback 8
Mayo 2002

La noticia acerca de la ausencia de Voldemort era la oportunidad que Moody


y Kingsley habían estado esperando. Habían estado compartiendo lentamente
los planos, las rotaciones de las prisiones y otra información que Malfoy había
estado proporcionando a la Orden. Elaborando planes. Esperando para
atacar. Estaban preparados. Charlie, Harry y Ron llevaban meses insistiendo
por un ataque así. Por fin, todo se alineó. Sería el ataque coordinado más
grande que la Resistencia jamás había hecho. Casi todos los luchadores que
tenían habían sido convocados. Su objetivo eran varias de las prisiones más
grandes y protegidas, así como la división de desarrollo de maldiciones.
Hermione había estado tan estresada durante todo el tiempo que tomó
coordinar el ataque, que casi tuvo un colapso nervioso. Abasteciendo el
hospital. Preparando grandes lotes de todas las pociones de sanación
indispensables. Tratando de estar preparada para cualquier cosa. Había una
duda aterradora, muy en el fondo, de que probablemente había enviado a la
Resistencia a su perdición. De que, posiblemente era una trampa elaborada
desde hace mucho tiempo, tendida por Voldemort y Malfoy. Siguió
repitiendo mentalmente la vacilación momentánea de Malfoy, preguntándose
si había sido una señal de traición.
Todos los demás se fueron y Hermione, Poppy y un puñado de otros
sanadores esperaron nerviosamente en Grimmauld Place. Esperando escuchar
algo. Hermione casi hizo un agujero en el piso del vestíbulo de tanto pasearse
hasta que los cuerpos empezaron a llegar como un torrente, era una
inundación de gente muriendo y lesionada. Su ropa y manos estaban bañadas
en sangre, la casa entera se convirtió en un hospital para poder acomodarlos
a todos.

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Apenas lo creyó cuando horas después fue informada de que todo había sido
un éxito espectacular. La Orden liberó a varios cientos de prisioneros y redujo
las cárceles a escombros junto con la división de maldiciones mientras huían.
Siguiendo el consejo de Severus, la Orden allanó los laboratorios de la división
de maldiciones y trajó de regreso un enorme botín de ingredientes de pociones
raras e increíblemente valiosos que Hermione no había podido conseguir
durante años; incluyendo una jarra entera de veneno de acromántula.
Hermione casi lloró cuando Padma Patil se lo entregó.
La condición de los sobrevivientes que habían sido traídos de la división de
maldiciones era horrible. Fueron tan horriblemente torturados y maldecidos
que la mayoría enloquecieron. Sus cuerpos estaban destruidos y devastados
más allá de cualquier remedio. No había recuperación para la mayoría de ellos;
sólo podía aliviar su dolor y esperar que murieran rápidamente. La enemistad
hacia Severus entre los miembros más jóvenes de la Orden y la Resistencia
conscientes de su papel en la división de maldiciones se disparó de manera
explosiva. Moody tuvo que excluir a Severus de las reuniones de la Orden para
mantener la paz.
Para los combatientes ilesos, el ataque coordinado se completó en menos de
un día. Pero para Hermione y para todos los demás con el mínimo
entrenamiento de sanación, sólo fue el principio. Estaban fatigados, no se
daban a basto intentando atender la inundación de personas horriblemente
heridas y desnutridas que abruptamente pusieron a su cuidado, además de
todos los heridos que corroboraron durante el ataque. Trasladaron las
lesiones básicas fuera de Grimmauld Place tan rápido como fue posible, con
el fin de liberar camas para las maldiciones complejas y heridas que requerían
los cuidados especializados de Hermione.
Pasaron semanas antes de que Hermione pudiera dedicar tiempo a buscar
ingredientes o hacer de intermediaria. Durante ese tiempo, Malfoy la había
convocado urgentemente dos veces para que recuperara notas que le había
dejado, advirtiéndole sobre los inminentes contraataques. Voldemort se había
enfurecido por el golpe y contraatacó a la Resistencia con fuerza. El Valle de
Godric fue quemado hasta los cimientos, tanto la sección mágica como la
muggle. Voldemort encadenó y colgó los huesos de Lily y James Potter de una
horca para que la Orden los encontrara cuando llegaran.
Voldemort esparció feroces ataques por toda la Inglaterra muggle; inundando
a Hermione con una avalancha de muggles maldecidos que tuvo que
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estabilizar antes de que la Orden usara un encantamiento desmemorizante y
los regresara para que se recuperaran en hospitales muggles. Hermione hizo
guardias de veinticuatro horas en el hospital con cuatro horas de descanso
para dormir, hasta que su magia se agotó por completo hacia el final de la
tercera semana.
Poppy la había arrastrado fuera del ala del hospital y le dijo a Moody que si
no quería que Hermione muriera o que su magia se agotara
permanentemente, entonces él y Kingsley tendrían que encontrar sanadores
que la suplieran. Hermione sospechaba que Kingsley había tomado como
rehenes a varios sanadores de San Mungo durante los dos días en que ella
estuvo recuperándose. Poppy se rehusó a mirarla a los ojos o a contestar la
pregunta cuando Hermione la interrogó sobre quién la había sustituido.
Después de casi un mes, las cosas finalmente se calmaron un poco. Hermione
se había quedado sin la mayoría de los ingredientes para pociones recolectados
localmente. Se dirigió a buscarlos. En la exuberancia de finales de junio, pudo
reabastecer rápidamente la mayoría de sus suministros antes de ir a reunirse
con Malfoy. Apenas había tenido tiempo de pensar en él durante las últimas
semanas.

Él apareció en el momento en el que ella cruzó la puerta. Mientras lo hacía, su


expresión se torció y se tambaleó ligeramente. Se miraron el uno al otro.
—Te ves horrible —finalmente dijo él.
—Gracias —dijo con aspereza.
—¿Qué pasó? —preguntó.
—La Resistencia no tiene a ningún otro sanador con mi especialidad —dijo con
voz cansada. Lo miró fijamente.
—Tú también te ves horrible —anunció, observándolo cuidadosamente.
Era un decir extremadamente corto. Él volteó hacia abajo para verse a sí
mismo, su rostro estaba tenso y demacrado, como si hubiera perdido una
dramática cantidad de peso. Sus rasgos estaban retorcidos y definidos. Su piel
estaba gris y parecía de papel. Lucía como si no hubiera dormido desde la
última vez que Hermione lo había visto.
—Podrás haber notado que el Señor Oscuro estaba bastante molesto por los
ataques —dijo él con voz insípida.
Hermione sintió palidecer, y el pecho le dolía como si la hubieran golpeado.
Ni siquiera lo había pensado… había tenido la información y había corrido
104
con ella. Se había preocupado sobre la posibilidad de una traición, pero ni
siquiera se había detenido a pensar que la legitimidad significaba que Malfoy
podría pagar al habérsela entregado.
—¿Qué pasó? —demandó, sacando su varita y acercándose a él.
—Está bien —edijo con cortante.
—¿Qué fue lo que te hizo? —
—Vete a la mierda, Granger —Malfoy dijo, haciendo una mueca.
Sus dedos e estremecieron ligeramente mientras se alejaba de ella. Hermione
lo ignoró y le lanzó un hechizo de diagnóstico. Él no se movió. El diagnóstico
indicaba que le había lanzando la maldición crucio exhaustivamente.
Probablemente justo hasta el límite, dado que aún mostraba las secuelas
semanas después. O tal vez había sucedido repetidamente. Había algo más en
el diagnóstico. Lanzó un hechizo de diagnóstico más oscuro para tratar de
identificar lo que era.
—¿Qué… le pasó a tu espalda? —demandó, resultándole difícil mantener la voz
firme mientras trataba de leer la información que su hechizo estaba revelando.
Era una borrosa mezcla desfigurada de Magia Oscura y veneno; ni siquiera
estaba segura de cómo interpretarla. El rostro de Malfoy se tensó ligeramente.
—La maldición cruciatus es un excelente castigo para el fracaso —dijo en tono
ligero— pero su uso excesivo corre el riesgo de comprometer la mente. A veces
se considera, adicionalmente necesario, un recordatorio diferente y
permanente—.
—Quítate la camisa —Hermione exigió.
Necesitaba ver lo que le habían hecho o no sería capaz de leer los resultados
del diagnóstico. El daño que indicaba era un conjunto de heridas profundas,
diferente a todo con lo que se había encontrado antes.
—Déjalo, Granger—dijo con voz firme.
—Tu Orden consiguió justo lo que quería —se burló débilmente —sólo espero
que haya valido la pena y tu grupo no sólo haya sacado a un montón de
lisiados inútiles—.
—Déjame ver —insistió— sólo déjame ver—.
—No finjas que te importa —dijo fríamente— ¿De verdad vas a hacerte la
sorprendida? ¿Esperas que crea que de alguna manera no anticipaste esto?
Después de todo, ¿no estabas esperando que muriera una vez que tuvieras
todo lo que podías obtener de mí? —

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La amargura en su voz era tan agria que Hermione casi podía saborearla. Se
retorcía a través de la habitación y Hermione podía sentir su resentimiento.
Su soledad.
—No. Yo… lo siento. Yo no…—se acercó más a él.
Llevaba semanas sufriendo por la oportunidad que les había dado. Con su
rango en el ejército de Voldemort, la culpa seguramente había recaído sobre
él incluso aunque no fuera sospechoso de haberlo propiciado. Ni siquiera se
había detenido para percatarse de eso. No le había agradecido. Él solo… se
había deslizado fuera de su mente. No se le había ocurrido lo extensamente
que podría pagar él por ello.
—Lo siento— dijo, acercándose a él, sintiéndose débil por el horror y la culpa.
—Estaba tan ocupada con el trabajo… no estaba pensando—.
Le desabotonó la capa y gentilmente la quitó de sus hombros. Él se estremeció
y observó el techo, luciendo resignado. Lentamente desabotonó su túnica y
camisa y luego, caminando detrás de él, tan suavemente como pudo, le quitó
la ropa de los hombros. Se quedó boquiabierta. Había docenas de runas
talladas en cada uno de sus hombros. Profundas. Directamente hacia abajo.
Cortadas hasta los huesos. La Magia Oscura que pendía de ellas era
asquerosamente palpable.
Simplemente estar cerca de ellas hacía que el cuerpo de Hermione comenzara
a sudar frío. Hermione había leído sobre hechiceros que usaban rituales
rúnicos oscuros para atar a sus sirvientes. La brutal ceremonia se había
prohibido desde hacía más de mil años. Malfoy había estado consciente
mientras la sangre y la magia eran invocadas en su carne; mientras cada línea
era cortada en él. Los cortes de cada runa seguían en carne viva, como si no
pudieran cicatrizar, incluso aunque claramente tenían semanas de haber sido
hechas. Le recordaban a las lesiones de los hombres lobo. La Magia Oscura se
había vuelto visiblemente septicémica. Levantó la mano pero se abstuvo de
tocarlo.
—¿Qué fue lo que hizo? Draco, ¿cómo te hizo esto? —
—Cuchilla de plata forjada por Goblins, infundida con el veneno de Nagini.
Me dijeron que puede que sanen eventualmente —dijo con voz inexpresiva—
No hay nada que puedas hacer. Ahora que has satisfecho tu curiosidad,
deberíamos regresar a los negocios—.
Intentó girar su cabeza para mirarla pero Hermione camino a su alrededor,
lanzando varios hechizos oscuros de diagnóstico diferentes e
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inspeccionándolos. Su magia volvía a ser estable, aunque la privación de sueño
hacía que su cabeza se sintiera ligera y vacía. Habían filamentos negros debajo
de su piel por la mezcla del veneno y la Magia Oscura. Podía ver el veneno en
sus venas, a la mitad de su espalda, a medio camino por su espalda, subiendo
por sus hombros y alrededor de sus costillas como una enredadera venenosa.
Arrastrándose en su interior y hundiéndose en el núcleo de su magia. Invocó
su bolso.
—Lo siento mucho. Yo… no puedo sanar esto. Pero creo que puedo ayudar a
contenerlo. Por favor, déjame intentarlo—.
Malfoy la miró por encima del hombro, pero no intentó alejarse de ella de
nuevo. Hermione lanzó un hechizo complejo y luego, con toda la gentileza
que pudo, pasó la punta de su varita lentamente sobre uno de los largos
filamentos negros. Comenzando cerca de la costilla más baja, obligó a
retroceder gradualmente al veneno de vuelta a las incisiones y luego extrajo el
diminuto hilo de la runa desde la que se había propagado. Mientras sacaba el
veneno y lo guardaba en un frasco vacío, tuvo que cortar la conexión entre el
hilo y el tejido con un fuerte tirón. Malfoy casi cayó de rodillas mientras
gritaba. Era un ronquido gutural, casi insonoro, de alguien íntimamente
familiarizado con la tortura.
—¿Qué estás haciendo? —medio gruñendo y medio gimiendo— ¿De alguna
manera esto no es una cantidad suficiente de dolor para ti? —
Hermione le puso una mano en el brazo, tratando de mantenerlo firme.
—Lo siento. No estoy tratando de lastimarte. Tengo que sacar todo el exceso
de Magia Oscura. Es veneno. Si dejas que se asiente, tu cuerpo y tu magia
intentarán asimilarlo. Y… cuando tienes magia oscura en ti a un nivel celular
como ese… no hay vuelta atrás. Simplemente empieza a comerte desde
adentro. La Magia como esa es la razón por la que tu Señor Oscuro luce de la
manera en la que se ve. Y… con la cantidad de runas… tendrás unos pocos
años a lo mucho. Ya sea tu cuerpo o tu mente, la Magia Oscura exige un
precio—.
—Estoy consciente de cómo funciona la Magia Oscura —siseó, tenía las manos
cerradas en puños y temblaba ligeramente.
—Así que, por favor, déjame tratar de arreglar esto—.
Draco bajó la cabeza ligeramente y resopló levemente como si se estuviera
riendo. Hermione lo estudió por un momento. No dijo nada más. Sacó dos
filamentos más. En el tercero Draco colapsó de rodillas. Estaba mortalmente
107
pálido y su piel se sentía fría y húmeda al tacto. Le puso una mano en la parte
delantera del hombro con toda la delicadeza que pudo. Podía sentir el arco de
su clavícula bajo sus dedos y ver el loco y doloroso palpitar de su pulso bajo la
mandíbula.
—¿Quieres que te aturda? —preguntó en voz baja— Puedo hacerlo más rápido
de esa manera. No cambiará la eficacia. Pero tienes que confiar en mí—
Malfoy se quedó quieto. Aparentemente considerándolo.
—Adelante— dijo después de un minuto— Ya eres más que capaz de hacer que
me maten cada vez que tengas ganas—.
Lo sostuvo contra sí misma, su cabeza presionada contra su diafragma.
—Stupefy —dijo suavemente y lo atrapó mientras su peso muerto caía sobre ella.
Con un ejercitado hechizo alivianador, lo bajó suavemente al suelo y apoyó su
cabeza en su capa. Hermione trabajó rápidamente. Ya había hecho el hechizo
una vez, cuando estaba entrenando en un hospital de Albania. Había sido una
sola runa autoinfligida en un aspirante a mago oscuro que no había entendido
la Magia Oscura que estaba tratando de invocar hasta que el envenenamiento
casi lo mata.
Con Malfoy inconsciente, la culpa de Hermione fue capaz de golpearla
completamente. Debió de haberse dado cuenta. Debió de haber vuelto antes
para ver cómo estaba. Tenía miedo de que fuera demasiado tarde. Las runas
se habían asentado. Profundamente. Rastreó toda la magia oscura hasta que
tuvo ocho viales llenos de la mezcla de maldición y veneno. Tendría que
incinerarlos en fuego mágico. Colocó cuidadosamente un encantamiento de
contención alrededor de todas las runas en cada hombro. Era un hechizo que
Severus le había enseñado; él lo había usado para contener la maldición en la
mano de Dumbledore. Dado que la magia estaba en la espalda de Malfoy,
dudaba de que tuviera algún efecto, pero aun así lo intentó.
Las heridas de Malfoy no tenían la intención de matarlo inmediatamente; más
bien, tenían la intención de lastimarlo, y corromper su magia. Una sentencia
de muerte gradual. La Magia Oscura como los rituales de sangre rúnica era
profundos y antiguos. Leyó el juramento. No era un juramento rúnico típico.
Voldemort, en su vanidad, no había utilizado un voto tradicional de lealtad y
honestidad. Más bien parecía hecho a la medida del fracaso específico. Las
runas obligarían a Malfoy a no vacilar, a ser astuto, infalible, despiadado e
inflexible; impulsado al éxito.

108
Hermione no estaba segura qué tan efectivos eran los juramentos de sangre
rúnicos; pero sospechaba que el exceso de confianza de Voldemort en la
Marca Tenebrosa le había salvado la vida de Malfoy. Si Malfoy se hubiera visto
obligado a tener un juramento de lealtad y honestidad grabado en los huesos,
probablemente se hubiera visto obligado a admitir su traición. En su lugar,
Voldemort había accidentalmente usado magia antigua para estimular el
impulso de Malfoy de hacer lo que él quisiera.
El exceso de crueldad era aterrador. No era como una herida en el campo de
batalla; infligida con rapidez, pero de lenta reparación. El ritual seguramente
había durado horas mientras Draco estaba atado y se mantenía consciente
para ello. La precisión y uniformidad de los cortes. La invocación constante
de las Artes Oscuras. El tiempo empleado para limpiar la sangre antes de hacer
la siguiente incisión. Clavar la punta de la cuchilla hasta el fondo de los huesos
era innecesario; se había hecho unicamente por el dolor adicional. Era un
juramento de la carne; no había nada que requeriera que fuera escrito en sus
huesos. También le habían realizado el cruciatus, ya fuera antes o después de
que el ritual hubiera sido realizado, posiblemente en ambos momentos.
Sintió que iba a vomitar sólo de pensarlo. Hermione sacó su Esencia de
Dittany. Sólo le quedaban unos pocos frascos. Sacó los tentáculos de murtlap
y los molió junto con diez gotas de Esencia de Dittany para hacer una pomada
la cual gentilmente presionó en los cortes de las runas. No podía curar las
incisiones, pero sí podía calmar el dolor y reducir la potencia del veneno para
que se recuperaran más rápido. Luego lanzó un escudo protector en la espalda
de Malfoy para sellar todo sin vendaje.
Le pasó los dedos ligeramente sobre sus brazos, sintiendo los nudos rígidos en
sus músculos por el cruciatus. Parecía que al menos había recibido terapia para
eso. Voldemort claramente no quería dañar a Malfoy hasta el punto de
arruinarlo por completo, pero no había tenido reparos en torturar a Draco
hasta el punto de llegar al límite. Malfoy era un arma para Voldemort. La
decisión de tallar runas en él, hacía a Draco más mortífero. Afilaron su filo,
pero también lo convirtieron en una herramienta a corto plazo.
El uso intensivo de la Magia Oscura era erosivo con el transcurso de los años.
Había una razón por la que los magos oscuros no solían llegar a los cien años.
Se volvían loco, o se deterioraban físicamente. Con la cantidad de Magia
Oscura que había estado emanando de las runas antes de que Hermione las
tratara, Malfoy tendría suerte de vivir una década; posiblemente sólo algunos
109
meses antes de que su mente comenzara a flaquear. Ya tendía a llegar
empapado de Magia Oscura.
La mano de Hermione subió hasta su propio cuello, y retorció la cadena de
su collar entre los dedos mientras lo miraba fijamente. Atrajó la mano
izquierda de él hacia la suya. Sus largos dedos empequeñecían los suyos, como
si fueran los de un enano. Estaban los familiares callos por volar y combatir
en la palma de su mano y sus dedos. Le masajeó ligeramente la mano. Los
dedos sufrieron un ligero espasmo al tocarlos, incluso cuando el debería estar
insensible. Le dio golpecitos con la punta de la varita sobre su mano en los
distintos puntos de presión, enviando suaves vibraciones hacia los músculos
contraídos para ayudar a liberar la tensión.
Cuando sus dedos se abrieron, ella comenzó a doblarlos, frotarlos y
masajearlos hasta que pudieron abrirse y cerrarse por completo sin contraerse
espasmódicamente. Esos espasmos podían ser de vida o muerte en un duelo,
ya que interferían con el movimiento de la varita o la puntería de una persona.
Mientras trabajaba inclinó la cabeza hacia un lado y estudió su rostro.
Inconsciente, sus rasgos se relajaron de la expresión dura y cerrada que
normalmente solía llevar. Se veía triste.
Ella se sintió tan culpable que le dolió. También se sintió idiota. Debería
haberse dado cuenta. Podrían haberlo asesinado.
A diferencia de ella, él tenía que haber sabido que sería castigado por el ataque
que había permitido. Su vacilación… él pudo haberse preparado. Podría haber
sido una trampa. Sabía exactamente sobre qué prisiones tenían información.
¿Cómo había expresado su consejo?

“La respuesta a la actividad de la Orden será ligeramente retrasada. Si la


Orden ha estado esperando por una abertura, puede que sea la grieta que han
estado buscando... si la Orden decidiera atacar múltiples prisiones
simultáneamente, la respuesta sería… menos cohesiva”

Les había dado su primera victoria masiva en años. Se las había entregado, y
luego pagó por ello. Fue su respuesta la que se retrasó y fue menos cohesiva.
Fuera lo que fuese aquello que creía que podía conseguir ayudando a la
Orden, estaba claro que lo deseaba más que nada. Se movió hacia el otro lado
de su cuerpo y le lanzó un hechizo rennervate gradual. Reducía el aturdimiento

110
y la probabilidad de que le doliera la cabeza cuando recuperara el
conocimiento.
Mientras él se despertaba, ella empezó a darle golpecitos con la varita en la
otra mano y a masajearla. En el instante en que él recobró el conocimiento,
ella pudo sentir la tensión que irradiaba por todo su cuerpo. Él se congeló
instantáneamente. Había sido, sospechaba, un tremendo acto de fe dejarla
aturdirlo. Confiar en alguien no le resultaba natural. Ella siguió presionando
sus dedos para que se plegaran mientras él giraba la cabeza. Podía sentir sus
ojos clavados en ella, pero siguió trabajando y no levantó la vista.
—No hace falta —él dijo después de algunos minutos— Tengo una sesión con
un sanador hoy más tarde—.
—Si es el mismo que no le ha hecho nada a tu espalda, te recomendaría que
dieras de comer a ese idiota a un calamar gigante—dijo bruscamente.
Él levantó la cabeza y se miró los hombros con una mueca de dolor.
—¿Qué hiciste? —
—Después de extraer todo el exceso de magia y veneno, puse un
encantamiento de contención sobre las runas. No puedo revertirlas, pero
espero que pueda mantener la Magia Oscura contenida en las runas en vez de
hundirse en tu alma. Les puse un bálsamo de murtlap y dittany para ayudar a
calmar el dolor. Supongo que ya estás tomando pociones para aliviar el dolor—
Él asintió levemente. Hermione le pasó los dedos por la mano con cuidado,
sintiendo los familiares callos de la varita a lo largo de los dedos, buscando
cualquier rastro de temblores y murmurando hechizos en voz baja mientras se
inclinaba y los masajeaba.
—Con un poco de suerte, las incisiones cicatrizarán un poco más rápido. No
hay nada que pueda hacer respecto a las cicatrices, o el ritual maldito que
contienen. Lo lamento… debí de haber regresado antes. Si lo hubiera hecho…
tal vez podríamos haber quitado los huesos y haberlos hecho crecer de nuevo
antes de que se hubiera asentado. Ahora, incluso si los reemplazo y te
descuartice, el juramento resurgirá...—
—No importa —dijo él, apartando la mano de ella abruptamente y
levantándose.
Tendría que haber sido agonizante moverse pero no hizo ni un sólo sonido.
Pero estaba más pálido y tambaleaba ligeramente una vez que estuvo de pie.

111
—Como mencionaste, estabas bastante ocupada. No parece que estuvieras en
la playa tomando el sol y descuidando voluntariamente a tu mascota
mortífaga. Sanarme nunca fue la intención de tu trabajo—.
Aparentemente se estaba sintiendo un poco mejor, dado que su sarcasmo
había resurgido.
—Debí de haber venido —repitió— Necesita ser monitoreado. Y el ungüento,
deber cambiarse diariamente para un mejor efecto—.
—Que desafortunado—.
—Puedo venir. sólo me tomará algunos minutos. Si tienes tiempo, por la
mañana o por la noche. Vendré—.
Él la miró fijamente.
—¿De verdad? ¿Tienes tiempo para eso? —preguntó sarcásticamente.
—Haré tiempo—.
Él pareció considerar algo durante unos instantes.
—Bien. A las ocho en punto de la noche. Si vienes me presentaré. Si no puedes,
no importa—.
—Aquí estaré—.
Le ayudó a deslizarse la camisa por sobre sus hombros y se la abotonó. Se
detuvo a medio camino.
—Lo lamento mucho, Draco —.
Él bajó la mirada hacia ella y arqueó una ceja.
—Si hubiera sabido que un poco de curación te iba a familiarizar tanto
conmigo, nunca te habría dejado hacerlo—.
Ella levantó la vista mientras terminaba de abotonarlo.
—¿No quieres que te llame Draco? Es que me parece extraño que usemos
nuestros apellidos después de tanto tiempo. Asumiendo que ninguno de
nosotros muera en la guerra y que no te canses de mí, supongo que estaremos
juntos durante un largo tiempo—.
Él puso los ojos en blanco dudosamente.
—Llámame como quieras, Granger. No voy a cambiar nada—.
Típico. Sospechaba que los apellidos eran sólo otra forma de mantener la
distancia. Por eso se le había ocurrido que tal vez debería comenzar a referirse
a él como Draco. La distancia subconsciente afectaba el comportamiento. Si
quería acercarse a él, tendría que moverse primero y no podía dejar que sus
propias actitudes subconscientes la frenaran.
—¿Alguna información esta semana? —
112
Él asintió ligeramente, la comisura de sus labios se crispó débilmente.
—La nueva división de desarrollo de maldiciones estará en Sussex. Está
presupuestada para ser considerablemente más grande. Van a ampliar los
laboratorios más allá de las maldiciones. Es un centro de investigación, que
usará prisioneros—.
Hermione pasó saliva— Por supuesto—.
—Hogwarts se está convirtiendo en una prisión. Ya tiene suficientes
protecciones; reemplazará a todas las prisiones perdidas. Actualmente la están
purgando de cualquier magia que se considere poco cooperativa—.
Algo dentro de Hermione se retorció ante la noticia. Cuando Hogwarts había
sido abandonada, habían intentado llevarse lo que pudieron, pero los elfos
domésticos y retratos habían estado vínculados a la escuela; los dejaron atrás.
Su boca se torció levemente.
—Estoy segura de que el colegio peleará —ella dijo.
—Sin duda. La elección fue tomada porque el Señor Oscuro tiene la esperanza
de que la noticia enfurezca a Potter. Y… pretende ser un insulto final hacia
Dumbledore—.
Los ojos de Hermione viajaron hasta su rostro y luego rápidamente los apartó
mientras decía el nombre del Director. Se obligó a no cambiar de expresión.
—Me aseguraré de que Harry esté preparado para eso y no haga ninguna
tontería—.
Él asintió levemente.
—Te veré mañana entonces — dijo ella y volteó a verlo nuevamente.
—Cuídate… Draco. Lo siento mucho—.
La comisura de sus labios se crispó ligeramente por un momento, luego
presionó la boca en una firme línea y su expresión se tensó; preparándose a sí
mismo antes de desaparecer.

113
Flashback 9
Junio 2002

La noche siguiente, Hermione se escabulló de Grimmauld Place después de


la cena, alegando la necesidad de comprar más leche del mercado que se
encontraba calle arriba. Cuando llegó a la choza, se quedó parada
incomodamente, preguntándose si Draco aparecería. Sospechaba que él no
estaba esperando que ella se presentara. Él llegó de repente con un fuerte
rujido, haciendo una mueca de dolor.
Lo observó detenidamente. En el pasado, siempre había estado
completamente vestido: camisa, túnica y una capa para completar el atuendo.
Aunque lo había desnudado hasta la cintura dos veces, ambas ocasiones
habían sido más que nada profesionales y él se había vuelto a vestir
inmediatamente después. Sólo llevaba puesto pantalones y una camisa de
botones. Todo de negro. La ausencia de prendas de vestir enfatizaba lo alto y
atletico que era. Parecía una pantera; negro, frío y depredador. Desde el punto
de vista práctico, era lógico y eficaz. Menos capas para quitarse. Menos peso
presionando contra su espalda lesionada. Aún así, se sentía extrañamente
íntimo.
Invocó una silla sin usar la varita, y se sentó con una pierna a cada lado,
volteando hacia el respaldo, mientras empezaba a desabrocharse la camisa.
Siseó y jadeó en voz baja, mientras retorcía los hombros para quitársela.
—¿Está doliendo un poco menos? —dijo ella, titubeando ligeramente mientras
recargaba una mano en su brazo. Su piel seguía anormalmente fría. Al tocarlo,
sintió un escalofrío de miedo cuando él se estremeció levemente y sus
músculos se ondularon bajo sus dedos.
—Levemente —dijo al cabo de un rato.
Con un movimiento de su varita, cuidadosamente extrajó y desvaneció el
murtlap y el dittany, y luego aplicó un suave hechizo limpiador sobre todos los
cortes. Draco se sacudió y dejó caer la cabeza contra el respaldo de la silla.
114
—¡Mierda, Granger! —gruñó, con los nudillos blancos donde estaba agarrando
la silla.
—Ya está hecho —dijo después de un instante.
—Lo siento. Tenía que hacerlo. Las personas mágicas pueden ser inmunes a la
mayoría de las infecciones, pero no se sabe para qué más se ha usado ese
cuchillo. O exactamente qué propiedades tienen el veneno de Nagini; puede
neutralizar tu inmunidad natural—.
—Un poco de advertencia la próxima vez, por favor —dijo, su voz temblaba
ligeramente.
—Lo siento. La mayoría de las personas prefieren no saber. Armarse de valor
puede empeorar las cosas—.
—Yo prefiero saberlo—.
Se quedó mirando las runas. Una frío presentimiento se apoderó de ella. Los
filamentos de Magia Oscura ya habían comenzado a deslizarse fuera de las
runas nuevamente. Había llegado demasiado tarde. Las runas seguirían
envenenándolo. Recargó la mano de forma dudosa sobre el brazo de Draco.
—Esto… va a doler de nuevo. ¿Quieres… que te aturda? —
Volteó a verla, y estudió su rostro. Algo brilló en sus ojos por un momento, y
su expresión se endureció.
—¿De verdad tiene algún sentido? —preguntó.
Hermione se encogió de hombros y bajó la mirada.
—Déjame intentarlo —dijo silenciosamente.
Draco la comtempló por otro minuto antes de resoplar débilmente y sacudir
la cabeza con incredulidad mientras apartaba la mirada.
—Bien. Un intento más —dijo con voz resignada antes de recargar su cabeza en
el respaldo de la silla.
Hermione lo aturdió nuevamente. Sólo le tomó unos minutos remover todos
los rastros de magia oscura. Luego lanzó varios hechizos de diagnóstico,
tratando de romper las capas del ritual y encontrar algo que pudiera
deconstruir para anularlo. El ritual se había asentado. Llegó demasiado tarde.
Le recorrió la espalda con los dedos mientras se preguntaba qué hacer.
Él tenía que saberlo. Estaba casi segura de que él sabía que las runas iban a
matarlo eventualmente. Una sentencia gradual de muerte por ayudar a la
Orden. Lo que fuera que quisiera al ayudarlos no podía ser una ambición a
largo plazo. Con el precio que había pagado, dudaba que estuviera planeando

115
derrocar a Voldemort. Si lo hacía, sería un reinado corto. La Orden lo
necesitaba.
La Primera Guerra Mágica había durado once años. Cuando le contó a Moody
lo que le habían hecho a Draco y le confesó que se había ofrecido a sanarlo,
él le dijo que hiciera lo que pudiera. Si Hermione no podía encontrar una
forma de detener la erosión, serían extremadamente suertudos sí Draco
duraba tanto tiempo. Si lo hacía, apenas sería confiable para ese momento.
Hermione levantó la mano y pasó la punta de un dedo por la cadena alrededor
de su cuello durante varios minutos antes de sacar el amuleto debajo de su
blusa. Contemplo el disco solar. Luego desabrochó la cadena y deslizó el
amuleto. Presionó la punta de su varita contra él e invertió la serie de hechizos
protectores y escudos que poseía antes de ponerlo en el suelo. Pisoteó con
fuerza el amuleto y sintió que se rompía bajo su talón. Cuando retiró el pie,
una pequeña piedra blanca yacía entre el cristal rojo aplastado y el metal
retorcido.
No la tocó. Con un movimiento de la varita, hizo levitar la piedra hasta que
quedó suspendida en el aire. Podía sentir la magia emanando de ella. Hacía
que el aire vibrara. Se acercó e inclinó a Draco entre sus brazos, procurando
no presionar ninguna de las runas. Luego hizo que la piedra flotara y la bajó
hasta el lado izquierdo de su pecho, contra su piel desnuda. Comenzó a brillar
cada vez más y más intensamente, hasta que tuvo que entrecerrar los ojos.
Luego observó cómo la luz lentamente se hundía en su piel y se desvanecía.
Hermione se quedó mirando, preguntándose si pasaría algo más; si habría
algunos efectos inmediatamente perceptibles. No había información
abundante sobre cómo realizar el procedimiento.
Lanzó un diagnóstico y lo inspeccionó, Draco estaba privado de sueño y vivía
con una alta dosis de análgesicos de primera calidad; tenía daño muscular por
el cruciatus, y las runas seguían siendo un cumulo ininteligible y desfigurado
de heridas, veneno y ritual maldito. El hechizo de diagnóstico no indicaba
nada más. Lo cual era normal, pensó, así era como debía funcionar.
Después de un minuto, cuando no ocurrió nada más, cuidadosamente volvió
a inclinar a Draco hacia delante en la silla. Aplicó de nuevo el ungüento que
había hecho, presionándolo tan ligeramente como podía antes de reemplazar
el hechizo de contención y todos los hechizos protectores. Luego deslizó los
restos del amuleto en su bolsillo y le lanzó un rennervate a Draco.

116
117
Él levantó su cabeza bruscamente y se puso de pie. Hermione le subió
suavemente la camisa por los hombros. Volteó a hacía bajo para mirarla,
mientras ella le abotonaba la camisa y luego alisaba la tela antes de levantar la
mirada para verlo. Tenía una expresión de cansancio en el rostro mientras la
observaba. Ella, impulsivamente se estiró y le tocó la mejilla. Sintió a su
mandíbula tensarse ligeramente bajo su mano mientras estudiaba su
expresión. Le pareció que su piel estaba un poco menos fría. Sus ojos brillaron
y la comisura de sus labios se estremeció, pero no se apartó de la mano de ella.
—Me tengo que ir —dijo ella—te veré mañana en la noche—.
Draco no dijo nada mientras ella salía de la choza y desaparecía.

A la noche siguiente, no había veneno ni magia oscura sangrando de las runas.


Hermione no dijo nada mientras tranquilamente removía la pomada,
limpiaba las incisiones, reemplazaba el ungüento y luego cuidadosamente
volvió a lanzar todos los hechizos. Draco cada noche estaba más callado. Se
tensaba y jadeaba ligeramente de dolor mientras Hermione limpiaba las
heridas, pero rara vez decía algo a menos que Hermione le hiciera alguna
pregunta.
—¿No será sospechoso… que alguien te esté sanando? —abruptamente
preguntó después de varios días.
Draco se congeló por un momento y luego se rió ligeramente.
—¿Se te acaba de ocurrir hasta ahora? —
Hermione se sonrojó— No suele ser una preocupación—.
Él sacudió la cabeza.
—No hay ninguna orden que me impidan tratarlas. Si de alguna forma lo
consigues, difícilmente será la primera vez que he tenido éxito en algo contra
probabilidades improbables —su labio se curvo levemente— así que, por
supuesto, continúa pinchándolas con tu varita—.
Hermione continuó sin decir otra palabra.

Descubrió, apenas ofendida, que raras vez alguien prestaba atención a sus idas
y venidas. Ni siquiera necesitaba ofrecer excusa alguna para salir de
Grimmauld Place todas las noches.
Harry, Ron y Ginny habían ido a investigar una pista sobre los horrocruxes.
Hermione se había dado cuenta que varios artefactos de los fundadores de
Hogwarts se habían perdido durante la época de Voldemort, así que, la Orden
118
asignó a Harry la misión para intentar cazarlos. Hermione sospechaba que
Kingsley y Moody tenían muy pocas esperanzas en que Harry encontrara algo;
pensaba que probablemente sólo era una forma de evitar que Harry insistiera
en luchar en cada escaramuza.
Con la inteligencia que Draco proveía, Moody y Kingsley habían comenzado
a aprobar ataques más arriesgados y ambiciosos. Las decisiones se debían en
parte a las oportunidades que Draco había proporcionado a la Orden, pero se
debía principalmente a que la situación era lo suficientemente desesperada
para que la Orden tuviera que, o bien, comenzar a tomar riesgos con bajas
probabilidades de éxito o admitiendo que no podían ganar la guerra.
A pesar del éxito del ataque de la Orden, también les había perjudicado
gravemente. Tenían que alimentar y albergar a cientos de nuevos
combatientes y, al mismo tiempo, sus recursos en Europa se estaban agotando
progresivamente a medida que el dominio de Voldemort se hacía más fuerte.
La Resistencia Francesa se había practicamente desvanecido. Habían recibido
la noticia de que Hagrid y Olympe Maxime habían sido capturados y
ejecutados poco después del ataque a las prisiones. Toda la Europa Oriental
estaba firmemente bajo el control de los Mortífagos, mientras que los países
de Europa del Norte estaban tan ocupados manteniendo a raya a las fuerzas
invasoras de Voldemort que tenían poco apoyo que ofrecer.
La Orden se estaba quedando sin dinero. Se estaba quedando sin recursos.
Tratando de alimentar a un ejército con bóvedas personales y donaciones
secretas. Era difícil para los miembros de la Resistencia mantener trabajos en
el mundo muggle. Hermione casi había vaciado su propia cuenta de banco
pagando personalmente los suministros de pociones, ya que la Orden se veía
forzada a recortar repetidamente su presupuesto, incluso cuando la necesidad
de pociones curativas incrementaba rápidamente. Aún no estaban muriendo
de hambre. Pero Hermione comenzaba a sospechar sobre cómo Kingsley
estaba logrando semejante cosa.
A veces dudaba que vencer a Voldemort fuera siquiera suficiente. Si moría,
con el control que los Mortífagos tenían actualmente, había una gran
probabilidad de que alguien simplemente lo reemplazara. Su mente siempre
se dirigía inmediatamente a Malfoy cuando pensaba en eso. Aún no había
visto una demostración real de sus habilidades, pero basándose en todo lo que
la Orden sabía de él, se le consideraba uno de los candidatos más probables
para tomar control en caso de que Voldemort falleciera.
119
Moody y Kingsley estaban casi seguros de que ese era el verdadero motivo de
Draco al espiar para la Orden. Según Severus, la Marca Tenebrosa tenía varios
elementos que la componían. Le permitía a Voldemort convocar a sus
seguidores hacia él, dondequiera que estuvieran. También le permitía localizar
a sus seguidores; no podían huir. Y finalmente, la Marca Tenebrosa impedía
que los portadores atacaran a su maestro. Incluso si Malfoy pensaba que tenía
la capacidad de matar a Voldemort, no podía ejercer magia contra él, no
letalmente. Draco necesitaría que alguien más lanzara el golpe mortal.
Hermione a veces pensaba que convertirse en el próximo Señor Tenebroso
era verdaderamente el motivo de Draco, pero… después de las runas,
cuestionó esa conclusión. Había en él algo más furioso y más amargado que
la ambición. La mortandad y fría furia parecían más desesperación que
orgullo. Cuando le dijo a Moody que Draco no le había demandado un
Juramento Inquebrantable, el brillo en el ojo de Moody le hizo sospechar que
él tenía la intención de usarla para matar a Draco en algún momento.
Se esforzó por no pensar en ello. No podía pensar en matarlo. No podía
pararse detrás de él noche tras noche, tratando de sanar las runas grabadas en
él y pensar en matarlo cuando dejara de ser útil. Tal frialdad excedía incluso
su capacidad para la estrategia.

Los dedos le temblaban ligeramente mientras volvía a lanzar los hechizos


protectores sobre los cortes. Había intentado usar vendas pero el veneno había
reaccionado.
—Bueno. He terminado —dijo en voz baja mientras le subía ligeramente la
camisa por los hombros.
Cuando se fue, no apareció inmediatamente de regresó a Grimmauld Place.
En lugar de eso, caminó por el sendero hacia Whitecroft. La herida de Draco
estaba carcomiendo su desapego. Estaba causando que se desviara de su
misión.
Mortífago. Asesino. Espía. Objetivo. Herramienta.
Se repitió a sí misma la lista una y otra vez. Pero su convicción y resolución
sonaban vacías. Encontró un arroyo, y vio al agua en movimiento brillar bajo
la luz de la luna mientras se forzaba a sí misma a desapegarse. Se metió las
manos en los bolsillos, y luego siseó y sacó la mano derecha. Descubrió que
su dedo índice sangraba ligeramente. Un trozo de su amuleto había cortado

120
su piel. Se había olvidado de él. Sacó el resto de los fragmentos del bolsillo y
los arrojó al arroyo, antes de curarse el rasguño.
Él asesinó a Dumbledore, se recordó a sí misma. Probablemente sólo estaba
tratando de convertirse en el siguiente Señor Tenebroso.
Mortífago. Asesino. Espía. Objetivo. Herramienta.
Pero luego pensaba en su acusación: que ella sabía lo que le pasaría. Que sólo
estaba pretendiendo que le importaba que él estuviera herido. Que
probablemente esperaba que muriera una vez que dejara de ser útil. La
amargura y resignación en su tono la atormentaba. Quizás esperaba que ella
lo traicionaría algún día. Aquel pensamiento hizo que algo dentro de
Hermione se desgarrara un poco, como si le estuviera mutilando los órganos
internos.
¿Por qué no la había obligado a tomar un Juramento? ¿Qué era lo que quería?
El misterio que lo rodeaba arrastraba su mente hacia él. Obsesionándose con
cada detalle. Tratando de comprender qué impulsaba todas las inconsistencias
de su comportamiento. El tira y afloja que ejercía sobre su relación se sentía
como una marea. Su arrogancia y su soledad. Él la detestaba, a pesar de la
“fascinación” que lo había impulsado a exigirla. A menudo parecía desear no
tener nada que ver con ella. Pero estaba tan aislado. No se atrevía a alejarla
por completo cuando ella le daba oportunidades para ceder. Era como Severus
había dicho. Ella había sido un error de cálculo por su parte. Incluso aunque
parecía sospechar de su manipulación, su atracción era inevitable y
aparentemente irresistible.
Draco no era el único que estaba cayendo en una trampa obvia. Sabía que él
la estaba utilizando. Usaba a la Orden. Sabía que era manipulador, cruel,
peligroso, y responsable de la muerte de innumerables personas. Pero a
medida que intentaba descifrarlo, se volvía cada vez más trágico y
aterradoramente humano.
Presionó las manos contra sus ojos y respiró profundamente mientras trataba
de alejar su compasión. Pensó que, si sólo pudiera saber cuál era su verdadero
motivo, sería capaz de cortar la simpatía; arrancarla de raíz de dondequiera
que hubiera comenzado a crecer en su interior. No se sentía culpable por
haberlo manipulado pero no estaba segura de tener la determinación
necesaria para eventualmente matarlo.
A veces se preguntaba amargamente si Moody y Kingsley consideraban que
ella no tenía límites. Convertirla en prostituta, luego en asesina.
121
¿Simplemente asumían que ella quería hacerlo? A veces se sentía como si la
estuvieran llevando hasta el infierno y observaran mientras cruzaba las
puertas. Se preguntaba qué tan satisfechos estaban de tener una herramienta
que sufriría de cualquier forma que ellos lo necesitaran. Moody era su
controlador. Él la manejaba. Cualquier rastro de duda que hubiera tenido
cuando le preguntó por primera vez que se entregara a Malfoy, se había ido
lejos. Ella era útil. Un excelente peón para la Orden. La llave para la pieza que
realmente querían. Malfoy. Comparada con el valor de Draco, Hermione era
una pérdida aceptable. Si Harry y Voldemort eran los Reyes de cada lado del
tablero, entonces Malfoy era la Reina de Voldemort. Para ganarlo valía la pena
sacrificar casi todas las demás piezas del tablero. Él no tenía restricciones y era
mortal. Crucial.
Tenía sentido. Estratégicamente, veía la lógica. Entendía la necesidad.
Pero a nivel personal, le dolía tan profundamente que apenas podía respirar.
Se odiaba a sí misma. Odiaba a Moody. Odiaba a Kingsley.
Ellos tomarían, y tomarían, y ella se quedaría con nada más que cenizas
cuando la guerra terminara. Pero en realidad no estaban tomando. Ella estaba
ofreciendo. No era como si le estuvieran exigiendo algo que ella no estuviera
dispuesta a hacer.
Para Harry y Ron, se recordó a sí misma. Valdría la pena. Pero algo dentro de
ella sentía como si la guerra la estuviera corrompiendo. Se estaba retorciendo.
Transformándose a sí misma en una criatura que se parecía a todo lo que ella
odiaba. La oscuridad se mete en tu alma, eso era lo que Harry siempre decía.
No importaba lo irredimible que creía que era Draco por matar a
Dumbledore. Si vendía a Draco en algún punto del futuro, imaginaba que
pertenecería a un nivel mucho más bajo del Infierno de lo que incluso él
estaría. Pero aun así lo haría. Minerva había estado en lo correcto. Hermione
estaba completamente dispuesta a condenarse a sí misma si eso significaba
ganar la guerra.
Se deslizó por la orilla del arroyo, juntó varias piedras y comenzó a apilarlas.
Su madre había viajado mucho antes de casarse, y le había contado a
Hermione cómo en Corea la gente apilaba piedras, cada una representaba
deseos y plegarias. Las madres construían grandes torres con oraciones para
sus hijos. Hermione había construido torres en el jardín de su casa cuando
era niña, rezando numerosas plegarias pidiendo tener amigos.

122
Oraciones desde el corazón que habían quedado sin respuesta durante años
hasta que llegó a Hogwarts.
Hermione colocó grandes piedras en la base para Harry y Ron.
Déjalos vivir, rezó. Déjalos sobrevivir a esta guerra. Por favor, no me dejes perderlos.
Luego puso una piedra para Ginny. Fred. George. Charlie. Bill. Molly y
Arthur. Percy había muerto durante la toma del Ministerio.
Déjalos vivir, murmuró.
Agregó piedras para Remus y Tonks, Neville, Poppy, Severus y Minerva y los
huérfanos de Caithness. Temía ser demasiado egoísta si incluía a todos los
miembros de la Orden y la Resistencia. La torre era un poco inestable. Recogió
una última piedra y dudó. Si la torre se caía, los deseos no se volverían
realidad. Bajó la mirada para ver la última piedra que sostenía en las manos,
rozándola ligeramente con los dedos, estaba helada pero la fríaldad
rápidamente se desvaneció mientras seguía dudando, volteándola una y otra
vez entre sus manos. La acercaba, y luego la retiraba, sosteniéndola durante
más tiempo. Tal vez no debería colocarla. Quizas era egoísta. Estuvo a punto
de devolverla al arroyo.
Si hay alguna forma, no me hagas responsable por la muerte de Draco, rezó.
La torre tembló pero no se cayó. Dejó escapar un agudo suspiro de alivio y
estuvo a punto de llorar. Lavó sus manos en el arroyo y luego contempló la
torre que había construido. Era un ritual tonto y supersticioso. No significaba
nada. Pero había entregado casi todo a favor de la guerra, y aún no había sido
suficiente. La superstición parecía ser lo único que le quedaba. Lanzó un
hechizo para repeler a los muggles alrededor de las piedras y desapareció.

Siguió sanando a Draco, noche tras noche. El veneno combinado con la magia
rúnica hacían de la lesión una de las más crueles con las que se había
encontrado. Sin importar lo que hiciera, seguía a carne viva. Él debería de
haber estado en un hospital o en cama, descansando, no apareciendo y
espiando o haciendo lo que fuera que Voldemort le había encomendado.
Examinó detenidamente viejos libros de texto de curación, y se quedó
despierta hasta altas horas de la noche elaborando pociones que esperaba que
ayudaran a curar o al menos calmaran un poco más el dolor, pero nada de lo
que intentó funcionó.
El veneno de Nagini era esencialmente un agente neutralizante contra
cualquier tipo de sanación, mágica o no mágica.
123
Debería de haber desaparecido eventualmente. Cuando Arthur había sido
mordido por Nagini en el ministerio, el veneno se había desvanecido después
de unos días de haberle administrado poción regeneradora de sangre. Pero la
magia rúnica interactuaba con el veneno, y mantenía al veneno asilado en las
incisiones. Hermione no podía simplemente expulsarlo del sistema de Draco.
Rellenar los cortes de Escencia de Dittany y Murtlap y, mantener la infección
contenida era todo lo que Hermione podía hacer hasta que el veneno se
desvaneciera por sí solo.
Draco finalmente habló primero después de varias semanas.
—Ten cuidado cuando busques ingredientes —dijo abruptamente mientras le
subía la camisa por los hombros. Ella hizo una pausa.
—Lo he tenido. Lazó hechizos de detección cada vez que aparezco en algún
lugar para asegurarme de que no haya barreras anti-aparición cerca. Y toda mi
ropa tiene escudos—.
—El Señor Oscuro quiere destruir a la Orden este año. Se está volviendo cada
vez más confiado sobre su dominio en el resto de Europa. Está concentrando
sus tropas y trayendo nuevos recursos—.
Hermione sintió como su cuerpo se enfriaba.
—En otras noticias —agregó— Me acaban de entregar una mantícora. No tengo
la menor idea de lo que se espera que haga con ella—.
La forma despreocupada en que lo anunció hizó que pareciera que le habían
entregado un perro no deseado y no una de las criaturas oscuras más mortales,
semi-sensibles del mundo mágico.
—¿Te dieron una mantícora? —repitió. Tuvo que forzar las palabras, sentía como
si le estuvieran oprimiendo el pecho.
—Me han dicho que está a mitad de su crecimiento. McNair me informó que
fue llevada a mi mansión —dijo con una expresión irritada mientras se cerraba
su camisa.
—¿Tienes permitido matarla? —dijo, observando cómo su pálida piel se
desvanecía debajo de la tela negra.
—Bueno, dudo que esa sea la intención, pero no venía con instrucciones—.
—La sangre de la mantícora es impenetrable para la mayoría de la magia.
Probablemente podrías fabricar armas muy útiles con ella—.
Se giró para mirarla— ¿Cómo cuales? —
Hermione vaciló, y luego se acercó para terminar de abotonarle la camisa y
enderezarle el cuello. Estaban parados tan cerca que sus cuerpos casi se
124
tocaban. Ella podía oler el cedro en su ropa, y cautelosamente reposó una
mano en su pecho sobre su corazón, sintiendo su latido bajo sus dedos. Se
mordió el labio por un momento antes de levantar los ojos para verlo. Él tenía
la boca curvada en un gesto de leve diversión mientras bajaba mirada para
verla y sus ojos se oscurecieron mientras ella lo miraba fijamente.
—He leído que los cuchillos forjados por goblins o las puntas de flechas
infundidas con veneno de mantícora pueden atravesar los amuletos de
protección —ella dijo lentamente— La ropa empapada en su sangre podría ser
impermeable a casi toda la magia. Como la ropa con escudos, pero la magia
nunca desaparecería—.
Draco entrecerró los ojos.
—¿Y qué? —preguntó, observándola con atención— ¿Crees que debería matar
el regalo que me dio el Señor Tenebroso y luego usarlo para fabricar objetos
encantados para la Orden? —
—No —dijo, deslizando la mano y mirando hacia abajo.
—Aunque quisieras, no sería capaz de proveer ninguna explicación del cómo
los obtuve. Y la mayoría de los miembros no los usarían de todas formas. Las
mantícoras son criaturas oscuras después de todo—.
Su tono era amargo al pronunciar las últimas palabras. Inhaló fuertemente.
—La mayoría de los combatientes de la Resistencia serían asesinados si se
encontraran con una mantícora en el campo de batalla. Probablemente sólo
haya unos cien que sabrían cómo y serían capaces de matar a una. Así que…
si pudieras inventar una excusa para deshacerte de ella antes de que tu maestro
decida soltarla, sería lo más conveniente—.
Ella se acercó incluso más y le tocó el dorso de la mano nerviosamente. Le
rogaría, haría lo que fuera para convencerlo. Él apartó la mano rápidamente
de su tacto y, por un momento ella se preparó para su irritación. Pero entonces
la tomó por la barbilla e le inclinó la cabeza hacia atrás hasta que sus ojos se
encontraron. Él estudió su expresión por un momento mientras ella le
devolvía la mirad, se inclinó hacia ella hasta que pensó que iba a besarla.
—Siempre eres tan pragmática—.
Sintió las palabras rozando contra sus labios, luego soltó su barbilla
abruptamente y se apartó.
Los ojos de Malfoy resplandecían mientras notaba la confusión en ella.
—No mueras, Granger. Puede que te extrañe —dijo Draco, sonriendo
satisfecho, antes de desaparecer con un crujido.
125
Flashback 10
Julio 2002

Hermione se sentió paranoica el martes siguiente mientras buscaba


ingredientes para pociones, pero el viaje volvió a transcurrir sin incidentes.
Esa mañana, cuando llegó a la choza, Draco ya estaba ahí esperándola.
—Así que, duelos —dijo, girando la varita en su mano derecha mientras ella
atravesaba la puerta.
Hermione se quedo paralizada y palideció ligeramente. Se había armado de
valor, recordándose repetidamente que Draco probablemente le haría algo
increíblemente desagradable en cuanto empezara a sentirse mejor.
Aparentemente era su método por excelencia para mantener la distancia entre
ellos. Lo había curado considerablemente mucho más de su castigo que de su
pelea con un hombre lobo. Si él consideraba que ella se había excedido
últimamente en la forma en que lo había estado tocando, si el espacio entre
ellos en realidad se había reducido, se había recordado a sí misma que
eventualmente él podría hacer algo horriblemente cruel para agrandarlo
nuevamente.
Lo sabía, pero caer en su juego aún se sentía como ser destripada. Bajó los
ojos, y esforzó a no cambiar de expresión.
—Bien —dijo. Dejó caer su bolsa junto a la puerta y la protegió.
La expresión de Malfoy era fría y calculadora mientras la observaba desde el
otro lado de la habitación.
—Quiero ver si ya eres mejor esquivando y evadiendo, pero no quiero lanzarte
un rennervate a cada minuto—
Hermione se encogió ligeramente.
—Sólo no golpees mis manos —lo interrumpió— no podré trabajar, si golpeas
mis manos de nuevo—.
Los ojos de él se entrecerraron con molestia.
—Vete a la mierda, Granger, no tengo la intención de maldecirte—respondió.
126
Agitó la varita fuertemente hacia ella y sintió, algo líquido. Miró hacia abajo
y se encontró con un gran gota de agua salpicándole el dorso de la mano.
—Me doy cuenta de que me consideras un completo monstruo, pero en
general tengo la costumbre de cumplir mi palabra. Supongo que el agua no te
ofenderá—.
Hermione aún estaba observando su mano con sorpresa. Finalmente levantó
la vista y se sonrojó.
—Lo siento —murmuró.
—Bueno —su expresión era rígida— Así que, estoy mayormente interesado en
ver cómo te mueves. Sin embargo, sí intenta golpearme con un maleficio, si
es que puedes—.
Entró en una postura de duelo muy poco comprometida, y esperó a que ella
hiciera lo mismo. Entró en la postura, y luego inclinó levemente la cabeza a
modo de reverencia antes de enviarle un maleficio de piernas gelatinosas.
Él lo bloqueó con un ligero movimiento de la mano derecha, y le lanzó una
docena de gotas de agua en su dirección, ella las bloqueó fácilmente con un
escudo no verbal, entonces le envió una serie de aturdidores y él los bloqueó
sin moverse.
—¿Por qué te preocupa tanto cómo me muevo cuando tú nunca lo haces? —
preguntó mientras enviaba varios bloqueadores de piernas y maleficios de
piernas gelatinosas hacia sus pies.
—No me estoy batiendo en duelo—dijo, lanzándole una ligera sonrisa mientras
bloqueaba sus hechizos y golpeaba sus pies con varias gotas de agua.
—Tu escudo no es completo. Deja de mantenerlo y esquiva, o asegúrate de que
sea de cuerpo completo—.
Ella se sonrojó y esquivó físicamente las siguientes veinte gotas de agua
mientras disparaba varios maleficios leves en su dirección.
—Ni siquiera estás tratando de golpearme —dijo, frunciendo el ceño— Sí te das
cuenta de que básicamente hago me gano la vida batiéndome en duelo. Lucho
contra hombres lobo, contra tu Orden, contra Mortífagos... Sobre todo
últimamente, todos en las filas del Señor Tenebroso piensan que mi lesión es
una invitación abierta para intentar robarme el puesto—.
Hermione casi se tropezó y lo observó horrorizada.
—¿Qué? —dijo con grito ahogado a causa del horror. Si fuera Harry o Ron le
habría golpeado en la cabeza.
Le disparó una gota de agua directamente en medio de los ojos.
127
—¡Concéntrate! —ladró, antes de poner su mano en la frente con aparente
desesperación, pero sin dejar de bloquear los maleficios de piernas gelatinosas
que ella lanzó.
—No tienes remedio. Merlín. Por eso tu bando está perdiendo—.
—Soy una sanadora —explotó defensivamente— Si querías que me esforzara
más por maldecirte, deberías de haber hablado de cómo disfrutas matar gatitos
kneazles—.
—Todas las noches antes de irme a dormir —exclamó inexpresivo mientras
llenaba el aire con gotas de agua. El suelo estaba llenándose de charcos.
—¿ De verdad estás diciendo que te has estado batiendo en duelo? —Hermione
demandó.
Dejó de intentar maldecirlo y se limitó a observarlo indignada mientras
apartaba con un golpe toda el agua que él estaba enviando hacia ella. Draco
puso los ojos en blanco.
—Como recordarás, soy un Mortífago. No entiendo cómo eso te sorprende—.
—¡Estás herido! Suponía que había algunos principios básicos de decencia
humana incluso entre los Mortífagos —estaba furiosa.
—Bueno, pues te equivocas. A pesar de sus orígenes muggles, el Señor
Tenebroso es un firme creyente en promover la supervivencia del más apto.
De ahí su aspiración de subyugar a todos los muggles. Si mi, castigo, me hace
vulnerable al derrocamiento, entonces evidentemente me lo merezco—.
—Entonces ¿qué? ¿ Pueden atacarte cuando se les antoje? —preguntó enojada,
mientras seguía protegiéndose de la tormenta que le estaba dirigiendo.
Todo el suelo estaba cubierto de agua.
—Por supuesto que no —afirmó, curvando los labios con condescendencia— las
luchas internas constantes debilitan la cohesión militar. Hay un tiempo
designado cada semana ante el Señor Oscuro, momento en que los desafíos
son permitidos. Y generalmente hay restricciones para matar, o hacer
cualquier cosa que dañe permanentemente nuestra, utilidad—.
—Eso es vil—.
—El hombre civilizado es un salvaje con más experiencia y más sabio —dijo
Draco.
Hermione lo miró en confusión.
—¿Cómo es que conoces a Darwin y a Thoreau? —
—Oh, ya sabes. Conócete a ti mismo. Conoce a tu enemigo. Y ganarás cien
batallas sin perder —dijo con una ligera sonrisa— Nosotros los Mortífagos
128
salvajes sí sabemos cómo leer. A el Señor Tenebroso no le importa lo que haga
mientras siga proporcionándole victorias —suspiró bruscamente y dejó de
lanzarle agua.
—Realmente ni siquiera vas a intentar maldecirme, ¿o sí? —preguntó irritado,
mientras desterraba la alberca de agua en la que ambos estaban de pie.
Hermione se sonrojó ligeramente.
—He pasado demasiado tiempo tratando de curarte. No quiero hacerte caer—
admitió con disgusto.
—Maldita idiota —dijo mirándola— ¿esperas que los Mortífagos te otorgen la
misma cortesía? Si estás lesionada en el suelo, maldecirte adicionalmente sería
gracioso—.
— Creo que de manera general se entiende que sería una Mortífaga bastante
inútil —replicó.
—Obviamente. Pero esperaría que fueras lo suficientemente pragmática para
combatir competentemente—.
—Puedo ser pragmática. Cuando llega el momento de la verdad, no me
acobardo. Pero, no puedo intentar herirte ahora mismo—.
Se mordió el labio y alejó la mirada de él.
—Tú… —empezó— ya has salvado a cientos de personas. Existe la posibilidad
de que nadie lo sepa nunca. Y fuiste castigado por ello. Así que, no voy a tratar
de hacerte daño. No cuando ya estás herido—se quedó de pie, incómoda.
Él suspiró y la observó detenidamente. Tenía una fría expresión maquiavélica
mientras la examinaba. Después, un largo silencio.
—¿Sabías que, —Draco dijo en un tono aireado al cabo de un minuto— yo
estaba ahí cuando la familia Creevey fue arrastrada fuera de su escondite? —
Hermione no podría haber estado más aturdida, si él sencillamente se le
hubiera acercado y le hubiera dado una bofetada de revés. Lo miró con
severidad mientras él continuaba.
—Dos magos nacidos muggles de la misma familia. Toda una anomalía. Se les
consideraba de alta prioridad. El Señor Tenebroso quería que sus muertes
fueran espectaculares—.
—Tú… —Hermione se atragantó. Las palabras murieron en su garganta,
tragadas por su creciente horror.
—Deberías de haber escuchado cómo gritaron los Muggles. La querida tía Bella
le tenía bastante cariño al cruciatus. ¿Recuerdas cómo hizo que los Longbottom
se volvieran locos? Ella consideraba a los Creevey como su última gran
129
ejecución. Los niños trataron de huir. Muy buenos corredores. Lo
suficientemente inteligentes para saber que no podían salvar a sus padres—.
Hermione sintió como si hubiera sido golpeada. Repetidamente. Trató de
respirar, pero sus pulmones no funcionaban. Sentía que algo le apretaba la
garganta.
Draco continuó con voz despiadada:
—Por supuesto, tu Orden llegó eventualmente, pero fue demasiado tarde. El
padre se mordió la lengua y se ahogó con la sangre. Bella cortó el vientre de
la madre, por si acaso la mujer aún estaba lo bastante cuerda como para
entender por qué la castigaban. Mientras estaban esparciendo sus órganos por
la sala, me enviaron a perseguir a los niños. Fue fácil, ya que estaban
lloriqueando y tratando de permanecer juntos.
Ponerlos en el campo a kilómetros de otra granja fue todo un descuido para
dos magos que no podían aparecer. Entonces el más pequeño pisó una
madriguera de tejón y se rompió una pierna. Comenzó a arrastrarse por el
pasto. Un objetivo fácil para la Maldición Asesina. A la segunda persona la
maldije por la espalda—.
La muñeca de Hermione se movió hacia adelante sin pensarlo a medida que
le lanzaba un hechizo cortante. Rozó la mejilla de Malfoy, no se inmutó
mientras la sangre brotaba del fino corte y le corría por la cara. Dio un paso
hacia ella.
—Sabes... —dijo suavemente— la Maldición Asesina. Te arrebata algo. No es
algo que cualquiera pueda lanzar como si nada. No repetidamente. Colin
pudo haber seguido huyendo. Si lo hubiera hecho, probablemente seguiría
vivo al día de hoy. Pero se detuvo. Por su hermano muerto se detuvo, volvió
corriendo, trató de arrastrar el cuerpo junto con él—.
—¿Tú…?—Hermione balbuceó, sintiéndose a punto de morir por el horror que
brotaba en su interior— ¿Eres…?—
Malfoy arqueó una ceja y le sonrió fríamente.
—¿Quieres saber si soy el responsable de esa pesadilla en tu cabeza? —
Hermione sintió que si volvía abrir la boca, podría vomitar. Su varita temblaba
en sus dedos, y se sintía dividida entre el deseo de gritar y sollozar. Nunca se
había sentido capaz de hacerle crucio a alguien, pero mientras Malfoy se
acercaba a ella, con sus fríos ojos grises brillando, estaba segura que lo haría
en serio.
—No —dijo suavemente y Hermione se sobresaltó ligeramente.
130
—Ese fue Dolohov. Él acababa de inventarla. Fue específicamente con la
esperanza de probarla ese día. Pero es difícil de lanzar. Inútil a larga distancia.
Tienes que estar a 30 centímetros de distancia del objetivo. Si tan sólo Colin
hubiera huido, no lo hubieran golpeado con ella—.
Hermione se tapó la boca con las manos y se dejó caer al suelo con un sollozo
ahogado. Malfoy se arrodilló, la obligó a levantar su barbilla y la miró
fríamente a los ojos.
—Así es como luce el sentimiento Gryffindor. Todas esos nobles ideales de no
dejar a nadie atrás, ni siquiera a los muertos; de no usar las Artes Oscuras; de
no golpear a alguien porque ya está en el suelo; de intentar atribuir heroísmo
a la gente, cuando sientas necesidad de creer en algo de eso, recuerda cómo y
por qué murió Colin frente a ti. No tienes idea de cuántos miembros de tu
Resistencia he matado porque creían la mentira de que la bondad es una
ventaja en la guerra—.
Él soltó su cara y se levantó.
—Si no aprendes a pelear ahora, morirás. El hecho de que aún no te hayan
asesinado mientras buscas ingredientes se debe a la pura benevolencia del
Destino. Estoy seguro de que eres demasiado pragmática para seguir
confiando en tal cosa. Si tienes algo de sentido común, espero de ti una
verdadera determinación la semana que viene—.
Dejó caer un rollo de pergamino a su lado y desapareció.

Hermione se quedó temblando en el húmedo suelo de la choza por un largo


rato. Nadie hablaba sobre Colin. Por consideración tanto a Hermione como
a Harry, el tema era arduamente evitado. Cualquier cosa que lo mencionara,
aunque fuera vagamente, se trataba con suma delicadeza.
Después de lo ocurrido, Hermione había escondido el recuerdo en el fondo
de su mente y lo había cubierto como a una herida. Malfoy lo había
encontrado mientras le enseñaba oclumancia. Que lo sacara a relucir y
utilizara el trauma para reprenderla fue un golpe tan contundente que sintió
como si entrara en shock físico.
Había muy pocas cosas que aún se sentían sagradas para Hermione. No su
cuerpo. Ni su alma. Pero la muerte de Colin, siempre había sido una agonía
tan privada. La había alejado de sus amigos. La había llevado a través de
Europa y de regreso. La había llevado hasta la choza donde estaba ahora
sentada. Hasta llegar a Malfoy, que lo había usado para menospreciar los
131
últimos pedazos de sí misma que aún le quedaban. Presionó las palmas de sus
manos contra los ojos hasta que le dolieron. Esforzándose por recomponerse.
Cuando finalmente logró levantarse del suelo, ya iba tarde a su turno en el
hospital, se dirigió a Grimmauld Place.
Sentía como si estuviera flotando a lo largo del día. Extrañamente distante.
Como si hubiera un cristal entre su mente y el resto del mundo. Hermione
pasó mécanicamente por el proceso de curar y luego por una larga noche de
elaboración de pociones.
La Orden necesitaba grandes cantidades de la posión Draught of Living Death.
Era su método para lidiar con los prisioneros. No querían matarlos y tampoco
tenían ni las prisiones ni las personas suficientes para disponer de algunos
como guardias. Así que los mortífagos que atrapaban eran resguardados en un
lugar imposible de localizar en animación suspendida. Bill Weasley y su esposa
Fleur estaban a cargo de ellos, usando sus habilidades como antiguos
Rompemaldiciones para tejer elaborados encantamientos y barreras
protectoras con el fin de dar cabida al considerable número de prisioneros
que la Orden había acumulado a lo largo de los años.
Mientras estaba sentada esperando dos minutos y medio a que la poción se
asentara, miró a su reloj. Eran casi las ocho en punto. Suspiró y hundió su
rostro en las manos. No quería volver a ver a Malfoy. Si lo hacía,
probablemente le daría un puñetazo en su cruel rostro. Probablemente no
esperaba que ella apareciera de todas formas. Su varita sonó para indicar que
el tiempo había terminado, y echó el último pedazo de raíz de Valeriana. La
poción se volvió rosa pálido. La protegió y la guardó con sumo cuidado.
Levantó el frasco de ungüento y le dio vueltas entre las manos. Ya casi no le
quedaba Esencia de Dittany. Había usado la mayoría para tratar las runas de
Malfoy. Intentó no calcular cuántas otras lesiones más pudo haber curado con
ella si no lo la estuviera usando en Draco; trataba de no cuantificar su valor
en comparación con las vidas de los demás. A cuántos había salvado, cuántos
había asesinado, cuántas vidas valía o no su información.
Había matado a Dumbledore. El número de muertes por las que era
responsable, sólo por que ese simple acto era suficiente para condenarlo.
Nunca volvería a equilibrar la balanza, sin importar a cuántas personas salvara.
A menos que los ayudara a ganar. Si ganaran, podría sería suficiente. Sonrió
amargamente hacia sí misma. Draco Malfoy era exactamente la misma persona

132
que había sido la noche anterior. La única diferencia era que su conocimiento
de él había crecido ligeramente. No podía comprenderlo.
¿Por qué ponerse tan furioso y monstruoso porque no quería lastimarlo
cuando ya estaba gravemente herido? Estaba tan irrazonablemente enojado y
amargado. Sentía como si hubiera añicos la frágil paz que había entre ellos.
Pero provocarla con la muerte de Colin era bajo, incluso para los estándares
que tenía de él. Tal vez realmente le preocupaba que ella fuera a morir. Se
burló para sus adentros. Si así era, probablemente era sólo porque él no quería
arriesgarse a tener como su contacto a alguien que no fuera un oclumante.
Antes de que pudiera pensar más, deslizó el ungüento en su bolsillo y se dirigió
hacia la choza.
Llegó cuatro minutos antes. Estar ahí de nuevo se sentía agotador. Se sentó
en una silla y sacó una foto del bolsillo. Era de ella, Ron y Harry en el Gran
Salón, todos a medio bocado, mirando hacia arriba, ligeramente molestos por
ser fotografiados. Colin la había tomado. Siempre la miraba cuando se sentía
deprimida. La puso de vuelta en su bolsillo, luego se recargó sobre la mesa y
hundió la cabeza entre los brazos. Quizás se dosificaría con la poción Dreamless
Sleep cuando volviera. Podía sentir las pesadillas en el fondo de su mente.
Esperando una oportunidad para abrirse camino hasta la superficie de su
conciencia.
Ya había tomado la poción ocho veces ese mes. Aún seguía teniendo pesadillas
de todas las víctimas de la división de desarrollo de maldiciones que fueron
llevadas a ella. Lo había intentado. Se había esforzado tanto por salvarlos. No
había podido hacer nada. Casi todos y cada uno de ellos había muerto.
Aquellos que no, les aplicó la eutanasia, para evitarles la interminable agonía
en la que habían sido atrapados mágicamente.
Si tomaba Dreamless Sleep, estaría rompiendo las reglas que había impuesto a
todos los demás. Salvo lesión, nadie tenía permitido beber más de ocho frascos
en un mes. No es que alguien lo fuera a saber. Hermione era la encargada de
regular las pociones. La Resistencia estaba demasiado sobrecargada para
permitirse la redundancia de tener un supervisor a cargo de ella. Incluso si lo
intentaran, a menos que la persona también tuviera una Maestría en Pociones,
había pocas posibilidades de que pudieran impedir que Hermione hiciera
astutamente lo que le viniera en gana. Pero abusar de las reglas era un terreno
resbaladizo. Nueve veces al mes. Sería tan fácil racionalizar diez después de
eso. Después once. Hasta que dejara de funcionar. Hasta que quisiera algo
133
más fuerte. Severus le había advertido. La innumerable cantidad de formas
en la que un Maestro de Pociones podía abusar de sus habilidades eran
infinitas.
Quizás cuando llegara a casa se drogaría con Neville, o ver si Charlie
compartiría su suministro de firewhiskey. Pero en realidad no quería drogarse.
Y no tenía permitido estarlo, incluso si quisiera. Siempre estaba de guardia en
caso de una emergencia. Podría emborracharse. Siempre tenía una poción de
sobriedad cuidadosamente guardada en su almacén. Pero apenas se llevaba
bien con Charlie cuando estaba sobria.
Hermione se sentía desesperada por tener a alguien con quien hablar. Casi
todas las interacción con Malfoy eran como un puñetazo emocional en las
entrañas, y tenía que alejarse de ellas y fingir que nunca habían pasado. Vivía
en una casa atiborrada de gente y se sentía completamente aislada.
Hubo un ligero crujido de aparición. Levantó tristemente la vista para
encontrar que Malfoy había llegado, luciendo frío e indolente como siempre.
Quería llorar y salir corriendo. O maldecirlo horriblemente y simplemente
dejarlo ahí. Se tragó el sentimiento y se levantó. Él desabotonó su camisa y se
sentó a horcajadas en una silla. Ella no dijo ni una sola palabra mientras
quitaba la tela de sus hombros y comenzaba a trabajar.
—Voy a usar el hechizo limpiador ahora—dijo con voz mecánica. Contó hasta
tres y lo lanzó.
Luego volvió a aplicar rápidamente el ungüento. El dittany había progresado
en neutralizar el veneno . Los cortes parecían casi listos para comenzar a sanar.
Probablemente sería capaz de empezar a cerrarlos durante la siguiente semana.
El proceso tardaría varias horas para poder hacerlo correctamente y asegurarse
que el tejido de las cicatrices no estuviera tenso o no se jalara cuando él
moviera sus hombros. No quería hablar con él pero se obligó a abrir la boca.
—Si tienes tiempo en los siguientes cuatro a siete días, puedo cerrar las
incisiones. Probablemente tomará tres horas. Después de las ocho de la noche
y antes de las cinco de la mañana son los mejores tiempos para mí. Tengo
turnos en el hospital y otras obligaciones durante el día—.
Él no dijo nada. Ella volvió a lanzar los hechizos protectores y dejó caer la
camisa sobre sus hombros. Después ella se dio la vuelta y salió de la choza sin
decir una sola palabra.

134
La noche del verano era fresca. Tembló ligeramente mientras caminaba por el
sendero. Lo había decidido. Iba a emborracharse de verdad. Se detuvo fuera
de un bar y vaciló. Era una borracha parlanchina. No podía ir a un bar muggle
y ponerse a llorar por todos los que habían muerto. Incluso si lograba hacerse
pasar por doctora de una sala de emergencias, era una malísima mentirosa
conversacional.
Continuó hasta que encontró un mercado y se compró una botella de vino.
A sus padres siempre les había gustado tomar vino de Oporto por las tardes
cuando estaban de vacaciones. La cargó hasta el arroyo donde se alzaba su
torre de plegarias, y después se quedó mirando sorprendida. Había juncos
creciendo a lo largo de la orilla que no recordaba que hubieran estado allí
antes, y el área se sentía un poco más cálida. Mágica. Lazó varios hechizos
repelentes de muggles más y un encantamiento de privacidad sobre la zona,
luego abrió la botella y comenzó a beber.
Recordaba que alguien le había dicho que una persona podía emborracharse
más rápido usando un popote. No sabía si era verdad, pero conjuró uno largo
y empezó a beber a sorbos. Calculó que tenía varias horas antes de que alguien
pensara en buscarla. Tiempo más que suficiente para emborracharse, llorar
bajo un puente, y recuperar un poco la sobriedad antes de regresar.
No había cenado; el alcohol la golpeó rápidamente. Estaba acurrucada en una
bola entre los juncos y sollozaba desenfrenadamente. Odiaba a Malfoy. Cómo
se atrevía exigirla, aislarla, y hablar de la familia Creevey. Esperaba ser ella
quien lo matara. Se puso de pie y agarró la última piedra de su torre, y la arrajó
de vuelta al arroyo. Lo hizo sin cuidado. La torre entera se tambaleó
ligeramente y después cayó al agua. Jadeó horrorizada e intentó reconstruirla.
El apilamiento de rocas requería manos más delicadas y firmes de las que
poseía actualmente. Después de varios intentos se rindió, se sentó en medio
del arroyo y comenzó a llorar y a temblar. No se había sentido tan patética en
mucho tiempo y ni siquiera le importaba.
Debería haber comprado dos botellas de vino.

—¿Qué mierda estás haciendo, Granger? —.

´
135
Flashback 11
Julio 2002

Hermione levantó la vista bruscamente y encontró a Malfoy mirándola desde


la carretera. Estaba demasiado cansada y enojada para siquiera sentirse
avergonzada por ser encontrada borracha y llorando en un arroyo.
—Lárgate, Malfoy —dijo, golpeando el agua con la mano para que salpicara en
su dirección.
—¿Estás borracha? —preguntó.
—No, idiota, estoy sentada en un arroyo completamente sobria —dijo
poniendo los ojos en blanco— Vete. No quiero hablar contigo. No quiero ver
tu asquerosa cara. Si pudiera borrar tu existencia de mi mente sin arriesgar a
la Orden, lo haría en un santiamén —comenzó a llorar de nuevo.
—Maldita sea —dijo mirándola fijamente con la misma expresión de irritación
que había tenido cuando le contó sobre la manticora no deseada que se
encontraba en su poder.
—Granger, no puedes sentarte a llorar en un arroyo —finalmente dijo.
—De hecho sí puedo —repicló— Aparte de ti, no hay nadie más a quien tenga
que ver. Ya he protegido al área. Ninguno de los muggles se acercará ni podrá
verme. He planeado mi colapso emocional cuidadosamente y lo estás
arruinando. Así que… lárgate—.
Su cabeza se sentía demasiado pesada, y la dejó caer en sus rodillas.
Comenzaba a sentir bastante frío en el arroyo, pero estaba decidida a no
moverse hasta que Malfoy se fuera. Se oyó un ruido sordo y, de repente, un
fuerte agarre se cerró alrededor de su brazo, y se vio siendo arrastrada fuera
del agua.
—¡Suéltame! —
Golpeó a Malfoy en el brazo y lo pateó en las espinillas mientras trataba de
liberarse.

136
—Déjame en paz. Tú y Voldemort han arruinado mi vida. ¿Acaso no se me
permite sentirme triste de vez en cuando por eso? —
—¡Granger, idiota! —
Malfoy la arrastró hasta sus brazos y apareció. Reaparecieron en la choza. Miró a
través de la habitación aturdida, aferrándose a él para mantener el equilibrio.
—¿Por qué estamos aquí? —demandó, con la voz temblorosa mientras se alejaba
e intentaba incorporarse.
—Odio este lugar. Una de las familias de magos más ricas de toda Europa, y
me haces venir a verte en esta miserable casa. Como si no estuviera ya lo
suficientemente consciente del desprecio que sientes por todos los Sangre
Sucia. Dios, ¿por qué no sólo compraste un prostíbulo o una mina de sal y me
hiciste visitarte ahí? —
—Te dije que había un tabú y usaste el nombre del Señor Tenebroso —Malfoy
gruñó— Por eso es que no puedes ir a emborracharte a un maldito arroyo, sin
importar cuantos hechizos repelentes de muggles lances—.
Hermione parpadeó y lo miró intensamente.
—Te odio —dijo por fin.
—El sentimiento es decididamente mutuo —dijo, mirándola con una expresión
de desdén.
Ella se dejó caer al suelo.
—Te odio demasiado —anunció— Ya estaba completamente sola, y después tú
me demandaste y lo empeoraste aún más. Por lo menos antes, cuando a
alguien se preocupaba lo suficiente como para preguntarme si estaba bien,
podía decir la verdad. Pero ahora, ni siquiera puedo hacer eso. Y ahora,
incluso si ganamos no tendré nada por lo que esperar. Todos los demás serán
libres y yo seguiré siendo propiedad tuya. Voy a estar sola para siempre—.
Enterró la cara entre las manos y volvió a llorar.
—Harry y Ron nunca me van a perdonar —dijo y su cuerpo entero tembló con
la fuerza de sus sollozos— Incluso si esto gana la guerra, nunca me
perdonarán—.
Su llanto disminuyó ligeramente después de varios minutos.
—Realmente no tengo claro por qué esperas que me importe —Malfoy la miró
con expresión indiferente.
Ella lo fulminó con la mirada.

137
—Me trajiste aquí sabiendo que estaba borracha. Si no querías escuchar sobre
ello, pudiste haberme dejado sola de la manera que repetidamente te pedí que
lo hicieras. No veo por qué no sólo te fuiste a la mierda—.
Él arqueó una ceja.
—Maldecirme e insultarme, todo en un día. Parece ser que finalmente logré
irritarte. Me preguntaba qué haría falta para que abandonaras tus dulces
caricias y me dijeras lo que sentías de verdad— su expresión era burlona.
—¡Cállate! —gruñó antes de dejar caer la cabeza sobre las rodillas y abrazarse a
sí misma.
—Pero, en realidad, apenas estamos arañando la superficie, ¿no es así? Tal vez
debería enumerar a todos los que he matado —dijo, caminando lentamente a
su alrededor con una sonrisa maliciosa.
—Al principio fueron varios muggles, a manera de práctica antes de regresar al
colegio. La Tía Bella dijo que era necesario acostumbrarse a matar antes de
hacerlo con alguien que conociera de verdad. Después Dumbledore. Y más
muggles. ¿Sabías que incluso me asignaron para encontrar a tus padres? Debiste
de haberlos escondido tú misma porque no hubo ni un sólo rastro que se
pudiera encontrar. Ningún detalle descuidado o despedidas secretas como
muchas de esas otras familias de nacidos Muggles. Aunque, esa ignorancia no
salvó a tus vecinos. Bella estaba destrozada por lo meticulosa que fuiste—.
Hermione lo miraba horrorizada.
—Luego los Creevey. Y después los Finch-Fletchley. Y mi tía Andrómeda y su
esposo Ted. Eso fue algo bastante personal para Bella, que un nacido de
Muggles se casara con un miembro de la familia Black era una gran mancha.
Lo que más lamentaba era no haber podido matar a Nymphadora, sobre todo
después de que se corriera la voz de que se había casado con un hombre lobo.
Luego de eso, bueno, los muertos tienden a sangrar juntos después de un
tiempo, pero creo que fueron más muggles...—
Hermione podía sentir la cálida confusión de su intoxicación desapareciendo
mientras Malfoy seguía hablando. Enlistando un nombre familiar tras otro.
Con sus ojos plateados brillando y una fría, endurecida expresión en el rostro
mientras continuaba hablando con su voz desdeñosa.
—Sabes, Malfoy —dijo en voz baja después de un minuto— pasas demasiado
tiempo asegurándote de que tenga un exceso de buenas razones para odiarte.
Es extraño—.
Él pausó, y ella volteó a mirarlo.
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—No es como funcionan los humanos —afirmó— nuestros cerebros están
programados para racionalizar las cosas, para que nuestra culpa no nos devore.
Ponemos excusas. Culpamos. Encontramos alguna explicación de nosotros
mismos que nos ayude a dormir. La gente no se considera a sí mismos como
villanos. Están matando para protegerse a sí mismos, o a sus familias, o a su
dinero, o su forma de vida. Incluso tu Maestro, no cree que él es un villano.
Sólo cree que es mejor que todos los demás. Cree que merece gobernar sobre
todo. Cuando mata y tortura Muggles, está bien porque no son realmente
personas. Cuando grabó runas en tu espalda durante horas, estaba bien, te lo
merecías porque le fallaste. En su mente él no es un villano, es un dios. Pero
tú… tú sí crees que eres un villano. Tú sí crees que mereces ser odiado —ladeó
la cabeza hacia un costado mientras lo estudiaba— Constantemente me
pregunto por qué es así—.
El rostro de Malfoy se había vuelto cada vez más frío y cerrado mientras ella
estaba hablando.
—Te ahorraré todo el esfuerzo —dijo, y su boca se curvó hacia arriba en una
esquina.
—Te odio. No necesito que hagas nada más para convencerme. Te odio. Más
que a nadie más aparte de tu Maestro. Te odio. Te considero en parte
responsable de todas las personas que han muerto hasta ahora en esta guerra
y de todas las personas que morirán. No necesitas convencerme que eres un
monstruo, ya lo sé. Sanarte cuando estás lesionado no es por mi bondadoso
corazón. Y no maldecirte cuando estás severamente herido no es
sentimentalismo. Es simplemente la última pizca de decencia que me queda.
Todo el resto de mi humanidad ya ha sido destrozada por ti. Así que, a pesar
de que me lo eches en cara, no dejaré que te la quedes. Ahora, vete a la
mierda—.
Dios mío, se sintió bien finalmente haber sacado eso de su pecho.
Probablemente se arrepentiría de haberlo dicho todo más tarde, pero en ese
momento sólo sintió alivio.
Malfoy sonrió ligeramente— Es bueno saberlo—.
Hermione se recostó en el suelo y se quedó mirando al techo. Después de
varios minutos de silencio, estaba claro que él no se iba a marcharse. Se dio
por vencida y dejo de intentar ahuyentarlo. La abrumaban las ganas de hablar.
Se sentó en el suelo.
—¿Cómo eres cuando estás borracho? —dijo, girando la cabeza para verlo.
139
Él estaba parado a su lado mirando hacia abajo, donde ella se encontraba
sentada a sus pies. Parecía sorprendido por la pregunta.
—Más callado. Y más enojado—.
Ella resopló— Por supuesto. El cielo te libre de ser algo interesante—.
—No te consideraba una borracha llorona —él arqueó una ceja y conjuró una
silla, en la que se sentó a horcajadas junto a ella.
Se le ocurrió que él probablemente no podía recargarse en nada. Se preguntó
cuánto podría haberle dolido sacarla del arroyo y después aparecer cuando
forcejeaba e intentaba de pelear con él.
—No siempre lo he sido —dijo con nostalgia— Habladora, siempre. Pero el
alcohol me vuelve emocional. Solía ser una borracha feliz. Era simplemente,
ridícula. Una vez fui a una fiesta donde el ponche estaba cargado de alcohol y
me emborraché demasiado. Harry tuvo que silenciarme mientras él y Ron me
arrastraban por los pasillos. Me reía incontrolablemente. Las carcajadas sólo,
rebotaban por las paredes. Filch casi nos atrapa—.
—¿Cuándo fue eso? —preguntó.
—En mi cumpleaños. Cumplí diecisiete. Fue-fue el día antes de que mataras a
Dumbledore —su mandíbula tembló ligeramente, y miró a sus dedos mientras
trazaba sobre un remolino en la madera del suelo.
—Se suponía que tenía que haber estado en el pasillo al día siguiente.
Haciendo deberes de prefecto, ayudando a los de primer año. Pero tenía
demasiada resaca. Dormí hasta tarde. En repetidas ocasiones me he
preguntado, si hubiera hecho alguna diferencia...—
—No lo habría hecho—.
—Siempre he llorado desde entonces. Siempre. No es que me emborrache
seguido. Tiendo a decir cosas que hacen enojar a la gente—.
—Siempre haces eso —dijo, dándole una mirada mordaz.
—Digo más cosas que hacen enojar a la gente —corrigió— De todas formas, hoy
era emborracharme o drogarme abusando de las pociones—.
—¿Y el arroyo? —
—No tengo a donde ir. No puedo ir a un bar. O emborracharme cerca de nadie
de la Orden. No es como que Moody sea un hombro donde pueda llorar—.
—¿Potter y Weasley? —
—Como no saben sobre ti, ¿cómo podría explicar algo? —
No iba a mencionar que ambos se habían ido sin ella en busca de horrocruxes.

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—No puedo creer que no pudiste simplemente dejarme sola. ¿Por qué estabas
ahí? —
—Tenía la sensación de que ibas a hacer algo estúpido. Llámalo un sexto
sentido—.
Ella puso los ojos en blanco.
—No veo por qué te importaría. Tu secreto moriría conmigo. Estoy segura de
que encontrarías una forma de conseguir lo que sea que quieras sin mí—.
—Estoy seguro de que cualquiera que Moody enviara para tratar de
reemplazarte sólo sería más irritante —dijo con una ligera mueca— Piensa en
ello como un favor adicional a tu Orden. Estoy manteniendo a su sanadora y
Maestra de Pociones con vida—.
Ella resopló. Estaba comenzando a sentirse increíblemente somnolienta. La
idea de dormir la hizo pensar en Colin. Las lágrimas llenaron sus ojos. Se
cubrió el rostro con las manos y sollozó.
—¿Ahora qué? —Malfoy dijo cuando sus sollozos se calmaron. Sonaba
aburrido, pero cuando lo miró, él apartó la mirada. La había estado
observando.
—Voy a soñar con Colin esta noche —dijo tristemente, dejando caer la cabeza
contra sus rodillas.
—Estabas delirando cuando dijiste que podrías matar a quien fuera. Ni
siquiera puedes soportar que mueran a mano de alguien más —dijo,
sacudiendo la cabeza con desprecio.
Hermione se puso rígida y miró fijamente a Malfoy.
—No creo que haya nada particularmente horrible en morir. Sé que es la
guerra. La gente muere. Lo que me importa es la forma. No tienes ni idea,
Malfoy, lo que es que alguien muera mientras estás haciendo todo lo posible por
salvarlo. Él murió lentamente, gritando todo el tiempo, y yo estaba tratando
de salvarlo. Eso es lo que me atormenta. Todas esas muertes en mi mente...
son de ese tipo. Por eso me persiguen. Estaban en mis manos, yo estaba
tratando de salvarlos, y fallé— se atragantó ligeramente y su voz se quebró al
pronunciar las últimas palabras.
Malfoy la miró y parecía considerado por primera vez.
—¿Por qué Colin te importa tanto? No eran cercanos. ¿Por qué esa muerte es
la única que aún sigue siendo tan significativa para ti? Has visto muertes desde
entonces—.
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Ella dudó. Nunca había hablado sobre eso con nadie. No en verdad. No
durante años.
—Su muerte fue el principio del fin de todo —dijo, bajando la vista y notando
un hilo enganchado en su camisa.
Tiró impulsivamente de él y observó cómo la tela tejida se tensaba y se
amontonaba hasta que el hilo se rompió de repente y apareció un agujero. Lo
reparó con un movimiento de su varita.
—Él fue la primera persona que murió enteramente bajo mi cuidado. Harry
vio cuando sucedió. Y después de eso, me di cuenta de que, lo que la Orden
estaba haciendo no era suficiente. Que la defensa no era suficiente. Y comencé
a decirlo. Pero Harry no estaba de acuerdo. Para él, morir es la peor cosa. Es
abandonar. Así que, matar de cualquier forma es malvado. Defensa propia.
Matar por piedad. Cualquier tipo. Ese, desacuerdo, nos envió en diferentes
direcciones en la guerra. Nada fue igual después de eso. Por eso terminé
siendo sanadora mientras todos los demás iban juntos al campo de batalla—.
—De alguna forma irónico—.
—Una persona usando las Artes Oscuras en el campo de batalla no es
suficiente para marcar la diferencia. Y si hubiera sido insubordinada y hubiera
intentado reclutar gente a favor de mi pensamiento, podría haber dividio a la
Orden—.
—Si estuvieras peleando de nuevo, ¿cómo matarías? —
—Rápido. Hay hechizos para detener corazones. Maldiciones que sofocan.
Maleficios que cortan la garganta. Haría cosas como esas. Probablemente
incluso usaría la maldición asesina si pudiera hacerlo, pero Harry
probablemente nunca lo perdonaría—.
—¿Cómo planea Potter derrotar al Señor Tenebroso? —
—Es… hay una profecía. Harry cree que la profecía es la respuesta —dijo
vagamente.
No estaba segura si el Poder del Amor era una verdadera estrategia de la
Orden, pero Malfoy realmente no necesitaba saber los detalles.
—Fantástico. Todos estamos poniendo nuestras vidas en manos del niño-que-
no-matará y una profecía. Estamos condenados—.
—Dumbledore venció a Grindelwald sin matarlo —Hermione dijo.
Malfoy no se veía impresionado.
—¿Dónde estudiaste curación? —le preguntó.
Ella volteó a verlo sorprendida.
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—Primero en Francia, pero la guerra cruzó el canal rápidamente y era más
seguro para mí trasladarme que arriesgarme a que me encontraran allí. Así
que me fui a Albania; su Departamento de Magia Antigua tenía los mejores
fundamentos para sanar Magia Oscura. Estuve ahí por un rato. Allí fue donde
aprendí el tratamiento que usé en tus runas. Tienes suerte, probablemente soy
una de los últimos sanadores que quedan que conocen el tratamiento desde
que el hospital fue destruido. Después Dinamarca, para análisis de hechizos y
deconstrucción. Luego de eso fui a Egipto; su hospital era el más especializado
en ruptura de maldiciones, pero la situación era, inestable, así que me
transferieron a Austria a las pocas semanas. Estuve en Austria hasta que la
Orden me trajo de regreso—.
—Mucha gente pensó que habías muerto o huido —Malfoy dijo, estudiándola
con los ojos entornados— Hasta que el Señor Oscuro quiso saber por qué la
Resistencia estaba sobreviviendo después de que su hospital fuera arrasado, y
Severus mencionó que la pequeña amiga Sangre Sucia de Potter había sido
convocada de su viaje en el extranjero, sanadora y maestra de pociones para
rematar. Causó un ligero revuelo entre los rangos superiores—.
Lo miró con dureza. Así que él sabía lo que era ella cuando hizo sus demandas.
Se preguntó si eso había influido en su decisión. La conversación se estancó.
Después de unos minutos más, Hermione se puso de pie.
—Estoy lo suficientemente sobria para aparecer ahora —anunció.
—No vas a ir a emborracharte a otro lugar, ¿o sí? —preguntó, mirándola con
sospechosamente. Ella negó con la cabeza.
—No. Has matado completamente mi borrachera. Y ya lloré lo suficiente—.
Parecía ligeramente aliviado.
—No vayas a despartirte—arrastró las palabras mientras salía por la puerta.

Hermione no lo hizo. Cuando regresó Grimmauld Place, fue hacia su armario


de pociones y se tomó una poción de sobriedad. El dolor de cabeza y las
náuseas rápidamente cayeron sobre ella con toda la sutileza de un mazo. Dejó
caer la cabeza sobre el escritorio y soltó un gruñido. Confiaba en que Draco
Malfoy ni siquiera le permitiría emborracharse en paz.
Maldito bastardo.
Había esperado que la sobriedad la llenara de horror, pero se sentía
sorprendentemente sin arrepentimientos por finalmente haber arremetido en

144
contra de él. Ciertamente, no pareció haberlo sorprendido o molestado. Él lo
había estado esperando.
Se sentía completamente perdida sobre cómo interpretar o procesar todo lo
que había ocurrido. Buscó a tientas en el armario un frasco de calmante para
el dolor de cabeza y lo bebió, tratando de concentrarse.
Draco se veía a sí mismo como un villano. Eso era una realización importante.
Posiblemente la más importante que había tenido hasta ahora respecto a él.
La inconsistencia que había en su corazón.
Se destrozó la cabeza repasando todo lo que le había dicho aquel día. Ahora
que había sacado toda su furia hacia él, su mente se sentía repentinamente
clara como el cristal.

“Entonces el más pequeño pisó una madriguera de tejón y se rompió una pierna.
Comenzó a arrastrarse por el pasto. Un objetivo fácil para la Maldición
Asesina. A la segunda persona la maldije por la espalda. Sabes... La Maldición
Asesina. Te arrebata algo. No es algo que cualquiera pueda lanzar como si
nada. No repetidamente. Colin pudo haber seguido huyendo. Si lo hubiera
hecho, probablemente seguiría vivo al día de hoy. Pero se detuvo. Por su
hermano muerto se detuvo, volvió corriendo, trató de arrastrar el cuerpo junto
con él.”

Hermione se quedó helada. Él pudo haber matado a Dennis Creevey de


innumerables formas más crueles y lentas que la maldición asesina. Con una
pierna rota, Dennis no podía escapar. Habría sido el señuelo perfecto para
hacer retroceder a Colin. Pero, en lugar de simplemente quedarse junto al
herido Dennis y atrapar a los dos chicos, Draco lo había matado,
humanamente. Posiblemente con la esperanza de que un hermano muerto
ahuyentara a Colin y salvara su vida.
Hermione se sintió a punto de caerse ante la doble revelación que la golpeó.
Malfoy había intentado salvar a Colin. Pero, lo que posiblemente era de mayor
importancia para Hermione, Malfoy no consideraba ese detalle como
redentor. Estaba seguro de que ella se volvería completamente irracional de
odio hacia él una vez que supiera que había estado involucrado de algún
modo. La admisión involuntaria de que había estado tratando de dejar escapar
a los chicos no era una forma de intentar excusarse. Sospechaba que él ni
siquiera lo había percibido como tal.
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Malfoy se consideraba a sí mismo como un villano por lo que había hecho.
Lo que implicaba que no había querido hacerlo. Lo que implicaba que su
deseo de ayudar a la Orden pudiera ser sincera y no meramente un medio
para llegar a algún otro fin. Hermione tamborileó los dedos sobre el escritorio
pensativamente, reevaluando una vez más todo lo que creía saber de Draco
Malfoy.

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Flashback 12
Agosto 2002

“Hallarle su torcedor a cada uno. Es el arte de mover voluntades; más consiste en


destreza que en resolución: un saber por dónde se le ha de entrar a cada uno. Hásele
de prevenir el genio primero, tocarle el verbo después, cargar con la afición, que
infaliblemente dará mate al alvedrío”

Hermione se quedó despierta la mitad de la noche reanalizando a Draco.


Desecho por completo su libreta y comenzó una nueva. Sentía como si
estuviera repleta de nuevas teorías sobre él. No estaba segura si alguna de ellas
estuviera basada en la realidad o meramente llegaban a ella por su deprivación
de sueño, pero tenía la sensación de haber dado con algo. Como si estuviera
abriendo una bóveda muggle y finalmente hubiera oído encajar el primer clic
para abrila. Una cálida sensación de euforia la hizo sonreír mientras preparaba
pociones ese día. Su corazón casi se sentía ligero. Esto podría funcionar.
Podría ganar. Podría someterlo. Sellar su lealtad.
No se había dado cuenta de hasta qué punto la creencia de que él era
simplemente un monstruo con un código moral la había convencido de que
nunca tendría éxito. Había tenido la certeza de que eventualmente cambiaría
de bando y la mataría junto con todos los demás; misma que estaba
profundamente arraigada. A pesar de su gran confianza en la oclumancia, la
convicción se había propagado a su forma de pensar y de tratarlo en su
totalidad.
A pesar del juego al que jugaban. Él la había besado y le había enseñado
oclumancia. Le había dicho que podía decir que no. Y ella lo sanó y siguió sus
instrucciones sobre el combate y el ejercicio. Por debajo del aprendizaje y las
sutilezas parciales, siempre sintió como si fueran dos víboras esperando a que
la otra finalmente atacara.
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Ahora ella lo estaba reconsiderando. Él no era un monstruo. No del todo.
Estaba intenado reparar algo. Había un cierto tipo de compensaciones que se
esforzaba por hacer. No por matar a Dumbledore ni a nadie más, pero por
algo. Él sabía que estaba condenado. En algún punto del camino había pasado
algo por lo que estaba dispuesto a sufrir, incluso morir por ello. Algo que
estaba tratando de arreglar. No era un espía por ambición. No estaba
enfrentando la Orden y a los Mortífagos unos en contra de otros con la
intención de llegar a la cima. Estaba tratando de corregir algo. No la guerra.
No los asesinatos. Pero había algo que se esforzaba por enmendar.
Su evaluación inicial había sido correcta. Draco Malfoy no era completamente
de hielo. Debajo de la muerte, la furia y la oscuridad había algo más en él. Ella
podría usarlo. Hermione dudaba que él le dijera qué era lo impulsaba.
Claramente estaba determinado a no revelarlo. Jugando un juego de engaños
hasta que a ella le daba vueltas la cabeza. Pero ella podía ser paciente. Ahora
que había descifrado que espiar era una especie de penitencia por…algo. Si se
rehusaba a realmente odiarlo ahora; si continuaba siendo amable y
reconfortante e interesante y astuta con él. Podría encontrar la manera de
entrar. Podría ganar.

Mientras la tarde pasaba y se preparaba para ir a sanarle la espalda, se tomó


un momento para detenerse y serenarse. Tendría que empezar de nuevo.
Había algo entre ellos que… que le costaba permitirse pensar demasiado. Una
tensión entre ellos que probablemente había destrozado con su arrebato.
Tendría que comenzar a cultivarla de nuevo cuidadosamente. Tendría que ser
sútil. Sútil como el veneno. Hermione cerró los ojos y se desplazó entre sus
recuerdos; separando sus sentimientos más intensos y dejándolos a un lado.
Reprimiendo su euforia, su burbujeante sensación de confianza interior;
sofocándolos hasta que estuvo lúcida. Concentrada.
Apareció en la choza un minuto antes de las ocho. Cuando Malfoy apareció, lo
miró por un momento antes de bajar la mirada, mordiendo su labio y jugando
torpemente con sus cutículas.
—Lo siento... —murmuró —Tenías razón. Fui descuidada anoche. No volverá a
pasar—.
Miró a través de sus pestañas para ver si Malfoy estaba siquiera remotamente
convencido por la disculpa.

149
—Bien —dijo, mirando al otro lado de la habitación— No soy tu cuidador. No
estoy interesado en tener que monitorearte para poder mantenerte con vida—
—No volverá a pasar —reiteró.
La miró por un momento y después apartó la mirada, invocando una silla del
otro lado de la habitación y sentándose a horcajadas sobre ella mientras
empezaba a desabrocharse la camisa. Hermione la removió de sus hombros e
inspeccionó las runas. Apoyó ligeramente los dedos en la parte superior de su
hombro mientras se inclinaba hacia delante para ver mejor. Malfoy no se
estremeció cuando lo tocó. Sin embargo se tensó, ligeramente.
—¿Tienes un momento en el que quieras que cierre las incisiones? —preguntó
en voz baja mientras usaba sus dedos y varita para desvanecer la pomada e
inspeccionaba los bordes en carne viva de los cortes.
Aún se veían insoportablemente dolorosos. No estaba segura de cómo Malfoy
siquiera podía seguir trabajando, mucho menos apareciendo y mucho menos
batiendose en duelo. Cada vez que veía las heridas la hacían temblar. Él no
dijo nada. Ella puso la mano en su columna.
—Voy a usar el hechizo limpiador ahora—.
Sintió a Malfoy tensarse bajo su mano y vio sus nudillos ponerse ligeramente
blancos. Contó hasta tres y lo lanzó, todo su cuerpo tembló ligeramente.
—Lo siento. Si hubiera otra forma de reparar esto más rápido o al menos
calmar el dolor, lo haría—.
—Estoy consciente —dijo con voz tensa.
Aplicó el ungüento tan suavemente como pudo.
—¿Te parece bien el lunes? —preguntó, recorriendo con las puntas de los dedos
a lo largo de sus hombros desnudos tratando que liberara la dolorosa tensión
que irradiaba a través de él.
—Puedo saltarme la cena si necesitas que venga más temprano—.
—Lunes —dijo después de una pausa— A las ocho está bien—.
—De acuerdo—.
Volvió a lanzar los hechizos protectores. Después estudió de nuevo las runas,
rozando los dedos cerca de ellas. Apenas podía sentir la magia en ellas. Se
había asimilado; se había convertido en parte de él. Apenas podía sentir Magia
Oscura a su alrededor. Ya no más. No desde hace semanas.
—¿Tú… sientes las runas? —preguntó— ¿Puedes sentir si te están afectando? —
Él parecía estar pensando.

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151
—Sí —dijo después de un momento, enderezándose— No contrarrestan mi
propio comportamiento, pero es como si se hubieran incorporado nuevos
elementos. Es más fácil ser despiadado. De alguna forma es más difícil
disuadirme de mis impulsos. No es que antes tuviera muchas cosas que me
distrajeran, pero ahora todo lo demás me parece aún menos relevante—.
Hermione leyó el juramento nuevamente.
—¿Sabías, cuando las estaba cortando, qué runas escogía? —preguntó.
—Yo las escogí —dijo, subiéndose la camisa y abotonándola de nuevo.
Hermione lo miró atónita.
—Era mi penitencia. Ya tenía que denigrarme. Si yo las elegía era capaz de
asegurarme que no iba a insertar nada problemático. Por eso es que hay tantas.
No quería dejar ningún espacio para promesas adicionales. Él tenía que estar
convencido de mi remordimiento —dijo mientras se levantaba.
Sus ojos le recordaron a Hermione una tormenta.
—Aunque —dijo y su labio se curvó levemente, la furia en sus ojos se hizó
obvia— él olvidó mencionar que tardarían mucho tiempo en sanar después del
procedimiento. En retrospectiva, debí de haber anticipado ese castigo
adicional—
—Cuando las cierre, me tardaré un poco para asegurarme que el tejido
cicraticial no restrinja tus movimientos. Tendrás que permanecer despierto
para decírmelo. Quizas, quieras traer algo para beber—.
Los ojos de Malfoy se entrecerraron y observó fijamente a Hermione durante
varios segundos.
—No voy a beber cerca de ti, Granger—
Ella se encogió de hombros.
—Es sólo una sugerencia. Traeré algo por si cambias de opinión. Pero imagino
que el alcohol que puedo comprar es más barato de lo que te agrada—.
Él resopló— Lo tendré en cuenta—.
Él se desvaneció sin decir una sola palabra más.

La noche siguiente estaba de un humor irritable, y Hermione se abstuvo de


hablarle mientras lo trataba. Sin embargo, notó que él había comenzado a
relajarse ligeramente cuando lo tocaba. Dudaba que él siquiera fuera
consciente de ello. Hermione, por su parte, se dio cuenta de que se había
comenzado a sentir más cómoda con él. Sin la mancha de Magia Oscura
colgando de él, su miedo instintivo se había desvanecido. Ya no dudaba tanto
152
al tocarlo, no experimentaba ningún cosquilleo de pavor en la columna
vertebral. Ya no se ponía tensa, preparándose para que él la atacara. Le
resultaba familiar.
El sábado, un hechizo calmante finalmente se adhirió a las incisiones cuando
lo lanzó y Draco se estremeció significativamente menos cuando lanzó el
hechizo limpiador.
—El veneno finalmente se ha ido— le dijo aliviada.
Invocó su bolso y lo revisó buscando una poción analgesica que había
desarrollado. Sacó algunos paños y, después de aplicar un hechizo de barrera
en su mano para que no se le entumeciera, vertió el analgésico hasta empapar
la tela.
—Esto se sentirá frío y picará por un momento, pero luego entumecerá las
incisiones. Voy a comenzar en la parte superior del hombro izquierdo—.
Apoyó los dedos justo por encima de la primera runa por un segundo antes
colocarle el trapo suavemente sobre el hombro y presionarlo contras las
incisiones. Él tembló. Programó un temporizador para el hombro izquierdo y
se volteó para atender el derecho.
—Ya no deberían de dolerte, pero siguen siendo heridas abiertas en tu espalda.
No hagas nada estúpido como meterte en una pelea con un hombre lobo sólo
porque ya no estás agonizando de dolor—.
—¿Cancelarás mi pelea con un hombre lobo del jueves? —preguntó con voz
sarcástica.
Hermione puso los ojos en blanco.
—Recomiendo que le des por lo menos tres días de descanso al tejido de las
cicatrices antes de ponerte a pelear con cualquier hombres lobo—.
Él soltó un leve risa. La conversación se estancó después de eso, pero la velada
terminó con un tono sorprendentemente cordial.

Hermione estaba de humor un tanto alegre cuando se apareció en Grimmauld


Place. Mientras aterrizaba en los escalones, su brazalete se puso al rojo vivo de
repente. Abrió la puerta de golpe y se encontró con un caos. Había sangre
esparcida por el suelo.
—¡Hermione!— Neville gritó— Es Ginny—.
Hermione subió las escaleras tan rápido como pudo, evitando la sangre
derramada en el suelo. Harry, Ron y todos los demás Weasley residentes

153
estaban ahí. Pomfrey y Padma se abalanzanban sobre la cama donde yacía
Ginny.
—¿Qué pasó? —demandó, dejando caer su bolso y apresurándose a acercarse.
Ginny estaba inconsciente y tenía un corte largo e irregular a lo largo de la
cara. Le brotaba sangre.
—La maldición de necrosis la golpeó en la mejilla —dijo Pomfrey entre
hechizos— La cortaron tan rápido como pudieron, pero nunca hemos tenido
a nadie que se recupere después de ser golpeados en la cabeza—.
—¡Padma! ¡Poción regeneradora de sangre! —Hermione gritó mientras lanzaba
sus propios hechizos. El daño cerebral no era una de las especialidades de
Hermione. Normalmente, cuando las maldiciones llegaban al cerebro, el daño
era irreparable. Lanzó los hechizos de análisis cerebral más complejos que
conocía y los estudió.
—No llegó a su cerebro —suspiró con alivio.
Después volvió a lanzar otro diagnóstico sobre la cabeza de Ginny. Los
irregulares y apresurados cortes dificultaban la lectura de otros detalles. No
podía ver ningún indicador evidente de la necrosis restante, pero Hermione
no confiaba en que el Destino fuera benévolo. Le arrebató la varita a Pomfrey
de la mano sin preguntar, murmuró un hechizo y comenzó a usar la punta de
varita de la segunda ahondando en las capas de diagnóstico, buscando
cualquier rastro restante de putrefacción escondido bajo todo el tejido dañado
que estaba leyendo aparte del proceso de eliminación. Había...
—Hay necrosis en sus huesos cigomáticos y frontales. Tengo que removerlos
ahora— dijo Hermione— ¡Todos sálganse! —
Hubo protestas que ignoró mientras lanzaba más hechizos para contener el
sangrado, tratando de ver exactamente dónde la maldición seguía devorando
a Ginny.
—Dale un gota de Draught of Living Death —le ordenó a Padma quien acababa
de vertir una poción regeneradora de sangre por la garganta de Ginny.
—Retrasará la recuperación, pero no podemos arriesgarnos a que se mueva—.
Hermione apretó los dientes y rezó mientras invocaba pociones del gabinete
y comenzaba a lanzar una serie de intrincados hechizos y protecciones sobre
la cabeza de Ginny. Muchos de los cuales nunca había usado antes o sólo una
vez. Tratar de extirpar cualquier sección del cráneo era horriblemente riesgoso
en cualquier situación, pero mucho peor cuando se trataba de lograr
rápidamente. Iba a exponer los senos nasales, Ginny perdería toda la cuenca
154
del ojo, y parte de su lóbulo frontal quedaría expuesto hasta que los huesos
crecieran de vuelta. Mirando fijamente a las manchas negras en el cráneo
expuesto de Ginny que crecían actualmente ante sus ojos, Hermione lanzó un
hechizo removedor de pelo y después esparció una poción espesa y morada
muy cuidadosamente alrededor de las orillas del corte y después a través de
más de la mitad de la cabeza y rostro de Ginny. Cuando estuvo cuidadosa y
uniformemente extendida, Hermione lanzó un hechizo de fijación. La poción
se endureció como un caparazón. Un exoesqueleto.
Hermione tomó un respiro para calmarse y desvaneció cada sección del cráneo
de Ginny. La poción de exoesqueleto sostenía externamente las áreas que ya
no tenían estructura ósea sosteniéndolas. Hermione volvió a lanzar el
diagnóstico y lo examinó repetida y minuciosamente. La necrosis habí
desaparecido. Los huesos habían sido removidos antes de que la maldición
llegara al cerebro de Ginny.
Hermione colapsó ligeramente y se sintió tentada a sollozar de alivio. Había
estado tan cerca. Demasiado cerca. Más cerca de lo que jamás le diría a nadie.
Estabilizó sus manos y administró Crecehuesos. Añadió varios hechizos de
monitorización y otros tantos más hechizos de protección alrededor del
cerebro expuesto de Ginny. Luego programó un temporizador.
Con la interferencia de la poción Draught of Living Death la regeneración de
huesos tomaría diez horas. No podría comenzar a reparar el corte hasta que
los huesos hubieran vuelto a crecer por completo ya que, de lo contrario, el
tejido reparado no tendría nada sobre qué formarse. Ginny llevaría una
cicatriz de aspecto cruel durante el resto de su vida, pero viviría. Quienquiera
que hubiera cortado la necrosis lo había hecho lo suficientemente rápido
como para salvarla.
Hermione tomó la mano de Ginny entre las suyas y la acarició gentilmente.
Estaba cubierta de sangre. Hermione lanzó encantamientos limpiadores a
través del cuerpo de Ginny y la vistió con una bata de hospital con unos pocos
movimientos de su varita. Después Hermione lanzó hechizos de diagnóstico
sobre el resto de Ginny para asegurarse de que no estaba lesionada en ningún
otro lado. Tenía un rasguño en la pantorrilla y moretones en un brazo.
Hermione los arregló en unos minutos. Hermione se puso de pie y recogió las
dos varitas que tenía a su lado.
—Lo siento— dijo, devolviéndole a Poppy su varita.

155
Tomar la varita de una persona sin su permiso era sumamente ofensivo. Poppy
escondió su varita con una expresión temblorosa.
—Ya había lanzado cuatro diagnósticos antes de que llegaras y ninguno de ellos
mostraba la necrosis restante en los huesos. Nunca había visto un diagnóstico
diseccionado de forma composicional. Me alegro de que no hayas perdido el
tiempo pidiendo permiso—.
—Leí sobre él en un libro de teoría de sanación. Los diagnósticos cerebrales
son difíciles. La magia percibe demasiada actividad. Son difíciles de leer
rápidamente incluso para los especialistas. Sólo fue suerte que haya
funcionado—.
Hermione suspiró y quiso sentarse. Ahora que la crisis había pasado, era capaz
de sentir a su corazón latiendo fuertemente y a sus manos temblando. Se
sentía mareada y a punto de caerse de espaldas.
—Debería ir a avisar a todo el mundo de que está bien—dijo temblorosamente.
Harry, Ron y casi todos los demás habitantes de Grimmauld Place estaban
esperando fuera de las puertas del ala del hospital.
—Está bien —dijo Hermione mientras abría la puerta —Se recuperará—.
Harry sollozó ligeramente y se desplomó contra la pared.
—Oh, gracias a Merlín —Charlie murmuró.
Ron se talló los ojos y Hermione vio sangre en sus manos y encima de toda su
ropa. Se acercó a él y le lanzó un hechizo sútil diagnóstico mientras lo hacía.
No estaba herido. Toda la sangre era de Ginny.
—¿Tú removiste la necrosis? — le preguntó a Ron.
Él asintió y sus pálidos ojos azules se inundaron brevemente con lágrimas. Su
cuerpo entero estaba temblando como si estuviera apunto de entrar en shock.
—Tú la salvaste, Ron —dijo, tirando de él para abrazarlo— Le diste tiempo
suficiente para traerla de regreso. Si no lo hubieras hecho, probablemente
hubiera sido demasiado tarde, o podría haber perdido un ojo. Tendrá una
cicatriz, pero va a estar bien—.
—Oh, Merlín —Ron colapsó ligeramente en los brazos de Hermione— Lucius
se presentó. Aparecimos pero cuando aterrizamos nos dimos cuenta de que
Ginny había sido golpeada. Cuando la ví…—
Se frotó los ojos con la mano y esparció sangre a tráves de su pálida piel. Sus
manos temblaban incontrolablemente.

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— Sólo podía pensar en cuando Papá regresó. Y después de George. Y ahora
Gin… y yo… ella me miró y sabía que tenía que intentarlo. Fue-fue peor que
nada…—
Ron sollozó y hundió su cabeza en el hombro de Hermione. Ella puso sus
brazos alrededor de él con fuerza.
—Sólo intentaba decirme a mí mismo que era para s-salvarla —murmuró contra
su hombro— Mamá… le prometí a mamá que la mantendría a salvo… le dije
que nunca dejaría que nada le pasara a Gin—.
—Sí la salvaste— Hermione le dijo al oído— Hiciste exactamente lo que
necesitabas hacer—.
—Voy a matar a los Malfoy —murmuró en su oído— Lucius y Malfoy, los voy a
matar a los dos. No me importa si tengo que esperar hasta después de la guerra
para hacerlo. Esa familia merece morir—.
Hermione no dejó que los círculos que frotaba en los hombros de Ron
flaquearan. Simplemente lo abrazó con más fuerza. El juramento de matar a
los Malfoy era un refrán cada vez más común entre los Weasley; la principal
excepción de su firme oposición a matar. Había comenzado después de la
muerte de Dumbledore, pero se volvió más frecuente después de que Bill
regresara de una misión arrastrando consigo a su atormentado padre. Lucius
Malfoy se había empeñado en identificarse inmediatamente después de
maldecir a Arthur con algún oscuro hechizo que le había dado la capacidad
mental de un niño pequeño.
Hermione había revisado cada manual de sanación y libro oscuro sobre
maldiciones que pudo conseguir pero nunca logró descubrir cuál era la
maldición ni ninguna que pudiera usar para revertir o disminuir los efectos.
De cierta forma, Hermione a veces culpablemente pensaba, era peor que si
Arthur hubiera muerto. Lo que probablemente era la intención de Lucius.
Arthur Weasley se había ido, excepto que no era así. La persona amistosa,
curiosa y cariñosa que había sido se mantuvo atrapada en el cuerpo de un
hombre de mediana edad y la mente de un niño. Necesitaba ser vigilado
constantemente. Sólo le importaban unas pocas personas, y era propenso a
tener explosiones de magia accidental y pequeñas convulsiones cuando se
alteraba.
Su efectiva pérdida supusó un impresionante doble revés para la Orden. Molly
tuvo que alejarse casi completamente para poder cuidar de su esposo a tiempo
completo. Se lo había llevado a vivir a una de las casas seguras del hospicio.
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Cuando George fue capaz de salir del ala del hospital de Grimmauld Place, se
unió a su madre para ayudar a cuidar de su padre.
—Eres un buen hermano —Hermione le murmuró a Ron.
Cuando sus temblores finalmente se calmaron, ella se apartó un poco para
hacer la pregunta que la inquietaba.
—Ron, ¿puedes decirme qué usaste para remover la necrosis? ¿Fue un hechizo
o un cuchillo? —
—Un cuchillo. Uno de los que estaban en la bóveda de Harry — él contestó.
—¿Puedo verlo? —preguntó con firmeza.
— Claro —dijo Ron, confundido de alguna manera. Miró a su alrededor
luciendo todavía un poco aturdido. —Creo que está abajo. Neville tiene
nuestras cosas—.
Hermione dio un paso hacia atrás y asomó la cabeza en la sala del hospital.
—Poppy, ¿puedes revisar si Harry o Ron tienen lesiones? ¿Y administrar
Draught of Peace? Doble para Ron. Necesito revisar algo—.
Hermione bajo las escaleras. Neville y Hannah Abbott estaban trapeando el
suelo con magia.
—Nev, ¿puedes enseñarme la mochila de Ron? —
Él asintió con la cabeza hacia la esquina.
—Es la que tiene sangre en ella. Aún no la he limpiado—.
Hermione se acercó y comenzó a revisarla con cuidado. El contenido había
sido arrojado descuidadamente. Había sangre secándose sobre todo. Metida
en un bolsillo exterior, vio el mango de un cuchillo. Lo sacó con sumo
cuidado. Estaba forjado por goblins, como lo había sospechado.
Lo llevó hasta la cocina y lo lavó para quitarle la sangre. Después sacó un
pedazo crudo de pollo del contenedor de hibernación y pasó toda la hoja del
cuchillo ligeramente a través de la carne. El borde mágicamente afilado cortó
sin esfuerzo. Luego Hermione dejó el cuchillo a un lado cuidadosamente y se
quedó mirando el pollo. Un minuto pasó. Después dos. Hermione se
preguntó si se habría equivocado. Entonces, una pequeña mancha de
oscuridad apareció en el pollo, Hermione observó cómo aumentaba de
tamaño lentamente durante los minutos siguientes. Hermione lanzó un
hechizo de inmovilización, pero no tuvo ningún efecto en la podredumbre
que se extendía paulatinamente por la carne. Lanzó un encantamiento de
barrera sobre la hoja del cuchillo, y varios hechizos protectores. Después lo
envolvió en varios trapos y puso un hechizo repelente sobre todo.
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Luego lo metió en un cajón, que cerró con llave y le puso una trampa con
varias maldiciones punzantes y una alarma. Se dio la vuelta y subió de regreso
a la sala del hospital.
Harry estaba sentado a lado de Ginny, sosteniéndole la mano. Tenía los ojos
desorbitados y desolados, y su rostro estaba pálido. Estaba mordiendo su labio
nerviosamente. Cuando Hermione le puso la mano ligeramente sobre el
hombro, se sobresaltó y volteó a verla bruscamente.
Él sonrió débilmente. Una sonrisa de hospital. Un rictus, la débil y pálida
expresión en el rostro que los generosos hacían con la intención de parecer
alentadores o incondicionales, pero que siempre se veía fracturada. Cuando
Ginny despertara tendría la misma expresión mientras les asegurara a todos
que estaba bien; que no le importaba la cicatriz; que de verdad estaba bien.
Hermione sonrió tristemente hacia Harry y conjuró una silla para unirse a él.
—Ella no debería haber ido —Harry dijo al cabo de un minuto.
—La Orden decidió cuál sería la mejor unidad, ella no estaba ahí por ustedes
dos —dijo Hermione— El resentimiento de Lucius no tiene nada que ver con
que Ginny y tu estén juntos—.
—Voy a tener que decirles que ya no nos pongan juntos— dijo Harry,
levantando la vista de la mano de Ginny para mirar a lo lejos.
Su expresión estaba aturdida y sus brillantes ojos esmeralda no parecían ver la
sala del hospital. Hermione reconoció la expresión. Él estaba de vuelta en la
misión, reviviéndola una y otra vez, para reprenderse a sí mismo por lo que
había salido mal.
—Todo fue mi culpa —dijo, su voz era pequeña, temblaba ligeramente—Debí
haber puesto las protecciones antes. La misión era tan fácil. Sin objetivo. Era
como un viaje con ella y Ron. Como si estuviéramos acampando por
diversión. Bajé la guardia—.
Hermione no dijo nada. Era una confesión. Estaba tan aturdido y afligido que
tenía cosas que necesitaba decir. Sólo necesitaba verbalizarlo. No podía
decírselo a Ron. Se sentía demasiado culpable para comentárselo a Ginny,
que estaba a su lado. Hermione había escuchado bastantes confesiones de
aquellos en vigilia en la sala del hospital, a veces se sentía como un cura.
—Después de que escapamos… cuando lo ví en su cara… me congelé —dijo tras
varios instantes de silencio— Cuando ví que había sido golpeada. Yo no… Ella
comenzó a llorar. Y Ron la aturdió. Y yo me quedé parado. Simplemente me
quede de pie ahí mientras le estaba cortando la cara. Apenas sí me recuperé
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lo suficiente como para aparecernos de vuelta. Ron tuvo que hacer casi todo.
Fue igual que con Colin. Sólo me quedé ahí parado—.
—Nadie pudo haber salvado a Colin —Hermione dijo en voz baja.
—¡Puede haber ayudado a salvar a Ginny! —Harry estalló, repentinamente
furioso— ¿Y si hubiera muerto? ¿Y yo sólo me hubiera quedado ahí parado? La
mujer que amo… la hermana de mi mejor amigo. Sólo me quedé ahí y observé
cómo su cara se pudría —soltó la mano de Ginny y se subió las gafas frotándose
los ojos.
—¿Y si hubiera muerto? ¿O se volvía como Arthur? ¿Porque fui descuidado y
no puse las protecciones? —La voz de Harry estaba temblando y sus manos
estaban cerradas en puños.
Hermione podía sentir la magia estremecerse alrededor de él mientras su
culpa y emociones seguían creciendo. Hermione conjuró una jarra de Calming
Draught y transfiguró un trozo de apósito de algodón en una taza que llenó.
La sostuvo y esperó un momento para dársela a Harry, si se la daba demasiado
pronto, sería lanzada contra la pared.
—Nadie responde siempre a la perfección —le dijo.
—No puede volver a pasar —Harry dijo rotundamente— No voy a arriesgarme—
Hermione no dijo nada, y después de un minuto Harry se desplomó contra
ella. Deslizó la taza de Calming Draught en su mano, luego apoyó la cabeza
encima de la de él.
—Se va a recuperar, te lo prometo. Ella está bien—.
Harry asintió, y Hermione se concedió un momento para estar con él. Su
mejor amigo. La mayoría de los días se sentían como si vivieran en mundos
separados. El niño que la salvó de un troll. Para quien había preparado poción
multijugos. Con quien viajó en el tiempo para poder salvar a su padrino. El
amigo al que le enseñó el hechizo accio. Con quien había creado el Ejército de
Dumbledore. Él había continuado como un héroe, pero de alguna manera el
camino de Hermione se había separado del suyo. Él acudía a ella como
sanadora, pero rara vez como amiga. Acarició con los dedos el caótico cabello
de Harry.
—Ginny está enamorada de ti, sabes. No la alejes. No le hagas eso. No te hagas
eso a ti mismo. Los dos ya están en peligro por esta guerra. No deberías
renunciar a la felicidad que tienes. No dejes que Tom te quite eso—.
Harry no dijo nada, pero se bebió la poción calmante mientras seguía
mirando a Ginny.
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—¿Puede oírme? —Él preguntó después de varios minutos, con voz triste y con
esperanzada.
—No, lo siento. La he inmovilizado hasta que sus huesos crezcan de nuevo y
pueda arreglar la herida. Sería peligroso para que se moviera con el cerebro
expuesto. Estará despierta mañana—.
Permanecieron sentados en silencio durante varios minutos, hasta que un
bulldog plateado irrumpió en la sala del hospital.
—Potter, Granger, informe de la misión en cinco minutos —gruñó la voz de
Moody antes de que el patronus se desvaneciera.
Harry suspiró y se puso de pie.
—Supongo que te veré allí— dijo, apretando la mano de Ginny por última vez.
Hermione lo observó salir y después volteó hacia Ginny. Lanzó algunos
diagnósticos para confirmar que todo estaba estable y volviendo a crecer de la
forma en la que se suponía. Luego bajo las escaleras y sacó el cuchillo del cajón
antes de ir al comedor, donde se realizaban las juntas de la Orden.
Remus y Tonks ya estaban ahí, y le sonrieron a Hermione cuando entró y
encontró su asiento. Bill entró unos minutos después. Fleur y él alternaban la
asistencia a las reuniones, para que uno de ellos siempre estuviera
monitoreando la prisión. Le siguió Charlie, aún luciendo tan pálido como
cuando Hermione había anunciado que Ginny estaría bien. Neville entró
después, seguido de Amelia Bones. Luego Ron y Harry. Kingsley Shacklebolt
y Alastor Moody entraron detrás de ellos.
Era menos de la cuarta parte de la Orden actual. Sólo un puñado de miembros
estaban informados sobre los horrocruxes. La Orden había aprendido a través
de dura experiencia, el peligro de dejar que muchos supieran demasiado
cuando su oponente era un legeremante consumado. Molly y Minerva rara vez
asistían a cualquier reunión, aunque técnicamente todavía estaban en un nivel
de inteligencia lo suficientemente alto como para recibir toda la información.
Severus sólo asistía a las reuniones de alto nivel programadas con más
antelación.
—Harry, Ron. Queremos un reporte completo sobre su cacería de los
horrocruxes —Kingsley dijo sin ningún preámbulo.
—No hay nada que reportar —dijo Harry firmemente— Fuimos hasta Albania
y no pudimos encontrar nada. No vimos a nadie o tuvimos ningún problema
hasta que Lucius se presentó—.

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—¿Cómo los encontró Lucius? —Moody preguntó, su ojo girando entre Harry
y Ron ligeramente.
—No lo sé —dijo Harry— apenas habíamos empezado a armar el campamento.
Las protecciones aún no estaban puestas, pero llevabamos ahí menos de
quince minutos—.
—¿Dónde estaban? —
—En algún lugar entre Francia o Bélgica, creo. En algún bosque. Estábamos
planeando en aparecer el resto del viaje mañana—.
Hubo varios segundos de silencio.
—¿Tienen algo más que reportar? —Kingsley preguntó.
Harry y Ron se miraron el uno al otro y negaron con la cabeza. Las expresiones
de todos se endurecieron en señal de decepción.
Hermione respiró profundamente y se armó de valor. Había una posibilidad
de que sólo estuviera siendo pesimista, pero dado su historial en las reuniones
de la Orden no se sentía especialmente esperanzada sobre la reacción a lo que
iba a anunciar.
—Yo tengo algo que reportar —dijo discretamente.

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163
Flashback 13
Agosto 2002

Todos voltearon a ver rápidamente a Hermione. Ella dejó el cuchillo sobre la


mesa y lanzó un rápido hechizo para desenvolverlo.
—La misión no fue del todo inútil. Creo que he descubierto cómo podemos
destruir los horrocruxes, suponiendo que podemos encontrarlos. He estado
estudiando cómo las armas forjadas por goblins absorben cualquier cosa que
las haga más poderosas. No estaba segura exactamente cómo funcionaba la
absorción; si involucraba un hechizo o no. Pero cuando estaba sanando a
Ginny, noté que los puntos donde la necrosis aún se estaba esparciendo
tenían ligeras muescas en el hueso. Eso me dio una idea, así que después fui
a buscar el cuchillo que se utilizó para remover la maldición—.
Levantó el cuchillo cuidadosamente.
—Este cuchillo forjado por goblins ahora tiene la maldición de necrosis en su
hoja. Lo confirmé en la cocina y puedo demostrarlo si alguien necesita verlo.
Cuando la maldición fue cortada de Ginny, la cuchilla debió haber tocado la
necrosis en algún punto y absorbió la magia. Así que cuando tocó los huesos
del cráneo de Ginny, se esparció a nuevos lugares—.
Ron palideció y parecía a punto de vomitar. Hermione le lanzó una mirada a
de disculpa.
—Ginny va a estar bien. Y nadie pudo haber sabido que eso pasaría. Un
cuchillo forjado por goblins era una opción lógica porque cortaría mejor que
un cuchillo no mágico —le dijo firmemente.
—Pero me dio una idea —continuó— sobre cómo podríamos destruir los
horrocruxes. Sabemos que son peligrosos y difíciles de destruir, porque incluso
Dumbledore se maldijo mortalmente destruyendo uno. Harry destruyó el
diario con el colmillo de un basilisco, pero no podemos acceder a ellos a
menos que podamos entrar en Hogwarts y bajar a la Cámara de los Secretos.
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Pero tenemos la espada de Gryffindor, y creo que podría ser capaz de destruir
los horrocruxes si la usáramos—.
La sala miraba a Hermione sin comprender.
—Está forjada por goblins —señaló— y Harry la usó para matar al basilisco. Así
que, eso significa que debería de estar infusionada con el veneno del
basilisco—.
Miró alrededor de la habitación tratando de descifrar las reacciones. Moody y
Kingsley se veían pensativos. Ron aún lucía pálido.
—Podría ser verdad —Remus dijo lentamente, frotándose la barbilla
pensativo— lo que dijiste sobre los materiales forjados por goblins es
ciertamente preciso—.
—¿Sabemos dónde está la espada de Gryffindor? —preguntó Bill.
—Creo que Minerva la tiene —dijo Neville— Creo que la ví cuando estaba
ayudando con el jardín en Caithness—.
—Le preguntaremos a Severus sobre el veneno —dijo Moody— Él sabrá si
alguien lo tiene—.
Los rostros de Harry y Charlie se amargaron visiblemente por la mención de
Snape.
—Puedo reunirme con él —Hermione se ofreció voluntaria— De todas formas
necesito discutir algunos detalles sobre pociones y maldiciones—.
—De acuerdo. Reportame después. No volveremos a reunirnos hasta la
siguiente semana— Moody dijo asintiendo.
—Deberíamos hacer algo con ese cuchillo —dijo Remus— No será seguro,
alguien podrá tomarlo—.
Hermione lo empujó hacia el centro de la mesa.
—Tiene algunas protecciones, pero no estoy segura en qué tan bien se
adhieran—.
—Yo me encargaré de él—dijo Moody, invocándolo hacia sí— Le avisaré a
Severus —Moody se dio la vuelta y salió a trompicones.

Cuando Hermione regresó al ala del hospital después de una cena tardía,
Harry estaba sentado al lado de Ginny nuevamente. Todas las luces que
danzaban alrededor del cuerpo de Ginny tenían tonalidades normales y
tranquilizadoras, pero Hermione se detuvo para lanzar un diagnóstico y
asegurarse de que todo seguía bien.

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—No debiste haber hecho eso —dijo Harry, mientras estaba concentrada en el
diagnóstico.
—¿A qué te refieres? —preguntó, deteniéndose a mitad del hechizo para
mirarlo. Su respiración se atascó levemente en el pecho y apretó con fuerza la
varita.
—Usar la lesión de Ginny de esa forma —la voz de Harry era dura y tensa—Lo
hiciste sonar como si de alguna manera fuera algo bueno que estuviera
herida—.
Hermione suspiró, y luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco.
—No era mi intención que sonara así. Sabes que odio cuando alguien sale
herido—.
—Debiste haber esperado. Pudiste haberlo mencionado en la siguiente junta
cuando Ron no se sintiera tan mal. ¿Siquiera lo consolaste porque te importa,
o sólo porque querías saber dónde estaba el cuchillo? —
Las manos de Hermione cayeron a sus costados y entrecerró los ojos cuando
su irritación con Harry se convirtió en ofensa.
—Quería asegurarme de que no se hubiera cortado con él. Quería asegurarme
de que nadie más lo encontrara y se lastimara con él —dijo con voz de acero.
Harry suspiró y volteó a mirarla bruscamente.
—Pero eso es en lo que estabas pensando. Cuando Ginny estaba lastimada y
la estabas sanando, en lo que pensabas era “Oh mira, muescas en su cráneo.
Me pregunto si esta información será útil para destruir horrocruxes”. Tu
compañera de cuarto estaba tumbada ahí mientras la curabas, y eso era en lo
que estabas pensando. Uno de tus mejores amigos estaba llorando en tus
brazos porque tuvo que cortarle la cara a su hermana pequeña, y en lo único
que pensabas era en ese puto cuchillo—.
Hermione apretó su mano izquierda en un puño tan apretado que podía
sentir las uñas mordiéndole la palma y la forma de sus huesos metacarpianos
bajo las yemas de sus dedos.
—Soy capaz de pensar múltiples cosas a la vez, Harry —su tono era helado— ¿O
preferías que la misión hubiera sido completamente inútil? ¿Que Ginny saliera
herida y no significara nada? —
—No lo trates así, Hermione. No trates a la gente como si no fueran nada más
que una ecuación para ti—.
Harry se levantó abruptamente y la miró enojado. Hermione se estremeció
ligeramente. No podía entender el razonamiento emocional que utilizaba
166
Harry. Era agotador tratar de entender de dónde venía. Consumía recursos
mentales que no podía permitirse darle.
—O todo esto pasa por una razón o no —dijo con fría rabia— No puedes tener
ambas cosas. Si todo esto se supone que debe de tener significado, entonces
no puedes ofenderte cuando lo señale y acusarme de ser insensible—.
Harry palideció aún más y pasó una mano por su cabello frustradamente. La
miró fijamente con los ojos relampagueantes por un momento antes de
voltearse, con los labios ligeramente curvados.
—La forma en la que tratas a la gente... a veces, siento que ya ni siquiera te
conozco—.
—Quizás no —dijo en un tono cortante, bajando la mirada hacia su varita,
terminando diagnosticar a Ginny.
—Debiste haber esperado, no debiste de haber hablado sobre el cuchillo esta
noche. No es como que tengamos un horrocrux. Pudiste haber esperado —dijo
de nuevo como si fuera la conclusión final de su conversación.
Hermione apretó los labios ligeramente y respiró profundamente antes de
responder.
—La guerra no va a esperar a que nos lamentemos, siento que no estés de
acuerdo con mi decisión. No era mi intención lastimar a nadie—.
Harry se alejó de ella.
Hermione entró a la habitación contigua y se recargó en la pared, sintiéndose
de alguna manera congelada. Sus manos temblaban ligeramente. Su estómago
se sentía como si hubiera sido torcido vilmente. Lamentó haber comido.
Respiró hondo varias veces por la nariz y presionó con fuerza las palmas de las
manos contra la pared mientras trataba de reponerse. Sacudió la cabeza y trató
de no pensar en lo que Harry le había dicho. Después de otro minuto se
enderezó y miró a su reloj para comprobar la hora.
A los huesos de Ginny aún le faltaban horas para que volvieran a crecer.
Hermione reflexionó sobre el procedimiento. Debería pedirle a Padma que la
viera realizarlo. Después de que Malfoy la exigiera, Moody y Kingsley habían
decidido sacar a uno de los sanadores de campos y entrenarlo para que
ayudara con los turnos del hospital. Padma era la mejor sanadora de campo
que tenían y contaba con buena mano para hacer pociones; fue elegida para
ser aprendiz tanto Hermione como de Poppy. Cuando Kingsley le había
informado a Hermione que Padma iba a ser asignada al hospital, lo justificó
como un apoyo para Hermione porque estaba demasiado ocupada.
167
Pero Hermione había estado demasiado ocupada durante años. Sabía por qué
habían reasignado a Padma. Necesitaban la sustitución porque la función de
Hermione como sanadora se había vuelto secundaria a su estatus como
posesión de Malfoy. Padma era su reemplazo.
Ahora, con todos los prisioneros que la Orden había liberado recientemente,
podían darse el lujo de renunciar a unos cuantos luchadores más para
especializarse en curación. Poppy estaba a cargo de entrenar a cincuenta
nuevos sanadores de campo. Padma lentamente se estaba encargando de los
turnos asignados a Hermione y de todas las pociones básicas con el objetivo
de que Hermione sólo estuviera de guardia en caso de emergencias y
elaboración de pociones avanzadas; liberándola para su investigación y trabajo
con Malfoy.
Cuando Hermione le había informado a Moody sobre la intención de Malfoy
de entrenarla, Moody le recordó que tenía que hacer todo lo que Malfoy le
pidiera. Hermione se había sentido ligeramente enferma mientras aceptaba.
No es que no estuviera de acuerdo. Sólo era… difícil algunas veces. En el
fondo, quería que Moody siguiera mostrándose conflictuado; que mostrara
remordimiento sobre hacia dónde la estaba dirigiendo. Quería que alguien le
importara. Que objetara por ella. Para no sintirse tan prostituta como se sentía
en ese momento.
No era realmente racional. Estratégicamente sabía que Moody tenía razón.
Incluso si no le ordenara hacer todo lo que Draco quisiera, aún tenía la
intención de hacerlo. Ese era el convenio. Pero a veces aún deseaba que
alguien tratara de decir que no por ella. Para que Hermione pudiera
reasegurarse de que la sensación enfermiza y desgarradora en su interior era
razonable. Que en realidad era tan horrible como se sentía ser vendida a un
Mortífago a cambio de información. Porque, aunque Malfoy no estaba
abusando de Hermione en términos generales o estaba obligándola a tener
sexo con él, si lo estuviera, Moody le seguiría dando las mismas instrucciones.
Después de todo, todos habían esperado que Draco la violara en el momento
en el que la mandaron.
De alguna forma, Hermione no había estado preparada para cuán
devastadoramente solitario sería procesar todo sola. Cómo su misión solitaria
se la comería lentamente por dentro. Como un sumidero dentro de su pecho.

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Por supuesto, podría ir con Minerva. A Minerva le importaría. Objetaría en
nombre de Hermione. Pero sería egoísta por parte de Hermione acudir a ella
en busca de consuelo. Eso sólo haría que su ex directora se entristeciera más.
Hermione no iba a detenerse. No iba a dejarse disuadir. Incluso si por algún
milagro Moody y Kingsley lo hicieran.
Sólo quería dejar de sentirse sola. Tener a alguien que le dijera que lo que
estaba haciendo tenía un objetivo. Que estaba bien que doliera. Era una
tontería. Emocional. Querer que otras personas fuera emocionalmente
torturada en su nombre. Se esforzó por aplastarlo. Pero siguió creciendo en
su interior. Siempre había estado demasiado desesperada por afirmación
verbal. Tener a alguien que le dijera que era astuta, de reafirmar su valor con
buenas calificaciones y elogios. Se mordió el labio. Nadie la elogiaría jamás
por lo que estaba haciendo. Si la mayoría de los miembros de la Resistencia
se enteraban, probablemente la acusarían de corromper el esfuerzo bélico.
La guerra entre el Bien y el Mal sería ganada por la negativa del Bien a
negociar. No usando Magia Oscura. No vendiendo a una sanadora a un
Mortífago por información. Moody y Kingsley siguieron el juego al permitir
que la política de la Resistencia contra el Arte Oscuro permaneciera, de
acuerdo con los deseos de los Weasley y Harry. El rostro público de la
Resistencia seguían siendo la Bondad y la Luz.
Hermione se preguntaba tan solo cuántas cosas Moody y Kingsley estaban
haciendo sin que la mayor parte de la Orden lo supiera. Cosas de las que
Hermione también se había hecho cómplice. Por ejemplo, cómo Kingsley
interceptaba a algunos de los carroñeros y Mortífagos, a los que Hermione
tenía que curar de vez en cuando antes de que los interrogaran. Cómo Bill y
Fleur custodiaban a los prisioneros de la Orden. Cómo a veces eran
interrogados los prisioneros. De donde venían ciertos suministros.
Habían tantos detalles logísticos que el resto de la Orden parecía nunca
preguntar. De la misma forma que nunca preguntaban de dónde venía toda
la nueva información. Cómo, después de tantos meses y años de inteligencia
decreciente, de repente tenían mucha mejor información sobre las prisiones
de los Mortífagos, ataques inminentes en la Gran Bretaña Muggle, y redadas
en contra de la Orden. Cómo habían sabido que tenían que evacuar Caithness
o que Voldemort estaba de viaje.
Todos parecían dispuestos a ignorar detalles como esos. Lo único que no
podían ignorar era tener a Severus como espía; incluso después de cinco años,
169
seguían odiándolo. Había un argumento recurrente presentado por Charlie o
Ron o Harry para que eliminaran a Severus.

Hermione suspiró y fue en busca de Padma. Incluso si pudiera dormir, iba a


ser una larga noche. A última hora de la mañana siguiente, colocó los
encantamientos finales en los hechizos de curación que usó para reparar la
cara de Ginny y luego le administró un frasco de poción Wiggenwald. La
habitación en el ala del hospital estaba vacía por el momento. Hermione había
sacado a todos por encima de las furiosas objeciones de Harry y Ron. El cuerpo
de Ginny permaneció inmóvil por un momento y luego se agitó
gradualmente. Entreabrió un ojo y miró a su alrededor con sueño.
—Ngghhh —Ginny gruñó, se volteó y hundió la cabeza en la almohada.
Después de otro momento levantó la cabeza y miró a su alrededor.
inmediatamente elevó la mano para tocar su cuero cabelludo calvo y después
la movió hacia su rostro. Acarició la gran cicatriz que ahora estaba ahí.
—¿Qué pasó? —Ginny preguntó. Su voz sonaba seca.
Hermione le entregó un vaso de agua.
—Lucius Malfoy te golpeó con una maldición de necrosis en la mejilla—
Hermione dijo tan gentilmente como pudo.
—Ron te salvó cortándola antes de que pudiera llegar a tu cerebro—.
Los dedos de Ginny recorrieron a lo largo de la cicatriz. Empezaba cerca de la
línea de su pelo. El borde superior de la herida comenzaba en la parte superior
de la frente y llegaba hasta la mandíbula. Era ancha y de aspecto cruel, y
provocó que ciertos puntos en su cara se abrieran y fruncieran ligeramente.
Ginny se sentó lentamente y puso las manos sobre el regazo, mirándolas
mientras las apretaba en puños y luego las abría. Estuvo callada por un
minuto.
—¿Puedes darme un espejo? —Ginny finalmente preguntó.
Hermione tenía un espejo listo para Ginny, pero pausó antes de entregárselo.
—Se desvanecerá. En unos meses, con tratamiento, se volverá plateada—.
El labio inferior de Ginny tembló, y presionó la boca en una línea dura.
Extendió la mano hacia el espejo.
—¿Quieres que me vaya mientras ves? ¿O que me quede contigo? —Hermione
preguntó.
Ginny dudó.
—Quédate...— dijo a fin.
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Hermione le entregó el espejo y no dijo nada mientras Ginny respiraba
profundamente y lo volteaba para revisar su cara. Hubo un largo silencio.
Ginny se quedó mirando, cada vez más pálida, girando la cabeza lentamente
para contemplarla en su totalidad. Sus dedos se alzaron paulatinamente,
recorriéndola, como si no pudiera creer que fuera su rostro el que estaba
viendo reflejado. Al cabo de unos segundos, Ginny presionó los labios y
sacudió la cabeza mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Miró durante un
momento más, pasando los dedos por la cicatriz antes de apartar el espejo.
Entonces Ginny aspiro profundamente por la nariz como si estuviera tratando
de no llorar. Sus labios se torcieron ligeramente mientras seguía
presionándolos con más fuerza mientras se mecía en la cama. Ginny siguió
respirando aguda y rápidamente por la nariz. La cabeza se le alzaba
bruscamente con cada respiración. Finalmente sus hombros cayeron.
—¡Oh por Merlín, soy tan superficial! —dijo con un ligero sollozo— Estoy viva
pero estoy llorando porque tengo una cicatriz—.
Hermione sintió a su propia mandíbula temblar mientras ponía una mano en
el hombro de Ginny.
—Las cicatrices son difíciles... —dijo Hermione, y su voz se desvaneció mientras
se le hacía un nudo en la garganta— Todo lo que cambia cómo nos vemos a
nosotros mismos es difícil. Puedes estar triste por ello. Tienes permitido
entristecerte. No necesitas fingir que está bien—.
—Lo sé —dijo Ginny con una voz grave— Sólo quiero sentirme bien. Quiero
estar bien con ello. No quiero que me importe. O verlo como un cambio en
mí. Pero… siento que una parte de mí ha muerto. Como si de alguna forma
estuviera arruinada. Y eso se siente tan superficial y egoísta. George perdió
toda la pierna y yo estoy llorando porque tengo un corte en la cara—.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Ginny y se las limpió con el dorso de las
manos. Hermione esperó durante varios minutos y cuando la respiración y los
temblores de Ginny finalmente comenzaron ligeramente a disminuir, alargó
la mano y tomó la mano de Ginny.
—Harry y Ron están esperando afuera —dijo Hermione— Pero puedes tomarte
todo el tiempo que quieras antes de ver a alguien—.
Ginny se sobresaltó.
—¿Lo han… —Ginny tartamudeó y se movió incómodamente— ¿Harry ya la
vio?—
Hermione asintió.
171
—Harry ha estado contigo todo el tiempo. Lo obligué a irse. Pensé… que tal
vez quisieras algo de tiempo—.
Ginny asintió.
—Tal vez cinco minutos más —dijo Ginny después de un momento.
Hermione se sentó en la orilla de la cama de Ginny.
—Sigues siendo una de las chicas más bonitas que conozco —le dijo Hermione.
Ginny resopló.
—Cállate. Dirías eso incluso si Ron me hubiera cortado la nariz—.
Hermione puso los ojos en blanco.
—No lo haría. El enrojecimiento se desvanecerá. Si me dejas tratarla
regularmente. Y usar unas pociones. Se volverá más elástica y no la sentirás. Y
se desvanecerá mucho. Pero si quieres, puedo ayudarte a esconderla—.
—Está bien. Siempre quise ser ruda cuando era pequeña. ¿Puedes imaginarte
lo aterradora que me veré ahora en el campo de batalla? Toda calva y con esa
cosa loca en mi cara —Ginny bromeó débilmente.
La sonrisa congelada de hospital se formó en su rostro por un momento.
Entonces el humor forzado se desvaneció de su expresión y se veía casi como
una niña.
—Extraño a Mamá —Ginny dijo con una pequeña voz.
Incluso cuando sus hijos estaban lesionados, Molly rara vez podía permitirse
ir a verlos.Hermione abrazó a Ginny y Ginny sollozó en su hombro.
—¿Quieres ir allí hoy? —dijo Hermione.
—No. Sólo se sentirá fatal —dijo Ginny, negando con la cabeza— La iré a ver
cuando se haya desvanecido un poco. ¿Tienes una poción para volver a crecer
el cabello? —
—Lo siento. No la tengo. Pero le pedí a Padma que comenzara a preparar un
poco. Estará lista en la siguiente hora—.
—Bueno, ese es un alivio. Al menos no tendré que quedarme calva y fea para
siempre—.
Hermione negó con la cabeza y abrazó a Ginny nuevamente. Ginny siempre
tendía a decir terribles chistes sobre sí misma cuando estaba en el hospital.
Cuando Hermione se retiró, Ginny estaba completamente entregada a las
atenciones de Harry y sus hermanos y bajo la atenta mirada de Poppy y Padma.

172
Moody envió un mensaje de que Severus estaría en casa a las dos en punto,
así que Hermione se apareció allí unos minutos antes y se acercó a la Hilandera
con cuidado. Nunca dejó de desconcertar a Hermione cómo un lugar podía
ser tan lúgubre incluso en verano. Era como si la personalidad de Severus
fuera contagiosa. La puerta estaba cerrada. Hermione golpeó silenciosamente
y después esperó. Desde que había dejado de ser profesor, hasta la cortesía
más elemental de Severus había desaparecido por completo. Ocasionalmente
dejaba a los miembros de la Orden esperando en su puerta durante una hora.
Fred y George habían intentado una vez entrar y regresaron a Grimmauld
Place con forúnculos en todo el cuerpo. Hermione esperó dos minutos antes
de sacar un libro y resignarse.
Había leído dos capítulos de su libro de psicología antes de que la puerta se
abriera de golpe. Se levantó rápidamente y siguió las túnicas ondeantes que ya
estaban desapareciendo al doblar la esquina de la sala de estar. Severus ya
estaba sentado en uno de sus dolorosamente incómodos sillones cuando
Hermione llegó. Se sentó en el borde de otro sillón y lo miró.
—Una daga forjada por goblins infundida de veneno de basilisco. ¿Sería
suficiente para destruir un horrocrux? —preguntó, prefiriendo de manera
similar omitir las cortesías básicas de la charla trivial.
Severus parpadeó, sus ojos color ónix siempre inescrutables. Ella casi podía
ver los muros de oclumancia detrás de ellos.
—La espada de Gryffindor —él dijo después de un momento.
Hermione asintió.
—Creo que lo haría —dijo lentamente, entrelazando los dedos y con aire
pensativo— Aunque no estaremos seguros a menos que encontremos un
horrocrux—.
Hermione asintió con un ligero suspiro. El labio de Severus se curvó
ligeramente y resopló débilmente.
—En tiempos como estos... me pregunto hasta qué punto Albus manipuló los
acontecimientos a lo largo de los años —pronunció.
Hermione lo miró sorprendida.
—¿Crees que lo del segundo año fue intencional? —
Él hizo un gesto con la muñeca en señal de rechazo.
—Con Albus, es imposible de saber. Pero es misteriosamente conveniente que
casualmente tengamos tal arma dentro de nuestro alcance —dijo Severus,
después su expresión se volvió dura— Siempre estuvo bastante seguro sobre
173
sus habilidades de manipulación. Quizás si hubiera sido menos turbio, no
estaríamos perdiendo la guerra—.
—¿A qué te refieres? —
Severus la miró.
—Eres consciente de su lesión por el anillo era terminal. Yo había estado
preparando pociones para mantener la maldición en a raya, pero su muerte
era inevitable desde el momento en se lo puso en la mano. Él planeó su
fallecimiento para finales de sexto año. Incluso me pidió que lo matara, en vez
de dejarlo a los estragos finales de la maldición. También sospechaba, antes
de que el ciclo comenzara, que Draco había sido asignado para intentar
matarlo también—.
Hermione lo observó boquiabierta.
—Albus estaba tan confiado en que tenía todo bajo control que no tomó las
precauciones suficientes —Severus continuó— no puedo imaginar que hubiera
olvidado mencionar los horrocruxes después de haber sido maldecido por uno.
Probablemente tenía la intención de informar a Potter a través de una serie
de vagas insinuaciones. Sabía mucho más que nadie sobre los primeros años
del Señor Tenebroso, pero nunca se dignó a confiar esas cosas a los demás—.
La expresión de Severus se volvió amarga y lejana mientras se quedaba callado.
—¿Él sabía que Draco iba intentar matarlo? — Hermione preguntó, derribada
por la revelación.
—Lo sabía. Lo sospechaba —Severeus dijo asintiendo ligeramente— Era difícil
de diferenciar cuando se trataba de Albus, pero sí, lo estaba anticipando.
Desafortunadamente para todos sus planes, Draco actuó con mucha más
rapidez y decisión de lo que incluso Albus había anticipado. Uno pensaría
que un mago tan viejo hubiera sido más meticuloso, pero claramente no. Su
exceso de confianza fue para perjuicio de todos los que le sobrevivieron—.
Severus volteó a ver a Hermione.
—¿Qué te hizo pensar de repente en la espada de Gryffindor? —preguntó, con
un tono sospechosamente despreocupado.
Hermione lo miró a los ojos.
—Una herida que me encontré me dio la idea —dijo Hermione.
—En efecto —dijo Severus con una expresión de superioridad.
Hermione lo vio fijamente.
—Sabes del castigo de Draco—.

174
—Por supuesto. Tuve la encantadora tarea de ordeñar a Nagini para obtener
el veneno. Alastor mencionó que lo has estado curando. Me sorprendio
escucharlo—.
—No era como si pudiera esconder la herida. ¿Te diste cuenta de lo severa que
es? Tom tenía la intención de envenenar su magia con eso. Para cuando me
enteré… —Hermione se quedó callada por un momento— Desearía que me
hubieras informado, así habría podido empezar antes—.
Severus estaba en silencio y evaluando mientras estudiaba a Hermione.
—Lo estás usando —finalmente dijo.
Hermione se sonrojó levemente y lo miró a los ojos.
—Sí. Parecía lo más lógico por hacer. Tenías razón, está aislado. Casi saltó del
sustó la primera vez que puse mis manos sobre él para curarlo—.
—Si hubieras sido entrenada por Bellatrix Lestrange durante años,
probablemente también te estremecerías cuando te tocaran —Severus dijo
secamente.
Hermione pausó para reflexionar.
—¿Qué sabes sobre su entrenamiento? Él dijo cosas que… no entiendo. La
crueldad empleada parece excesiva. Incluso por los estándares de los
Mortífagos—.
La boca de Severus se torció.
—Fue inicialmente reclutado como castigo por el fracaso de Lucius.
Consecuentemente, creo que el Señor Tenebroso le dio a Bella bastante
libertad para elegir los métodos de entrenamiento. Ella sospechaba de mi
lealtad, así que no fue un proceso sobre el cual me consultara. Sé que a pesar
de la brutalidad, Draco estaba dispuesto. Lo soportó y siguió regresando,
incluso cuando ya no era necesario. Estaba determinado a subir de rango. Fue
la persona más joven en recibir la Marca. Ser el nivel más bajo no le sienta
bien a los Malfoy—.
—¿Había alguien particularmente cercano a él en el pasado? ¿Alguien que haya
muerto? ¿Alguien que le importaba? Su motivo… se siente como una expiación
por algo, a veces—.
Severus juntó las yemas de los dedos y los presionó contra sus labios,
pensativo.
—No que yo haya observado. Al menos, no entre sus compañeros de casa —
dijo después de un minuto.
Hermione suspiró.
175
—¿Qué hay de su madre? La mencionó al principio, cuando hizo la oferta—.
—Narcissa se volvió solitaria después del arresto de Lucius. Rara vez la veía, y
cuando aparecía se mostraba bastante retraída. Si alguna vez tuvo objeciones,
nunca la escuché hacerlas—.
—Parecía cariñosa cuando estabamos en Hogwarts —dijo Hermione, ladeando
la cabeza a un costado mientras trataba de recordar detalles sobre Narcissa
Malfoy— Pero todo eso era a través del Correo de Lechuzas. No parece que
ella interviniera a su favor durante su entrenamiento—.
—El encarcelamiento de Lucius pareció haber tenido un profundo efecto en
ella. Muy parecido a la forma en la que su muerte le afectó a él—.
Hermione tembló ligeramente tan sólo al pensar en Lucius.
—Así que Draco quedó a un lado para ambos— ella concluyó, sintiendo lástima
por él. Reprimió la lástima y cambió de tema— Lucius casi mata a Ginny
anoche. Aún no sabemos cómo los siguió—.
—Hay hechizos de rastreamiento genético— dijo Severus pensativamente— Son
Magia extremadamente Oscura, y cobran un precio bastante alto. Sin
embargo, no subestimaría la determinación de Lucius—.
—¿Y hay alguna forma de evadirlos? —
—Le enviaré un libro a Moody. No creo que los Weasley sean receptivos a
ningún ritual de protección recomendado por mí… o por ti, en todo caso—.
Hermione apretó la boca y apartó la mirada, sintiéndose herida por la justa
evaluación. Su defensa de la Magia Oscura y de Severus le habían costado
mucha credibilidad entre sus amigos. Se tragó el dolor y cambió el tema
abruptamente.
—Finalmente neutralicé el veneno de las runas. Voy a cerrar las incisiones
mañana en la noche. ¿Tienes alguna sugerencia? —
Severus resopló.
—Estoy seguro de que el tratamiento que has planeado será lo mejor que él
puede esperar—.
Hermione miró fijamente a Severus y sintió como si se le olvidara algo.
—De acuerdo —dijo ella, poniéndose de pie.
—Dime, ¿qué piensas ahora de Draco? —
Hermione se detuvó y volteó a mirar a Severus, quien tenía los ojos
entrecerrados, casi sospechosos. Sus labios se movieron antes de que se
sintiera preparada para hablar, y los apretó por un momento mientras
ordenaba sus pensamientos. Se coloco un rizo suelto detrás de la oreja.
176
—Es solitario. Y está enojado por algo. Creo que quiere ser mejor de lo que es.
Tenías razón en que hay algo en mí que le atrae. Intenta no hacerlo, pero
parece que no puede evitar ceder cada vez que tiene la oportunidad—.
Severus la estudió, y Hermione se preguntó qué la traicionaba en su expresión.
—No lo interpretes como lealtad —dijo después de un momento.
—No lo hago —contestó, jugando con el dobladillo de su blusa— Me doy cuenta
de que aún no tiene importancia. No es ningún tipo de ventaja. Pero tengo la
esperanza de que, si tengo cuidado, eventualmente podré sacarle provecho.
Emocionalmente… es vulnerable. No hay nadie en quien pueda confiar. No
creo que tenga a alguien que se preocupe por él en absoluto. Creo que con el
tiempo, no podrá evitar sentir que me necesita. Mencionó que es por las
runas, cuando quiere cosas ahora… es difícil de disuadir. Creo… que puedo
ser capaz de usar eso eventualmente—.
La boca de Severus se crispó, la sospecha se desvaneció de sus ojos pero su
expresión se tensó.
—En ese caso, Si logras tener éxito, es tan probable que destruyas a la Orden
como que la salves. Espero que ya te hayas dado cuenta de lo peligroso que es.
Si reemplazaras cualquiera que sea su ambición actual de esa manera…—
Severus pausó por un momento.
—Si el Señor Tenebroso no pudo amarrarlo, no aconsejaría que te engañaras
pensando que puedes dominarlo—.
Hermione se sacudió levemente y clavó los ojos en la fría chimenea,
tensándose hasta que le temblaron las piernas mientras luchaba por no
estallar. La ira la atravesó como una explosión.
—Me dijiste que lo hiciera leal. Tú fuiste quien recomendó que explotara su
interés —dijo con voz tono cortante— Ahora me llamas delirante y me acusas
de poner a la Orden en riesgo—.
—Dije que mantuvieras su interés. Tú estás tratando que dependa de ti —dijo
Severus, su tono repentinamente helado— La diferencia es profunda. En
algunos aspectos, los Malfoy están más cerca de ser dragones que magos. Ellos
no comparten. Son obsesivos con lo que consideran suyo. ¿Sabes a quién
necesitaba Lucius? A Narcissa. Si tienes éxito en lo que pretendes, nunca te
dejará ir. Y no se conformará con ser secundario ante nadie ni nada en lo que
a ti respecta—.

177
El corazón de Hermione se estremeció levemente. Podía sentir el frío terror
deslizándose desde la nuca y sangrando a través de los músculos trapecios.
Enderezó los hombros y miró a Severus a los ojos. Respiró hondo.
—Ya es mi dueño —dijo con voz amarga— “Ahora y después de la guerra”. Esas
fueron las condiciones. Salvo su muerte, ¿cuándo exactamente se pretendía
que me dejara ir? Necesitamos la inteligencia. No puedo retenerlo con
esfuerzos a medias. Apostaron todo en mí, desde el momento en que todos
ustedes acordaron venderme a él. ¿De verdad creíste que iba conseguir volver
de esto? —sus hombros temblaron levemente— No sé cómo mantener su
interés sin conectar con él. Es la única vulnerabilidad que tiene. Si crees que
es demasiado riesgoso deberías hablar con Moody porque
yo…no…veo...otra…forma—.
Le temblaba la voz y se le quebraba repetidamente mientras forzaba las últimas
palabras. Respiró fuertemente entre los dientes al intentar calmarse.
—Es un oclumante natural. Y mucho mejor que yo en ello. No hay ninguna
opción a medias en las cartas —agregó.
Severus parecía sorprendido.
—Eso sí cambia las cosas —dijo él después de un momento.
—Ahora comprendes mi dificultad —dijo, mirando hacia el suelo— No existe
la opción de hacer algo de lo que pueda regresar después. Si crees que estoy
tomando la decisión incorrecta deberías de decirle a Moody ahora—.
Él no dijo nada.
—Entonces será mejor que me vaya—.

Mientras salía de la Hilandera, se sintió mareada e inestable. Hacía demasiado


calor y estaba demasiado encerrada. Necesitaba espacio para respirar. Cerró
los ojos y apareció en el arroyo de Whitecroft. Bajó de un salto por la orilla y
se sentó en una gran roca entre los tupidos juncos, se quitó los zapatos y
sumergió los dedos de los pies en el agua fría. La aguda sensación del agua le
provocó claridad. No sabía por qué seguía terminando ahí. Supuso que era el
único lugar donde no tenía la sensación de estar ocultando nada.
Se quedó mirando a la corriente de agua, repitiendo la advertencia de Severus.
Se sentía perdida. Toda su esperanza de principios de semana parecía haber
muerto en algún lugar de su interior y haber empezado a desintegrarse.
Presionó sus manos contra los ojos y trató de respirar uniformemente. No
podía vacilar ahora. Si Severus tenía alguna alternativa u objeción, podía
178
planteárselas a Moody. No podía cambiar de táctica ahora que finalmente
había encontrado una que funcionaba.
Bajo la mirada hacia su torre de plegarias derrumbada. Se sentía tan... enojada.
Enojada con el mundo entero hasta que sintió que se haría añicos por eso.
Estaba enojada con Severus por acusarla de poner en riesgo a la Orden; con
Moody y Kingsley, por decidir preguntarle que se convirtiera en una
prostituta, sabiendo que sentiría que no tenía opción; con Harry y los
Weasleys, por negarse a usar Magia Oscura y llevar la guerra al punto en que
Hermione sintió que ya no podía oponerse; con sus padres, por ser indefensos
y necesitar que ella los protegiera y renunciara a ellos; e incluso con Minerva,
por estar tan angustiada por el bienestar de Hermione, que Hermione sintió
que tenía que proteger a Minerva de su propio sufrimiento.
Hermione siempre había pensado que podría hacer lo que fuera por sus
amigos. Cualquier cosa para protegerlos. De alguna manera, todas las cosas
que había hecho la habían dejado completamente sola hasta que sintió como
si se estuviera muriendo de un corazón roto. Debería de haber un límite. Un
punto en el que por lo menos dejara de doler. Pero nunca parecía detenerse.
Sólo seguía creciendo y cuando alguien rompía la fachada de la forma en la
que Harry y Severus lo habían hecho...
Ya no sabía cómo repararse a sí misma, y nadie más parecía estar interesado
en darse cuenta de que se estaba rompiendo. Se permitió llorar durante cinco
minutos más antes de usar su oclumancia para guardar las emociones que la
distraían en un rincón de su mente. El llanto la hizo sentir mareada y le
dolieron las sienes. Sacó una poción analgésica de su bolso y la bebió. Cerró
los ojos y se obligó a dejar de pensar en los demás.
El Sol de la tarde se había filtrado en la piedra y se sentía tibia bajo sus manos.
El olor del agua del arroyo, el barro, y el aroma verde y penetrante de los
juncos llenaban el aire. Después de varios minutos, cerró los ojos e inclinó la
cabeza hacia atrás para empaparse de los rayos. No podía recordar cuándo
había sido la última vez que había sentido los cálidos rayos de Sol en su rostro.
La luz del amanecer siempre era fría, a pesar de su belleza. Todo en su vida
era frío. Al cabo de unos minutos, se reincorporó. Sacó los pies del agua y
eliminó las gotas de agua con un movimiento de su varita antes de regresar a
Grimmauld Place.

179
Flashback 14
Agosto 2002

Esa noche, Malfoy y ella estaban tranquilos. Él no se inmutó cuando le lanzó


el hechizo limpiador y permaneció callado mientras le aplicaba el analgésico y
luego el ungüento.
—¿La chica Weasley sobrevivió? —preguntó abruptamente mientras se ponía de
pie.
Hermione lo miró sorprendida. Trató de adivinar por qué estaba
preguntando. ¿Lucius quería una confirmación? No se había vuelto a poner la
camisa, y estaba parado tan cerca de ella que casi podía sentir el calor de su
cuerpo mientras la miraba. Sus ojos eran como una tormenta, y cuando ella
se quedó callada, su expresión parpadeó brevemente.
—Asumo que lo hizo entonces —dijo, alejándose y poniéndose la camisa.
Hermione parpadeó.
—Lo hizo. Aunque no por una falta de esfuerzo por parte de tu padre —dijo en
tono amargo.
La expresión de Draco se endureció ligeramente.
—Espero que no me consideres responsable de las acciones de mi padre. Sin
duda ya he cometido suficientes pecados por mi cuenta —dijo con voz tensa
mientras se abotonaba rápidamente la camisa.
—Es que no sé por qué estás preguntando —respondió. Se sentía demasiado
agotada para siquiera mantener la conversación actual.
—Puede que te sorprenda, Granger, pero no tengo ningún deseo en particular
de ver a tus amigos muertos—.
Hermione no dijo nada. No tenía ni idea qué tipo de respuesta dar al
comentario.
—Mi padre… —comenzó y después vaciló; su rostro se convirtió en una fría
máscara.
—Olvídalo—.
180
Hermione se desplomó internamente. Necesitaba tener esta conversación con
él. Extendió la mano y le agarró la muñeca. Él se detuvo y volteó a mirarla, su
expresión se cerró.
—Lo siento. La pregunta me tomó desprevenida. No te culpo por lo que hace
tu padre. Es sólo que… —su voz se quebró levemente y agarró su muñeca con
más fuerza— Sé que nunca has sentido nada más que desprecio por los
Weasley… pero lo que les está haciendo es horrible—.
Malfoy estaba callado.
—Lo siento. Dudo que me creas, pero yo no… no hay ninguna forma de
razonar con su venganza —él respondio.
—¿No estás de acuerdo con él? —Hermione preguntó, estudiando su rostro
cautelosamente.
Él uso su otra mano para tomar la suya y tiró de su muñeca para liberarla.
—Si los culpara por la muerte de mi madre, no habría preguntado por la chica
Weasley—.
—Gracias por preguntar —dijo mirando alrededor de la habitación
incómodamente— Debe ser difícil para ti. Sé que admirabas a tu padre—.
Draco lucía claramente incómodo con la dirección que había tomado la
conversación.
—Claro. Bueno… hasta luego, Granger —contestó y desapareció sin decir una
palabra más.

Hermione se quedó ahí durante un instante, repitiendo la conversación antes


de volver a Grimmauld Place. Cuando llegó allí, encontró su habitación
ocupada por Harry y Ginny. Se movió nerviosamente por el pasillo y luego
comenzó a subir hacia los pisos superiores de la casa. Al pasar por una de las
habitaciones más pequeñas, vio una cabellera pelirroja inclinada sobre una
mesa con mapas. Hizo una pausa y golpeó suavemente la puerta.
—Hola Mione —dijo Ron distraídamente, mientras movía piezas por los mapas
y luego se rascaba la cabeza distraídamente con la punta de su varita. Su
expresión era tensa.
—¿Tienes un minuto? —preguntó.
—Por supuesto —se guardó la varita en el bolsillo trasero y miró hacia ella.
—Sólo estoy revisando lo que ha estado sucediendo desde que me fui. Muchas
redadas mientras estábamos fuera; debes haber estado ocupada—.
Le estaba dirigiendo una mirada penetrante. Hermione bajó los ojos.
181
—Estoy segura de que ves la estrategia —dijo en voz baja.
—Kingsley está usando los horrocruxes para mantener a Harry fuera del campo—
Hermione asintió brevemente.
—Entiendes por qué, ¿no es así? — le preguntó.
La expresión de Ron se endureció aún más mientras se encogía de hombros y
asentía.
—No es bueno arriesgarlo en una escaramuza cuando lo necesitamos para el
golpe final. Sí, lo entiendo. Eso no significa que me guste. Y algunos de estos…
—sacó algunos pergaminos y les echó un vistazo— son practicamente misiones
suicidas. No me había dado cuenta de lo seguro que Kingsley ha estado
jugando por culpa de Harry. Ver lo que hará cuando estemos fuera unas
semanas... —se interrumpió mientras miraba con enojo los informes.
—¿Cuál fue exactamente el índice de bajas mientras estuvimos fuera?—
Hermione abrió la boca para responder y él la interrumpió.
—No necesito que me lo digas. Puedo ver los números aquí mismo. Maldita
sea, jodidamente increíble. Si Kingsley estuviera aquí, le daría un puñetazo—
su rostro se estaba poniendo escarlata de rabia.
—Ron, ya no podemos darnos el lujo de ir a lo seguro —dijo Hermione con un
nudo en el estómago mientras pensaba en la cantidad de personas a las que
les había cerrado los ojos durante las últimas semanas y en la nueva casa segura
que había ayudado a Bill a construir.
—No creo que te des cuenta de lo agotados que están nuestros recursos.
¿Cuántos años crees que la boveda de Harry puede alimentar a un ejército? La
sala del hospital se está quedando sin insumos. Europa está bajo el control de
Tom. La única opción que nos queda es tomar riesgos. Y no podemos arriesgar
a Harry—.
Ron guardó silencio. Hermione podía ver cómo le trabajaban los músculos de
la mandíbula al apretarla y soltarla una y otra vez.
—Necesitamos encontrar los horrocruxes —dijo finalmente.
Hermione dejó escapar un profundo suspiro que había estado conteniendo
ansiosamente y asintió.
—Así es, Tom y Harry son las piezas clave. Ideológicamente, los Mortífagos son
demasiado diversos. Es el poder de Tom lo que mantiene cohesionado al
ejército. Si podemos matarlo, de forma permanente, debería haber suficientes
luchas internas para dar ventaja a la Resistencia—.

182
—Supongo que esa es la única ventaja de los delirios de inmortalidad de Tom:
no se molesta en preparar a un sucesor —dijo Ron rígidamente mientras
miraba otro informe de misión.
Hermione pudo ver su firma en la parte inferior; verificando a los heridos,
calculando las pérdidas en números prolijos e impersonales.
—Aunque no dudo que los Malfoy piensen que son los primeros en la fila
ahora que Bellatrix está muerta. Malditos psicópatas—.
—Tienes que convencer a Harry de que los horrocruxes son la primera prioridad
—dijo, mirando fijamente a Ron— Especialmente ahora, después de lo de
Ginny. Me preocupa que sólo quiera ignorarlos—.
La expresión de Ron se tensó— Sí —dijo en voz baja.
Hermione se acercó vacilante.
—Ron, espero que lo que dije en la reunión de anoche no te haya hecho sentir
que fue tu culpa. Salvaste a Ginny. No pensé que sería apropiado ocultar la
información, pero no pretendía lastimarte al revelarlo—.
—Está bien —dijo, con expresión rígida— Tomaste la decisión correcta—.
—Lo siento...—
—No lo hagas. Realmente no quiero hablar de ello —dijo con una voz
temblorosa que no admitía discusión.
Los ojos de Hermione recorrieron su rostro, reconociendo la tensión
alrededor de sus ojos, el escarlata inclinando sus orejas mientras su rostro se
ponía tan pálido que sus pecas se destacaban como gotas de sangre en su
rostro. Si lo presionaba, explotaría. Hermione sintió que se le hundía el
corazón.
—Bien. Bueno, te dejaré con tu revisión —dijo dándose la vuelta para
marcharse.

Subió despacio un tramo de las escaleras. La cantidad de temas que evitaba


con Harry y Ron para no pelear con ellos lentamente había creado un abismo.
Intentando mantenerse concentrada. Mantenerse en la misión. Todos esos
temas personales y discusiones los había dejado para otro día. Suponiendo
que la guerra terminaría y tendrían la oportunidad de lidiar con todo eso sin
comprometer su concentración y arriesgar la vida de alguien.
Pero la guerra se había extendido por años. Ahora apenas sabían cómo
hablabar entre sí. Había demasiado resentimiento escondido. Tantas cosas
que habían esperado demasiado para decirse. Cada desacuerdo tenía que ver
183
con mil cosas más que con el problema en cuestión. La idea de que alguna vez
pudieran volver atrás y arreglarlo parecía imposible. Tal vez había existido una
oportunidad antes de Malfoy. Pero ahora… Hermione estaba casi segura de
que había cruzado una línea de la que nunca le permitirían regresar. Par ellos,
la magnitud de la traición romperóa las cosas permanentemente. Tan sólo
pensarlo hacía que le resultara difícil respirar.
Se refugió en una sala de prácticas. Se acercó, metió los pies debajo de un
armario que servía para guardar el equipo y empezó a hacer abdominales hasta
que sintió que le habían inyectado ácido en los músculos abdominales. Había
descubierto que el régimen de ejercicios de Draco era una excelente manera
de canalizar su estrés, frustración y dolor. No tenía la intención de decírselo,
pero deseaba haber comenzado a hacer ejercicio hacía años. Los síntomas
físicos del estrés no podían reprimirse con oclumancia. Canalizarlo todo en el
ejercicio era un medio excelente para quemarlo. El incremento de endorfinas
posterior era una ventaja adicional.
Después de hacer tantas repeticiones de abdominales que apenas podía
levantarse del suelo, se dio la vuelta y comenzó a hacer lagartijas. Era una
pésima haciéndolas, pero tambien estaba determinada. Estaba decidida a
esforzarse hasta poder hacer tantas consecutivas como Draco le había
instruido. Estaba resbaladiza por el sudor y se sentía como si hubiera sido
golpeada por un maleficio gelatinoso de cuerpo entero cuando terminó todas
las distintas repeticiones. Sólo estaba haciendo una cuarta parte de la
cantidad, pero finalmente había logrado hacer todos los diferentes ejercicios.
Bajó las escaleras a trompicones y se quedó dormida en el asiento de la
ventana.

Cuando despertó a la mañana siguiente, todo su cuerpo estaba protestando.


Cada parte de sí le dolía. Bajó rápido las escaleras hasta un cuarto de baño y
se dio una larga ducha antes de que alguien más se levantara. Esa noche revisó
cuidadosamente su lista mental de lo que necesitaba para el procedimiento de
Draco. Había comprado una botella barata de tequila en caso de que él
decidiera que le apetecía algo. Dudaba que alguna vez hubiera probado el
alcohol muggle, y había decidido que merecía sufrir si optaba por ignorar su
consejo sobre traer el suyo.

184
Mientras empacaba diversas pociones, sintió que alguien traspasaba las
barreras de protección de su armario de pociones y se volteó para encontrar a
Harry parado torpemente detrás de ella.
—Hermione —dijo, mirándola a los ojos sólo un momento antes de bajar la
mirada.
—¿Sí? —dijo con cuatela, guardando unos cuantos frascos más en los bolsillos
de su bolso.
—Yo… —comenzó y luego se estancó.
Ella dio un vistazo a su reloj. Tenía que ver a Draco en siete minutos.
—¿Ginny te mandó? —dijo ella con un débil tono en la voz.
Incluso antes de que Ginny y Harry hubiera comenzado a follar, Ginny se
había encargado de obligar a Hermione y Harry a intentar arreglar las cosas
después de pelearse.
—Si —dijo incómodamente, guardándose las manos en los bolsillos.
La mandíbula de Hermione se tensó.
—Bueno, puedes decirle que hablamos. Está bien. Sin resentimientos. Estoy
segura de que estabas cansado y cuidabas de tu mejor amigo —dijo Hermione
en tono despectivo, mirando nuevamente a su reloj.
Harry no dijo nada, y Hermione empezó a rodearlo para marcharse. Él la tomó
del brazo.
—Hermione —dijo con firmeza— Lo siento. Y no sólo porque Gin me mandó.
Crucé una línea. Estaba enojado por lo molesto que estaba Ron, y me desquite
contigo. Cuestioné cómo trataste a Ginny y a Ron, incluso cuando sé que tu
mayor prioridad siempre son tus pacientes. Lo lamento—.
Hermione se detuvó y miró fijamente a Harry, con expresión cerrada. Era una
disculpa por insultarla y dudar de ella como Sanadora. No era una disculpa
hacia ella. Él estudió su rostro durante varios segundos.
—Eres… una de mis mejores amigas —agregó.
Hermione sintió algo en su interior desvanecerse. Como si llevara una flama
en su corazón y ésta se hubiera apagado abruptamente dejándola en la
oscuridad. Las palabras eran… un pensamiento secundario. Algo que decir
porque ya lo había dicho antes. Porque era algo que se suponía debía decirle.
Ella sintió que le temblaba la mandíbula, lo miró fijamente. Algo se mostró
en su rostro porque Harry dio un paso hacia adelante bruscamente y la abrazó
fuertemente. Ella se aferró a él por un minuto.

185
—Lo siento. En verdad lo siento —dijo él al costado de su cabeza, con la voz
apagada.
Ella intentó serenarse. En ese momento no tenía ni el tiempo ni las fuerzas
para emociones. Apretó las manos en puños y tembló por un momento
mientras le devolvía el abrazo, antes de esforzarse por levantar de nuevo sus
muros mentales. No había lugar para Harry dentro de ellos.
—Sólo estoy cansada. Hiciste bien al cuidar de Ron. Tenías razón, no estaba
pensando en él cuando mencioné el tema —se empejó fuera de los brazos de
Harry— Eres un buen amigo para él—.
Harry la observó cuidadosamente.
—¿Soy un buen amigo para ti? —preguntó.
Hermione le miró a los ojos.
—El mejor —dijo con voz firme— Siempre mi mejor amigo—.
El rostro de Harry se relajó.
—Ginny dice que quiere poner a prueba su rostro en un bar Muggle, así que
algunos de nosotros saldremos esta noche. Pomfrey dice que no tienes ningún
turno esta noche. ¿Quieres venir? —
A Hermione se le aceleró el corazón y luego se hundió.
—No puedo. Le prometí a una de las casas de hospicio que iría esta noche para
hacer revisiones e inventario. Ya voy tarde—.
—Oh... Está bien. Sólo quería preguntarte —dijo Harry.
—Diviértete—.
Harry asintió— Le haré saber a Ginny—.
Ella asintió y lo vio alejarse.
Cuando se había ido, cerró la puerta de su armario de pociones y se quedó de
pie por un minuto tratando de calmarse. Dejó escapar varias exhalaciones
bruscas por la nariz y después pateó la base de la mesa hasta que el dolor en
los dedos del pie se volvió intenso. No podía llorar. Tenía que realizar un
complejo procedimiento de curación. No había espacio en su cabeza para las
emociones. No tenía tiempo para llorar por Harry. Presionó sus labios en una
firme línea y trató de volver a concentrarse. Después de un minuto logró
enterrar el torbellino de emociones, el Maelstrom, ahogándolo en el fondo de
su mente. Esperó hasta que su respiración se normalizó. Entonces salió de
Grimmauld Place, sonriendo y saludando a todos los que se dirigían a
Londres.

186
Llevaba cuatro minutos de retraso cuando entró en la choza. Draco apareció
un minuto después. La observó detenidamente.
—Casi pensé que me ibas a dejar plantado —dijo irónicamente.
—Alguien quería hablar. No tenía ninguna excusa para salir corriendo—
respondio mientras conjuraba una pequeña mesa y comenzaba a sacar
provisiones de su bolso. Malfoy la observó trabajar en silencio por un minuto.
—Eres un hospital andante —.
—Tengo que serlo—.
Acomodó todo en el orden que lo necesitaría y después invocó a una de las
sillas.
—Te será más fácil comprobar la destreza de tus manos en una silla que en una
mesa médica. Deberías quitarte la camisa por completo—.
Él comenzó a desabotonarla mientras Hermione acomodaba sus suministros
y los recorría cuidadosamente una última vez.
—Hay dos formas de sanar incisiones tan profundas como las tuyas —dijo
levantando la vista para mirarlo— Sin dolor, pero la cicatrización del tejido
muscular puede provocar limitaciones a largo plazo en la movilidad de tus
hombros. O dolorosamente, para poder asegurar que las cicatrices no se
junten en formas que interfieran con tu destreza manual. Supuse que
escogerías la última—.
Él asintió, observándola atentamente.
—Puedo usar hechizos para calmar el dolor en las incisiones que no estoy
sanando, pero no puedo usar ninguna poción que reduzca tus sensaciones o
no serás capaz de decirme si el tejido cicatricial se está formando
correctamente. Esto va a doler—.
—Estoy consciente —dijo con voz severa.
Hermione sacó el tequila y lo puso sobre la mesa.
—El alcohol ayuda. Asumiendo que no te emborraches del todo, ayudará a
que el dolor sea soportable sin reducir la sensibilidad en tus hombros hasta
un punto que interfiera con la curación. Este es un alcohol Muggle llamado
tequila. Fue demasiado barato. No tengo un gran presupuesto para alcohol—.
Sacó una poción de Draught of Peace.
—Una doble dosis de Draught of Peace también ayuda. Estar tenso no ayudará—
Le entregó a Draco el gran frasco de Draught of Peace y lo vio tomarlo.
—¿Listo? —

187
No se había sentido tan nerviosa por un procedimiento de sanación en un
largo rato. Él se sentó a horcajadas en la silla y ella comenzó.
Cuidadosamente hizo crecer una sección de tejido cicatricial y luego le hizo
rotar, extender y estirar su hombro completamente. Quedó apretado. Lanzó
un hechizo para relajar el tejido pero aún así seguía apretado. Tuvo que cortar
parte del tejido y regenerarlo nuevamente. Pedazo por pedazo. La sangre
manaba de las otras runas mientras el movimiento las agitaba continuamente.
Había ajustado el tejido cicatricial de cuatro runas antes de que Draco
finalmente se quebrara y conjurara sin varita una botella de firewhiskey añejo.
Ella no dijo nada y se detuvó, mientras él removía el corcho con los dientes y
lo bebía durante varios segundos, después lo puso firmemente junto a la
botella de tequila y dejó caer la cabeza sobre el respaldo de la silla.
—Mierda. Mierda. Mierda —murmuró.
—Lo siento —dijo ella incomodamente, poniéndole la mano suavemente en el
hombro mientras comenzaba a trabajar de nuevo.
—Ahórratelo, Granger —gruñó.
Tenía el rostro pálido, y apretaba fuertemente el respaldo de la silla hasta que
sus nudillos se volvieron blancos. Bebió entre cada runa después de eso. Para
cuando ella había empezado a trabajar en el otro hombro, se estaba moviendo
constantemente más allá del ajetreo entrando en las primeras etapas de la
embriaguez.
—Maldita sea —gimió en voz baja— Siempre dije que eras una completa y
absoluta perra. No hace falta que me lo demuestres—.
Hermione apretó los labios con firmeza, dividida entre la ofensa, la diversión
y la simpatía.
—La perra que te cura —respondio.
Él soltó una risita— Aparentemente—.
Él no volvió a hablar, excepto para responder a sus preguntas sobre el tejido
cicatricial hasta que finalizó. Le limpió toda la sangre de la espalda, le aplicó
gentilmente varios analgésicos y una última capa de una poción cremosa para
ayudar al nuevo tejido a fijarse apropiadamente. Las cicatrices estaban
ferozmente rojas. Echo un vistazo a su reloj, era más de medianoche. Había
tordado más de lo que esperaba.
—Muy bien. Ya terminé—.

188
Malfoy suspiró aliviado y bebió lo que quedaba de firewhiskey antes de empujar
la segunda botella vacía sobre la mesa, junto a la primera. Permaneció inmóvil
durante unos segundos, como si recobrara el equilibrio. Luego ladeó la cabeza
hacia un costado y miró al tequila.
—¿Qué es esto? —dijo tomándolo por el cuello e inspeccionándolo.
Casi no mostraba signos de embriaguez. Sus palabras no se arrastraban y sus
manos permanecían firmes. Hermione nunca había visto a nadie tomar tanto
alcohol y mantenerse tan externamente impertubado. Era aterrador lo
controlado que era.
—No lo bebas. Fue demasiado barato. Acabas de tomar cien galeones de
alcohol añejo. No lo remates con eso—.
No estaba dispuesto a escuchar. Lo destapó, lo olió y después tomó un
pequeño trago. Lo escupió inmediatamente al suelo.
—¡Que mierda! Esto es barniz ¿ahora me estás envenenando, Granger? —
—Estaba pensando en él como un castigo si elegías no creerme y no traías el
tuyo —Hermione dijo irónicamente— Me han dicho que sabe mejor si se
consume con sal y una rodaja de limón—.
—¿Te han dicho? —
—No bebo mucho, especialmente no en el mundo Muggle —Hermione le
recordó.
—Ni siquiera sabes lo que compraste —su boca aún estaba torcida como si no
pudiera quitarse el sabor de la lengua.
—Sólo bsuque algo barato y con alto contenido de alcohol —.
—No debería de estar sorprendido. Tu idea de emborracharte es tomar vino y
pretender que eres un troll debajo de un puente —dijo, riéndose ligeramente.
Hermione hizo una expresión amarga mientras terminaba de empacar sus
suministros de sanación. Rebuscó en su bolso y maldijo para sus adentros.
Había olvidado traer una poción de sobriedad. La tenía en su lista mental,
pero se le había olvidado cuando Harry apareció.
—Bueno, ya termine ¿estás en condiciones de aparecer? —preguntó mirándolo
con cuidado.
No creía que pudiera estarlo, él se quedó considerando la pregunta durante
varios segundos. Moviendo la cabeza de un lado para otro y arqueando una
ceja.
—No creo que sea médicamente recomendable —él finalmente dijo.

189
Ella suspiró con alivio. No tenía ni idea de lo que habría hecho si él hubiera
insistido en que estaba sobrio. Se preguntó si sería capaz de aturdirlo si él no
se lo permitía.
—Bueno. Entonces, ¿quieres que conjure una cama para ti? Se me dan bastante
bien —preguntó.
—¿Ansiosa por irte? —dijo, poniéndose de pie y dirigiéndole una mirada
penetrante. No parecía borracho en lo absoluto.
—¿Tienes a alguien esperándote? —
La pregunta la tomó desprevenida, parpadeó y pensó en todos los demás que
estaban en el bar sin ella.
—No —dijo negando con la cabeza.
—Yo tampoco —anunció.
Después sin varita y con un movimiento no verbal de su mano, apareció otra
botella de Ogden's Firewishey Reserved.
—Bebamos—.
Lo observó cuidadosamente. No había anticipado que la noche fuera en esa
dirección. Tenía que estar ridículamente borracho, con la cantidad de
firewishey que había bebido, debía de estar siendo insensato.
—No creo que eso sea muy buena idea —dijo, deslizándose hacia la puerta.
—Vamos, Granger —dijo en tono engatusador y caminó hacia adelante,
acercándose a ella, con botella en mano. Seguía sin camisa.
—La solitaria sanadora de la Orden. Intenta beber en otro lugar que no sea un
arroyo—.
Hermione chocó contra la pared mientras se alejaba de él. Se inclinó sobre
ella y ella inclinó la cabeza hacia atrás para mantener el contacto visual. Él le
sonrió de forma juguetona.
—Deberías sentirte privilegiada. Difícilmente tomo con alguien. Nunca me
emborracho a lado de nadie. Es una idea terrible. La oclumancia es de mala
calidad. Reflejos más lentos. Terrible idea—.
—Tú lo dijiste —Hermione señaló, deslizando la mano por detrás de su espalda
y tratando de encontrar la perilla de la puerta.
—¿Lo hice..? —parpadeó— ¿Ves? De alguna forma… cuando se trata de ti…—
suspiró y apoyó la frente en la parte superior de la cabeza de Hermione, se
quedó congelada del asombro. Levantó la mano vacía y le acarició ligeramente
la mejilla con las yemas de los dedos, deslizando el pulgar a lo largo de su
pómulo. Hermione contuvo el aliento en la garganta.
190
—Inspiras terribles decisiones. Algo sobre ti. No puedo entenderlo —levantó la
cabeza y se inclinó hacia atrás sólo lo suficiente para mirarla fijamente.
—¿Qué te hace tan especial? —
Hermione encontró la perilla de la puerta y la giró, tratando de abrir la puerta.
No se movía. Miró hacia abajo y encontró la punta del zapato de Draco clavada
en la puerta. Lo miró y él sonrió satisfecho.
—Vamos, Granger. ¿Dónde está tu valentía de Gryffindor? —dijo, con la voz
grave, saliendo del fondo de su garganta para que sonara ronca.
—Tómate un trago conmigo. Incluso te llamaré Hermione—.
Le dieron escalofríos al escuchar su nombre saliendo de sus labios. Había
desaparecido el tono cortante y directo con el que solía hablar. Era
aterradoramente juguetón. Como un kneazle con un gnomo entre sus garras.
Intentó abrir la puerta nuevamente. Él parecía estar cada vez más cerca.
Apenas había espacio entre ellos. Podía sentir el calor de su pecho desnudo
en el rostro, sus ojos estaban entrecerrados pero brillaban mientras bajaba la
mirada para verla fijamente.
Su ritmo cardíaco comenzó a acelearse progresivamente, estaba a punto de
pedirle que la dejara ir, de decirle que la estaba asustando. Abrió la boca para
decirlo, pero después se contuvo. Debería quedarse. Draco Malfoy se estaba
entregando a ella en una bandeja de embriaguez. Si estaba esperando por una
entrada, era esta. La oportunidad nunca se repetiría. Incluso él admitía que
estaba cometiendo un error. Que era un riesgo. Quedarse era un riesgo para
ella, una esquina de su mente susurró. Se estremeció ligeramente y lo ignoró.
Tenía que quedarse. Intentó no mostrar abiertamente su cambio de opinión.
—No tengo miedo —dijo, levantando la barbilla y retirando la mano de la
perilla.
Él le dedicó una sonrisa burlona — ¿En serio? —
—En serio —dijo dando un minúsculo paso hacia él.
Apenas había espacio para moverse. Tomó la botella de Ogden's de su mano y
la examinó. Era una edición de reserva de ochenta años. Le quitó el corcho y
la olfateó. Era una bebedora sin experiencia, pero dudaba que pudiera fingir
que bebía. Draco lo notaría. Y necesitaba el valor. No tenía ni idea de lo que
un Draco Malfoy con inhibiciones bajas podría hacer. El pensamiento la hizo
sentir fría de horror. Se encontró con su mirada divertida mientras daba un
trago.
Uno de ellos estaba en bandeja de plata. La pregunta era simplemente quién.
191
Flashback 15
Agosto 2002

El firewhiskey ardió con fuerza en su garganta, e instantáneamente los latidos


de su corazón se calmaron ligeramente. La cálida sensación de valentía se
extendió por su pecho. Inclinó la botella hacia Draco, quien se la arrebató de
la mano y también tomó un trago, con los ojos clavados en los de ella hasta
que la bajó, después miró alrededor de la habitación vacía en la que se
encontraban. Sacó la varita de la funda que llevaba atada al brazo derecho, la
sacudió y conjuró un sofá de dos plazas. Hermione volteó a verlo
detenidamente, él comentó:
—No voy a deslizarme por un sofá cada vez que pasemos la botella—.
Después agregó en tono burlón:
—Puedo conjurar un sillón de cortejo si necesitas una barrera —sus ojos eran
provocadores. Seguía sin camisa.
—O podrías haber conjurado unos vasos —dijo ella, lanzándole una mirada
penetrante, se sentó en el pequeño sillón y esperó a que él hiciera lo mismo.
Se inclinó, apoyando la mano en el respaldo del sofá detrás de su hombro y
se reclinó sobre ella, deslizando la botella en su mano.
—Tu turno. Tienes qué ponerte al día —dijo él en voz baja antes de sentarse a
su lado.
Estaba mucho más cerca de lo necesario. Hermione bebió otro sorbo, y él la
observó, cuando ella trató de devolverséla, se negó y le indicó que continuara.
—Te arrepentirás cuando empiece a llorar encima de ti —dijo, sospechando
una vez más de lo borracho que estaba.
Ya podía sentir como comenzaba a afectarla. Había picoteado en la cena y eso
había sido horas antes. Una cálida y entorpecedora sensación estaba
empezando a invidirla.

192
—No lloraste demasiado —le dijo, reclinándose hacia atrás con cautela.
Después, al descubrir que no le dolía, se hundió contra el respaldo del sofá
con un fuerte suspiro.
—No tenía idea de lo mucho que extrañaba recargarme en algo—.
—Ten cuidado durante los próximos días —Hermione dijo entre tragos— Si
eres descuidado mientras se asientan, la piel podría desgarrarse y tendré que
rehacer algunas partes. Si quieres… puedo seguir viniendo. Si sigo tratándolas
unos días más, ni siquiera podrás sentirlas. Por lo menos… no el aspecto
físico—.
La miró con una sonrisa de burla y sacudió la cabeza como si no lo creyera.
—¿Hay alguien por quien no te sientas responsable? —preguntó.
Hermione no contestó la pregunta y bebió otro trago de firewhiskey. Lágrimas
de repente aparecieron en las comisuras de sus ojos.
—Todos mis amigos salieron a beber esta noche. Me invitaron, pero no pude
ir —dijo bruscamente.
Se quedó callado por un momento.
—Lo siento. Pudimos haber reprogramado —él dijo.
Hermione resopló.
—Claro. Sólo te dejaría con laceraciones en la espalda un día más para poder
ir a beber. No es como si pudiera beber con ellos de todas formas.
Seguramente me metería en alguna pelea furiosa con Harry y Ron—.
Estalló en llanto y lloró durante varios minutos. Mientras lloraba, Draco le
arrebató la botella de los dedos y se dispuso a vaciarla. Cuando sus sollozos
finalmente se redujeron a breves inhalaciones, él se rió entre dientes.
—Sabes —dijo secamente— si alguna vez tuviera que interrogarte, creo que me
saltaría la tortura y la legeremancia y me limitaría a vaciarte una botella de
firewhiskey por la garganta—.
Hermione comenzó a reír entre las lágrimas.
—Oh dios, tienes razón —dijo resoplando y secándose los ojos.
Él le entregó la botella de vuelta y ella bebió a sorbos durante varios minutos
en silencio.
—Gracias, Granger —dijo silenciosamente después de un rato.
La comisura de sus labios se curvó en una pequeña sonrisa— Pensé que habías
dicho que si bebía contigo me llamarías Hermione—.
—Hermione —le dijo.
Ella volteó a verlo.
193
Tenía los ojos encapuchados; la estaba observando con atención.
—¿Si? —
No dijo nada; sólo continuó observándola hasta que comenzó a sonrojarse.
Era distrayente mirarlo cuando no tenía la camisa puesta, sus ojos seguían
bajando, luego se entretenían, entonces se daba cuenta, levantaba la vista y
descubría que él seguía mirándola.
—Creía que habías dicho que eras más furioso cuando te embriagabas —dijo
finalmente nerviosa.
—Normalmente lo soy. La última vez que me emborraché, me encerré y
destrocé la habitación—.
—No pareces estar borracho—.
Estaba comenzando a sentirse bastante borracha. Le pesaba la cabeza, tenía
unas ganas irrefrenables de reír, llorar y acurrucarse en el sofá.
—No soy una persona relajada—.
—Lo he notado. Y me regañas —dijo con severidad. Sintió que su rostro
adoptaba una expresión más exagerada de lo que había pretendido.
Él se rió por lo bajo.
—Mi estrés no interfiere con mi combate. Apuesto a que incluso ahora podría
vencerte en un duelo—.
—Probablemente podrías —Hermione dijo con un suspiro— Aunque he estado
haciendo ejercicio. Pensé que lo odiaría, pero en realidad es agradable—.
Él sonrió con una sonrisa floja y retorcida. Hermione se sonrojó.
—Deberías ponerte una camisa —finalmente dijo, con su voz saltando— Debes
tener frío—.
De repente, su mano estaba en la de él, y él la había presionado contra su
pecho. Ella jadeó ligeramente con sorpresa y sintió que su ritmo cardiaco
empezaba a incrementar rápidamente.
—¿Me siento frío? —preguntó en voz baja.
Se había incorporado y de repente estaban muy, muy cerca. Tan cerca que
Hermione podía sentir su aliento contra el cuello. Un escalofrío recorrió su
espalda.
—N-no —susurró, mirando a los dedos extendidos sobre su pecho.
Había pasado horas tocándolo mientras curaba sus runas, pero estar frente a
frente hacía que el contacto físico fuera repentinamente intímo. Podía sentir
la ligera sensación del latir de su corazón bajo el dedo índice. Sin pensarlo, le
acarició ligeramente la piel, él inhaló con fuerza, y ella lo sintió vibrar bajo su
194
mano. Su mano seguía sobre la suya, pero ya no la sujetaba. Le paso el pulgar
a través del pectoral y lo sintió estremecerse bajo sus dedos.
Hermione sintió que a duras penas respiraba; que si inhalaba o exhalaba
demasiado fuerte, algo en el aire se rompería. El momento… la tensión entre
ellos… se sentía como las alas de una mariposa. Delicado.
Impresionantemente frágil. Levantó la vista hacia él. Tenía la cara a escasos
centímetros de la suya. Los ojos de Malfoy estaban oscuros mientras
estudiaban su rostro. Era sorprendentemente guapo, casi no se dejaba notarlo.
Pero de alguna manera, borracha y sintiendo el latir de su corazón bajo sus
dedos, lo vio. La frialdad de su persona se había desvanecido; su piel era cálida,
y su aliento contra su piel era tibio, y era hermoso a la vista. No podía recordar
cuándo había dejado de tenerle miedo.
—Tengo que admitir —dijo en voz baja como si fuera una confesión— si alguien
me hubiera dicho que te habías vuelto tan encantadora, nunca me habría
acercado a ti. Me deslumbraste bastante la primera vez que volví a verte—.
Ella lo observó confundida.
—Eres como una rosa en un cementerio —dijo, sus labios se curvaron en una
sonrisa amarga— Me pregunto en qué te habrías convertido sin la guerra—.
—Nunca he pensado en ello —le contesto.
—No me sorprende —él dijo, con voz calmada. Su mano se estiró y tomó un
rizo que se había soldado de sus trenzas.
—¿Tu cabello sigue igual? —
Ella resopló— Si. En su mayoría —.
—Es como si fuera tú —dijo, retorciendo el rizo entre sus dedos para que se
enrollara alrededor de la punta de su dedo.
—Atado en su lugar, pero sigue siendo el mismo debajo—.
Hermione se quedó mirándolo por un momento, y después lágrimas se
formaron en sus ojos. Los ojos de Malfoy se abrieron de par en par.
—Oh Dios, Granger —dijo precipitadamente— no llores de nuevo—.
—Lo siento —dijo, retirando la mano y alargándola para secarse las lágrimas.
Se sentía fría. Cuando volvió a mirarlo, su expresión era pensativa. Nunca lo
había visto tan expresivo antes. Todo se había sentido como una máscara hasta
ese entonces. Con los más breves destellos de algo real apareciendo de vez en
cuando. Mientras estaban ahí sentados, casi pensó que estaba viendo a su
verdadero yo. Y él se veía… triste. Solo. Quizás incluso con el corazón roto.
—Te dije que lloraría si me emborrachabas—.
195
—Lo sé. No me molesta. Sólo no quiero ser la razón esta noche —dijo,
apartando la mirada de ella y alejando la mano de su cabello.
Ella tomó otro trago de firewhiskey y después se la ofreció. Quedaba menos de
un cuarto de la botella. Malfoy la agarró y miró a través de la habitación, su
expresión se volvió amarga, el aire a su alrededor se volvió repentinamente
frío. Hermione reconoció el cambio, era como cuando lloraba. Algo se le
había venido a la mente, lo había golpeado. El alcohol había debilitado sus
muros de oclumancia y no pudo evitar sentirlo. Silencioso. Furioso. Como
había dicho.
Sin pensarlo, se estiró y tomó la mano más cercana, su mano izquierda. Él
volteó a verla. Hermione la giró entre sus manos y recorrió con sus pulgares
la palma de la mano. Aplanándola. Podía sentir los ligeros tremores del
cruciatus que aún tenía.
—¿Cuándo te volviste ambidiestro? —preguntó.
Él encontró sus ojos, y ella pudo ver su sorpresa.
—¿Cuándo lo adivinaste? —preguntó después de un momento.
—Tu funda está en el brazo derecho, pero siempre has usado la mano derecha
en los duelos conmigo. Y tienes la misma cantidad de callos por el uso de la
varita en ambas manos. Lo noté el primer día que trabajé en las runas—.
—Inteligente—.
Hermione sonrió satisfecha— ¿Apenas te das cuenta? —
Él resopló— Humilde también —agregó secamente.
Sacó la varita y murmuró los hechizos mientras le daba golpecitos con la punta
a través de la mano, tratando de eliminar los últimos temblores.
—No tienes que seguir sanandome, Granger —dijo después de un momento.
Ella sintió como se enrojecía bajo su mirada.
—Hermione —dijo, recordándole de nuevo— Te veías triste. No sabía si querías
un abrazo mío. Así que pensé en esto. Pensé que sanarte, por lo menos, sería
algo que querrías—.
Él estaba callado, y ella continuó masajeando su mano, pasando los dedos por
encima y contra los de él. Tenía dedos largos y afilados.
—¿Y si quisiera otra cosa? —dijo, su voz era tranquila pero la pregunta tenía
algo de mordaz.

196
197
Las manos de Hermione se detuvieron, y volteó a mirarlo. Sintió como si todo
el oxígeno de la habitación se hubiera desvanecido repentinamente. Los
latidos de su corazón se triplicaron y su pecho de repente se sintió vacío.
—¿Qué quieres? —preguntó cautelosamente.
Estudió su rostro, tenía los ojos oscuros, pero su expresión era relajada.
Curiosa. El cabello le había caído en la frente, suavizando sus rasgos angulares.
Se veía joven.
—¿Te soltarías el pelo? Quiero verlo—.
Ella parpadeó —¿En serio? —preguntó, observándolo con incredulidad.
Él sólo asintió levemente.
Lentamente levanto la mano y removió los pasadores. Las trenzas cayeron y
les quitó las ligas y comenzó a pasar lentamente los dedos por cada lado para
desenredarlas. Cuando llegó a la parte superior de la cabeza, arrastró los dedos
una vez más y luego dejó caer las manos sobre el regazo.
—Ahí tienes. Mi melena—.
La miró fijamente durante varios segundos en silencio.
—No me había dado cuenta de que era tan larga—.
—El peso la hace más manejable —dijo, mirando alrededor; no estaba segura
de a dónde mirar. Recogió los pasadores en sus manos y los guardó en el
bolsillo del pantalón. La punta de un largo rizo le rozó la muñeca y se
sobresaltó un poco. Ya no estaba acostumbrada a tener el pelo suelto.
Normalmente sólo lo desenredaba el tiempo suficiente para bañarse y después
lo volvía a amarrar antes de que estuviera seco. Se sentía casi Victoriana, como
si tener el pelo suelto estuvira revelando algo profundamente íntimo sobre sí
misma.
Draco se inclinó y entrelazó los dedos en su largo cabello a la altura de la sien.
Su expresión aún era curiosa. Ella se estremeció y se quedó sin aliento cuando
sintió que él deslizaba los dedos por su pelo hasta la cintura.
—Es más suave de lo que esperaba —dijo, sus ojos estaban fascinados.
Nunca nadie se había interesado por su cabello. Toda la interacción había
salido más allá su zona de confort, y no tenía ni idea de lo que se suponía que
tenía que decir o hacer. Lo miró fijamente y se dio cuenta de que los ojos de
Malfoy habían adquirido un aspecto algo aturdido. Estaba bastante, bastante
borracho.

198
De repente su rostro estaba incluso más cerca. A sólo centímetros del de ella.
Su mano se deslizó hasta su cuello y se entrelazó en los rizos de la base de su
cráneo. Era tan…
Vulnerable.
Íntimo.
Sensual.
Él ya ni siquiera estaba observando su cabello, sus ojos estaban en su rostro,
en su boca.
Estaban tan cerca.
—Si no quieres que te bese, deberías decirlo ahora —él dijo.
Sintió el aliento de cada palabra contra sus labios. Todo se sentía irreal. Como
un sueño. Borroso y lleno de sensaciones. Podía sentir el peso de su vida
cayendo sobre ella; aplastándola hasta que apenas podía respirar. Hasta que
apenas podía respirar por la soledad. Pero también podía sentir la mano de
Draco en su cabello. Era más cariñoso de lo que había pensado que podía ser.
Cálido al tacto. Hermoso.
Tan cerca que podía sentirlo respirar.
La miraba como si la viera; él estaba pidiéndolo. Si no hubiera hablado con
Harry esa noche. Si no hubiera estado tan borracha. Si no estuviera tan sola.
Si la revelación de la noche no hubiera sido que Draco Malfoy era realmente
agradable cuando estaba borracho, ella probablemente hubiera hecho algo
diferente. Pero no lo hizo.
Lo besó.
Un beso de verdad.
El sabor a firewhiskey estaba en los labios de ambos. Tan pronto como su boca
tocó la de él, Draco tomó el control. Como si hubiera soltado algo en su
interior. La mano en su cabello se apretó, y la acercó hacia él, poniéndola en
su regazo. Ella apoyó las manos sobre sus hombros mientras él profundizaba
el beso. Él usó el agarre de su cabello para arquearle el cuello hacia atrás y
deslizó la otra mano por su garganta; deslizó los dedos por la piel de
Hermione; a través de las clavículas, los hombros y la pendiente de su garganta
como si estuviera tomando medidas de ella.
Ella pasó una mano por su mandíbula y luego por el cabello. Mientras la
palma de ella le rozaba el pómulo, él apretó la cara contra su mano por un
momento. Estaba tan hambriento de caricias. Él recorrió a lo largo de su

199
cuerpo y ella se inclinó hacia el tacto como un gato. No se había dado cuenta
de cuánto deseaba que la tocaran. También estaba hambrienta de ello.
Draco deslizó una mano por el dobladillo de su blusa, rozando la piel de su
abdomen antes de deslizarse lentamente bajo su ropa y extender la mano por
la parte baja de su espalda, sosteniéndola contra su estómago de modo que
ella tuvo que arquear la espalda para seguir besándolo. Los besos era pausados.
Curiosos. Él utilizó el agarre en su cabello para controlar el ritmo mientras la
besaba lentamente. Rozando ligeramente su boca contra la de ella para que se
estremeciera antes de que él la mordiera suavemente. Después, la punta de su
lengua rozó su labio inferior. Ella jadeó, y cuando abrió la boca, él profundizó
el beso, deslizando su lengua contra la suya. Él sabía a hielo, a firewhiskey y a
pecados.
Hermione pasó las manos a través de sus hombros, sintiéndolo. Duro y pálido
como mármol, pero cálido. Era tan cálido al tacto. Entrelazó los dedos en su
cabello y lo jaló levemente, arqueándose contra él, mientras él le acariciaba la
cintura y ella se estremecía. Una tensión estaba comenzando a acumularse en
su interior. Ella nunca… una voz en el fondo de su mente cruelmente le
recordó que se suponía que ella no deseaba nada de eso. Se sacudió levemente
como si el pensamiento la hubiera golpeado físicamente.
Draco usó su agarre en su cabello para inclinarle la cabeza hacia atrás y
exponer su cuello, abandonando sus labios y besando a lo largo de su
mandíbula y la base de su garganta hasta que ella gimió y se aferró a él.
Lo deseaba. No sabía cómo no desearlo. Hermione acunó su cara entre las
manos y atrajo su boca hacia la suya nuevamente. Aplastó sus labios contra
los de él con fiereza y lo rodeó con los brazos, tratando de sentirlo por
completo. Tenían los pechos apretados el uno contra el otro, y ella no estaba
segura de si sentía los latidos de su corazón o los de él. Quizás tenían el mismo
ritmo. Estaba tan cansada de estar sola. Estaba tan cansada de verse reducida
a sus funciones.
Sanadora.
Investigadora de las Artes Oscuras.
Maestra de Pociones.
Enlace.
Herramienta.
Prostituta.

200
Como si se hubiera convertido en esas cosas porque hubiera querido. Quería
llorar, pero no podía. Sólo besó a Draco más ferozmente y él respondio con
el mismo fuego.
Las manos de Draco siguieron subiendo por su camisa, tocando sus pechos a
través del sostén, pasó el pulgar ligeramente por la parte superior de ellos, de
modo que ella se sobresaltó y se arqueó. Podía escucharlo respirar, mientras
se alejaba de sus labios y comenzaba a trazar besos a lo largo de su mandíbula,
rasgando ligeramente con los dientes el hueso curvado. Deslizó una mano bajo
el sostén y le rozó el pezón con el pulgar.
Ella sintió su pezón endurecerse bajo su toque y se encontró anhelando por
él. Se mordió el labio y emitió un suave gemido cuando él volvió a hacerlo y
se aferró aún más a sus hombros.
Le subió el sostén y le apretó el pecho desnudo. Su boca estaba caliente en la
coyuntura de su cuello y hombro, y sintió que le chupaba ligeramente la piel.
La mano de Hermione se deslizó sobre su hombro, sintiendo la leve sensación
de sus cicatrices, las acarició levemente. Pasó los dedos de su otra mano por el
pecho de él, sintiendo todas las curvaturas de sus músculos, memorizando
cómo se sentía.
Él se presionó a sí mismo contra su mano y gruñó contra su cuello, de placer,
no dolor.
La vibración del sonido le inundó el pecho, más caliente que el ardor del
firewhiskey. Jadeó mientras él continuaba acariciándole los pechos, besando y
chupando a lo largo de su hombro. No sabía que podía sentir tantas cosas al
mismo tiempo. Que todas las sensaciones se arremolinaban y fusionaban en
su cuerpo, convirtiéndose en algo que se sentía más importante que sí misma.
Se sintió inundada de sensaciones y emociones. No sabía que sus manos y su
aliento, sus labios y su lengua, su duro cuerpo contra el suyo, el roce de su
cabello contra su piel la afectarían emocionalmente. No tenía ni idea de que
escucharlo y sentirlo reaccionar a su tacto y su cuerpo podía afectarla más que
nada. No sabía que fuera así. Nadie se lo había dicho. Nadie le había
advertido. No sabía que podía alterarlo. No había esperado gustarle
físicamente. Nunca había parecido inclinado. Escuálida, así la había llamado
después de verla desnuda, que hubiera deseado haber pedido a alguien más.
Se estremeció, le vinó otro pensamiento no deseado. Ella podría ser
cualquiera. Simplemente estaba solo, él querría a cualquiera que lo hubiera

201
tocado. Se le hizo un nudo en la garganta y no pudo tragarlo. Sus manos se
paralizaron y luchó por respirar sin llorar.
Draco se dio cuenta, levantó la cabeza de su hombro y observó la expresión
de Hermione. Después sonrió amargamente, alejó las manos, acomodándole
la ropa mientras la quitaba de su regazo.
—Deberías de irte ahora —dijo.
Su voz era fría. Dura. Una vez más, cortante y directa. Su máscara había vuelto
a colocarse pulcramente en su lugar.

202
203
Flashback 16
Agosto 2002

Hermione presionó los labios mientras observaba a Draco, respirando


agitadamente.
—Estoy demasiado borracha. No puedo aparecer. Te lo dije, lloro. No puedo
evitarlo. No sé como contenerme cuando estoy borracha—.
Se tapó la boca con las manos y luchó por no estallar en llanto. Las lágrimas
salieron de sus ojos y se deslizaron sobre sus dedos.
Draco suspiró.
—¿Ahora por qué estás llorando? —
Le preguntó mientras seguía reprimiendo las lágrimas.
—Porque me siento sola y te estoy besando y acariciando, y en realidad no crees
que soy atractiva —admitió entre lágrimas.
Draco la miró por un momento y después inclinó la cabeza hacia atrás y se
quedó mirando al techo durante un minuto entero.
—¿Por qué crees que te estaba besando y acarciando? —finalmente preguntó
con voz tensa.
La comisura de la boca de Hermione se crispó y apartó la mirada.
—Porque estoy aquí —dijo silenciosamente.
—¿Por qué me estabas besando y acariciando? —preguntó, apartando la mirada
del techo para mirarla fijamente.
Hermione estudió un remolino en una tabla del piso y retorció un rizo entre
sus manos.
—Porque me tratas como si fuera yo. Mis amigos me tratan como a un colega
—dijo en tono amargo— Harry y yo nos peleamos, y luego se disculpó por
insultarme profesionalmente. Como si esa fuera la parte que me lastimó. De
alguna manera… tú haces que recuerde que debajo de todo en lo que me he
convertido en esta guerra, la persona que era antes aún existe—.
204
Se mordió el labio y se esforzó por no volver a llorar. Tomó la botella del suelo,
donde había sido abandonada en algún momento, y bebió más del firewhiskey
que quedaba. Había menos de dos centímetros, y tenía la persistente esperanza
de que si lo terminaba todo, la llevaría a un punto de embriaguez más allá de
los sentimientos.
Malfoy apartó la mirada de ella, y luego se inclinó hacia atrás y se tapó los ojos
con el brazo. Cuando se había terminado la botella de Ogden's, volteó a verlo,
su brazo había caído; estaba dormido. Lo miró fijamente durante un largo
rato, estudiando sus rasgos de una forma en la que nunca se había permitido
en el pasado. Después, poco a poco, notó que sus párpados se estaban
cerrando. Debería… no podía pensar del todo, pero debería hacer algo.
¿Levantarse? ¿O quizás conjurar un camastro en alguna parte? La vista se le
nubló. Se durmió sin dejar de mirarlo.

No sabía quién de ellos se había movido, pero cuando se despertaron a la


mañana siguiente, estaban medio entrelazados entre sí. De alguna forma,
ninguno de los dos se había caído del pequeño sofá. Se habían desplomado y
se habían acurrucado en los brazos del otro. Si la cabeza de Hermione no se
hubiera sentido a punto de romperse, habría intentado retirarse rápidamente,
pero en cambio se quedó atrapada debajo de Draco en un estado de horror
aturdido.
Su expresión mostraba un horror similar y casi pánico cuando pasó de estar
dormido a abruptamente despierto. Intentó sacar el brazo de debajo de ella, y
se tambalearon precariamente en el borde del sofá.
—Si me haces caer de este sofá, voy a vomitarte encima —Hermione le dijo
inmediatamente.
Se quedó quieto y se miraron fijamente el uno al otro.
—¿Alguna ingeniosa solución entonces, sabelotodo? —finalmente preguntó.
—Dame un minuto —Hermione dijo, sonrojándose de profundo color
escarlata y cerrando los ojos mientras trataba de pensar en una solución.
Estaba firmemente decidida a ignorar a Draco que yacía encima de ella. Draco,
que estaba sin camisa. El aire en la habitación era frío, pero su piel era cálida,
y su aliento rozándole la mejilla era caliente. Todo su cuerpo estaba duro y
apretado cómodamente contra ella; su brazo debajo de su espalda la hacía
arquearse hacia él. Había algo distinto y creciente presionado contra su muslo
cerca de la cadera y, tras un momento de desconcierto, sintió que se movía
205
levemente... ¡Oh dios! No estaba pensando en eso. No había notado nada. Sólo
estaba pensando en su resaca y en cómo desenredarse de Draco sin que
ninguno de los dos vomitara sobre la otra persona.
Draco estaba encima de ella con todo su peso, pero el brazo más cercano a la
orilla del sofá le rodeaba la cintura hasta más allá del codo. Cuando intentó
apartarlo de debajo de ella, el peso combinado de ambos corría el riesgo de
desestabilizarlos hasta el punto de hacerlos caer del sofá. Si él conseguía liberar
el otro brazo, podría agarrarse al respaldo del sofá y liberarse. Pero cuando
intentó mover el hombro, también se tambaleó. Si podía mover primero las
piernas del sofá, entonces podría arrodillarse en el suelo y liberarse fácilmente.
Pero el proceso, sospechaba Hermione, provocaría una gran fricción a la
altura de la cintura.
—Creo que si muevo mi pierna izquierda —Draco comenzó a decir.
—¡No lo hagas! —Hermione gritó rápidamente, sintiendo cómo su cara se
enrojecía aún más.
—¡Mierda! Granger, no grites —dijo enfadado, haciendo una mueca de dolor.
—Sólo… déjame pensar —dijo Hermione, deseando amargamente haberse
quedado dormida en el suelo.
—Jodidamente increíble —murmuró bajo su aliento.
La irritación se encendió dentro de su pecho junto con su vergüenza por su
situación actual.
—No me culpes. Yo quería irme a casa anoche. Tú fuiste quien bloqueó la
puerta y exigió que tomara contigo —Hermione dijo en tono cortante.
—Estaba borracho. Por tu sugerencia como una supuesta profesional médica,
debo agregar —su expresión era desdeñosa.
—Me disculpo por recomendar una fuente de alivio de dolor mientras te
sanaba —dijo Hermione, mirándolo con desprecio— Si mi ayuda te resulta tan
inconveniente, siempre puedes ir a otro lugar—.
—Ya tenía la intención de hacerlo —dijo fríamente.
Hermione se quedó sin aliento fuertemente ofendida, se puso rígida y luego
se retorció bruscamente debajo de él. Él perdió el equilibrio y se desplomó, y
ella se incorporó rápidamente para evitar que la arrastrara con él. Se golpeó la
cabeza con un contundente crujido en la madera del piso.
—Eres una maldita perra — dijo mientras se agarraba la cara.
Hermione se burló de él mientras se levantaba.

206
—Si, creo que eso ya está bastante bien establecido ahora —dijo, presionando
los labios en una firme línea mientras levantaba su bolso y abría la puerta.
—Si tienes alguna información útil, deja un pergamino. Lo recogeré más
tarde—dijo, cruzando la puerta y desapareciendo antes de que él pudiera decir
algo en respuesta.

En el momento en que apareció de regreso en la calle de Grimmauld Place


Número 13, procedió encorvarse y vomitar en un arbusto. Después de
desvanecer la suciedad y limpiarse la boca, rebuscó en su bolso y sacó un frasco
de poción para aliviar la resaca que había recordado empacar para Draco la
noche anterior. Tragó la poción y su boca se torció ligeramente mientras
permanecía de pie en la calle vacía y trataba de no llorar al repasar la noche
anterior desde una perspectiva de sobriedad.
Había besado a Draco Malfoy. Más que besarlo. Lo acarició. A voluntad.
Nunca había besado a nadie más que a Viktor Krum durante cuarto año. Pero
eso no era lo que le molestaba. Mientras estaba de pie en la calle vacía,
retorciendo la correa de su bolso, temía haber comprometido su misión.
Draco se había entregado a ella, le había pedido su compañía, y había querido
besarla. Lo había arruinado al estar borracha, vulnerable e insegura. No estaba
segura si tener sexo con él hubiera sido el movimiento correcto, pero no había
desbaratado su sesión de besos con ningún cálculo o estrategia por su parte.
Se había resistido y él lo había visto. Dispuesta. Había sido específico al
respecto. En el momento en que dudó, la empujó más allá de sus muros. Ni
siquiera había estado pensando en su misión. Le había tocado el cabello y le
había dicho que era encantadora. Había lucido triste para ella, y eso la había
llevado a querer besarlo. Si el alcohol no la hubiera vuelto tan insegura,
probablemente hubiera tenido sexo con él. No sabía que ser tocada por
alguien podría ser tan significativo. Que escucharlo gruñir y reaccionar a sus
caricias afectaría algo tan profundo en su interior.
Teóricamente entendía el sexo y las relaciones románticas. Pero práctica, y
personalmente, hablando se encontraba tan fuera de su alcance que se sentía
como si la hubieran arrojado a un profundo abismo marino. Nunca había
habido ni el tiempo ni la oportunidad para ningún tipo de relación. Ni
cuando había estado entrenando en el extranjero. Ni cuando regresó. La
mayoría de la gente de su edad ni siquiera tenían autorización para acercarse
a ella cuando trabajaba en investigaciones o pociones, además las visitas
207
estaban cuidadosamente reguladas en el hospital. Para cuando la mayoría de
los pacientes se habían recuperado lo suficiente como para fijarse en ella, eran
transferidos fuera del hospital a una sala de convalecientes o a una casa de
hospicio. Simplemente nunca había tenido tiempo para ello.
Había observado a Ron y su ciclo de parejas y asumió que el sexo era
impersonal. Sólo algo reconfortante y físico. Que era fácil estar con alguien y
después alejarse y que no importaba si al día siguiente procedían a buscar a
otra persona. Había pensado, que si alguna vez se daba el paso con Malfoy,
sería capaz de ser indiferente. Que no tendría que ser algo personal si tan sólo
fuera lo suficientemente racional. Recostarse y pensar en Inglaterra. Las
mujeres habían hecho eso durante cientos de años.
Se había equivocado. Besar a Draco y ser tocada por él se había sentido como
la cosa más personal que le había pasado jamás. Había despertado un anhelo
en lo más profundo de su ser; mientras permanecía parada, sola, en la calle,
se encontró deseando volver a experimentarlo. Se había sentido sagrado. No
había sido algo estratégico o impersonal. Había sido ella extendiendo la mano
y besando a alguien que estaba interesado en ella. Quien se había sentido afín
en la soledad. Alguien quien comprendía el mundo oscuro en el que había
descendido. Quien no estaba enojado con ella por querer ganar la guerra a
cualquier costo.
Quería que significara lo mismo para él. El conocimiento de que
probablemente no, fracturó algo dentro de ella. Probablemente era como
Ron. Probablemente sólo era algo físico. El hecho de que no fuera, no
pudiera, ser así para ella se sentía cruelmente injusto. El hecho de que aún lo
deseaba de todos modos era lo peor de todo. Se sentía vacía. Se sentía física y
emocionalmente traicionada por sí misma. No quería volver a acercarse a
Draco. Sentía que verlo le dolería todas las veces.
Mortífago. Asesino. Espía. Objetivo. Herramienta.
Pero aún así, quería que la tocara. Que entrelazara los dedos en su cabello,
deslizara las manos a lo largo de su cuerpo, y sentirlo gemir contra sus labios
mientras le devolvía el beso. Nunca antes había deseado algo así, y no sabía
cómo ignorarlo ahora que existía. No sabía cómo detenerlo. No era un anhelo
en su mente que pudiera ocluir. Estaba en algún lugar más profundo. Pero no
importaba. No importaba si no quería volver a verlo nunca más. No
importaba cómo se sintiera. Nunca había importado cómo se sentía. Las
instrucciones seguían siendo las mismas; mantén su interés, volverlo leal.
208
Se tragó el amargo sabor de boca de la poción y el vómito, y se dirigió de vuelta
a Grimmauld Place.
—¡Maldita sea, Hermione! —dijo Ron cuando entró por la puerta.
Estaba sentado en la sala con los insomnes. Ella se le quedó mirando,
confundida.
—¿Qué le pasó a tu cabello? —preguntó.
Levantó la mano y lo sintió todo enredado a su alrededor.
—Brambles —mintió prontamente.
—Parece que hubieras perdido una pelea con un kneazle —Ron dijo con tono
burlón.
Hermione asintió distraídamente.
—Había olvidado que era así —Ron agregó después de mirarla por un minuto
más— Es bonito como lo llevas trenzado ahora—.
Hermione le sonrió con desgana y sintió la mandíbula le temblaba
ligeramente.
—Si. Es mejor cuando lo llevo hacia atrás. Ahora díficilmente sé que hacer
cuando está así—.
No quería hablar con nadie. Especialmente no quería hablar sobre su cabello.
Se apresuró a subir las escaleras hasta un cuarto de baño y se dio una ducha.
Se frotó violentamente, tratando de borrar cualquier recuerdo físico de las
manos de Draco. El agua estaba hirviendo y no se atrevía a cerrarla. Cuando
terminó de lavarse, permaneció parada allí mientras pasaban los minutos;
perdiendo el tiempo que no tenía. Se decía a sí misma que no estaba llorando.
Sólo era el chorro de la ducha. Sólo era agua en su rostro. Apenas se secó el
cabello con una toalla antes de trenzarlo rápidamente en dos tensas trenzas
francesas que enroscó en la nuca. Limpio. No se veía ni un rizo suelto.
Estaba haciendo un inventario de pociones cuando Kingsley la encontró.
—Granger, te necesitan en El Refugio —.
Hermione se paralizó por un momento antes de girarse y dibujar una runa en
en un cofre muy anodino que había en el suelo. Se abrió inmediatamente, y
sacó una pequeña bolsa de cuero. Levantó la solapa y realizó un rápido
inventario visual.
—Estoy lista —dijo, tratando de sofocar los rápidos latidos de su corazón y la
helada sensación de tensión en el estómago.

209
Kingsley la guió a través de Grimmauld Place y después aparecieron desde la
puerta principal. No reaparecieron en El Refugio. Hermione sabía que no lo
harían. Estaban en la entrada de una estrecha cueva. Kingsley se acercó y dio
un golpecito a una gran roca junto a la apartura de la cueva. El suelo a los pies
de Hermione se arremolinó y apareció una escalera que descendendia a las
profundidades. La miró durante un momento, presionando los labios antes
de comenzar a bajar. Al pie de las escaleras estaba Gabrielle Delacour,
luciendo etéreamente hermosa.
—Hegmione, ¡he agtapado a ogto! —anunció triunfante— Él no está magcado
pego cgeo que es impogtante pogque está siendo muy difícil—.*
Gabrielle había sido una recluta reciente de la Resistencia de Gran Bretaña.
Una de los pocos miembros de la Resistencia Francesa que escaparon a otras
partes de Europa cuando Voldemort finalmente tomó control de Francia.
Todos los amigos y compañeros de clase de Gabrielle habían muerto. Había
llegado sedienta de venganza.
En lugar de incorporarla formalmente a la Resistencia Británica o a la Orden,
Kingsley había incorporado a Gabrielle en su equipo secreto de
reconocimiento; un equipo que incluso la mayoría de los miembros de la
Orden en gran medida desconocían. Los reclutas de Kingsley estaban
esparcidos por Europa reuniendo inteligencia. La mayoría eran agentes libres.
Kingsley les dejaba vagas instrucciones y un gran margen de maniobra con
respecto a los medios que debían utilizar para extraer la información. Mientras
la información fuera buena, no hacía ningún movimiento para frenar o
cuestionar sus métodos. Se suponía que debían traer de vuelta a sus objetivos
para que fueran encarcelados. Llamaban a Hermione para que los curara antes
de ponerlos en animación suspendida.
Gabrielle era excepcionalmente talentosa al reunir información. Usaba su
encanto de Veela y atrapaba a sus objetivos en algún lugar donde pudiera
interrogarlos a su antojo. También tendía a traer mucha más información que
prisioneros. Hermione sospechaba que mataba a la mayoría de sus objetivos
cuando terminaba con ellos. Había un frío triunfo en los ojos de la francesa
que hablaba del dolor tanto dado como recibido. La hermosa y joven mujer
siempre usaba mangas largas y se cubría cuidadosamente del cuello para abajo.
Cuando Gabrielle sí traía a alguien de vuelta, significaba que no había podido
quebrarlos.
*Nota el pie: el diálogo tiene esos “errores” porque Gabrielle es francesa, simula su acento francés.

210
En cuyo caso, se resignaba a dejarlos a la merced de los métodos de
interrogatorio tradicionales de Kingsley y Moody: legeremancia, veritaserum y
presión psicológica. Cada vez que Kingsley llevaba a Hermione a la playa,
nunca estaba segura de lo que le estaba esperando.
Se armó de valor. Abrió la puerta de golpe y encontró a un hombre joven
inmovilizado en una silla. Pequeños charcos de sangre estaban en el suelo
debajo de él. Hermione respiró profundamente, puso su bolsa de cuero sobre
la mesa y la abrió, sacando los suministros y acomodándolos ordenadamente
en la mesa. Cuando tenía todo en su lugar, se acercó y lanzó un diagnóstico.
Nada grave. Nada que pudiera matarlo. Una multitud de pequeñas heridas en
áreas con una gran cantidad de nervios. Se concentraban en sus manos y…
Hermione tragó saliva… genitales. Estaba consciente pero ignoraba a
Hermione, lo cual era normal. El trabajo de Hermione era curarlo antes de
que Kingsley lo interrogara. No era tanto una cortesía como un tornillo
adicional para enroscar mientras el prisionero se inquietaba por lo que estaba
por venir. De vez en cuando, el miedo era suficiente para que se quebraran
mientras trabajaba y comenzaban a ofrecer su información a Hermione.
La primera vez que trajeron a Hermione y descubrió que la Orden permitía
tácitamente la tortura, se enfureció. Había una diferencia, una profunda
diferencia, entre usar las Artes Oscuras en defensa propia y torturar a alguien.
Aceptar curar a esos prisioneros significaba que lo estaba permitiendo.
Kingsley no se inmutaba por su conciencia. No había nadie más con
autorización dentro de la Orden que tuviera las habilidades para hacerlo. Si
Hermione no los curaba, los prisioneros quedarían en cualquier condición en
la que se encontraran cuando los dosificaran con Draught of Living Death,
dejándolos mutilados en animación suspendida.
Había intentado en repetidas ocasiones disuadir a Kingsley de darle a sus
reclutas tanta libertad. Se ofreció a elaborar más veritaserum. Él la había mirado
fijamente y había respondido que los miembros de reconocimiento no
querían veritaserum, querían venganza. Al reclutarlos, simplemente los
canalizaba de la forma más eficiente posible. La Orden necesitaba espías que
estuvieran dispuestos a hacer lo que fuera necesario; no podían mandar gente
que pudiera arrepentirse en un momento crucial. Le recordó que necesitaban
la información y que lo que les había pasado a los miembros de la Resistencia
atrapados por los Mortífagos era peor. Como si Hermione necesitara que se
lo recordaran; ella era quien había sanado a lo que quedaba de aquellos
211
prisioneros. Pero se sentía como un monstruo cada vez que la llevaban a sanar
a alguien atrapado por el equipo de reconocimiento, preguntándose si estaba
permitiendo tener futuras víctimas al cooperar. Incluso si eran Mortífagos,
quererlos muertos en el campo de batalla era diferente a dejarlos ser
torturados.
—Voy a reparar tus manos primero —le dijo suavemente al hombre.
Se arrodilló a su lado y después le puso la mano ligeramente debajo de su
mano izquierda y la levantó hacía la luz. Con un rápido hechizo, creo un
aerosol con una poción analgésica y roció la niebla alrededor de los dedos y el
pulgar. Le habían clavado agujas debajo de las uñas en repetidas ocasiones.
Cuando la piel absorbió la poción, tomó suavemente la mano entre las suyas
y comenzó a realizar los hechizos para reparar el tejido dañado. Había
trabajado en tres dedos cuando él habló.
—Yo te conozco —dijo levantando la cabeza.
Ella levanto la mirada. Le resultaba vagamente familiar. De complexión
robusta. Cabello oscuro y barba incipiente. Tenía los brazos y las manos
peludas.
—Eres la perra Sangre Sucia de Potter —.
Hermione arqueó una ceja y continuó trabajando en el dedo siguiente.
—Sí que has crecido —dijo con una mirada de soslayo— Nunca habría
pensando que una cabeza rizada como tú acabaría teniendo ese aspecto—.
Hermione lo ignoró.
—Granger, ¿no es así? Tendré que decirle a todos que te ví. Creímos que
estabas muerta—.
Se inclinó hacia adelante hasta que su rostro estaba inquietantemente cerca
del de Hermione.
—Voy a decirte un secreto, Sangre Sucia —murmuró— Van a perder esta guerra.
Y cuando lo hagan, voy a matar a la perra rubia ahí afuera tan despacio que
me va a suplicar que lo haga—.
Hermione continuó ignorándolo mientras cerraba las finas laceraciones que
le habían hecho en las palmas. Terminó con la primera mano y después
comenzó con la segunda. Le aterraba la idea de terminar, pero al final ya no
quedaba más trabajo que hacer en sus manos y no pudo evitarlo por más
tiempo.
—Necesito que te recargues en la silla, si quieres que cure lo que te han hecho
en los genitales —se forzó a decir con firmeza.
212
Su cuerpo entero se sentía frío. El estómago se le retorcía tan dolorosamente
que se preguntó si volvería a ser capaz de digerir la comida. Se reclinó en la
silla en la que estaba inmovilizado y abrió las rodillas. Su expresión era
burlona, como si fuera él quien tuviera el poder. Ella quería aturdirlo. Se
suponía que tenía que mantenerlos conscientes cuando los sanaba. Era parte
de la psicología que Kingsley empleaba.
Sacudió la varita para realizar un encantamiento desabrochador y luego alargó
la mano para abrirle los pantalones. Gabrielle había utilizado algún tipo de
cuchilla fina para grabarle palabras en el pene. Hermione no podía leer el
francés a través de las rasgadas incisiones y la sangre. Agradeció brevemente
que no fueran runas. Después se puso a trabajar.
Estaba decidida a intentar no tocarlo, lo que hizo que el trabajo de la varita
fuera más elaborado. Desvaneció la sangre y lanzó un ligero hechizo
limpiador. El hombre joven gimió de dolor por primera vez. Luego extrajo la
esencia de murtlap de un frasco y la aplicó mágicamente. Era menos preciso y
gentil, pero Hermione no se permitió preocuparse. Hermione murmuró los
encantamientos curativos necesarios y lanzó un segundo diagnóstico.
Tenía mucho alcohol en su sistema. Probablemente era parte de cómo
Gabrielle se había acercado. Hermione sacó una poción de sobriedad y se la
vertió en la garganta. Él reconoció la poción porque no se resistió como ella
esperaba. Luego dio un paso atrás y lo evaluó. Levantó la vista mientras ella
metía la mano en su bolso, sacaba una poción para aliviar la resaca y se la
ofrecía. Después de beberla, la miró con desprecio.
—¿Arreglándome para la segunda ronda? —adivinó— Y yo aquí pensando que
todos ustedes tenían corazones bondadosos con una política de no-matar—.
Hermione le dedico una fina sonrisa que había aprendido de Malfoy.
—No vamos a matarte—.
Luego dio la vuelta y salió. Mientras cerraba la puerta detrás de sí, permaneció
inmóvil por un momento recobrándose. Se sentía como una maldita perra.
Le había mentido a Malfoy la primera vez que se emborrachó; no le quedaba
ni una pizca de decencia. La guerra se la había arrebatado por completo. Lo
único que le quedaba era su determinación de salvar a Ron y a Harry. De
ganar la guerra. Treparía por cuerpos torturados, se vendería a sí misma, y le
arrancaría el corazón a Draco Malfoy si fuera necesario para lograrlo. Cuando
sus amigos estuvieran a salvo, permanecería de pie silenciosamente junto a
Kingsley y Moody, y se tragaría su condena sin un sólo murmuro.
213
Flashback 17
Agosto 2002

Hermione se sentó en una roca de la playa mientras esperaba a que Kingsley


la llamara para administrar Draught of Living Death. Mientras estaba sentada,
siguió repasando la noche anterior una y otra vez, buscando cualquier cosa
que hubiera pasado por alto. Tras una revisión más detallada de la noche,
había concluido que Draco se sentía atraído por ella de alguna manera.
Después de todo, la había llamado encantadora, la había comparado con una
rosa en un cementerio, y afirmó que le había deslumbrado. Resopló
ligeramente y se preguntó si él habría admitido algo así, sino hubiera bebido
la tercer botella de firewhiskey.
Él carecía de intimidad en su vida, ya sea que cumpliera o no con sus
estándares generales de atractivo físico, era emocionalmente vulnerable a ella.
También determinó que probablemente era lo mejor que no hubieran tenido
sexo. Su interés actual era como una llama encendida; demasiado combustible
y la sofocaría. Ahora que parecía innegable que tenía su atención, tendría que
moverse con cautela. La clave residiría en cultivarla cuidadosamente hasta
convertirla en algo incontrolable para él; algo que no pudiera evitar desear
más que cualquier otra cosa.
Tomaría tiempo. Draco era paciente. Estaba dispuesto a mentir, manipular,
asesinar y trepar tan lejos como fuera necesario para conseguir lo que quería.
La venganza, expiación, o en lo que fuera que su alianza con la Orden se
basara, era algo que estaba dispuesto a esperar para obtener; sufriría y se
sacrificaría el tiempo que hiciera falta. Intentar dirigir su ambición y su
naturaleza insidiosamente obsesiva hacia ella era un riesgo aterrador. Como
Severus había dicho, era tan probable que destruyera la Orden como que la
salvara.

214
Podía sentir como entraba en pánico de sólo pensarlo. Se le oprimió el pecho,
y sintió como si la brisa del océano estuviera robando su aliento. Dejó caer la
cabeza entre sus rodillas y se forzó a inhalar lentamente. Podría hacerlo. Podía
hacerlo porque tenía que hacerlo. Porque no había otra forma de ganar la
guerra. Tan sólo la noción de ser capaz de controlarlo se había sentido
delirante e hipotética hasta ese entonces. La idea de que podía comprar la
guerra con su, intimidad emocional le había parecido fundamentalmente
absurda hasta que se sintió sumergida en la profunda corriente subterránea
de la atención desenfrenada de Malfoy.
Era tan controlado, incluso borracho. Incluso cuando la había besado. No se
había apresurado ni había estado demasiado ansioso. Su pasión no había sido
explosiva. Era un fuego latente; del tipo que crece en secreto, como un fuego
subterranéo en lo más profundo de la tierra, extendiéndose y esperando antes
de elevarse, destruyendo el mundo de encima. Sospechaba que ardía por las
cosas más profundamente de lo que él mismo era consciente.
Trazó su campaña cuidadosamente en su mente. Él sería más cuidadoso la
siguiente vez que la viera. Probablemente trataría de forzarla a alejarse y
restablecería la distancia. Quizás eso jugaría a favor de Hermione. Después de
todo, no había mayor tentación que el fruto prohibido. Mientras más pensara
en ella; en ser cuidadoso a su alrededor, en sobre cómo no debería poseerla,
más lo consumiría. Más la desearía.
El hecho de que ella lo quería de vuelta... Hermione pasó saliva y se
mordisqueó nerviosamente la uña del pulgar. Usaría eso también. Si la
tensión era real en ambos lados, a él le resultaría más difícil resistirse. De todas
formas ella no sabía cómo fingir. Era demasiado inexperta. La sensación de
anhelo que sentía se incluiría en su repertorio. Sonrió amargamente para sus
adentros. Prostituiría su alma para ganar la guerra. Usar sus sentimientos
como moneda de cambio sería incluso más fácil. Debería ser... De alguna
forma, racionalizar las cosas no hacía que dejaran de doler.
El agudo sonido de las rocas crujiendo llamó su atención. Se volteó y vio a
Bill acercándose.
—Kingsley me mandó a buscarte; ya terminó —dijo Bill.
Hermione lo observó con cuidado. La guerra había envejecido al mayor de los
hermanos Weasley. El alegre y genial Rompemaldiciones se había reducido a
un hombre de aspecto duro y pensativo. Bill había sido quien acompañaba a
Arthur en una misión cuando Arthur había sido maldecido.
215
La culpa había sofocado algo en él. Era frío, confiable y mecánico en su
trabajo, y su trabajo era todo lo que hacía. A veces Hermione le consultaba
sobre la investigación de maldiciones. Nunca había charla; ni chistes, ni
comentarios despreocupados. Incluso Severus era más platicador. Hermione
se levantó y lo siguió. Mientras caminaban por la playa, Bill se detuvo
abruptamente y la miró. Hermione esperó.
—Gabrielle…—Bill comenzó y después dudó— Fleur está preocupada—.
Hermione no dijo nada. No tenía idea de lo que podía decir sobre la chica.
—¿Qué está haciendo exactamente? —Bill preguntó.
—Intercepta mensajeros que Tom envía a otras partes de Europa —Hermione
dijo cuidadosamente.
—Lo sé. ¿Pero cómo? —
—No me ha dicho —dijo Hermione— Tendrías que preguntarle a ella o a
Kingsley—.
—Creo que se los está cogiendo —Bill dijo abruptamente. Todo su rostro
parecía tallado en piedra.
—Creo que folla con ellos y luego cuando están dormidos, los ata y los tortura—
Hermione presionó sus labios y no dijo nada.
—No lo sé —Hermione finalmente dijo después de una larga pausa.
—Sólo sano a los objetivos que traen. No se me informa sobre los métodos—.
Bill presionó la mandíbula visiblemente.
—¿Demasiadas curaciones? —
Hermione se movió y rascó su nariz.
—Nada permanente —murmuró.
Se quedó callado por un momento antes de darse la vuelta para continuar.
Hermione lo siguió hasta la escalera en la playa.
El prisionero aún estaba bajo la fuerte influencia de veritaserum cuando entró
a la habitación. Estaba desplomado en la silla con la cabeza inclinada hacia un
lado. Hermione se acercó y lanzó un diagnóstico sobre él.
—Nosotros vamos a ganar… vamos a ganar. Ustedes van a morir. Todos ustedes
van a morir…—estaba murmurando bajo su aliento.
Hermione examinó el diagnóstico y descubrió que Kingsley le había
administrado algún tipo de alucinógeno junto con la poción de verdad. Miró
fijamente hacia el escritorio donde Kingsley estaba escribiendo notas.

216
—La reacción química de esas pociones puede causar manía permanente y
comportamiento obsesivo —dijo en tono de reproche— Debiste haberlo
consultado conmigo—.
Kingsley levantó la mirada para verla.
—Lo consulté con nuestro otro Maestro de Pociones —dijo tranquilamente— El
interrogatorio no es tu especialidad. Este sabía oclumancia. Necesitaba
medidas adicionales—.
Hermione se mordió la lengua y volteó hacia el prisionero. Su cerebro
mostraba signos de inflamación extrema. Maldijo en voz baja y rebuscó en su
bolso algo que pudiera neutralizar los efectos. Era una reacción inusual; sin
su armario de suministro lleno de pociones tenía opciones limitadas para
contrarrestarla. Una tintura de baba de aguijón de billywig destilada
combinada con una gota de jarabe de eléboro tendría un efecto refrescante en
el cerebro, concluyó. Los amalgamó rápidamente en un vial y luego inclinó la
cabeza del prisionero hacia atrás para administrarlo. Tenía los ojos en blanco
y cuando le acercó el frasco a los labios, cerró inmediatamente los ojos y la
boca.
—Vamos —Hermione dijo gentilmente— Esto ayudará a tu cabeza—.
Abrió un ojo para verla por un momento antes de abrir los dos. Ella observó
cómo sus pupilas se dilataban repentinamente, y su mirada se clavó en ella
intensamente.
—Yo te recuerdo. Eres la perra de Potter—.
—Necesitas tomar esto o correras el riesgo de sufrir daño cerebral —dijo
Hermione, imperturbada.
Abrió los labios y bebió la tintura, luego siseó y sacudió levemente la cabeza.
Hermione volvió a lanzar un diagnóstico y observó cómo la inflamación se
desvanecía rápidamente. Volvió a mirarlo a la cara y vio que sus pupilas se
habían contraído hasta convertirse en pequeños puntos en el centro del iris.
Su mirada todavía estaba fija en Hermione de una manera que rápidamente
se volvió desconcertante.
—¿Cómo te sientes? —preguntó.
—Frío... mi cerebro se siente frío. Mi cerebro está frío, pero la visión de ti está
calentando todo lo demás —dijo en un tono vagamente cantarín.
De repente se abalanzó hacia adelante, y sus dientes se cerraron en el aire
mientras Hermione retrocedía rápidamente. Él se rió.
—¿Qué te crees que eres, un hombre lobo? —dijo firmemente.
217
La pregunta era retórica; las lecturas de los diagnósticos mostrarían
licantropía. Él soltó una risita, su expresión todavía estaba aturdida por el
veritaserum, pero sus ojos permanecieron fijos en Hermione.
—No soy un hombre lobo. Pero voy a recordarte. Cuando pierdan esta guerra,
voy a recordarte. Voy a matar a esa perra rubia, pero creo que le preguntaré al
Señor Tenebroso si puedo tenerte. Quizás quiera mantenerte con vida. Yo te
mantendré con vida—.
Sus ojos recorrieron a Hermione y ella se estremeció. Estaba empezando a
arrepentirse de haber curado la inflamación cerebral. Algo en la rápida forma
en que había contrarrestado el alucinógeno parecía haber encerrado la
tendencia obsesiva que le preocupaba directamente sobre sí misma.
—¡Es suficiente, Montague! —Kingsley dijo bruscamente, poniéndose de pie y
acercándose.
Hermione le dirigió una mirada, reconociendo por fin al prisionero. Había
estado unos años arriba de ella en Hogwarts. Graham Montague.
—Tenemos todo lo que necesitamos de él —dijo Kingsley, juntando varios
rollos de pergamino— Puedes anestesiarlo—.
Hermione asintió y aturdió a Montague.
Sus ojos seguían enfocados en el rostro de ella mientras se desplomaba hacia
atrás. Cuando terminó de prepararlo para la animación suspendida, se
consoló pensando que incluso si la Orden perdía la guerra, era poco probable
que la cueva fuera descubierta. Nunca lo volvería a ver. Cuando Draught of
Living Death fue administrado. Hermione le entregó Montague a Bill y se
dirigió de regreso a Grimmauld Place.

Draco no había dejado ningún pergamino de información cuando Hermione


regresó a la choza aquella tarde. Se quedó ahí durante varios minutos,
preguntándose si aparecería para que revisara el tejido de las cicatrices.
Después de diez minutos de espera, se fue. No estaba segura de lo que
significaba. Era posible que no hubiera surgido ninguna inteligencia nueva,
pero no podía calmar su temor de que fuera en represalia por lo de la mañana.
Trató de no permitir que la estresara y se aseguró a sí misma que si él hubiera
tenido algo urgente, lo habría mencionado antes.
El hecho de no tener que curar a Draco cada noche hizo que su progreso se
sintiera estancado. Se encontró pensando en él a menudo. No
estratégicamente. Se preguntaba cómo estaría, si las cicatrices le molestaban.
218
Siguió reevaluando y volviendo a analizar su sesión de besos y caricias, y las
consecuencias hasta que se sintió como si estuviera un poco loca. Lo poco
concluyente rechinaba en su mente. Le resultó difícil concentrarse y dormir
esa semana. Había renunciado a usar su habitación para dormir. Harry y
Ginny la ocupaban regularmente durante toda la noche. Harry dormía
cuando estaba con Ginny, en verdad podía dormir tranquilamente. El efecto
era espectacular, su estado de ánimo se había estabilizado de una manera en
la que no lo había hecho durante años, y Hermione rara vez lo encontraba en
la sala de estar por la noche. El estrés que lo ha estado erosionando durante
años pareció aliviarse por primera vez desde la muerte de Dumbledore.
Hermione empezó a dormir en cualquier cama vacía que pudiera encontrar o
en las salas de entrenamiento. Siguió ejercitándose y aumentado su resistencia
obedientemente.

El martes siguiente estaba tan estresada que se tomó una dosis de Calming
Draught antes de aparecerse en la choza. No tenía ni idea de lo que Draco podría
hacer. Cuando llegó a la choza, rebotó sobre las puntas de los pies mientras
esperaba. Entonces se dio cuenta de que había un pergamino sobre la mesa.
Se quedó mirándolo por un momento antes de levantarlo y desenrollarlo.
Ataques para la semana proveniente. Contra-maldiciones. Nada dirigido a
Hermione, no era como si esperara que le dejara una nota personal. Suspiró
débilmente y se marchó.
No lo vió durante todo el mes de Agosto. Se preocupó por ello. El silencio
intencionado entre ellos la carcomía. Siguió repasando lo que había sucedido,
cuestionando sus conclusiones y sacando otras nuevas. Quizás lo había
arruinado todo. O tal vez la estaba evitando porque tenía miedo de cómo ella
lo tentaba. Siguió vacilando ¿era una buena o mala señal?
La peor parte era que lo extrañaba. Por mucho que odiara admitirlo a sí
misma, pero se sentía obligada a reconocerlo. Tratar sus heridas se había
convertido en un aspecto importante de su día a día. Interactuar con él se
había convertido en un aspecto significante en su vida. El hecho de que
terminara tan abruptamente la hizo sentir la ausencia intensamente. No había
personas a las que viera regularmente. Siguió reviviendo todas sus
interacciones pasadas. Seguía reevaluándolo a él y a todo su comportamiento.
Se estaba obsesionando, pero no sabía qué más hacer. Lo necesitaba para la

219
Orden. Tenía que obsesionarse con él. Era su trabajo. Aunque no necesitaba
extrañarlo, se dijo a sí misma con firmeza. Ese era un fallo personal.

Septiembre llegó y él simplemente seguía dejando pergaminos sin aparecer.


Hermione comenzó a sentirse fracturada. No sabía lo que se suponía que tenía
que hacer. Era inteligente de parte de Draco, por su puesto. Si ella estuviera
en sus zapatos, probablemente sería lo que haría. Pero no resolvía el problema
de lo que se suponía que Hermione tenía que hacer al respecto.
Siguió buscando ingredientes y visitando la choza con una esperanza cada vez
más reducida. Como Malfoy le había advertido, franjas cada vez más grandes
de la campiña de Inglaterra tenían barreras anti-apariciones puestas sobre ellas.
Durante semanas, Hermione trató de evitar esas áreas y buscar ingredientes
en otro lugares, pero eventualmente las barreras se tragaron todas las áreas en
las que necesitaba buscar. Intentó encontrar nuevos lugares, pero no pudo
obtener cantidades suficientes de ciertos ingredientes cruciales.
Cuando sus provisiones de dittany se terminaron, se rindió y se aventuró en
un bosque protegido. Lanzó todos los hechizos de detección que conocía y se
mantuvo alerta. Estaba recolectando su tercer gran lecho de dittany cuando el
bosque se volvió anormalmente silencioso. Inmediatamente guardó sus
suministros y se volteó bruscamente, lanzando nuevos hechizos de detección
en todas direcciones. Nada. Confió en sus instintos. Estaba a unos treinta
metros del borde de la zona anti-apariciones. Se dirigió hacia ahí con calma,
tratando de no revelar su preocupación. Llevaba el cuchillo de plata en una
mano y la varita en la otra mientras se abría paso cuidadosamente entre los
helechos.
Esperaron a que estuviera lo suficientemente cerca del borde de la barrera
para que sintiera esperanzada. Dientes afilados como navajas se hundieron de
repente en la parte posterior de su pierna derecha. Gritó levemente y se dio la
vuelta para encontrar que un Gytrash había emergido de la oscuridad y le había
cortado la pantorrilla de un tajo.
—¡Lumos! —gritó fuertemente.
El perro fantasmal rápidamente le soltó la pierna y volvió a hundirse en la
oscuridad del bosque. Hermione no se detuvo a revisar la herida. Levantó su
varita y buscó más criaturas. Los Gytrash solían correr en manadas. Tampoco
eran típicamente agresivos con los humanos adultos. Mientras giraba con
cautela, algo cayó abruptamente sobre ella desde un árbol en lo alto. Apenas
220
tuvo tiempo de mirar hacia arriba y ver la piel pálida y los colmillos alargados
de un vampiro antes de que la derribara. El vampiro cerró la mano alrededor
de la muñeca de su varita y la inmovilizó contra el suelo mientras le hundía
los colmillos en el hombro. Hermione ni siquiera lo pensó. Arremetió con un
golpe y enterró la hoja de su cuchillo de para cosechar de plata en la sien del
vampiro, liberándose. Se puso de pie de un salto y pasó corriendo a través de
las barreras anti-apariciones.
Reapareció y casi colapsó en medio del arroyo en Whitecroft. No era el lugar
ideal para reaparecer. Miró a su alrededor aturdida y se preguntó por qué
demonios había sido el primer lugar en el que había pensado.

Estaba sangrando profusamente. Los colmillos de un vampiro inyectaban


veneno anticoagulante en la sangre al primer contacto, y Hermione se había
desgarrado gravemente el hombro al liberarse. Su hombro entero se estaba
empapando cada vez más de sangre mientras permanecía de pie, tratando de
recuperar el equilibrio. Se miró la pierna. También estaba sangrando
demasiado por ahí. No tenía la energía para aparecer de nuevo.
Un auto pasó y Hermione se escondió incómodamente bajo el puente hasta
que pasó. Tenía los suministros necesarios para sanarse a sí misma, pero no le
apetecía mucho hacerlo en la oscuridad debajo de un puente. Revisó la hora.
Era más de una hora antes en la que se suponía debía presentarse para recoger
las misivas de Draco. Suspiró. Conociéndolo, probablemente lo había dejado
la noche anterior de todos modos. Lanzó un hechizo desilusionador sobre sí
misma y luego presionó fuertemente contra su hombro para frenar el sangrado
mientras cojeaba hacia la choza. Como lo había adivinado, el pergamino ya
estaba en la mesa cuando abrió la puerta. Puso los ojos en blanco y lo guardó
en su bolso con la mano menos manchada de sangre.
Hermione se sentó pesadamente en una silla y lanzó un diagnóstico. Había
sangrado demasiado. Comenzaría a sentirse mareada si no lo reprimía
rápidamente. Sacó un vendaje de su botiquín de emergencia y utilizo un
hechizo para envolverlo firmemente alrededor de la pantorrilla. Sanaría la
mordedura de Gytrash después de arreglar su hombro. Arqueó el cuello e
intentó visualizar los cortes. El movimiento retorció la herida; siseó y conjuró
un espejo. El vampiro la había mordido en la unión del cuello y el hombro.
Cuando se liberó, los colmillos le habían hecho largas y profundas

221
laceraciones hasta la clavícula, escasamente sin llegar a la yugular ni a la
carótida.
Hermione se cortó la blusa y lanzó un hechizo limpiador. Usando el espejo y
trabajando torpemente al revés, aplastó y machacó las hojas frescas de dittany
en sus dedos y luego las metió en los cortes. El dittany no era muy efectivo
fresco, especialmente entero, pero no tenía un mortero a la mano. Masticó
varias hojas mientras trabajaba. Sujetando firmemente la camiseta
arremangada contra los cortes con una mano, se puso a trabajar mezclando
una infusión que podría funcionar como coagulante. No podía preparar una
poción, pero tenía milenrama y esencia de murtlap. Los combinó con un par
de movimientos amaestrados de varita y se la tragó rápidamente. Después de
un minuto, la hemorragia del hombro comenzó a disminuir.
Estaba cubierta de sangre, y había un charco de tamaño decente acumulado
en el piso debajo de ella. Lo ignoró. Limpiaría la choza cuando terminara. Usó
el espejo para empezar a arrancar las hojas de dittany de los cortes, luego volvió
a lanzar un hechizo limpiador en la zona y reevaluó la herida. La ventaja de
las mordeduras de vampiros era que se curaban fácilmente sin dejar cicatrices.
Comenzó cerca de las clavículas, donde la laceración era más superficial y
empezó a murmurar el hechizo para unir la piel nuevamente.
Había llegado a la mitad del hombro cuando Draco apareció abruptamente en
la habitación. Pareció palidecer un poco cuando la vio, y Hermione se sonrojó
e inmediatamente deseó no haberse cortado la camisa. Luego resopló, porque
estaba cubierta de sangre; a menos que Draco tuviera un extraño fetiche,
probablemente no estaba prestando atención a la ropa que llevaba o no
puesta.
—¿Qué pasó? —dijo después de mirarla fijamente durante varios segundos.
—Estaba buscando ingredientes —dijo Hermione con indiferencia, volviendo
a enfocarse en el espejo y reanudando su curación.
—Lo siento, limpiaré el suelo antes de irme—.
—¿Estás bien? —él preguntó.
Hermione se rió. Había estado mucho más cerca de morir de lo que había
estado en mucho tiempo y estaba un poco débil por la pérdida de sangre, y
que le dirigiera una pregunta así mientras chorreaba sangre por el suelo de su
destartalado edificio le resultaba extrañamente hilarante.
—Bueno, no. Pero no es nada que no pueda arreglar—.
Draco se enfureció visiblemente.
222
—Te dije que tuvieras cuidado —finalmente dijo.
—Lo he tenido —dijo Hermione, la hilaridad desapareció repentinamente.
Él fue quien le había dicho que le enseñaría a defenderse y luego se negó
siquiera a ponerle los ojos encima una vez que terminó de curarlo.
—Pero como sabes, hay barreras anti-apariciones por toda Inglaterra. Me quedé
sin dittany. Es un suministro fundamental para nosotros. Lancé hechizos de
detección y traté de irme tan pronto como sentí algo. Pero como tú mismo
notaste, fue la benevolencia del Destino que esté viva en este momento —su
voz se volvió amarga— Mi suerte iba a terminar en algun momento—.
—¿Por qué no comprarlo como una persona normal? —preguntó como si ella
fuera tonta.
—Porque —dijo Hermione, su voz tensa con un tono agudo y ligeramente
burlón— Soy una terrorista conocida. Quizás lo has olvidado. Y…—le dió
hipo—…ya no…tengo más…dinero—.
Se quedó callado y simplemente permaneció de pie mientras la observaba
durante un minuto.
—¿Qué pasó? —volvió a preguntar.
—Estaba buscando ingredientes en Hampshire. El bosque se quedó en
silencio, así que lancé hechizos de detección, pero no apareció nada. Sin
embargo, decidí marcharme de todos modos. Estaba a punto de salir cuando
me mordió un Gytrash, luego, cuando lo estaba ahuyentando, un vampiro me
atacó. Lo maté y aparecí. No sé por qué vine a Whitecroft. No era mi
intención. Pero había perdido demasiada sangre para volver a aparecer y no
tengo… utilicé toda mi Esencia de Dittany. Y sin las hojas de dittany tampoco
puedo hacer una poción regeneradora de sangre. Así que tuve que venir aquí
para arreglarlo manualmente—.
La voz de Hermione estaba temblando al terminar de hablar, y estaba al borde
de las lágrimas. A medida que relataba lo que había pasado, abruptamente
dejó de ser gracioso y comenzó a ser traumático, horrible y demasiado cerca.
Comenzó a hiperventilar al pensar en lo cerca que había estado de morir sola
en un bosque. Nadie habría sabido siquiera dónde buscarla, y para el
momento en que se les hubiera ocurrido, tendría mucho tiempo de haber
muerto. Cerró la boca con fuerza e hipo varias veces mientras intentaba
respirar de manera uniforme.
—Creo que estoy entrando en shock —.

223
Su voz sonaba extrañamente pequeña e infantil. Tragó saliva con dificultad.
Quería llorar, pero se rehusó a permitírselo. Ya había llorado frente a Malfoy
varias veces. No quería que pensara que era alguien que lloraba todo el
tiempo. Le daba mucha rabia que él estuviera allí, de todas las veces en las que
pudo haberse presentado, tenía que ser esa. Deseaba haber aparecido en
cualquier otro lugar.
—No estoy muriendo. La Orden no está en crisis. Así que puedes irte.
Limpiaré antes de irme, ni siquiera sabrás que estuve aquí—.
No era lo más estratégico que decir, pero no quería verlo. La había besado y
luego la había llamado perra. La había dejado pasar semanas curándolo y sólo
le agradeció cuando estaba borracho y luego le dijo que tenía la intención de
ir a un sanador diferente en cuanto volviera a estar sobrio. La había aislado.
Él había hecho que lo extrañara como una idiota mientras él probablemente
se habia ido a follar con tantas prostitutas de grandes pechos y curvas como
su corazón deseaba. Lo odiaba. Y no quería que la viera cuando estaba cubierta
de sangre, histérica y traumatizada. ¿Por qué no podía dejarla en paz cuando
quería que lo hiciera?
Después de un minuto, volvió a mirarse el hombro frente al espejo para
terminar de sanarlo. Él permaneció de pie observándola. En pocos minutos
los cortes se cerraron y sólo quedaron débiles cicatrices. Se desvanecerían una
vez que tuviera un poco de tintura de dittany para aplicársela. Invocó la otra
silla, levantó el pie y comenzó a desenvolverse la pierna. Luego se cortó los
pantalones a la altura de la rodilla y los dejó caer junto a los restos de su blusa
en el charco de sangre. Revisó la mordida de Gytrash. Era difícil ver todos los
perforaciones en la parte posterior de la pantorrilla. Movió las caderas para
tener una mejor vista. Dos cortes largos y varios perforaciones. Lanzó un
hechizo limpiador sobre el área para eliminar la sangre. Ninguno era
demasiado profundo. No creía que fueran a dejar alguna cicatriz. Lo reparó
todo en poco tiempo.
La habitación parecía estar girando lentamente. Se recargó y cerró los ojos por
un minuto. Después los volvió a abrir y lanzó un nuevo diagnóstico sobre sí
misma. Había perdido un poco más de medio litro de sangre, lo que debería
haber estado en un rango aceptable de pérdida, pero su peso era tan bajo que
superaba el 15% de su volumen de sangre.
Parpadeó unos instantes al ver el diagnóstico y conjuró un vaso de agua. Sentía
un ligero cosquilleo en los labios. Rebuscó en su bolso tratando de ver si tenía
224
algo de comida y encontró una barra de muesli que no recordaba. Bebió el
agua y se puso a comer, ignorando obstinadamente la continua presencia de
Draco. Él todavía estaba parado y mirándola. Cuando terminó su tercer vaso
de agua y cada migaja de muesli, lo volteó a ver molesta.
—Voy a estar aquí por un buen rato antes de poder aparecer —dijo mientras lo
miraba con rabia.
—¿Por qué no puedes aparecer? —preguntó.
Lo miró fijamente por un momento y luego hizo un gesto hacia el suelo.
—Pérdida de sangre. Tuve que caminar hasta aquí desde el puente.
Probablemente hay un rastro, en realidad. Como mencioné, se me acabó el
dittany, así que no tengo poción regeneradora de sangre a la mano en mi
equipo de emergencia. Tendré que esperar hasta que me sienta lo
suficientemente estable para aparecer. Si me levanto ahora, probablemente me
desmaye—.
Draco parecía palidecer de rabia, su mandíbula seguía apretándose y
soltándose como lo hacía Ron cuando estaba a punto de explotar. Seguía
mirándola como si estuviera ofendido por su mera existencia. Claramente se
las había arreglado para superar por completo cualquier interés pasajero que
hubiera tenido por ella. Hermione había estado suspirando, y aparentemente
él había pasado las últimas seis semanas recordando que la odiaba, que
siempre la había odiado y que su existencia Sangre Sucia en el mundo era una
ofensa para él. Era mucho mejor oclumante que ella. Tendría que admitir
ante Moody que se había equivocado y arruinado su misión.
El labio de él tembló, y ella alejó la mirada y comenzó a limpiar la sangre del
suelo con práctica facilidad. Las manchas no se quitaban de la blusa así que la
desvaneció en vez de tratar de repararla. Levantó la vista y descubrió que
Malfoy había desaparecido sin hacer un sólo ruido. Se le torció la boca, no sabía
que él pudiera desaparecer silenciosamente. Se sintió aliviada y devastada al
mismo tiempo de que se hubiera ido. Sacudió la cabeza con fuerza y sólo se
permitió sollozar una vez, muy suavemente, antes de volver a limpiar el piso.
Mientras hurgaba en su bolso en busca de algo para transfigurarlo en una
blusa, él reapareció abruptamente.
—Poción regeneradora de sangre —dijo con voz fría mientras le entregaba un
frasco.

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Lo miró fijamente. Reconoció la letra puntiaguda de Severus en la etiqueta.
Lo destapó y se tragó el contenido. La habitación inmediatamente dejó de
moverse, y sus labios dejaron de hormiguear.
—Gracias—.
Transfiguró un trozo de tela en una camiseta blanca y, después de lanzar un
hechizo Scourgify para evitar infecciones, en el hombro, el brazo y el torso, se
la puso por la cabeza. Luego recogió todo el material de vuelta en su botiquín
y se levantó para marcharse.
—¿Ves? —dijo señalando el piso— Nunca estuve aquí—.
Él no dijo ni una palabra mientras ella salía por la puerta.

226
227
Flashback 18
Septiembre 2002

Cuando Hermione regresó a la choza la semana siguiente, no había ningún


pergamino en la mesa. Tampoco había ni mesa ni sillas. Los pocos muebles
que habían estado ahí antes habían desaparecido. Se comenzó a sentir ansiosa,
la perilla de la puerta traqueteaba en su mano. Se quedó mirando, esperando
que apareciera un pergamino. Volteó a ver el resto de la habitación. Quizás
había pasado algo por alto. Los muebles se habían ido. Entró lentamente a la
sala y miró a su alrededor. Quizás sólo estaba ocupado. Tal vez lo traería por
la noche, pensó nerviosamente. Pero los muebles no estaban. Quizás se había
lesionado o lo habían asesinado. Ni siquiera se le había ocurrido hasta ese
entonces; él podría morir y ella ni siquiera lo sabría. Simplemente
desaparecería y nunca lo volvería a ver. Seguramente Severus le avisaría si
Draco moría...
Además, los muebles se habían ido. Se quedó de pie en medio de la
habitación, preguntándose qué hacer. Seguramente él no terminaría su
acuerdo con la Orden sólo porque había sangrado en sus muebles de segunda
mano. Había dejado que su espalda fuera desgarrada en pedazos para ser espía.
Dejar un rastro de sangre en su casa segura, no podía ser su límite. Tal vez
sólo había quemado los muebles. Se dio la vuelta una última vez y luego se
dirigió hacia la puerta. Volvería por la noche. Si no había nada para la semana
siguiente, se dejaría llevar por el pánico. No iba a dejarse llevar por el pánico
todavía. Podría haber otra explicación. Estaba a medio camino de la puerta
cuando escuchó un leve crujido. Se volteó y encontró a Malfoy de pie en el
centro de la habitación. Lo miró fijamente, con los ojos muy abiertos e
insegura. La miró de arriba abajo, como si esperara que se hubiera vuelto a
lesionar.
—Deberíamos de reanudar el entrenamiento —dijo él después de un momento.

228
Hermione no dijo nada. Se sentía dividida entre el deseo de reír o llorar. La
comisura de sus labios tembló, y trató de tragar un gran nudo en la garganta.
Su mano tembló ligeramente mientras luchaba por contener todas las cosas
furiosas que quería decir.

He estado aquí todas las semana. Tú fuiste quien dejó de venir. Yo ni siquiera quería
beber esa noche. Me obligaste a quedarme y después me castigaste por ello. ¿Por qué te
importa? ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué estás espiando para nosotros? ¿Por qué no puedes
tener sentido para que deje de preguntarme si puedes ser redimible o no? Yo estuve aquí.
Yo estuve aquí y tú fuiste quien nunca regresó.

No dijo nada, sólo se quedó en la puerta. Quería darse la vuelta e irse.


Marcharse y tratar de entender por qué le importaba. Le importaba. Se sentía
traicionada. Le había dado terribles advertencias, le había ordenado que
hiciera ejercicio, que practicara combate y que tuviera cuidado. La había
vuelto paranoica y estresada cada vez que salía en busca de ingredientes para
pociones, tanto que apenas podía respirar cuando estaba fuera; hasta que ni
siquiera podía comer la noche previa porque la comida le sabía a cenizas, y su
estómago se volvía un gran nudo tan apretado de ansiedad que no podía
forzarla a bajar. Él le había hecho darse cuenta de lo mucho que no quería
morir. No quería morir.
Le había dicho que la entrenaría, la ridiculizó por no ser lo suficientemente
despiadada y luego… la abandonó. No abandonó a la Orden. Sólo la
abandonó a ella. Lo cual debería estar bien. Debería haber estado bien para
ella. Siempre se había supuesto que sólo se trataba de la Orden. Pero había
dolido. Cada semana en la que él no se había presentado se había sentido
como ser abandonada nuevamente. ¿Tan fácil era dejarla atrás? Su pecho
tartamudeaba y le dolían los pómulos por el esfuerzo que le costaba no llorar.
No hizo nada; no dijo nada. Sólo lo miró fijamente con los ojos muy abiertos
y siguió tragando saliva hasta que dejó de sentir que iba a estallar en llanto.
—Está bien, ¿Hoy? ¿O sólo es un aviso para la siguiente semana? —
—Hoy. A menos que tengas otros compromisos esta mañana—.
No tenía otros compromisos. Tenía tiempo. Con Padma lentamente
haciéndose cargo de más y más del trabajo de Hermione, Hermione rara vez
tenía otros compromisos. A menos que Kingsley la necesitara, o hubiera una
lesión grave, estaba casi completamente a la disposición de Malfoy.
229
Sospechaba que él lo sabía. Era una Sanadora de las Artes Oscuras y
especialista en maldiciones. Tenía una Maestría en Pociones. Había dejado
atrás y finalmente renunció a todos sus amigos para convertirse en esas cosas;
para convertirse en un activo en el esfuerzo de guerra. Pero la contribución
que la Orden más necesitaba de ella era que se moldeara a sí misma en una
mujer fatal capaz de manipular emocionalmente a Draco Malfoy para que
dependiera de ella; que intentara aprovecharse de su falta de intimidad hasta
que lo poseyera. A veces la enfurecía tanto que pensaba que podría morir por
ello. Todo era la culpa de Malfoy. Él la había pedido. Le había hecho eso a
ambos, pero actualmente ella era la única que pagaba por ello. Había
momentos en los que le guardaba tanto rencor que sentía como si su corazón
fuera a latir hasta hacerse polvo en su pecho. Volvió a entrar en la choza y
cerró la puerta.
—Cuando escapaste del vampiro, ¿cómo lo hiciste? —preguntó después de un
momento.
—Tenía el brazo de mi varita inmovilizado, así que lo apuñalé en la sien con
mi cuchillo recolector de plata —dijo encogiéndose de hombros, tratando de
no mirarlo. Le dolía, verlo.
Él asintió, sin apartar los ojos de ella.
—¿Normalmente sueles llevar un cuchillo contigo? —
—Bueno, es para recolectar, así que sí, normalmente está en mi bolso—.
—Deberías usarlo. Mantienes tu varita en una funda en el brazo, ¿no es así? —
Bajó la mirada y recorrió su cuerpo de arriba abajo como si la estuviera
catalogando.
—Bueno, a veces —dijo, cruzando los brazos sobre el pecho, incómoda por la
atención.
—Mide casi treinta centímetros. Mis antebrazos no son tan largos. Llevarla así
restringe el movimiento de mis brazos. O pierdo la movilidad de la muñeca o
no puedo doblar el codo—.
Sacó la varita del bolsillo de su chamarra y la puso a un lado del antebrazo
para demostrarlo. Draco frunció el ceño e hizo rodar la mandíbula.
—Eso es problemático. ¿Dónde la guardas? —
—Si llevo una chamarra la guardo en un bolsillo interior. Si no, entonces la
guardo en mi bolso o en un bolsillo—.

230
—Eso no es lo suficientemente rápido. Si te atacan, no serás capaz de sacarla a
tiempo. Por lo menos deberías de tener un cuchillo. ¿Tu ropa ahora está
protegida, no es así? —
—Lo está —Hermione dijo inmediatamente— Todo lo que uso cuando estoy
recolectando tiene hechizos protectivos sobre ellos—.
George y otras personas en las casas de seguridad del hospicio que todavía
tenían las manos lo suficientemente firmes como para hacer hechizos pasaban
la mayor parte del tiempo tejiendo hechizos de escudo en la ropa de repuesto
para los guerreros de la Resistencia.
—¿Prefieres capas o chamarras? —preguntó después de un momento, con un
tono casi sospechosamente despreocupado.
Los ojos de Hermione se entrecerraron.
—Las capas pasan más desapercibidas en el mundo mágico. Una chamarra en
una mujer suele indicar que es nacida de muggles—.
—Muy bien, entonces —dijo, sacando su varita de la muñeca pero luego
cambiándola a su mano derecha.
—Veamos si mejoraste desde la vez pasada—.
Hermione puso su bolso en el suelo y le lanzó escudos antes de ponerse en
posición de duelo. Había mejorado dramáticamente desde la última vez que
habían practicado cuando él estaba lesionado. Había ejercitado hasta el punto
en el que su resistencia era decente, y Moody y Kingsley la habían entrenado
varias veces. También estaba lo suficientemente enojada como para querer
maldecir a Draco. De hecho, él se movió para evitar varios de sus maleficios y
ella bloqueó la mayor parte del agua que él le lanzó. Finalmente se detuvo.
—Has mejorado—.
—No quiero morir—dijo encogiéndose de hombros. Su voz sólo estaba
ligeramente amarga.
—Bien —dijo asintiendo.
Guardó la varita y buscó algo entre la túnica. Sacó un pergamino y después
una gran jarra que Hermione inmediatamente reconoció ya que estaba lleno
de Esencia de Dittany. Jadeó y extendió las manos sin pensarlo. La Esencia de
Dittany requería cantidades tan grandes de hojas de dittany que era raro que
tuviera un poco. Habían conseguido un suministro cuando la Orden había
asaltado la división maldiciones, pero había usado la mayor parte para curar a
los prisioneros. Lo que quedaba lo había usado para neutralizar el veneno en
sus runas. No había sido capaz de comprar o producir más después de eso.
231
Una sola gota requería un celemín de hojas. En lugar de eso, solía hacer su
Dittany en polvo o tinturas.
—No vayas a Hampshire de nuevo. Hay cientos de vampiros ahí. Tuviste suerte
de haber sobrevivido—.
Aceptó la jarra dudosa.
—¿Esto va a exponerte? —preguntó, pasando las manos sobre el vidrio con
anhelo— Esta es una cantidad sospechosa. Un individuo no podría usar tanto
en toda su vida—.
Él sonrió con displicencia.
—Soy un general en los ejércitos del Señor Oscuro, puedo pedir lo que quiera.
Aquellos que lo cuestionan suelen perder la lengua—.
Hermione palideció y Draco puso los ojos en blanco.
—Estoy bromeando, Granger. Nunca le he cortado la lengua a nadie. Basta
decir que no voy a hacer nada que ponga en peligro mi tapadera sólo por tu
culpa —la miró con desprecio mientras le ponía el pergamino de información
en las manos.
—Sigue practicando—.
Se desvaneció sin un sólo ruido. Hermione observó el espacio vacío durante
varios minutos antes de irse.

Cuando regresó a Grimmauld, dividió subrepticiamente la Esencia de Dittany


en docenas de pequeños frascos y los escondió con cuidado. La mayoría de los
miembros de la Orden eran demasiado ignorantes en materia de pociones
como para darse cuenta o preguntarse si Hermione tenía de repente un
suministro interminable, pero Padma lo sabría. Llevaban semanas
esforzándose por inventar formas de hacer rendir sus escasas reservas de
Dittany.
Malfoy era callado y hosco cuando la entrenaba. Ignoraba sus preguntas y sólo
hablaba para regañarla furiosamente cuando hacía algo mal. Casi habría
pensado que la odiaba, excepto que cada vez que cruzaba la puerta él aparecía
instantaneamente y parecía como si se estuviera armando de valor para
encontrarla lesionada; sus ojos la recorrían de pies a cabeza como para
tranquilizarse. Las sesiones de duelo se volvían cada vez más y más largas.
Hermione pretendía no darse cuenta. Varias semanas después, Malfoy sacó
una capa protegida. Ella la miró detenidamente.

232
—Toda mi ropa ya está protegida —sostuvo la capa frente a sí misma y descubrió
que tenía el tamaño perfecto para su estatura.
—Esta está protegida con sangre de mantícora—.
Lo miró con dureza.
—¿Eso significa que la mataste? —
—No. Es sorprendentemente difícil inventar una buena excusa para matarlas.
Pero parece que la mía está extremadamente letárgica, McNair no puede
entender por qué —dijo con una sonrisa burlona.
—La estás desangrando —dijo Hermione, mirando nuevamente a la capa.
Él asintió.
—No les va bien en climas fríos. Quizás llegue a un final desafortunado este
invierno. Si tengo suerte, madurará lo suficiente como para producir veneno
antes de sucumbir al frío—.
—Espero que no la estés torturando —dijo Hermione mirándolo— Es sensible.
E incluso si no lo fuera, todo ser vivo debería ser tratado humanamente—.
—No la estoy torturando. Aunque describirla como sensible sólo porque
puede hablar es muy generoso —dijo Draco con una leve mueca de desprecio.
—Todo lo que hace es canturrear sobre cómo quiere comerme vivo—.
—Si me mantuvieras prisionera y me drenaras mis habilidades mágicas,
canturrearía de manera similar —dijo Hermione.
Draco se rió sin alegría.
—Gracias, por la capa —dijo Hermione después de observarla cuidadosamente.
Estaba hermosamente hecha. Tenía amuletos reguladores de temperatura
tejidos en ella para que pudiera usarla todo el año y estaba forrada con
docenas de bolsillos expandidos indetectables para que pudiera esconder
cosas dentro. El dobladillo estaba encantado para no tropezar con él. Incluso
sin la protección de sangre de manticora, la capa debía valer una pequeña
fortuna en artesanía.
—Considéralo mi agradecimiento por curarme la espalda —dijo sin mirarla.
Volteó a verlo y él miró determinadamente por la ventana.
—¿Están…—dudó— ¿El tejido cicatricial quedó bien? Yo… tú… tú nunca
viniste… cuando vine a revisarlas—.
—Están bien —dijo con voz rígida— Físicamente, apenas puedo sentirlas. No
necesitaba de más cuidados —su mandíbula se movía ligeramente, ondulando
mientras la apretaba.

233
Hermione lo miró por un momento antes de volver a bajar los ojos
nuevamente hacia la capa.
—Bueno, eso es bueno. Yo… nunca había hecho un procedimiento de esa
magnitud antes. Estaba preocupada…—
—¡No lo estés! No necesito la preocupación de alguien como tú—.
Hermione lo miró con los ojos muy abiertos. Él apretó las manos en puños
mientras la miraba fijamente.
—Solo me refería…—comenzó.
—Sólo aléjate, Granger —dijo con voz firme.
Sacó un pergamino de su túnica y lo dejó caer al suelo antes de desvanecerse.
Hermione recogió el pergamino pensativa, dándose golpecitos en la barbilla
después de guardarlo todo en su bolso. Salió de la choza y caminó hacia el
arroyo sumida en sus pensamiento. ¿Qué había dicho sobre la influencia de
las runas?

“No contrarrestan mi propio comportamiento, pero es como si se hubieran


incorporado nuevos elementos. Es más fácil ser despiadado. De alguna forma
es más difícil disuadirme de mis impulsos. No es que antes tuviera muchas cosas
que me distrajeran, pero ahora todo lo demás me parece aún menos relevante”

Tenía memorizado el juramento rúnico, había pasado tantas noches


mirándolo.

Sin vacilar, astuto, infalible, despiadado e inflexible; impulsado al éxito...

Pero qué le impulsaba a tener éxito no estaba declarado; se dejó a su criterio.


La deseaba. Estaba casi segura de eso. Actualmente se debatía entre su
determinación de alejarla y el deseo de tenerla. Por eso se había enfurecido
tanto cuando la hirieron. No podía disuadirse hasta el punto de no importarle
si ella moría, pero estaba decidido a no ceder a desearla y comprometerse a sí
mismo. Los Malfoy eran posesivos como dragones, había dicho Severus. Sabía
lo que ella estaba haciendo; lo que la habían enviado a hacer. Podía verlo en
la forma resentida en que la miraba. Había una rabia despiadada en sus ojos
que no había estado allí antes.
Pero se había visto acorralado al darse cuenta de que probablemente ella
moriría si no la entrenaba. El ataque del vampiro había sido particularmente
234
de muy buena suerte. Si hubiera intentado escenificarlo, no podría haber
salido mejor. Si lo mantenía cerca de ella, sólo era cuestión de tiempo antes
de que finalmente se resbalara; la querría demasiado como para seguir
restringiéndose. Las runas lo asegurarían. Cuando eso pasara...
Hermione suspiró. Cuando eso pasara sería su dueña. A menos que él
estuviera tan desesperado por liberarse de su obsesión que la matara. En
algunos momentos, cuando sentía sus ojos clavados en ella mientras se batían
en duelo, se sentía como si lanzaran una moneda al aire entre los dos. Como
si estuviera sopesando constantemente las opciones. Por más confiada que
había llegado a estar de su atención, no estaba lo suficientemente segura como
para decir si sobreviviría. Había tanto sobre Draco Malfoy que no sabía ni
comprendía. Cuando lo miraba, sólo podía preguntarse si era el tipo de
persona que destruía las cosas que amaba. Lo que fuera que él quería, su
motivo para espiar, ya había matado a incontables personas tratando de
obtenerlo. Si pensaba que ella estaba en su camino... podría ser la siguiente.

Sin vacilar, astuto, infalible, despiadado e inflexible; impulsado al éxito....

Hermione retorció la correa de su bolso mientras pensaba. Necesitaba


priorizar el entrenamiento de Padma durante cualquier tiempo libre que
tuviera. Padma tenía una aptitud decente para la sanación, se mantenía
calmada bajo presión y tenía una buena mente para memorizar todos los
hechizos y variaciones. Sin embargo, tenía problemas con la precisión que se
necesitaba en ciertos trabajos de sanación con varita, y tendía a confiar en la
memorización en lugar de adoptarr la creatividad necesaria para inventar
contra-maldiciones. Pero Hermione esperaba que, con la ayuda de Poppy,
Padma sería capaz de reemplazar a Hermione lo suficiente.
Hermione había empezado a llevar a Padma en busca de ingredientes. Alguien
más necesitaba saber cómo conseguir los suministros locales para pociones;
con el invierno acercándose necesitaban abastecerse. Pero Hermione tenía
cuidado de no permitir que Draco supiera que tenía una compañera de
búsqueda. Si se enteraba, probablemente dejaría de entrenarla. Buscaba
ingredientes con Padma los jueves por la mañana. Los martes seguía yendo
sola, pero con más cautela. Hermione necesitaba tener todo en orden antes
de intentar avanzar más con Draco.

235
Observó cómo el agua se deslizaba por debajo del puente y se preguntó si
estaba postergando. No quería morir. Las últimas semanas se encontró
pensando en morir casi tanto como pensaba en Draco. Después de sentir los
colmillos del vampiro hundiéndose en su hombro, se enfrentó abruptamente
con el hecho de que en el nivel primario tenía una determinación absoluta de
no morir. No se había dado cuenta de lo abrumador que era ese impulso.
Racionalmente, siempre había considerado la muerte como algo que podría
afrontar. Por una buena razón, moriría con gusto.
Pero en el instante en que sintió sintió el terror de manos inmovilizándola
contra el suelo y dientes hundiéndose en su carne, el instinto de pelear para
liberarse y matar a todo lo que fuera que se pusiera en su camino había
devorado su mente. No se había dado cuenta de cómo su instinto de
supervivencia reemplazaría todo. No se había dado cuenta de lo mucho que
no quería morir. Pero si se trataba de ella y Draco, probablemente moriría. Él
podría matarla tan fácilmente. Otro cadáver para su recuento de cuerpos.
Probablemente se fusionaria con al resto de sus muertos después de un
tiempo.
Sonrió amargamente para sus adentros al pensar en el contraste entre ambos.
El recuento de cadáveres de Hermione era una representación de sus fracasos.
Todos los que no había salvado. El recuento de cadáveres de Draco era una
ilustración de sus logros. Todo lo que él era y por qué era valioso tanto para
Voldemort como para la Orden. Su relación, fuera lo que fuera y a donde
quiera que se dirigiera, se sentía como una forma cruel de ironía. Era como si
fueran el reverso el uno del otro. Yin y yang. Daban vueltas inexorablemente.
De alguna manera, la guerra los había atado juntos.

Apareció de regreso en Grimmauld Place y fue a buscar a Kingsley.


Generalmente sólo hablaba con Moody, pero Alastor estaba en Irlanda
entrenando a nuevos reclutas con Remus y Tonks. Kingsley estaba de pie en
la sala de guerra, observando un mapa en la pared. Hermione sabía que él
estaba consciente de su presencia, pero no le prestó atención inmediatamente.
—Kingsley —dijo Hermione mientras cerraba la puerta suavemente—
¿podríamos hablar? —
Se dio la vuelta con un giro brusco, con la túnica revoloteando a su alrededor
y lanzó varias barreras de privacidad en la habitación antes de hablar.
—Granger, ¿nueva información? —
236
Hermione desabrochó su bolso y le entregó el pergamino. Kingsley lo desplegó
y lo recorrió con la mirada por un minuto antes de esconderlo dentro de la
túnica y mirar a Hermione de nuevo.
—¿Necesitas hablar conmigo sobre algo, Granger? —
Hermione lo observó por un momento. Desde que Draco la había
demandado, Kingsley había dejado de usar su nombre. Lo había notado. Se
refería a Harry y Ron y a la mayoría de los miembros de la Orden por sus
nombres, pero siempre utilizaba su apellido para dirigirse a ella. Para
impersonalizarla para sí mismo, había llegado a la conclusión.
—Creo que Severus ha hablado contigo y con Moody, acerca de sus
preocupaciones respecto a Malfoy—.
Kingsley asintió, sin que su expresión traicionara nada.
—Si, hemos hablado—.
Hermione asintió.
—La forma en la que están yendo las cosas... estoy comenzando a sospechar
que hay por lo menos una probabilidad de que Malfoy pueda matarme—.
Kingsley la miró directamente y se enderezó la túnica.
—¿Estás pidiendo que te saquemos, Granger? —
Hermione apartó la vista y se quedó mirando una pintura de naturaleza
muerta en la pared.
—No. Necesitamos la información. Probablemente ya estaríamos todos
muertos de no ser por Malfoy. Sólo… quiero saber qué debería priorizar
mientras estoy entrenando a Padma para reemplazarme. No tiene dos años
como yo los tuve, y aún hay demasiada curación básica que debe aprender
antes de que pueda enseñarle curación avanzada de las Artes Oscuras. Y luego
están las pociones y búsqueda de ingredientes. Sólo no estoy segura… no esta
tan motivada como yo lo estaba. Sé que quería quedarse en el campo con
Parvati. Así que necesito saber qué es lo que tú y Moody clasifican como
máximas prioridades—.
Kingsley se quedó callado por un minuto.
—Hablaré con Alastor y revisaré los reportes del hospital. Quizás haga una lista
de las áreas en las que no tenemos excedentes. Tendré una respuesta la semana
siguiente—.
—De acuerdo —dijo Hermione asintiendo. Su voz sonaba rígida y mecánica.
—Granger. Dime, ¿cuál exactamente es la estrategia que intentas usar? —
Hermione volteó a ver nuevamente a Kingsley y se sintió cansada.
237
—Me desea. Es obsesivo y me quiere. Pero sabe lo que estoy haciendo. Lo
puedo decir, por la forma en que me mira, que lo sabe. Aún no sé cuáles son
sus objetivos a largo plazo. Nunca dice nada que lo delate. Si sigo atrayéndolo,
y resulta que interfiero con su ambición original, probablemente termine
matándome. Pero, si no me mata… de acuerdo a Severus los Malfoy tienden
a ser obsesivos y posesivos. No creo que abandone a la Orden en ese
momento. La disposición parece fundamental y él sabe que la mía está
condicionada a la supervivencia de la Orden—.
Después se encogió de hombros.
—O podría equivocarme y él traicionara a la Orden, que es lo que teme
Severus. Honestamente, no lo sé. Esto no es… no sé cómo utilizar a las
personas así—.
Kingsley estaba callado.
—Si se está obsesionando contigo, eso es más de lo que había esperado —él
dijo, mirando a la mesa, apoyando los dedos en la orilla y dando golpecitos
pensativamente.
Hermione sintió como si debiera tener algún tipo de reacción a sus palabras;
ofensa o satisfacción o, algo. Pero no sentía nada. Era como si su corazón se
estuviera compactando lentamente dentro de su pecho, volviéndose cada día
más duro y pequeño.
—Yo no… —comenzó a decir pero se detuvó y presionó los labios. Giró la
cabeza ligeramente al sentir que la tensión en su cuello comenzaba a irradiarse
por sus hombros.
—No le estoy mintiendo, Kingsley. No estoy siendo insincera. La conexión
emocional entre nosotros es real—.
Los dedos de Kingsley se detuvieron y la estudió con los ojos ligeramente
entrecerrados.
—Espero que no te estés comprometiendo con él, Granger. La Orden depende
de que permanezcas en la misión—.
Hermione asintió rígidamente.
—Mi lealtad siempre será primero hacia la Orden—.
La expresión de Kingsley no se calmó.
—Harry… sabes que sólo puedo mantenerlo alejado de las peores peleas si sé
cuáles serán—.
Hermione se estremeció.

238
—Lo sé. Estoy haciendo todo lo que puedo, Kingsley. Estoy haciendo lo mejor,
lo mejor que puedo. No estoy… nunca haría nada que pusiera en peligro a
Harry—.
—Mantenlo así entonces —dijo Kingsley, volviéndose al mapa en la pared.
Hermione miró fijamente a su espalda durante unos instantes antes de darse
la vuelta y apoyar la mano en el pomo de la puerta; mientras lo agarraba, se
rió en voz baja.
—¿Algo más que quieras decir, Granger? —la voz de Kingsley tenía un ligero
tono.
Hermione miró por encima del hombro. Aún estaba de espaldas a ella.
—Sólo me estaba dando cuenta —dijo en voz baja— de que si tengo éxito, me
usarás para controlar a Malfoy de la misma forma en la que eres capaz de usar
a Harry para controlarme. Casi, casi hace que sienta pena por él—.
Kingsley guardó silencio por un momento.
—Bueno, él se lo merece considerablemente más que tú—.

239
Flashback 19
Octubre 2002

La siguiente vez que Hermione llegó a la choza, Draco apareció visiblemente


molesto y cargando un gramófono. Lo miró atentamente.
—Creo que me estoy perdiendo de algo—.
—Ten por seguro, Granger, que si pudiera idear una solución mejor lo habría
hecho—.
Él conjuró una mesa y puso el gramófono sobre ella. Sacudió la varita y la
música comenzó a sonar.
—¿Esto es… —Hermione se atragantó ligeramente y lo miró incrédula.
—¿Estás esperando que bailemos? —
—Vals —se volteó para mirarla— Te mueves como un pingüino cuando
combates—.
Hermione sintió que se le calentaban las mejillas.
—Desde luego que no—anunció rápidamente.
—He pasado bastante más tiempo que tú viéndote batirte en duelo y créeme,
lo haces —su labio se curvaron burlonamente— Eres lenta y torpe y la única
razón por la que no te golpeo más es porque no estoy apuntando
intencionalmente—.
Hermione se tragó una respuesta.
—¿Así que crees que la solución es bailando vals? —dijo rígidamente.
—Así es. La tía Bella era una de las bailarinas más excepcionales con las que
he tenido la desgracia de formar pareja. Se batía en duelo con la misma fluidez.
Sé que puedes bailar. Sólo necesitamos trasladar el movimiento al combate—.
Hermione lo pensó por un momento, y después asintió mientras ponía su
bolso a un lado.
—Está bien—.

240
Draco caminó hacia ella con la expresión de alguien que preferiría ser
golpeado en la cara antes de hacer lo que estaba a punto de hacer. Levantó la
mano izquierda para que ella la tomara. Luego apretó la mandíbula
rígidamente y deslizó la mano derecha debajo de su brazo, colocándola debajo
del omóplato antes de acercarla hasta que sólo hubo unos pocos centímetros
entre ellos. Hermione sentía que apenas si respiraba. Levantó la vista para
verlo a la cara mientras descansaba la mano izquierda en la parte superior de
su brazo, cerca de su hombro.
Se quedaron en posición, sin moverse, sólo mirándose el uno al otro. Podía
ver la tensión en su mandíbula y en la dura línea de su boca cuando casi, pero
no del todo, la miraba con desprecio. También pudo ver sus ojos y, cuando se
encontraron con los suyos, pudo ver cómo sus iris se iluminaban hasta que él
levantó la barbilla bruscamente y miró al otro lado de la habitación, sintió sus
dedos estremecerse contra la espalda antes de que él los detuviera.
—Así que —su voz era dura mientras miraba hacia otro lado— El baile que
mejor representa la velocidad y la fluidez que quiero que desarrolles es el Vals
Vienés. Es un paso extremadamente fácil de aprender, si la mujer es receptiva
y capaz de seguir las indicaciones de otra persona. Dado que ninguna de esas
dos cosas son cualidades que nadie aplicaría a ti, me he resignado a que va a
tomar una cantidad considerable de tiempo antes de que lo consigas siquiera
con una apariencia de gracia —le sonrió condescendientemente.
Hermione sintió a su indignación y determinación creciendo en el pecho y se
puso ligeramente rígida antes de que se le ocurriera algo: Draco claramente
no quería estar “sosteniéndola” en sus brazos; estaba tratando de provocarla
para que se esforzara y terminar sus “clases de baile” tan pronto como fuera
posible.
Ella le sonrió ligeramente.
—Lo haré lo mejor que pueda —dijo, arrastrando ligeramente los pies y "casi"
pisándolo.
—Entonces, por favor, no me pises —dijo con disgusto al verla— Preferiría no
ir a un sanador porque tu torpeza termine fracturándome un hueso—.
—Yo te lo sanaré —dijo con dulzura burlona.
Volvió a mirarla con desprecio y de repente comenzó a moverse. Hermione
trató de seguirlo pero sus rodillas chocaron. Ella gritó y él maldijo.
—Da alguna advertencia antes de empezar a moverte —dijo con una voz rígida
mientras la rodilla derecha le pulsaba.
241
242
—Trata de seguir mi ritmo —dijo rápidamente— Esto es para batirse en duelo.
Nadie te va a dar “alguna advertencia” antes de que te maldecirte. Debes de
tener el instinto de simplemente moverte—.
La mandíbula de Hermione se apretó y resopló.
—Bien—.
—Comenzaremos de nuevo—.
Hermione no necesitaba fingir torpeza cuando bailaba con Draco. La
velocidad con la que esperaba que bailara el vals era casi vertiginosa. No era
paciente, de hecho, parecía determinado a hacerlo tan desagradable como
fuera posible; probablemente para motivarla. Le palpitaban los dedos de los
pies, y estaba bastante segura que sus botas de piel de dragón estaban
reforzadas con acero en los dedos, porque accidentalmente la pateó en la
espinilla y pensó que podría haberse fracturado algo. Se tiró al piso con un
pequeño grito y se abrazó la pierna.
—Eres el peor instructor de baile del planeta —gruñó y se subió los pantalones
de un tirón para descrubrir que ya florecía en su espinilla un moretón
púrpura.
—¿Cómo podré vivir? —dijo secamente, sin siquiera mirarla— Mi ambición
secreta está destruida—.
—¿Estás intentando romperme la pierna? ¿Por qué estás usando botas de
combate? —dijo con un tono furioso.
Malfoy la volteó a ver bruscamente y logró vislumbrar su pierna. Su expresión
vaciló por una fracción de segundo antes de recuperar su máscara de
indiferencia.
—No esperaba que fueras así de torpe —.
—Eres un completo bastardo —dijo Hermione mientras invocaba su bolso y
buscaba su botiquín de sanación.
—Y aún así, la mayor parte de tu preciada Orden ya estaría muerta de no ser
por mí —Draco se burló de ella con maldad— A estas alturas soy su salvador
tanto como San Potter lo será jamás, y soy tu dueño, así que realmente tienes
muy poco margen para quejarte—.
Hermione sintió cómo palidecía mientras la furia le recorría el pecho. Lo
odiaba. Lo odiaba. Lo odiaba y aún lo deseaba, y eso hacía que lo odiara
incluso más. Pero probablemente lo odiaba más porque tenía razón sobre la
Orden. La guerra en Gran Bretaña estaba en un punto muerto actualmente,
después de años de pérdidas lentas de su bando. La Orden seguía estando,
243
comparativamente hablando, en gran desventaja, pero Voldemort había
tenido cada vez menos victorias desde que Malfoy había comenzado a espiar.
La ayuda de Draco había equilibrado la balanza de la guerra, y él lo sabía.
Tenía a la Orden en la palma de su mano. Era la forma más endeble de
supervivencia posible, porque no tenían ni idea de si algún día podría dejar
de hacerlo.
—Lo intento —dijo con voz temblorosa mientras esparcía una pomada para el
moretón en su piel.
—Si me hubieras dado alguna advertencia, hubiera comprado un libro y
practicado los pasos antes de venir. No es como si no lo estuviera intentando
intencionalmente. No me los sé. Podrías tratar de comunicarte un poco más—
La miró durante unos instantes antes de apartar la vista.
—Bueno, ahora ya lo sabes. Así que practica —desapareció con un crujido
furioso.
Hermione se quedó atrás. Se quitó los zapatos para para comprobar si tenía
fracturas en los dedos de los pies y quejarse de lo increíblemente imbécil que
era Draco. Suspiró y enterró la cara entre las manos. La peor parte era que ella
en verdad no lo culpaba. Si alguien le estuviera haciendo a Hermione lo
mismo que ella le estaba haciendo a Draco, y aparentemente estuviera
teniendo éxito, sería extremadamente difícil no resentirlo y querer lastimarlo
también. Debía de estarle carcomiendo saber que lo manipulaba
emocionalmente y aun así sentirse atraído por ella. Era algo vilmente cruel
para hacerle a alguien. Especialmente a él.
Todo lo que había aprendido sobre él la hacía sentirse más culpable al
respecto. Se tragó su culpa. Draco Malfoy era un arma de doble filo, tan
preparado para acabar con la Orden como para ayudarla. A menos que lo
controlara, era una amenaza. No era como que si lo estuviera disfrutando.
Seguramente él también debería saberlo. No estaba mintiendo. No estaba
siendo insincera. Por eso estaba funcionando. Que él supiera su motivo no
negaba la conexión genuina que de alguna manera habían forjado. Por eso era
tan horrible. Era real, pero ella lo estaba convirtiendo en un arma. Salió de la
choza y apareció a una librería para encontrar un libro que explicara cómo
bailar el Vals Vienés.

244
La semana siguiente Draco estaba igualmente de malhumorado, pero tuvo la
cortesía de usar zapatos diferentes. Cuando Hermione llegó, se sentó en frente
de él y prosiguió a transfigurar sus tenis en un par de tacones bajos.
—¿También planeas usar tacones cuando estés en combate? —preguntó,
arqueando una ceja mientras la miraba. Sus labios se curvaron de forma
condescendiente.
—El libro decía que se supone que tengo que estar de puntillas. Es más fácil
acostumbrarme al paso y la fluidez si mis pies ya están en la posición correcta.
Volveré a usar tenis una vez que creas que tengo una apariencia de gracia —
dijo, levantando su barbilla.
—Necesitas mejores zapatos. Esas cosas Muggles que llevas son inútiles —dijo
con desprecio.
Hermione se sonrojó. La mayor parte de su ropa provenía de contenedores de
donaciones muggles. Era difícil encontrar buenos zapatos de su talla. Había
estado manteniendo su par actual con reparos. Draco Rico Gilipollas Malfoy
probablemente ni siquiera sabía cuánto costaba un par de botas de piel de
dragón.
—Funcionan —dijo con rigidez— Eso es todo lo que me importa —se puso de
pie.
—Si no te importa, si empiezas más despacio y después vas acelerando, creo
que seré capaz de seguirte mejor—.
Draco puso los ojos en blanco.
—De acuerdo—.
Él ni siquiera la miró mientras le tendía las manos y ella daba un paso hacia
ellas y se colocaba en posición. Estaba lista cuando él dio un paso hacia
adelante sin previo aviso. Ella echó el pie derecho hacia atrás e hizo un paso
corto y rápido mientras se dejaba girar sobre un pie y él entonces dio un paso
largo hacia atrás y ella lo siguió con el pie izquierdo. Era, como él había dicho,
técnicamente un paso extremadamente fácil. La dificultad era la velocidad y
confiar en la dirección de Draco; forzándola a relajarse lo suficiente como para
seguirlo instintivamente en vez de reactivamente.
Seguirlo no era difícil en teoría; claramente le habían enseñado a bailar. Tenía
un porte y un estrutura excelentes y se movía con la fluidez de un gato.
Desafortunadamente, también era un imbécil que intentaba
intencionalmente hacer que bailar con él fuera tan desagradable como fuera
posible, mientras ella se estaba esforzando por adaptarse a un nuevo paso que
245
requería que rotaran como pareja en círculos en la dirección de las manecillas
del reloj y moviéndose en sentido contrario alrededor de la habitación. Él le
pisó los dedos de los pies ocho veces en veinte minutos, y Hermione pensó
que varias de las veces habían sido intencionadas.
—¡Maldita sea, Draco! —Hermione lo golpeó fuertemente en la espinilla
después de que aplastara su pie derecho de una manera particularmente
dolorosa.
—Pasaríamos considerablemente menos tiempo bailando si tan sólo me dieras
la oportunidad de acostumbrarme al paso. Tomará más tiempo si me rompes
los dedos—.
—¿Hay algo que sepas hacer aparte de quejarte? —dijo con desprecio mientras
ella se inclinaba para mirar el apéndice lesionado.
—No lo sé. ¿Lo hay? —dijo fríamente, poniéndose de pie y cuadrando los
hombros.
Le miró a los ojos mientras levantaba los brazos en posición de vals antes de
que él pudiera hacerlo. La expresión de Draco parpadeó y se arrepintió
momentáneamente. Ella le sonrió burlonamente, y su expresión se volvió
brevemente asesina cuando la estrechaba entre sus brazos y contra su pecho.
Levantó la vista para mirarlo.
—A menos que haya alguna razón por la que no puedas, quizás podríamos
intentar bailar el Vals Vienés con normalidad —ella dijo en un tono uniforme
pero ligeramente irritante— Después de todo, esto fue tu idea. Cuanto antes
domine la fluidez, antes podremos volver a maldecirnos mutuamente—.
—Una consumación fervientemente deseable —dijo con expresión fría.
Se movió más lentamente. Hermione en realidad no era una bailarina terrible,
sólo extremadamente fuera de práctica y en los brazos de alguien físicamente
distrayente y personalmente malévolo. Después de una hora fue capaz de
seguirlo a toda velocidad sin que ninguno de los dos lesionara al otro.
Finalmente él se detuvo.
—Suficientemente bueno. Empieza a pensar en cómo usar la fluidez al batirte
en duelo —dijo, apartándose el pelo de la cara y frotándose la frente.
—Claro. Sólo bailaré vals alrededor de las habitaciones de práctica, estoy
segura de que nadie se dará cuenta —Hermione dijo mordazmente entre
jadeos.
Estaba sudando y podía sentir la blusa pegándose a su espalda entre los
hombros. Tenía mechones de cabello pegados contra el cuello.
246
Malfoy parecía fresco como una lechuga, probablemente tenía
encantamientos reguladores de temperatura en toda su ropa. Aunque aún
parecía trasnpirar ligeramete. Hermione tiró de su blusa para que dejara de
pegársele al torso y lanzó un hechizo refrescante antes de conjurar una taza y
un poco de agua.
—Es tu vida —dijo con frialdad, y después sacó un pergamino— El Señor
Tenebroso se está frustrando cada vez más con todos los rescates. Tiene a
Sussex trabajando en algo para prevenirlo. No tengo tanto acceso a ese
edificio, pero la Orden debería empezar a prepararse para la eventualidad de
que no serán capaces de salvar a gente por mucho más tiempo—.
Hermione tragó saliva fuertemente.
—No sabía que Dolohov tenía tantos talentos —finalmente dijo.
—No los tiene —dijo Draco conjurando su propio vaso de agua— Ahora que la
mayor parte de Europa está en sus manos, el Señor Tenebroso es capaz de
reunir a un buen número de científicos ambiciosos con pocas líneas éticas.
Sabes que Sussex se está expandiendo más allá del desarrollo de maldiciones.
Es increíble el avance mágico-científico que se puede lograr cuando los
científicos pueden hacer lo que quieran con sus sujetos de prueba—.
Hermione sintió como si algo su interior se hubiera colapsado y dejado un
vacío.
—Ya veo... supongo que eso es díficilmente sorprendente. Cosas similares
pasaron durante la Segunda Guerra Mundial Muggle—.
Draco asintió y parecía cansado. Más que cansado; era como si su alma
estuviera brillando a través de sus ojos plateados, y fuera casi transparente por
dentro.
—¿Cómo sabes sobre la Segunda Guerra Mundial? —
Sus ojos brillaron fuertemente como diamantes.
—Como ya lo había mencionado antes, sé leer. ¿ Por qué no iba a estudiarla?
Obviamente es el libro de jugadas de donde el Señor Oscuro saca todo. La
propaganda es paralela. Las mismas tácticas. Aprendió de los errores de Hitler;
no está malgastando ningún recurso en Rusia, y está teniendo cuidado de
evitar provocar directamente a MACUSA durante el mayor tiempo posible.
Aunque, no sé qué es lo que piensan hacer si intenta eliminar el Estatuto
Internacional del Secreto Mágico—.
Hermione asintió.

247
—Hemos tratado de pedir ayuda, pero aparentemente el genocidio no es una
razón suficiente para intervenir. Otros países necesitan resolver sus propios
problemas, sabes; MACUSA no son los aurores del mundo. Ni siquiera
aceptan a nuestros refugiados. No sin al menos unos años para examinarlos.
Incluso a los niños. Aparentemente es demasiado riesgo traer el Extremismo
de Europa hasta su territorio, y no tenemos registros legales de la mayoría de
los más jóvenes...—su voz se entrecortó.
Volteó a verlo seriamente.
—¿Crees que podemos ganar, Draco? —
Quería escuchar la respuesta de él más de lo que quería escucharla de
cualquier otra persona. Ron, Harry, Fred, incluso Kingsley o Moody... todos
mentirían, o preferirían tomar una vista optimista de las cosas. Pero Draco
Malfoy no mentiría al respecto. Por alguna razón se sentía segura de ello. Él le
diría lo que en verdad pensaba que era posible. Él suspiró y se recargó contra
la pared.
—¿ Acaso importa lo que yo piense? —
—Vivo entre idealistas, pero todo lo que veo son más y más cadáveres. Quiero
escucharlo de alguien que en verdad sepa cómo es ahí fuera y no crea que el
optimismo mejora de alguna manera las probabilidades—.
—Sabes muy bien que creo que tu Orden es en gran parte estúpida —su
expresión era amarga— Aunque he notado que Shacklebolt y Moody hacen
alguna que otra elección estratégica cuando pueden salirse con la suya —.
Dirigió a Hermione una mirada mordaz, que ella le devolvió sin pestañear.
—No veo cómo ganarán con la continua política en contra de usar las Artes
Oscuras. Por otra parte, Potter es un idiota que sigue con vida. Tiene el talento
más antinatural para la sobrevivencia que jamás haya visto; y poder también,
si en verdad estuviera dispuesto a usarlo. Si todo se reduce a un duelo entre
el Señor Oscuro y Potter, le daría a la Orden una probabilidad en cuatro, en
la base de la continua e improbable suerte de Potter. Pero si la guerra va más
allá de eso… —se frotó la frente— las probabilidades son considerablemente
menores. Por decirlo suavemente—.
—¿Entonces por qué ayudarnos? —
Él arqueó una ceja, y su expresión se volvió reservada y burlona.
—¿No crees que vales la pena? —
—Oh sí, tu rosa en un cementerio—.
Ella alejó la mirada, resoplando ligeramente, y acomodando su ropa.
248
—¿Te pusiste esas runas por mí? —
Sus ojos brillaron por un momento y después él negó con la cabeza.
—¿Entonces por qué? —preguntó mientras lo estudiaba.
La miró fijamente y su expresión parpadeó. Se veía resentido. Lesionado. Sus
ojos estuvieron calculando durante varios segundos mientras la miraba, luego
su expresión se cerró de nuevo.
—No importa—.
Hermione comenzó a abrir la boca. Quería discutir, señalar que sí importaba;
que si dejaba de ser enigmático, no se vería obligada a manipularlo. Pero no
podía decir eso, y él ya lo sabía. Cualquiera que fuera su motivo, no confiaba
en que la Orden no lo usaría en su contra. Ambos sabían que la Orden lo
haría.
—Supongo que no —suspiró y se sentó para poder transfigurar sus zapatos.
Se preparó para irse pero volteó a ver a Draco cuando estaba en la puerta. Él
estaba recargado contra la pared, sus ojos se apartaron de ella cuando se
volteó.
—No mueras, Draco—.
Él la miró fijamente por un momento antes de sonreír.
—Sólo porque tú lo pediste, Granger —su tono estaba lleno de sarcasmo.
Seguía recargado contra la pared cuando ella cerró la puerta detrás de sí.

Sus martes llegaron a estar compuestos por una extraña combinación de baile
y duelo. Draco la ejercitaba con determinación hasta que pudo esquivar y
moverse con fluidez de la manera que él quería. Tenía razón; bailar y batirse
en duelo involucraban un tipo similar de habilidad reactiva y Hermione lo
aprendió rápidamente. La desconcertó un poco cuando se dio cuenta de que
sus movimientos y técnicas evocaban cada vez más a los de Bellatrix. Casi
habría pensado que se estaba volviendo decente, pero Malfoy nunca usaba la
mano izquierda. Se preguntaba cómo combatía cuando en verdad lo
intentaba. A veces llegaba con lesiones notables pero se rehusaba fríamente a
que ella las sanara.
La cantidad de tiempo que pasaban juntos crecía cada vez más y más. La
práctica del duelo provocó que hubiera descansos cada media hora para
refrescarse y rehidratarse. Hermione se esforzaba por hablar con él, pero casi
siempre la ignoraba, y cuando sí contestaba sus preguntas, parecía estar
mintiendo. De vez en cuando, Hermione era llamada abruptamente después
249
de una escaramuza, pero los Mortífagos no eran aficionados a los ataques
matutinos.
La tensión de la guerra se sentía interminable, como si el frágil equilibrio fuera
a romperse en cualquier momento. La tensión entre Hermione y Draco se
sentía similar. Para diciembre ella sentía como si el aire entre ellos vibrara
cuando estaban juntos.
Furioso. Resentido. Desesperado.
Había un límite revelándose en él; como si se estuviera erosionando
ligeramente por el estrés. No estaba segura si simplemente era el estrés de la
guerra o si ella estaba contribuyendo a ello. Un día llegó luciendo pálido, con
sangre goteando de su mano izquierda. Casi le había arrancado la cabeza a
mordidas la última vez que intentó curarlo, así que Hermione se esforzó por
ignorarlo. Cuando no logró dejar de sangrar después de media hora,
finalmente giró alrededor de él mientras esquivaba un maleficio y le lanzó un
diagnóstico. Lo observó durante menos de un segundo.
—¡Idiota! —
Se vio obligada a retroceder por el suelo y lanzarse en un salto mortal para
evitar la rápida y furiosa sucesión de aturdidores que él envió tras ella.
—No puedes ignorar las mordidas de vampiro—.
Disparó media docena de maleficios tropezadores a sus pies y, mientras él los
esquivaba, levantó la varita y consiguió darle en la frente con un aturdidor. Él
cayó y lo miró fijamente sorprendida, medio esperando que se incorporara de
repente. Estaba sorprendida de que en verdad había logrado golpearlo.
Entonces se le ocurrió que el éxito probablemente tenía más que ver con su
pérdida de sangre que con su talento para el duelo. Se apresuró a hacerle otro
diagnóstico. Había perdido una cantidad considerable de sangre. Había sido
mordido en alguna parte superior del brazo, tenía hemorragia interna y una
lesión abierta en el costado.
Conjuró una cama y le hizo levitar hacia ella. Solo dudó por un momento
antes de sentarse en la orilla junto a él. Incluso inconsciente, Draco se veía
tenso. Estiró la mano tímidamente y le tocó la mejilla. Después le pasó la
punta del dedo entre los ojos, tratando de desvanecer el estrés de su expresión.
Lanzó un hechizo para desabotonar su túnica y camisa y después, con un
amaestrado hechizo de levitación parcial, lo levantó de modo que él se
inclinara contra ella y le quitó toda la ropa de los hombros y los brazos. Su
cabeza se apoyó sobre su hombro y no pudo evitar fijarse en las cicatrices de
250
las runas. Se habían convertido en cicatrices plateadas a lo largo de sus
hombros. Pasó ligeramente los dedos por ellas y sintió la magia; fría e
implacable. Grabada en su ser. La magia tembló ligeramente bajo el tacto.
Tenía la piel preocupantemente fría.
Lo acomodó de nuevo en la cama y lo examinó. Le habían mordido el bíceps,
dos pinchazos profundos que se curaban fácilmente. El problema más grave
era su torso, estaba moteado con profundos hematomas que Hermione
sospechaba se debían a un hechizo Confringo lanzado a corta distancia,
posiblemente de una escaramuza con la Orden que había ocurrido la noche
anterior. Tenía una herida en el costado que parecía tener varios días, pero
había comenzado a sangrar de nuevo debido a la mordedura del vampiro.
Invocó a su bolso y sacó su botiquín. Vertió varias pociones en su garganta y
luego se dispuso a repararle la herida del costado.
Él era un idiota, y se sintió helada de la preocupación al darse cuenta que no
le estaban atendiendo las lesiones. En el pasado, había estado en excelente
condición física cuando ella lo había curado. Tenía numerosas cicatrices en
los brazos y el torso que no habían estado ahí antes. Al estudiarlas, se dio
cuenta que sólo las había ignorado y dejado que se sanaran solas en vez de
acudir con un sanador. Quizás había despedido a su sanador anterior después
de no haberle ofrecido alivio para las runas. Incluso si la magia era oscura,
ningún sanador cualificado podría haber sido tan ignorante como para
pretender que no habían más opciones, a menos que hubiera sido
deliberadamente negligente. Había dicho que tenía un nuevo sanador.
Siempre que se ofrecía a sanarlo, él había insistido en que tenía a alguien que
se ocuparía de ello. Estaba siendo intencionalmente descuidado.
Tal vez lo estaba haciendo para castigarse a sí mismo. Si ella lo estaba haciendo
vacilar de su, expiación, o lo que fuera. Hermione se mordió el labio. Quizás
estaba descuidando intencionalmente su bienestar físico para poder
concentrarse. O, posiblemente, estaba tratando de probar sus límites. Trató
de no enfocarse en esa posibilidad. Sacó una pomada para moretones y la
esparció a través de su torso y después murmuró hechizos sobre las cicatrices
para ayudarlas a sanar y desvanecerse de alguna manera.
Lanzó otro diagnóstico y lo estudió cuidadosamente para asegurarse de que
no había pasado por alto ninguna lesión. Cuando estuvo segura de que ya no
había nada más que atender le tomó la mano, entrelazó sus dedos con los de
él y presionó el dorso de la mano contra su mejilla.
251
Esperando a que su piel comenzara a calentarse lentamente a medida que la
poción regeneradora de sangre hacía efecto. Le apartó el cabello de la cara y
lo miró fijamente, recorriendo sus rasgos con los ojos y viendo cómo
recuperaba el color lentamente. Cuando estuvo indudablemente caliente,
retiró las manos, lanzó un encantamiento de limpieza sobre su ropa para
vestirlo de nuevo. Su túnica tenía una mancha de Magia Oscura, como si se
hubiera entretejido en la tela. Dudó acerca de si debería quedarse donde
estaba o cruzar la habitación antes de lanzarle el hechizo reanimador. Se
quedó.
Apenas había terminado de pronunciar el conjuro cuando él se levantó de un
salto, la tomó por el cuello, y la estampó contra el colchón antes de que
pudiera siquiera gritar de sorpresa. Su mano permaneció en su cuello, y ella
podía sentir a varios de sus pasadores enterrandósele en el cráneo mientras él
la inmovilizaba. Los ojos de Malfoy estaban desorientados, pero su expresión
estaba enfurecida. Sus rostros estaban separados por escasos centímetros. Vio
cómo su expresión ondulaba cuando la reconoció y se dio cuenta de que
estaba a punto de estrangularla, su agarre se aflojó de inmediato.
—¿Qué mierda, Granger? —miró alrededor y pareció más confundido al darse
cuenta de que estaban juntos en una cama.
Lo miró fijamente, con el corazón latiéndole fuertemente. Ni siquiera se le
había ocurrido que él pudiera atacarla de aquella manera.
—Estabas lastimado—.
Las manos de él se alejaron de su cuello y su expresión se volvió aún más
furiosa.
—Casi te mató. Tú entrometida…—
Lo interrumpió.
—Es posible que de alguna manera no lo sepas, a pesar de que te lo he dicho
específicamente, pero el veneno de vampiro es un anticoagulante. Tenías
algunos daños internos menores por la escaramuza de anoche. Te estabas
desangrando hasta morir por dentro y por fuera—.
—Me habría ocupado de ello a su debido tiempo —dijo, pero sus ojos no se
encontraron con los de ella; estaban más abajo, en su cuello.
Las manos de Malfoy se extendieron y ella sintió su pulgar deslizándose a lo
largo de su garganta. Ella se estremeció levemente y sintió un hormigueo en
la piel cuando sus dedos le recorrieron el cuello.

252
—¿De verdad? ¿Y quién iba a sanarte exactamente? Porque debo decir que, a
juzgar por todas las nuevas cicatrices esparcidas por tu cuerpo, creo que el
nuevo sanador que sigues mencionando es un fraude—.
Su mano se detuvo.
—¿Me quitaste la ropa? —
—Sólo la camisa. No te veas tan sorprendido, soy una sanadora, Draco. No es
como si fuera la primera vez que te he visto sin camisa—.
Sus ojos brillaron de rabia.
—No me sanes sin permiso —su voz era un gruñido bajo.
Su furia era evidente, pero la intimidación se veía arruinada por el hecho de
que simultáneamente le giraba la cabeza suavemente, verificando si la había
lastimado en absoluto. Hermione sintió que la comisura de sus labios se
arqueaban ligeramente mientras lo observaba. Él estaba inclinado sobre ella,
con los dedos presionándole la mandíbula mientras seguía moviéndole la
cabeza de lado a otro y pasando los pulgares suavemente a través de su piel. El
corazón le latía con más fuerza que cuando la había inmovilizado
bruscamente.
—Trata de no estar muriendo en mi presencia y no sentiré que tengo que
hacerlo. No quiero que me entrenes cuando estés herido. Eso ya lo sabes—.
Levantó la mano y la cerró alrededor de su muñeca para calmarlo. Los ojos de
él se movieron rápidamente hacia arriba y se encontraron con los suyos, y ella
lo estudió con seriedad.
—Consigue un sanador, Draco. Uno bueno. Contrátalo y llámalo cuando te
lesiones. Por favor. Por favor consigue un sanador—.
Simplemente la miró fijamente, y ella sintió que su corazón se detenía por la
intensidad, su pulso latía bajo los dedos de él y vio cómo sus pupilas se
expandían lentamente, tragándose el plateado de sus iris. El calor de su piel
sangraba hacia su interior y podía sentir su aliento contra su rostro. El rostro
de Draco se acercó infinitesimalmente. Su corazón latía con tanta fuerza que
se preguntó si él podría oírlo, se quedó sin aliento y sus dedos se apretaron
alrededor de su muñeca. Todo estaba calido y estaban tan cerca. Él estaba tan
cerca. Bajó la cabeza hasta que sus labios casi estaban tocándose, después él se
echó a reir, liberó la mano de la de ella y se incorporó, su expresión era fría
como el hielo y la miró con desprecio.
—¿En verdad creíste que te besaría? —

253
Hermione lo miró fijamente. Él inclinó la cabeza hacia atrás y soltó una risita
amarga.
—Sabes, me sorprende que alguien como tú haya logrado mantener una
amistad con Potter y Weasley durante tanto tiempo—.
Hermione se sobresaltó.
—¿Alguien como yo? —
Bajó la mirada para observala y arqueó una ceja, su expresión era impasible,
pero ella podía ver el resentimiento en sus ojos.
—Alguien sin líneas que no cruzaría. Con la rectitud de Potter y Weasley,
hubiera esperado que terminaran las cosas para ti a estas alturas—.
Hermione lo observó y su boca tembló, presionó los labios con fuerza. Él
sonrió satisfecho y ladeó la cabeza ligeramente.
—¿Qué? ¿Creíste que me estaba refiriendo a tu sangre? —
Ella bajó los ojos. Sí, se quedaría con eso. No le serviría de nada admitir que
tenía razón; su crueldad esencialmente había terminado con su amistad con
Harry y Ron. Se incorporó y extendió las manos hacia atrás para ajustar los
pasadores sosteniendo sus trenzas.
—Tú fuiste la primera persona que me llamó Sangre Sucia—.
Draco negó con la cabeza con ligera incredulidad.
—Seguramente por lo menos sabes que esta guerra no es sobre la pureza de la
sangre—.
—Sé que no lo es —levantó la barbilla— Pero la mayor parte del Mundo Mágico
no parece haberlo notado—.
Él se enderezó la túnica y se encogió de hombros, su máscara se volvió a
colocar en lugar; su expresión era indolente y aristocrática. Hermione lo miró
fijamente, tratando de absorber la profunda contradicción que era Draco
Malfoy.
Asesino. Espía de la Orden. Heredero Sangre Pura. Aficionado a la historia y la
filosofía muggle. General de Mortífagos.
Mientras más sabía sobre él, menos lo entendía. Se apoyó en la cabecera de la
cama y la miró.
—La guerra requiere extremos fáciles. Alteridad. Cuando digo que mi nombre
es Malfoy, inmediatamente me contextualizo dentro de la historia. El apellido
Malfoy tiene casi mil años de historia rastreable en Inglaterra. La gente sabe
quiénes son mis padres, mis abuelos, y mis bisabuelos. Tenemos libros de
historia enteros y pasillos de retratos sensibles para cargar y mantener el
254
legado. Pero tú, tu historia familiar es tan confusa como el lecho de un arroyo.
Nadie sabe quiénes son tus padres, ni qué tipo de enfermedades genéticas
puedas portar o cuál puede o no ser tu potencial mágico—.
Inclinó la cabeza hacia un lado y la recorrió con la mirada de la cabeza a los
pies, como si estuviera evaluando un caballo.
—Es fácil desconfiar de la gente sobre la cual no sabes nada. Cuando algo es
alarmante es fácil de odiar. Los nacidos de muggles con ropa extraña, y
electricidad, y rumores sobre sus armas extrañas. Tus padres son la razón por
la cual el Mundo Mágico ha sido forzado a vivir en la sombra del secretismo
durante cientos de años. Sin embargo, en el momento en que un Muggle
muestra un atisbo de habilidad mágica, se espera que los recibamos a nuestro
mundo para que puedan violar nuestras tradiciones y robar nuestros trabajos—
Hermione resopló y se giró para que estuvieran más cerca el uno del otro una
vez más. Los ojos de Draco se abrieron por un momento antes de sofocar su
sorpresa. Hermione cerró el espacio que lo separaba y lo miró fijamente.
—¿Por eso me odiabas en el colegio, Draco, porque iba a robarte el trabajo? —

255
Flashback 20
Diciembre 2002

Draco arqueó una ceja mientras la miraba a los ojos.


—Me robaste el rango escolar, lo que fue peor. Me habían dado tutorías en
casa, preparádome durante toda mi vida para Hogwarts. Mi padre había
planeado mi vida; el mejor de mi clase, prefecto, capitán de Quidditch, Premio
Anual, interino del Ministerio de Magia, y eventualmente miembro del
Wizengamot y después Ministro de Magia. La carrera en el Ministerio que él
perdió gracias a su participación en la primera Guerra Mágica; se suponía que
yo haría todo eso. Pero entonces, en mi primer año en el colegio una niña
Sangre Sucia inferior logró superar mis calificaciones en todas las clases—.
Alargó la mano y se la puso en la garganta. El aliento de Hermione se detuvo
levemente y él apretó su agarre, sólo lo suficiente como para acercar su rostro
al de él. Los ojos de Draco brillaron, y su tono casi era ligero, como si la
estuviera retando a estremecerse.
—Tengo que admitir, en verdad esperaba que murieras durante el segundo
año, cuando se abrió la Cámara de los Secretos. De hecho, sí me gané mi lugar
en el equipo de Quidditch de Slytherin antes de que mi padre comprara
escobas para el equipo, pero gracias a tu pequeño comentario todo el colegio
asumió que mi padre había comprado mi puesto—.
Mientras hablaba, le deslizó el pulgar por la garganta hasta la mandíbula y
después empujó el hueso para forzarla a echar la cabeza hacia atrás. Estaba
tratando de obligarla a retroceder. Hermione seguía mirándole a los ojos, se
estaban oscureciendo. La habitación se sentía más cálida. Él siguió hablando.
—Era fácil creer que los Muggles y sus engendros eran responsables por los
problemas del mundo. Ciertamente lo sentí de esa forma en mi vida. Entre el
mestizo Potter, cuya vida era un torrente interminable de estupidez y
favoritismo, y tú, y luego los empobrecidos Weasley como la primera prueba

256
de lo que les pasa a los traidores a la sangre. No había ninguna razón para no
creer que el Mundo Mágico podría ser un lugar mejor sin ti y los de tu calaña—
—No sabía que pensabas tanto en mí —dijo Hermione.
Ella podía sentir el calor lentamente irradiando de su cuerpo, extendiéndose
desde la mano en su garganta, pero también entre los hombros, a través de la
piel y desplegándose en algún lugar de su bajo vientre. Sintió un ligero
escalofrío mientras lo miraba a los ojos. La boca de él se torció.
—Mi odio hacia ti palidecia en comparación con mi rivalidad con Potter. Tú
eras irritante. A pesar de tus calificaciones al menos eras fea, socialmente torpe
y obviamente insegura —sus labios se curvaron en una ligera sonrisa—
Apalearme académicamente no habría importado si no hubieras sido amiga
de Potter. Él te arrastró al centro de atención y te necesitaba lo suficiente como
para no poder negarlo. Si Potter no hubiera importado, tú tampoco lo
hubieras hecho—.
Hermione sintió que algo en el estómago se le revolvía de repente, pensando
en la sospecha inicial que había tenido; que demandarla era un tipo de
venganza o represalia contra Harry. Casi se había olvidado de ese temor.
Sonrió y se inclinó hacia delante de modo amanazador sobre ella, mientras
continuaba sujetándola por la garganta y mirándola fijamente a los ojos. Sus
cuerpos casi estaban tocándose, y ella volvió a ser consciente de que tan grande
era él, cuánto podría lastimarla si quisiera, que estaba intentando de entrar en
una bóveda sellada y que no sabía si había algo más que rabia del otro lado,
pero no importaba, porque eso era lo que suponía que tenía que hacer.
Hermione se quedó sin aliento y tembló ligeramente. Los ojos de Draco se
oscurecieron, la acercó aún más. El corazón de Hermione estaba latiendo tan
fuerte que le dolía, es una actuación, se dijo a sí misma. Cuando estaba
borracho, no la lastimó. Estaba tratando de asustarla. El aliento de él era
cálido en su rostro, y su voz era tan baja que casi estaba susurrándole, el tono
le atravesó los nervios.
—Al Señor Tenebroso en realidad no le importa la pureza de la sangre, o sus
seguidores, o que la magia sea poderosa. Ustedes los nacidos de muggles sólo
son lo suficientemente comunes para parecer una amenaza. Le da una excusa
al Señor Oscuro para acumular poder e incentiva a los seres oscuros a unirse
a su causa. De esa manera hizo que la mayor parte de Europa del Este se aliara.
Rumania fue primero, y el resto cayeron en fila. Hay miles de criaturas oscuras
desesperadas por que se derogue el Estatuto Internacional del Secreto Mágico
257
y se ponga fin a la prohibición de varitas. La mayoría de las Familias Sangre
Pura están descontentas por la forma en la que los magos son forzados a
permanecer en las sombras para la comodidad de los Muggles. Hay suficiente
resentimiento, si bien no es suficiente para reclutarlos para la causa, sí para
animarlos a ignorar lo que está pasando—.
Draco esbozó una fina sonrisa mientras su rostro se acercaba incluso más.
—El Señor Tenebroso quiere poder. No tiene preferencia sobre a quién aplasta
para obtenerlo. Muggles y nacidos de Muggles… —ella casi podía sentir sus labios
contra los suyos— tú... sólo fuiste fácil—.
Hermione apenas podía respirar. Su cuerpo entero estaba tenso; en el
precipicio de algo que se sentía como miedo. Su corazón estaba latiendo
rápidamente. Todo a su alrededor estaba borroso. Quería salir corriendo; se
sentía asustada y vulnerable. Comprendía la anatomía y fisiología humana,
pero su cuerpo estaba haciendo cosas con las que no estaba familiarizada. Se
suponía que su fisiología no debería de ser confusa. Necesitaba espacio para
entenderlo. Pero, no quería irse; nunca antes había sentido algo así. El
contacto físico era reconfortante, eso lo entendía. Pero esto no era
reconfortante. La mano de Draco alrededor de su cuello no era reconfortante.
Era aterrador, y emocionante.
—Un medio para un fin —se forzó a decir— Sólo somos un medio para un fin—
Él la empujó hacia atrás ligeramente.
—Precisamente—.
Ella lo estudió. Tenía los ojos negros, y los huecos de las mejillas estaban
ligeramente sonrojadas. Deslizó el pulgar lentamente a lo largo de la curva de
su mandíbula. Ella se humedeció los labios.
—¿Entonces matarnos ya resolvió tus problemas? —preguntó.
Su mano se detuvo, la miró durante varios segundos. Entonces sus ojos
brillaron y sonrió.
—Bueno, ciertamente no eres una amenaza para mi trabajo ahora, ¿verdad? —
Mientras lo decía, la mano que tenía libre se deslizó firmemente entre sus
piernas, sus ojos eran fríos y estaban clavados en los de ella. Sus dedos se
retorcieron y presionaron deliberadamente en la cumbre de sus muslos. Se
sintió como si la hubiera electrocutado, la sensación se disparó a través de sus
nervios. Gimió, al hacerlo, todo se derrumbó sobre ella con una sensación de
frío horror. Hermione se apartó bruscamente de él.

258
Las manos de Draco se alejaron inmediatamente de ella y observó con
expresión indiferente cómo se alejaba cada vez más hasta quedar en la orilla
opuesta de la cama. Estaba temblando ligeramente, aún podía sentirlo
tocándola; deslizando las manos entre sus piernas mientras la miraba a los
ojos y le recordaba que él la había convertido en su propiedad. No porque la
deseaba. Sino simplemente porque podía. Porque le había divertido hacerlo
cuando hizo su oferta. Porque él tenía poder, y ella era un peón.
Ahora podía verla intentar prostituirse para él, y cualquier otra cosa que
pudiera concebir, con la esperanza de convertirse en una posesión de la que
él al menos no estuviera dispuesto a desprenderse. No tenía que degradarla
más. Podía sentarse y ver cómo se lo hacía a sí misma. Sintió los pómulos
hundidos. Sintió que podría vomitar. Sus manos siguieron temblando sin
importar lo mucho que se esforzaba por no moverlas. Se mordió el labio
inferior e inhaló hondo varias veces. Cuando dejó de temblar visiblemente, se
forzó a hablar.
—¿Tienes… alguna información esta semana? —
Era casi gracioso tener que hacer esa pregunta en ese momento. Aunque, ese
siempre había sido el propósito de la pregunta. Ya se había acostumbrado. De
repente dolió de nuevo, y el momento era casi divertido de algún modo
enfermizo. No estaba segura si el humor se clasificaría como ironía o humor
negro. Sólo sabía que era algo amargo, algo doloroso en qué pensar. Pero de
alguna manera era cruelmente divertido.
Draco sonrió y sacó un rollo de pergamino. Había dejado claro su punto de
vista; como si la hubiera acuchillado y luego hubiera roto la empuñadura para
que se quedara. El hecho de que no reiterara el insulto demostraba que lo
sabía. Le tembó ligeramente la mano mientras aceptaba el pergamino y se
ponía de pie. Se fue sin decir una sola palabra más. Faltaba poco más de una
semana para Navidad.

Cuando regresó a Grimmauld Place, se dirigió a tomar un Calming Draught.


Se quedó de pie en su armario de suministros esperando a que las manos
dejaran de temblarle. Cuando sus manos estuvieron quietas nuevamente,
observó la pequeña habitación con nostalgia. Enderezó una pequeña canasta
llena de lo que parecían ser libros de bolsillo de cuero. Los regalos de Navidad
que había planeado ese año eran bastante tristes.

259
Había hecho botiquines de sanación para emergencias. Otra vez. Los hacía
cada año. Lo básico, todos llenos y encogidos para poder ser cargados
facilmente.
Hermione no tenía dinero para comprarles libros a sus amigos, mismos que
nunca leerían, ni el tiempo para tejerles gorros o bufandas. Así que les daba
pociones y esperaba que los usaran en vez de reaparecer con heridas fácilmente
remediables. Las niñas lo hacían; pedían repuestos. Neville, Fred, Dean
Thomas y Michael Corner también usaban los suyos ocasionalmente.
Pero Hermione no creía que Harry o Ron hubieran abierto los suyos. Cada
vez que les daba nuevos botiquines, tímidamente devolvían los viejos intactos.
Siempre ignoraban las heridas o reaparecían llenos de pánico debido a ellas.
En ese sentido, Ginny había sido una excelente compañera para Harry y Ron;
los dos solían regresar en mejores condiciones cuando Ginny iba en misiones
con ellos. Hermione tragó saliva, sacó los frascos de los estantes y comenzó a
armar un botiquín adicional. Tenía un trabajo. Cómo se sentía en un día en
particular no importaba. Nunca importaba.

A la semana siguiente, cuando Draco se apareció en la choza, él y Hermione


se detuvieron y se miraron fijamente el uno al otro.
—Tengo un regalo de Navidad para ti —dijo después de un minuto— Bueno,
en realidad no lo es. Pero supongo que contextualmente sí lo es—.
Sacó el pequeño estuche de cuero y extendió el brazo para dárselo.
—Es… es un botiquín de sanación para emergencias. Se lo doy a todos mis
amigos—.
Draco arqueó una ceja y suspiró ligeramente mientras se lo quitaba de las
manos; como si aceptarlo fuera un favor para ella.
—Si no vas a ir con un sanador, por lo menos deberías de llevar esto contigo—
Estaba hablando rápido, intentado decirlo todo antes de que él la
interrumpiera y se lo aventara en la cara.
—Si me dejas enseñarte algunos hechizos, serás capaz de sanar por ti mismo la
mayoría de las lesiones básicas—.
Abrió el estuche y examinó el contenido.
—Te das cuenta que puedo comprar la mayoría de esto—.
La boca de Hermione se contrajó. No esperaba que él fuera agradecido; se
había preparado para que ni siquiera lo aceptara.

260
—Entonces puedes rellenar fácilmente los que uses —Hermione se obligó a
acercarse y pasó el dedo, señalando los distintos frascos.
—Todos están etiquetados. Esta es la poción para conmociones cerebrales;
cualquier tipo de golpe en la cabeza y deberías utilizar un diagnóstico para
revisarlo. La esencia de Murtlap para pequeños cortes en la piel o pequeños
moretones. La crema para moretones es para hematomas más profundos y
graves. La Esencia de Dittany es una carta de triunfo para la mayoría de las
lesiones. A menos que sea una herida maldita, el dittany puede ayudar con la
mayoría de las heridas externas más severas, mordeduras de hombre lobo,
desparticiones. A menos que sea una lesión en los ojos o cerebro, en ese caso
necesitarás llamar a un especialista. Ni siquiera pienses en aparecer o en
cualquier otro tipo de transporte de desplazamiento si te lesionas los ojos o
tienes algún tipo de herida que perfore el cráneo. La presión ocasionaría
daños irreversibles. Este antiveneno contrarrestará las mordeduras o
picaduras venenosas, a menos que sea una bestia de clase XXXX o superior.
El antídoto de aquí contrarrestará las propiedades anticoagulantes de una
mordida de vampiro—.
Draco resopló levemente. Hermione continuó obstinadamente:
— Calming Draught. Poción regeneradora de sangre. Esto de aquí es para daños
en órganos internos, contusiones renales y similares. Te enseñaré un
diagnóstico para examinar cosas así. Y este, es un analgésico para la maldición
de hervor ácido. Asumo que conoces la contra-maldición. El analgésico la
neutralizará completamente y cortará el dolor. Aún necesitarás que te quiten
todos los huesos con cuidado y luego vuelvan a crecer. Pero reducirá el tiempo
de recuperación por varios días y disminuirá la probabilidad de daño nervioso.
Y una barra de chocolate, para los dementores. Cuando saques los objetos del
estuche adoptarán su tamaño real. Los encogí para que el botiquín no fuera
demasiado grande para cargar—.
Hermione no mencionó que había ampliado el botiquín de Draco mucho más
allá de lo básico que le daba a todos los demás. En el caso de sus amigos podía
contar en que acudirían a ella si tenían alguna lesión. Esa no era una
suposición que pudiera hacer con Draco. Si él ya no iba a confiar en los
sanadores, al menos lo equiparía lo suficiente como para que pudiera lidiar
con más lesiones por sí mismo. Draco cerró el estuche repentinamente.
Hermione lo miró seriamente.

261
—Sólo… mantenlo contigo. Déjame enseñarte un diagnóstico, para que así
puedas saber si te enfrentas a algo serio —.
—Sé cómo realizar un hechizo de diagnóstico, Granger —su expresión era
ligeramente ofendida.
—Probablemente no sea el que te quiero enseñar. Es un poco inusual. Más
oscuro. Mejor para las heridas de guerra. Los básicos son hechizos caseros,
para diagnosticar fiebres o infecciones y lesiones diarias. La mayoría de libros
médicos enseñan un diagnóstico general con la suposición de que el sanador
puede reducir su enfoque progresivamente. Pero si estás usando un
diagnóstico, probablemente será después de una escaramuza o un duelo. Así
que puedes enfocarte en detectar maldiciones y lesiones físicas, no hay
necesidad de buscar viruela de dragón o checar si hay alguna transfiguración
parcial—.
Demostró el diagnóstico lanzándolo sobre sí misma.
—¿Ves? El hechizo es simple. Lo que es complejo es leerlo, pero sólo nos
enfocaremos en lo básico. Los colores y posiciones son indicativos. No estoy
maldecida ni lesionada así que la lectura es bastante aburrida. La forma en la
que inclinó mi varita puede hacer que varias zonas centren la lectura. Todo es
un saludable azul cielo. Si comienza a tornarse turquesa, eso indica un nivel
peligroso de pérdida de sangre, o descenso de la temperatura corporal. Si es
azul rey, eso es fiebre. Se lee de la cabeza hacia abajo. Mientras más claro el
color, menos grave es la lesión. Si es negro, incluso el más ligero rasgo de
negro, probablemente sea una herida mortal. El rojo indica una lesión
externa. El morado es para lesiones internas. Si hay morado en tu cabeza, eso
indica una contusión; si es en tu torso eso significa que deberías tomar la
poción para daños internos. Verde lima indicaría una maleficio menor pero
el viridiano significa maldición; llega hechizar el daño o llama a tu sanador.
El amarillo es para veneno o envenenamiento. Los huesos fracturados se verán
en un naranja pálido, los que estén rotos o fuera de lugar serán de un tono
más calabaza. Si es una fractura, deberías sanarlo tú mismo. Es un hechizo
fácil, te lo enseño—.
Malfoy cooperaba a regañadientes e incluso parecía un poco intrigado a veces.
Hermione se empeñó en entrenarlo todo lo que creyó que podía y consiguió
que le demostrara que podía hacerlo todo él solo. Tenía un don para ello.
Había pensado que probablemente lo tendría. Un oclumante natural con un
enfoque afilado tallado en él; la precisión le vendría naturalmente.
262
Sospechaba que él sabía un poco de la teoría de curación. Estuvo a punto de
preguntarle por qué, pero su cooperación se sentía extremadamente
condicionada. Sofocó su curiosidad y siguió recitando consejos de sanación.
—En fin, esos son los básicos —terminó finalmente.
Él miró su reloj.
—Te das cuenta de que has estado hablando por casi dos horas seguidas—.
Hermione se sonrojó.
—Aún es muy básico—.
Hubo una pausa, y Hermione se dió cuenta que se había acercado tanto a
Draco que sus hombros se estaban rozando. Podía oler el aroma de musgo de
roble que se aferraba a su piel. Levantó la vista hacia él y sus ojos se
encontraron. Por un momento todo entre ellos dejó de ser tan tenso y
resentido; como si la guerra se hubiera desvanecido por un momento, y sólo
estuvieran ellos dos. Casi le sonrió, porque él podía ser amable con ella
cuando quería serlo, y estaba demasiado cansada ese día.
Trató de no pensar en lo patética que eso la hacía. Entonces Draco presionó
los labios en una firme línea, y vió como apretaba la mandíbula. Sus ojos
brillaron y los observó afilarse; como la mirada de un ave de presa,
comenzaron a volverse crueles. Dió un paso hacia atrás y bajó la mirada.
—Feliz Navidad, Draco—.
La miró pensativo. Su expresión era ilegible. Sintió que su frecuencia cardíaca
aumentaba. Nunca estaba segura de lo que podría hacer. Se esforzó por no
dejar que sus dedos se inquietaran. Él rodó la mandíbula. Hermione se sintió
fría y casi vacía por dentro mientras se preparaba.
—Tengo algo para ti —él dijo, metiendo la mano en la túnica.
Sacó algo que estaba enrollado en hule y se lo ofreció. Lo aceptó y desenrolló
la tela lentamente para revelar su contenido. Dentro había un juego de
hermosas y mortíferas dagas, enfundadas en delicadas fundas de malla.
—Deberían de ser lo suficientemente pequeñas para llevar una atada alrededor
de tu antebrazo. Las fundas son de seda de acromántula empapada en sangre
de mantícora; se adaptarán a tu tamaño y no te limitarán el movimiento en
absoluto. Deberías llevar la otra en tu pantorrilla—.
Lucía visiblemente incómodo mientras transmitía la información. Sus ojos
estaban evitando a Hermione, pero seguían volviendo a mirarla mientras ella
estudiaba las dagas.
—¿Son de plata forjada por Goblins? —preguntó después de un minuto.
263
—Si. De hecho, están bañadas en veneno de mantícora—.
Levantó la mirada para verlo inmediatamente.
—¿Eso significa…—
—Murió. Trágicamente—.
La comisura de sus labios se arqueó ligeramente hacia arriba.
—Las inclemencias del tiempo, sospecho. Archivé todo el papeleo y ayer
entregué el cadáver a McNair—.
—Pero no antes de que tomaras un poco de veneno —Hermione dijo, sacando
una de las dagas de la funda y observando el filo de navaja, capaz de cortar a
través de casi todo. La cuchilla se deslizaría a través de un hechizo de
protección o barreras protectoras como si nada estuviera ahí.
—No mucho, o habría sido sospechoso. Pero lo suficiente para un puñado de
armas y un frasco extra para un día lluvioso—.
Hermione comenzó a hacer los números mentalmente sobre el regalo de
Draco. Dos cuchillos de plata forjados por Goblins; por lo menos cien galeones
cada uno. Veneno de Mantícora; otros ciento y tantos ahí. Fundas de seda de
acromántula; otros cien galeones. El regalo de Navidad de Draco para ella valía
una pequeña fortuna. Ni siquiera estaba segura si él lo sabía o no.
Hermione era obsesiva con su presupuesto y sus recursos. Tenía que serlo.
Aminoraba sus gastos y guardaba cada gota de poción y Knut que podía. Había
un rincón de su mente que intentaba sin cesar pensar en nuevas formas de
ahorrar o concebir recursos inexplorados. Le asombraba, la forma casual en
la que Draco podía entregarle una capa escudo encantada o un juego de
cuchillos que en conjunto valían más que su presupuesto anual del hospital y
pociones para toda la Resistencia.
Los vendería. Por lo menos uno, posiblemente ambos. En el mercado negro
probablemente podría obtener una ganancia decente, lo suficiente para
comprar más veneno de acromántula o Esencia de Dittany, o para rellenar
algunos suministros de los otros hospitales. O quizás sería mejor entregárselos
a Moody o Kingsley; obtendrían un buen uso de cuchillos como esos. Podría
usar las dagas para negociar un aumento presupuestario permanente.
—Gracias —dijo, volviendo a envainar la espada que llevaba en la mano y
metiéndolo todo en su bolso.
—Para que conste, no tienes permitido venderlos o dárselos a alguien más—.

264
Las manos de Hermione se detuvieron y sus ojos se clavaron con culpabilidad
en el rostro de Draco. Sus ojos estaban fijos en los de ella, y la plata en ellos
brillaba.
—¿Está claro, Granger? —su tono era hielo.
Asintió de mala gana.
—Espero que los uses cada vez que busques ingredientes. Yo los buscaré—.
Ella se tensó y tragó saliva con irritación.
—Bien—.
La expresión de él se suavizó ligeramente
—Bueno, esto ha sido maravilloso. Ni siquiera puedo recordar cuántas veces
he deseado poder pasar la Nochebuena recibiendo un sermón sobre cómo leer
un encantamiento diagnóstico —sonrió con poca sinceridad.
Hermione no dijo nada. Hubo una pausa y luego agregó:
—De acuerdo a tu solicitud, aquí tienes una advertencia. Voy a empezar a
enseñarte combate cuerpo a cuerpo a partir de la semana que viene—.
Después metió la mano en su túnica y sacó un rollo de pergamino.
—Mi última entrega para Moody —.
Mientras lo aceptaba, él le sonrió con satisfacción.
—Tengo que decir, terminaste costándome bastante caro, Granger—.
Se desvaneció sin hacer ruido.

El día de Navidad, Hermione tuvo el turno matutino del hospital. Angelina


había sido gravemente maldecida durante una redada en el Londres Muggle
la noche anterior; había sido golpeada en la rodilla con la maldición ácida, y
mientras estaba en el suelo, un Mortífago había agregado una maldición
adicional de destrucción de órganos internos. Fred había logrado agarrarla y
llevarla de vuelta a Hermione antes de que Angelina muriera en sus brazos. El
trabajo final de reparación era demasiado complejo para Padma o Poppy.
Hermione estaba sentada en la tranquila sala del hospital y lentamente
reconstruía el tejido y los tendones en la rodilla de Angelina.
—Muy bien, necesito que la dobles, y veas si el tejido se formó correctamente.
Volver a crecer huesos para lesiones como esta no siempre sale bien—.
Angelina se mordió el labio. Tenía la piel gris del dolor, pero movió la rodilla
como se le solicitó.
—Ugggghh —jadeó ligeramente y se detuvo— Por dentro. Duele por dentro…
como si estuviera rechinando—.
265
Hermione lanzó un diagnóstico y lo estudió. Debido a la urgencia de salvar
los órganos de Angelina, la maldición ácida había sido pasada por alto durante
varios minutos antes de ser contrarrestada. Había destruido la mayor parte de
los huesos de la rodilla de Angelina y dejó huecos enormes de tejido perdido.
Era difícil de reparar cuando había tan poco tejido original para reconstruir.
Inicialmente Hermione había temido, que tendría que amputársela, pero
había tejido intacto suficiente después del recrecimiento óseo como para
poder curarla.
—Ya ví el problema. Voy a aturdirte. No necesitas estar despierta para esta
parte—.
Angelina asintió y cerró los ojos. Pasaron casi cuatro horas antes de que
Hermione despertara a Angelina.
—Muy bien, trata de moverla de nuevo—.
Angelina levantó la pierna y la dobló ligeramente.
—Así está mejor. Punza un poco —su color se veía mucho más saludable.
— Tendrás que estar de baja al menos un mes, pero creo que podrás caminar
con ella. Dolerá, especialmente en los días fríos. Puede que cojees un poco.
Siempre lo sentirás. Pero aún puedes luchar, si quieres—.
—No voy a dejar la lucha —Angelina dijo firmemente.
Hermione asintió, sin sorprenderse y comenzó a masajear una poción en la
nueva piel de Angelina. Mientras Hermione trabajaba, se dio cuenta de la
intensa mirada de Angelina. Hermione levantó la vista y se encontró con su
mirada.
—¿Qué? —
Angelina ladeó la cabeza, aún estudiando a Hermione.
—A veces trato de recordarte antes de la guerra, y ya no puedo ver más a esa
persona—.
La mandíbula de Hermione se tensó. Intentaba restringir su abogacía por las
Artes Oscuras a las juntas de la Orden, pero su postura se había vuelto famosa
en gran parte de la Resistencia con el paso del tiempo. Los miembros del ED
regularmente se encargaban de evangelizar a Hermione sobre el poder del
Bien y la maldad de las Artes Oscuras. Por la expresión del rostro de Angelina,
se dio cuenta de que estaba a punto de ser sometida a un nuevo sermón. Se
obligó a mantener la voz uniforme.
—¿Quién creías que era en ese entonces? —

266
—No lo sé. Ruidosa, directa, positiva. Bastante abrasiva, para ser honesta.
Cuando organizaste el ED, eras un poco despiadada, pero había una especie
de rectitud honesta. Ahora, cuando no estás en modo sanador, pareces
despiadada. Eres bastante tranquila la mayor parte del tiempo, pero hay esta
rabia a tu alrededor que a veces siento. Como si la guerra te hubiera
convertido en otra persona. Siento que lo permitiste—.
La comisura de la boca de Hermione se crispó y sintió que sus ojos se
estrechaban.
—La guerra es un crisol. ¿Crees que alguno de nosotros saldrá del otro lado
igual que como estábamos? —
Angelina bajó la mirada hacia su rodilla y se encogió de hombros.
—Llevaré cicatrices por dentro y por fuera, pero en el fondo, siempre voy a ser
la misma persona —Angelina volvió a mirar a Hermione— Pero no sé si tú eres
la misma y yo sólo nunca lo ví, o si en realidad has cambiado tanto. Siento
que te dejaste llevar—.
Las manos de Hermione se detuvieron.
—¿Dejarme ir? —
Angelina se movió y se notó incómoda.
—Supongo que estoy preocupada por ti. Fred dijo, que cuando estaba
visitando a George parecía que algo te había pasado. Como si los últimos
pedazos de tu antigua yo sólo… desaparecieran un día. Y te he estado
observando últimamente, todo lo que veo es esto… ni siquiera sé lo que es. A
veces creo que es furia. Otras veces desesperación. Pero es como si estuvieras
perdida en ella—.
La boca de Hermione se sentía seca y tragó saliva repetidamente, ganando
tiempo volviendo a tapar los frascos. Agarró el vaso con tanta fuerza que las
manos le temblaron levemente.
—Esta guerra me ha devorado, Angelina —finalmente dijo lentamente.
Antes de que pudiera decir algo más, Hermione se encontró bruscamente
empujada hacia adelante, con un mechón de pelo en la boca, mientras
Angelina la abrazaba con fuerza.
—Oh, Hermione. No te permitas pensar así. Tienes que ser capaz de visualizar
la victoria. Sentirla. Pelea por ella. Visualízate al otro lado de la guerra. Si
sueltas esa esperanza, acabarás en algún lugar oscuro. La Luz siempre vence a
la Oscuridad. Pero tienes que creerlo—.

267
Hermione sintió que algo en su interior se endurecía. Se alejó de Angelina,
negando con la cabeza, con la boca curvándose.
—Eso no es suficiente para ganar una guerra. No voy a apostar esta guerra a mi
capacidad ni a la de nadie de creer en la victoria—.
—Aún quieres que usemos las Artes Oscuras, ¿no es así? —Angelina se quedó
mirando a Hermione con la expresión de un padre decepcionado.
Hermione luchó por no poner los ojos en blanco mientras asentía. Angelina
dejó caer los hombros ligeramente.
—Si nos perdemos a nosotros mismo para ganar, ¿en verdad es ganar? ¿Si nos
envenenamos a nosotros mismos para obtenerlo y nos convertimos en los
monstruos con los que estamos peleando? —
Hermione apretó la mandíbula, mientras peleaba contra el impulso de
sacudir a Angelina.
—¿Exactamente qué crees que pasara si perdemos? —
—Moriremos —Angelina se encogió de hombros levemente.
Hermione comprendió de pronto por qué Draco odiaba tan intensamente a
los Gryffindor. No pudo evitar burlarse.
—¿De verdad crees que sólo moriremos? Angelina, no van a cerrar Sussex
cuando ganen la guerra. Somos ganado. Tú no viste a los prisioneros que
trajeron de la anterior división de maldiciones. Estaban… —la voz de
Hermione tembló— se estaban disolviendo, pudriendo, desollados y seguían
con vida, habían cosas retorciéndose dentro de ellos… —su voz se quebró— Los
que aún podían hablar me suplicaban que los matara—.
Hermione siseó entre dientes. La sofocante sensación de frustración aumentó
cuando se vio obligada a enfrentarse, una vez más, el perpetuo optimismo de
los guerrilleros de la Resistencia. El estrés y la desesperación en su interior se
sentían tóxicos, como ácido erosionándola lentamente a nivel celular.
— Si perdemos, nos reunirán a todos y utilizarán a los combatientes de la
Resistencia como ratas de laboratorio o como quieran hasta que nos
acabemos. Después de que volamos la última división maldición, sólo
hicieron una más grande. No se supone que la guerra termine cuando lo haga
la Resistencia. Se supone que los Mortífagos conquistarán la Europa Muggle
después. Esa es la visión. El trato. Todas las Criaturas Oscuras se aliaron con
Tom porque él les prometió eso. No sé si está lo suficientemente loco como
para creer que puede hacerlo, pero ese es su enfoque. Y por lo menos
pretenderá hacerlo—.
268
Hermione sintió que podría comenzar a hiperventilar sólo de pensarlo. Su
pecho tartamudeaba y se sacudía y no dejaba de hacer respiraciones cortas y
rápidas.
—Pero, Hermione, —Angelina puso la mano sobre la de Hermione— estamos
ganando—.
Hermione se paralizada y parpadeó lentamente mientras miraba a Angelina
con incredulidad. Estuvo a punto de reírse pero después se dio cuenta con
horror que Angelina hablaba completamente en serio.
—Estamos… ¿qué? —
—Ganando—.
La mandíbula de Angelina se desencajó y su expresión se puso a la defensiva.
—Lo estamos haciendo. Piensa en todas las redadas a prisiones. Sacamos a
cientos de personas desde la primavera. Hemos contrarrestado con éxito
cientos de ataques este año. Mantenernos fieles a la Luz está recompensando.
La guerra nos está favoreciendo ahora. Pronto el Mundo Mágico comenzará a
darse cuenta de eso. Así es como funciona la esperanza. Necesita una chispa—
Hermione sintió como si la hubieran golpeado fuertemente en la cabeza;
como si hubiera sufrido una leve conmoción cerebral que explicaba el mundo
surrealista en el que se encontraba de repente. Se quedó mirando sin palabras
a Angelina, quien le dedicó una sonrisa alentadora.
—No estás ahí fuera, así que probablemente no lo veas. Sé que las cosas
estuvieron oscuras por un tiempo, pero siempre está más oscuro antes del
amanecer, y estoy bastante segura, de que ahora estamos en el amanecer—.
Hermione tragó saliva mientras luchaba contra la tentación de gritar. Podía
oír la sangre martilleándole en los oídos y una migraña manifestándose
rápidamente. No estaban ganando. Estaban sobreviviendo. La Resistencia se
balanceada en el filo de una navaja sostenida por Draco. Usando la
inteligencia que Gabrielle Delacour obtenía usando su cuerpo para desgarrar
Mortífagos. Lo estaban usando para mantener a la Resistencia mientras la
Orden luchaba en vano por encontrar Horrocruxes que podían estar en
cualquier parte de Europa. No estaban ganando. No estaban ni cerca de ganar.
Angelina la miraba esperanzada.
—Sí... —Hermione se escuchó decir a sí misma— Yo… supongo que tienes
razón. No estoy allá afuera, así que no lo veo. No-no me había dado cuenta de
que estábamos… ganando—.
Angelina asintió y abrazó a Hermione nuevamente.
269
—El problema es que estás demasiado aislada. Pomfrey sale y pasa su tiempo
con los profesores de Hogwarts, y Padma tiene a Parvati para mantenerla
informada. Pero tú rara vez sales de esta casa excepto para ir a buscar
ingredientes para pociones. Sé que Harry y Ron no están mucho por aquí,
pero tienes otros amigos. Necesitas amigos. Cuando todo se siente perdido…
so es lo que te ayudará a seguir adelante y a aguantar. El resto de nosotros,
hablamos sobre esto. Sé que eres bastante inteligente, Hermione, pero cuando
se trata de cosas como el Bien y el Mal, no puedes esperar obtener las
respuestas de un libro. Es algo que tienes que sentir. Como volar… bueno, me
doy cuenta de que ese es un mal ejemplo para usar contigo… pero, tienes que
ser capaz de creer que te atrapará. Todo es parte del viaje, caer hasta el fondo
para que puedas subir. El Bien requiere sacrificios. Espero que, una vez que
termine la guerra, seas capaz de verlo. Así es como funciona la Luz y la
Oscuridad—.
—Por supuesto —dijo Hermione con voz apagada, evitando los ojos de
Angelina.
—Supongo que me he perdido demasiado en mi propio mundo—.
—Está bien. No necesitas sentirte mal al respecto. Le puede pasar a cualquiera.
Yo estaba en un lugar bastante oscuro después de que George y Katie se
lesionaron. Es un lugar fácil al cual ir durante una guerra. Pero entonces Harry
tuvo una charla con todos en el ED. Habló sobre cómo Dumbledore venció a
Grindelwald. Y habló sobre la Orden durante la Primera Guerra Mundial
Mágica, de qué tan malas estaban las cosas. Todos pensaban que Tom iba a
ganar en ese entonces; el Ministerio estaba usando Imperdonables, pero la
Orden resistió. Había muerte y traición, pero el Amor y la Luz siempre
brillaron más fuerte en esos momentos. Por eso es que siempre ganan. Sólo
tenemos que confiar en ellos. Después de que Harry dijera todo eso, creo que
incluso fue en el mismo mes, tuvimos nuestra primera incursión con éxito en
la prisión—.
Hermione se puso de pie bruscamente. Sentía que no podía respirar.
Necesitaba aire. Frío. Necesitaba un Calming Draught.
—Necesito algo de mi armario de suministros. Regresaré en unos minutos—.
Hermione se dirigió aturdida hacia su armario de suministros. Tropezó por el
pasillo y empujó la puerta para cerrarla detrás de sí mientras descorchaba
temblorosamente un frasco y bebía una dosis de Calming Draught. Cuando la
poción hizo efecto, Hermione soltó un grito ahogado y rompió a llorar. Se
270
quedó ahí sollozando durante varios minutos antes de recargarse en el
escritorio. Enterró su rostro en los brazos y trató de asimilar la conversación
que acababa de tener.
No se había dado cuenta, ni siquiera se le había ocurrido cómo el cambio en
la guerra se vería ante los ojos de la Resistencia. Por supuesto. Evidentemente,
para ellos nada había cambiado. Todos pensaban que, al mantener sus
convicciones sobre el Bien y el Mal, la guerra simplemente había cambiado
por la inevitabilidad inherente. No tenían ni idea de que los Mortífagos
estaban siendo torturados para obtener información, ni que Hermione se
había vendido a sí misma a Draco para poder obtener lo mejor de ello.
Hermione, sin saberlo, había probado sus mitos y en el proceso se convirtió
en Cassandra dando advertencias desatendidas a las puertas de Troya.
Hermione soltó un sollozo ahogado y trató de respirar lentamente por la nariz
mientras se esforzaba por pensar. Tenía que avanzar con Draco. Padma era,
aceptable para elaborar pociones y curar. Kingsley había revisado todas las
notas de Hermione y, de alguna manera, reclutó a un curandero de respaldo.
Se preguntó cuánto tiempo había estado reteniendo esa pieza.
Había recopilado todas sus notas sobre las contra-maldiciones que había
desarrollado a lo largo de los años y las instrucciones que explicaban las
técnicas de análisis de maldiciones. Moody parecía cada vez más frustrado por
la falta de progreso que informaba semana tras semana. Se había producido
un cambio en su comportamiento reciente y en el de Kingsley cuando les
informó sobre Draco, un nuevo escepticismo, como si no estuviera
cumpliendo con las expectativas. Ahora lo entendía. Necesitaban a Draco bajo
control. La información de Draco seguía siendo excelente, pero él había
puesto los términos desde el principio. Era un equilibrio de poder en el que
no estaban dispuestos a confiar y estaban ansiosos por cambiar. Lo querían
encadenado.

Hermione estaba estancada.

271
Flashback 21
Navidad 2002

Los Weasley pasaron su Navidad en El Refugio. Cuando Padma llegó para


hacerse cargo del turno en el hospital, Hermione se cambió de ropa y apareció
para reunirse con ellos. Permaneció de pie afuera, en la nieve, durante varios
minutos, mientras trataba de reponerse. La conversación con Angelina la
había dejado desequilibrada, y se sentía como si se aferrara a una sensación
de control. Miró fijamente a la puerta principal y ensayó mentalmente el día.
Las Navidades eran tranquilas; muy distintas de las festividades anteriores.
Cada año todos estaban cada vez más callados y un poco más borrachos. El
año anterior, Arthur se había sentido abrumado por el número de personas e
hizo un berrinche hasta que Molly se vió forzada a retirarse con él. Hermione
podía pasar por las formalidades. Sonreir. Cantar villancicos. Ver cómo
estaban Arthur y George. Respiró profundamente y abrió la puerta.
—¡Hey! ¡Hermione está aquí! —Fred gritó cuando ella entró.
Todos voltearon y descendieron sobre ella. Todos estaban sorprendentemente
de buen humor, alegres y ebrios. Le pusieron una taza de wassail en las manos
antes de que cruzara la habitación. Todos estaban usando suéteres navideños
tejidos por Molly. Hermione colocó disimuladamente viales de poción para la
resaca a lo largo de la repisa de la chimenea. Bill estaba sentado en una
esquina, callado entre entre el bullicio, Fleur estaba sentada en el brazo de su
silla, pasándole los dedos por el cabello. Harry y Ginny estaban apretujados
en un sofá individual, susurrándose el uno al otro. Harry y Ron habían
regresado de otra caza de horrocruxes unos días antes.
—Hermione querida, me alegro de que hayas venido. Esto es para ti —Molly
presionó un regalo envuelto en papel de seda en las manos de Hermione.
Hermione se sentó en un taburete y la abrió. Un suéter verde con una H en
el centro.
272
—Gracias, Molly. Es hermoso—.
—¡Mamá! ¿Por qué vistes a Hermione en verde Slytherin? —dijo Ron
acercándose.
Molly lo golpeó con una expresión de ofensa.
—¡Ronald! Es verde esmeralda y es un color encantador para su color de piel.
Me recordó a los ojos de Harry—.
—Se ve como verde Slytherin para mí —Ron hizo una mueca mientras
Hermione lo pasaba por encima de la cabeza.
—Agh. Me da pesadillas de sólo verlo—.
La relación de Hermione y Molly era algo tensa. Cuando Arthur fue
maldecido por primera vez, había muchas esperanzas de que Hermione y Bill
fueran capaces, en colaboración, de revertir o romper la maldición. Molly
había agradecido efusivamente todos los esfuerzos de Hermione. Sin embargo,
a medida que pasaba el tiempo y la esperanza disminuía, Molly se alejó. No
era su culpa, per se. Era simplemente doloroso. Hermione representaba una
profunda esperanza que había fracasado. Sus interacciones aún eran cálidas,
pero las mantenían limitadas. Hermione sabía por relatos de segunda mano
que Molly tenía vehementes objeciones a su defensa de las Artes Oscuras, pero
no era una conversación que hubieran mantenido juntas. Hermione no estaba
segura de si Molly había elegido el color en función del tono de piel o si era
una forma de reproche. Realmente no valía la pena pensar en ello. Estaba tan
cansada de discutir inútilmente sobre eso. Dejó a Ron y Molly peleando y se
fue a buscar a Arthur.
El Señor Weasley estaba sentado en el piso, en una esquina, revisando un
libro infantil interactivo con solapas. Hermione lo miró con atención y le
lanzó un hechizo de diagnóstico en el cerebro. Arthur Weasley como adulto
aún seguía enjaulado en algún lugar. La maldición que Lucius había usado no
había vuelto loco a Arthur ni le había borrado la memoria. La magia había
suspendido la mente de Arthur en un punto específico de su niñez. El resto
de Arthur seguía adentro, esperando a salir; Hermione podía verlo en el
diagnóstico. Pero no sabía cómo romper la magia sin causar daño cerebral real
y severo. Las partes perdidas del cerebro de Arthur se estaban deteriorando
lentamente. Su actividad cerebral se reducía gradualmente a medida que las
conexiones neuronales en desuso se extinguían. No había nada que Hermione
pudiera hacer al respecto.

273
—Arthur, —Hermione se arrodilló a un lado de él— Tengo un regalo de
Navidad para ti—.
Él levantó la mirada de su libro expectante. Cada vez que sus miradas se
cruzaban, ella sentía una punzada en el pecho y un deseo abrumador de
ofrecerle disculpas que él no podía entender.
Perdóname. Perdóname por no poder sacarte. Perdóname por no poder arreglar esto.
—No iba a comprar regalos para nadie este año, pero ví esto en una tienda y
supe que tenía comprártelo— Hermione metió la mano en su bolsillo y sacó el
regalo— Se llama patito de hule. Puede flotar en el agua. Puedes tenerlo en la
bañera. O ponerlo en el lavabo—.
Arthur se lo arrebató de la mano y se levantó repentinamente. Hermione
tomó su varita, la había golpeado por toda la habitación en varias ocasiones
cuando estaba sobreexcitado o enfadado.
—¡Bill! Bill, haz esto —su voz era adulta, pero sus palabras y el tono insistente
eran igual al de un niño. Agitó el pato sobre su cabeza— ¡En el lavabo! —
Bill adoptó la falsa expresión de alegría que siempre tenía cuando estaba con
su padre y se inclinó hacia adelante.
—¿Qué tienes ahí? —
Arthur lo acercó y empujó el juguete en la cara de Bill hasta que casi le pica
un ojo. Hermione hizo una mueca de dolor.
—¡Un pato! En el lavabo—.
—Muy bien, ¿deberíamos ver cómo flota? —Bill se puso de pie.
Arthur se volteó y prosiguió a apresurarse por el pasillo hacia el baño.
—¡Sin correr, Arthur! —
Hermione se dirigió al exterior y encontró a Fred y George afuera en los
jardines. George estaba intentando pararse de manos con las muletas. Cuando
Hermione abrió la puerta, perdió el equilibrio y cayó de cara en un montón
de nieve.
—¡George! —Hermione fue y lo sacó, sacudiéndole la nieve de encima a golpes.
—Si vas a hacer cosas como esta, al menos mantente sobrio—.
—Perdón, Mamá —dijo George burlonamente mientras dejaba que lo pusiera
de pie y se preocupara por él mientras Fred levantaba las muletas.
Hermione puso los ojos en blanco, y él la besó de lleno en los labios. Lo miró
atónita.
—Feliz Navidad, Herms. Una linda chica merece un beso de Yule. Fred le
prometió el suyo a Angelina, así que saqué la pajilla más corta y tuve que besar
274
a la mujer que salvó mi vida —puso una mano sobre el corazón y sonrió
hermosamente.
Hermione negó con la cabeza.
—Eres horrible. ¿Y si ese hubiera sido mi primer beso? —
George puso una expresión de sofisticada desesperación.
—¿No lo fue? ¿Has estado besando a otros pacientes tuyos antes que a mí?—
Hermione sintió que las puntas de sus orejas se calentaban y apartó la mirada.
—En realidad mi primer beso fue con Viktor—.
—Me has destrozado el corazón —George retrocedió dando un traspié
demasiado dramático con sus muletas— Es porque no soy lo suficientemente
hosco, ¿no? O tal vez sólo te gustan los Buscadores—.
Hermione sacudió la cabeza y trató de no pensar en en hosquedad ni en
Buscadores.
—Voy a regresar adentro. Si vas a arriesgar el cuello después de todo lo que he
hecho para curarte, al menos hazlo cuando no esté mirando—.
Volvió a entrar y se sentó en el sofá de la esquina, observando las festividades
con cierto desconcierto. Charlie estaba molestando a Harry y a Ginny, echaba
la cabeza hacia atrás y se reía. Hermione no podía recordar la última vez que
había escuchado a Charlie reír. O a Ron o a Harry. Todos estaban felices. Más
felices de lo que los había visto en años. Mientras Hermione observaba, un
sigiloso sentimiento de creciente terror se apoderó de ella. La alegría que
rebosaba dentro de la cabaña era algo más que alegría navideña y alcohol. La
casa rebosaba, casi vibraba con una sensación de esperanza. Hermione no lo
hubiera entendido de no ser por su conversación con Angelina. No era sólo
la Resistencia. Los miembros de la Orden también creían que estaban camino
a ganar la guerra. Mientras Hermione estaba sentada en un rincón
absorbiéndolo, se sintió como si estuviera atrapada dentro de un amuleto de
ensueño mientras el mundo a su alrededor se volvía cenizas.
La Orden ya nunca cambiaría de táctica; nunca estarían de acuerdo en usar
las Artes Oscuras. Ella había hecho esto. Si Draco alguna vez los traicionaba,
o lograba la expiación que buscaba y ponía fin a su servicio, la Resistencia
comenzaría a descender en caída libre y no habría nada que pudiera
atraparlos. Y si la Orden alguna vez descubría lo de Draco, en cualquier
contexto... probablemente destruiría a la organización completa. La confianza
en Moody y Kingsley se haría añicos. Hermione sintió como si fuera a vomitar.
Quería irse. Se quedó sentada en la esquina como una estatua.
275
Harry se acercó y se dejó caer en el sofá junto a ella. Observaron la habitación.
Ginny estaba con Arthur. Ron, Fred y George parecían estar a la mitad de
algún tipo de broma. Molly se movía de un lado a otro, preparando la comida
y Charlie la estaba ayudando.
—Esto… es todo lo que siempre quise —Harry dijo al cabo de un minuto— Esto
es lo que me hace seguir adelante. Todos los días—.
Hermione estaba callada.
—¿Estás pensando en tu familia? —Harry la estudió cuidadosamente.
Hermione asintió levemente. Harry puso un brazo alrededor de su hombro
para acercarla.
—Algún día tus padres también estarán aquí con nosotros—.
Hermione observó cómo Molly se detenia para darle un beso a Arthur en la
frente y admirar su pato.
—Ellos… ellos no lo estarán; nunca regresarán de Australia —dijo en voz baja.
Harry la miró confundido. Los ojos de Hermione bajaron hasta su regazo.
—El obliviate extensivo sólo tiene una cierta ventana de reversión. De lo
contrario, existe un alto riesgo de daño cerebral agudo. Si iba a revertir el
encantamiento de memoria, tenía que hacerlo antes de la Navidad del año
pasado; antes de que se cumplieran cinco años—.
Hubo un largo silencio.
—Nunca me dijiste eso —la voz de Harry estaba devastada.
Hermione jugueteó con la manga de su suéter y no volteó a verlo.
—Era más fácil concentrase en trabajar que pensar en ello. Sabía el riesgo
cuando decidí esconderlos—.
—Lo siento —Harry le apretó la mano— Lo siento muchísimo, Hermione—.
—Está bien. He aceptado el hecho de que proteger a la gente puede significar
perderlos—.
—Bueno, no a mí. Tú siempre serás mi familia—.
Antes de que Hermione pudiera decir algo, Molly se acercó corriendo,
sosteniendo una cámara y arrastrando a Ron con ella.
—Tomemos una foto de ustedes tres. Hermione, muévete un poco, querida,
para que Ron pueda sentarse a tu lado. Muy bien. Abrácense el uno al otro.
Harry, trata de alisar tu cabello. Oh, no importa. Sonrían…—
Hermione no pudo sonreír del todo. Las comisuras de su boca se curvaron
levemente cuando los pesados brazos de Ron y Harry se envolvieron alrededor
de sus hombros. Hubo un destello cegador.
276
—Será encantadora. No hemos tomado una foto de ustedes tres juntos en
años—.
Molly se fue para tomar una foto de Bill y Fleur. Ron resopló mientras veía a
su madre hacer posar a Fleur y luego tiró de uno de los rizos de Hermione que
se había soltado de sus trenzas.
—Un cabello fuera de lugar; supongo que, después de todo, no eres una
Slytherin—.
Hermione sonrió levemente.
—Seguramente por eso el Sombrero Seleccionador me dejó en Gryffindor.
Probablemente sea la misma razón por la que Harry no fue enviado ahí—.
Ella y Ron miraron el cabello enmarañado de Harry. Parecía como si lo
hubieran electrocutado y hubiera intentado ocultarlo con pomada. La mitad
parecía haber sido peinado en algún momento, pero el resto sobresalía y
apuntaba en varias direcciones.
—¿Qué le hiciste? —dijo Hermione, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
Harry se sonrojó.
—Lo peiné. Y después Ginny y yo… em, nos besamos—.
Ron hizo un sonido de arqueada.
—Se besaron —resopló— Esa es mi hermanita. Tan sólo pensar en ustedes dos
hace que quiera sacarme los ojos—.
—Confía en mí, yo he querido hacerlo —Hermione murmuró— Te lo juro,
ninguno de los dos conoce los encantamientos básicos de privacidad o de
seguridad—.
Harry se veía horrorizado.
—Ronald —Molly dijo desde el otro lado de la habitación— ¡Quiero tomar una
foto con todos los hermanos! Acércate al árbol. Ponte de pie junto a Ginny—
Hermione y Harry observaron a Ron acercarse y posar para la foto familiar.
Hermione sintió como si le aplastaran el pecho. Harry miró a Hermione y ella
notó que su expresión cambiaba ligeramente antes de hablar.
—Cuando esto acabe, espero que las cosas vuelvan a ser como solían ser—.
La miró fijamente, y sus ojos eran jóvenes y viejos al mismo tiempo, una vida
entera de recuerdos eran evocados por aquellos ojos. El corazón de Hermione
se atascó en su garganta mientras lo miraba. Ella comenzó a abrir la boca para
decir que también lo deseaba. Porque así era. Haría lo que fuera para de
alguna manera emerger del otro lado de la guerra y aún tener algo. Pero antes
de que pudiera decirlo, Harry tomó su mano y la apretó.
277
—Tú eres mi familia. Y yo siempre seré la tuya. Sé que hemos peleado mucho
últimamente. Pero sé que todo lo que has querido hacer es porque estabas
tratando de protegernos. Sólo no puedo soportar el pensamiento de ver lo
que la Magia Oscura te haría. No sé cómo pelear esta guerra sin que tú, y Ron,
y la familia Weasley estén ahí conmigo al otro lado de ella. Desearía haber
podido decirte esto antes, pero quiero que arreglemos las cosas entre nosotros
ahora. Siempre me has cuidado, mejor que nadie. Quiero que sepas que lo
sé—.
Los ojos de Hermione se llenaron de lágrimas y su cuerpo entero tembló.

Harry, no tienes ni idea de todo lo que estaría dispuesta a hacer por ti.

Abrió la boca y después la cerró, tragándose lo que quería decir.


—Aún no hemos ganado, Harry —dijo finalmente con voz ronca.
—Lo sé. Sé que aún nos falta un largo camino por recorrer, pero no quiero
esperar para decir esto —Harry respiró profundamente— No he estado
pendiente de ti, y lo siento. He estado tan preocupado por todos los que van
al campo, nunca me puse a pensar en cómo era para ti. Ginny y yo estuvimos
hablando, y mencionó lo horrible que es estar en tu ala del hospital; que lo
que ves es lo peor de cada batalla, una y otra vez, y en verdad lo siento mucho,
nunca me dí cuenta… cuando Ron y yo peleábamos en el pasado, él siempre
tenía a su familia y yo siempre te tuve a ti, pero con esta pelea contra las Artes
Oscuras, él y yo siempre estamos tan enfocados en la Resistencia que no
pensamos en ti. Los tres siempre fuimos más fuertes juntos. Quiero que
volvamos a ser de esa manera. ¿Qué dices? —
Hermione miró fijamente a Harry y vaciló. Su amigo. Su mejor amigo. Su
primer amigo. Haría lo que fuera por él. Cualquier cosa para protegerlo. Lo
que fuera. Incluso renunciar a él.

Ya tomaste tu decisión. Si tratas de tener esto, sólo lo lastimarás más cuando se entere
de lo que has hecho. Sólo te lastimarás más si te permites creer que es real.

Tragó saliva y lentamente alejó su mano. Era como estrellarse en cámara lenta.
Saberlo y hacerlo de todas formas.
—No creo que aún sepa cómo ser tu amiga, Harry —su voz era baja y firme.
Harry la miró fijamente, con los ojos muy abiertos y aturdido.
278
—¿Qué quieres decir? —
Hermione bajó la mirada hacia sus manos, una creciente sensación de frío la
recorrío.
—No… no hemos sido amigos en años, Harry —dijo con total naturalidad.
—¿Cuándo fue exactamente la última vez que me trataste como tu amiga?
¿Cuándo has entrado en la sala del hospital cuando no era para visitar a
alguien más? —
—Yo…—
—Me convertí en sanadora para tratar de protegerte y me abandonaste por
ello—.
—Yo… no lo hice. Hermione, admito que pude haberlo hecho mejor, pero no
es como si Ron y yo estuviéramos pasando un buen rato sin ti—.
—Por… supuesto—.
Hermione no podía respirar. Seguía hablando con la voz cruel y despiadada
que había aprendido de Draco.
—No has tenido tiempo. Obviamente los miembros del ED tienen prioridad;
por el bien de la cohesión de la unidad. Si no hubieras estado tan ocupado,
estoy segura de que todo hubiera sido diferente. Habrías podido ofrecer algún
tipo de agradecimiento a lo largo de los años. Pero como ya no tenías tiempo,
no tenías más opción que darle una palmada en el hombro a Ron después de
que me llamara una perra en frente de toda la Orden. Después de todo, él es
tu compañero de combate —su tono era ácido.
—Estabas diciendo que deberíamos usar la Maldición Asesina —la voz de Harry
era amarga e incrédula.
Hermione soltó una ligera carcajada.
—Aún quiero que la uses—.
Hubo un silencio de asombro. Toda la habitación se había quedado en
silencio. Harry se quedó sin palabras durante un minuto completo.
—¿Todavía? —
Hermione asintió brevemente. Harry negó con la cabeza lentamente como si
no pudiera creerlo.
—Soy realista, Harry. Quiero que esta guerra termine. No quiero que la Orden
crea que ha ganado y que todo vuelva a empezar dentro de catorce años, como
la última vez— su tono era duro. Cansado.

279
Sabía exactamente dónde cortar. Le dolía el corazón y el pecho también.
Sentía como si algo se estuviera quemando dentro de su cavidad abdominal.
Si Harry siguiera sosteniéndole la mano, sentiría que estaba temblando.
—¿Tienes alguna idea de lo que la Magia Oscura le hace a una persona? —la
voz de Harry era furiosa.
Hermione mantuvo una expresión fría.
—Por supuesto que lo sé; soy una sanadora. Es parte de mi especialidad. Y te
estoy diciendo, que vale la pena el costo. No te estoy diciendo que hagas
Rituales Oscuros o bebas sangre de unicornio, sólo estoy diciendo que mates
a la gente que trata de matarte. ¿De verdad crees que puedes meterlo en
prisión de alguna manera? ¿En verdad crees que puedes vencerlo con un
Expelliarmus? ¿Estás dispuesto a apostar tu vida en ello? ¿La de Ron? ¿La de
Ginny? ¿La Resistencia entera? Vale la pena matarlo y a sus seguidores. ¿De
alguna manera no los odias lo suficiente todavía para lograrlo? —
—Aún no. Porque nunca valdrá la pena —Harry estalló— No ganaremos de esa
manera. No puedo pelear de esa forma. Cuando peleo estoy pensando en
todas las personas a las que amo. Cómo las estoy protegiendo y en cómo
quiero volverlas a ver. ¿Cuál es el punto de todo eso, si ganar sólo significa
verte a ti y a todos los demás morir lentamente a cambio? Cada batalla es una
prueba. No ceder ante el odio es una decisión. No puedes elegir Amar y Odiar
al mismo tiempo. No seré como Tom Riddle a fin de ganar. La lección de la
primera guerra es que el Amor triunfa sobre todo cuando la gente cree en él.
Tenemos que escoger entre lo que es fácil y lo que es correcto. Si nos
equivocamos nunca lo venceremos—.
—¿Me estás acusando de querer las opciones fáciles? —Hermione estaba
legítimamente estupefacta.
—Quieres usar las Artes Oscuras porque serían más “efectivas”. Sí, diría que
eso es claramente una elección fácil en lugar de correcta —Harry estaba pálido,
con los puños apretados hasta que los nudillos se veían blancos— La pelea
entre el Bien y el Mal es una prueba. No sólo la has reprobado, Hermione,
sino que estás tratando de llevarte a toda la Resistencia contigo. Durante un
tiempo pensé que era porque pasabas mucho tiempo con Snape. Pero ahora
me doy cuenta de que eres tú. Tú en realidad lo crees—.
Hermione ya no tenía que pretender estar furiosa o amargada, se burló en el
rostro de Harry.

280
—Por supuesto que creo en eso. Piensa en Colin, Harry. Piensa en cómo Colin
murió frente a ti y después multiplícalo. Multiplícalo para incluir las muertes
de cada batalla y redada de los últimos TRES AÑOS. Eso… —gesticuló
bruscamente a su alrededor— ha sido mi vida desde el momento en el que
regresé de entrenar. Así es como están muriendo tus amigos—.
—No necesitas decírmelo, Hermione—.
La voz de Harry estaba temblando, y se inclinó hacia ella, mostrando los
dientes.
—Ellos eran mis amigos. Yo los entrené. Peleé con ellos. Los cargué de vuelta.
Moriría por ellos. Hubiera hecho casi lo que fuera para salvarlos. Pero cuando
se trata de la Luz y la Magia Oscura, importa. Nunca vale la pena ceder ante
las Artes Oscuras, no importa lo que creas que obtendrás de ella. La Orden
seguirá siendo de la Luz—.
Algo dentro de Hermione estalló.
—No eres Luz si dejas que la gente se sacrifique para poder tus manos y tu
alma limpias —dijo con desprecio.
Harry se puso pálido.
—¿Cómo te atreves? —finalmente dijo con una voz que vibraba de furia.
—¿Cómo mierda te atreves? Yo nunca he… yo nunca… le pediría a alguien
morir por mí. Todo lo que siempre quise fue que la gente dejara de morir por
mí. No quiero ser el Elegido. No quiero esta maldita guerra. Todo lo que
siempre quise fue una familia. Las personas en esta habitación son todo lo
que tengo. Mis padres están muertos. Se sacrificaron creyendo en el Amor
sobre el Odio, ¿y tú estás diciendo qué? ¿Qué estaban equivocados? ¿Que si
hubieran sido tan inteligentes como tú, aún los tendría? Mi padrino está
muerto. Al menos tus padres están vivos en alguna parte. Ni siquiera tengo
esa pizca de consolación. Moriría para ganar esta guerra con una sonrisa en
mi cara. Pelearé el tiempo que sea necesario. Pero no dejaré que la gente
envenene sus almas. No les diré que vayan ahí. No le pondré ese tipo de
ejemplo a la Resistencia—.
Miró a Hermione y ella pudo sentir las olas de furia irradiando de él. Le
recordaba, de una forma horrible, a Draco.
—Ron estaba en lo correcto —Harry agregó después de un momento. La furia
en su tono había desaparecido de repente, sonaba más bien devastado.
—Eres una perra. En verdad no entiendes el objetivo de la Orden—.

281
—Proteger al Mundo Mágico y al Muggle de Tom Riddle y sus Mortífagos —dijo
Hermione en voz baja— Ese es el propósito de la Orden del Fénix—.
Se puso de pie y bajo la mirada para ver fijamente a Harry; memorizándolo
con los ojos por un momento antes de apartar la mirada.
—Pero supongo que tienes razón, soy una perra. No creo que sirva de algo
negarlo a estas alturas —soltó una carcajada entrecortada— Parece ser lo único
que todos me dicen constantemente. Espero que tengas razón sobre la guerra,
Harry. En verdad espero que lo que estás haciendo sea suficiente—.
Hermione se volteó y caminó fuera de El Refugio. Atravesó el jardín y se
adentró en las colinas. Siguió caminando. El corazón le estaba latiendo tan
fuerte que le dolía. La sangre latiendo en sus oídos era tan ruidosa que apenas
podía escuchar el viento; aunque sentía el frío cortando sus mejillas.
Finalmente, se detuvo y miró alrededor al interminable blanco que la rodeaba.
Era una hermosa Navidad. Hermione no podía recordar la última vez que
había nevado el día de Navidad. Tenía las manos y pies entumecidos por el
frío. Quería quedarse ahí. Quedarse allí y congelarse. No podía sentirse peor
de lo que ya se sentía. No quería pensar en lo mal que se sentía en ese
momento. Cuánto le dolía la cabeza. Y el corazón. Sentía un abismo en el
pecho. Como si alguien le hubiera cortado el esternón y separado el hueso
con un retractor, como lo hacían los Muggles en las cirugías cardíacas. Estaba
desgarrada y simplemente… dolía. Agonía fría como el invierno en su interior.
Si miraba hacia abajo, habría sangre en la nieve.
—¡Hermione! —la voz de Ginny cortó el viento. Hermione volteó.
—Hermione...—
Ginny caminó con dificultad a través de la nieve hacia ella.
—¿Qué pasa? ¿Qué estás haciendo? —
Hermione miró con tristeza a Ginny.
—¿Haciendo? —
—Hiciste eso a propósito… pude verlo, para que Harry se enojara y te dejara
ir. ¿Por qué? Él y Ron son todo lo que tienes. Ellos puede que lo olviden la
mitad del tiempo, pero yo lo sé. ¿Qué estás haciendo? ¿A qué le tienes miedo?
Incluso antes de que Harry se acercara a ti. Estabas sentada en el sofá luciendo
como si estuvieras asistiendo a nuestros funerales. ¿Qué pasa? —
Hermione la miro en silencio, al igual que Ginny; temblando en verde
Slytherin. Ginny extendió la mano y le lanzó un hechizo calentador.
—Yo…— la voz de Hermione comenzó y después falló durante varios segundos.
282
—Ya no puedo seguir haciendo esto, Ginny. No puedo fingir que las cosas
estarán bien. Inlcuso si ganamos mañana por la mañana, no voy a cambiar de
parecer al decir que podríamos haberlo hecho mejor. Las Artes Oscuras
podrían acortar la guerra y salvar a los combatientes de la Resistencia. Si Harry
espera que esté de pie junto a él sonriendo cuando esto termine, debería hacer
añicos esa ilusión ahora—.
Ginny miró fijamente a Hermione, sus pestañas tenían cristales de hielo
atrapados en ellas, brillando a la luz. Su cabello estaba siendo arrastrado hacia
atrás por el viento, dejando al descubierto la cicatriz que recorría su rostro; los
meses la habían desvanecido un poco, pero el frío la hacía parecer más
evidente contra su piel pálida. La desfiguración hacía que la belleza de Ginny
fuera más sorprendente. El contraste de elementos la hacía impresionante.
Un trágico tipo de hipnotización.
—Tú… tú no esperas estar con nosotros —Ginny dijo lentamente, sus ojos
estaban abiertos de par en par y sobrios— Después de la guerra—.
—Me he entregado a esta guerra, Ginny. Cuando acabe, no quedará nada de
mí—.
Ginny negó con la cabeza y se acercó a Hermione.
—No digas eso, Hermione…—
—Ginny, si me ofrecen otro discurso vacío de coraje, podría explotar —la voz
de Hermione era plana. Inhaló fuertemente, después exhaló y observó a la
condensación desvanecerse en el cielo.
—No puedo… no tengo la energía para fingir por todos ustedes. Estoy
demasiado cansada—.
Ginny abrió la boca para contestar, pero Hermione desapareció.

Regresó a Grimmauld Place y se escondió en la biblioteca. Se sentía congelada


el siguiente día mientras trabajaba. No quería hablar con nadie. Sentía como
si su corazón se hubiera roto. Podía ocluir los aspectos mentales, pero no se
había dado cuenta de cuánto el duelo podría doler físicamente. Moody la
encontró trabajando con pociones.
—Granger, Severus quiere verte esta noche—.
Hermione se volteó a mirar a Moody con una expresión cautelosa.
—¿Por qué? —
—Para discutir tu progreso—.
Hermione entrecerró los ojos.
283
—Pensé que lo mantenías informado—.
La expresión de Moody no cambió.
—Él tiene preguntas que quiere que respondas—.
Hermione sintió una leve presentimiento en el estomago.
—¿A qué hora? —
—A las siete—.
—Muy bien, estaré ahí entonces— .
Se volteó hacia su caldero. No volvió a mirar a Moody, quien permaneció de
pie observándola durante varios segundos antes de marcharse.

284
285
Flashback 22
Diciembre 2002

La casa en La Hilandera estaba llena de pociones burbujeantes. Hermione dio


la vuelta a la habitación lentamente y se detuvo sorprendida cuando notó un
caldero brillando en la esquina. Se acercó y observó el vapor en espiral
levantarse de la superficie. Lo olfateó subrepticiamente. El aroma especiado y
terroso de musgo de roble, los matices ahumados del cedro, el aroma
magullado de las hojas oxidadas y pergamino, no. Lo olió nuevamente. Papiro.
Se sentía como recibir un diagnóstico que esperaba, pero del que aún tenía la
esperanza de estar equivocada. El estómago le dio un vuelco. Se apartó
bruscamente y echó un vistazo los otros calderos circundantes. Había una
sensación dolorosa en el interior de su pecho que intentaba ignorar.
—Esta es una gran variedad de pociones de amor que estás preparando —dijo,
mirando hacía donde estaba Severus, inclinado sobre un caldero hirviendo a
fuego lento.
—Un nuevo proyecto para el Señor Tenebroso. De repente ha desarrollado
interés en tratar de usarlo como arma —dijo Severus, mirando con desprecio
el líquido turbio y luminiscente con el que estaba trabajando.
Hermione sintió que se le helaba la sangre.
—¿Es esa una posibilidad? —
Severus se encogió de hombros con una leve sonrisa.
—Estoy tan escéptico como desmotivado, así que lo más probable es que no.
Creo que fue más una noción pasajera que algo en lo que tenga un interés
sincero. Estoy elaborando un informe exhaustivo para presentarlo en caso de
que pregunte al respecto. Y lo estoy haciendo en mi casa en vez de en el
laboratorio para asegurarme de que nadie ofrezca ninguna idea innovadora—.

286
Hermione estudió la habitación. Habían diez variedades de poción de amor y
algunos afrodisíacos que reconoció, al igual que otros quince más que
parecían experimentales.
—¿Qué constituiría una poción de amor como arma? —
—Algo de excepcional poder que no requiere redosificación. Creo que se ve a
sí mismo usándola para interrogatorios—.
—Eso es, obsceno —dijo finalmente Hermione.
—Sin duda. Afortunadamente, o tal vez desafortunadamente, tiene otros
asuntos que considera más urgentes en Sussex en los cuáles enfocarse—.
Hermione permaneció de pie, observando a Severus aplastar los huevos de
ashwinder durante varios minutos en silencio.
—Draco dice que Sussex está tratando de desarrollar una forma para prevenir
más rescates—
Hubo una pausa antes de que Severus volteara y la mirara pensativo.
—No sabía que estuviera informado de eso—.
Hermione arqueó una ceja.
—Un espía excelente. ¿No fue eso lo que dijiste? —
—Eso parece, —Severus murmuró, volteándose hacia su mortero y maja— ¿Ya
sabes por qué está espiando? —
Hermione bajó la mirada hacia sus zapatos.
—No, —admitió— Dice cosas que parecen ser ciertas, pero no puedo descifrar
el motivo detrás de ellas—.
Hubo una pausa, llena del siseo del líquido hirviendo a fuego lento y el
rechinar de la piedra.
—¿Eres consciente de que está subiendo de rango? —dijo Severus, volviéndose
hacia su caldero y vertiendo los cascarones de ashwinder en polvo en el líquido
en una figura gradual de ocho sobre la superficie.
Hermione estuvo callada durante varios segundos.
—No había escuchado eso—.
—Se lo mencioné a Kingsley hace algunas semanas. Subiendo más alto.
Consolidando poder. No pretendo saber todo lo que hacen juntos durante
sus… reuniones semanales... pero a veces me pregunto si siquiera recuerdas
que, cuando no está contigo, él pasa su tiempo matando gente—.
La respiración de Hermione se atascó en su garganta mientras Severus
continuaba en un tono inquietantemente conversacional.

287
—Rara vez he visto a alguien que usara Magia Oscura tan despiadadamente
como él lo ha hecho recientemente. El Señor Oscuro está encantado con la
excepcional herramienta que ha creado para sí mismo. Aquellos que cometen
el error de interponerse en el camino de Draco tienen el hábito de morir a
causa de usos sospechosamente ingeniosos de hechizos de “Resistencia”. Hace
algunas semanas, uno de los Mortífagos con la Marca, Gibbon, fue
encontrado con sus extremidades despellejadas y arrancadas. Ayudé a analizar
el cadáver; se utilizó una red excepcional de Magia Oscura para obligar a
Gibbon a permanecer con vida durante casi un día antes de que finalmente
muriera—.
Hermione se congeló y negó bruscamente con la cabeza.
—Eso no… Draco no… tú mismo dijiste que no es un sádico—.
Severus la miró por el rabillo del ojo.
—¿Creíste que no ser alguien sádico significaba que nunca había torturado a
alguien hasta la muerte? —su expresión era despectiva— Estoy seguro de que
leíste sus runas. ¿Qué tipo de cosas crees que hace sin piedad y sin fallar? —
Hermione se puso rígida hasta que su cuerpo se estremeció y se le contrajó la
mandíbula.
—Tú también matas gente y nunca he cuestionado tu lealtad por eso, Severus—
Él resopló ligeramente y sus labios se curvaron.
—Sólo tengo una lealtad; al propósito de la Orden. Los horrores que estoy
obligado a cometer, los cometo por necesidad. ¿Crees que disfruto sentir a mi
alma desgarrarse lentamente y envenenarme? ¿Todo esto mientras me
ridiculizan y dudan de mí aquellos que nunca estarían dispuestos a hacer un
sacrificio similar? —negó con la cabeza levemente— Sin embargo, eso es
irrelevante. Gibbon no era una necesidad. No era importante. No era
poderoso. Matarlo no tenía nada de estratégico o beneficioso para la Orden.
Ciertamente nada que hiciera necesario desmembrarlo mientras se le
mantenía con vida en el proceso—.
Hermione seguía negando constantemente con la cabeza.
—Pudo haber sido alguien más. No sabes si fue Draco—.
Severus se congeló y volteó lentamente para ver a Hermione.
—Fue Draco. Sé que fue Draco. La razón por la que sé es porque mientras
diseccionaba el hechizo encontré la firma de un encantamiento interesante.
Uno que yo inventé personalmente. Un encantamiento de contención que

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sólo le enseñé a una persona. A ti. Lo estabas usando para tratar sus runas,
¿no es así? —
Toda la habitación se tambaleó ante la visión de Hermione, y se agarró del
borde de la mesa para evitar caerse. Severus la miró con expresión
amenazadora.
—He sido un espía durante casi tanto tiempo como el que has estado viva,
Señorita Granger. Ahora deja de defenderlo y escucha—.
Hermione se quedó quieta. Severus presionó los labios mientras la estudiaba.
—Se ha vuelto un renegado. Si alguna vez fue leal, ciertamente no lo es ahora.
Lo que sea que esté en el proceso de hacer, no es solamente para ayudar a la
Orden. Él es ahora uno de los Generales más poderosos en el ejército.
Únicamente informa al el Señor Tenebroso. Tiene su propia red de
informantes en todo el ejército, y ha utilizado esa información para hacer que
la Orden dependa fuertemente de él; probablemente para evitar que lo
traicionemos—.
Hermione sintió como si no pudiera respirar. Las yemas de los dedos le
hormigueaban débilmente. Asintió temblorosa.
—Creo saber por qué mató a Gibbon —Severus añadió después de un
momento— Lo cubrió e hizo que el proceso pareciera una tortura, pero una
vez que noté el encantamiento, había varias pistas que hacían obvio lo que
estaba intentando hacer. Draco está tratando de encontrar una forma de
remover su Marca Tenebrosa sin morir de eso—.
—¿Morir? —
—Si la Marca fuera posible de desvanecer removiendo la piel o quitarla
cortando el brazo, Igor Karkaroff estaría vivo hoy. Hubo algunos que trataron
de huir o convertirse en traidores durante ambas guerras y descubrieron para
su desgracia lo que sucede. La Marca es una conexión entre el Señor
Tenebroso y sus sirvientes; cortarla resulta en una lesión maldita. La persona
se desangra hasta la muerte, sin parar. No hay hechizos o pociones para
prevenirlo. Aún así, parece que Draco está determinado a encontrar una
manera, si es que puede—.
Un detalle horripilante golpeó a Hermione.
—Era zurdo. Pero ahora es ambidiestro—.
Severus arqueó una ceja pensativamente.
—Eso sería lo más lógico por hacer, para un hombre con la intención de cortar
su propio brazo eventualmente. ¿Sabes cuánto tiempo lleva así? —
289
—Tanto como el tiempo que llevo yendo a verle. Rara vez le he visto usar la
mano izquierda —sintió una sensación de ardor en la boca del estómago.
Severus se notaba pensativo.
—Así que, ha estado planeando esto durante años entonces—.
Hermione estaba tambaleándose; tratando de reevaluar todo lo que creía
saber. Draco estaba jugando un juego largo. Ella era simplemente una onda
en él, o una herramienta, ni siquiera lo sabía. Severus la miró fijamente, con
la expresión más tensa que Hermione jamás había visto.
—Sería bastante mortífero para todos los involucrados si alguna vez se quitara
las esposas de su servidumbre—.
Hermione asintió. Sin la Marca Tenebrosa restringiendo a Draco, ya no sería
necesario para él apaciguar a la Orden y mantener su tapadera. Si estaba
compitiendo por el poder, quitarse la marca era el siguiente paso.
Especialmente desde que Hermione había admitido que Harry no tenía la
intención de matar a Voldemort. Severus suspiró levemente y de repente
pareció viejo mientras bajaba la mirada hacia Hermione.
—Tengo que admitir, esperaba que el ataque de junio fuera el principio del fin
para él. Con el castigo al que se sometió, asumí que estaría con el tiempo
contado —la miró cuidadosamente— que no haya sido así, supongo, debe
atribuirse a tus excepcionales cuidados—.
Hubo una pausa. Por un momento sintió como si el mundo se hubiera
congelado a su alrededor, luego se hizo añicos.
—Sabías que cargaría con la culpa del ataque en junio —Hermione dijo
despacio, mirando a Severus fijamente con los ojos completamente abiertos.
—Tú, Kingsley y Moody. Por eso estuvieron dispuestos a hacer el ataque tan
elaborado y utilizar tanta inteligencia. No estaban preocupados por exponerlo.
Ustedes esperaban que fuera asesinado por ello—.
Severus no dijo nada.
—¿Por qué… por qué no me lo dijiste? —dijo finalmente. Su voz temblaba
ligeramente con furia.
—Creímos que no necesitabas saberlo —Severus se encogió de hombros.
Hermione se sentía tan enfurecida que pensó que podría incinerar la
habitación a su alrededor.
—Esperábamos que te dieras cuenta eventualmente. Cuando se volvió claro
que no te habías dado cuenta… que habías formado algún tipo de apego, o te
sentías obligada a él… concluímos que sería aconsejable dejar que intentaras
290
curarlo, dado que parecías querer hacerlo. Pensamos que era lo menos que
podíamos hacer, después de lo que se te había pedido—.
—Esperaban que fallara. Que estaría demasiado malherido para cuando yo
llegara—.
Severus sacó un frasco de alas de hada de una repisa. Hermione no podía
respirar. Cada sonido parecía repentinamente cien veces más ruidoso. El
burbujeo de las pociones. Sus propios jadeos silenciosos y horrorizados. Podía
oír el aumento de su ritmo cardíaco.
—Puedes imaginarte nuestras sorpresa al descrubrir que en su lugar es incluso
más peligroso que antes. Nuestro espía de dudosa lealtad. Así que dime, ¿qué
le hiciste a Draco Malfoy? —
Hermione presionó los labios durante varios segundos.
—¿Para eso me envió Moody? ¿Para que pudieras preguntarme eso? —preguntó
finalmente.
Severus no dijo nada. Hermione alejó la mirada y crispó nerviosamente el
dobladillo de su manga.
—Tú ayudaste a envenenarlo, hasta lo más profundo de su alma. La magia
rúnica es corrosiva, siempre; no se desgasta. Si hubiera llegado ahí antes… si
me hubieras mencionado lo que había pasado… quizás habría podido tratarlo
de forma menos drástica. Pero para el momento en el que me enteré, ya no
tenía esas opciones. Mi misión era retenerlo el mayor tiempo posible. Cuando
hablé con Moody, me autorizó a hacer lo que fuera necesario. Si tú no querías
que lo curara, debiste habérmelo dicho—.
—¿Y qué, precisamente, fue lo que hiciste? —
Hermione tragó saliva fuertemente.
—Salvé su alma—.
—¿Qué. Fue. Lo. Que. Hiciste? —Severus dijo lentamente.
Hermione se quedó callada y luego levantó la mano y jugueteó con la cadena
vacía alrededor de su cuello.
—Cuando-cuando estaba estudiando en Egipto… antes de irme… el jefe del
hospital me dio un Corazón de Isis. Pensó que podría necesitarlo para Harry—
Hubo un silencio ensordecedor cuando Severus se quedó inmóvil sobre su
caldero.
—No lo hiciste —dijo, con la voz vibrando de incredulidad— ¿Sabes cuál es su
valor? Si lo hubieras vendido, habrías podido alimentar a la Resistencia

291
durante una década. Lo más cercano a una Piedra Filosofal ¿y tú la usaste en
Draco Malfoy? —
Hermione no parpadeó.
—Tomé una decisión calculada. No podría haberla puesto en el mercado
negro. ¿Te imaginas si Tom pusiera sus manos en una? En menos de cuatro
meses, Draco salvó a cientos de personas. Cientos. Y a cientos más, al menos
les evitó una muerte horrible. Salvó Caithness, y no había nada estratégico en
ello. No es un monstruo —su voz se volvió amarga— Tú ayudaste a
envenenarlo, y ni siquiera me diste la oportunidad de tratar de salvarlo. Los
rescates no fueron suficientes. No fue suficiente para darnos una victoria.
Estábamos a centrímetros de morir hasta que él llegó—.
La furia de Severus se sentía casi explosiva, sus facciones cetrinas palidecieron
aún más y sus ojos brillaban.
—Te tomó por una tonta, y más hábilmente de lo que hubiera creído posible.
Un orfanato y un puñado de runas en su espalda y ya estabas convencida de
que valía la pena darle un Corazón de Isis. Eres más estúpida que Harry
Potter— le dijo con desprecio.
Hermione se encogió.
—Aún no se ha cortado el brazo—.
—¿Crees que te informará antes de que lo haga? Es mortífero. No es leal a
nadie, y tú le has dado el poder para que pueda convertirse en un Mago
Oscuro capaz de reducir al Señor Tenebroso al olvido—.
—Hay algo más en él —dijo Hermione levantando la barbilla mientras miraba
a Severus a los ojos— No es como si supiera que lo tenía cuando me demandó.
O cuando planeó su castigo. Debiste haberlo visto, Severus; sabía que iba a
morir a causa de ellas. Estaba resignado a ello—.
—¿Estás segura? ¿Nunca se te ocurrió que pudo haberte estado manipulando
todo este tiempo? Después de todo, ¿qué gana exactamente teniéndote a ti?
No estás durmiendo con él. Te está enseñando a batirte en duelo; te enseño
oclumancia. ¿Qué beneficio le estás proporcionando? —
Hermione palideció ligeramente, pero permaneció obstinada.
—Está solo. No tiene a nadie. Yo soy lo más cercano a la intimidad que tiene.
No soy yo quien sigue extendiendo nuestras sesiones de entrenamiento. Sabe
que me estoy convirtiendo en una vulnerabilidad para él, y aún así no puede
evitarlo. Así es cómo funcionan las runas—.

292
—Te has quedado sin tiempo —dijo Severus, con expresión desdeñosa— Tienes
hasta finales del siguiente mes para demostrar que tienes algún tipo de control
sobre él. Si no puedes, le entregarás los recuerdos más incriminatorios que
tienes sobre él a Kingsley—.
Hermione miró fijamente a Severus, aturdida.
—No pueden exponerlo —su voz estaba temblando— Lo necesitamos. La
Resistencia cree que estamos ganando y es gracias a él. Harry cree que estamos
ganando. Si perdemos la inteligencia, la Orden no será capaz de recuperarse—
Severus no se inmutó.
—Afortunadamente para la Resistencia, Draco se ha convertido una pieza
bastante crucial dentro del ejército del Señor Tenebroso. Su muerte
desestabilizará las cosas drásticamente—.
—No puedes… hacerle eso—.
—¿Por qué? ¿Porque es tu..? ¿Qué dirías que eres para él? —
Hermione tragó saliva amargamente y se rehusó a contestar la pregunta.
—Será torturado hasta la muerte de la forma más horrible posible, y lo sabes.
Las víctimas de la división de maldiciones serían afortunadas en comparación
con lo que le harán a Draco. Tú… no puedes…—
Severus volteó y la miró fríamente.
—¿Estás rechazando órdenes, Señorita Granger? ¿Escogiendo a Draco Malfoy
sobre el Sr. Potter y la Orden? —
Hermione se congeló y pareció que el tiempo se detenía mientras luchaba por
respirar. Se estaba derrumbando internamente. No quedaba nada dentro de
ella.
—No —su voz estaba derrotada— No. Soy leal a la Orden—.
Severus se dio la vuelta.
—Si no hubiera sido tan confiado, podría haberse protegido con un Juramento
de tu parte. El Ego siempre es la perdición de un Mago Oscuro —se burló
levemente mientras removía la poción.
Hermione negó con la cabeza.

“Adelante, ya eres más que capaz de hacer que me maten cada vez que tengas
ganas”

—Estás equivocado. No fue un descuido basado en el ego. Él lo sabe. Ha sabido


todo este tiempo que mis recuerdos podrían hacer que lo maten. Sabía que la
293
Orden le tendió una trampa en junio, aunque yo era demasiado ingenua para
saberlo. Hay algo más en esto, y nosotros no podemos verlo —dijo ella,
apretando las manos en puños hasta que sintió que las uñas le cortaban las
palmas.
Severus volteó a verla, luciendo consternado.
—Estás comprometida con él. Tu opinión sobre el asunto ya no es confiable—
Hermione gruñó:
—¡No lo está! dijo que debía hacer todo lo posible para curar a Draco. Seguí
mis órdenes y lo curé —respiró agitadamente— Draco quiere que me mantenga
con vida. Mi vida es, por alguna razón, importante para él. Cualquier otra cosa
que esté haciendo, mi bienestar se ha convertido en una obsesión para él y lo
incomoda. La mitad del tiempo está furioso porque interfiere con sus planes
originales, pero no puede evitarlo. Sabe que está llegando a un punto de
inflexión. Puedo hacerlo. Sólo dame más tiempo. Por favor…—
Severus no estaba conmovido.
—Se te ha dado tiempo. Tienes hasta finales del siguiente mes—.
Hermione sentía como si estuviera muriendo. Sus pulmones se marchitaban,
atrofiándose dentro de ella.
—Estás poniendo su muerte en mis hombros, Severus—.
—Tú misma lo provocaste. Hice todo lo que pude para darte una salida hace
seis meses —dijo Severus, apartando la mirada de ella.
Hermione dio jadeó ahogado. Severus pausó y añadió con una voz más gentil.
—Siempre y cuando Kingsley y Moody decidan exponer a Draco, te daremos
una hora para que puedas advertirle; una oportunidad para una salida más
humana, si deseas ofrecerle una—.
Hermione cerró las manos en puños y fulminó a Severus con la mirada.
—Si crees que eso cuenta como consolación, no me conoces muy bien —su voz
estaba temblando.
Severus no dio ninguna respuesta. Un sollozo subió a su garganta, ahogándola
mientras trataba de contenerlo. Respiró con dificultad y se dio la vuelta para
huir de La Hilandera. Tan pronto como pasó las barreras de Severus,
desapareció.

Apareció en Whitecroft. Siempre terminaba ahí. Se quedó de pie en la


carretera y miró con nostalgia el camino hacia la choza que lentamente

294
comenzaba a aparecer ante su vista. Se acercó y se quedo mirando la puerta.
Era jueves. No había razón para que estuviera ahí un jueves.
Sería sospechoso e ilógico. Draco probablemente se enfurecería si ella activara
sus barreras un jueves sin razón alguna. Empujó la puerta. Draco apareció antes
de que ella entrara a la habitación. La miró de arriba abajo con cuidado, y ella
lo miró fijamente. Se había sentido como si estuviera muriendo de hambre
hasta que lo vio.
—¿Qué estás haciendo aquí? —finalmente él preguntó.
Ella parpadeó.
—Yo… —buscó una excusa— La escaramuza de Nochebuena. Estaba…
preocupada—.
Él arqueó una ceja.
—Eso fue hace dos días, Granger—.
—No pude salir. Perdimos muchos combatientes. Tuve que quedarme en la
sala del hospital—.
—Así que viniste a la primera oportunidad —él la estaba observando con una
expresión dudosa.
Hermione asintió levemente y caminó hacia él. Levantó la vista para mirarlo
con atención, estudiándolo, tratando de encontrar una señal de algo en él. Lo
que fuera. Sólo quería saber lo qué era él.
—¿Estás bien, Draco? —
—Granger... —su tono era una advertencia— ¿Qué sucede? —
—Nada... —sus ojos bajaron hasta las manos de él. La había tocado con esas
manos. Le había pasado los dedos por el cabello y a través de su piel. Le había
rodeado la garganta con la mano y eso la había excitado. Había desmembrado
a un Mortífago con esas manos, matado a docenas y docenas, posiblemente
cientos, de personas que ella conocía, asesinado a Dumbledore… Él era
ambidiestro, porque llevaba años intentando cortarse el brazo para convertirse
en un agente libre. Alguien que no necesitaría que la Orden peleara contra
Voldemort por él. Alejó la mirada de sus manos.
—Sólo... quería saber si estabas bien —dijo, mirándose los zapatos.
Él dio un paso más cerca, y ella levantó los ojos para verlo inmediatamente.
Sus ojos eran fríos. Ella comenzó a retroceder, pero él la agarró por la muñeca
con su mano izquierda y la jaló firmemente hacia él y después la aprisionó
contra la pared hasta que quedó atrapada contra él.

295
—¿Desde cuándo te preocupas por mí? —dijo como burla, sus ojos estaban
duros y brillaban como el mercurio.
—No lo sé —Hermione sintió la tentación de llorar ante la confesión.
Él resopló.
—¿Y ahora..? ¿De repente no pudiste evitarlo? —
—Sólo quería verte—.
Su boca se contrajo.
—¿Por qué? —
—Porque tengo miedo de que algún día yo vendré y tú no… —su voz se quebró
ligeramente, y giró la muñeca capturada lo suficiente como para envolver la
de él con los dedos. Los ojos de Draco centellaron, seguía teniendo la mano
envuelta alrededor de su muñeca, y su rostro estaba a centímetros del de ella.
La estudió por un momento, y su expresión vaciló; había algo indescifrable en
ella mientras lo miraba fijamente. Él respiró hondo y soltó una carcajada.
—Entonces, ¿esto es un adiós, Granger? —
Ella lo apretó con fuerza.
—¡No! —se le cortó la respiración.
Lo miró fijamente y agarró su túnica con la otra mano mientras trataba de
respirar. Dejó caer la cabeza y la apoyó contra su pecho. Olía a musgo de roble
y cedro. Se estremeció.
—Yo sólo… quería verte—.
Sintió que su mano derecha subía hasta posarse sobre su hombro, y el calor
se hundió lentamente en sus huesos mientras el pulgar de él le recorría
suavemente la clavícula. Ella siguió agarrando su otra muñeca.
—No... mueras, Draco—.
—¿Qué pasa, Granger? —
—Nada. Sólo… pasé demasiado tiempo haciendo tu botiquín de sanación.
Sería demasiado ingrato de tu parte si mueres ahora. Así que… no lo hagas—.
Él soltó una carcajada hueca y le apretó el hombro con más fuerza. Luego
sintió que su frente caía sobre la suya durante una fracción de segundo antes
de apartarse.
—Sólo porque tú lo pediste —él dijo.
El filo del sarcasmo parecía tenue. Sonaba casi amargo. Ella le agarró la
muñeca con más fuerza. Quería... Quería… No importaba. No importaba lo
que ella quería. Nunca importaba. Por Harry. Por Ron. Valdría la pena. Se
había prometido esas palabras miles de veces, pero de repente sonaban vacías.
296
Draco no era inocente, pero no merecía el castigo que Voldemort le infligiría
por su traición. Aliviar su conciencia y sacrificarlo sería una forma
insignificante de reparación. Sería una heroína entonces, se dio cuenta
amargamente. Se exoneraría ante el mundo y se condenaría en privado.
Nunca se lo perdonaría a sí misma. Sería imperdonable. La culpa la comería
viva. Siseó entre dientes y trató de pensar.
—¿Qué pasa, Granger? —Draco preguntó nuevamente cuando ella permaneció
en silencio durante un minuto.
—Nada. Sólo fue una Navidad inesperadamente mala —dijo con una voz tensa.
Él resopló y torció su mano para liberarse, alejándose, la estudió, suspiró
profundamente.
—Activar las barreras es para emergencias. No porque estás preocupada o
tienes un mal día. Arriesgarás mi cubierta, y me veré forzado a tratar de
adivinar si vale la pena el riesgo de responder inmediatamente—.
Hermione se sintió palidecer.

“Siempre y cuando Kingsley y Moody decidan exponer a Draco, te daremos una


hora para que puedas advertirle”

—Lo siento. No volveré a llamarte a menos que sea urgente —dijo Hermione.
Él parecía escéptico.
—Lo juro —dijo enérgicamente— si alguna vez las vuelvo a activar, será
legítimo—.
Él asintió bruscamente.
—Has dado tu palabra, confío en que la mantendrás—.
Ella asintió levemente en respuesta, y él se desvaneció sin un sólo sonido.
Hermione se quedó en la choza, mirando hacia el sitio donde había
desaparecido. Preguntándose qué hacer.

297
Flashback 23
Diciembre 2002

La siguiente vez que Hermione llegó a la choza, Draco apareció usando


unicamente pantalones y una playera. Se detuvo y lo miró con sorpresa. Él
arqueó una ceja y bajó la mirada hacia sí mismo.
—No tenía ganas de tenerte enredada en mi túnica —dijo arrastrando las
palabras sugestivamente.
La miró por un momento con los ojos entrecerrados antes de hacerle un gesto
para que se acercara.
—Dado que no estás entrenando necesariamente para escaramuzas,
necesitamos expandir tus habilidades de combate —comenzó a decir con voz
tajante— Los vampiros o arpías no tienen varitas, pero tienen experiencia
cuando se trata de atacar a algún mago. Prefieren los ataques de cerca que son
más difíciles de vencer. La mayoría de los magos estudian defensa contra ellos
asumiendo distancia, pero una arpía inteligente te pondrá al alcance de la
mano tan rápido como sea posible, saben que los hechizos de combate son
difíciles de lanzar si estás a corta distancia. Los hombres lobo pueden tener
varitas, pero la mayoría de los que andan en manadas prefieren el combate
físico. Tú eres… pequeña—.
Hermione resopló y Draco la fulminó con la mirada vagamente.
—Vas a estar en desventaja en cualquier pelea. Necesitas defenderte
creativamente—.
—De acuerdo —Hermione asintió con brusquedad.
Los ojos de Draco brillaron, y se cernió sobre ella.
—Ahora, supongamos que soy un vampiro. Tendría como objetivo el costado
de tu cuello. No tienes un compañero de combate para cubrirte. Mientras
estás peleando con un gytrash, me he acercado —se acercó hasta que sus
cuerpos se estaban tocando— ¿Qué harías ahora? —

298
Hermione blandió la varita hacia arriba, pero Draco estaba demasiado cerca
como para que ella pudiera realizar el movimiento de la mayoría de los
hechizos defensivos. Antes de que pudiera retroceder y conjurar un hechizo,
la mano de Draco salió disparada y golpeó su muñeca fuertemente, la varita
voló de sus dedos y se deslizó por el suelo. Se giró para lanzarse tras ella, pero
la mano de Draco se apretó alrededor de su muñeca, y la hizo retroceder de
un jalón.
—Sin varita también. Tu turno, Granger—.
Comenzó a inclinarse hacia su garganta como si pretendiera morderla. Ella
levantó la mano izquierda para empujarlo, pero la otra mano de él se cerró en
torno a su muñeca izquierda. Se esforzó por soltar sus brazos, pero el agarre
era implacable.
—Un consejo, —le Draco dijo conversacionalmente mientras seguía
intentando liberarse— No dejes las muñecas descubiertas. Una vez que te tenga
agarrada por las muñecas, tengo una ventaja considerable; para mí es mucho
más fácil mantener este agarre que para ti escapar. Lo mismo va para tus pies.
Ten cuidado al patear por encima de la rodilla. Si te agarran por el tobillo,
estarás en el piso en cuestión de segundos. Pisotear o dar rodillazos es mucho
mejor que patear. Al pisotear utiliza tu peso, pisa fuerte y ve por los pies, los
tobillos o el costado de las rodillas. Incapacitar a tu oponente es la clave. Un
rodillazo en la ingle funciona con todos: magos, vampiros, hombres lobo…
incluso las arpías los odian—.
Hermione trató de golpear a Draco con la rodilla, pero él utilizó su agarre en
las muñecas para girarla y esquivó fácilmente su pierna.
—Ves, una vez que tus brazos están atrapados, tus opciones son limitadas, y las
mías son casi infinitas dependiendo de lo que quiera hacerte después—.
Su sermón se estaba volviendo molesto. Hermione le pisoteó el pie y le dio
una patada en la espinilla. Él siseó débilmente.
—Mejor. Pero si fuera un vampiro ya estarías drenada para este momento.
Claramente careces de aptitud para pelear sucio—.
La soltó abruptamente, y Hermione se apartó para enfrentarlo. La miraba
seriamente.
—Granger, si fueras atacada, te superarían en número. Incluso si no te superan
en número, hablando físicamente, nunca serás tan fuerte como lo son la
mayoría de las criaturas oscuras por naturaleza. Harán lo que sea necesario

299
para matarte. La lucha se pondrá en tu contra en todos los aspectos posibles.
Haz todo lo que puedas para escapar—.
Hermione asintió levemente.
—Pelea con inteligencia —dijo fríamente— Sé astuta. Cuando tu oponente es
más fuerte que tú, es crucial usarlo en su contra. Nunca serás más fuerte que
un hombre lobo, pero se pierden en el deseo de sangre y atacan de forma
predecible. Si usas ese conocimiento, probablemente seas capaz de sobrevivir.
Además, —la lanzó una mirada— saca tus golpes; esta es una pelea de práctica—
Le regresó la varita y la atacó nuevamente. Y de nuevo, y de nuevo. Era
implacable, y molestamente conversacional. La desarmaba sin siquiera usar
un hechizo, y luego procedía a hacer que tropezar, o girarle un brazo detrás de
la espalda y obligarla a permanecer en una posición indefensa, mientras le
repetía implacablemente arrastrando las palabras lo que podría haber hecho
mejor. Hermione se irritó cada vez más con él, lo que él notó y parecía
divertirle.
—Soy una arpía —anunció con una sonrisa de satisfracción antes de atacarla
por la veinteava vez.
Hermione le lanzó una serie de aturdidores mientras intentaba mantenerse
fuera de su alcance, pero él los esquivó rápidamente y se acercó. Trató de
agacharse para escapar, pero él la tomó por el tobillo. Se dio la vuelta y trató
de hechizarlo, pero le arrebató la varita de la mano y la arrojó a una esquina,
y luego procedió a sentarse en sus caderas.
—Probablemente te abriría por completo y comenzaría a comer tus órganos en
este momento —dijo casualmente, deslizando una mano sobre su estómago.
—Eres peor en esto de lo que eras bailando, y eras una pésima bailarina—.
—Nunca he hecho este tipo de pelea antes —dijo Hermione rebeldemente
mientras trataba de liberarse— ¿Tienes idea de cuántos tipos de combates
cuerpo a cuerpo hay? Revisé docenas de libros, pero no tenía idea de qué tipo
de pelea tenía que aprender —lo fulminó con la mirada y añadió— podría
apuñalarte con uno de mis cuchillos ahora—.
La miró pensativamente y después asintió.
—Deberíamos usar cuchillos de práctica. Traeré un juego—.
Hermione lo estudió desconcertada.
—¿Por qué estás de tan buen humor hoy? —
Meses soportando su fría rabia, y de repente, estaba alegre y conversador sin
razón aparente. La miró por un momento y después sonrió satisfecho.
300
—Joie de vivre, supongo. O quizás sólo estoy inesperadamente afectuoso por
estar sentado encima de ti—.
Hermione lo miró dubitativa y se preguntó si estaba drogado. Él se levantó y
le ofreció una mano. Ella parpadeó sorprendida y la aceptó. Después lo
estudió. Él estaba extrañamente feliz, al límite de una apariencia cariñosa.
Hermione no lo estaba. Se sentía al borde de un ataque de nervios con tan
sólo mirarlo. Un mes. Tenía un mes. Un mes para tratar de encontrar una
forma de controlarlo. Controlarlo. Incluso si pudiera, no tenía ni idea de
cómo podría demostrarlo.

“Después de todo, ¿qué gana exactamente teniéndote a ti? No estás durmiendo


con él. Te está enseñando a batirte en duelo; te enseño oclumancia. ¿Qué
beneficio le estás proporcionando? ¿Qué dirías que eres para él?”

Hermione sintió como si fuera a tener un ataque de pánico. Miró a Draco


fijamente con desesperación.
—No tengas miedo de usar los codos. Cuando te defiendes de los ataques a
corta distancia, los puñetazos no tendrán mucha fuerza. Los codos son duros
e ideales para ataques cercanos. Mejor que algo tan ineficaz como abofetear—
—Una bofetada funcionó bastante bien contigo —Hermione respondió.
Draco resopló ligeramente.
—Si estás atacando a alguien de trece años, por supuesto, dale una cachetada—
Hermione frunció el ceño.
—De nuevo —dijo después de que ella recuperara su aliento.
Se abalanzó sobre ella. En lugar de intentar huir, se acercó a él y lo esquivó en
el último momento. Él giró y dio media vuelta, pero ella ya lo había golpeado
con un hechizo punzante y le había agarrado el tobillo con un bloqueador de
piernas. Estaba demasiado cerca para más hechizos. Ella trató de alejarse de
un salto, pero él la agarró del brazo, le quitó la varita de un golpe y la arrastró
al suelo con él. Hermione pateó, rasguñó y gruñó mientras trataba de
liberarse, pero él pesaba por lo menos veinte kilos más que ella. Intentó
torcerse para liberarse, pero en un minuto ya estaba completamente
inmovilizada debajo de él.
—Si fuera un hombre lobo, ya te hubiera arrancado el cuello —le dijo con voz
baja.

301
Su boca estaba cerca de la base de su cuello, y Hermione se dio cuenta de
repente de que la longitud de su cuerpo estaba presionada contra el suyo. Su
aliento rozaba la sensible piel en la unión de su cuello y hombro. Sus piernas
estaban entre las de ella, y mientras ella seguía tratando de liberarse, no dejaba
de mover las caderas contra las de él. Se separó bruscamente de ella y se
levantó mirándola furioso, rodó la mandíbula levemente y sus ojos estaban
negros.
—Si alguna vez estás peleando con un hombre lobo, no recomendaría hacerlo
de esa manera —dijo con voz tensa mientras sacaba su varita y se quitaba el
maleficio del bloqueo de la pierna en su tobillo.
—¿Cómo debería hacerlo? —
—Usa la cabeza para romperle la nariz, y cuando te suelte las muñecas,
arráncale los ojos —Dijo con rigidez— Ve por las rodillas, la ingle, los ojos,
tobillos. Como ya lo he mencionado antes, estás tratando de deshabilitar a tu
agresor—.
—Bien —se levantó del suelo y lo miró con melancolía.
—De nuevo —dijo. La atacó nuevamente.

Para el momento en el que Hermione desapareció, estaba cubierta de


moretones. Draco la había derribado una y otra vez mientras la sermoneaba
sobre los métodos de ataque preferidos por las arpías, hombres lobo y
vampiros. Se escondió en el baño cuando regresó a Grimmauld Place, y frotó
Esencia de Murtlap en todo su cuerpo. Estudió defensa personal. Revisó todas
sus notas sobre Draco. No sabía qué hacer. No sabía cómo controlarlo. No
sabía cómo probar que podía hacerlo. No sabía lo que él quería. A ella. De
alguna manera, por alguna razón, la quería. Pero interfería en cualquier otra
cosa que él quería. Revisó sus recuerdos exhaustivamente; les daba vueltas,
organizándolos, tratando de encontrar algo que desentrañar. Se acostaba en
la cama por la noche y se preguntaba si estaba arriesgando el esfuerzo de la
guerra. Quizás estaba comprometida. Poco confiable. Tal vez Severus tenía
razón y Draco estaba mejor muerto. Tal vez, si era una figura tan centralizada
en el ejército de Voldemort, matarlo y dejar un vacío de poder sería el uso más
efectivo para él. Pero no podía conciliarlo. Se negaba a creerlo. Se acurrucó
en una bola apretada y sintió como si fuera a morir por la sensación de
desesperación que sentía.

302
Cada semana sucesiva cuando Draco la entrenaba, se distraía. Hacía los
movimientos, pero no se comprometía, y Draco se dio cuenta.
—¿Tiene algún sentido entrenarte si ni siquiera estás poniendo atención? —él
preguntó, con expresión irritada.
Hermione torció la boca y le dolieron las comisuras de los ojos. Apartó la
mirada de él.
—Es sólo que ya no le veo sentido—.
La miró fijamente durante varios segundos, luciendo levemente horrorizado.
—Creí que no querías morir —finalmente dijo.
—Si me tiende una emboscada una manada de hombres lobo, dudo que
sobreviva. Si lo hago, quedaré hecha pedazos así que dudo que importe —dijo
en voz baja.
Él se movió hacia atrás y la miró detenidamente como si estuviera reevaluando
algo.
—¿Qué ocurre? —
—Estoy cansada —dijo, mirando hacia el suelo— Estoy cansada de esta guerra.
Estoy cansada de intentar salvar a la gente y verla morir de todas formas, o
salvarlos y verlos morir después. Me siento como Sísifo, atrapada en un ciclo
eterno. No sé cómo salir, y tampoco sé cómo seguir adelante—.
Draco se quedó callado por un momento.
—¿Qué pasó con hacer todo para Potter y Weasley? —su tono estaba teñido de
desdén.
—El precio sigue creciendo. No sé si puedo seguir pagándolo—.
La expresión de Draco se tensó.
—Supongo que incluso los mártires tienen límites—.
Hermione sonrió de manera apática.
—O días malos, almenos —.
Levantó la vista hacia Draco, estudiando su expresión reservada, parecida a
una máscara y el modo atento en que la observaba.
Ríndete. Ríndete.
Ella le pedía. Podía verlo en sus ojos, él estaba tan cerca. Pero se rehusaba a
cruzar la línea. A concederlo. Cada vez que intentaba hacerle señas para que
la cruzara, su malicia afloraba. Era más cruel cuando era vulnerable. Quizás si
Hermione fuera más obstinada, podría encontrar una manera de superar el
dolor, pero él parecía saber siempre dónde cortar para lastimarla más. Fuera
lo que fuese lo que le retenía, no sabía cómo romperlo. Sus dedos se curvaron
303
y estuvo a punto de agarrarlo, antes de retroceder. Respiró hondo y se obligó
a aplastar su desesperación y concentrarse en la situación que tenía entre
manos.
—Muy bien. Ya terminé de lamentarme —dijo enderezándose.
Recogió su varita del suelo y se colocó en posición. Él la observó pensativo
por un momento antes de abalanzarse sobre ella súbitamente. Lo esquivó y lo
empujó hacia un lado, pero él se detuvó y se giró hacia atrás, su mano le agarró
la muñeca y la obligó a soltar la varita. Ella le clavó el codo en las costillas, se
liberó y se lanzó a por su varita. Agarró la varita mientras se ponía de pie de
un salto y logró golpearlo varias veces antes de que él se acercara de nuevo. La
agarró del brazo y volvió a arrancarle la varita de la mano. Ella intentó
enganchar el pie detrás de su tobillo, pero él retrocedió y lo esquivó mientras
le retorcía el brazo por detrás. Se soltó con una estocada rápida y sintió un
destello de triunfo antes de darse cuenta de que él la había soltado.
Aprovechando la fuerza de su huida, la hizo girar, le agarró el tobillo con su
pie y la tiró al suelo. Hermione se retorció, tratando de zafarse, pero él la tenía
agarrada por las muñecas entrelazadas. Siseando levemente de frustración,
se quedó quieta mientras él se arrodillaba sobre ella.
—Sigues tratando de ganar siendo rápida en vez de astuta —la regañó.
Le soltó las muñecas y se levantó.
—De nuevo—.
Hermione se estaba cansando, pero aún así consiguió aguantar más tiempo.
Lo derribó dos veces, pero no pudo sobrevivir a él. Mientras trataba de
inmovilizarla, giró hacia un lado aprovechando su impulso y rodaron por el
suelo. Al final, él aún consiguió estar encima de ella, casi maldijo de
frustración.
—Mejor —dijo jadeando.
Su rostro estaba a menos de dos centímetros del suyo, y él la estaba observando
cuidadosamente. Las manos de Draco estaban envueltas alrededor de sus
muñecas por encima de su cabeza. Hermione podía sentir los latidos del
corazón de él. Era 21 de enero. La siguiente semana sería la última vez, tendría
que entregarle sus recuerdos a Kingsley.
Draco, quien se preocupaba por ella más que nadie. Quien usaba el tiempo
que posiblemente no tenía tratando de entrenarla y mantenerla con vida.
Porque sólo quería que se mantuviera con vida. Desde que le había dicho que
podía negarse, nunca le había pedido nada.
304
Mientras la observaba, su expresión era cerrada, pero sus ojos eran intensos;
como si la estuviera memorizando. Entonces su expresión parpadeó, un
destello de amargura familiar. Y ella lo supo. Estaba esperando a que lo
traicionara. Sabía que ella lo haría. Que siempre elegiría primero a la Orden.
Eso era lo que siempre lo había frenado. Lo había anticipado desde el
principio, antes de que a ella se le ocurriera la posibilidad. Y la había
entrenado de todos modos. No podía entenderlo. ¿Cuál era el punto de todo
eso si esperaba ser asesinado por la Orden? ¿Por ella?
Lo miró fijamente. No necesitaba un libro que le dijera qué era la expresión
en su rostro. Podía sentirlo, era un calor en su abdomen, una sensación de
presión en el pecho y un zumbido en las venas. La intensidad con la que la
estudiaba. Sus dedos estaban envueltos alrededor de sus muñecas, y su pulgar
se deslizó inconscientemente por el interior de su brazo mientras la miraba.
Él se acercó más. Ella contuvo la respiración. Entonces la expresión de Draco
se endureció, alejó las manos y comenzó a levantarse. Las manos de Hermione
salieron disparadas, lo agarró de la camisa, lo jaló y presionó sus labios contra
los suyos. No era un beso lento y dulce. No era un beso causado por alcohol
o inseguridad. Nació de la rabia, desesperación y un deseo tan ardiente que
amenazaba con quemarla hasta el olvido. Posiblemente era un beso de
despedida.

“Siempre y cuando Kingsley y Moody decidan exponer a Draco, te daremos una


hora para que puedas advertirle”

Draco se congeló cuando sus labios tocaron los suyos, y pensó que podría
apartarla de un empujón. Sintió su mano en el hombro y se armó de valor
mientras profundizaba el beso y apretaba con más fuerza su ropa. Él vaciló.
Fue como si algo se rompiera dentro de él. Como una presa estallando, y de
repente, Hermione se estaba ahogando en él. La envolvió con los brazos y la
besó salvajemente. El calor era como un incendio. La tensión, la espera. Meses
esperando que él se le insinuara. Después de que le dijeran que para eso la
habían enviado, como una doncella de tributo por sus servicios. Pero había
sido una artimaña de su parte. Tocarla, besarla, “desearla”. Una finta para
ocultar sus verdaderas intenciones y motivos. Exigirla había sido la misma
forma de distracción que él le había enseñado a usar en oclumancia.

305
Una mentira… Hasta que de repente dejó de serlo. Ella se había desviado de
su estimación. Manipuló su camino para ocupar el mismo lugar que él había
fingido que ocupaba.
Deslizó los dedos por los hombros de Draco. Una de sus manos le agarró el
pelo, tirando de las trenzas, mientras la otra bajaba y le abría la blusa de un
tirón, quitando el sostén del camino. Le acarició los pechos con la fuerza
suficiente para hacerla sisear contra su boca.
Lo besó profundamente mientras deslizaban los dedos por su cabello y a lo
largo de los tendones de su cuello, pasó las uñas a través de sus hombros. A
pesar de lo frío que actuaba, su nombre era adecuado; era un dragón.
Mantenía muros de hielo alrededor de sí mismo, pero había fuego en su
corazón. Se arrancaron mutuamente la ropa. Su camisa perdió varios botones
cuando ella la desgarró y luego le mordió el hombro. Sintiéndolo,
marcándolo. Su cuerpo le resultaba familiar. Ya había memorizado sus
contornos.
Arrastró las manos por su cuerpo, a lo largo de las curvas de las que se había
reído y había tachado de escuálidas. Le besó los pechos y enredó los dedos en
sus trenzas, tirándole del pelo hasta que gimió y movió la cabeza hacia atrás.
Su boca estaba en la unión de su cuello y hombro, y la besó y mordió a lo
largo de la clavícula hasta que llegó a un punto donde ella gimió guturalmente
y se arqueó contra él. Fue rápido. Violento. No era romance entre ellos, sino
la colisión de dos fuerzas opuestas. Le separó las piernas y se hundió en ella
de un solo y fuerte empujón. Después hizo una pausa y la besó antes de
comenzar a moverse.
Hermione contuvo un grito de dolor y se obligó a no ponerse rígida ni
apartarse. Le dolía. Sabía que dolería si no lo hacía despacio. Pero el dolor la
atrapó desprevenida. La brusquedad. Quizás había supuesto que hubieron
otros antes de él. Se alegró de que le doliera. Se estaba prostituyendo por la
guerra. Había seducido a Draco después de que él le hubiera dejado
extensamente claro que era una línea que no quería cruzar. Lo había
manipulado porque quería algo de él. Le debería doler físicamente hacerlo,
de la misma manera que le dolía mentalmente. Era mucho más grande, su
cuerpo prácticamente la envolvía. Tenía las manos enredadas en su cabello
con tanta fuerza que apenas podía mover la cabeza mientras la miraba a los
ojos y se movía dentro de ella.

306
La mandíbula de Draco estaba tensa, su expresión cerrada de la misma forma
que casi siempre lo era. La línea dura y plana de su boca. Pero sus ojos... la
intensidad en ellos mientras la miraba era abrasadora. En esa expresión, ella
podía decir… era suyo. La realización le rompió el corazón de alguna manera.
Se forzó a sí misma a no mostrar señales de incomodidad.
Movió las caderas al ritmo de su movimiento y se apretó a su alrededor
mientras arrastraba las uñas por su espalda. Bloqueó los pies debajo de sus
caderas para empujarlo más adentro. Él siseó y dejó caer la cabeza contra su
hombro mientras empujaba profundamente dentro de ella. El ángulo de su
movimiento, la intensidad entre ellos no era solo de él, ella gimió y jadeó cerca
de su oído. Su ritmo decayó ligeramente y levantó la cabeza, deslizó las manos
fuera de su cabello, tomó sus manos y entrelazó los dedos. La besó. Besos
desgarradores que hicieron que le doliera el pecho cuando se los devolvió.
Él cambió el ritmo. Más despacio. El ángulo era diferente, la forma en que sus
pelvis se encontraban mientras él empujaba dentro de ella, y Hermione se dio
cuenta, alarmada, de que le estaba arrebatando el sentido del control,
arrastrándola hacia un fuego del que no sabía cómo escapar o refrenar.
Draco la estaba besando. Caluroso. Amoratádola. Besos casi de castigo,
mientras le agarraba las manos y seguía penetrándola. El dolor se había
reducido en un débil latido en medio del fuego de sensaciones que se abrían
paso a través de sus nervios. Varias embestidas más, fuertes y profundas,
entonces las caderas de Draco se sacudieron, emitió un profundo gemido y
dejó caer la cabeza junto a la suya. Su aliento recorrió su piel mientras jadeaba
cerca de su oreja y le besaba el hombro.
Hermione seguía acostada debajo de él. De repente se dio cuenta de que las
tablas ásperas del suelo le mordían la piel. De que la habitación estaba fría. Lo
único en lo que podía pensar era en lo aliviada que se sentía por no haberse
venido. Draco permaneció apretado contra ella y quieto aún dentro de ella
durante varios segundos y luego se tensó bruscamente y se apartó. Su
expresión era inexpresiva y ni siquiera se atrevió a mirarla mientras recogía su
ropa del suelo. Se puso los pantalones. Hermione se sentó lentamente,
observándolo cuidadosamente. Él se estaba tornando cada vez más y más
pálido a medida que se vestía. Su expresión era incrédula y horrorizada al
mismo tiempo.
—Mierda…—él dijo bajo su aliento, pasándose una mano por el cabello.

307
Parecía extrañamente devastado, se tapó la boca con la mano y miró hacia ella,
encontrándose con sus ojos. Fuera lo que fuese que le estaba ocurriendo,
parecía estar provocándole un ataque de pánico. Tragó saliva visiblemente,
cerró los ojos y se puso la camisa. Luego abrió los ojos. Parecía haberse
calmado. Respiró hondo y se volvió hacia ella. Su expresión estaba tensa. Al
mirarla, sus ojos se posaron en sus piernas y palideció.
—¿Eras virgen? —su voz era ronca.
Hermione miró hacia abajo, había sangre en sus muslos.
—Si. Cuando diste tus términos por primera vez, asumí que así era como me
querías—.
Malfoy parecía estar a punto de vomitar. Tenía la mandíbula apretada
mientras sólo seguía mirándola fijamente.
—Yo… —le falló la voz.
—Yo… hubiera sido más gentil… si lo hubiera sabido —dijo finalmente.
Hermione juntó las rodillas para esconderlo y acercó las piernas a su cuerpo.
—En realidad no quería que lo fueras—.
Él presionó los labios. Se notaba extrañamente perdido.
Ella no podía entender cómo cuadraba. Por qué ceder y follársela era de algún
modo un golpe decisivo.Tal vez lo fue. Después de besarla cuando ambos
estaban borrachos, había trazado una línea clara. Una que había sido
furiosamente asiduo en mantener. Si hubiera esperado que ella lo matara al
final, puede que la idea de cruzarla le resultara insoportable. Pero no explicaba
todo lo demás que había hecho. Si esperaba que ella lo vendiera, ¿por qué
subir de rango? ¿Por qué intentar eliminar la Marca Oscura?
Tenía que estar relacionado con las runas. Si había sido desgarrado, y
claramente lo habían desgarrado, entonces podría haber inclinado la balanza.
Quizás ya no podía cambiar el rumbo ahora. Estaba establecido. Obsesivo.
Posesivo. Ella lo tenía; posiblemente para siempre, si era lo suficientemente
astuta para usarlo. Había algo irónico en seducir a alguien con la esperanza de
que, de alguna manera, podría salvar su vida. Su boca se arqueó ligeramente.
Se agarró la rodilla; las manos le estaban temblando ligeramente. Había
obtenido lo que quería. Ya se lamentaría por el costo más tarde, cuando
tuviera espacio para ello. Cerró de golpe sus paredes de oclumancia. No iba a
pensar en nada más que en la situación inmediata. Lo tenía. Por la razón que
fuera, lo tenía. Ahora tenía que encontrar una manera de sacarle ventaja. Él
se percató de su expresión.
308
—Pareces satisfecha —dijo con voz amarga, curvando el labios— de haberte
prostituido con éxito ¿feliz de saber que tienes tu pieza de ajedrez asegurada
en su lugar? —
No se encogió ante el insulto. Cerró las manos lentamente en puños y después
se obligó a abrirlas.
—Ese era mi trabajo —murmuró.
No tenía ningún punto tratar de negarlo.
—Debiste haber sabido que ésa era mi misión—.
—Por supuesto —dijo con un tono vacío, alejando la mirada de ella. Sus brazos
colgaban flácidos, como si de repente no supiera qué hacer consigo mismo.
—Yo sólo, nunca pensé que en verdad tendrías éxito. No te quería… cuando
te demandé… en realidad no te quería—.
—Lo sé —apartó la mirada— Me di cuenta de que todo al principio era una
actuación —le dolía la piel por el frío.
La choza nunca había tenido calefacción, pero no se había dado cuenta de
qué tan fría era hasta ese entonces. Él rió de forma ahogada bajo su aliento
mientras volteaba a verla nuevamente.
—Por supuesto—.
Hubo una pausa. Hermione comenzó a ponerse la ropa. Draco apartó la
mirada.
—No iba a traicionar a tu Orden —finalmente dijo con una voz muerta— Nunca
iba a hacerlo. Ya estaban perdiendo cuando llegué, y probablemente aún
pierdan ahora. Pero, en realidad nunca me importó. No me cambié por eso.
Quería vengar a mi madre. Estaba perfectamente dispuesto a morir en el
proceso —miró hacia el suelo— Desafortunadamente, para el momento en el
que tuve la oportunidad de ofrecer mis servicios, había estado muerta durante
demasiado tiempo. No era una explicación “verosímil”—.
La amargura en su rostro no se había adulterado. Rodó la mandíbula y miró
al techo, inclinando la cabeza hacia atrás.
—No sabía que había un límite de tiempo para el duelo—.
Volteó a mirarla, y su expresión se tornó despiadada y desdeñosa. Le brillaban
los ojos.
—Ya que ésa no era una razón plausible, tuve que inventarme algo que
aparentemente quisiera de la Orden. Así que, un perdón. Pero sabía que eso
difícilmente podría ser creíble. Sabía que necesitaría un contacto; escoger a
una mujer y actuar como si tuviera algún tipo de interés parecía una solución
309
pragmática. Una manera de actuar en la narrativa de los Mortífagos —esbozó
una fina sonrisa— Pero la mayoría de las brujas de la Resistencia implicaban
demasiado riesgo; impulsivas y estaban en el campo de batalla con tanta
frecuencia que había muchas posibilidades de que las atraparan en una
escaramuza, y a mí me descubrieran o estaría cambiando de contactos
constantemente—.
Él tragó saliva y su boca se torció.
—Entonces me acordé de ti. Durante años creí que habías muerto, pero Snape
reportó que eras la sanadora de la Orden. Cuando se me ocurrió lo tuyo,
pensé que había encontrado la solución perfecta. Te mantenían en casas
seguras; no había tanto riesgo de que te atraparan o fueras asesinada, y eras lo
suficientemente pragmática como para aceptar si pensabas que estabas
salvando a tus amigos. Parecía la solución perfecta. Cuando dije que mis
términos eran tú y un perdón, inmediatamente se lo creyeron. Aparentemente
la línea “ahora y después de la guerra” fue lo suficientemente absurda como
para que todos ustedes lo encontraran creíble —se burló— Como si hubiera
traicionado al Señor Tenebroso por la oportunidad de poseerte —dijo,
poniendo los ojos en blanco— Sabía que te enviarían con instrucciones para
intentar que me enamorara de ti, para asegurar mis servicios y asegurarse de
que no me cansaría de ti ni cambiaría de opinión. Pero… me imaginé, que
habías sido una perra en el colegio, y que me odiarías tanto por haber matado
a Dumbledore, que estaba seguro de que no lo lograrías. Honestamente, pensé
que sería divertido verte intentarlo —se quedó mirando al suelo— Pero lo
hiciste… me superaste en maniobras. O tal vez estaba demasiado cansado y
afligido como para seguir alejándote. Poco importa. Ganaste —se hundió
contra la pared y cerró los ojos.
Hermione lo estudió con escepticismo mientras se ponía el resto de la ropa.
No estaba segura de qué ángulo estaba tratando de jugar con esta…
¿concesión? ¿Confesión? La parte sobre ella era lo suficientemente creíble.
Encajaba con todo lo que había observado en él. Pero dudaba de su
afirmación de que su madre fuera su verdadero ímpetu. Había considerado la
posibilidad innumerables veces y la había descartado.
—¿De verdad? ¿Cambiaste de bando porque tu madre murió? —resopló
ruidosamente con incredulidad mientras se ponía de pie.
—Su muerte difícilmente fue culpa de tu maestro. ¿Y qué? ¿Antes de eso
escalaste sus rangos por accidente? En realidad no lo notaste durante cinco
310
años y después ¡oh, demonios! ¿qué? El aniversario de su muerte pasó, ¿y te
pusiste tan melancólico que no pudiste evitar comunicarte con nosotros? —
Lo estaba provocando. Estaba segura de que lo cabrearía. Tal vez, si lo incitaba
lo suficiente, le diría la verdad por una vez. Sus ojos se abrieron
inmediatamente, y se tornó pálido de rabia.
—Jódete, Granger—.
Hermione se estremeció. Sentía la piel de la espalda y los hombros en carne
viva en algunos lugares y el vientre le dolía levemente. Podía sentir su semen
asentándose en la tela de su ropa interior, y había una sensación punzante en
medio de sus piernas. Tragó saliva y se forzó a ignorarlo.
—Eres un Mortífago —dijo fríamente, cruzándose de brazos mientras bajaba la
vista para mirarlo— ¿Esperas que olvide lo que has hecho? ¿Que me imagine
que alcanzaste un rango tan alto debido a esa encantadora personalidad tuya?
Mataste a Dumbledore. Has asesinado a mis amigos. Torturas gente hasta la
muerte. ¿Y qué? ¿Crees que invocar a tu madre cambia eso? No se trata de
tener una fecha de vencimiento para el duelo. Si esperas que creamos que le
echas la culpa a tu maestro, quizás no deberías haber pasado un año más
apoyándolo antes de decidir pasarte a nuestro bando. Después de que
comenzaste esta guerra. Después de elegir convertirte en Mortífago—.
La miró fijamente, con el rostro retorcido por la furia mientras se estiraba y
rompía la manga cubriendo su brazo izquierdo. Exponiendo el tatuaje negro
y espantozo que tenía ahí.
—¿Siquiera sabes por qué tengo esto? —le preguntó, con los dientes brillando
mientras la miraba con desprecio.
—¿Alguna vez te detuviste a pensar por qué? —
Se lavantó y cruzó la habitación hacia ella.
—Después de que tú y tus amigos mandaran a mi padre a Azkabán, el Señor
Tenebroso fue a mi casa—.
Los ojos de Hermione se abrieron de par en par mientras él continuaba.
—Ni siquiera había regresado del colegio. Cuando llegué, él estaba
esperándome. Tenía a mi madre en una jaula, en nuestro salón. La había
estado torturando durante casi dos semanas—.
Su respiración era entrecortada e irregular.

311
312
—¿Crees que es una elección cuando el Señor Tenebroso te dice que aceptes
su marca? Te vendiste para salvar a la gente que te importa. Bueno, yo
también. ¿Esperabas que fallara intencionalmente como Mortífago cuando ni
siquiera era yo quien sufriría por ello? Matar a Dumbledore y subir de rango
era la única manera de sacarla—.
Hermione sintió cómo palidecía.
—No lo sabía—.
La mandíbula le temblaba mientras la fulminaba con la mirada.
—Después de su muerte, estaba siendo vigilado. El Señor Tenebroso no es un
tonto, sabía que vacilaría después de perderla. Tuve que volver a ganarme su
confianza antes de arriesgarme a hacer algo. No soy uno de tus amigos. Si
quería que mi traición importara, él no debía anticiparlo. Si me hubiera
puesto en contacto con la Orden el fin de semana siguiente, ¿de verdad crees
que habría habido alguna duda sobre quién era el espía? Me tomó tiempo
acercarme lo suficiente como para saber algo realmente importante—.
Se dio la vuelta y su voz se volvió gruesa y ronca.
—Ella-ella nunca se recuperó. Los temblores… nunca pararon, no después de
tantos cruciatus. Ni siquiera sé qué más le hizo… antes de que yo llegara… —se
le quebró la voz. Se apartó el pelo de la cara y parecía estar luchando por
respirar— Durante todo el verano… no pude... no podía hacer nada más que
decirle que lo sentía—.
Draco se volteó y se recargó contra una pared como si estuviera a punto de
caer.
—Él la mantuvo en la jaula durante meses, seguía ahí cuando regresé al colegio.
Después de que maté a Dumbledore, la dejó salir. Pero luego se quedó a vivir
en la Mansión con nosotros. Ella apenas podía soportarlo. Se desmoronaba
con cualquier sonido y se encogía en el suelo presa del pánico—.
Respiraba tan rápido que las manos le estaban temblando, y siguió hablando,
las palabras simplemente se derramaban de él.
—Mi madre… ella-ella nunca fue muy fuerte. Esutvo a punto de morir cuando
estaba embarazada de mí y nunca se recuperó. Ella… siempre fue frágil después
de eso. Mi padre siempre decía que teníamos que cuidarla. Me hizo jurarlo,
una y otra vez mientras crecía, que siempre cuidaría de ella. Cuando el Señor
Tenebroso por fin abandonó la Mansión, intenté llevármela lejos; a algún
lugar donde nunca más podría encontrarla o hacerle daño de nuevo. Pero no
quiso irse… no quiso irse ningún lado sin mí—.
313
Presionó las palmas de sus manos contra los ojos.
—Estaba tratando de cuidarla. Estaba tratando de mantenerla a salvo. Estaba
tratando de encontrar una manera de escapar… y entonces… murió incinerada
en la Mansión Lestrange… —se le quebró la voz y se deslizó por la pared,
estremeciéndose.
Hermione sintió algo en su corazón retorcerse. Siempre había sido ferozmente
protector con su madre, incluso en el colegio. Cuando alguien insultaba a su
padre podía enojarse, pero la más ligera insinuación hacia su madre lo volvía
feroz. La impactante transformación de bravucón escolar a asesino capaz de
matar a Albus Dumbledore de repente tenía sentido. Voldemort lo había
arrojado a un crisol con la opción de emerger como arma o perder a la única
persona que le importaba; una persona de la que se sentía intensamente
responsable. Cuidar de Narcissa Malfoy había forjado su letalidad; esa fría
habilidad de calcular y superar los límites.
—Lo siento mucho, Draco —dijo, sintiéndose desfallecer por la conmoción.
—No quiero tu falsa simpatía, Granger —gruñó, pero su voz estaba temblando.
Probablemente nunca le había contado a nadie lo que había pasado. Severus
no lo sabía. Sus amigos no podían saberlo. Lo había estado cargando durante
años, tratando de redimirse de la mejor manera en la que podía. Entonces
Hermione había llegado y lo manipuló lenta e implacablemente para que se
preocupara por otra persona… para que le importara ella. No era de extrañar
que se hubiera sentido desolado al darse cuenta.
—No estoy mintiendo. Lo siento. En verdad siento mucho lo que le pasó. Y…
siento mucho haberte hecho esto —se acercó más a él.
Se veía tan solitario. Le puso una mano vacilante en el brazo, medio esperando
que la arrojara a través de la habitación con rabia. Pero después de un
momento de vacilación, él dejó caer la cabeza sobre su hombro. Ella lo
estrechó entre sus brazos; se puso rígido por un momento y luego la agarró
por los hombros y sollozó. Nunca esperó verlo llorar.
—No puedo… no puedo… —él seguía repitiendo las palabras mientras
temblaba.
Hermione no sabía qué hacer. Le acarició el cabello y la nuca con los dedos
mientras él repetía las palabras una y otra vez.
—No puedo… no puedo volver a hacer esto…—jadeó— No puedo cuidar de
alguien otra vez. No puedo... no puedo soportarlo—.

314
Hermione apoyó una mano en su mejilla y sintió sus lágrimas deslizarse por
su piel y por su muñeca.
—Lo siento. Lo siento. Lo siento mucho, muchísimo, Draco —repitió las
palabras una y otra vez.
Se estaba disculpando por todo. Por primera vez, Draco Malfoy era
completamente humano con ella. Se había deslizado a través de sus paredes y
había quitado sus capas defensivas de malicia y crueldad, hasta que llegó al
centro de él, y allí descubrió que tenía el corazón roto. Ella podía usar eso.

315
Flashback 24
Enero 2003

Cuando Draco dejó de llorar, Hermione retiró la mano de su cara, se sentó y


lo estudió con seriedad. Su expresión se volvió cautelosa y amarga cuando
volvió a mirarla. Su otra mano seguía en el hombro de él. Se miraron en
silencio durante varios minutos. Incluso el aire entre ellos se sentía denso. Ella
lo tenía. Había hecho lo que le habían ordenado hacer. Pero no tenía ni idea
de cómo podría demostrárselo a Moody o a Kingsley. ¿Cómo diablos se
suponía que iba a demostrar que lo controlaba?
—Si eres leal a la Orden, ¿por qué sigues subiendo de rango? —preguntó
finalmente.
Sus ojos eran como espejos, su expresión volvía a parecer una máscara. Le
sonrió con satisfacción.
—Era obvio que mi oferta sólo fue aceptada por desesperación. Puede que la
Orden del Fénix como organización esté obligada a mantener su palabra, pero
Moody y Shacklebolt son estrategas. Afirmar que podrían conseguir mi
perdón si la Orden ganaba era casi ridículo. Supuse que, una vez que dejara
de ser útil, me descubrirían para que la Orden pudiera aprovechar el desorden
que seguiría despues de mi muerte. Por lo tanto, —torció la boca— intenté
posicionarme para maximizar las posibles consecuencias—.
La mano de Hermione sobre su hombro se apretó.
—¿Por qué matar a Gibbon? —
Los ojos de él se entrecerraron.
—Estaba cerrando un asunto pendiente. Había ofrecido sugerencias sobre
cómo debería castigarse a mi madre—.
—¿Así que lo desmembraste? —
La expresión de Draco repentinamente se volvió fría como el hielo.
—¿Cuántos espías tienes? —

316
—Ninguno con tanto acceso como tú. ¿Por qué desmembraste a Gibbon? —
Él permaneció en silencio durante varios segundos.
—Quería ver si podía quitarle su Marca Tenebrosa. Intenté encontrar la forma
de hacerlo antes de que mi madre muriera. Como iba a matarlo de todos
modos, decidí intentarlo de nuevo. Pero, no funcionó. No encuentro la forma
de quitarme ésa maldita cosa—.
Hermione lo miró dubitativa durante varios segundos. ¿La verdad completa?
¿La verdad a medias? No estaba segura.
—¿Por qué besarme? —él preguntó repentinamente— ¿Qué sentido tenía todo
esto? —
Hermione bajó los ojos un momento; cuando levantó la vista, él seguía
estudiándola.
—No sabía… que se suponía que debías morir a causa de tus runas.
Aparentemente era obvio, pero no me di cuenta—.
Draco soltó una risa. Sonaba muerta.
—No esperaban que tuviera éxito al curarte. Una vez que quedó claro que no
te estabas muriendo, y que seguías subiendo de rango y parecías estar
intentando quitarte tu Marca Tenebrosa, la Orden llegó a la conclusión de
que estabas intentando posicionarte para derrocar a tu maestro. Que habías
estado ayudando a la Orden simplemente para enfrentar a ambos bandos
porque quieres ser el próximo Señor Oscuro—.
Soltó otra carcajada silenciosa, que parecía muerta.
—¿Tú también lo pensaste? —
—No, no lo creía. Pero como te curé, se me considera comprometida. Yo… ya
no soy… no soy.. mis opiniones ya no se consideran confiables. Me dieron
hasta fin de mes para demostrar que podía controlarte. Creo... —Hermione
soltó su propia risa amarga— Creo que sólo fue su manera de dejarme
despedirme—.
—¿Así que fue sexo de despedida? ¿Pago por los servicios prestados? —su boca
se curvó en una mueca de desprecio.
—No. Fue… —la mandíbula de Hermione tembló, y sus ojos se apartaron— Yo...
fue… no fue eso —retorció los dedos en la tela de su túnica y lo miró fijamente.
— ¿Por qué no me hiciste hacer un Voto Inquebrantable cuando me ofrecí?—
Él crispó la comisura de los labios.

317
—No estaba interesado en que no me traicionaras, simplemente porque te hice
incapaz de hacerlo. Después de todo, estoy seguro de que Shacklebolt y Moody
tienen más que suficiente para condenarme sin ti—.
Hermione asintió brevemente. Sentía como si tuviera algo atascado en la
garganta. Apartó la mirada un momento y luego volvió a mirarlo a los ojos.
—No puedo... no puedo elegirte sobre la Orden. Hay tanta gente que confía
en nosotros. Gran Bretaña es todo lo que queda de la Resistencia. No puedo
elegirte a ti antes que a todos los nacidos de muggles. No hay nada... no hay
esperanza para ellos si la Orden pierde—.
—Lo sé— su voz era cortante, sus ojos brillaron mientras la miraba fijamente,
con expresión maliciosa, casi burlona.
Eso fue todo lo que dijo. Su agarre en la túnica se aflojó y soltó una carcajada
incrédula. Él ni siquiera quería vivir. Quería venganza; quería morir.
Preocuparse por ella fue un giro decepcionante para él, no era suficiente para
hacerlo querer vivir. Simplemente lo había empeorado. Eso era todo lo que
había hecho. Porque Severus, Moody y Kingsley no se lo habían dicho. Le
habían hecho creer que era real. Que era para siempre. Así que ella interpretó
su papel convincentemente. Pero no importaba, nunca había importado,
porque Draco siempre lo había sabido. Intentó respirar mientras lo absorbía.
Abrió la boca y luego la cerró. Draco sonrió satisfecho y apartó la mirada de
ella.
—De acuerdo —dijo finalmente ella mecánicamente, asintiendo débilmente
con la cabeza.
Se sentía como si la hubieran acuchillado; una realidad fría como el acero
templado había sido clavada y arrastrada por su interior, y la había dejado
desangrarse hasta morir. Tragó saliva.
—Dijeron... —se le quebró la voz— dijeron que me dejarían advertirte, antes de
exponerte. Vendré. Lo siento—.
Él no reaccionó, ni siquiera parpadeo, se quedó congelado. Lo miró,
asimilando todos los detalles que había memorizado de él: su cabello y
pómulos afilados, la intensidad de sus ojos, sus finos labios y sus dientes
blancos y rectos, las líneas precisas de su mandíbula y su garganta pálida
desapareciendo en el cuello negro de su camisa. La tela estaba torcida;
extendió la mano y la enderezó.
—Lo siento muchísimo, Draco—.

318
Retiró la mano y empezó a darse la vuelta. No había aire en la habitación.
Seguía intentando respirar y no había nada de oxígeno. Pensó que podría
desmayarse.
—Entonces, ¿qué pasa contigo, Granger, después de elegir a la Orden? —la voz
de Draco la interrumpió despreocupadamente.
Hermione parpadeó y giró la cabeza hacia atrás.
—¿Conmigo? —
—Sí —Draco la tomó por la barbilla y le inclinó el rostro hacia el suyo, de modo
que lo mirara a sus fríos ojos plateados. Los tenía entrecerrados mientras la
estudiaba.
—¿Qué pasará contigo? —
—¿Si mueres? —
Él asintió brevemente.
Hermione ni siquiera había considerado la pregunta. Se había concentrado
en encontrar la forma de mantener a Draco con vida después de enero. Ni
siquiera había pensado en lo que haría a continuación si fracasaba.
—No lo sé —dijo con una breve risa histérica. Liberó la barbilla— Ya me han
sustituido en su mayoría en el ala del hospital —se encogió de hombros,
extendiendo las manos— Tal vez simplemente me ofrezcan al próximo espía
que recluten—.
—No bromees. Quiero una respuesta real —su voz tenía un toque de furia.
Hermione volvió a mirarlo y se burló.
—Me prometí a ti, Draco. Te lo juré. “Ahora y después de la guerra”. No hice
más planes—.
Su expresión parpadeó mientras le devolvía la mirada, y luego se endureció.
—Creía que no querías morir; seguramente que hay algo que estás deseando
hacer—.
Ella sonrió amargamente.
—No… no me queda nada. Estoy agotada—.
Draco se quedó en silencio. Hermione apretó los labios y empezó a levantarse.
Quería marcharse. La habitación se estaba volviendo vagamente luminosa.
—Juraré un Voto Inquebrantable —dijo abruptamente— Cualquier maldita
cosa que Moody quiera. ¿Calificaría eso como una demostración suficiente de
control? —
Hermione volvió a mirarlo rapidamente. Su expresión era fría, pero sus ojos
ardieron cuando ella los encontró.
319
—¿Harías eso? —preguntó, incrédula.
Parecía exhausto, pero había un destello de algo que todavía hervía en su
interior.
—Házselo saber a Moody. Supongo que sigue dispuesto a actuar como agente
del vínculo—.
Hermione asintió lentamente, todavía mirándolo con los ojos abiertos de par
en par llenos de incredulidad. Él suspiró, levantó la mano y le acarició la
garganta, con el pulgar rozándole el costado del cuello. Hermione sintió que
quedaba sin aliento.
—¿Por qué? ¿Por qué ofrecerse? —preguntó, estudiándolo.
Él resopló y retiró la mano.
—Ahora me doy cuenta de que no lo tomé todo en consideración. No se me
ocurrió que podría haberte hecho comerciable —apartó la mirada de ella.
—Oh —dijo Hermione.

“Los Malfoy están más cerca de ser dragones que magos. No comparten. Son
obsesivos con lo que consideran suyo”

Sintió la tentación de reír. Tragó saliva— De acuerdo, entonces—.


Había algo más que debía decirle.
—Yo... se lo haré saber a Moody—.
Él asintió brevemente con la cabeza en señal de aceptación. No dijo una
palabra mientras ella se levantaba y recogía su bolso. La mano de Draco se
movió hacia delante mientras se daba la vuelta para marcharse. No la miró
cuando cruzó la puerta. Cuando cerró la puerta, él seguía apoyado contra la
pared, con la mirada perdida fija en el suelo, tan pálido que podría haber sido
un fantasma. Hermione permaneció fuera, bajo la lluvia, durante varios
minutos, intentando recobrar el equilibrio. Respiró entrecortadamente. Se
sentía como si estuviera al borde de un precipicio y todavía no estaba segura
de si iba a caer.

Volvió a respirar hondo y apareció en La Hilandera. Las ventanas de la casa


estaban oscuras. Se sentó en el escalón frente a la puerta. Estaba empapada
hasta los huesos cuando la puerta detrás de sí se abrió bruscamente. Severus
la miraba con expresión fría. Ella se acurrucó.

320
—¿Hay alguna razón por la que te esfuerces en contraer neumonía en mi
puerta? —
Hermione se levantó y lo miró. El agua de lluvia corría por su rostro.
—Los magos son inmunes a la neumonía—.
Él puso los ojos en blanco y abrió más la puerta.
—Asumo que es urgente. Dada tu falta de invitación—.
Hermione lanzó un encantamiento secante sobre sí misma mientras cruzaba
la puerta y seguía a Severus a su sala de estar. Él agitó la varita
descuidadamente y encendió un fuego rugiente en la chimenea sin mirarla.
Luego empezó a recoger libros esparcidos; había montones sobre el sofá y los
sillones. Empezó a devolverlos a las abarrotadas estanterías a las que
pertenecían. A Hermione le dolían las manos de frío y las mantuvo extendidas
hacia las llamas durante unos instantes antes de hablar.
—Fue Narcissa —dijo finalmente— Ella fue la razón—.
—¿En serio? —la voz escéptica de Severus llegó desde algún lugar detrás de ella.
—Tom la tenía enjaulada cuando Draco regresó del colegio después del quinto
curso. No la dejaron salir hasta que Draco mató a Dumbledore. ¿Es cierto que
estuvo a punto de morir cuando estaba embarazada? —
Hubo una pausa. Hermione escuchó el sonido de las tapas de los libros al
deslizarse unas contra otras y el leve golpe de los libros al chocar contra la
parte posterior de las estanterías.
—Así es —dijo Severus al cabo de un momento— Ocurrió cerca del apogeo de
la guerra. Lucius creía que iba a perderla. Incluso después de que naciera
Draco, hubo un período en que no estaba seguro de que ella sobreviviera—.
Hermione asintió.
—Draco dijo que Lucius le hizo jurar que siempre cuidaría de ella. Dijo que
intentó enviarla a un lugar seguro, pero que ella no se iría sin él. ¿Algún
Mortífago marcado murió de forma sospechosa, como lo hizo Gibbon, antes
de que la mansión Lestrange se incendiara? —
El sonido de las estanterías se detuvo.
—Ahora que lo mencionas, hubo varios que desaparecieron. Travers, Pettigrew
y Jugson fueron los más destacados —la voz de Severus sonaba al otro lado de
la sala de estar.
Hermione se quedó mirando el fuego.
—Intentaba encontrar la forma de quitarse la Marca para poder escapar con
ella. El espionaje siempre fue sólo una venganza—.
321
Severus no dijo nada y siguió guardando los libros en las estanterías.
Hermione se preguntó si él la creería. Comprometida. Poco fiable.
Probablemente pensó que ella sólo estaba allí para suplicar.
—Dijo que haría un Voto Inquebrantable; lo que Moody quisiera—.
Hubo silencio. Luego, una mano se envolvió alrededor de su hombro y
Severus la giró bruscamente para enfrentarla. Sus ojos de ónix brillaban a la
luz del fuego. Parecía estar contemplando su apariencia por primera vez. Su
expresión estaba horrorizada.
—¿Qué has hecho? —
Hermione lo miró con firmeza.
—Cumplí mi misión: Lo hice leal—.
Severus le tocó un lado de la cabeza. Se habían deshecho las trenzas y los
mechones colgaban desordenadamente. Ella se sonrojó y apartó la cabeza de
su mano. La agarró por el hombro con más fuerza y la dirigió más a la luz, le
inclinó la cabeza hacia atrás y la miró fijamente, con las fosas nasales dilatadas.
Hermione no quería que la miraran. Intentó apartarse.
—¿Puedo usar tu baño? No podía volver a Grimmauld Place así, y no... no tenía
otro sitio al que ir—.
La mano de Severus sobre su hombro se tensó un momento, como si estuviera
dudando. Tenía la boca apretada en una línea dura y luego empezó a hablar
mientras sus ojos volvían a recorrerla. Hermione giró la cabeza para evitar
mirarle a la cara, encorvando los hombros y replegándose defensivamente
sobre sí misma. Le soltó la mano del hombro y retrocedió lentamente,
señalando el pasillo. Hermione se dio la vuelta sin decir palabra y salió del
salón hacia el pequeño cuarto de baño que había cerca de la cocina. Al cerrar
la puerta, se miró en el espejo; estaba tan pálida que casi parecía gris, pero
tenía los labios enrojecidos y amoratados. Sus trenzas parecían un nido de
pájaros. Su camisa estaba rota; no se había dado cuenta cuando se estaba
vistiendo. Se bajó los pantalones y las bragas y expulsó la mezcla de sangre y
semen acumulada ahí. Se había enfriado contra su piel y no había podido
ignorarlo. No en la choza. Ni bajo la lluvia, esperando a Severus. Estaba allí,
como un frío recordatorio contra su carne.
Le temblaban las manos casi violentamente mientras se subía los pantalones.
Reparó el desgarre en su blusa y luego levantó la mano para quitarse las
horquillas que aún sostenían su cabello. Le temblaban los labios y las
comisuras de los ojos se agrietaban mientras se desenredaba rápidamente el
322
cabello y luego trenzaba cuidadosamente cada lado. No iba a llorar. No iba a
hacerlo. Siguió repitiendo la resolución una y otra vez. Trató de ocultar todo
aquello en lo que no quería pensar, pero las paredes de su oclumancia no se
mantenían. Se mordió el labio mientras se enrollaba las largas trenzas con
cuidado en la base de su cuello y las volvía a sujetar. Volvió a mirar su reflejo,
estaba más delgada de lo que estaba cuando vio a Draco por primera vez en
marzo. Tenía las mejillas hundidas y las clavículas sobresalían claramente. Le
salían moretones con facilidad. El estrés la había esculpido poco a poco. Metió
la mano en su bolso y sacó un pequeño frasco de esencia de Murtlap.
Extendiéndolo por sus labios, vio cómo el color se desvanecía lentamente.
Luego se frotó algunos puntos a lo largo de su cuello. Salió del baño. Severus
estaba en la cocina; había varios pequeños calderos burbujeando. Cuando se
volvió y la miró, tomó inmediatamente varios frascos y se acercó a ella.
—Toma estos —le ordenó.
Hermione miró a los viales colocados en sus manos. Draught of Peace para que
sus manos dejaran de temblar, una posición anticonceptiva y una posición
analgésica.
—No necesito éste —dijo devolviendo el anticonceptivo— ya lo he estado
tomando—.
La expresión de Severus apenas se onduló cuando se lo devolvía y lo guardó
en un bolsillo.
—¿Qué pasó? —Severus preguntó, después de que ella bebió el Draught of Peace.
Su tono era suavemente asesino. Hermione evitó su mirada penetrante y
destapó la posición analgésica.
—No sé por qué estás molesto, ¿no esperabas que esto eventualmente sucediera
desde el principio? —
Severus guardó silencio un instante.
—Estuve de guardia la noche que fuiste por primera vez, y todos los martes por
la mañana hasta mi turno en los laboratorios—.
—Oh, no lo sabía —miró alrededor de la habitación, preguntándose por qué
nadie se lo había dicho. Por otra parte, aparentemente no le habían dicho
nada. Una herramienta útil. Había pensado que Severus, al menos, la
consideraba más que eso. Apretó los labios. En la encimera había un pequeño
barril de Dragon Claw Ooze; se acercó y lo miró. Era Vipertooth peruano:
costoso, bueno para pociones reconstituyentes, fortalecedoras y daba un toque

323
adicional a la pimienta cuando se trataba de la gripe del gato negro. Quitó el
corcho y lo olío.
—¿Hermione qué pasó? —
Se detuvo y volvió a colocar el corcho en su lugar. Severus, casi nunca la
llamaba por su nombre. Lo miró con frialdad, pero su mandíbula temblaba
incontrolablemente.
—Te dije que me deseaba. Hoy cedio —apartó los ojos— Fue simplemente…
abrupto. Él no sabía que yo… no lo había… hecho antes. Temía que si lo sabía,
se detendría. La última vez, cuando me besó y… dudé. Él-él no volvió durante
más de un mes. Así que no pude dejarlo pasar. Temía que nunca volvería si
lo hacía—.
Severus no dijo nada. Hermione presionó su mano contra la clavícula.
—Estaba tan molesto después, que pensé que en realidad podría desmayarse.
Entonces, todo salió de él. Creo que nunca se lo había contado a nadie.
Comenzó a llorar cuando me habló de Narcissa. Ha estado esperando que lo
vendiéramos. Por eso siguió subiendo de rango. Pensó que cuanto más
importante fuera, mayor sería el golpe para Tom cuando muriera—.
Hubo un silencio interrumpido únicamente por el leve burbujeo de los
calderos. Hermione no sabía dónde mirar. No sabía qué hacer. Podía sentir a
Severus mirándola, con ojos escépticos. Comprometida. Poco fiable. Se
mordió el labio y se alejó. Al cabo de un minuto, Severus emitió un leve
suspiro. Hermione le devolvió la mirada, con el corazón acelerado.
—Si tiene tendencias suicidas ¿porque se ofrece a hacer un Voto
Inquebrantable? —
La expresión de Severus era ilegible. La boca de Hermione se crispó y retorció
el borde de su blusa entre las manos.
—Bueno, ahora que no puede negarse a sí mismo la obsesión, no creo que sepa
cómo dejarla ir. Ahora que ha cedido. No creo que tenga ningún tipo de
moderación en lo posesivo que es, incluso antes de recibir las runas. Puede
que yo no haya hecho un Voto Inquebrantable, pero me juré a él. Me
considera suya. Creo que eso fue lo que cambió las cosas—.
Hermione miró hacia otro lado, retorciendo los dedos entre las manos.
—¿Se… se le dirías a Moody? No pienso que crea nada de lo que digo ahora.
Pero… hice lo que me dijeron. Entonces, no deberían… no pueden… no
obliguen a… —sus manos empezaron a temblar de nuevo.

324
—Hablaré con Moody —dijo Severus— Hiciste suficiente. No esperaba que
tu…— su voz se apagó por un momento— Si aceptó hacer el Voto
Inquebrantable, eso es más que suficiente—.
Hermione asintió repentinamente, mirando ciegamente alrededor de la
habitación.
—Bien. Bien. Me iré entonces—.
—Espera —dijo Severus con firmeza.
Hermione se puso de pie, sintiéndose incómoda y fuera de lugar. y él la miró
fijamente y parecía a punto de decir algo. Alargó la mano hacia ella, pero se
detuvo cuando estuvo a unos centimetros de su hombro. Cerró la mano en
un puño y la retiró, sin dejar de mirarla.
—¿Estas..? —parpadeó y comenzó de nuevo— ¿Querías..? —
Severus parecía quedarse sin palabras por primera vez en su vida, su boca se
crispó repetidamente.
—¿Deseas… deseas… —se interrumpió por un momento— ¿quieres hablar acerca
de ello?—
Hermione lo miró fijamente, horrorizada.
—No—.
Pareció visiblemente aliviado, asintió brevemente, y echó un vistazo a la
cocina.
—No estás herida, ¿verdad? Me necesitas para…—.
—No fue violento —dijo bruscamente, interrumpiendo la pregunta de Severus.
Se cruzó de brazos y sacudió la cabeza. Su voz estaba muy tensa, como si su
garganta no pudiera relajarse.
—Fue simplemente… abrupto—.
Severus bajó la mirada y enderezó los puños de su túnica durante varios
segundos. Luego se giró bruscamente y se acercó a los calderos, sacudiendo la
varita por encima de varios y luego batiendo su contenido con las varillas
agitadoras, se inclinó para mirarlos. Agitó la varita, convocó un juego de viales
de un armario y vertió las pociones en los frascos, tapándolos todos con
práctica facilidad. Severus se volvió hacia ella y su expresión parpadeó,
revelando un dolor que Hermione sólo había vislumbrado pocas veces.
Caminó hacia Hermione y se detuvo a menos de un metro delante de ella.
Hubo una pausa, él miró hacia abajo y barajeó los viales en sus manos.
—Estos deberían aliviar cualquier malestar residual de la… ruptura—.

325
Hermione sintió que su rostro se encendía y miró las pociones que tenía en
las manos. Las reconoció. Analgésicos muy costosos.
—No es tan malo —dijo evitando sus ojos —Además, puedo hacer mis propias
pociones Severus—.
Su expresión se volvió fría— Se te permite que otras personas cuiden de ti. Te
conozco lo suficientemente bien como para saber que no harás estas pociones
por ti misma, porque muchos de los ingredientes son importados. Tómalas, a
menos que prefieras que le envíe un mensaje a Minerva sobre lo que hiciste
hoy—.
Ante la amenaza, Hermione y le arrebató los frascos de las manos y los metió
en su bolso. Levantó la vista y encontró a Severus todavía mirándola fijamente.
Su expresión era ilegible.
—¿Qué sucede? —ella preguntó.
—¿Estás bien? —la voz de él era suave.
Hermione se quedó mirándolo. No, no lo estaba. No lo había estado, no sabía
cuándo había estado bien por última vez. Ya no sabía cómo estar bien. La
expresión de Severus era de visible preocupación, e hizo que Hermione se
estremeciera y erizara por dentro. Tenía padres, padres que estaban vivos y
felices, aunque nunca recordarán haber tenido una hija, tenía padres, no
necesitaba unos nuevos. No necesitaba a más personas que la “cuidaran”
diciéndole que estaba tomando decisiones equivocadas. Ya tenía Minerva, a
Harry y a la mayoría de la familia Weasley haciendo eso.
—Estoy bien —dijo con rigidez —No estaba tratando de que pareciera que hacía
hecho algo monumental. Sólo necesitaba un baño para poder arreglar mi
cabello—.
Él suspiro.
—Tú… —vaciló y guardó silencio.
—¿Qué? —preguntó ella, con la garganta contraída por el terror cuando él se
quedó callado y se limitó a mirarla con una expresión de conflicto en los ojos.
¿No fue suficiente? Quizás un Voto Inquebrantable aún no era suficiente.
¿Había algo más que pudiera hacer? Trago saliva repetidamente y trató de
pensar, enroscando con fuerza la correa de su bolso alrededor de los dedos.
Quizás…
—Tú eres sin duda alguna el activo más excepcional que posee la Orden. Lo
siento por eso—.

326
Las manos de Hermione se quedaron quietas y lo miró fijamente por un
momento. Luego se atragantó y rompió a llorar. Se quedó de pie mirándola
llorar durante varios minutos antes de posar una mano vacilante en su
hombro.

La semana siguiente Moody acompañó a Hermione a Whitecroft.


Permanecieron juntos en silencio, bajo la lluvia, hasta que la puerta se abrió y
la choza comenzó a aparecer lentamente a la vista. Draco estaba enmarcado en
la puerta mirándola detenidamente. Hermione caminó hacia él, con el paso
desigual de Moody detrás de ella, cuando llegó a los escalones, se detuvo y
levantó la vista hacia Draco. No la miró a los ojos mientras retrocedía para
darles espacio para entrar. Se veía demacrado, cansado, pero podía sentir su
mirada clavada en ella.
Si Moody tuvo alguna reacción a la choza no fue visible en su expresión. Echó
un vistazo a las paredes y luego estudió el suelo durante un tiempo
extrañamente largo. Hermione miró hacia abajo; mientras sus ojos recorrían
la habitación, notó con horror que había manchas de sangre en una de las
tablas del suelo. No estaba segura, pero pensó que era aproximadamente
donde había estado en el piso cuando ella y Draco tuvieron relaciones
sexuales. Levantó la vista bruscamente. Draco también estaba mirando al
suelo y parecía haberlo notado también, palideció notablemente y su
expresión se ensombreció al mirar a Moody, que seguía estudiando el suelo
en silencio. Hermione se sentía a punto de morir de la vergüenza, mientras
que Draco parecía a punto de estallar de rabia en el momento en que Moody
levantó la vista del suelo y miró fijamente a Draco.
El aire estaba tenso. Mortal. Como un bosque en absoluto silencio. Definido
por lo ausente. El aire entre Draco y Moody era mortalmente frío. El corazón
de Hermione latía con fuerza mientras se interponía entre ellos. Ninguno de
los dos había desenvainado sus varitas, pero Hermione sintió como si un
sonido inesperado pudiera hacer que las sacaran y se lanzara la Maldición
Asesina el uno al otro.
—¿Harás un Voto? —Moody preguntó después de varios momentos de silencio.
—¿No es por eso que estás aquí? —dijo Draco burlándose.
Moody asintió bruscamente y luego, con deliberada lentitud, sacó la varita. La
expresión de Draco se tensó aún más, pero ni siquiera se movió.
—Tomen la mano derecha del otro —les ordenó Moody con voz grave.
327
Hermione levantó la suya y Draco extendió la mano y la tomó, sus ojos
plateados brillaban mientras sus dedos se envolvían alrededor de los de ella.
—Arrodíllense —dijo Moody después de un momento.
Hermione cayó de rodillas y Draco hizo lo mismo frente a ella. Moody bajó la
varita y apoyó la punta en las manos unidas. Hermione miró fijamente a
Draco y su mano tembló en la de él.
—¿Ayudarás, Draco Malfoy, a la Orden del Fénix, a derrotar a Lord Voldemort
lo mejor que puedas?—.
Sus ojos se encontraron con los de ella.
—Lo juro—.
Al oír sus palabras, una fina lengua de fuego rojo salió de la varita de Moody
y se abrió camino alrededor de sus manos. Estaba lo bastante caliente como
para quemar, pero ninguno de los dos se inmutó.
—Y después de su derrota, ¿prometes nunca reclamar su poder o convertirte
en un Señor Oscuro? —
Draco no dudó.
—Lo juro—.
Una segunda llama se enroscó alrededor de sus manos. Hermione le agarró la
mano por un momento más y luego la soltó. Los hilos de fuego se tensaron
alrededor de sus manos durante un momento y luego se hundieron en su piel.
Cuando Hermione apartó la mano, casi sintió como si hubiera hilos que los
unieran, que se rompieron cuando sus manos se separaron. Hubo una pausa,
luego Draco se puso de pie y volvió a mirar fijamente a Moody.
—Puedes irte, Granger. Creo que Moody y yo tenemos cosas que discutir—dijo
Draco sin mirarla.
Hermione vaciló.
—Vete Granger —dijo Moody— Puedes regresar a la casa segura—.
Hermione se dio la vuelta de mala gana y se fue. Draco no la miró cuando
cerró la puerta, estaba mirando a Moody.

Moody regresó a Grimmauld Place una hora más tarde. Hermione lo estaba
esperando en las escaleras. No esperaba que él le contara lo que Draco y él
habían hablado en su ausencia, pero esperaba que al menos le diera alguna
indicación. La miró fijamente un momento después de cerrar la puerta.
—Buen trabajo, Granger—.
Luego se adentró en la casa sin decir una palabra más.
328
329
Flashback 25
Febrero 2003

Grimmauld Place estaba callado y sombrío.


Una de las mayores casas de hospicio se había visto afectada. Era hogar de
varias figuras significantes de la Resistencia, miembros del ED y de la Orden.
Aún no estaban seguros de lo que había pasado. Un patronus de Alicia
Spinnet había irrumpido en Grimmauld Place a mitad de la noche. Para el
momento en el que la Orden pudo movilizar una respuesta, lo que fuera que
había pasado ya habían terminado en su mayor parte. Ni siquiera había sido
un ataque de Mortífagos. Fueron mayormente arpías y hombres lobo. La casa
había sido invadida por ellos. De acuerdo a Ginny, estaba literalmente plagada
de arpías, más de cien. A muchos de los supervivientes que trajeron al hospital
les faltaban demasiados órganos internos para poder curarse.
Alicia Spinner, Dedalus Diggle, Septima Vector y alrededor de treinta
personas más habían muerto. Había destrozado abruptamente el elevado
ánimo que habían estado manteniendo a flote a la Resistencia. En el proceso
de tratar de recuperar sobrevivientes, Kingsley y varios miembros más de la
Orden y la Resistencia usaron Magia Oscura para entrar por la fuerza en la
casa. El resultado había sido una discusión explosiva entre Harry y Kingsley.
Toda la casa estaba en estado ansioso.

La semana siguiente, cuando Hermione regresó a la choza sola, entró insegura


sobre lo que podría pasar a continuación. La habitación estaba vacía. Se quedó
de pie esperando nerviosamente. Draco apareció un minuto después. Se
quedaron mirándose mutuamente durante varios minutos. Él la recorría con
la mirada, catalogando su aspecto de un modo que a esas alturas ya era
habitual. Ella no sabía qué decir. No sabía lo que iba a pasar.

330
—Traje cuchillos de práctica el día de hoy—dijo Draco como si las dos últimas
semanas no hubieran sucedido.
—Oh—.
Los sacó de su túnica, uno de los cuchillos era pequeño, del mismo tamaño
que los del par que le había dado en Navidad. El segundo era más largo.
Presionó la cuchilla contra su mano demostrativamente.
—Tienen escudos protectores en la punta y en la cuchilla, no pueden cortar la
piel. Aunque pueden dejar moretones —le aventó el cuchillo más pequeño.
—Los cuchillos se están volviendo cada vez más comunes en el campo. Las
arpías los llevan con frecuencia. Los Mortífagos están comenzando a seguir
esa tendencia. Son un buen apoyo si pierdes tu varita—.
Hermione examinó el cuchillo, pasando el dedo por el borde que parecía
afilado como una navaja, pero que se sentía más como el mango de un
cubierto.
—Es difícil ganar en una pelea de cuchillos. Incluso si la sobrevives—.
—Estoy consciente —Hermione dijo rígidamente.
Había tratado heridas de cuchillo con una creciente regularidad durante el
último año. En cuanto a las heridas no mágicas, los cuchillos eran las peores.
Órganos internos mutilados, pérdida de sangre severa, pulmones perforados,
hemorragias. Como los maleficios cortantes severos, pero siempre más
rasgadas y difíciles de cerrar.
—Imagino que lo estás—.
No la había mirado a los ojos. Ni una sola vez. Desde el momento en que hizo
el Voto, sus ojos se habían apartado de los de ella.
—Comenzaremos desviando ataques. Luego te enseñaré cómo atacar con los
tuyos. Usa maldiciones no verbales para tratar de detenerme. Tu objetivo es
derribarme antes de que haga contacto, o esquivarme si me pongo a corta
distancia —caminó hacia ella.
—Para poder evitar un ataque de cuchillos, debes usar el peso y impulso de tu
oponente en su contra. Si está atacando, esquiva y trata de desarmarlo—.
Hizo una demostración de varias técnicas a cámara lenta; mostrándole a
Hermione cómo tomar su muñeca, guiarla de forma segura lejos de su cuerpo
y después tratar de torcer el cuchillo para liberarlo.
—¿Dónde aprendiste todo esto? —preguntó ella después de que le demostrara
un décimo método sobre cómo desarmar a alguien que implicaba romperle el
brazo.
331
Las manos de él permanecieron inmóviles.
—Bellatrix. Entrené con ella durante más de cuatro años. Le tenía cariño a los
cuchillos—.
—¿Sabía sobre tu madre? —
Se alejó de ella y su expresión era tensa.
—Lo sabía. Siempre fue leal al Señor Tenebroso, pero le importaba su hermana
lo suficiente como para querer verme tener éxito, en vez de fracasar, como se
esperaba—.
—¿T-tu padre lo sabía? —no pudo evitar hacer la pregunta.
Draco tragó saliva.
—No —desvió la mirada— Mi padre… él-él era demasiado protector con mi
madre. Si lo hubiera sabido…—
Draco se quedó callado por un momento.
—La Oclumancia no es un talento que él tenga. No en el nivel en el que lo
hubiera necesitado. Se habría vuelto vengativo y nos habría condenado a
todos —los músculos de su mandíbula se ondularon.
—Mi madre insistió en que le ocultáramos su condición. Había una poción
recetada por un sanador mental danés; enmascaraba la mayoría de sus
síntomas. Prevenía que tuviera ataques de pánico cuando se le requería hacer
apariciones. La tomaba cuando mi padre la visitaba. El Señor Tenebroso
mantenía a mi padre mayormente en Francia y Bélgica después de su
liberación. Él supuso que era fría y distante porque lo culpaba de que yo
hubiera tomado la Marca Tenebrosa—.
—¿Después de la Mansión Lestrange? —
—Bueno, supongo que pude haberle dicho en ese entonces —la comisura de
sus labios se torció— Pero pensé que podría hacer más para vengarla si tenía
más tiempo. No me di cuenta de cómo se tomaría la noticia —él sonrió de
forma amarga mientras se miraba las manos— Estoy seguro de que la Orden
desearía que lo hubiera hecho—.
Hermione parpadeó mientras intentaba imaginar en qué estado se encontraría
la Orden con Arthur, Molly y George todavía luchando; pero sin Draco, sin
rescates, sin inteligencia sobre qué batallas podrían ganar, sin advertencias
antes de ser atacados. Giró el cuchillo entre las manos.
—Los Weasley son mi familia, pero probablemente ya hubiéramos perdido
para este momento… tú no eras crucial en el ejército en ese entonces. Tu

332
muerte y la de tu padre no habrían sido suficientes para afectar el resultado
de la guerra. Probablemente todos ellos estarían muertos—.
Él resopló ligeramente y continuó evitando sus ojos.
—Draco... —ella dijo tentativamente, comenzando a acercarse a él. Él se apartó
inmediatamente.
—Deberíamos continuar con el entrenamiento —dijo con una fría voz— Dado
que ahora has visto de primera mano la devastación causada por las arpías—.
Hermione tragó saliva.
—Aún no sabemos cómo entraron. No tenemos ni una idea. ¿Sabes algo al
respecto? —
—Las arpías no están en mi jurisdicción. No me enteré hasta después, o
hubiera tratado de dar alguna advertencia —vaciló— Es posible que alguien en
Sussex esté tratando de encontrar una manera de eludir el Encantamiento
Fidelio usando Magia de Criaturas Oscuras. Si sospechaban la ubicación de
alguna casa segura, puede haber sido un experimento desafortunadamente
exitoso. Hay cientos de programas en Sussex; las ramas no colaboran seguido.
No tengo contactos en todas ellas. Deberían volver a escudar sus casas seguras
y mover las que puedan—.
—Eso estamos haciendo—.
—Bien —dijo él mientras giraba el cuchillo en su mano— Continuemos con el
entrenamiento—.
La hizo practicar las formas y técnicas una y otra vez.
—Muy bien, vamos a ver cómo te las arreglas con un ataque real —él dijo
después de una hora de práctica lenta.
Se alejó de ella, hizo girar el cuchillo en su mano derecha de la misma manera
que hacía girar su varita mientras cruzaba la habitación y se colocaba en
posición. Su expresión era fría e intensa mientras la miraba fijamente. Luego,
sin previo aviso, se abalanzó sobre ella. Hermione lo esquivó y lanzó maleficios
leves mientras esquivaba su ataque inicial. Era rápido e implacable. Él giró a
su alrededor y acercó el cuchillo hacia su garganta antes de que ella pudiera
darse cuenta de que tenía que dejar de lanzarle maleficios y tratar de
esquivarlo. Ambos se congelaron. Sus ojos se encontraron por un momento,
y fue como si el tiempo se hubiera detenido. Su rostro estaba a sólo unos
centímetros del suyo, y Hermione se olvidó de respirar. Su expresión se
endureció y se apartó bruscamente de ella.

333
—De nuevo. La sincronización lo es todo. Sigues siendo demasiado renuente
a moverte —su tono era casi cruel.
Atravesó la habitación y la atacó nuevamente. Después de una hora, se detuvo.
—Muy bien. Es suficiente por hoy —dijo, caminando para alejarse de ella.
Metió la mano en la túnica y sacó un pergamino.
Hermione se mordió el labio, caminó hacia su bolso y sacó un sobre. Lo tomó
nerviosamente entre sus manos mientras volteaba a verlo.
—Moody dijo que te diera esto —dijo, mirando hacia el piso.
Parecía haber sido cuidadosamente limpiado de cualquier rastro. Levantó la
vista justo a tiempo para ver su expresión parpadear.
—Por supuesto, mis órdenes de la semana —su boca se torció brevemente
mientras se lo arrebataba de las manos.
Aceptó el pergamino en su mano y se permaneció de pie vacilante.
—Draco…—
—Ya vete a casa, Granger. Tengo trabajo que hacer —su tono era frío.
Se apartó de ella y abrió el sobre. Hermione se quedó ahí por otro minuto,
estudiando su espalda. No le devolvió la mirada, desapareció sin hacer ruido.

A la semana siguiente, seguía sin mirarla a los ojos. Apenas le dirigía la


palabra. La entrenaba exactamente dos horas a la semana, le entregaba sus
reportes de inteligencia, recibía las órdenes de Moody y se iba. Pero estaba
vivo; podía verlo y saber que estaba con vida. Sin embargo, estar con vida no
parecía ser algo que le importara. Sólo se veía cansado. La furia a su alrededor
se sentía sofocada. Parecía estar existiendo por mera obligación. Después de
tres semanas, lo tomó por la muñeca mientras él aceptaba el sobre que tenía
en la mano.
—Draco, por favor… mírame —le dijo, con voz suplicante.
Él apartó la mano bruscamente y la miró. Tenía el rostro y los ojos fríos.
—¿Todo esto no es suficiente para ti, Granger? ¿Hay algo más que quieras? —
—No. Sólo… lo siento—.
Él se burló.
—Quizás algún día, cuando tenga el tiempo pueda hacerte una lista sobre todas
las cosas que las disculpas no arreglan—.
Hermione dejó caer la mano.
—Draco, yo…—

334
Él se había ido. Regresó a Grimmauld Place. Sentía el pecho vació. Todo se
sentía vacío. Quería deshacerse de sus libros, sus diarios, de todo lo
relacionado con Draco. Le parecía vengativo y cruel tener una libreta con
viñetas ordenadas:
~ Manos sensibles - tratamiento para cruciatus, es contexto útil para el contacto
físico.
~ Hombros y cuello.
~ Cicatrices, demasiado sensibles.
~ Mandíbula inferior cerca de las orejas.
~ Pómulos.
Al igual que notas para ella misma.
~ Interés en cabello definitivo.
~ Aflojar trenzas después de buscar ingredientes, soltar algunos rizos.
~ Muñecas de fácil contacto, encuentra contexto para levantar mangas.
~ Le gusta el cuello/garganta. ¿Rasgo posesivo?
~ Utiliza blusas de botones parcialmente desabrochadas, o de cuellos en v. Tomar
prestada la blusa azul de Ginny.

Todos los libros de psicología. Los libros sobre trauma emocional. O


transtornos de apego. Sobre lenguaje corporal y señales físicas involuntarias.
Quería quemarlo todo. Subió a la habitación que compartía con Ginny. Harry
estaba actualmente en una misión en Escocia. La Orden estaba tratando de
encontrar una manera de entrar a Hogwarts. Era el único lugar donde estaban
casi seguros que podrían encontrar un horrocrux, pero el castillo era
impenetrable. Los Mortífagos fueron minuciosos cuando la prisión se
estableció. Hogsmeade había sido casi arrasado en los primeros años de la
guerra. No existía el túnel de la Casa de los Gritos ni el túnel a través de la
joroba en Gunhilda de Gorsemoor. La Orden seguía intentando encontrar
una forma de pasar los escudos sin éxito.
Era la tercera misión de Harry allí. Harry, Ron, Terry Boot y Zacharias Smith
habían sido enviados. Harry no le había hablado a Hermione desde Navidad.
Lanzó los hechizos para desbloquear la puerta de su habitación y la empujó.
Mientras entraba, escuchó un rápido jadeo.

335
Ginny estaba acurrucada junto a su cama sollozando silenciosamente. Se giró
bruscamente cuando Hermione entró en la habitación. La expresión de Ginny
mientras volteaba y miraba a Hermione era de angustia, su pecho temblaba
fuertemente mientras jadeaba rápidamente a través de la boca abierta. Incluso
su cabello rojo estaba mojado por las lágrimas.
—Ginny —dijo Hermione— Ginny, ¿qué te sucede? ¿Qué pasó? —
—No lo sé —Ginny forzó las palabras y luego comenzó a llorar más fuerte.
Hermione se arrodilló junto a su amiga y la abrazó.
—Oh, Dios, Hermione —jadeó Ginny— No sé cómo...—
Ginny se interrumpió mientras luchaba por respirar. De lo más profundo de
su garganta surgieron sonidos de hipos ahogados mientras luchaba contra los
espasmos de sus pulmones.
—Esta bien. Respira. Necesitas respirar. Luego dime qué pasa y te ayudaré —
prometió Hermione mientras pasaba sus manos arriba y abajo por los
hombros de Ginny— Sólo inhala. A la cuenta de cuatro. Aguanta. Y luego
exhala por la nariz a la cuenta de seis. Comezaremos por eso. Respiraré
contigo. ¿Está bien? Vamos, respira conmigo. Te tengo—.
Ginny sólo lloraba más fuerte.
—Está bien —Hermione seguía diciendo mientras comenzaba a tomar
profundas respiraciones demostrativas para que Ginny la siguiera. Sostuvo a
Ginny con fuerza entre sus brazos para que pudiera sentir el pecho de
Hermione expandiéndose y contrayéndose lentamente como una señal
subconsciente. Ginny siguió llorando durante varios minutos más antes de
que sus sollozos disminuyeran y su respiración lentamente comenzara a
reflejar la de Hermione.
—¿Quieres decirme qué te pasa o prefieres que vaya a buscar a alguien más? —
preguntó Hermione cuando estuvo segura de que Ginny no iba a seguir
hiperventilando.
—No… no puedes…—dijo Ginny de inmediato tomando la blusa de Hermione
fuertemente para detenerla— ¡Oh Dios! Yo no…—Ginny comenzó a sollozar
en el hombro de Hermione nuevamente.
—No era mi intención… —Ginny sollozó— no quería. No sé qué hacer—.
—Ginny, ¿qué pasa? —Hermione se estaba enfriando de miedo.
¿Qué podría haber pasado para hacer llorar tanto a Ginny? Ginny se quedó
callada durante varios segundos. Después inhaló profundamente y contuvo la
respiración un momento.
336
—Estoy embarazada—.
Ginny rompió a llorar nuevamente. Hermione se alejó y miró horrorizada a
Ginny. Sintió como si le hubieran dado un violento puñetazo en el pecho.
—¿Cómo? ¿L-la poción anticonceptiva no funcionó? —Hermione se sentía al
borde de su propio ataque de pánico.
Oh dios. Si la poción anticonceptiva había fallado… Si Hermione estaba
embarazada… tendría que abortar. No podía estar embarazada durante una
guerra. No valía la pena el riesgo. Un embarazo causaría que su magia se
desestabilizara. Regularmente usaba ciertos hechizos para contrarestar
maldiciones que estaban en los tonos más oscuros de gris. Era acumulativo, y
la exposición podría resultar en anormalidades fetales. Si estuviera
embarazada, ya lo habría hecho. Ahora que Padma la había reemplazado en
su mayor parte, desarrollar contrahechizos era una de las cosas más vitales que
Hermione hacía en el hospital.
Si Draco se enteraba de que lo había seducido cuando era fértil,
probablemente creería que lo había hecho a propósito. Él…él… la odiaría para
siempre. Incluso más de lo que ya lo hacía. Las puntas de los dedos de
Hermione comenzaron a hormiguear como si tuvieran agujas pinchándolas.
Ginny frunció el ceño. Se quedó mirando la expresión congelada de
Hermione mientras se secaba las lágrimas con el dorso de las manos.
—No… no la use, sólo lo estaba tomando cuando Harry estaba aquí. Por el
sabor, ya sabes. Pero el mes pasado, cuando estaba en Irlanda y él y Ron
aparecieron en la casa segura, no tenía la poción conmigo. Pensé que, sólo
había sido una vez, el encantamiento debería bastar—.
Ginny lloriqueó y enterró la cara entre las manos. Hermione casi colapsó de
alivio. No había nada malo con sus pociones anticonceptivas. Hermione
desechó esa idea y cerró de golpe sus paredes de oclumancia, obligándose a
concentrarse en Ginny. Abrazó a Ginny de una manera tranquilizadora y le
dio un beso en el pelo.
—Está bien. Sólo me tomará unos días conseguir los ingredientes para hacer
un abortivo—.
—No puedo —Ginny dijo de forma ahogada y comenzó a llorar nuevamente.
Las manos de Hermione sobre los hombros de Ginny se tensaron mientras la
observaba detenidamente. Respiró rápidamente.
—Quieres quedártelo—.
Ginny asintió, sollozando levemente.
337
—Tengo que… sobre lo único que habla Harry es tener una familia. Cómo
después de la guerra vamos a tener hijos. Niños llamados James, Sirius o
Colin, o niñas llamadas Lily y Luna. Eso… eso es… todo lo que sueña. Si tengo
un aborto… rompería su corazón. Diría que está bien, pero estaría devastado.
Para él significaría que no creí que él ganaría. Y no puedo mantener algo así
en secreto toda mi vida. Sabiendo que se le rompería el corazón si lo supiera
y fingiendo—.
Hermione asintió levemente y alejó la mirada.
—De acuerdo —tragó saliva— Probablemente puedas quedarte aquí hasta que
Harry regrese de su misión actual. Y después podemos moverte a alguna de
las casas seguras de hospicio. Vas a querer estar con tu mamá, ¿no es así? —
Ginny negó con la cabeza fuertemente, removiendo las lágrimas de su rostro.
—No. Necesito ocultarlo. Nadie puede saber. Ni mamá, ni Harry, nadie—.
Hermione miró fijamente a Ginny, desconcertada. Ginny bajó la mirada y su
pecho se estremeció.
—Harry… a Harry no le está yendo muy bien ahora. Todo el mundo se ha
emocionado tanto de que nos acercamos al final, que estamos en el juicio
final. Y está feliz… cree que podría ser real pero… también lo está destrozando.
Todo depende de él, pero…. no sabe cómo ganar. Cómo se supone que debe
de funcionar. Tiene miedo de que si alguien se da cuenta de ello, la Resistencia
completa podría colapsar. Ha comenzado a tener pesadillas de nuevo. Incluso
conmigo. Creo que ni siquiera sabe cómo funcionar sin Ron. Nosotros somos
todo lo que lo está manteniendo a flote. Si se entera que estoy embarazada…
temo que el estrés termine por quebrarlo por completo. No es como que
necesite más motivación para terminar todo esto. Creer que tiene a un niño
dependiendo de él… probablemente lo empeoraría todo—.
Hermione tragó saliva con dificultad, tratando de sopesar si tendría algún
valor intentar disuadir a Ginny. Estudió el rostro de Ginny. La obstinada línea
fija de su boca y mandíbula y el fuego decidido en sus ojos. Hermione dejó
escapar un suspiro bajo y cansado.
—¿Qué quieres hacer? —
—No lo sé. Tal vez podría pretender que me enfermé con algo y esconderme
en una de las casas de hospicio—.
Hermione arqueó sus cejas dudosamente, pero después de un momento ladeó
la cabeza pensativamente.

338
—Creo que podría hacer eso. Pero… Ginny, vas a tener que estar aislada.
Podrían ser meses. ¿Qué pasa si tienes al bebé y la guerra sigue? ¿También se
lo vas a ocultar a Harry en ese entonces? —
Ginny negó con la cabeza.
—No. Si la guerra dura demasiado, le diré todo. Pero si estoy embarazada,
Harry sólo se preocupará. Estar embarazada no es lo mismo que tener un bebé
de verdad. Si me haces parecer enferma con algo contagioso pero curable, se
enfadaría pero estará bien. Él confía en ti. Si le dices que tardaré unos meses
en curarme pero que estaré bien, te creerá. Sabe que no le mientes, incluso
cuando quiere que lo hagas—.
Hermione bajó los ojos y retorció el dobladillo de su blusa con los dedos.
Ginny la tomó de la mano.
—Me ayudarás, Hermione. Me ayudarás a proteger a Harry, ¿no es así? —
Hermione asintió lentamente. Su cuerpo entero se sentía de plomo.
—Te ayudaré. Voy a necesitar algunos días para averiguar cómo hacerlo—.
—Gracias, Hermione —a Ginny se le acumularon las lágrimas nuevamente.
—Dios, fui tan cuidadosa. Nunca quise que pasara esto—.
Hermione la abrazó rígidamente y dejó que Ginny llorara en su hombro
durante varios minutos más. Frotó distraídamente círculos en la espalda de
Ginny mientras hacía una lista mental.
—Ya se nos ocurrirá algo. Sé que no intentabas quedarte embarazada—.
Ginny asintió contra el cuello de Hermione.
—Gracias. Lo digo en serio, Hermione. Eres la única persona a la que puedo
confiarle esto —se sentó y frotó su rostro— Dios, estas hormonas y todo apesta.
Ni siquiera sé cuándo lloré así. Creo que sólo voy a tener que esconderme
aquí. Pasé por la cocina antes y casi vomité en el pasillo—.
Hermione asintió mientras catalogaba mentalmente las enfermedades de larga
duración.
—Está bien. Necesito investigar —se puso de pie— Sólo quédate aquí. Hazme
saber si necesitas algo—.
Hermione salió de la habitación, y caminó por el pasillo hasta llegar al baño.
Cerró la puerta cuidadosamente detrás de sí y , mirándose el estómago, lanzó
un encantamiento de detección de embarazo. Las manos le temblaban
ligeramente. Negativo. Cerró los ojos y se desplomó aliviada contra la puerta.
Se quedó ahí durante otro minuto hasta que sus manos dejaron de temblar, y
luego salió corriendo del baño hacia la biblioteca.
339
Hermione pasó casi dos días seguidos preparando pociones experimentales y
practicando hechizos de glamour, tratando de asegurarse de que cada detalle
fuera perfecto. Recolectó un puñado de pociones y fue hacia el baño. Se tomó
un pequeño frasco y vió cómo la poción hacía efecto. Tardó algunos minutos.
Después una sensación parecida a una leve forma de multijugos cosquilleo a
través de su piel y vio cómo se transformaba. La piel se le llenó de pústulas
moradas de aspecto doloroso por todo el cuerpo. Hizo una mueca y se
examinó a sí misma desde todos los ángulos. Era una transformación
horriblemente convincente. Presionó y pinchó varias de las pústulas y no
sintió nada. El glamour suspendido era indoloro. Bebió el antídoto y sintió a
su piel cosquillear nuevamente mientras observaba a su piel aclararse.
Recolectó las pociones y se dirigió a su habitación. Ginny estaba sentada en
su cama, hojeando una revista. Hermione se sentó y Ginny levantó la mirada,
con los ojos muy abiertos y curiosos. Hermione jugueteó con la bolsa que
tenía en las manos.
—He desarrollado una poción que imita los síntomas externos de la
enfermedad de Spattergroit—.
El rostro de Ginny se torció.
—¿De verdad? ¿Tiene que ser eso? —
Hermione puso los ojos en blanco.
—Es la mejor opción que se me ocurre que cumpla todos tus requisitos. Es
contagiosa; es conocida por tomar hasta un año para recuperarse, así que
puedes permanecer escondida todo el tiempo que sea necesario. Se ve
convincente; si no te ves terriblemente enferma, la gente podría ser escéptica.
Especialmente desde que tus hermanos fueron quienes inventaron los
Surtidos Saltaclases. Nadie va a creer que estás fingiendo esto. Y posiblemente
lo más importante, no es letal. Harry no va a tener que preocuparse de que
puedas morir por esto. Ya que no es una transformación física completa, sólo
un encanto de glamour externo, fui capaz de hacer la poción con sangre de
dragón, lo que significa que cada dosis durará semanas. No tendrás que
dosificarte constantemente para mantenerla—.
Ginny asintió.
Hermione jugueteó con el cordel de su bolsa.
—Spattergroit es altamente contagiosa. Si alguien en la Resistencia la contrajera,
serían puestos inmediatamente en cuarentena para no poner en riesgo a toda

340
la Resistencia. Incluso aunque no sea letal. Voy… voy a tener que informarle
a Kingsley sobre la verdadera situación para poder ponerte en cuarentena—.
Ginny inmediatamente abrió la boca para objetar, pero Hermione levantó la
mano para silenciarla.
—Si no le decimos, no aprobará que me tengas como tu cuidadora. Te
prometo, si se lo explico, no se sentirá obligado a decirle a Harry. Pero necesita
saberlo para poder mantener la mentira. Y, de esa manera si alguien de tu
familia o Harry demanda verte, él tiene más poder de declinación que yo.
Moody también lo respaldará. Necesitamos a Kingsley—.
Ginny asintió de mala gana. Hermione sacó un libro con un capítulo marcado
el cual le entregó a Ginny.
—Los primeros síntomas de Spattergroit son picazón y garganta seca. Cualquier
persona con la que interactúes será puesta en cuarentena durante unos días.
Así que evita a Poppy y a Padma —la boca de Hermione se torció ligeramente.
—Si hay alguien que creas que necesite descansar algunos días, deberías verlos—
La comisura de los labios de Ginny se levantó ligeramente. Sus ojos se
empañaron. Hermione se puso de pie.
—Necesito ir a hablar con Kingsley. Voy a darte una dosis antes de que vayas
a dormir. Para que así “despiertes” con eso—.
La “enfermedad” de Ginny sumió a Grimmauld al caos. La habitación de
Hermione y Ginny fue colocada bajo una montaña de barreras protectoras de
cuarentena y contención. Sólo Hermione podía entrar a la habitación sin
activar una puñado de alarmas. Kingsley y Hermione coordinaban detalles en
la medida de lo posible. Una vez que el diagnóstico fue dado, Hermione y un
puñado de otros ocupantes de Grimmauld Place también fueron puestos en
una cuarentena preventiva de tres días en otra habitación.
Padma fue envíada en búsqueda de ingredientes y llevó a Parvati con ella. Las
niñas cayeron en una trampa de arpías. Lucharon por salir, pero Parvati acabó
con laceraciones en la espalda y Padma con el pie derecho casi totalmente
arrancado a mordidas. Hermione consultó con Poppy a través de los escudos
de cuarenta, pero no había nada que se pudiera hacer para restaurar el pie de
Padma.
Una vez que todos los que estaban en cuarentena temporal fueron dados de
alta, Kingsley puso a Hermione a cargo de vigilar el estado de Ginny. Visitaba
a Ginny cada cuatro días. El resto del tiempo, Ginny tenía que mantenerse en
aislamiento. Nadie podía entrar a su habitación. Dobby se hizo responsable
341
de cuidar de Ginny día a día y de llevarle la comida. Cuando Molly Weasley
se recuperó de su indignación hacia Kingsley por no permitirle ver a su hija,
se mostró efusiva en su agradecimiento a Hermione por lo meticulosamente
que Hermione había planificado los cuidados de Ginny. Investigar sobre
obstetricia a escondidas se incluyó en la interminable lista de cosas que
Hermione hacía en secreto cuando no estaba en la sala del hospital cubriendo
a Padma.
La Resistencia estaba demasiado ocupada para que la noticia de la enfermedad
de Ginny causara ondas por mucho tiempo. Una vez disipado el pánico inicial
de que la enfermedad pudiera propagarse, las cosas volvieron a una tenue
sensación de normalidad. Hermione sólo tuvo que temer las reacciones de
Ron y Harry cuando regresaran de Escocia. Su vida entera se sentía tensa sin
una sensación de alivio. Se sentía desgastada; estirada hasta que casi era
transparente.
Se preocupaba todos los días por Draco, pero verlo sólo era un diferente tipo
de agonía. Se veía demacrado y al límite. Apenas la miraba; apenas le hablaba.
La entrenaba. Le entregaba su información. Aceptaba las órdenes de Moody.
Se iba. Cuando ella trataba de hablar con él, sólo se volvía más frío. Después
de varias semanas más, él se detuvo y la miró nuevamente en vez de sólo irse.
—Dile a Moody que te alimente. Pareces un cadáver—.
Se desvaneció antes de que Hermione pudiera decir algo.
Cuando regresó a Grimmauld Place, Angelina levantó la vista de una partida
de Ajedrez Mágico con Katie, con expresión sobria.
—Harry, Ron y Terry han vuelto. La Orden está informando ahora. Nadie les
ha hablado de Ginny aún—.
Hermione asintió y se dirigió al comedor.
—El castillo tiene tantos escudos que incluso es difícil encontrarlos—Harry
estaba diciendo con una voz baja y desganada cuando Hermione abrió la
puerta. Estaba desplomado en la silla. Sus ojos tenían unas sombras tan
oscuras que parecían amoratados.
—Pasamos por las ruinas de Hogsmeade tratando de encontrar algunos de los
viejos túneles. Intentamos excavar el túnel de Honeydukes, pero colapsó. Así
que, tuvimos la idea de acercarnos por el Lago Negro. Pero cuando entramos,
los inferi comenzaron a salir y… ahí fue cuando Zacharias... —
—No fue culpa de Harry. El lago fue mi idea — interrumpió Ron en cuanto la
voz de Harry se apagó— Cuando intentó ir por Zacharias, yo lo detuve—.
342
Ron tenía una expresión levemente aturdida, como si estuviera en estado de
shock. Harry se negó a mirar a Ron.
—Fue la decisión correcta, Ron. Los inferi en el agua son casi imposibles de
combatir, ya que no se les puede prender fuego —dijo Remus, recargando una
mano sobre el hombro de Ron.
—Esa no es razón suficiente para dejar que Zacharias se ahogara —Harry dijo
con una voz amarga, su expresión estaba torcida con frustración. Sostenía una
pluma maltratada y constantemente arrancaba las púas de cada lado mientras
la retorcía una y otra vez entre los dedos.
—Podríamos haber hecho algo si Ron no hubiera desperdiciado el tiempo
reteniéndome y dejado que Terry entrara solo—.
—Mantenerte con vida es el trabajo de Ron, Harry —dijo Kingsley— Esas son
sus órdenes: si te pones agresivo al respecto, lo reasignaré y me encargaré
personalmente de tu protección. ¿Tiene objeciones a tu compañero, Harry? —
Harry fulminó a Kingsley con la mirada, aplastando la pluma en su mano.
—No—.
—Bien. ¿Algo más que reportar? —
Harry guardó silencio.
—Nos retiramos después de perder a Zacharias —Ron dijo con un tono
apagado, todo su cuerpo parecía flacido— Pasamos la mayor parte de la misión
inspeccionando y luego haciendo túneles—.
Kingsley asintió lentamente— Llegar a Hogwarts es vital para poner fin a esta
guerra. Tendrán algunos días para recuperarse, y entonces enviaremos a un
equipo más grande—.
—Quisiera ser voluntario para la siguiente misión —dijo Remus, inclinándose
hacia delante— No habrá luna llena. Estoy familiarizado con el Bosque
Prohibido; tengo algunas ideas que pueden valer la pena explorar—.
—Yo también —Tonks asintió.
—Muy bien. Harry, Ron, Remus, y Tonks de la Orden. Moody y yo revisaremos
las listas y elegiremos a otros dos equipos—.
Harry asintió y miró distraídamente hacia la puerta— Muy bien. ¿Algo más? —
—Si... —Kingsley dijo lentamente.
Hermione se encogió interiormente. Harry miro bruscamente a Kingsley.
—¿Qué pasa? —
—Mientras estaban fuera, Ginny Weasley contrajo la enfermedad de
Spattergroit…—
343
—¿Está bien? Necesito verla —Harry se levantó de un salto, son los ojos muy
abiertos y llenos de pánico.
—La han puesto en cuarentena —Kingsley dijo antes de que Harry pudiera salir
corriendo hacia la sala del hospital— Spattergroit no es letal, pero es altamente
contagiosa; un brote podría tener un efecto devastador en la Orden. No se le
permite tener visitas hasta que se mejore—.
Harry tragó saliva y tomó con fuerza el respaldo de su silla.
—Bien ¿Cuánto tiempo tarda? ¿Un par de semanas? —
La habitación se volteó para mirar a Hermione junto a la puerta. La expresión
de Harry se volvió cautelosa cuando la miró a los ojos.
—Spattergroit puede ser una enfermedad de larga duración. Normalmente toma
meses, pero puede durar hasta un año antes de que los elementos contagiosos
finalmente se desvanezcan. Es imposible decir cuánto tiempo estará en
cuarentena —dijo Hermione en voz baja.
—¿Meses? ¿Un año? —Harry parecía listo para caerse de espaldas— Tú… no
puedes aislarla por tanto tiempo. Eso es una tortura. Tiene que haber una
forma de que pueda visitarla. Algún tipo de pociones. O hechizos—.
—Granger, como nuestra profesional médica más calificada, es la única
autorizada a visitarla para monitorear su condición. Dobby le lleva sus
comidas, ya que los elfos domésticos son inmunes a las enfermedades y se sabe
que no las transmiten. Puede enviar cartas y mensajes con ellos. Son los únicos
permitidos en la habitación. Si intentas ponerte en contacto con Ginny,
potencialmente pondrás en peligro todo el esfuerzo de guerra. Harry, solo diré
esto una vez. Si intentas violar la cuarentena, la trasladarán a un lugar no
revelado hasta que se recupere. Si tienes preguntas, llévaselas a Granger.
Reunión terminada—.
Todos los demás salieron. Después de unos minutos, Hermione se quedó sola
con Harry.
—Ella-ella estará bien, ¿no es así? —Harry dijo una vez que la habitación estuvo
vacía— ¿Tiene dolor? —
—Con el tiempo se pondrá bien —dijo Hermione, moviendo nerviosamente
las manos detrás de la espalda— no tiene ningún dolor. Está tomando
pociones reconstituyentes y pasa mucho tiempo durmiendo. La recuperación
de Spattergroit depende en gran medida de una buena salud, estoy haciendo
todo lo posible para asegurarme de que esté cómoda y feliz—.

344
—De acuerdo —Harry asintió repetidamente— Eso… eso es bueno. ¿Sabes cómo
se contagió? —
Hermione negó con la cabeza.
—Es un hongo. Nadie más se ha contagiado. Puede que haya sido simplemente
mala suerte—.
Harry asintió y se acercó, su expresión se volvio más seria.
—¿Puedo verla? ¿Sólo una vez? Sólo por un minuto. Sólo quiero asegurarme de
que sepa que la amo—.
La comisura de la boca de Hermione se crispó cuando negó con la cabeza.
—Lo siento, Harry, está en cuarentena. No hay “sólo por un minuto”. Nadie
puede entrar—.
Los ojos de Harry se agrandaron.
—Seré cuidadoso. Todo lo que tenga que hacer, seguiré todas tus
instrucciones. Sólo una vez —su voz era suplicante y conspiradora.
Ella conocía muy bien esa voz. Hermione le sonrió con tristeza mientras
doblaba las manos en puños apretados detrás de su espalda.
—Lo siento, Harry. No puedo romper las reglas. Ni siquiera para ti—.

345
Flashback 26
Marzo 2003

El embarazo de Ginny fue tan agradable como se pudo haber esperado. Estaba
físicamente drenada por la carga que suponía para su Magia, pero aparte de
dormir la mayor parte del día y rechazar la mayor parte de la comida que
Hermione le había enviado, los síntomas de su embarazo fueron relativamente
leves. Después de enterarse de que Narcissa Malfoy había estado a punto de
morir durante el embarazo, Hermione estaba paranoica acerca de los estragos
que podía causar un embarazo mágico. Pero Ginny parecía manejar el
embarazo fácilmente.
—Es una cosa de los Prewett; fáciles de embarazar, embarazos fáciles —dijo
Ginny encogiéndose de hombros cuando Hermione le preguntó.
—Que suerte, odiaría dejarte sola como ahora, si estuvieras tan enferma como
dicen los libros que pueden ponerse las brujas con el embarazo—dijo
Hermione, estudiando el luminoso orbe amarillo que revoloteaba sobre el
estómago de Ginny.
—El bebé tiene una buena firma mágica; parece saludable. Pero no tengo
mucha práctica con este tipo de hechizos—.
Hermione pasó a una página diferente de la “Guía de cuidados eficaces en el
embarazo y el parto mágicos” y practicó un encantamiento para comprobar si
había placenta previa.
—¿Has escuchado algo sobre Harry y Ron? —Ginny preguntó después de unos
minutos de que Hermione manipulara hechizos de diagnóstico.
Hermione asintió y canceló todos los diagnósticos que rondaban alrededor de
Ginny.
—Han vuelto a Hogwarts. No han enviado ningún mensaje—.

346
—Harry envía su ciervo en la noche. Creo que debe hacerlo cuando está en
vigilancia. Llegó a mi habitación anoche —Ginny presionó los labios y parecía
estar al borde de las lágrimas.
Hermione le apretó la mano.
—Me siento tan mal por estar mintiéndole —dijo Ginny, jalando las puntas de
su cabello— Y que te estoy haciendo mentir a ti también. Lo siento. Debería
haber tenido más cuidado—.
—Está bien. No tienes que preocuparte por mí—.
Hermione se encogió de hombros con cansancio mientras encogía el libro y
lo metía en una bolsa. Ginny se inclinó hacia adelante y tomó la muñeca
izquierda de Hermione.
—Bueno, no tengo mucho que hacer aquí. Y creo que necesitas a alguien que
se preocupe por ti. Estás tan delgada—.
Ginny pasó el pulgar por el cúbito de Hermione como para ilustrar cómo
sobresalían los huesos. Hermione tiró de su muñeca para liberarla y se bajó
las mangas.
—Parece que ni siquiera duermes. Parece que estás hecha de papel. ¿No tienes
a alguien? —
Hermione alejó la mirada.
—Bueno, George se ha ofrecido —dijo con una sonrisa irónica— Pero no creo
que lo dijera en serio—.
Ginny le dio un codazo.
—Habla en serio. No puedes sobrevivir sola a esta guerra. Nadie puede
soportarlo. Sobrevivimos juntos —Ginny observó a Hermione
detenidamente— Digo, tal vez estabas bien antes. Pero… tú… tú ya no pareces
estar sobrellevándolo. Desde Navidad, no creo que te haya visto dormir. ¿No
tienes a nadie? —
Hermione arrugó la nariz con disgusto.
—Creo que ya he mencionado que el sexo catártico no es lo mío —se burló
mientras negaba con la cabeza— Agregar un compañero sexual difícilmente va
a mejorar mis habilidades de afrontamiento—.
Ginny puso los ojos en blanco y negó con la cabeza.
—No estoy diciendo que consigas un compañero para follar. Ni siquiera tienes
a alguien con quien hablar o quien te dé un abrazo después de un mal día.
Siempre que alguien intenta acercarse a ti, tú los alejas, de la forma en la que
lo hiciste con Harry en Navidad. No entiendo por qué no dejas que nadie
347
comparta la carga. Conozco esa mirada en tus ojos; es la misma que Harry
tiene cuando la guerra lo está aplastando. Pero Harry sabe que tiene a Ron sin
importar lo que pase, y a mí, a ti, a la familia, al ED, a Remus y Tonks, a la
Orden, e incluso a sus estúpidas peleas Muggles cuando se vuelve demasiado
pesado. Tiene todo eso a lo que recurrir cuando necesita alejarse por un rato.
Tú también necesitas hacer eso—.
Hermione miró hacia sus uñas y jugueteó con las cutículas por un minuto.
—¿Qué carga tengo que alguien estuviera dispuesto a compartir conmigo? —su
voz era amarga. Se giró y miró por la ventana durante un minuto antes de
volver a bajar la vista hacia sus manos.
—Es peor, Ginny, pensar que alguien está ahí para ti y después descubrir que
no lo está cuando más lo necesitas. No puedo... no puedo correr ese riesgo.
No sería capaz de soportarlo—.
Ginny soltó un resoplido frustrado y se pellizcó una de las pústulas
glamourosas de la muñeca.
—Harry y Ron se enfadan contigo porque les importas, a pesar de todo. No
puedes asumir que la gente te va a defraudar y no dar nunca una oportunidad
a nadie. ¿ Y si ellos estuvieran ahí y tú nunca confiaras en ellos lo suficiente
como para descubrirlo? —
Hermione giró la varita entre las manos.
—¿Y si no lo están? ¿Cuando en verdad los necesite? —
Hubo una pausa, y Ginny suspiró tristemente. Hermione cerró los ojos por
un momento antes de volverlos a abrir.
—Este camino se ha convertido en un hábito para mí, Ginny. No sé cómo
hacerlo de otra manera—.
—¿Qué hay de mí? —dijo Ginny con una pequeña sonrisa.
Hermione la miró— ¿De ti? —
—¿Por qué no puedes hablar conmigo? ¿Ves? Hemos sido amigas durante años.
Hemos sido compañeras de cuarto durante casi cuatro años. Pero nunca has
considerado que yo sea alguien con quien puedas hablar. Incluso antes de que
me volviera un miembro de la Orden, Harry y yo aún éramos capaces de hablar
de cosas. Él podía contarme lo suficiente. Puedes hablar conmigo. Puedes
confiar en mí. No te juzgaré. Estoy confiando en ti. Estoy aquí para ti. Si
necesitas a alguien, puedes hablar conmigo sobre cualquier cosa—.
Hermione miró a Ginny con culpabilidad.
—Ginny... no… es cuestión de que no confíe en ti. Es… sólo… que yo no…—
348
La expresión de Ginny decayó.
—Olvídalo. No estoy tratando de obligarte. Sólo quería que supieras que tienes
a alguien con quien hablar. Si alguna vez quieres. Incluso si no estoy de
acuerdo contigo, no voy a dejar de ser tu amiga—.
—Gracias, Ginny —dijo Hermione apartando la mirada— En verdad lo aprecio.
Si pudiera… yo hablaría si pudiera. Pero ni siquiera sé por dónde comenzar.
Y… —miró a su reloj— tengo que irme. El turno de Padma va a empezar pronto,
y aún estoy ayudándola a gestionarlo—.
—Esta bien —Ginny suspiró— Te dejaré ir entonces. ¿Padma está bien? —
—Tan bien como se puede esperar. Aún se está adaptando a la prótesis; le
duele y se cansa con facilidad… el trabajo de encantamientos no es tan bueno
como podría ser. Flitwick y yo seguimos ajustando el equilibrio—.
Hermione recolectó sus libros y pociones y los echó todos en una bolsa antes
de salir de la habitación de Ginny; haciendo un espectáculo mientras removía
todo tipo de escudos protectores de su cuerpo y aplicando encantamientos de
limpieza antes de ir a cambiar su ropa. En su camino hacia el hospital, se
detuvo y se recargó contra la pared durante unos minutos. Presionó las palmas
contra el tapiz tratando de detener a sus manos temblorosas. No había podido
dormir más de una o dos horas seguidas desde Navidad. Tomaba una poción
Dreamless Sleep una vez a la semana, los lunes por la noche, para que no le
temblaran las manos durante su entrenamiento con Draco.
Todos los demás se reunían en la sala de estar en las noches cuando no podían
dormir, pero Hermione se sentía incapaz de soportar estar ahí. Interrumpía
las conversaciones; la gente trataba de subirle el ánimo y de incluirla. Estaba
demasiado cansada como para fingir. La mayoría de las noches, cuando la casa
estaba en silencio, se sentaba sola en la cocina de Grimmauld Place, tratando
de encontrar algo que hacer para llenar las frías horas vacías hasta el amanecer.
Alejó las manos de la pared y fue a tomar su turno. Hermione estaba en las
escaleras con Padma, ayudándola a practicar subir las escaleras sin un bastón,
cuando la puerta de Grimmauld Place se abrió de golpe.
—¡No! ¡Suéltenme! ¡Suéltenme! —Harry estaba gritando e intentaba arrancarse
de los brazos de Remus mientras Remus lo arrastraba a través de la puerta.
—Mierda. ¡SUÉLTAME! ¡¡No podemos dejarlos!! —
Harry le dio un puñetazo a Remus en la cara mientras luchaba por soltarse.
—¡Alguien atúrdalo! —Remus gritó mientras estampaba a Harry contra el suelo
y lo inmovilizaba allí para evitar que se retorciera y se soltara.
349
—Dios, no. Mierda. ¡Dejaste a Ron! ¡SUÉLTAME! ¡¡¡NO PUEDES
OBLIGARME A DEJARLO AHÍ!!! —
Hermione sacó su varita y golpeó a Harry en el costado de la cabeza con un
aturdidor. Harry se desplomó inerte.
—¡No lo despierten a menos que esté atado! —Remus dijo de repente,
volteándose, saliendo rápidamente por la puerta y desapareciendo antes de que
alguien pudiera hacer preguntas.
Hermione dejó a Padma en las escaleras y se apresuró a bajar hacia el cuerpo
inerte de Harry. Lanzó un diagnóstico, revisándolo cuidadosamente. Él estaba
cubierto de tierra, tenía una concusión y varias costillas fracturadas; varias
uñas se habían rasgado y estaba cargando heridas de maldiciones.
—Alguien mándele un patronus a Kingsley y a Moody —Hermione dijo con
una firme voz mientras contrarrestaba las maldiciones.
Levitó a Harry del suelo y lo llevó hacia el hospital. No tardó mucho tiempo
en reparar las lesiones de Harry. Después le vertió varias pociones
fortalecedoras por la garganta. Se cernió sobre él, limpiándole la cara y
observando cómo el color volvía lentamente a sus rasgos. Le apartó el áspero
pelo de la cara y le pasó la punta de un dedo por la cicatriz.
—Oh Harry, Harry, Harry —murmuró en voz baja y presionó la frente contra
la suya— Por favor, Remus, trae a Ron de vuelta—.
Se quedó junto a Harry hasta que Neville apareció, acompañado de Charlie
quien estaba cargando a una Tonks inconsciente. Padma entró detrás de ellos.
El brazo que Neville usaba para blandir su varita estaba roto en múltiples
ángulos horripilantes.
—¿Qué sucedió? —Hermione preguntó mientras Padma levitaba a Tonks en
una cama.
—Mierda, si lo supiera —dijo Neville. Estaba tan pálido que su piel casi era
translúcida.
Hermione lanzó un diagnóstico; había sido golpeado en el brazo con la
maldición ácida y también mostraba signos de haber recibido el cruciatus.
—Debieron haber esperado que eventualmente utilizaríamos los túneles.
Activamos una alarma o algo así. De repente había más de una docena de
Mortífagos ahí. Había barreras anti-apariciones; ni siquiera pensamos en
comprobarlas mientras cavábamos. Los detuvimos y Remus hizo un agujero
en el techo del túnel y sacó a Harry primero. Intentamos seguirle. Ron fue
golpeado con algo. Anthony y yo intentábamos sacarlo pero ellos golpearon
350
el brazo de mi varita con la maldición ácida. Anthony lo contrarrestó, usó un
leviosa y me sacó del túnel. Idiota, bajó la guardia. Ví cómo la Maldición
Asesina lo golpeaba. No sé cómo salió Tonks. Nadie más… salió. Cuando
Remus regresó, sólo nos apareció—.
—Entonces… ¿Ron está vivo? —la voz de Hermione tembló mientras removía
los huesos de su brazo.
Neville estaba tan aturdido que ni siquiera reaccionó.
—No lo sé…—.
—Le avisamos a mamá —dijo Charlie con voz inexpresiva— Para saber qué dice
el reloj—.
La manecilla de Ron en el reloj de la familia Weasley marcaba constantemente
Peligro Mortal. Hermione fue personalmente y permaneció parada mirándolo
fijamente junto a Molly Weasley, quien se había quedado allí velando.
Hermione se sentía medio asustada de que si se daba la vuelta se moviera
bruscamente a “Perdido” junto a la de Percy. Le tomó media hora antes de
que pudiera obligarse a apartar la mirada.
—Molly, hay una reunión dentro de una hora, sobre qué hacer. Yo… puedo
quedarme con Arthur, si quieres ir — finalmente dijo Hermione, apoyando
una mano ligeramente en el hombro de la Señora Weasley.
Molly no alejó la mirada del reloj. Negó con la cabeza.
—No. Tengo que quedarme aquí, querida. Los chicos estarán ahí. Yo tengo
que quedarme aquí—.
Hermione alejó la mano.
—Te haré un poco de té antes de irme—.
La reunión era un hervidero.
— No vamos a intentar ninguna misión suicida para entrar en Hogwarts—dijo
Kingsley tan pronto como el interrogatorio terminó. Estaba completamente
calmado a pesar de la tensión que vibraba en el aire.
—Entrar en el colegio ya era una misión de máxima prioridad y lo sigue siendo.
Dada nuestra incapacidad para acceder siquiera a la escuela, no podemos
planificar inmediatamente un rescate para encontrar a un solo prisionero
dentro del castillo. Hasta que no tengamos mejor información, un intento de
rescate queda descartado—.
Charlie golpeó la mesa con rabia y la reunión se convirtió en un bullicio
durante varios minutos.

351
—No podemos dejarlo ahí. Es un miembro de la Orden. Probablemente lo
están torturando. ¿Y si Lucius Malfoy le pone las manos encima? —el pecho de
Harry estaba temblando por el pánico y la rabia a pesar del Draught of Peace y
los sedativos que Hermione le había dado antes de que aprobara su
reanimación.
—No hay nada que se pueda hacer hasta que tengamos mejor información—
dijo Kingsley, impasible. Siempre se mantenía rigurosamente calmado
durante las juntas. Sus ojos recorrierón la habitación un momento antes de
detenerse en Harry.
—Mientras te recuperas, Moody ya está dirigiendo una nueva misión en
Hogwarts. Estamos completamente conscientes de la urgencia de la situación,
Harry—.
—No necesito recuperarme —Harry espetó, enseñando los dientes— Necesito
que me ayudes a traer a Ron de vuelta. Tiene que haber algo que podamos
hacer. Tenemos prisioneros, podríamos hacer un intercambio—.
Kingsley inhaló profundamente y negó con la cabeza.
—Si la Orden intentara abrir un canal de negociación, podríamos alertarles
del valor de su prisionero. Estás en duelo; hasta que se te asigne un nuevo
compañero, se te prohibe ir a más misiones—.
Harry se puso de pie y salió de la junta sin decir una palabra más.
—Mantengan vigilado a Harry —dijo Kingsley— Remus, Fred, Charlie, no lo
pierdan de vista—.
Mientras la habitación se despejaba, Kingsley permaneció al final de la mesa.
Hermione se levantó para marcharse.
—Granger, una palabra antes de que te vayas —dijo Kingsley.
Se detuvo y se dio la vuelta. Kingsley lanzó un hechizo de privacidad a su
alrededor. Cerró las manos en puños detrás de la espalda.
—Necesitas hablar con Malfoy. Quiero saber todo sobre Hogwarts, de
inmediato —.
Hermione miró a Kingsley con la guardia en alto.
—¿Ahora? —
—Tan pronto como puedas, espera ahí hasta que hables con él. Dile que es
crítico. Deja en claro que esto es una prioridad absoluta para la Orden—.
Asintió y comenzó a voltearse antes de detenerse.
—¿Debería decirle por qué? ¿Que intentamos recuperar a Ron? —

352
Kingsley asintió lentamente mientras volvía a mirarla. Su expresión era
cerrada pero su mirada, mientras la estudiaba, era meticulosa. A menudo se
preguntaba qué conclusiones estaría sacando.
—Sí. Si tiene la oportunidad de traer a Ron de vuelta, eso sería preferible a las
pérdidas que sufriremos atacando Hogwarts. Dudo que sean lo
suficientemente tontos para matarlo; las tendencias de Harry son bastante
conocidas. Hasta que recuperemos a Ron, Harry es inútil. No hay soluciones
que no sean un riesgo para la Orden. Perder a Ron podría ser fácilmente un
golpe crítico para nosotros—.
La boca de Hermione se torció ante la insinuación implícita. Valía la pena
sacrificar a Draco para recuperar a Ron. Por supuesto. Por eso había dado su
consentimiento desde un principio. Sabía que ese cálculo era correcto. Porque
la guerra era más grande que cualquiera. Pero… pero… tragó saliva.
—De acuerdo. Se lo diré —dijo con una voz muerta.
Después de un momento, agregó:
—Te das cuenta de que Harry va a tratar de organizar un rescate por su cuenta—
La comisura de los labios de Kingsley se crispó.
—Por eso fue que asigné a Remus, Fred y Charlie. Si me pongo a vigilarlo,
tratará de ir solo. Es menos probable que los deje atrás. Tengo esperanzas de
que Remus pueda hacerlo razonar antes de que haga algo estúpido. A menos
que lo pongamos en estasis en algún lugar donde los Weasley no tengan
acceso, no creo que haya alguna manera de detenerlo—.
Hermione comenzó a hablar y después vaciló. Kingsley arqueó una ceja.
La mandíbula de Hermione se tensó.
—Ginny. ¿Deberíamos decirle sobre Ginny? Probablemente lo calme un poco—
Observó a Kingsley calcular la pregunta. Se había dado cuenta, años después
de que iniciara la guerra, de que Kingsley Shacklebolt había sido un Slytherin.
—Aún no. Si no podemos recuperar a Ron en una semana, lo usaremos —dijo
Kingsley finalmente— No quiero que les llegue ninguna información. Si
tenemos suerte, se preocuparán intentando reunir su propia información
hasta que Moody y yo encontremos una solución—.
—Muy bien—.
Hermione salió de la habitación y caminó directamente fuera de Grimmauld
Place.

353
La habitación en la choza estaba fría. Envolvió los brazos firmemente a su
alrededor mientras esperaba a que Draco apareciera. Llegó en menos de cinco
minutos, estudió su rostro.
— Supongo que se trata de lo que pasó en Hogsmeade—.
Hermione asintió firmemente.
—Tienen a Ron—.
La expresión de Draco osciló.
—¿Es Ron? Sólo escuché que era un Weasley—.
—Es Ron. Nosotros… lo necesitamos de vuelta. Es vital. Necesitamos
recuperarlo—.
La expresión de Draco se volvió fría.
—Atacar Hogwarts sería un suicidio. El lugar es una fortaleza—.
—Tenemos que recuperarlo —Hermione dijo sin vacilar— No es negociable.
Me dijeron que te dijera que es crítico—.
Los ojos de Draco relampaguearon débilmente.
—Ron es crucial para la Orden. Kingsley quiere todo lo que puedas
proporcionarle sobre la prisión de Hogwarts—.
Draco inhaló rapidamente y levantó su cabeza.
—Considéralo hecho—.
—Gracias —dijo Hermione, tratando de encontrar sus ojos por un momento.
¿Qué pasaría si él moría? ¿Y si ésta era la última vez que lo veía? No la miró.
—Te llamaré cuando tenga algo—.
—Gracias, Draco—.
Él emitió un siseó de irritación. Su mandíbula se tensó.
—Preferiría que dejaras de llamarme así—.
Hermione sintió que el estómago se le hundía.
—Draco, cuando te besé…—
La expresión de Draco se volvió despiadada.
—¿De verdad? ¿Tenemos el tiempo para discutir esto ahora? —
Hermione tragó saliva fuertemente pero no pudo contenerse.
—¿Hay algún momento en el que me volverás a hablar? ¿Siquiera volverás a
mirarme alguna vez? —su voz era suplicante.
Draco levantó la mirada bruscamente, y un cruel brillo entró en sus ojos
mientras se enfocaban directamente en Hermione. Fue como un puñetazo en
el estómago que de repente volviera a centrar toda su atención en ella.

354
—¿Quieres que te mire, Granger? —dijo Draco, su tono era ligero, casi
engatusador, pero tenía un borde helado con él. Caminó hacia adelante y se
acercó a ella.
—Bien. Estoy mirando. Es encantador, debo decir, ver toda la culpa en tus
ojos—la miró con desprecio— Sabes, solía pensar que las circunstancias de mi
servidumbre hacia el Señor Tenebroso eran la esclavitud más cruel que
alguien pudiera concebir. Pero admito que palidece un poco a tu lado —.
Hermione levantó la mirada hacia él y no pudo respirar.
—Supongo que nadie se da cuenta de que tan ligero es un par de esposas* hasta
que tiene dos —dijo, estudiando su expresión mientras su tono se volvía
meditabundo— Al menos antes podía consolarme pensando que no era culpa
mía; que aceptarlo todo era simplemente lo mejor que podía hacer para
mantener a salvo a mi madre. Es diferente cuando no tengo a nadie a quien
culpar más que a mí mismo—.
Su mano se estiró y se posó en el cuello de Hermione.
—Después de todo, yo te escogí. Estabas tan determinada a hacer lo que se
necesitara, pero siempre serás una Gryffindor de corazón. Envidiaba el hecho
de que aún tuvieras ese espacio para ser ingenua; para creer en mi bondad, y
fallar en darte cuenta de que Moody y Shacklebolt me habían puesto una
trampa desde el principio. Cuando suplicaste por una oportunidad para
sanarme, cedí. Cuando me tocaste, no te aparté. Pensé, ¿dónde está el daño?
Todo terminara pronto. La vida ha sido fría durante demasiado tiempo—.
Hermione tembló ligeramente. Él levantó la mano y las yemas de sus dedos
pasaron ligeramente sobre su mejilla. Hermione cerró los ojos y respiró
hondo. Estaba tan cerca que podía oler el musgo de roble y la juncos del
papiro que se aferraba a su piel.
—Para el momento en el que me dí cuenta que había calculado mal, ya habías
forzado tu entrada. Eras tan obvia, y eso sólo lo hacía peor. El hecho de que
me dejaras hacerte lo que fuera si eso significaba salvar a los mismos amigos
que dejaron que te vendieras; que nada de lo que yo hiciera te ahuyentaría.
Al menos cuando me vendí y tomé la Marca, mi madre se postró a sí misma y
suplicó ser ella quien la cogiera en mi lugar. Supongo que, en algunos
aspectos, tengo más suerte que tú—.
Hermione sollozó levemente.
*Nota el pie: es la primera vez en el tomo que se menciona el título Manacled.

355
—Entonces, después de que casi murieras en Hampshire, pensé, por lo menos
puedo mantenerla con vida. Merece tener a alguien que se preocupe lo
suficiente como para intentar mantenerla con vida. Pensé que eventualmente
te rendirías. Pero por supuesto, harías lo que fuera para salvar a la gente por
la que te sientes responsable. Por supuesto que convertirías tu propia culpa en
un arma para poder usar la mía —soltó una carcajada de una manera profunda
y amarga— Estoy seguro de que hay algo poético en todo esto, pero ahora
mismo lo único que siento es un nuevo par de esposas—su mano vaciló por
un momento antes de retirarla y alejarse de ella.
—Así que perdóname si no me gusta mirarte, todavía me estoy adaptando a
todas las formas en que los nuevos grilletes lastiman—.
Se dio la vuelta y desapareció silenciosamente.
Hermione se hundió en el piso y apoyó la cabeza en las rodillas mientras
luchaba por respirar. Regresó silenciosamente a Grimmauld Place y descubrió
que su armario de pociones había sido saqueado. Revisó el inventarió y
encontró que varias dosis de poción multijugos y dos frascos enteros de
veritaserum habían sido robados. No habían tocado ninguno de los
compartimentos ocultos. Padma fingió ignorancia cuando Hermione le
preguntó al respecto.
—Estaba en otro piso. Cuando bajé las escaleras, quienquiera que lo haya
hecho ya se había ido —Padma dijo encogiéndose de hombros.
—No puedo imaginar para qué alguien necesita ochenta dosis de veritaserum —
dijo Hermione en tono mordaz
—Tendrás que recalcular el racionamiento hasta que finalice el próximo lote
el mes que viene. Quizás, la próxima vez que olvides activar las alarmas cuando
se rompan las barreras, asegúrate de que los ladrones comprendan cómo
funciona la dosis de veritaserum—.
Padma se sonrojó y se fue cojeando. Hermione se dispuso a volver a colocar
las protecciones en el armario y luego fue a ver cómo estaban los ocupantes
de la sala del hospital. Tener turnos regulares en el hospital mientras Padma
se recuperaba fue un alivio. Algo que hacer. Algo en lo que concentrarse. Algo
que estaba bien; que no añadía nada a la intrincada red de engaños por la que
pasaba la mayor parte del tiempo estrangulada.
Era lo único que Hermione hacía que no le daba ganas de mutilarse después
como penitencia. No es que importara si estaba arrepentida o no. No es que
a nadie le importara. Cuando se sentaba sola en la cocina por la noche, podía
356
hacer lo que quisiera. Una línea la primera vez. Había visto cómo la sangre
brotaba y se convertía lentamente en una gota que se deslizaba por su piel
hacia la mesa. Movía la varita y la sangre se desvanecía. Otro movimiento y el
corte también se había ido. La noche siguiente habían más. La horas pasaban
arratrándose, fría noche tras fría noche mientras cortaba y cortaba. Tantas
laceraciones hechas con una fina navaja de afeitar como quisiera. Podía
curarlas todas sin siquiera dejar cicatriz. Era buena en eso. Curar heridas
externas. Tenía un talento excepcional para ello. Era algo que hacer en la
noche.
Cuando salió de una visita con Ginny, encontró a Harry parado afuera de la
puerta. Parecía tener fiebre, su piel era pálida, pero sus ojos estaban brillando
fuertemente.
—¿Se encuentra bien? —le preguntó antes de que Hermione pudiera terminar
de cerrar la puerta.
—Está bien. Aún no hay ningún cambio —dijo Hermione antes de que la
expresión de Harry pudiera volverse esperanzada. Removió todos los escudos
protectores y se lanzó hechizos limpiadores rápidamente. Él asintió
rápidamente.
—¿Ya sabe sobre Ron? —
—Le dije. Le dije que le haría saber tan pronto como lo recuperáramos —puso
la mano sobre el brazo de Harry— Vamos a recuperarlo, Harry—.
—Lo sé, sé que lo haremos —dijo Harry, después miró bruscamente a su
alrededor como si sospechara que alguien pudiera estar espiando— ¿Puedes…
puedes venir conmigo? —
Hermione lo miró de manera preocupada.
—¿Qué pasa, Harry? —
Harry se encogió de hombros con falsa despreocupación.
—Sólo necesito a un sanador, y tú eres la mejor—.
El corazón de Hermione se detuvo.
—¿Qué has hecho, Harry? ¿Tú… torturaste a alguien? —
La cabeza de Harry se levantó y la miró fijamente, horrorizado.
—¿Qué? No. ¿Por qué pensarías eso? —
Hermione dio un leve suspiro de alivio y cerró los ojos brevemente..
—Alguien irrumpió en mi armario de pociones y robó casi todo nuestro
suministro de veritaserum para el mes. No sé qué otras cosas podrías estar
haciendo—.
357
Harry la miró y se metió las manos en los bolsillos.
—Simplemente fuimos y conseguimos algunos carroñeros. Ninguno de ellos
conoce la oclumancia. El veritaserum funciona—.
—¿Entonces para qué me necesitas? —
—Te diré una vez que lleguemos ahí —Harry la tomó por la muñeca y puso su
capa de invisibilidad sobre sus cabezas.
La condujo fuera de Grimmauld Place y apareció. Reaparecieron en un lote
vacío. Harry alargó la mano y tomó algo invisible que flotaba en el aire. Se
escuchó el chirrido de una puerta vieja y Harry dio un paso adelante, todavía
sosteniendo a Hermione por la muñeca. Mientras ella lo seguía, una pequeña
casa de campo comenzó a aparecer, rodeada por un largo jardín y un estanque
junto al que Harry y ella estaban de pie.
—¿Dónde estamos? —Hermione miró alrededor.
—Era la casa de los Toks —dijo Harry— Remus y Tonks le volvieron a poner
barreras para que Remus pudiera tener un lugar seguro para transformarse—.
Hermione observó incrédula.
—¿Tonks regresa a la casa donde sus padres fueron asesinados? —
Harry miró el edificio y sus ojos se tornaron melancólicos.
—Es la casa de su infancia. Se casó en la sala de estar. Dice que tenía que
regresar. Es todo lo que le queda de sus padres. Si la casa de mis padres en el
Valle de Godric siguiera de pie, también volvería ahí —se quedó de pie
mirando fijamente a la cabaña por un minuto antes de volver en sí.
—Vamos—.
Harry les guió por un sinuoso camino de grava hasta la puerta principal. La
entrada daba a la sala de estar con un comedor al fondo. Charlie, Fred, Remus
y Tonks estaban todos de pie alrededor de una mesa. Levantaron la vista
cuando Harry entró. Hermione lo siguió a la habitación.
—Tengo un sanador —Harry anunció mientras entraba. Todos miraron con
incredulidad.
—¿Hermione? —Fred dijo con un tono incrédulo— Pensé que ibas a conseguir
a un sanador de campo—.
—No saben lo suficiente —Harry dijo rotundamente mientras caminaba hacia
la mesa. Hermione se quedó atrás.
—Han pasado tres días; no sabemos qué tipo de lesiones pueda tener.
Hermione puede curar lo que sea—.

358
—¿Y la última vez que estuvo en una misión fue cuándo? —dijo Charlie,
arqueando una ceja mientras la observaba.
Harry miró hacia Hermione.
—Tres años y medio —Hermione dijo, evitando la mirada de todos.
—No podemos llevarla —dijo Fred cruzándose de brazos— La Orden la necesita.
No hay quien la sustituya como sanadora, y no tiene experiencia en el campo—
—Lo que la Orden necesita es dejar de perder gente, o no habrá nadie para
que ella pueda curar —Harry dijo con un tono furioso.
—Padma. Padma es buena con la sanación, y está acostumbrada a estar en el
campo —dijo Remus, estudiando a Harry en vez de a Hermione.
Harry negó con la cabeza.
—Padma sólo tiene un pie. Puede que dentro de unos meses esté preparada
para misiones con una prótesis, pero ahora no esta lista. Pomfrey está en sus
sesentas y se marea en las escaleras. Necesito a alguien que pueda moverse
rápido. Hermione no necesita estar acostumbrada a pelear. Podemos
cubrirla— la mandíbula de Harry sobresalió obstinadamente.
—¿Qué están planeando? No es posible que los cinco piensen que pueden
meterse en Hogwarts para un rescate —dijo Hermione, aferrándose a su varita.
—Ron no está en Hogwarts —dijo Harry con total naturalidad, dando
golpecitos a un rollo de pergamino.
—Salimos y atrapamos a unos carroñeros. Se dice que lo trasladaron más cerca
de Londres para interrogarlo. Hay una prisión más pequeña cerca de
Cambridge—.
—¿Cerca de Cambridge? —Hermione repitió.
No había prisiones conocidas cerca de Cambridge. Draco lo hubiera
mencionado.
—¿Y consiguieron esto de los carroñeros? —ella preguntó.
—Obtenemos mucha información de los carroñeros. La mayoría de los planos
de la prisiones que usamos para nuestros rescates vienen de los carroñeros,
¿sabes? —Harry dijo asintiendo, bajando la vista hacia el esbozo de un edificio.
Hermione se estremeció y sintió frío. Moody había atribuido la mayor parte
de la inteligencia de Draco sobre los planos de las prisiones a los carroñeros.
Se acercó y se quedó mirando el plano durante un minuto antes de volver a
levantar la vista.
—Harry… esto podría ser una trampa —dijo lo más gentilmente que pudo.

359
—Sí. Cualquiera de nuestra inteligencia podría ser una trampa. Pero ha sido
bastante buena hasta ahora. No voy a dudar si el tiempo podría significar tener
a Ron de vuelta. Tenemos que ir hoy. Mañana es la luna llena —Harry dijo
con una voz tensa.
Hermione miró hacia Charlie, Fred, Remus y Tonks.
—Es tan bueno como cualquier otra cosa que hayamos conseguido —dijo
Remus lanzándole una pequeña sonrisa— La Orden necesita a Ron de vuelta.
Los Mortífagos probablemente esperarán que nos retrasemos y después usarán
una fuerza más grande; si llegamos antes de que nos esperen, habrán menos
muertes—.
Hermione se quedó de pie, vacilando. Si exponía a Draco frente a todos en la
habitación, no había garantía de que eso siquiera los detendría. Sólo
destrozaría a la Orden.
—¿Vendrás, Hermione, a ayudarme a traer a Ron de vuelta? —Harry se volteó
y la estaba estudiando seriamente.
—Harry…—comenzó con voz suplicante
—No sé qué es lo que le habrán podido hacer después de tantos días —Harry
la interrumpió, con voz grave. Tenía un temblor subyacente en ella— Él podría
estar… bastante, bastante herido. Por eso necesito que vengas. Eres la mejor.
Eres la mejor sanadora. Si él está demasiado herido, quizá no podamos sacarlo
sin ti. Pero voy a ir... tengo que ir a buscarlo—.

“Hasta que recuperemos a Ron, Harry es inútil. No hay soluciones que no sean
un riesgo para la Orden. Perder a Ron podría ser fácilmente un golpe crítico
para nosotros.”

Hermione tragó saliva.


—Por supuesto. Por supuesto que iré—.
Harry suspiró aliviado y le sonrio con una mueca.
—Bien. Ven a ver el plan—.
El plan no era el mejor de la Orden. La estrategia siempre había sido la
fortaleza de Ron y todos podían sentir su ausencia y la necesidad de él
mientras miraban al plano que tenían enfrente. El trabajo de Hermione
consistía en permanecer agachada y dejar que los demás se ocuparan de
cualquier guardia o pelea. Se suponía que debía curar a Ron tan rápido como
fuera posible una vez que lo encontraran, en caso de que tuvieran que luchar
360
para salir. Si había un tiroteo, ella tenía que sacar a Ron. Una vez que lo
hubiera sacado, todos los demás se retirarían. Hermione se quedó mirando el
plano. Era una trampa. El diseño era demasiado obvio, demasiado detallado
para que un carroñero lo supiera. Se mordió el labio mientras consideraba
qué hacer.
—Muy bien. Que todo el mundo se prepare. Saldremos dentro de quince
minutos —dijo Harry.
Hermione se movió nerviosamente.
—Necesito conseguir mi equipo. No me diste la oportunidad de traer mis
suministros—.
Harry volteó a mirarla fijamente, sus ojos verdes se entrecerraron.
—¿Estás intentando volver a escondidas y contactar con Kingsley para que nos
detenga? —
La comisura de los labios de Hermione se crispó.
—No. No lo haré—.
—¿Lo prometes? —
—Lo prometo, sólo iré a recoger mi equipo a Grimmauld Place y me iré. No
le diré a nadie de la Orden ni de la Resistencia—.
Harry asintió lentamente.
—De acuerdo. Ve rápido. Si no regresas en quince minutos tendremos que
irnos sin ti—.
Hermione se apresuró fuera de la casa de campo y apareció en la choza.
Esperó durante unos minutos. Se sentía fría de terror. Moody estaba en
Escocia. Kingsley estaba fuera reuniendo informes de reconocimiento. No
había nadie con quien ponerse en contacto lo bastante rápido. Nadie que
pudiera o quisiera detener a Harry. Si enviaba un patronus, no tendría nada
más que decir más, que Harry estaba entrando a una trampa en algún lugar
cerca de Cambridge. No era suficiente información para que Kingsley pudiera
actuar a tiempo. Si Draco sabía algo, podría decirle algo concreto,
probablemente podría usarlo para disuadir a Harry. Se mordió las uñas y
retorció el cuello de su blusa. Finalmente tragó saliva fuertemente. Draco no
iba a llegar. Habían pasado casi diez minutos. Se le había acabado el tiempo.
Conjuró un pedazo de papel y escribió una nota para él con los detalles
relevantes. Ubicación. Estrategia. Sus sospechas. Así, si él llegaba, por lo
menos sabría por qué lo había llamado. Usó un hechizo pegajoso para

361
colocarlo en el centro del piso donde era imposible no verlo y se dirigió a
Grimmauld Place.

Se apresuró por las escaleras hacia su armario y sacó su equipo de sanación.


Era casi idéntico al que le había dado a Draco pero con algunas pociones más
especializadas, vendajes y férulas. Lo encogió y lo guardó en su bolsillo,
después levantó una tabla del suelo y sacó sus cuchillos; atando uno a su brazo
izquierdo debajo de su blusa y después el otro a su pantorrilla debajo de su
pantalón. Empezó a agarrar su capa pero se detuvo. Demasiado obvio. Podría
generar preguntas. Se levantó y salió corriendo por la puerta.
Harry y todos los demás estaban de pie frente a la casa de campo de los Tonks
cuando ella apareció.
—Vaya, Hermione, creímos que te habías ido —dijo Tonks.
Hermione negó con la cabeza.
—No. Sólo tenía que asegurarme de que tenía todo. Normalmente no suelo
curar fuera del hospital—.
Tonks asintió.
—Muy bien. Agárrate. Voy a aparecer a todos ya que yo hice la exploración—.
Hermione tomó el brazo de Tonks, y él grupo se desvaneció con una aguda
sensación aplastante y reapareció en el bosque. Una gran casa abandonada se
alzaba en un claro cercano.
—Hay una barrera anti-apariciones en la mitad del campo. Una vez que tengas
a Ron, Hermione, sácalo de las barreras y llévalo de regreso a la cabaña. De
esa manera podemos asegurarnos de que no haya sido marcado o rastreado
antes de ir a una de las casas seguras —dijo Harry en voz baja.
—Está bien —dijo Hermione, asintiendo con la cabeza mientras miraba el
edificio.
El corazón le latía tan fuerte que le dolía. Jugueteó con la varita y se palpó la
camisa para asegurarse de que el cuchillo seguía allí. Harry, Remus, Fred y
Charlie comenzaron a construir un intrincado hechizo de detección mientras
Hermione y Tonks vigilaban. Lanzaron la red magica con sus varitas, y
lentamente se alejó del bosque, apenas visible a menos que la buscaran. Flotó
a través del campo hacia la casa, brillando levemente en diferentes puntos para
indicar las distintas barreras. A medida que avanzaba gradualmente por el
edificio, hubo pequeños destellos de luz roja...
—Dos en la puerta —dijo Harry.
362
—Cuatro arriba —Fred agregó.
—Más de diez en el sótano —dijo Charlie— Apuesto que ahí es donde tienen a
Ron—.
—Vamos rápido —dijo Harry, tenía la varita apretada en el puño y le brillaban
los ojos mientras miraba el edificio, rebotando sobre las puntas de los pies.
—Con las barreras de detección ahí adentro, tenemos diez minutos máximo
antes de que los refuerzos aparezcan. Hermione, todo lo que tienes que hacer
es sacar a Ron—.

363
Flashback 27
Marzo 2003

Es una trampa. Es una trampa. Es una trampa.


Era la única cosa en la que Hermione podía pensar, cuando Harry se
desvaneció bajo su capa de invisibilidad, poniéndose en marcha a través del
campo abierto hacia la casa. Observaron cómo se abría la puerta, y hubo
silenciosos destellos de hechizos antes de que la cabeza de Harry apareciera, y
les hiciera señas para que avanzaran.
Se dirigieron hacia la casa muy desilusionados. Hermione observó las
ondulaciones de Fred y Charlie subiendo silenciosamente las escaleras
mientras Harry señalaba hacia una puerta que conducía al sótano.
Podía sentir a Tonks detrás de ellas mientras descendían las estrechas escaleras
y escuchaban hechizos amortiguados y cuerpos cayéndose mientras Harry y
Remus llegaban abajo. Llevaban menos de un minuto en la casa. Hermione
escuchó a una puerta abriéndose de golpe.
—Despejado —llamó suavemente la voz incorpórea de Harry.
Avanzaron por el pasillo del sótano, forzando la apertura de las puertas. El
silencio se sentía mortal… sólo lo interrumpía el leve arrastrar de sus pies. El
corazón le latía en los oídos, más fuerte que el sonido de Harry entrando en
una habitación tras otra. Estaban a medio pasillo cuando la puerta del fondo
se abrió de golpe. Docenas de hechizos salieron disparados. Hermione se
agachó para esquivar un cruciatus viajando por el pasillo. Varias maldiciones
rebotaron en las paredes; el aire estaba lleno de magia. Todo era
simultáneamente más lento y más rápido. Hermione se concentró en
mantener el escudo levantado y esquivar tan rápidamente como fuera posible.
Mientras se alejaba de una maldición ácida que le habría alcanzado la cara, el
verde mortífero de una Maldición Asesina corrió hacia ella.

364
“Necesitas tener el instinto de sólo moverte”

Se arrojó al suelo, se puso de pie al otro lado del pasillo y procedió a ametrallar
aturdidores en la habitación al final del pasillo. Nada letal. Si Ron estaba ahí,
podría golpearlo. Finalmente los hechizos se detuvieron. Hubo una pausa.
—¡Está aquí! —gritó Harry.
Hermione avanzó rápidamente hacia la habitación, deshaciéndose de su
desilusión. Harry estaba rompiendo las cadenas que tenían a Ron colgando
del techo de la habitación. Habían ocho Mortífagos inconscientes en el suelo.
Ron había sido golpeado, su rostro estaba tan hinchado que era casi
irreconocible. Claramente estaba gritando, pero ningún sonido emergía de él.
Tenía cortes profundos en las muñecas donde los grilletes se le habían
hundido en la piel mientras estaba colgado. Harry rompió las cadenas, y
Hermione y Tonks atraparon a Ron antes de que cayera.
—Finite Incantatem —Hermione agitó la varita sobre el rostro de Ron mientras
sacaba su equipo de sanación.
—¡Harry, maldito idiota! —Ron explotó tan pronto como dejo de estar
silenciado— ¡Sal de aquí! ¿Por qué carajos trajiste a Hermione? —
Demasiado fácil. Había sido demasiado fácil.
Las palabras se repetían en la mente de Hermione mientras comenzaba a curar
a Ron. Trabajó lo más rápido que pudo; no todo, sólo lo suficiente, lo
suficiente para poder sacarlo de la casa y que pudiera pelear si fuera necesario.
—Verifica que es él —dijo Remus.
—Es él —dijo Harry.
—Verifícalo —dijo Remus.
—¿Cómo logró Quirrell evadir a Fluffy? —
—Con una maldita harpa —Ron trató de empujar a Hermione y ponerse de
pie— Tenemos que salir de aquí—.
—Tómate esto —Hermione le hizo tragar a la fuerza una poción para
contrarrestar el daño de sus órganos internos, seguida de una reconstituyente
y luego una poción fortalecedora.
—Necesitamos irnos ahora —Ron dijo mientras Hermione le untaba pomada
para moretones en el rostro para reducir la hinchazón y que pudiera ver.
—Déjame reparar la mano con la que usas tu varita —ella dijo, empujando
hacia atrás el grillete que todavía le rodeaba la muñeca para que goteara

365
Esencia de Dittany en la profunda laceración que llegaba hasta el hueso.
Reparó las fracturas lo más rápido que pudo.
Mientras realizaba los hechizos, el anillo de su mano de repente comenzó a
quemar al rojo vivo. Dio un grito ahogado mientras seguía trabajando. La
sensación apenas se había desvanecido cuando comenzó a quemar
nuevamente.
—Ya es suficiente —Ron alejó la mano de Hermione contrayéndose de dolor.
—Tenemos que salir. ¿Me trajeron una varita? —
Harry sacó una, y Ron la agarró sin fuerzas e hizo ademán de levantarse. Se
levantó a medias y luego volvió a hundirse en el suelo. Hermione le pasó el
brazo por encima del hombro.
—Estás conmigo. Mi trabajo es sacarte de aquí—.
—Maldita idiota, ¿por qué carajos dejaste que Harry te arrastrara e esto? —Ron
se hundió contra ella y lo ayudó a cruzar el pasillo.
—Mantienes a Harry con vida —Hermione dijo en voz baja— y eres mi mejor
amigo. Por supuesto que vine—.
Lo subió por las escaleras mientras su anillo volvía a arder. Y otra vez. Y otra
vez. Fred y Charlie estaban al final de las escaleras, esperándolos.
—Nueve minutos, tenemos que irnos —la voz de Charlie prácticamente vibraba
por la tensión.
Charlie, Harry y Fred salieron primero, seguidos de Hermione y Ron, con
Remus y Tonks cubriendo la retaguardia. Los ojos de Hermione se enfocaron
en la orilla de la barrera anti-apariciones.
—Las barreras terminan en veinte metros, sólo tenemos que llegar al centro
del campo —le dijo a Ron, su voz estaba temblando pero trató de sonar segura.
Estaban a siete metros de la casa cuando el aire se rompió con fuertes crujidos.
El campo, justo fuera de la barrera anti-apariciones se había llenado de
Mortífagos. Hermione se congeló. Probablemente había un centenar de
Mortífagos, e inmediatamente avanzaron a través de la barrera, bloqueando la
salida, con muro de maldiciones dirigiéndose hacia ellos. Si intentaba darse
la vuelta y huir con Ron, serían derribados. El borde más cercano de las
barreras anti-apariciones era a través de los Mortífagos. La poción fortalecedora
le había hecho efecto a Ron, y ya no se apoyaba tanto en Hermione. La varita
de repuesto que le habían traído todavía estaba ligeramente caída en su mano.
—Quédate agachada, Hermione —le dijo mientras se enderezaba y avanzaba
hacia su lugar junto a Harry.
366
A la Orden no le quedaban más que excelentes luchadores. La velocidad y
precisión con la que todos peleaban eran extraordinarias. Considerando las
altas probabilidades, era increíble que no murieran todos de inmediato. La
disparidad en la potencia de fuego era tremenda. Tonks y Fred eran los únicos
que estaban usando hechizos realmente peligrosos mientras combatían.
La “estrategia” para el escape se había disuelto rápidamente. Ron no estaba
remotamente cerca de Hermione. Los Mortífagos que los estaban atacando
no parecían particularmente talentosos; había una notable falta de delicadeza
y coordinación en su ataque. Sin embargo, la diferencia numérica era
asombrosa. Había más de diez Mortífagos por cada uno de ellos. Hermione se
estabilizó tras el escudo que había colocado. Lanzó un hechizo cortante a
varias gargantas. Pequeños cortes. Sencillos. Permanentes. Su puntería se
había vuelto precisa. Tres Mortífagos cayeron, uno tras otro. Intentó algunos
más, pero otros Mortífagos tuvieron la sensatez de mantener sus escudos
puestos. Deslizó encantamientos de amputación leve hacia sus pies. Muchos
de los escudos de los Mortífagos no eran completos. Se oyeron gritos cuando
cayeron más mortífagos, con los tendones de Aquiles cortados, tirando las
varitas mientras caían. Hermione siguió el hechizo cortante con hechizos más
letales para asegurarse de que todos se quedaran en el suelo. El hechizo
protector de Hermione estaba comenzando a desgastarse por el número de
hechizos que lo habían golpeado. Se zambulló y giró rápidamente hacia un
lado mientras evitaba una Maldición Asesina, la sintió arder en el aire cerca
de su mejilla cuando casi la rozó. Volvió a colocar el escudo mientras luchaba
por acercarse hacia el límite de las barreras anti-apariciones.
Buscó a Harry y a Ron y a los demás, pero los Mortífagos estaban demasiado
cerca. Todos estaban esparcidos. Hermione se giró bruscamente para evitar
una maldición desconocida. Mientras lo hacía, algo le golpeó la muñeca
izquierda. El dolor fue punzante. Tropezó hacia atrás, mirando hacia abajo y
descubrió que le habían dado en el lugar de la muñeca donde se le había
subido su blusa blindada. Pústulas profundas y crueles brotaban a lo largo de
su brazo. La maldición ácida. Si estallaban, escupían su ácido y se esparcían.
Era tan agonizante que le era difícil pronunciar la contramaldición. Se veía
obligada a detenrse y esquivar o dejarse caer para evitar nuevas maldiciones.
Al tercer intento, consiguió que la contramaldición surtiera efecto. Las
pústulas disminuyeron, pero el dolor aún era indescriptible.

367
Cayó hacia atrás, jadeando temblorosamente, tratando de encontrar un lugar
con mayor defensa. Estaba todo tan abierto. Nada en qué esconderse más que
cuerpos. No pudo evitar calcular su herida, como un segundero corriendo en
el fondo de su mente. No era letal, pero era severa. Tendría cicratices, pero
no corría el riesgo de perder la mano. Los lugares donde el ácido había
carcomido los huesos de su muñeca nunca se recuperarían hasta que los
removiera y los volviera a hacer crecer. Tendría que tener cuidado de no caerse
sobre ella; los huesos estaban llenos de agujeros y era altamente frágil.
Lanzó un poderoso confringo para hacer retroceder a los Mortífagos que se
acercaban a ella. ¿Dónde estaban los demás? Remus y Tonks estaban peleando
espalda contra espalda. Resistiendo, pero a casi diez metros de distancia,
inmovilizados contra la pared de la casa. Harry era el más cercano a ella,
luchando furiosamente contra docenas de Mortífagos. Sus lentes parecían
estar rotos, y parecía que una maldición cortante lo había golpeado en la
frente. Había sangre cayendo por la mitad de su cara. Fred, Charlie y Ron
estaban luchando por llegar hasta él.
Hermione apartó los ojos cuando el destello de un cuchillo llamó su atención
por el rabillo del ojo. Lo esquivó instintivamente y agarró la muñeca de su
atacante, usando su impulso para seguir adelante y enterrar el cuchillo en el
estómago de otro Mortífago que se acercaba. El portador gruñó de rabia y se
giró para atacarla de nuevo. El combate cuerpo a cuerpo con la varita era
difícil, tratar de hacer el movimiento correcto cuando apenas tenía espacio
para mover la muñeca. Simple. Mortal. Con un pequeño movimiento, lanzó
un hechizo hacia arriba. Un pequeño hilo de color escarlata floreció debajo
de la mandíbula del Mortífago antes de que su cabeza se desplomara. La sangre
salpicó el rostro de Hermione. Se le metió en los ojos y pudo saborearla al oír
cómo el cuchillo caía al suelo.
Hermione limpió la sangre de su rostro, escupiendo y observando cómo un
enorme Mortífago desenmascarado agarraba a Ron y le clavaba los dientes en
el hombro. Harry, Fred y Charlie lanzaron aturdidores, pero sólo rebotaron
en el Mortífago. Hombre lobo. Ron estaba gritando agonizante mientras
trataba de liberarse. El hombre lobo levantó la cabeza, desgarrando el hombro
de Ron. Sólo faltaba un día para la luna llena. El poder del hechizos necesario
para derribar a un hombre lobo en ese momento sería considerable. Por lo
menos siete aturdidores más. Demasiado tiempo para Ron. Hechizos para

368
derribar a un hombre lobo; Hermione trató de pensar en uno. Buscó en lo
más profundo de su magia y siseó:
—Carbonescere—.
Algo en su interior se torció. La maldición oscura salió disparada de su varita.
Era como una nube de humo negro que viajó a través del campo y explotó
alrededor del Mortífago. El hombre lobo se congeló por un momento y
después colapsó hecho polvo. Ron cayó al suelo. Mientras Hermione
observaba, todo en su interior se volvió frío y oscuro. Se tambaleó y se agarró
el pecho.
Cuando el mundo volvió a aparecer ante su vista, notó que algo se movía hacia
ella. Se giró y dio un saltó hacia atrás. Sintió como si la golpearan
violentamente en las costillas. Hermione jadeó, tratando de inhalar y miró
hacia abajo. Había un cuchillo clavado hasta la empuñadura en el lado
derecho de su pecho. Si se hubiera girado una fracción de segundo más tarde,
podría haberle atravesado el corazón, pero… mientras lo estudiaba con
sorpresa… pensó que probablemente había no le había alcanzado algo
inmediatamente vital. Su mente de sanadora no podía apagarse. La varita se
le escapó de los dedos y sus manos bajaron para cerrarse sobre las del
Mortífago que aún sostenía el cuchillo. Deteniéndolo antes de que pudiera
tratar de torcerlo o sacarlo y apuñalarla nuevamente. Sintió cómo se le
rompían los huesos de la mano izquierda cuando le agarró las manos con
fuerza y, sin pararse a pensar cuánto le dolería moverse con un cuchillo aún
dentro de ella, le clavó la rodilla salvajemente entre las piernas, se desplomó
en el suelo y su agarre en la empuñadura se desprendió.
Hermione se alejó a trompicones, jadeando entrecortadamente. ¿Dónde había
caído su varita? Había sangre en sus ojos. Sacudió la cabeza, intentando aclarar
su visión. Bajo la mirada hacia su pecho nuevamente. Tenía el pulmón
derecho perforado, y sospechaba que su hígado había sido cortado. Desde el
ángulo donde miraba, era difícil saberlo.
Vió su varita, trató de alcanzarla sin doblar el torso. Mientras sus dedos se
cerraban en torno a la empuñadura, sintió a alguien hundía los dedos en su
cabello trenzado y la arrastraba hacía arriba hasta que quedó colgando en el
aire, con los dedos de los pies apenas tocando el suelo.
—Te recuerdo, Sangre Sucia —Rabastan Lestrange se rió mientras se quitaba la
máscara de Mortífago. Bajo los ojos y notó el cuchillo aún hundido en su
pecho.
369
—Mira eso. Alguien ya empezó contigo—.
Trató de maldecirlo, pero él tumbó la varita, la escuchó caer al suelo. Su
cuchillo, necesitaba alcanzarlo.
—¿Cuántas veces crees que pueda apuñalarte antes de que se apague la luz de
tus ojos? —él preguntó antes de que sacarle la navaja del pecho.
Hermione soltó un grito ahogado mientras trataba de detenerlo. De repente,
el lado derecho de su cuerpo estaba resbaladizo por la sangre que se deslizaba
por su torso. Rabastan arrastró la cuchilla por su pecho hasta que presionó
sobre su corazón. Hermione trató de liberar la cabeza mientras intentaba sacar
su cuchillo sin llamar su atención. Él presionó la punta y golpeó el hueso.
Desplazó la hoja hasta que encontró un hueco entre sus costillas. Los ojos de
Hermione se agrandaron mientras lo miraba fijamente.
—¿Aquí? ¿O debería empezar más abajo? —su voz era burlona. Estaba
completamente despreocupado por la pelea a su alrededor.
Hermione no sabía si tratar de alcanzar su cuchillo o impedir que la apuñalara
en el corazón. ¿Siquiera había un punto en tomar una decisión? Podía sentir
que se desangraba hasta la muerte. Él comenzó a empujarlo lentamente,
cuando la punta del cuchillo empezó a cortarle la piel, Rabastan se quedó
quieto, su agarre en el cabello de Hermione se aflojó, y su expresión se aflojó
mientras caía muerto a sus pies. Hermione colapsó con él y se detuvo con una
mano.
Detrás de Rabastan, un poco más allá del punto de anti-apariciones, un
Mortífago enmascarado estaba de pie solo en el campo. Varios Mortífagos que
estaban cerca se quedaron paralizados y se giraron sorprendidos cuando
Rabastan cayó, estuvieron muertos antes de que pudieran levantar sus varitas.
Hermione sólo que quedo mirando. Sospechaba que su pulmón perforado
estaba colapsando. Presionó una mano contra la herida para evitar una
hemorragia y prevenir que el aire se filtrara en la cavidad de su pecho.
Observó sin comprender mientras el Mortífago que acababa de aparecer se
abría paso por el campo. Era Draco. Nunca lo había visto pelear, no en
realidad. Pero el estilo le resultaba familiar. Era tan letal como se lo había
imaginado. La influencia del entrenamiento de Bellatrix Lestrange era obvia.
La fluidez del movimiento. La estela de cuerpos que dejaba detrás de sí
mientras caminaba por el campo. El estilo impredecible de Bellatrix había sido
definido por su sadismo, su demencia. El estilo de Draco era de una eficacia
brutal. No estaba interesado en mutilar o causar dolor. No quería prisioneros.
370
371
Mataba a todos. No mostraba ninguna duda mientras cribillaba a los
Mortífagos que lo rodeaban, presas del pánico. Las formas que podía concebir
para matar rápidamente a la gente eran aterradoras. Era un juego de números.
Mínimo esfuerzo, alto rendimiento. Era imposible que alguna vez hubiera
peleado con todo su potencial antes. Si un Mortífago alguna vez hubiera
peleado de esa manera antes, todos sabrían acerca de ello. Lanzó un hechizo
al suelo que convirtió el radio rodeándolo en líquido. Quince Mortífagos
inmediatamente se desvanecieron debajo de la superficie. Gritando. Lo anuló,
y los dejó atrás para que fueran sofocados por la tierra a su alrededor. Lanzó
maldición tras maldición, la mayoría de ellas no verbales. Los Mortífagos
cayeron continuamente. Conjuró una bandada de docenas de colibríes
plateados. Varios Mortífagos vacilaron, visiblemente confundidos. Draco
blandió la varita hacia adelante, y los diminutos pájaros volaron por el aire
como una lluvia de balas, enterrándose en las gargantas y el pecho de
cualquiera que estuviera cerca sin un poderoso escudo. Invicó a los pájaros,
chorreando sangre, y los disparó de nuevo.
Estaba a unos metros de Hermione. Extendió la mano y la agarró por la
muñeca izquierda. Ella gritó en voz baja al sentír cómo los huesos dañados se
fracturaban por el agarre. Draco sacó algo de su túnica, manteniéndolo por
encima de la cabeza, lo activó. Fue como si todo el aire y el sonido de la zona
fueran absorbidos de repente. Mortalmente silencioso. Todos a su alrededor
cayeron al suelo, jadeando y arañándose las gargantas. Hermione estaba
gritando por el dolor y el pánico. Sentía que se le rompía la muñeca mientras
intentaba liberarse. Los Mortífagos estaban jadeando en silencio en busca de
aire mientras se asfixiaban.
—¡Harry! Harry ¡Ron! Detente ¡Para! ¡No puedes matar a todos! ¡Draco,
detente! —estaba gritando. Sus rostros se estaban volviendo azules.
La lucha estaba llegando a su fin. Los cuerpos dejaron de moverse.
—¡Draco, detente! — reanudó sus forcejeos para liberarse y sintió que los
huesos de su mano se hacían añicos— ¡Para! —
—Idiota, —gruñó él bajo su máscara, soltándole la muñeca— Espera aquí—.
Él arrojó el artefacto oscuro al suelo, chirrió y se retorció hasta convertirse en
un montón de chatarra. Se acercó a Harry, Ron, Fred, Charlie, Remus y
Tonks. Realizó un hechizo de reanimación en cada uno de ellos, seguido de
un “obliviate” murmurado, antes de levitar los cuerpos inconscientes detrás de

372
él mientras se daba la vuelta. Convocó la varita de Hermione del suelo y la
arrastró por el brazo.
Le costaba respirar, moverse era agonizante. Sentía como si le estuvieran
haciendo un crucio en la muñeca izquierda. Sangre estaba cayendo por su
costado. Se volvía cada vez más y más difícil respirar mientras Draco la
arrastraba por el campo. Necesitaba sellar la perforación. Tan pronto como
pudiera encontrar a alguien… alguien que pudiera realizar los hechizos para
que evitara que se desangrara. Que pudiera sacar el aire de su cavidad torácica.
Si pudiera aparecer. Si pudiera aparecer en Grimmauld Place. Si pudiera. Se
tambaleó. Su cabeza se estaba volviendo ligera, y era difícil pensar claro. Trató
de respirar pero sentía que no podía.
Draco dejó a todos justo afuera de las barreras de anti-apariciones. Ella se acercó
a los cuerpos. No sabía cuál hechizo de reanimación había usado Draco. Antes
de que pudiera dar un paso, Draco la agarró con fuerza y desapareció junto con
ella.
Aterrizaron en la choza. Inmediatamente la soltó y se quitó la máscara y los
guantes. Ella se desplomó contra la puerta.
—No… no puedes dejarlos ahí —ella dijo
—Despertarán en menos de un minuto— él dijo, con el rostro retorcido por la
furia. Arrodillándose en el suelo, utilizó la punta de su varita para dibujar una
serie de runas en el suelo. Las runas brillaron por un momento, y una puerta
apareció. Abriéndola rápidamente, se estiró y sacó lo que parecía ser un
hospital entero repleto de suministros de curación. Draco volteó a verla. Su
rostro estaba blanco de rabia.
—¿Puedes aguantar lo suficiente para que te consiga un sanador? —le preguntó,
su voz estaba temblando.
Ella negó con la cabeza.
—Tendrás que decirme cómo hacerlo. Nunca he usado hechizos de sanación
complejos —le dijo sacando suministros.
Hermione se arrastró sobre la pared e hizo un pequeño gesto hacia su lado
derecho con la muñeca rota.
—Mi hígado. Es… de donde está saliendo la sangre. Creo. Hay aire en la
cavidad torácica. Está colapsando el pulmón—.
Él conjuró una camilla y la ayudó a acostarse en ella. Se bebió una poción
regeneradora de sangre antes de que le hiciera lanzar un diagnóstico, para
poder confirmar que las lesiones eran lo que había pensado.
373
Él tenía todas las pociones necesarias para ayudarla a estabilizarse y evitar que
estuviera en shock. Draco tenía una mano firme. Le cortó la ropa y realizó los
hechizos para detener la hemorragía y reparar los vasos sanguíneos y los
conductos biliares del hígado mientras empezaba a sanarla, siguiendo sus
instrucciones cuidadosamente. Luego le entregó otro frasco de poción
regeneradora de sangre.
El hechizo para extraer el aire colapsando su pulmón era complicado. Tuvo
problemas para mostrarle el movimiento de la varita. Aún le temblaban las
manos a pesar del analgésico que había tomado.
—Es más sutil que eso —trató de explicarle— Sólo el más leve movimiento
lateral de la punta, o tirará demasiado fuerte y dañará el tejido—.
Haciendo una mueca de dolor, puso ambas manos alrededor de la de él y
lentamente movió su mano izquierda en el movimiento necesario mientras
pronunciaba el encantamiento al compás de cada movimiento. Él consiguió
hacerlo correctamente en el tercer intento.
—Y luego, después de reparar el tejido del pulmón es… es sólo un hechizo
regular de sanación para arreglar el músculo diafragmático y cerrar la
incisión— le indicó cuando finalmente pudo respirar de nuevo.
Se desplomó para recuperarse mientras él le limpiaba la sangre. Tenía costras
en la cara, en las pestañas.
—¿Qué estabas haciendo ahí? —él preguntó con una voz baja y temblorosa
mientras ella se daba la vuelta y transfiguraba un trozo de ropa en una blusa y
empezaba a intentar ponérsela por la cabeza.
—Harry me pidió ir —dijo encogiéndose de hombros ligeramente— Te lo dije,
necesitamos a Ron—.
—No tienes experiencia en combate—.
Estaba pálido y sus manos estaban temblando ligeramente mientras la ayudaba
a ponerse la blusa por encima de la cabeza.
—¿Por qué te están volviendo a sacar sin siquiera darte un compañero? —
Hermione no lo miró, tragó saliva y deslizó la mano derecha por la manga.
—Necesitaban un sanador. Nuestra otra sanadora perdió el pie buscando
ingredientes. Me eligieron porque podía caminar más rápido—.
Él inhaló fuertemente.
—Sabías que era una trampa. Lo sabías. Pero fuiste de todas formas. La
emboscada de la prisión de Rabastan. Nadie pensó realmente que la Orden

374
sería lo suficientemente idiota para caer en ella. Era un simulacro de
entrenamiento para los novatos—.
—Harry iba a ir—.
—¿Y? —
—Harry es el punto de esta guerra. Si él muere, se termina. Yo siempre lo
seguiré. Estratégicamente, soy una pérdida que podemos permitirnos. Harry
no lo es. Si mejoro sus probabilidades de alguna manera, vale la pena—
respondió con una voz firme mientras se retorcía con cautela y levantaba la
muñeca rota para deslizarla por la manga.
—No estabas salvando a Potter. Estabas salvando a Weasley—.
El hombro de Hermione tuvo un espasmo.
—Ron es fundamental. Harry… necesita a Ron. Si algo le pasa a Ron, lo
destrazaría. Él necesita a Ron para querer ganar—.
—¿Qué hay de ti? ¿Potter no te necesita? —dijo Draco. Sus ojos brillaban con
furia. Hermione apartó la mirada.
—No como necesita a Ron. Yo… no soy así para él —se tragó el nudo que tenía
en la garganta.
—Los Weasley… —comenzó, y después dió un pequeño suspiro— Ellos son su
familia. Son todo lo que él quiere. Para ganar, tiene que ser capaz de verse con
ellos después. Eso… es lo que lo mueve. Si lo pierde… si deja de creer que lo
conseguirá… no seguirá adelante. No será capaz de hacerlo—.
—Pensé que eras parte del Trío. ¿Potter no se desesperará si te pierde? —
—No —dijo apartando la mirada— se afligirá, se enfadará. Pero no soy
emocionalmente vital. Nunca fui muy buena en… —sus labios tuvieron un
espasmo— Ron conecta con Harry emocionalmente. Harry se guía por sus
emociones—.
—Así que… ¿qué? ¿Potter te arrastra a una pelea en la cual no tienes experiencia
tratando de sobrevivir porque eres lo suficientemente reemplazable?—
—Ron va primero. Harry siempre cuidará de él primero. No piensa con
claridad cuando la gente que ve como familia está en peligro. No se da cuenta
de que está poniendo en riesgo a otros —dijo levantando la barbilla —Siempre
ha sido así—.
Draco la miró fijamente.
—¿Entonces quién cuida de ti, Granger, si Potter no lo hace? —
Ella parpadeó.

375
—No necesito que nadie cuide de mí, —dijo rígidamente, pero le tembló la
voz— No fue un accidente, Draco. Yo decidí reducir el valor de mi muerte—.
La expresión de Draco se endureció.
—Te permitiste volverte reemplazable para Potter—.
—Mientras más debilidades tenga Harry, más vulnerable es toda la
Resistencia—.
No había pensado que Draco pudiera parecer más enfadado de lo que ya
estaba, pero de repente parecía a punto de explotar.
—Cuando creo que no puedo odiar más a Potter, encuentra una nueva forma
de demostrarme que me equivoco —dijo sacando varias pociones más y
entregándoselas.
Trató de quitar los corchos con una mano pero no pudo lograrlo. Estaba
bastante segura de que si volvía a mover la muñeca izquierda, se desmayaría.
—¿Qué le pasó a tu mano izquierda? —preguntó abruptamente, arrebatando
un frasco y destapándolo para ella.
—Tú… la rompiste—.
Él pareció volverse aún más pálido.
—Ya estaba lesionada —dijo para clarificar— me golpearon con una maldición
ácida. Para el momento en el que logré contrarrestarla, los huesos ya estaban
casi deshechos. Tú sólo la agarraste—.
—Debiste de habérmelo dicho—.
Metió la mano en la túnica sacó el botiquín que ella le había regalado por
Navidad. Sacó el analgésico de su ranura, empapó un paño y lo envolvió
alrededor de su muñeca y mano. Hermione casi jadeó de alivio cuando el
ardor se redujo.
—¿Necesitas que remueva los huesos? —le preguntó después de un momento
mientras la observaba acunar su muñeca en su pecho.
Volteó a verlo.
—¿Podrías? Iba hacerlo yo misma, cuando tuviera la oportunidad—.
Remover huesos con precisión, especialmente fragmentos, era un proceso
doloroso. A menos que quisiera volver a crecer su brazo completo, iba a ser
una prueba lenta en la que sería difícil permanecer concentrado y firme en
todo momento. Había planeado lidiar con eso después de volver a ver a Ron.
—Conozco los hechizos. ¿Quieres que te aturda? —le preguntó.
—N-no. Debería permanecer despierta, a menos que ya sepas todos los
nombres de los huesos de la mano y muñeca—.
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—No —dijo alejando la mirada, con la boca presionada en una firme línea.
Desenvolviendo su mano nuevamente, le lanzó un hechizo diagnóstico y
revisó el daño. Además de los hoyos profundos que el ácido había hecho en
la carne, habían cuatro huesos que habían sido aplastados y otros seis con
distintos niveles de corrosión, incluyendo el cubito. Tendría que deshuesar
medio antebrazo. Miró su antebrazo fijamente durante varios minutos antes
de inhalar profundamente y alejar la mirada.
—El quinto metacarpiano primero. Quinque metacarpus—
—Quinque metacarpus ossios dispersimus—
El agudo dolor punzante cuando el hueso de la mano de Hermione
desapareció abruptamente casi la hizo gritar. Dejó caer la cabeza contra el
hombro de Draco y se estremeció. El dolor sin la oleada de adrenalina de la
batalla era más difícil de soportar.
—Después el ganchoso. Os hamatum— tembló contra su hombro, tratando de
contenerse.
Estaba llorando contra su túnica para el momento en el que él había removido
todos los fragmentos de huesos. La mitad de su antebrazo y la mayor parte de
su palma estaban en gran parte deshuesadas y estaban encharcadas en su
regazo. Draco sacó una botella de Crecehuesos. Ella lo bebió con arcadas y luego
hizo una mueca cuando la sensación punzante, como una aguja, de los huesos
que volvían a crecer envolvió su brazo. Él vertió Escencia de Dittany a través
por todo el brazo para reparar las bolsas de tejido corroído. Hermione sintió
la tentación de gritarle.
—¡No! —trató de arrebatarle el frasco— Es un desperdicio. Puedo sanarlos con
hechizos cuando los huesos vuelvan a crecer—.
La fulminó con la mirada.
—Cállate—.
Se quedó en silencio mientras él mojaba el brazo por segunda vez y luego
rebuscaba más materiales de sus suministros y ensambló un cabestrillo mágico
con sorprendente eficiencia.
—¿Por qué tienes todo esto? —preguntó, echándole un vistazo a todos los
suministros mientras él ataba el cabestrillo alrededor de su mano y le rodeaba
el codo para que los huesos volvieran a crecer rectos.
—Lo obtuve para ti—.
Lo miró con sorpresa.

377
—Después de Hampshire, me preocupaba que volvieras a aparecer herida.
Pensé que si tenía a mano todo lo que pudieras necesitar, me preocuparía
menos—.
A Hermione le dolía el corazón dentro del pecho mientras él la ayudaba a
ponerse el cabestrillo de la escayola por encima de la cabeza.
—Pero… esto es demasiado. Esta es prácticamente la lista de inventario
completa de una sala de emergencias—.
Él arqueó una ceja.
—No sabía qué tipo de cosas eran cruciales para la curación de víctimas en ese
momento. Lo investigué. Después tuve una larga lección sobre curar lesiones
comunes de batalla como regalo de Navidad el año pasado. Me ayudó a
completar todo lo que me había faltado—.
Hermione se sonrojó.
—Podrías convertirte en un sanador. Tienes un talento natural para ello—.
La esquina de su boca se torció levemente— Esa es una de las cosas más
irónicas que alguien jamás me haya dicho—.
La conversación se detuvo.
—Tengo que regresar. Ron está lesionado. Y Harry también —dijo con una voz
suave mientras se movía para levantarse.
Draco se levantó, sus ojos se volvieron fríos.
—Nunca vuelvas a ir a una misión—.
—Eso no lo decides tú —dijo mirándole a los ojos.
Él palideció y su mandíbula se tensó.
—Recuérdale a Moody que si la Orden quiere mi ayuda continua, te
mantendrán con vida—.
Hermione se quedó quieta y su boca se torció mientras apartaba la mirada de
él.
—Estás haciendo esto por tu madre, Draco—.
Él la giró firmemente por los hombros y la miró fijamente.
—Ella está muerta, tú no lo estás. Mi lealtad era hacia aquellos con los menos
responsables por su sufrimiento. Sin embargo, si la Orden ha decidido que
eres una muerte que se puede costear y te envía a ser mutilada como carne de
cañón, no seré noble. No tengo ningún reparo en exigir una doble venganza.
Haré pagar a Potter si hace que te maten—.

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Hermione se congeló. Esto era peligroso. No había tomado en cuenta este
riesgo. Sabía que la lealtad de Draco no estaba basada en ideologías; era
puramente un sentido de lealtad personal. Odiaba a Harry, simplemente
odiaba más a Voldemort. La confesión emocional y descuidada de Hermione
acababa de darle motivos para vacilar. Era posesivo. Ella era suya. Harry la
había puesto en peligro. Debería haber sentido pánico. Debería haber sido
fría. Debería haberle recordado sobre su Juramento.
Recordarle que siempre escogería primero a la Orden hasta que ganaran. Si él
la quería, tendría que esperar. Fue lo que debió haber hecho. Lo miró
fijamente, y sus hombros temblaron. Estaba tan cansada. La vida había sido
fría durante demasiado tiempo. Sus dedos temblaron, estuvo a punto de
agarrarlo. Luego, lentamente cerró la mano en un puño y la deslizó detrás de
su espalda.
—No… no hagas esto, Draco —se le quebró la voz.
—No eres reemplazable —dijo con una voz baja y desesperada— No puedes
alejar a todos para que se sientan cómodos utilizándote y dejándote morir—.
La mano de Hermione estaba temblando, y su garganta se sentía como si
hubiera una piedra alojada dentro. Bajó la cabeza e inhaló profundamente.
Ron está herido. Y Harry. Se armó de valor y trató de liberarse.
—Esto es una guerra. No es una especie de autocondena trágica ser
prescindible. Es una responsabilidad estratégica no serlo. Pensé que te habías
dado cuenta de que era mi caso. Un sanador no va a ganar la guerra; por eso
estaba disponible como intercambio. Incluso tengo un reemplazo en el
hospital ahora… gracias a ti. Tuve que entrenarla —se rió amargamente— Tú
me hiciste esto. Tú me hiciste tan reemplazable como lo soy —ahogó un
sollozo— Y ni siquiera me querías—.
Él se estremeció y su agarre se aflojó.
—Tengo que irme ahora —le temblaba la voz mientras se alejaba.
Draco la tomó por el brazo derecho y la jaló.
—No eres reemplazable —le dijo. Sus manos estaban temblando mientras la
agarraba— no estás obligada a hacer que tu muerte sea conveniente. Tienes
permitido ser importante para la gente. La razón por la que tomé ese maldito
Juramento fue para mantenerte con vida. Para mantenerte a salvo—.
Intentó alejarse de él, pero no la soltó. Se retorció, tratando de soltarse. Tenía
que irse, porque él seguía mirándola con la desesperación escrita por todo su
rostro, y la estaba rompiendo por dentro. Sollozó y, antes de que tuviera
380
tiempo para pensar, introdujo los dedos de la mano derecha en la túnica de
él, lo acercó y lo besó.

381
Flashback 28
Marzo 2003

Draco le acunó el rostro entre sus manos mientras le devolvía el beso,


acercándola con cuidado sin lastimarle el brazo izquierdo. Estaba medio
llorando mientras lo besaba, le recorrió el cuello con los dedos y tiró de la
curva de su mandíbula para acercarlo. Tratando de memorizar cada detalle de
él; el olor del bosque y de los rollos de papiro, su pulso bajo la punta de sus
dedos, sus labios presionados contra suyos, su sabor. Se había ganado esto.
Presionó la mejilla contra su mano mientras sus labios acariciaban los suyos.
Después de varios minutos, se alejó.
—Tengo que irme—.
Él no trató de detenerla, pero se estiró hacia ella antes de detenerse. La miró
fijamente e inhaló profundamente entre dientes.
—Regresa. Regresa a mí… si alguna vez necesitas algo —finalmente dijo,
retirando la mano.
Hermione lo miró fijamente y quiso decirle que lo haría, se obligó a tragarse
las palabras.
—Tengo que irme —repitió, esforzándose por alejarse.
Permaneció de pie, observándola irse. Ella respiró profundo para calmarse y
apareció de regreso en la casa de campo de Tonks. Tocó rápidamente la puerta.
Se abrió de golpe. Fred estaba en la puerta, observándola sospechosamente.
—¿Cuáles son los nombres de tus padres? —
—Wendell y Mónica Wilkins, viven en Australia —contestó mirándolo a los
ojos firmemente.
Se desplomó aliviado y la arrastró hasta sus brazos, fue aplastada contra su
pecho cuando la empujó hacia adentro.
—Santo Merlín, creímos que te habíamos perdido. No estabas ahí cuando
despertamos—.
382
—Yo… tenía una hemorragia. No podía esperar. Tenía que encontrar a alguien
que pudiera arreglarlo —dijo a modo de vaga explicación.
Fred sacudió la cabeza con expresión desconcertada.
—No lo entiendo; un minuto estábamos peleando, y entonces de repente nos
despertamos, arrojados afuera de las barreras. Siento todo el cuerpo como si
me hubiera aplastado un erumpent. Todos los Mortífagos estaban muertos. Tú
habías desaparecido. Harry y Ron se espantaron y querían comenzar una
búsqueda—.
—Alguien debió de intentar utilizar alguna maldición oscura que salió mal—
dijo Hermione, sacando su botiquín y entregándole a Fred una poción
reconstituyente y un frasco de analgésico.
—Esa es nuestra mejor suposición —dijo Fred, tomándose las pociones con una
mueca— Jodidamente afortunado. No puedo creer cuántos de ellos había allá.
Ron ha estado reprendiendo a Harry sin parar desde que llegamos —miró
seriamente a Hermione— Su hombro está bastante mal—.
Hermione asintió sombríamente— Ví cómo ocurría—.
La miró durante un largo rato.
—Fue tu maldición la que lo salvó, ¿no es así? —
Ella asintió levemente.
—Tan cerca a una luna llena, no habían demasiadas opciones—.
—Bueno. No escucharás ninguna queja de mi parte. Después de lo que le pasó
a George, yo digo que matemos a los bastardos. Harry está un poco angustiado
por eso. Pero él fue un verdadero idiota al pedirte que te metieras en algo así
la primera vez que volvías al campo. Me alegro de que no te mataran; no me
importa lo que te costó conseguirlo —él apoyó una mano sobre su hombro.
Ella asintió.
—He estado abogando por maldiciones letales durante años. Si alguien se
sorprendió de que las usara, no ha estado poniendo atención—.
—Ron está ahí. Estoy hecho polvo —Fred abrió una puerta.
Ron estaba sentado en una cama. Le habían vendado el hombro
descuidadamente. A Hermione aún le desconcertaba cómo tantos miembros
de la Orden podían estar peleando durante tantos años sin ser capaces de
realizar curaciones básicas de emergencia.
—¡Mione! Estás viva —Ron trató de salir de la cama y parecía estar al borde de
las lágrimas mientras la veía.

383
—Lo siento —dijo mientras se apresuraba y lo empujaba firmemente de nuevo
a la cama antes de remover las vendas con un movimiento de su varita.
—Debí haber regresado antes—.
Harry la agarró del hombro, la jaló hacia atrás y la abrazó durante un minuto.
—Lo siento tanto. Creí que te habían atrapado. Busqué entre los cadáveres, y
no estabas ahí. Lo siento mucho, muchísimo. Nunca creí que habría tantos—
Hermione se apartó.
—Tengo que atender a Ron, Harry —su voz era tensa mientras se liberaba.
El hombro de Ron estaba destrozado. El hombre lobo no transformado había
mordido profundamente el músculo del hombro, desgarrando enormes trozos
de carne. El daño era grave. Alguien, presumiblemente Remus, parecía haber
vertido un recipiente completo de plata en polvo y dittany sobre la herida.
—¿A dónde fuiste? —Harry preguntó— te buscamos por todas partes—.
—Salí herida —dijo, esforzándose por mantener la voz baja. Limpió la sangre,
la costra polvo seco y las hierbas para revisar la magnitud de la lesión.
—Me estaba desangrando y necesitaba a alguien con experiencia médica—.
Le entregó a Ron un frasco de poción analgésica. En cuanto él la bebió, realizó
un hechizo limpiador sobre el área. Él dió un jadeo agonizante. Las bocas eran
horriblemente sucias, especialmente una perteneciente a un hombre lobo con
impulsos caníbales.
—¿Quién? —Harry preguntó.
—Un tercero con quien Moody me puso en contacto —dijo sin levantar la
mirada.
—Bastardos —Ron murmuró, contrayéndose de dolor, mientras Hermione
machacaba Wolfsbane en una especie de pomada y se la untaba en los desgarres
más profundos del hombro.
—Cualquiera que se mantenga neutral en esta guerra es un cobarde. ¿Qué
creen que pasará si perdemos? Yo no confiaría en ellos—.
—No todos están hechos para pelear, Ron —dijo silenciosamente, sintiéndose
obligada a defender al sanador ficticio.
—Ya lo sé. Se lo he estado recordando a Harry —Ron dirigió a Harry una dura
mirada que éste le devolvió con obstinación.
—Todos salimos, ¿no es así? —Harry respondió, sentándose en una silla a lado
de la cama— Probablemente no lo hubiéramos hecho si Hermione no te
hubiera curado antes de salir—.

384
—La Orden necesita más a Hermione como una sanadora de lo que tú la
necesitas para tu idea de rescate suicida —Ron dijo entre dientes— Moody y
Kingsley dirán lo mismo tan pronto como se enteren de lo que hiciste—.
Hermione removió la pomada de Wolfsbane y usó la punta de su varita para
quitar el veneno que había sido extraído. Después espolvoreó otra gruesa capa
de plata en polvo y dittany a través de la herida y se dispuso a envolverla. El
brazo le temblaba de cansancio mientras intentaba envolver la gasa
firmemente con una mano. Después de fracasar en su quinto intento, dio un
paso atrás y buscó una poción fortalecedora que luchó por destapar con una
mano. Finalmente, sacó el corcho con los dientes, lo escupió sobre la mesa y
bebió la poción. El temblor de su mano se calmó.
—Harry... —dijo en voz baja— Necesito que me eches una mano. No puedo
manejar el vendaje de Ron con sólo una mano. Necesito que mantengas la
tensión mientras lo envuelvo para mantener el dittany en su lugar—.
Harry se puso de pie y se acercó.
—¿Qué le pasó a tu brazo? —extendió la mano y tocó el yeso tentativamente.
—Sólo una maldición —se encogió de hombros— Tuve que remover los huesos.
Están volviendo a crecer ahora—.
Harry hizo una mueca de dolor.
—Lo siento—.
—Está bien. No fue mortal. Sólo toma tiempo volver a tener todo reparado.
Ahora, mantén esto aquí mientras envuelvo. Y después, cuando le dé la vuelta,
necesito que lo detengas aquí también. No queremos demasiada tensión, sólo
la suficiente para mantenerlo cubierto y todo en su lugar—.
Cuando el hombro de Ron estaba propiamente vendado. Hermione comenzó
a trabajar en todas las lesiones restantes de su encarcelamiento. No podía
descifrar cómo quitarle la esposa de la muñeca derecha, así que trabajó
alrededor de ella. Cuando terminó, le apoyó la mano ligeramente sobre el
brazo.
—No va a sanar —le dijo a Ron sobriamente, señalándo el hombro con su
cabeza. Él estaba pálido, sus pecas resaltaban fuertemente.
—Lo sé, Remus me lo dijo—.
—Tan cerca de la luna llena, lo vas a sentir todos los meses—.
Él asintió firmemente.
—Remus puede que lo haya mencionado; necesitaremos aislarte mañana por
la noche. Hasta que sepamos qué tan severamente va a afectarte durante la
385
luna llena. Esto… esto va a cambiarte. Vas a tener que ser cuidadoso. Cuando
estés enojado, no necesariamente te darás cuenta de qué tan fuerte y agresivo
eres propenso a ser, hasta que hagas algo realmente peligroso. Tú… tú podrías
asesinar a alguien accidentalmente—.
—No lo hará —Harry dijo defensivamente.
La mandíbula de Hermione se tensó.
—Ron no es la primera persona a la que he tratado por mordeduras, Harry.
No va a ser culpa suya, pero si decidimos ser descuidados, podría lastimar a
alguien. Las mordeduras tan cerca de la luna llena tienen consecuencias.
Cuando el lobo no puede emerger con la luna, tiende a quedarse bajo la
superficie, esperando oportunidades para salir. Ron es potencialmente
peligroso, y necesitamos estar preparados para eso—.
—Bueno, quizás debiste haberlo sacado como lo habíamos planeado —Harry
se cruzó de brazos y levantó la barbilla.
Hermione se estremeció, y la habitación nadó levemente cuando sintió que la
sangre se le escapaba de la cabeza.
—¡Harry, cállate! —Ron se volvió escarlata de rabia— ¡Fue tu maldito plan
estúpido! Hermione no debió haber estado ahí. ¿Cómo carajos se suponía que
tenía que haberme sacado? —
Harry estaba buscando una pelea. Hermione podía verlo en su rostro. Siempre
se enfadaba cuando alguien salía herido. Y ahora, con Ginny lejos, no tenía a
nadie para consolarlo o distraerlo. Estaba arremetiendo por que se sentía
culpable. Porque nunca había sabido cómo lidiar con lo que sentía.
Desangrándose hasta morir por el dolor de todo lo que no podía evitar sentir.
—Hice todo lo que pude para proteger a Ron—.
—Sí, ví tu idea para protegerlo. ¿Qué fue esa maldición que usaste? —Harry
preguntó.
Lo miró a los ojos.
—La encontré investigando. Es uno de los pocos hechizos que puede matar a
un hombre lobo lo suficientemente rápido para detenerlo, además de una
Imperdonable—.
—Era Oscura —dijo Harry, sus ojos verdes brillaron— Probablemente uno de
los hechizos más oscuros que he visto—.
—Pensé que Ron valía la pena—.
Si le hubiera sobrado algo de magia, habría maldecido a Harry a través de la
habitación.
386
—Pudimos haberlo derribado con aturdidores —dijo Harry.
—¿De verdad? ¿Estabas dispuesto a apostar la vida de Ron por eso? ¿Después
de todo el riesgo para salvarlo? —su voz estaba temblando con furia— Conocía
las consecuencias. Las acepté. La usé—.
—¿Así que, qué?¿De repente eres una experta en el campo de batalla?
¿Desgarrándote el alma antes de creer que podemos ganar con la magia de la
Luz? —el dolor y miedo en los ojos de Harry eran visibles a través de su enojo.
—Se mete en tu alma, Hermione. La Magia Oscura. La oscuridad se quedará
en ti después de la guerra. Nunca desaparecerá. Está dentro de ti. En tu
magia—.
La tomó de los hombros, y ella pudo sentir cómo le temblaban las manos,
parecía a punto de llorar.
—No me importa—Hermione se soltó de Harry y levantó la mandíbula—Quiero
ganar. No me importa cómo termine luciendo mi alma —después resopló
burlándose— Estabas más que dispuesto a arriesgar mi vida; no veo cómo es
que mi alma es de alguna manera más importante—.
Harry dió un paso firme hacia atrás y se quedó callado mientras la miraba
fijamente.
—Bueno —él finalmente dijo— si así de poco crees en nosotros, entonces no
eres alguien cuya ayuda necesite. Créeme, no volveré a pedírtela nunca —se
volteó y salió furioso de la habitación.
Ron observó a Hermione mientras ella se desplomaba contra la pared. Su
expresión era triste y resignada.
—No entiendo por qué haces esto —dijo después de un momento— ¿Aún crees
que sólo ganaremos si usamos las Artes Oscuras? —
El brazo de Hermione palpitaba por el recrecimiento de los huesos y estaba
luchando contra las lágrimas.
—No somos el lado que intenta matar a todos. Considerando el número de
personas a las que estamos protegiendo, hay muy pocos aspectos que no
consideraría que valen la pena —dijo, parpadeando rápidamente para que sus
ojos dejaran de arder.
—Sabes que Harry no puede —Ron dijo seriamente— Si piensa que va tener
que volverse Oscuro para ganar, destrozará todo por lo que está luchando.
Quiere ser normal después de esto. No tendrá eso si se vuelve Oscuro—.
—Lo sé. Sólo quiero que deje de ponerse en el camino de todos los demás—.
Ron la observó silenciosamente durante varios minutos.
387
—Crees que todos los demás deberían hacerlo. Tú, yo, el resto del ED y la
Orden—.
—Estoy en la sala del hospital, Ron —dijo, demasiado cansada para gesticular
o incluso moverse mientras hablaba— Ganas una batalla o la pierdes, todo lo
que veo es el precio. A veces parece que tú y Harry no se dan cuenta las pocas
vidas que aún podemos permitirnos perder. Esta guerra es más grande que
Harry y su familia regresando a la normalidad después. ¿Qué crees que le
pasará a la Resistencia si perdemos? ¿Qué hay del mundo muggle? Harry no
tiene a nadie en el mundo muggle que le importe. Tú ni siquiera conoces a
nadie de ahí. Pero mis padres están ahí fuera. Mis compañeros de la primaria.
Mis abuelos y primos. Si mi alma es el precio para protegerlos… de protegerlos
a ustedes, eso… eso no es un precio. Es una ganga —se enderezó, sintiéndose
apunto de desmayarse.
—Tengo que ir a revisar a todos los demás —dijo, saliendo de la habitación a
tropiezos.
Mayormente eran heridas simples. Cuando peleaban con Mortífagos, las
heridas tendían a ser o letales o menores. Charlie tenía sobre todo moretones
y lo habían rozado con una maldición que no dejaba de sangrar. Había
tomado dos pociones regeneradoras de sangre esperando a que ella volviera.
Fred tenía una contusión y hematomas internos que Hermione consiguió
reparar en poco tiempo. La muñeca de Tonks estaba gravemente esguinzada.
Le tomó unos minutos a Hermione realizar el hechizo y aplicar una poción.
— Me alegra ver que sigues viva y coleando —dijo Tonks, mirando a Hermione
con una expresión seria. El cabello de Tonks estaba oscuro y lacio; con algunos
mechones grises.
Hermione esbozó una débil sonrisa mientras masajeaba la piel de Tonks con
la poción para reducir la hinchazón.
—¿Quién te entrenó? —Tonks bajó la voz y se inclinó hacia adelante.
Hermione se quedó quieta por un breve momento antes de que continuara
masajeando la muñeca de Tonks.
—Estuve por toda Europa entrenando—.
—No te hagas la tonta conmigo; no me refería a eso. Recuerdo cómo solías
pelear —dijo Tonks, mirando a Hermione— ahora eres completamente
diferente. Fuiste letal. Y a pesar de tu inexperiencia en el campo de batalla,
era obvio que sabes mucho más de lo que posiblemente deberías. Alguien
peligroso te entrenó—.
388
Hermione no dijo nada.
—¿A cuántas personas mataste hoy, Hermione? ¿Diez? ¿Quince? ¿Siquiera lo
sabes? —
La mandíbula de Hermione comenzó a temblar, y apretó los dientes para
detenerla.
—¿Habías matado a alguien antes? No lo habías hecho. Lo recordaría. Hoy fue
la primera vez, y ni siquiera has tenido tiempo para pensar en eso, ¿verdad? —
Hermione se estremeció.
—¿En qué te has metido? —Tonks le preguntó, extendiendo la mano y
apoyándola en la de Hermione. Hubo una pausa.
—Se suponía que sólo iba a ser por precaución. No esperaba usarlo tan de
repente —Hermione finalmente logró decir.
—¿Quién? ¿A quién conoces que sea así de letal? Moody me entrenó, así que
sé que no es su estilo.Ni el de Amelia Bones. Ni el de Shacklebolt—.
—No tengo permiso para compartir la información. Moody está al tanto.
Puedes verificarlo con él—.
Tonks parpadeó y observó detenidamente a Hermione durante varios
segundos.
—Esa maldición, para salvar a Ron. Había escuchado de ella… te adentraste en
lo más profundo de las Artes Oscuras con eso. Asegúrate de no estar sola; a
quien sea que tengas para acudir, probablemente deberías de enviarle un
mensaje—.
Hermione asintió distraídamente. El dolor del brazo se estaba volviendo una
distracción. Internamente, estaba comenzando a sentirse agotada; un síntoma
que había empujando más allá de lo que las pociones fortalecedoras podían
contrarrestar.
—¿Remus está bien? —Hermione preguntó. Todavía no lo había examinado ni
a él ni a Harry, pero sabía que Tonks había revisado a Remus tan pronto como
regresaran.
—Sí. Lo revisé cuidadosamente. Ya sabes lo rápido que se cura de casi todo.
Fue a informar a Kingsley de que habíamos recuperado a Ron —.
—Muy bien —Hermione asintió, luchando por ponerse de pie.
—Hermione —Tonks la atrapó mientras se tambaleaba— ¿Qué te pasó? —
—No es nada. Estoy bien. Sólo no estoy acostumbrada a estar en el campo. No
estoy tan en forma como el resto de ustedes —dijo Hermione, tratando de
alejarse.
389
—Desapareciste cuando el resto de nosotros estábamos inconscientes —los ojos
de Tonks estaban entrecerrados y después se agrandaron— ¿Tú lanzaste la
maldición que mató a todos? —
—No —Hermione dijó rápidamente, negando con la cabeza— No sé lo que fue
eso—.
—¿Pero sabes cómo pasó, no es así? Tu maestro… fue por ti —Tonks se notaba
repentinamente tensa— ¿Qué tan lesionada estabas? ¿A quién tienes en el
bolsillos con esa clase de poder? —
Hermione se empeñó en encontrar una explicación que satisficiera al ex-
aurora.
—Habla con Moody. Si él te da permiso, te diré todo lo que quieras saber— .
—¿Desde cuándo eres tan clasificada? —dijo Tonks, con los ojos abiertos de
asombro.
—Sabes que tampoco puedo decirte eso —dijo Hermione, alejando su brazo.
—Bien— dijo Tonks— Entonces dime qué tan lesionada estabas. Asumo que
eso no es clasificado—.
Hermione no podía pensar en ninguna razón para mentir.
—Me apuñalaron. En el pulmón. También me daño el hígado. Ya está
reparado—.
—¡Mierda! Eso no significa que deberías estar de pie. Sabes mejor que yo que
el hecho de que las heridas muggles se puedan arreglar rápido no significa que
no hagan un gran daño físico. Deberías estar en una cama, y nosotros
deberíamos estar cuidándote—Tonks siseó.
—Si le dijera a alguien, surgirían preguntas que no puedo responder—
Hermione dijo firmemente— Estará bien. Sólo necesitaré dormir bastante una
vez que termine. Sólo necesito ver a Harry. Luego descansaré—.
—De acuerdo —Tonks dio un paso atrás y la dejó marchar, pero sus ojos
seguían desconfiados y preocupados.
Tan pronto como Hermione salió de la habitación, se recargó contra la pared.
Intentó reunir las reservas de energía que le quedaban antes de ir a buscar a
Harry. Estaba en el tejado, observando el estanque debajo mientras fumaba.
Había docenas de colillas de cigarro esparcidas a su alrededor. Se fijó en ella,
pero no hizo ademán de acercarse. Ella salió por la ventana incómodamente
con sólo un brazo sosteniéndola. Estuvo a punto de perder el equilibrio, pero
se agarró con determinación. Si se caía del tejado en su estado actual, podría

390
morir. Se armó de valor y se dirigió hacia Harry, intentando no mirar hacia
abajo.
—¿Qué nos pasó, Hermione? —preguntó cuando se acercó.
—Una guerra, —dijo extendiendo la mano y girando su rostro hacia ella. Tenía
un corte en la cabeza. Su piel pálida estaba ligeramente enrojecida por la
sangre que se había lavado. Su expresión era triste, cansada y molesta.
—¿Quién cambió? ¿Fuiste tú o fui yo? —le preguntó mientras le pasaba los
dedos por el pelo y lo empujaba a un lado para poder cerrar la herida.
—Yo —admitió, evitando su mirada.
—¿Por qué? ¿Crees que no seré capaz de hacerlo?¿Estás tratando de prepararte
para que fracase? —
Le lanzó un hechizo de diagnóstico, tenía dos costillas fracturadas y
hematomas en el abdomen. Lo empujó hacia atrás para que se acostara antes
de empezar a curarlo.
—Creo que puedes hacerlo. Pero... la profecía. Es una moneda al aire. Después
de la muerte de Dumbledore... —balbuceó levemente— La muerte está a sólo
una maldición de todos nosotros, —dijo después de un momento— No puedo
simplemente sentarme y mirar, esperando que caigan las probabilidades del
cincuenta por ciento y asumir que conozco el resultado. No cuando hay tanta
gente que depende de nosotros. Lo que tienes, la forma en que amas a la
gente, es puro, es poderoso. Pero, ¿cuántas veces has matado ya a Tom? De
bebé, gracias a tu madre. En primer y segundo año. Pero todavía está aquí.
Todavía está peleando contigo. No quiero asumir que nada es suficiente—
—No crees que El Bien puede simplemente ganar —dijo Harry, el reproche en
su voz era pesado.
—Todos los que ganan dicen que fueron buenos, pero ellos son los que
escriben la historia. No he visto nada que indique que en verdad fue la
superioridad moral lo que marcó la diferencia —dijo mientras murmuraba los
hechizos para reparar las fracturas.
—Pero estás hablando de la historia muggle. La magia es diferente. El mundo
mágico es diferente —dijo Harry ferozmente.
Hermione negó con la cabeza minuciosamente y la expresión de Harry se
volvió amarga, miró al cielo. Hermione lanzó un hechizo de barrera sobre su
mano y luego comenzó a esparcir una pasta de moretones sobre el estómago y
las costillas de Harry con pequeños movimientos circulares.

391
—Solías ser diferente, —dijo Harry— Solías ser más justiciera que yo ¿qué le
pasó a P.E.D.D.O? Esa chica nunca habría dicho que la Magia Oscura valía la
pena ¿qué pasó? —
—Esa chica murió en una sala de hospital tratando de salvar a Colin Creevey—
—Yo también estuve allí cuando Colin murió, Hermione. Y no cambié—.
—Siempre estuve dispuesta a hacer lo que fuera necesario, Harry. Todas esas
aventuras nuestras en el colegio. Una vez que estaba dentro, estaba dentro.
Quizás nunca te diste cuenta de lo lejos que estaba dispuesta a llegar por ti—.
—No por mí —dijo Harry, negando con la cabeza— No puedes decirte que estás
haciendo esto por mí. Yo nunca pediría esto de ti—.
—Lo sé —dijo apartando la mirada— Esto no es por ti. Es por todos los demás.
Tienes que hacer lo necesario para ganar. Yo también—.
—Te estás alejando tú sola —Harry dijo, con voz dura mientras se incorporaba.
— Quizás piensas que no lo veo, pero no es así. Sólo no entiendo por qué. Eras
como mi hermana. Pero ahora… cada vez hay una grieta en nuestra amistad,
apareces tú y pones una cuña sobre ella. No lo entiendo… ¿por qué estás
haciendo eso? —
Sonaba al borde de las lágrimas, sus ojos estaban tan heridos y furiosos
mientras la observaba. Ella se sintió vacilar. Si lo admitía ahora, quizás
arreglarían las cosas. Tal vez aún había una oportunidad. El espacio que Ginny
había llenado y disimulado… se estaba dando cuenta, sintiendo lo lejos
Hermione se había alejado. Su primer amigo. Su mejor amigo. Le tendía la
mano. Si le devolvía la mano… Lo observó con tristeza.
—Esas grietas siempre estuvieron ahí, Harry. La persona que soy, siempre
estuvo ahí. La guerra sólo te está haciendo verla—.
La expresión de Harry se cerró.
—De acuerdo, entonces —se puso de pie y volvió a entrar en la casa.
Hermione permaneció sentada durante varios minutos, tratando de juntar la
energía necesaría para descender del techo. Encontró una sillón y se acurrucó
en él, tan cansada que ni siquiera el dolor punzante del brazo pudo impedirle
dormir. Cuando se despertó de golpe repentinamente horas más tarde, se
sentía helada. Estaba congelándose, hasta el punto en que sus dientes le
castañeteaban. Había sido temprano en la tarde cuando se había quedado
dormida, pero la casa se había vuelto oscura y callada. Se estremeció de frío,
cogió su varita y se lanzó un encantamiento calentador. No le proporcionó
ningún alivio a la frialdad que sentía. Se sentía… observada.
392
Como si hubiera algo en la oscuridad mirándola fijamente. En la base de su
columna vertebral, y escalando lentamente como zarcillos helados, había una
sensación de dolor sordo, como si estuviera siendo infectada con algo que
estaba tratando de adormecerla a medida que avanzaba por su organismo. Le
temblaba la mano con la que agarraba la varita mientras se hacía un
diagnóstico. Debió haber pasado por alto una maldición. No había nada.
La sensación fría y dolorosa parecía estarse esparciendo. Creciendo por su
cuerpo hacia el esternón y a través de su pecho, hasta que respirar le resultó
doloroso. Era aterrador y espantoso, pero también había una especie de
atracción hacia la rendición. El dolor como alivio. Como sentarse en la cocina,
cortando líneas hasta que dolía más que todo lo demás. Dolor como
liberación. Como el sabor de la sangre. Se levantó bruscamente.
Eran las secuelas de la Magia Oscura que había usado. Tendencias
autodestructivas. Alucinaciones. Ahora que lo pensaba, las sensaciones le
resultaban familiares. Tonks había estado en lo correcto. Debería estar con
alguien. Alguien que pudiera ayudarla a resistir. Se tambaleó bajando las
escaleras. Era la mitad de la noche.
Se dirigió a la habitación en la que estaba Charlie. Apenas se llevaban bien,
pero él le dejaría tomar su mano. Tenía tanto frío. Podría hablar con ella y
ayudarla a concentrarse...vacía.
Revisó la habitación de Fred. Vacía. Siguió adelante. Ron estaba dormido,
gimiendo de dolor. Le vertió una dosis de Dreamless Sleep por la garganta,
mientras lo observaba calmarse, sacó una poción para ayudar a restablecer los
ligamentos y tendones en su propia mano y se la tomó. Harry estaba dormido
en la silla junto a Ron. Harry no había dormido desde la captura de Ron.
Remus tenía luna llena la noche siguiente; Tonks estaría con él. Deambuló de
vuelta a la habitación y se preguntó qué hacer. La frialdad tragándola era tan
dolorosa que le dolía incluso respirar. Titubeó y estuvo a punto de hundirse
en ella.

“Regresa a mí… si alguna vez necesitas algo”

Se esforzó a salir por la puerta principal y apareció en Whitecroft. Caminó


hacia la puerta y rozó el pomo con los dedos, entonces se congeló. Las luces
estaban apagadas. Por supuesto… él no estaría ahí. Era sólo un punto de
encuentro. No vivía ahí. Habían pasado horas desde que ella se había ido.
393
Probablemente estaba dormido. En algún lugar con una cama. O podría estar
ocupado. Se suponía que no debía llamarlo a menos que fuera una
emergencia. Prometió que no lo haría. Le había dado su palabra. No podía
llamarlo porque había tenido un mal día. Pondría en peligro su tapadera, lo
comprometería, pondría en riesgo a la Orden. Alejó la mano y se dio la vuelta.
Si pudiera aparecer de nuevo, siempre había alguien despierto en Grimmauld
Place. Se aferró a su varita y cerró los ojos. Sintió como si algo hubiera tomado
control de su cabeza. Se le doblaron las rodillas. Todo se desvaneció.
Cuando el mundo lentamente recuperó la nitidez, se dio cuenta de que estaba
tumbada boca arriba. Miró hacia el cielo. Las estrellas brillaban a lo lejos,
opacadas por la luna. Hacía frío. El día había sido demasiado largo. Su piel
estaba hormigueando. Doliéndole. Como si hubiera algo en su interior. En
su magia. Quería rebanarlo fuera de sí. Si tan sólo pudiera encontrar el lugar.
Podría sacarlo con uno de sus cuchillos... para que se detuviera… para que
dejara de arrastrarse dentro de ella. Hundió los dedos en su pecho y lo jaló.
—¿Granger… qué te hiciste? —
Se dio cuenta de que la levantaban del suelo. Manos calientes envolviendo su
cuerpo, ahuyentando el frío. Tenía demasiado frío. Se refugió en el calor.
Estaba delirando, porque Draco estaba ahí, vestido con ropa Muggle. Nunca
lo había visto con otra ropa que no fuera una túnica negra. Se presionó contra
él, y lo sintió como un horno, ahuyentando el frío que se arrastraba y deslizaba
dentro de ella.
—Maté a personas hoy —dijo, hundiendo el rostro en su playera. Incluso
vestido de muggle, extrañamente seguía oliendo igual.
—Nunca había matado a alguien antes. Pero ni siquiera mantuve la cuenta de
a cuántas personas maté hoy—.
Sus brazos se apretaron a lo largo de la espalda de Hermione.
—Tonks dijo, que con la Magia Oscura que usé hoy, debería estar sola. Pero,
no había nadie con quien pudiera ir. Todos los demás ya tienen a alguien…
alguien a quien acudir después de…—
—Pero tú no—.
Ella asintió.
—¿Qué hechizo usaste? —Draco estaba preguntando— ¿Qué Magia Oscura? —
—Carbonicé a un hombre lobo. Estaba mutilando a Ron. El día antes de la
luna llena, los aturdidores tomarían demasiado tiempo—.

394
Estaba teniendo la primera alucinación de su vida. Probablemente estaba
muriendo. Draco estaba tan caliente como un horno y estaba usando una
sudadera gris que decía Oxford y… ¿pantalones de mezclilla? Era casi gracioso
lo ridículo que resultaba. Quería reírse mientras lo asimilaba.
—Con razón estás fría —murmuró.
Sintió el estallido de la aparición, y, mirando desorientada a su alrededor, se
encontró en una lujosa suite de un hotel Muggle. Estaba confundida. Por
supuesto, alucinar, como regla, no tenía ningún sentido. Pero esto era
simplemente bizarro. Miró fijamente a Draco.
—¿Crees que esto es lo que mi subconsciente quiere? —ella preguntó— ¿Estar
contigo en el mundo Muggle? —
Su expresión era indescifrable.
—¿Qué quieres? —
Lágrimas se acumularon en sus ojos mientras lo observaba detenidamente.
—No quiero estar siempre sola —se atragantó— Quiero amar a alguien sin sentir
que si lo saben, los terminará lastimando. Harry fue mi primer amigo. Siempre
quise amigos… pero siempre fui demasiado rara, demasiado libresca y
demasiado torpe. Siempre estaba sola. Nadie quería ser mi amigo de verdad.
Harry fue la primera persona que me dejó ser su amiga. Pensé que siempre
seríamos amigos. Pero ahora… tengo que alejarlo para protegerlo. Y a Ron. Y
a mis-mis padres. Y ahora… no hay nadie. Tengo que amar a todos desde la
distancia. Y estoy tan sola…—sollozó en su mano.
—¿Qué le pasó a tus padres? —
Hermione torció la boca.
—Les borré la memoria después de que mataste a Dumbledore. Todos sus
recuerdos sobre mí. Los borré todos para que nunca existiera. Los envié lejos.
Pensé que si la guerra era corta, sería capaz de recuperarlos. Pero no puedes
revertir un obliviate después de cinco años—.
El calor del cuerpo de Draco se sentía como si se hundiera hasta lo más
profundo de su ser. Una de sus manos estaba en su cuello, y ella se recargó
contra ella.
—No tienes por que estar sola, Granger—.
Quería creerle, pero su mente no podía calmarse para ceder. Nunca estaba
tranquila. Siempre habían realizaciones, culpas y consecuencias que no podía
ignorar, que no podía dejar de saber. Incluso delirando, habían cosas

395
demasiado peligrosas para entregarse. Trató de empujarlo, pero era como
tratar de empujar a una pared.
—¿Por qué?¿Por ti? —dijo amargamente— No puedo… no puedo dejar que me
importes. Si dejo que me importes, no seré capaz de usarte. Y tú eres la única
esperanza que tengo de mantener a todos con vida. Así que no puedo—.
—Entonces úsame—.
Comenzó a besarla, pero ella se alejó.
—No. No puedo. Yo no… no quiero hacerte eso. No te mereces… puedo
cuidarme sola—.
Trató de soltarse, pero él no la dejaba ir.
—No tienes que apartarme para protegerme —dijo con una voz firme y
familiar— Puedo soportarlo. Puedes dejar de sentirte sola. No te
malinterpretaré. Sé que sólo quieres estar con alguien. No lo tomaré como
que significa más que eso—.
Ella seguía alejándose.
—Yo también estoy solo, Granger—.
Se quedó quieta y sus manos agarraron compulsivamente la tela de su playera.
—Yo…—empezó.
Él se tragó sus objeciones, sus manos capturaron su rostro mientras
presionaba su boca contra la suya. Se aferró a él y le devolvió el beso. Entonces
retiró sus labios de la suyos, le besó la frente, y la empujó hacia la cama.
—Sólo descansa —dijo Draco mientras se sentaba en la orilla de la cama— No
iré a ninguna parte. Haz lo que necesites para mantener los pies en la tierra—
se recargó contra la cabecera de la cama y la tomó de la mano.
Hermione se recargó contra su pecho y le apretó la mano, acercó su brazo
hacia su pecho y bajando la cabeza apoyó la mejilla en el dorso de su mano.
Se enfocó en respirar. En el calor contra el frío. En la sensación de sus dedos
entrelazados con los suyos. En la barbilla de Draco descansando sobre su
cabeza. Cerró los ojos y se concentró en él. Podía escuchar el latido de su
corazón. Él estaba vivo. Estaba vivo. Ella lo había mantenido con vida.
Presionó los labios contra los dedos de él y sintió como su agarre se apretaba.
Levantó la cabeza y lo contempló.
Él le devolvió la mirada y no se movió cuando le soltó la mano para poder
tocarle la cara. Se inclinó hacia él y le rozó la mejilla con los labios, apretó los
labios contra su frente. Entonces, después de una pausa, lo besó en la boca.
Él era fuego al tacto. No sabía si alguna vez volvería a tener la oportunidad de
396
estar con él. Si esto era todo lo que obtendría. Lo besó lentamente. Le envolvió
el cuello con el brazo y lo acercó hacia sí misma, hasta que sus brazos se
deslizaron alrededor de ella, y sus labios comenzaron a moverse contra los
suyos. No sabía si lo que estaba haciendo era resistir o dejarse llevar. Hermione
deslizó los dedos en su cabello. Las manos de Draco se deslizaron detrás de su
cabeza y retiró los pasadores de sus trenzas. La ayudó a quitarse el yeso. Ella
estudió los huesos que acababan de crecer y todas las cicatrices a lo largo de la
muñeca. Le pasó los dedos por el pelo hasta que ella se estremeció y volvió a
mirarle.
Sus besos eran lentos. No eran furiosos, ni apresurados, ni culpables. Sólo
estaban desesperados, porque de alguna manera él siempre la hacía sentir
desesperaba. Lo besó de la manera que había querido. De la forma en que se
había permitido secretamente desear poder hacerlo. Podía tener eso. Una vez.
Él le acunó el rostro entre las manos. Ella sollozó levemente contra sus labios.
—Así… así es como quería que fuera —le confesó— Contigo. Quería que fuera
así contigo—.
Se quedó quieto, y ella sintió sus lágrimas deslizándose por sus dedos.
—Lo siento. Lamento que no fuera así —le dijo, acercándola, y rozándole los
pómulos con los pulgares.
¿Siempre había sido así de cálido? A veces se preguntaba qué tanto sobre su
recuerdo de besarlo aquella noche después de haberlo sanado había sido real.
O si había estado tan borracha que había inventado partes para repetirlas en
los momentos en que todo se sentía demasiado carente de ternura.
—Está bien —dijo ella, presionando la cabeza contra su hombro.
—No lo está. Déjame darte esto ahora—.
Draco acercó sus labios a los suyos y la besó. Lento y decidido. Como una
estrella, era brillante y fría desde lejos, pero cuando el espacio se reducía, su
calor era infinito. La besó profundamente mientras sus manos se deslizaban a
lo largo de su cuerpo. Sus dedos recorrieron su columna vertebral, y sus
omóplatos, como fantasmas sobre su piel. Le quitó la blusa y la besó a lo largo
de sus clavículas. Sus manos se sentían como su hogar mientras deslizaba los
dedos en su cabello, le inclinó la cabeza hacia atrás y presionó los labios contra
la base de su cuello.
Hermione jaló de su playera hasta que él se la quitó. Luego acercó su boca a
la suya y volvió a besarlo. Sus dedos recorrieron la curva de su mandíbula, los

397
tendones de su cuello, y sus hombros. Estaba más delgado, y tenía demasiadas
cicatrices nuevas que le resultaban casi desconocidas.
Besó cada centímetro de ella. Le quitó el sostén y deslizó las palmas por sus
pechos. Le besó el esternón hasta que su cabeza cayó hacia atrás y estaba
jadeando. El calor de sus caricias parecía haberse encendido dentro de ella. Se
encontró a sí misma ardiendo hasta que le dolió. La miraba constantemente,
como si memorizara cada reacción para recordarla siempre. No fue muy
rápido ni excesivo, como para no estar preparada. Fue tan lento como ella
quería que fuera. Cuando se empujó lentamente dentro de ella, sus ojos se
clavaron en su rostro.
—¿Así está bien para ti? —
Ella gimió levemente y asintió. Porque lo era. Sin dolor. Era sencillamente
bueno.
—Así está bien —dijo, agarrándolo por los hombros.
Podía sentir las cicatrices de sus runas bajo los dedos. Los antebrazos de Draco
rodeaban la cabeza de Hermione como si fueran un marco, y sus dedos
estaban enredados en su cabello. Cuando él comenzó a moverse, presionó su
frente contra la suya. Cuando la besó, se sintió como el principio de algo que
podría ser eterno.
Al principio, fue tan gradual que casi se olvidó que había más que ello. Pudo
haberse quedado así, y hubiera sido suficiente. El peso, la calidez, y la
sensación de su piel contra la suya. Respiró contra su hombro; olía a musgo
de roble con matices de cedro y juncos de papiro. Debajo de eso estaba el
aroma y el sabor de su sudor.
Su relación con las camas era como un lugar de último recurso; donde todo
estaba frío y vacío, y esperaba que cualquier pesadilla que viniera no fuera tan
terrible que se arrepintiera haberse acostado en absoluto.
No había ningún frío ahí. El mundo entero había dejado de existir más allá
de Draco y su cuerpo presionado y dentro de ella. Sabía cómo deslizar las
manos a través de su piel para hacerla jadear, besarla para que enrollara las
piernas firmemente alrededor de su cintura, y moverse dentro de ella tan
despacio que al principio ni siquiera notaba la tensión acumulándose en su
interior.
Pero, por supuesto que había más, y Draco estaba buscándolo. Toda su
meticulosa atención cuando su respiración se cortaba, y qué ángulo la hacía
moverse en respuesta. Observando sus ojos, entrelazando los dedos con los
398
suyos y notando cuando su agarre se apretaba. La besó y la besó. Lentamente,
el ritmo, y la fricción y el contacto aumentaron y se volvieron en algo más que
confortante. Pero, cuando deslizó la mano entre sus piernas, ella se
estremeció. No estaba segura de poder hacer esa parte. Era demasiado… la
última vez en él había puesto su mano ahí…

“Bueno, ciertamente no eres una amenaza para mi trabajo ahora, ¿verdad?”

Hermione soltó un sollozo ahogado y giró la cabeza. Él se quedó quieto, retiró


la mano y acunó su rostro, besándola.
—Te toca esta parte. Esto es tuyo —le dijo.
—Es sólo… que no sé cómo hacer nada de esto. La forma en que lo explican
los libros no es la misma —dijo, bajando la barbilla y hablando con rapidez.
—Y la última vez, cuando me tocaste ahí, nadie nunca lo había hecho antes y
cuando lo hiciste tú dijiste… —su voz se quebró— Yo siempre… pienso en eso
ahora. Que yo soy… que soy…. que yo…—
—Lo siento —dijo, y su mano entrelazada con la de ella se apretó.
—Lo siento. Lo siento tanto. He arruinado mucho de esto para ti. Déjame
darte esto. Déjame enseñarte cómo se supone que tiene que ser—.
Ella dudó por un momento antes de asentir con cautela. Draco inclinó el
rostro para que su boca estuviera cerca de la oreja de Hermione.
—Cierra los ojos —su aliento susurró contra su piel.
Hermione cerró los ojos, y él la besó. Sin ser capaz de ver, todo se sentía más
focalizado en la sensación. La manera en la que su cuerpo estaba presionado
contra el suyo. Su aroma. Incluso el movimiento del aire. Cuando sintió que
sus labios rozaban contra el pulso en su garganta, gimió. Le acunó el pecho
con la mano y arrastró el pulgar por el pezón mientras comenzaba a moverse
nuevamente dentro de ella. Era lento pero implacable, hasta que estaba
jadeando y arqueando las caderas para encontrarse con las de él.
La besó mientras deslizaba la mano entre sus cuerpos nuevamente. Su lengua
se deslizó contra la de ella mientras profundizaba el beso, y sus dedos
encontraban el sensible grupo de nervios entre sus piernas. Jadeó de manera
entrecortada contra sus labios al sentír que todo su cuerpo se tensaba debajo
y alrededor de él. Era como si la estuvieran apretando en algún lugar de su
interior. Podía sentir el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Su
respiración se volvía cada vez más y más corta, y sus músculos se volvían más
399
tensos. Había fuego dentro de sus nervios. Cada vez que Draco se movía
dentro de ella, o rozaba sus labios contra su piel, o le acariciaba ligeramente
el centro, sentía como si estuviera incrementando la tensión en su interior,
nudo por nudo, hasta que estaba en el límite de romperse debajo de él. Pero
no podía… si se rompía, nunca habría nadie que recogiera los pedazos. Se
quedó suspendida al borde del abismo.
—No puedo…—jadeó finalmente.
—Hermione —los labios de Draco rozaron contra su mejilla— Puedes tener
esto. Tienes permitido sentir cosas buenas. No estés sola. Ten esto… ten esto
conmigo—.
Le levantó la pierna con el brazo; profundizó y cambió el ángulo, haciendo
subir aún más la tensión en su interior, apretó sus cuerpos y la besó.
Ella abrió los ojos de golpe. Lo miró a los ojos mientras todo su mundo se
hacía añicos de repente en fragmentos de plata.
—Oh Dios… —sollozó las palabras. Sus uñas se hundieron en su espalda— Oh-
oh-oh Dios...—
Sus insondables ojos grises la miraron fijamente y observaron como ella se
arqueaba y su expresión se contraía al desmoronarse bajo él. Cuando empezó
a jadear y a intentar de recuperar el aliento, él aumentó la velocidad, entonces,
mientras terminaba, su máscara se deslizó. Cuando la miró a los ojos, por un
momento antes de hundir la cara en su hombro, ella vio el corazón roto que
había en él cuando la miró.
Se apartó de ella y los cubrió con la colcha. La besó en la sien. Ella se volvió
para mirarlo y se acercó más hasta que estuvo presionada contra su pecho.
Podía sentir lo agotada que estaba, sentir el borde de frío que se había
plantado en su magia donde la había desgarrado. Se estremeció y se acercó
más a Draco. Lo miró. Él la estaba mirando, inexpresivo. Ella se estiró y le
pasó un dedo a lo largo de su pómulo.
—Creo que casi te he memorizado. Especialmente tus ojos—.
La comisura de sus labios se crispó y le pasó los dedos por las cicatrices de su
muñeca izquierda.
—Yo también he memorizado los tuyos —él suspiró— Debí haberlo sabido…
desde el momento en el que te miré a los ojos, debería haber sabido que nunca
ganaría contra ti—.
Ella esbozó una leve sonrisa y cerró los ojos. Apoyó la cara en su pecho y sintió
los latidos de su corazón.
400
—Siempre pensé que mis ojos eran mi mejor rasgo—.
—Una de ellas —él dijo en voz baja.
Ella se quedó dormida, aún aspirando el fuego de él.

401
Flashback 29
Marzo 2003

Cuando se despertó en la mañana, descubrió que realmente estaba en un


hotel con Draco. Fue tan sorprendente que pensó que quizás seguía
alucinando. Recorrió la habitación con la mirada, tratando de asimilarlo. No
estaba soñando; en verdad estaba en una suite de hotel Muggle con Draco.
Una suite que él aparentemente ocupaba mientras usaba una sudadera de
Oxford. Si aún estuviera haciendo un bosquejo psicológico de él, la habría
obligado a empezar una libreta completamente nueva. ¿Por qué estaba él ahí?
¿Era algo que hacía regularmente? ¿Por qué diablos pasaría la noche en el
mundo Muggle?
Volteó la cabeza para mirarlo. Estaba dormido, envolviéndola posesivamente
como si estuviera evitando que se la robaran, su cuerpo era tan cálido contra
el suyo que era casi la escocía. Mientras lo miraba desconcertada, todos los
acontecimientos de la noche anterior regresaron a ella, se estremeció. No
debió haber venido. No debió haber venido, y no debió haberse quedado.
Había sido un error. Él era como un dragón. La forma celosa en la que
atesoraba las cosas que le importaban, no tenía moderación. Era posesivo y
mortal. La sostenía en sus brazos como si fuera suya. La tentación de ceder,
de dejar que la poseyera y amarlo por ello, la aterrorizaba.
Había repimido su necesidad de amar a las personas y su deseo desesperado
de que la amaran de regreso. Cedío el lugar a la frialdad de la lógica, el
realismo y a las decisiones estratégicas por el bien de la guerra. Los había
enterrado en un agujero en el cual no podía sentirlos. Donde no los
extrañaría. Pero Draco los había arrastrado desde el pozo donde los había
escondido, los descubrió y se había puesto a forzar la cerradura. Casi podía
sentir sus dedos girando el dial, escuchando el sonido de cada clavija, al
acecho de una forma de entrar. El dolor de Draco y su soledad, su atención
402
y constancia inquebrantable, y la manera en que la miraba, la forma en que la
tocaba; se estaban deslizando a través de sus defensas y se enroscaban
alrededor de su corazón con la misma seguridad con la que ella se había
envuelto alrededor del suyo.
Intentó salir de la cama antes de que él se despertara, pero sus ojos se abrieron
inmediatamente en el instante en el que se movió. La sujetó con fuerza y tiró
de ella hacia sí por un momento antes de que su expresión parpadeara y la
soltara. Se quedó quieta y lo miró. La sensación de terror que le había
inspirado hace un año se había desvanecido completamente. El peligro que él
representaba… seguía ahí, con mayor intensidad ahora que había visto cuán
despiadadamente podía matar. Pero a pesar de darse cuenta de qué tan
implacable podía llegar a ser, la hacía sentir menos aterrada.
Ahora sabía cuánto se estaba restringiendo. A pesar de las alturas a las que se
había elevado dentro del ejército de Voldemort, se estaba conteniendo.
Eliminar un escuadrón entero de Mortífagos apenas le había requerido
esfuerzo. Había llegado y mató a casi cien personas en cuestión de minutos.
Estudió su rostro y él le devolvió la mirada. Su expresión estaba cerrada, lo
que fuera que estuviera sintiendo estaba cuidadosamente camuflajeado. Pero
sus ojos… la manera en que la miraba era suficiente para detener su corazón.
—No debí haber venido —finalmente dijo.
Él no se veía dolido o sorprendido por las palabras.
—Necesitabas a alguien. Yo simplemente estaba disponible. No tienes que
preocuparte, no va a complicarte las cosas —dijo apartando la mirada de ella,
con los dedos jugando ligeramente a lo largo de su muñeca— No esperaba que
cambiara algo—.
La respiración de Hermione se detuvó y tragó saliva nerviosamente. No podía
decirle que no se refería a eso. Él no era sólo “alguien”. Él era… para ella, él
era… ese era el error. Debió haberse mostrado en su rostro porque mientras
la estudiaba, sus ojos de repente brillaron con algo que parecía triunfo. Antes
de que pudiera alejarse o huir, la acercó a él y sus labios descendieron sobre
los suyos, en el momento en que su boca se posó contra la suya, todos sus
miedos, culpa y resolución se desvanecieron. Todo en lo que podía pensar era
en lo mucho que deseaba estar allí, siendo tocada por él. Él era como fuego.
No estaba al acecho, ya había quemado su camino para entrar. Había visto las
grietas en sus defensas, de la misma manera despiadada en que había

403
atravesado sus muros de oclumancia, estaba abriendo camino hasta su
corazón.
La arrastró debajo de él. Quemándola con sus labios mientras sus manos
vagaban por su cuerpo. Se aferró a él y le devolvió el beso con fiereza. Esto no
era como la noche anterior, no era un consuelo, estaba reclamando. La boca
de Draco estaba ardiendo contra sus labios, a lo largo de su mandíbula, su
garganta y sobre sus hombros. Hermione enredó los dedos en su cabello y lo
sostuvo mientras intentaba no llorar de cuán desesperadamente lo deseaba y
de lo agradecida que estaba de que no la obligara a perdírselo.
Sus manos posesivas recorrieron su cuerpo, acercándola cada vez más y más
hasta aplastarla contra él. Entonces se alineó y se hundió dentro de ella con
un fuerte empujón. Mientras se movía dentro de ella, él memorizó su cuerpo
bajo sus manos y la besó hasta que ella se quedo sin aliento. La penetró
profundamente. La forma en que la sostenía… su tacto… nunca lo olvidaría.
Él era exigente. Determinado demostrarle lo que eran, asegurándose que no
podía negar lo que la hacía sentir. La hizo desmoronarse bajo sus manos, bajo
su cuerpo, dos veces antes de soltarla. Cuando se abalanzó sobre ella, su
control se desvaneció dejando su expresión abierta por un momento. No
había ningún corazón roto en su rostro ahora, era posesión… y triunfo.
—Eres mía. Me lo juraste —le dijo al oído, mientras se deslizaba fuera de ella y
la arrastraba firmemente contra sí— Ahora. Y después de la guerra. Me lo
prometiste. Voy a cuidar de ti. No voy a dejar que nadie te lastime. No tienes
que sentirte sola. Porque eres mía—.
Ella debería irse. Pero se había perdido a sí misma ahí. Estaba atrapada en el
peligroso abrazo de Draco Malfoy, y se sentía como su hogar. Durmió en sus
brazos, casi muerta para el mundo. No podía recordar cuándo había sido la
última vez que había dormido más de cuatro horas seguidas sin una dosis de
Dreamless Sleep. Se despertó brevemente ante la sensación de su mano
deslizándose por su hombro. Levantó la vista y lo encontró estudiándola. Se
arqueó ante sus caricias y presionó un beso contra su corazón antes de volver
a quedarse dormida. Cuando se volvió a despertar, era casi de noche. Draco
estaba sentado a su lado, jugando con sus dedos.
—¿Cómo es que estás aquí? —preguntó, observándolo confundida.
Él arqueó una ceja.
—Ésta es mi suite—.
Ella puso los ojos en blanco.
404
—¿Cómo estás en el mundo Muggle? ¿Y cómo eres capaz de pasar un día entero
en la cama conmigo? ¿No eres un General? —
Él enredó una mano en su cabello y atrajo su boca contra la suya, rodándose
encima de ella y besándola durante varios minutos antes de alejar la cabeza y
observarla con cuidado.
—Usualmente estoy en el mundo Muggle cuando no estoy trabajando. A
menos que use poción Multijugos, no hay… lo que soy… y lo que he hecho…
—alejó la mirada— todo el mundo saben quién soy. Así que, cuando no estoy
de servicio, vengo al mundo Muggle. Nadie me conoce. Si algo requiere mi
presencia, el Señor Tenebroso puede convocarme él mismo o puede enviar a
alguien a la Mansión. Sé si alguien trata de entrar—.
—¿No vives en tu Mansión? —le preguntó, su mano se deslizó posesivamente
por su cuello, y ella sintió el pulgar recorriendo su clavícula.
—No. No a menos que se me requiera que sea el anfitrión de algo. Yo… —retiró
la mano y se incorporó bruscamente— es-es… —su cabeza cayó por un segundo
e inhaló profundamente— Todo está manchando ahí. Cada vez que estoy allí,
escucho a mi madre… gritando. Es como si la casa estuviera embrujada. La
jaula en la que estuvo encerrada; se construyó en el suelo del salón con la
magia de las líneas ley de la finca. No puedo quitarla—.
La amargura en su tono le recordaba a Hermione lo privado era su duelo.
Cuán cuidadosamente lo había llevado. Completamente solo. Año tras año.
—Lo siento mucho —dijo, apoyando la mano en su mejilla y tomando
mechones de su cabello con las puntas de los dedos. Él dejó caer la cabeza
contra su palma y cerró los ojos por un momento.
—De todos modos —su voz era tensa e incómoda— surgirían preguntas si me
vieran viviendo en otro sitio. De alguna manera, terminé viviendo en el
mundo Muggle —soltó una risa ligeramente incrédula— Deambulé tratando de
averiguar cómo funciona todo aquí. El portero es útil; no importa qué tan
idiotas sean las preguntas que haga o qué tan bizarra sea la petición,
encuentran la manera de complacerla. Y nunca hacen preguntas, sin importar
cuánto sangre en sus toallas—.
—¿Qué hotel es éste? —preguntó, sentándose y mirando alrededor de la
habitación.
—Ah. ¿Qué día del mes es? —dijo meditabundo— Última semana de marzo…
éste es el Savoy—
Hermione se echó un poco hacia atrás para mirarlo.
405
—¿Te hospedas en varios hoteles? —
—Demasiada actividad mágica podría eventualmente llamar la atención,
incluso con todas las barreras. Así que hago un ciclo entre unos pocos con
una ecuación aritmética aleatoria. El personal está ligeramente bajo el hechizo
Confundo; nada detectable, sólo lo suficiente para que si alguien les preguntara
mi descripción física, todos ofrecerían algo diferente —se encogió de hombros.
Hermione parpadeó y trató de no pensar en cuánto dinero Draco estaba
gastando al tener múltiples suites de hotel constantemente a su disposición.
Gilipollas rico.
—Así que vives en lujosas suites de hoteles Muggles cuando no estás siendo un
General en la Guerra Mágica —dijo, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
—Sabías que había estudiado historia Muggle; ¿dónde creías que lo había
hecho? Soy bastante bueno al encajar y pasar desapercibido —su tono destilaba
una aristocrática presunción mientras lo decía, y Hermione dudaba que
hubiera algún lugar en el mundo en el que pudiera pasar desapercibido.
Volvió a apartar la mirada de ella, retorciendo el brazo izquierdo para ocultar
la Marca Tenebrosa.
—Parecía sensato hacer las cosas temporalmente, y era algo que podía hacer
cuando tenía tiempo libre—.
Hermione permanecía callada. Por supuesto, había pasado casi un año
esperando el día en el que ella lo vendería. Temporal. Sin compromisos. Era
sensato. Apoyó la cabeza en su hombro y lo rodeó con los brazos, podía sentir
las cicatrices de sus runas bajo los dedos.
—¿Cuándo… cuándo te diste cuenta de que no sabía que se suponía que debías
morir en junio? —
Él soltó una leve carcajada.
—Cuando lo dijiste. Pensé que cuando te señalé que deberías haber anticipado
mi castigo te darías cuenta de que Moody y Shacklebolt me habían tendido
una trampa. Pero no lo hiciste. Entonces supuse que al día siguiente ya te
habrían explicado. Pero aparentemente no fue así. Así que concluí que Moody
y Shacklebolt habían decidido que mi supervivencia era útil mientras tanto.
Estaba claro, basado en cómo te comportabas, que no te informarían de ese
detalle hasta que decidieran dar el paso. Lo cual te hacía divertida y agonizante
al mismo tiempo. A veces sólo quería decirtelo, pero… supongo que disfrutaba
la manera en la que querías salvarme—.
Hermione apretó los labios y apoyó la frente en él.
406
—A veces me preguntaba, al principio, si ése era el plan. Pero supuse que estaba
a años de distancia. Traté de no pensar en eso. Y eventualmente se me olvidó.
Después de que te curé de las runas y tú dejaste de ir… entonces dejé de pensar
en ello. Estaba tan preocupada preguntándome si alguna vez volvería a verte—
Draco estaba callado.
—Cuando llegué el jueves después de Navidad… acababa de enterarme. Que
ese había sido el plan—.
Draco asintió levemente.
—Eso pensé—.
Giró la cabeza lentamente y la miró.
—Ya que estamos hablando, he querido preguntarte, ¿qué me hiciste? —
Hermione se paralizó culpable. La comisura de sus labios se crispó mientras
seguía estudiándola.
—Granger, tuve esas runas durante un mes antes de que pusieras tu varita en
ellas. Fui con varios sanadores para aliviar el dolor. Aparte de la oscuridad
general de tratar la magia rúnica, cualquier cosa que hiciste viola las leyes
fundamentales de la Magia. Así que… tengo mis suposiciones, pero apreciaría
que me lo dijeras—.
Hermione se quedó callada por un minuto, pasando los dedos por las
cicatrices, con la otra mano aún entrelazada con la de él.
—En Egipto, Isis es la diosa de la curación —finalmente dijo en voz baja.
—Algunos dicen que tiene poder sobre el propio Destino. En la mitología
Egipcia, cuando muere una persona, el corazón se pesa y sólo aquellos que
son virtuosos son permitidos en el más allá. Se dice que Isis le regaló a los
sanadores Egipcios una valija con piedras capaces de purificar el corazón. Las
piedras reciben el nombre de Corazón de Isis. De acuerdo a los mitos, alguien
cuyo corazón haya sido corrompido por la oscuridad se le puede conceder una
oportunidad de redención si sus acciones habían nacido de la buena
intención— tragó saliva— Lo que las piedras hacen es absorber la Magia
Oscura; purifican su veneno—.
—Tú tienes una—.
Hermione estudió las sábanas de la cama.
—El Director del hospital me confió una. Estaba destinada a Harry. Pensó que
si Harry derrotaba a Ya Sabes Quién, la necesitaría. Que Harry merecería ser
purificado para tener una oportunidad en la vida que quiere después. Pero
Harry nunca usaría… nunca usará Magia Oscura. Para él, la oposición a usarla
407
se basa en una forma de principio. No es porque tenga miedo de morir o ser
lasmitado por ella. No la usará porque no quiere que nadie más la use. Las
runas… te estaban envenenando. Sabías que te estaban envenenando. Llegué
tan tarde que ni siquiera pude frenarlo. Salvaste a cientos de personas y te
necesitábamos. Así que usé la piedra para sanarte. Eso fue… cuando la Orden
se enteró de lo que había hecho… por-por eso me consideraron
comprometida—.
Se alejó abruptamente, llevándose las rodillas hacia su pecho y jalando la
sábana firmemente a su alrededor. Comprometida. No fidedigna. Sentada
desnuda en la cama de Draco Malfoy. Si Moody y Kingsley supieran que estaba
allí por voluntad propia, que había acudido a él, ¿haría alguna diferencia? ¿O
siempre habían operado bajo la premisa de que terminaría ahí? Bajo la mirada
hacia todas las cicatrices en su muñeca, aún estaban frescas y tenían color
rosado; si las trataba se desvanecerían más. Draco rompió el silencio después
de un minuto.
—Así que… ¿exactamente cómo funciona un Corazón de Isis? —
Hermione lo miró. Permaneció inexpresivo mientras la estudiaba. Ella volvió
a bajar los ojos a sus manos.
—No se sabe muy bien. En algunos aspectos son alquímicamente similares a
la Piedra Filosofal. Pero… el hospital Egipcio no divulga el hecho de que las
piedras siquiera son reales. No permiten la investigación. No hay mucha
información verificada—.
—¿Cómo funciona? —
—Eso… bueno—se movió incómodamente— para cantidades menores de Magia
Oscura, la proximidad temporal es suficiente. Pero —bajó la vista— las runas
son permanentes. Cada una de ellas es como una Maldición Oscura, jalando
constantemente de tu magia. Tú-tú escogiste demasiadas… para poder curarte,
yo… está-está dentro de tu corazón. La puse ahí cuando estabas inconsciente—
Hermione levantó la mirada nerviosa de su reacción.
Las cejas de Draco se arquearon firmemente hacia arriba.
—¿Pusiste una piedra dentro de mi corazón… cuando estaba inconsciente? —
—Una piedra mágica —dijo Hermione, levantando la barbilla— para salvarte de
ser envenenado hasta la muerte—.
—Pusiste una piedra dentro de mi corazón sin pedir permiso —la observó
fijamente, sus ojos plateados abiertos con sorpresa —¿Siquiera se puede
extraer? —
408
Hermione se sonrojó.
—No… en realidad. No podría decírtelo, aún no sabía si estabas planeando en
convertirte en el siguiente Señor Tenebroso en ese momento. No podía
preguntarte si querías volverte inmune a la Magia Oscura—.
Él resopló y se hundió contra las almohadas.
—No soy inmune a ella. Me habría dado cuenta si el cruciatus hubiera dejado
de funcionar—.
—No inmune a ser maldecido. Eres inmune a los efectos de usarla. Las runas
aún te afectan de la manera en la que se pretendía. Sólo que no pueden
envenenarte. Eres inmune a la corrosión y la contaminación. Es como… un
ritual constante de purificación puesto dentro de tu magia—.
Draco estaba callado. Lo estudió y dudosamente alargó la mano, tocándole el
pecho por encima del corazón.
—¿Te das cuenta? No sé cómo es… para ti. No aparece nada en los hechizos
diagnósticos. Pero lo notaste, ¿no es así? Que las cosas eran diferentes—.
Él asintió lentamente, su expresión estaba cerrada.
—Es como… ser destazado y no sangrar. Sabes mejor que yo qué pasa cuando
la Magia Oscura se canaliza. Se vuelve simultáneamente más fácil y más difícil
usar las Artes Oscuras. Ya no tengo la sensación desgarradora de estar sacando
algo más poderoso. Incluso la sensación de ruptura se está atenuando.
Sospecho que… eventualmente… no la sentiré en abolsuto —apartó la mirada
de ella.
—Lo siento —dijo Hermione, alejando la mano y apartando la mirada.
Presionó los dedos contra su esternón. Sintió como si hubiera un peso frío
dentro de su pecho, como la sensación de tocar un cadáver. Había una
sensación fresca y visceral de contaminación en su interior. Pero se sentía…
apropiada. Había ciertas cosas que se suponía debían doler. Que necesitaban
costar algo. Cuando te desgarrabas el alma, se suponía que debías sentirlo.
Miró a Draco; él estaba mirando a través de la ventana, con expresión cerrada.
El silencio era pesado. Ella seguía esperando a que él la mirara de vuelta. No
lo hizo. Hermione tragó saliva y apartó la mirada, su piel se sentía fría y se
preguntó si era una señal de que debía irse.
—Siento no haber preguntado —finalmente dijo, moviéndose hacia la orilla de
la cama. Su ropa estaba… en algún lugar. Sintió que una mano se cerraba
alrededor de su muñeca.

409
—Por dios, Granger, tus amigos te han jodido completamente. No estoy
enojado contigo —la jaló de vuelta a través de la cama. Su expresión era dura
mientras la arrastraba de vuelta hacia él— E incluso si lo estuviera, lo superaría.
Pero… no me dijiste lo que habías hecho. Pensé que estaba muriendo. Luego
pensé que me estaba volviendo loco. No se me ocurrió hasta diciembre que
me habías sanado permanentemente. No era algo que había anticipado. Aún
estoy tratando de asimilarlo. ¿De verdad vas por la vida esperando que todos
los que salvas te castiguen por ello? —
Hermione se estremeció.
—Es más fácil anticiparlo que ser atrapada por sorpresa—.
—No lo asumas conmigo —su expresión era tan dura como el mármol.
Hermione soltó una tensa carcajada defensiva y se apartó de él con un brusco
jalón.
—¿Por qué no? Lo haces mejor que nadie —su boca se torció mientras lo
observaba— Después de todo, la primera vez que te sané, regresaste la siguiente
semana y me maldeciste una y otra vez hasta que parecía que había sido
azotada. Cuando no quise maldecirte mientras estabas lesionado, me lanzaste
la muerte de Colin Creevey a la cara. Después de besarme cuando estabas
borracho, te fuiste y no te ví durante casi dos meses. Después de que te curé
en diciembre, me agarraste por la garganta y me miraste fijamente a los ojos
mientras me recordabas que me habías convertido en una prostituta… sólo
porque podías. Después… —se le quebró la voz, y bajó la cabeza mientras le
daba la espalda— después de que fui y le dije a la Orden que habías aceptado
hacer un Voto Inquebrantable y les rogué que no te mataran, me dijiste que
no soportabas mirarme por haberte jurado a mí diciéndome que era peor que
ser un Mortífago. Eso fue hace cuatro días. ¿Por qué no debería asumir que
eventualmente no decidirás castigarme por esto también? Siempre lo haces—.
Se sentó en la orilla de la cama dándole la espalda y sollozó levemente.
—No estoy ciega ante los fracasos de mis amigos. Pero no tienes derecho de
afirmar que tu trato hacia mí ha sido superior de alguna manera. Tú… todos
ustedes son iguales—.
Draco estaba callado.
—Lo siento —finalmente dijo.
Hermione soltó una risa apagada y triste.
—Sí, también todos se disculpan en algún momento. Harry-Harry estaba
demasiado arrepentido ayer después de que regrese a la casa segura. Hasta que
410
recordó que usé Magia Oscura; después se enojó porque no había salvado a
Ron de alguna otra manera. Estoy segura de que se disculpará de nuevo la
siguiente semana—.
Draco soltó un fuerte suspiro— Lo siento—.
Hermione se quedó mirando al suelo sin responder.
—Nunca te esperé… a nadie como tú —Draco dijo al cabo de un minuto— Sabía
lo que estabas haciendo, pero me mirabas a los ojos y lo hacías de todas
formas. Cuando sentía que funcionaba, hacía todo lo posible para detenerte.
Desde el momento en que entraste a mi casa segura, esperaba que fueras tú
quien eventualmente me vendiera; esperaba que lo supieras. Pero en lugar de
eso, actuabas como si yo fuera redimible. Actuaste como si fueras a ser mi
posesión el resto de tu vida, y estabas decidida a vivir con ello si eso salvaba tu
Orden. No me di cuenta de que no te lo dirían—.
Hermione se mordió el labio.
—Creo que pensaron que no haría mi parte lo suficientemente bien… si lo
sabía—.
Tragó saliva, con la boca torcida mientras intentaba contener la abrumadora
sensación de dolor y traición que sentía hacia todos aquellos a los que más se
había esforzado en proteger.
—Pensé que habría un punto en el que sería lo suficientemente cruel y
pararías. Asumí que tendrías un límite. Supuse que una vez que lo encontrara,
dejarías de cegarme emocionalmente —suspiró levemente— Pasé mucho
tiempo asumiendo que serías tú quien haría que me mataran al final. No
quería el dolor adicional de preocuparme por que tenías que hacerlo. Estaba
tratando de lastimarte. Pero lo siento—.
Hermione miró por la ventana hacia el Támesis debajo.
—Somos un par jodido —dijo, levantando la camisura de los labios— No puedo
creer que haya terminado así. Si quería matarte la primera vez que te ví.
Supuse que me violarías o por lo menos me obligarías a tener sexo contigo y
te divertirías lastimándome, y después algún día, podría matarte. Deseaba
poder hacerlo. Pero siempre tuve la sensación de que sólo me estabas
mostrando una máscara; alguien que pensabas sería fácil que yo odiara. Quizas
si hubiera estado menos sola, lo habría creído, pero me recordabas a mí
misma. Al principio creí que éramos lo opuesto uno del otro. Ahora… —miró
hacia él y extendió su mano— creo que somos casi iguales—.

411
Los ojos de Draco estaban oscuros mientras entrelazaba sus dedos con los
suyos y la jalaba lentamente hacia sí; hasta que estuvo en sus brazos, con sus
cuerpos apretados el uno contra el otro. La besó. La besó y ella lo besó a él.
La vida no era fría. Él alejó la cabeza y le besó la frente, deslizando las manos
por sus hombros y acariciándole la garganta de una manera que ya se había
vuelto familiar. La besó entre los ojos.
—Eres una mejor persona que yo—.
Levantó la mano para tomar su mandíbula con la palma, sentía como si no
fuera posible tocarlo lo suficiente.
—Nunca tuve que ir tan lejos. Como dijiste, aún tengo el espacio para ser
ingenua. Incluso aunque sabía algo de lo que estaba pasando, no se me ocurrió
hasta dónde llegaría la Orden. Sabía que Kingsley era manipulador, que utiliza
los impulsos de las personas para obtener lo que quiere. Pero… yo no soy una
estratega; no sé cómo pensar en la gente de ese modo a largo plazo. Incluso
cuando lo intento —descansó la cabeza sobre el hombro de Draco— no sé cómo
mantenerme desapegada—.
Él levantó su cabeza hacia la suya.
—Tú mantienes a la gente con vida. Cuidas de ellos y tratas de mantener a
todos con vida. Eso es considerablemente más difícil que calcular todas las
maneras en las que puedes usarlos o matarlos. Imagino que también te cuesta
más—.
Hermione curvó la esquina de su boca con tristeza, y bajo la mirada. Draco
descansó la frente contra la suya, y ella cerró los ojos. Se sentía como si sus
almas se estuvieran tocando. Ella giró la cabeza hasta que su nariz rozó la suya
y levantó la barbilla para que sus labios se encontraran. Quería pasar el resto
de su vida perdida en ese momento. Se alejó de mala gana.
—Me tengo que ir. Estoy segura de que la Orden está esperando una
explicación—.
Draco no la soltó.
—Deberías comer—.
—Tengo que irme —dijo Hermione, negando con la cabeza.
Los dedos de él tuvieron un espasmo mientras su agarre se tensaba.
—Toma un baño. Te pediré algo. ¿Alguna preferencia? —
—Draco — le agarró de la muñeca y le apartó la mano con firmeza— No puedes
retenerme aquí. Tengo que irme—.

412
Su expresión relampagueó brevemente. Sólo lo suficiente para revelar un
destello de posesividad y algo voraz y desesperado que ella no podía descifrar.
Después todo se desvaneció mientras él alejaba las manos y la dejaba
levantarse. La expresión de Draco era fría y cerrada, pero sus ojos ardían.
Hermione alargó la mano y le tocó la cara, echándole la cabeza hacia atrás, le
dio un beso en la frente.
—Te acepto lo del baño —jaló una sábana de la cama y la envolvió alrededor
de sí mientras recogía su ropa del suelo. Podía sentir la mirada de Draco
mientras cruzaba por la habitación.
El cuarto de baño tenía una enorme bañera con patas de garra que Hermione
contempló con nostalgia antes de meterse a la regadera. El inconfundible olor
a sexo flotaba a su alrededor y aún tenía restos de sangre del día anterior. No
toda era suya. Podía sentirla en el cabello cuando comenzó a lavarlo.
Se frotó rápidamente de pies a cabeza antes de salir y secarse. Se miró al espejo.
El cuarto de baño tenía una iluminación brillante, casi crudamente
iluminado. Diseñado para mujeres que se maquillaban meticulosamente y
querían ser capaces de inspeccionarse hasta el último poro. Hermione se miró
en el espejo, apretando la toalla contra sí. La escasa iluminación de
Grimmauld Place era mucho más amable con ella. Apenas reconoció a la
persona en el reflejo. Mientras se estaba observando, Draco llegó y se quedó
de pie en la puerta. Se había puesto unos pantalones.
—Tienes razón, parezco un cadáver —dijo después de un momento.
Los huecos de las mejillas de Draco se sonrojaron, y sus ojos bajaron al suelo.
—Deberías comer más—.
Ella se encogió de hombros.
—Es estrés. No es que no me alimenten. Comeré de nuevo cuando pueda
volver a dormir —volteó a verlo con ojo crítico— Tú tampoco estás mostrando
exactamente un peso saludable—.
Bajó la mirada hacia sí mismo y después volvió a mirarla, arqueando una ceja.
—¿Quién crees que causa mi estrés? Es una pesadilla preocuparse por ti—.
Desvió la mirada, con un ligero nudo en la garganta mientras lanzaba scourgify
a su ropa para limpiarla.
—En realidad ahora tengo una compañera para buscar ingredientes—.
—La Patil que perdió el pie. A la que entrenaste—.
Hermione levantó la mirada y lo observó a través del espejo.
—¿Cómo lo sabes? —
413
La miró fríamente a los ojos.
—Presto atención a todos los reportes respecto a los sanadores de la Orden.
Eres notablemente invisible, pero Patil es una cara familiar en la Resistencia.
Amigable. Y bastante habladora. Pequeños detalles aquí y allá, se van
agregando —estaba inexpresivo— Soy un legeremante. Normalmente yo quien
obtiene esa información—.
A Hermione se le hizo un nudo en la garganta.
—Entonces, ¿por qué me entrenaste, sí lo sabías? —
Él esbozó una fina sonrisa e inclinó la cabeza hacia un lado.
—¿Cuándo empezó eso, a mediados de octubre? También seguías yendo sola,
para mantener tu tapadera. Quería que vivieras. Después de mi muerte, quería
que siguieras con vida. Pude simplemente haber demandado que tuvieras un
compañero. No habría sido irrazonable, dados mis términos. Pero Shacklebolt
o Moody no cumplirán mis condiciones una vez que me haya ido—su
expresión se volvió cruel— Como tú misma dijiste; si te vendieron una vez,
¿qué los detendría de hacerlo de nuevo? Quién sabe; quizás la segunda vez lo
hubieran anunciado—.
Hubo una sensación desgarradora en el estómago de Hermione y apartó la
mirada.
—No son… no son monstruos. Tienen muy pocas opciones. Tienen que
trabajar con lo que tienen. Son los que mantienen a la Resistencia con vida.
Son sus decisiones calculadas las que nos han llevado hasta aquí. No pueden
darme prioridad sobre todos los demás. No quiero que lo hagan—.
—No me importa la Resistencia —dijo con desprecio.
—Bueno, a mí sí —Hermione no vaciló, encontrando sus ojos mientras lo
decía— Me importan todos ellos. Siempre me preocuparé por ellos—.
—Ni siquiera saben quién eres —su tono era venenoso— eres una figura sin
rostro en su dolor. Aman a sus enfermeras, a los sanadores del hospicio, a
Pomfrey, a Patil. Los que merodean una vez que están fuera de peligro. Ni
siquiera saben que eres tú quien los ha salvado una y otra vez. O cualquier
otra cosa que has hecho—.
Hermione se encogió de hombros y se puso la ropa. No estaba acostumbrada
a estar desnuda, no cerca de nadie. Una vez se hubo puesto la blusa y los
pantalones, empezó a trenzarse el pelo con práctica facilidad. Draco seguía de
pie en el marco de la puerta, casi podía sentir el resentimiento irradiando de
él mientras la observaba prepararse para irse.
414
— No he hecho nada de lo que he hecho porque esperara que me vieran como
una heroína —resopló— No necesito laureles. Cuando esta guerra termine…—
Alejó la mirada mientras tomaba nuevas secciones de cabello y los enlazaba en
sus trenzas.
—Si la Orden gana... —pasó saliva— si ganamos, hay muchas posibilidades de
que eventualmente Kingsley, Moody y yo seamos condenados por crímenes
de guerra—.
Se encontró con los ojos de Draco en el reflejo del espejo.
—Nunca seré una heroína. Sabía eso cuando decidí entrenar como sanadora.
Esa nunca ha sido la razón de ninguna de mis decisiones —terminó una trenza
y comenzó con la otra.
—¿Potter vale tanto para ti? —
Hermione torció la esquina de su boca.
—Es más que eso. Harry es mi mejor amigo, pero la guerra es más grande que
Harry o cualquier otra persona —sus manos se detuvieron y permaneció en
silencio un momento— quiero… —comenzó a decir pero luego hizo una pausa
y respiró hondo— Quiero la próxima bruja nacida de muggles con estrellas en
los ojos llegue a un mundo que le dé la bienvenida. Un mundo en el cual no
tenga que rebatir constantemente su derecho a estar allí y en el que no la
traten como si querer existir fuera robarle algo a otra persona. Donde pueda
crecer y graduarse. Obtener el trabajo que quiera, casarse y tener hijos, y
envejecer al lado de alguien. Yo no tuve… —su voz se quebró brevemente —
Yo… no podré tener ninguna de esas cosas. Quiero crear el mundo en el que
quería vivir—.

415
Flashback 30
Marzo 2003

Hermione apareció a Grimmauld Place. Su pulsera de amuleto proteico no


había ardido en todo el día; asumió que significaba que no la necesitaban con
urgencia en ningún lugar.
—¡Viva la heroína conquistadora! —Angelina gritó mientras Hermione se
apresuraba a pasar a través de la sala de estar.
Hermione pausó incómodamente mientras Angelina se levantaba saltando de
su asiento, y Angelina, Katie, Parvati, Susan, Neville, Dean y Seamus se
juntaban a su alrededor, dando palmaditas de admiración a Hermione en los
hombros.
—No puedo creer que fuiste a una misión de nuevo—.
—Casi le doy una bofetada a Fred cuando me enteré que se había ido sin mí—
—Jodidamente increíble que lograran traer a Ron de vuelta—.
—Moody y Kingsley están furiosos —dijo Neville, dirigiéndole una seria
mirada— Kingsley pasó diez minutos gritándole a Remus cuando vino a
reportar sobre la misión—.
Hermione asintió, encogiéndose por dentro.
—Tengo que ir a reportarme ¿Dónde está? —
—En la sala de guerra—.
Hermione asintió.
—Muy bien. Gracias a todos. Fue… —trató de encontrar algo positivo que
pudiera decir— bastante emocionante estar en el campo de nuevo. Sólo me
alegra haber recuperado a Ron—.
Kingsley estaba de pie frente a una mesa cubierta de pergaminos. Hermione
se detuvo en la puerta y esperó a que levantara la mirada.
—¿Entonces estás de vuelta? —
—Estoy de vuelta. Necesitaba un tiempo de recuperación—.
416
—¿Por fin tendré una versión de los eventos que no incluya a una trampa
mortal en la cual todos, menos las víctimas previstas, murieron de alguna
manera? —Kingsley levantó la vista, y Hermione pudo ver la furia en su
expresión. Sacó la varita y lanzó un hechizo de privacidad sobre la habitación.
Hermione dió un paso adentro y cerró la puerta detrás de sí, recargándose
contra el marco.
—No pude enviar un mensaje. No sabía la ubicación o nada más en concreto.
Harry no me dijo por qué me estaba sacando de Grimmauld Place hasta que
estábamos en la casa de los Tonks. Creo que sospechaba que podría advertirte.
Sólo me dieron quince minutos para conseguir mi botiquín de sanación. Tú
no estabas. Moody tampoco. No había nadie a quien avisar que no hubiera
querido venir también—.
—Fuiste con Malfoy —Kingsley caminó alrededor de la mesa mientras la
observaba detenidamente.
—La información que Harry tenía la habían obtenido de Carroñeros. Traté de
advertirle que era una trampa, pero iba a ir. Consideré revelar a Malfoy, pero
no pensé que eso los detendría. Creí que si podía contactar a Dra-Malfoy,
podría ser capaz de ofrecerme nueva información para llevársela a Harry y a
Remus. Pensé que si había informes contradictorios, podría ganar tiempo.
Pero Malfoy no llegó mientras estuve alló. Le dejé una nota con toda la
información que tenía—.
—Era una trampa—.
Hermione asintió ligeramente.
—Aparentemente ni siquiera esperaban que cayéramos en ella—.
—¿Y luego? —
—Nos superaban en número. No creo que muchos de los Mortífagos tuvieran
experiencia en combate. Draco dijo que la mayoría eran aprendices. Pero
había un hombre lobo, y los números era absurdos—.
Hermione miró hacia abajo y suspiró levemente antes de levantar la mirada
nuevamente.
—Rabastan Lestrange está muerto. La trampa fue su idea. Malfoy apareció
unos minutos después de que Ron fuera mutilado—.
La expresión de Kingsley no mostraba ninguna sorpresa.
—¿Cómo mató a todos? —
—Mató por lo menos a un tercio de ellos batiéndose en duelo. Después él-él
tenía una especie de maldición de vacío contenida en un artefacto. Atravesó
417
el campo y la activó una vez que se apoderó de mí. La maldición no afectó al
portador, y la protección se extendió a mí a través del contacto. Sofocó a
todos, revivió y lanzó un obliviate en Harry y los demás, y después los dejó fuera
de las barreras. No me dejó quedarme para examinar a ninguno de ellos—.
—¿A ti qué te pasó? —Kingsley la estaba estudiando cuidadosamente; sus ojos
aterrizaron en su muñeca llena de cicatrices.
Hermione se bajó la manga.
—Nada que no pudiera sanarse. Usé la maldición Carbonescere para matar al
hombre lobo. Cuando estaba lidiando con las reacciones iniciales en mi
magia, alguien me apuñaló —apartó la mirada y presionó los labios por un
momento— Harry no esperaba que fuera una trampa, así que no se me asignó
ningun compañero. Creo que pensó que Ron estaría conmigo, pero… bueno,
Ron es el compañero de Harry. Tan pronto como los Mortífagos aparecieron,
todos se pusieron con sus compañeros de siempre, así que yo estaba peleando
sola —el dolor cortó su tono mientras lo decía, y miró hacia sus pies— Lo cual
probablemente fue lo mejor. De todas formas Draco nunca me entrenó para
pelear con un compañero—.
Aún había sangre en sus zapatos. Inhaló profundamente.
—Draco… Malfoy dijo que le dijera a Moody que su ayuda está condicionada
a mi supervivencia—.
—Soy consciente de eso —la voz de Kingsley era firme— Nunca volverás a ir a
otra misión; no me importa si alguien te pide que vayas a salvar al mismísimo
Harry. No buscarás ingredientes. No saldrás de las casas seguras a menos que
sea para servir de enlace. Tu trabajo, Granger, es mantenerte con vida y
mantener a Malfoy a raya—.
Hermione respiró entrecortadamente y sintió una rabia rebelde que le
quemaba el pecho. Lo miró durante varios segundos antes de forzar sus
paredes de oclumancia en su lugar y tragar todo lo que quería escupirle. Rodó
la mandíbula y apartó la mirada.
—Tonks está haciendo preguntas sobre mi desaparición y entrenamiento. Le
dije que hablara con Moody—.
—Yo me encargaré de eso —Kingsley se enderezó la túnica.
Hermione asintió levemente con resignación y se agarró al marco de la puerta,
sintiendo la veta de la madera bajo los dedos.
—Ron fue gravemente malherido. Necesita estar aislado esta noche—.

418
—Estamos lidiando con una situación más grave. Lo han marcado. Hay un
rastro en su muñeca derecha que no podemos remover—.
A Hermione se le erizó la piel y sintió un nudo en el estómago.
—¿El grillete? Es el grillete que lleva, ¿no es así? Traté de quitarlo cuando lo
estaba curando ¿eso… crees que es lo que Sussex ha estado desarrollando? —
—Parece probable. Eso explica porque lo tenían ahí en vez de conducir a Harry
a un edificio vacío. Afortunadamente sabíamos que había una probabilidad
de ello, y Remus al menos tuvo la sensatez de no traer a Ron a Grimmauld
Place. Alastor está monitoreando la situación. Parece que los Mortífagos
conocen la ubicación aproximada de la casa de los Tonks gracias a eso. Hasta
que podamos quitarle el rastro, estaremos comprometiendo nuestras casas
seguras. Si de alguna manera están usando seres oscuros para atravesar el
Fidelius, estamos con el tiempo contado—.
Hermione tragó saliva fuertemente.
—¿Has contactado a Severus? ¿Quién ha hecho el análisis del grillete? Yo no lo
hice… ayer. Debí haberlo hecho. Fue un descuido de mi parte. Puedo
regresar—.
Kingsley negó con la cabeza firmemente.
—No volverás a acercarte a esa casa de nuevo. Severus está de turno en los
laboratorios. Estará aquí dentro de una hora para una reunión de la Orden—
—Muy bien. ¿Necesitas algo más? —
Kingsley volvió a mirar hacia la mesa.
—No. Puedes darle un informe completo a Alastor después—.
Hermione se dio la vuelta para irse. Estaba cruzando la puerta cuando
Kingsley habló.
—Granger—.
Se volteó y encontró a Kingsley mirándola fijamente.
—¿Estás bien? —
Se encogió de hombros— Estoy bien—.
—Me alegro de escuchar eso. Nunca hubiera perdonado a Harry si hubiera
hecho que te mataran para salvar a Ron—.
Hermione sonrió amargamente, y su agarre en la perilla de la puerta se tensó.
—Draco es vital, lo sé. Tendré más cuidado—.
La expresión de Kingsley parpadeó.

419
—No me refiero a eso. Cuando Remus reportó que creían que habías sido
capturada… —Kingsley inhaló profundamente y alejó la mirada de ella— Yo
habría llorado tu muerte; más de lo que habría llorado la de cualquier otro
miembro de la Orden—.
Hermione ladeó la cabeza hacia un lado y no le creyó. La comisura de sus
labios se torció ligeramente y enarcó una ceja.
—¿De verdad lo harías? —resopló, negando con la cabeza— ¿Entonces es por eso
que me llamas Granger? ¿Porque soy tan importante para ti? —
Kingsley le sonrió tristemente.
—Te digo Granger para recordarme a mí mismo que soy responsable por más
personas que simplemente de las que me agradan —suspiró y miró abajo hacia
la mesa por un momento antes de levantar la mirada y observarla— Habría
sido un privilegio ser tu amigo en otra vida, Hermione Granger—.
Hermione lo estudió por varios segundos.
—Quizás… en otra vida prodríamos haber sido amigos. Pero… creo que nunca
te perdonaré en ésta—.
Kingsley asintió lentamente y apartó la mirada de ella.
—En caso de que nunca se presente la oportunidad de decirlo más tarde, lo
siento… por todo lo que te he pedido—.
Hermione se quedó callada por varios segundos antes de suspirar levemente.
—Si no me lo hubieras pedido, yo me hubiera ofrecido —se encogió de
hombros— tú nunca me obligaste. Yo soy culpable de mis decisiones—.
Salió de la habitación y caminó por el pasillo. Severus llevó un reporte sobre
el grillete unas horas después. Era un prototipo nuevo. Requería una Marca
Tenebrosa para ser removido. Se estaban desarrollando diseños más
complejos. Hubo un largo silencio ante la revelación.
—Bueno, no es… podría ser peor —Charlie dijo después de un minuto— Snape
lo puede quitar entonces. O alguno de nuestros prisioneros. Algunos de ellos
tienen la Marca, ¿no es así? —
—Puedo remover el de Ron Weasley, pero cuando lo haga, Sussex lo sabrá, y
el próximo grillete que hagan podrá requerir un mecanismo más elaborado—
dijo despectivamente Severus y miro con desprecio a Charlie.
—¿Tienes una mejor idea? —Charlie levantó la barbilla y fulminó a Severus con
la mirada.
—Le quitaremos el rastro a Ron —dijo Kingsley, apoyando los dedos en el
borde y golpeando pensativamente— Sin embargo, hasta que no tengamos
420
mejor información sobre los grilletes, no habrá más rescates. No podemos
permitirnos perder más casas seguras—.
—Bueno, ¿no debería de saberlo Snape? ¿Ya que trabaja ahí? Pensé que esa era
la única razón por la que lo manteníamos—.
—No dirijo el laboratorio completo —el tono de Severus era despiadado.
—Trabajo en la división de pociones y maldiciones. No soy quien realiza los
experimentos en criaturas oscuras o desarrolla grilletes rastreadores. Hay
limitaciones en cuanto a qué tanta información puedo proveer sin previo
aviso —sus ojos se posaron brevemente en Hermione— puede que tenga mejor
información la semana siguiente—.
—Llevaremos un equipo a la casa de campo de los Tonks y le quitaremos el
grillete a Ron —Kingsley enrolló el pergamino de información que Severus
había llevado y se lo entregó a Hermione y a Fleur para que le echaran un
vistazo.
—De acuerdo con Alastor, los Mortífagos sólo tienen una vaga idea de dónde
está la cabaña en este momento. Llevaremos un grupo de veinte y nos
dividiremos en equipos más pequeños. Fred y Charlie nos escoltarán a Severus
y a mí a través del encantamiento Fidelio para eliminar el rastro. Todos los
demás actuarán como señuelos. Es probable que tengamos que pelear para
poder salir. Iremos bajo los efectos de la poción Multijugos. Eso causará
confusión sobre a quién atacar. Le mandaré un mensaje a Potter y a Moody
para que nos esperen. Granger, ten las dosis de Multijugos listas—.
—Necesitaré las identidades y un límite de tiempo —dijo Hermione mientras
se ponía de pie.
—Una dosis de dos horas —Kingsley permaneció pensativo por un momento
antes de añadir— Usa el cabello de Harry. Ellos lo esperarán allí. No esperarán
que haya veinticuatro de él. La confusión nos hará ganar tiempo. Tenemos
que aislar a Remus y a Ron una vez que regresen a Grimmauld Place. Fleur,
prepara dos habitaciones en el sótano—.
Hermione asintió levemente y se dirigió a su armario de pociones, dejando al
resto de la Orden diseñando estrategias y debatiendo sobre la logística restante
de la misión. Hermione alistó las pociones y observó cómo una habitación
entera se transformaba en su mejor amigo antes de usar el encantamiento
desilusionador en sí mismos y salir de Grimmauld Place.
La espera era lo peor. Hermione se quedó de pie en el vestíbulo y observó el
viaje de las manecillas del reloj cruzando lentamente su esfera. Odiaba esperar.
421
Kingsley y Moody, Harry, Ron, Severus y la mayoría de los Weasley y la Orden.
Todos estaban en la casa de los Tonks. Hermione se había quedado atrás.
Quizás Draco estaba ahí, atrapado entre mantener su tapadera y preservar a la
Orden. Podía estar pasando cualquier cosa. Al crecer, nunca habría pensado
que sería el tipo de persona que aceptaría quedarse atrás cuando los demás
luchaban. Gryffindor. Pensó que la valentía la colocaría siempre en las líneas
de ataque. El pragmatismo le había robado todo brillo de heroísmo. Presionó
la mano contra la ventana y observó a la calle poco iluminada. La luna llena
saldría en media hora. El reloj siguió midiendo el implacable paso del tiempo.
Se preparó con oclumancia. Reunió todos sus recuerdos recientes, los ordenó
cuidadosamente y luego los apartó hasta que su mente estuvo despejada.
Los Mortífagos esperando en la casa de los Tonks no eran aprendices. Fred
atravesó la puerta a trompicones con la mano presionando un costado de su
cabeza. Una maldición le había cortado la oreja. Moody regresó con un brazo
y un hombro tan horriblemente mutilados que Hermione temió inicialmente
que lo perdería. Remus estaba en el proceso de transformarse cuando Tonks
atravesó la puerta y lo arrastró hasta el sótano. Dos Harrys entraron por la
puerta unos minutos después. Uno estaba gimiendo de dolor y recargándose
fuertemente sobre el otro.
—Vamos, Ron. Estamos aquí. ¡Que alguien le traiga una poción para el dolor!—
dijo el verdadero Harry, medio cayéndose mientras arrastraba al Harry-que-
era-Ron hacia el vestíbulo.
Hermione se dejó caer junto a ellos y sacó la varita. Ron estaba hirviendo y
sólo medio lúcido. La combinación de licantropía latente y la luna llena lo
tenían retorciéndose de agonía.
—¡¡Mierda!! Maldito infierno —Ron estaba sollozando mientras se arqueaba
hacia atrás hasta que parecía que su espalda se quebraría en dos— Haz que se
detenga. ¡¡¡Haz que se detenga!!! —
Se enterró las uñas en su hombro, desgarrándose a sí mismo. Harry luchaba
para sujetar los brazos de Ron y prevenir que se mutilara él solo. Los brazos,
las piernas y el cuerpo de Ron no dejaban de ondularse y crujir a medida que
la poción Multijugos desaparecía. Incluso cuando recuperó sus facciones, el
chasquido y las ondulaciones de su cuerpo no cesaron. Los huesos de sus
hombros y brazos seguían rompiéndose, estirándose y de nuevo poniéndose
en su lugar. Sus dedos se enroscaban en garras, y las arrastraba por el suelo de

422
madera, gritando, arrancándose las uñas. Gruñendo en agonía mientras su
cuerpo luchaba contra la transformación parcial.
Harry y Hermione le lanzaron aturdidores a la cabeza. Ron apenas se inmutó.
Se giró y golpeó la garganta de Hermione, pero ella lanzó un escudo un
instante antes de que él golpeara.
—¡Atúrdanlo! ¡Todos atúrdanlo! —
Hermione retrocedió lo más rápido que pudo mientras Ron se retorcía, se
tambaleaba y volvía a atacar. Hicieron falta diez aturdidores para dejarlo
inconsciente. Hermione se sentó en medio del suelo, jadeando, mientras
Neville, Seamus y varios más bajaban el cuerpo inconsciente de Ron hacia él
sótano. Harry estaba en el suelo a su lado, agarrándole la mano con tanta
fuerza que pensó que sus huesos podrían romperse.
—No lo sabía. No sabía que sería así— Harry sonaba perdido.
Hermione bajó la mirada hacia sus manos.
—No puede salir. El lobo no puede salir —se quedó mirando la sangre y los
arañazos del suelo— Quizás tengamos que discutir la posibilidad de que Remus
lo muerda de verdad—.
Seguían sentados juntos en el suelo cuando Kingsley entró por la puerta,
luciendo cansado.
—Perdimos por lo menos a tres —dijo Kingsley— No sabremos quiénes hasta
que todos se reporten de regreso—.
Sturgis Podmore, Susan Bones y otros cinco miembros de la Resistencia no
lograron regresar a Grimmauld Place. Se les dio por muertos. Era más fácil
esperar que murieran que temer que los hubieran capturado. Hermione se
había cruzado con Tonks después de los informes de la Orden. Sus miradas
se encontraron y Hermione estudió la expresión de Tonks. La preocupación
y la sospecha que habían sido visibles el día anterior se habían desvanecido.
Moody o Kingsley le habían borrado la memoria antes de salir de la casa de
campo.
Hermione se recostó en la cama esa noche, observando el techo. Kingsley
había traído un pergamino clasificado sobre el análisis del grillete que le
habían quitado a Ron. No podían llevar el grillete de regreso sin traer el rastro.
Hermione había realizado un estudio preliminar de la magia. Era un hechizo
sólido. El grillete estaba hecha de tungsteno, fuerte pero conductor de magia.
Los detalles del hechizo de cómo el grillete reconocía a un hechicero como
portador de una Marca Tenebrosa se basaba en una fórmula aritmética
423
ingeniosamente compleja y en una técnica de encantamiento con la que
Hermione nunca se había enfrentado antes.
Revisó la información una y otra vez en su mente y no sabía qué hacer. La
información que tenía ya era parcialmente obsoleta. El próximo grillete sería
actualizado. Más difícil o incluso imposible de remover para la Orden.
Incluso si encontrara una falla que aprovechar, la Orden no necesariamente
podría extraer ventaja de ello. Tendrían que decidir si quedarse con la
información hasta un momento vital, o usarla inmediatamente. Cualquier
defecto que explotaran resultaría en que Sussex rediseñara los grilletes de
nuevo. Era como el código Enigma; si la Orden lograba descifrar los
encantamientos, sólo conseguiría que los Mortífagos los perfeccionaran más
rápidamente. Se rodó hacia un costado y se preguntó si los grilletes se habrían
inventado si Draco no hubiera permitido que la Orden lograra tantos
allanamientos de prisiones; si la Orden no hubiera hecho un ataque tan
elaborado en junio y hubiera destruido la división original de maldiciones.
¿Era inevitable? ¿O ellos lo habían provocado? Si no lo hubieran hecho,
¿habría habido otra forma de que la Resistencia hubiera durado tanto? ¿O la
guerra ya habría terminado? No lo sabía. Sólo podía preguntárselo. Su cama
se sentía más fría de lo que jamás se había sentido antes. Durmió durante dos
horas antes de que ya no pudiera más. Bajó a la cocina de Grimmauld Place y
preparó té. Observó el pergamino de análisis de nuevo y después miró por la
ventana a la luna llena. Luminosa, fría y plateada. Cuando era niña le habñia
encantado la luna. La evolución mensual y belleza sutil siempre le habían
fascinado. Desde que conoció a Remus en su tercer año, la luna se había
vuelto trágica y ominosa. Su belleza presagiaba dolor. Ron llegaría a odiar la
luna.
Envolvió las manos alrededor de su taza y sintió el calor hundiéndose en sus
manos. Se sentía fría. Por fuera. Por dentro. Se sentía fría. Ahora siempre se
sentía fría. Siempre había un rastro de frío en ella. Apoyó la cabeza en la mesa
y recorrió las vetas de la madera con las yemas de los dedos. Extrañaba a Draco.
Quería tocarlo. Quería enterrarse en sus brazos y olvidar su vida entera. La
guerra la había devorado hasta hacerla sentir como si sólo quedasen los más
insignificantes jirones. Como si sus garras se hubiesen clavado en su pecho y
no pudiese liberarse, como tampoco podía arrancarse los pulmones y esperar
sobrevivir. Con Draco, se sentía con vida. Como si estuviera respirando de
nuevo después de años de haber olvidado cómo hacer algo más que sobrevivir.
424
Sujetó la taza con más fuerza hasta que el calor comenzó a desvanecerse. Ni
siquiera sabía cómo contactarlo. No a menos que fuera en nombre de la
Orden. Le había dado su palabra de que no lo invocaría de otra manera. Hizo
girar el anillo alrededor de su dedo. Se preguntó si él había estado en la casa
de Tonks. Si estaba herido o había lastimado a alguien.
Se sobresaltó un poco e hizo una nota mental. Él había usado la poción
analgésica en su muñeca. Incluso si pudiera reemplazar todo lo demás, era
poco probable que Severus hubiera compartido esa poción con el ejército de
Mortífagos. Tendría que llevarle un frasco de repuesto cuando lo volviera a
ver. Ella también necesitaba más fluxweed. Comenzó a catalogar los lugares
donde sería capaz de encontrarla creciendo. Luego se detuvó, con el corazón
encogido. No podía salir más en búsqueda de ingredientes.
Hermione se mordió el labio y bajó la mirada hacia sus manos. Buscar
ingredientes había sido suyo. Había sido aterrador y peligroso, pero había sido
suyo. Una oportunidad de escapar de Grimmauld Place por unas horas; para
sentir el viento en su rostro y el frío rocío de la mañana en las manos; para
notar a las estaciones emerger lentamente. Miró con nostalgia por la ventana
de Grimmauld Place. Se sentía como un pájaro al que le había cortado las alas
lentamente cada vez más y más cortas hasta que casi habían desaparecido.
Suspiró y apartó la mirada de la ventana. Observó al pergamino nuevamente,
haciendo notas sobre potenciales recursos que buscar.

El martes siguiente fue a la choza sin antes haber buscado ingredientes por
primera vez. Se sentía nerviosa mientras observaba la puerta. No estaba
segura… siempre era imposible predecir qué haría Draco a continuación.
Le temblaba la mandíbula y sus dedos vacilaban a un suspiro del pomo de la
puerta. Alejó la mano, cerrándola en un puño y forzándose a sí misma a
inhalar profundamente. Este era su trabajo, se recordó a sí misma. No
importaba lo que pasaba de una semana a la otra. Nunca importaba. Seguía
siendo su trabajo. Pasó saliva y presionó los labios firmemente mientras se
estiraba y abría la puerta.
Draco apareció tan pronto como entró. Él apareció adentro, casi encima de ella,
la agarró fuertemente, y la arrinconó contra la pared mientras sus labios
chocaban contra los suyos. Podía sentir el hambre; en sus manos mientras
recorrían a lo largo de su cuerpo; en su respiración mientras jadeaba
entrecortadamente contra su boca. Los ojos de Hermione se abrieron con
425
sorpresa al verse aplastada contra él, sus dedos se engancharon en su túnica,
cerró los ojos y le devolvió el beso.
La mano de él subió y le agarró la mandíbula, justo debajo de la oreja. Sus
dedos se enroscaron en la base de su cuello, arqueando su cabeza hacia atrás
mientras la besaba más profundamente. Se aferró a él, y él la acercó aún más,
envolviendo su brazo alrededor de su cintura. El mundo entero se desvaneció
a su alrededor. Hermione lo besó vorazmente. Quería vertirse a sí misma en
él. La levantó y ella envolvió las piernas alrededor de su cadera. Los dedos de
Draco se enredaron en su cabello y ella sintió sus dientes contra sus labios y
lengua.
Era como si estuviera cayendo. La tenía inmovilizada contra la pared. Apenas
sabía dónde acababa ella y empezaba él. Le ardían los pulmones, pero no
separaba su boca de la de él. Después en verdad estaba cayendo. La pared que
tenía detrás desapareció, y se encontró en un colchón, en algún lugar, con
dosel. Apenas había sentido la aparición. Sólo alejó su boca de Draco por un
momento para mirar alrededor antes de estrellar sus labios una vez más.
Él le arrancó la blusa, y ella le abrió los pantalones de un jalón. Rápido. Con
fuerza. Estaba lista para él. Le pasó las uñas por la espalda mientras él se
hundía en ella. No había espacio en su mente para nada más. Tocarlo.
Moverse contra él. Sentirlo. El mundo se había reducido a sí mismo a un sólo
punto; Draco, sus manos y ojos, el latir de su corazón. Lo envolvió con los
brazos mientras lo besaba, y lo besaba, y lo besaba.
Después permanecieron entrelazados por varios minutos, con las frentes
presionadass mientras jadeaban. La besó entre los ojos, y le rozó la cara con la
palma de la mano. Entonces se alejó y le recorrió el cuerpo con las manos,
mirándole detenidamente los brazos y el torso cuidadosamente. Ella levantó
la cabeza para ver lo que estaba haciendo.
—No estuviste en la batalla de la casa de campo, ¿verdad? No creí que ninguno
de los Potter se batiera en duelo como tú, pero era imposible estar seguro —le
pasó los dedos por la oreja y después bajaron por su hombro.
Hermione se echó hacia atrás y negó con la cabeza, mirándolo también,
pasando la mano por su torso. No tenía heridas visibles.
—No estuve ahí. Fue una incursión reglamentaría; Kingsley no quiso
llevarme— le tembló ligeramente la mandíbulo, y apartó la mirada— No tienes
por qué preocuparte. Ya no… —las palabras se torcieron ligeramente en su

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boca— Ya no se me permite salir de las casas seguras, aparte de servir de enlace.
Así que no tienes por qué preocuparte—.
Draco suspiró audiblemente con alivio y se hundió contra ella, besándola
levemente en la frente. Hermione cerró los ojos y apretó los labios.
—¿Qué pasa? —
Levantó la vista y encontró a Draco mirándola fijamente, con expresión
cerrada. La comisura de sus labios se torció.
—Me gustaba salir a buscar ingredientes. Era… la único soportable que podía
hacer a veces — bajó los ojos y entrelazó los dedos con los de él. Miró fijamente
su mano entre la suya— mi vida sigue volviéndose cada vez más pequeña y
oscura—.
Hubo una pausa.
—Lo siento—.
Se encogió de hombros debajo de él.
—No es como si tú lo hubieras ordenado. Dijiste que me mantuviera con vida;
Kingsley es quien decidió que eso significaba que no tenía permitido buscar
ingredientes o salir de las casas seguras. Lo entiendo. Es responsable por todo
el esfuerzo bélico. No voy a pedirle que lo estructure alrededor de mis
sentimientos. Yo sólo… —hizó una pausa, inhalando— Aún estoy
acostumbrándome—.
—No me dí cuenta de que era importante para ti—.
Se quedó callada un momento, dudando.
—Algunos días… era lo más parecido a la libertad que aún tenía —sintió que
todo su cuerpo se congelaba.
—Sólo… sólo hasta que la guerra termine —él dijo en un tono que era mitad
súplica y mitad promesa.
Hermione resopló.
—¿Solo hasta ese entonces? ¿Cuándo será eso? —le sonrió amargamente— ¿Qué
final de la guerra crees que saldrá bien de alguna manera para cualquiera de
nosotros? Si la Orden de algún modo gana, estoy segura de que la
Confederación Internacional estará repentinamente ansiosa de participar.
Presidirán todos los juicios. Ya te lo dije, gran parte de mi actividad en gran
medida no ha sido autorizada, y se supone que la Orden es democrática.
Cuando todo salga a la luz…—apartó la mirada, incapaz de mirarlo a los ojos.

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—No pintará una imagen muy bonita —levantó las cejas y dio un pequeño
suspiró— Si tengo suerte, sólo me quitarán mi varita por unos años. Hay ciertas
cosas…—
Se le oprimió el pecho al pensar en la pequeña habitación de la cueva de la
playa. La sangre. Manos y pies desollados. En el transcurso de un año,
Gabrielle se había vuelto más cruel y más creativa. Las heridas ahora eran rara
vez reversibles, y Kingsley no la frenaba porque la Orden necesitaba la
información. El nombre de Hermione aparecía junto al de Kingsley en todos
los expedientes de los prisioneros. Su puño y letra catalogaba cuidadosamente
en términos precisos y clínicos las heridas que había curado, la condición
exacta de cada prisionero cuando los puso en estasis.
Estaba ahí. Lo sabía. Fui cómplice.
Tragó saliva.
—No soy tan buena persona como crees. Yo… podría terminar muy fácilmente
en Azkabán—.
Draco permaneció en silencio por un momento mientras la observaba. Sus
dedos temblaron y se apretaron alrededor de ella.
—Huye. Di la palabra y te sacaré. No tienes por qué quedarte aquí—.
Una parte cobarde de sí misma se levantó y se desplegó ante sus palabras.
Fuera. Libre. Lejos de la guerra. No sabía cuánto lo deseaba hasta que lo
escuchó como propuesta de alguien que lo decía en serio. La idea de vivir sin
la guerra… lo deseaba.
—Sabes que no lo haré —dijo, mirándole a los ojos.
La expresión de Draco era amarga y sus ojos relampaguearon, mostrando una
cansada resignación. Él asintió.
—La oferta sigue en pie. Di la palabra y te sacaré de aquí—.
Lo estudió.
—¿Qué hay de ti? —
Él soltó una carcajada amarga.
—Si pudiera huir, me hubiera desvanecido mientras mi madre seguía con
vida—.
Hermione asintió lentamente. Él de ninguna manera seguiría ahí si tuviera
alguna opcioón.
—Por supuesto. ¿Te irías ahora, si pudieras? —
La miró fijamente, sus ojos eran de plata fundida e inquebrantables.
—Contigo, lo haría—.
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—Entonces… nos iremos juntos. Después de la guerra —apretó la mano de él
contra su pecho y sintió el latido de su corazón contra ella— Cuando la guerra
termine. Nos iremos a un lugar donde nadie nos conozca. Nosotros…
desapareceremos. Cuando todo termine—.
Los ojos de Draco brillaron por un instante antes de encontrarse con su
mirada y sonreír débilmente.
—Por supuesto, Granger—.
Estaba mintiendo. Ambos estaban mintiendo. Era un cuento de hadas el
pensar que podrían escapar juntos. Que las cosas acabarían lo suficientemente
en paz para eso. Ella le apretó la mano con más fuerza y encontró sus ojos
hasta que la ilusión se desvaneció.
—Había un rastro en Ron —dijo después de un minuto— De Sussex. ¿Serías
capaz de conseguirnos más información sobre cómo funcionan? ¿Y en qué
otros prototipos están trabajando? —
—Veré qué puedo hacer —su tono era cortante. Se alejó y movió el cuello para
que tronara.
Hermione lo miró fijamente. Era imposiblemente elegante, pero demasiado
delgado. Casi demacrado. Su piel era pálida como el mármol y, en la tenue luz
de la mañana, podría haber sido una figura en una pintura. Sus cicatrices
hacían la escena macabra. No podía mirarlo y no ver la guerra. Estaba grabada
en él. Se sentó y acomodó los pasadores en su cabello.
—Odio tu cabello de esa manera —le dijo abruptamente.
Hermione volteó a verlo y arqueó una ceja.
—Podría cortármelo entonces—.
La expresión de él se volvió ofendida. Ella le sonrió irónicamente y se encogió
de hombros.
—Tengo que mantenerlo en su lugar cuando trabajo. Siempre estoy de guardia.
Tiene más sentido mantenerlo así—.
Él alejó la mirada por varios minutos.
—Quiero verte más—.
La comisura de los labios de Hermione se curvó mientras su corazón se
encogía de alivio.
—Está bien. ¿Tienes un horario? —
Él se volteó para mirarla, y pudo ver el hambre en sus ojos. Posesivos. Voraz.
La sacaría de la guerra y la escondería en cuanto ella se lo permitiera. Podía

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ver el conflicto en sus ojos. La imagen de Draco conteniéndose mientras la
observaba y sopesaba sus opciones le resultaba familiar.
Desear. Desear. Desear.
Lo sentía como su propio palpitar. Si no podía esconderla, la atesoraría para
sí mismo tanto como pudiera. Se había enamorado de un dragón.
— Siempre he estado de guardia para ti también. Tengo un turno de seis horas
en la sala del hospital todas las tardes, pero el resto de mi trabajo es flexible.
Puedes llamarme y vendré en cuanto pueda—.
—Te llamaré entonces, cuando pueda. Si el anillo se activa una vez, no está
relacionado con la Orden—.
Draco recogió su capa del suelo y sacó un pergamino.
—¿Hay nuevas órdenes esta semana? —le preguntó mientras se lo entregaba. Su
boca se torció burlonamente al hacer la pregunta— ¿Además de la información
sobre el rastro? —
Negó con la cabeza— Es la prioridad principal—.
Mientras se estiraba y tomaba el pergamino, Draco jaló de él, acercándola a sí,
cerrando una mano alrededor de su muñeca. Sintió al pergamino deslizarse
de entre sus dedos mientras mientras la otra mano de él se deslizaba por su
garganta y la besaba.
La besó y ella lo besó.

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Flashback 31
Abril 2003

Draco la llamaba. Seguido. A veces, sus obligaciones en el ejército de


Voldemort terminaban a última hora de la tarde, pero la mayoría de las veces
la llamaba de madrugada. Hermione trabajaba en su gabinete de pociones o
investigaba hasta que su anillo ardía. Entonces salía de Grimmauld Place y
aparecía en Whitecroft. Apenas atravesaba la puerta, cuando Draco aparecía,
la agarraba y los reaparecía en otro lugar. Siempre a un hotel. Rara vez el
mismo, incluso de una noche a otra. La besaba, acunando su rostro en las
manos, y se sentía como si la estuviera respirando. Después se alejaba lo
suficiente para observarla.
—¿Estás bien? ¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo? —le pasaba las manos por
encima para comprobarlo.
Siempre la misma pregunta, como si no lo creyera hasta que lo verificaba
personalmente. No esperaba que estuviera tan obsesivamente preocupado.
Había observado su llegada inmediata a Whitecroft a lo largo de los meses; la
forma cuidadosa en la que pasaba sus ojos sobre ella después de que la
atacaran en Hampshire. No había considerado cuán profundo le había
atravesado el miedo. Podía sentirse a sí misma relajándose bajo sus caricias
mientras sus dedos recorrían sus brazos, sus manos y su columna vertebral.
—Estoy bien, Draco. No necesitas preocuparte—.
Las palabras nunca parecían surtir efecto. Le inclinaba la cara hacia la suya y
la miraba fijamente a los ojos como si esperara encontrar algo en ellos. Lo
miraba y con calma lo dejaba tranquilizarse. Lo que fuera que le hubiera
pasado a su madre, Narcissa nunca se lo había contado por completo; ya fuera
porque no podía, o era un intento de cuidarlo. Ocultárselo había sido
probablemente la peor elección. Draco era como ella. Se obsesionaba con lo
que no sabía más que con cualquier otra cosa.
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Ella encontraba sus ojos— Draco, estoy bien. No me ha pasado nada—.
Cuando estaba seguro de que en verdad estaba ilesa, era como si una tensión
dentro de él finalmente se rompiera. La estrechaba entre sus brazos,
suspirando de alivio mientras apoyaba la cabeza en la suya.
Tú le hiciste esto, se recordaba a sí misma, y lo envolvía fuertemente con los
brazos. Adivinaste dónde era vulnerable y lo explotaste. Le pasaba sus propios
dedos por encima, tratando de detectar alguna lesión en él antes de que la
besara nuevamente.
—Draco, déjame curarte—.
Nunca había sanado ni nunca sanaría a nadie más de la manera en la que
curaba a Draco: entre sus brazos, presionada contra su cuerpo. Deslizaba las
manos a través de él y presionaba besos con la boca abierta en sus hombros,
manos y cara mientras murmuraba hechizos. Lo revisaba meticulosamente
hasta que le arrebataba su varita de los dedos y la lanzaba a través de la
habitación. Después la empujaba hacia la cama y la tomaba lentamente. Casi
siempre era delirantemente lento. La miraba a los ojos hasta que casi sentía a
sus mentes tocándose.

Otras veces, llegaba empapado de Magia Oscura. Se le pegaba a la ropa y a la


piel. Cuando estaba así, siempre estaba más desesperado. Más intenso. Más
rápido. Tratando de perderse en algo que pudiera sentir. Contra una pared.
O simplemente en el suelo del cuarto del hotel donde aterrizaban. Sus besos
sabían a hielo y a pecado, y Hermione los bebía hasta que estaba jadeando.
—Eres mía. Eres mía —repetía las palabras una y otra vez como un mantra.
—Dilo. Di que eres mía—.
—Soy tuya, Draco—ella prometía contra sus labios o mirándolo a los ojos.
Entrelazaba sus dedos con los de ella y presionaba sus frentes, y a veces su
cuerpo entero temblaba. Ella envolvía sus brazos alrededor de él y presionaba
besos en su cabello.
—Lo prometo, Draco. Siempre seré tuya—.
Había un terror posesivo en sus ojos cuando la miraba fijamente, en la forma
en que la tocaba, como si siempre esperara que fuera a ser la última vez que
se vieran.
En los días en los que no la invocaba, caminaba por Grimmauld Place
sintiendo que no podía respirar hasta que sentía a su anillo arder. Entoces era
ella la que exigía desesperadamente saber si estaba bien.
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—No mueras, Draco—.
Siempre era lo último que le decía. En el momento antes de que desapareciera,
mientras estaba de pie con su túnica de Mortífago, se lo decía en vez de
despedirse. Le cogía la barbilla con la mano y le miraba fijamente a los ojos.
—Ten cuidado. No mueras—.
Él inclinaba la cabeza hacia adelante y besaba la palma de su mano mientras
sus fríos ojos grises se clavaban en los suyos.
—Eres mía. Siempre vendré por ti—.
Él siempre lo hacía. Cada día parecía que las probabilidades se volvían más
lejanas. Más empinadas. No estaba segura de hasta dónde podrían llevarlo las
runas y su propia determinación antes de llegar a un punto de absoluta
improbabilidad y todo se derrumbara. Podía sentirlo. Estaba caminando por
el filo de la navaja. Cuando dormía, observaba su rostro y lo alentaba a que
sobreviviera la guerra. Se escaparían cuando terminara. Muy lejos. Tan lejos
que nunca nadie los encontraría. Se prometía a sí misma que encontraría una
manera. Se lo prometió a él: que habría un después.
Había momentos en los que casi olvidaban la guerra a su alrededor.
Comiendo desayunos que ordenaban al servicio de habitación. Discutiendo
si los alimentos provenientes de una cafetería representaba una auténtica
comida. Aprovechando las bañeras exageradamente grandes que las suites de
sus hoteles siempre tenían. Besándolo. Podría pasarse una década besándolo;
sintiendo la ardiente devoción en la forma en que él la tocaba.
En cuanto sus labios se tocaban, él aplastaba su cuerpo contra el suyo. Sus
manos se deslizaban a lo largo de su garganta hasta la nuca, enredando los
dedos en su cabello mientras profundizaba el beso. Acunaba su mejilla en la
palma de la mano y luego la deslizaba por todo su cuerpo. Luego, cuando ella
se quedaba sin aliento, apartaba la boca y empezaba a besarla a lo largo del
cuello, chupando sus pulsaciones mientras le quitaba la ropa. Apenas se daba
cuenta de que su ropa se deslizaba y caía al suelo mientras la desnudaba y
exploraba su piel desnuda. Mientras ella le desabrochaba la camisa y deslizaba
las manos por su cuerpo.
Giraba el broche de su sostén y luego se lo quitaba de un tirón antes de que
sus manos subieran a acariciarle los pechos y provocarla hasta que gemía. Su
boca se deslizaba a lo largo de la unión de su cuello y hombro mientras besaba
y mordisqueaba a través de su piel.
—Perfecta. Hermosa. Mía. Mía—.
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Respiraba las palabras contra su cuerpo mientras la desnudaba para sí mismo.
Mientras se empujaba dentro de ella. Cuando la apretaba contra sí. Mientras
ella se desmoronaba en sus brazos o bajo su boca. Cuando entrelazaba sus
dedos y ella sentía que la sujetaba con fuerza al venirse.
—Voy a cuidar de ti. Lo juro, Hermione, siempre voy a cuidar de ti—.
Murmuraba las palabras contra su piel o en su cabello en una voz tan baja que
apenas podía escucharlo.

Una noche a principios de mayo, cuando estaba envuelta entre sus brazos y
medio dormida, lo escuchó ripitiéndolo; como si fuera una promesa que se
estuviera haciendo a sí mismo una y otra vez. Como si no pudiera dejar de
decirlo. Levantó su cabeza y le sostuvo la cara entre las manos para poder
mirarlo a los ojos.
—Draco, estoy bien. No me va a pasar nada—.
Simplemente la miró con la misma expresión de amarga resignación que
usaba mientras la entrenaba. Se estaba preparando, esperando lo que
consideraba inevitable. La guerra se enroscaba a su alrededor como un nido
de espinas del que no podían escapar. Se tranquilizó y apoyó la cabeza contra
su pecho, envolviéndola con los brazos mientras ella enredaba los dedos en su
cabello. Aún podía sentir cómo repetía las palabras, vaciló durante varios
minutos antes de hablar.
—Cuéntame sobre tu madre, Draco. Cuéntame todo lo que nunca pudiste
contarle a nadie—.
Se puso rígido y guardó silencio. Ella deslizó los dedos sobre sus hombros y
recorrió las cicatrices de las runas.
—Usar Oclumancia sólo es ocultarlo. Puedes decirme, te ayudaré a
sobrellevarlo. Cuéntame sobre tu madre—.
No habló ni se movió durante tanto tiempo que se preguntó si se había
quedado dormido. Después movió la cabeza sólo lo suficiente para que
pudiera ver su perfil. Su expresión estaba cuidadosamente cerrada, pero podía
verlo considerando.
—Nunca había visto a alguien ser torturado antes —dijo por fin— Ella fue… la
primera persona que ví ser torturada. Él…—
Hermione sintió que se le desencajaba la mandíbula mientras dudaba.
—Experimentó con ella y dejó… que otros mortífagos aportaran ideas sobre
qué hacerle. Para castigar a los Malfoys—.
436
Mientras hablaba, sus ojos se abrieron gradualmente y su expresión se
desenmascaró. Miraba al otro lado de la habitación, con los ojos lejanos.
Hermione lo observó, y pudo verlo, con sólo dieciséis años y de vuelta en casa
para las vacaciones. En su hogar. Caminando sin saberlo hacia una pesadilla
de la cual nunca, nunca escaparía.
—Pensé… —su voz era repentinamente más joven. Infantil.
—Durante un tiempo, pensé que si mataba a Dumbledore lo suficientemente
rápido, ella se recuperaría de alguna manera. Que podría arreglarlo… si tenía
éxito. Pero… era una sombra de sí misma cuando regresé del colegio. Creo…
que había tratado de resistir durante el verano, cuando estaba siendo
entrenado. Pero cuando me fui, se rompió… —
Permaneció callado por un momento. Comenzó a hablar de nuevo, pero
después cerró la boca. Sus labios temblaron como si estuviera decidiendo y
después descartando lo que iba a decir a continuación.
—No fue ni siquiera un mes. No me fui ni siquiera un mes —dijo finalmente.
Hermione entrelazó los dedos en su cabello. Él cerró los ojos y bajó la barbilla.
—Se suponía que todo era reversible, para motivarme, nada que pudiera
mutilarla físicamente. Pero le destrozó la mente, usar legeremancia como
tortura es su técnica favorita. Tenía convulsiones, la mayoría eran pequeñas,
pero de vez en cuando eran severas. Especialmente después. Sólo… se
consumió dentro de esa jaula. Cuando se sobresaltaba, cerraba los ojos y
comenzaba a mecerse y a hacer gimotear dentro de su boca. No se detenía
durante horas, y yo no podía… no siempre podía quedarme con ella… porque
tenía que entrenar—.
No miraba a Hermione mientras hablaba, seguía mirando a través de la
habitación, su voz era baja y temblorosa.
—El día que maté a Dumbledore, el Señor Tenebroso exigió que cenáramos
con él. Para celebrar… dijo que estábamos celebrando mi éxito. Había sido
liberada sólo por unas horas y él quería que hiciera de anfitriona. Sus
temblores eran tan intensos que apenas podía sostener los cubiertos. Su
tenedor seguía chocando contra el plato, se le caía y entraba en pánico cuando
intentaba levantarlo. Aparentemente el sonido era un distractor. Así que el
Señor Tenebroso tomó un cuchillo de carne, se lo enterró en la mano
izquierda atravesándola hasta llegar a la mesa. Después la dejó ahí, sangrando,
hasta que se retiró. Yo estaba sentado frente a ella, y se limitó a mirarme todo
el tiempo, negando con la cabeza, advirtiéndome que no hiciera nada—.
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Agarró la mano de Hermione.
—No pude… hacer nada. Intenté protegerla. La mantenía en su habitación
durante todo el tiempo posible. Llevaba sanadores para ayudarla a
recuperarse. Los sanadores mentales no pudieron hacer ni una maldita cosa.
Debí haberla atentido antes. Eso era lo que todos me decían. Que debía
haberla tratado antes—.
Hermione le apretó la mano y deslizó los dedos por sus runas. Sin vacilar,
astuto, infalible, despiadado e inflexible; impulsado al éxito. Para vengar a su
madre. En penitencia por todas las formas en las que sentía que le había
fallado.
—Lo siento mucho, Draco—.
Se quedó callado, cerró los ojos e inhaló profundamente.
—Luego… —se le cortó la voz. Volvió a intentarlo— Luego… —la boca de Draco
se torció, y se quedó callado durante varios segundos.
—Luego… apenas había comenzado a recuperarse un poco, y vacilé con los
Finch-Fletchleys. Había una niña pequeña; todavía no parecía estar en la
escuela primaria. Imperdonables, no puedes hacer trampa con ellas. Tienes que
sentirlo. Tienes que decirlo en serio. Se me ordenó usar el cruciatus y no
pude… no pude hacerlo funcionar. Era… tan pequeña —tragó saliva— Bellatrix
nos maldijo a mí y a la niña antes de dejar que Fenrir Greyback se quedara
con ella. A él… le gustaban los niños. Cuando mi fracaso fue reportado, el
Señor Tenebroso lo tomó como una señal de que no estaba lo suficientemente
comprometido o motivado. Hizo que sacaran a mi madre para que pudiera
demostrarme cómo realizar el cruciatus correctamente—.
Hubo un largo silencio.
—Ella… apenas había comenzado a mejorarse cuando eso pasó—.
Hermione sospechaba que su mano tendría moretones donde sus dedos
estaban entrelazados.
—A Bellatrix sí le importaba su hermana, de alguna manera. Nunca habló en
contra del Señor Tenebroso, pero intentó evitar que fracasara. El verano antes
de mi regreso al colegio, y cuando se dio cuenta de que mis castigos serían
pagados por mi madre, puso todo su empeño en llevarme a un punto en el
que eso rara vez pasaba. Le pedí que me enseñara todo lo que había aprendido
del Señor Tenebroso, y lo hizo—.
Su voz había cambiado. Se volvía más familiar mientras la historia avanzaba
por su vida. Rastros de un tono firme y cortante comenzaban a emerger.
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— Lo intenté todo para alejar a mi madre. Para sacarla. Pero no podía escapar
con ella. Tenía todo preparado… pero no pude convencerla de que se fuera
sin mí. Consideré tratar de hacerle imperio, para obligarla a irse. Pero la
conocía. Si terminaba noqueado o moría, el momento en el que cayera, ella
vendría a buscarme. Y no podía encerrarla en algún lugar para que no pudiera
hacerlo. Yo no… no quería ser alguien que la enjaulara. No quería que volviera
a sentirse atrapada —su voz se volvió muerta— Cuando murió… llegué y
encontré la Mansión Lestrange en ruinas. No sabía lo que había pasado hasta
que fui invocado. Apenas se mencionó que ella había estado allí… que su
muerte significaba algo. La varita de Dumbledore se había partido a la mitad.
Tenía algo que ver con Bellatrix, de alguna manera. La varita era lo único que
importaba. Mató a todos los Mortífagos que sobrevivieron para informarle.
Yo estaba ahí, rodeado por los cadáveres, intentando no ponerme a gritar—.
Se quedó callado y no dijo nada más por un largo rato. Hermione se movió
para quitárselo de encima y se sentó. Había una sensación sorda y
desgarradora en su pecho mientras lo miraba detenidamente. Él le devolvió la
mirada con ojos cautelosos.
Lo tocó levemente en la mejilla— Draco… no soy tu madre—.
Él se estremeció y comenzó a abrir la boca, pero continuó sin dejarlo
interrumpir:
—Moody y Kingsley no van a lastimarme si fallas en una misión. No van a
torturarme o ponerme en riesgo para castigarte. No soy un rehén. Estoy en
esta guerra porque decido estarlo. No soy frágil. No voy a romperme. Por
favor—rozó con el pulgar el arco de su pómulo— cree eso sobre mí—.
—Déjame sacarte. Por favor, Hermione. Lo juro por Dios, no afectará mi ayuda
hacia la Orden. Déjame sacarte—.
Ella negó con la cabeza.
—No puedo irme. Soy leal a la Orden. No voy a escapar mientras todos los
demás están peleando. Luchamos esta guerra juntos. Déjame ayudarte. No
tienes que hacer todo solo—.
Sus ojos relampaguearon, y vió la desesperación y resignación en ellos.
Desgarró algo en su interior.
—Draco, no puedes pedirme que huya de la guerra—.
Él curvó el labio y se burló.
—¿Por qué no? ¿No has hecho ya lo suficiente por ellos? Te vendieron, y si
yo…—se le cortó la voz. Apartó la mirada de ella— La misma oferta hecha por
439
alguien que lo dijera en serio. Tú aún lo habrías hecho… y si yo no te hubiera
entrenado, Potter aún te habría dejado sola en ese campo—.
Le recorrió la piel con el pulgar. Allí estaba la línea más tenue de una cicatriz,
en el lugar donde ella lo había maldecido.
—Yo estuve de acuerdo con ello, Draco, con todo. Nadie me obligó. No
podemos escoger cuándo hemos hecho lo suficiente y luego dejar que los
demás sufran las consecuencias. Así no funciona una guerra como esta—.
Apretó la mandíbula y la volteó a ver con amargura. No le importaba. No le
importaba si alguien sobrevivía a la guerra excepto ella. Todos podrían morir
y a él no le importaría. Había hecho un Juramento Inquebrantable. Incluso si
pudiera remover su Marca Tenebrosa, no podía escapar, no mientras la guerra
continuara. Se había atrapado a sí mismo en el corazón de ella. Hermione
soltó un suspiro triste y dejó caer la cabeza, enterrando la cara en el hombro
de Draco. La rodeó fuertemente con los brazos. Estaba casi dormida cuando
escuchó el leve susurro de su voz comenzando una vez más.
—Voy a cuidar de ti. Lo juro, siempre voy a cuidar de ti—.

Los rescates se detuvieron. Kingsley los puso en espera hasta que se supiera
más sobre los rastreadores de Sussex. Los primeros prototipos de los grilletes
se estaban distribuyendo en todas las cárceles. La Resistencia fue conducida
casi por completo a la clandestinidad y al mundo muggle. Había tantos seres
oscuros y Carroñeros que era difícil moverse. Kingsley comenzó a depender
incluso aún más en su equipo de exploración y a utilizar a Draco dentro del
ejército de Voldemort. Desinformación. Sabotaje. Como si el ejército de
Mortífagos fuera una máquina que tuvieran que desmantelar. Los sobres con
órdenes se hacían más gruesos cada vez que Hermione los entregaba.
Draco rara vez mencionaba lo que hacía, pero ella se daba cuenta que estaba
al borde de romperse por la presión. Se estaba volviendo continuamente cada
vez más y más desesperado cuando la veía. La quemaba por dentro. Verlo
erosionarse bajo todo lo que se esperaba que mantuviera y produjera para
ambas partes. Casi toda la presión de la Orden sobre Hermione desapareció.
Era un collar alrededor del cuello de Draco; Kingsley y Moody no tenían nada
más urgente que pedirle que lo mantuviera.
Simplemente la dejaron vivir con ello. Se sentía como un animal enjaulado
dentro de Grimmauld Place. Viajaba de casa segura en casa segura sólo para
cambiar de ambiente. Cuando no estaba curando o cuidando a Ginny, vertía
440
su energía en la investigación y la magia experimental. Investigó más
profundamente sobre la Magia Oscura de lo que nunca había hecho en el
pasado. Quizás la Orden no lo usaría, pero Draco sí.
Se esforzó por encontrar la manera quitar los grilletes. Draco le llevaba
pergaminos de análisis actualizados regularmente, y los estudiaba
minuciosamente, tratando de encontrar un defecto, algo que aprovechar.
Eran ingeniosos. Eran una obra de arte. Horrorizaban a Hermione con su
rápida evolución. Además de los rastros inamovibles, Sussex empezó a
experimentar con grilletes destinados a suprimir la magia. Tungsteno con
incrustaciones de hierro. Tungsteno chapado con cobre o aluminio. Grilletes
con materiales de núcleo de varita.
Apenas dormía a menos que estuviera con Draco. El resto del tiempo,
simplemente permanecía acostada aterrorizada pensando en lo que le pasaría
a cualquiera que terminara capturado. La Orden tal vez nunca pudiera salvar
a ninguno de ellos. Ya habían comenzado a darle a los Mortífagos los grilletes
para que los llevaran con el fin de apresar más fácilmente a miembros de la
Resistencia. Una vez cerrado, un grillete no podía volver a abrirse sin que dos
portadores de la Marca Tenebrosa realizaran un encantamiento variante del
Morsmordre.
Dean Thomas apareció en Grimmauld Place un día después de su captura. La
mano con la que usaba su varita estaba amputada. Había robado un cuchillo
y se había cortado la mano a la altura de la muñeca para poder escapar. Una
semana después, Severus envió un mensaje diciendo que los grilletes se
trasladaban fuera de Sussex para expandir la producción. Ahora vendrían en
juegos de dos.
Una tarde, Draco le llevó a Hermione un par de los prototipos y la observó
analizarlas. Casi parecían brazaletes. Hermione construyó una elaborada red
de magia analítica a su alrededor, diseccionando todos los componentes; la
alquimia, los hechizos, la aritmancia, las runas engarzadas en el núcleo de
hierro. Pasó horas tratando de encontrar un error, hasta que se quedó
dormida a mitad del proceso y despertó para encontrar a Draco cargándola
hacia la cama.
—No puedo… no hay una manera de esquivarlas —su cerebro se sentía nublado
por el agotamiento. Casi temblaba de frustración.
—Tiene que haber algo. Usar imperio no funcionará, aparece en la firma del
hechizo y anula el encantamiento. Pensé, sólo cortarlas, pero el núcleo está
441
hechizado para explotar. Sólo no…. quizás tengo que verlo desde un ángulo
diferente. Toda mi alquimia es autodidacta. Quizás no he investigado lo
suficiente—.
Comenzó a alejarse de él y trató de regresar a las pilas de libros que había
traído. Draco la detuvo, deslizando una mano alrededor de su cintura y
envolvíendo la otra alrededor de sus hombros.
—No puedes salvar a todos, Granger—.
Se quedó quieta y miró con desesperación a través de la habitación.
—No sé cómo vamos a ganar esta guerra—dijo finalmente.
Draco estaba callado. No había nada que decir que no fuera una mentira. Ella
levantó la mano y apreto el abrazó que tenía alrededor de sus hombros.
—No sé cómo salvar a nadie. Todo lo que hago es aplazarlo para que mueran
de una forma peor. Ojalá… ojalá nunca me hubiera convertido en sanadora—
Nunca le había confesado a nadie. Que lo odiaba.
Le contó sobre los horrocruxes. Se suponía que no debía haberlo. Aún no le
habían dado el permiso. Se lo contó de todas formas. Todo lo que sabía, acerca
de su creación y destrucción, y todas las ideas de la Orden sobre lo que
podrían ser. Acerca de los objetos perdidos de los Fundadores.
—Creemos que podría haber uno en Hogwarts —dijo cuando le enseñó toda
su investigación— Pero no sé cuántos podría tener. No pueden ser más de
cinco, ¿o sí? Dividir su alma así… es veneno para el cuerpo. Se lo comerá de
adentro hacia afuera. Su forma actual es la mejor restauración que pudo lograr
con una poción regenerativa. Debió haberlo regresado a su plenitud física,
pero su alma está tan deteriorada que hacer una especie de cuerpo era lo
máximo que podía hacer. Así que debe de haber un límite para los horrocruxes.
No creo que pueda seguir haciéndolos. Si logramos destruir todos los
horrocruxes, se volverá lo suficientemente inestable que incluso si nadie lo
mata, simplemente dejará de existir. Pero no sabemos dónde podrían estar.
Hay muy poca información sobre su pasado—.
—¿Le dio uno a mi padre durante la primera guerra mágica? —
—Cuando la Cámara de los Secretos fue abierta durante nuestro segundo año,
fue causado por el fragmento de alma que poesía Ginny Weasley. Tu padre
puso el horrocrux entre sus libros en un intento de desacreditar a Arthur
Weasley—.
—Si fueron hechos durante la primera guerra mágica y él confiaba en uno de
sus seguidores… lo investigaré. Debiste habérmelo dicho antes—.
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—Ni siquiera debería estar diciéndotelo ahora —apoyó la mano sobre su
corazón— No pretendía añadir nada más. Es sólo… no tengo a nadie con quien
hablar. Me ayuda a pensar si lo puedo decir en voz alta—.
Él resopló.
—Si termina con esto, vale la pena. ¿Qué está haciendo la Orden? Todo lo que
Moody y Shacklebolt me asignan sólo es para ganar tiempo —su voz vibraba
de furia.
—Draco... —
No dijo nada más, pero su furia era palpable. No confiaba ni en Kingsley, ni
en Moody, ni en la Orden. Le aterrorizaba la idea de que si él moría, podrían
volver a venderla para intentar sobrevivir. Y ella no podía prometerle que no
lo haría, haría lo que fuera para ganar la guerra. Él sabía eso. Sospechaba que
el miedo lo impulsaba más que cualquier otra cosa. La envolvió con sus brazos
y pudo sentirlo en sus manos, en la manera en que la tocaba. Hermione apoyó
la cabeza en su pecho y escuchó su corazón.
—Deberías conseguir una armadura de cuerpo completo. Estuve investigando.
Piel de Ironbelly Ucraniano. Es ligera, bastante resistente a la magia, y casi
impenetrable a los ataques físicos. Si la usas debajo de tu túnica, nadie sabrá
que está ahí. Podría salvar tu vida algún día—.
Él no dijo nada, seguía observando a su investigación sobre los horrocruxes.

A veces no se iban inmediatamente de la choza en Whitecroft. Llegaba con


tantas heridas que entraba en shock. Otras veces, sentía los temblores del
cruciatus en sus manos. Lo curaba y después se sentaba con su cabeza
descanzando en su regazo mientras él se estabilizaba. Trataba los temblores de
sus brazos y manos mientras él flotaba al borde del conocimiento. Le
murmuraba disculpas bajo su aliento mientras le daba golpecitos con la punta
de la varita en las manos, doblando, frotando y masajeando los dedos hasta
que dejaban de temblar.
Lo estás matando. Lo estás matando. Esto es por tu culpa.
Se permitía llorar por él cuando no estaba consciente para verlo. Agarraba sus
manos entre las suyas e intentaba curarlo.
—Lo siento. Lo siento. Lo siento tanto —lo repetía una y otra vez.
Se limpiaba los ojos y desvanecía todas las lágrimas antes de reanimarlo. Sentía
la tensión desgarrando su cuerpo mientras recuperaba la conciencia y después

443
lo sentía respirar cuando cuando levantaba la vista y la veía. Él los aparecía en
un hotel y dormía con sus brazos envueltos posesivamente alrededor de ella.
Cuando ni siquiera la presencia de Draco era insuficiente para calmar sus
demonios, estudiaba su rostro y escuchaba el latir de su corazón,
prometiéndole silenciosamente:
—Voy a cuidar de ti. Lo juro, siempre voy a cuidar de ti—.

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445
Flashback 32
Mayo 2003

Era casi finales de mayo cuando los Mortífagos hicieron un ataque a un pueblo
Muggle en Surrey. Era una trampa. Ni siquiera se molestaron en ocultar el
hecho de que estaban atrayendo a la Resistencia. No había necesidad. La
Resistencia iría de todas formas. Hermione observó a la Orden partir para
unirse a la pelea y trabajó con Padama para transferir el ala del hospital al
vestíbulo y expandir las paredes de la sala de estar. Llamaron a varios
miembros de la Resistencia que trabajaban como sanadores y enfermeros en
las casas de hospicio. Poppy Pomfrey había contraído la Gripe de Gato Negro
y estaba en cuarentena. Una enfermedad que causaba mala suerte crónica era
una de las últimas cosas que la Orden podía soportar propagándose a través
de la Resistencia.
El reloj avanzaba inexorablemente mientras Hermione caminaba lentamente,
organizando su mente cuidadosa y meticulosamente. Recogió todos sus
recuerdos de Draco, metiéndolos en lo más recóndito de su conciencia, donde
guardaba los recuerdos de sus padres. No podía pensar en Draco. No se podía
inquietar pensando en si él estaba luchando. En si Kingsley o Moody lo habían
obligado a hacer algo que lo pusiera en peligro extremo con el fin de dar a la
Resistencia una ligera ventaja. Tenía que trabajar. Pensar en ello no cambiaría
nada. Lo amuralló todo con su oclumancia.
Seamus apareció en la puerta cargando en brazos a una mujer desconocida y a
Michael Corner.
—Vampiro —dijo, señalando con la cabeza hacia la mujer— No sé nada de él—
Los dejó caer y rápidamente apareció de nuevo.
El vestíbulo comenzó a llenarse de cuerpos. Muggles, combatientes de la
Resistencia; todos estaban siendo llevados ante Hermione y Padma.
Hermione vertió una poción regeneradora de sangre y el antídoto para la
mordida de vampiro en la garganta de la mujer antes de tratar de diagnosticar
446
rápidamente lo que le había pasado a Michael. Un hechizo de diagnóstico
indicaba que sus órganos estaban colapsando, pero no podía averiguar por
qué. Comenzó a lanzar una red analítica sobre la firma de la maldición para
tratar de identificarla.
¡Crack!
Kingsley apareció, cargando a Tonks. Tonks estaba gritando a todo pulmón;
sus ojos estaban en blanco. Hermione lanzó un hechizo de estasis en Michael
con la esperanza de ganar tiempo y se apresuró hacia Kingsley.
El brazo de Tonks habían sido maldecido; la piel se estaba deslizando mientras
su cuerpo se despellejaba. Hermione canceló la maldición y cojuró un hechizo
para calmar el dolor antes de acercar un frasco de Poción para el Crecimiento
de la Piel contra los labios de Tonks. Sangre y un líquido negro y ácido cayó
en la manga de Hermione. Levantó la cabeza bruscamente.
—Estás maldito —dijo, observando cómo una mancha cada vez más grande se
extendía por el hombro izquierdo de Kingsley a través de su túnica.
—Tengo que sacar a Potter —dijo él, volteándose para irse.
Lo agarró del brazó— Está cerca de tu corazón. Déjame curarte—.
Le quitó la mano— No hay tiempo. Prepárate, traeremos más aquí—.
Hubo un crujido cuando apareció Parvati, cargando con cuatro cuerpos.
—Llévalos con Padma —dijo Hermione, persiguiendo a Kingsley mientras salía
de Grimmauld Place.
—Déjame curarte, Kingsley—.
Extendió la mano para agarrarlo antes de que llegara al borde de las barreras
protectoras. Mientras sus dedos se cerraban alrededor de la tela de su túnica,
él desapareció. Ambos reaparecieron en el campo de batalla. Era una plaza de la
ciudad, brumosa con polvo, sangre y magia residual. Habían cadáveres por
todas partes. Los Mortífagos estaban lanzando maldiciones a los miembros de
la Resistencia que estaban tratando de llevarse a los lesionados. Los
dementores estaban flotando por encima de ellos, besando a cualquiera que
se les cruzara. Hermione miró horrorizada a su alrededor.
—¡Regresa a Grimmauld Place! Tu trabajo es quedarte en las casas seguras,
Granger— Kingsley le gruñó; su expresión furiosa cuando se dio cuenta de que
ella estaba de pie a su lado, lanzó un hechizo protector alrededor de ellos. Se
escuchó un grito de furia que Hermione reconoció como propio de Ron.
—Regresa a la casa segura, Granger —Kingsley dijo por encima del hombro
mientras se acercaba al sonido.
447
Hermione se preparó para aparecer pero, justo antes de que se desvaneciera,
sus ojos se posaron en un joven tendido en el suelo. Tenía el abdomen
desgarrado, probablemente por una bruja o un hombre lobo. Se arrodilló y
revisó su pulso. Demasiado tarde; ya estaba muerto. Había una varita en su
mano. Un luchador de la Resistencia. No podía tener ni catorce años.
Una bruja a su lado tenía una maldición de necrosis escalando por su pierna.
Parecía haberse desmayado por el dolor. Había otro cuerpo encima de la bruja;
un hombre joven que se había caído sobre ella. Hermione lo giró para ver si
también seguía con vida. Instantáneamente él saltó hacia adelante. Hermione
sintió los colmillos hundiéndose en su hombro mientras la jalaba hacia el
suelo. Hermione lanzó una maldición oscura sin detenerse a pensarlo. El
vampiro se desmoronó.
Hermione se levantó tambaleándose, haciendo levitar a la bruja herida entre
sus brazos. Miró alrededor en búsqueda de alguien a su alcance. Un hombre
a medio metro de distancia parecía haber sido atacado por un dementor.
Hermione se acercó hacia él para comprobar si había sido Besado por
completo. Tenía el alma intacta, pero estaba hipotérmico y necesitaba
chocolate. Una sensación helada la invadió, levantó la vista rapidamente para
encontrar a varios dementores acercándose.
Hermione respiró profundamente y lanzó un patronus. Un destello de luz
salió de su varita, pero su patronus falló en corporalizarse. Mientras su
patronus ahuyentaba a los dementores, puso el brazo del mago sobre el
hombro y se preparó para aparecer. Se hundió bajo el peso y lanzó un rápido
encantamiento aligerante, al hacerlo, se oyeron varios crujidos de aparición.
Hermione agarró los cuerpos con más fuerza y levantó la vista. Cuatro
Mortífagos enmascarados habían aparecido a menos de tres metros de
distancia. Uno de ellos estaba frente a ella, él al instante blandió su varita
hacia delante. Los ojos de Hermione se abrieron de par en par y puso su mente
en Grimmauld Place.
Destino. Determinación. Deliberación.
Sintió a la maldición chocando con su pecho mientras se desvanecía.
Reapareció en la calle afuera de Grimmauld Place, dejando caer al mago y a la
bruja y cayendo hacia adelante con un jadeo agonizante. Era vagamente
consciente de que estaba insultando y de que alguien la agarraba y la arrastraba
escaleras arriba hacia Grimmauld Place. La voltearon y miró a los rostros de
Padma y varios de los guardias de la Resistencia a cargo de la seguridad de
448
Grimmauld Place durante las escaramuzas. Hermione se estremeció y trató de
no sollozar.
—¿Qué hechizo? ¿Qué hechizo? —los ojos de Padma estaban muy abiertos y
llenos de pánico mientras se inclinaba sobre Hermione, la varita estaba
temblando entre sus manos.
Hermione hizo un gesto sin palabras hacia su pecho. Padma desgarró la blusa
de Hermione y jadeó. La maldición ácida había golpeado a Hermione
directamente en el esternón. Había sido lanzada con demasiado poder. Los
puntos de ebullición ya le estaban quemando profundamente los huesos y le
atravesaban el pecho hasta las clavículas. Padma lanzó rápidamente la
contramaldición. Hermione se tumbó en el suelo e intentó no sollozar
mientras Padma invocaba pociones desde el otro lado de la habitación. Estaba
ardiendo. La agonía de ser maldecida en la muñeca no era nada comparado
con esto. Estaba en el centro de sí. Apenas estaba consciente de nada más que
del dolor corrosivo en su centro. No podía descifrar los sonidos. No podía
sentir el resto de su cuerpo. Todo lo que podía sentir era que se estaba
quemando. Dentro de su pecho. En sus huesos. En su piel. Como si tuviera
ácido en la garganta. Seguramente alguien la aturdiría. Estaba al borde de
suplicar. Cerró los ojos con fuerza y esperó a que todo se detuviera.
—Hermione. Hermione —la voz de Padma se abrió paso a través de la
confusión de la agonía.
Hermione se obligó a abrir los ojos y mirar a Padma.
—No puedo quitarte los huesos ahora —dijo Padma, su voz estaba temblando
mientras vertía el analgésico sobre el pecho de Hermione.
—Hay demasiada gente muriendo… y te necesito. Hay demasiadas maldiciones
aquí que no sé cómo analizar. Además de las pociones para el dolor y
analgésico, ¿qué debería darte? —
Hermione observó a Padma horrorizada durante varios segundos,
esforzándose por encontrarle sentido a las palabras. Cerró los ojos y trató de
respirar entrecortadamente antes de obligarse a contestar. Todo le estaba
quemando. Incluso con la poción analgésica, el ardor no se detenía. Si no
hubiera tenido la certeza de que gritar le dolería más, habría gritado hasta
quedarse sin voz. Tragó saliva repetidamente antes de forzarse a hablar.
—Fortalecedor. Una gota de Felix Felicis. Y un Draught of Peace —dijo en la voz
más baja que consiguió dominar.

449
Podía sentir las vibraciones de sus cuerdas vocales en todos los huecos de carne
quemada. Padma cuidadosamente vertió las pociones en la boca de Hermione
y masajeó ligeramente la piel con el analgésico antes de dejar caer pequeñas
gotas de Esencia de Dittany en cada uno de los forúnculos. Hermione
permaneció tumbada en el suelo durante varios minutos, esperando el
momento en que las pociones hicieran efecto, con la esperanza de que, de
algún modo, las cosas se volvieran más soportables. Podía sentir el daño en
sus huesos. Se acercaba a sus pulmones mientras luchaba por respirar. Se forzó
a sí misma a levantarse y agitó la varita temblorosamente para reparar su blusa
mientras caminaba a través del vestíbulo.
Se estaba muriendo. Se sentía como si se estuviera muriendo. Se obligó a
separarse mentalmente del dolor y se dispuso a trabajar, ocupándose
inmediatamente de las heridas más difíciles mientras Padma y los demás
sanadores se encargaban de todo lo demás.
Cada movimiento era doloroso. Respirar era agonizante. Hermione no podía
ni siquiera mover el brazo sin sentir todo el daño en su pecho. Se mordió el
labio y se obligó a no llorar; si su pecho palpitaba de llanto, temía que la
hiciera desmayarse. Sus pulmones no dejaban de agitarla con la necesidad de
toser. Su esófago se contraía, y su pecho se sacudía ligeramente mientras
peleaba contra ello. Si tosía, probablemente se fracturaría el esternón. Estuvo
a punto de emitir un diagnóstico, pero no se creía capaz de soportar saber
cuánto daño óseo estaba ignorando. Se tomó una poción para suprimir la tos
y se obligó a respirar superficialmente. La recuperación sería lenta. Sólo
repararlo le llevaría horas.
Se volteó lentamente, contemplando el número aparentemente interminable
de camillas de hospital que la rodeaban. Habían demasiadas heridas.
Destripamientos de arpías y mordeduras de vampiros. Mutilaciones de
hombres lobo. Docenas de maldiciones que Hermione nunca había visto
antes. Sussex era una cámara de muerte, aniquilando lentamente a la
Resistencia. Reconoció algunas de ellas como maldiciones de las cuales
Severus y Draco le habían advertido y le habían proporcionado contra-
maldiciones. Cortaduras profundas que no se cerraban; forúnculos que no
parecían serios que de repente se hinchaban y reventaban, haciendo que los
individuos tuvieran hemorragias. Conjuró escorpiones, víboras, e incluso una
langosta fuera de estómagos y pechos. El aire apestaba a órganos internos,
sangre y Magia Oscura.
450
Curó y curó, y los cuerpos que le llevaban nunca parecían terminar. Le pareció
haber visto a Harry y a Ron llegar, pero volvieron a desaparecer antes de que
pudiera apartar la vista del hijo de muggles herido al que estaba curando.
Mientras realizaba un complicado hechizo para reparar un intestino grueso
triturado, se volvió gradualmente consciente de que había alguien a su lado.
Echó un vistazo y vio a Kreacher mirándola.
—¿La Sangre Sucia de Potter está bien? —
Lo miró confundida pero no respondió mientras se movía hacia la siguiente
lesión contrayéndose de dolor, tomándose otra poción para suprimir la tos
mientras lo hacía.
—La Sangre Sucia de Potter está lastimada —Kreacher dijo en un tono que era
tan concluyente como burlón.
—Kreacher, vete de aquí —dijo Padma, con los ojos entrecerrados y furiosos.
—Necesito a alguien con conocimientos de sanación básica aquí—.
—¿La Sangre Sucia de Potter qué tan lastimada está? —
—¿Qué tal si te maldigo con ácido en el pecho también y puedes
comprobarlo?— Padma dijo rápidamente, apartándolo con un puntapié
mientras pasaba a su lado a toda prisa.
Kreacher retrocedió y miró fijamente a Hermione por un minuto más,
mientras ella deconstruía una firma de maldición desconocida en una bruja
cuyos huesos se estaban disolviendo lentamente en su interior. Cuando
Hermione volvió a levantar la vista, Kreacher había desaparecido. Cuando
terminó de curar a la bruja, Hermione se tropezó y tomó otra dosis de
analgésico, un fortalecedor y un Draught of Peace mientras se esforzaba por que
las manos dejaran de temblarle.
Los pulmones empezaban a sacudirse. Se tomó otra poción para suprimir la
tos e intentó no pensar en ello. Padma no le había dicho que la herida pusiera
en peligro su vida. Se giró tratando de ver adónde tenía que ir a continuación.
La mayoría de las heridas más complejas ya habían sido tratadas. Se unió a
Padma para curar las maldiciones de nivel medio.
—¿Quieres que te revise ahora? —Padma preguntó, tocando dudosamente la
muñeca de Hermione.
Hermione pausó por un momento, pensativa, después negó con la cabeza.
—¿Sabes por qué nuestra sanadora de respaldo no está aquí? La llamamos hace
dos horas—.
El rostro de Padma se tensó.
451
—No lo sé. Ya envié cinco patronus más. No me han contestado—.
Hermione sacudió la varita y curó una maldición que expulsaba las entrañas.
Se sentía casi entumecida más allá del dolor abrasador en su pecho.
—Entonces… —dijo lentamente— deberíamos esperar un poco más. Hasta que
sepamos que no van a traer a nadie más. Kingsley-Kingsley nunca regresó.
Debería esperar… en caso de que lo haga. Tenía una maldición—.
—Deberías dejar de moverte —dijo Padma— Hay más que suficientes sanadores
de campo aquí; podemos manejar todo el tratamiento que queda. Ve a
descansar mientras esperas a Kingsley. Puedo aturdirte si quieres—.
—Es más soportable si tengo algo más en qué concentrarme. Sólo… dame algo
que no requiera mover mis brazos—.
—¿Por qué no cierras las heridas? A todos los de allí les han quitado las
maldiciones. Es sólo un movimiento de muñeca —.
El rostro de Padma estaba gris de preocupación y culpa mientras observaba a
Hermione. Hermione asintió y se dio la vuelta para irse.
Empezaba a sospechar que su herida estaba más allá de las capacidades de
Padma. Los daños en los pulmones y el esófago que podía percibir requerirían
magia curativa avanzada y posiblemente dos sanadores para coordinar los
hechizos. Con Pomfrey enferma… sin que su sanador de San Mungo hiciera
acto de presencia… Hermione era la única persona que lo sabía todo.
Hermione necesitaría permanecer consciente mientras Padma le extirpaba el
esternón y las costillas y le reparaba los pulmones y la garganta para poder
instruirla sobre cómo hacerlo. El simple pensamiento tenía a Hermione al
borde del colapso. Probablemente se desmayaría del dolor y tendría que
reanimarla… repetidamente. Sus manos comenzaron a temblar violentamente.
Cerró los ojos y trató de respirar. Su pecho dio un espasmo y soltó un jadeo
de dolor. Necesitaba asegurarse de que todos los demás con lesiones graves
estuvieran curados para que Padma pudiera sanarla sin interrupciones. Sería
peor si Padma tuviera que tomar descansos. Quizás si Kingsley volvía, sería
capaz de conseguir un sanador. Hermione abrió los ojos y parpadeó aturdida.
Kreacher había aparecido una vez más y estaba de pie frente a ella.
—La Sangre Sucia de Potter sigue trabajando —dijo, mirándola de arriba abajo.
Hermione comenzó a moverse a su alrededor, al pasar junto a él, sintió que la
huesuda mano de él se alzaba y le agarraba la muñeca. Miró hacia abajo,
sorprendida, y sintió que se desvanecía.

452
La presión de la aparición sobre sus huesos dañados fue alucinante. Los sintió
fracturarse mientras reaparecía. Lanzó un grito de agonía y los huesos chocaron
entre sí. El grito hizo que su pecho se expandiera y contrajera abruptamente,
lo que provocó un dolor agudo y punzante cuando algo se rompió dentro de
su pecho. Gritó. Cayó hacia adelante y se sintió atrapada por los hombros.
Todo dolía, dolía, y dolía. Un dolor cegador, muy cegador. Apenas era
consciente de todo lo demás. Cada vez que sollozaba, sentía que los huesos
volvían a juntarse y a romperse dentro de su pecho. Intentaba detenerse, pero
no lo conseguía.
—Desmaius—.

Cuando despertó, se encontró a sí misma inmóvil. Mirando alrededor


ferozmente, encontró a Draco mirándola, pálido y con los ojos muy abiertos.
Lo miró fijamente.
—Tú... —sintió que la mandíbula se le contraía de rabia y tuvo que forzar las
palabras— ¿Qué hiciste? —
—Te lastimaron ¿qué crees que hice? —su voz vibraba con intensidad.
Hermione trató de mirar hacia abajo y se dio cuenta de que no podía mover
el cuello. Estaba paralizada. Movió los ojos hacia su pecho. Estaba envuelta en
vendas y un molde de exoesqueleto le sujetaba los pulmones mientras el
esternón y las costillas le volvían a crecer. Podía sentir el malestar agudo y
punzante del Crecehuesos. Habían pasado horas desde que la noquearon, a
juzgar por el re-crecimiento que percibía.
—Iba a ser tratada —.
La sensación de no tener costillas superiores, esternón ni clavículas era
horripilante. No podía mover los brazos, el torso ni el cuello. Sus dedos apenas
lograban moverse.
—Estaba esperando a Kingsley—.
—Estuviste a punto de morir —la voz de Draco estaba temblando— Te estabas
muriendo—.
—Él podría haber regresado. Podría estar ahí ahora… —jadeó e intentó girar la
cabeza— fue maldecido. Tengo que regresar—.
—Shacklebolt está muerto—.
Levantó los ojos y lo miró, horrorizada.
—¿Cómo lo sabes? ¿Qué sabes? —dijo con una voz que temblaba de
indignación.
453
—Yo lo maté—.
No había ni un sólo rastro de arrepentimiento en su rostro ni en sus ojos.
Hermione se quedó mirándolo.
—Tú… ¿tú qué? —
La desagradable sensación que sintió en su interior la hizo sentir como si un
pozo sin fondo se hubiera abierto en su estómago y la estuvieran arrastrando
hacia él. Colapsando sobre sí misma. De alguna manera había olvidado, que
él había matado a Dumbledore; que era un Mortífago; que lo había visto
matar a docenas de personas al mismo tiempo sin mostrar una pizca de
remordimiento; que el ser tan sanguinario era la razón por la que era un espía
tan valioso para ellos; que les traía información valiosa y vital porque seguía
realizando incursiones y ataques con éxito para Voldemort. Lo sabía todo,
pero también lo había olvidado. Había matado a Kingsley. Probablemente le
había complacido hacerlo. Sabía cuánto odiaba a Moody y a Kingsley.
—No debiste haberme traído aquí —finalmente dijo.
—Estarías muerta si no lo hubiera hecho. Te mordió un vampiro y tomaste
una poción para suprimir la tos. ¿Siquiera sabías que te estabas ahogando en
sangre? Te quedaban minutos cuando llegaste. Dos sanadores de emergencias
apenas bastaron para salvarte—.
Hermione parpadeó. Se había olvidado de la mordida del vampiro… había
pasado demasiado rápido. ¿Cómo Padma lo había pasado por alto? ¿Ni
siquiera había lanzado un encantamiento de diagnóstico lo bastante avanzado
como para detectarlo? Hizo a un lado la pregunta.
—No lo sabía. Había una habitación llena de gente muriendo. Yo estaba en la
fila al igual que el resto de ellos. Pomfrey estaba enferma Nuestra sanadora de
reserva no llegó. Me necesitaban. Una vez que alguien comenzara a sanarme,
ya no hubiera sido capaz de moverme, sin que importara qué tipo de heridas
avanzadas llegaran. Tomó horas, ¿no es así? ¿Reparar todo? No había nadie
disponible para hacerlo. ¿Tienes idea de cuántas personas murieron hoy?
¿Cuántas fueron maldecidas y que nunca se recuperarán? Sólo porque no te
importen no significa que no importan—.
—¡Eres mía! —Draco enseñó los dientes con rabia— Me giré y vi cómo te
maldecían mientras desaparecías, y ni siquiera sabía si seguías viva. Dijiste que
no saldrías de de las casas seguras. Me dijiste que estarías a salvo. Estabas en
medio de una masacre. Después… me enteré que estabas con vida pero no te
estabas atendiendo—.
454
Estaba tan enfadado que parecía a punto de explotar. Podía sentir la rabia que
emanaba de él.
—Incluso pensé que me estaba excediendo al secuestrarte de la casa segura.
Debí haberlo sabido... tendría que haberlo sabido, maldita sea, idiota de
Gryffindor. Sólo te habrías dejado morir—.
—Esta es una guerra, Draco. La gente muere —Hermione dijo con una voz
seca— Dado tu número personal de muertes, deberías saberlo mejor que nadie.
Si supieras algo sobre mí, sabrías que no voy a priorizar mi supervivencia sobre
la de los demás—.
Draco la observó durante varios segundos. Respiraba entre dientes, con las
manos cerradas en puños.
—Bueno, deberías —era repentinamente frío como el hielo— Te lo he
advertido. Si te ocurre algo, personalmente arrasaré con toda la Orden. Eso
no es una amenaza. Es una promesa. Considera tu supervivencia tan necesaria
para la supervivencia de la Resistencia como la de Potter. Si mueres, mataré
hasta el último de ellos. Dado que el riesgo de sus vidas es aparentemente la
única forma de hacer que valores la tuya—.
Hermione lo observó en estado de shock que lentamente se transformó en
rabia.
—¿Cómo te atreves? ¿Cómo te atreves? —
Si hubiera podido moverse, lo habría maldecido, lo habría apuñalado, habría
intentado golpearlo con sus propias manos. Quería llorar cuando se dio
cuenta de lo que significaba su amenaza. Él era demasiado peligroso.
Demasiado riesgoso para la Orden. Cuando le informara a Moody,
probablemente decidiría que no tenían más remedio que matar a Draco.
Tanto si Moody usaba sus recuerdos como los de ella, el resultado sería el
mismo. Las lágrimas brotaron y corrieron por las esquinas de sus ojos, los
cerró para no tener que mirar a Draco. El silencio colgó entre ellos durante
un minuto antes de que lo escuchara suspirar fuertemente. Sintió que la cama
se movía y los dedos de él le acariciaron la cara, apartándole un mechón de
cabello y posándose en su mejilla.
—Estás pensando en que tendrás que matarme, ¿no es así? Que ahora soy una
carga demasiado pesada. Si vas con Moody, él lo ordenará—.
Arrastró la mano hacia abajo y la posó ligeramente sobre su pecho en el lugar
donde le estaba volviendo a crecer el esternón. El calor se filtró gradualmente
a través del yeso hasta penetrar en su piel, hizo que se quedara sin aliento.
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—Y lo harás. ¿No es así? —
Hermione abrió los ojos y lo volteó a mirarlo. Estaba sentado en la orilla de
la cama, observándola. La furia se había desvanecido de sus ojos.
—No me estás dejando ninguna opción —dijo con una voz temblorosa—Sabes…
sabes que no te escogeré por encima de todos los demás—.
Él la estudió— Nunca te lo perdonarás—.
Le tembló la mandíbula— No. No lo haré… —se le quebró la voz— Pero… no
sería la primera cosa imperdonable que he hecho. Ya soy una prostituta —la
mano descansando contra ella se estremeció— Convertirme en asesina sólo
sería una línea más en los libros de historia—.
—Si lo hicieras, ¿qué harías entonces? —
—Estoy segura de que puedes imaginarlo—.
Quería voltear la cabeza, pero, sin sus huesos, sus músculos no podían
funcionar. Él retiró la mano. Su repentina ausencia hizo que algo se agitara
en su interior, luchó por no sollozar. Odiaba esta guerra. Había pensado que
podría hacer lo que fuera. Pensó que no habría límites a lo que estaría
dispuesta a hacer para salvar a Harry... para salvar a todos. Que sería capaz de
soportar las consecuencias el tiempo suficiente para llegar al final. Al parecer,
Draco se había convertido en su límite. Ya no sabía cómo soportar la guerra
por sí sola. La idea de ver la luz desvanecerse de sus ojos...
Un gemido desgarrador salió de su garganta. Repentinamente, Draco estaba
sobre ella, abrazándola todo lo que podía sin hacerle daño, su rostro estaba a
sólo un suspiro del suyo.
—Sólo vive, Hermione —su voz estaba temblando— es todo lo que te pido que
hagas por mí—.
Hermione sollozó levemente.
—No puedo prometer eso. Sabes que no puedo prometer eso. Y no puedo
arriesgarme a lo que harías si muriera—.
La besó, sus manos le acariciaron la cara y sus dedos se enredaron en su
cabello. Ella sollozó contra sus labios.
—Lo siento... —repetía una y otra vez mientras lo besaba— Lamento haberte
hecho esto—.
Sus labios aún seguían pegados a los suyos cuando, de repente, se puso rígido
y siseó. Se alejó de golpe, agarrando su antebrazo izquierdo hasta que los
nudillos de su mano derecha estaban blancos.
—Mierda—.
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Se levantó y la observó cuidadosamente.
—Me están invocando—.
Podía ver el cálculo en sus ojos, apretó la mandíbula y parecía vacilar. Una
expresión de desesperada resignación parpadeó en sus ojos.
—No puedo retrasarme. Tengo que ir. ¡Topsy! —
Una elfa doméstica apareció en la habitación. Hermione se sobresaltó un poco
y miró a su alrededor, dándose cuenta de que no estaba en una habitación de
hotel.
—¿Estoy… en la Mansión Malfoy? —su voz temblaba de incredulidad.
Draco asintió levemente, con expresión quebradiza.
—Tuve que traerte aquí. No puedo convocar sanadores al Londres Muggle—.
Draco tomó un montón de túnicas. Hermione las reconoció como su
uniforme de Mortífago. Se las puso rápidamente.
—No esperaba dejarte aquí sola —se inclinó hacia ella, y sus dedos apenas si
rozaron su muñeca— Lo juro, los escudos no dejarán que nadie entre a la finca.
Estarás a salvo. Regresaré—.
Tenía las pupilas dilatadas mientras la observaba. Reconoció el terror en sus
ojos.
—Regresaré. Nadie puede entrar aquí. Estarás a salvo hasta que regrese —dijo
nuevamente— Topsy, cuida de Granger—.
Draco se puso la máscara y la miró por una fracción de segundo más antes de
desvaneserce de la habitación. Hermione se quedó mirando el lugar del que
había desaparecido, intentando asimilar el hecho de que yacía paralizada, sola,
en la Mansión Malfoy. Hermione miró hacia el techo y escuchó a la elfa
doméstica, Topsy, moverse a su lado. Hermione presionó los labios durante
varios segundos, tratando de decidir por dónde comenzar.
—¿Kreacher viene aquí seguido? —Hermione finalmente preguntó, volteando
los ojos para mirar a Topsy.
Topsy devolvió la mirada a Hermione con sus enormes ojos y asintió.
—Kreacher está viniendo muchos meses para ver al amo. Kreacher sirve a La
Noble Casa de los Black. El amo está siendo el último Black que queda—.
—Ya veo— Hermione estaba hirviendo internamente— ¿Qué es lo que hace
Kreacher cuando viene a ver a Draco? —
—Él le está diciendo al amo de Granger y de la Orden del Fénix. Y Kreacher
está manteniendo las tumbas de la Señora Malfoy y la Señora Lestrange. Así

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es como el amo está encontrando que Kreacher sirve a la Casa de los Black
aún—.
Hermione miró de nuevo al techo y lamió sus labios.
—¿Durante cuánto tiempo Draco ha sabido eso? —
—Topsy no lo sabe. Topsy cree que tal vez por un año—.
Hermione presionó los labios mientras repasaba la línea del tiempo de sus
interacciones con Draco.
—¿Qué tipo de cosas Kreacher le dice a Draco sobre mí y sobre la Orden del
Fénix? —
Topsy se movió y sus ojos cayeron al suelo.
—Topsy no lo sabe. El amo casi le habla siempre a Kreacher solo—.
Hermione rodó la mandíbula.
—¿Qué tan seguido viene Draco aquí? —
—Él no está viniendo aquí mucho. Topsy y los elfos hace su mejor esfuerzo,
pero él no le está gustando estar aquí. Solo está viniendo aquí para ver
Mortífagos y visitar la tumba de la Señora Malfoy—.
Hubo un silencio mientras Hermione batallaba por decidir qué preguntar a
continuación.
—¿Tú… sabes lo que le pasó a los sanadores que Draco trajo para curarme? —
Topsy estaba callada.
—¿Los mató? —la voz de Hermione se alzó bruscamente.
—Topsy no lo sabe—.
Hermione jadeó rápidamente y se quedó callada durante varios minutos.
—¿La señorita Granger quiere algo? —Topsy se acercó y observó a Hermione.
—Topsy puede estar trayendo comida, o té, o caldos, o lo que la señorita esté
necesitando—.
—No. No necesito nada, excepto que mis huesos terminen de crecer para
poder moverme—.
Hermione quería explotar de rabia. Iba a matar a Kreacher. ¿Cómo había sido
posible que la Orden pasara por alto una vulnerabilidad tan horrible? Si
Kreacher estaba dispuesto a secuestrarla fuera de Grimmauld Place a petición
de Draco, ¿para qué otra cosa podría haberlo utilizado Draco? Permaneció
acostada mientras su mente se agitaba. Logró mover los dedos ligeramente y
experimentó cuánto podía moverse.
Draco regresó después de una hora. Su aparición fue silenciosa, pero
Hermione lo vió inmediatamente, logró mover la cabeza un poco, lo estudió,
458
buscando alguna señal de que pudiera estar herido. La expresión de él era
tensa, pero no había nada que indicara que estuviera herido o le hubieran
hecho un crucio. Se observaron el uno al otro en silencio.
—¿Qué le pasó a los sanadores que trajiste aquí? —Hermione finalmente dijo,
su voz era fría como el hielo.
Los ojos de Draco brillaron brevemente— Les borré la memoria—.
—¿De verdad? —
—Dos sanadores muertos levantarían sospechas —Draco dijo encogiéndose de
hombros.
—¿Así que los habrías matado, pero, no lo hiciste porque decidiste que no
valían la inconveniencia? —
Los ojos de Draco relampaguearon.
—Sí, Granger, por conveniencia que, como sabes, tengo tan abundantemente
en mi vida con mis dos amos mutuamente excluyentes—.
Hermione sintió culpa atorándose en su garganta.
—Es que… no quiero que mates gente por mí culpa—.
Draco soltó una carcajada y parecía divertido mientras la observaba.
—¿Qué es exactamente lo que crees que hago con todo mi tiempo? Mato
personas. Le ordeno a otras personas que maten personas. Entreno a gente
para que mate a gente. Saboteo y socavo a la gente para que se maten, y lo
hago todo por ti. Cada palabra. Cada hechizo. Por ti—.
Hermione se estremeció y soltó un grito ahogado como si la hubieran
golpeado. La expresión despiadada de Draco se desvaneció inmediatamente.
—Granger, yo no… —
Hermione sacudió ligeramente la cabeza y tensó la mandíbula.
—No. No intentes retractarte. Es verdad. Lo que has dicho es totalmente
cierto. Todo lo que haces también está en mi cabeza. Cada hechizo —su voz
tembló y se desvaneció.
—No no lo hagas —se sentó en la orilla de la cama y le cogió la mano— No lo
cargues. No es tuyo. Deja de cargar esta maldita guerra sobre tus hombros—.
—Pero sí lo es. Yo te hice esto —apretó su mano entre las suyas— Alguien
debería arrepentirse de todo. No tienes tiempo ni espacio para dudar. Tiene
más sentido que lo cargue yo. Tal vez si lo hago… te detendrás algún día—.
Draco se paralizó y su boca tuvo un espasmo. En lugar de responder, sacó la
varita y realizó el hechizo de diagnóstico que le había enseñado. Ambos lo

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estudiaron. Aún quedaban por lo menos dos horas más de crecimiento.
Hermione levantó la vista de su varita y lo miró fijamente.
—Me voy a deshacer de Kreacher cuando regrese. Suponiendo que Moody no
lo haya matado ya. Puedes quedártelo, pero no volverá a poner un pie en
Grimmauld Place—.
Draco apretó la mandíbula y apartó la mirada de ella sin decir palabra.
—¿Durante cuánto tiempo lo has estado usando para espiar a la Orden? —
—Lo encontré limpiando la tumba de mi madre en abril del año pasado—.
—Abril —Hermione repitió. Después sus ojos se abrieron de par en par— ¿Por
eso me maldijiste? ¿Porque leíste mis notas? —
Draco no dijo nada en respuesta.
—Pensé que lo habías hecho porque te había sanado —dijo después de un
minuto.
—Lo sé—.
Se le hizo un nudo en la garganta— Cada vez que te sanaba después de eso,
pensaba… pensaba que podrías lastimarme de nuevo—.
—Lo sé —su voz era hueca.
Hubo un largo silencio. Hermione presionó los labios e inhaló lentamente,
sintiendo que se iba a ahogar de dolor.
—No sé qué hacer, no puedo ignorar una amenaza para la Orden—.
Draco suspiró y bajó la mirada.
—Sólo estaba enojado—.
Hermione se burló y sacudió la barbilla.
—Siempre estás enojado. No puedes hacer amenazas como esa. Especialmente
tú. Fue un accidente. Estaba tratando de curar a Kingsley, y apareció. Pensé en
llevarme a algunos de los heridos. Tenía las manos ocupadas cuando me
maldijeron—.
—Aún seguías trabajando —su voz estaba cuidadosamente controlada. Tajante.
Podía escuchar la corriente inferior de rabia fría todavía en ella.
—Quería hacerlo —dijo firmemente— Padma no sabía los hechizos para
curarme. Ella y Pomfrey podrían haberlo hecho juntas, pero Pomfrey estuvo
enferma esta semana. Nuestra otra sanadora de emergencia nunca llegó. Creo
que Padma entró en pánico; no creo que haya usado un hechizo de
diagnóstico avanzado para verificar la lesión. Pude haberle pedido que me
aturdiera, pero quería seguir trabajando, y si lo hubiera hecho… bueno, podría
haber muerto. Aunque, con suerte, me habría puesto barreras de vigilancia—.
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—Voy a tener bastante que decir sobre las prácticas de curación cuando
regrese. Fueron demasiados factores. No puedes reducir situaciones complejas
a un simple juego de culpables. No puedes tomar a la Resistencia como rehén
para controlarme—.
Draco suspiró profundamente y miró a través de la habitación durante un
minuto antes de hablar.
—Si mueres, Granger, habré terminado. No seguiré con esto. Estoy cansado—
Hermione torció la muñeca lo suficiente para agarrarle la mano.
—Draco, no… —
Bajó la mirada hacia ella, su expresión estaba cerrada, pero podía ver toda la
guerra en sus ojos.
—Lo digo en serio. No los mataré… pero habré terminado. Tú eres mis
condiciones de servicio. El contrato es nulo si mueres—.
Ella negó con la cabeza.
—Hay una vida para ti al otro lado de la guerra; no-no reduzcas tu mundo a
mí—.
Él arqueó una ceja y su labio superior se curvó.
—El tuyo no parece más grande. ¿O hay planes de posguerra que te has
olvidado de mencionar? —
Hermione tragó saliva y apartó la mirada.
—Haz lo que digo, no lo que hago—.
Draco soltó una leve carcajada y ambos se sumieron en un silencio tan vacío
como el futuro.
—Tú… podrías convertirte en sanador —dijo después de un minuto.
Una leve sonrisa se dibujó en la comisura de los labios de Draco.
— No lo había considerado—.
Hermione esbozó una ligera sonrisa.
—Deberías hacerlo. Si estuvieras en algún otro lugar, podrías ser un muy buen
sanador… aunque tu trato con los pacientes podría mejorar—.
—Sería algo para equilibrar ese número de muertes que tengo—dijo sin voltear
a verla.
Agarró la mano de Draco con más fuerza.
—Lo siento. No debí haber dicho eso. No es tu culpa—.
Sus ojos brillaron y se alejaron.
—Quizás una vez. Pienso que ahora la tengo—.
Hermione sintió que se le retorcía el estómago.
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—Eres mucho más de lo que esta guerra te ha convertido —su voz tembló
ligeramente.
Él seguía sin mirarla.
—Lo eres —dijo estudiando su rostro cuidadosamente— Igual que yo. Hay más
en los dos… sólo… sólo está esperando salir—.
Hermione trazó sus dedos a lo largo de los suyos.
—Algún día… algún día… dejaremos todo esto atrás. Los dos… creo que
podríamos hacerlo—.
Sus dedos entrelazados con los de ella se apretaron sólo un poco. No sabía
qué más decir. Sintió que se le cerraban los ojos. Draco le rozó la mejilla con
una mano.
—Duerme. Aún te quedan unas horas antes de que puedas moverte. Una vez
que los huesos hayan vuelto a crecer, hay reconstituyentes que se supone que
debo darte. No irás a ninguna parte durante al menos doce horas más. Recibí
instrucciones precisas para asegurarme, sabré si tratas de irte o de aparecer
antes de tiempo—.
Hermione puso los ojos en blanco.
—Doce horas es excesivo—.
—Es lo mínimo, como bien lo sabes—.
La boca de Hermione tuvo un espasmo y Draco resopló.
—Eres una pequeña mentirosa manipuladora. No esperes que confíe en ti—.
Hermione cerró los ojos y de repente le agarró la mano con más fuerza.
—No… me dejes sola en esta casa—.
—No lo haré—.

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463
Flashback 33
Mayo 2003

Cuando Hermione despertó, Draco seguía a su lado. Tenía una gran pila de
libros que estaba consultando y haciendo referencias cruzadas. Hermione
parpadeó y entrecerró los ojos para leer los títulos y descubrió que estaba
investigando las leyes de regulaciones y herencia de Gringotts.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó después de un minuto.
Él levantó los ojos de la página en la que estaba.
—Rodolphus Lestrange fue encontrado colgado decorativamente en varias
piezas mientras viajaba por Bulgaria—.
Hermione tragó saliva. Gabrielle. Tenía su huella por todas partes. Los
métodos de Gabrielle se habían vuelto cada vez más despiadados y extremos
en los últimos meses.
—Fue la razón por la que me invocaron —dijo Draco mientras cerraba el libro
con fuerza— El Señor Tenebroso está indignado por la audacia del asesinato
y, curiosamente, intensamente preocupado por quién tendrá acceso a la
cámara acorazada de los Lestrange—.
Hermione se quedó paralizada, y sus ojos se abrieron de par en par.
—¿Crees que… —
Él asintió brevemente.
—Los Lestrange serían una elección obvia para confiarles un horrocrux. Si mi
padre fue elegido, Bellatrix y su esposo eran igualmente probables. Familias
antiguas con reliquias y excelente seguridad. Bellatrix transfirió su herencia
como Black a la bóveda de los Lestrange. Además de la hija de Andrómeda,
quien es actualmente una criminal buscada, soy el último con sangre Black.
Ya no hay más Lestrange a menos que un bastardo aparezca de la nada. Creo
que por sangre y tecnicismo, puedo ser capaz de entrar a la bóveda—.
La mente de Hermione se aceleró.

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—Soborna a los Goblins. Son altamente posesivos con cualquier cosa fabricada
por duendes. Si aceptas darles alguna de las reliquias de los Black o de los
Lestrange que esté hecha por goblins, ocultarán el hecho de que alguna vez
estuviste ahí. Así fue como entramos a unas de las bóvedas—.
Los ojos de Draco brillaron— Útil—.
Él sacudió la varita y conjuró varios frascos a través de la habitación.
—¿Puedes moverte?—
Hermione levantó el brazo e inclinó la barbilla hacia abajo para mirarse el
pecho. En algún momento, mientras dormía, Draco había desvanecido el yeso
exoesquelético. Las sábanas se habían colocado con cuidado por encima de
sus recien crecidas clavículas. Sus dedos agarraron la tela, pero dudó y lo volteó
a ver.
—¿Es malo? —
Él se encogió de hombros, pero sus ojos se clavaron en su rostro.
—Es leve—.
Hermione tensó la mandíbula ligeramente mientras levantaba la sábana y se
miraba el pecho. Parecía como si una bomba diminuta hubiera explotado en
su esternón. Las cicatrices estaban concentradas en el mero centro de su pecho
y después salpicadas en cicatrices más pequeñas hacia los hombros y en la
parte superior de los pechos. Podía sentir los ojos de Draco clavados en ella,
aunque no se movía. Parpadeó con fuerza mientras las estudiaba, tragó saliva
lentamente.
Las cicatrices eran bastante pequeñas considerando la lesión. Apenas si estaba
desfigurada. No tendría secuelas de por vida. Con el tiempo, desaparecerían.
Sabía que podía tratarlas para que se desvanecieran. Tuvo mucha suerte. Unas
cuantas cicatrices no eran nada comparado con las heridas que otras personas
de la Resistencia cargarían de por vida. Estaba bien. Simplemente usaría
blusas de cuello alto. Tragó saliva nuevamente y miró a Draco, quien aún
seguía observándola cuidadosamente. Ella forzó una sonrisa.
—¿Cuán-cuántos frascos de Dittany usaste en mí para lograr esto? —dejó caer
la sábana y presionó las manos contra las cicatrices.
Draco puso los ojos en blanco.
—Aún no tantos como los que has usado conmigo—.
Ella esbozó una sonrisa irónica.
—Tus cicatrices son más bonitas que las mías—.
Él resopló audiblemente.
465
—Tuve una mejor sanadora—.
Hermione rió levemente, pero se atoró en sus pulmones. Trató de respirar
pero en su lugar tosió violentamente hasta que escupió varios coágulos de
sangre en su mano. Draco estaba inmediatamente a su lado, le deslizó la mano
detrás de la cabeza, y le puso un frasco en los labios.
—Esto es para limpiarte los pulmones—.
La reacción instintiva de Hermione fue alejarse e inspeccionar la poción para
poder verificarlo, pero confiaba en que Draco era lo suficientemente
paranoico por los dos. Separó los labios y se la tomó. La sensación de asfixia
en los pulmones se desvaneció. Draco murmuró un hechizo y sintió que la
sangre de su mano desaparecía. Draco invocó varias pociones más. Hermione
las miró y catalogó cada una mentalmente. Analgésicos. Fortalecedores.
Pociones para el tejido pulmonar. Pociones para ayudar a los tendones y
ligamentos a unirse con los nuevos huesos. Algunas eran de alguna manera
redundantes. Draco fue exhaustiva y obsesivamente minucioso. Se tomó cada
poción sin un sólo murmullo, arqueando en varias.
Él le besó en la coronilla.
—¿Tienes hambre? —
Ella resopló.
—No después de ocho pociones. Aunque apreciaría un poco de agua. ¿Tienes
mi varita? Creo… que la tenía cuando me aparecieron, ¿no es así? No puedo…
recordar del todo—.
Draco sacó su varita de la túnica y la puso en su mano. Podía sentir la
vacilación en sus dedos.
—Lo siento. No me dí cuenta de que la desaparición causaría que tus huesos se
destrozaran—.
Hermione se estremeció al recordarlo, miró hacia abajo y se obligó a encogerse
de hombros.
—La presión. Por eso te dije que no puedes usar transporte de desplazamiento
con lesiones cerebrales u oculares. Puede ser similar con huesos dañados—.
—Lo siento—.
Hermione levantó la vista y le dedicó una pequeña sonrisa.
—No es tu culpa. Fue demasiada mala suerte—.
Se puso rígido y su expresión se congeló antes de burlarse en voz baja.

466
—No fue sólo mala suerte. ¿Acaso la Orden se da cuenta de lo predecible que
se ha vuelto? Las pérdidas de ayer fueron casi unilaterales. Fue un éxito
asombroso. Se repetirá —había una rabia amarga en su voz.
Hermione se quedó quieta y luego apretó los labios, dudando un momento.
—Fue tuyo, ¿no es así? El ataque. Tú lo planeaste—.
Draco se tensó y hubo una pausa. Apartó la mirada de ella, y vió cómo se le
desencajaba la mandíbula.
—Tengo que mantener mi posición para poder hacer todo lo previsto. El Señor
Tenebroso sabe que ahora hay espías en el ejército. Sabe perfectamente que la
Orden se ha infiltrado de algún modo. Shacklebolt se excedió. Sussex y las
diversas ramas del ejército están siendo aisladas. Hay docenas de medidas de
contraespionaje en marcha; mantener mi rango es la única manera de
mantenerme informado de todo—.
Ella deslizó una mano contra su pierna.
—No te estoy culpando. Simplemente no me había dado cuenta—.
Hubo un largo silencio.
—No tuve otra opción más que matar a Shacklebolt —dijo finalmente Draco.
—Lo habían maldecido, como bien sabías. Weasley hizo un gran alboroto
porque una chica murió. Shacklebolt sacó a Potter y a Weasley, pero estaba
acabado —hubo una pausa— la captura y el interrogación hubieran sido peor—
Hermione asintió levemente sin mirar hacia arriba.
Los Mortífagos habrían sabido el valor de Kingsley Shacklebolt. Habrían
hecho todo lo que estuviera en su poder para arrancarle cada pedazo de
información que poseía. Hubiera sido una muerte lenta y horrorosa. Habría
arriesgado a la Orden. Podía haber arriesgado a la Resistencia completa.
Hubiera arriesgado a Draco.
—¿Fue rápido? —
—Fue rápido—.
No había nada más que decir. Ignoró el peso que sentía en el pecho y sacudió
la varita para hacerse un diagnóstico sobre sí misma. Los huesos habían vuelto
a crecer sin problemas, pero el tejido pulmonar, los tendones y los ligamentos
aún eran delicados y estaban reajustándose. Aparecer no sería aconsejable hasta
dentro de unas horas. Miró a Draco.
—¿Necesitas trabajar? Puedo ayudarte a investigar la ley de herencia—.
—Ya encontré lo que necesito—.

467
Hermione miró alrededor de la habitación. Era estéril. Casi vacía. La cama,
un armario enorme, un escritorio y una silla.
—¿Es una habitación de huéspedes? —
La boca de Draco se torció en una breve mueca.
—No. Es la mía. No vengo aquí seguido—.
Hermione miró alrededor con más atención. Era tan impersonal como sus
cuartos de hotel; no creía haberlo visto nunca con algo que pudiera clasificar
como posesión personal.
—Hubiera pensado que tu habitación sería verde y plateada—.
Draco soltó una carcajada vacía.. Ella le tomó la mano, entrelazando sus
dedos.
—Lo lamento, Draco, que hayas tenido que venir aquí por mi culpa—.
Sus dedos se tensaron, apretando los de ella de forma reconfortante.
—Habría venido aquí por los libros—.
Hermione se iluminó, y sus ojos se abrieron de par en par mientras lo miraba.
—¿Puedo… puedo ver tu biblioteca? —
A Draco le brillaron los ojos y soltó una risita.
—Me había preguntado cuánto tardarías en preguntar—.
Las mejillas de Hermione se calentaron, y bajó la mirada.
—Es sólo que… no he tenido acceso a muchos libros mágicos desde que regresé
de estudiar en el extranjero. Trajimos algunos de Hogwarts, y la biblioteca de
los Black es buena. Ya he leído la mayoría… ya no hay un lugar donde pueda
conseguir libros fácilmente—.
—Te mostraré la biblioteca, Granger—.
Se vistió y Draco la tomó de la mano. Se detuvieron brevemente en la puerta.
Draco respiró hondo, como si se estuviera armando de valor antes de abrir la
puerta.
Salieron a un largo y oscuro pasillo. Mientras caminaban por él, varios de los
retratos murmuraron. Draco se quedó helado y luego se volteó y miró
fijamente al antepasado pálido y de rasgos estrechos que los observaba.
—Una palabra en contra de ella, y los quemaré hasta que sean cenizas. Pasa la
advertencia —la voz de Draco era mortalmente tranquila.
El ancestro se puso verde y asintió antes de salir del retrato. La biblioteca era
enorme. Pasillos y estantes de libros con una escalera en espiral que llevaba a
una segundo piso con pasillos que guiaban a más estantes.

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—Draco... —Hermione sintió como si hubiera estrellas en sus ojos mientras lo
asimilaba— Esto es… —titubeó.
Él odiaba la casa. Estar ahí con ella debía sentirse como una pesadilla.
—Es una bonita biblioteca —dijo finalmente.
Draco soltó una carcajada.
—Tienes derecho a que te guste la biblioteca, Hermione. No tiene por qué
disgustarte la Mansión por mi culpa—.
Se acercó a una estantería y sus ojos recorrieron los lomos de los libros. Sus
dedos se quedaron a un suspiro de los tomos encuadernados en cuero antes
de contenerse.
—¿Puedo tocarlos? —
—Por supuesto. No te mostraría libros que no pudieras tocar—.
Ella se encogió de hombros.
—Algunas bibliotecas están malditas en contra de los nacidos de Muggles—.
Draco se recargó contra un estante.
—No creo que los Malfoy alguna vez se hubieran imaginado que un nacido de
Muggles sería invitado a la finca —le dedicó una sonrisa irónica— ¿Qué quieres
ver? —
Hermione miró a su alrededor con fascinación antes de hablar.
—Teorías del alma, si tienes alguna. Normalmente son una subsección en
teoría mágica. No tengo mucho tiempo—.
La expresión de Draco parpadeó mientras se daba la vuelta y la guiaba por los
pasillos. Perdió la noción del tiempo hundiéndose en los libros. Habían tantos
libros ahí que nunca había visto ni había escuchado hablar de ellos. Hojeó un
libro tras otro hasta que le ardieron los ojos y tuvo que inclinar la cabeza hacia
atrás para quitarse la tortícolis. Cuando levantó la vista, se encontró con
Draco observándola, sus ojos estaban oscuros mientras la miraba.
Se le erizó la piel y un escalofrío recorrió su espalda mientras bajaba un libro
y se encontraba con sus ojos. Él se movió como el agua al acercarse a ella. La
besó y ella lo bebió por completo. Él deslizó los brazos alrededor de su cintura
y ella alejó la boca sólo lo suficiente para hablar.
—Tenemos que tener cuidado. Todo sigue un poco frágil—.
Él asintió y la besó nuevamente. Fue cuidadoso. Lento y gentil. La tocó como
si fuera cristal entre sus manos. Cuando le quitó la blusa y la miró, se
estremeció y sus manos subieron para cubrirse el esternón.
—Se desvanecerán —dijo rápidamente.
469
De repente comprendió perfectamente el llanto de Ginny respecto a su
cicatriz. La lesión en su pecho parecía mucho más prominente que las
cicatrices de su muñeca. No podía esconderla; no podía ocultarla bajo las
sábanas, o detrás de su espalda, o a un costado para que las cicatrices no fueran
constantemente visibles. No creía que afectaran la forma en que Draco la
veía... pero quizás lo harían. Las cicatrices estaban tan presentes. Justo en
medio de ella.
Quizás, después de un tiempo, el hecho de verlas constantemente haría que
las cosas cambiaran; eventualmente, él querría algo que no tuviera la guerra
tan abiertamente grabada a fuego. Algún día, si todo terminaba, podría querer
algo que no fuera un recordatorio constante del pasado. El pensamiento la
atravesó como una daga. Se mordió el labio y apretó las manos con más
firmeza contra el esternón.
—Las trataré… para que se desvanezcan más —tragó saliva, y sus dedos se
agitaron un poco mientras intentaba cubrirlas y hacerlas menos… visibles.
Draco se quedó quieto por un momento, después tomó sus manos y las
apartó. Bajó la mirada, sus ojos plateados la estudiaron intensamente hasta
que pudo sentir cómo el calor le subía por las mejillas y las orejas y le sangraba
lentamente por el cuello.
—¿Ves mis cicatrices de esa manera? Cuando me miras, ¿son todo lo que
puedes ver? —le preguntó.
Hermione se sobresaltó.
—No—.
—Yo tampoco te veo de esa manera. Eres mía—.
Le soltó la mano y con su mano izquierda le recorrió suavemente la garganta,
las clavículas y después bajo hacia el esternón, donde se concentraban las
cicatrices.
—Lo eres. No importa lo que te pase. Seguirás siendo mía —su cabeza se inclinó
lentamente hacia ella, y capturó sus labios con los suyos mientras al
pronunciar la última palabra.
Hermione torció su mano para liberarla y enredó los dedos en la túnica de
Draco, acercándolo hacia sí. Lo besó y se aferró a él con tanta fuerza que le
temblaron las manos. Cuando le recorrió el cuerpo con los dedos y sintió las
cicatrices a lo largo de su torso y hombros, le dolió el corazón y las besó.
Desearía que desaparecieran por el bien de él, pero nunca se le había ocurrido
que no le gustarían por su propio bienestar. Él era suyo. No lo amaba porque
470
quisiera convertirlo en algo más fácil. Era suyo. Él se empujó en su interior, y
ella sostuvo su rostro con las manos y casi habló.
Te amo.
Lo tenía en la punta de la lengua, pero dudó y se tragó las palabras. Había
una parte de ella que sentía que de alguna manera podría condenarlos si lo
decía. Si se dejaban cosas importantes sin decir, entonces quizás el mañana
llegaría. En vez de eso, lo besó.
Te amo.
Le dijo en la manera en la que presionaba sus labios contra los suyos, en la
forma en la que su lengua se deslizaba contra su latido debajo de su
mandíbula; con la manera desesperada en la que enredaba sus dedos en su
cabello, y los patrones que trazaba sobre sus hombros.
Te amo.
Te amo.
Te amo.
Se lo dijo en la manera que se dejaba llevar a sí misma y se aferraba a él.
Te amo.
Siempre te amaré.
Eventualmente llegó el momento de irse. No habían excusas para quedarse
más tiempo. La Orden había había recibido un duro golpe y Hermione tenía
que enfrentarse a ello. Miró la biblioteca una última vez antes de darse la
vuelta para marcharse.
—Te traeré de nuevo. Cada vez que quieras —Draco dijo mientras salían por
las puertas.
Ella pausó y le dedicó una pequeña sonrisa.
—No, no necesitas hacerlo—.
Caminaron de regreso al vestíbulo por el que habían pasado mientras
caminaban hacia la biblioteca. Era una habitación vacía e inmaculada, pero
fría y oscura para ser casi verano. Hermione miró alrededor.
—¿Siempre es así de fría? —
Draco miró hacia arriba.
—Creo que solía ser más cálida. Recuerdo que era más cálida. Las líneas ley
están corrompidas ahora. Afectan a la casa. Podría usar algunas barreras para
reducirlo — se encogió de hombros— pero siempre han habido mejores cosas
que hacer—.

471
Deslizó una mano alrededor de la cintura de Hermione y los apareció en
Whitecroft. Hermione dio un paso hacia atrás y sujetó con más fuerza su
varita, antes de que pudiera aparecer, la mano de Draco salió disparada y la
capturó por la muñeca. La jaló de vuelta hacia él.
—Hermione, por favor… —su voz se quebró mientras la agarraba con más
fuerza y vacilaba.
Lo miró a los ojos, sabía lo que quería pedirle.
Él tragó saliva—No te vuelvas a lesionar. No… —
Se puso de puntillas y lo interrumpió con sus labios. La sujetó por los hombros
y podía sentir su tentación de aparecerse, de llevársela lejos y suplicarle que se
quedara ahí. Hermione le sostuvo la cara entre las manos y le dio un beso
lentos antes de presionar su rostro contra el suyo, para que sus mejillas se
rozaran.
—Ten cuidado, Draco —murmuró contra la comisura de su boca— Ten
cuidado. No mueras—.
Los dedos de Draco alrededor de su muñeca se tensaron y casi temblaron.
Luego dio un leve suspiro y la soltó. Volvió a besarlo y se obligó a sí misma a
dar un paso atrás. Las miradas de ambos se quedaron clavadas en el otro,
mientras ella se desvanecía.

Grimmauld Place estaba tenso cuando Hermione entró. Había una palpable
sensación de desesperación en la casa. Se quedó en el vestíbulo durante varios
segundos, absorbiéndola. Ahora que ya no estaba interfiriendo en la furia
asesina de Draco, tenía espacio para darse cuenta de su propia furia. Se dirigió
hacia el ala del hospital, con la mandíbula tensa mientras iba a buscar a
Padma. Padma estalló en llanto al verla.
—Sigues con vida. Me di la vuelta y te habías desvanecido —Padma se apresuró
y comenzó a realizar diagnósticos en Hermione.
Hermione apartó la varita de Padma.
—Estoy bien. Ya me he recuperado. Si aún siguiera en peligro, no estaría de
pie aquí. No es como que lo supieras, ya que aparentemente olvidaste usar un
hechizo de diagnóstico decente ayer. ¿De verdad diagnosticaste con la vista? —
Padma se quedó paralizada y palideció.
—¿No lo hice? No. Espera… primero usé el…— se le cortó la voz y sus ojos se
abrieron de par en par, horrorizados.

472
—Tienes razón. Perdóname. Estoy tan acostumbrada a que hagas los hechizos
avanzados cuando estoy contigo. Hice uno básico… después-después creo que
entré en pánico—.
Hermione se quedó mirándola y luego sacudió la cabeza con incredulidad.
—Tenía veneno de vampiro en mi sistema, Padma, y desafortunadamente no
estaba lo suficientemente consciente para recordarlo. Eso es algo tan fácil de
arreglar si tan sólo hubieras usado un mejor diagnóstico. Si no me hubieran
llevado para curarme, probablemente habría muerto en medio del vestíbulo—
La cara de Parma se desencajó.
—No tengo ninguna excusa. Lo siento—.
—Decir lo siento no resucita a un cadáver —dijo Hermione, con la voz
temblorosa mientras trataba de controlar lo venenosamente enfurecida que se
sentía. Tenía el cuello y la mandíbula tensos por el esfuerzo de mantener una
postura neutral
—Hay cosas que deberían ser rutinarias. Si alguien está lesionado, realizas un
diagnóstico avanzado y te aseguras de conocer el alcance exacto de la lesión.
No les pides que te cuenten lo que ha pasado. Fuiste sanadora de campo
durante años; no puedo creer que esté teniendo esta conversación contigo—.
—Lo sé. Lo sé. Lo siento mucho —Padma comenzó a llorar con más fuerza.
A Hermione se le retorció la lengua con toda la frustración que quería verter
contra Padma. Se sentía tan furiosa que podía sentir su magia crepitando en
la punta de sus dedos. Deslizó las manos hacia la espalda y las cerró lentamente
en puños apretados mientras se esforzaba por tragarse su furia. Hermione
respiró hondo y apartó la mirada de Padma.
—¿Dónde está Alastor? —
Padma sollozó y se secó los ojos.
—En la sala de guerra. Apenas ha salido desde que la Orden realizó el informe.
Ayer perdimos a Shacklebolt. Harry dice que Draco Malfoy lo mató—.
Hermione se paralizó.
—¿Harry vió morir a Kingsley? —
Padma asintió, su cansancio era visible a través de su rostro.
—Demasiada… demasiada gente murió ayer. Tengo la mayoría de los registros
contabilizados para ti. Ron es un desastre. También mataron a Lavender.
Habían estado muy unidos, sabes. Desde que lo mutilaron, habían ido muy
enserio. Cuando la vió morir, se descontroló. Harry trató de alejarlo, pero…
Ron estaba… al parecer mató al Mortífago que mató a Lavender, y rompió el
473
brazo con el que Harry usa su varita cuando Harry trató de detenerlo. Kingsley
los sacó a ambos, pero cuando Harry estaba jalando de Ron para que pasara
las barreras antiaparición, miró hacia atrás. Dijo que vió a Malfoy delante de
Kingsley, y supo que era Malfoy porque Malfoy se quitó la máscara y sonrió
antes de usar la Maldición Asesina—.
Hermione tragó saliva y sintió que sus piernas amenazaban con rendirse. El
ala del hospital giró a su alrededor lentamente. Padma le tocó el brazo.
—Lo siento, debí habértelo dicho con más delicadeza. Sé que ustedes dos eran
cercanos—.
Hermione parpadeó y se sintió aturdida.
—¿Qué? —
—Shacklebolt. Eran amigos, ¿no es así? Parecían juntarse muy a menudo—.
—Oh… nosotros-nosotros… —tragó saliva— Era sobre todo logística del
hospital—.
¿Qué podía decir acerca de su relación con Kingsley? Había un vacío en su
pecho donde sus emociones por su muerte deberían de estar. Fue un golpe,
un golpe terrible para la Orden perderlo; había sentido sincera admiración
hacia sus habilidades como estratega, de su capacidad para tomar decisiones
imposibles. Sin embargo, las cosas que había hecho… de las que la había hecho
cómplice… su tolerancia tácita a la tortura, su desprecio por sus consejos como
sanadora, su explotación de Draco. Había sido un titiritero, que encontraba
hilos que podía manipular y hacía bailar a la Orden en consecuencia. Los
había mantenido con vida con mero ingenio, pero Hermione se encontró a sí
misma suspirando de alivio al verse liberada de él. No sabía qué sentir respecto
a su muerte.
—No creo que Kingsley considerara a nadie como su amigo —dijo finalmente,
alejando la mirada de Padma.
—Bueno, Ron está bastante destrozado por todo. Por Lavender y por todo lo
demás—.
Hermione asintió distraídamente. No sabía que Ron y Lavender se habían
vuelto algo serio. Había estado tan preocupada con su investigación y las
pociones experimentales, preocupándose por Draco, cuidando a Ginny; que
apenas había prestado atención a las relaciones en Grimmauld Place. No le
había parecido importante. No tenía el tiempo ni la energía para que las
relaciones de todos fueran importantes para ella.

474
Kingsley estaba muerto. Perdido en una batalla en la que la Orden nunca
debió haberse metido. La guerra estaba llegando a su fin, y la Orden no tenía
nada que presumir después de seis años. Todo lo que habían estado haciendo
durante el último año era sobrevivir. Sin la hábil manipulación de Kingsley
para controlar a Harry y a la Resistencia, no sabía cómo iban a conseguir ni
siquiera eso. Draco sería el siguiente. Podía sentirlo escrito en el futuro. Lo
había visto en sus ojos mientras la observaba desaparecer.
Padma estaba recitando la lista de muertos, las heridas… Hermione sólo
escuchaba el informe a medias.
—Necesito hablar con Moody. Asegúrate de que todo esté escrito; verificaré
los reportes más tarde—.
Moody estaba sentado detrás de una pila de papeles. Su expresión se
endureció cuando vio a Hermione. Él lanzó una docena de encantamientos
de privacidad antes de hablar.
—Estás viva. He estado hundido en reportes, Patil dijo que te habían herido y
luego desapareciste, y ese maldito elfo vino, enviado para “informarme” que
habías sido retirada para tu protección. ¿Cuánto tiempo lleva Malfoy
usándolo? —
Hermione tragó saliva e inhaló profundamente.
—Desde el abril pasado. Eso fue lo que me dijo—.
La boca de Moody se retorció. Era el hombre más paranoico que había
conocido. Descubrir que en Grimmauld Place había residido un espía latente
inmediatamente después de perder a Kingsley tenía que haber sido un shock.
—Pensé que estaba unido a Potter—.
Hermione miró hacia el piso.
—La magia de los elfos domésticos es complicada. No la he investigado
detenidamente… la mayoría de los libros sólo enseñan cómo aprovecharla.
Los elfos domésticos recurren a la acumulación natural de magia. Cuando las
familias antiguas tienen una propiedad que se conecta a las líneas ley y usa
barreras de sangre, la magia se entrelaza. Se sintonizan fuertemente con la
firma—.
Se le hizo un nudo en la garganta al pensar en los elfos que se habían quedado
en Hogwarts. McGonagall les había ofrecido romper el vínculo ritual que
tenían con el castillo; Hermione les había suplicado a todos que se fueran
cuando el colegio fue evacuado. Algunos habían aceptado, pero otros se
habían negado. Hogwarts y la magia del castillo eran su hogar.
475
No sabía si seguían con vida dentro de la prisión de Hogwarts, o si los
Mortífagos los habían matado a todos cuando el colegio fue purgado de
“magia no cooperativa”, sofocó el pensamiento.
—Mi teoría es que lo que sea que Sirius haya hecho para forzar que la herencia
de Grimmauld Place fuera para Harry, dividió los lazos de Kreacher. Kreacher
está unido a Grimmauld Place como sede familiar, pero también está unido a
la firma mágica de la familia Black. Lucius le entregó el título y la Mansión a
Draco después de la muerte de Narcissa. Si Draco se atribuyó la propiedad
con barreras de sangre, entonces Kreacher pertenece a la Mansión Malfoy
tanto como pertenece a Grimmauld Place; posiblemente más, ya que Harry
nunca ha usado barreras de sangre en Grimmauld Place para fortalecer los
lazos. Era inevitable que, al desvanecerse la firma Black en Grimmauld Place,
Krecher se sintiera atraído hacia otro lugar donde pudiera encontrarla
nuevamente. Las instrucciones que Draco le daba tenían más influencia que
las órdenes de Harry—.
—Quiero que se vaya—.
—Iba a sugerirlo. Su vínculo con Harry es tan débil que creo que puedo
romperlo yo misma. Perderá el vínculo y la conexión con Grimmauld Place—
—¿Qué le pasará entonces? —el ojo de Moody estaba girando sospechosamente.
—Sus uniones serán únicamente con la Mansión Malfoy—.
Moody parecía estar reflexionando, finalmente se aclaró la garganta.
—Bien. Que se vaya esta noche, o seré yo quien se ocupe de eso—.
Los hombros de Hermione se tensaron mientras asentía firmemente.
—Tengo algo más que reportar. Rodolphus Lestrange fue asesinado en
Bulgaria. Draco fue invocado para hablar de eso. Debido a la reacción de Tom
ante la noticia, Draco sospecha que podría haber un horrocrux en la bóveda de
los Lestrange—.
Moody comenzó, observándola con firmeza.
—¿Le dijiste a Malfoy sobre los horrocruxes? —su voz era un gruñido.
Hermione encontró sus ojos con calma.
—Lo hice—.
—No lo tenías permitido—.
Ella hizo rodar la mandíbula.
—Ha hecho un Juramento, Moody. No va a traicionar a la Orden. Hace cinco
años que sabemos lo de los horrocruxes y no hemos sido capaces de encontrar

476
ni siquiera uno. Draco es más eficaz que nadie —su voz se agudizó— y lo sabes,
porque tu lista de exigencias hacia él ha ido aumentando cada semana—.
Moody se puso de pie.
—Cuida tu tono, Granger—.
Hermione no cuidó su tono, su voz se volvió más grave y vibraba con
intensidad mientras le miraba a los ojos.
—Lo has sobreutilizado. Si yo fuera una sanadora de menos calibre, habría
muerto diez veces en los últimos dos meses; te lo dije, le dije a Kingsley acerca
de esto, y ambos lo ignoraron. El hecho de que intente hacer cualquier cosa
que le pidas no significa que puedas seguir exigiéndoselo hasta que no quede
nada de él que aprovechar. Tom sabe que tenemos espías en su ejército, sería
un milagro que no se hubiera dado cuenta a estas alturas. Está poniedo a
prueba la lealtad de los Mortífagos. Kingsley fue demasiado lejos, y ayer fue la
consecuencia de ello —se inclinó sobre la mesa hacia Moody— Perdimos a
Kingsley porque permitió que la Orden cayera en una trampa por el bien de
la solidaridad. Yo dije que la Resistencia no debía ir—.
Se sentía tan enojada que le dolía el pecho, como si su esternón fuera a
fracturarse de nuevo.
—Dije que no debíamos ir, y me dijeron que poner a la Resistencia primero
era lo mismo que decir “los magos primero” y que eso sólo estaba a un
pequeño paso de “los sangre pura primero” y después me recordaron que
todas las vidas humanas valen lo mismo y valen la pena ser salvadas*; como si
no fuera yo quien intentara salvarlas —luchó por respirar a través de su furia
hirviente y tragó con amargura— bueno, ahora saben que caeremos en trampas
mortales por principios ¿así que cuántas vidas que valen la pena imaginas que
el heroísmo de ayer nos costarán a la larga? —
Aseguró con más firmeza las paredes de su oclumancia y soltó un suspiro. Se
agarró de la orilla de la mesa, y torció la boca mientras encontraba la mirada
de Moody.
—Ya terminé de cuidar mi tono —se enderezó y echo un vistazo alrededor de
la habitación.
—Soy la única persona que tienes en Grimmauld Place. He sido una obediente
soldado de infantería. He hecho lo inconcebible por la Orden y no sé qué
tenemos para presumir de ello —su boca se retorció, y su pecho se apretó— No
estamos más cerca de ganar de lo que estábamos hace un año. He cumplido
órdenes sin una sola queja. Lo aceptaría si sólo fuera yo… porque a estas
477
alturas ¿de qué serviría detenerme? O si creyera que finalmente ganaremos la
guerra gracias a ello. Pero no lo creo. Ni siquiera pienso que tú lo creas—.
Se encontró con la mirada de Moody y esbozó una fina sonrisa.
— Si te queda un mejor aliado en la Orden, sin duda alguna, muéstramelo—.
Moody no dijo nada. Hermione exhaló fuertemente.
—Draco y yo trataremos de encontrar el horrocrux. Necesito acceso a la espada
de Gryffindor. Yo puedo… — se le hizo un nudo en la garganta y bajó los ojos
hacia el escritorio— ayudar a coordinar y administrar el equipo de exploración,
ya que todos están acostumbrados a mí, y puedo encargarme de la distribución
de alimentos a las casas de hospicio; puede hacerse junto con la distribución
de pociones de la cual ya soy responsable —estudió los archivos que había
sobre la mesa entre ellos— Hazme saber qué más necesitas—.

*Nota el pie
“Me dijeron que poner a la Resistencia primero era lo mismo que decir
“los magos primero” y que eso sólo estaba a un pequeño paso de “los
sangre pura primero” y después me recordaron que todas las vidas
humanas valen lo mismo y valen la pena ser salvadas” es un extracto
parafraseado del Capítulo 22 de Harry Potter y las Reliquias de la
Muerte.

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479
Flashback 34
Junio 2003

Draco le llevó la Copa de Hufflepuff a Hermione en menos de una semana.


Hermione la reconoció inmediatamente por las fotos que había visto
investigando.
—La encontraste—.
Él bajo la mirada hacia el cáliz adornado en su mano.
—La hubiera tenido ayer, pero también estoy tramitando los permisos legales
para acceder a la bóveda. Será transferida a mi nombre dentro del próximo
mes, una vez que se haya completado el papeleo del Ministerio que confirma
la muerte de Rodolphus. Tradicionalmente el proceso tomaría meses, pero se
está acelerando por temor a que la hija de Andrómeda intente reclamarla—.
Hermione lo estudió cuidadosamente.
—¿Hay algún registro de que hayas estado ahí? —
Draco esbozó una fina y cerrada sonrisa.
—Ninguno en absoluto—.
A Hermione se le hizo un nudo en la garganta. No miró a Draco mientras
tragaba saliva y asentía bruscamente con la cabeza. No podían permitirse tener
ningún cabo suelto, pero cada muerte se sentía como una soga más alrededor
de su cuello. Alejó ese pensamiento. Abrió su bolso y sacó la espada de
Gryffindor. Draco arqueó una ceja y la estudió.
—¿Sueles llevar una espada? —
Hermione bajo la mirada hacia la espada que tenía en sus manos.
—La conseguí la semana pasada. Sabía que sería eficiente. Pensé que debería
venir preparada—.
Los ojos de Draco brillaron.
—¿Cómo hacemos esto? —
Hermione mordió con fuerza su labio inferior.
480
—No estoy segura. Probablemente deberíamos lanzar un hechizo de barrera,
para tratar de contener cualquier posible contraataque. Después, supongo que
lo apuñalo —le sonrió levemente— Nunca he apuñalado una copa—.
—Yo lo haré —extendió la mano para tomar la espada.
Hermione negó con la cabeza y dió un paso hacia atrás, acercando la espada a
sí misma.
—No. Necesito hacerlo yo. Hay muy poca información sobre los horrocruxes en
los libros. Necesito analizarlo y observarlo cuando sea destruido—.
La expresión de Draco se endureció, y se acercó a ella; sus ojos eran como
pedernales.
—No, no necesitas hacerlo. Dijiste que Dumbledore fue maldecido tratando
de destruir el anillo. Dámela, Granger—.
Hermione agarró la empuñadura con más fuerza y levantó la barbilla mientras
él se acercaba a ella.
—Dumbledore fue maldecido porque, por alguna razón, se puso el anillo. No
voy a usarlo, voy a analizarlo y después apuñalarlo. Harry apuñaló el diario sin
ningún problema—.
La mano de Draco se cerró alrededor de la suya.
—Tú eres la sanadora. Si eso intenta matarnos, tienes más posibilidades de
salvarme a mí que yo de salvarte a ti—.
Ella no aflojó su agarre, lo miró con firmeza.
—También me especializo en analizar y deconstruir Magia Oscura—.
Bajo la vista hacia ella, su expresión era una máscara. El corazón de Hermione
comenzó a latir con fuerza y agarró la espada con más fuerza, casi esperando
que él se la arrebatara de las manos.
—Draco, déjame hacer mi trabajo—.
Su expresión vaciló, y él dejó ir su mano.
—Dime qué hacer si algo sale mal—.
Hermione desabrochó el brazalete en su muñeca y extendió la mano para
entregárselo.
—Este amuleto de aquí —eseñaló una pequeño caldero— si lo activas, le envía
mi ubicación a Severus—.
La expresión de Draco relampagueó y su boca se torció con despreció.
—Snape es un doble agente. Pensé que la Orden había dejado de confiar en él
hace años—.

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—Él es un triple agente. Reducir su nivel de autorización oficial dentro de la
Orden es una mentira. Tiene la misma autorización que yo. Ha sabido sobre
ti desde el principio. Fue quien convenció a Moody y a Kingsley de que tu
oferta probablemente era legítima—.
La expresión de Draco era de incredulidad. Hermione suspiró levemente.
—No tienes que confiar en él, pero si estoy muriendo y no estoy consciente
para curarme sola, él probablemente sería la única persona que podría hacer
algo. Él es quien contuvo la maldición en Dumbledore—.
La expresión de Draco era rebelde, y se rehusó a tocar el brazalete que ella le
estaba ofreciendo. La comisura de los labios de Hermione se crispó, y bajó la
mano.
—Preguntaste qué hacer, y yo te estoy diciendo. Si algo sale mal, él es a quien
debes llamar. Que decidas usarlo o no depende de ti—.
Los músculos de la mandíbula de Draco se ondularon, y le arrebató el
brazalete de los dedos. Hermione levantó una barrera a su alrededor y
construyó una red de magia analítica alrededor de la Copa. Los horrocruxes
eran un tabú tan grande que no había registros de que alguna vez se hubiera
analizado la magia que contenían. Hermione entendía los fundamentos,
basándose en la teoría, pero tratar realmente con un trozo de alma destrozada
suspendida en el tiempo, era un nivel de Magia Oscura con el que nunca se
había enfrentado de ninguna forma.
Ignoró los encantamientos realizados por Helga Hufflepuff cuando la Copa
fue creada y se concentró en la Magia Oscura. La Copa estaba
sorprendentemente desprotegida. Voldemort debió de suponer que la bóveda
de los Lestrange tenía las suficientes medidas de seguridad por sí sola.El
fragmento del alma se había entrelazado y enredado con el resto de la magia
de la Copa. Venenosa y malévola, parecía sentir que la estaban molestando.
Hermione trabajó rápidamente; si tenía suficiente información sobre la firma
mágica de Voldemort, podrían ser capaces de encontrar otros horrocruxes. Sus
ojos se clavaron en Draco. Estaba quieto como una estatua mientras la
observaba, como si no estuviera respirando.
Anotó todo en un pergamino y levantó la espada de Gryffindor. Era una
espada perfectamente balanceada, pero resultaba difícil de manejar en
comparación con un cuchillo. Inhaló profundamente y clavó la espada en el
centro de la Copa, partiéndola por a la mitad. Hubo un inquietante momento
de quietud. Hermione levantó la varita. El aire cambió y se movió a su
482
alrededor. Se oyó un grito prolongado y el fragmento del alma se levantó de
la Copa como un espectro negro de ojos escarlata. Por un momento parecía
estar a punto de atacar. Pareció detectar a Hermione y se movió bruscamente
hacia ella. Luego vaciló y se disolvió en el aire.
Nada.
Hermione dio un pequeño grito ahogado y se levantó agarrando la varita con
fuerza, con su pecho moviéndose de manera irregular mientras intentaba
respirar. Realizó un rápido hechizo para confirmar que el fragmento del alma
había desaparecido.
—Está hecho —finalmente dijo, sacudiendo la varita y removiendo todas las
barreras a su alrededor— Eso… no fue tan malo. Pensé que podría ser mucho
peor que eso—.
Levantó la vista y encontró a Draco a escasos centímetros de ella. La arrastró
hasta sus brazos y la sostuvo hasta aplastarla contra su pecho.
—Nunca… por favor, nunca más—.
Quería decirle que no, pero él estaba tan tenso que casi estaba temblando. Se
encontró a sí misma asintiendo lentamente y diciendo:
—De acuerdo. No lo haré—.

Harry era como un cordero perdido en Grimmauld Place. A Ron le habían


dado un tiempo fuera de la escaramuzas. Fue a quedarse con su madre,
mientras estaba en duelo por Lavender y trataba de aceptar la culpa que sentía
por la muerte de Kingsley. La mayoría de las veces, Hermione encontraba a
Harry de pie, desganado, cerca de la puerta de Ginny.
Hermione abrió la puerta después de una visita con Ginny y lo encontró
parado con la mirada perdida frente a la puerta, tenía un ojo morado y el labio
cortado, y sus nudillos estaban tan abiertos que aún había sangre deslizándose
por sus dedos y goteando hacia el suelo. Los ojos de Harry se iluminaron y
pareció volver en sí cuando vió a Hermione.
—¿Está bien? ¿Está mejorando? ¿Crees que… crees que pueda verla pronto? —
Hermione lo observó, sintió como su estómago se hundía bruscamente por su
apariencia. Harry estaba preocupantemente frágil. Había tratado de convencer
a Ginny varias veces de que se sincerara y le dijera a Harry que estaba
embarazada, pero Ginny se empeñaba en que decírselo empeoraría las cosas.
Hermione había recurrido a Moody; para su decepción, se había puesto del
lado de Ginny. Harry no estaba en condiciones de aguantar ningún estrés
483
adicional, y la Orden no podía soportar la pérdida de confianza si la verdad
salía a la luz en un momento tan crítico. Las cosas eran demasiado precarias.
Hermione se tragó la culpa mientras realizaba sobre sí misma todos sus
encantos pantomímicos de protección y esterilización.
Ginny tenía un bulto que estaba comenzando a requerir encantamientos de
glamour como forma de precaución, aunque sólo fuera para engañar a Dobby,
con quien Harry hablaba habitualmente. El bebé era un varón. Ginny ya se
refería a él como James.
—Sigue igual, Harry. Lo siento—.
La expresión de Harry decayó, asintió lánguidamente y comenzó a darse la
vuelta para irse. Estaba mortalmente pálido, y el ojo que no estaba morado y
amarillo estaba hundido. Alargó la mano para detenerlo y le tocó ligeramente
el rostro.
—¿Estás peleando de nuevo? ¿Cuándo fue la última vez que dormiste? —
Él se alejó bruscamente.
—Hace… hace algunos días. Durante unas horas—.
Realizó un diagnóstico sobre él; tenía varias fracturas en las manos y en la
cavidad del ojo, y el torso estaba cubierto de moretones. Lo tomó gentilmente
del brazo y lo guió lentamente por el pasillo hasta el ala del hospital.
—¿Son pesadillas de nuevo? Puedo enseñarte nuevas técnicas de oclumancia,
quiza te ayuden. Vamos, déjame curarte y darte un poco de Dreamless Sleep —
Harry soltó una risa corta e histérica.
—Quisiera que fueran pesadillas—.
Hermione pausó y lo miró.
—¿A qué te refieres? —
Él rostro de Harry se torció.
—No son pesadillas, Hermione. No han sido pesadillas en años. Es él. Cuando
estoy dormido, soy él. Torturo a gente y después la mato, y siento cómo se
siente él cuando lo hace. Ni siquiera tengo que estar dormido para que pase,
sólo que es peor cuando lo estoy —Harry estaba temblando del cansancio— La
última vez que me quedé dormido, estaba probando nuevas maldiciones y
después se tomó una copa de sangre de unicornio, y cuando desperté, podía
saborearla. Yo no… no he podido comer… —
—Harry, no me dijiste que las cosas se habían puesto tan mal. Debiste
habérmelo dicho—.
Él se estremeció.
484
—¿Qué… estamos hablando de nuevo? —su expresión era afligida mientras la
miraba fijamente.
Hermione le soltó el brazó, alejando la mano, y volteó a verlo.
—Dime qué pasa—.
Él negó con la cabeza, con los ojos desenfocados.
—No es tan malo cuando tengo algo en qué concentrarme. Cuando estoy en
una misión… cuando estoy con Ron y Gin… cuando estoy recordando por
qué estoy haciendo todo esto, puedo mantenerlo fuera. Pero… es como si
hubiera un lugar en mi mente que es como una puerta abierta, y a veces paso
a través de ella cuando estoy distraído. Cuando me despierto… no siempre sé
quién soy cuando despierto—.
Hermione se apresuró a sacar varias pociones reconstituyentes.
—Toma estas. No me importa qué tan mal sepan, estás desnutrido—.
Harry bebió dos con díficultad, teniendo arcadas en el proceso y luego,
finalmente las vomitó. Hermione desvaneció el desastre y sacó un calmante
estomacal y se lo entregó con más suavidad.
—Prueba con esta. Si no has comido en varios días, puede ayudar. Tómala
lentamente—.
—Hermione… —dijo entre tragos mientras ella murmuraba hechizos y esparcía
pomada alrededor de su rostro— Creo que hay algo malo en mí—.
Los dedos de Hermione tuvieron espasmos, y negó con la cabeza firmemente.
—Harry… en verdad creo que practicar oclumancia podría ayudar con esto. Yo
puedo ayudarte. He leído varios libros ya, creo que puedo hacerlo con más
suavidad que Severus; quizás podría ir mejor—.
Le lanzó otro hechizo más complejo. Estaba bajo de peso. Estaba
crónicamente privado de sueño. Estaba preocupantemente frágil. Vibraba con
la magia de una forma en la que no lo había hecho desde que lo conocía. Su
firma mágica era borrosa e indistinta. Así es como Harry es; como siempre lo
ha sido, Pomfrey le había dicho eso cuando Hermione le preguntó durante
sus primeros años de entrenamiento. Harry presionó la mano contra su
cicatriz y alejó la mirada.
—La oclumancia no ayuda—.
Hermione suspiró de manera frustrada.
—Sé que separar tus emociones puede ser difícil al principio, pero creo, que si
lo intentas, podría…—

485
—Lo empeora —Harry dijo con voz firme— cada vez que lo intento, lo vuelve
incluso peor—.
Hermione tragó saliva y se volteó para invocar nuevas pociones
reconstituyentes, se le tensó la mandíbula. Le entregó los frascos sin decir una
sola palabra. Harry logró retenerlas esta vez. Sacó un frasco de Dreamless Sleep
sin siquiera mirarlo.
—Bueno, por lo menos podemos coincidir en que dormir sin molestias
ayudará—.
Harry asintió y se bebió la poción. Con todos los reconstituyentes en su
organismo, la poción tardó más en hacer efecto. Permaneció sentado durante
un minuto antes de que inclinara la cabeza y la dejara caer contra el hombro
de Hermione, ella vaciló, y después lo envolvió con los brazos y lo abrazó
fuertemente.
—Estoy segura de que te sentirás mejor después de dormir—.
—Extraño a Gin—.
Se le hizo un nudo en la garganta y descansó la cabeza sobre la de él
—Lo sé. Lo siento—.
Harry sollozó levemente en voz baja.
—Cuando estaba con ella, por un rato todo parecía ser más fácil—.
A Hermione le temblaban las manos.
—Lo siento, Harry—.
Lo sostuvo mientras se dormía. Luego lo arropó cuidadosamente bajo una
sábana y fue a hablar con Alastor. Fleur estaba en la sala de guerra cuando
Hermione llegó a la puerta.
—No he escuchado acegca de Gabrielle tan seguido últimamente. Ella siempge
ha enviado cagtas paga que no me pgeocupaga. Un pequeño chiste o fgase
paga que supiega que estaba bien. Pego casi no ha habido nada. Tienes que
teneg alguna manega de contactagla. Ella es mi hegmana pequeña. Soy
guesponsable de ella—.
La boca de Moody se crispó y su ojo giró rápidamente.
—Tu hermana siempre ha trabajado bajo sus propios términos. Veré lo que
puedo hacer—.
Fleur asintió firmemente.
—Gacias. Bill y yo hemos geemplazado todas las baguegas en las casas segugas
una vez más, y estamos guenovando las baguegas en la Cueva. Sin embargo,
hay límites en lo mucho que podemos haceg. Estamos casi al límite de nuestga
486
capacidad. Necesitamos una segunda ubicación o las cantidades de magía
podgán comprgometeg la seguguidad—.
Moody suspiró levemente y asintió, su ojo se movía sospechosamente hacia
abajo. Parecía haber envejecido una década en las dos últimas semanas desde
la muerte de Kingsley.
—Haré que un equipo comience a buscar nuevas ubicaciones. Necesitaremos
nuevas barreras para ello. Tú y Bill tendrán que entrenarlos—.
Fleur asintió nuevamente y después se fue. Hermione estudió el rostro de
Fleur mientras se cruzaban. Fleur era una figura encantadora, y etérea entre
un ejército que era cada vez más gris y desesperado, pero la tensión de la guerra
era visible en sus ojos. Fleur y Bill se reflejaban mutuamente en su silencioso
sentimiento de culpa. Los padres de Fleur habían sido muertes tempranas
cuando la guerra llegó a Francia. Gabrielle había sobrevivido al estar en el
colegio en vez de estar en casa, pero eventualmente la guerra también había
arrasado con Beauxbatons. Pocos miembros de la Resistencia Francesa
sobrevivieron.
Hermione sospechaba que el atractivo Veela de Gabrielle fue lo que la había
salvado. La forma en la que Gabrielle seguía usándolo como arma parecía una
manera de compensación y venganza por culpa. Los métodos de Gabrielle se
habían vuelto más crueles y vengativos con el paso del tiempo. Extravagantes.
Al límite del descuido. Hermione había comenzado a tomar una poción
calmante antes de dirigirse a la playa en Cornwall.
Hermione no estaba segura de cuánto de la actividad de Gabrielle conocía
Fleur, pero imaginaba que Fleur sabía lo suficiente y sospechaba más de la
hermana pequeña que siempre estaba ansiosa por su siguiente misión. Los
ojos de Gabrielle eran más fríos y viejos incluso que los de Draco. Hermione
observó a Moody en silencio durante varios segundos después de que Fleur se
fuera. Él suspiró levemente y comenzó a lanzar hechizos de privacidad.
—Estoy preocupada por Harry —Hermione dijo cuando Moody se sentó—
parece estar al borde de un precipicio. Necesitamos entrar a Hogwarts—.
—Lo estamos intentando. Remus tiene un equipo ahí ahora—.
—Creo… —vaciló y cruzó los brazos— He estado… experimentando con algunas
cosas últimamente. Creo que he encontrado una manera de derribar las
barreras alrededor del castillo. He estado analizando los reportes que se han
traído. Hay… una bomba… una bomba que creo puedo construir.

487
Se puede poner bajo estasis temporal. Podemos hacer que Draco o Severus la
coloquen sin arriesgar su encubierta. Puedo retrasar la detonación durante
tres días—.
Moody la observó fijamente.
—¿Tú crees? —
La garganta de Hermione se apretó, pero levantó la barbilla.
—Bueno, nunca he hecho una antes. Cuando mencioné la idea hace algunos
años, me dijeron que no era ético, independientemente de cuán dirigida
pudiera estar la explosión hacia las locaciones de los Mortífagos. La Orden
decidió que sólo usaríamos explosivos en edificios vacíos. Sin embargo, este
no tendría mucho daño colateral. La explosión estaría dirigida hacia la magia
rodeando el castillo. Así que… si se coloca con cuidado, la Orden no debería
considerarlo poco ético esta vez—.
—¿Qué materiales requeriría? —
Podía ver a Moody calculando un presupuesto para su propuesta, tragó saliva.
—Yo… ya los tengo—.
La expresión de Moody se endureció, su ojo giró y se enfocó en ella.
—Entonces esto es idea de Malfoy. ¿Te está ofreciendo los materiales? —
Hermione levantó la barbilla hacia arriba.
—No. Esta es mi investigación exclusivamente. Tengo los materiales porque la
Resistencia los trajo el año pasado, cuando asaltaron el laboratorio de división
de maldiciones. Se trajeron una gran cantidad de materiales que… —su boca
se torció— no se utilizan en las formas tradicionales para hacer pociones.
Tengo más de lo que podría necesitar—.
Moody la miró por un largo tiempo.
—Nunca lo reportaste—.
Ella arqueó las cejas.
—Estaba ocupada en ese tiempo; todo lo que podía hacer era guardarlos hasta
que tuviera tiempo de catalogarlos. No fue hasta julio que supe exactamente
lo que tenía en mis manos —se encogió de hombros— mis suministros nunca
habían sido un inventario del cual tuviera que reportar—.
El rostro de Alastor se torció con irritación, pero parecía estar considerando
seriamente la propuesta, pasó el pulgar por el mango de su varita.
—Usar una bomba para entrar a Hogwarts daría lugar a una batalla feroz—.
—Lo sé —sintió una opresión en el pecho y tuvo que obligarse a respirar.

488
—Estaba pensando que, si se juega como un rescate, podríamos usar un ataque
más grande como distracción mientras un grupo más pequeño entra al
castillo. El colegio aún debería de reconocer a Minerva; podría cooperar con
nosotros—.
Moody asintió lentamente, sumido en sus pensamientos.
Hermione se fue sin decir una sola palabra. Cuando se encontró sola en su
armario de pociones, se inclinó y apoyó la cabeza en el escritorio. Las manos
le temblaban de estrés y cansancio. Voldemort se sentía como una tsunami a
punto de llegar. La roca a la que se había aferrado la Resistencia se
desmoronaba debajo de ellos. Sin importar lo que hiciera, nunca era
suficiente para permitirles salir adelante.
Draco había estado en el extranjero durante casi una semana, inspeccionando
los gobiernos títere que Voldemort había establecido por toda Europa. Era un
encargo que Voldemort solía asignar por capricho. Rodolphus Lestrange
había estado en la misma misión cuando fue interceptado por Gabrielle.
Draco dejó una nota en la choza para explicar su ausencia. Había sido
asignado tan repentinamente que una nota fue todo lo que pudo dejar. Desde
el día que la había leído, Hermione había tenido pesadillas en las que llegaba
a la playa en Cornwall y descubría a Draco destrozado, sentado en aquella
pequeña habitación de la cueva. Pesadillas en las que nunca regresaba y recibía
una carta de Severus diciéndole que había sido encontrado descuartizado en
alguna ciudad extranjera. Nunca había pensado en siquiera advertirle sobre
Gabrielle.
Cuando su anillo ardió nuevamente por primera vez en días, salió corriendo
de Grimmauld Place para aparecer y apresurarse a cruzar por la puerta de la
choza. Él ya estaba de pie en medio de la habitación, aún usando su túnica de
Mortífago.
—Estás de vuelta —dijo, tan aliviada que sentía que las rodillas podrían fallarle.
Él estaba ahí, seguía con vida, parecía estar ileso. Se acercó a él, le temblaban
las manos cuando agarró su túnica y le tocó la cara.
—¿Estás bien? —él preguntó.
Ella asintió levemente mientras apoyaba la cabeza sobre el pecho de Draco.
—¿Qué pasa? —
Cerró los ojos durante varios segundos y escuchó su corazón, simplemente
sintiéndolo: con vida.

489
—Nada. Sólo estoy demasiado cansada. Siento como si me hubiera olvidado
de respirar hasta ahora—.
Permaneció quieto por un momento antes de suspirar levemente, sus manos
vacilaron antes de posarlas sobre los hombros de Hermione. Ella sintió un
mal presentimiento y abrió los ojos.
—¿Qué pasa? —
Draco estaba callado, sus dedos tuvieron espasmos.
—Mi padre…. ha sido convocado a Inglaterra—.
El corazón de Hermione se detuvo mientras volteaba a verlo. La expresión de
Draco estaba cerrada, resignada.
—Él esperará mi compañía cuando ambos estemos fuera de servicio—.
—Oh—.
No sabía qué más decir. Lo observó, y él apartó la mirada de ella, pero sus
manos permanecieron sobre sus hombros. Ella se esforzó por encontrar las
palabras.
—Por supuesto, deberías pasar tiempo con tu padre—.
Él soltó una carcajada mordaz.
—En absoluto. Mi padre, él… —Draco vaciló y su mirada cayó al suelo. Había
un rastro de juventud en su voz —bueno, él me culpaba por la frágil salud de
mi madre —su expresión era cerrada, pero sus ojos brillaron— siempre dijo que
esperaba que yo fuera un heredero excepcional para compensar por… casi
matarla—.
—Draco…—.
Se alejó ligeramente y se aclaró la garganta, su tono se volvía cortante de
nuevo.
—Cabe decir, que tendré poca disponibilidad… para quien sea… en el futuro
inmediato. Podré tardar más en completar las misiones. Si puedes informarle
a Moody, espero que lo tome en cuenta—.
No disponible. No para la Orden. No para ella. Se sentía tan cansada que
apenas podía mantenerse en pie, pero asintió y se incorporó.
—Por supuesto. No te preocupes. Lo siento. Entonces volverás a la mansión,
¿no es así? —
Él asintió levemente. Ella lo tomó de las manos y las recorrió con los dedos,
buscando temblores, necesitaba asegurarse de que estaba bien. Si no sabía
cuándo volvería a verle, tenía que saber que estaba bien.
—¿Cuándo llegará? —
490
—Mañana o pasado mañana. Me enteré cuando me reporté de vuelta —su voz
era apagada.
La boca de Hermione se torció y se concentró en sus manos.
—Lo siento. Quizás… no será durante demasiado tiempo—.
—Es posible. No le gusta mucho quedarse en Inglaterra—.
Respiró profundamente y su mandíbula se estremeció al verla comprobar sus
dedos una y otra vez.
— Sospecho que se avecina algo. Díselo a Moody. Me mencionaron que el
Señor Tenebroso ha ido personalmente a Sussex varias veces mientras yo
estaba fuera. Lo que sea que esté haciendo, no se lo está confiando a nadie
por el momento, excepto quizá a Dolohov. Podría estar… relacionado con el
inesperado regreso de mi padre—.
Hermione asintió.
—Se lo diré a Moody. Creo que… la Orden se está preparando para hacer un
ataque a Hogwarts—.
—Sería un alivio si hicieran algo. Las cosas han estado sospechosamente
tranquilas últimamente —había una pregunta implícita en su tono.
Hermione evitó sus ojos.
—Perder a Kingsley fue un duro golpe. Ha afectado a la moral —seguía
mirándole las manos.
—Las cosas han estado sospechosamente silenciosas para mí también ¿hay
preocupaciones sobre mi moral? —el tono de Draco era ligero pero con un filo
de navaja escondido en él.
Hermione levantó la mirada.
—No. No le he dicho a Moody sobre tu amenaza, si eso es lo que estás
preguntando—.
Los ojos de Draco relampaguearon. Vio que dudaba de ella, la comisura de
sus labios se crispó, le soltó la mano y dio un paso atrás.
— Después de la muerte de Kingsley, le dije a Moody que él y Kingsley habían
estado abusando de ti sólo para ganar tiempo sin ninguna estrategia más
amplia, y que ya no iba a quedarme de brazos cruzados —se encogió de
hombros— soy más crucial ahora… sin Kingsley, Moody necesita mi apoyo para
mantener todos los aspectos clasificados dentro de la Orden —le dedicó una
pequeña sonrisa— puedo protegerte ahora—.
Draco presionó los labios en una línea firme y plana, y su expresión se volvió
fría y cerrada.
491
—No quiero que te involucres para protegerme, Granger —su tono era como
el hielo.
Se puso rígida y sintió una aguda punzada de dolor que la atravesó.
—¿Por qué no? ¿La protección es exclusivamente tu derecho? ¿Se supone que
sólo debo sentarme tranquilamente en las casas seguras mientras tú ganas la
guerra por mí? —levantó la barbilla— No estoy yendo a escaramuzas. Sigo
cuidadosamente enjau…—
Draco se sobresaltó antes de que ella pudiera detenerse, bajó la cabeza y
respiró hondo, cerrando los dedos en un puño mientras apartaba la mirada
de él.
—Lo siento. No… no me refería a eso. No lo veo de esa manera—.
Mentira. Suspiró y apartó la mirada de él.
—No voy a salir de las casas seguras. Sólo estoy coordinando más detalles
clasificados dentro de la Orden, lo que significa que tengo más influencia
ahora de lo que tenía antes. Eso es todo. No me estoy… poniendo en peligro—
dejó de hablar y observó cuidadosamente a Draco, la expresión de él era
cautelosa.
El aire flotaba que su alrededor, era frío; como si sus fantasmas estuvieran
rodeándolos. Ambos estaban empapados de muerte. La guerra era como un
abismo que lo quería todo y nunca estaba satisfecho. Siempre se necesitaba
más. Otra vida. Una medida adicional de sangre. Ser mejor. Más inteligente.
Más despiadado. Más rápido. Más astuto. Aceptar una segunda porción de
dolor. Nunca era suficiente. Hermione había ido a Eleos y Panacea. Se había
postrado a los pies de Atenea. Había construido torres de oración. Había
sacrificado casi cada pieza de sí misma que tenía para ofrecer. Nunca era
suficiente. Draco había entrado directamente al altar de Ares. Nunca era
suficiente. Nunca nada era suficiente. La guerra siempre quería más.

“Si miras fijamente al abismo, el abismo te devuelve la mirada”*

¿Qué entregarás? ¿Qué entregarás para ganar?


Hermione tragó saliva.
—Draco… ¿qué esperas que haga? —
Él dio un suspiro que sonó como un siseo.

*Nota el pie: “Quien lucha contra monstruos debe asegurarse de que en el proceso no se convierta en un monstruo. Y
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si miras fijamente al abismo, el abismo te devuelve la mirada”.
Friedrich Nietzsche.
—No te quiero en esta maldita guerra —la rabia en su voz era cruda— todo lo
que hago es preocuparme por lo que te pasará si no logro cumplir con todas
mis obligaciones—.
Ella inhaló firmemente y dió un paso hacia él, estirándose para tomarle la
mano.
—La Orden no es como los Mortífagos. Draco…—
Su expresión se volvió viciosa antes de que ella pudiera tocarlo.
—Soy consciente de la diferencia —dijo con desprecio— ¿Te imaginas que es de
alguna manera mejor saber que sólo te ofreces como voluntaria? —
Hermione dió un paso hacia atrás y lo fulminó con la mirada, con los hombros
rígidos.
—No soy una posesión que puedas guardar en algún lugar, Draco. He pasado
años entrenando para poder contribuir a la Resistencia. No puedes pedirme
que me detenga o que me vaya porque te preocupa. Estuviste de acuerdo… tú
juraste que no interferirías con mi ayuda hacia la Orden. Tampoco puedes
intentar hacerme sentir culpable para convertirme en inactiva—.
La fulminó con la mirada.
—No tienes idea de lo que pasaría si te atrapan. Si…—
—Sí lo sé —dijo rápidamente, interrumpiéndolo, su garganta se sentía apretada,
y sintió que el pecho se le comprimía hasta que apenas podía respirar.
—¿A qué crees que dedico todo mi tiempo? Curo a la gente que ustedes los
Mortífagos no logran matar. Eso es casi todo lo que he hecho durante años.
Cuidé a las víctimas de la última división de maldiciones hasta que murieron.
Y todas murieron —trató de pasar saliva— Cada… uno… de ellos… murió. Soy
tan consciente de los riesgos que a veces creo que me volveré loca por saberlos.
No te atrevas… no te atrevas a decirme que soy ingenua. Lo sé tan bien como
tú. ¿Por qué crees que me esfuerzo tanto? —su voz se quebró ligeramente.
La expresión de Draco se mantuvo fría. Hermione se volteó, se sentía tan
drenada que quería hundirse en una esquina para que no tener que seguir de
pie. Había estado tan preocupada esperando a que él volviera a Inglaterra.
Había alcanzado su límite. Podía sentir cómo se tambaleaban sus muros de
oclumancia; como una presa, su cansancio amenazaba con romperlos.

Estás perdiendo. Estás perdiendo. No has salvado a nadie. Draco. Harry. Ron. Ginny.
La Orden. La Resistencia. Quieres demasiado.

493
Le temblaban los hombros, quería volver a su armario de pociones y encontrar
algo que hiciera que la guerra dejara de sentirse como estar muriendo por
miles cortes. Apretó los labios y le tembló la mandíbula.
—Creo que necesito irme. Estoy demasiado cansada como para discutir esta
noche—.
Solo quería desvanecerse, estaba tan cansada de suplicarle que no muriera.
Tragó saliva. Incluso su saliva le sabía amarga.
—Le informaré a Moody sobre tu padre. ¿Necesitas que te cure de algo? —
La mano de Draco salió disparada y le agarró la muñeca.
—No. No te vayas. No sé cuándo seré capaz de llamarte de nuevo—.
Ella vaciló.
—Draco… estoy demasiado cansada… no quiero pelear…—.
La acercó aún más.
—Sólo quédate conmigo. Sólo quédate—.
Ella asintió levemente y dejó caer la cabeza contra su pecho. Él deslizó un
brazo alrededor de su cintura y apareció. Reaparecieron en su suite del Savoy. La
acostó en la cama y le quitó los zapatos, se sentó en la orilla de la cama,
pasándole los dedos por el brazo hasta que estaba medio dormida. Entonces
se puso de pie.
—Tengo que bañarme y comer. Ahora vuelvo—.
Hermione se alargó y tomó su mano.
—Temía que murieras en el extranjero, y lo único que me quedara fuera tu
nota —su voz era grave— siempre estás en peligro, y nunca puedo pedirte que
te detengas—.
Él le pasó el pulgar por el dorso de la mano.
—Lo haría si pudiera. Lo sabes. Me escaparía contigo y nunca miraría atrás—.
—Lo sé… —se le quebró la voz.
Estaba demasiado cansada para contener sus emociones. Sollozó levemente.
—No mueras, Draco. No puedes dejarme atrás—.
Él volvió a hundirse en la cama a su lado y no se fue hasta que dejó de llorar
y se quedó dormida. Cuando la cama se movió, se despertó y lo encontró al
otro lado de la cama, con el cabello ligeramente húmedo. Habían pasado
horas desde que habían llegado; más horas de sueño de las que había tenido
desde que él se había ido. Se movió a través de la cama hasta sus brazos,
descansando la frente contra su pecho desnudo, y recorriéndole el torso con

494
los dedos hasta que atrapó su mano y después la enrolló debajo de él. Estudió
sus ojos, pero no volvió a moverse hasta que ella levantó la cabeza y lo besó.

La mano de Draco estaba en su garganta, su pulgar se deslizaba hacia arriba


para acunar su mandíbula mientras su lengua jugaba con la suya. Poco a poco.
Guardándolo en la memoria. Nunca pensó que podría conocer a una persona
con una intimidad tan lenta. Entrelazó los dedos en su cabello y cerró los ojos,
concentrándose en la sensación de él.
Sabía cómo él presionaría sus labios contra su latido en el cuello, la forma en
la que empujaría su cuerpo debajo del suyo. La sensación de sus manos sobre
sus muslos y sus dientes rozando a través de su piel. Cuando se movió dentro
de ella, sus manos le rodeaban las muñecas. Ella se arqueó y se pegó a sus
caderas, sintió su aliento susurrando contra su piel.
—Mía. Eres mía —le dijo mientras le besaba la mandíbula— Siempre—*.

*Nota el pie: hace referencia a la película “Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte parte 2” el diálogo de Snape
cuando Harry ve sus recuerdos en el pensadero de Dumbledore, habla de su amor por Lily.

495
Flashback 35
Junio 2003

Hermione terminó la bomba en dos semanas. El producto final era un ovoide


plateado con un ligero brillo luminiscente, ligeramente más pequeño que una
bola de cristal, y era helado al tacto. El tiempo de la construcción había sido
preciso. Cuando estaba terminada, avisó inmediatamente a Severus, esa tarde
visitaría Hogwarts para seleccionar nuevos prisioneros que serían usados en
Sussex.
—Sólo es visible para aquellos que saben buscarla —dijo, entregándosela
cuidadosamente— Está programada para activarse exactamente al mediodía
del primero de julio. Tiene algunos encantamientos amortiguadores, en
aquellos lugares donde logré colocarlos, pero…. no la dejes caer—.
Severus había estado observando cuidadosamente la bomba hasta que le dio
la advertencia. Levantó la vista y la miró con desprecio.
—Gracias, Señorita Granger, sin tu advertencia nunca se me hubiera ocurrido
ser precavido con una bomba—.
Hermione no parpadeó.
—¿Preferirías que no mencionara que es delicada? —arqueó las cejas— Está
diseñada para atacar a la magia que nos mantiene fuera de Hogwarts, así que
mientras más alto la puedas colocar, mejor. La Torre de Astronomía sería
ideal. Tiene cierto poder de combustión, pero está diseñada principalmente
para romper las barreras, cuanto más abajo esté al momento de la detonación,
tendrá menor impacto. Por lo menos… bueno, está basada completamente en
aritmancia… en realidad no pude ponerla a prueba—.
—Estoy abrumado por la confianza —dijo Severus, mirándo a la bomba de
nuevo.
Hermione estaba tan nerviosa que sentía el pecho fracturado. Últimamente
era un dolor constante y punzante hasta que apenas podía respirar.
496
497
—No era consciente de que habías añadido la fabricación de bombas a tu
repertorio—Severus dijo después de un minuto.
Hermione se quitó el pesado delantal de piel de dragón, los guantes y se miró
las manos, haciendo una mueca de dolor. Tenía la piel salpicada con
quemaduras y varias yemas de los dedos estaban verdes y marchitas; tendría
que cortar el tejido restante y hacerlo volver a crecer. La ropa protectora y las
barreras tenían un efecto limitado cuando se trabajaba con materiales elegidos
específicamente por su capacidad para destruir protecciones. Se frotó los
dedos y observó cómo la piel se le agrietaba y desprendía, dejando los huesos
al descubierto en algunas partes. Hizo una mueca y se envolvió
cuidadosamente las manos con vendas impregnadas de esencia de Dittany.
—Comencé después de que escuchamos acerca del hospital albanés… sólo la
teoría. No comprendía los reportes, y me sentía culpable de que tal vez el
hospital hubiera sido atacado en parte por mi culpa. Pensé que por lo menos
debería saber qué les había pasado a todos. Entonces… después de la
escaramuza en los laboratorios de la división de maldiciones… tenía todo lo
necesario, pero ni siquiera valía la pena intentar proponerle a la Orden que
utilizaran una bomba.—.
Se encogió de hombros y comenzó a empacar sus materiales en todas las cajas
acojinadas y contenedores cuidadosamente sellados mientras Severus
observaba. Estaban en un granero abandonado en el campo que la Orden
había seleccionado para que Hermione pudiera trabajar. Inicialmente, sólo se
hicieron objeciones poco entusiastas, cuando se propuso la idea de usar una
bomba, pero al final la Orden estuvo de acuerdo. Nadie tenía una mejor idea,
después de medio año y docenas de víctimas en los intentos de entrar a
Hogwarts, había una sensación de cruda desesperación en todos.
Hermione colocó con cautela un matraz, todavía medio lleno de un líquido
plateado brillante, en una caja protegida y la selló con varios hechizos
protectores.
—Cuando Bill trajo su análisis de las barreras en Hogwarts el mes pasado, me
dí cuenta de que había una posibilidad de combinar encantamientos y
aritmancia con el uso tradicional de pociones y alquimia para explosivos.
Estaba releyendo la colaboración de Dumbledore con Flamel sobre los usos
de la sangre de dragón y tuve la idea de que reaccionaría con nitrato de plata
disuelto en sangre de unicornio con la potencia suficiente para disolver las
498
barreras. El obstáculo principal era encontrar una manera de posponer la
exploción en algo que pudiera penetrar y adherirse a la magia, así que usé
veneno de mantícora para emulsionarla. La detonación tiene principalmente
la intención de crear un radio de explosión lo suficientemente grande como
para desestabilizar y colapsar las barreras cuando el disolvente las golpee.
Realicé los cálculos docenas de veces antes de presentar la propuesta a Moody;
estoy casi segura de que calculé todo correctamente—.
Se sorprendió a sí misma divagando y se detuvo, mirando a Severus. Mientras
la estudiaba, sus ojos brillaron, después frunció la boca y volvió a mirar la
bomba que había entre ellos.
—¿Las pociones y la curación son carreras de guerra tan tediosas que debes
inventarte un campo de la magia completamente nuevo para entretenerte? —
Hermione sintió que se le calentaban las mejillas, Sus ojos bajaron mientras
la comisura de su boca se arqueaba.
— Pensé que sería una forma lógica de combinar las ramas—.
—Lo hiciste —Severus resopló ligeramente— si esto explota prematuramente,
espero que recuerdes todas las ocasiones en las que contesté a tus incesantes
preguntas con el recordatorio de que sólo porque puedas imaginar algo, no
significa que debería intentarse —suspiró— siempre fuiste una estudiante
insufrible de enseñar—.
Hubo un pausa mientras observaba la bomba nuevamente.
—Esto es precisamente el por qué—.
Hermione agachó la cabeza para esconder una sonrisa.

Esa noche apareció en Whitecroft y esperó casi media hora antes de que Draco
apareciera. Apenas había visto a Draco desde que regresó de su viaje. Él llevaba
alguno que otro informe y renovadas advertencias de que Voldemort
probablemente se estaba preparando para su último ataque. Más Mortífagos
que simplemente Lucius estaban siendo convocados a Inglaterra. Ella había
decidido, desde el principio, no mencionar su ocupación más reciente dentro
de la Orden. Cuando él apareció en la choza, estaba vestido con su túnica
formal, y su expresión era tensa, era como si hubiera esperado encontrarla
desangrándose hasta morir en el suelo, el alivio inundó su rostro mientras la
observaba cuidadosamente.
—No puedo quedarme a menos que sea una emergencia. Estoy en una cena.
¿Qué pasa? —.
499
Quería estirar la mano y tocarlo, pero se contuvo. Sus dedos aún no se habían
sanado completamente; los había hechizado cuidadosamente para ocultar las
cicatrices.
—Me enviaron para avisarte que la Resistencia atacará Hogwarts dentro de dos
días. Comenzará exactamente a mediodía—.
Su mandíbula se contrajó— Asumo que no estarás allí—.
Hermione asintió— Estaré en el hospital—.
Sus ojos se entrecerraron mientras siguía estudiándola.
—¿La Orden encontró una manera de pasar las barreras? —
Hermione no reaccionó.
—Sí. Las barreras ya se tomaron en cuenta—.
—¿Qué necesitas que haga? —
Ella se humedeció los labios y cerró la mano izquierda en un puño apretado.
—Harry estará ahí. Queremos un enfrentamiento final, pero antes de que
podamos hacer eso, tenemos que matar a Nagini. Harry dice que está seguro
de que es un horrocrux. Ya sea que logres que la lleven o encuentres una manera
de matarla cuando la dejen atrás—.
Los ojos de Draco brillaron.
—Si el Señor Tenebroso aparece, ella estará ahí—.
—Bien —Hermione asintió firmemente— Eso es todo lo que necesitamos—.
Se dio la vuelta para irse, pero Draco se acercó y la tomó del brazo, sus ojos
estaban oscuros mientras se acercaba a ella.
—Regresa. Esta noche—.
Ella negó con la cabeza firmemente.
—Dijiste que no podíamos, Draco. Este no es el momento para tomar riesgos—
Trató de alejarse, pero la otra mano de Draco la tomó de la cadera, y la
acorraló contra la puerta. Parecía haber olvidado que era él quien no podía
quedarse.
—Quiero verte—.
Le deslizó la mano por el brazo hasta la mandíbula, inclinando la cara hacia
la suya. Hermione se quedó sin aliento y se estremeció. Tenía frío. Tenía
mucho frío y él era cálido. Podría ser la última vez. Vaciló.
—Está bien. Vendré. Pero tienes que irte ahora—.
La dejó ir.
—Te llamaré—.
Ella asintió, y él se desvaneció sin hacer ruido.
500
Regreso a Grimmauld Place y terminó de curarse cuidadosamente las manos
hasta que las cicatrices eran casi indetectables. Las huellas dactilares de su
mano derecha habían desaparecido, pero a menos que las mirara bajo cierta
luz, apenas se notaba. Se pasó los dedos por el esternón. Con tratamiento, las
cicatrices en su pecho se habían desvanecido y la herida tenía un aspecto
menos violento. El interior de sus senos habían tenido postulas y quemaduras
de ácido que habían llegado hasta el tejido mamario, el cual había conseguido
restaurar de cierta forma. Las cicatrices, sin embargo, eran permanentes. Lo
mejor que pudo hacer fue tratarlas para que el tejido cicatrizal fuera elástico y
agregó hechizos de glamour acumulativo para que la lesión se desvaneciera y
tuviera un aspecto menos descolorido y doloroso.
Eran las tres de la mañana cuando su anillo ardió. Draco apareció en el instante
en el que ella dió un paso dentro de la choza y los apareció. Se encontró a sí
misma aplastada contra una pared mientras sus labios encontraban los suyos,
y la besaba vorazmente.
Lo agarró con fuerza, pasando las manos por sus hombros, desesperada por
poder sentirlo. Tenía las puntas de los dedos demasiado sensibles a causa de
la nueva piel que le había vuelto a crecer. Soltó un gemido bajo contra sus
labios cuando las manos de Draco se deslizaron por su garganta para acunar
su mandíbula, y él apartó para estudiarla, con los ojos penetrantes asimilando
cada detalle de su rostro. Algún día voy a amarlo en un momento que no sea robado,
se prometió a sí misma.
—¿Estás bien? ¿Has estado bien? —él preguntó estudiándola.
—Sí. Estoy bien. Estoy bien. ¿Tú estás bien? ¿Te has lastimado? —sostuvo sus
manos entre las suyas.
Draco dejó caer su frente contra la suya. Se quedaron de pie durante un
minuto antes de que liberara sus manos y levantara el rostro de Hermione
para estudiar sus ojos nuevamente. Sabía que se veía cansada, y más delgada,
y gris por permanecer encerrada con tan poca luz del sol. Ella le dedicó una
débil sonrisa cuando se encontró con su mirada.
—Debí haberte llamado antes —sus dedos recorrían a lo largo de sus pómulos
como si esperara que se hiciera añicos entre sus manos.
Ella negó con la cabeza.

501
—El riesgo no hubiera valido la pena. No deberíamos de estar haciendo esto
ahora. No debí haber venido —dijo mientras lo agarraba con más fuerza de la
túnica.
Atrajó la boca de Draco hacia la suya. Mientras la besaba, la separó de la pared
y la guió de espaldas hacia la cama. El sonido constante del reloj en la pared
se sentía como una cuenta regresiva. Normalmente le desabotonaba la ropa o
la jalaba de ella hasta que los botones cedían, pero en lugar de eso sacó su
varita y murmuró un hechizo que había usado miles de veces en el hospital.
La ropa de Draco revoloteó y se desprendió de él. Repitió el hechizo en su
propia ropa.
—Eficiente —dijo en voz baja mientras su mano se deslizaba por la espalda
desnuda de Hermione.
Ella jadeó agitadamente mientras su piel se presionaba contra la suya.
—No quiero perder el tiempo—.
Pasó los dedos por el cuello de Draco y bajaron hasta sus hombros. Estaba tan
desesperada que podía sentir cómo el corazón le latía con fuerza dentro de su
pecho mientras él arqueaba su cuerpo contra el suyo y la besaba a través de
sus pechos y hacia su vientre mientras la empujaba de vuelta a la cama. Se
estiró hacia él, jalándolo de los hombros.
—Por favor, Draco… no tenemos tiempo para ir despacio. No puedo regresar
mañana—.
Levantó la boca de su cadera y ella le pasó los dedos por la mandíbula,
sintiendo la barba incipiente bajo las yemas de los dedos. Lo jaló nuevamente
por encima de su cuerpo y le pasó los dedos ligeramente por la nuca mientras
lo besaba, separando las piernas y envolviéndolas alrededor de su cintura. No
cerró los ojos. Los mantuvo abiertos y lo estudió, memorizando todo en su
rostro. Observó cómo sus ojos brillaban y cambiaban de color al dilatarse sus
pupilas: plata, gris, mercurio, diamante y hielo. Quería memorizar la manera
en la que él se sentía bajo sus manos, los tendones de su cuello y la curvatura
de sus huesos, el sabor de su piel y el aroma a musgo de roble, papiro y cedro
de su piel cuando hundía la cara en su hombro.
Él entrelazó sus dedos mientras se empujaba en su interior. Su expresión era
de adoración posesiva y abrasadora y de un hambre que ella podía sentir en el
alma. Lo besó. Cerró los ojos mientras lo besaba.
No dejes que esta sea la última vez. No dejes que esta sea la última vez.

502
Se dijo a sí misma una y otra vez mientras entrelazaba los brazos alrededor de
su cuello. Al terminar, Draco la estrechó contra su pecho, con la cabeza
apoyada en la suya y sus dedos dibujando runas y dibujos en la piel de
Hermione.
Voy a cuidar de ti.
Siempre voy a cuidar de ti.
Voy a cuidar de ti.
Voy a cuidar de ti.
Las palabras eran silenciosas, pero podía escucharlas en el movimiento del
aire, y podía sentir el rápido y ligero movimiento de su mandíbula mientras él
las murmuraba. Una y otra vez, hasta que se le hizo un nudo en la garganta.
Cerró los ojos durante varios minutos antes de incorporarse y observar
intensamente a Draco. Cuando él levantó la vista hacia ella, sus ojos de
mercurio eran cautelosos. Lo estudió, memorizándolo; ese aspecto de él que
era exclusivamente de ella.
Entrelazó sus dedos con los de él y recorrió con sus yemas hipersensibles las
crestas de sus nudillos, su boca se crispó y vaciló.
—Draco —dijo finalmente— hay una posibilidad… tenemos la esperanza, de que
la guerra termine en Hogwarts. Nosotros no…. no estamos seguros de cuánto
tiempo más vamos a durar, si no lo hace—.
Los dedos de Draco se crisparon.
—Si no lo hace… — soltó una carcajada entrecortada y sollozó a medias— bueno,
sólo seguiremos intentándolo, supongo. Pero… si lo hace. Si esto es el
principio del fin de la guerra, tú… —se mordió el labio y vaciló— tu Voto de
ayuda a la Orden se habrá cumplido y si te quedas e intentas mantener tu
cobertura para ayudarnos, corres el riesgo de violar el voto secundario que
hiciste. Así que… con todo eso dicho, si Harry logra vencer a Ya-Sabes-Quién
el martes, tienes que irte —levantó la mirada de su mano para encontrarse con
sus ojos— tienes que escapar—.
La expresión de Draco ni siquiera se alteró. Hermione bajó la mirada y jugó
con el anillo en su mano.
—Yo… habrá cosas para las que me necesitarán, así que no podría… no podré
ser capaz de ir contigo… si ganamos. Pero deberías irte de todas formas—.
Draco se burló.
—No me voy a ir sin ti, Granger, yo…—

503
La garganta de Hermione se apretó, apretó los dedos contra sus labios y lo
miró a los ojos.
—Tienes que escapar. Si te atrapan… quizás no seré capaz de protegerte. Si te
ponen bajo juicio, incluso con Moody y conmigo testificando a tu favor,
podrías ser besado* o ejecutado. Si él muere… tan pronto como muera… vete.
Por fin serás libre. Será tu vida, Draco—.
Él se sentó, con expresión desdeñosa.
—Nunca te dejaré atrás—.
A Hermione se le encogió el estómago y negó con la cabeza, bajando la mirada.
—He estado pensando en esto durante ya un tiempo. Draco, tengo que
quedarme. Mi trabajo empieza después de las batallas. Al final… las cosas
podrían complicarse. Los Mortífagos estarán desesperados. Tú serás de alta
prioridad para atrapar, y no sé si seré capaz de protegerte… habrán… habrán
demasiadas cosas que saldrán a la luz—.
Él se inclinó hacia adelante y le agarró la mano.
—Eres mía. Ahora y después de la guerra. Tu juramento, lo juraste—.
—Lo soy —miró hacia arriba y lo miró a los ojos— Te lo prometí, siempre, y lo
decía en serio. Siempre, siempre, tanto como viva. Pero… — se le apretó el
pecho y le tembló la mandíbula— no estaré lista para irme cuando lo necesites.
No quiero que te arriesgues a que te atrapen por estar esperándome—.
Los ojos de Draco se entrecerraron casi por completo.
—¿Cuánto tiempo crees que estaré esperando? —
Hermione bajó los ojos.
—No lo sé. Por eso quiero que te vayas sin mí—.
—Tienes una idea, estoy seguro—.
Ella negó con la cabeza.
—No sé qué tan rápido se moverán las cosas. Puede ser que tenga oportunidad
de irme una vez que el hospital se calme. Pero… si tenemos prisioneros y
víctimas de Sussex, seré responsable de cuidarlos… la última vez… el año
pasado, fueron varios meses. Los juicios podrían empezar para ese entonces…
y entonces… no podré ser capaz de… de irme. No quiero tener la preocupación
de que intentarás venir y termines capturado—.
—Te estás refiriendo a tu juicio; por tus supuestos crímenes de guerra —su tono
era acusador.
*Nota el pie: se refiere al beso que dan los Dementores cuando extraen el alma de una persona, lo podemos ver en la
película “Harry Potter y sl prisionero de Azkaban” cuando casí “besan” a Sirius.

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Hermione apartó la mirada.
—Estoy segura de que no será durante mucho. Una vez que sea libre… iré a un
lugar donde puedas encontrarme. Esto… será bueno para ti… para que tengas
algo de tiempo para encontrarte a ti mismo, por tu cuenta—.
—¿Es por eso veniste esta noche? ¿Porque querías decirme esto? —había un
acento burlón en su tono.
Él la tomó de la mano y la jaló hacia sí hasta que sus rostros estaban casi
tocándose y deslizó una mano por su cuello.
—Eres mía. Mía. Lo juraste. Tu maldita Orden te vendió a mí para ganar más
tiempo. Si alguien trata de ponerte en una celda para hacerse el heróico, los
mataré—.
No esperó a que ella contestara; la besó como si estuviera tratando de ponerle
una marca con los labios. Ella le rodeó el cuello con los brazos y lo besó de
vuelta. Cuando las manecillas del reloj señalaron las cinco en punto, se alejó.
—Tengo que irme. Tengo más trabajo—.
Se volvió a vestir rápidamente y tomó su varita para aparecerse. Después vaciló
y se acercó a Draco.
—Ten cuidado, Draco. Y sólo… toma en cuenta lo que dije, si tienes la
oportunidad…—
La expresión de Draco era tan dura que podría haber sido tallada en mármol.
—Te veré después de la batalla—.
Los dedos de Hermione tuvieron espasmos.
—Por favor, ten cuidado, Draco—.
No mueras. Las palabras sin decir colgaban en el aire. Tragó saliva y desapareció.

Grimmauld Place estaba casi palpitando de actividad nerviosa. Había docenas


de líderes de la Resistencia en la sala de guerra, cuyos nombres Hermione ni
siquiera conocía, reunidos con Moody y el resto de la Orden. El ataque se
estaba planeando como un rescate y como una confrontación final. Hermione
estaba en el ala del hospital trabajando en los preparativos con Poppy, Padma
y las demás sanadores y enfermeros de campo que tenía la Resistencia. A
media tarde, el patronus Setter Irlandés de Bill llegó saltando a Grimmauld
Place en busca de Moody. Alastor se marchó, dejando a Remus y Tonks
dirigiendo las reuniones durante una hora.
Hermione fue a visitar a Ginny. No era parte del itinerario, pero no sabía de
cuánto tiempo dispondría en los próximos días. Le entregó a Ginny una
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contrapoción para el glamour de spattergroit y sacudió la varita para remover
los hechizos adicionales de glamour sobre el estómago de Ginny.
—¿Cómo estás? —preguntó, sentándose mientras la piel de Ginny se limpiaba,
y su estómago se hinchaba lentamente en un bulto en lo bajo de su pelvis.
—Demasiado aburrida, especialmente cuando puedo escuchar a todos
apresurandose allá afuera preparándose para mañana —dijo Ginny. Tenía la
cara pensativa y arrepentida, pero los ojos brillantes.
—¿De verdad crees que podría ser la batalla final? —
Hermione sacudió un hombro y miró hacia otro lado.
—Si no lo es, no sé qué vamos a hacer—.
—Aquí, está despierto. Puedes sentir cómo patalea —Ginny tomó la mano de
Hermione y la presionó contra su estómago, justo arriba del hueso de su
cadera. Hubo un pausa, después Hermione sintió un ligero aleteo bajo la
palma de su mano.
—¿Sentiste eso? — dijo Ginny.
—Sí, lo sentí —
Hubo otro aleteo y después quietud durante varios minutos.
—Probablemente se fue a dormir —dijo Ginny haciendo una mueca— Deberías
sentirlo en la noche, creo que hace volteretas—.
—Me pregunto de dónde habrá sacado sus genes alborotadores de insomnio —
dijo Hermione con una voz seca mientras acariciaba con sus dedos el estómago
de Ginny.
—¿Puedes imaginarlo en Hogwarts algún día, después de que todo esto
termine? —.
Los ojos de Ginny estaban brillando. Hermione encontró la mirada de Ginny
y logró esbozar una débil sonrisa mientras retiraba la mano.
—Compadezco a los profesores—.
Hermione agitó la varita y mostró todos los diagnósticos. Ginny puso la mano
sobre la muñeca de Hermione.
—No necesitas hacerlo. He estado practicando y puedo hacer casi todos los
diagnósticos. Sólo… habla conmigo. ¿Cómo está Harry? ¿Ron está bien? ¿Has
visto a mamá últimamente? Tengo todas estas cartas de ellos, pero siempre es
sólo la mitad de la historia—.
—Harry está… —Hermione dudó y guardó la varita— Bueno, está mejor por el
momento. Padma y yo lo hemos tenido en la sala del hospital durante las
últimas semanas, para subir su peso y para monitorear su sueño. Así que, él…
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parece un poco mejor, creo. Sigue teniendo muchas pesadillas, he estado
tratando de que practique oclumancia, pero no me hace caso. Con el ataque
que se avecina, finalmente ha dejado de escaparse y de meterse a peleas. Pero
lo compensa fumando más —Hermione suspiró levemente— Últimamente ha
estado demasiado callado, incluso con Ron—.
Hermione jugó con sus uñas.
—Ron… Ron está aguantando. Sabe que Harry depende de él, pero aún tiene
el corazón roto por lo de Lavender, y sigue pensando que la muerte de
Kingsley es culpa suya. Pero él está… está aguantando—.
—¿Crees que funcionará mañana? —
Hermione sintió como si tuviera un pozo de ácido en el estómago.
—Bueno…. los números de Aritmancia son buenos. Flitwick y Minerva
revisaron mi teoría, y hasta ahora no hemos escuchado nada que indique que
explotó antes de tiempo—.
El corazón le latía violentamente en el pecho, y seguía hablando cada vez más
rápido.
—Si no explota, la mayor parte de la Resistencia va a estar allí esperando y…—
—No me refería a tu parte. Me refería a que si tú crees que la Orden podrá
ganar mañana—.
Hermione pasó saliva, con la boca seca.
—Vamos a intentarlo —miró hacia la puerta— Ginny, de verdad no puedo
quedarme. Se supone que debo de tomar un Dreamless Sleep y tener unas horas
de descanso antes de mañana. Aún tengo miles de cosas que hacer—.
—Oh claro. Por supuesto —Ginny se deprimió— No te entretendré—.
Hermione sacó los frascos de la poción para restaurar el glamour del
spattergroit y observó cuidadosamente para asegurarse de que hicieran efecto
correctamente.
—Te haré saber cómo va, tan pronto como nosotros lo sepamos —dijo
Hermione, mirando hacia la puerta.
—Dile a Harry que lo amo. Dile que creo en él —la voz de Ginny tembló.
Hermione se volteó y le sonrió levemente.
—Se lo diré—.
Eran las primeras horas de la mañana cuando grupos de la Resistencia
comenzaron a dirigirse hacia Escocia. Hermione fue a revisar tres veces los
inventarios de pociones. Padma ya había revisado el inventario, pero había
algunas pociones que Padma desconocía y Hermione quería contar las
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reservas. Iba por la mitad del recuento cuando sintió sus protecciones
personales ser traspasadas.

Cerró rápidamente un compartimento y estaba contando los frascos de


Crecehuesos cuando Harry apareció en la puerta. Pausó y volteó a verlo. Harry
rara vez iba a verla antes de partir. Se iba a misiones sin decir una sola palabra,
como si dejar las cosas sin terminar significaba que seguramente continuarían
una vez que él regresara. O pasaba para decir rápidamente: “Me retiro. Te veo
en dos semanas.” Nunca se mencionaba el riesgo. Eran como las vacaciones
de verano en el colegio. Sólo una breve despedida. El reencuentro siempre se
consideraba inevitable.
Tenía otro aspecto. Su estancia en el hospital había hecho que sus rasgos se
rellenaran ligeramente y sus ojos parecían menos apagados y hundidos. Su
color de piel era pálido, pero no tan gris.
Había en una tristeza pensativa en él. El niño delgado con ropa demasiado
grande y con lentes rotos, que compró un carrito de bocadillos para su amigo.
Se sentía malherido. No físicamente, sino emocionalmente; como si le
hubieran dado una golpiza hasta tirarlo al piso. Hermione lo estudió en
silencio durante varios segundos.
—¿Qué pasa, Harry? —su voz era suave, cautelosa. Una voz que había aprendido
en el hospital.
La comisura de la boca de Harry se torció, y ladeó la cabeza.
—Creo que esto será el fin—.
Hermione le sonrió levemente.
—Eso espero. Espero que tengamos razón respecto a esto—.
—Yo… —Harry comenzó a hablar y después se quedó callado. Jugueteó con la
perilla de la puerta.
—Voy… voy a tratar de matarlo. No se lo he dicho a nadie más. Pero no dejo
de pensar en la profecía. Si es cierta, tengo que matarlo. No creo que pueda
luchar esta guerra otra vez—.
Hermione se acercó y lo tomó de la mano, entrelazando los dedos con los
suyos y mirándolo fijamente a los ojos.
—Creo en ti, Harry. Te lo dije cuando tenías once que eras un gran mago.
Nunca he dejado de creerlo—.

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Harry le dedicó una débil sonrisa, pero se desvaneció tan rápido como
apareció. La observó, y parecía casi como un fantasma. Como si los dedos de
Hermione pudieran caer de repente a través de su mano.
—Hermione, creo que hoy voy a morir—.
Hermione lo observó con cuidado. Nunca lo había escuchado decir algo así
antes. Sin importar la batalla, sin importar las heridas, sin importar las
probabilidades; Harry siempre había creído que llegarían al día siguiente.
—¡No! —su voz sonó como un látigo— No. Toda la Orden y la mayor parte de
la Resistencia estarán allí…—
—Hermione… —Harry la interrumpió con voz firme, dejó escapar un suspiró y
miró hacia sus manos.
—Puedo sentirlo. Pensé… por un tiempo pensé que habría algo más… —su
hombro se retorció y sus labios se apretaron— que ganar sería sólo el principio.
Pero…. yo… creo que tienes razón. Siempre tienes la razón. La guerra… es todo
lo que siempre habrá para mí—.
Hermione sentía como si la hubieran golpeado. Le agarró la mano con más
fuerza.
—No me refería a eso, Harry. Nunca quise decirlo de esa manera. No puedes
ir hoy a Hogwarts con esa mentalidad. Esto funcionará. Lo juro… las
ecuaciones fueron perfectas… las revisé cientos de veces. Podemos ganar.
Puedes hacer esto. Ginny te está esperando…—
—Hermione, detente —Harry la interrumpió— Necesito decir todo esto antes
de irme —inhaló profundamente— Lamento que me haya tomado tanto
tiempo creerte. Quería que estuvieras equivocada en todo. No me dí cuenta
de que tan enojado estaba contigo sólo porque quería que estuvieras
equivocada. Yo sólo… no tengo el tiempo para compensarlo—.
Hablaba cada vez más y más rápido como si se le estuviera acabando el tiempo.
Como si pudiera ver los minutos que le quedaban de vida, y fueran pocos.
—Sé que no debería de estar aquí pidiéndote nada pero-pero… quería pedirte
que cuides de Ginny por mí. En caso de que muera —su agarre en la mano de
Hermione se apretó más— no sé qué es lo que va a pasar hoy. Quiero saber
que alguien cuidará de ella. No puede cuidar de sí misma si está enferma, pero
sé que tú-tú-tú harás lo que se necesite para mantenerla a salvo. Quiero saber
que estará bien, sin importar lo que pase. Sé que si está contigo, estará bien—
—Harry… volverás—.

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La irritación brilló en los ojos de Harry, pero antes de que pudiera hablar, se
oyó un ruido al otro lado de la puerta. Hermione levantó la vista y encontró
a Ron asomando la cabeza por la puerta.
—Harry, tenemos que irnos. Todos están esperando abajo—.
—Claro. Ya voy — Harry lo soltó y dio un paso atrás.
Le dedicó a Hermione una última mirada y se despidió levemente antes de
dirigirse escaleras abajo. Hermione lo observó hasta que su cabeza desaparecio
de su vista. Ron se demoró hasta que Hermione le devolvió la mirada.
—¿Está bien? —
Hermione desvió la mirada.
—Quería que le prometiera que cuidaría de Ginny, en caso de que muera hoy.
Ron, vigílalo—.
La expresión de Ron se tensó, pero no parecía sorprendido.
—Lo haré. A donde quiera que vaya Harry, nunca estaré más de unos pasos
detrás de él—.
Hermione abrió la boca antes de saber qué decir.
—Ron. Ten cuidado, Ron —se acercó a él— Tráelo de vuelta—.
Él le dedicó una sonrisa torcida que no llegó a sus ojos.
Estaba tan envejecido por la guerra. Su rostro estrecho estaba demacrado. Sus
pómulos sobresalían y sus rasgos estaban delineados. Las rayas grises de su
cabello se habían vuelto más gruesas. Parecía tener mucho más que veintidós
años. La muerte de Lavender había extinguido parte de la luz en su interior.
Hermione ni siquiera lo sabía, no había notado la relación hasta que
desaparecio. Sus ojos azul pálido aún tenían acero en ellos.
—Lo traigo de vuelta en cada misión. Es mi trabajo —miró hacia las escaleras,
y Hermione podía notar que su mente estaba en el día que tenía por delante.
—Ten cuidado, Mione. Esto podría golpear el hospital con fuerza—.
Ella asintió temblorosa.
—Bien. Bueno, ahora me están esperando a mí —Ron apoyó la mano sobre el
hombro de Hermione por un momento y se volteó para irse.
Hermione se quedó de pie sola en el armario de pociones, tratando de
recordar cuándo habían dejado de abrazarse al decir adiós.

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511
Flashback 36
Julio 2003

Las horas del primero de julio pasaron arrastrándose. Hermione y los otros
sanadores estaban en el vestíbulo, observando el reloj. Esperando. Había poca
conversación. Hermione estaba de pie junto a la ventana, dibujando runas en
el cristal, escondiendo cuidadosamente todos sus pensamientos sobre Draco
con oclumancia. El terror se enroscaba en su interior como una enredadera
invasora. Sus ojos seguían moviéndose hacia el reloj, ya casi era mediodía. Sus
manos comenzaron a temblar ligeramente. Se agarró al marco de la ventana
mientras seguía observando el reloj. Seamus había prometido enviar un
patronus. Cuando el reloj marcó las doce, Hermione permanecio de pie,
demasiado asustada incluso para respirar, mientras veía pasar los minutos. No
pasó nada.
Lo hiciste mal. Cometiste un error. Calculaste mal. Todos confiaron en ti y tú
calculaste mal algo.
Siguió mirando a las manecillas hasta que la habitación comenzó a verse
borrosa. Las puntas de sus dedos y brazos comenzaron a hormiguearle
mientras seguía mirando silenciosamente al reloj. El corazón le latía con tanta
violencia que sentía una aguda sensación de apuñalamiento en el pecho. Un
zorro blanco y luminiscente irrumpió de repente en el vestíbulo.
—¡Funcionó! ¡Exactamente al mediodía! La maldita cosa explotó en la parte
superior de la Torre de Astronomía y derribó las barreras—.
Hermione permaneció de pie paralizada hasta que el zorro se desvaneció,
después soltó un grito sofocado y sus rodillas se rindieron, se quedó en el piso,
sollozando, sentía como si su pecho se estuviera fracturando. Presionó las
manos contra su esternón y trató de respirar, sus pulmones se sacudían
dolorosamente.
Funcionó.
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Dobló la cabeza y apretó la mandíbula contra el hombro mientras batallaba
por respirar. Sentía ardor por toda la garganta y pulmones. La bomba había
funcionado. Estaba temblando de alivio. Se escuchaban voces, pero no podía
distinguirlas. Se tapó la boca con las manos e intentó dejar de llorar.
Cálmate. Cálmate. Estás de servicio.
Enterró la cara en la curva de su brazo y sollozó aliviada hasta que la cabeza
empezó a palpitarle. Una cálida mano le rodeó el codo y la ayudó a levantarse
del suelo.
—Vamos, cariño —dijo Poppy, rodeando los hombros de Hermione con un
brazo mientras ella seguía sollozando contra el dorso de su mano— Vamos por
una taza de té. Padma llamará si traen a alguien—.
Poppy condujo a Hermione por el pasillo hasta la cocina y la sentó en la mesa.
Hermione se limpió las lágrimas del rostro y cerró los ojos, obligándose a
inhalar a la cuenta de cuatro y después a exhalar a la cuenta de seis hasta que
el pecho dejó de tener espasmos. Le dolía el esternón. Se apretó el pecho con
la mano hasta que sintió que su ritmo cardíaco se desaceleraba. La cocina
estaba extrañamente silenciosa. Abrió los ojos y se encontró rodeada de
docenas de proyecciones de diagnósticos. Poppy estaba de pie a su lado, su
expresión era tensa mientras examinaba y manipulaba los diversos hechizos
que había realizado sobre Hermione.
El estómago de Hermione se hundió tan bruscamente que sus manos se
cerraron, con tensión ardiendo por su columna como si la hubieran
electrocutado. Sacó su propia varita y desterró todo lo que Poppy había
lanzado con un movimiento cortante.
—Pensé que habías dicho té, Poppy. ¿Acaso la definición ha cambiado? —su
garganta estaba tensa y las palabras gotearon ácido.
Poppy miró a Hermione, con expresión imperturbable.
—Puede que seas una prodigio de la sanación, pero yo he sido una sanadora
por más décadas que tú. Tú… deberías de estar tomando diversas pociones
para tu ansiedad—.
Hermione desencajó la mandíbula, luego tragó saliva y bajó los ojos.
—No puedo. Interfieren con mi oclumancia—.
Poppy resopló.
—La oclumancia es una venda sobre una maldición bombarda. No estás
arreglando nada disociándote, lo estás ocultando. Y… —su tono se volvió
mordaz— se está agravando por tu uso de las Artes Oscuras—.
513
Hermione se puso rígida y levantó la vista rápidamente. Poppy la miró a los
ojos con firmeza.
—No soy tonta. He sospechado por bastante tiempo qué clase de hechizos has
estado usando para deconstruir y detener algunas de esas maldiciones de
Sussex con tanta rapidez. Tú-tú….—
A Poppy se le cortó la voz y apretó los labios durante unos segundos, con la
boca temblorosa. Respiró hondo.
—La Magia Oscura es acumulativa. Mente o cuerpo, exige un precio. No he
dicho nada hasta ahora porque sé que comprendes el costo mejor que yo—
puso una mano tentativamente sobre el hombro de Hermione— Debes saber
que estás llegando a un punto donde el daño se está volviendo irreversible—.
La boca de Hermione se contrajo y apartó la mirada, observando los hechizos
de privacidad que se habían lanzado sobre la habitación.
—Lo sé —bajó la mirada hacia sus manos— Yo… no era… no solía… —se quedó
callada y se llevó inconscientemente la mano a la garganta, rosando y
jugueteando con la cadena vacía. Sacudió la cabeza— Olvídalo. No importa—.
Miró a Poppy con una débil sonrisa.
—Me detendré cuando la guerra termine. Me detendré. Lo prometo. Y
también veré a un sanador mental—.
Poppy suspiró con tristeza y asintió, frotando pequeños círculos en la espalda
de Hermione.
—Todos ustedes niños, deberían ver a un sanador mental. Especialmente tú y
Harry. Ojalá hubiera presionado más a Albus para que llevara a Harry a San
Mungo—.
Hermione parpadeó y frunció el entrecejo.
—¿A qué te refieres? —
—Oh —Poppy suspiró nuevamente y su cansancio se volvió visible en su rostro.
—Durante el primer año de Harry, después de aquella desafortunada situación
con el Profesor Quirrell, cuando examiné a Harry por primera vez, me
preocupé por su firma magica. Era irregular, casi como si tuviera dos—.
—¿Dos? —Hermione repitió, una sensación de frío sangró lentamente en su
interior, como si hubiera hielo deslizándose por sus venas.
—Sí. Nunca había visto nada igual. Fui con Albus. Me dijo que debía ser por
la Maldición Asesina que sucedió tantos años antes, que debía haber roto un
pequeño trozo de la firma de Harry. Es una lástima que nadie pensara en
examinarlo cuando era bebé antes de que lo dejaran con sus familiares.
514
Albus miró los diagnósticos él mismo y dijo que no había nada de qué
preocuparse. Cuando insistí, dijo que Harry probablemente sería sometido a
examinaciones exhaustivas y traumáticas en San Mungo por investigadores
que quisieran utilizarlo para estudiar la Maldición Asesina. Albus dijo que
pensaba que el problema se resolvería por sí solo eventualmente. Parece que
así fue, a lo largo de los años, las firmas parecían haberse unido de nuevo—.
Poppy ladeó la cabeza, pensativa.
—Pero… con todos los dolores de cabeza que sufre, me pregunto si tal vez no
ocurrió correctamente—.
Hermione sintió como si la hubieran golpeado.
—¿Había dos firmas mágicas? ¿No una firma de maldición residual y una firma
mágica? —Hermione dijo bruscamente.
—Mágica —Poppy dijo mientras asentía y ponía una silla a lado de Hermione,
se sentó suspirando.
—Traté de encontrar registros de un fenómeno similar en la historia de la
sanación, pero no pude encontrar nada parecido. Por otra parte, Harry es la
única persona que ha sobrevivido a la Maldición Asesina—.
Las manos de Hermione comenzaron a temblar.
—Tú dijiste… te pregunté por su firma mágica hace años. Dijiste que estaba
bien. Que era normal en Harry—.
Poppy volvió a apoyar la mano suavemente sobre el hombro de Hermione.
—No quería que te preocuparas. Para cuando preguntaste, ya estaban casi
completamente unidas de nuevo—.
La boca de Hermione se estremeció, y le costó encontrar las palabras para
formular la siguiente pregunta.
—¿Entonces era la misma firma? ¿El trozó más pequeño era idéntico? —
—No exactamente. Debido a la divisón, Albus dijo que se desarrolló de forma
peculiar...—
Hermione se levantó tan bruscamente que su silla cayó hacia atrás,
traqueteando en el suelo de piedra.
—Así no es como funciona. Las firmas mágicas se basan en el alma, no se…
desarrollan de forma distinta. Tengo que irme—.
Abandonó la cocina y corrió escaleras arriba para coger su capa y su bolso y
después salió corriendo por la puerta de Grimmauld Place antes de que
alguien pudiera detenerla.

515
Apareció con un fuerte crujido y reapareció en el lugar designado en el Bosque
Prohibido que la Orden había elegido para acercarse a Hogwarts. El castillo
se alzaba a lo lejos. Incluso desde donde estaba de pie, podía oler la Magia
Oscura en el aire, mezclada con el sabor metálico de la explosión. Se dirigió
hacia el castillo tan rápido como pudo.
—¿Granger? —un miembro de la Resistencia de hombros anchos apareció junto
a un árbol, con un amuleto de desilusión desvaneciéndose.
Volteó a verlo rápidamente. Lo reconoció vagamente, pero no lo suficiente
como para saber su nombre.
—¿Qué estás haciendo aquí, Granger? —
—Necesito ver a Harry —lo observó, agarrando su varita con tanta fuerza que
podía sentir la madera mordiéndole los huesos de la mano. Sentía frío en todo
el cuerpo.
—Vine porque necesito ver a Harry—.
El hombre se veía desconcertado.
—Está en el castillo. Todos entraron. Aquí no hay nadie más que exploradores
para cuidar el perímetro—.
Hermione pasó saliva fuertemente y asintió.
—Entonces iré al castillo—.
Se dirigieron al borde del Bosque Prohibido. Podía ver la Torre de
Astronomía, humeante y dañada por la explosión. Se detuvieron cerca de
varias tiendas fuertemente desilusionadas.
—Hermione, ¿qué estás haciendo aquí? —Angelina salió de una tienda.
—Necesito ver a Harry—.
—¿Ahora? ¿Esto no puede esperar hasta la noche? —
Hermione se burló.
—Si pudiera esperar no hubiera aparecido 800 kilómetros—.
—Está bien. De acuerdo. Enviaré un mensaje. Quédate aquí en el
campamento. Enviaremos a algunas personas para hacerle llegar el mensaje a
Harry—.
Hermione tragó saliva y se resignó a esperar. Había una sensación de ardor en
la boca de su estómago. Se sintieron como horas. Hermione se unió a los
sanadores de campo en la tienda, curando a los combatientes lesionados y
determinando quiénes tenían que ser enviados a Grimmauld Place.

516
Le llegaban fragmentos de reportes de cómo iban las cosas más cerca del
castillo. Tras la explosión de la bomba, las barreras se habían derrumbado por
completo. La Resistencia había entrado rápidamente. El ataque había tomado
a la prisión totalmente desprevenida. Más allá de las barreras, la seguridad era
sorprendentemente floja. Los guardias habían retrocedido. La Resistencia
tenía actualmente el Vestíbulo frontal y al Gran Salón. Estaban tratando de
fortalecer su posición antes del inevitable contraataque. Había una energía
nerviosa por lo bien que había ido el ataque hasta el momento. Harry y el
equipo se había metido a Hogwarts durante el ataque inicial aún no habían
reaparecido.
El aire dentro de la tienda se sentía sofocante, lleno de olor a sangre, Magia
Oscura residual y pociones. El sabor salado y cobrizo de la sangre combinado
con la magia gastada le quemaba la nariz. Hermione trabajó silenciosamente,
sus ojos se movían frecuentemente hacia la entrada de la tienda, buscando a
Harry. Finalmente la solapa de la tienda se movió hacia un lado y Harry entró,
seguido de Ron y Fred. El corazón de Hermione saltó hasta su garganta
cuando vió el rostro pálido de Harry.
Debiste haberlo sabido. Es tú mejor amigo, debiste haberte dado cuenta.
—Hermione, ¿qué está pasando? —
Hermione se movió rápidamente a través de la tienda hacia Harry. Tan pronto
como él estuvo a su alcance, sus dedos agarraron la tela de su playera.
—Nos avisaron de que estabas aquí cuando nos reunimos con la tropa
principal en el castillo—.
Harry estaba cubierto de polvo y mugre. Se talló el rostro y dejó una mancha
de hollín a través de su frente.
— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Le pasó algo a Ginny? —
—No —Hermione sacudió la cabeza bruscamente— No. Ginny está bien. Ha
vuelto a Grimmauld Place. Ven conmigo, hay una tienda más pequeña de este
lado—.
Harry dio un visible suspiro de alivio y la siguió. Su estado de ánimo pensativo
se había desvanecido. Sus ojos estaban despejados. Tenía un aire de intensa
concentración, al igual que cuando jugaba Quidditch.
—Lo encontramos. El que estaba en Hogwarts. Estaba en la Sala de
Menesteres. Era la Diadema de Rowena Ravenclaw. Ron la cortó por la mitad
con la Espada de Gryffindor. Así que… ahora sólo es la serpiente. Neville y…—

517
Hermione tiró de él hacia una pequeña tienda, bloqueando a Ron y Fred para
que no los siguieran.
—Necesito comprobar algo en privado. Sólo tomará unos minutos—.
Ron volteó a verla, con las cejas fruncidas.
—Hermione, esto en verdad no es… se supone que Harry debe de estar…—
El estómago de Hermione se anudó dolorosamente mientras miraba el rostro
preocupado de Ron.
—Necesito unos minutos. Esto es importante—.
Ron la estudió y asintió lentamente.
—De acuerdo. Estaremos afuera entonces—.
La garganta de Hermione se le hizo nudo y asintió con la cabeza.
—Gracias—.
Protegió la entrada, se volteó y encontró con el rostro inquisidor de Harry.
Ella inhaló temblorosamente.
—Harry, necesito que te sientes y me dejes revisar algo. Sé que parece un mal
momento, pero necesito que confíes en mí—.
Lo empujó a una silla y le apoyó suavemente los dedos en la sien, intentando
quitarle la mugre que tenía untada en la cara. Mientras estudiaba su rostro,
había una sensación dolorosa a través de sus pómulos, y sus dedos temblaron
ligeramente. Se obligó a poner sus paredes de oclumancia en su lugar y alejó
la mano. Sus dedos se mantuvieron firmes y su atención, quirúrgicamente
precisa, mientras proyectaba sobre él un complejo diagnóstico. Después
comenzó a murmurar encantamientos en voz baja, tejiendo una red analítica
de magia alrededor de él. Dió un paso hacia atrás y estudió su firma mágica
cuidadosamente. Si había dos firmas separadas en el pasado, ahora ya no lo
estaban. Se habían unido casi por completo. Intentó separarlas con cuidado,
tratando de distinguir qué partes pertenecían a cada una, pero estaban unidas
y entrelazadas. Harry la estaba observando.
—Hermione, ¿qué estás haciendo? —
Hermione lo ignoró, observando cuidadosamente la variación de las
proyecciones mientras lanzaba un hechizo sobre él. No tuvo ningún efecto.
Trató con varios más. Estudió la magia que había tejido alrededor de Harry.
Había una pesada y dolorosa sensación en su pecho. Parpadeó y se encontró
con los ojos de Harry, extendiendo la mano y apoyándola en su hombro.
—Harry… necesito tocar tu cicatriz—.
—No, no lo hagas —Harry se movió hacia atrás.
518
Hermione le agarró el hombro con más fuerza hasta que pudo sentir sus
huesos a través de la chamarra. Siempre había sido demasiado delgado.
—Harry, tengo que hacer esto. Lo siento, sé que es doloroso. Sabes que no
estaría aquí si no fuera urgente—.
Harry vaciló y tragó saliva mientras volteaba a verla.
—Bien. Puedes hacerlo. Pero dime por qué—.
Hermione vaciló con los labios fruncidos.
—Déjame comprobar esto primero… después te diré qué es lo que estoy
haciendo—.
Los ojos de Harry revisaron el rostro de Hermione durante un momento antes
de que asintiera levemente. Hermione murmuró un hechizo y presionó la
punta de su varita contra la cicatriz de rayo que le atravesaba la frente.En el
instante en que su varita tocó la piel, Harry gritó entres dientes, con la cabeza
echándose violentamente hacia atrás mientras casi colapsaba. La firma mágica
que se proyectaba frente a él se estremeció repentinamente y algunas partes
de ella se tiñeron lentamente de rojo sangre, revelando claramente qué partes
de la firma eran extrañas. Había tentáculos rojos que se retorcían y apretaban
donde estaban entrelazados y unidos a la firma mágica más grande. Era
idéntica a la firma mágica en la Copa de Hufflepuff. Hermione sacudió la
varita hacia atrás con un grito ahogado.
—Oh dios—.
—¿Qué es eso? ¡Hermione! ¿Qué… es eso? —Harry estaba observando fijamente
la proyección que tenía delante, su rostro estaba mortalmente pálido.
Hermione sintió como si la estuvieran triturando hasta ser polvo por dentro.
Separó los labios, pero de su garganta no salió ningún sonido, se obligó a
tragar saliva y trató nuevamente.
—Es… es un fragmento de alma, Harry. Hay-hay un pedazo del alma de Tom
dentro de ti—.
A Harry se le desencajó la mandíbula y se puso gris mientras seguía mirando
fijamente la proyección que tenía delante. Hermione tragó saliva, y le tembló
la mandíbula. Retorció su varita entre las manos con dedos temblorosos.
—El-el alma se desgarra cuando se usa la Maldición Asesina. Debido a la forma
en que la maldición fracasó cuando eras un bebé, un fragmento debió haberse
cortado. Normalmente se colocaría dentro de un objeto… pero si sólo lo
dejaron ahí… debió de engancharse al único ser vivo que había allí y trató de
integrarse a ti—.
519
El pecho de Hermione se sentía tan apretado que apenas podía respirar.
—Lo siento mucho. Debí haberme dado cuenta antes. Debí… si me hubiera
dado cuenta… lo siento tanto, Harry—.
Harry estaba sentado como congelado mientras contemplaba su firma mágica
y el fragmento de alma parasitaria que la envolvía y la atravesaba. Hermione
tenía la lengua espesa en la boca, como si estuviera a punto de vomitar. Trató
de pensar en algo, en cualquier cosa. Tenía que haber alguna manera de
sacarla, de removerla sin matar a Harry. Draco podría tener un libro en su
biblioteca que ella podría usar. La Resistencia retrocedería y abandonaría
Hogwarts. Tenía que llevarse a Harry y ganar algo de tiempo para investigar;
tal vez había algo que pudiera hacer. Sólo necesitaba llevarse a Harry. Después
podría ir con Draco.
—Por supuesto —Harry soltó una pequeña carcajada que sacó a Hermione de
sus pensamientos.
—Por supuesto… así es como debe de ser. “Ninguno puede vivir mientras el
otro sobreviva” Lo debí haber adivinado —hizo un ruidito, y Hermione no
estaba segura si era otra risa o un sollozo. Él se puso de pie, desvaneciendo las
proyecciones a su alrededor con un movimiento de su propia varita. Luego
levantó una mano y presionó el talón de su palma contra su cicatriz.
—Todo este tiempo… pensé que era el Elegido porque Tom y yo éramos
similares. Mestizos, huérfanos, núcleos de varitas hermanos, hablamos
pársel... —su voz se desvaneció y rió levemente— Todo este tiempo… pensé que
lo vencería rechazando la Magia Oscura y eligiendo siempre la luz… incluso
cuando sentía que me estaba volviendo loco por eso. Creí que de eso se trataba.
Que era algo como eso —Harry emitió un sonido ahogado— Por supuesto que
no lo era—.
Hubo un silencio como un corazón detenido, después se escuchó un grito
agonizante a lo lejos que desgarró el aire.
—¡Harry! Tenemos que irnos —Ron gritó a través de la puerta de la tienda con
protecciones.
Harry levantó la mirada rápidamente, pero sus ojos estaban lejanos como si
estuviera en un sueño. Miró a Hermione y sólo parecía ser consciente de ella
a medias.
—Cuidarás a Ginny, ¿verdad? Y dile a Ron, cuando todo termine, que fue el
mejor compañero que un hombre podría pedir—.

520
Comenzó a caminar hacia la puerta y Hermione se dió cuenta con helado
terror de lo que Harry pretendía hacer, se abalanzó frente a él, agarrándolo de
los brazos con fuerza y obligándolo a detenerse.
—No, Harry. No. Puedo arreglarlo. Encontramos el horrocrux de Hogwarts. Nos
retiraremos. Dame un poco de tiempo, y encontraré una manera de
removerlo. Estoy segura de que hay una manera. Encontraré una manera.
Harry-Harry —intentó obligarlo a que mirara sus ojos— no vas a morir hoy—.
Harry se estiró y le tocó el rostro con la punta de los dedos. La estudió como
si la estuviera memorizando. Como si no la hubiera visto en años y esperaba
nunca volverla a ver.
—Eres una buena amiga, Hermione. Siempre has creído en mí. A veces incluso
más que yo—.
Ella se apartó rápidamente de su tacto.
—Le enviaremos un mensaje a Moody y haremos que todos se retiren antes de
que lleguen más Mortífagos. Harry… tienes que dejarme intentar encontrar la
forma de quitarlo—.
Harry negó con la cabeza y esbozó una sonrisa melancólica.
—Está en mi cabeza, Hermione. La conexión que tenemos, está en mi cerebro.
No hay ninguna manera segura de revertir Magia Oscura a largo plazo en el
cerebro. Eso fue lo que dijiste después de que intentaras curar a Arthur—.
Los dedos de Hermione tuvieron espasmos.
—Encontraré una manera. La inventaré si hace falta —la voz de Hermione
tembló con intensidad— Tienes que dejarme intentarlo—.
Harry la agarró de la muñeca y se quitó las manos de encima con firmeza.
—Hermione… te lo dije esta mañana, hoy es el día. Así es como tiene que ser.
Ninguno puede vivir, ninguno sobrevivirá. Así es como siempre se supuso que
debía ser—.
—No, no lo es. Podemos seguir peleando. Podemos retirarnos…—
La miró fijamente, con el rostro serio.
—Gente murió hoy, Hermione. Han estado muriendo durante años, peleando
por mí, protegiéndome, viniendo aquí para que yo pudiera entrar a Hogwarts.
Toda mi vida… gente ha muerto tratando de protegerme. No puedo dejar que
nadie más muera por mí… no cuando sé que tengo el poder de detener todo
esto. Esta guerra no puede durar más tiempo. Tiene que terminar. Esto… es
lo que se supone que tengo que hacer —miró hacia el suelo, y la resolución en
su rostro se fracturó de alguna manera.
521
—Cuidarás de Ginny, ¿no es así? Y dile-dile que ella será en lo que estaré
pensando… hasta el final—.
Empezó a pasar junto a ella, pero Hermione volvió a agarrarlo. Se le cerró la
garganta, como si su desesperación la estuviera estrangulando.
—Harry-Harry… Ginny está embarazada—.
Harry se congeló como si ella lo hubiera petrificado. Luego se volvió y la miró
fijamente, con expresión de poco entendimiento.
Hermione sollozó levemente. El corazón le latía con tanta fuerza que sentía
como si le magullara el pecho.
—Se dió cuenta de que estaba embarazada en febrero, y me pidió que lo
ocultara porque temía que fuera demasiado para que te preocuparas. Pero está
embarazada. Es un niño. Nacerá en octubre. Así que tú… no puedes morir…
porque tienes que conocer a tu hijo. Por favor, por favor, ven conmigo… —se
le quebró la voz.
Harry negó lentamente con la cabeza.
—No-no me hagas esto, Hermione. No digas algo así para tratar de detenerme—
Habían lágrimas frías escapando de las comisuras de los ojos de Hermione y
su voz temblaba con intensidad.
—No te estoy mintiendo, Harry. Te lo juro por mi magia. Lleva casi seis meses
de embarazo. Desde que descubrió el sexo, lo ha llamado James—.
Harry palideció y emitió un sonido de dolor en el fondo de la garganta. El
rostro de Hermione se torció mientras intentaba no llorar. Lo agarró con más
fuerza.
—Por favor… Harry. Vamos a buscar a Alastor y hagamos que todos se retiren—
Harry comenzó a temblar, podía verlo vacilar.
—Por favor, Harry—.
El ruido, los gritos de afuera se estaban volviendo cada vez más ruidosos.
Escuchó que Ron volvía a gritar. Harry se estremeció y miró hacia la abertura
de la tienda, bajó la cabeza un momento y respiró agitadamente.
—Prométeme que los cuidarás por mí—.
Hermione sintió que algo en su interior se marchitaba y moría. Sus manos lo
soltaron y cayeron inertes a sus costados. Los dedos de Harry salieron
disparados; le tomó la mano derecha y la apretó. Los ojos de Harry estaban
desesperados.
—Prométemelo, Hermione. Promételo—.
—Lo prometo—.
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Las palabras se sentían como si hubieran sido arrancadas de su corazón y
arrastradas hasta su garganta. Cayeron como sangre de sus labios.
—Siempre cuidaré de ellos, tanto como viva—.
Él le agarró la mano con fuerza y su cuerpo se desplomó de alivio. Luego la
soltó y dio un paso atrás:
—Gracias. Gracias por todo lo que hiciste por mí—.
Metió la mano en el bolsillo, sacó la Capa de Invisibilidad y desapareció.
Hermione se quedó de pie aturdida mirando fijamente al lugar donde se había
desvanecido. Apenas se sentía capaz de pensar. Era como si toda su vida se
hubiera desplomado a sus pies. Se obligó a moverse y tambaleó hasta la
entrada de la tienda.
—Hermione, ¿dónde está Harry? —Ron preguntó después de ver la tienda vacía.
—Se fue… —su voz estaba desgarrada, carraspeando. Agarró la lona de la tienda
hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
—Lo siento. Traté de detenerlo. Se puso su capa y desapareció—.
—¿Qué hicis..? Mierda. Olvídalo. Sal de aquí, hay más Mortífagos de los que
creíamos que tenían —Ron miraba salvajemente alrededor, a la batalla que se
acercaba a ellos— Yo encontraré a Harry. Tú sal de aquí—.
Antes de que Hermione pudiera decir algo, Ron y Fred salieron corriendo
hacia el castillo. Hermione permaneció de pie en la entrada de la tienda,
observando, como si estuviera atrapada dentro de una pesadilla a la orilla de
un campo de batalla. Habían hechizos volando en todas direcciones. El aire
estaba cargado de olor a humo, maldiciones gastadas, sangre, piel y carne
quemándose. Una cacofonía de gritos y conjuros que se gritaban. Los
refuerzos de los Mortífagos estaban llegando desde Hogsmeade, una fuerza
enorme barriendo y acorralando a la Resistencia contra los muros de
Hogwarts.
Una bruja a diez metros de Hermione fue golpeada por una maldición
púrpura y se desplomó. Al momento que golpeó el suelo, giró la cabeza hacia
Hermione, con la cara inexpresiva y los ojos en blanco. La mano de Hermione
tuvo un espasmo. Reconoció a la mujer. La había curado, había salvado su
vida, hace un poco más de un mes, después de la batalla en Surrey. El
Mortfífago que había matado a la bruja se dio la vuelta para seguir avanzando,
con el rostro desenmascarado. Cuando Hermione notó sus rasgos, se le heló
la sangre en las venas. Lo reconoció. Lo había visto antes. Lo habían capturado
meses antes, durante uno de los rescates que la Orden había hecho a las
523
prisiones. Era uno de los innumerables Mortífagos que había preparado para
estasis y les había administrado Draught of Living Death. Lo habían entregado
a Fleur y Bill para que lo metieran en la prisión de la Orden.
Los ojos de Hermione volvieron a recorrer el campo de batalla; cinco años de
prisioneros, sacados de estasis y enviados a la batalla. Por eso es que habían
más Mortfagos de los que la Orden esperaba. ¿Cómo habían encontrado la
prisión? Se suponía que nunca serían capaces de encontrarla. La Orden la
había creado específicamente con el propósito de asegurarse de que, aunque
se perdiera la guerra, la prisión no se viera comprometida.
Hubo una explosión tan violenta que el piso tembló. Docenas de luchadores
de la Resistencia salieron volando hacia atrás por un creciente y retorcido
infierno de llamas. El aire se volvió denso, putrefacto y sulfúrico mientras una
enorme serpiente de fuego se deslizaba por el campo, obligando a la
Resistencia a retroceder. Voldemort estaba de pie junto a ella, flanqueado por
un grupo de Mortífagos enmascarados y desenmascarados, con su serpiente
Nagini alrededor de los hombros.
—Harry Potter, ven y enfréntame—.
La voz de Voldemort era aguda y fría, como el filo de una navaja arrastrada
por la espalda. Estaba amplificada, así que Hermione podía escuchar el filo
sibilante de su pronunciación como si estuviera junto a su hombro,
hablándole directamente al oído.
—Ríndete, o castigaré a cada hombre, mujer y niño lo suficientemente tonto
como para seguirte y protegerte—.
Harry no apareció ni dió un paso al frente. Hermione nunca antes había visto
a Voldemort en persona. Había escuchado innumerables descripciones, pero
esta era la primera vez que lo veía. Era delgado y horriblemente pálido; sus
ojos eran rojos como la sangre y casi brillaban. Docenas de cambatientes se
abalanzaron abruptamente para atacar. Voldemort sacudió la varita, y salieron
volando violentamente. El grupo de Mortífagos que tenía detrás avanzó, pero
Voldemort los detuvo con un gesto.
—Su amado Elegido los ha traído aquí y los ha abandonado —dijo Voldemort.
La Resistencia seguía intentando avanzar y se veía obligada a retroceder.
Alastor estaba entre ellos, peleando salvajemente, flanqueado por Remus y
Tonks. Minerva se batía en duelo junto a ellos; había dejado a sus huérfanos
para ayudar a Harry a infiltrarse en Hogwarts y encontrar el horrocrux.

524
Muchos miembros del ED habían sido restituidos a sus pocisiones. Parvati.
Seamus. Angelina seguía avanzando y peleando a pesar de su dificultad para
caminar. Neville también. Esquivó varios hechizos hasta que consiguió
acercarse notablemente a Voldemort. Tras varios ataques de la Resistencia
Voldemort parecía haberse aburrido de esperar a Harry, hizo retroceder a la
mayor parte de la Resistencia, pero atrapó a Neville con una atadura corporal
y se acercó, estudiando el rostro de Neville.
—Te precipitas sin siquiera una varita en la mano. La Resistencia es una
enfermedad en el mundo mágico. Nagini, disfruta de este—.
Extendió el brazo y Nagini lo usó para deslizarse hacia abajo desde sus
hombros hasta caer al suelo. Voldemort se volteó y dirigió a su serpiente de
fuego maligno para que avanzara hacia la Resistencia.
Nagini se echó hacia atrás para atacar, pero mientras lo hacía, Neville de
repente se liberó de la magia que lo sujetaba, su mano salió disparada, como
había dicho Voldemort, no estaba sosteniendo una varita. El corazón de
Hermione se detuvo cuando la espada de Gryffindor relampagueó en el aire y
rebanó la cabeza de Nagini. La serpiente cayó, y una ola de magia oscura
onduló y se disipó en el aire.
Voldemort lanzó un grito de rabia que desgasrró el aire con tanta violencia
que Hermione pudo sentir la presión contra sus tímpanos. Levantó la varita
para maldecir a Neville, pero, antes de que el hechizo saliera de sus labios,
apareció Harry, colocándose protectoramente delante de Neville.
—Aquí estoy, Tom —dijo Harry.
Su voz era casi demasiado baja para escucharla comparada con la
amplificación de Voldemort. Todo el campo quedó inmóvil. Harry y
Voldemort estaban de pie uno frente al otro en la base de la Torre de
Astronomía. Voldemort parecía sorprendido al encontrar repentinamente a
Harry ante él. Lo observó durante varios segundos en silencio, sin moverse.
—Harry Potter —finalmente susurró— El Niño Que Vivió—.
Nadie en la Resistencia se movió. Los Mortífagos no se movieron. Todos
estaban esperando. Toda la guerra se redujo a un instante. La varita de Harry
colgaba de sus dedos, no estaba levantada, no estaba preparado para un duelo.
Simplemente estaba de pie, esperando, enfrentándose a la muerte con una
expresión de dolor y resignación. Voldemort parecía desconcertado. Ladeó la
cabeza y miró fijamente a Harry durante varios segundos antes de extender la
varita.
525
Hermione vio cómo movía la boca, un destello de luz verde. La maldición
golpeó a Harry, y una ráfaga de poder rebotó y golpeó a Voldemort,
haciéndole perder el equilibrio. Harry cayó al suelo. Hermione sintió como si
su corazón hubiera dejado de latir. No gritó, pero podía sentir un sollozo
estrangulado en el pecho y la garganta, como una criatura agonizante, tratando
de liberarse. Sentía como si también estuviera muriendo.
Harry. Por favor. Tú eres el niño que vivió.
El ejército entero estaba demasiado conmocionado para emitir sonido alguno.
Voldemort se puso de pie, casi temblando, pero Harry seguía tendido donde
había caído.
—Mi Lord —Lucius Malfoy y varios Mortífagos más desenmascarados se habían
reunido alrededor de Voldemort.
—No requiero asisssstencia —Voldemort se alejó bruscamente de las manos
que se extendían hacia él. —¿El niño está muerto? —
Ron, Fred y muchos otros estaban acercándose a Harry, pero antes de que
pudieran alcanzarlo, Voldemort lanzó un hechizo, y el cuerpo de Harry se
sacudió violentamente por el pasto hacia él.
—Permítame, mi Señor —dijo Lucius, haciendo una leve reverencia a
Voldemort antes de acercarse al cuerpo de Harry.
Lucius estaba demacrado, incluso desde la distancia. Era como si su piel
estuviera tensada firmemente alrededor de sus huesos. Su cabello rubio era
más largo que cuando Herminio había luchado contra él en el Ministerio hace
muchos años atrás. Él aún se movía con una gracia natural casi reminiscente
a la de Draco, pero había un borde de ansiosa imprevisibilidad entretejido en
su forma de moverse. Una sed de sangre aristocratica. Se arrodilló junto a
Harry y lentamente deslizó una mano por la garganta de Harry. La mano de
Lucius dio un respingo y se incorporó como si lo hubieran quemado.
—Está vivo—.
Al pronunciar estas palabras, Harry se movió de repente y levantó la varita
rápidamente. Voldemort fue más rápido y ya estaba preparado para atacar.
—Avada Kedavra—.
La maldición golpeó a Harry en el pecho y sus ojos verdes se quedaron en
blanco. Voldemort no había terminado, su rostro se contorsionó de rabia.
—Avada Kedavra—.
La maldición golpeó el cuerpo de Harry nuevamente. Había gritos ahora. La
Resistencia gritaba el nombre de Harry, una y otra vez. Hermione soltó un
526
sollozo bajo, arrancado de lo más profundo de su pecho, agarrándose a la lona
de la tienda para no dejarse caer con desesperación al suelo.
—¡Harry! —Ron casi se abalanzó sobre Harry.
Una maldición escarlata salió disparada de entre los Mortífagos y golpeó a
Ron, voló por los aires y se estrelló contra la Torre de Astronomía con un
crujido enfermizo que Hermione pudo escuchar a través del campo. Otros
luchadores de la Resistencia avanzaban también hacia Harry, como si no
supieran qué hacer más que intentar alcanzar su cuerpo.
Corran.
Hermione quería gritarlo, regarlo, suplicarlo. Dejen atrás a los muertos.
Huyan.
— ¡Avada Kedavra! —
Voldemort le lanzó otra Maldición Asesina a Harry. Hermione comenzó a
escapar pero se estremeció al escuchar otro:
—¡Avada Kedavra! —
Miró hacia atrás por última vez y vio a Voldemort acercarse, lanzando la
Maldición Asesina sobre Harry por sexta vez. Voldemort tenía la mano
derecha extendida, con la varita colgando de la punta de los dedos, pero la
izquierda estaba presionada ligeramente contra el centro de su pecho. El gesto
era extrañamente humano, como si estuviera herido pero tratara de
esconderlo.
Aún quedaba un horrocrux. El plan de Harry habría funcionado, debió haber
funcionado, pero aún quedaba un horrocrux. Los ojos de Hermione se
movieron a través del campo de batalla. Las duelos se habían reanudado, pero
la Resistencia había perdido. Estaban demasiado conmocionados y
desesperados mientras intentaban defenderse. La mano de Hermione se
movió nerviosamente hacia adelante. Después apretó la mandíbula y cerró de
golpe las paredes de su oclumancia.

No puedes salvarlos. Alguien tiene que encontrar el último horrocrux.

Se dio la vuelta y echó a correr hacia el punto de aparición. Tan pronto como
se alejó de las tiendas de campaña desilusionadas, la vieron. Varios hechizos
pasaron a su lado mientras se dirigía hacia la línea de árboles. Una maldición
le rozó el hombro, pero su capa la bloqueó. Se apresuró hacia el bosque.
Mientras llegaba a la marca anti-apariciones, un Mortífago apareció de repente,
527
bloqueándole el paso y agarrándola del brazo. Hermione se retorció y se liberó
clavándole el codo en el diafragma y lanzándose más allá del punto de
desaparición.
Se estaba desvaneciendo cuando se sintió aplastada debajo de un cuerpo.
Reapareció y se ahogó mientras sus pulmones se llenaban de agua. Estaba boca
abajo en el agua. Sus pulmones ardían mientras luchaba por liberarse. Habían
piedras clavándosele en el cuerpo mientras el Mortífago la inmovilizaba bajo
el agua. Levantó su cabeza, ahogándose y jadeando. El agua y la sangre rugían
en sus oídos. Una mano la tomó del cabello y la empujó de vuelta al agua. Sus
manos se deslizaron por el agua, agarró una piedra y giró el cuerpo para
golpear la cabeza del Mortífago antes de que la ahogara. Consiguió golpearle
una vez antes de que la roca se le cayera de las manos.

Un instante después todo se volvió negro.

Este capítulo contiene varias líneas y extractos parafraseados de “Harry


Potter y las Reliquias de la Muerte” capítulos 33, 34 y 36.

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Flashback 37
Julio 2003

Se despertó sobresaltada y se encontró acostada en una cama baja e


improvisada, con Draco inclinado sobre ella. Se sobresaltó y luego se quedó
quieta y miró a su alrededor, dándose cuenta de que estaba en la choza de
Whitecroft. Volvió a mirar a Draco y todos los recuerdos vinieron de golpe.
Respiró agitadamente y se sintió como si la estuvieran aplastando hasta la
muerte.
—¿Qué… qué pasó? —
La boca de Draco se crispó mientras se enderezaba y la miraba fijamente. Su
expresión era una máscara, pero podía ver la rabia contenida en sus ojos.
—A pesar de… —la palabra fue mordaz— las promesas que me hiciste ayer,
estabas en Hogwarts. Cuando lo descubrí, traté de agarrarte, y procediste a
aparecer en un arroyo. Tuve que aturdirte; pensé que te ahogarías antes de que
te dieras cuenta que era yo—.
Se incorporó con cautela, todavía un poco adolorida y aturdida. Sacudió la
cabeza, tratando de despejarse del aturdimiento que le quedaba.
—Estabas enmascarado; no te reconocí—.
Miró hacia abajo, su ropa estaba seca. Sentía los pulmones limpios, como si
hubiera pasado bastante tiempo desde que se desmayó. Miró a su reloj y sintió
un fuerte bajón en el estómago. Habían pasado horas. Ya casi era de noche.
—¿Cuánto tiempo me dejaste aquí, inconsciente? —su voz era incrédula
mientras volteaba a ver a Draco.
La expresión de Draco era fría.
—No estaba disponible para desaparecer contigo. Una vez que te saqué el agua
de los pulmones y estuviste a salvo, tuve que volver para cumplir con mis
obligaciones—.

530
Hermione apartó la mirada. Harry. Ron. Casi todos habían estado en
Hogwarts. Aparte de Severus, ella podría ser el único miembro activo de la
Orden. Presionó los labios por un minuto, serenándose antes de levantar la
vista.
—No entiendo. ¿Qué pasó? ¿Cómo encontraron nuestra prisión? —
Él apartó la mirada, sus manos estaban cerradas en puños, casi podía sentir la
furia ardiente ondulando a su alrededor.
—No conozco los detalles de cómo ocurrió precisamente. Te lo dije, el Señor
Tenebroso tiene sospechas ahora. Apenas si confía en alguien, y proporciona
información diferente a cada general en un intento de identificar por dónde
se escapa la inteligencia. Se me informó de diez planes de ataque diferentes, y
ninguno de ellos era legítimo. Sé que estuvo en Sussex anoche, trabajando
solo de acuerdo a todos los reportes que tenía. Para cuando me enteré que
teníamos tu prisión, la Resistencia ya estaba en Hogwarts. No había manera
de envíar un mensaje—.
Hermione se sentó en la orilla de la cama mientras lo asimilaba. Se sentía
demasiado aturdida y devastada para siquiera pensar claramente. Draco estaba
enfurecido, sus manos se seguían abriendo y cerrando como si estuviera
reprimiendo las ganas de romper algo. Se quedó de pie junto a ella durante
otro momento y después se dio la vuelta y comenzó a caminar a través de la
habitación como si fuera un animal enjaulado.
—¿Pensé que se suponía que esto sería el golpe final de la Orden? ¿Acaso Potter
pensó que si dejaba que el Señor Tenebroso lo matara de alguna manera
ganaría la guerra? ¿O simplemente decidió rendirse? —
Hermione tuvo un espasmo.
—Harry era un horrocrux — dijo con voz fúnebre.
Draco se paralizó y la volteó a ver bruscamente. Ella bajó la mirada y se quedó
observando a su regazo. Sus vaqueros estaban rasgados en ambas rodillas, pasó
saliva y movió sus pies hacia atrás.
—No lo sabía… hasta hoy. Me enteré cuando la batalla ya había comenzado.
Se hizo una profecía hace veinte años, “uno debe morir por la mano del otro
o ninguno podrá vivir mientras el otro sobreviva”. Harry pensó que si todos
los demás horrocruxes eran destruidos, hacer que el Señor Tenebroso lo matara,
causaría que ambos murieran—.
La visión de Harry con la cara inexpresiva pasó ante sus ojos, se le contrajo la
garganta y todo el cuerpo le tembló. Le dolían los pómulos y el pecho. Se
531
sentía como si estuviera a punto de romperse en pedazos. Era de cristal, a sólo
un suspiro de quebrarse. Se agarró del borde de la cama y observó cómo sus
nudillos se volvían blancos.
—Nos faltó uno. Hay otro horrocrux. Pensé-pensé que los habíamos encontrado
todos… pero estaba equivocada—.
Había un dolor punzante en lo profundo de su garganta mientras pasaba
saliva.
—Tenemos que encontrarlo—.
—La Resistencia ha perdido —Draco dijo en una voz inexpresiva— La guerra
terminó—.
Hermione se estremeció bruscamente al oír las palabras de Draco, y una ola
de calor la atravesó.
—Lo sé. No necesitas decirmelo. ¡Ya sé que perdimos! —tenía la voz
entrecortada.
Inhaló profundamente y le ardieron los pulmones. Apretó los labios y
presionó las manos contra los ojos mientras exhalaba e intentaba controlarse.
—No estoy diciendo que la guerra no ha terminado —su voz aún temblaba
ligeramente— estoy diciendo que tenemos que encontrar el horrocrux. Tenemos
que encontrarlo. Si podemos destruirlo, él morirá… quizás no
inmediatamente, pero si pierde todos sus horrocruxes, morirá —siguió hablando
cada vez más y más rápido— Los Mortífagos no comparten objetivos con los
Seres Oscuros, el régimen se desmoronará sin él. No es como que alguna vez
vaya a preparar un sucesor. Nosotros sólo… tenemos que encontrarlo—.
Había una sensación de fractura física que la atravesaba mientras estaba
sentada allí. Sentía como si su corazón se hubiera roto, pero todavía estaba
demasiado conmocionada para sentirlo. Dejó caer la cabeza y presionó su
mandíbula contra el hombro.
—La Resistencia… se ha perdido. Lo sé. Pero tal vez hay algunas cálulas que
estaban menos involucradas con la Orden, pero la mayor parte de nuestra
fuerza activa estaba hoy en Hogwarts. Puede que algunos pocos logren escapar,
pero por lo demás, Severus y yo somos los únicos miembros activos de la
Orden. Nosotros… —sentía como si la estuviera triturando hasta convertirla
en polvo. El peso de todo era demasiado.
—Hasta que no encontremos el horrocrux restante, no podemos tratar de
rescatar a nadie. Los rastrearán a todos, no podemos arriesgarnos a que tú y
Severus intenten liberarlos. El horrocrux tiene que ser la prioridad. Esa es la
532
única forma que tenemos para en verdad terminar con esto y salvarlos
realmente—.
—No hay un nosotros. Te vas a ir de Inglaterra—.
Hermione volteó a ver a Draco, sus ojos seguían ardiendo de rabia, pero su
expresión era inquebrantable.
—Yo lo encontraré. Tú te irás. Ya no existe la Orden para que te quedes. Potter
está muerto—.
Ella se estremeció. Él se detuvó por un momento y parecía estar sopesando lo
que iba a decir a continuación:
—Weasley estará muerto en una semana. No hay ninguna razón para que te
quedes. No puedes permanecer activa; me será más fácil trabajar si el Señor
Tenebroso asume la victoria. Si piensa que la Orden sigue siendo una
amenaza, hará que la búsqueda de los horrocruxes restantes sea más difícil—.
Hermione torció la boca.
—Bien —dijo finalmente con voz tensa— puedo colaborar inicialmente a
distancia—.
Los ojos de Draco brillaron durante un breve instante, y ella sabía que su
intención era hacer que el acuerdo fuera permanente. Haría todo lo que
estuviera en su poder para evitar que ella regresara alguna vez a Inglaterra si
creía que había algún riesgo en ello. Pasó saliva y lo miró fijamente.
—Me iré con una condición —.
Vió a Draco tensarse y calcular.
—Ginny Weasley, tiene que venir conmigo—.
—No —su expresión era fría— dijiste nada de rescates—.
—No es un rescate. Está en una casa segura. Sólo Ginny. No voy… —vaciló, y
se le hizo un nudo en la garganta— no voy a pedirte que salves a nadie más.
Pero tengo que llevarme a Ginny conmigo. No me iré sin ella. Sólo está en
una casa segura. Puedo ir por ella—.
La mandíbula de Draco se contrajó, y había algo indescifrable en su expresión.
Hermione insistió.
—Tengo que enviar un mensaje a las casas de hospicio, asegurarme de que
sepan que la Orden está comprometida y decirles que tienen que salir de ahí.
Luego buscaré a Ginny y nos… nos iremos —.
Se puso de pie, estaba utilizando tanto su oclumancia que se sentía casi
separada de su propio cuerpo. Físicamente, estaba destrozada por el dolor del
duelo. Había un dolor en su pecho, como si se hubiera refracturado el
533
esternón. Un dolor fantasmal que siempre parecía producirse cuando estaba
estresada. Pero ella estaba logrando ocluir un poco los aspectos mentales.
Draco se movió mientras ella extendía la varita para realizar un patronus. Agito
la varita con el movimiento familiar y pronunció las palabras. Nada. Pasó
saliva con fuerza y puso las paredes de su oclumancia con más firmeza,
inhalando profundamente antes de volver a intentarlo.
—Expecto Patronum —lo dijo con firmeza.
Nada. Ni siquiera un hilo de luz plateada. Se quedó mirando a su propia
varita. Harry le había enseñado cómo realizar un patronus. Su nutria. Al estar
ahí de pie, se dió cuenta de que probablemente nunca la volvería a ver. Le
dolía la garganta del esfuerzo que le costaba no llorar.
Harry estaba muerto. Estaba muerto. No había nada que pudiera hacer para
traerlo de vuelta. Incluso en el mundo mágico, resucitar a los muertos no era
más que un cuento de hadas.
Todos los recuerdos felices que tenía estaban manchados, se habían vuelto
cenizas. Su pasado era una interminable extensión de pérdidas. Su infancia,
con unos padres con nuevas vidas y nuevos nombres y sin recordar que alguna
vez habían tenido una hija de la que estuvieran orgullosos. Todos sus años en
Hogwarts habían sido definidos por una guerra que ahora había perdido, por
gente que había perdido. Agarró la varita hasta que sus nudillos se volvieron
blancos, y lentamente la bajó, pasando saliva con fuerza.
No pienses en eso. Supera el día.
Tenía que ir por Ginny. Le había prometido a Harry que siempre cuidaría de
Ginny. Eso era todo en lo que podía concentrarse.
—Tengo que ir a las casas seguras personalmente, —dijo finalmente después de
luchar un momento para que su voz funcionara— parece que mi patronus ya
no funciona—.
—No—.
Ella levantó la mirada, con la mandibula desencajada.
—Tengo que advertirles, Draco. No voy a huir sin advertirles. Tengo que ir a
buscar a Ginny. Nada de eso es negociable—.
Los ojos de Draco relampaguearon, miró hacia abajo y suspiró con fuerza,
como si estuviera decepcionado por algo.
—Granger... —dijo después de dudar por un momento— Los Mortífagos tienen
tu prisión. También tienen todas las casas seguras de la Orden—.

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La habitación se sacudió bajo los pies de Hermione, se tambaleó hacia atrás y
estuvo a punto de caerse.
—¿Qué? ¿Por qué no me lo dijiste? —
Comenzó a caminar hacia la puerta y Draco la agarró del brazo y la jaló de
vuelta. Cuando trató de soltarse, la inmovilizó contra la puerta, su expresión
estaba furiosa.
—Esto… es por esto que no te lo iba a decir. Idiota, vas a caer en una trampa—
Lo miró fijamente, y un frío presentimiento se apoderó de ella, sus dedos se
enrollaron alrededor de la muñeca de Draco mientras lo observaba, incrédula.
—Me interceptaste y me trajiste aquí para que no pudiera regresar—.
La expresión de Draco era dura.
—En Hogwarts no estaba el ejército completo del Señor Oscuro. Ha estado
concentrando las tropas aquí durante el último mes. Una vez que los reportes
respecto al ataque a Hogwarts llegaron, estaba claro que sus casas seguras
serían vulnerables. ¿A dónde crees que enviaron al resto del ejército? —
Hermione sintió que la devastación la inundaba, como si se estuviera
desangrando por ello.
—Me mantuviste aquí, inconsciente, durante horas —su voz estaba cargada de
dolor y traición— pude haberlos sacado si me hubieras dado la oportunidad—
La expresión de Draco era fría y sin remordimientos.
—No podrías haberlos salvado. Habrías muerto o hubieras sido capturada
junto con todos los demás—.
—Bueno, ahora no lo sabremos, ¿o sí? Ya que nunca me diste una
oportunidad…—se le quebró la voz.
La boca de Draco se contrajó, y apartó la mirada, apoyó la mano ligeramente
en su hombro.
—Sólo tuve tiempo para sacarte. Dejé mi posición cuando me di cuenta de que
estabas en Hogwarts, no tuve tiempo suficiente para hacer nada más—.
La mandíbula de Hermione seguía temblando, y su pecho se sacudía con
fuerza mientras trataba de respirar y no llorar.
—Iba en busca de Ginny. Tengo que ir por ella, eso no es negociable. No me
iré sin ella. Estaba en una de las casas seguras más protegidas. Puede que aún
no hayan entrado—.
Draco seguía indiferente.
—No me iré sin Ginny —su voz era dura y lo miró a los ojos— No puedes
obligarme a irme sin ella—.
535
Los ojos de Draco brillaron y sus dedos sobre su hombro tuvieron un espasmo.
—Bien. Nos desilusionaremos y revisaremos—.
Hermione pasó saliva y asintió. Abrazó a Draco con fuerza mientras los
aparecía en un lugar al final de la calle de Grimmauld Place. Inmediatamente
los golpeó el sonido de las sirenas a todo volumen. El aire estaba lleno de la
mezcla de Magia Oscura y el olor a quemado. Habían vehículos Muggles de
emergencias llenando las calles, con las luces parpadeando. El Número Doce
de Grimmauld Place estaba en ruinas. La fachada de la casa estaba partida a
la mitad, como si la hubieran bombardeado o arrancado. Las casas adyacentes
de cada lado estaban dañadas y había paramédicos sacando y cargando los
cadáveres. Ya habían docenas de cuerpos alineados en la calle; peatones, los
combatientes de la Resistencia que se habían quedado a hacer guardia en
Grimmauld Place, varias enfermeras y sanadores que habían estado en el
vestíbulo cuando Hermione se había marchado. Parte de la magia sobre la
casa aún se mantenía, los socorristas Muggles avanzaban hacia el Número Doce
y luego se detenían y se daban la vuelta, como si fueran conscientes de la casa,
pero los encantamientos repelentes muggles les impidieran acercarse.
Antes de que Draco pudiera detenerla o desaparecer lejos, Hermione se echó a
correr, pasando por debajo de la cinta de precaución y corriendo hacia la
puerta. Los escalones estaban partidos y desnivelados, se tambaleó al subirlos.
Escuchó a Draco maldecir mientras la perseguía. Ella sacudió la varita, el
hechizo arrancó lo que quedaba de la puerta de sus bisagras y lo lanzó hacia el
vestíbulo. Se oyó un golpe sordo y el sonido de un cuerpo al caer. Varias
maldiciones mortales salieron disparadas desde el interior. Hermione se dejó
caer y rodó hacia un lado.
—¡Morsmordre! —
Escuchó a Draco lanzar y observó como la Marca Tenebrosa se deslizaba por
la puerta abierta y llenaba el vestíbulo. Él se quitó la desilusión y entró a
Grimmauld Place. Hermione se quedó paralizada en la puerta. Había docenas
de cuerpos en el piso; todos los heridos que habían sido enviados de Hogwarts
a Grimmauld Place.
—Le pido perdón, señor, pensamos que eran miembros de la Orden —un
hombre larguirucho y de rostro cruel se desplegó desde las sombras al ver a
Draco.
—Me dí cuenta de eso —Draco dijo las palabras como una mordida; su
expresión era fría furia, se volteó para revisar Grimmauld Place.
536
—Quiero un reporte del edificio—.
El hombre se rascó la cabeza con la punta de la varita.
—Tenemos algunas docenas que escaparon de Hogwarts. Los enviamos a todos
de vuelta —su boca se torció en una sonrisa cruel y satisfecha. Varios
Mortífagos más aparecieron, emergiendo de las demás habitaciones en la casa.
—Cuando los fugitivos dejen de venir, haremos un inventario del edificio—.
El hombre pateó un catre del hospital y un cuerpo sin vida cayó al suelo.
—Cuando terminamos con los de afuera, no había nada más que los sanadores
y los casi muertos. Acabamos con los moribundos y enviamos a los prisioneros
al Alcaide —puso su pie sobre el cuerpo y lo balanceó.
Draco permaneció inexpresivo.
—Hay una sala de guerra que encontramos arriba después de haber revisado el
edificio —el hombre hizo un gesto con el pulgar— protecciones extra, costó un
poco de trabajo poder entrar—.
—Muéstrame —dijo Draco.
Comenzaron a subir las escaleras y estaban a mitad del camino cuando Draco
giró repentinamente, su varita parpadeando. Hubo docenas de luces de
rápidos hechizos y los hombres a su alrededor se congelaron por un momento
antes de caer muertos. Draco miró atrás, hacia la puerta, y Hermione entró,
pasando a través de los cuerpos, tratando de no permitirse mirar a ninguno.

Había una figura diminuta desplomada al pie de las escaleras; los enormes
ojos azules de Dobby miraban inexpresivos donde había caído. Hermione
apartó la mirada. Las escaleras se balancearon cuando ella las subió
rápidamente, pasando junto a Draco, dirigiéndose hacia el cuarto de Ginny.
La puerta se abrió de golpe y el cuerpo de Padma cayó, boca abajo, sobre el
umbral de la puerta, un charco de líquido negro se filtraba de lo que quedaba
de ella. El pie de Hermione tembló cuando pasó por encima del cuerpo de
Padma y miró fijamente la habitación vacía.
—Debieron haberla llevado a Hogwarts —le temblaba la voz— Te-tendremos
que sacarla de Hogwarts—.
Se oyó un gorgoteo detrás de ella. Hermione se giró bruscamente, con la varita
desenvainada y vio que Padma se movía.
—¿Mione? —Padma se movió y levantó la cabeza parcialmente.

537
Hermione miró horrorizada y se quitó la desilusión. La maldición con la que
Padma había sido golpeada la estaba disolviendo. Era casi imposible que
siguiera con vida.
—Padma, —la voz de Hermione estaba rota, estrangulada, mientras lanzaba
rápidamente un diagnóstico. Los órganos restantes de Padma se estaban
apagando; la maldición estaba a minutos de su corazón.
—Mione. Se llevaron… a Ginny… a Sussex —dijo Padma, su voz era un poco
distorsionada y tosió, el líquido negro salió de su boca y bajó por la barbilla.
—Ginny. Dijeron… enferma… buen sujeto—.
Hermione sintió como su garganta se cerraba mientras un terror violento y
enfermizo se apoderaba de ella. Padma tosió nuevamente, y más líquido ácido
salió de su boca. Hermione la observó; sentía el corazón hecho plomo en el
pecho.
—Padma… lo siento mucho… —la voz de Hermione se quebró— No puedo-no
puedo curar esto—.
Padma torció la boca.
—Lo sé. ¿Parvati está—? —se atragantó y tosió.
—Lo siento, no sé dónde está Parvati—.
Hermione tocó gentilmente la frente de Padma, apartándole un mechón de
pelo de los ojos.
—Lo siento. Te traeré una poción. Haré que sea rápido—.
Hermione comenzó a moverse hacia su armario de pociones.
—No te molestes— Draco avanzó desde donde había estado parado.
La expresión de Padma era de confusión y lento horror mientras Draco se
arrodillaba a su lado. Antes de que Hermione pudiera moverse, él apoyo la
punta de la varita contra la frente de Padma.
—Avada Kedavra —lo dijo en voz baja, como si estuviera recitando el
encantamiento en vez de lanzarlo.
Hubo un destello de luz verde, la expresión de Padma se volvió vacía, y se
quedó inerte en el charco de sus restos. Draco se puso de pie y miró a
Hermione, con expresión fría. Hermione se quedó congelada un momento.
—Tienes que sentir una Imperdonable—.
—Nunca me importó la Resistencia más allá de que eran útiles e importantes
para ti —su voz era indiferente— era más rápido que una poción—.

538
Ella presionó los labios y asintió levemente mientras se arrodillaba y cerraba
los ojos de Padma suavemente, retiró la mano de la cara de Padma, se levantó
y se dirigió hacia su armario de pociones.

Ginny estaba en Sussex por los encantamientos de spattergroit. Se sentía


aturdida del terror. El armario había sido allanado y registrado. Los depósitos
de pociones eran un montón destrozado y humeante en el suelo. Sacó la varita
y empezó a golpear las paredes haciendo hechizos con la punta de la varita
hasta que se abrieron todos los compartimentos cuidadosamente ocultos.
Sacó todo y lo metió en una vieja bolsa de cuentas a la que le había puesto un
hechizo de expansión.
—Granger, nos vamos— Draco había aparecido en la puerta.
—Tengo que recoger todo esto —dijo con voz cortante.
Juntó todas las pociones que había escondido. Todos los materiales que le
habían sobrado de la bomba. Los metió todos en su bolsa hasta que no quedó
nada. Sacó sus cuchillos del compartimento del suelo.
—Nos vamos ahora —dijo cerrando una alrededor del brazo de Hermione.
—Weasley se ha ido. La Resistencia se ha ido—.
Tiró de ella escaleras abajo hasta la puerta de Grimmauld Place, con la varita
desenfundada, los desilusionó a ambos y aparecieron tan pronto como estuvieron
libres de las barreras restantes. Reaparecieron en la choza.
—Tengo que ir por Ginny —Hermione dijo en cuanto aterrizaron. Se arrodilló
y comenzó a revisar todo lo que había llevado.
—Está en Sussex—.
—Lo sé. Tengo que ir por ella —su pecho se sacudió y luchó por evitar que su
voz temblara— Oh, dios… —las palabras fueron un leve sollozo, y sus manos
temblaban mientras luchaba por mantener la calma.
—Tenemos que irnos ahora. Tú-tú puedes usarme… llévame como prisionera,
y una vez que estemos adentro, podemos tratar de encontrarla. O… yo puedo
crear una distracción y tú puedes ir por ella—.
Los ojos de Draco eran de hielo.
—Está en Sussex. Los sujetos no salen de ese edificio con vida—.
Hermione negó con la cabeza.
—Voy a buscarla. Si no me vas a ayudar, iré sola—.
La expresión de Draco se volvió asesina y se encaminó hacia ella.

539
—Sería un suicidio. Dijiste que nada de rescates. El horrocrux tiene que ser la
prioridad. Si está tan enferma que se la llevaron directamente a Sussex en vez
de procesarla primero en Hogwarts, no vale la pena salvarla de todos modos—
Hermione pasó saliva.
—Ginny está embarazada—.
Draco se quedó congelado.
—No está enferma, está embarazada, y se lo oculté a la Orden con
encantamientos porque-porque es el bebé de Harry —estaba comenzando a
temblar— si está en Sussex… los hechizos que usé… no engañarán a un
diagnóstico. Se darán cuenta… y-y… —su pecho comenzó a tener espasmos
mientras trataba de respirar— hay cosas que Vold… que el Señor Tenebroso
podría hacer con el bebé de Harry. Draco… tengo que ir por ella—.
Draco se puso pálido y se alejó de ella. Hermione estiró la mano hacia él.
—Él-él podría usar al bebé para hacer otra poción de regeneración —dijo
Hermione— Le daría… podría darle otros diez años. Le prometí a Harry que
cuidaría de Ginny y de su bebé. Fue-fue lo último que le dije—.
Draco se quedó quieto como si ella lo hubiera petrificado.
—Por favor, Draco—.
No volteaba a verla.
—Draco, tengo que recuperar a Ginny —pasó saliva y se obligó a inhalar
profundamente— Nunca… volveré a pedirte nada después de esto. Pero…
tengo que recuperar a Ginny—.
Intentó tocarlo, pero él se apartó del contacto.
—Granger… —su voz era fría. Inflexible.
Cuidaré de ellos, mientras viva. Lo que sea.
—Dejaré la guerra —dijo con voz desesperada— Dentendré…. todo. Si sacas a
Ginny por mí, haré lo que quieras, lo juro. Me iré. Nunca regresaré. Lo que
sea que quieras…. lo que sea que me pidas… si sacas a Ginny por mí—.
Le tocó el dorso de la mano, rogándole silenciosamente que la mirara. Se
encontró con el silencio, casi podía sentir a Draco meditándolo, evaluando su
oferta.
—¿Lo harás? —dijo finalmente, volteando a verla, con los ojos intensos.
Se encontró con su mirada y asintió levemente.
—Lo haré—.
La estudió, con los ojos entrecerrados y calculadores.
—¿Esos son tus términos? La chica Weasley, ¿y te irás? —
540
—Me iré. Lo juro—.
Los ojos de Draco brillaron, triunfo y algo… algo más. Miró a través de la
habitación y asintió levemente.
—Muy bien. Si esas son tus condiciones, la traeré para ti—.
Hermione jadeó levemente, mientras el alivió la inundaba. Su pecho se
sacudió, pero se obligó a mantener la compostura.
—Gracias. Gracias… Draco—.
La comisura de la boca de Draco se torció. Hermione cuadró los hombros y
lo estudió.
—¿Qué necesitas que haga? —
La miró y su expresión se torció burlonamente.
—Quédate aquí—.
Ella bajó la barbilla y arqueó las cejas mientras lo miraba fijamente.
—¿Estás seguro? Traje algunas cosas… —hizo un gesto hacia la bolsa— podría…—
—Llamará menos la atención si entro solo —dijo, interrumpiéndola— Si quieres
que la saque, tendrás que quedarte aquí y me dejarás trabajar sin sucumbir a
tu desesperada necesidad de interponerte en todo —su tono era frío y cada
palabra era cortante.
Él caminó hacia la esquina más alejada de la habitación y trazó una serie de
runas en la pared, deslizó los dedos a través del revestimiento de madera hasta
se escucho un clic. Jaló y la pared se movió, revelando una gran selección de
armas y artefactos oscuros. Sacó varios objetos de la pared y le metió en la
túnica antes de voltear a mirarla nuevamente, con expresión fría.
—Volveré dentro de una hora. Quédate aquí—.
Eso fue todo lo que dijo antes de desvanecerse.
Hermione esperó. Organizó el contenido de su bolso. Revisó los suministros
de sanación de Draco. Ignoró el peso en su pecho, si le prestaba atención, la
aplastaría hasta la muerte. Si no se mantenía ocupada, sospechaba que la culpa
se la comería viva. Estaba dejando a todos atrás. A la Orden, a los Weasley, al
ED, a la Resistencia. Estaba dejando a todo mundo atrás.

“¿De verdad crees que sólo moriremos? Angelina, no van a cerrar Sussex
cuando ganen la guerra. Somos ganado. Tú no viste a los prisioneros que
trajeron de la anterior división de maldiciones. Estaban… se estaban
disolviendo, pudriendo, desollados y seguían con vida, habían cosas

541
retorciéndose dentro de ellos… Los que aún podían hablar me suplicaban que
los matara”.

Los estaba dejando a eso. Los suertudos podrían morir bajo interrogación,
pero Sussex sería el destino de todos los demás. Se le revolvió el estómago y
presionó las manos sobre su boca mientras luchaba por no entrar en pánico
ni vomitar. No podía pensar en ello. No podía. Draco no podía arriesgar su
tapadera intentando salvarlos. Él y Severus eran cruciales para encontrar el
horrocrux restante. Tratar de sacar a cualquiera de Hogwarts pondría en riesgo
la única esperanza de la Orden de derrotar realmente a Voldemort. Una vez
que Ginny estuviera lejos y a salvo, el horrocrux tenía que ser la prioridad. Le
temblaban las manos evisó los suministros de Draco hasta que encontró un
Draught of Peace.
El aire se movió, sin hacer un sólo sonido, y Draco reapareció en medio de la
habitación, con el cuerpo inerte de Ginny en sus brazos. Los hechizos de
glamour sobre la piel y estómago de Ginny habían desaparecido. Hermione
se apresuró a cruzar la habitación, apartando a Ginny de Draco y realizándole
docenas de diagnósticos mientras se arrodillaba en el suelo, abrazándola con
fuerza. No había ningún rastro enganchado alrededor de ninguna de las
muñecas de Ginny.
—¿Qué pasó? ¿La aturdiste? ¿Dónde estaba cuando la encontraste? —
—Estaba en un laboratorio. Acababan de remover los hechizos de glamour
cuando llegué. Lo controlé —la voz de Draco estaba calmada. Inexpresiva.
Hermione realizó un diagnóstico sobre el estómago de Ginny y observó con
alivio a la gran luz que revoloteaba. La expresión inconsciente de Ginny era
de terror congelado. Le habían administrado un tipo de poción para estasis
temporal. Hermione realizó varios hechizos más para asegurarse de que no le
hubieran hecho nada.
—Una vez que hayas confirmado que está ilesa, tenemos que irnos. Tomará
algunas horas llevarlas a la casa segura y asegurarnos de que todo está en
orden—.
Hermione estaba examinando ansiosamente sus diagnósticos, pero poco a
lentamente sangró en su subconsciente que había algo desconcertante en el
tono de Draco. Hermione levantó la mirada para verlo. Había una larga
quemadura a lo largo de su mandíbula, y estaba mirando a Hermione con una
expresión que era a la vez melancólica y hambrienta. De la misma manera en
542
la que Harry la había mirado. Al darse cuenta, sintió que se le hundía el pecho.
—¿Qué pasa? —puso el cuerpo inconsciente de Ginny en el suelo y se puso de
pie, acercándose a él mientras realizaba un diagnóstico— ¿Qué pasó? —
La comisura de los labios de Draco se crispó y luego se curvó en una fina
sonrisa cuando ella se acercó más y sus dedos recorrieron ligeramente su
mandíbula. Miró hacia el suelo por un momento antes de levantar la vista y
mirarla a los ojos.
—Arruiné mi cobertura al sacar a la chica Weasley para ti—.
Hermione se quedó paralizada, la varita se le resbaló de los dedos y cayó al
suelo.
—¿Qué? —lo intentó de nuevo— ¿Tú-tú qué? —
Lo miró a los ojos, segura de que lo estaba malinterpretando, pero estaba en
sus ojos. Se estaba despidiendo de ella. Él iba a morir.
Ella negó con la cabeza lentamente— No—.
Fue como ese momento en Cambridge cuando él había activado el artefacto,
y todo el oxígeno se había desvanecido. Sin aire. Sin sonido. Sólo silencio. El
espacio silencioso entre latidos desacelerados, hasta el momento en que el
corazón no volvía a latir. Era ese sonido. El espacio negativo. El sonido de la
nada.
—No —volvió a decir.
—No había ninguna otra manera—.
—No —su corazón había comenzado a latir de nuevo. Cada vez más y más
rápido.
—Te lo dije, existen amplias medidas de contraespionaje. Hay registros de que
estuve ahí, de que entré a los laboratorios que tienen un acceso altamente
controlado. Difícilmente podría quemar el edificio y salir luchando cargando
con una bruja inconsciente y embarazada. Mañana… cuando el turno de
guardia cambie a uno nuevo, el laboratorio será encontrado. Los registros
mostrarán que fui el único que salió con vida—.
Ella negó con la cabeza— No—.
—Debemos irnos ahora—.
—No. Draco… podemos regresar —se volteó hacia su bolsa— debe haber una
manera para destruir los registros… puedo…—
La agarró de ambos brazos y jaló de ella hacia atrás, con expresión firme.
—Tú hiciste el trato, Granger. Cumplí tus condiciones—.

543
Hermione emitió un sonido bajo y doloroso en el fondo de la garganta cuando
la acercó más, mirándola a los ojos. Sus ojos eran intensos mientras las
observaba detenidamente, como si la estuviera memorizando porque era la
última vez que la vería. También había en ellos una especie de triunfo
perverso.
— Todo lo que yo quisiera, si iba y traía a la chica Weasley para ti; esas eran
tus condiciones—.
Su estómago se derrumbó hasta que no había nada más que un abismo en su
interior. Le dolía el pecho como si Draco hubiera metido la mano y le hubiera
arrancado el corazón. No. Él no podía morir. Habían puntos negros
comenzando a aparecer en su visión mientras lo observaba. No. No se lo
permitiría.
—Draco…—
Una rabia fría resbaló por su garganta. No había sido un accidente. Él lo sabía.
El cálculo en sus ojos en el momento en que ella hizo su oferta. Lo había
sabido y lo había aceptado. Lo había hecho para obtener lo que quería, sin
darle la oportunidad de encontrar una opción mejor.

“Nunca hagas un trato con el diablo, su precio siempre será más de lo que puedes
pagar”*

Se quedó callada e incapaz de respirar mientras lo asimilaba. Draco se quedó


estudiándola unos instantes más antes de que su boca se curvara en una
pequeña sonrisa, levantó la mano y le rozó la mejilla con los nudillos mientras
seguía estudiándola.
—Tuvimos una buena racha, Granger, pero nunca íbamos a durar—.
La esquina de su boca se torció, y ella sintió cómo deslizaba un rizo detrás de
su oreja antes de que su mano descendiera como un fantasma hasta posarse
brevemente en la base de su garganta.
—Tú lo sabías—.
—Draco, por favor déjame… —comenzó, con la voz temblorosa.
Intentó retroceder, pero la agarró del brazo. La expresión de Draco se
endureció de nuevo.
—Lo que yo quisiera. Era tu trato—.
*Nota el pie: es una referencia bíblica.

544
Los pulmones de Hermione estaban comenzando a arder.
—Draco-Draco… no-no me hagas esto—.
—Eran tus términos, Granger. Yo los cumplí. Es hora de que te vayas. Juraste
que te irías—.
Intentó apartarse de él, pero no podía respirar. Draco empezaba a dar vueltas
frente a sus ojos, su contorno se estaba volviendo borroso. Estaba hablando,
pero las palabras eran cada vez más confusas y difíciles de descifrar. Trató de
alejarse de nuevo, pero la sujetaba con demasiada fuerza. Las manos y los
brazos empezaban a punzarle dolorosamente, como si hubieran agujas
hundiéndose en su piel. Draco la acercó aún más y la expresión dura y
determinada de su rostro comenzaba a transformarse en angustia.
—Granger… respira—.
Los bordes de él se estaban volviendo negros para Hermione.
Sus ojos se estaban volviendo tensos y preocupados, la sacudió ligeramente.
—Hermione… no… vamos… respira… Hermione—.
No podía respirar. Iba a perderlo. Sus dedos se aferraron a la tela de su túnica
mientras pasaba saliva y trataba de hablar.
—Draco… —su voz estaba rota— no me hagas esto—.
La devastación se la tragó como un maremoto, y Draco se desvaneció en la
oscuridad.

Cuando recobró el conocimiento, Draco volvía a estar inclinado sobre ella.


Lo miró fijamente. Tenía el sabor de algo amargo y herbal en la boca. Sentía
todo el cuerpo entumecido y el cerebro aletargado. Parpadeó, tratando de
pensar. Todo volvió a su mente con una angustia casi violenta. Se había
desmayado por el shock y la falta de oxígeno. Pasó saliva y sintió un hormigueo
en la lengua. Le había administrado un sedante mientras estaba inconsciente,
para que se mostrara dócil y colaboradora. Lo observó mientras trataba de
encontrar las palabras.
—Nunca te perdonaré por esto —ella dijo finalmente.
Las palabras se arrastraban, vagamente distorsionadas, dándole a la frase un
ritmo irregular, como si su boca no quisiera cooperar con ella. Draco no se
inmutó y le pasó la mano suavemente por el pómulo.
—Estarás viva y lejos de la guerra. Esos… siempre fueron mis términos—.
Hermione apretó los labios durante varios segundos mientras intentaba
pensar en la poción que le nublaba la mente. Cualquier cosa que le hubiera
545
dado, había sido una dosis tan grande que le sorprendió que hubiera sido
capaz de recobrar el conocimiento. El hecho de que la hubiera dosificado
mientras estaba desmayada significaba que la poción se había activado
completamente antes de que ella estuviera consciente para luchar contra ella.
Había una furia helada irradiando en su interior que no podía alcanzar. Se
obligó a sí misma a pensar lentamente.

“La fanfarria está en la luz, pero la ejecución está en la oscuridad”

Era teóricamente posible para un oclumante volverse inmune a cualquier


poción que alterara la mente, aunque era preferible que estuviera consciente
en el momento de ser dosificado. Draco probablemente conocía ese dato y se
la había dado intencionadamente cuando estaba inconsciente. Veritaserum,
sedantes, Pociones de Amor, un oclumante potencialmente podía bloquearlos
con paredes si su mente ya estuviera lo suficientemente compartimentada.
Hermione miró detenidamente a Draco mientras recogía trabajosamente los
efectos de la poción que le había dado y la amurallaba alrededor de los
acontecimientos del día. De repente, tenía la mente clara como el cristal. Lo
estudió, calculando, podía ver toda la emoción que había detrás de sus ojos
cuidadosamente protegidos.
—Si me obligas a irme, y después mueres, quizás nunca encontremos el
horrocrux —dijo, aún usando el tono lento del sedante.
Los ojos de Draco brillaron y su expresión se volvió fría.
—Si la Orden quería ganar, debieron haber tomado mejores decisiones. Si el
Señor Tenebroso los mata a todos, quizás finalmente se den cuenta de las
consecuencias de su ideología. Hice todo lo que se me pidió, pero no puedo
salvar a un ejército que nunca estará dispuesto a pagar el precio que demanda
la victoria. Estoy harto de ver cómo intentas pagar todo por ellos—.
Hermione se sentó lentamente en la cama. Draco dio un paso hacia atrás y le
ofreció la mano.
—Nos vamos ahora—.
—No—.
Sus ojos se entrecerraron y se volvieron como pedernales— Granger, diste tu
palabra—.
Hermione apretó la mandíbula.

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—Lo sé. Me iré… cumpliré con tus exigencias, pero necesito hablar con Severus
primero. Él será el único que quede que puede encontrar el horrocrux, hay…
investigaciones que quiero compartir con él—.
—No —la palabra fue un gruñido.
Hermione lo observó fijamente, con expresión sombría pero determinada.
—Sabes que siempre escogeré a la Orden primero—.
Él se estremeció, su boca estaba presionada en una línea dura y su mirada se
desvaneció mientras soltaba un suspiro y miraba al suelo. Vio cómo se le
contraía la garganta y se le crispaban las comisuras de los labios al pasar saliva,
sus ojos plateados miraban hacia otro lado. Hermione continuó hablando.
Lentamente. Con obstinación.
—Si me obligas a irme sin hablar con Severus, calificaría como una violación
de tu Juramento Inquebrantable de ayudar a la Orden. Podrías colapsar y
morir antes de que lleguemos ahí—.
Draco la miró firmemente y ella le devolvió la mirada con frialdad y continuó:
—Y… la último que harás será traicionarme. Si me dejas hacer esto, quizás
algún día seré capaz de perdonarte—.
La miró fijamente, y ella no parpadeó hasta que él vaciló.
—De acuerdo —su voz era amarga, y apartó la mirada de ella nuevamente.
Ella asintió lentamente y se levantó, cogiendo su varita y dando dos golpecitos
en el amuleto de su muñeca. Mientras esperaban, cruzó la habitación para
volver a examinar a Ginny.
—Deberías llevarte a Ginny primero —dijo después de varios minutos— La
estasis en la que está va a durar algunas horas más, no tengo los suministros
para hacer la contra-poción, y será difícil si se despierta y tengo que
explicárselo todo aquí antes de irnos. Sobre todo si estoy así de drogada—.
Draco soltó una carcajada burlona desde el fondo de su garganta.
—¿Esperas que te deje aquí con Snape? —
Hermione se encogió de hombros.
— Está embarazada, y cuando despierte descubrirá que Harry ha muerto y que
toda su familia está perdida. No tendré mucho tiempo para despedirme de ti
si estoy calmándola—.
Afuera se oyó un crujido amortiguado, Draco se giró para abrir la puerta.
Hermione se preguntó si podría moverse lo suficientemente rápido para
aturdirlo, se movió y él volteó a verla inmediatamente. Severus cruzó la puerta

547
y paseó su mirada entre ambos, su boca se curvó en una mueca de desprecio,
pero vio un sutil torrente de alivio en sus ojos.
—Por supuesto, debería de haberme dado cuenta que de alguna manera tú la
tenías cuando no la llevaron a Hogwarts—.
Hermione deslizó las manos detrás de la espalda y las cerró en puños
dolorosamente apretados.
—¿Entonces tienen a todos? —
Severus asintió infinitesimalmente.
—Gabrielle Delacour fue capturada en secreto hace una semana. La utilizaron
para atraer a Fleur—.
Hermione negó con la cabeza lentamente.
—Fleur nunca…—.
Todas las casas seguras. Fleur las conocía todas. Las había protegido con
barreras y mantenido. Hermione negó con la cabeza nuevamente.
—Ella no era la guardiana del secreto. Eso no pudo haber sido suficiente—.
Severus torció la boca burlonamente.
— Con el inagotable ingenio de Sussex, lo imposible se hace posible. Algo
relacionado con la manera en la que las Veelas canalizan su magia, al parecer.
levan meses trabajando para perfeccionar la ruptura del Fidelio—.
El ácido desdén en su voz se había apagado. Parecía cansado. Se preguntaba
si también estaba cargando la misma desesperación detrás de sus muros de
oclumancia. Severus observó detenidamente a Hermione, su expresión era
cautelosa.
—¿Qué sucedió en Hogwarts? —
Hermione bajó la mirada.
—Harry era un horrocrux. Lo descubrí hoy, cuando el ataque ya había
comenzado. Cuando lo confirmé, intenté convencer a Harry de que hiciera
retroceder a la Resistencia, pero pensó que si se destruían todos los horrocruxes,
dejar que el Señor Tenebroso lo matara cumpliría la profecía y los mataría a
ambos—.
La expresión de Severus parpadeó.
—¿Cómo llegaste a darte cuenta de eso? —
—Poppy me dijo que notó irregularidades en su firma mágica durante primer
año, pero Dumbledore las ignoró —le dirigió una larga mirada a Severus— ¿Lo
sabías? —

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Su boca se curvó— No lo sabía. No me habría esforzado en enseñarle
oclumancia si hubiera sabido que tenía un horrocrux en la cabeza—.
Hermione asintió levemente.
—Bueno, dificilmente importa ahora. Está muerto, y no funcionó. Nos faltó
un horrocrux y tenemos que encontrarlo —su mandíbula se contrajó y su voz se
tensó— Draco estropeó su tapadera al sacar a Ginny de Sussex. Espera que le
queden menos de doce horas antes de que el Señor Tenebroso descubra su
traición—.
Severus miró bruscamente a Draco, quién le devolvió la mirada con expresión
indiferente. Hermione pasó saliva.
—Acepté irme de Inglaterra y llevarme a Ginny a un lugar seguro. Severus,
tendrás que ser tú quien encuentre y destruya el último horrocrux. Mi
investigación se perdió en Grimmauld Place, pero puedo explicártelo todo
antes de irme—.
La expresión de Severus ni siquiera cambió.
—Por supuesto, ¿y qué estará haciendo Draco? —
Hermione se armó de valor.
—Primero llevará a Ginny a la casa segura y preparará todo mientras te entrego
mi investigación. Luego me llevará a mí y volverá—.
Severus soltó un resoplido audible y miró a Draco.
—¿En serio? ¿Ese es su plan? ¿Y esperan que yo siga órdenes? —
Draco le devolvió la mirada, con el labio torcido vilmente.
—No me importa lo que hagas. Granger se va—.
Severus arqueó una ceja y miró nuevamente a Hermione.
—¿De verdad? —
La comisura de los labios de Hermione se curvó hacia abajo.
—Sí. Le dí mi palabra de que me iría—.
Severus guardó silencio el tiempo suficiente para que su corazón empezara a
latirle con fuerza en el pecho, él puso los ojos en blanco.
—Muy bien, dado que parece que soy el único que recuerda el propósito de la
Orden—.
Hermione conjuró una mesa y después rebuscó en su bolsa de cuentas
pergamino y tinta, comenzó a escribir y después miró a Draco.
—Deberías de llevarte a Ginny ahora. Así estaré ahí para cuando se despierte.
Asumo que no es un viaje rápido a donde sea que nos vayas a esconder—.
Draco la estaba mirando fijamente, con ojos calculadores.
549
—No confío en ti, Granger. Confío aún menos en Snape—.
El corazón de Hermione se detuvo, pero se limitó a parpadear lentamente.
—Muy bien. Quédate entonces —miró nuevamente hacia el pergamino y
reanudó la escritura. Hubo un largo silencio.
—Quiero un Juramento Inquebrantable— Draco dijo abruptamente.
Los dedos de Hermione tuvieron un espasmo antes de que volteara a verlo.
—¿De mí? —
Draco se burló.
—No. No de ti. De Snape. Quiero su palabra de que no interferirá ni te llevará
a ninguna parte—.
Hermione miró hacia Severus, con el corazón latiéndole fuertemente en el
pecho.
—Muy bien. ¿Quieres que yo sea testigo? —
—Ambos son unos tontos —dijo Severus poniéndose de pie.
—¿Lo harás? —los ojos de Draco estaban entrecerrados.
Severus miró a Hermione de reojo y después resopló.
—Por supuesto, haré un Juramento Inquebrantable —hizo un gesto despectivo
con la mano— dado que es la única manera de que se haga algo—.
Fue hecho en minutos. Draco no miró a Severus mientras extraía el voto, sus
ojos estaban clavados en Hermione. Después Draco se puso de pie, con los
ojos aún clavados en el rostro de ella.
—Volveré en unas horas—.
Levantó a Ginny. Justo antes de que desapareciera, los labios de Hermione se
entreabrieron. Para decir… para decir…
—Muy bien. Te estaré esperando —dijo volteándose hacia la mesa donde había
estado escribiendo y recogió la pluma nuevamente. No levantó la mirada
mientras él desaparecía silenciosamente. En el momento en que se desvaneció,
dejó caer la pluma y levantó la vista, mirando paralizada al lugar del que había
desaparecido, casi esperando que reapareciera, pero no lo hizo. Sus dedos
golpearon la mesa durante unos segundos y luego se dio la vuelta y pasó junto
a Severus, levantando su bolso del suelo y usando la punta de su varita para
trazar runas en el piso, la trampilla brilló y apareció, se arrodilló y comenzó a
sacar provisiones.
Severus estaba callado mientras ella comenzaba a vaciar varios frascos de cristal
y después transformándolos en una multitud de delicadas esferas de cristal,

550
sacó un caldero de su bolso y conjuró una flama intensa debajo de él antes de
volcar un barril entero de plata en polvo de los suministros de Draco.
—Nunca imaginé que Draco pudiera ser engañado tan fácilmente—.
La mandíbula de Hermione se contrajó mientras sacaba un jarrón de resina.
—Siempre ha querido sacarme de la guerra más que cualquier otra cosa —se
quedó callada por un momento antes de añadir— te lo dije antes, mi vida es
importante para él. Y… para su desgracía, no quiere que lo odie. Supongo que
podrías decirse que ahora tiene debilidades predecibles —apretó los labios y se
le hizo un nudo en la garganta— Nunca he faltado a mi palabra con él, confía
en que mantendré mi palabra—.
—Nunca volverá a confiar en ti cuando descubra que le mentiste—.
Hermione no levantó la vista de su trabajo.
—No. Supongo que no lo hará—.
—¿Vas a decirme lo que estás planeando? ¿Vas a matar al Señor Tenebroso tú
sola? —
La esquina de su boca se curvó hacia abajo mientras negaba con la cabeza.
—Voy a explotar Sussex—.
Hubo un largo silencio.
—¿En serio? —
Hermione se encogió de hombros.
—En teoría es posible y no tengo demasiadas opciones en este momento—.
—¿Pretendes matar a todos los que están en ese edificio para salvar a Draco?—
Hermione comenzó a gotear resina en docenas de esferas, sus manos estaban
firmes, su enfoque era como el filo de un cuchillo.
—Necesito que Draco viva. No puedo… necesito que viva —pasó saliva y levantó
la barbilla— además, no hay casi nadie a quién salvar en ese edificio. Traté de
salvar a las víctimas de la última división de maldiciones y no pude. Todos
murieron—.
Sacó una caja llena de más de cien frascos de veneno altamente concentrado.
En aerosol, una gota era suficiente para matar a una habitación entera.
—Puedo hacerlo rápido para todos allí. Eso… fue lo mejor que pude hacer la
vez pasada —dosificó varias gotas en cada una de las esferas— Si hago estallar
Sussex, puedo salvar a Draco, salvar a las víctimas de cualquier otra cosa que
les pudiera pasar y... puedo matar a los científicos que trabajan ahí. Quizás
incluso Dolohov estará ahí. Tom probablemente no construirá un laboratorio
completamente nuevo ahora que Harry está muerto. No tendrá suficientes
551
científicos para restablecer el personal a esa escala, aunque quisiera. Lo que
significa que no podrá enviar a todos los prisionero de Hogwarts ahí. Estoy
segura de que se le ocurrirá otra cosa… pero por lo menos no será capaz de
torturarlos a todos hasta la muerte para poder seguir con su causa—.
Severus estuvo callado durante varios minutos.
—Así que… ese es mi plan. Probablemente deberías irte —dijo Hermione sin
levantar la vista— nunca he hecho este tipo de bombas antes. Puede que haga
explotar este edificio—.
—Estoy seguro de que será una muerte mucho más rápida a comparación de
lo que Draco haría si regresa y encuentra su casa segura destruida. ¿Entonces
esta es una misión suicida para ti, o tienes la intención de regresar? —
Hermione selló varias esferas y las puso dentro de esferas más grandes.
—Tengo que regresar. Por Draco—.
—Si no regresas, él seguramente tratará de matarme—.
La irritación floreció en el fondo de su mente, y su agarre de un frasco de
huevos de cangrejo de fuego triturados se tensó.
—Estoy segura de que se te ocurrirá algo, Severus. Has sido un espía durante
casi todo el tiempo que he estado viva—.
Hubo otro largo silencio.
—Si no regresas, ¿qué esperas que él hará? —
Hermione se paralizó y sus paredes de oclumancia se tembalearon.
—Voy a regresar. Le dije a Draco que estaría aquí esperándolo—.
Severus no dijo nada más, sólo se quedó observándola en un silencio de
desaprobación. Hizo docenas de bombas, todas del tamaño de una snitch y las
revistió en plata antes de sumergirlas en su poción de invisibilidad y guardarlas
dentro de los innumerables bolsillos de su capa. Después se puso de pie,
levantó el papel sobre la mesa y lo dobló por la mitad, comenzó a ponerlo
dentro de su bolso antes de dudar y volver a colocarlo sobre la mesa. Sacó sus
cuchillos y los deslizó dentro de un bolsillo vacío de su capa. Echó un vistazo
al desorden de material para bombas esparcido por el suelo.
—No toques nada. Limpiaré cuando regrese. Ya me voy—.
Severus la miró de arriba abajo cuidadosamente, con sus ojos de onyx
inescrutables.
—¿Cómo piensas llegar hasta allí? —
El corazón de Hermione latía violentamente en su pecho a pesar del sedante,
pero levantó la barbilla, con su boca torciéndose en una esquina.
552
—Me llevaste a Ashdown una vez para buscar ingredientes. Solía ir ahí cada
semana hasta que las barreras me lo impidieron—.
Severus la miró fijamente durante un momento más y extendió su mano.
—Dámelas. Yo lo haré—.
Los ojos de Hermione se abrieron de par en par, dudó por un momento antes
de agarrar la tela de su capa y negar con la cabeza.
—Le prometí a Draco que me iría y que no regresaría. Si esto no funciona y
Draco…—su voz se cortó brevemente, mientras estudiaba el suelo— Tiene que
quedar alguien para encontrar el horrocrux. Además… estas… —señaló hacia su
capa— No he tenido mucho tiempo, no están muy bien hechas. Yo tengo que
activarlas—.
Los ojos de Severus se entrecerraron. Ella encuadró los hombros y comenzó a
caminar hacia la puerta, mientras abría la puerta, sus dedos se estemecieron y
miró sobre su hombro. Severus estaba de pie y observándola con cautela.
—Severus…— empezó a decir, con la voz entrecortada. Apartó la mirada, tragó
saliva y volvió a empezar.
—Severus, si no regreso, dile a Draco… dile a Draco que yo…—
Dejó caer la cabeza y pasó rápidamente las puntas de los dedos por las mejillas,
se aclaró la garganta y sacudió la cabeza.
—Olvídalo. Imagino que ya lo sabe —apretó la mandíbula mientras abría la
puerta de golpe, la atravesaba y desaparecía.

553
Flashback 38
Julio 2003

El laboratorio de Sussex era un enorme edificio negro que parecía haber


aterrizado en medio del Bosque de Ashdown. Las barreras de anti-aparición se
extendían varios cientos de metros. Hermione se acercó fuertemente
desilusionada, evitando los otros edificios más pequeños dispersos a su
alrededor. El Laboratorio lo eclipsaba todo. El aire estaba tan retorcido y
corrompido por la Magia Oscura que resultaba difícil respirar. Los
dementores patrullaban en lo alto.
Desde el ángulo donde lo veía, el edificio le recordaba a Hermione a las
imágenes de Azkabán. Había visto los planos del diseño de Sussex y lo había
visto a la distancia, pero era la primera vez que se acercaba. Era un edificio
imponente, en forma de V, sin ningún punto de entrada visible. Sólo había
un puñado de ventanas en los pisos superiores. Sabía por los planos que la
única entrada era por un punto de aparición protegido dentro del edificio, y la
única salida era un punto separado de desaparición en un piso diferente. Si
hubiera estado más tranquila y menos destrozada por el duelo, se habría dado
cuenta de que Draco no tenía forma de sacar a Ginny tan rápidamente sin
comprometerse a sí mismo. Ambos cometieron errores debido a la
desesperación. Miró a su alrededor, era tarde y estaba nublado para ser verano,
estaba comenzando a oscurecer; las criaturas oscuras emergerían pronto con
gran fuerza.
Hermione se acercó hasta llegar a la capa final de las barreras protectoras. Eran
del mismo tipo impenetrable que había sobre Hogwarts. El pasto y las plantas
se habían convertido en cenizas a lo largo del perímetro. Hermione extendió
la mano y la magia crépito, resplandeciendo ante su proximidad. Sacó un
cuchillo de la capa y, arrodillándose, perforó las barreras cerca del suelo. El
veneno de mantícora en la plata se deslizó como si la magia no existiera.
554
Hermione sacó una de las docenas de bombas que había llevado, la golpeó
ligeramente con la punta de la varita y la empujó a través de la abertura,
teniendo cuidado de que ni la barrera ni el cuchillo entraran en contacto con
el pequeño orbe. Si hacía explotar una bomba accidentalmente, los Mortígafos
estarían recogiendo pedazos de ella en un radio de veinte metros. Intentó no
pensar en ello. Empujó cinco de las bombas a través de la abertura de la
barrera y, con un movimiento de su varita, las hizo levitar hasta el edificio,
dejando tres esparcidas alrededor de la base y enviando dos a flotar a unos seis
metros por encima de la pared. Alejó el cuchillo y la abertura en la barrera se
cerró instantáneamente.
Avanzó rápidamente otros tres metros y repitió los pasos hasta que había
recorrido toda la pared este del edificio y sus bolsillos estaban vacíos. Según
todos los informes que Severus y Draco habían traído sobre Sussex, el lado
este del edificio era donde se encontraba la división de desarrollo de
maldiciones y donde la mayoría de las investigaciones con sujetos humanos
de prueba humanos estaban localizadas. El lado oeste del edificio era más
tecnológico, donde se situaban los grilletes y la investigación para romper el
Fidelius. Retrocedió lo más que pudo, mirando el borde de las barreras anti-
aparición y tratando de calcular qué tan lejos tendría que correr. Con un
movimiento rápido, lanzó un hechizo de cabeza de burbuja sobre sí misma,
cerró los ojos e inhaló lentamente antes de abrirlos y extender la varita.

“Voy a cuidar de ti. Siempre voy a cuidar de ti”

Agitó la varita con fuerza hacia arriba y luego la bajó de golpe. Hubo una
fracción de segundo de silencio, entonces se escuchó un estruendo, como si
todas las partículas del aire estuvieran vibrando, el sonido la golpeó como una
pared, y sus huesos vibraron. Las barreras sobre Sussex se ondularon a la vista
cuando una rápida serie de explosiones descendieron por el lateral del
laboratorio. El aire se quebró en una explosión ensordecedora, la explosión
se estrelló contra las protecciones y luego rebotó en la base del laboratorio de
Sussex. Una nube de polvo y veneno mortal llenó el aire y todo el lado este
del edificio se tambaleó y después cayó, desplomándose hacia atrás y
estrellándose contra el lado oeste del edificio.

555
El suelo tembló con tanta violencia que Hermione salió volando, su cabeza
golpeó el suelo y el dolor hizo que sus paredes de oclumancia temblaran. La
sensación de aturdimiento debido al sedante se apoderó de su conciencia
mientras se levantaba. Sacudió la cabeza, parpadeando y tratando de despejar
la mente. Había un zumbido agudo y doloroso en sus oídos que silenciaba
todos los demás sonidos. Volteó hacía el laboratorio antes de salir disparada
hacia el punto anti-aparición. Había avanzado quince metros cuando una
helada desesperación se apoderó de ella. Tropezó y trastabilló. Harry había
muerto. Todo el dolor la golpeó abruptamente como un maremoto. Harry.
Padma. Dobby. Todos. Todos. Todo lo que había hecho. Nada de eso
importaba. Todo había sido inútil. Los ojos en blanco de Harry mientras
recibía una Maldición Asesina tras otra Maldición Asesina. Ron gritando,
arrojándose a su mejor amigo desesperadamente.

“¿Parvati está.?”

Los gritos de Colin mientras se desollaba en la cama del hospital. No tenía


sentido.

“Tuvimos una buena racha, Granger, pero nunca íbamos a durar”

Permaneció de pie en el páramo y tembló. Una maremoto de muerte la


inundó. Todos iban a morir. Se hundió en el suelo. Tenía demasiado frío, y
todo le dolía. Presionó una mano contra su pecho y trató de respirar.

“Debes saber que estás llegando a un punto donde el daño se está volviendo
irreversible”

Todos los recuerdos de los que intentó esconderse. Todos los gritos y la
muerte. El olor pútrido y espeluznante de la gangrena y putrefacción. A carne
quemanda. Intestinos, insectos y sangre envenenada. Manos retorcidas
agarrándose ciegamente hacia ella...
“Ayuda.”
“Mátame.”
“Por favor.”
“Haz que pare.”
556
Le dolía todo el cuerpo por el frío,como si hubiera escarcha esparciéndose por
sus dedos. Quería morir. Draco.

“Eres mía. Siempre vendré por ti.”

Se tranquilizó. Le había dicho que lo estaría esperando. Si no regresaba, él


volvería, y encontraría un desastre de explosivos ensamblados
apresuradamente y su nota garabateada sobre la mesa: Te amo. Te amo. Te amo.
Se obligó a levantar la cabeza y se dio cuenta que habían dementores llenando
el cielo y acercándose a ella. Agarró su varita e intentó ponerse de pie. No
podía realizar un patronus. Tenía que correr. Se puso en pie a tropezones y
volvió a desplomarse, temblando violentamente. Los Dementores que
descendían estaban tan cerca de ella que bloqueaban toda la luz. Se levantó
nuevamente, buscando en su mente algo que pudiera utilizar. Algo que no
estuviera envenenado por la guerra.

“Voy a cuidar de ti. No voy a dejar que nadie te lastime. No tienes que estar
sola. Porque eres mía.”

No era feliz. No estaba segura de lo que era. Pero era suyo, una promesa que
Draco le había hecho. Tenía que regresar con él. Él era suyo. Se lo había
ganado. Le había prometido que estaría ahí esperándolo. No podía morir. No
podía dejarlo atrás. Él se arrastraría hasta el infierno para traerla de vuelta. El
frío agonizante le quemaba la piel. Se levantó y apuntó con la varita hacia los
dementores que se acercaban.
—¡Expecto Patronum! —derramó cada gota de emoción que tenía en el hechizo.
Una luz blanca explotó de su varita, creciendo cada vez más y más hasta que
su patronus se corporizó completamente. No era su nutria. No era una imagen
borrosa. Hermione miró fijamente hacia arriba mientras un Opaleye de las
Antípodas de tamaño completo emergió de su varita. Llenó el cielo. Echó la
cabeza hacia atrás, rugiendo y desplegando unas enormes alas. Abrió la boca
y de él brotaron llamas blancas.

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558
Los dementores retrocedieron hacia el cielo, pero el dragón los persiguió
volando haciendo que los Dementores fueran cada vez más y más alto hasta
que retrocedieron y volaron hacia el campo. Hermione se puso de pie y los
observó acercarse mientras lanzaba un golpe con la varita hacia arriba. Los
Dementores no podían morir, pero seguramente podían arder.
La maldición de fuego maligno, un infierno de llamas fundidas, brotó de su
varita, retorciéndose y girando, a medida que se transformaba y corporeizaba
en docenas de quimeras mientras los dementores bajaban volando, huyendo
de su patronus. Cuando los dementores se acercaron al suelo, Hermione
dirigió la varita hacia el cielo y fuego maligno rugió, transformándose en un
muro de llamas. El cielo entero estaba lleno de Dementores gritando y
ardiendo, enardeciendo siendo devorados mientras el fuego maligno
cambiaba de forma y se transformaba en un enorme dragón resplandeciente.
Hermione lo observó sólo un momento antes de terminar el hechizo y darse
la vuelta para correr mientras los Dementores en llamas caían gritando del
cielo incandescente.
Avanzó diez metros cuando algo la tiró al suelo, se liberó de una patada y
gruñó una maldición antes de que el vampiro atacante consiguiera morderla.
Se desplomó en el suelo mientras ella se levantaba. Estaba a medio camino de
ponerse en pie cuando una arpía apareció repentinamente en su rostro.
Hermione se lanzó a un lado lanzando una maldición destripadora mientras
lo hacía. El campo se estaba llenando de criaturas oscuras. Un ejército de ellas
había descendido sobre ella mientras intentaba escapar de los Dementores.Se
detuvó hasta que estuvieron cerca y después golpeó el suelo con la varita,
licuando la tierra a su alrededor y viendo cómo se tragaba a arpías, vampiros
y hombres lobo.
Antes de que pudieran nadar hasta la superficie, anuló la maldición y se lanzó
de nuevo hacia el borde de las barreras nuevamente. Alguien la golpeó por
detrás, salió volando y se retorció, rodó, se agarró a sí misma y luego encontró
sus pies, usando el último impulso para recuperar el equilibrio, lanzó una
bombarda máxima sin siquiera mirar a quién estaba atacando. Un hombre
lobo jóven miró hacia abajo y se encontró a sí mismo con el estómago abierto,
cayó al suelo, con su licantropía, probablemente lograría sobrevivir.
Lanzó varias maldiciones cortantes a las gargantas de las arpías y de los
hombres lobo que se habían acercado demasiado. Mientras se daba la vuelta
para correr de nuevo…
559
—¡Expelliarmus! —
Su varita salió volando cuando la fuerza del hechizo la lanzó hacia atrás.
Aterrizó estrepitosamente y su cabeza golpeó una piedra. La vista se le nubló
y puntos negros aparecieron frente a sus ojos mientras se ponía de pie aún
aturdida y miraba en la dirección en que había caído su varita. Graham
Montague estaba de pie a cuatro metros de distancia, mirándola fijamente.
Tenía su varita en la mano.
—Hoy es mi día, tengo que decir. Siento como si te hubiera visto ayer —dijo,
sonriendo, su expresión era regocijante e intensamente desconcertante.
—No esperaba encontrarte así de rápido—.
Señaló hacia las ruinas humeantes del laboratorio y a los Dementores en
llamas que seguían cayendo del cielo.
—¿Lograste todo esto tú sola? —
Hermione no se movió; tenía los ojos clavados en su varita.
—Mierda. Apuesto que obtendré mi Marca por cazarte—.
Le devolvió la mirada y después mostró una gran sonrisa mientras agarraba su
varita con las dos manos y la partía por la mitad. Hermione miró con horror,
sin una varita, no podía aparecer.
—Vamos —Montague la apuntó con la varita y le hizo una seña para que se
acercara. Los seres oscuros se reunieron alrededor de él.
—No hagas esto más difícil para ti. Ven aquí, Sangre Sucia—.
Los ojos de Hermione recorrieron el campo mientras intentaba calcular qué
hacer. Se desplomó, curvando los hombros sumisamente hacia adentro
mientras sacaba un cuchillo del bolsillo interior de su capa. Caminó
dudosamente hacia Montague y a todos los seres oscuros que lo flanqueaban.
Un hombre lobo se adelantó y comenzó a agarrarla del brazo. Hermione atacó,
su cuchillo brilló, cortó la mano que la sostenía y destripó al hombre lobo.
Había curado suficientes heridas de arpías como para saber exactamente qué
tipo de lesiones de cuchillo no se podían curar. Se dejó caer cuando una
maldición se dirigió hacia ella, esperando a Montague, era la persona más
cercana con una varita en la mano.
Una arpía saltó hacia su cuello, Hermione giró y le enterró el cuchillo en la
garganta, antes de apresurarse hacia Montague nuevamente. Los ojos de
Montague se abrieron con miedo y trató de maldecirla. Era un duelista mucho
más lento que Draco. Descuidado e impreciso. Esquivó la primera maldición.
Y la segunda. Una maldición púrpura golpeó su capa y la alcanzó en el
560
estómago. Siguió avanzando hacia él hasta que retrocedió, tropezando al
intentar alejarse de ella. Girando el cuchillo en su mano, lo lanzó hacia él,
apuntando al centro de su pecho. Él lanzó un escudo, pero la cuchilla mágica
lo atravesó y se hundió hasta la empuñadura en su hombro izquierdo. Apenas
si esquivó su corazón. Hermione sacó el segundo cuchillo. Montague lucía
aterrorizado.
—¡Avada Kedavra! —trató de lanzar la maldición, pero sólo aparecieron chispas.
— ¡Avada Kedavra! —
Nada.
—¡Crucio! —
La maldición roja no la alcanzó, la lanzó nuevamente. Mientras ella enterraba
el cuchillo entre sus costillas, él le clavó la varita en el cuello.
—¡Crucio! —
Su agarre en el cuchillo se aflojó y lo dejó caer al suelo, gritando, sus manos
sufrieron espasmos y se retorció. La agonía le desgarraba los nervios. Su
garganta estaba siendo destrozada, sus nervios destrozados y desollados. El
sabor de la sangre llenaba su boca. El dolor. Nada más que dolor absoluto.
Finalmente, se detuvo.
Hermione se obligó a abrir los ojos y observó cómo Montague caía de rodillas,
sangrando abundantemente por el costado y el hombro, parecía estar a punto
de desmayarse, la varita colgaba flojamente de sus dedos. Hermione sollozaba
y jadeaba entre dientes mientras trataba de darse la vuelta temblorosamente.
Toma su varita. Toma su varita.
Sus músculos tuvieron espasmos y se contrajeron mientras se arrastraba hacia
arriba.
—Maldita perra... ¡Desmaius! —

Se despertó escuchando gritos. Estaba en el suelo, sintió espasmos y desgarros


musculares cuando se obligó a incorporarse. Estaba en una gran jaula llena de
más de una docena de personas, incluyendo algunas que reconocía
vagamente. Estaba anocheciendo, y la única iluminación era la luz de las
antorcha, de un naranja brillante. Podía oler sangre y Magia Oscura. Los gritos
seguían y seguían. También había risas. Crueles, burlonas y carcajadas
histéricas. Miró a su alrededor y se dió cuenta de que estaba en Hogwarts.
Había docenas de enormes jaulas abarrotadas de gente esparcidas por los
terrenos de Hogwarts alrededor de la base de la Torre de Astronomía.
561
Los gritos provenían de la torre. Levantó la mirada. Colgada a cinco metros
del suelo estaba Molly Weasley gritando, sollozando y retorciéndose
suspendida por las muñecas. Arthur gritaba de agonía a su lado. Una
maldición lo estaba despedazando, poco a poco.
—¡Por favor! ¡A él no! ¡Lastímenme a mí! ¡¡Él no entiende!! ¡Por favor no lo
hagan esto a él! —la voz de Molly se quebraba mientras suplicaba.
Habían pedazos de carne colgando de las cadenas alrededor de Molly.
Hermione entrecerró los ojos para ver en la poca luz. Brazos cortados. Un
torso. La cabeza de George. Se le contrajo la garganta y se dobló y vomitó con
tanta violencia que sintió un dolor desgarrador en la espalda mientras su
cuerpo convulsionaba. Volvió a levantar la vista mientras se limpiaba la boca.
Bill, Charlie, Fred, y George estaban todos muertos, en pedazos que colgaban
de las cadenas. Ron seguía vivo, apenas con vida. Tonks estaba muerta, con
los órganos colgando de su cuerpo. Remus estaba colgado a su lado, tan
mutilado que seguramente también estaba muerto. Por encima de los
Weasley, Remus y Tonks, había otra figura. Un cadáver esquelético. A
Hermione le temblaron los dedos al agarrarse a los barrotes.
—¿Es… ese es Harry? —se atragantó.
—Sí —una chica que estaba cerca dijo con trizteza. Hermione pensó que su
nombre podría ser Mafalda.
—Cuando Tú-Ya-Sabes-Quién dejó de usar las Maldiciones Asesinas, lanzó un
hechizo, y Harry comenzó a pudrirse. Lo puso allí arriba… para que todos
viéramos cómo ocurría. Y a todos sus amigos cercanos también. Los han
estado torturando durante horas—.
Los gritos de Arthur se estaban volviendo cada vez más débiles.
—¡¡Por favor!! No lo lastimen. Arthur. Arthur—.
Molly seguía sollozando y suplicando mientras trataba de acercarse a él. Los
dedos de Hermione se torcieron, bajó la barbilla y apartó la mirada de la torre.
Su capa ya no estaba, ni su collar, ni su brazalete. La habían desvestido y la
habían vuelto a vestir con un fino vestido gris; incluso le habían quitado los
pasadores y ligas para el cabello. El anillo de Draco aún brillaba en su mano.
—¡Malfoy! —
Se le heló la sangre en las venas, se puso rígida y se giró. Había multitudes y
tiendas de campaña intercaladas entre las jaulas. Mortífagos, guardias y
funcionarios del Ministerio se mezclaban y bebían. Un Mortífago se adelantó
y lanzó una maldición a los cuerpos que colgaban de la Torre de Astronomía.
562
Hubo risas de borrachos y carcajadas. Unos cuantos hombres miraban
lascivamente al interior de las jaulas.
—Eres un encanto. Quizás el Señor Oscuro te entregue a mí como un favor—
canturreaba un Mortífago mientras intentaba agarrar a un prisionero a través
de los barrotes.
—¡Malfoy! —
Hermione buscó a Draco. Pero vió a Lucius acercarse en su lugar.
—Pensamos que tú y los demás podrían perderse toda la celebración —dijo una
voz ronca.
Hermione se acurrucó contra el suelo y desvió la mirada cuando Lucius se
acercó. Aún le zumbaban los oídos por la explosión. Contuvo la respiración y
se esforzó por escuchar.
—El Señor Tenebroso requería mi presencia —dijo Lucius, con una voz
inquietante y cautivadora— Hubo… una situación inesperada—.
Hermione sintió que se le cerraba la garganta. Draco. La otra voz se volvió más
silenciosa.
—¿Sussex? —
—En efecto —Lucius dijo en voz baja— El Señor Tenebroso quiere mantenerlo
en secreto. Sólo a sus más allegados—.
Hermione se desplomó aliviada. No era Draco.
—¿Es cierto entonces? ¿Todos? —la voz ronca era persistente.
—¿No acabo de decir que se mantiene en secreto? ¿Quieres saber lo que el
Señor Tenebroso no desea que se conozca? —
Había una cualidad cantarina dentro de la suavidad de la voz de Lucius.
—¿Cuando está preocupado por los espías entre nosotros? Odiaría que él se
enterara que te escucharon curioseando. Todavía me estremezco al pensar en
lo que le pasó al pobre Rookwood la semana pasada—.
—No quise… sólo me refería… una pregunta cortés fue todo lo que quise decir
con eso. ¡Mira! Tengo algo para usted. Habían varios que querían terminarlo,
pero yo dije que tú te merecías los honores. Mira, él sigue con vida—.
Hermione levantó la vista y vió a Lucius y al otro Mortífago mirando hacia la
Torre de Astronomía. Arthur ya no se movía, y los gritos de Molly se habían
convertido en sollozos silenciosos.
—Algunos de ellos siguen con vida —la voz ronca del Mortífago le lanzó una
maldición a Remus, y el cuerpo de Remus se sacudió y después se quedó
inmóvil nuevamente.
563
—Ese no muere. Sin importar lo que le lancemos. Ya le volvieron a crecer los
órganos dos veces —se rió— Después está la mamá. Grita más por su
descendencia que cuando le haces crucio. Pero guardé lo mejor para ti. El
mejor amigo de Potter, el que siempre estaba con él. Me aseguré de que nadie
lo matara—.
—Que considerado eres, Mulciber —Lucius canturreó las palabras mientras
estudiaba a los Weasley por encima de su cabeza.
Su rostro se volvió serio y pensativo. Tenía los rasgos casi esqueléticos, la piel
tirante sobre el cráneo y los huecos de las mejillas y las cuencas de los ojos
hundidos, agujeros casi negros en la oscuridad y la luz parpadeante de las
antorchas.
—Esperaba tener más tiempo para saborear la experiencia… pero el Señor
Tenebroso los quiere muertos para el final del día —la voz de Lucius era
anhelante— me he dedicado a pensar en cómo debo hacerlo—.
De la varita de Lucius salió una maldición de un amarillo enfermizo que
golpeó a Ron en un lado de la cabeza. El cuerpo de Ron empezó a sacudirse y
sus ojos se abrieron y se desorbitaron, como si se estuviera asfixiando.
—No…—.
La palabra estaba a medio camino de los labios de Hermione antes de
arrepentirse. Los ojos grises de Lucius estaban brillando mientras miraba a los
cuerpos colgados en lo alto.
—Hice un juramento ante la tumba de Narcissa que mataría a todos los
traidores de sangre de este país. Sabía que Potter le pertenecía al Señor
Tenebroso, pero esperaba ser yo quien mandara al resto de la “familia” de
Potter tras él—.
Lucius agitó la mano, pero el movimiento fue espasmódico, como si fuera un
tic que tuviera, su expresión se endureció mientras miraba fijamente a Ron y,
con un movimiento de la varita, terminó con la maldición que lo asfixiaba.
Ron jadeó entrecortadamente, su pecho se agitó, sus ojos se apagaron. Lucius
sacudió la varita en espirales perezosos y habló despacio.
—Quemarse es una muerte particularmente dolorosa. Los Muggles solían
quemar a las brujas. Las quemaban hasta que no quedaba nada más que
recuperar. Todo lo que tengo de mi esposa es una tumba vacía. No quedó
nada de ella. Aunque busqué… muchas veces —su mano apareció de nuevo.
—Es apropiado, creo, que conozcas el dolor que ella tuvo —levantó su varita—
esto es por mi esposa—.
564
Una maldición oscura de color verde salió volando y golpeó a Ron en el pie.
Humo comenzó a aparecer, y Ron echó la cabeza hacia atrás mientras gritaba
y se extendía por su pierna. El cuerpo de Hermione se estremeció; su garganta
se contrajo mientras trataba de no vomitar. Conocía la maldición.
Transformaba la sangre en plomo fundido dentro del cuerpo. Era una
maldición lenta. Se apretó contra el extremo más alejado de la jaula e intentó
no sollozar. Lucius echó la cabeza hacia atrás y se rió. Molly se sacudió y se
despertó.
—Por favor. ¡No! No a mi hijo. ¡Por favor no lastimes a mi hijo! —
Hermione apretó los ojos con fuerza y se cubrió los ojos, pero no pudo
bloquear los gritos de Ron y de Molly. Ni la risa de Lucius. Los gritos se fueron
volviendo gradualmente más silenciosos cuando algo cálido y
empalagosamente dulce llegó a la nariz de Hermione. Sus ojos se abrieron
inmediatamente para encontrar el rostro de Dolores Umbridge a escasos
centímetros del suyo, estudiando a Hermione con una alegría despiadada a
través de las barras de la jaula. Umbridge estaba rodeada por varios guardias.
—Creo reconocer esa carita engañosa —Umbridge le hizo un gesto a un
guardia— Tú, ábrela y agárrala—.
Se oyó el chirrido de la puerta de la jaula, y una mano dura agarró el brazo de
Hermione y la arrastró fuera. Los dedos se enredaron en su cabello mientras
la jalaban cruelmente de la cabeza hacia atrás. Umbridge soltó otra pequeña
carcajada, y pasó como un fantasma por el rostro de Hermione, cálida y
azucarada como si hubiera estado comiendo caramelos hacía sólo un
momento.
—Sí eres tú. Reconocería esa sucia cara tuya en cualquier lado. No te he
olvidado —los ojos de Umbridge estaban brillando, hizo un gesto sobre su
hombro.
—Toma nota. Quiero que la transfieran a Sussex, en el siguiente grupo que
pidan, la primera en la lista, para Dolohov personalmente —se acercó a
Hermione y su voz era casi un susurro— él siempre está buscando nuevos
juguetes que romper—.
Uno de los guardias tosió ligeramente. Umbridge lo volteó a ver con dureza.
—Alcaide, Sussex está… dicen que está fuera de servicio permanentemente…
debido a… al accidente ahí. Y Dolohov está… muerto—.

565
Hermione sintió una oleada de triunfo a través de su terror cuando el rostro
de Umbridge decayó. Esperaba que Dolohov muriera, la única persona que
odiaba más que a Antonin Dolohov era Voldemort.
—¿Está confirmado entonces? —la voz de Umbridge era cortante.
El guardia asintió a regañadientes. Umbridge suspiró y parecía decepcionada.
—Lástima —apuntó su varita contra el esternón de Hermione— Crucio—.
Hermione gritó y le fallaron las piernas, la mano en su cabello la sostuvo en
su lugar. Su cuerpo estaba bañado en agonía hasta que sus músculos
comenzaron a tener espasmos tan violentos que pensó que sus tendones
podrían romperse. Gritó hasta que se le desgarró la garganta y su voz se
desvaneció en sollozos; permaneció inmóvil colgada en su lugar mientras su
cuerpo se sacudía y sufría espasmos violentos. El hechizo no se detuvo.
Hermione sentía que su cerebro se esforzaba por escapar; para liberarse de la
agonía. Sólo quiebrate. Sólo destrózate. No. No podía.

“No soy frágil. No voy a quebrarme. Por favor piensa eso sobre mí.”

Colgaba en su lugar, temblando en agonía. El hechizo finalmente se detuvo.


Hermione cayó pesadamente al piso, sus músculos seguían contrayéndose.
Sentía como si la hubiera hecho pedazos. Sollozos quejumbrosos salían de lo
más produndo de su pecho espasmódico. Se obligó a abrir los ojos y levantó
la mirada. Podía ver la Torre de Astronomía sobre el hombro de Umbridge;
Molly estaba muriendo. Umbridge estudió a Hermione en el suelo y volvió a
señalar por encima de su hombro.
—Quiero a ésta, una vez que su magia sea suprimida. Imagino que requerirá
mi interrogación completa. Devuélvela a su sitio—.
Umbridge se rió y comenzó a voltearse para irse. Thorfinn Rowle se detuvó al
pasar.
—No puede quedarse con ésa, Alcaide —su voz era confusa y señaló
bruscamente hacia donde yacía Hermione en el suelo— ayudé a traerla de
Sussex después de que la atraparon. El Señor Tenebroso dijo que la quiere
intacta por si decide interrogarla él mismo. Está en los papeles del traslado—.
A través de la agonía y el shock que su cuerpo estaba sufriendo por la tortura,
Hermione sintió que se le helaba la sangre. La expresión de Umbridge decayó.
—Pero mueren tan rápido cuando él lo hace—.
Rowle se enderezó y entrecerró los ojos.
566
—¿Dudas de mí, Alcaide? Puedo llamar al Señor Tenebroso aquí, si es que
duda del papeleo—.
Umbridge pasó saliva y su barbilla se estremeció mientras negaba rápidamente
con la cabeza.
—No. No. Nunca desobedecería al Señor Oscuro. Si él la quiere intacta, por
supuesto, que permanecerá intacta. Esto… — señaló a Hermione— sólo fueron
unos minutos por su… rebeldía. Nunca cuestionaría las órdenes de alguien
tan importante como usted. Mi decepción se apoderó de mí —su voz se volvió
simpáticamente dulce— después de todo, usted… es una de las personas de
mayor confianza del Señor Tenebroso—.
Rowle se enderezó, cuadró los hombros y levantó el pecho. Miró a Hermione
y la empujó con su bota.
—Dudo que ella importe. Él tiene docenas más importantes… terroristas a los
que planea interrogar… si ella termina siendo olvidada —se encogió de
hombros— A nadie le importará lo que hagas con ella, entonces —soltó una
carcajada y continuó su camino.
Umbridge volvió a mirar a Hermione en silencio durante unos instantes.
—Cuando su magia sea suprimida, me encargaré de ella personalmente.
Queremos asegurarnos de seguimos nuestras órdenes al pie de la letra y que
ella se mantedrá intacta—.
Hermione fue levantada del suelo y aventada con fuerza de nuevo a la jaula.
Se enrolló fuertemente en el suelo mientras su cuerpo seguía sufriendo
espasmos y contrayéndose, pero apenas lo notaba, estaba congelada del terror.
Voldemort la había marcado para su interrogatorio personal. La mera idea la
tenía más aterrorizada que cualquier cosa que Umbridge quisiera hacerle. Su
mente estaba repleta de recuerdos de Draco. Era un número casi imposible de
recuerdos para tratar de ocluirlos o desviarlos.

“Si alguna vez estás bajo interrogatorio por un legeremante realmente


experimentado, nunca lo mantendrás fuera con la mera fuerza de tus paredes
mentales. Si fueras una miembro menor de la Resistencia, probablemente te
matarían en vez de hacer el esfuerzo de entrar. Pero eres un miembro de la
Orden. La favorita de Potter... si no te hubiera conseguido, nunca habría
tenido la oportunidad de encontrar un cerebro organizado como un archivador”

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Presionó los dedos crispados contra la boca y se arrinconó contra la esquina
de la jaula mientras luchaba por no entrar en pánico.
—¿Estás bien? Sostuvo esa maldición sobre ti durante… ni siquiera sé cuánto
tiempo fue—.
Un chico en la jaula se acercó poniendo una mano sobre el hombro de
Hermione.
—Estoy bien. No me molestes —Hermione dijo con una voz tensa y temblorosa
mientras se alejaba rapidamente del tacto— Necesito pensar—.
Inhaló profundamente, usando su oclumancia para desviar la atención del
dolor espasmódico que sentía en el cuerpo. Voldemort se daría cuenta de que
era una oclumante, se daría cuenta y después destrozaría su mente. Él
encontraría a Draco. Incluso si su muerte bajo interrogación fuera rápida, el
castigo de Draco por su traición no lo sería. Sería una muerte mucho peor
que aquella de la que lo había intentado salvar bombardeando Sussex. Si
Voldemort descrubría su relación, probablemente usaría a Hermione como
medio para castigar a Draco. Eso era lo que había hecho con Narcissa. Había
usado lo que más le importaba a Draco para torturarlo. A Draco siempre le
había impulsado más el miedo de lo que pudiera pasarle a ella, que a lo que
Voldemort pudiera hacerle a él. Tenía que esconderlo. Enterrar sus recuerdos
tan profundamente que nunca fueran encontrados.

“Un cerebro organizado como un archivador...”

Reunió todos sus recuerdos cuidadosa, meticulosamente examinados y


ordenados de Draco, Ginny y los horrocruxes, y los empujó tan atrás en su
mente como pudo; los colocó en lo más recóndito de su memoria; más allá de
sus padres, más allá de los primeros recuerdos que poseía. Los empujó lo más
lejos que pudo dentro de su conciencia, tanto como le fue posible.
Después… dudó y pasó saliva nerviosamente, su lengua humedeció sus labios,
cerró los ojos con fuerza y respiró entrecortadamente mientras volvía a
recorrer su mente, derribando todas las paredes que había construido durante
el curso de la guerra. Su vida cuidadosamente compartimentada. Todos sus
recuerdos y emociones separados. Su dolor y devastación por la perdida de sus
relaciones con Harry y Ron. Su amargo y venenoso resentimiento hacia la
Orden. Todas las cosas que había apartado e ignorado para mantenerse
enfocada, para mantenerse en su misión. Las cosas que había escondido y se
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había rehusado a pensar en un esfuerzo para mantener la cordura mientras
seguía trabajando.
La muerte de Colin. Colin. La primera muerte. La forma en la que gritaba
mientras su piel se arrancaba de su cuerpo, de su rostro, sus ojos. Hasta que
dejó de gritar, y Hermione se quedó ahí, demasiado devastada y llena de culpa
para apartar la mirada, mientras él se convertía en un esqueleto. Capa tras
capa. Todas las víctimas de la primera división de maldiciones las cuales había
pasado meses tratando de curar y salvar. Murieron. Todos murieron. Y
murieron. Y murieron. Siempre morían. Trataba de salvarlos, pero al final
siempre morían. Harry había muerto. Ron. Los Weasley. Su vida era un
cementerio. Lo empujó todo al frente de su mente. Cuando Voldemort
llegara, todo lo que encontraría sería el interminable número de muertos de
la guerra, año tras año. Una voz ignorada en la sala del hospital. Sólo una
sanadora. Todas las reuniones de la Orden en las que había abogado por
hechizos letales y había sido rechazada y regañada. No era una luchadora. Sólo
una sanadora. ¿Qué sabía ella? Sussex parecería su venganza.
Estaba sumergida en sus recuerdos cuando la puerta de la jaula rechinó, y la
sacaron bruscamente de nuevo. Un metal frío le rodeó cada una de las
muñecas, y la arrastraron hacia el castillo. Todos los que colgaban de la Torre
de Astronomía estaban muertos menos Remus. Hubo un destello de luz verde
venenosa. Cuando Hermione miró hacia atrás, vió como la Maldición Asesina
surcaba por el aire. Remus finalmente se quedó inerte. El último de los
Merododeadores.
La arrastraron por los pasillos, sólo estaba medio lúcida por el revoltijo de
traumas en su mente y el dolor físico remanente de todos los cruciatus. Los
pasillos estaban vacíos y desiertos. Había una serie de grandes puertas de
hierro que el guardia tuvo que detener y destrabar mientras la arrastraba más
y más hacia las entrañas del castillo. Bajó a las mazmorras, pasó los salones de
clase, pasando la pared que ocultaba la sala común de Slytherin, a través de
una pesada puerta hacia un pasillo desconocido. Umbridge estaba de pie
junto a una puerta, sonrió de manera sacarina mientras miraba a Hermione.
—Aquí es donde mantenemos a nuestros prisioneros problemáticos hasta que
son transferidos a Sussex. Sin las barreras del castillo, no podemos tener
demasiado cuidado con una prisionera reservada para el interrogatorio
exclusivo del Señor Tenebroso. Estoy segura de que te irá bastante bien aquí
hasta que se le ocurra llamarte—.
569
Empujaron a Hermione a una habitación pequeña, apenas iluminada por la
luz de la antorcha fuera de la celda. Muros de piedra. Paja en una esquina.
Una bacinica en la otra. Se volteó mientras la puerta se cerraba, se detuvo de
repente y Umbridge entró, como si estuviera volviendo reconsiderando algo.
Sus ojos recorrieron a Hermione de arriba abajo.
—Debemos obedecer las órdenes del Señor Tenebroso, ¿no es así? —dijo con
voz reflexiva mientras señalaba a Hermione con la varita.
—Intacta. Eso es muy importante. No queremos dejarte aquí abajo
balbuceando como lunática, hablando sola como una asquerosa salvaje. Hay
que mantenerte… bastante callada—.
La punta de la varita se hundió en la hendidura de la mandíbula de Hermione,
forzándola a levantar la cabeza hacia arriba.
—Silencio—.
Umbridge soltó una risilla, y su aliento empalagoso y azucarado rozó el rostro
de Hermione.
—Lo entenderás pronto—.
Después Umbridge se dio la vuelta y salió de la celda. La puerta se cerró con
un fuerte ruido sordo, y en cuestión de segundos, incluso la luz de la antorcha
exterior de la celda desapareció. Hermione se quedó en la oscuridad y el
silencio. Se dirigió con cuidado hacia el rincón con la paja y se hizo un ovillo.
Los músculos le ardían y le daban espasmos dolorosos. Estaba helando en las
mazmorras y su ropa era muy delgada. No paraba de parpadear, y mirar hacia
la oscuridad, con la esperanza de que, si esperaba lo suficiente, eventualmente
podría distinguir una silueta.
No había nada, nada más que oscuridad. Finalmente bajó la cabeza y regresó
a su oclumancia. Excepto que… no podía… Lo intentó de nuevo, pero sus
recuerdos... Moverse a través de su mente era laborioso. Como si estuviera
mentalmente agobiada y apenas pudiera arrastrarse por su mente con
oclumancia. Se quedó paralizada por el horror. Sus dedos espasmódicos se
dirigieron a sus muñecas, sintiendo el metal envuelto alrededor de ellas
mientras trataba de respirar con calma.
Nunca se le había ocurrido que… con su magia suprimida perdería su
habilidad para usar oclumancia. Su mente estaba bloqueada en el mismo
estado en que se encontraba cuando le pusieron las esposas alrededor de las
muñecas. Un mar de traumas en el primer plano de su mente, y Draco oculto
tan lejos que apenas podía tener un recuerdo claro de él.
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Se llevó las manos a la boca y las presionó fuertemente contra ella, se obligó a
respirar. Inhaló lentamente, ala cuenta de cuatro. Exhaló por la boca, a la
cuenta de seis. Adentro y afuera. Una y otra vez. Se obligó a sí misma a pensar
cuidadosamente. Esto era lo mejor. Voldemort la llamaría para interrogarla y
encontraría un caótico revoltijo de recuerdos. Si tenía cuidado de no pensar
en Draco, Voldemort no sería capaz de encontrarlo. Envolvió las manos
alrededor de sus hombros, temblando de frío. Sólo… no podía pensar en
Draco. En lo absoluto. No podía permitírselo. Resistir. Eso era en lo que tenía
que enfocarse. En aguantar.
De repente su anillo ardió dolorosamente, Hermione dio un grito ahogado y
se agarró la mano. El anillo ardía una y otra vez. Luego dejó de arder.
Hermione giró el anillo alrededor de su dedo. Draco podría venir por ella,
antes de que Voldemort la llamara para interrogarla. Tenía que estar lista. Él
siempre venía por ella. No podía dejarse consumir.
—Resiste. Resiste, Hermione —articuló las palabras una y otra vez.
No sabía si habían pasado horas o un día entero cuando su anillo volvió a
arder. Tenía tanto dolor que apenas si lo sentía, su cuerpo estaba gritando por
el daño muscular del cruciatus, el frío y el hambre. Apenas podía moverse. No
importaba si tenía los ojos abiertos o cerrados, lo único que podía ver era a
los muertos. Harry muriendo ante sus ojos. Una y otra vez. Los gritos de Ron
al morir. Colin. Molly y Arthur. La sala del hospital. Estaban en el primer
plano de su mente, y no había nada más en qué pensar.
No había comida. Tampoco había agua. Creía que había pasado un día, pero
no podía estar segura. Afuera no había ningún sonido, ni siquiera un goteo
monótono. Sólo había silencio y oscuridad infinitos. Quizás Umbridge
planeaba dejarla morir de hambre. Su anillo ardió nuevamente horas más
tarde, presionó la mano contra su pecho. Varias horas después, de repente,
olió comida y medio se arrastró por el suelo. Encontró un plato con pan y una
especie de carne y una gran cubeta de agua. Sus músculos seguían teniendo
tantos espasmos que casi tiró la cubeta mientras tomaba agua. Después de eso,
la comida aparecía, aleatoriamente. Nunca parecía transcurrir un tiempo
determinado entre una y otra. A veces se sentía como días. Otras veces parecía
que sólo habían pasado algunas horas.
Después de lo que pensó que había sido una semana, su cuerpo dejó de arder
y de tener espasmos. Se obligó a levantarse y explorar cada centímetro de la
celda con la punta de los dedos. La puerta estaba sellada con magia; no había
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ninguna cerradura que forzar incluso si tuviera algo más que paja y una
bacinica. Olfateó el aire a través de los barrotes de la puerta con la esperanza
de que indicara algo. El aire era viejo, húmedo, frío. Sin vida. Tenía la
esperanza de que si revisaba con el suficiente cuidado, encontraría una piedra
suelta en la pared, algún compartimento secreto escondiendo un clavo, o una
cuchara, o incluso un poco de cuerda. Aparentemente la celda nunca había
albergado a prisioneros problemáticos durante mucho tiempo. No habían
arañazos que marcaran el tiempo. Ninguna piedra suelta. Nada. Nada más
que oscuridad.
Su anillo seguía ardiendo. Cada vez daba un pequeño jadeo de alivio y
empezaba a llorar por la confirmación de que Draco seguía vivo en alguna
parte. Después se detenía bruscamente. No podía pensar en ello. No podía
permitirse pensar en Draco. Si Voldemort llegaba a ella primero, no podía
tenerlo en su mente cuando no podía ocultarlo con oclumancia. Utilizó los
fragmentos más pequeños de magia y empujó sus recuerdos de él más lejos de
su alcance. Como si fuera una ostra, enterraba cuidadosamente cada recuerdo
bajo la diminuta capa de oclumancia que podía usar sin activar la supresión
mágica.
Su anillo seguía ardiendo, cada día, con una intensidad casi abrasadora. La
cincuentava vez que ardió, apretó la mandíbula y se lo quitó, escondiéndolo
cuidadosamente en un rincón. Antes de que tres comidas aparecieran volvió
a cruzar la celda y se lo puso nuevamente, aterrorizada de que, si no lo usaba,
desaparecería de alguna manera. No volvió a arder después de eso. No sabía
si eso significaba que Draco de alguna manera sabía que se lo había quitado.
O si él había muerto.
Se acurrucó en un rincón de la celda, sintiendo la áspera textura de las piedras
en la oscuridad, y trató de no pensar. Recitaba mentalmente recetas de
pociones. Técnicas de Transfiguración. Repasó runas. Canciones infantiles.
Sus dedos se movían mientras imitaba los movimientos de varita, articulaba
los encantamientos. Contaba hacia atrás desde mil sustrayendo números
primos. Masajeó sus músculos dañados hasta que se sintieron relajados y
comenzó a hacer el régimen de ejercicios que había memorizado. Flexiones,
abdominales, sentadillas, burpees. Descubrió que podía pasar los pies por los
barrotes de la puerta y hacer abdominales colgada boca abajo. Se enseñó a
pararse de manos.

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Le ayudaba a desconectar su mente. Contando. Empujarse a nuevos límites
físicos. Cuando sus brazos y piernas se volvían gelatinosos, se dejaba caer en
una esquina y caía en un sueño profundo. Era la única manera de hacer que
el final de la guerra dejara de reproducirse frente a sus ojos.
Aguanta, Hermione, seguía recordándose a sí misma cuando tenía demasiado
frío y con el corazón tan roto que ya no quería seguir. Todo lo que estaba en
su mente era muerte. Todos gritando. A veces presionaba ambas manos contra
los muros, echaba la cabeza hacia atrás y se preparaba para golpearse la frente
contra la pared con la esperanza de que todo se detuviera. Pero siempre se
contenía y después se alejaba.
—Aguanta. Prometiste que no te quebrarías—.
No siempre podía recordar por qué. Cuando sí lo recordaba, se alejaba del
pensamiento y se obligaba a hacer algo más. Calcular la medida cúbica en pies
de la celda. Más flexiones. ¿Podría contar hacia atrás desde mil hasta cero antes
de que su siguiente comida apareciera si duplicaba el número restado cada
vez? ¿Dos mil? Seguía contando hasta que estaba tan cansada para seguir
pensando, entonces se acurrucaba en una esquina y recorría las paredes con
los dedos. Los muros eran lo único que sabía que siempre podría encontrar
en la oscuridad.
—Alguien vendrá por ti. Alguien siempre viene por ti—.
Nadie venía. Todos estaban muertos. Los había visto morir. Nadie iba a
regresar por ella. Los muros de la celda eran todo lo que tenía.

Todo lo demás era oscuridad.

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