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El Fracaso de La Realidad Moa
El Fracaso de La Realidad Moa
realidad
(Una teoría del fracaso)
-F. Moa-
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
Índice
El fracaso de la realidad................................................2
Visión general.................................................................................2
Un momento llamado felicidad...........................................................9
Ser vencido por los placeres............................................................12
El superhombre de Nietzsche...........................................................14
El arte de engañar.........................................................................16
Salvación......................................................................................18
La definición..................................................................................20
Juez.............................................................................................23
La angustia...................................................................................26
K de Kafka....................................................................................28
El plan de Dios..............................................................................30
Una perspectiva desilusionante........................................................33
La realidad ajena a la regla.............................................................35
La cruzada existencial.....................................................................37
Caer en el pesimismo.....................................................................42
El pensamiento incompleto..............................................................45
Filosofía mentirosa.........................................................................49
Sufrimientos verticales...................................................................51
El pasado y futuro del universo........................................................53
Nuestro axioma.............................................................................57
El triunfo del fracaso......................................................................59
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
El fracaso de la realidad
Visión general
El fin del ser es el fracaso. En el ínterin de su actividad, en
ciertos momentos persevera en su ser, en otros pretende ir
más allá de él mismo, y excepcionalmente trata de
disolverse en la pura nada antes de tiempo. Pero, con
independencia del modo de actividad que adopte a lo largo
de ese ínterin, el ser fracasará irremediablemente. Si en
Hegel el ser es movido por el espíritu y en Marx por la
materia, digamos por nuestra parte que el ser es movido por
el fracaso, pues de modo consciente o inconsciente, esto es
lo de menos, todo lo que hace el ser lo hace para fracasar.
El fracaso es el sentido absoluto del ser. Fuera del
fracaso no hay nada. ¿Pero qué es el fracaso? ¿Cómo lo
podemos definir? El fracaso se define por su indefinición.
El fracaso es inasumible desde la lógica, está más allá de
toda suposición teórica y, por tanto, anticipamos el fracaso
del presente ensayo. El fracaso es pura indefinición y no se
puede conocer salvo por sus efectos: el fracaso del ser. Para
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
El superhombre de Nietzsche
El gran mal del cristianismo, desde el punto de vista de
Nietzsche, es que a través de la compasión mantiene «en
vida una cantidad de fracasados de todo linaje». Para el
filósofo alemán ahí reside el peor vicio de todos: la acción
compasiva dirigida a los fracasados (y a los débiles). En
contraposición al hombre fracasado que ofrece el
cristianismo por medio de su nihilismo (la compasión es la
práctica del nihilismo), Nietzsche ofrece la alternativa del
superhombre, una suerte de sobrehumano que es capaz de
tener la grandeza y la valentía de concebir «la realidad tal
como ella es», a saber: terrible y problemática. Con todo,
Nietzsche no cae en la cuenta (o tal vez sí pero todavía no
nos hemos percatado) de que esos fracasados que quiere
“liquidar” con su propuesta en aras de un superhombre que
se haga cargo del vivir (con todas sus consecuencias) no es
más que un salto humano, demasiado humano, una acción
“idealizada” que no tiene en consideración la fuerza de
gravedad, una fuerza que oprime el salto y lo machaca
contra el duro suelo del fracaso. En efecto, el filósofo
alemán habla de la necesidad de disolver todos esos
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
El arte de engañar
Un texto atribuido a Heráclito dice lo siguiente sobre
Pitágoras: «Se dio a practicar investigaciones científicas
más que ningún otro hombre, y habiendo hecho una
selección entre las cosas que había escritas, quiso hacer
pasar por sabiduría propia lo que no era sino erudición y
arte de engañar»4. Aquí no nos interesa si el autor del texto
es Heráclito o no, ni tampoco si es verdad lo que se dice allí
de Pitágoras. Lo que nos importa es la idea que transmite, a
saber, que el arte de engañar no es otra cosa que un signo
inequívoco del fracaso. El texto de Heráclito apunta a un
ser que no se muestra tal como es, de un ser que quiere
aparentar lo que no es. Tal aparentar, que se fundamenta en
el arte de engañar, pretende un logro que es justamente
antitético al fracaso. Observamos, por tanto, cómo ese ser
pretende a partir del fracaso transitar a algo opuesto a él.
Pero el arte de engañar no puede disolver lo que el ser es,
tan solo puede crear una apariencia, o si se prefiere, una
ficción, un hacer creer una cosa que no es. Se trata, pues, de
una suerte de dramático y fallido intento de superación, de
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
Salvación
Todo lo que existe, existe para fracasar. Por tanto,
afirmamos que el τέλος de todo ser es el fracaso. Pero no
solo eso, también afirmamos que la génesis de todo ser es el
fracaso. Si Heráclito sostiene que todas las cosas se
transforman en fuego y el fuego en todas las cosas, nosotros
sostenemos que todas las cosas se transforman en fracaso y
el fracaso en todas las cosas. Además, si no existiera el
fracaso, solo podría darse un ser similar al ser Uno de
Parménides, a saber: increado, indestructible, inmóvil,
continuo, finito y sin principio ni fin en el tiempo. En
definitiva, es a causa del fracaso que existe la pluralidad y
el cambio. En lo que atañe al ámbito antropológico, y
teniendo presente la teoría del fracaso que tratamos de
perfilar en este trabajo, tenemos que descartar cualquier
opción soteriológica. La salvación del ser humano nace del
rechazo (no aceptación) que produce el fracaso absoluto, o
sea, desde el horizonte humano, la muerte. Podemos
distinguir dos categorías de salvación, a saber, el
trascendental (por ejemplo el paraíso al que algunos van
después de morir) y el mundano (por ejemplo tener
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
La definición
Todo intento de definición es de por sí un fracaso. Y
podemos ser testigos de ello al considerar los diálogos
socráticos de Platón. Sócrates pregunta a su intelocutor
«¿qué es ser...?». Esta es la pregunta socrática, es decir, una
pregunta que invita al desvelamiento de la belleza, la
justicia, el amor, etcétera -en general del εἶδος-. Pero este
desvelamiento no se da, o sea, para expresarlo con mayor
precisión, es un intento fallido de definir de un modo denso
y sólido lo que es el εἶδος. Tales diálogos demuestran la
imposibilidad de llegar a esa deseada definición. El mismo
Sócrates no es capaz de dar una respuesta, pero al menos es
consciente de que sabe más que sus interlocutores, ya que
mientras éstos creen saber lo que no saben, el filósofo
ateniense sabe que no sabe. Dicho en términos de nuestra
teoría del fracaso: Sócrates sabe que ha fracasado a la hora
de responder «¿qué es ser...?». El interlocutor, por su parte,
acepta el reto que le plantea Sócrates -la pregunta por el
εἶδος-, «pero no así el continuado fracaso de los sucesivos
intentos de responderla o la actitud socrática de mostrar sin
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
Juez
Sabemos de la imposibilidad de definir el fracaso, pero
podemos jugar con el lenguaje para entrar en contradicción,
para torturarnos con algo cercano, demasiado cercano a lo
imposible. No somos aquí filósofos de la naturaleza ni
tampoco filósofos de la moral, ni siquiera filósofos a secas,
sino tan solo filósofos en el sentido de seres humanos que
filosofamos sin que esté en nuestro haber un título que
acredite nuestro fracaso oficial. Tampoco somos esos
filósofos venideros de los que hablaba Nietzsche. Nosotros
estamos por encima del bien y del mal, pero también por
encima de la formación y de la deformación. Y a lo dicho,
tenemos que añadir que no podemos ser unos pusilánimes y
dejar toda reflexión filosófica en manos de los especialistas
del pensamiento filosófico, puesto que ellos no tienen la
exclusividad de esta actividad cuyo nombre es pensar
filosóficamente. Por nuestra parte tenemos que ir más allá
del filósofo, esto es, de la etiqueta, y adentrarnos en lo
sustancial del pensamiento filosófico sin miedo a
ensuciarnos las manos con esos teólogos/filósofos
dogmáticos que presumen de sistema cuando en verdad
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
La angustia
Aquí no se toca la metafísica en ningún momento. Ni
siquiera se roza. De hecho nos da igual que haya muerto o
no haya muerto junto a Dios. Nosotros, además, no
hacemos distinción entre ser y ente, puesto que en el ámbito
de nuestra teoría del fracaso, y, por extensión, en el terreno
de la realidad, tan solo circulan entidades a las que nos
referimos indistintamente como seres o entes. Descartamos
radicalmente toda suerte de espesa ontología, esto es, el ser
para nosotros es un personaje de una densa e impenetrable
novela. Y por añadidura, no elevamos a ningún ser (o ente)
para caer en la tela de araña de una teología cualquiera. La
realidad que manejamos en el presente ensayo, por decirlo
de esta forma, prescinde de todo imaginario trascendental.
Sin embargo tenemos que ser conscientes de nuestros
límites y reconocer que no somos destructores de ideales;
tan solo pretendemos no hundirnos en las ciénagas
idealistas que aquí y allí se desparraman próximas a
nuestros pies. No queremos construir puras verdades, o sea,
mentiras ex nihilo, tan solo desarrollamos esta teoría con el
propósito de darnos cuenta, a medida que avanzamos en
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
K de Kafka
Es cierto que esto de nacer y tomarle tanto cariño a uno
mismo para fracasar es un poco extraño 8. Por añadidura,
este vivir fracasando tiene ciertos tintes novelescos
próximos a la obra de Kafka9. Ante nosotros se nos presenta
un pasillo flanqueado por puertas que permanecen cerradas,
y no sabemos lo que ocultan, lo que guardan. Nosotros
avanzamos por el pasillo -nunca podemos volver sobre
nuestros pasos- y de vez en cuando logramos abrir una
puerta y entrar en una estancia con el ánimo -consciente o
inconsciente- de soslayar el fracaso radical que nos espera
al final del pasillo. Pero al cabo resultamos expulsados de la
estancia y nos vemos de nuevo arrojados al pasillo (estamos
ahí) -somos en este sentido algo así como el Dasein 10 de
8 Paráfrasis de una frase pronunciada por Escohotado en una entrevista que le
realizó Alfonso Armada en la Fundación Juan March en 2014: «Es cierto que
esto de nacer y tomarle tanto cariño a uno mismo para luego tenerse que morir
es un poco raro».
9 «Todo el arte de Kafka consiste en obligar al lector a releer. Sus desenlaces, o la
ausencia de desenlaces, sugieren explicaciones, pero que no se revelan
claramente y que exigen, para que parezcan fundadas, una nueva lectura del
relato desde otro ángulo. A veces hay una doble posibilidad de interpretación, de
donde surge la necesidad de dos lecturas. Eso es lo que buscaba el autor. Pero
sería un error querer interpretar todo detalladamente en Kafka» (Camus, El mito
de Sísifo).
10 «Como se parte de la conciencia, ser es ser-ahí (Da-sein, «existencia»). Ser-ahí o
existir es ser en, lo cual supone ya un extrañamiento apoyado sobre ese en
(óntico) que representa el mundo» (Escohotado, Filosofía y metodología de las
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ciencias sociales).
11 «En El proceso es acusado José K… Pero no sabe de qué. Quiere, sin duda,
defenderse, pero ignora por qué. Los abogados encuentran difícil su causa. Entre
tanto, no deja de amar, de alimentarse o de leer su diario. Luego le juzgan, pero
la sala del tribunal está muy oscura y no comprende gran cosa...» (Camus, El
mito de Sísifo).
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
El plan de Dios
Lo opuesto (o negación) del fracaso -del que estamos
hablando todo el rato- puede recibir muchos nombres. Y
cada nombre apunta a una manera de intentar burlarlo, de
superarlo. Una de estas maneras consiste en el hegeliano fin
universal del que participan, por decirlo así, los individuos
históricos, a saber, los «apoderados o abogados de un fin,
que constituye una fase en la marcha progresiva del espíritu
universal»12. Estos individuos ponen todo su empeño en el
cumplimiento de su fin, un empeño lleno de adversidades y
que resulta muchas veces penoso. Ellos no eligen la dicha,
nos recuerda Hegel, «sino el esfuerzo, la lucha, el trabajo
por su fin». De hecho la amargura ha empañado acaso su
fin: algunos «han muerto jóvenes, como Alejandro13, o han
12 A juicio de Hegel, según podemos leer en Lecciones sobre la filosofía de la
historia universal, los grandes personajes de la historia -por ejemplo Julio
César- son «los que se proponen fines particulares que contienen lo sustancial, la
voluntad del espíritu universal», esto es, el fin universal. En cuanto al espíritu
(Geist), Escohotado nos aclara en su Filosofía y metodología de las ciencias
sociales: «Lejos de representar un fantasma que preexiste en regiones oníricas,
el Geist es el propio obrar concreto del hambre a lo largo del tiempo, manifiesto
en el arte, las costumbres, el derecho, la ciencia, la religión y las demás
instituciones de los pueblos».
13 «Se diría que con Aristóteles el genio griego se hace consciente en toda la
amplitud de sus horizontes, y esa conciencia de si hecha individuo concreto es
Alejandro, en quien su educador graba los ideales de una civilización reciente
pero madura para asumir la dirección del mundo» (Escohotado, Filosofía y
metodología de las ciencias sociales).
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
14 «César sabía que la república era una mentira, que los discursos de Cicerón eran
vanos, que había que crear otra forma en vez de esta forma huera, y que la forma
que él trajo era la necesaria» (Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia
universal).
15 Explica Escohotado en Los enemigos del comercio II que cuando Hegel huye de
Jena, «vuelve la vista atrás desde una colina y divisa a un grupo de húsares
irrumpiendo en la plaza mayor, seguidos a poca distancia por el caballo blanco
de Bonaparte». Luego dirá en una carta sobre Bonaparte: «Ver a ese alma del
mundo concentrada en un único punto del espacio fue una extraña impresión».
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
16 Si históricamente se ha creído que todo está en las mejores manos (en manos de
sacerdotes y filósofos) y que la Biblia proporciona tranquilidad habida cuenta de
que clarifica qué destino tiene la humanidad, es necesario romper con tal
creencia, pues ésta oculta la verdad: la humanidad ha estado en las peores
manos, ha sido gobernada por los fracasados, los llamados «santos», o sea,
«calumniadores del mundo y violadores del hombre» (Nietzsche, Ecce Homo).
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
17 «lo primero que el espíritu sabe de sí, en su forma de individuo humano, es que
siente» (Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal).
18 En cuanto a la expresión «negación de la negación», tenemos que pensar que
ésta hace referencia al término síntesis en el contexto hegeliano. Los términos
más habituales que circulan en la filosofía de Hegel son: afirmación, negación, y
negación de la negación. La palabra dialéctica no se refiere, como apunta Xirau
en Palabra y silencio, a esa disposición ternaria, pues aquélla tiene una evidente
connotación binaria que apunta a una relación de oposición (escisión, ruptura)
entre dos términos, a saber, la afirmación y la negación. La «negación de la
negación», esto es, la síntesis, es en Hegel de carácter especulativo y señala una
reconciliación de la mencionada oposición (afirmación, negación). La realidad
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El fracaso de la realidad (Una teoría del fracaso)
La cruzada existencial
Las Cruzadas siempre fracasan20. Y este fracaso parte de un
error, de una confusión, de un mal cálculo, a saber, de
considerar sencillo aquello que es complicado. Aquí circula
un intento de querer equiparar lo imaginado con lo real, lo
que solo puede conducir al fracaso en la medida en que lo
real es infinitamente complejo en tanto que el grado de
complejidad de lo imaginado es nulo comparado con aquél.
A partir de esta confusión se constituye un ser cosido con el
bien absoluto y otro ser cosido con el mal absoluto.
Digamos que las Cruzadas fracasan porque se plantea un fin
obviando los detalles de la realidad, por lo que podemos
afirmar que «las Cruzadas fracasan porque en su esencia
está fracasar»21.
La primera Cruzada la podemos situar cuando los
cristianos querían recuperar el cuerpo de Cristo que
supuestamente estaba en posesión de los árabes. ¿Qué
hubiera pasado si lo hubieran recuperado? ¿No hubiera sido
dinamitado todo el dogma cristiano en la medida en que
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Caer en el pesimismo
La tentación de caer en el pesimismo es muy fuerte cuando
aceptamos que todo tiende al fracaso. Thacker, el autor de
Pesimismo cósmico, sugiere que «el pesimismo es un
fracaso lírico del pensar filosófico». En verdad lo que hace
el pesimismo es abrir la puertas al fracaso (un fracaso que
se manifiesta de tantas maneras como modos hay de
fracasar). «El pesimismo es la forma filosófica del
desencanto», y este «desencanto» no es sino un modo de
fracasar. Si aceptamos que todo tiene como fin el fracaso, el
pesimismo puede invadirnos susurrándonos
machaconamente en nuestro fuero interno: «lo mejor es no
haber nacido en ningún caso» y «este es el peor de todos los
mundos posibles». Estas proposiciones que surgen del
pesimismo no son sino expresiones del fracaso cuyo fin no
puede ir más allá de ellas mismas en la medida en que el
fracaso ha agotado cualquier posibilidad de salirse de él. El
fracaso siempre camina en dirección al ser y el pesimismo
le abre las puertas para entregarse a aquél acaso
prematuramente.
Thacker nos dice que «con Nietzsche llega el
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El pensamiento incompleto
Nos explica Thacker en su Pesimismo cósmico que «una
vez Nietzsche alabó el valor del pensamiento incompleto
para la filosofía» y añade que el lugar idóneo para encontrar
pensamientos incompletos «sería en los cuadernos de notas
de los filósofos». También observa que el libro El mundo
como voluntad y representación de Schopenhauer «es uno
de los grandes fracasos de la filosofía sistemática» en la
medida en que «lo que comienza con la arquitectónica
iridiscente de Kant termina derrumbándose en enunciados
dudosos, acusaciones furibundas contra la humanidad,
evocaciones nocturnas sobre la vanidad de todos los seres
[...]». Por nuestra parte, intuimos una relación entre la
cuestión del pensamiento incompleto y el fracaso que
atribuye Thacker a la obra de Schopenhauer.
Para empezar, seamos claros con la cuestión del
pensamiento incompleto: no existe el pensamiento
completo habida cuenta de que el mero pensar siempre
queda incompleto a causa de su límite, su finitud, su
imposibilidad de ir más allá de lo pensado. El pensamiento
completo solo estaría al alcance de un ser que se pensara a
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30 Nietzsche, El Anticristo.
31 Ibíd.
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34 Ibíd.
35 Ibíd.
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Filosofía mentirosa
La filosofía es algo así como el fracaso en prosa. También
la podemos ver como una suerte de Biblia escrita por
aprendices de Dios. La filosofía es un obsceno gesto
consistente en sacudir la realidad para recoger sus signos de
igual manera que se sacude el árbol para recoger sus frutos.
Entonces el filósofo dobla la espalda y recoge los signos
con el logos. La realidad es un rompecabezas que el
filósofo no sabe ni puede completar. Pero él es demasiado
vanidoso. No le hagáis caso cuando presume humildad o
ignorancia, pues solo os quiere seducir. El filósofo falsea
las piezas del puzle y clama a los cuatro vientos que ha
completado su sistema, esto es, su realidad. Pero tal sistema
es un fracaso en la medida en que lo es también el filósofo
y, por extensión, la filosofía. El filósofo está corroído por la
frustración, por el querer y no poder, por el límite. Quiere
ser Dios pero sólo puede jugar a serlo. Y en este juego
fracasa. Su juego consiste en maquillar su ignorancia y
mostrarla al mundo como un ensayo acaso metódico
fundamentado en vacuidades o, a lo mejor, como una prosa-
poesía tan caótica como oscura. Sea como fuere, el filósofo
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Sufrimientos verticales
«Salvo lo Irremediable, todo es falso, falsa esta civilización
que quiere combatirlo, falsas las verdades de las que se
arma»36, y lo «Irremediable» desde nuestro punto de vista
no es otra cosa que el fracaso. A juicio de Cioran, todos los
seres que habitan la naturaleza tienen su lugar excepto uno,
a saber, el ser humano: «él continúa siendo una criatura
metafísicamente divagante, perdida en la Vida. Nadie ha
encontrado un fin válido a la historia; pero todo el mundo
ha propuesto uno; y hay un pulular de fines tan divergentes
y fantasiosos que la idea de finalidad se ha anulado y se
desvanece como irrisorio artículo del espíritu»37. En efecto,
el ser humano necesita darle sentido a su existencia (a su
ser), a su vida, y para ello construye mentalmente toda
suerte de fines para así intentar eludir ese fondo sin fondo
en el que no quiere caer. Sin embargo, a pesar de los
fracasados fines propuestos, tal hecho no frena el
«multiplicar esas unidades (seres humanos), aumentar
indefinidamente esos sufrimientos verticales que se apoyan
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39 Escohotado, entrevistqa en ANTV (Colombia – Feria Internacional del libro de
Bogotá (filBo 2014).
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Nuestro axioma
El fracaso es la idiosincrasia de la realidad que intuimos.
Esta intuición forma parte de nuestro conocimiento. Más
allá del límite al que nos vemos sometidos acaso está
aquello sobre lo que no podemos hablar (o sobre lo que
hablamos imaginando). ¿Pero cómo? ¿Estamos, por tanto,
suponiendo de una manera fanfarrona que aquí hablamos
sobre lo que conocemos? ¡Sócrates, dónde estás! Es decir,
¿sostenemos, de manera sospechosa, que hablamos sin
imaginar? Sea como fuere, admitamos que hacemos
equilibrios en la afilada frontera del límite y que lo que
pretendemos es ante todo encontrar nuestros propios
errores, darnos de narices con nuestras estúpidas
perspectivas equivocadas por mucho que duela. Ya lo
hemos dicho en otra parte, no somos destructores de
ideales, pero ansiamos ser en el fondo de nuestro ser
destructores de nuestra estupidez supina. En fin, se nos
antoja (nos movemos entre el antojo y el deseo) de que lo
más sensato será admitir lo falible que resulta el
conocimiento y que será mejor evitar la tentación de
«hacernos la ilusión de que podemos remendar, hasta
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