Está en la página 1de 4

El Patito Feo

En la granja había un gran alboroto: los polluelos de Mamá Pata estaban


rompiendo el cascarón.
Uno a uno, comenzaron a salir. Mamá Pata estaba tan emocionada con sus
adorables patitos que no notó que uno de sus huevos, el más grande de todos,
permanecía intacto.
A las pocas horas, el último huevo comenzó a romperse. Mamá Pata, todos los
polluelos y los animales de la granja, se encontraban a la expectativa de conocer al
pequeño que tardaba en nacer. De repente, del cascarón salió un patito muy
alegre. Cuando todos lo vieron se quedaron sorprendidos, este patito no era
pequeño ni amarillo y tampoco estaba cubierto de suaves plumas. Este patito era
grande, gris y en vez del esperado graznido, cada vez que hablaba sonaba como
una corneta vieja.
Aunque nadie dijo nada, todos pensaron lo mismo: “Este patito es demasiado feo”.
Pasaron los días y todos los animales de la granja se burlaban de él. El patito feo se
sintió muy triste y una noche escapó de la granja para buscar un nuevo hogar.
El patito feo recorrió la profundidad del bosque y cuando estaba a punto de darse
por vencido, encontró el hogar de una humilde anciana que vivía con una gata y
una gallina. El patito se quedó con ellos durante un tiempo, pero como no estaba
contento, pronto se fue.
Al llegar el invierno, el pobre patito feo casi se congela. Afortunadamente, un
campesino lo llevó a su casa a vivir con su esposa e hijos. Pero el patito estaba
aterrado de los niños, quienes gritaban y brincaban todo el tiempo y nuevamente
escapó, pasando el invierno en un estanque pantanoso.
Finalmente, llegó la primavera. El patito feo vio a una familia de cisnes nadando en
el estanque y quiso acercárseles. Pero recordó cómo todos se burlaban de él y
agachó la cabeza avergonzado. Cuando miró su reflejo en el agua se quedó
asombrado. Él no era un patito feo, sino un apuesto y joven cisne. Ahora sabía por
qué se veía tan diferente a sus hermanos y hermanas. ¡Ellos eran patitos, pero él
era un cisne! Feliz, nadó hacia su familia.
Responde las siguientes preguntas:

1. ¿Por qué todos los patitos se quedaron sorprendidos al ver lo que salió del huevo?

2. ¿Por qué el patito feo se encontraba aterrado con los niños?

3. ¿Qué descubrió finalmente el “Patito feo”?


El zapatero y el millonario
Esta es la historia de un zapatero que era muy pobre, pero alegre. Él vivía tan
feliz que cantaba todo el día. Tan hermosa era su voz y contagiosa su alegría,
que los niños se paraban al frente de su vitrina para escuchar sus melodías.
Al lado del zapatero vivía un hombre muy rico que le gustaba pasar toda la
noche contando su dinero. Él intentaba dormir de día, pero le resultaba
imposible con los cánticos alegres de su vecino.
Decidido a resolver esta situación, el hombre rico visitó al zapatero llevando
consigo una bolsa llena de dinero y le dijo:
—Te quiero hacer un favor, toma esta bolsa y la guardas para cuando la
necesites.
Y se marchó sin decir más.
El zapatero no lo podía creer, jamás en su vida había visto tanto dinero.
Mientras los niños lo miraban a través de la vitrina, se sentó en su banco y
comenzó a contarlo cuidadosamente .
Había tanto dinero en esa bolsa que el zapatero temía perderlo. Tanto era su
miedo que llevó la bolsa a su habitación y la puso debajo de su cama, pero no
pudo dormir. Muy preocupado, se levantó de la cama y guardó la bolsa en un
cajón de la cocina, pero seguía muy preocupado.
Después del desayuno, pensó que sería más seguro esconder la bolsa debajo
de una teja. Pero seguía sintiéndose intranquilo. Sin otro lugar donde recurrir,
cavó un hoyo en su jardín y tal como se hace con cualquier tesoro, enterró su
valiosa bolsa.
Ya no tenía sentido tratar de trabajar, él estaba demasiado preocupado por su
bolsa. Tampoco tenía sentido cantar, pues se sentía demasiado triste y
desgastado para entonar una canción.
El zapatero no podía dormir, trabajar, ni cantar y peor aún, los niños no
volvieron a visitarlo.
Al final, el zapatero se sintió tan infeliz que tomó su bolsa llena de dinero y tocó
la puerta de su vecino, el hombre rico, y le dijo sin titubear:
—Te devuelvo tu bolsa. La preocupación de tenerla me está enfermando, he
perdido mis fuerzas y a todos mis amigos. Prefiero ser un zapatero pobre como
antes.
Sin esperar respuesta, se dirigió a su casa.
El hombre rico tomó el dinero más no se sorprendió, él mismo lo sabía y lo
tenía muy claro: el dinero no compra la felicidad.
Responde las siguientes preguntas:

1. ¿Por qué los niños se paraban frente a la vitrina del zapatero?

2. ¿Qué le regalo el hombre rico al zapatero?

3. ¿Por qué le devolvió el zapatero al millonario su obsequio?

También podría gustarte