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Morabito, Fabio El idioma matemo - 2a ediciéin especial Ciudad Autinoma de Buenos Aires: Gog y Magog Ediciones, 2021. Libro digital, PDF Edicién pam Ministerio de Educacién de la Nacién Argentina ISBN 978-087-47048-3-3 1. Narrativa Italiana. 2. Literatura en Espaiiol. I. Titulo. CDD8S3 Coleccidn Literaria para el Nivel Secumdario del Plan Nacional de Lecturas del Ministerio de Educacién de la Nacién. ©2014, Fabio Mordbito ©2014, Gog y Magog Ediciones Primera reimpeesién 2018 Segunda reimpresién 2020 ‘gu espocial 2021 Hecho en el depsisito que impone email: gogymagogpoesia@ gmail.com Buenos Aires 2021 Este libra fue escrito gracias a una beca del Sistema, Nacional de Creadores de Conaculta Subrayar libros Los libros estén heches de frases, obvio, que som como los ladrillos de la construecién, y del mismo modo que es di ficil reparar en la hermosura de un ladrillo, las frases, euan- do leemos, pasan relativamente inadve el flujo del discurso, como debe ser. 8, arrastradas por 1 detenerse: demasiado en una fase es signo de inmaduree; lo que imporla en un libro es el conjunto, el edificio. verbal, no sus componente Y sin embargo es costumbre bastante difusa sul 1 subrayado desmiente el edi milde tabique comprimido eutre mil tabiques idénticos; es una suerte de opericién de reseate, como si cada subraya- do dijera: salven esta frase de las garras del libro, liberen esta joya del pantana que la todea, Es bien sabide que, quien empieza a subrayar, no puede detenerse; los submyadas se iplican, una plaga se apodeea del libro, surge otro libro rior, un repblica auténoma. El submyador yar libros. io y realza el ladrillo, el hu- m en si si subrayé aqquella frase, ZcOmo no vey a subrayar ésta, y esta otra, y también aquélla? El subrayador se vuelve un segundo autor del libro, extrae de éste el Libro que él hubiera queride escribir, entra en franca contaversia con el libro que lee, al que somete a una implacable cacerfa de frases subrayables. Un dfa tuve que pedir un libro mio en una biblioteca univer- 7a silaria para verificar un dato. Descubri que el ejemplar estaba profusamente subrayade. La cosa me halagé, por supuesta, pues Ins subrayados son Ia evidencia de una lectura aeueiosa y apasionada. Muy pron wadi6 uma sen- embargo, me gua que se torné francamente fastidinsa. No esta- ba de acuerdo con los subrayadas. Mi anénimo lector habta pasado por alto pasajes que me parecian muy remarcables y vesaltado en cambio Ifneas meramente operativas, inertes. Me hallé.en pugna con mi propio libro, trazando mentalmente mis propios subrayados, sacéndole a mi libro otro libro, aquel que sacidn aml hubiera querido escribir y que, slo ahora me daba cuenta, habia escrito a medias, 3 El subrayador Cada vea mas a menudo, en lugar de leer un libra, lee Jos subrayados que ba hecho en tantos afies do lectura, Ha subrayade libros desde Ia adolesceneia y son pocos los que se han salvado de tener alguna marca hecha a pluma o a lipiz. ‘Cuando le da por observar los estantes de su biblioteca siente los subrayados que encierran, Represemtan una joteca dentro de otra, que ha ido creanda con esfuerzo. No ha vacilado nunea a la hora de poner un subrayado. En tantas cosas ha sido tibio y ney te, pero no en ese. Aun cuando hha tenido el inimo. por los suelos, ante una frase o un pasaje notables se ha puesto rel lipiz y cumplir su deber. Puede decirse que el dia que no se Jevante se habet acabado todo, Mientras no renuncie a subra- yar, habrd esperanza. Ahora que se acerca la vejex empieza a beneficiarse del fruto de esos innumerables sacrificios. Sea josamente de pie para buscar un cual sea el libro que tome de sus estantes, sabe que le brin- dani a través de sus subrayados unos diez 0 vei os de lectura intensa y selectiva, Ha llegado el momento, por ast decirlo, de que los libros le devuelvan parte de aquello que él les dispens6 a lo largo de tantos aiios de lectura. Le ofrecen sus subrayados, haciéndose ellos mnismos a wn Indo, te m Al repasar esos surcos dejados por su pluma o-su lipiz no slo a extmie una savia de conocimiento preciosa, diza en su que profn- ospeccién, pues uo hay como leer las propios subrayados para conocerse, En un gesto tan simple y espon- léneo nos descubrimos sin tapujas, pues decimos mais profun- damente Io que sentimes cuando lo decimos con palabras de ‘otros. Mira con Léstima a muchos amigos suyos, poseedores de espléndidas bibliotecas que casi carecen de submyados. Por permanecer eémodamente sentades en vex de levantarse abuscar un lpi, ahora, concn del quines son y buscan en vano en los libros lefdes una marea cualquiera hecha de pasada, al descuido, para intuir algo de lo que eran, algo de lo que ban sido. Ide sus vidas, no saben

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